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LA ACTUALIDAD DE MARCEL MAUSS EN ESPAÑA por Fermín del Pino Díaz A lo largo de 1970-71 hemos sido sorprendidos con la pu- blicación de las obras completas de M. Mauss en España, a cargo de dos editoriales barcelonesas y dos madrileñas (1). El hecho resulta lo suficientemente novedoso como para me- recer un comentario por nuestra parte. Quisiéramos con ello, no sólo comprender este fenómeno editorial, lo que nos incita indudablemente como tal esfuerzo, propio de una sociolo- gía de la cultura. Sino principalmente, y animado por el realizado en la traducción y anotación de su Manual, intentar situar a Mauss en el contexto histórico español que creemos le corresponde. Porque, sólo de esta manera, podríamos com- prender su actualidad verdadera, aquélla que queda vigente a pesar de los años, y que le ha merecido el puesto de maestro a los ojos de toda la escuela etnológica francesa. Nos sorprende, como decíamos, la traducción y el comen- tario a las obras completas de Mauss. Y no tanto por el detalle (1) Ver Bibliografía: epígrafe A) y Cazeneuve, del B). 20

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LA ACTUALIDAD DE MARCEL MAUSSEN ESPAÑA

por Fermín del Pino Díaz

A lo largo de 1970-71hemossido sorprendidoscon la pu-blicación de las obras completasde M. Mauss en España,acargo de dos editorialesbarcelonesasy dos madrileñas(1).El hecho resultalo suficientementenovedosocomo para me-recer un comentariopor nuestraparte. Quisiéramoscon ello,no sólo comprendereste fenómenoeditorial, lo quenos incitaindudablementecomo tal esfuerzo, propio de una sociolo-gía de la cultura. Sino principalmente,y animado por elrealizadoen la traduccióny anotaciónde su Manual, intentarsituar a Maussen el contexto histórico españolque creemosle corresponde.Porque,sólo de estamanera,podríamoscom-prender su actualidadverdadera,aquélla que quedavigenteapesarde los años,y quele ha merecidoel puestodemaestroa los ojos de toda la escuelaetnológicafrancesa.

Nos sorprende,como decíamos,la traduccióny el comen-tario a las obrascompletasde Mauss.Y no tantopor el detalle

(1) Ver Bibliografía: epígrafeA) y Cazeneuve,del B).

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de ser completas, lo que constituye en nuestra opinión unadesgraciadatradición editorial que va adquiriendocarácterde norma con cualquier autor cuyo nombre se hagamínima-mentepopular. Sino, por el hechode que esteautor es etnó-logo, y no precisamenteamigo de las editoriales: efectiva-mente,Maussno publicó nuncalibros, sino artículos y recen-

siones en revistas especializadas;y el único libro que se leconoce,el «Manual de Etnografía», lo escribió realmentesualumna Denise Paulme a basede apiíntes taquigráficos desus clases.Prescindiendode estadesafecciónsuya a publicarlibros, que puedeverse incluso en el detalle de no haber ter-minado siquierasu tesisdoctoral,nos sorprendeesencialmenteque sepubliquen las obrascompletasde un etnólogo.

Efectivamente,no conocemosotro caso.Incluso en el con-texto internacional,no sueleproducirseel hecho con frecuen-

cia (2), pero en el contexto de habla castellanaes absoluta-mente inédito, y más aún en el propiamenteespañol. Nocreemosque ello pueda explicarse por una celebración delcentenariode su nacimiento,que casualmentetiene lugar esteaño, ni siquierapor una popularidadprevia en España.En

castellanosólo seconocíaanteriormenteun texto suyode 1897,escrito en colaboracióncon H. Hubert, y publicado en 1946por una editorial argentina,incluido con otros de ambosau-tores (3). Incluso el público ilustrado sólo manejabade élla colección de artículos reunidos por G. Gurvitch y Lévi-Strauss,prologados por aquél e introducidos por éste, bajoel titulo de «Sociologieet Anthropologiex’, 1950. Esta obra,que ya preveía la publicación de sus obras completas,se de-

dicaba al conjunto de artículosque pudieranser catalogadosdentro del epígrafede «antropologíacultural»; pero es cono-cido de todos que su selecciónhab!a implicado serias diver-

(2> Sólo conocemosel casodc Maljnowski, cuyas obrascompletashansido editadas por R. ReducId: «Magic, Science and Religion». Boston,1946. Nos referimosa publicacióncompletaen un sólo volumeno colección,porqueaisladamentees problablequeel casosea frecuente:Frazer, Tylor,Radcliffe-Brow. Drukheim, Boas, Kroeber,etc.

(3) Vid, la primera cita de la Bibliografía. La Ed. Lautaro fue fructí-fera por aquellosaños:el mismo añotraducía <La sociedadprimitiva» deMorgan, y «La mentalidadprimitiva» de L. Lévi-Bruhl.

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genciasentre uno y otro de sus presentadores,ambos consi-derándosedesdesupeculiarpunto de vistaherederoslegítimosdel común maestro(4); a ello aludiremosmás adelante,in-tentandoexplicarnos las razones de ambos. Por ahora, nosinteresamás bien dejarpatenteel carácterpopularizadordeestapublicaciónfrancesa,lanzadaa la calle el mismo año quefallecía suautor.Seríafalsodecirquefue la única,puestoqueel mismo añosalíanen revistasespecializadasrecordatoriosaMauss,por obra de sus colegasM. Leenhardty L. Lévi-Bruhly de su alumnoJ. Poirier; perola única obra quelogró llegaral público fue aquella primera colección de artículos, quealcanzabasu cuartaedición en 1970 (5).

Mientras tanto, Lévi-Strausspodía ir declarandoel valorantecesorde la obra de Mauss sobre la suya propia, comodejó sentadoen su introducción; hastael punto de elaboTarel artículocorrespondienteasumaestroparala EncyclopaediaBritannica del año 1959, y de así reconocerloel filósofo M.Merleau-Pontyen 1960. Es en este contextocomo puedeen-tendersela obra de Cazeneuve,de 1968,y la introduccióndeKarady a las obrascompletas,finalmente editadasen 1970:ya no sólo Gurvitch, sino toda la escueladurkheimianaorto-doxa(representadapor P. Bourdieu,R. Aron y defendidaporY. Karady) se decidena restituir a Maussdentro de su propiocontexto doctrinal: L’Ecole SociologiqueFrangaise,dirigidapor E. Durkheim, su tío y maestro.Efectivamente,«Sociologieet Anthropologie»significaba una selecciónintencionadadela obra independientede Mauss,a la muerte de su tío; si ex-ceptuamosel primer artículo, en el que también existe unconceptonuevo, el de «mana»,queenriquecenotablementeeltratamientodurkhenianodel tema mágico. Tanto la publica-ción de Cazeneuvecomo la presentaciónde Y. Karady a lasobrascompletasse haceneco del ambienterevisionistacontra

(4) Si se quiere analizarel hechoen profundidad, se puede usar elúltimo capitulo del libro traducidode Cazeneuve;el hechose puedede-tectara travésde la presentaciónde Karady, o de la diferenciaentreelprólogo y la introducción de «Sociologíay Antrop.. Expresadoexplícita-mentepor Ldvi-Strauss,véasecap.XVI de .Antrop.estruct.».

(5) Paraéstasy otras citasa continuación,comola de Merleau-Poníy,véasela Bibliografía fina! de Cazeneuve.

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Durkheim, y del contextoestructuralista,en queel texto ante-rior había colocadola obra de Mauss. En realidad, Lévi-Strausslo único que habíahecho era interpretarladesdesuposturapersonal;lo cual es perfectamenteválido y, ennuestraopinión, la única interpretaciónposiblede algo quese quiereactualizar.

Que éstoúnicamentees lo quediferencia ambaspublica-ciones, la presentadapor Karady en 1970 y la introducidapor Lévi-Straussen 1950: queel segundoquería actualizar,utilizar, asimilar al maestro, mientras el primero sólo pre-tendíarecopilar sus obras.Esto se demuestraperfectamenteen las páginas22 y 23 de su presentación,dondejustifica laorganizaciónde los tres tomos: tras reconocerla ambigúedadde la obra de Mauss,especialmenteen su segundaparte(lostextos seleccionadospor Lévi-Strauss, según él), y admitirla imposibilidad de darle coherenciacronológicao temática,decideno obstantebuscárselaen la intencióndel autor;cuandoen realidadlo único quepersiguees la exhaustividad,comoél mismo reconoce.Por ello, le duele no haber obtenido laautorizaciónparaincluir los textos queLévi-Straussintrodujo;e incluso quelos editoresverdaderosde estasobrascompletas,los maestrosdurkheimianosdel momento, no le permitieranafiadir un texto político de 1924.

Ahora bien, y continuamosopinando: ¿quésentidopuedetenerla publicaciónde unas obras,cuyo autor no pareceserverdaderamenteel que las escribe, sino Durkheim mismo?Ante lacríticaqueKaradynos ofrecehaciala «ortodoxia»dur-kheimiana,estancadaen las cátedrasuniversitariasy aborreci-da por el público y por los jóvenesinvestigadoresfranceses,yanteel aprecio quenos muestrapor la flexibilidad, la erudi-ción y el amor a lo concretode la segundapartede la obra deMauss (casi de todaella, por definición) : ¿noes más cohe-rente seleccionarlas obras de esta parte de su vida, comohicieron Gurvitch y Lévi-Strauss?Lo que molestaa Karadyes que tal selecciónhaya hecho pensara los lectoresen unasolidez ideológica,más propia de Durkheim que de Maussmismo,en tanto que en aquéllapodíanadvertirseciertascons-tantes ideológicaso metodológicas.Pero no creemosque ésasea la impresión creadapor la Introducción de Lévi-Strauss:

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másbiense tratabade extraerun alecciónde un maestro,y deapoyaren él su propia evolución; lo que creemosconsigueperfectamente,como diremosmásadelante.

