I. INTRODUCCIÓN C

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I. INTRODUCCIÓN Carlos García Aragón on el objeto de fomentar la reflexión sobre la situación actual, los problemas y retos de las ciudades costeñas y de recuperar el espacio perdido por el tema urbano en los estudios e investigaciones regionales, el Observatorio del Caribe Colombiano ha incluido en su programa de estudios estratégicos la línea de reflexión ¿Qué ciudades estamos construyendo en el Caribe colombiano?, la cual se inicia en noviembre de 1998. Después de efectuar un recorrido analítico por diversos aspectos del estado de los estudios sobre la manera de entender la ciudad hoy, la participación de múltiples ciencias y disciplinas en la interpretación del desarrollo urbano, los conceptos aplicados a la planeación urbana y los problemas de la planeación y la gestión urbanas, recorrido realizado con el apoyo de múltiples instituciones y un numeroso grupo de expertos nacionales y regionales, durante 1999 se dirigieron los esfuerzos a alcanzar el conocimiento sobre la situación de las ciudades de la región al finalizar el siglo XX. Barranquilla, Cartagena, Magangué, Montería, Riohacha, San Andrés (como ciudad insular), Sincelejo y Valledupar fueron estudiadas por múltiples actores, a través de talleres de reflexión en los que se congregaron expertos conocedores de su realidad a pensar sus particularidades y a reflexionar sobre sus orígenes, funcionamiento y desenvolvimiento, y a construir una visión multidisciplinaria y plural de cada ciudad. Los talleres incluyeron en su temática la evolución histórica, la relación de la ciudad con su entorno, la geografía y la problemática del desarrollo sostenible, así como las oportunidades y problemas ambientales, la organización socio-espacial, la estructura física, la economía, el gobierno local, la planeación municipal, y la cultura y su papel en la construcción de ciudad y ciudadanía. Este documento, al que hemos llamado Valledupar, ciudad entre ciudades, es, precisamente, la relatoría del taller realizado en la capital del Cesar, que se presenta en cinco secciones. La primera sección contiene una breve reseña histórica desde su fundación hasta el final del siglo XX. La segunda describe la trascendencia de la satisfacción de agua potable en el desarrollo social y urbano. La tercera sección analiza el gobierno municipal en el marco de la descentralización política Relator del taller ¿Cómo es Valledupar al final del siglo XX?, realizado en Valledupar el 24 y 25 de agosto de 1999. C

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I. INTRODUCCIÓN

Carlos García Aragón

on el objeto de fomentar la reflexión sobre la situación actual, los problemas y retos de las ciudades costeñas y de recuperar el espacio perdido por el tema urbano en los estudios e investigaciones regionales, el Observatorio del

Caribe Colombiano ha incluido en su programa de estudios estratégicos la línea de reflexión ¿Qué ciudades estamos construyendo en el Caribe colombiano?, la cual se inicia en noviembre de 1998. Después de efectuar un recorrido analítico por diversos aspectos del estado de los estudios sobre la manera de entender la ciudad hoy, la participación de múltiples ciencias y disciplinas en la interpretación del desarrollo urbano, los conceptos aplicados a la planeación urbana y los problemas de la planeación y la gestión urbanas, recorrido realizado con el apoyo de múltiples instituciones y un numeroso grupo de expertos nacionales y regionales, durante 1999 se dirigieron los esfuerzos a alcanzar el conocimiento sobre la situación de las ciudades de la región al finalizar el siglo XX. Barranquilla, Cartagena, Magangué, Montería, Riohacha, San Andrés (como ciudad insular), Sincelejo y Valledupar fueron estudiadas por múltiples actores, a través de talleres de reflexión en los que se congregaron expertos conocedores de su realidad a pensar sus particularidades y a reflexionar sobre sus orígenes, funcionamiento y desenvolvimiento, y a construir una visión multidisciplinaria y plural de cada ciudad. Los talleres incluyeron en su temática la evolución histórica, la relación de la ciudad con su entorno, la geografía y la problemática del desarrollo sostenible, así como las oportunidades y problemas ambientales, la organización socio-espacial, la estructura física, la economía, el gobierno local, la planeación municipal, y la cultura y su papel en la construcción de ciudad y ciudadanía. Este documento, al que hemos llamado Valledupar, ciudad entre ciudades, es, precisamente, la relatoría del taller realizado en la capital del Cesar, que se presenta en cinco secciones. La primera sección contiene una breve reseña histórica desde su fundación hasta el final del siglo XX. La segunda describe la trascendencia de la satisfacción de agua potable en el desarrollo social y urbano. La tercera sección analiza el gobierno municipal en el marco de la descentralización política

Relator del taller ¿Cómo es Valledupar al final del siglo XX?, realizado en Valledupar el 24 y 25 de

agosto de 1999.

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administrativa. La siguiente estudia el tema de la economía y en la última sección se presentan unas reflexiones finales sobre la experiencia general del desarrollo urbano de Valledupar del cual se podrán extraer lecciones que han de servir de estudio en el resto del Caribe y de Colombia.

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II. LA LLEGADA AL FINAL DEL SIGLO XX El valle de Upar comprende la cuenca de los ríos Ranchería, Cesar y Ariguaní, y el sur de la ciénaga de Zapatoza. En su parte norte está delimitado por la Sierra Nevada y las serranías de Perijá y de los Motilones, ampliándose hasta las riveras del río Magdalena, territorio donde se asentaba la nación Chimila. A la llegada de los primeros conquistadores en 1525, comandados por Pedro Villa Fuerte, lugarteniente de Rodrigo de Bastidas, encontraron en estos territorios una organización social y política de considerable magnitud, con poblados que después de la dominación pasaron a ser presididos por los colonizadores. Los más importantes fueron, sin duda, Tamalameque y Valledupar, donde residía el cacique máximo de los Chimilas, Upar, de donde se deriva su nombre. La ciudad colonial se funda, después de tres intentos, el 6 de enero de 1550. Durante el período de la colonia la ciudad desempeñó un papel muy importante no sólo como centro administrativo sino también como proveedor de alimentos y materias primas para abastecer otras ciudades como Santa Marta y Riohacha. En la sabana del Cesar los colonizadores implantaron la primera y más grande ganadería de nuevos. Las primeras obras de infraestructura vial se hicieron para comunicar la región con el río Magdalena y llevar el ganado a Cartagena, y desde allí exportarlo a otras áreas del Caribe. En 1580, la ciudad es destruida por los indios Chimilas y se inicia su reconstrucción con el levantamiento de una muralla circular para su protección y de nuevas edificaciones de gobierno y religiosas más estables. Se estaba construyendo una ciudad con la visión de futuro que su importancia requería. En 1587, la ciudad contaba con el mayor número de habitantes de la región, después de Cartagena. Desde entonces, Valledupar es epicentro de una región que agrupa un gran número de poblaciones que dependían de ella administrativamente. En los inicios del siglo XVIII se extienden por la región, además de la ganadería, los cultivos de caña de azúcar para la producción de los innumerables trapiches instalados en la zona. Esta producción se mantuvo hasta finales de siglo XIX, cuando funcionaban cuatro fabricas oficiales de licor. El número de habitantes urbanos era reducido, puesto que el grueso de la población vivía en las haciendas y poblados a los alrededores, donde comulgaban los propietarios terratenientes y la gran masa de trabajadores aislados de las otras

