Geografia de La Peninsula Iberica

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Geografía de la península ibérica 1 TEMA 1. Presentación de la península ibérica: configuración y situación. 1. localización y dimensiones. Estamos en las latitudes medias del hemisferio norte. Latitud 36 grados-43 grados 47 minutos norte / longitud 3 grados 19 minutos este-9 grados 29 minutos oeste. Dispone de tres estados y un territorio // Portugal, España, Andorra y Gibraltar La península mide unos 1000 km de ancho de este a oeste y 750 km de norte a sur PUNTA DE ESTACA DE BARES (latitud 43º 38´N) CABO DE ROSA (9º 29´O) CABO DE CREUS (3º19´E) PUNTA DE TARIFA (36º00´08´´N) ZEE: zona económica exclusiva 200 millas nautas desde la costa. Acuerdos internacionales sobre la zona marítima Superficie: 582.918 km cuadrados. Península ibérica 493.515 km cuadrados. España 88.944 km cuadrados. Portugal 453 km cuadrados. Andorra 6 km cuadrados. Gibraltar 2. Singularidad geográfica de la P. Ibérica. Nos encontramos que las condiciones de la península tienen condiciones optimas y tambien la opinión de que es un erial (estas son las opiniones a lo largo de la historia). es un territorio muy diverso por su situación al encontrarse en la frontera entre los continentes. La configuración de la península ibérica se caracteriza por su carácter macizo (compacta), tenemos mucha masa de tierra por cada km de costa, carácter peninsular y al mismo tiempo insular porque tenemos un istmo (los pirineos) con muy difícil acceso, tiene una altitud media elevada (660 m), las montañas no ocupan muchas áreas, la meseta es la que hace que tengamos tanta altitud (por las submesetas). La clave de la diversidad paisajística es la consecuencia de lo compartimentado del relieve, no hay grandes unidades de relieve, suele tener una disposición por lo general este-oeste, además este relieve está en la periferia (sistema bético, sierra morena, los pirineos…).

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Grado en Historia (Universidad de Sevilla).Introducir al alumno en el conocimiento de los elementos y factores que configuran la Geografía Física de la Península Ibérica, haciendo especial mención a las relaciones del hombre a la largo de la historia con el medio natural que le rodea. El conocimiento de estas relaciones para la península Ibérica se realizará mediante el conocimiento de los elementos y factores que configuran la Geografía de la Península Ibérica, relacionándola con los hechos históricos que han tenido lugar en su territorio. El uso de fuentes históricas y su análisis, resulta fundamental para acercarnos al conocimiento del tema, y en ella nos apoyaremos, contrastándolas con los datos que la Geografía Física desde la Geomorfología, Climatología, Hidrología y la Biogeografía nos puede aportar.

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Geografía de la península ibérica

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TEMA 1. Presentación de la península ibérica: configuración y situación.

1. localización y dimensiones.

Estamos en las latitudes medias del hemisferio norte.

Latitud 36 grados-43 grados 47 minutos norte / longitud 3 grados 19 minutos este-9 grados 29 minutos oeste.

Dispone de tres estados y un territorio // Portugal, España, Andorra y Gibraltar

La península mide unos 1000 km de ancho de este a oeste y 750 km de norte a sur

PUNTA DE ESTACA DE BARES (latitud 43º 38´N)

CABO DE ROSA (9º 29´O) CABO DE CREUS (3º19´E)

PUNTA DE TARIFA (36º00´08´´N)

ZEE: zona económica exclusiva 200 millas nautas desde la costa. Acuerdos internacionales sobre la zona marítima

Superficie:

582.918 km cuadrados. Península ibérica

493.515 km cuadrados. España

88.944 km cuadrados. Portugal

453 km cuadrados. Andorra

6 km cuadrados. Gibraltar

2. Singularidad geográfica de la P. Ibérica.

Nos encontramos que las condiciones de la península tienen condiciones optimas y tambien la opinión de que es un erial (estas son las opiniones a lo largo de la historia). es un territorio muy diverso por su situación al encontrarse en la frontera entre los continentes.

La configuración de la península ibérica se caracteriza por su carácter macizo (compacta), tenemos mucha masa de tierra por cada km de costa, carácter peninsular y al mismo tiempo insular porque tenemos un istmo (los pirineos) con muy difícil acceso, tiene una altitud media elevada (660 m), las montañas no ocupan muchas áreas, la meseta es la que hace que tengamos tanta altitud (por las submesetas).

La clave de la diversidad paisajística es la consecuencia de lo compartimentado del relieve, no hay grandes unidades de relieve, suele tener una disposición por lo general este-oeste, además este relieve está en la periferia (sistema bético, sierra morena, los pirineos…).

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2.3. Conclusiones

Todo esto acaba generando unos estímulos de aislamiento, una condición fuera de Europa… configuración muy maciza, pero aun así esta en un punto clave porque aunque esté en el final de Europa es de paso natural entre Europa y África. Hay cuatro grandes contrastes de diversidad:

Amplia diversidad litológica: silícea, arcillosa, granítica y volcánica.

Geomorfológica: mesetas, depresiones, macizos jóvenes y macizos antiguos.

Climáticos: contrastes del comportamiento de la temperatura y precipitaciones, entre el interior y la periferia.

Biogeográfico: gran diversidad, zonas húmedas y zonas secas.

TEMA 2. Relieve de la península Ibérica.

4.600 millones de años de antigüedad de la tierra.

12.700 millones de años desde el Big Bang (estrella de segunda generación).

A finales del S.XVIII, principios del S.XIX la geología se ha vuelto una disciplina muy importante, así que los grandes hombres de la ciencia se interesaron por la misma. Buckland, además de reverendo, había descubierto la existencia de los dinosaurios, con el empieza una de las grandes corrientes científicas, el catastrofismo.

El uniformismo dice que todos los procesos que formaran el relieve en el pasado se siguen dando en el presente. Hasta el S.XX no se desarrolla la geocronologia absoluta.

Rocas ígneas

Erosión

Sedimentación

Magma (toda roca ha sido magma alguna vez)

Erupciones (rocas volcánicas, basalto obsidiana)

Intrusión (rocas plutónicas, granito)

Sedimentos Rocas sedimentarias (pizarra, arenisca)

Incremento

de presión y

temperatura

(AT y AP)

Rocas metamórficas (cuarcita)

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Pie de monte: monte entre la playa y la llanura.

Fuerzas de construcción.

Orogenias: las grandes causas son el contacto entre placas.

Magmatismo.

Fallas.

Sedimentación.

Fuerzas de destrucción.

Erosión. El relieve es resultado de fuerzas internas (tectónicas), orogenias (pliegues y fallas) y agentes externos como la erosión, transporte, sedimentación… llevada a cabo por el aire, agua, seres vivos…

Rasgos generales del relieve peninsular:

La península ibérica tiene los contrastes propios de los países mediterráneos, en los que alternan elevadas cordilleras de formas bravías con macizos o montañas de altitud media y formas suaves. Pero en España, a consecuencia de la disposición de sus relieves y de la latitud de la península situada entre dos dominios climáticos tan diferentes como el Atlántico y el Mediterráneo, estos contrastes alcanzan mayor intensidad quizás que en ningún otro país mediterráneo.

El viejo macizo galaico, de formas redondeadas y lomas suaves, o las peneplanicies extremeñas, arrasadas por la erosión, contrastan vivamente con los briosos cantiles de los picos de Europa o de las serranías béticas y levantinas.

Tres rasgos principales del relieve peninsular:

Sus tres rasgos más característicos son: primero la forma maciza, escasamente recortada, del contorno costero, sin los profundos entrantes y salientes de la península griega por ejemplo; segundo, la altitud media elevada, solo superada en Europa por un país tan montañoso como Suiza; y tercero, la disposición periférica de los relieves más destacados, envolviendo por el norte, este y sur, el centro peninsular.

A. La forma: España en su conjunto no es un país de vocación marinera, a pesar de la proporción elevada de las costas peninsulares. La falta de profundas entalladuras del contorno costero dificulta la penetración de las brisas marinas y la propagación hacia el interior del poder temperante del mar, cuya acción, limitada a una estrecha franja costera, queda detenida pronto por los elevados relieves periféricos. Por eso el clima del interior es extremadamente continental, con inviernos rigurosos y veranos ardientes, con escasas lluvias todo el año.

B. La altitud media elevada: la altitud media de la península ibérica es de 660 m, mientras que en Francia, a pesar de contar con un sector de los Alpes, es tan solo de 342. Conviene tener en cuenta que la altitud media, más que a la existencia de altas cordilleras, se debe a un bloque central elevado, la Meseta, cuya altura se refleja en la llamada curva hipsográfica como elemento de mayor peso.

C. La disposición periférica del relieve peninsular: otro rasgo distintivo del relieve peninsular es lo que podemos llamar el cinturón de sierras periféricas. Así, por cualquier parte que se intente abordar la meseta, es preciso salvar un desnivel fuerte hasta alcanzar las altiplanicies castellanas. Por el norte, la cordillera cantábrica, consus crestas oscilantes entre 1000 y 2500 m a escasa distancia de la costa. Por el este, aun cuando el salto no es tan brusco, tambien hay que saltar los cortados escalones de la cordillera Ibérica. Más al norte, las cadenas costeras catalanas, de alturas modestas, pero paralelas al litoral, constituyen un doble murallón que aísla la llanura interior del Ebro. Sierra Nevada, el coloso español, con sus tres mil y pico metros de altura a pocos kilómetros del mar. Es preciso traspasar los riscos elevados de Sierra Morena para llegar a la altiplanicie de Castilla la Nueva. Los ríos que nacen en estos rebordes montañosos se ven obligados a salvar desniveles profundos en trechos cortos, con lo que adquieren carácter torrencial y están dotados de una gran fuerza erosiva que se emplea en excavar profundas gargantas.

(La lluvia sobre los terrenos de cultivo en el valle del Guadalquivir provoca que el rio lleve mucho sedimento, lo que convierte las marismas de Doñana en marismas de agua dulce).

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La estructura general de la península Ibérica es muy diversa por varios motivos, por su gran historia geológica, una gran diversidad litológica y un clima muy diverso, vamos a ver dos tipos de relieves montañosos:

Macizos antiguos: formas pesadas de altitud mediocre, son antiguas cordilleras sometidas a una fuerte erosión y a veces cortados por valles fluviales.

Cordilleras alpinas: son de grandes alturas (más de 2000 metros) que han sufrido poco desgastes y es donde aparecen calizas (rocas blandas) ya que en los macizos antiguos están erosionadas, estas son siempre montañas jóvenes.

Llanuras: valle del Ebro y del Guadalquivir, submesetas norte y sur y la depresión del Tajo/sado (portuguesa), están situadas en macizos antiguos o bien entre un macizo antiguo y una cordillera joven.

Evolución geológica de la península ibérica.

precámbrico 4.600 a 570 MA

primario paleozoico 570 a 250 MA

secundario Mesozoico 250 a 65 MA

terciario cenozoico 65 a 2,6 MA cuaternario 2,6 MA a actualidad

CARBONICO – 570 AL 505 MA.

ORDOVICICO – 505 AL 430 MA.

PALEOZOICO SOLURICO –---- 430 AL 408 MA.

DEVONICO ---- 408 AL 360 MA.

CARBONIFERO – 360 AL 290 MA.

PEMICO --------- 290 AL 250 MA.

TRIASICO – 250 AL 205 MA.

MESOZOICO JURASICO – 205 AL 135 MA.

CRETACICO – 135 AL 66 MA.

PALEOGENO – 66 AL 24 MA.

CENOZOICO

NEOGENO – 24 AL 2.6 MA.

Península ibérica en el presente.

PC: 4000 – 570 MA, las rocas más antiguas de la península ibérica tiene unos 680 MA del periodo precámbrico, se sabe que tuvo un macizo montañoso en Galicia Macizo galaico-duriense (cordillera montañosa) de la cual hay rocas que aparecen puntualmente. El primer estrato (el más profundo) lo forman los GNEIS que son rocas cristalinas con metamorfismo, parecido al granito, es una intrusión ígnea de este. El segundo estrato lo forma el OLLO DE SAPO que es una cuarcita con cristales de feldespato, la cuarcita procede de la arenisca. El tercer nivel está formado por pizarras y el cuarto por materiales primarios. Todos estos materiales se recalentaron y pasaron a ser las variedades actuales. Después hay una larga época de sedimentación marítima a finales del precámbrico.

Paleozoico.

Comienza con una época de calma orogénica, el macizo galaico va desapareciendo. De esta época quedan las pizarras silúricas, piedra metamórfica procedente de la arcilla, para que se deposite la arcilla (material sedimentario

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muy pequeño, la más pequeña de todas las partículas, se deposita en medios acuáticos, en lagos, pantanos, marismas y crecidas de los ríos) la pizarra es una roca ligera e impermeable.

En el devónico tenemos las calizas devónicas, es una roca sedimentaria, de sedimentos marinos, blanda, el otro origen es carbonato cálcico por el que se filtra la humedad y crea la caliza.

En el carbonífero, 380/300 MA se produce la orogenia Varisca o Hercinica, ocurre por el choque entre las placas tectónicas, los restos que quedan en la superficie tras esta orogenia crea unas grandes cordilleras en la península ibérica de las que hoy no quedan nada.

La litología del macizo hespérico es compleja por dos motivos:

1º, además del pliegue de calizas y pizarras entra magma por intrusión ígnea, lo que crea rocas plutónicas (granito), las calizas a consecuencia del calor se vuelve metamórfica, los restos que quedan son silíceos porque las calizas se erosionan.

2º, el macizo no forma parte de un solo continente, forma parte de tres continentes, no es homogéneo, macizo ibérico, zona de Ossa-morena y la zona sur-portuguesa.

La falla piritica de Huelva es un lugar de gran explotación minera por el choque de los continentes que permite la subida del magma, que dependiendo de qué temperatura alcance y la velocidad de enfriamiento se transforma en diversos metales.

Mesozoico. (Época de dinosaurios)

Hay un clima muy cálido, de calma geológica, con mucha lluvia y predominio de la erosión del macizo hespérico que se queda como una llanura a consecuencia del desgaste, los ríos desembocan al este que se llenan de depósitos de tipo continental, a consecuencia de la oscilación del nivel del mar va a haber una mezcla de restos de depósitos marinos y continentales.

Terciario.

Cenozoico (65 a 2.6 MA): es la época de la orogenia alpina que forma relieves jóvenes, hay un nuevo choque entre placas tectónicas.

El macizo hespérico recibe presión desde el sur con África y tambien del macizo de Aquitania lo que crea em macizo cantábrico y los pirineos.

