La Carrera Espiritual
-
Upload
francisco-guajardo -
Category
Documents
-
view
56 -
download
3
Transcript of La Carrera Espiritual
L A C A R R E R A E S P I R I T UA L
HEBREOS 12:1-3
INTRODUCCIÓN
A principios de nuestra era, poco antes de finalizar el siglo I, un seguidor de Jesucristo,
pensador hábil y profundo, escribía a una congregación que lo conocía bien ya que
pide sus oraciones, defiende su propio carácter (13:18) y promete visitarlos (13:23).
Con un estilo impetuoso, casi como si hablara a viva voz, alienta y exhorta en la
epístola destinada a una comunidad que, por los graves problemas y presiones que
sufrían estaban tentados a abandonar a Cristo. Esta es la epístola a los Hebreos,
cuyos destinatarios están enfrentando una situación de tal magnitud que el autor los
alienta a levantar las manos caídas y las rodillas paralizadas, 12:12) y a no dejar de
asistir a las reuniones cristianas (10:25)
ESQUEMA
1. ¿QUÉ MOTIVO NOS VA A IMPULSAR? El testimonio de los que han corrido
antes (“teniendo en derredor nuestro una tan grande nube de testigos”)
1. Este testimonio está en la Biblia
2. Este testimonio es el de la experiencia
3. Este testimonio nos ha sido dejado para nuestro ejemplo (1 Corintios 9:10;
10:6)
4. Este testimonio es en cuanto a errores cometidos y triunfos ganados
5. Este testimonio nos ha de inspirar a correr mejor
2. ¿CÓMO VAMOS A CORRER?
1. “Dejando todo el peso del pecado”
2. Con persistencia y perseverancia (“con paciencia”)
3. “Puestos los ojos en Jesús”
1
4. “No desmayando” (“Porque no os fatiguéis en vuestro ánimos
desmayando”)
3. ¿QUÉ BLANCO VAMOS A PERSEGUIR? A Jesús
1. La obra que hace Jesús en nosotros
1. El que es autor de la fe
2. El que perfecciona la fe (“consumador de la fe”)
2. El ejemplo que nos deja Jesús
1. Sufrió la cruz
2. Menospreció la vergüenza
3. Sentóse a la diestra del trono de Dios
4. Buscó el gozo permanente y eterno (“el cual habiéndole sido propuesto
gozo”)
5. Sufrió la contradicción de los pecadores
2
VERSIÓN REINA VALERA 1960
Heb 12:1-3
(1) Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante,
(2) puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo
puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la
diestra del trono de Dios.
(3) Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo,
para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.
12:1. En este pasaje tenemos una figura sacada de las carreras atléticas que eran tan
populares en el mundo antiguo. Por tanto (en vista de todo lo dicho), nosotros (los
creyentes), también (así como los patriarcas y los profetas antiguos), teniendo en
derredor nuestro una tan grande nube de testigos. Estos testigos están testificando
de acuerdo a su fe y así nos inspiran con lo que han hecho por Dios. En vista que
tenemos esta nube de testigos, que están inspirándonos con su fe, corramos con
paciencia (paciencia, con persistencia, o perseverancia, gr. hupomoné) la carrera que
tenemos por delante, que nos es propuesta, lo que se refiere a la carrera de la vida
cristiana (prokeimai: que nos queda por delante).
También tenemos que quitarnos el peso del pecado que nos rodea. Los atletas,
cuando se disponían a correr o a hacer ejercicio físico, se quitaban la larga túnica que
llevaban. Esta túnica podía estorbarlos, hacerlos enredar, demorar. Así, “coquetear”
con el pecado, el no disciplinarnos, nos enreda y demora y, lo que puede ser peor,
podría desviarnos del objetivo.
