La Agudeza Del Ingenio Vista Por Un Humanista Novohispano-Tesis de Maestria-Joaquin Rodriguez-libre
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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO
PROGRAMA DE POSGRADO EN LETRAS
FACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOLGICAS
LA AGUDEZA DEL INGENIO VISTA POR UN
HUMANISTA NOVOHISPANO: ESTUDIO, EDICIN
Y TRADUCCIN DE LA ORATIO PRO
INSTAURATIONE STUDIORUM
DE BALTASAR LPEZ
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE
MAESTRO EN LETRAS
(LETRAS CLSICAS)
PRESENTA
LIC. JOAQUN RODRGUEZ BELTRN
ASESOR: DR. JULIO PIMENTEL LVAREZ
FEBRERO DE 2012
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Ce que je dis compte souvent pour peu de chose ; mais ma prsence, lattitude de mon me, mon avenir et mon pass, ce qui natra de moi, ce qui est mort en moi, une pense secrte, les
astres qui mapprouvent, ma destine, mille et mille mystres qui menvironnent, et vous entourent, voil ce qui vous parle en ce moment tragique et voil ce qui me rpond. Sous
chacun de mes mots et sous chacun des vtres, il y a tout ceci, et cest ceci surtout que nous voyons, et cest ceci surtout que nous entendons malgr nous.
Maurice Maeterlinck
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AGRADECIMIENTOS
Innumerables seran las muestras de agradecimiento si intentara yo incluir a todas las
personas que hicieron posible esta tesis.
Pero comienzo por el aspecto institucional, pues de no ser por la UNAM y las facilidades que
me brind al aceptarme como becario, no slo no habra sido factible hacer esta tesis, sino
que tampoco habra podido realizar los estudios de maestra durante dos aos. La UNAM me
permiti tambin realizar, cubriendo todos los gastos extras generados, una fructfera
estancia de investigacin en la Universit Catholique de Louvain, en Blgica, bajo la
direccin del Dr. Lambert Isabaert, estancia a la que se le debe una parte considerable de la
bibliografa que apoya la tesis, y que me permiti sumergirme en el mundo poco transitado
del neolatn.
Asimismo, adems de todo el cuerpo acadmico del Posgrado en Letras con el que tuve
contacto, son varios los profesores que aportaron su invaluable ayuda: el Dr. Julio Pimentel
lvarez, quien dirigi esta tesis, ayud considerablemente a mejorar la traduccin y me
ense el valor de un trabajo hecho con minucia y precisin; la Dra. Carolina Ponce, quien
me hizo entender cabalmente la labor de investigar y afortunadamente me sugiri no ceirme
a una mera traduccin con estudio introductorio; el Dr. Jos Quiones, quien me acerc al
mbito del neolatn novohispano; el Dr. Gerardo Ramrez, quien hizo que se reforzaran mis
inclinaciones por la retrica y la enorme riqueza cultural ah depositada.
Pero las investigaciones tambin se hacen en el da a da, y en ese terreno, quienes ms
ayudan son las personas que estn cotidianamente a nuestro lado, esos interlocutores que
estn siempre dispuestos a or y opinar, y gracias a los cuales una idea al principio borrosa
puede tomar forma poco a poco en el dilogo mismo. Y eso te lo agradezco sobre todo a ti,
Gio, pues lograste estar cerca habiendo cientos de kilmetros de por medio. Con esto
cerramos y abrimos otro ciclo, y ah va puesto lo que llevo en lo ms hondo.
Hay ms personas que no puedo pasar por alto. Mi familia ha estado siempre ah para
cualquier cosa: Chela, Migue, Gaby, ngel, Lila. Todos trabajamos en la memoria de quien
prematuramente se fue. Y hay otros que han sido como una segunda familia: Elo, Vero,
Vctor. Cada uno aport algo muy particular. Gracias.
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NDICE L ISTA DE ABREVIATURAS 9 INTRODUCCIN 11 CAPTULO I 15 BALTASAR LPEZ, SU OBRA Y LA TRADICIN DE LOS DISCURSOS INAUGURALES
Baltasar Lpez y su obra 19 La tradicin de los discursos inaugurales 25
CAPTULO II 35 LA NOCIN DE AGUDEZA Y SU DESARROLLO ENTRE LOS ANTICICERONIANOS
La agudeza del ingenio 35 La agudeza en el debate acerca de la imitacin ciceroniana 51
CAPTULO III 67 LA AGUDEZA COMO PENETRACIN: TEMAS CENTRALES DE LA ORATIO
Primer acercamiento 67 Humanismo y dignidad del hombre 72 La metfora de la punta: entre ciceronianos,
anticiceronianos y neoestoicistas 78
CAPTULO IV 95 LA AGUDEZA DEL INGENIO PUESTA EN PRCTICA
Estructura del discurso 96 El estilo de la Oratio 102 Citas y sentencias 115 Ejemplos y emblemtica 118
CONCLUSIONES 129 BIBLIOGRAFA 139
ORATIO PRO INSTAURATI ONE STUDIORUM (1644) 149 BALTASAR LPEZ
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LISTA DE ABREVIATURAS1
BNE Biblioteca Nacional de Espaa
BNM Biblioteca Nacional de Mxico
coord. Coordinador
ed. Editor
f. Folio
ff. Folios
intr. Introduccin
ms. Manuscrito
nm. Nmero
NYPL New York Public Library
Orat. Oratio pro instauratione studiorum (1644) (Baltasar Lpez)
PG Patrologia Graeca (Jacques Paul Migne)
PL Patrologia Latina (Jacques Paul Migne)
r Recto de folio
s. f. Sin fecha
ss. Siguientes
t. Tomo
trad. Traduccin
v Vuelta de folio
vol. Volumen
1 Para las abreviaturas de autores antiguos y sus respectivas obras, se ha seguido el LIDDELL & SCOTT y el LEWIS & SHORT.
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INTRODUCCIN
La presente tesis puede verse como un intento por dilucidar un problema especfico que
surgi tan pronto como se abord el discurso de Baltasar Lpez de 1644 titulado Oratio pro
instauratione studiorum. Por un lado, el tema central de tal discurso es la agudeza del
ingenio, asunto que, al rastrear sus fuentes inmediatas, lleva a que uno se encuentre una y
otra vez con el debate en torno a la imitacin ciceroniana y con una revaloracin notable, por
parte de autores anticiceronianos, de las figuras de Sneca, Marcial, Tcito y otros autores
antiguos; pero, por otro lado, es bien conocido el predominio casi total de Cicern como
modelo estilstico entre los jesuitas. El problema apareca, pues, como una contradiccin
entre la supuesta formacin cultural que debe de haber recibido alguien como Lpez y el
objeto central de su discurso.
Al mismo tiempo, el discurso de Lpez despertaba cierto inters desde un inicio, pues
pareca ser una teorizacin respecto a la agudeza en un contexto especficamente
novohispano, en el cual se sabe bien la profunda impronta que tuvo el llamado
conceptismo en el terreno prctico y de creacin literaria, pero ello sin que se conozcan
teorizaciones novohispanas al respecto.
As pues, la tesis, desde una perspectiva general, tiene como objeto principal resolver
estas cuestiones; adems de otro ms prctico, que es el dar a conocer un texto prcticamente
ignorado hasta ahora y que es digno de tomarse en cuenta. No pretende ser un estudio
exhaustivo del texto mismo, haciendo por ejemplo un anlisis a fondo de las fuentes antiguas
que se pueden percibir en l o de los recursos estilsticos ah empleados. Estos aspectos se
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
Joaqun Rodrguez Beltrn
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abordan sobre todo en la medida en que inciden directamente en el problema antes planteado,
es decir, dilucidar las razones que llevan a Lpez a plantear la agudeza como tema central de
su discurso, y clarificar su concepcin en el marco de la enorme tradicin al respecto.
El captulo I es introductorio; presenta las circunstancias del autor y las del texto, tanto
desde el punto de vista del contexto bibliogrfico de ste, como desde el punto de vista del
gnero al que pertenece, es decir, los discursos inaugurales universitarios. Por tratarse de un
tipo de oratoria muy poco abordado y estudiado, se incluye una breve revisin de las
caractersticas principales de tales textos.
El captulo II pretende ofrecer un panorama general en torno a la nocin de agudeza del
ingenio, fcilmente remontable a la Antigedad grecolatina, y al mismo tiempo, rastreable
casi de manera continua hasta el siglo XVII. A tema tan amplio, por supuesto, hubo que
poner ciertas restricciones, sobre todo a partir del Renacimiento ante la visible ramificacin
y riqueza de tal concepcin, donde fue necesario ceirse solamente a la tradicin que, segn
lo que se propone en esta tesis, es precisamente la que sirve como marco conceptual para las
nociones de Lpez: la nocin de agudeza tal como aparece revitalizada por parte de los
anticiceronianos.
El siguiente paso es, por supuesto, el anlisis directo del discurso de Lpez, lo cual se
hace en dos planos: uno donde predomina lo temtico y el contenido; otro donde se privilegia
el aspecto formal, estructural y estilstico. A cada uno de estos aspectos, respectivamente,
estn dirigidos los captulos III y IV.
La idea central del captulo III es que la definicin de la agudeza que hace Baltasar Lpez
en tanto que penetracin tiene que ver grosso modo con dos temas distintos: la dignidad
del hombre, tpico del Renacimiento y fcilmente asimilable a los discursos inaugurales en
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Introduccin
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tanto que gnero oratorio-textual; y la agudeza segn es vista en el terreno de la disputa
acerca de la imitacin ciceroniana. En cierto modo, la formacin humanstica jesuita es la
que proporciona el lazo o punto de unin entre estos dos temas, principalmente por su
apertura ante los autores paganos en los que se podan percibir visos naturales de la verdad
revelada. Por otro lado, respecto a la disputa acerca de la imitacin ciceroniana, es curioso
notar que en Lpez se ven relaciones claras tanto con los ciceronianos como con los
anticiceronianos, y, quizs a travs de stos, con ideas que provienen claramente del marco
neoestoicista del XVII.
Lo que se trata de defender en el captulo IV es que, aunque no aparece de manera
explcita en el discurso de Lpez, hay tambin una concepcin prctica y estilstica de la
agudeza que se refleja en ciertos procedimientos formales del texto. En este sentido, el
discurso de Lpez se presenta no slo con la intencin de impulsar a los alumnos al estudio
profundo, sino tambin como un modelo estilstico a seguir por parte de ellos, y para ello
Lpez echa mano de un arsenal de recursos especficos: estilo breve y agudo en ocasiones
muy precisas; citas y sentencias; ancdotas y ejemplos, algunos de los cuales visiblemente
relacionados con la tradicin emblemtica. Lo importante es que, tambin en este plano
estilstico, se ven claros puntos de contacto con rasgos ciceronianos y anticiceronianos; y no
es algo paradjico, sino una bsqueda de un punto medio, una posicin mediadora.
