La Cocina de La Escritura Reseña Descriptiva

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Lección magistral En este primer capítulo, Cassany nos habla de cómo de mayor aprendió a relativizar el conocimiento y a verlo simplemente como la explicación recomendable, aunque no como la única verdad que hay de la realidad pues el saber se construye gracias a la ayuda de todos; por eso él cita a varios autores por el hecho de que entre todos han ido elaborando el conocimiento. Por otro lado él habla sobre su primer plato de la cocina, como el capítulo que repasa algunas de las investigaciones más importantes del siglo XX sobre redacción, con nombres de los distintos autores que cita. Como concepto en profundidad de este capítulo, comienza definiendo la legibilidad como el grado que designa la facilidad con la que se puede leer, comprender y memorizar un texto. A su vez él expone que hay que diferenciar muy bien entre la legibilidad tipográfica, que estudia la percepción visual del texto (dimensión de la letra, contraste y forma) y la legibilidad lingüística, que trata aspectos verbales (selección léxica o la longitud de la frase). Cassany distingue entre distintos grados de dificultad; mientras unos son más legibles, más fáciles, simples, hay otros menos legibles que requieren más tiempo, atención y esfuerzo por parte del que lo lea. Así pues, los criterios para medir la legibilidad varían según el autor, entre los que destacan: -Extensión del vocabulario. -Vocabulario básico. -Extensión de la oración. -Grado de interés y concreción.

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Descripción de los capitulos

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Lección magistral

En este primer capítulo, Cassany nos habla de cómo de mayor aprendió a relativizar el conocimiento y a verlo simplemente como la explicación recomendable, aunque no como la única verdad que hay de la realidad pues el saber se construye gracias a la ayuda de todos; por eso él cita a varios autores por el hecho de que entre todos han ido elaborando el conocimiento.

Por otro lado él habla sobre su primer plato de la cocina, como el capítulo que repasa algunas de las investigaciones más importantes del siglo XX sobre redacción, con nombres de los distintos autores que cita.

Como concepto en profundidad de este capítulo, comienza definiendo la legibilidad como el grado que designa la facilidad con la que se puede leer, comprender y memorizar un texto. A su vez él expone que hay que diferenciar muy bien entre la legibilidad tipográfica, que estudia la percepción visual del texto (dimensión de la letra, contraste y forma) y la legibilidad lingüística, que trata aspectos verbales (selección léxica o la longitud de la frase).

Cassany distingue entre distintos grados de dificultad; mientras unos son más legibles, más fáciles, simples, hay otros menos legibles que requieren más tiempo, atención y esfuerzo por parte del que lo lea.

Así pues, los criterios para medir la legibilidad varían según el autor, entre los que destacan:

-Extensión del vocabulario.

-Vocabulario básico.

-Extensión de la oración.

-Grado de interés y concreción.

En el siguiente punto trata sobre el estilo llano, como una forma de comunicación transparente asequible para todos. Es responsabilidad de la escritura ofician que sea inteligible y que no confunda a la gente ni le haga la vida difícil con palabras poco familiares o frases largas e impenetrables.

En el terreno lingüístico, el estilo llano ofrece varias novedades: una prosa comprensible, investigación específica sobre las dificultades de comprensión de textos técnicos y aplicaciones concretas para mejorar los escritos.

Las condiciones que se dan para conseguir un escrito llano y eficaz son las siguientes:

-Usa un lenguaje (registro, vocabulario) apropiado al lector (necesidades, conocimientos) y al documento (tema, objetivo).

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-Posee un diseño racional que permite encontrar la información relevante en seguida. Los datos importantes ocupan posiciones relevantes del escrito, que son las que el ojo ve primero.

-Se puede entender la primera vez que se lee. No hay que fiarse de las relecturas, ya que cuando tendemos a detenernos porque hemos perdido el hilo sintáctico de la prosa y tenemos que volver atrás para volver a encauzarnos, es señal de la escritura no funciona; por eso la prosa llana tiene que asimilarse a la primera.

-Cumple los requisitos legales necesarios.

Algunos de los consejos que el estilo llano hace para que sea completamente eficaz con los siguientes:

-Buscar un diseño funcional y claro del documento.

-Estructurar los párrafos.

-Poner un ejemplo y demostraciones con contexto explícito.

-Racionalizar la tipografía: mayúsculas, cursivas, etc.,

-Escoger un lenguaje apropiado al lector y al tema.