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regiones del país. Allí se amalgama la cultura mestiza que identifica el vallenato de hoy. La vida de Valledupar fue apacible durante cuatro siglos, como consecuencia del aislamiento geográfico de los centros urbanos, sociales y políticos de la época. El crecimiento urbanístico en ese periodo fue lento, casi nulo, con un notable estancamiento en su desarrollo, el cual se proyecta, incluso, a las primeras décadas del siglo XX con una población pastoril. En la década del 30 del siglo XX, durante el gobierno de López Pumarejo se construyen las carreteras que incorporan a la región del Cesar a la red vial nacional y se inicia un reordenamiento de la geografía de la región a partir de la construcción de vías secundarias y caminos que incorporan nuevas tierras al mercado y a la producción. La estructura urbana regional se modifica sustancialmente; además de las poblaciones importantes por tradición, se conforman nuevas poblaciones que crecen rápidamente, los centros urbanos existentes absorben -unos más que otros- la creciente migración, conformándose una red longitudinal de norte a sur por pequeños centros de abasto y servicios. En 1938, la población urbana de Valledupar era de 3.339 habitantes, los cuales representaban 21% del total del municipio. Como se anotó anteriormente, la vida de Valledupar fue apacible durante cuatro siglos. El crecimiento urbanístico en ese periodo fue lento, casi nulo, con un notable estancamiento en su desarrollo, el cual se proyecta, incluso, a las primeras décadas del siglo XX con una población pastoril. Casi en su totalidad, la población estaba vinculada al campo, con predominio de la ganadería para la exportación de carne, como lo venía haciendo desde 1587. La forma de la ciudad era compacta, prácticamente la misma estructura construida en la colonia; las construcciones, con dos excepciones, eran de un piso, conformando la plaza, la iglesia, el gobierno y las casonas coloniales que desbordaban el marco de la plaza, en donde se alojaban los administradores del estado y los grandes propietarios de las tierras. A su alrededor, al norte y al sur, residían los trabajadores, artesanos y personal de servicios de la ciudad. En los años cuarenta, una vez interconectadas vialmente la ciudad y la región, se emprende, con el apoyo del gobierno nacional, la construcción de una infraestructura básica de servicios para las que se requiere mano de obra calificada. Así llegan maestros, artesanos y personal de administración que se asientan en Valledupar, demandando bienes y servicios e imprimiendo una nueva dinámica económica -hasta entonces desconocida- que dio inicio a uno de los procesos de urbanización más acelerados del país.

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La necesidad de vivienda se hace sentir, los artesanos y obreros encabezados por migrantes calificados de Santa Marta y Barranquilla diligencian ante la municipalidad la cesión de terrenos donde se construye en 1942 el primer barrio de vivienda por gestión popular de la ciudad, al que se llamó barrio Obrero: las viviendas se construyen en lotes amplios, con la tipología tradicional de la casa a dos aguas, pero en diversos materiales y por acción comunitaria. El aumento creciente de la población en la región del Cesar, la ampliación de la frontera agrícola y el aumento de la producción agropecuaria estimulada por la política económica de sustitución de importaciones a partir de los años 50, incrementan notablemente las actividades comerciales y de servicios complementarios, lo cual generó usos y actividades ajenas hasta entonces en la vida de la región e incorporándose plenamente a la vida económica nacional. Hacia 1950, Valledupar era una pequeña población localizada a orillas del río Guatapurí y próxima al río Cesar que contaba con sesenta manzanas, cien hectáreas y una población registrada de 9.011 personas. En ese momento la ciudad disponía de un excelente equipamiento urbano: mercado, el Colegio de Bachillerato Nacional Loperena, Escuela de Artes y Oficios, hospital, distritos de carreteras, aeropuertos y granja para el fomento agropecuario. La población urbana representa 34% del total de habitantes del municipio. Se construyen nuevos barrios que conservan la forma compacta de la malla urbana y continúan la trama vial existente. Los constructores calificados introducen una nueva tipología para la vivienda, en la que se reproducen la casa con terraza, antejardín amplio y verja, prototipo en boga en Barranquilla para esos años. Nuevos materiales aparecen en escena: se masifica el uso del ladrillo cocido, el hierro, el cemento y la teja de arena-cemento para las cubiertas. Las áreas de estos nuevos barrios (El Carmen y La Gaita) acogen a los migrantes procedentes de Santander y Norte de Santander expulsados por la violencia, además de los migrantes de la región atraídos por las expectativas que Valledupar crea por su equipamiento y posibilidades de trabajo. Llegan obreros urbanos, artesanos, transportadores, oficinistas para el creciente comercio y dinámica bancaria, propietarios de tierras de otros municipios y obreros agrícolas con el propósito de enrolarse en los cultivos que se incrementaban año por año. En este período se enriqueció la amalgama cultural urbana de Valledupar. Para ese entonces, ya es una ciudad heterogénea en su procedencia, en la que se aprecian el trabajo y el honor, pero con una gran fortaleza cultural que la ha permitido superar los retos. Es una ciudad abierta al inmigrante y éstos con sus conocimientos y destrezas aportan a la construcción de la ciudad de la última mitad del siglo XX.

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Una escuela de artes y oficios, símbolo del aporte de los artesanos inmigrantes al desarrollo urbano, apoya la construcción de las nuevas edificaciones e infraestructura. Con las políticas de la llamada revolución verde que incorpora grandes áreas a la producción agrícola con alta productividad para dinamizar los mercados mundiales, se introducen al país nuevos cultivos tecnificados. El valle del Cesar presenta condiciones excepcionales para el cultivo del algodón a gran escala, así como de arroz, sorgo y ajonjolí. En pocos años se adecuaron más de 200 mil hectáreas para estos cultivos que demandan un alto volumen de mano de obra, de equipos agrícolas y todos los servicios conexos. De igual manera, se acelera el proceso de migración desde otras regiones de la costa y del interior del país y hacen tránsito oleadas de cosecheros, muchos de los cuales se asientan en la región. Los centros urbanos aumentan considerablemente de población, lo cual produce sucesivas tomas de tierras por parte de los destechados migrantes y expande considerablemente el área urbana sin los servicios básicos. Cuadro 1 POBLACIÓN URBANA DE VALLEDUPAR. 1938-1999.

1938 1951 1964 1973 1985 1993 1997 1999

3.339 9.011 43.533 98.669 147.967 202.404 242.000 280.000

FUENTE: Plan Valledupar Siglo XXI 1990, Plan de Ordenamiento Territorial 1999.

