jJlega:rias; - Revista de Espiritualidad

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TO M 11l{('nriclIcia efe iÍoHn El drarfli:l.tismo litúrgico ('')'.). La a bien IJíHorir y la liturgia funeraria en la Ortodoxia. ríaticas. - Los Salmos 69, 101 y 50. - Las nueOe canciones ele d gÍacas rezadas a la. cabecera del agonizante. - Contenido de unos y de otras. Plegaria sacerdola 1 para a bien morir. Piadosas operaciones prefunerariasen el mundo eslavo. - Incell M .Ilación y oraciones subsiguientes en la casa morluoria. - Los rales propiamente dichos. - Psalmodia (el Psalmo 90 y el más ,largo de lodos, el i J 8). . Los Troparios de alabanza que el sacerdote ruso pone en b6ca del recién muerto. - Contenido de los Nueve cánticos fúnebres. - Los M acarismos o rallzas (diálogos supuestos entre el recién fallecido y Cristo-Re,:, dentor).- Las lecciones bíblicas. resurreccionales. La "Plegaria m.uy acentuada". - La conmovedora escena de la despedida. - Conducción del cadáver. - El entierro. - La Panihida o Gran Vigilia Nocturna. - Detalles extra1itúrgicos muy típicos en la Vieja Rusia. --: Texto del famoso "Pasaporle Celestial" o de conducta cristiana. - Otras cos ... tumbres no menos lípicas. l A Liturgia es dramática. simbólica y 111enos i11S- ,. tructiva, más sentimentalist'a y menos filosófica que la romana, la Liturgia bizantina da nrayor relieve a la voluntad humana. Es cierto que una y otra tienen estos elementos comunes: lecciones",' psal111,odias y jJlega:rias; pero también 10 es que en la oriental abull= dan más, mucho más, los hi1nlios y los cánticos) es decir, los facto d res esenciales del dramatisll10 litúrgico' greco-ortodoxo. Los ritos funerarios de la Iglesia, Rusa confirman este punto de vista. En ellos encuentran su armonía plena la liturgia oficial más reverente) la mística ll1ás severa y excelsa y la piedad popular más sencilla y nlás hondamente, senticla. (*). Véase la nota puesta por la DIrección en el v. VI (1947) 475 de esLa REVISTA. de la D.)

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TO M 11l{('nriclIcia efe iÍoHn

El drarfli:l.tismo litúrgico ('')'.). ~ La a bien IJíHorir y la liturgia funeraria en la Ortodoxia. -~ Cal'acte~ ríaticas. - Los Salmos 69, 101 y 50. - Las nueOe canciones eled

gÍacas rezadas a la. cabecera del agonizante. - Contenido de unos y de otras. Plegaria sacerdola 1 para a bien morir. Piadosas operaciones prefunerariasen el mundo eslavo. - IncellM

.Ilación y oraciones subsiguientes en la casa morluoria. - Los fune~ rales propiamente dichos. - Psalmodia (el Psalmo 90 y el más ,largo de lodos, el i J 8). . Los Troparios de alabanza que el sacerdote ruso pone en b6ca del recién muerto. - Contenido de los Nueve cánticos fúnebres. - Los M acarismos o Bienaventu~ rallzas (diálogos supuestos entre el recién fallecido y Cristo-Re,:, dentor).- Las lecciones bíblicas. resurreccionales. -~ La "Plegaria m.uy acentuada". - La conmovedora escena de la despedida. -Conducción del cadáver. - El entierro. - La Panihida o Gran Vigilia Nocturna. - Detalles extra1itúrgicos muy típicos en la Vieja Rusia. --: Texto del famoso "Pasaporle Celestial" o cel'~ '~ificadCl\ de conducta jntachab~emente: cristiana. - Otras cos ...

tumbres no menos lípicas.

l A Liturgia O~tocloxa es dramática. M~ás simbólica y 111enos i11S- ,.

tructiva, más sentimentalist'a y menos filosófica que la romana, la Liturgia bizantina da nrayor relieve a la voluntad humana. Es cierto que una y otra tienen estos elementos comunes: lecciones",' psal111,odias y jJlega:rias; pero también 10 es que en la oriental abull= dan más, mucho más, los hi1nlios y los cánticos) es decir, los facto d

res esenciales del dramatisll10 litúrgico' greco-ortodoxo. Los ritos funerarios de la Iglesia, Rusa confirman este punto de vista. En ellos encuentran su armonía plena la liturgia oficial más reverente) la mística ll1ás severa y excelsa y la piedad popular más sencilla y nlás hondamente, senticla.

(*). Véase la nota puesta por la DIrección en el v. VI (1947) 475 de esLa REVISTA. (~. de la D.)

