La Batalla de Montjuic
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desde diversos prismas y objetivos: el social, el econmico, elpoltico, etc. As, la guerra deja de ser un elemento en s y se
transforma en un mero catalizador de sucesos originados por
diversas causas y con diferentes materias objeto de estudio. El
punto de vista militar queda casi definitivamente desterrado
de la historiografa.
Lamentablemente, el alcance del anlisis de los hechos mili-
tares dista de ser satisfactorio; la lectura de las tradicionales
fuentes del perodo, las crnicas de Melo (Historia de los movi-
mientos, separacin y guerra de Catalua), Gaspar Sala (Eptome
de los principios y progresos de las guerras de Catalua), FrancescMart (Noticiario Universal de Catalua), Miquel Parets (De
molts successos que han succeit dins Barcelona y en molts altres
llochs de Catalunya, dignes de memria) y Narcs Feliu de la
INTRODUCCIN
La Guerra dels Segadors ha suscitado desde siempre la atencinde los historiadores, nacionales y forneos, bien como ele-
mento propio de la poltica interna espaola visto como con-
flicto entre foralismo versus centralismo, como episodio
perifrico de la Guerra de los Treinta Aos o como factor clave
en el tablero de batalla entre las dos grandes potencias de la
poca, Espaa y Francia, para dirimir su particular contienda
por la hegemona europea.
Sin embargo, el tratamiento que este tema ha recibido ha
variado de ptica en los lt imos aos: el anlisis histrico tra-
dicional basado en el estudio de las fuentes tradicionales co-etneas y especialmente el desarrollo de las operaciones
militares, ha sido reemplazado por nuevas aproximaciones
del fenmeno, en un intento enriquecedor de compresin
1DESPERTA FERRO
por Alberto Ral Esteban Ribas
la batalla
Montjuic 1641DE
JosDanielCabreraPea
LA BATALLA DE MONTJUIC REPRESENTA EL INI-CIO DE FACTO DE LA
GUERRA DELS
SEGADORS
:LOS DISTURBIOS Y COMBATES DEL VERANO YOTOO DE 1640 FUERON UNA ESCALADA BLICAQUE CULMIN EN LA BATALLA ACAECIDA EL 26DE ENERO DE 1641. LA CORTE DE MADRIDCONFIABA QUE LA VICTORIA DOBLEGARA LA VO-LUNTAD DE RESISTENCIA DE LA GENERALIDAD YFORZARA SU SOMETIMIENTO A LA AUTORIDAD
REAL; EN EL BANDO CATALN, LA VICTORIA SIG-NIFICABA ASEGURAR EL XITO DE LA REBELIN Y
EL MANTENIMIENTO DE SUS LIBERTADES FRENTE
A LAS IMPOSICIONES DEL CONDE-DUQUE. UNOSY OTROS ESPERABAN DE LA RPIDA SOLUCIN
DEL CONFLICTO; SE EQUIVOCARON: LA GUERRADURARA 19 LARGOS AOS.
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Penya (Annales de Catalua), frecuentemente se ha realizado sin
cuestionarse la existencia de otras fuentes que permitan aportar
ms explicaciones sistematizadas de los hechos; sirva como
ejemplo la batalla de Montjuic, cuyo anlisis y desenlace son des-
critos como un continuum tctico en el que las tropas realistas,
muy superiores en nmero y armamento, son derrotadas frenteal fortn de Montjuic por el ejrcito de la Generalitat reforzado
con unidades francesas; la victoria catalana se logra gracias a la
ineficacia de los tercios castellanos y del valor y pericia de las
milicias barcelonesas y tropas francesas.
Esta breve exposicin, sin embargo, no oculta que ante un
detenido anlisis de los hechos aparecen muchos interrogantes
acerca del desarrollo de la batalla: fue la inexperiencia o falta
de responsabilidad de tropas y mandos del ejrcito real las ver-
daderas causas de la derrota de las tropas castellanas? Estaba
planificada eficazmente la defensa de Barcelona? Cul fue el
autntico papel de las tropas francesas? Fueron los mandos
realistas unos incompetentes? Fueron los generales catalanes
y franceses grandes estrategas?
Del anlisis conjunto de todas las fuentes y documentos
nos permite establecer una visin general de la batalla a partir
de las observaciones parciales que proporcionan los narradores
de los hechos, algunos de ellos testigos presenciales de la bata-
2 DESPERTA FERRO
lla; estas visiones limitadas, ordenadas y convenientemente
analizadas, permiten establecer un hilo narrativo un tanto di-
ferente a lo que se manifiesta tras la lectura de las fuentes prin-
cipales tradicionales.
ANTECEDENTESLa revuelta iniciada en junio de 1640 en Barcelona por un grupo
de segadores fue la chispa que encendi la rebelin contra la Co-
rona: lo que en principio era una revuelta social contra los hos-
pedajes obligatorios de las tropas, los impuestos, el sistema
clasista imperante se transform en una revuelta con alcance
poltico, en defensa de las leyes propias de Catalua frente al
uniformismo impuesto por el Conde-Duque de Olivares, su
Unin de Armas y el cansancio de la guerra contra Francia.
Los acontecimientos se precipitaron a lo largo de aquellos
meses de verano y otoo: tenues intentos de conciliacin por
ambas partes fueron engullidos por el torrente belicista que im-
peraba en muchos nimos en los dos bandos: la Generalitat y el
Consell de Cent de Barcelona pidieron ayuda al cardenal Riche-
lieu, y el 24 de septiembre de 1640 se firm del tratado de Ceret,
entre la Generalitat y el barn de Espenan, representante de Lus
XIII de Francia, por el cual los franceses se comprometan a en-
viar un ejrcito de 6.000 infantes y 2.000 jinetes, a cargo de las
El frEntE dE rosElln. E p epuce e e ez ee fc y Ep c pe ecve egc e se (pege e cce Pep)y leuc (pege e cce n), que e vg uuee, ep p e g e se. E 1637 epe e ucuee leuc;
cee cc y se e 19 e ju e 1639. ove vz u ejc e e 20.000 he p ecupe c ue, que ee e
u e e 4 ee e e que p ep ue u pceje e j p eee.
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tdeBarcelona
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Catalua, dCada dE 1650. se puee cp c cue cue c u e e cc u, p ccuc pgcexee y que pe e u z e u eeve; e e ec cue e r, ecve egc que ee cce e e
u e Pe y c geuee, p u z e e peg, que e pee cue p u ueg cuz.
q
Reproducidabajoautorizacin.ArxiuHist
ricdelaCiutatdeBarcelona
instituciones y poblacin catalanas; la Generalitat tambin em-
pez a reclutar sus propias fuerzas con las que defender su so-
berana. Desde la Corte se conocan los preparativos blicos del
territorio rebelde y desde Madrid se organiz apresuradamente
un ejrcito con el que sofocar la rebelin.
