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Internet y sociedad en América Latina y el Caribe, investigaciones para sustentar el diálogo

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Internet y sociedad en América Latina y el Caribe,

investigaciones para sustentar el diálogo

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Marcelo Bonilla, Gilles Cliche, editores

Internet y sociedad en América Latina y el Caribe,

investigaciones para sustentar el diálogo

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© 2001 FLACSO, Sede EcuadorPáez N19-26 y Patria, Quito – EcuadorTelf.: (593-2-) 2232030Fax: (593-2) 2566139

ISBN: 9978-67-065-3Editores: Marcelo Bonilla y Gilles ClicheCoordinación editorial: Alicia TorresCuidado de la edición: Jesús Pérez de CirizaDiseño de portada y páginas interiores: Antonio MenaImprenta: RISPERGRAFQuito, Ecuador, 2001

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Agradecimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

Introduccción:Investigación para sustentar el diálogo sobre el impacto de Internet en la sociedad latinoamericana y caribeña . . . . . . . 15Marcelo Bonilla, Gilles Cliche

Internet, cultura y educación

Náufragos y navegantes en territorios hipermediales: experiencias psicosociales y prácticas culturales en la apropiación del internet en jóvenes escolares . . . . . . . . . . . . 39José Cabrera Paz

Aproximación etnográfica a la introducción de nuevas tecnologías de información y comunicación en dos escuelas rurales del centro sur de Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131Miguel Ángel Arredondo, Ramiro Catalán, Jorge Montesinos, Sebastián Monsalve

Aprendiendo de los pioneros: una investigación de las mejores prácticas de la Red TELAR . . . . . . . . . . . . . . . . 173Daniel Light, Adriana Vilela, Micaela Manso

Índice

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Impacto social del Internet en el espacio local

Los impactos sociales de la incorporación de las TIC en los gobiernos locales y en los servicios a los ciudadanos. Los casos de Buenos Aires y Montevideo . . . . . . . . . . . . . . . . . 213Susana Finquelievich, Silvia Lago Martínez, Alejandra Jara, Pablo Baumann, Alén Pérez Casas, Martín Zamalvide, Mariano Fressoli, Raquel Turrubiates

Impacto social de las tecnologías de información y comunicación en el espacio local . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278Uca Silva

Internet y gestión local:hacia la creación del habitus en el ciudadano . . . . . . . . . . . . . . 309Ester Schiavo, Sol Quiroga, Daniel Carceglia, Leandro Coppolecchio, Daniel Cravacuore

¿Cómo medir el impacto cualitativa y cuantitativamente? . . . . 347Julián Casasbuenas, Omar Martínez, Sylvia Cadena

Internet, derecho y sociedad

Impacto de las nuevas tecnologías de comunicación información sobre los derechos de intimidad y privacidad . . . . 375

Carlos G. Gregorio, Silvana Greco y Javier Baliosian

Internet y derechos de autor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 445Agustín Grijalva

Políticas públicas para el Internet a inicios del tercer milenio

Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios en América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 479Scott S. Robinson

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Internet y políticas públicas socialmente relevantes:¿Por qué, cómo y en qué incidir? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509Juliana Martínez y equipo de la Fundación Acceso

La búsqueda colectiva de un impacto positivo de InternetLa experiencia del proyecto Metodología e Impacto Social de las TIC en América Latina y el Caribe (MISTICA) y la constitución de la red de observación OLISTICA . . . . . . . . 543Daniel Pimienta y Luis Barnola

Notas introductorias para el análisis de las políticas de Internet en América Latina y el Caribe . . . . . . . . . . . . . . . . 587Roberto Roggiero

Conclusión general:hacia la sinergia entre la investigación del impacto social de las TIC y la acción política para la construcción de un desarrollo equitativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 603Marcelo Bonilla, Gilles Cliche

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Pilíticas públicaspara el Internet

a inicios del tercer milenio

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Introducción

No es muy alentador el panorama actual y del futuro inmediato para el cre-cimiento y consolidación de los telecentros comunitarios en América Lati-na. Estas instituciones, aún endebles y sin planes de negocio o sustentoprobados, son lugares públicos donde se ofrecen distintos servicios digita-les, la capacitación para su uso, y la construcción de contenidos según ne-cesidades locales, a costos módicos. Se postula que son figuras útiles y ca-talizadoras del desarrollo social. Son varios los factores en contra de su su-pervivencia, y dicha situación obliga a las instituciones e individuos com-prometidos con esta figura de ‘orgware’ a analizar los distintos elementosrelacionados. Primero, el contexto de los mercados para servicios digitales,el perfil de las políticas públicas relevantes, y la emergente cultura de usosy costumbres en los cibercafés de la región. Segundo, el modus operandiheterogéneo de los telecentros actuales y sus riesgos en el ambiente actualy sobre el horizonte, las respectivas configuraciones institucionales en apo-yo a las iniciativas diseñadas para ‘puentear’ la ‘brecha social’, y un perfil delos actores claves de la iniciativa privada, del Estado y las instituciones mul-tilaterales y de la sociedad civil. Tercero, la articulación de planes de nego-cios viables, utilizando las opciones tecnológicas contemporáneas o venide-ras más los incentivos apropiados para los usuarios de hoy y mañana. El ob-jetivo de este ensayo es francamente normativo: revisar este panorama, ali-mentar el debate referente a la Internet… ¿Para qué? y ¿para quién?, y pro-

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Hacia un modelo de franquicias para telecentroscomunitarios en américa latina

Scott S. RobinsonDepto. de AntropologíaUniversidad Metropolitana Iztapalapa, México, D.F.

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Cuadro de texto
Robinson, Scott (2001). Hacia un modelo de franquicias para telecentros comunitarios en América Latina. En Internet y sociedad en América Latina y el Caribe, investigaciones para sustentar el diálogo, ed. Marcelo Bonilla y Guilles Cliche, 479-508. Quito: Serie Foro FLACSO.
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poner un modelo híbrido de franquicias para los telecentros comunitariosen la Región.

Contexto y antecedentes

Es un hecho que hoy la mal nombrada ‘brecha digital’ está ensanchándoseen América Latina. La dichosa ‘brecha’ no tiene nada que ver con lo digi-tal per se, sino más bien refiere a la creciente polarización socioeconómicadonde se registra una regresión a la condición previa de una economíadual, donde hoy hay pocos ricos, conectados a la Red, y muchísimos po-bres, sin conexión, en la nueva situación postcolonial. Este panorama varíasegún el grado y transparencia de la apertura del sector de telecomunica-ciones y el correspondiente nivel de competencia mercantil disponible. Esindudable que las elites regionales constituyen la primera generación deusuarios de la red de redes y su empleo como instrumento de trabajo y co-municación está consolidándose entre las mismas. Estos sectores dominan-tes ahora están bien instalados en la Red y cada vez son más capacitados ycómodos al integrarla en sus proyectos de inversión y de dominio. Pero elcrecimiento de la conectividad y su empleo productivo y creativo entre lasclases populares es un proceso mucho más lento que lo pronosticado du-rante la euforia inicial de la Internet en la Región, y es aquí donde debe-mos enfocar nuestra inquietud analítica y los enfoques de las políticas pú-blicas a futuro.

Al tiempo, se registra un proceso de concentración del mercado globaly regional de proveedores de la tecnología digital, hay una expansión de lasredes de los carriers troncales en la región, entran nuevas empresas con am-plio capital de trabajo, como Telefónica de España y América On Line(AOL), y simultáneamente, se observa una serie de consolidaciones de em-presas nacionales con extranjeras (mergers) y un desaceleramiento del ritmode las privatizaciones de las empresas públicas observado durante la prime-ra etapa de la expansión de la Red en América Latina (1995-2000). Estoacontece cuando se registra una reducción del crecimiento en la economíaestadounidense, con su corolario en el desaceleramiento dramático del sec-tor telecomunicaciones o ‘punto com’ al nivel global, aunado a la marcadareducción del valor de las acciones del mismo en el mercado NASDAQ de

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Nueva York1. El resultado es una serie de recortes del empleo, hasta quie-bras de iniciativas digitales empresariales precoces, y el consecuente am-biente de desconfianza para invertir en proyectos de negocios digitales. Pe-ro al tiempo, paradójicamente, se registra un dinamismo en el crecimientode usuarios de los servicios digitales en la Región2. ¿Pero cómo se puede sos-

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1 Noticias sugerentes de este perfil del mercado actual: http://www.techweb.com/wire/finance/stor-y/INV20010510S0004Gerstner: Services Are Tech’s New Driving Force: “….Services, along with technological leadership,will be the driving factors in high tech, he said, as opposed to commodity businesses. Companiesthat do not adapt will be marginalized, he said, adding: “You must innovate or integrate.”; http://www.techweb.com/wire/story/reuters-finance/REU20010510S0004“…A slump in the chip and components markets, sparked by a sudden slowdown in demand latelast autumn for personal computers and cell phones, is increasingly expected to bottom out thisyear, but in the meantime profits will likely remain under pressure.”http://www.totaltele.com/view.asp?ArticleID=39851&pub=tt&categoryid=0Siemens to overhaul telecoms businesses, By Total Telecom staff, 10 May 2001: German electronicsand engineering group Siemens said Thursday it would cut a further 2,000 jobs from its Informa-tion and Communications Network (ICN) business, Reuters reported, bringing the total numberof jobs lost at the fixed network unit to 5,500. The company also said it would cut back start-upcosts at its U.S. broadband and optical networks units to ensure ICN meets profitability targets setlast December. Total cost savings at the ICN unit are expected to reach 800 million euros. The la-test job cuts follow 2,600 job losses at Siemens’ ICM mobile unit, bringing the group total so farto 8,100.http://www.totaltele.com/view.asp?ArticleID=39654&Pub=CWI&CategoryID=705Business in Brief - Tough all over: downsizing across the board

