La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

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LA ADMINISTRACION DEL ACERVO SUCESORIO ENTRE LOS COMUNEROS GUILLERMO R. GARBINO I. GENERALIDADES El estado de indivisión de 1a herencia es eminentemente transitorio y está llamado a concluir con la partición; sin em- bargo, el lapso que transcurre desde el fallecimiento hasta que se opera la división del acervo sucesorio entre los herederos pue- de ser bastante prolongado. Si sumamos a este hecho la circuns- tancia de que existan en la sucesión muchos bienes o que, aún escasos, “éstos requieran una atención constante, como sería en el supuesto de existir establecimientos comerciales o industria- les, o bien campos en plena etapa de producción, en los que sea necesario negociar merCaderías perecederas, o completar ciclos de producción programados, o levantar cosechas, o vender ha- cienda en el momento preciso, vemos la necesidad de arbitrar medidas conducentes a evitar perjuicios inútiles a los herederos, los que sin duda se ocasionarían si no se adoptan medidas de buena administración durante el trámite de la sucesión. Sin llegar a los casos expuestos, casi siempre es necesario que alguien se ocupe de conservar los bienes, cobrar las rentas, pagar los impuestos y de efectuar, al menos, aquellos actos que sean más imprescindibles para preservar el acervo hereditario. Si bien tales medidas podrían ser tomadas por los propios here- deros, a fin de evitar las divergencias de criterios y facilitar las cosas mediante la unificación de criterio, es conveniente la de- signación de un administrador de la herencia. Si bien es cierto que la comunidad hereditaria es una situa- ción pasajera que el Cód. Civil de ninguna manera fomenta, ello no obsta para que, en la práctica, su duración haga indispensa- ble, o al menbs necesaria, la designación de un administrador, sin olvidar los casos de indivisión impuesta por el causante, que puede durar hasta diez años (art. 51 de la ley 14.394), o bien convenida por los herederos (art. 52 de la misma ley). También 341

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LA ADMINISTRACION DEL ACERVO SUCESORIOENTRE LOS COMUNEROS

GUILLERMO R. GARBINO

I. — GENERALIDADES

El estado de indivisión de 1a herencia es eminentementetransitorio y está llamado a concluir con la partición; sin em-

bargo, el lapso que transcurre desde el fallecimiento hasta quese opera la división del acervo sucesorio entre los herederos pue-de ser bastante prolongado. Si sumamos a este hecho la circuns-tancia de que existan en la sucesión muchos bienes o que, aún

escasos, “éstos requieran una atención constante, como sería en

el supuesto de existir establecimientos comerciales o industria-

les, o bien campos en plena etapa de producción, en los que sea

necesario negociar merCaderías perecederas, o completar ciclos

de producción programados, o levantar cosechas, o vender ha-

cienda en el momento preciso, vemos la necesidad de arbitrar

medidas conducentes a evitar perjuicios inútiles a los herederos,los que sin duda se ocasionarían si no se adoptan medidas de

buena administración durante el trámite de la sucesión.

Sin llegar a los casos expuestos, casi siempre es necesario

que alguien se ocupe de conservar los bienes, cobrar las rentas,

pagar los impuestos y de efectuar, al menos, aquellos actos quesean más imprescindibles para preservar el acervo hereditario.

Si bien tales medidas podrían ser tomadas por los propios here-

deros, a fin de evitar las divergencias de criterios y facilitar las

cosas mediante la unificación de criterio, es conveniente la de-

signación de un administrador de la herencia.

Si bien es cierto que la comunidad hereditaria es una situa-

ción pasajera que el Cód. Civil de ninguna manera fomenta, ello

no obsta para que, en la práctica, su duración haga indispensa-ble, o al menbs necesaria, la designación de un administrador,sin olvidar los casos de indivisión impuesta por el causante, que

puede durar hasta diez años (art. 51 de la ley 14.394), o bienconvenida por los herederos (art. 52 de la misma ley). También

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resulta muchas veces que se inscriba 1a declaratoria de herederos

en el Registro de la Propiedad con. relación a los inmuebles suce-

sorios, sin que tal anotación implique una adjudicación en con-

dominio, sino que, por el contrario, continúa el estado de comu-

nidad el que sólo cesará por la partición, o bien por la venta de

los bienes efectuada por todos los coherederos.

Las razones enunciadas, sucintamente expuestas, conducen

a la conclusión de que la figura del administrador de la herencia

suele tener primordial importancia y que es necesaria una ade-

cuada regulación legal de la misma. VÉLEZ, con el ánimo de no

fomentar el estado de indivisión, omitió legislar adecuadamente

sobre el punto, limitándose al art. 3451 del Cód. Civil, el quede ninguna forma cubre las necesidades y problemas que acarrea

la administración del acervo sucesorio entre los coherederos. Se

equivocó el legislador, ya que, sin que ello implique fomentar

la comunidad hereditaria, la realidad impone la necesidad de

dictar normas sobre los alcances de la función administrativa, la

forma de designación del encargado de ejercerla, sus responsabi-lidades, etc.

Tal omisión ha sido llenada por la jurisprudencia, los códi-

gos rituales y la doctrina, con las consiguientes Opiniones encon-

tradas y sus consecuencias perjudiciales.-

A.—Normas que rigen la administración del acervo sucesorioentre los coherederos.

VÉLEZ incluyó en el Libro Cuarto, Sección Primera, Título

VI, del Cód. Civil, que trata de la división de la herencia, Capí-tulo I, denominado “Del estado de indivisión”, el art. 345_1,quedice: “Ninguno de los herederos tiene el poder de administrar“ los intereses de la sucesión. La decisión y los actos del mayor“

número no obligan a los otros coherederos que no han prestado“

su consentimiento. En tales casos el juez debe decidir las dife-“

rencias entre los herederos sobre la administración de la su-

“cesión”.

La norma transcripta es la única que trata específicamente,en el Cód. Civil, la cuestión relacionada con la administración delacervo sucesorio entre los coherederos.

Antes de continuar con las normas que regulan la materia,es necesario hacer un distingo, ya que alguna jurisprudencia ha

considerado de aplicación a las cuestiones vinculadas con la ad-ministración entre los comuneros, las' disposiciones de los arts.3382 y sgts. incluidas en el Título denominado “‘De la aceptaciónde la herencia con beneficio de inventario”,' cuyo Capítulo II se

titula “De la administración de los bienes de la herencia"; talesartículos regulan la administración del heredero beneficiario en

relación con los acreedores y legatarios de la sucesión.

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Fuera de la cuestión de si los arts. 3382 a 3395 del Cód. Civilpueden en algún caso ser de aplicación analógica al tema en

estudio, debe quedar en claro que la administración entre loscomuneros encuentra su regulación de fondo exclusivamente en

el art. 3451 del Cód. Civil, siendo los arts. 3382 y sgts. normas

que rigen una situación diferente vinculada con la administra-ción que el heredero beneficiario ejerce, en nombre de la suce-

sión, frente a los acreedores y legatarios y no con relación a sus

coherederos; el heredero beneficiario es un representante de lasucesión (art. 3383) que administra por mandato expreso de1a ley (art. 3382), mientras que quién administra la herencia pa-ra los comuneros es un representante de éstos, quiénes, en prin-cipio, son los encargados de elegirlo para el cargo, debiendo tenerintervención aun cuando el nombramiento sea efectuado de ofi-cio por el juez, ya que el magistrado por su solo arbitrio no

puede designar administrador, como más adelante veremos. Nin-

guno de los comuneros tiene la administración en tanto no recibamandato a1 efecto; el heredero beneficiario la tiene, en cambio,por su propia condición.

La asimilación es improcedente por las razones expuestas yademás, como bien dice FORNIELES, poque “al ocuparse de la“

administración en el beneficio de inventario el código se coloca“

en el caso de la existencia de un solo heredero, y no de una“

comunidad”.

La administración contemplada en los arts. 3382 a 3395 delCód. Civil es la que el heredero beneficiario efectúa en su pro-pio interés y en el de los acreedores y legatarios, cuya única

prenda está constituida por el haber sucesorio y no la que se

lleva a cabo en nombre de los comuneros que se rige por elart. 3451.

Merece alguna reflexión la circunstancia de que en el sis-tema de VÉLEZ la aceptación beneficiaria no se presumía sino

que debía ser expresa, cumpliéndose con los recaudos estableci-dos a ese fin; en cambio, desde la sanción de la ley de reformasn° 17.711, 1a aceptación de la herencia se presume efectuada bajobeneficio de inventario (art. 3363 del Cód. Civil); sin embargo,en nuestra opinión, las normas de los arts. 3382 y sgts. no entran

en funcionamiento hasta tanto el heredero no cumpla con lo

dispuesto en el art. 3366, efectuando el inventario dentro del pla-zo de tres meses a contar desde la intimación judicial efectuada

a petición de parte interesada y siempre y cuando el heredero no

renuncie, dentro de los treinta días posteriores, a la herencia.

Cuando se den tales supuestos, recién entonces deberá el here-

dero beneficiario actuar como administrador con los alcances de

losarts. 3382 y correlativos del Cód. Civil.

Agregaremos, finalmente, que los límites de acción de quienadministra como heredero beneficiario de acuerdo con los citados

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arts. 3382 y sgts., son distintos del que lo hace por los comune-

ros; el primero debe dirigir su aceión fundamentalmente a la

realización-de los bienes para dar cumphm1ento a las deudas y

legados existentes, el segundo actúa con otras miras, siendo la

principal 1a de preservar el acervo hereditario ev1tando su de-

terioro, en beneficio de los propietarios del mismo, es decir los

comuneros.Hemos visto que el único artículo específico sobre la admi-

nistración de la herencia entre los herederos es el mencionado

3451, sin embargo, los códigos de procedimientos también se

han ocupado de este problema.Así, el derogado Cód. de Procedimientos Civil y Comercial

de la Capital Federal, en su art. 643, inc. 2°, establecía normas

para la designación del administrador y en los arts. 680 y sgts.,legislaba sobre la forma de ponerlo en posesión del cargo_ la

rendición de cuentas, remuneración, etc.

El Cód. de Ptos. Civil y Comercial de la Nación, sancionado

por la ley 17.454, que reemplazó al antes citado, es más casuista

que aquél y nos trae normas sobre administración provisional(art. 717); sobre el procedimiento a seguir para la designacióndel administrador definitivo (art. 735) trata sobre la forma de

aceptación del cargo y la manera en que será puesto en posesiónde los bienes el administrador (art. 736); establece el trámite

por expediente separado en los casos de administraciones com-

plejas e importantes (art. 737); procura esclarecer el punto vin-culado con las facultades del administrador que originara tanta

jurisprudencia contradictoria (art. 738); regla la obligación derendir cuentas como así también los plazos para hacerlo, la apro-bación de las mismas y el trámite a seguir si fueran observadas

(art. 739); y dispone sobre 1a suspensión, sustitución y remocióndel administrador en los casos en que procediere (art. 740); yfinalmente, legisla sobre la percepción de los honorarios quecorrespondieren al administrador por su gestión (art. 741).

Al tratar sobre los diversos temas que componen este tra-

bajo nos referiremos específicamente a cada una de las normas

citadas, como así también a la jurisprudencia que ha tenido un

importante papel en esta materia donde la parquedad del autordel Cód. Civil ha dejado lagunas de mucha importancia.

B. —El artículo 3451 del Código Civil.

El solitario art. 3451 del Cód. Civil es la piedra fundamen-

tal. de la que hay que partir inevitablemente para tratar cual-

quier cuestión vinculada con la administraéión del acervo suce-

SOI‘lO entre los herederos.I

u

Basándose en el argumento de que "la comunidad de lascosas es una situación accidental y pasajera que la ley de ma-

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"nera alguna fomenta”, y que “la comunidad en una sucesión es

“un estado puramente pasivo en que los propietarios de la he-“

rencia no están unidos sino por la cosa misma y no por su“

voluntad, y que la comunión deja a cada uno con toda su inde-“

pendencia de acción, el derecho de no procurar sino sus inte-“

reses particulares” (nota al art. 3451), VÉLEZ estableció el prin-cipio de que ninguno de los herederos tiene el poder de adminis-trar la sucesión, concediendo a cada comunero el “liberum veto"contra los actos de sus coherederos. De tal forma hizo indispen-sable, en principio, la voluntad unánime para resolver sobre lascuestiones atinentes a la administración del acervo, ya que la

mayoría es impotente frente a la oposición de algún comunero.

Las fuentes seguidas por el codificador en este punto son

DEMOLOMBE y TROPLONG; no dejaremos de advertir, sin embargo,que el último autor citado pone especial énfasis sobre los peli-gros que significan llevar a sus extremos tal principio, cuya apli-cación rigurosa puede aparejar situaciones injustas.

El principio de que ninguno de los comuneros tiene el poderde administrar la sucesión, y por ende, la necesidad de la volun-

tad unánime para tomar decisiones al respecto, tiene su razón

de ser en la interinidad del estado de indivisión hereditaria. Cons-

tituye, sin embargo, un error no captar la exacta dimensión del

problema, pues si bien es cierto que, en principio, tal comunidad

es transitoria, también es cierto que en no raros casos_tal comu-

nión se postergue por largos períodos y puede resultar un granperjuicio de que, por contumacia' o encono hacia sus coherede-

ros, alguno de ellos se oponga sistemáticamente a las medidas

adoptadas por los demás, ocasionando de tal forma un deterioro

económico injustificado.Solución diferente, pero sin duda más acertada, la trae el

Cód. Civil en materia de administración del condominio, donde

tales cuestiones se resuelven por voluntad de la mayoría absolu-

ta (arts. 2700 y 2705 del Cód. Civil).

