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LA TELEVISIÓN Estatus técnico y cultural del medio La televisión es un medio de comunicación que transmite imágenes y sonidos a distancia por medio de ondas electromagnéticas que se propagan a gran velocidad. Se trata de una invención técnica que consigue materializar un mito, un deseo de la humanidad, la abolición de las distancias en la percepción del mundo. En este sentido supuso un paso más allá que el alcanzado por la radio, un paso importante ya que incorporaba el importante universo de la imagen. La televisión se fue insertando durante su desarrollo en el siglo XX entre otros medios de entretenimiento, de difusión de una visión del mundo y por tanto de poder. Se sitúa en un espacio compartido con la radio y el cine, configurando poco a poco su propio lugar en el gran mundo de los medios de comunicación de masas. Fue considerado pronto como una importante herramienta por los agentes del poder político y económico. En su desarrollo e implantación tuvo que luchar con las dificultades técnicas que fueron poco a poco solucionándose, pero también con los marcos legales de cada país. Su surgimiento en el seno de unos medios ya asentados hará que también en su configuración concreta, en los contenidos y en las formas, viva de unas tradiciones ya consolidadas. Sus géneros, por ejemplo, proceden del cine, la radio, el teatro o la prensa escrita. En su desarrollo histórico fue modificándolos y adecuándolos a sus posibilidades o al perfil que fue generando en el marco de los medios: casi siempre su peculiaridad fue orientándose a la dimensión de espectáculo que imprimió a sus productos. Frente al cine, tiene el handicap de su peor calidad de imagen: la televisión ha adaptado lo aprendido del lenguaje audiovisual del cine a sus distintas posibilidades como en la utilización de planos más cortos, etc. Frente a otros medios, la televisión potenciará su capacidad para la emisión en directo. Los géneros televisivos, por tanto, en sus grandes áreas, la información, la formación y el entretenimiento, derivaron de otros medios anteriores. Así, los informativos bebieron de los boletines radiofónicos de noticias y de las actualidades cinematográficas. En los primeros informativos televisivos no había presentadores, sino mapas, fotos y filmaciones con una voz en off que narraba las noticias, de forma semejante a los noticiarios cinematográficos; no fue hasta los años sesenta cuando apareció la figura del presentador, individualizando esa 1

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LA TELEVISIÓN

Estatus técnico y cultural del medio

La televisión es un medio de comunicación que transmite imágenes y sonidos a distancia por medio de ondas electromagnéticas que se propagan a gran velocidad. Se trata de una invención técnica que consigue materializar un mito, un deseo de la humanidad, la abolición de las distancias en la percepción del mundo. En este sentido supuso un paso más allá que el alcanzado por la radio, un paso importante ya que incorporaba el importante universo de la imagen.

La televisión se fue insertando durante su desarrollo en el siglo XX entre otros medios de entretenimiento, de difusión de una visión del mundo y por tanto de poder. Se sitúa en un espacio compartido con la radio y el cine, configurando poco a poco su propio lugar en el gran mundo de los medios de comunicación de masas. Fue considerado pronto como una importante herramienta por los agentes del poder político y económico. En su desarrollo e implantación tuvo que luchar con las dificultades técnicas que fueron poco a poco solucionándose, pero también con los marcos legales de cada país.

Su surgimiento en el seno de unos medios ya asentados hará que también en su configuración concreta, en los contenidos y en las formas, viva de unas tradiciones ya consolidadas. Sus géneros, por ejemplo, proceden del cine, la radio, el teatro o la prensa escrita. En su desarrollo histórico fue modificándolos y adecuándolos a sus posibilidades o al perfil que fue generando en el marco de los medios: casi siempre su peculiaridad fue orientándose a la dimensión de espectáculo que imprimió a sus productos. Frente al cine, tiene el handicap de su peor calidad de imagen: la televisión ha adaptado lo aprendido del lenguaje audiovisual del cine a sus distintas posibilidades como en la utilización de planos más cortos, etc. Frente a otros medios, la televisión potenciará su capacidad para la emisión en directo.

Los géneros televisivos, por tanto, en sus grandes áreas, la información, la formación y el entretenimiento, derivaron de otros medios anteriores. Así, los informativos bebieron de los boletines radiofónicos de noticias y de las actualidades cinematográficas. En los primeros informativos televisivos no había presentadores, sino mapas, fotos y filmaciones con una voz en off que narraba las noticias, de forma semejante a los noticiarios cinematográficos; no fue hasta los años sesenta cuando apareció la figura del presentador, individualizando esa voz, llegando a crear también un star-system en el ámbito de la información televisiva, que todavía hoy tiene gran relevancia.

En el ámbito del entretenimiento, el más transitado por la televisión, han alcanzado gran relieve los programas de concursos, los espectáculos de variedades apoyados en el género musical y especialmente las retransmisiones deportivas. En lo referente a la formación, el cine documental o los programas de divulgación cultural como las revistas de cine, los debates, etc. han tenido también su sitio, aunque minoritario. A medio camino entre el entretenimiento y la formación estaría el gran ámbito de la ficción en televisión: las emisiones cinematográficas, las cada vez más escasas emisiones de obras teatrales, y las ficciones creadas para televisión: tv movies, y, especialmente, el gran mundo de las series televisivas.

Actualmente, la televisión ha adquirido una importancia y una dimensión en la sociedad tal que se ha situado en el centro del sistema de comunicación y de construcción social. La rivalidad que mantienen los distintos medios que configuran la cultura de masas, se inclina casi siempre del lado de la televisión, absorbiendo la atención de los públicos y, por tanto, de los ingresos publicitarios que son actualmente el cimiento económico de las industrias de la cultura.

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Desarrollo técnico y evolución

Como cualquiera de los soportes visuales o audiovisuales que estamos contemplando, la televisión ha tenido una fase experimental muy dilatada, que arranca de las primeras experiencias del alemán Paul Nipkow en 1860, quien patentó el "telescopio eléctrico", un sistema mecánico de transmisión de imágenes. En 1925 será el escocés John Lodgie Bird quien consiga transmitir la primera imagen. Se siguieron muchas pruebas y desarrollos del sistema, en paralelo al desarrollo del cine sonoro. Todavía no estaba definido el sistema que se quería adoptar.

Será en 1934 cuando se den importantes pasos en la consolidación de la retransmisión televisiva: se emite en directo, por ejemplo, en las olimpiadas del año 1936 en Berlín. Estas primeras emisiones en Alemania fueron vistas de una forma colectiva: la comercialización de receptores fue lenta. En Inglaterra en cambio, que también en el 36 consigue sus primeras emisiones regulares, se tendió desde el principio a poseer televisores individuales.

En los primeros años cuarenta son ya varios los países que emiten regularmente imágenes televisivas: Francia, Rusia, Estados Unidos, Japón. Son años en que se está definiendo la identidad de la televisión, a todos los niveles: su espacio (cobertura), su receptor (equipos, costes y audiencias), su calidad (normas de emisión), su programación y contenidos y el carácter de sus emisiones (directo, en exteriores o en estudio), aspectos que se irán completando con el tiempo, y adaptándose a otras realidades sociales, económicas y tecnológicas del medio.

