LA CONCEPCIÓN ARONIANA DE LA HISTORIA

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    Revista de Instituciones, Ideas y Mercados N 55 | Octubre 2011 | pp. 5-38 | ISSN 1852-5970

    LA CONCEPCIN ARONIANA DE LA HISTORIA*

    Adriana Mara Surez Mayorga**

    Resumen: En este artculo se reflexiona sobre la concepcin que tena Ray-

    mond Aron de la historia y del oficio del historiador. La primera entendida

    como una reconstruccin o reconstitucin a la que slo es posible aproxi-

    marse por la propia experiencia y el segundo concebido como una inter-

    pretacin ligada tanto al mtodo empleado como a las fuentes recopiladaspor el investigador.

    Abstract: Raymond Arons conceptions about History and the historians

    craft are discussed in this paper. The first one is understood as a reconstruction

    or a reconstitution to which an approach is only possible by the self experience.

    The second one is conceived as an interpretation, related equally to the

    method employed and to the sources that were gathered by the researcher.

    Raymond Aron fue un intelectual comprometido con su poca; nacido en

    1905 en Pars y fallecido en 1983 en la misma ciudad, tuvo la posibilidad

    de vivir la mayor parte de los acontecimientos que dieron forma al siglo

    XX; de hecho, el haber presenciado el desarrollo de dos guerras mundiales,

    la crisis financiera de 1929, el ascenso del nazismo y el surgimiento de lostotalitarismos de izquierda y de derecha que marcaron irremediablemente

    el devenir del mundo occidental, hicieron de l un testigo de primera mano

    de la situacin imperante durante dicha centuria.1 La experiencia de esa

    * Se agradece al Lic. Eugenio Kvaternik por las observaciones realizadas a este artculo.** Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogot; Magster en Historia

    Iberoamericana del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas (CSIC); Magsteren Historia de la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogot. Estudiante del Doc-torado en Ciencias Sociales (Universidad de Buenos Aires). Su correo electrnico es:[email protected]

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    realidad le imprimi a sus disquisiciones un carcter crtico que con el

    paso del tiempo y a pesar de las mltiples oposiciones que suscitaron sus

    escritos dentro del entorno acadmico fueron ratificando su pertinenciapara comprender el escenario poltico que iba a resultar de tales procesos.

    El camino para llegar a ser reconocido como uno de los pensadores

    ms importantes del siglo pasado no fue, sin embargo, fcil; en su propio

    pas Raymond Aron tuvo que luchar durante aos contra la indiferencia del

    medio universitario. La ignorancia y la manipulacin de sus ideas y de sus

    anlisis se explican porque, pese a sus denodados esfuerzos, no logr sus-

    traerlos al efecto perverso de la hegemona de una sola corriente de pensa-miento y de la politizacin del conocimiento. Durante la mayor parte de su

    vida Aron tuvo que soportar la descalificacin de su trabajo por parte de

    una comunidad universitaria que lo consideraba el idelogo de la burguesa,

    enemigo de la paz o un maestro indigno de ensear, segn lo denunci Jean-

    Paul Sartre en 1968 en respuesta a su crtica al movimiento estudiantil.

    Incluso, no fue sino hasta finales de los aos setenta que Raymond Aron

    recibi el reconocimiento que mereca (Loaeza, 1997: 369).Es de anotar que la precisin de algunas de sus propuestas frente a

    la construccin del discurso histrico ocasion que varios de sus bigrafos

    le atribuyeran la condicin de historiador (Loaeza, 1997: 367); empero, si

    bien es cierto que su frecuente propensin tanto por teorizar sobre la disciplina

    como por recurrir constantemente a ella para abarcar los temas que le inte-

    resaba examinar podran legitimar que se le otorgara ese calificativo, tambin

    lo es (para ser justos con el propio pensamiento aroniano) que l nunca seasumi como tal.2 La importancia de remarcar esta cuestin radica en que

    es precisamente la que permite establecer sobre qu parmetros conceptuales

    se van a cimentar las argumentaciones contenidas en el presente artculo.

    En esencia, el propsito cardinal de las pginas que siguen es reflexionar,

    a travs del estudio de dos de las obras ms relevantes dentro de la teora

    aroniana del conocimiento histrico en particular, Dimensiones de la

    conciencia histrica (Aron, 1983) eIntroduccin a la filosofa de la historia(Aron, 1984) cul era la concepcin que Aron tena tanto de la historia

    como del oficio del historiador.

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    Tal eleccin temtica puede parecer paradjica a la luz de la constatacin

    precedente pero tiende a desvanecerse tan pronto como se comienza a pro-

    fundizar en los planteamientos que el mencionado intelectual galo formulsobre la materia. De hecho, lo que sin duda se constata al leer sus escritos

    es que l nunca despreci o subestim a la disciplina histrica; por el contrario,

    precisamente porque era consciente de su fuerza se dedic a teorizar

    sobre ella con el fin de encarar a los distintos regmenes e ideologas que

    intilmente intentaban manipularla (Loaeza, 1997: 373). Esta inclinacin

    de Aron por denunciar las arbitrariedades que en su nombre (o con su legi-

    timacin) continuamente cometan las distintas naciones del orbe aunqueen especial las que proclamando ser las poseedoras de la verdad absoluta

    ponan al mundo occidental por modelo y juez de la civilizacin (Aron,

    1983: 32) es adems la piedra de toque alrededor de la cual se va a sustentar

    la hiptesis que aqu se quiere proponer: a saber, que a pesar de que en ms

    de una ocasin l insisti en que no tena la formacin profesional de un

    historiador, la historia fue una disciplina fundamental en el desarrollo de

    su pensamiento, testimonio de lo cual no slo son las numerosas observacionesque efecto al respecto, sino especialmente sus anlisis, sobre la realidad

    (pasada y presente) de la sociedad europea.3

    En la misma lnea de disquisiciones, no parece errado insinuar que la

    propia naturaleza humana de Aron fue la que lo encamin a constituirse en

    un hombre de su tiempo, es decir, en un ser en permanente compromiso

    con el entorno sociopoltico que lo rodeaba, con la civilizacin a la que

    perteneca (pese a que no era partidario del uso tirnico que a veces sehaca del trmino) pero sobre todo, con el ideal de razn que invariablemente

    prioriz.4 La clave para entender su capacidad de aprehender la realidad de

    la cual fue espectador se ciment en su condicin de pensador original,

    interesado por cultivar un gnero que l mismo definira como histo-

    riografa del presente, es decir, por el anlisis de las vicisitudes interna-

    cionales del siglo XX. Es preciso aclarar, empero, que para l este gnero,

    antes que un temaper se, era un simple aspecto de una ms amplia indagacinsociolgico-poltica sobre las instituciones de dicha centuria, razn por la

    cual crea que la forma correcta de abarcarlo era a travs de la aplicacin

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    de un mtodo de investigacin particular y de una visin de las tareas

    (y los lmites) de la ciencia social en la cual tales instituciones se haban

    forjado (Panebianco, 2006: 26).En procura de examinar con mayor detenimiento las ideas anteriormente

    expresadas, metodolgicamente la exposicin se dividir en cuatro apartados:

    en el primero, se comentarn algunos datos biogrficos de Aron haciendo

    especial nfasis en la influencia que tuvieron los acontecimientos histricos

    del siglo XX en su crecimiento acadmico e intelectual. En el segundo, se

    enfocar la mirada en los dos textos sobre los cuales se sustentar la argu-

    mentacin, procurando establecer qu tipo de problemas epistemolgicosfueron los que permearon estas obras; esta disertacin facultar a posteriori

    para explicar brevemente cul es la diferencia entre una postura positivista del

    acontecer histrico y la visin aroniana de la historia. En el tercero, se comen-

    tar cules son los planteos principales de la teora de Aron con respecto

    tanto a la disciplina como al oficio del historiador. Finalmente, en el cuarto,

    se formularn una serie de conclusiones tendientes a examinar cmo se con-

    cibi la relacin pasado-presente-futuro dentro de este esquema conceptual,para lo cual se enunciarn de manera sucinta algunas de las observaciones

    que el mencionado filsofo galo efectu acerca de lo l denomin el alba

    de la historia universal (Aron, 1983: 273).

    En medio de la convulsin

    La historia personal de Raymond Aron podra articularse, sin temor a caer

    en el anacronismo, al decurso histrico de la centuria pasada: en su transicin

    de la infancia a la adolescencia fue espectador de los enfrentamientos que

    se desencadenaron tras el estallido de la Gran Guerra; en su madurez, pre-

    senci las crisis y las revoluciones suscitadas durante el perodo de entre-

    guerras; y en los decenios prximos a su muerte, asisti al inicio de la

    edad de oro de la economa occidental y al surgimiento de los conflictosque se desencadenaron despus de finalizada dicha confrontacin (Baverez,

    2005: 38).5

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    Nacido en una familia de origen judo, oriunda de Lorena, perfectamente

    integrada, profundamente patritica y republicana, l rpidamente se con-

    solid como un producto ejemplar del sistema escolar y universitario de laIII Repblica, circunstancia que lo llev del liceo Condorcet a la Escuela

    Normal Superior y ms tarde a la ctedra de filosofa. Sin embargo, segn

    lo comenta uno de sus principales bigrafos, el hecho de estar impregnado

    de la filosofa del Iluminismo y de haber sido educado en el culto a

    Platn y a Kant, lo incapacitaron para comprender la cada de Europa y

    del mundo en la violencia y en el terror masivo que la poca de la Guerra

    total dej tras de s, motivo por el cual su personalidad y los lineamientoscardinales de su pensamiento terminaron sufriendo transformaciones sus-

    tanciales con el paso de los aos (Baverez, 2005: 38-39).

