Jorge Luis Borges

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Jorge Luis Borges Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires , 24 de agosto de 1899 – Ginebra , 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino , uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX . Publicó ensayos breves, cuentos y poemas . Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento humano, ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye cualquier tipo de dogmatismo. Es considerado como uno de los eruditos más grandes del siglo XX , lo cual no impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de

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Jorge Luis Borges

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899 – Ginebra, 14 de junio de 1986) fue un escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX. Publicó ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y en el pensamiento humano, ha sido objeto de minuciosos análisis y de múltiples interpretaciones, trasciende cualquier clasificación y excluye cualquier tipo de dogmatismo.

Es considerado como uno de los eruditos más grandes del siglo XX, lo cual no impide que la lectura de sus escritos suscite momentos de viva emoción o de simple distracción. Ontologías fantásticas, genealogías sincrónicas, gramáticas utópicas, geografías novelescas, múltiples historias universales, bestiarios lógicos, silogismos ornitológicos, éticas narrativas, matemáticas imaginarias, thrillers teológicos, nostálgicas geometrías y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que las obras de Borges ofrecen tanto a los estudiosos como al lector casual. Y sobre todas las cosas, la filosofía, concebida como perplejidad, el pensamiento como conjetura, y la poesía, la forma suprema de la racionalidad. Siendo un literato puro pero, paradójicamente, preferido por los semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, Borges ofrece —a través de la perfección de su lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y la mente universal.

Ciego a los 55 años, personaje polémico, con posturas políticas que le impidieron ganar el Premio Nobel de Literatura al que fue candidato durante casi treinta años.

«Que un individuo quiera despertar en otro individuo recuerdos que no pertenecieron más que a un tercero, es una paradoja evidente. Ejecutar con despreocupación esa paradoja, es la inocente voluntad de toda biografía.» J.L.Borges

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Biografía

Primeros años

Borges consideraba que había heredado dos tradiciones de sus antepasados: una militar y otra literaria. Su árbol genealógico lo entronca con ilustres familias argentinas de estirpe criolla y anglosajona, como también portuguesa. Desciende de varios militares que tomaron parte activa en la Independencia Argentina, como Francisco Narciso de Laprida, que presidió el Congreso de Tucumán y firmó el Acta de la Independencia; Francisco Borges Lafinur —su abuelo paterno— fue un coronel uruguayo; Edward Young Haslam —su bisabuelo paterno— fue un poeta romántico que editó uno de los primeros periódicos ingleses del Río de Plata, el Southern Cross; Manuel Isidoro Suárez —su bisabuelo materno— fue un coronel que luchó en las guerras de la Independencia; Juan Crisóstomo Lafinur —su tío abuelo paterno— fue un poeta argentino autor de composiciones románticas y patrióticas y profesor de Filosofía; Isidoro de Acevedo Laprida —su abuelo materno— fue un militar que luchó contra Juan Manuel de Rosas.[6]

Su padre, Jorge Guillermo Borges, fue un abogado argentino, nacido en la provincia de Entre Ríos, que se dedicó a impartir clases de psicología. Era un ávido lector y tenía aspiraciones literarias que concretó en una novela, El caudillo, y algunos poemas; además tradujo a Omar Jayyam de la versión inglesa de Edward Fitzgerald. Para 1970, Jorge Luis Borges recordaba con estas palabras a su padre: «Él me reveló el poder de la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación sino símbolos mágicos y música».[7] Su madre, Leonor Acevedo Suárez, era uruguaya. Aprendió inglés de su marido y tradujo varias obras de esa lengua al español. La familia de su padre tenía orígenes españoles, portugueses e ingleses; la de su madre, españoles y posiblemente portugueses. En su casa se hablaba tanto en español como en inglés.[8]

Borges nació el 24 de agosto de 1899 a los ocho meses de gestación, en una típica casa porteña de fines del siglo XIX, con patio y aljibe, dos elementos que se repetirán como un eco en sus poesías. Su casa natal estaba situada en la calle Tucumán 840, pero su infancia transcurrió un poco más al norte, en la calle Serrano 2135 del barrio de Palermo. La relación de Borges con la literatura comenzó a muy temprana edad, siendo que a los cuatro años ya sabía leer y escribir. Debido a que en su casa se hablaba tanto español como inglés, Borges creció como bilingüe.[8] [9]

Mapa de la Ciudad de Buenos Aires en 1888. La infancia de Borges transcurrió en Palermo, un barrio que por aquella época se hallaba en los márgenes de la ciudad.

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En 1905 comenzó a tomar sus primeras lecciones con una institutriz británica. Al año siguiente escribió su primer relato, La visera fatal, siguiendo páginas del Quijote. Además, esbozó en inglés un breve ensayo sobre mitología griega. A los nueve años tradujo del inglés El príncipe feliz, de Oscar Wilde, texto que se publicó en el periódico El País rubricado por Jorge Borges (h). En el barrio de Palermo, que por aquella época era un barrio marginal de inmigrantes y cuchilleros, conoció las andanzas de los compadritos que después poblaron sus ficciones. Borges ingresó al colegio directamente en el cuarto grado. El inicio de su educación formal a los 9 años y en una escuela pública fue una experiencia traumática para Borges, los compañeros se mofaban de aquel sabelotodo, que llevaba anteojos, vestía como un niño rico, no se interesaba por los deportes y hablaba tartamudeando. Durante los cuatro años de su permanencia en ese colegio, Borges no aprendió mucho más que algunas palabras en lunfardo y varias estrategias para pasar desapercibido.

En 1914 el padre de Borges se vio obligado a dejar su profesión, jubilándose de profesor debido a la misma ceguera progresiva y hereditaria que décadas más tarde afectaría también a su hijo. Junto con la familia, se dirigió a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico especial. Para refugiarse de la Primera Guerra Mundial, la familia se instaló en Ginebra (Suiza), donde el joven Borges y su hermana Norah —nacida en 1902— asistirían a la escuela. Borges estudió francés y cursó el bachillerato en el Liceo Jean Calvin.[12] El ambiente en aquel establecimiento de inspiración protestante era completamente distinto al de su anterior escuela de Palermo, sus compañeros, muchos de ellos extranjeros como él, apreciaban ahora sus conocimientos e inteligencia y no se burlaban de su tartamudez. Durante esa época leyó sobre todo a los prosistas del Realismo francés y a los poetas expresionistas y simbolistas, especialmente a Rimbaud. A la vez, descubrió a Schopenhauer, a Nietzsche, a Carlyle y a Chesterton. Con la sola ayuda de un diccionario aprendió por sí mismo el alemán y escribió sus primeros versos en francés.

Gracias al fin de las hostilidades y después del fallecimiento de la abuela materna, la familia Borges marchó a España en 1919. Inicialmente se instalaron en Barcelona y luego se trasladaron a Palma de Mallorca. En esta última ciudad Borges escribió dos libros que no publicó: Los ritmos rojos, poemas de elogio a la Revolución rusa, y Los naipes del tahúr, un libro de cuentos. En Madrid y en Sevilla participó del movimiento literario ultraísta, que luego encabezaría en Argentina y que influiría poderosamente en su primera obra lírica. Colaboró con poemas y en la crítica literaria en las revistas Ultra, Grecia, Cervantes, Hélices y Cosmópolis. Su primera poesía, Himno al mar, escrita en el estilo de Walt Whitman, fue publicada en la revista Grecia el 31 de diciembre de 1919.[15]

Oh mar! oh mito! oh largo lecho!Y sé por qué te amo. Sé que somos muy viejos.Que ambos nos conocemos desde siglos.Sé que en tus aguas venerandas y rientes ardió la aurora de la Vida.(En la ceniza de una tarde terciaria vibré por primera vez en tu seno).Oh proteico, yo he salido de ti.¡Ambos encadenados y nómadas;Ambos con un sed intensa de estrellas;Ambos con esperanzas y desengaños;

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Ambos, aire, luz, fuerza, oscuridades;Ambos con nuestro vasto deseo y ambos con nuestra grande miseria.[15]

En esta época conoció a su futuro cuñado, Guillermo de Torre, y a algunos de los principales escritores españoles de la época, como Rafael Cansinos-Assens —a quien frecuentaba en el famoso Café Colonial y a quien siempre consideró su maestro— Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán y Gerardo Diego.[12]

Inicios de su carrera literaria

El 4 de marzo de 1921, junto con su abuela paterna —Frances Haslam, quien se les había unido en Ginebra en 1916— sus padres y su hermana, Borges embarcó en el puerto de Barcelona en el Reina Victoria Eugenia, que los devolvería a Buenos Aires. En el puerto los esperaba el escritor, filósofo de la paradoja y humorista surreal Macedonio Fernández, cuya amistad Borges habría de heredar de su padre. El contacto con Buenos Aires llevó al poeta a una relación exaltada de «descubrimiento» con su ciudad natal. Así comenzó a dar forma a la mitificación de los barrios suburbanos, donde asentaría parte de su constante idealización de lo real. Ya en Buenos Aires publicó en la revista española Cosmópolis, fundó la revista mural Prisma (de la que sólo se publicaron dos números) y también publicó en Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi. Por esa época conoció a Concepción Guerrero, una joven de dieciséis años de quien se enamoró. En 1922 visitó a Leopoldo Lugones junto a Eduardo González Lanuza para entregarle el último número de Prisma. En agosto de 1924 fundó la revista ultraísta Proa junto con Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra; Alfredo Brandán Caraffa y Pablo Rojas Paz, aunque paulatinamente iría abandonando esa estética. En 1923, en víspera de un segundo viaje a Europa, Borges publicó su primer libro de poesía, Fervor de Buenos Aires, en el que se prefigura, según palabras del propio Borges, toda su obra posterior. Fue una edición preparada apuradamente, en la que se colaron algunas erratas y que, además, carecía de prólogo. Para la tapa su hermana Norah realizó un grabado. Se editaron unos trescientos ejemplares; los pocos que se conservan son considerados tesoros por los bibliófilos y en algunos se aprecian correcciones manuscritas realizadas por el mismo Borges. En Fervor de Buenos Aires es donde emotivamente confesó que, finalmente, «las calles de Buenos Aires/ya son mi entraña». Son treinta y tres poemas tan heterogéneos que aluden a un juego de cartas (el truco), a Juan Manuel de Rosas, o a la exótica Benarés; sin ahorrar el espacio para solazarse en un patio anónimo de Buenos Aires, «en la amistad oscura/ de un zaguán, de una parra y de un aljibe». Sobre el espíritu de este libro ha escrito Borges que «en aquel tiempo buscaba los atardeceres, los arrabales y la desdicha».[16]

Después de un año en España e instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924, Borges colaboró en algunas revistas literarias y con dos libros adicionales, Luna de enfrente e Inquisiciones —que nunca reeditó— establecería para 1925 su reputación de jefe de la más joven vanguardia. En los siguientes treinta años Borges se transformaría en uno de los más brillantes y más polémicos escritores de América. Cansado del ultraísmo que él mismo había traído de España, intentó fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad. Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el tango, sobre fatales peleas de cuchillo, como Hombre de la esquina

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rosada y El puñal. Pronto se cansó también de este «ismo» y empezó a especular por escrito sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta el punto de producir durante dos décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más extraordinarias ficciones del siglo XX: Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, entre otros.[8] [9]

Más tarde colaboró, entre otras publicaciones, en Martín Fierro, una de las revistas clave de la historia de la literatura argentina de la primera mitad del siglo XX. No obstante su formación europeísta, reivindicó temáticamente sus raíces argentinas, y en particular porteñas, en poemarios como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno de San Martín (1929). Compuso letras de tangos y milongas, si bien rehuyó «la sensiblería del inconsolable tango-canción» y el manejo sistemático del lunfardo, que «infunde un aire artificioso a las sencillas coplas». En sus letras y algunos relatos se narran las dudosas hazañas de los cuchilleros y compadres, a los que muestra en toda su despojada brutalidad aunque dentro de un clima trágico, cuando no casi épico.

En 1930 Borges publicó el ensayo Evaristo Carriego y prologó una exposición del pintor uruguayo Pedro Figari. Además, conoció a un joven escritor de solo 17 años, que luego sería su amigo y con el que publicaría numerosos textos, Adolfo Bioy Casares.[17] En el primer número de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, Borges colaboró con un artículo dedicado al coronel Ascasubi. En este primer número, publicado en 1931, también contribuyeron la propia Victoria Ocampo, Waldo Frank, Alfonso Reyes Ochoa, Jules Supervielle, Ernest Ansermet, Walter Gropius, Ricardo Güiraldes y Pierre Drieu la Rochelle.[9] Borges publicó dos años más tarde una colección de ensayos y crítica literaria titulada Discusión, la que abarca temas tan diversos como la poesía gauchesca, la Cábala, temas filosóficos, el arte narrativo y hasta su opinión sobre clásicos del cine. El 12 de agosto de 1933 comenzó a dirigir, junto con Ulyses Petit de Murat, la Revista Multicolor de los Sábados, suplemento cultural impreso a color del diario populista Crítica que duraría hasta octubre de 1934.[18] En 1935 editó Historia universal de la infamia, una serie de relatos breves, entre ellos, Hombre de la esquina rosada.[19] Allí sigue interesado en el perfil mítico de Buenos Aires iniciado en Evaristo Carriego. Al año siguiente se publicaron los ensayos de Historia de la eternidad, donde —entre otros temas— Borges indaga sobre la metáfora. En la revista quincenal El Hogar, comenzó a publicar la columna de crítica de libros y autores extranjeros hasta 1939. Allí publicó quincenalmente gran cantidad de reseñas bibliográficas, biografías sintéticas de escritores y ensayos. Colaboró también en la revista Destiempo, editada por Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou, con ilustraciones de Xul Solar. Para la editorial Sur tradujo A Room of One’s Own, de Virginia Woolf y al año siguiente la novela Orlando de la misma autora.[11] En 1937 publicó Antología clásica de la literatura argentina.

El Borges vanguardista y más tarde terruñero pasó, en la década de los 30, al Borges de la revista Sur, con su cosmopolitismo de alto vuelo; al Borges metafísico que especuló sobre el tiempo y el espacio y lo infinito, la vida y la muerte y si hay destino para el hombre; al Borges que hace alardes de erudición y que ya pergeña sus celebérrimos textos trampa: comentarios exhaustivos, por ejemplo, de libros que no existen, o relatos que juntan y mezclan lo real con lo ficticio. También se percibe un cambio en materia de estilo, una labor de poda en las prosas y los metros, que pasan a ser más clásicos, más nítidos, más sencillos.[20]

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Los años finales de esta década fueron funestos para Borges: primero vino la muerte de la abuela Fanny; después, la del padre, precedida de una muy lenta y penosa agonía.[21] Borges se vio arrojado de una vez pero contundentemente al mundo de los adultos responsables. Tenía que hacer lo que todos hacían desde edades bastante más tempranas: trabajar, sacar adelante una familia. En esto tuvo suerte: con la ayuda del poeta Francisco Luis Bernárdez, consiguió en 1938 un empleo en la biblioteca municipal Miguel Cané del barrio porteño de Almagro. En esta poco concurrida biblioteca pudo seguir haciendo lo que solía, pasarse los días entre libros, leyendo y escribiendo.[20] Después, el mismo Borges sufrió un grave accidente, al golpearse la cabeza con una ventana, lo que lo llevó al borde de la muerte por septicemia y que, oníricamente, reflejará en su cuento El sur. En la convalecencia escribió el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. Esos sueños de convaleciente le sirvieron para escribir páginas espléndidas; fantasiosas pero tramadas por su inconfundible mente de siempre, lúcida y penetrante. Borges salió del trance afianzado en la idea que venía rumiando desde hacía tiempo: que la realidad empírica es tan ilusoria como el mundo de las ficciones, pero inferior a éste, y que sólo las invenciones pueden suministrarnos herramientas cognoscitivas confiables.[22]

En 1940 publicó Antología de literatura fantástica, en colaboración con Bioy Casares y Silvina Ocampo, quienes ese mismo año contrajeron matrimonio, siendo Borges el testigo de su boda. Prologó, además, el libro de Bioy Casares La invención de Morel.[8] [18] Publicó en 1941 Antología Poética Argentina y editó el volumen de narraciones El jardín de senderos que se bifurcan, obra con la que se hizo acreedor al Premio Nacional de Literatura. Al año siguiente apareció Seis problemas para don Isidro Parodi, libro de narraciones que escribió en colaboración con Bioy Casares. Lo firmaron con el seudónimo «H. Bustos Domecq», el cual proviene de «Bustos», un bisabuelo cordobés de Borges, y «Domecq», un bisabuelo de Bioy Casares. Bajo el título Poemas (1923-1943) reunió en 1943 la labor poética de sus tres libros más los poemas publicados en el diario La Nación y en la revista Sur. Presentó, junto con Bioy Casares, la antología Los mejores cuentos policiales. Para esta época, Borges ya había logrado un espacio en el reducido círculo de la vanguardia literaria argentina. Su obra Ficciones recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). En sus páginas se halla Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, sobrecogedora e insuperable metáfora del mundo.[18]

En una reunión en la casa de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Borges conoció en agosto de 1944 a Estela Canto, una joven atractiva, inteligente, cultivada y poco convencional, que llamó su atención —acostumbrado a tratar en los círculos literario y social con mujeres convencionales de la clase media o alta— y de quien se enamoró sin ser correspondido. Estela era una mujer vanidosa y hasta su muerte se ufanaba de haber conquistado el amor, y después la amistad de Borges, así como de haber sido la destinataria de una colección de cartas de amor que mostraban hasta qué punto el autor de Ficciones, que detestaba el sentimentalismo en la literatura, podía ser profundamente sentimental en la vida.[23] En su libro de memorias, Canto escribió:

La actitud de Borges me conmovía. Me gustaba lo que yo era para él, lo que él veía en mí. Sexualmente me era indiferente, ni siquiera me desagradaba. Sus besos torpes, bruscos, siempre a destiempo, eran aceptados condescendientemente. Nunca pretendí sentir lo que no sentía[24]

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La figura de Estela le inspiró a Borges ciertos aspectos de El Aleph, uno de sus mejores cuentos. El le dedicó a ella ese relato y le regaló el manuscrito original, el cual Estela hizo subastar cuatro décadas más tarde en Sotheby y fue vendido en más de 25.000 dólares[23] a la Biblioteca Nacional de España.[25]

Desafiando a su madre, para quien Estela era una desclasada, Borges le propuso casamiento. Ese amor no consumado, siempre agónico, terminó de morir hacia fines de 1952.[26]

En colaboración con Silvina Bullrich publicó El compadrito en 1945. Junto con Bioy Casares publicó en 1946 Un modelo para la muerte utilizando el seudónimo «B. Suárez Lynch» y, como H. Bustos Domecq, Dos fantasías memorables, volumen de historias de suspenso policial. Borges aclaró posteriormente que «Suárez» provenía de su abuelo y que «Lynch» representaba el lado irlandés de la familia de Bioy. Fundó y dirigió la revista Los Anales de Buenos Aires (que concluiría, tras 23 números, en diciembre de 1948). En la publicación, Borges y Bioy colaboraron con un nuevo seudónimo: «B. Lynch Davis». Entre 1947 y 1948 editó el ensayo Nueva refutación del tiempo y publicó sus Obras Escogidas. En 1949 se editó su célebre obra narrativa El Aleph, libro de género fantástico y que para la crítica es casi unánimemente su mejor colección de relatos.[27]

En 1946 Juan Domingo Perón fue elegido presidente, venciendo así a la Unión Democrática. Borges, que había apoyado a ésta última, se manifestaba abiertamente en contra del nuevo gobierno. Su fama de antiperonista lo acompañó toda su vida. Respecto al nuevo gobierno, que Borges consideraba una dictadura, manifestó:

Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina?

Borges se sintió obligado a renunciar a su empleo como bibliotecario cuando fue designado «Inspector de mercados de aves de corral» por el gobierno. Su madre y su hermana, también antiperonistas, fueron detenidas por la policía.[n. 2] Borges fue llevado por la necesidad a convertirse en conferencista itinerante por diversas provincias argentinas y Uruguay. Para ello, debió superar su tartamudez y su timidez con ayuda médica. La necesidad también lo llevó a iniciarse en la tarea docente como profesor de literatura inglesa en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza y, más tarde, en la Universidad Católica.[27]

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Madurez

Jorge Luis Borges en 1951.

Los albores de la década de 1950 marcaron el inicio del reconocimiento de Borges dentro y fuera de Argentina. La Sociedad Argentina de Escritores lo nombró presidente en 1950, cargo al que renunciaría tres años más tarde. Dictó conferencias en la Universidad de la República de Uruguay, donde apareció su ensayo Aspectos de la literatura gauchesca. Editó en México Antiguas literaturas germánicas, escrito en colaboración con Delia Ingenieros. También en ese mismo año se publicó en París la primera traducción francesa de su narrativa (Fictions) y en Buenos Aires la serie de cuentos La muerte y la brújula. En 1952 aparecieron los ensayos de Otras inquisiciones y se reeditó un ensayo sobre lingüística porteña titulado El idioma de los argentinos, junto con El idioma de Buenos Aires de José Edmundo Clemente. Apareció también la segunda edición de El Aleph, con nuevos cuentos. Algunas narraciones de este libro fueron traducidas al francés por Roger Caillois y publicadas en París en 1953 con el nombre de Labyrinthes. Ese año Borges publicó El Martín Fierro, ensayo que tuvo una segunda edición dentro del año. Bajo el cuidado de José Edmundo Clemente, la editorial Emecé comenzó a publicar sus Obras Completas. En 1954 el director cinematográfico Leopoldo Torre Nilsson dirigió el film Días de odio, basado en el cuento de Borges Emma Zunz.[28]

Tras un golpe militar —denominado Revolución Libertadora— que derrocó al gobierno peronista, Borges fue elegido en 1955 director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocuparía por espacio de 18 años. En diciembre de ese mismo año fue designado miembro de la Academia Argentina de Letras. Publicó Los orilleros, El paraíso de los creyentes, Cuentos breves y extraordinarios, Poesía gauchesca, La hermana Eloísa y Leopoldo Lugones. Se le confirmó, además, en la cátedra de Literatura Alemana y, luego, como director del Instituto de Literatura Alemana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La revista Ciudad le dedicó un volumen crítico y bibliográfico sobre su obra. Apareció Ficciones en italiano, bajo el título La Biblioteca di Babele. Tras varios accidentes y algunas operaciones, un oftalmólogo le prohibió leer y escribir. Aunque aún distinguía luces y sombras, esta prohibición cambió profundamente su práctica literaria. Borges se fue quedando ciego como consecuencia de la enfermedad congénita que había ya afectado a su padre. El hecho no fue repentino («Se ha extendido

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desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento crepúsculo que duró más de medio siglo»),[29] sino que más bien se trató de un proceso; como fuere, esto no le impidió seguir con su carrera de escritor, ensayista y conferencista, así como tampoco significó para él el abandono de la lectura —hacía que le leyesen en voz alta— ni del aprendizaje de nuevas lenguas.[28] El haber sido nombrado director de la Biblioteca Nacional y, en el mismo año, comprender la profundización de su ceguera fue percibido por Borges como una contradicción del destino. Él mismo lo relató en una conferencia dos décadas más tarde: «Poco a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas. Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí el Poema de los dones»:[30]

Nadie rebaje a lágrima o reprocheesta declaración de la maestríade Dios, que con magnífica ironíame dio a la vez los libros y la noche.[31]

En 1956 dictó el curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, fue nombrado catedrático titular en la misma universidad, recibió un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cuyo y fue nombrado presidente de la Asociación de Escritores Argentinos. En Montevideo criticó ásperamente al peronismo depuesto y defendió a la Revolución Libertadora. Por su adhesión al nuevo gobierno resultó muy criticado, entre otros, por Ernesto Sabato y Ezequiel Martínez Estrada. Sabato y Borges continuarían, si bien no enemistados, «separados» por motivos políticos hasta 1973, cuando, a raíz de un encuentro casual en una biblioteca, Orlando Barone resolvió promover una serie de reuniones, en las que ambos escritores discutieron sobre literatura, filosofía, cine, lingüística y demás temas. El resultado de estas reuniones fue la edición de un libro: Diálogos: Borges-Sabato.[28]

Borges con el presidente Arturo Frondizi.

