Ibis de Ovidio, pues muchos...

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Introducción C ierto aura de misterio envuelve al Ibis de Ovidio, pues muchos son los enigmas que aún hoy plantea la obra y que resulta difícil desli- gar de la propia personalidad del poeta y de las adversas circunstancias personales en las que se encontraba en el momento de su composición. Así, cuestiones como la identidad del destinatario -en el supuesto de que éste sea real, lo que a su vez constituye un nuevo dilema para la crítica-, la datación de la obra, la razón del exilio de Ovidio, etc., vienen siendo objeto de estudio desde la Antigüedad y han hecho correr ríos de tinta sin que hasta la fecha se haya alcanzado unanimidad al respecto. De todas ellas pretendemos dar cuenta en las líneas que siguen. Pese a la abtmdancia de datos que acerca de su biografía poseemos, la El destierro mayor parte ológrafa', no se halla ésta exenta de sombras e interrogantes, que se acentúan considerablemente en la época del destierro, pues si bien su relegatio es un hecho que no ha sido prácticamente cuestio- nado^, la causa de la misma en cambio ha sido ampliamente debatida, de modo que la sombra de la duda sigue levitando sobre las oscuras razones de ésta. Al parecer le fue notificada mientras se hallaba en Elba con su amigo M. Aurelio Cota Máximo', si creemos en el testimonio del propio poeta, curiosamente el único que poseemos al respecto, y por tanto presumiblemente parcial. Según se puede deducir de sus epísto- las, sus contemporáneos conocían las causas de su relegatio, por lo que quizá haya que ver el motivo de que las encubra en su técnica poética, basada en la complicidad con el lector y en la ironía, que utiliza incluso hacia su propia persona. Sea como fuere, io cierto es que Ovidio no fue sometido a juicio público. De los dos supuestos cargos que se le impu- taban uno de ellos era demasiado general, de forma que estaba fuera de las consideraciones de la ley, y el otro demasiado delicado para ser so- 1 Muy interesante al respeao es Tñst. IV 10. 2 Excepción hecha de EHLERS, como se verá infra. 3 CF. Pont, N 3, 83 s. 11

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I n t r o d u c c i ó n

Cierto aura de misterio envuelve al Ibis de Ovidio, pues muchos son los enigmas que aún hoy plantea la obra y que resulta difícil desli­

gar de la propia personalidad del poeta y de las adversas circunstancias personales en las que se encontraba en el momento de su composición. Así, cuestiones como la identidad del destinatario -en el supuesto de que éste sea real, lo que a su vez constituye un nuevo dilema para la crítica-, la datación de la obra, la razón del exilio de Ovidio, etc., vienen siendo objeto de estudio desde la Antigüedad y han hecho correr ríos de tinta sin que hasta la fecha se haya alcanzado unanimidad al respecto. De todas ellas pretendemos dar cuenta en las líneas que siguen.

Pese a la abtmdancia de datos que acerca de su biografía poseemos, la El destierro

mayor parte ológrafa', no se halla ésta exenta de sombras e interrogantes, que se acentúan considerablemente en la época del destierro, pues si bien su relegatio es un hecho que no ha sido prácticamente cuestio-nado^, la causa de la misma en cambio ha sido ampliamente debatida, de modo que la sombra de la duda sigue levitando sobre las oscuras razones de ésta. Al parecer le fue notificada mientras se hallaba en Elba con su amigo M. Aurelio Cota Máximo', si creemos en el testimonio del propio poeta, curiosamente el único que poseemos al respecto, y por tanto presumiblemente parcial. Según se puede deducir de sus epísto­las, sus contemporáneos conocían las causas de su relegatio, por lo que quizá haya que ver el motivo de que las encubra en su técnica poética, basada en la complicidad con el lector y en la ironía, que utiliza incluso hacia su propia persona. Sea como fuere, io cierto es que Ovidio no fue sometido a juicio público. De los dos supuestos cargos que se le impu­taban uno de ellos era demasiado general, de forma que estaba fuera de las consideraciones de la ley, y el otro demasiado delicado para ser so-

1 Muy interesante al respeao es Tñst. IV 10. 2 Excepción hecha de EHLERS, como se verá infra. 3 CF. Pont, N 3, 83 s.

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EL mis DE OVIDIO

metido a un juicio público. En cualquier caso, el hecho de que su des­tierro fuese decretado sin necesidad de juicio previo es prueba evidente de la omnipotencia del emperador y del punto al que había llegado su autoridad.

Pero no tienen estas líneas el propósito, que con toda seguridad sería una vez más baldío, de esclarecer los motivos de la relegatío, real o fingi­da, de Ovidio, pues nada podríamos añadir a lo ya dicho con anteriori­dad en sus excelentes estados de la cuestión por THIBAULT* -quien anali­za una a una las diferentes hipótesis existentes, que recoge ordenadas según un criterio cronológico junto a su respectivo defensor o defenso­res en un apéndice tan valioso como interesante-, CARCOPINO^ -que re­coge nueve explicaciones distinguiendo tres enfoques, a saber, el moral, el político y el religioso, e inclinándose por la versión de que fue la condición de neopitagórico de Ovidio* junto a su oposición al régimen lo que le acarreó el destierro, versión que es rechazada por ANDRÉ en su edición de los Tristia^ - o EHLERS' -quien abre una nueva perspectiva al considerar la posibilidad de que el exilio sea un topos más de ios emplea­dos por el poeta; en su opinión se trataría de un elemento ficcional, tesis que vendría abonada por una serie de extrañas circunstancias al tiempo que las explicaría: ausencia de un juicio público, del edicto de Augusto por el que fue expulsado, y de ios testimonios de sus coetá­neos. Más recientemente han tratado el tema V. CRISTÓBAL' y J. GONZÁLEZ VÁZQUEZ'" en sus respectivas y ampliamente documentadas introducciones. La gran diversidad de interpretaciones ha venido moti­vada por la ambigüedad de las palabras del propio poeta en sus elegías del destierro.

I d e n t i d a d Aunque envuelto en la nebulosa del misterio, el tono y la expresión d e Ibis dramáticas de Tristia y Epistulne ex Ponto nos dan certeza de la realidad

del destierro. Aún cuando no conocemos las causas reales de la relegatio de Ovidio, el poeta hace que nos pongamos de su parte por su actitud

4 (1964) . 5 (1965) 76. 6 Condición que a su parecer se puede apreciar en las Metamorfosis. 7 Editada en 1968. 8 (1988) . 9 (1989) 15-24. 10 (1992) 17-22.

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INTRODUCCIÓN

humilde que, no obstante, rehuye la humillación. Sin mostrar afecta­ción, toca nuestra fibra sensible con la misma sencillez con la que mani­fiesta su benignidad, tornándose acto seguido en el más cruel y visceral de los enemigos, pues junto a las ocasionales súplicas a Augusto alter­nan en Ibis los más duros ataques a tm presunto enemigo. La identidad del vituperado desconocido'' ha sido desde la Antigüedad objeto de curiosidad y motivo de las más variopintas conjeturas y teorías, entre las que ocupan un destacable lugar las de tipo histórico y Uterario, y de las que ofrece buena muestra ANDRÉ en su introducción al /¿¿x'^. Pero también en este aspecto todo se reduce a meras hipótesis y no ha sido posible identificarlo con un personaje real, sin que ello implique nece­sariamente que no existiera".

De acuerdo con la cronología encontramos el más antiguo intento de identificación de Ibis'* en el testimonio de Coelius RHODIGINVS'^, quien cita a Cecilio Minuciano Apuleyo, el cual en un fragmento de su De re orto¿fraphica sostiene que el epemigo de Ovidio era Corvino:

.. Auctor idem Minutia-nus est Corvinum ab Ovidio appeüatum fuisse Ibin, ex avis foeditate, cui ventrem rostro purgare insitum sit, et hoc ex Callimachi imitatione.

Sin embargo, tanto Rhodiginus como Minutianus han sido acusados de falsificación, y en todo caso resulta harto improbable que este tal Corvinus fuese Marco Valerio Mésala Corvino'*, el cual permaneció fiel a Ovidio y para quien éste compuso incluso un epicedio desde el destie­rro {Pont. I 7 ) .

La hipótesis más famosa es la que hace SALVAGNIVS'^ al identificar a Ibis con Higino, bibliotecario de Augusto, que fue amigo de Ovidio y

11 Cosa que por otra parte no es extraña en Ovidio, pues también nos presenta destinata­rios anónimos en algunos poemas de THstia (entre los que destacan III 11, IV 9, V 6 y V 8) o en Parai. III 6.

12 (1965) V y VI. 13 Personalmente nos inclinamos por suponerlo un personaje ficticio, como trataremos de

argumentar. Cf. en este sentido nuestro artículo «Elife. . .» (1995) 813-818, en el que tratamos este aspecto, entre otros.

14 Ya señalado por LA PENNA (1957) xvn. 15 Anúq. ka. XIH, 1 = ed. Colonia Allobrogum, 1620, p. 859E 16 Cf. al respecto L . BRACCESI (1974) . 17 (1633) 9-13.

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EL WS DE OVIDIO

además nació en Alejandría'*. El comentarista galo pensaba que Ovidio, acumulando las caecae historiae, quería destruir al docto mitógrafo con sus propias armas.

Por su parte M E R K E L ' ' intentó demostrar que se trataba del poeta Manilio, a quien en un códice^" se menciona como Manilius Poenus, pero no hay alusión alguna en el poema a que Ibis fuese poeta. Otra hipótesis de MERKEL relaciona a Ibis con el propio Tiberio.

ELLIS^' había identificado a Ibis con Casio Severo o bien con el ora­dor Tito Labieno, que tienen en común la violencia difamatoria, que explicaría el verba- canina, si bien ninguno de ellos era de origen africa­no ni les unía amistad alguna con Ovidio.

Una nueva hipótesis, más novelesca si cabe, es la que identifica a Ibis con Trasilo, el astrólogo de Tiberio, originario de Egipto. A él se adap­taría muy bien la parte del Ibis que tiene que ver con el influjo de los astros y con el horóscopo y los omina que acompañan al nacimiento (209-250) . Sin embargo no tenemos noticia de que tuviera relación con Ovidio, y, además, cabe pensar que el adjetivo Cyniphius que se da a Ibis se aplicaría a un libio antes que a un egipcio.

También a ELLIS^^ debemos la conjetura según la cual Ibis sería Juba el joven. Se basa para ello en el v. 311, donde se nombra a Sardanápalo, quien se hizo quemar junto con todos sus tesoros, en lo que ve la alu­sión a una costumbre africana.

En definitiva, todo lo que sabemos de Ibis se reduce a lo que Ovidio nos muestra de él. A nuestro parecer puede decirse que crea un perso­naje a medida de sus necesidades, de tal forma que pueda ser el pretexto para dar un enfoque nuevo a su reiterada queja ante lo injusto de su situación. Por medio de una breve introducción o proemio nos pone en antecedentes sobre sus razones para vituperar tan cruelmente al ignoto enemigo, pero éste no será presentado hasta el v. 29, si bien ya en el 7 hay una ligera alusión a él. Tal vez con este retraso intencionado busca Ovidio dar realce al personaje, reclamado por la curiosidad del lector

1 8 Según la mayor parte de fuentes sería de origen hispano, si bien se le llama alejandrino por ser en Alejandría donde desarrolló sus estudios.

1 9 En la edición reimeriana editada en Berh'n en 1 8 3 7 , como indica LA PENNA ( 1 9 5 7 ) xviii. 2 0 Se trata de un códice Vossiano recentísimo y según LA PENNA falso, por lo que la hipó­

tesis carecería de ftmdamento. 2 1 ( 1 8 8 1 ) XXVI. 2 2 En JP 2 4 , p. 1 8 1 , como indica LA PENNA ( 1 9 5 7 ) XDÍ.

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INTRODUCCIÓN

ante las menciones previas que indirectamente hacen referencia al mis­mo. Evidentemente su sobrenombre está adelantando de alguna mane­ra su reprobable actuación, con lo que, teniendo en cuenta que su signi­ficación determina el carácter de su portador, podemos concluir que nos encontramos ante un aition de tipo etimológico. Sabemos en efecto que el ibis era un ave sagrada egipcia conocida por la costumbre -que, entre otros, relata Ovidio- de clisterizarse con su propio pico. De ahí que tal vez tanto Ovidio como Calimaco hayan tomado el nombre como símbolo de inmundicia moral, del comportamiento reprobable de una persona que se aprovecha de las desgracias ajenas, como ya señalara PERROTTA^' .

Diego MEXÍA en su traducción del Ibis en tercetos castellanos ofrece una versión muy interesante de la identidad del tal Ibis. A propósito de una referencia de Ovidio a su nacimiento en tierra Cinifia, dice que o bien es real o bien es tomado en sentido figurado, puesto que en las orillas de esa región, situada junto al mar Líbico, se cría mucho macho cabrío, y de esa manera quiere «motejalle que nació en algún corral de Cabras, o significando con esto ser luxurioso, por ser el cabrón símbolo de la luxuria i torpeza.» Para esta interpretación se basa MEXÍA en el escoliasta del códice P, quien ofrece dos explicaciones: terram ita turpem sicut est Cinyphia'-'^ y Vel quia ndtus est in ipsa Cinyphia ubi abundant hirci.

No podemos dejar de apuntar la sugerente hipótesis de HUBAUX^^, quien identifica al enemigo de Ovidio con Luceyo, contra el cual se dirige la invectiva yámbica de la Appendix vergiliana, Catal. 1 3 . Este poema, pues, sería el cumplimiento de la promesa que Ovidio formula en el v. 6 4 3 del Ibis. Sin embargo, el autor de la invectiva yámbica pare­ce encontrarse en Roma^*, lo que echaría por tierra la hipótesis.

No estamos de acuerdo con la explicación de que el empleo de este nombre se deba al posible origen egipcio del personaje denostado^'', y si bien ELLIS ha visto también elementos egipcios en otros pasajes, como son la costumbre de recostar al recién nacido en tierra apoyado sobre

2 3 ( 1 9 2 5 ) .

2 4 Explicación que en opinión de PERROTIA sería la acertada. 2 5 Que tanto LA PENNA ( 1 9 5 7 ) , p. X I X , n. 2 , como MARTINI ( 1 9 3 2 ) 4 1 1 ss. estima infim-

dada. 2 6 Según puede deducirse del pasaje comprendido entre los w. 1 9 - 2 8 . 2 7 A propósito de esta posibilidad cf. LA PENNA ( 1 9 5 7 ) , X X X V I - X L (aunque sólo en lo

que respecta al Ibis caHmaqueo).

