Historia Del Alfabeto y Medios de Escritura

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HISTORIA DEL AFLABETO Y MEDIOS DE ESCRITURA ÍNDICE Evolución histórica: - Las lenguas prerrománicas y la romanización. - El latín en Hispania. - La época visigoda. - La invasión árabe y los primitivos dialectos peninsulares. - Auge del castellano. - Del castellano al español. - Español contemporáneo. APÉNDICE - Generalidades. - Español: palabra extranjera. - La base del español. - Las lenguas de sustrato. - El íbero. - El tartesio. - El plomo de Alcoy. - Problema del celtíbero. - Vascoiberismo. - Onomástica. - Toponimia. - Otros aportes. - El latín en hispania. - La colonización suritálica. - Germanismos. - Arabismos. - La modernización de la lengua. -==Evolución histórica==- -=Las lenguas prerrománicas y la romanización=- En el comienzo de su historia, la Península Ibérica estaba habitada por una 1

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evolucion historica del latin al español actual

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Historia del alfabeto y medios de escritura

HISTORIA DEL AFLABETO Y MEDIOS DE ESCRITURANDICE

Evolucin histrica:

- Las lenguas prerromnicas y la romanizacin.

- El latn en Hispania.

- La poca visigoda.

- La invasin rabe y los primitivos dialectos peninsulares.

- Auge del castellano.

- Del castellano al espaol.

- Espaol contemporneo.

APNDICE

- Generalidades.

- Espaol: palabra extranjera.

- La base del espaol.

- Las lenguas de sustrato.

- El bero.

- El tartesio.

- El plomo de Alcoy.

- Problema del celtbero.

- Vascoiberismo.

- Onomstica.

- Toponimia.

- Otros aportes.

- El latn en hispania.

- La colonizacin suritlica.

- Germanismos.

- Arabismos.

- La modernizacin de la lengua.

-==Evolucin histrica==-

-=Las lenguas prerromnicas y la romanizacin=-

En el comienzo de su historia, la Pennsula Ibrica estaba habitada por una

serie de pueblos, entre ellos los iberos, los tartesios, los lusitanos, los

celtberos y los vascos. Ms tarde, los fenicios se asentaron en las costas

meridionales, fundando varias ciudades: Gdir (Cdiz), Mlaka (Malaga), Abdera

(Adra), etc. Sus aliados los cartagineses reafirmaron esta influencia

mediterrnea (testimoniada en ciudades como Cartagena y Mahn), mientras que

los griegos extendieron su dominio por el Levante y Catalua: Lucentum

(Alicante), Rhode (Rosas), Emporion (Ampurias). Precisamente en esta ltima

ciudad desembarcaron los romanos en el ao 218 a.C., dentro del marco de la 2

Guerra Pnica que los enfrentaba a los cartagineses. Tras mantener una serie

de luchas con los pobladores de la Pennsula, los romanos terminan por

someterlos en el ao 19 a.C. Durante todo este tiempo tuvo lugar un proceso

conocido como romanizacin, que bsicamente consisti en la introduccin de la

lengua y la cultura latinas a travs de los legionarios y colonos que

desembarcaron en Hispania. El latn que empez a usarse con profusin no era

el latn clsico que se utilizaba en la literatura, sino el llamado latn

vulgar, la modalidad hablada de la lengua, que presentaba algunas diferencias

importantes con respecto al primero (vase latn). Durante varios siglos hubo

un perodo de bilingismo entre este latn vulgar y las lenguas prerromnicas,

hasta que finalmente stas desaparecieron, aunque no sin antes dejar su huella

en el lxico comn (palabras como vega, barranco, colmena, estancar,

pramo, camisa, cerveza, carro, pizarra, izquierdo, Segovia,

Hispania, etc. pertenecen a esta poca).

-=El latn en Hispania=-

La romanizacin de la Pennsula Ibrica fue completa, lo cual no slo se

muestra en la floracin de autores latinos (Sneca, Marcial, Columela, Lucano)

y en la existencia de grandes focos de latinidad (Hispalis, Corduba, Emerita,

Tarraco), sino muy especialmente en el hecho de ser el latn vulgar la nica

lengua empleada hasta en los escritos ms humildes. El trnsito de esta lengua

itlica a los primitivos romances peninsulares fue prcticamente

imperceptible, aunque por los documentos conservados puede hablarse de latn

propiamente dicho hasta el ao 600 a.C. y de distintos dialectos romnicos

desde el 800.

Al igual que en el resto de la Romania, las diez vocales originales del latn

clsico se redujeron a siete en el latn vulgar hablado en la Pennsula: [i],

[e], [e], [a], []], [o], [u]. Ms tarde, las vocales abiertas [e] y []]

diptongaron por lo general en el primitivo castellano en [ie] y [ue] dentro de

slaba tnica (ej.: terra > tierra; porta > puerta), algo que no se

produjo en una lengua vecina como el portugus, que mantuvo inalteradas las

vocales del latn.

-=La poca visigoda=-

La dominacin romana en Hispania llega a su conclusin en el ao 409, cuando

un grupo de pueblos germnicos (visigodos, vndalos, suevos y alanos) invaden

la Pennsula. Durante varios aos se produce una convivencia entre estos

invasores nrdicos (especialmente los visigodos) y la poblacin

hispanorromnica, lo que se refleja en la introduccin en la lengua de

germanismos como burgo, guerra, espa, guardin, aspa, rueca,

Fernando, Rodrigo, Castrogeriz, etc. No obstante, los visigodos

abandonaron pronto su lengua gtica y se asimilaron a las costumbres y la

lengua romnica de la Pennsula.

-=La invasin rabe y los primitivos dialectos peninsulares=-

A partir del ao 711, unos nuevos invasores vienen a incrementar el crisol

cultural en el que se haba convertido Iberia: los musulmanes (especialmente

rabes, sirios y berberes). No slo trajeron conflictos blicos, sino una

cultura mucho ms avanzada que ayud en gran medida al desarrollo de la

Pennsula. Tras el latino, el componente lxico arbigo ha sido el ms

importante a la hora de configurar el actual vocabulario del espaol (en el

que existen unos cuatro mil trminos de procedencia rabe), gracias a la

introduccin de palabras como adalid, atalaya, alfrez, acequia,

alberca, alcachofa, noria, marfil, azufre, arancel, tarea y

otras. Durante los siete siglos que dur la ocupacin musulmana en Espaa, la

poblacin cristiana se agrup en la mitad norte de la Pennsula en diversos

reinos con escaso contacto entre s. Esto hace que en ellos se desarrollen

diversos romances con marcadas diferencias lingsticas (gallego-portugus,

astur-leons, castellano, navarro-aragons, cataln), que en un

principio quedan reservados al mbito oral, ya que el latn segua siendo la

nica lengua de cultura, empleada en la redaccin de documentos escritos.

El gallego-portugus, hablado al norte del ro Duero, constitua durante esta

poca una nica lengua, portadora de una gran tradicin literaria (cuyo mximo

exponente son las cantigas). A raz de la Reconquista de los territorios

musulmanes, el foco lingstico de este romance peninsular se fue desplazando

hacia la emergente nacin de Portugal, con lo que surgi el portugus medieval

y el gallego, lengua esta ltima que qued aislada durante mucho tiempo y

sometida al enorme influjo del emergente castellano. Por otro lado, el cataln

siempre estuvo ms cerca de los dialectos provenzales del sur de Francia que

del resto de lenguas romnicas peninsulares, por lo que evolucion de forma

distinta a stas. En la mitad sur del pas (llamada entonces Al-Andalus) la

lengua de la administracin y la cultura fue el rabe, aunque la poblacin

hispnica desarroll una serie de dialectos mozrabes que, aislados del

resto de romances y cohibidos por la preeminencia del rabe, tuvieron una

lenta evolucin.

No fue hasta el siglo X cuando surgen los primeros testimonios de un romance

peninsular al que cabe considerar como el germen de la lengua espaola: se

trata de las Glosas Emilianenses, anotaciones marginales a unos textos

litrgicos latinos que el escriba insert para facilitar la comprensin de la

lectura. El dialecto peninsular en el que estn escritas es el

navarro-aragons.

-=Auge del castellano=-

De entre todos los dialectos romances de la Pennsula, el castellano (que

empez a desarrollarse en Cantabria) se convirti pronto en la modalidad ms

evolucionada, producto de la estratgica situacin del reino de Castilla como

vrtice en el que confluan las diversas tendencias lingsticas del habla

peninsular, lo que hizo que asimilara rpidamente las principales innovaciones

procedentes de las regiones vecinas. Por ejemplo, con el este practic las

asimilaciones fonticas AI > E (ej.: carraira > carrera), AU > O (ej.:

aurum > oro) y MB > M (ej.: palumba > paloma); con el noroeste

palataliz la L de los grupos iniciales PL-, CL- y FL-, aunque despus sigui

una evolucin distinta, suprimiendo la primera consonante (ej.: planu >

llano, clave > llave, flama > llama); al igual que el resto de

dialectos romnicos centrales, diptong los sonidos abiertos [e] y []] en IE y

UE, respectivamente (ej.: septem > siete, foco > fuego). Como

innovaciones particulares, el castellano transform la F- inicial latina en el

sonido aspirado [h] y ms tarde la suprimi por completo (ej.: forno >

horno), y tambin elimin la G- y J- iniciales delante de vocal palatal

tona (ej.: ianuarius > enero, germanus > hermano). Fue precisamente

el castellano la lengua que los cristianos extendieron por toda la Pennsula

durante la Reconquista, proceso durante el cual los dialectos mozrabes fueron

suprimidos progresivamente. Con la toma de Toledo en 1085 desapareci uno de

los principales centros de mozarabismo. A partir del siglo XII la Reconquista

progresa considerablemente, hasta que en el XIII los rabes quedan reducidos

al reino de Granada. A este perodo pertenece la obra maestra de la literatura

pica castellana, el annimo Cantar de mio Cid, que tras circular oralmente en

boca de juglares fue refundido por escrito hacia 1140. En el aspecto lxico,

el gran desarrollo de las cortes francesas supuso la entrada en el castellano

de numerosos galicismos y occitanismos (ligero, doncel, linaje,

mensaje, trovar, espaol, etc.). Esta etapa primitiva del castellano es

lo que se conoce como espaol medieval o antiguo.

Hasta el siglo XVI, el castellano distingui una serie de fonemas que

posteriormente se asimilaron al sistema fonolgico general o desaparecieron

por completo. Se trata de los fricativos // (como en baxo 'bajo') y //

(como en muger 'mujer') y los africados /ts/ (como en brao

'brazo') y /dz/ (como en fazer 'hacer'). La letra s representaba el

fonema pico-alveolar sordo /s/ en posicin inicial de palabra o en posicin

media tras consonante (como en seor, pensar), al igual que el grupo ss

entre vocales (como en amasse), mientras que la s intervoclica

transcriba su correlato sonoro /z/ (como en rosa). Exista igualmente una

distincin entre el fonema bilabial /b/, escrito como b (cabea), y el

labiodental /v/, escrito con v o u (cavallo / cauallo, aver /

auer). El sonido aspirado [h] era un simple alfono de /f/, por lo que era

posible encontrar formas como fijo o hijo.