Entre 1957 y 1960 publicó Manual de zoología fantástica y El hacedor, una colección de textos breves y poemas dedicada a Leopoldo Lugones. Hizo una nueva actualización de Poemas y publicó en el diario La Nación el poema Límites. Bajo su dirección se inició la segunda época de la revista La Biblioteca y, en colaboración con Bioy Casares, editó la antología Libro del cielo y del infierno. Sus obras continuaron traduciéndose a varios idiomas:[32] en este período en particular Otras inquisiciones fue traducido al francés bajo el título Enquétes, El Aleph al alemán con el título Labyrinthe y una selección de cuentos de El Aleph y Ficciones al italiano como L'Aleph. En este período también aparecieron los

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volúmenes sexto a noveno de las Obras Completas. Para 1960 se vinculó con el Partido Conservador.[8] [28] Compartió con Samuel Beckett, en 1961, el Premio Internacional de Literatura (consistente en 10 mil dólares), otorgado por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Este importante galardón lo promovió internacionalmente y le ofreció la posibilidad de que sus obras fueran traducidas a numerosos idiomas (inglés, francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, farsí, griego, eslovaco y árabe, entre otros). Apareció su Antología personal, editada por Sur. Viajó junto a su madre a Estados Unidos, invitado por la Universidad de Texas y por la Fundación Tinker, de Austin. Allí dictó conferencias y cursos sobre literatura argentina durante seis meses. En Nueva York se editó una antología de sus cuentos titulada Labyrinths y se tradujo al alemán Historia universal de la infamia. En 1962 se estrenó el film Hombre de la esquina rosada, basado en el cuento homónimo, que dirigió René Mugica. Finalizó una biografía sobre el poeta Almafuerte. En compañía de su madre, viajó a Europa en 1963 y ofreció numerosas conferencias. De regreso a Buenos Aires terminó una antología sobre Evaristo Carriego.[33]

Jorge Luis Borges en 1968, fotografía tomada del libro Historia de la Literatura Argentina Vol II editado por el Centro Editor de América Latina.

Con la colaboración de María Esther Vázquez publicó Introducción a la literatura inglesa en 1965 y Literaturas germánicas medievales en 1966. Al año siguiente se editó Introducción a la literatura norteamericana, escrito en colaboración con Esther Zemborain y Crónicas de Bustos Domecq, con Bioy Casares. Se editaron, además, sus milongas y tangos en el libro Para las seis cuerdas, ilustrado por Héctor Basaldúa, y su cuento La intrusa.[8] [33]

Borges con el presidente Dr. Arturo Umberto Illia.

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El 21 de septiembre de 1967 Borges, de 68 años, se casó por iglesia con Elsa Astete Millán, viuda de 57 años. Durante los primeros tiempos, la pareja vivió en la casa de él, compartiendo sus días con Leonor Acevedo. En el recuerdo de Elsa la madre del escritor no intervino para perjudicar la relación. No obstante, según los amigos de Borges, los celos de Doña Leonor eran terribles. Unos meses después del casamiento, la pareja se mudó a un departamento, donde hicieron por primera vez la experiencia de vivir juntos y solos, y allí la rivalidad entre su esposa y su madre cobró mayor virulencia y el escritor tuvo que empezar a visitar a escondidas a Leonor. Esa experiencia, además, llevaría a la pareja a enfrentar definitivamente la realidad: la convivencia era intolerable. En una entrevista publicada en 1993, Elsa admitió que no fue feliz junto a Borges: «Era introvertido, callado y poco cariñoso. Era etéreo, impredecible. No vivía en un mundo real».[34] El matrimonio duró hasta octubre de 1970.

En 1968, con la colaboración de Margarita Guerrero, publicó una ampliación del Manual de zoología fantástica bajo el título El libro de los seres imaginarios. Apareció en ese año su Nueva antología personal. Viajó a Santiago de Chile para asistir al Congreso de Intelectuales Antirracistas y a Europa e Israel para pronunciar algunas conferencias. El director Hugo Santiago dirigió la película Invasión, con argumento de Bioy y Borges. En 1969 ordenó y corrigió dos libros de poemas: El otro, el mismo y Elogio de la sombra, el cual logró dos ediciones dentro del año. Con ilustraciones del pintor Antonio Berni, se editó su traducción y antología de Hojas de hierba, de Walt Whitman. Después de algunos años sin publicar cuentos, reunió varias narraciones en El informe de Brodie, libro publicado en agosto de 1970.[8] [33]

Sus últimos años

Jorge Luis Borges en 1963, ya con dificultades en la visión.

Tumba de Jorge Luis Borges en el cementerio de Plain Palais, en Ginebra.

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En 1971 Borges publicó en Buenos Aires el cuento largo titulado El congreso. Al año siguiente viajó a Estados Unidos, donde recibió numerosas distinciones y pronunció conferencias en diversas universidades. A su regreso a Buenos Aires publicó el libro de poemas El oro de los tigres y el 24 de agosto, día de su cumpleaños, recibió un homenaje singular: la publicación en forma privada de su cuento El otro. En 1973 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, paralelamente, solicitó su jubilación como director de la biblioteca nacional. En 1973 reunió por primera vez en un volumen sus Obras Completas, editadas por Emecé.

Como De Quincey y tantos otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería literario. Mi primer libro data de 1923; mis Obras Completas, ahora, reúnen la labor de medio siglo. No sé que mérito tendrán, pero me place comprobar la variedad de temas que abarcan. La patria, los azares de los mayores, las literaturas que honran las lenguas de los hombres, las filosofías que he tratado de penetrar, los atardeceres, los ocios, las desgarradas orillas de mi ciudad, mi extraña vida cuya posible justificación está en estas páginas, los sueños olvidados y recuperados, el tiempo....La prosa convive con el verso; acaso para la imaginación ambas son iguales. Jorge Luis Borges. Obras Completas. Prólogo.[35]

En Milán, Franco Maria Ricci publicó el cuento El congreso en una edición lujosísima con letras de oro. El libro de poesía La rosa profunda y la colección de relatos El libro de arena se publicaron en 1975, junto con la recopilación Prólogos. Se estrenó además la película El muerto, sobre un cuento homónimo, dirigida por Héctor Olivera.

Ante una nueva victoria del peronismo, Borges insistió en recordar al primer gobierno de Perón como "los años de oprobio". En 1975 falleció su madre, a los noventa y nueve años. A partir de ese momento Borges realizaría sus viajes junto a una ex-alumna, luego secretaria y —por último, en la senectud de Borges— su segunda esposa, María Kodama.

En 1986, al conocerse enfermo de cáncer y temiendo que su agonía fuese un espectáculo nacional,[36] fijó su residencia en Ginebra, ciudad a la que lo unía un profundo amor y a la cual Borges había designado una de mis patrias. El 26 de abril se casó —por poderes— con María Kodama, según Acta de esa fecha labrada en Colonia Rojas Silva, Paraguay. Falleció el 14 de junio de 1986 a los 86 años víctima de un cáncer hepático y un enfisema pulmonar.[37] Obedeciendo su última voluntad, sus restos yacen en el cementerio de Plain Palais.[n. 3] [38] [39] La lápida,[40] realizada por el escultor argentino Eduardo Longato, es de una piedra blanca y áspera. En lo alto de su cara anterior se lee Jorge Luis Borges y, debajo, «And ne forhtedon na», junto a un grabado circular con siete guerreros, una pequeña cruz de Gales y los años "1899/1986".[41] [42] [43] La inscripción «And ne forhtedon na», formulada en anglosajón, se traduce como «Y que no temieran».[n. 4] La cara posterior de la lápida contiene la frase Hann tekr sverthit Gram ok leggr í methal theira bert, que se corresponde al capítulo veintisiete de la Saga Volsunga (saga noruega del siglo XIII), y se traducen como «El tomó la espada, Gram, y la colocó entre ellos desenvainada».[n. 5] Estos dos mismos versos los utilizó también Borges como epígrafe de su cuento Ulrica, incluido en El libro de arena, único relato de amor del autor y cuyo protagonista se llama Javier Otálora. Bajo esta segunda inscripción aparece el grabado de una nave vikinga, y bajo ésta

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una tercera inscripción: «De Ulrica a Javier Otárola», lo que permite interpretar esta última inscripción como una dedicatoria de María Kodama a Jorge Luis Borges.[38] [45]

En febrero de 2009,[46] se presentó un proyecto para trasladar sus restos al cementerio porteño de la Recoleta. Se generó una importante polémica,[47] su viuda María Kodama se opuso rotundamente y finalmente el proyecto quedó desechado.[48]

Borges y el ultraísmo

Jorge Luis Borges.

El 25 de enero de 1921 apareció el primer número de la revista literaria española Ultra, que —como su propio nombre deja adivinar— era el órgano difusor del movimiento ultraísta. Entre los colaboradores más notables se cuentan el mismo Borges, Rafael Cansinos-Assens, Ramón Gómez de la Serna y Guillermo de Torre, quien más tarde se casaría con Norah Borges.

Así lo definió el mismo Cansinos: «El ultraísmo es una voluntad caudalosa que rebasa todo límite escolástico. Es una orientación hacia continuas y reiteradas evoluciones, un propósito de perenne juventud literaria, una anticipada aceptación de todo módulo y de toda idea nuevos. Representa el compromiso de ir avanzando con el tiempo.»

Al respecto, el joven Borges escribió en 1921 en la revista Nosotros:[49]

Estas palabras fueron escritas en el otoño de 1918. Hoy, tras dos años de variadísimos experimentos líricos ejecutados por una treintena de poetas en las revistas españolas Cervantes y Grecia -capitaneada esta última por Isaac del Vando Villar- podemos precisar y limitar esa anchurosa y precavida declaración del maestro. Esquematizada, la presente actitud del ultraísmo es resumible en los principios que siguen:

Reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora. Tachadura de las frases medianeras, los nexos y los adjetivos inútiles. Abolición de los trebejos ornamentales, el confesionalismo, la circunstanciación, las

prédicas y la nebulosidad rebuscada. Síntesis de dos o más imágenes en una, que ensancha de ese modo su facultad de

sugerencia.

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Los poemas ultraicos constan, pues, de una serie de metáforas, cada una de las cuales tiene sugestividad propia y compendiza una visión inédita de algún fragmento de la vida. La desemejanza raigal que existe entre la poesía vigente y la nuestra es la que sigue: en la primera, el hallazgo lírico se magnifica, se agiganta y se desarrolla; en la segunda, se anota brevemente. ¡Y no creáis que tal procedimiento menoscabe la fuerza emocional!

En ese mismo artículo, terminó resumiendo:

La poesía lírica no ha hecho otra cosa hasta ahora que bambolearse entre la cacería de efectos auditivos o visuales, y el prurito de querer expresar la personalidad de su hacedor. El primero de ambos empeños atañe a la pintura o a la música, y el segundo se asienta en un error psicológico, ya que la personalidad, el yo, es sólo una ancha denominación colectiva que abarca la pluralidad de los estados de conciencia. Cualquier estado nuevo que se agregue a los otros llega a formar parte esencial del yo, y a expresarle: lo mismo lo individual que lo ajeno. Cualquier acontecimiento, cualquier percepción, cualquier idea, nos expresa con igual virtud; vale decir, puede añadirse a nosotros... Superando esa inútil terquedad en fijar verbalmente un yo vagabundo que se transforma en cada instante, el ultraísmo tiende a la meta primicial de toda poesía, esto es, a la transmutación de la realidad palpable del mundo en realidad interior y emocional.

Un año después Borges publicó en esa misma revista una antología de poemas ultraístas.

Años más tarde, Borges reprobaría, y hasta despreciaría, aquellos comienzos de su obra y todo lo relacionado con el ultraísmo. Su entusiasmo de una época, de unos años —de 1919 a 1922— pronto se trocó en desdén y aun en agresividad. Muy pronto llegó a considerar como pura futilidad la técnica del poema ultraísta: enfilamiento de percepciones sueltas, rosario de imágenes sensuales, plásticas y llamativas. La consecuencia fue que, sin perjuicio de haber inoculado el virus ultraísta a algunos jóvenes argentinos aprendices de poetas, muy pocos años después, Borges no vacilaría en calificar aquellos experimentos de áridos poemas de la equivocada secta ultraísta.[50] De hecho, para 1966, Borges juzgaba el 'dogma de la metáfora' como falso, pues...

...basta un solo verso no metafórico para probar que la metáfora no es un elemento esencial, concluyendo en que el error del ultraísmo (...) fue el de no haber enriquecido, el de haber prohibido simplemente. Por ejemplo casi todos escribíamos sin signos de puntuación. Hubiera sido mucho más interesante inventar nuevos signos, es decir enriquecer la literatura (...) el ultraísmo fue una revolución que consistía en relegar la literatura a una sola figura, la metáfora.[51]

Borges y los cuentos

Al igual que su coetáneo Vladimir Nabokov y el un poco más viejo James Joyce, Borges combinaba el interés por su tierra natal con intereses mucho más amplios. También compartía su multilingüismo y su gusto por jugar con el lenguaje, pero a diferencia de Nabokov y Joyce, quienes con el paso del tiempo se dieron a la creación de obras más extensas, Borges nunca escribió una novela. A quienes le reprocharon esa falta, Borges

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respondía que sus preferencias estaban con el cuento, que es un género esencial, y no con la novela que obliga al relleno.[52] De los autores que han intentado ambos géneros prefería, generalmente, sus cuentos. De Kafka, por ejemplo, él aseguraba que eran mejores sus narraciones breves que El proceso.[53] En el prólogo de Ficciones afirmó que era un «desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en 500 páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos».[54]

Borges y la política

El entonces presidente Raúl Alfonsín acercándose a saludar a Borges, en 1983.

Yo descreo de la política no de la ética. Nunca la política intervino en mi obra literaria, aunque no dudo que este tipo de creencias puedan engrandecer una obra. Vean, si no, a Whitman, que creyó en la democracia y así pudo escribir Leaves of Grass, o a Neruda, a quien el comunismo convirtió en un gran poeta épico… Yo nunca he pertenecido a ningún partido, ni soy el representante de ningún gobierno… Yo creo en el Individuo, descreo del Estado. Quizás yo no sea más que un pacífico y silencioso anarquista que sueña con la desaparición de los gobiernos. La idea de un máximo de Individuo y de un mínimo de Estado es lo que desearía hoy…[55]

El anarquismo filosófico de raíz liberal spenceriana, aprendido del padre y alimentado en las conversaciones con Macedonio Fernández marcaría a Borges fundamentalmente para un rechazo de toda tiranía de carácter personalista. Durante toda su vida él trataría de rescatar, destacar y fomentar la individualidad por sobre los movimientos de masas. En particular en aquellos movimientos que, amparados en la figura de un líder carismático, se multiplicaban en las décadas de los treinta y cuarenta en la Argentina y el mundo. Borges, lejos de estar fuera de los acontecimientos de su época, interpretaba y criticaba muchos de ellos en el mismo momento en que sucedían. Así, en mayo de 1937, escribió en el número 32 de la revista Sur contra el racismo de los libros de texto de las escuelas alemanas:

No sé si el mundo puede prescindir de la civilización alemana. Es bochornoso que la estén corrompiendo con enseñanzas de odio[56]

En la misma revista, en 1939, escribió en su Ensayo de imparcialidad: «Es posible que una derrota alemana sea la ruina de Alemania; es indiscutible que su victoria sería la ruina y el

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envilecimiento del orbe. No me refiero al imaginario peligro de una aventura colonial sudamericana; pienso en los imitadores autóctonos, en los Uebermenschen caseros que el inexorable azar nos depararía. […] Espero que los años nos traerán la venturosa aniquilación de Adolf Hitler, hijo atroz de Versalles».[57]

Se debe destacar el carácter profético de la preocupación de Borges por la multiplicación de Übermenschen nativos. Para Borges, tal profecía se vería realizada en la figura de Perón y su ascensión al poder. Cuando, en 1946, Perón toma efectivamente el poder, Borges, que trabajaba en una biblioteca pública, fue «ascendido» a inspector de gallinas y conejos en los mercados. Borges fue a la municipalidad para preguntar a qué se debía ese nombramiento. Él mismo cuenta la anécdota en su autobiografía:

«Mire —dije al empleado—, me parece un poco raro que de toda la gente que trabaja en la biblioteca me hayan elegido a mí para desempeñar ese cargo». «Bueno —contestó el empleado— usted fue partidario de los aliados durante la guerra. Entonces, ¿qué pretende? Esa afirmación era irrefutable, y al día siguiente presenté mi renuncia. Los amigos me apoyaron y organizaron una cena de desagravio. Preparé un discurso para la ocasión» (Borges, 1999, p. 112)

El discurso, dada la timidez de Borges, fue leído por su amigo Pedro Henríquez Ureña el día 8 de agosto de 1946 y publicado en el número 142 de la revista Sur. En él, Borges afirmaba que «las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez». Agregaba que combatir esas tristes monotonías «es uno de los muchos deberes del escritor».[58]

Borges combatió anacrónicamente la dictadura de Rosas y contemporáneamente el gobierno democrático de Perón. Pero cierta austeridad lo llevó a no hacer pública, no tornar algo común e inteligible para otros, su actitud. Tampoco se debe olvidar su falta de actualización política para reconocer y entender el carácter atroz de las nuevas dictaduras que, en las décadas de los sesenta y setenta, asolaron Latinoamérica. Fue frente a esas dictaduras que reforzó su incapacidad política y por lo que recibió las más duras críticas.[59]

Esta actuación consistió básicamente en declaraciones y demostraciones de consentimiento con las dictaduras en la Argentina y con Pinochet en Chile.

El dictador Jorge Videla, con Horacio Esteban Ratti, Ernesto Sabato, Jorge Luis Borges y el padre Leonardo Castellani.

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El 19 de mayo de 1976, Jorge Rafael Videla protagonizó un almuerzo con un grupo de intelectuales argentinos, entre los que se contaban Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Horacio Esteban Ratti y el padre Leonardo Castellani. Después de la comida, Borges declaró a la prensa:

Le agradecí personalmente el golpe del 24 de marzo, que salvó al país de la ignominia, y le manifesté mi simpatía por haber enfrentado las responsabilidades del gobierno. Yo nunca he sabido gobernar mi vida, menos podría gobernar un país.[60]

Siempre criticó la obra de los escritores politizados, entre a los que incluía a Pablo Neruda. Decía que su fama siempre era extraliteraria. De la obra de Pablo Neruda expresó una vez que lo mejor era su parte política, dando a entender que incluso su poesía era de baja calidad.[61] Hoy en día la pertinencia de la crítica para con el comportamiento político del autor de Ficciones no fue superada ni, mucho menos, se muestra obsoleta.

El escritor Osvaldo Soriano, en un artículo dedicado a Borges, recuerda:

Muchas veces, en París, evocamos a Borges. Cuando aparecía uno de sus últimos libros o alguna declaración terrible de apoyo a la dictadura. Cortázar sostenía (como todos los que lo admiramos) que había que juzgar al escritor genial por un lado, al hombre insensato por otro. Había que disociarlos para comprenderlos, ir contra todas las reglas de razonamiento para crear otra que nos permitiera amarlo y sentirlo como nuestro a pesar de él mismo.[62]

Borges en 1968.

Según H. Martínez, en un artículo en donde trata de entender las actitudes de Borges frente a la política, la opción borgeana fue la de sustituir la política colocando a la ética en su lugar, una ética de corte individual, casi íntima, donde lo que importa es el compromiso personal con alguna convicción, más allá de sus efectos públicos. Los resultados de esta opción, en una persona pública, en un pensador de la talla de Borges, fueron desastrosos.[59]

En 1980 firmó una Solicitada por los desaparecidos en el diario Clarín. Borges dijo al respecto:

Una tarde vinieron a casa las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo a contarme lo que pasaba. Algunas serían histriónicas, pero yo sentí que muchas venían llorando sinceramente porque uno siente la veracidad. Pobres mujeres tan desdichadas. Esto no quiere decir que sus hijos fueran invariablemente inocentes pero no importa. Todo acusado tiene derecho, al menos, a un fiscal para no hablar de un abogado defensor. Todo acusado tiene derecho a ser juzgado. Cuando me enteré de todo este asunto de los desaparecidos me sentí terriblemente

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mal. Me dijeron que un general había comentado que si entre cien personas secuestradas, cinco eran culpables, estaba justificada la matanza de las noventa y cinco restantes. ¡Debió ofrecerse él para ser secuestrado, torturado y muerto para probar esa teoría, para dar validez a su argumento!

El día que Borges asistió a la sala donde se juzgaban a las Juntas Militares argentinas escribió una crónica para la agencia española EFE. Se tituló Lunes, 22 de julio de 1985.

...He asistido, por primera y última vez, a un juicio oral. Un juicio oral a un hombre que había sufrido unos cuatro años de prisión, de azotes, de vejámenes y de cotidiana tortura. Yo esperaba oír quejas, denuestos y la indignación de la carne humana interminablemente sometida a ese milagro atroz que es el dolor físico. Ocurrió algo distinto. Ocurrió algo peor. El réprobo había entrado enteramente en la rutina de su infierno. Hablaba con simplicidad, casi con indiferencia, de la picana eléctrica, de la represión, de la logística, de los turnos, del calabozo, de las esposas y de los grillos. También de la capucha. No había odio en su voz.[63]

...¿Qué pensar de todo esto? Yo, personalmente, descreo del libre albedrío. Descreo de castigos y de premios. Descreo del infierno y del cielo...Sin embargo, no juzgar y no condenar el crimen sería fomentar la impunidad y convertirse, de algún modo, en su cómplice.... Es de curiosa observación que los militares, que abolieron el Código Civil y prefirieron el secuestro, la tortura y la ejecución clandestina al ejercicio público de la ley, quieran acogerse ahora a los beneficios de esa antigualla y busquen buenos defensores. No menos admirable es que haya abogados que, desinteresadamente sin duda, se dediquen a resguardar de todo peligro a sus negadores de ayer.[64]

La Guerra de las Malvinas fue un conflicto armado entre Argentina y el Reino Unido ocurrido en las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982 por la soberanía sobre estos archipiélagos australes tomados por la fuerza en 1833 y dominados desde entonces por el Reino Unido. El saldo final de la guerra fue la reocupación de los tres archipiélagos por parte del Reino Unido y la muerte de 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños. En Argentina, la derrota en el conflicto precipitó la caída de la junta militar que gobernaba el país y que había sucedido a otras juntas militares instauradas tras el golpe de Estado de 1976 y la restauración de la democracia como forma de gobierno. Por otro lado se sostiene que la victoria en el enfrentamiento permitió al gobierno conservador de Margaret Thatcher lograr la reelección en las elecciones del año 1983. En 1982 Borges condenó la invasión argentina de las Islas Malvinas, y valoró positivamente las consecuencias de la derrota:

...si se hubiesen reconquistado las Malvinas, posiblemente los militares se hubiesen perpetuado en el poder y tendríamos un régimen de aniversarios, de estatuas ecuestres, de falta de libertad total. Además, yo creo que la guerra se hizo para eso, ¿no?

