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B ERCEO revista riojana de ciencias sociales y humanidades 179 179 BERCEO. REVISTA RIOJANA DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES. Nº 179, 2º Sem., 2020, Logroño (España). P. 1-195. ISSN: 0210-8550

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INSTITUTO DE ESTUDIOS RIOJANOS

BERCEOREVISTA RIOJANA DE CIENCIAS

SOCIALES Y HUMANIDADES

Núm. 179

Gobierno de La RiojaInstituto de Estudios Riojanos

LOGROÑO2020

Revolución, constitución y reacción. Bicentenario del Trienio Liberal

(1820-1823)

(Coord. Sergio CañaS díez)

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Revolución, constitución y reacción. Bicentenario del Trienio Liberal (1820-1823)/ Sergio Cañas Díez (coordinador). – Logroño : Instituto de Estudios Riojanos, 2020.-195 p.: il. ; 24 cm

Número monográfico de: Berceo : revista riojana de ciencias sociales y humanidades, ISSN 0210-8550. -- N. 179 (2º sem. 2020)

Identidad colectiva - La Rioja. I. Cañas Díez, Sergio. II. Instituto de Estu-dios Riojanos.

94(460)

La revista Berceo, editada por el Instituto de Estudios Riojanos, publica estudios científicos de las Áreas de Ciencias Sociales, Filología, Historia y Cultura Popular y Patrimonio Regional con el objetivo de aportar conocimiento relevante para la investigación y el desarrollo cultural de La Rioja. Estos trabajos van dirigidos a la comunidad científica, así como a otras personas interesadas en estas materias, de los ámbitos regional, nacional e internacional.

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Presentación

Este monográfico titulado Revolución, Constitución y Reacción. Bicen-tenario del Trienio Liberal (1820-1823), nace por el interés del área de Historia y Cultura Popular del IER por esta corta e intensa época de la historia española conocida como el Trienio Liberal o Trienio Constitucional. De cuyo inicio nos separan dos siglos. Pues no solo fue una etapa clave de la descomposición del Antiguo Régimen y de la Revolución liberal durante el reinado de Fernando VII, sino que así como sus repercusiones fueron internacionales tanto en Europa como en América y Filipinas, este periodo histórico ocupa un espacio central para la historia de La Rioja en el siglo XIX ya que instituyó la provincia de Logroño en 1822.

Asimismo la importancia histórica del periodo es múltiple: el triunfo de la revolución de 1820 que dio paso al Trienio Liberal vino precedida de un pronunciamiento militar, la forma más común de cambio de rumbo político durante la centuria decimonónica. Y la Constitución de 1812, elevada a los altares de la patria liberal, nunca tuvo mayor desarrollo práctico en toda la historia española. Además, el Trienio fue el periodo que originó distintas concepciones liberales, la moderada o doceañista y la exaltada o veinteañis-ta; unidas para derrocar el absolutismo y establecer una monarquía consti-tucional, pero divididas para dotar a la nación de un solo proyecto político. Tal y como corresponde a las sociedades modernas donde la libertad de imprenta, el debate parlamentario y la opinión pública, son pilares básicos del juego político. Y en ese sentido el Trienio fue una etapa pionera de modernidad española, donde también el elemento popular tuvo un papel destacado formalizado en las Sociedades Patrióticas y en la Milicia Nacional. Y en las sociedades secretas, como la masonería, la comunería y la carbo-nería, en menor medida.

Simultáneamente, el desarrollo del liberalismo español supuso una prueba de fuego frente al orden europeo sancionado por la Santa Alianza,

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partidaria del mantenimiento del absolutismo monárquico y de la interven-ción militar allí donde triunfase una revolución liberal. Y frente al total de la sociedad española, donde el clero, la Corona y buena parte del campesi-nado reunido en torno al movimiento realista, se levantó contra el régimen constitucional o protestó contra algunos de sus aspectos que juzgaron más lesivos, en clave reaccionaria. Si bien, solo la colusión de los intereses de la Europa contrarrevolucionaria y del movimiento realista español derrocó al régimen del Trienio, por cuanto en la guerra civil de 1821-1822 las fuerzas militares españolas vencieron una y otra vez a las guerrillas absolutistas.

En segundo lugar, este volumen es una respuesta académica para con-tribuir desde La Rioja a la conmemoración del bicentenario de la Revolución de 1820 que originó el Trienio Liberal. Ante la escasa, casi nula, atención institucional nacional por un hecho y una etapa clave de nuestro pasado tan solo rota a nivel local por algunos ayuntamientos, ha sido la Academia española, italiana y portuguesa, la que se ha encargado de llevar la historia pasada a las páginas del presente y de la actualidad sociocultural. No solo por un interés intelectual y endogámico de quienes se dedican al estudio, enseñanza y divulgación histórica del siglo XIX -cuestión que las diversas iniciativas universitarias puestas en marcha desde 2019 en Italia, Portugal, Zaragoza, Sevilla y Córdoba, ponen fuera de toda duda-, sino para contri-buir a seguir forjando esta importante herramienta sociocultural que es la Historia. Al menos desde la perspectiva de la ciudadanía culta, inquieta, despierta, activa y crítica. Deseosa de saber más del pasado y de conocerlo mejor, para entender bien el presente y estar en mejores condiciones de afrontar el futuro. Como la que cotidianamente en La Rioja está al lado del IER, en general, y de esta revista, en particular, sosteniéndolos desde hace más de siete décadas.

Desde un plano historiográfico nos interesa la revolución de 1820 en clave internacional, nacional y regional. Por lo que tiene de ciclo revolucio-nario, de asentamiento y materialización del primer liberalismo español y por dar lugar a la primera construcción político-administrativa del territorio riojano. Es, en ese sentido, una revolución liberal central para la construc-ción nacional española con clara proyección europea y americana, que re-sulta clave para la propia historia riojana. Por eso el presente volumen se compone de nueve trabajos que versan sobre esas tres líneas espaciales de trabajo. Si bien la propia naturaleza de la revista nos hace conceder mayor peso a la propia historia riojana, no es útil ni lógico cerrar la historia del Trienio dentro de las fronteras de nuestra tierra: debemos comparar la his-toria regional con otros territorios españoles e internacionales, al tiempo en que ofrecemos el conocimiento regional a estudiosos de otros espacios regionales, nacionales e internacionales para que hagan lo propio.

Como coordinador de este monográfico me cabe un gran honor, mucha responsabilidad, algo de trabajo y grandes dosis de respeto a Clío y a los au-tores que lo integran. Porque justamente se trata de una publicación colec-tiva donde cada autor le ha dado forma dentro de sus propias coordenadas historiográficas, conjugándolas magistralmente con el enfoque general que

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PRESENTACIÓN

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hemos organizado. Obteniendo como resultado distintas aportaciones de los temas en los que son especialistas y facilitando en grado sumo la labor de coordinación. Lo cual refleja la alta calidad profesional y personal de todos los autores que se concitan en este número. Comenzando por Emilio La Pa-rra López, quien presenta una novedosa investigación sobre la intervención francesa en la política española del Trienio. Donde el papel desempeñado por la diplomacia de Luis XVIII demuestra la importancia europea que tuvo el triunfo de la revolución de 1820 en España, y cómo cada potencia con-tinental trató de canalizar la política española y se posicionó frente a ella según sus propios intereses. A continuación, Ignacio Fernández Sarasola penetra en el terreno de las ideas liberales que establecieron la Constitución de 1812 como norma fundamental en el Trienio. Donde además de explicar las diferentes interpretaciones y soluciones prácticas que las distintas ramas del liberalismo daban al propio texto constitucional en 1820, al mismo tiem-po las compara con las de quienes sancionaron la constitución en 1812. En tercer lugar Carmine Pinto aporta la visión italiana del ciclo revolucionario de 1820. Analizando la revolución liberal del sur de la Italia preunitaria y la importancia de la revolución napolitana a la hora de configurar la política moderna, entre los partidarios del liberalismo y de la monarquía borbónica italiana. Por su parte Ramon Arnabat Mata realiza una completa síntesis de la historia política catalana durante el Trienio Liberal. Demostrando la impor-tancia y validez que hoy tiene la historia local y regional de cara a sustentar y completar la historia nacional e internacional, y poniendo un punto de apoyo con el que podemos comparar lo sucedido en otras regiones espa-ñolas, como La Rioja.

Porque la segunda parte del volumen trata la propia historia de La Rio-ja durante el Trienio. Primero lo hace de la mano de José Miguel Delgado Idarreta, quien nos introduce en el terreno de la libertad de imprenta: uno de los principales logros en materia de derechos civiles de la Constitución de 1812 y de las Cortes del Trienio. Lo que posibilitó que se publicase El Patriota Riojano, una cabecera liberal destinada a publicar las ideas revolu-cionarias en el ámbito provincial y combatir la contrarrevolución. Seguida-mente, Francisco Javier Díez Morrás explica el nacimiento de la provincia de Logroño en 1822. Sin duda alguna, y como él mismo explica, se trata del gran logro del primer liberalismo riojano. Pese a que los intereses de los liberales riojanos se vieron limitados por los intereses de los liberales de las provincias limítrofes, razón por la que los proyectos de crear una pro-vincia correspondiente a la región natural de Rioja dieron paso a un límite provincial más parecido al que ocupa la Comunidad Autónoma de La Rioja, sirvió como afianzamiento del liberalismo en La Rioja y materialización de un anhelo ilustrado anterior. A continuación, Rebeca Viguera Ruiz penetra en la política liberal riojana y en la identidad de sus máximos exponentes, mediante el estudio de los protagonistas directos en la política local del Trie-nio. Demostrando la importancia que tiene la biografía y la historia local de cara a entender mejor la historia política decimonónica, su relación con la historia de la familia y su papel configurador de la identidad. Pues ante todo la revolución liberal del siglo XIX fue una revolución burguesa, o, al menos,

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liderada por esa clase social que iba conformándose. En penúltimo lugar Raquel Irisarri Gutiérrez presenta un trabajo sobre la historia de las mujeres riojanas en el Trienio Liberal. Dando el debido espacio histórico al elemento femenino, en el mismo grado en que las mujeres liberales supieron ganár-selo por diversos métodos, pese a estar excluidas del juego político en ma-nos de los hombres. Y ofreciendo las diferentes visiones que se tenía en la época sobre la mujer en la sociedad española. Cerrando el número, Sergio Cañas Díez es el autor de un artículo que analiza el papel político y social de la Iglesia riojana y de sus ministros durante el Trienio. Demostrando que, como otros sectores sociales, también la Iglesia y el clero a su servicio eligió entre constitucionalismo o absolutismo. Siendo crucial a la hora de movilizar al pueblo bajo su control espiritual. Si bien frecuentemente el discurso polí-tico estaba diluido entre las disertaciones morales y religiosas.