    El advenimiento del nazismo seal un antes y un despus para el inte-

    lectual francs; en particular, la doble ruptura de Aron con el socialismo

    y el pacifismo de su juventud tuvo lugar en Alemania entre 1930 y 1933,

    lugar al que se haba trasladado para, por un lado, perfeccionar su vocacin

    de filsofo y, por el otro, protestar contra el nacionalismo estrecho queimpregnaba Francia (Baverez, 2005: 39). En el perodo comprendido entre

    1934 y 1938 fue profesor durante un ao en el Liceo El Havre, reemplazando

    a Sartre, quien estaba en la Casa Acadmica de Berln. Este ambiente lo

    inspir para consagrarse a la escritura de tres libros: La sociologa alemana

    contempornea (1935), Ensayos sobre la teora de la historia de la Alemania

    contempornea (fines de este mismo ao) y su Introduccin a la filosofa

    de la historia (1938), texto que present como su tesis doctoral tres dasdespus de la entrada de las tropas alemanas en Viena (Galvn Daz,

    1986: 164).6

    El viaje que llev a cabo por Alemania durante la dcada del treinta le

    permiti impregnarse (como sucedi con otros de sus compatriotas contem-

    porneos) de dos de las escuelas filosficas que iban a dominar el continente

    europeo en el transcurso de las dcadas subsiguientes: a) la neokantiana, des-

    arrollada especialmente a partir de los estudios de Dilthey, Rickert y en menormedida, de Georg Simmel; y b) la fenomenolgica, que estando regida por

    la obra seminal de Edmund Husserl, termin convirtindose (gracias al trabajo

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    de discpulos como Sartre y Heidegger) en la base del existencialismo moderno

    (Strong, 1972: 180-181). En concreto, el efecto que tuvo en Aron el trabajo

    de Dilthey consisti fundamentalmente en revisar la aproximacin a la cuestinkantiana sobre la base del conocimiento por fuera del problema de la natu-

    raleza, con miras a enfatizar sobre el problema de la historia. Es as que,

    mientras Kant haba hablado de las correspondencias naturales entre el

    individuo y el mundo exterior, los neokantianos comenzaron a hablar de las

    correspondencias histricas. Esto movi rpidamente la lnea hacia el rela-

    tivismo, ya que si las correspondencias eran histricas ms que naturales

    entonces no necesariamente eran las mismas para todos los hombres (Strong,1972: 180-181, mi traduccin).

    La escuela fenomenolgica, por su parte, pese a que acept muchas de

    las correcciones efectuadas por los neokantianos, estableci el nfasis de

    un modo diferente: su preocupacin no se centr tanto en los problemas de

    la sociedad como lo haba hecho Simmel sino primordialmente en la cons-

    titucin de la intencionalidad del observador y/o actor. Tal directriz alcanz

    su mxima expresin en el pensamiento de Max Weber, socilogo alemnque revolucion las ciencias sociales al poner en entredicho la tradicin

    positivista que haba dominado la metodologa de los estudios emprendidos

    desde finales del siglo XIX. En especfico, l neg que el conocimiento obje-

    tivo de la realidad social planteado por el positivismo fuera posible, tesis

    que en contrapartida lo llev a aseverar que nuestra apreciacin de esa

    realidad que es la que las ciencias sociales supone investigar y entender

    siempre estara formada y se correspondera con las herramientas uti-lizadas para examinarla. Siguiendo esta perspectiva, Weber afirmaba que

    se deba aceptar nicamente una definicin metodolgica de la verdad:

    sta es, que las preguntas que uno haca determinaban las respuestas que

    se iban a obtener (Strong, 1972: 180-181).7

    Tomando en consideracin el marco previo, la contribucin especfica

    de Aron a la teorizacin del problema del conocimiento cientfico residi

    esencialmente en restablecer el nexo que tena el hombre con el mundosocial: el intelectual, segn l, deba tomar posicin en favor de aquellos

    que parecan ofrecer a la humanidad la mejor oportunidad, premisa que no

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    slo implicaba que no poda negarse a verse involucrado con el contexto

    que lo rodeaba sino que adems, cuando fuera necesario que participara en

    la accin, deba aceptar las consecuencias de sus actos as fueran extrema-damente duras (Strong, 1972: 183).

    Historiogrficamente se afirma, para retomar la argumentacin central

    del apartado, que el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial fue una

    de las causas primordiales de la paulatina reconfiguracin del sistema expli-

    cativo de Aron; incluso, la mayora de sus bigrafos comentan que al momento

    de iniciarse los enfrentamientos, en 1939, l dictaba la clase de Filosofa

    social en la Universidad de Toulouse, ctedra que no se prolong por muchotiempo ms debido a que pronto abandon la academia para alistarse en la

    fuerza area. Al parecer, el momento decisivo dentro de este devenir ocurri

    despus de que l, destinado en un puesto meteorolgico situado en el eje

    de la brecha alemana de las Ardenas, evidenci de lleno el choque de la

    derrota y del desastre. Luego de la rendicin francesa ante los ejrcitos

    liderados por el rgimen nazi, pero sobre todo, tras haber tenido conoci-

    miento (por medio de su esposa) del discurso pronunciado por el generalCharles De Gaulle en la BBC con miras a exhortar al pueblo galo para que

    continuara la resistencia contra la invasin alemana (acto conocido con el

    nombre del Llamamiento del 18 de Junio de 1940), Aron decidi embarcarse

    hacia Londres, ciudad a la que parti el 24 del mismo mes con una divisin

    polaca (Baverez, 2005: 40).

    Una etapa destacada en su carrera durante los aos que van desde

    1940 hasta 1944 fue justamente la de su colaboracin con la revistamensual francesa, editada en Inglaterra, La France Libre. De esta expe-

    riencia nacieron otros dos libros: El hombre contra los tiranos y

    Del armisticio a la insurreccin nacional. En su funcin de escritor

    poltico, ensayista para decirlo con ms propiedad, Aron estuvo a cargo

    del anlisis de la situacin de Francia durante la guerra y de hecho, fue

    el redactor de una seccin, titulada La crnica de Francia (Galvn Daz,

    1986: 165).8

    La destitucin de su cargo en la Universidad por ser judo fue otro serio

    golpe para la formacin intelectual de Aron; la destruccin de sus libros

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    (suceso ocasionado a causa de su inclusin en la lista Otto) fue en alguna

    medida el gesto fundacional del constante recelo que en adelante mantuvo

    con el mundo acadmico de la segunda mitad del siglo XX. En conformidadcon los postulados de Francisco Galvn Daz, tanto su compromiso anti-

    comunista como su respaldo al RPF le significaron verse sometido a

    un autntico exilio interior que no slo se puso de manifiesto en su total

    marginacin del escenario universitario y de la intelectualidad de la poca

    sino, especialmente, de su propia condicin de observador, circunstancia

    que, no obstante, le permiti gozar a posteriori de una libertad y una

    independencia de criterio nicas en la Francia de entonces (Galvn Daz,1986: 165-166).

    Los aos de la postguerra le significaron la publicacin del Gran sisma

    yLa guerra en China, obras a las que le siguieron textos comoEl opio de

    los intelectuales y Pensar la guerra: Clausewitz. En esta misma etapa, Aron

    fue elegido para la ctedra de sociologa en La Sorbona; con su nombramiento

    en dicha plaza consigui claramente unificar la docencia con la produccin

    de libros y el ejercicio periodstico, vocacin que confirm en 1957 cuandosalieron a la luzLa tragedia argelina, y una recopilacin de tres ensayos

    denominadaEsperanza y miedo del siglo. En los aos siguientes public

    Argelia y la repblica (1958), viaj a Estados Unidos y a Cuba (1961) y

    edit Paz y guerra entre las naciones (1962), escrito en donde se enfoc

    en demostrar cmo podran estudiarse las situaciones globales, introdu-

    ciendo para ello nociones tales como sistemas homogneos y sistemas hete-

    rogneos. Igualmente, en 1963 se imprimieron sus Dieciocho leccionessobre la sociedad industrial, libro en donde retom algunas de las ideas

    presentadas durante el curso que dict en el perodo lectivo 1955-1956

    (Galvn Daz, 1986: 165-166). Finalmente, entre 1968 y 1972 colabor

    con la radioEurope nmero 1; y durante los aos transcurridos entre 1970

    y 1983 se desempe como profesor de Sociologa de la Cultura moderna

    en el Collge de France, centro de enseanza ubicado en Pars al que per-

    maneci adscrito hasta que muri.