2 Thursday May 10, 7:05 pm EDT, TheStandard.com; “LatAm’s Net Growth Strong Despite DotBombs”, By Juan Carlos Pérez - IDG. “…Jupiter Media Metrix has revised upwards its Internet usa-ge forecast for Latin America. The New York-based market research firm now expects the region tohave 77 million individual users by 2005, according to analyst Lucas Graves. Jupiter’s forecast a yearago called for the region to have 66.6 million online users by 2005… What this means is that thewoes that have affected the technology sector in the past year - such as plummeting stock prices,myriad bankruptcies and massive layoffs - have had little or no impact over Internet adoption inLatin America… other barriers that could hamper this projected growth continue to exist, inclu-ding slow connections, high costs of telecommunication services and access devices, and concernover privacy protection and security of online data… Graves highlighted that most of the LatinAmericans who will be online in 2006 aren’t online today, proof that this is still a nascent and veryfast-growing market. His company estimates that 21 million people in the region used the Internetby the end of 2000, equivalent to 4 percent of the region’s population, but that is expected to growto 86 million people by 2006, or 15 percent of the population. By comparison, in the much moremature U.S. market, 66 percent of the population will use the Internet by 2006... AOL Latin Ame-rica announced Tuesday that its subscriber base increased to 647,000 in its first fiscal quarter of2001, ended March 31… a company such as AOL Latin America doesn’t have to steal customersfrom its competitors, because the growth in new users is so phenomenal. (Re overall Internet usa-ge, In Brazil, about 60 percent of users are in Sao Paulo, Rio de Janeiro and Curitiba, while 78 per-cent of Argentinean users are in Buenos Aires.

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tener este ritmo dado el perfil del nuevo usuario urbano en América Lati-na, en un ambiente de crédito restringido, y sus atenuantes en la capacidadde compra en el mercado de servicios en base de la Red? Suponemos que laexpansión registrada en la región tendrá su tope a corto plazo al saturar losactuales mercados urbanos y la incapacidad de ampliar la base de usuariosentre las clases populares y rurales, a los costos actuales. Son condiciones delnuevo mercado donde prevalecen las empresas transnacionales con su ma-yor capacidad financiera, su control de las tecnologías de punta, su audazpolítica de negociar concesiones, y su capacidad de aguante en momentosde restricciones en la demanda y aumentos en el costo del financiamientode sus inversiones. Muchos de los que llegaron primero al mercado regio-nal, y se establecieron con su marca en el ambiente de los usuarios de la pri-mera generación, sean empresas de equipos (hardware), sistemas operativosmás aplicaciones (software) y diversos servicios en demanda, poseen unamayor probabilidad de mantenerse en la competencia en tiempos de unacontracción del mercado y de una consolidación de los proveedores. Y es-tas empresas no son locales, sino transnacionales, o coinversiones (joint ven-tures) con socios nacionales, lo cual no debe sorprender, pero sí llamarnosla atención en cuanto al ritmo de la concentración de los proveedores, y lacreciente privatización de los instrumentos de entrega y los contenidos dela Internet.

Nos encontramos ante un modelo de planeación del ambiente mercan-til donde las fuerzas vivas internacionales y regionales (léase, las elites nacio-nales) se han puesto de acuerdo para preparar el terreno en lo que podemosetiquetar rústicamente como el futuro ‘modo digital de producción’. Enefecto, se refiere al marco jurídico en cada país que permite las conexionesa la espina dorsal digital de la Internet (‘backbone’, con la excepción inexpli-cable de Ecuador), reglas claras para las empresas que pueden jugar en estacancha (con sus altísimos costos de entrada por las inversiones en tecnolo-gía, licencias, etc., que este desarrollo de vanguardia tecnológica ahora re-presenta), las proporciones de participación de capitales nacionales e inter-nacionales, las tarifas de interconexión, los obligados enlaces con el respec-tivo aparato de seguridad nacional, hasta los beneficios fiscales para los queentran primero al mercado. Sugiero que hubo un proceso de reacomodo delos grupos de capital, a mediados de la década del noventa, justo cuando laInternet mostraba que llegaba a la región latinoamericana para quedarse (vía

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subsidios a las conexiones de las universidades públicas que se tradujeron defacto a subsidios ocultos para algunas empresas privadas en ciertos países).Este proceso, aún sin documentar por los historiadores contemporáneos,implicó una serie de seminarios discretos, al interior de las instituciones aca-démicas privadas que forman los cuadros ejecutivos de hoy y mañana, mu-chas con compromisos confesionales, donde se analizaron esta nueva tecno-logía, los marcos jurídicos ‘convenientes’ para los grupos estratégicos en ca-da país, y a la vez los términos de negociación con los proveedores de la tec-nología digital y socios financieros extranjeros. Las elites nacionales, con po-cas excepciones, se sirvieron bien, costeando la asesoría necesaria para com-prender la novedosa cancha del juego en este momento insigne de transi-ción al modo digital de producción. Durante el último lustro hemos vistola aprobación de las respectivas Leyes Nacionales de Telecomunicaciones, lacreación y/o reforzamiento de los entes reguladores de este mercado de nue-vos servicios, la aparición de las primeras empresas proveedoras de estos pro-ductos digitales en su respectiva escala nacional, las inversiones requeridaspara ofrecer la conexión a los clientes con la capacidad de pago (un proce-so casi concluido), y la consecuente integración de la cultura de la informá-tica y la información al interior de estas mismas elites a cargo de estos ne-gocios. Ellas se han preocupado para revisar la planeación estratégica de susempresas y su correspondiente ubicación en la novedosa dinámica de la di-visión internacional del trabajo.

Pero muchos reconocen que el mercado no es capaz de llevar estos ser-vicios digitales a un mercado masivo en sus países, donde existen ampliaspoblaciones marginadas de este proceso global y cuyos recursos para alcan-zar una participación digna son cada día más limitados y su aislamiento unfactor limitante. Estamos ante una revisión del actual modelo de desarrollo-(Moscoso, V. 1996: 130)3.

Uno de los resultados de la actual contracción del mercado de serviciosy productos digitales, la nombrada crisis ‘punto com’, es una reducción en

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3 Mosco, Vincent (1996). Political Economy of Communication: Rethinking and Renewal. London: Sa-ge. “This revisionist argument maintains that business leads the modernization process and that,while nothing should be neglected, it is more important to establish an advanced telecommunica-tion and computer infrastructure for business than it is to create mass communication systems. Thenew vision calls for the establishment of state-of-the-art digital communication systems that makeit possible for businesses operating in the developing world to participate fully in the internationaldivision of labor”.

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la disponibilidad de capital de riesgo4, al momento de una maduración delmercado de las elites regionales cuya capacidad de pago garantizó la integra-ción de los diversos servicios digitales a sus diversos intereses comerciales yfinancieros durante la primera fase de la expansión de la Internet latinoame-ricana. Pero no se proyecta la misma tasa de retorno sobre la inversión parallevar la conectividad a los barrios populares y pueblos rurales. En pocas pa-labras, la iniciativa privada, que vive contemplando el reto de cómo ampliarsus mercados, no aprecia con ojos codiciosos al mercado potencial de la co-nectividad popular. Simplemente, este sector no posee en estos momentosuna capacidad de compra respetable, mientras se están cosechando buenasutilidades en los ambientes urbanos. Y es improbable que esta capacidadeconómica se mejore cuando el ambiente regulatorio auspicia la privatiza-ción de las TIC, el retiro del sector público de políticas que implican inver-siones no poco lucrativas propiciando así un mayor endeudamiento o défi-cit fiscal, al tiempo que se reduce la capacidad de compra de los sectores po-pulares ante el ciclo de crisis del capitalismo regional. Es predecible que laslimitaciones en la expansión del mercado del consumo de servicios digitalessignifican una mayor concentración de empresas, controladas para las me-gacorporaciones en el nuevo ámbito digital. En este escenario es posible queestas empresas puedan bajar el costo de los equipos y la conexión para mer-cados masivos, urbanos y rurales, nacionales o regionales, porque puedenamortizar sus inversiones a escala sobre un enorme mercado de usuarios yclientes. Además, la histórica incapacidad de las economías regionales paraofrecer empleo digno a la mano de obra disponible ha generado un ampliopatrón de emigración de los seres más emprendedores cuyos envíos de dine-ro refuerzan la capacidad de compra en casa.

El perfil regional de esta migración, antes rural hacia los centros urba-nos, hoy se acerca a una verdadera diáspora internacional (México5, Ecua-dor, El Salvador y Guatemala son casos ejemplares), produciendo comoconsecuencia economías que viven del envío de las remesas de los migran-tes y la consecuente fuga de cerebros de las regiones marginadas.

