Introducción Introducción Introducción Preparación Personal Del Ganador De Almas.
INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
Cuando se habla del ministerio, una de las preguntas que surge es, ¿Qué es? ¿Cómo
se explica? La persona que se siente atraída a esta vocación se verá en ocasiones
confrontada ante varias interrogantes: ¿Por qué estoy dentro del ministerio? ¿Qué área del
ministerio cautiva mi interés? ¿Cómo me sentiría si abandonase el ministerio? Por lo tanto,
veamos lo que es el ministerio.
VOCACIÓN MINISTERIAL
UNA VOCACIÓN DIVINA
Del llamamiento de los apóstoles, San Marcos nos dice que Cristo: “Llamo a sí a los que él quiso” (Marcos 3:13)
Cristo fue el de la iniciativa.
No fue una elección personal.
Pablo se consideró escogido para el ministerio desde el mismo vientre de su madre:
“Pero cuando agrado a Dios, que me aparto desde el vientre de mi madre, y me llamo por su gracia”. (Gálatas 1:15)
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el Evangelio de Dios” (Romanos 1:1).
“Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios…” (I Corintios 1:1)
En el caso del profeta Jeremías encontramos:
Que Dios lo llamo desde el vientre de su madre: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5)
Que el considero su ministerio como una seducción divina: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste…” (Jeremías 20:7)
De hecho, todos los grandes líderes de Dios dieron testimonio de haber sido llamado directamente por Dios:
Moisés escucho la voz que le dijo: “Ven, por tanto, ahora, y te enviare a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (Éxodo 3:10)
Josué también escucho la voz que le asignaba una tarea: “Jehová hablo a Josué, hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo: Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel” (Josué 1:1,2).
Isaías de la misma manera fue llamado: “Anda, y di a este pueblo…” (Isaías 6:9)
La grandeza del ministerio consiste, precisamente, en que tiene su origen en Dios.
Si Dios es el que escogen sabe por qué lo hace; Él no se equivoca.
Esta divina elección le da dignidad y seguridad al ministerio.
UNA VOCACIÓN DEFINIDA
El ministerio consiste en un llamamiento definido del cual no hay dudas.
Es tan definido que es visto, como una misión única a la cual uno se entrega en cuerpo y alma.
Así ocupa el todo del tiempo evitando que sea visto como una alternativa entre varias ocupaciones.
En San Pablo, la vocación ministerial era tan definida que descuidarla significaría juicio para el: “Pues si anuncio el Evangelio, no tengo porque gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mi si no anunciare el Evangelio ¡” (1 Corintios 9:16)
Fue tan definida esta vocación que produjo cambios fundamentales:
De perseguidor de la iglesia, vino a ser su más dinámico defensor.
De fariseo se convirtió en el teólogo más sincero y esclarecido que el cristianismo ha tenido.
De enemigo de Jesús, en siervo y apóstol.
De virulento destructor, en su más apasionado e incansable misionero: “Desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilirico, todo lo he llenado del Evangelio de Cristo” (Romanos 15:19)
El tipo de tareas heroicas típicas en el ministerio solamente las realiza quien tiene un concepto definido de su vocación.
UNA VOCACIÓN APASIONADA
Este apasionamiento es como un fuego en el alma: “Y dije: No me acordare más de él, ni hablare más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; trate de sufrirlo, y no pude” (Jeremías 20:9).
Este apasionamiento lleva al ministerio siempre hacia adelante: “Y que anunciaremos el Evangelio en los lugares más allá de vosotros…” (2 Corintios 10:16).
CONCLUSION
Durante la lectura y el estudio de la presente lección, ha quedado claro que la vida
de un ministro de Dios es muy delicada. Tanto en la esfera personal, familiar, ministerial
como pública. En la medida que cada ministro sea consciente del fundamento de la
moralidad de sus acciones, él mismo determinará sus principios de actividad y las reglas de
su conducta al transitar por los caminos de la vida.
La vida como ministro de Dios exige que en actos de la voluntad, se viva y actúe
con mucho cuidado agradando a Dios siempre... más que obedeciéndole. Y en la medida
que se permita que la Palabra de Dios, el Sano Criterio y la Guía del Espíritu Santo sean el
ABC para conocer y vivir las reglas de la Ética Ministerial, no sólo no se avergonzará a
Dios y Su Evangelio, sino que tampoco seremos avergonzados en lo personal. Y por ende,
quienes nos rodean se sentirán muy satisfechos, por no decir "orgullosos", de nuestra vida,
acciones y decisiones.
Cuando somos realmente aplicados en nuestra labor ministerial, buscando siempre
el bien de los demás por encima de nuestra propia satisfacción o reputación, sin duda que
vigilaremos que todas nuestras decisiones, tomadas en el ámbito que sea, sean siempre
ejecutadas sobre la base de la inconmovible Palabra de Dios que no tiene tiempo ni se
puede modificar por modas o modismos. Si lo hacemos así, dichas decisiones nos llevarán
al éxito - medido con la vara divina - en nuestra labor. Dios nunca ha prometido premiar
nuestro esfuerzo o logros. Él ha prometido recompensar nuestras motivaciones sanas y
nuestra fidelidad a Él mismo ¡en todo!
La vida de las almas que Dios ha confiado en nuestras manos para su cuidado, son
tan valiosas para Dios que Él mismo envió a su Hijo Jesús a morir por ellas. Por lo tanto no
espera menos de nuestra actitud hacia las mismas. Quien las ama es capaz de ofrendar su
propia vida - en el altar del sacrificio - por ellas.
República Bolivariana De Venezuela
De Iglesias Libres Pentecostales
De Venezuela F.I.E.L.P.V
Prof : Luis Jiménez
Nombre
Olivia Saavedra
Valencia Edo. Carabobo
Vocación
Ministerial