La morfología de los centros urbanos se transformó notoriamente durante este periodo, corto en tiempo pero de grandes y bruscos cambios en la estructura económica y social de la región. Valledupar, además de contar con el mejor equipamiento urbano del área del Cesar y La Guajira, disponía de extensos terrenos ejidales que permitían la expansión urbana. La ciudad absorbió un alto volumen de esa migración con un acelerado proceso de urbanización, uno de los más importantes del país. De hecho, la población de Valledupar creció entre 1951 y 1973 a tasas que varían entre 75 y 82 por mil, período en el cual se produce su mayor expansión. En 1960 era tal la presión por la vivienda que se organiza la primera toma de tierras en la ciudad, un hecho sin precedentes hasta la fecha, y se crea el barrio Primero de Mayo en los terrenos de la granja agropecuaria, para ese entonces clausurada. Se rompe, de esta manera, la forma compacta de la ciudad que prevalecía y tres años

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después, en 1963, se produce la segunda toma de tierras de la misma magnitud que la anterior. En ambos casos interviene la municipalidad en la planificación de los barrios, en la lotificación y en la dotación de un equipamiento mínimo, actitud que se vuelve una constante en la ciudad. En estos nuevos barrios se alojan contingentes de obreros agrícolas, artesanos y obreros urbanos, casi todos migrantes de otras zonas del país pero con predominio de los de la llanura costeña. El crecimiento formal se dirige hacia el oriente de la ciudad para estratos de más ingresos y población procedentes de los corregimientos y municipios cercanos. Hacia el norte, se inicia la construcción del sector de vivienda de más alto ingresos. Los servicios públicos son altamente deficitarios y la red vial es ineficiente. El crecimiento de la ciudad se planifica sobre el terreno y hace su aparición la arquitectura moderna introducida por profesionales. El centro de la ciudad tradicional recibe negativamente el impacto de los cambios de uso y con ello se inicia su deterioro. En 1964 la población urbana es de 43.533 habitantes, que representan 55% de la población total del municipio. En el Cesar nuevos sectores ascienden al liderazgo económico y político dentro de una gran movilidad social, trastocándose la composición que permanecía nucleada desde el siglo anterior y que estaba ligada a la propiedad de la tierra. La creación en 1967 del departamento del Cesar, le permite a la nueva dirigencia regional el manejo político y administrativo del departamento, lo que a su vez permitió acercar más la acción del Estado y acceder a nuevos recursos que, en cierta medida, mejoraron las condiciones de vida en la región. Valledupar, como capital del Cesar, asume su nuevo rol. La ciudad comprende que es fundamental adaptar su estructura física a este brusco proceso de urbanización acelerada, e inicia su camino hacia la planificación con su primer Plan Piloto de Desarrollo Urbano, realizado por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi en 1969. Se diseña el primer plan vial de la ciudad y se conforma lo que es la estructura vial actual, se adopta la propuesta de zonificación urbana y de usos del suelo y las primeras normas urbanas para urbanización y construcción, las cuales fueron instrumentos básicos para definir la forma y el funcionamiento de la ciudad. En 1973, la población urbana es de 98.669 habitantes, es decir, 63.9% del total municipal. En este periodo la ciudad busca compactar su forma mejorando también la vialidad, integrando los diversos sectores mediante la construcción de vías por el sistema de valorización en forma masiva y definiendo las previsiones para las futuras vías. La imagen de la ciudad ha cambiado la estructura de servicios y el

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aparato financiero está volcado hacia el sector agrícola y los excedentes generados por el cultivo de algodón se invierten en forma considerable en la construcción. Los primeros edificios privados y públicos introducen en varios pisos una tipología urbana nueva acentuando el carácter de ciudad. Este acelerado crecimiento generó una mayor demanda de servicios públicos y ésta se ve abocada a ampliar su capacidad para la prestación de servicios. Para Valledupar ha sido de trascendental importancia la realización del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado, presentado en 1976. Este proyecto le permitió a la Empresa de Obras Sanitarias acometer un programa de desarrollo acorde con las necesidades de la ciudad, que para ese momento presentaba una situación crítica. El manejo adecuado de los perímetros sanitarios y su respeto por parte de la población ha sido un factor importante en la conformación compacta de la trama urbana, con lo cual se han evitado desarrollos dispersos que habrían dificultado la prestación del servicio y generado un aumento considerable de los costos de construcción. Al igual que en el país, a partir de 1973 el municipio y la ciudad entraron en una fase de desaceleración del crecimiento como consecuencia de la disminución de la natalidad y el descenso de las tasas migratorias. Desde 1985, año en el que la ciudad contaba con 147.967 habitantes, la expansión ha sido de grandes proporciones. En este periodo hace crisis la producción algodonera en el país y la región más golpeada es la del Cesar, dada la magnitud de las extensiones sembradas y el arraigo del cultivo, que era prácticamente el único sector dinamizador de la economía departamental. Como consecuencia, una gran cantidad de obreros agrícolas queda sin trabajo y la migración hacia los centros urbanos aumenta: Valledupar incrementa su población y área urbana en forma permanente. Así mismo, la ciudad conforma una incipiente infraestructura de servicios que le permite recibir en gran medida las nuevas demandas generadas por la explotación carbonífera de la región. El empleo urbano en el comercio, los servicios y la construcción aumenta, y la economía urbana se fortalece. En 1982, la administración municipal inicia los estudios del plan de desarrollo. Al año siguiente, la ciudad adopta el Plan Integral de Desarrollo Urbano de Valledupar, que recomendó, entre otras cosas, dar continuidad al desarrollo compacto de la ciudad. Con este criterio se determinaron las áreas para el desarrollo urbano futuro, para lo cual se tuvo en cuenta la cobertura de servicios públicos de alcantarillado, acueducto e infraestructura vial. También se diseñó el nuevo plan vial, instrumento fundamental para la estructuración del crecimiento a seguir y se organizó la oficina de planeación municipal, adecuándola a los nuevos requerimientos.

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Los desarrollos carboníferos de La Guajira y del Cesar generaron una demanda local de bienes y servicios, de los cuales Valledupar ha recibido en gran medida. Esto ha exigido la adecuación de la estructura urbana y el mejoramiento de las vías y las comunicaciones, y también grandes esfuerzos para asimilar la migración. En 1990, debido a la aplicación del acto administrativo Nº1 de 1986, el cual da inicio a la descentralización política de Colombia con la elección popular de alcaldes, y a la promulgación de la Ley 9 de 1987, que obliga a los municipios a la realización de los Planes de Desarrollo, se inicia en Valledupar una nueva dinámica urbana. El primer alcalde elegido por voto popular retoma la secuencia de planificación de la ciudad y en 1989 se formula el Plan de Desarrollo, el cual se presenta en abril de ese año al Concejo Municipal. El segundo gobierno elegido popularmente pone en marcha el nuevo Plan de Desarrollo Valledupar Siglo XXI, formulado por los mismos expertos planificadores, el cual se encaminó fundamentalmente a reestructurar la administración y la planificación de la ciudad. Este plan buscaba proyectar la ciudad para que ésta asumiera un nuevo rol en una región que avanzaba hacia promisorios desarrollos de la minería, la agricultura tecnificada y la agroindustria, para lo cual debía ofrecer las mejores perspectivas en cuanto a infraestructura, servicios públicos, generación de empleo y calidad de vida. El acelerado proceso de urbanización de Valledupar, además de expandir la mancha urbana, transformó la estructura de usos del suelo e hizo que se incrementaran las actividades del sector terciario. El centro de la ciudad intensificó notablemente su actividad sobre las estructuras originales, produciéndose un fuerte impacto en el área. En 1989, la administración municipal enfrenta esta situación a través de la realización de un proyecto denominado Plan Centro, que se pone en ejecución ese mismo año y que permite iniciar un proceso de recuperación y revitalización del centro con la perspectiva de lograr un armónico desarrollo de las actividades nuevas con las tradicionales. En 1993, la ciudad cuenta con una población de 202.404 habitantes (81% del total municipal) y la tendencia de crecimiento se acentúa hacia el sur. Se producen grandes tomas de tierras en los sectores de oriente y occidente de la ciudad y la inversión privada se involucra en la construcción de vivienda para los estratos medios. El plan vial propuesto en el plan de desarrollo de 1990 se ejecuta en su estructura básica interconectando todos los sectores del área urbana y habilitando zonas de difícil acceso. Igualmente, se optimizan las vías existentes y se emprende un

