Hojas del foro 9
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n
2 010
Ada Cacho Sierra
PIEDRA Y PIEL IV, 2OO9
mixtai hilo, papel, reversible.61,5 X 46 cm.
!
de Frynando Menéndtz
Si uno habla de escritores enormes, puede ser
considerado un pomposo; pero si uno habla de
montañas enormes, se le considerará en cambio
un alegre viajero
(Ray Loriga)
EI escritor debe ser más pequeño que la mate-
ria que relata. Se debe ver que la historia se le es-
capa por todas partes y que él solo recoge un poco.
Quien lee tiene eI gusto de esa abundancia
que se desborda más allá del escritor
(Erri de Luca)
Las ciudades no han tenido en ninguna otra
época de la historia ula expresión tan ferozmente
egoísta, tan limitada a la satisfacción lnmediata y
estricta de los apetitos y las necesidades de cada
cual
Lo que de entrañable
hombre, eso es Ia cultu¡a
y juicioso hay en un
(Robert Walser)
Nunca será una duda la que nos haga enlo-
quecer, sino más bien una certeza, cualqüer cer-
teza
(Enrique Vila-Matas)
Desde hace mucho perdí la batalla y sin em-
bargo no me rindo
Uosé Emilio Pacheco)
La prensa diaria habla de todo menos del día
a día
(Georges Perec)(M anu el C hav es N o g ales)
Pues un cuento es un cuento: si yo supiera qué es un cuento... Debería ser,
aI menos, una narración, pero no siempre se respeta tan mínima disciptina y
se confunde, a veces, con un artículo, un poema, un ensayo (.. .) Aunque, eso sí,
bien pudiera ser un automóvil, un buen automóvil, potente, capaz de arrancar
con fuerza y, tal vez, con un poco de estrépito, un golpe de efecto inicial, para
atrapar al lector y no soltarlo o para pegarle una patada en salva sea la parte,
que Ie obligue a despertar, un buen automóvil, digo, que se desplace suave-
mente y a ritmo üvo, y se detenga al final de Ia carretera con un bamboleo
majestuoso o bien - mucho mejor -, bruscamente, con un chirrido patético y
sincero, aunque Io más deseable es que no se detenga donde Ia palabra termine
y se prolongue en la cabeza y eI corazón del lector, como una estela reverbe-
rante e inquieta
oct | 2010
(Átv ar o F ernánde z Su ár e z)
01
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Núnaero q. Lk fubrc 2010 :.
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tiii:iÍiiiii!.i ,Colaboran:
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Egtdrudt¡; :
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ENSAYO
Be ItránPalabras Reu n idas Para Fernando
Texto de presentación de la lectura de poemas de Fernando Beltrán celebrada
en la Casa de Cultura de Grado/Grau el 9 de octubre de 2009 con motivo de
la concesión de los Moscones de Oro.
Cuando Fernando Beltrán, hace unos días, nos
mostraba a algunos amigos Ia hermosa y sugestiva
imagen que ilustra Ia invitación a este acto, nos
daba así como aI desgaire, al hilo de la interpre-
tación de esa foto que él mismo había captado, Io
que venía a ser su idea personal de la poesía: "Be-
llezay vértigo a Ia vez. Nudo sin resolver. Humano
percarlce, sagrado abismo". Leída así la imagen,
en realidad no harían falta más palabras para que
este acto se presentase a así mismo, escoltando,
esas palabras, como un pórtico exacto a las de
los propios poemas de Fernando. Sólo por tratar
de justificar mi presencia hilvanaré algulas más,
pero a sabiendas de que están de más tratáldose
de ul poeta como él en un sitio como éste.
Cuando Fernando Beltrán comenzó a escribir,
en eI contexto poético de los primeros ochenta,
exhalaba su último aliento la estética culruralista
que habÍa singularizado a las prácticas novísimas
y en la que -basta conocer aI hombre para saber-
lo- eI poeta no podía sentirse a gusto. Por ello,
huyendo de esta moda lírica que además no había
hecho sino alejar a1 lector de Ia poesía, emprendió
junto a otros amigos una aventura poética llamada
"Sensismo", animada por una voluntad rehumani-
zadora y por el empeño de instalar a la poesía en
el terreno de la vibración cordial, la biografía, la
cotidianidad y la experiencia. El Sensismo acabó
por converger, a1lá por la mitad de los años ochen-
ta, en el cauce más ancho de Ia poesía de la expe-
riencia; y si Fernando Beltrán comenzó celebrando
eI triunfo de aquella amplia sensibilidad literaria
que traÍa una palabra de "latido cordial", una pa-
Araceli Iravedra
labra "terrenal y táctil", atravesada de "experien-
cia y sangre en las venas", no tardó en acusar los
riesgos de una tendencia que consagraba lo tri-vial y anecdótico de las üvencias cotidianas, y en
aventurarse por Io que él llamó, en un "manifiesto
fugaz" de finales de la década, una "poesía entro-
metida". Sería esta ula poesía dispuesta a quemar
Ias naves del estrecho biografismo para instalarse
en la médu1a de su üempo histórico y consentir
Ia enfrada a las causas cirdes, que asoman tam-
bién a la puerta de nuestra coüdianidad; una poe-
sía que quiere escribirse "desde la ex¡reriencia" y
no "de la experiencia"; que busca romper con las
costuras del egocentrismo más banal y adocenado
para extender el objerivo poéü.co a cualquiera de
las parcelas de la realidad; y ula poesía, en fin,
que anuncia su indiscreta voluntad de merodeo en
la conciencia de la sociedad contemporánea, dis-
puesta a erigirse en carabina del mundo actual.