Resumiendo, el art. 3451 del Cód. Civil no deja lugar a du-

das: es necesaria la unanimidad de los comuneros para resolver

los problemas atinentes a la administración del acervo y si la

misma no se da es necesario recurrir al arbitrio judicial. Las re-glas tendientes a facilitar la decisión del juez cuando no existe

la unanimidad han sido elaboradas por la jurisprudencia y los

códigos rituales, debiendo tenerse en cuenta que, en aquellos ca-

sos en que, por ejemplo, se da prioridad a la opinión mayoritaria,se lo hace porque el juez es el encargado de resolver los diferen-

dos y entonces debe adoptar algún criterio para arribar a su

resolución y no porque la ley de fondo dé preponderancia a di-

cha mayoría.No es suficiente que existan discrepancias entre los comu-

neros para que el juez pueda resolver a su exclusivo arbitrio y

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opinión, sino que lo que el art. 3451 le impone es decidir las di-

ferencias entre los herederos, de ahí que magistrado esté obli-

gado a inclinarse por alguno de los critenos propuestos aunque

los mismos no concuerden con su propio punto de vista. Sólo en

casos excepcionales, como cuando existieran solamente dos co-

herederos con criterios e intereses contrapuestos absolutamente

inconciliables, podrá el juez, por auto fundado, apartarse de am-

bas opiniones y resolver según su propio criterio.

Las pautas que debe seguir el juzgador para solucionar los

problemas q'ue surjan entre los coherederos sobre la administra-

ción del acervo nacen, como ya dijimos, de los códigos de proce-dimientos y de la elaboración jurisprudencial sin que podamosdesechar la aplicación analógica de otras normas contenidas en

el Cód. Civil. Este problema lo analizaremos en detalle más ade-

lante, al tratar los casos particulares en que se presenta.

C.—Naturaleza jurídica del administrador.

.Según las circunstancias, que'analizaremos luego al tratar

específicamente la administración de ese tipo, el administradorde hecho puede actuar como “negotiorum gestor” de los herede-

ros, o bien como mandatario de los mismos, pudiendo el mandatoser expreso o tácito.

Cuando el administrador, sea provisional o definitivo, es de-

signado por todos los herederos de común acuerdo, adquiere el

carácter de mandatario de éstos y los representa en los límites

de su poder; los actos celebrados por el administrador se consi-

deran como hechos por los propios comuneros.

Alguna duda puede ofrecer el caso del administrador designa-do por el juez frente a las divergencias entre los coherederos. Sin

embargo, debemos llegar también a igual resultado, ya que, si-

guiendo la idea de “representación” adaptada por VÉLEZ, quiense apartó en el punto del derecho romano, debemos concluir queel administrador así designado es un representante de los comu-

neros, condición legal que se desprende de la misma naturalezade la gestión encomendada y que lo hace'participar de los ca-

racteres del mandatario (arg. art. 1870 del Cód. Civil).-Es indudable —como lo dice VÉLEZ en la nota al art. 3451-

que no podemos asimilar la situación al contrato de sociedad, en

el que existe el elemento intencional de los asociados, “la affectio

societatis”; en cambio, la comunidad procede de una causa ex-

traña a la voluntad de los partícipes y por lo tanto la represen-

taciónrecíproca no podría nacer nunca de la misma comunidad,s1no, precisamente, de un mandato conferido entre ellos.

_

Tampoco puede pensarse que el administrador actúe en nom-

bre de una supuesta entidad sucesoria con personería indepen-diente de los herederos, ya que en nuestro sistema legal la co-

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munidad hereditaria no es ninguna persona jurídica; de ahí queel administrador actúe por los herederos,_no por la sucesión.

No es el administrador un agente auxiliar del juez, ya queel magistrado no podría nombrarlo sin petición previa de algúnheredero, ni removerlo por pr0pia decisión, ni exigirle rendiciónde cuentas, ni negarse a aprobarlas, etc., si no se da, en todosestos supuestos, que alguno de los comuneros solicite la remo-

ción, o pida la rendición de cuentas o las observe. El adminis-trador de la herencia, como representante de los herederos quees, depende de éstos y el juez sólo puede intervenir cuando se

presente algún diferendo que haga necesaria su resolución.

Finalmente, tampoco podríamos encuadrar al administradorde 1a sucesión en las figuras de la locación de servicios o de

obra, porque quien efectúa el servicio 'o ejecuta la obra enco-

mendada carece de representatividad, mientras que el adminis-trador actúa en nombre y representación de los comuneros, tan-

to se trate de uno de ellos, como de un tercero.

II. —ADMINISTRACIÓN DE HECHO

Es frecuente que alguno de los coherederos asuma la admi-

nistración del caudal hereditario sin ser designado a tal fin y,aún más, sin informar siquiera a los demás comuneros los actos

que efectúa. Tal actitud puede obedecer a diferentes motivos,ya sea porque sus coherederos se encuentran ausentes del lugary resulte necesario efectuar actos urgentes de conservación, o

bien por 1a confianza existente entre los mismos que pueda sur-

gir del vínculo familiar y que lleva a uno de ellos a actuar porsu cuenta sin previa consulta. Sea cual fuere la razón, el comu-

nero que así actúa se convierte en administrador de hecho, aun-

que más no fuere, con relación a los actos que realice y aun cuan-

do éstos no signifiquen asumir Ia administración de todo el

acervo.

La cuestión ofrece a la vez interés en el plano teórico, en

cuanto a la naturaleza jurídica de tal administrador, y en el _as-pecto práctico, dada la frecuencia con que se presenta la _51tuac1ó_ndel coheredero que efectúa actos de administraciónsm previadesignación, ni autorización y ni siquiera conocimiento de los

restantes comuneros.

Con relación al primer punto, es decir cual es la naturalezajurídica del administrador de hecho, debemos orientarnos hac1a

las figuras del mandato tácito (art. 1874 del Cód..C1v11) y 1a ges-

tión de negocios (arts. 2288 y sgts. del Cód. Civxl); el problemareside en establecer si el administrador de hecho es un manda-

tario con mandato tácito o un “negotiorum gestor" de sus cohe-

rederos, o bien si, según las circunstancias, puede ser una cosa

o la otra.

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Es opinión de Bonm que estaremos frente a un mandato

tácito si existe conocimiento y tolerancia de los demáscohere-deros y gestión de negocios si los restantes coherederos la igno-ran; tal es también el criterio de la jurisprudencia.

Coincidimos, en principio, con tal opinión, pero creemos que

la misma si bien correcta, es incompleta, dado que es necesario

determinar con mayor precisión cuándo el administrador actuará

como mandatario y cuándo estará. realizando un mero acto volun-

tario lícito como gestor de negocios, ya que, según sea una u

otra la situación, existirán diferencias puesto que para que la

gestión de negocios obligue a los restantes coherederos deberá

haber sido útilmente conducida (art. 2297 del Cód. Civil), en

cambio, si se configuró un mandato tácito los restantes comune-

ros quedarán obligados aunque los actos no hayan reportado uti-

lidad si el administrador actuó dentro de los límites de lo con-

sentido tácitamente.

El derecho romano y la antigua legislación española exi-

gían que el dueño ignorara la situación para que existiera gestiónde negocios, en cambio VÉLEZ ha seguido en la materia al Cód.

Civil francés y ha establecido que hay gestión de negocios tanto

cuando el dueño ignora la existencia de la misma, como cuandola conoce (art. 2288 del Cód. Civil), de ahí que pueda el admi-

nistrador de hecho actuar como gestor de los demás comuneros

aún con conocimiento de éstos.

Decíamos antes que la opinión de BORDA y el criterio de 1a

jurisprudencia es incompleto por lo siguiente: porque no basta

con la ignorancia o conocimiento de los herederos para que este-

mos frente a un “negotiorum gestor” o a un mandatario con

poder tácito en cada caso, sino que es imprescindible no perderde vista el momento en que se inició la administración de hecho;en efecto, si los coherederos conocen y consienten la intenciónde realizar actos administrativos por parte de un comunero no

designado a tal fin y esta intención se concreta luego, tendremosentonces configurado un mandato tácito con todas sus conse-

cuencias, en cambio, si los mismos ignoran tales intenciones ylas mismas son puestas en práctica estaremos en presencia de

una gestión de negocios, cuya naturaleza no se desvirtuará —en

esto reside nuestra opinión diversa con la antes transcripta—- aun

cuando los comuneros sepan con posterioridad que tal adminis-tración se está llevando a cabo y la aprueben, ya sea en forma

expresa o tácitamente con su inacción. Una vez que la adminis-

tración de hecho se configura como gestión de negocios su natu-raleza no puede alterarse porque los coherederos tomen conoci-miento de la misma.

'

Existen ciertos casos particulares en que no pueden existirdudas: así, no puede haber gestión de negocios en el caso del

representante legal (padre, tutor, curador) que realiza actos de

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administración por el heredero incapaz; o bien, a la inversa, no

puede haber mandato si se efectúan actos de administración con

conocimiento del heredero y su conformidad, pero éste se en-

cuentra incapacitado para otorgar mandato.El art. 2289 del Cód. Civil exige que el gestor tenga la inten-

ción de hacer un negocio de otro; pues bien, es factible pensarque el coheredero que realiza actos de administración actuandocomo “negotiorum gestor” no tenga verdaderamente la intenciónde actuar por los intereses de sus coherederos, sino por los pro-pios; pero, dada la comunidad, su actuación repercute en bene-ficio de todos. Estaremos aquí en presencia del elemento inten-cional tan difícil de determinar; lo más lógico parece aplicar el

criterio de que la gestión existió, ya que los actos fueron real-

mente efectu'ados, siempre y cuando los comuneros no probaranque la intención del administrador de hecho fue actuar en su

exclusivo beneficio, con lo que se liberarían de las obligacionesque apareja la gestión de negocios realizada en su favor, que-dándole al fracasado administrador de hecho solamente la acción

in rem verso.

Aquellos herederos que conociendo las intenciones del admi-

nistrador de hecho las consintieron tácitamente, no podrán lue-

go desconocer los actos realizados en su nombre, perdiendo el

derecho de oposición que les confiere el art. 3451; por el contra-

rio, si ignoraban las intenciones del administrador y recién to-

maron conocimiento de su gestión con posterioridad a la reali-

zación de los actos, tendrán el derecho de vetarlos.

Agregaremos, finalmente, que el administrador de hecho,actúe como mandatario o como gestor de negocios, estará obh-

gado a rendir cuentas de su actuación si se le exigiera.

III. — ADMINISTRACIÓN PROVISIONAL

A. — Concepto.

Una vez dictada la declaratoria de herederos o aprobado el

testamento en cuanto a sus formas, se designa el admimstradordefinitivo de la sucesión; sin embargo, es factible que Circunsftancias de urgencia hagan necesaria la de51gnac1ón.deun admi-

nistrador provisoria antes de tal evento, cuyas func10nes conclu-yen con la declaratoria de herederos en el.caso de la sucesxón

“ab-intestato" y con el auto que declara válido el testamento en

cuanto a sus formas, en la sucesión testada. _’l‘ales el administra-

dor provisional de breve y limitada actuacmn.

B. — Designación.

El nombramiento del administrador provisional se encuen-

tra legislado en el art. 717 del Cód. Proc. _(;1v1ly C_.om._el que

establece que, a pedido de parte, el juez fijará aud1enc1a a tal

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fin; en la misma tendrán intervención todas aquellas personas

que tengan un título externamente válido para intervenir en la

sucesión, con las limitaciones que trataremos luego al referirnos

a la designación del administrador definitivo.

Continúa diciendo el art. 717 del Cód. Proc. Civil y Com.:

“El nombramiento recaerá en el cónyuge supérstite o en el here-“ dero que «prima facie» hubiere acreditado mayor aptitud para" el desempeño del cargo. El juez sólo podrá nombrar a un ter-“

cero cuando no concurrieren estas circunstancias".

A diferencia del art. 735 del mismo ordenamiento procesal,que,- como ya veremos, establece una prelación para el nombra-

miento el ar’t. 717 establece una opción que deberá resolver el

juez: e cónyuge supérstite, por un lado, o el heredero que "pri-ma facie" fuere más apto para el cargo, por el otro. Lógicamente,esta doble posibilidad funciona solamente en caso de desacuerdoentre las partes, ya que si hubiere unanimidad en la propuesta,sería obligatorio para el juez seguir el criterio general, aun cuan-

do a su punto de vista no fuera el más correcto.

La norma en análisis da lugar a una mala interpretación,pues pareciera desprenderse de la misma que el magistrado pue-de en cualquier caso efectuar la designación, siempre que hubie-re petición previa, haciéndola recaer sobre el cónyuge o sobreel heredero que reputara más capaz; sin embargo, no debemos

perder de vista los principios generales en la materia: los pro-pietarios de la herencia son los herederos y aun cuando su dere-cho no esté reconocido, si en principio tienen un título válidoen su forma exterior, son ellos los indicados para determinar

quién será. el administrador provisional; el juez sólo podrá actuar

en caso de que no hubiere acuerdo.Pensamos también que el art. 717 del Cód. Proc. Civil y Com.

incurre en una redundancia al establecer que el juez deberá de-

cidir entre el cónyuge supérstite y el heredero “prima facie" más

apto; hubiere bastado con disponer que el juez elegirá al que, en

principio, le resulte más capaz, ya que si éste resultara. precisa-mente el cónyuge sobre el mismo recaería la designación, no porser tal, sino por su aptitud mayor.

