HORA SANTA CON EL PAPA. Las pruebas de la Familia. Las Heridas (20 y 21)

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Catequesis de S.S Francisco, 24 de junio de 2015

5 de agosto de 2015

EXPOSICIÓN  DE RODILLAS 

El sacerdote revestido expone el Santísimo Sacramento como de costumbre.

MONICIÓN INICIAL

La Imitación de Cristo dice: «Cuando Jesús está presente, todo es bueno ynada se hace difícil; más cuando está ausente, todo es duro» (L. II, cap. VIII).

La vocación al matrimonio y la vida familiar no es un camino fácil.Requiere amor: donación total de uno mismo al bien de conjugue y de loshijos. Cuando los miembros de la familia, se dejan llevar por el pecado,disfrazado de mil formas, los conflictos, las heridas y la ruptura se hacenpresentes con consecuencias fatales para todos los miembros.

Muchos de los fracasos de aquellos que han contraído el sacramento del

matrimonio tienen su raíz en la tibieza o falta de una vida de fe. Solo conJesús, unidos a él en la oración y por los sacramentos de la Eucaristía y de lareconciliación, con la práctica de las virtudes de la constancia y la paciencia,la humildad y la fortaleza de ánimo, la confianza filial en Dios y en su gracia,se puede vivir en familia, se puede salvar a la familia de nuestros días.  

***Al contemplar a Jesús en la Eucaristía, contemplamos su amor eterno,

estable y total por nosotros. Pidiendo que él nos enseñe a amar de verdad,cantemos con fe y piedad:

MI DIOS, YO CREO, ADORO, ESPERO Y OS AMO.OS PIDO PERDÓN POR LOS QUE NO CREEN, NO ADORAN,

NO ESPERAN Y NO OS AMAN.

HORA SANTA CON EL PAPA FRANCISCOIGLESIA DEL SALVADOR

– TOLEDO -

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 BREVE SILENCIO

ORACION POR LAS FAMILIAS EN CRISIS Y ROTAS  

Señor, te presentamos a tantas familias que cuya unión está en crisis.Las frialdades, los pequeños agravios, las suspicacias, los egoísmos hanhecho que el amor primero se enfriara, que la fortaleza y la constancia

se debilitara. Ayúdalas, Señor. Dales la gracia para poder volver cuantoantes al trato confiado y distendido, a la paciencia, al perdón generoso,al amor entre sus miembros. Si por el egoísmo o el orgullo te hanofendido a ti, perdona sus pecados y dales alegría, magnanimidad ytalento para restablecer su vida familiar asentados en el amorverdadero.

R/. Jesús, rey de las familias y de los hogares cristianos,Ten misericordia de nosotros.

Señor, te presentamos a tantas familias rotas: Esposos sin amor, hijospequeños apartados del padre o de la madre, desgarrados yzarandeados. Ten piedad, Señor, de las familias rotas. Venda lasheridas de los esposos sin suerte. Mitiga el odio destructor en el quepueden acabar y morir quienes un día se amaron. Haz que encuentrenla serenidad necesaria para dar con la mejor solución cuando las cosashan llegado a un final sin retorno. Consuela, protege, salva a quienes,sin comerlo ni beberlo, se ven de pronto convertidos en hijos del

desamor. Salva, Señor, a las familias rotas. Salva, al menos, lo que enellas quede de salvable, sobre todo la integridad humana y psicológicade las personas...

R/. Jesús, rey de las familias y de los hogares cristianos,Ten misericordia de nosotros.

Al pedirte de corazón por las familias sin fortuna, te damos gracias,Señor, por las nuestras. Te pedimos por cada uno de sus miembros,también por todas las heridas que hay en ellas, para que tú las cures y

las sanes. Libra, Señor, a nuestras familias del drama de la separación yruptura, de las divisiones y rencillas, de los rencores y malentendidos… Danos, Señor, una conciencia pura y limpia, para que reconozcamosnuestros pecados y errores y la fortaleza y capacidad de enmendarlos yreparar el daño que podamos causar a los otros.Salva, Señor, a las familias cristianas. Restaura, las familias rotas.Ilumina y fortaleza a las familias en crisis.

R/. Jesús, rey de las familias y de los hogares cristianos,

Ten misericordia de nosotros.

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ectura del Evangelio según san Marcos 10,2-16En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos que, para ponerlea prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a lamujer?». Él les respondió: «¿Qué os prescribió Moisés?». Ellosle dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y

repudiarla». Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestrocorazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de lacreación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y asu madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos,sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre». Yya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo:«Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contraaquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».

Le presentaban unos niños para que los tocara; pero los discípulos lesreñían. Mas Jesús, al ver esto, se enfadó y les dijo: «Dejad que los niñosvengan a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el Reinode Dios. Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, noentrará en él». Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manossobre ellos.»

Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

PUNTOS PARA LA MEDITACIÓN. S.S. Francisco, 24 de junio de 2015Hoy reflexionamos sobre las heridas que se abren precisamente en el seno de

la convivencia familiar. Es decir, cuando en la familia misma nos hacemos mal.Sabemos bien que en ninguna historia familiar faltan los momentos donde laintimidad de los afectos más queridos es ofendida por el comportamiento de susmiembros. Palabras y acciones (y omisiones) que, en vez de expresar amor, loapartan o, aún peor, lo mortifican. Cuando estas heridas, que son aúnremediables se descuidan, se agravan: se transforman en prepotencia,hostilidad y desprecio. Y en ese momento pueden convertirse en laceracionesprofundas, que dividen al marido y la mujer, e inducen a buscar en otra partecomprensión, apoyo y consolación. El vaciamiento del amor conyugal difunderesentimiento en las relaciones. Y con frecuencia la disgregación «cae» sobre loshijos.

Aquí están los hijos. A pesar de nuestra sensibilidad aparentementeevolucionada, y todos nuestros refinados análisis psicológicos, me pregunto sino nos hemos anestesiado también respecto a las heridas del alma de los niños. ¿Pero sabemos igualmente qué es una herida del alma? ¿Sentimos el peso de lamontaña que aplasta el alma de un niño, en las familias donde se trata mal y sehace del mal, hasta romper el vínculo de la fidelidad conyugal? ¿Cuánto cuentaen nuestras decisiones  — decisiones equivocadas, por ejemplo —  el peso que sepuede causar en el alma de los niños? Cuando los adultos pierden la cabeza,cuando cada uno piensa sólo en sí mismo, cuando papá y mamá se hacen mal,

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el alma de los niños sufre mucho, experimenta un sentido de desesperación. Yson heridas que dejan marca para toda la vida.

En la familia, todo está unido entre sí: cuando su alma está herida en algúnpunto, la infección contagia a todos. Y cuando un hombre y una mujer, que secomprometieron a ser «una sola carne» y a formar una familia, piensan demanera obsesiva en sus exigencias de libertad y gratificación, esta distorsión

mella profundamente en el corazón y la vida de los hijos. Marido y mujer sonuna sola carne. Pero sus criaturas son carne de su carne. Si pensamos en ladureza con la que Jesús advierte a los adultos a no escandalizar a los pequeños — hemos escuchado el pasaje del Evangelio —  (cf. Mt 18, 6), podemos comprendermejor también su palabra sobre la gran responsabilidad de custodiar el vínculoconyugal que da inicio a la familia humana (cf. Mt 19, 6-9).

Por otra parte, es verdad que hay casos donde la separación es inevitable. Aveces puede llegar a ser incluso moralmente necesaria, cuando precisamente setrata de sustraer al cónyuge más débil, o a los hijos pequeños, de las heridas

más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y laexplotación, la ajenidad y la indiferencia.

No faltan, gracias a Dios, los que, apoyados en la fe y en el amor por los hijos,dan testimonio de su fidelidad a un vínculo en el que han creído, aunqueparezca imposible hacerlo revivir. No todos los separados, sin embargo, sientenesta vocación. No todos reconocen, en la soledad, una llamada que el Señor lesdirige.

S.S. Francisco, 5 de agosto de 2015Hoy quiero centrar nuestra atención en otra realidad: cómo ocuparnos de

quienes, tras el irreversible fracaso de su vínculo matrimonial, han iniciado unanueva unión. La Iglesia sabe bien que esa situación contradice el Sacramentocristiano. Sin embargo, su mirada de maestra se nutre siempre en un corazónde madre; un corazón que, animado por el Espíritu Santo, busca siempre el bien y la salvación de las personas. He aquí por qué siente el deber, «por amor a laverdad», de «discernir bien las situaciones». Así se expresaba san Juan Pablo II,en la exhortación apostólica Familiaris consortio (n. 84), diferenciando entrequien sufrió la separación respecto a quien la provocó. Se debe hacer estediscernimiento.

En estas décadas, en verdad, la Iglesia no ha sido ni insensible ni perezosa.Creció mucho la consciencia de que es necesaria una acogida fraterna y atenta,en el amor y en la verdad, hacia los bautizados que iniciaron una nuevaconvivencia tras el fracaso del matrimonio sacramental. En efecto, estaspersonas no están excomulgadas, y de ninguna manera se las debe tratar comotales: ellas forman siempre parte de la Iglesia.

De aquí la reiterada invitación de los Pastores a manifestar abierta ycoherentemente la disponibilidad de la comunidad a acogerlos y alentarlos,

para que vivan y desarrollen cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesiacon la oración, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en la liturgia,la educación cristiana de los hijos, la caridad, el servicio a los pobres y elcompromiso por la justicia y paz.

BENDICIÓN Y RESERVA