Javier heraud el poeta guerrillero

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Javier Heraud fue un poeta peruano que siendo estudiante se alistó como guerrillero, fundando el Ejército de Liberación Nacional - ELN. El 15 de mayo de 1963, fue abatido sobre el río Madre de Dios, en la frontera con Bolivia, cuando cumplía una misión guerrillera. Esta publicación reseña aquellos días según fragmento del libro "Trazos para una República Equitativa" escrita por su compañero de lucha Micliades Ruiz

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1Trazos para una República Equitativa

77Trazos para una República Equitativa

3.3.6 Independencia sin libertad del peruano oprimido

Los poderosos descendientes hispánicos infunden por todos los medios la añoranza a la Lima virreinal y su frivolidad aristocrática, ensalzan a la “Perricholi” y nos inducen a simpatizar con las tradi-ciones de la nobleza virreinal, olvidando las atrocidades del colo-niaje y los inmensos sufrimientos de los despojados absolutos, los pobladores autóc-tonos, ancestros de la mayoría de peruanos de hoy.

No se trata de mirar el pasado con rencor, pero tampoco con el olvido ni menos aceptarlo con tergi-versaciones que nos alienan alejándonos de la verdad histórica.

Se acerca el bicen-tenario de la Declara-ción de Independencia del virreinato del Perú y muchos ya se aprestan a celebrar con gran pompa oficial, arrastrando a los descendientes de las culturas prehis-pánicas, quienes por reflejo condicionado, lo harán también sin

DOS PREGUNTAS

Primera pregunta

“¿En qué lugar de Lima, la dorada, vivían los que la construyeron?”

Segunda pregunta

¿Por qué será que todavía existen infelices que nos hablan de una Lima señorial, antigua, colonial y bella? ¿Por qué quedan todavía desgraciados que anhelan sin cesar la ciudad de los Reyes, las tapadas, los balcones, la alameda, si de eso sólo queda un basural de hambre, de miseria y de mentira? Ciudad de los Reyes de la explotación y el hambre, tres veces coronada por la sumisión, ciudad triste, hambrienta, mísera por todos lados, salvo pequeños rinconcitos donde se canta “la flor de la canela”“viva el Perú y sereno” y se bebe whisky con hielo y cocacolas.

(Javier Heraud)

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percatarse de que tal acontecimiento fue ajeno a las aspiraciones de sus ancestros.

No fueron estos los beneficiarios, sino sus amos colonialistas los que tomaron el poder de gobernar el ex virreinato. Se celebrará el bicentenario de la independencia territorial pero no la emancipación social de la población oprimida.

Emancipación política de un Estado no es lo mismo que la de su población, pero interesadamente se tergiversa el concepto para darle otra connotación. No se trataba de liberar el Tahuantinsuyo de sus opresores coloniales. No era que los españoles se retiraban y devolvían el territorio a sus dueños prehispánicos. Tampoco que los colonialistas dejaban al fin que los colonizados se hagan cargo de su Estado, como era la gran aspiración nativa. ¡Noooo!

Tal acontecimiento era sólo un anhelo separatista de los colonialistas hispánicos locales, disconformes con el sistema que los hacía dependientes de las decisiones del emperador español y de su corte en Europa. Únicamente, querían separarse administrativamente, a fin de que los virreinatos tengan autonomía y no depender de decisiones de ultramar.

Ninguno de los supuestos “patriotas” pensó en liberar a la población autóctona de la opresión social que los españoles colonialistas ejercían sobre esta. El propósito de la supuesta independencia no era dejar que los dueños primigenios del territorio nacional decidan su destino político por sí solos. ¡Eso, ni locos! ¡No faltaba más!

Sin embargo, los sometidos indígenas y sus descendientes, desde entonces como ahora, estaban y están obligados a cantar el himno nacional como propio y a celebrar una fecha de independencia ajena. Y escucharemos la célebre frase: “El Perú desde este momento es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Pero, si apartamos el velo de la tergiversación, veremos que no es así.

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brigada internacional para intervenir en la guerra en defensa de Cuba. No fue necesario. Los cohetes fueron retirados negociándose la seguridad de la revolución cubana.25

Para comienzos de Mayo de 1963 estábamos ya atravesando la selva boliviana rumbo a Puerto Maldonado. Algunos iban cantando “Por los ríos y montañas, guerrilleros libres van, los mejores luchadores, del campo y de la ciudad. ¡Abajo el imperialismo! Viva la Revolución”.