,

En cuanto a la designación de un tercero, dispone la misma

norma procesal que sólo podrá ser nombrado “cuando no concu-

rrieran estas circunstancias”. La única interpretación posible de

esta disposición es que a falta de criterio unánime y no existien-do cónyuge supérstite y cuando, a juicio del magistrado, ningunode los herederos tuviera aptitud suficiente, la designación recae-

rá sobre un tercero. De acuerdo con nuestro criterio de que las

facultades del juez, en lo atinente a la adininistración de la he-

re'ncia, se limitan a la resolución de los diferendos que puedansurgir entre los herederos, pensamos que 'sólo en circunstanciasde excepción podrá el juez nombrar a un tercero si el mismo no

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ha sido pr0puesto para el cargo por alguno de los coherederos;las razones que tenga para preferir a un extraño deberán ser

consignadas en auto fundado y tendrán que ser de una entidadque justifique tal proceder.

C. — Facultades.

Es indudable que, por su misma naturaleza transitoria, lasfacultades del administrador provisional deben limitarse a 1arealización de aquellos actos conservatorios de urgencia, no pu-diendo efectuar ningún otro acto que exceda esos límites sinautorización expresa, ni realizar otros análogos o que fueren con-

secuencia de aquéllos para los que fue autorizado; así, por ejem-plo, si fue facultado a percibir alquileres, no podría extenderseen sus funciones y reclamar judicialmente su pago, si no se en-

cuentra autorizado expresamente para ello.El hecho de que sus alcances sean limitados a los actos me-

ramente conservatorios, no implica que el mismo no sea un ad-ministrador en todo el sentido de la palabra, ya que conservar

implica administrar y es de la esencia de este concepto.En cuanto a su naturaleza jurídica, el administrador provi-

sional participa de la misma del definitivo, siendo un mandatario

de los coherederos, como ya hemos visto, con las mismas obliga-ciones, incluso la de rendir cuentas y con derecho a percibirremuneración por sus trabajos.

IV. — ADMINISTRACIÓNDEFINITIVA

A. — Concepto.

Una vez dictada la declaratoria de herederos o aprobado el

testamento, es factible que la cuantía de los bienes o la comple-jidad de los mismos aconseje el nombramiento de un administra-dor definitivo del acervo, quien permanecerá en sus func10nes

hasta que se liquide el estado de comunidad, salvo que renun-

ciara, incurriera en alguna causal de remoción,_oblen los comu-neros resolvieran unánimemente dar por terminada su gestión,casos en que podrá o no ser reemplazado, también segun cual

sea el criterio de los coherederos.. . _

Nos detendremos especialmente en este t1_pode administra-

ción, por ser generalmente la de mayor duración y ser resuelta

por quienes ya han acreditado fehamentemente sus derechos he-

reditarios, por lo que ofrece algunos problemas que no se dan

en las administraciones de hecho y_prov1510nalque son, por lo

general, breves en el tiempo y restringidas en sus alcances.

Las cuestiones más importantes las encontraremos en lo guehace a su designación y al alcance de sus funcrones y, posterior-

351

Page 12: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

mente, en capítulo aparte, estudiaremos los casos en que proce-de su remoción.

B. — Designación.

1) Principio general: Hemos visto que el administrador es

un representante de los comuneros y como tal compete a éstos

su elección, siendo necesario, de acuerdo a lo establecido por elart. 3451 del Cód. Civil, el acuerdo unánime sobre la persona en

que recaerá la designación; aclaramos que no existe obstáculo

para que tales funciones sean atribuidas a varias personas en

forma conjunta o separadamente. De no darse la unanimidad se-

rá el juez el llamado a resolver las divergencias que sobre el

punto tengan los comuneros.

2) Partes: Concurrirán a la designación del administrador,en su carácter de partes interesadas:

a) Los herederos: Es esencial su presencia por ser ellos los

propietarios de la herencia. Todo lo actuado al respecto sin su

intervención será pasible de nulidad, aunque la misma será sub-

sanable con la posterior conformidad del heredero ausente. Con-curren tanto los ab-intestato, como los testamentarios, si hubie-ra de ambas clases.

b) Los herederos del heredero: Si con posterioridad al fa-

llecimiento del causante, ocurriera la defunción de algún herede-

ro de aquél, los derecho-habientes de este último serán parteobligada en la designación del administrador de la sucesión del

primero, debiendo a tal fin unificar su personería.

c) Los legatarios de parte alícuota: También deben inter-

venir en la designación, toda vez que el monto de su legado de-

penderá del acervo hereditario positivo y líquido, encontrándose,por lo tanto, interesados en la buena administración del mismo.

d) El síndico del concurso de un heredero: Es parte en

cuanto las medidas que se adopten puedan afectar los intereses

del concurso."

e) El curador del heredero incapaz: Si se trata del curador

definitivo por existir declaración judicial de la incapacidad, en-

tonces es parte; pero si se trata del curador provisional, no podráintervenir en la designación.

f) El curador de los bienes del heredero ausente: Es conse-

cuencia lógica del carácter de sus funciones que intervenga en

la designación del administrador.

g) El Ministerio Pupilar: Debe ser escuchado si existen he-

rederos menores de edad, ya que es su‘ función velar por sus

intereses.

35.2

Page 13: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

h) El cesionario de derechos hereditarios: Si lan cesión es

total el cesionario pasará a ocupar el lugar del cedente y como

tal podrá. intervenir en la designación del administrador.

Otros problemas trae el caso de la cesión parcial de los de-rechos hereditarios; si consideramos al cesionario parcial como

un comunero no hay duda de que podrá intervenir en la designa.ción; en cambio, si lo tomamos como acreedor del cedente enton-ces no podrá hacerlo. Varios fallos han concluido que si se efec-túan cesiones parciales escalonadas se desquiciará el procedi-miento ante la intervención de todos los cesionarios en el juiciosucesorio y por tanto ¡han resuelto que los mismos no son parte,equiparándolos a los acreedores, con el derecho de activar lostrámites en caso de negligencia de los herederos. En nuestra

opinión el cesionario parcial de una parte alícuota de la herencia

se convierte en comunero y como tal debe intervenir en el nom-

bramiento del administrador. Diferente es la conclusión en el caso

de que la cesión se refiera a los derechos hereditarios sobre un

bien específico; lo mismo si la cesión se efectuó hasta una suma

de dinero determinada, ya que debemos suponer que en realidad

se celebró un contrato de mutuo garantido con la herencia y portanto el cesionario no sería un comunero, sino un acreedor del

heredero cedente y en tal carácter no podrá intervenir en la

designación del administrador del acervo sucesorio.

Por el contrario, no son partes en la designación del admi-

nistrador:

a) El albacea: Ya que no es representante de los herederos,sino que actúa como ejecutor de la voluntad del testador; por

consecuencia, no tiene intervención en el nombramiento del ad-

ministrador.

b) Los acreedores del causante: 'En principio no tienen por-

que intervenir en el nombramiento del admmistrador, salvo en

el supuesto de excepción de que todos los herederos abandona-

ran la herencia.

c) Legatarios de cosas ciertas: Tampoco interv1enen, a me:-nos que no se presentaran herederos, caso en el que entonces Sl

serían parte en la designación.

d) El Ministerio Fiscal: No hay razón para que_sea escu-

chado en lo que se refiere al nombram1ento del administrador.

3) Formas: Contemplaremos ahora las diversas formas en

que puede procederse a la designación del admmistrador:

a) Por unanimidad: Hemos dicho que los comuneros son

los propietarios de la herencia y como tales tienen el derecho

de nombrar administrador a quien les plazca, siendo indispen-

sable, por imperio del art. 3451 del Cód. C1v11, que emsta acuer-

353

¡3

Page 14: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

do unánime entre todos ellos, ya que la mayoría no puede obli-

gar a la minoría, criterio distintos al seguido para la administra_

ción del condominio.Siendo todos los comuneros capaces y existiendo unanimi-

dad en la propuesta, deberá el juez nombrar administrador al así

postulado, sea un coheredero o un tercero, sin que pueda el ma-

gistrado oponerse a la designación, ya que son los propietariosde la herencia quienes resuelven a su exclusivo arbitrio todo lo

relacionado con la administración (art. 3451 del Cód. Civil),

b) Por testamento: Suele darse el caso de que el causante

en su testamento designe a alguno de los herederos o a un ter-

cero para que administre los bienes de su herencia. Si sus suce-

sores aceptan unánimemente tal nombramiento, en forma expreLsa, o tácitamente con su silencio, no habrá ningún problema, peroéste surgirá si se produce oposición. La cuestión gira alrededordel derecho de los herederos a impugnar la administración así

dispuesta por el causante._

Contemplaremos en primer lugar el supuesto de los herede-ros forzosos; éstos no quedan obligados a aceptar el administra-

dor indicado en el testamento, pudiendo removerlo y designarotro en su reemplazo, aun cuando el mismo se hubiera impuestocomo condición de la institución hereditaria. La solución es ló-

gica, dado que, aun cuando no hubiera existido el testamento,ellos serían los herederos por imperio de la ley, no habiendo ra-

zón para que se les prive del derecho de libre administración queles corresponde como propietarios de la herencia, y además por-que las condiciones impuestas a la legítima carecen de validez

(art. 3598 del Cód. Civil).Si no se tratara de herederos forzosos es necesario hacer un

distingo: si el administrador designado en el testamento lo fue

como condición de la institución hereditaria deberán los comu-

neros aceptarlo mientras dure su buena conducta, ya que no

estaríamos en presencia de una condición de las prohibidas porlos arts. 3608 y 3609 del Cód. Civil, pero conservarán su derechode pedir al juez su remoción si incurriera‘ en alguna causal quelo justificara; pero, si no surge del testamento que la designa-ción se haya hecho como condición, entonces podrán los herede-ros instituidos oponerse al nombramiento, porque tampoco ha-bría motivos para limitar su libre administración, consecuenciade su condición de propietarios de la herencia.

En un fallo de la Cámara Civil de la Capital Federal, Sala

B, del 7 de diciembre de 1956 (“La Ley", t. 86-687), en autos

“Staudt Ricardo G. Suc.", se planteó la 'siguiente cuestión: el

causante impuso la indivisión hereditaria pOr el término de 10anos y confirió a los albaceas amplias funciones administrativasdel acervo sucesorio. Tal cláusula fue impugnada por un hÍÍO del

causante, quien en su carácter de heredero forzoso solicitó la

354

Page 15: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

nulidad de la cláusula testamentaria de referencia y la remo-

ción de los administradores designados. J uzgó la Cámara que era

necesario “no mantener totalmente apartados de participar en la“

tarea administrativa a quienes son también dueños”, agregandoque “debe tenerse particularmente en cuenta que la interpre-“

tación estricta de la cláusula testamentaria importaría tanto“

como privar a los herederos de los derechos de administración“

y libre disposición que les pertenecen en su calidad de propie-“

tarios" y que “como en toda administración el mandante es el“

heredero por el solo hecho de ser pr0pietario de los bienes”.Por todas esas consideraciones, resolvió el Tribunalla constitu-

ción de una junta de administración integrada por los albaceas

deSIgnados en el testamento, los herederos forzosos y un legata-rio de cuota.

Comulgamos con los considerandos del fallo citado, no así

con lo resuelto; opinamos que, ante la impugnación del hijo,heredero forzoso, debió removerse a los administradores designa-dos en el testamento y procederse a una nueva elección, siguien-do las mismas reglas aplicables para todos los casos: si existiera

unanimidad entre los comuneros, nombrar al así propuesto, ysi hubiera divergencias, la designación se efectuaría porel Tri-

bunal siguiendo los criterios establecidos a tal fin.

c)Por el juez: Es frecuente que los comuneros no se pongande acuerdo sobre la persona que desempeñará las funciones de

administrador de la herencia y basta con que uno disienta del

resto para que, dado lo dispuesto por el art. 3451 del Cód. Civil,deba ser el juez el llamado a resolver la divergencia.

Al referirnos al nombramiento efectuado por el juez no de-

bemos olvidar que su intervención es al solo efecto de solucionar

los diferendos entre los herederos y demás partes interesadas, no

pudiendo actuar sin que medie pedido de parte; el magistradoefectúa la elección en caso de desacuerdo, pero no puede, por símismo, designar administrador si previamente no ha s1do soli-

citado por algún comunero.'

Ante la falta de solución de fondo, han sido los Códigosde

Procedimientos y la jurisprudencia los encargados de fl]aI' 'lasnormas a que deberá atenerse el juez para efectuar la elección

en caso de existir criterios disímiles; VÉLEZ omitió toda regula-

ción al respecto. Solamente la ley 14.394, en su art. 53, al conce-der el cónyuge supérstite la facultad de oponerse, por el térmi-

no máximo de diez años, a 1a división del establecumento comer-

cial, industrial, agrícola ganadero, minero o de otra índoleque

constituya una unidad económica que él hubiera adquirido o

formado en todo o en parte, y al otorgarle el mismo derecho con

relación a la casa habitación construida o adquirida con fondos

de la sociedad conyugal formada con el causante y en la que tu-

355

Page 16: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

vieron su residencia habitual, establece expresamente que la ad-

ministración, mientras dure la indivisión, competará al cónyugesobreviviente. Tal disposición prima aún en contra de la opiniónde los restantes comuneros.

Fuera del supuesto contemplado la designación del admi-

nistrador debe hacerla el juez, ateni ndose a lo que dispone el

art. 735 del Cód. Proc. Civ. y Com., el que dice: “Si no mediare“ acuerdo entre los herederos para la designación de administra-“

dor, el juez nombrará al cónyuge supérstite, y a falta, renuncia“

o inidoneidad de éste al propuesto por la mayoría, salvo que“

se invocasen motivos especiales que, a criterio del juez, fueren“

aceptables para no efectuar ese nombramiento”.

