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UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA CAMPUS SAN FELIPE Inserción laboral de la mujer en el chile de la primera mitad del siglo XX SEMINARIO DE HISTORIA DE CHILE CONTEMPORÁNEA “GÉNERO, MUJER, NIÑEZ Y FAMILIA EN CHILE. HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA EN EL SIGLO XIX Y XXProfesor Francisco Figueroa Alumno: Iván Ramírez García

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UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA CAMPUS SAN FELIPEInserción laboral de la mujer en el chile de la primera mitad del siglo XXSEMINARIO DE HISTORIA DE CHILE CONTEMPORÁNEA “GÉNERO, MUJER, NIÑEZ Y FAMILIA EN CHILE. HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA EN EL SIGLO XIX Y XX”Profesor Francisco Figueroa Alumno: Iván Ramírez García[27 de julio de 2011]Tema: Las oportunidades laborales de las mujeres en la primera mitad del siglo XX y su rol en la familia En el Chile de inicio del siglo XX, en el cual la igualdad

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UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA CAMPUS SAN FELIPE

Inserción laboral de la mujer en el chile de la primera mitad del siglo

XXSEMINARIO DE HISTORIA DE CHILE

CONTEMPORÁNEA“GÉNERO, MUJER, NIÑEZ Y FAMILIA EN CHILE.

HISTORIA E HISTORIOGRAFÍA EN EL SIGLO XIX Y XX”

Profesor Francisco FigueroaAlumno: Iván Ramírez García

[27 de julio de 2011]

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Tema: Las oportunidades laborales de las mujeres en la primera mitad del siglo XX y su rol en la familia

En el Chile de inicio del siglo XX, en el cual la igualdad, la justicia social y las buenas condiciones de vida eran tan lejanas e inalcanzables para la clase baja en relación a los otros sustratos de la sociedad. Pero dentro de esta clase baja había un subgrupo que se encontraba más marginalizado aún, ellas eran las mujeres, las que debían aguantar los maltratos y la dependencia material a los hombres producto de sus frustraciones, vicios y de la mentalidad de la época (entre diversos factores mas a enunciar) que veía esto como normal.

Este cambio de siglo iniciaría un proceso en que la mujer comenzaría a gestar sus primeros pasos en cuanto a su manutención, siendo un dato relevante el citado por Elizabeth Q. Hutchison, el de Laura Rosa Zelada. Esta mujer se disfrazó como hombre para mejorar su calidad de vida y de manera de poseer su relativa independencia económica1.

¿Qué hubiese sido de ella si no se disfrazaba de hombre?, la respuesta se basa visualizando al amplio numero de mujeres que eran marginadas de las oportunidades laborales, cayendo en labores de lavanderas, costureras, etc. Las cuales eran labores escasamente remuneradas, de hecho solo les alcanzaría para no morir de forma tan rápida. Sin duda que el caso de Zelada ayudo a que se volviera visible la problemática de la mujer y la intelectualidad de la época comenzara a interesarse en esta problemática.

Como antecedentes históricos a este proceso se debe hacer patente la rápida y caótica urbanización que sufrió Chile, en la cual debía acomodarse a una migración campo-ciudad que mostraba a las grandes ciudades carentes de infraestructuras y espacios para mantener a estos nuevos residentes. La problemática del hacinamiento agudizó problemas de enfermedades infectocontagiosas, promiscuidad, violencia, delincuencia, incremento de la pobreza y de la desigualdad económica en los diversos grupos sociales del país, diferencias culturales en el país, etc. Lo que se consolido en el concepto de “Cuestión Social” el cual ve su aparición en la modernidad en el afianzamiento del Capitalismo moderno en el país. Es en este contexto en la cual el Estado y los privados discutían el rol de la mujer en la industria, la cual “…De acuerdo al censo nacional de 1885, las mujeres constituían el 35% de la fuerza laboral nacional, y su trabajo estaba concentrado en manufacturas, servicios y actividades comerciales en los centros urbanos”2. Con ello interpretamos que la mujer urbana se volvía un ente visible para la sociedad debido a su remuneración, mientras la mujer rural sin duda que era relevante para las faenas, seguía sin ser pagada y por ende invisible, lo que posteriormente desde lo urbano a lo rural infiltraría un nuevo modo de ser para las mujeres chilenas en general, siendo esta la génesis del “modo de ser” que se ve en la actualidad resistiendo como base a su creación en la larga duración como es el rol de la maternidad.

Por ello que el planteamiento del problema se basa en la siguiente hipótesis:

“La primera mitad del siglo XX, época a solada por la cuestión social y de cambios en lo político y económico, se volvió imprescindible la inclusión de la mujer en el mundo laboral. Ello con motivo de mejorar las condiciones existenciales de sus familias sumadas a las necesidades del capitalismo mundial moderno y la protección del Estado. Por su lado la mujer de la clase alta influida por tendencias culturales internacionales, necesita de subordinar a un sector de su mismo género para ganarse un espacio en lo publico y en lo privado, comenzando a gestar los cambios en los ‘modos de ser’ de la mujer y su rol en la familia, ello por la transformación que genera la modernización del Estado”.

En base a la justificación del tema y del planteamiento del tema anterior la delimitación espacio temporal será entre 1910-1960, tomado este periodo como la “modernización” del Estado y de los

1 Hutchison Q. Elizabeth, “Labores propias de su Sexo: Género, Políticas y trabajos en el Chile urbano de 1900-1930”, Lom ediciones, Santiago, 2006, véase Introducción. 2 Ibídem, pág. 13.

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privados en la perspectiva de la “protección social”, llevada a cabo por la molestia del mundo popular, el surgimiento de la “Mesocracia” y el declive del ideario político de la Aristocracia, la cual debió dejar permear su proyecto con el fin de no perder su hegemonía en cuanto al dominio del proyecto político. En cuanto a lo espacial, se velara por ver el mundo de lo urbano centrado en Santiago y Valparaíso, mientras lo rural se manejara en pequeñas ciudades de la época como lo fueron San Felipe y Los Andes predominantemente rurales para la época, pero presentaban algo paradójico, su cercanía a estos polos económicos, culturales y de modernidad ello a manera de ver los cambios en los modos de ser de las mujeres.

Se utilizaran el método será de corte cualitativo con fuentes de orden bibliográficas, oficiales, sumado a fuentes orales de manera de subordinarlas todas entre sí, de manera de lograr descubrir que es lo que llevo a los privados y al Estado a ampliar las oportunidades laborales de las mujeres, como es que ellas se volvieron visibles en cuanto a sus problemáticas propias y como gestaron su nueva mentalidad.

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Las Vías de Proletarización de la Sociedad Chilena

Sin duda que la configuración de los sujetos populares en Chile, se debe ligar al rol que ellos jugaron en la época colonial, ya que siguiendo la idea de Gabriel Salazar3, el país vive un proceso de ordenamiento social ideado por la clase dirigente de la época, este seria el proceso de campesinización y descampesinización que desde los márgenes insta a una construcción de identitaria del bajo pueblo.

El proceso de campesinización permitió que diversas masas antes vagabundas, iniciaran variadas formas productivas: “El inquilinaje” que consistía en producir las tierras del patrón, quedando en ellas, subordinados a un patrón y dependiendo de este. La segunda forma fue la de los “Labradores”, este modo consistía en solicitar tierras a las autoridades para construir asentamientos basados en una economía familiar. Sin duda que dentro de estas dos formas productivas, solo la primera beneficiaba en cuanto a mano de obra y a utilidad a los patrones, ya que el labraje al basarse en una economía de corte familiar, accedía una rentabilidad ventajosa para la familia generando una capacidad de ahorro, aun que era de corte mínimo, permitía obtener recursos en caso de una emergencia (ya sean heladas, sequias, etc. Para sobrevivir o volver a empezar), es por ello que los patrones con su afán de incrementar sus rentabilidades comenzaron a gestar un proceso de de colapso de la economía familiar, como señala Salazar:

“En conjunto el proceso de campesinización fue de naturaleza abortiva. Pues, en lugar de absorber a la masa total de desposeídos y de desempleados, la reprodujo a escala ampliada. La naciente economía campesina ingreso en una espiral crítica que fue lanzando a los hijos de los labradores a lo largo de escapes – crecientemente transitados – de descampesinización. Fue en este proceso crítico donde emergió la multitudinaria figura del ‘peón-gañan’. Es por esto que, a la inversa de los inquilinos y los labradores independientes que estaban definidos por el proceso de campesinización, los peones-gañanes lo estaban por el proceso opuesto de descampesinización que, durante la segunda mitad del siglo XIX, iba a entroncar con la proletarización urbano-industrial”4.

