INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA · 2016. 6. 22. · organizado que emprende una lucha prolongada...
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INSURGENCIA Y CONTRAINSURGENCIA Conferencia del Ciclo de AEME, pronunciada el 23 de mayo de 2013 por el general de división del Ejército de Tierra (R), Ricardo Martínez Isidoro, socio de AEME, en el Aula Magna del CESEDEN.
La creciente adaptación de las Fuerzas Armadas de los países occidentales a los nuevos
tipos de guerras expedicionarias del comienzo del siglo XXI ha modificado la doctrina,
la orgánica, los materiales y el adiestramiento de los Ejércitos en relación con las
misiones tradicionales que imperaron en el pasado siglo.
La gran duración de los conflictos armados asimétricos, en que se ven envueltas las
Fuerzas Armadas de aquellos países, ha cuestionado la disponibilidad y adecuación de
estas para una solución contundente de los mismos, llegando a dudarse de la posibilidad
de que sean solucionables.
La insurgencia y la contrainsurgencia, con ser funciones complejas, representan hoy día
el resumen de las actividades fundamentales desarrolladas en los nuevos teatros de
operaciones dentro del concepto superior de conflicto armado asimétrico.
A los diez años de la participación del Ejército de Tierra en Irak, todavía se sigue
proclamando su ilegalidad y falta de legitimidad, cuando sería muy sencillo comprobar
que estos aspectos son falsos y constituyen un aspecto recurrente de la lucha política por
parte de la izquierda española.
¿SON IMPOSIBLES PARA OCCIDENTE LOS CONFLICTOS ARMADOS
ASIMETRICOS?
Recientemente he tenido la ocasión de asistir a una conferencia, pronunciada por un
experto reconocido en cuestiones del modelo estratégico asimétrico, en la que se
adelantaba como conclusión la imposibilidad de ganar, por parte de las potencias
llamadas occidentales, un conflicto de carácter asimétrico; como corolario, la necesidad
de evacuar cuanto antes las misiones de apoyo a la paz en marcha hoy en día.
La gravedad de esta afirmación reside en que las Fuerzas Armadas (FAS) actuales no
estarían preparadas, ni dispuestas, para los conflictos abrumadoramente más frecuentes
que se producen actualmente.
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Afortunadamente hay muestras de que esta conclusión académica no es definitiva, ese
sería el caso de los Balcanes, aunque también es cierto de que no se trataba totalmente
de un conflicto asimétrico, al menos no se daban todos los requisitos para ello.
Pero hay algo que está en juego actualmente, después de los repliegues de IRAK y del
próximo de AFGANISTAN, y es saber si las FAS y la Comunidad Internacional,
generadoras de este tipo de operaciones, están realmente adaptadas, física y
psicológicamente, a este tipo de misiones.
Es evidente que en la Zona de Operaciones se vienen realizando cuantiosos esfuerzos de
adaptación y que las mentalidades operativas se acercan, cada vez más, a las soluciones,
sobre todo en lo que respecta a los medios y al continuo adiestramiento de las Unidades,
misión tras misión, en el mismo tipo de lucha.
Si la primera cuestión es la de saber si la actual concepción de la voluntad de combatir a
un enemigo asimétrico está intacta, la segunda es percibir si las FAS están demasiado
volcadas a este tipo de misiones, con lo que supone de adaptación de sus doctrinas,
adiestramiento, organización y materiales, descuidando otro tipo de conflictos que
puedan producirse en escenarios en solitario y en el de las alianzas.
CONFUSION EN LA TERMINOLOGIA.
Los Oficiales de Estado Mayor (EM) que se forman en este CESEDEN, en la
ESCUELA SUPERIOR DE LAS FAS(ESFAS), están especializados en el estudio de
las amenazas, de su entidad, naturaleza e intenciones, sabiendo que el conocimiento del
enemigo (que poco se emplea ya esta palabra y que necesario es convencer a las
autoridades políticas de que existe el enemigo) ha guiado siempre la concepción, la
decisión y la conducción de las operaciones.
De los factores de la decisión, a pesar de la supremacía de la misión y del peso de cada
uno de ellos, es el enemigo, sus hipótesis de actuación, el que es más definitivo.
Hoy en día es difícil percibir con nitidez al enemigo, y la misión se torna a veces
confusa en su enunciación, en otras operaciones paradigma de la claridad. Estamos
sumidos en un marasmo de conceptos:
“REBELION, ALZAMIENTO, LEVANTAMIENTO, RECHAZO A LA
AUTORIDAD, DESOBEDIENCIA CIVIL, REVOLUCION, SEDICION, MOTIN,
REVUELTA, SUBLEVACION, SUBVERSION, GUERRILLA, TERRORISMO,
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LUCHA ARMADA, MOVIMIENTO VIOLENTO, LUCHA PROLONGADA,
GUERRA IRREGULAR, GUERRA REVOLUCIONARIA, COMBATIENTES
EXTRANJEROS, GUERRAS ASIMETRICAS, GUERRAS HIBRIDAS,
CONTRAGUERRILLAS, INSURRECCION, AGRESION INDIRECTA,
CONTRASUBVERSION, Y UN LARGO ETCETERA”, entre los que brillan
actualmente con luz propia la Insurgencia y la Contrainsurgencia y Conflicto Armado
Asimétrico.
Defino estos conceptos para que sean el marco de referencia, cuanto antes, de esta
charla, y contribuyan a inscribir las diferentes reflexiones que se produzcan:
⎯ INSURGENCIA, según la Doctrina oficial del ET, es un movimiento violento
organizado que emprende una lucha prolongada con la finalidad de cambiar el
orden político establecido, utilizando para ello la propaganda, la subversión, la
presión política y militar y, en su caso la lucha armada, implicando de forma
directa o indirecta a la población.
⎯ CONTRAINSURGENCIA, según la misma doctrina, es el conjunto de
actividades, políticas, diplomáticas, económicas, sociales, militares, de
mantenimiento del orden, civiles y psicológicas, necesarias para derrotar a una
insurgencia.
⎯ CONFLICTO ARMADO ASIMETRICO, es aquel que se produce entre varios
contendientes de capacidades militares normalmente distintas y con diferencias
substanciales en su modelo estratégico.
Realmente ninguno de los conceptos son novedosos en lo que conocemos como
conflictos armados y conflictividad en general; la historia es rica en ejemplos que se les
aproximan aunque, por la propia naturaleza de las dos primeras actividades
contrapuestas, tienden a adaptarse a las características de cada periodo histórico,
desdibujando a menudo las grandes semejanzas que poseen con las versiones que
aparecen en la conflictividad actual.
En la insurgencia se integra un número variable de componentes que tratan de oponerse
violentamente a una acción general pacificadora de carácter gubernamental o
internacional, en un conflicto que enfrenta al Estado, sujeto de derecho, con una o varias
facciones cuyo modelo político y estratégico difiere substancialmente del primero o de
la coalición internacional.
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En algún caso el citado modelo, que llamaremos ya asimétrico, es consecuencia de la
dificultad de enfrentarse con el poder gubernamental, o con la coalición internacional
aliada a él, esgrimiendo las mismas opciones políticas y militares.´
La insurgencia presenta un enfrentamiento duradero en el tiempo que en ocasiones no
buscará la conquista del poder establecido sino desgastarle, manteniéndole en la
condición de estado fallido para poseer la necesaria libertad de acción para desarrollar
sus actividades terroristas transnacionales y criminales.
