6. El humanismo y el comienzo del desastre: el renacimiento en Italia.

Iconografía cristiana europea

ISPED – Estética y crítica de arte – Prof. José Cardoso

Cimabue, Madonna con el Niño, 1286, Gal. Uffizi, Florencia

Cuando el pintor italiano Cimabue terminó de pintar esta imagen, todos en Florencia celebraron... Todos celebraron porque estaban asombrados del “realismo” manifiesto en la obra. Cargaron a Cimabue en hombros y le llevaron junto con la pintura, en una alegre procesión hasta la iglesia donde debía colocarse la imagen. Es digno de destacarse el hecho de que todos estaban muy pendientes de los resultados de la obra de Cimabue. Es decir, esperaban algo de él que iba más allá del mero hecho de hacer una imagen religiosa. Los artistas introducen así la noción de “logro” a su oficio. De modo que ya no basta el piadoso deber de realizar imágenes religiosas, sino que además éstas tienen que ser cada vez mejores. De ahora en adelante, el oficio artístico comienza a adquirir otras características. Los pintores, por ejemplo, valoran más su oficio aunque no dejan de pensar que trabajando en imágenes religiosas hacen un servicio a Dios.

Masaccio, Crucifixión, 1428, Florencia.

La “invasión” de la “realidad sensible” desde la vida cotidiana, y además avalada por los padres de la iglesia provoca que los artistas inicien un proceso de racionalización de la realidad, y se dan cuenta que pueden hacerlo, que tienen la capacidad. Por ello Masaccio nos ha ubicado aquí recreando la ilusión de una bóveda, que no está allí, pero parece como que sí, mostrándonos un gran avance en la representación de la perspectiva, fruto por supuesto de investigar la realidad, y de basarse en la fiel representación de esta para hacer más accesible el mundo “invisible”. Podemos observar un trabajo de realismo, profundidad y volumen que deja definitivamente atrás al modelo bizantino.

Los artistas pasan paulatina pero rápidamente de ser meros “artífices” a personas tocadas por la gracia divina –el estilo de Vasari en su libro “Vida de artistas…” da buena cuenta de ello-. Incluso podríamos afirmar que ese interés por hacer algo cada vez mejor, incita el individualismo. Por lo demás, el renombre traerá a los artistas aparejados fortuna y privilegios a través del “mecenazgo”.Llegará un momento en el cual los artistas dejarán de ser seres anónimos para crearse un nombre de relevancia y un estilo particular.Pero es necesario que retomemos la cuestión de la perspectiva, para aclarar el asunto del realismo y sus límites.

Fra Angélico, Madonna con el Niño, 1436, Cortona

Andrea Mantegna, Crucifixión, 1460. Si observamos el primer plano y el fondo, veremos que el artista trabaja la perspectiva, tanto lineal como atmosférica, para crear un espacio coherente, adecuado a las observaciones que ha hecho de la realidad sensible. Los personajes tiene un volumen y un peso, ocupan parte de ese espacio recreado por la perspectiva incluso con su tamaño adecuado a sus leyes. Sin embargo al observar los cuerpos desnudos veremos una total idealización de las formas; lo mismo podemos decir del espacio de fondo con las montañas totalmente idealizadas también; lo que sucede entonces es que continúa la representación de lo “invisible” a través de un realismo idealizado.

Rafael Sanzio, Desposorios de la Virgen, 1504.

Los artistas del siglo XV, sobre todo en Italia, entendieron perfectamente que sólo a partir del estudio de la realidad podrían comprenderla y explicarla en las propias obras. En otras palabras, las imágenes, religiosas o no, se convirtieron casi enuna excusa para, a través de ellas, estudiar el comportamiento de los elementos que conforman la realidad.

Leonardo da Vinci, La Ultima Cena, 1498, Milán.

La idea que se plantea es hacer de la superficie pictórica una especie de ventana abierta a la realidad, no importa cuán idealizado esté todo, lo esencial es que lo que se ve aparezcadebidamente adecuado a cómo se debería ver. Las imágenes religiosas no dejarán de ser representaciones de una realidad superior, no importa cuánto se esmeren los artistas en su estudio de la realidad material. La relación simbólica de las imágenes religiosas con el modo de su representación, sigue estando presente, porque la idealización del espacio real hace que éste mantenga la cualidad de irreal o sobrenatural. Incluso en una obra como esta, en la que Leonardo se atrevió a despojar los personajes de sus respectivas aureolas y no los ha situado sobre un fondo dorado, son seres completamente idealizados, situados en un espacio ideal, aunque simule la naturaleza. Pero hay algo que no debe perderse de vista, Leonardo pintó junto al niño al corderito, para que nadie olvide que es el Cordero de Dios. Leonardo, Sta. Ana, la Virgen y el Niño, 1510

La enorme simbología del artereligioso cristiano no sólo pervive sino que se ve enormemente enriquecida en este período. Las imágenes religiosas siguen siendo representaciones aunque parezcan reproducciones, pero también refuerzan su función pedagógica al alimentar su mensaje con contenidos simbólicos.

