La Bioética y Sus Problemas

22
Del libro “Bioética jurídica, dignidad de la persona y derechos humanos” (Ed. Dunken, Buenos Aires, 1ª. ed. 2007) de Eduardo Luis Tinant Segunda parte BIOÉTICA Y BIOÉTICA JURÍDICA

description

info recolectada

Transcript of La Bioética y Sus Problemas

Page 1: La Bioética y Sus Problemas

Del libro “Bioética jurídica, dignidad de la persona y derechos humanos” (Ed. Dunken, Buenos

Aires, 1ª. ed. 2007)

de Eduardo Luis Tinant

Segunda parte

BIOÉTICA Y BIOÉTICA JURÍDICA

Page 2: La Bioética y Sus Problemas

CAPÍTULO VI

LA BIOÉTICA Y SUS PROBLEMAS

“Los problemas bioéticos son aquéllos que se derivan de la investigación y la práctica biomédicas, atendiendo a sus consecuencias éticas, jurídicas y políticas” (José Miguel Serrano Ruiz-Calderón, Bioética, poder y derecho)

Sumario: 1. Aproximación a la bioética actual. 2. Ética y globalización. ¿Problemas nuevos o problemas de siempre renovados?. 3. Algunas reflexiones conclusivas y a la vez preparatorias.

1. Aproximación a la bioética actual

1.1. La bioética es una parte de la ética y no toda la ética. Pero -si se quiere paradójicamente- es también algo más que ética. Fenómeno social y actividad pluridisciplinar que procura armonizar el uso de las ciencias biomédicas y sus tecnologías con los derechos humanos en relación con los valores y principios éticos universalmente proclamados, como ya señalara en “Antología para una bioética jurídica” (2004), se encuentra hoy en la encrucijada entre la manipulación de la vida y la atención de la salud y el bienestar de las personas. Intersección de los saberes prácticos involucrados, que abarca el diálogo, la discusión, la crítica y la toma de decisiones de sus representantes y de las autoridades públicas, con magros resultados hasta ahora según puede percibirse, al menos en orden a poner límites a la tremenda brecha económica y social –reflejada dramáticamente en el campo sanitario-, que margina a millones de personas, así como a la ambivalencia de dicho progreso –la distancia entre los aportes positivos y los riesgos generados es cada vez mayor-, con la finalidad de preservar el respeto de la dignidad humana y mejorar las condiciones de vida en el planeta.

En cualquier caso, acicate para renovar esfuerzos en tal dirección, además de la comunidad científica y bioética –nacional, regional e internacional-, todos los dirigentes y ciudadanos del mundo de buena voluntad, procurando no sólo interpretar sino también orientar los extraordinarios avances de la moderna tecnociencia y los cambios sociales y culturales de la nueva globalización (1).

1(?) Hay quienes piden avanzar mucho más en esa dirección. Por ejemplo, Volnei Garrafa, coordinador de la cátedra UNESCO de Bioética de la Universidad de Brasilia y presidente de la Sociedad Brasileña de Bioética, sostiene que la bioética debe ser más intervencionista y comprometerse con la realidad de los países subdesarrollados y las poblaciones más pobres para intentar mejorar su acceso a los medicamentos y a los sistemas sanitarios. Así lo señaló en el IV° Congreso Mundial de Bioética, organizado por la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI) en Gijón, España, del 21 al 25 de noviembre de 2005, reclamando el paso de una bioética “contemplativa” a otra de tipo “intervencionista” en esa dirección, porque la bioética no puede permanecer ajena a esta situación y debe convertirse en una herramienta transformadora. Con anterioridad (2002), en trabajo en coautoría con Mauro Machado do Prado, subrayó que el desarrollo científico y tecnológico ha sido amargamente excluyente y los beneficios aportados por los descubrimientos del siglo pasado siguen siendo inaccesibles para más de dos terceras partes de la población mundial. Y, si las diferencias en los intereses y necesidades sociales entre

2

Page 3: La Bioética y Sus Problemas

No fue meramente académico, pues, el debate suscitado en el seno del Comité Internacional de Bioética (CIB) de la UNESCO acerca del contenido de la Declaración de Normas Universales sobre la Bioética. Su “Fourth Outline of a Text” (diciembre 2004) consideró que el término “bioética” se refiere al campo de estudio sistemático, plural e interdisciplinario que involucra las investigaciones de una moral teórica y práctica planteadas por la medicina y las ciencias de la vida con aplicación a los seres humanos y las relaciones de la humanidad con la biosfera. Ésta comprende elementos abióticos o minerales (aire, agua, suelo) y bióticos (animales, vegetales y microorganismos), cumpliendo cada elemento una función en relación a los otros; aportes sin los cuales serán incapaces de llenar sus propias funciones. Tal ensanche del horizonte de la bioética permite incluir los temas de la denominada “bioética ambientalista” (acerca de la tutela del medio ambiente natural). Aun así, se planteó que tal borrador resultaba incompleto y se reclamó la inclusión de otros problemas que hacen a la ética de la vida, como los de la pobreza extrema y la exclusión de millones de personas, el acceso a la salud y a los remedios y la contaminación ambiental (2).

Finalmente, el 19 de octubre de 2005, la Conferencia General de la UNESCO en su 33ª. reunión celebrada en París ha adoptado por aclamación la Declaración Universal

el norte y el sur eran grandes antes del proceso de globalización, hoy en día lo son de manera alarmantemente mayor. Esto no debería dejar lugar a duda de que “es necesario efectuar cambios, no sólo en los paradigmas económicos y científicos, sino en los compromisos y las responsabilidades sociales”. La búsqueda de respuestas éticas y prácticas, que hagan hincapié en las necesidades de los que están excluidos del proceso de desarrollo, se ha convertido en una prioridad para los países del hemisferio sur. “Necesitamos –dijeron los autores- un nuevo marco crítico vinculado directamente con las necesidades de la mayoría, en particular la posibilidad de acceso para todos a la salud y a otros bienes que son indispensables para la supervivencia humana en el mundo contemporáneo. Este enfoque bioético va más allá de la simple denuncia y de llamamientos utópicos. Se basa en el respeto por la ciudadanía y la democracia, y considera a la bioética como una importante herramienta metodológica para debatir e intervenir en los problemas. La bioética intervencionista debería ser una herramienta más para encontrar soluciones políticas y sociales eficaces a los problemas enraizados de la inequidad mundial en materia de salud”.