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Intervención de Francia en la política española en 1820. La misión de La Tour du Pin

EMILIO LA PARRA LÓPEZ*

RESUMEN

En marzo de 1820, solo unas semanas después de jurar Fernando VII la Constitución de 1812, Francia intentó influir en el rey para que modificara el texto constitucional, con la finalidad de acomodarlo a la Charte france-sa. La operación fue encomendada al embajador de Luis XVIII en España, Adrien de Montmorency-Laval, y a un enviado extraordinario, el marqués de La Tour du Pin. El intento fracasó, debido a la oposición de Inglaterra, de la Junta Provisional y en general de los liberales españoles, así como a causa del nulo interés de Fernando VII en asumir un sistema constitucional. El suceso demostró la pretensión de Francia, desde el primer momento, de intervenir en España para renovar el histórico sistema de Pacto de Familia.

Palabras clave: Fernando VII, Francia, 1820, intervención exterior, cons-titucionalismo.

En mars 1820, quelques semaines seulement après que Ferdinand VII eut prêté serment sur la Constitution de 1812, la France tenta d’influencer le roi pour qu’il modifie le texte constitutionnel, afin de l’adapter à la Charte française. La mission été confiée à l’ambassadeur de Louis XVIII en Espagne, Adrien de Montmorency-Laval, aidé par un envoyé extraordinaire, le mar-quis de La Tour du Pin. L’opération échoue á cause de l’opposition de l’Angle-terre, de la Junte Provisoire et de les libérales espagnols, ainsi qu’en raison du refus de Ferdinand VII d’assumer un système constitutionnel. L’événement démontra la prétention de la France d’intervenir en Espagne dès le début du régime constitutionnelle pour renouveler le système historique du Pacte de Famille.

Mots-clés: Ferdinand VII, France, 1820, intervention extérieur, consti-tutionnalisme.

* [email protected]. Universidad de Alicante

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Emilio La Parra López

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INTRODUCCIÓN

El sistema constitucional establecido en España en 1820 fue capaz de resistir durante casi cuatro años los numerosos movimientos contrarrevolu-cionarios del interior, los cuales contaron con el apoyo expreso del rey Fer-nando VII. En este tiempo, el llamado Trienio Liberal, en España existieron serios problemas sociales y económicos, agravados por una pugna feroz entre grupos políticos, traducida con frecuencia en altercados públicos, a veces con graves consecuencias para la integridad física de los implicados. Todo ello creó un ambiente de agitación política que originó el descontento de una buena parte de la población, pero el régimen se mantuvo. Incluso fue capaz de abortar el intento de golpe de Estado absolutista de julio de 1822, en el que estuvieron comprometidos el rey, miembros significados de su familia y también el embajador de Francia conde de La Garde, enviado a Madrid casi exactamente un año antes por el Gobierno ultra realista de Jo-seph de Villèle. A finales de 1822, el ejército constitucional tenía acorraladas en la frontera pirenaica a las partidas realistas levantadas en armas meses antes para derrocar el régimen. Poco después, exactamente el 7 de abril de 1823, entró en territorio español en apoyo de la contrarrevolución un nume-roso ejército francés (la cifra de cien mil efectivos es globalmente correcta). El 1 de octubre siguiente quedó suprimido el sistema constitucional español. El factor determinante -a mi parecer el principal- fue la intervención militar francesa, que contó con la complicidad de las potencias europeas, incluida Inglaterra. (La Parra, 2007; Larroche, 2013).

La presión exterior para desvirtuar el régimen constitucional español comenzó en el mismo momento de su implantación. La Europa de la Res-tauración no toleraba que en virtud de la exclusividad reconocida a la sobe-ranía nacional y a una rígida división de poderes, la Constitución española otorgara la primacía en la dirección de la política a la representación nacio-nal (las Cortes) en detrimento del rey, cuya autoridad restringía el largo y minucioso artículo 172 (Fernández Sarasola, 2011, pp. 167-170; Varela, 2013, pp. 171 y ss.). España se convirtió en un problema para el orden establecido tras la desaparición de Napoleón, orden que la Santa Alianza denominó “paz general”. España también era un peligro, pues la popularidad en Europa de la Constitución de Cádiz y de Rafael del Riego, el primero en proclamarla en 1820, hizo temer que surgieran émulos de la vía insurreccional española, cosa que no se hizo esperar. (Butrón, 2011; Dufour, 2003).

No pretendo trazar en las páginas que siguen el proceso intervencio-nista de las potencias europeas en España durante el Trienio Liberal. Me limitaré a un caso muy concreto: el plan ensayado por el Gobierno de Fran-cia en marzo de 1820 para desvirtuar el régimen constitucional mediante la presión directa sobre Fernando VII. Su ejecución se encargó al embajador de aquel país, Adrien de Montmorency-Laval, y a un enviado extraordinario, el marqués de la Tour du Pin. Así pues, me ceñiré a un tiempo muy corto y a un solo país.

Interesa prestar atención a Francia por varios motivos: porque ejecutó la intervención militar que finalmente acabó con el régimen, por su proxi-

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Intervención de Francia en la política española en 1820. La misión de La Tour du Pin

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midad geográfica e intereses comunes con España, por el peso del recuerdo en ambos países del reciente pasado bélico de 1808-1814, y por último -y no es lo menos relevante-, porque en Francia y en España reinaba la casa de Borbón, y en el tiempo de la Restauración la razón dinástica tuvo gran peso en la política internacional. Por otra parte, creo que para entender el Trienio Liberal es importante examinar los primeros meses de 1820, en concreto los cinco transcurridos entre el anuncio por el rey de su disposición a jurar la Constitución (7 de marzo) y la reunión de las primeras Cortes (9 de julio). Desde el punto de vista institucional, es el periodo de la Junta Provisional Consultiva, creada para dirigir al país hasta la instalación de las Cortes en calidad, como expresa su denominación, de órgano cultivo del monarca; en definitiva, para ordenar el tránsito de la política absolutista “sui generis” practicada por Fernando VII en 1814-1819 a la monarquía constitucional basada en el texto de 1812. Un tiempo, por cierto, al que los historiadores casi no han prestado atención, a excepción de la valiosa monografía que en 1988 le dedicó Esther Buldain Jaca.

LA CONDENA GENERAL DEL NUEVO RÉGIMEN

Francia y el resto de las monarquías europeas no esperaron a conocer la obra de las Cortes, es decir, a constatar cuál era el alcance de la temida revolución, para condenar -no solo criticar- el régimen español, con lo cual en último término perseguían alterar su fundamento (la Constitución de 1812), aunque en ocasiones enmascararan esta finalidad con los habitua-les artificios del lenguaje diplomático. Las condenas se produjeron, pues, desde el nacimiento del nuevo régimen, y como ha quedado dicho, por una cuestión de principios: la preeminencia de la soberanía de la nación. Francia, por su parte, tampoco esperó resolución internacional alguna para entrometerse en la política española. La misión de La Tour du Pin se planeó antes de que la Santa Alianza fijara las bases del “derecho de intervención” -luego pasaría al derecho público europeo- en el Protocolo preliminar del 19 de noviembre de 1820 acordado en el congreso de la ciudad silesia de Troppau (Opawa), refrendado por la Declaración del 12 de mayo de 1821 de Laybach (Liubliana). Ambos documentos, firmados únicamente por las tres monarquías fundadoras de la Santa Alianza (Rusia, Austria y Prusia), legitimaban la intervención en cualquier país cuyo régimen fuera alterado por un movimiento revolucionario. En el último se decía que las potencias de la Santa Alianza habían tomado la resolución “d’étouffer les complots et de faire cesser les troubles que menaçaient l’existence de cette paix générale dont le rétablissement a couté tant d’efforts et tant de sacrifices”. Esta decla-ración iba dirigida expresamente contra Nápoles y el Piamonte, escenarios de revoluciones recientes, pero evidentemente la amenaza se extendía a España, el primer lugar donde había sido alterada la “paz” proclamada por la Santa Alianza, y cuya Constitución había inspirado a los revolucionario italianos. El embajador ruso conde de Bulgari no dejó dudas al respecto al comunicar la declaración citada al ministro de Estado español, Bardají y Aza-

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Emilio La Parra López

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ra: las potencias firmantes le daban a conocer “les principes qui ont servi de guide à leur politique dans les derniers transactions et les règles conserva-trices qu’ils sont irrévocablement décidés de suivre pour l’affermissement de la paix en Europe” (AHN, 5929)1. Era evidente la advertencia para el futuro.