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EL ais DE OVIDIO

una piedra ( 2 3 5 ss.), el horóscopo del neonato ( 2 0 9 ss.), la alusión a los Campos Elisios ( 1 7 3 ss.), la descripción de la sombra del muerto que persigue al enemigo vivo ( 1 4 1 ss.; 1 5 3 ss.), la enumeración de los suplicios infernales ( 1 7 5 ss.), la relación de amores incestuosos, etc., todo esto no ha de considerarse en absoluto privativo del pueblo egip­cio.

H o u s M A N ^ ' , basándose en lo atípico de las coincidencias de que su nacimiento sea precisamente el diz Aliensis, piensa que Ibis es un perso­naje ficticio, que no existió realmente. En efecto, según él, tal orden y armonía sólo existe en mundos de nuestra creación, no en el mundo real, y ningún hombre ataca a un enemigo real con una sarta tan inter­minable e inconsistente de execrationes, que no pueden ser leídas ni es­critas en serio. Haciendo un juego de palabras, el estudioso afirma que las calamidades que le desea son demasiado terribles para ser probables y demasiado improbables para poder considerarse terribles. Otro dato que apoya su argumento es que en Pont. IV 1 4 , 4 4 , escrito posterior­mente a Ibis, Ovidio dice, de manera similar a como hace en Ibis, extat adhuc nemo saucius ore meo, por lo que tal vez estemos ante un tópico Uterario. También en Trist. IV 9 , 2 7 -auténtica invectiva, que presenta múltiples paralelos con Ibis- se hace referencia a la ofensa de un enemi­go, que al igual que aquí se mantiene en la incógnita: nomen facinusque tucebo. En esta elegía ROSTAGNI ha visto ecos del Ibis en los versos 1 9 a 2 1 :

Nostraper inmensas ibunt praeconia¿¡entes, queque querar notum qua patet orbis erit.

Ibit ad occasum quidquid dicemus ab ortu... Sin embargo en ella el poeta aún abriga la esperanza de la reconcilia­

ción y manifiesta su oposición a la batalla: lamferor in pugnas et nondum cornua sumpsi,

nec mihi sumendi causa sit ulla velim

De nuevo en Trist. V 8 es descrito un rival de forma vaga, así como en Trist. I 6 , en el que el poeta hace alusión a alguna persona o personas que habían intentado apoderarse de las propiedades de Ovidio sin éxito gracias a la oposición de su esposa y amigos. La metáfora que emplea

28 (1920) .

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INTRODUCCIÓN

para referirse a este acto reprobable es consonante en imagen y conteni­do con Ibis 17-22, donde también menciona las tablas de su naufragio.

ROSTAGNI, HOUSMAN y PERROTTA coinciden en pensar que la víctima

de Ovidio sería imaginaria, si bien sus argumentos varían. Para el pri­mero. Ibis no sería sino la traducción de tm poema griego homónimo falsamente atribuido a Calimaco. Las expresiones de indeterminación del tipo «quisquis est...» no tendrían sino valor peyorativo.

Por su parte HOUSMAN presenta tres argumentos en apoyo de su hi­pótesis. En primer lugar, opina que una lista de calamidades de este tipo no podría constituir un ataque serio contra un enemigo real, en cuyo caso por idéntica razón se podría esgrimir el mismo argumento en relación al Ibis de Calimaco. Abundando en ello señala el estudioso que este procedimiento es empleado por Ovidio también en otras obras del destierro, si bien dirigido a personas concretas, como es el caso de Trist. III 11, 39-42, donde se citan sucesivamente tres ejemplos de crueldad, cual son Busiris, Fálaris y Perilo, de manera muy similar a la de los exempla de Ibis:

Saevior es tristi Busiride, saevior ilio quifalsum lento torruit igne bovem

quique bovem Siculo fertur donasse tyranno...

Como segundo argumento en favor de su teoría, seríala la coinciden­cia de que Ibis nazca el día del aniversario del desastre del Alia y en la región más salvaje de Africa, la Cinifia^', tierra célebre por la abundan­cia de todo tipo de animales salvajes'" y en particular de serpientes'', que según la leyenda tendrían su origen en el hecho de que toda la Libia está empapada de la sangre goteante de la cabeza de Medusa decapitada por Perseo, de donde nacen. De esta forma Ovidio niega a su enemigo hasta el derecho de nacer en vm lugar civilizado, justificando de alguna forma su maldad.

Apoyándose en los pasajes mencionados, además de en los w. 225 s., algunos estudiosos han pensado que Ibis sea un personaje de origen africano. Sin embargo también en Trist. I 8 37-40 alude al origen africa-

2 9 Ib. 222 . Para ROSTAGNI esta alusión sería una simple reminiscencia del modelo griego. 30 De ahí que los partidarios del origen africano de Ibis se basen también en los w. 501 s.:

Feta tíbi occurrat patrio ¡popularis in arvo/ sitque Phalaeceae causa kaena necis. 31 C f , entre otros pasajes, Met. VII 272.

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EL ais DE OVIDIO

no de otro de sus detractores, el romano Pompeyo Macer, lo que nos indica que se trata de un mero tópico literario.

Aunque L A PENNA parece optar por su existencia, no descarta que Ibis sea una fictio literaria de Ovidio, aunque tacha de sutilezas hipercríticas las hipótesis de HOUSMAN en defensa de la ficción, pues si bien es presumible que desconociera la fecha exacta del nacimiento de su enemigo, nada le impedía fingir poéticamente que coincidiera con un día auténticamente nefasto para los romanos. Sobre su origen africa­no tampoco le parece a L A PENNA se haya de discrepar, ya que en Roma abundaban los africanos. En su opinión, sobre Ibis se puede decir lo que sobre todo personaje poético: que en parte siempre es ficción. Las numerosas expresiones de indeterminación no tienen por qué indicar desconocimiento. Pueden tener también un sentido despectivo. Por lo demás, se guarda de intentar una identificación que le parece inútil y cuyo único fin sería aumentar el número de lo que él estima artificiosas conjeturas, propias de la filología que se obstina en no considerar «perditum quod perüt».

ROSTAGNI duda si considerar Ibis un nombre o un apodo, aunque se inclina por estimarlo un nombre convencional de colorido «líbico-egip-cio». Se sabe que era muy común como sobrenombre, y de ahí que Aristófanes lo emplee con ese uso'^, dándose el caso además de que se trata del nombre de un ave.

En la prohibición a que aluden diversos autores clásicos -como es el caso de Cicerón'' - que la Ley de las XII Tablas hizo de los poemas de difamación, vemos una posible causa de que Ovidio silencie el nombre de su enemigo, en caso de que éste sea real: al no nombrar .a nadie directamente, nadie puede denunciar su difamación, sin que por ello deje de sentirse aludido. Además, su denuncia conllevaría su puesta en evidencia, por lo que de manera muy ingeniosa Ovidio lo ataca feroz­mente, sin recato de ningún tipo.

Por otra parte, si bien muestra concomitancias con las defixionum tabellae, presenta al mismo tiempo una diferencia fundamental: precisa­

s i EnAves 1296. 33 En De np. IV 12: XII Tabulae, cum perpaucas res capite sanxissent, in his banc qmque

sanciendam putaverunt: si quis occentavisset sive carmen condidisset, quod infamiam faceret flagitiumve alten... o en Tuse. IV 4 : XJJ Tabulae declarant candi iam tum solitum esse carmen, quod ne liceretfieri ad alterius iniuriam lege sanxerunt...

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INTRODUCCIÓN

mente el hecho de que el enemigo sea innominado, ya que en este tipo de ritos se exigía la mayor precisión para asegurar la efectividad. No podía dejarse margen al error, por lo que era absolutamente necesario el mayor acopio de datos y detalles posibles que hicieran incuestionable la identidad del defixus. Esto nos ha dado pie para pensar que Ovidio sim­plemente hace un tratamiento particular del tema de la defixio con fines exclusivamente literarios, en los que la retórica, como veremos, juega un papel nada desdeñable. La acumulación de tópicos y fórmulas re­fuerzan esta tesis.

Por lo demás, era relativamente frecuente el empleo de fórmulas crípticas, de palabras invertidas o deformes, de juegos de palabras,... de suerte que para el común de los mortales fuese indescrifable y se convir­tiese en una especie de código secreto únicamente inteligible para el defixus y para aquél que formulaba la defixio. Esto haría que la aparición del nombre fuese menos necesaria, o al menos no imprescindible.

SALINAS'* dice textualmente a propósito de la identidad: «el sujeto a quien llama Ibis creyeron algunos que era su falso amigo Higinio; pero Denys de Salvainy sostiene que nació en Alejandría, donde este lindo pájaro se tiene en gran reverencia».

Por su parte HERRMANN" hace a Ibis yerno de Ovidio ai identificarlo con Cornelius Fidus, esposo de su hija Ovidia, hipótesis basada en indi­cios sin fundamento, que será más tarde sostenida por LEBOURDELLES'* , quien piensa que Fidus pudiera estar sustituido por Ibis, al igual que era práctica común entre los elegiacos el sustituir ios nombres de sus ama­das por pseudónimos. En su opinión reafirman la hipótesis la aparición del adjetivo fidus en diferentes pasajes, como Trist. I 1 6 , 1 3 o Ib. 8 3 .

Tampoco estamos de acuerdo con la apreciación de GARCÍA FUEN­TES' ' ' , según la cual es innegable que Ibis era un orador del foro que intentaba apropiarse de los bienes del poeta, ya que no creemos que sea posible llegar a esta deducción únicamente a partir de los versos 1 4 : iactat et in toto nomina nostra foro_ ni 2 3 2 : latrat et in toto verba canina foro, además de que no es segura la identificación con el enemigo al que en Trist. III 1 1 , 2 0 se atribuye ora diserta, así como tampoco con el

3 4 (1925) 311. 35 (1968 ) . 3 6 (1982) . 37 (1992) .

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EL mis DE OVIDIO

hecho de que su nacimiento fuese el día de la batalla del Alia, antes bien pensamos que se trata de tópicos literarios, y siguiendo a ROSTAGNI, opinamos que tal vez Ovidio no atacase a una persona concreta sino a un hombre de paja que podría representar a una institución o a un par­tido, o incluso a su absurda e inmerecida situación.

Se ha llegado a hablar de una teoría del acróstico'', según la cual en el comienzo de ciertos versos Ovidio daría la pista de la identidad de Ibis. Esta teoría está ligada a la relación del Ibis con los ritos mágicos, toda vez que la literatura acróstica -cuyos comienzos, según V O G T ' ' , perma­necen en la oscuridad a pesar de que poseemos ya testimonios de época babilónica-, tiene que ver con la mística y la magia que se piensa encie­rran las palabras, y, en consecuencia, con la literatura oracular. Por otra parte, en época helenística el uso del acróstico y de la poesía figurativa en general alcanzó un gran auge, como podemos comprobar por la Antología Palatina*^, llegando a constituir una enraizada tradición.

En definitiva, a nuestro parecer*' Ovidio se identifica con su poesía de tal forma que vuelca en ella la expresión de sus más íntimos senti­mientos; así, en Ibis se puede ver una simple reacción del ánimo que pasa del tono resignado de Tristia a la desesperación de un hombre que se considera muerto en vida, según manifiesta reiteradamente en dicha obra, lejos de su tierra, de la civilización y de la cultura de Roma, y que, desde nuestro punto de vista, juega con el lector invirtiendo los térmi­nos de tal forma que enmascara la realidad bajo la apariencia de ficción, dotando de identidad palpable, al personalizarlo en un ser humano, su rechazo ante la injusticia vivida en su propia carne*^, utilizando en fin la literatura como recreación artística de la realidad.

3 8 Que defiende IANSSENS ( 1 9 8 1 ) , quien tiene como precedente a SIMON ( 1 9 2 3 ) , quien en su obra reaüza un esmdio de los acrósticos en autores como Horacio, Virgilio, Ovidio, Catulo, Tibulo, Propercio, Plauto, Terencio, Lucrecio, Homero, Hesíodo o Sófocles, citados en este orden. Por lo demás, ya l. SCHWAKTZ ( 1 9 5 1 ) 1 8 2 - 1 9 4 había hecho resal­tar el acróstico formado por las primeras letras del primer dístico de los poemas 3 , 4 , 5 , 7 y 8 del libro II de Pontíca.

3 9 ( 1 9 6 7 ) 8 0 . 4 0 Así en Anth. Pal. JX 3 8 5 , en forma de acróstico alfabético se nos da el resumen del

contenido de los veinticuatro libros de la IMada. 4 1 Opinión en la que coincidimos con GASPAROV ( 1 9 7 7 ) , entre otros estudiosos del Ibis. 4 2 Es muy significativo y corrobora lo dicho el hecho de que, tal y como es oscura la razón

de su destierro, así io es el motivo por el que zahiere a Ibis. En ambos casos se apuntan hipótesis poco convincentes: carmen et error para el primero, intento de confiscación de bienes y de conquista de la esposa ajena para el segundo.

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INTRODUCCIÓN

Como ya apuntamos anteriormente, la atribución a Ovidio era segu- Autoría ra para SALVAGNIVS, quien coincide con el resto de comentaristas de la obra de que tenemos noticia, ninguno de los cuales pone en cuestión la autoría ovidiana.

Entre los modernos, en cambio, surgió la duda, y así BARDON*' , en su recensión del comentario de L A PENNA al Ibis, se queja de la omisión del filólogo italiano sobre la cuestión de la autenticidad del opúsculo ovidiano. Por su parte L A PENNA** considera muerta la cuestión, que por otro lado tuvo una efímera vida, sobre si la obra surgió de la pluma del sulmonense, calificándola de «falso problema».

La atribución a Ovidio había sido negada a partir de una falsa interpretación del dístico 465-466 , que más tarde ha podido ser expli­cado gracias a las Diegéseis calimaqueas. Se trata de la referencia a Teudoto, a quien se identificó con el mártir cristiano Teodoto. Tal iden­tificación hizo que ELLIS*' condenara como espúrea una parte del Ibis, pero aún hubo quienes fueron más allá, y así Bj\^PER en nota al citado artículo de ELLIS** considera espúreo todo el Ibis, atribuyéndolo a un exiliado cristiano que insultaba a un emperador romano, probablemente Septimio Severo.

La opinión de L A PENNA al respecto queda claramente expresada en sus elocuentes palabras: «dispiace che a simili aberrazioni conducesse lo Ellis, il quale tanti meriti aveva avuto come editore e interprete del poemetto»*'^.