Pronto será Estados Unidos el país que se ponga en cabeza del crecimiento del mercado televisivo: en pocos años, en 1954 alcanzan las 408 emisoras, los 33 millones de televisores, mientras que en Europa son poco más de un millón y casi todos en Inglaterra. Sin embargo, en la década de los cincuenta va consolidándose como un medio de comunicación presente activamente en todo el mundo. En 1956 se da un paso importante: la creación del magnetoscopio, el Video Tape Recorder (VTR) que con la posibilidad de grabar los productos televisivos permite una producción al margen del directo y sus limitaciones. Será en adelante el soporte de todo el material "enlatado" sobre el que se consolida la producción televisiva.

También en estos años se va configurando una alianza entre los mundos del cine y la televisión, una simbiosis que se apoya en su dimensión empresarial-industrial y que facilita las labores de producción, financiación, intercambio de profesionales y de obras, etc.

Los años sesenta están dominados por la consolidación de una red de satélites de comunicación, las agencias informativas audiovisuales, las productoras de programas para televisión y el color. En los años setenta se desarrolla el cable como vía de salida a la saturación del espectro radioeléctrico. Es la época en que la programación se fragmenta en función de la demanda, generando una producción diversificada.

En los ochenta, especialmente en su primera mitad, se desarrollan las emisiones vía satélite en Europa -Sky Channel, Music Box, etc.- y también se desarrollan los servicios de red que integran distintos medios de telecomunicación; se avanza así hacia la red digital de servicios integrados (RDSI). Aparecen en Europa con gran fuerza las cadenas de pago. En Estados Unidos, Ted Turner pone en marcha la CNN y su concepto de emisión continua y global de información, se multiplican las televisiones privadas, se desarrollan los servicios del teletexto, y se consolidan los grandes grupos multimedia.

En este sentido, desde mediados de los ochenta más que hablar de avances tecnológicos, que los hay, hay que hablar de crecimiento del sector, de la concentración de medios, de la globalización del mundo audiovisual como un único mercado.

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Desde mediados de los ochenta hasta la actualidad, la televisión viene combinando un destino generalista para sus contenidos con otra vía más fragmentada y dirigida no a un público masivo sino a sectores más individualizados. Y esto tanto en el ámbito de las cadenas temáticas, como en la programación segmentada en las cadenas generalistas. En la actualidad, el elevado coste de las producciones y la gran cantidad de agentes que están en juego en el mercado televisivo hacen que esté cobrando un poder desmesurado la presencia publicitaria y la lucha por el control de las audiencias a cualquier precio y con poca importancia concedida al referente de la calidad.

El mundo audiovisual ha ampliado notablemente su espacio, y se están generando simbiosis entre sectores antes independientes. En una sociedad en que el consumo es el centro nuclear de sus configuraciones y movimientos, también los medios de comunicación de masas, y la televisión, se encuentra en ese escenario: en muchas ocasiones la búsqueda de beneficios se lleva por delante las cuestiones relativas al gusto o a la ética.

Géneros y formatos televisivosNo existe una clara definición que ayude a comprender con nitidez qué se entiende por género o por formato televisivo. Los profesionales del medio, los críticos, los investigadores no se ponen de acuerdo en una definición y una clasificación cerrada. Algo que, por otra parte, parece lógico en un medio tan cambiante como es la televisión. De todas formas, adelantaremos algunas definiciones que nos puedan orientar, al menos, para saber mínimamente de qué estamos hablando cuando decimos género o formato; y lo haremos teniendo en cuenta que algunos autores y profesionales apuestan por hablar más bien de tipos o familias de programas.

A esta confusión se suma una cuestión más. Y en ella parece que sí hay consenso entre los distintos agentes del entorno de los programas televisivos: en los últimos años una de las características más definitorias de la televisión y sus programas es el carácter híbrido de los mismos. La noción de mestizaje o hibridación convierte a la tarea clasificatoria en algo cada vez más complejo e incluso en algo inútil.

Aquí no abordamos el estudio de los géneros exclusivamente con una finalidad clasificatoria, sino más bien como el intento de recorrer distintas maneras de entender la forma y el contenido de los programas televisivos. Pero antes de entrar en los géneros más propiamente narrativos hemos de apuntar algunas cuestiones generales sobre el género y el formato, así como también debemos trazar un panorama general y amplio de los diversos géneros televisivos, entre los que se encuentran las formas narrativas.

El género es una etiqueta definitoria y clasificatoria que se adjudica a una obra -programa- de modo que sirva para una rápida identificación de la pieza por parte de espectadores, productores y creadores.

El hecho de establecer diferencias genéricas en el ámbito de las obras de creación se ha dado en todas las artes y aún hoy sigue haciéndose en todas las artes, mayores y menores. A pesar de todos los pesares, pues siempre ha logrado, además de definir y clasificar, generar discusiones, disputas y apelaciones a la totalidad.

El ámbito literario es quizá el espacio en que se ha desarrollado una tipología genérica que ha servido de referencia especialmente para el cine y, como consecuencia, también para la televisión; con todas las salvedades que haya que hacer, que son muchas. Y no olvidemos la gran influencia del medio radiofónico en la configuración de muchos géneros televisivos.

La mayoría de los contenidos y las formas televisivas se generaron en Estados Unidos entre los años treinta y cuarenta; surgieron de la confluencia de experiencias provenientes de la radio,

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la publicidad y el cine. De forma más remota, trabajaron los referentes literarios, como en casi todas las formas de creación contemporánea.

En la medida en que la televisión actual, la neotelevisión, se apoya más en su carácter de flujo continuo, de hibridación y de interactuación con el espectador, todas estas clasificaciones genéricas que se apoyan en el concepto de programa como algo aislado resultan problemáticas y han de ser matizadas y actualizadas a la situación real de la televisión actual; una televisión en la que el espectador también ha cambiado sus hábitos y sus formas de consumirla y ello influye también como veremos en la cuestión de los géneros y los formatos.

Tanto a los productores, como a los programadores y a los propios espectadores desde siempre les ha interesado la diferenciación genérica de los programas. Es algo con lo que se cuenta, son diferencias asumidas y eficaces en la práctica diaria. En la medida en que los géneros funcionan como etiquetas que permiten una fácil identificación, simplifican la comunicación entre los distintos agentes del universo televisivo. Son referencias que ayudan a la orientación.

Actualmente y más que nunca la televisión está concebida como un negocio, como una empresa con la que ganar dinero. El modo en que esto se consigue es a través de la inversión publicitaria que durante los últimos años ha crecido considerablemente. La diferenciación de géneros y formatos permite a los programadores distinguir a su vez los bloques de programación (daytime, primetime…); cada uno de ellos está especializado en unos géneros y formatos determinados, dependiendo del segmento de población con que quieran conectar. De esa forma los anunciantes saben dónde publicitar sus productos, a quién se quieren dirigir y con qué formato pretenden vincularlos.

Esto no impide que en la televisión actual se esté buscando con frecuencia la creación de programas híbridos, que funden y combinan contenidos y formas tradicionalmente alejadas generando cosas como el infotainment, dramadoc, factions, dramedies, etc. Hibridación que funciona más allá de los géneros y que en apariencia, pero sólo en apariencia, van más allá de los posibles moldes genéricos. Estos siguen funcionando de fondo, a modo de referencia para la creación, aunque sea para ir contra ellos o subvertirlos. Y las cosas parecen ser así especialmente en un medio como el televisivo, muy centrado en grandes esquemas, en trabajos en equipo y en sistemas de creación de programas, géneros o formatos que se apoyan en referencias comunes y en los continuos cambios sociales más que en ideas y creaciones personales o autorales.

