Habermas y La Teoria de Accion Comunicativa

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  • Captulo Cuarto

    Habermas y la Teora de la Accin Comunicativa.

    El giro comunicativo en la reconstruccin de la teora social.

    Una de las mayores dificultades a la hora de abordar la Teora de la Accin

    Comunicativa de Jrgen Habermas no es otra que la complejidad procedente de su intento

    por sintetizar en una gran metateora, una vasta y, aparentemente, contradictoria pltora

    de autores y tradiciones de procedencia dispar1. Su pretensin conciliadora de enfoques

    discursivamente divergentes en la reconstruccin comunicativa de la teora social, le lleva

    a una continua autocorreccin de sus propios criterios de clasificacin a lo largo del

    proyecto, que hace todava ms ardua la comprensin de su argumentacin. Por ello, la

    reconstruccin que aqu vamos a realizar de manera esquemtica, no deja de ser una

    interpretacin, dentro de las posibles, del camino emprendido por Habermas para

    reconceptualizar las teoras de la accin social en torno al proceso comunicativo que le es

    constitutivo, siguiendo, segn nuestro propio criterio de sistematizacin, los siguientes

    pasos definitorios:

    1. Redefinicin filosfica de los postulados epistmico-metodolgicos de las

    ciencias sociales .

    2. Reconceptualizacin de la accin social en trminos comunicativo-racionales:

    2.1. Definicin de la racionalidad para propsitos comunicativos.

    2.2. Proceso evolutivo de la racionalizacin sociocultural de las imgenes del

    mundo.

    2.3 La accin social y sus pretensiones de validez.

    2.4. Fundamentos y problemas de la accin comunicativa para con una

    formulacin metaterica en la Sociologa.

    3. El paradigma comunicativo en la reconstruccin de la teora social: 1 Giddens, A., Reason without revolution? Habermas theorie of Communicative Action, en Social Theory and Modern Sociology, Polity Press, Cambridge, 1987; p. 226.

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    3.1. Fundamentos comunicativos en la gestacin de la realidad social: el

    problema de la institucionalizacin del vnculo ilocucionario.

    3.2. La sociedad en dos niveles: Mundo de la vida y Sistemas sociales. El

    problema de la reconstruccin evolutiva de la sociedad desde el

    paradigma comunicativo.

    3.3. Fecundidad del paradigma comunicativo en el diagnstico de las

    sociedades modernas. El problema de la racionalidad prctica y la

    colonizacin del Mundo de la Vida.

    1. Redefinicin filosfica de los postulados epistmico-metodolgicos de las ciencias

    sociales.

    Tal como se desprende de uno de los principales trabajos preparatorios de la teora de

    la accin comunicativa de Habermas2, el paso original de una teora cientfica del

    conocimiento en torno al sujeto trascendental a una teora comunicativa, que tiene por

    cimientos del conocimiento una comunidad indefinida de comunicacin (Peirce), hay que

    buscarlo inicialmente en la fenomenologa de Husserl. En sus Meditaciones Cartesianas3,

    Husserl distingue dos lneas de desarrollo de los presupuestos fenomenolgicos del ego

    cogito cartesiano4, como son el reino de la experiencia trascendental del yo que se entrega

    a la evidencia natural (ciencias positivas), y la crtica de la experiencia transcendental de

    conocimiento, a travs de la cual se podran establecer las bases de una ciencia

    subjetiva del conocimiento trascendental5. El problema fundamental de una filosofa

    fenomenolgica del conocimiento es la destruccin de un concepto objetivo del mundo,

    pues la realidad slo est dada para mi en cuanto sujeto con conciencia6. La restitucin

    2 Habermas, J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentacin de la sociologa en trminos de teora del lenguaje, en Teora de la accin comunicativa. Complementos y estudios previos, Ctedra, Madrid, 1989 (1 edicin alemana 1984). 3 Husserl, E. (1929-34), Meditaciones Cartesianas, FCE, Madrid, 1985. 4 El ego cogito sujeto trascendental se presenta como la base apodcticamente cierta de todo conocimiento, y consecuentemente, la piedra angular de toda filosofa radical que parte de s misma en la construccin de dicho conocimiento. De esta manera, frente a una realidad natural ontolgicamente existente per se, la realidad se configura para ego como un cogitatum de su proceso de conciencia (cogito), es decir, en una mera pretensin de realidad, una pura apariencia fenomenolgica. El mundo objetivo deviene, de esta forma, en universo de fenmenos que solamente existen en cuanto me son dados en la experiencia, en cuanto existen para mi, perdiendo con ello su entidad objetivo-ontolgica. Ibd., pp. 59-65. 5 Ibd., pp. 75-77. 6 Ibd., p. 62.

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    de una experiencia constatativa del mundo, tras perder su ontologa natural, slo puede

    armarse en la experiencia de un otro yo con conciencia, es decir, en la

    intersubjetividad abstrada de una intercambiabilidad de posiciones perceptivas con

    otros alter-egos7, con la evidencia de que alter-ego, en virtud de su propia conciencia,

    tiene una existencia independiente a la ma y es capaz de constatar el mundo por su

    propio cogito8.

    Habermas encuentra una seria limitacin en este razonamiento husserliano, como no

    es otra que la percepcin del otro siempre ser dada como un para mi, de cuyo

    solipsismo no debe concluirse una identidad perceptiva; en definitiva: no existe una

    reciprocidad completa de perspectivas porque no existe un proceso comunicativo en el

    que ego y alter definan conjuntamente la situacin, sino que uno y otro constatarn su

    realidad independiente y autnomamente9. Frente al intercambio de posiciones espaciales

    en Husserl, Habermas puntualizar que las perspectivas perceptivas slo pueden

    intercambiarse bajo el supuesto de que se haya establecido ya una reciprocidad completa

    entre todos los sujetos participantes y se haya objetivado en perspectivas de un mundo

    social comn. En lugar de espacio fsico tenemos aqu espacio social10.

    7 Dado por supuesto que todos los sujetos, como co-esencia de un mismo sujeto trascendental, tienen una misma forma de percibir el mundo, es decir, una identidad noemtica aunque desde diferentes ubicaciones intencionales noticas. 8 Ibd., pp. 169-171. Tambin, Husserl, E., (1934-37), La crisis de las ciencias europeas y la fenomenologa trascendental, Crtica, Barcelona, 1990; pp. 192-196. 9 En Mead, con la doble destruccin de la objetividad, pues la realidad compartida se destruira ontolgicamente en la misma praxis social en la que se reconstruye continuamente base argumentativa del postestructuralismo y de la etnometodologa, el problema de la realidad constatativa encuentra su solucin en la referencia a un tercero (neuter) que hace visible la regla social al enjuiciar la correccin del comportamiento de ego y alter (Mead, G.H. (1927), Espritu, Persona y Sociedad, Paids, Barcelona, 1982; pp. 181-193). Habermas, en su bsqueda de unos principios universales de validez, difiere la objetividad a los argumentos susceptibles de ser aceptados por una comunidad indefinida de comunicacin (Peirce), es decir, a su comprensin en trminos de racionalidad. El reconocimiento fctico, en consecuencia, sera dependiente de su validezdiscursiva. Habermas, J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentacin de la sociologa en trminos de teora del lenguaje, op. cit., pp. 96-99. 10 Ibd., p. 56. Sin embargo, Habermas no explora la otra implicacin presente a este respecto en la fenomenologa, como es que el modo notico del ser de ego se construye por mediacin de los objetos percibidos como horizontes intencionales de vivencia (Husserl, 1929-34: 93-95). Cuando ego percibe a alter como objeto intencional de su conciencia intencionalidad notica, ego se constituye a s mismo tambin como alter-ego (Husserl, 1929-34:153-160); es decir, que, forzando la interpretacin en sentido meadiano, ego asume la posicin de alter que en su vertiente social vendra conceptualizada en el sentido de rol social, a travs de la cual puede definir su propia posicin perceptiva-social. Como veremos, el ignorar este segundo planteamiento de la fenomenologa husserliana de la reciprocidad de perspectivas en favor de la recuperacin de un hecho constatativo-objetivo del entendimiento intersubjetivo tal como representa el lenguaje para los procesos comunicativos, le supondr a Habermas graves problemas en su posterior tentativa de reducir los procesos de integracin social, como entrelazamiento de acciones sociales, al vnculo ilocucionario del lenguaje desprovisto de toda intencionalidad notica, esto es, de su correlato en la construccin de una personalidad psquica que asuma las reglas de juego del entendimiento social con

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    Habermas va a utilizar como vnculo terico para realizar este giro de la

    fenomenologa a la intersubjetividad, los presupuestos de la constitucin de la sociedad

    de Simmel y de los juegos del lenguaje de Wittgenstein. Simmel va a tomar el relevo de

    la pregunta transcendental kantiana de cmo es posible el conocimiento de la naturaleza

    traspasndola a la constitucin de la sociedad11. Si la realidad natural es un producto de la

    percepcin exterior de un sujeto cognoscente trascendental, la unidad social se construye

    a partir de los elementos conscientes que la constituyen los actores sociales, y

    consecuentemente, no necesita de sujeto trascendental alguno que la mire desde fuera: la

    realidad social se mira a s misma desde dentro. En conclusin, la sociedad se instituye

    a travs de las operaciones sintticas de muchos sujetos cognoscentes al reconocerse

    mutuamente entre s como sujetos con conciencia, y por ello, al igual que las ciencias

    del espritu del Dilthey, necesitar de un tratamiento metodolgico propio como objeto

    de investigacin. Precisamente, Wittgenstein nos va a ofrecer este acercamiento

    metodolgico a la intersubjetividad a partir de una filosofa del lenguaje, cuya ventaja

    terica frente a la fenomenologa no va a ser otra que depurar del modelo de la praxis

    lingstica las vivencias intencionales de los sujetos que integran la realidad social12.