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vigoroso programa de pavimentación de barrios por medio de la autogestión comunitaria, la cual involucró a las comunidades en la nueva construcción de la ciudad, fortaleciendo de paso la solidaridad entre las diversas comunidades urbanas. En esta década de los noventa la ciudad redefine su centralidad regional, se incrementa el comercio y amplía su oferta de servicios para la región; así también, el sector financiero crece notablemente como receptor de excedentes (producto de la actividad carbonífera, la ganadería y otras menores), lo que es explicable por la inexistente inversión en el agro. Se presenta el nuevo Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado, el cual ya se encuentra en ejecución y que con una proyección a 15 años dejará a la ciudad en excelentes condiciones para afrontar su nuevo papel dentro del ámbito regional. Con la crisis del sector agropecuario la base económica del Cesar se resquebraja y se agudizan los conflictos sociales que en otras regiones habían aflorado con anticipación. En los años recientes, a la problemática urbana se le agrega una nueva ola migratoria desde los campos y poblaciones del Cesar y el sur de La Guajira como consecuencia de la agudización del conflicto armado. El desempleo del campo se traslada a la ciudad y de la economía de subsistencia se pasa a la miseria urbana, con índices de desempleo que, según datos oficiales, fue superior a 30% en 1999. Con el inicio de la explotación carbonífera en el centro del Cesar, se abre una nueva perspectiva que hasta ahora no había podido definirse. La participación de esta actividad en la economía regional ha sido relevante para matizar la crisis, ya que, de todas formas, se está produciendo un nuevo proceso económico con un fuerte impacto sobre el territorio en las áreas económica, social y ambiental que es preciso encausar en términos de una adecuada planificación. En el actual periodo de recesión económica regional se ventilan nuevas perspectivas en el modelo de desarrollo implementado en los últimos años: en primera instancia, se mira con esperanza la explotación a gran escala de las minas carboníferas; y en segunda medida, los cultivos permanentes se desarrollan lentamente pero con positivos resultados, lo que hace prever que se conviertan en uno de los renglones más prósperos de la actividad productiva local. Con esta perspectiva se trabaja actualmente en la estructuración del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del municipio, con un gran vacío en cuanto a la articulación de una política regional liderada por el Estado.

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Valledupar ha venido adecuando constantemente sus estructuras físicas y de servicio durante los últimos treinta años mediante el impulso y el apoyo de instrumentos de planificación que han producido efectos positivos en su organización. En forma sucesiva, las administraciones han continuado la ejecución y revisión de los planes elaborados y con ese criterio asumen este instrumento como la demarcación a largo plazo del rumbo de la ciudad pero que igual debe construirse a diario.

II. LA IMPORTANCIA DEL AGUA PARA LA CIUDAD

Según el ingeniero William Aroca, la historia del agua y de la dotación de la

infraestructura para su suministro es la historia de la ciudad.

Aseguran los historiadores que en 1617, 67 años después de la fundación de Valledupar, el gobernador de la provincia de Santa Marta ordena la construcción de un canal de irrigación derivado del río Guatapurí para el fomento de la agricultura y la ganadería, el cual tuvo corta vida debido a los problemas con los indígenas, quienes lo obstruyeron y desviaron nuevamente hacia el río. Posteriormente, en 1931, se dispuso la rehabilitación del antiguo canal, para lo cual se organizó el primer trabajo comunitario en esta ciudad, que concluyó con la puesta nuevamente en funcionamiento y la conducción de las aguas hasta la actual plaza Alfonso López. Años después, los habitantes de Valledupar agrupados en los barrios Cañaguate, El Cerezo, La Garita, Altagracia y El Parque de la Constitución construyeron otras acequias derivadas de ese primer canal, las cuales tenían múltiples propósitos: el riego de cultivos en las haciendas que bordeaban la población y el suministro de agua para los quehaceres domésticos distintos del consumo humano, el cual se realizaba directamente del río Guatapurí, desde donde se transportaba en burros los barriles de agua que alimentaban las tinajas de barro en donde se refrescaba para su consumo. Sólo a mediados de esta centuria, y como consecuencia de diversos hechos políticos y sociales, Valledupar acelera su crecimiento urbanístico y poblacional, lo que significó un gran reto para la dirigencia local, forzada por los hechos a satisfacer las necesidades básicas de una población que en 30 o 40 años se multiplicó considerablemente.

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1. ANTECEDENTES

El río Guatapurí hizo posible la vida, el sentimiento y el desarrollo en Valledupar. De su curso derivaron muchas acequias que sirvieron para todos los quehaceres, desde los domésticos, higiénicos, agrícolas y pecuarios, hasta los energéticos y recreacionales. Con la fuente del río Guatapurí, la red de acequias, las necesidades de la población, la disposición y la voluntad política dieron paso al sistema de acueducto, que a su vez impulsó el crecimiento y el desarrollo de Valledupar, y mejoró la calidad de vida de sus gentes. 2. EL PRIMER ACUEDUCTO

La existencia del acueducto de Valledupar data de 1942, en la administración de Pedro Castro Monsalvo, entonces gobernador del Magdalena, y consistió en un sistema rudimentario y simple con base en el canal municipal, tomado del río Guatapurí y sin ningún tipo de tratamiento. Además de uso doméstico, el agua de este canal se utilizó para la generación de energía eléctrica con la planta Pelton, situada en la finca Campo Adela. Estos servicios (acueducto y energía) entraron a ser manejados por la Empresa de Servicios Municipales, creada por el Concejo Municipal. En 1961, la Empresa de Acueducto y Alcantarillado del Magdalena, Acuadelma S.A., entra a administrar tales servicios. Valledupar seguía extendiéndose hacia el sur, tomando como eje las avenidas de entrada a la ciudad, y entonces surgen los barrios Primero de Mayo (1960), 12 de Octubre (1963) y Simón Bolívar (1964).

2.1. Primera ampliación del acueducto (1962 –1963)

Con la conformación de los nuevos asentamientos urbanos en la zona suroccidental de Valledupar, se hace necesario la ampliación del viejo acueducto. Es así como Acuadelma S.A. construye las primeras estructuras de concreto para el tratamiento preliminar del agua, consistentes en la construcción de la bocatoma en el sitio en que actualmente se encuentra un pequeño desarenador y la conducción del agua desarenada a través de una tubería de 12 pulgadas de diámetro hasta un tanque de almacenamiento de 80 metros cúbicos, construido en 1963 en el cerro de Hurtado.

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También se construyeron nuevas redes de distribución que reforzaron las primeras redes construidas y abastecieron de agua a los barrios mencionados. La gestión de Acuadelma S.A. llegó hasta 1969, ya que en diciembre de 1967 se creó el departamento del Cesar, con capital Valledupar, y los servicios de acueducto y alcantarillado pasan a ser manejados por el Instituto de Fomento Municipal, Insfopal, que establece en la nueva capital una dirección seccional.