Otro de los aspectos a tomar en cuenta son "Los Procesos de Composición". Los procesos de composición del escrito son una línea de investigación psicolingüística y un movimiento de renovación de la enseñanza de la redacción.

Su campo de acción es el proceso de composición o de escritura, es decir, todo el que piensa, hace y escribe un autor desde que se plantea producir un texto hasta que acaba la versión definitiva.

A partir de los años 70, en EEUU, varios psicólogos, pedagogos y profesores de redacción empezaron a fijarse en el comportamiento de los escritores mientras trabajan: estrategias, problemas que encuentran y las soluciones, etc. A partir de aquí aislaron los diversos subprocesos que intervenían en el acto de escribir: buscar ideas, organizarlas, redactarlas, revisarlas formular objetivos, etc. y también elaboraron un modelo teórico general.

Cassany cita cuatro implicaciones que tienen los procesos de composición:

-Esta tercera línea trata de "cómo trabaja el escritor": Describe las estrategias cognitivas que se utilizan para escribir y propone técnicas y recursos para desarrollarlas.

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Los Procesos de Composición para poder redactar un texto de forma clara y precisa se deben:

>Buscar ideas: pueden ser mediante un torbellino de ideas, escritura libre o automática.

>Organizar ideas: ideas mediante ideogramas, mapas mentales o esquemas.

>Redactar: empleando señales para leer, variar las frases que utilicemos y hacerlo con claridad, es la manera más fácil de componer un buen texto.

-Fomenta el crecimiento individual del escrito: Cada cual tiene que encontrar su estilo personal de composición.

-Escribir es un proceso de elaboración de ideas, además de una tarea lingüística de redacción: Hay que saber trabajar tanto con las ideas como con las palabras.

-Escribir es más que un medio de comunicación: Es un instrumento de aprendizaje, ya que al escribir, se está aprendiendo.

Por último mencionar el último punto que menciona Cassany "El castellano escrito" en el que cuenta que la lengua y la escritura castellana están evolucionando a un ritmo acelerado, ya que la transición democrática y el desarrollo de un estado constitucional obligaron a crear un lenguaje político nuevo.

Por otro lado los grandes avances tecnológicos, la investigación y el creciente contacto de lenguas, han permitido un gran dinamismo de los usos lingüísticos. Esto provoca que cada año surjan nuevos conceptos, objetos o actividades que exigen denominaciones específicas frente a otros que se inutilizan.

Estas iniciativas comparten el objetivo de conseguir una escritura más eficaz, clara, correcta, para que los ciudadanos y las ciudadanas lean y escriban mejor todo tipo de textos. También hay que darle unos raíces personales o específicas de nuestra cultura para poder ser buenos escritores. Así pues, hay que considerar la idea importante de que nuestra tradición de escritura se nutra de las investigaciones más recientes, aprovechando todo lo bueno que tengan las prosas extranjeras, adaptándolo a nuestra cultura, pero no olvidar nuestras raíces.

“Conocimientos, habilidades y actitudes”

Aprendimos en la escuela a escribir, y parece que la gramática es lo más importante (según se nos da a entender). La mayoría aprendimos a redactar pese a las reglas de ortografía y sintaxis, sin embargo todo es nos ha hecho

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olvidar lo que tiene que haber dentro: claridad de ideas, estructura, tono, registro, etc.; lo que ha hecho que tengamos una imagen falsa de la redacción. Para poder escribir bien hay que tener aptitudes, habilidades y actitudes. Debemos conocer la gramática y el léxico, pero hay que saber emplearlo en cada momento. Hay que dominar las estrategias de redacción: buscar ideas, hacer esquemas, haber borradores, revisarlo, etc.,. Pero todo esto está determinado por lo que pensamos, opinamos y sentimos en nuestro interior sobre la escritura.

Tabla de las tres dimensiones

CONOCIMIENTOS (propiedades que se debe imprimir en las

obras)

HABILIDADES (principales estrategias

de redacción)

ACTITUDES (preguntas básicas sobre la

motivación de escribir)

Adecuación: nivel de formalidad.

Analizar la comunicación.

¿Me gusta escribir?

Estructura y coherencia del texto.

Buscar ideas. ¿Por qué escribo?

Cohesión: pronombres, puntuación…

Hacer esquemas, ordenar ideas.

¿Qué siento cuando escribo?