Por ltimo, se ofrece una edicin y traduccin del texto de Lpez, nunca antes hasta
donde se tiene conocimiento vertido al espaol. Los criterios que se han seguido para estas
dos tareas se han colocado antes del texto mismo.
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Captulo I
BALTASAR LPEZ, SU OBRA Y LA TRADICIN DE LOS DISCURSOS INAUGURALES
El 18 de octubre de 1644, da de san Lucas, en los recintos del Colegio de San Pedro y San
Pablo de la Compaa de Jess en la ciudad de Mxico, se congreg como cada ao un grupo
de personalidades de gran preeminencia social: ah estaban el virrey, Garca Sarmiento de
Sotomayor, segundo conde de Salvatierra, los oidores, los jesuitas que detentaban los cargos
ms altos de la Compaa, los profesores del colegio y los estudiantes, tanto los mayores
como los que estaban a punto de comenzar sus estudios en aquella institucin. Pas al frente
el entonces profesor de sagradas escrituras, en otro tiempo profesor de retrica y de filosofa.
Tena 34 aos y ya gozaba de cierta reputacin. Haba sido designado para pronunciar el
discurso que dara inicio oficialmente al ao escolar, como ya lo haba hecho al menos en
otras dos ocasiones. Era un acto acadmico de una tradicin inveterada y aquel mismo puesto
como orador lo haban ocupado, en otro tiempo y en otras universidades, personajes como
Lorenzo Valla o ngel Poliziano.
Evidentemente, dada la solemnidad del acto, el discurso deba ser en latn. Y aunque
seguramente muchos jvenes slo entenderan parcialmente el discurso, haba que
estimularlos de algn modo al estudio y a la dedicacin. Haba tambin que complacer, con
un buen uso de la elocuencia latina, a todos los acadmicos y, especialmente, al virrey, a
quien era preciso mostrarle los avances y la importancia educativa de la Compaa,
enaltecerla ante sus ojos. El orador, Baltasar Lpez, eligi un tema que, aunque ya era algo
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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muy recurrente para la poca, era hasta cierto punto indito para este tipo de actos
inaugurales: decidi hablar de la agudeza del ingenio. Seguramente crea que era una buena
manera de dejar en claro cul es el tipo de estudios que vale la pena, cules son los esfuerzos,
en el terreno escolar, que no son vanos ni superfluos, sino tiles y dignos de hacerse. Y
hablar del ingenio era tambin un buen modo de elogiar a su pblico al tiempo que l mismo
brillaba al hacerlo ingeniosamente.
El discurso tuvo un xito anormal para este gnero de actos inaugurales. Muchas de estas
orationes quedaban slo manuscritas y jams llegaban a la imprenta. El discurso
novohispano ms antiguo del que disponemos, por ejemplo, pronunciado por Juan Bautista
Balli en 1596, fue impreso, pero quizs por el hecho de que el orador era el mismo hijo del
reconocido impresor Pedro Balli. Lo normal es que estos textos, si tenan suerte, fueran
manuscritos, y en buena medida a ello se debe entre muchas otras razones el que nos
hayan llegado tan pocos de estos discursos.
El discurso de Lpez, llamado Oratio pro instauratione studiorum, fue impreso dos veces
en la Nueva Espaa. La primera impresin es del mismo ao (1644) y la otra de 1712, la cual
forma parte de una compilacin que adems de otros textos tiene el de Baltasar Lpez. He
aqu la descripcin de esta ltima1:
ILLUSTRIUM AUTORUM / FLORES / Ad uum Studio iuventutis, / PER CONGREGATIONEM / [adorno: flor] BEAT [adorno: flor] / MARI / VIRGINIS
ANNUNCIAT, / Autoritate Apostolica intitutam in La- / tinitatis Rhetoricque Gymnatijs
1 Aunque la primera edicin aparece en el catlogo del Fondo Reservado de la BNM, el personal no ha podido hasta el momento localizarla, por lo cual esta investigacin se ha llevado a cabo usando como fuente slo la edicin de 1712, resguardada en la BNM. As describe Osorio Romero la de 1644: Oratio / pro / instavratione / studiorum. / Habita in Collegio Mexicano / Societatis Iesv. / Per P. Balthasarem Lopez. / Olim eloquentiae & philosophiae professorem, / modo sacrarum litterarum interpretem. / Anno [Escudo de la Compaa de Jess con un IHS en llamas] 1644. / Mexici, apud Viduam Bernardi Calderon. / [Recuadro en torno a la portada] / Per Petrum de Quiones. / [Nuevo recuadro] (12 fols. 21 cms.). OSORIO, Tpicos sobre Cicern en Mxico, p. 132.
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Captulo I
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Colle- / gij Mexicani Societatis IESU in / lucem editi. / Mexici : APUD HAEREDES
VIDU FRANCISCI / RODRIGUEZ LUPERCIO, Anno M DCC XII.
15 cms., Signaturas: 4, AN8, O2. 106 hojas sin enumerar. Reclamos2.
El discurso se compone de un exordio, cinco partes centrales que sirven como desarrollo y
una peroratio que lleva el subttulo de Peroratio ad excellentissimum comitem de
Salvatierra, huius Nova-Hispaniae Pro-Regem (Peroracin al excelentsimo conde de
Salvatierra, virrey de esta Nueva Espaa). Su extensin es considerable, abarca del folio 3r al
25r, es decir, casi 50 pginas.
Un breve resumen del discurso facilitar la comprensin de la presente tesis. La idea
central de todo el discurso es atacar los arreglos de una elocuencia vana y vaca en pro de una
bsqueda de los conocimientos nobles, esto con el fin inmediato de estimular a los
alumnos al estudio provechoso. La piedra de toque que sirve tanto para ese ataque, como
para proponer un modelo a seguir de los esfuerzos valiosos en el estudio, es el tema de la
agudeza del ingenio.
Despus de plantear en el exordio el tema del que discurrir, con los elogios apropiados a
los ilustres asistentes y la confesin de la propia falta de capacidad para semejante tarea
oratoria, Lpez propone inmediatamente una definicin de la agudeza: es agudo el ingenio
que penetra en lo hondo de la verdad y no se queda en la superficie, pinchando pero sin
perforar. Y es que el verdadero maestro debe estar en busca de la verdad y ensearla, y ella
no depende del tiempo (ya sea si es reciente o si pertenece a la Antigedad). Pero hay un
2 El ttulo podra traducirse como sigue: Flores de ilustres autores para el uso de la juventud estudiosa, editadas por la Congregacin de la Anunciata, instituida con autoridad apostlica, en las escuelas de Latinidad y Retrica del Colegio mexicano de la Compaa de Jess. (Todas las traducciones que aparecen en esta tesis, a menos que se indique lo contrario, son de mi autora).
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problema: nuestra poca, dice Lpez, alaba a muchos hombres como agudos e ingeniosos
que en realidad no buscan la verdad; son ingenios que slo pican pero no hieren3.
La segunda parte desarrolla la metfora de la punta que s es capaz de horadar. Segn
Lpez, es femenino el ingenio que no puede hacer eso; es viril y masculino el ingenio cuya
aguja penetra al fondo de la verdad. La bsqueda de artificios vanos, afirma el autor, es como
vestirse con prendas vistosas. Y as, hay hombres ingenios afeminados que slo conservan
y memorizan las banalidades que encuentran en los escritores de renombre, y hay otros
machos de nimoque se reservan para s la sustancia de los argumentos y las ideas.
La tercera parte aborda el tema de la fama o la admiracin buscadas por los ingenios que
utilizan argucias excesivas. En el fondo, dice Lpez, ello no tiene nada de elogiable. Buscar
exhibirse no es propio del hombre sabio. Es deplorable que haya hombres que ejerciten su
ingenio y destreza en frivolidades.
La parte siguiente vuelve a enfatizar el modo en que se suele alabar a tales ingenios, que
discurren con audaces ilusionismos verbales como bufones o prestidigitadores. Pero, aclara el
autor, criticarlos y repudiarlos no quiere decir que se desprecie el deleite que se puede
encontrar en una agudeza. Hay que condimentar con dulzura la extrema severidad. Y el
atreverse a tales condimentos es an ms permisible en los jvenes.
La quinta parte aborda las crticas hechas por los ingenios vanos a los que buscan la
verdad. Afirma Lpez que no son ms que reproches triviales. Los ingenios verdaderamente
agudos son como el guila, que no se preocupa por insectos o nimiedades y que se remonta
hacia el sol de la verdad; son como los espejos sin deformaciones, que reflejan la realidad tal
como es. La verdadera admiracin la reciben las mentes moderadas y sinceras, entre las
cuales Lpez menciona que el mejor ejemplo es santo Toms de Aquino. 3 Orat., 1. 20 (infra, pp. 157-158).
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Captulo I
19
Por ltimo, la peroracin como ya se dijo est dedicada al virrey conde de Salvatierra,
quien es visto como un modelo de virtud, el hombre a quien se debe la prosperidad de
Mxico. El pas se lo paga con amor y respeto; ms an, las rdenes religiosas compiten en
servicios y labores para con l. Y entre ellas, la Compaa de Jess est estrechamente ligada
a l por amor y gratitud.
BALTASAR LPEZ Y SU OBRA
Baltasar Lpez, segn nos informa Beristin4, naci en 1610 en lo que hoy es San Miguel de
Allende en ese entonces San Miguel el Grande, que perteneca a la Dicesis de Michoacn,
y en 1628 profes el Instituto de San Ignacio de Loyola en la Provincia de Mxico. Hombre
al parecer de talento precoz, ya desde los 21 aos vemos que pronunci un discurso
inaugural, que an se conserva manuscrito5. En 1632, seguramente como fruto de la docencia
de gramtica y retrica que debi haber llevado a cabo desde haca dos aos, public en
Mxico Quinque libri rhetoricae, obra que permanece perdida hasta la fecha y que en otro
lugar aparece como Ars rhetoricae6, impresa por Francisco Salbago, o por Pedro Robles. En
1639, nuevamente pronuncia el discurso inaugural a los estudios en el Colegio de San Pedro
y San Pablo, obra que tambin se conserva manuscrita7.