12:2. A la vez que corremos esta carrera, debemos mirar a Jesús, quien está delante
de nosotros como la meta hacia la cual el atleta corre. Puestos los ojos en Jesús,
autor (el que principia u origina) y consumador de (el que perfecciona o completa o
consuma) la fe. Esta fe nuestra es perfeccionada por Jesús mismo, y dependemos de
él para esta gracia también. La palabra traducida puestos los ojos (en Jesús) –gr.
aforaò- significa desviando los ojos de todo lo demás para fijarlos en Jesús. El que
corre en una carrera, si quita los ojos del blanco para mirar a lo que está alrededor, o
atrás, pierde velocidad. Así es en la vida espiritual. Tenemos que guardar los ojos
puestos en Jesús, sin mirar nada más. Cristo es nuestra meta, Él también ha corrido
esta carrera: el cual (Jesús) por el gozo puesto delante de él, aquel gozo celestial que
3
había de ser suyo en una época futura después de su muerte y sacrificio en la cruz.
Por este gozo que él se anticipaba Jesús sufrió (soportó, gr. hupomenoi) la cruz. “La
cruz” está sin el artículo determinado, lo que hace resaltar el carácter de este
sufrimiento como el sufrimiento de una cruz. Esta muerte la sufrió, menospreciando la
vergüenza, otra vez aparece sin el artículo determinado en el original, lo que hace
resaltar el carácter de esta vergüenza, como la que viene con la cruz. Para el judío la
muerte por crucifixión era la más ignominiosa de todas (Dt. 21:23), pero Jesús
menospreció esta vergüenza, es decir, la tuvo en poco; la consideró como una cosa de
poca importancia en comparación con el gozo que había de venirle como resultado de
haber realizado la redención de la humanidad en su muerte en la cruz. Habiendo
hecho esto, él sentóse (o se ha sentado) a la diestra del trono de Dios, en el lugar de
honor y autoridad, lo que era una parte del gozo referido antes.
12:3. La vida y el ejemplo de Jesús nos han de ser fuente de inspiración. Considerad a
aquel que sufrió, hupomenò, soportar perseverando o ha soportado con
perseverancia, se resalta los resultados de la acción del verbo, que quedan hasta lo
presente, y estos resultados en este caso son la salvación de la humanidad. Luego
tenemos lo que sufrió: tal contradicción, gr. antilogia, etimológicamente habla en contra
de, lo que ilustra exactamente lo que le pasó a Jesús. La contradicción que Jesús
soportó, pues, fue lo que se expresó en todas las blasfemias y críticas y acusaciones
falsas que se dirigieron en contra de Él durante su ministerio y en los días de su
proceso y crucifixión. El autor se refiere a esta oposición como tal contradicción,
grande en comparación con aquélla que los creyentes tienen que soportar. El objeto
de esta contemplación del ejemplo de Jesús a la cual el autor insta a los lectores ha de
ser que ellos también sigan fieles: para que no os fatiguéis en vuestros ánimos
desmayando. La comprensión de que Jesús ha soportado una oposición y
persecución tan grande nos ha de hacer más fieles a él, guardándonos del cansancio
en la carrera que corremos.
4
HUPOMONE
LA VIRTUD VARONIL
Hupomone es una de las palabras más nobles del NT. Normalmente, se traduce
"paciencia" o "resistencia", pero, como veremos, es casi imposible encontrar un
vocablo que exprese toda la plenitud del significado de hupomone. Esta palabra no es
muy común en el griego clásico, donde se usa respecto de la duración de un trabajo
fatigoso que un hombre está realizando porque le obligan. También se usa respecto
del sufrimiento que ocasiona la punzada del dolor moral, del shock de guerra y de la
venida de la muerte.
Como hemos dicho, la traducción normal del nombre es "paciencia", y el verbo
significa "soportar", "resistir", pero, cuando examinemos detalladamente sus usos,
descubriremos ciertas verdades magníficas que nos serán de auténtica inspiración.
(I) Hupomone se emplea frecuentemente en conexión con la "tribulación". La
tribulación produce paciencia (Ro. 5:3). El cristiano debe probarse a sí mismo en
mucha "paciencia" y en las "aflicciones" (2 Co. 6:4). Los tesalonicenses son
encomiados por su "paciencia" y fe en las "persecuciones" y "tribulaciones" (2 Ts. 1:4).