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    Meditando sobre la conciencia histrica

    Es innegable que las reflexiones de Raymond Aron en torno a la historiaestn fuertemente permeadas por su formacin filosfica; empero, Pierre

    Hassner asevera que con la excepcin de una carta del Profesor Henri Gou-

    hier, citada por Aron en susMemorias y escrita con ocasin de la aparicin

    de The Century of Total War, todava en algunos crculos acadmicos

    no existe la suficiente atencin acerca de qu tanto el historiador le deba

    al filsofo. El aludido autor inclusive argumenta que en la Introduccin a

    la Filosofa de la Historia (uno de los trabajos primigenios del intelectualgalo sobre la materia), la insinuacin del ttulo efectivamente apuntaba a

    ratificar dicha preeminencia, pues la idea que permeaba el texto era la de

    la existencia de una racionalidad histrica fragmentada y mltiple en sentido

    dual (desde el lado subjetivo, a partir de la pluralidad de interpretaciones y

    desde el lado objetivo, a partir de una concepcin de las relaciones entre

    necesidad y causalidad tomada de Cournot) que lo facultaba para sostener

    que la lgica de la sociedad industrial, la lgica de las relaciones interestatalesy la lgica de los movimientos ideolgicos podan ser incluidas en una dia-

    lctica que era a la vez inteligible e imprevisible (Hassner, 1985: 32).

    La novedad de esta aproximacin, combinada con la sagacidad de los

    juicios de Aron y su cuasi-enciclopdico conocimiento, no slo le permitieron

    identificar (mejor de lo que lo hicieron el resto de sus contemporneos) las

    caractersticas fundamentales del siglo XX, sino sobre todo, ponerlas en pers-

    pectiva, logrando de esta forma separarlas tanto por sus rasgos comunescomo por aquellos que les eran singulares. La escogencia de ese camino le

    permiti a Aron efectuar un anlisis del significado histrico y de las probables

    consecuencias de tales acaecimientos, reflexin que sin embargo siempre estuvo

    mediada por su asuncin de que, en lo concerniente al sentido ltimo de la

    historia humana, l simplemente no saba cul era (Hassner, 1985: 36).9

    El conocimiento cientfico para Aron, como se seal anteriormente,

    dependa de la relacin del hombre con el mundo social, vnculo que segnl estaba estrechamente ligado a la existencia de una conciencia histrica

    en el ser humano. Todos los individuos pensaban histricamente, mxima

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    que quera significar que siempre actuaban buscando espontneamente

    los precedentes en el pasado y esforzndose por situar el momento presente

    en un devenir (Aron, 1983: 38). Lo interesante de este postulado es quela conciencia del pasado quedaba de esta forma definida como constitutiva

    de la realidad histrica, lo que no slo significaba que la realidad y el

    conocimiento de esa realidad eran inseparables, sino tambin que el

    hombre no tena realmente un pasado ms que si posea la conciencia

    de tenerlo. En otras palabras, en tanto que los seres humanos no tuvieran

    conciencia de lo que eran y de lo que fueron, era imposible que lograran

    acceder a la dimensin propia de la historia (Aron, 1983: 13).La traduccin de este planteamiento al mbito especfico de la investi-

    gacin histrica se articul alrededor de dos postulados: a) que la realidad

    social estaba conformada por una multiplicidad de rdenes parciales que

    bajo ninguna circunstancia podan ser reducidos a un orden global; y b)

    que esta imposibilidad de descubrir un decurso universal en la sociedad

    moderna era precisamente la que exiga que la funcin del historiador

    cientfico no fuera simplemente la de un erudito que pona orden sobre elcaos de los hechos, sino tambin la de un sabio que sacaba a la luz las

    regularidades inscritas en el objeto (Strong, 1972: 184).10

    Intentar entender la teora aroniana sobre la construccin del discurso

    histrico obliga igualmente a retroceder en el tiempo hasta la centuria en

    la cual se sentaron las bases cientficas de la disciplina; como es sabido, la

    profesionalizacin de la historia a mediados del siglo XIX hizo imperiosa

    la definicin de unos parmetros que le aseguraran a sta un carcter siste-mtico, propio de las ciencias modernas. Ser profesional encarn desde

    este instante poseer, entre otras cosas, la certificacin de haber aprendido

    la autodisciplina necesaria para la superacin de intereses personales, sesgos

    o problemticas puntuales que impedan alcanzar la verdad histrica, acon-

    tecer que fue legitimado gracias a la fundacin de los primeros institutos

    de investigacin, de los primeros departamentos universitarios y de las pri-

    meras revistas especializadas (Appleby, 1998: 79).11

    El xito de esa estrategia estuvo estrechamente ligado a la difusin de

    una nueva concepcin del tiempo que, siendo deudora de la nocin de

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    progreso imperante en la poca, termin por homogeneizar y estandarizar

    la vivencia del presente, generando as la creencia de que los hombres

    ya no estaban condenados a cometer los errores pasados puesto que elanlisis de la experiencia humana los habilitaba para crear un futuro mejor.

    El corolario de todo ello fue la creacin de nacientes pedagogas de inves-

    tigacin que se fundamentaban en una metodologa concreta que respaldaba

    la interpretacin de los hechos a travs de un examen riguroso de los

    manuscritos encontrados en los archivos o en las bibliotecas, indagacin

    que iba a permitir la enunciacin de leyes referentes al pasado que en adelante

    regiran los destinos de toda la humanidad (Appleby, 1998: 61-62).La fe tanto en las verdades absolutas de la historia como en la definicin

    de leyes cientficas perennes sobre el decurso humano encontr en Leopoldo

    von Ranke su ms grande predicador; incluso, desde los tempranos aos

    cuarenta del siglo XIX, l haba sido el responsable de aseverar que la

    tarea del historiador slo era mostrar cmo haban sido realmente las cosas,

    premisa que a la postre se convirti en el lema de batalla de la corriente

    positivista (Appleby, 1998: 78; Carr, 1983: 51).12

    Los investigadores quese suscribieron a sta, ansiosos por consolidar su defensa de la historia como

    ciencia, coincidieron en sealar que la disciplina precisaba de ciertos indicios

    materiales que, siendo analizados en una suerte de laboratorio en donde

    eran sometidos a sofisticadas tcnicas para asegurar su fiabilidad, haran

    posible el desarrollo de generalizaciones establecidas sobre la base de un

    modelo cientfico. Esta tarea supona, al igual que en la tradicin de la

    filosofa emprica del conocimiento, una total separacin del sujeto delobjeto, escisin que se sustentaba en la idea de que los hechos incidan

    en el observador desde el exterior y eran, por ende, independientes de su

    conciencia (Appleby, 1998: 27; Burke, 1992: 6; Carr, 1983: 51).

    Los preceptos epistemolgicos que alimentaron la concepcin rankeana

    de la historia derivaron en la instauracin de una teora particular; de acuerdo

    con la opinin de este intelectual, la manera de adquirir conocimiento his-

    trico era a travs de la percepcin de lo particular, para lo cual eraindispensable que el historiador se resistiera a la autoridad de las ideas

    preconcebidas (White, 1992, 161-163). La investigacin histrica deba

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    entonces presentarse, dentro de esta lnea de pensamiento, con el tono

    distante del narrador omnisciente que, situado por encima de las supers-

    ticiones y los prejuicios, declaraba una verdad aceptable para cualquierotro investigador que aplicara idnticas normas a los mismos documentos

    (Appleby, 1998: 77).13

    La aceptacin de la nocin de un discurso histrico nico e infalible

    fue puesta en duda desde muy temprano por Aron, quin desde la publicacin

    de su Introduccin a la Filosofa de la Historia madur una concepcin

    del papel de las ciencias sociales y de la relacin entre el cientfico social

    y la poltica a la que, desde ese entonces, permaneci, en lo esencial,siempre fiel. En aquella obra, inspirndose crticamente en Wilhelm Dilthey

    y sobre todo en Max Weber, el filsofo francs recuper la tesis fundamental

    del historicismo alemn sobre las diferencias entre ciencias de la cultura y

    ciencias de la naturaleza, exalt la centralidad de la comprensin en

    las ciencias del hombre y desmont las pretensiones cientficas de las filo-

    sofas de la historia en su vertiente hegeliano-marxista, spengleriana o

    comtiana (Panebianco, 2006: 26-27).La diferencia radical de la teora aroniana frente a los postulados positivistas

    que dominaban los crculos intelectuales del momento fue su propuesta de

    una concepcin original (para su tiempo y para la cultura acadmica francesa

    hacia la cual Aron se diriga), de las tareas de la ciencia social; segn l,

    dado que los xitos histricos eran indeterminados y que los actores his-

    tricos modificaban el curso de la historia con sus decisiones y acciones,

    la labor del cientfico social era la de favorecer decisiones razonables.La frmula acuada para lograr este objetivo consista en que el cientfico

    social pusiera a disposicin de los actores, estadistas o simples ciudadanos,

    el conocimiento acumulado sobre los determinismos parciales (es decir,

    las regularidades descubiertas en los comportamientos o en las interacciones

    sociales) con el fin de ayudar a los hombres de accin a tomar conciencia

    no slo de los vnculos que dotaban de sentido sus actuaciones, sino tambin

    de la forma en la que podan hacer un buen uso o mejor, un uso razo-nable de su libertad de decisin. Lgicamente, en la base de esta con-

    cepcin exista un doble rechazo: por un lado, el de la visin prometeica

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    de la ciencia social, propia del positivismo, que soaba con una poltica

    guiada por la ciencia; y por el otro, el de los xitos nihilistas del pensamiento

    de Weber, para quien las decisiones polticas eran puras elecciones devalor, arbitrarias e irracionales (Panebianco, 2006: 27).14

