La Ciencia Política-pinto

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LA CIENCIA POLITICA 1 1. SU EVOLUCIÓN HISTÓRICA HASTA EL SIGLO XX El análisis sistemático y riguroso de los hechos políticos está ya presenten los orígenes de la civilización occidental, surgiendo en el momento histórico en que, en el siglo lV antes de Cristo, la crisis terminal de las polis griegas suscita la reflexión crítica de Aristóteles. Ella busca llegar a conclusiones “científicas” sobre las causas institucionales de la crisis y para eso recurre a la comparación de las constituciones de esas polis. El resultado de la investigación de Aristóteles es su obra La política, que denomina y define inicialmente el campo de estudios de la disciplina, comenzando de este modo un vasto ciclo de obras de análisis teórico y empírico. Por eso podemos decir con Sheldon Wolin que: En cierto sentido, el proceso de definir el ámbito de lo político no ha diferido mucho del que ha tenido lugar en otros campos de indagación. Nadie sostendría con seriedad, por ejemplo, que los campos de la física y la química han existido de una forma evidente por sí misma y bien determinada, esperando únicamente que Galileo y Lavoissier las descubrieran. Si aceptamos que un campo de indagación es, en importante medida, producto de una definición, el campo de la política puede ser considerado como un ámbito cuyos límites han sido establecidos a lo largo de siglos de discusión política (...) el campo de la política es y ha sido, en un sentido decisivo y radical, un producto de la creación humana. 2 Una prolongada evolución histórica caracteriza también a las otras ciencias, pero lo que diferencia a la ciencia política es, como lo destaca Sheldon Wolin, la particularidad de sus paradigmas. Esta particularidad consiste en que las grandes teorías que marcan auténticas revoluciones científicas 3 son, a las vez que 1 Fuente: Pinto, Julio (compilador): “Introducción a la Ciencia Politica” Eudeba 1999 2 S. Wolin: Política y perspectiva. Continuidad y cambio en el pensamiento político occidental (1960), Amorrortu. Buenos Aires, 1970, pág. 14. 3 El concepto de paradigma de Kuhn es impreciso y ha merecido múltiples controversias, peor su uso se ha universalizado al definir eficazmente los contenidos metateóricos de la ciencia. “En su uso establecido, un paradigma es un modelo o patrón aceptado y este aspecto de su significado me ha permitido apropiarme la palabra paradigma a falta de otro término mejor”, en S. S. Kuhn: la estructura de las revoluciones científicas 1962, Fondo de Cultura Económica, México, 1975, Pág. 51. Un atrayente análisis del tema puede verse en C. Lorenzano: La estructura del conocimiento científico, Zavalía, Buenos Aires, 1988. La expresión “ revoluciones científicas”, de Kuhn es tan elocuente como la de Popper, “ mutaciones científicas”, para describir los bruscos cambios de orientación que se producen en la disciplina científica al cambiar el paradigma que la inspiraba hasta entonces, siendo sus consecuencias muy bien estudiadas por Kuhn: En el desarrollo de la ciencia natural, cuando un individuo o grupo produce, por primera vez, una síntesis capaz de atraer a la mayoría de los profesionales de la generación siguiente, las escuelas más antiguas desaparecen gradualmente. Su desaparición se debe, en parte a la conversión de sus miembros a un nuevo paradigma. Pero hay siempre hombres que se aferran a algunas de las viejas opiniones, simplemente se los excluye de la profesión que, a 2

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La ciencia politica - Pinto

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  • LA CIENCIA POLITICA1

    1. SU EVOLUCIN HISTRICA HASTA EL SIGLO XX

    El anlisis sistemtico y riguroso de los hechos polticos est ya presenten los orgenes de la civilizacin occidental, surgiendo en el momento histrico en que, en el siglo lV antes de Cristo, la crisis terminal de las polis griegas suscita la reflexin crtica de Aristteles. Ella busca llegar a conclusiones cientficas sobre las causas institucionales de la crisis y para eso recurre a la comparacin de las constituciones de esas polis. El resultado de la investigacin de Aristteles es su obra La poltica, que denomina y define inicialmente el campo de estudios de la disciplina, comenzando de este modo un vasto ciclo de obras de anlisis terico y emprico.

    Por eso podemos decir con Sheldon Wolin que:

    En cierto sentido, el proceso de definir el mbito de lo poltico no ha diferido mucho del que ha tenido lugar en otros campos de indagacin. Nadie sostendra con seriedad, por ejemplo, que los campos de la fsica y la qumica han existido de una forma evidente por s misma y bien determinada, esperando nicamente que Galileo y Lavoissier las descubrieran. Si aceptamos que un campo de indagacin es, en importante medida, producto de una definicin, el campo de la poltica puede ser considerado como un mbito cuyos lmites han sido establecidos a lo largo de siglos de discusin poltica (...) el campo de la poltica es y ha sido, en un sentido decisivo y radical, un producto de la creacin humana.2

    Una prolongada evolucin histrica caracteriza tambin a las otras ciencias, pero lo que diferencia a la ciencia poltica es, como lo destaca Sheldon Wolin, la particularidad de sus paradigmas. Esta particularidad consiste en que las grandes teoras que marcan autnticas revoluciones cientficas 3son, a las vez que 1 Fuente: Pinto, Julio (compilador): Introduccin a la Ciencia Politica Eudeba 19992 S. Wolin: Poltica y perspectiva. Continuidad y cambio en el pensamiento poltico occidental (1960), Amorrortu. Buenos Aires, 1970, pg. 14.3 El concepto de paradigma de Kuhn es impreciso y ha merecido mltiples controversias, peor su uso se ha universalizado al definir eficazmente los contenidos metatericos de la ciencia. En su uso establecido, un paradigma es un modelo o patrn aceptado y este aspecto de su significado me ha permitido apropiarme la palabra paradigma a falta de otro trmino mejor, en S. S. Kuhn: la estructura de las revoluciones cientficas 1962, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1975, Pg. 51. Un atrayente anlisis del tema puede verse en C. Lorenzano: La estructura del conocimiento cientfico, Zavala, Buenos Aires, 1988. La expresin revoluciones cientficas, de Kuhn es tan elocuente como la de Popper, mutaciones cientficas, para describir los bruscos cambios de orientacin que se producen en la disciplina cientfica al cambiar el paradigma que la inspiraba hasta entonces, siendo sus consecuencias muy bien estudiadas por Kuhn: En el desarrollo de la ciencia natural, cuando un individuo o grupo produce, por primera vez, una sntesis capaz de atraer a la mayora de los profesionales de la generacin siguiente, las escuelas ms antiguas desaparecen gradualmente. Su desaparicin se debe, en parte a la conversin de sus miembros a un nuevo paradigma. Pero hay siempre hombres que se aferran a algunas de las viejas opiniones, simplemente se los excluye de la profesin que, a

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  • paradigmas cientficos, paradigmas polticos, dado que procuran cambiar no slo el modo de observar cientficamente lo poltico sino tambin las instituciones jurdicas que dan sentido a un orden poltico en crisis. Tal es el caso de las teoras de Aristteles, Santo Toms, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Montesquieu, Marx y Weber, que evidencian la relacin circular existente entre la teora y la prctica poltica.

    El colapso de las polis griegas, las luchas entre el poder temporal y el poder espiritual para orientar polticamente a Europa Medieval, la aparicin de los Estados nacionales, las Revoluciones inglesas, la Revolucin Industrial, la Europa continental encerrada entre el contractualismos anglosajn y el autoritarismo ruso, conforman entonces la crisis histricas en las que surgen nuevos paradigmas, nuevas grandes teoras que replantean, a la vez el discurso cientfico vigente, el orden poltico existente.

    Es por eso que las teoras polticas se constituyen, a la vez que en paradigmas cientficos que orientan a la disciplina, en perspectivas ideolgicas que legitiman la prctica poltica. Es esta la causa de que haya existido siempre, en la ciencia poltica una ineludible relacin circular entre la teora y la prctica, entre el desenvolvimiento cientfico de la disciplina y los valores polticos que lo estimulan. Es su horizonte histrico de comprensin el que hace inteligibles las grandes teoras que dan sentido al anlisis cientfico de la poltica.

    La ciencia poltica es el producto de un conjunto de contribuciones, reflexiones, anlisis, occidental. Una y otra vez los estudiosos se han enfrentado con estos fenmenos apelando a los mtodos entonces disponibles estudiando concretamente las temticas ms significativas. Entonces, ninguno de ellos ha nunca sabido o querido (admitiendo que ello sea posible adems que auspiciable) mantener esmeradamente distinguidos el momento descriptivo del prescriptivo, los hechos de los valores.4

    Entre los aos 70, del siglo pasado y los 50 de nuestro siglo la ciencia poltica se caracteriza por abordar principalmente tres campos de estudios.

    o El primero de ellos comprende la investigacin sobre la teora del Estado, es decir el anlisis de la justificacin filosfica en que se sustenta la autoridad estatal, as como la naturaleza que tienen y el rol que desempean en la sociedad poltica la libertad, la igualdad poltica, la justicia y la participacin cvica. Este campo de estudio sigue teniendo por cierto muchos puntos en comn con las reflexiones que caracterizan a la filosofa poltica, el derecho pblico y la historia poltica.

    partir de entonces, pasa por alto sus trabajos. El nuevo paradigma implica una definicin nueva y ms rgida del campo. Quienes no deseen o sean capaces de ajustar su trabajo a ella debern continuar en aislamiento o unirse a otro grupo, en T. S. Kuhn, op. Cit.; pg. 46. 4 G. Pasquino: Natura e evoluzione della disciplina en G. Pasquino (comp.): Manuale di scienza della poltica, II Mulino, Bologna, 1986; pg. 14 (hay traduccin espaola editada por alianza).

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  • o El segundo campo de estudio lo constituye el anlisis comparado del funcionamiento del gobierno en los Estados modernos, buscando destacar tanto las similitudes como las diferencias existentes entre los mismos.

    o Finalmente, el tercero se centra en la observacin de las relaciones existentes entre los Estados.

    En este lapso, la ciencia poltica se distingue por estudiar bsicamente las instituciones polticas, en particular las instituciones estatales representativas que caracterizan a la democracia liberal. Estas ltimas se transforman entonces en el objeto de la disciplina, que utiliza mtodos y tcnica de investigacin basados en la comparacin histrica y que, por cierto no pretende poner distancia entre hechos y valores, dado que es ampliamente prescriptiva5. Para ella, el gobierno del Estado debe ser eficiente, responsable y representativo en su relacin con la ciudadana; este tipo de gobierno se da principalmente en las democracias anglosajonas, que se constituyen obligadamente en el modelo histrico a seguir por parte de las numerosas sociedades que ingresan a la vida democrtica.