Decir "poesía entrometida" era una manera
de trazar distancias con los viejos compromisos. Y
es que la poesía de Fernando Beltrán se abre des-
de entonces al hecho social como a un elemento
más de su propia vivencia cotidiana, y no asume Ia
preocupación civil sino como corolario inevitable
de una espontánea voluntad de diáIogo con todos
los estímulos de su realidad. "Poesía eres tú", nos
dice, apropiándose con nuevo sentido de la célebre
sentencia becqueriana: "poesía eres tú; la pregun-
ta que nos llega desde el tu fluido y mnlüple que
nos rodea; la respuesta que ese mismo tuteo con
eI mundo nos proporciona". La mirada del sujeto
que vive en los poemas se posa sobre las heridas
oct I zoro LA5 r1 v I F. J ñtrt rORO o5
-
ENSAYO
del entorno nada más que porque éstas invaden
fatalmente su reducto Íntimo e impactan una sen-
sibilidad compasiva. Por eso, Ia poesia de Fernando
Beltrán integra en unidad indisociable la dimen-
sión personal y la social, Io erterior 1'lo interior, i'sus denuncias se producen al hilo de las sacudi.das
que un repertorio de anécdotas domésticas provo-
can en este individuo piadoso 1, permeable, al que
no le es preciso sino bajar a Ia calle para topárselas
a la r,uelta de Ia esquina más próima.
De cara a este mundo inmediato 1, cotidiano,
a Ia vez social y personal, se escribe una poesía
convertida en el ejercicio invertido de "hacer ilu-sión las realidades", según dice el poeta, y de fa-
bricarlas en un verso comunicatir¡o que las haga
llegar al lector a través de "la compleja estética de
lo sencillo". Una poesía en la que quien nos habla
no es ningún sacerdote iluminado, sino nada más
-y nada menos que un "hombre de la calle", un
ciudadano de a pie con toda su complejidad y sus
contradicciones; "un simple ser humano / asusta-
do y diurno", o, dicho también con versos de Fer-
nando, "el hombre a secas, ),o": un yo lírlco que
quiere ser la encarnación indistinta de cualquier
indlviduo, un ys qr" es eI otro. Por eso este sujeto
no puede situarse desdeñosamente al margen del
tejido social; antes bien, la inquletud que impulsa
sus versos entrometidos Ie conduce a ubicarse en
su centro, a husmear en sus trapos sucios .v asumir
incluso Ia porción de responsabilidad que le co-
rresponde en su constitución; su actitud de entro-
metimiento señala justamente voluntad de impli-
cación, solidaridad que se cumple en la reflexión
1, en el desvelamiento de las contradicciones del
sistema, con un declarado propósito de "quebran-
tar siempre Ias leyes del pensamiento único". Por-
que Fernando Beltrán es un rebelde con causa )¡ es
un inconformista. Y aunque sabe, sí, de "la atroz
sequía de esta tinta que no da de beber", según
reza uno de sus versos, ese radical inconformismo
alienta una vocación intern,encionista )¡ transgre-
sora que le impide renunciar al intento (logrado
con creces) de "agitar el corazón" )¡ "removet la
conciencia". De hecho, últimamente ha resumido
en una imagen otras veces empleada "empezar
la casa por el tejado"- una idea de lo poético que
de nuerro recala en el propósito de subr¡ertil las
convenciones: la poesía, comenzando la casa por
eI tejado de Io inlombrable e im¡entando después
Ios nombres de las cosas, tiene por delante la tarea
permanente de "mlrar siempre de otra forma, sen-
tir de otra manera, romper los esquemas", rebelar
revelando: esto es, extendiendo ante el lector otra
mirada sobre el mundo.
Y de ahí, en parte, la preocupación obsesiva de
Fernando Beitrán por recuperarnos, por recllpe-
rarles a ustedes, por recuperar en suma al público
poético. Aunque la otra parte, aún más sustanti-
va, más fundamental, es su concepción del objeto
"poema" como lugar de comunión, una categorÍa
sin la cual la poesía nunca alcanzaría a cumplirse
enteramente. A1 final, es aquí dc¡nde reside la "ha-
bitabilidad" que Fernando exige al interior de la
escritura. Su poesía aspira a ser reconocida como
necesaria 1 "practicable"; pero esta utilidad anhe-
lada no se mide en términos de aprovechamiento
material, sino que hay que buscarla en Ia capacidad
deL poema para recrear experiencias que puedan
implicar ), complicar a los lectores. Por eso, 1z por-
que como digo, Fernando Beltrán no sabe escribir
sino imbricando intimidad e historia, autoblogra-
fía y ¡s¡.¡5n moral colectil'a, trae a sus \¡ersos e
incluso hace conyivir en un mlsmo poema el pesi-
mismo histórico ), la afirmación de 1a armonía de
la vida, el desengaño ante e1 estrago del tiempo 1,
el deterioro de 1os sueños colectivos, la reconside-
ración dolorosa o feliz de las relaciones fiiiales y
la enunciaclón conmor,ida de Ios conflictos socia
les, el descenso a las cloacas de ese complejo país
ilamado "EI Hombre" 1- e1 riaje sln fin a la mujer
poema, en cu)'o trai'ecto 1,a ha alumbrado, por los
menos, B0 poemas incurables.