El cristiano debe ser paciente (hupomonein) en la "tribulación". Esta forma de usar la
palabra es especialmente frecuente en el Apocalipsis, que es el libro característico del
mártir (Ap. 1:9; 3:10; 13:10).
(II) Hupomone se utiliza en conexión con la "fe". La prueba de la fe produce
"paciencia" (Stg. 1:3). Hupomone perfecciona a la fe.
(III) Hupomone es usada en conexión con la "esperanza". La tribulación engendra
"paciencia", y la paciencia engendra experiencia y, la experiencia, "esperanza" (Ro.
5:3).
La "paciencia" y la consolación producen "esperanza" (Ro. 15:4, 5). En 1 Ts. 1:3 se
alaba la "constancia" de la "esperanza" de los tesalonicenses.
(IV) Hupomone está relacionada con el "gozo". La vida cristiana lleva en sí el distintivo
de la "paciencia" y de la longanimidad con gozo (Col. 1:11).
(V) Hupomone está relacionada, más que con alguna otra cosa, con la gloria y la
grandeza futuras. Las referencias son demasiado numerosas para citarlas todas (Lc.
21:19; Ro. 2:7; He. 10:36; 12:1; 2 Ti. 2:10, 12; Stg. 1:12; 5:11).
5
Ahora ya estamos en condiciones de ver la esencia y característica de esta gran virtud
que es hupomone. No es la paciencia del que se sienta y agacha la cabeza con
derrotismo, presto a soportar hasta que pase la tormenta que se avecina sobre él. Es
el espíritu que puede sobrellevar las cargas por su esperanza inflamada, no por simple
resignación; no es el espíritu del que se sienta donde le pilla la tragedia, dispuesto a
soportar estáticamente, sino el que conlleva la adversidad porque sabe que está
siguiendo un camino que conduce a la gloria; no es la paciencia del que aguarda
ceñudamente el fin, sino del que espera radiantemente un nuevo y mejor amanecer.
Esta clase de paciencia, fruto de la esperanza, ha sido llamada "constancia viril bajo la
desgracia". Siempre se ha dicho que tiene el trasfondo de andreia, i. e., de coraje.
Crisóstomo dice que hupomone es "raíz de todos los bienes, madre de la piedad, fruto
que nunca se pudre, fortaleza inexpugnable, puerto que no sabe de tormentas". La
llama "reina de las virtudes, fundamento de las acciones justas, paz en la guerra,
calma en la tempestad, seguridad contra los complots", y ni la violencia del hombre ni
los poderes del mal pueden dañarla. Es la cualidad que mantiene a un hombre firme
contra los elementos. Es la virtud que puede transmutar en gloria a la desgracia más
grande, porque, más allá del dolor, ve la meta. George Matheson, que quedó ciego y
fracasó en amores, escribió una oración en la que confiesa que todavía le quedaban
fuerzas para aceptar la voluntad de Dios, "no con muda resignación, sino con santo
gozo; no sólo sin murmurar, sino con un cántico de alabanza". Únicamente hupomone
puede capacitar a un hombre para reaccionar así.
………………………………………………………………………………………………………………………………
APOBLEPEIN, 578 APHORAN 872 Y ATENIZEIN 816
LA MIRADA FIJA
Apoblepein se utiliza sólo una vez en el NT y aphoran dos, pero son palabras tan
sumamente expresivas, que compensan el estudio más intenso. Sinónimas en todos
los sentidos, ambas significan lo mismo y participan con mucho de la misma historia.
Tanto blepein como horas significan "ver" o "mirar", y apo, que es la primera parte de
las dos palabras, quiere decir "de lejos", y las dos partes unidas: "mirar algo de lejos a
fin de fijar nuestra mirada en una cosa en particular". La idea es concentrar la atención
en una parte de un todo y desentenderse de todas las demás partes.