Insurgencia representa un concepto abierto, genérico de una actitud hacia el poder
establecido, en el que se pueden integrar todo tipo de insatisfechos, momentáneos o
duraderos, que tienen en común la elección de la violencia para dirimir las diferencias
con su enemigo, y que normalmente combaten para conseguir el apoyo de la población,
voluntario o por la fuerza, en una lucha en la que prácticamente todo vale, ya que el
nivel ético de ese movimiento se encuentra muy por debajo de los estándares de los
poderes a los que combaten.
La contrainsurgencia constituye una acción compleja que debe emprenderse desde una
visión integral del problema (comprehensive approach), para ganar los corazones y las
mentes de la población de un territorio donde opera una insurgencia, a la que se quiere
neutralizar por la vía no solo de combatirla sino de la eliminación de las causas por las
que la población se adhiere a las posiciones insurgentes, tanto provengan de la coacción,
del terror, o la solución de los problemas de vida y servicios públicos que el poder
establecido es incapaz de proporcionar; es patente que el esfuerzo militar que se lleva a
cabo en la contrainsurgencia no es mas que una parte alícuota del esfuerzo total, que no
solo debe modularse con la situación general sino imbricarse en la mentalidad de la
conducción.
Los indicadores de situación que se nos presentan por parte de los responsables
operacionales y estratégicos de la contrainsurgencia, a modo de asesoramientos para
conseguir, finalmente, los apoyos materiales necesarios y ejercer la comunicación
pública, no serían trascendentes ni definitivos si no se consigue de la población una
afinidad clara en dirección a aceptar la acción del gobierno legal que combate la
insurgencia, lo que supone la ansiada gobernabilidad. La población no debe tener
ninguna duda del compromiso a largo plazo de la acción contrainsurgente; el mensaje o
relato que recibe de ella, como comentaremos más tarde, debe convencer más que el
correspondiente relato de la insurgencia.
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Insurgencia y contrainsurgencia van inseparablemente unidas, de tal forma que una se
adapta a la otra y viceversa, modulando su acción al ritmo de los resultados en torno a la
conquista de la población.
EL CONFLICTO ARMADO ASIMETRICO.
Tradicionalmente estamos acostumbrados a contemplar la Historia a través de los
hechos de armas más relevantes, en los que los órdenes de batalla de los ejércitos en
presencia eran similares, dependiendo la victoria no solo de la superioridad militar
relativa de alguno de ellos sino de la pericia en el planteamiento de la campaña y del
acierto en la conducción estratégica y operacional.
Recordamos los hechos heroicos en los que un contendiente débil militarmente,
utilizando tácticas especiales en el terreno y condiciones apropiadas, ha conseguido la
victoria ante un enemigo superior.
Cuando al distanciamiento operativo, a presentar una batalla clásica, se le une el
distanciamiento ético y moral en los principios que deben regir en la conflictividad, se
produce la elección por ciertos grupos o facciones de una renuncia a presentar un orden
convencional militar, a seguir las prescripciones del Arte Militar, y lo que es peor, a
renunciar a las leyes y usos de la guerra; es este el caso del enemigo con modelo
estratégico asimétrico, tan frecuente en las operaciones actuales.
Este es el marco teórico donde actúa el enemigo representado por la insurgencia y
donde se produce la respuesta, la contrainsurgencia. Es en 1995 cuando se produce la
recuperación teórica, en los laboratorios doctrinales, del concepto de asimetría de los
conflictos armados, indicándose en un documento oficial que se trataría de un mero
enfrentamiento entre fuerzas distintas. En una publicación especializada, en 1997, se
define la guerra asimétrica como un conjunto de prácticas operacionales que tienen por
objeto negar las ventajas y explotar las vulnerabilidades de la parte más fuerte antes de
buscar el enfrentamiento directo.
El MANDO DE ADIESTRAMIENTO Y DOCTRINA (MADOC) se refiere también “a
la introducción de un elemento de ruptura, tecnológico, estratégico o táctico, un
elemento que cambia la idea preconcebida, o se trata de un método de combate difícil de
definir que se basa en lo inusual, lo inesperado, y en procedimientos ante los que no
resulta fácil una respuesta convencional”.
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Tanto el modelo al que venimos asistiendo, el simétrico, el disimétrico como apunta la
doctrina gala, y al que nos referimos hoy, el asimétrico, son modelos que pueden
coexistir, en lo que se refiere a su ejecución, en un escenario bélico, ya que el
planeamiento de la campaña acudirá a una u otra solución según el desarrollo de cada
una de las fases de aquella; como ejemplo baste la Guerra de la Independencia española,
aunque haya dudas históricas sobre la coordinación real de dichas operaciones.
En las doctrinas más agresivas, como las anglosajonas, y en especial la británica, se
pueden encontrar recomendaciones para el empleo de la fuerza en el sentido de que es
muy positivo recurrir a acciones asimétricas cuando la situación militar lo aconseje,
sobre todo en aquellas fases en que predomine la debilidad frente al enemigo.
A estas alturas de la exposición de este asunto es necesario ya indicar que los países que
respetan las convenciones internacionales y todo el acervo del derecho de los conflictos
armados, los que además son democracias consolidadas, pueden utilizar en algún
momento, estrategias, tácticas y procedimientos comunes con el enemigo asimétrico,
pero su modelo estratégico general no tendría ese contenido; este consentimiento podría
de algún modo, como veremos, conducir a soluciones laxas y a ciertos deslizamientos
en el comportamiento bélico de los países que acabamos de citar.
¿Entonces cual es el marco de referencia general donde centraremos las
profundizaciones sobre insurgencia y contrainsurgencia?. Es aquel que se materializa
como reacción a la enorme superioridad tecnológica militar alcanzada por uno de los
contendientes occidentales en general, y en particular por los Estados Unidos.
La Revolución de los Asuntos Militares llevada a cabo en este país en los últimos
decenios hacía presumir que sus ejércitos, y los de sus principales aliados occidentales,
serían prácticamente impunes operativamente en los conflictos armados de este siglo, en
zonas en donde no existen poderes firmes que sostengan unas Fuerzas Armadas eficaces
ni recursos para sostenerlas.
La respuesta reciente, aunque no históricamente, a esta pretendida superioridad (Estados
Unidos estuvo “entre las cuerdas” de 2005 a 2007 en Irak) la constituye el conflicto
armado asimétrico, cuya amplitud y complicación hacen necesarios, para su
identificación, unos factores diferenciadores, como son los procedimientos, las
limitaciones y la organización de los contendientes.
Son muy conocidos los factores anteriores y se pueden encontrar en las doctrinas
vigentes, tanto españolas como extranjeras, estas últimas quizás con mayor acceso al
público en general( muchas publicaciones doctrinales extrajeras están en Internet), por
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ello no se insiste extensamente en estos puntos, solo decir que los procedimientos más
utilizados en el modelo estratégico asimétrico son, la guerra de guerrillas, la subversión,
el terrorismo, la movilización de masas, la intimidación y la manipulación de la
información.
La guerrilla es una herramienta operativa militar que utiliza la insurgencia sin conexión
con operaciones convencionales; solo en fases muy avanzadas, o en ocasiones
excepcionales, podría haber una coordinación operacional.
La subversión es un conjunto de actividades cuyo fin es el debilitamiento político,
militar y económico del Estado, minando la moral, la confianza y la solidaridad de los
ciudadanos.
Con el terrorismo tratan de someter a un clima de terror a los poderes públicos, a la
población en general o a ciertas personas en particular.
Con las movilizaciones de masas apoyan la causa del enemigo asimétrico a través de
manifestaciones pacíficas o violentas. Hay que distinguirlas de las manifestaciones
pacíficas por motivos estrictamente justos que son indicio de una buena tendencia de
recuperación democrática.
