Hanza ALO CONTEMPORÁNEO EN EL ARTE: UNA CUESTIÓN DE ANACRONISMOSrte
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8/18/2019 Hanza ALO CONTEMPORÁNEO EN EL ARTE: UNA CUESTIÓN DE ANACRONISMOSrte
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LO CONTEMPORÁNEO EN EL ARTE: UNA CUESTIÓN DEANACRONISMOS
Kathia HanzaPontificia Universidad Católica del Perú
Al preguntar por lo contemporáneo en el arte suponemos fácilmente que se trata
siempr e de lo que es propio de su tiempo. Pero si pensamos un poco en esesiempre, se nos desbarata rápidamente esa certeza. La historia de la filosofía nos
ofrece lecciones de ese desbarajuste en muchas obras, comenzando por las de
Agustín de Hipona, las de autores clave del siglo !, como Hegel o "ietzsche, #
por supuesto, las de la variada lista de posiciones filos$ficas # corrientes de
pensamiento del siglo . %s notable c$mo a partir del siglo ! proliferan las
cuestiones sobre el tiempo en su cone&i$n con la historia, sobre todo en lo que
concierne al arte. A vuelo de pájaro' el mar&ismo, el e&istencialismo, lafenomenología, la hermen(utica o el posmodernismo dirigen su atenci$n a las
cone&iones que puedan establecerse entre el tiempo, la historia # el arte. %n
filosofía lo que es propio de nuestro tiempo, lo que nos es contemporáneo, toma
el aspecto de una conciencia compleja # enmara)ada sobre las confluencias o
desencuentros entre el tiempo, el arte # la historia.
%l panorama contemporáneo de la filosofía parece así ofrecer demasiadas pistas
para poder esclarecer qu( es lo contemporáneo en el arte. Pero, además,
intuitivamente pensamos que para saber # comprender qu( es lo contemporáneo
en el arte, en el sentido de lo que ocurre ho#, no nos basta el eje articulador de la
Historia del Arte, como matriz disciplinaria. "o nos basta porque debemos tomar
en cuenta tambi(n los p*blicos especializados de nuestro presente, de nuestro
ho#, institucionalizados en museos, galerías, circuitos de consumo, producci$n #
ense)anza, sin olvidar, por supuesto, el ciberespacio.
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%sta intrincada visi$n de conjunto sobre lo que está implicado en el problema de
lo contemporáneo en el arte puede resultar un tanto desalentadora. La filosofía ha
tornado complejas las relaciones entre el arte, el tiempo # la historia+ las matrices
disciplinarias son cuestionadas # ante tanto p*blico especializado, qu( nos cabe
sino el desconcierto-
Puestas así las cosas, parece legítimo apelar a la vivencia directa del arte. Arg/ir
por ejemplo que el esclarecimiento conceptual opaca la vivencia del arte. 0i se
trata del arte de nuestro presente, nada mejor que vivirlo. Pero en qu( consistiría
tal vivencia- %sta oposici$n trivial # burda puede servirnos como advertencia para
no caer en sus trampas' la enga)osa suficiencia conceptual, el candor de lagenuina vivencia artística, o, peor a*n, el argumento de autoridad, sea (sta la del
fil$sofo, del historiador o del artista.
1on este tel$n de fondo quisiera e&plorar un *nico concepto, una simple figura
del pensamiento 2 el anacronismo3 para analizar la cuesti$n del arte
contemporáneo. %l anacronismo es un error, nos dice la 4eal Academia %spa)ola,
porque supone 5acaecido un hecho antes o despu(s del tiempo en que sucedi$.67
%s un grave error en el tiempo, pero tiene una gran virtud' torna al tiempo
complejo # lo vuelca por eso en la medida de nuestros conceptos # nuestras
vivencias. "os equivocamos en la secuencia de los hechos, pero de esa forma
inmiscuimos indesligablemente conceptos # vivencias. 0i esto es así, no debe
sorprendernos que lo encontremos en puntos cruciales del tema que nos ocupa'
lo contemporáneo en el arte.
0e trata pues de ver hasta qu( punto el anacronismo es esclarecedor de la
cuesti$n de fondo' qu( pueda ser lo contemporáneo en el arte. %mpezar(
e&plicando lo que el anacronismo desbarata' pensar el tiempo como una
secuencia lineal. Los ejemplos # el e&amen mismo de la noci$n de anacronismo
8aleriano 9ozal titula un librito sobre la pintura europea tras la 0egunda :uerra ;undial Eltiempo del estupor . 1alifica con precisi$n el desbarajuste emocional que dicha pintura rememorasobre los acontecimientos. Mutatis mutandis, el desconcierto sería lo que mejor describe nuestrasituaci$n.7
5Anacronismo6, en Diccionario de la lengua española, ;adrid, %spasa31alpe, , tomo , p.==.
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los tomo de :eorge ?idi3Huberman, pues sus análisis presentan el anacronismo
como un caso notable en la Historia del Arte.
Luego tratar( de ubicarme en el horizonte del debate moderno3contemporáneo.