Al jurar la Constitución en el palacio real el 9 de marzo de 1820, Fernan-do VII asumió formalmente el cambio político al que aspiraron los militares pronunciados en Las Cabezas de San Juan el primer día de ese año. El mis-mo 9 de marzo se formó la Junta Provisional, la cual puso en vigor inmedia-tamente varias disposiciones adoptadas por las Cortes de Cádiz y derogadas por Fernando VII a partir de 1814. También ese día el rey suprimió la In-quisición, símbolo por excelencia del Antiguo Régimen. En España se había iniciado un proceso revolucionario. Comenzaba un nuevo tiempo político, que en esencia era continuación del primer momento liberal aniquilado por el golpe de Estado de mayo de 1814. La convocatoria de Cortes, cuya com-posición y orientación todos auguraron muy similar a las de Cádiz, alentó las esperanzas de quienes consideraban necesario proseguir las reformas interrumpidas seis años antes, y alimentó la inquietud de los absolutistas.

La Constitución y el conjunto de la obra de las Cortes de Cádiz nunca fueron del agrado de las monarquías europeas, incluida la Santa Sede, de modo que la noticia de la acción de un grupo de oficiales en Las Cabezas de San Juan, generalmente calificada en esos medios de “rebelión de mili-tares traidores”, fue acogida con sumo recelo. En febrero de ese año, antes de ser constituido formalmente, ya fue denigrado el nuevo régimen por los representantes diplomáticos europeos acreditados en España. “Dios no que-rrá permitir jamás que triunfe, en daño de la religión y del augusto príncipe que la protege, la causa de los rebeldes”, escribió el nuncio Giustiniani al secretario de Estado de Roma. La revolución es obra de hombres ambicio-sos que desean fundar su fortuna sobre la ruina del trono y el altar, dijo a Metternich el embajador austriaco Brunetti. El representante francés, Mont-morency-Laval, auguró “étranges convulsions” en España2. Con la excepción parcial de Inglaterra, esta fue la tónica general antes de que Fernando VII anunciara su disposición a jurar la Constitución, a lo cual se vio obligado una vez constató el ambiente generalmente favorable al cambio. Con el paso del tiempo no hicieron sino incrementarse las opiniones adversas sobre el régimen español, al que Metternich llegó a calificar en abril nada menos que de “l’événement le plus désastreux des derniers temps”3.

Febrero de 1820 fue un mes agitado para las cortes europeas, especial-mente para la francesa, lo cual explica en parte las mencionadas reacciones.

1. Sobre el derecho de intervención, vid. Larroche, 2013, pp. 148-149 y Romeo, 1988.

2. Despacho de Giustiniani del 15 de febrero de 1820, cit. por Barrio, 2015, p. 18; despa-cho de Brunetti del 23 de febrero de 1820 (AD, mem. el doc. 308); despacho de Montmorency-Laval del 27 de marzo de 1820 (AD, corr. pol. Esp., 705, ff. 197-203). Interesa reparar que estos informes se realizaron al poco de establecerse el régimen constitucional.

3. Carta de Metternich al conde de Zuchy, enviado de Prusia a Viena, 3 de abril de 1820, cit. por Schmieder, 1998, p. 33.

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Intervención de Francia en la política española en 1820. La misión de La Tour du Pin

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El día 13 fue asesinado en París el duque de Berry, hijo del conde de Artois, futuro Carlos X. Su ejecutor, el guarnicionero Luis Louvel, entusiasta parti-dario de Napoleón, declaró a la policía que pretendía acabar con la dinastía Borbón4. La muerte del conde de Berry, calificada de inmediato de regici-dio, creó un clima de angustia y de terror en Francia, y su primer resultado político fue la caída del gobierno del moderado Decazes y el ascenso al poder de los ultra realistas y los sectores más conservadores entre los segui-dores de la Charte (Démier, 2012, p. 325-340; Waresquiel-Yvert, 2004, pp. 287-293) A mediados de febrero se descubrió un movimiento subversivo en Londres: la “Cato Street Conspiracy”. Unos cuantos radicales, en torno a una treintena, proyectaron asesinar al Gobierno en pleno mientras celebraba un almuerzo, para a continuación apoderarse de los principales centros de poder en Londres y establecer un sistema revolucionario. El plan fue fácil-mente descubierto por la policía, y el 1 de mayo fueron ahorcados cuatro de los dirigentes radicales (Royle-Walvin, 1982, p. 122). El zar Alejandro I, por su parte, muy influyente en Europa, había dado en estas fechas un giro ideológico, y abandonando sus proyectos constitucionales y reformistas de los años inmediatos a la caída de Napoleón, se había convertido en adalid de la política más conservadora y, en concreto, en declarado enemigo de la revolución española, cuyo origen militar le preocupaba sobremanera. (Rey, 2009, pp. 408-412)

En este ambiente, al que habría que añadir el conservadurismo de las cortes de Prusia y Austria, tenía difícil encaje la Constitución española de 1812, tachada de republicana, la mayor acusación de que podía ser objeto en la Europa de la Restauración, donde para mantener los valores tradicio-nales (en la retórica del momento estos quedaban reducidos al orden social y religioso y a la tranquilidad política) se habían establecido como princi-pios básicos el reconocimiento de la plena autoridad de los monarcas legíti-mos, el equilibrio entre las grandes potencias, y la eliminación del recuerdo del tiempo revolucionario. Sin embargo, forzado por las condiciones de su acceso al poder, Luis XVIII había asumido ciertos logros de la revolución, tales como la supresión de las cargas feudales, la igualdad ante la ley, y el reconocimiento de la participación política mediante un sistema electoral muy restringido y controlado, de modo que quedara garantizada la supre-macía de la voluntad del rey (Ferrari, 2000; Kirsch, 1999, pp. 390-392). Los gobiernos europeos coincidían en que la Constitución española de 1812 no era aplicable en la Europa de este tiempo, pero al mismo tiempo reprocha-ron a Fernando VII la dureza represiva practicada desde 1814 y su negativa a negociar con el liberalismo y a reconocer algún modo de representación política de la nación. Ambos extremos incomodaron especialmente a Ingla-terra y a Francia, interesadas en implantar en España un sistema similar al suyo, y en acomodar la política económica española a sus respectivos inte-

4. Luis XVIII era estéril. Su hermano y heredero, el conde de Artois (rey desde 1824), tenía dos hijos, el duque de Angulema y el asesinado, el de Berry, pero Angulema carecía de descendencia, de manera que en el momento de su muerte Berry ocupaba el tercer lugar en la línea de sucesión. El crimen, en consecuencia, puede ser calificado de regicidio.

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reses. ( Jacóbczyk-Adamczyk, 2015, pp. 304-307). En consecuencia, estas dos potencias, las más influyentes, intentaron en 1820 intervenir en los asuntos españoles. Aunque divergían en la táctica y en los objetivos concretos, coin-cidían en un punto esencial: había que garantizar el ejercicio íntegro de la autoridad de Fernando VII (en esto estaban de acuerdo todas las cortes de Europa) e instarle, al mismo tiempo, a consentir alguna transacción con el liberalismo. La empresa entrañaba dos grandes dificultades. Por una parte, exigía la reforma de la Constitución de 1812, con el fin de limitar el poder de la representación nacional y garantizar los intereses de la aristocracia y de la Iglesia, lo que significaba el fin de la revolución, y por lo tanto suscitaría la más firme oposición de los liberales comprometidos con ella, los llamados “exaltados”. Por otra, obligaba a vencer la resistencia personal de Fernando VII a abandonar la política que había practicado desde 1814, consistente en imponer su voluntad en todas las instancias de poder, incluido el ámbito eclesiástico mediante una política de signo regalista. (La Parra, 2018, pp. 279-281)

LA MISIÓN DE LA TOUR DU PIN

En 1820 el Gobierno francés presidido por el conde de Richelieu, de cuyo ministerio de Asuntos Exteriores era titular el barón Pasquier, tenía una pésima opinión de Fernando VII. No cabía esperar que el rey intentara por sí mismo reconducir la situación, afirmó Pasquier en sus memorias, pues no había sido capaz de mantener su poder ante la revuelta de un grupo de militares: “l’incapacité et la pusillanimité du Roi avaient dépassé toutes les prévisions” (Pasquier, 1894, p. 491). Tampoco era aconsejable el recurso a la fuerza, a causa de la previsible reacción de los españoles y de la posible ayuda que pudieran recibir de Inglaterra, con lo cual se reproduciría lo ocurrido en la guerra contra Napoleón. Sin embargo, los responsables de la política exterior francesa opinaban que Fernando VII seguía siendo res-petado por la mayoría de los españoles, y que quienes le habían impuesto la Constitución (los antiguos liberales de Cádiz) “cherchaient avant tout des garanties, et ne se refuseraient à aucun des changements, des perfectionne-ments jugés nécessaires, fussent-ils proposés par le Roi lui-même” (Pasquier, 1894, p. 491). Así pues, la clave radicaba en convencer al rey de España de que realizara tales cambios, los cuales, evidentemente, supondrían asemejar en lo posible la Constitución española a la Charte francesa de 1814; dicho de otro modo, reformar en profundidad el texto de 1812.