Con la intimidación por la amenaza del empleo de armas de destrucción masiva intentan
influir en las decisiones gubernamentales y militares atemorizando a la población.
La manipulación de la información transmitida con la utilización de las nuevas
tecnologías y esparcida por el efecto de la globalización informativa sirve al enemigo
asimétrico para propagar su relato, a la población local y a las retaguardias de los países
expedicionarios, en lo que ha venido a llamarse la batalla de las percepciones que libra
con la contrainsurgencia.
El enemigo asimétrico pretenderá una ampliación geográfica del conflicto, buscando
santuarios y refugios, ignorando las fronteras. La contrainsurgencia trabajará para todo
lo contrario, evitando la contaminación exterior e intentando que al menos los países
limítrofes sean neutrales.
La legalidad internacional, aceptada por el contendiente que aplica la contrainsurgencia,
no es la norma por la que se conduce el enemigo asimétrico; sin embargo cualquier
vulneración por el contendiente convencional será denunciada en el relato que se envía
a la población y a las retaguardias.
El límite en el uso de la fuerza, materializado en las ROE,s, que practica el contendiente
convencional no tendrá parangón en el enemigo asimétrico que practicará una política
de “todo vale”, incluso utilizando a la población como escudo.
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La larga duración de estos conflictos, 14 años para Afganistán, de momento, 10 años
para Irak, aunque el conflicto diste mucho de estar solucionado, etc, agota a las fuerzas
presentes y a las retaguardias que soportan política y económicamente el esfuerzo. Para
la insurgencia solo “durar” en su existencia constituye una victoria, sobre todo cuando
la contrainsurgencia pone fecha a su repliegue, aspecto que es aprovechado por el
contendiente asimétrico que alerta a la población de la posibilidad de hacerse pronto con
el poder. Cualquier aceleración en las operaciones de contrainsurgencia, causando daños
colaterales, provoca una vuelta atrás en los resultados.
El contendiente asimétrico utiliza las lecciones aprendidas de la guerra revolucionaria
clásica, en especial la acción psicológica y la propaganda, para amplificar los efectos de
sus acciones, que crean en la población un efecto de fascinación y terror; utiliza la
experiencia de las organizaciones subversivas revolucionarias, guerrillas, de la gran
delincuencia y de su estructura celular, redes de blanqueo de dinero, mafias,
combatientes extranjeros, grupos terroristas internacionales, mercenarios, piratas
informáticos, etc., e incluso delincuentes de bajo nivel a sueldo.
En lo que respecta a las características del conflicto armado asimétrico, es frecuente la
aparición de alguno de los elementos que se citan o una combinación de ellos: presencia
y actuación de grupos armados irregulares, dificultad de identificación del enemigo,
tácticas irregulares e irracionales, inexistencia de línea de contacto con el enemigo,
terreno elegido por la insurgencia y mimetización con la población, ausencia de ley y
orden, explotación mediática de sus éxitos, presencia de organizaciones civiles, colapso
de las infraestructuras, reducido poder político y bajo ritmo de las operaciones.
Es tal la separación conceptual entre el modelo estratégico convencional y el asimétrico
en los conflictos armados que se puede considerar un amplio espectro de
comportamientos entre ambos, sobre todo cuando el imperativo de los dos es obtener
ventajas decisivas sobre el adversario, y que estas se reflejen en la población.
¿HAY CIERTA ASIMETRÍA EN LA ACTUACION DE LOS EJERCITOS
OCCIDENTALES?
En este sentido, cabe especular sobre la posibilidad de que las Fuerzas Armadas
occidentales, en general, se estén adaptando, progresivamente, a tácticas, técnicas y
procedimientos para combatir al enemigo que tenemos enfrente, siguiendo un tanto la
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pista anglosajona de pretender introducir una cierta asimetría en sus respuestas contra el
enemigo.
Es evidente que todos los ejércitos que se precien deben tener un Centro de Lecciones
Aprendidas donde se recojan los frutos doctrinales de las operaciones en las que se
participa, para que se eleven al rango doctrinal o que, al menos, mejoren los
reglamentos y las normas operativas permanentes.
Estas tendencias hacia la asimetría se manifiestan por, la utilización cada vez más
profusa de las llamadas fuerzas especiales, el empleo de UAV,s , armados ,
comúnmente conocidos por “ drones”, la planificación y ejecución de operaciones de
información, interrogatorios forzados, etc; es como si hubiera un deslizamiento hacia la
utilización de procedimientos que no solo amortigüen la acción de la insurgencia sino
que ejerzan acciones positivas en el conjunto de la acción contrainsurgente,
manteniéndose fiel a los principios que le diferencian del modelo asimétrico, aunque se
asiste a ellos con una cierta preocupación de ciertos sectores de la opinión pública.
El caso de la utilización de fuerzas especiales, en su momento llamados “guerrilleros”,
es sintomático de que los ejércitos se han dotado ya hace décadas de un instrumento de
lucha irregular que no solo se podía utilizar para resistir a un enemigo convencional que
hubiera ocupado el territorio propio, sino para luchar contra las guerrillas que pudieran
establecerse en territorio nacional u ocupado en una acción ofensiva contra el enemigo
exterior. Esta misión de guerrillas y contraguerrillas eran las típicas que se atribuían a
este tipo de fuerzas en un pasado reciente.
Sobre todo con el acceso a OTAN, y a la UE en menor medida, estas fuerzas se han
institucionalizado y organizado en cada país en Mandos de Operaciones Especiales
(SOC,s en terminología OTAN) cuyas misiones se adaptan formidablemente al nuevo
tipo de operaciones que se llevan a cabo contra el enemigo asimétrico, seguramente
porque su forma de actuar tiene una dosis importante de asimetría, aunque no su modelo
estratégico, que es de corte occidental.
La participación de los Mandos de Operaciones Especiales, específicos o conjuntos, en
las operaciones nacionales e internacionales es algo normal y habitual para cumplir sus
misiones tradicionales a lo largo de la batalla o campaña, aunque también pueden
emplearse puntualmente, siendo sus acciones de gran repercusión estratégica, como
ocurre también con las acciones de la insurgencia y la contrainsurgencia.
La utilización de los UAV,s armados con misiles para abatir a miembros de la
insurgencia en diferentes partes del mundo, en especial en Afganistán, Yemen y
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Somalia, al parecer, constituye uno de los asuntos más controvertidos en la actual
respuesta contra la insurgencia por parte de Estados Unidos; bien es verdad que Israel
viene utilizando este tipo de ataques contra los terroristas de Hamas desde hace años.
La eliminación preventiva de insurgentes que potencialmente significan una amenaza
contra Estados Unidos ha producido desde 2004 cerca de 3500 muertes solo en
Pakistán. Para este país, los ataques son inaceptables y suponen una violación de la
soberanía y del derecho internacional; no existe al parecer complicidad de ambos países
en este asunto. Esta actividad, reiterada en lo que se conoce como “ataques de doble
toque,”es considerada por muchos como un crimen de guerra.
La sociedad civil, miembros del Senado norteamericano, universidades, la ONU, etc,
están comenzando a reaccionar contra este procedimiento de lucha del Presidente
Obama, cuya política contraterrorista ha visto aumentar los ataques desde que
comenzara su mandato.
En contrapartida, la argumentación oficial norteamericana es firme, dado que según la
Casa Blanca los bombardeos con UAV,s son “legales, éticos e inteligentes; se persigue
a los terroristas de Al Qaeda para salvar vidas inocentes dado que esta organización
siempre planea acciones contra los Estados Unidos”.