Relieve alpino joven (montes de Toledo y sistema central).

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Ante las presiones contrarias la mesera central se rompe, unos se elevan y otros se hunden, tenemos un relieve joven con materiales viejos (estilo tectónico germánico o relieve germánico como en circo de Gredos) las cumbres son llanuras elevadas, muy planas.

Desecación del mediterráneo.

A consecuencia del movimiento de placas se cierra el acceso al mediterráneo hace unos 8,5 MA tambien se cierra el canal de Suez por lo que el mediterráneo se va desecando a consecuencia de los veranos cálidos (5 MA) el atlántico llenó de nuevo el mediterráneo subiendo a unos 50 metros al año y tardando una media de 100 años en llenarse.

(Abombamiento y basculación de la meseta en el terciario)

Cuaternario.

Cronología: 2,6 MA. Se distingue de las épocas anteriores por la glaciación, gigantescos mantos de hielo que llegaba a cubrir toda Escocia, parte de Inglaterra, Suecia, Noruega, Países bajos…. Con dos km de espesor de hielo, esto provoca la aparición de valles glaciares (ordesa) con forma de “U”, en la península hubo una gran formación de terrazas fluviales a consecuencia de que el nivel del mar baja alrededor de 120 m en las glaciaciones.

Estructura geológica de la península ibérica.

En primer lugar deben distinguirse dos tipos de relieves montañosos: las cordilleras modernas o alpinas y los macizos antiguos designados frecuentemente como hercinianos.

Las cordilleras alpinas, a las cuales pertenece la gran cordillera europea que le da nombre, se caracterizan por sus grandes aturas, sus formas bravías de crestas dentadas, hendidas por angostos y profundos valles, surcados por ríos de espuma y frecuentemente por sus formas de origen glaciar con sus lagos de montaña. Pertenecen a este tipo de relieve los Pirineos, la cordillera Ibérica y gran parte de la Cantábrica, las Cordilleras Béticas y, en general, todas las elevadas cordilleras que bordean el mediterráneo. En ellas predominan los terrenos pertenecientes a la Era secundaria, dominantemente calizos, depositados en la larga fosa oceánica o geosinclinal que durante esta era se extendía por el Mediterráneo.

Los macizos antiguos son montañas de altitud mediocre, pero sobre todo de formas pesadas. Son residuos de antiguas cordilleras formadas, en su última etapa, a finales de la Era Primaria, con los plegamientos que dieron lugar a los macizos de la antigua Hercinia. La erosión prolongada ha borrados las líneas estructurales directrices del plegamiento, reduciéndolos frecuentemente al estado de penillanura.

Por ultimo es preciso consignar un tercer elemento estructural de la arquitectura peninsular: las grandes depresiones. En el interior de los macizos antiguos o entre estos y las cordilleras alpinas se intercalan sendas depresiones colmatadas por sedimentos recientes, terciarios o cuaternarios. Las depresiones del Ebro, Guadalquivir y las llanuras castellanas pertenecen a este tipo de relieve. Las dos primeras corresponden a profundas fosas situadas entre el bloque de la meseta y las cordilleras alpinas.

Así, en resumen, la península ibérica está constituida por las siguientes unidades morfoestructurales:

a) La meseta central, antiguo macizo arrasado es su mayor parte y suavemente inclinado hacia el Atlántico. Su interior aparece accidentado por relieves montañosos formados por dovelas levantadas como contragolpe de los plegamientos alpinos. (cordillera Central, Montes de Toledo, etc.)

b) Rebordes montañosos de la Meseta, plegados y fracturados como repercusión de los plegamientos alpinos estrellados contra el rígido cantil del viejo bloque meseteño. En sus bordes se levantan los sistemas Cantábrico, Ibérico y Sierra Morena.

c) Depresiones externas a la meseta, formadas por las cuencas triangulares del Ebro y el Guadalquivir, encerradas entre los rebordes montañosos de la Meseta y las cordilleras periféricas alpinas.

d) Cordilleras alpinas periféricas, constituidas por el Pirineo y las cordilleras Béticas. Otro elemento periférico es el macizo Costero Catalán, resto de un antiguo macizo rejuvenecido.

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Las grandes etapas de la evolución geológica de la P.I.

La historia geológica de la Península Ibérica viene condicionada por su posición entre dos continentes próximos: el europeo y el africano, de la misma manera que en otros muchos aspectos históricos y geográficos. En el sector africano existía, desde principios de la Era primaria, el continente que los geólogos han denominado de Gondwana, por el norte al mismo tiempo la célula inicial de la futura Europa, que formaba un conjunto de tierras emergidas que podemos denominar paleoeruopa. Y entre ambos continentes un mar mucho más ancho y profundo que el actual Mediterráneo, el antiguo Tetis de los geólogos. Se producen en estos dominios dos acontecimientos transcendentales que cambian la distribución de tierras y mares y todos sus rasgos geográficos: uno a fines de la Era Primaria, con el paroxismo orogénico llamado herciniano, y, después de un largo periodo de reposo que comprende toda la Era Secundaria, se produce otro gran paroxismo, el más reciente de la historia de la tierra, el plegamiento alpino, cuyas manifestaciones póstumas tales como erupciones volcánicas, cambios en las líneas de costa, etc. Ha presenciado todavía el hombre. Anteriormente tuvieron lugar otros plegamientos, en los llamados tiempos precámbricos y a mediados del paleozoico.

Durante el paroxismo herciniano se forma la gran cordillera que pasaba por Hercinia, al sur de Alemania, la cual se adosa a las tierras emergidas del norte de Europa. Los restos de dicha cordillera herciniana, ya muy desmantelados y destruidos por la erosión, están representados, entre otros, por la Meseta Española que era la rama más meridional de la cordillera.

Luego, en el transcurso de la pausa orogénica que corresponde a la Era Secundaria, las fuerzas erosivas tuvieron tiempo de devastar y arruinar totalmente el viejo edificio herciniano, reduciéndolo a una penillanura, cuyos bordes fueron invadidos episódicamente por las aguas del Tetis.

La fase orogénica Alpina, ocurrido a mediados de la Era Terciaria, dio nacimiento a los Alpes y demás arcos de montañas que bordean la costa mediterránea como las cordilleras Béticas. Esas nuevas oleadas orogénicas se estrellaron contra los bloques rígidos antiguos. Con ello los viejos macizos crujen y se resquebrajan; se fragmentan en dovelas algunas de las cuales se hunden y desaparecen pronto bajo las aguas del Tetis. Las nuevas cordilleras alpinas se adosan a las antiguas tierras hercinianas, de las cuales quedan separadas casi siempre por estrechas fosas o surcos prealpinos en vías de colmatación, tales como las depresiones del Ebro y el Guadalquivir, intercaladas entre el viejo zócalo de la meseta y las cordilleras Pirenaica y Bética, respectivamente.

EL CICLO HERCINIANO Y SUS ANTECESORES.

Los antiguos núcleos precámbricos.

Los terrenos geológicos más antiguos de España, perfectamente datados por sus fósiles, pertenecen a la base de la Era Primaria, o sea al Cámbrico, de unos 600 millones de años de antigüedad. Hoy sabemos perfectamente que en los mares que, al principio de la Era Primaria, cubrieron la Península Ibérica existían ya viejos macizos emergidos, originados sin duda por plegamientos antiguos; son los llamados escudos o núcleos precámbricos.

El núcleo precámbrico más complejo pero mejor estudiado es el Macizo Galaicoduriense, es posible distinguir tres series de materiales de abajo arriba: primero, un zócalo cristalino más antiguo, formado por sedimentos muy metamorfoseados, convertidos en neis, pizarras micáceas y rocas eruptivas de tipo granítico y otras básicas como serpentinitas, etc. Segundo, una formación singular que los geólogos gallegos han designado “ollo de sapo” que está formado por una masa importante de neis con grandes amígdalas o cristales de feldespato, y por último una potente serie de pizarras no metamórficas o serie de Narcea.

Sin duda alguna el viejo macizo precámbrico, plegado en diferentes etapas, fue arrasado durante un largo periodo de erosión y, más tarde, cubierto total o parcialmente por los mares paleozoicos. Condiciones análogas predominaron en la Meseta casi hasta el fin de los tiempos paleozoicos, dando lugar a la sedimentación tranquila de sendos espesores de pizarras silúricas y calizas devónicas cuyo conjunto alcanzó varios miles de metros de espesor.

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El plegamiento herciniano.

Del seno de los mares que cubrían la mayor parte de la Península surgieron las cadenas de montañas pertenecientes al sistema herciniano europeo. Sin duda se formó en varias etapas o fases de plegamiento, pero el paroxismo principal ocurrió en el transcurso del período Carbonífero, al principio del cual la sedimentación marina que había dominado hasta entonces, fue sustituida por sedimentos continentales. Dichas cordilleras estaban formadas por una serie de pliegues apretados, el plegamiento alcanzó gran intensidad, provocando la formación de extensos mantos de corrimiento al estilo de los existentes Alpes. Dichos cordones de sierra se adosaron a los viejos núcleos precámbricos, a los cuales contorneaban, y por eso su trazado sufre las inflexiones y curvaturas impuestas por dichos macizos antiguos. Con el paroxismo herciniano se produjo un activo magmatismo que dio lugar a la erupción de potentes masas de rocas plutónicas, principalmente de tipo granítico. Gracias a las elevadas temperaturas y presiones reinantes, los sedimentos depositados en él se transformaron en rocas cristalinas de elevado grado de metamorfismo (neis, pizarras micáceas…) indicativas de la actividad del interior de la tierra, todas estas manifestaciones se traducen en la formación de filones metálicos de plomo, mercurio, pirita…que son la base de la riqueza minera de la Península.

EL CICLO ALPINO.

Cuenca sedimentaria mesozoica.

Después de formada la cordillera herciniana sucede un periodo de calma orogénica y estabilidad que comprende los tiempos secundarios y principios del terciario. Durante este largo lapso de tiempo los agentes de la erosión atacan las cordilleras recién formadas hasta convertirlas en relieves de escasa importancia o reducirlas a una penillanura. Así, al empezar la Era Secundaria, las cordilleras españolas hercinianas están ya arrasadas, transformadas en amplios lomos separados por amplias vallonadas poco profundas. A partir de este momento, el mar, en vaivenes sucesivos, ora penetra tierra adentro, reduciendo la extensión de la peneplanicie emergida, ora se retira, dejando al descubierto porciones extensas de la misma. Los sedimentos acumulados durante este periodo de calma del Mesozoico son materiales finos, poco influidos por los aportes terrígenos del continente, ya que los ríos que surcaban la penillanura tenían escasa pendiente y por consiguiente arrastraban solamente derrubios finos, arenas y arcillas.

En cuanto se refiere a la sedimentación, se pueden distinguir dos áreas diferentes en la Era Secundaria. De una parte se extienden los mares de escasa profundidad que bañaban los bordes de la Meseta, y en cuyas orillas se depositaron materiales de origen continental, como arenas y algunos lechos de conglomerados; cuando son depósitos netamente marinos, como calizas y margas, esos sedimentos acusan siempre aguas poco profundas y en ellos son frecuentes la ausencia de algunos terrenos geológicos, lagunas estratigráficas producidas por retiradas temporales del mar. Fuera del ámbito de la Meseta se extienden fosas oceánicas más profundas, como en la zona pirenaica y, sobre todo, en la fosa bética. Todos estos sedimentos mesozoicos serán posteriormente comprimidos por los esfuerzos orogénicos acaecidos durante los tiempos terciarios, y a sus expensas se formaron las cordilleras alpinas.

El plegamiento alpino.

En la fosa oceánica que contorneaba la Meseta, desde Cantabria hasta Andalucía, se depositaron, en el transcurso del Secundario, los grandes espesores de sedimento que más tarde fueron comprimidos durante los plegamientos alpinos entre los tentáculos representados por los antiguos macizos hercinianos; Meseta centran francesa, Meseta española y Macizo bético-rifeño. Entre los dos primero se formaron los Pirineos, y entre la Meseta y el último las cordilleras Béticas.

En la cordillera alpina se distinguen dos partes, el antepaís y el postpaís, o cratones, o sea, los macizos antiguos que han obrado de topes de prensa en la formación de la nueva cordillera y los rebordes montañosos de los expresados macizos, los cuales han sido comprimidos por los esfuerzos orogénicos y forman una orla marginal montañosa que recibe el nombre de cordillera antepaís. La prefosa, antefosa o depresión paralela a la cordillera principal que se interpone entre esta y su respectivo antepaís; en nuestro caso se trata de las depresiones del Ebro y el Guadalquivir.

Los sedimentos nuevos se comportan como plásticos; de forma que ante la presión orogénica se pliegan con facilidad, y si hay niveles lubricantes se producen deslizamientos más o menos importantes. En cambio los materiales antiguos son duros y quebradizos a causa de las grandes compresiones sufridas anteriormente. Son, por tanto, rígidos e indeformables y solamente cuando la presión alcanza un grado suficiente se abomban y, en caso extremo, acaban quebrándose en bloques separados por fallas. Según la antigüedad se producen estilos tectónicos distintos, de

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plegamiento alpino en el primer caso y de fractura o germánicos en el segundo. Los primeros son propios de las grandes cordilleras y los segundos se dan en macizos antiguos.

Los bordes de la Meseta se fruncieron y resquebrajaron, dando lugar a la formación de las cordilleras Cantábrica, Ibérica y Sierra Morena. Frente al Pirineo se forma la depresión del Ebro y frente a la Cordillera Bética, la del Guadalquivir. Ambas de momento están ocupadas por el mar, pero pronto, especialmente en la primera, la sedimentación marina es sustituida por depósitos lacustres o continentales que rellenan las fosas recién formadas con los derrubios arrancados a las nuevas e ingentes cordilleras que la bordean.

Evolución posterior al plegamiento alpino.

En lugar de las presiones horizontales que actuaron durante el plegamiento, predominan ahora los movimientos verticales, regulados por el equilibrio isostáticos de los bloques de movimiento. Tales movimientos provocan algunos avances y retrocesos del mar que hacen variar profundamente el contorno de las costas peninsulares, el hundimiento de bloques enteros y la aparición de erupciones volcánicas a lo largo de fallas y cicatrices mal soldadas.

Los sedimentos depositados en esta segunda parte de la Era Terciaria, y durante la Cuaternaria reflejan toda esta dinámica de la corteza terrestre. Se producen sobre todo por la acción de los cursos de agua que se originan sobre las nuevas cordilleras, los cuales arrastran hasta el mar o las depresiones inmediatas enormes masas de acarreo de origen continental (gravas, arcillas y arenas). Estos depósitos dominan en todo el ámbito peninsular a excepción del sector bético.