    En la comparacin de las reglas gramaticales con las reglas de juego, se evidencian

    en las interacciones lingsticas ciertos patrones que se repiten habitualmente, y que

    pueden ser aprehendidos bajo diferentes aspectos. En primer lugar, el aprendizaje de las

    reglas generativas de significatividad requiere de una competencia lingstica que

    nicamente puede ser adquirida en la prctica; es decir, que la capacidad cognitiva para

    entender una regla exige previamente un aprendizaje operativo de comportamiento

    know-how conforme a la regla13. En segundo lugar, segn el modelo del juego, toda

    una intencionalidad subjetiva propia racionalidad estratgica versus comunicativa. Para una relectura fenomenolgica de la intencionalidad de los actos de habla, ver: Martnez, V., J.R. Searle: de los actos de habla a la intencionalidad. Una valoracin fenomenolgicolingstica, Revista de Filosofa, n5, 1992, pp. 67-97. Para los problemas que la fenomenologa le presenta a la accin comunicativa, ver: Jimnez Redondo, M., Problemas de construccin en teora de la accin comunicativa, Daimon, n 1, 1989, pp. 133-158; y tambin, Introduccin, en J. Habermas y E. Husserl, Conocimiento e Inters y la Filosofa en la Crisis de la Humanidad Europea, Universitat de valncia, valencia, 1996. 11 Ver, Habermas, J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentacin de la sociologa en trminos de teora del lenguaje, op. cit., pp. 33-38. 12 Ibd., pp. 64-76. Ver tambin: Hekman, S., Some Notes on the Universal and Conventional in Social Theory: Wittgenstein and Habermas, The Social Science Journal, v. 20, 1983, pp. 1-15. 13 Piaget utilizar tambin un juego, como es el de las canicas, para investigar la formacin del juicio moral en el nio, que le va a permitir en su ltimo estadio la codificacin cooperativa de reglas, consensuadas con otros nios antes de empezar el juego. Piaget, J. (1932), El Criterio Moral en el Nio, Fontanella, Barcelona, 1971.

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    regla va a necesitar de un consenso previo entre sus participantes sobre la vigencia y

    validez de la misma, donde su obligatoriedad estar condicionada al reconocimiento

    intersubjetivo por parte del grupo de comunicantes14. Y por ltimo, las reglas lingsticas

    del entendimiento son reglas constitutivas, que producen una nueva forma de

    comportamiento social, y, en consecuencia, un nuevo tipo de realidad social.

    La crtica de Habermas a Wittgenstein empieza por dudar del carcter de juego del

    lenguaje, puesto que si el juego nos retrotrae a situaciones marginales y ldicas de la vida

    social, el lenguaje, al estar referido a algo en el mundo, siempre hay que tomrselo en

    serio15. Pero donde Habermas va a encontrar ms deficiencias en la teora de los juegos

    del lenguaje es en su pretendido carcter intersubjetivo. El anlisis de Wittgenstein se va

    a detener en el reconocimiento de reglas, sin entrar en la relacin recproca que a travs

    de las mismas pone en conexin a los hablantes. La introduccin de este requerimiento en

    la teora de la intersubjetividad es necesaria para transformar las vivencias intencionales

    de los sujetos actuantes el horizonte intencional de la fenomenologa en expectativas

    mutuas de comportamiento fundamental para una teora de la accin. Es precisamente

    esta concordancia de expectativas la que posibilita que los sujetos se encuentren en una

    accin social, de modo que puedan compartir el significado simblico de dicha

    expectativa de accin por su identificacin con una regla social. La necesidad de incluirse

    mutuamente en sus respectivas expectativas de accin es lo que determina a los sujetos a

    encontrarse en un contexto comn de reglas y significados. En definitiva, y en

    concordancia con la teora de la apropiacin de rol de Mead, los sujetos slo se han

    formado y convertido en sujetos capaces de lenguaje y accin a travs de actos de

    reconocimiento recproco16. Habermas achaca a Wittgenstein el haber pasado por alto

    la doble estructura de los actos de habla el nivel locucionario de la inteligibilidad y el

    nivel ilocucionario de las pretensiones de validez por un anlisis holista del lenguaje 14 Aqu encontramos el ingrediente esencial de la vinculacin entre la intersubjetividad de la realidad social y la validez de las estructuras lingsticas. La crtica de Habermas a Wittgenstein va a incidir sobre este punto, con la inestimable ayuda de Mead. Ver: Tully, J., Wittgenstein and Political Philosophy: Understanding Practices of Critical Reflection, Political Theory, v. 17, 1989, pp. 172-204; Castillo, R., Herramientas y expresiones: el naturalismo de Wittgenstein, Volubilis, n 6, 1997, pp. 70-117; Cooke, M., Language and Reason. A study of Habermass Pragmatics, MIT, Cambridge (Mass.), 1994; Taylor, Ch., Language and Society, en Honneth A., y Joas, H., Communicative Action. Essays on J. Habermass the Theory of Communicative Action, Polity Press, Cambridge, 1991, pp. 23-35. 15 No obstante, como dira J. Huizinga, Lo serio trata de excluir el juego, mientras que el juego puede muy bien incluir en s lo serio; Huizinga, J. (1938), El concepto de juego y sus expresiones en el lenguaje, en Homo Ludens, Alianza, Madrid, 1990; p. 62.

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    como juego, que le hace perder de vista las condiciones pragmticas por las que las

    interacciones lingsticas pueden convertirse en el objeto de la experiencia prctica-

    social. Por consiguiente, la nica forma de aprovechar la teora de los juegos del

    lenguaje para la construccin de una teora de la realidad social intersubjetiva, pasara

    por resituarla en el marco de una pragmtica universal, donde la reciprocidad de

    expectativas de la teora de la accin reformulacin sociolgica de la vivencia

    intencional fenomenolgica pueda llegar a estudiarse desde el vnculo ilocucionario de

    las pretensiones de validez en los actos de habla.

    Con el recurso a una pragmtica universal, las estructuras generales del mundo de la

    vida que trataba de clarificar la fenomenologa17, se transforman en estructuras generales

    de una forma comunicativa de vida18. De este modo, la racionalidad adscrita a una

    teora de la accin, puede estudiarse desde la perspectiva de una competencia

    comunicativa de las estructuras generativas del entendimiento lingstico, devolvindole

    a la misma, frente a determinaciones socio-histricas contingentes, su carcter universal

    anticipado en la filosofa trascendental kantiana. No obstante, los actos de habla

    contendrn ambas determinaciones: una condicin de inteligibilidad asociada a una

    gramtica generativa universal (Chomsky), y unas pretensiones de validez de los

    16 Habermas, J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentacin de la sociologa en trminos de teora del lenguaje, op. cit., p. 72. 17 Desde la teora del conocimiento, la fenomenologa ya habra sido explotada como marco para la reconstruccin sociolgica de la realidad social por A. Schtz, y sus discpulos Berger y Luckmann. El problema que Habermas entrev en estos intentos, aun reconociendo la vala de sus formulaciones tericas, es la relacin paradjica entre una actitud natural hacia el mundo y el carcter intersubjetivo de la realidad social. La fenomenologa, que toma por punto de partida de sus reconstrucciones la conciencia de un sujeto cognoscente, aun admitiendo que la realidad social es una realidad construida desde la conciencia de sus actores, no puede sino reificar la sociedad en el momento de conocimiento dado a la conciencia como una realidad exterior al individuo que se le enfrenta. En consecuencia, la realidad social, al igual que en el anlisis de Durkheim, es una realidad sui generis que se impone en la socializacin sobre el individuo. La intersubjetividad, por el contrario, postula una realidad negociada entre sus actores, que exige de stos una responsabilidad reflexiva hacia las normas sociales en clave kantiana de una razn prctica que se autodetermina en su autonoma por la asuncin de reglas racionales, en cuyo momento crtico se va a destruir el carcter ontolgico de la realidad social, que haba sido presencializado en la fenomenologa como una actitud natural hacia el mundo. Desde el punto de vista de la intersubjetivad, la realidad en cuanto percepcin significativa del mundo fsico, social y subjetivo es un producto o rendimiento comunicativo, que nicamente puede objetivarse al conocimiento en la actitud realizativa de una pretensin de validez discursiva. Ver, por ejemplo, la distincin realizada por Strawson entre hechos y objetos. Strawson, P. F., Ensayos lgico-lingsticos, Tecnos, Madrid, 1983; Habermas, J., Teoras de la verdad, en Teora de la accin comunicativa: complementos y, op. cit., pp. 117 ss. Ver tambin: Belardinelli, S., La teora consensual de la verdad de J. Habermas, Anuario Filosfico, v 24, n1, 1994, 115-123; Pereyra, C., Teora de la verdad-consenso, Zona Abierta, n 48-49, 1988, pp. 161-176; Swindal, J., Reflection Revisited. Jrgen Habermass Discursive Theory of Truth, Fordham Univ. Press, Nueva York, 1999. 18 Habermas, J., 1970-71, pp. 77 ss.

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    enunciados afiliados a las condiciones contingentes de reconocimiento recproco de la

    intersubjetividad, a travs de cuyas estructuras de significatividad los enunciados e

    interpretaciones de la accin pueden encontrar un sentido comn19. En palabras de

    Habermas:

    La inteligibilidad es la nica pretensin universal (a satisfacer de forma inmanente al lenguaje)

    que los participantes en la comunicacin pueden exigir de una oracin. En cambio, la validez del

    enunciado que se hace depende de si ste refleja o no una experiencia o un hecho; la validez de la

    intencin expresada depende de si coincide con la intencin que tiene en mientes el hablante, y la

    validez del acto de habla ejecutado depende de si ese acto se ajusta a un transfondo normativo

    reconocido. Mientras que una oracin gramaticalmente correcta satisface la pretensin de

    inteligibilidad, una emisin o manifestacin lograda ha de satisfacer tres pretensiones de validez:

    tiene que ser considerada verdadera por los participantes, en la medida en que refleja algo

    perteneciente al mundo; tiene que ser considerada veraz, en la medida en que expresa las

    intenciones del hablante, y tiene que ser considerada normativamente correcta, en la medida en

    que afecta a expectativas socialmente reconocidas.20

    Estas tres dimensiones de la pragmtica formal vienen a exigir, para su

    transformacin en pretensiones de validez discursivas, de la fundamentacin previa de

    una teora de la verdad, de una teora de la intencionalidad (racionalidad), y de una teora

    de la integracin-coordinacin de las expectativas sociales. Estas dimensiones nos van a

    demandar, en la definicin de un programa metodolgico para las ciencias sociales, tres

    determinaciones estratgicas para el acercamiento intersubjetivo a la realidad social en el

    mbito epistemolgico.