06
ENSAYO
Wz*z;{ <€,€
-;Éí €;.f' **,:é-&i€
.§ ii§t&_3É€.e =:; ,
?-.Z=
Uno de los libros de Fernando Beitrán, Bar
adentro, aparece dedicado "A qulenes saben que
no se bebe para olvidar, sino para recordar"; para
recordar "los trenes, las bufandas, los charcos, e1
nlño que aún vendrá, el mar que fuimos...". Fer-
nando Beltrán no bebe, ni vive, ni escribe para o1-
vidar, sino para recordar ios trenes y su porqué,
las bufandas que convocan eI frío para que dos se
encuentren, los paraísos anegados de su infancia,
a la mujer que quiere 1'a la muier que ama, la línea
dc la uda, sr-r historia ) nuestro presente, a esos
"ellos" que son él msmo v en los que é1 mismo
se reconoce. Porque 1a poesÍa de Fernando Beltrán
siempre está a 1o su1,o, pero lo suyo, como re\¡e-
la uno de sus más elocuentes versos "1'yo a 1o
nuestro"-, es lo de todos. En fin, les dejo con este
"desapercibido" cie 1a realidad, como él mismo se
1lama, con este "hombrc dc 1a caile", csta "criatllra
enamorada" que se empeña en calgar a sus es-
paldas todo el peso del mundo, 1,en traérnoslo al
poema enredados ci dolor con la alegría, confun-
didos 1a belleza 1, el r,értigo, complicados en nudcr
irresoluble los percances humanos 1-ios sagrados
abismos, siempre a sabienclas de ciue el colazLrn
no muere 1'de que 1a poesía está ahÍ par a esc,-Lchar
su latldo.
oct 2OLO o7
NARRATIVA
"ART 86/46" http: / / swotl.daportf olio.com
spt | 2010 LAS HOJAS DEL FORO 09
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NARRATIVA
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NARRATIVA
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NARRATIVA
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L2 LAS HOJAS
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Concurso deCartas de AmorValentín Andrés
Accrstr 2 **S
Mi amada:
Verte a mis pies, así, tendida y yerma para siempre, exacetba mi ánimo a tal ex-
tremo que he dejado de dar por cierto y real cuanto me rodea.
Apenas ayer, juntos tomamos Ia senda del amor, haciendo nuestros los cami-
nos que Ia vida, siempre cicatera, se empeñó en ocultarnos bajo un fondo de neglas
ramas tupidas.
Tú renunciaste aI nombre de tu Casa, a tu cuna, al ajuar que bordaron para ti las
monjas de manos primorosas en el convento de las Madres Carmelitas Descalzas, a
Ios bailes enr.ueltos en humo de velones, en los que tu madre te buscaba un marido
digno de tu hermosura y nobleza de alma.
Nos bastó una mirada cruzada en el frío de la nave de Ia Catedral Vieja, para
saber, mi bien, que tus ojos habrían de ser míos, y que mi alma, ya para siempre, se
había encadenado a Ia sutileza de la tuya.
Huiste sin miedo, envuelta en una oscura capa, mediada la madrugada. Recuer-
do eI fu-Igor d.e tus ojos, Ia avidez de tus labios carnosos, el liviano peso del hatillo
que tomaste por úrrica herencia. Tu ama nos despidió en eI portón (la pobre üeja, a
Ia que tunüó luego tu padre de una brutal paliza, cómplice de tus horas secretas) y
partimos veloces en Ia noche con el corazín lleno de fuego, de sueños, de belleza.
Nada supieron mis padres, ya viejos e impedidos, que me hacían cultivando las artes
gramaticales en aquella Salamanca que me vio rodar hacia nuestra perdición.
spt I zoro LAS HOJAS DEL FORO 13
NARRATIVA
Mi dulce amor. Yo dejé atrás muy poco. Mi hatillo transportaba todos 1os bienes
de un pobre estudiante: apenas una manta raída, una hogaza de pan y unas monedas.
Nada me delataba como tal, porque vendí mis útiles de escribanía para poder pagar
aquella mísera posada en Ia que te hice mía. Guardé la pluma que a escondidas me
hiciste llegar aquella tarde de Septiembre, con una nota de tu letra apretada y el rue-
go de vernos en casa de Ia nieta de tu ama. Aquella nota a la que siguió la carta más
hermosa que jamás ha salido de ml pluma, y que encendió Ia llama de tu alma para
verme con los ojos del corazón enamorado.
Ocultos y febriles, huidos de tu padre y de los míos, te transformaste en Ia grácil
mujer de un escribano, con el cabello atado en cintas, arrebol en las mejillas y una
gracia especial para doblar eI delantal en eI que llevabas la ropa recién lavada. Alqui-
lamos ul figón a la orilla del río; yo escribía cartas por unas monedas (slntiendo el
tacto dulce y de tu pluma) y tu, con esas manos que pronto enrojecieron y espesaron,
lavabas ropa de Ia casa grande y amasabas tortas que vendías, que vendían tus ojos
más bien, a las puertas de Ia plaza de abastos.
Fueron meses de fuego, en los que nuestro amor se alimentaba frugalmente con
mi poesía recitada a la luz de la vela, abrazados los dos bajo la manta estrecha, en-
r,rreltos en eI olor de las tortas cocidas que flotaba insistente en el aire. Fueron, arte
entero de mi corazón, los días más hermosos de mi vida.
¿Qué ocurrió, sangre mía? ¿Qué nublo nos trabó? ¿Qué desdicha negra se cernió
sobre nuestra felicidad? ¿Acaso Ia deuda de tu huida permanecÍa anotada en el debe
de nuestro futuro?
Llegó el invierno, y sobre ti cayó una capa de escarcha. Primero tus palabras se
afilaron, y algún lamento echaba en falta el calor de una lumbre a la que nuestras
exiguas ganancias no llegaban, el paño de lana para una capa con la que envolverte
para vender las tortas, o las monedas suficientes para que una peinadora arreglara
aquellos rizos que se habían deshecho entre las cintas raídas.