Pero también se han alzado voces cuestionando tal pretensión, argumentando que ésta podría desnaturalizar el cometido de la disciplina. Por ejemplo, en lo que resulta ser una crítica a las denuncias de Garrafa sobre “el creciente proceso de despolitización de los conflictos morales” y que “la bioética, en el norte, se ha reducido a una herramienta metodológica neutral utilizada sencillamente para leer e interpretar conflictos”, Naomar Almeida Filho e Ichiro Kawachi (“¿Una nueva bioética...o ´biopolítica´?”, 2002), profesores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, EE.UU., con referencia a las exigencias formuladas a gobiernos, empresas, instituciones y profesionales para que actúen con mayor sentido ético y humano con el propósito de reducir la inequidad en nuestro mundo globalizado de hoy -especialmente en el ámbito de la salud-, han expresado: ”Pero, tal vez un llamamiento apasionado para que la política y la salud se rijan más por los principios de la ética, no sea la mejor respuesta a los problemas de la injusticia social. Un enfoque de este tipo puede terminar siendo sencillamente otra forma de describir los procesos político-estructurales como el resultado de acciones voluntarias”.2(?) Así lo demandó en diversas oportunidades uno de los vicepresidentes de la Sección Latinoamericana de la SIBI, el profesor argentino Salvador Darío Bergel, v. gr. al disertar sobre “Anteproyecto de UNESCO sobre Normas Universales de la Bioética” en el Acto de inauguración del VII° Congreso Interdisciplinario sobre “Responsabilidad, Genética y Bioética” en ocasión del 60° Aniversario de las Naciones Unidas y UNESCO, celebrado en la Universidad del Museo Social Argentino, Buenos Aires, los días 28 y 29 de junio de 2005.

3

Page 4: La Bioética y Sus Problemas

sobre Bioética y Derechos Humanos (3), que trata de “las cuestiones éticas relacionadas con la medicina, las ciencias de la vida y las tecnologías conexas aplicadas a los seres humanos, teniendo en cuenta sus dimensiones sociales, jurídicas y ambientales”. La Declaración procura responder a una verdadera necesidad a medida que se multiplican, a menudo sin un marco regulador, prácticas que traspasan las fronteras nacionales: la realización simultánea en diferentes países de proyectos de investigación y de experimentos en el campo biomédico, la importación y exportación de embriones y células madre embrionarias, de órganos, de tejidos y de células, y la circulación transfronteriza de tejidos, de muestras de ADN y de datos genéticos.

Sobre la base de que la instauración a nivel internacional de principios éticos es más necesaria que nunca, el texto adoptado proporciona un marco de principios y de procedimientos que podrán servir de guía a los Estados en la formulación de sus políticas, legislaciones y códigos éticos. El documento reconoce la importancia de la libertad de la investigación científica desde el respeto y la protección de la dignidad de la persona y los derechos humanos. Igualmente tiene presente que la identidad de una persona comprende dimensiones biológicas, psicológicas, sociales, culturales y espirituales. El texto enuncia diversos principios y reglas, algunos ya clásicos, como el respeto de la privacidad y de la confidencialidad, el consentimiento informado, y la no discriminación ni estigmatización, pero la noción de “responsabilidad social” (y salud) es novedosa. Ésta precisa que el progreso de las ciencias y de las tecnologías debería fomentar el bienestar de las personas y de la especie humana, favoreciendo en particular el acceso a una atención médica de calidad y a los medicamentos esenciales, especialmente para la salud de las mujeres y los niños, “ya que la salud es esencial para la vida misma y debe considerarse un bien social y humano” (remarca), acceso a una alimentación y abastecimiento de agua adecuados, entre otros bienes y servicios primordiales. También se afirma el principio de aprovechamiento compartido de los beneficios resultantes de toda investigación científica y sus aplicaciones, según diversas formas propuestas, al igual que la protección de las generaciones futuras (que conlleva la responsabilidad de las generaciones actuales para con aquéllas), respecto a las repercusiones de las ciencias de la vida, en particular en su constitución genética, y la protección del medio ambiente, de la biosfera y de la biodiversidad, teniendo en cuenta la participación y el papel de los seres humanos en dicha protección (4).

3(?) La Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, que puede consultarse en Internet: www.unesco.org/ethics (Instrumentos normativos), es el tercer texto normativo elaborado y adoptado por la UNESCO en materia de bioética. El primero data de 1997: se trata de la Declaración Universal sobre el Genoma Humano y los Derechos Humanos, que la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó en 1998. En 2003, se adoptó un segundo texto: la Declaración Internacional sobre los Datos Genéticos Humanos, que establece los principios éticos que deben regir el acopio, procesamiento, conservación y uso de datos genéticos obtenidos a partir de muestras biológicas (sangre, tejidos, saliva, esperma, etc.). 4(?) La reciente Declaración de la UNESCO ha merecido prontamente críticas y adhesiones de parte de la doctrina especializada. Lejano en el tiempo, y aun en la práctica, el aserto de Portalis de que ”las leyes se hacen con el tiempo, mas en verdad no acaban de hacerse nunca”, acaso en virtud de la necesidad de lograr rápidas respuestas a problemas acuciantes que dificultan tal aggiornamento para poder estimar la bondad (o no) del texto implicado según la utilización que se haga (o no) del mismo. De tal manera, para María Dolores Vila-Coro, directora del Doctorado en Bioética y Biojurídica, Cátedra UNESCO, Madrid, aquélla configura “una declaración poco madura” (Diario Médico, 20/I/06), pues ha mejorado los borradores pero no