    Indiscutiblemente, la conceptualizacin aroniana de la historia debe com-

    prenderse a la luz del sustrato anterior. La primera observacin que se debe

    hacer al respecto es que si bien es difcil confinar la obra de Aron dentro de

    un campo especfico del saber, es posible argir que en trminos generales

    y corriendo el riesgo de reducir lo irreducible, la filosofa de la historia de

    Aron se puede sintetizar en una frmula que l enunci a finales de la dcadadel treinta: el hombre est en la historia, el hombre es histrico; el hombre

    es una historia (Baverez, 2005: 46-47).15 Lo interesante de esta definicin es

    que, aparte de encarnar una crtica al positivismo atrs mencionado, tambin

    signific una contribucin filosfica al problema de la existencia humana.16

    En cuanto a lo primero, el filsofo francs permiti el nacimiento de lo que

    algunos autores han denominado la epistemologa de la sospecha en las

    ciencias sociales, es decir, el surgimiento de una teora del conocimientobasada en la idea de que no hay ninguna verdad absoluta, sino verdades par-

    ciales. Frente a lo segundo, el planteo aroniano supuso el reconocimiento de

    que el hombre era capaz de superar su historicidad a travs de la bsqueda

    del conocimiento y el compromiso, constatacin que iba dirigida a sealar

    que mientras aqul ejerciera su libertad podra apartarse de la contingencia

    para acceder a una parte de universalidad (Baverez, 2005: 46-47).

    Cabe subrayar que la aceptacin de ambos planteamientos llev a Arona situarse en las fronteras de la incredulidad cientfica que para ese momento

    rondaba a la historia, motivo por el cual se expuso al peligro de darle la

    razn a aquellos intelectuales que, invocando el relativismo, haban colmado

    a la disciplina de un halo de escepticismo que prcticamente la ubicaba en

    el mbito de la ficcin. Empero, la apuesta del filsofo galo para frenar cual-

    quier posibilidad de ser incluido dentro de dicho grupo fue rehusarse a admitir

    la existencia de ese relativismo absoluto que, al disolver a su vez los valoresy la historia, abra claramente el camino al totalitarismo (Baverez,

    2005: 46-47).

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    Frente a lo anterior, no es de extraar que la revisin de tales disqui-

    siciones fuera el caldo de cultivo en el cual cristaliz lustros ms tardeDimensiones de la conciencia histrica, publicado por primera vez enfrancs en 1961. Los estudios all reunidos (escritos, como el propio

    Aron lo expresaba en el Prlogo, en el curso de los ltimos quince aos),

    buscaban bsicamente esclarecer, desde distintos ngulos, un mismo tpico:

    el de la historia que vivimos y que nos esforzamos en pensar (Aron,

    1983: 9).17 En tal direccin, es factible afirmar que la pretensin primordial

    de aqul al condensar bajo una nica obra tales reflexiones fue demostrar

    dos cosas: a) cmo nuestras preocupaciones e intereses actuales determi-naban la visin que tenamos de la historia; y b) cmo nuestro conocimiento

    histrico afectaba el comportamiento que manifestbamos en el presente

    (Barber, 1962: 592). De hecho, como Aron mismo lo expresaba, los ensayos

    compilados en el libro sacaban a la luz los vnculos entre los problemas

    del saber histrico y los de la existencia en la historia, intentando hacer

    inteligible nuestra conciencia de sta por referencia a los rasgos ms

    importantes de la poca presente y permitiendo a la vez comprendermejor el entorno por referencia a nuestras ideas y nuestras aspiraciones

    (Aron, 1983: 9).

    Es tangible, a la luz de las influencias historiogrficas que marcaron el

    pensamiento aroniano, que una cuestin que sirvi para articular las distintas

    temticas condensadas enDimensiones fue la de la relacin entre la feno-

    menologa y las ciencias sociales; de hecho, retomando en buena parte el

    discurso formulado desde la dcada del treinta, Aron se preocup pordiscurrir acerca de la existencia de un movimiento dialctico al interior de

    la disciplina histrica que era el que la habilitaba para entender, por medio

    de la demarcacin de un campo de anlisis concreto, cul era el papel

    cumplido por el hombre en la historia. Una asercin de este calibre implicaba,

    entre otras cosas, que la experiencia vivida (al igual que la conciencia de

    ella) era un elemento esencial en la construccin de la historia, pues mientras

    los individuos y las sociedades no conocieran su pasado iban a seguirsufriendo las consecuencias de aquello que ignoraban. Lo interesante de

    esta concepcin fue, en ltima instancia, que autoriz al filsofo francs

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    para decretar que el hombre era a la vez el sujeto y el objeto del conoci-

    miento histrico (Rossire, 1962: 330; Aron, 1983: 13).

    Es de resaltar que en la teora aroniana esa conciencia del devenir estuvoasimismo ligada a la idea del acontecimiento; hasta entonces, segn lo denun-

    ciaba el propio Aron, las ciencias sociales se haban contentado con aceptar

    el trmino acontecimiento como sinnimo de contingencia o accidente,

    confundindolo de esta forma con el hecho concreto en su conjunto espacio

    temporal o con una coincidencia de series. En contrapartida, lo que l

    propuso fue admitir que el acontecimiento puro era puntual y fugitivo en

    la medida en que se desvaneca al acabarse; que era, por ende, el contenidode una percepcin no estable (o sea, que no estaba consagrada para un

    presente duradero) y que por lo tanto, era inaccesible ms ac de todo

    saber. Ello quera decir, en suma, que a lo mximo a lo que se poda pretender

    con miras a hacerlo inteligible era a evocarlo o a reconstituirlo, pero siempre

    teniendo en mente que esta reconstruccin iba a ser realizada por un narrador

    (Aron, 1984: 53).

    El corolario de tales disquisiciones fue la asuncin totalmente contrariaa los postulados positivistas de que la historia no poda pretender alcanzar

    una objetividad semejante a la de otras ciencias, condicin que sin embargo,

    en ningn momento haca poner en duda su cientificidad; en un cierto sentido,

    pues, lo que afirmaba Aron es que era preciso convenir que las interpretaciones

    dadas por la disciplina se configuraban bsicamente alrededor de la existencia

    de quienes las creaban, nocin que implicaba anular la escisin sujeto-objeto

    (Rossire, 1962: 331). Este planteo acerca de la pluralidad de las perspectivashistricas no deriv, como se ha estado insistiendo, en la exaltacin del rela-

    tivismo; por el contrario, para el intelectual francs ste poda ser superado

    desde el instante en que el historiador dejaba de pretender un distanciamiento

    imposible, admita su punto de vista, y en consecuencia, se volva capaz

    de reconocer las proposiciones de los dems incluso cuando parecan

    contradictorias (Aron, 1983: 22).

    El rasgo por excelencia del historiador era, dentro de este horizonte, suhabilidad para comprender al hombre tal cual se integraba en la sociedad

    y analizar rigurosamente los diferentes tipos de conjuntos que de all se

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    formaban; por ello, su funcin principal radicaba en intentar penetrar en

    la conciencia del prjimo, en ser, por relacin al ser histrico, el otro

    (psiclogo, estratega o filsofo, su posicin era siempre observar desdeel exterior), en asumir que l nunca poda pensar a su hroe, como ste

    se haba pensado a s mismo, ni ver la batalla como el general la haba

    sufrido, ni comprender una doctrina de la misma manera que su creador

    (Aron, 1983: 21-22).18 La nica forma de interpretar un acto o una obra

    era entonces reconstruyendo a cada uno de estos a partir de su propia sub-

    jetividad, condicin que para Aron no era nefasta para la conceptualizacin

    de la historia como ciencia, siempre y cuando quedara claro que los lmitesdel relativismo derivados de este proceso eran minimizados por el rigor

    del mtodo empleado (Aron, 1983: 21-22)19. En sus propios trminos:

    () el relativismo que la propia historia del conocimiento histrico demuestra,

    no nos parece en absoluto fatal para la ciencia si se interpreta correctamente.

    La conciencia que tenemos de l marca un progreso filosfico, lejos de

    darnos una leccin de escepticismo. Los lmites del relativismo histrico depen-den en primer lugar del rigor de los mtodos mediante los cuales se establecen

    los hechos, de la imparcialidad necesaria y accesible del erudito, siempre que

    l se dedique a descifrar los textos o a interpretar los testimonios. Dependen

    adems de las relaciones parciales que, a partir de ciertos puntos dados, se

    pueden derivar de la realidad misma. La relacin causal entre un acontecimiento

    y sus antecedentes, una vez valorada la responsabilidad propia de cada uno

    de ellos () comporta tal vez una parte de incertidumbre, pero no de relatividadesencial. La relacin entre un acto y sus motivos, un rito y un sistema de

    creencias () se prestan a un sistema de comprensin que deriva su inteligi-

    bilidad de la textura misma del objeto (Aron, 1983: 21-22).