    Puede entonces definrsela hasta ese momento como ciencia poltica en sentido amplio, utilizando para ello la conceptualizacin que hace Norberto Bobbio:

    La expresin ciencia poltica puede ser utilizada en un sentido amplio y no tcnico, para indicar cualquier estudio de los fenmenos y de las estructuras politicas, conducido con sistematicidad y rigor, apoyado sobre un amplio y cuidadoso examen de los hechos, expuesto con argumentos racionales6.

    2. LAS PRINCIPALES CARACTERSTICAS DE LA REVOLUCIN CONDUCTISTA

    Por qu puede decirse que el conductismo constituy una revolucin cientfica en la ciencia poltica a mediados del siglo? Robert Dahl, uno de los grandes protagonistas de la misma lo define con precisin:

    Histricamente hablando, el mtodo conductista fue un movimiento de protesta en la ciencia poltica. Por su utilizacin partidista, en parte como una especie de epteto, trminos tales como comportamiento politico y metodo conductistas llegaron a quedar relacionados con un nmero cientficos de la poltica, principalmente americanos, que compartan un fuerte sentimiento de insatisfaccin por las realizaciones de la ciencia poltica convencional, principalmente en los terrenos histrico, filosfico y descriptivo institucional, junto con la creencia de que deben existir o podran ser desarrollados, mtodos o procedimientos adicionales que pudieran

    5 A. H. Birch: The Concepts and Theories of Modern Democracias, Routledge; Loncres y Nueva york, 1993, pg. 209.6 N. Bobbio: Scienza poltica en N. Bobbio y N. Matteucci (comp.): Dizionario di poltica, UTET, Torino, 1976, pg. 894 (hay traduccin editada por Siglo XXI).

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  • aportar a la ciencia poltica proposiciones empricas y tericas de naturaleza sistemtica, comprobadas por observaciones ms estrechas, ms directas y mas rigurosamente controladas de los acontecimientos polticos.

    Por lo menos, pues, aquellos que alguna vez fueron llamados conductistas (behavioristas o behavioralist) tenan una nota comn: el escepticismo ante los logros intelectuales normales de la ciencia poltica, la simpata hacia las formas cientficas de investigacin y anlisis y el optimismo respecto de las posibilidades de mejorar el estudio de la poltica7.

    Un canadiense que se doctora en la Universidad de Harvard transformndose luego en el gran terico del conductismo, David Easton, es quien en 1953 precisa el sentido que da el conductismo al estudio de la poltica. Easton destaca que el centro de atencin de la ciencia poltica se a desplazado del anlisis de las instituciones al de los individuos, cuyas motivaciones, personalidades o sentimientos observa, para poder de este modo investigar adecuadamente como estn relacionados y que influencia tienen en un proceso politico8.

    Para la ciencia poltica ello implica su distanciamiento de la tradicional matriz jurdica, filosfica e histrica que hasta entonces la haba orientado. El derecho pblico es dejado de lado al considerarse que los comportamientos polticos de los individuos se originan solo parcialmente en las normas jurdicas. Al conductismo no le interesa el estudio de las instituciones y las estructuras jurdicas que la sustentan, estudio que hasta entonces haba caracterizado a la ciencia poltica; le atrae en cambio el anlisis de los procesos y mecanismos informales a travs de los cuales interactan polticamente los hombres.

    La filosofa poltica tambin es soslayada, dado que es percibida como prescriptiva. La ciencia poltica como ciencia es para el conductismo una disciplina descriptiva, ajena por lo mismo a la prescripcin valorativa que, al trasladar los juicios de valor al anlisis de los hechos polticos, perjudica al conocimiento cientfico. Gravitan empero en el rechazo al discurso filosfico los mismos valores que el conductismo pretenda disociar del estudio cientfico de la poltica. As lo hace notar Isaas Berln al destacar, en un trabajo de basta repercusin, que en una sociedad exitosa -como lo era la estadounidense en ese tiempo- no poda surgir discusiones serias sobre los fines polticos de la misma o sobre los valores que la sustentaban; solo podran surgir debates empricos acerca de la mejor manera de alcanzar una meta que era compartida por todos. Por eso, si bien el conductismo rechaza al discurso filosfico por valorativo y por lo mismo ajeno a la ciencia, su discurso cientfico tambin es valorativo -slo que implcita y no ya explcitamente- a analizar el modelo politico anglosajn9.

    7 R. Dhal: El metodo conductista en la ciencia poltica (epitafio para un monumento erigido a una protesta con xito) (1961) en Revista de Estudios polticos, N 134, Madrid. 1964, pg. 92.8D. Easton: The Political Syste. An Inquiry into The State of Political Science, Alfred A. Knopf, 1953.9 I. Berlin: La Thorie politique existe-t-elle? En Revue Franaise de Science Politique, 1961. pgs. 309-337.

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  • El rechazo de la historia es, as mismo, casi total: los conductistas tienden a ver no las peculiaridades sino las uniformidades de los fenmenos singulares, para as poder pasar de la descripcin del fenmeno a su explicacin y posteriormente a su predictibilidad. Del mismo modo, desconocen la historicidad de los procesos polticos pues, como ya se ha dicho, desde sus inicios el conductismo no rechaza la subjetividad, simplemente la ignora.

    Abandonado el estudio de las instituciones, de las ideas que la sustentan, y del marco histrico que les da sentido, el conductismo define como objeto de la ciencia poltica el estudio de la personalidad y de la actividad poltica del individuo. Fiel a la tradicin de investigacin anglosajona, entiende que lo social no es ms que la suma de sus partes individuales. Por eso el mayor socilogo conductista, George C. Homans, puede decir al respecto que lo que identifica al conductismo es el individualismo metodolgico.

    Sin embargo, pese a las fuertes impugnaciones recibidas, el conductismo sigue teniendo una amplia vigencia en la ciencia poltica. Aunque Dahl estima en 1961 que, al constituir una revolucin cientfica exitosa, el conductismo haba llegado a su fin, siendo por lo mismo la primera victima de su xito, eso no suceder. El conductismo no desaparece sino que se transforma a medida que recorre diversas fases, como la seala Anthony H. Birch10.

    Su primera fase, entre los aos 20 y 50, se ha distinguido por la implementacin de mtodos de investigacin cuantitativos al anlisis de la conducta individual en situaciones polticas.

    La segunda fase, se caracteriza por el intento por reemplazar al Estado y a las instituciones como sujetos centrales del anlisis poltico, recurriendo para ello a teoras sistemticas de la poltica (tiles como armazones conceptuales que sirven para explicar la circularidad de los procesos polticos).

    La tercera fase est orientada al diseo y uso de modelos econmicos que describan al individuo como un actor racional de la poltica, propsito admirablemente cumplido por la teora de la eleccin racional.

    3. LAS TEORAS SISTEMTICAS DE LA POLTICA Y LA METAMORFOSIS DEL CONDUCTISMO

    10 A. H. Birch: The Concepts And Theiries of Modern Democracias, Routledge, Londres y Nueva York, 1993, pg. 220.

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  • 3.1 SUS ORIGENES INTERDISCIPLINARIOS

    El conductismo se haba caracterizado inicialmente por su adhesin incondicional a la observacin emprica como fuente del conocimiento cientfico de la poltica y, al hacerlo, su inductivismo haba postergado completamente a la teora, circunstancia que muchas veces lo haba hecho caer en el empirismo ciego. Por eso muchos de sus opositores sealaban que no slo era cuestin de observar sino de saber observar, exigencia que requera un marco terico adecuado. Para obtenerlo, el conductismo recurri a las teoras sistemticas de la poltica, en un altsimo nivel de abstraccin terica.

    Las teoras sistemticas de la poltica reciben asimismo el aporte de la teora estructural-funcionalista, hegemnica en la sociologa estadounidense de los 50 ante de aceptacin que tiene el discurso de su gran expositor: Talcott Parsons11. Aunque el concepto de Sistema Social de Parsons difiere del concepto de sistema poltico, al ser totalizante, ambas conceptualizaciones convergen al definir funcionalmente los procesos de cambio en la sociedad y la poltica (particularmente en la obra de Almond).

    En estos mismos aos tienen gran repercusin las nuevas teoras cibernticas, por la potencialidad explicativa que poseen, en particular las expuestas por Norbert Wiener12. Ellas proveern de su lenguaje -y de su lgica- a las teoras sistemticas de la poltica. Easton sostiene que la ms importante innovacin cientfica de la poca es el concepto de feedback.

    Finalmente, otro gran aporte es el que le brinda la economa clsica, permanente inspiradora de la clase poltica estadounidense. Las teoras sistmicas de la poltica toman de ella conceptos claves como los de equilibrio, demanda y oferta.

    3.2. LAS RAZONES DE XITO DE LAS SISTMICAS

    Las teoras sistemticas de la poltica son diseadas en los Estados Unidos en los aos 50 y 60 por destacadas figuras de la ciencia poltica, particularmente David Eastn y Gabriel Almond13. Constituye uno de los mayores esfuerzos realizados para proveer a la ciencia poltica conductista de una teora general en la que pudieran subsumirse los cuantiosos hallazgos empricos que se estaban produciendo en la disciplina. Su expectativa es, entonces darle a esta ultima un lenguaje unificado, un referente terico comn, para as guiar los estudios

    11 T. Parsons: El sistema social (1951) en Revista de Occidente, Madrid, 1966.12 N. Wiener: Cybernetics, or control and communication in the animal and the machine (1948), The MIT Press and John Wiley & Sons, Nueva York, y Londres, 1961, y The Human Use of Human Beings, Cybernetics and Society (1950, Discus Books, Nueva York, 1969) 13D. Easton: The Political System. An Inquiry into the Unites States of Political Science, Alfred A. Knopf, Nueva York, 1953. G. A. Almond: Introduccin: A Funcional Approach to Comparative Politic en The Politic of the Developing Areas, G. A. Almond y J. S. Coleman (eds), Princeton University Press, 1966.

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  • empricos de la poltica. Sirven, pues, para proveer un armazn conceptual al conductivo y, como consecuencia de ello, la ciencia poltica pasa a ser orientada por las teoras sistmicas de la poltica, contribuyendo la rpida difusin de las mismas al afianzamiento de esa perspectiva cientfica.

    Esas teoras coinciden con el momento de mayor influencia de la ciencia poltica estadounidense en la disciplina; su declinacin se da simultneamente con la recuperacin de la autonoma intelectual y de la identidad distintiva que logra la ciencia poltica europea.