Como señala Jaime Barroso (1996), se reconocen desde todos los ámbitos como modelos identificables y diferenciables los siguientes géneros o tipos de programas: informativos, documentales, deportes, seriales, variedades, concursos, debates, dibujos animados, etc. Sin embargo la división en géneros es algo bastante acrítico y confuso, no compartido de forma universal en sus concreciones. Quizá pueda ser una causa la falta de estudios rigurosos que aborden la cuestión de las relaciones entre géneros, las deudas de unos con otros, las construcciones formales, etc.; pero también entra aquí en juego el hecho de que a la propia dinámica televisiva parece irle bien ese magma un poco confuso en que pueden prosperar formas y contenidos no muy definidos.

El género televisivo, al igual que otros géneros creativos, no es algo estable y universal, inamovible en el tiempo y el espacio. Los géneros nacen y mueren, y mientras viven se transforman. De esta manera, cuando estamos aportando las características de un determinado género, de alguna manera estamos entresacándolas de aquí y de allá, pero sería muy difícil aplicarlo indiscriminadamente a todas las obras que a lo largo de los años y de los distintos lugares han ido generándose. El género además, suele servir como referencia a los creadores a la hora de desarrollar su trabajo; pero no siempre se está actualizando la misma referencia en unos y otros creativos cuando trabajan desde la perspectiva de uno u otro

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género. Y algo semejante podemos decir desde la otra perspectiva, la del espectador: no todo el mundo entiende lo mismo por western o por reality show. Por tanto, la codificación y descodificación o la construcción y deconstrucción de las referencias genéricas es algo complejo y va más allá de la configuración y captación de unas marcas o estilemas claramente definidos. En este sentido, la función de los géneros sería la de fundar un contrato entre emisor y receptor, contrato que encuadraría las expectativas en cuanto a los contenidos y las formas que se ofrecen y se esperan en los programas.

En la definición de un género entrarán en juego las cuestiones relativas al contenido de esos programas, también a sus formas de construcción -a todos los niveles, narrativa, realización, etc.-, así como también desempeña una función relevante la dimensión pragmática: el receptor. El público o audiencia actúa como referencia para el creador, con sus expectativas está generando ciertas formas de construcción de los programas, las dinámicas de la audiencia en tanto cuerpo social que siguen o rechazan ciertas propuestas, etc.

En este último sentido, no debemos olvidar que la televisión depende esencialmente de las audiencias, llegando actualmente a unas relaciones que se podría calificar de enfermizas. Son las audiencias quienes, vía publicidad, financian todo el sistema. Los altísimos costes de producción de la programación televisiva de alguna manera deben ser protegidos por una audiencia que responda y que mueva a la publicidad a insertarse en la televisión y a pagar. Y aquí llega el espinoso y complejo asunto de si es antes el huevo o la gallina: algunos creen que esta forma de funcionamiento significa que las televisiones están produciendo y programando lo que los espectadores quieren ver y serán éstos los configuradores finales de la programación; para otros, son las propias cadenas televisivas las que toman la iniciativa, aportan sus propuestas, generan los gustos y las necesidades y configuran ellas tanto la programación como al espectador y sus deseos.

Una última cuestión general con respecto al género es su grado de concreción. La diferenciación más básica apuntaría a tres grandes bloques: ficción, entretenimiento e información-cultura. Pero el intento clasificatorio puede etiquetar los programas insertos en cada una de esas grandes categorías casi hasta el infinito. Por ejemplo, dentro de la ficción estaría la ficción seriada, dentro la comedia de situación y dentro diversas opciones surgidas de la producción estadounidense como: domcoms, kidcoms, couplecoms, corncoms, ethnicoms, carecoms, etc., en la medida en que sus protagonistas sean familias, niños, parejas, agricultores, latinos o negros, profesionales…

En el ámbito televisivo desde hace algunos años se habla mucho de formatos, noción asociada de alguna manera a la más clásica de género.

El formato vendría a ser una fórmula de construcción de programas; se caracteriza por sus concreciones relativas a aquellos elementos que definen un programa: tipo de producción -propia o ajena, seriada o única, etc.-, procedimiento de emisión -directo o diferido-, soporte de la producción -cine, vídeo, digital-, lugar y duración, público al que va destinado, etc.

Para Jaime Barroso (1996) "la noción de formato surge, aplicada con especial empeño al medio televisivo, como complemento del concepto de género frente a un despliegue de opciones tan amplio que indujo a reservar el término género para designar a los grandes grupos surgidos desde la clasificación por criterio temático o por el destinatario (ficción, información, variedades, infantiles, divulgativos, etc.) y el término formato para designar todas aquellas variaciones formales –de género- producto de la mixtura, la transposición, la multicodificación, etc., propios del medio y de la actitud contemporánea; pero también, por la necesidad de incorporar, en el caso de los medios audiovisuales, a las características propias del género y vinculadas al contenido, otras consecuencias o exigencias del criterio constructivo (la forma), de la programación, las leyes del mercado (comercialización) y la producción tales como la duración, soporte de producción, técnica de realización, etc., que además de caracterizar al

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texto en ciertos aspectos formales acaban por incorporarse como auténticas marcas de género." (Barroso, 1996: 194)

Recientemente se ha publicado en España un libro con el significativo título de ¿Qué es eso del formato?; en él Gloria Saló aporta algunas definiciones de profesionales del sector que pueden servir para aportar una visión caleidoscópica sobre lo que sea el formato televisivo y las posibles formas de concebirlo. Algunas de ellas son las que hemos seleccionado porque resultaban más clarificadoras:

"Un formato es el concepto o idea de un programa que tiene una combinación única de elementos (escenografía, reglas, dinámica, temática, conductores...) que lo hace único y lo diferencia claramente de los demás. También debe poder adaptarse y aplicarse a distintos territorios y culturas sin perder su esencia y fin". Diego Guebel de Cuatro Cabezas, citado por Gloria Saló (2003: 15-16).

"Un formato para televisión es un concepto para un programa, el cual ha sido desarrollado y puede ser vendido a terceros. Un formato parte de unas reglas en las que define cómo se debe jugar, cómo se debe producir el programa... El formato es el marco en el que se suman elementos para hacer el programa adecuado para un país o mercado concreto." Paul Smith de Celador Productions, citado por Gloria Saló (2003: 17).

"Un formato es la concepción de una idea con reales posibilidades de adaptación, sin modificar la esencia, espíritu y concepto de la versión original." Roberto García Ramos de Telefé, citado por Gloria Saló (2003: 18).

"Es la nueva forma de llamar a lo que siempre se llamó idea de programa, una idea fácilmente repetible en cualquier televisión, en cualquier otro idioma y en cualquier otro lugar. La palabra formato se empieza a usar cuando empiezan las productoras independientes. Vender un formato da la sensación de vender algo que se puede tocar." José María Íñigo, citado por Gloria Saló (2003: 34).

Gloria Saló se refiere al proceso de ideación, producción, realización y difusión como el tour del formato. "El proceso creativo comienza con una idea que necesita de un tiempo de desarrollo y de una inversión para poder poner en imágenes el formato propiamente dicho. Para que este sea un éxito alguien debe apostar por él y demostrar que puede convertirse en un producto competitivo en el mercado, además de rentable por las ventas que pueda proporcionar. Una vez que ha conseguido venderse llega el doloroso proceso de la adaptación, que tan buenos formatos ha destrozado unas veces y tan buenos resultados ha dado otras tantas." (Saló, 2003: 16). Es decir, habría tres grandes formas de concebir y realizar un formato: creación, compra y adaptación.