La primera normalizacin ortogrfica de importancia del castellano tuvo lugar

durante el reinado de Alfonso X el Sabio (1252-1284), que supervis

personalmente una intensa actividad cientfica y literaria. Su gran produccin

en prosa favoreci extraordinariamente la propagacin del castellano por todo

el reino, elevndolo al rango de lengua oficial en los documentos reales en

detrimento del latn. Durante el siglo XIV, el castellano liquida algunas de

sus ms importantes vacilaciones, desecha anteriores prejuicios respecto a

fenmenos fonticos dialectales y camina con paso firme hacia su

normalizacin. Con la llegada del Humanismo y el Renacimiento en los siglos XV

y XVI, la lengua recibe gran cantidad de influencias lingsticas por parte de

las lenguas clsicas: latn y griego. El habla de Castilla comienza a

confundir los sonidos [b] y [v] del espaol medieval y deja de pronunciar la

aspirada [h]. Por otro lado, se produce en el habla el ensordecimiento de los

sonoros [dz], [z] y [], que se empiezan a confundir con sus correlatos sordos

[ts], [s] y [], con las consiguientes vacilaciones ortogrficas entre Z / C /

, -S- / -SS- y G / J / X. La Gramtica de la lengua castellana (1492), de

Nebrija, constituye el primer estudio detallado de la lengua hablada en Espaa

y uno de los primeros entre las lenguas vernculas europeas. La doctrina

estilstica de la poca se encierra en la conocida frase de Juan de Valds

(1499-1541): "el estilo que tengo me es natural y sin afectacin ninguna

escrivo como hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que sinifiquen

bien lo que quiero dezir, y dgolo quanto ms llanamente me es possible,

porque a mi parecer, en ninguna lengua st bien el afetacin".

-=Del castellano al espaol=-

Elevada por los Reyes Catlicos al rango de gran potencia mundial, Espaa se

lanza con Carlos V a la conquista de Europa y del Nuevo Mundo. Es entonces

cuando el nombre de lengua espaola (o espaol) tiene absoluta

justificacin, ya que el castellano dej de ser simplemente la lengua local de

Castilla para convertirse en el idioma unificador de la recin creada nacin

espaola, y ser de esta forma la variante lingstica que los colonizadores

introdujeron en Amrica. Como resultado de estos contactos comerciales,

pasaron a la lengua americanismos como maz, patata, tabaco, huracn,

tiburn, chocolate, etc. La lengua que se desarrolla a partir del siglo

XVI puede llamarse ya propiamente espaol clsico, que alcanza su mxima

expresin literaria de la mano de autores consagrados como Cervantes, Lope de

Vega, Quevedo y Gngora.

Como ya se dijo anteriormente, el fonema fricativo palatal sonoro [] empez a

confundirse con su correlato sordo [], que en el siglo XVII se transform en

el sonido velar [x] del espaol moderno (obsrvese los casos de bajo y

mujer, resultantes de dos fonemas distintos en espaol medieval). En

Andaluca occidental se consolid la fusin de los fonemas fricativos

alveolares /s/, /z/ (representados mediante S y SS) con sus correlatos

africados /ts/, /dz/ (representados mediante C, y Z), que posteriormente

adelantaron su articulacin para dar lugar a un nico fonema dental con dos

variantes articulatorias fundamentales: una dental [s] (origen del fenmeno

conocido como seseo) y una interdental [] (origen del ceceo). La

puntillosidad de los hablantes espaoles del siglo XVI releg el pronombre

personal t a la intimidad familiar o al trato con inferiores, y desvaloriz

tanto su correlato formal vos que, de no mediar gran confianza, resultaba

descorts emplearlo con quien no fuera inferior. Para el resto de casos se

empleaban las frmulas vuesa merced (de cuya reduccin result el pronombre

usted), vuestra seora (origen de usa) o vuestra excelencia (origen

de vuecencia). De esta forma, en el siglo XVII se alcanz el actual estado

de la lengua en cuanto a este fenmeno pragmtico: t es el pronombre de

confianza y usted el de respeto. Este mismo uso es el que se trasplant en

Amrica, aunque en Argentina, Uruguay, Paraguay y Amrica Central t fue

sustituido por vos, mientras que en Panam, Chile, Colombia, Venezuela,

Ecuador, Per y Bolivia estos dos pronombres alternan.

-=Espaol contemporneo=-

A partir del siglo XVIII, la lengua adopta progresivamente su actual forma, y

entra en la tapa histrica que se conoce como espaol contemporneo. Un

hecho fundamental fue la creacin de la Real Academia de la Lengua en 1713, en

cuyo Diccionario de autoridades (1726-39) propone las reglas ortogrficas

principales del espaol moderno: 1) la letra U se emplea nicamente como

vocal, y V como consonante (eliminando as anteriores grafas como vno o

cauallo); 2) suprime la grafa y distribuye el uso de C y Z segn el

esquema actual; 3) se atiene a criterios etimolgicos en el empleo de B y V

(cuya pronunciacin se haba confundido por completo), reservando la primera

para los casos en los que en su timo latino existiera una B o una P, y la

segunda cuando hubiera una V; 4) suprime la distincin entre las grafas -SS-

y -S-, generalizando esta ltima; 5) reserva la letra X para el grupo culto

latino [ks], y propone la J para representar su antiguo sonido velar [x]; 6)

elimina los grupos consonnticos griegos y latinos reintroducidos en la lengua

durante el perodo clsico. De esta manera, en 1815 queda fijada

definitivamente la ortografa del espaol actual (los pocos cambios que se

produjeron posteriormente no fueron especialmente importantes). Durante esta

poca se introducen gran cantidad de tecnicismos, galicismos y anglicismos en

la lengua (mechnica, termmetro, fbrica; pichn, bisutera,

chfer, garaje; club, lder, turista).

APNDICE

-=Generalidades=-

A la lengua espaola se la considera constituida como tal en el siglo X, en

una zona al norte del Ebro, en el lmite con el vasco (que entonces llegaba

hasta el sur de la actual provincia de lava), por lo que se ha hablado de

lengua vascorromnica. Tiene como primera documentacin las Glosas

Emilianenses, anotaciones a un manuscrito latino entre las cuales se encuentra

un texto ms largo, una oracin, que dice as:

conoajutorio de nuestro dueno, / dueno Christo, dueno Salbatore, / qual dueno

get ena honore, / equal duenno tienet ela mandatjone / cono Patre, cono

Spiritu Sancto, / enos sieculos delosieculos. / Facanos Deus ompipotes tal

sebitjo / fere ke denante ela sua face / gaudioso segamus. Amem

[con la ayuda de nuestro seor, seor Cristo, seor Salvador, el cual seor

tiene el honor, el cual seor tiene el poder con el Padre, con el Espritu

Santo, en los siglos de los siglos. Hganos Dios omnipotente hacer tal

servicio que delante de su rostro seamos bienaventurados. Amn]

A lo largo de los ocho siglos de la Reconquista fue expandindose hacia el sur

y abrindose en la llamada cua castellana, limitando la extensin de los

otros romances peninsulares e imponindose como lengua literaria y cientfica.

Tras el descubrimiento de Amrica en 1492 fue llevada a este continente, donde

se habla actualmente en los Estados Unidos de Amrica (donde es lengua

histrica de algunos estados, como California, Arizona, Nuevo Mxico y Texas,

o lengua ms de inmigracin en otros, como Florida); al sur del Ro Grande se

extiende, en convivencia ms o menos marcada con diversas lenguas amerindias,

por Mxico, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Costa Rica, Panam,

Cuba, Puerto Rico, Repblica Dominicana, Colombia, Venezuela, Per, Ecuador,

Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile. Tambin es ampliamente usada en

zonas del Brasil, por la afinidad del portugus brasileo y el espaol y por

la expansin de ese pas por territorios de lengua espaola originaria. Por el

Pacfico se llev a las Islas Filipinas y Marianas, donde ha dejado huellas en

las lenguas locales, adems de ciertos restos en sectores limitados de la

poblacin y, a partir del siglo XIX, se introdujo en frica, donde se habla en

Guinea Ecuatorial y en la llamada Repblica rabe Saharaui Democrtica,

campamentos de refugiados en la frontera entre el Sahara y Argelia, adems de

en las ciudades espaolas de Melilla y Ceuta, en el Mediterrneo. El espaol

europeo se habla en un amplio territorio de la Pennsula Ibrica (en parte de

la cual convive con el vasco, el gallego, el cataln y otras hablas romnicas,

como asturleons y aragons), en las Islas Canarias y, junto con el cataln,

en las islas Baleares. Las diferencias locales y dialectales no impiden una

gran cohesin y una fcil inteligibilidad entre los hablantes, apoyada en una

literatura de gran prestigio. Existen dos normas o criterios de correccin: la

norma peninsular, con el sonido // para la grafa z (o c delante de

e, i), lesmo (uso de le por lo) y mayor frecuencia del pretrito

perfecto compuesto (he cantado), por dar una caracterizacin rpida; y la

norma atlntica (que en realidad empieza en Andalucia, por lo que

histricamente se llama sevillana), con seseo, preferencia o uso exclusivo

de ustedes sobre vosotros, tendencia al uso etimolgico de los pronombres

tonos y mayor empleo del pretrito perfecto simple (cant). Se estima que

el nmero de hablantes del espaol hacia el ao 2000 rondar los quinientos

millones.

La lengua espaola es conocida con dos nombres, lengua espaola o lengua

castellana, e incluso con trminos histricos como lengua espaola

castellana.

En un libro cuyo ttulo es ya por s significativo (Castellano, espaol,

idioma nacional. Historia espiritual de tres nombres), Amado Alonso habl, en

primer lugar, de cmo las nuevas lenguas necesitan nuevos nombres, para

identificarse frente al latn. La distincin se inicia en latn vulgar con el

trmino romanice, equivalente a romana lingua, frente a latina lingua.

Esta conciencia de cambio de lengua pasa a las designaciones en las nuevas

lenguas, y as, p. ej., el castellano diferencia lengua vulgar o romance

de lengua latina (vb. gr., en el proemio de la traduccin de la Eneida

por el marqus de Villena).

Un tercer paso se da cuando las designaciones romances incluyen la referencia

geopoltica: al valor identificador y peculiarizante tpico de lo castellano,

frente al latn y los otros romances, corresponden trminos como lenguaje de

Castilla, nuestro lenguaje de Castilla, nuestro romanz de Castilla, el

propio romanz castellano, el castellano, en nuestra lengua, en el

lenguaje (junto a vulgar, romance, lengua vulgar, como se ve en los

ttulos de los libros).