El ultimo retoque del modelado se debe a los llamados periodos glaciales ocurridos durante el transcurso del millón largo de años de la Era Cuaternaria. Durante cada periodo glacial, al disminuir la temperatura, el nivel de las nieves permanentes descendería unos 1200 mt más abajo que en la actualidad, en consecuencia, sobre las más importantes cordilleras peninsulares se instalaron glaciares que dejaron la impronta de su erosión característica en las cimas, transformadas en circos de paredes escarpadas y cresterías agudas, mientras que las cabeceras de los valles adquirieron la característica forma de U, a la vez que en ellos se instalaban sus morrenas.

Estas alternancias climáticas se tradujeron en el poder erosivo de los ríos. A causa de la acumulación de hielo en las montañas, los cursos de los ríos disminuyeron de caudal en los periodos glaciales, durante los cuales al perder su potencia erosiva, se acumularon aluviones en el cauce. Luego, al aumentar la temperatura durante el periodo interglaciar siguiente, se fundía el hielo acumulado, los ríos aumentaban su caudal y fuerza erosiva, con lo que ahondaban sus cauces, dejando suspendidos a los lados restos de los aluviones anteriormente acumulados, los cuales constituían una terraza.

LITOLOGIAS.

Las grandes litologías de la península ibérica son tres, silíceas, arcillosas y calizas.

1. Terrenos silíceos: son las rocas silíceas, roca ígnea (granito) y metamórficas (pizarras, cuarcitas y esquistos), suele ser de materiales duros (generalizando mucho) son rocas con abundancia de sílice y cuarzo, en la península ibérica hay mucha presencia de rocas ígneas (macizo hespérico).

2. Graníticas: sus componentes son cuarzo, feldespato, y mica (blanco, gris y negro) es la roca más abundante de la corteza terrestre, es magma que solidifica a mucha presión y emerge por erosión, es una de las rocas más duras, por este motivo tenderá a redondearse por la erosión (bolos graníticos), cuando hay una gran masa se llama berrocal.

3. Cuarcita y pizarra: el origen de la pizarra es metamórfico, procede de las arcillas y las cuarcitas provienen de la arenisca (son rocas sedimentarias) es muy común cuando hay un deposito y se metamorfean, suelen encontrarse juntas. Ante la erosión no reaccionan igual, la pizarra se erosiona más que la cuarcita (las dos de forma laminada), la pizarra es impermeable, la cuarcita no, (crestones cuarciticos, erosión diferencial) con valles de pizarra donde se acumula el agua, la cuarcita se mantiene y la pizarra se erosiona (imp para examen).

4. Terrenos calizos: la distribución (pirineo, cordillera cantábrica, sist. ibérico…) hablamos de dos rocas, calizas (CaCO3) y dolomías (MgCO3), ambas rocas no son solubles en H2O para la erosión el agua tienen que ser rica en CO2 (acido carbónico H2CO3), se produce la meteorización química de la caliza, la erosión casi siempre es por lluvia, para que el agua adquiera CO2 tiene que llegar muy fría porque cuando se calienta pierde el CO2, la

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disolución cálcica se optimiza en climas fríos. La caliza tiene que ser muy pura (poca arcilla) para que se disuelva, si tiene mucha arcilla como es impermeable provoca menos disolución.

Fruto de esos procesos de disolución nos encontramos con rocas exocálcicas y endocalcicas. Dentro de las exocálcicas, la más común es el

Lapiaz: son superficies planas acanaladas (si están en pendiente tienen unos canales muy claros) si aparecen en llano están agujereadas y son muy puntiagudas (es un sitio impracticable y peligroso).

Hoces y cañones: son valles formados por la caliza por erosión fluvial, en los tramos altos del rio, en los saltos del mismo capta CO2.

Torcas y dolinas: son depresiones de forma aproximadamente circular de unos metros a varios centros que se producen por el agua acida, encuentra un punto de debilidad donde lo excava hasta que acaba la capa caliza y encuentra otro material, o bien encuentra una zona arcillosa que es impermeable, otra posibilidad es el nivel freático, nos marca el nivel de las aguas subterráneas no acidas y se para la erosión.

Polje: son depresiones cerradas de planta no circular por extensión de kilómetros, puede darse por debilidades estructurales (fallas), suelen tener fondos muy planos de arcillas de descalcificación o de la acumulación de dolinas (puede estar relleno de agua).

Sumidero: son conductos verticales por donde se pierde la red fluvial (el más famoso de la península se encuentra en los pirineos).

Cuevas, estalactitas y estalagmitas.

Modelo kárstico: se produce por el relleno de cuevas con agua a presión, genera grandes cavidades cuando se vacía la cueva, la conexión entre el exterior y la cueva se llama sima, cuando tiene dos niveles iguales se conectan por galerías, entre las galerías y las cuevas a distintos niveles se unen por sifones, a veces hundimientos y aparecen dolinas y poljes. El agua rica en acido carbónico se ha infiltrado llevando las partículas de carbonato cálcico, cuando la gota sale a un entorno de presión baja, suelta los depósitos de carbonato cálcico dando lugar a estalactitas en la zona superior y estalagmitas en la inferior.

5. Iberia sedimentaria: se encuentra en las depresiones y grandes llanuras de la península ibérica, las submesetas norte y sur, la depresión del Guadalquivir, el Ebro y el tajo/sado y el litoral valenciano. Están compuestas por materiales tanto continentales como marinos, en los niveles continentales es donde tiene más materiales sedimentarios del terciario y cuaternario, la zona del Guadalquivir es la que tiene más sedimentos marinos. Todos los sedimentos están dispuestos en horizontal, los materiales más comunes son la arcilla, arenisca (de origen fluvial sobre todo) margas, arenas y limos.

Cárcavas: pequeñas acanaladuras que se producen por erosión de aguas arrallanas en zonas en zonas de poca vegetación (están en Almería y Soria), la acumulación se llama badlands.

MESETA.

El origen de la meseta: antes estaba el macizo hespérico (carbonífero 370-310 MA), sufrió una gran erosión en el mesozoico y se queda a nivel del mar, después se eleva y bascula hacia el oeste, se rompe en la parte central (en lugar de plegarse debido a la dureza de los materiales, orogenia alpina). Distinguimos dos tipos de materiales, el zócalo paleozoico (silíceo) y por encima una cobertera sedimentaria de origen secundario. Su altura media es de unos 600 mt, si bien le falta la recia compacidad de otros macizos hercinianos europeos a causa de las amplias depresiones que separan los relieves montañosos que la accidentan. Los rasgos más originales de la Meseta española consisten en la existencia de un gran zócalo antiguo arrasado, y en parte recubierto por los sedimentos Terciarios de las dos depresiones castellanas, en sus robustos rebordes de plegamiento que la contornean por el norte, este y sur y en los bloques serranos que la accidentan en el centro. Hace falta poca vegetación y lluvias torrenciales. Relieve horizontal: se distinguen tres tipos, paramos, mesetas y cerros testigos, son relieves sedimentarios formados por erosión diferencial donde la capa de arriba es más dura que la de abajo. La capa superior es poco dada a romperse, pero cuando sucede es más fácil la erosión, si la ocupación es de km es un paramo, si es de unos cientos de metros es una mesa y cuando tiene pocos metros es un cerro con testigo, este es el paisaje predominante en la meseta. Vamos a distinguir dentro de la meseta, entre sub-meseta norte y sub-meseta sur, sist central y depresiones del tajo y del Ebro.

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Elementos estructurales de la Meseta.

En la constitución de la Meseta hay que distinguir dos elementos estructurales muy diferentes, tanto por su edad como por su comportamiento mecánico durante los plegamientos: el zócalo antiguo, rígido y la cobertera moderna plástica. El primero constituye la unidad que algunos geólogos denominan las Hespérides y la segunda las Ibérides.

El zócalo hespérico de la Meseta es un bloque de constitución compleja, formado por materiales muy antiguos, desde el Precámbrico al Paleozoico, plegados en sucesivas orogénesis. Estos sedimentos antiguos fueron transformados por los fenómenos de grafitización y metamorfismo que provocaron la recristianización de gran parte de los materiales, convirtiéndolos en neis y pizarras cristalinas, circunstancia a la que se debe su rigidez actual. A consecuencia de las orogénesis alpinas, la Meseta quedó estructurada en las siguientes unidades morfoestructurales:

Depresión del Duero (sub-meseta norte): es la más gran de de la península, fue endorreica hasta el cuaternario (sin salida al mar) con formaciones de lagos que se alimentan de los ríos, a finales del cuaternario se abre al mar (por la presión de la bajada del nivel del mar, la presión provoca que el agua erosione el granito de la zona portuguesa para llegar al mar) en este momento se desecan los lagos y los ríos erosionan, se llenan de sedimentos que se encontraban en el fondo (materiales terciarios erosionados en el cuaternario).

En el sur la cuenca del Tajo: de dimensiones más pequeñas, tiene dos zonas, la cuenca de Madrid y la cuenca de Loranca (cerrada hasta el Mioceno) pero pasa lo mismo que con la del Duero, nos quedan paramos, cerros testigos y mesas juntos con terrazas fluviales a los márgenes de los ríos.

Sistema central: divide en dos la meseta, surgió durante la orogenia alpina con apariciones de intrusiones ígneas graníticas, una vez se erosiona el macizo hespérico se crea la meseta, quedando el sistema central, se crea por fractura de tipo germánico y está hecha de materiales silíceos con un zócalo elevado, podemos dividir en dos partes, hasta el Guadarrama está compuesto por rocas metamórficas, en el sector oeste tenemos rocas plutónicas (granito) y ollo de sapo en la parte baja de la montaña.

Un segundo factor de diferenciación del paisaje es la red hidrográfica. Los ríos, estimulados en su erosión por la proximidad del nivel de base atlántico, ahondan sus cauces y se encajan en inesperados y angostos “tajos” cada vez más profundos hacia el oeste, sin que las divisorias entre ellos pierdan su horizontalidad. Otro factor diferenciador, el más importante en el relieve del zócalo antiguo, son las deformaciones alpinas. En efecto, las alineaciones montañosas están orientadas casi siempre de este a oeste y cortan en ángulos muy diversos. Dichas alineaciones montañosas están orientadas casi siempre de este a oeste y cortan en ángulos muy diferentes las alineaciones estructurales, dirigidas en general de NO a SE. Ello es debido a que, después de plegado y arrasado, el zócalo fue afectado por las presiones alpinas, las cuales, al encontrarse con el material rígido cristalino, solamente llegaron a producir abombamientos suaves de la penillanura. A consecuencia de las presiones alpinas dirigidas desde el este, norte y sur, se formo el reborde plegado y fracturado que por estos lados contornea el macizo hespérico, bajo la fuerza de dichas presiones, fue basculado hacia el oeste, invirtiéndose en este momento el drenaje que hasta entonces vertía en el Mediterráneo y, a partir de ahora, lo hará hacia el Atlántico.

Después de formada la cordillera herciniana, el territorio que hoy comprende la Meseta gozó de un periodo prolongado de estabilidad, suficiente para que la erosión llegara a arrasar el relieve y originase una vasta penillanura, suavemente inclinada hacia el Mediterráneo.

Rebordes de la meseta.

Macizo galaico: zona muy compleja ya que tiene puntos en común con la cordillera cantábrica, es una continuación del macizo hespérico, es muy intrincado y lleno de fallas, lleno de valles y ríos en todas direcciones, los materiales son silíceos, pizarra, neis, ollo de sapo… sobre todo compuesto por rocas metamórficas (paleozoico), tiene muchas rocas ígneas, granito por intrusiones, tiene un relieve muy viejo y gastado (250 MA aprox.). Galicia, a pesar de su menor altitud media, pues no llega a los 500 mt, es una zona muy montañosa, sumamente accidentada; un intrincado conjunto de sierras de altitud no muy elevada por lo general, sin alineaciones definidas, formadas por amplios dorsos redondeados, cortadas por una red hidrográfica fuertemente encajada en valles estrechos, pero de ordinario sin hoces importantes, que alternan con pequeñas depresiones interiores; conjunto que va descendiendo en bloques cada vez más bajos hasta hundirse en el océano, en amplias rías. Formas topográficas suaves que apenas dejan ver rocas al desnudo, protegidas casi siempre por un suelo mullido y una densa vegetación de bosque caducifolio doblado de un

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sotobosque de landas y praderías. Las dos terceras partes del roquedo de Galicia corresponden al llamado complejo cristalino, rocas de alto grado de metamorfismo (neis, migmatitas, micacitas, etc.), formadas a expensas de sedimentos antiguos, precámbricos y paleozoicos, atravesados por potentes batolitos graníticos y otros diversos tipos de rocas eruptivas de edad variable.

Cordillera cantábrica: tiene una dualidad geológica por lo que diferenciamos el sector asturiano, el central (con calizas paleozoicas) y el sector vasco (flysch: rocas calizas alteradas con otros materiales haciendo canaladuras) la cordillera se eleva en la orogenia alpina, en el terciario. Hay una fortísima dimetria norte/sur y está compuesta por montañas jóvenes en general. La llanura de la Meseta del Duero, situada alrededor del millar de metros de altitud, se interrumpe bruscamente al pie del conjunto de alineaciones montañosas que se extienden desde Asturias hasta el País Vasco, las cuales constituyen el complejo montañoso designado por Cordillera Cantábrica y cuyos relieves más destacados se elevan alrededor de los 2500 mt. Pero, mientras la orografía imprime una indudable unidad a las sierras cantábricas, tanto por su alineación constante este-oeste, como por su compacidad, en cambio la constitución geológica y las formas del relieve por ellas influidas son muy diversas. El sector occidental o asturiano geológicamente no es más que una prolongación del Macizo Galaico, aunque con caracteres morfológicos bien diferenciados. Luego, hacia la montaña de Santander, el zócalo paleozoico desaparece bajo una cobertera mesozoica, que se engruesa hacia levante y da lugar a una zona calcárea de pliegues suaves. Y por último el umbral del País Vasco, constituido tambien por terrenos mesozoicos, pero con predominio de las facies margosas y del Flysch intensamente plegados. Un rasgo común, su brutal disimetría de norte a sur, viniendo de la Meseta, tan solo unos centenares de metros poco empinados, en cambio el descenso hacia el mar supone, en una cuarentena de kilómetros como máximo, un desnivel de más de 1000 mt en el mejor de los casos.