Francia, pues, se centró en Fernando VII. Guiados por la información proporcionada por su embajada en Madrid, los gobernantes franceses es-taban convencidos de la oportunidad del momento, a causa de la precaria situación del rey de España: se había visto forzado a jurar una Constitución que detestaba profundamente, no tenía más remedio que dar continuamen-te muestras públicas de constitucionalismo para mantener el favor de su pueblo, estaba obligado a sancionar disposiciones de la Junta Provisional que volvían a poner en vigor decretos de las Cortes de Cádiz que en su

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Manifiesto del 4 de mayo de 1814 el monarca había declarado nulos, sin ningún valor, como “si no hubieran existido en el tiempo”, debía tolerar una desbordante libertad de imprenta y dejar actuar a los “clubs” (así denomina-ban los diplomáticos franceses a las sociedades patrióticas, asemejándolas a los clubes de la Revolución francesa), donde se defendían ideas anárquicas contrarias a la realeza5. La autoridad de Fernando VII, en suma, estaba por los suelos, y como se acaba de ver, Richeleiu y Pasquier no pensaban que la pudiera recuperar por sí mismo. El medio más idóneo para evitar la catástro-fe -calculó el Gobierno francés- era la estrecha unión del monarca español con el jefe de su Casa, el rey de Francia. En definitiva, la vuelta al sistema del Pacto de Familia.

El 26 de marzo de 1820, solo un par de semanas después de haber ju-rado Fernando VII la Constitución, Pasquier dio instrucciones concretas a su embajador en Madrid. Tras recalcar el rechazo del texto de 1812 (todas las mentes ilustradas de Europa saben que no garantiza “las libertades públicas y los derechos de la Corona”), encargaba al embajador marcar la conducta de Fernando VII en un doble sentido: el rey debía evitar ante su pueblo toda sospecha acerca de su buena disposición a cumplir con la Constitución, sin dejar de dar a entender que ello no estaba en contradicción con la conser-vación de los derechos de la Corona, y tenía que facilitar la formación de un partido realista, y a la vez constitucional, evitando rodearse de personas que odiaran el sistema representativo6.

Richelieu y Pasquier temían que debido a su carácter, a su trayectoria y a su conocida proximidad a Fernando VII, el embajador Montmorency-Laval careciera de crédito entre quienes debían constituir ese partido fiel al rey y al mismo tiempo constitucionalista, es decir, el que habían de formar los liberales moderados que detestaban el desorden y la participación política de las masas, en quienes confiaba Francia7. Por este motivo trataron de re-

5. La embajada francesa en Madrid informó que el rey, una vez juró la Constitución, había ganado popularidad, pero no dejó de advertir, al mismo tiempo, que los acontecimientos auguraban una progresiva merma de la autoridad real. Despachos del 8 de marzo de 1820 (AD, corr. pol. Esp., 705, ff. 145-147), del 13 marzo (AD, corr. pol. Esp., 705, f. 156) y del 20 de marzo (AD, corr. pol. Esp., 705, f. 174). De la misma opinión fueron otros representantes diplomáticos europeos acreditados en España.

6. Nota al duque de Montmorency-Laval, Paris 26 de marzo de 1820, sin firma (AD, corr. pol. Esp., 705, ff. 191-194).

7. Adrien de Montmorency-Laval (al que la documentación también se refiere como príncipe de Laval-Montmorency) llegó a España en calidad de embajador de Luis XVIII en diciembre de 1814. En 1816 Fernando VII le concedió el ducado de San Fernando Luis, título con denominación muy expresiva. Desempeñó el cargo hasta julio de 1821, aunque en diversas ocasiones se ausentó de Madrid algunos meses. Durante su última ausencia (de noviembre de 1819 a marzo de 1820) fue sustituido por Auguste Sabatier de Cabre, quien como encargado de negocios fue el autor de los primeros despachos enviados al Ministerio de Asuntos Exteriores tras el pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan. Al dejar la embajada de España en 1822, Montmorency-Laval pasó a representar a Luis XVIII ante la Santa Sede (AD, corr. pol. Esp., I). Pasquier (1894, p. 491) dijo de él: “sa personne et son grand nom étaient fort agréables au roi d’Espagne.” No debe confundirse a Adrien con el conde Mathieu de Montmorency-Laval, gran

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forzar la gestión del embajador mediante el recurso a la figura del enviado extraordinario. El designado fue el marqués de la Tour du Pin, experimenta-do diplomático que había actuado en el Congreso de Viena a la órdenes de Talleyrand y en este momento ejercía como embajador en los Países Bajos (Talleyrand, 2007, p. 452). Pasquier justificó su elección de esta forma: “M. de La Tour du Pin avait les avantages de naissance et aussi les avantages extérieurs qui pouvaient le rendre agréable au roi d’Espagne. Ses inclina-tions étaient constitutionnelles; depuis 1798 ses habitudes l’étaient aussi par son séjour en Belgique auprès d’un gouvernement représentatif. Il ne devait donc effrayer les novateurs d’Espagne” (Pasquier, 1894, p. 492).

Las instrucciones a La Tour du Pin, redactadas en marzo (probablemen-te a continuación de la nota al embajador que se acaba de citar) justificaban la intervención en España con el argumento dinástico: el rey de Francia estaba obligado a prevenir “par tous les moyens” las consecuencias de una revolución que amenazaba el orden social y la seguridad de un trono perte-neciente a su misma familia. Por este motivo, en calidad de jefe de la Casa decidía enviar a España a un hombre de su plena confianza, para comunicar sus sentimientos al rey y ofrecerle sus consejos. Estos últimos se reducían a dos: Fernando VII debía conciliar las pretensiones opuestas de los partidos para calmar los ánimos, y lo más importante, tenía que sustituir la Constitu-ción por una Carta similar a la francesa. Si el rey no podía conseguirlo antes de la reunión de Cortes, una vez constituidas habría que intentar convencer a la mayoría de los diputados para que eliminaran el principal vicio de la Constitución de 1812 (la concesión de plenitud de poderes a los represen-tantes de la nación) y reconstruir el poder real. Este objetivo -resaltaban las instrucciones- no era inalcanzable, pues las ideas monárquicas estaban muy arraigadas en España y las grandes familias (la aristocracia) y el clero todavía conservaban notable crédito. De acuerdo con los embajadores de Nápoles y de Francia, La Tour du Pin debía impedir, además, que las Cortes supri-mieran, como se temía, la Ley Sálica, pues esa determinación sería contraria al derecho público de Europa y a las estipulaciones del Tratado de Utrecht. La Tour du Pin sería portador de una carta de Luis XVIII a Fernando VII en la que el monarca francés le recordaría su condición de cabeza de la Casa Borbón y le remacharía la necesidad de la reforma constitucional8.

Francia dejaba meridianamente clara su política: asegurarse una posi-ción de privilegio ante Fernando VII para determinar su conducta política, anticipándose a cualquier movimiento de las potencias europeas, ante todo de Inglaterra. Por este motivo, aunque según Pasquier la misión de La Tour

maestre de la asociación secreta ultramontana y ultra realista Los Caballeros de la Fe, quien en diciembre de 1821 sustituyó a Pasquier en el Ministerio de Asuntos Exteriores y como tal participó al año siguiente en el Congreso de Verona, donde defendió la intervención militar en España.

8. Instrucciones al marqués de La Tour du Pin, marzo 1820, (AD, CPE, 705, ff. 221-224). El proyecto de la carta de Luis XVIII, que según mis noticias no llegó a firmar, se halla en AD, CPE, 705, f. 225.

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du Pin no era secreta, se intentó hacer “le moins de bruit possible” y retrasar al máximo su comunicación a las otras potencias. Sin embargo, el embaja-dor británico en París, Charles Stuart, tuvo enseguida conocimiento del plan francés, que como era de esperar difundió la prensa de Londres y París, y enseguida la de toda Europa. A finales de marzo, el embajador británico en España, Henri Wellesley, hermano del duque de Wellington, se apresuró a comunicar a Montmorency-Laval que su Gobierno desaprobaba la misión de La Tour du Pin, porque agitaría a los “jacobinos” españoles y pondría en peligro la vida del rey9. A finales de abril, Castlereagh escribió a Wellesley que la misión de La Tour du Pin, aunque en principio bienintencionada, “appeared to His Majesty most injudiciously conceived, and calculated in the then state of Spain to be productive of no other than the most mischievous effects” ( Jakóbczyk-Adamczyk, 2015, p. 309).

El asunto, como es lógico, inquietó a la Junta Provisional española. En el acta de su reunión del 1 de abril hizo constar su desagrado y preocupa-ción, pues al margen de los cauces diplomáticos, Francia encargaba “una im-portante comisión cerca de S. M.” a un personaje “conocido por su decidida adhesión al sistema de poder arbitrario y su oposición a la justa libertad de su patria.” Dos días después, varios ciudadanos de Madrid solicitaron expli-caciones a la Junta sobre los motivos del viaje a España de La Tour du Pin (Buldain, 1988, p. 394).

Evidentemente, Fernando VII no estuvo dispuesto a ofrecer resistencia a estas voces, y no autorizó la entrada en España de La Tour du Pin. El 3 de abril, Montmorency-Laval comunicó la noticia a Pasquier, no sin dejar constancia de que había sido muy bien recibida por los representantes de Inglaterra y de los Países Bajos10.

La abortada misión de La Tour du Pin sirvió de aviso al Gobierno francés respecto a su modo de actuar en España. Por de pronto, desacon-sejó cualquier pretensión de influir directamente sobre Fernando VII. El Ministerio de Asuntos Exteriores lo dejó meridianamente claro al embajador Montmorency-Laval en una larga nota fechada el 19 de abril: es evidente que en España reina la anarquía, pero queda excluida toda intervención exterior, de ahí que haya sido prudente abandonar la misión de La Tour du Pin. Al día siguiente, Luis XVIII firmó una carta a Fernando VII en respuesta a otra de este en que le comunicaba su juramento de la Constitución. El monarca francés simplemente decía a “son cousin” que esperaba que ese paso fuera para bien, y que se mantuvieran las buenas relaciones entre ambas mo-narquías11. A todo esto, el Gobierno francés constató con preocupación la

9. Despacho de Montmorency-Laval del 31 de marzo de 1820 (AD, corr. pol. Esp.,, 705, f. 226).

10. Despacho de Montmorency-Laval del 3 de abril de 1820 (AD, corr. pol. Esp.,, 705, f. 232).

11. Nota del Ministerio de Asuntos Exteriores al embajador en España, 19 de abril de 1820 (AD, corr. pol. Esp.,, 705, ff. 296-307). El borrador de la carta de Luis XVIII en AD, corr. pol. Esp., 705, f. 312.

