Hughes- Sharrock- La Filosofía de La Investigación Sociale 1.3.5_1

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Traducción de MóNICA UTRILLA DE NEIRA La filosofía de la investigación social pOr JOHN HUGHES y WES SHARROCK FONDO DE CULTURA ECONÓMICA mÉxIco

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  • Traduccin de MNICA UTRILLA DE NEIRA La filosofa de la

    investigacin social

    pOr JOHN HUGHES y WES SHARROCK

    FONDO DE CULTURA ECONMICA mxIco

  • 8 PREFACIO

    sido totalmente reescrita, para darle un aire an ms wittgensteiniano.

    Como de costumbre, hay muchas personas a quienes debemos dar las gracias. Ulrik Petersen, es-tudiante de ciencias polticas, sumamente inteligen-te y jovial, llegado de Dinamarca, nos dio mucho y muy necesario consejo, apoyo y estmulo, adems de brindarnos cierto "apoyo lquido". Jon O'Brien y Mark Rouncefield defendieron el fuerte mientras el libro se terminaba. Nunca se quejaron, lo cual es notable testimonio de su generosidad. Tom Rod-den, como de costumbre, mostr ser un colega in-mensamente generoso. Lou Armour, quien escribi la mejor tesis doctoral que los dos autores han vis-to durante muchos aos, siempre nos dio consejos profundos y nos concedi generosamente su tiem-po. Andrew Crabtree, Jenny Ball, Cal Giles, Jason Khan, John Allen, Preben Mogensen, Catherine Fletcher, Karen Gammon, Barry Sanderson y Chris Quinn son otras personas que merecen mencin es-pecial por las diversas facilidades que nos dieron mientras se escriba este libro.

    I. LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    INTRODUCCIN

    LA RELACIN entre la filosofa y aquello a lo que hoy

    llamamos ciencias sociales tiene ya una historia pro-longada. En realidad, las propias ciencias sociales a menudo han considerado que estn siguiendo a las ciencias naturales que se originaron al separarse de la filosofa; las ciencias sociales se apropiaron, como su mbito cientfico, de los ltimos proble-mas no resueltos de la filosofa. A diferencia de las ciencias naturales, las sociales, en su mayor parte, no han logrado disociarse de la filosofa. Aunque a este respecto las ciencias difieren entre s, conti-nuamente plantean las preguntas fundamentales que estas disciplinas hacen acerca de la naturaleza de sus temas apropiados, su procedencia intelec-tual, las razones de ser de sus investigaciones y, ante todo, la naturaleza de sus mtodos vlidos y apro-piados. Por ejemplo, la sociologa parece consistir casi exclusivamente en una sucesin de enfoques y perspectivas que en su mayor parte muestran un marcado tono filosfico y que tienen como enfo-que principal una continua lucha con problemas fi-losficos, muchos de los cuales son de origen deci-

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    monnico. Como hemos dicho, las ciencias sociales varan a este respecto; la sociologa tal vez constitu-ya el caso ms sobresaliente, ya que est en una cri-sis casi perpetua acerca de su categora fundamen-tal y la concepcin que de s misma tiene como disciplina. Pero hay otras que distan mucho de que-dar exentas. Por ejemplo, en la preparacin en cien-cias polticas es comn incluir cursos de teora po-ltica; en la de economa incluir la historia del pensamiento econmico, sumamente filosficas ambas, y en la preparacin metodolgica en toda la gama de las ciencias sociales incluir cursos de ideas filosficas acerca de los mtodos apropiados, pre-dominantemente organizados bajo la gida de la fi-losofa de la ciencia.

    Estamos sealando la participacin de las cien-cias sociales en la filosofa no como queja, sino tan slo para llamar la atencin hacia el hecho de que las cuestiones filosficas siguen siendo una preocu-pacin continua en las .ciencias sociales y en las ciencias humanas. Todo lo dems que esto pudiera indicar acerca de su carcter intelectual es tema de discusin, pero es un hecho bsico acerca de su vida intelectual. Tampoco es sorprendente que con-sideremos las influencias normativas. Por ejemplo, en sociologa la trinidad fundadora de Marx, Weber y Durkheim dedic parte considerable de sus es-fuerzos a establecer y refinar las bases filosficas de sus propias ideas, cuyos resultados siguen dando forma, en gran parte, a los debates sociolgicos, en-tre otras cosas por las marcadas diferencias que ha-

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    ba entre los tres.' Para ellos y esto probablemen -te sea ms tpico de las tradiciones europeas de la ciencia social que de la tradicin norteamericana las cuestiones filosficas haban de resolverse antes de las investigaciones empricas. Dado este legado, y la enorme dificultad de llevar las controversias fi-losficas a algn tipo de resolucin concluyente, supnese que las cuestiones fundamentales que se encuentran en el meollo de las ciencias humanas si-guen sin resolverse y continuamente estimulan la necesidad de no apartarse de la filosofa.

    Desde luego, la naturaleza de la ntima relacin que hay entre la filosofa y las ciencias humanas no se ha mantenido constante a lo largo del tiempo. Como ya se dijo, las ciencias humanas en gran par-te se originaron en la investigacin filosfica, pero entonces eran labores diferentes de las que hoy co-nocemos. La distincin entre las investigaciones metafsicas, que hoy comnmente consideramos como filosofa, y las empricas, no era tan marca-da como lo es hoy. Antes de que se establecieran las ciencias naturales, la filosofa era considerada como el modo de la investigacin intelectual y abar-caba gran parte de lo que hoy tratamos no slo como disciplinas separadas sino como modos de es-tudio muy diferentes de los de la filosofa. El naci-

    ' Vase Hughes el al. (1995) para una exposicin del pensa-miento de estas figuras y su repercusin sobre el pensamiento contemporneo. Asimismo, pese a su reconocido nfasis en la psicologa, Smith (1997) es una magnfica fuente para la historia de las ciencias sociales.

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    miento de las ciencias naturales no slo hizo caer a la filosofa de su trono como forma suprema de co- nocimiento, sino que con ello provoc cambios en la concepcin de la propia filosofa, que qued ms claramente enfocada como esfuerzo metafsico, y no como amalgama de lo metafisico y de lo empri- co. Las investigaciones empricas de la naturaleza del universo se volvieron, casi exclusivamente, m- bito de las ciencias naturales; a la filosofa se le de- jaron las cuestiones que no fuesen de carcter em- prico.2

    LA NATURALEZA DE LA FILOSOFA

    Se han dado muchas definiciones de filosofa, y ha habido tantos estilos filosficos como definiciones. Desde el punto de vista de llegar a una definicin de filosofa, las cosas son an peores, por el hecho de que existen dificultades especiales para definir la fi- losofa, que no estaremos en posicin de compren- der hasta que examinemos los problemas filosfi- cos acerca de la definicin en general. Esto no es atpico del modo en que parece proceder la filoso- fa. Sus preguntas pronto parecen adoptar una cre-

    2 Esto es, en gran parte, un resumen de los que fueron inter- cambios profundos y complejos durante muchos siglos. Lo se- guro es que no podemos extrapolar de regreso al pasado nues- tras actuales disciplinas. Lo que tambin se debe tener en cuenta son los procesos, histricamente muy recientes, por medio de los cuales se formaron y establecieron a lo largo de sus propios l- mites las disciplinas, tal coino las conocemos. Vase Smith (1997).

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    ciente dependencia de otras cuestiones, desde antes de que empecemos siquiera a ver cul podra ser la respuesta. Las que parecan preguntas bastante directas e inofensivas, como "Qu es la realidad?", "Existen otras mentes?" rara vez obtienen respues- tas de la forma "La realidad es tal y tal", o "Sf, exis- ten otras mentes." Las ms de las veces esas pre- guntas lo que harn ser provocar otras preguntas: "Qu significa. . .?" "Cmo podemos determinar si existen o no otras mentes?" "Qu normas pode- mos utilizar para distinguir lo real de lo irreal?", et- ctera.

    Las preguntas filosficas pueden parecer bas- tante sencillas pero pronto resulta difcil saber el tipo de respuesta que se les puede dar, entre otras cosas porque el problema de los filsofos parece consistir, en gran parte, en estar en desacuerdo mu- tuo acerca de los tipos de respuestas que pueden ser aceptables. Las cuestiones filosficas acerca de la naturaleza de la materia no son del tipo de pre- guntas a las que pueden responder, por ejemplo, los fsicos. Las preguntas filosficas sobre otras mentes no son del tipo de preguntas acerca de las cuales los psiclogos podran idear experimentos. Las preguntas filosficas respecto a la naturaleza de la verdad no pueden recibir respuesta de los ju- ristas. La fsica, la psicologa y el derecho para se- guir con los mismos ejemplos han de suponer pre- cisamente el tipo de cosas acerca de las cuales la filosofa quiere hacer preguntas. Es tarea de la fsi- ca hablarnos de la estructura del mundo material,

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    de qu est compuesto, por qu se comporta como lo hace, etc.; no es su tarea cuestionar la existencia real de un mundo exterior. La filosofa puede acep- tar todo lo que nos dice la fsica acerca cle la natu- raleza del universo material y, sin embargo, seguir planteando sus preguntas sobre, por ejemplo, si la fsica nos da o no la respuesta final acerca de la na- turaleza de la realidad. Gran parte del pensamiento filosfico contemporneo, especialmente el que ata- e a las ciencias sociales, gira en torno de la pre- gunta de si la "ciencia" ocupa un lugar especial y privilegiado en el pensamiento humano acerca de la realidad; es decir, si la ciencia representa una forma superior ce conocimiento y, en tal caso, por cules medios? Ilustremos esto con un ejemplo prosaico.

    Ocasionalmente, cuando nos paseamos por los campos ingleses, tropezamos con unos vehculos que llevan pintada, en la parte trasera y a los lados, la palabra "Leche". Al ver ese camin una conclu- sin bastante obvia es que se trata de un vehculo destinado a llevar leche, recogindola de las granjas para entregarla a la lechera. Pero, cul es la base de esta inferencia? El hecho de que la palabra "Le- che" aparezca en el vehculo? Ms que probable- mente, pero, ede qu depende esta suposicin? Por una parte, depende de saber que "Leche" se refiere a lo que el vehculo transporta. Y sin embargo, corno bien lo sabemos, en los camiones pueden es- tar pintados nombres o palabras que no se refieren a lo que transportan. A veces a un lado est pinta- do el nombre de la empresa o del propietario, o el

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    nombre de algn producto. Entonces, cmo sabe- mos que el vehculo en cuestin transporta leche? "Leche" habra podido ser el propietario del vehcu- lo, o una empresa, o hasta la marca del camin. Cmo podemos estar seguros de nuestra afirma- cin? Qu clase de afirmacin es sta? Es una afirmacin acerca de lo que creemos, o acerca de lo que sabemos? Desde luego, podramos exponer mu- chas razones para sostener nuestra afirmacin: era un camin-cisterna; "Leche" no es un apellido co- mn y, hasta donde sabemos, no es el nombre de una empresa, y sera extrao utilizarlo como sobre- nombre, etc. Tal vez una acumulacin de tales ra- zones podra "equivaler" a la conviccin de que es- tamos en lo justo: este camin s transporta leche. Pero, por qu?