Pensamos que esta disposición debió integrarse a la legisla-ción de fondo y no a la procesal, que es el criterio seguido porBIBILONI en su Anteproyecto y por la COMISIÓN REFORMADO“ de1936 en su Proyecto. Tal solución evitaría los problemas quepueden surgir de la distinta regulación procesal en diferentes

provincias y además por su misma índole es una norma de fondo

que como tal debió figurar en el Cód. Civil.Tenemos entonces que, ante la divergencia, el juez deberá

designar en primer lugar al cónyuge sobreviviente. Tal criterio,acogido por la ley 17.454, era el sostenido por el Cód. de Proce-

dimientos Civil y Comercial derogado (art. 643, inc. 29) y tam-

bién por la jurisprudencia en forma unánime (entre muchos

más, S. T. Entre Ríos, 29/12/1942, J. E. R., 942-1009, C. 1° Apel.La Plata, Sala I, 22/4/1947, L. L., 47-37; C. N. Civ., Sala F. 14/5/1959, L. L., 2045-S, 19/7/1959; C. N. Civil, Sala E. 27/7/1961,L. L. 106-998; C. N. Civil, Sala D, 31/8/1961, L. L., 105-85, etc.),entre todos los fallos sobre la cuestión citaremos uno de 1a C. N.

Civil, Sala D, del 24 de mayo de 1956 (L. L., t. 83-592), en autos

“Van der Usten Desiderio”, donde se resume aproximadamenteel criterio general de la jurisprudencia: dijo el Tribunal en esa

ocasión: “El cónyuge supérstite tiene preferencia para el cargo“ de administrador, por su carácter de socio de la sociedad con-“

yugal, y sólo puede ser preterido por causas graves o ineptitud“

debidamente comprobadas".La preferencia a favor del cónyuge sobreviviente es también

el sistema adoptado por la COMISIÓN REFORMADORA de 1936 en su

Proyecto. Por el contrario, BIBILONI en su Anteproyecto estable-ció que en caso de desacuerdo entre los coherederos debía ser el

juez quien efectuara la designación eligiendo entre ellos y agre-gaba que sólo podría nombrarse a un tercero “en caso de difi-cultad insuperable”.

Pensamos que es más correcto el sistema elegido por BIB!-LONI de no establecer un orden de preferencias, dejando a cri-terio del juez el determinar quién es el más apto para el cargo,sin perjuicio de fijarle pautas a seguir para la elección; de esta

356

Page 17: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

forma podrá el magistrado contemplar los pro y los contra con

mayor libertad, s0pesar las diversas opiniones y analizar la 1a-bor desarrollada por el cónyuge supérstite hasta ese momentoen la administración de los bienes,que fueron de la sociedad con-

yugal, para de esa forma poder expedirse dando los fundamen-tos de su elección, no pudiendo apartarse de todas las opinionestraídas por los comuneros, salvo en el caso de existir la “dificul-tad insuperable” de que habla BIBILONI.

Sin embargo, se ha impuesto el criterio de dar preferenciapara el cargo al cónyuge supérstite, basado en el hecho de quegeneralmente, en su carácter de socio, es la persona con mayoresintereses en el haber hereditario, siendo, por otra parte, quienmejor conoce el manejo de los bienes, ya sea por haberlos admi-nistrado hasta ese momento, o bien por haber estado en mayorcontacto con esa administración. Consideramos que todas estas

razones son de suficiente peso para inclinar la elección a favordel cónyuge sobreviviente; pero, opinamos, que debió haberse

dejado al juez la facultad de valorarlas en cada caso particulary no imponer su nombramiento por la ley. Si se dan las circuns-

tancias mencionadas entonces se lo elegirá por ser el más aptoo el que mayores intereses tiene en la administración de los bie-

nes y no por ser el cónyuge. No debemos olvidar que bien puedeser que todos los bienes sean propios del causante, o que el

cónyuge supérstite nada haya tenido que ver con la administra-

ción de los mismos que siempre estuvo a cargo del “de cujus”.Existen infinidad de casos particulares en que es necesario un

análisis previo del que puede resultar que no sea precisamenteel cónyuge sobreviviente -el más apto; v.g.: ¿debe preferirse al

hijo que durante muchos años administró el establecimiento in-

dustrial del causante, su padre, estando perfectamente interiori-

zado de su funcionamiento, o a la viuda que jamás tomó inter-

vención en dicha administración?

Se han intentado otras razones para dar preemínencia al

cónyuge supérstite; así, por ejemplo FORNIELES sostiene gue debe

preferírselo por ser cabeza de familia. Tal argumento tiene una

razón de ser meramente sentimental que' no.puede tenerse en

cuenta, máxime que estamos frente a una cuestión de puro interés

patrimonial._

_

La aplicación indiscriminada del criterlo Preferenmal a fa'

vor del cónyuge sobreviviente, sin ningun fundamento valedergen la legislación de fondo —salvo el caso Pamc‘flar

del aït' 5

de la ley 14.394- ha llevado a nuestros tribunales a conclusionesextremas, criticables desde todo punto de Vista: así, la C. _Clv.2

Cap. en fallo 'del 5/3/1941 (L. L., 21-759). d1_J0_que la Clrcuns'

tancia de que la cónyuge supérstite haya V1V1d° separada d?hecho del causante durante años, no basta por sí SOla Para Prl‘

varla del cargo de administradora —al que le daba dereCho el

357

Page 18: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

art. 643, inc. 2° del Cód. Procesal entonces vigente- imponien-do a los herederos la carga de probar que la misma no tenía la

voluntad de unirse en los términos del art. 3575 del Cód. Civil.

Este fallo es completamente equivocado, ya que la separación de

hecho es causal suficiente para privar a la cónyuge sobreviviente

de la administración, cualquiera sea el culpable de la misma, yen todo caso a los herederos les basta con probar la separación,siendo el cónyuge supérstite quien debe acreditar su voluntad

de unirse. Otro fallo de la C. Civ. 1° Cap. del 23/4/1948 (L. L.,50-626) concluyó que correspondía designar administradora a la

cónyuge supérstite divorciada por culpa del causante; a similarconclusión arribó la C. Civ. 2° en fallo del 11/7/1949 (L. L.,55-437), donde la cónyuge divorciada inocente había sido ex-

cluida del testamento del causante. También se ha procedido a su

designación pese a la existencia de un juicio de divorcio y sepa-ración de bienes interrumpido por la muerte del causante (C.Civ. 2° Cap. del 11/6/1937 (L. L., 7-22). En todos los casos ci-tados se daban razones que justificaban el que no se eligiera al

cónyuge supérstite para el cargo, sin embargo primó la opinióncontraria, fundada en la norma del art. 643 del Cód. de Procedi-mientos entonces vigente.

El criterio absoluto es también compartido por FORNIELES,quien considera que solamente circunstancias extremadamente

graves y severas —entre las que no se encuentran ni la avanzadaedad ni la falta de condiciones- pueden justificar el no confe-rirle el cargo de administrador a1 cónyuge sobreviviente.

De acuerdo a lo expuesto tenemos entonces que, a falta de

acuerdo unánime entre los coherederos, el juez resolverá dando

preferencia al cónyuge supérstite, salvo que éste se niegue a

aceptar la designación o bien no sea idóneo para su desempeño.En lo referente a su idoneidad para ocupar el cargo diremos

que, en nuestra opinión, no corresponde designar al cónyuge so-

breviviente si éste carece de aptitudes mentales y físicas ade-

cuadas, como cuando es de edad avanzada o padece alguna en-

fermedad que lo disminuye en su raciocinio, o bien si le faltan

aptitudes técnicas como, por ejemplo, si ignora el idioma o es

analfabeto y sin llegar a extremos en todos aquellos casos en

que, por lo complejo de la administración, se tiene la certeza de

que le será imposible a1 cónyuge llevarla adelante.También sería inidóneo para el cargo el cónyuge separado

de hecho, aunque la culpa fuere del causante; alguna jurispru-de'ncia se ha inclinado por la posición de apreciar la culpa, admi-

tiendo que el cónyuge inocente de la separación tiene derecho a

desempeñarse como administrador; creemos que las razones quepodrían justificar el criterio preferencial a _su favor desaparecenante la separación y que sólo puede ser designado si así lo acep-tan los demás comuneros, o bien, en caso de disidencia, si conta-

358

Page 19: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

ra con aptitudes ajenas a su carácter de cónyuge, que inclinarana su favor la elección del juez. Situación similar se plantea enel caso de haber divorcio decretado por culpa del causante, rei-terando nuestra postura en el sentido de que tampoco aquí, con

mayores razones, podria mantenerse el criterio de preferencia.Es también inidóneo el cónyuge supérstite que se encuentra

sometido a juicio de insania, o en trámite de divorcio y separa-ción de bienes con el causante suspendido por el fallecimiento de

éste, o también, quien ha ocultado bienes sucesorios, o ha actua-do con negligencia dolosa en la representación de los hijos meno-

res comunes, o si retuvo indebidamente fondos percibidos du-rante la administración de hecho o la provisional. Pensamos tam-

bién, que si el causante lo ha prohibido expresamente en su tes-tamento tampoco podrá asumir la administración, salvo confor-midad expresa de todos los comuneros.

El hecho de haber contraído matrimonio con el causante

dentro de los treinta días anteriores a su fallecimiento no obstaa la designación, siempre que se trate de alguno de los supuestosen que el cónyuge conserva su vocación hereditaria según lo

dispuesto por el art. 3573 del Cód. Civil.

No serían, en cambio, causales suficientes para excluir al

cónyuge de la administración, las siguientes circunstancias: quese encuentre cuestionada su vocación hereditaria si el mismo po-see un título externamente válido; el hecho de existir desarmo-

nía o enemistad con los restantes coherederos; la oposición de

los demás comuneros sin causa justificada; su enemistad con. el

causante; la falta de rendición de cuentas de su gestión anterior

como administrador de hecho o provisional; la falta de liquida-ción de la primera sociedad conyugal del causante; las divergen-cias con los restantes coherederos sobre la forma de conduc1r laadministración, salvo que de las mismas surgiera 1a ex15tenciade intereses contrapuestos, caso. en que el juez debera presc1nd1rdel cónyuge, pudiendo llegar a elegir un tercero segun lo grave

que sean las diferencias de intereses.

Hemos analizado hasta ahora el derecho del cónyuge sobre-viviente de ser preferido en la administrac1ón del acervo heredi-

tario. Veamos, entonces, el supuesto de que no exista cónyuge

del causante, o que éste rehuse aceptar el cargo, Q que se

enFlaen'tre incurso en alguna de las causales de inidoneldadestudla aS-

En tal caso y siempre a falta de criterio unánimeentre lolsco-

muneros sobre la persona a designar, deberá el Juez elegir a_ ¡ira

puesto pOr la mayoría, salvo que se invocasen motivos6552:1312:

que, a juicio del magistrado fueren aceptables para no

ese nombramiento (art. 735 del Cód. Proc. Civ..y Com.).

Dados los términos de la redacción del Citado art. 735 del

Cód. Proc. ya no existen dudas respecto a la fuerza de lamg;

ría para influir en la designación. Tal norma constituye una e

359

Page 20: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

innovación con respecto al Cód. de Procedimientos Civiles y Co-

merciales derogado, ya que el mismo en su art. 643, inc. 29, de

cía: “Se nombrará administrador al cónyuge sobreviviente o al“ heredero que, en concepto del juez, sea el más apto para el"

ejercicio del cargo. Sólo habiendo motivos especiales que hagan“ inconveniente el nombramiento de estas personas, podrá el“

juez nombrar un extraño”. Como se ve nada se decía sobre la

opinión de la mayoría. La cuestión fue resuelta por un fallo

plenario de la C. Nac. Civil de la Capital, del 20/5/1935 (D. J.,1182-672-S-E.D. 1-1038-S) en el que el Tribunal dijo que si bienla designación del administrador de la sucesión no podía resol-verse por el predominio de la mayoría, debía ser ésta el factor

que incline la decisión judicial, salvo que la minoría invocasemotivos especiales que, a criterio del juez, hicieran inconvenien-te la designación del indicado por el grupo mayoritario de cohe-rederos.

Si bien antes dijimos que es más acertado el criterio de dejaren manos del juez la elección del administrador entre los quesean postulados para el cargo por los comuneros no por eso pen-samos que deba dejarse de lado la conveniencia de que se fijendeterminadas pautas que deberá seguir el magistrado para la

designación y, sin duda, la opinión de la mayoría constituye una

de las más importantes que deberá tenerse en cuenta.

El sistema de dar prioridad al candidato postulado por la

mayoría fue introducido en su Proyecto por la COMISIÓN REFOR-

MADORA de 1936.

Tenemos, entonces, que el juez debe dar prioridad al pro-

puesto por la mayoría, salvo que existieran circunstancias gravesen la oposición minoritaria que hicieran aconsejable apartarsede aquel criterio. Tales dificultades deberán ser reales y no el

fruto de una oposición caprichosa y si las mismas son insalva-

bles, deberá el juez dejar de lado al candidato mayoritario y di-

rigir su elección hacia alguno de los otros propuestos para el

cargo y, en caso de no haberlos, hacia cualquiera de los comu-

neros, ya que para designar un tercero a su exclusivo arbitrio,deben darse circunstancias excepcionalísimas que luego anali-zaremos.