1onsiderar( la reivindicaci$n que hace @abrice 8idal del pro#ecto moderno, en
t(rminos de un pro#ecto po(tico 5inacabado6 estaría uno tentado de decir, como
HabermasB. ;e interesa especialmente destacar que dicho pro#ecto po(tico se
inscribe necesariamente en su tiempo, en su propia (poca, pero para negarlos. %s
decir, está contra su tiempo # su (poca, es anacr$nico en su constituci$n, aunque
no podría ser lo que es sin ellos. Cratar( de mostrar pues que en esta negatividad
del pro#ecto po(tico radica su 5inactualidad6, su ligaz$n a lo contemporáneo.Pero, además, será crucial tomar en cuenta la elaboraci$n del pensamiento
hist$rico que se da a la par que la ;odernidad. !mporta aquí destacar que dicha
elaboraci$n puede encajar perfectamente en la idea del tiempo como una
secuencia lineal, contra la cual el anacronismo es una herramienta epistemol$gica
# artística.
Para terminar discutir( una tesis que podríamos e&traer del problema delanacronismo aplicado al arte # a la t(cnica. 1ometer un anacronismo en lo
t(cnico, es decir, fechar una obra cuando t(cnicamente no es posible, resulta
inaceptable. A partir de esta refle&i$n me ocupar( de c$mo el arte e&plora la
t(cnica de su presente, sin que ello sea suficiente para comprender qu( es lo
contemporáneo en el arte.
1. Desbarajustes del anar!n"s#! en la $"st!r"a del Arte
%n los *ltimos a)os ?idi3Huberman ha reactualizado la noci$n de anacronismo
empleándola en el estudio de la Historia del Arte. ?igo 5reactualizado6 porque
piensa que sirvi(ndose de ella hace su#o un procedimiento que encuentra en 1arl
%instein, Ab# Darburg o Dalter 9enjamin. Etros, como 9urcFhardt # "ietzsche,
tambi(n la habrían fomentado. Lo que ?idi3Huberman destaca de estos autores,
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en todo caso, es su 5estar contra el tiempo6. ?e distintas maneras, pero siempre
focalizadas en la irrupci$n de un anacronismo, ellos a#udan a esclarecer una
cuesti$n fundamental de la Historia del Arte' la condici$n de las imágenes.
50iempre, ante la imagen, estamos ante el tiempo6G sostiene lac$nicamente al
comienzo de su libro nte el tiempo! Historia del arte " anacronismo de las
im#genes. por qu( e&actamente ante las imágenes estamos ante el tiempo-
5Ante una imagen 2tan antigua como sea2, el presente no cesa dereconfigurarse IB. Ante una imagen 2tan reciente, tan contemporáneacomo sea2, el pasado no cesa nunca de reconfigurarse, dado que esta
imagen s$lo deviene pensable en una construcci$n de la memoria, cuandono de la obsesi$n. %n fin, ante una imagen, tenemos humildemente quereconocer lo siguiente' que probablemente ella nos sobrevivirá, que anteella somos el elemento frágil, el elemento de paso, # que ante nosotros ellaes el elemento del futuro, el elemento de la duraci$n. La imagen a menudotiene más de memoria # más de porvenir que el ser que la mira.6>
%fectivamente, al pensar en la imagen, sorpresivamente nos encontramos con
que ella tiene duraci$n, memoria # futuro. Cal como lo advirti$ Plat$n, ella no es el
5ser6 de las cosas, pues (ste no está en el tiempo. La imagen, en cambio, está en
el tiempo. Puede estar más anclada en (l que quienes la miramos, por la sencilla
raz$n que cuenta con más memoria # más futuro.
?etengámonos un momento a considerar esta condici$n de las imágenes.J %n su
condici$n general de ser algo con duraci$n, la imagen trae consigo su reverso' el
sujeto que la mira. %s, afirma ?idi3Huberman, valiosa por su virtud dial(ctica.K
Aquella que a la par afirma # niega su propia condici$n. Ahora bien, la dial(ctica
del mirar # del ser visto había sido escrupulosamente tratada en un libro anterior
$o %ue vemos& lo %ue nos miraB, allí se trataba de enfrentar a un falso dilema,
escoger entre el polo de la tautología lo que vemosB # el de la creencia lo que
G ?idi3Huberman, :eorges, nte el tiempo! Historia del arte " anacronismo de las im#genes,9uenos Aires, ?iana Hidalgo, 7K, p. .> '()d ., p. 7.J %s importante no confundir imagen # reproducci$n, como e&plica 9enjamin' 5IB la reproducci$nse distingue inequívocamente de la imagen. %n (sta, la singularidad # la perduraci$n estánimbricadas una en otra de manera tan estrecha como lo están en aquella la fugacidad # la posible
repetici$n.6 Dalter 9enjamin, 5La obra de arte en la (poca de su reproductibilidad t(cnica6, enDiscursos interrumpidos ' , Caurus,
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nos miraB, # esclarecer c$mo lo decisivo está entre ambos. Pero en el conte&to
de la Historia del Arte lo importante es el valor epistemol$gico de las imágenes, #
entonces la virtud dial(ctica de las imágenes se hace patente como anacronismo'
5IB el anacronismo parece surgir en el pliegue e*acto de la relación entreimagen e historia' las imágenes, desde luego, tienen una historia+ pero loque ellas son, su movimiento propio, su poder específico, no aparece en lahistoria más que como un síntoma 2un malestar, una desmentida más omenos violento MsicN, una suspensi$n.6O
Para la disciplina de la Historia del Arte es importante advertir que lo que las
imágenes sean, como tambi(n lo que caracteriza su movimiento, no es relevante
en t(rminos cronol$gicos. ;ás bien, las imágenes revelan, en conjunci$n con el
tiempo, otro registro, mucho más valioso para el conocimiento del arte # de su
historia. 0e trata del registro de la memoria, para el cual la cronología es s$lo
prete&to, sucesi$n, serie, insignificancia. %n la vida psíquica 2# aquí advertimos la
deuda que ?idi3Huberman siempre reconoce con el psicoanálisis2 la memoria
e&hibe síntomas, malestares, sacudidas, fracturas, superposiciones,
anacronismos. %l proceder de la memoria es digno de ser tomado en cuenta por
el historiador del arte, pues la memoria elabora en el tiempo, que es tambi(n
objeto de estudio del historiador. La memoria 5decanta el tiempo6, 5rumia6 un
5tiempo que no es e&actamente pasado6=. la forma de la memoria que más
directamente tiene que ver con el tiempo se #ergue contra (l+ hablamos del
anacronismo que irrumpe en # contra el tiempo cronol$gico de la serie indistinta.
