José Mujica. La revolución tranquila - ADELANTO

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Algunas páginas del libro "José Mujica. La revolución tranquila" de Mauricio Rabuffetti (AGUILAR-PRH)

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  • 2014, Mauricio Rabuffetti De esta edicin: 2014, Ediciones Sudamericana Uruguaya, SA

    Yaguarn 1568, 11100. Montevideo, UruguayTelfono: 29013668www.megustaleer.com.uy

    ISBN: 978-9974-723-10-8

    Diseo: Estudio Cactus (www.estudiocactus.com.uy)

    Hecho el depsito que indica la ley. Impreso en Uruguay. Printed in Uruguay.

    Primera edicin: noviembre de 2014.

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,ni registrada en, o trasmitida por un sistema de recuperacinde informacin, en ninguna forma, ni por ningn medio, sea mecnico,fotoqumico, electrnico, magntico, electroptico, por fotocopiao cualquier otro medio conocido o por conocer, sin el permiso previopor escrito de la editorial.

  • A Ivette, Rafaella y Lorenzo, por darme rumbo.

    A Carmen, Armando y Maruja,por tantas y tantas charlas.

  • 7NDICE

    Indagacin del misterioPrlogo de Miguel ngel Bastenier ...................... 9

    IntroduccinMs all de las fronteras ..................................... 13

    1. Balas y flores ................................................... 19

    2. La austeridad como forma de vida ................ 37

    3. De guerrillas y revoluciones ........................... 67

    4. De guerrillero a presidente ........................... 117

    5. La revolucin tranquila ................................. 157

    6. Mujica rockstar .............................................. 197

    7. Nadie es profeta en su tierra ........................ 243

    8. Cuba y Estados Unidos, 50 aos despus .... 275

    Agradecimientos ................................................ 279

    Bibliografa ......................................................... 281

    AnexoEl ejemplo uruguayo ......................................... 283

  • Este libro es una investigacin de un misterio bas-tante insondable; o un reportaje hecho de repor-tajes; o un retrato de un personaje en un pas, en-vueltos todos ellos, a su vez, en una globalidad que es como un escenario mundial. Es decir, mu-chas cosas y todas ellas bien resueltas, de enrgi-ca escritura, prudencia de espelelogo para espiar lo oculto, respetuoso con un lector ante el que se expone los pro y los contra, las opiniones de ex-pertos, colegas y familiares. Y la gran pregunta que resume la obra es quin pueda ser a la postre ese desorbitado personaje que ha ido a aterrizar, sin que ni l ni nadie hubieran podido preverlo, en la presidencia de Uruguay. Cmo cabe tanto espectculo en recipiente tan sucinto como la re-pblica de los orientales? He de confesar que mi primera construccin mental de Jos, Pepe, Mujica, ha estado siempre teida por una cierta incredulidad. Ante quin nos hallamos?: un exhibicionista relativamente frustrado porque ya que no puede seguir haciendo de guerrillero, ni siquiera moral, instalado en la presidencia; alguien que tiene que darle la vuelta como un calcetn a una poltica que en el fondo desprecia?; o la vanidad mortal del que preten-de aparecer ante el mundo como ltima versin del filsofo-rey dieciochesco, que pone al pas y al