4

Page 5: La Bioética y Sus Problemas

Según se advierte, habiendo alcanzado cierto desarrollo, la bioética en la actualidad atraviesa un período de transición, ora porque se considere que el núcleo duro de la teoría bioética denominada contemplativa se encuentra en tela de juicio, ora porque lo estén su supuesta neutralidad (5) o falta de compromiso y/o su ineficacia o falta de resultados concretos. La meta, en tal caso, es dotarla de una mayor responsabilidad social (6) y efectividad.

1.2. Lo que sí está claro es que el objeto de la bioética actual no se limita a la relación dialógica médico-paciente (propia de importantes capítulos de la bioética, tales como “bioética clínica”, “bioética paliativa”), y comprende las cuestiones políticas y sociales vinculadas a la salud pública, pero también los conflictos ético-jurídicos que suscitan las investigaciones biogenéticas, en particular las desarrolladas a partir del Proyecto Genoma Humano; y que, según hemos dicho en anteriores trabajos, se plantea la necesidad de volver a considerar la dignidad de la persona humana como un valor superior al de la utilidad económica y de afirmar la primacía del orden ético sobre la técnica y los intereses puramente comerciales, mediante una toma de conciencia individual y colectiva respecto de la capacidad y la sensibilidad de prever efectos y riesgos sobre el inadecuado uso de las aplicaciones de ciencia y tecnología sobre la vida.

Como ha señalado con toda propiedad Roberto Andorno (1998), “ser persona” equivale a “ser digno”: dignidad ontológica –cualidad inseparablemente unida al ser

ha sido promulgada con suficiente ponderación, y hay errores en la traducción de conceptos claves (v. gr., estándar por norma ética, humanidad por especie humana) e incorpora principios, como la solidaridad y cooperación, que a su juicio no son éticos (sólo será un valor si se trata de una causa justa; en caso contrario, es un disvalor). Critica asimismo el tiempo verbal utilizado, should, que se traduce por el condicional debería (no por debe), lo cual provoca que algunos artículos resulten simples sugerencias. La propia versión inglesa resulta carente de fuerza, vigor y eficiencia. En efecto, agregamos, must is stronger than should: el primer modo verbal expresa necesidad y obligación, en tanto el segundo sólo sugerencia o dar consejo (cf. “Practical English Usage”, Michael Swan, Oxford University Press, 2005). En cambio, para Volnei Garrafa (“Hace falta mayor compromiso e intervencionismo de la bioética”, Diario Médico, 28/XI/05), la acción efectiva y organizada de los países del hemisferio sur en la construcción de la reciente Declaración Universal sobre Bioética y Derechos de la UNESCO demuestra que “es posible actuar de modo intervencionista en la construcción de instrumentos para facilitar el acceso de las personas y los pueblos a los medicamentos”.5(?) Conviene formular alguna precisión etimológica y jurídica al respecto. Neutral: “Que no se inclina a ninguna de dos partes que contienden; que no favorece a ninguno de los partidos que se disputan el poder”. Del latín neutralis, del género neutro, del género gramatical que no es ni masculino ni femenino, de neutr tema de neuter, ni uno ni otro, ninguno de los dos (de ne no, del latín antiguo, + uter, “uno de los, cualquiera de los dos”, del indoeuropeo kwo-ter, comparativo de kwo “cuota”, + alis ”de”). Tal neutralidad, que puede devenir complaciente, se diferencia de la neutralidad que debe encarnar el juez en el derecho judicial (“tercero imparcial”). Ésta no consiste en ser ajeno o extraño al juicio lógico que va a vivir, pues, como ha sostenido el jusfilósofo argentino Carlos Cossio, ontológicamente el juez está dentro del todo al ponerle sentido, por cuya razón la comprensión, gnoseológicamente, es un acto de toma de posición. En materia jurídica el juez es neutral si es justo tal como él entiende esto a conciencia. En todo caso, despliega una neutralidad activa y comprometida con el dar a cada uno lo suyo y por tanto con el –muchas veces- áspero camino de pedir y hacer justicia. 6(?) Noción que ha consagrado, según vimos, la citada Declaración de la UNESCO (art. 14).

5

Page 6: La Bioética y Sus Problemas

mismo del hombre- y dignidad ética –la que hace referencia a su obrar-. Noción que recoge la amplitud teórico-práctica que tenía en la etapa griega constitucional el término ajxivon, en latín dignitas, tal como lo emplease Cicerón. Los axiómata o dignitates son, en este sentido, tanto las verdades por sí evidentes, aquéllas que no precisan justificación desde otras (por ejemplo, los axiomas euclidianos), como la consideración o dignidad -ética- a que es acreedor el hombre en razón de su naturaleza específica, en palabras de Urbano Ferrer Santos (2003).

La Carta de la Bioética Clínica de la Asociació Catalana d´Estudis Bioètics (ACEB) dictada en febrero de 2006: “Compromisos Básicos para los Profesionales de la Vida Humana”: 1) Compromiso de honestidad intelectual, 2) Compromiso de veracidad y transparencia, 3) Compromiso de respeto a la persona, en su cuerpo y en su autonomía…, 4) Compromiso de competencia profesional…, y 5) Compromiso de lealtad con el paciente y con los compañeros de profesión (v. web), sintetiza cabalmente el concepto en el pórtico de la misma: “Digna digne tratanda” (tratar dignamente las cosas dignas).