2.2. Segunda ampliación (1970)

Desde la década del 70, la ciudad continuó su crecimiento acelerado en razón de que había llegado una población flotante atraída por la bonanza agropecuaria de la región, que de alguna manera fue asentándose en nuevos sectores, tales como Los Fundadores, Dangond y Pupo. Estos hechos hicieron necesaria la segunda ampliación del acueducto, la cual consistió en la construcción de la primera etapa de la planta de tratamiento con un caudal de 240 litros por segundo (l.p.s.).

2.3. Tercera ampliación del acueducto

En 1974, se firmó el contrato de empréstito entre Insfopal y Acuadupar para la financiación de un conjunto de obras contempladas en el programa denominado BIRF II, y se diseña el primer Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado de la ciudad con la firma Hidrotec. Ambas acciones permitieron la optimización completa de la planta de tratamiento, el almacenamiento y la ampliación de redes hacia los nuevos asentamientos del suroccidente de Valledupar. Estas obras finalizaron y entraron en operación en 1978, y esto permitió que por primera vez Valledupar y sus habitantes gozaran de agua de buena calidad, apta para el consumo humano, lo cual contribuyó a la disminución de las tasas de morbilidad. En ese año la ciudad tenía una cobertura de acueducto de 80% y en alcantarillado sanitario de cerca de 35%. 3. PRIMER ALCANTARILLADO

Las primeras redes del alcantarillado sanitario se instalaron a finales de la década del 40, en lo que actualmente es la carrera 9 con calle 13 B, y continuaron por toda la novena hasta la calle 17, y desde este punto hasta la carrera 4ª, y por ésta hasta la

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calle 18, donde se construyó el primer emisario de vertimiento directo hacia el río Guatapurí. Posteriormente, en los años 50 y 60, se construyeron las redes secundarias. A comienzos de la década del 70, después de haber sido creado el departamento del Cesar, y durante la administración del Insfopal, se construyó lo que hoy es el colector Novalito, a lo largo de la carrera 4ª, el cual recogió el primer vertimiento de la calle 18. Con esta obra quedan funcionando, por cerca de 15 años, el segundo vertimiento directo, por la calle 20 F hacia el río Guatapurí. 4. GRANDES OBRAS DE INFRAESTRUCTURAS HIDRAÚLICAS Y SANITARIAS

Con la creación del Cesar en diciembre de 1967, Valledupar irrumpe en el espacio nacional como capital del naciente departamento, catalogado como piloto. Otro hecho sobresaliente y determinante para el desarrollo de la infraestructura de los sistemas de acueducto y alcantarillado lo constituyó la designación, en 1974, de Alfonso Araújo Cotes en la dirección general del Insfopal, quien desde ese cargo impulsó la ejecución de importantes obras de infraestructura hidráulica y sanitarias, lo que ubicó a Valledupar entre las ciudades con mayor cobertura en acueducto y alcantarillado y como pionera en el tratamiento de las aguas residuales.

4.1. Primera gran ampliación del alcantarillado sanitario

A comienzos de los años ochenta, Valledupar estaba consolidada urbanísticamente hacia el sur y el suroccidente, y comenzaba a desarrollarse hacia el noroccidente a partir de la margen derecha de la avenida Simón Bolívar y al norte de la avenida La Popa, área que hoy conforman los barrios La Popa, Los Cortijos, Garupal y Los Músicos, entre otros. Este desarrollo trajo como consecuencia un déficit en la prestación del servicio de alcantarillado en un porcentaje aproximado a 70%, reflejado especialmente en los barrios ubicados al sur, sur-occidente y norte de la ciudad. El rezago que mostraba Valledupar en materia de alcantarillado motivó nuevamente a la dirección del Insfopal y a la administración municipal a la realización del tercer paquete de obras financiadas con recursos del Banco Mundial, Insfopal y Empodupar, que se denominó BIRF III, el cual contempló la construcción de

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cuatro colectores y dos emisarios finales con sus respectivas redes secundarias e instalaciones domiciliarias. También permitió la construcción de la laguna de estabilización para el tratamiento de las aguas residuales antes de su vertimiento al río Guatapurí. Con la culminación y puesta en servicio de estas obras se aumentó la cobertura del servicio de alcantarillado sanitario de 30% a 80%. Así mismo, se estableció un nuevo perímetro sanitario que fue definitivo en el desarrollo urbanístico de Valledupar, ya que por más de 10 años la empresa ayudó a controlar y mantener el control físico de la ciudad hacia los sectores sur, suroccidental y occidental, demarcado por el canal Las Mercedes, en la parte occidental y la calle 44 (en su parte sur), por donde se construyeron los colectores La Popa y la Quesera.

4.2. Alcantarillado pluvial

La situación geográfica de Valledupar, su topografía suave con pendiente uniforme hacia las vertientes de los ríos Guatapurí y Cesar, la permitían el drenaje normal de las aguas lluvias sin ningún tipo de impedimento y sin utilizar energía adicional a la de la fuerza de la gravedad. Con base en los diseños elaborados en el primer Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado se construyeron los dos primeros colectores de aguas lluvias: el primero, en 1986 y 1987, por las calles 9 y 9ª; y el segundo, en 1989 y 1990, por las calles 18 y 18ª, ambos en dirección hacia el río Guatapurí. Posteriormente, las diferentes administraciones municipales han continuado estas obras con base en los nuevos diseños del alcantarillado pluvial de la ciudad contratado por Emdupar S.A., el cual contempló la construcción de once nuevos colectores, de los cuales se han construido tres. Con la puesta en marcha de esas obras se logra un cubrimiento de 30% en materia de recolección de aguas lluvias. 4.3. Segundo plan maestro de acueducto y alcantarillado

La acelerada transformación de las estructuras urbanas y rurales producidas por la incorporación del valle del Cesar a la explotación comercial de la agricultura y su condición como centro equidistante de las actividades de explotación carboníferas

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del Cesar y La Guajira, determinaron la necesidad de reformular tanto el Plan de Desarrollo Urbano vigente desde 1989 como el Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado, en el marco de su nueva condición como centro urbano habitacional, industrial y comercial. En consecuencia, y en armonía con el Plan de Desarrollo Urbano aprobado por el Concejo Municipal en marzo de 1990, Emdupar S.A. contrató los estudios del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado que permitieron los diseños de la infraestructura de servicios hidráulicos y sanitarios para satisfacer las necesidades de la población y de su desarrollo económico hasta el año 2015. Con base en estos estudios, Emdupar contrató en 1993 las obras que había recomendado y que hicieron posible dotar a Valledupar de una óptima infraestructura hidráulica y sanitaria que igual permitió, a partir de abril de 1996 (fecha de finalización de la primera etapa), ampliar el perímetro de servicios de la ciudad en más de 2.000 hectáreas.