    Es indudable que el gran xito que tiene el concepto de sistema poltico en la disciplina, hasta llegar a constituirse en el paradigma vigente -como lo destaca Almond al ser elegido como presidente de la Asociacin Americana de Ciencia Poltica en 1966-, est estrechamente ligado al predominio avasallante del conductismo en esos aos. Sin embargo, en la dcada siguiente decae rpidamente, como lo evidencia el hecho de que el concepto sistema poltico no es analizado en el primer Manual de Ciencia Poltica estadounidense, el de Greenstein y Polsby, cuando es editado en 1975.

    3.3. LAS DEBILIDADES CONCEPTUALES DE LA TEORA SISTMICA DE EASTON

    Asimismo, si bien se reconoce el mrito que tiene Easton al destacar la circularidad de los procesos polticos, una crtica muy comn a su esquema analtico es que en la elaboracin del mismo de mucha mayor trascendencia a los Imputs (como demanda y apoyo) provenientes del ambiente social que a los outputs, las decisiones polticas tomadas por el sistema poltico. Transforma as a los primeros en la fuerza motriz que reequilibra el sistema, y al hacerlo de este modo tan exclusivo -y excluyente- disminuye la comprensin de los proceso de cambio. Ocurre que, como es caracterstico en el conductismo y en la tradicin de investigacin anglosajona, centra la clave de la poltica en la autorregulacin social, disminuyendo el papel que les ha tocado cumplir al gobierno y dems instituciones polticas en los procesos de cambio, menospreciando las circunstancias de que tambin son iniciadores de los hechos polticos.

    Esas debilidades tericas hacen que desde los 80 su expectativa de constituir una teora general de la poltica haya quedado totalmente abandonada, resurgiendo el concepto de Estado como unidad central del anlisis de la poltica. Subsiste, en cambio el uso del concepto de sistema poltico como enfoque terico, til por lo mismo para conectar distintas tradiciones de investigacin, pero sin pretender ya uniformar su discurso con el conductista. Por eso es que pueden utilizarlo destacados politlogos tan diferenciados ideolgicamente como Sartori, Huntington y offe.

    4. LA LTIMA FASE DEL CONDUCTISMO: LAS TEORAS ECONMICAS DE LA POLTICA

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  • 4.1. SU XITO EN LA TRADICIN ANGLOSAJONA

    Simultneamente con el desarrollo y agotamiento de las teoras sistemticas, se produce el surgimiento de teoras econmicas de la poltica. Poco tardarn en constituirse en el principal filn terico de la ciencia poltica, identificando una tercera fase del conductismo. Ser esta fase la que tendr mayor gravitacin ideolgica sobre el escenario poltico estadounidense. En su caso puede decirse que se trata de una autentica profeca autocumplida, dado que sus postulados cientficos, difundidos profundamente desde mediados de los aos 50, son asumidos finalmente como propios por el programa y la praxis poltica neoconservadora en los aos 80, ante el grado de repercusin que han alcanzado en una sociedad abrumada por la crisis fiscal del Estado keynesiano.

    Enunciadas por economistas, estas teoras se inspiran en el modelo del equilibrio general elaborado por la economa neoclsica. Estn centradas en un conjunto de afirmaciones extremadamente simples, que les sirven para construir, deductivamente, modelos econmicos de anlisis poltico. En estos modelos subyace un arquetipo de individuo, el homo econmico, orientado racionalmente a maximizar sus beneficios, en una sociedad que perciben como tomstica. Desde esta percepcin, su unidad central de anlisis es entonces el individuo aislado.

    Schumpeter contrapone otra teora de la democracia la teora clsica enunciada por Rousseau en el siglo XVIII. Es la de Schumpeter una teora competitiva de la democracia, pues ve a esta ltima como caracterizada por la libre competencia entre las lites por el voto popular. Como ya lo hiciera Max Weber, percibe a la democracia como el rgimen poltico ms adecuado para seleccionar un liderazgo poltico eficiente a travs de la libre competencia por el voto popular.

    La crtica que Schumpeter realiza a esta teora clsica de la democracia est centrada sobre una doble objecin: no existe para l ningn bien comn ni una voluntad general.

    Las teoras econmicas trabajan principalmente sobre el paralelismo que realiza Schumpeter entre los campo es de la poltica y de la economa, entre el poltico y el empresario. Pero, fuertemente influidas por el utilitarismo, destacan el carcter racional de las decisiones polticas que toman los individuos. Utilizan para ello premisas de la economa neoclsica y, sin embargo, llegan a las mismas conclusiones que Schumpeter. Demuestran -especialmente Downs- que, pese a ser racionales, los electores tienden comnmente a ser desinformados y apticos, siendo esa la razn que permite que sean manipulados por las imgenes y estmulos producidos por sus lderes polticos.

    Es entonces Schumpeter el primer gran economista que se vuelca decidida y explcitamente al anlisis poltico, iniciando un derrotero intelectual que ser compartido por muchos otros grandes economistas de nuestros tiempos.

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  • 4.2. LA TEORA DE LA ELECCIN RACIONAL

    Siguiendo la lnea trazada por el conductismo, subyace en su construccin terica un modelo de hombre, racional e individualista, que acta en una sociedad poblada de individuos aislados, quienes compiten entre si por los escasos recursos de la misma. Este modelo de hombre es ajeno a la accin racional, provista de sentido que definiera Max Weber al hablar de la interaccin social La suya es una racionalidad instrumental, orientada por la filosofa social del utilitarismo. El inters central de este tipo de anlisis no lo constituyen entonces los valores sociales que dan sentido a una comunidad poltica, sino el individuo aislado. Como resultado, los hechos sociales y polticos son explicados como la consecuencia de conducta acentuadamente individualista y egosta.

    Para poder explicar esta conducta, la teora de la eleccin racional sostiene que toda sociedad afronta la necesidad de definir polticamente la asignacin de sus recursos econmicos escasos y esta obligada por ello a elegir -racionalmente- entre diferentes objetivos alternativos. La teora presupone entonces que los individuos que componen esa sociedad actan siempre racionalmente, eligiendo entre las alternativas posibles aquella que ocupa el primer lugar entre sus preferencias. Para esta perspectiva de anlisis, es racional el individuo que pretende maximizar sus objetivos polticos; esta motivado para ello por expectativas de costo-beneficio definidas individualmente, las que excluyen una conducta fundamentada socialmente, es decir, orientada ideolgica o valorativamente.

    4.2.1 DOWNS Y LA PARADOJA DEL VOTANTE

    La Teora Econmica de la Democracia que publica Downs en 1957 obtiene una gran repercusin. En la obra de Downs, el homo oeconomicus del utilitarismo ocupa el lugar del zoon politikon aristotlico: es el egosmo individual y no la solidaridad social lo que gua la conducta poltica del ciudadano. Observando, desde la perspectiva cientfica de la economa, la actuacin poltica que caracteriza a la democracia. Downs plantea la necesidad terica de integrar la teora econmica con la poltica de una teora del equilibrio general.

    Esta convencido de que, para hacerlo, debe afrontar una doble omisin. La de los cultores de la ciencia poltica -cuyas teoras normativas le parece que les han impedido advertir la realidad de los hechos polticos- y la de los economistas, que han percibido la accion gubernamental como una conducta extraa al mercado, al estimar que la misma se orienta por consideraciones polticas ajenas al campo de estudios de la economa, dado que esa accin estara dirigida a maximizar el bienestar social y no el inters individual.

    Para Downs, es errneo identificar la funcin de gobierno con la maximizacin de bienestar social; segn l, el mercado y el gobierno se rigen por las mismas reglas

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  • de juego, no tienen una distinta lgica. Como consecuencia de la divisin del trabajo, cada actor que intervenga en uno o en otro campo tiene su accionar tanto una motivacin privada como una funcin social. La teora econmica de la accin poltica en la democracia pretende demostrar que los individuos que persiguen egostamente sus propios fines tambin pueden realizar eficientemente su funcin social en el espacio de la poltica.

    El demostrar sus hiptesis de que es posible integrar su teora de la accin gubernamental en una teora del equilibrio general, que sirva para explicar las conductas polticas democrticas, del mismo modo que los hace con los comportamientos econmicos en el mercado, le exige a Downs desarrollar un enfoque positivo de la poltica. Slo explicando adecuadamente y de manera realista las razones de la conducta egosta de los ciudadanos, puede pretender dejar de lado las teoras normativas de la poltica, vigente tanto en la teora cientfica como en la prctica poltica estadounidense.

    Para lograr concretar este objetivo, Downs parte de algunos axiomas, indiscutibles como tales, que le sirven para fundamentar su argumentacin. El primero de ellos enuncia que un partido politico es un equipo de individuos que busca obtener, a travs del mismo, los cargos gubernamentales s que le permitirn gozar de la renta, el prestigio y el poder que trae consigo el ejercicio de esos cargos.

    Desde esta visin utilitarista construye Downs su modelo econmico de la poltica democrtica. Para l, cada actor, tanto el individuo que integra un partido como el que vota, se comprota racionalmente en todo momento. Es preciso aclarar, como o hace el mismo Downs, que el trmino racional es conceptualizado en el sentido que le da la economa neoclsica: la racionalidad poltica equivale a la eficiencia economica. Consiste entonces en que los beneficios marginales sean mayores que los costos marginales para el individuo que toma una decisin. No se esta, pues, ante ciudadanos solidarios; para Downs la accin individual persigue los mismos fines en la economa y en la poltica: busca minimizar el empleo de sus recursos escasos y maximizar los beneficios a obtener.

    Para la argumentacin de Downs, la funcin social del gobernante es, entonces, un subproducto de sus expectativas privadas. El gobernante es percibido, como un empresario que vende politicas pblicas a cambio de votos, debiendo afrontar la competencia con otros partidos. Que el gobierno maximice o no el bienestar social depende de como esa dura competencia influye sobre su comportamiento. La bsqueda del bienestar social no es visualizada como el objetivo ltimo de la poltica -tal cual lo destacara una extensa lnea del pensamiento politico occidental que va desde Aristteles a la Declaracin de Principios que precede a la Constitucin de los Estados Unidos- sino como una tctica coyuntural que utilizan los gobernantes, en ciertos casos, para conquistar el mercado politico.

    Esta lectura realista de la poltica democrtica que realiza Downs lo lleva a plantear un segundo axioma: los ciudadanos ejercitan el mismo tipo de clculo racional cuando les toca elegir el gobierno que ms los beneficia. El factor que

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  • ms influye sobre ellos, al informarse sobre el comportamiento efectivo de los partidos en el transcurso de la campaa electoral, no son las promesas proselitistas sino su real comportamiento durante el periodo inmediatamente anterior. De este modo los individuos deciden como votar, comparando la utilidad que realmente les ha producido en ese periodo de accionar del partido gobernante con la utilidad que hubieran podido recibir en el caso de que los partidos de la oposicin hubiesen estado en el poder. Se apoyan as en hechos y no en conjeturas.