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La Iglesia Ortodoxa ayuda a sus hijos cuando se hallan alas puertas de la muerte y ,están librando los últimos combates. Cuando tuvieron la desgracia de sucurnbir" se hace cargo de sus cuerpOs y los deposita en la tierra de la cual salieron. Más tarde les dedica oraciones y Jnementos él lo largo del año litúrgico. Lo hace de lTIodo especial en el santo tiempo resurreccional, cuando ella celebra so-lemne y jubilosamellte la- victoria de Cristo sobre la ' y ~l Infierno. La liturgüa funerariét de Jos orientales viene a ser como una santa procesión, un acompañamiento piadoso, una comitiva mÍstica- que preoe'de y sigue él las ~t1mas en su bienaventurado ca,,,,, ~11inar haciad Rdno la l\1agnificencia.

La Iglesia Ortodoxa, cUando reza por sus difuntos, cuando para honrarlos entona cánticos lúgubres, no se 'fija en los actos y en las tendencias del hombre) porque, ante todo y sobre todo, dirige sus' miradas a Cristo vl:ctorioso, al Res'ucüadoJ y también al descanso del difunto, a la. 'vida nueva elel rnisrno y a la futura 1'esurrec'cz·ón., A todas horas ruega al Padre Eterno y al Santo y Buen Espíritu Santificador-valiéndose, claro está, de Jesús, Dios y rIombre, Re~ dentor y Salvador Nuestro-por el alma que sale de este nmndo y',va call1inando de prisa hacia l~ ll1ansión celestial.

, "Q1'l'1:era la T1'Z:nf/:dad Santar--se lee en los Rituales greco-orto­doxos-, dígn,e'J/.se elPadreJ el H:¡ljo JI el EspíTiru Santo) que SOl/

Eternidad) Descanso '/'es1wreccio1'llal :Y Vl:vificación Srtnt'ificadora, colocar en, la 'Jlw·'llsión de la Paz al q'ue e:t;h.cdara, en el Se-fíat" e4 últi1l1o' sltSj)l:ro."

Pero los, Rituales ortodoxos 110 se olvidan elel lVbsterio de la 1 niquiclad) del pecado el e Ada111' y de sus funestas consecl1enc.ias. Sabe muy bien la Iglesia Qrtodoxa que fué la primitiva pareja la. que traj o la l\1tlerte al l\í[unclo J que por la desobediencia de la n1is~ ma quedó deformada la imagen que de sí ll1üsma colocara la Divi­nidaden la Tierra y que aquella malaventurada rebelión tuvo la virtud! de establecer una distancia infranqueable ,entre el Cielü y la Tierra. Por esto miSlllD deposita ella toda su conftanza en la Sangre DiVIna y 'Redentora con cuyo precio compró J esúsJ Sal,·

. vador Nuestro, las almas de los hijos de Aclam. Desde que el CrIs­to redim'iera a los humanos, quedaron reconciliados para siempre el Cielo y la Tierra. La Iglesia Ortodoxa) que en' todo cuerpo humano ve una materia vivii~cada por el Plleuma Celeste, se acer­ea al moribundo para glorificar al I('yrios Inmortal, para ofrecer .a Jesús adoración y alabanzas. Al hacerlo reconoce de buen grado la human~l pobreza, bien patente, a la verdad,en el 11lOribundo, y con el Salmista (69) pide ayuda a la Divinidad con estas palabras:

tJ~, !\'¡(ODA A BIEN MORIR EN 1.4<\ UrURGIA Gm::CO-RUSA

"Oh Dios, A e u DE a 'librarme; apresúrate, oh Señor, a SOCI()~ rrcrme. Searí confundidos y avergonzados los que busam mi vida.­relrocedan, igualmente avergonzados, los que desean mi mal, Den la vuelta iodos aquellos que me dicen,' j Bien, bravo! Gócense y alé~ grense en Ti iodos los que Te: buscan y digan siempre los que (f{Vwt¡

lu salud .. Engrandecido sed Dios. Yo estoy aJligiclo y soy l.ltI m,t.> nesleroso. Venid hacia mí, ¡ oh Dios! Ayuda rni~ ry liberüxJor mio sois Vos, ¡oh JellOoá! No os delengáis,"

A seguida recita el Psalmo J01, es decir) la "OrGció,fl. del ¡JOb're agobiado por el dolor y a.pes,wd'WJnbrado' IJor la· angustia., ha de­

ante Jehová sus lamentos JJ, EJ Sacerdote el Psalmista (ror):

"Oíd mi oración, ¡Señal'! Lleguetl hasta Va,') mis damore$. No escondáis vuestro rostro, Y en el día de mi angustia indinad hacia mi ouestros oídos. El día que os invocare, apresuraos a responderme Porque mis días se han consumido como el humo y mis huesos se han quemado. como el tizón. Mi corazón, herido, se ha secado como la hierba ... Mis di as son como la sombra que se aleja ... Mas Vos. ¡oh Jehová/, permaneceréis para siempre ... Y,l'evQniándoos, tem,· dréis misericordia ... ; atenderéis a la oración de los solitarios y no desecharéis sus ruqgos. Porque miráis desde lo /alio del Sanlual'Ío ctr que os halláis y os indinaréis hada la tierra para oír' el gemido de .zas presos, para liberiar a los condenados a muerte... j Dios mío 1, rw me llames cuando me hallo a la mitad del camino de mi exi~ tencia ... En el principio fundasteis la tierra y obra de vueslr~s ma~ nos son los Cielos. U na y I aIras perecerán... Sólo V os perma'ile~ ceréis, 1.)m-que sois el mismo y vuestros aiios no acaban .. , 'B