Por último, cabe citar la opinión de HERRMANN** , para quien el autor del Ibis -que a su parecer no tendría nada que ver con el calimaqueo- es C. Caesius Baso, apoyándose para tal afirmación en supuestos acrósti­cos. Del mismo modo piensa que fue Baso el autor de la Nux, para la cual se sirvió de lecturas de Séneca, Fedro y Persio entre otros. Por otra parte, el estudioso apoya la hipótesis de HUBAUX, a la que hicimos refe­rencia según la cual Ovidio sería el autor ácApp. Verg. Cat. 13.

En favor de la paternidad de Ovidio, comúnmente aceptada, hablan el tono de la obra -en la misma línea de Tristia y Póntica, en las que

4 3 En BEL 3 5 , 1 9 5 7 , p. 3 6 8 .

4 4 ( 1 9 5 9 ) 3 3 .

4 5 JP 1 4 , p. 9 8 ss. 4 6 p. 1 0 3 ss. 4 7 LA PENNA ( 1 9 5 7 ) , X X X V I , n. I .

4 8 ( 1 9 5 8 ) 1 2 2 .

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EL mis DE OVIDIO

incansablemente invoca a Augusto y a su clemencia en contraste con sus inclementes ataques contra Ibis- así como el estilo de la composición, inequívocamente ovidiano.

Datacion*' Parece claro que la obra se puede fechar en torno al 10 d. C.^", pues ya en los dos primeros versos hace el poeta una referencia temporal explícita: se encuentra en el décimo primer lustro de su vida. Las alusio­nes a Augusto dan a entender que éste aún vive, lo que nos señalaría un terminus ante quem: el 14 d. C.

Sus concomitancias con algunos poemas de Tristia -concretamente l 6, o II 563-572- han hecho pensar a algunos estudiosos (entre ellos ANDRÉ) que el poeta alternó la redacción de ambas obras, e incluso que Ibis es anterior. Para esta última afirmación se han basado en el empleo de los tiempos verbales: mientras en Tristia se emplea el pasado, en Ibis los verbos que aluden al enemigo aparecen predominantemente en pre­sente, lo que pudiera hacer pensar en la simultaneidad de los hechos relatados. Más bien habría que pensar que se trata de un tópico litera­rio, y que por tanto la coincidencia formal, así como el empleo de uno u otro tiempo verbal no implica simultaneidad en la composición, sino una simple elección del poeta.

Detalles como la alusión a la duración de su desgracia (/ow^k.. malis), tampoco son esclarecedores, pues es lógico que al que padece un mal se le figure eterno, sin que pueda otorgársele carácter objetivo.

Un dato más a tener en cuenta es el que en Trist. I I I13 lamente su 53 cumpleaños, detalle que abonaría la hipótesis de la simultaneidad de composición o cuando menos de la proximidad temporal de su redac­ción.

En cuanto a la posible publicación de la obra en vida de Ovidio, L A PENNA apuesta por rechazarla, alegando que la divulgación de la misma hubiera perjudicado al poeta, por lo que la prudencia le aconsejaría mantenerla inédita. Nuestra opinión de que se trata de im ejercicio lite-

4 9 Como señala LA PENNA, la cronología de las obras del exilio ha sido fijada en sus puntos esenciales por G . GRAEBER., en su obrí Quaestionum Opidianarum pars prior, Programma Elberfeldense 1 8 8 1 . Cf. al respecto el amplio y detallado capítulo que aquél dedica al tema ( 1 9 5 7 ) VII-XDC

5 0 G . WABTENBERG en su tesis doctoral {Quaestiones Ovidianae), fechada en Berlin en 1 8 8 4 intentó retrotraer la relegación a finales del 9 a. C , hipótesis pronto desechada.

[22]

INTRODUCCIÓN

rario privado de correlato real nos impide apoyar esta hipótesis, si bien nos inclinamos por suponerla postuma en razón del silencio que sobre la misma pesa entre sus contemporáneos, silencio que por otra parte también rodea, como hemos apuntado, las circunstancias y el hecho mismo de su misterioso destierro.

Pasando a lo que podríamos llamar problemas intrínsecos a la obra Contenido y hemos de detenernos en primer lugar en lo que al contenido y estructu- estructura ra se refiere.

Son muchos los estudiosos que se han pronunciado acerca de la com­plejidad de la obra ovidiana, entre los que destacaríamos el testimonio de MENÉNDEZ PELAYO^' , quien la considera, «junto al 'Ternario', por otro nombre 'Grifo' de Ausonio, dos de las composiciones más oscuras de la poesía latina...», así como el curioso y anecdótico epigrama que Felicianus BoFFiNVS dedica a Dionysius SALVAGNIVS, y que a continuación repro­ducimos:

TE simul, et Chloris, SALVAGNI, torquet, et Ibis, utraque permultis ante petita. procis.

Amhae, ausa, tuae, sed. dispar gloria, curae: haec facilis, facilis non fuit illa tibi.

Scilicet est aliquid maius, te vincere, Chlori, quam te, visa diu maximus. Ibi, labor.^^

Siguiendo a GUILLEN' ' , quien no se refiere en este sentido a Ibis -obra que por lo demás no menciona-, sino a Tristia, la podríamos encuadrar dentro de la literatura «de contraexilio».

El Ibis es, en cualquier caso, una larga invectiva en 644 versos dirigi­da contra un antiguo amigo que presumiblemente le ha conducido al exilio -o al menos ha colaborado activamente en él- difamándole en Roma, ante el emperador, que además no tiene empacho en solicitar los

5 1 Testimonio que recoge PALAU I DULCET ( 1 9 7 6 ) vol. XII p. 1 2 0 . 52 «A ti, Salvagnius, a un tiempo Cloris e Ibis te atormentan, una y otro solicitados antes

por un sinnúmero de pretendientes. Ambas fueron objeto de tu arrojada mas desigual gloria, pues si ésta te ha resultado fácil no fue fácil aquella. Verdaderamente resulta más dificultoso vencerte a ti, Cloris, que a ti. Ibis, empresa que durante largo tiempo se antojó la más grande».

5 3 ( 1 9 9 5 ) 3 1 .

[23]

EL mis DE OVIDIO

favores de su esposa y que trata de apoderarse de sus bienes'*. Tras proferir al tal Ibis solemnes y terribles maldiciones, el poeta desea que padezca una infinidad de torturas y suplicios, para lo que se sirve de una impresionante enumeración de comparaciones y de exempla relati­vos a los sufrimientos padecidos por numerosos personajes de la mito­logía y la historia, de los más conocidos a los más oscuros (w. 251-6 3 8 ) .

Su contenido, pródigo en referencias mitológicas, se inserta dentro de la tradición poética alejandrina, según lo corrobora el propio poeta y lo afirma la Suda, que nos relaciona la obra con la homónima de Calimaco, perdida, y que de conservarse nos aclararía no pocas dudas sobre la misma, como la cuestión de si se trata de tm puro ejercicio retórico, una simple imitación o una auténtica invectiva contra un ver­dadero rival.

Esta invectiva feroz, caricaturesca, descarnada, profusa en símiles hiperbólicos, se halla plagada de adynata inimaginables, de suerte que la linealidad habitual de los relatos ovidianos es reemplazada por una línea quebrada propia del lenguaje expresivo, de la emoción que recorre la obra como una exhalación de odio y maledicencia. Desde los prime­ros versos lo audaz, lo impensable, toman carta de naturaleza, y el tema se va ampliando hasta los límites -si es que existen- de lo inconcebible.

Un Ovidio implacable, escribiendo con tintas negras, sorprende con un escalofrío al lector por su incansable imaginación y sobre todo por su capacidad de hacer literatura de un tema tan oscuro y sórdido como es el deseo de venganza o el odio. Es llamativo el comentario de TRISOGLIO" , quien al final de un análisis de la obra concluye que si el enemigo de Ovidio tuvo el valor de leer por completo lo que él denomi­na «ce musée des horreurs», debe haber expiado su falta suficientemen­te, cualquiera que ésta fuese.

Ese Ibis, de quien sólo conocemos el nombre, pero que es merecedor de los mayores vituperios, proferidos a granel, prodigados sin tasa ni medida, va a producir una metamorfosis en quien ha sido el creador hterario de las mismas. El mismo poeta se muestra consciente y así lo expresa en los versos 9-10:

5 4 Según puede deducirse de los w. 9-20 átibis. 55 (1958) 138.

[24]

INTRODUCCIÓN

Quisquís is est -nam nomen adhuc utcumque tacebo-cogit inassuetas sumere tela manus

56 Trist. I 3, 89 : Egredior, sive illud eratsine fimere fèrri...

[25]

non soleam quamvis hoc genus ipse sequi 60 :

oblitus maris iuAiciique mei y 205 s.:

Tot tibi, vae misero, venient talesque ruinae ut cogi in lacrimas me quoque posse putem.

El espíritu lánguido del Ovidio elegiaco, la sabiduría mundana del Ovidio amoroso, la erudición mitológica del Ovidio fabulista, eran la crisálida de la que ha surgido este nuevo Ovidio, que se sirve de su dominio de la lengua del Lacio como arma al servicio de la causa de su autodefensa y contraataque, frente a aquél hombre misterioso, un nom­bre sin hombre para nosotros. La causa del odio feroz, eludida, nunca aludida, constituye la esencial elipsis temática del Ibis, de donde emana toda posterior duda. La culpa es, como la suya propia, insinuada, mas no explícita. Quizá quiera utilizar al personaje como speculum en el que proyectar sus males. Esta hipótesis, junto a otras que en su momento se apuntarán, hace pensar que se trata de un mero ejercicio literario del sulmonense, ejecutado como forma de matar el tiempo de un hombre que se considera muerto en vida, según manifiesta reiteradamente en sus Tristia^^, alejado de su tierra, de la civilización y la ctdtura florecien­te de Roma.

Ovidio muestra aquí una vena atrabiliaria que apenas si podríamos barruntar en los momentos más desesperados de su exiho. Frente a Tristia y Pontica, en que su melancolía aparece barnizada de cierta resignación. Ibis por el contrario es pura hiél. Sus deseos de venganza no encuentran fin en este mundo, sino que, respondiendo a un odio eterno, llegan hasta el más allá, al mundo de ultratumba, como revelan estos pasajes:

Tune quoque, cum fuero vacuas dilapsus in auras,

exsanguis mores oderit umbra tuos. Tune quoque factorum veniam memor umbra tuorum,

insequar et vultus ossea forma tuos (w. 141-144)

58 :

EL IBIS DE OVIDIO

O

Quidquid ero, Stygiis erumpere nitar ab oris, et tendam¿elidas ultor in ora manus

Me vigiL·ns cernes, tacitis ego noctis in umbris excutiam somnos visus adesse tuos (w. 153-156)

Dejándose llevar de la más ciega visceralidad ofrece una nueva faceta de su persona. Se ha operado una metamorfosis dentro de la propia metamorfosis que experimenta su vida con el destierro como punto de inflexión y por tanto de referencia ineludible dentro de su trayectoria poética y humana. En este sentido coincido plenamente con las esclarecedoras palabras de GUILLEN, quien dice refiriéndose a Ovidio que se trata del «héroe y ejemplo más ilustre, para toda una tradición occi­dental, de una muy importante respuesta poética al destierro... una sensibili­dad afligida, negativa, centrada en la protesta, la nostalgia y la lamenta­ción»^'' .

La desproporción entre el delito que de manera velada se achaca al enemigo y las maldiciones que a éste se dirigen resulta llamativa, así como el hecho de que no nos desvele la verdadera causa de su enemis­tad.

El eje gravitatorio de la acción, pese a lo que pueda parecer, no es sin embargo el tal Ibis -mero pretexto-, sino el propio poeta. En este senti­do son significativas, a mi parecer, las palabras de STOESSL'* , según el cual frente al juego de la fantasía, con personajes fingidos, se halla la realidad personal, el yo, aquí y ahora. La amargura de la catástrofe ha desarrollado en Ovidio, según el autor, un nuevo y postrer ámbito de su personalidad humana y poética. Lo que en principio parece va a ser una apología nos sorprende tornándose bruscamente en un poema de mal­dición. El marco inicial lo constituyen Ovidio y su situación personal, a la que dedica los primeros versos, en una especie de plano previo al plano propiamente mítico el cual a su vez, reclamado por éste, ilustrará lo que con carácter general se ha planteado en el mismo.

Tras una explicación preliminar que abarca los 30 primeros versos, Ovidio impreca directamente a su enemigo (30-66) , y acto seguido da

57 (1995) 31 . 58 (1959) 39.

[26]

INTRODUCCIÓN

rienda suelta a su rencor pronunciando una devotio que se ciñe a los ritos tradicionales que le son propios, y que nos lleva hasta el verso 107. Es a partir del verso 108 donde se inicia la invocación solemne a los diferentes dioses, a los que pide apoyo, y en la que se incluye, retrospec­tivamente, la escena del nacimiento del enemigo, que evoca sus desgra­cias futuras en una suerte de profecía. Más adelante, comenzando por el verso 209 , se nos relatan algunas peripecias vitales que jalonan la exis­tencia de Ibis, el antagonista por excelencia, y que arrancan de su más tierna infancia -cosa que por otra parte, y aunque indirectamente, justi­fica en cierto modo su actitud, haciéndole víctima ácifatum en el senti-do' más genuino del término. Su precocidad es un preludio de su mal­dad como hombre adulto.

Sólo después del verso 251 hallamos propiamente el largo catálogo de ataques basados en una serie de exempla inmersos en símiles que les sirven de apoyo, y que se prolonga hasta el verso 638. Con toda proba­bilidad es en este sentido en el que se ha de entender la afirmación por parte de Ovidio de que está siguiendo a Calimaco.

Por último, en el verso 639 Ovidio retoma el plano de la realidad para amenazar a Ibis con una nueva obra, que anuncia como más terrible, y que, sobre todo, servirá para revelar la verdadera identidad de su adver­sario.

No es difícil deducir que la parte más interesante es aquella en la que Ovidio cataloga las diferentes desgracias que desea a su rival. Han sido varios los intentos que se han hecho en el sentido de establecer una clasificación que pusiese orden en un aparente caos de desgracias''. Aunque es evidente que Ovidio sigue un plan preestablecido, no siem­pre resulta fácil descubrir cuál es, ya que sus criterios varían a menudo dificultando el catálogo ordenado, probablemente para romper una monotonía que en ocasiones llega a ser exasperante. Así por ejemplo se pueden distinguir secuencias que responden a una agrupación por tipo de castigo junto a otras en las que el motivo aglutinador es simplemente la homonimia de los protagonistas o la coincidencia de sus lugares de origen, o simplemente de sus oficios u ocupaciones. También son rele­vantes los criterios temático y cronológico. El hecho de que determina-

5 9 Es el caso de ELLIS(1877) O LA PENNA ( 1 9 5 7 ) , y más recientemente BERNHARDT ( 1 9 8 6 ) .