La solución del art. 735 del Cód. Proc. Civ. y Com. no se

encuentra para nada en pugna con el art. 3451 del Cód. Civil,ya que si bien esta última norma quitó todo imperio a la opiniónmayoritaria, no por ello quiso VÉLEZ fomentar las Oposiciones in-

fundadas de algún comunero, o bien dejar que el juez resolviera

como quisiera frente a la querella, eligiendo a un extraño si así

lo decidiera; por el contrario, el codificador le impuso al magis-trado la obligación de decidir las diferencias entre los herederossobre la administración de la sucesión, lo que quiere decir “que“

se limitará a dar la razón a una de las partes, después de oírlas

360

Page 21: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

"y de sopesar las pruebas que rindan en fundamento de sus res-

“pectivas pretensiones”, según nos dice DE GÁSPERI con todarazón; de lo expuesto concluimos que la norma del art. 735 en

análisis se limita a dar las reglas que seguirá el juez en su elec-ción y es, precisamente, la opinión de la mayoría una de las pau-tas más importantes a tener en cuenta para la decisión, por cuan-

to es ésta la que mayores intereses tiene en juego y por endemás desea su protección.

Antes de la sanción de la ley 17.454 ya existía criterio juris-prudencial unánime en dar preferencia al propuesto por la ma-

yoría, siguiendo de esta manera la correcta doctrina. Citaremoscomo ejemplo, un fallo de la Suprema Corte de Tucumán del

25/4/1944 (J. T., XVII-252), por el que se prefirió al propuestopor la mayoría de los coherederos en contra de 1a opinión de un

disidente que reclamaba la administración para sí, pese a queel último se había desempeñado con toda corrección en la admi-nistración provisional del acervo hereditario.

La mayoría no será numérica, sino en proporción a los valo-

res que cada uno tenga en la herencia; encontrándose todas las

partes debidamente citadas, se computará la mayoría entre aque-llos comuneros que hayan emitido su opinión, no siendo indis-

pensable que la misma sea absoluta.

En el caso de no existir mayoría en razón de diferir todoslos coherederos entre sí, le corresponde al juez efectuar la de51g-

nación inclinándose por el que a su juicio sea mas apto entre

ellos para el desempeño del cargo y si hub1era dificultades para

determinar la preponderancia de algún heredero en cuanto a

su grado de aptitud, opinamos que debe el magistrado dar .pre-ferencia a aquel heredero que tenga mayores intereses patrimo-niales en el acervo por ser su alícuota mayor. De no darse nin-

guno de estos supuestos por ser impos1ble establecer. la mayor

aptitud y corresponder a todos los herederos partes iguales, ladesignación se hará. entre todos los propuestos a criterio del tri-

bunal..

íFinalmente corresponde ver los casos en que El Juez 130d?a

designar un tercero para el cargo- SObre la Fuesuónes

“9283130hacer dos salvedades: primero. que al refenrms a la elepcl nb

e

un tercero, hablamos de un extraño que es nombrado sm habersido propuesto por ningún coheredero, ya que 5} éStOS 1923.012:ran postulado estaríamos en los supuestos anteriores —Sl

ascra unanimidad debería nombrársele obligatoriamenteY en

(f3__

contrario computar las mayorías—, en cambio ahora nos

raedÏLmos al terceroque sin haber sido propueSto es eleglddopág-Éseestenistrador por el juez; y, segundO, que Para que Pue a

licuado lacaso es necesario que todos o algún heredero hayadSOodríaadministración de la herencia, ya que el Inaglstl‘a ° no P

actuar si previamente no media petic16n de Parte-

361

Page 22: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

Es ésta una situación extrema a la que solo puede recurrir

el juez cuando a su criterio, que deberá explicar en auto funda-

do, ninguno de los comuneros esté en condiciones de desempeñarel cargo, ya sea por ineptitud manifiesta de todos ellos, ademásde una animosidad recíproca que haga desaconsejable dar prefe-rencia a alguno en detrimento de los demás, y cuando, por esa

misma razón, sea imposible acordarles la administración con-

junta; o bien, por existir intereses opuestos entre los mismos alextremo que la administración de uno sea peligrosa para losdemás.

Se trata de una medida de excepción que debe ser adoptadapor el juez con la mayor prudencia, debiendo poner especial cui-dado en establecer sillas causas que originan la designación deun extraño son de una entidad tal que obstaculizan en forma in-

superable la administración del acervo por sus propietarios.La jurisprudencia ha vacilado sobre las causales que justi-

fican la designación de un tercero de oficio por el juez habiendo,en algunos casos, aceptado como causal suficiente la enemistadentre los interesados o las divergencias de opiniones sobre laforma de conducir la administración. Creemos que tales razonesno son suficientes, en ¡tanto la animosidad recíproca no llegue a

extremos que cree serias dudas sobre la corrección de cualquierade los herederos que tome a su cargo la tarea.

El Cód. Proc. Civ. y Com. nada ha dicho sobre el punto, pero

pensamos que cuando, a criterio del juez, existan los motivos

especiales a que hemos hecho referencia que justificaren el pres-cindir de los coherederos y de los extraños prOpuestos por éstos,deberá el magistrado, de oficio, designar un tercero para que se

haga cargo de la administración.

En un fallo plenario de la C. N. Civil del 20/5/1935 (Dig.Juríd., 1181-651-S-T.I.), se estableció que la simple disconformi-

dad de los coherederos no constituía el “motivo especial" que

exigía el art. 643, inc. 2‘7 del Cód. de Proc. de la Capital Federal,derogado por la ley 17.454, para el nombramiento de un tercero

como administrador y que tampoco era suficiente el distancia-

miento entre ellos si no existían razones que afectaran la ido-

neidad u honorabilidad de los herederos para el desempeño del

cargo. Debemos aclarar que en el citado Cód. ritual derogado,se admitía expresamente la posibilidad del juez de nombrar a un

extraño cuando existieran “motivos eSpeciales" que hicieran in-

conveniente el designar al cónyuge sobreviviente o al heredero

reputado más apto por el magistrado.Merece ser citado un fallo de la C. N. Civil, Sala C, del 27/

3/1957 (L. L., 86-704) , en autos “Badell de Baques María A. Suc.",en el que siguiendo la correcta doctrina del fallo plenario antes

citado, el Tribunal resolvió que para designar a un extraño como

administrador de la sucesión, prescindiendo del cónyuge supérs-

362

Page 23: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

tite y de los demás herederos, se debe “contemplar severamente“

los motivos en que se funda la oposición al desempeño de la“

administración por los llamados por la ley en primer término,“pues ello significaría privarles de un derecho que se funda“

especialmente en el de «propiedad» desde que los herederos“

son «propietarios» de la herencia. De ahí —continúa el juzga-“

dor— que se haya resuelto que no basta la simple disconformi-“

dad o la enemistad, sino que es necesario que se aduzcan razo-“

nes que afecten la idoneidad u honorabilídad de alguno de los“

sucesores para el desempeño del cargo”. Esta es la correcta

doctrina ya que, reiteramos, es necesario que el juez sea extre-

madamente cauteloso para dejar de lado ,la opinión de los comu-

neros y designar de oficio a un tercero a su exclusivo arbitrio.

Una vez efectuada la designación, sea por los coherederos o

por el juez, según el caso, el administrador nombrado deberá

aceptar el cargo ante el actuario y será. puesto en posesión de los

bienes d'e la herencia, si fuera necesario, por intermedio del ofi-

cial de justicia (art. 736 del Cód. Proc; Civil y Com); también

deberá expedírsele testimonio de su nombramiento si el admi-

nistrador así lo solicitara.

C.—Ezpediente de administración.

Si la administración fuera simple, todos los trámites refe-

rentes a la misma serán agregados al expediente sucesoriq. P_erosi fuere compleja y pudiere dificultar el normal desenvolv1m1en-

to del proceso sucesorio, deberá formarse expediente por sepa-

rado donde se ventilarán todas las cuestiones atinentes a la ges-

tión administrativa (art. 737 del Cód. Proc. Civ. y Com.); en este

expediente se cumplirán las rendiciones de cuentas y se sustan-

ciarán todas las incidencias que se produzcan con motivo de l_aadministración, ya sea por impugnaciones de cuentas, autori-

zaciones para actos especiales, remoción del administrador, de-signación de su reemplazante, etc.

D.—Facultades del administrador.

El aislado art. 3451 del Cód. Civil no contiene reglas que

permitan establecer los alcances de la gestiónadministrativa.Elvacío legal ha sido llenado por una jurisprudenma vac11an_tepI'l:mero y luego por el art. 738 del Cód. Proc. (_31v11_}"Com. Vigente,

esta última norma debió integrarse a la legislacion de fondo, ya

que todo lo referente a las facultades del administrador es Ina-teria propia del derecho substancial y no de los ordenamien glsformales; sin embargo, el legislador, ansroso sm duda por resdver los incontables problemas originados sobre los alcances (Ílas atribuciones del administrador de la herencia, incluyó e

-' 363

Page 24: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

art. 738, tomando partido por la postura restrictiva y convirtien-

do al administrador en poco más que un convidado de piedra,ya que casi nada es lo que puede hacer sin autorización expresa.

Analizaremos luego en detalle el citado artículo del CódigoProcesal; pero, previamente, trataremos de clasificar en forma

genérica los actos factibles de ser realizados por el administrador

y los que éste no puede llevar a cabo.

1) Actos de administración: Difícil resulta establecer el con-

cepto de “acto de administración”, ya que si para lograrlo lo

oponemos al llamado “acto de disposición", a poco veremos queambos conceptos vuelven a confundirse, cuando el último no es

sino una consecuencia del primero; v.g.: el administrador de un

campo que vende una cosecha perecedera está efectuando un

“acto de disposición" que no es sino una consecuencia ineludiblede su buen desempeño como administrador.

Las dificultades para establecer un criterio distintivo quesirva de patrón fijo para determinar cuando un acto es de dis-

posición y cuando de administración ha dado origen a un granesfuerzo doctrinario’ tanto nacional como extranjero, ya que si

bien existen muchos actos típicos que no dejan lugar para dudas

(la venta de un fundo es acto de disposición y el cobro de alqui-leres lo es de administración), lo cierto es que, en muchos casos,la frontera no se encuentra tan bien delimitada.

No es ésta la oportunidad propicia para un estudio acabado

de la cuestión; sin embargo, diremos que las principales opinio-nes encaminadas a fijar el criterio distintivo son las siguientes:la de LAURENT quien equipara los actos de disposición con la

enajenación; la de AUBRYy RAU, para quien no puede distinguir-se entre actos de disposición y de administración, ya que estos

últimos comprenderían todos los actos necesarios o útiles a la

gestión de un patrimonio; la sostenida por PAUL GOLDSCHMIDT,para quien existe identidad entre actos de administración y de

disposición y oposición de ambos frente a los actos conservato-

rios; en 1921 TRASBO'I‘ distinguió por primera vez los actos con-

servatorios (que se dirigirían a salvaguardar el valor del patri-monio, o de algunos de sus elementos), de los de administración

(cuyo fin sería asegurar a 1a vez la conservación y explotaciónnormal de un patrimonio) y de los actos de disposición (queimportan el pleno ejercicio lícito del derecho de dominio sobre

los bienes); para PLANIOL-RIPERT-NAST, deben agruparse los actos

de administración y de disposición por una parte, y los de ena-

jenación por la otra; finalmente, para PAUL GOLDSCHMIDT (quientambién se enroló en esta posición), COLIN y CAPITANT, y PLANIOL

y RIPERT, la distinción entre actos de administración y de dis-

posición sería elástica y variable y diferiría según la categoríade administradores de que se trate.

¡364

Page 25: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

BONNECASSE sostiene la existencia de una noción de acto deadministración con caracteres distintivos y. específicos que leconfieren un contenido invariable; considera que lo es el acto ju-rídico concerniente a un bien individualizado o a un patrimoniode familia considerado en sus elementos concretos y tendiente,sea la explotación del elemento capital de ese patrimonio, pordefinición esencialmente estable, sea a 1a apropiación o a la uti-lización de las rentas de esa explotación, sin que la existencia en

el seno del patrimonio, la individualidad o el valor de dicho ele-

mento-capital queden en nada comprometidos.La doctrina nacional también se ha ocupado de la cuestión:

así LLAMBÍAS considera que el acto de administración es el quetiende por procedimientos normales a la conservación y explo-tación del patrimonio, así como a1 empleo de las rentas y acto de

disposición es el que introduce una modificación sustancial en

el patrimonio, ya porque causa el desplazamiento de un valor ín-

tegro de la masa, ya porque realiza la gestión patrimonial por

procedimientos anormales, que reportan algún riesgo para el

mantenimiento del capital; BORDA considera que acto de adminis-

tración es el que tiende a mantener en su integridad el patrimo-nio e inclusive a aumentar, por medio de una explotación nor-

mal, los bienes que lo componen y acto de disposición es el que

implica el egreso anormal de bienes y, por lo tanto, una modifi-

cación sustancial de la composición del patrimonio; para LÓPEZ

OLACIREGUI la distinción puede fijarse atendiendo a un conceptoeconómico extrínseco pero no ajeno al derecho: la noción de “ca-

pital” y la de “renta”. Acto de disposición sería el que afecta a

aquellos bienes que en el conjunto del patrimonio son reputadoscomo fuentes productivas (capital) y acto de administración el

que se refiere a las rentas; ORGAZ considera que acto conserva-torio es el que, importando o no una enajenación,sólo tiene porobjeto preservar un valor patrimonial en pehgrox acto de admi-

nistración el que, importando o no una enajenamón,ademásde

conservar el capital tiene .por fin hacerle producxr beneiimosquenormalmente pueden ellos suministrar _a su_pr0p1etario,segunsea su naturaleza y destino, y acto de dlSpOSlC_lÓnes el q_ue..1m-

portando o no una enajenación, altera o modifica sustanc1almen-

te los elementos que forman el capital, o blen compïjometesu

porvenir por largo tiempo; finalmente, FORNIELESentiendgqiáeno existen actos objetivos de administramóny (115€la

no“ n e

ellos se descompone en multitud de variantes segun 135 Personas

o las cosas a que se refieran.l ta l tunidad propiciate di'imos, no resu ta es a opor

_

¡paraclfnngnaálllisizmJásamplio del PÉOblema-el quenpor su mismanaturaleza y complejidad. requefn'í?una eXteÏ's’ónmfiyor’Eltampoco para expresar nuestro criterio de adheSIóno rec_ azolp, r1;las teorías expuestas; sin embargo. es 1130953110 59811” a g“

365

Page 26: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

procedimiento general que nos permita encuadrar los actos que

puede, o no, efectuar el administrador de la herencia; de ahí

que adoptaremos la clasificac16n efectuada por BORDA al tratar

sobre el tema de este trabajo y distinguiremos entre actos con-

servatorios, actos que exceden el concepto de mera conservación

y actos de disposición.Ninguna duda ofrece el hecho de que los actos de disposi-

ción escapan al ámbito de facultades del administrador y quelos actos conservatorios son de la esencia de sus funciones. Aun

cuando su actividad se limitara a meras tareas de conservación,según entiende la tesis restrictiva, no por eso se disvirtuaría lacondición de administrador, ya que conservar es también admi-nistrar. El problema se presenta frente a los actos de administra-ción que exceden el concepto de mera conservación y versa sobrela posibilidad del administrador de efectuarlos sin necesidad de

requerir una autorización especial para los mismos.