5. EL FIN DE SIGLO Valledupar finaliza el siglo XX con una destacada posición en coberturas de servicios que están, incluso, por encima de los promedios nacionales: en acueducto la cobertura es de 98%, en alcantarillado de 93%, en aseo de 98%, y en el servicio de energía eléctrica de 98%. Con estos indicadores podemos afirmar que el sector institucional con el valioso y determinante apoyo de las administraciones municipal, departamental y nacional, han realizado una labor eficiente en la ciudad, pues lograron en 57 años, desde el primer acueducto, y en 32 años de vida como capital del departamento, altísimas tasas de cobertura. De cualquier forma, quedan algunas inquietudes y reflexiones a tener en cuenta en el próximo siglo: La primera, la necesidad de optimizar el tratamiento de las aguas residuales para mitigar el impacto negativo del vertimiento final al río Cesar. Sobre este punto se debe expresar que existe confianza en la actual administración municipal de que los recursos captados mediante el cobro por valorización de las obras del Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado puedan financiarlo. Al respecto, la construcción de las cuatro lagunas de maduración, que comprenden el tratamiento final de las aguas residuales antes de su vertimiento al río Cesar, constituye un compromiso de la actual administración.

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La segunda, bajar el consumo de agua en Valledupar (estimado en 400 litros por persona) que en relación con el crecimiento poblacional podría en poco tiempo hacer insuficiente la actual capacidad de las plantas potabilizadoras. Para tal efecto, será necesario trabajar intensamente al lado de otras instituciones para inculcar en los habitantes de Valledupar la cultura del uso racional del agua, de tal forma que Emdupar S.A. reduzca sus riesgos, aumente sus ingresos y tenga mejores posibilidades de atender eficaz y eficientemente la creciente demanda de servicios. La tercera es la disminución de caudal del río Guatapurí, única fuente de abastecimiento del acueducto de la ciudad. Sería oportuno, y teniendo en cuenta los factores señalados, recuperar la cuenca de ese río mediante agresivas campañas de educación ecológica y ambiental, reforestación, obras de control de erosión y, sobre todo, a través de la adquisición de todos los terrenos que conforman las cuencas alta media y baja del río. Como alternativa, es conveniente impulsar en todo los niveles la construcción del embalse Los Besotes, a fin de garantizar agua en cantidad y calidad para el consumo humano para las próximas generaciones de vallenatos. La cuarta es la continuación de las obras relacionadas con la construcción de los nueve colectores de aguas lluvias que están pendientes de construir. Por su magnitud y su costo, la consultoría estableció prioridades teniendo en cuenta el mayor impacto social y la situación económica de Valledupar. Se espera que las próximas administraciones municipales acometan, por lo menos, la construcción de un colector de aguas lluvias que garantice su culminación en los próximos treinta años. La quinta es el celo y cuidado que se debe tener para garantizar el crecimiento ordenado de la ciudad a través del control físico, para garantizar el desarrollo urbano dentro de los lineamientos trazados en el Plan de Ordenamiento Territorial, POT-VALL, y controlar que los crecimientos urbanos estén dentro del perímetro sanitario establecido por Emdupar S.A.

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III. LA CIUDAD Y SU GOBIERNO MUNICIPAL

Valledupar, a lo largo de su historia reciente, ha puesto en marcha procesos sociopolíticos apoyados por procesos técnicos de planificación. Desde 1951, se habían definido los ejes de desarrollo vial de la ciudad que permitieron estructurar la malla urbana.

1. LA DESCENTRALIZACION Con la elección popular de alcaldes, ha llegado a la administración municipal funcionarios con buen nivel de formación y experiencia en la administración privada y pública. Sin embargo, según la jefe de la oficina de Planeación Municipal, Sonia Gómez, “la descentralización ha traído más cargas a los municipios, los cuales no siempre tienen la capacidad técnica ni los recursos para asumirlas”. En este proceso de descentralización, se “observa desconocimiento de las realidades locales, inflexibilidad en el tratamiento de las soluciones y poco énfasis en la transferencia de tecnología y la formación del recurso humano por parte del gobierno nacional a los municipios”. En esta época descentralizada, según la misma funcionaria, “a los municipios les hace falta una visión de país, a la que pueda articularse el desarrollo local. Los municipios tienen una visión cerrada a su entorno. En el caso de Valledupar, contaba con una visión de ciudad parte del Caribe, que ha sido alterada y no ha sido recuperada”. 2. LA CONTINUIDAD EN LA GESTIÓN El municipio se ha caracterizado por una acertada continuidad en la planeación y gestión, aunque, obviamente, de una administración a otra se presentan cambios en los programas y en los estilos de gerencia, los distintos alcaldes han actuado dentro de un marco claro de continuación de los programas básicos. Un ejemplo de esto es el avance en la infraestructura vial y de servicios públicos, y en la infraestructura educativa y de salud. 3. LA PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD

Una constante de las administraciones de Valledupar ha sido la promoción de la participación ciudadana en diferentes modalidades, desde la toma de decisiones

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hasta la realización de proyectos conjuntos y la construcción de obras de infraestructura (de servicios públicos, pavimento, caminos veredales y parques recreativos). Para la comunidad vallenata tiene mayor relevancia el trabajo concertado que el cumplimiento obligado de reglamentaciones. 3.1. Servicios de acueducto y alcantarillado con participación comunitaria

La primera participación directa de la comunidad en la construcción de obras públicas municipales se presenta a partir de 1984, año en que ésta construye y amplía las primeras redes de acueducto y alcantarillado aportando la mano de obra y la empresa de servicios públicos los demás elementos necesarios para la construcción. Desde entonces, este sistema de participación comunitaria se ha utilizado con mucha frecuencia en la construcción de los servicios públicos y muy especialmente en los sectores populares en las siguientes modalidades: Pavimentación por autogestión

Desde 1988, el municipio ha venido adelantando programas de pavimentación de las calles con participación de los vecinos:

El aporte de la comunidad y del municipio es compartido en partes iguales. Durante el período 1988-1998 se construyeron cerca de 80 kilómetros de

vías pavimentadas en barrios populares por el sistema de autogestión. Construcción de vías rurales con participación comunitaria

Se puede afirmar que la participación de la comunidad en la construcción y el mantenimiento de las vías rurales forma parte de la cultura municipal, para lo cual aporta la mano de obra y el municipio aporta los demás elementos necesarios para la construcción o el mantenimiento. Este modelo ha permitido mejorar significativamente tanto las vías urbanas como las del área rural. Designación de los inspectores de policía

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En Valledupar, desde antes que fuera expedida la Ley 136 de 1994, y con el propósito de fortalecer la participación ciudadana, se tomó la decisión de que los inspectores rurales fueran nombrados mediante consulta a la comunidad. Para tal fin, se desarrolló un programa de promoción y capacitación que condujo a que los candidatos a inspectores presentaran programas de gobierno y se sometieran al proceso de consulta popular. En 1995, el Concejo Municipal desarrolló la norma de participación comunitaria. Los resultados más importantes de esta experiencia consisten en un fortalecimiento de la administración municipal que se convirtió en una institución más eficaz dirigida hacia el cliente, el liderazgo ganado por la administración en sus relaciones con la ciudadanía, una mayor participación comunitaria y la movilización de recursos adicionales. La promoción de un proyecto de ciudad

En la perspectiva de promover un proyecto de ciudad ha jugado un papel importante la identidad cultural y la articulación de los habitantes en torno a la riqueza cultural y a la música vallenata como género propio de la región, pero con trascendencia nacional e internacional. Las administraciones han consolidado la imagen de Valledupar como la ciudad más organizada de la Costa Caribe colombiana, y han convocado a la ciudadanía en torno a esta visión, elementos que se traducen en un alto sentido de pertenencia y en otros indicadores como la cumplida aprobación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y el aumento del recaudo de impuestos (en el caso del predial, en cerca de 340%; y en industria y comercio en 60%). Otro cambio importante es la aparición de la sobretasa al consumo de gasolina, lo que representó en 1997 el 13.2% del total de los ingresos tributarios. Este comportamiento ha permitido incrementar significativamente la tributación percápita y reducir ligeramente la tasa de dependencia de la administración central con respecto a los recursos nacionales. La tributación por habitante pasa de $4.500 a $26.000 entre 1988 y 1997, es decir, hubo un crecimiento real de 578%. Por su parte, el índice de dependencia disminuye de 54% en 1988 a 43.2% en 1997, lo que evidencia un mayor crecimiento de los recursos propios.