Éramos sesenta muchachos en dos grupos de treinta dispuestos a luchar por una causa noble, sin reparar en los graves peligros que nos acechaban. Iba yo a la cabeza de la escuadra de vanguardia. Al centro el comando liderado por Héctor Béjar y más atrás venía Javier Heraud cargando su ametralladora ZB30, caminando “entre pájaros y árboles”. Lejos estaba de presagiar su súbita muerte en Puerto Maldonado cumpliendo una misión especial.

No éramos del partido comunista ni de otro partido político. Simplemente éramos jóvenes patriotas, dispuestos a dar la vida luchando por una revolución justiciera. Ya no éramos becarios que buscábamos una profesión en provecho propio. Luchar por la sociedad estaba por encima de lo personal.

Al llegar a la frontera recibimos la mala noticia de que la ayuda peruana comprometida para llegar a nuestros destinos operativos había sido cancelada. Esta inconsecuencia de último momento nos puso en una situación crítica, pues no tendríamos los guías ni la organización de apoyo para llegar a la selva de La Convención y otro grupo a Cerro de Pasco, como estaba planeado. Tuvimos que tomar medidas de emergencia por nuestra propia cuenta. Una de esas medidas fue enviar un comando en misión audaz que facilitara

25 Recordando aquellos días sobre la crisis de Octubre de 1962 Fidel Castro escribió: “Jruschov había percibido la clara intención de Kennedy de invadir a Cuba tan pronto estuvieran preparadas las condiciones políticas y diplomáticas, especialmente después de la aplastante derrota de la invasión mercenaria de Bahía de Cochinos, escoltada por buques de asalto de la Infantería de Marina y un portaaviones yanquis”. (…)- “Las verdades objetivas y los sueños”-Diario “Granma”-14.08.13

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nuestra incursión a las zonas operativas previstas. Javier Heraud estaba entre los designados26

Al partir Javier, me solicitó la pistola que yo llevaba al cinto, a lo que accedí, proporcionándole treinta municiones. Era una hermosa browning que no la usó, porque no estaba en un enfrentamiento militar cuando huyendo pacíficamente para no ser descubierta su misión, un disparo de fusil acabó con su vida en pleno río Madre de Dios.

Sólo queríamos una patria libre de la dominación imperante. Una patria con justicia social. Era el sueño de Javier Heraud, pero su “Elegía” se hizo realidad aquel 15 de mayo de 1963. “El Viaje” fue el último y terminó en “El Río” que era su otro yo.

“Yo no me río de la Muerte. Sucede simplemente, que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles.

Así sucedió como en el verso, Javier Heraud fue abatido y el impacto de su inmolación tocó las fibras más sensibles de la sociedad peruana.

Su sangre derramada, romántica y guerrillera, se expandió como pétalos de flores que el pueblo ha recogido de mil maneras, estampando su nombre en las promociones estudiantiles, en calles, plazuelas, centros de educación pública, pueblos marginales, etc., sin que los opresores pudieran evitarlo.

Doblaron las campanas en el silencio del monte y sentimos el profundo dolor de su inesperada muerte que, para su madre, debió ser como un lanzón al corazón. Ella lo creía estudiando cinematografía en Cuba. Nuestros padres, al escuchar las noticias, rogaban al cielo para que no estuviéramos en las mismas andanzas.

26 La Comisión estuvo compuesta por Abraham Lama quien la comandaba, Alaín Elías Caso, Javier Heraud Pérez, Manuel Cabrera Valenzuela, Mario Rodríguez Mesía y, Edilberto Márquez Núñez, quienes cayeron prisioneros pero al ser liberados desistieron y no volvieron a alzarse en armas.

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Pero todo lo habíamos dejado de lado por una causa suprema.

Esos son algunos de los costos que asumimos, guiados por los ideales auténticos, cuando el coraje por el fervor revolucionario rebasa la demagogia. Su temprana muerte también salvó muchas vidas entre nosotros porque lo que siguió después, sirvió para constatar la rudeza de la lucha armada.

PALABRA DE GUERRILLERO

Porque mi patria es hermosa corno una espada en el aire, y más grande ahora y aún más hermosa todavía, yo hablo y la defiendo con mi vida. No me importa lo que digan los traidores, hemos cerrado el pasado con gruesas lágrimas de acero. El cielo es nuestro, nuestro el pan de cada día, hemos sembrado y cosechado el trigo y la tierra, y el trigo y la tierra son nuestros, y para siempre nos pertenecen el mar las montañas y los pájaros

Javier Heraud

A toda marcha atravesamos la enmarañada selva para no ser ubicados y exterminados por las tropas de ambos países fronterizos.