[27]

EL ÌBIS DE OVIDIO

dos personajes reaparezcan*" en la obra contribuye a conferir a ésta una imagen desordenada y caótica, reflejo fiel de las turbulencias del ánimo del poeta. Para M . VON ALBRECHT*^ , con cuya opinión coincido, la obra se divide en dos partes de desigual extensión, abarcando la prime­ra de ellas de los versos 1 a 2 0 6 mientras la segunda se extiende del 2 0 7 al 6 4 2 . En el primer gran bloque se distinguen a su vez dos subbloques: el primero, que llegaría hasta el verso 6 4 , consistiría en la introducción; el segundo ( 6 5 - 2 0 6 ) constituye propiamente la devotio, en la que se observan dos series de maldiciones, que, en sucesiones invertidas, to­man motivos ya tratados al principio del poema (así sucede en 6 3 8 / 1 2 7 - 1 9 4 , 6 3 9 / 8 9 , o 6 4 1 / 4 9 - 5 2 ) .

Entre los elementos estructurales de que se sirve el poeta destacan la acumulación de comparaciones, uno de los procedimientos de amplifi­cación más empleados por los reto res. En este sentido D E DECKER*^

constata que «L· redondance des rhéteurs se manifeste aussi dans le procédé des comparaisons accumulées».

A la oscuridad a la que reiteradamente alude Ovidio a io largo de su obra [ambages, historiae caecae...). Queremos no obstante adelantar la opinión de PERROTTA, para quien el Ibis de Ovidio es oscuro «malgré lui», y en cualquier caso no piensa el autor se pueda establecer paran­gón alguno entre éste y obras como iz. Alejandra de Licofrón, ci Hermes de Eratóstenes o la Zmyrna de Cinna, obras cuya oscuridad ha sido puesta de manifiesto por diferentes estudiosos.

En fin, no a todos los críticos les ha merecido un juicio favorable la obra, siendo mayoría aquellos que, como FRÉCAUT, opinan que se trata de «une oeuvre mineure d'Ovide et qui n'ajoute rien à sagloire»^^.

En cuanto a la forma, quizá lo más significativo sea el juego entre los distintos planos de tiempo narrativos que se entrecruzan, haciendo gala el poeta de la admirable habilidad compositiva que le caracteriza**. En

60 Es el caso, entre otros, de Poliméstor, Polidoro, Polifemo, Minos, Prometeo, Fálaris, Perilo, Áyax Oileo, Marsias, Hércules, Orestes, Macareo, Tiestes, Atalanta, Diomedes

1 . de Tracia, Tideo, Menalipo, Licaón, Atis, Crotopo, Psámate, Orfeo, Euridice, Astianacte o Adonis entre otros. Sobre su locación, cf. Index onomasticon.

61 • (1992) 633. 6 2 (1913) 151. 63 (1972) 67. 6 4 Este procedimiento es empleado por Ovidio con profiísión en sus Metamorfosis. Para lo

referente a las mismas remitimos al detallado estudio introductorio de M*.C. ÁLVARJEZ-R.MMGLESIAS (1995) .

[28]

INTRODUCCIÓN

el Ibis se evidencia a primera vista que hay un hilo conductor, un eje temático uniforme, al que podríamos denominar realidad^, realidad en­carnada en este caso concreto en la situación personal del poeta, parale­la a la cual va desarrollando el vate una serie de episodios mitológicos*' que tienen por referente inmediato una realidad^ que cobra cuerpo en el antagonista, al que se da a conocer bajo el apelativo de Ibis.

Otro recurso de amplificación es el uso de fórmulas donde interviene la repetición -la mayor parte de las veces poliptótica- de un nombre propio, observada también en otras obras del vate, para ilustración de lo cual basten estos ejemplos:

Uec Venus... Veneris nec filius {Am. I X 19), Nereidesque deae Nereidumque pater {Am. II 11, 36), Hippolytiqueparens Hippolytusque {Am. II 18, 24), Phrixo Phrixique sorore {Her. XIX, 163), Clio Cliusque sórores {Ars. I 27), Heknem Helenesque sororem {Ars. Ill 11), Latonae Latonigenisque duobus {Met. VI 160), Phoebem Phoebesque sororem {Fast. V 699) , Danaen Danaesque nurum {Trist. II401), HyrtacidesHirtacydaeque comes {lb. 632), nec Apolline nobis... sed Apolline nato {Met. XV 638-639).

Tras el tono calmado que caracteriza el comienzo programático que abarca de los versos I al 28, Ovidio deja paso a la invectiva más feroz, sumergiéndose de nuevo en el mundo irreal y fantástico de la mitolo­gía, con breves vueltas al plano de la realidad con objeto de amedrentar al enemigo. El hilo conductor del poema es el odio que siente hacia Ibis. Al igual que en el Ovidio épico, encontramos en la obra abundan­tes rasgos que reclaman la atención del lector, como apostrofes o parén­tesis, que interrumpen el hilo de la narración. La actualización, con los trasvases del mundo mítico y su momento actual, está también presen­te. Pero pese a lo lúgubre del tema, Ovidio no renuncia a emplear deli­beradamente ciertos rasgos de humor, o mejor de ironía, que liberan la tensión contenida de determinados pasajes. Así, la presentación de los dioses como pertenecientes a diferentes clases sociales, con lo cual in­tenta reflejar el mundo real en la mitología. De esta forma su importan­cia queda considerablemente mermada y hasta cuestionada. Puede que

6 5 Episodios que han catalogado autores como U . BERNHARD ( 1 9 8 6 ) , a quien parece se­guir C. GARCÍA FUENTES ( 1 9 9 2 ) . Cf. n. 6 1 .

[29l

EL IBIS DE OVIDIO

haya en ello una crítica velada a la divinización, aún en vida, de Augus­to, contra la que Ovidio se manifestó abiertamente.

Género y Encontramos en Ibis una auténtica conjunción o mixtura, de modo Fuentes que tragedia, epos y lírica hermanan características dando lugar a un

híbrido con identidad propia, de acuerdo con el principio alejandrinizante de la noXvei5eia, contrario a la doctrina tradicional de la separación e inmutabilidad de los géneros literarios que preconizaba Platón**. No en vano la llamada conta-minatio es ima práctica corriente entre los grandes alejandrinos (Teocrito, Calimaco y Apolonio básica­mente), y en Roma cuenta con dignos representantes desde el propio Ennio.

Por otra parte, la habilidad de Ovidio para combinar géneros ha sido ampliamente puesta de manifiesto por distintos autores, entre los que destaca MARIOTTI*^ . El poeta, presto siempre a mostrar su ingenio y su individualidad amparada en la tradición, innova en los distintos géne­ros: en la elegía -de la que hace ya un juego {Amores), ya un ejercicio de maledicencia {Ibis)-, en la poesía didáctica -a la que parodia en suArs-, o en la epopeya -que algunos han llamado para-epopeya, épica paródica o incluso anti-épica- en sus Metamorfosis^^.

Con relación al metro empleado, merece la pena destacar que algo que parece novedoso en Ibis, su reiterada preocupación por la adecua­ción metro-género, aparece ya en Fast. II 3-4 donde, al igual que en Ibis^^ Ovidio insiste en lo poco apropiado del mismo -a pesar de contar aquí con el antecedente de Propercio en II 119-126- y considera una osadía escribirlos en dísticos y no sólo en hexámetros, metro que con­venía a tal obra. Nos encontramos aquí pues ante una recusatio y posi­blemente la razón de que el poeta emplee el metro elegiaco se deba a su facilidad para componer en el mismo, tal como indica ya enAm. 1 1 , 3 , donde responsabiliza a Cupido de su inclinación genérica, que le es inspirada directamente por la Musa: risisse Cupido dicitur atque unum surripuisse pedem.

6 6 Ion 534 b-c. 6 7 (1957) 626. 68 Véase a este respecto el apartado que dedican ÁLVAREZ-IGLESIAS en su amplia introduc­

ción a \2& Metamorfosis a la combinación de géneros en la obra (pp. 61-66) . 69 w. 45 s. y 644.

[30]

INTRODUCCIÓN

Su elección de este tipo de metro ha motivado una amplia polémi­ca^", pues, según algunos autores, adopta el metro de Calimaco, tal y como puede deducirse por el v. 56 : hoc ego Aevoveo teque tuosque modo. Sin embargo, PERROTTA''' opina que Ovidio no puede estar emulando a Calimaco desde el punto de vista métrico si tenemos en cuenta su afir­mación en V. 46 : non solecmt qua-mvis hoc pede bella geri. Por otra parte, también es el dístico el metro empleado en Ars o Remedia, donde lo esperable sería el hexámetro, como correspondía por tradición a la poe­sía de tipo didáctico. Así pues, tampoco el metro es definitorio a la hora de determinar el tipo de género al que el opúsculo pertenece, pues tam­bién en Ibis encontramos rasgos propios de la épica, como son los abundantísimos símiles o el extenso catálogo de desgracias.

Es Ibis deudor de la lírica tanto desde el punto de vista formal como del contenida, en tanto que es su poema poema de lamento al tiempo que de maldición. En la pluma del sulmonense la elegía ha conocido sus posibilidades más extremas: de la parodia didáctica de tono festivo del Ovidio tratadista amoroso, a la invectiva más cruel y descarnada del Ovidio maltratado por la adversidad. Esta última función, completa­mente novedosa en la forma elegiaca, es puesta de manifiesto por el propio poeta en Ibis 45 s.:

prima, quidem coepto committam proelia versu, non soleant quamvis hoc pede bella geri

y 644 : etpede quo debent acria bella geri.

Probablemente con la elección del metro Ovidio esté poniendo en evidencia lo que en otras ocasiones ha declarado abiertamente: que la poesía es en él un don natural inspirado por su Musa. Ovidio conjuga siempre que le es posible tradición y renovación; valiéndose del amplio material literario a su disposición y con su espléndido dominio de la retórica como elemento aglutinador ha dado origen a un género distin­to a la par que evocador de todo lo anterior. La alusividad, rasgo

7 0 Cf. al respeao la opinión de PERROTIA ( 1 9 2 5 ) 1 0 1 , según el cual «è noto che i critici antichi classificavano i componimenti letterari, tenendo conto deUafimna ritmica, non del contenuto». El mismo autor se defiende de la critica que le hace Rostagni sobre sus prejuicios en cuanto a los géneros literarios manifestando que no les concede importan­cia alguna.

7 1 ( 1 9 2 5 ) 1 4 7 .

[31]

EL ais DE OVIDIO

típicamente alejandrino^^, se halla omnipresente en la obra ovidiana. Como elementos tradicionales señalamos determinados arcaísmos léxi­

cos, que por otra parte son comunes en la lírica dada su consideración de elementos ultrapoéticos, así como la reelaboración de determinados clichés literarios y fórmulas de todo tipo.

En cuanto al contenido, el motivo de la protección de una divinidad es tradicional en la poesía épica desde Homero, si bien aquí tiene un carácter especial tal como lo tiene en las defixionum tabellae. Por otra parte, la tendencia a mostrar erudición le pone en relación con la litera­

tura helenística, así como la ποικιλία, típicamente alejandrina, y carac­

terística del versátil ingenio de su confesado modelo Calimaco. Como rasgos definidores de su técnica alusiva destacan las resonancias de otros autores y pasajes de sus obras, que presentan como contrapunto la no­

vedad contextual: el άπροσδόκητον profusamente utilizado en virtud de su condición de efecto sorpresa.

Pero también encontramos puntos de convergencia con la tragedia, y por otra parte tampoco le es ajeno el género narrativo, en tanto en cuanto relata unos hechos, y, si bien la obra no puede considerarse epilio^', comparte varios de sus rasgos distintivos, cual es su carácter narrativo, descriptivo o dramático, su corta extensión, las historias románticas (en este caso sustituidas por las imprecaciones), los análisis psicológicos (no es otra cosa lo que hace con su víctima),...

Tampoco podemos dejar de lado la cuestión de hasta qué punto es autobiográfica la obra. Siendo obviamente la autobiografía, dentro de los géneros Hterarios, el que por propia definición tiene un mayor vín­

culo con la realidad, es al mismo tiempo el más susceptible de ser falsea­

do. Por consiguiente, la gran dificultad estriba en la imposibilidad de discernir, a falta de datos objetivos, qué es real y qué no lo es, una vez se ha perdido la perspectiva histórica de lo narrado. En efecto, resulta com­

plejo corroborar aquellos datos de los que no se tiene certeza, así como definir los parámetros de los que servirse para conceder veracidad o encuadrar dentro del campo de la ficción un determinado evento.

7 2 Si bien debemos la formulación orgánica del fenómeno a PASQUALI ( 1 9 4 2 ) . 7 3 Que por otra parte, según las palabras de PERROTTA ( 1 9 2 5 , p. 1 0 1 ) , no es sino «una

paroktta inventata dai vecchi fikhgi, che può far commodo, se non altro, per distinguere, con brevità e precisione, l'epos alessandrino dall'epos classico».

[32]

INTRODUCCIÓN

En el caso del Ibis ovidiano su clasificación presentó sus dudas inclu­so para los comentaristas de la época renacentista^*, y así, en los prime­ros años del siglo XVI fiíe editado junto a las Heroidas, testimonio in­equívoco de que se consideró tma pieza de ficción como aquéllas y no autobiográfica, en cuyo caso hubiese acompañado lógicamente a la edi­ción de las obras del exiho'''.

Es solamente después de 1571 en Francia, en las ediciones que de la obra hace GRYPHIVS, cuando Ibis aparece en su posición moderna, em­pero lo cual la incógnita continúa sin despejar, y las hipótesis de Ibis como obra no autobiográfica son muy numerosas.