Al atender al anacronismo realizamos, seg*n ?idi3Huberman, una 5complejizaci$n
saludable de los modelos de tiempo6. 4ápidamente abandonamos las creenciasingenuas # nos colocamos en una mejor situaci$n epistemol$gica. 1on ella es
posible, efectivamente, realizar una 5crítica de la historia como sumisa totalmente
al tiempo cronol$gico.63>.
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usados por el historicismo heredado del siglo !.6 1iertamente los estudios de
9enjamin contrarían violentamente los cauces por los que discurría el victorioso
ímpetu documental # museístico. 0u insistencia en ir 5a contrapelo6 en el estudio
de la historia, en ocuparse de sus 5despojos6 # en reconocer en las obras de arte
una 5historicidad específica6 significan justamente hacer más complejos los
modelos de tiempo con el ánimo de poder conocer aquello que al historiador se le
ofrece como inquietante.7
La complejizaci$n del tiempo involucra muchos estratos, # desbarata, claro está,
muchos ángulos' aquellos que hacen coincidir al artista # a su tiempo en el modo
de la 5eucronía6G, es decir, de la plena coincidencia en el tiempo, los que toman alpasado como un 5punto fijo6>, los que orientan la historia hacia una 6meta6, los
que acumulan hechos positivos, etc. La lista es larga # las versiones de la
simplificaci$n del tiempo como cronología son m*ltiples. Pero reparemos en que
sobre todo ha# una creencia que se desbarata cuando uno torna complejo al
tiempo. 0e pulveriza el artículo de fe que cuenta con un tiempo del arte orgánico #
progresivo. esta pulverizaci$n puede traer consigo grandes consecuencias' por
ejemplo, el quiebre o inoperancia del relato vasariano o hegeliano, los intentos derefundaci$n en la sucesi$n de manifiestos est(ticos del modernismo, la etc.
Ahora bien, el quiebre del tiempo del arte como orgánico # progresivo no s$lo es
patente en la teoría+ tambi(n tiene lugar en las obras de arte. Aquí podrían
emplearse ejemplos tomados en pr(stamo de ?idi3Huberman las mascarillas
mortuorias del arte romano, el ne&o entre el cubismo # el arte africano, entre
muchos otrosB. uisiera destacar uno que ha sido estudiado por Pamela Lee.J
%lartista norteamericano 4obert 0mithson "eQ erse#, '()d ., p. GJ.J
Cf . Pamela ;. Lee, 5Sltramoderno' o de c$mo :eorge Tubler rob$ el tiempo en el arte de losa)os K6, en' ;iguel Ungel Hernández3"avarro comp.B, Heterocron)as! -iempo& arte "ar%ueolog)as del presente, ;urcia, 1endeac, 7=.
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siguiente 5Sltramoderno6 SltramoderneB. 0e trata de artículos compuestos sobre
la base de la discusi$n con las ideas del historiador del arte :eorge Tubler,
erudito en el arte # la cultura mesoamericana # el matemático del ;!C "orbert
Diener, fundador de la cibern(tica por su libro Ci(ern.tica o el control "
comunicación en animales " m#%uinas, publicado en =. Can importantes como
los artículos es la obra plástica que por esos a)os 0mithson realiza' 5Asfalto
ca#endo6 sphalt /oundo0nB en 4oma, 5Pegamento puro6 +lou Pour B en
8ancouver, ambos de
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el fen$meno sumamente contemporáneo de la no3contemporaneidad, deno estar con el tiempo.6K
;e gustaría presentar otro ejemplo directamente relacionado con las imágenes #
la memoria. %l artista peruano @ernando 9r#ce Lima, , 7< dibujosB, a la manera de un homenaje, 4alter 5en6amin
77, dibujosB, como la historia de una instituci$n, 7isión de la pintura
occidental 77, # JN
%n la obra de 9r#ce, el anacronismo reviste distintas formas' la actividad artística
está 5a contrapelo6 de recursos tecnol$gicos todas las series son dibujosB, de
e&pectativas sobre la originalidad o autenticidad son copias en tinta de
documentosB #, por montaje de tiempos heterog(neos, ella reconstitu#e la
memoria del presente. %sta actividad artística se concentra en las imágenes,
opera con ellas 5contra el tiempo6, e&plorando # reconstru#endo la memoria.