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4 Impacta el encabezado reciente: “Venture Capital Fund Losses Signal Retrenchment”. Consulte lanota: http://www.internetweek.com/story/INW20010411S0010

5 Mexican Migration Project, http://lexis.pop.upenn.edu/mexmig/welcome.html

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Además del resto de los países del istmo centroamericano (con la excep-ción de Costa Rica que recibe migrantes de Nicaragua), hay amplias regio-nes de Colombia y Perú que también emigran hacia los Estados Unidos yEuropa (España, en particular). De igual manera existe un patrón de migra-ción regional dentro de los países del MERCOSUR, donde los polos de de-sarrollo industrial y urbanos, como Sao Paulo, por ejemplo, y en menor gra-do, la gran Buenos Aires, reproduce y con el tiempo va consolidando las ru-tas de la migración y las remesas. El hecho ha reconfigurado las zonas rura-les en casi toda América Latina, con pocas zonas marginadas del proceso, yel fenómeno tiene consecuencias al interior de los pueblos rurales y las ‘pe-queñas ciudades de provincia’ (como se suele referir a estos espacios desdela soberbia de los respectivos capitales nacionales y metropolitanos). Soncuatro los aspectos que pueden llamar nuestra atención: 1) el capital huma-no de los emprendedores es cada vez más escaso, un hecho que dificulta elfortalecimiento del endeble capital social aún presente en estas comunida-des; 2) las mujeres jóvenes quienes han aprovechado los nuevos recursoseducativos disponibles durante la última generación están llegando a pues-tos de responsabilidad al nivel local y microrregional, inaudito hace poco y,en cierta medida, en función de la ausencia de sus hermanos y primos, locual está transformando las relaciones de poder entre los géneros humanosen estos ambientes tradicionales; 3) el flujo de las remesas enviadas por losmigrantes paga un altísimo costo de transacción y ofrece una oportunidadpara crear una red de telecentros e instituciones de microcrédito al serviciode los migrantes; y 4) es notable la falta de atención a este proceso, un in-dicador de la regionalización del modelo de desarrollo industrial aún vigen-te, pero donde los estados nacionales desaprovechan las posibles políticaspúblicas relevantes. Ya hay propuestas en este sentido desde la sociedad ci-vil y el sector universitario6.

Como es de esperar, se registran cambios culturales en estos ambientessociales tradicionales, en las comunidades campesinas del accidentado mo-saico topográfico de la realidad regional, dentro de las colonias o barrios po-pulares ‘detrás de la catedral’, en el centro de nuestras urbes, o en las exten-sas periferias suburbanas de las megaciudades regionales. En primer lugar,

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6 Rethinking Telecenters: Knowledge Demands, Marginal Markets, Microbanks, and RemittanceFlows, http://www.isoc.org/oti/articles/0401/robinson.html

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no sólo se encuentra un magisterio, equilibrado entre mujeres y hombres,con por lo menos dos generaciones de esfuerzos, dentro de burocracias an-quilosadas de la educación pública de primer nivel; son grupos comprome-tidos con sus comunidades, pero un tanto paralizados ante la falta de opcio-nes personales, la corrupción y negligencia en sus jerarquías del trabajo, y elmiedo de abrazar innovaciones que pueden perjudicar sus prometidas jubi-laciones. También, se encuentra una endeble red de centros de salud a car-go de enfermeras y médicos cuyos esfuerzos para mantener una semblanzade salud pública son verdaderamente heroicos en ambientes donde el pre-supuesto para el cuadro básico de medicinas se gasta dentro del aparato ad-ministrativo y no en los puestos de atención para un público necesitado.Suele haber una computadora nueva sobre el escritorio del médico respon-sable de una región, pero ni tiene Internet ni hay una red de informacióndiseñada para atender sus demandas. Las enfermeras no tienen acceso a lainformación que requieren para atender a fenómenos nuevos, como son loscasos de SIDA introducidos por los migrantes entre sus cónyuges. En otrorubro los mandos medios municipales, el personal administrativo del pri-mer nivel, tampoco tienen acceso al marco jurídico pertinente a sus funcio-nes o una cartografía digital que permite, con la capacitación pertinente, elmanejo de sus linderos, recursos naturales y el catastro que de manera ace-lerada proveerá los recursos fiscales para su propio mantenimiento. Y todoacontece en ambientes locales donde el antaño compromiso con la comuni-dad, manifiesta en faenas, mingas y tequios7, por ejemplo, se atenúa a dia-rio ante la creciente secularización y fragmentación del respeto al espacioprimordial.

Otro fenómeno, más preocupante aun para el futuro de proyectos so-ciales, es la palpable reducción en los recursos filantrópicos dedicados a losproyectos experimentales que los telecentros comunitarios todavía represen-tan. En la medida en que los grandes consorcios atestiguan una disminuciónen sus ingresos, hasta pérdidas entre algunos, las aportaciones a sus respec-tivas figuras filantrópicas son reducidas (un ejemplo: el programa World e-Inclusión de Hewlett-Packard8). En breve, hay menos utilidades, y así me-

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7 Instituciones de trabajo comunitario en las comunidades tradicionales de las regiones mesoameri-cana y andina.

8 www.hp.com/e-Inclusion

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nos aportaciones a los fondos de apoyo para proyectos filantrópicos, reduc-ciones en el valor del portafolio de las fundaciones internacionales, y titu-beos en el destino de los fondos disponibles en los Social Trust Funds de al-gunos países desarrollados para proyectos como, por ejemplo, el proyectodel Grupo de los Ocho, G8, la Dot Force9. Este cuadro, poco alentador,junto con las dudas sobre la viabilidad de la sustentabilidad a futuro de lostelecentros, el único modelo genérico para proveer de servicios de informa-ción a los pueblos y barrios actualmente sin servicios digitales, augura unaprobable contracción en los apoyos disponibles a futuro para los mismosproyectos comunitarios que no han demostrado su capacidad de elaborar yponer a prueba un modelo de negocio sustentable en el mediano plazo.Además, estas instancias internacionales juegan con reglas chuecas: por unlado, comparten retóricamente un compromiso con el desarrollo sustenta-ble (un postulado aún teórico pero donde el consumo de información nopuede ser más que intensivo para controlar muchas variables involucradas),pero al tiempo muestran muy poca voluntad para presionar a las adminis-traciones nacionales (“…no podemos violar la soberanía nacional…”) cuyaspolíticas, o por lo menos, usos y costumbres, en la práctica contradicen osofocan el éxito de los proyectos ‘apoyados’ con recursos públicos interna-cionales. Estas instancias han perdido credibilidad ante la comunidad de or-ganismos no gubernamentales cada vez más numerosos y activos.

El papel de las instituciones financieras multilaterales tampoco nos de-be entusiasmar. El Banco Mundial mantiene una ventanilla con recursos li-mitados, trámites engorrosos y dictámenes discrecionales para proyectos di-gitales innovadores (Info Dev), pero a pesar de intensos debates internos so-bre el futuro de la institución ante la llegada de la Sociedad de la Informa-ción, y el arranque de algunos proyectos promisorios (Barrio Net y WorldLink, por ejemplo), el mayor peso estratégico parece haber pasado al con-trovertido Development Gateway10, proyecto que consiste en un megaportal

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9 http://www.markle.org/seconddraft.pdfGlobal Bridges: Digital Opportunities, Draft Report of the DOT Force, v. 2.0cwww.vecam.org/dotforce.htm

Memorandum presented by the French NPO side to the Digital Opportunity Task Force.

10 Consulta www.brettonwoodsproject.org/update para obtener un panorama crítico y actual sobre laevolución del proyecto Development Gateway (www.developmentgateway.org).También, el programa de School Links: www.world-links.org.

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en la Internet donde se concentra “toda la información relevante para el de-sarrollo” para un conjunto de países y ONG. Una de las muchas vetas de laamplia crítica en su contra hace hincapié sobre la desviación de recursos ha-cia un banco de datos que en efecto duplica esfuerzos de distintas organiza-ciones civiles, hasta sitios comerciales, de esta manera coartando las opcio-nes para los promotores de telecentros comunitarios, entre otros proyectos11.Muchos de los que hemos exteriorizado una crítica al proyecto Gateway loconsideramos como una traición a la causa del acceso universal con capaci-tación. Este tema del enfoque digital prioritario del Banco Mundial no estrivial, y al parecer es coherente con el perfil del nuevo modo digital de pro-ducción que esbozamos más arriba. En la medida en que se sube el costo deoportunidad para que las organizaciones civiles participen de los recursosque el Banco es capaz de movilizar, sus directivos ahora han decido canali-zar estos fondos a su propio portal y no a la amplia problemática de la co-nectividad y los contenidos. Así se reducen las opciones y los recursos paralas mismas ONG, y se acorta el tamaño de la cancha de su juego y negocia-ciones con otros actores. Al parecer el Banco no oye bien, ni hace caso a lasagudas críticas enviadas a la consulta pública sobre el caso. Cabe señalar quehay una audacia particular detrás de la propuesta del ‘portal del desarrollo’del mismo Banco, al utilizar la red de redes para concentrar información,con un supuesto valor agregado, que probablemente será de mayor utilidadpara el sector público y privado que para el sector social, con pocos instru-mentos de análisis a su disposición.

Con mayor presencia en la Región, pero sin una política clara con rela-ción al empleo de las nuevas tecnologías digitales, se encuentra el Banco In-teramericano de Desarrollo. El resto de la familia de organismos internacio-nales de corte oficial carece de acciones contundentes acordes con las posi-bilidades que las nuevas tecnologías ahora estos organismos permiten, o selimitan a la administración de proyectos pilotos de poco escalamiento y re-levancia para necesidades locales12. El resultado es que estas actividades de

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11 El sitio www.brettonwoodsproject.org contiene las críticas más agudas y pertinentes al proyecto delPortal del Desarrollo. La amplia consulta pública sobre el diseño inicial de la iniciativa se puede veren: www.globalknowlege.org

12 Merece revisar el programa de un evento regional y estratégico del BID donde, al parecer, toma unaposición en referencia a proyectos de telecentros o figuras semejantes: http://www.tele-centros.org-/comunidad/tallerBID.html

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poca trascendencia atenúan las posibilidades para proyectos distintos, al te-ner ‘tomado’ el espacio institucional y por la legitimidad poco impugnableque las agencias de la ONU comparten. Existe una suerte de territorialidadinstitucional que no cede a las buenas intenciones de propuestas competiti-vas en materia de las NTIC en el escenario regional. De esta forma, el ac-cionar de estas instituciones financieras regionales ocupa el menú de opcio-nes de los funcionarios de gobiernos locales, frenando o limitando su pers-pectiva y voluntad para considerar propuestas alternativas que representenalianzas no tradicionales. Éste no es un cuadro de probables actividades in-novadoras que merece algún premio, más bien estamos ante un escenariodonde la incapacidad institucional para rebasar iniciativas hegemónicas aúnes la norma.