Durante los meses de septiembre y octubre los dos bandos
ultimaron sus preparativos blicos: los catalanes, con la ayuda
de las primeras unidades francesas, fortificaron las ciudades de
Lrida, Tarragona y los principales pasos de la frontera. Por su
parte, el ejrcito real se concentr en Zaragoza y en la zona deAlcaiz, a la espera de recibir la orden de marcha; para dirigir
aquellas operaciones fue elegido Pedro Fajardo de igo y Re-
quesens, V marqus de Los Vlez, con el rango de virrey de Ca-
talua y capitn general del ejrcito real; el marqus haba
formado parte de la exitosa contraofensiva contra los franceses
en el Pas Vasco y pareca el hombre perfecto para encauzar con
xito el sometimiento de la revoltosa Catalua.
En la Corte, el consejo de guerra debati la estrategia a se-
guir, y en un primer anlisis se crey oportuno realizar un
avance en tres frentes convergentes hacia Barcelona: desde L-
rida, Tortosa y Roselln; sin embargo, el temor a un ataque fran-cs en el Roselln hizo descartar la movilizacin de las tropas
all estacionadas, considerando ms prudente que las fuerzas re-
alistas avanzasen en un nico frente, desde el sur de Tarragona.
A mediados de octubre las clases dirigentes de la ciudad de Tor-
tosa, temerosas del giro revolucionario que estaba tomando la
revuelta en su ciudad, tomaron el control de la plaza y la entre-
garon a la guarnicin del castillo de la Suda, que desde junio re-
sista tras sus murallas a un intermitente hostigamiento. Aquella
inesperada baza permiti al marqus de Los Vlez disponer de
una cabeza de puente tras el Ebro, poniendo un pie firme en tie-
rra catalana. Las fuerzas realistas entraron en Tortosa el da 25
de octubre de 1640.
Noviembre consumi las ltimas tentativas de paz, sin nin-gn tipo de resultado. El ejrcito real parti de Tortosa el 6 de
diciembre; el primer combate tuvo lugar en el pueblecito del Pe-
rell; posteriormente el ejrcito real forz el paso del Coll de Ba-
laguer, donde 2.000 milicianos se haban fortificado. El 13 de
diciembre el ejrcito real asediaba Cambrils, que tras una resis-
tencia de un par de das, se rindi: cuando las tropas derrotadas
salan de la muralla se produjo un altercado entre un soldado
realista que intentaba robar una capa a un miliciano; los solda-
dos de la escolta creyeron ver que intentaban escapar y abrieron
fuego y en poco tiempo 700 milicianos yacan muertos en el
suelo. Adems, Los Vlez orden colgar a los 3 nobles que habanencabezado la defensa, y que se haban rendido honrosamente
tras mantener una defensa caballeresca de la plaza. Tan luctuosos
hechos rompieron definitivamente cualquier atisbo de caballe-
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rosidad en el conflicto: en venganza por la matanza de Cambrils,
las tropas catalanas a las rdenes de Josep de Margarit i Biure
atacaron el pueblo de Constant, donde los castellanos haban
establecido su hospital de campaa, y ejecutaron a los 400 heri-
dos que all haba; en represalia, el ejrcito real saque los pue-
blos de Salou, Arbo y todos aquellos que ofrecan mnima
oposicin a sus designios, ejecutando sin contemplaciones a
cualquier sospechoso de rebelde.
El 24 de diciembre ejrcito real logr la rendicin sin luchade la plaza de Tarragona, prosiguiendo un avance exitoso por
la llanura del Peneds; sin embargo, el fulgurante avance no im-
peda que el ejrcito real se estuviera desangrando lentamente a
causa de las habituales deserciones, enfermedades y las dificul-
tades del aprovisionamiento en aquellos meses invernales.
A pesar de aquellos obstculos, el 23 de enero el ejrcito real
derrotaba de nuevo a los catalanes en Martorell, quedando as
despejado el camino hasta Barcelona.
LAS FUERZAS ENFRENTADASEjrcito castellanoEl ejrcito enviado por Felipe IV para sofocar la rebelin
catalana haba salido de Tortosa con 23.000 hombres, 3.100 ji-
4 DESPERTA FERRO
CarlosdelaRochaPrieto
tramo final dEl Ebro, e e u eecu, e e pece egc pc e cu y puee e t, peg p u ue, c ec e su, e ge uu. l gee g e ee ccue e t e eee eej; eg, pg e e e e
cu y e e zque e E pee u u que e cepe excee c e.
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Unidad de caballera de 600 jinetes de las rdenes Mili-
tares de Espaa, al mando de lvaro de Quiones.
Unidad de caballera de 600 jinetes, al mando del comi-
sario general de caballera ligera Filipo Filangieri.
Tercio al mando del teniente coronel Martn de Azlor,
duque de Medinaceli.
Tercio al mando del teniente coronel igo de Mendoza,
duque de Infantado.
Tercio al mando del teniente coronel Diego Guardiola,Gran Prior de Castilla.
Tercio al mando del teniente coronel Luis Gernimo de
Contreras, marqus de Morata.
Tercio al mando del teniente coronel Pedro de Caaveral,
duque de Pastrana y de Sesa.
Tercio Viejo, a las rdenes de Pedro de La Saca.
Tercio a las rdenes de Alonso de Calatayud.
Tercio a las rdenes de Diego de Villalba y Toledo.
Retaguardia, en la que se situaba el tren de artillera (24 pie-
zas), a las rdenes del marqus de Chieri, el hospital y el ba-
gaje, y una escolta compuesta de:
Tercio de los Presidios de Portugal, a las rdenes del maes-
tre de campo Toms Mesia de Acevedo.
Tercio Viejo, al mando de Fernando de Tejada.
netes y 24 piezas con 250 artilleros, distribuidos en los siguien-
tes cuerpos:
Vanguardia, al mando de Gerolamo Maria Caracciolo,
marqus de Torrecuso citado as en las fuentes modernas;
los autores coetneos lo nombran Torrecussa:
Un escuadrn de caballera, a las rdenes de Carlo Maria
Caracciolo hijo del anterior, duque de San Jorge, con
500 jinetes.
Tercio de Guardias Reales, tambin llamado del Conde-Duque de Olivares, a las rdenes del coronel Fernando
de Ribera.
Tercio de Los Vlez, a las rdenes del coronel Gonzalo
Fajardo.