Por otra parte, no puedehablarsepropiamentede unaposturaanti-Durkheimen esteautor, quediez añosmástardele dedicaríasu propia, como homenajeen el centenariodesu nacimiento (6). En la Introducción a la edición espa-ñola, se nos ofrece su clase inaugural en la cátedra deAntropologíasocial del Colegio de Francia,dictadaen 1960;pero retrotraídapor él a 1958, fecha en que se decidióla dotación de esta cátedra. Esta retrotracción no veniasino a permitirle celebrar el centenariodel nacimiento deDurkheim, coincidentecon el de Boas, y el cincuentenariode la toma de posesiónde la misma cátedra,en Liverpool, acargo de Frazer: para reconocerloscomo maestros de laAntropologíasocial. No sólo le concedeestetítulo, sino queechade menosuna celebraciónal estilo de las celebradasenU.S.A. e Inglaterra(7); declaraque«aún en sus reflexionesmás audaces,nunca tuvo Mauss el sentimiento de apartarsede la línea durkheimiana»;y advierte, tras enumerarlas in-novacionesmaussíanasa la aportaciónsociológica de su tío:«No nos engañemos:todo estoqueparecetan nuevo, estabapresenteimplícitamente en Durkheim». Y no creemos queestasdeclaracionesquedenreducidasa un homenajede cente-nario; por el contrario, las casi 400 páginasdel libro estánllenas de elogiosasreferencias, así como cualquierade susobras. No podía esperarsemenos de un hombre que tienesiempreen la boca la aportaciónfrancesa, en cualquieras-pectode quese trate;que llama a Rousseau«fundadorde lasCienciasdel hombre»; que inicia «El pensamientosalvaje»con una dedicatoriaa Merleau-Pontyy una frase de Balsac,

(6) Vid. «Antrop. estruct.», Introducción, especialmenteXXI-XXVI.(7) En Oxford hanido saliendolas obras de Durkheim, Hertz, Hubert

y Mauss,bajo el patrociniode Evans-Prichardy con el estudiocrítico in-troductorio de Rodney Needhan.En U.S.A., publicó Wholff en 1958 unacolección de ensayosde la EscuelaFrancesa,con estudio de Peristiany.El mismo L¿vi-Straussescribió «Ce que l’ethnologie doit á Durkheim.en Centenairede la naissanced’Emile Durkheim. Annales de l’universitéde Paris, 1960, núm. 1, Pp. 45-50.

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o de Compte en el casode «El totemismoen la actualidad»;y a quien finalmente es encargadala redaccióndel capítulode «Sociologíafrancesa»,en la obra general«Sociologíadelsiglo XX» de Gurvitch y Moore (8).

Lo quesucediócon la obra de Mauss,la seleccionadaporLévi-Straussy Gurvitch,es quesirvió aunareacciónya sentidaentre los jóvenes mantenedoresde las ciencias del hombrecontra la ortodoxia durkheimiana,para afirmarseen Maussen la defensade sus nuevasposturas: fenomenológicas,dia-lécticas o psicoanalíticas.Y segúnnos explica Karady en lapágina 14, también sirvió a ciertos «etnógrafoso sociólogosempiristas»pararepudiarla primacíaqueotorgabala Escuelaa lo simple, y al campo religioso, en sus análisis; lo que, nohace falta insistir, no va precisamenteconLévi-Strauss.

De esta popularidadadquirida por Mauss en la naciónvecina,a travésde unadiscusiónqueduró 20 añosjustos, nosllega la noticia por via traductoraa Españaen sólo dos años,esto es lo que tardan en ver la luz la obra de Cazeneuveen primer lugar, las completas presentadaspor Karady acontinuación(ambasen Barcelona),y finalmente«Sociologíay Antropología»e «Introduccióna la Etnografía»en Madrid.Casi exactamenteen orden inverso a como habíanido apare-ciendo originariamenteen francés,lo que revela un poco eldiferentesentidode estaspublicacionesen castellano.Allí ha-bía tenido lugarun intento progresivode «redescubrimiento»del maestro:comenzandopor la última obra (1947), escritajustamentepor unaalumna y no por Mauss, lo quedemuestradesdeel principio que se trata de algo ajeno a él mismo; si-guiendoa continuaciónpor la última seriede sus artículos,quehemoscomentadoton ampliamente,y que es la queda lugara la polémica (1950); para terminar por un análisis totalsobrela obra (Cazeneuve,1968), ya convertidaen un ante-cedenteestructuralistapor Lévi-Strauss,y finalmentela publi-caciónde todo lo quequedabapor descubrir(Karady,1970);y estoúltimo justamentepor partede quienesno habíanperte-

(8) Vid, referenciaRousseauen Bibliografía generalincluida en «An-trop.estruct.»,1962. La última referenciaconstaen nuestrabibliografía.

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necidoa su alumnado,pero que intentabanretrotraerlas co-sasa sus orígenes.

Como se verá,usospersonalesde un maestro:lo quenospuedehacerreflexionar al respectode la posibilidad, o no,de hacerunahistoria objetivasobreel propiomaestro,y sobrela sinceridadde una pretensióntal. Nos sentimosinclinadosapensarquecuandoun autorve escritasuobrasin reinterpre-taciones,sin asimilaciones,sin utilizaciones, es que sólo setrata de un autor, no de un maestro.No haría falta acudira las continuascitas de sus alumnos,en el caso de Mauss,nisiquieraa las elogiosaspalabrasa él dirigidas en cualquierManual de Historia de la Antropología, de los conocidosenEspaña(9), para darnoscuentaque se trata de un maestro:pocasobrasha nterminadopor publicarsecompletamente,in-cluyendohastalas masminimasanotacionesy esbozos;y pocashan dado lugar a tantas reinterpretaciones,basadasmuchasvecesen declaraciones,ni siquieraescritas,sino meramenteoídasde boca del mismo Mauss.

¿Cómopodemosexplicarnos,ésta era la finalidad que seproponíanestaspáginasya escritas,la traducciónde las Obrascompletasde Maussen España?Ya vimosquehastaahoranoeramuy conocido,quela polémicaa que respondíanlas publi-cacionesen francésno se ha producido en nuestropaís (quesepamos,éste es el primer artículo que se le dedicaa Maussen una revista española),y que todo se ha reducidoa unapu-blicación apresuradae invertida,de los textos franceses(en elcaso de Sociología y Antropología, de su cuarta edición de1970, y en el de la «Introduccióna la Etnografía»,de lasegunda,de 1967). Estasseríanexplicacionesno válidas. In-tentaremosesbozara continuaciónunaexplicaciónválida,queenlace de alguna maneracon el ambiente francés; ya que,aunquecon otro sentido,la popularidadde Mauss en las edi-torialesespañolasse deriva directamentede la obtenidaen lasfrancesas.

Existen dos hechoscoincidentesen el contexto español,que nos puedenayudarmuchoa esteesclarecimiento:por una

(9) EspecialmenteLowie y Mercier, epígr. B) de bibliografía.

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parte,un aumentode publicacionesde antropologíasocio-cul-tural; y por otra, un éxito sorprendentedel estructuralismo,no sólo como métodode trabajo, sino incluso como pura filo-sofía. Amboshechosfavorecenla aceptaciónde las obrascom-pletasde Mauss,comomaestrode la antropologíasocialy cul-tural francesa,y como antecedenteutilizado por Lévi-Strausspara defendersu sistemaestructuralista:todos sabemosqueel estructuralismoes un productocultural típicamentefrancés,representadode maneradestacadapor el alumno de Mauss(10).

En cuantoa la actualidadantropológicaespañola,daremossimplemente indicadoresmuy aproximativos, refiriéndonosespecialmentea lo publicadoy puestoal alcancedel públicono especializado,en nuestropaís (11). A la vista de los tra-bajosde los doctoresLisón y MorenoNavarro,vamosadqui-riendo unasospecha,cadavez másfundada,de la tradiciona-lidad de los estudios y publicacionesde Antropología enEspaña,y de la coincidencia estadísticaentre los períodosmásactivos de aquellos,por una parte, y los de una mayortoleranciaen cuantoa la actividad traductorae investigadora,por otra. Efectivamente,encontramosuna mayor intensifica-ción de tal actividad alrededorde acontecimientospolíticoscomo el Trienio Liberal (1820-23),recibiéndosela influenciade Comptey Rousseau,de Bentham,Humey Locke; alrededordel ministerio de Esparteroen el gobiernode Isabel II, prote-giéndoselos estudios de Madoz; y sobretodo en el período68-74, en que se gestala influencia de la Institución Librede Enseñanza,y de su espíritu abiertoa las corrientesantro-

(10) El profesorPalerm (epígr. E de Bibliografía) no estáde acuerdoen tal afirmación.Sin embargo,creemosa Einstein padredel relativismo(teoría de la relatividad), a Malinowski del funcionalismo, a Morgany Darwin del evolucionismo,etc. Y nadieha dudado,por ello, quetal tér-mino, e incluso teoríasparecidas,han sido usadasanteriormente.Nadiecomo Lévi-Strauss,por otra parte,para saberencontrarseantecesores.Elquesea productofrancés,en la versiónquetodos conocemos,pareceacep-tarlo el profesorPalerm.