Sistema ibérico: es la menos compacta de la península ibérica, son un conjunto de sierras separadas entre sí, distinguimos sector norte y sector sur. Sector norte: sistema norte/sur de orientación, muy elevado con materiales paleozoicos (silíceo). Sector sur: con dos grandes ramales separados por la depresión longitudinal ibérica de unos 200 km de largo y unos 10/15 de ancho. Rama aragonesa/rama castellana, el nivel del mar subía y bajaba por lo que tenia depósitos marinos y continentales cuando la península basculaba hacia el Este. Está constituida por una cobertera mesozoica que va desde el Trias al Cretáceo, depositada por los mares que durante la Era Secundaria bordeaban la Meseta, y que descansa discordante sobre el zócalo paleozoico plegado. Del lado interior, los pliegues están inclinados o “vergen” hacia la Meseta, mientras que en el área externa de la cordillera lo hacen hacia la Depresión del Ebro o hacia el Mediterráneo. El plegamiento paroximal se produjo inmediatamente antes del Mioceno; más tarde, pues, que en el Pirineo. Sin embargo, las convulsiones pirenaicas también repercutieron aquí, ya que a los sedimentos marinos de fines del Secundario les sucede una importante formación continental, representada por arcillas, areniscas y conglomerados rojizos. Después del plegamiento, la cordillera fue vivamente atacada por la erosión y sus partes más deprimidas empezaron a quedar sepultadas bajo el manto de derrubios miocénicos que descansa horizontal y discordante sobre las estructuras plegadas.

Sierra morena: disimetría norte/sur, desde el norte llega correctamente por lo que no hay mucho desnivel y desde el sur hay un escalón de la cordillera. Los materiales serán restos del macizo hespérico flexionado por la orogenia alpina, está compuesta por rocas silíceas como la pizarra y la cuarcita, de formas viejas muy gastadas, son montañas suaves de origen paleozoico, cortado por valles fluviales ocasionalmente entre crestones cuarciticos y los valles con origen norte/sur, en general no supera los 1000 mt (sierra madrona 1300).

Pirineos: es la gran cordillera alpina de la península ibérica, la línea de cumbre es la más alta, esencialmente tienen una altura media de 2200 mt, desigualdad norte/sur y este/oeste. Distinguimos dos sectores, el pirineo axial y el pre pirineo, litológicamente son diferentes, los orígenes litológicos del pirineo está formada por roca silícea cubierta de caliza, se hunde la placa hespérica bajo la placa europea. Los Pirineos forman entre el Golfo de Vizcaya y el Cabo de Creus una recia cordillera continua, en una longitud de 435 km. Su pico más elevado es el Aneto (3.404 mt), en el Macizo Maladeta, se levanta en su parte media seguido a este y oeste por un mar de crestas y picachos agudos que se mantienen entre 2000 y 3000 mt de altura en todo el Pirineo central. El Pirineo está constituido por dos unidades geológicas de naturaleza y edad muy diferentes: en el centro, la Zona Axial, es como un eje de directriz de la cordillera, es el resto de un antiguo macizo herciniano, formado sobre todo por terrenos primarios, entre los que abundan las pizarras y las rocas cristalinas como el granito. Al norte y al sur de la Zona Axial se extiende, paralelamente, varias líneas de sierras formadas por terrenos más modernos, sobre todo secundarios, distribuidos con mucha regularidad en bandas estiradas de un extremo al otro de la cordillera. Es el Prepirineo, cuyas cumbres rebasan frecuentemente los 2000 mt. Es el Pirineo predominantemente calizo, el de tonos claros y colores abigarrados, el de los calveros inhóspitos, riscos escarpados y entalladas gargantas que alternan con pequeñas depresiones margosas más o menos amplias y bien

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cultivadas. Los materiales que constituyen el Prepirineo se depositaron durante el Mesozoico y principios del Terciario en dos largos surcos sedimentarios y paralelos separados por el umbral de la Zona Axial. Luego, a fines del Eoceno, sufrieron el efecto del plegamiento alpino y formaron una serie paralela de pliegues alineados de este a oeste, adosados a la Zona Axial. En este momento queda, pues, constituido el Pirineo por un enclave herciniano, la Zona Axial, elevado y rejuvenecido por efectos de las depresiones alpinas, y por una serie de ondulaciones de plegamiento formadas a expensas de los materiales depositados en aquellos dos surcos sedimentarios. Al plegamiento alpino se deben las diversas unidades que se reconocen en el Prepirineo español, el cual se desdobla en dos alineaciones montañosas muy claras y definidas: una interna que designamos por Sierras Interiores, pegada al Pirineo herciniano, con picos y crestas que culminan alrededor de los 2000 mt y otra más externa, paralela a la primera y de alturas más modestas llamada Sierras Exteriores. Entre ambas cresterías calcáreas se extiende una larga y estrecha depresión margosa a cuyo conjunto denominamos Depresión Media Prepirenaica. El desarrollo morfológico terciario del Pirineo habría pasado por varias fases: primero, el paroxismo principal al final del Eoceno y formación de la cordillera de plegamiento. Segundo, periodo de erosión y desarrollo de un relieve estructural sobre los materiales de la cordillera recién formada. Tercero, fosilización del relieve por las pudingas montserratinas (oligocenicas y miocénicas). Cuarta, arrasamiento de los relieves sobresalientes y formación de una penillanura de cumbres. Quinto, levantamiento en bloque de la cordillera y apertura de un nuevo ciclo de erosión que ha exhumado las formas fosilizadas bajo las pudingas montserratinas y a excavado nuevos y profundos valles. Durante los periodos glaciales cuaternarios un potente manto de hielo recubría todos los macizos elevados del Pirineo, los glaciales excavaron, en las cabeceras de los valles, hondos circos de paredes escarpadas y dieron su típico modelado en forma de artesa o U < todo el sector de los valles ocupados por las lenguas glaciares. Además, sobre-excavaron pequeñas cubetas embudiformes, las cuales, al fundir el hielo, se convirtieron en lagos (ibones) de los cuales se cuentan alrededor del millar.

Depresión del Ebro: entre la Cordillera Ibérica y el Pirineo se extiende la ancha zona deprimida de forma triangular denominada Depresión del Ebro, por ser este río su arteria principal. La depresión tiene unos 380 km de longitud y una anchura máxima de 150 km. Desde principios del Terciario la depresión estuvo ocupada por un amplio brazo de mar que separaba el borde septentrional de la Meseta del Pirineo, que empezaba a surgir. Pero pronto sus comunicaciones con el mar abierto a través de Cataluña y Navarra se cerraron transformándose en un gran lago durante casi todo el resto del terciario.

Cordilleras Costeras Catalanas: hacia el este, la Depresión del Ebro queda cerrada por el conjunto de sierras que constituyen las llamadas Cordilleras Costeras Catalanas, conocidas tambien como Catalanides, de unos 250 km de longitud extendida paralelamente a la costa, que aísla las tierras hundidas de la Depresión del Ebro del Mediterráneo y contribuyen a dar a esta su carácter interior. Enlazan con las montañas del Maestrazgo o extremidad oriental del Sistema Ibérico, de las cuales son su continuación tanto morfológica como estructuralmente. Se divide en tres grandes unidades: primera, Cordillera Costera o Litoral, de unos 150 km de longitud y de altitudes modestas. Segunda, Depresión Prelitoral, formada por colinas suaves, bien cultivada y poblada. Tercera, Cordillera Prelitoral, de unos 250 km de largo. Geológicamente están constituidas por terrenos paleozoicos y mesozoicos bastante replegados. La mitad norte del sistema montañoso está formada únicamente por terrenos antiguos, graníticos y paleozoicos, restos de un viejo macizo herciniano. En cambio, en la mitad meridional, dominan los terrenos secundarios (triásicos, jurasicos y cretácicos) principalmente calizos. Estos dos conjuntos estructurales se han formado en eras tectónicas muy distanciadas y tienen no solo una composición litológica diferente, sino unas características estructurales distintas. La parte correspondiente al macizo herciniano está constituida por una serie apretada de pliegues estrechos de dirección NO-SE, esto es, armoricana. Por otra parte, a causa de su erosión, la serie paleozoica sedimentaria está muy desmantelada, por lo que en amplias extensiones asoma el zócalo granítico que constituye su basamento. En realidad, tanto en el macizo herciniano como en el resto de las cordilleras catalanas, las líneas maestras del relieve vienen determinadas por accidentes estructurales mayores, pliegues o fallas de edad alpina. La edad del plegamiento alpino es la misma que en el Pirineo, por lo que corresponde a principios del Terciario. En la parte correspondiente al viejo macizo paleozoico, todo revela una gran estabilidad después del plegamiento herciniano. Una vez formadas estas viejas sierras, permanecieron casi constantemente emergidas y solo sus bordes fueron episódicamente invadidos por los mares del principio del Terciario. Se trata pues, de un sistema de bloques paleozoicos arrasados y desnivelados por las fallas alpinas. Se conservan testimonios de estas penillanuras en la cumbre del Montseny. En cambio, en el sector meridional o alpino dominan las formas estructurales determinadas por la alineación de los pliegues y la diferente dureza de las rocas que los constituyen, y en las que alternan los bancos duros de caliza con los blandos de arcillas y margas. Hacia el sur aparecen los pliegues vigorosos y asimétricos donde el espesor de la cubierta sedimentaria es de más de 2000 mt y las masas de calizas jurásicas y cretácicas cortadas por la profunda disección de la red del Ebro dan lugar a un enérgico relieve de valles estructurales estrechos y encajados, limitados por paredes escarpadas.

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Cordilleras Béticas: los sedimentos que forman la cordillera se depositaron en las profundidades del gran geosinclinal alpino, en donde ininterrumpidamente durante el Secundario y la mitad del Terciario se acumularon potentes espesores de materiales. En estos, grandes masas de calizas alternan con buenos espesores de margas, lo cual provocó por una parte, durante la orogénesis, despegues y corrimientos entre materiales de tan diferente consistencia, lo que explica la falta de continuidad y la distribución anárquica de las líneas de plegamiento. El plegamiento alpino trastornó la paleogeografía del antiguo geosinclinal bético con la aparición de las arrugas de plegamiento que forman las actuales Cordilleras Béticas, hundiendo simultáneamente la región del Guadalquivir, que se transformó en prefosa alpina, intercalada entre la cordillera recién formada y el borde meridional de la Meseta. Los plegamientos originaron dos grandes conjuntos orográficos y morfotectónicos: la Cordillera Penibética que bordea la costa y en donde se hallan las culminaciones del sistema, y la Cordillera Subbética, alineada paralelamente al norte de la primera. Entre ambas unidades serranas se intercala una amplia depresión longitudinal, frecuentemente estrangulada, pero con suficiente personalidad para separar los relieves de los dos grandes conjuntos orográficos y tectónicos. Es la Depresión Intrabética o Penibética. Dentro de las zonas estructurares podemos distinguir:

1. Una zona interna que corresponde aproximadamente a la Cordillera Penibética en la que se distinguen varias unidades:

cristalino de Sierra Nevada, que representa el zócalo paleozoico, autóctono o parautoctono, esto es, ligeramente removido o empujado por el paso de los mantos que han resbalado por encima de él.

Alpujarridas y rondaides, formadas por Triásico dominantemente calizo, corridos a 80 o 90 km del lugar donde se formarían los pliegues

Manto de Málaga o Bético de Málaga o simplemente Maláguides, formado por Paleozoico y restos de la cobertera Mesozoica; si sus raíces se hallan en el sur, su traslación exigiría 180 a 195 km de distancia y su porción frontal constituye la llamada unidad estructural o penibética.

2. Una zona externa que corresponde a la Cordillera Subbética, formada por dos mantos, el Subbético y el Prebético, con materiales mesozoicos varios. Algunos autores intercalan todavía otra unidad en el sector central de la cordillera, entre el manto Subbético y el de Málaga, a la que denominan Dorsal Calcárea.

La erosión de los mantos alpujárridos ha dejado al descubierto el basamento sobre el cual han resbalado, o sea, pizarras cristalinas de Sierra Nevada. Estas diversas unidades movilizadas por los plegamientos alpinos y procedentes del sur, se habrían formado en momentos distintos. Los mantos de la Cordillera Penibética serian los más precoces, pues se habrían iniciado en el Cretácico Superior y terminado en el Oligoceno (fase pirenaica y alpina), mientras que los mantos de la Cordillera Subbética en su fase principal ocurrieron después del Mioceno Inferior (fase sávica y estírica) aun cuando los movimientos habían continuado durante caso todo el Terciario. Aquí, los accidentes y las líneas de relieve son discontinuos y en aparente desorden, como en general en las cordilleras alóctonas. Como en todas las grandes cordilleras, después del paroxismo orogénico, los relieves enérgicos originados por el plegamiento dieron lugar a una erosión muy activa con abundantes derrubios suministrados por los cursos torrenciales que surcaban las sierras recién formadas. Estos detritos se acumularon en las hondonadas y poco a poco fueron sepultando los relieves estructurales bajo una cobertera horizontal y por consiguiente discordante sobre la estructura plegada. Como la cordillera no se formo hasta mediados del Terciario, la cobertera sobrepuesta a ella es mucho más moderna que en el Pirineo. Además, su naturaleza litológica es tambien diferente, pues, como el mar estaba alojado todavía en las depresiones y en los contornos de la Cordillera, el oleaje y las corrientes marinas distribuían mejor los derrubios a lo largo del litoral; por eso faltan las enormes acumulaciones equiparables a los resistentes montserratinos del Pirineo. La proximidad del mar a todo lo largo de la cordillera estimula la erosión de los cursos torrenciales que descienden de ella, en condiciones favorables a una denudación intensa, tanto por la fuerte pendiente como por la falta de una cubierta vegetal continua.

La depresión del Guadalquivir: entre los bordes escarpados de la Meseta y las serranías béticas se extiende la Depresión del Guadalquivir, amplia llanura de forma triangular de unos 150 mt de altitud media, ampliamente abierta hacia el Atlántico. La depresión tiene unos 330 km de longitud por unos 200 km de anchura en su porción costera. Se trata de una gran zona hundida a consecuencia de los paroxismos alpinos, o prefosa de las Cordilleras Béticas, rellenada posteriormente por sedimentos terciarios relativamente modernos. En primer lugar es de destacar la gran disimetría de los bordes de la depresión: el del norte, rectilíneo y abrupto, producido por la gran flexión-falla de la Sierra Morena; en el sur, mucho más sinuoso y discontinuo, determinado por los primeros pliegues béticos, más o menos corridos sobre el Terciario de la depresión. El relleno es de tipo casi exclusivamente marino en el Guadalquivir, puesto que la depresión estaba abierta al mar; dominantemente continental y con detríticos groseros en el Ebro, cuando estuvo cerrada al mar. Por último, cabe señalar que la depresión del Guadalquivir, libre y ampliamente abierta al Atlántico, entra en contacto con el océano a través de una amplia zona anfibia de marismas, heredadas del antiguo Lactus Ligustinus de los

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romanos, y doblada de la franja de dunas de las Arenas Gordas de 10 km de anchura y en donde se reconocen dunas de hasta 96 mt de altura; mientras que la depresión del Ebro queda cerrada por el doble murallón de las Cordilleras Costeras Catalanas. De aquí que el gran rio andaluz sea navegable en buena parte de su curso inferior, y fácilmente hasta Sevilla.