Se reza luego con toda unción el "ll!Jiserere'" (Psalmo 50): (\ De aC'uerdo con vuestra, gra·u, 1'J1.,isericol~d¡ia~tened Pl:edad dé 1H:l,

¡ D.¿os 1nío!, .. B orra¡dl ,mis rebeliones ... Lavad mis lniquida1tl'esJ por-que hé jJecado con:tra. Vos ... Pu!ritica.dl1'le ... Cread eu 1ní) ¡oh Dios JI Se'Pior!) un co~razón pit,ro ... Y abrid 'l1J.1S lab1:os j)ara que '/I'I,i boca j)'ubl'Íque vuestras alabanzas."

Vienen luego 11/lleVe cánticos sublimes, que son otras tantas ele­gías de un patetismo creciente que conmueve y edifica, El Sacerdo­te greco-or'todoxo pone ante la consideración del moribundo dos misterios profundos: el de la Humanidad prevar.lcadora y el de .Cristo Redentor. Y para que pueda entrar en el Reino de Dios le muestra un puente l11agnífico que le conducirá a él de nioc1o infa- I

lible. Está montado sobre dos pl:Za1'es 1:'l'lConJ'Jwvibles (Cristo y Ma­ría) y forman la pasarela, ta.mbiélt lir'Fne) los ángeles y los santos.

lVIl~éstrale luego la santidad esencial y la voluntad salvífica de Dios, que desea la eterna bienaventuranza para todos, absoluta­mente para todos los hombres, por grandes y numerosas que s·ean

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sus Después de e;.:to le hace ver los tTe111endos efectos' ::s olvido) que es meno!~precio de Dios; le invita él.

de Ja le insta a que él sus amigos, a los que bien le quieren) él fin

en tan magno conflicto. Ellos (los santos, los án­y l?s fieles que se encuentran en estado de gracia)) eUos) si,

al lIijo de DIos y a su Bend¡ta que ~3ea admitirlo en las e'ternas.

Contempla ahora-sigue diciendo el Sac'erdote greco-ortodo­xo-"e1 poder y la majestétd del Verho Divino. hecho hombre para salvarnos, y compáralas con la pobreza y miseria 11l1íllanas. N o con­fíes en el hombre) que es debilidad e impotencia. Al igual que. Cri'sto, modelo nuestro, se hace preciso pasar por el duro trance del abCl1ndo'Nointegral. Acude a J\1'aría, ¡ hi j o mio! Ella, q ne es sil ]\,,1adre, te llevará él. Cristo. Ella, SI) te s~rvirá de antorcha en esa región tenebrosa en que se agitd el ángel maldito de la deses~ peranzél., el satánico emperador ele IIades. Una angustia infinita se apodera del. desgraciado llloribuudo. Ayudado en ello por el 11}1~­nistro del Señor, invoca el Santo N o111bre de María y llama en su auxilio a los ángeles y a los santos. Y el a1l11~, que está despidién­dose de este mundo, se siente fortalecida y consolada. En este ins­tante vuelta hacia la Divinidad misma, el alma siente regocijo in­menso porque, tomando el camino de la región serena de la Paz interminable, va a penetrar, no tardando, en el Reino de la lVIag­nificenCÍ'a Celestial (Cántico 6.°),

y a la vista de un gozar espiritual que nunca ha de acabar, el alma, que va despr,endiéndose de los afectos terrenos, pierde aquel

. -cariño que profesara al compañero ,insep'arable y fraterno: el cuer­pó. Es ahora cuando s'e da cuenta ele que el amigo de siempre la arrojó en el abismo ,del pecado y en el an101' desordenado a las criatur'as.

Pero duran muy poco-y ello es perfectamente natural-la elevación y el clesprlendimiento. El violento oleaje' de los humanos afectos la sitúa ele nuevo a ras de tierra. Pese a la esperan.za C011-

soladora de ver a Dio~ cara a cara, el alma tiembla ante el solo pensamiento de encontrarse dentro de poco ante el Tribunal de Dios, Juez 'Sl1pren10 de fallos inapelables, que obra siempre con arreglo a los dictados de la más rigurosa justicia.' El 1l10ribundo¡ el agónico Se pone a meditar sobre la Omnipotencia y la Justicia de Dios. Otra vez dirige sus pl,egarias de intercesión a los ángeles y a los santos. Y ,en el Cántico 8. o contempl~ ya,' armónicamente, -unidas, a la Clemencia del Padre y la la Justicia del Juez, al Dios de la Bondad ,y al de la Inflexibilidad justiciera, De nuevo acude a