Gramática y ortografía. Hacer borradores. ¿Qué pienso sobre escribir?

Presentación del texto. Valorar el texto.Recursos retóricos. Rehacer el texto.

Tipos de escritura

Personal: diarios personales, recuerdos dietarios, agendas… Funcional: cartas, contratos, resúmenes, facturas. Creativa: poemas, mitos, cuentos, cartas. Expositiva: informe, periodismo, noticias. Persuasiva: editoriales, anuncios, eslóganes.

La escritura respetuosa

El lenguaje (y la escritura) es un producto social e histórico que influye en nuestra percepción de la realidad. La UNESCO (1991) nos aconseja una serie de recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje.

La escritura corriente arrastra los perjuicios sexistas que se han atribuido a las mujeres durante generaciones y que han quedado fijados en los usos lingüísticos.

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Escribimos el hombre, los hombres, los andaluces, los escritores, el autor... para referirnos tanto a las personas de sexo masculino como femenino. De una manera inconsciente actuamos de una forma sexista, discriminando a las mujeres.

Los escritores y escritoras deben colaborar con la creación de un nuevo lenguaje; uno que libre de tics discriminatorios y respetuoso con todas las personas y colectividades sociales (razas, dialectos, profesiones). Mediante la acción educativa y verbal se pueden difundir dichos modelos verbales…

La versión respetuosa es la que utiliza versiones válidas para los dos sexos: doble saludo masculino y femenino, uso de la barra inclinada para abreviar ambas formas, vocablos de significado colectivo.

Mi imagen de escritor

Cassany nos propone que hagamos una reflexión escrita para explorar las opiniones, las actitudes y los sentimientos que poseemos sobre la redacción.

Mediante una serie de preguntas tendremos que “desnudarnos”, respondiendo a preguntas del tipo “¿Me gusta escribir?”, “¿Qué escribo?”, “¿Me gusta leer?”, “¿Por qué escribo?”, “¿Cuándo escribo?” Para analizar la imagen que tenemos nosotros mismos como escritores o escritoras.

El crecimiento de las ideas

Ahora teniendo claro lo que se quiere plasmar en un escrito, hay que aclarar y ordenar toda la información que se ha recabado, para hacerla más comprensible para la lectura.

Gracias a Cassany que nos ha dado algunos recursos para buscar y alimentar las ideas propias.

Comenzando con el torbellino de ideas, así se concentra en el tema y se anota todo lo que a uno se le vaya ocurriendo. Gracias a esto ya se puede sacar algunas ideas, pero ahora hay que dedicarse en exclusiva a esta cuestión. Apuntando todo, por muy absurdo que parezca algo... lo escriben también.

Según Cassany hay que seguir estos consejos para elaborar el torbellino de ideas:

- Apuntarlo todo, incluso lo que parezca obvio.

-No valorar las ideas ahora.

-Apuntar palabras sueltas y frases para recordar la idea.

-No preocuparse por la gramática, la caligrafía o la presentación.

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-Jugar con el espacio de la hoja.

-Releer lo que haya escrito si no se me ocurre nada más.

También se podría reunir más ideas mediante otras técnicas de creatividad como la de estudiar el tema que se va a tratar, ya que así se podrá desenvolver más y mejor en el tema.

Pero para hacer eso, se tiene que definir, comparar, abordar las causas y los efectos y argumentar el tema a tratar.

Según pone en el libro, también hay otras técnicas que son más prácticas que la anterior. Una es la estrella, que hace referencia a las 6Q; son las seis preguntas básicas de cualquier tema (quién, qué, cuándo, dónde, cómo, por qué), y por otro lado está el cubo, que estudia las seis posibles caras de un hecho a partir de los seis puntos de vista: Describirlo, compararlo, relacionarlo, analizarlo, aplicarlo y argumentarlo.

También se podría probar desenmascarando las palabras clave. Como son vocablos que esconden una carga informativa importante, podrían perfectamente aportar nuevas ideas; pero para eso se tendrá primero que saber identificarlas y desenmascarar la información que esconden, si es que se quiere que la redacción sea muy transparente.

Si no se tiene muy claro aun lo que hay que hacer, Cassany nos ofrece otro tipo de recursos por si no se está convencido con los anteriores.

En primer lugar estaría la escritura libre, las frases empezadas (ambas bastante más discursivas) o tomar notas, siendo unos recurso bastante creativos, podrían serme bastante útiles como técnicas para accionar la escritura.