Cordillera central: es una robusta alineación que divide la meseta en dos mitades, submesetas, la septentrional, avenada por el Duero y la meridional perteneciente a las cuencas del Tajo y el Guadiana. Como todo el zócalo de la Meseta, la Cordillera Central está constituida por materiales antiguos: granito, neis, ollo de sapo, pizarras metamórficas…etc. Las alineaciones tectónicas dominantes en el relieve son las de edad alpina, que delimitan los bloques alargados de este a oeste. La superficie de cumbres representaría los restos deformados de la penillanura fundamental terciaria de la Meseta. Las cumbres de la cordillera central apenas fueron ligeramente retocadas por los hielos cuaternarios, ya que el límite de las nieves perpetuas no descendía en ella por debajo de los 1800-2100 mt. Las pequeñas masas de hielo que se acumularían, sobre los amplios y suaves dorsos del Guadarrama y de Gredos serian tan solo glaciares de circo que dieron origen, una vez fundidos, a pequeñas lagunas y hoyos y navas en el fondo de los antiguos circos.

Montes de Toledo: aproximadamente en la parte media de la Submeseta Meridional se elevan los relieves destacados de los Montes de Toledo. Hacia el este, las alineaciones montañosas descienden suavemente y se resuelven en una serie de relieves que acaban fundiéndose con la Meseta extremeña. Aquel macizo, de formas mucho más suaves y monótonas que la Cordillera Central, permite dividir la Submeseta Meridional en dos cuencas hidrográficas, la mitad norte avenada por el Tajo y la meridional perteneciente a la cuenca del Guadiana

Depresiones castellanas: la depresión castellano-leonesa o del Duero se mantiene a mayor altitud, entre 700 y 800 mt, mientras que la de Castilla la Nueva esta tan solo a 600-700 mt por lo que reciben el nombre de superior e inferior. Otra diferencia es que mientras la Submeseta Septentrional es de uniforme constitución y pertenece toda ella a una sola cuenca hidrográfica, la del Duero, la Submeseta Meridional esta accidentada en su parte media por los Montes de Toledo, que la divide en dos cuencas hidrográficas independientes, la del Tajo y la del Guadiana. La historia geológica de las depresiones castellanas se inicia cuando consecuencia de los plegamientos alpinos, el zócalo antiguo de la Meseta se abomba y dibuja amplias bóvedas. Simultáneamente la cobertera secundaria de sus bordes oriental y septentrional se pliega, constituyendo las serranías ibérica y cantábrica respectivamente.

Litoral.

La península dispone de un mínimo de 4000 km de costa (cuanto mayor es el detalle, mayor es la longitud de la línea de costa). Dividimos en tres sectores, atlántico, cantábrico y mediterráneo. El primer rasgo que se observa al estudiar las costas peninsulares es la rigidez de sus contornos, este carácter destaca sobre todo en las costas atlánticas españolas.

En el trazado del litoral y sobre todo en la evolución de las formas costeras no basta tener en cuenta únicamente la influencia del relieve del interior. Hay otros factores que entran en juego por parte del mar. En primer lugar las características de lo que se ha llamada precontinente. En efecto, el re4lieve continental no termina con la costa, sino que se prolonga con la parte sumergida, de la cual es en realidad su prolongación inmediata. El precontinente comprende pues dos partes perfectamente diferenciadas, la plataforma continental, de pendiente suave y el Talud continental, de pendiente abrupta, separados por el veril de unos 200 mt. Se comprende que en las costas atlánticas, con mareas importantes y fuerte oleaje, la fuerza erosiva del océano debe ser mucho mayor que en los mares semicerrados, como el Mediterráneo, con mareas insignificantes y menor intensidad del oleaje. En los primeros, los derrubios arrastrados por los ríos son removidos, transportados mar adentro y distribuidos con cierta regularidad, mientras que en los segundos se acumulan en las desembocaduras. Por eso son tan frecuentes los deltas fluviales y llanuras aluviales en las costas mediterráneas. Otro factor a tener en cuanta son las consecuencias de los ascensos y descensos del nivel del mar. Por de pronto en las costas atlánticas los mares dejan al descubierto diariamente, durante la bajamar, o invaden, durante la plena mar, una franja amplia de tipo anfibio, y características especiales, casi inexistente en el Mediterráneo.

Sector cantábrico: desde el cabo de estaca de bares es muy rectilíneo con orientación este/oeste, enorme abundancia de acantilados y muy pobre en playas, es una costa rica en entrantes y en cuevas (composición lítica en la parte occidental es sector silíceo, el sector central es calizo y en el sector oriental los flysch) con farallones, entrantes o promontorios rocosos que entran en el mar, es una costa joven y la aparición de farallones depende de los materiales que son más duros en comparación con su entorno. Las rasas son planicies litorales elevadas sobre el nivel del mar por

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causas isostáticas (movimiento vertical de compensación de la superficie emergida que se produce tras la desaparición de una gran presión como los glaciares) las rasas suelen estar cortadas por un acantilado. Todo induce a pensar que se trata de una costa de hundimiento relativamente reciente. Pero en cambio, paradójicamente, a todo lo largo del litoral cantábrico se observa un escalonamiento de antiguos niveles de abrasión marina elevados hasta unos 200 mt de altura. Los más altos, situados 200-220 mt, forman las llamadas “tinas” o “sierras planas”, y las inferiores llamadas “rasas”. Se tratan de superficies perfectamente planas horizontales o débilmente inclinadas hacia el mar, se tratan de antiguos niveles de abrasión marina. Después de su formación las superficies más altas, o sea las más antiguas, han sido atacadas por la erosión subaérea.

Costa atlántica: de estaca de bares hasta la punta de tarifa (Galicia, Portugal y Andalucía), el litoral gallego es muy joven o más bien en constante rejuvenecimiento, la costa gallega está subsidiendo (se hunde), siempre hay roca joven de perfiles recortados, tiene un rango mareal alto (5 mt) que dificulta la erosión, además está compuesta por rocas silíceas que se erosionan con dificultad. Las rías son un entrante de mar de varios km en la tierra, son valles (esquema de fallas, fracturas que ayudan a la creación de las rías por el esquema germánico), tenemos las rías bajas que tienen forma quebrada, las rías altas y tambien tenemos la costa da morte que es una playa de bolos graníticos, por eso no aparece fracturada, desde el punto de vista humano presenta mucha facilidad para acceder y asentarse en la zona y vivir del mar porque los bancos de peces siguen las aguas frías, hay muchas zonas de abrigo para poder poner un puerto, el oleaje es menor y hay muchos km de costa (tómbolo, unión de dos islas por un litoral arenoso, islas Cíes). En la costa portuguesa nos encontramos con un ensanchamiento de la planicie litoral, tiene playas más evolucionadas, ya no hay erosión, son playas en equilibrio (flecha litoral). El sector atlántico andaluz comprende Huelva y Cádiz, sierra Morena y las Béticas, la depresión del Guadalquivir abarca 200 km, convirtiéndola en la mayor costa lineal de la península ibérica, el rango mareal es constante entre los 3 mt y el mt de la zona de tarifa ya que en la zona del mediterráneo es micro-mareal. Se sub-dividen en dos, Huelva y Cádiz, la de Huelva es una sola unidad sedimentaria y Cádiz se sub-divide en múltiples unidades sedimentarias, muy compartimentada por cabos y promontorios que impiden la comunicación entre las propias unidades sedimentarias.

La playa de Huelva formó una sola unidad sedimentaria que posteriormente fue partida por el hombre en varias unidades, los sedimentos son de Sierra Morena llevados por el rio Guadiana, e transporte sedimentario es de Oeste a Este, el Guadiana lleva muchos sedimentos a consecuencia de cruzar un gran desnivel lo que le hace tener fuerza suficiente para arrastrar la arena. Hace 6000 años la línea de costa estaba retrasada y al bajar el nivel del mar deja una llanura litoral, en el delta del Guadiana se forman flechas litorales por los sedimentos que arrastra, lo que genera una zona de marismas.

Cádiz es una zona muy compartimentada por la cercanía de las béticas, por ejemplo Trafalgar era una isla que se lleno de arena convirtiéndolo en un tómbolo, la energía de los lados se curva y acumula sedimentos entre la isla y el continente, pasaba lo mismo con Gibraltar.

Costa mediterránea: la dividimos entres, la costa andaluza, la levantina y la catalana. La andaluza tiene un rango mareal muy pequeño, tiene grandes acantilados, playas muy pequeñas, es una costa muy rocosa y de cantos, la arena que forma las playas está asociada a la desembocadura de los ríos, los deltas, son ríos muy pequeños pero saldan una gran pendiente lo que provoca que erosionen mucho, los ciclos de acreción están ligados a las épocas de temporales, cuando llueve de manera torrencial provoca que el rio crezca y aumente las zonas de playa por los depósitos sedimentarios. En la zona levantina tenemos dos grandes albuferas, formó unas islas barreras, que cierra una gran zona que se llena de agua (la laguna del Turia), la manga del mar menor es otra albufera en una etapa más temprana que la del Turia. Los ríos que alimentan la costa catalana son más constantes por lo que arrastran más sedimentos. El delta del Ebro es una zona sedimentaria de elementos aluviales se forma porque hay mucho sedimento, hace 2200 años no había delta, se crea cuando se pone en cultivo las zonas cercanas, lo que provoca que la lluvia erosione más y esto es lo que genera el delta, ahora el rio está regulado por presas lo que produce un bloqueo para los sedimentos. Desde el cabo de la Nao al delta del Ebro, es una longitud de 400 km, se extiende casi ininterrumpidamente al pie de los relieves dominantemente calcáreos de la Cordillera Ibérica y a escasa altura, una planicie litoral bastante amplia, que en algunos puntos como en Castellón y Valencia alcanza de 20 a 35 km de ancho, la cual desciende suavemente hacia el mar. Se trata de una llanura formada en su base por sedimentos del Terciario Superior (mioceno y plioceno) depositados en el mar que en estas épocas describía un golfo más pronunciado que el actual y contorneaba por el este los relieves de la cordillera. Del lado del mar, esta llanura detrítica queda cortada por un pequeño acantilado que generalmente no rebasa los cinco metros, excavado por la erosión marina y por debajo del cual se extienden depósitos costeros más recientes que prolongan hacia el interior las playas actuales. Esta segunda llanura es de anchura muy variable, hasta reducirse a unos pocos metros o incluso desaparecer, y entonces el mar ataca directamente los

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depósitos detríticos antiguos. Estos depósitos marinos forman frecuentemente bancos removidos por el oleaje y cordones paralelos a la costa, detrás de los cuales quedan marismas o lagunas de tipo albufera, unidas temporal o permanentemente con el mar a través de un “grao”, hasta que acaba siendo colmado por nuevos aportes terrígenos. Los deltas existentes en este litoral se adentran poco en el mar, en parte por ser de tipo torrencial y pertenecer a los ríos poco importantes, y en parte porque la corriente de dirección sur que bordea el litoral arrastra los sedimentos hacia el sur. También abundan los tómbolos, de istmo arenoso sencillo o doble, que unen islotes rocosos al continente proporcionando un lugar adecuado para la defensa de las poblaciones asentadas en aquellos promontorios escarpados. Todos estos procesos indican una sedimentación muy activa. Sin embargo, la alineación de la costa señala tambien la importancia de las corrientes marinas que recorren el litoral de dirección sur y que contribuyen a distribuir los sedimentos.

TEMA3. EL CLIMA.

Factores geográficos y dinámicos del clima peninsular.

Factores geográficos.

Es muy significativa la influencia que ejerce la topografía terrestre sobre el clima. La acción de las montañas se manifiesta directamente en la temperatura del aire. La temperatura del aire disminuye con la altura, los cambios del paisaje, vegetación sobre todo, que se presentan al ir ascendiendo por los flancos de la meseta castellana. El ascenso de las masas de aire humedo es e, origen de las nubes y de la lluvia. Esto ocurre, ya sea en el caso de masas de aire que ascienden dinámicamente, como ocurre dentro de una perturbación extratopical, donde el aire frio más denso se introduce debajo del aire más ligero, obligándole a ascender a las capas altas, o en el caso de masas de aire que se elevan a consecuencia del calentamiento del suelo, o por acción del viento que sopla sobre las laderas de una montaña o por cualquier otro motivo. Por otro lado, el efecto de subsistencia o descenso de masas de aire provoca el efecto contrario, el calentamiento del aire por compresión adiabática, lo que ocasiona la disminución de la humedad relativa, el incremento de la presión y la disipación de la nubosidad por evaporación del aire. Además tambien se pueden atribuir a la orografía otros efectos, tales como el efecto de detención de las montañas elevadas sobre las corrientes de aire, provocando un estancamiento de la nubosidad a barlovento y efecto foehn a sotavento (efecto foehn: efecto de incremento de la temperatura y descenso de la precipitación a sotavento de una ladera montañosa); o este efecto de los vientos, al margen de la trayectoria que les imponen los gradientes de presión y la rotación de la Tierra, al encontrarse con una “barrera orográfica”.

Factores dinámicos.

La proximidad y presencia en niveles medios y altos del anticiclón de las azores provoca largos periodos de sequia, aridez tanto más acusada cuanto más hacia el sur y más hacia el este nos dirijamos a través de la península ibérica; esto es, mayor proximidad al alta subtropical por un lado, y por otro, posición de abrigo topográfico.

LOS ELEMENTOS METEREOLOGICOS.