    La leccin que se desprendi de dichos raciocinios fue primordialmente

    que la comprensin de la historia estaba ligada de manera irrefutable al

    rol capital de la decisin (de la seleccin) efectuada por el historiador. Taleleccin entraaba, adems, la concepcin de que el entendimiento de

    los hombres unos por otros era en esencia un dilogo, un intercambio

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    que, de todas formas, no estaba exento de cierta cientificidad. En realidad,

    el esfuerzo cientfico del historiador se afincaba justamente en no suprimir

    ese elemento subjetivo, sino en eliminar del conocimiento histricolo arbitrario, la injusticia y la parcialidad, cometido que en la labor

    diaria de la disciplina se lograba a travs del uso adecuado del mtodo

    (Aron, 1983: 72).

    La superposicin de estos postulados al mbito especfico de la formacin

    intelectual de Raymond Aron fructific, en sntesis, en la formulacin de

    una determinada concepcin de la historia que, pese a no ser comprendida

    en toda su magnitud por sus contemporneos, sin duda alguna simbolizun paso importante en la configuracin de la disciplina actual. Efectivamente,

    a diferencia de la mayora de las corrientes epistemolgicas que permearon

    los estudios histricos durante mediados del siglo XX, l no slo se neg

    a escoger entre ciencia e historia sino tambin a diferenciar entre el intelectual

    comprometido con la academia y el pensador que disfrutaba de la libertad

    e independencia de la razn. Aron admiti la nocin de necesidad en la

    historia o al menos le concedi una probable causalidad e inclusive,consinti el carcter fundamentalmente contingente de la experiencia histrica,

    arguyendo que ste era permeado, pero no determinado, por el juego coyun-

    tural de las fuerzas globales (Kolodziej, 1985: 9).20 Empero, a lo que l jams

    accedi fue a afirmar su naturaleza providencial, es decir, a justificar en

    nombre de la disciplina la existencia de una verdad poltica o de una

    norma vlida para ser instaurada en todos los tiempos y en todos los

    lugares (Aron, 2005: 13-15).

    La mirada en profundidad

    El otro tpico que surge al adentrarse en la temtica del presente escrito es

    qu era, en esencia, la historia para Aron. El mecanismo que l emple

    para resolver esta pregunta fue examinar qu significaba la palabra en s omejor, qu denotaba: de acuerdo con su reflexin, tanto en francs (Histoire),

    como en ingls (History), como en alemn (Geschichte), dicho trmino haca

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    referencia tanto a la realidad histrica como al conocimiento de esa realidad,

    es decir, designaba a la vez el devenir de la humanidad y la ciencia que

    los hombres se esforzaban por elaborar sobre ste, ambigedad que lepareca bien fundamentada porque corroboraba su idea de que la realidad

    y el conocimiento de esa realidad eran inseparables (Aron, 1983: 13).21

    Una definicin primigenia que se desprendi de tal constatacin fue que la

    historia era la narracin, el relato o la historia de los muertos narrada por

    los vivos, aseveracin que progresivamente se transform en un lema

    particular: es el conocimiento del pasado humano (Aron, 2005: 36).22

    La primera inquietud que Aron manifest frente a esta definicin fueque se extrapolara hacia un enfoque que proclamara a la historia como una

    unidad; segn l, el nico rango de uniformidad ostentado por ella era el

    que proceda del mtodo, de la cuestin o de la perspectiva, pero no del

    objeto mismo. Esto entraaba, entre otras cosas, que era inadmisible

    aseverar que el pasado humano, considerado globalmente, conformaba

    una unidad en s o incluso, constitua una unidad con respecto al cono-

    cimiento que adquiramos de l (Aron, 2005: 38).23

    La segunda precaucinque a raz de este planteamiento quiso remarcar fue que el conocimiento

    de lo histrico no se restringa a ubicar el pasado segn la flecha temporal:

    los verdaderos relatos histricos no eran, por ende, los que narraban una

    sucesin de acontecimientos sino los que se esforzaban por recuperar o

    redescubrir el sentido, la estructura, la organizacin y el sistema de

    valores de cierta sociedad.24 La asuncin de ambos razonamientos lo

    llevaron finalmente a matizar la definicin inaugural, adoptando un puntode partida ms sencillo, ms modesto e inmediatamente dado, el cual

    se condensa en la cita siguiente:

    () todos nosotros, hombres y mujeres de una [comunidad] existente en la

    actualidad, conservamos en torno nuestro huellas de lo que ha sido; conser-

    vamos () documentos o monumentos a partir de los cuales podemos ms

    o menos reconstruir lo que han vivido los que nos precedieron. En estesentido, el conocimiento histrico, o la Historia en tanto que conocimiento

    es la reconstruccin de lo que ha sido, a partir de lo que es. Es la reconstruccin

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    de lo que ha sido en cierto lugar y en cierto tiempo. [Y es una reconstruccin

    que] se desprende de nuestra propia experiencia del presente (Aron, 1983:38).25

    La historia, en consecuencia, era para la teora aroniana una reconstitucin,

    por y para los vivos, de la vida de los muertos que naca del inters

    actual que tenan los seres humanos de explorar el pasado. Esa recons-

    truccin dependa esencialmente de la conciencia histrica de cada uno de

    ellos, la cual inevitablemente estaba marcada por la experiencia acumulada

    en el transcurso de su vida (Aron, 1983: 13,38).26 Es de anotar, por otra parte,

    que el conocimiento que se iba adquiriendo con el paso del tiempo era jus-tamente el que impona por as decirlo la necesidad de atribuir impor-

    tancia y significacin a la fortuna cambiante de las armas, las leyes, las

    ciudades, los regmenes, etc., pero bajo ninguna circunstancia el entendi-

    miento que de all resultaba poda convertirse, segn Aron, en un justificante

    para el predominio de una determinada ideologa (Aron, 1983: 39).

    En otras palabras, el mencionado intelectual galo era un convencido de

    que la historia tena un sentido regido por la razn, pero tal admisin noimplicaba que coincidiera en consentir como suceda con algunos de sus

    contemporneos positivistas que ste poda ser, o bien conocido de antemano,

    o bien impuesto a quienes (lase, pases, comunidades o personas) no com-

    partan el mismo grado de desarrollo; as pues, l sostena explcitamente

    que confundir esta idea de razn con la accin de un partido, con una

    tcnica de organizacin econmica o con un rgimen en particular era

    librarse a los delirios del fanatismo, pues indudablemente el hombrealienaba su humanidad tanto si renunciaba a buscar como si imaginaba

    haber dicho la ltima palabra (Aron, 1983: 54).

    En trminos estrictamente epistemolgicos, la aceptacin de que el his-

    toriador estaba mediado por su propia experiencia represent poner en entre-

    dicho el carcter cientfico de la disciplina, nocin que como se ha estado insi-

    nuando, Aron refutaba categricamente. De acuerdo con sus postulados, la

    existencia de la ciencia histrica que en su naturaleza era dialctica sefundamentaba en la pretensin de establecer o reconstruir los hechos segn

    las tcnicas ms rigurosas, fijando la cronologa, tomando los mitos y

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    leyendas como objetos para llegar a la tradicin y a travs de stos, alcanzando

    el acontecimiento que les haba dado origen. En tal direccin, mientras

    que en la metodologa positivista la ambicin suprema del historiador erasaber y hacer saber cmo haba sucedido todo (es decir, aproximarse a la

    realidad pura), en el pensamiento aroniano se aceptaba que, ms all de las

    conquistas realizadas por los eruditos experimentados en los mtodos histricos,

    el propsito cardinal de todo aqul que se interesara por estos temas deba

    ser arribar a la reflexin crtica (Aron, 1983: 14-15).27 El ser histrico, por

    consiguiente, no era ni el que duraba y acumulaba experiencias ni el que

    recordaba: la historia implicaba entonces una toma de conciencia mediantela cual el pasado se reconoca como tal y se le restitua una especie de pre-

    sencia. Igualmente, el origen del conocimiento histrico no se hallaba en

    la memoria ni en el tiempo vivido, sino en la reflexin, que haca a cada uno

    espectador de s mismo y en la observacin, que era la que asuma la

    experiencia del prjimo como objeto (Aron, 1984: 112).