Por la informacin que nos proporciona la portada descrita por Ignacio Osorio de la
primera impresin de su discurso inaugural de 1644, sabemos que en otro tiempo haba sido
profesor de retrica y filosofa, y para esas fechas era intrprete de las sagradas
4 BERISTIN, p. 199. 5 Infra, p. 21. 6 ZAMBRANO, p. 686. Vase tambin OSORIO, Floresta de Gramtica, pp. 186-187. 7 Infra, p. 21.
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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escrituras8. En junio de 1645, al ser lector de teologa, la Inquisicin lo nombr como
calificador9. A partir de 1647 aparece como maestro de teologa moral, y se sabe que en ese
mismo ao particip de manera activa en la famosa disputa entre Juan de Palafox y Mendoza
y la Compaa de Jess, evidentemente en defensa de esta ltima10. Al respecto, por
instancias del padre provincial Pedro de Velasco, escribi dos opsculos en defensa de los
jesuitas: De la autoridad de los Jueces Conservadores de la Compaa de Jess y Del
Derecho de Inmunidad de Diezmos que goza la Compaa de Jess11. En junio de 1650, en la
dcimocuarta procuracin provincial, fue elegido junto con Diego de Salazar como
procurador para las cortes de Madrid y Roma, pero antes de llegar a La Habana ambos fueron
vctimas de la peste, seguramente fiebre amarilla12. Muri el 17 de agosto de 1650.
Eguiara y Eguren13 aade la noticia de que Lpez particip en las misiones jesuticas de
Sinaloa, pero no se sabe ms al respecto; por su parte, Beristin habla de un manuscrito de
nuestro autor llamado Orationes Latinae diversae en la Biblioteca de la Universidad de
Mxico14, texto cuyo paradero es hoy desconocido15. Lo que s se sabe es que Lpez fue muy
8 Olim elocuentiae et philosophiae professorem, modo sacrarum litterarum interpretem. Supra, p. 16, nota 1. 9 ZAMBRANO, p. 680. De manera especfica, se sabe que Lpez particip como censor o calificador en un juicio inquisitorial contra el fraile Nicols de Alarcn por asuntos concernientes a prcticas astrolgicas. Para ms detalles, vase VALOS, pp. 158-162. 10 Palafox se refiere de manera muy despectiva a Lpez: Se hallan tan vanos esos Padres Calderon, San Migul, Monroy, y Baltasar Lopez, y el Padre Provincial que los sigue, que les parece que todo el mundo les teme, y esso les engaa, y los pierde. PALAFOX , p. 217. Para ms detalle, vase Ibid., pp. 131-221, donde Palafox alude a Lpez en repetidas ocasiones. 11 ZAMBRANO, pp. 687-688. Las dos obras al parecer, originalmente en latn son seguramente del ao 1647, aunque Beristin pone 1747 en la segunda mencionada. En efecto, 1647 es el ao preciso en que la tensin haba alcanzado su punto ms lgido entre la Compaa y el obispo Palafox, pues sta haba apelado a su prerrogativa para designar a los llamados jueces conservadores para zanjar la disputa a su favor, los cuales no eran vistos por Palafox sino como intrusos en la cuestin. 12 Ibid., p. 684 13 EGUIARA, p. 350. 14 BERISTIN, p. 200. 15 Es posible que Beristin se refiera, a pesar de que es un impreso, a la compilacin Ilustrium autorum flores, que consiste en una antologa de discursos diversos en latn. Tal vez slo revis este impreso rpidamente y, al ver que el primer discurso es de Lpez, le atribuy la autora de los dems. Otra opcin podra ser que Beristin se refiriera al ms. 8317 de la BNE, que tal vez en algn momento estuvo en la Biblioteca de la Universidad de Mxico. Supra, p. 21.
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Captulo I
21
apreciado en su tiempo. Un contemporneo suyo, Pablo de Salceda, lo llam prncipe de la
latinidad de nuestros tiempos, y el Cicern de nuestra Provincia16, lo cual indica la gran
estimacin que se le tena en el medio acadmico, especialmente por su manejo de la lengua
latina. Todava en tiempos de Eguiara goz de esta reputacin, pues despus de mencionar la
compilacin donde apareci la Oratio de 1644 por segunda vez, afirma: Nostri porro tam
ipsa est omnibus absoluta numeris, Romanique elegantia sermonis, sententiarum pondere et
amoenitate florens atque tornata Oratio, iure ut iis compaginata fuerit, quae delicatioribus et
politioribus sunt probate Magistris17.
Ahora bien, respecto a la obra de Lpez, el ms. 8317 de la BNE es particularmente
valioso18. Ah vemos aparecer, bajo la autora de Baltasar Lpez, cuatro discursos
diferentes19: el primero, en los ff. 67-74v, se titula Oratio panegyrica a P. Baltasare Lpez in
laudem divi Ildefonsi; el segundo, en los ff. 250-258, est titulado Oratio pro instauratione
studiorum habita in collegio Mexicano anno 1631; y el tercero est en los folios 260-271v y
su nombre es Oratio pro instauratione studiorum habita in collegio Mexicano Societatis Jesu
coram Marchione de Cadereyta D. Lope Daz de Armendriz, anno 1639; y el cuarto no es
otro sino la misma Oratio de 1644, en los ff. 275-290. Curiosamente, entre sta y la anterior,
hay una Oratio annima, que quizs tambin podra ser de Lpez.
Por otro lado, la Biblioteca Nacional de Mxico resguarda un manuscrito de nuestro autor,
aunque no es seguro que sea holgrafo, pues no se ve firma alguna y hay por lo menos dos o
16 ZAMBRANO, p. 684. 17 Y la oracin de nuestro autor est tan perfectamente construida con armona rtmica y con elegancia de la lengua latina, adornada y labrada con peso de sentencias y encanto, que con justicia fue compaginada con las de los ms finos y pulidos maestros. EGUIARA, p. 350. 18 Vase la descripcin completa del contenido del manuscrito en INVENTARIO, pp. 301-302. 19 Se le debe esta valiosa informacin a la Mtra. Hilda Julieta Valds Garca, de la UNAM, quien amablemente la proporcion para esta tesis. Lamentablemente, tal informacin lleg una vez que el curso de la investigacin estaba a punto de finalizar y ya no fue posible integrar algn anlisis de los tres discursos a este trabajo, que sin duda habra sido de inters. El futuro anlisis de tales textos probablemente corroborar o desmentir una buena parte de los resultados aqu alcanzados.
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
Joaqun Rodrguez Beltrn
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tres caligrafas distintas. Se trata del ms. 621, donde aparecen dos textos diferentes. El
primero se titula Disputationes de irregularitate y es probablemente posterior a 1647, pues
ah aparece nuestro autor como profesor de teologa moral. Una rpida revisin deja ver que
est estructurado de un modo tpico de la poca, es decir, planteando objeciones en forma de
preguntas y respondiendo (la comn divisin entre Quaestio y Responsio). El tema central
parece estar en definir qu actos caen fuera de la regla para un fraile. Se tratan temas como la
bigamia, el homicidio justo e injusto, la guerra justa, por ejemplo; cabe sealar que
Francisco Surez aparece citado a cada momento. El segundo tratado se titula Tractatus de
restitutione y es probablemente posterior a 1645, pues Lpez aparece slo como profesor de
teologa. Tiene la misma estructura, versa sobre los casos en que es necesario compensar a
alguien a causa de algn dao material o moral.
Quedan slo dos cosas por mencionar con respecto a la obra de Lpez: en primer lugar, se
le ha atribuido errneamente una obra. Alfonso Mendiola Meja y Perla Chinchilla Pawling20,
haciendo una lectura equivocada de un pasaje ligeramente ambiguo de Ignacio Osorio
Romero21, creen que ste afirma que la obra manuscrita llamada In totius rhetoricae libros
praefatiuncula que aparece al inicio del famoso ms. 1631 de la BNM pertenece a Baltasar
Lpez. Pero sin duda, tanto al revisar directamente el manuscrito, como al ver las
descripciones detalladas que Osorio da de ste en otros lugares22, es claro que se trata de un
20 MENDIOLA y CHINCHILLA , p. 54. 21 El pasaje es sin duda ambiguo puesto que, dentro de un recuento general de obras neolatinas importantes en la Nueva Espaa, salta de los impresos a los manuscritos sin hacer punto y aparte y al parecer hablando todava del mismo autor: Contemporneo de Gonzlez fue Baltazar Lpez, llamado Cicern de la Provincia, quien, al parecer edit en 1632 un tratado de retrica titulado: Quinque libri rhetoricae. A estas obras impresas debemos agregar otras que no pudieron llegar a las prensas. La ms importante es un tratado, probablemente escrito a fines del siglo XVI o principios del XVII, con el ttulo In totius rhetoricae libros, que se conserva manuscrito en la Biblioteca Nacional de Mxico. OSORIO, Latn y neolatn en Mxico, p. 21. Por otro lado, parece difcil de creer que Osorio, quien haba hablado de la vida de Lpez nacido en 1610 en otros lugares, hubiera credo que ste haba escrito una obra a finales del siglo XVI. 22 OSORIO, Floresta de Gramtica, p. 361.
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Captulo I
23
texto annimo; por lo cual, para proponer a Lpez como posible autor se necesitara al menos
alguna prueba.
En segundo lugar, la nica composicin potica que se ha podido localizar de Lpez es
uno de los ltimos textos que aparecen en el ya mencionado manuscrito 1631. Se titula
Heroicos (f. 200v) y consiste en una recreacin en hexmetros latinos de lo que le ocurri al
barco de san Felipe de Jess cuando, segn la historia, una tormenta lo arrastr a las costas
de Japn, donde muri martirizado. El texto procede por oposiciones: al inicio se presenta la
imagen feliz de un barco cargado de riquezas y de seda iniciando su travesa rumbo a
Amrica con vientos favorables; despus, brota una gran tempestad que lo hace chocar contra
los peascos japoneses y despedazarse; por ltimo, en los dos ltimos versos, la tragedia se
interpreta como una victoria en el plano escatolgico, pues ha sido motivo para la gloria
ultraterrena de san Felipe de Jess, primer santo novohispano y, por tanto, uno de los ms
famosos.
ste es el nico texto del mencionado manuscrito en el que se puede apreciar la firma de
Baltasar Lpez. Ignoro cules son los indicios que han llevado a Ramn Kuri Camacho a
atribuirle casi todo lo que aparece a partir del f. 185r del mencionado manuscrito, pues no da
ninguna justificacin ms all del hecho de citar los nombres de las obras que ah se
encuentran23; obras que, para quien inspeccione el manuscrito, parecern sin duda annimas.