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progresión en España del sentimiento contrario a su país. En los despachos del embajador galo abundaron las quejas por el tono empleado en la prensa española de esos días (finales de marzo y principios de abril). Su inquietud no carecía de fundamento si tomamos en consideración ciertos textos, que podían entenderse como amenazas. Un ejemplo lo vemos en el periódico del ex afrancesado Javier de Burgos: Miscelánea de Comercio, Artes y Lite-ratura, en ese momento uno de los más influyentes en el ambiente político madrileño. En su número del 29 de marzo acusó al Gobierno francés de defender los derechos feudales y de practicar “la opresión interior” en su país debido a las medidas destinadas a atajar los proyectos conspirativos. No contento con esto, el periódico advirtió que ahora, de la misma forma que en 1808, “el heroísmo español (…) hundirá en el polvo a esos ministros enemigos de su patria.” De estos ministros, por cierto, solo mencionó a Pas-quier, de quien con toda intención recordó su pasado como prefecto de la temible policía de Napoleón, cargo que, en efecto, había desempeñado el camaleónico Pasquier en 1810-1812.

No había dudas sobre el rechazo de la intervención extranjera por par-te de los españoles. Además de las palabras, lo confirmaban los hechos. El simple rumor de que Wellington había llegado a Madrid, cosa que no había tenido lugar, desencadenó la ira de un grupo de gentes, que apedreó la residencia del embajador Wellesley12. Los diplomáticos extranjeros acredi-tados entonces en España estuvieron convencidos de que los españoles no permitirían la injerencia de una potencia extranjera, y en caso de producirse, temieron el estallido de una guerra como en 1808.

El asunto La Tour du Pin tuvo otro efecto no menos relevante: quedó patente el nulo interés de Fernando VII en una intervención exterior, a pesar de que él más que nadie deseaba acabar con el régimen constitucional. No hizo el menor esfuerzo por facilitar la llegada del enviado especial francés. El rey se desinteresó, quizá por el temor a una reacción de los exaltados que pusiera en peligro su vida, como dijo Wellesley y siempre sospechó Fernan-do VII; quizá porque el fin perseguido (el cambio de Constitución), no era de su agrado. Fernando VII nunca aceptó una constitución. Rechazó de pla-no la de Cádiz, pero también se negó a aplicar cualquiera otra, por mucha relevancia que atribuyera a la persona del rey. Se resistió a toda forma de participación política, porque su concepto de monarquía se fundaba en el control personal del poder. Al mismo tiempo, era incapaz de reaccionar con energía ante las situaciones adversas. Lo había demostrado en Bayona y en Valençay, y lo siguió haciendo en 1820. Una vez tuvo constancia del triunfo liberal, adoptó una actitud pasiva impregnada de hipocresía, que como se ha visto le reprochó Pasquier, y no solo él. Juró la Constitución porque se vio forzado a ello. Acto seguido pretendió dar a entender con gestos y pala-bras que la asumía (bien conocido es el final de su manifiesto del 10 de mar-zo: “marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”), pero desde el primer instante albergó la esperanza de revertir el sistema

12. Despacho de Cabre del 9 de marzo de 1820 (AD, corr. pol. Esp., 705, f. 148).

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gracias al triunfo de un movimiento contrarrevolucionario realizado por los propios españoles, sin depender de la ayuda exterior. Este era el proyecto de Fernando VII en 1820. Más tarde no tuvo más remedio que solicitar la intervención foránea, porque se convenció de que el sistema constitucional era perfectamente capaz de hacer frente a la contrarrevolución interior, pero en 1820 todavía rehuía esa ayuda, pues solo podría provenir de Francia o de Inglaterra, interesadas en establecer en España un tipo de sistema repre-sentativo similar al vigente en esos países. Rusia era la solución deseada por el monarca español, pero su alejamiento geográfico le dificultaba cualquier acción efectiva y, por supuesto, hacía imposible su intervención miliar. En cualquier caso, Fernando VII deseaba no hipotecarse con nadie, ni con una potencia exterior, ni con un partido -tanto le daba que fuera constitucional moderado o ultra realista- porque tal cosa limitaría su capacidad para impo-ner su voluntad en España.

Montmorency-Laval entendió la postura del rey español, y ya el 31 de marzo, cuando la Junta Provisional todavía no había hecho patente su negativa a la llegada de La Tour du Pin, advirtió a Pasquier que el rey y el pueblo español rechazarían cualquier intervención extranjera. Pero aun con reservas, dejó abierta una posibilidad para el futuro inmediato: esperaba la presencia en las futuras Cortes de un partido realista sólido que contara con la confianza real, con el cual se podría entrar en negociaciones, es decir, sería susceptible de dejarse manejar. Para ello creía contar con el concurso de algunas personalidades del liberalismo moderado regresadas del exilio o salidos de la prisión, y en especial con los ministros Pérez de Castro, Jabat y Argüelles, a quienes en distintas ocasiones mencionó en sus despachos en términos positivos, indicando expresamente que constituían la esperan-za de la política española13. Por lo demás, el embajador francés no perdió la confianza en Fernando VII. Su pasividad en el asunto La Tour du Pin la achacó a la imposibilidad de actuar por sí mismo, debido al estrecho con-trol ejercido sobre él por los revolucionarios, quienes dominaban el país, y según el embajador, incluso la corte. Para evitar una regencia -es la palabra que utilizó el francés, lo cual apunta a un asunto muy grave- Fernando VII no tenía otra salida que aceptar las disposiciones de la Junta Provisional y ganar popularidad entre su pueblo, para lo cual debía dar muestras de aca-tamiento a la Constitución. La política del rey se limitaba a “aller au-devant de tous les sacrifices qui lui sont imposés et à fin de conserver un simulacre d’autorité et d’acquérir de la popularité”14.

13. El 31 de marzo, Montmorency-Laval transmitía a Pasquier su confianza en que al-gunos de los exiliados eran partidarios de reformar la Constitución, porque habían adoptado “opiniones justas y moderadas” (AD, corr. pol. Esp., 705, ff. 226-231). El 8 de junio corroboró esta opinión en un despacho cifrado, subrayando su excelente relación personal con Pérez de Castro, ministro de Estado (AD, corr. pol. Esp., 706, ff. 128-130). Si nos fiamos del embajador francés, el grupo partidario de la reforma de la Constitución era influyente y algunos de sus componentes, como Pérez de Castro y Argüelles, mantenían buena relación con el rey, extremo este de gran importancia.

14. Despacho del 31 de marzo de 1820 (AD, corr. pol. Esp., 705, f. 226-231).

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Esta imagen de rey humillado y cautivo de los liberales fue difundida desde el primer instante por los representantes diplomáticos europeos, no solo por el embajador francés. Para Fernando VII resultó de gran utilidad, pues le eximió de toda responsabilidad en la política reformista de estos años. También lo sería para las potencias extranjeras, que a la postre la es-grimieron como argumento de enorme peso para justificar la intervención en España. El rey tan criticado en Europa desde 1814 por la dureza de sus medidas represivas y su cerrazón a seguir las pautas de las otras cortes eu-ropeas, se convirtió en 1820 en el soberano víctima de los revolucionarios. Un príncipe inocente, por más negativa que fuera la opinión general sobre él, sometido al yugo de la revolución.

CONSIDERACIONES FINALES

Fracasó el temprano proyecto de Francia de alterar el régimen español. Ese mismo año, 1820, tampoco tuvo éxito el intento de Rusia de articular una respuesta conjunta de las potencias aliadas ante los acontecimientos de España. La nota transmitida por el Gobierno del zar a las cortes europeas el 20 de abril de ese año, instando a acordar medidas comunes para atajar la alteración del orden provocada en España por unos militares traidores a su rey, que podría poner en peligro la tranquilidad de Europa, tuvo gran resonancia, pero en la práctica no se tradujo en algo concreto, debido so-bre todo a la actitud de Inglaterra. (Argüelles, 1864, pp. 47-48; Schmieder, 1998, pp. 34-40; Schop Soler, 1984, pp. 268-274). El 5 de mayo, Castlereagh, Canning y otros ministros británicos respondieron al comunicado ruso con un documento, el “Cabinet Memorandum” o “State Paper of 5.05” en el que se descartaba la interferencia en los asuntos de España, por considerar-la ineficaz e incluso peligrosa, y se declaraba “the absolute neutrality” de Londres, salvo en el caso de que se vieran amenazados los países vecinos (evidentemente, ante todo se pensaba en Portugal). ( Jacóbczyk-Adamczyk, 2015, p. 307-308)

Tras el asunto La Tour du Pin, Francia cambió su táctica en España: en lugar de la presión directa sobre el rey y los ministros considerados afines, optó por la persuasión. El nuevo modus operandi lo fijó el Gobierno francés en julio de 1820 en nota confidencial a su embajador. Todos los gabinetes europeos, se decía en ella, estaban preocupados por la revolución de Espa-ña y sus posibles efectos, especialmente Francia, debido a los lazos de unión y de sangre entre sus reyes, pero se descartaba la intervención por la fuerza. Sin embargo, podrán hacerse “démonstrations” comunes pacíficas, incluso “bienveillants”, para convencer al Gobierno de España de la conveniencia de adoptar una vía adecuada. En lo sucesivo, pues, “sans blesser la suscepti-bilité nationale”, el embajador de Francia debía transmitir a Madrid una serie de principios “inmutables” (el matiz es relevante) en los que estaban confor-mes las potencias aliadas: acatamiento de las bases de la organización social, religiosa y moral; conservación de la monarquía, único sistema que puede convenir a un gran Estado; mantenimiento del principio de legitimidad sin

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discusión alguna (nuevo matiz a tener en cuenta); garantía de la indepen-dencia y tranquilidad de los pueblos, y respeto de los compromisos adqui-ridos con otros Estados. Como la “actual crisis” de España podía conducir al olvido de alguno de estos principios, el embajador francés, así como los de los restantes países aliados, debería recordarlos hábilmente en toda ocasión. En el caso de que se alterase la tranquilidad, fuera violado el derecho públi-co de Europa, o atacado el orden social mediante ultrajes a la majestad real, las cinco potencias aliadas no solo manifestarían su desaprobación, sino que también tratarían de “chercher à prendre des mesures efficaces” para reme-diar tal estado de cosas. Entonces estaría justificada la intervención común por cualquier medio15. En la reunión de Verona, iniciada el 20 de octubre de 1822, las potencias aliadas estimaron que había llegado ese momento, y optaron por aplicar “medidas eficaces”.