@ernando 9r#ce es e&plícito sobre su trabajo con las imágenes. Alude a su 5poderevocador6, a c$mo su selecci$n # reproducci$n para formar una serie va
replanteando tanto la línea historiográfica elegida, como tambi(n las ideas que se
pueda tener sobre el tema. no duda por eso en calificar su trabajo como una
5labor de reconstrucci$n de la memoria6, dejando mu# en claro que no están en
juego determinadas tesis.O Pero no es necesario detenerse en los diversos
K '()d ., pp. G>3GJ.O
1onversaci$n de @ernando 9r#ce con Helena Cata#, en' Helena Cata# ed.B, 8ernando 5r"ce,9arcelona, @undaci$ Antoni CVpies, 7J, p. GK.
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niveles que el trabajo de este artista despliega. 9r#ce, junto con 0mithson, son
buenos ejemplos de la complejizaci$n del tiempo que opera en las artes plásticas,
una de cu#as formas protag$nicas es el anacronismo.
Los ejemplos presentados en esta primera parte apo#an la tesis sostenida' el
anacronismo desbarata el tiempo como una secuencia lineal, a la vez que hace
patente que el tiempo del arte no es necesariamente orgánico o progresivo.
%. M!dern! & !nte#'!r(ne!
Los trabajos artísticos de 0mithson o 9r#ce podrían ser tambi(n buenos ejemplos
de lo que Pamela Lee calificaba como 5el fen$meno sumamente contemporáneo
de la no3contemporaneidad, de no estar con el tiempo.6=. 0in embargo, no creo
correcto sostener que 5el no estar con el tiempo6 sea un fen$meno que patentice
nuestra 5contemporaneidad6. 4especto de esta *ltima tesis, tratar( de mostrar
c$mo este modo contradictorio de relaci$n con el tiempo, calza con una
aspiraci$n que encontramos principalmente en la ;odernidad.
%l discurso del postmodernismo nos acostumbr$ al desprestigio de lo moderno.
!nculc$ la idea de que nuestra (poca, nuestra condici$n contemporánea había
abandonado los ideales modernistas' progreso, autoconsciencia, autenticidad,
autonomía o cualquier rasgo que identifique aquello que no es #a crucial para
entender nuestras prácticas en el mundo globalizado o virtual. ?e esa manera, si
imaginamos que lo moderno se acab$, necesariamente le seguirá lopostmoderno+ a lo sumo, tendremos cuidado en no atribuirle a esto *ltimo lo que
postulamos para el primero. Pero así no alcanzamos a saber qu( pueda ser lo
nuestro.
%n cierto sentido, HWlderlin advirti$ ese mismo problema, pero lo plante$ con
relaci$n a lo antiguo # lo moderno, que era una preocupaci$n de su propia (poca.
= Pamela Lee, op! cit ., pp. G>3GJ.
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%ntonces se había hecho famosa la 9uerelle des nciens et des Modernes,
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5autenticidad6 que Heidegger, por ejemplo, quiso hacer valer. Pero tambi(n con
muchas otras posturas que reclamen el signo aut(ntico de una actitud, con todo lo
vaga # arbitraria que esta noci$n resulte.
Ahora bien, si como sostengo a esta 5revoluci$n6 del modo de sentir le es
indiferente el 5cuándo6, entonces ella puede ser denostada o reivindicada en
cualquier momento. Pongo el caso, por un lado, de dos autores franceses
contemporáneos #, por otro lado, de Heidegger # Adorno. A prop$sito de la
5autenticidad6 Adorno escribi$ un libro feroz contra Heidegger al que por su
virulencia era imposible responder.77 Sno u otro podrían tener raz$n en el
problema de fondo, lo cierto es que con relaci$n a la 5autenticidad6 se pone en juego una integridad e&clu#ente, a la manera de una 5revoluci$n de los
sentimientos # modos de representaci$n6.
1ambiando los t(rminos # salvando las distancias, se advierte una situaci$n
similar entre dos autores franceses de nuestros días. @abrice 8idal reivindica el
pro#ecto po(tico moderno # Xean3;arie 0chaeffer desmenuza críticamente la
teoría especulativa del arte, que es precisamente el sustento de dicho pro#ecto.Lo hace en aras de una 5profunda reorientaci$n de nuestro modo de pensar las
artes # de nuestra apro&imaci$n a ellas6 0chaeffer 7, 7O7B, pero tampoco
parece ser otra la intenci$n de @abrice 8idal.