    Pero sucede que la falta de una completa informacin para fundamentar decisiones cruciales de casi todas las instituciones sociales, y particularmente en las polticas. Por esta razn, Downs dedica gran parte de su obra al anlisis del impacto que tiene el conocimiento poltico imperfecto sobre la accion poltica democrtica. Al hacerlo, destaca que la decisin racional del votante es obstaculizada por la falta de un conocimiento adecuado sobre la fiabilidad de las distintas ofertas polticas que se disputan su voto, situacin que lo deja en un alto grado de incertidumbre sobre cmo orientar el mismo.

    La poltica democrtica da una respuesta parcial a esta falta de informacin que afrontan los votantes. Lo hace a travs de mediaciones. En primer lugar estn los persuasores, es decir, los individuos que por su posicin social no s presencia relevante en los medios masivos de comunicacin estn en condiciones de influir polticamente sobre otros individuos. Para hacerlo, les brindan una visin de conjunto de la poltica, seleccionando ciertos hechos subjetiva y parcialmente, para de esta manera poder realizar un balance positivo de la accin gubernamental que permita orientar en su favor al voto dubitativo. As, a travs de la mediacin, los polticos informan a la ciudadana.

    En segundo trmino encontramos a los encuestadores. Al sondear estos la intencin de voto o la ciudadana ante determinadas politicas, que permiten que los partidos se informen sobre las expectativas de esa ciudadana, para de este modo poder orientar de manera utilitaria sus politicas en el caso de ser necesario. De este modo la ciudadana informa a los polticos.

    Una seria consecuencia del conocimiento imperfecto en la poltica y de la necesidad de persuasin del votante que ello implica es, para Downs, la alta posibilidad de corrupcin gubernamental que esto produce. Dado que, para persuadir a los votantes de la bondad de sus polticas pblicas, el gobierno necesita contar con cuantiosos recursos econmicos que le permitan hacer frente al costo que implica la difusin de informaciones que le sean favorables, una manera de obtener esos recursos es vender favores polticos. Este mismo razonamiento hace que Downs considere racional la sumisin de los gobiernos a los grupos de presin, al se estos ltimos los que cuentan con los medios econmicos necesarios para poder apoyar esas campanas informativas.

    El anlisis realista de Downs parece chocar, sin embargo, con la vigencia universal de las ideologas en la poltica democrtica. Downs entiende que esto no

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  • contradice su hiptesis, pues sostiene que el valor de las ideologas son para el las que permiten destaca, simple y simblicamente, las diferencias existentes entre los partidos que compiten electoralmente para controlar al gobierno. Dado que el costo de informarse es muy alto para los votantes, su conocimiento imperfecto de la accion del gobierno hace que estos decidan su voto comparando ideologas, en lugar de comparar polticas gubernamentales. Para Downs, esto hace que cada partido se vea obligado a inventar una ideologa que le permita atraer votos, y una vez que ha colocado la ideologa en el mercado poltico no puede abandonarla sin provocar desconfianza electoral.

    Es decir que, para Downs, las ideologas no son los fines que orientan la poltica sino los medios necesarios para obtener los xitos electorales que permitan mantener u obtener el gobierno, maximizando as las ganancias de los integrantes de un partido al permitirles acceder a los beneficios que supone para ellos control del aparato gubernamental. Desde el particular punto de vista de Downs, las ideologas constituyen los mensajes publicitarios que permiten vender exitosamente una poltica. Por eso, del mismo modo que ocurre con un producto en el mercado, cualquier ideologa exitosa es imitada muy rpidamente por los restantes competidores, para de esta manera obtener los mismos convincentes resultados en el electorado.

    Esta caracterstica de la competencia democrtica es la que permite segn Downs, que se reduzca al mximo la distancia ideolgica existente entre los partidos polticos, siendo esta circunstancia lo que da estabilidad a las democracias. La escasa distancia ideolgica existente entre ellos permite que los partidos se alternen e el gobierno sin que se produzca fractura institucional alguna, ante el parentesco de familia que caracteriza a los partidos polticos democrticos.

    Para Downs, existe entonces equilibrio poltico cuando ya no tienen xito los intentos de formar nuevos partidos polticos y cuando ninguno de los partidos existentes esta motivado para modificar radicalmente su posicin en la escala ideolgica que caracteriza a una determinada sociedad. Es esa la razn que le hace pensar a este autor que las actitudes polticas y la estabilidad de los gobiernos dependen bsicamente de la distribucin de los votantes en la escala izquierda-derecha. Si una mayora de los partidos esta prxima ideolgicamente, es sumamente probable que un gobierno democrtico sea estable, a la vez que efectivo, independientemente del nmero de partidos que exista.

    Para la argumentacin utilitarista de Downs, los partidos no se guan por la bsqueda de la creacin de grandes principios ideolgicos sino por los intereses -individuales y egostas- de sus miembros. Que estos intereses individuales promuevan acciones polticas que desemboquen en el bienestar social es una consecuencia, no obligada, de la competencia electoral entre los partidos. En la misma, para maximizar sus posibilidades electorales y usufructuar los beneficios del poder, los componentes del aparato gubernamental realizan polticas sociales

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  • que les permitan mejorarla imagen de su producto -la accion del gobierno- en el mercado poltico.

    Cul es a su vez para Downs el clculo racional que asume el votante?

    Para el, la cantidad de informacin que debe reunir el ciudadano para decidir como votar esta determinada por un axioma econmico: cualquier acto es racional siempre que el ingreso marginal sea mayor que su costo marginal. El ciudadano requiere informacin para decidir a que partido va a votar y que grupos de presin va a integrar, para poder influir de ambas maneras sobre las polticas gubernamentales.

    En el primer caso, votar correctamente significa para el votante obtener beneficios si apoya al partido que realmente le proporciona mayor utilidad. Pero esta expectativa choca con una dura realidad. Para que su voto sea eficaz, debe ser realmente decisorio en la eleccin; de lo contrario el votar correctamente no produce utilidad alguna, del mismo modo podra haber votado incorrectamente. Dado que el costo de votar es muy bajo, millones de ciudadanos pueden permitirse votar y la posibilidad de que un voto individual resulte decisivo es entonces nfima. La probabilidad de que su voto determine qu partido va a gobernar es tan remota que para el ciudadano el costo de procurarse informacin, de sumergirse en el debate poltico, ser siempre mayor que el beneficio que le produzca el hecho de votar.

    La consecuencia de este razonamiento de Downs es que la apata cvica, la escala de participacion poltica de la ciudadana, expresada por el bajsimo porcentaje de votantes que caracteriza al escenario poltico estadounidense, pasa a ser racional. Para Downs, la ignorancia en poltica no es la consecuencia de una actitud aptica y poco patritica; es, mas bien, una respuesta completamente racional a los hechos de la vida poltica en una democracia amplia14.

    Estas conclusiones son ampliamente incompatibles con las teoras normativas de la democracia. Como justificarlas? Para este terico, lo explica el hecho de que los beneficios obtenibles para una ciudadana bien informada son, en los hechos, indivisibles. Esto hace que el individuo minimice racionalmente el costo de informarse polticamente, pues su voto individual no gravita sobre los beneficios que pueda depararle una eleccin, dado que es uno entre millones, y as mismo porque los beneficios que se obtengan comprenden a todos, an a los que no votan. Es esta la paradoja del votante que tan solidamente expone Downs.

    Slo cuando el gobierno lo obliga a colaborar, o en la recaudacin de impuestos o en la defensa, cuyos beneficios son tambin indivisibles, se da para Downs la participacin cvica del individuo. En ausencia de algn mecanismo que asegure

    14 A. Downs: Teora de la accin poltica en una democracia (1957) en G. Almond, R. Dahl, A. Downs, M. Duverger, S. Lipset, G. Mosca, M. Olson, W. Iiker, S. Rokkan y S. Verba: Diez Texto Bsicos de Ciencia poltica, Ariel, Barcelona, 1992.

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  • una accin racional, prevalece la racionalidad individual: el individuo no vota si la utilidad del voto no es mayor que el costo de informarse polticamente.La misma situacin se da en un segundo caso, el de la integracin de los grupos de presin, que constituyen los actores por excelencia de la vida poltica estadounidense. Aqu el costo de la informacin es mucho ms grande, dado que para intervenir en los mismos se debe ser experto en el rea de las politicas pblicas en las que se quiere influir. Es por esto que los nicos que consideran racional su participacin en la poltica son aquellos integrantes de los grupos de presin que perciben sus rentas de las reas cuyos intereses representan esos grupos, es decir, los productores, no los consumidores. Este razonamiento lleva a Downs a afirmar que es lgico que el gobierno se sientas responsable solo ante los primeros, al ser el liderazgo de estos grupos de inters el que para el mejor representa las expectativas politicas de la sociedad estadounidense.

    Desde la perspectiva utilitarista de Downs, es racional la actitud de estos tres actores que protagonizan la poltica. La de los consumidores de poltica, que no intentan informarse, intervenir polticamente, por que los costos serian superiores a las ganancias que podran obtener. La de los productores de polticas, que se informan e intervienen polticamente, pues obtiene sus rentas de esta actividad. La del gobierno, que tiende a favorecer a estos ltimos, ante su estratgica participacion en los grupos de presin dado que son quienes condicionan sus polticas pblicas a travs del lobby.

    De este modo, la obra de Downs contina con un cada vez ms difundido anlisis econmico de la poltica, centrado en la hiptesis de que no existe contradiccin alguna entre la conducta economica y la conducta poltica.

    La crtica que puede realizarse a la slida obra de Downs es la misma que se le realiza al resto del anlisis conductista de la poltica: el pretender universalizar las caractersticas de la vida poltica estadounidense. La apata cvica distingue a la sociedad estadounidense donde solo vota una minora de ciudadanos, pero no a las sociedades democrticas europeas, que tienen muy altos indicadores de participacion electoral. Y es este el punto dbil del desarrollo terico de Downs: explica por que no votan los ciudadanos pero no por que votan.

    4.2.2 OLSON Y LA LOGICA DE LA ACCION COLECTIVA

    Olson edita en 1965 The Logic Of Collective Action, obra de relieve y repercusin similares a la de Downs. En ella sostiene que, pese a que el enfoque y los instrumentos de anlisis utilizados en su libro han sido provistos por la teora econmica, sus conclusiones pueden estimarse validas tambin para los socilogos y los cientficos polticos. La tesis que expone Olson es que el beneficiario potencial de un bien publico o colectivo, razona utilitaristamente si le conviene o no contribuir al misma. El modelo econmico de Olson se asienta entonces en la existencia de un calculo racional en el individuo que afronta las

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  • responsabilidades sociales: le conviene o le perjudica contribuir a constituir un bien politico o colectivo?