Poco a poco se va implantando el trmino espaol, a cuyos aspectos formales

nos referiremos luego, a medida que se va formando el concepto de nacin (y

con un amplio valor hispnico, pues los propios portugueses se incluyen en el

gentilicio, por su sentido latino de Hispania). El trmino espaol, por

tanto, --dice A. Alonso-- comporta en su expansin un aspecto de la ideologa

renacentista. Castellano, sin embargo, persiste, y esa persistencia requiere

una explicacin. Para darla, A. Alonso recurre al recuento de ttulos de

libros, con lo que quiere apoyar su criterio de que se debe a inercia del

arcasmo; en efecto: castellano domina en la primera mitad del siglo XVI de

modo amplio, aunque ya desde 1495 hay ttulos en los que aparece espaol. La

abundancia de traducciones aporta un buen material. El propio autor, no

obstante, seala que la argumentacin pierde fuerza si notamos que gran parte

de los usos de espaol no estn en el libro en s, sino en glosas,

apostillas, o slo en registros (como el de Hernando Coln) y bibliografas.

Una serie de circunstancias constituyen los argumentos histricos enumerados

como explicacin de la extensin de espaol. En primer lugar, el carcter

ms amplio, que empalma con la idea renacentista-imperialista de

universalidad. El castellano se siente sucesor del latn; como instrumento

nacional y poltico la lengua se vincula al Imperio, y se extiende a todos los

pueblos que sostienen la idea, es decir, a toda Hispania, hacindose

espaol. La ancdota caracterstica es bien conocida: el 17 de abril de

1536, lunes de Pascua de Resurreccin, el emperador Carlos V, de regreso de

Tnez, se dirigi en espaol al papa Paulo III, los embajadores de Francia y

Venecia y el Consistorio Vaticano, para justificar su poltica de enemistad

con el rey francs, aliado de los turcos, en un famoso discurso. En su

respuesta a la protesta del obispo de Mcon, embajador francs, por no haber

usado la lengua internacional de entonces, el latn, el rey-emperador replica:

Seor obispo, entindame si quiere, y no espere de m otras palabras que de mi

lengua espaola, la cual es tan noble que merece ser sabida y entendida de

toda la gente cristiana.

Sin entrar en disquisiciones acerca de si Carlos I se haba visto obligado a

hablar en espaol como consecuencia de su deficiente conocimiento del latn

(sobre lo cual tenemos testimonios, algunos contradictorios), no cabe duda de

que del rey de Espaa no podemos decir que fuera castellano: nacido en Flandes

y nieto del rey de Aragn, Catalua y Navarra, lo castellano es slo una parte

de su propia herencia personal.

Esta observacin coincide con el segundo argumento en favor de la extensin de

espaol (y que ya fue causa del origen de la palabra misma): ms all de los

Pirineos se ve lo que los espaoles, en comn, tienen de diferente frente a

los otros pueblos, y no se precisan particularismos, ignorndose la

peculiaridad de lo castellano. Los dos trminos siguen siendo intercambiables,

sin embargo, lo que puede observarse, por ejemplo, en la referencia de A.

Alonso al libro siguiente:

Juan de Miranda publica en Venecia, 1569, para los italianos de la Seora,

unas Osservationi della lingua castigliana, y en ellas habla con evidente

satisfaccin de il nostro spagnuolo idioma, y hasta con el ttulo mismo se

contina as: divisi en quatri libri: ne quali sinsegna con gran facilita la

perfecta lingua spagnuola.

En favor de espaol interviene tambin un tercer argumento, el paralelismo

con los nombres de los otros idiomas nacionales (francs, ingls, italiano),

que el autor une a un cuarto: la concepcin del idioma nacional coincide

tambin con un cambio de forma interior: El nombre de castellano haba

obedecido a una visin de paredes peninsulares adentro; el de espaol/

miraba al mundo (p. 31).

Pese a todo, castellano persiste, lo que hace necesaria una segunda

explicacin de su supervivencia, que vaya ms lejos de la simple inercia de un

arcasmo; se va as al contenido sociopoltico: millones de campesinos han

sentido siempre la entidad nacional y sus problemas mucho ms dbilmente que

en las ciudades, explicacin que contina en una tercera, que sigue a la

anterior tambin lgicamente: puesto que castellano cambia su contenido,

amplindolo y hacindolo coincidente con espaol, muchos autores pueden

utilizar uno u otro nombre. A partir de ah se llega al uso ms curioso, por

lo que supone de eclecticismo, que es la unin de ambos adjetivos, en las

combinaciones castellana-espaola o espaola-castellana, como en el Arte

de Gonzalo Correas.

Tras estas explicaciones de la pervivencia de castellano, queda, sin

embargo, un quinto argumento a favor de espaol: desde finales del siglo

XVI, salvo rarsimas excepciones (debidas a autores espaoles que escriben

fuera de su patria), el trmino aceptado mayoritariamente en los pases

hispanohablantes para referirse a la lengua comn de Espaa es el de espaol.

En esta situacin se plantea, segn A. Alonso, el conflicto, estudiado al

recoger la opinin del annimo autor de la Gramtica de la Lengua Vulgar de

Espaa, que nos permite situarnos ante un aspecto del problema que condiciona

su evolucin: haba un grupo de autores que seguan usando castellano; este

grupo no debi de ser muy polmico, porque no hemos notado seales ostensibles

de encono. Otro grupo se resista a usar este nombre, porque le pareca que

equivala a colocar a Castilla en lugar preeminente. Notemos que todava hoy

podemos notar esta actitud (en Andaluca, por ejemplo).

Cuando se rechaza castellano quedan dos opciones: o usar espaol, o crear una

designacin nueva. No obstante, el uso de espaol pudo no resultar

satisfactorio para algunos autores que tampoco queran usar castellano,

porque la lengua de Castilla era (y es) una entre las varias lenguas

espaolas. Llamarla lengua espaola sera as otorgarle un privilegio

injustificado. Esta postura tambin es importante, porque se traduce hoy en

aspectos del problema en las regiones bilinges.

La tercera solucin, crear un nuevo trmino, tampoco ha prosperado: el annimo

de Lovaina us lengua vulgar, pero la evolucin del significado de vulgar,

que de contrapuesto a latino ha pasado a contrapuesto a culto, hubiera

impedido la adopcin de este trmino, en todo caso. Tampoco esta solucin

parece ser muy necesaria, porque hay que tener en cuenta que, en la mayora de

los casos, el hablante no se para a medir y calibrar las diferencias entre uno

y otro trmino. A. Alonso dice, en concreto, que el hispanoamericano que dice

castellano no piensa, cada vez que lo dice, que esa lengua se origin en

Castilla. Se puede aadir fcilmente que el gallego o cataln que oye decir

espaol en vez de su ms usual castellano no se para a pensar a cada momento

que as se cambia el esquema de equivalencias de las lenguas peninsulares. La

designacin se percibe as como un nombre propio, por lo que deja de sentirse

lo que pudiera haber de hiriente en el adjetivo especificativo pospuesto

(posposicin tanto ms necesaria por tratarse de un adjetivo de relacin).

Tendramos as que un sexto argumento en favor de espaol coincidira con una

cuarta explicacin de la pervivencia de castellano: ambos han pasado a tener

un valor ms cercano al nombre propio que a la especificacin originaria. A

ello habra que sumar, aunque cada vez con menos fuerza y como quinta

explicacin de la pervivencia de castellano, una vaga conciencia de los

hablantes, con una antigedad que remonta a varios siglos, sobre el supuesto

prestigio de la lengua hablada en Castilla. A. Alonso cita ejemplos

renacentistas a los que todos podramos aadir esos elogios que se oyen con

alguna frecuencia, sobre todo entre el pueblo, sobre el habla de Burgos o de

Valladolid. No hace falta insistir en lo impreciso de tales afirmaciones

generalizadoras.

Cuando A. Alonso insiste, a continuacin, con una magnfica exposicin de las

ideas de los literatos del Siglo de Oro (especialmente los no castellanos), en

la preferencia por espaol, y en cmo se siente que lo espaol es unitario

y universal, lo hace para luego hablar del trmino castellano en el XVIII

como castizo y regionalizante. No negamos con ello, de ningn modo, el inters

y valor de los argumentos de un Fray Luis de Len, Ambrosio de Morales,

Herrera o Correas, pero s queremos insistir en la evolucin del punto de

vista. Lo que se debate ahora es, bsicamente, un problema de prestigio: cul

es el ideal, el modelo terico de la lengua, si es que existe, y no cul pueda

ser la mejor designacin de esa lengua.

Los argumentos que emplea Amado Alonso al hablar del siglo XVIII pueden

puntualizarse en lo que se refiere a la denominacin de la Real Academia, su

gramtica y su diccionario. La Academia se llama Espaola por imitacin de

la francesa, y porque con esta denominacin no hay equvocos (puede ser

acadmico cualquier espaol, y no slo los castellanos). El diccionario, en

cambio, es de la lengua castellana, segn las Actas del 14-XII-1793, y as

ser hasta 1924, pues a partir de esta fecha ser de la lengua espaola

(cambio de denominacin que se extiende a todas las obras y documentos

acadmicos). La decisin primera a favor de castellano no tuvo nada que ver

con que Castilla sea el solar de su idioma y su rbitro, ya que ese papel

arbitral no aparece en parte alguna y, adems, los acadmicos crean,

errneamente, que la cuna del idioma era astur-gallega. Rechaza luego la

solucin centralista borbnica, pues el Diccionario de Autoridades (primero

de la Academia) se abre con amplitud a las voces perifricas y se preocupa

especialmente de su recoleccin. La Academia Espaola ha desarrollado una

labor en favor de los dialectos que no tiene parangn en instituciones

normativas similares. La diferenciacin castellano/espaol aparece en la

designacin de los documentos oficiales, ya que en los textos de los

acadmicos (los Prlogos del Diccionario, p. ej.) los dos adjetivos son

intercambiables. Sin embargo, los textos de los acadmicos no se hacen siempre

eco de la opcin institucional.

Aunque la Academia se llame Espaola, en la Aprobacin del Diccionario (1724)

por don Fernando de Lujn y Sylva se lee: He visto con todo cuidado y atencin

el Diccionario de la Lengua Castellana compuesto por la Real Acadmia de

ella. En el prlogo, en cambio, se altera el adjetivo: Entre las Lnguas vivas

es la Espala, sin la menor duda, una de las ms compendiosas y expresivas;

La Lngua Espala, siendo tan rica y poderosa de palabras y locuciones,

quedaba en la mayor obscuridad...; El libro del Thesoro de la Lngua

Castellana. o Espala, que sac a luz el ao de 1611. Don Sebastian de

Covarrubias [es el ttulo del libro]; A este sabio Escritor [Covarrubias] no

le fu facil agotar el dilatado Ocano de la Lngua Espala; Como basa y

fundamento de este Diccionario, se han puesto los Autres que ha parecido a la

Acadmia han tratado la Lngua Espala con la mayor propiedad y elegncia.