Después tus gestos te alejaron de mí cada día. A pesar de la apretura para entrar
en calor bajo la manta, tus brazos esquivaban los míos y el miedo a Ia preñez, junto
con aquel frÍo que cortaba la carne, me cenaron tu cuerpo firmemente.
Yo buscaba y buscaba, pero mi anonimato, necesario para tu seguridad, me im-pedía presentarme en las casas de los señores a prestar mis servicios. Dejé de comer
para que tú comieses, robé en el mercado un retal de paño de Palencia, ya usado pero
en buen ver todavía, para abrigar tus hombros, amasé pan de torta hasta la amaneci-
da... e intenté espabilar eI fuego de tu alma para hacerte mía de nuevo.
II
II
L4 L,E: fi{ijÁ5 r*frí;
NARRATIVA
¡Qué ciego fui! ¡Cómo supiste labrar una realidad para mí y hacerte aire fuera de
nuestra humilde casa! ¡Y yo penando en la negrura, buscándote, sin saber que hacía
tiempo que ya te habías ido!
A través de tu ama, a la que pronto viste rondando en el mercado, comenzaste
a ablandar el corazón marchito de tu padre. Aquel que juró tu muerte para siempre,
se apiadó de la hija y aceptó tu vuelta con muchas condiciones.
Pero tú ¿cómo pagaste ,oi, a"*rr"tos? ¿cómo mi eterna hamhre de amor, mis
delirios?"¿en qué momento planeaste tu segunda fuga?
¡Qué ingenuo fuif
Se suavizó tu carácter, y aunque el fuego de tu vientre seguÍa cerrado para mis
desvelos, los días fueron apacibles de nuevo. No quise creer a Justino, eI aguador,
que me dijo haberte visto de cháchara con la vieja ama. Y no qüse creer la noche que
Ilegué a nuestra triste casa y tu ya no estabas.
Con letra firme escribiste en mi papel de carta un adiós definitivo. Aferraste con
firmeza la hermosa pluma de tu primer deseo para cerarme el alma ya por siempre.
Tu error y el perdón de tu padre. ¡Dios mío! ¡Yo tu error!
Morí ese día. Y muerto te he buscado en el mercado, ataviada de fiesta seguida
de tu ama, en la iglesia, en Ia plaza. Y muerto te juré venganza, a pesar de amarte más
que a mi vida toda. Y como ya morí el día en que te fuiste, esperé. Si no eras para mÍ,
nunca serías de nadie.
¡Estrella de mis ojos! Quiso hoy eI cielo que volvieras a verme. Cuando escuché
tu voz de terciopelo tras Ia puerta, el corazón saltó atronador hasta mi boca. Las
ideas me giraron la vela del cuartucho, porque pensé que tu anepentimiento te había
melto cuerda en el amor. En apenas segundos imaginé la vida que nos esperaba, y
abrí la puerta con el corazón henchido de amor.
Entraste como una tormenta de verano, oliendo a nardo recién cortado, con los
rizos primorosos tejidos en cintas de colores y un siseante vaivén de tonos rosas
espantando la oscuridad desde la seda de tu vestido.
Pero no te excusaste, ni siquiera mentiste, no subió rubor alguno a tus mejillas,
no miraste mis ojos. Hablaste sin sentido de la recién estrenada primavera, de Ia luzen las catedrales, del brillo del río... mientras revoloteabas por el cuarto toqueteando
Ios escasos enseres. Y entonces tus manos encontraron una bolsa de tela, semiocul-
spt I zoto LAS HO]AS DEL FORO 15
NARRATIVA
ta entre las tablas del jergón. La tomaste con avaricia y una risa de triunfo llenó la
estancia. ¿Por qué no la guardaste sin más? ¿Por qué no salisle por Ia puerta con Ia
misma celeridad de tu llegada? Era tal mi estupol que nada hubiese hecho.
pero, esta vez sí, me miraste a los ojos y abriste ante mí la bolsa: dentro brillaron
relucientes monedas. Muchas, monedas que puüeron ser lumbre, paño, abrigo... mo-
nedas que trajiste ocultas para paliar Ia escasez en el amor, y que después seguiste
escondiendo para poder justificar tu huida. Y que ahora volvías a buscat, no por
necesidad, sino para mostrarme Ia verdad de tu engaño. Solamente üiiste ¡fue muy
divertido! y diste la r,rrelta para salir.
Mis manos han seguido el camino de la ira que arrasa mis sentidos y han anuda-
do en tu cuello los horrores recién descubiertos. No he podido parar y eI destino ha
segUido trazando su propio cami.no. Has caído muelta, tu también, como un nardo
segado de repente.
vida mía... yo, ya nada busco. Abrazo esta seda suave que te envuelve, y si de
aquí ya se va mi entendimiento, si todo esto es real, dejo posada sobre tu pecho ésta
mi última carta, escrita con Ia pluma que inició nuestra historia y que le pone fin con
la tinta negra d.e un corazón baldío. Firmaré con las gotas de sangre que manan de
mi herida, abierta en mj. pecho con la daga que yo también oculté bajo las tablas de
nuestro maldito lecho.
Qüzás supo mi entendimiento, antes que mi ciego corazón, que aquel amor que
germinó en una carta que firmé con esperanza y gotas de mi alma, habría de termi-
nar en otra lacrada con la roja sangre de mis venas.
Tuyo por siempre,
HOJAS
NARRATIVA
Accrs¡r 7 ***
Otoño de 2009, atardecer con lloüzna
Hola, mi querido, tanto tiempo... ¿cómo estás?