Como referencia legal interna existe la “Autorización para el uso de la fuerza militar
(AUMF)” concedida al Presidente de los Estados Unidos por el Congreso, de fecha 12
de septiembre del 2001, un día después del 11S. Con dicha autorización “se faculta al
máximo mandatario norteamericano para utilizar toda la fuerza necesaria y adecuada
contra las naciones, organizaciones o individuos responsables del 11S”.
La citada actividad contraterrorista está siendo estudiada para que este poder
presidencial tenga un control a través de una Corte Especial sobre Actividades de
Inteligencia.
La realización de operaciones de información, no solo se opone a la actividad de
comunicación de la insurgencia sino que modela la información de acuerdo con las
operaciones en curso.
La política norteamericana en torno a los interrogatorios de los presuntos insurgentes ha
dejado rastros como los de Abu Graib y Guantánamo, de difícil asunción ética, moral e
incluso legal.
Los ciberataques, como los llevados a cabo, al parecer, por Israel contra los sistemas
informáticos de ciertas centrales de desarrollo nuclear iraníes representan un nuevo
campo abierto de estas desviaciones asimétricas.
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¿HAY INMOVILISMO EN EL PENSAMIENTO ESTRATEGICO OCCIDENTAL?
No es justo que se les achaque a las Fuerzas Armadas occidentales un cierto
inmovilismo en materia de evolución estratégica, conceptos y doctrinas, ya que desde el
final de la Guerra Fría, y sobre todo durante las primera decena del siglo XXI, se
desarrolló un continuo proceso de transformación que trata de adaptar sus cuerpos
doctrinales a las nuevos riesgos y amenazas.
La OTAN adaptó su estructura suprimiendo varios mandos estratégicos y creando el
Mando de Transformación que potencia estos procesos de actualización que guían su
influencia hasta las células de transformación en las FAS, a través de sus Estados
Mayores Conjuntos.
En el Ejército de Tierra español, el cuerpo doctrinal ha evolucionado en dirección a las
nuevas misiones de contrainsurgencia, objetivo al que nunca se dejó de apuntar pues
siempre se mantuvieron vigentes las Orientaciones sobre Subversión y
Contrasubversión, cuyos preceptos han ilustrado una parte importante del contenido de
la nueva y reciente publicación doctrinal Contrainsurgencia.
El hecho tangible de que más de 130.000 militares, en más de 55 operaciones en el
exterior, durante los últimos 24 años, hayan actuado muy a menudo en un ambiente de
lucha contra la insurgencia ha marcado los procedimientos, transformado la orgánica,
dirigido la obtención de armamento y material, y sobre todo ha introducido una
mentalidad nueva para hacer frente al enemigo asimétrico; en 2003, en la participación
en Irak por parte del ET español, a pesar de que el dispositivo estaba muy equilibrado,
es destacable indicar que ningún vehículo llevaba inhibidores de frecuencia; unos meses
de estancia en Irak bastaron para que la primera solicitud de material para luchar contra
los IED,s que utilizaba la insurgencia fueran esos dispositivos.
Los actuales procesos de determinación de capacidades, con los horizontes 2025, están
totalmente influidos por estas nuevas amenazas; las nuevas Grandes Unidades que se
investigan, como son las Brigadas Orgánicas Polivalentes del ET, los nuevos materiales
que se obtienen, y las tácticas, técnicas y procedimientos(TTP,s), son consecuencia de
las citadas lecciones aprendidas.
No es tanto que el cuerpo doctrinal/convencional occidental no esté preparado para el
nuevo combate contra un enemigo asimétrico, la cuestión reside en que es necesario
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mantener una lógica convencional consistente y una avanzada mentalidad de adaptación
a los nuevos tipos de guerras.
En general las FAS, por su constante necesidad de ser eficientes en las operaciones, y
porque son los que a menudo se encuentran con el enemigo, están más mentalizados que
los gobiernos de turno a los que obedecen, que no admiten ni siquiera, en algunos casos,
que sus tropas estén actuando en una acción de guerra, y mucho menos que tengan
enfrente un enemigo que trata de socavar los principios más básicos de su civilización y
costumbres, por procedimientos que no admiten ninguna limitación, aunque en una sola
acción le causen cerca de 200 muertos y 1500 heridos.
UN INCISO: LAS GUERRAS HIBRIDAS
En esta constante referencia analítica a lo convencional y asimétrico, se asiste desde
hace ya algunos años a nuevas conceptuaciones sobre el tipo de guerra a la que se
enfrentan actualmente los ejércitos occidentales, este sería el caso de las guerras
híbridas.
La reciente Directiva de Defensa 2012, en un alarde de modernidad, cuando el concepto
de conflicto armado asimétrico es el que está doctrinalmente aceptado, ha hecho
referencia a este relativamente nuevo concepto de la forma siguiente: “El siglo XXI ha
contemplado una primera década de conflictos que parecen abrir paso a un escenario de
amenaza híbrida, que combina el conflicto convencional con la confrontación de
carácter asimétrico y tiende a evolucionar a una amenaza creciente del segundo género
que se vale, en cuanto puede, del espacio que ha quedado fuera del control de los
Estados territorialmente soberanos.”
Para los investigadores civiles (Félix Arteaga), “en las guerras híbridas se combinarían
elementos convencionales y de insurgencia, militares y criminales, políticos y
psicológicos, de propaganda y de intimidación, humanitarios e inhumanos, para
conseguir la desaparición física o el desistimiento del rival, para ganar el apoyo de la
población local y global”.
Cabe hacer una cierta recriminación a esta definición cuando no incluye en el término
insurgencia elementos que son típicos de ella, como los criminales, inhumanos, de
propaganda, de intimidación, etc. La insurgencia tal y como la concebimos aquí tiene un
carácter más global, e incluso puede integrar a ex miembros de las FAS, como veremos
al comentar la génesis de la de Irak, que utilizarán las formas tradicionales de lucha si
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tienen los medios necesarios y son más fuertes en el momento y lugar adecuados.
También el conseguir el apoyo de la población es la finalidad principal de la
insurgencia.
Para otro erudito de la Universidad de Barcelona, y refiriéndose al conflicto de
Afganistán, en las nuevas guerras se produce un desdibujamiento de las distinciones
entre guerra clásica, crimen organizado y violaciones en gran escala de los derechos
humanos, lo que lleva a una creciente confusión entre actores de naturaleza diversa
cuyos objetivos a veces tienen más que ver con la obtención de beneficios privados que
con motivaciones de tipo más patriótico, este aspecto potencia la acción de los autores
para el auspicio de la debilidad del Estado para la mejor consecución de sus fines,
creando los estados fallidos.
Para el General Mattis, antiguo Jefe de la División Guadalcanal( después Jefe del
Mando Central de EEUU) perteneciente a la Primera Fuerza Expedicionaria de
Marines(MEF I) , participante en la operación ofensiva contra Sadam Hussein en marzo
del 2003, y para el Tcol Hoffman, también del Cuerpo de Marines, en lo que llaman
“Conflicto del Futuro”, “las guerras híbridas se refieren a la combinación variable y
cambiante de todos los elementos, eliminando compartimentos artificiales entre modos(
convencional, irregular, terrorista, criminal, etc), fases( prevención, estabilización,
reconstrucción, etc) y actores(estatales y no estatales), dirigida a obtener sinergias
propias y a reducir ventajas del oponente.”
Hoffman añade que en las guerras híbridas se produce una plena integración en tiempo
y espacio de procedimientos típicamente convencionales con tácticas propias de la
guerra irregular, mezcladas con actos terroristas y conexiones con el crimen organizado.