As se sigue hablando de la Lengua Espaola y de Nacion Espaola y su

Lngua (p. 11).

En la p. IV habla de Orthographia Castellana, y en la V, donde se refiere a

voces no usadas en el reino de Castilla, pero aceptadas en el diccionario, y a

las de germana, justifica la introduccin de voces de este segundo tipo por

ser casi todas las dichas palabras en su formacin Castellanas. Luego ya habla

de voces Castellanas antiguas (ibid. pr. 11) para hablar de Lngua Espala

en el pr. 12 (pg. VI). En la p. VII, 618: convertir... la voz Castellana en

otra Latina y, a continuacin, por evitar no volver la voz Espala en otra

Latina. La pg. VII, pr. 22, incluye otro ejemplo de Lngua Espala.

En el prlogo, en resumen, espaol domina claramente a castellano, a pesar del

lengua castellana del ttulo.

Una prueba ms de la sinonimia castellano/espaol en lo lingstico tenemos en

el cap. V, en el primero de los estatutos de la Real Academia (pg. XXIX del

Diccionario):

Fenecido el Diccionario (que como v expressado en el Captulo primro debe

ser el primer objeto de la Academia) se trabajar en una Grammatica, y una

Potica Espaolas, e Histria de la lngua por la falta que hacen en Espaa.

Sabiendo, como sabemos, que ha sido redactado cada uno de los discursos

proemiales del Diccionario de Autoridades por autor distinto, no extraar que

haya ligeras divergencias en las preferencias por uno y otro trmino. Frente a

la vacilacin registrada en el Prlogo, escrito por don Juan Isidro Fajardo,

se observa una preferencia clara por lengua castellana en la Historia de la

Academia, redactada por el P. Jos Casani. Nuestra ltima cita nos mostraba

otra vacilacin en los estatutos, a la que podemos aadir ahora la importante

precisin del primer prrafo del Discurso Proemial sobre el Origen de la

Lengua Castellana (p. XLII), obra de don Juan de Ferreras:

La Lngua Castellana. que por usarse en la mayor y mejor parte de Espaa

suelen comunmente llamar Espaola los Extrangros, en nada cede a las mas

cultivadas con los afanes del arte. y del estdio.

El mismo P. Casani, de cuya preferencia por lengua castellana acabamos de

hablar, en su discurso de las Etimologas emplea espaol como equivalente a

lengua espaola o castellana (p. LX):

Las partculas compositivas en nuestro Espal son...

A estos textos, ya suficientemente explcitos, se puede aadir un precioso

testimonio, procedente de los Papeles y Legajos de Gramtica, descubiertos

en la biblioteca de la Academia por Ramn Sarmiento. He aqu un interesante

texto del tomo 1, fol. 21 a b:

La gramtica espaola en primer lugar deber tratarse en el idioma propio,

esto es en castellano, por que haviendo de ser precisamente su fin el de

ensear a hablar, y escribir rectamente en el no puede ofrecerse duda en que

esto principalmente mira al espaol, que por lo mismo que esta es su lengua,

tiene mas necesidad que el estrangero de saberla con perfeccin, y por

consequencia primer derecho a la instruccin, por cuio medio lo ha de

conseguir.

La variacin de trminos --gramtica espaola, castellano, su lengua

[del espaol]-- se observa de nuevo, tambin por razones de alternancia

estilstica, en otros textos, como, a continuacin, fol 21 d:

[Traducir la gramtica al latn] puede hacerse con la Gramatica espaola para

hacerla mas universal. Nuestro Maestro Correas puso en espaol su Arte

Castellana, y tambien Paton sus instituciones.

No quiere esto decir que la alternativa hoy se vea como una simple variacin

estilstica (aunque sea as en algunos autores). Ya hemos indicado algunas

preferencias por castellano o por espaol: otras distinciones histricas

pueden haberse perdido, como la preferencia del campo por castellano y de la

ciudad por espaol, sealada por Amado Alonso. Es probable que la cuestin,

para las generaciones ms jvenes, haya perdido inters y, desde luego,

virulencia. En el fondo, a menos que se use uno de los trminos con carcter

especificador e intencin poco clara, casi nadie se ofende porque su

interlocutor emplee uno u otro. Hay tambin otros usos, menos extendidos, como

idioma nacional, que en Argentina y Mxico altern con castellano en

cierta poca y que ahora pervive sin ciertas connotaciones pasadas, salvo para

los nostlgicos. Tambin existen idioma patrio, lengua patria, lengua

nacional e, incluso, idioma nativo. Otra solucin puede ser la apuntada por

Menndez Pidal en La lengua espaola, artculo inaugural de la revista

Hispania (California), 1918, publicado de nuevo en el Cuaderno I del

Instituto de Filologa de Buenos Aires. Don Ramn dejaba castellano para la

lengua del Cantar de mio Cid y espaol para la lengua en cuyo florecimiento

esttico colaboraron todas las regiones de Espaa. Como uso muy curioso de

estratos rurales, entre indios y criollos, tenemos hablar la castilla,

entender la castilla, y el uso de castilla como adjetivo.

La pasin desatada en torno a la denominacin no ha sido motivada por un

nominalismo bizantino, sino porque detrs de cada designacin puede haber, en

muchos casos, una manera de interpretar la historia de Espaa. La historia

espiritual de estos nombres --concluye Amado Alonso-- no es nada ms que la

enredada historia de los sentimientos y de los anhelos, de la fantasa y de

los impulsos activos, nuestros y de nuestros antepasados lingsticos, con

relacin al idioma comn.

La tendencia a la interpretacin regionalista de la constitucin de Espaa se

opone, por ejemplo, al centralismo de un pas fuertemente unitario, como

Francia, cuya lengua, hablada por senegaleses, polinesios, canadienses o

belgas, es tan francs como para los mismos franceses. Coincide, slo

parcialmente, el probiema de la denominacin de la lengua (quiz ms en

Amrica) con el problema de designacin del ingls: English es el trmino

general, y tambin England es una regin del Reino Unido, regin

aglutinadora por ms seas. En cambio, los americanos diferencian su acento

del de los insulares con la oposicin American accent/British accent (y no

English accent).

La conclusin pueden ser las palabras de Camilo Jos Cela en el discurso

inaugural del Ateneo, que no lleg a pronunciar:

Espaa es pas, o puzzle de pases, con tantos meridianos como vientos tiene

la rosa de los vientos, y ah, precisamente ah, reside su riqueza. La

cultura espaola, que es lo que debe preocuparnos, puede y debe expresarse

en cualquiera de las cuatro lenguas espaolas, y su serena contemplacin y

su flexible convivencia ha de ser el denominador comn de nuestro inters

culto.

La diversidad terminolgica que hemos repasado, si se toma como signo de

riqueza, y no de disgregacin, ennoblece; por ello debe actuarse con la mxima

tolerancia en estos problemas de denominacin, y dejar que cada hablante, en

cada regin o pas, emplee la que considere ms adecuada, sin sobresaltos

anacrnicos. Lo que no conviene olvidar es que la designacin de lengua

oficial no aade nada al lustre cultural de una lengua. Con palabras de Cela,

en el discurso citado, podramos decir que el castellano es la lengua comn de

todos los espaoles. Represe que es ms importante, bastante ms importante,

y duradero y glorioso, ser la lengua de Cervantes, de Quevedo y de Fray Luis,

que ser la lengua del Boletn Oficial del Estado.

-==Espaol: palabra extranjera==-

Fue el suizo Paul Aebischer, en 1948, quien seal primero este origen

necesario, tras insistir en la imposibilidad de que de uno de los tres

gentilicios latinos (Hispanus, Hispaniolus, Hispaniensis) pueda salir

espaol. Esta ltima palabra puede proceder, segn las dos distintas

teoras, de hispanionem o de hispaniolem, formas ambas reconstruidas, no

documentadas en latn. La primera forma, con evolucin explicada por el paso

disimilatorio n - n > n - l, difcilmente aceptable, fue apuntada,

dubitativamente, por Friedrich Diez y aceptada por Meyer-Lbke y Menndez

Pidal. La forma espan, sin disimilar, existe (aunque no muy abundantemente

documentada), pero falta cualquier lazo que la conecte con espaol. Habr

que volverse, por razones que Aebischer desarrolla, a la segunda forma, lo que

supondra una derivacin desde lenguas extrapeninsulares y, concretamente,

desde el provenzal, donde la terminacin -ol, sin diptongar, es abundante.

Esta es la tesis aceptada por Amrico Castro y Rafael Lapesa, para quien el

romanista suizo Paul Aebischer dilucid el asunto de manera definitiva. La

prueba de Aebischer es irrebatible, pues se apoya en testimonios de espaol

en el Languedoc desde el siglo XI, incluso como nombre propio, lo que prueba

un arraigo de la denominacin indiscutible. Desde Provenza vuelve a entrar en

la Pennsula Ibrica, con la oleada de trminos que los francos introducen en

el siglo XII por las vas de peregrinacin y el dominio religioso de Cluny.

As, M. Coll i Alentorn y Manuel Alvar lo documentan en Aragn desde 1129 y

1131. En Soria aparece en 1141; Ricardo Cirvide lo halla en un texto navarro

de 1150, en Catalua lo recoge Aebischer desde 1192, Lapesa lo documenta en

Castilla a partir de 1191. Maravall seala, utilizando el Cartulario de la

Catedral de Huesca, veinticuatro menciones de Espaol, con variantes en la

grafa (variantes que no incluye), que se extienden desde 1139 a 1211, lo que

dara una gran difusin nortearagonesa, en coincidencia con el Bearne,

anterior al paso a la zona de Toulouse. Esta documentacin nos ofrece la forma

espaol antes incluso que espan (h. 1240-1250), lo que puede hacer

pensar que esta segunda forma sea acomodacin de la primera, segn el tipo

gascn, bretn.

La aplicacin del trmino, por tanto, se da primero a catalanes y aragoneses y

ms tarde a los castellanos. Al rey Enrique III (r. 1390-1406) se refiere un

decir de Alfonso lvarez de Villasandino, en el fol. 64 r del Cancionero de

Baena (h. 1445-54):

Rey de grant /. magnjficencia

muy poderoso /. espaol

pues / non escallenta el sol

otro de mayor / . prudenia

sabet que / . con mj dolencia

yo no valgo /. un caracol

antes me juggan por ffol

los dela / . gaya ienia

Espaol, pues, perteneci a la misma oleada que aport palabras que hoy son

tan castizas como solaz, donaire, fraile, monja, homenaje o

deleite. La razn por la que fue necesario que viniera de fuera est ligada

a una visin tambin externa de la historia de Espaa. Los habitantes del

norte de la Pennsula eran, todos ellos, cristianos, frente a los moros del

sur; entre s eran leoneses, castellanos, catalanes, etc., y con estas

denominaciones satisfacan sus necesidades comunicativas. Al norte de los

Pirineos, sin embargo, se imponan otras denominaciones: el particularismo de

leons o castellano no tena ya objeto, lo que el habitante de la antigua

Galia buscaba era un nombre que cuadrase a los habitantes de Hispania

(diferenciados de los moros). Cristiano no era trmino que pudiera emplear,

puesto que franceses y provenzales eran tambin cristianos y, por otro lado, a

diferencia de los cristianos de Hispania, para los de Francia y Provenza este

trmino era slo religioso, no poltico: necesitaban un trmino, por decirlo

as, laico, y espaol satisfizo esta necesidad. El trmino, luego, hizo

fortuna y fue adoptado por aquellos a quienes designaba.