8ale la pena detenerse un poco en esta oposici$n. %l libro de 8idal es una
entusiasta defensa del 5pro#ecto po(tico moderno6. %ste pro#ecto, sostiene,
5parte de esta verdad' la modernidad es poesía vivificada.67G
. Can tajantes comoesta son afirmaciones en las que sostiene que 5el arte moderno no se plantea
cuestiones plásticas67>, que 5lo contemporáneo es simplemente el reflejo de un
momento dado6, #, en consecuencia, 5no significa nada.67J. 1on toda claridad
formula 8idal los t(rminos del 5pro#ecto po(tico moderno6 como una empresa
77 0obre el libro de Adorno, 1argon der Eigentlich3eit< zur deutschen 'deologie, v(ase el Prefaciode [liane %scoubas # el Postfacio de :u# Petitdemange a la traducci$n francesa' Adorno, 1argonde l;authenticit., París, Pa#ot,
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indiferente al tiempo. 0in embargo, ello no puede significar que sea indiferente a
su propio tiempo, pues (l ofrece el marco de lo que habría que cambiar. %l libro de
0chaeffer tiene un cariz mu# distinto7K. Cambi(n se trata de una investigaci$n
documentada, aunque no en fuentes de artistas, como en la línea de 8idal, sino
en te&tos de la tradici$n alemana # moderna sobre est(tica, desde Tant a
Heidegger. 0chaeffer toma a esta tradici$n como una 5do&a de la refle&i$n sobre
las artes67O que ha jugado un 5rol legitimador en el periodo del modernismo67=, #
que está atrapada en la 5obsesi$n filos$fica # teol$gica de la Snidad67
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esta relaci$n negativa con el propio ahora es propia de la ;odernidad, como
etapa hist$rica, pues es como si hist$ricamente ocurriese una febril sucesi$n de
inquietudes respecto del propio 5ahora6. La lista es larga, pero traigamos por lo
menos a la memoria algunas de las f$rmulas con las que se conoce esa
preocupaci$n' he mencionado #a la uerelle, pero tambi(n están 5%l más antiguo
sistema del !dealismo alemán6, el inflamado escrito de los j$venes del 0eminario
de C/bingen+ la discusi$n sobre la 5ildung , es decir, sobre la educaci$n
humanística+ la propia poesía de HWlderlin, 9audelaire, 4imbaud, la construcci$n
de lo romántico en apelaci$n a una (poca pasada que el arte del siglo !
restitu#$, el pensamiento 5inactual6 de "ietzsche, la 5decadencia6 del aura que
9enjamin e&plor$ #, por supuesto, tambi(n la larga lista de vanguardias,manifiestos # corrientes que poblaron buena parte del siglo .
Ha#, con todo, un hecho curioso en esta febril sucesi$n de inquietudes respecto
del propio 5ahora6 que debe llamarnos poderosamente la atenci$n. %lla viene
acompa)ada de una profunda elaboraci$n del pensamiento hist$rico. "o es una
cuesti$n que parta de Hegel en adelante. Así, 8ico, en oposici$n a la ciencia
cartesiana, escribe un breve tratado que tiene como título De nostri temporisstudiorum ratione ,o(re el m.todo de los estudios de nuestro tiempoB, además,
claro está, de otras obras hist$ricas como $a ciencia nueva. 0in embargo, pese a
que el pensamiento hist$rico cobre bríos en la ;odernidad, ello no significa
necesariamente que la noci$n del tiempo sea cabalmente discutida. Persiste la
sospecha de que buena parte del pensamiento hist$rico pueda dejar intacta la
vivencia en el tiempo # que no lo vuelva complejo, como sí lo hace el
anacronismo. Por eso, no debe sorprendernos que, por ejemplo, Xos( Luis8illaca)as observe que'
5%l espíritu del mundo de Hegel s$lo da rodeos # no acorta su e&periencia,ni tiene prisas ni se aburre. "i progresa ni retrocede' acumula mediacionesconceptuales en las que s$lo algo queda permanentemente desde)ado' eltiempo.6G7
G7 8illaca)as, Xos( Luis, 5Acerca del uso del tiempo apocalíptico en la %dad ;edia6, en'Hernández3"avarro, op! cit ., p. =G.
G
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%l espíritu del mundo que 8illaca)as atribu#e a Hegel, con o sin raz$n, parece
estar congelado en la visi$n museal, en el inaudito fervor con el que el siglo !
constru#e museos # fija un saber disciplinar, basado en la presunci$n de ser
ciencia de los orígenes, # cu#o registro es el 5documento6GG. %sta propensi$n a
petrificar el saber # a tomar las obras de arte como documentos será desde
entonces sometida a una punzante crítica.