Para el Teniente General Conway, Jefe del MEF I, y por lo tanto del General Mattis en
Irak en 2003, “los conflictos se caracterizan de forma creciente por una mezcla híbrida
de tácticas tradicionales e irregulares, con planeamiento y ejecución descentralizadas, y
actores no estatales; los Estados también emplearían ambos, en una vía innovadora, con
sencillas y sofisticadas tecnologías”; comentario que nos introduce en la posibilidad de
que las guerras híbridas puedan ser conducidas tanto por actores estatales como no
estatales, no significando la desaparición de las guerras tradicionales sino un estadio de
las mismas de gran complejidad, en el que una amenaza híbrida debería tener una
respuesta también híbrida.
Terminando con este concepto, que pertenece al eje anglosajón de los estudios sobre la
transformación de la guerra, se estima que a diferencia de la guerra compuesta, que
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coordina estratégicamente fuerzas regulares e irregulares, la denominación de guerra o
conflicto híbrido no debe superar, ni suplantar por derecho propio, a la denominación de
conflicto armado asimétrico, ya que este último, tal y como se ha explicado aquí, abarca
la posibilidad de que acciones convencionales e irregulares se puedan realizar
simultánea o sucesivamente, bajo una misma concepción de la lucha insurgente, siendo
la insurgencia misma la que reúne las capacidades, convencionales también, en tiempo y
espacio limitados, para ejecutar acciones de este tipo en combinación con las
irregulares.
El Departamento de Defensa de los Estados Unidos no considera a la guerra híbrida
como una nueva forma de lucha, sino como un concepto a tener en cuenta para generar
capacidades aptas para enfrentarse a cualquier adversario, en cualquier ambiente y en
toda la gama de operaciones, es muy posible que nuestra Directiva de Defensa 2012
tenga una finalidad semejante.
En el ardiente verano del 2003 me incorporé a la Operación, Iraqui Freedom, como
Representante del JEMAD en el Teatro, Deputy Commander y Segundo Jefe de la
División Multinacional Centro Sur con sede en Babilonia, dependiente del CJTF-7
norteamericano de Bagdad.
EL NACIMIENTO DE UNA INSURGENCIA: IRAK (OPERACIÓN IF)
En ese periodo, tres meses después del término de la fase de intervención de las tropas
de Estados Unidos y Gran Bretaña, existía ya una apreciable oposición armada en Irak a
los planes de los vencedores, y específicamente a la dirección del país en manos de la
Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) protagonizada por el todopoderoso
embajador Paul Bremer.
Según la Orden de Operaciones del CJTF7 vigente en agosto del 2003 en el Area de
Responsabilidad de la Operación IF actuaba un enemigo cuya denominación exacta,
siguiendo la nomenclatura española, era una guerrilla, aspecto que al cabo de algunos
meses fue substituida por el término anglosajón de insurgencia.
Sadam Hussein sabiendo cerca la derrota de sus Fuerzas Armadas había organizado una
fuerza de oposición a la Coalición que se conoció, a nivel operativo en los Cuarteles
Generales de las Fuerzas de Intervención y Estabilización, como “Plan 549”; Sadam
pretendía que dicha fuerza impidiera la probable transición de Irak hacia la democracia.
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Para ello, la inteligencia mesopotámica había trazado un plan por el que se movilizaba a
los fieles del Partido Baaz para atacar a la Coalición y a los líderes políticos
constitucionalistas iraquíes que fueran surgiendo en esa nueva etapa que se abría
después de la derrota militar; el nuevo gobierno del País de los Dos Rios también sería
el objetivo del citado plan.
En este sentido fueron infiltrados los incipientes partidos políticos y las diferentes
corrientes religiosas, en especial las de culto chiíta, para controlar la evolución de la
situación. Por ello Paul Bremen anuló todas las instituciones relacionadas con la
seguridad y la defensa, sospechosas de “baazismo”, sumiendo al país, como
consecuencia, en una gran ingobernabilidad, dada la gran importancia y dependencia de
su sector público.
Entre las acciones previstas, y por desgracia ejecutadas, figuraron las siguientes:
⎯ Ataques a la infraestructura energética, para impedir o reducir la exportación de
crudo, prácticamente el único recurso para conseguir la financiación del
incipiente país. Con ello se impedía también la generación de energía eléctrica
tan necesaria en los hogares y para las actividades productivas, incluso para la
subsistencia a través de la agricultura.
⎯ Eliminación de cualquier vestigio de la inteligencia iraquí que permitiera
localizar a sus miembros, incluidos los contactos con miembros de los servicios
extranjeros presentes en Irak.
⎯ Infiltración de los partidos políticos y formaciones islámicas.
⎯ Ataques a las comunicaciones tanto interiores como exteriores.
⎯ Ataques y eliminación de líderes religiosos, imanes y sacerdotes.
⎯ Suministro de armas y municiones en el mercado negro y en los múltiples
depósitos de municiones existentes prácticamente sin custodia.
⎯ Establecimiento de relaciones de cooperación con todos aquellos que acudieran
a Irak a luchar contra la Coalición (FF,s, Combatientes Extranjeros
fundamentalmente), etc.
Estos grupos, a los que iba dirigido el plan, fueron conocidos inicialmente por el Mando
norteamericano como FRL,s, Leales del Antiguo Régimen, cambiando su nombre mas
tarde por el de FRE,s, Elementos del Antiguo Régimen, para no dar a estos grupos
ninguna opción ético moral.
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Este importante núcleo de baazistas que pertenecía a la Guardia Republicana, a los
Ejércitos, al Ministerio de Interior y a los Servicios de Inteligencia, fundamentalmente,
dio origen a lo que se ha venido conociendo como insurgencia iraquí, que después ha
sufrido apreciables modificaciones; la presencia de Al Qaeda fue detectada en las
provincias del noreste, teniendo como base el conocido grupo Ansar al Islam, de credo
sunita yihadista, que operaba en las provincias del Kurdistán iraquí.
La insurgencia iraquí estaba formada, a diciembre del 2003, por al menos tres grupos
importantes que compartían un cierto número de objetivos: Arabización, nacionalismo,
asegurar la primacía sunita, implantación de la teocracia y de la Sharia, crear
inestabilidad, forzar a los países occidentales a una retirada de la región, resistirse a la
ocupación, matar occidentales, aventura , etc. La mayor o menor adhesión a alguno de
estos fines daba personalidad al grupo respectivo; estos fueron:
⎯ Elementos del Antiguo Régimen(FRE,s), preeminentes dada la cercanía
temporal del poder baazista acumulado durante lustros. Sus máximos líderes,
como Izzat Ibrahin Al Duri, estaban al frente de las ocho divisiones en que se
repartía el territorio iraquí y proporcionaban dirección operacional, propósito,
adiestramiento, financiación y reclutamiento a las diferentes células en Irak
(Norte, Centro Norte, Bagdad, Oeste y Sur).
⎯ Extremistas Sunitas, también organizados en células, con dirección propia y
propósito general para las operaciones. Entre ellos encajaban perfectamente los
yihadistas veteranos y progresivamente Al Qaeda.
⎯ Combatientes Extranjeros(FF,s) venidos desde diferentes países árabes, a veces
expulsados por ellos desde sus prisiones, ante la atracción de la presencia de más
de 160000 militares occidentales ocupando un país árabe del significado de Irak.
⎯ Otros grupos como grandes y pequeños delincuentes, criminales y tribus
emancipadas.