-==La base del espaol==-

Al estudiar histricamente una lengua (entidad que, necesariamente, es

histrica), tenemos que considerar cul es su antecedente lingstico, es

decir, de qu otra lengua procede en lo fundamental, de cul deriva su lxico,

han evolucionado su Morfologa y su Sintaxis, y desde dnde se ha transformado

su Semntica. En el caso del espaol, debemos tener en cuenta que su base es

el viejo dialecto castellano medieval, procedente del latn de Hispania. En

este latn hispnico perduran restos de las lenguas prerromanas, anteriores a

la colonizacin itlica; restos no slo en el lxico (donde tampoco son

demasiado abundantes), sino en condicionamientos estructurales, especialmente,

parece, en la Fonologa. Estos son los llamados fenmenos sustratsticos, y

las lenguas prerromanas las lenguas de sustrato. El ibrico, el vasco y

el celta son los principales sustratos del latn hispnico que evolucion

hasta el castellano.

Esta evolucin ha sufrido, adems, dos tipos de influencias: la

superestratstica de la lengua, distinta, hablada por la clase dominante

durante una poca, pero que no lleg a desplazar a la lengua latina

evolucionada hablada por el pueblo en las distintas regiones peninsulares; y

la adstratstica o de contacto en inmediata vecindad territorial, o parcial

superposicin. Caso de superestrato es, en relacin con las hablas del sur,

el griego bizantino hablado en la Btica por los conquistadores del Imperio de

Oriente (desde la poca de Atanagildo hasta la de Suntila, siglos Vl-VII)

durante unos sesenta aos, o --asimismo-- el del germnico (en distintas

variedades) hablado por los pueblos de esta etnia que conquistaron la Hispania

Romana (suevos, vndalos, alanos, visigodos). La penetracin e influencia real

de estos superestratos lingsticos es bastante discutible, porque, al menos

en el caso de los visigodos, parece poco probable que no hablaran latn --ms

o menos germanizado--, teniendo en cuenta que su larga migracin hasta la

Pennsula Ibrica les hizo recorrer, durante siglo y medio, el Imperio Romano,

desde el Danubio al Tajo.

Despus de estos superestratos, el romance hispnico estuvo sometido a la

compleja influencia del rabe, que actu de dos maneras; como superestrato,

en las zonas en las cuales los sometidos hablaban romance y los conquistadores

musulmanes rabe, y como adstrato o lengua vecina de contacto, en aquellas

otras en las que no se hablaba rabe (como lengua natural de la sociedad),

pero se sufra la tremenda influencia del modo de vida y la cultura de los

musulmanes andaluses, arabizados, mucho ms desarrollados y refinados que los

cristianos del norte. sta fue la ltima gran influencia, por contacto

directo, sufrida por las lenguas romances peninsulares, que luego iran

recibiendo aportaciones de otros idiomas, sobre todo italiano, francs e

ingls, pero ya sin la penetracin en la constitucin de la morada vital que

caracteriza a las aportaciones del rabe.

-==Las lenguas de sustrato==-

A. Tovar postul, con razones bastante convincentes, la existencia de una base

lingstica norteafricana que se extendera hasta la Irlanda precltica.

Relacionados con esta base estaran los dialectos iberos, y quiz el vasco,

lengua no ibrica.

Los iberos ocupaban la zona suroriental de la Pennsula, en el centro estaban

los celtberos (que escriban su lengua cltica con alfabeto ibrico), y en la

zona noroccidentai tendramos que colocar primero unos pueblos paraclticos, a

los que se sobreponen luego los celtas. Para Tovar es fundamental el

bilingismo latino-celta de esa zona noroccidental para explicar una serie de

fenmenos romances posteriores: lenicin (sonorizacin de sordas

intervoclicas y fricacin de oclusivas sonoras), palatalizacin e inflexin

por yod (sonido palatal semivoclico o semiconsonntico). La identidad de

estos pueblos anteriores a los celtas es muy discutida y est en relacin con

el complejo problema de los ligures, ilirio-ligures o ambroilirios,

pueblo cuya existencia y extensin haban sido rechazadas por los

investigadores, aunque ahora parece necesario admitirlas.

Entre los rasgos que parecen tpicamente ligures podemos citar el sufijo

-asco de Viascn (Pontevedra), Tarascn (Orense), Balasc (Lrida),

Benascos (Murcia), nombres que tienen relacin con otros topnimos que se

extienden hasta el norte de Italia. Tambin parece ligur el conocido

Velasco, formado sobre bela cuervo. Ilirio-ligures parecen Badajoz y

aquellos cuya raz es borm, bord o born, as como el -ona de

Barcelona, Ausona y los derivados de carau piedra. Los ambrones

aparecen en los topnimos Ambrona, Ambroa, Hambrn de Soria, Corua y

Salamanca.

Los celtas nos han dejado nombres de antiguas ciudades fortificadas en las que

aparecen los sustantivos briga o dunum fortaleza, como Coimbra, Besal

o sego segi victoria, como Segovia. Tambin es celta el sufijo -acu de

Buitrago (con sonorizacin). De los rtabros de La Corua es propio el

sufijo -obre muy frecuente en topnimos entre Corua y Ferrol.

Por medio de la escritura ibrica se representan dos lenguas: el ibero (para

la que fue creada) y el celtbero (para la que se utiliz, aunque tiene

sonidos irrepresentables con la escritura ibera). Los intentos para descifrar

esta escritura, antes de Gmez Moreno, se hicieron slo sobre la escritura

ibrica. El primero fue Antonio Agustn (1587); en los siglos XVII y XVIII

varios investigadores de origen nrdico intentaron clasificar monedas

hispnicas, suponiendo que estaban en letra visigoda; en 1752, Luis Jos

Velzquez (Ensayos sobre los alfabetos de letras desconocidas) seal que

deban hacerse comparaciones con otros alfabetos y realiz una distincin

entre el celtibrico, fenicio y turdetano. Por fin, en 1922, Gmez Moreno

publica su primer trabajo, Epigrafa ibrica: el plomo de Alcoy, donde

aporta ya resultados, aunque sin decir cmo los ha obtenido. Habr que esperar

a 1943, cuando, en La escritura ibrica y su lenguaje explica los pasos que

fue dando hasta llegar a descifrar la escritura ibrica.

-=El bero=-

Gmez Moreno lleg a la conclusin de que su escritura era un semisilabario.

Restableci las cinco vocales y, despus, las seis consonantes (l, r, m,

n y dos tipos de s), partiendo de textos latinos donde aparecan nombres

ibricos, sobre todo del Bronce de scoli, plancha que se conoci en 1808

1809.

Vio que no aparecan consonantes aspiradas y que haba seis oclusivas sordas y

seis sonoras, aparte de cuatro signos claramente silbicos: ka, ke, ko,

ku. La p era muy rara y exista una nasal de correspondencia no bien

determinada. Recogiendo todos estos datos, puede decirse que el semisilabario

consta de los siguientes elementos:

-- Un signo diferenciado para las vocales.

-- Un signo diferenciado para lquidas y nasales.

-- Dos tipos de [s]

-- Un signo nico para cada grupo de oclusivas combinadas con las vocales, sin

distincin de sordas y sonoras.

-- La [p] no exista, salvo en ejemplos escasos como luspana.

Fue aplicando el sistema, comprobndolo con los topnimos conocidos y leyendo

otros textos donde haba nombres parecidos o idnticos a los que se lean en

inscripciones hispanorromanas.

-=El tartesio=-

Gmez Moreno, en este caso, dud en interpretar su escritura como un

semisilabario. En su ltima obra, publicada en 1961, llam a esta escritura

bstulo-turdetana. Recoge un texto de Estrabn en el que se dice que los

tartesios eran el pueblo ms culto de Hispania; otros autores antiguos hablan

de que tenan escritura y de que sta era de gran antigedad. Puede dividirse

esta escritura en dos grupos:

a) La que se encuentra en textos de la parte de Levante y del sur (Murcia,

Albacete, Almera..., hasta la zona de Jan).

b) La puramente turdetana o tartesia (Algarbe). Los textos de esta zona son

los que ms problemas plantean, sobre todo respecto a la carencia de

uniformidad en las opiniones sobre la antigedad de los textos (se consideran

del siglo V o VI, pero Maluquer opina que se debe pensar en los siglos II

III; la diferencia, pues, es muy grande).

-=El plomo de Alcoy=-

La escritura jnica del sureste (en terminologa de Gmez Moreno) o

greco-ibrica (segn Maluquer). En Alcoy se descubri un plomito hacia 1920

1921 en el que se creyeron ver signos ibricos. Sin embargo, Gmez Moreno

lleg a la conclusin de que los diecisis signos que tena no podan ser nada

ms que griegos. Es una adaptacin indgena de un alfabeto jnico.

-=Problema del celtibrico =-

En Hispania no se hablaba un solo tipo de lengua cuando llegaron los romanos.

Algunas de ellas no son indoeuropeas (el ibero) y de otras no se sabe con

seguridad si lo son (es el caso de los textos del Algarbe, emparentados, segn

unos, con las lenguas orientales y, segn otros, con la indoeuropea). Los

dems restos lingsticos han de relacionarse con las lenguas indoeuropeas,

con un rasgo comn a todos: un cierto arcasmo, ya que en Hispania acaban

todas las inmigraciones.

Slo dos grupos de lenguas se conocen por textos: el celtibrico y el

lusitano. Las dems se pueden estudiar indirectamente, mediante la onomstica,

la toponimia, etc.

Centrndonos en el celtibrico, los textos conocidos se encuentran en el valle

del Ebro, zonas prximas a Soria, Guadalajara, Zaragoza, Burgos, Palencia, una

estela en Ibiza, Teruel y Segovia, y estn escritos en la misma escritura

ibrica (los ms tardos, en latina). Hay incluso monedas con las dos

escrituras: latina e ibrica. Nos encontramos aqu con el terreno mejor

conocido desde el punto de vista lingstico, ya que aparecen desinencias

casuales, formas verbales, partculas..., que, por lo que sabemos del latn,

griego u otras lenguas indoeuropeas, pueden reconstruirse aunque no traducirse.