L¡:~ AYODA A BIEN M:ORlR EN LA LITURGIA CRECO-RUSA

el lalma del agonizante. Y p:de que él fin los atributos de juez pr,ev'é:dezcan siempre la[:l entraña!)

psicológico termina con la elegía novena. El z:;:mte desea ver a la inaccesible del Glorificador. El ahn~{,

'atralda por la energía centrípeta avasalladora cid (-lue la, Clcéua y la lllfunuiera ·erl un CUelPo CILi,:: ;;e LleslllOl

está hu,ndiénclose en la nada, tiembla de angustia, se ante la posible y tremenda contingencia pecaminosa de

de olvido) de 10 santo y ele 10 no, y se siente culpable ante :¡='.:-:rfección infinita, Beldad su-prema, pospuesta a miserables criaturé1.s. El alma tiene miedo por­qne dentro de breves instantes quedarán Ínapelablemente fallac1as la culpabilidad o la inocencia.

(( ¡Oh NI adre ele Dios !--exclama ella-o Rogad por '''J1A y lle­vad'm,e a Cristo)H'ijo Vl,t,estro. ¡Oh Señora) ¡l/ladre Nuestra: tam­bién) interceded por 111:í ante Jesús) 1'/.1testro' H ermütw! Llevadme a. la Gloria sempiterna."

El drama termina con una oración del rninistro greco-ortodoxo que ayuda a bien 111~rir. Va dirigida a Cristo) Juez ele vivos y muertos:

"Oh Jesús mío, Libertador de los que gimen bajo las cadenas de un cuerpo mortal y bajo el yl1go de los vinculos infernales. Vos que levantáis al caído, que ~limentá¡.s las esperanzas de los que me~ I'te/eron jJerJerlas para siempre, dignaos liberar, / oh Se¡:¡or!, el alma de este agonizante. j Que muera en, vueslra Paz, Dios mío! ¡Que Jlo traigas, Señor, al descanso de Vuestra li1agnificencia! ColocaJlo allf, porque es ése para él lugar adecuado. Aun siendo hecho de barro iiene doles excelsas y es imagen de Dios. Desgraciadamente, dl pecado lo ha desfigurado, destrozado y condenado a muerte. Por lo mismo, el cuerpo tiene que volver a la Tierra, de la que fuera lomado. En ella deberá esperar hasta que advel1gaef día de la Resurrección general y del recobro de la vida. / Seriqr Dios IV uestro! A tenor de V uestra inefable Bondad, perdonad a esle ajgonizanle. Dignaos re­cibirlo en t vuesiro Sanio Descanso, en la región de la Juslicia, y otorgadle la Paz Eterna."

El moribundo expiró, al fin. El cristiano greco-ortodoxo entre­gó su alma al Señor. Los funerales son unp' continuación dramática y elegíaca de la liturgi'a para los agonizantes.

Se comienza por lavar el cadáver con agua limpia y aromatiza­da, por envolverle luego en una túnica blanca y por vestirlo con la.; mejores galas. Después de haber rociado lige'ramente con acet'te, haciendo a la vez la señal die la Cruz) los pies, la cara y las nianos del difunto, se le tiende ,en 'su ataúd descubierto. La Iglesia Gre-

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co-rusa, que tan pródiga se lIluestra en l'as incensaciones litúrgi" cas) se acerca 110 tardando a la casa mortuoria e inciensa repeti­damente el cadáv,er. Como es - lógico, al incensar, el Sacerdote greco-ortodoxo reza y da la razón de su proceder con estas pala­bras: "Antes de que este cadáver vuelva a la· Madre-Tierra, de donde saliera, sea plenamente aromatizado con el grato perf'U1tlC, del Sefi,o·r. Así tiene que ser. Porque un día ha de tomar parte en la m'agnífica Resurrección General. J}

A seguida canta ciertas estrofas, cuyo contenido viene a ser del tenor siguiente: i Oh Cristo; Señor y Libertador Nuestro! ¡ Que el alma del que acaba de fallecer pueda vivir ·en el lugar que habéb reservado al descanso ele los Santos! OtorgacUe la Paz sempiterna que impera en las mansiones santas. Y el Sacerdote greco-ortodo­xo recita una Ekte'11,'¡:a o larga letanía para solicitar del Señor de . .las Misericordias el nlás completo perdón de todas las faltas pecados. E ¡insiste de nuevo ,en que el Dueño de la Vicia y de Muerte conduzca al ~fal1~cido a la región de la Luz, de la Paz y del Reposo Eterno, donde 'ya no se c.onocen los dolores, las aflic­ciones y los lamentos. "Vos} ¡oh Cristo'} Pr'Í1'l1,ero entre los 1/esud­tados!} dignaos !J'ecib'Ír en la morada, de los bienavent'urados a, ést(!