Con la cita anterior se refleja como las clases dirigentes del país utilizaron su poder en la coerción social para alcanzar sus propios intereses, obligando a los hombres a lanzarse a la búsqueda de trabajos variados, muchos en fundos y de manera reforzadas en las incipientes industrias de la épocas, dejando a la deriva a su mujeres, las cuales se vieron obligadas a desplazarse a la periferia de la ciudad para velar por la subsistencia de sus familias5 siendo este proceso una inserción productiva forzosa por el truncamiento del proceso de campesinización.

Arrastrando estos procesos es como se da el inicio del siglo XX. Chile aproximándose a su centenario por lo cual, la clase elitaria se veía profundamente confiada, ya que había sobrevivido, según sus ideas, a la guerra civil de 1891 (se enorgullecían de no haber caído en una anarquía como se dio en otros países de América latina, ello expresado tanto por grupos oligarcas conservadores como liberales). Además de lo anterior chile se veía bien posicionado en la economía debido a lo que primeramente le reporto el trigo, posteriormente la minería del cobre y la plata, seguido por el salitre. Pero estos procesos, lograron si no más bien el demorar la inminente crisis oligárquica en lo económico, ya que no podemos asegurar lo mismo en el área de la influencia político-social (no perdió mucho influencia en este punto si no más bien tuvo que readecuar sus posturas y permitir la entrada a nuevos actores sociales).

3 Salazar Gabriel. “Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XX. Ediciones Sur, Santiago, 1985. 4 Ibidem. Pág. 33-34.5 Cfr. Salazar Gabriel y Pinto Julio, “Historia Contemporánea de Chile. Hombría y Feminidad. Tomo IV”. Lom Ediciones, Santiago, 2002.

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Esta idea de progreso no se transmitía a todas clases que conformaban a nuestro país en aquella época, ya que como señalaba Luis Emilio Recabarren, unos se enriquecían con las riquezas del salitre que generaba el capital ingles y el proceso de industrialización abrumador que vivía el país. Sin duda era un llamado a Chile a ver la problemática que generaba la “Cuestión Social”6, siendo este el escenario de la elección presidencial de 1920, siendo este el momento en que las clases medias y bajas expresan derechamente su disconformidad en cuanto a la repartición de las riquezas, de su actuación y capacidad de decisión en la política, la modernidad que traía consigo el modelo de capitalismo industrial en chile, el que proletarizaba rápidamente a chile trayendo con el una gran confusión social, etc. Lo que ponía en tensión la alianza social hasta entonces existente (hay que sumar el miedo a una revolución social dado al carácter de influencia de la revolución rusa y la mexicana). Fueron todas estas variables las que hicieron patentes las problemáticas del Estado Oligárquico, lo que llevo a chile a un proceso obligado de democratización, más bien para no perder su poder en lo político7, dándose una lucha en entre dos proyectos: El democrático-popular v/s el de la oligarquía en decadencia apoyada por la Burguesía nacional.

La apertura de las mujeres a la sociedad desde fines XIX a XX: Visibilización, sociabilidad y rol

Anteriormente se habló del proceso que vivió el bajo pueblo durante el siglo XIX en el cual, la ‘Campesinización’ por acción de las ideas y proyectos de los patrones generaron una ‘Descampesinización’. Este proceso dejo en un rotundo abandono a las mujeres y con ellas también a sus hijos por lo cual, fueron de a poco pero con cierta regularidad, habitando las periferias de las ciudades chilenas. Solicitando a las autoridades8 terrenos en los que las mujeres solas y madres apelan a las ideas de las épocas de una sociedad de autoridad patriarcal, las que poseían un discurso que giraba en la debilidad de las mujeres, por lo que debían protegerlas. Mediante estas peticiones lograron las mujeres populares hacerse del factor productivo que era la tierra para de esta manera incubar su propia forma de producción en el siglo XIX.

Ya instaladas a los bordes de las ciudades, las mujeres reconstruyeron sus formas de vidas traídas desde la ruralidad, con ello estos terrenos se volvieron espacios de acción económica y de sociabilidad centrada en la cosecha de hortalizas, de producción de un ganado menor, crías de aves de corral, labores artesanales, diversión populares con las “Chinganas”. Siendo estos nuevos terrenos del “Arranchamiento Femenino” además espacios de sobrevivencia mínima, los que representan lazos de reciprocidad, deseos, afectos, diversión, etc. Por ello no es ilógico pensar que esto es un transcurso de creación de identidad popular que nace desde los márgenes sociales pero proyecta ideales de una clase desposeída pero no por ello carente de proyectos ni de modos de vida.

El ‘arranchamiento femenino’, al ser un proyecto de corte popular, el que iba en contra los de la Oligarquía de la época, inicio un truncamiento de esta sociabilidad, persiguiendose estos ranchos,

6 “Yo miro y veo por todas partes, generales alegrías y entusiasmos al acercarse cualquier ocasión de festividades, y yo en mi ser, en lo íntimo de mi ser, no siento ni siquiera el contagio de esa alegría ni de ese entusiasmo. Más bien siento tristeza. Y siento tristeza porque creo que aquellos que sienten alegrías viven en el mundo de las ilusiones, muy lejos de la verdad… Hoy todo el mundo habla de grandezas y de progresos y de esas grandezas, pero me permitiréis que los coloque en el sitio que corresponde y que saque a la luz todas las miserias que están olvidadas u ocultas o que por ser ya demasiado comunes no nos preocupamos por ellas”. Luis Emilio Recabarren, citado por The Clinic, jueves 18 de febrero de 2010. 7 Enrique Fernández, “Estado y sociedad en Chile 1891-1931”, Lom Ediciones, 2003. Cfr Salazar y Pinto, Op Cit.8 “Petrona Véliz, pobre, parezco ante VS y digo que tengo necesidad de medio solarcito en el Alto de Santa Lucia, para vivir con mí familia, pues no tengo donde acogerme, por lo que ocurro a la piedad para hacerme de una merced del corto terreno expresado”. Archivo de la Municipalidad de La Serena, 35 (1791) Citado por Salazar (1985), pág. 269. N del A. llamaremos a este proceso de pedidos de terrenos como el “arranchamiento femenino”, para expresar la idea de una mujer que en terrenos propios genera una economía de subsistencia y de proyecto popular aunque de manera desordenada e inconsciente.

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en los que muchas veces se vendían alcohol y eran lugares de esparcimiento popular y también de la clase alta, la que en base a su cinismo mostro estos lugares como en los cuales los ‘rotos’ se emborrachaban, embrutecían e intimaban con mujeres privadas de moral, faltando a sus labores productivas. En la segunda parte del siglo XIX las grandes ciudades (Santiago, Valparaíso y Concepción) inician un proceso de modernización y hermosamiento el cual mediante el “Decreto municipal de 1857”, buscan prohibir los rancheríos, con objetivo tácito de transformar estas grandes ciudades en urbes de corte de tipo europeo9, que poseían medidas sanitarias que los ‘arranchamientos femeninos’ no gozaban, por lo cual la elite no le preocupo el desarraigar a mujeres y niños. ¿Qué haría la autoridad con estas masas familiares del bajo pueblo mermadas de su factor productivo y a la misma vez de la infraestructura de sustento de su vida material?

Para dar respuesta a la pregunta anterior la solución para el desarraigo fue la creación de habitaciones alternativas que albergaran en la ciudad moderna a los sectores populares, estas construcciones se denominaron “Conventillos”:

“(…) Si bien el rancho siguió existiendo, paralelo a él surgió, en las ultimas décadas del siglo XIX, el conventillo, conjunto de ‘cuartos redondos’ a lo largo de un estrecho pasillo que se utilizaba de patio común. El conventillo fue concebido como la solución urbanística para el problema de los pobres desalojados de los ranchos, que al mismo tiempo mantenía la especulación con el suelo urbano. Estas habitaciones populares se transformaron en un excelente negocio para las elites que instalaron a las mujeres y sus familias en la ciudad misma, pero bajo pórticos cerrados, que no siempre mostraban de manera abierta lo que pasaba a su interior”.