Pero según dice "la cocina..." la escritura libre, (también denominada automática), consiste en ponerse a escribir de manera rápida y constante, apuntando todo lo que se nos pase por la cabeza en aquel momento sobre el tema del cual escribimos o sobre otros aspectos relacionados con él, valorando más la cantidad del texto que la calidad.

Este sería interesante porque según pone no se tiene que preocupar ni por la caligrafía, ni la ortografía. Lo único que pide es anotar todo lo que se venga a la cabeza y no detenerse durante 10 minutos.

Las frases empezadas también parecen bastante interesantes, pues lo único que pide es que trate de terminar cuatro o cinco frases que empiecen con "Lo más importantes es..." y que seguidamente escriba las ideas importantes en el texto.

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Si se opta por esta técnica, también dice que son bastantes más concretas que el torbellino de ideas o la escritura libre; sobre todo a aprendices.

Pero aún queda una última opción: tomar notas. En ella se pide anotar todas las ideas que se me vayan ocurriendo y que por tanto después, pueda aprovechar.

Párrafos

¿Alguna vez nos hemos preguntado lo qué es un párrafo, de qué se compone y para qué sirve?

El estudio de los párrafos determina la estructuración del texto, así como también poder mostrar formalmente la organización de estos. El párrafo esta tan o más importante que los signos de puntuación en un texto; el párrafo es un conjunto de frases relacionadas que desarrollan un único tema.

En los textos breves de dos páginas o menos, el párrafo es sumamente relevante porque no hay otra unidad jerárquica, (capitulo, apartado, punto) de este modo pasa a ser único responsable de la estructura global del texto. De esta manera, el párrafo llega a adquirir funciones específicas dentro del texto: se puede hablar de párrafos de introducción, de conclusión final, de recapitulación, de ejemplos o de resumen.

El párrafo se divide por varios constituyentes en el interior: entrada inicial, conclusión, desarrollo, marcadores textuales, siendo el elemento más importante, la primera frase que ocupa la posición más relevante: es lo primero que se lee, y, por tanto, introduce el tema o la idea central. Después, un comentario global o frases que desarrollan el tema o recuperen algún dato relevante.

Los teóricos distinguen distintas estructuras según el tipo de datos. Por ejemplo, una argumentación requiere de forma necesaria una tesis, argumentos y/o ejemplos; una narración ordena de manera cronológica las frases; una pregunta retórica precede a la respuesta razonada.

No hay directrices en cuanto a la extensión de los párrafos. Depende del tipo de texto, el tamaño del soporte etc.,. pero se recomienda escribir una media de 100 a 150 palabras por párrafo.

En general el aspecto visual parece imponerse a las necesidades internas de extensión; una recomendación sensata es que cada página tenga entre tres y ocho párrafos y que cada uno contenga entre tres y cuatro frases.

Las faltas principales de los párrafos suelen ser las siguientes:

-Desequilibrios: párrafos largos y cortos sin razón aparente.

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- Repeticiones y desordenes: Se rompe la unidad significativa. Por ejemplo, ideas que deberían ir juntas aparecen en párrafos diferentes. La misma idea en un mismo párrafo o en dos distintos.

-Párrafos-frase: El texto no tiene puntos y seguido.

-Párrafos-lata: Párrafos excesivamente largos.

-Párrafos escondidos: Texto bien ordenado a nivel profundo, pero orden poco evidente al lector.

-Truco: Ponerles título, resumir el tema que tratan a los párrafos, siendo más fácil identificar el tema a tratar.

Por último, podríamos incluir que es preferible evitar los comienzos de párrafo con adverbios acabados en -mente, si no se trata de un marcado textual.

La prosa disminuida (descripción tipo cuento)

Érase una vez un capítulo que trataba sobre la prosa. En ciertas ocasiones el estilo presentaba grietas y resquebrajaduras que hacían tambalear su construcción; todo escrito que comenzaba presentaba muchos errores que de alguna manera le restaban calidad al mismo. Por otro lado, debilitaba su fuerza expresiva, su sinuosidad sintáctica, los vacíos semánticos, así como las ambigüedades que arriesgaban la comunicación en sí.

Por eso, un día, se dio cuenta de que lo primero que tenía que hacer era identificar los errores importantes de redacción, para posteriormente limarlos y no caer más en ellos a la hora de escribir.