    Del mismo modo que Downs, Olson percibe a este individuo como un hombre oeconomicus, racional y egosta, ajeno por lo mismo a expectativas solidarias en el momento de decidir su participacion en el grupo. Hay en esta percepcin de Olson una buena dosis de realismo: un bien publico o colectivo no puede conformarse si no se logra un beneficio especifico para cada individuo, dado que individuos racionales -en el sentido que da el utilitarismo a este termino- no querrn colaborar en grupos que no les ofrezcan la posibilidad de beneficiar sus intereses particulares. La existencia de intereses comunes no es suficiente para constituir el grupo.

    Olson piensa entonces que no son convalidables empricamente las tesis sobre el grupo como actor privilegiado de la poltica estadounidense. Expuestas las caractersticas del mismo por grandes tericos de la ciencia poltica como Bentley y Truman, la ciencia poltica americana de este siglo entendi siempre que los individuos que tienen intereses comunes se organizan, coyuntural y espontneamente en grupos, para as luchar colectivamente por el xito de los intereses representados por los mismos. Los individuos que componen la sociedad estn entonces comprometidos voluntariamente en una pluralidad de grupos, y es la interaccin competitiva entre los mismos la que da su carcter democrtico al proceso politico estadounidense.

    Pese a ser la teora de los grupos la ms original construccin terica de la ciencia poltica estadounidense, Olson es escptico al respecto. Para l no es la solidaridad social sino el inters individual lo que permita la constitucin exitosa de un grupo. La lgica de la accin colectiva no es altruista sino egosta. La tesis utilitarista defendida por Olson sostiene que un individuo que racionalmente busca maximizar su bienestar personal slo puede ser convencido de participar en el mismo y de este modo hacerse cargo de los costos que la consecucin del objetivo comn implica a travs del uso de sanciones (incentivos selectivos negativos) o de beneficios individuales (incentivos selectivos positivos), independientes del objetivo compartido que identifica y define al grupo. En ausencia de esos incentivos, el grupo no estar en condiciones de organizarse y obtener la adhesin de individuos racionales.

    Para Olson slo incentivos selectivos colectivos -que son beneficios individuales y no colectivos- para aquellos que se comprometen en la accin colectiva, o bien incentivos electivos negativos para aquellos que se sustraen a sus obligaciones pueden motivar a individuos racionales a apoyar a un grupo. La contribucin de los individuos a una organizacin que defiende sus intereses comunes es una consecuencia indirecta de la defensa de sus intereses privados.

    Olson sostiene que es el problema del free-riding lo que desalienta la participacin poltica en un bien pblico o colectivo. Dado que siempre existen en los grupos individuos que se sustraen a colaborar con las obligaciones colectivas pero que

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  • igualmente se benefician con los beneficios obtenidos por el grupo, esta situacin desalientan a aquellos que colaboran solidariamente con el mismo, pues en el caso de tener xito la gestiones del grupo slo obtendrn similar beneficio al obtenido por los polizones que le retacearon su apoyo. As lo expresa Olson:

    Dado que cualquier ganancia se aplica a todos los miembros de grupo, los que no contribuyen para nada al esfuerzo conseguirn tanto como los que hicieron su aporte personal. Vale la pena dejar que lo haga otro, pero el otro tampoco tiene demasiados incentivos -si es que tiene alguno- para actuar en favor del grupo15.

    Se da esta situacin en el caso de los activistas de un partido, que afrontan la apata de la mayora de sus adherentes ante una eleccin; de los miembros de un sindicato que encaran una huelga crucial para los intereses de sus representados, sin que estos ltimos asuman el mismo tipo de compromiso personal que los cuadros sindicales. Pero en los dos casos, de obtenerse triunfos electorales o sindicales, los beneficios que ellos traen consigo no discriminan entre quienes han aportado positivamente a los mismos y una mayora de polizones que, si bien ha retaceado su colaboracin, usufructa tambin el xito.

    Para Olson esta realidad tiene efectos desalentadores para los que mas aportan al grupo. Por eso sostiene que:

    Slo un incentivo distinto y selectivo estimular a un individuo en el grupo latente a efectuar en un sentido orientado por el grupo (...). Una accin del grupo se puede obtener slo a travs de un incentivo que opera no de manera indistinta como un bien colectivo, sobre el grupo como un todo, sino con selectividad respecto de los individuos en el grupo. El incentivo debe ser selectivo en el sentido de que los que no se unan en la organizacin que trabaja para los interese del grupo, o contribuyen de otra manera su realizacin, se pueden tratar de manera diferente a lo que lo hacen16.

    El resultado del razonamiento de Olson es devastador para las expectativas democrticas de la participacin poltica. Puede sintetizarse en la argumentacin de que la mayora de los individuos se sienten personalmente poco comprometidos con la accin colectiva que sirve al inters pblico, y por lo tanto permite que otros acten en su beneficio por cuenta propia17.

    La argumentacin de Olson es convincente, particularmente para el caso estadounidense ante la escasa representatividad social que caracteriza los partidos y sindicatos norteamericanos. Pero la refuta una evidencia emprica

    15 M... Olson: La lgica de la Accin Colectiva en G. Almond; R. Dahl, A. Downs, M. Duverger, S. Lipset, G. Mosca, M. Olson, W. Rike, S. Rokkan y S. Verba: Diez Textos Bsicos de Ciencia poltica, Ariel, Barcelona, 1992, pg. 204. 16 M. Olson: The Logia Of Collective Action, Harvard University Press, 1965, pg. 51.17 R.R. Alford y R. Frieddland: Los poderes de la teora. Capitalismo, Estado y democracia (1985), Manantial, Bs. As, 1991, pg. 104.

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  • insoslayable: la existencia en Europa de muy fuertes partidos y sindicatos que identifican, permanente y no coyunturalmente, intereses sectoriales. Por eso en este ltimo caso la participacion poltica y la identificacin partidaria y social son extremadamente altos; basta al respeto recordar la permanente orientacin electoral de los distritos obreros y campesinos en el continente europeo.

    Cmo es posible esto? Alessandro Pizzorno ha sabido explicarla muy claramente: el problema del free-riding no es tal si se piensa que, si bien los intereses selectivos positivos no pueden dejar de existir -y de beneficiar al liderazgo que hace posible la institucionalizacin y persistencia de la organizacin- los restantes miembros de la misma se benefician a la vez con la identidad que la organizacin les otorga. Es por eso que no le retacean su lealtad, pues de esa identidad colectiva la que les ha permitido la concrecin de varios logros sociales. Esa identidad es la que les permite agregar y reivindicar exitosamente sus demandas sectoriales, en el curso de los procesos electorales democrticos. Por eso los componentes de esas entienden que el significado de mis acciones no es el de adquirir utilidad sino el de asegurarme reconocimiento5.

    Frente al principio utilitarista del individualismo, el principio comunitario de la alteridad: es en el encuentro con otros individuos que comparten sus mismas expectativas donde el individuo logra concretar eficazmente sus demandas sociales. Esta ltima racionalidad orienta a las organizaciones polticas y sindicales de las democracias europeas; la argumentacin de Pizzorno explica adecuadamente la distinta realidad poltica y socia existente hoy en la Unin Europea, donde por esa razn son las organizaciones y no los individuos los protagonistas del intercambio politico6.

    4.2.3. LA ESCUELA DE VIRGINIA Y LA TEORIA DE LA ELECCIN PBLICA

    Tras los grandes precursores que fueron Schumpeter, Downs y Olson, los economistas institucionalizan el anlisis econmico de la poltica al nuclearse en la Escuela de Virginia. Esta difunde la teora de la eleccin publica, que tendr gran repercusin acadmica y poltica desde mediados de los 60, por el planteo extremadamente simple de lo politico que hacen sus enunciados; esta misma simplicidad es la que ha permitido elaborar clara y sintticamente sus principios. Su gran figura es James D. Buchanan; otros grandes autores en la Escuela son Gordon Tullock y Dennis C. Mueller7.

    5 A. Pizzorno: Sul confronto imtertemporale delle utilit en Santo e Mercato, N 16, abrl de 1986.6 G. Pasquino: Partecipazione poltica, gruppi e movimenti en G. Pasquino (comp.) Manual di scienza della poltica, II Mulino, Bologna, 1986.7 J. M. Buchanan y G. Tullock: El calculo del consenso. Fundamentacin lgica de la democracia constitucional, (1962), Epasa Calpe, Madrid, 1980. J. M. Buchanan: una teora Individualista delProceso Politico, op. , cit., (1965). J. M. Buchanan: The Limits of Liberty. Between Anarchy and Leviathan , University of Chicago Press. 1975. J. M. Buchanan: poltica sin romanticisms. Esbozo de una teora positiva de la elccin poltica de sus implicaciones normativas en J. Casas (ed): El anlisis econmico de lo politico, Instituto de Estudios Econmicos, Madrid. 1984, G. Tullo: The Politics of Bureaucracy, Public Affaire; Washington, 1965. D. C. Mueller: Eleccion pblica (1979), Alianza, Madrid, 1984.

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  • Este ltimo quien mejor sintetiza sus objetivos:

    La eleccin pblica puede definirse como el estudio econmico del proceso de adaptacin de decisiones en un contexto ajeno al mercado, o simplemente, como la aplicacin de la teora economica a la ciencia poltica. El objeto del estudio de la eleccin pblica es el mismo que el de la ciencia poltica: la teora de Estado, las reglas de votacin, la conducta del votante, la poltica de partidos, la burocracia, etc. Igual que en teora economica, los postulados bsicos de conducta de la eleccin publica son referentes al hombre considerado como un ser egosta, racional y maximizador de la utilidad8.

    El modelo desarrollado por la teora de la eleccin publica, pretende trasladar el enfoque econmico al campo de las opciones y decisiones politicas. Para ello, se propone explicar las similitudes existentes entre las aproximaciones econmicas y politicas al anlisis de lo social. Parte de un presupuesto terico: las motivaciones que guan la conducta individual estn caracterizadas por una absoluta coherencia y continuidad, tanto entre los individuos que participan en el mercado econmico como los que actan en la vida poltica. Identifican esas motivaciones con la bsqueda de la utilidad individual.

    Buchanan declara en 1972 que este enfoque terico representa para l una extensin directa de los presupuestos conductista de la teora economica ortodoxa como la teora explicativa y predictiva de la formacin de las decisiones pblicas9. Es por eso importante aclarar que lo que si se concreta es, mas que un estudio interdisciplinario de lo politico, un radical reduccionismo econmico, que generaliza a todos los actores sociales la tesis del calculo racional que gua al homo oeconomicus. Se da entonces el imperialismo de la economa del que habla Gordon Tullock10.