- Las frutas, entre las que podemos distinguir unas uvas, símbolo de lasangre de Cristo, que aunque aquí se muestre como un niño, nos recuerda su futura Pasión.- Una estrella, símbolo de María, a quien se le relaciona con la estrella de la mañana o la estrella del mar que guía a los navegantes. - La corona de espinas, uno de los

instrumentos del martirio de Cristo, nos recuerda sus dolores y el sacrificio que hará por los hombres.

- El libro, símbolo de sabiduría, en este caso de la que profesó María al aceptar los designios de Dios en el instante de la Anunciación.Alejandro Botticelli, Madonna del Libro, 1483, Milán.

Desde el siglo XIV, en la región italiana había ganado fuerza un interés renovado por las formas plásticas de la antigüedad grecorromana. Aunque esto no era nuevo, su crecimiento sí lo fue. Tanto es así que los artistas hablan entonces de emplear un estilo a la antigua (alla antica). Las formas de la antigüedad clásica fueron introduciéndose en el arte religioso cada vez con mayor frecuencia. Hasta el punto de llegar a obras como ésta que vemos aquí.

Será común observar el uso de “citas” visuales de elementos clásicos, pero agregándoles un significado simbólico nuevo en relación directa con la escena representada. En este caso vemos una representación del martirio de San Sebastián, quién fue torturado por órdenes del emperador Diocleciano. Podemos observar la presencia de la columna corintia (1), uno de los elementos más paradigmáticos del arteantiguo, y restos de una estatua también de estilo clásico (2), estos dos elementos se hallan en ruinas, mientras el cuerpo apolíneo del santo surge hermoso entre ellas. El significado no puede ser otro: el triunfo de la cristiandad sobre el paganismo del mundo clásico.

Andrea Mantegna, San Sebastián, 1456.

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Michelangelo Buonarrotti, David, 1503, Florencia

Un excelente ejemplo del retorno a los modelos clásicos, aunque sin perder por ello el contenido cristiano, es el David de Miguel Ángel; con las formas de la antigüedad clásica, este crea la representación de David, héroe bíblico que vence a un hombre mucho más fuerte que él con su inteligencia. Esta obra nos revela un profundo estudio anatómico y más aún, psicológico, reflejado en la expresión atenta y concentrada de David; definitivamente, la razón vence a la fe, pero se pone al servicio de esta. Otra importante característica es que la obra está planteada para recorrerla, no para ser vista frontalmente al estilo medieval.El artista entonces nos está invitando a explorarla, a conocerla de un modo más profundo que el que implica solo captar su simbología, nos invita a admirarla y admirarlo a él mismo.No perdamos de vista que esta obra conmemora además la victoria de la

República de Florencia sobre los Médici, lo que sin quererlo, también está cuestionando las formas de gobierno monárquicas o concentradas en un rey o príncipe. Es decir, desde su factura hasta su simbología, se cuestiona a todo el medioevo, teológica y políticamente. Es decir, las “ideas” se van adaptando a una realidad para la cual ya estaban caducas.

Rafael Sanzio, Cristo bendiciendo, 1506, Brescia

En esta imagen, Jesús está totalmente humanizado... el cuerpo, el rostro, los gestos, etc. Pero al mismo tiempo, es un hombre perfecto, idealizado en sus formas, proporciones... Y aquí se conjuga precisamente lo que los historiadores han llamado RENACIMIENTO, porque implica el renacer de muchas ideas a la vez: el individualismo, el humanismo, la racionalización del mundo y la cultura grecorromana.Es muy interesante observar como aquí están Platón y Aristóteles dándose la mano. Por un lado, se idealizan las cosas y por el otro, se hace énfasis en la observación de la realidad para conocerla. Tengamos presente que el pensamiento platónico penetró en el Cristianismo a través de los neoplatónicos y San Agustín, así como el aristotelismo lo hizo a través de los estudios de Santo Tomás de Aquino. Estas ideas no van a perderse, muy por el contrario, permanecerán vivas en el seno del Cristianismo en los siglos futuros. Cambiarán algunos enfoques, de acuerdo a las necesidades de la vida material y concreta, como ya hemos visto, pero en el fondo siempre partirán de estas dos ideas fundamentales.

Con el renacimiento llega a su final el largo y penoso período de construcción de la iglesia cristiana Romana. Si nos remontamos a sus inicios en la Roma imperial y vemos todo el proceso, podemos concluir en que a través de mil años de alianzas, guerras y herejías, esta pasó de ser el brazo político/ideológico del imperio Romano a ser finalmente un estado teocrático con características feudales muy marcadas, con vasallos a lo largo y ancho del planeta, a partir de la conquista de América. Aún así, se las ha arreglado para seguir teniendo importante injerencia en casi todos los estados occidentales, no como parte de ellos de manera oficial, pero con indisolubles lazos políticos y económicos.De todos modos, no significa esto que desde el renacimiento su situación sea estable; por el contrario, nuevos peligros y problemas se avecinan, dando lugar a nuevas reformas y reagrupamientos, ya que lo impulsado desde la teología, en esta época poco tiene que ver con las formas concretas de vida de sus dirigentes, como lo atestigua la sola existencia del fraile Savonarola, a quien volveremos en otra presentación. Para observar la expresión artística y estética de las últimas transformaciones, previas a los cismas, veamos el programa iconográfico de la Capilla Sixtina, la obra cumbre de Miguel Ángel.