    La primera de estas decisiones metatericas para la inflexin comunicativa de una

    teora de la verdad en las ciencias sociales, es la eleccin entre observacin y sentido

    en la constitucin de nuestro objeto de estudio. La observacin va a hacer referencia al

    comportamiento (behavior) y regularidades comportamentales que pueden ser

    observadas, mientras el sentido se va a referir a las acciones (action) que deben

    comprenderse en trminos de significatividad. Las ciencias sociales tendrn que situarse

    en su desarrollo, de este modo, dentro de un programa objetivista, encaminado al

    estudio de las regularidades comportamentales como datos empricos susceptibles de 19 Sobre la tensin entre universalidad estructural e intersubjetividad significante, ver: Villegas, L., Algunos problemas de las ciencias reconstructivas, Agora, n 14, 1995, pp. 31-39.

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    tratamiento estadstico, o dentro de un programa en referencia a Husserl y Dilthey

    subjetivista21. Tal como lo expresa Habermas:

    Voy a llamar subjetivista a un programa terico que conciba la sociedad como un plexo

    estructurado en trminos de sentido; y, por cierto, como un plexo de manifestaciones y estructuras

    simblicas que es constantemente generado conforme a reglas abstractas subyacentes. La teora se

    plantea como tarea de reconstruccin de un proceso generativo del que brota una realidad social

    estructurada en trminos de sentido; en cambio, llamo objetivista a un programa terico que

    entienda el proceso vital que es la sociedad, no desde dentro como un proceso de construccin, es

    decir, de generacin de estructuras dotadas de sentido, sino desde fuera como un proceso natural

    que puede observarse en sus regularidades empricas y explicarse con la ayuda de hiptesis

    nomolgicas.22

    Si nuestra primera eleccin metodolgica se orienta hacia las estructuras de sentido

    de la accin social, se nos presenta inmediatamente una segunda decisin metaterica,

    como se deriva de dos concepciones opuestas de la teora de la accin intencional

    (racionalidad) segn se refiera, por un lado, a una accin instrumental con arreglo a fines

    vuelta al concepto ontolgico-objetivo del mundo de la actitud natural

    fenomenolgica, , por el otro lado, a una accin comunicativa mundo construido y

    negociado en el proceso de interaccin simblicamente mediado23. Uno y otro tipo de

    versiones cognitivas sern tambin referidos a dos tipos distintos de racionalidad: una

    racionalidad cognitivo-instrumental, asociada a una posicin realista, que asume el

    supuesto ontolgico del mundo; y una racionalidad comunicativa, que desde una posicin

    intersubjetiva conforma el mundo desde su reconocimiento por parte de una comunidad

    de sujetos inscritos en una misma prctica comunitativa, y segn unas pretensiones de

    20 Habermas, J. (1976), Qu significa pragmtica universal?, en Teora de la accin comunicativa: complementos y, op. cit., pp. 327-328. 21 Sobre la relacin entre subjetividad y razn comunicativa, ver: Arce, J.L., Subjetividad y racionalidad comunicativa en J. Habermas, Anales del Seminario de Metafsica, n 28, 1994, pp. 59-84. 22 Habermas, J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentacin de la sociologa en trminos de teora del lenguaje, op. cit., pp. 25-26. La diferencia entre explicacin y comprensin se puede retrotraer hasta Weber (Weber, M. (1922), Economa y Sociedad, FCE, Madrid, 1993; p. 12). Emilio Lamo tambin se ana a este planteamiento: Pues lo nico comprensible (en el sentido tcnico de Verstehen) son las acciones; las resultantes se explican, pero no se comprenden. Y no es por ello posible deducir de las leyes de la accin las leyes sociales; unas y otras son independientes (Lamo de Espinosa, E., La sociedad reflexiva. Sujeto y objeto del conocimiento sociolgico, Centro de Investigaciones Sociolgicas, Madrid, 1990; p. 108). 23 Habermas, J. (1970-71), Lecciones sobre una fundamentacin de la sociologa en trminos de teora del lenguaje, op. cit., pp. 27-29.

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    validez para alcanzar el consenso. Puesto que el inters de Habermas se asienta en los

    procesos comunicativos capaces de llegar a coordinar las acciones sociales, esto es, de

    generar una integracin social como condicin de posibilidad de la sociedad misma, se

    hace manifiesto que su exploracin intelectual enfocar su micro-macroscopio hacia las

    condiciones racionales bajo las cuales se puede generar dicho consenso intersubjetivo.

    En esto consiste, precisamente, la tercera de las determinaciones metatericas: la

    eleccin, para el estudio de una teora de la integracin y coordinacin de las

    expectativas sociales de la accin, entre un planteamiento elementalista afiliado al

    individualismo metodolgico de la micro-sociologa, un planteamiento holista

    caracterstico de las teoras estructuralistas-sistmicas de la macro-sociologa24. El

    modelo de la comunicacin lingstica va a formularse, precisamente, como un puente

    entre ambos enfoques, gracias al cual la relacin de intersubjetividad de una teora

    generativa de la sociedad las estructuras comunicativo-racionales de una pragmtica

    universal pueden engarzarse con una teora de la socializacin; es decir, fungir en un

    mismo modelo las reglas abstractas de la pragmtica comunicativa para la generacin de

    las relaciones intersubjetivas que configuran la realidad social, con los procesos de

    socializacin-aprendizaje en los que los sujetos-actores se autoconstituyen en el ejercicio

    y desarrollo de su competencia comunicativa.

    El otro problema fundamental al que tiene que hacer frente, desde el punto de vista

    de la constitucin del conocimiento la propuesta metaterica de la accin comunicativa,

    es la relacin existente entre el mundo de la experiencia prctica y la experiencia de

    conocimiento terico. La dificultad para determinar est vinculacin es el concepto

    mismo de experiencia como evidencia, que haba sido disociado del concepto

    intersubjetivo de verdad procedente de Peirce25. La tentativa de volver a vincular ambas

    por mediacin de unos intereses cognoscitivos en Conocimiento e Inters, como vimos,

    le va a granjear a Habermas duras crticas por caer de nuevo en el riesgo de una

    autoconstitucin transcendental del conocimiento. La reformulacin de la accin

    intencional como accin comunicativa, haba permitido salvar, transitoriamente, los

    intereses de conocimiento como referentes pragmticos de la unidad de accin en el 24 Ibd., pp. 29 ss. Para el debate generado en los aos 70-80 entre la micro y la macro sociologa, se puede consultar: Alexander, J., Giesen, B., Mnch, R., Smelser, N., Luhmann, N., Coleman, J., (ed.), The micro-macro link, University of California Press, Berkeley, 1987.

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    discurso, que eventualmente se transformaban as en pretensiones de validez discursivas

    de la verdad inters objetivo-natural, de la rectitud inters prctico-hermenutico, y de la veracidad inters crtico-emancipatorio. Sin embargo, en ningn caso qued clarificado como se poda efectuar el traspaso de un conocimiento

    fundamentado en la experiencia como evidencia, a un conocimiento discursivo que,

    prescindiendo de cualquier relacin con la experiencia en la determinacin de su verdad,

    sin embargo, quedase referido a la misma. Este hiato Habermas lo va a encontrar en la

    formulacin de los tres mundos de conocimiento de K. R. Popper.

    En una conferencia impartida en 1967, Popper vena a introducir su concepcin de

    los tres mundos de la siguiente manera26:

    podemos distinguir los tres mundos o universos siguientes: primero, el mundo de los objetos

    fsicos o de los estados fsicos; en segundo lugar, el mundo de los estadios de conciencia o de los

    estados mentales o, quiz, de las disposiciones comportamentales a la accin; y en tercer lugar, el

    mundo de los contenidos del pensamiento objetivo, especialmente, de los pensamientos cientficos y

    poticos y de las obras de arte.27

    El concepto de mundo en Popper va a estar referido a la forma en que los estados de

    cosas pueden existir, y en cuanto que existen per se, van a incluir en su determinacin un

    estatus ontolgico independiente de la conciencia fenomenolgica segundo mundo28. No obstante, y pese a la crtica al empirismo, Popper va a entender que las interacciones

    entre el primer mundo y el tercer mundo van a venir mediadas por el segundo, es decir,

    por la conciencia, que por una parte se hace consciente de los productos objetivados del

    pensamiento, y, por la otra parte, tiene la posibilidad de actuar en el primer mundo de

    los estados fsicos accin instrumental. De este modo, se podra distinguir entre dos tipos diferentes de conocimiento, segn tengan su residencia en el segundo o tercer

    mundo. Popper explicita estos dos tipos de conocimientos como: 25 Habermas, J., Teoras de la verdad, op. cit., pp. 121-140. 26 Popper, K, R., Epistemologa sin sujeto cognoscente, ponencia presentada en el Tercer Congreso Internacional de Lgica, Metodologa y Filosofa de la Ciencia, Amsterdam, 1967; recopilado en Popper, K. R., Conocimiento Objetivo, Tecnos, Madrid, 1988, pp. 106-146. Para una profundizacin en la conceptualizacin de los tres mundos, tambin se puede consultar: Popper, K., Los mundos 1, 2 y 3, en Popper, K., y Eccles, J., El Yo y su cerebro, Labor, Barcelona, 1993; pp. 41-57. 27 Popper, K., Epistemologa sin sujeto cognoscente, op. cit. p. 106.

  • 229

    (1) conocimiento o pensamiento en sentido subjetivo que consiste en un estado mental o de

    conciencia, en una disposicin a comportarse a reaccionar, y (2) conocimiento o pensamiento en

    sentido objetivo, que consiste en problemas, teoras y argumentos en cuanto tales. El conocimiento en

    este sentido objetivo es totalmente independiente de su creencia o disposicin a asentir o actuar. El

    conocimiento en sentido objetivo es conocimiento sin conocedor: es conocimiento sin sujeto

    cognoscente.29

    El acercamiento al tercer mundo de los conocimientos objetivos por parte de la

    conciencia, siempre va a venir enmarcado en un proceso de aprendizaje por el cual la

    conciencia razn se expone a las autoevidencias lgicas existentes en el tercer mundo30, en cuya apropiacin cognoscente se reconstruiran subjetivamente los

    productos del pensamiento objetivos reunidos bajo la forma de saber humano31. La

    relevancia de ese planteamiento para Habermas, reside en el componente estructural

    del tercer mundo respecto de la conciencia humana, a travs del cual se puede dar salida

    al nudo gordiano de la universalidad como intersubjetividad de la pragmtica formal.