Tercio del maestre de campo Martn de los Arcos, conde
de Oropesa.
Tercio de Castilla.
Tercio de la provincia de Guipzcoa.
Tercio irlands de Tyrone, a las rdenes de John Hugh
ODonnell, duque de Tyrone.
Centro, al mando del propio marqus de Los Vlez:
Unidad de caballera de 100 jinetes, a las rdenes del ca-
pitn de lanzas espaolas Alonso Gaytn, como escolta
del marqus de Los Vlez.
5DESPERTA FERRO
Cambrils, eg uj e gee c se e Pu e beueu, que ec e Pcp c ejc cee ue Gue e segy pue e pcpe cue p u pe j uv; gu e u uce pee ee que e cepe excee c
e, pe que exe: e e c e C, v pee e cce y epeec e ge y cp e s Pee ecepe e, que e epee u ge eg j u p e cucc ceeupe.
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artilleros franceses sumados a la defensa construyeron una
amplia plataforma elevada en el baluarte llamado del Rey,
en la que emplazaron 4 grandes caones de hierro con los
cuales se alcanzaba buena parte de la ladera de Montjuic.
LAS DEFENSAS DE BARCELONA
La ciudadBarcelona contaba con un doble recinto amurallado; la muralla
exterior databa del siglo XIV, con un foso exterior seco y con una
zona interior despejada de un par de decenas de metros que pro-
curaba una mayor proteccin frente ataques de artillera y tambin
permita disponer de zonas de cultivo dentro de la ciudad; su re-
corrido en la Barcelona moderna, aproximadamente, se sita re-
siguiendo las actuales calles de Ronda de San Antonio, Plaza
Universidad, Ronda Universidad, Ronda de San Pedro, Arco de
Triunfo, Paseo Llus Companys y Estacin de Francia; contabacon 14 portales, 5 de ellos en el actual barrio del Raval.
La muralla interior era una sucesin no homognea de diver-
sas pocas: una muralla, que databa de la poca del rey Jaime I,
recorra la actual Rambla y conectaba con la muralla romana del
siglo IV que an se mantena en pie y protega el ncleo de la
Barcelona medieval; en el lado martimo se haba erigido una
muralla en el siglo XVI, para protegerse de los ataques piratas, y
que conectaba en su borde con la muralla exterior del siglo XIV,
en la zona de la Estacin de Francia.
A media ladera de la montaa de Montjuic se encontraba el
convento fortificado de Santa Madrona, perteneciente a la Orden
de los Capuchinos, equidistante de la cima de la montaa, la ciu-
dad de Barcelona y la villa de Sants. En la actualidad se conserva
una pequea capilla, de poca posterior a la batalla del siglo XVII,
cerca del Palacete Albniz.
MontjuicLa montaa de Montjuic nunca haba sido considerada una
posicin estratgica para la ciudad de Barcelona, salvo como ata-
laya para observar un posible avance enemigo por la costa; es por
ello que no contaba con ningn sistema defensivo. La situacin
cambi con la aparicin de la artillera y la perfeccin de los sis-temas de expugnacin en el siglo XVI. Sin embargo, Barcelona
siempre haba quedado lejos de los teatros de guerra, por lo que
nunca se haba hecho una apuesta decidida para la modernizacin
de las defensas de la ciudad y mucho menos por la construccin
de ninguna fortaleza en la montaa de Montjuic.
El estallido de la guerra contra Castilla en 1640 haba moti-
vado la reconsideracin de las ventajas de fortificar la montaa;
segn las crnicas, se levant en poco menos de 30 das una for-
tificacin de forma de cuadriltero, con la antigua torre de atalaya
como torre del homenaje, con cuatro medio-baluartes en las es-
quinas, construidos de tierra y con un revestimiento de piedra y
barro, y un foso perimetral de poca profundidad.
Adems, el complejo defensivo se completaba con diversas l-
neas de trincheras, un camino atrincherado que conectaba el for-
Tercio valn, con el maestre de campo De Isinguien.
Tercio portugus, del maestre de campo Simn Mascaren-
has.
Un nmero indeterminado de compaas italianas.
500 caballos de las rdenes Militares, al mando de Ro-
drigo de Herrera, Comisario General.Sin embargo, a lo largo de la ruta de camino de Barcelona, el
contingente inicial haba visto menguada su potencialidad: a las
bajas en los combates se le sumaron un porcentaje indeterminado
de deserciones y las mermas debidas a las guarniciones dejadas
en ciudades importantes como Tarragona y Villafranca del Pene-
ds. Es difcil calcular el nmero exacto de efectivos del ejrcito
real en Barcelona, pero su cifra no sera inferior a los 15.000 in-
fantes y 2.000 jinetes.
Ejrcito franco-catalnLa guarnicin de Montjuic estaba compuesta por: 9 compaas de La Coronela, la milicia urbana de Barce-
lona, compuesto por las siguientes compaas:
Mercaderes de Telas (Mercaders de Teles o Julians), Metalr-
gicos (Estevaners), Peleteros (Pellers), Sastres (Sastres), Se-
deros (Passamaners), Taberneros (Taverners), Tejedores de
lino (Teixidors de lli), Zapateros (Sabaters o Cordoners) y Ve-
leros (Velers).
2 compaas del Tercio de Santa Eulalia.
1 compaa de miqueletes (llamados en la poca almog-
vares) del capitn Francesc de Cabanyes, compuesta de 200
hombres. 1 compaa de 300 soldados veteranos franceses del regi-
miento de infantera de monsieurSerignan, a las rdenes de
George Stuart, seor dAubigny.
8 caones pedreros de bronce, que podan disparar tanto
proyectiles, piedras, metralla y balas de mosquetera.
En Barcelona se situaba el resto del ejrcito franco-cataln,
compuesto de las siguientes unidades:
4 Tercios de la Coronela de Barcelona, a las rdenes de Mi-
quel Torrelles; los capitanes de cada tercio eran Domnec
Moradell, Galceran Dusay, Josep Navell y Joan Tello.
Regimiento de infantera de monsieurSerignan, encargadode guarnecer el portal de Sant Antoni.
Regimiento de infantera de monsieurde Espenan.
4 escuadrones de caballera catalana, a las rdenes de Josep
dArdena, Josep Galceran de Pins i de Perapertusa, Henri-
que Juan y Manuel dAux Borrellas.
5 escuadrones de caballera francesa, compuesta de las uni-
dades de: monsieur de Fontrailles, monsieur de Bridoirs,
monsieurde Guidane, monsieurde Sag ymonsieurde La
Talle.