    Las razones aducidas incluyen una referencia a nuestra experiencia personal, nuestro conocimien- to personal, las prcticas de los fabricantes de ve- hculos, las empresas de transporte, los conductores de camiones, y an ms cosas. Hasta dnde nece- sitamos llegar antes de poder establecer sin la me- nor duda el nexo entre el letrero "Leche" y la fun- cin del vehculo? Podra argirse que no hay una cantidad de creencias y razones personales que bas- ten; lo que necesitamos es ver el interior del ca- min. Pero, una vez ms, qu hace que el resulta- do de contemplar el interior resulte ms seguro o corroborativo que las razones que ya habamos ofrecido? An podemos engaarnos. A qu con- clusin deberamos llegar si el camin estuviera Ile-

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    no de whisky y no de leche? Tendramos que acu- sar a su conductor de contrabandista? Llegar a la conclusin de que interpretamos mal el letrero y que "Leche" se refiere a un lquido brillante, color mbar, que llega de Escocia, y no a un lquido blan- co denso que procede de las vacas?

    Pero, cualquiera que sea nuestra conclusin, la idea es que nos veramos embrollados en cuestiones acerca de la naturaleza de la evidencia y, por medio de stas, acerca de la naturaleza del mundo: cmo conocemos ciertas cosas y creemos en otras, cmo sa- bemos que las cosas son verdaderas y falsas, qu in- ferencias se pueden hacer legtimamente a partir de varios tipos de experiencias, en qu consisten las in- ferencias, qu clase de cosas integran el mundo, etc. Desde luego, al hacerlo empezamos a perder algo de nuestro sentido de la direccin: las expe- riencias familiares se vuelven dudosas y hasta los hechos aparentemente ms evidentes, seguros y co- munes parecen expuestos a la duda.

    Ntese que estas preguntas surgieron de una co- tidiana capacidad que tienen las personas para comprender, en este caso, lo que significaba el le- trero pintado al costado de un camin. Como tal, no incluye el uso de ningn tipo de conocimiento esotrico, aunque podramos querer decir que s in- cluye un conocimiento culturalmente adquirido.3

    3 Con esto slo queremos decir que se necesita tener expe- riencia de una cultura en que tales camiones desempean su ofi- cio de la manera descrita. El desconcierto ordinario de esta 1- dole no es lo que tratainos aqu.

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    Podemos establecer esas conexiones en forma ruti- naria, y normalmente sin mayor vacilacin. 12 ca- pacidad de leer las seales de los caminos, los le- treros de los paquetes o las botellas, los titulares de los peridicos, los nombres de las calles, etc., son parte integrante de nuestras aptitudes cotidianas. Y en ese caso, por qu hacer el tipo de preguntas que acabamos de plantear?

    Desde luego, en cierto nivel no hay ninguna ra- zn para que lo hagamos. Sin duda no es probable que discusiones filosficas de esta capacidad esta- blezcan gran diferencia en el modo en que inter- vienen en nuestras vidas diarias y las afectan. Y sin embargo, estas cuestiones filosficas siguen ejer- ciendo una influencia preocupante engendrando y perpetuando la incertidumbre y la ansiedad acerca de las posibles fuentes de la autoridad intelectual.

    La ontologa, la epistemologa y la autoridad intelectual

    Una de las razones principales de que la filosofa y la ciencia social sigan profundamente interconecta- das es el modo en que los cientficos sociales se han adherido a la visin filosfica conocida como "fun- dacionismo". Esta visin considera a la epistemolo- ga la investigacin de las condiciones de la posi- bilidad de conocimiento como previa a la investigacin emprica. No es necesario asegurar la posibilidad del conocimiento emprico en contra

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    de la persistente duda escptica, el tipo de duda que plantea argumentos en el sentido de que nunca po-demos conocer nada acerca del mundo real y exte-rior, nunca podemos, legtimamente y con plena confianza, afirmar que conocemos algo. Para pro-tegernos contra este tipo de escepticismo se arguye que la posibilidad y la realidad del conocimiento no deben ser concluyentemente demostradas identifi-cando mtodos o medios slidos e irrefutables de adquirir conocimiento. Si podemos sentirnos segu-ros de nuestro derecho a la confianza que, por ejemplo, a menudo sentimos sobre nuestro conoci-miento cientfico, entonces no es necesario que po-damos demostrar que nuestro sistema de conoci-miento est edificado sobre fundamentos slidos. As pues, fundacionismo es la idea de que el cono-cimieito verdadero debe descansar sobre un con-junto firme e indiscutible de verdades indisputables a partir de las cuales se pueden deducir lgicamen-te nuestras creencias, reteniendo as el valor de ver-dad de las premisas fundacionales de las que se de-rivan, y en trminos de las cuales pueden ser lcitos nuestros mtodos de formar nuevas ideas sobre el mundo y de investigarlo.

    La influencia del fundacionismo es tan fuerte en las ciencias sociales que se da por hecho que la prio-ridad de los fundamentos no slo es lgica sino tambin temporal. De este modo, es comn que las cuestiones filosficas especialmente las epistemo-lgicas sean consideradas como las primeras y preliminares que se debern abordar con objeto de

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    poder establecer mtodos slidos de investigacin, antes de la propia investigacin emprica. Como pronto veremos, las propias concepciones de la na-turaleza y la organizacin de la investigacin social a menudo se derivan de una u otra concepcin fi-losfica respecto a la naturaleza de la investigacin cientfica. Como resultado, enfoques y tcnica de investigacin se desarrollan frecuentemente como aplicaciones y demostraciones de nuestros prejui-cios filosficos. Por consiguiente, el objetivo de gran parte de la investigacin social consiste, de he-cho, en mostrar la diferencia que establece la adop-cin de un punto de vista filosfico particular, es-pecialmente en cuestiones epistemolgicas. La consecuencia es que la crtica de los resultados de la investigacin y de los mtodos que los generan va dirigida, a menudo, a travs de ellos, contra las con-cepciones filosficas subyacentes, y son hechas con frecuencia desde una posicin filosfica diferente y conflictiva. Vemos as que es difcil considerar que las ciencias sociales representan disciplinas que producen descubrimientos empricos acumulativos, descubrimientos que se levantan unos sobre otros dentro de marcos ms o menos establecidos. En cambio lo que tenemos, en diversos grados, son unos argumentos filosficos que estn basados en torno a descubrimientos empricos putativos y pro-vocados por ellos.

    "Cmo es posible, si lo es, que obtengamos co-nocimiento del mundo?", es la pregunta principal de la epistemologa. Relacionada con ella viene otra

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    de no menor importancia: "Qu tipos de cosas existen realmente en el mundo?", pregunta que per- tenece a la rama de la filosofa conocida como on- tologa. Dicho en pocas palabras, la epistemolog-a se preocupa por evaluar las afirmaciones acerca del modo en que podemos conocer el mundo y, como tal, incluye cuestiones sobre qu es conocer algo.

    Como preguntas filosficas, stas no se refieren tanto a mtodos particulares de investigacin o tc- nicas de recabacin de datos, o ni siquiera de cues- tiones de hechos especficos. Se supone que son cuestiones generales que se interrogan respecto a estos particulares mtodos de las tcnicas, o bien los hechos que supuestamente estn establecidos por su uso, y si satisfacen los requerimientos generales para poder decir que s, en realidad, conocemos algo. Desde luego, tales preguntas presuponen que podemos identificar esos requerimientos generales, y todas las controversias epistemolgicas son acerca de la naturaleza de estos supuestos requerimientos.

    Es evidente que las cuestiones ontolgicas y las epistemolgicas no estn desconectadas. Puede su- ponerse que la capacidad de cualesquiera mtodos o procedimientos para darnos conocimientos de lo que existe ha de depender, en parte, de aquello que se va a conocer. Sin embargo, importa insistir en que las preguntas ontolg-icas y epistemolgicas no pueden recibir respuestas de la investigacin emp- rica, ya que se dedican a examinar, entre otras cosas, la naturaleza y el significado generales de la misma. No podemos investigar empricamente la cuestin

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    de si existen o no cosas que pudieran llamarse "he- chos empricos". Parece que podemos establecer al- gunos hechos particulares como, por ejemplo, cul fue la tasa de suicidios en el Reino Unido en 1973, pero preguntar qu es lo que justifica esa afirmacin es algo muy distinto de preguntar si en realidad existen hechos y, de haberlos, si nuestras maneras ordinarias de descubrir las cosas pueden darnos la base para establecer su existencia. sta no es una pregunta emprica, pues suponer que pode- mos darle respuesta acumulando hechos equival- dra a cometer peticin de principio. Ms bien in- vita a responder en trminos de reflexionar sobre las presuposiciones mismas del conocimiento y de la identidad de los hechos. Esta reflexin obvia- mente no se puede hacer en trminos de hechos, pues la idea es preguntar si en realidad existen al- gunos hechos, qu caracteriza si acaso algo como hecho y cmo identificar correctamente esos hech os.

    En nuestras vidas cotidianas y en nuestra prcti- ca profesional de investigacin tenernos bases abun- dantes sobre las cuales estamos dispuestos a afir- mar y defender nuestra pretensin de conocer algo. Pueden incluir, segun los casos, referencia a mto- dos experimentales, procedimientos correctos de anlisis, fuentes autorizadas, inspiracin espiritual, edad, experiencia, etc.; es decir, referencia a los procedimientos colectivamente acreditados como "buenas razones" para conocer. Es de esta pblica licencia colectiva de la cual prcticamente se deriva

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    la autoridad intelectual de nuestro conocimiento, aunque basarse en ella no siempre es garanta sufi-ciente de que conocemos. Lo que aqu estamos su-brayando es la naturaleza arraigada de nuestras pretensiones de conocimiento y la forma en que, en condiciones apropiadas, ciertos motivos particula-res adquieren categora de autoridad; pero, por la naturaleza misma de los motivos, se los puede de-safiar y refutar. Dicho de otra manera, en caso de alguna afirmacin particular de conocimiento, pue-de haber razones por las que motivos normalmente considerados "buenos", no resultan "suficiente-mente buenos". Ver si los motivos en que de ordi-nario nos basamos soportarn un interrogatorio ms intensivo es uno constituye los objetivos que impelen a la filosofa.