Al respecto, dijo Julian Barnes: «Durante la guerra de Malvinas, (Borges) nos recordó que la obligación del escritor es decir la verdad más allá de la popularidad. Es lo que hizo con su comentario, brillante y sagaz, de que la guerra no era más que "dos pelados peleándose por un peine"».[65]

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Aparte de ese comentario, Borges logró sintetizar lo absurdo de los nacionalismos y de las guerras en su poema Juan López y John Ward.[66]

"Les tocó en suerte una época extraña.

El planeta había sido parcelado en distintos países,

cada uno provisto de lealtades,

de queridas memorias,

de un pasado sin duda heroico,

de derechos,

de agravios,

de una mitología peculiar,

de próceres de bronce,

de aniversarios,

de demagogos y de símbolos.

Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras.

López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil;

Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown.

Había estudiado castellano para leer el Quijote.

El otro profesaba el amor de Conrad,

que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte.

Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara,

en unas islas demasiado famosas,

y cada uno de los dos fue Caín,

y cada uno, Abel.

Los enterraron juntos.

La nieve y la corrupción los conocen.

El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender."[66]

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Borges y la filosofía

Borges mantuvo una relación sumamente original con la filosofía. Prueba de ello son las incontables menciones filosóficas presentes en su obra ensayística y literaria, así como también su influencia sobre importantes filósofos y pensadores contemporáneos, como Michel Foucault, Ilya Prigogine, Richard Rorty, Umberto Eco y Fernando Savater. Sin ser propiamente filósofo, Borges era no obstante un ávido lector de filosofía. Uno de los elementos originales de su abordaje es que en sus textos las ideas filosóficas aparecen de forma tal que producen en los lectores su vivencia antes que su conceptualización. Borges rescata ciertas ideas y las representa en clave literaria, destacando lo que éstas tienen de vívido y de maravilloso, apelando a la intuición del lector antes que a su captación conceptual o argumentativa. Las ideas así presentadas son comprendidas en toda su fuerza expresiva. Para generar este efecto, uno de sus procedimientos consiste en asumir las premisas propias de un determinado sistema filosófico y recrear el universo tal como sus partidarios lo perciben. Por ejemplo, en su cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius,[67] Borges ilustra el idealismo filosófico al presentarnos un mundo —Tlön— en el que todos sus habitantes conciben lo real como un producto de la mente. Según Nicolás Zavadivker,[68] Borges no nos habla en esa historia sobre el idealismo, sino que nos presenta directamente un mundo construido según las premisas idealistas. De esta forma genera una comprensión de estas ideas desde dentro del propio sistema, desde sus posibilidades y sus límites. Desliza, por ejemplo, que no existen los sustantivos en las lenguas de Tlön, por la sencilla razón de que sus habitantes no creen que haya cosas a las que éstos puedan referirse, como afirma el idealismo. Borges ilustra magistralmente los alcances de esta ausencia traduciendo la frase «surgió la luna sobre el río» por la tlöniana «hacia arriba detrás duradero-fluir luneció».

Este rescate de Borges de las consecuencias más maravillosas de las perspectivas filosóficas que trata se vincula a su explícita opción por la belleza antes que por la verdad. Así, Borges afirma encontrar en su obra una tendencia consistente en «estimar las ideas religiosas o filosóficas por su valor estético y aún por lo que encierran de singular y de maravilloso».[69] Su esteticismo posiblemente sea una de las claves de la aparente adscripción de Borges hacia filosofías contradictorias, lo que generó discusiones en torno de su propia posición filosófica. También en varias ocasiones destacó su escepticismo con respecto a las posibilidades de la filosofía: «No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Una doctrina filosófica es al principio una descripción verosímil del universo; giran los años y es un mero capítulo —cuando no un párrafo o un nombre— de la historia de la filosofía».[70] Según Zavadivker, su esteticismo y su descreimiento en las posibilidades de la filosofía para explicar el mundo lo llevó a asumir y hasta festejar la pluralidad de perspectivas con que los hombres han interpretado el mundo, sin necesidad de definirse por alguna de ellas.

Borges y la religión

Durante toda su vida, Borges no profesó religión alguna y se declaró algunas veces agnóstico y otras ateo.[71] Sin embargo, por expreso pedido de su madre -católica devota- Borges rezaba un Ave María antes de irse a dormir,[72] y en su lecho de muerte recibió la

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asistencia de un sacerdote católico.[73] En 1978, en una entrevista del periodista peruano César Hildebrandt, Borges afirma tener la certeza de que Dios no existe.[74]

Borges, ciencia e Internet

Con el pasar del tiempo se ha ido haciendo cada vez más difícil ser un lector de Borges «en el sentido ingenuo de la palabra».[n. 6] Todos creen encontrar en cada frase, y aún en cada palabra de sus cuentos, los más sofísticados e intrincados mensajes y sub-mensajes, los que son objeto de novedosas interpretaciones y contra-interpertaciones. Es interesante observar que entre las ideas que sirven de fundamento para las fantasías de Borges, junto a las doctrinas filosóficas, o pseudo-filosóficas, se encuentran también alusiones a ciertas ideas científicas. Estas últimas han entusiasmado enormemente a algunos críticos que han querido encontrar en ellas significativas antelaciones científicas y le atribuyen así a Borges un profundo entendimiento en la materia. Este entusiasmo ha sido avivado por muchas referencias en textos de popularización científica para los cuales los cuentos de Borges ofrecen buenas y asequibles ilustraciones de ideas que de otra manera pueden parecer extremadamente abstractas e incomprensibles para el público no especializado.[76] [77] [78]

En numerosos textos científicos y de divulgación científica se citan cuentos de Borges.[79] Así, se menciona a "La biblioteca de Babel"[80] para ilustrar las paradojas de los conjuntos infinitos [ 81 ] y la geometría fractal,[82] referencias a la taxonomía fantástica del doctor Franz Kuhn, en "El idioma analítico de John Wilkins" (un favorito de neurocientíficos y lingüistas),[83] invocaciones a Funes el memorioso para representar sistemas de numeración,[84] y hasta una cita de "El libro de arena" en un artículo sobre la segregación de mezclas granulares.[85] En todos estos casos, las citas a cuentos de Borges no son más que ejemplos metafóricos que dan brillo a la prosa opaca de las explicaciones técnicas. Sin embargo, una notable excepción la constituye El Jardín de senderos que se bifurcan, donde Borges propone sin saberlo (no podría haberlo sabido) una solución a un problema de la física cuántica todavía no resuelto.[86] El jardín, publicado en 1941, se anticipa de manera prácticamente literal a la tesis doctoral de Hugh Everett III publicada en 1957 con el título Relative State Formulation of Quantum Mechanics,[87] y que Bryce DeWitt habría de popularizar como "La interpretación de los muchos mundos de la mecánica cuántica".[88] El físico Alberto Rojo ha analizado esa sorprendente correspondencia y ha concluido que el parecido entre los textos de Borges y de Everett III muestra de qué manera extraordinaria la mente de Borges estaba inmersa en el entramado cultural del Siglo XX, en esa complejísima red cuyos secretos componentes se ramifican más allá de los límites clasificatorios de cada disciplina. La estructura de ficción razonada de los cuentos de Borges, que a veces parecen teoremas con hipótesis fantásticas, es capaz de destilar ideas en proceso de gestación que antes de convertirse en teorías hacen escala en la literatura. Y así como las ideas de Everett y DeWitt pueden leerse como ciencia ficción; en El Jardín de los senderos que se bifurcan, la ficción puede leerse como ciencia.[86]

Por otro lado, un número creciente de comentaristas contemporáneos —ya se trate de profesores de literatura o de críticos culturales como Umberto Eco— concluye que, por más extraordinario y bizarro que parezca, Borges prefiguró la World Wide Web. En un libro reciente, Borges 2.0: From Text to Virtual Worlds (Borges 2.0: del texto a los mundos

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virtuales), Perla Sassón-Henry explora las relaciones entre la Internet descentralizada de YouTube, los blogs y Wikipedia y los cuentos de Borges, que «hacen del lector un participante activo».[89] [90] Un grupo de relatos de Borges —entre ellos Funes, el memorioso, La biblioteca de Babel y Tlön, Uqbar, Orbis Tertius— se publicó en los Estados Unidos bajo el título de Labyrinths a principios de la década de 1960. Con sus bibliotecas infinitas y hombres que no olvidan, enciclopedias y mundos virtuales que se conjuran desde la página impresa, así como portales que abarcan todo el planeta, estos relatos (junto con algunos otros como El Aleph) pasaron a constituir según muchos críticos las claves de la intersección entre la nueva tecnología y la literatura. Un ejemplo es la idea de una «biblioteca total» que aparece en 1941 y que anunciaría la capacidad de Internet. Sassón-Henry, profesora asociada del Departamento de Estudios del Lenguaje de la Academia Naval de los Estados Unidos, describe a Borges como alguien «del Viejo Mundo pero con una visión futurista». New Directions, la editorial que publicó Labyrinths, reeditó la antología en mayo de 2008 por primera vez en más de cuarenta años. En un indicio de cómo cambian los tiempos, la primera edición de Laberynth estaba prologada por André Maurois, de la Academia Francesa de la Lengua; la edición actual, en cambio, comprende una introducción de William Gibson, el escritor ciberpunk.

Del mundo creado por Borges en su cuento sobre Tlön, Uqbar, Orbis Tertius a la configuración de la Wikipedia y su funcionamiento en el medio digital hay sólo un paso lleno de referencias cruzadas. La lectura del relato de Borges desde esta perspectiva nos hace también replantearnos el estatus de realidad de la imagen del mundo que crea la Wikipedia como trabajo anónimo colaborativo, que es lo que se plantea Borges.

Respecto a A First Encyclopedia of Tlön, donde se describe el planeta Tlön, escribe Borges:

Ahora tenía en las manos un vasto fragmento metódico de la historia total de un planeta desconocido, con sus arquitecturas y sus barajas, con el pavor de sus mitologías y el rumor de sus lenguas, con sus emperadores y sus mares, con sus minerales y sus pájaros y sus peces, con su álgebra y su fuego, con su controversia teológica y metafísica. Todo ello articulado, coherente, sin visible propósito doctrinal o tono paródico.[91]

Wikipedia, un proyecto nacido en el año 2001, cuyo lema es «La enciclopedia libre que todos podemos editar», y, según palabras de su cofundador Jimmy Wales, el proyecto constituye «un esfuerzo para crear y distribuir una enciclopedia libre, de la más alta calidad posible, a cada persona del planeta, en su idioma», para lograr «un mundo en el que cada persona del planeta tenga acceso libre a la suma de todo el saber de la humanidad».[92] Con respecto a la autoría, las semejanzas también son notables:

"En los hábitos literarios también es todopoderosa la idea de un sujeto único. Es raro que los libros estén firmados. No existe el concepto de plagio: se ha establecido que todas las obras son obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo."[93]

Wikipedia, por su parte, es esencialmente un wiki —un sitio web el cual permite la autoría pública general y edición de cualquier página—. De hecho, una política esencial de Wikipedia es que es de contenido abierto: "El texto y material de contenido abierto se encuentra licenciado por el dueño del copyright, al público general, permitiendo a todos la

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redistribución y alteración del texto sin ningún cargo y garantizando que nadie puede restringir el acceso a versiones modificadas del contenido."

Un autor múltiple y anónimo tanto en la enciclopediua de Tlön como en Wikipedia, en realidad construye el conocimiento del mundo, sea éste una invención o no: en Tlön, siguiendo unas directrices filosóficas idealistas; en Wikipedia, siguiendo unas normas de universalidad del conocimiento y respeto democrático a las ideas, y prohibida la aportación original, se exige describir conocimientos y teorías respaldadas y popularmente aceptadas.[94]

Ahora muchos piensan que «el contacto y el hábito de Tlön han desintegrado este mundo»[95] y quizás es tan cierto como que ha construido otro, rizomático y laberíntico: Tlön significa mapa en islandés, y Tlön es verdaderamente mapa enciclopédico de un laberinto originado en Uqbar (que significa desviándose del camino), laberinto que crece y se bifurca constantemente, cuyos objetos ideales o hrönir (que significa en islandés pilas de materia que cambian por la acción externa) varían y se suceden en la tecnología wiki (en hawaiano, con rapidez), formando un Tlön informático, depósito dinámico de la memoria colectiva humana mediante el consenso de unos wikipedistas. Como al Borges del relato, «si nuestras previsiones no erran, de aquí a cien años alguien descubrirá los cien tomos de la Segunda Enciclopedia de Tlón.»[95] Claro está que, debido a su soporte informático, esa espera es innecesaria. Wikipedia se está reescribiendo ya, en este instante, constantemente.[96]

Igualmente enigmática y profética es la referencia a Orbis Tertius (Mundo 3º, en latín), término (World 3 o Mundo 3) que muchos años después sería usado por el filósofo de la ciencia Karl Popper para designar a los mundos construidos por la mente humana.[97]

Discípulos contemporáneos

Si bien Borges no ha tenido «discípulos» directos —pues ello supondría una estética y una escuela previsibles de las que él mismo descreía— hay autores contemporáneos que, de acuerdo con sus críticos, han recibido su influencia de modo directo. El hecho de que hubieran conocido a Borges personalmente y hayan leído su obra en español, puede haber influido en las obras de Ricardo Piglia,[98] César Aira, Roberto Bolaño, Carlos Fuentes, Orhan Pamuk, Paul Auster, Salman Rushdie y Umberto Eco, por no mencionar a algunos de los obvios (que además lo han reconocido): Ernesto Sabato, Julio Cortázar, Adolfo Bioy Casares, Julio Ramón Ribeyro, entre otros. También es destacable la influencia que la obra de Borges tuvo en diversos pensadores contemporáneos de otras latitudes, como es el caso de Gilles Deleuze o Michel Foucault.

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Las amistades de Borges

Uno de los amigos íntimos de Borges: Adolfo Bioy Casares. La fotografía fue tomada en 1968.

Borges tuvo dos amigos íntimos durante la mayor parte de su vida: los escritores Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou. A Bioy Casares lo conoció en la casa de, su también amiga, Victoria Ocampo, a Peyrou se lo presentaron en un bar alemán de la calle Corrientes cerca de Pueyrredón, en la década de 1920. La relación de amistad con cada uno de ellos fue profundamente diferente. Con Bioy se trataba de una amistad "a la inglesa", que excluía las confidencias; la que mantuvo con el segundo, en cambio, incluyó las confesiones más íntimas y personales. Cuando Borges necesitó la ayuda de un psiquiatra —así lo reveló Estela Canto—, fue Peyrou quien se lo recomendó. Tras la muerte de su amigo en 1974, Borges escribió un poema que lleva por título «Manuel Peyrou» y que publicó luego en Historia de la noche: «Suyo fue el ejercicio generoso / de la amistad genial. Era el hermano / a quien podemos, en la hora adversa, / confiarle todo o, sin decirle nada, / dejarle adivinar lo que no quiere / confesar el orgullo (...)».

También cultivó la amistad del mexicano Alfonso Reyes, a quien conoció a través de Pedro Henríquez Ureña. Durante la etapa en que Reyes fue embajador en Buenos Aires (de 1927 a 1930) se veían con frecuencia, primero en la villa de Victoria Ocampo y después en las tertulias que el propio Reyes organizaba los domingos en la sede diplomática. A Borges «sobre todo le subyugaba el refinado y seductor estilo literario del escritor mexicano»,[99] hasta el punto de considerarlo «el mejor prosista de lengua española en cualquier época».[100] En su recuerdo escribió el poema In memoriam.[101] Para algunos críticos, su cuento Funes el memorioso sugiere un «velado reconocimiento y homenaje del ya maduro alumno a su evocado mentor».[102]

Aparte de estos amigos muy cercanos —y de Silvina Ocampo, hermana de Victoria y mujer de Bioy—, que lo fueron desde el principio de la década de los treinta hasta el fin, otros que giraron en la órbita de ese grupo —en distintas épocas y por diversos espacios de tiempo— fueron Carlos Mastronardi, Emma Risso Platero, Francisco Luis Bernárdez, Xul Solar, Enrique Amorín, Ricardo Güiraldes, Oliverio Girondo, Norah Lange, Elvira de Alvear, Ulises Petit de Murat, Santiago Dabove, Alicia Jurado, Julio César Dabove, Gloria Alcorta, Estela Canto, María Esther Vázquez y Néstor Ibarra. Macedonio Fernández no fue

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estrictamente amigo sino una especie de mentor de Borges, y únicamente durante unos años, hasta que se distanciaron por razones políticas. Curiosamente, Fernández se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1897, junto a los padres de Borges y Peyrou.[103]

Maurice Abramowicz, es un abogado, escritor y poeta de origen judío-polaco. Borges lo conoció en Ginebra en 1914, mientras estudiaba en el Collège Calvin. Dos años menor que Borges, lo inició en la lectura de Rimbaud y mantuvo correspondencia con él sobre temas literarios. En algunos relatos Borges le atribuye comentarios o le dedica páginas. José Bianco (1908-1986) fue un escritor y traductor argentino. Publicó, entre otras obras, La pequeña Gyaros (cuentos, 1932), Sombras suele vestir (1941) y Las ratas (novela, 1941). Realizó excelentes traducciones, como Otra vuelta de tuerca, La lección del maestro, La muerte del león y Hermosas imágenes. Borges, fue su amigo personal y prologó diversas obras suyas y publicó, en 1944, una reseña de la novela Las ratas en la prestigiosa revista Sur. Susana Bombal fue una escritora argentina. Su amigo Borges, prologó su libro Tres Domingos (1957) en donde expresa que "El método narrativo es el de Virginia Woolf; no recibimos los hechos directamente sino su reflejo en una conciencia y la pasión o el pensamiento con los datos sensibles". En 1969 obtuvo el Premio Municipal de Teatro Leído (Green wings, una versión anterior de esta obra, escrita en inglés, había sido publicada por la editorial Losange en 1959). El cuadro de Anneke Loos (cuentos, 1963) fue premiado por la Sociedad Argentina de Escritores con la Faja de Honor. Borges publicó en 1971 El arte de Susana Bombal, un ensayo sobre su obra aparecido en el diario La Nación.

Las mujeres y el sexo en la vida y en la obra de Borges

Borges y un grupo de admiradoras.

El papel de las mujeres en la vida y en la obra de Borges ha hecho correr ríos de tinta. Con respecto a su madre, por ejemplo, el hispanista escocés Edwin Williamson le atribuye una importancia fundamental en su biografía sobre Borges.[104] [105] Esa cualidad de «madre opresora» fue desmentida por el propio Borges, que reconoció siempre la autoridad de su padre, y quien a diferencia de la «ignorante familia de su madre» (según el mismo afirmó) le heredó un «mundo intelectualmente más complejo», el idioma inglés y su biblioteca, el hecho más importante de su vida según su famosa confesión. Para Emir Rodríguez Monegal, por ejemplo, el papel de «Madre» en la vida de Borges era menor: «la parte que Madre juega en el mito personal de Borges: está siempre allí, siempre mencionada con cortesía, pero siempre mantenida (de manera muy sutil) en una posición subordinada.» Prácticamente todos los biógrafos coinciden en esta interpretación de la menor importancia relativa de Leonor Acevedo en la vida de su hijo, excepto Estela Canto que fue víctima de su desdén.

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Los pormenores de su estancia en Ginebra y España durante la adolescencia, en donde no sólo tuvo su primera y según todos sus biógrafos traumática experiencia sexual, sino que conoció a su primer amor, Emilie, y encontró una nueva literatura y nuevos amigos con quien compartirla. La sorprendente y detectivesca «evidencia» del gran amor de Borges —cuya identidad ha sido siempre motivo de especulación— es la tan aparentemente tangencial Norah Lange. A ella, por ejemplo, según Williamson, estarían dedicados los Two English Poems y, desde luego, Historia universal de la infamia. La profunda huella que le habría dejado su rechazo, la supuesta rivalidad con el estentóreo Oliverio Girondo por los favores de Norah. Así, varias mujeres han gravitado en la vida de Borges: Emilie, Concepción Guerrero, Norah Lange, Estela Canto, Elsa Astete, María Kodama, a las cuales habría que agregar aquellas a las que les habría insinuado su simpatía sin éxito: Ema Risso Platero, Marta Mosquera Eastman, Cecilia Ingenieros, Wally Zenner, Sara Diehl, Beatriz Bibiloni, Delia Ingenieros, María Esther Vázquez, Luisa Mercedes Levinson, Esther Zemborain…

El sexo y las mujeres son dos componentes problemáticos de la ficción de Borges: la ausencia de estos dos elementos, que parece tan casual, realmente destaca la extrañeza de su exclusión.[106] Por ejemplo, las escenas de actos sexuales se hallan casi totalmente ausentes en los escritos borgeanos (el encuentro sexual de Emma Zunz con un marinero anónimo es la excepción más notable) y aun la más velada sugerencia de actividades eróticas se hallan limitadas a unos pocos relatos. Tan escaso como lo anterior en la obra de Borges son los personajes femeninos que tengan un papel central en la narración o que posean una personalidad independiente. En general prima su ausencia o una presencia meramente decorativa.[107] El mundo ficticio creado por Borges es un lugar donde las mujeres, si es que aparecen, parecen existir como objetos secundarios con el propósito de proveer a los hombres de una oportunidad para el sexo. El sexo y las mujeres se utilizan principalmente como piezas de negociación en la relación entre hombres, nunca para la procreación o el placer. El sexo en la ficción de Borges, no es más que una táctica, una estrategia, que otorga significado y dinamismo a la interacción entre hombres.[106] [108] [109]

Borges en 1978.

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Premios, distinciones y homenajes

Homenaje a Borges en Santiago de Chile

Recibió importantes premios y distinciones de diversas universidades y gobiernos de diversos países. En 1961 compartió con Samuel Beckett el Premio Formentor otorgado por el Congreso Internacional de Editores, y que fue el comienzo de su reputación en todo el mundo occidental. Recibirá luego el título de Commendatore por el gobierno italiano, el de Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico y el Premio Cervantes, entre otros galardones y títulos. Su obra fue traducida a más de veinticinco idiomas y llevada al cine y a la televisión.[9]

En 1999 el gobierno argentino emitió una serie de monedas conmemorativas por el centenario del nacimiento de Borges. El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires organiza visitas guiadas gratuitas sobre puntos de la ciudad que tuvieron que ver con Borges[110] y un tramo de la Calle Serrano, del barrio de Palermo, fue renombrado como Jorge Luis Borges en honor al escritor. De modo similar, una banca del jardín zoológico de Buenos Aires conmemora al escritor con un panel, que refiere que era en esa banca que Borges se sentaba para mirar a los tigres, por los que sentía fascinación. A continuación se presenta un listado cronológico de los diversos premios, distinciones y homenajes recibidos por Borges durante su vida.

1929. Da a conocer su tercer libro de poemas, Cuaderno San Martín, con el que gana el segundo Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires.

1944. Su obra Ficciones recibe de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) el Gran Premio de Honor.

1955. Borges es elegido miembro de la Academia Argentina de Letras. 1956. Es nombrado catedrático titular en la Universidad de Buenos Aires y recibe un

doctorado honoris causa de la Universidad de Cuyo. 1961. Comparte con Samuel Beckett el Premio Internacional de Literatura (10 mil dólares),

otorgado por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Es condecorado por el presidente de Italia, Giovanni Gronchi, con la Orden de Commendatore.

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1962. Recibe en Buenos Aires el Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes. Recibe la insignia de Commandeur de l'Ordre des Lettres et des Arts del gobierno de Francia.