(11) Vid, en bibliografía, epíg.C), Kenny, Lisón a y b, y Moreno Nava-rro: ellos tratan detalladamentesobre antecedentesy actualidadantro-pológica en España,si se deseaconocerestudiosespecializadoso no pu-blicados.

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pológicaseuropeas.Estaes la épocaen que se funda el MuseoNacionalde Etnologíay la SociedadAntropológicaEspañola,con su propia revista en Madrid, bajo el doctor GonzálezVelasco; entoncestambién se constituye la SociedadAntro-pológica sevillana, bajo Federico de Castro y Antonio Ma-chado y Núñez, también con su revista. Y como resultadode tales movimientos,se ponenal alcancedel público las últi-mas publicacioneseuropeasde antropología:Darwin, Tylor,Haeckel, Brocca, Quatrefages,Tarde, Fustel de Coulanges,Comte, Durkheim, Waitz, Spencer,Bachofen,etc. (12).

Por supuestoqueestaactividad traductoralleva implícitaotra productivade obraspropias;pero ahora nos estamosre-firiendo a la actitud respectoa una obra antropológicafran-cesa,que tiene hondas raíces en el pasado.Por otra parte,seria difícil explicarnostal productividaden obrasantropo-lógicas de creaciónpropia, sin tales influencias exteriores:de hecho,y sin remontarnosmásquehastamediadosdel xíx,no se comprendela Institución Libre de Enseñanzasin teneren cuentala personalidadde E Krause; la de F. Giner delos Ríosy la de Azcáratesin los clásicosfrancesesde la Socio-logía (Tarde, Comte, Fustel de Coulanges y Durkheim);la de GonzálezVelascosin P. Brocca;la de Machadoy Alvarezsin Tylor, Haeckel y Darwin; o la de Sales y Ferré o M.Antón sin Quatrefages.

No queremosdecir que sus obras fueran meramenteunplagio, porque tenemosconstanciade que la aplicaron enexpediciones,museos, recoleccionesde datos, cuestionarios,etc.Sino que,al igual que es difícil el desarrollode cualquierciencia,prescindiendode contactosfuera de nuestrasfronte-ras,en el casode la Antropologíaesto es especialmentever-dad: en principio, porqueha sido tradicional recogerel ma-terial de estudioen paiseslejanos;y ello puedecomprobarsepor el hecho de habersedesarrolladola Antropología preci-samenteen paísesde tradición colonial (Inglaterra, Francia,

(12) Ellos apuntan tambiénla correlación arriba establecida.A esterespectopuede verse igualmente: Ivonne Turin «La educacióny la es-cuela en Españade 1874 a 1902», Madrid Ed. Aguilar; y J. L. Aranguren«Moral y Sociedad»,Madrid: Edicusa.

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Alemania, EstadosUnidos y España) (13) o con una pobla-ción étnicamenteepluralista (caso de México, Perú y de losmismos EstadosUnidos)- En segundolugar, porque la pre-tensióncomparativade los estudiosde campoen nuestradíscí-plina obliga, ineludiblemente,al contactoexterior.Y en tercerlugar,por la falta de constanciay consistenciaen el apoyoofi-cial concedidoa los estudiosde este tipo en nuestropaís, quepuedefácilmenteconstatarseen el estadofinanciero de nues-tros museos (Nacional de Etnología y del Pueblo Español,por no citar sino los másallegados),o en la exigua duraciónde tresañosde nuestraEscuelade Antropología,dirigida porel doctor Claudio Esteva,a quien acabade concedérselelaprimera cátedrade Antropología cultural del país, muy re-cientemente.

Noshemosquedadoestancadosen elsiglo xíx, al pretenderhallar las raíces de la actualidad antropológicaen España,y no sin motivo; porque nos encontramossin estudios dedi-cados a este períodoque va desdecomienzosde siglo hastalos años60, en que ya se hallan suficientespublicacionesacargo de editoriales españolas.Algunas traduccionesexistie-ron alrededorde los años30, como las de la Revista de De-rechoPrivadode Madrid (de Tawney,en 1936 y de M. Weber,posteriormente) u otras particulares (la de J. Morata, en1932, sobreMalinowski: La vida sexual, y la de D. Jorro,en 1928, sobreDurkheim: De la división del trabajo,ambasen Madrid) - No debió existir el clima adecuado;y no noslo acabamosde explicar, segúnla hipótesisanterior sobrelosefectos benéficosde los estrechoscontactoscon el exterior.Lo que sí se encuentraes un sorprendenteflorecimiento de laspublicaciones,traduccionesen sumayoría,enMéxico y Argen-tina especialmente;a partir de los años40, másconcretamentea partir de 1945. Y este fenómenonos interesa,ya que es,

(13) En la Tesisdoctoralquenoshallamoselaborandosobre «Origenesde la Antropologíaen España: 1492-1550».analizamosla presenciade ideassobre relativismo cultural, utopías, conceptode bárbaro,descubrimientode leyesde evolucióncultural, basesracialesy ecológicascomoexplicaciónde las diferenciasculturales. Todo ello se da igualmenteen el siglo xixinglés, como consecuenciadel descubrimientogeográficoy etnográficoaqueda lugar la idénticapolítica expansiva.A ello aludiremosmásadelante,al hablarde Utopía y Filosof1a. A esterespecto,Vid. Lisón, eplg.C), 1971-a.

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a partir de esaseditoriales, como van llegandoal lector es-pañol los libros básicos de Antropología, y como las edito-rialesespañolasdelos años60 encontraránel terrenoabonado.Efectivamente,el Ff.E. de México, y unagamamasvariadade Argentina(Lautaro,Schapire,Abril, Paidos,Sudamericana,Eudeba,NuevaVisión, etc.) lanzanal mercadoen los 15 añossiguientes lo más importante, seríadifícil ser completos eneste punto, de la producción antropológica internacional:clásicosingleses,alemanes,francesesy norteamericanosespe-cialmente. Y no todo es traducción, sino que existen algunasaportacionespropias; y hastaen más de un caso con parti-cipaciónespañola,por partede la escuelaformadapor BoschGimpera, J. Comas,P. Armillas, P. Carrasco,J. L. Lorenzo,5. Genovés,A. Palerm, Canals Fran, etc. Tenemos noticiaque el mismo augeeditorial no ha olvidado la participaciónespañola,a nivel de traductores,impresoresy demásequipoal servicio.

De hecho, muchaseditorialessudamericanashan instaladoluego sus sucursalesen España,y gran partede la producciónantropológicaque circula entre nosotros procede de ellas:caso,por ejemplo, de Siglo XXI, Labor o Grijalbo. Es, prin-cipalmente,a partir de los años60 cuandolas propias edito-rialesespañolasabordanel temaantropológico:contandoconun público suficientementenumerosopara efectuar ampliastiradas,o garantizarlesal menosunaventamínima, segúnloscasos.En este sentido, por ejemplo, se encuentranAlianza,Istmo, Tecnosy Guadarramaen Madrid; o Ariel, Penínsulay Barral en Barcelona.Alguna de ellas, como es el caso deSiglo XXI, ha abiertounasecciónde Antropologíaen formade colección.

Seríainjustono citar aquíalgunosnombres,queempiezana sonarasociadosa temasde antropología,especialmenteporestudiosde campoefectuadossobrenuestrosuelo.El problemade todaslas citas personales,basadoen la seguridadde quenuncaincluyentodoslos nombresconderechoa ello, lo encon-tramos agravadoen este caso por la dificultad en corregirnuestraslagunas:y ello, quizás,por la falta de instituciona-lización que tienen los estudios antropológicosen España.Efectivamente,a ello creemosquepuedeachacarse,en buena

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lógica, la falta de información que se tiene de publicacionesantropológicas,en las librerías españolas;la falta de unasección a ellas dedicadaespecialmente(la mayoría de laslibrerías y editoriales suelen incluirlas dentro del epígrafe«sociología»,o ciencias humanas,o apelativosaún más am-plios) ; el quela mayoría de los antropólogossocialesy cultu-rales sean extranjeros,en estudiosde campo sobreel sueloespañol(como puedecomprobarseen los artículoscitados enla nota 11), y el que, consecuntemente,sus publicacionesnolo seanen nuestraseditoriales,o al menosen nuestralengua.

Pareceserque,comonos explicael doctorKenny, el hechopudieraexplicarse,hastaahora,por la falta de presupuestoparainvestigaciones,de clima político y de contactoconnues-tros investigadoressociales,de disciplinas más instituciona-lizadas;pero, cada vez resultamáschocanteel que se puedadisponerde más estudiosde campo sobre Sudamérica,porejemplo,quesobrenuestropaísmismo, en librerías españolas.Aunqueveamosperfectamentelógico, por otra parte, la exi-gencia tradicional en los estudiosantropológicosdel dominiodel inglés, no creemosqueello siga siendoun requisito legí-timo, cuandode publicacionessobreel sueloespañolse trate:entre otras cosas, porque aún suponiendoque pudiéramosdisponerde ellos (al menosen las bibliotecaspúblicas o enlas académicas,es mucho suponer) estaríamossoportandoun papel de materiaprima de estudiopara el exterior, sincontraprestaciónalguna; o peor aún, estaríamosrelegandola antropologíaal dominiode especialistaso eruditos.