    Pero, si recordamos el ejemplo del camin de le-che, cmo podra haber duda acerca de los hechos, de que transportaba leche, o dudas sobre cmo po-dramos descubrir cules son los hechos? En el sen-tido prctico ya mencionado, no hay ninguna ra-zn, salvo en los casos en que, por ejemplo, existan sospechas de contrabando, engao o casos simila-res que, asimismo, son muy prcticos. En casos como stos, simplemente estamos dando por senta-do, y no reflexionando escpticamente sobre un marco de normas dentro del cual hacemos nuestros juicios, sobre si existe evidencia pertinente y sufi-ciente para establecer hechos similares. Pero tales afirmaciones, y la evidencia de la cual dependen, slo pueden expresarse cuando existe algn marco

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    para fundamentarlas como afirmaciones y eviden-cia sobre las cuales sea razonable preguntar: "Aun-que este marco sea bastante bueno para todo fin prctico, en realidad basta para establecer una identificacin indiscutiblemente segura del modo en que realmente son las cosas en el mundo?".

    Desde luego, en un sentido prctico aprendemos tales marcos como parte de lo que aprendemos acerca del mundo. Sin embargo, en un sentido filo-sfico, esta realidad no nos lleva a ninguna parte porque es posible que lo que aprendemos sea err-neo, y as ocurra sistemticamente. Podemos estar soando, ser engaados o cegados por el prejuicio personal o haber aprendido prcticas culturales y creencias falsas. En otras palabras, se considera po-sible ser "profundamente escptico" acerca de todo el marco dentro del cual se ubican nuestros juicios especficos. 4 Es decir, podemos dudar de todo nuestro modo de descubrir el mundo y, en el caso del escepticismo ms extremo, podemos dudar de que sea siquiera posible saber algo. Al fin y al cabo, podemos limitarnos a sealar la variedad de opi-niones y concepciones acerca del mundo que son o han sido sostenidas por diversas sociedades histri-cas creencia en la brujera, dioses sentados en las cumbres de las montaas, la procreacin como re-sultado de saltar sobre el fuego, el poder de la ma-gia y muchas ms para sugerir que no podemos

    4 La fiase "profundamente escptico" fue tomada de Phillips (1996), que constituye una excelente introduccin a la filosofa y sus problemas.

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    permitirnos confiar demasiado en la validez de nuestras propias concepciones, pues bien podra- mos estar equivocados. Entonces, en ese caso, sur- gen preguntas sobre cmo podemos saber si el mundo en realidad es lo que parece ser para noso- tros; es decir, si nuestras propias creencias son sli- das. Eso no puede hacerse ofreciendo lo que, en otros contextos, contaramos como prueba empri- ca concluyente, ya que lo que se est poniendo en duda es el hecho de que dependamos de esa su- puesta evidencia. Despus de todo, los dioses de la antigua Grecia, por ejemplo, eran hechos reales e in- discutibles para los miembros de esa sociedad, que, a su vez, acaso consideraran una especie de magia ciertos hechos de nuestro mundo, como el motor de combustin interna, la televisin o la aviacin. Pero no es claro lo que puede implicar esta dife- rencia acerca de la naturaleza del conocimiento en general. Se engaaban los antiguos griegos; cmo podemos demostrar que se engaaban y, lo que es an ms importante para nosotros, que no estamos tan engaados como ellos? Qu nos da derecho a pronunciarnos contra los antiguos griegos dado que, para todo fin prctico, la facticidad de sus dio- ses era algo de lo que ellos no podan dudar? Qu hace nuestras certidumbres ms seguras que aqu- llas, tan fervientemente sostenidas por los antiguos griegos? Algunas de estas cuestiones sern conside- radas ms 'ampliamente en el captulo vi y en los si- guientes.

    La epistemologa se ocupa particularmente de la

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    necesidad de encontrar respuestas al ms persisten- te escepticismo. Se concentra en tratar de asegu- rarse de que hay verdades que pueden sostenerse contra toda duda posible, o en constatar si es inevi- table reconocer ante el escptico que, a la postre, no podemos estar verdaderamente seguros de nada y que hasta nuestras certidumbres dilectas no son ms que cuestin de una confianza injustificada. En realidad, una de las actividades principales de las teoras del conocimiento ha consistido en lo que Quinton llama dar "cuenta del orden lgico de la justificacin" (Quinton, 1973: 115). A menudo esto ha adoptado la forma de una bsqueda de las certi- dumbres indiscutibles que puedan dar fundamen- tos seguros al conocimiento humano; es decir, pen- sar en el conocimiento como una estructura similar a un edificio que necesita estar cimentado sobre una base estable, junto con la creencia concomitan- te de que hay algunas creencias ms bsicas que otras, y por l'a cual se pueden sostener y justificar estas ltimas. Si pudieran formularse tales creen- cias, de las que es imposible dudar, podran dispo- nerse todas las creencias en un orden jerrquico, en cuya base se encontraran aquellas que, aunque jus- tificaran a las de arriba, no requeriran por s misnras un apoyo justificatorio. Esta concepcin particular, conocida como "fundacionisrno" y ya mencionada, a ltimas fechas se ha identificado como uno de los componentes clave en la forma- cin de 11 "filosofa moderna", es decir, el periodo que ha transcurrido desde el siglo xvit, y fue legada

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  • LA FILOSOFIA DE LA CIENCIA SOCIAL

    a pocas ulteriores por la obra de Ren Descartes (1596-1650), a menudo considerado padre de la fi- losofa moderna. El ataque al "fundacionismo" y su rechazo han sido algunos de los rasgos principales del pensamiento reciente y una clave de la recons- truccin radical de la filosofa misma.

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    Races sociales e histricas de la filosofa

    Lo que hasta aqu se ha dicho acerca de la ontolo- ga y la epistemologa parecera presentarlas como si fueran esfuerzos que de alguna manera estuvie- sen apartados de las circunstancias sociales e hist- ricas en que aparecieron. Y, en realidad, sta ha sido indudablemente una de las motivaciones de la filosofia; es decir, descubrir principios que sean ge- nerales en el sentido de tener aplicacin universal y que todos pudieran desear conocer de una manera igualmente universal, cualesquiera que fuesen sus circunstancias personales, sociales e histricas. Sin embargo, y como lo mostramos brevemente antes, las concepciones del mundo han cambiado a lo lar- go de la historia, y por qu habran de ser diferen- tes las concepciones filosficas? La filosofa ha con- templado caractersticamente su historia como una sucesin de intentos progresivos por identificar es- tos principios universales. Pero es posible y hoy se arguye vigorosamente y por muchas distintas razo- nes, que el concepto de progreso en el conoci- miento pudiera ser una ilusin y, por lo tanto, que

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    tambin la nocin de avance hacia unos principios generales vlidos en filosofa fuese una ilusin. Tal vez debiramos prestar atencin al consejo de Toul- min (1972: 1-14) de no tratar las formas de la epis- ternologa y, puede suponerse, tambin de la ontologa como si expresaran ms acerca de la na- turaleza social e histrica del periodo en que se ori- ginaron que si dijeran algo acerca de las verdades ltimas.

    Como ya lo hemos mencionado, muchos de los debates metodolgicos de las ciencias sociales de- ben comprenderse en relacin con el surgimiento y el bdto de las ciencias naturales y el modo en que los filsofos han interpretado la naturaleza y las consecuencias de este bdto. Descartes y Locke, dos de las grandes figuras en cuya obra se fundament el "periodo moderno" de la filosofa occidental, fueron hombres de su poca y analizaron los prin- cipios del conocimiento humano ante el trasfondo de las ideas que por entonces circulaban acerca del orden de la naturaleza y del lugar del hombre en l y, con ello, hicieron mucho por aclarar y elaborar esas ideas que circulaban por entonces. Segn dice Toulmin, dieron por sentados "lugares comunes", los cuales no necesitaban una justificacin filosfi- ca: en primer lugar, que la naturaleza era fija y es- table, y que podra conocerse por medio de princi- pios de comprensin igualmente fijos, estables y universales; en segundo lugar, que haba un dualis- mo entre la mente y la materia; esta ltima era iner- te mientras que la mente era la fuente de la razn,

  • 28 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    puscularistas, vorticistas, que fueron consideradas

    muchas y diferentes escuelas tericas aun dentro de una sola disciplina racionalistas, ernpiristas, cor-

    maba continuamente la concepcin misma. Hubo gruente con esta concepcin y, al hacerlo, se reafir- validez intelectual por el grado en que pareca con-

    entre cientficos y filsofos. A la obra terica ms detallada dentro de las varias disciplinas se le daba

    convirti en una concepcin sumamente difundida fueran congruentes con las teoras explicativas. Se cientfica y acumular hechos acerca del mundo que municar el conocimiento a una confraternidad caciones con base en suposiciones teolgicas, de co- con la naturaleza misma, en lugar de derivar expli- portancia de poner a prueba las ideas cotejndolas el mundo. Subrayaba el mtodo sistemtico, la im- ciones sobre cmo deba ensamblarse sensatamente torizada del mundo, como un conjunto de instruc-

    nos de principios tericos racionales. A lo largo del tiempo esto qued establecido como la versin au-

    tificacin y medicin y a su descripcin en trmi- hacia la estructura del universo material, a su cuan- mundo. Llam la atencin de cientficos y filsofos epistemolgicas sobre cmo se poda investigar ese ontolgica bsica del mundo y unas prescripciones mejante concepcin aport a la vez una descripcin tensiones de conocimiento. Podemos ver cmo se-

    la certidumbre incorregible, lo aportaba la geome- tra, contra la cual deban juzgarse todas las otras pre-

    mo, que el ejemplo del verdadero conocimiento, de la motivacin y otras funciones mentales; por lti-

    LA FILOSOFIA DE LA CIENCIA SOCIAL

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    congruentes con los principios ontolgicos y episte- molgicos planteados. La idea es que estos princi- pios fijaron el contexto del debate dentro del cual las diferentes escuelas combatan sus desacuerdos. En pocas palabras, durante cierto tiempo fueron es- tos principios los que ejercieron la autoridad inte- lectual.