La presión atmosférica: a consecuencia de su latitud geográfica, la península ibérica se encuentra ubicada fundamentalmente en la zona perturbada de los vientos del oeste. El territorio ibérico se caracteriza por ser zona de paso de las diferentes masas de aire alógenas que lo alcanzan, tanto marítimas como continentales. La presión disminuye de oeste a este, desde la fachada oceánica hasta el Mediterráneo, a través del solar ibérico. Bajas presiones prevalecen en todo el litoral mediterráneo desde Almería al golfo de León, alta presiones en el Cantábrico, el litoral atlántico y una franja interior de presiones intermedias se alinean a lo largo de un eje teórico orientado de suroeste a noreste. Las altas presiones que se observan en la Iberia Atlántica, Cantábrico e interior de la meseta de Castilla están asociadas, ante todo, al anticiclón de las Azores, a la acción de anticiclones polares marítimos, de anticiclones continentales europeos, de anticiclones subtropicales e incluso ocasionalmente al anticiclón ibérico invernal. En cambio, las bajas presiones de la Iberia mediterránea están relacionadas con las depresiones del Mediterráneo occidental, que suelen ubicarse en el golfo de Génova, golfo de León, mar Balear o mar de Alborán.

Los vientos: por la acción gravitatoria, el aire se adhiere a la superficie terrestre y, en su mayor parte, gira arrastrado por ella. Llamamos viento al movimiento horizontal del aire y siempre referido a una posición fija sobre la Tierra. Los vientos, pues, se originan por “la componente horizontal de las fuerzas de presión y, en su gran mayoría, resultan de un equilibrio que, casi exclusivamente, se establece entre tales fuerzas y la fuerza de coriolis”.

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La humedad: la atmosfera nunca está del todo seca, pues contiene una cantidad variable de vapor de agua, agua que se incorpora al aire, a través de las capas bajas atmosféricas, procedentes de diferentes fuentes: evaporación de las superficies liquidas (mares, lagos, ríos y embalses), de los suelos, de las masas forestales y, en particular, de las aportaciones de vapor de agua que obtienen de las masas de aire oceánicas. Éstas se comportan a modo de termostato y propagan la distribución de la humedad y la temperatura a lo largo y ancho de los continentes. La humedad relativa expresa la relación, en tanto por ciento, de la cantidad de vapor de agua en un volumen dado de aire y la cantidad que este volumen podría contener si estuviese saturado

La nubosidad: el mapa de la nubosidad de la península ibérica traduce relaciones evidentes con los mapas pluviómetros y de insolación. Se distinguen cuatro familias principales de nubes que, a su vez, se dividen en géneros.

Las nubes culumiformes, tienen un espesor muy variable y son función de la estabilidad de la estratificación de las capas de aire, están generalmente situadas entre alturas próximas al nivel del mar y los límites de la tropopausa (12000 aprox.) dentro de esta categoría tenemos los Cumulus: se trata de nubes separadas, generalmente densas y de contornos bien recortados que se desarrollan verticalmente en forma de protuberancias. Los cumulonimbos: se define como una nube densa y potente, de dimensión vertical considerable, en forma de montaña o de enormes torres. Pueden presentarse en células aisladas, ya dispuestos en hilera continua, a modo de frente, ya arrugados, y se forman por lo general a partir de grandes cúmulos fuertemente desarrollados por un proceso de evolución continua.

Las nubes estratiformes se encuentran en las latitudes templadas y frías, el mayor porcentaje de las precipitaciones se produce a partir de estas nubes, son nubes que presentan formas aplanadas, a modo de capas de gran extensión horizontal, a consecuencia de la ascensión lenta y gradual del aire. Por lo general, el movimiento ascendente que las provoca suele estar asociado a os frentes de una perturbación extratropical. La aparición secuencial de cirrostratus, altostratus y ninbostatus caracteriza la parte frontal del frente cálido en una situación de bajas presiones y marca el inicio del tiempo perturbado.

Las precipitaciones: el agua tambien puede alcanzar el suelo bajo la forma de condensaciones directas, como el roció, escarcha u ocultas, esto es, las que se condensan directamente en el suelo. De cualquier manera, la determinación de la totalidad de agua que la atmosfera cede al suelo en un punto dado, y durante un intervalo de tiempo determinado, no es fácil de determinar con precisión.

Los núcleos orográficos se corresponden a los núcleos pluviométricos más importantes; la precipitación aumenta con la altitud y, no necesariamente, siempre intervienen factores como la orientación, exposición a las corrientes aerológicas oceánicas, ubicación geográfica, entre otros. Los mínimos pluviométricos se desplazan a aquellos enclaves más deprimidos topográficamente, llanuras litorales, cabos o enclaves a sotavento de altos relieves orográficos.

Iberia húmeda, definida por la isoyeta de 800 mm, con precipitaciones iguales o superiores a este valor. Está formado por el núcleo galaico-duriense y cordilleras Pirenaica y Cantábrica. Es el área pluviométrica más importante de la península. La isoyeta de 800 mm se introduce desde el océano atlántico, en las proximidades del cabo Carvoeiro, hacia el este y siguiendo el rio Tajo. Dentro de este núcleo, la isoyeta de 1000 mm llega a todo el litoral cantábrico y gallego. Desde Portugal se introduce la isoyeta 800mm en el núcleo del sistema central, que incluye la sierra de la Estrella, de Gata, las Hurdes….circunvalando toda la cordillera Central divisoria, izándose en uno de los núcleos hidrográficos más importantes. El núcleo de Sierra Morena se extiende en el sector más occidental del sistema montañoso, ubicado sobre la sierra de Aracena y estribaciones. Y por último el núcleo de los Sistemas Béticos lo constituye el configurado en el extremo meridional de la Península; comprende la mayor parte de la provincia de Cádiz y el sector occidental de Málaga.

Iberia de transición, enmarcada entra las isoyetas de 800 y 300 mm. Abarca la mayor parte del suelo ibérico, introduciéndose por las cuencas de los grandes ríos Atlánticos. Abarca gran parte de Andalucía, País Catalán, País Valenciano, ambas submesetas y regiones portuguesas.

Iberia árida, definida por la isoyeta de 300 mm, con precipitaciones inferiores a este valor. Se localiza preferentemente en el sureste peninsular. Gran parte de Almería y Murcia quedan englobadas en este dominio y enclaves de las altiplanicies de Grana, Albacete y sur de Alicante.

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Insolación: entendemos por insolación el intervalo de tiempo durante el cual el sol ha brillado en el cielo en el transcurso de un periodo determinado. En la península la insolación más elevada se centra en julio y no en junio, a pesar de que junio muestra una mayor duración del día, pero en cambio es un mes relativamente lluvioso, afectándole aun las perturbaciones atlánticas del frente polar en su desplazamiento hacia latitudes subpolares y de ahí una mayor nubosidad. El mínimo de insolación se suele dar en diciembre, momento en el que el sor está perpendicular al trópico de capricornio.

LOS CLIMAS DE LA PENINSULA IBERICA.

Dominio templado oceánico.

Entre sus rasgos distintivos están la ausencia de verdadero invierno térmico: ningún mes desciende de los 6ºC. La temperatura media anual es inferior a 15ºC, y generalmente está comprendida entre 9º y 15ºC. la amplitud térmica suele oscilar entre 8º y 21ºC. Los días de precipitación están comprendidos entre 80 y 200 anuales. La precipitación anual suele oscilar entre 900 y 1000 mm.

Templado oceánico.

La precipitación en el decurso del año es abundante y uniformemente repartida, con valores superiores a los 900 mm, por lo general entre 1000 y 2000 mm, aunque puede incrementarse considerablemente por la existencia de alineaciones montañosas que actúan a modo de potentes núcleos de condensación y lluvias orográficas, como acontecen en Galicia y en el extremo noroccidental de Portugal. El máximo pluviométrico se centra en el invierno y el mínimo en verano, pero no presenta ningún mes seco. La temperatura media anual oscila entre 12 y 14ºC.la amplitud térmica es baja debido a su vocación oceánica, valores entre 18 y 19ºC. Posee los índices más bajos de insolación de a Península Ibérica y el mayor número de días de precipitación anual. Se extiende por los Pirineos navarros, País Vasco, Cantabria, Asturias y enclaves del norte de Galicia.

Templado oceánico con estación seca.

La precipitación anual es abundante, entre 900 y 3000 mm. El máximo pluviométrico es en invierno seguido del otoño. Aunque el estío es humedo y lluvioso, suele presentarse uno o dos meses con indigencia hídrica (aridez), siempre en los meses centrales del verano. La temperatura media oscila entre 14 y 16ºC y tiene escasa amplitud térmica, como corresponde al dominio oceánico. No posee invierno térmico y el verano, aun siendo fresco, puede rebasar puntualmente los 20ºC durante alguno de sus meses. Se extiende por enclaves del Cantábrico en su vertiente oeste, gran parte del territorio de Galicia y norte y centro de Portugal.

Templado frio continental.

Tiene verdadero invierno térmico, pues durante uno a seis meses la temperatura media es igual o inferior a 6ºC debido a la altitud.la temperatura media anual oscila entre 9 y 12ºC. se caracteriza por tener inviernos rigurosos y alongados, con intensas heladas de más de 75 días al año. La amplitud térmica es elevada, con valores entre 16 y 18ºC, y posee un verano fresco, sin remontar fácilmente los 20ºC en ningún mes del mismo. Las precipitaciones son superiores a 800 mm, normalmente entre los 800 y 2500 mm, distribuidas uniformemente a lo largo del año; la presencia de obstáculos orográficos importantes puede acrecentarla llamativamente, como ocurre en ciertos enclaves de los Pirineos navarros. Posee un verano lluvioso, rasgos característicos de los climas continentales, en la cual la actividad termoconvectiva es importante. Se extiende por los Pirineos aragoneses y catalanes, interior de Cataluña, enclaves del sistema ibérico, curso alto del rio Ebro, meseta lucense y Alto Douro.

Templado frio continental con estación seca.

Se caracteriza por los largos y crudos inviernos, hasta cinco o seis meses en los que la temperatura media está por debajo de los 6ºC. La temperatura media anual está comprendida entre 9 y 14ºC y fuertes amplitudes térmicas. Las heladas son cuantiosas, hasta 180 días al año, dejando solo dos meses libres de heladas. Las precipitaciones son escasas, oscilando entre 350 y 600 mm al año. Los regímenes pluviométricos que aparecen son muy diversos, pues, por lo general, los máximos pluviométricos suelen centrarse en las estaciones equinocciales, y siempre una sequia agotadora tiene lugar en los meses de estío. Los días de precipitación oscilan entre 75 y 125 días al año. Es característico de las llanuras de Castilla (submeseta norte y submeseta sur), depresión del rio Ebro y cuencas altas y medias de los ríos levantinos mediterráneos.

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Dominio subtropical mediterráneo.

Entre sus rasgos distintivos figuran: veranos cálidos y secos, inviernos templados y moderadamente húmedos y con ausencia de autentico invierno térmico, pues ningún mes desciende de los 6ºC. La temperatura media anual es inferior a 21ºC y superior a 15ºC; oscila normalmente entre 15 y 19ºC. La amplitud térmica se mantiene moderada, entre 10 y 15ºC. La precipitación anual está comprendida entre 200 y 700 mm, aunque la presencia de los obstáculos orográficos importantes puede acrecentarla de manera importante. En invierno está dominado por los vientos del oeste y en verano por las altas presiones subtropicales.

Mediterráneo oceánico.

No posee invierno térmico. La temperatura media anual oscila entre los 16 y 18ºC y el verano es muy caluroso, llegando a alcanzar los 24 o 25ºC. La amplitud térmica se mantiene con valores muy moderados a consecuencia de su vocación oceánica, entre 7 y 12C. Las precipitaciones anuales suelen estar comprendidas entre 500 y 900 mm, aunque estas pueden incrementarse notablemente por la presencia de barreras orográficas y el aumento de la altitud. El máximo pluviométrico es de invierno-otoño y una pertinaz sequia acontece en los meses de verano. Posee los valores de insolación más elevados de la Península, con más de 3000 horas al año. Se extiende por el golfo de Cádiz, Algarve, Alentejo y área del estrecho de Gibraltar.

Mediterráneo estepárico o subdesértico.

Es un clima mediterráneo marginal acusadamente seco. No posee invierno térmico y la temperatura media anual es la más elevada de la Península, en torno a los 18ºC. Posee inviernos muy suaves ya que la temperatura no suele descender de los 10ºC. El mes más cálido suele estar en torno a los 26ºC. La amplitud térmica oscila entre los 12 y 16ºC. Las precipitaciones son las más bajas de la Península, en torno a los 250 mm, por lo general entre 200 y 300 mm. El máximo pluviométrico se produce en otoño. Posee altos índices de insolación anual. se extiende por el sureste peninsular, desde el cabo de Nao hasta un poco más allá del golfo de Almería.

Mediterráneo continental.

No tiene verdadero invierno térmico, aunque algún mes la temperatura media puede descender de los 10ºC. La temperatura media puede descender de los 10ºC. La temperatura media anual oscila entre 16 y 19ºC y la amplitud térmica es moderada, con valores en torno a 15-17ºC. el verano es muy cálido, con medias en julio superiores a 27ºC, alcanzándose los valores extremos de la temperatura media máxima y máxima absoluta. Las precipitaciones anuales oscilan entre 500 y 700 mm. El verano es muy seco, especialmente julio. El máximo pluviométrico principal se produce en otoño-invierno y el máximo secundario en primavera. El verano es muy seco. Se extiende por el bajo y medio curso del rio Guadalquivir, Extremadura y la provincia de Huelva.

Continental Mediterráneo.

Tiene verdadero invierno térmico, pues algún mes la temperatura media desciende de los 6ºC. Muestra rasgos térmicos de transición a los climas continentales de la submeseta sur. El verano es caluroso, ascendiendo el mes de julio por encima de los 25ºC. Debido a la continentalidad, la amplitud térmica es uniformemente alta. Las precipitaciones anuales oscilan entre 350 y 600 mm. El verano es seco, aunque durante el mes de agosto las tormentas muestran cierta eficacia pluviométrica. Se extiende por las altiplanicies de Granada, Almería y Jaén, surco Intrabético y altiplanos de Murcia, Alicante y Valencia.

Mediterráneo de sotavento.

No tiene invierno térmico. La temperatura media anual es la más elevada de la Península, oscilando entre 19 y 18ºC. Posee las temperaturas más altas peninsulares de invierno por su situación a sotavento de las cordilleras Béticas, oscilando entre 12 y 14ºC. Los veranos son cálidos, con valores medios entorno a 25 o 26ºC para el mes más cálido (agosto). Las precipitaciones anuales oscilan entre 400 y 700 mm. El verano es extremadamente seco. El máximo pluviométrico se produce en invierno, seguido del otoño. se extiende por el litoral mediterráneo de las provincias de Cádiz, Málaga y Granada.

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Mediterráneo de levante.