    En relacin con esta idea, vale la pena resaltar que Aron era perfectamente

    consciente de que ningn historiador iba a ser capaz jams de dominartodo el conjunto de los materiales acumulados a lo largo de los miles de

    siglos que llevaba existiendo la civilizacin occidental; por ello, continua-

    mente se empe en sostener que era necesario aceptar que el triunfo de

    la ciencia histrica implicaba paralelamente tanto la victoria de los espe-

    cialistas, como el xito de las colaboraciones con otras reas afines del

    saber. En conformidad con lo anterior, l admiti en numerosas ocasiones

    que disciplinas tales como la demografa, la economa, la sociologa, la etno-loga y la lingstica haban contribuido a la comprensin de los perodos

    llamados histricos, pero anlogamente tambin advirti que dicha coo-

    peracin no se poda configurar yuxtaponiendo hechos o enumerando sus

    sectores. A su juicio, para citar uno de los ejemplos que daba, aadir un

    captulo sobre las causas econmicas e ideolgicas a un relato de las peripecias

    diplomticas del siglo XX no bastaba para reconstituir el orden del devenir

    que se quera captar (Aron, 1983: 15-16,112-119).Es pertinente insistir en que la asercin precedente no demeritaba en

    nada su asentimiento alrededor de la cientificidad de la historia ya que,

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    como l mismo lo aseveraba, el ejercicio de reconstituir el pasado en sus

    dimensiones exactas no se basaba simplemente en la investigacin erudita

    y en la explicacin rigurosa, sino tambin en la determinacin de loslmites que le haban dado origen. La reconstitucin del pasado, por con-

    siguiente, no era un fin en s mismo, pues en la medida en que estaba ins-

    pirado en un inters actual deba igualmente tender hacia un fin actual

    (Aron, 1983: 15-16).

    La traduccin de este argumento al mbito concreto de la relacin pasa-

    do-presente represent sacar a la luz el lazo inevitable y legtimo entre

    el historiador y el personaje histrico, entre el monumento y los hombresque se dedicaban a contemplarlo y sobre todo, entre el observador y el actor.

    Lo cierto es que esta ltima apreciacin se erigi en la teora aroniana en

    un sustrato inmejorable para abordar el problema del mtodo: segn el fil-

    sofo galo, la ciencia histrica no era una reproduccin pura y simple de

    lo que haba sido, as como la fsica tampoco era una reproduccin de

    la naturaleza; si bien en los dos casos el objetivo ulterior era elaborar

    un mundo inteligible a partir de lo dado en bruto, lo que las diferenciabaera el tipo de reconstitucin que se proponan efectuar. Mientras para la

    primera disciplina el inters era estudiar el devenir de las sociedades y de

    las culturas humanas (es decir, abocarse a lo singular), para la segunda el

    nfasis se situaba en la obtencin de un conjunto sistemtico de leyes

    que pudieran ser aplicadas invariablemente o sea, aproximarse a lo gene-

    ral (Aron, 1983: 17-18).28

    En ambos escenarios, sin embargo, el comn denominador era la premisade que ninguna ciencia tena la capacidad de abarcar la totalidad de lo

    real, motivo por el cual era preciso la creacin de un mtodo propio de

    seleccin que desentraara lo que mereca ser explicado o lo que serva

    para explicar aquello que mereca serlo. En el contexto especfico de la dis-

    ciplina histrica, dicho mtodo estaba basado en la escogencia de una deter-

    minada manera de construir los hechos, de elegir los conceptos, de organizar

    los conjuntos y de poner en perspectiva los sucesos o perodos. Este pro-cedimiento, lejos de ser un acto preliminar terminado de una vez para

    siempre, era un accionar que continuamente se encontraba orientando el

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    curso de la investigacin; ciertamente, la condicin esencial de la seleccin

    histrica era que se hallaba dirigida por las preguntas que desde el presente

    se formulaba el historiador: toda historia, por ende, significaba la toma deconciencia por parte del testigo, heredero u observador lejano de lo que

    haba acontecido (Aron, 1983: 19, 134,168).29 En sus trminos:

    La ciencia histrica llega a tres tipos de conclusiones: el relato puro, las rela-

    ciones de causalidad [y] una representacin global del devenir que parece

    el trmino ltimo aun cuando ella inspire ya la tradicin conceptual y la elec-

    cin de los acontecimientos. Las relaciones de causalidad son objetivas, perolos trminos aislados, es decir, las cuestiones planteadas corresponden a

    los problemas del historiador. Por supuesto, [no hay que olvidar que] la selec-

    cin de regularidades tiene [tambin un] carcter poltico (Aron, 1984: 90).

    Es importante recalcar que la validez de esa eleccin se encontraba estre-

    chamente ligada a la aceptacin del sistema de referencia al que perteneca;

    esto quiere decir que pese a que no poda ser universalmente vlida, sucarcter rigurosamente cientfico poda ser estipulado en la medida en que

    la seleccin decisiva que resultara de los interrogantes planteados fuera

    contrastada sistemticamente con la realidad. Tal operacin, como se ha

    sealado previamente, deba efectuarse partiendo de la idea de que el his-

    toriador era incapaz de desprenderse de s mismo, de su presente, para exa-

    minar su tema de estudio o como el mismo Aron lo expresaba, an si

    fuera factible hacerlo, deba? (Aron, 1983: 20-21).La no separacin entre objeto y sujeto, propia de la disciplina, lo llev

    incluso a asegurar que la objetividad histrica reposaba en el entorno aca-

    dmico occidental en una concepcin demasiado simple de la seleccin,

    razn por la cual l crea que era imperativo otorgarle una nueva significacin.

    En su opinin, si se supona que el conjunto de la construccin histrica

    estaba orientado por la pregunta planteada o por los valores de referencia,

    la reconstitucin en su totalidad tena que llevar la marca de las decisionesdel historiador; tena que ser, por lo tanto, solidaria con un punto de vista,

    con una puesta en perspectiva que se poda reconocer en el mejor de los

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    casos como legtima y fecunda, pero no imperativamente verdadera para

    todos (Aron, 1983: 20-21).

    Esta alusin remita directamente al postulado aroniano de la no uni-versalidad de la historia, enunciado que a su vez estaba estrechamente vin-

    culado a dos aspectos capitales de su filosofa: a) qu era el conocimiento

    histrico; y b) cul era su sentido. En lo concerniente al primer tpico, la

    posicin del intelectual galo apuntaba en una nica direccin: a saber, que

    el redescubrimiento del pasado deba realizarse a travs de la doble dinmica

    que el historiador desempeaba cuando, ubicado en su propio presente, haca

    el esfuerzo de situarse al mismo tiempo en la realidad histrica que estabaanalizando (logrando as entablar un dilogo entre el ayer y el hoy). La

    puesta en marcha de este proceso supona adems la asuncin de que el

    conocimiento histrico estaba impedido para brindar una versin nica de

    los hechos o inclusive, para definir cul era el horizonte que todas las

    sociedades, las pocas y las culturas deban alcanzar. La presencia de una

    significacin nica era, por lo tanto, inconcebible para la teora aroniana

    de la historia ya que sta se apoyaba en la aceptacin de que tanto lascolectividades como los individuos, se reconocan en su singularidad pre-

    cisamente a travs del contacto mutuo (Aron, 1983: 22-23).30

    En lo concerniente a la segunda cuestin, la tesis que Aron se dispuso

    a demostrar fue que la labor de captar el sentido de un acto o de un hecho

    histrico se fundamentaba primordialmente en hallar las intenciones de los

    actores, en elucidar las tradiciones de las sociedades y en dotar de significacin

    a las actitudes incluidas en los gestos de los hombres a travs de la seleccinde los acontecimientos que se iban a priorizar. A su juicio, la construccin

    de estos sucesos (la unidad) dejaba de ser arbitraria tan pronto como ellos

    se relacionaban con el contexto (el conjunto), procedimiento que, para ser

    posible, tena que asentarse en la informacin que los documentos, los monu-

    mentos, los testimonios y las obras, le proporcionaban al historiador (Aron,

    1983: 25-28).31

    El desarrollo de dicha construccin estaba igualmente articulado al manejode los datos; de acuerdo con Aron, la anttesis evidencia-inferencia que deci-

    monnicamente se haba enunciado en las ciencias sociales era falsa para

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    la disciplina histrica porque tanto los registros (records) como los restos

    (remains) del pasado que se iba a examinar haban sido conservados por

    la seleccin ciega del tiempo, premisa a la cual se aferraba para agregarque el establecimiento de los hechos (pasados) por medio de los documentos

    (rasgo primigenio del historiador) dependa directamente de las preguntas-

    problema que cada poca se encargara de suscitar. Mirada desde un ngulo

    diferente, esta proposicin termin derivando en la idea de que la recons-

    truccin de los acaecimientos se hallaba fuertemente vinculada a su inter-

    pretacin, lo que entraaba que el profesional de la disciplina no poda

    asegurar nada que no fuera compatible con las fuentes que se haba dispuestoa recopilar (Aron, 1983: 57-61).32

    El riesgo que comportaba un argumento semejante era confundir al his-

    toriador con el cronista que se limitaba a acumular una serie de hechos,

    pero para evitar tal desenlace Raymond Aron se empe en corroborar que

    la gnesis de la comprensin histrica (o la comprensin de los actores)

    resida en entender lo diferente a partir de lo similar o viceversa, procurando

    que en el proceso la imagen dada jams se constituyera en un retrato definitivodel pasado, sino a veces, definitivamente en un retrato vlido (Aron,

    1983: 61-69,72). La continua preocupacin del intelectual francs por discurrir

    sobre el acontecimiento estimul que buena parte de los especialistas sobre

    la materia coincidieran en declarar que el carcter evenementielle que

    adoptaba el quehacer histrico en los esquemas aronianos era un sntoma

    indiscutible de que la historia por excelencia para l era la historia poltica,

    entendiendo aqu este trmino tanto en su referencia a la realidad polticacomo tal, como a la conciencia que el hombre comn tena de ella (Molina

    Caro, 2008: 221).33

    Es pertinente indicar que el nfasis que Aron puso en la condicin acon-

    tecimental de la disciplina se erigi en una suerte de punto de inflexin

    para que l pudiera introducirse en algunos de los debates epistemolgicos

    que se encontraban en boga a mediados del siglo XX. La alusin a conceptos

    tales como determinismo, incertidumbre e imparcialidad, marcaron en con-secuencia la pauta para sus disquisiciones sobre la realidad histrica pues,

    a su juicio, la forma en que el historiador se aproximaba al pasado siempre

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    estaba permeada por la condicin relativa e inmaterial de aquello que des-

    conoca y que procuraba comprender a partir de las experiencias vividas o

    de las significaciones que l mismo le otorgaba a dichas experiencias (Aron,1983: 75-89,177). Tal modo de proceder impeda, por ende, que fuera posible

    efectuar una demostracin irrefutable de lo que haba sucedido, constatacin

    que sin embargo no deba desembocar ni en la exaltacin del escepticismo

    ni en la ratificacin de una totalidad histrica, es decir, de un porvenir inevitable

    hacia el cual iba a dirigirse toda la humanidad (Aron, 1983: 321).