Quisiera poder llamarte así, simplemente, y que charláramos como dos üejos
amigos que se reencuentran después de un largo viaje en soledad.
Hace tanto de mi üda que no sé nada de tu üda, que creí que te tenÍa olvidado.
Pero hoy, sin pensarte, sin nombrarte, sin darme cuenta de nada, desperté de una
larga siesta con el recuerdo de tu rostro cubriéndome el paisaje de mi tarde y sin-
tiendo en todo mi cuerpo el inolvidable roce de tus manos exaltando mis sentidos
hasta dejarme sin sentido.
Sé que tal vez no te acuerdes ni tan siquiera del timbre de mi voz calentando tu
teléfono con mis ansias. Que si te llamo, dudarás antes de darme un nombre, para
no herir aI fantasma que se levanta y te clama un espacio en tu memoria. Sé que rei-
rás burlón, jugueteando con la incertidumbre de no poder reconocer a quien paseó
colgada de ru brazo por los prohibidos jardines del placer hasta caer agotada en el
sueño y seguir en el sueño paseando colgada de tu brazo por los prohibidos jardines
del placer, hasta sentirse morir de amor, y volver a vivir sólo para verte. Para verte
y poder amarte nuevamente.
Sé que crecerá tu vanidad en ese buscarme dentro de tu agenda personal, y que
acudirán a tu frente nombres, rostros, recuerdos, atropellándose con perfumes,
risas, ünos, lágrimas, alegrías, dolores... en una inútiI murga que lleva vestida su
desnudez con toscos oropeles creados con latones y papel crepé; con imágenes
pintarrajeadas con borroneado rouge y hechas de miga de pan, levantándose desde
Ias devastadoras cenizas, deformándose bajo la lluvia. Colmándose de sal bajo las
Iágrimas. Bajo la soledad de mis lágrimas solas.
Desgastadas efigies mohosas, arrastrando luminosos harapos salpicados con
destellos de cristales de plástico, de lentejuelas circenses, ofreciendo extraños brin-
dis en vasos vedados, avanzando atronadoras por las exclusivas avenidas de tu ser
spt I 2010 LA5 HOJAS DEL FCRO L7
NARRATIVA
interior, pisoteándote, destrozándote, muy a tu pesar. Por que los recuerdos siempre
destrozan al pasar por el alma que los evoca.
Aunque lo niegues. Aunque Io niegues y te desangres.
Porque reconozco que siempre tendemos a repetirnos en las cuestiones amo-
rosas. Porque recreamos una y otra vez los mismos juegos, Ias mis6¿s idioteces
geniales con las que perdimos antes. Cada cosa que yo, en mi ln¡sn¡o de ayudarte
a que me recuerdes, te traiga del pasado --de nuestro pasado, porque nosotros fui-mos dueños del tiempo del otro - estoy segura que las habrás vivido una y mil ve-
ces más con diferentes pieles, con diferentes olores, ¡con tan diferentes murmullos!
TaI vez, hasta te sucedió como a mí, que muchas veces sufrí Ia humillación de
nombrarte en pleno amor, sin querer hacerlo. De despertar -- como hoy, a pesar de
tanto tiempo recorrido desde tu cuerpo hasta mi soledad - con el sabor de tu boca
en mi boca, con el latir de tu cuerpo denüo de mi cuerpo.
Y saber que esta tarde otoña1 es más fría, más gris de lo que parece cuando se
te mete entre las sábanas y te trae el calor perdido de otras tardes de otoño, con
olor a humo brotando desde eI encendido hogar, con los centenarios leños dándoles
reflejos irreales a nuestras pasiones. Colándose por cada uno de nuestros poros,
exaltados en su calor. Enfebrecidos. Enardecidos.
Mientras, cual dos bestias hambrientas, continuábamos devorándonos el uno al
otro, para poder volver mil veces a renacer.
Y volver mil veces a renacer cuajados de eternidad en el eterno ritual de la vida
que incendia a los amantes, Porque en aquel momento creíamos que el ser amantes
era una eternidad atrapada entre dos almas que no podían separarse por más lejos
que estuüeran una de la otra.
Para luego descubrir que era cruzar del cielo aI infierno sin transición, desnudos
y con tan sóIo un pasaje de ida para dos.
Por eso hoy me asombra sentirte tan cerca, como si toda Ia arena del üejo reloj
hubiera sido empujada por algúnviento cautivo del arcano, dejando escapar su caja
de dolor, despojado y solo.
Bebo una a una cada caricia tuya que se quedó en mi piel mientras sigues bus-
cando en otras pieles el placer que nunca ltegó a colmarte nlnguna.
Recuerdo con exactitud enfermiza cada espacio de tu ser. Tus gustos. Tu forma
de amar. Tus gemidos agónicos en cada pequeña muerte de a dos.
Si supieras las veces que lloré de rabia y de impotencia por no poder retenerte.
Si supieras las veces que te llamé sin llamarte.
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18
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LAS HOJAS DEL FORO
NARRATIVA
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Hasta que creÍ --in-fantilmente-que te había olvidado. Que estabas borradopor el vértigo de otras pasiones que desbordaron mis sentidos.
Y juro que amé. Que amé con tantas o más ansias que con las que te amé a ti.
Que ruve celos, odios, deseos, esperanzas, desesperanzas; pasiones tanto omás intensas de las que sentí por ti, de las que me inspiraran tu piel, tu voz... tuvoz que sigue vibrando guardada para siempre entre los pliegues más recónditos de
mis sentidos.