No presenta invierno térmico. La temperatura media anual oscila entre los 17 o 181ºC en la zona valenciana y los 14 o 17ºC en la zona catalana, la amplitud térmica es moderadamente baja, oscilando entre 16 y 14ºC. el invierno mantiene valores medios termométricos en torno a los 10 o 11ºC. el verano es cálido, en torno a los 23 o 25ºC. las precipitaciones anuales están comprendidas entre 400 y 700 mm en el caso de la zona valenciana, con principal máximo pluviométrico en otoño. en el caso de la zona catalana las precipitaciones están comprendidas entre 600 y 800 mm y su máximo pluviométrico es tambien en otoño. se extiende por el País Valenciano y el archipiélago de las Baleares. El litoral catalán, entre el delta del Ebro y el golfo de Rosas, así como comarcas del interior y próximas a la costa.

LAS AGUAS: RIOS Y LAGOS.

RIOS.

Las áreas de avenamiento interiores, o cuencas endorreicas, son pequeñas y escasas. En este hecho influye sin duda la proximidad de los mares que contornean casi por entero la Península y los grandes desniveles existentes, por lo que los curso de agua, frecuentemente de carácter torrencial, aunque muchas veces indigentes, han tenido fuerza suficiente, a causa de la fuerte pendiente, para abrirse paso hasta los mares circundantes.

Rasgos generales del trazado de la red fluvial.

El primer rasgo que se destaca en el trazado de las cuencas fluviales peninsulares es la gran dimetria entre la vertiente atlántica y la mediterránea. Los ríos que vierten en el Atlántico drenan más de las dos terceras partes de la península (69%). La línea divisoria de aguas entre ambas cuencas pasa mucho más cerca de la costa mediterránea y describe un gran arco con la concavidad vuelta al Atlántico, hacia donde vierten los grandes colectores peninsulares, como el Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir, siendo el Ebro el único gran rio que escapa a dicho dominio.

A consecuencia del plegamiento alpino, todo el gran bloque de la meseta fue basculado hacia el oeste, en tanto que sus bordes orientales se plegaban para formar la cordillera ibérica. En consecuencia, a partir del reborde ibérico las aguas se deslizan hacia el Atlántico, siguiendo el plano inclinado de la meseta. Los ríos atlánticos tienen un recorrido más largo, próximo a los 1000 km, y como nacen en las serranías ibéricas, relativamente poco elevadas sobre la plataforma meseteña, tienen que recorrer toda la amplia llanura de la misma antes de llegar al mar, por lo que su pendiente es pequeña. En su trayecto reciben largos cursos afluentes, tambien de escasa pendiente, que contribuyen a regularizar sus aguas. En cambio, los ríos mediterráneos que nacen en las tierras ibéricas son mucho más cortos, de 100 o 200 km en general, y en este escaso trecho tienen que salvar el mismo desnivel, por lo que son cursos torrenciales pobres en agua y notables por su irregularidad, tanto por sus devastadoras avenidas como por sus estiajes muy pronunciados.

Variaciones estacionales.

Los principales tipos de régimen registrados en la Península Ibérica son los siguientes:

A. Régimen nival, limitado a las zonas más altas de las cordilleras principales, con alturas superiores a los 2500 m. en el tipo nival puro como por ejemplo en el Pirineo en el curso superior del rio Caldarés, afluente del Gallego, con un máximo único y muy destacado extendido entre mayo y julio; no existe pues, mínimo estival, ofrece una curva en la que se aprecia la influencia, algo más atenuada del factor nival, por lo menos es su curso superior, pero con un mínimo estival acentuado.

B. Régimen nivo-pluvial, propio de las montañas de 2000-2500 m, variable según la latitud; con un máximo principal producido por la fusión de la nieve y otros máximos secundarios de origen pluvial¸ como en el Aragón y otros ríos pirenaicos y prepirenaicos, y tambien, en general, en el curso superior de los ríos de la Cordillera Cantábrica y en las de la Cordillera Central.

C. Régimen pluvio-nival, con la influencia nival todavía más atenuada por tratarse de alturas inferiores, entre 1600-1800 m y aumentar la influencia de los aportes puramente pluviales procedentes de las partes bajas de la cuenca; como en alguno de los ríos de la cordillera Central, el Júcar en Cuenca, el Miño en Ourense, etc.

D. Régimen pluvial, con un ritmo estacional calcado de la curva de precipitaciones. Dentro de este tipo cabe distinguir, según la distribución estacional de las lluvias diversos subtipos.

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1- Pluvial mediterráneo levantino, lo componen ríos muy irregulares, por lo que no tiene sentido sacar hidrogramas de estos ríos. disponen de dos máximos, uno de primera muy sostenido con dos picos, de febrero a marzo y de mayo a junio, el segundo más acusado que el primero; el mínimo estival, tan característico del clima mediterráneo, se prolonga los meses de julio y sobre todo agosto.

2- Pluvial subtropical o mediterráneo de transición, propio de los ríos de buena parte de la meseta, con un ritmo parecido al del Mediterráneo levantino, pero con una sequia estival más acentuada, de tres o cuatro meses.

3- Pluvial atlántico, propio de las regiones del norte de España, sometidas al clima atlántico, pero en cuencas de baja altitud.

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Transporte de derrubios. La cantidad de limos, arenas y gravas transportadas por los ríos de fuerte pendiente, como muchos de los españoles, es siempre importante. En los periodos de aguas bajas y no digamos en los estiajes que a veces dejan en seco la vaguada, estos aluviones se acumulan en el fondo de los cauces y tan solo son arrastrados espasmódicamente en el momento de las crecidas, cuando aumenta mucho la capacidad de transporte. Por ello son frecuentes, sobre todo en los cursos levantinos. Además, la falta de cubierta vegetal continua facilita el desmantelamiento de los suelos de cultivo. Por consiguiente, la cantidad de derrubios arrastrados por los ríos españoles debe ser considerable y relativamente elevada, incluso dentro de los mediterráneos. De aquí el rápido avance de los depósitos deltaicos y llanuras aluviales costeras, sobre todo en el litoral mediterráneo, en donde las mareas y el oleaje tienen menos fuerza para remover aluviones que los ríos depositan junto a la costa. De aquí tambien que, para asegurar una vida más larga de los embalses, los ingenieros se ven obligados a la repoblación forestal de las vertientes, corrección de torrentes mediante diques o paredes transversales que retienen los derrubios antes de llegar al vaso de los pantanos. LAGOS. Las áreas peninsulares endorreicas son, proporcionalmente a las áreas exorreicas o con avenamiento oceánico, muy pequeñas. Faltan en la península depresiones hundidas bajo el nivel del mar o cerradas por murallones infranqueables que no hayan podido ser conquistadas por la fuerza erosiva de la red fluvial; la cual, por el contrario, pasa profundamente encajada, aserrando estrechas gargantas que demuestran la fuerza erosiva de sus aguas. Pero estas circunstancias son relativamente recientes, pues a mediados del Terciario y casi hasta su fin, existieron grandes depresiones endorreicas: la mayor parte de la meseta, con las llanuras castellanas, pero fueron deformadas por los trastornos tectónicos acaecidos a finales de la propia era o principios del Cuaternario que avivaron la erosión de los cursos existentes, con lo que poco a poco fueron ganadas para el avenamiento oceánico. Tipos genéticos de los lagos peninsulares. Las formas y dimensiones de los lagos, así como hasta cierto punto las características de sus aguas, dependen en gran parte de la forma de originarse. Fundamentalmente existen dos tipos de lagos, los de origen endógeno, es decir, originado por alguna de las fuerzas o fenómenos geológicos cuyo origen radica en el interior de la Tierra, tales como los volcanes, y los lagos de origen exógeno, cuando su formación depende únicamente de las fuerzas o fenómenos exteriores a la superficie terrestre. Según eso podemos clasificar los distintos tipos de lagos españoles en el siguiente cuadro.

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Lagos endógenos.

Los lagos más importantes y profundos de la tierra son, sin lugar a dudas, los de origen endógeno, debido a plegamientos o roturas de la corteza terrestre que han hundido algunas dovelas continentales, en las que se ha acumulado el agua, tal como sucede con los grandes lagos suizos o canadienses. En España este tipo de lagos es bastante raro y en ningún caso ha originado grandes cuencas lacustres. El más importante de los que se atribuye a este tipo es la laguna de la Janda (Cádiz), se trata de una fosa tectónica cerrada por un cono de deyección del rio Barbate. Otros tipos de lagos endógenos son los localizados en el fondo del cráter de los volcanes apagados, pero de este tipo solo se conoce la pequeña laguna de Fuentillejo, en la zona volcánica del campo de Calatrava (Ciudad Real).

Lagos exógenos.

Mucho más abundantes y variados son los lagos de origen exógeno, se pueden dividir en los siguientes tipos.

Lagos glaciares: lagos producidos por la acción de los glaciares en las altas montañas, ya sea por acción excavadora o denudadora de la lengua glaciar, ya sea por obstrucción de las aguas provocada por la acumulación de depósitos morrénicos. Los más numerosos son los producidos por denudación glaciar, la cual ha excavado profundas cubetas, ya sea en el propio circo de la cabecera. Los lagos de circo suelen ser circulares y muy profundos y se hallan sobre todo situados a la altura donde alcanzó en el Cuaternario la acción erosiva de los glaciares.

Lagos cársticos: otro tipo de lagos exógenos se alojan en cubetas excavadas por disolución del agua en rocas solubles, tales como los yesos y sobre todo las calizas. Son los llamados lagos de origen cársticos, de entre als cuales las más importantes de España son las siete lagunas de Ruidera.

Lagos areicos: las cuencas lacustres más extendidas de la Península, aun cuando no las más importantes por los caudales reunidos, son las llamadas de tipo areico, características de las regiones áridas o semiáridas y llanas, en donde las escasas aguas recogidas no tienen fuerza suficiente para abrirse paso hasta el mar mediante cursos regulares, por lo que sus aguas se acumulan en zonas deprimidas y llanas hasta que se evaporan o reducen mucho.

Lagunas eólicas: en la llanura costera de Ampurdán (Gerona) existen pequeñas depresiones ocupadas por el agua o drenadas artificialmente, que reciben el nombre local de “closes”. Se trata de pequeñas cuencas excavadas por la fuerza de la tramontana en las arenas y arcillas pliocénicas; son producidas, pues, por la deflacción del viento sobre materiales blandos.

Lagunas y marismas litorales: tambien sería necesario incluir aquí las lagunas o marismas litorales y albuferas, creadas por la acción combinada del mar y la sedimentación fluvial. Se encuentran en zonas costeras llanas, en donde hay aportes de derrubios fluviales que el mar, con el oleaje y las corrientes marinas, distribuye irregularmente, dejando depresiones cerradas por los cordones de dunas o arenas.

LA VEGETACIÓN EN ESPAÑA.

Flora y vegetación.

Ante todo debe distinguirse entre flora y vegetación. La flora de un territorio es el conjunto de especies vegetales diferentes que existen en él; mientras que se entiende por vegetación a la disposición de los individuos de otras especies sobre la superficie terrestre, así como su aporte y fisonomía.

La flora de un territorio será tanto más rica cuanto mayor sea el número de especies diferentes que se hallen en él, independientemente de la abundancia y el porte de las mismas. La Península Ibérica, por su posición de puente entre distintas regiones biogeografías, de características florísticas muy diferentes, presenta una flora muy rica, con más de 5500 especies. A ello contribuye tambien la gran variedad del clima y la complejidad del relieve que permite la vida de numerosas especies relictas, poco adaptadas a las características climatológicas actuales.

La Península Ibérica posee 1500 plantas endémicas (propias y exclusivas de la P.I), entre el 50-51% de la vegetación es natural, disponemos de unos 300000 km cuadrados de vegetación natural en la P.I y de entre 18000-21000 millones de árboles.

Se distinguen los reinos florales, caracterizados por endemismo de órdenes y familias. Estos se subdividen en regiones con endemismos de familias y géneros, y con una flora mayoritariamente particular. A su vez, las regiones se

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subdividen en dominios y estos en sectores y estos últimos, finalmente, en distritos, unidades cuyos grado de individualización es cada vez más débil.

La península Ibérica forma parte del reino Holártico y se halla desigualmente repartida entre tres regiones florísticas: boreoalpina, eurosiberiana y mediterránea. La vegetación de las zonas elevadas de los Pirineos y de los Montes Cantábricos presentan afinidades boreoalpinas. La región eurosiberiana, que se extiende por la mayor parte de Europa, exceptuando los extremos nortes (boreoalpina) y sur (mediterránea). La región mediterránea que se extiende por el resto de la península presenta varios dominios, uno de ellos correspondería al interior, otro a la franja litoral de inviernos templados y un tercero a las islas Baleares.

Diversidad fitogeográfica de la península.

El rasgo más característico y que puede considerarse como más definidor de la vegetación de la Península Ibérica es la extraordinaria diversidad. En este hecho, como ya apuntábamos más arriba, inciden múltiples factores que ahora consideramos más detenidamente.

La península, encrucijada de caminos.

La localización confiere a la península el carácter de lugar de convergencia de las más variadas influencias, constituyendo una verdadera encrucijada tanto desde el punto de vista físico y Biogeográfico como humano. En el clima aparecen asimismo en juego diferentes influencias ya mencionadas. Por un lado, el Atlántico aporta humedad y temperaturas moderadas que se oponen a la aridez del Mediterráneo. Por otro lado, las oleadas de frio y calor procedentes del norte y del sur luchan a lo largo del año por el dominio peninsular. El resultado de todos estos hechos es el contraste climático y su variación, no solo temporal sino tambien espacial. Cada una de las influencias señaladas tiene un área en la que domina.

La configuración de la Península Ibérica y el relieve influye tambien en esta diversidad. La forma ancha de la Península y la existencia de la meseta central, rodeada de relieves montañosos por el norte, este y sur que contribuyen a aislarla, hacen de este altiplano un área en la que aparecen rasgos de cierta continentalidad. Este hecho distingue la Península Ibérica de las demás penínsulas mediterráneas, en las que las influencias marinas penetran en todo su ámbito.

Tres grandes conjuntos fitogeográficos.

Dentro de la compleja diversidad de la Península y como resultado de los rasgos climáticos que hemos insinuado, se distinguen en España tres grandes conjuntos que corresponden a las regiones florares que ya hemos tratado: conjunto mediterráneo, conjunto eurosiberiano y conjunto de alta montaña (boreoalpino).

