I Música - Revista de la Universidad de México...cesas de su tiempo. A su vez, una de las óperas...
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r I oaneeespecialmente interesante, no sólopor seruna obra fuera de lo común, de un compos itor poco conocido, sino también porque fue preludiada por una explicaciónmusical muy precisa y concisa a cargo dePaul Badura-Skoda (en un castellanomuyfluido , por cierto) que puso de relieve lomás import ante de la obra. Es decir" unfragmento auténticamente didáctico enmedio de un recital tradicional. Enel resto de su recital, Badura-Skoda interpretócon gran autoridad algo de la mejor música de la trad ición germánica. Así, delineóla transparencia del Andante con variaciones de Haydn , exploró las implicacionesinnovativas de la última de las sonataspara piano de Beethoven, y, sobre todo,puso de man if iesto la riqueza melódica yarmónica de la Sonata en si bemol (póstuma) de Franz Schubert, cuyo Andantesostenuto fue, en manos del pianista austriaco, un bello y contemplativo poemasonoro. De las piezas interpretadas porBadura -Skoda fuera de programa, con lamisma autoridad que las ya mencionadas,una fue especialmente interesante: elAdagio de Mozart escrito originalmente paraarmónica de cristal, que a veces se interpreta al órgano, y que es una de las mejores muestras de la faceta introspectiva delmúsico salzburgués , y de su soberbia intuición armónica.
El evento mus ical más int eresante entre los que tuvieron lugar en esos díasfue,sin duda , un magnIf ico recital ofrecido enla Escuela Nacional de Música de la UNAMpor Horacio Franco, quien recorrió con susflautas de pico práct icamente toda la histor ia de su instrumento. No fue éste un recital organizado cronológicamente, sinointuit ivamente, a part ir de un poema deElia Espinoza dedicado a Franco, y algunas de cuyas líneas sugirieron la músicay su orden. Lo más antiguo del recital deFranco fue una istampita (estampie en
ca expresión. En la segunda parte del programa, el Requiem de Luigi Cherubini, obracuriosa, sin duda, pero que a través de los
tiempos no ha podido colocarse a la altura de las obras análogas de Mozart, Verdi, Britten o Fauré. No hay que perder devista que, a pesar de su origen italiano,Cherubini pasó la parte más importante desu vida en París, de modo que su músicamuestra con claridad las influencias francesas de su tiempo. A su vez, una de lasóperas de Cherubini ejerció una decisivainfluencia en el Fidelio de Beethoven. Decontornos conservadores y de un dramatismo controlado y poco efusivo, el Re
quiem de Cherubini fue cantado por elCoro Easo con la solemnidad indispensable para este tipo de.ernpresa musical , ycon buenas acotaciones de fraseo e intención que subrayaron COI) prop iedad lastendencias pre-románticas de Cherubini.Tanto en la obra de Brahms como en la deCherubini, el Coro Easo tuvo un aéompañamiento orquestal gris y desdibujado,bajo la batuta de Uberto Zanolli. Paradóji camente, lo más interesante de esa audioción fueron las piezas interpretadas a capella por el Coro Easo, fuera de programa.La primera, una canción popular vasca ,festiva y enérgica, en un arreglo cuyacomplejidad nunca obstruyó la claridadmelódica y armónica. Y finalmente, unacanción aragonesa de dinámica plenamente bailable, que sin duda sorprendió a losmelómanos memoriosos que pudieronidentificar en ella algunas de las melodíasque Emmanuel Chabrlerincluvera en su famosa rapsodia orquestal España.
Pocos días después, se presentó en elmismo Teatro de Bellas Artes el espléndido pianista austriaco Paul Badura-Skoda,con un programa de corte muy clásico encuya parte central incluyó la Fantas(a delcompositor suizo Frank Martin (18901974). La ejecución de esta obra resultó
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Por Juan Arturo Brennan
CONCIERTOS DE, ,AQUI y DE ALLA
Música
Suele ocurrir por épocas (y ésta es unade ellas) que las principales orquestas sinfónicas y grupos de cámara de la capitaly sus alrededores parecen ponerse deacuerdo en ofrecer programaciones musicales convencionales y repetitivas: muchoTchaikovsky, mucho Huapango, y pocascosas que verdaderamente puedan llamarla atención al melómano más exigente .
. Así, no queda más remedio que buscaraquellas actividades musicales menos trilladas y, aunque parezca mentira, puedehallarse en ellas mayor satisfacción musical que la que puede haber en una temporada sinfónica entera. Vaya como ejemplo la crónica de tres muy interesanteseventos musicales, realizados en la ciudadde México hace algunas semanas, en ellapso de sólo unos cuantos días.
El Coro Easo de San Sebastián es unconjunto coral masculino que, al menosallá en España, tiene un prestigio muy sólido y bien establecido. Después de presentar en el Instituto Cultural Helénico unrecital de música antigua, el Coro Easosepresentó en el Teatro de Bellas Artes conun programa que, si bien puede resultarmuy tradicional en el ámbito del repertorio coral, no lo es del todo considerandolo parco de la actividad coral en nuestromedio musical. La primera parte del programa ofrecido por el Coro Easo fue cubierta por la Rapsodia para contralto deJohannes Brahms, con la participación solista de Encarnación Vázquez. Música muycompacta y bien construida, sí, pero quea pesar de repetidas audiciones en vivo ygrabadas , sigue careciendo del poder deconmover profundamente. De nuevo.Jaañeja discusión alrededor de Brahms, enla que el respeto por su estatura no suelealcanzar. al menos en ciertas obras, niveles comparables en cuanto a la emoción.Buena labor de conjunto del Coro Easoy,sobre todo, la densidad sonora necesariapara dar a la 'música de Brahms ese pesoespecífico tan necesario para su auténti -
e r í t.I e o
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1. La mesura
Por Daniel González Dueñas
U na película realista suspende nuestraincredulidad al impactamos o conmovernos: con gusto nos rendimos a la evidencia
aunque los pormenores de la anécdota nosean del todo " naturales" (tal personajese topa con otro en el preciso momentoen que es imprescindible su acción conjunta; determinado suceso desencadenaotro no necesariamente lógico; con oportuna casualidad, cierto objeto llega a manos de alguien para despertarle una sospecha que ha de satisfacer los interesesde la trama). La mesura en el uso de talesrecursos determina al realismo: es ellaquien propicia la verosimilitud.