    La otra ventaja estriba en el carcter evolutivo de la teora del conocimiento popperiana,

    que deja abierta la puerta para un aprendizaje acumulativo de la especie en trminos de

    racionalidad.

    Una vez introducido con Popper el concepto de mundo para una teora del

    conocimiento, Habermas va a tomar el relevo de Jarvie32 en su explotacin de las bases

    28 Popper admite que su tesis sobre un tercer mundo objetivo, en similitud a la teora de las formas de Platn, peca de un cierto realismo ingenuo, en el que tambin se incluyen aproblemticamente un mundo fsico y un mundo de estados de conciencia. Ibd., 107. 29 Ibd., p. 108. 30 Al igual que el estructuralismo, presuponemos un conjunto de estructuras de pensamiento universales e innatas que permiten a todo ser humano seguir un mismo proceso lgico en el que se evidencian verdades universales, como que 2+2=4 , y/o la misma capacidad de comprensin y manejo del lenguaje. 31 Popper, K. Los Mundos 1, 2 y 3, op. cit., pp. 45 ss. La autonoma del tercer mundo se patentiza en que debe ser descubierto; es decir, una vez construido un sistema de nmeros naturales, la divisin entre nmeros pares e impares existe per se, incluso antes de que sea descubierta y puesta a disposicin del conocimiento como saber. Otra forma de plasmar su autonoma deriva de su cosificacin o incorporalidad en soportes materiales como libros, medicinas, etc. El conocimiento objetivo es, de esta guisa, un conocimiento objetivado; es un producto humano que sin embargo, en cuanto se objetiva y queda a disposicin va comunicativa de otros individuos que no lo produjeron, adquiere autonoma. Popper, K., Epistemologa sin sujeto cognoscente, op. cit. pp. 114-117. La tentacin de comparar este proceso con la dialctica hegeliana es patente en Habermas, a lo que se puede aadir el proceso discursivo como mecanismo de reificacin del conocimiento en pretensiones de verdad. 32 Jarvie, I.C., Concepts and Society, London, 1972.

  • 230

    epistemolgicas de las ciencias sociales33. Bajo el horizonte metaterico de la teora de la

    accin comunicativa, Habermas va a efectuar una redefinicin del concepto de mundo

    en tres sentidos fundamentales: a) sustituir el concepto ontolgico de mundo por un

    concepto de mundo planteado en trminos de teora de la constitucin de la experiencia34;

    b) definir el concepto del saber cultural como algo diferenciado en distintas pretensiones

    de validez, que nos permita explicar las acciones sociales no nicamente en trminos de

    verdad propositiva, sino tambin valorativa, expresiva, etc.; y c) descargar al concepto de

    mundo de sus connotaciones ontolgicas, donde los tres mundos popperianos se destacan

    conjuntamente como un sistema de referencia en el que se enmarca, en cuanto distintas

    dimensiones y posibilidades de racionalidad, los procesos de comunicacin35. En

    resumen, la existencia de tres mundos dados a la conciencia como posibilidades de

    interaccin cognitiva, exigen de sus respectivas pretensiones de validez para que sean

    susceptibles de hacerse comunicables racionalmente, y en consecuencia, de socializarse

    intersubjetivamente. Estos tres mundos, y las relaciones que con ellos puede sostener un

    actor social, para Habermas son los siguientes:

    (1) el mundo objetivo (como conjunto de todas las entidades sobre las que son posibles

    enunciados verdaderos); (2) el mundo social (como conjunto de todas las relaciones

    interpersonales legtimamente reguladas); y (3) el mundo subjetivo (como totalidad de las

    vivencias del hablante a las que ste tiene un acceso privilegiado).36

    33 Para la siguiente exposicin, ver Habermas, J. (1981), Teora de la Accin Comunictiva, vol I. (TAC-I), Taurus, Madrid, 1992; pp. 112-122. 34 Es aqu donde Habermas introduce la diferenciacin de la categora popperiana del tercer mundo (productos de la mente humana) en dos sentidos: como acervo cultural compartido por una comunidad de comunicacin constitutiva del mundo de la vida; y como elaboracin intelectual que se inscribe en la tradicin cultural como tema y que exige de una actitud reflexiva frente a los patrones de interpretacin cultural del mundo de la vida. Sin embargo, desde nuestra propia interpretacin, no creemos que se pueda equipar el concepto de tercer mundo de Popper ni con una ni con otra categora sealada por Habermas, pues la segunda, que se acercara ms al concepto de productos del pensamiento como esfera autnoma de existencia (independientemente de la comunicacin, pues existe en cuanto lgica pura que necesita ser descubierta), Habermas la refiere como una consecuencia de la primera en cuanto prctica comunicativa (donde se gestaran los significados y la propia racionalidad en clave intesubjetiva), quebrantando con ello la autonoma del tercer mundo como dimensin de las ideas puras, y al mismo tiempo la propia pretensin de Habermas de fundar principios de racionalidad universales (ver la crtica de Habermas a Klein y Toulmin sobre los principios de racionalidad para una teora de la argumentacin en TAC-I, pp. 49-63). 35 Ibd., pp. 119-122. 36 Ibd., p. 144.

  • 231

    En consecuencia, cada acto de habla contiene en s mismo una referencia hacia el

    mundo objetivo teora de la verdad como comprensin y definicin ontolgico-objetivante del mundo, hacia el mundo social teora de la accin y coordinacin de expectativas sociales , y hacia el mundo subjetivo teora de la intencionalidad (racional) de la accin, que posibilita la construcin de la realidad desde el momento realizativo del entendimiento intersubjetivo-lingstico. Desde la filosofa del

    lenguaje como marco metaterico, la relacin que todo actor social puede establecer

    con cada uno de estos mundos pasa necesariamente por las pretensiones de validez que

    son constitutivas para cada uno de ellos: Mundo-1: verdad propositiva (el enunciado del

    hablante es verdadero en el sentido de que se cumplen las condiciones de existencia del

    contenido proposicional); Mundo-2: rectitud normativa (el acto de habla es correcto en

    relacin con el contexto normativo vigente); Mundo-3: veracidad expresiva (la intencin

    expresada por el hablante coincide realmente con lo que este piensa)37.

    Como veremos, Habermas, siguiendo la diferenciacin de esferas weberiana, cree

    advertir una separacin y especializacin de racionalidades entre los tres mundos

    propuestos como un proceso de evolucin sociocultural desde las imgenes mticas del

    mundo hasta la comprensin moderna del mismo, proceso que se puede constatar en la

    evolucin de la creciente separacin categorial entre mundo objetivo, mundo social y

    mundo subjetivo, de la especializacin de los problemas cognitivos instrumentales,

    prctico-morales y expresivos, y, sobre todo, de la diferenciacin de los aspectos de

    validez bajo los que pueden elaborarse esos problemas38.

    En conclusin, el camino emprendido por Habermas nos lleva desde la disolucin

    fenomenolgica de un concepto ontolgico de mundo hasta una definicin intersubjetiva

    del mismo desde la accin socio-comunicativa, es decir, en cuanto experiencia con

    sentido que puede comunicarse y racionalizarse por mediacin del lenguaje, y se

    realiza en una prctica comunitaria que tiene por transfondo un idntico mundo de la

    vida. Los tres tipos de experiencias cognoscitivas, en su transformacin para su inclusin

    en el mundo de la vida, deben hacerse comunicables para adquirir un sentido

    intersubjetivo, esto es, para que puedan intercambiarse y comunicarse como

    experiencias perceptivas entre ego y alter, lo que a su vez nos exige consensuar una

    37 Ibd. 38 Ibd., p. 96.

  • 232

    serie de principios racionales de carcter universal bajo los cuales, como pretensiones de

    validez, pueda aceptarse dicha comunicacin en su dimensin cognitiva correspondiente.

    2. Reconceptualizacin de la accin social en trminos comunicativo-racionales.

    La cuestin de la racionalidad de la accin, como vocacin sociolgica para

    explicarla en trminos de sentido, se puede rastrear hasta los mismos orgenes de su

    formulacin weberiana, si bien, como el mismo Habermas se apresta a puntualizar, la

    versin oficial de dicha racionalidad weberiana descansa en principios instrumentales,

    tales como la eficacia (xito de la intervencin causal de la accin en una determinada

    situacin) y la verdad (adecuacin de los presupuestos cognitivos de la accin en la

    definicin de la situacin respecto de la realidad objetiva de la misma), sobre los cuales

    no se puede articular una racionalidad comunicativa (versin weberiana no oficial) que

    visibilice los mecanismos de coordinacin de la accin, y, en consecuencia, de la

    sociedad misma39. Con este fin, en el presente apartado procederemos, en primer lugar, a

    redefinir un concepto de racionalidad que sea extensivo a los procesos comunicativos y

    capaz de explicarlos en cuanto tales; en segundo lugar, en correspondencia con los tres

    mundos, explicaremos el proceso histrico-evolutivo que deriv en la gestacin de

    diferentes tipos de racionalidad para cada uno de ellos; en tercer lugar, reconstruiremos

    una tipologa de acciones sociales respecto a los diferentes principios racionales que les

    son constitutivos; y, finalmente, nos detendremos excursivamente en las particularidades

    propias de una accin y una racionalidad genuinamente comunicativas, con los problemas

    y potencialidades que representan de cara a una formulacin metaterica en la Sociologa.

    2.1. Definicin de la racionalidad comunicativa.

    Habermas parte del supuesto de que, en las actuales condiciones filosfico-

    metodolgicas, se necesita de una teora de la accin comunicativa para poder enfrentarse

    adecuadamente al problema de la racionalizacin social y ulteriormente a una tica

    del discurso, cuestin que habra sido desterrada de la sociologa desde la inicial

    39 Ibd., p. 361.

  • 233

    formulacin weberiana40. Si desde una perspectiva cognitivo-instrumental la racionalidad

    de una accin puede fundamentarse en la fiabilidad del saber que encarna verdad y

    la eficacia de los resultados prcticos xito , desde una posicin comunicativa, que

    tiene en el lenguaje su principal medio de realizacin, la racionalidad de las emisiones o

    manifestaciones se medirn respecto a la susceptibilidad de crtica o fundamentacin de

    sus pretensiones de validez41. No obstante, dichas pretensiones de validez padecen la

    restriccin de tener que realizarse dentro de una prctica comunicativa, la cual, a su

    vez, presupone un mundo de la vida intersubjetivamente compartido como producto de

    los rendimientos comunicativos pretritos que fueron capaces de generar consenso-

    entendimiento 42.