El área mediterránea, la más extensa, se caracteriza por un clima de tipo mediterráneo más o menos típico, que se define por la conjunción, en verano, de elevadas temperaturas y escasa pluviosidad, originándose en esta estación un periodo de aridez más o menos acusado y prolongado, que contrasta con los inviernos y, particularmente, con las estaciones equinocciales de temperaturas suaves y precipitaciones de cierta importancia. La vegetación presenta como rasgos generales, la persistencia de las hojas, esclerofilia (hoja dura, a menudo coriácea) y un equilibrio ecológico muy frágil. El área eurosiberiana queda reducida a una franja septentrional que se ensancha hacia el oeste y no llega al mediterráneo, y a algunos islotes originados por la altitud en los sistemas montañosos de la mitad norte de la península, particularmente en el sistema Central y en el Ibérico. Esta área se caracteriza por un clima que en los casos más típicos podríamos denominar atlántico, definido por la relativa suavidad de las temperaturas y por abundantes precipitaciones, bien repartidas a lo largo de todo el año. La vegetación es exuberante y existe una gran abundancia de caducifolios; en ella las coníferas suelen desempeñar un papel subordinado o prácticamente nulo en los sectores de mayor oceanidad.

En la Península, dada la importancia del relieve, se destaca la presencia de un tercer conjunto constituido por los sectores de las altas montañas, en los que la altitud modifica acusadamente la temperatura. En ellos la vegetación es muy característica y puede manifestar clara relación con la de los Alpes y de los países boreales. El equilibrio ecológico es aquí inestable a consecuencia, principalmente, de la falta de calor, de la humedad a menudo mediocre y de la reducida evolución edáfica que es consecuencia de ello.

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El área mediterránea.

Dentro del área mediterránea se distinguen dos tipos de paisajes principales: el ocupado por el encinar y el de las máquinas y espinares.

El país del encinar: una especie arbórea, la encina (Quercus ilex), dominaría absolutamente en todo el territorio si el hombre no la hubiera reducido mucho. Es evidentemente la especie más representativa de los arboles mediterráneos. La encina es un árbol de talla mediana que no sobrepasa normalmente los 15 m de altura, posee un sistema radical muy potente, tronco robusto y ramas principales bien desarrolladas, pequeñas hojas coriáceas persistentes, muy abundantes, de color verde oscuro con la cara inferior grisácea. Ecológicamente es extraordinariamente plástica, tanto desde el punto de vista climático como edáfico. Es un árbol que, a la vez que en estado adulto es capaz de aguantar la plena insolación, crea una sombra extraordinariamente densa, que él mismo necesita para su primer desarrollo y que es a su vez generadora de un denso sotobosque y un microclima apto para determinadas especies.

Por su carácter acomodaticio, aparece en la franja costera suroriental donde el clima mediterráneo acusa su aridez, y finalmente en las montañas a partir aproximadamente de los 1000 m en la mitad norte peninsular y de los 2000 m en la meridional. Tres sectores pueden distinguirse dentro del territorio del encinar que destacan particularmente: el sector del encinar denominado provenzal, el del carrascal y el del alcornocal.

El encinar provenzal: corresponde a la asociación del Quercetum ilicis gallo-provinciale. Su área comprende la zona costera catalana al norte del rio Llobregat, desde el nivel del mar hasta los 600-800 m. está acompañado de un rico sotobosque en el que domina un determinado número de arbustos entre los que destacan por su abundancia el durillo, el madroño, el brusco, el lentisco y la coscoja. El área que corresponde a este tipo de paisaje ha sido profundamente alterada por la acción antrópica, a consecuencia de lo cual los encinares aparecen en la actualidad reducidos a pequeños sectores de las montañas. Al desaparecer el arbolado y por consiguiente el microclima umbroso, las plantas de sombra desaparecen mientras se desarrollan particularmente las especies heliófilas, experimentando, en este caso, una expansión extraordinaria la coscoja que da lugar a la formación denominada garriga, matorral denso con un acusado predominio de la citada coscoja.

El carrascal: la Depresión del Ebro en sentido litológico, la Meseta Central, exceptuando el SO y la Depresión del Guadalquivir están ocupadas por otro tipo de encinar. El árbol predominante es la carrasca, más adaptado a los fríos del invierno y a los extremados calores veraniegos propios de los sectores de clima de tendencia continental, con una aridez un tanto más acusada que la propia del área del encinar provenzal. El paisaje, en conjunto, es más xerófilo, y la vegetación vive más precariamente y en equilibrio más inestable con el medio. El sotobosque es tambien más pobre.

Los alcornocales del suroeste: en el OS de la Península se encuentra un área de alcornocal de características muy definidas y que, en realidad, será un sector de un área más amplia que se extendería por el norte de África y por el interior de la Península, y de la que las ultimas avanzadas alcanzan el Sistema Central, Montes de Toledo, etc. El alcornoque es un árbol parecido a la encina, si bien se distingue de ella por una gruesa capa de corcho que constituye su corteza. El follaje es menos denso y de color más claro, por lo que es más fácil la penetración de la luz; ello da lugar a un microclima bastante diferente. Por otra parte sus exigencias ecológicas son asimismo distintas. El alcornoque es un árbol calcifugo, lo encontramos siempre en los suelos pobres en carbonatos; es menos resistente al frio, por lo que su área se mantiene más al sur y tiene ciertas exigencias de humedad, dentro de la tónica xerófila de las encinas. El sotobosque está constituido por una densa formación de brezos, madroños, jaras, etc.

El país de las maquias y espinares: e3n clima mediterráneo, dentro de la Península, alcanza elevados grados de aridez, el periodo árido puede superar los cuatro meses. En estas condiciones, el encinar ya no puede desarrollarse y la vegetación espontánea es una vegetación arbustiva.

El país de las maquias y espinares se extiende por el litoral mediterráneo desde el sur de la desembocadura del Llobregat hasta el estrecho de Gibraltar, y del otro lado, por el litoral Atlántico desde dicho estrecho hasta el Algarve meridional en Portugal. Como característica general de la vegetación de este sector es su marcada xenofilia, su porte más reducido y un equilibrio muy precario con el medio. El tapiz vegetal es con frecuencia discontinuo en relación con la capa edáfica.

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la maquia oriental: la maquia oriental se desarrolla sobre material calcáreo y suelos carbonatados y se extiende por todo el litoral mediterráneo desde el Llobregat hasta Alicante. La vegetación natural seria una maquia o monte bajo, denso, en el que predominarían determinadas especies como el acebuche, el algarrobo y el palmito

el espinar murciano-almeriense: en los llanos y vertientes marítimas de Murcia y Almería, entre las cordilleras Béticas y el mar, donde el clima puede clasificarse como subdesértico, el numero de meses áridos es superior a cinco y la pluviosidad es inferior a los 350 mm anuales, la vegetación presenta las características típicas de la transición al desierto. Se trata de una vegetación de carácter xerófilo extremado en el que la adaptación a la sequia llega a reducir prácticamente las hojas a espinas con el fin de evitar al máximo la transpiración.

La maquia meridional: el área comprendida entre el estrecho de Gibraltar y la sierra de Arrábida presenta un predominio de sectores de terreno silíceo y, por consiguiente, de suelos no carbonatados. Su posición meridional es, por otra parte, causa de una temperatura más elevada y por consiguiente de condiciones más favorables para las plantas de origen africano, como por ejemplo el mismo palmito que aquí alcanza sus máximas densidades.

La maquia continental: dentro de la región mediterránea marítima aparece sectores en los que por su aridez el encinar no puede desarrollarse como los que hemos visto hasta ahora, pero existen otros sectores, en el interior del país, en los que a una extremada aridez y elevada temperatura veraniega se unen inviernos muy rigurosos. Las plantas mediterráneas exigentes en cuanto a temperatura quedan relegadas en estos sectores a los refugios de microclima más favorables. Esta área se extiende por gran parte de la cuenca media del Ebro y algunas llanuras de Albacete y de la Mancha. La vegetación de este sector seria una maquia muy seca y con acusada adaptación xerofílica constituida por coscoja, espino negro y sabina.

El área eurosiberiana.

La región eurosiberiana cuyas características más importantes y cuya área ya conocemos, al igual que la región mediterránea no es tampoco uniforme, presenta características incluso más contrastadas que las de la región mediterránea. Se distinguen claramente dos provincias: la atlántica y la submediterránea.

La provincia atlántica: ocupa el NO de la Península. Su vegetación se caracteriza por la presencia de numerosas especies particulares, muchas de ellas integrantes del matorral acidófilo denominado landa. La vegetación clímax es un bosque denso y exuberante de arboles de hoja caediza. Abundan los prados y el paisaje.

Sector cantábrico: la vegetación potencial de este sector es el bosque caducifolio de roble y haya. El robledal más típico es el formado por el carvallo que puede alcanzar los 40 m de altura, de tronco recto y de amplia ramificación. Desde el punto de vista ecológico presenta como característica una gran resistencia al frio y a las heladas tardías. El haya es un árbol alto, que con facilidad supera los 35 m de altura, de sistema radical potente, pero que penetra poco en profundidad, el tronco principal es muy recto y no se ramifica hasta la mitad o más de altura.

El sector galaico: se caracteriza por el predominio de un suelo silíceo y por una pluviosidad tanto o más elevada que en el Cantábrico. La vegetación natural estaría constituida por el robledal (carvallo). Tambien tendría castaños, pero introducido por el hombre y eucaliptos.

La transición a la región mediterránea continental: entre el área de características netamente atlánticas y la ocupada por la vegetación de tipo mediterráneo continental, aparece un sector de transición, en el que se encuentra como árbol dominante el roble denominado tozo, marojo o rebollo, con un cortejo de plantas muy parecido al de los robledales gallegos, pero en la que empiezan a hacer su aparición las propias de los encinares silíceos, ocupan las montañas silíceas de los Montes de León, Sistema Central y Sistema Ibérico, donde, en definitiva, el factor altitud introduce los caracteres de transición aludidos.

La provincia submediterránea: constituye esta área el extremo suroriental de la región eurosiberiana y presenta como característica más importante el que las especies y las asociaciones vegetales sean de carácter eurosiberiano y otras de carácter mediterráneo, no obstante el predominio corresponde a las primeras. Se extiende por la vertiente meridional del pirineo y Prepirineo, con algún sector disyunto en la cordillera Ibérica y aun en las montañas andaluzas. En su conjunto el paisaje es más seco y árido que el ocupado por las asociaciones atlánticas. Las formaciones mediterráneas ocupan los lugares más soleados, pero aumentan y se extienden considerablemente ante la destrucción del bosque y de su microclima húmedo. Se pueden distinguir varios sectores diferenciados:

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Sector del paisaje de roble y pino silvestre: este paisaje se extiende por el área que puede denominarse montana, de la vertiente meridional de los Pirineos. En los suelos carbonatados abunda el boj. Sobre el suelo silíceo el conjunto del bosque es algo distinto, no aparece el boj y en algunos sectores aparece el roble albar.

El sector de los quejigales: el quejigo es un árbol relativamente pequeño, de hoja reducida y dura, bastante coriácea, con dientes muy pequeños y puntiagudos, su follaje, verde claro, se seca en otoño, pero se mantiene sin caer de las ramas hasta que nacen las hojas nuevas. Es más resistente que la encina a las bajas temperaturas, pero no soporta las sequias del verano

El área boreoalpino.

La alta montaña: la altitud alcanza extraordinaria importancia como factor modificador del paisaje en relación con las variaciones que introduce el clima. Consideramos como alta montaña todos aquellos sectores en el que el paisaje vegetal presenta unas características íntimamente ligadas a los rasgos climáticos determinados por la altitud. En los Pirineos, estos aparecen a partir de los 1600 m de altitud. El clima de la montaña alta se caracteriza por su baja temperatura, por la pluviosidad más elevada que la de la tierra baja, por las precipitaciones en forma de nieve y por la permanencia de esta sobre la superficie de la tierra. El periodo vegetativo se ve acusadamente reducido y el gradiente altitudinal introduce la disposición en pisos.

El piso subalpino: se dispone en los Pirineos aproximadamente entre los 1200-1600 m y 2300-2400 m. el clima es húmedo, lo que da origen a un paisaje de gran frescor y densidad de vegetación. Comprende la vegetación de coníferas naturales, particularmente abeto y pino negro.

El piso alpino: este piso se sitúa en los Pirineos desde 2300-2400 m hasta los 3000 m. corresponde al dominio de los prados climácicos de festuca, a la que se unen gran variedad de plantas bulbaceas particulares. Esta formación de prado tiene un periodo vegetativo corto, ya que pasa siete u ocho meses cubierta por la nieve. Esta es la causa principal por la que es imposible que puedan desarrollarse en ella plantas de mayor porte. En este piso abundan los sectores constituidos por rocas desnudas y rendijas.

El piso nival: este piso no alcanza superficies importantes en los Pirineos, como en ninguna parte de España, corresponde a los sectores situados por encima de los 3000 m. no existe prácticamente vegetación porque esta siempre cubierta por un manto de nieve, se encuentran solo en asociaciones pequeñas plantas rupícolas.

La montaña de transición: como ya indicamos anteriormente, una gran parte de las montañas de la Península Ibérica, desde el punto de vista de la vegetación, presentan unas características intermedias entre los rasgos de las montañas atlánticas y las mediterráneas.

Montañas de transición hacia el Atlántico: dentro de este grupo debemos considerar las montañas cantábricas que representan respecto a los Pirineos un área de marcado empobrecimiento. Su disposición paralela a la costa y su proximidad al mar ocasiona una pluviosidad extraordinariamente elevada. En cuanto a los principales rasgos de su vegetación cabe destacar la desaparición del piso subalpino o de las grandes coníferas. Por encima del bosque de hayas encontramos matorrales y pequeños arbustos, afines a la landa atlántica, las cuales en sus mayores altitudes dejan paso al prado alpino.

Montañas de transición al mediterráneo: al sur de la cordillera cantábrica y limitando la meseta norte por el este y por el sur se encuentran montañas con suficiente entidad para poder contar con sectores bastante altos para ser incluidos dentro de la alta montaña. La diferencia fundamental con las montañas cantábricas es que el verano inicia ya una cierta sequia y que aparecen con mucha más frecuencia las especies del mediterráneo.

La montaña mediterránea: al sur y al este de los sectores señalados son poco importantes las áreas que puedan ser consideradas como alta montaña, siendo la de mayor entidad la de Sierra Nevada. Aquí la característica climática fundamental es la existencia de un verano que puede considerarse seco. El piso montano en contacto con el supraforestal está constituido por arboles meridionales, particularmente la encina, el quejigo y en los sectores más húmedos el marrojo. Los pedregales j y la roca desnuda ocupan grandes extensiones, en relación con el clima y un extensísimo pastoreo. Solo en los fondos de valle y zonas de gran humedad se dan prados con plantas centroeuropeas abundantes y aun con unas pocas especies alpinas.

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