Sin embargo,másque "mesura", Hollywood manifiesta un declarado pánico aforzar demasiado la anécdota; así, hacepermanecer estos resortes en la superficie de la convención, cuidadosamentemodulados para que no laceren la "credibilidad" del producto. Porque en cuanto susubraya su presencia y se juega con ellosen cualquier otra forma que la instituida,ese mismo elementose convierte en "coinCidencia forzada" , inadmisib le artificio,detonador de nuestra sonrisa (entoncesexclamamos "[qué casualidad!") .
Las primeras décadas de la historia delcine no llegan de modo "natural" a eselímite entre verosimilitud e irrisión, entrelo aceptable y lo que se impugna. Lasconvenciones que demarcan tales juicios noformaron parte de un crecimiento internodel lenguaje cinematográfico, sino de unaestrategia minuciosa que bajo la denominación "realismo" fue estrechando el desarrollo del fenómeno tnmico hasta inmovilizarlo en unas cuantas fórmulas (queennuestros dfas no hacen sino afirmarse amedida que afirman una versión oficial de
Emmanuel Bach, con sus complejos saltos interválicos y atrevidas modulaciones,tratadas por el intérprete con una granatención a las cuestiones formales irnplícitas en el diseño de la obra. No olvidar,a este respecto , que C.P.E. Bach jugó unimportante papel en el desarrollo de la for ma sonata. Hasta aquí, la música antiguainterpretada por Horacio Franco en lasflautas dulces; el complemente natural fuela música de nuestro tiempo, a través de .
la que quedó bien claro que la flauta dul - UNA ESCULTURAce no es, ni mucho menos, un instrumen- ENVUELTA ENto obsoleto. Para demostrarlo, Franco in-
terpretó dos obras japonesas: Fragmente, TIEMPOde Makoto Shinohara, y Black Intention deMaki Ishi. En ambas fue claramente identificable una dialéctica musical evidente:en un extremo, el recuerdo sonoro delshe
kuhachi, flauta tradicional japonesa, y enel otro, los nuevos recursos instrumentales y los elementos escénicos vvocalespropuestos por los compositores. De lasíntesis de estos polos musicales emergióuna evidente identificación de Franco conla música de nuestro tiempo , en versionesllenas de tensión y energfa de ambasobras.
La música mexicana también estuvopresente en el recital de Franco, a travésde Ofrenda (19861. de Mario Lavista,compuesta con la estrecha 'colaboracióndel intérprete, y estrenada el año pasadodurante el Foro Internacional de MúsicaNueva. Recursos instrumentales contemporáneos, claridad y concisión del material musical y sobre todo la convicción deque lo nuevo y la poesía sonora no estánreñidos, son las cualidades fundamentales de Ofrenda, que fue interpretada porHoracio Franco con rara intensidad.
El programa fue redondeado con unabreve serie de danzas indfgenas rnexicanas en las que Franco añadió cascabelesa la sonoridad de su flauta de pico, y nodudó en expresar con claridad la dinámica bailable de cada pieza, atendiendo almismo tiempo a cuestiones de complejidad rltrnica, de lógica interválica, de pentafonfa flexible y otros elementos que dieron verosimilitud a su aproximación a estamúsica mexicana tradicional.
Considerando la línea usual de los recitales, que por lo general prefieren tran sitar por caminos seguros, es indudabl~que un programa como el ofrecido por Horacio Franco sirve no sólo para demostrarque las flautas de picoson inst rumentosplenamente vigentes; sino que un programa audazy retador resuta finalmente mucho más satisfactorio que una colección
f de piezas favoritas y lugares comunes. o
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francés) italiana del siglo XIV, danza vigorosa y compleja, interpretada por el flautista con un inteligente énfasis en lo danzable de la pieza. Más tarde, la flexibilidadde los instrumentos agudos de la famil iadela flauta de pico fue explorada a su máximo nivel con una excitante versión delacanción El pequeño ruiseñor inglés, piezadel siglo XVII compuesta por Van Eyck.Infinitas variaciones sobre una misma ideason el núcleo musical de este auténticotour de force flautrstico, y la asociac ióndescriptiva del titulo de la pieza parece invitar a descubrir, de pronto, que cuandoapareceen escena a tocar, Horacio Franco tiene algo en su presencia que lo asemeja a un ave.
Pocos músicos hicieron tanto por laflauta en su tiempo como Jacques MartinHotteterre (1682-1762). Sus preludios endiversas tonalidades, de intención similara los preludios del Clave Bien Temperadode Bach, fueron ejecutados por Francocon especial atención a la continuidad armónica, y a un est ilo que preludiaba ya elsurgimiento de la gran escuela flautfsticafrancesa cuyo fundador fue, precisamente, Hotteterre.
Después, la tradición alemana en la notable Sonata en do menor de Carl Philipp
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