Con relación a esta cuestión se encuentran divididas tanto

la doctrina como la jurisprudencia; Bonn». entiende que para queel administrador pueda realizar actos que excedan de la mera

conservación se requiere el consentimiento de todos los herede-

ros o, en su defecto, la aprobación judicial; DE ‘GÁSPERI, por el

contrario, opta por la postura de ampliar las facultades del admi-

nistrador, quien podría efectuar tales actos sin requerir autori-

zación previa expresa; nos dice este último autor: “si el admi-“

nistrador tuviese tan limitadas sus facultades, como se preten-“

de, al punto de no poder realizar sino actos de simple conser-“

vación, sería un convidado de piedra al menoscabo y destrucción“

de aquellos bienes que, por su naturaleza, no pueden conser-

“varse, o a la paralización de una industria próspera o de una“

casa comercial de importante giro, o a la venta en subasta de“

un establecimiento ganaderilpor ejecución de sentencia", agre-

grando que estas situaciones se evitarían si se ofreciera al admi-

nistrador “la posibilidad de evitarlas por la contratación de un“

empréstito con garantía hipotecaria de algún bien raíz de la“

sucesión, tal como podría hacerlo el representante de un inca-“

paz de hecho en circunstancias análogas”.Nos parece lógico este criterio y a él nos adherimos.

2) La jurispmdemia: Pese a su falta de uniformidad, nues-

tros tribunales han mostrado siempre una tendencia hacia la

tesis de restringir las facultades del administradór consintiendosolamente que' éste efectuara, sin autorización expresa, actos pro-visorios de conservación y medidas de urgencia; hay, sin embar-

go, algunos fallos que amplían el ámbito de su actuación.

Alguna jurisprudencia ha atribuido al administrador de la

herencia que actúa como representante de los demás comuneros,las mismas facultades del heredero beneficiario, que surge delos arts. 3382 y sgts. del Cód. Civil (C. Civ. 2° Cap., 21/5/1926).

366‘

Page 27: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

Tal criterio es erróneo (ver capítulo I, A.: “Normas querigen la administración del acervo sucesorio entre los coherede»ros”), ya que tales disposiciones se refieren específicamente a

una situación diversa, que es la administración que ejerce e]heredero beneficiario frente a los acreedores y legatarios de lasucesión y si antes dejamos de lado el punto de si los arts. 3382a 3395 del Cód. Civil podían en algún caso ser de aplicación ana-

lógica a la administración para los coherederos, ya que no era

ese el lugar para el tratamiento de la cuestión, ahora debemosaclarar que, en nuestra opinión, tales artículos no son aplicablespara determinar las facultades del administrador en estudio. Ve-remos luego cuales son, a nuestro criterio, las normas del Cód.Civil a que debería acudirse para establecer el ámbito de accióndel administrador que actúa por los comuneros.

Dentro de la falta de unidad de criterio jurisprudencial, a

que hicimos referencia, sobre cuales son los actos que el admi-

nistrador puede efectuar sin autorización expresa y cuales son los

que la requieren, nos encontramos con fallos en los que se dijoque sus facultades se limitaban a la realización de los actos me-

ramente conservatorios del acervo, no pudiendo el administradorcelebrar contratos de locación por cinco años, ni demandar a los

deudores de la sucesión, ni intervenir en las demandas contra la

misma, ni iniciar juicios de desalojo, ni retirar fondos de los

bancos, etc.; por el contrario, otros fallos lo han autorizado a

contratar arrendamientos por cinco años, a percibir dinero quese le adeudaba al‘causante, a iniciar juicios para lograr su cobro,a demandar el desalojo de una finca, etc., sin necesidad de reque-rir que se lo faculte expresamente a tal fin. Dentro de esta di-

versidad de criterios ha existido preponderancia de la corriente

que restringe sus facultades a los actos meramente conservato-

PÍOS, exigiendo autorización expresa para poder llevar a cabo

los que exceden ese carácter.. .

Estas disímiles opiniones de nuestros Tribunales, originadasen la falta de normas expresas sobre el punto, tienen una enor-

midad de ejemplos de los que sólo citaremos los que contemplanlas situaciones más comunes.

Así, la S. C. Mendoza en fallo del 7/3/1945» (¡Pdaque e]

administrador de la sucesión tiene facultades no solo para 108

actos propios de conservación y custodia, sino Para t°d°S

3911153;llos en los que no se requiriera poder especialpor el_Cód.C1v1 .

También se ha resuelto que puede el adm1mstrador,_s'1nestar ex-

presamente autorizado, vender mercaderíasY adqmrlr las md‘s’

pensables para reponer las que falten, s1 se trata de un .esta-blecimiento comercial (C. 2° Ap. La Plata. S- H, 18/ 2/1941).

(1‘39puede cancelar hipotecas (S. C. Mendoza, 7/ 3/ 1945): que Pue7econcertar contratos de locación (C. 1°_C.C. La Plata, S- II. 7/ /

1959); que puede demandar por desaIOJo (C. de Paz Letrada Cap.,

367

Page 28: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

S. I, 11/5/1938), sobre esta misma cuestión la C. 2' C. C. La Pla-

ta, S. II, el 23/5/1958, dijo que el administrador aunque sea con

carácter provisional, puede estar en juicio para demandar el co-

bro de alquileres o el desalojo, sin necesidad de autorización

judicial previa.Por el contrario, otros fallos han dicho que el administrador

tiene poderes limitados que no lo autorizan a iniciar acciones

judiciales (C. Fed. Bahía Blanca del 23/4/1936; C. C. 2° Cap., del

18/10/1937; S. T. Santa Fe, del 8/9/1942), debiendo requerirseuna autorización especial para estar en juicio (C. C. 1° Cap., del

8/4/1937; C. 1° Ap. La Plata, S. II, del 6/2/1945); Que no puedeiniciar juicio de desalojo (S. T. Santa Fe, del 8/9/1942) y quecarece de personería para contestar demandas contra la sucesiónsi no está expresamente autorizado para ello (C. N. Trab., S. II,del 3/6/1960).

Como vemos la jurisprudencia distó mucho de ser pacíficaen la materia; el problema ha sido solucionado en el ámbito na-

cional con la sanción del art. 738 del Cód. Proc. Civ. y Com. y sibien pensamos que esta norma no debió ubicarse en ese ordena-miento por las razones ya expresadas, lo cierto es que concurre

a remediar en gran parte las divergencias suscitadas alrededorde las facultades del administrador.

3) El art. 738 del Cód. Proc. Civil y Comercial de la Nación.-

El código sancionado por la ley 17.454 innova con relación a1

derogado ordenamiento ritual, que nada disponía sobre el pun-

to, y nos trae el art. 738 que dice: “El administrador de la su-“

cesión sólo podrá realizar actos conservatorios de los bienes“

administrados. Con respecto a la retención o disposición de fon-“

dos de la sucesión, deberá ajustarse a lo dispuesto por el artícu-“

lo 225. No podrá arrendar inmuebles sin el consentimiento de“

todos los herederos. Cuando no mediare acuerdo entre los here-“

deros, el administrador podrá ser autorizado por el juez para“

promover, proseguir o contestar las demandas de la sucesión.“

Si existieren razones de urgencia, podrá. prescindir de dicha“

autorización, pero deberá dar cuenta al juzgado de esa circuns-“

tancia en forma inmediata”.

La inclusión de la norma transcripta en el Cód. Procesal po-dría llevar a pensar que se ha considerado al administrador de

la herencia como un auxiliar del juez; debemos por tanto reiterar

que, por las razones ya expuestas con anterioridad, el administra-

dor de la sucesión es un representante de los comuneros y no un

auxiliar del juez. De ahí resulta que las facultades del adminis-

trador serán las que los coherederos por 'unanimidad resuelvan

_y sólo en caso de silencio de los mismos o de desacuerdo, entra-

rán a jugar las disposiciones del art. 738.’La norma procesal en análisis restringe las facultades del

administrador al mero ejercicio de actos conservatorios, exclu-

.368

Page 29: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

yentdo,en consecuencia, a todos aquéllos que excedan ese con.

cep o.

Dispone luego que no‘podrá retener y disponer de fondossucesorios smo para invertirlos en gastos ordinarios, entendién-dose por tales los que sean necesarios para la conservación delos bienes hereditarios; en cuanto a los gastos extraordinarios,deberán ser autorizados por el juez expresamente, luego de es-

cuchar a las partes interesadas, salvo que una situación de ur-

genc1a reclamara su inmediata realización, en cuyo caso, luegode efectuados, el admmistrador deberá dar inmediata cuenta delos mismos en el expediente sucesorio (art. 225 del Cód. Proc.Civil y Com.). Es una consecuencia lógica del criterio restrictivoadoptado por el legislador.

Prohibe luego al administrador arrendar inmuebles sin elconsentimiento unánime de los herederos; es obvio que si tu-

viera la conformidad de todos los comuneros podrá hacerlo por

imperio del art. 345.1 del Cód. Civil. Se plantea aquí el proble-ma de cómo resolver el caso de que se encuentren divididas las

opiniones sobre .si conviene arrendar algún inmueble de la suce-

sión; la norma procesal en forma terminante exige la conformi-

dad de todos los herederos, sin embargo, opinamos que la cues-

tión debe resolverse según lo dispuesto por el art. 3451 del Cód.

Civil, debiendo ser el juez quien decida, ya que no puede el có-

digo de forma limitar fecultades que le han sido acordadas al

magistrado por el derecho de fondo. El arrendamiento de un in-

mueble es un acto que excede el marco de lo meramente conser-

vatorio y por tanto el administrador podrá. efectuarlo s1 cuentacon el beneplácito de todos los coherederos o, en caso de diver-

gencias, con la resolución favorable del juez._

En forma más lógica y clara se encuentra legislado el puntoen el Cód. Procesal Civil'y Comercial de la _Prov1nc1ade Santa

Fe (ley 5531), cuyo art. 620 dice: “El admmlstrador no podrá“

arrendar inmuebles de 1a herencia sino de comun acuerdo d_e“interesados o por resolución del juez encaso de disconformi-“

dad; tampoco podrá hacerlo bajo_c0ndlc10nesque Obllguen a

“los herederos después de la partic1ón, salvo con acuerdo de to-

dos ellos. En los arrendamientos de bienes dela her’e’ncla.serán

preferidos los herederos en igualdad de cond1c10nes.

_

se ¡e prohibe también estar en juicio sin autorizac16nde los

coherederos o del juez en su defecto, salvo que ex15tan razonesde urgencia, caso éste en que podrá actuar. defiendodar. fue“

a

inmediata al juzgado de su acción. La Peral”ltorledaddvea 33m2:plazos procesales (v.g., El de Cinco días Para 9P°ner eïcegc(¡mwen el juicio ejecutivo), pueden ha?“ 3180853110que 9 at “trotrador actúe sin esperar la autor1zac16n correspondiene, o

acaso de urgencia estaría dado por la necesrdad de acc1onar

pair;-interrumpir la prescripción. Si luego los coherederos se opus

369

Page 30: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

ran a lo actuado por el administrador, será el juez el encargadode apreciar si existieron las razones de urgencia invocadas, de-

biendo determinar si es pasible de responsabilidad personal porsu actitud. Pensamos que la prohibición de estar en juicio sólo

podría ser salvada con la conformidad expresa de todos los comu-

neros y que el juez sólo podría dar su autorización cuando se

tratara de cuestiones directamente vinculadas con la adminis-

tración, o que sean consecuencia de ésta (v.g., juicio por cobrode alquileres, etc.); en cuanto a las razones de urgencia que se

invocan en el art. 738 del Cód. Proc. Civil. y Com. solo justi-ficarían la actuación del administrador, sin previa autorización,precisamente si se tratara de cuestiones atinentes a su tarea ad-ministrativa.