    La gran ventaja de una racionalidad comunicativa, respecto de una racionalidad

    cognitivo-instrumental sobre la que se ha edificado la cosificacin burocrtica y

    tecnolgica, no es otra que, haciendo honores a la sociedad abierta de Popper43, ampliar

    las posibilidades de coordinar acciones bajo nuevas condiciones de racionalidad,

    superando con ello las restricciones coercitivas de estructuras sociales obsoletas y sus

    instrumentos institucionalizados de coaccin y reificacin44. En definitiva, nuestra

    referencia a una sociedad abierta, como posibilidad social creativa en el momento

    comunicativo, disuelve en su seno las rigideces de los planteamientos estructural-

    funcionalistas del orden social, donde los individuos no podan existir salvo como

    epifenmenos de normas y roles sociales en su misin de reproducir la sociedad. Pero,

    por el otro lado, en cuanto los individuos se guan por principios de racionalidad 40 Ibd., p. 23. 41 Ibd., pp. 24 ss. 42 Ibd., pp. 30-31. Como resulta obvio, el saber que fundamenta la racionalidad cognitivo-instrumental tambin puede catalogarse dentro de los rendimientos comunicativos consensuados, y, por consiguiente, incluirse como parte de una accin comunicativa (especialmente si dicho conocimiento se torna problemtico en su validez y debe volver a consensuarse, como ya tematizara Kuhn con su tesis de las revoluciones cientficas). 43 Popper, K.R. (1943), La sociedad abierta y sus enemigos, Paids, Barcelona, 1989. 44 TAC-I, p. 33. Por su parte, Jon Elster, en una obra de 1989 (El cemento de la sociedad, Gedisa, Barcelona, 1992)., constatando el desastre colectivo que supondra que los individuos se movilizasen nicamente desde una racionalidad instrumental-egosta, y desestimando el centralismo hobbesiano como nica posibilidad de garantizar una coordinacin de acciones por la mediacin de incentivos selectivos, pues implica un anterior problema de institucionalizacin de la accin colectiva que no puede resolverse tautolgicamente en s mismo (Elster, 1989:56), se remitir a la capacidad de comunicacin de los sujetos racionales para consolidar una va de entendimiento y cooperacin voluntaria, que por sus caractersticas tender en la direccin contraria a la solucin hobbesiana, es decir, hacia la descentralizacin como entendimiento comunicativo entre agentes racionales (1989:31). La demostracin de este principio puede buscarse en la propia teora de juegos, tal y como viene presentada en el dilema del prisionero, pues los dos

  • 234

    articulados en torno a prentensiones de validez susceptibles de reconocimiento

    intersubjetivo, sus intencionalidades teleolgico-estratgicas se restringen a las

    condiciones de entendimiento bajo las cuales se pueden realizar como acciones en el tapiz

    del mundo de la vida, anulando la viabilidad del individualismo metodolgico como

    estrategia exclusiva de anlisis de la accin social45.

    Pero antes de entrar en este particular, todava nos queda por resolver una cuestin

    de gran relevancia, como no es otra que, una vez diferidas las pretensiones de validez a la

    prctica comunicativa del mundo de la vida, despejar si se puede hablar de condiciones

    de racionalidad universales o, si por el contrario, habr que fragmentar la racionalidad

    para hacerla coincidir con los multicontextos interactivos que se forjan como horizontes

    de entendimiento en el mundo de la vida (planteamiento ste desarrollado por la

    etnometodologa).

    La reflexin de Habermas sobre este punto se va a articular a travs de la teora de

    la argumentacin. Habermas llama argumentacin al tipo de habla en que los

    participantes tematizan las pretensiones de validez que se han vuelto dudosas y tratan de

    corroborarlas o de refutarlas por medio de argumentos46. La fuerza de una

    argumentacin se medir por la pertinencia de las razones movilizadas en su favor y su

    capacidad para convencer a un auditorio y motivarlo a la aceptacin de la pretensin de

    validez en litigio. En este sentido, se puede decir que una persona se comporta

    racionalmente mentalidad abierta en Popper cuando se muestra dispuesta al

    entendimiento y reacciona reflexivamente ante una perturbacin del discurrir normal

    comunicativo, mientras que lo har irracionalmente mentalidad cerrada si se muestra

    dogmtico e irreflexivo respecto a sus creencias como condicionantes del proceso

    comunicativo47.

    participantes nicamente pueden llegar a la decisin ptima si se les permite la posibilidad de comunicacin. 45 Ver, Dallmayr, F., Habermas and Rationality, Political Theory, v. 16, 1988, pp. 553-574; Martnez Velasco, J., Habermas: racionalidad crtica y comunicacional, Philosophica Malacitana, n 6, 1993, 121-134; McCarthy, T., Rationality and Relativism: Habermass Overcoming of Hermeneutics, en Thompson B., y Held, D., Habermas: critical debates, MIT Press, Cambridge (Mass.), 1982, pp. 57-78; Joas, H., The Unhappy Marriage of Hermenuties and Functionalism, en Honneth A., y Joas, H. (eds.), Communicative Action. Essays on J. Habermass the Theory of Communicative Action, Polity Press, Cambridge, 1991, pp. 97-118. 45 TAC-I, p. 37 46 TAC-I, p. 37 47 Ibd., p. 42.

  • 235

    Analticamente, el habla argumentativa puede descomponerse en tres aspectos:

    como proceso (situacin ideal del acto de habla retrica), como procedimiento

    (condiciones del discurso para su entendimiento dialctica), y como produccin de

    argumentos y productos de la argumentacin (la forma en que se presentan los

    rendimientos comunicativos pretritos que se movilizan en el discurso como apoyos de

    nuevas argumentaciones y las relaciones internas que mantienen dentro del discurso

    lgica)48. Tal y como seala Habermas, el habla argumentativa slo puede

    desarrollarse si se consideran estos tres aspectos de manera conjunta, donde bajo la forma

    de proceso se estipularn las condiciones de habla ideales referidas a un auditorio

    universal, como procedimiento las condiciones para llegar a un acuerdo racionalmente

    motivado, y bajo el aspecto de producto las condiciones para fundamentar una pretensin

    de validez mediante el empleo de argumentos49. Los intentos de anlisis de la

    racionalidad desde un nico aspecto del habla argumentativa estaran, segn Habermas,

    llamados al fracaso. Tal es la crtica que Habermas plantea a Klein50, que centrado en el

    plano del proceso de argumentacin trata de reducir el concepto de validez al de

    aceptancia por parte de la comunidad histrica en que se desarrolla, confundiendo la

    vigencia social con la validez de los argumentos (segundo plano de la argumentacin

    como procedimiento)51.

    Tampoco Toulmin se escapa a la crtica de Habermas, pues pese a su intento por

    distinguir entre un esquema general comn para toda argumentacin, y las reglas

    especiales de argumentacin para un campo temtico52, al final remite la fuerza de la

    argumentacin al contexto del discurso en que se ubica, es decir, al tercer plano de la

    lgica de la argumentacin como posibilidad de produccin de argumentos en cinco

    campos fundamentales: el derecho, la moral, la ciencia, la direccin de empresas y la

    crtica del arte53. En opinin de Habermas, el error de Toulmin reside en no diferenciar

    las pretensiones convencionales de validez de los contextos de accin, y las pretensiones

    universales de validez; es decir, que en un marco de interaccin institucionalizado, como 48 Ibd., pp. 46-48. 49 Ibd., p. 48. 50 Klein, W., Argumentation and argument, en Z.f. Litwiss. u. Ling., fasc. 38/39, 1980. 51 TAC-I, pp. 49-54. Pero sta es una crtica que Habermas debiera hacer extensible a su propio intento junto a Apel de redefincin de la fenomenologa del sujeto trascendental (y sus estructuras perceptiva innatas , tal y como vienen desarrolladas por Kant en forma de racionalidad universal), en trminos comunicativos. 52 Toulmin, St., Riecke, A., Janik, A., An Introduction to Reasoning, Nueva York, 1979; p. 15.

  • 236

    puede ser el derecho, no toda afirmacin se remite a una pretensin de validez normativa,

    sino que, ms bien, son los criterios universales de validez los que se aplican en

    diferentes contextos situacionales para discriminar el tipo de validez al que se refiere. En

    definitiva, la disputa que Habermas sostiene con Toulmin no es otra que el lugar al que

    deben remitirse los procesos de validacin racional, si a contextos o esferas

    institucionalizadas del discurso que nicamente son capaces de funcionar con una lgica

    propia un sistema social como comunicacin codificada al estilo de Luhmann, o a un

    proceso comunicativo ms genrico en el que interseccionan diferentes pretensiones de

    validez dentro de un mismo contexto interactivo del mundo de la vida54.

    No obstante, pese a su referencia a un mismo proceso comunicativo en el que se

    realiza la argumentacin conjuntamente como proceso, procedimiento y producto,

    Habermas admite que una teora de la argumentacin debe hacer frente a una

    sistematizacin de pretensiones de validez, que, como no puede ser menos, y pese a

    manejar a lo largo del texto otras clasificaciones55, terminar por referirlas a su propia

    concepcin de los tres mundos de Popper: verdad proposicional (mundo objetivo),

    rectitud normativa (mundo social) y veracidad subjetiva-expresiva (mundo subjetivo);

    que a su vez se corresponderan con las tres actitudes bsicas frente al mundo: actitud

    objetivante, actitud conformativa y actitud expresiva56. Con todo, Habermas sigue

    dejando en blanco cuales deberan ser los presupuestos de una racionalidad universal,

    salvo para afirmar que la racionalidad comunicativa tiene su medida en la aceptacin de

    como mnimo una de las pretensiones de validez enunciadas57.