Es con el acápite anterior en el cual se proyecta la consolidación de los factores materiales que se exterminaron para generar la génesis de la “Cuestión Social”, en cuanto a la base material de ella10. Siendo esta merma la que genera el proceso de “proletarización social de la clase popular”, la visibilización, sociabilidad y el rol de la mujer en la nueva sociedad que se construía, ya que la construcción de la identidad de la mujer del bajo pueblo, fue muy diferente a la construcción identitaria de la mujer de clase media y alta.

Las mujeres de la clase dominante miraban hacia Europa a modo de influencia identitaria, “…Copiando sus modelos de liberación que consistían en dejar atrás los muros del hogar, para reunirse en cafés de moda con otras mujeres de su clase, comentando las últimas novedades literarias, luciendo los vestidos de París. Es decir ocupando por primera vez y sin riesgos (de violencia o estigmatización) la calle”11 . Con esta liberación las mujeres formaron diversos clubes que fueron además de dispositivos de liberación también de caridad e intelectualidad (ello dependía de su tradición liberal o más conservadora). Se debe sumar el ‘Decreto Amunátegui’12, que permitió a las mujeres ingresar a la educación superior, lo que posteriormente influiría en su acceso al trabajo. Pero este proceso emancipador llevo a las mujeres populares a suplir el rol de madres de las mujeres de la clase alta, siendo un proceso dicotómico ya que por un lado emancipa pero por otro subordina, por lo cual el rol de clase influye al analizar “el género”, que pese a verse a una conceptualización de corte cultural se ve influido por las ventajas económicas (generan áreas de confluencia en el derecho, practicas educativas y en el mercado13) infieren en esta creación

9 Alejandra Brito, “Mujeres del mundo popular urbano. La búsqueda de un espacio. En Sonia Montecinos (compl.). “Mujeres chilenas. Fragmentos de una historia. Editorial critica, Santiago, 2009, pág. 120. 10 Elsa Arancibia Arancibia en entrevista con el autor señalo: “Viví en un cité la calle O´higgins en Los Ande, vivíamos en 2 piezas y ahí nacieron los nueve, con cuatro familias más (…) era yo la con más hijos”.11 Peñaloza Carla, “’Mujeres proletarias a comienzo de Siglo’ en Actas VI Seminario interdisciplinario de estudios de género en las universidades chilenas”, Centro de Estudios de género y Cultura en América latina (CEGECAL), 2000, Santiago, Pág. 177.12 Ibidem.13N de A: Ahora se privilegia más una lógica estructural de estas, por la cual se permite la inserción de la mujer en estas estructuras en vez de la problemática dialéctica interna del genero, más que por la acción unilateral del genero en búsqueda de sus derechos históricamente privados. Extrapolando se deja entrar

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cultural por lo que se da un proceso interno de separación del género ya sea tanto para hombres como para las mujeres en cuanto a su comprensión, es decir hay una hombría y feminidad hegemónica y otra subordinada14. Siendo diferente los proceso de emancipación y oportunidades laborales de las mujeres atingente a este trabajo.

Construcción identitaria de la mujer de clase alta y sus oportunidades laborales en la primera parte del siglo XX

Anteriormente se enunció el proceso de emancipación de la mujer o a lo que Salazar en su texto Historia Contemporánea de Chile tomo IV, llamaría ‘liberación femenina’, por lo cual tomaremos esta idea desde la perspectiva de hegemonía y de subordinación con el fin de la protección que se realizó hacia las estructuras de Estado-Mercado por sobre la idea de un género por sobre otro y uno de estos en búsqueda de sus derechos, es decir, por sobre la idea generalizada de la “lucha dialéctica de los géneros”.

En la época colonial de nuestro país, las mujeres vivían circunscritas en lo privado, es decir estaban en el silencio o en perpetuo ‘enclaustramiento’, ello por la cultura religiosa imperante en el período. Todo se basa en ocultarla, evidenciándose en el vestuario, casonas, carruajes, educación (centrada en la religión, en las labores del hogar). No se les permitía el enviarse carta con jóvenes, todo ello para despertar la seducción que generaba lo oculto, en lo cual se insertaba su apreciada “Virginidad”, que era la moneda de cambio para pactar los matrimonios, los que de igual forma tenían circunscrita la conveniencia en sociedades económicas para las familias, ya que ello generaba una honorabilidad a la familia basada en la moral que esto confiaba en este periodo. Benjamín Vicuña Mackenna decía:

“No son leídas ni sabidas como las mujeres francesas –escribió un viajero francés a propósito de eso-, pero es porque no aprenden más geografía que la de su casa, más historia que la de su familia, más lengua que la balbuceante de sus hijos en la infancia, ni más filosofía que la de su propio corazón”15.

Pero la cita anterior no duro para siempre, ya que la mujer sigilosa y paulatinamente en el siglo XIX comenzaron a mirar patrones culturales extranjeros, los que para ellas eran modernos como una influencia e ideal a alcanzar, por lo que comenzaron a reestructurarse las ideas de la iglesia, de las negociaciones matrimoniales fijadas, ¿Pero como fue que este proceso cultural se implantó en el plano de las ideas en las mujeres de nuestro país? Toda la idea monacal pasó a cambiarse por la idea parisina por la apertura económica de nuestro país y del mundo dado a la gran fluctuación económica del capitalismo mundial que comienza en Europa con la Revolución Industrial, el cual Avanzó y se masifico más lo propuesto por la clase burguesa, de hecho producto de la influencia británica y en menor medida por la norteamericana y alemana (lo francés se vuelve más relevante en tendencias culturales) en Chile. El país comienza a consolidar materialmente su marcha al capitalismo cambiando la tradición “Neomercantilista” que se dio en nuestro país’16. Obviamente esta instauración económica no la trajeron las mujeres, ya que eran relegadas al recogimiento, si no más bien los mismos patriarcas de las tradicionales familias chilenas.

Con la apertura de Chile al Capitalismo Mundial, llevó hacia las damas, la nueva vestimenta y accesorios femeninos, muebles y decorados para realzar el rol seductor de las mujeres. Además se generaron lazos de influencias comerciales con lo cual las mujeres vieron la llegada de mercaderes extranjeros con los cuales a través de la oralidad compartieron la cultura de la

nuevos actores sociales a las estructuras de manera de defensa de estas, tal como se hizo con el “Estado Benefactor” en Chile. Estado y Mercado en la época actual están por sobre el genero.14 Cfr. Salazar y Pinto, Op. Cit, 2002.15 Citado por Salazar y Pinto, Op cit, pág. 122.16 Ortega Luis, “Chile en ruta al Capitalismo. Cambio, euforia y depresión 1850-1880”, Lom Ediciones, Santiago, 2005, Pág. 349.

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enciclopedia y liberal imperante en la Europa de la época, copiándose la moda de los “salones”, liberándose en su mismo ámbito de enclaustramiento.

No podemos pasar por alto la evidente y vital influencia que generaron los jóvenes mercaderes ingleses y franceses en Chile, aparecen nuevos estilos arquitectónicos, arte, etc. Masificándose el lujo en las clases altas chilenas dándose un tácito “afrancesamiento”, con ello las ‘virginales y ocultas’ pasan a ser ‘damas de salón’, rodeándose con hombres de poder o futuros hombres de poder, siendo las reinas de las fiestas en donde se discutía lo publico, se sellaban negocios y en donde los hombreas iniciaban carreras políticas; a la misma vez permitió ilustrar a las mujeres en conocimientos de la historia política y económica del país, pero esto no era suficiente ya que también querían saber de Europa por lo que se dio giro en la educación del país, exigiendo una educación cosmopolita y liberal. Es a través de este proceso que se generaron clubes literarios, cofradías filantrópicas, recepciones diplomáticas, etc. Por lo cual, las mujeres se integraron periféricamente a las redes de poder en Chile, volviéndose más importante a medida que la oligarquía se implantaba en una crisis, económica, política y social.