    La lectura de la poltica que realiza esta perspectiva analtica, tendr una fuerte repercusin ideolgica. En las sociedades democrticas en las que rige el Estado Keynesiano, quienes adhieren a la misma pasaran a analizar el Estado ya no como una variable exgena, que acta sobre la sociedad para corregir o moderar los problemas producidos por el mercado econmico, si no como una variable endgena del mismo, cuya conducta es orientada por la misma lgica que inspira la conducta del mercado (y entonces, esta condenado a reproducir las mismas fallas que quiere corregir o moderar polticamente)11.

    8 D. C. Mueller: Eleccin Pblica, op. Cit. Pg. 14.9 J. M. Buchanan: Politics, Policy and Pigovian Margins en J. M. Buchanan y R. D. Tollison (comp.): Theory of Public Choice, University of Michigan Press, 1972, pg. 173.10 G. Tullock: Economic Imperialism en J. M. Buchanan y R. Tollison (comp.) op. Cit.11 L. Bordogna y G. Provasi; poltica, Economia e reppresentanza degli interessi.Uno studio sulle resent difficolta delle democrazis occidentali,II Mulino, Bologna, 1984. pg. 67.

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  • Desde un planteo metodolgico rigurosamente individualista, se percibe a las conductas individuales como orientadoras de la accion poltica democrtica. No hay espacio en este enfoque terico para la dimensin organizativa. No existente desde la perspectiva analtica de la eleccin publica un actor como el gobierno, los partidos y los sindicatos. Existen los gobernantes, los lideres partidarios o los dirigentes sindicales, dado que gobierno, partidos y sindicatos, son visualizados como aparatos burocrticos a travs de los cuales los individuos que actan en ellos buscan alcanzar sus fines egostas, prescindiendo del inters general. El clculo racional del individuo, orientado a maximizar sus objetivos personales, constituye la norma orientadora de la accin poltica para la teora de la eleccin pblica, caracterizada por su visin individualista de la sociedad.

    Mueller resume as su metodologa:

    En el mbito de la teora economica ya se han obtenido algunas reglas bien fundadas y ampliamente aceptadas que suministran un fundamento metodolgico para el desarrollo y contrastacion de las teoras. El hombre es un ser racional que maximiza (o quizs, satisface) una funcin objetivo. Esta funcin objetivo se define respecto de diferentes variables bien caracterizadas. La interaccin entre los individuos puede reflejarse. En el de la teora economica ya se han obtenido algunas reglas bien fundamentadas y ampliamente mediante ciertos modelos analticos, bastantes sencillos, parecidos a los utilizados en los juegos operativos. Esta es la pauta general. Se entiende que los supuestos utilizados son lo bastante prximos a la realidad como para facilitar la explicacin de ciertas claves de conducta econmica. En la disciplina de la eleccin pblica se utilizan estos supuestos para facilitar la explicacin y la prediccin de la conducta poltica12.

    Esto nos lleva a la discusin del concepto de democracia como mercado. En la base de los anlisis realizados por quienes adhieren a la teora de la eleccin publica, se encuentra un modelo de democracia basado en el modelo del mercado competitivo puro. Los partidos polticos, los individuos que los componen y los votantes, orientan su conducta por el principio racional de la maximizacin de su propia utilidad.

    Para realizar este tipo de anlisis de la poltica, la teora de la eleccin pblica se sustenta metodolgicamente en la economa. Mueller lo sintetiza as:

    Probablemente el logro ms importante de la teora econmica es la demostracin de que los individuos, dotados de motivos estrictamente egostas, pueden resultar mutuamente beneficiados durante el intercambio13.

    12 D. C. Mueller: op cit, pg 18.13 D. C. Mueller: op cit, pg 21.

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  • El eje conceptual de este enfoque terico consiste entonces en pasar a analizar la vida poltica democrtica con la lgica del mercado econmico.

    Por eso se llega a centrar el proceso politico en la oferta y la demanda; es natural, pues, que los gobiernos busquen manipular la economa para obtener ventajas electorales. El ciclo politico-econmico pasa a definir entonces la mecnica con la que se sustenta este proceso.

    Como modelo econmico, presenta una perspectiva esencialmente individualista de la sociedad. Frente a liderazgos partidarios -que cumplen en el mercado poltico el rol que desempean los empresarios en el mercado econmico, caracterizndose por la bsqueda de la maximizacin de sus ganancias electorales- se encuentran los votantes, cuyo papel equivale al de los consumidores. Por un lado, el liderazgo de los partidos esta interesado en ofrecer politicas que satisfagan, en la medida de lo posible, las expectativas de la mayor parte de los electores; por el otro, los electores realizan su opcin teniendo en cuenta las polticas pblicas ofrecidas por el gobierno y la oposicin. Tomando como referencia el intercambio econmico, estos son los dos actores centrales de la poltica, alrededor de los cuales se organizan los procesos democrticos. El intercambio poltico entre estos actores es directo y exclusivo: no esta mediado por factores ideolgicos, organizativos o institucionales.

    En la conocida obra de Buchanan y Tullock sigue teniendo vigencia el individualismo metodolgico del primer conductismo, pero articulado ms adecuadamente sus desarrollos tericos. Su anlisis del clculo racional que orienta polticamente al individuo esta centrado en la opcin constitucional. Si bien descarta la imagen clsica del ciudadano volcado a satisfacer el inters publico, ya no percibe a la sociedad como atomista, por eso produce revitalizacin del contractualismo.

    Para su neocontractualismo, puesto que la democracia y el mercado son producto de la ilustracin, se evidencia desde entonces la estrecha relacin existente entre ambos. Por eso la constitucin se transforma en el centro articulador d la opcin individual y colectiva que caracteriza tanto a la democracia como al mercado. Para estos autores, es la constitucin que se han dado los Estados Unidos la que resguarda la iniciativa individual y la libertad de decisin, tanto en el mbito politico como en el econmico.

    Pero su perspectiva no es juridicista sino economista.- su visin de lo politico entiende que la responsabilidad de orientar las decisiones colectivas no es competencia de las mayoras electorales sino de la presin de los grupos. Actualizando el discurso de Bently, entienden que los grupos cumplen en la democracia el mismo rol que los empresarios tienen a su cargo en el mercado, siendo este para ellos uno de los desarrollos mas significativos en el escenario politico americano.

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  • Por eso constituye una preocupacin fundamental para Buchanan el controlar la expansin burocrtica estatal, que para el ha dado lugar al Leviatn de nuestro tiempo. Para respaldar su argumentacin invoca la autoridad de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, quienes al disear la primera constitucin democrtica de la modernidad estuvieron siempre dispuestos a poner limitaciones a la autoridad gubernamental, para salvaguardar de este modo la autonoma del individuo.

    Como la creciente burocratizacin del Estado keynesiano lo ha llevado a distinguirse por un cada vez mayor dficit fiscal, la restauracin del equilibrio presupuestario constituye un imperativo constitucional para Buchanan, aunque ello implique reducir drsticamente los servicios sociales que lo caracterizan. El antikeynesiansmo de Buchanan es notorio y los contenidos del discurso terico de la eleccin pblica le son muy afines.14 Es esta la razn por la cual puede decirse que estas premisas tericas han tenido gran influencia sobre su sociedad, contribuyendo a legitimar la teora y la prctica neoconservadoras, vigentes desde comienzos de los 80, particularmente en lo referente a sus dos expresiones de poltica economica mas notorias: la disminucin de los impuestos progresivos a las ganancias individuales y la bsqueda del equilibrio presupuestario a travs de la mutilacin de las prestaciones sociales estatales.15

    4.2.4 LAS CRTICAS A LAS TEORIAS ECONOMICAS DE LA DEMOCRACIA

    Un serio problema que se le plantea a la implementacin de este modelo econmico al anlisis politico, es su posible grado de generalizacin. La crtica a la que es ms vulnerable como enfoque terico es a su ahistoricidad, a no tener en cuenta las circunstancias de tiempo y lugar en que se produce el hecho politico, a los horizontes culturales que lo orientan. Pretende universalizar las conductas politicas que caracterizan a la sociedad estadounidense, fuertes liderazgos

    14 Buchanan asi el desarrollo del tema que hiciera conjuntamente con R. Wagner en su obra Democrasy in Deficit, The Political Legacy of Lord Keines: El libro era un intento de examinar las consecuencias politicas de Mr. Keynes, y el tema central era demostrar que un importante elemento de la constitucin fiscal americana, concretamente la regla del equilibrio presupuestario, haba sido destruida por la aplicacin poltica del Keynesianismo. Los economistas han ignorado ciegamente la asimetra presente en la aplicacin de los preceptos polticos Keynesianos, asimetra que la mayor parte de los elementales tericos hubiera reconocido. Ingenuamente presuman que los polticos podan crear a voluntad excedentes presupuestarios, con la misma facilidad con la que crean el dficit. Olvidan la regla elemental de que los polticos disfrutan gastando y no les gusta controlar los costos. En Democracy in Deficit, Wagner y yo solicitbamos explcitamente la restauracin del equilibrio presupuestario como imperativo constitucional, en J. M. Buchanan: De las preferencias privadas a la filosofa publica. El desarrollo de la eleccin publica en Revista del Instituto de Estudios Econmicos, n 2, Madrid, 1980.15 Eso leva a Garca Cotarelo a destacar Probablemente lo mas caracterstico de Buchanan sea su teora de la incompatibilidad entre la democracia y el dficit publico y su puesta de que una reforma constitucional incluya, entre los principios fundamentales del sistema, la regla de oro de la teora hacendstica clsica, esto es, el presupuesto equilibrado(...) resulta paradjico que Buchanan haga incompatible con la democracia una situacin que , por otro lado, considera producto tpico del sistema politico democrtico, en Garca Cotarelo: Objeto, metodo y teora en M. Pastor (comp.) : Ciencia poltica, Mc Graw-Hill, Madrid, 1988, Pg.45.

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  • personales y muy dbiles partidos y sindicatos, proyectndolas sobre los dems sistemas polticos democrticos.