Como ejemplo paralelo tenemos la manera en que los poetas elegiacos latinos, conscientes de la diferencia implícita entre reaüdad y ficción, se esforzaron en dar visos de verosimiütud a sus poesías. Uno de los recur­sos más empleados por aquéllos en éste sentido es el de dotar de prota­gonista femenina a sus elegías, de manera que sea más vivida la expre­sión de sus sentimientos amorosos. Ahora bien, hasta qué punto son éstas mujeres de carne y hueso o bien estereotipos puramente ficciona-les que responden a unos cánones de virtudes supranaturales es algo que se nos escapa. La Licóride de Cornelio Galo, y, siguiendo su ejem­plo, la Lesbia de Catulo, la Corina de Ovidio, la DeUa o la Némesis de Tibulo, la Cintia de Propercio son quizá y sin quizá meros pretextos, uno más de los tópicos empleados por dichos poetas, si bien se ha dicho que encubren los nombres verdaderos, a menudo isoprosódicos, de amadas reales.

La reiterada referencia a Calimaco en el Ibis refuerza la idea de que nos encontramos ante una mera ficción. Los esporádicos tintes de vero­similitud se diluyen en las oscuras aguas de la difamación. El propio recurso estilístico del adynaton franquea los límites de la realidad para penetrar en el terreno del imposible''*.

Si consideramos la obra como una carta fingida (suponiendo que acep­temos la condición no autobiográfica del opúsculo, hipótesis por la que

7 4 Cf. A. Moss ( 1 9 8 2 ) 54. 75 Según NAGLE ( 1 9 8 0 ) en el pasado se pensó que estos poemas no eran dignos de consi­

derarse como literatura, sino únicamente como fuente de información histórica, biográ­fica e incluso emográfica, o como un documento para investigar cuestiones de historia textual, crítica, cronología, prosopografía,... Recientemente su valor literario ha sido puesto de relieve en distintas tesis y monografías.

76 Respecto a la relación de Ovidio con Cah'maco, cf. infra.

[33]

EL IBIS DE OVIDIO

nos inclinamos), hemos de decir que este subgénero perteneció ya al programa de ejercicios de la escuela de rétores^^, de la que nuestro au­

tor era discípulo aventajado. Por último, señalemos que en tanto en cuanto se trata de una auténti­

ca invectiva^* ­y por tanto podemos incluirlo dentro del círculo de la poesía de maldición, de las dime latinas o las Ara-i helenísticas^' ­, pre­

senta no pocos puntos de contacto con el género satírico. La pecuhar situación de Ovidio le daba pie para cultivar con tintes de verosimilitud im género de amplia tradición (si convenimos en que Ibis sea una invecti­

va), no sólo en la lírica griega (Arquíloco, Hiponacte, Calimaco) sino también latina (Lucilio u Horacio). Según L A PENNA^" , la obra está compuesta en buena parte de γρίφοι, presentando interés casi única­

mente en tanto constituye im auténtico mosaico de lapilli alessandrini; considera, por ello, esencial en un comentario al Ibis la investigación del sustrato literario. Pero sus fuentes no son puramente literarias, como opina ANDRÉ. En efecto, la defixio, rito mágico en el que el celebrante invocaba desgracias para su enemigo, y que encuentra una amplia tradi­

ción en el mundo grecolatino^', según atestiguan las numerosas tabh­

Uas de plomo que se han descubierto en distintas regiones, se encuentra en la base de la obra. En su origen se trataba de escribir el nombre del depotus en una tablilla, acompañado de las desgracias de las que se le quería hacer víctima, que recibían el nombre de devotiones.

Si bien AUDOLLENT'^ , ha establecido ima distinción entre devotio y defixio, entendiéndolas como ceremonia celebrada a cielo abierto y como acto privado y secreto respectivamente, esta tesis ha sido refutada por W i s s o w A * ' . Por su parte L A PENNA las distingue, siguiendo a AUDOLLENT,

pero, bien entendido que se trata de dos tipos de ceremonia similares en esencia aunque distintas en cuanto a características externas, las identi­

ficaré en adelante con el fin de simplificar la cuestión, puesto que consi­

7 7 STOESSL ( 1 9 5 9 ) . 7 8 Otros lugares donde Ovidio practica la invectiva son Tnst. IV 9 ó Pont. IV 3 , la cual se

cree pudo ser publicada postumamente. 7 9 Cf. al respecto la interesante monografía de HUEBNER ( 1 9 7 0 ) , y en especial las pp. 5 ­ 1 1 . 8 0 ( 1 9 5 9 ) 3 2 . 8 1 Aunque eran originarias del Ática, donde aparecen antes del siglo IV a. C , se extendie­

ron más tarde al Egipto Ptolemaico y de aUí a Italia. El uso de estas prácticas no se limitó al paganismo sino que se extendió a la época cristiana, en la que sustituyeron las divinidades grecolatinas por el Dios único.

8 2 ( 1 9 0 3 ) 3 8 .

8 3 En Religion uni Kultus der Römer, München, 1 9 1 2 , obra citada por LA PENNA.

[34]

INTRODUCCIÓN

dcro que en la obra se aunan características de ambas como veremos en las líneas que siguen. Era la devotio una institución bien conocida en la antigua Roma, que cayó en desuso al principio de la era cristiana. Es tm término intraducibie, y se puede definir como la forma extrema del votum^*, el compromiso de cumplir una cosa o de hacer una ofrenda a un dios*' si un proyecto tenía resultado favorable, respondiendo por tanto a la consabida fórmula del do ut des.

Debemos a ZIPFEL** el mérito de haber sido el primero en señalar la relación entre el Ibis y las defixiones populares. El hecho de que a menu­do estas últimas se hallen escritas en dísticos elegiacos, así como la in­vocación a los dioses, que evoca el rito de la evocatio a la divinidad, el hecho de que todos los géneros de castigo que en Ibis encontramos se den en aquéllas, el lenguaje formular, o el recurso común en ambos a procedimientos que confieran oscuridad (anagramas, palabras escritas al revés, texto latino en caracteres griegos, etc) corroboran la depen­dencia de éste. Se trata pues del desarrollo literario de ima devotio, para lo que Ovidio sigue en parte las normas que regían las tabéllete defixionis^'^.

En opinión de WILLIAMS, con quien coincidimos. Ibis no es realmente tan novedosa como el autor pretende. De hecho podría tratarse de la extensión de tm experimento con la narrativa elegiaca comenzado en Tristia. Así, Ovidio expone a su enemigo su estrategia poética en una declaración programática que abarca los versos 45 a 64, tras haber puesto de relieve su falta de costumbre en estas lides (v. 10).

Si bien la figura del amante como soldado es un tópico harto conoci­do y usado por los elegiacos latinos, el contexto en el que aparece en Ibis este soldado no es obviamente amoroso, con lo cual el poeta llama la atención poderosamente al emplear una convención genérica para un tipo muy diferente de poema. De cualquier forma, es evidente el recha­zo por parte de Ovidio a todo lo que signifique encasillamiento, que le lleva a innovar continuamente, pudiendo concluir, en fin, que Ovidio fusiona a la perfección fondo y forma al unir un metro inusual a un tema igualmente insólito en su pluma.

8 4 Entre los cristianos adquirirá un significado afín al de la promesa. 85 Que por lo demás raramente era uno de los celestes, antes bien, las divinidades más

habitualmente invocadas eran Pintón, Proserpina, las Erinies, la Tierra, Hécate,... 86 (1910) 385 . 87 Cf. C. ZiPFEL (1910) .

[35]

EL IBIS DE OVIDIO

En cuanto a las fuentes literarias, al margen de que Ovidio tomase o no como modelo el Ibis calimaqueo, sin duda alguna se serviría del pa­trimonio común a todo literato de su época constituido básicamente por Homero, los trágicos y Virgilio, según afirma L A PENNA. Otros autores que sin duda le influyeron fueron los alejandrinos, entre los que destacan Euforión o Nicandro (especialmente para la leyenda de Mace­lo -para la que los Scholia Bernensia citan el fr. 1 1 6 Schn. de Nicandro-, la de Faleco, Erisicton y Mestra, Bato, Céix, etc.).

No nos parece aceptable la hipótesis -que sostiene ZIPFEL y, aunque con cierta reserva, también L A PENNA, entre otros- de que Ovidio se basara en un manual mitográfico; antes bien, su profundo conocimien­to del mito da fe de su amplia preparación y de sus muchas y variadas lecturas, que junto a una prodigiosa memoria han hecho posible que sea capaz de componer una obra en la que se relacionan más de doscien­tos mitos, en su mayoría poco conocidos, sin el apoyo de libros, si cree­mos en sus palabras*'. Para tal suposición se basa L A PENNA en que el orden que sigue Ovidio en las distintas series de mitos coincide con el de ciertos compendios medievales. A nuestro parecer se trataría de un recurso nemotécnico sin más, en virtud del cual los mitos aparecerían ordenados según distintos criterios unificadores, cuales son el tema o la localización geográfica, entre otros, y por lo demás, desde Hesíodo eran frecuentísimos en la literatura griega los catálogos, que la época alejandrina cultivará con especial esmero. En cualquier caso la inten­ción de Ovidio parece muy otra a la de hacer un manual mitológico sin más.

Además de fuentes literarias, Ovidio pudo tener en cuenta fuentes históricas, ya que junto a los relatos mitológicos ocupan un lugar destacable las referencias a hechos históricamente verificabies, buena parte de los cuales parecen provenir de las Historiae Philippicae de Pompeyo Trogo, según señala ZIPFEL. Desgraciadamente no conserva­mos el compendio de la obra epitomizada por Justino.

En cuanto al relato de muertes violentas de distintos tiranos, no cree­mos necesario pensar en una fuente directa, puesto que esto era algo que constituía un topos ya en época alejandrina. En más de un punto es

A menudo se lamenta Ovidio en este sentido, como vemos en Trist. III 14, 37 s.; 43 s. ó V 12, 53 ss.

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INTRODUCCIÓN

preciso suponer derivaciones, sean directas o indirectas, de historias locales más que generales, tan del gusto de los alejandrinos, como cua­draba a su empeño por demostrar erudición. Así, algunos pasajes de la obra son eco de crónicas locales resallas. En este sentido cabe citar la obra de Euforión de Calcis sobre los Alevadas, así como un poema de Riano (fr. 25 ss. Pow^ell), titulado Tessalikd.

Por lo que respecta a las leyendas itálicas, piensa L A PENNA que Ovidio tuvo en cuenta a Timeo, al que considera folklorista más que un histo­riador serio, que gustaba de dar explicaciones etiológicas de usos loca­les con el din de darles un regusto arcaico. Las alusiones a historia ro­mana (Metió Fufecio, Régulo, Mitridates, Tulia, Aníbal, los de Acerra, Curcio, Remo,...) tienen como fuente probablemente a los analistas, sin descartar la posibilidad de que Livio -o bien sus fuentes- haya influido, en especial en el caso del primero de los personajes mencionados.

Los detalles anecdóticos de vidas de poetas, historiadores, o filósofos se insertan en una tradición biográfica nacida en la escuela peripatética, aunque responden a la tendencia iniciada en el s. IV en la que se ofrecía una versión extraña de su vida y muerte. Baste citar a Neantes y su obra De viris illustribus, si bien fue Hermipo quien en el siglo III la llevó a la exageración. Del mismo modo, también encontramos numerosos ejem­plos en este sentido en el libro VII de la Antologia Palatina.

El texto de Ibis es abierto a propósito. De esta forma Ovidio trata de adecuar fondo y forma: puesto que los males que desea a su enemigo no tienen fin, también es infinita la lista de males que se podrían añadir a los apuntados, y de hecho él mismo anuncia en los últimos versos una nueva obra que al parecer superará en desgracias y malos deseos a su precedente, que adquiere así la forma de ensayo y le confiere un carác­ter hasta cierto punto de provisionalidad. Podemos vislumbrar en este procedimiento la recusatio típicamente helenística, o bien un recurso para hacerse perdonar las posibles omisiones de mitos relacionados con la temática desarrollada, descartado el inconsistente argumento de que se trate de una mera traducción de la obra de Calimaco. De hecho CALDERINVS presenta la misma como un intento deliberado de Ovidio de sobrepujar a su «modelo» en la acumulación de alusiones y paráfrasis oscuras. Por otra parte, la mención de la obra de otro autor como ejem­plo a seguir es un recurso literario de amplia tradición, y verdadera-

[37]

EL ais DE OVIDIO

mente en ningún momento da pie Ovidio para pensar que esté parafraseando sin más al de Cirene. únicamente se limita a tomar de aquél un tema, que él desarrolla conforme al gusto latino*', mediante la inclusión de motivos típicos de las defixiones. Avalan esta hipótesis los versos en primera persona que, a manera de cuñas, introduce en la obra, así como los últimos versos, a los que acabamos de aludir.

En estrecha conexión con la literatura se halla la teoría del acróstico, a la que nos hemos referido a propósito de la identidad del que, a falta de pruebas concluyentes, hemos de considerar presunto enemigo. Esta teoría vendría abonada por el contexto místico-mágico de la devotio, ya que también el acróstico tiene resonancias mágicas y simbólicas, adqui­riendo en él la palabra un protagonismo y unas connotaciones fuera de lo común. Tanto la devotio cuanto las defixionis tabellae nos introducen de lleno en un contexto de ritos mágicos que al parecer se cultivaban con profusión'", hasta el ptmto de que la Ley de las XII Tablas hubo de sancionar este tipo de mala carmina como poema difamatorio". Desde época arcaica, el romano ha creído en la eficacia de las fórmulas. Es un sentimiento universal el hecho de que la repetición de sonidos confiere a los encantamientos un poder secreto sobre las fuerzas ocultas que ri­gen el universo. Empleadas desde los más remotos tiempos -se han en­contrado en Grecia ejemplares del siglo V y en Italia del s. IV a. C - las defixionum tabellae aportan alguna luz sobre la redacción de las fórmu­las mágicas.

El Corpus Hermeticum supone que los vocablos egipcios contienen en sí mismos la energía de las cosas que nombran, y por su parte las nenias, que los poetas atribuyen a los pueblos más primitivos de Italia, espe­cialmente a los Marsos, constituyen una categoría propia de encantamientos mágicos. Se trata de una mezcla de canto fúnebre, ins­cripción funeraria, e incluso entretenimientos infantiles. Es en la época helenística cuando todo este tipo de composiciones del tipo del grifos encuentra su momento de máximo esplendor. Frente a una literatura a la que por oposición podríamos denominar «seria» nos encontramos con un tipo de poesía figurativa y rica en connotaciones. De la literatu-

89 Es ésta una actitud muy propia de los poetas latinos. En la misma línea se encuentra el poema 51 de Catulo, basado en el 31 de Safo.

9 0 A.M. TuPET (1986) . 91 C f n. 33 .

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INTRODUCCIÓN

ra helenística pasa a la romana en forma de ejercicio neotérico. Las dime en general son un tema bastante apreciado por los poetas augústeos.