    Una conciencia de los contextos sociales e hist- ricos de las pretensiones de conocer plantea un pro- blema que, una vez ms, ser abordado adelante de manera ms cabal, lo que tiene que ver con la rela- tividad del conocimiento. Surge de la idea de la de- terminacin social del conocimiento, lo que signifi- ca abandonar la ambicin de garantizar la verdad de nuestros modos de pensar contra los de otros tiempos y lugares. Aunque los "lugares comunes" de la cosmovisin del siglo xvii cosmovisin, di- cho sea de paso, que era especfica de los grupos cultos de Europa mantuvieron una poderosa in- fluencia a lo largo de los siglos siguientes, ninguno de ellos tiene hoy el mismo significado o se le sos- tiene con la misma conviccin. Las ideas de la evo- lucin y de un universo originado en un Big Bang ya no sostienen la concepcin de un universo fijo e inalterable. De manera similar, la distincin entre la mente y la materia, que era una verdad de "sentido comn", ya no tiene la misma fuerza clara y bri- llante que en su momento tuvo. Tambin la inven- cin de la geometra no euclidiana tuvo un efecto devastador sobre la creencia en que el esquema geomtrico euclidiano era el marco del universo;

  • 30 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    paradjicamente le dio ms espacio a la geometra como creacin humana, til y poderosa para pro-psitos particulares, pero la priv de su categora especial de representante principal de la certidum-bre y de encarnacin de una norma universal de co-nocimiento. Mas si esos principios "evidentemente ciertos" de tiempos pasados pudieron desplazarse, pueden las certidumbres de nuestro tiempo y lu-gar librarse de un destino similar? Las creencias fundamentales han variado de un lugar a otro y de un momento a otro, y a muchos les parece que no hay razn para suponer que, a largo plazo, nuestras certidumbres resultarn ser ms duraderas que sus predecesoras. Si cambian, entonces, implicar su desplazamiento alguna progresin, una evolu-cin del conocimiento hacia formas mejores, o slo se pueden juzgar los sistemas de conocimiento en sus propios trminos, como producto de unos me-dios sociales e histricos particulares? Tenemos derecho a hacer juicios negativos y despectivos de formas de conocimiento ajenas a las nuestras, como por ejemplo la creencia en la hechicera, o en me-dicinas que se basan en concepciones muy diferen-tes de la enfermedad y que, sin embargo, han mos-trado una eficacia notable, al menos en las culturas a las que sirven?

    Estos ejemplos y podramos presentar muchos ms plantean agudamente la cuestin de la relati-vidad de las normas de conocimiento o, dicho de otra manera, las fuentes de nuestra autoridad inte-lectual. Cmo juzgamos entre diferentes sistemas

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 31

    de conocimiento? Existen normas claras e inequ-vocas, como las que Platn y Descartes considera-ron geomtricamente representadas, por las cuales podamos determinar si lo que sabemos es cierto o no? En suma, hay alguna fuente universal de auto-ridad intelectual, o todo conocimiento es simple-mente relativo a la sociedad y al periodo en que se vive? Preguntas como stas, por muy abstractas que puedan parecer, son importantes para ayudarnos a comprender lo que estamos haciendo cuando, en-tre otras cosas, nos dedicamos a la investigacin so-cial para producir conocimiento.

    Para redondear este captulo inicial deseamos re-lacionar algunas de las observaciones generales an-teriores acerca de la naturaleza de la filosofa con el proceso de la investigacin social.

    LA FILOSOFA Y EL PROCESO DE INVESTIGACIN

    En trminos generales, la investigacin se efecta con objeto de descubrir algo de lo que todava no se sabe. Sin embargo, esto es en trminos muy ge-nerales. Si observamos lo que pasa por investiga-cin en las ciencias sociales y humanas, por ejemplo, lo que encontrarnos es una variedad de actividades que van desde encuestas para descubrir la relacin existente entre diversos factores sociales, hasta per-sonas que pasan el tiempo observando cmo traba-

    jan otras personas, o efectan experimentos en la-boratorios, as corno la revisin y crtica doctas de

  • 32 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    las ideas de X, o elaboran un nuevo enfoque dentro de la disciplina, y hasta una crtica de la labor exis- tente sobre X, y ms an. En otras palabras, es dif- cil ver exactamente lo que tienen en comn estas actividades que las convierte en investigacin, apar- te de tratar de formular o de descubrir algo nuevo. Lo que podemos decir acerca de ellas es que son ac- tividades razonadas en el sentido de que deben efectuarse con escrupulosidad, con rigor, sopesando minuciosamente los testimonios y los argumentos, en forma metdica. Es decir, son actividades cul- tas.5 Desde luego, esas actividades pueden efec- tuarse bien o mal de all la palabra "debe", pero lo ideal es que tengan al menos las cualidades men- cionadas, y sern juzgadas por el grado en que las posean.

    Sin embargo, en conexin con las actividades cientficas y por el momento podemos incluir las ciencias sociales bajo este rubro, se ha dicho que no slo interviene la simple cultura, por usar este trmino. Descartes y Locke legaron a sus suce- sores la idea de que el xito peculiar del conoci- miento cientfico se debe a que posea un mtodo, el mtodo cientfico, un corpus de procedimientos seguros que, de ser aplicados con los escrpulos y el compromiso apropiados, producirn con certeza

    5 No pretendemos implicar que la preocupacin por este tipo de cosas slo pueden manifestarla los acadmicos. Desde luego, esa preocupacin puede mostrarse en toda clase de ocupaciones y actividades. Nuestra idea es subrayar la calidad de las activida- des, en lugar de atarlas a algn papel institucional.

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 33

    el conocimiento del mundo. La identificacin del mtodo cientfico pareca ser una parte vital de la solucin del "gran problema" de la epistemologa, a saber, encontrar un medio seguro de conocer den- tro de las concepciones fundacionistas. Todas las tcnicas que tpicamente asociamos con la ciencia, como experitnentos, puesta a prueba de hiptesis, teoras, el escrutinio pblico de mtodos y resulta- dos, mediciones, etc., se considera que encarnan el mtodo cientfico. Pero y ste es el punto en que resurgen las cuestiones filosficas, siempre pode- mos preguntar: "Por qu estas tcnicas o procedi- mientos, y no otros?", "Qu clase de garantas nos ofrecen estos mtodos y tcnicas que no nos ofre- cen otros?" Por consiguiente, el legado de Descartes y Locke es la bsqueda y la investigacin de qu hay en las prcticas de la ciencia que encarna este m- todo que las hace superiores, que les da mayor au- toridad intelectual que otras. Sin embargo, hace re- lativamente poco tiempo ha arraigado la idea de que sta es la bsqueda de una quimera. Como ve- remos, Paul Feyerabend, filsofo de la ciencia, ha sostenido de la manera ms extrema y dramtica (aunque su predecesor Karl Popper y su contempo- rneo Thomas Kuhn han promovido la misma idea) que no existe un "mtodo cientfico" que est en uso general entre los cientficos y que sea la piedra de toque del conocitniento.

    En las ciencias sociales este tipo de preguntas ad- quiere una dimensin adicional, a saber, el hecho de que, en diversas formas, los temas de las ciencias

  • LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 35 34 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    sociales sean tambin temas para los miembros de la sociedad. En realidad, resulta ms que plausible sostener que las ciencias sociales brotaron de las preocupaciones polticas, econmicas y sociales de la vida ordinaria. Caso en el cual el problema de la autoridad intelectual para las ciencias sociales es: qu hace que el conocimiento cientfico social sea superior al del hombre o la mujer de la calle, el pe-riodista, el poltico, el revolucionario, el aborigen de las islas Trobriand, o el intolerante en materia ra-cial? Dicho de otra manera, cul es la base de su autoridad intelectual?

    No ser sorpresa para nadie descubrir que las respuestas a estas preguntas no pueden ser direc-tas. Las dificultades aumentan si echamos as sea una ojeada pasajera a lo que hacen los investigado-res sociales cuando dicen que estn dedicados a su investigacin. La preparacin de los investigadores sociales consiste normalmente en que se les pide dominar ciertas tcnicas de cuestionario, los prin-cipios de diseo y anlisis de encuestas, los recove-cos de las estadsticas, tal vez hasta programacin y modelacin en computadora, etc. Desde luego, el nfasis dado a diferentes tcnicas depender de la disciplina en cuestin: el investigador sociolgico tal vez deber tambin saber de etnografa as como de tcnicas estadsticas, el economista deber saber an ms sobre modelacin matemtica avanzada y estadstica, mientras que el historiador probable-mente se preocupar por desarrollar habilidades en la interpretacin de distintos tipos de testimonio

    documental. Estas habilidades pueden aprenderse y utilizarse como parte del oficio. Investigar un pro-blema es cuestin de utilizar las habilidades y tc-nicas apropiadas para realizar la tarea requerida dentro de unos lmites prcticos; la cuestin de juz-gar finamente la capacidad de un instrumento par-ticular de la investigacin para obtener los datos re-queridos ya es, en s misma, una habilidad. En pocas palabras, es tratar los mtodos de investiga-cin como tecnologa, y no nos equivoquemos sin esta actitud no sera posible la "ciencia normal", para tomar la frase de Kuhn (1996).

    Sin embargo, la causa de la pertinencia de las cuestiones filosficas del tipo antes revisado, aun-que los mtodos de investigacin bien puedan ser tratados como simples instrumentos, es que en rea-lidad actan dentro de conjuntos de suposiciones. Muchas de ellas son afirmaciones tericas acerca de la naturaleza de la sociedad, de los actores sociales, de la interaccin. Por ejemplo, las entrevistas de-penden, para su uso, de pretensiones "tericas" acerca de cmo debe realizarse la entrevista con ob-jeto de llevar al mximo la validez de las respuestas del interrogado. El orden de las preguntas en un programa de entrevistas o un cuestionario se justi-fica por las presuposiciones acerca de las mejores maneras de ganarse la confianza de los interroga-dos para que respondan a las preguntas ms nti-mas sin cohibirse demasiado. Desde luego, muchos de estos compromisos tericos son poco ms que reglas generales, aunque no por ello pierdan vali-

  • 36 LA FILOSOFIA DE LA CIENCIA SOCIAL LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 37

    dez, pero otros son, mucho ms explcitamente, pretensiones tericas. La idea es que ninguna tc- nica o mtodo de investigacin (y esto puede decir- se tanto de las ciencias naturales como de la ciencia social) se justifica por s mismo. Su eficacia, su es- tatus mismo como instrumento de investigacin que haga reductible el mundo a la investigacin em- prica, depende del tipo de "presuposiciones ins- trumentales", como las llama Cicourel (1964), antes esbozadas. Adems, tambin mtodos y tcnicas de- penden de justificaciones epistemolgicas. Como lo ha observado Sheldon Wolin:

    El empleo de un mtodo [...1 requiere que el mundo sea de un tipo y no de otro. El mtodo no es una cosa para todos los mundos. Presupone una cierta respues- ta a un tipo kantiano de pregunta. eCmo debe ser el mundo para que sea posible el conocimiento del me- todlogo? [Wolin, 1973: 28-291

    Lo que no est daro, pese a la anterior explica- cin de la filosofa preocupada por dar autoridad intelectual, es si realmente es capaz de concederla.6 Lo indudable es que para la mayora de los investi- gadores, sean de las ciencias naturales o de las hu-

    II La cuestin de la propia autoridad intelectual de la filoso- fa ha sido recientemente atacada por los construccionistas so- ciales, quienes sostienen que la filosofa misma ha sido forjada por su cultura y que, por lo tanto, no es ms segura que cual- quier otra forma de conocimiento. Vase, por ejemplo, Bloor (1976). Antes, Wingenstein se ocup de cuestionar, en sus lti- mas obras, la naturaleza de la filosofa misma.