Creación de un formato: en esta fase ha de surgir una idea clara del programa que se quiere hacer y de cómo se va a desarrollar, a quién se quiere dirigir y en consecuencia qué lugar debería ocupar en la parrilla de programación; se debe estructurar en orden el desarrollo de los contenidos, a modo de escaleta; se irá buscando la densidad en el contenido, creando secciones y perfilando la concreción del desarrollo; se definirá el tipo de personajes, las acciones, las pruebas, los reportajes que incorpore, los presentadores, el decorado, el papel del público; será necesario definir el estilo de la realización, estilismo, iluminación, aspecto visual del programa; etc. No debemos olvidar que la mayor parte de los formatos de entretenimiento que han sido exitosos procedían de Estados Unidos; aunque en los últimos años también algunas producciones europeas han triunfado, como ¿Quién quiere ser millonario?, Supervivientes o Gran Hermano, procedentes del Reino Unido, Suecia u Holanda.

Compra de un formato: se trata de hacerse con un programa por medio de la adquisición de los derechos para poder producir y emitir un programa. Se debe negociar el territorio de emisión, el número de pases, el precio por programa producido, etc. Quien ha creado un

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formato puede venderlo directamente o a través de un distribuidor. Suelen comprarse los formatos de programas para contar con un producto ya diseñado y que ya ha sido testado positivamente. Es necesario estar muy al día y en contacto con el movimiento de las distintas cadenas y productoras mundiales para conocer qué formatos están funcionando o pueden llegar a funcionar. Son los grandes mercados internacionales donde se ponen en contacto los distintos integrantes del mercado para ofrecer y comprar; sirven para tomar el pulso a la oferta y la demanda.

Adaptación de un formato: según Diego Guebel lo esencial al adaptar es modificar solamente aquellos componentes que sea necesario cambiar para atender a las diferencias culturales y sociales del territorio, sin perder el concepto o idea del formato original. Hay factores locales que deben ser tenidos en cuenta, hay factores universales que funcionarán en cualquier lugar, hay características esenciales que configuran el formato -sean de índole narrativa, de realización, de concepción, etc.- y que parece conveniente respetar. Cuando se compra un formato siempre se adapta al territorio en el que se quiere emitir. La adaptación de un formato sería un subapartado de la compra.

Copia de un formato: desgraciadamente la falta de creatividad y la poca ética profesional que impera en el mundo televisivo, hacen que esta práctica sea bastante frecuente. Quien copia un formato cuida escrupulosamente introducir elementos que lo hagan un poco diferente del formato original para escapar así de las acciones legales que los propietarios del formato original pueden emprender contra los que han copiado su formato.

Clasificaciones genéricas de los programas televisivos

Los criterios para clasificar los programas televisivos dentro de unos moldes genéricos pueden ser muy diversos; habitualmente se tiene en cuenta los contenidos y la forma del programa, las características de su producción o el público al que va dirigido.

Como apuntábamos anteriormente, la gran clasificación establece diferencias entre información y cultura, entretenimiento y ficción. Pero no olvidemos que hoy, esas grandes áreas también se mezclan y adquieren una difuminación en sus fronteras.

Jaime Barroso (1996) apunta la siguiente clasificación general de los programas televisivos, descendiendo un poco más en la concreción y apoyándose básicamente en sus contenidos temáticos:

Ficción y largometrajes. Se trata de reconstrucciones de acciones, interpretadas por actores que recrean hechos históricos o imaginados. Dentro de la ficción se clasifican múltiples subgéneros, como veremos más adelante: telenovela o culebrón, series, teleteatro, telecomedia, comedia de situación, telefilmes, largometrajes cinematográficos, cortometrajes, etc.

Variedades. Engloba los programas centrados en el entretenimiento, generalmente son programas-espectáculo que alternan números diversos: musicales, coreografías, circo, etc. También se consideran dentro de esta categoría los concursos, tertulias o talk shows, programas de humor, entrevistas, etc. Desde hace unos años han surgido numerosos programas que , en el entorno del humor, hacen un barrido por los distintos programas de distintas cadenas seleccionando lo más interesante y divertido para la audiencia. Son programas de bajo coste y tienen flexibilidad para ser emitidos en cualquier bloque de la parrilla de programación.

Musicales. Incluye los programas en que la música es el elemento central y no un mero añadido en un conjunto más variado. Incorporaría los siguientes subgéneros: óperas, comedias musicales, operetas, zarzuelas, ballet, música culta, música pop, videoclips, etc.

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Deportivos. Los diversos programas centrados en la emisión de prácticas deportivas, competitivas o no. Comprende los siguientes subgéneros: acontecimientos deportivos, magacines deportivos, revistas y noticias deportivas y otros.

Informativos. Se trata de los programas destinados a informar de hechos de actualidad e interés general. Incorpora diversos subgéneros: telediarios, avances informativos, revista semanal, reportaje, coloquio, debate o entrevista, información política, transmisiones parlamentarias, comunicados de partidos políticos, magacines de actualidad, información meteorológica y otros.

Divulgativos y documentales. Difunden conocimientos sobre algún aspecto de la realidad en formas de revistas periódicas o documentales. Incorpora los siguientes contenidos: arte, humanidades, ciencias, ocio, consumo y otros.

Educativos. Programas realizados generalmente en colaboración con el Ministerio de Educación u otras instituciones estatales. Incluye los siguientes subgéneros: escolares o preescolares, universitarios, postuniversitarios, educación adultos, institucionales y otros.

Religiosos. Desde la perspectiva de las diversas concepciones religiosas. Engloba programas como: servicios religiosos, religiosos católicos, religiosos no católicos y otros.

Presentaciones y promociones. Promocionan la propia cadena televisiva y sus programas concretos. Incorpora piezas de continuidad, promos genéricas y específicas.

Publicidad. Piezas o spots destinados a informar y persuadir sobre productos. Incluye: publicidad ordinaria, pases profesionales, publi-reportajes, publicidad institucional y propaganda política.

Programas de entretenimiento

En televisión suele decirse que todo programa debe incorporar el ingrediente del entretenimiento. Pero existe una categoría genérica que incorporaría aquellos programas centrados de forma más significativa en entretener al espectador.

Suelen realizarse en plató; pero no es sí de forma exclusiva ya que basta recordar que un formato como Supervivientes combina los momentos en el plató con los espacios exteriores. Los programas de entretenimiento se apoyan sobre la generación tres grandes resultados: emoción, suspense-sorpresa y humor. La televisión busca la reacción emocional del espectador, pues es una forma de implicarle en el programa; en la misma dirección actúa la creación de dinámicas de suspense y sorpresa; el humor es una de las vías más eficaces de entretener al público.

Describiremos a continuación algunos de los subgéneros que conforman los grandes bloques en que se estructuran los programas televisivos de entretenimiento: concursos, reality-shows, magacines y galas.

Los concursos

Se trata de un tipo de programas con una importante presencia en la actual oferta televisiva, procedentes históricamente de los concursos radiofónicos y en sus orígenes tenían una intención educativa. Actualmente se inclinan más a la búsqueda del entretenimiento y el espectáculo.