1963. En diciembre es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de los Andes, en Colombia.

1964. El gobierno peruano le otorga la Orden del Sol en el grado de Comendador. La revista francesa L'Herne le dedica un número especial monográfico de homenaje, con numerosas colaboraciones nacionales y extranjeras.

1965. Recibe en Gran Bretaña la insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico, donde se le otorga el título de Sir. Recibe la medalla de oro del IX Premio de Poesía de la ciudad de Florencia.

1966. La comuna de Milán le entrega el Premio Internacional Madonnina. La Fundación Ingram Merril de Nueva York le concede su premio literario (5 mil dólares).

1968. Es nombrado miembro de la Academia de Artes y Ciencias de los Estados Unidos. Recibe del gobierno de Italia las insignias de Gran Oficial de la Orden al Mérito de la República Italiana.

1970. La Fundación Bienal de San Pablo (Brasil) le otorga el Premio Interamericano de Literatura 'Matarazzo Sobrinho' (25 mil dólares), el más importante del país, durante el Primer Seminario de Literatura de las Américas. Se lo nombra miembro de la 'The Hispanic Society of America', Nueva York.

1971. Viaja a Estados Unidos para recibir los nombramientos de la American Academy of Art and Letter de Nueva York y del Instituto de Artes y Letras de Estados Unidos (INAL) como miembro honorario de ambas instituciones. En Israel recibe el Premio de Jerusalén (2 mil dólares). Es nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Columbia, Nueva York. En abril viaja a Londres, invitado por el Instituto de Arte Contemporáneo que lo incorpora como miembro de su cuerpo docente. La Universidad de Oxford le confiere el título de doctor honoris causa como Doctor en Letras.

1972. Viaja a Estados Unidos para recibir el doctorado honoris causa en Humanidades por la Universidad de East Lansing, Míchigan. En septiembre se lo nombra miembro del Museo Judío de Buenos Aires.

1973. La Municipalidad de Buenos Aires lo declara ciudadano ilustre. Viaja junto con Claude Hornos de Acevedo a España y México, donde recibe el Premio Internacional Alfonso Reyes.

1974. En Milán, Franco María Ricci publica el cuento El congreso en una edición lujosísima con letras de oro.

1976. Recibe el título de doctor honoris causa de la Universidad de Cincinnati. El gobierno chileno lo condecora con la Gran Cruz de la Orden al Mérito Bernardo O´Higgins. Viaja a Chile, donde recibe el título de doctor honoris causa por la Universidad de Santiago.

1977. Recibe el título de doctor honoris causa por la Universidad de La Sorbona. Le otorga el mismo título la Universidad de Tucumán.

1978. Es declarado ciudadano meritorio de Bogotá. 1979. La Academia Francesa lo distingue con una medalla de oro. Recibe la Orden al

Mérito de la República Federal Alemana y la Cruz Islandesa del Halcón en el grado de Comendador con estrella. Se le hace un homenaje nacional en el Teatro Cervantes, con motivo de cumplir los ochenta años.

1980. Recibe el Gran Premio de la Academia Real Española, el Miguel de Cervantes (5 millones de pesetas), otorgado por el Ministerio de Cultura de España. Lo comparte con el poeta español Gerardo Diego. Recibe en París el premio Cino del Duca (200 mil francos). Sandro Pertini, presidente de Italia, le entrega el Premio Balzan (140 mil dólares).

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1981. Viaja a Estados Unidos, Puerto Rico y México, donde recibe el premio Ollin Yoliztli (70 mil dólares).

1983. En su última visita a España, recibe la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. En París, el presidente Miterrand le hace entrega de la Legión de Honor. Recoge en Estados Unidos el premio de la Fundación Ingersoll (15 mil dólares).

1984. En Sicilia recibe una rosa de oro como homenaje y símbolo de la sabiduría. Vuelve a Estados Unidos, donde el editor italiano Ricci le entrega 84 libras esterlinas de oro, una por cada año de vida. Vuelve a Italia, recibe de manos del presidente Pertini la Gran Cruz de la Orden al Mérito. Va a Marruecos y a Lisboa, donde es condecorado.

1984. Obtuvo el Premio Konex de Brillante a la figura más importante de la historia de las Letras en Argentina, otorgado por la Fundación Konex

A pesar de su enorme prestigio intelectual y el reconocimiento universal que ha merecido su obra, no fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura, no obstante haber sido nominado por muchos años consecutivos. Se especula que fue excluido de la posibilidad de obtenerlo por haber aceptado un premio otorgado por el gobierno militar de Augusto Pinochet .

Obra

Jorge Luis Borges en 1976.

Si bien la poesía fue uno de los fundamentos del quehacer literario de Borges, el ensayo y la narrativa fueron los géneros que le reportaron el reconocimiento universal. Dotado de una vasta cultura, elaboró una obra de gran solidez intelectual sobre el andamiaje de una prosa precisa y austera, a través de la cual manifestó un irónico distanciamiento de las cosas y su delicado lirismo. Sus estructuras narrativas alteran las formas convencionales del tiempo y del espacio para crear mundos alternativos de gran contenido simbólico, construidos a partir de reflejos, inversiones y paralelismos. Los relatos de Borges toman la forma de acertijos, o de potentes metáforas de trasfondo metafísico. Borges, además, escribió guiones de cine y una considerable cantidad de crítica literaria y prólogos. Editó numerosas antologías y fue un prominente traductor de inglés, francés y alemán (también tradujo obras del anglosajón [ 113 ] y del escandinavo antiguo)[114] Su ceguera influyó enormemente en su escritura posterior. Entre sus intereses intelectuales destacan la mitología, la matemática, la teología, la filosofía y, como integración de éstas, el sentido borgiano de la literatura como recreación —todos estos temas son tratados unas veces como juego y otras con la mayor seriedad—. Borges vivió la mayor parte del siglo XX, por lo que vivió el período modernista de la cultura y la literatura, especialmente el simbolismo. Su ficción es profundamente erudita y siempre concisa.[115]

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Borges junto a Ben Molar.

Desde una perspectiva más histórica, la obra de Borges puede dividirse en períodos. Una primera etapa inicial, vanguardista, acotada entre los años 1923 y 1930. Este período está caracterizado por la importancia fundamental del poema, el verso libre y la proliferación metafórica (sobre todo la proveniente de Lugones), la apelación a un neobarroco de raigambre española (Quevedo, en primer término) y cierto nacionalismo literario, que llega a proclamar la independencia idiomática de Argentina, en textos luego repudiados por el propio autor. A este período pertenecen los poemarios Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San Martín, así como los ensayos de Inquisiciones, El tamaño de mi esperanza, El idioma de los argentinos y Evaristo Carriego. A partir de 1930 la obra de Borges, durante unos treinta años, se inclinará a la prosa y surgirá una doble vertiente de su tarea: el ensayo breve, normalmente de lecturas literarias, y la llamada "ficción", que no es estrictamente un cuento, aunque su trámite sea narrativo y su convención de lectura sea la ficcional. En ella aparecen, a menudo, escritores y libros apócrifos como Pierre Ménard y su Quijote, o Herbert Quain. Apelando a citas deliberadamente erróneas en sus meditaciones sobre la tradición literaria, Borges definía la tarea del escritor como esencialmente falsificadora y desdibujaba toda pretensión de originalidad y creación. La literatura era, según su concepción, la infinita lectura de unos textos que surgen de otros y remite a un texto original, perdido, inexistente o tachado. En otro sentido, la obra ficcional borgiana se inclinó a temas recurrentes, como son lo fantasmal de la vida, el combate singular como reconocimiento del otro en el acto de darle muerte, el espejo como cifra de las apariencias mundanas, la lejanía y la desdicha vinculadas con la relación amorosa, o la busca del nombre de los nombres, el prohibido nombre de Dios, donde se realicen las fantasías de perfecta adecuación entre las palabras y las cosas. Estéticamente, en este segundo período de su obra, Borges efectuó una crítica radical a sus años de vanguardista. Se replegó hacia una actitud estética de apariencia neoclásica, aunque en él pervivieran los tópicos del infinito y de lo inefable, recogidos en sus juveniles frecuentaciones de Schopenhauer y de los poetas románticos alemanes. El afán de tersura en la expresión, la relectura de los clásicos y su cita constante, la concisión que exigen los géneros breves, son todos gestos de su neoclasicismo en el que la razón intenta ordenar, jerarquizar y clarificar hasta los límites admisibles de su poder sobre el lenguaje, siempre resbaladizo, engañoso y ambiguo. Borges en esta etapa vuelve sobre algunos episodios costumbristas de ambiente campesino o suburbial, que había tratado en su juventud, como el duelo a cuchillo, para repasarlos en un contexto de mitología universal. Así, sus gauchos y compadritos de las orillas se entreveran con los héroes homéricos, los teólogos medievales y los piratas del mar de la China. No son ya el motivo de una exaltación peculiarista ni se los encara como

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emblemas de un universo cultural castizo y cerrado, sino que se los relativiza en un marco de ambiciones eclécticas y cosmopolitas. A este período, prescindiendo de antologías y reelaboraciones, pertenecen los ensayos de Discusión (1932), Historia de la eternidad (1936) y Otras Inquisiciones (1952); los relatos de Historia universal de la infamia (1935), de Ficciones (1944) y El Aleph (1949), y un buen número de obras en colaboración con Bioy Casares (Seis problemas para don Isidro Parodi, 1942; Dos fantasías memorables, 1946; Un modelo para la muerte, 1946, y los guiones cinematográficos Los Orilleros y El paraíso de los creyentes, 1955, con Delia Ingenieros (Antiguas literaturas germánicas, 1951), con Betina Edelberg (Leopoldo Lugones, 1955) y con Margarita Guerrero (El Martín Fierro, 1953 y Manual de zoología fantástica, 1957).[116]

La mayoría de sus historias más populares abunda en la naturaleza del tiempo, el infinito, los espejos, laberintos, la realidad y la identidad; mientras otras se centran en temas fantásticos. El mismo Borges cuenta historias más o menos reales de la vida sudamericana; historias de héroes populares, soldados, gauchos, detectives y figuras históricas, mezclando la realidad con la fantasía y los hechos con la ficción.[116]

Con un manejo inusual de las palabras, la obra borgiana impulsó una renovación del lenguaje narrativo, resaltando la índole ficticia del texto y amalgamando fuentes y culturas de índole diversa (europeas y orientales, vanguardistas y clásicas) a través de la parodia y la ironía. Sus textos surgen de otros textos previos, y suponen una estrecha familiaridad con ellos. Las tramas se superponen a otras tramas, cada párrafo es la variación de otra escritura o lectura previas. Es difícil no descubrir algunas de sus claves; es casi imposible descifrarlas todas. Su escritura rescata ideas y preguntas que atraviesan el pensamiento occidental desde sus remotos orígenes y las reformula, legándolas a la posteridad. No intenta seriamente solucionar las contradicciones; prefiere resaltarlas, reordenándolas en paradojas, a las que envuelve una y otra vez con diferente ropaje.[116]

En sus páginas más características, propone un contexto lúdico y desafía al lector a resolver un enigma. Como en un buen laberinto policial, exhibe todas las pistas necesarias para deducir las respuestas; entre esas pistas se destaca su propia biblioteca clasificada y comentada. Hay una solución obvia que satisface al detective chapucero, pero la verdadera clave está reservada para el héroe. Cuál es el enigma y quién es en realidad ese héroe son también parte del misterio. Abunda en referencias inexistentes disimuladas entre un fárrago de citas eruditas. Hay frases copiadas traviesamente de obras ajenas, guiños al iniciado, a sus amistades y a sí mismo. Sus mejores cuentos acumulan múltiples significados, ordenados en capas que se tornan alternativamente transparentes u opacas según el punto de vista. El lector vislumbra un reflejo aquí y otro allá, de acuerdo a su experiencia y a sus circunstancias; la comprensión completa, sin embargo, nos está vedada. El único privilegiado es el tramoyista, el que visualiza el universo cifrado, el que urdió la trama, ubicado en el centro del laberinto, reflejado y multiplicado en sus propias palabras: el mismísimo Jorge Luis Borges.[117]

Como afirmó Octavio Paz, Borges ofreció dádivas sacrificiales a dos deidades normalmente contrapuestas: la sencillez y lo extraordinario. En muchos textos Borges logró un maravilloso equilibrio entre ambas: lo natural que nos resulta raro y lo extraño que nos es familiar. Tal proeza determinó el lugar excepcional de Borges en la literatura.[118] En ese

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mismo sentido, Fritz Rufolf Fries sostuvo que Borges consiguió formar su propia identidad en el espejo de los autores que él interrogaba, mostrándonos lo insólito de lo ya conocido.[119]

Traducciones

A la edad de 11 años, tradujo a Oscar Wilde.[120] Borges creía que la traducción podía superar al original y que la alternativa y potencialmente contradictoria revisión del original podía ser igualmente válida, más aún, que el original o la traducción literal no tenía porqué ser fiel a la traducción. A lo largo de su vida, tradujo, modificando sutilmente, el trabajo de, entre otros, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, James Joyce, Hermann Hesse, Rudyard Kipling, Herman Melville, André Gide, William Faulkner, Walt Whitman, Virginia Woolf, Henri Michaux, Jack London, Gustav Meyrink, Novalis, Marcel Schwob, George Bernard Shaw, May Sinclair, Jonathan Swift, H. G. Wells y G. K. Chesterton.[11]

Cuentos

Borges en 1978.

Historia universal de la infamia (1935)

«El espantoso redentor Lazarus Morell»«El impostor inverosímil Tom Castro»

«La viuda Ching, pirata»

«El proveedor de iniquidades Monk Eastman»

«El asesino desinteresado Bill Harrigan»

«El incivil maestro de ceremonias Kotsuké no Suké»

«El tintorero enmascarado Hákim de Merv»

«Hombre de la esquina rosada»

«Un teólogo en la muerte»

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«La cámara de las estatuas»

«Del Libro de las 1001 Noches, noche 272»

«Historia de los dos que soñaron»

«Del Libro de las 1001 Noches, noche 351»

«El brujo postergado»

«El espejo de tinta»

Ficciones (1944)

I. El jardín de senderos que se bifurcanPrólogo

«Tlön, Uqbar, Orbis Tertius»

«El acercamiento a Almotásim»

«Pierre Menard, autor del Quijote»

«Las ruinas circulares»

«La lotería en Babilonia»

«Examen de la obra de Herbert Quain»

«La biblioteca de Babel»

«El jardín de senderos que se bifurcan»

II. Artificios

Prólogo

«Funes el memorioso»

«La forma de la espada»

«Tema del traidor y del héroe»

«La muerte y la brújula»

«El milagro secreto»

«Tres versiones de Judas»

«El fin»

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«La secta del Fénix»

«El Sur»

El Aleph (1949)

«El inmortal»«El muerto»

«Los teólogos»

«Historia del guerrero y la cautiva»

«Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)»

«Emma Zunz»

«La casa de Asterión»

«La otra muerte»

«Deutsches Requiem»

«La busca de Averroes»

«El Zahir»

«La escritura del Dios»

«Abenjacán el Bojarí, muerto en su laberinto»

«Los dos reyes y los dos laberintos»

«La espera»

«El hombre en el umbral»

«El Aleph»

El informe de Brodie (1970)

«La intrusa»«El indigno»

«Historia de Rosendo Juárez»

«El encuentro»

«Juan Muraña»

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«La señora mayor»

«El duelo»

«El otro duelo»

«Guayaquil»

«El evangelio según Marcos»

«El informe de Brodie»

El libro de arena (1975)

«El otro»«Ulrica»

«El Congreso»

«There are more things»

«La secta de los treinta»

«La noche de los dones»

«El espejo y la máscara»

«Undr»

«Utopía de un hombre que está cansado»

«El soborno»

«Avelino Arredondo»

«El disco»

«El libro de arena»

Epílogo.

La memoria de Shakespeare (1983)

«Veinticinco de agosto de 1983»«Tigres azules»

«La rosa de Paracelso»

«La memoria de Shakespeare»

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Ensayos

Inquisiciones (1925) El tamaño de mi esperanza (1926) El idioma de los argentinos (1928) Evaristo Carriego (1930) Discusión (1932) Historia de la eternidad (1936) Otras inquisiciones (1952). Siete Noches (1980) Nueve ensayos dantescos (1982) Atlas (1985)

Poesía

Fervor de Buenos Aires (1923) Luna de enfrente (1925) Cuaderno San Martín (1929) El hacedor (1960) El otro, el mismo (1964) Para las seis cuerdas (1965) Elogio de la sombra (1969) El oro de los tigres (1972) La Rosa Profunda (1975) La moneda de hierro (1976) Historia de la Noche (1977) Adrogué , con ilustraciones de Norah Borges (1977) La Cifra (1981) Los Conjurados (1985)

Antologías

Antología personal (1961) Nueva antología personal (1968). Libro de sueños (1976) Textos cautivos (1986). Borges en el hogar (2000).

Obras en colaboración

Índice de la poesía americana (16), antología con Vicente Huidobro y Alberto Hidalgo Antología clásica de la literatura argentina (1937), con Pedro Henríquez Ureña Antología de la literatura fantástica (1940), con Bioy Casares y Silvina Ocampo Antología poética argentina (1941), con Bioy Casares y Silvina Ocampo Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), con Bioy Casares El compadrito (1945), antología de textos de autores argentinos en colaboración con

Silvina Bullrich

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Dos fantasías memorables (1946), con Bioy Casares Un modelo para la muerte (1946), con Bioy Casares Obras escogidas (1948). Antiguas literaturas germánicas (México, 1951), con Delia Ingenieros El idioma de Buenos Aires (1952), con José Edmundo Clemente Obras completas (1953) El Martín Fierro (1953), con Margarita Guerrero Poesía gauchesca (1955), con Bioy Casares Cuentos breves y extraordinarios (1955), con Bioy casares El paraíso de los creyentes (1955), con Bioy casares Leopoldo Lugones (1955), con Betina Edelberg Los orilleros (1955), con Bioy Casares La hermana Eloísa (1955), con Luisa Mercedes Levinson Manual de zoología fantástica (México, 1957), con Margarita Guerrero Los mejores cuentos policiales (1943 y 1956), con Bioy Casares Libro del cielo y del infierno (1960), con Bioy Casares Introducción a la literatura inglesa (1965), con María Esther Váquez Literaturas germánicas medievales (1966), con María Esther Vázquez, revisa y corrige el

tratado Antiguas literaturas germánicas Introducción a la literatura norteamericana (1967), con Estela Zemborain de Torres Crónicas de Bustos Domecq (1967), con Bioy Casares. El libro de los seres imaginarios (1967), escrito en colaboración con Margarita Guerrero. Nueva antología personal (1968). Prólogos (1975). ¿Qué es el budismo? (1976), con Alicia Jurado Diálogos (1976), con Ernesto Sabato Nuevos cuentos de Bustos Domecq (1977), con Bioy Casares Breve antología anglosajona (1978), con María Kodama Obras completas en colaboración (1979) Atlas (1985), con María Kodama Textos cautivos (1986), textos publicados en la revista El hogar

Guiones de cine

Los orilleros (1939). Escrito en colaboración con Adolfo Bioy Casares El paraíso de los creyentes (1940). Escrito en colaboración con Adolfo Bioy Casares Invasión (1969). Escrito en colaboración con Adolfo Bioy Casares y Hugo Santiago. Les autres (1972). Escrito en colaboración con Hugo Santiago

POEMAS

1964

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I

Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.

Ya no compartirás la clara luna

ni los lentos jardines. Ya no hay una

luna que no sea espejo del pasado,

cristal de soledad, sol de agonías.

Adiós las mutuas manos y las sienes

que acercaba el amor. Hoy sólo tienes

la fiel memoria y los desiertos días.

Nadie pierde (repites vanamente)

sino lo que no tiene y no ha tenido

nunca, pero no basta ser valiente

para aprender el arte del olvido.

Un símbolo, una rosa, te desgarra

y te puede matar una guitarra.

II

Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo; un instante cualquiera es más profundo y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas, una oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha

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que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste y me quitaste debe ser borrada; lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo que me queda el goce de estar triste, esa vana costumbre que me inclina al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

A un poeta sajónTú cuya carne, hoy dispersión y polvo,

pesó como la nuestra sobre la tierra,

tú cuyos ojos vieron el sol, esa famosa estrella,

tú que viniste no en el rígido ayer

sino en el incesante presente,

en el último punto y ápice vertiginoso del tiempo,

tú que en tu monasterio fuiste llamado

por la antigua voz de la épica,

tú que tejiste las palabras,

tú que cantaste la victoria de Brunanburh

y no la atribuiste al Señor

sino a la espada de tu rey,

tú que con júbilo feroz cantaste,

la humillación del viking,

el festín del cuervo y del águila,

tú que en la oda militar congregaste

las rituales metáforas de la estirpe,

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tú que en un tiempo sin historia

viste en el ahora el ayer

y en el sudor y sangre de Brunanburh

un cristal de antiguas auroras,

tú que tanto querías a tu Inglaterra

y no la nombraste,

hoy no eres otra cosa que unas palabras

que los germanistas anotan.

Hoy no eres otra cosa que mi voz

cuando revive tus palabras de hierro.

Pido a mis dioses o a la suma del tiempo

que mis días merezcan el olvido,

que mi nombre sea Nadie como el de Ulises,

pero que algún verso perdure

en la noche propicia a la memoria

o en las mañanas de los hombres.

AjedrezI

En su grave rincón, los jugadores rigen las lentas piezas. El tablero los demora hasta el alba en su severo ámbito en que se odian dos colores.

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Adentro irradian mágicos rigores las formas: torre homérica, ligero caballo, armada reina, rey postrero, oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido, cuando el tiempo los haya consumido, ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra. Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada reina, torre directa y peón ladino sobre lo negro y blanco del camino buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada del jugador gobierna su destino, no saben que un rigor adamantino sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero (la sentencia es de Omar) de otro tablero de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Al tristeAhí está lo que fue: la terca espada

del sajón y su métrica de hierro,

los mares y las islas del destierro

del hijo de Laertes, la dorada

Page 42: Jorge Luis Borges

luna del persa y los sin fin jardines

de la filosofía y de la historia,

el oro sepulcral de la memoria

y en la sombra el olor de los jazmines.

Y nada de eso importa. El resignado

ejercicio del verso no te salva

ni las aguas del sueño ni la estrella

que en la arrasada noche olvida el alba.

Una sola mujer es tu cuidado,

igual a las demás, pero que es ella.

AlhambraGrata la voz del agua

a quien abrumaron negras arenas,

grato a la mano cóncava

el mármol circular de la columna,

gratos los finos laberintos del agua

entre los limoneros,

grata la música del zéjel,

grato el amor y grata la plegaria

dirigida a un Dios que está solo,

grato el jazmín.

Vano el alfanje

ante las largas lanzas de los muchos,

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vano ser el mejor.

Grato sentir o presentir, rey doliente,

que tus dulzuras son adioses,

que te será negada la llave,

que la cruz del infiel borrará la luna,

que la tarde que miras es la última.

Amorosa anticipaciónNi la intimidad de tu frente clara como una fiesta ni la costumbre de tu cuerpo, aún misterioso y tácito y de niña, ni la sucesión de tu vida asumiendo palabras o silencios serán favor tan misterioso como el mirar tu sueño implicado en la vigilia de mis brazos. Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueño, quieta y resplandeciente como una dicha que la memoria elige, me darás esa orilla de tu vida que tú misma no tienes, Arrojado a quietud divisaré esa playa última de tu ser y te veré por vez primera, quizá, como Dios ha de verte, desbaratada la ficción del Tiempo sin el amor, sin mí.

