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Inspector Leif Anders Pedersen El Julehjerter Era una ocasión especial. Llevaba un año recogiendo a Kirsten en la escuela, todos los días, salvo durante las vacaciones. Sasha, él, prefería volver solo en bici a casa. Eso ocurría en Holbæk. Vivía ahí desde hacía más o menos un año, desde que había conseguido ser mutado… desde aquel caso en Copenhague…. Copenhague a finales de los 90 Era mi cumpleaños. 35 años. El tiempo pasaba volando. Llevaba esperando un rato delante de la escuela, cuando, de repente, la vi. Mi rayo de sol. Hacía un día bonito. Un precioso día de primavera, con el sol que brillaba en el cielo y que al reflejarse en su cabello parecía que fuera dorado. Igualita a su madre…. “-¡Papá!”, dijo al verme. Vino corriendo hacia mí, y me arrodillé para cogerla en brazos. Le di un beso en la mejilla, como siempre, y me dirigí a casa. “- A ver, cuenta… ¿Qué tal lo has pasado? Espero que todo te haya ido bien. -Sí. Papá, ¿me puedes dejar en el suelo? Tengo una sorpresa para ti.

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Inspector Leif Anders Pedersen

El Julehjerter

Era una ocasión especial. Llevaba un año recogiendo a Kirsten en la escuela, todos los días, salvo durante las vacaciones. Sasha, él, prefería volver solo en bici a casa.

Eso ocurría en Holbæk. Vivía ahí desde hacía más o menos un año, desde que había conseguido ser mutado… desde aquel caso en Copenhague….

Copenhague a finales de los 90

Era mi cumpleaños. 35 años. El tiempo pasaba volando. Llevaba esperando un rato delante de la escuela, cuando, de repente, la vi. Mi rayo de sol. Hacía un día bonito. Un precioso día de primavera, con el sol que brillaba en el cielo y que al reflejarse en su cabello parecía que fuera dorado. Igualita a su madre….

“-¡Papá!”, dijo al verme. Vino corriendo hacia mí, y me arrodillé para cogerla en brazos. Le di un beso en la mejilla, como siempre, y me dirigí a casa.

“- A ver, cuenta… ¿Qué tal lo has pasado? Espero que todo te haya ido bien.

-Sí. Papá, ¿me puedes dejar en el suelo? Tengo una sorpresa para ti.

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-¿Ah? Vale.”

La puse en el suelo con mucho cuidado. Después, cogió su mochila, se dio la vuelta, buscando algo. Por fin sacó algo y me miró.

“-Toma, es para ti.”

Me tendió un magnífico corazón trenzado, uno de nuestros famosos “julehjerter”, hecho de papel rojo y blanco.

“-Lo hice para ti. Feliz cumpleaños. Te quiero papá.

-Gracias…. Muchas gracias.”

Me agaché y la abracé. Ella también me abrazó. Sentía que la ausencia de su madre se hacía notar cada vez más. Sin poder contenerme, una lágrima resbaló por mi mejilla.

Guardé con cuidado el corazón de papel en el bolsillo de mi abrigo, y luego cogí a Kirsten por la mano y empezamos a andar hacia casa.

Holbæk (en las elecciones)

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Llegamos al centro de Holbæk y pasamos por delante de una tienda.

“-¿Quieres regaliz?

-¡¡Sí!!

- Coge también para tu hermano.

-Vale.”

Entramos en la tienda.

“-Buenos días, señora Larsen.

-Buenos días, señor Pedersen. ¿Qué desea?

-Yo, nada, pero mi hija va a coger un poco de regaliz.

-Bien.”

Kirsten se acercó al pequeño mueble con tapa transparente y cogió un poco de regaliz, los metió en una bolsita y la dejó sobre el mostrador.

“-Son 70 coronas….

-Tenga. Ah, ya que estoy aquí, deme una margarina. ¿De cuánto la tiene: de 200 gramos?

-Una margarina… no sé si quedan… espere… ah, aquí está. Creo que es la última.

-Gracias. Tenga, cóbrese.”

Le di un billete de 200 coronas. Me devolvió unas cuantas monedas.

“-Gracias, señor Pedersen. Que tenga un buen día.

-Gracias. Igualmente. Adiós. Kirsten, dile adiós a la señora Larsen.

-Adiós señora.

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-Adiós pequeña.”

Salimos de la tienda, y continuamos andando hacia nuestra casa. Al pasar por el borde del fiordo… me vinieron ganas de bañarme pues hacía un tiempo estupendo….

El fiordo de Holbæk

Me alegraba de haber vuelto a casa, y de no ver asesinatos tan violentos como los que solían producirse en Copenhague… y, además, aquí me conocía mucha gente.

Copenhague (Foto de Stephen McLaughlin y Gordon Luce)

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Cuando llegamos a casa, Sasha ya estaba en su habitación. Desde que su madre murió de esa forma tan violenta, había cambiado… además, no nos llevábamos muy bien… me quería, sí, pero no quería mostrarlo, mientras que Kirsten no quería alejarse de mí ni un solo instante. Fui a ver a Sasha.

“-¿Qué tal te ha ido, Sasha?

-Bien.

-¿No tienes nada que contarme?

-No.

-Mmm… Por lo que veo, no tienes ganas de hablar… hasta ahora….”

No quería insistir. Kirsten estaba en su habitación. Puesto que no tenía otra cosa que hacer salvo hacer de comer, me senté en un sillón del salón y saqué el julehjerter de mi bolsillo. Era bonito. Uno de los más bonitos que había visto en mi vida.