Las universidades públicas comparten este escenario del nuevo mododigital de la producción, donde la reticencia del Estado y ‘las fuerzas delmercado’ cohabitan con una moderna torre de Babel de discursos y profe-cías sobre el ‘desarrollo para la sociedad de la información’, la educación adistancia, la urgencia del adiestramiento tecnológico, las reformas a la do-cencia, pero de hecho, son contadas las iniciativas concretas a escala nacio-nal y regional. Hay una situación paradójica donde las universidades públi-cas han sido responsables de las conexiones iniciales a la Red en muchoscontextos nacionales, pero no han sido capaces de sostener un liderazgo ensu aplicación a las tareas sustantivas de la educación superior y participar co-mo socios en el desarrollo de políticas públicas pertinentes. El vacío creadopor la ausencia de estos proyectos es campo de cosecha productiva para lasuniversidades privadas; el Tecnológico de Monterrey, México, por ejemplo,goza de más de una docena de ‘campus’ con instituciones hermanas en igualnúmero de países latinoamericanos, y su Universidad Virtual sin duda es lí-der en este nuevo mercado de la oferta de servicios educativos en línea. Nose entiende la actual parálisis en este campo de las universidades públicas,salvo que la consigna discreta es que no es costeable competir con el TEC einiciativas semejantes13. El desorden en esta materia hoy en México, porejemplo, es sintomático de la duplicación de esfuerzos, inversiones y caren-cia de liderazgo en este rubro. Sí es alarmante que la función clave del sec-tor universitario en materia de la enseñanza y la información sea cada vez

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13 http://www.ruv.itesm.mx/programas/maestria/mte/

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más un espacio privado donde el acceso para la nueva certificación de cono-cimientos tiene un costo que el pueblo no puede pagar. Esto significa indu-dablemente que la participación hoy y a futuro en dicha Sociedad del Co-nocimiento será una función de la capacidad de pago, lo cual limita aun mása los probables estudiantes en el futuro cercano.

Es en los marcos regulatorios donde mejor se reflejan los compromisosdel Estado con sus respectivas elites y las políticas públicas negociadas porlas mismas con miras al desarrollo y la oferta de las TIC al nivel de cada país.Sin embargo, estamos en una época bautizada con la etiqueta ‘neoliberal’,donde se concede un poder cuasi divino a la oferta y la demanda en los mer-cados para resolver la distribución de bienes, servicios y también, me temo,el poder. Los políticos contemporáneos no distinguen entre una políticaeconómica y las políticas ‘políticas’, piensan que son lo mismo14. Muchospolíticos pasaron de tal a ser hombres de negocios públicos, una distinciónsutil, pero clave. Al adelgazar el Estado no se considera que las variacionesde la política económica requieren ajustes en los propósitos y en las metaspolíticas. Los estados nacionales hoy en América Latina han pasado de serpromotores del desarrollo a una condición de protectores o guardería deproveedores, propios y ajenos, en mercados establecidos, además de regula-dores de las reglas de entrada, porteros elegantes, para nuevos actores conproductos y tecnologías novedosos. La ausencia de información útil, pun-tual y confiable además de la existencia de pocos procedimientos transpa-rentes en las entidades reguladoras o en el espacio administrativo donde sedefinen las políticas de telecomunicaciones es hoy la regla, y no la excepciónen todos los países. Hay discursos pulidos y promesas sobre papel acerca del‘acceso universal’ a la conectividad15, pero en el fondo, las prioridades son el

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14 http://www.emayzine.com/lectures/Lapols~1.htm

15 Puebla, 2 de mayo del año 2001. Versión estenográfica de las palabras del Presidente Vicente FoxQuesada durante la presentación del Programa de “Gobierno Electrónico Puebla Digital”, en elmarco del II Encuentro Iberoamericano de Ciudades Digitales: “Amigas y amigos, bienvenidos to-dos… Estoy convencido de que estas tecnologías son indispensables para insertarnos con éxito enla economía global. Hoy por hoy una de las principales ventajas competitivas de una economía, esla conectividad. Estar enlazados significa conocimiento, vanguardia y prosperidad, por eso el acce-so de nuestras sociedades a los sistemas de comunicación y de información multiplicará las posibi-lidades de desarrollo humano y de crecimiento económico... La conectividad tiene que llegar a laszonas marginadas, a las familias excluidas, a donde está la pobreza, tal como la tenemos en México,40 millones de pobres que pueden beneficiarse ampliamente, precisamente de este esfuerzo de me-jora de Gobierno y de conectividad…”.

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reciclaje de la deuda heredada, la administración de los linderos de los inte-reses de las elites influyentes y, en la medida posible, la protección de cotosfinancieros y mercantiles nacionales, a los que hay que agregar el nuevo sec-tor Telecom. La política como tal en las incipientes democracias de la Re-gión se ha degradado desde la anterior lucha entre partidos, con cierto gra-do de representatividad, hacia las competencias electorales hoy jugadas, conpirotecnia retórica y simbólica en la cancha de la pantalla de la televisión cu-ya difusión es casi universal; ahora los nuevos votantes jóvenes, criados fren-te a la tele y en sistemas de educación pública mediocres, determinan los re-sultados de elecciones presidenciales (véanse los recientes procesos en Méxi-co, Perú y Venezuela)16. El empleo de la demagogia digital, que promete eldesarrollo a raíz de la conectividad, surge en el escenario de los discursos po-líticos en una Región sumergida en un profundo dualismo económico ycultural.

Mientras las economías nacionales sean inestables y ahora las elites seconsolidan regionalmente, junto con sus socios financieros y comerciales17,y los nuevos políticos, apologistas del mercado sagrado, se enredan en pla-nes de austeridad, el ‘redimensionamiento del Estado’ y la reducción de pro-gramas sociales, la tecnología avanza a un ritmo inexorable. El acceso bidi-reccional a la Internet vía satélite es hoy una realidad, pero aún no disponi-ble en amplias regiones de América Latina por trabas en el marco regulato-rio nacional respectivo18. Es evidente que este nuevo escalamiento de la co-nectividad amenaza a los proveedores nacionales que disfrutan de condicio-nes oligopólicas en sus respectivos mercados. Desde puntos de acceso geo-gráficamente céntricos, se puede ‘cablear’ una microrregión por medio de

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16 Las democracias de América Latina deben asumir que sus resultados decepcionan a los ciudadanos:Serrat, La Jornada, México, 12 de mayo de 2001.

17 Nótese la actividad del Grupo Cisneros de Venezuela al hacer alianzas locales mientras se amplía lacobertura de América On Line, AOL.

18 Es pertinente la batalla para controlar el acceso a la Internet vía satélite: “MURDOCH GETS RI-VAL IN BID FOR DIRECTV—Satellite TV broadcaster EchoStar is making a play to acquire Di-recTV from Hughes Electronics Corporation, a General Motors subsidiary. The move, which com-plicates the bid for DirecTV made recently by Rupert Murdoch’s News Corp, offers a two-phaseplan that would immediately give GM a substantial amount of cash for a minority stake in Hug-hes and later seek regulatory approval for a full merger. General Motors is pressed for cash becauseof keen competition it faces in its North American and European auto markets (Financial Times 25May 2001).

http://news.ft.com/ft/gx.cgi/ftc?pagename=View&c=Collection&cid=IXLC078IH7C

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módems fijos inalámbricos de alta velocidad o unidades de microondas co-nectadas a la base de una antena satelital de tamaño reducido y ubicada alcentro de dicha región. En México, la disponibilidad de estas opciones tec-nológicas camina muy por delante del ritmo de la autorización oficial y lacapacidad para supervisar los nuevos servicios ofrecidos por distribuidores,si no piratas, sí operando en el espacio gris del marco legal con estas tecno-logías de punta. No es descabellado contemplar un panorama regional don-de la compra e instalación de esta gama de nuevos instrumentos de la co-nectividad rebasa a las ‘supervisoras del mercado’, provocando de esta ma-nera un caos mayor en cuanto a la saturación de frecuencias, la inundacióncon equipos chatarra de baja calidad, donde cualquier narcotraficante me-nor puede instalar su ISP con acceso vía satélite y vender la conectividad asus vecinos. Ante la falta de políticas nacionales acordes con el ritmo del de-sarrollo tecnológico y la creciente demanda para el acceso, inducido inten-samente por el nuevo género de la propaganda televisiva que hace referen-cia continua a la Internet, encontramos además la proliferación de los ciber-cafés, con y sin registro, disfrutando de varias opciones para su conectivi-dad. Es hoy un hecho palpable en toda la Región.

La ‘cibercafezinhozación’ de América Latina es un proceso dinámico enpleno vuelo19. El fenómeno tiene varias implicaciones alarmantes desde laperspectiva del proyecto de telecentros comunitarios. En primer lugar, es unreflejo de la demanda inducida por la televisión, la moda y su intrínseco va-lor pragmático20. Al tiempo, es un reflejo de la carencia de políticas públi-cas por parte de los Estados nacionales, abandonando al mercado la ofertadel acceso universal a la Internet. Conforme crece la demanda, la industriade los productos y servicios digitales vive satisfecha con esta estrategia, perocompartiendo, quizá, una suspicacia en cuanto a la indefinición de las polí-

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19 Hay una discusión sugerente en el artículo: Enredo mexicano, de Antulio Sánchez:

www.etcetera.com.mx/pag59ne6.asp

20 Ver una opinión sobre el reciclaje de la chatarra digital en los EE. UU.: May 13, 2001, DavidBrooks, New York Times Magazine, “The Peculiar Ruins of the New Economy”: “We used up thezeitgeist of the 1990’s, and now we’re trying to sell it off… but it’s really the spirit of a decade that’sbeing put on the remainder desk. For Sale: One Previously Owned Cultural Moment/Now SlightlyEmbarrassing. It’s goodbye to the epoch — which must have lasted all of seven years — in whichpeople chatted excitedly about free-agent nations, distance being dead, I.P.O.’s, the long boom andthose dot-com ads during the Super Bowl that showed global children united by the wonders ofinstant communication… “.