Son juegos de competencia en los que los candidatos a conseguir el premio han de ir realizando diversas pruebas según unas normas establecidas. Se ha comentado que el principal aliciente de estos programas es que funcionan como un modelo reducido y simplificado de la

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vida misma, representan en la pantalla las luchas que todo individuo ha de superar en el día a día de su vida; pero lo hace de forma reducida, asumible, comprensible y reduccionista.

Suelen requerir básicamente habilidades o méritos personales (capacidades estratégicas, conocimientos de diversa índole, capacidades memorísticas, etc.) o se apoyan en la suerte, el azar.

Los concursos de méritos buscan que el concursante demuestre sus capacidades pasando por diversas pruebas. Habitualmente apelan al mérito intelectual del concursante por medio de concursos temáticos en torno a conocimientos de ámbito general, como es el caso de Saber y ganar, Cifras y letras o ¿Quién quiere ser millonario?. En ocasiones se trata de pruebas que han de ir superándose para pasar a las fases siguientes o acumulando puntuaciones; las habilidades que se pueden ir demostrando serán de índole física, de valentía, etc. Son programas como El gran prix. Los concursos de artistas pondrán a prueba las habilidades artísticas de los participantes, como en el caso de Operación triunfo, Menudas estrellas, aunque en el caso del primero y siguiendo con la cuestión de que en televisión no hay "compartimentos estancos" entre los géneros y los formatos, la parte de reality era tan importante o más que la parte de concurso.

Los concursos de azar son aquellos basados en la suerte del concursante, aunque incorporan en su desarrollo también la apelación a las habilidades estratégicas y los méritos del participante. Algunos concursos temáticos o de conocimiento incorporan la dimensión azarosa, como en La ruleta de la fortuna: la ruleta indica la letra y desde ella se realizan las preguntas de cultura general.

Los reality-shows

El reality-show es un formato que ha experimentado múltiples y complejas transformaciones. Originariamente se trataba de programas que reflejaban hechos reales pero buscando la espectacularización de los acontecimientos y la implicación del público. Solía incorporar reportajes y dramatizaciones sobre sucesos, generalmente en torno a crímenes, agresiones sexuales, errores médicos, procesos judiciales, etc. Mezclaba diversos géneros como noticias, reportajes, dramatizaciones, conexiones en directo, entrevistas, tertulias, etc. En España serían los casos del primitivo Reina por un día o Quién sabe dónde, La máquina de la verdad, Lo que necesitas es amor, etc.

Podríamos clasificar los realities actuales según la siguiente tipología:

El reality-magazine o talk-show. Es el más cercano al modelo originario: muestra tragedias y escándalos de personas anónimas, personas que buscan desnudar su intimidad ante las cámaras de televisión. Un presentador, con frecuencia presentadora, entrevista a un grupo de personas en un estudio que desvelan aspectos de su vida privada buscando lo morboso y lo espectacular. Tratan sobre problemas sexuales, relaciones familiares o laborales, etc. Una modalidad es la tertulia en la que se busca el enfrentamiento violento, a veces con violencia física, entre los participantes. Ejemplos famosos son The Oprah Winfrey Show y El programa de Cristina o El diario de Patricia.

El reality-magazine también puede apoyarse en el tratamiento de cuestiones polémicas por parte de periodistas o especialistas en un determinado tema, con la intervención del público o de los afectados. Se busca la polémica y las posiciones extremas; todo el programa destila un aire de ser algo previamente preparado y pagado.

El reality-magazine también puede estar protagonizado por famosos, personajes conocidos popularmente o generados y ensalzados desde el propio medio televisivo. Han creado todo un submundo social que goza de gran seguimiento por parte de ciertas audiencias. Algunos adoptan una estructura de informativo como "Aquí hay tomate", en el que una pareja de presentadores introducen con agilidad e ironía vídeos polémicos con entrevistas, imágenes

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robadas, etc. Otras veces adquiere la forma de debate en el que se enfrentan un grupo de famosos y un grupo de periodistas, moderados por un presentador; buscan desvelar y debatir sobre los entresijos de la vida de los famosos. Es el caso de Tómbola o la ya desaparecida Salsa rosa, formato copiado y reconvertido en un nuevo programa llamado Dolce Vita.

El reality-concurso es una variante del reality que ha adquirido gran presencia en las parrillas de la actual televisión. Se trata de programas en los que compiten un grupo de personas y la peculiaridad es que supuestamente se emite y se muestra al espectador la vida diaria de estos concursantes. y que ofrecen supuestamente la realidad absoluta de sus participantes. Aquí encuadraríamos Supervivientes, Gran Hermano o La isla de los famosos. En ocasiones son famosos los que participan, en otras personas anónimas que, tras el programa, suelen pasar a engrosar las filas de los famosillos nacionales. Pasan por diversas pruebas físicas y psicológicas, muestran sus caracteres, sus habilidades para la convivencia, sus miserias... Es el público el que decide quién sigue adelante en el concurso y quien ha de irse. En la realización se conjuga una parte desde el plató con un presentador y unos comentaristas o amigos y familiares, y otra desde el lugar en que estén los concursantes. Programas como Gran Hermano u Operación triunfo crearon canales temáticos exclusivos para el seguimiento en continuidad de todo lo relativo al concurso; durante 24 horas de programación ofrecían repeticiones, castings, etc.

Los magacines

Son programas que se estructuran, como su nombre indica, a modo de una revista: incorpora muy diversas secciones pertenecientes a distintos géneros, sean informativos, concursos, actuaciones, etc. En España es frecuente que sea una mujer presentadora quien conduzca el programa y que éste se base y se defina por el estilo de su presentadora estrella. Serían los casos emblemáticos de Mª Teresa Campos o Ana Rosa Quintana.

Los magacines suelen incorporar entrevistas, conversaciones entre los invitados, a modo de tertulia o talk-show, etc.

Las galas

Son programas que tienen un gran seguimiento en la actual televisión. Se apoyan en varios presentadores, masculinos y femeninos, de forma distendida y humorística presentan y dan paso a diversas actuaciones musicales y coreográficas.

El estilo en la realización de las galas suele acentuar las dimensiones glamurosas, con fuerte y marcada iluminación, vestuario sofisticado, etc.

Se intenta con las galas reunir a las estrellas mediáticas del momento, con ocasión de algún homenaje a un cantante, la presentación de la programación televisiva de la temporada, el homenaje a una región de España, entregar premios, etc. Su emisión suele ser en el prime time. Durante los últimos años este tipo de programas no han funcionado bien en las cadenas por lo que su emisión cada vez es menor.

Programas culturales

La programación cultural suele ocupar un escaso espacio en el gran universo televisivo. A pesar de que la televisión buscara originariamente desempeñar tres funciones: formar, informar y entretener, parece que se ha volcado todo o casi todo en esta última dirección. En la medida en que son contenidos dirigidos a públicos específicos y marginales, no resultan rentables para la industria televisiva. Por esta razón, al no atraer a la publicidad, su emisión suele relegarse a las franjas horarias marginales. Son generalmente las televisiones públicas las que mantienen una programación cultural digna, por el servicio público que deben aportar, por el plus de prestigio que otorgan a la cadena.

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En términos generales podemos distinguir a aquellos programas divulgativos y educativos no documentales de los programas documentales o reportajes.