En conclusión, el art. 738 del Cód. Proc. Civ. y Com. per-mite al administrador efectuar actos meramente conservatoriossin necesidad de recabar autorización; en cuanto a aquellos actos

que excedan el concepto de mera conservación, sólo podrán ha-cerlos si previamente cuenta con 1a conformidad de los cohere-deros o, en su defecto, si no hubiera acuerdo entre éstos, con laautorización judicial.

4) Nuestra opinión: Como ya dijimos, en nuestro criterio,el art. 738 del Cód. Proc. (fivil y Com. no debió figurar en ese

ordenamiento, ya que regula cuestiones atinentes al derecho defondo.

Asimismo, opinamos que todos los problemas relativos al

ámbito de las facultades del administrador de la herencia, pue-den resolverse dentro del Código Civil. Una situación similar está.

dada por la administración de los bienes del ausente, la que, se-

gún lo dispuesto por el art. 20 de la ley 14.394 se rige en cuanto

a las facultades y obligaciones del curador por lo establecido al

respecto en el Cód. Civil para los tutores y curadores. Esta solu-

ción, sostenida por DE GÁSPERI,parece la más racional, en cuanto

permite encontrar en la misma ley de fondo los límites de acción

del administrador de la sucesión. De haberse seguido este crite-

rio no se hubieran presentado los conflictos de jurisprudenciaa que hemos hecho referencia, ni hubiera sido necesaria la san-

ción del art. 738 del Cód. Proc. Civ. y Com.

Si hiciéramos aplicación analógica de esas normas del Cód.

Civil, podríamos extraer las siguientes reglas: el administrador

designado sólo podrá gobernar los bienes ubicados dentro del

país (arg. arts. 10 y 410 del Cód. Civil); será el representantelegítimo para todos los actos civiles, gestionará y administrará

solo, salvo en los casos en que requiera autorización expresa (arg.art. 411 del Cód. Civil); deberá actuar como un buen padre de

familia, con los alcances que este concepto implica, y será' res-

ponsable de los perjuicios que ocasione c0n el incumplimientode sus deberes (arg. art. 413 del Código Civil); el juez determinará

370

Page 31: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

los plazos dentro de los cuales el administrador deberá inven-tariar los bienes sucesorios teniendo en cuenta su naturaleza ysituación (arg. art. 417 del Cód. Civil), debiendo incluir en dichoinventario cualquier otro bien sucesorio que apareciere en lofuturo (arg. art. 420 del Cód. Civil); los depósitos se harán a laorden del juez y como de pertenencia a los autos sucesorios (arg.art. 425 del Cód. Civil); no podrá usar dichos depósitos sin auto-rización judicial, o de todos los coherederos, debiendo justificarla necesidad de los gastos en caso de no obtener el consentimien-to unánime de éstos (arg. art. 426 del Cód. Civil).

Creemos que no serían de aplicación los arts. 434 y 435 delCód. Civil —en contra: DE GÁsrmu- ya que sería necesario ob-tener la conformidad unánime de los coherederos, no bastando

para enajenar bienes la autorización del juez si previamente no

está dado el consentimiento de todos los comuneros; esta reglatendría su excepción en el caso de tratarse de mercaderías pere-cederas, cosechas, etc., en el que la venta de las mismas es con-

secuencia lógica de la administración, situación en que bastará

con la autorización judicial. Les es también prohibido dividirinmuebles hereditarios que estuvieran en condominio con ter-

ceros, sin el consentimiento unánime de los coherederos.

Cuando se autorizara por el juzgado la venta de muebles

perecederos, la misma deberá hacerse en subasta pública (arg.art. 441 del Cód. Civil), o bien por el procedimiento usual de

plaza si se tratara de mercaderías, circunstancia ésta que deberá

apreciar el magistrado; igual procedimiento se seguirá para la

venta de animales de un_establecimiento agropecuario (arg. art.

443, inc. 1°, Cód. Civil).Cuando la venta de un inmueble hubiere sido pactada en

vida por el causante, podrá. el juez autorizar al administradorpara llevarla adelante, otorgando la correspondiente escritura

traslativa de dominio, previa conformidad expresa de todos los

coherederos.,

En cuanto a la constitución del derecho real de hipoteca en

garantía de un préstamo indispensable para. el.mantenimiento de

los bienes administrados, a falta de consentimiento unánime, P0-

drá ser autorizado por el juez mediante auto fundado en el que

se haga mérito especialmente de la neceSidad ineludible dEl

mismo.. . .

Podrá el administrador, sin autorización Judic1a1,dar er! 10'

cación inmuebles de la sucesión por ur} P1320 mámmode¿mico

años (arg. art. 443, inc. 10 del Cód. civil), pero dlchos C°n

tragsdeberán sujetarse a la condición de finalizar en el momen odÉefectuarse la partición, si tal evento ocurriere con anterior! a

al vencimiento del plazo estipulado. Para locaCiones de1513310?

duración deberá obtener, previamente, el consentimiento e o-

dos los coherederos.

371

Page 32: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

Si entre los bienes hereditarios existiera una cuota social,el administrador, con autorización judicial podrá reemplazar al

causante en la sociedad de que se trate (arg. art. 445 del Cód.

Civil).Finalmente, será absolutamente prohibido al administrador

efectuar, aún con autorización judicial, cualquiera de los actos

mencionados en el art. 450 del Cód. Civil, en cuanto sean compa-tibles con el tema en tratamiento. Para realizar alguno de los

actos previstos en los incisos 1°, 2°,_5°, 6°, 8° y 9°, deberá contar

con el consentimiento unánime de los comuneros y si los lleva-

ra a cabo sin tal requisito será pasible de remoción, sin perjui-cio de su responsabilidad personal.

Como hemos visto los problemas vinculados al límite de las

facultades del administrador del acervo hereditario pueden ex-

traerse del prOpio Cód. Civil, sin embargo este criterio no ha sido

seguido, habiéndose derivado, primero, en una jurisprudenciaconfusa, y, luego, en la sanción del art. 738 del Cód. Proc. Civ.

y Com., de dudosa ubicación, que convierte al administrador en

un mero cuidador de los bienes sucesorios sin casi ninguna fa-

cultad activa que le permita llevar adelante una administración

progresista.'

5) Conclusión: El estado actual de la cuestión nos permitearribar a las siguientes conclusiones:

a) Actos comervatorios: Se trata de aquellos actos necesa-

rios para el mantenimiento en buen estado de los bienes o queeviten perjuicios ineludibles (pago de impuestos, reparacionesmenores, etc.). Puede el administrador efectuarlos sin requerirautorización previa.

b) Actos que exceden'el concepto de mera conservación: Co-mo serían la celebración de contratos de arrendamiento, la venta

de bienes perecederos o de los que forman parte del giro normalde un establecimiento comercial, industrial o agropecuario, etc.;es necesario para que el administrador pueda efectuarlos quecuente con el consentimiento unánime de todos los comuneros,o en su defecto, con autorización judicial. En nuestro criterio,expresado en el punto 4 de este mismo capítulo, e] administradordebería poder efectuar estos actos sin requerir ninguna auto-

rización previa y con las limitaciones que surgen del propio Cód.Civil, según lo allí expuesto.

c) Actos de disposición: No podrá el administrador reali-zarlos ni siquiera con el consentimiento del juzgado, salvo queexistiera conformidad unánime de todos los coherederos.

372

Page 33: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

V. —RENDICIÓN DE CUENTAS DE LA ADMINISTRACIÓN

La obligación de rendir cuentas por su gestión rige para eladministrador de la sucesión, ya sea que actúe como mandatario(art. 1909 del Cód. Civil), ya como gestor de negocios (art. 2296del Cód. Civil).

El Cód. Proc. Civ. y Com. dispone en su art. 739: “El admi-“ nistrador de la sucesión deberá rendir cuentas trimestralmente,“

salvo que la mayoría de los herederos hubiere acordado fijar“

otro plazo. Al terminar sus funciones rendirá una cuenta final.“Tanto las rendiciones de cuentas parciales como la final se“

pondrá en secretaría a disposición de los interesados durante“cinco y diez días, respectivamente. Si no fueren observadas, el“

juez las aprobará, si correspondiere. Cuando mediaren observa-“

ciones, se sustanciarán por el trámite de los incidentes”.

La norma transcripta importa una innovación con respectoal derogado Cód. de Procedimientos Civil y Comercial, el queen su art. 682 disponía que el administrador debía rendir cuentas

cuando se le exigiera.Dispone el art. 739 que el plazo de tres meses establecido

para las rendiciones parciales, puede ser alterado por la mayo-ría de los herederos; pensamos, sin embargo, que si la minoría

da razones que lo justifiquen, podrá solicitar al juez que ordene

al administrador rendir cuentas si el lapso fijado a tal. fin por el

grupo mayoritario fuere demasiado amplio, pudiendo ocasionarse

perjuicios irreparables “por una mala administración que no esta-

ría sometida a ningún control de cuentas durante largo plazo.Al término de su gestión el administrador deberá efectuar una

rendición final de cuentas, a cuyo fin el juez deberá fijarle un

término prudencial teniendo en cuenta la entidad de los bienes

y la complejidad de su administración.' _

No siendo la obligación de rendir cuentas de orden publico,podrían los comuneros, si son todos capaces, por unanlmldad,eximir de su obligación al administrador, aunque ello no lo hbe-

raría de las responsabilidades propias de su gestlón.La rendición de cuentas debe comprender todo lo actuado

durante la administración, si es la final, y lo .reahzadodurante

el plazo correspondiente, si es parcial. En la misma deberá darse

cuenta de todo lo percibido y de los gastos efectuados, como tan;-bién del cumplimiento de aquellos actos que le fueron especu:1

-

'mente encomendados y de los que efectuó por ser PI'OPIOS_6esus funciones; deberá informar sobre el estado de conservaCI n

de los bienes y de cualquier otra circunstanma atinente alfieierluá-

peño del cargo. Al presentarse la rend1c16n de cuentas ede__

adjuntarse la boleta de depósito del saldo favorable de la a

mllanistración, salvo que fuera dispensado de esta obligaClón Pg?totalidad de los coherederos. Si se retuv1eran fondos Para a mn“

373

Page 34: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

tar gastos de inminente realización, deberá también darse cuenta.

En lo posible, todas las gestiones deberán acreditarse docu-

mentadamente, sobre todo los gastos efectuados, salvo que, portratarse de erogaciones menores, no existan comprobantes.

Puesta la rendición de cuentas en secretaría a disposiciónde los interesados, éstos podrán observarlas. Toda observación

debe hacerse en forma concreta y no en términos vagos o gené-ricos. Planteada la cuestión, se sustanciará por el trámite de los

incidentes; si hasta ese momento no se hubiera formado el ex-

pediente separado de que habla el art-737 del Cód. Proc. Civil

y Com. se procederá a hacerlo para evitar entorpecer el trámitesucesorio.

Si las cuentas no fueren observadas por ninguno de los in-

teresados el juez deberá aprobarlas; el art. 739 dice que en tal

caso el juez las aprobará "si correspondiere". Tal expresión no

debió figurar en la norma, dado que si ningún comunero observa

la rendición de cuentas del administrador, el magistrado no po-drá observarla y siempre corresponderá que la apruebe; si exis-

tieran incapaces serán sus representantes legales y el Ministerio

Pupilar quienes tendrán la palabra para efectuar las observacio-

nes que estimen pertinentes. Si los coherederos tienen la facul-

tad de eximir al administrador de su obligación de rendir cuen-

tas, ya que ellos son los pr0pietarios de la herencia y como tales

resuelven lo atinente a sus intereses, por igual razón, si no ob-

servaran las cuentas, éstas deberán ser aprobadas por el juez,aun cuando el magistrado vea razones para no hacerlo.

A.—Crédz’tos del administrador contra los comuneros.

El administrador puede retener aquellas sumas que hubiere

gastado en el ejercicio de sus funciones y que hubiere abonadode su propio peculio, debiendo dar cuenta de las mismas y acre-

ditar fehacientemente su inversión; tal sería el caso si hubieratenido que efectuar arreglos urgentes y no existieran en ese mo-

mento fondos suficientes. "

Asimismo, si por tratarse de una administración complejase viera precisado a contratar los servicios de empleados, podráretener los fondos invertidos en pago de sueldos, al respecto de-

bemos aclarar que si bien las funciones del administrador son

indelegables, ello no obsta que pueda encomendar la ejecuciónmaterial de los actos necesarios a empleados, conservando él la

dirección de la administración.

B. — Gastos excesivos.

En principio no corresponde aprobar' los gastos antieconó-

micos efectuados por el administrador si los mismos son obser-vados por alguno de los herederos; pero, si los comuneros cono-

374

Page 35: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

cian tales gastos excesivos, e incluso los aprobaron en rendicio-nes de cuentas anteriores, no podrán luego impugnarlos, máximesi los mismos se han venido realizando durante largo tiempo.

Los gastos exagerados que no fueran aprobados deberán ser

reintegrados por el administrador; así, por ejemplo, el caso de

que éste abonara honorarios extrajudiciales que excedieran losestablecidos por la ley arancelaria al abogado que lo patrocinóen un juicio en que actuó por los intereses de los coherederos.

C. —Daños y perjuicios.

El administrador responderá por los daños y perjuicios queocasionara con motivo de su gestión irregular.

Si se hubiera apropiado de fondos comunes y los hubiereinvertido en su propio provecho, estará obligado a su restitución

y al pago de intereses por el uso del dinero desde el día en quelo utilizó en su beneficio, no siendo necesario que se lo constituyaen mora a tal fin en forma expresa (art. 1913 del Cód. Civil).