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IV. LA ECONOMÍA Y LA CIUDAD En el marco general de la crisis nacional se presentan particularidades que ayudan a comprender la situación y perspectivas de la economía de Valledupar. Las condiciones atractivas de la ciudad (óptimos servicios públicos, educación y la relativa seguridad) estimulan la migración por lo que aumenta el desempleo y, a su vez, la demanda de vivienda y servicios. En este sentido, Valledupar debe liderar una estrategia que busque mejorar las condiciones de vida y trabajo de otros municipios de la región para evitar el desplazamiento de sus habitantes hacia ella. Algunos de los elementos que matizaron la crisis del sector agropecuario son:

Un presupuesto municipal vigoroso que generaba obras.

Trasferencia de recursos nacionales por buena gestión.

El incremento del cultivo de la palma aceitera.

La caída de la actividad comercial de Maicao, la cual retuvo el comercio en Valledupar.

Los beneficios de la explotación carbonífera. En Valledupar se consumen

o invierten la mayor parte de los salarios de los trabajadores de la minería, y sus trabajadores demandan vivienda y todo tipo de bienes y servicios. La economía carbonífera se siente en Valledupar, donde pueden circular de dos a tres mil millones de pesos mensuales por concepto de salarios.

La violencia hizo concentrar en Valledupar a las personas con algún

capital, quienes compraron vivienda y otros elementos. Esta migración se agotó.

Los cultivos ilícitos incuantificables hacen presencia en la economía

urbana.

Los cultivos permanentes, en especial el café (el más importante de estos), cuya producción en el municipio alcanza los 12 mil millones de pesos.

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Los recursos municipales se han reducido. La producción de carbón bajó

y se terminan las obras en instalaciones de la mina de la multinacional Drummond, lo que trae como consecuencia la caída de la demanda de materiales de construcción.

Al bajar los precios del carbón disminuyen las expectativas favorables para el futuro inmediato. De hecho, la situación económica de Valledupar al finalizar el siglo está llena de dificultades:

Actualmente, el sector agropecuario no tiene propuestas viables, por lo que no se prevé pronta recuperación.

La minería actúa como economía complementaria pero no se observa el

inicio de nuevos proyectos en el corto y mediano plazo.

La construcción no tiene perspectivas de reactivarse a corto plazo. Los registros de edificación han bajado 40%.

La migración de campesinos engrosa los asentamientos periféricos y

demanda servicios a un municipio que atraviesa condiciones económicas difíciles.

Se prevé un recorte de las transferencias de la nación, y por la caída de la

demanda debida a la actual recesión, la actividad comercial disminuye así como sus aportes municipales, lo que hace pensar que no habrá suficiente capacidad de respuesta por parte del municipio para atender la creciente demanda por servicios públicos.

Ante la crisis, la administración municipal de Valledupar se ha planteado una estrategia que se resume así:

Valledupar, como zona especial de exportación, compite por uno de los cuatro cupos que el Plan Nacional de Desarrollo señala para diversas regiones del país. Por ello, según la administración, se debe incentivar la vocación exportadora. La ciudad ofrece buenos servicios, es atractiva y se constituye en polo de desarrollo regional y de frontera. Competirá, de acuerdo a las actuales circunstancias de descentralización y globalización, con otras ciudades hermanas en esas aspiraciones.

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En vista de que difícilmente se consiguen socios locales para proyectos de gran inversión es necesario buscar incentivos para atraer inversión, y éstos requieren de voluntad política para crearlos. De todos modos, en iguales circunstancias se encuentra buena parte de los municipios de Colombia. No se puede olvidar la historia de Valledupar, en la que la economía del

hinterland contribuye con sus excedentes al desarrollo urbano, luego es claro que la ciudad requiere la tan anhelada recuperación agropecuaria para continuar con la calidad de vida alcanzada hasta ahora.

Se sugiere la promoción y desarrollo de otros proyectos como la

explotación de lapidarios (mármoles y granitos), los cuales tienen amplio mercado en Estados Unidos. Para esto debe aprovecharse la capacidad de las empresas carboníferas instaladas en la región, las mejores del mundo en su género.

Distrito de riego: este tipo de proyectos requiere cada vez más el apoyo de

los usuarios, ya que los aportes de la nación para este caso sólo alcanzarían un 65%. En Valledupar, desde 1982, la administración Betancur propuso y responsabilizó a CorpoCesar de la dotación del distrito de riego, sin embargo, el siglo termina sin que sea una realidad.

Cultura: el patrimonio folclórico y cultural deberá contribuir al desarrollo

de industrias culturales y a mayores aportes de la cultura al producto interno bruto de la ciudad.

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V. REFLEXIONES FINALES Alberto Abello Vives1 Según el historiador e investigador musical Tomás Darío Gutiérrez, Valledupar tuvo, a lo largo de su historia, mil oportunidades para extinguirse. Sin embargo, como se pudo constatar en la indagación realizada con la orientación metodológica del Observatorio del Caribe Colombiano, la capital vallenata, al celebrar sus 450 años, es una ciudad-región que ofrece calidad a la vida de sus habitantes. La provincia se volvió ciudad, y ciudad entre las ciudades de Colombia. Pero ciudad que no dejó de sentir, de oír y de vivir la provincia que es conocida en toda Colombia y en el mundo. Ciudad con valores aún por descubrir y reivindicar. Su historia, sus gentes y sus procesos le ofrecen al país, y al Caribe colombiano en particular, lecciones de desarrollo urbano. Una suma de factores generados y sumados a lo largo del tiempo crean el respeto y el orgullo que propios y extraños sienten por ella. De la experiencia y de los rasgos generales de la administración de Valledupar se ha derivado una buena provisión de servicios públicos domiciliarios, obras sociales y de infraestructura; provisión que es superior a los promedios departamental, regional y nacional. En Valledupar existe una tradición para la acción conjunta de gentes y dirigentes con el fin de conseguir, con perspectiva de bien común, la satisfacción de los bienes y servicios que requiere la comunidad local; en este sentido, toda la sociedad, bajo la dirección del gobierno municipal, ha desempeñado un importante papel para potenciar la gestión municipal, superar los tiempos de crisis y alcanzar los resultados descritos en el presente documento, los que, sin duda, son el resultado de un continuado y sostenido esfuerzo alrededor de un proyecto de ciudad y municipalidad. En particular, mantener el equilibrio entre la planeación urbana, las finanzas locales y la gestión de la administración ha permitido que en los últimos 40 años Valledupar sea llamada por muchos como la Ciudad intermedia modelo de Colombia.