En el momento en que la crisis de la oligarquía se torno más evidente por la visualización y agudización de la “Cuestión Social” los movimientos femeninos de la alcurnia comenzaron a desplegarse, aunque se basaban más en su poderío económico (las mujeres con su filantropía social, saliendo a las calles en donde se plasmaba el problema popular, a la inversa de lo que se vivió en los hombres de su clase, los que se encerraron en sus clubes sociales para hacer la política del país) que en el plano de las ideas17, siendo de este manera, ligada a la praxis como llego a conquistar su espacio en lo público, argumentando que la mujer sabia gobernar lo privado y desde este punto generar una refundación de la política en un Chile mermado por la crisis general que vivía en la oligarquía, por lo que podemos intuir que puede ser este medio una influencia para la política la cual se abrió a la participación de nuevos actores sociales en la política de manera de proteger la estructura Estado-Mercado que iba en detrimento por la “Cuestión Social”, influenciado por un ‘marianismo’ (maternidad social, generada por los privilegios económicos que poseían como clase), lo que sin duda no solo fue la posibilidad de la ampliación simbólica de su familia, si no que la extensión territorial de su espacio privado y desde ahí hacer un gobierno maternal y este punto fue desde donde se comenzó el “Feminismo Laico” de las mujeres de clase alta, siendo esta política hecha por mujeres una política de corte universal y no una pequeña y estrecha como la que generaron los hombre de la clase alta de la época. María Larraín de Vicuña expreso:

“(…) El feminismo que profeso no es clarín de guerra para combatir al hombre… debemos ser colaboradoras del hombre, no dejarlo solo en los trabajos que haya de ejecutar para la sociedad y la patria sean honradas y grandes”18.

Las Reinas de los salones19 se convirtieron de pronto y gracias a su peculio en “ángeles de la guardia” de un sociedad mermada por la “Cuestión Social”, compartiendo estas casas de caridad un lado con los conventillos, fundiciones, haciendas y oficinas salitreras. Generando con ello una

17 Para las ideas vale la pena mencionar a Martina Barros de Orrego (esposa de Augusto Orrego Luco), la cual se influencio por “La esclavitud de la mujer” de Stuart Mill, el que la incentivo a exigir el sufragio femenino luego de ser negado por la ley de 1884, en la que se encasillo a la mujer al mismo nivel de los dementes, procesados por pena aflictiva, sirvientes domésticos y los condenados por quiebra fraudulenta. Con esta afiliación ella esperaba el obtener hechos y no palabras. Cfr. Salazar y Pinto Op. Cit. Pág. 128 18 Citado por Salazar y Pinto, Op Cit. Pág. 131.19 Otras pertenecientes a este grupo se fueron a Europa embobadas por los títulos nobiliarios, consiguieron su liberación a través del dinero conseguido oscuramente por sus hombres, dedicándose a verse bellas y sofisticadas, sin ser relevante en la idea de conseguir oportunidades laborales, el cual es lo central de este trabajo, si no más bien se vuelven relevante para el caso de la mujer popular ya que ellas iniciaron al igual que las marianas la subordinación laboral de esta al deber suplir el rol de ellas en sus palacios. Cfr. Peñaloza Carla, Op Cit, Pág. 177 y Salazar y Pinto Op Cit. Pág. 135. N de A: De igual forma tanto en el marianismo como en la liberación dada a través del lujo el elemento fundamental para ello fue el dinero, no olvidar la idea de relación dialéctica de caridad y castigo.

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relación dialéctica (por una lado la ayuda y por el otro el desgaste físico, moral y social). Se vuelve notable que este proyecto no tenia en esencia mejorar totalmente la “Cuestión Social”, si no más bien parcialmente ya que el mismo dinero que se aportaba en mejorarla era el que la producía, pero indudablemente logro instaurar la idea maternal en las mujeres populares (anteriormente las mujeres populares no tenían la idea maternal, ya que un hijo significaba un lastre para su propia sobrevivencia), siendo esta la influencia ideológica para que al alcanzar el voto en 1934 y 1949 apoyaran sectores conservadores los cuales eran los sectores de las fundadoras del “Marianismo Social”.

Con la aparición del ‘Marianismo social’ sumado a la ‘visibilidad del Cuerpo Popular’, producto de que Santiago alcanzaba para 1906-1908 la más alta tasa de mortalidad infantil, la caridad debía profesionalizarse, la intelligentsia apareció para ayudar a intervenir el cuerpo de los pobres, surgió la idea de “orden y progreso”, la cual formara el Dr. Wenceslao Díaz20. Pero para esta labor se necesitaba más que médicos, si no que también ‘visitadoras sociales, enfermeras, profesoras, secretarias, etc’. Tan relevantes para la Biopolitica como manera de proteger el cuerpo popular pero también un Biopoder, parafraseando a Foucault, ello de manera de contener intentonas revolucionarias de un cuerpo popular mermado y que ansiaba una participación, la cual comienza a darse con “Sociedades de Artesanos”, “Sociedades de socorros”, “Mancomunales”, “Sindicatos Obreros”, “Partidos Políticos de corte Socialista”.

Es mediante esta manera que las mujeres de clase alta logran abrirse espacio en lo publico y en lo privado, gracias a las influencias extranjeras, la ‘Ley Amunátegui’ y el ‘Marianismo’ logran conformar una base intelectual que les abrirá puertas en el mundo laboral21 como el caso de la superar la “cuestión social”, de sanar, proteger y educar al pueblo el cual era el base de su capacidad de ayuda, ya que este mismo generaba los recursos necesarios para su liberación y apertura al mundo laboral, ha este proceso es que se logran colgar sectores de la clase media generando una amplia “Mesocracia”, que generó un proyecto de renovación del Estado en conjunto con la Clase Alta, de hecho la mesocracia negaba y le parecía malo todo lo de corte popular pero exaltaba los ideales oligárquicos, siendo su imagen a imitar naciendo de esta admiración lo “Siutico” .

Construcción identitaria de la mujer de clase popular y sus oportunidades laborales en la primera parte del siglo XX

Para el análisis de este punto, se examinara a la mujer en un contexto urbano y rural no de manera indiferenciada si no que se entrecruzaran de manera de comprender el proceso histórico de liberación femenina y su llegada a lo laboral, como se gestan sus ‘modos de ser’ en un cruce entre las tradiciones y las nuevas costumbres familiares, que conforman una variopinta forma de pensar y de actuar en las mujeres en la actualidad.

Más arriba se mencionó el proceso de campesinización y descampesinización, el cual motivó por un lado la salida de los hombres al vagabundaje y posteriormente la proletarización en las ciudades, ello originó un movimiento de las mujeres hacia sectores periféricos de la ciudad lo que se llamó anteriormente “Arranchamiento Femenino”, a modo de conseguir su subsistencia generando posadas y chinganas en sus ‘ranchos’, en donde aposentaban sirvientes, peones, inquilinos, bandidos, viajeros y también aristócratas y marineros. Ello chocaba con los ideales estéticos de le élite por lo cual este proceso de liberación del “Arranchamiento Femenino” se

20Illanes María Angélica, “Cuerpo y sangre de la política. La construcción histórica de las visitadoras sociales 1887-1940”. Lom Ediciones, 2007, Pág.5121 (…) Como el costo de su mantenimiento era elevado, Juana escribió a La Moneda para que el fisco suplementara este costo. Escribió, además, que hasta allí ellas mismas habían dirigido las instituciones, pero que era una tarea “demasiada pesada para madres de familia que tienen deberes imperiosos den el hogar”. Salazar y Pinto, Op cit. Pág.132. N de A: Interpretamos discursivamente lo que dice Juana Ross de Edwards como los pasos a seguir de las instituciones, la necesidad de una ayuda del fisco real y un incentivo a la participación a tiempo completo de estas labores generalmente de corte femenino.

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cerceno por motivos de hermosamiento de la ciudad y de la moralidad, pero también vale la idea mencionar que las mujeres de clase alta comenzaban su liberación por lo cual debían subordinar a las mujeres que estaban en un rango hegemónicamente inferior que ellas, argumentado en hecho que en 1920 se encontraban en Santiago “(…) alrededor de 20.000 mujeres trabajando en el servicio doméstico, solo en Santiago representa casi el 3% del total de la población santiaguina. Si incluimos a las lavanderas, bordadoras, costureras y comadronas, alcanzan el 5% de la población total de la ciudad”22.