El ejemplo importante de apoblepein está en Hebreos 11:26, donde leemos que
Moisés renunció al placer, al ocio y al lujo del que pudo haber disfrutado en Egipto, a
fin de identificarse con las luchas y tristezas de su pueblo; y se dice que actuó así
6
porque "miraba a la remuneración". La Versión Reina Valera, revisión de 1960,
traduce: "porque tenía puesta la mirada en el galardón", la VP, "tenía la vista puesta en
la recompensa". El significado es que se despreocupó de las recompensas de la tierra
para concentrarse en las de los cielos. El ejemplo importante de aphoran está en
Hebreos 12:2, donde se nos manda "poner los ojos en Jesús". VP dice "fijemos
nuestra mirada en Jesús", y la Versión Reina Valera, revisión de 1960, "puestos los
ojos en Jesús". Moffat, en su comentario sobre Hebreos, sugiere la traducción "no
teniendo ojos nada más que para Jesús". La idea es que hemos de apartar nuestra
mirada de todo lo demás para fijarla en Jesús.
Pero, a fin de captar todo el contenido de estas palabras, veamos su uso en griego.
Primero, consideremos apoblepein. Suidas, el léxico griego, nos dice que apoblepein
es utilizada por Esquines como sinónima de thaumathein, que significa "admirarse",
"maravillarse". Filóstrato dice que cuando Apolonio, el famoso sofista, desembarcó en
Egipto, a medida que avanzaba, la gente lo "contemplaba" (apoblepein) como si fuera
un dios. Cuando Jenofonte se refiere a un hombre de cuyos servicios necesitaba el
país, dice: tu patria se ha "fijado" (apoblepein) en ti. Filón cuenta que el albañil, cuando
está edificando, "examina" (apoblepein) continuamente el modelo facilitado por el
arquitecto. Jenofonte habla de una persona tan vanidosa, que pasaba todo el tiempo
"contemplándose" (apoblepein) en todo aquello que reflejara su imagen. Platón afirma
que la aspiración del amante es "ver" (apoblepein) que el amado le rinde en todo un
completo amor y una absoluta dependencia. Cierta inscripción efesia se refiere a uno
que "miraba" (apoblepein) por la reverencia de los dioses y por el honor de la más
ilustre ciudad de los efesios. Teofrasto, en su Caracteres, usa apoblepein para
describir la mirada de extática atención que el adulador fija en la persona que quiere
impresionar.
Ahora, consideremos aphoran. Luciano la usa respecto de un hombre que está
mirando atentamente a otro cuyo argumento sigue. Epicteto utiliza esta palabra dos
veces. Una, especificando las aspiraciones que tiene para sus alumnos: "Por tanto,
ahora yo soy vuestro maestro, y vosotros estáis aprendiendo en mi escuela. Y mi
propósito es hacer de vosotros una obra perfecta: seguros contra la cohibición, la
compulsión y el impedimento; libres, prósperos, felices, teniendo en cuenta (aphoran)
a Dios en toda obra que iniciéis, ya sea grande o pequeña". Después presenta al gran
héroe y benefactor Hércules, que "contaba" con Zeus para todo lo que emprendía.
Josefo describe la muerte de Aarón y dice que la multitud lo "miraba maravillada"
(aphoran).
7
Todo este contenido nos da una magnífica imagen de la forma en que el verdadero
cristiano ha de mirar la santidad de Dios y la maravilla de Jesucristo, esto es: con
absoluta fijeza y total concentración; con extraordinario asombro; como el que
contempla admirado un campeón y un salvador; como el que examina un proyecto
magistral que es modelo de vida; como el amado que mira arrobado a su amante;
como el hombre que mira a su amigo íntimo; como el hombre que mira a Dios cuando
Dios ha llegado a ser para él la única realidad de su vida.
Aphoran y apoblepein describen el mirar de un alma que está "perdida en lo
maravilloso, en el amor y en la alabanza".
Hay otra palabra en el NT que también implica fijeza en la mirada: atenizein, que
significa "mirar atentamente a". Esta es una de las palabras favoritas de Lucas.