Kuri Camacho parece traer a Lpez a colacin principalmente para ejemplificar la clara
conciencia que poda tener un autor jesuita de aquel tiempo acerca de la estrecha conexin
23 Es as como lo cita: LPEZ, S. J., Baltazar: Epigrammata pro lauro accipienda. Idem: Ad grates Amici epistola, in qua tota sedes Tepotzotlana erudite et accurate describitur. Anagramma ex litteris Patris Angeli Balestra. Anagramma ex litteris Thomae Dominguez. Epigrammata in Nativitatem, de Sancto Nonnato, contra feminas, ad nomen Patris Magistri Angelo Balestra, ad Patrem Melchiorem Maldonado. Egloga in Sanctum Nonnatum. Elegia ad Sanctam Doroteam. In Sanctam Agatham elegia. In Sanctam Apolloniam elegia . De tribus votis epigramma. In laudem duorum fratrum quorum Magister Rosales nominabatur. De arte rethorica. Ms. 1631. Biblioteca Nacional de Mxico. KURI, Barroco jesuita", p. 64. Ntese que tambin le atribuye el tratado de retrica ya mencionado, del mismo modo que Mendiola Meja y Chinchilla Pawling.
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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entre los Ejercicios Espirituales ignacianos y la retrica de los afectos. Dicha conexin,
segn el autor, reposaba en una educacin comn dirigida a purificar la razn y los
sentimientos a travs de una eliminacin de las afecciones desordenadas; es decir, se trataba
de una educacin sensible y, por lo tanto, esttica, pues estaba dirigida a desarrollar el plano
de los sentidos lo que se ve, se escucha o se toca en relacin con Cristo y la Pasin. Es
verdad que la dificultad de atribuirle esa conciencia a Baltasar Lpez no desacredita en
absoluto estas reflexiones de Kuri Camacho, pues en su argumentacin no tiene mucha
importancia poner un jesuita novohispano del siglo XVII o Baltasar Lpez al citar
palabras del manuscrito; pero s hace que recaiga una sombra de duda cada vez que menciona
a dicho autor y le atribuye frases especficas24.
De cualquier modo, es sin duda la Oratio pro instauratione studiorum de 1644 la obra
ms llamativa de Lpez, al menos de lo que disponemos en Mxico. La importancia que le
dieron sus contemporneos novohispanos a tal discurso se puede ver claramente reflejada,
como ya se mencion, en el hecho de que se imprimiera posteriormente junto con otros
discursos que sin duda en el mbito jesutico de aquel tiempo se tomaban como
paradigmticos en el campo de la elocuencia en lengua latina. Ah se ve aparecer el texto de
Baltasar Lpez en primer lugar, y despus los siguientes autores: Horacio Quaranta; Cicern,
con las Filpicas cuarta, sexta, novena y primera; Famin Strada, a quien sus contemporneos
italianos llamaban el orculo latino de nuestros tiempos25; Vicente Giunigi, o bien, en su
forma latina, Ginitius; Nicols Avancino; y Luis Giuglaris26.
24 Ibid., p. 65. 25 FUMAROLI , Cicero pontifex romanus p. 812. 26 Para dichos autores, vase OSORIO, Floresta de Gramtica, pp. 269-272. Osorio aade un candidato probable para la autora de la compilacin: Lucas del Rincn.
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Captulo I
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Se puede, pues, afirmar sin temor a equivocarse que el discurso de Lpez fue tomado por
sus coetneos jesuitas como modelo a seguir, lo cual queda claro tambin al tener en cuenta
que la Congregacin de la Anunciata, que fungi como editora de tal compilacin, tena
como una de sus funciones caractersticas en relacin con el Colegio Mximo la de preparar
para la imprenta los libros de texto para los estudiantes de dicho establecimiento27.
Por ltimo, cabe mencionar que la nica persona de la que se tiene noticia que haya
abordado de alguna manera dicha obra de Baltasar Lpez es Ignacio Osorio Romero, quien
en el captulo llamado Initia o prolusiones de su obra Tpicos sobre Cicern en Mxico,
menciona el discurso como prueba de la fuerte influencia de Cicern como modelo en la
Nueva Espaa. Junto a esto, Osorio aade informacin biogrfica del autor y una
reproduccin del inicio de la Oratio. En suma, lo que se ha llevado a cabo para el estudio
crtico de la Oratio pro instauratione studiorum de 1644 es casi nulo: slo pgina y media.
LA TRADICIN DE LOS DISCURSOS INAUGURALES
Los discursos inaugurales pertenecen a la oratoria acadmica; y as, tienen una tradicin que
puede remontarse fcilmente a los inicios de la universidad en la Edad Media. A lo largo del
tiempo, se han usado muchas denominaciones para estos discursos: entre los ms antiguos
parece predominar el nombre de sermo, pero para otros se usa oratio muchas veces
acompaados de inauguralis, o pro instauratione studiorum; se pueden encontrar muchos,
asimismo, con el nombre de dissertatio inauguralis, o bien siguiendo el famoso gnero
medieval disputatio. Tambin poda emplearse la palabra initium para referirse a estas
piezas oratorias latinas, e incluso segn afirma Osorio Romero refirindose a la Nueva
27 GMEZ, p. 64.
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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Espaa prolusio28. De cualquier modo, desde sus comienzos, estos discursos tuvieron un
lugar importante en las costumbres que organizaban la vida acadmica de las universidades
europeas:
Almost from the origins of the medieval universities, orations the early ones better described
as secular sermons punctuated the rhythms of academic life. Typical occasions included
graduation ceremonies, the opening of the academic year, the beginning of a course of
lectures, or funerals of colleagues. Audiences on such occasions would be unlikely to be
confined to one faculty and might constitute a large part of the academic community29.
En general, se puede decir que hay tres modalidades de discurso inaugural, yendo de lo
general a lo particular: discurso para dar inicio a los estudios de toda una universidad o
colegio; oracin para inaugurar un curso o para dar inicio formal a las actividades de un
profesor (una especie de toma de posesin del cargo, por ejemplo, de la clase de retrica),
llamada comnmente prolusio; y discurso para dar inicio de una clase, llamado praelectio.
Hay que enfatizar, al respecto, que la distincin entre los dos primeros tipos con mucha
frecuencia est lejos de ser ntida en ciertos contextos30. Y as, la llamada preleccin o
praelectio est relativamente bien caracterizada por oposicin a los otros tipos: Prolusiones
y praelectiones tendan a estructurarse en forma de divisiones philosophiae: las primeras,
cindose en buena medida a la organizacin de los ciclos y facultades universitarias; las
segundas, subrayando la situacin del tema o la obra dentro del conjunto del saber31.
28 Aunque la palabra prolusio tena la facultad de designar discursos acadmicos en otras circunstancias (en defensa de una tesis, en graduaciones, etc.), para el caso de los pronunciados en la apertura de cursos se usaba indistintamente initium o prolusio. OSORIO, Conquistar el eco, p. 168. 29 Casi desde los orgenes de las universidades medievales, las oraciones las ms tempranas de las cuales pueden describirse mejor como sermones seculares marcaron el ritmo de la vida acadmica. Las ocasiones tpicas incluan ceremonias de graduacin, la apertura del ao escolar, el inicio de una serie de ctedras o funerales de colegas. En tales ocasiones, sera improbable que las audiencias estuvieran constreidas a una facultad, y podan estar conformadas por una gran parte de la comunidad acadmica. SIRAISI, p. 193. 30 "Non di rado la distinzione tra le orazioni che inaugurano l'anno accademico, sia dell'intero corpo universitario che del solo Studio degli artisti, e quelle che inaugurano una condotta rimane assai labile". CAMPANELLI , p. 28. 31 RICO, pp. 163-164.
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Captulo I
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El discurso inaugural como parte de los eventos acadmicos acostumbrados queda
registrado, por ejemplo, ya desde el ao 1317 en los estatutos de la Universidad de Boloa,
que prescriban que el 10 de octubre hubiera un sermo decretistae (discurso de un decretista,
es decir, expositor del Decreto de Graciano) y despus se oficiara una misa como ceremonia
de inicio de cursos32. Con el paso de los aos, la costumbre se consolid, y es as como se ve
llegar hasta finales del siglo XIX, an en su forma latina en algunos lugares.
De un modo general, se puede decir que este gnero de oratoria se extendi hasta el
Renacimiento con una misma caracterstica que se repite de manera constante: su relacin
directa con la retrica epidctica o demostrativa, especialmente con las llamadas laudes
disciplinarum (elogios a las disciplinas)33, lo cual es lgico al pensar que los initia estaban
dirigidos a estimular a los alumnos al estudio. Esta estrecha relacin con los elogios a las
disciplinas es particularmente manifiesta, por ejemplo, en las oraciones de Bartolommeo
della Fonte en el siglo XV34, quien pronunci oraciones inaugurales en laudanza a la
elocuencia (es decir, la retrica), a la poesa, a la historia y a otras disciplinas.
Al respecto, vale la pena mencionar dos cosas de importancia: por un lado, dichos elogios
se ligaban directamente a uno de los temas tpicos del Renacimiento, a saber, la dignidad del
hombre35. Pinsese, por ejemplo, en el famoso Discurso sobre la Dignidad del Hombre de
Pico della Mirandola y en el carcter particularmente representativo del espritu renacentista
32 KANTOROWICZ, p. 27. 33 Segn se desprende del discurso de Andrea Brenta pronunciado en Roma probablemente en 1482, cualquier discurso inaugural tena como tema la alabanza de alguna disciplina: Sic itaque mihi videtur optima maiorum nostrorum consuetudine comparatum esse ut singulis annis Gymnasii nostri et professionis initio de disciplinarum laudibus oratio haberetur (). BRENTA, p. 60. 34 TRINKAUS, pp. 52-87. 35 Lorenzo Lippi lo expresa en pocas palabras en su discurso inaugural de 1473, precisamente dedicado a elogiar las artes y las ciencias (ms exactamente, el trivium, adems de la poesa, la filosofa, la medicina, el derecho y la teologa): Quis non digne miretur summisque in caelum laudibus efferat, qui mente atque ratione divinitus nobis data bene et prudenter utatur? Hac uti nihil aliud est, quam hominis dignitatem praestantiamque servare. LIPPI, p. 283.
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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que ah se expresa. Elogiar las disciplinas es un modo, pues, de alabar el saber humano y,
especialmente, el modo tajante en que el hombre se distingue de las bestias36, tema tpico en
los humanistas, entre los cuales se ve aparecer una y otra vez aquel famoso pasaje de Cicern
al inicio del De inventione37.