    manas, a menudo la investigacin filosfica parece ajena a sus actividades, y se puede sugerir que el grado en que se preocupan por lo que tenga que decir la filosofa es motivado ms por una bsque- da de seguridad, como justificacin de lo que de todas maneras se est haciendo, que como gua prctica. Sea como fuere, los propios filsofos no estn ms de acuerdo acerca del estatus que desean reclamar para su investigacin que sobre cualquier otra cosa. Algunos filsofos tienen unas concep- ciones muy modestas de la posicin de la filosofa, tal vez considerndola apropiadamente subordina- da a la ciencia, y desempeando algn papel "sub- laboral", como opinaba John Locke o como, en nuestros tiempos, piensa W. V. O. Quine. En el pa- pel de sublabor, la filosofa constituye una ayuda para la ciencia, aclara confusiones y suprime otros obstculos que pudieran inhibir el progreso cient- fico. Por otra parte, los grandes metafsicos, como Descartes, Kant, Hegel y, ms recientemente, los fe- nomenlogos Husserl y Heidegger, propusieron ciertas visiones de la naturaleza de la filosofa como una aventura mucho ms poderosa para eva- luar las pretensiones de la ciencia. Por ejemplo, Husserl consider que la filosofa deba ser la "pri- mera ciencia", indicacin de su prioridad sobre las ciencias empricas. Los filsofos han llegado a cuestionar, como lo hizo Wittgenstein y, a su espe- cial manera, los positivistas lgicos, si la filosofa, al menos su parte metafsica, pudiera tener algo significativo o importante que decir en su propio

  • LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 39 38 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    nombre. Wittgenstein arroja dudas sobre el con-cepto mismo que ha motivado gran parte de la fi-losofa occidental: a saber, que el conocimiento ne-cesitaba fundamentos.?

    Desde luego, dado que la naturaleza de la filoso-fa, y su relacin con otras formas de conocimiento, es, en s misma, tema importante de la disputa filo-sfica, no hay una verdadera base para que noso-tros defendamos alguna opinin sobre estos temas como la concepcin inequvocamente correcta de la relacin entre la filosofa y la investigacin social. Sin embargo, lo que s se puede reconocer es que en la ciencia social estn representadas muchas opi-niones diferentes acerca de la relacin. Discutir cuestiones filosficas no es algo que quede limita-do a quienes han recibido una preparacin profe-sional en esa disciplina, y gran parte de la disputa dentro de las ciencias sociales es tanto acerca de te-mas filosficos a menudo dirigida sobre la base de argumentos derivados de la obra de filsofos re-conocidos como de cuestiones propiamente cien-tficas o empricas.

    Lo que nos interesa aqu son las cuestiones filo-sficas que se plantean en torno a los mtodos apro-piados de la investigacin social, aunque muchas de estas cuestiones tendrn un peso mayor que los sim-ples mtodos de la investigacin social, abarcando temas que son de naturaleza terica. Por necesidad,

    7 Wittgenstein (1958). Vase tambin Anderson el al. (1988, cap. 8), para un resumen de las ideas de Wittgenstein.

    gran parte del anlisis se relacionar con la filoso-fa de la ciencia, puesto que mucho del pensamien-to de la ciencia social respecto al mtodo ha sido moldeado por una u otra concepcin de la natura-leza general de la ciencia. La pregunta de si alguna ciencia social determinada es en realidad una au-tntica ciencia, slo una pseudociencia, o si por al-guna otra razn carece de los requerimientos de las ciencias autnticas y maduras, es un poderoso mo-tor de las disputas sobre la naturaleza de las cien-cias sociales y de la investigacin que se efecta en ellas; se considera que la investigacin fue planeada para acercar las potenciales ciencias a la categora de ciencias por derecho propio. Dado que las cien-cias sociales comnmente insisten en medirse con-tra la concepcin de uno u otro filsofo de los atri-butos de las ciencias ms triunfantes, las ciencias sociales, desde su aparicin en el escenario intelec-tual, han ido constantemente acompaadas por una sensacin de fracaso, por su incapacidad de hacer que sus logros puedan compararse con los de las ciencias naturales a las que han tomado como mo-delo. Sus fallas prcticas, as como sus fallas inte-lectuales, tambin son agua para su molino: a pesar de la economa, seguimos teniendo crisis econmi-cas, lo cual a menudo se atribuye a los polticos por no atender a sus asesores econmicos que, en todo caso, hablan con voces muy diferentes; los polticos culpan a los cientficos sociales por no enfrentarse a "los problemas de nuestro tiempo", y as sucesiva-mente.

  • La categora de las ciencias sociales no se ha de- finido. Por ejemplo, dentro de la sociologa estallan debates sobre si puede ser cientfica a la manera de las ciencias naturales, lo que a su vez ha producido un extenso compromiso con la filosofa de la ciencia en sus repetidos intentos por comprender lo que se necesita para ser considerado ejemplo de conoci- miento cientfico autntico, y si la sociologa puede tener siquiera esperanzas de satisfacer esos requeri- mientos. Tambin hay inquietud sobre si en realidad se justific el pesimismo de hace una dcada, apro- ximadamente, cuando muchos eminentes metodlo- gos empezaron a dudar de los logros y cuestionaron la direccin de los procedimientos para la investiga: cin social que ellos mismos haban apoyado antes. An ms recientemente tenemos el ms drstico "giro posmoderno" que trata de abandonar las pre- misas mismas en que se haba basado la ambicin de una ciencia social desde los primeros aos del siglo xrx y, antes, durante la Ilustracin. Puede dudarse de que la reflexin filosfica sobre estos problemas y otros llegue a resolverlos, ya que los problemas son tan difundidos y variados. Sin embargo, lo que pue- de decirse es que algunos esfuerzos por despejar el terreno filosfico no se perdern.

    LA RAZN DE SER DE ESTE LIBRO

    Podra decirse que nuestro inters est en la meto- dolog-a de la investigacin social; es decir, en un

    examen de los medios de obtener conocimiento del mundo social. En lo tocante a los mtodos de la in- vestigacin social, nos esforzaremos por analizar el tipo de afirmaciones que pueden hacerse acerca del conocimiento que producen. Esto exige considerar las teoras del conocimiento en que estn basadas y plantear preguntas acerca de su verosimilitud filo- sfica. En un libro relativamente breve, como ste, no podemos hacer ms que presentar unos puntos centrales seleccionados entre las que nos pai ecen algunas de las principales cuestiones de la filosofa de la investigacin social. Como veremos, uno de los problemas de la filosofa, sobre todo en un con- texto como el de las ciencias sociales, en que las cuestiones filosficas estn profundamente arraiga- das, es que resulta difcil tratar temas paso a paso, de una manera bien definida, sin deformarlos gra- vemente. A la filosofa se le puede aplicar una ob- servacin hecha por Wittgenstein acerca del len- guaje: "Se acerca uno desde un lado y se orienta uno; se acerca uno al mismo lugar desde otro lado y se desorienta" (Wittgenstein, 1958: 203). Es de- cir, una de las cosas ms difciles en filosofa aun- que no slo en ella es ver con claridad cul, preci- samente, es el problema. Podra tenerse la suerte de ver con claridad las cosas desde una direccin, pero desde otra parecera que estamos envueltos en una niebla. Otra de las imgenes de Wittgenstein acerca de las investigaciones filosficas, la de desenrollar una bola de estambre, lo que exige primero tirar de un hilo, y luego de otro, volver al primero, y luego

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  • 42 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    tirar de otro ms, etc., representa estar atravesando en varios sentidos un mismo terreno intelectual. Lo que esto implica es que a menudo puede ser difcil seguir un argumento en forma lineal. Ser necesa-rio tomarlo, luego dejarlo de lado, antes de volver a tomarlo en un contexto diferente y desde otro n-gulo. sta ser ciertamente una necesidad de nues-tra presentacin aqu; los mismos temas y pensado-res aparecern y reaparecern en diferentes puntos de la exposicin, y un mismo argumento ser perti-nente a cuestiones muy distintas. La consecuencia es que resulta imposible ofrecer una visin general que incluyera todo lo que interesa a la filosofa de la investigacin social. Como lo hemos dicho antes, nuestro objetivo es ofrecer unos puntos centrales, y lo que encontraremos es que, aunque puedan arro-jar luz sobre un sendero, en la sombra nos acechan desviaciones que indudablemente pueden ser de in-ters, pero que no tenemos suficiente espacio para analizar. Tambin descubriremos que hay cuestio-nes que no dejan de salir a la superficie bajo varias guisas, pero no son simples disfraces. Aparecen con suficiente frecuencia para que valga la pena consi-derarlas, una vez ms, desde una posicin diferente .

    El libro est dividido en dos partes que intentan representar, de manera muy simplificada y esque-mtica, el curso principal de los acontecimientos que afectaron la relacin entre la filosofa y la cien-cia social en el periodo transcurrido desde 1945. El acontecimiento clave durante este periodo, en lo to-cante a la filosofa de la investigacin social, han

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 43

    sido las diversas reacciones contra el positivismo y sus metodologas y mtodos asociados. Por consi-guiente, la primera parte del libro de los captulos u al tv abarca la posicin positivista, sus proble-mas y algunas de las razones de su rechazo. La segunda parte, a partir del captulo y, trata de la se-cuela del rechazo generalizado, aunque nunca uni-versal, del proyecto positivista.

    La estructura del libro tambin pretende ser ins-tructiva acerca de la relacin entre la filosofa y los mtodos de la investigacin social. Es fcil confun-dirse y representar errneamente la naturaleza de la reaccin contra el positivismo. En particular es demasiado fcil interpretarla de modo errneo como negacin de toda utilidad de esas tcnicas de la investigacin social supuestamente patrocinadas por el positivismo, como la encuesta social, los cuestionarios y las tcnicas del anlisis estadstico. Es comn, pero en nuestra opinin errneo, pre-sentar el argumento contra el positivismo como un argumento contra, por ejemplo, la encuesta social. O, a la inversa, suponer que indicar algunos usos vlidos que pueden darse a la encuesta social en so-ciologa por ejemplo en los tipos de sociologa que estn muy cerca de la recabacin de datos con propsitos administrativos es ofrecer una defensa contra las crticas del positivismo. 8 El hecho de que se pueda reconocer cierta utilidad modesta y limi-

    S Sobre el desarrollo de la encuesta social vase Ackroyd y Hughes (1991).

  • 44 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    tada de la encuesta social es algo en gran parte im- procedente en la discusin sobre el positivismo (va- se Marsh, 1982).