De tales postulados, basados en el valor que debe reconocerse al hombre por el solo hecho de serlo, y en la consideración de que porque subsistimos como seres dotados de espíritu somos personas, insistimos, cabe extraer que los seres humanos somos los únicos seres que nos poseemos y nos determinamos voluntariamente. Los únicos que tenemos conciencia de nuestra propia existencia y de nuestra misión supertemporal. Pero también, claro está, que tamaña condición nos asigna una gran responsabilidad, a los seres humanos y a la humanidad en su conjunto, en todo caso superadora de una neutralidad al menos complaciente cuando se trata de debatir y resolver problemas que afectan la dignidad de la vida y las condiciones de la salud.

1.3. Se plantea así la necesidad de una creciente integración entre las relaciones esenciales de la bioética. A saber, entre los operadores humanos y sociales de la relación bioética originaria (ciencia y técnica + ética) y de la relación bioética determinante y condicionante (derecho + acción política).

En efecto, la ética por sí sola no alcanza para asegurar el respeto de la vida y la dignidad de las personas y la vigencia irrestricta de los derechos humanos, pero tampoco el derecho tiene la fuerza suficiente si no hay una voluntad comunitaria y política que –a partir de él- promueva y ejerza el poder necesario, con el fin de conjurar las amenazas que representan los nuevos intereses creados, pero también –y fundamentalmente- de llevar a cabo el pertinente cambio de paradigma tecnocientífico. Sólo entonces podría considerarse que ha alcanzado su cenit la construcción del paradigma bioético.

Ello requiere una sociedad pluralista y un diálogo que genere el consenso sobre la realidad, es decir, un mayor nivel de interactividad entre tales disciplinas con el consiguiente compromiso de sus referentes y un rol más activo del derecho en el ámbito de la bioética, con el fin de encauzar, regular y controlar los desarrollos científicos y tecnológicos y, llegado el caso, prohibir determinadas prácticas contrarias a la dignidad humana, las libertades fundamentales y los derechos humanos.

6

Page 7: La Bioética y Sus Problemas

Desde una perspectiva regional dicha construcción participativa debe acentuar la superación de las dificultades de grandes grupos de población para lograr el debido estándar en su salud y calidad de vida.

2. Ética y globalización. ¿Problemas nuevos o problemas de siempre renovados?

2.1. Según dijimos, la rapidez y magnitud de los avances científicos y

tecnológicos, en particular los derivados del Proyecto Genoma Humano (PGH), han otorgado al ser humano un poder sin precedentes, que incluye la posibilidad de manipular el código genético de la vida, con las serias implicancias éticas, jurídicas y sociales que ello significa y que en todo caso es preciso examinar y normar adecuadamente. Problemática que se suma a la tremenda brecha económica y social que excluye y margina a miles de millones de personas, una vez más denunciada por distintos foros sociales y el movimiento mundial que lucha contra la hambruna y la pobreza conforme al lema make poverty history, y a la preocupante alteración en el cambio de clima y consiguiente calentamiento global (climate changing, global worming), que mereciera el pronunciamiento de la reunión cumbre de Kyoto (1997) tendiente entre otros aspectos a reducir y controlar la emisión de gases, prorrogado hasta más allá de 2012 por su similar de Montreal (diciembre 2005). De tal modo, poner límites a esa extrema pobreza y a la creciente agresión al medio ambiente, como a la ambigüedad del progreso tecnológico, con la finalidad de preservar la dignidad humana y el respeto de los derechos humanos y mejorar las condiciones de vida en el planeta, constituyen metas impostergables de la humanidad en la hora actual.

Los nuevos desarrollos tecnológicos, especialmente en el campo de la energía nuclear y de las intervenciones sobre el genoma humano, obligan a pensar en términos más globales la clásica relación interindividual, porque nuestro "prójimo" ahora no es sólo una o más personas próximas a nosotros, sino también, como ha sostenido agudamente el filósofo Hans Jonas, la humanidad en su conjunto, circunstancia que lo ha llevado a postular un nuevo imperativo ético: "Actúa de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida auténticamente humana sobre la Tierra". En suma, un fuerte reclamo para que la ciencia hoy en día tan poderosa sea responsable (ecologismo científico y responsable) y no pase por encima de la dignidad de las personas.

De tal modo, el principio de responsabilidad de Hans Jonas (calificado de best seller filosófico del siglo XX: “Das Prinzip Verantwortung”, 1979), que encierra los fundamentos de una “ética para la civilización tecnológica”, representa un serio esfuerzo de cambiar el “sueño presuntuoso de las utopías” por el “sueño de la moderación”, aceptando la fragilidad y falibilidad de la condición humana. El deber de preservar la humanidad configura así un deber si se quiere inédito: el de existir. Por primera vez tenemos el futuro de la misma en nuestras manos. Como se alertara hace algún tiempo, mediante frase tan efectista como sombría, “curiosamente el hombre se ha empezado a preocupar por el futuro, acaso cuando ya no lo tenga...”. En suma, el núcleo de la paradoja de la “ética de la responsabilidad” de Jonas es que lo que se debe

7

Page 8: La Bioética y Sus Problemas

preservar a cualquier precio es al mismo tiempo la precariedad de la condición humana (7).

La responsabilidad en la bioética y en el futuro de la biotecnología demanda, pues, una necesaria toma de conciencia individual y colectiva respecto de la capacidad y la sensibilidad de prever efectos y riesgos sobre el inadecuado uso de las aplicaciones de ciencia y tecnología sobre la vida. Ética de la responsabilidad que Hans Jonas traduce: “El futuro del que somos responsables es el auténtico fin de nuestra responsabilidad” (8).