1 Director ejecutivo del Observatorio del Caribe Colombiano.

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En Colombia, por lo general, los gobiernos locales miran hacia atrás para cumplir los faltantes del pasado. Valledupar, en cambio, es una ciudad que mira hacia adelante y se anticipa al futuro, especialmente en el abastecimiento de los servicios públicos básicos. Más aún, la dotación de servicios, como ocurre con la ampliación de coberturas del acueducto, se adelanta a la ocupación del espacio convirtiéndose en una herramienta ordenadora del territorio. La prestación de los servicios de acueducto y alcantarillado, además de la rentabilidad social, permite obtener rendimientos financieros. En tres décadas la ciudad ha conseguido una ampliación vertiginosa de la dotación y ha logrado buena calidad en la prestación de servicios. Tres parecen ser las claves de estos logros: recursos financieros adecuados por parte del Estado (nación, departamento y municipio), equipo técnico calificado y con continuidad en su manejo, y participación activa de la sociedad. Las características positivas de Valledupar ocurren a pesar del acelerado aumento de población que sufre (recordemos que a principios de siglo contaba con cerca de 3000 habitantes y hoy, sus autoridades estiman que puede llegar a los 280.000). Y de esto también existen algunas lecciones: 1. Siendo una ciudad heterogénea en su procedencia, cuenta con una fortaleza

cultural que le ha permitido superar los retos. Siendo una ciudad que estuvo aislada durante buena parte del siglo, siempre se mantuvo abierta, fue hospitalaria con los inmigrantes, permitiéndoles una adaptación rápida y fecunda, admirando y aprovechando su inteligencia, genio y destrezas. Como sus gentes valoran el trabajo y el honor, supieron convocar a los inmigrantes para la construcción de la ciudad.

2. Además de los artesanos migrantes, en la construcción de la ciudad intervienen

profesionales de la ingeniería y la arquitectura que supieron interpretar el territorio, el clima, la flora nativa y su identidad cultural.

3. La música vallenata, de origen popular rural, valorada en todo el país y

reconocida internacionalmente, convertida en la expresión cultural más importante de la ciudad, ha facilitado la cohesión social, el encuentro y desarrollo de una identidad, la posibilidad de la integración subregional y regional alrededor de una expresión cultural, la formación de un ciudadano con un especial comportamiento urbano, la realización de los festejos en los que participa toda la sociedad, la obtención de aportes importantes a la economía urbana -convirtiéndose en una industria cultural de la que se requiere aprender

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las lecciones-, la construcción de la ciudad de hoy y la planeación y ordenamiento de la ciudad del futuro –como lo será el Parque de la Leyenda Vallenata previsto en el Plan de Ordenamiento Territorial, como un elemento estructurante del crecimiento futuro. Este papel de la cultura en el desarrollo urbano y social de Valledupar, bien puede ser una línea de investigación de cuyos resultados Colombia sacaría grandes beneficios.

4. Los vallenatos saben, como pocos, la importancia que tiene la economía de su

entorno. Desde sus primeros tiempos hasta los últimos días del siglo XX, la ciudad ha estado estrechamente ligada a la actividad agropecuaria. Sus excedentes se convirtieron en mejores viviendas y en espacio público de mejor calidad. Por eso hicieron de la desmotadora de algodón y de una planta procesadora de leche los símbolos de su progreso. Ahora, ante la crisis agropecuria de los noventa, cuando se cambia el modelo económico, entiende la importancia de la minería en la generación de ingresos y en la dinámica económica para la sobrevivencia de sus habitantes.

5. Cuando la economía ha entrado en crisis, el gobierno municipal ha sabido

intervenir desarrollando proyectos ambiciosos de infraestructura urbana. Durante la crisis agropecuaria, por ejemplo, se construye el mayor proyecto de vivienda popular que se haya construido en la ciudad.

6. Valledupar es un ejemplo de la continuidad de los planes de desarrollo. En un

país en el que los gobernantes no acostumbran a continuar las obras de su predecesor, y en muchos casos las paralizan y hasta las abandonan, en esta ciudad los alcaldes incorporan en sus planes de gobierno ampliaciones y etapas de los proyectos que permiten alcanzar la ciudad prevista. Igualmente, durante más de 18 años, la ciudad ha contado con el mismo equipo de asesores en planeación y con funcionarios experimentados en la empresa prestadora del servicio de agua potable.

7. Desde el siglo pasado, Valledupar ha fortalecido, con un sentido de hospitalidad

innegable pero con una gran autoestima cultural y una evidente dignidad hacia lo propio, sus relaciones políticas y sociales con el gobierno central y la sociedad bogotana. Su actitud frente al centralismo y a los cachacos difiere de la de otras latitudes en la misma región Caribe. La dirigencia vallenata ha construido un modelo propio de relación ciudad-nación que bien merece seguirse estudiando.

Precisamente, en el foro realizado por el Observatorio del Caribe Colombiano y la Universidad Nacional de Colombia los días 25 y 26 de noviembre pasados en Barranquilla, y en el que se expusieron los trabajos de relatoría de nueve

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ciudades de la Costa, los participantes recomendaron avanzar en la búsqueda de preguntas tales como: ¿Cuánto de descentralización y cuánto de apoyo nacional? ¿cuánto de autonomía local y cuánto de apoyo del gobierno central para el desarrollo de municipios como Valledupar? Se piensa que en el caso de Valledupar podrían estar las claves para la construcción de un modelo de relación.

8. La existencia de un modelo territorial de largo plazo en el que se protege el agua y las franjas estratégicas, en Valledupar la planificación comienza de afuera hacia adentro.

Tal vez el lunar más notable de la urbanización valdeparense es que la modernización no siempre fue acertada en el manejo del patrimonio arquitectónico, tanto en la conservación y restauración como en el uso de materiales propios. Y la propuesta más novedosa para la administración de la ciudad al comienzo del nuevo siglo la constituye el Observatorio Urbano que la Secretaría de Planeación ha concebido. El Observatorio de Valledupar, además de contar con un sistema de información georeferenciado que integre y armonice la información de la ciudad para su conocimiento y planeación, deberá contar con un grupo permanente de profesionales de las distintas disciplinas interesados en el bien común, que a manera de think tank se convierta en el grupo consultivo de los gobiernos, el sector privado y la comunidad de Valledupar. El taller, del cual este documento constituye su relatoría, contó con la participación de expertos interesados en la ciudad que podría ser el grupo semilla de este Observatorio. En el cambio de siglo surge el interrogante sobre el futuro de la ciudad, sus gentes están llamadas a proteger el crecimiento ordenado de Valledupar, esa ciudad verde, repleta de mangos, limpia, amable, con equipamiento como ninguna en el Caribe colombiano y con una gran riqueza cultural. Hay que dar la voz de alerta: Colombia tiene que defender a Valledupar, y aprender de su historia urbana.

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BIBLIOGRAFÍA BÁSICA

Plan Piloto de Valledupar, IGAC. 1969. Plan Integral de Desarrollo de Valledupar. Aurora Pachón R., consultora. 1983.

Plan de Desarrollo Valledupar Siglo XXI. Asesorías municipales. 1990.

Plan de Ordenamiento Territorial, POT. 1999

Conversaciones con Efraín Quintero Araújo. Valledupar. 1999.

Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado de Valledupar, Emdupar, Hidrotec.

1976.