Instantes

Poema atribuido a Borges, pero cuyo real autor sería Don Herold o Nadine Stair.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, en la próxima trataría de cometer más errores. No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.

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Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico. Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos. Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría. Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin un termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas; si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres, y jugaría con más niños, si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años... y sé que me estoy muriendo.

A LUIS DE CAMÕENS

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Sin lástima y sin ira el tiempo mella las heroicas espadas. Pobre y triste a tu patria nostálgica volviste, oh capitán, para morir en ella

y con ella. En el mágico desierto la flor de Portugal se había perdido y el áspero español, antes vencido, amenazaba su costado abierto.

Quiero saber si aquende la ribera última comprendiste humildemente que todo lo perdido, el Occidente

y el Oriente, el acero y la bandera, perduraría (ajeno a toda humana mutación) en tu Eneida lusitana.

Jorge Luis Borges, 1960

LÍMITES

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar. Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos, hay un espejo que me ha visto por última vez, hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo. Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos) hay alguno que ya nunca abriré. Este verano cumpliré cincuenta años; La muerte me desgasta, incesante.

De Inscripciones, de JULIO PLATERO HAEDO (Montevideo, 1923)

LA NOCHE CÍCLICA

A Sylvina Bullrich

Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras: los astros y los hombres vuelven cíclicamente; los átomos fatales repetirán la urgente Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras.

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En edades futuras oprimirá el centauro con el casco solípedo el pecho del lapita; cuando Roma sea polvo, gemirá en la infinita noche de su palacio fétido el minotauro.

Volverá toda noche de insomnio: minuciosa. La mano que esto escribe renacerá del mismo vientre. Férreos ejércitos construirán el abismo. (David Hume de Edimburgo dijo la misma cosa).

No sé si volveremos en un ciclo segundo como vuelven las cifras de una fracción periódica; pero sé que una oscura rotación pitagórica noche a noche me deja en un lugar del mundo

que es de los arrabales. Una esquina remota que puede ser del Norte, del Sur o del Oeste, pero que tiene siempre una tapia celeste, una higuera sombría y una vereda rota.

Ahí está Buenos Aires. El tiempo que a los hombres trae el amor o el oro, a mí apenas me deja esta rosa apagada, esta vana madeja de calles que repiten los pretéritos nombres

de mi sangre: Laprida, Cabrera, Soler, Suárez... Nombres en que retumban (ya secretas) las dianas, las repúblicas, los caballos y las mañanas, las felices victorias, las muertes militares.

Las plazas agravadas por la noche sin dueño son los patios profundos de un árido palacio y las calles unánimes que engendran el espacio son corredores de vago miedo y de sueño.

Vuelve la noche cóncava que descifró Anaxágoras; vuelve a mi carne humana la eternidad constante y el recuerdo ¿el proyecto? de un poema incesante: «Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras...»

Jorge Luis Borges, 1940

POEMA CONJETURAL

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El doctor Francisco Laprida, asesinado el día 22 de setiembre de 1829 por los montoneros de Aldao, piensa antes de morir:

Zumban las balas en la tarde última. Hay viento y hay cenizas en el viento, se dispersan el día y la batalla deforme, y la victoria es de los otros. Vencen los bárbaros, los gauchos vencen. Yo, que estudié las leyes y los cánones, yo, Francisco Narciso de Laprida, cuya voz declaró la independencia de estas crueles provincias, derrotado, de sangre y de sudor manchado el rostro, sin esperanza ni temor, perdido, huyo hacia el Sur por arrabales últimos. Como aquel capitán del Purgatorio que, huyendo a pie y ensangrentando el llano, fue cegado y tumbado por la muerte donde un oscuro río pierde el nombre, así habré de caer. Hoy es el término. La noche lateral de los pantanos me acecha y me demora. Oigo los cascos de mi caliente muerte que me busca con jinetes, con belfos y con lanzas. Yo que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros, de dictámenes a cielo abierto yaceré entre ciénagas; pero me endiosa el pecho inexplicable un júbilo secreto. Al fin me encuentro con mi destino sudamericano. A esta ruinosa tarde me llevaba el laberinto múltiple de pasos que mis días tejieron desde un día de la niñez. Al fin he descubierto la recóndita clave de mis años, la suerte de Francisco de Laprida, la letra que faltaba, la perfecta forma que supo Dios desde el principio. En el espejo de esta noche alcanzo mi insospechado rostro eterno. El círculo se va a cerrar. Yo aguardo que así sea. Pisan mis pies la sombra de las lanzas que me buscan. Las befas de mi muerte, los jinetes, las crines, los caballos, se ciernen sobre mí... Ya el primer golpe,

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ya el duro hierro que me raja el pecho, el íntimo cuchillo en la garganta.

Jorge Luis Borges, 1943

UNA LLAVE EN SALÓNICA

Abarbanel, Farías o Pinedo, arrojados de España por impía persecución, conservan todavía la llave de una casa de Toledo.

Libres ahora de esperanza y miedo, miran la llave al declinar el día; en el bronce hay ayeres, lejanía, cansado brillo y sufrimiento quedo.

Hoy que su puerta es polvo, el instrumento es cifra de la diáspora y del viento, afín a esa otra llave del santuario

que alguien lanzó al azul cuando el romano acometió con fuego temerario, y que en el cielo recibió una mano.

BALTASAR GRACIÁNLaberintos, retruécanos, emblemas, helada y laboriosa nadería, fue para este jesuita la poesía, reducida por él a estratagemas. No hubo música en su alma; sólo un vano herbario de metáforas y argucias y la veneración de las astucias y el desdén de lo humano y sobrehumano. No lo movió la antigua voz de Homero ni esa, de plata y luna, de Virgilio; no vio al fatal Edipo en el exilio ni a Cristo que se muere en un madero. A las claras estrellas orientales que palidecen en la vasta aurora, apodó con palabra pecadora gallinas de los campos celestiales.

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Tan ignorante del amor divino como del otro que en las bocas arde, lo sorprendió la Pálida una tarde leyendo las estrofas del Marino. Su destino ulterior no está en la historia; librado a las mudanzas de la impura tumba el polvo que ayer fue su figura, el alma de Gracián entró en la gloria. ¿Qué habrá sentido al contemplar de frente los Arquetipos y los Esplendores? quizá lloró y se dijo: Vanamente busqué alimento en sombras y en errores. ¿Qué sucedió cuando el inexorable sol de Dios, La Verdad, mostró su fuego? Quizá la luz de Dios lo dejó ciego en mitad de la gloria interminable. Sé de otra conclusión. Dado a sus temas minúsculos, Gracián no vio la gloria y sigue resolviendo en la memoria laberintos, retruécanos y emblemas.

A UN VIEJO POETA

Caminas por el campo de Castilla y casi no lo ves. Un intrincado versículo de Juan es tu cuidado y apenas reparaste en la amarilla

puesta del sol. La vaga luz delira y en el confín del Este se dilata esa luna de escarnio y de escarlata que es acaso el espejo de la Ira.

Alzas los ojos y la miras. Una memoria de algo que fue tuyo empieza y se apaga. La pálida cabeza

bajas y sigues caminando triste, sin recordar el verso que escribiste: Y su epitafio la sangrienta luna.

Jorge Luis Borges, 1960

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EL OTRO TIGRE

And the craft createth a semblance.

Morris: Sigurd the Volsung (1876)

Pienso en un tigre. La penumbra exaltaLa vasta Biblioteca laboriosaY parece alejar los anaqueles;Fuerte, inocente, ensangrentado y nuevo,él irá por su selva y su mañanaY marcará su rastro en la limosaMargen de un río cuyo nombre ignora(En su mundo no hay nombres ni pasadoNi porvenir, sólo un instante cierto.)Y salvará las bárbaras distanciasY husmeará en el trenzado laberintoDe los olores el olor del albaY el olor deleitable del venado;Entre las rayas del bambú descifro,Sus rayas y presiento la osaturaBaja la piel espléndida que vibra.En vano se interponen los convexosMares y los desiertos del planeta;Desde esta casa de un remoto puertoDe América del Sur, te sigo y sueño,Oh tigre de las márgenes del Ganges.

Cunde la tarde en mi alma y reflexionoQue el tigre vocativo de mi versoEs un tigre de símbolos y sombras,Una serie de tropos literariosY de memorias de la enciclopediaY no el tigre fatal, la aciaga joyaQue, bajo el sol o la diversa luna,Va cumpliendo en Sumatra o en BengalaSu rutina de amor, de ocio y de muerte.Al tigre de los simbolos he opuestoEl verdadero, el de caliente sangre,El que diezma la tribu de los búfalos

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Y hoy, 3 de agosto del 59,Alarga en la pradera una pausadaSombra, pero ya el hecho de nombrarloY de conjeturar su circunstanciaLo hace ficción del arte y no criaturaViviente de las que andan por la tierra.

Un tercer tigre buscaremos. ÉsteSerá como los otros una formaDe mi sueño, un sistema de palabrasHumanas y no el tigre vertebradoQue, más allá de las mitologías,Pisa la tierra. Bien lo sé, pero algoMe impone esta aventura indefinida,Insensata y antigua, y perseveroEn buscar por el tiempo de la tardeEl otro tigre, el que no está en el verso.

Jorge Luis Borges, 1960

LOS BORGESNada o muy poco sé de mis mayores portugueses, los Borges: vaga gente que prosigue en mi carne, oscuramente, sus hábitos, rigores y temores. Tenues como si nunca hubieran sido y ajenos a los trámites del arte, indescifrablemente forman parte del tiempo, de la tierra y del olvido. Mejor así. Cumplida la faena, son Portugal, son la famosa gente que forzó las murallas del Oriente y se dio al mar y al otro mar de arena. Son el rey que en el místico desierto se perdió y el que jura que no ha muerto.

Jorge Luis Borges, 1960

A LUIS DE CAMÕENS

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Sin lástima y sin ira el tiempo mella las heroicas espadas. Pobre y triste a tu patria nostálgica volviste, oh capitán, para morir en ella

y con ella. En el mágico desierto la flor de Portugal se había perdido y el áspero español, antes vencido, amenazaba su costado abierto.

Quiero saber si aquende la ribera última comprendiste humildemente que todo lo perdido, el Occidente

y el Oriente, el acero y la bandera, perduraría (ajeno a toda humana mutación) en tu Eneida lusitana.

Jorge Luis Borges, 1960

UNA ROSA Y MILTON

De las generaciones de las rosas que en el fondo del tiempo se han perdido quiero que una se salve del olvido, una sin marca o signo entre las cosas

que fueron. El destino me depara este don de nombrar por vez primera esa flor silenciosa, la postrera rosa que Milton acercó a su cara,

sin verla. Oh tú bermeja o amarilla o blanca rosa de un jardín borrado, deja mágicamente tu pasado

inmemorial y en este verso brilla, oro, sangre o marfil o tenebrosa como en sus manos, invisible rosa.

Jorge Luis Borges, 1964

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LECTORES

De aquel hidalgo de cetrina y seca tez y de heroico afán se conjetura que, en víspera perpetua de aventura, no salió nunca de su biblioteca.

La crónica puntual que sus empeños narra y sus tragicómicos desplantes fue soñada por él, no por Cervantes, y no es más que una crónica de sueños.

Tal es también mi suerte. Sé que hay algo inmortal y esencial que he sepultado en esa biblioteca del pasado

en que leí la historia del hidalgo. Las lentas hojas vuelve un niño y grave sueña con vagas cosas que no sabe.

TEXAS

Aquí también. Aquí, como en el otroconfín del continente, el infinitocampo en que muere solitario el grito;aquí también el indio, el lazo, el potro.

Aquí también el pájaro secretoque sobre los fragores de la historiacanta para una tarde y su memoria;aquí también el místico alfabeto

de los astros, que hoy dictan a mi cálamonombres que el incesante laberintode los días no arrastra: San Jacinto

y esas otras Termópilas, el Álamo.Aquí también esa desconociday ansiosa y breve cosa que es la vida.

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FRAGMENTO

Una espada,una espada de hierro forjado en el frío del albauna espada con runasque nadie podrá desoír ni descifrar del todo,Una espada que los poetasigualarán al hielo y al fuego,una espada que un rey dará a otro reyy este rey a un sueño,una espada que será lealhasta una hora que ya sabe el Destino,una espada que iluminará la batalla.

Una espada para la manoque regirá la hermosa batalla, el tejido de hombres,una espada para la manoque enrojecerá los dientes del loboy el despiadado pico del cuervo,una espada para la manoque prodigará el oro rojo,una espada para la manoque dará muerte a la serpiente en su lecho de oro,una espada para la manoque ganará un reino y perderá un reino,una espada para la manoque derribará la selva de lanzas.Una espada para la mano de Beowulf.

A UNA ESPADA EN YORK MINSTER

En su hierro perdura el hombre fuerte,hoy polvo de planeta, que en las guerrasde ásperos mares y arrasadas tierraslo esgrimió, vano al fin, contra la muerte.

Vana también la muerte. Aquí está el hombreblanco y feral que de Noruega vino,

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urgido por el épico destino;su espada es hoy su símbolo y su nombre.

Pese a la larga muerte y su destierro,la mano atroz sigue oprimiendo el hierroy soy sombra en la sombra ante el guerrero

cuya sombra está aquí. Soy un instantey el instante ceniza, no diamante,y sólo lo pasado es verdadero.

SNORRI STURLUSON            (1179-1241)

Tú, que legaste una mitologíade hielo y fuego a la filial memoria,tú, que fijaste la violenta gloriade tu estirpe de acero y de osadía,

sentiste con asombro en una tardede espadas que tu triste carne humanatemblaba. En esa tarde sin mañanate fue dado saber que eras cobarde.

En la noche de Islandia, la salobreborrasca mueve el mar. Está cercadatu casa. Has bebido hasta las heces

el deshonor inolvidable. Sobretu pálida cabeza cae la espadacomo en tu libro cayó tantas veces.

JONATHAN EDWARDS            (1703-1785)

Lejos de la ciudad, lejos del foroclamoroso y del tiempo, que es mudanza,Edwards, eterno ya, sueña y avanzaa la sombra de árboles de oro.

Hoy es mañana y es ayer. No hay unacosa de Dios en el sereno ambienteque no le exalte misteriosamente,

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el oro de la tarde o de la luna.

Piensa feliz que el mundo es un eterno instrumento de ira y que el ansiadocielo para unos pocos fue creado

y casi para todos el infierno.En el centro puntual de la marañahay otro prisionero, Dios, la Araña.

EMERSON

Ese alto caballero americanocierra el volumen de Montaigne y saleen busca de otro goce que no valemenos, la tarde que ya exalta el llano.

Hacia el hondo poniente y su declive,hacia el confín que ese poniente dora,camina por los campos como ahorapor la memoria de quien esto escribe.

Piensa: Leí los libros esencialesy otros compuse que el oscuro olvidono ha de borrar. Un dios me ha concedido

lo que es dado saber a los mortales.Por todo el continente anda mi nombre;no he vivido. Quisiera ser otro hombre.

EDGAR ALLAN POE

Pompas del mármol, negra anatomíaque ultrajan los gusanos sepulcrales,del triunfo de la muerte los glacialessímbolos congregó. No los temía.

Temía la otra sombra, la amorosa,las comunes venturas de la gente;no lo cegó el metal resplandecienteni el mármol sepulcral sino la rosa.

Como del otro lado del espejose entregó solitario a su complejodestino de inventor de pesadillas.

Quizá, del otro lado de la muerte,

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siga erigiendo solitario y fuerteespléndidas y atroces maravillas.

CAMDEN, 1892

El olor del café y de los periódicos.El domingo y su tedio. La mañanay en la entrevista página esa vanapublicación de versos alegóricos

de un colega feliz. El hombre viejoestá postrado y blanco en su decentehabitación de pobre. Ociosamentemira su cara en el cansado espejo.

Piensa, ya sin asombro, que esa caraes él. La distraída mano tocala turbia barba y saqueada boca.

No está lejos el fin. Su voz declara:Casi no soy, pero mis versos ritmanla vida y su esplendor. Yo fui Walt Whitman.

PARÍS, 1856

La larga postración lo ha acostumbradoa anticipar la muerte. Le daríamiedo salir al clamoroso díay andar entre los hombres. Derribado,

Enrique Heine piensa en aquel río,el tiempo, que lo aleja lentamentede esa larga penumbra y del dolientedestino de ser hombre y ser judío.

Piensa en las delicadas melodíascuyo instrumento fue, pero bien sabeque el trino no es del árbol ni del ave

sino del tiempo y de sus vagos días.No han de salvarte, no, tus ruiseñores,tus noches de oro y tus cantadas flores.

LOS ENIGMAS

Yo que soy el que ahora está cantandoseré mañana el misterioso, el muerto,

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el morador de un mágico y desiertoorbe sin antes ni después ni cuándo.

Así afirma la mística. Me creoindigno del Infierno o de la Gloria,pero nada predigo. Nuestra historiacambia como las formas de Proteo.

¿Qué errante laberinto, qué blancuraciega de resplandor será mi suerte, cuando me entregue el fin de esta aventura

la curiosa experiencia de la muerte?Quiero beber su cristalino Olvido,ser para siempre; pero no haber sido.

EL INSTANTE

¿Dónde estarán los siglos, dónde el sueño de espadas que los tártaros soñaron, dónde los fuertes muros que allanaron, dónde el Árbol de Adán y el otro Leño?

El presente está solo. La memoria erige el tiempo. Sucesión y engaño es la rutina del reloj. El año no es menos vano que la vana historia.

Entre el alba y la noche hay un abismo de agonías, de luces, de cuidados; el rostro que se mira en los gastados

espejos de la noche no es el mismo. El hoy fugaz es tenue y es eterno; otro Cielo no esperes, ni otro Infierno.

AL VINO

En el bronce de Homero resplandece tu nombre,negro vino que alegras el corazón del hombre.

Siglos de siglos hace que vas de mano en manodesde el ritón del griego al cuerno del germano.

En la aurora ya estabas. A las generacionesles diste en el camino tu fuego y tus leones.

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Junto a aquel otro río de noches y de díascorre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,

vino que como un Éufrates patriarcal y profundovas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.

En tu cristal que vive nuestros ojos han vistouna roja metáfora de la sangre de Cristo.

En las arrebatadas estrofas del sufíeres la cimitarra, la rosa y el rubí.

Que otros en tu Leteo beban un triste olvido;yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.

Sésamo con el cual antiguas noches abroy en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.

Vino del mutuo amor o la roja pelea,alguna vez te llamaré. Que así sea.

SONETO DEL VINO

¿En qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa conjunción de los astros, en qué secreto día que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa y singular idea de inventar la alegría?

Con otoños de oro la inventaron. El vino fluye rojo a lo largo de las generaciones como el río del tiempo y en el arduo camino nos prodiga su música, su fuego y sus leones.

En la noche del júbilo o en la jornada adversa exalta la alegría o mitiga el espanto y el ditirambo nuevo que este día le canto

otrora lo cantaron el árabe y el persa. Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.

EL HAMBRE

Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.

Tú que arrojaste al círculo del horizonte abierto

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la alta proa del viking, las lanzas del desierto.

En la Torre del Hambre de Ugolino de Pisatienes tu monumento y en la estrofa concisa

que nos deja entrever (sólo entrever) los díasúltimos y en la sombra que cae las agonías.

Tú que de sus pinares haces que surja el loboy que guiaste la mano de Jean Valjean al robo.

Una de tus imágenes es aquel silenciosodios que devora el orbe sin ira y sin reposo,

el tiempo. Hay otra diosa de tiniebla y de osambre;su lecho es la vigilia y su pan es el hambre.

Tú que a Chatterton diste la muerte en la bohardillaentre los falsos códices y la luna amarilla.

Tú que entre el nacimiento del hombre y su agoníapides en la oración el pan de cada día.

Tú cuya lenta espada roe generacionesy sobre los testuces lanzas a los leones.

Madre antigua y atroz de la incestuosa guerra,borrado sea tu nombre de la faz de la tierra.

EL FORASTERO

Despachadas las cartas y el telegrama,camina por las calles indefinidasy advierte leves diferencias que no le importany piensa en Aberdeen o en Leyden,más vívidas para él que este laberintode líneas rectas, no de complejidad,donde lo lleva el tiempo de un hombrecuya verdadera vida está lejos.En una habitación numeradase afeitará después ante un espejoque no volverá a reflejarloy le parecerá que ese rostroes más inescrutable y más firmeque el alma que lo habitay que a lo largo de los años lo labra.Se cruzará contigo en una calle

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y acaso notarás que es alto y grisy que mira las cosas.Una mujer indiferentele ofrecerá la tarde y lo que pasadel otro lado de unas puertas. El hombrepiensa que olvidará su cara y recordará,años después, cerca del Mar del Norte,la persiana o la lámpara.Esa noche, sus ojos contemplaránen un rectángulo de formas que fueron,al jinete y su épica llanura,porque el Far West abarca el planetay se espeja en los sueños de los hombresque nunca lo han pisado.En la numerosa penumbra, el desconocidose creerá en su ciudady lo sorprenderá salir a otra,de otro lenguaje y otro cielo.

Antes de la agonía,el infierno y la gloria nos están dados;andan ahora por esta ciudad, Buenos Aires,que para el forastero de mi sueño(el forastero que yo he sido bajo otros astros)es una serie de imprecisas imágeneshechas para el olvido.

EL ALQUIMISTA

Lento en el alba un joven que han gastadola larga reflexión y las avarasvigilias considera ensimismadolos insomnes braseros y alquitaras.

Sabe que el oro, ese Proteo, acechabajo cualquier azar, como el destino;sabe que está en el polvo del camino,en el arco, en el brazo y en la flecha.

En su oscura visión de un ser secretoque se oculta en el astro y en el lodo,late aquel otro sueño de que todoes agua, que vio Tales de Mileto.

Otra visión habrá; la de un eterno Dios cuya ubicua faz es cada cosa,que explicará el geométrico Spinoza

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en un libro más arduo que el Averno…

En los vastos confines orientalesdel azul palidecen los planetas,el alquimista piensa en las secretasleyes que unen planetas y metales.

Y mientras cree tocar enardecidoel oro aquel que matará la Muerte,Dios, que sabe de alquimia, lo convierteen polvo, en nadie, en nada y en olvido.

EVERNESS

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.Dios, que salva el metal, salva la escoriay cifra en Su profética memorialas lunas que serán y las que han sido.

Ya todo está. Los miles de reflejosque entre los dos crepúsculos del díatu rostro fue dejando en los espejosy los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diversocristal de esa memoria, el universo;no tienen fin sus arduos corredores

y las puertas se cierran a tu paso;sólo del otro lado del ocasoverás los Arquetipos y Esplendores.

EWIGKEIT

Torne en mi boca el verso castellanoa decir lo que siempre está diciendodesde el latín de Séneca: el horrendodictamen de que todo es del gusano.

Torne a cantar la pálida ceniza,los fastos de la muerte y la victoriade esa reina retórica que pisalos estandartes de la vanagloria.

No así. Lo que mi barro ha bendecidono lo voy a negar como un cobarde.Sé que una cosa no hay. Es el olvido;

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sé que en la eternidad perdura y ardelo mucho y lo precioso que he perdido:esa fragua, esa luna y esa tarde.

EDIPO Y EL ENIGMA

Cuadrúpedo en la aurora, alto en el díay con tres pies errando por en vanoámbito de la tarde, así veíala eterna esfinge a su inconstante hermano,

el hombre, y con la tarde un hombre vinoque descifró aterrado en el espejode la monstruosa imagen, el reflejode su declinación y su destino.