Como se ha intentado mostrar en estas páginas, Francia no esperó al congreso de Verona para forzar el cambio del régimen político español. Tampoco aguardó al estallido de la revolución en Nápoles, Portugal y el Piamonte, ni a una declaración formal que justificara el derecho de inter-vención, como la adoptada por la Santa Alianza en Troppau-Laybach. Antes de que tuviera lugar todo lo anterior, el Gobierno de Richelieu pretendió cambiar el régimen español, en el mismo instante de su implantación, por otro parecido al de la Charte. El planteamiento, en principio, no carecía de cierta habilidad: se trataba de aprovechar la debilidad de Fernando VII para convencerlo del cambio y dar a entender que este no era producto de presión exterior, sino de la voluntad del rey, y de asegurar el nuevo sistema mediante la formación de un partido que respondiera a las miras francesas. La operación era de gran importancia para Francia. La reanudación del sis-tema de Pactos de Familia implicaba el alineamiento de España y de lo que se pudiera conservar de su imperio americano con la política francesa, en detrimento de Inglaterra, especialmente interesada en los territorios ameri-canos. De esta manera, la Francia de Luis XVIII adquiriría un extraordina-rio prestigio diplomático, se afirmaría como gran potencia en el concierto internacional, y demostraría que sin recurrir a la fuerza, la Casa de Borbón era capaz de conseguir resultados más satisfactorios que el tiránico régimen napoleónico.

Como se ha visto, a pesar del fracaso de este proyecto en 1820 no se renunció al objetivo final. La política española de Richelieu fue continuada en sus líneas esenciales por el conde de Villèle, desde diciembre de 1821 su sucesor al frente del Gobierno de Luis XVIII. Por su parte, el conde de La Garde, llegado a Madrid en julio de 1821 para ocupar la embajada de Francia, prosiguió en la misma línea que su antecesor Montmorency-Laval, sin tener inconveniente en inmiscuirse, tal vez más que este último, en al-gunas maniobras contrarrevolucionarias. La actuación de La Garde explica, a mi entender, algunos movimientos desarrollados en 1822 para modificar

15. Nota confidencial del Ministerio de Asuntos Exteriores al embajador en España (AD, corr. pol. Esp., 706, f. 238-249).

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la Constitución 1812 por personalidades relevantes, como el conde de To-reno y Martínez de la Rosa. Todo se saldó en fracaso, hasta la intervención militar de 1823. Tampoco en esta ocasión se logró el objetivo político, pues en lugar de escuchar los consejos de “son cousin” Luis XVIII, fielmente transmitidos por el duque de Angulema, Fernando VII recrudeció su sistema autoritario, hasta desembocar en la tiranía.

REFERENCIAS

Archives Diplomatiques, Francia, Mémoires et documents (AD, mém. et doc.) t. 308; Correspondance Politique. Espagne, corr. pol. Esp., t. 705 y 706; Inventaire (AD, CPE, I).

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Intervención de Francia en la política española en 1820. La misión de La Tour du Pin

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Berceo

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BERCEOISSN 0210-8550 Fecha de publicación: 15-12-2020Las palabras que se citan se pueden reproducir sin restricción alguna

CDU 94(460) 1820EMILIO LA PARRA LÓPEZ:Intervención de Francia en la política española en 1820. La misión de La Tour du PinL’intervention de la France dans la politique espag-nole en 1820. La mission de La Tour du PinBERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 13-28

En mars 1820, quelques semaines seulement après que Ferdinand VII eut prêté serment sur la Constitution de 1812, la France tenta d’in-fluencer le roi pour qu’il modifie le texte consti-tutionnel, afin de l’adapter à la Charte française. La mission été confiée à l’ambassadeur de Louis XVIII en Espagne, Adrien de Montmorency-Laval, aidé par un envoyé extraordinaire, le marquis de La Tour du Pin. L’opération échoue á cause de l’opposition de l’Angleterre, de la Junte Provisoire et de les libérales espagnols, ainsi qu’en raison du refus de Ferdinand VII d’assumer un système constitutionnel. L’événement démontra la préten-tion de la France d’intervenir en Espagne dès le début du régime constitutionnelle pour renouve-ler le système historique du Pacte de Famille.

Palabras clave: Fernando VII, Francia, 1820, inter-vención exterior, constitucionalismoMots-clés: Ferdinand VII, France, 1820, intervention extérieur, constitutionnalisme

CDU 340.13(460) 1820/1823IGNACIO FERNÁNDEZ SARASOLA:Las interpretaciones de la forma de gobierno de Constitución de Cádiz durante el Trienio LiberalThe interpretation of the Cadix Constitution’s frame of government during the Liberal TrienniumBERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 29-42

During the War of Independence the Cadiz Constitution was barely applied due both to the French occupation of the Spanish provinces and the constituent and unlimited power of the Cor-tes. So, the “Trienio Liberal” (1820-1823) may be seen as the first time that the Cadiz Consti-tution was really applied. Nevertheless, between 1814 (when the Constitution had been abolished by Fernando VII) and 1820 (when it was re-stored) many liberals had changed their political thought, and in fact liberalism was broken into two groups: a group of radical liberals were next to jacobinism, while moderate liberals were close to English constitutional system. As a result of this, the Cadiz Constitution’s frame of govern-ment was interpreted by these different groups using their own political thought. And both constitutional readings were not the same that founding fathers had in their minds when they had passed the Constitution.

Palabras clave: Trienio liberal, Constitución de Cá-diz, interpretación constitucional, liberalismo exalta-do, liberalismo moderadoKeywords: Liberal Triennium, Cadiz Constitution, constitutional intepretation, radical liberalism, moderate liberalism

CDU 94(450.7) 1820/1821CARMINE PINTO:1820-1821. Revolución y restauración en Nápoles. Una interpretación histórica1820-1821. Revolution and restoration in Naples. A historical interpretationBERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 43-58

The research proposes an interpretation of the lib-eral revolution of the Mezzogiorno as the central stage of a long conflicto within the kingdom and, at the same time, as part of the events that char-acterized Europe and Italy. If on the one hand the crisis of 1820 marks the end point of the par-ticipation of the southern kingdom in the wars of the revolution, the consulate and the empire, on the other hand the constitutional revolution can be interpreted as the main momento of moderni-zation of the kingdom and the most important political negotiation between the liberal-consti-tutional movement and the Bourbon monarchy.

Palabras clave: Revolución de 1820; Europa; Italia; liberalismo; monarquía borbónicaKey words: Revolution of 1820; Europe; Italy; liberal-ism; bourbon monarchy

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BERCEOISSN 0210-8550 Fecha de publicación: 15-12-2020Las palabras que se citan se pueden reproducir sin restricción alguna

CDU 946.733(460) 1820-1823RAMÓN ARNABAT MATA:Liberales y realistas en la Cataluña del Trienio Libe-ral (1820-1823)Liberals and realists in the Catalonia of the Liberal Triennium (1820-1823)BERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 59-82

Synthetic approach to the evolution of political life in Catalonia between 1820 and 1823, from the deployment of the constitutional regime and its main supports, to the development of the counter-revolution and the realistic anti-revolution that ended in civil war and the French invasion, pass-ing through the division of the liberals between moderate and exalted. The analysis of the con-frontation between the various political cultures in dispute: liberal / constitutional and absolutist / realist, their social and geographical bases and their doctrinal and propagandistic foundations, allow us to deepen the division of Catalan society during the Liberal Triennium. The deployment, for the first time, of the constitutional regime, was accompanied by a three-pole confrontation between moderate liberals, exalted liberals and realists that greatly hindered their development.

Palabras clave: Trienio Liberal, revolución, contrarre-volución, liberalismo, CataluñaKeywords: Liberal Triennium, revolution, counter-revolution, liberalism, Catalonia

CDU 94(460.21) 1820/1823FRANCISCO JAVIER DÍEZ MORRÁS:El proceso de nacimiento de la provincia de Logro-ño durante el Trienio LiberalThe process of the birth of the province of Logroño during the Liberal TrienniumBERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 103-128

The province of Logroño, territorial base of the current Comunidad Autónoma de La Rioja, was born in the Liberal Triennium. The process began in the first spanish constitutional period, but it was in this second period that the definitive steps were taken. For its achievement the liberal inter-ests of La Rioja converged both in the region itself and in the Court, its birth being fundamental for the consolidation of liberalism in La Rioja during the nineteenth century.