Por otro lado, los elogios a las disciplinas tambin implicaban con frecuencia una toma de
posicin casi antagnica desde el punto de vista profesional por parte el orador. Un buen
ejemplo de ello puede ser la oracin inaugural que pronunci Andrea Alciato en Boloa en
1537. Como era de esperarse en un jurista, en su encomio al derecho ensalza a tal grado esta
disciplina, que termina colocndola en el punto medular del conocimiento, en el centro en
torno al cual gravitan todas las facultades cognoscitivas y expresivas del hombre38. Se
percibe, entonces, que dicha toma de posicin consiste en asumir y reivindicar la importancia
y el estatus de la propia disciplina, y es as como vemos con frecuencia que en el
Renacimiento haya apasionadas defensas de la retrica o la poesa. Son este tipo de
consideraciones las que, sin duda, han llevado a Kristeller a enfatizar a tal grado el aspecto
profesional de los humanistas, haciendo notar que, ante todo, el humanista es alguien
dedicado a los studia humanitatis, es decir, gramtica, retrica, poesa, historia y filosofa
moral39.
Pero ello no debe hacernos creer que en todos los casos los initia eran encomios a las
disciplinas o que siempre implicaban esa toma de posicin en el mbito profesional. Los
discursos inaugurales se enmarcan en la oratoria acadmica tema relativamente poco
estudiado respecto al Renacimiento si se compara con la cantidad de estudios que otras reas
36 Para ms informacin, vase RICO, en el apartado titulado Laudes disciplinarum Humanismo y dignidad del hombre en el Renacimiento, pp. 163 y ss. 37 Cic., Inv., 1. 5. 38 AVELLINI , p. 15. 39 KRISTELLER, Renaissance Thought and its Sources, p. 98.
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Captulo I
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de la cultura renacentista han generado, y como tales, tratan los temas que a lo largo de las
diversas pocas han sido de inters acadmico. La oratoria acadmica humanstica en general
se realiza en el marco institucional fundado desde la Edad Media, es decir, en la serie de
actos acadmicos que ya eran costumbre desde siglos atrs. Hay una expresa conexin entre
el ars arengandi italiano de finales de la Edad Media y la oratoria de los humanistas [].
Esta conexin se halla en el modelo formal e institucional de los discursos, no en su
especfico estilo literario o en sus contenidos40. Se puede afirmar, pues, que la tradicin de
los initia ha seguido a grandes rasgos los mismos vaivenes que la oratoria acadmica en latn
a lo largo de los aos, la cual era sin duda una de las piezas fundamentales en el quehacer
intelectual de las lites.
Ahora bien, los jesuitas tomaron la costumbre de estos discursos con toda seguridad a
partir de la Universidad de Pars, que en buena medida sirvi como modelo educativo para
sus colegios41, y aunque parece ser que en general siguieron la tradicin parisina de
comenzar cursos el da de san Remigio (1 de octubre)42, en el caso del Colegio Mximo de
San Pedro y San Pablo y probablemente en todos los colegios de jesuitas en la Nueva
Espaa ocurra el da de san Lucas (18 de octubre)43, tradicin al parecer de origen bolos.
Tanto en la Real y Pontificia Universidad de Mxico como en el Colegio Mximo, los
initia eran un evento de gran importancia, pues reuna a las mximas autoridades civiles y
eclesisticas del momento y a veces se acompaaba de certmenes literarios44. Se tiene
noticia, por ejemplo, del que pronunci Francisco Cervantes de Salazar en la apertura de
dicha universidad en 1553, al que asistieron, adems de los acadmicos, el cabildo de la
40 KRISTELLER, La retrica en la cultura medieval y renacentista, p. 24. 41 Vase CODINA, El Modus parisiensis. 42 Ibid., p. 49. 43 DAZ, p. 24. 44 GMEZ, p. 71.
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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Catedral Metropolitana, los oidores de la Real Audiencia y el virrey, Luis de Velasco45. Algo
muy similar ocurri con la apertura del Colegio Mximo en 1554, en la cual, segn Gmez
Robledo, el discurso corri a cargo de Juan Snchez Baquero46.
De los initia novohispanos conservados pues los dos mencionados estn desaparecidos,
son tres los que hasta cierto punto han despertado mayor inters: uno, el ms antiguo, es el
que pronunci Juan Bautista Balli en 159647, que sigue la tendencia de las laudes
disciplinarum y eleva la jurisprudencia al mximo estatus posible de nobleza de las
disciplinas en aquel tiempo, es decir, justo debajo de la teologa48. El segundo proviene de la
pluma de Juan Gregorio Campos y Martnez y consiste en una oratio apologetica49 en contra
de las famosas ideas del den de Alicante, Manuel Mart; se le ha prestado atencin, sin
duda, por su papel en la respuesta novohispana a estas ideas, en la cual, como se sabe, tuvo el
protagonismo Juan Jos de Eguiara y Eguren. Y el tercero debe la atencin que ha recibido50
ms a su autor que al texto mismo; titulado Prolusio Grammatica de Syntaxi y reproducido
en el ms. 1600 de la Biblioteca Nacional de Mxico, pertenece a uno de los autores ms
reconocidos en el neolatn mexicano: Francisco Javier Alegre. Fue dado a conocer a finales
del siglo XIX por Garca Icazbalceta51 y en el siglo XX por Ignacio Osorio52.
De todo ello se puede deducir el innegable gusto por los discursos inaugurales latinos en
la intelectualidad novohispana. Por el mismo tipo de acto acadmico-social que entraaban,
constituyen una oportunidad nica para adentrarse en lo que se podra llamar ortodoxia
45 CARREO, p. 41. 46 GMEZ, p. 40. 47 Llamada Oratio in laudem iurisprudentiae, habita pro studiorum initio, BALLI . 48 Ibid., f. 4v. 49 CAMPOS. 50 VAN DER POEL, Teaching latin in eighteenth century Mexico. 51 GARCA ICAZBALCETA, pp. 197-205. 52 OSORIO, Tpicos sobre Cicern en Mxico, pp. 143-149. Para ms initia novohispanos y su localizacin, vase Ibid., pp. 110-150.
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Captulo I
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acadmica, es decir, el campo discursivo e ideolgico de lo que era posible decir, lo que
estaba aceptado, lo que era susceptible de ser admirado. Y sin duda, si alguno de ellos
lograba llegar a las prensas era por su facultad para satisfacer por entero las expectativas.
Ahora bien, tambin por su propio carcter, estaban forzados a investirse de cierta novedad
para que pudieran ejercer un impacto aceptable en el pblico; de otro modo, caeran
irremisiblemente en lo rutinario del mismo acto acadmico.
En efecto, es innegable que este gnero de discursos parta de un esquema muy bien
definido, el cual sin duda en ocasiones poda producir el efecto de algo terriblemente
rutinario. Campanelli describe sus caractersticas al respecto:
Chiunque ne sia l'autore, qualunque sia lo Studio interresato, questi testi obbediscono ad una
topica estremamente rigida che li vincola ai binari di un percorso sempre uguale a se stesso,
dall'iniziale excusatio alla coneguente captatio benevolentiae, agli elogi delle autorit, dei
professori, del principe e della citt sede dello Studio, alla lode delle discipline insegate nello
Studio stesso, per concludersi con l'esortazione rivolta ai professori e, soprattuto, al giovani a
dedicarsi con alacrit rispettivamente all'insegnamento e all'apprendimento delle bonae artes.
La pesante ripetitivit imposta a questi discorsi dalle circonstanze e dalla cornice in cui
venivano pronunziati, oltre che da un tradizione che spesso confondeva le proprie origini con
quelle dei singoli Studia [] e che era tanto pi condizionante quanto pi poteva vantare al
suo attivo i nomi di illustri oratori delle generazioni precedenti, fin per dar adito ad
operazioni non del tutto cristalline; si scoprono cos professori che nel passare da uno Studio
all'altro riciclano interi brani delle orazioni gi pronunciate altrove limitandosi a mutare,
qualora vi ricorrano, i nomi della citt o del principe, che mettono a punto nei loro quaderni
lodi delle discipline pronte per essere pronunciate ogniqualvolta le circonstanze lo avessero
richiesto, che non esitano ad inserire nei loro discorsi interi brani tolti da orazioni dei loro
predecessori53.
53 Quienquiera que sea el autor, cualquiera que sea el Studium interesado, estos textos obedecen a una tpica extremadamente rgida que los vincula a las vas de un recorrido siempre igual a s mismo, desde la inicial excusatio a la consiguiente captatio benevolentiae, a los elogios de la autoridad, de los profesores, del prncipe y de la ciudad sede del Studium, a la laudanza de las disciplinas enseadas en el mismo Studium, para concluirse con la exhortacin dirigida a los profesores y, sobre todo, a los jvenes a dedicarse con prontitud respectivamente a la enseanza y al aprendizaje de las bonae artes. La enojosa repetitividad impuesta a estos
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La agudeza del ingenio vista por un humanista novohispano
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Sin embargo, lo anterior corre el peligro de convertirse en prejuicio al momento de
abordar este tipo de textos; ms an, un prejuicio que ha hecho que ni siquiera hayan sido
abordados seriamente ms que en contados casos. Tal vez la mejor manera de examinarlos es
tener presente tanto lo que implica lo rutinario y la imitatio, como los pequeos resquicios a
veces no tan pequeos, como se ver en el captulo IV en donde se percibe un tratamiento
peculiar al autor. Y es que los mismos principios de la imitatio, a los cuales ya estn
particularmente familiarizados quienes estudian la literatura neolatina, asumen la novedad
como algo que necesariamente implica el remitirse a algo ya hecho. Y as, con toda seguridad
haba algunos discursos que, en el fondo, no hacan ms que repetir algo ya dicho hasta el
cansancio; pero haba otros que realmente lograban los ideales de la imitatio, esto es, la
intensa capacidad asimiladora y recreadora a partir de otras obras con el fin de crear algo
peculiar.
Sin duda el segundo caso es ms llamativo e interesante para los investigadores la
llamada Lamia de Poliziano ha recibido, por ejemplo, algunos estudios; pero hay que
recalcar el hecho de que incluso el primer caso tiene inters por cuanto que revela
directamente un cierto establishment ideolgico, esttico y cultural de la poca. Se ha
afirmado, incluso, que la fuerza misma de un evento institucional del tipo de los discursos
inaugurales poda prcticamente anular las convicciones ms personales del orador: The
rules of epideictic oratory did not require the author to explore or answer all possible
discursos por las circunstancias y por el marco en que venan pronunciados, adems de provenir de una tradicin que frecuentemente confunda los propios orgenes con los de cada uno de los Studia [], y de que era tanto ms condicionante cuanto ms poda ensalzar en su provecho los nombres de los ilustres oradores de las generaciones precedentes, termin por dar pie a operaciones no del todo cristalinas: se descubren, as, profesores que en el pasar de un Studium a otro reciclan fragmentos enteros de las oraciones ya pronunciadas en otro lugar, limitndose a cambiar, si acaso ah se presentan, los nombres de la ciudad o del prncipe, que acomodan en sus cuadernos encomios a las disciplinas, listos para ser pronunciados cada vez que las circunstancias lo requieran, que no dudan en insertar en sus discursos fragmentos enteros tomados de oraciones de sus predecesores. CAMPANELLI , p. 32.