Un nmero indeterminado de piezas de artillera las fuen-
tes barajan la cifra de 100 caones, de hierro y de bronce,
cifra que puede parecer excesiva, pero podra referirse al n-
mero total de piezas incluyendo pedreros y grandes mos-
quetes, comandada por Ddac Monfart i Sorts. Los
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El da 23 de enero Los Vlez celebr un consejo de guerra con
los principales jefes de su ejrcito: el general Juan de Garay, el mar-
qus de Torrecuso, el duque de Pastrana, el duque de Medinaceli
y el duque de Infantado, entre los principales; contaba tambin
con la presencia de Josep de Pau Rocabert, maestre de campo del
tercio de Montjuich y gobernador del fortn, que se haba pasado
al bando realista con planos e indicaciones sobre la plaza: Roca-
bert, que haba sido maestre de campo del 2 tercio provincial
de la Generalitat durante el sitio de Salses (1639), haba estadoen contacto con el ejrcito realista desde haca das, y supuesta-
mente haba acordado entregar el fortn: enviara un mensaje al
marqus con el santo y sea, para que las tropas castellanas pu-
dieran acercarse impunemente a los centinelas y apoderarse de la
fortaleza, pero el plan fue descubierto por el Consejo de Ciento y
Rocabert no tuvo ms remedio que huir antes de ser detenido;
sin embargo, de la crnica de Parets se infiere que las razones de
la traicin de Rocabert quizs se debieron a motivos ms pere-
grinos: el Consell de Cent haba desembolsado una fuerte suma
de dinero, ms de 12.000 ducados, para la construccin de las de-
fensas de Montjuic, y stas se haban construido con cierta desidia
quizs por culpa del propio Rocabert, ocupando inicialmente
un recinto demasiado grande, sin parapetos adecuados y sin pro-
fundidad, fortificando solo la parte de mar y dejando casi sin pro-
tn con la ciudad y con varias torres de viga erigidas de antiguo.
Las unidades que guarnecan el complejo se encontraban ubicadas
a lo largo de las faldas de la montaa de la siguiente manera:
En el fortn:
Compaa de Mercaderes de Telas, compaa de Sastres,
parte del Tercio de Santa Eulalia, unidades francesas y ar-
tillera.
En las trincheras:
En la zona del Llobregat: Compaa de Metalrgicos. En la zona de Barcelona, Sants y lHospitalet: Compaas
de Zapateros, Sederos, Veleros, Taberneros, Tejedores de
lino y la compaa de almogvares del capitn Francesc
Cabanyes.
En la Torre de Damians: Compaa de Peleteros, a las rde-
nes del capitn Ambrosio Gallart, y parte de la compaa de
Metalrgicos, a las rdenes del capitn Lus de Valenci.
EL PLAN DE ATAQUE
Tras la victoria de Martorell, el marqus de Los Vlez opt por ir
directamente contra la capital catalana: quera tomar posiciones
contra la ciudad antes de que el derrotado ejrcito de campaa ca-
taln, dispersado en la comarca del Valls, pudiese reorganizarse
y amenazar su retaguardia.
7DESPERTA FERRO
Plano dE la Ciudad dE barCElona, e e e g XVii, g pe hech e. se puee cp c e h eg u cc pe mjuc, que eg e e 1640; e z e e cu e h eg 3 heque y v evee. se gue cee u eev
e l r, az (e c e r) y u e .
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todos los frentes: la ciudad, las montaas de Collserola, por el ro
Llobregat y el ro Bess. El castillo de Montjuic no era un objetivo
tctico de entidad: sus caones no alcanzaban la ciudad ni el cam-
pamento realista, pero constitua un obstculo a considerar para
cualquier ejrcito que intentase asediar la ciudad, puesto que era
una amenaza constante para sus flancos. Ciertamente Los Vlezcrea que con su conquista tendra la demostracin de fuerza ne-
cesaria que le permitira doblegar la resistencia catalana y su so-
metimiento a la autoridad real, puesto que la moral catalana estaba
profundamente tocada tras las sucesivas derrotas; el marqus bien
tena urgencia en tomar aquella posicin y fortificarse: las provi-
siones estaban agotadas, las lneas de suministro casi cortadas por
las acciones de los miqueletes y exista el rumor de que el ejrcito
cataln se reagrupaba en el Valls, reforzado con nuevos contin-
gentes de milicia y compaas francesas.
En un nuevo consejo de guerra, Los Vlez expuso su plan de
batalla: se dividira el ejrcito en dos cuerpos; el primero, a las r-
denes de Torrecuso, con la misin de tomar Montjuic; el segundo,
a las rdenes de Garay, se encargara de prevenir cualquier intento
de salida desde la ciudad, sin desaprovechar cualquier oportuni-
dad tctica que les permitiese apoderarse de alguna puerta. El
marqus se quedara en segunda lnea, en el pueblecito de lHos-
pitalet de Llobregat, con la reserva. El plan de ataque contra Mont-
juic era sencillo y directo, puesto que el ejrcito real confiaba
plenamente en la informacin facilitada por Rocabert: el asalto
se escalonara en 2 oleadas; en vanguardia, dos columnas de 1.000
mosqueteros cada una, formadas por los mejores hombres de todo
el ejrcito: el maestre de campo Fernando de Ribera mandara el
escuadrn que ascendera por la zona ms prxima a la ciudad,
mientras que el irlands duque de Tyrone mandara el escuadrn
que atacara por la zona del Llobregat. Tras esta primera oleada
formaran 8.000 infantes, el tercio portugus del maestre de
campo Simn Mascarenhas, el tercio irlands de Tyrone, el tercio
del duque de Oropesa, el tercio de Los Vlez, el tercio del marqus
de Morata y el tercio del Conde-Duque de Olivares, apostados a
lo largo de la base de la montaa, prestos al asalto cuando las bre-
chas estuvieran abiertas. El duque de San Jorge tena por misin
cubrir el flanco de este cuerpo de ejrcito en previsin de cual-quier auxilio desde la ciudad, situndose en la zona de los molinos
de viento. El resto del ejrcito, a las rdenes de Garay, formara
frente a la ciudad, con la misin de aprovechar cualquier oportu-
nidad de asaltar la muralla o los baluartes, y evitar la salida de re-
fuerzos; la caballera de las rdenes Militares y la ligera de Filipo
Filangieri estaran resguardadas en una pequea depresin que se
encontraba en la zona de Sants, prestas a atacar a la caballera con-
traria.