Palabras clave: La Rioja, liberalismo, provincia, Trie-nio LiberalKey words: La Rioja, liberalism, provincia, Liberal Triennium

CDU 94(460.21) 1820/1823JOSÉ MIGUEL DELGADO IDARRETA:Libertad de imprenta en el Trienio Liberal (1820-1823). El caso de El Patriota RiojanoLa liberté de la presse dans le Trienio Liberal (1820-1823). Le cas d’El Patriota RiojanoBERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 83-102

La Constitution de 1812 établie dans à l’article 131.24 que “la liberté politique de l’imprimerie” devait être protégée, comme cela avait déjà été defini dans le Règlement du 12 novembre 1810. Le coup d’État de Riego, au debut de l’année 1820, inaugurera ce que l’historiographie con-nait comme le Trienio Liberal (1820-1823), oú la question de la liberté d’expression a de nou-veau été abordée como le montre le Décret du 20 octobre 1820 intitulé Réglement sur la liberté d’impresion, complétée par la Loi supplémentaire du 12 février 1822. En vertu de ces règles et dans la región de La Rioja apparaîtra le journal El Pa-triota Riojano, qui montrera l’attitude des libé-raux et l’utilisation de ces libertés.

Palabras clave: Libertad de imprenta, Prensa, Cons-titucionalismo, Trienio Liberal, El Patriota RiojanoMot-clés: Liberté de la presse, Presse, Constitutionnal-isme, Trienio Liberal, El Patriota Riojano

CDU 94(460.21) 1820/1823REBECA VIGUERA RUIZ:Identidad y política liberal a través de sus protago-nistas. El poder local riojano en el TrienioIdentity and liberal politics through the eyes of its ac-tors. The Riojan local power throughout the Liberal TrienniumBERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 129-146

This article seeks to recall the actions of some of the actors who directly influenced the course of events and made it possible the gradual imple-mentation of liberalism in La Rioja. That will be analyzed from a local perspective and through-out the first decades of the 19th century.We will mention individuals as Ramón Alesón Alonso de Tejada and other residents of La Rioja. They were all men who did not play an impor-tant role in national politics at the time. However, they were men committed to their businesses, to the municipal economy and to government in-stitutions. They had the necessary social support networks to stay in power despite institutional changes. Ultimately, they contributed to the es-tablishment of the liberal system from their daily activities happening at the same time as national politics.

Palabras clave: Liberalismo, Antiguo Régimen, pode-res locales, economía, constitucionalismoKey words: Liberalism, Ancient Regime, local author-ities, economy, constitutionalism

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BERCEOISSN 0210-8550 Fecha de publicación: 15-12-2020Las palabras que se citan se pueden reproducir sin restricción alguna

CDU 946.73 “1820/1823”SERGIO CAÑAS DÍEZ:El clero riojano durante el Trienio Liberal (1820-1823)The Riojan clergy during the Liberal Triennium (1820-1823)BERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 165-186

The Church lived as part of Spanish society the consequences of the Revolution of 1820. But due to its own political, economic and socio-cultural characteristics, it was a key piece to understand the Triennium policy based on the liberalism-absolutism axis. In the case of La Rioja, the fact of containing the diocesan headquarters of the episcopate of Calahorra and La Calzada allows us to analyze the role played by the ecclesial hi-erarchy and the clergy under its control, during this this important stage of the first liberalism into the reign of Fernando VII. Likewise, the interpre-tation of the Riojan clergy during the Triennium must incorpórate, as a complement to the dioc-esan clergy, the position held by other Riojan ec-clesiastics from outside the episcopate. Because, as can be inferred from the analysis of its ideas and acts, the Riojan Church chose, like the rest of society, between constitutionalism or absolutism.

Palabras clave: Iglesia-Estado; Trienio Liberal; La Rio-ja; Constitución de 1812; Liberalismo-AbsolutismoKey words: Church-State; Liberal Triennium; La Rio-ja; Constitution of 1812; Liberalism-Absolutism

CDU 94(460.21) 1820/1823 308(460.21) 1820/1823RAQUEL IRISARRI GUTIÉRREZ:Mujeres ante el espejo: conformación de la subjetivi-dad femenina decimonónica en La Rioja durante el Trienio Liberal (1820-1823)Women in front of the mirror: shaping 19th century female subjectivity in La Rioja during the Liberal Tri-ennium (1820-1823)BERCEO 2º semestre 2020, vol. 179, pp. 147-164

The Liberal Triennium (1820-1823) became the first period of the application of liberal ideology in conjunction with the 1812 Constitution. In this context, the Spanish women did not resign themselves to being left aside despite their exclu-sion as full citizens, but rather reaffirmed their public participation through: the traditional sponsorship of salons and gatherings, in the new Patriotic Societies and in the journalistic-literary field. This paper aims to address the vision offered of women in the liberal press, the framework through which the political and social life of the country was structured, with special attention to those publications that refer to La Rioja. The aim is to make an approach to the image that spanish society had of women, beyond the contradictions presented by the different models defended by the liberals.

Palabras clave: imagen femenina, liberalismo, mujer, Trienio Liberal, La RiojaKey words: female figure, liberalism, woman, Liberal Triennium, La Rioja

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EL CENTRO DE INFORMACIÓN Y DOCUMENTACIÓNCIENTÍFICA DEL CSIC

El Centro de Información y Documentación Científica (CINDOC) se crea en enero de 1992 dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas como resultado de la fusión de dos institutos: el ISOC y el ICYT. Nace como un centro de Documentación mul-tidisciplinar cuyos objetivos prioritarios son:

* Poner al alcance de cualquier persona interesada toda la información de carácter científico disponible en el mundo sobre el tema de su interés:

* Difundir al máximo la producción científica española publicada en revistas espe-cializadas por medio de:

– Creación de bases de datos.– Edición de repertorios bibliográficos.– Edición de CD-ROM.* Promover y colaborar en cursos de formación de especialistas y usuarios de la in-

formación, fomentando el uso de las nuevas técnicas entre los investigadores españoles.* Investigar en el campo de la documentación Científica en sus diversas facetas: sis-

temas de almacenamiento y recuperación de la informació, lenguajes documentales, es-tudios bibliométricoa de la producción científica española, evaluación de revistas cien-tíficas, etc.

Para el cumplimineto de estos objetivos ofrece, entre oros, los siguientes servicios:– Investigaciones bibliográficas a demanda.– Acceso al documento primario.– Préstamo interbibliotecario.– Asesoramiento y consulta.– Cursos de formación diseñados a medida.– Servicio de biblioteca.Una de las tareas principales que el CINDOC tiene encomendada es la de crear y man-

tener bases de datos que recojan la producción científica publicada en revistas españolas.Actualmente existen 9 bases de datos bibliográficos que contienen unos 200.000 re-

gistros, accesibles por terminal de ordenador desde cualquier parte del mundo que pueda conectarse con un modem o una tarjeta de comunicación a las líneas especializadas de transmisión de datos. También puede consultarse la información adquiriéndola en CD-ROM.

La alimentación de estas bases de datos se realiza gracias al vaciado de más de 1.300 revistas españolas especializadas en los diferentes campos del conocimiento.

De interés especial para los usuarios, cabe resaltar que las bases de datos contienen desde 1975 los artículos publicados en más de 200 revistas multidisciplinares de Estudios Locales, que aportan un volumen de información muy considerable a las bases de datos y garantizan la recogida de cualquier artículo de interés sea cual sea la revista donde se publique.

Las bases se actualizarán mensualmente y pueden consultarse de distintas maneras según las necesidades de los usuarios: trabajos de un autor; de una revista y fecha deter-minada; relativos a un lugar concreto, y por suupuesto sobre un tema específico. Para este último tipo de consultas, los documentalistas del CINDOC desarrollan vocabularios de interrogación por cada materia, estructurados de forma que garanticen al máximo la calidad de la recuperación.

En cuanto a información internacional, el CINDOC accede a las principales bases de datos del mundo.

Las personas interesadas pueden obtener información complementaria dirigiéndose a:CINDOC Servicio de diStribución de baSeS de datoS

c/ Pinar, 25 c/ Pinar, 1928006 Madrid 28006 Madrid

tfno. 91 411 22 20 tfnoS. 91 585 56 48 - 91 585 56 49

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NORMAS DE PUBLICACIÓN

Los trabajos presentados serán inéditos y no habrán sido aprobados pa-ra su publicación en otra revista, lo que deberá poder ser acreditado por el autor. Serán evaluados por especialistas externos pertenecientes al Consejo Científico de la revista. No obstante, cuando la especialidad del tema así lo exija, se remitirán a otros investigadores.

Los originales aceptados después del proceso quedan como propiedad de la Revista Berceo y no podrán ser reproducidos total ni parcialmente sin permiso de esta publicación. La revista, en virtud de un acuerdo con la Universidad de La Rioja, irá haciendo aparecer en internet (DIALNET) los artículos de forma íntegra a excepción de los correspondientes a los dos últimos años editados, de los que solo se dispondrá del resumen.

Para el proceso de publicación los trabajos se entregarán impresos o en soporte informático ([email protected]). Deberán estar escritos a doble espacio, en letra Times New Roman tamaño 12, notas Times New Roman tamaño 10 y en el caso de incluir fotografías éstas irán en formato gráfico a una resolución suficiente para su impresión. La extensión total no deberá superar las 25 páginas, incluidas notas a pie de página, figuras (tablas, gráficos...) y apéndices, si los hubiera, aunque pueden publicarse artículos de mayor extensión, si su interés así lo aconseja.