Contamos con dos bronces: el de Luzaga (relativarnente reciente) y el de

Botorrita. Con el celtiberismo del primero no ha habido problemas; s con el

de Botorrita, texto considerado como el ms largo del celta continental. Posee

dos caras, con 11 y 9 lneas escritas respectivamente. Como es tardo, no es

de extraar que contenga algunos latinismos (ya estaban los romanos en

Hispania). El problema esencial que plantea el bronce de Botorrita no es el de

la lectura, sino el de la traduccin del texto ledo. Muchos especialistas

(Lejune, Tovar, Hoz, Michelena) opinan que corresponde a una lengua

indoeuropea. La cuestin se relaciona con la extensin de los celtberos y su

lengua, que pudo llevarse hasta cerca del Ebro, pero que utiliz el alfabeto

ibrico y que, en la poca tarda en que fue labrado el bronce se habra

insertado en un nuevo sistema. (Se data en el siglo I a.C.). La publicacin

del bronce hallado por Antonio Beltrn en Botorrita, cerca de Zaragoza, es,

sin duda, el testimonio ms importante de las lenguas prerromanas de Hispania

que se nos ha conservado.

-=Vascoiberismo=-

Desde el siglo XVI se ha hablado del parentesco entre el ibero y el vasco.

Antonio Beltrn opina que las coincidencias no han llegado a permitirnos

traducir el ibero por el vasco actual y bien podra afirmarse que no existe

identidad entre uno y otro idioma en la forma que los conocemos. Es difcil

que se trate del mismo idioma o que el vasco moderno derive directamente del

ibero; pero es innegable que tiene relaciones que, a veces, son muy profundas,

lo que nos obliga a pensar en una raz comn que explicara las lecturas que

l aporta.

En cuanto a los lazos que existieran entre el vascuence y los otros idiomas

prerromanos de la Pennsula --nos dice Rafael Lapesa--, el problema

lingstico suele aparecer mezclado con cuestiones tnicas. Hoy no suele

admitirse una comunidad racial; hay quien admite que los dos pueblos son ramas

distintas de origen caucsico, pero la procedencia africana de los iberos

parece indudable, e incluso se puede pensar en un posible influjo de los

iberos sobre los vascos, pueblo menos elevado culturalmente.

As pues, hoy predomina una inclinacin por separar el vasco del ibero,

atribuyendo el primero a la capa hispano-caucsica y el segundo a la

euroafricana. Se suma a ello el problema de que no sabemos casi nada del vasco

arcaico y que la lengua que hoy se habla, llena de latinismos, castellanismos

y galicismos, bien puede estar tambin llena de iberismos, lo que explicara

las coincidencias (ms bien escasas, segn Tovar), que han dado pie a la tesis

vasco ibrica, del tipo iri/ili ciudad, berri nuevo. Una idea de la

complejidad de la cuestin puede darnos este prrafo de Tovar:

Especialmente resonante ha sido la coincidencia sealada ya hace ms de veinte

aos entre la inscripcin ibrica gudua deisdea (...) y las palabras vascas

gudu guerra y dei > llamada => deitu llamar. La dificultad mayor es que

gudu parece ser un prstamo germnico en el vasco, y dei, sobre todo en la

forma verbal deitu, recuerda demasiado al romnico dictu. Sin embargo, A.

Beltrn ha sealado otras formas iberas (bangudur iradiar: otro gudua

aparece hoy en Ensrune LXVII 15) que podran probar, al menos, la vitalidad

de una raz gud(u), en ibero.

Tras sealar una serie de coincidencias, Tovar se inclina por un parentesco

ibero-vasco, pero en un nivel proto-histrico, profundamente diverso al de las

lenguas resultantes, en familia genealgica, de la expansin de un dialecto

ms o menos unitario y que forman los grandes troncos que han ocupado el viejo

continente.

En relacin con estas lenguas estn los sufijos -occu, que dar la

terminacin -ueque -ueco de Aranzueque, Barrueco, y el sufijo -enus

-ena -n, muy abundante en los topnimos.

Al sustrato vasco-ibrico (pues ambas lenguas coinciden en ello) se debe la

aspiracin inicial y prdida posterior de la f- inicial latina, como

demostr Menndez Pidal (lat. filiu, cast. hijo; lat. filu, cast. hilo

vasco iru), as como la inexistencia en vasco y castellano de una v

labiodental, similar a la francesa o italiana. Ibero, vasco y castellano

tienen cinco fonemas voclicos idnticos. Otros rasgos son propios de las

zonas dialectales ms inmediatamente en contacto con el vasco y aparecen

abundantemente documentados en la Historia de la Lengua de Rafael Lapesa.

Para completar esta situacin sustratstica hemos de decir que aparece en el

espaol una cierta tendencia a formar derivados mediante un sufijo cuyo nico

rasgo permanente es que lleva una vocal a y es tono: relmpago. Las

alternancias prueban que las consonantes son indiferentes: murcilago,

murcigalo, murcigano. Como una breve nota referente al lxico, del

ndice de palabras del Diccionario Etimolgico de Corominas y Pascual

(Vasco, Ibrico e Hispnico no Indoeuropeo) podemos seleccionar cueto,

chabola, izquierdo, gabarra, a las que podemos aadir barro,

manteca, nava, perro. Una serie de palabras clticas penetraron en el

latn, como camisia camisa, lancea lanza y cereuisia cerveza .

-=Onomstica=-

Cuando se trata de lenguas poco o nada documentadas, es imprescindible

recurrir a medios indirectos: el estudio de los nombres propios, la

onomstica, y sus variedades (toponimia, teonimia, antroponimia,

etc.). Seala M Lourdes Albertos Firmat que tal vez uno de los problemas que

presente la onomstica no slo a nivel de toponimia, sino ms an en cuanto a

la antroponimia y a los nombres de instituciones o de dioses, es que hay que

tener en cuenta que su significacin no es exclusivamente lingstica, sino

que tiene un contenido sociolgico, tnico, cultural, y esto hace que aqu la

investigacin roce otras ciencias, principalmente la etnologa y la

arqueologa.

Para ella, el testimonio antroponmico debe presentar ciertas condiciones:

tratarse de nombres correctamente ledos, que no se trate de hallazgos

aislados, tener en cuenta los nombres latinos que pueden ser homfonos,

traducciones o acomodaciones de los nombres indgenas.

El documento ms importante para conocer la onomstica personal ibrica es el

Bronce de scoli, texto fechable en el ao 89 a.C., y en el que se mencionan

treinta jinetes indgenas --la Turma Salluitana-- a los cuales fue concedida

la ciudadana romana, as como otras recompensas militares. Los elementos

caractersticos de estos nombres se repiten en otros conocidos por la

epigrafa latina de la Pennsula, y sirven para comprobar los que se pueden

recoger de los textos en lengua ibrica. (Una de las pocas veces que aparece

la p lo hace en este bronce.)

-=Toponimia=-

Los principales especialistas en los nombres de lugares han sido Joan

Corominas, para el cataln y los topnimos de esa rea y la pirenaica (muchos

de ellos prerromanos), Miguel Asn y Elas Ters para al-Andalus; pero son

muchos los estudiosos que han contribuido con menor nmero de trabajos. La

preocupacin es muy antigua. Humboldt, ya en 1821, se ocup de manera especial

de los topnimos, pero lleg a la falsa conclusin de que la Pennsula era un

dominio lingstico uniforme, a causa de no disponer de una gramtica

histrica vasca y de no poder recurrir a inscripciones ibricas (no

descifradas todava). Se interes especialmente por los nombres compuestos de

-briga encontrados en los territorios donde se hallaban celtas, celtberos y

otros pueblos.

Posteriormente, DArbois consider la lengua de los ligures como indoeuropea y

crey encontrar restos del idioma en los topnimos: La presencia de los

ligures en Espaa est atestiguada por veintin topnimos modernos terminados

en -asco -asca -ascon -usco y que se encuentran en el Noroeste, Centro

y Este de Espaa. (Los celtas en Espaa 1904).

En los aos siguientes a las investigaciones de Menndez Pidal, los autores se

han venido ocupando ms de las inscripciones en lenguas vernculas y de la

antroponimia que de la toponimia. Los resultados fueron resumidos por Ulrich

Schmoll en Las lenguas de los indoeuropeos preclticos de Hispania y el

celtbero (1959) donde tambin tiene en cuenta los topnimos.

-=Otros aportes=-

Adems de estas lenguas prerromanas peninsulares que hemos ido viendo, tenemos

que tener en cuenta que las colonizaciones fenicia, griega y cartaginesa

aportaron elementos lingsticos propios, que hoy vemos reflejados en la

toponimia: Cdiz, Mlaga, Ampurias, Rosas.

-==El latn de Hispania==-

Dos notas esenciales parecen caracterizar el latn hispnico: arcasmo y

dialectalismo itlico. Para explicar su carcter arcaizante se han aducido

razones diversas, algunas basadas hasta en supuestos psicolgicos, poco

seguros, dada la lejana de la poca. Factor determinante de ese arcasmo, en

el que coinciden la mayor parte de los investigadores, es, al parecer, la

antigedad de su colonizacin; pensemos que el desembarco romano tiene lugar

en el 218 a.C. Por otra parte, el apartamiento geogrfico de la Pennsula

respecto del centro del Imperio fue otra causa favorecedora de que su latn

cambiase con menos rapidez. Ese alejamiento puede explicar las coincidencias

lxicas que existen entre el espaol y los romances que, como l, estaban ms

alejados de la metrpolis. As, las coincidencias del espaol con el rumano

son abundantes: R. Lapesa seala cmo, en lugar del latn clsico inuenire,

el lenguaje vulgar acudi a una metfora propia de la caza: afflare resollar

el perro al oler la presa pas a significar encontrar (cast. hallar port.

achar dialectos meridionales de Italia ahhari, as, siciliano asari,

dlmata aflar rum. afla). De los adjetivos de igual significacin

pulcher y formosus, el primero no pas al latn vulgar, mientras que

formosus, ms popular, subsisti en el cast. hermoso port. fermoso y

rum. frumos frente al centro de la Romania, donde triunf el vulgar y ms

reciente bellus (fr. beau, ital. bello) que en castellano (bello) es

literario. Estos ejemplos seran aumentados fcilmente.

Estas coincidencias entre el espaol y los romances meridionales, orientales y

de zonas aisladas no slo tienen lugar en el plano lxico, sino tambin en el

gramatical. As, para sustituir a los comparativos sintticos latinos,

dulcior, nitidius, los romanos, siguiendo la forma latino vulgar, tenan

opcin a perfrasis del tipo magis o plus + adjetivo en grado positivo,

magis o plus dulcis; mientras plus triunfaba en el centro de la

Romania, magis era preferido por el rumano y los romances peninsulares,

aunque la comparacin con plus no fuera desconocida en Espaa (plus aspero

glosa a asperius en las Glosas Emilianenses). En el verbo, por poner otro

tipo de ejemplos, castellano, cataln y portugus conservan el

pluscuamperfecto latino en -eram total o parcialmente convertido en

subjuntivo; este fenmeno, fuera de la Pennsula, slo se observa en provenzal

y en dialectos del sur de Italia. Tambin Sicilia y el sur de Italia se unen a

los romances peninsulares en la conservacin de los tres demostrativos, este

ese aquel, a partir de iste ipse y atque eccum ille o atque

ille, frente a la reduccin a dos, para indicar proximidad y lejana,

caracterstica del resto.