VI. —FIN DE LA ADMINISTRACIÓN

Ya hemos visto los alcances de las administraciones de he-

cho y provisional; en cuanto a la definitiva dura hasta que se

opera la partición de los bienes hereditarios, o bien hasta quese agota el acervo por la venta de los mismos. Si los inmuebles

sucesorios se adjudicaran en condominio serían de aplicación los

arts. 2699 y sgts. del Códf Civil y no las normas hasta ahora estu-

diadas. Sin embargo, es factible que el administrador cese en sus

funciones por decisión de la totalidad de los comuneros, o bien

que presente su renuncia o sea removido de su cargo, situaciones

éstas que estudiaremos a continuación.

A. — Renuncia.

El art. 740 del Cód. Proc. Civ. y Com. contempla el supuestode que sea necesario sustituir al administrador y establece que se

seguirá el mismo procedimiento que el.art. 735 flJa para _su de-signación y que ya hemos visto anteriormente. La sust1tucnón

puede ser necesaria ante la renuncia del administrador oportu-

namente nombrado.

B. — Remoción.

Ma ores roblemas ofrece el caso de que sea.necesario re-

mover ayladmli)nistradorde su cargo. Al reSpectp dice el art. 740

del Cód. Proc. Civ. y Com.: “Podrá ser_remov1dode of1c1o o a

pedido de parte, cuando su actuación importare mal desempe-

375

Page 36: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

"ño del cargo. La remoción se sustanciará por el trámite de los

'“incidentes”.

Veamos ahora cuáles son los supuestos que pueden_presen-tarse:

1) La totalidad de los comuneros resuelve su remoción: En

este caso, y por aplicación de los principios ya estudiados, la re-

moción debe prosperar, existan o no causas que la justifiquen ycualquiera sea la forma en que se efectuó la designación. Loscoherederos son los únicos que resuelven sobre la forma más

conveniente de administrar el acervo y nadie puede oponerse a

lo que ellos dispongan en forma unánime.

2) Algunos de los comuneros solicitan la remoción y otrosse oponen: Corresponde al juez decidir, a cuyo fin deberá con-

templar si las causas invocadas por quienes piden la remociónson suficientemente graves como para justificar tal medida.

Si la petición de remoción fuere avalada “prima facie” porelementos que hagan verosímil la existencia de causas graves,el juez deberá, mientras se sustancia el incidente, suspender al

administrador en sus funciones y reemplazarlo interinamente porotro, quien será designado en la forma establecida en el art. 735del Cód. Proc. (art. 740 del Cód. Proc. Civ. y Com.); es la solu-

ción correcta y concuerda con 1a establecida por el art. 1684 delCód. Civil para un caso similar. El pedido de remoción puede ser

efectuado por un solo heredero para que el juez deba intervenirsi existe discrepancia con los demás comuneros, pero si no exis-te pedido de parte interesada, el magistrado debe abstenerse de

actuar, como veremos a continuación.

3) El juez de oficio resuelve lá remoción: Si no existe peti-ción de parte ya hemos visto que el juez no puede intervenir en

lo concerniente a la administración del acervo hereditario, de

donde no podría efectuar tal remoción por más razones que tu-

viere para hacerlo. Menos podrá decretar la remoción si los co-

muneros unánimemente se oponen a tal medida.

Este supuesto ni siquiera merecería ser tratado ya que es-

taría en contradicción con todo lo estudiado, pues desvirtúa el

derecho de los herederos a manejar la administración de los bie—

nes como ellos dispusieren; sin embargo, el art. 740 del Cód.

Proc. Civil y Com. establece que el administrador “podrá ser

removido, de oficio o a pedido de parte”. Existe un evidente de-

fecto de redacción ya que sólo se podrá disponer su remoción a

pedido de parte y nunca por propia decisión del juez; admitirlo contrario implicaría ir contra el espíritu del art. 3451 del Cód.

Civil, ya que lo que VÉLEZ quiso es dar la libre administración,sin limitaciones, a los “propietarios” de-la herencia y si éstosestán de acuerdo con el administrador no puede el juez decretarsu remoción.

376

Page 37: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

C. —C’ausa.s que justifican la remoción.

Existiendo divergencias entre los herederos sobre la remo-

ción del administrador, corresponde al juez calificar si las cau-

sas invocadas son lo suficientemente graves que justifiquen lamedida. Es difícil establecer reglas generales, siendo necesario

contemplar cada caso particular; sin embargo, entre otros su-

puestos, procede la remoción en las siguientes ocasiones: cuandoel administrador actuó con negligencia dejando de abonar irn-

puestos en término en forma reiterada, u olvidando efectuar re-

paraciones de urgencia en los bienes sucesorios con su consi-

guiente deterioro, o en situaciones análogas que demuestren una

desidia que haga peligroso el mantenerlo en la administración delos bienes. También procedería hacer lugar al pedido de remo-

ción cuando el administrador, pese a haber sido intimado pre-viamente, no rinde cuentas de su gestión; es necesario hacer la

salvedad que, para que se Opere esta causal, no basta que hayatranscurrido el plazo de tres meses del art. 739 del Cód. Proc. o

el fijado por los herederos al efecto, sino que es necesario que

previamente se le haya intimado a rendir cuentas sin que lo hi-

ciera, ni tampoco justificara su demora. En todos los casos la

intimación a rendir cuentas debe hacerse bajo apercibimientode remoción en caso de desobediencia. Similar solución corres-

ponde si el administrador rinde cuentas en forma deficiente, de-

jando de acompañar los comprobantes de gastos, y no los agrega

pese a ser intimado al efecto. También debe ser removido si se

comprueba que el adrrlinistrador deliberadamente rindió cuentas

en forma inexacta, reteniendo fondos de los herederos en su

provecho.El administrador que efectuara gastos excesivos para .los

que no está autorizado en forma reiterada, puede ser remov1do

si así se solicitara.'

.

Si existe oposición entre los intereses del administrador y

los de los herederos, podría configurarse una causal de remomón,

Siempre que la misma fuera lo suficientemente grave como para

hacer incompatible el manejo de los blenes sucesorlos por partedel administrador, o bien que este último haya ocultado la situa-ción dolosamente para poder beneficiarse. Sl_por el contrario, _laoposición surge para algún negocio determinado y el admims-trador lo pone en conocimiento de los coherederosy del Juez,

podrá continuar en sus funciones, sin perJu1c10 de ser reempla-

zado Para ese negocio en particular, o bien que el mismo se efec-

túe bajo el directo contralor de los comuneros..

En general, el hecho de que se exceda en sus tunelones, co-

loca al administrador en posición de ser remov1do del cargo por

su culpa, con la consecuencia de perder todo derecho a

rimluáiaeáración y haciéndose, eventualmente, pas1ble de resPonsa 1

377

Page 38: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

por los daños que ocasione; tales excesos deben ser apreciadospor el magistrado en cada caso particular a fin de establecer su

gravedad, reiterando que la apreciación judicial sólo podrá efec-

tuarse a instancia de parte.Al respecto podemos citar un fallo interesante de la C. N.

Civil, Sala 1°, del 8/4/1937 (Dig. Juríd., t. I, pág. 1191-8), en el

que se' planteó la siguiente situación: un bien que integraba el

acervo de una sucesión pasó a formar parte del haber de una

segunda sucesión; los herederos de esta última pidieron la re-

moción del administrador nombrado en 1a primera sucesión, yaque ellos no habían concurrido a su designación. Ante las desin-

teligencias existentes entre los herederos de una y otra sucesión,la Cámara Civil hizo lugar a la remoción pedida. La solución dada

por el Tribunal es lógica y debió llegarse a ella aun cuando no

hubieran existido las desinteligencias aludidas, bastando con la

petición de los herederos de 1a segunda sucesión, ya que estosúltimos son parte necesaria en la designación y mal podía el

administrador, si ellos no habían intervenido en su nombramien-

to, representarlos.

D. —Causas que no justifican la remoción.

Como ya dijimos, no basta la morosidad para rendir cuen-

tas para que el administrador sea removido, en tanto no sea in-

timado previamente a hacerlo, aun cuando haya transcurrido

largo tiempo sin que presentara las cuentas.

Tampoco procede la remoción si es pedida por quien no

tiene derecho de hacerlo: v.g., por un acreedor de la sucesión,sin que importen las causas que invoque; lo mismo si es solici-

tada por el que ha iniciado una acción de petición de herencia,mientras la misma no se encuentra sustanciada y se reconozca el

derecho del actor.

La enemistad del administrador con alguno de los herede-

ros, o las diferencias de criterios, tampoco son causa suficiente

para proceder a la remoción.

La C. N. Civil, Sala B, resolvió en forma correcta, el 12/8/1954, que no procedía la remoción del administrador que dejóde pagar el impuesto sucesorio, ya que la misma es obligaciónde los herederos y no entra dentro de las funciones del adminis-

trador.

E.—Procedimz'ento y reemplazo.

Todo lo concerniente a la remoción del administrador tra-

mitará. por la vía de los incidentes (art. 7.40 del Cód. Proc. Civ.

y Com.) y si se resolviera afirmativamente, su reemplazante se-

rá designado de acuerdo con las normas que rigen el nombra-miento del administrador, que ya hemos visto.

378

Page 39: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

VII. —RETRIBUCIÓN DEL ADMINISTRADOR

El derecho del administrador a percibir una remuneración

por sus trabajos ha sido contemplada por los códigos rituales.El derogado Cód. de Proc. Civil y Comercial, en su art. 683, es-

tablecía el derecho del administrador de la sucesión a recibir una

comisión sobre el monto de los valores percibidos o realizados,la que sería fijada por el juez según las circunstancias del caso,pero que de ninguna forma podía exceder del cinco por ciento.

El Cód. Proc. Civ. y Com. sancionado por la ley 17.454, esta-blece en su art. 741: “El administrador no podrá percibir hono-“rarios con carácter definitivo hasta que haya sido rendida y“aprobada la cuenta final de la administración. Cuando ésta ex-“

cediera de seis meses, el administrador podrá ser autorizado a“

percibir periódicamente sumas, con carácter de anticipos pro-“visionales, las que deberán guardar proporción con el monto“

aproximado del honorario total".Al desaparecer en el código vigente la limitación del cinco

por ciento que existía en el anterior, la fijación de la retribución

del administrador queda en manos del juez, quien debe actuar,en el ámbito nacional, dentro de los límites que le marcan los

arts. 12 y 6 de la ley de arancel para abogados y procuradores.Dice el art. 12 de esa ley que, para la regulación de los honorarios

del administrador, deberán tenerse en cuenta “los ingresos obte-

nidos durante la administración con prescindencia del valor de

los bienes”._

La aplicación de está disposición puede conducir a _situaCio-nes injustas, como en el caso del administrador que sm haber

percibido grandes ingresos durante su gestión haya, sin embar-

go, guardado bienes de cuantioso valor (v.g., obras de arte muy

valiosas, etc.), con las responsabilidades correspondientes, de-

biendo, sin embargo, ser su retribución fijada dentro de los topesdel art. 6 de la ley arancelaria tomando como base los magros

ingresos a que hicimos referencia.o . _

Lo más lógico sería dejar la cuestión al arbitrio del Juez,dándose pautas para la fijación del monto de la remuneración.a saber: total de ingresos percibidos durante la gestión.entidadde los trabajos efectuados y grado de responsabilidad asumida,

excluyéndose el monto de los bienes que componen el acervocesorio ya que éste nada tiene que ver con los honorarios e

administrador. _. .

El derecho del administrador de la suceSIÓn a Peral?" ,hono'rarios por sus trabajos fue siempre ampar?d°Por .la Juréspnáídencia. La doctrina, sin embargo, no ha Sido PaCÏfica,Ég"¿ompunto y asi tenemos a FORNIELES quien sostiene la posmr nlcarttraria. Argumenta este autor que segun}? dlspuesw Por e

.1871 del Cód. Civil la actuación del administrador sería gran“

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Page 40: La administración del acervo sucesorio entre los comuneros.

en tanto no existiera una convención expresa en contrario y quesiendo el derecho a percibir remuneración por un trabajo cues-

tión del derecho de fondo y no del de forma, los códigos procesa-les no podrían derogar el código civil.

No coincidimos con la opinión de FORNIELES y no creemos

que, en el presente caso, exista una derogación del derecho defondo por las normas procesales. No estaba en el ánimo de VÉLEZestablecer la gratuidad de las tareas de administración, como sur-

ge del art. 451 del Cód. Civil, ni tampoco prohibió expresamentela posibilidad de obtener remuneración (el art. 3384 contemplaun supuesto diferente que no es de aplicación al caso). El prin-cipio de que nadie debe trabajar gratuitamente debe imperar en

tanto una disposición legal expresa no se oponga al mismo.

Es cierto que el art. 1871 del Cód. Civil establece la presun-ción de gratuidad del mandato, pero también dispone que elmandato se presume oneroso “cuando consista en atribuciones o

funciones conferidas por la ley al mandatario” y el administra-dor de la sucesión, en tanto los comuneros no lo autoricen expre-samente a más, debe limitar su actuación a lo que le manda la

ley, según ya lo hemos visto. Más dudosa seríaL sin duda, la si-tuación del administrador de hecho frente al ya citado art. 1871

y al art. 2300 del Cód. Civil.

Según nuestro criterio no hay razón para que el art. 741 no

sea aplicable, pudiendo el administrador percibir remuneración

por su labor, la que se hará efectiva una vez aprobada la cuenta

final de la administración, salvo que fuera eximido de esa obli-

gación por todos los comuneros, sin perjuicio de los anticiposprovisionales que pudiera percibir durante su actuación, los quedeberán guardar relación con el monto aproximado del honora-rio total.

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