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Captulo I
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counterarguments to his thesis, he was merely expected to be agreeable and say what the
occasion demanded regardless of personal convictions54.
De cualquier modo, pues, el estudio de los initia y no slo en el contexto novohispano
est an por hacerse. El estudio profundo de stos, sin duda, puede ser de gran ayuda para
revelar el clima cultural de una poca, y ms particularmente, en el caso de la Nueva Espaa,
las facetas o modalidades que tom el espritu criollo a travs de la literatura neolatina.
54 Las reglas de la oratoria epidctica no exigan que el autor explorara o respondiera a todos los posibles contraargumentos de su tesis, nicamente se esperaba de l que fuera agradable y dijera lo que la ocasin peda sin importar las convicciones personales. RUMMEL, pp. 3-4. La misma idea es retomada por ELLIOT VAN LIERE, pp. 61-60.
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Captulo II
LA NOCIN DE AGUDEZA Y SU DESARROLLO ENTRE LOS ANTICICERONIANOS
Antes de abordar directamente la obra de Lpez, es preciso explicar las races en que se
hunde el concepto de agudeza del ingenio, ya que sin esto es imposible comprender
cabalmente los planteamientos del jesuita. Lo que se tratar, pues, de defender aqu es que,
entre las distintas vertientes del siglo XVII en torno a tal concepto, son dos las esenciales que
sirven como teln de fondo para el discurso: una de carcter epistemolgico y otra de tipo
estilstico.
LA AGUDEZA DEL INGENIO
La intelectualidad de la primera mitad del siglo XVII tuvo una preocupacin primordial que,
en cierto modo, resulta casi incompatible con nuestros esquemas de pensamiento actuales. Se
podra decir que en aquella poca se intent explicar, desde un punto de vista tanto terico
como prctico, el placer intelectual, es decir, el deleite que sobreviene de un modo
inextricablemente unido a la comprensin de algo, sea una obra literaria en general, sea un
solo pasaje o incluso una frase. Se trata de una nocin un tanto ajena al imaginario actual
segn el cual la forma y el fondo estn delimitados y separados de tal manera que, grosso
modo, corresponden respectivamente a la experiencia esttica y a la comprensin intelectual.
El siglo XVII asume conscientemente estos dos elementos como partes de un mismo hecho
indisoluble: incluso algo que parecera meramente formal o arbitrario, como la semejanza
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entre dos palabras distintas, o el paralelismo entre dos frases correlativas o contrapuestas, es
portador de significado y, simultneamente, de placer.
Pues bien, el gran xito que tuvo el hablar de la agudeza del ingenio ya desde finales del
siglo XVI, pero especialmente a lo largo del siglo XVII, se debe principalmente a tal fusin
de lo esttico y lo intelectual. En esa poca se percibe ya de un modo claro que muchas obras
literarias, de una forma evidentemente intencionada, se presentan a s mismas como algo a
desentraar por parte del lector. El lector, pues, desde esta perspectiva, est constreido a
utilizar su ingenio o ms exactamente, la punta o la cua de su ingenio para penetrar en el
sentido de un texto, ese sentido que est ah oculto y latente1. No en vano uno de los primeros
tratadistas de lo agudo afirmaba:
Effectus ergo et proprietas acuti est admirationem cum delectatione parere in animo audientis.
Admiratio vero nascitur ex inopinato, quod nimirum audiamus aliquid, quod non
exspectabamus cuiusque causa nos latebat, ac proinde accidere illud non putabamus. Nam ut
Aristoteles docet, admiratio nascitur ex ignoratione causarum. Si rursus haec admiratio
coniunctam habet delectationem (ut semper oportet accidere in acuto a nobis percepto,
admiramur enim illud cum delectatione), debet habere ex altera parte apparentiam aliquam
causae illius, quae latebat, propter quam accidere illud videamus, quod accidere posse non
sperabamus2.
As, el placer y las funciones intelectuales se plantean como inseparables. El deleite y la
admiracin se conjugan ante el descubrimiento de algo inesperado en la lectura. Estamos ante
la unin indisoluble entre docere y delectare. Esto tiene enormes implicaciones al momento
1 Ntese la facilidad con la que es posible pasar de un escritor agudo a un lector agudo, por mediacin de un texto con caractersticas peculiares. Estos son los tres elementos susceptibles de designarse como agudos y ello se ver ejemplificado a lo largo de este captulo. 2 Por tanto, el efecto y la propiedad de lo agudo es producir en el nimo del oyente la admiracin junto con el deleite. La admiracin nace de lo inesperado, pues ciertamente omos algo que no esperbamos y cuya causa nos estaba oculta, y por tanto no considerbamos que ello ocurrira. Pues, como ensea Aristteles, la admiracin nace de la ignorancia de las causas. Pero si, en cambio, esta admiracin tiene adjunto un deleite (como siempre es preciso que ocurra segn nuestra definicin de lo agudo, pues admiramos eso con deleite), debe tener, por otra parte, alguna apariencia de aquella causa que estaba oculta, gracias a la cual veamos que ocurre aquello que no esperbamos que ocurriera. SARBIEWSKI, 2, p. 7.
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Captulo II
37
de analizar las obras literarias de la poca: por un lado, nos habla de un ideal que asuma las
llamadas figuras literarias como procedimientos que, para su xito, deban tener un cierto
espesor intelectual; por otro lado, nos hace eliminar inmediatamente el prejuicio segn el
cual lo que distingue al barroco no es ms que la acumulacin de ornamentos superficiales. Y
es que en una rpida revisin en torno a la nocin de agudeza del ingenio podemos
percatarnos de que ella est precisamente en contra de tal superficialidad. De ah la misma
metfora de lo agudo como lo que penetra en lo hondo de las cosas.
Ahora bien, aunque una explicacin de la nocin de la agudeza a lo largo del tiempo
excede los lmites de la presente tesis, puede ser de utilidad hacer un esbozo sobre el tema.
En general, desde el punto de vista conceptual, a lo largo de los siglos la idea flucta entre
dos polos: uno general, donde se usa para designar una cualidad intelectual relacionada con
la perspicacia; y otro concreto, donde lo agudo se utiliza para referirse a una frase especfica,
a una tendencia estilstica particular, o bien a una figura o un grupo de figuras retricas que
comparten ciertas caractersticas.
Por otro lado, para fines explicativos, se puede hacer una divisin entre, por un lado, la
idea como tal de la agudeza del ingenio, es decir, la forma en que muchos autores
describieron lo que consideraban agudo sea desde el punto de vista general, sea desde el
punto de vista concreto, empleando directamente palabras relacionadas, como punzante,
picante, afilado3; y por otro lado, el uso patente, por parte de otros autores, de ciertas
caractersticas en su estilo o en su modo de pensar que han hecho que se les califique como
agudos aunque en realidad ellos no hayan usado tal palabra para describirse a s mismos.
En pocas palabras, se trata de una distincin entre la definicin general o concreta y la
3 En latn las palabras relacionadas son las siguientes: acumen, acutus, aculeus, acies, acris, acrimonia, argutiae, argutus, mucro. Segn la interpretacin de lo agudo, poda tambin relacionarse con palabras como asteia, urbanitates, venustates, sales, facetiae, subtilis. CASAS, pp. 80-81.
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aplicacin. En ambos casos, la agudeza se remonta hasta la Antigedad grecolatina, pasando
desde luego por la Edad Media.
Desde un punto de vista general, en la Antigedad se utiliza normalmente la palabra
agudo para describir un ingenio gil y penetrante. A grandes rasgos, ingenium se opone al
arte, esto es, a la tcnica4. El ingenio, as entendido, pertenece a lo natural; es una capacidad
innata que, por medio del aprendizaje y la prctica, se puede aguzar5.
Sin embargo, en la Antigedad esta nocin general comenz muy rpidamente a tomar un
cariz ms concreto, como ocurre en Aristteles, Cicern, Quintiliano, Demetrio y
Hermgenes de Tarso. Con respecto a Aristteles, los pasajes ms importantes son aqullos
de la Retrica en los que se refiere a las expresiones cultas y elegantes ()6, aunque es
cierto que no utiliza ah la palabra agudeza (, ). En algunos de los
ejemplos que da Aristteles, sin duda, puede ser traducido como dicho
ingenioso. En este contexto, son dos aspectos por los que es importante el antecedente de
Aristteles: por un lado, porque en l ya est claramente definida la idea del placer que surge
de la comprensin de algo que a primera vista no es evidente7, es decir, la conjuncin
inevitable entre docere y delectare, producto en buena medida de la conocida visin
aristotlica respecto a la inclinacin natural de todo hombre a aprender; por otra parte,
porque en algunos de los ejemplos que pone, se notan ya ntidamente algunos de los
4 La oposicin ingenium / ars es una constante evidente en muy diversos autores antiguos. Vase, por ejemplo, la descripcin que hace Tcito de Apro, uno de los personajes del Dilogo sobre los oradores: "Aper omni eruditione imbutus contemnebat potius litteras quam nesciebat, tamquam maiorem industriae et laboris gloriam habiturus, si ingenium eius nullis alienarum artium adminiculis inniti videretur". Tac., Dial., 2. 2. 5 Es justo lo que dice Quintiliano (Inst., 1. 10. 34) al hablar de la geometra y cmo agudiza el ingenio: In geometria partem fatentur esse utilem teneris aetatibus. agitari namque animos et acui ingenia et celeritatem percipiendi venire inde concedunt. 6 Recurdese que la oposicin que hacan los griegos entre y fue retomada en latn como urbanus y rusticus, respectivamente, adjetivos muy frecuentes para ensalzar o denostar distintos estilos. 7 Arist., Rh., 3. 10.
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elementos que despus definirn constantemente lo agudo: el carcter inesperado de una
frase, la brevedad en las expresiones, el uso de metforas8, de anttesis o analogas, de
dilogas o recursos que exploten la ambigedad de las palabras.
En este contexto, Cicern es sin duda un autor clave, pues refleja simultneamente un
sentido general y un sentido particular de la nocin de agudo. En el plano general, con
Cicern nos percatamos de que la agudeza, como cualidad del ingenio perspicaz, se relaciona
directamente con la inventio y con la facultad de encontrar o extraer los modos adecuados
para persuadir9.