El escape a campo traviesa nos ocasionaba una sed desesperante y al entrar a un pajonal pudimos encontrar agua en un pozo, pero estaba ocupado por una enorme serpiente de unos 15 metros.

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Era la “yacumama” o “anaconda”, pero al pretender dispararle, nuestro guía boliviano Julio Méndez “Ñato”, que más tarde murió en la guerrilla del Che, se opuso para evitar que reaccione violentamente y nos barra con su cola. Tuvimos que proseguir sin saciar nuestra sed.

Así nos fuimos forjando como el acero. Los que desistieron lo hicieron porque constataron en la práctica que la vida del guerrillero no es ilusión romántica sino constante sacrificio.

No hay descanso para el patriota que tiene que enfrentar a la muerte en cualquier instante, caminando de noche sin parar bajo la lluvia de la cordillera y de los llanos, sin tener dónde guarecerse, escapando a toda prisa del peligro para poder sobrevivir, sufriendo extremos de hambre, sed, frío, sin derecho a enfermarse, cargando armamento y municiones, sin zapatos de recambio.27

Pese a todo, es hermoso compartir una profunda hermandad entre patriotas que se juegan la vida por un ideal. Es mucho más que el amor fraternal. La intimidad extrema y la honestidad están por encima de todo. Sólo la fuerza de convicción explica la valentía de mis compañeros, que teniendo un futuro de comodidades, lo dejaban todo por sus ideales.

Pero nuestra conducta era una expresión de la sociedad de nuestro tiempo que estaba en estado crítico. Ella ya se había manifestado de muchísimas formas pero los gobernantes eran indolentes, no la auxiliaban. La “fiebre” era muy alta como lo era la indiferencia gubernamental. El desesperante clamor de justicia social era acallado a sangre y fuego de las armas represivas de la dominación.

27 Es admirable la estoica gesta del revolucionario general Arenales y soldados de la Expedición Libertadora dirigida por San Martín que, sin conocer nuestra geografía atravesaron a caballo y a pie, los arenales de Ica, se internaron en la sierra pasando por Ayacucho, Tarma y llegar hasta Pasco con sus tropas donde combatieron derrotando al Brigadier realista O’Relly con toda su artillería, caballería e infantería. El teniente coronel realista Andrés de Santa Cruz también cayó prisionero.

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Luchas campesinas a muerte contra los latifundistas, invasiones por recuperación de tierras arrebatadas a las comunidades campesinas, movilizaciones estudiantiles, migraciones serranas, invasiones urbanas por terrenos para vivienda, reclamo general de reforma agraria, grupos políticos que enarbolaban la lucha armada eran ya clamor cotidiano. Pero estas aspiraciones de justicia eran desoídas y burladas por los poderes del Estado al servicio de la oligarquía.

No obstante, la muerte de Javier Heraud y nuestra insurgencia armada habían sensibilizado a altos oficiales del ejército que resolvieron atender por su cuenta dichas demandas de la sociedad peruana por encima de la seudodemocracia insensible. La solución no era matarse entre peruanos para proteger a la oligarquía, ni era correcto que el ejército fuese un instrumento de ella.

El Jefe del Comando Conjunto, Gral. Juan Velasco Alvarado, estableció de facto el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, comprometiendo el concurso del ejército, la marina y la aviación. Tomando en gran medida nuestras banderas, inició lo que llamó la “Revolución Peruana”.

Sin mayores trámites se pusieron en marcha no sólo la Reforma Agraria sino también muchas otras reformas estructurales destinadas a crear una nueva sociedad. La fiebre de la sociedad enferma bajó y volvió la paz en el campo y la ciudad. La lucha armada quedó sin asidero. No había justificación para la violencia insurreccional y ésta desapareció.

Los luchadores sobrevivientes fuimos amnistiados y se nos invitó a participar en el proceso. Lo hicimos con honestidad sin pretender aprovecharnos de la situación ni ser incondicionales. Tuvimos discrepancias porque no éramos velasquistas y la desconfianza mutua siempre estuvo presente, lo que no fue obstáculo para trabajar conjuntamente por las reivindicaciones populares.

El Río

Yo soy un río, voy bajando por las piedras anchas, voy bajando por las rocas duras, por el sendero dibujado por el viento. Hay árboles a mi alrededor sombreados por la lluvia. Yo soy un río, bajo cada vez más furiosamente, más violentamente bajo cada vez que un puente me refleja en sus arcos.