La personalidad de Ovidio busca tm contrapunto a su genio creativo, como vemos en Ars amatoria, respecto a Remedia amoris (arte de amar frente a arte para librarse del mal de amor), que mutatis mutandis en­contramos en la obra del exilio: Tristia frente a Ibis. Tal vez a Ovidio le interesa poner de manifiesto su versatilidad, que no tiene empacho en mostrar en cuanto a la diversidad de géneros que maneja, en esa especie de cóctel sui generis que son sus obras.

La historia ratifica una y otra vez la irrefutabilidad del célebre verso horaciano Graecia capta ferum victorem cepit, cuando, como consecuen­cia de la paulatina decadencia de los distintos reinos helenísticos, y por ende del poder de los epígonos de Alejandro, hacia el 64 a. C. los hom­bres instruidos'^ marchan a Roma -a la sazón convertida en el mayor de los imperios helenísticos-, para ejercer allí la docencia y transmitir to­dos sus conocimientos por medio del griego, de manera que el bilingüismo era lo normal, puesto que los romanos cultivados domina­ban la lengua de la Hélade.

Ante un panorama de tal índole no es de extrañar el testimonio de THILL, quien en su obra disiez Alter ab ilio se expresa de esta manera:

«L'usage littéraire latin veut que tout poète se trouve un réponâcmt grec, et l'histoire de chaque genre commence par la question quand et par qui il a été introduit a Rome. Le poete latin est rarement l'inventor ou au mieux h prin­ceps, c'est-à-dire l'introducteur et l'adaptateur d'un genre grec, «le premier», voire le chef de file, mais seulement a Rome...»^^

o mis adelante, cuando dice:

«Ne pas faire oeuvre entièrement nouvelle, imiter Us Grecs et, s'il se peut, rivaliser avec eux, telle est l'attitude générale des écrivains latins...»'^*

Por supuesto no fue Ovidio una excepción a la regla, como lo atesti­gua su extraordinaria permeabilidad a la erudición helenística. Si la in­fluencia helenística en general y la de uno de sus más eximios represen-

92 A los que así se refiere Ovidio en Trist. IV 10, 17: Insignes urbis ab arte viri. 93 (1979) 2. 9 4 Op. cit., 4 .

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EL mis DE OVIDIO

tantes -Calimaco-, en particular, es palpable en mayor o menor medida a lo largo de toda la obra ovidiana (escaso en la obra de juventud, más destacable en Metamorfosis y aún más en Fastos), es en Ibis donde con más claridad y mayor intensidad se muestra, pudiendo considerarse el culmen de la imitatio, pues el propio Ovidio en varias ocasiones confie­sa seguir al poeta alejandrino (v. 55 ss.). L A PENNA opina que el Ibis es finito de un gusto más pronunciada y explícitamente neotérico, consti­tuyendo de este modo una orientación cultural de la época que se desa­rrollaba junto a la poesía neoclásica de la edad augústea.

La Suda nos relaciona esta obra con la homónima de Calimaco, de la cual no ha sobrevivido ningún fragmento, por lo que nos hemos de basar únicamente en los testimonios de los antiguos que de ella nos hablan. Si bien se trataba de un poema breve, no era propiamente un epigrama, como algunos filólogos modernos han pensado, ya que se incluye en el catálogo de obras del poeta dado por la Suda, en el que no se mencionan epigramas individuales. TRYPANIS", en su edición de la obra de Calimaco apunta la posibilidad, que él cree probable, de que el texto estuviese escrito en metro elegiaco, y expone la certeza de que al menos no era tm poema yámbico, sin argüir razones en apoyo de su postura, que a mí me parece poco fimdamentada. Por otra parte, afirma que las maldiciones pronunciadas por Calimaco no son las que aparecen en el Ibis ovidiano, y en cuanto a la identificación del Ibis de Calimaco, dice que si bien antiguos testigos hablan de Apolonio como el hombre objeto del ataque, no es imposible que friese algún otro de los oponentes de Calimaco.

En el proceder de Ovidio vemos perfectamente reflejado el sentir de WELLBK- WARREN'* : «El placer que se extrae de una obra de arte nace al mismo tiempo de un sentimiento de novedad y de un sentimiento de reconoci­miento».

Es posible que haya una fuente común''', o tal vez no manejara Ovidio el poema directamente, sino a través de un comentario. Quizá su alu­sión a Calimaco sea una simple referencia, fruto del contagio de la máxi­ma alejandrina de no escribir nada que no esté atestiguado, de la que es

9 5 ( 1 9 5 8 ) .

9 6 Así recogido por A. THILL ( 1 9 7 9 ) . 9 7 En este sentido es muy significativo el hecho de que existiera otra obra, las ChUiades, de

Euforión de Calcis, que hacían preceder una serie de exempla de una devotio.

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INTRODUCCIÓN

claro exponente el siguiente ejemplo de CM. (fr. 612 Pf.): άμάπτυρον ουδέν αεϊδω. Por otra parte, vemos en Ovidio la tendencia también helenística de presentar lo literario y lo realista como una dualidad que se muestra en la poesía como una dialéctica entre ambas tendencias'*. Lo anterior abonaría la tesis de que estamos ante un ejercicio literario, junto al hecho de que la carta fingida perteneció ya al programa de ejercicios de la escuela de rétores, según comenta STOESSL" .

En torno a esta cuestión no es poca la tinta que se ha vertido'"", siendo especialmente destacable en este sentido la interesante mono­

grafía de M. COLA'" ' , quien dedica uno de los capítulos a la influencia concreta de Calimaco en el Ibis, defendiendo, en contra de ROSTAGNI'"^ , la creencia de que Calimaco escribió efectivamente un Ibis contra Apolonio de Rodas, utilizando como apoyatura un pasaje de Ovidio en Ibis (v. 55­57) , un epigrama de Salustio y los testimonios de la Suda y de Clemente de Alejandría.

Por otra parte, la consideración que a COLA le merece el opúsculo ovidiano no puede ser más desfavorecedora: «opera di scarso valore letterario^"^», que para ella no presenta pues otro interés que el pura­

mente documental, cual su homonimia con el desaparecido poema calimaqueo y el hecho de representar el límite de la máxima influencia de Calimaco y el alejandrinismo en Ovidio. Ésa es la intención que la guía al citar una serie de pasajes concretos de Ibis que encuentran para­

lelo en Calimaco (hasta un total de treinta, «per mantenersi nei limiti della prudenza»), lo que le da pie para hablar de fuente. Concluye la estudiosa italiana que al componer el Ibis, Ovidio toma de Calimaco, además de la inspiración, el plano de la obra: la alternancia entre devotiones e historiae. En la primera parte, Ovidio sigue sobre todo las maldiciones populares, junto al texto de Calimaco, mientras en la segunda amplía, de conformidad a su tendencia parafrástica, el núcleo calimaqueo de las historias oscuras.

9 8 Cf. G . ZANKER ( 1 9 8 7 ) . 9 9 ( 1 9 5 9 ) .

1 0 0 C f al respecto C. ZIPFEL ( 1 9 1 0 ) , D . LATEINER ( 1 9 7 8 ) , 1 8 8 ­ 1 9 6 y G . PERROTIA ( 1 9 2 5 ) , entre otros.

1 0 1 ( 1 9 3 7 ) . 1 0 2 ( 1 9 2 0 ) .

1 0 3 ( 1 9 3 7 ) 1 0 1 .

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EL mis DE OVIDIO

Opina COLA que Ibis es una refundición del poemita calimaqueo cuya primera parte, subjetiva y personal, refleja los impulsos del corazón del poeta, dando a la obra una personalísima impronta que aflora de nuevo al final de la misma, donde, tras haber imaginado una serie intermina­ble de males cuya función es más la de asombrar que la de espantar a su adversario, sea hipotético o real, Ovidio augura a su enemigo aquello que a su modo de ver constituye el peor de los suplicios que haya podi­do encontrar en la historia o el mito: vivir y morir entre Sármatas y Cetas, el único deseo que a su parecer está hecho de corazón en medio de tan gran cantidad de ejemplos aducidos para demostrar el virtuosis­mo literario más que la ira del poeta en el exilio.

Por otro lado ha de tenerse en cuenta la magistral técnica ovidiana de fusionar fondo y forma. Ovidio se nos revela como un auténtico virtuo­so de la palabra. Muestra la concepción clásica de la imitatio al afirmar que para que un poeta sea original basta que sepa dar, a cosas dichas, una nueva forma. En este sentido Ovidio se halla en las antípodas de Calimaco, lo que hace que aparezca a nuestros ojos como poeta origi­nal, puesto que, conforme al espíritu del alejandrinismo, ha sabido crear una nueva forma artística conforme en todo al gusto romano, por lo que la influencia queda subordinada a la impronta inconfundible de la personalidad de Ovidio.

Por su parte ROSTAGNI, como anteriormente apuntamos, sostiene una nueva tesis: la de que Calimaco jamás escribió un Ibis, y que la obra ovidiana es por tanto traducción o bien refundición de una obra pseudocalimaquea. Dicha tesis ha terminado por suscitar serias dudas sobre la autenticidad del poema griego. Así, apunta PERROTTA'"* que CAHEN, editor francés de Calimaco, es partidario de ella"", y que otros como FUNAIOLI'"* O LENCHANTIN D E GUBERNATIS'"^ la han acogido sin

reserva, mientras HEINZE'"* , HOUSMAN'"' O WILAMOWITZ"" la rechazan.

Defiende, pues, ROSTAGNI, que la existencia de tal obra, así como que fuese Apolonio el enemigo que se oculta bajo el pseudónimo de Ibis es

104 (1925) 141. 105 En Ccdlimaqtu et san oeuvre poétique, Parigi 1929, p. 68 ss. 106 En «Riv. indo-greca-italica», 1921 , 138. 107 En «Riv. Aifibl. class., 1921 , 122. 108 En <<Phihl. Woch.» 1921, 889 ss. 109 En «Class. Rev. 1921, 676. 110 En «Hellen. Dichtung» U, 96.

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INTRODUCCIÓN

invención del autor de la Suda., a pesar de que da fe al resto de la noti­

cia, en el que se ofrece un catálogo de la obra calimaquea. En cambio PERROTTA' ' ' piensa que el hecho de que el lexicógrafo se refiera con expresión tan precisa «έπιτετεδευμένον εις άσαφειαν καΐ λοιδορίαν» és una garantía de su certeza, y considera incongruente que ROSTAGNI tenga por cierta parte de la noticia y desconfíe de otra parte, si bien precisa que tal incongruencia se desharía tomando ambas noticias como procedentes de dos fuentes distintas.

Ya antes que ROSTAGNI, Federico SPIRO"^ había negado la autentici­

dad de la obra, pero él no daba fe a la noticia de la Suda. Sin embargo, en el epigrama conservado en el manuscrito Bernense de los Himnos de Calimaco el propio poeta afirma que atormenta con sus imprecaciones a Ibis­Apolonio y canta por último a Atenea con un grifos dificilísimo y con misteriosos discursos, epigrama que según Reitzenstein fue escrito entre el s. VI y X, por lo que el bizantino que lo escribió pudo haber leído aún el Ibis de Calimaco'".

Entre las huellas de alejandrinismo que podemos rastrear en el sulmonense destaca entre otras la πολυείδεια, ya citada, así como la forma en que Ovidio trata el mito: a semejanza de los alejandrinos, opera sobre la base de im referente mítico diversificado en numerosas y a veces contradictorias variantes. Por otra parte, es evidente la contami­

nación que hace de las fuentes, lo que constituye un nuevo rasgo defini­

torio del mismo estilo.

El hecho de que Calimaco escribiera su Ibis contra Apolonio encuen­

tra apoyo en la tradición, que se inicia con Ovidio Ib. 55 ss."* y llega hasta la Suda, sin olvidar el testimonio de Clemente de Alejandría. Sin embargo los escolios sólo citan una vez el Ibis de Calimaco"^, y, como se sabe, no conservamos ni un sólo fragmento de la obra, aunque el epigrama contenido en el manuscrito Bernense acerca de los Himnos de Calimaco alude claramente a ella: σκάπτω δ επαραΙς Ίβιν Άπολλόνιον, de donde se deduce que hacia finales de la edad Antigua ­entre los si­

1 1 1 Op. cit. 1 4 7 .

1 1 2 En «Ricerche alessandrine». Rendiconti della R. Aecad. dei Lincei, 1 8 9 3 , p. 3 3 7 ss. 1 1 3 Testimonio que debemos a PERROTTA ( 1 9 2 5 ) 1 4 2 s. 1 1 4 Donde se encuentran las alusiones más nimierosas y significativas. 1 1 5 Aunque citan veintiséis veces a Cah'maco, citas de las que PERROTIA ( 1 9 2 5 ) 1 9 5 , sólo

considera seguras seis o siete, mientras cuatro o cinco piensa que son dudosas, y el resto indudablemente falsas, todas las cuales derivan de los Aitía.

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EL ais DE OVIDIO

glos VI-X-, circulaban ejemplares de un Corpus Callimacheum que con­tenía el Ibis^^^. No obstante, las alusiones más importantes y significati­vas al poemita calimaqueo se encuentran en el Ibis de Ovidio.

En lo referente a la deuda de Ovidio respecto al de Cirene, la tesis más común admite una derivación directa del Ibis ovidiano a partir del Ibis calimaqueo.

Según ROSTAGNI"^ el ovidiano sería en su mayor parte una traduc­ción fiel con apenas algún añadido y alguna reelaboración del poemita griego, del que opina no es obra del alejandrino, sino que se trata de una obra de autor desconocido del siglo II falsamente atribuida a Calimaco. Ha sido el hecho de que en el Ibis de Ovidio se encuentren detalles históricos posteriores a la muerte de Calimaco"* lo que, como vimos anteriormente, ha hecho pensar a ROSTAGNI que el primer Ibis no fuese obra cahmaquea, sino falsamente atribuida al alejandrino"'. Esta hipótesis le lleva a pensar que los w. 453-454, en los que Ovidio alude directamente a las maldiciones del opúsculo calimaqueo contra el pája­ro Ibis simbolizando a su adversario, serían una interpolación.