Al dato de 1920 debemos agregar la idea que a medida que aumentaba la influencia europea en Chile, las mujeres acomodadas se interesaban más y más por copiar estos patrones de vestuario por lo que aumento ostensible la masa de costureras y obreras textiles, comenzando su auge desde 1870 (se inscribe en el proceso de industrialización chilena, la cual se centro en los sectores de manufacturas), incluyendo la lavandería industrial. Con estos empleos la “liberación femenina” se dio en el pago de un salario monetario regular (una independencia económica precaria, siendo que dentro de las posibilidades de sueldo de las mujeres estos rubros eran los mejores pagados, un 40% más que las de ramas industriales de alcoholes y bebidas, de alimentos, metalmecánica, productos químicos, maderas, alumbrado, etc.). Las costureras podían trabajar a domicilios (solo debían poseer sus maquinas de coser), gracias a ello se asociaban con otras costureras, a través de su propio labor las costureras fueron imitando las tendencias en la moda, urbanizar su vida en lo laboral y en lo educacional (capacitaciones). Estas condiciones le reportaban una idea de superación que no era tal, ya que el pese a andar a la moda y haber elevado en parte su conocimiento no les inició una ansiada movilidad social, dándose una “Liberación Inconsistente” (siutiquería) que era mirada con malos ojos por la moral elitaria que veía a una mujer que salía sola al centro y dejaba su hogar desamparado.

Pero esto no fue el único campo laboral femenino que vivió un aumento, por un lado la industria chilena sufrió una caída durante la Primera Guerra mundial retrocediendo la fuerza laboral ya que las empresas no podían sostener la insuficiencia de importación de maquinarias, por lo que la agricultura, transporte, construcción e incluso la minería debieron sostener el trabajo femenino sumado al hecho del gran numero de hijos que muchas trabajadoras no tenían y en aquella época no existía la infraestructura de los jardines o guarderías infantiles en los que dejar a los niños mientras se iba al trabajo23. La cifra de representación laboral para el Santiago de 1920 fue de un 34,68%24 lo que se entiende bajo la cita que hace Hutchison:

“A pesar del prevaleciente consenso de que las mujeres –y sus familias- estaban mejor cuando éstas se quedaban en casa, las imágenes de las mujeres trabajadoras en este periodo fueron adaptadas a las exigencias de la movilización a través de una propaganda laboral que elogiaba, naturalizaba y explicaba este comportamiento “no-femenino”. Hacia 1920, la intensidad de la atención sobre “la cuestión mujer” había declinado, reflejando el éxito de las estrategias de colaboración entre los sexos, las cuales legitimaban las demandas de las mujeres trabajadoras y fortalecían las campañas por el salario familiar masculino”25.

Con la cita anterior notamos tácitamente el cambio de mentalidad de la sociedad de la época (una sociedad de corte machista), dado a que ya no se cuestionaba el trabajo femenino como sucedió en su época con “Laura Rosa Zelada”, la cual fue enjuiciada por vestirse como hombre para conseguir su independencia económica desde una perspectiva netamente de subsistencia y no de

22 Cfr. Peñaloza Carla, Op Cit, Pág. 177.23 Elsa Arancibia Arancibia en entrevista con el autor: “…No es por que no quisiera. La señora Ramos, ella como tenía negocios tenia mucha gente conocida, entonces me decía. ¿Te gustaría trabajar mijita, me decía?- Mucho po’ señora le digo yo- Con mis niños por mis niños yo no puedo trabajar porque no tengo con quien dejarlos y ahí quedamos (…) y más que me nacían sanitos y estos meses de junio agosto eran pesaos y ahí se me iban cuatro niños”.24 Ibídem.25 Hutchison Q. Elizabeth, Op Cit, pág. 32.

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una de acumulación de capital, lo que pese a su precaria condición fue vista con malos ojos por sectores más conservadores del país. Pero este cambio de mentalidad de la sociedad de la época esta dado por un cambio en la relación de producción en el país el cual comenzaba lentamente a cambiar una economía de “crecimiento hacia afuera” por una de “industrialización por sustitución de importaciones” y no por una emancipación por la consecución de derechos y oportunidades femeninas, el cual fue motivado por el Estado pero que reporto beneficios a los privados de la élite chilena y no una redistribución de los ingresos.

De este auge laboral principiado por la industria del vestuario y textiles seguidos al decaer estos por los sectores primarios y terciarios de la economía del país, las mujeres populares agobiadas por la “Cuestión Social” generaron una “asociatividad mutual” (al cual solo accedían los que podían pagar los fondos sociales) anterior al “Marianismo Social”, dado por los problemas inherentes de los procesos de proletarización, siendo estas instituciones mutuales las que mediante “fondo sociales se destinaban, sobre todo, a financiar la sede propia, a cubrir los servicios de salud, a administrar las cuotas mortuorias, a construir escuelas técnicas o de artesanos y a solventar la actividad social y “filarmónica” (aniversarios, fiestas públicas, desfiles, conferencias, entrega de diplomas, etc.)”26. Además estas instituciones generaron un contacto con sociedades masculinas como la Federación Obrera de Chile (FOCH) , con lo cual dejamos en claro que hubo una unión entre los géneros para resistir la hegemonía creada por el binomio “Estado-Mercado”, surgiendo desde estas muchas mutuales que manifestaban su descontento generando movilizaciones sociales27, lo que obviamente fue reprimido (fue en este contexto que aparece el ‘Estado Benefactor’ suple al ‘Excluyente’, ya que se dejaba ver la capacidad de estas mutuales y de agrupaciones sociales de generar una hegemonía que ponía en peligro al Estado, que quería mostrar la democracia chilena como una participativa), de ahí la importancia generada por el “Marianismo Social” para controlar una insurrección proletaria-popular gracias a una intelligentsia Biopolitica28 en nombre de la defensa de la “Raza Chilena” y de la “Mujer Madre de la Patria” de manera de generar un disciplinamiento social, pasando la mujer a ser la compañera fiel del obrero, siendo las mujeres de la élite, como ya se había mencionado, el ideal de mujer de la sociedad.

Dentro de las oportunidades laborales de las mujeres de la primera parte del siglo XX se debe incluir el comercio callejero, el cual incluye la prostitución, es decir las alternativas económicas de corte informal. El “trabajo más antiguo del mundo” llego a tener cifras de 8,582 prostitutas inscritas en la ciudad de Santiago, sumado a la especulación de las no inscritas, llegaría a un numero de superior a 20.000 según lo señalado por Salazar y Pinto. Pero esta gran cifra se entiende por el bajo nivel de oportunidades laborales femeninas, ya que pese al aumento de la actividad industrial manufacturera y del trabajo domestico estas no eran suficiente para utilizar a un gran contingente femenino desempleado, a lo que sumado al incremento de la actividad portuaria en donde desembarcaban gran numero de marinos y extranjeros que pagaban al contado los servicios solicitados inicio una ocupación informal del contingente femenino para su sobrevivencia, generando incluso una migración de mujeres hacia los puertos de relevancia del país. Este proceso marcó una identidad de la mujer popular que bajo la prostitución conoció más las desigualdades que generaban lo ricos por lo cual no tenían problema en hacer público su resentimiento, provocado por la frustración de su injusta y aguerrida vida.

El lavado de ropa ajena (aunque muchas escondían la prostitución) fue de vital importancia para la economía de subsistencia popular. El comercio callejero de alimentos y bebidas (que aún presenta una vital dinámica económica en nuestro país), en las que muchas se movían en la legalidad e ilegalidad.

26 Salazar y Pinto, Op cit. Pág. 153.27 “De un total de 222 huelgas registradas por el historiador Peter de Shazo entre los años 1917-1921, en 104 de ellas están involucradas mujeres”. Peñaloza Carla, Op Cit, Pág. 178. 28 “Entre estas políticas sociales, juegan un papel fundamental las nuevas concepciones en torno a la maternidad, que ya hacia los comienzos del siglo XX tienen un espacio reconocido y respetado, y son apoyados por una política de caridad encabezadas por las elites dominantes”, Alejandra Brito, “Mujeres del mundo popular urbano. La búsqueda de un espacio”. En Sonia Montecinos, Op cit. Pág .