El primer error general al que hizo referencia fue a los llamados solecismos. Ella sabía que los definían como barbarismos léxicos, calcos sintácticos de otras lenguas, frases incoherentes, la falta de concordancia, en definitiva, cualquier falta que estuviese en contra de la normativa de la lengua.

Entonces de repente, la prosa empezó a nombrar y a entender cuáles eran los solecismos más habituales que solía tener ella.

Primeramente se refirió a la silepsis. Este solecismo se definía como "comprensión" y consistía en hacer concordancia con la palabra de la frase y no con la forma gramatical. Al leer esto, ella misma se dio cuenta de que había veces que los mismos lectores que la leían, no la comprendían...

Después empezó a nombrar al anacoluto como frases rotas en las que la segunda parte de la frase, no acompañaba a la primera o incluso en muchas ocasiones, no se correspondía con ella. Él se empleaba mucho de manera

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genérica, como sinónimo de su "colega" solecismo, para referirse a todo tipo de incorrecciones sintácticas.

La prosa entonces pensó: Debo poner más cuidado a la hora de redactar frases, ya que tendré que tomar muy en cuenta que si escribo dos frases, las dos deben corresponderse entre sí, una con la otra...

Seguidamente se dio cuenta de que el anantapódoton se parecía mucho al anacoluto, ya que únicamente se exponía uno de los dos elementos correlativos que tenían que aparecer en la frase, pero ella misma sabía que en ciertas ocasiones era algo complejo diferenciar un anacoluto de un anantapódoton, ya que ambos rompían el curso lógico oracional. Por eso opinó que con este tipo de solecismo debía prestar mucha más atención que con los demás, de lo contrario, empezaría a redactar incorrectamente desde el principio.

Uno de los errores que no agradaba mucho a la prosa era la zeugma, ya que al servir de unión, de enlace entre palabras, esta expresaba en uno de ellos y había de sobreentenderse en los demás... Algo positivo que sacaba del zeugma era que al ser un tipo de elipsis, evitaba las repeticiones innecesarias, pero podía a su vez dar lugar a regímenes irregulares y discordancias gramaticales.

Según continuaba leyendo la prosa, se detuvo de forma muy rápida en el pleonasmo. Según él, era uno de los errores más numerosos, ya que se asociaba con la redundancia y el énfasis y que por muy sorprendente que pareciera, se oponía a la elipsis.

Básicamente consistía en emplear en la oración uno o más vocablos innecesarios para el recto y cabal sentido de ella, pero con los cuales se daba gracia o vigor a la expresión.

La prosa por su parte supuso entonces que el concepto de pleonasmo era claro y que resultaba de utilidad para mejorar la redacción, pero en cambio, no estaba muy definida la frontera entre lo que debía censurarse y lo que podía tolerarse. Por eso pensó que dijeran lo que dijeran las gramáticas, los escritores que redactasen decidiesen por ellos mismos si escribir una escritura tensa o permitirse el lujo de incorporar unos pleonasmos redundantes.

La prosa entonces, empezó a ponerse cada vez más nerviosa, ya que se estaba dando cuenta que había muchísimos errores a los que no estaba acostumbrada a identificar.

Seguidamente continuó leyendo y le aparecieron faltas que si bien no incidían contra la normativa de la lengua, eran también algo molestas.

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Así pues, empezó a entender el significado de la anfibología, que no era otro que la ambigüedad, es decir, las frases que se podían interpretar de dos o más maneras distintas. Por este motivo, la prosa expresó que era muy recomendable actuar con cautela, ya que se debía leer atentamente el texto varias veces y anticiparse a las posibles reacciones del que leyera el escrito...

Por otro lado, al leer la palabra cacofonía, le resultó (a la prosa) desagradable repetirla hasta dos veces para asegurarse lo que estaba expresando, pero precisamente era eso, una repetición reiterada de algunas letras o sílabas que producían un sonido desagradable.

Al leer la palabra "repetición" la prosa se dio cuenta de que ella misma solía repetir o reflejar rutinas verbales (tics personales). Cosas como palabras concurrentes de aquí y de allá, frases exactamente calcadas, párrafos con el mismo patrón de fondo. Aquí es cuando se dio cuenta de que nadie (ni siquiera ella) dominaba el infinito caudal léxico de la lengua, pues todos cargaban con limitaciones expresivas.