Los primeros pueden adoptar diversas formas: magacines, revistas que divulgan contenidos relativos a literatura, arte, cine, artes escénicas; retransmisiones de conciertos o actuaciones; agendas culturales, etc. Algunos ejemplos de programas de este tipo serían La mandrágora, Negro sobre blanco o Estravagario: éste último se emite en La 2 de Televisión Española, tiene el formato de revista dedicada al mundo de los libros y contiene una charla entre el presentador y los invitados sobre una cuestión literaria concreta, recomendaciones de lecturas, entrevista a un autor cuya obra esté por algún motivo de actualidad, una actuación musical. Otro programa de La 2 es Metrópolis que tiene una dirección de veinticinco minutos, se emite semanalmente, desde el año 1984; aporta contenidos sobre las últimas propuestas artísticas y culturales en el ámbito audiovisual o escénico con un formato siempre innovador y muy creativo y por medio de programas monográficos sobre algún tema o artista.

En el caso de los reportajes o de los documentales suelen clasificarse en función de su carácter seriado o de obras únicas. Existen programas contenedores que emiten estas obras como es el caso de Documentos TV en Televisión Española. Es más frecuente que lo que se emita en televisión sean reportajes de tipo periodístico; sin embargo, en los últimos años está acompañando al desarrollo del documental cinematográfico y de creación una mayor presencia de éstos en las parrillas televisivas.

Los documentales se emiten tanto en las cadenas generalistas como en aquellos canales temáticos especializados en ellos y son el formato más potente que acoge la presencia cultural en televisión. Entre los canales temáticos especializados en documentales podemos destacar los estadounidenses Discovery Channel y National Geographic Channel -desde hace unos años contamos con la versión española de ambos canales en la plataforma de pago Digital Plus- o los franceses Odyssée, Paris Premiere o Planète o el italiano Cult Network Italia. Algunas artes disponen de canales especializados: ballet, ópera, música culta, música pop, etc. El canal franco-alemán Arte nacido en 1992 se ha asociado con otras televisiones públicas europeas, también con TVE que emite alguno de sus contenidos a través del programa La noche temática. En el caso español, Televisión Española tiene el canal Grandes Documentales–Hispavisión, dedicado a la cultura y a los movimientos sociales de raíz hispana, que se distribuye en Europa y en todo el continente americano; a través de esta señal es posible ver series documentales producidas por TVE, como Al filo de lo imposible, 2.Mil, Esta es mi tierra, Redes o Mil años de Románico.

El documental es un modo de representación de la realidad nacido en el cine, adaptado también a la televisión y que actualmente, con la indefinición creciente entre las distintas ventanas audiovisuales, tiene campo libre para desarrollarse con gran potencialidad y creatividad. Sin embargo, la mayor parte de los documentales emitidos en televisión corresponden al documental divulgativo, que busca ofrecer a un público amplio y con diferentes niveles de conocimiento unos conocimientos expuestos de forma atractiva, clara, sencilla y entretenida. A pesar del abaratamiento en los costes de producción logrado por las nuevas tecnologías en muchas ocasiones es necesario invertir grandes sumas de dinero para obtener piezas de calidad.

Es frecuente establecer subgéneros entre los documentales atendiendo a las distintas disciplinas artísticas o científicas que traten: históricos, de naturaleza, políticos, musicales, etc. Y las formas de construcción de estos documentales también pueden ser variadísimas: estructuras narrativas y no narrativas, entrevistas, voz en off, imágenes y sonidos de archivo, reconstrucciones dramatizadas, etc.

La realización del documental supone una importante inversión en medios humanos y creativos, en dinero, en tiempo e infraestructura.

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La realización de un documental es una laboriosa empresa que generalmente requiere muchos meses de preparación, filmación y posproducción. La producción de documentales suele ser sostenida por los canales de televisión potentes estadounidenses o por las grandes televisiones públicas europeas como es el caso de la BBC. También se frecuenta la vía de la coproducción en colaboración con instituciones, organismos, ong's, etc. A un nivel menos potente cuantitativamente, las productoras especializadas también producen obras documentales.

En los últimos años estamos asistiendo a un renacimiento de los trabajos documentales: se estrenan en las salas cinematográficas, las cámaras digitales facilitan la realización, la distribución a través del Dvd o de Internet facilita que lleguen al público, etc. Con todo ello parece estar desarrollándose esta forma de producción audiovisual.

Programas de ficción narrativa

La ficción es uno de los pilares de la televisión que se apoya en el la relación esencial entre el hombre y las narraciones como forma esencial de comprender su vida y de acompañarla; los relatos acompañan la vida del hombre, sean éstos orales, escritos, dibujados, cinematográficos, televisivos o en cualquier otro soporte material. La ficción televisiva se apoya en los mismos fundamentos que otros medios destinados al relato de historias: literatura, cine, cómic, mito, etc.

Este género abarca los programas de ficción narrativa, originales o adaptados, que implican la intervención de actores representando acciones determinadas, sean éstas improvisadas o proyectadas con anterioridad por medio de guiones; lo más habitual es que un equipo de guionistas prevea las situaciones y acciones, las tramas y estructuras, los diálogos, etc. de forma que se pueda prever y estructurar la labor de producción y realización. Los programas de ficción, salvo contadísimas excepciones, son productos "enlatados", es decir, realizados y editados con anterioridad a su emisión y archivados en una "lata" o el soporte vigente en ese momento.

La emisión de películas es un gasto importante para las cadenas que, para recuperarlo, tienen que hacer numerosos cortes publicitarios, lo que en la mayoría de los casos, se vuelve en contra del resultado de las audiencias. El cine es en muchos casos cuestión de prestigio y de marca. Cada vez menos gente consume grandes títulos en televisión, pero las cadenas -a excepción de Tele 5 que claramente se ha desmarcado de esta tendencia- necesitan títulos fuertes para afianzar su posición y su nombre -en ese sentido cabe destacar la campaña de on-air que hace Antena 3 cada vez que estrena un título como Spiderman y es que intrega su logo en la película-. En cambio, hay títulos como Pretty Woman que se ha puesto infinidad de veces en casi todas las cadenas de televisión y que siempre da buenos resultados de audiencia independientemente de los numerosos cortes publicitarios que tenga. Como siempre en televisión, nunca nadie tiene las claves.

Por otro lado, la ficción posibilita mejor que cualquier otro género el fenómeno de la repetición. Bien con reposiciones de series completas, como de episodios concretos – siendo el caso más paradigmático la emisión de Los Simpsons en Antena 3.

De Estados Unidos procedía la mayor parte de la ficción presente en las cadenas televisivas en nuestro país. Y actualmente parece que hay un resurgir de esta tendencia debido a la excelente calidad de los productos que exportan los americanos (Lost, Desperate Housewives, House, Prison Break,…) pero no hay que olvidar que la producción local es muy fuerte en nuestro país y que es un gran competidor para todo lo que venga de otros países. Bien cierto es que a mediados de los años 90 del siglo XX, se produjo un boom del producto nacional y se estrenaron en los horarios de máxima audiencia un gran número de series de producción

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propia. Actualmente existe toda una normativa comunitaria sobre emisión de producto europeo: las televisiones están obligadas a cumplir unas cuotas.