crist1:a1to-ortodo:t:o que acaba; de l1wY'ir." . Sin haber ,cerrado el ataúd, sale el cadáver de la casa mortLw-

. ria y ,es conducido a la iglesia J}arroquial o a la capilla del Ce­menterio, si la hay. Se le instala frente a la Puerta Santa o Puerta Central del Iconostasio con los pies hacia el altar. En torno al fé­retro-descubierto siempre---'arden o~ho. cirIos. ~1 ~lero ,entona \ el Salmo 90, que es un verdadero Cantlco ele vlctona y de "se­gurülad parra todos a'quéllos qu.'e cotocan sus esperq,n,gas en Dios. 11

"El que .habita al abr.igo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente. i Oh Jehová, esperanza mía y caslillo mío. En Vos, mi Dios, confiaré ... El te librará ... de la peste deslruclora. Con sus plumas te cubrirá y debajo de sus alas estarás seguro. Escudo y adarga en su verdad ... N o tengas miedo a los alaques. noclurnos, ni a la saeta que vuela durante d dfa. Ciertamente, con tus mismos ojos has de Ver la recompensa de los imlJíos, .. Jehová es mi es,.,

pel'anza. Ni nos sobrevendrá mal algu1?'o, 11i llegarán las plagas (1

. nuestra morada, .. Por cuanto en mí habéis twesto la voluntad, os libraré .. , A los que me invocaren les diré: Seré con vosotros en la angustia ... , os libraré y os glorificaré, .. A esos mismos daré, vida larga y les mostraré mi salud."

Cántase luego e11nás lal~gO dé todos los salmo?, el 118, con sus 176 versículos. Es un CántlÍco "a, la vida bienaventuraa'G, que re­su'ua de la obser'vanc-ia, de las . leyes divinas) fuentes úl1'icas de sa""

LA AYUDA A BIEN MORiR EN LA LITURGIA GRECO~RUSA

lisfacción. fJ'ura Jl de ,bienandanza eterna": "Bienaventurados los que caminan por las sendas de Jehová y los que investigan y guar~ dan sus testimonios... i Ojalá sean. ordenados mis caminos '[l la obs,ervancia de tus mandamientos!"

Siguen a este Salmo notable unos cuantos troparios de ala­banza que el Sacerdote ortodoxo pone en boca del di funto cuyo

delante. La Divinidad----se le hac:e la ftH:~nte la v iela y es la puerta dd Paraíso. Porque siempre 10 creí

os pido, Serior, que me concedáis la vida ,eterna y que empecéis por :11,wirme las puertas del Cielo. ¡ Oh Cristo, Redentor mío! ¡ Oh Pastor bueno y amante! Dignaos recoger a esta ovejita extr'avia­da,a esta mi alma que acaba de abandonar 'la cároel, corporal en la que estaba apriSl~ollada. l\1e dirijo tambi,én a vosotros, i oh san­tos mártires!, que tan cerca estáis del Señor al qtle amasteis y amáis con todo corazón. ¡ Sed mis intercesores! i Señor, Señor-~e);,-

el Sacerdote greco-ortoc1(J)(o. al terminar los tropa'rios q u{' recita en nombre del di funto-;-, 111uchas y grandes son las dca­trices que en mí ha dejado el pec'ado. Ilese a eHo, llcvadm,e, i Djos rnío t, a la Patria Celestial y reconocedme el derecho a entrar en el Paraíso. Borrad aquellas señales de la iniquidad y haced ele mi

,Hn retrato de, Vuestra Infintlta Perfección. El Sacerdote reza lue­go una plegaria que va dirigida a la Trinidad Beatlsirna. En ella pide al Padre Eterno, al I-Iijo y al Amor de ambos, el Espíritu Santo, que se dignen otorgar 'al difunto por cuya alma se inter.e~\a la Iglesia Ortodoxa la bienaventuranza que nunca termina, Con-

, vertidlo,' i oh Dios Trino y Uno!, en. h'~jo ele la Luz. Cpmo en la liturgia de los agonizantes, cantan ahora los sacer­

dotes ortodoxos nue've elegí'as magníficas. Están impregnadas de un dramatismo connlOveclor. :He aquí, su contenido: i Dios Pad:-c y.Señor Eterno!, dignaos otorgar a la pobre alma que vivificó al cadáver que está aquí presente el desca,nso JI la jJa::;, Y ,\T os, i Jesús, Salvador N l1estro 1, ap'licadle los luéritos de la Redención que lle­vasteis él caho en la Cruz y conducidle a la Patria Celeste, a 1:1 Región de la Vida auténtica, porque la de aquí abajo 110 mer,ece tal 11ombre. Lo que en este l\l[undo llamamos vida no es más qne