    PRLOGO DE MIGUEL NGEL BASTENIER

    INDAGACIN DEL MISTERIO

  • mundo a pensar en cuanto abre la boca? O, sim-plemente, es que le gusta divertirse, ya con la vida resuelta, montando el numerito de la austeri-dad extrema y el cachivache como medio de loco-mocin? Mauricio cuando menos ha conseguido que dejara en suspenso mi descreencia casi con-gnita y, como bastantes uruguayos, porque nadie es del todo profeta en su tierra, le reconociera una autenticidad de fondo. Mujica cree en lo que hace y no engaa a nadie. Hasta ah llego. Pero lo mejor del libro es que el balance ltimo lo ha de sacar el lector, el espectador, el interlocutor, el uruguayo y el ciudadano del mundo, partiendo de la base de que jams el pas haba tenido un jefe de Estado que fuera conocido del uno al otro confn. El periodista uruguayo se ha acercado al per-sonaje desde un triple plano de los que cada uno contiene o es contenido por el siguiente. Primero est Mujica en s mismo, con informacin biogr-fica suficiente pero en absoluto abrumadora, nada parecido, por tanto, a una biografa convencional; si seguimos por elevacin, llegamos al nivel uru-guayo y, en ese sentido, el libro es tambin una cierta biografa del pas; y, finalmente, encerran-do y completndolo todo, desembarcamos en el mundo de las ideas, de la reflexin sobre la socie-dad occidental, tarea ante la que no se arredra el autor a la hora de debatir problemas y soluciones. La interaccin entre esos tres niveles es excelente, de forma que a un momento de la vida del prota-gonista le envuelve la sociedad que le vio nacer, y esa sociedad tiene alrededor la materia prima del escenario global, en que Mujica ha demostra-do moverse con la pericia de un bailarn de saln. Despus de leer el libro me atrevo a comparar al presidente ex guerrillero, cierto que salvando

  • distancias quizs insalvables, con Jos Luis Rodr-guez Zapatero, que fue jefe de Gobierno de Espa-a en representacin del partido socialista. Pero s Zapatero poco tena de artista del trapecio? se me podr decir; pero es que el parecido es de otra naturaleza. Tanto el uruguayo como el espaol se creen, incluso hoy, genuinamente hombres de iz-quierda, y ambos en el ejercicio de su magisterio han tenido que descubrir, presumo yo, que una verdadera poltica progresista, aquella en la que la izquierda es la izquierda, la que afecta a la re-distribucin del ingreso y la nivelacin de opor-tunidades es virtualmente imposible en un mun-do dominado por el capitalismo neo-liberal, y por ello han echado mano del sucedneo perfecto: la izquierda moral, la de los derechos individuales que se encarna en un planteamiento de liberali-zacin del consumo de una droga blanda como la marihuana; el matrimonio entre personas del mismo sexo el mal llamado matrimonio gay-; y reformas parecidas que dejan al pobre tan pobre como antes, pero no por ello son menos estima-bles. Mauricio no dice textualmente todo lo ante-rior, pero de su indagacin creo que se deduce esa fabricacin de un izquierdismo supletorio por un buen tipo que no poda quedarse como florero en el cargo, aunque posiblemente existieran urgen-cias y carencias mayores en la repblica. Como informacin de utilidad para el lector, aunque si ha llegado a esta pgina es de suponer que ya obra el volumen en su poder, dir que esta forma de cerca y acorralar al misterio recurre in-teligentemente a todos los recursos literario-his-trico-editoriales: ilustraciones, entrevistas a co-nocedores de la materia insertas entre captulos, ms rplica y contra-rplica de sus propias disqui-

  • siciones sobre los grandes problemas de nuestro tiempo. A m, en cualquier caso, lo que ms me ha gus-tado es que Mauricio no pretenda coronar ningn Everest, que uno cierre el libro tras leer la ltima pgina sin que nadie haya pretendido venderle un Mujica con preferencia sobre otras posibilidades. Hay un presidente de Uruguay que hace demos-tracin casi de asctica pobreza; otro que ama el grueso trazo de las cuestiones que provocan a buen seguro titulares de prensa; uno ms que se permite dar consejos a la Humanidad ya los gran-des poderes que la representan y, ya en el colmo del optimismo, hasta cree que puede mediar con xito en el conflicto colombiano. Y el autor hace un completsimo viaje en torno al personaje que es, a fin de cuentas, lo que la prensa anglosajona llamara un news analysis sobre uno de los tipos ms llamativos de nuestro tiempo. Pintoresco para el no creyente, y modelo de un nuevo tipo de hombre de Estado para los entregados. Pero siem-pre Pepe para todos ellos.