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ticas públicas pertinentes; la condición de abandono o desidia actual les fa-vorece, hasta cierto punto, porque es fácilmente agotable la demanda popu-lar del acceso a los servicios digitales vía un número fijo de cibercafés (quese acerca ya en muchos ambientes urbanos saturados con la oferta). Enton-ces, se puede prever a corto plazo (¿dos años?) la saturación de la demandapara equipos, periféricos y servicios, por no poder llegar aún a un públicoconsumidor masivo debido al actual alto costo de las PC y la conectividad.Pero lo preocupante de este cuadro, que ya observamos en la realidad regio-nal, es el modelo de consumo que representa, duplicando fielmente la estra-tegia de la televisión comercial que fomentó exitosamente un público ver-daderamente masivo de consumidores pasivos, en casa, viendo la tele cuan-do gusten, y saliendo a comprar lo anunciado. El peligro, a mi juicio, de laincipiente fuerza subversiva de expansión de los ‘cibercafezinhos’, es la re-producción del modelo de consumo entre los usuarios de unos pocos ins-trumentos disponibles en línea: chat, correo, música y acceso a sitios de por-nografía, de artistas favoritos y algo de ‘shopping’ pasivo21, menospreciandoel enorme potencial del instrumental disponible. La subversión consiste enel nuevo habitus de los ‘cibercafezinhos’ cuyos usuarios subutilizan las op-ciones de enseñanza y aprendizaje por falta de una cultura de la informacióny su transformación en conocimiento. No podemos descartar la noción, untanto maquiavélica, de que las elites nacionales prefieren este modelo de ac-ceso y consumo ante las opciones, quizás apocalípticas, de pueblos conecta-dos, bien informados y exigentes de sus derechos y servicios públicos ahoranegados. Me atrevo a sugerir que estas elites no tienen un compromiso só-lido ni convencido con el acceso verdaderamente universal y, de esta mane-ra, la segunda fase de la Internet en la Región, que ahora se inicia, puedeguardar algunas sorpresas ingratas.

Esto acontece mientras entre la gama de países se observa a un Estadotitubeante ‘esperando al mercado’, o pregonando y lanzando proyectos pi-lotos o anunciando ‘telecentros para todos’22. Algunos han entrado en una

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21 http://www.reforma.com/tecnologia/articulo/087737/Más que nunca en línea: La séptima entrega del consumo cultural y de medios muestra que los in-ternautas mexicanos promedian 3 horas y media al día en la Red, y que el uso de Internet en Mé-xico privilegia el entretenimiento más que como herramienta de trabajo o estudio. Reforma, Méxi-co, DF, 16 abril 2001.

22 Véase el anuncio de 300 telecentros más en Venezuela:http://www.el-nacional.com/eln08062001/f-pf1s2.htm

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suerte de carrera en cuanto a la ‘digitalización y conexión’ de sus países, quepromete mucho derroche de recursos fiscales al servicio de megacontratospara hardware que será subutilizado23. ¿De veras, necesitamos una Internet2? Sin embargo, es evidente que los usuarios populares, por su nivel de po-breza y actual condición de anomia24, no pueden ser el motor de una am-pliación marcada del empleo del instrumental digital, o la figura conducto-ra de la capacitación para acercarse a la información útil, necesaria y conve-niente para los proyectos colectivos y personales dentro del fenomenal mo-saico de la diversidad cultural latinoamericana. Es cierto que un sector ju-venil se acerca con mucho entusiasmo a la red de redes, pero es un grupominoritario y auto-reclutado, muchos más quedan excluidos. No se debeutilizar el filtro de la curiosidad humana de los que tienen algunos pesos enla bolsa para probar la novedad en el cibercafé de la esquina. La situaciónexige un compromiso y una estrategia del Estado, más allá de cualquier PlanNacional de Desarrollo. Es el Estado, en alianza con organizaciones civilesy proveedores de servicios digitales, el que puede incentivar la ampliaciónde la red incipiente de telecentros comunitarios de acuerdo a coaliciones no-vedosas de intereses mercantiles e institucionales; en pocas palabras, hacefalta una política pública respectiva. Pero, ¡un momento!, ampliar o exten-der la conectividad puede significar no sólo atenuar la lucha de clases (¿seacuerdan?) por medio de una movilización de las ilusiones de que la Inter-net representa un camino seguro hacia la prosperidad y el desarrollo, sinotambién es capaz de vencer la resistencia de la economía informal y la cul-tura popular para ser integradas al modelo capitalista actual, ávido de cobrarmás impuestos y de controlar los espacios antihegemónicos. En este escena-rio, nada descabellado, los proyectos de E-Gobierno, por ejemplo, puedenser intentos disfrazados para racionalizar el cobro de impuestos a los que

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23 No es fantasioso el comentario de un agudo participante en las listas de las comunidades en línea:

“It strikes me that we are in a computer arms race with each nation vying to make it the greaterequal amongst equals. And while each unit doesn’t cost millions like missiles and tanks, the con-sumption of capital is large and the rationale the same. If we don’t have it we will be left in the dustor absorbed or we will become road kill on the information/economic super highway. The electro-nic equivalent of “arms merchants” are using the same tactics that sell F-16’s, cruise missiles andkevlar vests”. Tom Abeles, 25 mayo 2001.

24 Llama la atención la ausencia de una referencia a una estrategia para los servicios e instrumentos di-gitales en las plataformas de campaña de los tres partidos de mayor importancia en las eleccionespresidenciales del año 2000 en México.

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ahora viven fuera del sistema financiero, viviendo a diario, en su microne-gocio o en la calle.

¿Por qué crear telecentros comunitarios como una política pública prio-ritaria? ¿No será más barato y eficiente que la dinámica red de cibercafés pri-vados en la Región atienda la demanda de los nuevos usuarios de la Inter-net para el acceso a los múltiples servicios digitales? Es un tema legítimo ypropicio para un amplio debate que aún no se ha dado en América Latina.En el fondo se trata del modelo de desarrollo preferido, una decisión nor-mativa, tomando en cuenta el emergente modo digital de la producción yel papel todavía dominante de las elites nacionales y regionales que seguiránprotegiendo lo suyo. A mi parecer, estamos sobre un parte aguas donde porun lado, la continuación del camino esbozado arriba pronostica una profun-dización de la brecha socioeconómica actual, una regresión, pues, a la con-dición colonial de antaño; por el otro, una amplia red de telecentros nosofrece posibilidades novedosas para vincular la conectividad con el desarro-llo social. Podemos imaginar el siguiente escenario, en plena época cuandose concretan en el espacio algunas fantasías de los escritores de la ciencia-fic-ción apenas una generación atrás: los pueblos indígenas y campesinos, geo-gráficamente marginados pero socialmente vinculados con los barrios popu-lares proletarios de las grandes urbes, con amplias sucursales de personal enel extranjero, viviendo en condiciones tecnológicas raquíticas, compartien-do un acceso problemático a un sistema de educación pública deficiente ycontrastante con lo ofrecido en las instituciones privadas (por no hablar dela salud y la nutrición), observando y viviendo desde la periferia el algorit-mo de su creciente distancia o aislamiento de la dichosa Sociedad de la In-formación y el Conocimiento. Es el cuadro de la nueva marginación digitaly, como es de suponer, coincide con el avance del modo digital de la pro-ducción. El otro sendero, en cambio, el de los telecentros, atiende la condi-ción actual del divorcio de los pueblos y las clases populares de los recursosdigitales que la conectividad ofrece, pero no se queda libre de algunos su-puestos utópicos en cuanto a la posible demanda de usuarios teóricos, aho-ra dispersos entre los cibercafés mientras asisten a universidades públicas einstitutos tecnológicos (que hoy ofrecen acceso a sus alumnos). Además, apartir de los telecentros se podrían generar incentivos culturales apropiadospara los mismos usuarios (¿para qué me sirve?), y una transformación de losservicios públicos ahora sin difusión o disponibilidad en línea (cuando el

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pueblo gasta mucho en trámites menores). Los telecentros comunitariosofrecen una serie de opciones y potencialidades todavía sin examinar cabal-mente. Es posible que la iniciativa haya perdido la posibilidad de ponerse aprueba, antes del embate del modelo estrictamente mercantil.

El proyecto de crear una amplia red regional de telecentros comunita-rios enfrenta una serie de retos mayores: 1) el actual afianzamiento del nue-vo modo digital de la producción que favorece a unos pocos, dejando a laderiva a los desconectados o imposibilitados de capacitarse a tiempo u ofre-cer un servicio profesional en línea; 2) la competencia aguda de los ciberca-fés, que significa una suerte de subsidio oficial por omisión, en vista de lasintensas campañas en la televisión y la prensa para inducir el consumo delos servicios digitales; 3) la falta de decisiones y compromisos contundentesentre los entes reguladores de las telecomunicaciones de los respectivos go-biernos nacionales para obligar a las empresas de telefonía de línea fija aofrecer tarifas sociales y/o llamadas locales al servidor más cercano en vez delas cobradas hoy como larga distancia, para iniciativas o proyectos sin finesde lucro; 4) la ausencia de un espíritu filantrópico entre las empresas de te-lecomunicaciones en la Región, disfrutando el actual boom de la conectivi-dad urbana, pero aún sin dar señales de apreciar que el apoyo a los telecen-tros es justificable por sus propios intereses mercantiles, de imagen corpora-tiva a mediano plazo, además de los beneficios para la población actualmen-te marginada; 5) la creciente homogeneización de la cultura juvenil comoproducto de la penetración del discurso comercial y la programación televi-siva y radiofónica musical, acorde con proyectos ideológicos y mercantilesde grupos del poder; y 6) un conjunto de usos y costumbres que provienede la época y condición colonial donde un clientelismo y una perspectivalocalista atomizante y aislante marca las relaciones del poder entre las uni-dades mínimas de la administración pública y las instancias superiores. Esun contexto nuevo para las elites y sus estrategias en los distintos países dela Región, pero comparten las influencias políticas y la asesoría ad hoc paraadaptarse ágilmente a las nuevas circunstancias del novedoso modo de pro-ducción en plena evolución.