    Frente a estas expectativas, surge sin embargo el hecho evidente de que en el continente europeo son las organizaciones, ms que los individuos, las grandes protagonistas actuales de la poltica. Esto es explicable por la dimensin cualitativa y cuantitativa que tienen sus partidos polticos y sindicatos, as por la circunstancia de estar caracterizados esos sistemas polticos por otro tipo de democracia, la consensual, no la competitiva que caracteriza a los Estados Unidos. Es por eso improbable hablar de un ciclo Politico Econmico, ya que los grandes compromisos establecidos entre las organizaciones politicas, econmicas y sindicales evitan, a la vez que oposiciones irresponsables, competencias electorales daosas para las economas nacionales, dado que una sobre-oferta poltica en las elecciones estara reida con una lgica partidaria basada en el compromiso y no en la competencia ilimitada entre las organizaciones. Aqu los factores ideolgicos, organizativos e institucionales son los que encausan la toma de decisiones politicas. El caso alemn resulta un ejemplo altamente ilustrativo al respecto, tanto por su eficacia poltica como su eficiencia econmica.

    Estas circunstancias hacen que en la Unin Europea el mercado politico no se subsuma en la lgica del mercado econmico; preserva su propia lgica y tiende a solucionar los problemas que este ltimo produce y no puede resolver. Como tan lucidamente lo destaca Norberto Bobbio, solo el mercado politico puede equilibrar al mercado econmico16.

    Por eso, si bien estas teoras econmicas tienen vasta difusin en la ciencia poltica estadounidense -donde han logrado actualizar el discurso conductista- y su repercusin poltica es muy notoria, no gozan del mismo eco en la ciencia poltica europea. Esta ltima estima tambin ineludible la reduccin del cuantioso dficit fiscal que ha producido el Estado Keynesiano de bienestar, pero no comparte la idea de su limitacin para devolverle al mercado econmico la preeminencia poltica perdida en esas sociedades democrticas. Esta expectativa la expresa muy bien Klaus Ofee al criticar el trasfondo ideolgico de los modelos econmicos:

    ...la Derecha est ms bien intentando volver a levantar las fronteras entre estado y sociedad, volver a diferenciar esferas de actividad que se han hecho altamente interdependientes. No parece defender la simple utopa de un mercado plenamente emancipado, sino ms bien de mercados libres y Estados fuertes (...). Sin embargo, el Estado de bienestar puede considerarse como un mecanismo relativamente eficaz para reducir conflictos (...). Especialmente si consideramos que el volumen de fuerza laboral susceptible de ser absorbida por el capital oligopoltico decrece sostenidamente, el Estado de bienestar debe verse como un medio altamente eficiente para resolver problemas de reproduccin colectiva y, por

    16 N. Bobbio: El Futuro de la Democracia, Plata y Jans, Barcelona, 1985

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  • tanto, para reducir el conflicto econmico y politico. Esta es una de las razones de que incluso los idelogos neoconservadores ms extremistas se muestren renuentes a la hora de alterar los arreglos institucionales bsicos sobre la reproduccin colectiva. Estos idelogos perciben claramente que el desmantelamiento del Estado del bienestar desembocara en conflicto generalizado y en formas de conducta annima y criminal que en conjunto serian ms destructivas que las enormes cargas del propio estado de bienestar. El Estado de bienestar es ciertamente un arreglo altamente problemtico, costoso y paralizante, pero su ausencia ser todava ms paralizante...17

    Desde el punto de vista epistemolgico la ciencia poltica tampoco es muy benvola con esto modelos. Como lo expresa Adriano Pappalardo en una obra colectiva de la ciencia poltica italiana, se cree que:

    Existe una relacin inversa entre la complejidad de los fenmenos sociales y la capacidad de explicacin de los modelos construidos logre drsticas complicaciones del individualismo metodolgico y el calculo racional. 18

    Sin embargo, por muchas que sean las objeciones que se le realizan, las teoras econmicas estn hoy solidamente instaladas en el centro del escenario politico. Su eficaz proyeccin ideolgica es muy notoria, al estar asociadas a la poltica publica neoliberales vigentes en las democracias occidentales desde los aos 80. Si, anteriormente, la teora de la modernizacin expuesta por el primer conductismo entenda que la democratizacin creciente de una sociedad era el producto del incremento de la alfabetizacin, la urbanizacin y la industrializacin -incremento que estaba supeditado a la intervencin en esos campos del Estado Keynesiano de bienestar- hoy la teora econmica de la democracia sostiene que los procesos democrticos estn orientados por la libre intervencin de las fuerzas del mercado. Es esa, quizs, la razn de la importancia que tienen actualmente esas teoras: el sustentar intelectualmente este tipo de poltica de exclusin social, claramente opuestas a las del medio siglo anterior.

    Por eso Mueller puede responder a esas criticas sosteniendo que

    Los puntos de vista de la ciencia poltica sobre el hombre, el votante o el politico son, en general, muy diferentes de los adoptados en los modelos de eleccin pblica. El entorno en que se llevan acabo las interacciones de estos personajes suele describirse como dotado de una riqueza institucional muy superior a la que esta implcita en lo modelos abstractos. Para muchos tericos de la ciencia poltica los modelos de eleccin pblica constituyen una ingenua caricatura de la conducta poltica.

    17 K. Offe : Contradicciones en el Estado de Bienestar, op. Cit., Pgs. 280 y 292. 18 A. Pappalardo: L`analici economica della poltica en Lnalici della poltica, op. Cit., Pg.215

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  • La respuesta que da el terico de la eleccin pblica a estas crticas es la misma que han venido dando los economistas a lo largo de los aos ante crticas anlogas que se han suscitado contra sus modelos ingenuos de la conducta econmica. La utilizacin de modelos simplificados de conducta poltica esta justificada siempre que los modelos rivales para explicar la conducta poltica19.

    Mueller hace suyo el concepto de Milton Friedman de que los modelos hay que probarlos por la exactitud de sus predicciones, ms que por la racionalidad de sus argumentaciones... y los modelos econmicos han sabido predecir el actual comportamiento politico estadounidense (cuyo efecto de demostracin es muy grande).

    Pero esa capacidad de prediccin de la eleccin pblica no es proyectable al comportamiento politico europeo. Una explicacin convincente de por que se da esta situacin, la da Goran Therborn20, para que en la definicin que hace Offe del Estado keynesiano de bienestar slo es aplicable a las democracias europeas, pues la misma implica no slo la intervencin estatal en la economa sino tambin un compromiso politico entre el capital y el trabajo. La concrecin histrica de este compromiso son las grandes prestaciones estatales que garantizan el bienestar de esas sociedades desde la posguerra.

    Para Therborn, ese concepto no es aplicable al caso estadounidense. Lo que all ha tenido vigencia es el Estado keynesiano, que produjo una gran intervencin estatal en la economa, incremento los planteles burocrticos del gobierno que caus un gran dficit fiscal, pero sin existir un compromiso politico entre el capital y el trabajo como se dio en el caso europeo. Por esa razn las grandes prestaciones sociales que caracterizan a las democracias de Europa, particularmente a las del centro y el norte del continente, no se concretaron en los Estados Unidos.

    Esto ha provocado que; cuando las crisis fiscal del Estado afect a todas las democracias, las europeas se afrontaron reduciendo su asistencialismo pero preservando sus prestaciones sociales, pues su legitimidad poltica esta basada en el compromiso citado, sustentado en el acuerdo entre los grandes actores sociales que lo expresa -al articular sus intereses en juego de suma positiva- : empresarios, partidos y sindicatos.

    Por eso el dficit que pueda universalizarse la teora de la eleccin publica como el marco conceptual por excelencia para el anlisis politico. Si los europeos aceptan al neocontractualismo lo hacen desde una perspectiva tico poltica muy diferente de la que reivindica Buchanan, como tan admirablemente lo expresa Norberto Bobbio 21

    19 D. C. Mueller: ,op. cit., pag. 18.20 G. Therborn: Los retos del Estado de bienestar en R. Muoz de Bustillo y otros: Crisis y futuro del Estado de Bienestar, Alianza, Madrid, 1988.21 N. Bobbio, El Futuro de la Democracia , op. Cit.

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  • 5. EL DEBATE TERICO CONTEMPORNEO DE LAS CIENCIAS SOCIALES: EL RETORNO DE LA REFLEXIN FILOSFICA A TRAVS DE LA HERMENUTICA.

    Al promediar el siglo XlX, Dilthey ocupa un importante lugar en este desarrollo de la hermenutica, al trasladar sus procedimientos a la metodologa de las ciencias histricas del hombre, confrontndolas as con los procedimientos metodolgicos de las ciencias naturales. En le transcurso de este debate, esta dominacin de ciencias histricas dejar su lugar a la de ciencias del espritu, como consecuencia de la traduccin que se realiza en Alemania de la Expresin con la que J. S. Mill ha conceptualizado a las ciencias sociales: ciencias morales. El metodo interpretativo de textos pasa a ser adoptado como un modelo vlido para la comprensin de la realidad histrica. Percibida sta como un todo, los documentos y los hechos del pasado tienen que ser revividos interpretativamente. La interpretacin hermenutica es por lo tanto un acto cultural en el que se toma contacto con una vida a la que se concibe como histrica. Es en ella, entonces, que nos reconocemos.

    En el transcurso del siglo XIX la filosofa tuvo que afrontar una cada vez ms acentuada crisis sobre la legitimidad de su conocimiento. El positivismo, invocando la rigurosidad y precisin de la ciencia y del mtodo cientfico, logr el predominio de ese tipo de conocimiento, pretendiendo relegar a la filosofa, como metafsica, a la humillante condicin de reliquia del pensamiento precientfico. Pero en nuestro siglo se produce una innovacin revolucionaria en la filosofa. A travs de ella a ocupar, de una manera indiscutible, un lugar central en los desarrollos filosficos y el debate epistemolgico de nuestros das22.

    Con Heidegger llega, en la primera mitad del siglo, el momento para la aparicin de una filosofa de la existencia, al desarrollar ste la fenomenologa de su maestro Husserl. Su importancia para la filosofa del siglo del siglo XX ser notable, tanto por la dimensin filosofa de su obra como por el magnetismo de su personalidad23. La hermenutica adquiere entonces -en el peculiar lenguaje heideggeriano- el sentido filosficamente primario de una analtica de la existencialidad de la existencia. Existo luego pienso en lugar del cartesiano pienso luego existo la intersubjetividad sustituye as en Heidegger la subjetividad del conocimiento, la ontologa subsume a la metafsica. La conciencia histrica pasa a ocupar el lugar de la conciencia trascendental.

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    H. G. Gadamer (los Fundamentos filosficos del siglo XX en G. Vattimo (comp. :): la secularizacin de la filosofa. Hermenutica y posmodernidad, Gedisa, Barcelona, 1992, Pg. 110):....El punto en que la evolucin del pensamiento fenomenolgico, en Heidegger y en aquellos que por l se vienen influidos, condujo a nuevos puntos de vista (...) es el que la lengua resulta ser una manera de interpretar al mundo, que precede a toda actitud reflexiva.23 H.G.Gadamer (Verdad y metodo II, Sgueme. Salamanca, 1992, 382 -Waheit und Methode, Ergnzungen-Register, 1986- ): Heidegger (...) se nos apareca as como un Aristteles redivivus que lo atraa todo con la fuerza de la intuicin y de sus conceptos originales .