En todo caso,empiezana apareceren castellanoestudiosde campo sobrenuestrosuelo,tanto los efectuadospor extran-jeros comopor españoles;y lo mismo si sus autorespuedeninscribirseen lametodologíaestrictamenteantropológica,comosilo efectuarondesdeotrasposicionescomplementarias.En elprimer grupo, debemoscitar las publicacionesde J. A. Pitt-Rivers en la NuevaColección Labor y recientementeen Gri-jalbo, así como la próxima a aparecerdel conocidoG. Brenanen Siglo XXI. En el segundo, estudios antropológicoses-pañolesestrictamentehablando, contaríamossolamenteporahora las dos publicacionesde CarmeloLisón en Siglo XXI,y la de Isidoro Moreno en la misma editorial. Curiosa-

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mente,y en los seiscasos,a cargode editoralesespañolas,unamadrileñay dos barcelonesas,pero todas como delegacionesde una editorial sudamericana.

En el tercergrupo, estudiosantropológicosen sentidolato,nos vemosobligadosaseraúnmásincompletosen la cita; nosólo por falta de información suficiente, sino porqueprefe-riríamos citar de menosque de más. No cabe duda de laaportación informativa, necesariapara establecernuestrasconclusionesteóricas y nuestrasseleccionesregionales, departede los estudiosde que nos da cuentael doctor Kenny:los procedentesde disciplinas sociológicas,geográficas,his-tóricas,médicasy sicológicas.Pero,en esperade quemejorenlos contactosinterdisciplinarios,y de quepodamoshomologarun pocolas metodologíasde recolecciónde datosy elaboraciónde hipótesis,preferimos no incluir todos los estudios publi-cados,por otra parteno tan abundantes,bajo el mismo epí-grafe. Aquellos autoresespañolesqueconsideramoshanapor-tadocon su publicación una contribuciónal conocimientodenuestropaíspor partedel público español,seríanesencialmen-te tres. En primer lugar, y de modo muy destacado,don JulioCaro Baroja: en sucaso, es verdaderamenteprodigiosala ca-pacidadde publicar; sabiendoquenosequivocamosde menos,le hemos contado publicacionesen 13 editoriales distintas,sólo repeticiones,en el caso de Istmo, con relación a «LosVascos»,de Minotauro y «Los pueblosde España»,de Barna,y ello sin teneren cuentasus artículosde revista y periódico.En segundolugar, V. PérezDíaz, conpublicacionesde trabajodecampoenTecnosy Siglo XXI: y entercerlugar,el pequeñolibrito de Juan Maestreen CienciaNueva. A pesarde las ob-jeccionesmetodológicasque a estos tres autorespodríanha-cérseles,especialmentedesde la orientación teórica que haguiadosustrabajosde campo,no dudamosen incluirlos dentrode un epígrafe amplio de la antropología:en el primer caso,por la labor precoz que le ha cabido en el contexto antropo-lógico español,y por sus contactoscon la Escuelade Antro-pología social de Oxford; y en los dos casosposteriores,porsus contactosprogresivoscon nuestradisciplina(14).

(14) Vid, talescitas en epíg. D), de nuestrabibliografía.

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Lo que ya no estaríamosdispuestosa incluir en un epí-grafe de actualidad antropológica(quizásni siquiera en elde actualidad),por muy lato quese quisiesetomarel término,seríanaquellaspublicacionesqueentranbajo la chocantede-nomInaciónde «antropologíafilosófica». No queremos,comoluego se demostrará,inclinar a adivinar en ello nuestraantipatíapor la actividad filosófica: muy al contrario. Pero,desde luego, con un concepto de filosofía muy distinto alque se contiene en estas publicaciones,algo influidos decierto profesionalismo. Esperamosprecisar un poco más,cuando abordemosel tema directamente,páginasadelante.Por ahora, nos ínteresadar un somerorepasoa tales falsosejemplos de la actualidad antropológica: falsos, en nuestraopinión, porque la consecuenciaque producenen el ánimode quieneslos leen,suelenser un tanto traumática.O se pierdetoda afición a cualquier lectura que, a continuaciónvengaantecedidadel calificativo «antropológico»;o se tiene queolvidar lo que por antropológicose ha llegado a dilucidar,si se quiereavanzar.Y empleo a propósito el término «dilu-cidar», porquesacarconceptosclarossobreestaslecturasnosueleser producto de una solaojeada.Si se advierteun tonoexcesivo en el tratamiento de este epígrafe,podría estarjus-tificado por las vecesque nos hemosvisto obligados,en con-versacionesconalumnosde nuestroDepartamentopor ejemplo,a hacerolvidar conceptosanteriores.Y en ello, creíamosserfieles a la mejor tradición filosófica, la socrática:hacíamosolvidar una visión «cavernícola»del mundo de la Antropo-logia, comopasoprevioa otra. Peroel excesodel tono se puedeadquirir, sin estaslaboriosasexperiencias,conun merorepasoa este tipo de literatura.

Nos enfrentamos,en primer lugar, con un conceptovulgarde antropologíafilosófica cuando asistimosa determinadasconferenciasen que se empleael calificativo antropológico:así, determinadostemas tan atractivos como la sexualidad,parecen adquirir un nuevo atractivo cuando se les adobaoportunamentede aquel adjetivo (15). Parecidoempleo se

(15) Hacé sólo unos mesesasistimosa unaconferenciapedagógicati-tulada«Antropologíasexual»,y el conferenciantese subtitulaba«antropólo-

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ha hechodesdeelcampoteológico,quizáspor aquellaconside-ración medieval de la filosofía como «ancilla theologiae»(16). Otro uso del calificativo, que nos parecemás nobley mejor informadoquizás,seriael quese hacedesdeel campodel humanismo:tanto si está basadoen conclusionesexperi-mentalescomo si no. Este seríael caso de Castilla del Pinoo Luis Cencillo, aunquela diferenciaentreamboses marcada:mientrasel primero se conforma con el uso del término, elsegundoparece haber evolucionado hacia un proyecto de«nueva antropología»,desde la que resultan superadoslosúltimos logros de las mismas«mitológicas»de Lévi-Strauss;aunquese le usetan exhaustivamenteen tal superación(17).Por último, y refiriéndonosespecíficamentea los filósofos,tendríamosla obra clásica de Cassirery la de Luis Farré:pareceque no tendríamosnadaqueobjetar a su labor, desdeel momento que se trata de haceruna filosofía nueva, inte-gral, desdela que se recojan las más variadasaportacionesal conocimiento,hechaspor las ciencias humanasy físicas.De hecho,éstaes la laborquepropusoManuelSacristán,comoprofesorde filosofía queera,y muy conscientede la necesidadde renovaciónquesientencuantosaella se dedican,profesio-naleso no, en un folleto de ese mismo año. Nuestroconceptode la filosofía está lo suficientementevecino del suyo comoparahabernosprovocadoun interésya olvidado, por las apor-tacionesfilosóficas de los filósofos profesionales(18).

Lo queya no creemostan libre de objecciónseríael curio-

go». El desarrollode la misma fue igualmente«atractivo»: segúnella, el temor al incesto es típico de Occidente,y de ahí se deriva la represiónquetodos padecemos.Graciasa los descubrimientosantropológicosde Mali.nowski, estaremosmás tristes. ¡Qué distinto del prólogo que pusieraMa-rañón, junto al de Havellock Ellis, en «La vida sexualde los salvajes...»de Malinowski, Madrid, Ed. Morata, 1932! Y es que, ademásde leer bien alos antropólogos,hay que entenderde sexualidadpara hablar de ello enpúblico.

(16) Vid. Antonio Orbe, Ruiz de la Peña y González de Cardedal,eplg. C).

(17) Vid. eplg. C).(18) Vid. L. Farré, epíg. C). La obra de Cassirerfue publicadaen F.

C.E.: «Antropologíafilosófica», 1971, 5.» edic. La de Manuel SacristánenBarcelona,Ed. Nova Terra «Sobre el lugar de la filosofía en los estudiossuperiores»,1968, pudiendoverseun resumende la postura en 3. L. Abc-líAn, epig. C), de nuestrabibliografía.

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so libro de GustavoBueno:«Etnologíay Utopía»(19). Veniaprecedido,el añoanterior,de unacontestaciónlargay profusaal folleto de Sacristán,que no logró llevar al ánimo de suslectoresel que la filosofía tuviese categoríade «oficio», loqueerael motivo del libro; si no es queentendíamospor talla obra quese molestóen escribir, pero quecreemosque esteoficio tiene para él evocacionesmuy diversas.Entre ellas,podríamoscontar la necesidadde justificar el mantenimientode un «beneficium»académico;adobadotodo ello, de caraal alumnado,de unas connotacionespolíticas así expresadas:«La transformaciónrevolucionariade las condicionespolí-ticas, culturales, religiosas, de una sociedad determinada,puedeninteresaral filósofo en cuanto tal, como hombre deoficio obligado a mejorar las condicionesde su trabajoy lascondicionesde su «material»: los objetos y las conciencias»(20). Puesbien,los alumnoscontestarona tales connotacionesel añopasado,como asimismosu propio adjunto,de unama-neramenosacadémicade la que nosotrosintentamosen estepárrafo. Porqueel señorBueno se proponeconvencernoseneste libro antescitado, que la Etnologíaes una utopia, desdeel momentoque se proponeun conocimiento«antropológico»,quesólo una filosofía podía proporcionar.

No queremoscontestarpersonalmenteal planteamientodel señorBueno,pues ya tenemosnoticia de un artículo quele estaráespecialmentededicadopor uno de nuestroscolegasandaluces,a quien la postura filosófica le preocupaigual-mente. Pero tampocoqueríamosdejar pasar la ocasión decitarle entre la no actualidadantropológicaespañola,por elespecial interés que la filosofía tiene en el contexto de laEscuelaSociológica francesa,de quien Mauss probablementesea el alumno más destacado.Y queríamos,sobretodo, dejarbien patenteel contexto filosófico puro de aquellacorrienteque ha dado en llamarse «antropología filosófica», frenteal propiamenteantropológico(y no por ello menosfilosófico,

(19) De la primera> Vid. epig. C). De la segunda,contestacióna Sacris-tán, «Elpapelde la filosofía enel conjuntodel Saber».Madrid, Ed. CienciaNueva, 1970, puedeverseel comentadotambiénen Abellán.