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Modelos actuales: realidad y riesgos

Una de las carencias notables en el seno del ‘movimiento latinoamericanode los telecentros comunitarios’ es la falta de modelos de sustentabilidad onegocio viables y contundentes en función de necesidades locales. Se obser-va una taxonomía muy diversificada entre todas las figuras que se llaman ge-néricamente por el nombre de ‘telecentros’. La gama de ejemplos puede va-riar entre un Centro Tecnológico Comunitario heredado del final del régi-men anterior de Menen en Argentina, pasando por una PC con acceso a laRed en una oficina de la agencia de telégrafos hoy en México, para llegar aun modesto local patrocinado por una organización no gubernamental conun equipamiento mínimo, observado en varios países, pagando su conecti-vidad por medio de llamadas telefónicas de larga distancia25. Inclusive, mu-chos refieren o consideran a los cibercafés, o la oferta de Internet en ofici-nas de telégrafos, por ejemplo, como una especie de telecentro. Para con-fundirnos más, ‘todas’ estas manifestaciones de la conectividad son conside-radas como telecentros. Este gran potpurrí de ‘telecentros’ actualmente semantiene de distintas maneras: con subsidios del Estado, con apoyos de or-ganizaciones filantrópicas internacionales o como pequeños negocios ende-

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25 Telecentros por país (según el registro de www.tele-centros.org ):

ARGENTINA - 1269 BOLIVIA - 1

BRASIL - 6 CHILE - 16

COLOMBIA - 12 COSTA RICA - 4

CUBA - 196 ECUADOR - 8

EL SALVADOR - 2 ESPAÑA - 2

GUATEMALA - 3 HAITÍ - 1

HONDURAS - 4 JAMAICA - 1

MÉXICO - 13 NICARAGUA - 3

PANAMÁ - 1 PARAGUAY - 1

PERÚ - 20 REPÚBLICA DOMINICANA - 2

SURINAME - 1 VENEZUELA - 5

Nótese el contraste con los más de 500 telecentros comunitarios en Sud Africa: www.community-sa.org.za

El informe de Francisco Proenza et. al es una referencia obligada: www.iadb.org/regions/itdev/tele-centers/index.htm

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bles sin reconocimiento en el marco reglamentario nacional de las teleco-municaciones26.

Es urgente distinguir la figura del telecentro de lo que podemos llamarlos falsos telecentros. Un telecentro es un punto de acceso a la Red, patro-cinado primordialmente por un organismo civil o una alianza local encabe-zada por el mismo, que ofrece capacitación, crea conciencia social sobre labase de las diversas aplicaciones de la información disponible en la Red re-lacionadas con problemáticas del lugar, y posee lo que podemos llamar un‘corazón local’. El telecentro, visto de esta manera, es mucho más que un ci-bercafé, aunque ambos ofrecen en común: el sine que non de la conectivi-dad. Un telecentro que pierde su vocación social y local puede revertir a serun simple cibercafé, pero la inversa no es tan factible o frecuente, porqueimplica una cambio radical en su visión estratégica para que el empresariode un cibercafé lo transforme en telecentro con los costos asociados y los en-laces obligados a grupos comunitarios. El telecentro puede sobrevivir comotal, solamente si se considera que es un valor agregado a la condición actualdel acceso limitado, costoso y discrecional. Si la información en sentido ge-nérico que abarca o refiere a las distintas actividades de la gestión pública ycultural se considera como un “bien público que debe estar en el dominiopúblico para el aprovechamiento público y cuyo acceso tiene un costo com-partido por todos los actores sociales”, se puede afianzar el futuro de esta fi-gura trazada aquí sobre la base de cierta experimentación en la Región. Enpocas palabras, el futuro de los telecentros en América Latina depende, engran medida, de la revaloración de la información y el acceso a la misma porparte de las agencias del Estado, la empresa privada y la sociedad civil. Sineste proceso de revaloración del acceso a la información en el dominio pú-blico, lo cual incluye recursos educativos y estímulos al magisterio, apoyosal personal de la salud e instrumentos para modernizar a la administraciónde los gobiernos locales, no habrá avances en este rubro de singular impor-tancia. Observamos que las fuerzas privatizadoras de la información y el ac-ceso son cada vez más influyentes y la voluntad de los Estados nacionalespara conceder un derecho a la información es endeble o francamente nula.

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26 Consulta el video realizado en el año 2000 disponible en línea, Telecentros en América Latina: ww-w.americascanada.org/politics/connectivity/connactivities/cangovt-e.asp#telecentres

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Esta revaloración de la información puede ocurrir en el contexto de co-munidades locales y sus microrregiones administrativas y políticas (munici-pios, provincias, cantones) que han sufrido una suerte de usurpación de lasfunciones locales por el modelo de Estado todopoderoso que últimamenteha iniciado (o ha sido obligado para tal por sus acreedores) un redimensio-namiento radical; ahora, el Estado ‘descentraliza’ funciones, pero sin ofrecerla información estratégica y la capacitación de recursos humanos que el pro-ceso requiere, lo cual se traduce en una continuación de la dependencia delas instancias subalternas a los dictámenes del poder hegemónico ‘moderno’.En la medida que avance el reclamo ciudadano para el acceso a la informa-ción pertinente a la gestión pública en gobiernos locales crece la necesidadpara lo que podemos llamar una pedagogía ciudadana experimental. Se tra-ta de tres procesos que deben compartir una sincronía: los incentivos parausar fuentes de información digital, los instrumentos en manos de los usua-rios para acceder al novedoso y útil acervo de la información disponible enlínea, y la capacidad para comprender los datos e información disponibleademás de aportar datos nuevos para generar un cambio cualitativo en lagestión pública local. Debe ser evidente, a esta altura del argumento, que setrata de un modelo distinto del Estado, de la administración pública local,y de la participación de una nueva generación de jóvenes capacitados en lostelecentros comunitarios en este proceso dinámico. La pedagogía ciudadanaexperimental refiere a este proceso, complejo por el número de instanciaspúblicas cuya concertación es obligada, la identificación y oferta de los in-centivos necesarios para animar la voluntad de distintos gremios claves en elámbito local (estudiantes, magisterio, enfermeras y mandos medios munici-pales), y la capacitación continua en las herramientas y los contenidos rele-vantes, cuyo dominio es un non plus ultra para todos los involucrados.

Ahora bien, dentro de los términos de este enfoque crítico y las volun-tades oficiales actualmente parciales o truncadas, me temo que muchos denuestros esfuerzos para crear y levantar telecentros comunitarios hoy vanencaminados a crear cibercafés o cibercentros, cuyos compromisos socialesiniciales son coartados o simplemente suspendidos ante la imposibilidad de‘vender los servicios ofrecidos’ y crear la masa crítica de personal capacitadoy ‘concientizado’ para sostener y sufragar el costo de la operación y de lasfunciones sociales para el bien público. Los telecentros concebidos así sonsitios complejos con múltiples funciones que responden a distintos gremios

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de la comunidad27. Esta propuesta, la forma de apreciar al telecentro gené-rico resumida aquí, implica una serie de cambios en la percepción de acto-res en las instituciones públicas, al nivel de los gobiernos municipales, esta-tales y provinciales, además de las instancias federales; también, implicaconfrontar y revertir el actual proceso de privatización de la informaciónque la empresa privada (y algunos sectores del Estado también) hoy prego-nan en los hechos; y además, requiere de un nivel de madurez, audacia po-lítica y capacidad negociadora dentro de la comunidad de organismos civi-les que pueden promover la figura organizativa y técnica indicada con la in-versión requerida de distintas fuentes. En efecto, si estos cambios señaladosno son utópicos, sí representan costos políticos y riesgos para cumplirse ca-balmente, y constituyen, a mi modo de ver, el quehacer y el reto principalde nuestro esfuerzo dentro del incipiente gremio de ‘telecentreros’ que cons-tituimos unos cuantos en la Región.

Los componentes de un modelo híbrido

Para sobrevivir como tal, el telecentro requiere varios elementos ahora exis-tentes o incipientes, en el panorama institucional y en el mercado de opcio-nes tecnológicas. Pero es necesario articular estos elementos de una maneranovedosa: crear un modelo institucional y mercantil híbrido, que vaya de lamano con una ampliación del derecho a la información y de la menciona-da pedagogía ciudadana experimental; un régimen de propiedad comparti-da o cooperativa ofreciendo la conectividad, contenidos pertinentes con in-centivos culturalmente apropiados y de acuerdo a una normatividad de laadministración pública contemporánea; todo esto con autonomía, indepen-dencia política y editorial. ¿Una utopía más?