2.2. No obstante, tras un proceso de varias décadas de internacionalización industrial y transnacionalización financiera, en el que han incidido empresas y bancos multinacionales y las comunicaciones globales, sin restricción de frontera territorial alguna, hoy se habla de “economía global o transnacional” y de “mercado global” o de “globalización real o virtual”, en el ámbito de la “era de la información” (9), en todo caso dominio de la telemática (10). Lo cierto es que también se han globalizado la miseria y la exclusión social; y que lo único que no se ha globalizado (en rigor, no se ha atendido o entendido) es el consenso y el compromiso de los ciudadanos y de los pueblos sobre la necesidad de instaurar la dignidad humana, la justicia, un desarrollo sustentable y la paz en el orbe.

El mentado fenómeno de globalización, en su confrontación con los valores y principios éticos universalmente proclamados, a los que aludimos inicialmente, plantea

7(?) Roberto Andorno (1998) considera que tal vez la “ética de la responsabilidad” de Jonas no sea una “nueva ética”, como parece creerlo su autor, aun cuando, en tanto ética del futuro, posea caracteres propios, como ocurre con su reflexión acerca del valor de la existencia misma de la humanidad. Reformula así el imperativo jonasiano: "Actúa de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida auténticamente humana sobre la Tierra", de modo negativo: “Actúa de tal manera que los efectos de tu acción no destruyan la posibilidad futura de tal vida”. 8(?) Según lo recuerda Marie-Luce Delfosse (1993), Max Weber, al distinguir entre una ética de la convicción y una ética de la responsabilidad, subrayó la distancia que separa dos máximas de acción: la actitud orientada hacia “lo preferible” y la actitud cuidadosa de “lo realizable”. Añade la investigadora del Centro interdisciplinario de Derecho, Ética y Ciencias de la Salud de la Universidad Notre-Dame de la Paix de Namur, Bélgica –con miras a construir una ética de la experimentación biomédica con seres humanos- que, de cara a las cuestiones promovidas por dicha experimentación, tanto la ética médica, como la deontología y el derecho, se revelan atravesados por la tensión entre ambos polos. De tal modo, concluye, es también entre convicción y responsabilidad, lo preferible y lo realizable, que se establecen los compromisos que permiten discernir el contenido de la misma.9(?) Así titula el sociólogo español Manuel Castells uno de los volúmenes de su “Fin del milenio” (2000), considerando que la revolución de la tecnología de la información, sumada a la crisis económica, tanto del capitalismo como del estatismo y sus reestructuraciones subsiguientes, a los movimientos sociales y culturales (“…deseosos de cambiar la vida más que de tomar el poder”), tales como el antiautoritarismo, la defensa de los derechos humanos, el feminismo y el ecologismo, ha generado una nueva estructura social (la sociedad red), una nueva economía (la economía informacional/global) y una nueva cultura (la cultura de la virtualidad real).10(?) Disciplina tecnocientífica, híbrida, consecuencia de la simbiosis entre la informática y las telecomunicaciones. Cfr. lo dicho en cap. I, nota al pie 10.

8

Page 9: La Bioética y Sus Problemas

un interrogante que no resulta menor: ¿Nueva ética o la ética de siempre con renovado brío?. Frente a ello, quizá sólo representen la estrella polar que guía al navegante de la bioética (la idea de justicia respecto del derecho de Rudolf Stammler), los intentos de construir, una “ética científica”, según la rama de la nueva ética propuesta por Mario Bunge (1996), como ciencia de la conducta deseable, que emplee el método científico y los conocimientos científicos acerca del individuo y de la sociedad; o una “ética mundial”, como la proyectada por Hans Küng, sobre la base de un proceso de consenso y traduciéndose en el predominio de la ética como punto de solución de los problemas hacia el futuro: “Si queremos una ética que funcione en beneficio de todos, ésta ha de ser única; un mundo único necesita cada vez más una actitud ética única” (Projeckt Weltethos, 1991/1993). Pero, en cambio, sí es válido sostener con el propio Bunge, que “la ciencia en su conjunto no es -no debe ser- éticamente neutral” y que “los valores morales, que la ciencia exige y robustece, y las reglas del método científico, se controlan recíprocamente, en mutua determinación”.

2.3. Dentro de las teorías éticas contemporáneas han surgido las denominadas éticas del lenguaje y entre éstas la denominada ética dialógica o discursiva (11), uno de cuyos máximos exponentes, Karl-Otto Apel (La ética del discurso como ética de la responsabilidad, 1998) -al igual que Jürgen Habermas, otro destacado integrante de la escuela alemana en torno a la teoría de la argumentación-, intenta construir una teoría de la verdad que, aplicada a la ética del discurso, dote a éste de procedimientos inobjetables y contenidos sustentables. Apel transita así de la “ética de la comunicación” a la “ética discursiva” (porque ésta remite al discurso argumentativo, en tanto discurso práctico, y contiene el a priori racional de fundamentación para el discurso de la ética), procura así una macroética contemporánea, cuyos discursos se caracterizan como medios de organización cooperativa de la responsabilidad solidaria (12).

Para Gustavo Bodanza, la ética del discurso apeliana constituye el marco trascendental para garantizar la racionalidad en las decisiones bioéticas (presuponiendo que se toman en base a una argumentación racional y en procura de la convergencia). Sin ella, alega, no es posible una toma de decisión que tenga una fundamentación ética que la sustente, una vez que se logre identificar los principios morales en juego (siempre dentro del diálogo crítico), y se reconozca la situación histórica en que dicha decisión se enmarca. Recién entonces, concluye, puede aplicarse alguno de los otros dos métodos (“principismo especificado” o “la casuística”) (13).