    El programa positivista no era modesto, ni se sa- tisfaca fcilmente con la adopcin de alguna recaba- dn de datos y tcnicas de anlisis, tiles pero limita- das. Antes bien, era un proyecto extremadamente ambicioso y de altos vuelos, que pretenda nada me- nos que lograr la drstica transformacin de las ciencias sociales, aplicando las normas de pensa- miento, que le parecan ms exigentes y llevando sus resultados hasta los ms altos niveles de validez, comparables con los de las ciencias naturales. Como veremos, la idea positivista es que existen una unidad y unos fundamentos bsicos de todos los conocimientos, que son aportados por la unidad de la ciencia. Por consiguiente, las ciencias sociales deben ser bsicamente las mismas que las ciencias naturales, y capaces de lograr realizaciones igual- mente grandiosas. Por ello el blanco de las crticas al positivismo no es la encuesta social como tal, ni sus instrumentos auxiliares, como el anlisis esta- dstico, la entrevista o los cuestionarios. Al fin y al cabo, la encuesta social, por ser un recurso prctico desarrollado pragmticamente, no tiene una identi- ficacin necesaria con los ideales, las aspiraciones o los requerimientos del positivismo. Esto no es decir que la encuesta social o, para el caso, cualquier m- todo, carezca de problemas o que, como mtodo, no contenga nada de inters filosfico. La encuesta social se convirti en foco de la crtica al positivis-

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 45

    mo por la categora que le fue asignada dentro del proyecto positivista, en que se la trat como el pa- rangn mismo de la prctica de la investigacin so- cial, y como el medio por el cual se podan recabai datos rigurosos y materiales, reductibles a un anli- sis cuantitativo. En una ejemplificacin de la visin positivista, sumamente importante para la direc- cin de la investigacin social desde 1945, se consi- der que la encuesta social era el mtodo principal para transformar la naturaleza de la ciencia social, que ayudara a llevarla a una nueva poca, en la cual las teoras podran ser construcciones formales ex- presadas en trminos lgico-matemticos, y no en el lenguaje natural, y en que los datos se podran analizar cuantitativamente.

    En su apogeo, durante el decenio de 1950 y co- mienzos de 1960, el positivismo en la sociologa an- gloamericana tendi a mostrar una marcada arro- gancia, inclinndose a suponer su propia categora de parangn, rechazando secamente toda sugeren- cia de que pudiese haber otros enfoques. Es esto lo que debemos tener en mente en relacin con los ac- tuales intentos por hablar, en trminos razonados y modestos, en nombre de la encuesta social y sus tc- nicas asociadas. La objecin original a estos mto- dos fue que no haba parangones del mtodo so- ciolgico. Aunque puedan tener cierta utilidad prctica tal como los emplean los cientficos de nuestros tiempos, difcilmente podra vrselos como los instrumentos de la transformacin de la investigacin social tal como lo plantea el positivis-

  • mo. Por ello, el problema fue el grado en que se ha-bl de las prcticas sociales y las realizaciones de la encuesta social, mostrndola como movimiento ejemplar y progresivo en el avance de la investiga-cin social hacia la autntica categora de "ciencia dura". Por consiguiente, el escepticismo acerca del grado en que a) la investigacin por medio de en-cuestas encarnaba algn grado particularmente ex-cepcional de rigor cientfico en relacin con otros posibles mtodos de investigacin; b) los ideales po-sitivistas eran practicables y apropiados dentro de la investigacin social, y c) la investigacin por en-cuestas en realidad estaba resolviendo en lugar de enredar profundos problemas de mtodo, puede coexistir, ms o menos cmodamente, con la idea de que la investigacin por encuestas no carece de toda utilidad y que, en el futuro previsible, puede ser un mtodo tan prcticamente eficaz como po-damos desearlo para abordar ciertos tipos de pro-blemas de la investigacin social, y ya no el nico mtodo legtimo para abordar todos los problemas de las ciencias sociales. La investigacin por en-cuestas, despojada de toda conexin con el proyec-to positivista y, por lo tanto, de la sugestin de que quienes adopten la encuesta y hagan uso de las l-timas tcnicas de manejo estadstico estn dando los primeros pasos por la va real hacia una verda-dera ciencia, puede seguir emplendose. Pero se convierte en una actividad sin una significacin particular para las ciencias sociales. Tambin queda privada de su coartada: que sus resultados actuales

    pueden ser problemticos y deficientes, aun segn sus propias normas, pero que estas fallas debern pasarse por alto en vista de que se est haciendo el esfuerzo al servicio de las normas y ambiciones ms elevadas y exigentes. Vemos as que un logro de la crtica de la investigacin social consisti en rom-per su conexin con las polticas del proyecto posi-tivista.

    Hemos dedicado cierto tiempo a revisar los dife-rentes lugares ocupados por las crticas de ciertos mtodos de investigacin social, empleando esa re-visin como ejemplo, y ciertas crticas al proyecto positivista como ilustracin de la conexin fre-cuentemente poco clara entre lo que un mtodo puede lograr en la prctica y las pretensiones que pue-den hacerse en su nombre. Como veremos, la pro-paganda de la encuesta y los mtodos asociados como parangones de la investigacin social cientfi-ca oscureci su utilidad autntica, si bien modesta, sometida a un virulento ataque que habra debido dirigirse contra las pretensiones del proyecto posi-tivista. Sin embargo, para nuestros propsitos del momento lo importante es que son las pretensiones hechas en nombre de la investigacin y de sus m-todos, especialmente las filosficas, las que deben ser sometidas al ms minucioso escrutinio.

    Toda sensacin de que en este libro se est co-metiendo una injusticia contra el positivismo al so-meterlo a la crtica ms violenta y exigente debe quedar mitigada por el hecho de saber que el pro-yecto, en su auge en las ciencias sociales, a menudo

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  • 48 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    fue una doctrina arrogantemente presuntuosa que desdeaba, de modo sumario, todas las alternativas concebibles; en general era dogmtica en sus res- puestas a las crticas y las discusiones, adems de jactanciosa sobre sus propias metas y logros. Por otro lado, aunque tendremos mucho que criticar acerca del proyecto positivista, ni por un momento sugerimos que ha sido definitivamente rechazado. En realidad, en ciencias sociales y en filosofa es raro encontrar resultados concluyentes. Como vere- mos, hay poderosos elementos de la concepcin po- sitivista que an persisten en las ciencias sociales, aunque en estos das rara vez en forma completa- mente madura. Sin embargo, la reaccin contra el positivismo lo destron de su posicin eminente y lo coloc en otra posicin filosficamente mucho ms atacada, lo que alent los esfuerzos revisionis- tas en un intento por superar sus problemas.

    Aunque ya hemos sugerido que en la ciencia so- cial los positivistas no fueron precisamente modes- tos en sus tratos con quienes no estaban de acuer- do con ellos, errneo sera suponer que no estaban conscientes de las dificultades a las que se enfren- taba su propia posicin; es decir, que no eran cons- cientes de las dificultades de realizar efectivamente en contraste con prescribir programticamente sus aspiraciones cientficas. Sin embargo, la res- puesta caracterstica consisti en considerar que es- tas dificultades slo eran problemas provisionales que se resolveran segn los parmetros del propio proyecto positivista. De este modo, la exposicin de

    EA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 49

    la historia del positivismo progresar a travs de un bosquejo de: a) La formacin y elaboracin de los principios

    fundamentales del positivismo. b) Los debates intramuros sobre el problema de es-

    pecificar y aplicar doctrinas positivistas en los mtodos de investigacin.

    c) Las crticas externas, que no vean las dificulta- des del programa positivista como manifestacio- nes de dificultades temporales en la aplicacin de un proyecto bien formado, sino, ms bien, como fallas fundamentales. A mediados y finales de los sesenta la oposicin

    al proyecto positivista alcanz toda su fuerza y a menudo condujo al desarrollo de grandes dudas, no slo acerca de la validez de los programas que alentaban a las ciencias sociales a emular a las na- turales sino tambin, con frecuencia y en ltima instancia, acerca de la validez de las propias cien- cias naturales. Una manera de desafiar el proyecto positivista fue condenarlo por presentar la "cien- cia" como una aventura nica y privilegiada que en- tregaba el conocimiento ltimo de la realidad, y afirmar en cambio que la ciencia slo era una entre una pluralidad de modos en que se poda repre- sentar la realidad; no peor, tal vez, pero ciertamen- te no mejor que otras versiones de la realidad, in- cluso conflictivas. El relativismo se convirti y se ha mantenido como un continuo tema de debate. Ciertamente lleg a difundirse la sensacin de que en el periodo positivista hubo un sentido injustifi-

  • cado de certidumbre, relacionado con los objetivos y los logros de la ciencia, lo que significa que las cuestiones epistemolgicas regresaron al tapete so- bre todo con respecto al grado en que era posible mantener un escepticismo acerca del conocimiento "positivo". No slo se expresaron dudas respecto a lo apropiado de las ciencias naturales como modelo de la ciencia social, sino que algunos llegaron a pre- guntarse si era posible tener un conocimiento de la realidad.

    En la segunda parte del libro consideramos al- gunas de las consecuencias ms profundas que sur- gen del abandono del positivismo y el grado en que este abandono tambin entraa abandonar la bs- queda de la certidumbre que fuera, en alto grado, caracterstica del positivismo. Sin duda puede sos- tenerse que el positivismo sostena una imagen in- debidamente restringida de lo que era permisible en la ciencia y, por lo tanto, intentaba excluirla de las actividades de la ciencia social que podan ha- cerse, muy vlidamente, en nombre de la ciencia. As, y como ejemplo, los positivistas en la investiga- cin social solan sobrestimar hasta qu punto las ciencias naturales eran de naturaleza cuantitativa (la fsica podra ser absolutamente cuantitativa y matemtica, pero, qu decir de la botnica?) y su- bestimar de modo burdo las dificultades a las que se enfrentaban los intentos serios de medicin en la ciencia social, menospreciando el grado en que po- dra llegar a surgir una autntica comprensin cuantitativa a partir de interpretaciones ricamente

    cualitativas. En el nivel de la investigacin, como ya lo indicamos antes, la crtica al proyecto positivista no tenda tanto a proscribir el uso de tcnicas como la encuesta social, ni unos modelos matemticos y estadsticos primitivos, como el anlisis causal de opciones, sino que pretenda despejar un espacio le- gtimo dentro de las ciencias sociales para aquellos tipos de la obra de investigacin de formas predo- minantemente cualitativas que el positivismo tenda a desdear.9

    El argumento es que el camino hacia la cuantifi- cacin en las ciencias sociales, si es el que deseamos seguir, puede ser ms largo e indirecto que el in- tentado por el proyecto positivista, y que acaso se tenga que viajar durante una larga etapa de pre- via labor cualitativa. En el periodo actual, quienes sostienen la validez de la investigacin cualitativa no necesariamente tienen que disociarse del objeti- vo positivista de una ciencia social en toda forma y cuantitativa. Ms bien, pueden tratar esto como un objetivo que slo es alcanzable, si acaso, tras un lap- so mucho ms largo que el planeado por el proyec- to positivista. Adems, dado lo remoto de ese resul- tado a largo plazo, tan lejano de las condiciones y prcticas actuales de las ciencias sociales, an no hay necesidad de asociarse con el proyecto positi-

    g En algunos casos la investigacin cualitativa fue expropiada por los mtodos llamados positivistas al aplicarla, por ejemplo, en una investigacin piloto preliminar y til, para ayudarse en el diseo de una investigacin por medio de mtodos ms cuanti- tativos, como la encuesta social.