Y hoy, sin siquiera imaginarlo, mi pa-rte más profunda te rescata del olüdo, del
ostracismo al que yo te tenía confinado y comienza una campaña proselitista contus retazos, y me cubre de panfletos en los que tu imagen sonríe y me llama.
Y me trae a la superficie de mi nada interior el roce de tus manos, el cáIido olorde tu piel, la fuego de tus ojos adormecidos en los míos, la complicidad de algún
tonto secreto compartido en la mágica estación de nuestras almas.
Quisiera poder tener la serenidad, la valentía de tomar este inerte aparato
telefónico y llamarte y que me contestes; y que te alegres aI reconocerme de
inmediato y me digas, como antes, con tu inolüdable voz temblorosa de amor en laespera:
--- HoIa, querida... esperaba tanto tu llamada... justamente estaba por ha-cerlo yo, dado tu largo silencio. Pero temía que no me respondieras, ven pronto, porfavor... ¡te sigo amando tanto!
pert este miedo cerval que incinera mi ser, me obliga a ale.jarme, a no tener máspara decirte, por eso me despido de ti tratando de enterrar profundamente estas
piedras de tu recuerdo en medio del desierto de mis días. y sé que, ahora sí, jamás
volveré a buscarte; mi orgullo me encadena, matándome en los domingos huérfanos
de sol, de este otoño tan lejano de aquél otoño nuestro, pero con todos sus segundos
invadidos de tu recuerdo.
...y a pesar de todo lo que dije o haga, ¡te sigo amando tanto!
Brindando por la eternidad, último lugar donde nos encontraremos, me despidopidiéndote perdón por seguir aferrada al recuerdo cuando todo ya está muerto, ju-rando que arrojaré las cenizas de esta carta al viento, para que nunca puedas leerla.
Para que nunca puedas volver a burlarte de mis sentimientos.
TERESA
spt I zoto LAS HOJAS DEL FORO t9
NARRATIVA
Pnrnllc 2 009
Querida E.:
No sé de ru nombre más que las iniciales, E.P.D.. Desconozco tu historia más allá
de Io que haya podido leer en los periódicos. Pero Io que sí sé, es que te amo. Te amo
desde aquel día en eI parque. Sacaste un cucurucho de papel y diste pan a las palomas.
Yo te observaba sentado en un banco al otro lado de la plaza. Te preguntarás por qué
no me acerqué. Hoy te contesto; fue por miedo. No eI miedo que imaginas. Sí, me fijé en
tu bolso; pero jamás creí que llevarÍas un ¿üma dentro. Pensé en pintalabios, guantes,
un paraguas plegable... Nunca una pistola o un revólver o lo que fuese que llevabas. No
se trataba de ese tipo de miedo. Era el miedo a mi mismo. Y te pregpntarás ¿qué miedo
no anida en eI interior de uno mismo? No te falta raz6rt, sólo él nunca te abandonará;
cuando nada ya tiene sentido, sigue ahí, hasta eI final A mí, lo que más desasosiego me
produce, es eI rechazo. Ése fue el motivo de que no te hablase. ¿Lo he vencido y por eso
te escribo esta carta? No. Lo que me amilanó fue tu presencia. Me impactaba tu abs-
tracción que otro hubiera confundido con frialdad. Me abrumaba tu estampa, tu figura,
altiva en contraste con la decrepitud del entorno. He de confesafie que me levanté por
dos veces; volví a sentarme en sendas ocasiones. Sólo fui capaz de acercarme cuando
llegaron los policías y te esposaron. Suerte que uno de ellos me cogió por el brazo antes
de que llegase a tu oído. AI verte indefensa ante aquellos hombres, creí que no serías
capaz de rechazarme, que te aferrarías a mi como el náufrago a la madera que flota y Ie
mantiene con vida. Iba a susurrarte que te quería. Fue mejor asÍ. Podrías tomarme por
loco y ahora no estarías leyendo esta carta. Como ves no soy un lunáüco cualqÚera.
¿Podría un demente recordar con tanta lucidez cada detalle de ese día?
Te escribo porque quiero conocerte y que me conozcas. Tenemos todo eI tiempo
del mundo. Y, algUn día, podremos vernos. Si ru me 1o pides, estoy segulo de que lo
haré. No me importa lo que hiciste. Seguro que tenías una buena raz6n. Alguien como
tú no haría algo así sin motivo, Leí la sentencia en Ia prensa. No voy a decir que me a1e-
gré, la falta de libertad ha de ser eI peor casügo. Sin embargo, pensé que así tendría una
oportunidad. Son muchos años para convencerte de que te amo. Miles de días, cientos
de miles de minutos, millones de segUndos. En alÚn momento, sin que te des cuenta,
olüdarás que sólo soy el cordón umbücal que te mantiene unida a Ia libertad. Ese día
me llevarás al interior. A ru interior. Y ya nunca saldré de ahÍ. Yo me convertiré en eI
preso. Un preso consciente y feliz. Hasta que ese instante llegue, continuaré escribién-
dote, porque, nunca Io olüdes, te quiero.
{i120 LAS HoJAS DEL FORO
NARRATIVA
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E
Fnrru,t¡* 2*á*
Querido mío:
Adelgacé mi deseo para colarme por eI resquicio de Ia puerta. Tú, erguido
y callado, seguías con la üsta abandonada en el fondo del vacío. No me oíste
entrar, el amor es a veces tan silencioso.
Yo, en cambio, sentía que mi corazón redoblaba con Ia algarabía de ultambor. No, no, aún más, escandaloso y atronador como campanas de catedral
un domingo de Fiesta Mayor.
Tuve miedo de asustarte con el ruido, aunque no me oíste palpitar, el amor
es a veces tan silencioso...