En otras ocasiones, las lenguas romances peninsulares y las de la Romania

oriental concuerdan en usos ajenos al latn clsico, frente a la Romania

central, aqu conservadora. R. Lapesa interpreta estas coincidencias como

resultados casuales de evoluciones independientes entre s, o bien como

innovaciones generales en toda la Romania, en un momento dado, olvidadas en la

Galia y en Italia, pero no en el resto: es lo que sucede con quaerere como

sustituto de velle querer; el francs y el italiano actuales tienen

derivados de volere (vulgar por uelle), si bien en pocas anteriores la

situacin pudo ser ms parecida a la del castellano actual; as, el francs

antiguo conoci tambin querre desear, querer, ahora obsoleto. Tambin se

manifiesta el arcasmo del espaol al comprobar que algunos rasgos de la poca

clsica, desaparecidos en el resto del Imperio, se conservan en la Pennsula:

por ejemplo, los numerales de decena conservaron la acentuacin clasica

-agnta y derivaron en -enta, frente al resto de la Romania, donde hubo

cambio de acento, -ginta, y evolucin posterior a -anta.

Antonio Tovar, al estudiar los aspectos lxicos de la romanizacin en el latn

hispnico, recoge como arcasmos lxicos de los dialectos romnicos de

Hispania las voces, or, hermoso, mesa, comer, hablar, feo,

heder, enfermo, ir, malo, madera, mujer, preguntar, querer (de

desear y de amar), trigo, barrer, pedir, ciego, cojo. Insiste en el

carcter arcaizante, al tiempo que trata de conciliar la tesis de la

uniformidad del latn vulgar con la de una distinta evolucin regional que

sera continuacin de las diferencias existentes entre los dialectos de los

colonizadores. Cree que existi una unidad bsica, que permitia la

intercomunicacin; pero con una serie de rasgos peculiares de unas regiones,

no compartidos por otras. Los escritos de los autores romanos que estuvieron

en la conquista de Hispania son, en este sentido, una valiosa fuente de

informacin en la que rastrear palabras o usos hispnicos introducidos en el

latn general. En Catn, por ejemplo, pueden recogerse trminos que descubren

algunos rasgos de la implantacin del latn; as, en la agricultura y el

menaje, tenemos lebrillo, trapiche molino de aceite, luego de azcar y

pocillo, palabra que, segn Corominas, no tiene correspondencia en ninguna

otra lengua romnica y que no figura en el Diccionario etimolgico romnico

de W. Meyer-Lbke. Otra voz recogida en Catn pero que ya no pertenece a la

agricultura, sino a la cocina popular, es mostachn pasta de mazapn.

Un fenmeno curioso es el de las palabras tomadas de la jerga soldadesca que

han sufrido un proceso semntico de ennoblecimiento. En Lucilo se encuentra

rostro, que originariamente tena el valor de morro, jeta. Hay algo similar

en varn, cuyos valores eran los de necio bruto, ganapn o atleta, en el

sentido peyorativo que hoy damos a hrcules o tarzn. Como trminos

insultantes se recogen tambin gumia, esp. gomia tragn, y comedone

comiln. Este verbo comedere, ms antiguo, ha sido conservado en espaol y

portugus, frente al tardo manducare que pasa al resto de la Romania.

Otros trminos arcaicos que se han ennoblecido son cabeza y pierna desde

cabezn y pernil, respectivamente. Para berrido, que Corominas y Garca de

Diego harn derivar de uerres verraco, seala Tovar que pudo quedar en

Espaa la voz barritus con que los romanos designaban el berrido del

elefante. Cansar y harto pertenecen tambin a estos elementos lxicos.

Desde el punto de vista morfolgico destacan otros dos arcasmos, el relativo

cuius cuyo, que se encuentra en la literatura de los siglos de la conquista,

y el adverbio demagis dems. De formas antiguas provienen asimismo nada,

nadie, ninguno y sendos. Nada y nadie son formas originadas, al

parecer, en el latn del teatro, en Plauto y Terencio, en cuyas obras aparece

la expresin res nata con el sentido de circunstancias, tal como estn las

cosas; por su empleo en negaciones, segn seala Corominas, pudo tomar el

valor del espaol actual nada. Nata causa aparece en un documento leons

del siglo X, y tiene un paralelo en natus nemo, del cual provendra el

antiguo nadi (actual nadie). Para el origen de ninguno acude Tovar a la

forma ningulus, que se encuentra en Ennio, rechazando la opinin de Meillet

segn la cual esta ltima forma era una creacin del poeta, a lo que replica

que tambin se encuentra en Marcio.

-=La colonizacin suritlica=-

En lo que respecta a los orgenes dialectales del latn de Hispania, hemos de

considerar la tesis de Menndez Pidal, aceptada bsicamente por A. Tovar y R.

Lapesa, pero no as por Sebastin Mariner, de una colonizacin osco-umbra de

la Pennsula Ibrica, a la que llega al comprobar que tanto Hispania como el

sur de Italia coinciden en los resultados de una serie de fenmenos. En la

Pennsula Itlica esa zona estaba habitada por pueblos indoeuropeos, oscos y

umbros, hablantes de lenguas muy prximas al latn, pero diferenciadas en una

serie de rasgos caractersticos. La tesis de esta colonizacin se basa en

varios argumentos, de distinto valor:

La Tarraconense, una de las primeras regiones conquistadas, y el sur de Italia

ofrecen una importante cantidad de topnimos idnticos. Tomemos algunos

ejemplos de Menndez Pidal: en la regin del Ebro hallamos Lavern, pueblo, y

Lavernia, apellido, que repiten un nombre frecuente en Italia, Lavernium

en la Campania, y Lavernae. Tres pueblos con el nombre de Abella, en Lrida

y Huesca, repiten el nombre de Abella, fortaleza de Campania, etc. Uno de

los ms discutidos (y discutibles) es Osca, correspondiente al gentilicio de

los oscos y al topnimo hispano de donde podra haberse originado Huesca.

Que el Osca antecedente de Huesca sea itlico es discutido por algunos

investigadores, especialmente Rohlfs, partidario del origen cltico: osca

huerto. En monedas de Huesca en alfabeto ibrico aparece (b)olscan. Tenemos

tambin las asimilaciones y sonorizaciones consonnticas en las que coinciden

Hispania, Gascua y el sur de Italia.

La asimilacin MB > mm > m se inicia, en la Pennsula, en la cuenca del

Ebro. Los documentos de los siglos X y XI nos muestran ejemplos de Catalua,

Cantabria y de la meseta del alto Duero hasta Sahagn. Desde Castilla se

extiende el fenmeno hacia el sur. Los ejemplos de asimilacin que se

encuentran en el territorio mozrabe (romance en tierra musulmana) son escasos

y tardos, debidos probablemente a influjo castellano. La reduccin de mb a

mm se da en toda la Italia central y meridional, incluida Sicilia. El vasco

no presenta asimilacin, aunque se oyen reducciones ocasionales en

pronunciacin rpida.

La asimilacin de ND > n es general en gascn; fue abundante en aragons

antiguo y escasa en el antiguo castellano del norte y en leons antiguo. Es

rasgo caracterstico del antiguo osco-umbro y es corriente, hoy, en el centro

y sur de Italia y Sicilia.

Un tercer grupo evolucionado es LD > ll > l, mucho menos frecuente. Se

encuentra algn ejemplo en Catalua, como Besal (Gerona, de Bisaldunum,

con un dunum cltico), en Aragn, en Castilla y Len y en textos de la Alta

Edad Media; pero son siempre casos aislados. En las lenguas del nordeste de

Hispania se encuentran las formas Iluro, Ilerda 'Lrida', y Salluie,

Saluie junto a Salduie. En Italia la asimilacin, que se da en el centro,

sur y las islas, es ms importante; pero es, a su vez, menos frecuente que la

de MB, ND.

Otro punto en el que la Pennsula Ibrica y el Sur de Italia presentan

coincidencias de resultados es el de la sonorizacin de las sordas t p k

tras n l r. El rea de extensin de este fenomeno es ms restringida que en

los casos anteriores. Tiene alguna vitalidad en alto aragons, en el gascn

del Sur de Bearne y en el del valle de Arn; tuvo, en otro tiempo, ms

importancia en Jaca, Catalua y en territorio valenciano. En Italia, el

antiguo osco-umbro sonorizaba tras n; hoy la sonorizacin suritaliana es

caracterstica del centro y sur, aunque sin demasiada extensin. En cuanto al

vasco, para el que Menndez Pidal seala algn ejemplo aislado de sonorizacin

en el caso de nt y lt, hay que tener en cuenta las investigaciones de

Fernando Gonzlez Oll. El anlisis de algunas formas de las Glosas, del

vocabulario actual dialectal y de la toponimia, aunque restringido a un corto

muestreo (5 casos de NK, 3 de NT, 1 de NP y otro de RP), le lleva a

concluir que el fenmeno de la sonorizacin fue tambin conocido en riojano.

Este fenmeno le parece indudablemente relacionado con el vascuence (aunque

seala, remitiendo a la Fontica Histrica Vasca de Luis Michelena, las

limitaciones geogrficas y contextuales de la sonorizacin de NT en las

palabras latinas y romances primitivas incorporadas al eusquera). En este

sentido, seala este argumento como una de las pruebas del carcter euskaldn

(vasco-hablante) del glosador, a quien tambin se deben, como glosas, las

primeras frases que conservamos en lengua vasca. Estos datos no contribuyen

precisamente a reforzar la tesis suritlica, a menos que las supongamos rasgo

italico en el latn de colonizacin y de ah extendido al vasco.

Curtis Blaylock, aunque fundamentalmente opuesto a la tesis suritlica, afirma

que en relacin con este hecho se sita tambin la repeticin de los

pronombres personales con la misma funcin en el mismo contexto, como sucede

en los casos:

Le he dicho a l lo que queras

Le he dicho a ella lo que queras

Con esta repeticin de pronombres, perfectamente correcta, se soluciona la

anfibologa de la forma de objeto indirecto a tras nasal donde

etimolgicamente haba una sorda. Para la reduccin de ND a nn conviene

tener en cuenta que esta nn no evolucion a nasal palatal, lo que puede ser

indicio de asimilacin tarda.