No existe un perfil de televidente concreto para la ficción televisiva. Salvo excepciones como los formatos claramente dirigidos público infantil, el resto de producciones suelen ir dirigidas a todos los públicos, siendo buena prueba de ello algunas de las series españolas más exitosas de los últimos tiempos como Médico de Familia, Cuéntame, cómo pasó o Aquí no hay quien viva protagonizadas por un entorno familiar con miembros de todas las franjas de edad.

Para el público en general, hablar de ficción en televisión es hablar de cine y de series. El cine sería un producto creado para un medio diferente pero que ya se ha incorporado a la cultura general como algo para ser visto en otras pantallas, también la televisiva; la serie sería así el género o subgénero más específicamente televisivo en el entorno de la ficción.

En España y en la actual oferta televisiva, las series de ficción son buscadas por los programadores, entre otras razones para fidelizar a las audiencias y para crear señas de identidad de la cadena reconocibles por los espectadores. El objetivo es que los espectadores asocien Cuéntame..., Aquí no hay quien viva o Los Serrano sin sombra de duda con TVE 1, Antena 3 o Tele 5. Las series españolas suelen compartir algunas características en su concepción y forma de construcción. Estos son algunos de sus parámetros:

Están apoyadas en un grupo reducido de personajes fijos; es más, la gran mayoría de las series, con independencia de que sean comedias o dramas, están protagonizadas por una pareja, incluso cuando su apariencia formal sea coral, algo que se evidencia mucho más en las telecomedias nacionales. Quimi y Valle en Compañeros, Diego y Lucía en Los Serrano. La tendencia de los últimos años ha sido la de producir series para todos los públicos por lo que a la pareja protagonista siempre la han rodeado secundarios que cubran todas las generaciones de audiencia; niños, adolescentes, jóvenes, adultos y ancianos.

La acción se desarrolla sobre el trasfondo de unos pocos decorados. Con ello se logra un notable ahorro. Todos ellos están realizados en estudio, lo que conlleva un absoluto control de los efectos, la iluminación o el posicionamiento de las cámaras.

La estructura de las tramas se amolda a los cortes publicitarios. Mientras en Estados Unidos las líneas dramáticas están claramente definidas para que al introducir los cortes se mantenga en vilo al espectador tras los comerciales, en nuestro país es muy habitual que los cortes de las series extranjeras se hagan arbitrariamente, en ocasiones incluso pisando frases de los personajes. Además la gran diferencia entre Estados Unidos y España es que allí los cortes publicitarios son muy breves, a diferencia de España que duran una media de 15 minutos.

Clasificación o categorías dentro de los programas de ficción:

Recogemos aquí con algunas modificaciones y actualizaciones la clasificación aportada por Jaime Barroso (1996):

1. Por su naturaleza, atendiendo a la dicotomía clásica en el tratamiento de la ficción según la cual la representación ficcional se inclinará hacia el drama, construyendo acciones y situaciones dolorosas que muestran conflictos humanos o bien acercándose a la comedia cuando en el relato predomina la dimensión placentera, festiva o humorística.

Ficción seria o drama. Sus manifestaciones oscilan entre la comedia dramática -dramedia- y la tragedia -drama de pasiones y consecuencias desmesuradas-. Según el tono: tragedia, drama, tragicomedia, melodrama.

Ficción ligera o comedia. La televisión ha incorporado casi todos los subgéneros o variantes de la comedia: ficción cómica o comedia cómica, de costumbres, de caracteres, de enredo, etc.

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2. Por su origen o procedencia: invención original o recreación.

Adaptaciones literarias, procedentes de la novela, el cuento, el teatro...

Adaptaciones de otros medios, como el propio cine, el cómic, el videojuego, la radio...

Originales televisivos, creaciones narrativas realizadas expresamente para la televisión. Han generado multitud de subgéneros: telecomedias, telenovelas, comedias de situación, culebrones, telefilmes, series, seriales, especiales, etc.-

Historias esqueje o spin-off, consistentes en ficciones que surgen de una historia precedente: se considera que un determinado personaje, una línea de la trama o algún elemento puede funcionar de manera independiente en una ficción autónoma. De esta forma se logra explotar el éxito de una obra anterior.

Historias basadas en un hecho real -factions-, que se sitúan entre los docudramas y los reality. Suelen explotar ciertos sucesos de gran impacto a la vez que procuran un modelo de producción económico -historias contemporáneas, de gente anónima, de dramas personales-.

3. Por su contenido. Se pueden establecer subgéneros, que vienen a ser concreciones de la primera consideración en dos grandes bloques: series dramáticas o comedias.

Teleteatro. Procede casi exclusivamente del medio teatral; hay algunos casos de narraciones convertidas al formato de la dramaturgia teatral para su producción en el medio televisivo.

Telecomedias. Obras originales para la televisión, basadas en la dramaturgia teatral, que se producen en estudio, en directo, con pocos escenarios y pocos personajes. Tienen su origen en los breves sketches escritos para los magacines para el lucimiento de sus presentadores. Sus historias se centran en las relaciones personales y están muy apoyadas en los diálogos. Son de programación diaria o semanal, según responda su estructura narrativa al modelo serial o a la serie de episodios autónomos.

Comedias de situación. Herederas de las telecomedias, generalmente actúan en tono de humor y clave de serie, aunque algunas se presentan en formato serial. Su finalidad es el entretenimiento, aunque en ocasiones incorporan la crítica o la moralización social, familiar habitualmente aludiendo a las cuestiones que están en ese momento tratándose en el ámbito de la opinión pública. Sus personajes responden al estereotipo de gente corriente y los conflictos giran en el entorno doméstico-laboral. Su programación más habitual responde a la frecuencia semanal. Habitualmente son historias con pocos personajes, las tramas se van cruzando en unos pocos escenarios interiores. Suelen desarrollar situaciones centradas en algunos de sus personajes que son fijos en los distintos episodios en un entorno fijo de amistades, familiar o laboral. Algunos ejemplos de comedias de situación: Friends, Siete vidas.

Seriales. Se trata de una variación de la serie televisiva, consistente en un extenso relato que va mostrándose a la audiencia de forma fragmentada, en unidades consecutivas, no autónomas. El orden de emisión y su seguimiento por el espectador es importante para el sentido de la historia. Su modo de programación habitual responde a la frecuencia diaria o semanal de sus episodios en entregas trimestrales.

Culebrones. Es una variante del serial; su peculiaridad primordial es el carácter melodramático de sus tramas y situaciones personales: exageración de los sentimientos y las pasiones; presentación de personajes muy buenos y muy malos; búsqueda del recurso emocional más fácil y directo; recursos de suspense potenciado por la estructura narrativa no recurrente, sin final, de sus episodios, que suspenden la solución del conflicto hasta la próxima entrega. Surgen en la década de los cincuenta, siendo sus antecedentes la radionovela o serial radiofónico de los años veinte y treinta. Su emisión suele ser diaria, en horario de sobremesa. Tradicionalmente eran de procedencia latinoamericana pero en los años ochenta se produjeron algunos en Estados Unidos como Dallas o Falcon Crest.

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Especiales tv, estrenos tv, En este gran bloque, Jaime Barroso (1996) incluye todo un conjunto muy variado y heterogéneo de trabajos: desde los pilotos de presentación de las series a los docudramas, pasando por las producciones de prestigio realizadas para una emisión autónoma. Como referente formal en su producción está el modelo del denominado cine clásico de Hollywood, es decir, privilegio del sistema formal de continuidad y estructuras lineales en tres actos; desde la técnica de producción están cerca de las películas de serie B: rapidez de rodaje, guión férreo, aplicación de la técnica de rodaje por máster, actores de reparto, etc.