Entonces mis ojos se multiplicaron para verte en más dimensiones. Porque
era tal mi afecto y hambre de ti que no quise perderme uno solo de tus pliegues.
Y en la oscuridad fui ganando luz y anhelo, incluso dentro de tus bolsillos, por-
que te recorrí entero, sin dejar hueco ni costu¡a. Pero no oíste mis requiebros,
el amor es a veces tan silencioso...
Por eso me afteví más y apoyé el aliento sobre tu hombro de piel extraniera,
quería morderte sin que te doliera.
Enredada en tus cabellos afinados perdí Ia noción del tiempo, bastante tenía
con no resbalar de tu cuello y de esa mirada ausente.
Devoré noches y días, olvidando los meses en mi gula de amor, hasta que
nos sorprendió el invierno siempre áspero en sus gestos, y te arrancó de mi
abrazo.
Ya en el aire mil ojos se abrieron por tus hilvanes, dejando que el viento y
eI sol atravesaran los besos que te di.
Antes de que mueran en la nada, quiero que sepas que fue esta polilla la
que, enamorada hasta las hebras, se alimentó de ti.
Aunque dudo que un abrigo pueda escucharme, el amor es a veces tan
silencioso...
spt 20 L0 LAS HO,,!AS DEL FORO 2L
-]
POESíA
German Bravo
INSURGENTE POESíA
Procla ma
A los que digan que están muertos
los poetas
aquí traemos
el acta de defunción
pa que cante su canción
Ia guerrera invencible que nos parió.
Por los universos que tenemos por oídos.
Por beso que tenemos por boca.
Po¡ el alma que tenemos por carne.
Te Io juro por que mis pies se caigan.
Te juro que ningún dedo apuntará,
Pero marcharemos con los dientes en las palabras.
De oreja a oreja la armonía.
Esta poesÍa habla sin barbas,
Pero con se inüerte en Ia resonancia.
Con Ia sonrisa de paila a paila.
Juega con el sol,
Comiéndose las faldas.
Toma a su saiud,
El veneno de mortales serpentinas.
Con iágrimas que caen en la cima.
Abre el cascarón,
Asoma los párpados y las cortinas.
Bienvenida poesía,
Que se tuesta en Ia coci¡ra.
Vamos a aperrar con los desvíos,
A ladrar versos con Ia mala pata,
Que sería tener calma cuando se lanza al brío.
Vamos a desenredar los dedos de los puños,
A hacer caber Ia poesía entre la uña y la mugre
Sacando de Ia cabeza los humos.
Vamos a lanzar alaridos de pies a cabeza,
Choreando Ia propiedad privada,
Con simples letras de contrabando.
\ amos a úrarnos del viraje,
Seguiremos adelante,
Como niños eLevando los cabellos.
Le pondremos alas al frío,
Y comienzos a los finales.
le lo juro,
Por dios,
Por mi mamá,
Por los mundos que lenemos por ojos.
oct 20 10 tA3 H*jA1 Dri i:{fJi0 23
POESíA
Un engañito
Te regalo un concepto,
Un tiempo,
Te regalo una justicia, un amor.
Te regalo lo que sólo han ücho las palabras
Y que por ese motivo, no están ahí donde tú crees que están.
Si no, que están en ese mundo,
Que está para hincharnos las verijas,
De una manera excesiva.
No te regalo alimento, techo ni tierra,
No te regalo caballos que se miran los üentes, en eI espeiito, espeiito,
¿Quién es eI más boníto?
Te regalo dioses, babeles, discordias.
HáIito,
AIiento,
Tufillo embrollado de ideas.
Brío de entendimientos,
De asociaciones,
De sintagmas,
De morfemas.
Ay, tanto te puedo regalar,
Pero no te puedo regalar nada.
Esa es Ia triste daga,
Que clava la blancu¡a y su cesión.
Aquí en esta navidad invisible,
Indiüsible,
Individualística proxémica embrocada.
Un algo que no quiere estar
Te voy a regalar.
Una luz sin corriente
Un trazo que aprieta cueva,
Un nada que nada.
LAS HOJAS DEL FORO24
POESíA
Carlos Granda
San Lorenzo
El paseo de los turistas frente al arenal de edificios
cara al sol en silencio,
ya vienen los barcos
que sacarán la arena del fondo del mar
para acabar de constmir el muro.
La autoridad portuaria certifica la turbiedad de las aguas.
La policía ügila los vertidos de Ias fábricas.
En üerra hay un plan público para igu.alar todas las fachadas
ytuyyocerrando las lágrimas pulimos nuestros odios.
Filosofía de alambique y prensa
A Germán
Ando complicado buscando la esencia,
tratando de extraer si algo queda
el molino rueda que rueda
calentando el agua
apretando la prensa
Tanto apretar pa sólo unas gotas
la clave ye la presión de la olla
como salida sólo una boca
es el fuego el que transforma
la sangre se hace espÍritu y lrrela
es el frío el que condensa
la prensa
Apretar
Apreta-r
Apretar
apretar la rueda,
desde fuera,
alguién detrás,
Apreta-r
Apretar
Apretar
Apretar
Apretar
esa es Ia esencia.
.¡
Ii
oct | 2o1o LAS HOJAS DEL FORO 25
7
POESíA
Wlady
BALCONING
¡Ay de ti, pobre hermano humano.
Ay de nuestra úiste degeneración!
Primero fuimos pez, Iuego barro.
De infantes, creaturas converbo
a las que de noche contaban cuentos,
alimentadas de fantástico Pavor.
Luego fuimos pecado, oscuro y maloliente,
pecado fresco y tentador.