La existencia de una Agencia Militar (Military Bureau) donde se integraban altos
mandos militares en las diferentes regiones territoriales, facilitadores de fondos(al
parecer también de Arabia Saudí), reclutadores, etc., daba cohesión a la estructura
celular.
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Sadam, todavía no arrestado, ejercía una guía general, a base de directivas periódicas y
recibía resúmenes de las acciones ejecutadas por la insurgencia, con la que no tenía
contacto directo; era conocedor de la financiación general.
La coordinación, apreciable, no estaba exenta de dificultades ya que la presencia del
todavía líder Sadam Hussein limitaba la libertad de acción del segundo y tercer grupo;
el dictador desconfiaba, de los propósitos de los sunitas extremistas que utilizaban la
religión para esconder sus verdaderos fines, y de los combatientes extranjeros, a los que
dio la bienvenida para luchar contra la coalición, pero sobre los que trató de tener un
férreo control a través de asesores iraquíes, ya que su excesiva influencia podría crear
problemas en Irak.
No estaría acabado el repaso sobre la insurgencia iraquí si no se hiciera referencia al
grupo fiel al clérigo chiíta Mustaqda Sader, que no solo trajo de cabeza a los
norteamericanos sino al contingente español en la División Multinacional Centro Sur, el
Ejército del Madhi. Nacionalista cien por cien, enemigo acérrimo de la ocupación
norteamericana y británica, ansioso de poder religioso y político, constituyó un
elemento de inestabilidad que practicó las tácticas y procedimientos insurgentes.
Establecido sobre la zona de Najaf, de jurisdicción española, sobre la base de la
mezquita de Kufa, constituida en depósito de armamento y origen de la financiación del
Ejército del Mahdi, extendió su poder también al barrio bagdadí de Ciudad Sader; todos
los esfuerzos conciliatorios del moderado Ayatolá Sistani para reducir la belicosidad de
su discurso fueron tan vanos como lo fueron los intentos norteamericanos de detenerlo
por ciertas acusaciones de participación en el asesinato de un ayatolá en el pasado.
Tras periodos de alternancia de insurgencia y de presión política, siempre con un
discurso radical, actualmente sigue sin ser juzgado y constituye una fuerza política
provocativa que inestabiliza a menudo la relación de fuerzas parlamentarias.
En el año 2003, cuando se produce la participación española en Irak, la presencia de Al
Qaeda es incipiente, si se exceptúa la del grupo Ansar al Islam, establecido en el
nordeste del país mesopotámico; sin embargo a partir de agosto de dicho año se detecta
la presencia de la organización terrorista en mayor escala, y se determina que su
infiltración puede ser desde Irán, a través de la porosa frontera entre los dos países, en
dirección a Diyala, atravesada por millones de peregrinos chiítas que cada año se
dirigen a las ciudades santas de Najaf y Kerbala. Es muy probable que el atentado de
agosto del 2003 contra la sede de Naciones Unidas en Bagdad tenga su origen en el
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grupo terrorista de Musab al Zarqawi, quien después, en otoño del 2004, lo pondría bajo
la advocación de Ben Laden, constituyendo Al Qaeda del País de los Dos Ríos.
Cabría analizar el sistema por el que esta organización se constituye en el más
importante aglutinador de la insurgencia en Irak en los años sucesivos, hasta absorber
prácticamente el protagonismo de la misma, al menos esa es la imagen que ha
proyectado. Es de destacar que la invasión de Irak ha sido un símbolo para la
legalización moral de la yihad mundial y que por ello han llegado a actuar cerca de
treinta grupos insurgentes y doce milicias pertenecientes a formaciones políticas y
religiosas, y que las alianzas de conveniencia eran, y desgraciadamente son, muy
frecuentes, aunque el conflicto entre sunitas y chiítas sea permanente, sumiendo al país
en una larvada guerra civil.
Al Qaeda se relacionó con grupos insurgentes heterogéneos, de etiología muy variable,
sin contactos jerárquicos hasta que asumieron doctrina y métodos, imponiendo
liderazgo y estrategia; quería su control para integrarlos en dirección a la islamización
de Irak, proyecto básico de la organización terrorista transnacional.
Se solapaban por tanto dos proyectos, el de la guerra global de Al Qaeda cuyo interés
por la viabilidad de Irak era meramente residual, ya que Mesopotamia era un escenario
más de su particular lucha, y el del resto de los insurgentes iraquíes cuya ideología
nacionalista apuntaba directamente al ocupante, en especial a Estados Unidos y Gran
Bretaña, y en menor medida al resto de la Coalición.
Como consecuencia de estas dos finalidades, pronto se produjeron los primeros choques
entre los combatientes extranjeros y la población. Aquellos no estaban motivados por
las necesidades y anhelos de los iraquíes, que deseaban seguridad, recursos y servicios;
sus vidas en los combates fueron constantemente despreciadas, en los choques contra el
Ejército norteamericano, que era su verdadero objetivo.
La extraordinaria crueldad de Al Zarqawi y su política de comunicación de las
atrocidades cometidas, se sumaron al error importante de fijar, también, como objetivo a
los chiítas, aspectos que a la larga fueron rechazados por la comunidad sunita más o
menos moderada; incluso se le supone criticado por el propio Ben Laden por dicha
actitud.
Estos factores fueron muy propicios, además de la financiación americana, para que las
milicias sunitas, evolucionadas desde esos grupos iniciales, reaccionaran contra sus
correligionarios extranjeros, este sería el caso de las Milicias del Despertar, o de los
Hijos de Irak, formadas por los antiguos FRE,s ya citados y tribus sunitas. Todos ellos
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redujeron, posteriormente, la potencia de combate de los extremistas, incluida la filial
de Al Qaeda.
La insurgencia iraquí saca enorme provecho de las nuevas tecnologías de información
aplicadas al combate, que manejan con gran eficacia como multiplicador de fuerza, y
consiguen que su relato cale excelentemente en las retaguardias de los países que
aportan fuerzas a la Coalición, que retiran en algunos casos sus aportaciones, aunque la
imagen que proyectaran tuviera una fortaleza superior a la normal.
Eliminado Al Zarqawi en junio del 2006, Al Qaeda mesopotámica integra a otros
grupos yihadistas en la organización Estado Islámico de Irak cuyo objetivo era el de
establecer un califato islamista radical en el Irak sunita.
Los restos de los sunitas nacionalistas se agrupan desde el 2003, como sabemos en el
Ejército Islámico de Irak, y colaboran con Al Qaeda hasta que las discrepancias entre
ambos les hacen enfrentarse, aspecto que en 2007 alcanza su mayor amplitud y coincide
con el éxito de la estrategia de contrainsurgencia instaurado y fuertemente apoyada por
el General Petraeus.
Se puede admitir que en Irak se ha creado un nuevo tipo de lucha insurgente que se ha
ido trasladando a otros escenarios, en los que los suicidas bomba y los IED,s todavía no
habían hecho aparición, pero donde una nueva generación de FF,s están dispuestos a
emigrar de un conflicto a otro, como en Afganistán, buscando establecerse en estados
fallidos desde los que continuar sus actividades.
En un estado fallido se produce un resquebrajamiento del aparato político, ineficacia de
las instituciones e incremento de escenarios de conflicto de carácter intraestatal,
favoreciendo la creación de ambientes favorables a las nuevas insurgencias.
Para concluir, por el momento, el capítulo de la insurgencia, en la actualidad las
insurgencias modernas atacan al Estado, y continúa la lucha hasta su caída, pero no se
dirige a ocupar su cuerpo político sino que desmiembra su chasis, dado que carecen de
estrategias para culminar su acción, siendo su finalidad el desgaste mismo del Estado.