Somos Edipo y de un eterno modola larga y triple bestia somos, todolo que seremos y lo que hemos sido.

Nos aniquilaría ver la ingenteforma de nuestro ser; piadosamenteDios nos depara sucesión y olvido.

SPINOZA

Las traslúcidas manos del judío labran en la penumbra los cristales y la tarde que muere es miedo y frío. (Las tardes a las tardes son iguales.)

Las manos y el espacio de jacinto que palidece en el confín del Ghetto casi no existen para el hombre quieto que está soñando un claro laberinto.

No lo turba la fama, ese reflejo de sueños en el sueño de otro espejo, ni el temeroso amor de las doncellas.

Libre de la metáfora y del mito labra un arduo cristal: el infinito mapa de Aquel que es todas Sus estrellas.

ESPAÑA

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Más allá de los símbolos, más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios, más allá de la aberración del gramático que ve en la historia del hidalgo que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue, no una amistad y una alegría sino un herbario de arcaísmos y un refranero, estás, España silenciosa, en nosotros. España del bisonte, que moriría por el hierro o el rifle, en las praderas del ocaso, en Montana, España donde Ulises descendió a la Casa de Hades, España del íbero, del celta, del cartaginés, y de Roma, España de los duros visigodos, de estirpe escandinava, que deletrearon y olvidaron la escritura de Ulfilas, pastor de pueblos, España del Islam, de la cábala y de la Noche Oscura del Alma, España de los inquisidores, que padecieron el destino de ser verdugos y hubieran podido ser mártires, España de la larga aventura que descifró los mares y redujo crueles imperios y que prosigue aquí, en Buenos Aires, en este atardecer del mes de julio de 1964, España de la otra guitarra, la desgarrada, no la humilde, la nuestra, España de los patios, España de la piedra piadosa de catedrales y santuarios, España de la hombría de bien y de la caudalosa amistad, España del inútil coraje, podemos profesar otros amores, podemos olvidarte como olvidamos nuestro propio pasado, porque inseparablemente estás en nosotros, en los íntimos hábitos de la sangre, en los Acevedo y los Suárez de mi linaje, España, madre de ríos y de espadas y de multiplicadas generaciones, incesante y fatal.

ELEGÍA

Oh destino el de Borges,haber navegado por los diversos mares del mundo

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o por el único y solitario mar de nombres diversos,haber sido una parte de Edimburgo, de Zurich, de las dos Córdobas,de Colombia y de Texas,haber regresado, al cabo de cambiantes generaciones,a las antiguas tierras de su estirpe,a Andalucía, a Portugal y a aquellos condadosdonde el sajón guerreó con el danés y mezclaron sus sangres,haber errado por el rojo y tranquilo laberinto de Londres,haber envejecido en tantos espejos,haber buscado en vano la mirada de mármol de las estatuas,haber examinado litografías, enciclopedias, atlas,haber visto las cosas que ven los hombres,la muerte, el torpe amanecer, la llanuray las delicadas estrellas,y no haber visto nada o casi nadasino el rostro de una muchacha de Buenos Aires,un rostro que no quiere que lo recuerde.Oh destino de Borges,tal vez no más extraño que el tuyo.

Bogotá, 1963

A UNA MONEDA

Fría y tormentosa la noche que zarpé de Montevideo.Al doblar el Cerro,tiré desde la cubierta más altauna moneda que brilló y se anegó en las aguas barrosas,una cosa de luz que arrebataron el tiempo y la tiniebla.Tuve la sensación de haber cometido un acto irrevocable,de agregar a la historia del planetados series incesantes, paralelas, quizá infinitas:mi destino, hecho de zozobra, de amor y de vanas vicisitudes,y el de aquel disco de metalque las aguas darían al blando abismoo a los remotos mares que aún roendespojos del sajón y del fenicio.A cada instante de mi sueño o de mi vigiliacorresponde otro de la ciega moneda.A veces he sentido remordimiento

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y otras envidia,de ti que estás, como nosotros, en el tiempo y su laberintoy que no lo sabes.

ODA ESCRITA EN 1966

Nadie es la patria. Ni siquiera el jineteque, alto en el alba de una plaza desierta,rige un corcel de bronce por el tiempo,ni los otros que miran desde el mármol,ni los que prodigaron su bélica cenizapor los campos de Américao dejaron un verso o una hazañao la memoria de una vida cabalen el justo ejercicio de los días.Nadie es la patria. Ni siquiera los símbolos.

Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempocargado de batallas, de espadas y de éxodosy de la lenta población de regionesque lindan con la aurora y el ocaso,y de rostros que van envejeciendoen los espejos que se empañany de sufridas agonías anónimasque duran hasta el albay de la telaraña de la lluviasobre negros jardines.

La patria, amigos, es un acto perpetuocomo el perpetuo mundo. (Si el EternoEspectador dejara de soñarnosun solo instante, nos fulminaría,blanco y brusco relámpago, Su olvido.)Nadie es la patria, pero todos debemosser dignos del antiguo juramentoque prestaron aquellos caballerosde ser lo que ignoraban, argentinos,de ser lo que serían por el hechode haber jurado en esa vieja casa.

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Somos el porvenir de esos varones,la justificación de aquellos muertos;nuestro deber es la gloriosa cargaque a nuestra sombra legan esas sombrasque debemos salvar.

Nadie es la patria, pero todos lo somos.Arda en mi pecho y en el vuestro, incesante,ese límpido fuego misterioso.

EL SUEÑO

Si el sueño fuera (como dicen) una tregua, un puro reposo de la mente, ¿por qué, si te despiertan bruscamente, sientes que te han robado una fortuna?

¿Por qué es tan triste madrugar? La hora nos despoja de un don inconcebible, tan íntimo que sólo es traducible en un sopor que la vigilia dora

de sueños, que bien pueden ser reflejos truncos de los tesoros de la sombra, de un orbe intemporal que no se nombra

y que el día deforma en sus espejos. ¿Quién serás esta noche en el oscuro sueño, del otro lado de su muro?

UN SOLDADO DE LEE (1862)

Lo ha alcanzado una bala en la ribera de una clara corriente cuyo nombre ignora. Cae de boca. (Es verdadera la historia y más de un hombre fue aquel hombre.)

El aire de oro mueve las ociosas hojas de los pinares. La paciente hormiga escala el rostro indiferente. Sube el sol. Ya han cambiado muchas cosas

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y cambiarán sin término hasta cierto día del porvenir en que te canto a ti que, sin la dádiva del llanto,

caíste como cae un hombre muerto. No hay un mármol que guarde tu memoria; seis pies de tierra son tu oscura gloria.

Jorge Luis Borges, 1964

UNA MAÑANA DE 1649

Carlos avanza entre su pueblo. Miraa la izquierda y a la derecha. Ha rechazadolos brazos de la escolta. Liberadode la necesidad de la mentira,

sabe que hoy va a la muerte, no al olvido,y que es un rey. La ejecución lo espera;la mañana es atroz y verdadera.No hay temor en su carne. Siempre ha sido,

a fuer de buen tahúr, indiferente.Ha apurado la vida hasta las heces;ahora está solo entre la armada gente.

No lo infama el patíbulo. Los juecesno son el Juez. Saluda levementey sonríe. Lo ha hecho tantas veces.

BUENOS AIRES

Antes yo te buscaba en tus confinesque lindan con la tarde y la llanuray en la verja que guarda una frescuraantigua de cedrones y jazmines.

En la memoria de Palermo estabas,en su mitología de un pasadode baraja y puñal y en el doradobronce de las inútiles aldabas,

con su mano y sortija. Te sentíaen los patios del Sur y en la creciente

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sombra que desdibuja lentamente

su larga recta, al declinar el día.Ahora estás en mí. Eres mi vagasuerte, esas cosas que la muerte apaga.

BUENOS AIRES

Y la ciudad, ahora, es como un planode mis humillaciones y fracasos;desde esa puerta he visto los ocasosy ante ese mármol he aguardado en vano.

Aquí el incierto ayer y el hoy distintome han deparado los comunes casosde toda suerte humana; aquí mis pasosurden su incalculable laberinto.

Aquí la tarde cenicienta esperael fruto que le debe la mañana;aquí mi sombra en la no menos vana

sombra final se perderá, ligera.No nos une el amor sino el espantoserá por eso que la quiero tanto.

AL HIJO

No soy yo quien te engendra. Son los muertos.Son mi padre, su padre y sus mayores;son los que un largo dédalo de amorestrazaron desde Adán y los desiertos

de Caín y de Abel, en una auroratan antigua que ya es mitología,y llegan, sangre y médula, a este díadel porvenir, en que te engendro ahora.

Siento su multitud. Somos nosotrosy, entre nosotros, tú y los venideroshijos que has de engendrar. Los postrimeros

y los del rojo Adán. Soy esos otros,también. La eternidad está en las cosasdel tiempo, que son formas presurosas.

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MILONGA DE DOS HERMANOS

Traiga cuentos la guitarra de cuando el fierro brillaba, cuentos de truco y de taba, de cuadreras y de copas, cuentos de la Costa Brava y el Camino de las Tropas.

Venga una historia de ayer que apreciarán los más lerdos; el destino no hace acuerdos y nadie se lo reproche— ya estoy viendo que esta noche vienen del Sur los recuerdos.

Velay, señores, la historia de los hermanos Iberra, hombres de amor y de guerra y en el peligro primeros, la flor de los cuchilleros y ahora los tapa la tierra.

Suelen al hombre perder la soberbia o la codicia: también el coraje envicia a quien le da noche y día— el que era menor debía más muertes a la justicia.

Cuando Juan Iberra vio que el menor lo aventajaba, la paciencia se le acaba y le armó no sé qué lazo le dio muerte de un balazo, allá por la Costa Brava.

Sin demora y sin apuro lo fue tendiendo en la vía para que el tren lo pisara. El tren lo dejó sin cara, que es lo que el mayor quería.

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Así de manera fiel conté la historia hasta el fin; es la historia de Caín que sigue matando a Abel.

Jorge Luis Borges, 1965

UN LECTOR

Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído. No habré sido un filólogo, no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras, la de que se endurece en te, la equivalencia de la ge y de la ka, pero a lo largo de mis años he profesado la pasión del lenguaje. Mis noches están llenas de Virgilio; haber sabido y haber olvidado el latín es una posesión, porque el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, la otra cara secreta de la moneda. Cuando en mis ojos se borraron las vanas apariencias queridas, los rostros y la página, me di al estudio del lenguaje de hierro que usaron mis mayores para cantar espadas y soledades, y ahora, a través de siete siglos, desde la Última Thule, tu voz me llega, Snorri Sturluson. El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa y lo hace en pos de un conocimiento preciso; a mis años, toda empresa es una aventura que linda con la noche. No acabaré de descifrar las antiguas lenguas del Norte, no hundiré las manos ansiosas en el oro de Sigurd; la tarea que emprendo es ilimitada y ha de acompañarme hasta el fin, no menos misteriosa que el universo y que yo, el aprendiz.

ELOGIO DE LA SOMBRA

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La vejez (tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha. El animal ha muerto o casi ha muerto. Quedan el hombre y su alma. Vivo entre formas luminosas y vagas que no son aún la tiniebla. Buenos Aires, que antes se desgarraba en arrabales hacia la llanura incesante, ha vuelto a ser la Recoleta, el Retiro, las borrosas calles del Once y las precarias casas viejas que aún llamamos el Sur. Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas; Demócrito de Abdera se arrancó los ojos para pensar; el tiempo ha sido mi Demócrito. Esta penumbra es lenta y no duele; fluye por un manso declive y se parece a la eternidad. Mis amigos no tienen cara, las mujeres son lo que fueron hace ya tantos años, las esquinas pueden ser otras, no hay letras en las páginas de los libros. Todo esto debería atemorizarme, pero es una dulzura, un regreso. De las generaciones de los textos que hay en la tierra sólo habré leído unos pocos, los que sigo leyendo en la memoria, leyendo y transformando. Del Sur, del Este, del Oeste, del Norte, convergen los caminos que me han traído a mi secreto centro. Esos caminos fueron ecos y pasos, mujeres, hombres, agonías, resurrecciones, días y noches, entresueños y sueños, cada ínfimo instante del ayer y de los ayeres del mundo, la firme espada del danés y la luna del persa, los actos de los muertos, el compartido amor, las palabras, Emerson y la nieve y tantas cosas. Ahora puedo olvidarlas. Llego a mi centro, a mi álgebra y mi clave, a mi espejo. Pronto sabré quién soy.

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LA BUSCA

Al término de tres generaciones vuelvo a los campos de los Acevedo, que fueron mis mayores. Vagamente los he buscado en esta vieja casa blanca y rectangular, en la frescura de sus dos galerías, en la sombra creciente que proyectan los pilares, en el intemporal grito del pájaro, en la lluvia que abruma la azotea, en el crepúsculo de los espejos, en un reflejo, un eco, que fue suyo y que ahora es mío, sin que yo lo sepa. He mirado los hierros de la reja que detuvo las lanzas del desierto, la palmera partida por el rayo, los negros toros de Aberdeen, la tarde, las casuarinas que ellos nunca vieron. Aquí fueron la espada y el peligro, las duras proscripciones, las patriadas; firmes en el caballo, aquí rigieron la sin principio y la sin fin llanura los estancieros de las largas leguas. Pedro Pascual, Miguel, Judas Tadeo... Quién me dirá si misteriosamente, bajo este techo de una sola noche, más allá de los años y del polvo, más allá del cristal de la memoria, no nos hemos unido y confundido, yo en el sueño, pero ellos en la muerte.

Jorge Luis Borges, 1972

O PERDIDO¿Dónde estará mi vida, la que pudo haber sido y no fue, la venturosa o la de triste horror, esa otra cosa que pudo ser la espada o el escudo y que no fue? ¿Dónde estará el perdido antepasado persa o el noruego,

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dónde el azar de no quedarme ciego, dónde el ancla y el mar, dónde el olvido de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura noche que al rudo labrador confía el iletrado y laborioso día, según lo quiere la literatura? Pienso también en esa compañera que me esperaba, y que tal vez me espera.

Jorge Luis Borges, 1972

EL BISONTE

Montañoso, abrumado, indescifrable, rojo como la brasa que se apaga, anda fornido y lento por la vaga soledad de su páramo incansable.

El armado testuz levanta. En este antiguo toro de durmiente ira, veo a los hombres rojos del Oeste y a los perdidos hombres de Altamira.

Luego pienso que ignora el tiempo humano, cuyo espejo espectral es la memoria. El tiempo no lo toca ni la historia

de su decurso, tan variable y vano. Intemporal, innumerable, cero, es el postrer bisonte y el primero.

Jorge Luis Borges, 1975

SOY

Soy el que sabe que no es menos vano que el vano observador que en el espejo de silencio y cristal sigue el reflejo o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe que no hay otra venganza que el olvido

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ni otro perdón. Un dios ha concedido al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos de errar, no ha descifrado el laberinto singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos. Soy el que es nadie, el que no fue una espada en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

Jorge Luis Borges, 1975

QUINCE MONEDAS

A Alicia Jurado

Un poeta orientalDurante cien otoños he miradotu tenue disco.Durante cien otoños he miradotu arco sobre las islas.Durante cien otoños mis labiosno han sido menos silenciosos.      El desiertoEl espacio sin tiempo.La luna es del color de la arena.Ahora, precisamente ahora,mueren los hombres del Metauro y de Tannenberg.      LLueve¿En qué ayer, en qué patios de Cartago,cae también la lluvia?      AsteriónEl año me tributa mi pasto de hombresy en la cisterna hay agua.En mí se anudan los caminos de piedra.¿De qué puedo quejarme?En los atardeceresme pesa un poco la cabeza de toro.      Un poeta menorLa meta es el olvido.Yo he llegado antes.      Génesis, IV, 8Fue en el primer desierto.Dos brazos arrojaron una gran piedra.

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No hubo un grito. Hubo sangre.Hubo por vez primera la muerte.Ya no recuerdo si fui Abel o Caín.      Nortumbria, 900 A.D.Que antes del alba lo despojen los lobos;la espada es el camino más corto.      Miguel de CervantesCrueles estrellas y propicias estrellaspresidieron la noche de mi génesis;debo a las últimas la cárcelen que soñé el Quijote.      El OesteEl callejón final con su poniente.Inauguración de la pampa.Inauguración de la muerte.      Estancia El RetiroEl tiempo juega un ajedrez sin piezasen el patio. El crujido de una ramarasga la noche. Fuera la llanuraleguas de polvo y sueño desparrama.Sombras los dos, copiamos lo que dictanotras sombras: Heráclito y Gautama.      El prisioneroUna lima.La primera de las pesadas puertas de hierro.Algún día seré libre.      MacbethNuestros actos prosiguen su camino,que no conoce término.Maté a mi rey para que Shakespeareurdiera su tragedia.      EternidadesLa serpiente que ciñe el mar y es el mar,el repetido remo de Jasón, la joven espada de Sigurd.Sólo perduran en el tiempo las cosasque no fueron del tiempo.      E. A. P.Los sueños que he soñado. El pozo y el péndulo.El hombre de las multitudes. Ligeia…Pero también este otro.      El espíaEn la pública luz de las batallasotros dan su vida a la patriay los recuerda el mármol.Yo he errado oscuro por ciudades que odio.Le di otras cosas.

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Abjuré de mi honor,traicioné a quienes me creyeron su amigo,compré conciencias,abominé del nombre de la patria,me resigné a la infamia.

Jorge Luis Borges, 1975

SIMÓN CARBAJAL

En los campos de Antelo, hacia el noventami padre lo trató. Quizá cambiaronunas parcas palabras olvidadas.No recordaba de él sino una cosa:el dorso de la oscura mano izquierdacruzado de zarpazos. En la estanciacada uno cumplía su destino:éste era domador, tropero el otro,aquél tiraba como nadie el lazoy Simón Carvajal era el tigrero.Si un tigre depredaba las majadaso lo oían bramar en la tiniebla,Carvajal lo rastreaba por el monte.Iba con el cuchillo y con los perros.Al fin daba con él en la espesura.Azuzaba a los perros. La amarillafiera se abalanzaba sobre el hombreque agitaba en el brazo izquierdo el poncho,que era escudo y señuelo. El blanco vientrequedaba expuesto. El animal sentíaque el acero le entraba hasta la muerte.El duelo era fatal y era infinito.Siempre estaba matando al mismo tigreinmortal. No te asombre demasiadosu destino. Es el tuyo y es el mío,salvo que nuestro tigre tiene formasque cambian sin parar. Se llama el odio,el amor, el azar, cada momento.

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PROTEO

Antes que los remeros de Odiseafatigaran el mar color de vinolas inasibles formas adivinode aquel dios cuyo nombre fue Proteo.

Pastor de los rebaños de los maresy poseedor del don de profecía,prefería ocultar lo que sabíay entretejer oráculos dispares.

Urgido por las gentes asumíala forma de un león o de una hoguerao de árbol que da sombra a la ribera

o de agua que en el agua se perdía.De Proteo el egipcio no te asombres,tú, que eres uno y eres muchos hombres.

OTRA VERSIÓN DE PROTEO

Habitador de arenas recelosas,mitad dios y mitad bestia marina,ignoró la memoria, que se inclinasobre el ayer y las perdidas cosas.

Otro tormento padeció Proteono menos cruel, saber lo que ya encierrael porvenir: la puerta que se cierrapara siempre, el troyano y el aqueo.

Atrapado, asumía la inasibleforma del huracán o de la hoguerao del tigre de oro o la pantera

o de agua que en el agua es invisible.Tú también estás hecho de inconstantesayeres y mañanas. Mientras, antes…

DE QUE NADA SE SABE

La luna ignora que es tranquila y claray ni siquiera sabe que es la luna;la arena, que es la arena. No habrá una

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cosa que sepa que su forma es rara.

Las piezas de marfil son tan ajenasal abstracto ajedrez como la manoque las rige. Quizá el destino humanode breves dichas y de largas penas

es instrumento de otro. Lo ignoramos;darle nombre de Dios no nos ayuda.Vanos también son el temor, la duda

y la trunca plegaria que iniciamos.¿Qué arco habrá arrojado esta saetaque soy? ¿Qué cumbre puede ser la meta?

BRUNANBURH, 937 A. D.

Nadie a tu lado.Anoche maté a un hombre en la batalla.Era animoso y alto, de la clara estirpe de Anlaf.La espada entró en el pecho, un poco a la izquierda.Rodó por tierra y fue una cosa,una cosa del cuervo.En vano lo esperarás, mujer que no he visto.No lo traerán las naves que huyeronsobre el agua amarilla.En la hora del alba,tu mano desde el sueño lo buscará.Tu lecho está frío.Anoche maté a un hombre en Brunanburh.

Nota del autor: Brunanburgh. Son las palabras de un sajón que se ha batido en la victoria que los reyes de Wessex alcanzaron sobre una coalición de escoceses, daneses y britanos, comandados por Anlaf (Olaf) de Irlanda. En el poema hay ecos de la oda contemporánea que Tennyson tan admirablemente tradujo.

EL CIEGO

            I

Lo han despojado del diverso mundo,de los rostros, que son lo que eran antes.De las cercanas calles, hoy distantes,y del cóncavo azul, ayer profundo.De los libros le queda lo que deja

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la memoria, esa forma del olvidoque retiene el formato, el sentido,y que los meros títulos refleja.El desnivel acecha. Cada pasopuede ser la caída. Soy el lentoprisionero de un tiempo soñolientoque no marca su aurora ni su ocaso.Es de noche. No hay otros. Con el versodebo labrar mi insípido universo.

            II

Desde mi nacimiento, que fue el noventa y nuevede la cóncava parra y el aljibe profundo,el tiempo minucioso, que en la memoria es breve,me fue hurtando las formas visibles de este mundo.Los días y las noches limaron los perfilesde las letras humanas y los rostros amados;en vano interrogaron mis ojos agotadoslas vanas bibliotecas y los vanos atriles.El azul y el bermejo son ahora una nieblay dos voces inútiles. El espejo que miroes una cosa gris. En el jardín aspiro,amigos, una lóbrega rosa de la tiniebla.Ahora sólo perduran las formas amarillasy sólo puedo ver para ver pesadillas.

UN CIEGO

No sé cuál es la cara que me miracuando miro la cara del espejo;No sé qué anciano acecha en su reflejocon silenciosa y ya cansada ira.

Lento en mi sombra, con la mano exploromis invisibles rasgos. Un destellome alcanza. He vislumbrado tu cabelloque es de ceniza o es aún de oro.

Repito que he perdido solamentela vana superficie de las cosas.El consuelo es de Milton y es valiente,

pero pienso en las letras y en las rosas.Pienso que si pudiera ver mi carasabría quién soy en esta tarde rara.

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1972

Temí que el porvenir (que ya declina)sería un profundo corredor de espejosindistintos, ociosos y menguantes,una repetición de vanidades,y en la penumbra que precede al sueñorogué a mis dioses, cuyo nombre ignoro,que enviaran algo o alguien a mis días.Lo hicieron. Es la Patria. Mis mayoresla sirvieron con largas proscripciones,con penurias, con hambre, con batallas,aquí de nuevo está el hermoso riesgo.No soy aquellas sombras tutelaresque honré con versos que no olvida el tiempo.Estoy ciego. He cumplido los setenta;no soy el oriental Francisco Borgesque murió con dos balas en el pecho,entre las agonías de los hombres,en el hedor de un hospital de sangre,pero la Patria, hoy profanada quiereque con mi oscura pluma de gramático,docta en las nimiedades académicasy ajena a los trabajos de la espada,congregue el gran rumor de la epopeyay exija mi lugar. Lo estoy haciendo.