Imagen de diablo y de dios
junto al Tigris y al Eufrates.
Más tarde nos hicimos mártires
y sobre la marcha, instituciÓn.
Nos vestimos hábitos y resultamos
jueces en el tribunal de la santa inquisición.
Quema Ías quema nos hicimos herejes
y buscamos verdades más allá del fuego
que por verdades impone oPinión,
y el resto, cenizas al viento del tiempo.
Con los años nos hicimos políücos,
con el tenebroso estandarte
de la palabra atribüda a dios,
formando impedos en su nombre.
Armas, alcohol, látigo, saqueo,
masacre, tortura, violación...
¿Recuerdas, hermano? in illo tempore,
como en los üejos tiempos.
Más adelante, nos pusimos pelucas
y nos creímos escépticos de ciencias.
Fundamos geométricas sociedades
y buscamos las lÓgicas divinas.
Luego nos creímos poetas-filósofos,
románticos hijos de la revolución.
E invocamos al viejo océano
que más tarde con orgrülo nos enguyó.
Conocimos lo que asumimos que era Oriente,
y descubrimos otros dioses y otro Yo.
Nos hicimos laicos, luego eremitas,
y nos atrevimos a matar al divino patrón.
Nos planteamos ser suPerhombres,
Individuos, seres trascendentes.
Nos estudiamos, intentamos conocernos
ver nuestro potencial, y luego...
Armas, napalm, látigo, saqueo,
masacre, tortwa, violación...
¿Te extraña acaso, hermano,
que hayamos llegado a eso?
Poco a poco nos hicimos empresarios.
Explotamos Io poco que quedaba con üda
y lo que no nos servía 1o matamos
en aras del progreso de la próspera civilización.
Asqueados de nosotros, nos hicimos evasión.
Renegamos de este mundo que creímos conquistado,
de conceptos como libertad, compromiso, reflexión o
amor
y nos sentamos, sintiéndonos vacíos frente a un enorme
monitor.
Nos transformamos en amebas, a punta de agujas,
todo fácil, consumismo, y vodka con red bull.
Nos volvimos unos niños suicidas
y borrachos nos suicidamos,
balconlng desde un balcón.
26 LAS H0iA5 DEL FoRo
POESíA
Helios Ruiz
Universo
A1 universo se la suda nuestra
efímera indiü du al exi stencia
pero a mi me la suda mas
su cíclica espiral totipresencia de mierda
que te quede claro infinitodesde aquÍ te reto
Monstruo es lo que soY
Soy un monstruo
por darme algo
de importancia
pues yo no quepo
ni soy nada
y no lo entiendo
ni lo acepto
Quizás si soy
es un pensamiento
solo distorsión
de la entelequia
de pensarlo tanto
y de nuevo
en mi cabeza
en los corazones
de corazas
en el pecho
por aquellos que amo
pues un nada
que es borroso
que se nos
desdibuja
y aun asr
fantasma
un nada importa
aunque me muera
ni a esa mujer
que jura que tanto está
amando en el lecho
mientras besa
yo solo busco
engaño atando
mi castillo de
creer que la
frontera de mi ser
siempre llega
a ser el suspiro
ni hondo ni bello
al que me he
atado con orgullo
Y luego que iluso
Y luego que iluso
Ia vida eterna?
Para qué la quieres
sino has hecho
nada en esta
Puta es Io que soy
y en mi mercado
vendo la ilusión
de ser algo del
fragmento al que
me aferro y
por moneda lo
que pido es
un recuerdo uleco de mi paso
de este üaje
de cuatrocientos
mil dos huellas
marcas solas
simples bella
por mucho que
yo qúera cuando
muera lo más cerca
que habré de ser
para Ia memoria
es una pústula
herida tos y no voz
de un espejo vacío
sin silueta
oct I 2010 LAS HOJAS DEL FORO 27
7
POESíA
Hernán Bravo
rl|lillltiiLIl¡
!
Mundo perfecto
I
Y yo que nací sin saberlo,
en un lugar, a una hora, un día, un año, un siglo que no elegí,
solo un horóscopo de piedra, mudo testigo estrellado,
de mi
expulsión,
del
pa¡aíso amniótico
del nadar y el volar,
donde,
el tiempo
no era tiempo,
el espacio,
espacio no era,
Iugar sin anhelos
ni batallas,
sólo
rutina plena
de azucenas.
tr
Yo que nací sin quererlo
en este lugar, a esta hora, este dÍa, este año, este siglo,
bajo Ia reforma gregoriana del calendario,
que reorganiza
nuestra rutina,
organizando nuestros descansos,
y como propina, fiestas.
Manipuladores del tiempo
con üas de quita y pon,
saqueadores del templo de saturno,
lapidarios profesores del abismo,
pesadores de arenas a su antoio,
alumnos avezados diseccionando el dÍa
en horas, minutos, segundos
manoseando
el día y la noche,
imponiendo su hora oficial,
asesinando la hora local
verdadera hora solar,
con ecuación del tiempo,
sin Greenwich y sus secuaces
sin meridiano cero
domando a gusto, nuestro rimao biológico que tiembla,
en este mundo perfecto
donde el tiempo es oro.
28 LAS HOJAS UEL FORO
?: {.-} ? r}
Ada Cacho Sierra
DEJEMOS HABLAR AL VIENTO IY,2OO2
mixta /tela. 50 X 32 cm.
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I
I
I
I
oct 2010
BIEN TE AVIsE QUENO FUERAS A TINTAR LO5
(RI5TALE5 A E5E 5ITIO OUE ERAN
UNO5 CHAPUZAS.