Las insurgencias utilizan preferentemente, según el Manual FM3-24, la guerra irregular
y el terrorismo, aspectos que son específicos de lo que hemos venido llamando conflicto
armado asimétrico, y que por simplificar harían no válida la separación conceptual de
insurgencia y terrorismo. También se reconoce que la insurgencia va perdiendo
asimetría a medida que sus acciones alcanzan más cotas de poder, lo que nos
introduciría en los conflictos híbridos como hemos visto.
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LA CONTRAINSURGENCIA, CONCEPTOS Y EVOLUCION
La contrainsurgencia (COIN) está de moda, indicaba hace unos años David Kilcullen,
experto entre los expertos en esta materia, insistiendo en que se trata de un conjunto de
medidas que deben adoptarse para suprimir una insurgencia, y evoluciona conforme
cambia esta; el concepto no ha fallado, según él, a pesar de los fracasos parciales en
algunos escenarios, sino que supervive con mínimos daños como una opción necesaria.
La contrainsurgencia clásica, que utiliza las teorías de la contrarrevolución aplicadas a
las guerras de liberación del pasado, difiere de la actual contrainsurgencia pero están
vigentes un gran número de aspectos de aquella.
La cuestión radica en que las insurgencias han cambiado radicalmente y por tanto
también sucede con las respuestas a las mismas; el caso se complica mucho más si
como sabemos hay una insurgencia tipo para cada conflicto, aunque parezcan similares
cada una tiene sus particularidades.
Las constantes actuales de la contrainsurgencia son variadas y tienen mucho que ver con
la globalización, con la posibilidad de tener a disposición gran cantidad de información
abierta que discurre en un ambiente de gran transparencia gracias a los medios de
comunicación social, en especial Internet y sus posibilidades de concatenar redes
sociales, pero la contrainsurgencia es guerra, aunque conducida por motivos políticos.
Para Mattis es una guerra compleja y caótica que no puede comprenderse con un mero
análisis centralizado y cuantitativo; se trata de un mosaico de situaciones, retos y
posibles soluciones en un ciclo que habrá que reiniciar constantemente.
La contrainsurgencia se desarrolla en un gran escenario que es el mundo y que tiene
como público la población local y de las retaguardias de los países implicados, de forma
expedicionaria, en las citadas operaciones. La insurgencia está muy pendiente de lo que
sucede en el teatro y como reaccionan ambas audiencias.
La contrainsurgencia es eminentemente política y minoritariamente militar; algunos
expertos estiman que la relación es de un 80 a un 20 por ciento, pero en cualquier caso
el objetivo no es derrotar militarmente a la insurgencia sino progresivamente
desactivarla e incorporarla a la vida corriente, y pública, del estado en cuestión. Bien es
verdad que es necesario arrancar al enemigo el territorio dominado por los insurgentes y
mantenerlo libre en beneficio de la población, pero la finalidad es esta última. En 2004,
en Irak, la Fuerza Multinacional fue enfocada a un conflicto de transición post invasión
21
cuando el país se deslizaba hacia una insurgencia generalizada y a una guerra civil entre
milicias.
Como indica el FM3-24, el éxito a largo plazo en contrainsurgencia depende de que la
población tome a su cargo sus propios asuntos y consienta en darse y respetar una
norma de gobierno, de tal manera que: el poder ejecutivo controle la situación
legítimamente, la insurgencia se separe de la población o sea cooptada por ella, y su
aparato de combate sea neutralizado o desmovilizado, pero el camino no es fácil ya que
como indica la Rand Corporation, en un informe sobre asesoramientos en COIN, el
alcanzar el estado final deseado precisa de un conocimiento del complejo adaptativo
social que le afecta, cuyas reacciones son impredecibles.
La comunicación y asesoramiento, transparentes, creíbles, relevantes, equilibrados,
analíticos, congruentes y adaptados a las posibilidades, de los mandos tácticos a los
operacionales, y de estos a los estratégicos y políticos, generadores estos últimos de las
estrategias y de los recursos necesarios para la contrainsurgencia, es fundamental para el
buen término de esta. Según la Rand Corporation, en Vietnam, Irak y Afganistán, la
falta de confianza en los asesoramientos militares y políticos sobre estos conflictos
minaron el debate sobre la estrategia a utilizar y frenaron el apoyo de la población
propia ante un despliegue prolongado.
Un asesoramiento adecuado debe partir de una determinación clara del estado final
deseado de carácter político, y esto normalmente es difícil de enunciar como se ha visto
en las operaciones en Vietnam e Irak, y algo más prometedor en la fase Obama del
conflicto de Afganistán, cuando este marcó los indicadores del progreso en la
contrainsurgencia: Esfuerzo en el adiestramiento de las Fuerzas de Seguridad Afganas,
progreso en el combate contra la insurgencia, crecimiento de la economía afgana, nivel
de producción de drogas ilícitas y grado de adecuación de las tácticas, técnicas,
procedimientos y medios para alcanzar los objetivos. Es evidente que el asesoramiento
es un campo abierto que habrá que mejorar y adaptar al complejo sistema de la
contrainsurgencia.
En las modernas contrainsurgencias juega un enorme papel la cohesión de las
retaguardias, de las naciones que han enviado fuerzas expedicionarias, y la proyección
de ese influjo político de unidad hacia las tropas propias; que se sientan, o no,
prolongación del sentir nacional en el desarrollo de las operaciones les da, o les resta,
una legitimidad moral tan importante como la legitimidad legal internacional que
proviene de la doctrina de las Naciones Unidas.
22
Existe una cierta incomunicación entre las Fuerzas Armadas, en general, y la sociedad a
la que sirven, potenciada por la profesionalización de aquellas y la falta de ósmosis
entre ambas, aspecto que se producía en mejor medida con los Ejércitos conscriptos, sin
que ello quiera dar una pista sobre la validez de los sistemas de servicio militar, dado
que el profesional está perfectamente consolidado en los ejércitos de los países
occidentales, aunque Alemania lo esté haciendo a una menor velocidad.
Pero es verdad que a menudo las tropas no perciben bien el sentir de la Sociedad, tanto
por la adscripción de ciertos medios a una línea ideológica determinada, o su instalación
en el sensacionalismo, como la propia dinámica de las formaciones políticas cuyo
principal objetivo, en general, es traducir las decisiones en votos que les sirvan para
ganar unas elecciones.
Los insurgentes perciben también a través de los medios, y sobre todo de la
transparencia y alcance informativo de la globalización, el mensaje que emite la
población, tanto local como la de los países que participan con tropas.
La contrainsurgencia debe poseer un relato, una idea fuerza, como rezaban los antiguos
reglamentos de subversión y contrasubversión, que explique perfectamente el sentido
global de las acciones que comprende, y que sea doctrina común de los participantes y
de las retaguardias; obviamente debe ser conocido y comprendido por las poblaciones
locales por las que se lucha. En una reciente conferencia del eminente europeísta
Méndez Vigo se lamentaba de la falta de relato de Europa y de lo que supone para la
construcción de la misma la citada ausencia.
Pero el relato propio debe vencer al relato de la insurgencia, que va dirigido a las
mismas audiencias, con la ventaja del profundo conocimiento que los insurgentes
poseen de la sociedad en que se apoya su combate, de sus miedos, estructura, relaciones
de fuerza étnicas y tribales, etc. Si la contrainsurgencia quiere prevalecer, su relato debe
ser mejor aceptado que el de la insurgencia.