" sOtnbrCl :)1 vanidad. Bien 10 demuestra. la muerte. i De qué poco sirven los ,esfuerzos y las fatigas terrenales! Después de esta, vida 1'Jtiserable e1npiezan h?al'l1'te·n.t(J le( vida legíti1'lw JI el descmlS0 fin. Otorgad una y otro a vuestro siervo N. i Oh Cri~to, Señor Nuestro!, que habéis divinizadp el lVlundo y habéis dadó parti­cipación en las, divinas magnificencias a los ángeles, a los santos Y, sobre todo, a los mártires. N o le neguéis la entrada en el Reino de la Luz y de la Bienaventuranza. 0.id los ruegos de los que en su

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función intercesora Os piden le deis la y la Plenúuc¡':, Y vos, S~ñora )T Madre de Dios (Zeotocos» sed guía. Conducid hasta el Cielo a este vuestro hijo 'adoptivo, acoll1pañadle hasta el Tribunal rnisl110 de Vuestro llijo, Juez' de vivos y muertos ¡ Oh J\1aría! ¡ al ser juzgado le sea otorgada, no la muerte que mereció; sino la vida qlJe Jesús conquistó para todos con su Pasión y lVluerte air'en", tosas! Y vosotros i oh mártires cristianos 1, correclentonis corno N'C ari a, ¡interceded! i cooperad a que sea completa la magnífica vic­toriade' Cristo, el primero y más excelso de los mártires! i que la

del Cordero lave el alma del cristiano cuyo cad á," ver vámos él inhumar!

En seguida se cantan los grandiosos troparios del que son una eOl}clensación prirnorosa de los JVu,e'lJe C á:n,ti(}os pre-cedentes. ~

Cierran la seccIón llne pudiéramos 11a1na1 trojJCwia. los l1amados A-f acaris11'/.Os (Bienaventuranzas) no menos dramáticos ql1e las ele,,:

precedentes. La Ortodoxa pone en boca del Jl1l1crtoel grito de f~! ele esperanza y de amor que enreconocim/ento ele la Divinidad elel 1\1ártÍr del Gólgota lanzara el Buen Ladrón j unto 'al Divino Agonizante. Cristo' interviene-según la liturgi'a funeraria ele los Orientales-mejor; diríamos, responde con una sola palabra :cinco veces rep-::tida: "¡Bienaventurado /" Cuando el recién falle­cido emplea el lenguaje fervoroso de Dimas, plenamente converti­do ya, el Redentor contesta de nuevo: ce i Bienave'JIl.tu'l'ado.l" Imi tan­do al Buen Ladrón, que terminó pidiendo al Salvador un recuerdo de sí ctl;;tnclo (( esiJ/'Z/iera, (''1'/ dRei'no C ehiste", vuelve tarnbiérJ a Cristo el ortodoxo que falleció bien poco ha para pedirle :\102'" que sois el dueño de la Vida y de la lV[nerte lle'vadle al Reúw de la Jwl­nt.f?ra. Y otra v.ez ~-;e oye la 1111srna respuesta elel Redentor: "¡Bien,· (f'l/(Hdu'raclo / J)

'roca ahora el rezar a l~~ fiele:3 reunidos-en la parroquia. "¡l-fa muerto '],I,n hermano! :". gritan todos. "i Cristo Bendito! Reáb'idle e1J,

Vuestro seno. JJ Yel Redentor responde a la Comunidad parroquial con .el consabido macarismo: "i Bie'fwve'ntu/raclo /" La parroquia se dinige luego al ortodoxo i"ecién muerto y pretende consolarle con estas palabras: "i H eJ"lJl,Cln,o! Ten, confianza en Cristo, Salvad 01'

l\Tuestro JI acógete a SlIS 'me'l'ecz:,nl:ie1'~tos lnfi'l:¡'Üos. Jesús confirma estaesperallza y ,estos consuelos y pronuncia el último rnacariSlno: (( i BicItaVenfunulo 1"

Es en est~ momento cUél!lc1o la IgleiJ.:a Rusa h:ace intervenir él la Hurnanidad entera.

h(fbi~(f:;~!!~es cJel }~latlela~~d1ce ,~1 ~:¿1,CLrd{d.,~~ g~·eco ... es""

11avo~-"anle e; de la l~;Juede. Pensad en la humcll'w. Té'd'OS ele morir, loaos nos convertirelllos en polvo

ceniza. T{)dos comj¡otecernllOs (lide el Trlburw[ de Dios lus," lWCJfro, cO/lduela. odos ¡)OSarem05 iJor el diu .de la y d.:. la oscuridad tenebrosa; ¡JO'O m;rodCll Cid:); oW está y con El ¡ra la hermoslli"(( [d

e¡, tu~c~fro ln(~3i<~f:¡or (1(;/,0, c~

.A 10;3 las ¡'cccioJ/,e.s. clehaberse al recién con estas palabras: bicI¡.aVf!ntumel'a

la "da q'ue hoy ha recorrido tu alma. porque se ha CJlcct'l1I'l:nado ha."' el(/. el lugo/' del desea,uso JI de la. jJ0I8 prc¡Jo,yados de antem.CY.'llo".d sacerdote le:: un trozo de la primera Epístola paulina' él los Corin-

\! - J El Apóstol 13s Gr.:'lli e':; expone en él la I~~,:;su-

rrecci~n de CrishJ, 1l1'ndCIJnento de nuestra fe, hase de 11/l!.csrra l{icaóó')1,) or/{fC'l'1 :y gClrcm.tial de l[{. fesllrrecC':ón de todos IDs 'l'll'/fcrto.s.