Por su parte, los catalanes tambin realizaron sus movimientos
estratgicos: la Generalitat proclam a Luis XIII de Francia como
Luis I, conde de Barcelona, y se firm un acuerdo de auxilio mi-litar. Inmediatamente se constituy un triunvirato de consejo de
guerra para dirigir la defensa: Joan Pere Fontanella conseller en
cap del Consejo de Ciento, Francesc de Tamarit diputado mi-
teccin los caminos que ascendan desde Santa Madrona y la
Mare de Du del Port; tan solo unos das antes de la batalla de
Martorell se haba cambiado el patrn de construccin y se haba
iniciado las obras del fortn abaluartado.
Durante la reunin de los oficiales superiores del ejrcito re-
alista todos eran conscientes de la complicada situacin del ejr-cito real y de que Barcelona contaba con unas recias murallas y
con buena defensa de milicia y soldados franceses, amn de abun-
dantes vituallas y de la libertad de acceso por el mar. Los Vlez
expuso que las rdenes del rey y del Conde-Duque eran rendir la
plaza, pero el marqus no pronunciaba abiertamente su opinin,
tan solo vagas referencias a su deber como soldados y sbditos
del rey, esperando descargar el peso de la responsabilidad en el
conjunto de aquel consejo de guerra; ms franco fue Torrecuso,
que afirmaba la viabilidad de la empresa del asedio, mientras que
Garay recomendaba no asediar la plaza y limitarse a saquear la
campia barcelonesa Torrecuso y Garay haban mantenido una
tensa y conflictiva relacin en la jefatura desde que Garay se in-
corpor al ejrcito en Tarragona: los dos altos oficiales se consi-
deraban como los segundos de Los Vlez, e incluso
suficientemente capacitados para asumir el mando supremo si el
Rey o el valido lo ordenasen; esta conflictiva rivalidad tendra su
culminacin en la batalla de Barcelona, cuando los dos se negaron
a colaborar entre s. Finalmente se decidi atacar Montjuic, pero
sin dejar de presionar sobre la defensa de la ciudad si la oportu-
nidad se brindaba: Rocabert detall a los presentes las defensas
de Barcelona y del fortn de Montjuic, comentando que la guar-
nicin era de tan solo 300 soldados catalanes y que por la maana
y a la hora del almuerzo los oficiales bajaban a Barcelona a comer.
El da 24 de enero, mientras la caballera y el estado mayor
realista reconocan el terreno para concretar el plan de ataque,
el marqus de Los Vlez envi un mensajero a la ciudad con una
carta del rey y una personal suya: las misivas contenan palabras
de reconciliacin y perdn, pero eran demasiado vagas como
para formular una propuesta concreta que solucionase pacfi-
camente el conflicto. Los consejeros de la ciudad debatieron
acerca de qu decidir ante la propuesta del soberano y resolvie-
ron continuar la lucha.El da 25 el mensajero regres al campamento real, en Sants,
con el mensaje que la ciudad no se rendira. Ese mismo da la ca-
ballera realista hizo aparicin en la llanura de Barcelona, sa-
queando las casas y campos de la comarca, que desde haca dos
das estaban abandonadas. En la ciudad cundi la alarma y todas
las tropas tomaron posiciones, pero no se realiz ninguna salida,
y se dej el campo en manos de los realistas.
Vlez no tena intencin de tomar la ciudad al asalto o ren-
dirla por un largo asedio, puesto que el nmero de efectivos de
infantera y artillera que posea eran insuficientes para tal fin: el
marqus confiaba en conquistar el fortn de Montjuic y fortifi-carse en la montaa, recibiendo refuerzos y suministros por mar.
Este emplazamiento era mucho mejor que situarse en la llanura
de Barcelona, lejos del mar y con la posibilidad de ser atacado por
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asent en la zona de Montserrat con la misin de hostigar los con-
voyes de suministros y correos realistas.
LA BATALLA
En la madrugada del 26 de enero de 1641, los 2 escuadrones
de mosqueteros iniciaron la ascensin de la montaa, mientras el
resto de la infantera y caballera tomaba posiciones en el llano
delimitado por el camino de Creu Coberta, los molinos de viento
y Valldonzella. Curiosamente las fuentes catalanas, al contrario
que las castellanas, informan que el avance realista se realiz en 3
formaciones: tal discrepancia quizs se debe a que desde la ciudad
la observacin del ataque castellano diese la impresin que el
asalto estaba formado por 3 columnas simultneas, en lugar de 2
columnas y el grueso del ejrcito en retaguardia.Tras vencer las dificultades de la dura ascensin por aquel des-
conocido terreno abrupto y boscoso, el destacamento de asalto de
Tyrone, que ascenda por la ladera de Castelldefels, fue el primero
en contactar con la primera lnea de defensa catalana, la unidad
de los Metalrgicos; los primeros soldados realistas cayeron cosi-
dos por las balas catalanas, totalmente sorprendidos que all hu-
biesen trincheras; no sera la nica vez que ello sucedi: los
oficiales y soldados realistas avanzaban conforme a las informa-
ciones recibidas de Rocabert y ste no conoca las nuevas dispo-
siciones tomadas por Aubigny en los dos das precedentes; sesucedieron intensas salvas de mosquetera, en las que cay herido
el duque ODonnell: sus hombres quedaron desconcertados por
la prdida de su estimado capitn y detuvieron su avance.
litar y Bernard du Plessis-Besanon general y emisario de Luis
XIII. Respecto del plan de defensa, el comandante de la plaza de
Barcelona sera Miquel Torrelles y el comandante de Montjuic el
francs Aubigny. Desde ese momento los oficiales franceses asu-
mieron con rapidez la direccin de la defensa de la ciudad: el ge-
neral Serignan, comandante en jefe del ejrcito francs, dispuso a
sus hombres a lo largo de toda la muralla, y en cada poterna, ba-
luarte o posicin estratgica haba un destacamento de franceses;
adems, la media luna erigida frente al portal de San Antonio el
lugar previsible de un asalto realista, estaba defendido por tropas
francesas.