    Indudablemente, la mdula de la teora aroniana sobre la historia giraba

    en torno a la concepcin de que el conocimiento histrico naca fundamen-talmente de la curiosidad: el historiador, en su pretensin de buscar los orgenes,

    no se contentaba simplemente con interesarse por los individuos, las personas

    o las colectividades en su singularidad, por comprobar el acontecimiento o

    por buscar sus causas en el pasado, sino que adems senta la necesidad de

    ampliar poco a poco el marco de su investigacin. Esta actitud no era

    efecto nicamente de la continuidad de la historia humana sino tambin de

    su propio inters por indagar, circunstancia que a la vez traa consigo elenriquecimiento de la documentacin y del saber (Aron, 1983: 120).34

    En sntesis, el legado que Aron quiso dejar a la luz de los planteamientos

    atrs reseados fue que el investigador no deba renunciar a establecer perodos

    o a caracterizar pocas haciendo uso de aquellos sucesos que consideraba de

    particular relevancia, ya que uno de los fundamentos de su oficio era preci-

    samente el disfrutar de cierta libertad en la eleccin de los criterios que iba

    a aplicar para su anlisis. No obstante, l tambin adverta que para quedicha seleccin ratificara el carcter cientfico de la historia, el requisito indis-

    pensable que sta deba cumplir era que estuviera sustentada en los resultados

    que slo el rigor del mtodo crtico anteriormente explicado le poda conferir

    (Aron, 1983: 112-121).35 En palabras de ngelo Panebianco:

    [En] relacin al mtodo de anlisis, se aclara eso que Aron entiende cuando

    defiende la idea de que el estudioso deba saber mantener, en la explicaci6nde los xitos histricos, un equilibrio entre la consideracin de las deter-

    minantes macro-sociolgicas y el peso que tienen las convicciones y las

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    decisiones de los individuos. De aqu surge ntidamente el cuadro en cuyo

    interior, segn Aron, se desarrollan las luchas y los dramas humanos, aquella

    combinacin de necesidad y libertad que deja abierto el futuro, la autentica

    libertad de eleccin de los hombres, no obstante que est influenciada por

    las condiciones histricas y por la historia misma como le gustaba repetir

    a Aron, hecha de hombres que no siempre saben cul historia estn haciendo

    (Panebianco, 2006: 28).

    El planteamiento final

    La conviccin que permeaba todo el pensamiento aroniano era que el cono-

    cimiento histrico, correctamente utilizado, era til para que cada ser humano

    llegara a dilucidar cmo el mbito en el que viva se haba convertido en

    aquello que sus propios ojos podan observar.36 Los acaecimientos del pasado,

    por consiguiente, no eran esencialmente diferentes de la comprensin del

    futuro: el acercamiento a aquello que se ignoraba pero que mereca ser recor-dado, supona entonces el reconocimiento tanto de la coyuntura histrica

    como de la condicin humana, debido justamente a que el individuo com-

    prometido con su poca estaba obligado a interrogarse sobre la importancia

    del devenir que lo rodeaba y sobre el sentido que, ms all del saber y de

    las mquinas, quera darle a su existencia. Lgicamente a lo que apuntaba

    esta afirmacin era a ratificar que el nexo pasado-presente-futuro era impres-

    cindible en la reconstruccin de la historia aunque sobre todo, de la historiaparticular de la humanidad que haba subsistido a los episodios llenos de

    dolor humano, de crmenes sin precedente, de promesas desmedidas que

    se haban producido despus del estallido de la Primera Guerra Mundial

    (Strong, 1972: 189; y Aron, 1983: 132-133 y 273).37

    La situacin indita en la que se encontraban los hombres y mujeres de

    mediados del siglo XX era percibida por Aron como un indicio imponderable

    del ascenso de una nueva etapa en el desarrollo global; por ello, siendo unopositor furibundo a las propuestas de quienes, legitimados en el relato

    histrico, ponan a la civilizacin occidental como modelo a seguir y encon-

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    traban en la procesin de imperios o regmenes sociales las etapas del

    progreso mundial, llama la atencin que l mismo opinara que jams la

    humanidad haba estado tan cerca, como lo estaba en su poca, de constituiruna unidad. El rasgo singular del tiempo en el que se hallaba inmerso era,

    por ende, que se colocaba ad portas del alba de la historia universal (Aron,

    1983: 273-274).

    Es innegable que la ambigedad que se desprende de tales proposiciones

    resulta bastante extraa si se toma en consideracin que uno de los deno-

    minadores comunes del sistema explicativo aroniano fue el rechazo a cualquier

    determinismo que, inspirado en la consolidacin de las filosofas unitarias,tenda a imponer al otro, al diferente, una serie de clusulas u obligaciones

    que supuestamente estaban encaminadas a la consecucin de su bienestar.

    En tal direccin, es sugerente que, luego de las crticas constantes que

    Raymond Aron realiz a lo largo de su formacin intelectual (expresadas

    tanto en laIntroduccin como en algunos de los escritos que conformaban

    Dimensiones) con respecto a las historias universales o a las sociologas

    de la cultura que pretendan entender el mundo a travs de un nico lente,l terminara construyendo un relato (an aceptando que su profesin no

    fuera la de historiador) en donde se ratificaba la ausencia de toda pluralidad

    (Aron, 1983: 32-36).38

    Ms all de querer brindar una respuesta a tal interrogante, lo que aqu

    interesa es dejar formulada dicha inquietud situndola, eso s, dentro de los

    parmetros del pensamiento aroniano: pese a ser consciente de que ante la

    ciencia las viejas civilizaciones del Extremo Oriente se haban venidoabajo y la civilizacin mecanizada haba dado la vuelta triunfal al planeta,

    Aron nunca titube en afirmar que la duda que consuma por entonces a

    Occidente se basaba en una dualidad fundamental; a saber, si prefera aquello

    que aportaba a los dems o aquello que destrua. El corolario de todo esto

    fue que el miedo de los occidentales a ser vctimas de sus propias creaciones

    acab permeando no slo la comprensin de la realidad sino tambin la ima-

    ginacin del futuro, premisa que desafortunadamente (en la medida en quesigue nublando la interpretacin que hace de la historia) no ha perdido

    vigencia hasta el da de hoy (Aron, 1983: 36).

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    Hay alguna forma de superar este decurso de las cosas? La conclusin

    a la que se llega ahora parece ser, paradjicamente, la misma a la que

    arrib Aron dcadas atrs:

    En la medida en que la humanidad vive ahora una historia nica, deber

    adquirir otro dominio racional, no ya sobre los instintos biolgicos sino sobre

    las pasiones sociales. Cuanto ms vivan en el mismo mundo hombres de

    razas, religiones y costumbres distintas, ms deben mostrarse capaces de

    tolerancia, de respeto mutuo. Deben reconocer recprocamente su humanidad

    sin ambicin de reinar ni voluntad de conquistar. Frmulas triviales que ellector suscribir sin esfuerzo. Pero que se reflexione en ello: exigen del

    hombre una virtud de una nueva especie. () Nunca los hombres han tenido

    tantos motivos para no matarse ms entre ellos. Nunca han tenido antes tantos

    motivos para sentirse asociados en una sola y misma empresa. No concluyo

    de ello que la edad de la historia universal sea pacfica. Lo sabemos: el

    hombre es un ser razonable, pero lo son los hombres? (Aron, 1983: 305,308).

    notas

    1 Es de recordar que la reconstruccin histrica del gran conflicto entre Atenas y Espartaefectuada por Tucdides en su Guerra del Peloponeso tuvo una gran influencia en losestudios realizados por Aron acerca de las guerras del siglo XX. Este filsofo francsadmirar especialmente de aqul su capacidad para representar el drama histrico sin

    olvidar la accin causal de los factores, diramos hoy, macro-sociolgicos, pero, al mismotiempo, sin perder de vista la importancia de las elecciones, de las decisiones que loshombres toman en el curso de la guerra y que contribuyen a determinar su xito (Panebianco,2006: 27).