    50 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 51

  • 52 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    vista, pues sus prescripciones fueron planeadas en general para tratar el alcance de la teora formal y la cuantificacin como cosas a corto plazo. Como veremos, al fundamentar esto en conceptos un tan-to errneos de las prcticas ejemplares de la ciencia natural, los esfuerzos del positivismo a este respec-to no tomaron en cuenta las cuestiones sustantivas de las ciencias sociales, pues no era posible incluir-las dentro de las limitadoras restricciones de mto-do que los positivistas intentaban imponer. As, un punto en contra del proyecto positivista era que tena una idea errnea incluso de lo que deseaba hacer.

    Sin embargo, aunque algunos pueden conside-rar que aspiran, no menos que el positivismo, a la categora cientfica, y que slo difieren en los me-dios para alcanzar tal objetivo, hubo otros para quienes el problema era ms bien el de la categora privilegiada asignada a la ciencia dentro del plan positivista. Como lo hemos sealado, el positivismo consideraba que la ciencia era muy especial, que era la encarnacin de una interpretacin autoriza-da, universal y final de la naturaleza de la realidad, y superior a todas las otras formas de interpreta-cin. La disociacin de esta concepcin privilegia-da de la ciencia ha sido rasgo clave de muchos de los movimientos del pensamiento en las ciencias so-ciales a partir de la dcada de 1960, y es la conse-cuencia de algunas de estas disociaciones intenta-das la que estudiaremos en la segunda parte del libro.

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 53

    Una opinin, analizada en el captulo vi, es que la inapropiada fijacin de los positivistas en el in-tento de dar una explicacin, como queda ejempli-ficado en su entusiasmo por el esquema hipottico- deductivo de la teora, no tom en cuenta hasta qu punto el estudio histrico y la investigacin social se hacen en realidad sobre una materia enteramen-te distinta de la suposicin de la vida social someti-da a generalidades con valor de leyes. Subrayaron la explicacin a expensas de la comprensin. Este punto debe plantearse de dos maneras diferentes para evitar en lo posible la confusin que puede surgir por los diferentes significados que pueden te-ner "explicacin" y "comprensin".

    Puede argirse que "explicacin" es una forma de interpretacin y que, por consiguiente, debemos expresar la crtica al proyecto positivista de la si-guiente manera. Los positivistas identificaban la in-terpretacin con una sola forma de ella, a saber, la que se logra por medio de un esquema terico for-mal y general. En otras palabras, no apreciaron la diversidad de formas de interpretacin, los diferen-tes tipos de explicacin que se pueden dar con toda validez. Ante todo, no apreciaron que las clases de explicacin y de interpretacin que buscan otros se-res humanos no son del tipo terico y ni siquiera necesariamente del cientfico.

    Tambin podra argirse que la "explicacin" es distinta de la "comprensin", y en realidad lo opuesto, si comprendemos esta ltima como el tipo de transaccin que ocurre entre personas, de una

  • manera que no ocurre con los fenmenos inanima- dos, cuando un individuo intenta captar el signifi- cado de lo que dice el otro, es decir, ver el sentido y el significado de lo que dice y hace. Es el tipo de "comprensin" que buscan las otras partes en una conversacin, por ejemplo, y que surge en las cien- cias sociales en la medida en que implican com- prender "otras culturas" como su primera tarea y, de hecho, la principal.

    En uno y otro caso es posible argir que los pro- blemas de las ciencias sociales se asemejan mucho ms al problema de llegar a una comprensin rec- proca en una conversacin que a los de los natura- listas que intentan llegar a generalizaciones, sin ex- cepcin, para los fenmenos naturales. Es decir, los problemas y soluciones metodolgicos de las cien- cias sociales son de una ndole que intenta abarcar unas comunicaciones difciles u oscuras, y no del tipo que se dedica a alcanzar generalizaciones esta- dsticas vlidas. A menudo se cree que esta opinin expresa la naturaleza "hermenutica" de las cien- cias sociales. La hermenutica fue precisamente un mtodo de "comprender", un mtodo para inter- pretar comunicaciones oscuras y problemticas, a saber, las que se haban originado en el intento por comprender ms claramente textos antiguos, pero que lleg a aplicarse a todo tipo de comunicacin. Intentaba crear mtodos vlidos para interpretar es- critos bblicos y similares, y por ello la idea de la hermenutica como concepcin general es la de de- sarrollar mtodos vlidos para comprender a otros,

    en especial a aquellos que estn histrica y cultu- ralmente muy distantes.1

    Es perfectamente posible considerar la herme- nutica como parte importante de la ciencia social sin por ello rechazar de modo necesario la nocin de que estas ciencias son, empero, cientficas, como lo dijeron, por ejemplo, Ivlax Weber y Alfred Schutz. Sin embargo, tambin es posible considerar que el carcter "comunicativo" de los intercambios socia- les indica que tienen una ndole de temas esencial- mente distinta de las ciencias, y que aceptar el en- foque hermenutico viene a desplazar cualquier tipo de concepcin cientfica para las ciencias so- ciales, como lo hacen Winch y Gadamer.

    Tambin podemos considerar que alcanz.ar la "comprensin" en el sentido hermenutico es una fase metodolgica en una serie de fases de la inves- tigacin. Por ejemplo, Weber pens que alcanzar un entendimiento del significado de un actor era una etapa de la investigacin que ira seguida por una fase en la que se establecieran conexiones cau- sales que validaran las conexiones, establecidas slo hipotticamente, por medio de sentidos de com- prensin. En lugar de pensar en los conceptos cien- tficos como algo que putativamente remplazara los conceptos empleados por los miembros de una so- ciedad, el nfasis hermenutico en la "compren-

    1 Ntese que "hermenutica" es el nombre de una u-adicin particular, y no todos aquellos que, como Peter Winch, quieren plantear argumentos similares, desearan contarse entre quienes recomiendan esta tradicin.

    54 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL LA FIIDSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 55

  • sin" puede producir una discusin sobre hasta qu punto los conceptos de la ciencia social dependen y se derivan de conceptos de sentido comn y no riva-lizan con stos, lo cual tambin puede llevar a afir-mar que la pertinencia de las interpretaciones de sentido comn es materia para el estudio cientfico social y no parte de una evaluacin desdeosa de ste contra las normas supuestamente universales que ofrece la ciencia. Y esto nos lleva a los debates de la racionalidad.

    El concepto de que la ciencia es autorizada y uni-versal es adoptado por muchos cientficos sociales, y no slo por los de orientacin formalmente posi-tivista, en el sentido de que la ciencia puede ofrecer una norma para la evaluacin de la conducta, que podemos utilizar para juzgar si las actividades de otros son, si acaso, plenamente racionales. A veces se emplea el trmino "racional" con este significa-do: lo que est de acuerdo con el actual conoci-miento cientfico. Esto tiene que ver con la conexin o "racionalidad", con la idea de accin efectiva. Las personas tratan de adaptar los medios a los fines, y pueden ser eficaces o no al hacerlo. La ciencia nos dice cul es la naturaleza del mundo, cmo funcio-nan realmente las cosas. Entonces, debera poder decirnos si un determinado conjunto de medios puede servir en realidad para alcanzar el fin busca-do. Si las personas tienen concepciones que difie-ren de las de la ciencia o hasta las desafan, y si ba-san sus acciones en ellas, entonces no deberan ser capaces de alcanzar esas metas. Por ejemplo, si la

    ciencia nos dice que no existe la magia, las personas que tratan de alcanzar metas por medios mgicos estn condenadas al fracaso. En ese sentido, quie-nes se valen de la magia son irracionales.

    Esta idea de que la ciencia ofrece una norma uni-versal para todos, y lo hace basndose en una cap-tacin definitiva de la naturaleza de la realidad, se ha vuelto, en opinin de muchos, un rasgo particu-larmente nocivo. Se ha planteado la pregunta y se la expondr en el captulo vit de si la ciencia pue-de ocupar legtimamente su posicin privilegiada, y si el concepto de racionalidad antes esbozado es en realidad apropiado y til en el intento de comprender a otros seres humanos. El debate de la racionalidad es casi inevitable y conduce a acusaciones y contra-cusaciones sobre la cuestin del relativismo. La ne-gativa a privilegiar la ciencia, significa que slo es tan buena y no mejor como la magia primitiva?

    Negarse a privilegiar la ciencia puede provocar la sensacin de que se estn perdiendo profundas certidumbres. La ciencia parece ofrecer la perspec-tiva de un punto de referencia estable fuera de la turbulencia de puntos de vista contendientes, y una visin general, cuasidivina, de las cosas, que es ob-jetiva y est por encima de la parcialidad y de la perspectiva que de otra manera predominan en la vi-da humana. Esta opinin parece negar el hecho de que la ciencia, despus de todo, es otra actividad humana, y presuponer lo que no podemos recono-cer incuestionablemente, a saber, que la ciencia puede elevarse por encima de la condicin huma-

    56 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL 57

  • 59 58 LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAI.

    na. La ciencia es un fenmeno cultural, y si las cul- turas son locales, parciales y de perspectiva, enton- ces tal vez la ciencia sea eso mismo, expresando puntos de vista particulares pero intentando hacer- se pasar por algo especial. Da sus pasos en la rivali- dad de las culturas y no sobre la base de su capta- cin de la autntica naturaleza de la realidad misma, sino por su efectivo desempeo al presen- tarse dotada de sus grandes pretensiones y persua- dir a otras personas, por medios buenos o malos, de que la acepten. De este modo, el objetivo no es partir de suposiciones acerca de la presunta objeti- vidad de la ciencia su universalidad, superioridad o finalidad sino poner estas preguntas al princi- pio. Se trata no slo de saber si la ciencia tiene de-. recho a reclamar este privilegio, sino si la objetivi- dad buscada por ella es siquiera posible.

    Este tipo de escepticismo tiene consecuencias para las opiniones de quienes han supuesto que pueden restablecer las ciencias sociales sobre la base de una preocupacin por el "significado" me- diante unas metodologas del tipo hermenutico, pues si se le niega concluyentemente toda objetivi- dad, entonces tampoco en el significado puede ha- ber objetividad. En el captulo vitt nos explayare- mos sobre este tema.