2.4. Estos planteos han dado renovada vigencia a las contribuciones de Max Weber (1864-1920) (“El político y el científico”), en particular a sus premisas acerca de que: toda acción orientada éticamente puede ajustarse a dos máximas distintas entre sí e irremediablemente opuestas: conforme a la ética de la convicción (1): lo preferible; o a la ética de la responsabilidad (2): lo realizable. Cuando las consecuencias de una acción

11(?) La ética del discurso parte de la aceptación implícita de una “norma básica” (metanorma): resolución de conflictos por medio de la argumentación (discursivamente), y no por la violencia. Ello exige la búsqueda de consenso (de participantes y afectados) en dos niveles: a) comunidad ideal ilimitada de comunicación, b) comunidad real de comunicación históricamente limitada (condiciones de aplicación). Así, la ética trascendental se transforma en una ética de la responsabilidad (a la manera weberiana, que seguidamente veremos).12(?) V. Aseff, Lucía María: “Argumentación jurídica y semiosis social”, segunda parte, ps. 73/76, 2003. 13(?) Bodanza, Gustavo, “El problema de la aplicabilidad ética: principismo especificado, nueva casuística y ética del discurso”, Agora Philosophica, nº 7, ps. 7/14, junio 2003.

9

Page 10: La Bioética y Sus Problemas

realizada según (1) son malas, quien la ejecuta no se siente responsable de ellas y responsabiliza a otros; en cambio, quien lo hace según (2), toma en cuenta todos los defectos del hombre medio, y esas consecuencias son imputables a su acción. Entre sus analistas, Marie-Luce Delfosse (“L´expérimentation médicale sur l´etre humain. Construire les normes, construire l´éthique”, 1993): sostiene que no puede afirmarse una validez a priori de la ética, y propone establecer una diálectica entre (1) y (2) según el compromiso asumido, mientras que Adela Cortina (“Ética”, 1998) estima que es viable la complementación entre ambas éticas. Análoga opinión expone M. Batjín (“Hacia una filosofía del acto ético”, 1997): la responsabilidad para con el otro, en el movimiento fluctuante entre la convicción interior y el obrar responsable, donde “la subjetividad no es un para sí, sino inicialmente para otro” (14).

2.5. Igualmente se ha sostenido que la bioética debe informar, formar e implicar a la sociedad civil, entendida como una “ética civil” que defienda un mínimo moral común de una sociedad plural y secular, por debajo del cual no puede situarse ningún proyecto válido, sea individual o social. Convergencia de las diversas opciones morales de la sociedad que se da en el marco del principio bioético de justicia. El concepto de sujeto político o ciudadano se relaciona de tal modo con el de un programa específico de aprendizaje en la sociedad, actividad humana digna que recoge al mismo tiempo el título individual y la pertenencia a una comunidad, con instituciones sociales en diálogo continuo con el ciudadano, de acuerdo con la noción de “ciudadanía social” de la ya nombrada Adela Cortina (1998).

2.6. Como se aprecia, la llamada a la ética hoy es más sonora que nunca. Sin embargo, hay quienes piensan, como Robert Spaemann (entrevista, 2003), que esa demanda de ética es incluso peligrosa. “En realidad –dice-, se trata de una llamada a los especialistas en ética. Y se ha producido una cierta perversión de lo que entendemos por ética. El ethos es algo que impregna y sostiene al hombre, lo que mantiene una comunidad humana. El ethos no se puede construir. Me parecen sin sentido fórmulas como, por ejemplo, la empleada por Hans Küng, ´proyecto de ética mundial´ (Projekt Weltethos). El ethos no puede ser un proyecto, puesto que se necesita para poder elaborar cualquier proyecto. El problema ante el que hoy nos enfrentamos estriba en que el ethos tradicional se compone de normas de actuación que, a la vista de las nuevas situaciones, no parece que se puedan sostener. En tales casos hay que volver a las intuiciones fundamentales que sirven de base a nuestra actuación para elaborar nuevas normas de aplicación a situaciones cada vez más complejas”. Reafirmando, en suma, que el ethos es algo que impregna y sostiene al hombre, lo que mantiene una comunidad humana. Por ello, afirma, no necesitamos un nuevo ethos, sino nuevas normas de aplicación de aquel que siempre nos ha servido para saber lo bueno o lo malo. Tampoco médicos y expertos en moral, sino que haya médicos con moralidad. Pero Spaemann reconoce que sí hace falta gente especialista en la aplicación de las intuiciones éticas fundamentales a situaciones cada vez más complejas.

2.7. También se ha ensayado colocar la disputa en un nuevo contexto. Por ejemplo, la oposición entre una globalización de la ética y una ética de la globalización, como Nigel Dower (“Development and Globalisation: the Ethical Challenges”, 2005).

14(?) En cambio, Graciela Fernández (“¿Tecnociencia o neomalinchismo?. El retorno de Hernán Cortés. Acerca de las esferas de la reflexión moral aplicada a la biotecnología”, 2003), tras enjuiciar la separación tomasiano-kantiana entre moral y política (pues alimenta el falso supuesto de la neutralidad política de la ética), analiza la crítica weberiana a la ética de principios (convicción) de Kant (“reducida” a una especie de ética del fanático), y la noción de responsabilidad política (ética de la responsabilidad) que incorpora para exceptuar al político del cumplimiento moral estricto del imperativo categórico (“salvar” o desligar al político del lastre moral). A su criterio, Weber termina acentuando aquel rasgo negativo.