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Con la aparición del “Paternalismo social del Estado” destinado a la protección del binomio ‘madre-niño’, prácticamente se trunca la “Liberación Femenina”, subordinando a las mujeres a un rol en el hogar, como “Madre”, liberándose recién en acción social y política en épocas de crisis sociales y económicas, siendo relevante el movimiento de las pobladoras de los 60 en adelante ya que en las anteriores épocas:

(…) el proceso histórico real no se canalizó, ni en pro del sufragio femenino29 ni tras los derechos civiles totales de la mujer, sino, más bien, hacia la instalación laboral de las mujeres en las funciones públicas acopladas al emergente rol social del Estado. Es decir: produjo un significativo aumento del número de mujeres “empleadas” y de mujeres “profesionales” (sobre todo de profesoras, asistentes sociales, médicos y enfermeras). Entre 1920-1960, al ritmo pausado y burocrático de la ‘socialización’ del Estado, la estructura laboral de la mujer chilena experimento una transformación radical, pues, entre la ‘mujer oligarca’ y el ‘peonaje femenino’, surgió y se desarrollo una serie de funciones públicas de especialización femenina, que no reforzaron, ni el proyecto social de las mujeres patricias, ni el de las mujeres populares, sino un emergente proyecto ‘nacional’ para mujeres de clase media.”30

La cita preliminar, nos describe más eficiente la idea central de la monografía, es decir, que Las oportunidades laborales de la mujer, su liberación, derechos ciudadanos se centran en la ‘protección de estructuras’ (Estado-Mercado), más que por mejorar la calidad de vida mermada por “Cuestión Social”, por eso la relevancia del “Maternalismo social” conformado por el pensamiento femenino de las elites y la peligrosidad de la “asociatividad mutual” de la mujer popular, ello implanto en el pensamiento de la mujer del bajo pueblo el ideal “Mariano”, transformando su identidad creada en el espacio hostil que generaba el “Conventillo”, escondiendo las frustraciones y deseos las que tuvieron su voz en los sectores más resentidos de la clase femenina popular como fueron las prostitutas. En el cuadro N°1 podemos argumentar de mejor forma como la mujer vive una ampliación mayoritaria de sus oportunidades laborales femeninas, si bien fueron progresivas en la historia, la “población femenina activa” sufre un despegue considerable en 1920, el preciso año en que la problemática de la “Cuestión Social” se agudizaba y comenzaba a generar los ‘espacios públicos’, “Así, la elite estuvo en condiciones de construir una noción de orden social que se basaba en el reconocimiento de los intereses populares y en la existencia de una “cuestión social” 31, además de la aparición funcional de las mujeres de la clase media producto del Estado Benefactor que generó un desarrollo educacional, el cual no tan solo fue en los sectores urbanos, ya que el fenómeno de la “cuestión social” impacto de igual manera a la masa rural.

Profesiones 1854 1875 1895 1907 1920 1960

Universitarias 0 0 17 20 114 58.525

Empleadas 20 357 4.872 18.844 20.000 48.792

29 Elsa Arancibia Arancibia en entrevista con el autor nos expresó sobre el derecho a voto: “Apenas puede mi marido me hizo que me inscribiera… no le tomaba en cuenta yo eso, ni sabía. Pero el me dio a saber para que era y todo”. N de A: la mayoría de las mujeres de corte popular no veía esperanza en una mejora de sus condiciones de vida en el voto en un primer momento, porque estaban subordinadas históricamente en el plano de las ideas, pero ya los hombres eran participes en la política en cuanto a inquietudes y a exigir derechos. Tomamos las palabras de la entrevistada como una relación filial de la pareja expresada en los deseos de mejorar sus condiciones de vida y no como un mandato de orden de género.30 Salazar y Pinto, Op cit. Pág. 165. N de A: Esta cita hace referencia a por qué se gestaron las oportunidades laborales femeninas, ellas centradas en apaliar la crisis generalizada de la “cuestión social”, incitando a la idea de la clase media del “Destino manifiesto”.31 Yañez Juan Carlos, “Estado, consenso y crisis social. El espacio público en Chile 1900-1920, DIBAM, 2003.

Cuadro N° 1: Clase media femenina y clase femenina popular según sus principales profesiones y oficios, Chile, 1854-1960

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Profesoras 234 781 1.580 3.980 8.078 ---------------

Totales 254 1.138 6.469 22.844 28.192 107.317

Servicio domestico 38.827 67.269 78.151 67.682 102.475 227.027

Hil. Y tejedoras 85.084 37.040 27.410 20.000 16.945 ------------

Costureras 65.341 116.218 118.679 129.666 76.058 96.412

Lavanderas 19.952 44.026 53.324 62.977 45.215 --------------

Totales 209.204 264.563 277.564 280.325 240.693 323.438

P. Activa Fem. 222.954 306.146 338.986 361.012 509.864 534.301

Clase Media F. 0,11% 0,37% 1,90% 6,32% 5,52% 20,12%

C. F. Popular 93,80% 86,40% 81,80% 77,60% 47,20% 60,50%

En el cuadro N°1, podemos ver como la mujer de clase media sufre un crecimiento exponencial (la notable diferencia entre los años 1920 hacia 1960) comparado al crecimiento aritmético que vive la mujer popular, ello argumentado en lo que expresaría Carmagnani sobre el surgimiento de la clase media en Latinoamérica, la que sitúa en 1910 en donde el Estado comienza a modernizar lo político y social hacia el esfuerzo productivo, expresándose netamente en las grandes ciudades:

“Para que una sociedad determinada esté en condiciones de asimilar un mínimo de nuevas tecnologías, de proveerse al menos de infraestructuras necesarias para que funcionen las relaciones de su economía con la economía internacional, tiene que desarrollar una estructura de instrucción pública (…) Este interés no procedía de un deseo sincero de transformar substancialmente el ordenamiento social y político, sino de la necesidad de

Fuente: Salazar y Pinto op cit, pág. 166 Adaptación: Iván Ramírez

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disponer dentro del país a la las personas adecuadas para velar por que el mecanismo de crecimiento económico no se quedara encasquillado por motivos internos”32.

La clase oligarca y el capital extranjero al incentivar el surgimiento de la clase media, ello dado por sus propios interés económicos expresados en el mejoramiento de la producción, generó una clase media sumisa a la élite, desclasándose en torno al sector popular y asimilando las ideas de la clase alta sin ninguna crítica, pero la misma crisis oligarca le mostró a la clase media lo precario de su situación y que esta nueva clase debía generar reivindicaciones de tipo político y social debido a la crisis post primera guerra mundial, lo cual generaría reformas sociales y políticas, pero no en lo económico, siguiendo los mismos grupos en el poder.

Por su lado en lo rural la “cuestión social” tatuó un cambió en aquella sociedad expresado en la transición demográfica producto de la migración campo-ciudad y el posterior traslado del ‘rancho al conventillo’ tiene como característica el construir la identidad, ser el espacio de acción de las mujeres populares urbana, además de ser el espacio de reencuentro de estas mujeres con los hombres populares. Siendo este un contexto tensionado por este reencuentro, en las cuales las relaciones de parejas se contextualizan en un ambiente predominado por el hacinamiento, la insalubridad y la escasez de trabajo. Es en este ámbito en el que aparece la violencia familiar y social, la que se vuelve pan de cada día, siendo esta resolución de problemas a través de la violencia una neta expresión de la enajenación33 que generaba la subordinación al binomio Estado-Mercado, el cual hasta ese punto no veía que su base productiva se agobiaba por el egoísmo intrínseco de ellos, el que generó una marginalización por lo que dentro de estas familias popular se daba una idea de que el trabajar en el servicio domestico en casa de “gente bien” traía beneficios para el desenvolvimiento social más que el restringir su libertad inherente (no olvidar que al ser domestica se pasaba a trabajar sin un horario regulado y por ende sin días libres siendo una esclavitud basada en la admiración que generaba el ser participe de esta vida prolija aunque sea desde un corte más bien tangencial), ello no era lo único por lo que debían sufrir si no también maltrato físico, psicológico y sexual por parte de sus amos.