    Sin embargo, desde la posicin comunicativa que asume Habermas, la racionalidad

    siempre estar, por necesidad, abierta a la contingencia histrica de su definicin

    intersubjetiva, y, por consiguiente, en ningn caso se podra sostener su universalidad

    bajo presupuestos comunicativos substantivos, pues volveramos a remitirnos a 53 Ibd., p. 200; Habermas, TAC-I, pp. 54-62. 54 Ibd., p. 62. 55 Ibd., pp. 64-66. 56 Ibd., pp. 105-106. La actitud hacia el mundo viene a sustituir, dentro de una teora de la accin, el papel desempeado por los intereses cognoscitivos de la anterior teora del conocimiento. 57 Un planteamiento ms solvente para garantizar la universalidad de la razn sigue siendo la estructuras de pensamiento innatas del sujeto trascendental, antes que las condiciones para alcanzar un consenso-entendimiento comunicativo, aunque venga proyectado sobre una comunidad indefinida de comunicacin. Para los estructuralistas, la manifestacin de universalidad de un comportamiento social ser, precisamente, sintomtica de una estructura de pensamiento generalizada en el ser humano; como por ejemplo, la demostracin por parte de Lvi-Strauss de que el tab del incesto pertenece a una estructura del

  • 237

    estructuras sociales coercitivas que buscan reproducirse a s mismas teora estructural

    de sistemas sociales en vez de a estructuras del entendimiento comunicativo. Habermas

    tratar de salvar esta paradoja de la universalidad intersubjetiva con la referencia a una

    objetividad de la razn substantiva en trminos ontogenticos, que sintonice la

    evolucin socio-histrica de las imgenes del mundo Weber con la psicologa

    cognitivo-evolutiva de Piaget.

    2.2. Proceso evolutivo de la racionalidad sociocultural de las imgenes del mundo.

    Como no puede ser de otra forma, por el relativismo implcito en una teora de

    la comunicacin, para Habermas la racionalidad de las imgenes del mundo se mide no

    por propiedades lgicas y semnticas, sino por las categoras que se ponen a disposicin

    de los individuos para la interpretacin de su mundo58. Sin embargo, como el mismo

    Habermas se apresura en puntualizar, con esta definicin de la racionalidad substantiva

    no hacemos sino remitirnos nuevamente a un sujeto trascendental (condicionado, eso s,

    por un conjunto de representaciones colectivas pertenecientes a su sociedad histrica),

    que trata de comprender ontolgicamente lo que a su experiencia se le presenta como

    un mundo objetivo.

    Desde esta posicin, no podemos continuar con el anlisis de la racionalizacin

    sociocultural si antes no respondemos a la anterior pregunta de una racionalidad universal

    que, al igual que la astucia de la razn hegeliana, se supone en proceso de auto-

    perfeccionamiento en el tablero histrico de las civilizaciones. Habermas tambin se

    percata de este hecho, advirtindonos que, a modo de introduccin, hasta este momento

    expositivo se haba tenido que servir de una pre-comprensin de la racionalidad anclada

    en las actitudes de la conciencia moderna, es decir, a nuestra comprensin occidental del

    mundo solapada a una pretensin de universalidad59. Es por esta razn que Habermas

    trata de contrastar la racionalidad occidental con su anttesis de las imgenes mticas,

    pues a travs de ella quizs se pueda arrojar un poco de luz sobre los fundamentos de la

    racionalidad misma, y, consecuentemente, si es posible o no hablar de un gradiente

    evolutivo de racionalidad a lo largo de la historia. pensamiento fundamentada en que es la nica regla social de carcter universal Levi-Strauss, C. (1949), Las estructuras elementales de parentesco, Paids, Barcelona, 1988; p. 42. 58 TAC-I, pp. 72-73.

  • 238

    Habermas trata de demostrar, con una breve e insuficiente introduccin

    antropolgica de corte estructuralista, que, efectivamente, en las imgenes mticas del

    mundo, en virtud de las correspondencias analgicas que fungen en una misma realidad

    mtica todo tipo de experiencias, existe un menor grado de racionalidad que en la

    comprensin moderna del mundo, pues ni tan siquiera se llega a diferenciar los tres

    mundos de la experiencia: la naturaleza, la cultura-sociedad y la propia subjetividad60.

    Por otro lado, en su rplica a Winch61, el cual sostiene que las imgenes del mundo estn

    ligsticamente articuladas y por ello devienen contingentes respecto a la forma de vida

    en que la comunidad lingstica interpreta el mundo, vuelve a hacerse partidario de una

    interpretacin substancialista de la racionalidad, que en base a su adecuacin cognitiva-

    ontolgica con la realidad objetiva-natural, puede dictaminar que tipo de racionalidad

    sociocultural se acerca ms a la correcta (cientficamente)62. Con ello, al final,

    Habermas se aleja de su anterior delimitacin conceptual de la racionalidad de las

    imgenes del mundo desde la comunicacin y la estructuracin del sentido, para

    acercarse a la descripcin del proceso de racionalizacin socio-cultural de Max Weber

    como progresivo desencantamiento del mundo por la racionalidad cognitiva-instrumental,

    que porta en su consolidacin una separacin de esferas de accin (trabajo cientfico,

    emancipacin esttica del arte, burocratizacin del sistema jurdico)63.

    La ltima posibilidad que Habermas recoge para evidenciar un cambio de

    racionalidad, es la proveniente por parte de Horton de la aplicacin del concepto de

    sociedad cerrada-abierta de Popper para diferenciar las formas de pensamiento de las 59 Ibd., p. 71. 60 En realidad si que existe tal diferenciacin de niveles de la realidad, tal como el propio Habermas reconoce a lo largo de su argumentacin (TAC-I, p. 75). Es curioso que Habermas no haga ninguna referencia a Durkheim en este punto, lo cual nos hace sospechar que su amnesia es interesada, y que tiene por objeto no entrar en el debate de la separacin de los espacios sociales de lo sagrado y lo profano. En una misma de las referencias que utiliza para la descripcin del mundo mtico, como son las creencias en brujera entre los Azande, se salta por alto la explicacin de niveles entre realidad natural y realidad sobrenatural que lleva a efecto Evans-Pritchard (ibd., pp. 86-87), segn el cual, la excusa de estar embrujado no sirve para justificar un mal trabajo, sino que sta slamente resulta aceptable despus de que el conocimiento instrumental para la construccin de una canoa, la confeccin de una prenda o la misma cocin de alimentos se agota, y el fracaso en el mismo no puede ser explicado desde cuestiones tcnicas (Evans-Pritchard, (1937:91-97). Las referencias desde la investigacin antropolgica a esta ruptura de niveles son recurrentes y ampliamente documentadas para que no se ponga en duda ahora su existencia. Ver, por ejemplo: Marett (1900:19ss), Otto (1917:25ss), Lowie (1924:306), Malinowski (1948:16-30), Eliade (S-P:18-32), Beattie (1964:264-283), etc. Ver tambin: Altiz, J.C., Estrategias clsicas de investigacin antropolgica en el estudio de las religiones primitivas, Cuadernos de Etnologa y Etnografa de Navarra, n 73, 1999, pp. 27-39. 61 Winch, P. (1970), Comprender una sociedad primitiva, Paids, Barcelona, 1994. 62 TAC-I, pp. 87-90.

  • 239

    sociedades primitivas y las modernas. De este modo, aun cuando el inters de Horton en

    su artculo es destacar las similitudes entre el pensamiento tradicional y el cientfico, una

    vez centrados en las diferencias se pueden destacar, respectivamente, para cada tipo: una

    actitud mgica hacia las palabras frente a una actitud no mgica; ideas vinculadas con

    experiencias frente a ideas vinculadas con ideas; y un pensamiento irreflexivo frente a un

    pensamiento reflexivo64. En definitiva, la apertura u oclusin a las alternativas racionales

    que se pueden oponer a un conjunto de principios establecidos, y la capacidad para

    aceptar nuevos principios de validez.

    Nuevamente por la senda de la sociedad abierta, cabe rectificar la

    unidimensionalidad de la racionalidad cognitiva-instrumental weberiana para ceirla a

    una forma de vida concreta, como es la occidental, que se ha universalizado en la

    definicin de una imagen moderna del mundo, pero que, desde su propia esfera de

    realizacin comunicativa en el mundo de la vida, se encuentra tensionada por las otras

    dimensiones de validez de la accin comunicativa, como devienen la practico-moral y la

    expresiva. Al final del trayecto, despus de seguir a Habermas en este recorrido circular,

    tenemos la sensacin de volver a encontrarnos en el mismo punto de partida, salvo para

    constatar que, de acuerdo a los avances cientficos, se puede admitir un mayor desarrollo

    de la racionalidad cognitiva-instrumental, pero sin que de ello se derive, aunque tal sera

    la conclusin del proyecto ilustrado, un progreso paralelo en lo que a la naturaleza de

    las reglas de convivencia y las capacidades esttico-expresivas se refiere. En definitiva,

    que en modo alguno se puede evidenciar un avance en las condiciones de racionalidad

    comunicativa para llegar al entendimiento salvo si nos referimos a una sociedad abierta

    como progreso en las condiciones de la reflexividad social, que en s misma abre a la

    contingencia de la negociacin intersubjetiva los presupuestos de validez sobre los que

    generar consenso, destruyendo con ello tambin la presunta posibilidad de llegar a

    principios de racionalidad universales.

    La pregunta por los principios universales de la racionalidad que se manifiestan

    como necesidad histrica, ya haba sido planteada con anterioridad desde la filosofa y la

    sociologa. Sin ir ms lejos, si algn hilo conductor se le puede atribuir a la obra de

    63 Ibd., pp. 213-227. 64 Horton, (1967), El pensamiento tradicional africano y la ciencia occidental, en Llobera J.R. (ed.), Ciencia y Brujera, Anagrama, Barcelona, 1988; pp. 88-97.

  • 240

    Weber no es otro que su intento por establecer una teora de la racionalizacin; y ms

    concretamente, su pretensin de explicar la institucionalizacin de la accin racional con

    arreglo a fines desde el proceso de racionalizacin socio-cultural de las imgenes del

    mundo. La pregunta que siempre quedar en el fondo de su programa de investigacin es

    por qu se dio nicamente en occidente el desarrollo de la racionalidad instrumental

    como principio de organizacin social, desarrollo que una vez institucionalizado, por la

    ventaja adaptativa que supone, no puede sino, por necesidad, universalizarse para la

    especie en su conjunto. Habermas va a retomar el anlisis weberiano desde el marco de

    su teora de la evolucin formulado en La reconstruccin del materialismo histrico,

    donde el despliegue de la racionalidad, como descentramiento de mundos y sus

    imgenes para la accin, viene avalado no ya por una necesidad histrica, sino por una

    necesidad de la psicologa ontogentica del aprendizaje (Piaget). En las palabras

    utilizadas por Habermas:

    La evolucin cognitiva significa, en trminos generales, la decentracin de una comprensin

    del mundo de cuo inicialmente egocntrico.