Sno de los primeros en observar la inoperancia de esta visi$n museal para
apreciar el arte es el joven "ietzsche, quien, en torno a los ideales de la 5ildung ,
reparará en c$mo el ideal de objetividad científica que la @ilología 1lásica adopta
en su (poca, descuida la relaci$n esencial que debe haber entre las obras #quienes las estudian o aprecian. "ietzsche se pregunta qu( ocurre cuando, por
ejemplo, los poemas hom(ricos son sometidos al rigor de las nuevas
herramientas de análisis con las que la @ilología 1lásica cuenta como disciplina
hist$rico3científica. %l tratamiento científico, objetivo, demanda del sujeto dejar de
lado cualquier inter(s por la obra. Así, en aras de la pretendida objetividad se
anula cualquier cone&i$n viva con las obras de arte. 0ubrepticiamente se
introduce una noci$n de objetividad museal, fantasmal, cu#o resultado escontradictorio con las propias intenciones, pues falta un requisito esencial para el
conocimiento' el deseo, el ansia de alcanzarlo, para los cuales sí cuenta qui(n es
el que quiere conocer # qu(. %ste requisito es algo distinto de una apropiaci$n
subjetiva # arbitraria, simplemente se)ala el horizonte en el que esa empresa se
inscribe # cobra sentido' cuando las obras nos interpelan.G>
La propensi$n a petrificar el saber # a tomar las obras de arte como documentos,e&plica "ietzsche, adopta tambi(n otras formas, mu# importantes para la práctica
misma del arte. %n uno de los apuntes de su obra tardía encontramos la siguiente
observaci$n'
GG Cf! ?ouglas, 50obre las ruinas del museo6, en' Hal @oster ed.B, $a posmodernidad , 9arcelona'1airos,
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5"inguno es simplemente un pintor+ todos son arque$logos, psic$logos,gentes que ponen en escena alg*n recuerdo o teoría. 0e complacen ennuestra erudici$n, en nuestra filosofía. %stán llenos # rellenos, comonosotros de ideas generales. "o aman la forma por lo que es, sino por lo
que e&presa. 0on los hijos de una generaci$n erudita, atormentada #refle&iva 2 alejados miles de millas de aquellos viejos maestros, que nos$lo nunca dejaron, sino que s$lo pensaron en darles a sus ojos unafiesta.6GJ
"o s$lo "ietzsche investigará esta relaci$n museal con las obras de arte,
adoptada como una posibilidad del pensamiento hist$rico. ;ás adelante, como
sabemos, Adorno jugará ir$nicamente con la equívoca e&presi$n hegeliana sobre
la muerte del arte # tomará a los museos como los mausoleos de las obras de
arte. ;ás recientemente, ?anto se hace cargo del concepto hegeliano de la
muerte del arte, # da la impresi$n de que saludase la 5muerte del arte6 con el
mismo maravilloso candor con el que Dalt Dhitman celebr$ la 5muerte de ?ios6.
?e acuerdo a ello, respiraríamos por fin una liberaci$n gozosa en la que 5casi6
todo parece ser posible, para el hombre o para el arte.
"o desviemos, sin embargo, la atenci$n de lo que está en juego en esa relaci$n
museal, fantasmal con las obras de arte. Ancladas en una recuperaci$n del saber
que se arroga la objetividad o conciencia plenas, las manifestaciones artísticas se
convierten en prete&tos para el archivo en secuencias dominadas por una
concepci$n cronol$gica del tiempo. %n cambio, los trabajos artísticos antes
esbozados de @ernando 9r#ce # de 4obert 0mithson, en los que se complejiza
saludablemente el tiempo para dar lugar a la e&periencia humana de la memoria,
con sus faltas contra la cronología, con sus anacronismos, tambi(n se inscriben
en la crítica a la visi$n museal # a los modelos simplistas de la historia o de lavivencia del tiempo.
Así, la observaci$n que "ietzsche hace sobre la ausencia de pintores en su
tiempo, que básicamente hace patente una oposici$n entre antiguo # moderno,
#u&tapuesta a nuestra (poca, sirve para perfilar lo que nos es actual,
contemporáneo. Cambi(n para 9r#ce, un dibujo tiene que estar logradoGK+ (l aplica
GJ @riedrich "ietzsche, Der 4ille zur Macht , 0tuttgart, TrWner,
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pues el mismo celo de 5aquellos viejos maestros6 que 5s$lo pensaron en darles a
sus ojos una fiesta.6 Pero sus dibujos además e&ploran la dimensi$n contenida en
la crítica de "ietzsche a su (poca como poblada de e&pertos 5llenos # rellenos de
ideas generales6B # nosotros. Para nosotros, poblados de imágenes, puede valer
la empresa de 9r#ce pues consiste en'
5IB sacar las imágenes del conte&to del archivo, de su condici$n dedocumentos en el sentido material. Al transfigurar el documento, aldibujarlo, lo que me interesa es que se convierta en otra cosa, que se liberede su materialidad original # del orden institucional en el que estáinscrito.6GO
Puede valer la transfiguraci$n del documento porque esa actividad artística notoma meramente a las imágenes como prete&tos para el archivo disciplinar en
secuencias dominadas por una concepci$n cronol$gica del tiempo. Por el
contrario, al operar en las imágenes anacr$nicamente, ellas nos interpelan para
reconstruir nuestra memoria.