ELEGÍA*

Tres antiguas caras me desvelan:una el Océano, que habló con Claudio,otra el Norte de aceros ignorantesy atroces en la aurora y el ocaso,la tercera la muerte, ese otro nombredel insaciado tiempo que nos roe.La carga secular de los ayeresde la historia que fue o que fue soñadame abruma, personal como una culpa.Pienso en la nave ufana que devuelvea los mares el cuerpo de Scyld Sceavingque reinó en Dinamarca bajo el cielo;pienso en el alto lobo, cuyas riendaseran sierpes, que dio al barco encendidola blancura del dios hermoso y muerto;pienso en piratas cuya carne humanaes dispersión y limo bajo el pesode los mares errantes que ultrajaron.

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Pienso en mi propia, en mi perfecta muerte,sin la urna, la lápida y la lágrima.

* Scyld es el rey de Dinamarca cuyo destino canta el exordio de la Gesta de Beowulf. El dios hermoso y muerto es Baldr, cuyos sueños premonitorios y cuyo fin están en las Eddas

ALL OUR YESTERDAYS

Quiero saber de quién es mi pasado.¿De cuál de los que fui? ¿Del ginebrinoque trazó algún hexámetro latinoque los lustrales años han borrado?

¿Es de aquel niño que buscó en la enterabiblioteca del padre las puntualescurvaturas del mapa y las feralesformas que son el tigre y la pantera?

¿O de aquel otro que empujó una puertadetrás de la que un hombre se moríapara siempre, y besó en el blanco día

la cara que se va y la cara muerta?Soy los que ya no son. Inútilmentesoy en la tarde esa perdida gente.

EL DESTERRADO          (1977)

Alguien recorre los senderos de Ítaca y no se acuerda de su rey, que fue a Troyahace ya tantos años;alguien piensa en las tierras heredadasy en el arado nuevo y el hijoy es acaso feliz.En el confín del orbe yo, Ulises,descendí a la Casa de Hadesy vi la sombra del tebano Tiresiasque desligó el amor de las serpientes,Y la sombra de Heraclesque mata sombras de leones en la praderay así mismo está en el Olimpo.Alguien hoy anda por Bolívar y Chiley puede ser feliz o no serlo.Quién me diera ser él.

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EN MEMORIA DE ANGÉLICA

¡Cuántas posibles vidas se habrán idoen esta pobre y diminuta muerte,cuántas posibles vidas que la suertedaría a la memoria o al olvido!

Cuando yo muera morirá un pasado;con esta flor un porvenir ha muertoen las aguas que ignoran, un abiertoporvenir por los astros arrasado.

Yo, como ella, muero de infinitosdestinos que el azar no me depara;busca mi sombra los gastados mitos

de una patria que siempre dio la cara.Un breve mármol cuida su memoria;sobre nosotros crece, atroz, la historia.

  MIS LIBROS

Mis libros (que no saben que yo existo)son tan parte de mí como este rostrode sienes grises y de grises ojosque vanamente busco en los cristalesy que recorro con la mano cóncava.No sin alguna lógica amargurapienso que las palabras esencialesque me expresan están en esas hojasque no saben quién soy, no en las que he escrito.Mejor así. Las voces de los muertosme dirán para siempre.

EL TESTIGO

Desde su sueño el hombre ve al gigantede un sueño que soñado fue en Bretañay apresta el corazón para la hazañay le clava la espuela a Rocinante.

El viento hace girar las laboriosasaspas que el hombre gris ha acometido.Rueda el rocín; la lanza se ha partidoy es una cosa más entre las cosas.

Yace en la tierra el hombre de armadura;

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lo ve caer el hijo de un vecino,que no sabrá el final de la aventura

y que a las Indias llevará el destino.Perdido en el confín de otra llanurase dirá que fue un sueño el del molino.

EFIALTES

En el fondo del sueño están los sueños. Cadanoche quiero perderme en las aguas obscurasque me lavan del día, pero bajo esas purasaguas que nos conceden la penúltima Nada

late en la hora gris la obscena maravilla.Puede ser un espejo con mi rostro distinto,puede ser la creciente cárcel de un laberinto,puede ser un jardín. Siempre es la pesadilla.

Su horror no es de este mundo. Algo que no se nombrame alcanza desde ayeres de mito y de neblina;la imagen detestada perdura en la retina

e infama la vigilia como infamó la sombra.¿Por qué brota de mí cuando el cuerpo reposay el alma queda sola, esta insensata rosa?

EL ORIENTE

La mano de Virgilio se demorasobre una tela con frescura de aguay entretejidas formas y coloresque han traído a su Roma las remotascaravanas del tiempo y de la arena.Perdurará en un verso de las Geórgicas.No la había visto nunca. Hoy es la seda.En un atardecer muere un judíocrucificado por los negros clavosque el pretor ordenó, pero las gentesde las generaciones de la tierrano olvidarán la sangre y la plegariay en la colina los tres hombres últimos.Sé de un mágico libro de hexagramasque marca los sesenta y cuatro rumbos

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de nuestra suerte de vigilia y sueño.¡Cuánta invención para poblar el ocio!Sé de ríos de arena y peces de oroque rige el Preste Juan en las regionesulteriores al Ganges y a la Auroray del hai ku que fija en unas pocassílabas un instante, un eco, un éxtasis;sé de aquel genio de humo encarceladoen la vasija de amarillo cobrey de lo prometido en la tiniebla.¡Oh mente que atesoras lo increíble!Caldea que primero vio los astros.Las altas naves lusitanas; Goa.Las victorias de Clive, ayer suicida;Kim y su lama rojo que prosiguenpara siempre el camino que los salva.El fino olor del té, el olor del sándalo.Las mezquitas de Córdoba y del Aksay el tigre, delicado como el nardo.

Tal es mi Oriente. Es el jardín que tengopara que tu memoria no me ahogue.

LA CIERVA BLANCA*

¿De qué agreste balada de la verde Inglaterra,de qué lámina persa, de qué región arcanade las noches y días que nuestro ayer encierra,vino la cierva blanca que soñé esta mañana?

Duraría un segundo. La vi cruzar el prado y perderse en el oro de una tarde ilusoria,leve criatura hecha de un poco de memoriay de un poco de olvido, cierva de un solo lado.

Los númenes que rigen este curioso mundome dejaron soñarte pero no ser tu dueño;tal vez en un recodo del porvenir profundo

te encontraré de nuevo, cierva blanca de un sueño.

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Yo también soy un sueño fugitivo que duraunos días más que el sueño del prado y la blancura.

* Los devotos de una métrica rigurosa pueden leer de este modo el último verso:

                Un tiempo más que el sueño del prado y la blancura.

Debo esta variación a Alicia Jurado.

ELEGÍA DEL RECUERDO IMPOSIBLE

Qué no daría yo por la memoriade una calle de tierra con tapias bajasy de un alto jinete llenando el alba(largo y raído el poncho)en uno de los días de la llanura,en un día sin fecha.Qué no daría yo por la memoriade mi madre mirando la mañanaen la estancia de Santa Irene,sin saber que su nombre iba a ser Borges.Qué no daría yo por la memoriade haber combatido en Cepeday de haber visto a Estanislao del Camposaludando la primer balacon la alegría del coraje.Qué no daría yo por la memoriade un portón de quinta secretaque mi padre empujaba cada nocheantes de perderse en el sueñoy que empujó por última vezel 14 de febrero del 38.Qué no daría yo por la memoriade las barcas de Hengist,zarpando de la arena de Dinamarcapara debelar una islaque aún no era Inglaterra.Qué no daría yo por la memoria(la tuve y la he perdido)de una tela de oro de Turner,

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vasta como la música.Qué no daría yo por la memoriade haber oído a Sócratesque, en la tarde la cicuta,examinó serenamente el problema de la inmortalidad,alternando los mitos y las razonesmientras la muerte azul iba subiendodesde los pies ya fríos.Qué no daría yo por la memoriade que me hubieras dicho que me queríasy de no haber dormido hasta la aurora,desgarrado y feliz.

CORONEL SUÁREZ

Alta en el alba se alza la severafaz de metal y melancolía.Un perro se desliza por la acera.Ya no es de noche y no es aún de día.

Suárez mira su pueblo y la llanuraulterior, las estancias, los potreros,los rumbos que fatigan los reseros,el paciente planeta que perdura.

Detrás del simulacro te adivino,oh joven capitán que fuiste el dueñode esa batalla que torció el destino:

Junín, resplandeciente como un sueño.En un confín del vasto Sur persisteesa alta cosa, vagamente triste.

LA PESADILLA

Sueño con un antiguo rey. De hierroes la corona y muerta la mirada.

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Ya no hay caras así. La firme espadalo acatará, leal como su perro.

No sé si es de Nortumbria o de Noruega.Sé que es del Norte. La cerrada y rojabarba le cubre el pecho. No me arrojauna mirada su mirada ciega.

¿De qué apagado espejo, de qué navede los mares que fueron su aventura,habrá surgido el hombre gris y grave

que me impone su antaño y su amargura?Sé que me sueña y que me juzga, erguido.El día entra en la noche. No se ha ido.

  LA VÍSPERA

Millares de partículas de arena,ríos que ignoran el reposo, nievemás delicada que una sombra, levesombra de una hoja, la serena

margen del mar, la momentánea espuma,los antiguos caminos del bisontey de la flecha fiel, un horizontey otro, los tabacales y la bruma,

la cumbre, los tranquilos minerales,el Orinoco, el intrincado juegoque urden la tierra, el agua, el aire, el fuego,

las leguas de sumisos animales,apartarán tu mano de la mía,pero también la noche, el alba, el día…

UNA LLAVE EN EAST LANSING

A Judith Machado

Soy una pieza de limado acero.Mi borde irregular no es arbitrario.

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Duermo mi vago acero en un armarioque no veo, sujeta a mi llavero.

Hay una cerradura que me espera,una sola. La puerta es de forjado hierro y firme cristal. Del otro ladoestá la casa, oculta y verdadera.

Altos en la penumbra los desiertosespejos ven las noches y los díasy las fotografías de los muertos

y el tenue ayer de las fotografías.Alguna vez empujaré la durapuerta y haré girar la cerradura.

ELEGÍA DE LA PATRIA

De hierro, no de oro, fue la aurora.La forjaron un puerto y un desierto,unos cuantos señores y el abiertoámbito elemental de ayer y ahora.

Vino después la guerra con el godo.Siempre el valor y siempre la victoria.El Brasil y el tirano. Aquella historiadesenfrenada. El todo por el todo.

Cifras rojas de los aniversarios,pompas del mármol, arduos monumentos,pompas de la palabra, parlamentos,

centenarios y sesquicentenarios,son la ceniza apenas, la soflamade los vestigios de esa antigua llama.

HILARIO ASCASUBI          (1807-1875)

Alguna vez hubo una dicha. El hombreaceptaba el amor y la batallacon igual regocijo. La canallasentimental no había usurpado el nombre

del pueblo. En esa aurora, hoy ultrajada,vivió Ascasubi y se batió, cantandoentre los gauchos de la patria cuando

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los llamó una divisa a la patriada.

Fue muchos hombres. Fue el cantor y el coro;por el río del tiempo fue Proteo.Fue soldado en la azul Montevideo

y en California, buscador de oro.Fue suya la alegría de una espadaen la mañana. Hoy somos noche y nada.

EL PERÚ

De la suma de cosas del orbe ilimitadovislumbramos apenas una que otra. El olvidoy el azar nos despojan. Para el niño que he sido,el Perú fue la historia que Prescott ha salvado.

Fue también esa clara palangana de plataque pendió del arzón de una silla y el matede plata con serpientes arqueadas y el embatede las lanzas que tejen la batalla escarlata.

Fue después una playa que el crepúsculo empañay un sigilo de patio, de enrejado y de fuente,y unas líneas de Eguren que pasan levemente

y una vasta reliquia de piedra en la montaña.Vivo, soy una sombra que la Sombra amenaza;moriré y no habré visto mi interminable casa.

EL INGENUO

Cada aurora (nos dicen) maquina maravillascapaces de torcer la más terca fortuna;hay pisadas humanas que han medido la lunay el insomnio devasta los años y las millas.

En el azul acechan públicas pesadillasque entenebran el día. No hay en el orbe unacosa que no sea otra, o contraria, o ninguna.A mí sólo me inquietan las sorpresas sencillas.

Me asombra que una llave pueda abrir una puerta,me asombra que mi mano sea una cosa cierta,me asombra que del griego la eleática saeta

instantánea no alcance la inalcanzable meta,

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me asombra que la espada cruel pueda ser hermosa,y que la rosa tenga el olor de la rosa.

LA LUNA

A María Kodama

Hay tanta soledad en ese oro.La luna de las noches no es la lunaque vio el primer Adán. Los largos siglosde la vigilia humana la han colmadode antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo

EL REMORDIMIENTO

He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente. No me abandona. Siempre está a mi lado La sombra de haber sido un desdichado.

EL ÁPICE

No te habrá de salvar lo que dejaronEscrito aquellos que tu miedo implora;No eres los otros y te ves ahoraCentro del laberinto que tramaron

Tus pasos. No te salva la agoníaDe Jesús o de Sócrates ni el fuerteSiddharta de oro que aceptó la muerteEn un jardín, al declinar el día.

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Polvo también es la palabra escritaPor tu mano o el verbo pronunciadoPor tu boca. No hay lástima en el Hado

Y la noche de Dios es infinita.Tu materia es el tiempo, el incesanteTiempo. Eres cada solitario instante.

LA MONEDA DE HIERRO

Aquí está la moneda de hierro. Interroguemos las dos contrarias caras que serán la respuesta de la terca demanda que nadie no se ha hecho: ¿Por qué precisa un hombre que una mujer lo quiera?

Miremos. En el orbe superior se entretejan el firmamento cuádruple que sostiene el diluvio y las inalterables estrellas planetarias. Adán, el joven padre, y el joven Paraíso.

La tarde y la mañana. Dios en cada criatura. En ese laberinto puro está tu reflejo. Arrojemos de nuevo la moneda de hierro que es también un espejo magnífico. Su reverso es nadie y nada y sombra y ceguera. Eso eres. De hierro las dos caras labran un solo eco. Tus manos y tu lengua son testigos infieles. Dios es el inasible centro de la sortija. No exalta ni condena. Obra mejor: olvida. Maculado de infamia ¿por qué no han de quererte? En la sombra del otro buscamos nuestra sombra; en el cristal del otro, nuestro cristal recíproco.

ALEJANDRÍA, 641 A.D.

Desde el primer Adán que vio la noche Y el día y la figura de su mano,Fabularon los hombres y fijaronEn piedra o en metal o en pergaminoCuanto ciñe la tierra o plasma el sueño.Aqui está su labor: la Biblioteca.Dicen que los volúmenes que abarcaDejan atrás la cifra de los astrosO de la arena del desierto. El hombre

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Que quisiera agotarla perderíaLa razón y los ojos temerarios.Aquí la gran memoria de los siglosQue fueron, las espadas y los héroes,Los lacónicos símbolos del álgebra,El saber que sondea los planetasQue rigen el destino, las virtudesDe hierbas y marfiles talismánicos,El verso en que perdura la caricia,La ciencia que descifra el solitarioLaberinto de Dios, la teología,La alquimia que en el barro busca el oro Y las figuraciones del idólatra.Declaran los infieles que si ardiera, Ardería la historia. Se equivocan. Las vigilias humanas engendraron Los infinitos libros. Si de todos No quedara uno solo, volverían A engendrar cada hoja y cada línea, Cada trabajo y cada amor de Hércules, Cada lección de cada manuscrito. En el siglo primero de la Hégira, Yo, aquel Omar que sojuzgó a los persas Y que impone el Islam sobre la tierra, Ordeno a mis soldados que destruyan Por el fuego la larga Biblioteca, Que no perecerá. Loados seanDios que no duerme y Muhammad,  Su Apóstol.

Omar, contra toda verosimilitud, habla de los trabajos de Hércules. No sé si cabe recordar que es una proyección del autor. La verdadera fecha es 1976, no el primer siglo de la Hégira.

BUENOS AIRES, 1899

El aljibe. En el fondo la tortuga. Sobre el patio la vaga astronomía del niño. La heredada platería que se espeja en el ébano. La fuga

del tiempo, que al principio nunca pasa. Un sable que ha servido en el desierto.

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Un grave rostro militar y muerto. El húmedo zaguán. La vieja casa.

En el patio que fue de los esclavos la sombra de la parra se aboveda. Silba un trasnochador por la vereda.

En la alcancía duermen los centavos. Nada. Sólo esa pobre medianía que buscan el olvido y la elegía.

  EL ENAMORADO

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, lámparas y la línea de Durero, las nueve cifras y el cambiante cero, debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron Persépolis y Roma y que una arena sutil midió la suerte de la almena que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y los pesados mares que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira. Sólo tú eres. Tú, mi desventura y mi ventura, inagotable y pura.

LAS CAUSAS

Los ponientes y las generaciones. Los días y ninguno fue el primero. La frescura del agua en la garganta de Adán. El ordenado Paraíso. El ojo descifrando la tiniebla. El amor de los lobos en el alba. La palabra. El hexámetro. El espejo. La Torre de Babel y la soberbia. La luna que miraban los caldeos. Las arenas innúmeras del Ganges. Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña. Las manzanas de oro de las islas. Los pasos del errante laberinto.

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El infinito lienzo de Penélope. El tiempo circular de los estoicos. La moneda en la boca del que ha muerto. El peso de la espada en la balanza. Cada gota de agua en la clepsidra. Las águilas, los fastos, las legiones. César en la mañana de Farsalia. La sombra de las cruces en la tierra. El ajedrez y el álgebra del persa. Los rastros de las largas migraciones. La conquista de reinos por la espada. La brújula incesante. El mar abierto. El eco del reloj en la memoria. El rey ajusticiado por el hacha. El polvo incalculable que fue ejércitos. La voz del ruiseñor en Dinamarca. La escrupulosa línea del calígrafo. El rostro del suicida en el espejo. El naipe del tahúr. El oro ávido. Las formas de la nube en el desierto. Cada arabesco del calidoscopio. Cada remordimiento y cada lágrima. Se precisaron todas esas cosas para que nuestras manos se encontraran.

Unos quinientos años antes de la Era Cristiana escribió: Chuang-Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba que era un hombre.

LA PRUEBA

Del otro lado de la puerta un hombre deja caer su corrupción. En vano elevará esta noche una plegaria a su curioso dios, que es tres, dos, uno, y se dirá que es inmortal. Ahora oye la profecía de su muerte y sabe que es un animal sentado. Eres, hermano, ese hombre. Agradezcamos los vermes y el olvido.

Jorge Luis Borges, 1981

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EL HACEDOR

Somos el río que invocaste, Heráclito. Somos el tiempo. Su intangible curso acarrea leones y montañas, llorado amor, ceniza del deleite, insidiosa esperanza interminable, vastos nombres de imperios que son polvo, hexámetros del griego y del romano, lóbrego un mar bajo el poder del alba, el sueño, ese pregusto de la muerte, las armas y el guerrero, monumentos, las dos caras de Jano que se ignoran, los laberintos de marfil que urden las piezas de ajedrez en el tablero, la roja mano de Macbeth que puede ensangrentar los mares, la secreta labor de los relojes en la sombra, un incesante espejo que se mira en otro espejo y nadie para verlos, láminas en acero, letra gótica, una barra de azufre en un armario, pesadas campanadas del insomnio, auroras, ponientes y crepúsculos, ecos, resaca, arena, liquen, sueños.

Otra cosa no soy que esas imágenes que baraja el azar y nombra el tedio. Con ellas, aunque ciego y quebrantado, he de labrar el verso incorruptible y (es mi deber) salvarme.

Jorge Luis Borges, 1981

EL ÁNGEL

Que el hombre no sea indigno del Ángelcuya espada lo guardadesde que lo engendró aquel Amorque mueve el sol y las estrellashasta el Último Día en que retumbe

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el trueno en la trompeta.Que no lo arrastre a rojos lupanaresni a los palacios que erigió la soberbiani a las tabernas insensatas.Que no se rebaje a la súplicani al oprobio del llantoni a la fabulosa esperanzani a las pequeñas magias del miedoni al simulacro del histrión;el Otro lo mira.Que recuerde que nunca estará solo.En el público día o en la sombrael incesante espero lo atestigua;que no macule su cristal una lágrima.

Señor, que al cabo de mis días en la Tierrayo no deshonre al Ángel.

Jorge Luis Borges, 1981

INFERNO, V, 129Dejan caer el libro, porque ya sabenque son las personas del libro.(Lo serán de otro, el máximo,pero eso qué puede importarles.)Ahora son Paolo y Francesca,no dos amigos que compartenel sabor de una fábula.Se miran con incrédula maravilla.Las manos no se tocan.Han descubierto el único tesoro;han encontrado al otro.No traicionan a Malatesta,porque la traición requiere un terceroy sólo existen ellos dos en el mundo.Son Paolo y Francescay también la reina y su amantey todos los amantes que han sidodesde aquel Adán y su Evaen el pasto del Paraíso.

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Un libro, un sueño les revelaque son formas de un sueño que fue soñadoen tierras de Bretaña.Otro libro hará que los hombres,sueños también, los sueñen.

Jorge Luis Borges, 1981

LA FAMA

Haber visto crecer a Buenos Aires, crecer y declinar.Recordar el patio de tierra y la parra, el zaguán y el aljibe.Haber heredado el inglés, haber interrogado el sajón.  Profesar el amor del alemán y la nostalgia del latín.Haber conversado en Palermo con un viejo asesino.Agradecer el ajedrez  y el jazmín, los tigres y el hexámetro.Leer a Macedonio Fernández con la voz que fue suya.Conocer las ilustres incertidumbres que son la metafísica.Haber honrado espadas y razonablemente querer la paz.No ser codicioso de islas.No haber salido de mi biblioteca.Ser Alonso Quijano y no atreverme a ser don Quijote.Haber enseñado lo que no sé a quienes sabrán más que yo.Agradecer los dones de la luna y de Paul Verlaine.Haber urdido algún endecasílabo.Haber vuelto a contar antiguas historias.Haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáforas.Haber eludido sobornos.Ser ciudadano de Ginebra, de Montevideo, de Austin y (como todos los hombres) de Roma.Ser devoto de Conrad.Ser esa cosa que nadie puede definir: argentino.Ser ciego.Ninguna de esas cosas es rara y su conjunto me depara una fama que no acabo de comprender.

Jorge Luis Borges, 1981

LA CIFRA

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La amistad silenciosa de la luna(cito mal a Virgilio) te acompañadesde aquella perdida hoy en el tiemponoche o atardecer en que tus vagosojos la descifraron para siempreen un jardín o un patio que son polvo.    ¿Para siempre? Yo sé que alguien, un día,podrá decirte verdaderamente:No volverás a ver la clara luna,Has agotado ya la inalterablesuma de veces que te da el destino.Inútil abrir todas las ventanasdel mundo. Es tarde. No darás con ella.Vivimos descubriendo y olvidandoesa dulce costumbre de la noche.Hay que mirarla bien. Puede ser la última.

Jorge Luis Borges, 1981

EL BASTÓN DE LACAMaría Kodama lo descubrió. Pese a su autoridad y a su firmeza, es curiosamente liviano. Quienes lo ven lo advierten; quienes lo advierten lo recuerdan.    Lo miro. Siento que es una parte de aquel imperio, infinito en el tiempo, que erigió su muralla para construir un recinto mágico.    Lo miro. Pienso en aquel Chiang Tzu que soñó que era una mariposa y que no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.    Lo miro. Pienso en el artesano que trabajó el bambú y lo dobló para que mi mano derecha pudiera calzar bien en el puño.    No sé si vive aún o si ha muerto.    No sé si es tahoista o budista o si interroga el libro de los sesenta y cuatro hexagramas.    No nos veremos nunca.    Está perdido entre novecientos treinta millones.    Algo, sin embargo, nos ata.    No es imposible que Alguien haya premeditado este vínculo.    No es imposible que el universo necesita este vínculo.