Por eso, cuando estas ocurrencias adquirían relevancia alguna, podrían llegar a empobrecerla a ella ( a la prosa), definiéndose como tics o vicios de redacción. Estos son personales, imprevisibles, a menudo inconscientes y, a veces, difíciles de detectar.

Ella sabía de alguna manera lo monótona e insulsa que podía ser, por eso, ella misma intentó aclarar los tics que podían afectar a la redacción misma:

Repetir una palabra o expresión. Abuso de alguna escritura sintáctica (gerundios, antepuestos,

frases comparativas, subordinada...) Estructuras calcadas en párrafos y textos (empezar con una misma

palabra o frase, abusar de los marcadores textuales, cerrar siempre los párrafos...).

Usos poco corrientes o personales de puntuación (exceso de incisos con paréntesis o guiones, uso frecuente de dos puntos, punto y coma...).

Al leer todo esto, la prosa tenía claro que el mejor antídoto contra esos tics era la supervisión estilística y formal de ella misma, ya que los mismos tics sintácticos se camuflaban tanto detrás de la variación léxica como también en esta musiquilla reiterativa que provocan.

Nueve reglas para escoger palabras (Forma de cuento...)

Había una vez una serie de reglas que debían seguirse cuando los escritores fueran a elegir las palabras precisas para elaborar su escrito.

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Estas reglas eran sumamente útiles en la selección léxica y se estructuraban en nueve normas:

1. No repetir

Nuestra amiguita "repetición" pensaba que si se volvía reiterada muchas veces una palabra, podía provocar monotonía y aburrimiento a los lectores.

2. Evitar las muletillas

"Muletillas" opinaba que a menudo algunas expresiones actuaban como auténticos clichés lingüísticos, ya que se empleaban para tapar agujeros o articular una frase coja, pero también pensaba que se abusaba mucho de ellas sin razón alguna.

3. Eliminar los comodines

El "pequeño comodín" quería dejar claro que se definían como nombres, verbos y adjetivos de sentido genérico, pero que su función principal era la de ayudar al escritor a situarse en el texto cuando a este no se le ocurriesen otras palabras que emplear en él. Así pues, ellos (los comodines) eran muy renombrados en el texto escrito, ya que se podía decir que servían para todo.

4. Preferir palabras concretas a palabras abstractas

Se consideraba a "palabras concretas" mejores que a "palabras abstractas", ya que las primeras se referían a sujetos tangibles, es decir, que el lector era capaz de descifrar fácilmente una palabra porque las asocia a una imagen.

5. Preferir palabras cortas y sencillas

"Palabras cortas y sencillas" eran las favoritas de los escritores pues gracias al nivel de comprensión que poseían, hacían más fácil la lectura del texto que estos estaban redactando.

6. Preferir las formas más populares

Aunque la lengua ofrecía dos formas posibles en aspectos fonéticos, ortográficos y morfosintácticos, "formas populares" ganaban por goleada, ya que se las consideraba mucho más llanas y recomendables para su uso en la lengua.

7. Evitar los verbos predicativos

"Ser y estar" algunas veces cargaban innecesariamente la frase; pero en cambio los verbos con predicación completa eran muchas veces más enérgicos y claros.

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8. Tener cuidado con los adverbios en -mente

"Adverbios -mente" eran empleados sobretodo en registros formales, pero no había que abusar de todos ellos, porque recargaban la prosa y se hacía pesada su lectura.

9. Marcadores textuales

"Marcadores textuales" eran definidos como señaladores de los accidentes de la prosa: la estructura, las conexiones entre frases, la función de un fragmento... Ellos pensaban que tenían forma de conjunciones, de adverbios o locuciones conjuntivas; su labor era la de ayudar al lector a comprender el texto.

Gracias a todas ellas, se pudo distinguir claramente entre una palabra poco adecuada, reiterativa o vacía...

El termómetro de la puntuación

Hasta que no leer este capítulo, jamás se podría pensar en la importancia que tenían los signos de puntuación para un escrito.

Tal vez se puede pensar que por un punto y una coma en el texto, se pueda aventurar una calidad general de la prosa.

Se sabe perfectamente que si coloca dos comas en el lugar adecuado, estas podían formar una subordinada; y que el uso reiterativo de puntos y aparte equilibraban el párrafo, pero si se abusa de los paréntesis o en los escritos se escasean los puntos y seguido o incluso la presencia de comas sueltas, se aventuran malos indicios en el texto.