Por otra parte, como bien señala PERROTTA, los datos, escasos, sobre historia romana tampoco remontarían a Calimaco; para aquellos que hacen referencia a historia griega Ovidio habría tomado como fuente a Pompeyo Trogo. La elección de este campo, de la mitología griega y la historia helenística, complicado y oscuro por excelencia, hallaría su jus­tificación en el deseo de Ovidio de mostrar su erudición, y esa misma razón explicaría su parquedad a la hora de introducir detalles históricos romanos, que tendrían indudablemente menos interés para un público que ios conocía de primera mano. No obstante habla de Metió Fufecio, de Régulo, lulia, Aníbal, Helvio Cinna o Remo, además de hacer refe­rencia a leyendas italianas como las de Caco, Tiberino, Paünuro, Ramnes o Aqueménides, este último de creación virgiliana. Además son nume­rosas las alusiones a costumbres romanas (el dies lustricus, la costumbre

1 1 6 LA PENNA ( 1 9 5 7 ) X X X I I .

1 1 7 ( 1 9 2 0 ) 1 0 4 . 1 1 8 Así en los w. 2 9 9 s. se hace referencia a Aqueo, ajusticiado en Sardes por orden del rey

Antioco I I I el Grande, evento ocurrido en el año 2 1 4 , por tanto posterior a la muerte de Cah'maco acaecida entre 2 4 0 y 2 3 5 .

1 1 9 «Dunque, l'Ibis greco, che Ovidio traduce passo passo, non era di CaUimaco, ma d'un càlUmacheo, d'un imitatore che volle/ar passare l'opera sua per un'opera del poeta famoso».

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INTRODUCCIÓN

de arrojar al Tíber los cadáveres de los condenados, el dies AUiensis, el Pons Sublicius, los ritos del nacimiento). Además, como ha puesto de relieve ZIPFEL, el tipo de defixio empleado remite a las practicadas en Italia, distintas de las griegas o de las del Egipto helenístico.

PERROTTA sostiene que, así como Horacio introduce el ritmo de Arquíloco en la poesía latina, Ovidio habría escrito un poema a la ma­nera de Calimaco, probablemente más breve que el poema latino ho­mónimo, ya que sin duda los primeros 2 5 0 versos y los 8 últimos serían distintos en Ovidio y en Calimaco. Quizá coincidieran los dedicados a las historiae, pero aún ahí se hallan importantes divergencias (leyendas de cuño romano, alusión a acontecimientos posteriores a la muerte del cireneo,...). Cabe señalar la opinión de L A PENNA al respecto, quien piensa que así lo atestiguan las referencias que a la obra calimaquea hace Ovidio, a la que califica de libellus y de exiguus libdlus en sendas ocasiones, si bien no cree el estudioso italiano que se haya de llegar al extremo que defiende SCHNEIDER, según el cual Ibis no sería más que un epigrama'^".

La primera parte del opúsculo ovidiano se basa en las defixiones, y en los primeros 2 5 0 versos no es posible encontrar huella alguna del «mo­delo» griego. El famoso dístico 4 4 9 - 4 5 0 , en el que Ovidio añade a to­das las maldiciones propias aquellas de Calimaco en el Ibis griego, indi­ca que ninguna de las historiae caecae calimaqueas ha sido reproducida por el latino. ROSTAGNI va aún más allá, al pensar que es muy probable que Ovidio, lejos de traducir paso a paso el modelo griego, no había tomado de el ni un solo verso ni historia alguna. De hecho, más de tres cuartos de los exempla empleados en Ibis habían sido utilizados antes por Ovidio en sus otras obras. En cuanto al adynaton que tiene por protagonistas a los hijos de Edipo, afirma COLA'^' que la leyenda re­monta a Calimaco, según confirmación de las Diegeseis.

Se da por lo demás una llamativa coincidencia de temas, de expresio­nes, de asociaciones de personajes... En SMS Metamorfosis Ovidio ha de­mostrado su dominio de la mitología, por lo que sería absurdo que ahora tratase de justificar su maestría apelando a un modelo único, por grande que éste sea.

1 2 0 Recogidos por LA PENNA ( 1 9 5 7 ) X L I . 1 2 1 Op.cit.

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EL mis DE OVIDIO

En relación con Calimaco, Ovidio se halla a mi parecer a medio cami­no entre la imitatio y la aemulatio. Precisamente aquí, como muy bien señalara L A PENNA, tenemos la clave de los problemas que plantea su dependencia del modelo griego, toda vez que tanto BELOCH como ROSTAGNI partían del presupuesto de que Ovidio traducía a su modelo al pie de la letra. Sin embargo no era éste el concepto que de mimesis se tenía en la época augústea, en la que, por oposición a los neotéricos -que aún traducían en ocasiones- se imitaba rivalizando con los mode-los'^^

Aunque reconoce L A PENNA la dificultad de hacer remontar con segu­ridad el Ibis de Ovidio a aquél de Calimaco, él sospecha huellas de éste en los versos 452-453 , que preceden inmediatamente a la alusión al opúsculo calimaqueo y en los que se hace mención de las Arai de Hiponacte, autor al que Calimaco hace pronunciar su primer yambo, mostrándose así como heredero de su Musa. Sin embargo esto no deja de ser una hipótesis y por tanto hemos de aceptarla con reservas, si bien el editor italiano, con el buen juicio que le caracteriza, manifiesta que respecto a la dependencia de Ovidio del Ibis calimaqueo «se ci manca la certezza per affermare, ci manca, purtroppo, anche per negare»^^^. Sí acep­ta en cambio las reminiscencias de otras obras de Calimaco, como es el caso de los Aitia, que han sido confirmadas por los recientes hallazgos papirológicos. Así, pasajes como los de la pira de Etéocles y Polinices (35) , Minos y las hijas de Cócalo o el suplicio de Limone, entre otros muchos, encuentran su paralelo en Cali. fr. 105 Pf. {Aitia IV) , fr. 43 , 48 s. {Aitia II) , y fr. 94-95 {Aitia IV) , respectivamente.

El afán de originalidad que le caracteriza no le abandona tampoco en esta obra, como era de esperar, a pesar de que PERROTTA'^* opina que en el caso del Ibis «Apollo e le Muse gli negarono l'ispirazione», si bien reco­noce que Ovidio «fu artista grande sempre e uomo 'ingeniosus' sempre»^^^. Como en sus otras obras, Ovidio acude a la contaminación de fuentes diversas a las que barniza con su desbordante creatividad. Frente a una cierta dependencia de Calimaco, reconocida, en la forma y el tema.

1 2 2 Así en 5 7 - 5 9 Ovidio confiesa que imita los ambages de su modelo, pero en ningún momento dice que los traduzca.

1 2 3 LA PENNA ( 1 9 5 7 ) L V

1 2 4 ( 1 9 2 5 ) . 1 2 5 2 0 1 .

[46]

INTRODUCCIÓN

Ovidio se mantiene independiente en lo referente al metro, una de las cuestiones más controvertidas. En efecto, estudiosos como ROSTAGNI han defendido la teoría de que en el verso 5 4 Ovidio hace referencia al metro mediante el término modus. Sin embargo L A PENNA opina que en este sentido se espera el plural, esto es, modi, y aboga por la interpreta­ción de «manera» para el citado vocablo, en cuyo caso se estaría hacien­do alusión bien a las caecue historia-e bien a los ambages de los que habla a continuación, bien, finalmente, a las dirae que a su parecer también en la obra de Calimaco precederían presumiblemente a los grifoi tanto mitológicos como históricos. Una nueva alusión al metro hace Ovidio en el verso 4 4 : non soleant quamvis hoc pede bella geri, que ha hecho pensar por deducción lógica que el Ibis calimaqueo no estaría escrito en dísticos elegiacos, aunque no sabemos si lo estaría en hexámetros'^* o en yambos, metro que Ovidio contrapone al elegiaco por ser el primero el metro de la invectiva por antonomasia desde Arquíloco. En la misma idea insiste en el verso 6 4 3 : pede quo debent acria bella geri, lo que ha hecho pensar a L A PENNA que existía tma tradición que atribuía un ethos a cada metro'^^.

En fin, recapitulando diremos que Ovidio se revela como un auténti­co imitator sui, según ya pusimos de manifiesto en casos cual el de la estrecha relación entre Tristia e Ibis, en el primero de los cuales se en­cuentran auténticos precedentes programáticos de ésta, como ha seña­lado WILLIAMS'^*. En efecto, en Trist. I I 5 6 3 - 5 7 2 se dan una serie de correspondencias temáticas entre ambos poemas que ratifican el aserto del estudioso, según el cual «the work is an aberration in wich Ovid merely

gives, vent to years of stored-up learning in a mythological tour deforce»^^^.

Se admite generalmente la existencia de un arquetipo medieval que Transmisión'^" remonta probablemente a los siglos I X ó X , según demuestran algunos

126 Hipótesis que se ha barajado por comparación con otros poemas del mismo esrilo cual son IssAroí de Euforión o las Dirae de h Appendix Vergiliana, entre otros.

127 Cosa que ya defendían Aristóteles y Platón. 128 (1992) 171. 129 172. 130 Fundamentales para el estudio de la transmisión de la obra ovidiana son la obra de

REYNOLDS, así como la amplia y erudita introducción de LA PENNA a su edición de Ibis, con el que básicamente coincide aquél. Como adelantábamos en la presentación, sere­mos muy breves en lo que se refiere a la transmisión y fortuna del Ibis, aspectos que tratamos con más detalle en Los comentarios al Ibis' de Ovidio. El largo recorrido de una exegesis ( 1999) .

[47]

EL mis DE OVIDIO

errores comunes, parte de los cuales difícilmente pueden remontarse a la Antigüedad. Pero aunque no nos ha llegado copia alguna anterior al 1 2 0 0 , sí disponemos ya a partir del siglo XII de manuscritos en países como Inglaterra, Bélgica o Alemania. Según L A PENNA' ' ' el códice más antiguo que contiene el Ibis es el de B e r n a , del que no dispuso ELLIS

para su edición, mientras que por el contrario LENZ se basó casi exclusi­vamente en los scholia Bernensia. Por lo demás, las distintas ramas de la tradición manuscrita nos hacen presuponer que entre los siglos IX y XII el Ibis gozó de cierta difusión, y que sus códices fueron sucesivamente colacionados. Un rasgo común a todos ellos es la inserción de un dístico tras el verso 1 3 0 , de evidente factura medieval, que probablemente se hallaba escrito al margen en el arquetipo y que en determinado momen­to un copista incorporó al texto.

Las diferentes formas en que los más antiguos manuscritos trataron esta interpolación, junto a otros errores significativos, así como despla­zamientos en el orden de los versos, sugieren una división tripartita a partir del arquetipo, que distinguiría tres familias''^, al margen de las cuales disponemos de un códice, el Oxoniensis Bodleiemus Canonicianus latinus 20, el más interesante y sorprendente de los manuscritos huma­nistas del Ibis. De él se ha pensado que representa una tradición distinta de aquella que desciende del arquetipo, aunque probablemente la «bon­dad» del texto se debe a afortunadas conjeturas humanísticas, postura por la que se inclina LENZ.

En cuanto a los escolios, FAIDER'^' piensa que aquellos relativos a Ibis datan de los siglos VI y VII, si bien en opinión de L A PENNA los más antiguos podrían remontar ya al siglo I d. C. Excelente es la recopila­ción realizada por L A PENNA, a la que precede la de LENZ en su cuidada edición paraviana de 1 9 3 7 , quien prácticamente se limita a recoger los escolios de P y B .

También abundaron los florilegios, de los que L A PENNA, ULLMAN O LENZ mencionan hasta diez.

En lo referente a ediciones, hasta fines del s. XV hay poca seriedad, y aunque PETRARCA O BOCCACCIO'^'* protagonizaron intentos en este sen-

131 (1957) . 132 Obvio presentar aquí cada uno de los códices que conforman estas tres familias, para lo

que remito a mi estudio Los comentarios... ya citado. 133 (1931) .

[48]

INTRODUCCIÓN

tido, es a principios del s. XVI cuando verdaderamenteo comienzan las ediciones críticas, muchas de ellas con comentario. Debemos a PvTEOLANVS la editio princeps que aparece en Bolonia en 1 4 7 1 . Ese mis­mo año sale a la luz la editio princeps romana por obra de JOHANNES ANDREAS, pero hasta 1 4 9 3 no tendremos una edición completa de todo Ovidio con comentario, la de RaphaeUs REGIVS VOLATERRANVS'^^ , que editada en Venecia en 1 4 9 3 gozó de múltiples reediciones.

Del siglo XVII es la edición de Jacobus PONTANVS, editada en Antverpiae en 1 6 1 8 . Junto al texto recoge los comentarios (uberiores notdtiones) de Valerius Andreas DESSELIVS y Franciscus Sanctius BROCENSIS. Será Nicolaus HEINSIVS quien en 1 6 5 2 editará las obras completas de Ovidio, con una verdadera edición crítica, dada la abun­dancia de manuscritos y códices (más de un centenar)"* que había re­cogido en sus viajes por toda Europa entre 1 6 4 0 y 1 6 5 2 , principalmen­te en Holanda, así como los pertenecientes a la Bibhoteca de la Reina Cristina de Suecia. Estos códices, que reciben el nombre de Códices Heinsiani, suelen ser los de mayor autoridad.

Al siglo XVIII pertenece la magnífica edición de Petrus BVRMANNVS'''', que recoge las anotaciones de otros humanistas del siglo XVI (Constan-tinus FANENSIS, Henricus GLAREANVS, lacobus MYCILLVS, Hercules CiOFANVs, Dionisius SALVAGNIVS y Daniehs y Nicolaus HEINSIVS) a las

que en ocasiones añade las suyas.

Sigue en 1 8 3 7 la recensión de MERKEL, quien, según HOUSMAN, fiíe el primero en dotar al Ibis de im aparato crítico. Años más tarde, en 1 8 8 1 , ELLIS colacionó diez manuscritos, incluyendo F en su edición del Ibis.

Entre las ediciones modernas de la obra cabe destacar la excelente edición de L A PENNA, sacada a la luz en Florencia en 1 9 5 7 . De su valía dan fe las excelentes recensiones de que fue objeto por parte de estudio-

1 3 4 Boccaccio, que descubriera a autores como Marcial, Ausonio, Tácito (Mediceo I I ) , elDe lingua latina, de Varrón o Alhis de Ovidio, copió de puño y letra el códice Laurenziano 3 3 . 3 1 , que contiene esu última obra entre otras muchas, del que SABBADINI ( 1 9 6 7 ) en p. 4 1 ofrece una descripción sumaria. Aunque Petrarca tenía conocimiento de este códi­ce, desconoda el Ibis y la Expositio antiquorum sermonum de Fulgencio.

1 3 5 Sic. 1 3 6 Cf. M.D. REEVE ( 1 9 7 4 ) 1 4 9 - 1 5 6 .