    Slo a medida que se diferencia el sistema formal de referencia que constituyen los tres

    mundos puede formarse un concepto reflexivo del mundo y con ello obtenerse acceso al mundo a

    travs del medio que representan esfuerzos comunes de interpretacin en el sentido de una

    negociacin cooperativa de definiciones de la situacin.65

    En ltimo trmino, que los progresos histricos en materia de racionalidad estn

    condicionados por una previa divisin de esferas de la actividad social praxis, que, por referirse a s mismas y no a un metaobservador trascendente-religioso cosmovisin unitaria de sentido, van a abrir a la reflexividad, como interaccin comunicativa de los principios de racionalidad para el entendimiento pretensiones de validez, cada uno de estos mundos de accin. No obstante, la sombra del progreso de la

    racionalidad instrumental como medida de la racionalidad histrica, va a ser el precio a

    pagar por incluir en este modelo evolutivo el legado weberiano, del que Habermas, pese

    a la inclusin de Piaget en su intento de conjuncin de la evolucin historico-social y el

    65 TAC-I, p. 103.

  • 241

    aprendizaje cognitivo como una empresa comn de la humanidad, nunca acabar de

    distanciarse66.

    2.3. La accin social y sus pretensiones de validez. Intento de refundacin de la teora de

    la accin desde la accin comunicativa.

    En opinin de Habermas67, los conceptos de accin que se suelen manejar en la

    teora sociolgica pueden reducirse a cuatro conceptos bsicos: accin teleolgico-

    estratgica, accin regulada por normas, accin dramatrgica y accin comunicativa.

    La accin teleolgica viene referida a aquella que persigue la realizacin de un

    fin eligiendo los medios ms adecuados a una situacin dada. Segn Habermas, El

    concepto central es el de una decisin entre alternativas de accin, enderezado a la

    realizacin de un propsito, dirigida por mximas y apoyada en una interpretacin de la

    situacin68. La accin teleolgica parte del presupuesto ontolgico de un mundo

    objetivo, y las relaciones que un actor puede mantener con los estados de cosas existentes

    en su intervencin en dicho mundo. La racionalidad de la accin se desdoblar, en

    consecuencia, en criterios de verdad (si el actor logra poner en concordancia sus

    percepciones y opiniones con aquello que es el caso en el mundo) y de eficacia (si el

    actor logra poner en concordancia lo que es el caso en el mundo con sus deseos e

    intenciones xito)69.

    La accin estratgica es una extensin de la accin teleolgica que define el

    mundo objetivo como escenario concurrente de diferentes actores, de manera tal que en el

    clculo que el agente hace de su xito interviene la expectativa de accin de por lo menos

    otro agente, que tambin acta con vistas a la realizacin de sus propios propsitos70. Por

    necesidad, el resultado de la accin depender de las acciones de otros actores

    encaminados a la obtencin de sus propios xitos, de lo que se sigue que en el clculo de

    los resultados se tendr en cuenta no slo un mundo objetivo sino tambin diferentes

    66 Ver: Thompson, J.B., Rationality and Social Rationalization: an Assessment of Habermass Theory of Communicative Action, Sociology, v. 17, 1983, 278-294. 67 TAC-I, pp. 122 ss. 68 Ibd., p. 122. 69 Ibd., p. 126. 70 Ibd., p. 122.

  • 242

    sistemas de toma de decisiones. No obstante, segn Habermas, la accin estratgica sigue

    referida ontolgicamente a un slo mundo objetivo estado de cosas71.

    La accin regulada por normas se remite a la observancia o no observancia, por

    parte de un actor, de las normas que expresan un acuerdo vigente en un grupo social. En

    este caso, la observancia de la norma significa el cumplimiento de una expectativa

    generalizada de comportamiento72. En la accin regulada por normas el actor

    establecera ya relaciones con dos mundos: el mundo objetivo (estados de cosas regla

    tcnica) y el mundo social (normas y roles regla social)73. De este modo, la

    evaluacin de correspondencia que otorga validez al sentido de la accin ya no se efecta

    respecto a la existencia de estados de cosas, sino por su referencia a la adecuacin con la

    vigencia de las normas. En este contexto, se evidencia una doble constatacin de la

    norma: en cuanto a su facticidad (que determina un estado de cosas sociales en la

    vigencia de su estipulacin tcnico-positiva) y en cuanto su validez (reconocimiento de

    sus razones para instituirse como norma). En palabras de Habermas:

    Que una norma sea vlida idealiter significa que merece el asentimiento de todos los

    afectados, porque regula los problemas de accin en beneficio de todos. Que una norma rija

    fcticamente significa, en cambio, que la pretensin de validez con que se presenta es reconocida

    por los afectados. Y este reconocimiento intersubjetivo funda la validez social (o vigencia) de la

    norma.74

    Por otro lado, la anterior pretensin de validez evaluativa (valores) sealada por

    Habermas75, puede ser reconocida como una fuerza vinculante en la estipulacin de

    71 Ibd., p. 127. El problema de reducir la accin estratgica a un caso especial de accin teleolgica se nos manifiesta en la inadecuacin de la aplicacin de la actitud objetivante hacia el mundo, pues desde el punto de vista estratgico, el resultado de la accin depender de la definicin de la situacin que realizan los participantes en la misma praxis de sus acciones, a travs de las cuales sondearn la definicin de la situacin de los otros participantes para ajustar sus propios clculos acerca de la misma, y en consecuencia sus acciones encaminadas al xito teleolgico. En definitiva, nos volvemos a tropezar con el problema que la reflexividad de expectativas y la doble contingencia le plantea a la teora del conocimiento sobre la legalidad del mundo, ya que sta solamente se puede presuponer en un espacio convergente de acciones sociales desde una determinacin normativa, que, remitindose a incentivos selectivos punitivos, se encuentre en condiciones de restablecer dicha actitud objetivamente hacia el mundo social. Ver, por ejemplo: Johnson, J., Habermas on Strategic and Communicative Action, Political Theory, v. 19, 1991, pp. 181-201; Joas, H., The Unhappy Marriage of Hermeneutics and Funcionalism, op. cit., pp. 97-118; Lukes, S., Of Gods and Demons: Habermas and Practical Reason, en Thompson, B., y Held, D., op. cit., pp. 134-148. 72 Ibd., p. 123. 73 Ibd., pp. 127-128. 74 Ibd., p. 128. 75 Ibd., pp. 64-66.

  • 243

    pretensiones de validez normativas para la regulacin de situaciones problemticas. Con

    ello, Habermas persigue demostrar como la accin regulada por normas no solamente

    est referida a un complejo cognitivo, sino tambin a un complejo motivacional asociado

    a un modelo de aprendizaje, a travs del cual las necesidades de los individuos, como

    motivacin de sus acciones, son interpretadas a la luz de patrones de percepcin

    socializados intersubjetivamente. El enjuiciamiento objetivo de las normas se podr

    determinar, consecuentemente, en dos sentidos: en cuanto los motivos o acciones del

    actor concuerdan o se desvan de las normas vigentes, y en cuanto dichas normas

    encarnan valores que por su universalidad puedan ser de aceptacin generalizada, es

    decir, si merecen o no ser reconocidos intersubjetivamente como legtimos76.

    La accin dramatrgica parte de una interaccin en la que los participantes

    constituyen los unos para los otros un pblico ante el cual se ponen a s mismos en escena

    revelando expresivamente algo de su subjetividad77. El rasgo definitorio de una accin

    dramatrgica, segn Habermas, resulta de que al presentar ante los dems un

    determinado lado de s mismo, el actor tiene que relacionarse reflexivamente con su

    propio mundo subjetivo78. La accin dramatrgica deviene de este modo como

    equivalente de la actitud expresiva hacia el mundo, pues la subjetividad, en cuanto tal,

    se compone de deseos y sentimientos que nicamente pueden ser presentados a un

    auditorio bajo la forma expresiva. Pero al mismo tiempo, tanto los deseos como los

    sentimientos se remiten a las necesidades subjetivas, pues los primeros tienden a motivar

    la accin para su satisfaccin, y los segundos a percibir el mundo exterior de acuerdo con

    las necesidades del mundo interior. Los criterios de justificacin de una accin

    dramatrgico-expresiva descansarn, en ltima instancia, en la concordancia entre las

    disposiciones subjetivas y, por el otro lado, en la forma expresiva en que se transparentan

    al entendimiento intersubjetivo, es decir, a la veracidad intencional de un acto expresivo

    76 Ibd., p. 129. 77 Ibd., p. 123. 78 Ibd., p. 132. La accin dramatrgica, siempre en opinin de Habermas, comprende dos mundos: el mundo interior, en el que reside la subjetividad del actor, y el mundo exterior, sobre el cual el actor debe mostrar una actitud objetivante, que se extendera a los objetos sociales. En definitiva, que lejos de dar una explicacin, ya no sabemos en que consiste el mundo exterior, si al objetivo o al social o ambos a la vez. En nuestra opinin, como accin expresiva, la referencia al mundo objetivo pierde cualquier relevancia salvo en el arte, pues nadie busca reconocimiento de su subjetividad en un perchero, ni le cuenta sus problemas a una tortuga con la pretensin de ser escuchado y comprendido. Por cuanto al mundo social, su pertinencia slo puede establecerse desde los valores como referencia de necesidades legtimamente expresables en una cultura dada.

  • 244

    que viene imputado a una vivencia subjetiva79. Al mismo tiempo, por otro lado, el

    enjuiciamiento en trminos de sentido de la accin expresiva, segn Habermas, tambin

    se llevar a cabo desde su apelacin a estndares de valoracin universales, o en todo

    caso a estndares de valor difundidos en la cultura social del actor, a travs de los cuales

    se puedan justificar las necesidades subjetivas como legtimamente expresivas en su

    bsqueda de reconocimiento80.

    Por ltimo, la accin comunicativa es aquella en la que los actores buscan

    entenderse sobre una situacin para poder as coordinar de comn acuerdo sus planes de

    accin81. En la accin comunicativa, los actores negociarn la definicin de la situacin

    susceptible de consenso a travs del medio lingstico, de manera tal que ste ltimo, tal

    y como veremos con el vnculo ilocurionario, se convierte en un mecanismo catalizador

    de coordinacin de la accin.