(20) Abellán, p. 127.

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si aceptamosla invitación del señor Sacristán,para que lafilosofía no se recluyaen las aulas,ni se profesionalice)deaquellosetnólogosy antropólogosculturalesal estilo de Mausso Lévi-Strauss.No creemosque la filosofía debaser una acti-vidad prohibida o peyorizada,cuandola hallamosen manosde un científico; sino por el contrario, estamosconvencidos,como el señorSacristán,que lo que más conviene a aquéllaes la participaciónde personasque, por su profesión, se sien-tan «objetivamente»necesitadosde explicacionespropiamentefilosóficas. Es decir, de explicacionesque, aunqueplanteadasprecisamenteante los problemasobjetivosque le ocupancomoactividadcotidiana,no puedensersatisfechascon los medioshabituales:aquíentraríanexplicacionesde la teoría del cono-cimiento, de la ejemplaridadde la sociedadprimitiva o cam-pesina,por oposición o similaridad con la nuestra,y en ge-neral, de toda la problemática del mundo semánticoque senos ofrece, tanto a los lingiiistas como a los antropólogos,cuandonos enfrentamosal campode los valores(20 a) -

Efectivamente,creemosabsolutamenteen la legitimidadde este tipo de planteamientosfilosóficos, como tareatambiénpropia de los antropólogos.Con ello, entramosen una consi-deración un poco mejor intencionada de las posibilidadesutópicasque nos ha ofrecido la antropologíadesde sus orí-genes,de la quenosplanteatan simplistamenteel señorBueno.Como nos lo han adelantadoel profesorAngel Palerm y elhistoriador Eugenio Imaz, ambos en México, o los trabajosde Silvio Zavala y JoséAntonio Maravalí, o ciertas alusionesde P. Mercier y J. Poirier (21), la utopía perteneceal Rena-

(20 a) Conformarnoscon las explicacionesque puedanprobarsecien-tíficamente,seríatanto comoregir nuestraconvivenciasocialpor lasexpe-rienciasya legisladas:siendoasíqueen Derecho>la ley suele dictarsedes-puésque la costumbrese ha creado.La buena filosofía> como la buenaconductasocial,es aquellaqueavanzaexplicacionessobrehechoso nivelesde conocimientosnuevos>y paraello adecuaun criterio válido provisional-mente.El nuevomundo> comoel nuevohombre,necesitamuchode la filo-sofia. Por otra parte,no creemosquela presenciade antropólogosen unaFacultadde Filosofía, sea tan incómoda.

(21) Palerm <Introducción a la teoría etnológica»México: Univ. Ibe-roamericana>1967. E. Imaz «Utopias del Renacimiento.,F.C.E. 5. Zavala«Ideario de Vasco de Quiroga.,México, 1941. 1. A. Maravalí <La utopía

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cimiento europeo,y muy específicamenteal español,por mo-tivos muy complejosde analizar; pero en todo caso,no muylejanosdelnacimientodeunaprimera«actitudantropológica»,relacionadadirectísimamentecon los recientesdescubrimientosgeográficosy etnográficos,a quedio lugar la política expan-siva de los ReyesCatólicos: unos de los primerospromotoresde la concepciónrenacentistasobreel Estadomoderno (22).Pero ya no estamosen esta posición precoz de aquellos des-cubrimientosespañoles,sobre los que se basaronindudable-mentelas obrasutópicas de Rousseauy Voltaire, y en granparte las de sus antecesoresMontaigne y Rabelais. Ahorapodemosdecir que hemospasadoa poseeruna ciencia, conunos métodos y un cuerpo teórico relativamenteestable: deahí, se podríadeducirla ingenuidadde un uso rousseaunianode la etnografía,del intentode utilizar paraOccidentela ejem-plaridad de las sociedadesprimitivas, con toda la carga res-tauracionistae inmovilista que ello encierra. Sin embargo,nuestrosmaestrosen la disciplina nos siguendandoejemplosabundantesde cómo un estudiode tales sociedadesno indus-trializadas ni «secularizadas»,puede aclararnuestravisióndel futuro occidental; así se lo oímos al profesorEvans-Prit-chard,a Kroeber,a Malinowski, a Lowie, a Durkheim, y mu-chomásclaramentea Maussy Lévi-Strauss(23). Y empleandoel término «utopía», en este caso bajo la acepción originalde Moro (utopía = sin lugar), creemosque haríamos unmejor favor al resto de las otras ciencias(en pro del estable-cimiento de unas leccionesde «humanidad»y experienciahistórica, válidas para no importa qué sociedad,primitiva ocivilizada) que si seguimoscon el conceptodeterioradoque

político-religiosade los franciscanosen la Nueva España».Rey. EstudiosAmericanos, 1948. Mercier, vid. epig. B) en bibliografía, nos habla deello en Introduccióny Conclusión;y de Poirier, nos referimosauna «His-toire de l’Ethnologie»,publicadaen P.U.F, ColecciónQue sais-je?,tambiénen la Conclusión.

(22> Cf. nota 13.(23) Vid. Evans-Pritchard-cAnlrop. social», Ed. N. Visión. Kroeber

‘cAntrop. general’., F.C.E. Malinowski «Crimen y costumbre...»,Ed. Arielo en «Lavida sexual...»,Ed. Morata, Madrid, 1932. Lowie «Antrop. cultural»,F.C.E. Durkheim «Las reglas...»,Schapire.1965. Sobre Mauss citaremosunafrasereveladoraen la nota 28.

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nos muestrael señorBueno. Por otra parte, tenemosnoticiade que el término comienza a ser utilizado en este sentido,y con unas implicacionespoco sospechosasde inmovilismocientífico, por unacorrientede filosofía revolucionaria.Paraellos (Althussero Marcuse,por ejemplo) la futurologíatienequeserhechade maneraquese procurerealizaren uno mismoel ideal utópico: es decir, si queremosproyectarunamejorade cualquier tipo, no podemosolvidar nuestro propio con-dicionamientoa la sociedada quepertenecemos,pues la im-posibilidadde un verdaderocambio, con proyectostan «pro-víncíanamente»fabricados,resulta evidente.

Por otra parte, sabemosen Españala existenciade unanueva filosofía, más abierta a esta colaboración interdisci-plinaria que la que ahora comentamos.Nos referimos a la«filosofía de la ciencia»,queestánen estosmomentospropug-nando Carlos París y otros nombresmás jóvenes,a quienesdedica unaspáginasnuestrocolega en FacultadJ. L. Abellán(24). Creemos,pues,haber mostradosuficientementeel res-peto que nos ofrece un planteamientofilosófico de la antro-pología, y también la inconveniencia de una confusión de

términos,o en el casopeor,la rivalidad entreellas.Queríamosahora pasaral segundopunto, la posibilidad del estructura-lismo como factor explicativo de la popularidadeditorial deM. Mauss; recordandoaquí también la legitimidad de unapreocupaciónfilosófica y utopista,en lo que el profesorPa-lerm parecever una inconvenienciapedagógica,cuando seocupade Lévi-Strauss(25).

Efectivamente,el artículo estabadirigido a los estudiantesmexicanosde antropologíaen 1968,y se reproducea los dosaños en nuestroDepartamento,sin modificación alguna. Nonos interesa tanto el ataquepersonalque contra Lévi-Straussse dirige, y del queno quedamosconvencidosque sea la posi-ción definitiva de nuestroponderadoprofesorPalerm,ni queestédesprovistodel ambienteairadoy provisionalen que fueescrito, sino la relaciónque se estableceentre Mauss y Lévi-Strauss,y entrefilosofía y antropología.Desdeluego,el fondo

<24) Abellán, eplg. C), PP. 111-119.(25) Palerm,epíg. E).

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del artículo apoya nuestrasospechade la relación estrechaentre la popularidadde Lévi-Strauss,que se da por sentada,y la recienteen Españade Mauss: aunqueel profesorPalermnos quiereseparardemasiado,creemos,el contextofilosóficoy estructuralistade lo queél considerala segundapersonali-dadde Lévi-Strauss,y la influenciarecibidaen ello de Mauss.

En primer lugar, no estamosde acuerdoen ver una doblepersonalidaden aquél (antropólogoy filósofo) : porqueantesde escribirsu monografíade los Nambikwaraen 1948,habíaescrito ya su «Análisis estructuralen lingiiística y antropo-logía», y sólo dos años despuéses cuandoescribe la «Intro-ducción a la obra de M. Mauss»,donde se refleja perfecta-menteformado su enfoque estructuralista;y esta deuda almaestropermite pensaren una gestaciónalgo más antiguade sus tendencias,deudaqueatestiguapor el dominioprofun-do de las obras del mismo, y de sus diversas orientaciones.