Para concluir con este punto quisiera precisar las dos principales tesis
propuestas. %n primer lugar, hemos identificado una actitud, que podríamos
tambi(n considerar propia de la ;odernidad, que consiste en una relaci$n
negativa con el tiempo. 0iempre es momento de ese cambio, #a que concierne a
un modo de pensar o de sentir. La ;odernidad niega el tiempo porque para su
5revoluci$n6 es indiferente el 5ahora6, #, sin embargo, ella misma tiene que ocurrir
en un 5ahora6. %s, a la vez, actual e inactual. 0u modo de ser es estar contra el
tiempo, a la manera de un anacronismo estructural. 0egundo, para dicho
anacronismo estructural puede ser irrelevante la concepci$n del tiempo. %l 5ahora6
puede abrigar una concepci$n del tiempo cronol$gica que congela a las obras de
arte como documentos. Pero tambi(n puede ser fuente de anacronismos en los
que se vivifican las prácticas artísticas # la memoria como modos de ser
humanos.
). Arte !nte#'!r(ne! * t+n"a
GO '()d!, p. GK.
K
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%l hecho de que el anacronismo desbarate el tiempo como secuencia lineal, de
que la modernidad abrigue un anacronismo estructural, podría conducirnos a la
idea de que nos encontramos frente a caminos sin salida para comprender la
diferencia entre lo moderno # lo contemporáneo. ;e refiero a que, si, por ejemplo,
como 8idal, se privilegia enfáticamente la vivencia del arte como un pro#ecto
po(tico siempre 5actual6, entonces lo 5contemporáneo6 será, como el propio 8idal
sostiene, insignificante, un mero reflejo de la actualidad. 5Arte contemporáneo6
sería así una e&presi$n hueca # vacía. Puede entenderse por eso que
preguntados los directores de más de G museos o instituciones del mundo,
1atherine ;illet obtuviese ma#oritariamente una respuesta pragmática' artecontemporáneo es el de los artistas vivos.G= Pero tampoco de esa manera
llegamos a vislumbrar qu( pueda ser lo contemporáneo en materia de arte.
1reo, sin embargo, que podemos seguir una pista de análisis esclarecedora de la
cuesti$n del arte contemporáneo. %sta pista consiste en tomar en serio la
consideraci$n de que el arte tambi(n es un hacer, un fabricar, cu#os productos,
simplemente por su elaboraci$n t(cnica, dan cuenta de una constelaci$n siempreactual. 4esulta casi trivial sostener que el arte es correlativo a su (poca, pero lo
es menos reparar en que un punto claro de las diferencias entre las (pocas está
en lo t(cnico. 0implemente ha# cosas que no pueden ocurrir+ por eso, el
anacronismo es un puro error. "o puede ser que ,3" -7 sea obra de un artista
griego de la (poca de Pericles. 1on toda seguridad es una instalaci$n de oFo
Eno desde
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los barrios marginales de Lima llevando la Mona $isa como un fantasma en offset
del pasado.6G<
M!magen KN
1omo vemos, los anacronismos pueden ser tambi(n burdas faltas contra el
tiempo o dar lugar a situaciones increíblemente c$micas, absurdas. Pero
continuar por allí s$lo contribu#e a sobree&poner el anacronismo, cuando lo
importante es poner de relieve que en la t(cnica tenemos un registro secuencial
que debe inhibirnos de cualquier anacronismo.
Al hablar de la t(cnica nos enfrentamos a una cuesti$n que e&hibe muchas
aristas. Podemos referirnos al sustento de la t(cnica moderna, en sus diferencias
con la antigua, como lo hizo Heidegger+ podemos tener en mente tambi(n los
trabajos de ;cLuhan, L#otard, 9audrillard, @lusser, 8irilo, etc. con un espectro de
cuestiones que van desde las mediáticas hasta las de las ciencias físicas. ;uchas
opciones de análisis son posibles, pero basta mirar a nuestro alrededor para
imaginarnos que, más adelante, un arque$logo podría reconstruir nuestraactualidad 2nuestra cronología2 sirvi(ndose simplemente de los aparatos que nos
rodean. Lo virtual del espacio o tiempo actuales tiene un rev(s que es el de sus
aparatos' ellos son inequívocamente rastros de un tiempo. La t(cnica, en un
sentido mu# amplio, puede marcar grandes lapsos de tiempo, # es tarea de los
arque$logos se)alarlos.
1$mo es la t(cnica de nuestro tiempo- 0asFia 0assen ha estudiado lastecnologías actuales # ha establecido que las propiedades de las redes
electr$nicas son la velocidad, la simultaneidad # la interconectividad.> %n otras
palabras, las tecnologías actuales buscan neutralizar la distancia # el lugar.> Pero
G
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cabe preguntarse qu( puede significar este empe)o en t(rminos de grandes
márgenes de tiempo.
Pensar en grandes márgenes de tiempo supone plantear ideas audaces como las
que nos proponen en forma retrospectiva 0loterdijF # prospectiva L#otard.