    Si bien las otras formas de accin se relacionan con algn aspecto del lenguaje, y

    de manera general como medio de comunicacin, slamente la accin comunicativa se

    vuelca en el lenguaje como un medio de entendimiento, donde hablantes y oyentes

    negocian la definicin de la situacin bajo una tridimensional ubicacin en el mundo

    objetivo, social y subjetivo, que se substancia, por parte de un hablante, como un

    contenido proposicional, una oferta de relacin interpersonal y una expresin

    intencional82. Que la accin comunicativa se orienta al entendimiento significa,

    fundamentalmente (y al contrario del sujeto transcendental), que los actores relativizan

    sus posiciones interpretativas del mundo, las cuales nicamente pueden ser comunicadas 79 A diferencia del interaccionismo smbolico y la sociologa dramatrgica de Goffman, Habermas se muestra altamente ambiguo a la hora de clasificar a que tipo de accin se corresponde el caso en el que los actores tratan de manipular la presentacin de s mismos frente a un auditorio, quebrantando con ello su autenticidad expresiva. Segn Habermas, si el auditorio asume la autenticidad expresiva como tal, nos encontraramos ante una accin dramatrgica, pero, si por el contrario, en el auditorio reina un clima de desconfianza hacia la autenticidad expresiva de los actores y cuenta con ello, se podra catalogar como una accin estratgica (TAC-I:136). El problema es que con esta divisin referida a un observador externo, perdemos de nuestro punto de vista la subjetividad que queramos establecer como determinante de la accin dramatrgico-expresiva. Ver: Chriss, J.J., Habermas, Goffman, and Communicative Action: Implications for Professional Practice, American Sociological Review, v. 60, 1995, pp. 545-564. 80 TAC-I, p. 134. Toda cultura se provee de una serie de mecanismos de inhibicin refleja de emociones que determinan la tolerancia social a la expresin de las mismas, como por ejemplo, en nuestra cultura, el que no resulte pertinente que un hombre demuestre su desconsuelo con lgrimas en los ojos (en realidad, esta reaccin emotiva en la actualidad, lejos de estar mal vista, puede ser valorada positivamente), o que una mujer exprese una frustracin de manera agresiva (Scheff, T.J., La catarsis en la curacin, el rito y el drama, FCE, Mxico, 1986; pp. 53ss). Que no decir ya de las formas de cortesa y decoro social generalizados y su formacin histrica en occidente. Ver, Elias, N., El proceso de la civilizacin, FCE, Mxico, 1993, y La Sociedad Cortesana, FCE, Mxico, 1982. 81 TAC-I, p. 134.

  • 245

    y reconocidas en base a sus pretensiones de validez (referidas, en ltima instancia, a

    estndares de valor). Es bajo esta condicin que el entendimiento puede funcionar

    como mecanismo coordinador de la accin, es decir, en cuanto reconocimiento

    intersubjetivo de pretensiones de validez para la aceptacin de ofertas comunicativas. En

    palabras de Habermas:

    El concepto de accin comunicativa presupone el lenguaje como un medio dentro del cual

    tiene lugar un tipo de procesos de entendimiento en cuyo transcurso los participantes, al

    relacionarse con un mundo, se presentan unos frente a otros con pretensiones de validez que

    pueden ser reconocidas o puestas en cuestin.83

    En consideracin de Habermas, las pretensiones de validez cristalizarn a partir de

    los rendimientos comunicativos gestados en los procesos cooperativos de interpretacin

    del mundo, y en cuanto productos del entendimiento representan el mecanismo a travs

    del cual se pueden coordinar las acciones. Por esta razn, Habermas estima que la accin

    comunicativa, pese a su diferencia con la accin social84, no se agota en el entendimiento,

    sino que en sus efectos ser condicionante de los procesos de encadenamiento de

    82 Ibd., pp. 137-139. 83 Ibd., p. 143. 84 La accin social, de este modo, se define como manifestaciones simblicas en que el actor entra en relacin con al menos un mundo (TAC-I: 139). Toda accin se enmarca entonces en un proceso de aprendizaje, que al venir intersujetivamente mediado por pretensiones de validez y principios de interpretacin, hacen que el actor se oriente hacia el mundo de manera reflexiva. La comunicacin distorsionada de la lectura habermasina de Freud, vendr a medir el grado de adecuacin de la interpretacin de la situacin del actor con su situacin real (negociacin intersubjetiva) en cada uno de los tres mundos.

    Respecto al tercer mundo de la subjetividad, la posicin de Habermas es un tanto ambigua a la hora de aceptar o no si la relacin de un actor con su propia subjetividad se puede considerar como un accin social. Oficialmente, slo a condicin de que venga proyectada sobra una accin expresiva-dramatrgica; extraoficialmente, en cuanto el actor al reflexionar sobre si mismo modifica su tercer mundo de la subjetividad por ejemplo, al interpretar sus necesidades para un proyecto de vida, si que se podra considerar que acta, pues el efecto de su accin modifica un mundo (el propio). Se podr considerar, en consecuencia, como una accin, porque la inflexin de la definicin Habermasiana de la misma acenta el efecto de la accin no sobre el estado de cosas del mundo nivel operacional, sino sobre el plano intersubjetivo del entendimiento o significatividad de la accin; y una accin autorreflexiva siempre ser, por necesidad, significativa. Esta disquisicin es relevante, porque en ella se vienen a disolver las inquietudes de la Teora Crtica por el inters emancipatorio, que ya solamente, en el nuevo escenario de la filosofa del lenguaje, puede realizarse comunicativamente, es decir, en la cooperacin solidaria de una mutualidad intersubjetiva (de ah la importancia de la sociedad abierta como disposicin al entendimiento a travs de la reflexin y el dilogo, sin contaminaciones en la misma por el vertido de intereses particulares). Ver, Cortina, A., La razn prctica como herencia de la Ilustracin, Enrahonar, n 17, 1991, pp. 31-42; Bernstein, J.M., Recovering Ethical Life. Jrgen Habermas and the Future of Critical Theory, Routledge, Nueva York, 1995, pp. 54 ss; Dews, P., Introdution, en Dews, P. (ed.), Autonomy and Solidarity, Verso, Nueva York, 1986.

  • 246

    acciones, esto es, de la produccin de la sociedad misma85. Esta hiptesis se confirmar

    en que la accin comunicativa, en la constitucin de un mundo de la vida, viene a ser el

    tapiz donde pueden realizarse el resto de acciones sociales tipificadas, que

    precisamente, por funcionar prerreflexivamente como un saber de fondo dado por

    supuesto, puede proporcionar un marco para la reflexividad social en cada una de ellas.

    2.4. Fundamentos y problemas de la accin comunicativa en la formulacin metaterica

    de la Sociologa.

    La orientacin filosfico-lingstica para traspasar el umbral sociolgico de las

    necesidades de coordinacin hacia las necesidades de comunicacin, Habermas la va a

    encontrar, principalmente, en John L. Austin86. Dicho autor, en el anlisis de los actos de

    habla, va a establecer una triple diferenciacin:

    Distinguimos as el acto locucionario (y dentro de l los actos fonticos, fticos y rticos)

    que posee significado; el acto ilocucionario, que posee una cierta fuerza al decir algo; y el acto

    perlocucionario, que consiste en lograr ciertos efectos por (el hecho de) decir algo.87

    Como suele tener por costumbre, Habermas realiza una personal interpretacin de

    estos tres aspectos del acto de habla indicados por Austin que curiosamente coinciden

    con las pretensiones de validez de los tres mundos, donde el acto locucionario se

    condensa en una manifestacin propositiva acerca de los estados de cosas, el acto

    ilocucionario en el contexto o modo en que se emplea la oracin, y el acto

    perlocucionario en los efectos intencionales que el hablante busca provocar en el

    oyente88. Desde esta definicin inicial, Habermas busca demostrar como el acto

    comunicativo se agota en el nivel ilocucionario que el oyente llegue a entender el

    contenido manifiesto de la propuesta comunicativa, dejando fuera del mismo los

    efectos perlocucionarios intencionalidad teleolgica del actor que va ms all del

    acto de habla89. La razn que Habermas aduce para desplazar el componente

    perlocucionario de los actos de habla no es otra que la necesidad de poder explicar las 85 TAC-I, p. 146. 86 Austin, J.L. (1955), Como hacer cosas con palabras, Paids, Barcelona, 1990. 87 Ibd., p. 166. 88 TAC-I, p. 370.

  • 247

    estructuras de la comunicacin lingstica sin recurrir a las estructuras de la actividad

    teleolgica, ms propia de la racionalidad instrumental, que pervierten la funcin bsica

    del lenguaje para con el entendimiento en un medio manipulado estratgicamente para la

    consecucin de un fin90.

    Esta separacin es relevante porque, a travs de ella, los xitos ilocucionarios, en

    cuanto rendimientos interpretativos, pueden materializarse en un mundo de la vida como

    un transfondo de conocimiento aproblemtico, presente en los procesos de

    entendimiento que todos los actores comparten91. La accin comunicativa, en

    consecuencia, vendr restringida nicamente a aquellas interacciones mediadas

    lingsticamente en que todos los participantes persiguen con sus actos de habla fines

    ilocucionarios y slo fines ilocucionarios92.

    El vnculo ilocucionario se presencializa en la aceptacin por parte del oyente de

    la oferta comunicativa propuesta por el hablante, la cual se materializar en un acuerdo

    establecido en torno al contenido de la emisin (el oyente entiende la emisin, capta el

    significado de lo dicho), a las garantas inmanentes al acto de habla (el oyente toma

    postura con un s o con un no ante la pretensin de validez vinculada al acto de habla,

    aceptando o rechazando con ello la oferta comunicativa que el acto de habla entraa), y a

    las obligaciones relevantes para la interaccin posterior (el oyente, al asumir el acuerdo,

    orientar sus acciones futuras conforme a las obligaciones de accin convencionalmente

    establecidas)93. De todos estos aspectos, el ms relevante es el segundo, pues las

    pretensiones de validez constituyen los principios de racionalidad bajo los cuales se

    89 Ibd., pp. 372. 90 Ibd., p. 375. En la interpretacin que Luh