Miguel Ángel Buonarroti recibió en 1508 el encargo de Julio II de repintar el techo de la Capilla. Originalmente estaba pintado como un cielo azul con estrellas doradas. El trabajo comenzó el 10 de mayo de 1508 y se prolongó hasta el 31 de octubre de1512. Casi 30 años más tarde, Miguel Ángel pintó también El Juicio Final, sobre la pared del altar, entre 1536 y 1541, por encargo de Paulo III Farnese.Miguel Ángel quedó intimidado por las dimensiones del encargo y dejó claro desde el principio que prefería rechazarlo. Él se consideraba escultor antes que pintor, y sospechaba que algunos de sus rivales habían aconsejado al Papa que le encargase un proyecto de tan gran escala para verle fracasar. Las fuentes de inspiración del artista no están fácilmente determinadas; teólogos joaquinistas y agustinianos estaban entre las influencias de Julio II. Originalmente sólo se le encargó pintar doce figuras, los doce apóstoles. Rechazó el trabajo porque él se consideraba escultor, no pintor. El Papa le dio permiso para pintar las escenas y figuras bíblicas que él eligiera como compensación. Cuando el trabajo estuvo terminado, había pintado más de 300 figuras, que mostraban la Creación, Adán y Eva en el Jardín del Edén y el Diluvio Universal.

Los frescos que Miguel Ángel pintó para la bóveda de la Capilla Sixtina, corresponden a un ciclo iconográfico, es decir, que no es posible leer el real sentido de una sola de las escenas sin considerar el conjunto completo como un todo. Los frescos de la bóveda nos presentan las escenas del libro del Génesis, desde la creación de la luz (1) hasta la borrachera de Noé después del Diluvio universal (2). Acompañando estas escenas hallaremos algunos profetas del Antiguo Testamento (3)...

... y algunas sibilas, o profetisas de la antigüedad clásica (4); también las efigies de los antepasados de Cristo (5) y cantidad de personajes decorativos que añaden a esta obra la influencia del gusto por los motivos grecorromanos. Veamos a continuación algunos fragmentos de esta titánico trabajo para estudiar al detalle los cambios que se han efectuado en el arte religioso cristiano...

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Una de las cosas que mayor impacto producen estas pinturas es la concepción que Miguel Ángel despliega sobre Dios Padre. No es la primera vez que se representa la imagen del Padre, pero nunca antes se le había impuesto tal grado de energía a su acción creadora.El tipo del anciano de larga barba blanca está presente aquí, pero en él se ha colocado, simbólicamente, toda la energía que mueve el universo entero. Su fuerza se refleja en su rostro lleno de vida, en sus manos grandes y vigorosas, en el poder de sus músculos, porque finalmente, Miguel Ángel ha representado a Dios a imagen y semejanza del hombre...

En su discurso visual, Miguel Ángel opta por presentarnos, simultáneamente, el Pecado Original y la Expulsión del Paraíso.Esto, por un increíble recurso pedagógico: la causa y el efecto, una cosa no hubiera sucedido sin la otra. En primer término, Adán y Eva se hallan a punto de sucumbir ante la tentación del demonio. En este instante, ambos son dos criaturas hermosas, puros de corazón, y sus rostros así lo reflejan. En segundo término, Adán y Eva son expulsados del Paraíso por la desobediencia a las órdenes de Dios. Sus rostros reflejan ahora la amargura de saberse pecadores.

Finalmente, nos detendremos en la imagen de la Sibila Libia o Líbica (en tiempos de Alejandro Magno presidía el oráculo de Zeus Amón –Zeus representado con los cuernos de Amón- en el desierto Libio, dentro del oasis de Ziwa –Hoy Egipto-). No es la única sibila representada en la capilla, junto a los profetas. Y es que las sibilas eran profetisas de la religión pagana, la que fue traída nuevamente, como corolario del renacimiento grecorromano en el siglo XVI. Exterminado el paganismo como posible competencia para el cristianismo, fue nuevamente reificado en algunos aspectos y sus referencias plagan las obras renacentistas y lo seguirán haciendo en el futuro, pero resimbolizadas como metáforas cristianas. La otra gran metáfora de esta imagen, es su forzado movimiento y el espectacular escorzo y volumen de la misma. Ahora lo divino es más humano que lo humano, mas terrenal que nunca porque para los poderosos de la época –y Julio II lo fue- no había mejor paraíso que el que habitaban en la tierra. Pero las proclamas del cielo se contradecían con las costumbres en el suelo, y la iglesia tendría no pocos problemas a causa de sus alevosas contradicciones.