Aparece catorce veces en el NT, con la distribución siguiente: dos veces en 2 Corintios
(3:7, 13), otras dos veces en el Evangelio según Lucas y, las diez restantes, en
Hechos. Se usa con relación a la gente que, en la sinagoga de Nazaret, miraba a
Jesús con atento azoramiento (Lc. 4:20). Se utiliza respecto de la forma escrutadora
en que la sierva del sumo sacerdote miraba a Pedro cuando éste fue reconocido (Lc.
22:56). Se usa para indicar que los discípulos miraban fijamente a Jesús en tanto
ascendía a los cielos (Hch. 1:10). Se emplea con referencia a la forma en que Pedro y
Juan miraban al paralítico que estaba a la puerta del templo (Hch. 3:4) y a la forma
atónita en que las gentes los miraban a ellos tras el milagro (Hch. 3:12). Se utiliza
respecto de la forma de mirar el Sanedrín a Esteban mientras él hablaba con
elocuencia y controvertía con poder (Hch. 6:15) y de la forma en que Esteban miraba
al cielo en tanto caía bajo las piedras de la chusma (Hch. 7:55). Se usa con relación a
la atemorizada mirada que Cornelio dirigió al ángel que le avisó de la venida de Pedro
(Hch. 10:4) y a la forma en que éste miró a la visión del lienzo con las criaturas (Hch.
11:6). Se usa respecto de la forma penetrante en que Pablo miró a Elimas, el mago
hostil (Hch. 13:9), de la mirada esperanzada del paralítico de Listra (Hch. 14:9), de la
penetrante mirada de Pablo al Sanedrín (Hch. 23:1) y de la forma en que el pueblo
miraba a Moisés cuando descendía del monte, o, más bien, de la forma en la cual era
imposible para ellos mirarlo porque la divina gloria resplandecía en el rostro del gran
líder (2 Co. 3:7, 13).
Por tanto, puede apreciarse que la palabra arenizein se refiere a esa forma de mirar en
la que se combinan la perplejidad y el pasmo; el escrutinio que acaba reconociendo
(como sucedió con la sierva del sumo sacerdote respecto de Pedro) y el estar
maravillado, expectante y esperanzado. Es esa forma de mirar con manifiesta e
8
indiscutible autoridad. Ahora bien, lo interesante es que cuando vamos a los escritos
de Clemente de Roma (hacia finales del siglo I d. de J.C.), primer padre apostólico y
uno de los más grandes líderes de la iglesia, notamos que no utiliza apobiepein ni
aphoran, sino que es muy aficionado a la palabra arenizein, la cual usa en una triple y
notable dirección.
(I) En primer lugar, la usa en su primera carta a los corintios, cap. 36, donde apremia al
cristiano a mirar fijamente y con resolución (arenizein) a los cielos. En un mundo hostil
y tentador, la mirada del cristiano ha de estar puesta atentamente en los cielos.
(II) En segundo lugar, la usa respecto de Dios. En la misma carta, cap. 19, dice:
"Fijemos nuestra mirada (arenizein) en el Padre y Creador del universo". Dios ha de
ser el objeto del pensamiento y de la contemplación del cristiano.
(III) En tercer lugar, la usa con relación a Jesucristo. En la misma carta, cap. 7,
escribe: "Fijemos nuestra mirada (atenizein) en la sangre de Cristo, y discernamos
cuán cara es para su Padre, porque fue vertida para nuestra salvación." El cristiano
debe fijar sus ojos en el malherido y crucificado Cristo. La palabra es diferente de
apoblepein y de aphoran, pero la idea es la misma. En un mundo donde resultaba
difícil ser cristiano; en un mundo donde la sucia contaminación procuraba infectar a los
cristianos de cualquier parte; en un mundo donde cristianos ya habían muerto de
forma terrible por su fe, lo único necesario era mirar fija, resuelta y anhelantemente a
los cielos, a Dios y a Jesucristo. Sólo eso podía confortar y capacitar al cristiano para
seguir siéndolo -y todavía es así.
9