Yo soy un río un río un río cristalino en la mañana. A veces soy tierno y bondadoso. Me deslizo suavemente por los valles fértiles, doy de beber miles de veces al ganado, a la gente dócil. Los niños se me acercan de día, y de noche trémulos amantes apoyan sus ojos en los míos, y hunden sus brazos en la oscura claridad de mis aguas fantasmales.

Yo soy el río. Pero a veces soy bravo y fuerte pero a veces no respeto ni a la vida ni a la muerte. Bajo por las atropelladas cascadas, bajo con furia y con rencor,

golpeo contra las piedras más y más, las hago una a una pedazos interminables. Los animales huyen, huyen huyendo cuando me desbordo por los campos, cuando siembro de piedras pequeñas las laderas, cuando inundo las casas y los pastos, cuando inundo las puertas y sus corazones, los cuerpos y sus corazones.

Y es aquí cuando más me precipito Cuando puedo llegar a los corazones, cuando puedo cogerlos por la sangre, cuando puedo mirarlos desde adentro. Y mi furia se torna apacible, y me vuelvo árbol, y me estanco como un árbol, y me silencio como una piedra, y callo como una rosa sin espinas.

Yo soy un río. Yo soy el río eterno de la dicha. Ya siento las brisas cercanas, ya siento el viento en mis mejillas, y mi viaje a través de montes, ríos,

lagos y praderas se torna inacabable.

Yo soy el río que viaja en las riberas, árbol o piedra seca Yo soy el río que viaja en las orillas, puerta o corazón abierto Yo soy el río que viaja por los pastos, flor o rosa cortada Yo soy el río que viaja por las calles, tierra o cielo mojado Yo soy el río que viaja por los montes, roca o sal quemada Yo soy el río que viaja por las casas, mesa o silla colgada Yo soy el río que viaja dentro de los hombres, árbol fruta rosa piedra mesa corazón corazón y puerta retornados,

Yo soy el río que canta al mediodía y a los hombres, que canta ante sus tumbas, el que vuelve su rostro ante los cauces sagrados.

Yo soy el río anochecido. Ya bajo por las hondas quebradas, por los ignotos pueblos olvidados, por las ciudades atestadas de público en las vitrinas. Yo soy el río ya voy por las praderas, hay árboles a mi alrededor cubiertos de palomas, los árboles cantan con el río, los árboles cantan con mi corazón de pájaro, los ríos cantan con mis brazos.

Llegará la hora en que tendré que desembocar en los océanos, que mezclar mis aguas limpias con sus aguas turbias,

que tendré que silenciar mi canto luminoso, que tendré que acallar mis gritos furiosos al alba de todos los días, que clarear mis ojos con el mar. El día llegará, y en los mares inmensos no veré más mis campos fértiles, no veré mis árboles verdes, mi viento cercano, mi cielo claro, mi lago oscuro, mi sol, mis nubes, ni veré nada, nada, únicamente el cielo azul, inmenso, y todo se disolverá en una llanura de agua, en donde un canto o un poema más sólo serán ríos pequeños que bajan, ríos caudalosos que bajan a juntarse en mis nuevas aguas luminosas, en mis nuevas aguas apagadas.

Yo no me río de la muerte Tú quisiste descansar en tierra muerta y en olvido. Creías poder vivir solo en el mar, o en los montes. Luego supiste que la vida es soledad entre los hombres y soledad entre los valles. Que los días que circulaban en tu pecho sólo eran nuestras de dolor entre tu llanto. Pobre amigo. No sabías nada ni llorabas nada Yo nunca me río de la muerte. Simplemente sucede que no tengo miedo de morir

entre pájaros y arboles Yo no me río de la muerte. Pero a veces tengo sed y pido un poco de vida, a veces tengo sed y pregunto diariamente, y como siempre sucede que no hallo respuestas sino una carcajada profunda y negra. Ya lo dije, nunca suelo reír de la muerte, pero sí conozco su blanco rostro, su tétrica vestimenta. Yo no me río de la muerte. Sin embargo, conozco su blanca casa, conozco su blanca vestimenta, conozco su humedad y su silencio. Claro está, la muerte no me ha visitado todavía, y Uds. preguntarán: ¿qué conoces? No conozco nada. Es cierto también eso. Empero, sé que al llegar ella yo estaré esperando, yo estaré esperando de pie o tal vez desayunando. La miraré blandamente (no se vaya a asustar) y como jamás he reído de su túnica, la acompañaré, solitario y solitario.