Tampoco estamosde acuerdo en la mediocridad de suaportaciónetnográfica: al menos,no lo juzgó así J. H. Ste-ward, a quientanto debenuestrocomentarista,cuandoincluyóen su Handbookde 1948 cuatroestudiosde Lévi-Strauss;porotra parte, es conocidala rigurosidadcon que son revisadaslas etnografíasa él presentadasen L’Ecole Pratiquede París,de cuya actividadnadase nos dice en su «Crítica...», y laimportanciametodológicaqueparasu método tienenlas bue-nasetnografías,en lo quetampocoparececoincidir elprofesorPalerm-

En tercer lugar, disentimosdel análisis que se nos pre-senta sobre la escuelainglesa de Radcliffe-Brown y Mali-nowki: se atenúaen excesola diferenteconceptualizaciónquedel término «función»se da entreellos dos (sentido matemá-tico y sentido biológico respectivamente);se nos inclina aidentificar función y funcionamiento,en basea unaanalogíaforzadaentreanatomía-fisiologíapor una parte,y estructura-función por otra; y se minimiza la influencia durkheimianaal no citar la actitud filosófica del sociólogo francéscomoinmediatoantecedentede la suyapropia.

Finalmente,no sabemoscómo puedeatribuirse la tenden-cia filosófica de Lévi-Straussal contexto francés en que seforman tantoél comosus maestros,y acontinuaciónconsiderar

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absolutamentepersonalsu«desviación»filosófica de la cienciaetnológica,que de tales maestrosrecibieranno sólo él, sinotoda la actual antropologíasocial, y especialmenteRadcliffe-Brown y Malinowski. Algo debehaberde válido en este am-bientede «grandesteorías»que él califica, para oponerlo alde la pequeñateoría,o seala científica, paraquehaya dadotales frutos. ¿Acaso serían explicables las aportacionesdeMarx y Max Weber, a quienestan cercaquierenuestropro-fesorsituar, sin la tradición germánicade Kant y de Hegel?¿Y no ha sido estatradición neokantianala queaportó Dur-kheim, primero a su encargode cursoen Burdeos,y luego asu EscuelaSociológicade París?Efectivamente,creemosque,sin esta tradición europea,nadahubieranhecho los funcio-nalistasy estructuralistasde la escuelainglesa;y no es casualque dos de sus filósofos másilustres,e indudablesanteceden-tes de la antropologíainglesa,JeremyBenthamy David Hume,debantanto al enciclopedismofrancés.

Precisamente,el profesorPalermse hizo eco no hacemu-cho de las críticas dirigidas a la escuelainglesa por G. P.Murdock (sin recogerapenasla extensacontestaciónde R.W. Firth) enel sentidode notarciertascaracterísticasen aqué-lla, (atenciónconcentradaen parentesco,casi completodesin-terésen la etnografíano africana, en historia y procesosdecambio, en psicología,no rectificación de errores,y confina-miento de hipótesis a un nivel relativamentesimple de abs-tracción) quepodíanderivarsedel desinterésgeneralsentidohacia la etnografíay aportacionesteóricasde otras tierras.Es decir, y matizandola conclusiónal año 1951 en que estose escribió, queha descendidobastanteel nivel teórico de laescuelainglesadesdequedejó de sentir la influenciaexterna,principalmentela francesade Durkheim (26). En la actuali-dad,y de acuerdocon el análisisefectuadoa cargo de P. Mer-cíer, no podemosseguir viendo así la escuela inglesa que,

(26) Palerm «Introducción..- », cap. dedicadoa Durkheim y Radcliffe-Brown. El artículo de Murdock salió en AmericanAnthropologist,Oct-Dec.1951, Pp. 465473. La contestaciónde Firth, en forma de «companionpiece»,viene a continuación,pero triplicando la extensión: aunqueda razón aMurdock, tiene muchasprecisionesque Murdock necesitaba.

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como el profesorPalerm se ocupa de hacernosver por lascríticas de Edmund R. Leach (27), se interesabastanteporlas aportacionesfrancesas(y no sólo de Lévi-Strauss,comose hacíaver en la nota 7).

No queríamosaprovecharesta «Crítica.- a> del profesorPalerm sino para subrayarla estrecha relación que existeentreel filosofismo de Lévi-Straussy el de su maestroMauss,dejandoa un lado otro cúmulo de cuestionesquesobreel me-todoy las conclusionesfilosóficas de la obra lévi-straussianase nos ocurren, siemprematizandoe incluso corrigiendo lavisión del comentarista.Desdeluego, y paraterminarcon ello,no estamosen absolutode acuerdoen considerarel estructura-lismo de Lévi-Strausscomo una moda parisina, comparablea la existencialista,fenomenológicao historicista: desde elmomento en que no conocemos,todavía, ningún antropólogode esastendencias.En ello, el profesorPalermresultaun pocomenosconsideradoqueel propioLeach,de quiensospechamosqueha recogidola mayorpartede suargumentacióny su tono,cuando ni siquiera consideraa Lévi-Straussantropólogo enla actualidad;y cuando, adoptandomanerasde profeta, leauguraun rápido final.

Lo que sí queremosanadires queel parecidoentreLeví-Straussy Maussdesbordael plano filosófico. No sólo poseela formación neokantianade su maestro,y el mismo gustopor la buenadicción, quehacetan seductorasu lectura,sinootras muchasfacetasparecidas.Ambos puedenser llamadoshumanistas,por su dominio de los estudiosclásicose inclusoorientalistas,y por suafición a encontrarnuestrapropiasocie-dad como un campo ideal de aplicacionesde las grandezashistóricas: podía sintetizarseen la búsquedade lo Humano

(27) Aunque no forme parte de una escuela,Mercier englobaa Leachcon M. Gluckman,W. F. Wertheim,O. y M. Wilson (pero tambiéncon G.Balandier,3. Berquey con él mismo, comorepresentantesfranceses)bajouna tendenciaquecalifica de «dinamismo cultural», opuestaa la tesis dela «armonía funcional» que mantenía la antropologíaclásica, respectoal funcionamientosocial de los primitivos. Es comprensiblela oposiciónde interesesde Leachy Lévi-Strauss;pero lo que no nos aclara Palermes que Leachpracticael método de estudio estructuralista.Vid, nuestroepig. E), sobre Leach.

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como meta del hombresabio,prescindiendode las diferenciasregionalese históricas (28). Es curiosoque ambos,a la bús-queda de esta Humanidad, se encuentrencon limitacionesmúltiples a la tan aireadalibertadcreadoradel hombre(mor-fologías socialesecologizadas,sistemaseconómicoshomoge-neizadosen la base, ideas como la de «persona»o «muerte»condicionadaspor el nivel de integración social, mitos querespondena la organizaciónsocial) y, al mismotiempo, hallenla impronta creativa en aspectostan aparentemente«natu-rales»como las técnicascorporaleso el sistemade parentesco.Ambos, en tercer lugar, cargan su enormeproliferación deartículos con abundantebibliografía, de diversaprocedenciaacadémica,lo que demuestrasu erudición y atención a laactualidad científica: no sólo hablan ambos varias lenguas(inglés, alemán,italiano, sueco,portugués,etc.) sino que re-cojen las ideas de cienciasdiversas,especialmentede la lin-gilistica.

Hay entreellos, como es lógico, notablesdiferencias: laprincipal, quizás sea,el haber efectuadoel discípulo un tra-bajo de campo entre los Nambikwara y diversos viajes deobservacióna travésde la mesetabrasileña(dondese suponenlos habitantesmás«arcaicos»de América del Sur) y variossobreAsia del Sur, especialmenteen Pakistán.En cada caso,como enviadofrancéspara la enseñanzade la Antropología,comolo atestiguansus publicacionesen la UNESCO de 1951y 1954 (Cf. Bibliografía de Lévi-Straussen «A. Estr» deEudeba)- Por el contrario, Mauss sólo efectuó un viaje deesta categoríaa Marruecosen 1929, de duraciónbreve. Otradiferenciaimportante,quizásseala audienciaen el gran pú-

<28) Oigamoslo queMaussllama «conclusionesmorales»de su Ensayosobre el Don: «Hay que volver a lo antiguo, a lo elemental,volviendo aencontrarlasmotivacionesde vivir y actuar,quetodavíapracticanmuchassociedadesy clases;así por ejemplo: la satisfacciónde dar en público, elplacerde gastargenerosamenteen cosasde arte, el placerde la hospita,.lidad y de la fiesta privaday pública (...) Estamoral es eternay la misma,tanto para las sociedadesmás desarrolladascomo para las de un futuropróximo, y paraaquellas lo másretrasadasque se pueda imaginar (.3

Adoptemos,pues,como principio de nuestravida lo que ha sido y serásiempre, el principio: salir de si mismos, dar, libre y obligatoriamente.<5. y A., 250-1).

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blico queha halladoel discípulo: en parte, por el mayor inte-résde aquélenlibros de antropologíay, en parte,por el papelde «astronomíade las cienciassociales»queél ha dado a laantropología,tras la aplicación de los métodoslingúisticosa las cienciassociales,y el aprovechamientode las últimastécnicasestadísticasde la Cibernética.Y esto no podría, enbuenalógica, versecomoun alejamientodel maestro,en tantoqueél ya propugnabaestascolaboracionesinterdisciplinarias,y el valor estratégicode la lingúistica y la simbologíaparalas cienciassociales.

Pero,y yendoal fondo del asunto,¿sepodría decirqueelestructuralismode Lévi-Straussderiva directamentedel ma-gisterio de Mauss? Ya hemos reconocido anteriormente laporciónreinterpretativaquecontienesu introduccióna «Socio-logie et Anthropologie»de 1950, y la manera tan perfectacomolo lograbaenel ambientefrancésde esosaños,marcada-menteanti-Durkheim.Por otra parte,nos hemospronunciadoa favor de unaposturatal, desdeel momentoen queno cree-mos que se puedaser objetivo sobre la obra de un maestro;por otra parte, un maestroque andabasiempreen busca deorientacionesnuevas,en lo que quizás Lévi-Straussle hayadedicadouna fidelidad intencional. Pero, aparte de ello,creemosquepuedendetectarsetreselementosimportantesdelsistemade Lévi-Strauss,queprocedendirectamentede Mauss:la idea de totalidad,el proyectode hacerde la antropologíauna ciencia «semiológica»,y el valor de la aportaciónde lalingUistica para la antropología.Y ello no creemosque seanuevo,para nadiequehayaleído las obrasde ambos,o cual-quier estudioque a ello se ha dedicado(Cazeneuve,Merciero Poirier) (29).