En un plano ms particular, vemos que en el De oratore aparecen una y otra vez palabras
como acutus, argutus o acumen10 en un largo apartado dedicado a lo risible11. Hay que
mencionar, por cierto, que este texto pas prcticamente inadvertido hasta el Renacimiento;
recurdese que durante la Edad Media las dos principales fuentes latinas en retrica eran el
De inventione y la Rhetorica ad Herennium, lo cual quizs ayudara a explicar por qu, entre
muchas otras razones, la idea de la agudeza cobr tanto auge entre los humanistas.
Otro texto ciceroniano de importancia al respecto es sin duda el Orator, en donde la
nocin de lo agudo est claramente asociada a un estilo especfico. En la descripcin que
Cicern hace de la famosa distincin en tres estilos (genera dicendi), se percibe que la
8 Sin duda la metfora ocupa el lugar central en todo este pasaje de Aristteles. Pero a medida que en diversos autores las reflexiones en torno a la agudeza se hacen ms definidas hasta culminar en el siglo XVII, se percibe que la metfora no es admitida en general como recurso intrnsecamente agudo, sino que slo un cierto tipo de metforas son agudas. Por lo dems, quizs a este pasaje se deba, en parte, el hecho de que la crtica anglosajona haya interpretado casi como sinnimos conceit (o concepto) y metfora, como hace RUTHVEN. 9 Ello es claro, por ejemplo, cuando Cicern habla de Publius Antistius, y lo elogia con respecto a cada una de las partes de la retrica: Rem videbat acute, componebat diligenter, memoria valebat; verbis non ille quidem ornatis utebatur sed tamen non abiectis; expedita autem erat et perfacile currens oratio; et erat eius quidam tamquam habitus non inurbanus; actio paulum cum vitio vocis tum etiam ineptiis claudicabat. Cic., Brut., 227. Ntese que Cicern sigue un orden claro en su elogio: Inventio, dispositio, memoria, elocutio, actio. 10 Para argutus o argutissimus, vase Cic., De or., 2. 250 y 268; para acutus, 2. 253 y 273; para acumen, 2. 236, 244 y 257. 11 El mismo espaol coloquial de Mxico, por ejemplo, conserva esta idea en el uso de la palabra puntada con la acepcin de ocurrencia, idea inesperada, o dicho agudo.
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agudeza es uno de los rasgos del estilo bajo, que asocia con el tico: Et contra [fuerunt
oratores] tenues, acuti, omnia docentes et dilucidiora, non ampliora facientes, subtili quadam
et pressa oratione limati12. Ntese, por lo dems, que lo anterior implica tambin una
conexin entre lo agudo, lo sutil y lo breve, todo encaminado ms a la enseanza que a la
profusin de palabras; idea que tiene gran importancia, pues se convertir en uno de los ejes
articulatorios de la nocin de lo agudo hasta el siglo XVII.
En otro pasaje del mismo libro, Cicern da una descripcin ms detallada del orador
tico13. Ah se ven aparecer adjetivos como summisus, humilis, subtilis, tenuis, demissus,
acutus, al tiempo que se clarifica la relacin que hay entre este estilo y el recurso a lo risible
(sales, facetiae): tal recurso no es ms que una de las posibilidades del estilo tico, algo as
como un subtipo, no algo que lo defina en su totalidad. Desde esta perspectiva, de cualquier
modo, se percibe que la nocin de agudeza es una de las claves para caracterizar el estilo
aticista como opuesto al asianista.
En el caso de Quintiliano, adems de la nocin general de lo agudo como cualidad del
ingenio natural, hay tambin un sentido ms concreto en relacin con lo risible, al igual que
en Cicern14. Con Quintiliano queda claro que hay una valoracin positiva en lo dicho
12 Y en cambio [ha habido otros oradores] tenues, agudos, que lo ensean todo y hacen las cosas ms ntidas, no ms amplias, pulidos por alguna sutil y compacta oracin. Cic., Or., 20. Cicern tambin asocia la agudeza y el uso de las sentencias (): Acutae crebraeque sententiae ponentur et nescio unde ex abdito erutae, idque in hoc oratore dominabitur. Ibid., 79. Parece, por lo dems, que al decir sentencias extradas de no s qu recndito lugar podra estar implicado un cierto carcter inesperado en tales sentencias. 13Ibid., 76-90. 14 Hay un pasaje que podra ayudar a entender cmo ocurri esta evolucin semntica de lo general a lo concreto. Hablando de la capacidad para hacer rer, afirma: Ita plane adfirmo, praecipue positum esse in natura et in occasione. Porro natura non tantum in hoc valet, ut acutior quis atque habilior sit ad inveniendum (nam id sane doctrina possit augeri), sed inest proprius quibusdam decor in habitu ac vultu, ut eadem illa minus alio dicente urbana esse videantur. Quint., Inst., 6. 3. 11-12. Es decir, as como el ingenio es una cualidad natural ajena al arte, as tambin la facultad de hacer rer depende de una disposicin natural que no se puede ensear mediante preceptos; y as, es agudo tanto el ingenio mismo en general, como lo dicho por l, y ello especialmente cuando es risible.
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agudamente y con gracia, en oposicin a lo que tambin hace rer pero es necio o vulgar15. Es
en este sentido en el que lo que es risible y est tambin dicho de un modo ingenioso o agudo
cuidando ante todo el aptum, es decir, sin decir nada que sea bajo ni est fuera de lugar se
asocia a la urbanitas en tanto que cualidad del orador virtuoso.
Con respecto a Demetrio16, es de importancia su obra (De elocutione o
Sobre el estilo), pues en ella hay pasajes en los que, aunque no se menciona explcitamente la
agudeza, se percibe claramente cierto parentesco con los autores antes mencionados. Hay que
sealar, por lo dems, que se trata de una obra que tuvo gran influencia en los siglos XVI y
XVII. De los cuatro estilos descritos por Demetrio, elevado (), plano
(), elegante o pulido () y vehemente (), el que ms llama la
atencin es el elegante, pues las palabras que Demetrio usa para definirlo son gracia o
dicho gracioso y alegre17. Pero, afirma, hay algunos dichos ingeniosos o graciosos
() que en realidad son nobles y escapan a lo risible18. De modo que, aunque estn
emparentados entre s, lo que tiene gracia se distingue bien de lo cmico: lo primero
busca dar placer y lo segundo hacer rer. En la descripcin de Demetrio sobre el estilo pulido,
se perciben, como en los otros autores, algunos elementos tpicamente asociados a la
agudeza: la brevedad o rapidez19, lo inesperado de algo dicho20, el uso de proverbios21. Sin
15 Ibid., 6. 3. 7: Praeterea non una ratione moveri solet, neque enim acute tantum ac venuste sed stulte, iracunde, timide dicta aut facta ridentur. 16 Nacido en el puerto de Falero, fue un poltico y rtor griego, pupilo de Teofrasto. Vivi a finales del siglo IV a. C. e inicios del III a. C. Se le atribuye, aunque con reticencias, la obra Sobre el estilo. 17 . Demetr., Eloc., 128. 18 Ibid., 129. 19 La nocin de la brevedad o estilo cortado es clara en la palabra . Ibid., 137. 20 Ibid., 152. 21 Ibid., 156.
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embargo, hay que aclararlo, su concepcin del estilo elegante o agraciado es ms amplia que
la nocin de agudeza que se desarrollar en pocas posteriores.
Por otro lado, Hermgenes22, en el (Sobre las formas del estilo), obra de gran
influencia en la tradicin bizantina e introducida al occidente por va de Jorge de Trebisonda
en el siglo XV, menciona y define la agudeza (, ) como uno de los cuatro
subtipos del estilo llamado carcter (), que a su vez es una de las siete formas del estilo
analizadas. Hermgenes tambin ve lo agudo como algo que en ciertos casos puede
desembocar o degradarse hacia lo risible, y concuerda con Cicern en el hecho de que la
agudeza es vista en funcin de la utilidad que tiene para el orador cuando ste hace uso de
ella y se muestra ingenioso ante la audiencia que pretende convencer.
Ahora bien, en el caso de los autores que tuvieron ciertas inclinaciones que provocaron
que despus fueran llamados agudos, se puede hacer una gran lista. Entre los griegos,
sobresale Gorgias, pues algunas de las llamadas figuras gorgianas fueron consideradas
posteriormente como ejemplos tpicos de agudezas23. En cierto modo, tambin se podra
mencionar a los siguientes autores: Jenofonte, pues el mismo Hermgenes lo incluye como
escritor agudo al ser capaz de crear profundidad a partir de un estilo simple o incluso usar
palabras en sentidos diferentes de los habituales, caractersticas que son propias de la
agudeza24; Tucdides, ya que el gusto por la anttesis es tambin tpico de las agudezas. Entre
22 Nacido en Tarso, fue un orador griego de la poca del reinado de Marco Aurelio (161-180 d. C.). Es conocido por sus tratados sobre retrica, preservados gracias a los eruditos biazantinos. 23 Por ejemplo, las anttesis de sentido, los paralelismos sintcticos y los paralelismos fonticos, que tanto xito tendrn en el siglo XVII. 24 Hermog., Id., 2. 5. 1: La agudeza no es otra cosa ms que la profundidad superficial, pues al introducir el pensamiento a secas y, como deca, de forma superficial, aunque sea profundo, parece ser simple. Esto es frecuente en Jenofonte (trad. de Consuelo Ruiz Montero). El trmino que usa Hermgenes es , una idea que reaparecer una y otra vez a lo largo de los siglos para describir un cierto tipo de estilo. Por otro lado, Jenofonte tambin es uno de los autores ms citados por Demetrio con respecto al estilo elegante, pulido o agraciado.
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los romanos, vale destacar a Tcito por su estilo oscuro y cortado, y a Marcial, pues el
epigrama llega a convertirse posteriormente en el ejemplo por excelencia de una agudeza.
Pero de entre todos ellos, es sin duda Lucio Anneo Sneca quien requiere mencin
especial por su enorme influencia, particularmente en el siglo XVII. En l, especialmente en
sus Epstolas a Lucilio, no slo se puede observar una utilizacin clara de recursos
estilsticos asociados a la agudeza, sino que tambin se aprecia una teorizacin al respecto,
una apropiacin consciente de un determinado estilo con fines filosficos precisos. Ante
todo, segn este autor, hay que hablar con brevedad como una forma de estimular, pues lo
dicho as es como una semilla, la cual, siendo pequea, crece y expande sus fuerzas25. Y no
es en vano que esta idea se exponga precisamente en las Epstolas, pues es ah donde la
escritura es ms familiar, ms concisa, y est dirigida a un interlocutor especfico al que se
estimula, es ah donde se usa un estilo bajo que se presenta siempre como ms preocupado
por la sustancia que por el adorno.