Este modelo híbrido del telecentro, que hemos contemplado, parte deuna serie de compromisos del Estado para y con su ciudadanía: el derechoa la información, el presupuesto para ‘compartir’ el costo del acceso a la in-formación ofrecida, la del dominio público y todo lo demás disponible (locual no necesariamente requiere de mayores recursos sino una reorganiza-

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27 “…Everyone underestimates the complexity of these centers and overestimates the real need the lo-cals have for the centers”. Steve Cisler, Personal Communication, 9 May 2001.

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ción de funciones administrativas actuales), una deducción fiscal para lasaportaciones de la empresa privada a cada proyecto, condiciones favorablespara el registro de figuras jurídicas sin fines de lucro y con acceso a las de-ducciones fiscales disponibles, una homologación y flexibilización del mar-co regulatorio para igualar las oportunidades de esta propuesta en todos lospaíses creando un ambiente propicio de confianza entre instancias del Esta-do, las instituciones multilaterales, la iniciativa privada y los organismos nogubernamentales que puedan apadrinar colectivamente este proyecto. Peroel mismo no es viable si no se puede escalar al nivel regional, para ofrecerlaen todos los países. Implica pensar en términos de un mercado regional y dela demanda potencial de distintos públicos de usuarios. Para lograr su im-pacto, el proyecto requiere de un sistema de franquicias donde se permitareproducir el modelo genérico, según una norma de socios financieros, tec-nológicos y operativos al nivel de las comunidades, donde todos se benefi-cien en la región latinoamericana. El costo de oportunidad de no actuarahora será muy alto, porque el modelo mercantil de la entrega de los servi-cios digitales bien puede llegar a ser hegemónico en muy poco tiempo, ce-rrando, en efecto, este camino más experimental, más costoso con relacióna la formación de los recursos humanos, más difícil por la coordinación devoluntades que implica. He aquí el meollo de la propuesta.

Antes de desglosar los detalles de las franquicias, es menester el revisarotros elementos del contexto regional aún no comentados anteriormente: 1)ante la importancia regional de la economía de remesas, es importante in-troducir o reforzar la presencia de instituciones de microcrédito, su fortale-cimiento con distintos grados de capacidad administrativa y técnica, igno-rados si no impugnados por la banca comercial hasta la fecha; tendrán unmarco jurídico adecuado y estarán habilitados para atender la demanda pa-ra reducir el costo de las transferencias de las remesas de los migrantes, in-ternos y/o internacionales28; 2) la discrepancia entre las posibilidades de laconectividad ofrecidas por la tecnología de punta, cada vez más portátil,modular, fácil de instalar y barata (en los países del Norte), frente al ritmode la autorización de los servicios digitales por las respectivas entidades re-guladoras y las propuestas estrictamente comerciales de grupos nacionales

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28 La Ley Federal de Ahorro y Crédito Popular de México (2001), aprobada mientras se redactaba es-te ensayo, es un ejemplo que cumple con estos requisitos.

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que bien pueden estar protegiendo sus mercados hasta la fecha cautivos contecnología obsoleta29; 3) la falta de acceso, consulta y participación de lasiniciativas del sector civil en materia de informática con los entes regulado-res de las telecomunicaciones, muchos contaminados con la euforia del dis-curso simplón que reza: “la conectividad nos llevará al desarrollo y la demo-cracia”, pero sin proyectos concretos, viables en los pueblos rurales y geográ-ficamente apartados30. Sin duda, estas tres condiciones afectan al escenariode la viabilidad de nuestra propuesta.

El sistema de franquicias para telecentros en la Región se ancla sobre lapremisa de que al Estado y a la iniciativa privada, y a todos los actores civi-les, en una palabra, les conviene elevar la información a la categoría de bienpúblico, difundirla al dominio público digital y capacitar al público para in-tegrar los datos y la información disponible a su conocimiento para la ges-tión pública. Pues se trata de formar ciudadanos y actores participativos enel modo digital de la producción, de crear letrados en nuestra época digi-tal31. La segunda premisa es que a todos les conviene cooperar para llevar laconectividad hacia las regiones rurales de sus respectivos países, porque lacapacidad de compra, más el costo de la conectividad, más la carencia detécnicos calificados, discrimina en contra de esta propuesta lo cual se tradu-ce en un creciente ensanchamiento de la brecha entre lo rural y lo urbano;se supone que esta situación merece una acción enérgica por parte del Esta-do. Una tercera premisa es que hay una demanda local para servicios de co-municación, información y de microcrédito que las nuevas tecnologías pue-den atender ante la demanda de nuevos usuarios que ingresan a la culturainformática de diversas maneras en ambientes donde la tasa de emigración

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29 Llama la atención que la Ciudad de México no cuenta con servicios de Internet vía cable cuando lazona urbana cuenta con una extensa red de televisión por cable. El hecho de que la empresa telefó-nica dominante, Telmex, compró una participación significativa en Cablevisión se sospecha se de-be a un plan de frenar la oferta de servicios digitales de alta velocidad cuando Telmex cuenta con70% de los usuarios de Internet del país.

30 Es notoria en toda la región la exclusión de las ONG de las ‘consultas’ oficiales de los cambios enlas políticas de telecomunicaciones, y al mismo tiempo es notable la carencia de propuestas viablesprocedentes de este sector. El tema nos lleva a la compleja problemática de las alianzas entre elitestradicionales, partidos políticos y sectores burocráticos en las aún endebles democracias latinoame-ricanas donde las organizaciones no gubernamentales, como entes relativamente nuevos, quedan ex-cluidas de la formula tradicional de negociar y compartir el poder.

31 Consulta un tomo inteligente y relevante: Literacy in a Digital World : Teaching and Learning inthe Age of Information, Kathleen Tyner, Lawrence Erlbaum Assoc; ISBN: 0805822267, 1998.

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es alta y constante32. La cuarta premisa está basada en la continua evolucióntecnológica de los servicios digitales, constantemente acelerando la Red, in-tegrando más servicios en paquetes de programación y fabricación máscompactos, y todo esto complementado ahora por la disponibilidad del ac-ceso a la Internet vía satélite33. Y la quinta premisa parte del hecho de quelas organizaciones civiles tengan suficiente capacidad de gestión para convo-car y negociar las alianzas que dicha propuesta involucra; se reconoce queesta afirmación es problemática, porque las ONG en la región coexisten demanera caótica, fragmentadas entre sí, poco claras en sus objetivos y patri-monio, una fiel reflexión de la condición social posmoderna. Son premisasclave y a la vez condiciones necesarias, pero no suficientes, para que este

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32 La siguiente tabla sintetiza las formas de integración de los usuarios nuevos hacia el empleo de laInternet:

SMS = Small Message Service, disponible en Europa.

33 Nótese: “The Nokia Media Terminal device will function as a video game console, an MP3 digitalmusic player, an Internet Web browser, a digital TV recorder and a digital TV set-top box”. Finan-cial Times, 14 May 2001.

MUND AMERICAS internet users advance

Brougt to internet use modeby way of... preferred

communicationmode

preferred

media modepreferred

Cyber

1)Cyberactive

Video gamesConsoles Wireless SMS

Music Download(Napster)

2)Cyberliterate

SchoolEducation

PC Home Peer-to-Peer(PC/ICQ)

On-line Radioand TV

3)Cyberattracted

Self-Taught PC CyberCenter

ChatOpen radio and

TV

4)Cyberattracted

Job Training PC BussinesOffice

Categories are flexible and society specific, e.g. a cyber active may be (1A)(1B)(1C)(1D) in the USAwhile in Mexico a cyber active may be (1A)(1B)(1C)(1D) Source: MUND, Mexico, May, 2001

E-mailWWWText

A B C D

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proyecto de los telecentros comunitarios vía franquicias avance. Implica unnivel de alianzas o relaciones entre socios jamás visto hasta la fecha entre lasorganizaciones civiles de la región, y significa un consenso sobre la figura ge-nérica del telecentro, sus servicios locales y la integración con los objetivosy preferencias de grupos activos en la comunidad. Donde estos grupos soninexistentes, simplemente habrá cibercafés.

¿Cómo funcionaría la franquicia? El modelo de negocio puede ser sen-cillo, se trata de un juego de opciones de hardware, software, opciones parala conectividad y, lo más difícil, ‘orgware’34; todo financiado por una alian-za entre el Estado y la iniciativa privada por medio de organismos civiles re-gistrados sin fines de lucro y una autorización por parte del Ministerio deHacienda o Tesorería que les permita recibir donativos que generen una de-ducción fiscal significativa para los donantes. Por ejemplo, la agencia corres-pondiente del Estado subsidia la mitad del costo de los componentes ajenosa la organización comunitaria, y las empresas reciben su deducción fiscalpor el balance. El costo de la conectividad se cubre con una tarifa social(costo real + 10%, puede ser una norma), o en el caso de servicios ‘dialup’,la llamada al servidor es siempre local y se cobra por llamada, no por tiem-po. Existe también la opción de equipos de cómputo de bajo costo que noposeen los aditamentos de la computadora personal tradicionalmente subu-tilizados (el proyecto SIMPUTER en la India y otro similar desarrollado enla Universidad de Minas Giráis, Brasil, son sugerentes). Es evidente que elpeso del proyecto cae sobre la capacidad de gestión de la organización co-munitaria, un desafío reconocido y el tendón de Aquiles del proyecto. Ca-da organización favorecida con esta ‘alianza en franquicia’ comparte el com-promiso —por convenio— de llegar a una condición de operación autofi-nanciada, después del arranque, en cuanto a los costos del personal, la co-nectividad, la amortización de los equipos, y la capacitación de sus recursoshumanos. En el rubro de software, estos telecentros utilizarán equipos enLAN corriendo el sistema operativo LINUX y sus aplicaciones cada vez másamigables, y el personal recibirá la capacitación para mantener la red local,la conexión y la operación de todos los equipos. En el renglón de la conec-

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34 El software esta disponible gratis en el sitio www.tele-centros.org. La incipiente fabricación delSIMPUTER (computadora simple) en la India, y su licencia para ensamble en otras latitudes, verwww.simputer.org es también promisorio.