Aubigny se encarg diligentemente de la defensa del fortn de
Montjuic, tras comprobar que las defensas eran insuficientes: el
foso era poco profundo, la muralla del fortn demasiado baja y nose haba previsto la colocacin de piezas de artillera. En dos fre-
nticos das, trabajando da y noche, Aubigny cambi radical-
mente el permetro defensivo: el parapeto se elev lo suficiente
como para ser necesario escalas de asalto para superarlo, los ba-
luartes de las esquinas se mejoraron y se colocaron en ellas 8 pe-
dreros, en plataformas adecuadas para que su tiro batiera un
amplio rango y alcance. Adems, 300 veteranos, escogidos de
entre todas las fuerzas francesas, fueron destinados a Montjuic, y
cada unidad catalana contaba tambin con la presencia de oficia-
les y suboficiales franceses.El conseller tercero de la ciudad, Pere Joan Rossell, con las
fuerzas supervivientes de Martorell, fue llamado a regresar a Bar-
celona para sumarse a la defensa, y el guerrillero Margarit se
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detrs del escuadrn de Tyrone; cuando los mosqueteros del ir-
lands detuvieron su avance, Mascarenhas les reagrup y asumi
el mando, iniciando un nuevo asalto. Los Metalrgicos aguan-
taron el nuevo ataque, causando fuertes prdidas a los realistas,
que se parapetaron tras los troncos de los rboles y las bancadas
de piedra.En una nueva oleada de asalto, algo ms retrasado, y al oeste
de la montaa, ascenda el tercio castellano del duque de Oropesa,
que tras su muerte estaba a las rdenes de Diego de Crdenas.
ste, viendo el estancamiento de las primeras fuerzas de asalto,
envi un grupo de mosqueteros a flanquear la posicin catalana
de los Metalrgicos, que finalmente, a punto de ser copada, se re-
tir hacia el fortn. En el avance castellano contra la siguiente trin-
chera Mascarenhas fue herido de gravedad y Crdenas fue
muerto.
Por la zona de la Torre de Damians, guarnecida por las com-
paas de los capitanes Gallart y Valenci, los soldados realistas
tuvieron ms xito; las defensas, una tosca trinchera, poco pro-
funda y con dbil parapeto, proporcionaban poca defensa a una
tropa que estaba nerviosa tras or los intensos combates que se
producan por toda la montaa, y estaban expectantes sobre su
suerte. Los soldados del tercio del Conde-Duque de Olivares ata-
caron la posicin y forzaron aquellas defensas; los catalanes tuvie-
ron que correr a refugiarse en la siguiente lnea de trincheras,
siendo reforzados por un destacamento de 40 soldados franceses
enviados por Aubigny, a peticin de Gallart. Sin embargo, cuando
los realistas del Conde-Duque intentaron avanzar ms por la zonade San Ferriol, se adentraron en una zona despejada que poda
ser batida por los caones de la muralla barcelonesa, quedando
Por su parte, el escuadrn de Fernando de Ribera, que ascen-
da por la zona de Santa Madrona, tuvo menos dificultades en su
camino, puesto que aprovecharon una senda cubierta de un ba-
rranco, el desaguadero que recoga las aguas que bajaban de la
cumbre, recorrido que les permiti pasar inadvertidos y llegar
muy cerca del fortn. Cuando el barranco feneca, casi en la cum-bre de la colina, a pocos pasos de la trinchera exterior del fortn,
los mosqueteros lanzaron una descarga y cargaron contra la de-
fensa catalana; los defensores estaban totalmente desprevenidos,
puesto que haban credo que por aquella zona ninguna fuerza as-
cendera: cundi el pnico y algunos soldados se retiraron al for-
tn, mientras que otros intentaron oponerse al asalto realista; sin
embargo, la acometida castellana, vigorosa y ejecutada a poca dis-
tancia, dobleg la resistencia en la trinchera, y los defensores su-
pervivientes tuvieron poco margen de escapar y guarecerse en el
parapeto del fortn, mientras sus compaeros les cubran por el
fuego, deteniendo en seco el avance realista, cuyos soldados se pa-
rapetaron en la trinchera recin conquistada a la espera de la lle-
gada del resto de unidades, pero fueron desalojados por el intenso
fuego desde el fortn.
En la llanura de Barcelona, las fuerzas de Garay sentaban sus
posiciones frente a la ciudad; Serignan orden a la caballera
franco-catalana que se desplegase frente a Valldonzella, con la in-
tencin de controlar los avances realistas; 500 jinetes apoyados
por un destacamento de mosqueteros salieron de la ciudad para
prevenir cualquier avance realista.
Mientras la primera oleada de asalto a Montjuic entraba encontacto con los catalanes, la segunda oleada realista iniciaba su
ascensin. El tercio portugus de Simn Mascarenhas avanzaba
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2 metros. Con todo, la moral era alta, y la tropa dispuesta a lan-
zarse al asalto.
Cuando Torrecuso dio la orden, la infantera carg en masa
contra el fortn. Fue en ese momento que Aubigny orden abrir
fuego a sus 8 caones y a todos sus mosquetes y arcabuces, cau-
sando una gran mortandad entre los asaltantes; an ms fue lasorpresa entre los oficiales superiores, que desconocan la presen-
cia de artillera en el fuerte; fueron enviados varios mensajeros a
Los Vlez a pedir urgentemente caones en la cima; el marqus
orden que las piezas ligeras que se encontraban en Molins de
Rei, protegiendo la retaguardia del ejrcito real, fueran tradas
hasta Montjuic. Tambin pidieron desde la cima que se trajesen
escalas para salvar el parapeto, y picos y palas para fortificarse,
pero todo se encontraba en retaguardia, y cuando llegaron a pri-
mera lnea, mucho tiempo despus, las unidades estaban tan des-
moralizadas y agotadas que su presencia sirvi de poco.
Los castellanos, tras el asalto fracasado, intentaron resguar-
darse a lo largo de la colina, tras rboles, rocas y las trincheras
capturadas al enemigo; desde el fortn, los caones disparaban
con todo lo que tenan a mano: bombas, metralla, piedras e in-
cluso tierra. A pesar del intenso fuego, los realistas realizaron al-
gunos intentos de asaltar de nuevo el parapeto del fortn, pero los
defensores mantuvieron una frrea disciplina de fuego, batiendo
la tierra de nadie que los castellanos deban cruzar sin proteccin
alguna, causando muchas bajas.
Mientras intensos combates se producan en Montjuic, desde
Barcelona se contemplaba con temor como el avance realista ibaganando terreno. El consejo de guerra y los oficiales encargados
de la defensa deliberaron sobre la necesidad de enviar refuerzos
anclados en el terreno. Fue esta detencin un fuerte contratiempo
en los planes realistas, puesto que este tercio tena fama de ague-
rrido, y su estancamiento en la ascensin fue sentido a la hora de
asaltar el fortn.
El avance realista, a pesar de las bajas, haba logrado tomar las
diversas trincheras y parapetos que se sucedan a lo largo de lasladeras de Montjuic; todos los tercios haban convergido en la
cima de la montaa y se preparaban para el asalto. Sin embargo,
a pesar del xito en la ascensin, haban tenido ms bajas de las
esperadas, puesto que los oficiales realistas se encontraron des-
concertados ante la tenacidad de la defensa; las instrucciones que
Rocabert les haba dado sobre el sistema defensivo de Montjuic
eran muy precisas, por lo que se sorprendieron de la presencia de
aquellas trincheras y de la resistencia del enemigo.