    ALGUNOS FRAGMENTOS DEL LIBRO

  • ALGUNOS FRAGMENTOS DEL LIBRO

    Del guerrillero que fue Mujica, solo queda la imagen de justiciero que lucha por los pobres que algunos desean construir, y un romanti-cismo en su visin de la existencia humana que se nota cada vez ms en sus mensajes a medida que envejece y ve que se le acor-tan los tiempos de una vida que lo tuvo todo: ideales, pasin a raudales, errores que reco-noce sin entrar en detalles, amor, triunfos, derrotas, soledad, crcel, tortura y muerte.

    Con su pasado a cuestas, en un mundo que atraviesa una profunda crisis de valores en tiempos de resquebrajamiento del modelo capitalista, Mujica comprendi que su his-toria personal le da la legitimidad necesaria para que su mensaje en favor de la paz social y los derechos individuales, del uso susten-table de los recursos naturales, y su defensa apasionada de la vida como valor supremo, resuene fuerte entre quienes, descredos de las instituciones y de valores que les fueron presentados como ideales de vida, buscan casi con desesperacin referentes morales.

  • Los aos de gobierno de Mujica han sido sin lugar a dudas de los ms interesantes de la historia reciente del Uruguay. Pero para los uruguayos son muchos los debes. Des-de que asumi hasta fines de 2013, el sector pblico sum casi treinta y tres mil nuevos contratados. La Reforma del Estado que es-peraba hacer qued en la nada. El impuesto a la concentracin de la tierra que quiso ins-trumentar para conformar a algunos de sus seguidores cay por mandato judicial. Y su proyecto de reflotar el sistema ferroviario se estrell contra la burocracia.

    Habl poco de sus xitos y admiti pblica-mente sus fracasos, entre los cuales tal vez el ms importante sea el no haber podido legar a las prximas generaciones de uru-guayos un sistema de educacin pblica que contribuya al principal de los objetivos que se traz en su vida: equiparar en oportunida-des a quienes menos tienen con quienes ms capacidad material detentan.

    Le habl al mundo, en todo el mundo.

  • Es ateo, y le gusta decir que el presidente Jos Batlle y Ordoez escriba dios con minscula. Pero cree que el abandono que el colectivo humano hizo de la religin y la filosofa est llevando a la humanidad por un camino falto de reflexin y de cuestiona-miento sobre el verdadero sentido de la vida.

    En Uruguay son muchos quienes no le per-donan que haya integrado una guerrilla en su juventud. Su estilo personal de llevar el cargo, sin corbata y sin agenda, contrapues-to a la formalidad del comn de los presiden-tes, tambin le vale crticas frecuentes entre quienes tienen otra visin de la investidura presidencial. Fuera de fronteras sin embar-go, su forma de comunicacin franca, la aus-teridad que destila su estilo de vida sencillo, y algunas de las medidas que aprob como presidente, cautivan a audiencias masivas. Qu es lo que hace que Jos Mujica, presi-dente de un pas poco gravitante en el espec-tro poltico internacional, se haya convertido en el mandatario ms popular del planeta?

  • Mujica acostumbra recibir a los reporteros que lo visitan en su casa alrededor de la mesa de la sala de estar. Es pequea, a veces cubierta de un mantel bordado. Encima, ca-racoles, conchas marinas y algn adorno de cermica distraen apenas la atencin de una conversacin que suele ser larga, pausada y llena de ancdotas. Luego hace un recorrido por su casa que dura unos minutos: un cuar-to, una cocina y un bao completan el lugar.

    Mujica sigue dispuesto a negociar pero est hastiado de las dificultades con Argentina. No entiende a la presidenta Kirchner aunque s tiene claro que muchas de las medidas que ha adoptado el gobierno argentino, prin-cipalmente las restricciones al comercio, no estn dirigidas contra Uruguay sino que res-ponden a una difcil coyuntura financiera, la de un pas aislado de los mercados de capita-les y sin ms posibilidades de financiamiento que las divisas que le ingresan por comercio y turismo.