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tividad, estas franquicias pueden utilizar la incipiente cobertura continentalde servicios bidireccionales vía satélite actualmente en operación o a puntode ser desplegados (por ejemplo, Hughes/DirectPC y Tachyon)35. O bien,pueden articular sistemas híbridos para lograr la conectividad (‘dialup’, lí-neas dedicadas, acceso bidireccional vía satélite, etc.). Cada telecentro setransforma en un potencial proveedor de servicios digitales a nivel microrre-gional avalándose de la tecnología de los módems fijos inalámbricos. El sis-tema tiene que estar abierto a relaciones mercantiles donde los telecentrospueden ofrecer, por ejemplo, no sólo los servicios de conexión a los micro-bancos, sino también la oferta de servicios digitales a particulares, y la ofer-ta de servicios de video a las escuelas y centros de salud que las tecnologíasemergentes ahora permiten. En pocas palabras, estamos hablando de un pa-quete de servicios digitales múltiples llenando los ‘vacíos’ en el mercado queno les interesan a las empresas actuales.

El rubro del ‘orgware’ es central a cada franquicia, es la interfase entre lacultura de la informática y la información y las culturas locales, además derepresentar a la capacidad negociadora de las ONG participantes. Se refierea la conciencia de que “aliarse, no significa rematar, ni vender patrimo-nios”36, y dicho patrimonio en el contexto local es la legitimidad y credibi-lidad de una figura local capaz de movilizar el capital social de los ciudada-nos. Y estas redes sociales incluyen a los clubes o asociaciones de los migran-tes en diversos destinos del extranjero. También, ‘orgware’ se refiere a losprogramas de trabajo, capacitación, operación, administración, y promo-ción al interior de la comunidad donde se ubica cada proyecto/negocio. Laclave es reconocer que la vitalidad de cada franquicia será una función de sucapacidad de atender a necesidades de distintos grupos de usuarios locales.Por ejemplo, estos telecentros podrán ofrecer una plataforma y la capacita-ción para crear, en colaboración con las universidades, sistemas de informa-ción geográfica al servicio del público y los gobiernos municipales y provin-ciales; es importante resaltar todo lo que esto implica en cuanto al manejode información pública para la administración y planeación de los distintosservicios públicos, la modernización de sistemas fiscales locales, y los pro-

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35 www.directpc.com y www.tachyon.net

36 Luis Stolovich: Impactos sobre Antel de los cambios proyectados en el sector telecomunicaciones. Proyec-to editado por el Sindicato Único de las Telecomunicaciones (SUTEL/PIT-CNT), Montevideo,2001.

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gramas de desarrollo procedentes desde ‘arriba’ y también desde ‘abajo’. Lamodernización de todo sistema de impuesto predial es quizá la función másrentable (y cuyos frutos pagan el costo del sistema total)37. Otro componen-te, también en la categoría de ‘orgware’ es un sistema de incentivos al sala-rio para el magisterio y las enfermeras y médicos de las burocracias de laeducación y la salud, donde a cambio de su capacitación en el empleo de losrecursos disponibles en los telecentros, en materia de las herramientas y delos contenidos, reciben un apoyo económico adicional y una certificacióncon valor curricular en los respectivos mercados de trabajo. Esta noción dela certificación de competencias por medio de cursos de educación a distan-cia implica una revisión radical de los sistemas actuales, al nivel nacional; ylas probables economías de escala sugieren la probabilidad de un sistema re-gional latinoamericano de certificación, algo no discutido hasta la fecha enámbitos nacionales.

Cabe señalar que es probable que el personal responsable de los telecen-tros comunitarios, como es el caso hoy en la Región, serán mujeres. Es untema clave, porque los proyectos experimentales, todavía en proceso, indi-can que las mujeres jóvenes en los pueblos rurales y barrios urbanos son másresponsables, disciplinadas y abiertas a la capacitación, en temas técnicos ypara el diseño de contenidos. Estamos en una etapa de inversión de papelessociales al nivel de estos espacios locales, donde por un lado la emigraciónha llevado a los varones más emprendedores hacia la ciudad o el extranjero,y por otro, la continuación de las mujeres ahora inscritas en las institucio-nes de educación media, hoy significa una población femenil activa, exigen-te en cuanto a mayores oportunidades de aprendizaje y empleo. Se observaplenamente al interior de los telecentros, entre su personal responsable, a lasinstructoras formadas y, también, a las usuarias. En gran medida, la difusiónde la cultura de la informática y la información acontece por medio de unanueva generación de mujeres jóvenes competentes, curiosas y cada vez máscapacitadas en el tema. El hecho tiene implicaciones sugerentes para el fu-turo de muchas instituciones públicas y privadas en estas comunidades ysectores urbanos marginados.

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37 Un hecho difícil de traducir en argumentos convincentes para autoridades locales, quienes como esel caso en México, comparten una cultura política donde todo de valor viene de ‘arriba’, recursos,iniciativas, autorizaciones, información, etc. En un sistema de esta índole la mirada de los funcio-narios es vertical y no horizontal, hacia lo propio.

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Internet… ¿Para qué? Y ¿para quién?

En el documento sintético: “Internet… ¿para qué?: pensando en las tecno-logías de información y comunicación para el desarrollo en América Latinay el Caribe”, se ofrece una visión social y panorámica sobre ‘desafíos futu-ros’, la ‘perspectiva latinoamericana’, ‘más que conectividad’ y ‘pistas paraavanzar’38. En gran medida, este ensayo y la propuesta ofrecida es una res-puesta al llamado de este documento. El modelo aquí expuesto para los te-lecentros comunitarios a futuro permite el acceso equitativo, uso con senti-do y la apropiación social de los recursos de las TIC a que se refiere. Tras-ciende la conectividad ofreciendo el empleo de los múltiples recursos consentido y mecanismos para su apropiación. La propuesta se monta sobreprácticas sociales existentes, en bibliotecas públicas, escuelas, centros de sa-lud, municipios e instituciones de microcrédito; comparten el potencial deuna visión estratégica de la comunicación en la medida en que las organiza-ciones civiles responsables pueden rebasar el fetichismo tecnológico y enfo-carse en los contenidos y la pedagogía ciudadana; apoyan al proceso de de-mocratización y respeto a la pluralidad cultural en la medida en que la in-formación se vuelve un bien público, disponible en el dominio público cu-yo uso adquiere un valor cultural; y esta valoración embona con el desarro-llo de una ética de la reciprocidad social y entusiasmo ante las posibilidadescreativas del ser humano. La capacitación ofrecida al interior de los telecen-tros comunitarios los vuelve de hecho una extensión de facto del actual sis-tema educativo, donde es una prioridad enseñar la discriminación entre da-tos, información y conocimiento; son espacios donde se puede evitar el ries-go de la ‘banalización de la información’. La crítica del panorama contem-poráneo y la propuesta aquí desglosada también atienden a los objetivoscentrales de transformar la participación social en las políticas públicas, in-corporando una dimensión de género al reconocer que el personal respon-sable y algunos gremios claves de usuarias (maestras y enfermeras) constitu-yen el eje humano de instituciones locales y, al mismo tiempo, la operacióny empleo de los recursos digitales permiten evaluar su impacto en usuariosy usuarias de los telecentros comunitarios.

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38 www.acceso.or.cr/PPPP

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Conclusión

Esta propuesta para crear una red latinoamericana de franquicias para tele-centros comunitarios se contempla como un plan de negocios sustituto alde las megafranquicias mercantiles en vías de iniciarse en la Región. No hayun camino prescrito para nuestra inserción en el modo digital de la produc-ción, porque es un sendero negociable que evolucionará de manera favora-ble a medida que haya proyectos atinados a las realidades culturales y de-mandas locales. El proyecto de las franquicias permitirá ‘ganar la plaza’ conuna iniciativa audaz, acoplada a las realidades comunitarias, independientede los múltiples servicios ofrecidos a distintos gremios de usuarias y usua-rios. Los retos para lograr una integración de los actores institucionales cen-trales son mayores, como se ha indicado aquí, y no se pueden desprender al-gunos componentes, porque la integración de las dimensiones culturales,jurídicas, tecnológicas y operativas es vital. En efecto, es una propuesta cri-ticable como utópica, realizable en el corto plazo sólo si las redes de las or-ganizaciones sociales latinoamericanas y sus socios potenciales, en el escena-rio nacional e internacional, se comprometen a reconocer su valor, escala-miento, probable impacto, y así promoverla y negociar su articulación. Haymuchos intereses en el camino para obstaculizar el paso, para desviar los es-fuerzos, para confundir a los actores cuyos objetivos son poco claros o mez-quinos.

La dimensión cultural de este proyecto implica un reto que merece unapalabra final: la actual cobertura de la Región por las televisoras comercia-les y el bombardeo continuo de mensajes radiofónicos dirigidos hacia la ju-ventud consumidora de música y la parafernalia general del consumo, hacreado, por primera vez, una cultural regional insólitamente homogeneiza-da. Todos los públicos están consumiendo lo mismo, creando fantasías y fe-tiches en medio de un campo minado con altas tasas de interés, contratosleoninos y comercios sin escrúpulos. El síndrome de los cibercafés sólo re-fuerza esta tendencia. Aunque suena contradictorio, es posible que unaapropiación inteligente de las nuevas tecnologías digitales represente una es-trategia para frenar el fenómeno regional de la homogeneización y, al mis-mo tiempo, construir espacios locales y comunitarios desde donde los acto-res puedan participar con recursos y proyectos en el emergente modo digi-tal de la producción. No será ni fácil ni mañana.

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