1 3 7 Amstelodami 1 7 2 7 .

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EL mis DE OVIDIO

sos de la talla de BARDON''* y HERRMANN'^' . Previa a la de L A PENNA es

la edición sin comentario de LENZ ( 1 9 5 5 ) , a quien el italiano confiesa su predecesor inmediato'*". La edición de ANDRÉ ( 1 9 6 3 ) , posterior a la de L A PENNA, constituye básicamente una revisión de esta.

En lo que a los comentarios respecta, sin lugar a dudas la época en la que se contaron en mayor número fiíe el Renacimiento. El más antiguo es, según pone de relieve ya L A PENNA, el de Tribracus MVTINENSIS, de la segunda mitad del siglo XV'* ' . Antepone L A PENNA al de CALDERINVS el de Petrus MARSVS, si bien conviene en que el del primero, -publicado el año 1 4 7 4 en Roma- fiíe el más difiíndido a fines del siglo XV y prin­cipios del XVI. En su dedicatoria hace mención de lecciones suyas so­bre el poema en la Universidad de Roma, y apuntes dados a los alum­nos, de modo que si se tiene en cuenta que CALDERINVS empezó a dar clases en 1 4 7 0 y que MARSVS -según él mismo atestigua en la dedicato­ria del comentario a Silio Itálico- fiíe discípulo suyo, es posible conjetu­rar que conocía las explicaciones de aquél y que por tanto pudo elabo­rar su comentario basándose en mayor o menor medida en los apuntes de clase del maestro. También de CALDERINVS'*^ piensa L A PENNA que depende, directa o indirectamente, el comentario de Paulus DEVSTERWALDVS'*^ .

En sus Libri duo de quibusdam loéis oscuris Laurentius ABSTEMIVS tam­bién se refirió al poema ovidiano. Con más detalle se dedicó a su inter­pretación lacobus CONSTANTIVS FANENSIS, tanto en su Hecatostys, en la que imita algtmas notas, como en las Sarritiones, que constituyen un comentario sistemático al Ibis.

Por lo demás lohannes BAPTISTA PIVS, mencionado por SALVAGNIVS

entre los comentaristas de Ibis, e incluido por BVRMANNVS en su compi-

1 3 8 ( 1 9 5 7 ) 3 6 8 . 1 3 9 ( 1 9 5 8 ) 1 2 2 . 1 4 0 ( 1 9 5 9 ) 3 1 . 1 4 1 No obstante dice A. Ivloss (op. cit.) que ya en la segunda mitad del siglo X I I Arnulfo de

Orleans había comentado una por una todas las obras de Ovidio. 1 4 2 Muy significativo es el hecho de que entre los numerosos incunables que contienen el

Ibis, la mayor parte de ellos aparecen junto al comentario de Domitius CALDERINVS, entre los que citamos los aparecidos en 1 4 7 1 , 1 4 7 4 , 1 4 8 7 , 1 4 8 8 (Venecia), 1 4 9 2 , 1 4 9 3 o 1 4 9 9 (Milán).

1 4 3 Se contiene en el códice w = Wilnensis Bibl. SocietatisLitterarum, y según la descripción del mismo se trata de un comentario amplio escrito entre 1 4 8 6 y 1 4 8 8 por el citado Paulus DEVSTERWALDVS, docto humanista y canciller de Luca Watzelrode, obispo de Worms.

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INTRODUCCIÓN

lación de comentarios, se dedica básicamente a aclarar alusiones que estima poco conocidas.

Moss'** afirma que la autoridad básica sobre Ibis durante el período previo al siglo XVI en Francia fiae CALDERINVS, cuya edición anotada fue impresa por vez primera en Venecia, en 1 4 7 4 , suplementada des­pués por lodocus BADIVS ASCENSIVS y publicada como un volumen se­parado en Francia varias veces antes de 1 5 2 0 .

BADIVS, y más tarde MORILLVS y EGNATIVS, incorporan el Ibis en sus

ediciones de las Heroidas utilizando el texto de CALDERINVS y adoptan­do, suplementando y corrigiendo sus anotaciones, que tratan principal­mente de la explicación de los nombres propios.

En la segunda mitad del siglo el Ibis se imprime al menos seis veces en París entre 1 5 5 8 y 1 5 8 1 . Stephanus RICHARDVS, en su edición de 1 5 6 5 , hace seguir el texto del poema de unas notas que constituyen auténticas imprecaciones contra los jesuítas, que habían abierto un colegio en Pa­rís el año anterior. La mayor parte de las anotaciones consiste en una enumeración exhaustiva de las distintas formas de muerte y de tortura que Ovidio desea en su Ibis, esquemáticamente presentadas en catego­rías y subcategorías, con una lista de las 2 3 9 víctimas que Ovidio usa como ejemplos.

Un comentario mucho más extenso es el de Johannes MERCERIVS, de 1 5 6 8 , quien aplica sus conocimientos de la ciencia natural, la astrolo­gia, leyendas y antiguas costumbres, ilustrada por autoridades antiguas y modernas. Hay varias referencias a modernos filólogos, particvilar-mente a Andreas ALCIATVS -quien, junto al que fuera su maestro, Gianus PARRHASIVS, también dedicaría su atención a comentar el opúsculo ovidiano.

De escaso valor son las notas del holandés Paolus LEOPARDVS O las de Adrianus TVRNEBVS. SU escritura y las citas que de Coelius RHODIGINVS, MiCYLLVS y ALCIATVS se ofrecen señalan como fecha, post quem la segun­da mitad del siglo XVI.

En España contamos con la edición comentada de SANCTIVS, así como con el comentario de Valerius Andreas DESSELIVS. El progreso más im­portante en la interpretación del poemita fue, en opinión de Moss'*^, el

144 Op. cit. 145 Op. cit.

EL IBIS DE OVIDIO

realizado por SALVAGNIVS, al que califica como uno de los filólogos más agudos del seiscientos firancés.

Entre los comentaristas de importancia que sucedieron a SALVAGNIVS encontramos a finales del s.XVI a CIOFANVS y BERSMANNVS, ambos reco­gidos por BVRMANNVS en su edición compiladora, editada en 1 7 2 7 .

Del siglo XX son las ediciones anotadas de con autores como ANDRÉ o L A PENNA, a las que ya nos hemos referido anteriormente.

Fortuna En su noticia bibliográfica a la Invectiva contra el heresiarcha Luthero, obra de Fray Christoval Mansilla ( 1 5 5 2 ) ' * * , Antonio Pérez y Gómez dice literalmente «La popularidad de la diatriba ovidiana fue tal, que ya en toda cita erudita del pajarraco (i.e, Ibis) es inevitable la mención del autor de las Metamorfosis. Alciato en sus «Emblemas», bajo el título de «In sórdidos», trae a capítulo el Ibis, al que todos los grabadores representan gráficamente dedicado a su repugnante quehacer, con la leyenda siguiente:

Quae rostro clytere velut, sibiproluit alvum Ibis, Niliacis cognita litteribus

Transiit opprobii in nomen: quo Publius Nasso suum appellat, Battiadesque hostem suum."

Y en efecto, para darle la razón, también el modernista Ruben Darío se referirá a Ovidio y a su invectiva en su poema intitulado Ibis en el que dice así:

Cuidadoso estoy siempre ante el Ibis de Ovidio, enigma humano tan ponzoñoso y suave que casi no pretende su condición de ave cuando se ha conquistado sus terrores de ofidio.

Pero remontándonos lo más posible en el tiempo, de Ovidio nos dice Séneca'*^ que era utilizado como libro escolar, y aunque RAND'** no cree que la influencia de Ovidio fuera profunda en ningún escritor du-

1 4 6 Editada por A. Pérez y Gómez ( 1 9 6 1 ) , en Valencia. El fraile se sirve del esquema de la obra ovidiana, que indudablemente conoció, para atacar de forma inmisericorde al que es objeto de sus maldiciones.

1 4 7 COWÍT: 3 , 7 y 1 0 , 4 , 2 5 . 1 4 8 ( 1 9 6 3 ) 1 1 0 .

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INTRODUCCIÓN

rante el Imperio, excepto en Marcial'*', disponemos del propio testi­monio del autor, de valor inestimable, sobre el éxito que sus obras te­nían en la sociedad romana, pues no sólo se leían en las bibliotecas públicas sino que incluso eran vendidas a particulares. Por lo demás, parece ser que Marcial construyó su epigrama X 5 teniendo en mente el Ibis, y lo mismo hizo Séneca en algunos de sus epigramas, y en la praetexta Octavia.

SALVAGNIVS ha visto reminiscencias del Ibis en un pasaje del Panegírico de Teodosio escrito por Pacato, y a su vez L A PENNA en Rutilio Namaziano. Aún en el siglo V Orienzio parece haber leído la obra'^". A este siglo precisamente pertenece el gramático Eutiques'^', que como apunta REYNOLDS'^^ es la más temprana noticia que del Ibis tenemos, si bien no está claro que Eutiques leyera directamente la obra ovidiana, pues es posible que le hubiesen llegado citas a través de otros autores. Para L A PENNA las hipotéticas reminiscencias del Ibis en Higino son totalmente inciertas, así como las que ELLIS señala en Veleyo Patérculo y Valerio Máximo.

Durante el Medievo se tuvo a Ovidio en gran consideración, hasta el punto de que BATTAGLIA'^' ha dicho: «la fortuna di Ovidio nel Medievo può considerarsi con le dimensioni e il valore di una vera e propria tradizione...». Al siglo XI remonta una parte de los Scholia Bernensia, que, según L A PENNA'^* , como ya vimos supra, suponen una notable reelaboración de la tradición escolástica al tiempo que el inicio de un largo proceso de contaminación.

Concretamente el período comprendido entre los siglos XII y XIV ha sido llamado por el gran medievalista TRAUBE''^ aetas ovidiana^^^, pues

149 A este propósito señala el parecido entre Her. XVI288 y Sat. X 297-8 . Las reminiscen­cias ovidianas en Juvenal las explica por el influjo de Marcial en él.

150 Sobre el influjo en los autores de la latinidad tardía, cf. W STROH (1969) . 151 Una de ellas referente a los w. 11-12, en la que se apoya la lectura »«) de una parte de la

tradición medieval, que a LA PENNA le parece probable, si bien no la incluye. La otra, referente al v. 503.

152 (1983) 273-275. 153 (1959) 1. 1 5 4 (1957) LXXXVn. 155 (1911) 113. 156 En el mismo sentido habla MüNAW (1960) de aetas ovidiana, como ya había hecho

antes TRAUBE y después harán muchos otros.

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EL ais DE OVIDIO

en él Ovidio gozó de una notabilísima fortuna en todo Occidente, como antes había sucedido con Virgilio y Horacio'^^.

Por io que respecta a Ibis, es en esta época cuando Albert de Stade reproduce literalmente los versos 2 0 3 - 2 0 4 ' ^ * en su Troilus (V 1 4 7 - 1 4 8 ) . También parece probable que el anónimo compilador del «Florilegio Gallico» tuviera acceso a un texto del poema, de modo que cabe pensar que el Ibis pudo formar parte del corpus de poesía clásica del que Gautier de Chátillon hizo uso en su Alexandreis, en la que se inspiró Albert de Stade.

Pero el Renacimiento no fue a la zaga en cuanto a interés por el poeta de Sulmona. Moss'^' justifica el interés que en dicha época despertó el Ibis por encajar en el tipo de literatura que gustaba entonces'*". Balderico de Bourgueil se dedicó a imitarlo, y escribió un epistolario de un pre­sunto Floro a Ovidio en el exilio'*'.

Son buena muestra de la fortuna de que ha gozado el Ibis en España las varias traducciones de las que ha sido objeto'*^. La primera de las que tenemos noticia data de 1 6 0 8 y vio la luz en Sevilla, por obra de Diego MEXÍA. Sabemos que fue editada en el Parnaso Antartico, y -si creemos a su autor- que fue escrita en el Perú, junto a una traducción de las Heroidas. Mexía transcribe al castellano, en 6 0 7 tercetos, los 6 4 2 dísticos del original. Su traducción se ve apoyada por unas notas al margen, fimdamentalmente de carácter exphcativo, por lo que se inscribi­rían dentro de lo que entendemos por glosas.

Diego SuÁREZ DE FIGUEROA traduce a todo Ovidio, e incluye entre las Heroidas la traducción del Ibis y la Epistula ad Liviam de morte Drusi Neronis, que salen a la luz en el tomo VI de las obras de Ovidio, en Madrid en 1 7 3 5 . Acompañan a la traducción unas glosas de carácter aclaratorio, así como ciertas reflexiones de carácter predominantemente moralizante y de escasa importancia para la exegesis de la obra.

157 Así, el mismo estudioso, ha dado el nombre de aetas vergiliana a los siglos VII a DC, y Oítas horaúana al X y XI.

158 Jíec nuda voce mea poterunt tua cuneta referri/ ora licet tribuas multíplicata mihi. 159 Op.cit. 160 (1982) 54. 161 De la misma manera el escritor salmantino Sánchez Barbero dedica en su vasta obra una

epístola a Ovidio desde su exilio en Melilla, que ha sido objeto de nuestra atención en un trabajo presentado Í\X Congreso Español de Estudios Clásicos, (1999) 153-158.

162 Prescindo de las traducciones de la obra a otras lenguas vernáculas por entender que excederían los límites y el propósito de esta introducción.

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INTRODUCCIÓN

Sabemos por Antonio Pérez y Gómez, en la noticia bibliográfica a la Invectiva contra el heresiarcha Luthero^^^, que hubo ima traducción del Ibis hecha por Francisco de Aldana que por desgracia se ha perdido. Por lo demás, desconocemos si la obra anónima que Menéndez Pelayo cita en su Bibliografia hispano latina clásica, la cual dice proceder de la Bi­blioteca del rey D. Martín, con el título de Ovidi en cátala, recogía el opúsculo que nos ocupa, ya que, pese a nuestras indagaciones, no nos ha sido posible localizarla.

Una nueva traducción es la que edita en 1925 la casa editorial Hernando en Madrid, y que debemos a la pluma de Germán SALINAS, quien traduce la obra íntegra de Ovidio. Siguen a su traducción de unas breves notas, para las que se basa fiíndamentalmente en el testimonio de Denys de Salvaigny (Dionysius SALVAGNIVS), como él mismo confie­sa.

La última hasta el momento es la traducción anotada de Ana M* Pérez Vega, aparecida en 1994.

163 C¡p. cit.

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