Sin embargo, cuando Sneca utiliza la palabra acutus26, le otorga un sentido negativo que
se acerca a la nocin de argutia, de modo que lo convierte en aquello que caracteriza a los
razonamientos pueriles y falaces de los filsofos de aquel tiempo, es decir, sofismas. Y as,
en cierto modo, en Sneca estn presentes los grmenes de lo que despus sera una
distincin ntida entre la agudeza positiva que apela a las cosas y la negativa o superflua que
hace distingos entre palabras sin llegar a la sustancia.
Ahora bien, en el transcurso de la Edad Media, el trmino acutus, basndose en la misma
tradicin antigua, est frecuentemente emparentado a subtilis. De hecho, estas palabras casi
25 Sen., Ep., 38. 2. 26 Ibid., 48. 6 y 49. 8.
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se convierten en los mayores elogios para un escolstico. Pero en general, no parece haber
muchas definiciones de lo agudo. Respecto a la Edad Media, Casas Rigall menciona:
Cabe destacar que, tanto en el resto de Europa como en Espaa y, entre nosotros [los
espaoles], tanto en obras de creacin como en tratados tericos, la comprensin de la idea de
agudeza es coincidente, en la lnea propuesta por san Agustn. As, la sutileza es una potencia
intelectual que facilita el dominio de la ciencia y las artes; esta cualidad tiene en el trivium y
en la poesa un material de trabajo inestimable: en su concrecin lingstica, la agudeza
constituye un vehculo para desvelar realidades inefables. Anlogamente, lo sutil, condicin
de sabio inquisidor, es tambin caracterstica de sus objetos de estudio, por naturaleza
intrincados27.
En efecto, en Agustn de Hipona se percibe una cierta teorizacin con respecto a la agudeza,
pero es prcticamente el nico autor tardo en el que tal cosa se pueda encontrar. A partir de
la nocin antes descrita, san Agustn llega incluso a afirmar que un ingenio agudo puede
prescindir de los preceptos del arte para hacerse elocuente28. Tambin, la agudeza se
relaciona de un modo especial con la dificultad conceptual y, por tanto, con su concepcin
del estilo bajo, lo cual queda claro cuando discute de qu modo deben mezclarse los tres
estilos (bajo, medio, elevado): In quocumque autem genere aliqua quaestionum vincula
solvenda sunt, acumine opus est, quod sibi submissum genus proprie vindicat29. Y es que,
en Agustn, segn explica Auerbach30, se percibe una profunda transformacin estilstica en
oposicin al ideal clsico que estableca una correlacin necesaria entre temas elevados y
estilo elevado, pues el santo de Hipona comenz a pregonar la necesidad de utilizar sobre
27 CASAS, p. 93. 28 Si acutum et fervens adsit ingenium, facilius adhaeret eloquentia legentibus et audientibus eloquentes, quam eloquentiae praecepta sectantibus. Aug., De Doctr. Christ., 4. 3. 4. 29 En cualquier gnero [de estilo] hay algunas dificultades de cuestiones que deben resolverse, para lo cual se necesita agudeza [de ingenio], lo que el estilo bajo reclama para s como propio. Ibid., 4. 23. 52. 30 AUERBACH, p. 30.
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todo el genus humile para expresar las ms profundas verdades teolgicas, es decir, hacer uso
de la misma simpleza en los verba para hacer referencia a la dificultad de sentido31.
Lo que s abunda en la Edad Media, por otro lado, es la utilizacin de agudezas por parte
de muchos autores, especialmente en los himnos y en la poesa32. El uso de paradojas,
anttesis, paronomasias33 y figuras etimolgicas figuras todas que se han asociado
estrechamente a la agudeza34 es un rasgo muy notorio de la poesa medieval, utilizado muy
frecuentemente para expresar verdades teolgicas o aspectos de la divinidad. En este sentido,
se podra afirmar que lo que caracteriza a la Edad Media en relacin con la nocin de
agudeza es un cierto distanciamiento con respecto a lo risible y un nfasis en sus
posibilidades epistemolgicas.
Ahora bien, ya desde finales del siglo XVI, y sobre todo en la primera mitad del siglo
XVII, aparece una y otra vez la palabra concepto estrechamente emparentada con la agudeza.
En general, ambos trminos sufrieron ms o menos los mismos cambios semnticos, es decir,
que se pas de un sentido general y abstracto en el plano gnoseolgico a uno ms especfico
y restringido en el mbito esttico, aludiendo a procedimientos literarios definidos. Parece
que poco a poco se perfila la agudeza como la capacidad del ingenio para encontrar
conceptos o agudezas en plural, es decir, expresiones concretas que se basan en
intuiciones y en asociaciones intelectivas entre elementos diversos. Y cuanto ms alejados
31 La idea se podra relacionar con la profundidad superficial de Hermgenes. Ntese, por lo dems, que Hermgenes tambin asocia el estilo simple o llano () y el agudo. Curiosamente, encontramos la misma profundidad superficial en la descripcin de la que hace Pseudoarstides en su . RUTHERFORD, p. 70. 32 Vase el ensayo de Walter J. ONG, que ilustra claramente la funcin del ingenio y los conceptos o conceits en la himnodia medieval, en estrecha correlacin con la misma visin cristiana del mundo tal como la reflej Toms de Aquino. 33 Incluso en la misma oratoria acadmica se pueden encontrar fcilmente paronomasias. Vase sta, por ejemplo, de una arenga universitaria del siglo XIV para la eleccin de un obispo: Quid dicam de civitate nostra videlicet ecclesie militantis que caret rectore et pastore, ductore et doctore?. FRANSEN y MAFFEI, p. 14. 34 Pinsese, por ejemplo, en la profusin con que se usan tales figuras retricas en la Poetria nova de Geoffroi de Vinsauf.
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estn estos elementos y cuanto ms atinada sea al mismo tiempo la relacin, ms agudos son
considerados. De ah que el concepto se interprete frecuentemente, en esta nueva y
particular acepcin, como una correspondencia; de ah, por supuesto, la famosa definicin de
Gracin:
Consiste, pues, este artificio conceptuoso, en una primorosa concordancia, en una armnica
correlacin entre dos o tres conoscibles extremos, expresada por un acto del entendimiento
[]. Se puede definir el concepto. Es un acto del entendimiento, que exprime la
correspondencia que se halla entre los objetos. La misma consonancia, o correlacin
artificiosa exprimida, es la sutileza objetiva35.
Anteriormente al siglo XVII, ya se haba usado frecuentemente la palabra concepto incluso
desde la poca de Dante, segn se suele afirmar36, pero jams en relacin directa con la
nocin de agudeza y siempre en un sentido general gnoseolgico o epistemolgico. Pero,
segn afirma Alexander A. Parker37, en algn momento entre el dilogo de Camillo
Pellegrino de 1598, llamado Del concetto poetico, y el tratado de 1639 de Matteo Peregrini
(o bien, Pellegrini), titulado Delle accutezze, la palabra concepto qued estrechamente
asociada a la agudeza del ingenio. De hecho, se puede decir que se trata de un trmino
privativo de las lenguas vulgares y del cual careci siempre la tradicin neolatina.
Mercedes Blanco resume bien su importancia: Il suffit de suivre la trace les destines
du mot concepto, et des mots qui lui sont associs, pour se rendre compte que se terme
devient lenjeu de dbats fondamentaux, dun conflit esthtique et idologique qui est une
des innovations du XVIIe sicle, et dont les rsonances demeurent longtemps aprs38. En
35 GRACIN, Agudeza y arte del ingenio, p. 14. 36 CASAS, p. 91 37 PARKER, p. 25. 38 Basta con rastrear la suerte de la palabra concepto, y de las palabras que se le asocian, para darse cuenta que este trmino se convierte en el punto crucial de debates fundamentales, de un conflicto esttico e ideolgico que es una de las innovaciones del siglo XVII, y cuyas resonancias permanecen mucho tiempo despus. BLANCO, p. 12.
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efecto, tanto la agudeza como el concepto pasan rpidamente, de la mera funcin de
expresar procedimientos estilsticos concretos, a ser la piedra angular en que se fundamenta
toda una visin y reinterpretacin de la tradicin literaria y retrica. El ejemplo ms claro es,
por supuesto, la famosa obra de Baltasar Gracin, quien rearticula completamente dicha
tradicin: la agudeza parece convertirse para l en el fundamento mismo del proceder
literario.
Pero ya desde antes se haban echado en cierto modo las bases sobre las que se podra
construir todo ese edificio terico. Ya alrededor de 1627, el jesuita polaco Sarbiewski, uno de
los poetas neolatinos ms famosos de la poca a causa sobre todo de sus epigramas, haba
escrito un pequeo tratado llamado De acuto et arguto, sive Seneca et Martialis. Su
definicin de lo agudo, frecuentemente citada en diversos estudios, tiene implicaciones de
gran importancia: Acutum est oratio continens affinitatem dissentanei et consentanei, seu
dicti concors discordia vel discors concordia39. Sarbiewski tiene especial cuidado en sealar
que no se trata de una yuxtaposicin de elementos opuestos, sino de una "reunin" de dos
elementos que en s mismos no parecen fcilmente asociables: uno que atae enteramente a
la res o asunto del cual se quiere decir algo agudo, y otro que no le atae a primera vista40.
Lo central es, pues, la pertinencia o la no pertinencia. La affinitas significa entonces revelar
los lazos que unen esos dos elementos, y ah est lo agudo. De aqu a la definicin de Gracin
de concepto no hay ms que un paso.
39 La agudeza es una oracin que contiene una afinidad de lo divergente y de lo convergente, o bien la discordia concordante o concordia discordante de algo dicho. SARBIEWSKI, 2, p. 5. 40 Es muy claro uno de los ejemplos tomado de Digenes Laercio, Vitae, 6. 2. 40 que pone Sarbiewski. Nos dice cmo podramos decir algo agudo si estuviramos frente a una gallina sin plumas. Podemos partir de un locus definitionis, y as, podemos llegar a la definicin de que esta gallina es un animal bpedo sin plumas. Y as, diramos: "aqu tenemos al hombre platnico" (sta es la frase que consiste en lo dissentaneum, es decir, algo que a primera vista est totalmente fuera de lugar para describir a una gallina), y despus afirmaramos que "Platn defini el hombre como un animal bpedo, implume (y esto es lo que funciona como consentaneum, pues gracias a esto lo anterior adquiere sbitamente sen