,;, Si los nnl<:rtm~ no tanlpOCO r;=:~L~citó Cristo. Jesús selC'.Tantó del sepulcro como pdmicla de los ([ne duermen el sueño de la muerte; pue~; que si toclos 11l1lrieron en todos se levantarán, vivificados, ,en Cristo, Los ql te 'son retratQS Cri$to se parecerán el': todo a E1. Tambil~n resucii'ar811. Se lee (¡·es-rn:és un tr'ozo

"O:; digo I?fll verdad, que h'$ muertos oirán la Voz. del Hijo ,d, Dios y lo:; que ·oyeren No os sobrecojáis porque llegue la hora en qll'!: iodos cuantos se ef1cw:'J1fran etl las tumtJQs oigan la VO'lt.

de Dios". Creedme: los que hicieron el bien resucitarán para lla auténfica oicIa, y los qU0 pradicaro;" el mal se leoanlaráfl para ,su­fríí' la condencldón en juicio.,." (Evang. de S. Juan. V, 24~.33) .

. A esta::; dos quc se rll1plic~lJl tratándose riel funeral <ce-. ldyrado eri sufragio de un s'acerclote, la Ektenia ele la "Plega-

fuertemente (Ice ntuada,". Integranla ciertas -invocaciones sacer­dotales. A cada una de ellas corresponde Uíl.a oración dirigida :::t

Dios Todopoderoso y Dueño 'absoluto ele !avicia y de la llruerte. Pídese en eLla para el di,funto) cuyo funeral está celebrándm;e, paz., tu.z :Y reposo. Terll1ina el funeral con la escena conmovedora ele la ¡¡ Despedida". Los cánticos que acompañan al Beso y al Adiós que dan los fieles al compañero y familiar muerto son otras tantas anlonestaciones impresionantes acerca del nulo valor real de las, cosas terrenales. .

312 DR. HILARlO

"Ya lo OelS-se dice-, naJa importan al difunto la vanidaJ Jcl Mundo y la insignificancia de sus cosas", Besadr sí, besad y JeIi.~ "edíos del que poco ha :.e hallaba entre vosotros, del eSIJírÍiu ,abandonó la fienda corporal en la que estaba alojado". ~~n la cortedad de la vida Jw!nqtla Ú en la condición perecedera d't· cuanto hay sobre la Tierra "

y besan el . en la

"Llorad, llorad !JO/' mi~-5e le hace eXd(\mHj'~-. No más I'lrllyJ'p

qWi!: ayer mismo' hablaba yo conl vosotros y", refJentinamcnle [ne ,'í,orprendió la muerte y me acerqué a la hora terrible d~ la separa~' dón. Dadme, pues, el último beso. Rogad incesantemente por mi. Pedid a Cristo que me [Jerdone todas mis culpas y que no me lance" cual merecí l)or ellas, al lugar de los tormentos," l' .

la despc1ida, se cantan el T'l'l:,wgio y una Ekten1:a,. Lll bendición y la ahsolución cierran el funeral 'greco-ortodoxo.

Se organiza la comitiva fúnebre en dirección al Cementerio. familiares y amigos del cristiano ortodoxo del mundo eslavo

van comiendo algunas partículas ele queso coddo en 'Im:el. -Con quieren dar testlÍmonio-il0S deCÍ'a un sacerdote ruso cmnentandQ esta costumbre eslava fuera de ritual-de su creencia en la I<esu­rrección general. Va delante del féretro el Clero con velas encen­didas)' cletrásel acompañamIento fúnebre. No carece ,ellocle bolismo. Cristo, guía suprerno, representado por la c1ered'a, va siempre en cabeza y los fieles, los cristianos,\los discípulos tienen obligación de seguirle ele cerca. Crist01'J1.a'rcha; con los su.jJOs h(fe.'ú" el Reino de la; 11Jagn,'ífice'/'lcia. '