Estostres elementosson tratadosconjuntamentetanto enel «Essaisur le Don» de Mauss,como en la Introducción deLévi-Straussa sus obras,y su Claseinaugural,recogidacomoIntroducción al principio de «A. Estr.» de Eudeba. En elEssai se nos aclara perfectamentesu conceptode los hechossociales totales, pretensiónsociológicaque le viene de Durk-

(29) Vid. epíg. B).

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heim: frente a éste,especificaque la totalidad de los hechossocialesse deriva no per se, sino de su enfoque: queha deincluir los niveles sicológicosy biológicos (recuérdeseel es-quemade las cienciashumanasde Compte: sociología,sico-logía y biología), queha de tener en cuentatodaslas institu-cionesal mismo tiempo (religión, economía,estética,etc.) sinrobarle su concrecióny riqueza,y que debepermitir cotejartodaslas sociedades,puestoque son hechos esenciales.Peroescuchémoslodel mismo Mauss:

«Los hechosque hemos estudiadoson todos, per-mítasenosla expresión,hechossocialestotales (. -)

En algunoscasos(. -) ponenen juego a la totalidadde la sociedady de sus instituciones(.. -) Estospro-blemas son al mismo tiempo jurídicos, religiosos, eincluso estéticosy morfológicos (...) Son pues, algomásqueun tema,algo másque los elementosde unasinstituciones,o una institución compleja, queun sis-tema de institucionesdivididas por ejemplo en reli-gión, derecho,economía,etc. Son un todo, sistemassociales complejos, cuyo funcionamiento hemos in-tentadodescubrir.Hemos analizadoestas sociedadesen estadodinámicoo fisiológico 4% --) Pero,sobretodo,tienen la ventajadel realismo, ventaja que permitepoder analizar las cosassociales,en su concreción,como son en realidad. En las sociedades,más quecaptar normas e ideas, se captan hombres, gruposy sus comportamientos(..) Los historiadoresobjetanacertadamentea los sociólogosquehacendemasiadasabstracciones,separandolos diversos elementos delas sociedades4%. 4 Despuésde habersevisto obliga-do a dividir y abstraer,el sociólogo debeesforzarseahorapor recomponerel todo, y de este modo encon-trará datos fecundos,y el modo de satisfacera lospsicólogos»(30).

No hay que aclararque, antes de esta conclusión, se ha

(30) Mauss, 1971-1,. PP. 258-260.

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molestado en analizar muy variados sistemas económicos,puestoque es el sistema económico,y como comentarioa larecientepublicaciónde «Argonauts...»de Malinowski, dondeencuentralos hechosmásestratégicospara esteestudiototal-Por cierto, su relacióncon estaobrade Malinowski representapara Mauss la definitiva superaciónde la «esclavitud»doc-trinal a Durkheim, que tanto hanquerido resaltarCazeneuvey Karady, y queel mismo Lévi-Straussreconocematizándola.A partir de «Essaisurlé Don», 1925,aocho añosde la muertede su tío y maestro,Maussdeja de ser el etnólogoespecialistaen religionesprimitivas al servicio de la doctrina de L’EcoleSociologique;en virtud de su métodogenético,queva de losimple y primitivo a lo complejo y moderno,Durkheim con-cedíaal estudioetnográficouna importanciaexcepcional,y es-pecialmenteal camporeligioso, en tantoqueésterepresentabala esenciadel sentimientoy del rito de unasociedad,y queportanto muchosproblemassociológicosrecibirían muchaluz coneste enfoque.Por el contrario, Maussse pasaal campoecono-mico, y deja la sociologíareligiosareducidaa una«sociologíadel conocimiento»,en el quepuedanser comparadaslas ideasprimitivas y las de hoy: de ahí que promocioneel estudiomitológico, frente al del ritual quehabíapredominadohastaentonces;promoción de que se hace eco su discipulo Lévi-Strauss.

Ahora bien, esteuso de Malinowski parasu nuevaetapa,no es realmenteun saltosobreel vacio: desdeel momentoquese basaen el estudioy aplicaciónde la ideade totalidad (ideaque le venia a ambosde su tío, y a éstede Boas, segúnG.Davy), y que el mismo Malinowski reconocea Durkheimcomo padrede lo queél llamará su propio sistema,el fundo-nalista. De otra parte,Maussaportaunacorrecciónsumamenteimportantea la consideraciónde los hechos económicosenMalinowski: coincide con él en que su gran descripcióndela racionalidad económicaprimitiva da un gran tiro a la ideade economíaprimitiva a que nos teníanacostumbradosloseconomistas,y que ésta no desaparecepor su imbricaciónconritos y concepcionesmágicas(que no estántan ausentesen laeconomíamoderna, como puedeverse en el manejo publici-tario del consumidor)- Pero duda (éstaes su aportación) de

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la validez en la clasificaciónmalinowskianadel intercambio:desdeel don puro hasta el puro trueque. En primer lugar,desechala idea de que el trueque,que nos describió el Capi-tán Cook, cuando intercambiabaregalos con los indígenasdel Pacífico (y quenoscuentaColónen su Diario, como anali-za tan detalladamenteLisón (31), seaverdaderamenteun co-mercio, en el sentidonuestro.Y en segundolugar, y esto eslo importante,niegala existenciade donespuros o desintere-sados, aunqueeste interés no sea del tipo utilitarista e indi-vidual del nuestro, sino de un tipo mucho más amplio. Esdecir, que el principio «do ut des», del derechoromano,esbásicamenteuniversal.

Estacorrecciónprovocó unacontestaciónal añosiguiente,de parte de Malinowski, no exenta de cierta molestia en eltono: «Véase en L’Année Sociologique(Nueva Serie, vol. 1,PP. 171 y ss.) las críticas queMarcel Maussdirige a mi ex-presión «don puro». Yo he escrito este párrafo (al que serefierela notainscrita en el capítulo8, así titulado: «El prin-cipio de do ut des juegaun importantepapel en la vida tri-bal») antesde conocerlas objeccionesde M. Mauss,que yono puedosino aprobar.Es agradableparaun antropólogodecampo (praticien, en el texto Payot,1968) ver que sus obser-vacionesson lo bastantebien presentadascomo para permitira otros refutar sus conclusiones,con la ayuda de suspropiosmateriales.Y aúnme es másagradableconstatarqueun juiciomásreflexivo me haya conducido,independientementede M.Mauss, a los mismos resultadosa que él ha llegado por suparte» (32). Nosotros,por nuestracuenta,opinamosqueMa-linowski había leído, por el contrario, las críticas de Maussantesde escribirtal párrafo: de una parte,por saberlelectorasiduode esta revista, ahora dirigida por Mauss y bajo cuyadirección sólo salieroneste númeroy partede otro segundo,pero fundadapor Durkheim; y de otra, porquela argumenta-ción queemplea,y las frasesde «Argonauts»en que se basa,son exactamentelas mismasque las utilizadas en la crítica

(31) ‘Vid. epíg.C), Lisón. 1971-a.(32) Hemos tomado el texto de Malinowski «La vie socialedesprimi-

tifs: trois essais».P. B. Payot, 1968, París, pp. 31-32. Pero puedecompro-barsesu traducciónen «Crimeny costumbre...w, Barcelona,cd. Ariel.

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de Mauss.Además,las críticasquele dirigía Maussno estabanexclusivamentebasadasen «susobservacioneslo bastantebienpresentadas»,sino en su conocimientoperfecto del derechoantiguo, que Malinowski mismo reconoceno dominar. Todolo cual nos sugierealgunasreflexiones,quehemosprocuradohacervaler a través de este artículo: la valía de una forma-ción humanística, complementadade la lectura constantede monografíasetnográficasrecientes,puedepermitir a Mausscompensarla falta de trabajo de campo, e incluso elaborarinterpretacionesetnológicasmáscerterasquelas delos propios«practicantes».Por otra parte, sus «Instructionsd’ethnogra-phiedescriptive»dictadasen el Institut d’Ethnologiede París,durante14 años,fueronlas queformarona todoslos maestrosde la etnologíafrancesaactual, no sólo a Lévi-Strauss.Y ellasson las quedan lugar al «Manuel d’Ethnographie»,reciente-mentetraducidoy anotadopor nosotrosmismos.