Finalmente, en otras dos circunstancias ms se observan coincidencias entre

los dialectos del sur de Italia, Sicilia y Cerdea y los romances hispnicos:

el caso de r- inicial de palabra que se refuerza en rr- (mltiple), en

cataln, castellano, portugus y gascn, igual que en siciliano, sardo e

italiano meridional, y el de l- inicial de palabra que, junto a la geminada

-ll- interior da, en unas zonas (no en castellano, donde tienen evolucin

distinta) resultado palatal (tipo -ll- o tipo -y-) y en otras un resultado

cacuminal (con la lengua vuelta contra el cielo del paladar (dd, ts, d,

t, ch vaqueira). De este modo los resultados que aparecen actualmente en

el sur de Italia (lluna, luna, dana, ddengua) se corresponden con

dialectos romnicos hispnicos (cataln lluna, llana, llengua,

asturleons lluna, llana, llingua, romance andalus yengua). Menos

importancia tiene el refuerzo de N- inicial, hasta Y-, en astur-leons

regional y en el sur de Italia, espordicamente.

Menndez Pidal es insistente en sealar cmo, si bien algunos de los fenmenos

vistos pueden encontrarse en zonas distintas de las mencionadas (como el paso

de mb a mm en dialectos franceses), nunca tiene la misma firmeza y extensin

que en las dos pennsulas mediterrneas.

A los argumentos citados podemos aadir que Rafael Lapesa y Silva Neto han

sealado la importancia de formas como las catalanas, nu, uytubre, cast.

nudo, octubre, port. outubro, que exigen una U larga, nudus

octuber en vez de la latina normativa nodus, october con O larga. Este

hecho podra ponerse en relacin con el vocalismo osco, que tena u donde el

latn presentaba O. La forma OCTUBER aparece ya en el ao 119 en una

inscripcin de Pamplona. En favor del elemento itlico en el latn hispanico,

E. Vetter seal el precedente umbro fui como pasado a la vez de esse y de

ire. Otro dialectalismo lxico, sealado por Tovar, es, probablemente,

tierno port. terno para el cual supone una evolucin desde la forma sabina

(otro dialecto itlico) terenum en vez de una mettesis del latn tener.

Dialectalismo de colonizacin sera tambin el uso de tenere en vez de

habere en espaol y portugus, como ha sealado Meillet, as como la

conservacin del neutro de materia (sidra nuebo) en asturiano central.

Dmaso Alonso, en la Enciclopedia Lingstica Hispnica, adems de recoger

estos rasgos apuntados, insiste en la coincidencia entre el espaol y las

hablas del sur de Italia en el uso de preposicin ante objeto directo

personal: ha visto a tu padre. Al otro extremo de la Romania, el rumano

especializa en este uso no la preposicin a sino pe ( PER): vad pe

Petru 'veo a Pedro'.

En lo que concierne a la metafona (inflexin de la tnica por la final), tal

como se da en asturiano central: pirru/perros, de gran incidencia en el sur

de Italia, donde condiciona la diptongacin, sera necesario determinar

previamente si la metafona asturiana, que parece un fenmeno relativamente

moderno, puede remontarse hasta un influjo de colonizacin.

Por ltimo, un dato importante podra ser el suministrado por la antroponimia,

estudiada por P. Aebischer y que, al parecer (segn carta de ste a Menndez

Pidal, en 1954), permite concluir que la inmensa mayora de los gentilicios

latinos usados en Hispania provienen de la mitad sur de Italia.

Estos rasgos afectan al latn bsico, impuesto, a su vez, sobre las lenguas de

sustrato, y al que se fueron imponiendo las sucesivas capas de colonizadores

romanos, hasta llegar a una uniformidad lo suficientemente grande como para

permitir la intercomprensin entre las distintas variedades regionales,

progresivamente diferenciadas, especialmente como consecuencia de la

fragmentacin de la Romania por las invasiones brbaras y, particularmente,

por las alteraciones sociopolticas de la Pennsula Ibrica a lo largo de la

Reconquista y la accin diferenciadora del ms eusquerizado de todos los

dialectos romnicos peninsulares, el castellano.

-==Germanismos==-

El elemento germnico en espaol ha sido sobrevalorado, en parte por el

designio de borrar la mancha semtica de ciertos investigadores, y parte de la

conciencia general, y en parte tambin por su propia importancia parcial,

literaria, sobre todo en la pica, muy superior a su aportacin lingstica,

aunque aqu tambin conviene deslindar muchos terrenos.

La mayor parte de los elementos germnicos que sobreviven en espaol provienen

directamente del latn vulgar, o de otras lenguas romnicas, principalmente

del francs, siendo escasas las formas que han sido tomadas directamente de un

idioma germnico. Gamillscheg, en la Enciclopedia Lingstica Hispnica

afirma: Las palabras germnicas, atestiguadas hasta el ao 400, en los

escritores latinos o en inscripciones, son muy raras y no desempean ningn

papel en el vocabulario espaol. Palabras como marrire, superviviente en

esp. antiguo como marrido apenado, afligido', hoy amarrido, pueden

pertenecer a este perodo. Gamillscheg considera, teniendo en cuenta que no

existe en la Pennsula el verbo (a)marrir, que este participio (a)marrido

ha de proceder directamente del provenzal marrit. Esmagar apretar,

estrujar, que se encuentra en Salamanca, en gallego y en portugus, puede

pertenecer al estrato ms antiguo de los germanismos. Corominas afirma que se

encuentra en todas las lenguas romances occidentales, y lo explica desde un

gtico magan tener fuerzas, o forma emparentada, con un prefijo ex- que

cambia el significado de un radical en su contrario: sera una formacin

latino vulgar.

La penetracin de elementos germnicos en el mundo romnico aumenta

notablemente a partir del siglo V, con la fundacin de los estados visigodos

en el sur de la Galia, con Tolosa como capital, y la extensin de los francos

en el norte. De ah penetrarn en espaol estos elementos.

Las voces de la jurisdiccin, administracin y organizacin germnica penetran

primero en el latn vulgar, medio natural de entendimiento entre los

pobladores romanos y los germanos invasores (federados); una vez latinizadas,

su extensin es rpida y tiende a la uniformidad. Despus, con la romanizacin

de los germanos, pasarn al latn de stos una serie de voces que se extienden

luego a la poblacin autctona, que imita el modelo de sus dominadores. Son

estos los que denomina Gamillscheg reliquias del lenguaje.

Las formas germnicas que penetran ms tempranamente en el latn vulgar

provienen de los visigodos, quienes, no olvidemos, se encontraban muy

romanizados ya al llegar a Aquitania, por su estancia anterior en la Dacia y

oriente del Imperio. El conocimiento que posean de la lengua vulgar hizo que

integraran en el sistema latino algunos radicales de su idioma. As, el verbo

gardan abastecer se latiniza en corredare (el prefijo cum latino

sustituye al germnico ga) cast. correar. En otros casos, es el prefijo

latino ad el que se construye con un radical gtico, como rths cuidado

provisin: arredare esp. arrear adornar.

La poblacin franca, ms numerosa que la goda, tiene una gran influencia en la

fragmentacin y evolucin de la Romania; en el latn vulgar penetran tambin

voces francas, tan influyentes que incluso llegarn a eliminar germanismos

gticos ya implantados: sucede as con yelmo, que era elmo en antiguo

espaol, procedente del gtico hilms y que fue sustituido progresivarnente

por la forma yelmo, derivada desde el franco hlm. Esta misma influencia

franca se muestra en la existencia de formas dobles (dobletes) como espa

(gt. spaha) al lado de espin, de origen franco-francs. San Isidoro de

Sevilla usa la forma latinizada guaranem, warranem procedente del gtico

wrainja, pero es el franco wrainjo el que sobrevive en el espaol

garan.

Los elementos francos han podido penetrar en los romances hispnicos en dos

perodos, antes de la invasin musulmana y desde el siglo XII. El Cantar de

mo Cid trae huesa, 'bota alta, procedente de un prstamo antiguo, hosa

calzn corto; tambin es antiguo frasca, del que frasco es forma

regresiva. Los prestamos por intermedio del francs, u otra lengua romnica,

pueden producirse con adaptacin fontica, o con mantenimiento de rasgos

fnicos de la lengua intermediaria; as, en faraute intrprete, la f-

castellana responde a la h- del francs heraut, que respeta la aspiracin

germnica. El grupo germnico hr- da en francs fr-, como se ve en

froncir, cast. fruncir. La literatura, especialmente la pica, ha sido una

importante va de penetracin de germanismos: blandir, dardo,

estandarte, bohordo/bofordo lanza corta arrojadiza, guante, fardido

intrpido, y otros muchos. En los siglos XV y XVI, sobre todo, aumenta la

penetracin de trminos nuticos: bao, boya, escota, estrave,

estrenque, guindar. Tambin han podido penetrar los germanismos francos

por las vas indirectas de las rutas medievales, Aragn y Catalua, de un

lado, Gascua y Asturias, de otro. As penetr jaquir dejar, desamparar, por

el cataln, como bala, buque, blandon, brafonera, blanco, esmalte.

Los visigodos hicieron ya prestamos desde su primer asentamiento en la Galia;

en esta poca sita Gamillscheg vocablos como albergue, amagar, embajada

(a travs del provenzal). Mientras que muchas de estas expresiones se

encuentran tambin en las lenguas galorromnicas, las palabras visigticas

prestadas en la poca de la monarqua visigtica hispnica ya no aparecen al

norte de los Pirineos: lamo, del gtico alms, amainar, ataviar,

casta, encastar, esquilar, ganso, y tantos ms.

En la morfologa quedan restos visigodos en el sufijo -ing > -engo, y en

unos cuantos derivados de voces latinas, como abadengo, realengo,

abolengo.

Los suevos, que se haban separado de los restantes pueblos germnicos hacia

el ao 400, traen un idioma ms arcaico que los francos o los visigodos. Los

restos son escasos; Gamillscheg recoge labio parral de poca altura, en

gallego, como topnimo, o laverco, cuya -o final se conserva en portugus,

frente al gall. laverca. Por razones no slo fonticas, sino tambin

geogrficas, se considera suevo el origen del gallego brtema, niebla, vapor

a modo de nube rastrera.

En todo caso, hay que tener en cuenta la afirmacin de Gamillscheg de que la

influencia directa germnica en el romance hispnico no lleg a alterar ningn

rasgo de ste, al no ser grande; tampoco afect al abrumador predominio del

lxico latino, ni a la gramtica. Ahora bien, lo que est por estudiar es el

influjo que pudo tener sobre el latn de la Pennsula Ibrica el latn hablado

por estos germanos.

La influencia germnica es notable en la antroponimia. Sobre todo los

antropnimos visigodos tienen una gran importancia, nada de extraar si

tenemos en cuenta la escasa imaginacin de que hacan gala los romanos a la

hora de poner nombres a sus hijos (Primus, Secundus, Secuntinus,

Tertius... Decimus). Hasta el siglo XII, en que la corriente a favor de

nombres de santos cristianos los relegar a segundo plano, los antropnimos

germnicos logran extraordinaria difusin, todava notable. Uno de los ms

destacados investigadores de este campo, J. M. Piel, seala que estos nombres

se componen de dos elementos del lxico comn (Teodo-rico), de los que el

segundo puede suprimirse (Teoda) o cambiarse por un sufijo (Teod-illa). En

el primer caso se tratara de nombres bite