Respecto a la coma se podría mencionar dos grupos de ellas. Por una parte estaría la coma sola que sirve para separar ideas y conceptos (enumeraciones, omisión del verbo, fórmulas...), y por otro lado, estaría la pareja de comas que equivaldría a los incisos (aposiciones, cambios de orden, subordinadas, marcadores textuales...).

Hasta aquí se puede decir que los signos más importantes de puntuación son el punto, el punto y seguido y la coma, aunque entre ellos son muy distintos.

Niveles de formalidad (diálogo entre dos amigos)

Como bien dice Cassany, el nivel de formalidad es la sal y la pimienta del escrito. Una instancia con vocablos vulgares tiene un sabor agrio y una carta de amor con prosa neutra aburre. Así entonces, es complicado identificar el punto justo entre formal e informal para cada comunicación: el tono directo de una nota, la sintaxis precisa de la solicitud o la terminología técnica para un

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informe. Dominar la escritura significa también percibir el valor sociolingüístico de la lengua.

A continuación, se mostrará a modo teórico-práctico la ejemplificación de los dos registros (formal e informal) mediante una conversación entre dos amigos, en el que uno habla de una forma cuidada y formal y el otro informal.

Ricardo y Santiago son dos amigos que hacía muchísimo tiempo que no se veían. Cuando un día están paseando, Ricardo se da cuenta de que alguien le está llamando con un acortamiento de su nombre...

-"¡Ricar!", ¿qué pasa machote? ¡Cuánto tiempo tronco...!

-Sí, la verdad es que ha pasado mucho tiempo, ¿cómo estás?

-Pues mira bien, aquí que estoy esperando a que salga de currar La Cristina.

-Ah, muy bien. Pues yo ya iba de camino a mi casa...

-¡Eh, pero espera macho! Vamos a hablar un poco, ¿no?

- Está bien, tengo aún algunos minutos para poder argumentar contigo.

-¿Quieres que nos vayamos a tomar una caña?

-Sí, por qué no...

- ¿Pues sabes que soy picoleto?

- Ah, que bien, ¿qué entraste directamente por el servicio militar?

- No, no, que va... o sea haber, en parte sí y en parte no. Es que verás tenía un tema por ahí encandilao y es que la mami de Cristi es amiga con derecho a roce del capitán de la guardia.

- Anda, pues tendrás que obsequiarle con algún obsequio.

- Sí, ya le invitaré o lo daré un regalo.

- A ver qué es lo que le vas a otorgar, no se vaya a incomodar contigo.

-No, que va, no lo voy a molestar con lo que le dé, tranqui.

- Está bien. Bueno, se me ha hecho tarde, espero que otro día podamos volver a coincidir Santiago, un saludo amigo.

-Claro que sí Ricard, venga tío chao.

Aunque el registro formal es más bien empleado en un ámbito profesional o gente a la que no conocemos... he querido implicar a "Ricardo" en un registro

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formal proveniente de la escuela a base de instrucciones programadas, a pesar de que él conocía a Santiago.

En cambio Santiago, utilizar claramente un registro coloquial, aquel que propicia situaciones espontáneas, el que se ha aprendido con la interacción de la familia, los amigos, etc.,

Podríamos expresar que a la hora de emplear un lenguaje formal o informal, surgen ciertas marcas de in-formalidad indistintamente entre un registro y otro.

COLOQUIALES FORMALESSustantivos:Reducciones consonánticas: setiembre, conciencia, trasmitir, oscuro...Abreviaciones: mili, poli, bici, mami...Hipocorísticos: Merche, Pili, Da ni...

Formas sin reducción: septiembre, consciencia, transmitir, obscuro...Formas originales: servicio militar, policía, bicicleta, madre...Formas completas: Mercedes, Pilar, Daniel...

Pronombres:Combinaciones dialectales: dalo, la dije...Formas neutras: eso, aquello...

Combinaciones formativas: dáselo, le dije...Formas más específicas para cada contexto.

Verbos:Participios analógicos: elegido, imprimido...

Participios latinos: electo, impreso...

Adverbios:Formas populares: deprisa, de gratis...

Formas en -mente: rápidamente, gratuitamente...

Otros aspectos:Uso general de formas activasMuletillas: o sea, pues, entonces...Fórmulas de referencia oral: lo que te dije, lo que te acabo de decir...