De hecho, Lévi-Straussmantieneuna defensade la utili-dad etnográficacomo práctica de campo, que hace derivarcomoun méritode MaussfrenteaDurkheim. Así, aprovechan-do las aportacionesdel psicoanálisis sobre el inconsciente(paraquien el inconscientees «naturalmente»creadorde sím-bolos), nos dedica unas páginasmaravillosassobreel valorde ésteen el trabajo de campo, en su Introducción a Mauss-Y en su Clase inaugural, nos habla de «la repugnanciaqueDurkheim habíacomenzadoa sentir ante las encuestasetno-gráficas»,queMauss corrigió basadoen el principio de que«la totalidad de lo social se manifiesta en la experiencia»(p. XXIV), concluyendoasí: «El modo como Mauss planteay resuelveel problemaen el Essai sur le Don lleva a ver enla intersecciónde dos subjetividades[la del investigadory ladel informante] el orden de verdadmás próximo al que pue-den llegar las ciencias humanas, cuando hacen frente a latotalidadde suobjeto»(p. XXV) y «La posibilidadde ensayaren sí mismo la experienciaíntima del otro no es más queunode los mediosdisponiblesparaobtenerestaúltima satisfacciónempírica, cuya necesidadsienten igualmentelas ciencias fí-sicas y las cienciashumanas:tal vez menosuna pruebaqueunagarantía»(p. XXVI) -

Como la idea de totalidad, del valor de la lingúistica,

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y de la nueva ciencia semiológica que debe representarlaantropologíadel futuro, ya son suficientementeconocidasenLévi-Straussy como supresenciaen Maussla hemosresaltadoextensamenteen las notasdel Manual, no nos quedasino refe-rirnos a ellas. La idea de totalidad nos la hace ver en estelibrito continuamente:nosotros hemos procuradorecogerapie de páginacuandose refiere a la necesidadde emplearlacasuística,al hablarde cadanormacultural quese analice,sindebernosconformarcon su descripción(nota 11 del cap. 1y 19 del IX); sobreel interésdel aspectodiacrónicoy de con-tactocultural (40-1V, 20-VI, 5, 79 y 95-VII, 4-VIII y 18-IX);sobreel valor de las aportacionesdifusionistaspara la com-prensiónde un hecho local (2 y 6-1, 4-111, 10, 11 y 12-1V, 27,38 y 46-V, 2-VII y 6-IX); ademásde la necesidadde colabo-racion interdisciplinar,dandola prioridad a un casoanalizadopor varias disciplinas, sobreel de muchoscasosanalizadospor una sola (7-1). Bajo el principio de Stuart Mill de que«una experienciabien desarrolladaes suficientepara demos-trar una ley, mejor que muchas mal realizadas»,tenemostambiénla 11-1, 3-1V, 46-V y la 19-IX. En cuanto a la impor-tanciaque le concedeal enfoquelingúístico, ya sea como me-todo a imitar, o comoelementoa incluir en la descripción,oincluso como ideal de «estudiode signos» a seguir, hemosllamadola atenciónen las notas28 y 37-V, y en la 80 y 86-IX.

Peroquizásno hagafalta detallartanto,paracomprenderlo que Mauss entiendepor una investigaciónde los hechossocialestotales. A travésdel esquemaseguidoen su libro, agrandesrasgos puedeobservarsecómo entiendela colabora-ción interdisciplinar y la exhaustividad en las etnografías.Así, a grandes rasgos,podemoscomprobarla exigencia deMaussencuantoa losmétodosausar: cartográfico(con mapasgeográficosy estadísticasdemográficas),calendárico,inven-tarios y fichas (hay queprepararla exhibición del material,ademásde la exhibición literaria: de ahí el valor con queusualmentese manejanlos Museos en antropología,ya quizásdesgraciadamenteen desusoparapaísesqueahoracomienzana practicarla antropología,y queincluso se permitenmanteneruna tradición de estudioallende el Atlántico), fotográficos,fonográficosy filosóficos. - -

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Pero quizás lo que llama más la atenciónen este Manualde Etnografía, traducidopara el gran público como «Intro-ducción...»,seasu consejosobrela arquitecturao proporciónque debenguardartodas las descripcionesen cuanto a cadauno de los epígrafes;arquitecturaque él mismo se encargade respetaren el modo de tratar sistemáticamentecada unode los temas,de acuerdoa unaclasificacióninicial. Esta cla-sificación dividía los temas de estudios en Morfología So-cial, Fisiología Social y Fenómenosgenerales.El primerpunto no obtiene subdivisión, pero el segundo es el queocupa el grueso del libro: Técnicas (corporales e ins-trumentales),Estética(Juegosy Artes), Economía(Produc-ción, distribución,consumoy moneda),Derecho(socialy polí-tico, doméstico,de propiedad,contractualy penal: uno delos capítulosmásextensos,correspondientea lo quese llamaría«antropologíasocial» en Inglaterra, como él mismo explicaal principio del capítulo),Moral y Religión (Fenómenosreli-giosos stricto sensu como cultos, ritos y representaciones;y lato sensu,como magia, adivinación y superstición:el ter-cero en extensión,y hay que considerarleun especialistaenello).

Queríamosexhibir su clasificación, para hacerver dete-nidamentesu arquitectuía,que en estecasono es precisamenteuna norma puramenteestética; aunquejustamenteeste capí-tulo de Estéticanos resulta uno de los más originales, sobrelo que no hemosvisto luego nadarealmentenuevo.Excepciónhechadel capítulode Técnicas,en lo que no hay estudiosme-jores que los franceses,los capítulosmás breves(Economía,Morfología y Estética) resultan, a nuestroparecer,los masoriginales.En cuanto a su arquitectura,que no es pura esté-tica francesa,manía del orden por el orden, nos dice Caze-neuveunaobservaciónqueno me resistoa transcribir: «Mauss,que no tuvo jamásla pacienciade escribirun gran libro, gus-taba de las grandesarquitecturas,de los planes bien estruc-turadosy del genio de la clasificación.Y hastaquizás,bus-cando cómo poner en orden los fenómenos a analizar, fuecomo llegó a encontrarlos objetos de estudio originales,y aemitir hipótesis profundas.Es así, nos dice, cómo por hacerdesaparecerde la etnografíauna rúbrica mal identificada,

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y relegadaal campode diversa, por lo que llega a reagruparbajo el título de técnicas del cuerpo un conjunto de hechosque, reunidosde estemodo,cobranun destacablesignificado»(PP. 19-20) - Quizás,por esta falta de pacienciapara escribirgrandeslibros, es por lo que no hemospodido disfrutar deldesarrollodel que se anunciabacomo gran capítulo: Fenó-menos generales,en el que se incluían nada menos que laLengua, Fenómenosnacionalese internacionales,y la Etho-logia colectiva.Solamentedelos dos puntossegundos,podemosformarnosunaidea de cómo quedaríanestructurados,a travésde una conferenciapronunciadaen Londresen 1920 en favorde la nueva Sociedadde Naciones,quesiguió a la GranGue-rra: «La Nación y el internacionalismo»;pero echamosdemenos,quizás a causade las circunstanciasdramáticasen quefueron escritas(muerterecientede su tío y pérdidade varioscompañerosde L’Annéc en combate),el tratamiento del mé-todo de estudiode este«fenómenogeneral»de la Sociología;aunqueno dejemosde comprenderel valor humano de unaposturapolítica, de cualquiertipo que sea,en medio de susvariadasocupacionesacadémicas,

No nos quedasino agradecera las editorialesespañolasla labor en pro de la cultura y el contacto internacional,dequeellas se hanencargadode modo muy decididoen los años60, ante lo que J. L. Abellán llama el fracasouniversitario.Oigamossus palabras:

«La verdad es que, frente al fracaso estruendosode la Universidady de todo el sistemaeducativo,pal-pableen la rapidezcon quese ha elaboradola últimaLey de Educación(1970) y en la profundidadde suscambios, la meritoria labor cultural de los editoresha sido inmensa.Es más: las editorialeshan venidoa ser refugio de unacultura que los organismosy lasinstitucionesencargadosde fomentarla se negabanapromover.Graciasa las editorialesnos hemoscomuni-cadocon autoresnacionalesvaliosos,cuyo accesoa laUniversidadles era irrevocablementeimpedido; gra-ciasaellashemosconocidoy estudiadodoctrinasy mo-vimientos que eran ignoradosen nuestroscentrosde

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enseñanza;graciasa ellas nos hemospodido acercara autoresy obras de otros países,a los que sistema-ticamentese les ha venido poniendo el veto en loscentrosnacionalesde cultura» (Op. cit., pp. 36-37)-

Y hay que tener en cuentaque las traduccionesocupan,desde 1966,más del 30 34 de las edicionesespañolas(améndel porcentajede importaciones,que se eleva casi al 200 34)para valorar en su justa medidalo que las editorialessigni-fican para la introducciónde la antropologíaen el públicoespañol.Como ya sabemosque,al estilode la Europadel XIX,en Españala sociedadva por delantedel Estadoen cuanto arenovacionesse refiere, no debemospor menosde agradeceresta labor de extensiónantropológica,que se empiezana im-poner como secciónfija las editorialesespañolas,los que nossentimos «profesionales»de esta disciplina, indudablementenecesitadosdel apoyooficial parasu desarrollo.

Y en el casode Maussespecialmente,debemosagradecerla idoneidadde la publicaciónde sus obrascompletas,no sóloporquese tratade un maestro(en Historia de la Antropologíasólo se incluye a dos másen estenivel, nadamenosque a F.Boas y A. Radcliffe-Brown),cuya laborpedagógicamásbienhandesarrolladosusalumnosqueél mismo (33). Sino porque,en el casoespañol,su influenciaestácasigarantizada,teniendoen cuentala inspiraciónfrancesadenuestrasestructurasy con-cepcionesacadémicas.Decaraa nuestropropioDepartamento,podemossentir elplacerde queunade las escuelasetnológicasmejor orientadasal americanismo,y concretamenteuno delos autoresquemásatenciónha dedicadoa estecontinenteensus elaboracionesetnológicas (sus dos obras más famosas,«Etudede Morphologie sociale»y «Essai sur le Don», estándedicadasa los Esquimalesy, en gran parte, a la ColumbiaBritánica, respectivamente),hayatenido el honor de inaugu-rar lo que, esperamos,seala publicación en Españade lasobrascompletasde maestrosde la Antropología.

(33) Vid. epig. B), Mercier.

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