Telefilmes. Las tv movies son películas realizadas directamente para su emisión en televisión. Presentan diferencias con respecto a las películas cinematográficas, como son las siguientes: su duración que oscila siempre entre la hora y media y las dos horas, la realización es más sencilla y busca adecuarse a lo específico de la imagen televisiva, se prevén los cortes publicitarios, suelen seguir a rajatabla el modelo de estructuración narrativa convencional, con tres actos, puntos de giro estratégicamente situados...; la producción es más modesta y el tiempo de realización también; las tramas son sencillas y los temas proceden con frecuencia de la realidad en relatos que se muestran como "basados en hechos reales" a los que se ha dotado de un carácter melodramático. Este tipo de producciones son generalizadas en Estados Unidos, mientras que en España son infrecuentes aunque algunas cadenas están fomentando últimamente su realización, especialmente en los ámbitos autonómicos. A raíz de la nueva legislación en torno a la cuota europea todas las televisiones generalistas han iniciado rodajes de tv movies durantes los dos últimos años.

Series dramáticas. Son producciones narrativas de alto nivel, con frecuencia realizadas cinematográficamente, y realizadas para una emisión s seriada. Su modo de programación más habitual es la periodicidad semanal de programación trimestral, trece capítulos de una hora de duración. Cada uno de los episodios es autónomo y conclusivo, aunque la serie desarrolla una narración de conjunto. Se ha recurrido con frecuencia a las adaptaciones de la literatura para el desarrollo de estas ficciones, pero no es así necesariamente. Se originan en los años sesenta y no han hecho más que evolucionar y crecer en influencia y calidad, en muchos casos. Actualmente se está alcanzando un altísimo grado de calidad en este tipo de obras, desde el punto de vista de la realización, de la creación, de la narración... Puede resultar significativo que la cinéfila y exquisita revista franceas Cahiers du cinéma dedicara a las series dramáticas uno de sus números especiales -centrándose en los casos de - o que en los congresos internacionales sobre cine se estén analizando este tipo de piezas, llegándose incluso a decir que una de las líneas con futuro y con un desarrollo creativo prometedor para la narración audiovisual está en este campo. Citamos algunas de las más relevantes: Policías de Nueva Yor, Twin Peaks, Star Trek, Urgencias, Doctor en Alaska, Expediente X, C.S.I., Mujeres desesperadas, Alias, Perdidos, Los Soprano, A dos metros bajo tierra, El ala oeste de la Casa Blanca o 24...

Miniseries. Son narraciones fragmentadas o dosificadas en el tiempo de emisión. Son relatos preparados para ser emitidos en dos o tres episodios. Cada capítulo se ofrece como relato no autónomo de estructura no recurrente; todos los episodios poseen una única trama principal que va resolviéndose, episodio tras episodio. Se podría considerar como un extensísimo largometraje. Suelen programarse diariamente durante tres o cuatro días consecutivos o, más frecuentemente, en fin de semana. Desde los contenidos, las miniseries pueden ser adaptaciones literarias como El abuelo o La Regenta, historias de la vida real como Padre Coraje o biografías de personajes célebres como Vicente Blasco Ibáñez, Miguel Hernández, Josep Pla o Salvador Dalí. Los episodios suelen cerrarse con un clímax que genere una expectativa en el espectador para engancharle al próximo episodio. Algunas miniseries famosas son Fortunata y Jacinta, Cañas y barro, La barraca, Yo Claudio, La vida de Leonardo da Vinci, Arriba y abajo, Raíces.

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El cine en televisión

El género de ficción más potente en televisión, por ahora, es un género externo a ella: el cine, los largometrajes de ficción -los cortometrajes son otra cosa-. Se trata evidentemente de un tipo de obras, de un género pensado para otro medio pero que su pase por televisión se ha convertido en algo natural e incluso consustancial. Las relaciones de amor-odio entre televisión y cine, desde todas sus perspectivas y fundamentalmente desde el ámbito de la producción son todo un mundo complejo pero de gran influencia en ambos mundos.

En las mutaciones que se están produciendo en las formas de recepción o consumo cinematográfico, la televisión tiene mucho que decir; así como el dvd, internet, los proyectores caseros del home-cinema, etc.

La calidad de las producciones cinematográficas está por ahora y en términos generales por encima de los demás productos televisivos; aunque ya hemos señalado los casos concretos del gran valor que tienen algunas de las series que se están realizando en la actualidad. Ese valor de calidad es lo que pesa más en la consideración del cine por parte de los programadores televisivos como una oferta de calidad. De todas maneras, el valor estratégico de programar cine está variando: con la aparición de la plataforma, el cable, etc., el cine no es un valor añadido para las televisiones generalistas. El cine es algo que las televisiones consideran que deben programar, aunque salga caro y, últimamente, poco rentable: por las cifras millonarias que se pagan, por la necesidad de insertar anuncios publicitarios, por la competencia del cada vez más potente mercado del dvd, y también de la piratería y de internet. Adquirir los derechos de emisión de una película para pasarla en horario nocturno supone un coste elevadísimo que no siempre se amortiza.

Lo habitual es que las cadenas emitan el cine en horario de prime time y que dispongan de dos o tres emisiones cinematográficas a la semana en estos horarios. Se suele emitir el cine más reciente, generalmente estadounidense, dejándose las producciones nacionales o el cine familiar para las tardes de los fines de semana. El cine más arriesgado o el cine clásico sólo tiene cabida en la televisión pública, en La 2, y en los canales temáticos.

Es frecuente en los últimos años la existencia de programas contenedores, con un horario establecido y conocido por el espectador, que sirven para la emisión en su interior de largometrajes cinematográficos: Cine de barrio, Versión española, ¡Qué grande es el cine!, Off cinema, etc.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA

AA.VV. (2003) Cahiers du cinéma. "Series, l’age d’or". Nº 581, julio-agosto 2003.

AA.VV. Anuario de Geca 2005

AA.VV. Revista Archipiélago nº 60. Sobre televisión y cultura

ÁLVAREZ BERCIANO, Rosa (2003) La comedia enlatada (De Lucille Ball a los Simpsons). Barcelona. Gedisa.

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CASCAJOSA VIRINO, Concepción (2005) Prime time. Las mejores series de televisión americanas, de C.S.I. a Los Soprano. Calamar Ediciones.

CORTÉS, José Ángel (2001) La estrategia de la seducción. La programación en la neotelevisión. Pamplona. Eunsa.

GARCÍA DE CASTRO, Mario (2002) La ficción televisiva popular. Barcelona. Gedisa.

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LACALLE, Charo (2001) El espectador televisivo. Los programas de entretenimiento. Barcelona. Gedisa.

PALACIO, Manuel (2001) Historia de la televisión en España. Barcelona. Gedisa.

RODRÍGUEZ PASTORIZA, Francisco (2003) Cultura y televisión. (Una relación de conflicto). Barcelona, Gedisa.

SALÓ, Gloria (2003) ¿Qué es eso del formato?: cómo nace y se desarrolla un programa de televisión. Barcelona. Gedisa.

http://recursos.cnice.mec.es/media/television/index.html

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