Jorge Luis Borges, 1981

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CRISTO EN LA CRUZ

Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra.Los tres maderos son de igual altura.Cristo no está en el medio. Es el tercero.La negra barba pende sobre el pecho.El rostro no es el rostro de las láminas.Es áspero y judío. No lo veoy seguiré buscándolo hasta el díaúltimo de mis pasos por la tierra.El hombre quebrantado sufre y calla.La corona de espinas lo lastima.No lo alcanza la befa de la plebeque ha visto su agonía tantas veces.La suya o la de otro. Da lo mismo.Cristo en la cruz. Desordenadamentepiensa en el reino que tal vez lo espera,piensa en una mujer que no fue suya.No le está dado ver la teología,la indescifrable Trinidad, los gnósticos,las catedrales, la navaja de Occam,la púrpura, la mitra, la liturgia,la conversión de Guthrum por la espada,la Inquisición, la sangre de los mártires,las atroces Cruzadas, Juana de Arco,el Vaticano que bendice ejércitos.Sabe que no es un dios y que es un hombreque muere con el día. No le importa.Le importa el duro hierro de los clavos.No es un romano. No es un griego. Gime.Nos ha dejado espléndidas metáforasy una doctrina del perdón que puedeanular el pasado. (Esa sentenciala escribió un irlandés en una cárcel.)El alma busca el fin, apresurada.Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto.Anda una mosca por la carne quieta.¿De qué puede servirme que aquel hombrehaya sufrido, si yo sufro ahora?

CÉSAR

Aquí, lo que dejaron los puñales. Aquí esa pobre cosa, un hombre muerto que se llamaba César. Le han abierto cráteres en la carne de los metales.

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Aquí la atroz, aquí la detenida máquina usada ayer para la gloria, para escribir y ejecutar la historia y para el goce pleno de la vida.

Aquí también el otro, aquel prudente emperador que declinó laureles, que comandó batallas y bajeles

y que rigió el oriente y el poniente. Aquí también el otro, el venidero cuya gran sombra será el orbe entero.

Jorge Luis Borges, 1985

SON LOS RÍOS

Somos el tiempo. Somos la famosaparábola de Heráclito el Oscuro.Somos el agua, no el diamante duro,la que se pierde, no la que reposa.

Somos el río y somos aquel griegoque se mira en el río. Su reflejocambia en el agua del cambiante espejo,en el cristal que cambia como el fuego.

Somos el vano río prefijado,rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.Todo nos dijo adiós, todo se aleja.

La memoria no acuña su moneda.Y sin embargo hay algo que se queday sin embargo hay algo que se queja.

ELEGÍA DE UN PARQUE

Se perdió el laberinto. Se perdierontodos los eucaliptos ordenados,los toldos del verano y la vigiliadel incesante espejo, repitiendocada expresión de cada rostro humano,cada fugacidad. El detenidoreloj, la entretejida madreselva,

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la glorieta, las frívolas estatuas,el otro lado de la tarde, el trino,el mirador y el ocio de la fuenteson cosas del pasado. ¿Del pasado?Si no hubo un principio ni habrá un término,si nos aguarda una infinita sumade blancos días y de negras noches,ya somos el pasado que seremos.Somos el tiempo, el río indivisible,somos Uxmal, Cartago y la borradamuralla del romano y el perdidoparque que conmemoran estos versos.

UN LOBO

Furtivo y gris en la penumbra última,va dejando sus rastros en la margende este río sin nombre que ha saciadola sed de su garganta y cuyas aguasno repiten estrellas. Esta noche,el lobo es una sombra que está solay que busca a la hembra y siente frío.Es el último lobo de Inglaterra.Odín y Thor lo saben. En su altacasa de piedra un rey ha decididoacabar con los lobos. Ya forjadoha sido el fuerte hierro de tu muerte.Lobo sajón, has engendrado en vano.No basta ser cruel. Eres el último.Mil años pasarán y un hombre viejote soñará en América. De nadapuede servirte ese futuro sueño.Hoy te cercan los hombres que siguieronpor la selva los rastros que dejaste,furtivo y gris en la penumbra última.

GÓNGORA

Marte, la guerra. Febo, el sol. Neptuno, el mar que ya no pueden ver mis ojos porque lo borra el dios. Tales despojos han desterrado a Dios, que es Tres y es Uno, de mi despierto corazón. El hado me impone esta curiosa idolatría. Cercado estoy por la mitología. Nada puedo. Virgilio me ha hechizado. Virgilio y el latín. Hice que cada

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estrofa fuera un arduo laberinto de entretejidas voces, un recinto vedado al vulgo, que es apenas, nada. Veo en el tiempo que huye una saeta rígida y un cristal en la corriente y perlas en la lágrima doliente. Tal es mi extraño oficio de poeta. ¿Qué me importan las befas o el renombre? Troqué en oro el cabello, que está vivo. ¿Quién me dirá si en el secreto archivo de Dios están las letras de mi nombre?

Quiero volver a las comunes cosas: el agua, el pan, un cántaro, unas rosas...

Jorge Luis Borges, 1985

JUAN LÓPEZ Y JOHN WARDLes tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los catógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote. El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en una aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender.

Jorge Luis Borges, 1985

IN MEMORIAMEl vago azar o las precisas leyesQue rigen este sueño, el universo,

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Me permitieron compartir un terso

Trecho del curso con Alfonso Reyes.Supo bien aquel arte que ningunoSupo del todo, ni Simbad ni Ulises,

Que es pasar de un país a otros paísesY estar íntegramente en cada uno.Si la memoria le clavó su flecha

Alguna vez, labró con el violentoMetal del arma el numeroso y lentoAlejandrino o la afligida endecha.

En los trabajos lo asistió la humanaEsperanza y fue lumbre de su vidaDar con el verso que ya no se olvida

Y renovar la prosa castellana.Más allá del Myo Cid de paso tardoY de la grey que aspira a ser oscura,

Rastreaba la fugaz literaturaHasta los arrabales del lunfardo.En los cinco jardines del Marino

Se demoró, pero algo en él habíaInmortal y esencial que prefería El arduo estudio y el deber divino.

Prefirió, mejor dicho, los jardinesDe la meditación, donde PorfirioErigió ante las sombras y el delirio

El Árbol del Principio y de los Fines.Reyes, la indescifrable providenciaQue administra lo pródigo y lo parco

Nos dio a los unos el sector o el arco,Pero a ti la total circunferencia.Lo dichoso buscabas o lo triste

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Que ocultan frontispicios y renombres:Como el Dios del Erígena, quisisteSer nadie para ser todos los hombres.

Vastos y delicados esplendoresLogró tu estilo, esa precisa rosa,Y a las guerras de Dios tornó gozosa

La sangre militar de tus mayores.¿Dónde estará (pregunto) el mexicano?¿Contemplará con el horror de Edipo

Ante la extraña Esfinge, el ArquetipoInmóvil de la Cara o de la Mano?¿O errará, como Swedenborg quería,

Por un orbe más vívido y complejoQue el terrenal, que apenas es reflejoDe aquella alta y celeste algarabía?

Si (como los imperios de la lacaY del ébano enseñan) la memoriaLabra su íntimo Edén, ya hay en la gloria

Otro México y otra Cuernavaca.Sabe Dios los colores que la suertePropone al hombre más allá del día;

Yo ando por estas calles. TodavíaMuy poco se me alcanza de la muerte.Sólo una cosa sé. Que Alfonso Reyes

(Dondequiera que el mar lo haya arrojado)Se aplicará dichoso y desveladoAl otro enigma y a las otras leyes.

Al impar tributemos, al diversoLas palmas y el clamor de la victoria:No profane mi lágrima este versoQue nuestro amor inscribe a su memoria.

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Jorge Luis Borges, 1959

LA PLAZA SAN MARTÍNA Macedonio FernándezEn busca de la tarde fui apurando en vano las calles. Ya estaban los zaguanes entorpecidos de sombra. Con fino bruñimiento de caoba la tarde entera se había remansado en la plaza, serena y sazonada, bienhechora y sutil como una lámpara, clara como una frente, grave como un ademán de hombre enlutado. Todo sentir se aquieta bajo la absolución de los árboles —jacarandás, acacias— cuyas piadosas curvas atenúan la rigidez de la imposible estatua y en cuya red se exalta la gloria de las luces equidistantes del leve azul y de la tierra rojiza. ¡Qué bien se ve la tarde desde el fácil sosiego de los bancos! Abajo el puerto anhela latitudes lejanas y la honda plaza igualadora de almas se abre como la muerte, como el sueño.

Jorge Luis Borges, 1923

UN PATIO

Con la tarde se cansaron los dos o tres colores del patio. Esta noche, la luna, el claro círculo, no domina su espacio. Patio, cielo encauzado. El patio es el declive por el cual se derrama el cielo en la casa.

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Serena, la eternidad espera en la encrucijada de estrellas. Grato es vivir en la amistad oscura de un zaguán, de una parra y de un aljibe.

Jorge Luis Borges, 1923

BARRIO RECUPERADO

Nadie vio la hermosura de las calles hasta que pavoroso en clamor se derrumbó el cielo verdoso en abatimiento de agua y de sombra. El temporal fue unánime y aborrecible a las miradas fue el mundo, pero cuando un arco bendijo con los colores del perdón la tarde, y un olor a tierra mojada alentó los jardines, nos echamos a caminar por las calles como por una recuperada heredad, y en los cristales hubo generosidades de sol y en las hojas lucientes dijo su trémula inmortalidad el estío.

Jorge Luis Borges, 1923

INSCRIPCIÓN EN CUALQUIER SEPULCRO

No arriesgue el mármol temerario gárrulas transgresiones al todopoder del olvido, enumerando con prolijidad el nombre, la opinión, los acontecimientos, la patria. Tanto abalorio bien adjudicado está a la tiniebla y el mármol no hable lo que callan los hombres. Lo esencial de la vida fenecida —la trémula esperanza, el milagro implacable del dolor y el asombro del goce— siempre perdurará.

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Ciegamente reclama duración el alma arbitraria cuando la tiene asegurada en vidas ajenas, cuando tú mismo eres el espejo y la réplica de quienes no alcanzaron tu tiempo y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra.

Jorge Luis Borges, 1923

AFTERGLOW

Siempre es conmovedor el ocaso por indigente o charro que sea, pero más conmovedor todavía es aquel brillo desesperado y final que herrumbra la llanura cuando el sol último se ha hundido. Nos duele sostener esa luz tirante y distinta, esa alucinación que impone al espacio el unánime miedo de la sombra y que cesa de golpe cuando notamos su falsía, como cesan los sueños cuando sabemos que soñamos.

Jorge Luis Borges, 1923

AUSENCIA Habré de levantar la vasta vida que aún ahora es tu espejo: cada mañana habré de reconstruirla. Desde que te alejaste, cuántos lugares se han tornado vanos y sin sentido, iguales a luces en el día. Tardes que fueron nicho de tu imagen, músicas en que siempre me aguardabas, palabras de aquel tiempo, yo tendré que quebrarlas con mis manos. ¿En qué hondonada esconderé mi alma

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para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada? Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges, 1923

DESPEDIDAEntre mi amor y yo han de levantarse trescientas noches como trescientas paredes y el mar será una magia entre nosotros. No habrá sino recuerdos. Oh tardes merecidas por la pena, noches esperanzadas de mirarte, campos de mi camino, firmamento que estoy viendo y perdiendo... Definitiva como un mármol entristecerá tu ausencia otras tardes.

Jorge Luis Borges, 1923

MONTEVIDEOResbalo por tu tarde como el cansancio por la piedad de un declive. La noche nueva es como un ala sobre tus azoteas. Eres el Buenos Aires que tuvimos, el que en los años se alejó quietamente. Eres nuestra y fiestera, como la estrella que duplican las aguas. Puerta falsa en el tiempo, tus calles miran al pasado más leve. Claror de donde la mañana nos llega, sobre las dulces aguas turbias. Antes de iluminar mi celosía tu bajo sol bienaventura tus quintas. Ciudad que se oye como un verso. Calles con luz de patio.

Jorge Luis Borges, 1925

DAKARDakar está en la encrucijada del sol, del desierto y del mar. El sol nos tapa el firmamento, el arenal acecha en los caminos, el mar es un encono.

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He visto un jefe en cuya manta era más ardiente lo azul que en el cielo incendiado. La mezquita cerca del biógrafo luce una claridad de plegaria. La resolana aleja las chozas, el sol como un ladrón escala los muros. África tiene en la eternidad su destino, donde hay hazañas, ídolos, reinos, arduos bosques y espadas. Yo he logrado un atardecer y una aldea.

Jorge Luis Borges, 1925

FUNDACIÓN MÍTICA DE BUENOS AIRES

¿Y fue por este río de sueñera y de barro que las proas vinieron a fundarme la patria? Irían a los tumbos los barquitos pintados entre los camalotes de la corriente zaina.

Pensando bien la cosa, supondremos que el río era azulejo entonces como oriundo del cielo con su estrellita roja para marcar el sitio en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron por un mar que tenía cinco lunas de anchura y aún estaba poblado de sirenas y endriagos y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

Prendieron unos ranchos trémulos en la costa, durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo, pero son embelecos fraguados en la Boca. Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

Una manzana entera pero en mitá del campo expuesta a las auroras y lluvias y suestadas. La manzana pareja que persiste en mi barrio: Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.

Un almacén rosado como revés de naipe brilló y en la trastienda conversaron un truco; el almacén rosado floreció en un compadre, ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.

El primer organito salvaba el horizonte con su achacoso porte, su habanera y su gringo.

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El corralón seguro ya opinaba YRIGOYEN, algún piano mandaba tangos de Saborido.

Una cigarrería sahumó como una rosa el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres, los hombres compartieron un pasado ilusorio. Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y el aire.

Jorge Luis Borges, 1929

POEMA DE LOS DONES

Nadie rebaje a lágrima o reproche esta declaración de la maestría de Dios, que con magnífica ironía me dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueños a unos ojos sin luz, que sólo pueden leer en las bibliotecas de los sueños los insensatos párrafos que ceden

las albas a su afán. En vano el día les prodiga sus libros infinitos, arduos como los arduos manuscritos que perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega) muere un rey entre fuentes y jardines; yo fatigo sin rumbo los confines de esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Oriente y el Occidente, siglos, dinastías, símbolos, cosmos y cosmogonías brindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra hueca exploro con el báculo indeciso, yo, que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca.

Page 112: Jorge Luis Borges

Algo, que ciertamente no se nombra con la palabra azar, rige estas cosas; otro ya recibió en otras borrosas tardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galerías suelo sentir con vago horror sagrado que soy el otro, el muerto, que habrá dado los mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poema de un yo plural y de una sola sombra? ¿Qué importa la palabra que me nombra si es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este querido mundo que se deforma y que se apaga en una pálida ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido.

Jorge Luis Borges, 1960

LOS ESPEJOS

Yo que sentí el horror de los espejosNo sólo ante el cristal impenetrableDonde acaba y empieza, inhabitable,un imposible espacio de reflejos

Sino ante el agua especular que imitaEl otro azul en su profundo cieloQue a veces raya el ilusorio vueloDel ave inversa o que un temblor agita

Y ante la superficie silenciosaDel ébano sutil cuya tersuraRepite como un sueño la blancuraDe un vago mármol o una vaga rosa,

Hoy, al cabo de tantos y perplejosAños de errar bajo la varia luna,Me pregunto qué azar de la fortuna

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Hizo que yo temiera los espejos.

Espejos de metal, enmascaradoEspejo de caoba que en la brumaDe su rojo crepúsculo disfumaEse rostro que mira y es mirado,

Infinitos los veo, elementalesEjecutores de un antiguo pacto,Multiplicar el mundo como el actoGenerativo, insomnes y fatales.

Prolongan este vano mundo inciertoEn su vertiginosa telaraña;A veces en la tarde los empañaEl hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatroParedes de la alcoba hay un espejo,Ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejoQue arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerdaEn esos gabinetes cristalinosDonde, como fantásticos rabinos,Leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,No sintió que era un sueño hasta aquel díaEn que un actor mimó su feloníaCon arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,Que el usual y gastado repertorioDe cada día incluya el ilusorioOrbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeñoEn toda esa inasible arquitecturaQue edifica la luz con la tersuraDel cristal y la sombra con el sueño.

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Dios ha creado las noches que se armanDe sueños y las formas del espejoPara que el hombre sienta que es reflejoY vanidad. Por eso nos alarman.......................................A UN GATO

No son más silenciosos los espejos Ni más furtiva el alba aventurera; Eres, bajo la luna, esa pantera Que nos es dado divisar de lejos. Por obra indescifrable de un decreto Divino, te buscamos vanamente; Más remoto que el Ganges y el poniente, Tuya es la soledad, tuyo el secreto. Tu lomo condesciende a la morosa Caricia de mi mano. Has admitido, Desde esa eternidad que ya es olvido, El amor de la mano recelosa. En otro tiempo estás. Eres el dueño de un ámbito cerrado como un sueño..................................A QUIEN ESTÁ LEYÉNDOME

Eres invulnerable. ¿No te han dadolos números que rigen tu destinocertidumbre de polvo? ¿No es acasotu irreversible tiempo el de aquel río

en cuyo espejo Heráclito vio el símbolode su fugacidad? Te espera el mármolque no leerás. En él ya están escritosla fecha, la ciudad y el epitafio.

Sueños del tiempo son también los otros,no firme bronce ni acendrado oro;el universo es, como tú, Proteo.

Sombra, irás a la sombra que te aguarda

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fatal en el confín de tu jornada;piensa que de algún modo ya estás muerto.....................................A UN POETA MENOR DE LA ANTOLOGÍA

¿Dónde está la memoria de los díasque fueron tuyos en la tierra, y tejierondicha y dolor y fueron para ti el universo?

El río numerable de los añoslos ha perdido; eres una palabra en un índice.

Dieron a otros gloria interminable los dioses,inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;de ti sólo sabemos, oscuro amigo,que oíste al ruiseñor, una tarde.

Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombrapensará que los dioses han sido avaros.

Pero los días son una red de triviales miserias,¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,de que está hecho el olvido?

Sobre otros arrojaron los diosesla inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;contigo fueron más piadosos, hermano.

En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.......................................ALGUIEN

Un hombre trabajado por el tiempo,un hombre que ni siquiera espera la muerte(las pruebas de la muerte son estadísticasy nadie hay que no corra el alburde ser el primer inmortal),un hombre que ha aprendido a agradecerlas modestas limosnas de los días:

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el sueño, la rutina, el sabor del agua,una no sospechada etimología,un verso latino o sajón,la memoria de una mujer que lo ha abandonadohace ya tantos añosque hoy puede recordarla sin amargura,un hombre que no ignora que el presenteya es el porvenir y el olvido,un hombre que ha sido deslealy con el que fueron desleales,puede sentir de pronto, al cruzar la calle,una misteriosa felicidadque no viene del lado de la esperanzasino de una antigua inocencia,de su propia raíz o de un dios disperso.

Sabe que no debe mirarla de cerca,porque hay razones más terribles que tigresque le demostrarán su obligaciónde ser un desdichado,pero humildemente recibeesa felicidad, esa ráfaga.

Quizá en la muerte para siempre seremos,cuando el polvo sea polvo,esa indescifrable raíz,de la cual para siempre crecerá,ecuánime o atroz,nuestro solitario cielo o infierno........................................POEMA DE LOS DONES

Nadie rebaje a lágrima o reprocheesta declaración de la maestríade Dios, que con magnífica ironíame dio a la vez los libros y la noche.

De esta ciudad de libros hizo dueñosa unos ojos sin luz, que sólo puedenleer en las bibliotecas de los sueñoslos insensatos párrafos que ceden

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las albas a su afán. En vano el díales prodiga sus libros infinitos,arduos como los arduos manuscritosque perecieron en Alejandría.

De hambre y de sed (narra una historia griega)muere un rey entre fuentes y jardines;yo fatigo sin rumbo los confinesde esta alta y honda biblioteca ciega.

Enciclopedias, atlas, el Orientey el Occidente, siglos, dinastías,símbolos, cosmos y cosmogoníasbrindan los muros, pero inútilmente.

Lento en mi sombra, la penumbra huecaexploro con el báculo indeciso,yo, que me figuraba el Paraísobajo la especie de una biblioteca.

Algo, que ciertamente no se nombracon la palabra azar, rige estas cosas;otro ya recibió en otras borrosastardes los muchos libros y la sombra.

Al errar por las lentas galeríassuelo sentir con vago horror sagradoque soy el otro, el muerto, que habrá dadolos mismos pasos en los mismos días.

¿Cuál de los dos escribe este poemade un yo plural y de una sola sombra?¿Qué importa la palabra que me nombrasi es indiviso y uno el anatema?

Groussac o Borges, miro este queridomundo que se deforma y que se apagaen una pálida ceniza vagaque se parece al sueño y al olvido....................................

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MIS LIBROS

Mis libros (que no saben que yo existo)son tan parte de mí como este rostrode sienes grises y de grises ojosque vanamente busco en los cristalesy que recorro con la mano cóncava.No sin alguna lógica amargurapienso que las palabras esencialesque me expresan están en esas hojasque no saben quién soy, no en las que he escrito.Mejor así. Las voces de los muertosme dirán para siempre.................................ARTE POÉTICA

Mirar el río hecho de tiempo y aguay recordar que el tiempo es otro río,saber que nos perdemos como el ríoy que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueñoque sueña no soñar y que la muerteque teme nuestra carne es esa muertede cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolode los días del hombre y de sus años,convertir el ultraje de los añosen una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocasoun triste oro, tal es la poesíaque es inmortal y pobre. La poesíavuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una caranos mira desde el fondo de un espejo;el arte debe ser como ese espejoque nos revela nuestra propia cara.

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Cuentan que Ulises, harto de prodigios,lloró de amor al divisar su Itacaverde y humilde. El arte es esa Itacade verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminableque pasa y queda y es cristal de un mismoHeráclito inconstante, que es el mismoy es otro, como el río interminable............................................LÍMITES

Hay una línea de Verlaine que no volveré a recordar.Hay una calle próxima que está vedada a mis pasos,hay un espejo que me ha visto por última vez,hay una puerta que he cerrado hasta el fin del mundo.Entre los libros de mi biblioteca (estoy viéndolos)hay alguno que ya nunca abriré.Este verano cumpliré cincuenta años;La muerte me desgasta, incesante....................................EL ORO DE LOS TIGRES

Hasta la hora del ocaso amarilloCuántas veces habré miradoAl poderoso tigre de BengalaIr y venir por el predestinado caminoDetrás de los barrotes de hierro,Sin sospechar que eran su cárcel.Después vendrían otros tigres,El tigre de fuego de Blake;Después vendrían otros oros,El metal amoroso que era Zeus,El anillo que cada nueve nochesEngendra nueve anillos y estos, nueve,Y no hay un fin.Con los años fueron dejándomeLos otros hermosos coloresY ahora sólo me quedanLa vaga luz, la inextricable sombraY el oro del principio.

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Oh ponientes, oh tigres, oh fulgoresDel mito y de la épica,Oh un oro más precioso, tu cabelloQue ansían estas manos.