10

Page 11: La Bioética y Sus Problemas

En virtud de ello, el filósofo de Aberdeen, Escocia, examina las conexiones entre desarrollo y globalización y los problemas éticos suscitados a su alrededor, desestimando un modelo simplista que caracteriza a la globalización como expansión de la economía global que favorece el desarrollo como crecimiento. La globalización, sostiene, es un proceso multidimensional, en el que la globalización de la ética es una de tales dimensiones. De allí analiza si la globalización de la ética captura mejor los temas que la ética de la globalización, y también si el impedimento de la clave para el desarrollo dentro de los países pobres y su población es el sistema normativo internacional (gobierno global) o lo es el sistema normativo interno del desarrollo mismo. El autor se pregunta si la globalización podría ayudar a favorecer la situación de los países pobres y si los cambios más importantes se podrían inducir mediante un acuerdo menos libertario de las relaciones económicas globales y con una base más cosmopolita para la política exterior. La globalización, dice, es un proceso que podemos poner en una dirección o en otra. De muchas maneras, los procesos de globalización están ya perdiendo los límites del paradigma nacionalista. Así como más y más gente está entrando en comunidades más grandes en importancia e identidad, flexionando su ciudadanía global. Dower concluye que también hay esperanza de que pasado algún tiempo podamos humanizar el paradigma libertario del libre mercado global y reconocer que la libertad real de toda la población requiere un mundo ordenado por leyes preferentemente diferentes a las que prevalecen hoy.

2.8. O bien, respondiendo a la pregunta sobre si existe una ética universal, como Vicente Bellver Capella (2004), a partir de la experiencia humana común. El profesor valenciano presenta así argumentos que dan cuenta de la idea de una universalidad de los principios éticos en el pensamiento humano y en las prácticas individuales y sociales, y del reconocimiento internacional de los derechos humanos en el campo de la biomedicina como una expresión de esa universalidad, que es al mismo tiempo punto de partida y meta a alcanzar.

2.9. En todo caso, dos especialistas argentinos han nominado con acierto la cuestión, pues, al referirse a la “bioética en un mundo globalizado” (Pedro F. Hooft, 2003), o a la “mundialización de los procedimientos éticos” (José B. Cibeira, 2004), confieren al término “global”, o “globalización”, o ”mundialización”, una entidad o significación que creemos más apropiada: la de aplicación o ejercicio de los principios de la bioética mediante el derecho internacional de los derechos humanos. La (bio) ética, por sí, es intrínsecamente global (universal).

2.10. Sentado de tal forma que el orden bioético es universal y, por ende, global (15), con fundamento en la noción de dignidad humana y concreción jurídica en los derechos humanos, los cuales son asimismo universales y, por ende, globales (16), ello

15(?) Es preciso recordar en tal sentido que los nuevos retos afectan no sólo a individuos aislados o agrupados sino a la humanidad en su conjunto. La citada Declaración Universal de la UNESCO lo reafirma desde su propia denominación, y en uno de los pasajes de su primer considerando puede leerse: “Las cuestiones de bioética, que tienen forzosamente dimensión internacional, deben tratarse como un todo”. 16(?) Hecho incuestionable, desde que ya nadie seriamente puede sostener derechos humanos en términos de nacionalidad, sin perjuicio de la legislación local en la materia. La mentada Declaración reconoce que ésta “se habrá de entender de modo compatible con el derecho

11

Page 12: La Bioética y Sus Problemas

no impide (17) una consideración de la bioética según diferentes niveles de instrumentación política y/o temática (bioética nacional, bioética regional, bioética internacional, y también de bioética sanitaria, bioética social, bioética cultural, educación bioética, etc.); a cuyo desarrollo, dicho sea de paso, han contribuido con su producción científica y académica las corrientes bioéticas “principialista” (Escuela de Georgetown) y de las virtudes o “personalista” (Escuela de Roma).

2.11. En dicho contexto material, según adelantamos, se torna necesaria una mayor participación de la que puede denominarse corriente bioética latinoamericana, en el tratamiento y la evaluación de temas y problemas éticos, jurídicos, científicos y sociales, tanto en proyectos de investigación relativos a los seres humanos como en contextos clínicos, e igualmente sobre los adelantos de la ciencia y la tecnología, formulando recomendaciones y, llegado el caso, propiciando mecanismos más fuertes de posicionamiento y no sólo de mera interpretación de la realidad, con la participación de los comités de ética (independientes, pluridisciplinarios y pluralistas, según tipifica la citada Declaración de la UNESCO) y las comisiones nacionales y regionales de bioética. Vale decir, como una alternativa o tendencia bioética que responda efectivamente, tanto teórica como política y socialmente, a los nuevos desafíos del mundo globalizado y también a los problemas propios de la región (18).

Cabe interpretar y aplicar, pues, con la mayor latitud y consagración posibles y en esa dirección, la noción de Serrano Ruiz-Calderón de nuestro pórtico.

3. Algunas reflexiones conclusivas y a la vez preparatorias

3.1. El principio de dignidad humana tiene un rol unificador de toda la ética biomédica, valor absoluto e imperativo implícito -nunca puede efectuarse un tratamiento que sea indigno para la persona-, configura un verdadero paradigma de la bioética, del que se desprende el deber más importante de la labor médica: respetar la vida humana. La dignidad de la persona (y de la persona enferma) constituye así el punto de referencia decisivo de los demás principios.

De tal manera, plataforma filosófica y noción clave de la bioética, la dignidad de la persona es definible por paradoja y normalmente funciona de modo indirecto. La dignidad en todo caso es definible por oposición: la noción de indignidad (Andorno:

internacional y las legislaciones nacionales de conformidad con el derecho relativo a los derechos humanos”, y requiere a los Estados que adopten todas las disposiciones adecuadas para poner en práctica los principios enunciados en la Declaración, “conforme al derecho internacional relativo a los derechos humanos” (art. 22).17(?) Antes bien enriquece dicha consideración, en una suerte de “feed-back”.18(?) En procura, por ejemplo, de una mayor ética y equidad en los servicios de promoción y atención de la salud pública y el bienestar de las personas y grupos comunitarios de la región. Al respecto, puede verse la Red Latinoamericana y del Caribe de la Bioética (www.redlac.bioetica.org), organización formada por instituciones e investigadores en la forma de un nuevo instrumento de intercambio interdisciplinario para las cuestiones de bioética en América Latina y el Caribe que, comprometida con la realidad socioeconómica y cultural y con las necesidades fundamentales de los países y pueblos de la región, cuenta con el apoyo de la UNESCO.