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  • Ya Dilthey haba ocupado un lugar intermedio en este avance hermenutico. Pero Heidegger reinterpreta totalmente la hermenutica, polemizando con la concepcin de Dilthey. La hermenutica no es ni un canon obsoleto de reglas de interpretacin de textos ni un metodo de investigacin que subsiste junto a otros. El carcter esencial del existencia humana es la que impulsa a la filosofa hacia la hermenutica. Es por esta, su particular visin de la filosofa, que en su obra Ser y Tiempo (1927) defiende la tesis de que todo gira sobre la hermenutica de la existencia. Todo aquello con lo que nos encontramos aparece dentro de un contexto de significados, que es relevante a nuestra accion y al que podemos acceder sin dificultades.

    5.1. GADAMER Y LA SISTEMATIZACIN DE LA HERMENUTICA FILOSFICA: SU POLMICA DE HABERMAS.

    Para Gadamer, el individuo se socializa por medio del lenguaje. Su comprensin del mismo esta forzosamente imbricada con su interpretacin. Pero esta interpretacin no es ingenua. Quien interpreta no se acerca a aquello que interpreta de la nada; todo lo contrario, lleva con l el horizonte de expectativas que caracteriza a su mundo. De all que su interpretacin sea hecha desde la perspectiva que le da ese horizonte, desde un pre-enjuiciamiento.

    Por eso, desde esta perspectiva, quien interpreta un texto realiza inicialmente una proyeccin de su sentido general. Luego esa visin inicial es revisada y se consideran propuestas alternativas, que permiten nuevas proyecciones del texto. El intrprete debe para ello aceptar el sentido del mismo en y mediante su articulacin en un contexto simblico distinto de aquel en que ese texto fue considerado inicialmente como significativo. Para Gadamer, una interpretacin exitosa una funcin de horizonte cultural: el del texto y el de su exegeta.

    La interpretacin resulta ser, as, una mediacin hermenutica entre distintos mundos de la vida. Por eso no tiene sentido hablar de una interpretacin definitivamente vlida. De esto se desprende que Gadamer ubica en un primer plano la dimensin histrica de la comprensin. Lenguaje y tradicin son inescindibles: la tradicin es el medio en el que se transmite y desarrolla el lenguaje. Por eso su anlisis del verstehen est estrechamente vinculado con la naturaleza de la comprensin histrica. La comprensin interpretativa surge desde la tradicin cultural del intrprete, forma parte de una estructura de prejuicios, de preconceptos que se han ido constituyendo en esa tradicin. Esa es la razn por la que la interpretacin constituye un desarrollo de esa tradicin de investigacin a la que pertenece tanto el intrprete como el texto24 .

    24 H.G.Gadamer (op.cit., pg. 366): El sentido de un texto supera a su autor no ocasionalmente sino siempre. Por eso la comprensin no es nunca un comportamiento slo reproductivo, sino que a su vez siempre productivo.

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  • El significado de un texto resulta as estar abierto a distintas interpretaciones futuras. La dinmica histrica plantea nuevas situaciones e ilumina al texto desde un distinto ngulo, permitiendo que los interpretes de cada nueva poca busquen conseguir una mejor interpretacin desde diferentes perspectivas que no estaban al alcance de sus intrpretes previos. Esta reconstruccin significa, entonces, relacionar los sucesos histricos que contextualizaron a la obra de un autor determinado con sucesos histricos posteriores, aquellos que identifican la poca de sus distintos intrpretes.

    Gadamer recalca por eso que la comprensin interpretativa se origina en el contexto sociocultural del interprete, poniendo as de manifiesto la caracterstica bsicamente histrica de la misma, la dimensin esencialmente histrica del sentido de un texto. Somos capaces de comprender el significado de un texto en la medida en que logramos interpretarlo, es decir, replantear su contenido en trminos que tambin tengan sentido para nosotros, en que la creencias y valores expresadas en el mismo nos resulten tener sentido. Esto no significa que aceptemos todas las pretensiones de validez expresadas por el texto, pero s las que consideremos como respuestas posibles a cuestiones y problemas que caracterizan a nuestro tiempo, a travs de nuestra funcin de horizontes culturales.

    Gadamer reivindica as las caractersticas histricas del sentido mentado. El sentido de la accin social surge de una tradicin cultural, y la comprensin del mismo por sus intrpretes depende de la insercin de estos en una determinada tradicin de investigacin. Esta conceptualizacin impugna fuertemente las premisas epistemolgicas del positivismo lgico vigentes hasta ese momento en las ciencias sociales. Para las mismas, el futuro no est condicionado por el pasado, dado que ahora, en las sociedades industriales de la modernidad, puede ser planificado y dominado tcnicamente por la ciencia. Consecuencia lgica de este criterio es el percibir como competencia de las ciencias sociales a la formulacin y constatacin de leyes que expliquen procesos sociales globalmente, dejando de lado las peculiaridades histricas de las sociedades nacionales. El pasado histrico, como tradicin cultural, resulta ser ajeno a la investigacin en ciencias sociales.

    5.2. LA CIENCIA POLTICA EUROPEA Y LA LECTURA CRTICA DEL CONDUCTISMO QUE REALIZAN SUS PRINCIPALES REFERENTES TERICOS.

    En el contexto de dura confrontacin ideolgica de la Guerra Fra, el modelo politico estadounidense es asumido como propio por los europeos, quienes tras haber dejado atrs a los fascismos encaran ahora la amenaza que representa para ellos la presencia del stalinismo en sus fronteras. Ante esta situacin, resulta lgico que sea el paradigma cientfico del conductismo el que oriente a la reconstruccin de la disciplina en la posguerra. No slo por la incorporacin de sus pautas epistemolgicas, sin tambin porque la mayor parte de los nuevos tericos de la poltica realizan sus estudios de postgrado en las universidades

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  • estadounidense, incorporando de este modo a su background la filosofa y el mtodo del conductismo. Sin embargo, esto no impide que Europa, identificada culturalmente por su apego a la historia y la filosofa, acepte slo crticamente al conductismo.

    En el caso particular de la ciencia poltica alemana, esta sigue percibindose como politologa, cruzndose en las facultades de Filosofa -por la asociacin entre ciencia y tica que tan bien definiera Kant- y rechazando la condicin de ciencia natural de la poltica. Por eso, si bien acepta asociar el anlisis politico a la convalidacin emprica, no deja de lado la filosofa ni la historia, como tan claramente lo expresa Klauss Von Beyme:

    Se trata de no volver a echar por la borda los logros de las teoras, mtodos y tcnicas modernas de investigacin en beneficio de una filosofa poltica ideologizada, como tampoco ignorar las aportaciones de las ideologas y filosofas en la creacin de hiptesis y en la fijacin de objetivos, en el manejo de resultados cientficos ante una praxis amenazada por la tecnocracia y no discriminar globalmente como radicalismo cientfico el planteamiento crtico, por la irrelevancia de algunos esfuerzos tericos en pro de la humanizacin de la sociedad.25

    5.3. SARTORI, BOBBIO Y LA REFUNDACIN DE LA CIENCIA POLTICA ITALIANA.

    Tras poner distancia con la ciencia poltica estadounidense, a la cual conoce a la perfeccin porque desde 1979 es un muy prestigioso profesor de la Universidad de Columbia de New York, Sartori define el sentido que tiene actualmente la ciencia poltica en Italia. Al referirse al primer nmero de la Rivista Italiana di Scienza Poltica, que desde 1971 constituye el lugar obligado para la discusin terica y la acumulacin de conocimiento de su comunidad cientfica, Sartori dice:

    Y en la introduccin que anunciaba nuestro nacimiento escriba: No es por causalidad que este primer fascculo se inicia en clave de poltica comparada. Por qu? Porque (explicaba en el articulo) la comparacin es metodo de control, y es tambin aquel mtodo de control que ms y mejor se aplica al estudio de la poltica (...). Aado que la poltica comparada a la cual atribuyo una funcin central en el mbito del conocimiento de la poltica no contribuye solo con el control. Que cosa es comparable? Cmo? Comparar, advierto, no es similar.26

    Sartori y la ciencia poltica italiana hacen as el comparatismo el ncleo fuerte de la ciencia poltica italiana, pero distancindose crticamente del comparatismo conductista estadounidense, tambin expuesto por Almond, que intentaban tomar como patrn de referencia universalmente vlido el comportamiento politico que 25K. Von Beyme: Teoras politicas contemporneas, Instituto de Estudios polticos, Madrid, 1977, Pg. 1726 G. Sartori -entrevista por Antonio Lombardo- : Viaggi..., op. Cit., Pg. 114..

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  • singulariza a las sociedades anglosajonas, privilegiando a su modelo de instituciones como el nico modelo posible.

    Si cuando hablamos del surgimiento de la ciencia poltica italiana, Sartori resulta ser el referente institucional por excelencia, Norberto Bobbio constituye su gran referente tico, y as lo entiende la sociedad italiana, que lo ha hecho senador vitalicio, a la vez que lo percibe como una reserva moral de la Repblica, tanto por la autoridad moral que le da el haber militado en la Resistencia contra el fascismo como por la gran repercusin de una obra como la suya, que esta orientada -Kantianamente- a dar fundamentacin cientfica a la tica poltica democrtica.

    Lo que Bobbio estima como positivo en la actuacin del discurso politico de la ciencia poltica es el desprendimiento del formalismo jurdico, dado que para l es ste el que ha postergado por mucho tiempo el desarrollo de la disciplina. Como ya lo expresara en una obra anterior27, ha sido ese formalismo jurdico, juntamente con el fascismo, el que ha producido la declinacin de la ciencia poltica en Italia, despus de haber sido este pas el recurso europeo del anlisis emprico de la poltica a travs de la obra de dos grandes autores, Mosca y Pereto, que tanta repercusin tuvieron a comienzo de nuestro siglo. Pero Bobbio es escptico en cuanto a la posibilidad de dejar de lado el aporte cognoscitivo que le da la filosofa a la ciencia poltica, cosa que no considera ni posible ni positiva.

    Como Karl Popper, rechaza al inductivismo pero, a diferencia de aquel, analiza, concreta y lucidamente el contexto del descubrimiento cientfico al entender que las intelecciones no surgen aisladamente. Para Bobbio, el hombre es un animal teleolgico, pues orienta su accin a fines; un animal ideolgico, dado que se sirve de los valores vigentes en el sistema cultural en el que esta inserto para racionalizar su propio comportamiento.

    A travs de este proceso, la ciencia poltica