La primera página incluirá el título en español y en otro idioma de difusión internacional (alemán, francés, inglés o italiano). A continuación figurará el autor indicando con asterisco una dirección o correo electrónico de referen-cia. También se citará en esta primera página si el artículo fue presentado a algún congreso o recibió algún tipo de ayuda o subvención. En caso de que fueran varios los autores se indicará claramente los datos correspondientes a cada uno. En la segunda página se presentarán dos resúmenes, en español y en otro idioma (alemán, francés, inglés o italiano), y las palabras clave que definan el trabajo. La extensión máxima de los resúmenes será de 150 palabras cada uno y las palabras clave entre tres y cinco.

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NORMAS DE PRESENTACIÓN DE LOS ORIGINALES Con la finalidad de facilitar el trabajo de edición y de armonizar la presen-tación, las personas a las que se les haya aceptado un artículo se atendrán a las siguientes reglas editoriales (Normas APA, última edición: http://www.apa.org/pubs/apastyle/index.aspx).

1. Formato de presentación- El tipo de letra que se utilizará siempre será Times New Roman, tamaño 12 para el cuerpo del texto, notas Times New Roman tamaño 10.

- El interlineado será a doble espacio para todo el texto con la única ex-cepción de las notas a pie de página que irán con interlineado sencillo. Los márgenes se establecerán a 2,54 cm por todos los lados de la hoja. La sangría quedará marcada con el tabulador a 0,5 cm.

2. Organización de los encabezados- Los encabezados no llevarán números, ni tampoco mayúsculas, la jerarqui-zación se establecerá de la siguiente manera:

– Nivel 1: Encabezado centrado en negrita, con mayúsculas y mi-núsculas

– Nivel 2: Encabezado alineado a la izquierda en negritas con mayúsculas y minúsculas

– Nivel 3: Encabezado de párrafo con sangría, negritas, mayúscu-las, minúsculas y punto final.

– Nivel 4: Encabezado de párrafo con sangría, negritas, cursi-vas, mayúsculas, minúsculas y punto final.

– Nivel 5: Encabezado de párrafo con sangría, cursivas, mayúsculas, minúsculas y punto final.

3. Tablas y figuras- Para la creación de tablas y figuras es posible usar los formatos disponibles de los programas electrónicos.

- La enumeración se hará con números arábigos, en el orden según se van mencionando en el texto (Tabla 1, Figura 1).

- Tanto las tablas como las figuras llevarán una nota si deben explicar datos o abreviaturas. Si el material es tomado de una fuente protegida, en la nota se debe dar crédito al autor original y al dueño de los derechos de repro-ducción.

4. Citas- Se empleará el sistema de citación de Autor-Fecha y número de página, para las citas textuales y para la paráfrasis.

- En las citas textuales o directas se debe indicar el autor, año y número de página:

– si la cita tiene menos de 40 palabras se coloca como parte del cuerpo del texto, entre comillas y al final entre paréntesis se señalan los datos de la referencia.

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– donde emerge el nombre de Da Vinci como arquetipo: “creemos que cantaba con buena voz…” (Dufflocq, 1971, p. 228).

– si la cita tiene más de 40 palabras debe escribirse en un párrafo apar-te, sin comillas y con un margen de 2,54 cm o 0,5 cm de tabulador. Todas las citas deben ir a doble espacio.

– por la falta de métodos musicales de la época en los que encon-trar referencias sobre la interpretación del instrumento, no nos cabe más posibilidad que volver a ceñirnos a las mismas fuentes iconográficas para que viendo los agarres que en estas se reflejan poder evaluar (Crespo, 2017, p. 180)

– En las citas textuales indirectas o paráfrasis se siguen las normas de cita-ción textual, con la excepción del uso de comillas, y citas en párrafo aparte:

– Según Crespo (2017) los instrumentos se distinguían por sus caracte-rísticas sonoras.

5. Otras normas de citado

– Dos autores: Martínez y González (2015) afirma… o (Martínez y Gon-zález, 2015, p._ )

– Tres a cinco autores: cuando se citan por primera vez se nombran todos los apellidos, luego solo el primero y se agrega et al. Iglesias, Pineda, Ballesteros y Pastor (2015) aseguran que… / En otras investi-gaciones los autores encontraron que… (Iglesias et al.,  2015)

– Seis o más autores: desde la primera mención se coloca únicamente apellido del primero seguido de et al.

– Autor corporativo o institucional con siglas o abreviaturas: la primera citación se coloca el nombre completo del organismo y luego se pue-de utilizar la abreviatura. Instituto de Estudios Riojanos (IER, 2014) y luego IER (2014).

– Autor corporativo o institucional sin siglas o abreviaturas: Instituto Cervantes (2012), (Instituto Cervantes, 2012).

– Dos o más trabajos en el mismo paréntesis: se ordenan alfabética-mente siguiendo el orden de la lista de referencias: Mucho estudios confirman los resultados (Martínez, 2012; Portillo, 2014; Rodríguez; 2014 y Zapata, 2015).

– Fuentes secundarias o cita dentro de una cita: Carlos Portillo (citado en Rodríguez, 2015)

– Obras antiguas: textos religiosos antiguos y muy reconocidos. (Corán 4:1-3), Lucas 3:2 (Nuevo Testamento). No se incluyen en la lista de referencias.

– Comunicaciones personales: cartas personales, memorandos, mensa-jes electrónicos, etc. Manuela Álvarez (comunicación personal, 4 de junio, 2010). No se incluyen en la lista de referencias.

– Fuente sin fecha: se coloca entre paréntesis s.f. Alvarado (s.f), Busta-mante (s.f).

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Fuente anónima: se escriben las primeras palabras del título de la obra citada, Lazarillo de Tormes (2000).

– Citas del mismo autor con igual fecha de publicación: en estos casos se coloca sufijación al año de publicación para marcar la diferencia (Rodríguez, 2015a), (Rodríguez, 2015b). Se ordenan por título  alfabé-ticamente, en la lista de referencias

6. Notas al pie de página

- La nota al pie de página se utilizará solo para ampliar información e incluir definiciones, la fuente será Times New Roman y el tamaño de 10. No se empleará la nota al pie de página para referenciar o citar.

7. Listado de referencias

Se organizará alfabéticamente y se usará sangría francesa

· Libro: Apellido, A. A. (Año). Título. Ciudad, País: Editorial

· Libro con editor: Apellido, A. A. (Ed.). (Año). Título. Ciudad, País: Editorial.

· Libro electrónico: Apellido, A. A. (Año). Título. Recuperado de http://www…

· Libro electrónico con DOI: Apellido, A. A. (Año). Título. doi: xx

· Capítulo de libro: únicamente en los casos de libros compilatorios y antologías donde cada capítulo tenga un autor diferente y un compilador o editor: Apellido, A. A., y Apellido, B. B. (Año). Título del capítulo o la entrada. En A. A. Apellido. (Ed.), Título del libro (pp. xx-xx). Ciudad, País: Editorial.

· Publicaciones periódicas formato impreso: Apellido, A. A., Apelli-do, B. B, y Apellido, C. C. (Fecha). Título del artículo. Nombre de la revista, volumen (número), pp-pp.

· Publicaciones periódicas con DOI: Apellido, A. A., Apellido, B. B. y Apellido, C. C. (Fecha). Título del artículo. Nombre de la revista, volumen (número), pp-pp. doi: xx

· Publicaciones periódicas online: Apellido, A. A. (Año). Título del artículo. Nombre de la revista, volumen (número), pp-pp. Recupe-rado de http:/ /www…

· Artículo de periódico impreso: Apellido A. A. (Fecha). Título del artículo. Nombre del periódico, pp-pp. O la versión sin autor: Títu-lo del artículo. (Fecha). Nombre del periódico, pp-pp.

· Artículo de periódico online: Apellido, A. A. (Fecha). Título del artículo. Nombre del periódico. Recuperado de http:/ /www…

· Tesis de grado: Autor, A. (Año). Título de la tesis (Tesis de pregra-do, maestría o doctoral). Nombre de la institución, Lugar.

· Tesis de grado online: Autor, A. y Autor, A. (Año). Título de la tesis (Tesis de pregrado, maestría o doctoral). Recuperado de http://www…

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· Referencia a páginas webs: Apellido, A. A. (Fecha). Título de la página. Lugar de publicación: Casa publicadora. Recuperado de http://www…

· Fuentes en CDs: Apellido, A. (Año de publicación). Título de la obra (edición) [CD-ROM]. Lugar de publicación: Casa publicadora.

· Películas: Apellido del productor, A. (productor) y Apellido del director, A. (director). (Año). Nombre de la película [cinta cinema-tográfica]. País: productora.

· Serie de televisión: Apellido del productor, A. (productor). (Año). Nombre de la serie [serie de televisión]. Lugar: Productora.

· Video: Apellido del productor, A. (Productor). (Año). Nombre de la serie [Fuente]. Lugar.

· Podcast: Apellido, A. (Productor). (Fecha). Título del podcast [Au-dio podcast]. Recuperado de htpp://www…

· Foros en internet, lista de direcciones electrónicas y otras comu-nidades en línea: Autor, (Día, Mes, Año) Título del mensaje [Des-cripción de la forma] Recuperado de htpp://www…

8. Reseñas

Blanco Ezquerro, J. (2018). El síndrome de quemarse por el trabajo en dos colectivos de mujeres riojanas. Logroño: Instituto de Estudios Riojanos. 345 p.

Pedro José Martínez

Universidad de Valencia

9. Los criterios de edición, en todo aquello que no esté predeterminado, se atienen a las normas señaladas en APA -American Psychological Associa-tion-, última edición (http://www.apa.org/pubs/apastyle/index.aspx)..

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