Los que siguieron en la ruralidad vieron como se mantenía el ‘patronazgo’, los abusos de los patrones, que seguían asegurando su existencia yendo en detrimento de la de sus trabajadores, pasando por sobre las leyes y normas del país como lo expreso Juan en la siguiente cita:

“Cuando yo entré a trabajar como inquilino todavía estaba el patrón. Pero después se cambiaron, y vinieron otros patrones de la Compañía Industrial de Los Andes. Yo dure tres años con don Marcial. Ya no era tan malo, porque tuvo esa caída, que mató a su señora y lo mandaron para el hospital, preso, detenido. Administraba don Roberto Espínola, su hijo. El no era tan rudo, ni su sombra. Era mucho mejor don Roberto”34.

Pero a pesar de la condición subordinada de la mujer popular urbana, ella inicia un proceso de modernización que consiste en revalorar su rol maternal (proceso imbuido por la influencia de la “Maternidad social” y los dispositivos que estos generaron en ayuda de la mujer obrera), con ello la

32 Carmagnani Marcello, “Estado y sociedad en América Latina”, Editorial Crítica, 1984, pp.133- 134.33 Gloria Ramírez Arancibia en entrevista con el autor: “El hombre que me recibió, me recibió bien toda la cuestión, después se enteraron (ella tuvo un problema en una antiguo trabajo en la que la culparon de poner un billete falso en el deposito, cosa que niega por lo cual los demando en la inspección del trabajo) no se como la empresa en la que yo había trabajado antes le hablaron mal de mí y cuando volvía de buscar la ropa para entrar a trabajar el guardia me dijo sabe que usted no puede entrar a trabajar y me quede hasta tarde esperando explicaciones y el señor no me quizo dar la cara a esto yo me vine, desmoronada… y pensé en matarme y cruce sin fijarme en la luz ni en na’… N de A: Con esta cita se expresa como la enajenación, es influida por el contexto y este es la falta de escasez de oportunidades laborales y por la exigente pauta de vida de la sociedad de corte capitalista imperante. 34 Valdés Ximena, “Hombres y Mujeres de Putaendo: Sus discursos y su visión de la historia”. Ediciones Cem, Santiago, 1986, Pág. 32. Este libro consiste en una serie de compilaciones de entrevistas a hombres y mujeres de Putaendo, puestas sin un análisis de la compiladora.

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intelligentsia se lanzó a mostrar la maternidad como una responsabilidad de carácter social, lo que también llego a lo rural, ya que correspondía a una reforma del Estado, por ende este sector no podía quedar fuera de esta estructura ya que si no se hacia, seria un foco catalizador de una revolución popular en Chile como se intento en la década del 40 en los fundos de Lonquimay y en la insurrección del fundo San Miguel en 1968 35. Pero como se enunció anteriormente, ello correspondía a una práctica de disciplinamiento y de ordenamiento social de corte del Biopoder y Biopolitica tan común de la modernidad. Con esto nos referimos explícitamente a que la subordinación de la mujer popular tanto urbana como rural no solo se dio en el plano de lo laboral, si no también en el plano de las ideas.

En cuanto a la mujer popular rural se comienza a vivir un proceso de inclusión dada por la “primera transición demográfica” (migración campo-ciudad) la que llevó a un proceso de individualización de la mujer mutando los roles que cumplían los hombres y las mujeres en lo público y privado. Antes de esta transición en sectores como Putaendo, Sara, cuando era niña, decía sobre el trabajo hacendado: “Allá no trabajaba ni una mujer, porque no había trabajos para mujeres”36, en otra parte del texto reafirma las tradiciones laborales rurales de la época:

“Todos los hombres trabajaban en agricultura y yo hacia las cosas de la casa: comida, y lavar todo, todo. De chica yo he trabajado. Mi mamá no hacía nada, era enferma, era regalona”37.

La segunda transición que disminuyó las desigualdades, se centro en el plano de la Biopolitica, la que generó una disminución de la fecundidad, modernizando la demográfica de la sociedad rural tradicional acercándola a la urbana, lo que llevó por ende a una disminución de la mortalidad, aumento de la esperanza de vida y transformaciones en la materia de nupcialidad y la estructuración a largo plazo de los arreglos familiares.

Estos nuevos estilos de vida familiar conviven complejamente con una sociedad salarial centradas en un padre proveedor y una madre dueña de casa (ello por la escasa participación laboral que se daba en la mujer en la primera mitad del siglo XX en las zonas rurales), por ello la sobrevivencia familiar y una virtual (y muy escasa) movilidad social en las zonas rurales se generaba mediante el recurrir a la comunidad, al vecindario y a la familia extensa. Pero estos patrones se comienzan a cambiar al estrecharse los límites entre la comunidad rural y la urbana a través de los medios de comunicación, al trabajo asalariado (en detrimento de la dependencia del trabajo de la tierra), al Estado y la institucionalidad pública (escuelas, registro civil, juzgados locales, servicios de correos).

En esta superficie tiene vital relevancia la “Reforma Agraria” que inserto una secularización en el campo, con lo que rompió los limites entre el campo-ciudad, lo que de igual forma genero resistencias de propietarios, pero que inició reformas jurídicas respecto a la propiedad de la tierra, reformas laborales y en la creación de dispositivos públicos que incidieron en la vida de las mujeres. Se cambia a los patrones y patronas, párrocos y hacienda por funcionarios públicos, inspectores de trabajo, agrónomos, veterinarios, matronas, enfermeras, médicos, asistentes sociales, en síntesis una “Intelligentsia Estatal”. Con ello la vida rural comienza un proceso de entremezclamiento de los antiguos y los nuevos valores traídos por la modernidad y los antiguos patrones que se generaron en la larga duración por lo cual están muy insertos en la cultura popular rural.

No debemos olvidar que en esta época todavía perduraba la idea del “Marianismo Social” la cual masificaba el “Estado Benefactor”, se quería a las mujeres en la casa, se creó como dispositivo

35 Alejandra Brito, “Mujeres del mundo popular urbano. La búsqueda de un espacio. En Sonia Montecinos, Op cit. Pág. 122. Olga Ulianova, “Levantamiento campesino de Lonquimay y la Internacional Comunista”, Centro de Estudios Publicos, Verano del 2003 N°89. 36 Valdés Ximena, Op Cit, Pág. 52. Este libro consiste en una serie de compilaciones de entrevistas a hombres y mujeres de Putaendo, puestas sin un análisis de la compiladora37 Ibídem, Pág. 48.

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social “Los Centros de Madres”, de manera que el papel de madres y esposas se vinculara con la comunidad local, accediendo mediante a estas organizaciones, desde maquinas de coser hasta dispositivos intrauterinos. Se paso de una “hacienda autárquica” a las practicas y representaciones sociales del mundo exterior (escuela, hospital, sede social, etc.)

Los nuevos patrones de la sociedad rural generaron un proceso de erosión de lo que es la autoridad masculina en la familia, por la flexibilización laboral y la precariedad del padre como proveedor38, ya que desde a mediados de los 50 se comienza a pavimentar el paradigma Neoliberal en Chile, lo que se volvió mas patente “Post Reforma Agraria”, ello llevo a que la familia rural debiera reacomodarse en cuanto al trabajo por lo que el mercado de trabajo agrícola se ‘Femenizó’, desestructuralizando la familia convencional rural, lo que inicio la modificación de lo patrones de género heredados por lo que aquí sucedió fue una “liberación femenina” (sin duda forzada) producto de las necesidades del mercado como el punto más relevante (el otro era el de disciplinamiento y de reordenamiento social del Estado).

El espacio rural comenzó a poblarse de agroindustrias y de poblaciones, la fuerza de trabajo perdió su vinculó laboral estable, pasando a convertirse en temporeros en conjunto con las mujeres, lo cual afectó al minifundio agudizando la descomposición campesina que venía ya desde el siglo XIX. Las relaciones de género cambiaron la mujer se abrió a los lugares de trabajos, ferias y mercados (muchas veces también a la participación en los centros de madres)39. Valdés propone en su texto “La vida en Común…”, que el hombre ha visto disminuido sus espacios de sociabilidad al reducirse su vínculos laborales, pero eso a simple vista es bastante reduccionista, ya que en sí es compartir espacios, ya que debemos entender estas “conquistas de espacios sociales” de la mujer, no como tal si no más bien a practicas de “Biopoder”, de manera de proteger el Estado-Mercado que una emancipación como tal, si no más bien es una subordinación de carácter inconsciente, de manera de no generar sujetos marginales que se vuelvan “contra-sistémicos”.