La inhumación va precedida y acomp'afíada de ciertos ritos al­tamente signi fic.ativos. I-Iemos sido testigos en RU9ia de un detalle que 110 consignan Jos Rituales, pero que jamás omiten los sacerdo­tes eslavos. Es el siguiente: después de haber incensado j,epetid33 vec.es con ;Hluella o'ficiosidad c:eremonios'él) ta.n característica ~n 10s rusos, al cadáver, la s,epultura y al pueblo, el sac.erclote ortodoxo toma con sus dedos tnl poco de tierra y la \Tile'rte sobre él corazón del difunto haci,endo a la vez la señal de la Cruz. Pronuncia est'a sentencia:" Tierra eres JI en tierrc¡, te cdnvertirás." Hecho 10 cual y después de haber depositado el ¡féretro en la fosa, toma la pala con tierra y h.i a1'1"o.1 a sobre -el atando Al realizarlo recita en vo;.~

haja el versículo primero d~l Psalmo 23: " De Jehová es la. T'íl?rra y ta'J1'I,bién .~N'¿ ple1útud)' el j\lIu'/1.do y los, qu,e e'n él habitan le perte~ necen. ig'uaÜnen.te." Conviene adverúir-y ello tiene lugar prin'cipaL 111ente en la ]nhl1mación ele Al'chimandritas y altos jerarcas edcM

siásticos-que los eslavos no suden omitir este teresante: verter en la fosa un poco de aceÜe procedeJ/üe die la. para, que ante en el y ¡arrojar a 'ella un carbón encelHl1ao tomado del incensario, que es el utensiEo más corrientemente ma-nejado ,en la Liturgia La ceremonia alud'e sin 'al-lIifisterio de la E'lZcarnadón

J cuyo eco debe resonar hasta en los rin-

cones más profundos la 'rierra y hasta en los más intersticios de la mat'eria, Cristo debe llenarlo todo. Es el 'LL'A1\U'U",-,,_n

universal, e~ el puente tendido entr,e el tiempo y la eternidad) en-tre la carne y eI entre la y el

La ceremol1Í'a del entierro, üúga como todas las practicadas en la greco-ortoclo::da, con un servic:o especial dedicado al f{:;'

cién inhumado. Los rusos lo llaman Panihida (Vigilia), que dura toda la noche. Lo realizan al modo como se practic'abaen, la Igle­sia primitiva. Al final del mismo se oye una canción en la lJ.ue se repiten mucho esta~:; dos palabras: nJ.l!fENJORIA ETERNA!!

Antiguamente tenían un carácter y una solemnidad los entierros que en Moscú, Según nuestros informes, adquiridos cabalmente 'en tierras eslavas, todavía los poseen las Ín­humáciones realizadas en muchísimas 'aldeas. Los familiares del di­funto alquilaban para el día del ,entierro algunas plaFiid,'eras. que~

. precedidas por un (rácono qu,c, a Sil vez era portador ele una c'a­zoleta con perfumes, ibalÍ ante el féretro, entregadé:l.s a tod31 clase de lamentaciones. Detrás del cadáv,er iba el ,icono elel Santo pro­tector del difunto. La imagen sostenida por un sacerdote, que la daba a besar a los dese011so1ados parientes y amigos del mu~rto, presidia la lúgubre ceremonia. Poco antes de la inhumación se co­locaba entr(~. 'las manos del cadáver un JI Pa&l:porte celestial", \de este tenor tan ingenuo como raro

"Nos, ti infrat,uito (ollispo o sacenJote) certifico púbUCOJme:nte por estas Letras que Fulano de Tal, aquí de cuerpo prese)'vte, ha /)¡oiJo en ¡re nowfros como bueno y verdadero crIslÍarw ortodoxo. Sin duda cometió pecados, pero los confesó ante .Tr;~ bunal de la Penitencia, recibió la absluc1ón de ellos U parficípS ele la Sa~ta e erla, También dió wlio legítimo a Dios 11 a sus $(J:r'dos, a~ut1ó y orÓ del modo más cot1/JenienC;. El se portó s¡~mprf. bien con Nos, su confesor, en forma lal, que hubimos de otorgarle perdpn completo de sus faltas. "y N os hemos nbrado esta certificaci6n para ser presentada alí,le· San Pedro y ante los Santos a fin de que por este medio pueda él ser introducido sin óbice alguno en la Gloria Eterna" (DE ARTAMOFF).

Finnada y seHada por el Obispo y a veoes por el MetropoHta~ :no y hasta por el Patriarca, esta recomendación para el otro mundo

l'

314 DR. HILARlO CÓMEZ, PBRO.

era rnuy estimada por los de la CiIl,dacl Santa; del )Jloscowa, 'Al abandonar 1;;1. hlmb'a¡ la comitiva regresaba a la casa mor­

tuoria por el mismo 0rden con que habla ido al cementerio, que -~dicho sea de paso-está instalado, por 10 general, ,en medio de un bosque sin cerca de ninguna especie, Antes de abandonar el Campo Santo los f'amiliares y amigos del difunto, dejaron sobre su tumba monedas, panes y v,iandas que) a renglón seguido, ,eran distribuídas entre lospobr,es que fonnaban .grupo compacto a la entrada del cementerio.

El duelocluraba sen'lQ,'j'[(fS, durante las eua" mañan!a para recitar salmos y

junto a la sep111tL1ra del hijo de l~t