Como refieren eminentes analistas, la nueva guerra se libra en el ámbito de las
percepciones, en la forma de percibir el conflicto por las sociedades occidentales que
tienen que enviar fuerzas expedicionarias a los nuevos conflictos venciendo dificultades
políticas y presupuestarias, a sabiendas de que la enorme casuística existente en aquellas
hará muy difícil tolerar ciertos deslices imponderables en las operaciones propias. Por
ello la contrainsurgencia se libra en unas condiciones operativas muy rígidas reflejadas
en las Reglas de Enfrentamiento, verdadero corsé político impuesto a las tropas para
asegurar las condiciones de participación de cada país. La insurgencia por su parte
23
propugnará acciones crueles, que calen en la opinión pública occidental y local, con
respuestas que provoquen daños colaterales y que en definitiva tengan maniatada a la
contrainsurgencia para impedir que utilicen ciertas ventajas tecnológicas militares que
puedan darle preeminencia; un ejemplo sería la utilización del apoyo aéreo próximo en
el combate con los insurgentes.
LA CONTRAINSURGENCIA HACE DIEZ AÑOS EN IRAK
Durante mi estancia en Irak, de la que ahora se cumplen 10 años, tuve la ocasión de
detectar muchos de los conceptos e imperfecciones de los que venimos hablando y
quizás, porque es un aniversario importante en el que algunas cosas ya pueden ser mejor
explicadas, conviene trasladar a una audiencia tan importante, como la que
normalmente se reúne en este foro, los sentimientos que siempre afloraron en nosotros
en esas operaciones tan complicadas.
En primer lugar es necesario ser riguroso con la verdad, ya que su distorsión afecta
profundamente el trabajo de las FAS en las operaciones expedicionarias en las que
participan. No es igual sentirse respaldado, o no, por su nación de origen, por el
conjunto de las fuerzas políticas; tampoco es conveniente, y es nocivo, asistir a una
lucha partidista por la esencia de las operaciones, la legalidad y legitimidad de la
participación española; es preferible que desde que parte un soldado de España hacia la
zona de operaciones, las fuerzas políticas en presencia estén unidas detrás de las tropas.
Por un lado se crean tensiones que, a través de la información global, influyen en la
moral de los participantes. Por otro, según la doctrina ONU, se precisa una indiscutible
legitimidad para cumplir con la labor individual y colectiva de los expedicionarios,
tanto civiles como militares, y esta legitimidad es la fuerza de la actuación, por la cual,
como nuevo paradigma de la lealtad en lo colectivo, se puede llegar incluso hasta el
sacrificio personal, como se ha demostrado en las operaciones en las que ha intervenido
España.
Aunque ya lo he enunciado otra veces en otros foros, se que como más antiguo de los
participantes españoles en la Operación IF debo cooperar en el restablecimiento de la
verdad en este CESEDEN, que ocupa el primer nivel de rigurosidad en materia de
Defensa Nacional.
España, en el nivel político, apoyó la invasión de Irak, pero no participó militarmente en
la misma. Dicha intervención culminó en abril del 2003, ahora hace diez años, y no
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contó con el amparo expreso de una Resolución del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas.
España envió, una vez terminadas las hostilidades, un dispositivo basado en el buque
anfibio de apoyo logístico Castilla con la misión de acción humanitaria para atender al
campo de prisioneros iraquíes establecido en torno a Unm Qsar.
Acabada la intervención, y en el mismo mes de mayo del 2003, el Consejo de Seguridad
de la ONU estableció la Resolución 1483 en la que se declaraba como potencias
ocupantes de Irak a Estados Unidos y Gran Bretaña, se determinaba como responsable
máximo de Irak a la Autoridad Provisional de la Coalición(CPA), desempeñada más
tarde por el Embajador norteamericano Paul Bremer, y se invitaba a la comunidad
internacional a la participación en la estabilidad del país mesopotámico; además se
nombraba un enviado especial del Secretario General de la ONU para Irak, en la
persona de Sergio Viera de Mello, y se anunciaba una próxima conferencia de donantes,
etc.
Es esta Resolución 1483 la que sirve de base para el planeamiento de la participación
española en las operaciones de reconstrucción de Irak, a partir de agosto del 2003,
consistente en una Gran Unidad tipo Brigada con un Batallón español y cuatro
Batallones iberoamericanos, establecida en Diwaniya. Dicha participación fue
complementada con un General de División, Representante del JEMAD, Deputy
Commander y Segundo Jefe de la División Multinacional Centro Sur, con Cuartel
General en Babil, y elementos de Estado Mayor en número de 35.
Más tarde, en agosto del 2003, el Consejo de Seguridad emite una nueva Resolución, la
1500, que viene a perfeccionar la 1483 y donde se amplían las garantías internacionales
para la participación militar en Irak, mas tarde , en diciembre de 2003 se ratifican estos
extremos con la Resolución 1511. Por tanto:
⎯ No es cierto que España participara militarmente en ninguna guerra; si lo hizo en
la fase posterior de estabilización, con misión de reconstrucción, cuando las
potencias ocupantes habían declarado el fin de de la guerra y dada por terminada
la invasión, ateniéndose escrupulosamente a este tipo de misiones.
⎯ España participó en misión de ayuda humanitaria en beneficio de los iraquíes.
⎯ No es cierto que España participara sin el aval de las Naciones Unidas, la
Resolución 1483 fue la base de la misma.
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⎯ España no participó con Unidades equipadas para una guerra, sino para la
estabilización (Armas ligeras, calibres inferiores a 30 mm, ausencia de armas
colectivas, vehículos ligeros protegidos, Unidades CIMIC, etc.).
⎯ Tampoco es exacto que no participaran efectivos europeos importantes; salvo
Bélgica, Francia y Alemania, curiosamente estos últimos con abundantes
negocios con el Irak de Sadam Hussein y que se alinearon con Rusia y China en
su oposición, participaron Reino Unido, Holanda, Dinamarca, Noruega, Italia,
etc, y todos los países entonces candidatos al ingreso en la OTAN y UE, hoy
socio nuestros.
⎯ Participaron un total de 35 países, entre ellos Japón, Corea del Sur, Australia,
Tailandia, Filipinas, etc, hoy día en el primer estadio de contención en el
escenario Asia Pacífico. No fue por tanto una pequeña coalición, ni mucho
menos.
⎯ La experiencia allí obtenida fue es esbozo de una operación de estabilización en
la que el esfuerzo español, no coincidente en muchos casos con las directrices
del mando norteamericano, se centró en la reconstrucción de Irak, teniendo
como objetivo el conseguir alcanzar un nivel aceptable de seguridad para la
población iraquí, pilar que junto al desarrollo económico y la instauración de los
instrumentos políticos de gobierno, conseguirían en su momento, la base
favorable para la devolución de su soberanía al pueblo mesopotámico,
constituyendo todo ello el umbral de la futura operación de contrainsurgencia
desarrollada a partir del año 2007.
En lo que respecta a las discrepancias entre formaciones políticas y sociales, en los
países que envían fuerzas expedicionarias a un conflicto armado asimétrico, es muy
conveniente, y crítico, que estas discrepancias no alcancen el nivel de creación de
opinión pública, dado que se puede generar una gran vulnerabilidad por la percepción
que se proyecta, y la insurgencia, a través del terrorismo globalizado, puede provocar
las acciones terroristas necesarias para obligar a la repatriación de los efectivos militares
con los que se participaba; el recuerdo del 11-M en España, la terrible polarización de la
sociedad del momento, la pérdida de las elecciones por el partido en el Gobierno, y el
repliegue de la participación militar española en Irak por el nuevo Gobierno, son
indicadores de que esta batalla de las percepciones es más que una teoría.