Sin duda esta subordinación inconsciente a través de la apertura de lo laboral, espacios de sociabilidad en la ruralidad han permitido fraccionar las relaciones de género en cuanto a libertades sobre todo en la capacidad de acceso a la educación siendo este el centro de la liberación femenina tal como lo planteaba Belén de Sárraga española que estuvo en chile en 1913, que promovía la emancipación de la mujer:

“No es señores, que la mujer sea de constitución inferior a la del hombre; no es que la Naturaleza no le haya dado dotes grandes, de valía, a la mujer: es que la mujer es hoy un tipo humano enfermo, y enfermo por el misticismo religioso, por el exceso de sentimentalismo… ¡curemos a la enferma y tendremos entonces a la ciudadana!”40.

Conclusiones

38 cfr Valdés Ximena, “La vida en común. Familia y vida privada en Chile y el medio rural en la segunda mitad del siglo XX”, Lom ediciones, 2007.39 Juan: “La mujer también debería participar. En centros juveniles, la juventud, todo eso. Para que ellas proyectaran qué es lo que piensan y quieren hacer. Antes la mujer se organizaba en Centros de Madres… y en el sindicato también había, las que ordeñaban en el fundo. Ahora no más… hay cualquier cantidad de mujeres trabajando. Yo no se cómo les pagan y las condiciones… Valdés Ximena, “Hombres y mujeres...”, pág.46.40 Salazar y Pinto, Op cit. Pág. 170.

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A lo largo del texto podemos visualizar como es que las mujeres han llevado un proceso variado de liberación, ello sea por su condición de clase como la de su ubicación geográfica (rural o urbana), pero este proceso se ha debido insertar en la modernidad que vivió nuestro país producto de la reestructuración de nuestro Estado (ya desde 1860 según diversos autores), de nuestra economía (desde 1870 con gran fuerza), es por ello que se comienza a cambiar la idea paternalista que existía en el Chile colonial y decimonónico, en el cual la mujer de clase alta vivía en un permanente encierro y por su lado la mujer de clase popular vivía a la intervención de lo que dijese su padre o esposo.

Todo comienza a cambiar de distinta formas para las mujeres, la mujer proletaria ve truncada su liberación, primeramente a través del labraje en conjunto a su familia, producto de los intereses económicos de la elite, siendo mermada su capacidad de subsistencia y de ahorro, el cual por mínimo era vital y posteriormente al quitársele su opción de “Arranchamiento Femenino”, una vez motivado el proceso de descampesinizacion y el ulterior hermosamiento que las ciudades chilenas obligándolas a subordinarse a un sistema laboral de corte capitalista moderno, amparado en el salario e incentivado por el Estado de nuestra nación, gracias al “Modelo de Crecimiento a través de Exportaciones” y después por el “Modelo de Sustitución de las Importaciones” ya que sus tradicionales formas de subsistencia fueron eliminadas por lo cual debió migrar de las zonas rurales hacia la ciudad, lo que cambio su antigua identidad generando una nueva identidad femenina, aunque diferenciada de las mujeres de clase alta, ya que al ser subordinada la mujer popular debió vivir serios daños psicológicos, físicos y morales, los cuales la moldearon de una manera diferente para exigir sus derechos y expresar su descontento en comparación con la mujer de clase alta.

La protección que se dio al binomio Estado-Mercado generó que la mujer se insertara al trabajo industrial moderno por lo cual se exigió algunas conocimientos específicos, por lo que se logro educar de un modo que surgió una clase media protectora de este binomio, pero el que se educará no nos debe engañar, ya que ello generó una participación en lo social y con el paso del tiempo triunfos en lo político, pero no cambio la base económica de este grupo, el cual si volvió visible su descontento.

Por su lado las mujeres de sectores rurales que resistieron al embate de la “Descampesinización”, vivieron una independización (ello desde la perspectiva de la participación social y en menor medida económica, ya que el estado influenciaba la idea de la mujer como encargada de la vida y del hogar sobre todo en sectores populares y rurales) inicialmente por la reforma agraria que buscaba eliminar los peligros de una insurrección campesina por las desigualdades generadas entre las clases y también entre el campo y la ciudad, es por ello que aparecen instituciones del gobierno y también sociales que buscan eliminar en parte estas diferencias, pero este proceso se acaba bruscamente con el Golpe Militar de 1973 truncando este proceso de liberalización femenina, subordinándola al binomio, por lo cual las tendencias Neoliberales imperantes en el gobierno de la época generan una desestructuración de la familia rural, apareciendo los empleos temporales, entrando la mujer a un rol productivo y eliminando la estabilidad de la época del hombre rural.

Por su lado las mujeres de la élite nacional, comienzan ampliar su rango de influencia en la sociedad, ello dado a su rol en los salones dado a la influencia extranjeras traídas por los capitales extranjeros que comienzan a apoderarse de la economía del país. De a poco las mujeres comienzan a hacerse presente en la calle a través de grupos de lectura, de caridad, etc. Con los que comienzan a conquistar sus espacios en la sociedad, pero a dejar los roles propios de su sexo. Con lo que deben subordinar a mujeres más inferiores que ellas para alcanzar su anhelada independencia, siendo ello la causa esencial para afirmar que la liberación de la mujer depende de su rango en cuanto a clase. Las mujeres de esta clase logran desde la praxis generar una pauta ideologica-filosofica que posteriormente logran sedimentar en las mujeres populares, permaneciendo hasta hoy en la idea de maternidad. Siendo un proceso dicotómico y no ligado a una relación dialéctica entre la participación del hombre y la mujer si no mas bien entre la relación

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dialéctica clasista entre los ricos y los pobres, chocando sus intereses y privilegiándose los de unos por sobre los de otros, agregando la protección hacia rebeliones por parte del Estado.

Por ello el crecimiento laboral de la clase media femenina y a la vez el mantenimiento estable de la clase popular femenina expresada en el cuadro N°1, expresa en síntesis general la protección del binomio Estado-Mercado en el cual están a cargo las clases elitarias, por lo que la mujer no se inserta en un proceso de conquista de derechos ni de emancipación generada por ellas, sino mas bien es un proceso de subordinación inconsciente, con la falsa ilusión de independencia.

De modo final debemos decir que pese a que el hombre en gran parte de la historia, se ha encargado de mostrarse como el actor principal, el rol de la mujer sin duda que es relevante, sobre todo si se hace la historia desde la perspectiva de los marginados. Pero lo central, no es esta relación problemática entre hombre y mujer y como uno subordina al otro, más bien; como las estructuras creadas por la sociedad han subyugado la vida de la sociedad. Lo importante es develar que grupos generan las desigualdades sociales (los que sin duda están compuestos tanto por hombres como por mujeres y la historia tiene el rol de buscar la verdad sea cual sea, aunque ha sido esencialmente una herramienta justificadora de acciones) y cuales son su verdaderos fines, ello de manera de eliminar la búsqueda de odiosidades entre hombres y mujeres o mujeres y hombres, ya que es indudable que los vínculos de amor entre estos ha sido indisoluble a lo largo de la historia universal, conformando núcleos familiares que son el sostén de la nación. También debe entenderse que estas relaciones de amor pueden darse entre hombres con hombres y mujeres con mujeres, existiendo ello también a lo largo de la historia del mundo por lo cual excluirlos en cuanto a libertades y derechos es negar la verdadera historia de las relaciones sociales y la idea del bien común que tantos han pregonado y defendido, no olvidar que la historia es “Magister Vitae”, por lo cual conociendo nuestro pasado podemos cambiar los axiomas que perjudican la convivencia en nuestra época, velando siempre por un mejor entendimiento social a través del aprendizaje de nuestro pasado el cual nos permite desde el presente proyectar un futuro mejor.