12

Page 13: La Bioética y Sus Problemas

“The paradoxal notion of human dignity”, 2001), y con frecuencia funciona por intermedio de otros principios, cual telón de fondo de la teoría y la praxis bioética, pero siempre su rol es paradigmático y revela el sentido último de la actividad biomédica.

En el ámbito específico del derecho, por consiguiente, el principio de dignidad humana cumple el papel de fijar límites al derecho positivamente vigente (función ético-jurídica y jurídico-constitucional) cuando la libre autodeterminación de un sujeto es éticamente legítima en un caso concreto. De tal forma, funciona como garantía negativa cuando prohíbe determinados comportamientos notoriamente indignos para la condición humana: tales como la tortura, los tratos discriminatorios arbitrarios; en tanto que lo hace como garantía activa al afirmar positivamente el desarrollo integral de la personalidad humana (19).

3.2. Los nuevos problemas que afronta la bioética (y la humanidad en su conjunto), a la postre los problemas de siempre “remozados”, lejos de atenuar acentúan el rol activo de aquélla (20). Contexto en el que se impone una adecuada comunicación, pues, según dijimos, el ser humano es un ser dialógico que se constituye en el lenguaje.

Como bien se ha señalado, la labor del filósofo (y del jusfilósofo hasta donde le sea posible, me permito agregar) en la bioética es crucial y relevante sobre todo en tres aspectos: es tarea del filósofo especificar cuales son los problemas de la bioética, hallar el origen de los desacuerdos y detectar los problemas del lenguaje y sus contenidos; en segundo lugar, discriminar qué argumentos son adecuados y veraces y cuales no lo son a la hora de debatir los problemas de la bioética: por último, aportar las soluciones teóricas, de carácter ético y metafísico, a los problemas bioéticos (21).

3.3. A cuenta de ello, cabe hablar, no de una “bioética global” –un pleonasmo por las razones antedichas- sino en todo caso, parafraseando a Abel Javier Arístegui, de un “mundo de la bioética”, y aun de un “mundo de la bioética jurídica” (22).

19(?) Cfr. Sagüés, Néstor Pedro: “Dignidad de la persona e ideología constitucional”, JA, 1994-IV-904. 20(?) En tal sentido, el creciente interés que despiertan áreas como la clonación, la manipulación de embriones, la ingeniería genética, la fecundación in vitro, la eutanasia, y los interrogantes éticos y jurídicos que se plantean hoy médicos, científicos, filósofos, juristas, religiosos, periodistas, ante las posibilidades insospechadas que permiten los actuales avances, ha llevado a María Dolores Vila-Coro a predecir “la bioética será la ética del siglo XXI”.21(?) Cayuela Cayuela, Aquilino: “La tarea del filósofo en el ámbito bioético” (Filosofía y bioética), CB-AEBI, n° 56, ps. 11/21, 2005. 22(?) En rigor la referencia de Arístegui es sobre el “mundo de la filosofía”: mundo espiritual, complejo, vasto, cual magna pluralidad, con sus armonías y sus pugnas, que conserva voces de los filósofos de todos los tiempos, que no puede ser transitado cognitivamente con indiferencia, pues su altura espiritual es condición integrativa de su ser, del mismo modo que la altura es lo propio de la montaña. Y, justamente, es la admiración la que se apropia de ese rasgo. El profesor platense examina luego la ontología como primera etapa de cabal ejecución de la filosofía y su proyección hacia el ente, en el que impera -de acuerdo con el descubrimiento de la filosofía griega- el dualismo principio (principium) e individuo (concretum), o sea, concreciones (singularizaciones, individuos, concretados) ubicadas en un nivel, el cual se encuentra bajo el dominio de principios radicados en otro, lo que exhibe esta relacionalidad: el principio, y lo principiado. La ontología, al tender (“en-tendimiento”) su conocer sobre el ente,

13

Page 14: La Bioética y Sus Problemas

En ambos es dable encontrar análogo dualismo fundacional: a) Las concreciones (concretum). Se trata de las singularizaciones del proyecto bioético: los derechos humanos; b) Los principios (principium). Se trata de los principios universales de la bioética (rigen todo lo concreto): la dignidad y la libertad de la persona humana.

Se aprecia cabalmente tal dualismo cuando la dignidad humana, en su rol de fundamento del orden bioético, y aun funcionando a través de otros principios bioéticos, alcanza específica realización (concreción jurídica) en los derechos humanos correspondientes. La dignidad humana es asimismo fundamento, presupuesto central, de los derechos humanos. Tanto es así, afirma Carlos Ignacio Massini Correas, que “sin la idea de la ´dignidad de la persona humana´ es inconcebible la noción misma de derechos humanos” (23)

Podemos relacionar de tal forma, con la discreción del caso, dado sus diferentes niveles ontológicos, que los derechos humanos son a la dignidad humana lo que la bioética jurídica es a la bioética.

A los derechos humanos y a la bioética jurídica, precisamente, nos referiremos en los próximos capítulos.

lo posa sobre las concreciones y los principios. La indagación de ambos confirma que el ente (avidez cognitiva de la ontología) entraña un dualismo fundacional: concretum y principium , así como que los principios son lo opuesto a lo concretum y que hay principios universales, es decir, que rigen todo lo concretum (Arístegui, Abel Javier: “Un programa universitario de filosofía del derecho”, primera parte, La filosofía, tomo II, títulos IX y XII, cap. 2, Universidad de Morón, 1990). 23(?) Massini Correas, Carlos Ignacio, “Derechos humanos y consenso”, ED-122 (1987).

14