Aunque Melo, en su crnica, apenas menciona a Torrecuso
en las etapas iniciales de la batalla, un escrito annimo de la Bi-
blioteca Nacional, Fondo Osuna, afirma la presencia del italiano
ya en los primeros combates, impartiendo rdenes desde casi la
primera lnea. La razn de la falta de informacin de Melo al res-
pecto bien pudiera deberse a que el general portugus que desde
diciembre de 1640 estaba preso en Madrid, bajo sospecha de co-
laborar con la rebelin portuguesa del duque Juan de Braganza
, tras ser liberado, cuando recopil datos sobre la batalla cont
como testigo directo de los hechos a Juan de Garay, entre otros
oficiales, y quizs su testimonio no fuera del todo objetivo; To-
rrecuso estaba en la cima de la colina y orden a las tropas que se
reorganizasen para acometer el asalto al fortn; sin duda algunaera una sorpresa para todos ellos contemplar como enfrente te-
nan que acometer una trinchera y detrs, un parapeto de ms de
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tropas de caballera y cargar contra el duque de San Jorge. ste,
al contemplar que la caballera enemiga formaba para un asalto,
reagrup sus fuerzas y se decidi a cargar, con el convenci-
miento de que aquel era el momento decisivo de la batalla: si
aniquilaba a la caballera franco-catalana, despejara el llano de
Barcelona y evitara cualquier posibilidad de ayudar a los sitia-dos de Montjuic, y tambin despejara el terreno para que el
resto del ejrcito avanzase posiciones contra la muralla de Bar-
celona; el duque envi un emisario a lvaro de Quiones para
que su unidad de 600 jinetes de las rdenes Militares de Espaa
se sumase a la carga; hizo lo mismo con el escuadrn de caba-
llera del italiano Filipo Filangieri, de 600 hombres. Pero mien-
tras el segundo se sum a las fuerzas del duque, Quiones no
movi sus fuerzas, creyendo que aquel movimiento expondra
demasiado a las tropas al fuego enemigo desde la muralla bar-
celonesa. San Jorge inici la carga solo con su escuadrn, cho-
cando rpidamente con la caballera franco-catalana; se sum ala refriega Filangieri con sus hombres; en el fragor del combate,
cuando San Jorge crea que los jinetes de Quiones estaban a
punto de cargar contra el enemigo, recibi la desagradable sor-
presa que nuevas unidades enemigas cargaban contra su flanco:
eran las compaas francesas de los capitanes de La Talle y Gui-
dane. San Jorge, rodeado, crey que la mejor opcin era una
huida hacia adelante: intentara atravesar las lneas enemigas,
alcanzar la muralla y apoderarse de una puerta, esperando as
mover a Quiones y al resto del ejrcito en su auxilio. Pero solo
el duque y unos cuantos lograron atravesar a los jinetes enemi-
gos, y cuando se aproximaban a la muralla, fueron diezmadospor el fuego combinado de infantes y artilleros. El duque fue
mortalmente herido, y a su alrededor se desarroll una encar-
al fortn, pero los accesos a la montaa estaban amenazados por
la presencia de la caballera del duque de San Jorge, que haba ade-
lantado su posicin desde los molinos hasta el pie de la montaa;
para intentar desalojarlos, Serignan envi a un destacamento de
caballera de 25 hombres, a las rdenes del capitn Manuel dAux
Borrellas, y una manga de mosqueteros. Los barceloneses toma-ron posiciones parapetados en el margen de piedra de un sem-
brado que lindaba con una quebrada situada a escasos metros de
los jinetes realistas; se inici un intercambio de fuego y los jinetes
franco-catalanes realizaron algunas cargas contra la caballera re-
alista, retirndose a continuacin tras la proteccin de los mos-
quetes de los soldados atrincherados. El duque de San Jorge fue
perdiendo los nervios a medida que sus jinetes caan ante las an-
danadas de los mosquetes de los emboscados y resolvi cargar
con todas sus fuerzas contra ellos. Solicit 200 mosqueteros al ge-
neral Garay para que le apoyaran en la empresa, pero Garay se
neg a ello tanto por cumplir las rdenes de Los Vlez de man-tenerse a la expectativa como por tener la oportunidad de incor-
diar al hijo de su enconado rival.
Ante la negativa de Garay, el duque solicit refuerzos a las
unidades del contingente destinado a acometer Montjuic, y fi-
nalmente le enviaron parte de sus mosqueteros. Con este apoyo
de infantera el duque se lanz al asalto de la posicin catalana,
haciendo huir a infantes y jinetes, que retrocedieron en tropel
hacia la medialuna del portal de San Antonio.
Las fuerzas del duque ocuparon la posicin abandonada,
pero fueron inmediatamente bombardeados por los caones de
la muralla, que protegan as la retirada de los suyos.El general Serignan, viendo que la infantera realista estaba
ocupada guarecindose del fuego artillero, resolvi reunir a sus
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y que bombardease con ms denuedo la muralla, para mantener
la presin sobre la ciudad y evitar as que se enviasen los refuer-
zos a la montaa, pero a pesar del intercambio artillero, los re-
fuerzos barceloneses seguan su camino hacia la cima.
Consciente de que el tiempo apremiaba, Torrecuso reorga-
niz a sus fuerzas para un nuevo asalto; orden a las tropas queestaban ms expuestas a las bateras del fortn que se guarnecie-
sen en un cercano olivar, con la intencin de amunicionarse y
lanzar un nuevo ataque, pero cuando se dirigan a aquella zona
muchos de aquellos soldados cayeron bajo el fuego de la com-
paa de miqueletes del capitn Cabanyes, que diestramente
haba situado a sus hombres en el bosque; los intentos de los in-
fantes realistas de desalojar a los miqueletes fracasaron, y aun-
que una unidad de caballera intent cargar por su retaguardia,
fue detenida por los caones de la muralla. Los miqueletes
aguantaron en la posicin y los realistas tuvieron que retroceder
ms su lnea.Hacia las tres de la tarde, conscientes de la pronta llegada de
los mosqueteros de refuerzo, Torrecuso y sus hombres cargaron
a la desesperada sobre el fortn; tambin desesperados estaban
los defensores, temiendo que en aquel asalto no pudiesen resis-
tir, cuando el sargento Francisco Ferrer, mientras disparaba su
arma, observ cmo los refuerzos de la ciudad ascendan por el
camino, y dio la nueva a sus hombres que era necesario resistir;
fue aquello un revulsivo para los sitiados, que recobraron fuerzas
para cubrir a sus compaeros, disparando a diestro y siniestro
sobre los soldados enemigos, que de nuevo cargaban sobre el
parapeto; en estos lances murieron dos sobrinos del marqus,Diego y Antonio Fajardo. De nuevo los realistas tuvieron que
retroceder, y los sitiados pudieron acoger a los refuerzos.