Uso más frecuente de formas pasivasFórmulas de referencia escrita: lo que mencioné más arriba, tal como lo comenta el capítulo XX.

Así entonces, no solo es la distinción que requiera el lenguaje escrito según el destinatario y el objetivo que tenga, si no también habrá que atender a todas estas marcas informales, dependiendo del caso con el que nos encontremos, requiriendo un nivel de formalidad distinto, adecuado al interlocutor, a la función y al texto.

La Oratoria de la Prosa

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En este capítulo Cassany a parte de hablar sobre la retórica, nos quiere a enseñar a nosotros como lectores, de qué manera podemos emplear recursos retóricos en nuestros escritos, ya que el procedimiento de redactar no es nada sencillo. Él comenta que la razón de no escribir correctamente es debido a que muchos escritores/as comenten las faltas más básicas, haciendo referencia al ser "repetitivo" como falta más simple, aunque también menciona la repetición de cada punto como segunda falta más básica.

Las dos últimas falta a la que hace referencia Cassany es cuando se es redundante, muy pesado o continuar escribiendo aun sabiendo que el punto que ya ha sido explicado, se está explicando nuevamente para estar conformes y seguros de que se ha entendido ese punto con suma precisión y el hecho de empezar casi todas las frases con los mismos determinantes (el, la, este...).

Cassany expresa que para garantizar la motivación del lector hasta el final, se tiene que producir una intensa interacción entre autor-lector, a través del medio de la prosa, para que el destinatario active su conocimiento del mundo y pueda lograr una elaboración del sentido del mensaje.

El autor tiene que organizar la prosa de tal modo que pueda estimular la percepción del lector, conectándose con la experiencia personal de cada uno, y que esto le haga seguir leyendo.

El autor llega a la conclusión de la que ya sospechaba. Opina que únicamente no basta con escribir correctamente, con coherencia y adecuación y cohesión en el texto, sino que además hace falta creatividad e ingenio retórico y saber preparar estrategias para atraer al lector, para tentarlo con el estilo, pues en la retórica está la diferencia entre lo que se hacen leer y lo que caen en el olvido...

Así pues, para no caer en estas "consecuencias lingüísticas", Cassany nos ofrece seis principios generales de retórica para nuestra escritura funcional:

1. Punto de vista

Este recurso hace referencia a adoptar el punto de vista del lector, a emplear su lenguaje, pero evitando palabras que desconozca, explicar las ideas a partir de sus conocimientos previos, poner ejemplos relacionados con su entorno y su realidad e implicarles en el texto con preguntas retóricas o exclamaciones en segunda persona.

2. Concreción

Significa que los hechos concretos son más comprensibles y atractivos que los abstractos, interesando más las cosas fijas, perceptibles, que las reflexiones vagas.

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En este recurso se debe incluir ejemplos, anécdotas, imágenes visuales, esquemas o incluso metáforas para que tanto la prosa como el texto ganen claridad.

3. Personalización

Aquí el tono personal interesa más que el neutro, ya que se incluyen personajes reales, pronombres personales, acercándose más al texto a géneros de narrativa y a una explicación sumamente oral; por eso la lectura es más llevadera y cercana.

4. Prosa coloreada

Este tipo de prosa es variada, viva e imaginativa, animando a que busquemos a su vez, un léxico preciso y claro pero sumamente enriquecedor. Por otro lado, se puede aprovechar las expresividad de las frases hechas, preguntas o exclamaciones. Así, se puede decir que todo ayuda en este tipo de prosa: salidas de tono, cambios de ritmo, humor, ironía...

5. Decir y mostrar

En este recurso se incentiva la descripción de la información desde una óptica personal, contando todo específicamente, con detalles concretos, colores, estilos directos... no limitándose a enunciar los datos, ya que resulta consecuente para el texto, haciéndole carecer de aportaciones personales, y fomentando que la prosa gane abstracción (alejándose a su vez de la realidad).

6. Despieces

Como última estrategia textual podemos destacar los despieces, que atendiendo a sus características podríamos indicar que: carece de nombre fijo, intenta desplazar una información secundaria y autónoma del conjunto y presentarla como complemento del texto principal, recibe un tratamiento gráfico especial, descarga el cuerpo del texto (introduciendo variación en la prosa y aligerando la tarea de lectura), y por último, se emplear mucho en periodismo, estando exportado a día de hoy a otros campos como los libros o las documentaciones...