0loterdijF>7 concibe la t(cnica como una e&ploraci$n humana fundamental. La
humanidad fabrica constantemente, constru#e # e&plora lo Etro' la mera condici$n
material de las cosas. A*n más audaces son las ideas de L#otard. Cambi(n (l se
enfrenta con lo otro, $o inhumano, como reza el título de sus Charlas so(re el
tiempo. 4esulta claro que para L#otard, el problema de nuestro tiempo concierne
al futuro. "uestra t(cnica, sus desarrollos e implicancias, son comprensibles apartir de una certeza de la ciencia' que el tiempo de vida del sol es limitado.
L#otard sugiere que las tecnociencias cumplen la funci$n precisa de asegurar que
el lenguaje humano persista más allá de las condiciones de la vida en la Cierra.>G
%stas visiones retrospectivas o prospectivas pueden parecer simplistas o incluso
apocalípticas. !ncurren en los riesgos previsibles cuando uno se aventura a
refle&ionar sobre ciertos problemas en grandes lapsos de tiempo. 4ecapitulemos'no puede negarse que lo t(cnico marca las diferencias entre las (pocas # que,
además, se e&presa como e&ploraci$n constante de lo material. ?e acuerdo a
ello, arte contemporáneo, sería aquel que s$lo es posible en nuestra (poca # en
su registro t(cnico.
0in embargo, conviene tomar en cuenta la siguiente advertencia de 0tocFholm'
5o s( que _contemporáneo] se ha convertido en una palabra clave, unconcepto mu# particular como opuesto a otra cosa. 0( que algunaspersonas críticos, curadores e incluso artistasB están e&tremadamentependientes de este sentido particular otras, en cambio, noB. 0( quecontemporáneo es utilizado como una cualidad 25(l es más contemporáneoque tal o cual, etc.62 ;i opini$n es que este uso de la palabra se vuelvemu# c$mico, incluso ridículo. Para algunos contemporáneo quiere decir queuno debe vivir en su propio tiempo # hacer lo que este 5tiempo6 reclama
>7 Peter 0loterdijF, ,ph?ren '& ''& ''' , @ranFfurt am ;ain, 0uhrFamp, G
Cf . L#otard, Xean3@ran`ois, $o inhumano! Charlas so(re el tiempo& 9uenos Aires, ;anantial,
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como contemporáneo. %l uso constante del t(rmino ha hecho que el asíllamado mundo del arte se ha#a convertido en más hist(rico que nunca, enparticular porque uno debe preguntarse despu(s de un a)o o dos si la5contemporaneidad6 ha sido sobrepasada o si puede todavía sentirse. %l
sentimiento de la vida en una obra de arte, de que está viva # no muerta,no tiene nada que ver con su fecha pienso a la vez en 8ermeer # en;ondrian como pintores que parecen estar vivos ho# en díaB. 1omohistoriador del arte, #o puedo fechar una obra, conozco la historia de laobra tanto como la biografía del artista, etc. Pero si una obra es mu# fácilde fechar, es frecuente que ella est( demasiado embotada en su tiempo...B 0u _muerte] es fácilmente predecible.6>>
%star a la caza de la actualidad se revela como un pro#ecto ridículo. 0tocFholm
pone en perspectiva lo que principalmente importa en una obra de arte' que est(
viva o muerta. 1abría objetar que la analogía entre vida # arte es simplementeuna metáfora, con el agravante de que por medio de ella se puede inmiscuir un
relato orgánico sobre el destino de las obras de arte. 0in embargo, esta objeci$n
no toma en cuenta la particularidad de la t(cnica antes indicada. Porque la t(cnica
corre el riesgo de ser obsoleta, una obra de arte fácil de fechar es aquella que
está a tal punto imbricada en su tiempo que su muerte se torna fácilmente
predecible. Advirtamos' que una tecnología se vuelve obsoleta significa que ella
puede servir para registrar nuestra actualidad. notemos tambi(n que una obrade arte está 5muerta6, en pocas palabras no es tal, cuando lo *nico que la
particulariza es su cronología. 0i lo contemporáneo es una palabra que deba
significar lo que nos es propio, sería un pobre resultado que aquello que nos
singulariza s$lo consista en lo que podamos fechar. Porque este resultado no es
admisible, siempre ha# buenas razones para sostener que lo específico del arte
está en lo simb$lico. Para reconocer lo contemporáneo, el reto estriba en advertir
c$mo lo simb$lico puede en una (poca plasmarse en lo t(cnico, superando elmero registro cronol$gico. %n momentos en que la vida administrada # los
aparatos parecen absorber todas nuestras energías, haríamos bien en tener
presente que el arte se plasma en lo simb$lico, recreando nuestra alma.
>> 0tocFholm citado por ;illet, op! cit ., pp. 7G37>.
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9ibliografía'
Adorno, Cheodor D., 1argon de l;authenticit., París, Pa#ot, >.
Lee, Pamela ;, 5Sltramoderno' o de c$mo :eorge Tubler rob$ el tiempo en elarte de los a)os K6, en' Hernández3"avarro comp.B, Heterocron)as! -iempo&arte " ar%ueolog)as del presente& ;urcia, 1endeac, 7=, pp. 7
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L#otard, Xean3@ran`ois, $o inhumano! Charlas so(re el tiempo, 9uenos Aires,;anantial,