nizada batalla entre sus allegados y los franceses por aduearse
de su cuerpo y el de Fernando de Chirinos, comisario general
de la caballera, tambin cado. Los supervivientes de las unida-
des del duque y de Filangieri volvieron grupas y regresaron a su
posicin de partida, seguidos por los jinetes franceses, que tu-
vieron que detener su persecucin cuando entraron en el al-cance de los mosquetes de los escuadrones de Garay. ste
orden a sus infantes y a las bateras que hostigasen la muralla
de la ciudad, pero el ataque se realiz de manera tibia, y los ar-
tilleros barceloneses dirigieron su fuego sobre la infantera de
Garay, obligndola a retirarse.
Mientras esto suceda en el llano, los combates intermitentes
se mantenan en la montaa; los realistas haban lanzado infruc-
tuosos asaltos, pero los defensores haban agotado prctica-
mente sus reservas de municin y agua; desesperados, los
oficiales de la guarnicin ordenaron que se realizasen las llama-
das de auxilio convenidas: humaredas de plvora humedecida,que se atiaban segn el cdigo establecido. En Barcelona, el con-
sejo de guerra acord, tras haber eliminado la amenaza de la ca-
ballera de Torrecuso y la infantera de Garay, enviar un
destacamento de refuerzo de 2.000 mosqueteros: buena parte de
ellos ascendieron por el camino atrincherado, mientras que
otros fueron desembarcados al pie de la montaa por los pesca-
dores del barrio de la Ribera; junto a ellos tambin fueron un
buen nmero de mujeres, cargadas de vveres y municin, no
en vano en la muralla tambin haba muchas mujeres encarga-
das del correo y del municionamiento de las bateras y tirado-
res.Torrecuso envi nuevos mensajes al marqus de Chieri, ge-
neral en jefe de la artillera, para que le proveyese de escaleras,
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hombres, reforzando el nimo de los defensores; tambin se es-
peraba la entrada de las tropas guerrilleras de Margarit. En el
bando realista, con la llegada del nuevo da los nimos estaban
por los suelos. Se celebr un consejo de guerra en el que Torre-
cuso profundamente dolido por la muerte de su hijo insista
que con 2.000 mosqueteros y artillera poda tomar Montjuic en4 horas; el resto de oficiales superiores no estuvieron de acuerdo
y se opusieron a tal maniobra. En ltima instancia Los Vlez
consider prudente regresar a Tarragona.
En Barcelona los rumores de las idas y venidas del ejrcito
realista estuvieron planeando durante les siguientes das, hasta
el mircoles 30 de enero, que se confirm la retirada total del
enemigo hasta ms all de la llanura del Peneds. Por el camino,
buena parte del ejrcito realista desert.
La larga y sangrienta Guerra dels Segadors acababa de em-
pezar.
En aquellas horas de la tarde del 26 de enero se fueron suce-
diendo los intercambios de disparos entre ambos ejrcitos y, de
manera espordica, pequeos asaltos de tipo compaa, pero sin
xito. Fue entonces cuando Torrecuso se enter de la muerte de
su hijo: la noticia le sumi en una profunda depresin; envi un
mensajero a Los Vlez indicando que no se encontraba con fuer-zas para seguir con el mando.
Se lleg as a las cuatro de la tarde sin que los realistas pu-
dieran poner pie en el fortn. En medio del fragor de una des-
carga de mosquetera, un soldado cataln llamado Juan Tapiolas
grit que el enemigo hua, y baj de la muralla, seguido de un
sargento francs llamado Verge; una cuarentena de soldados se
sum a aquella inesperada carga. Los diezmados infantes realis-
tas, al contemplar cmo el fuego enemigo se suspenda y empe-
zaban a emerger del fosado aquellos enemigos, creyeron que se
trataba de un ataque general de toda la guarnicin, y se retiraron
en tropel, gritando a sus compaeros de retaguardia que el ene-
migo cargaba contra ellos. Cundi as rpidamente el pnico
entre aquellos soldados que hasta aquel momento haban aguan-
tado estoicamente el fuego enemigo; en vano los oficiales y sub-
oficiales intentaron poner orden en las filas, pues eran
sobrepasados por los soldados que huan ladera abajo, muchos
de ellos sin sus mosquetes y picas.
Tras la manifiesta inactividad de Torrecuso, el marqus de
Los Vlez solicit a Juan de Garay que asumiera el mando; ste
vio que era su momento para alzarse con el reconocimiento que
crea merecer: orden a la caballera de las rdenes que formase
una barrera al pie de la montaa para detener la alocada huida
de la infantera. Lentamente los soldados que corran desde
Montjuic fueron serenndose y formaron en la llanura a medida
que localizaban sus banderas. El consejo de estado mayor acon-
sej a Los Vlez que las tropas se retirasen al campamento de
Sants y esperar al nuevo da. La lucha en Montjuic haba cesado.
Segn el Dietario de la Generalitat, la batalla conllev en el
bando realista la prdida de 500 oficiales y suboficiales muertos
y de 1.500 soldados, y el doble de heridos, adems de 14 bande-
ras otras fuentes indican que 19 y el abandono de ms de
2.000 armas; por su parte, los franco-catalanes tuvieron 32muertos y una treintena de heridos.
Parece ser que el ejrcito real, quizs previendo un contraa-
taque desde la ciudad, form en batalla parte de la noche: desde
Barcelona, por el contrario, pensaban que el enemigo estaba pre-
parando un nuevo ataque, por lo que se reforz Montjuic con
8.000 hombres cifra a todas luces exagerada, otras fuentes in-
dican que fueron 4.000, y las murallas estaban totalmente guar-
necidas. Hacia las 11 de la noche se produjo una escaramuza: un
destacamento realista de infantera y caballera ascendi por la
montaa, pero tanto desde el fortn como desde la ciudad se dio
la voz de alarma y se iniciaron unas violentas descargas de mos-quetera, por lo que el ataque realista no prosper.
A las 2 de la madrugada del da 27 el conseller Pere Joan Ros-
sell lleg a Barcelona con la bandera de Santa Eulalia y 4.000
14 DESPERTA FERRO
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