    Una ltima palabra. Por nuestra preparacin so- mos socilogos y as, sobre el principio de que los autores deben escribir de acuerdo con sus puntos fuertes (si los tienen), la mayora de los ejemplos y de las ideas se derivan de esta ciencia social en par-

    LA FILOSOFA DE LA CIENCIA SOCIAL

    ticular. Sin embargo, no debe pensarse que otras ciencias sociales no experimentan los problemas que analizaremos; por el contrario. A lo largo del li- bro, y a menos que una exposicin precisa exija lo contrario, utilizaremos el trmino "ciencia social" por conveniencia, y recordaremos al lector que la categora cientfica de estas disciplinas est en jue- go en todo lo que sigue.

  • III. EL POSITIVISMO Y EL LENGUAJE DE LA INVESTIGACIN SOCIAL

    Como ya se dijo, gran parte de la motivacin del po- sitivismo se debi a una opinin enrgicamente sos- tenida de que las ciencias sociales deban esforzarse por emular las ms avanzadas de las ciencias natura- les. Aceptar esta ambicin era una cosa, pero reali- zarla era otra. No estaba claro lo que haba en las ciencias naturales que las haca tan superiores, al pa- recer, como formas de conocimiento. Por lo general se aceptaba que la fsica era la ms avanzada de las ciencias naturales y por ello encarnaba con la mayor claridad el que deba ser el mtodo cientfico, pero an se discuta sobre cul era esa caracterstica de la fsica que la haca sobresalir tanto. Sin embargo, en- tre quienes deseaban seguir su ejemplo no se prestaba mucha atencin a las prcticas reales de las ciencias naturales. Los socilogos, por lo general, tomaban de la filosofa de la ciencia sus ideas acerca de las ciencias naturales; el positivismo era su principal ins- piracin. Seguir el supuesto "mtodo cientfico" tal como lo describa el positivismo era la principal ruta a lo largo de la cual los socilogos, desde 1930 hasta el decenio de 1960, esperaban avanzar en la direc- cin sealada por la ms triunfante de las ciencias naturales y, a la postre, igualar sus logros.

    POSITIVISMO Y LENGUAJE 101

    A pesar de todo, debe notarse que entre los so- cilogos de inspiracin positivista haba discusio- nes (como todava las hay, aunque la adhesin di- recta al positivismo se ha reducido desde los sesenta, pero sigue teniendo influencia y partida- rios) por cuestiones como la naturaleza de la expli- cacin cientfica, si las teoras de la ciencia social podan alcanzar la certidumbre categrica de las teo- ras de la ciencia natural o si slo podan llegar a conclusiones probabilistas, si la norma fundamen- tal que distingua los planteamientos cientficos era la refutacin o la verificacin, de los no cientficos, etc. En cierto momento estos debates formaron par- te de las cuestiones principales de la filosofa de la ciencia social (vanse, por ejemplo, Papineau, 1978; Ryan, 1970). Sin embargo, algunos positivistas es- taban interesados en convertir su programa en una prctica y en realizar parte de la investigacin em- prica que su filosofa consideraba importantsima. Trataron de idear instrumentos cientficos apropia- dos para la investigacin social. En este captulo nos dedicaremos a analizar estos intentos por des- cubrir cmo. Si se deba seguir el ejemplo de las ciencias naturales, entonces, cmo hacerlo? De qu manera la idea general positivista del mtodo cientfico poda aplicarse a la vida social?

    EL LENGUAJE DE LA OBSERVACIN

    Uno de los rasgos importantes de las filosofas po- sitivistas de la ciencia fue la preminencia otorgada

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  • 102 POSITIVISMO Y LENGUAJE

    a la investigacin emprica en la produccin de co-nocimiento. Se afirmaba que todos los grandes avances cientficos haban resultado de la paciente acumulacin de hechos acerca del mundo, para producir las generalizaciones conocidas como leyes cientficas. Ante todo, la ciencia era una empresa emprica y su base estaba en la observacin de lo que podemos llamar "datos brutos", es decir, datos que no son resultado de interpretaciones del juicio ni de otras operaciones mentales subjetivas (vanse Anscombe, 1957-1958; Taylor, 1978: 60). De la mis-ma manera que los naturalistas o cientficos natu-rales describan y clasificaban fenmenos anotando "datos brutos" como la forma, el tamao, el movi-miento, etc., as tambin los socilogos o cientficos sociales haban de definir y precisar los fenmenos de su inters.

    Los positivistas sostenan, entonces, que la obje-tividad de la ciencia dependa del hecho de que existe un "lenguaje de observacin", tericamente neutro, en el que los investigadores pueden hacer la descripcin ms escueta de su experiencia directa del mundo, presentando as datos de los que el cien-tfico puede estar absolutamente seguro, ya que describe lo que ha sido observado en forma direc-ta. Sin embargo, las teoras cientficas tratan de ir ms all de lo que simplemente se ha observado, para explicar los fenmenos observados y, por con-siguiente, debern crear hiptesis acerca de lo que no ha sido directamente observado pero que, por ejemplo, slo se puede inferir a partir de ello. Por

    POSITIVISMO Y LENGUAJE 103

    eso, el lenguaje de la observacin es ontolgica y epistemolgicam ente primario; ontolgicamente porque informa de fenmenos que se han observa-do, y epistemolgicamente porque son estos fen-menos observados los que presentan los objetos de explicacin y los datos de la ciencia.' En el lengua-je de la observacin, las declaraciones pueden ser directamente evaluadas como verdaderas o falsas, sin ms que relacionarlas con los "hechos" observa-dos del mundo.

    El concepto de un "lenguaje de la observacin" estableca, para los positivistas, la conexin entre el lenguaje y el mundo, e implicaba una "teora de la correspondencia de la verdad", a saber, que las de-claraciones hechas en el lenguaje de la observacin coinciden directamente con los fenmenos obser-vados; por consiguiente, la verdad de una declara-cin, incluyendo las declaraciones tericas, queda-r determinada por su correspondencia con los hechos observados. A partir de las declaraciones te-

    Carnap (1967, la. ed. en Alemania, 1928), por ejemplo, da una explicacin de todo el aparato del discurso cientfico en tr-minos de una similitud recordada entre impresiones sensoriales. stos son los elementos bsicos a partir de los cuales se constru-yen, con ayuda de la lgica, los conceptos de las cosas materia-les, otras mentes e instituciones sociales. Los temas del pensa-miento se encuentran en varios niveles, reductible cada uno al que lo precedi. Las declaraciones de nivel superior se justifican por induccin a partir de declaraciones de los niveles inferiores; las declaraciones del nivel ms bajo no necesitan ni pueden te-ner justificacin inferencia,. En este punto el sistema de decla-raciones hace contacto, por medio de la observacin, con el inundo del hecho emprico "bruto".

  • 104 POSITIVISMO Y LENGUAJE POSITIVISMO Y LENGUAJE 105

    ricas, se podan deducir y comprobar las implica- ciones sobre los hechos que deban ser observables, compulsndolas contra las declaraciones de la ob- servacin. De este modo poda elegirse entre teo- ras rivales viendo cules hechos observables deb- an seguirse a partir de diferentes principios, y luego comparando stos con las declaraciones de la ob- servacin, para ver qu consecuencias predichas coincidan mejor con los hechos observados. La im- portancia de la "neutralidad terica" del lenguaje de la observacin queda as de manifiesto; los he- chos se pueden plantear en trminos que no de- penden ni se derivan de las suposiciones de cual- quiera de las dos teoras rivales, permitindoles as ser comparados contra testimonios observacionales ind,ependientes. Por lo tanto, las teoras deben ser de tal claridad que permitan hacer una comparacin inequvoca con los hechos, de modo que pueda de- cirse de modo definitivo si los hechos lgicamente implicados por una teora prescriban o no prescri- ban lo que se haba observado que ocurra. Si co- rrespondan, entonces la teora era cierta; si no, era falsa. Ms adelante, en manos de los positivistas l- gicos, el hecho de que una teora pudiera ser apro- vechada en el sentido de que confirmara o rebatiera inequvocamente las declaraciones de la observa- cin se convertira en norma del sentido mismo de la teora y por lo tanto, en cierta forma, en manera de distinguir las declaraciones cientficas de las me- tafsicas.

    Los positivistas lgicos

    Los positivistas lgicos propusieron la versin que tal vez sea ms clara y ms influyente del positivis- mo en el siglo xx. El grupo comenz en Viena a fi- nales de los veinte, encabezado por Ernst Mach, Mauritz Schlick y Rudolf Carnap.2 Habran de dar- le a la filosofa positivista de la ciencia una forma y un sistema que serviran para convertirla en la vi- sin predominante de la primera mitad del siglo xx.

    Al igual que otras formas de positivismo, ellos rechazaron la metafsica al reconocer slo dos tipos de proposiciones: la analtica y la sinttica. Las pro- posiciones analticas incluan las de las matemticas y de la lgica que, por s solas, no tienen nada que decir acerca de los hechos empricos del mundo pero que son verdaderas o falsas por virtud de las reglas y definiciones del sistema formal al que per- tenecen. De este modo, la proposicin 2 + 2 = 4 es verdadera por causa de las definiciones contenidas en el sistema numrico utilizado, de igual modo que "este libro rojo es de color" es tautolgicarnen- te cierto por virtud de la conexin que hay entre las palabras "rojo" y "color". "Rojo" es una palabra que define un color, entre otros, y por lo tanto utilizar una de las palabras que significan color es, precisa-

    2 COMO es bien sabido, muchos miembros del Crculo de Vie- na fueron a Estados Unidos antes de la segunda Guerra Mundial y ejercieron gran influencia sobre la filosofa de la ciencia nor- teamericana, as como sobre la filosofa en general. Vanse, por ejemplo, Ayer (1959) y Achinstein y Barker (1969).

  • 106 POSITIVISMO Y LENGUAJE

    mente, decir que es de color. Decir "Este libro rojo no es de color" sera contradecirse. En contraste, la verdad de las proposiciones sintticas queda verifi- cada por la observacin emprica, es decir, al deter- minar si lo que la proposicin dice corresponde o no a los hechos del mundo. La verdad de la propo- sicin "este libro es rojo" no depende del significa- do de sus palabras constitutivas, sino de que se haya identificado el verdadero color del libro. Si en rea- lidad el libro es de color verde, entonces la propo- sicin es falsa. El hecho de que la proposicin sea verdadera o falsa puede determinarse viendo cul es el color del libro. Sin embargo, las declaraciones que no son tautologas ni declaraciones empricas no son proposiciones y, por lo tanto, carecen de sentido.

    Las declaraciones religiosas, morales y estticas, junto con las metafsicas, fueron consignadas as al basurero del absurdo o a un destino apenas mejor, reduci