    2 De hecho, en uno de sus textos ms clebres l afirm: ningn historiador serio tendrala pretensin que usted me sugiere, pero yo no soy historiador. Filsofo y socilogo, nolo s (Aron, 1983: 273).

    3 Sobre este tema en concreto, se recomienda remitirse al captulo VI deDimensiones dela conciencia histrica, el cual se titula Naciones e imperios (Aron, 1983: 181-272).

    4 Segn Baverez, el pensamiento de Raymond Aron descansa sobre tres pilares: una filosofadel hombre en la historia, una definicin liberal de la libertad, [y] su apuesta a favor dela razn (Baverez, 2005: 46).

    5 Sobre este tema remitirse, entre otros, al libroHistoria del siglo XX(Hobsbawm, 1995).

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    6 Llama la atencin que la produccin de artculos y ensayos de este perodo fuera con-siderada por el propio Aron como detestable, debido a que de acuerdo con su propioanlisis, para entonces l todava no saba observar la realidad poltica ni tampoco saba

    distinguir de una manera radical lo deseable y lo posible (Galvn Daz, 1986: 162-163).7 De acuerdo con Galvn Daz, Raymond Aron fue el primero en llevar a Weber a Francia.No obstante, tambin que comenta que a los miembros de la Escuela de Frankfurt no losconoci en Alemania, sino despus de 1933 en Pars (Galvn Daz, 1986: 163-164).

    8 Panebianco explica que Aron adquiri cierta fama de editorialista de 1947 a 1977 enLe Figaro y despus enLExpress (Panebianco, 2006: 26).

    9 La traduccin del ingls es ma. Segn el planteo de Hassner, la confesin de su ignoranciase ajustaba tanto a la conclusin de suIntroduccin a la filosofa de la historia como ala conciencia histrica de nuestro tiempo (Hassner, 1985: 36).

    10 La pretensin bsica de esta ltima aseveracin era mostrar que los procesos histricosno podan ser entendidos a travs de respuestas fabricadas de antemano: para actuar sobrela historia primero haba que comprenderla y para comprenderla, era necesario comenzarpor leerla a travs de una determinada clave conceptual que en el pensamiento aronianoacab siendo construida en torno a dos antagonismos fundamentales: la democracia y eltotalitarismo; la nacin y el imperio (Baverez, 2005: 41-42).

    11 Esta homogenizacin del presente tambin tuvo sus detractores, rechazo que alcanz sumxima expresin en el romanticismo alemn.

    12 Segn Augusto Comte, todo avance del conocimiento dependa de la postulacin de

    leyes generales, resultantes de la observacin directa de los fenmenos, precepto quefue rpidamente acogido por los historiadores (Appleby, 1998: 72; Putnam, 1988: 186).

    13 Una de las consecuencias ms palpables de este devenir fue precisamente la emancipacinde la historia de la filosofa (Appleby, 1998: 79).

    14 Es necesario indicar que en toda la obra de Aron, los nombres de algunos pensadoresclsicos sern constantes. As, surge el nombre de Auguste Comte, del cual Aron rechazala filosofa de la historia (la ley de los tres estadios) pero del cual recupera la pioneradescripcin de la sociedad industrial y la idea de que con el industrialismo se ha producido

    una radical fractura en la historia de las sociedades humanas. Surge el nombre de KarlMarx, del cual Aron, inflexible adversario del marxismo, reconoce sin embargo la genialidady tambin la perdurable utilidad de su pensamiento, de ciertas intuiciones sobre el fun-cionamiento de la sociedad capitalista. Y finalmente, surge tambin el nombre de Weber.Con el pensamiento de Weber, Aron dialogar toda la vida, pero es errnea la interpretaci6nque se hace de Aron al definirlo simplemente como un socilogo weberiano, un epgonode aqul. De Weber, Aron adopta algunos aspectos de su metodologa, pero no encuentrasatisfactorias todas las soluciones indicadas por el socilogo alemn: no comparte, porejemplo, la conexin que Weber estipula entre explicacin comprensiva y explicacin

    causal. Sobre todo critica enrgicamente la clara distincin de Weber entre los hechos ylos valores, y no est dispuesto a seguirlo sobre la direccin, radicalmente anti-iluminista,de la negacin de la existencia de un fundamento racional de las decisiones polticas(Panebianco, 2006: 27-28).

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    15 Incluso si se delimitara el alcance del pensamiento aroniano a sus contribuciones en materiade las ciencias polticas (que fue el campo que lo convirti en un autor mundialmente reco-nocido), los resultados de ese proceso seran parciales. Ello se debe, primordialmente, a

    que el corpus de sus investigaciones es extremadamente complejo y extenso como paraadmitir ser categorizado o condensado en pocas palabras, pues sus escritos se distinguieronpor abarcar un amplio rango de disciplinas y profesiones, incluyendo la historia, la filosofa,la sociologa y la economa a travs de la apelacin a variadas audiencias que, aparte deestar inscritas en contextos diferentes, tambin respondan a sistemas tericos ubicadosen diversos niveles de anlisis (Kolodziej, 1985: 6).

    16 Es de anotar que, en relacin con este texto, Aron asegur aos despus que para lIntroduccin a la filosofa de la historia slo haba significado un captulo, el ms formal,de la teora del conocimiento histrico (Aron, 1983: 9).

    17 De acuerdo con Aron, la diferencia de este libro frente aIntroduccin a la filosofa de lahistoria es que este ltimo expresaba una intencin propiamente epistemolgica (Aron,1983: 9).

    18 Frente a esta cuestin Aron expona lo siguiente: debemos colocarnos en el lugar del otro,establecer lo que saba, concebir lo que ha querido. Si adjudicamos un acto a una persona,se trata de todo un saber y de toda una jerarqua de valores que estamos en el derecho dereconstruir. Es una tarea imposible, exterior a la ciencia? De ningn modo: en realidad,desde que se trata de hombres o periodos alejados no tenemos otro recurso. La comprensinhistrica aumenta, apunta no tanto a captar individuos como a abarcar una concepcin

    del mundo (Aron, 1984: 144).19 En textos posteriores Aron revis esta postura de su juventud, segn la cual para acceder

    al conocimiento del pasado se requera empezar por el conocimiento de uno mismo,luego por el conocimiento del otro, y finalmente por el anlisis del "espritu objetivo o lamentalidad objetiva" que era la que permita realmente "comprender al otro" (Aron, 1995:38;Aron, 1984: 65).

    20 La nocin de contingencia era definida por Aron como el surgimiento, en un momentodel tiempo, en un punto del espacio, de algo que no era consecuencia necesaria por ley

    (Aron, 1983: 73).21 Tngase en cuenta, de todas formas, que dos de esos tres idiomas tambin tenan palabrasque permitan hacer la distincin entre la disciplina y el relato del cual ella iba anutrirse en ingls, se hallaba el vocablo Story y en alemn el nombreHistorie (Aron,1983: 13).

    22 Este autor comenta que en Francia se poda usar la palabra historiographie para nombrarla manera como se escriba la historia pero su diferencia con el acto cognoscitivo como talno era tan clara: a veces se utiliza tanto para designar el fenmeno subjetivo del conocimientohistrico como el fenmeno que se supone objetivo u objetivado (Aron, 2005: 36).

    23 Es de anotar, sin embargo, que para Aron no todo conocimiento retrospectivo era historia(Aron, 1984: 108).

    24 Aron entiende por relato la descripcin de una sociedad o la organizacin de una sociedad(Aron, 1983: 38).

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    25 Cabe advertir que las palabras contenidas en estos signos de puntuacin [] no pertenecenal texto original; de hecho, se utilizan para mantener la coherencia gramatical del texto.Este mismo sistema narrativo se emplear a lo largo de todo el escrito, a menos de que

    se especifique lo contrario.26 La conciencia histrica, en sentido estricto y fuerte de la expresin, comportaba paraAron tres elementos especficos: la conciencia de una dialctica entre tradicin y libertad(lo que los filsofos llaman historicidad), el esfuerzo por captar la realidad o la verdad delpasado y el sentimiento de que la sucesin de las organizaciones sociales y de las creacioneshumanas a travs de los tiempos no es cualquiera ni indiferente, sino que concierne alhombre en lo que ste tiene de esencial (Aron, 1983: 103). Asimismo, es pertinente mencionarque para Aron la conciencia histrica era tambin conciencia poltica.

    27 En lo tocante a la dimensin dialctica de la historia, Nicols Baverez comenta lo siguiente:

    para Aron, la historia era una dialctica que enfrentaba en un orden siempre aleatorioy recompuesto, la accin humana y la necesidad, el drama y el proceso histrico. Por unlado, la dinmica de la sociedad industrial y del mercado, de la democracia y de la igualdad;por otro, la accin de los hroes, ya sean hombres de accin o de pensamiento (Baverez,2005: 34). Este precepto estaba fundamentado, como el propio Aron lo admita, en lastesis acuadas por Nietzsche en sus Consideraciones inactuales. Si se quiere profundizaren la concepcin nietzscheana de la historia se recomienda ver, entre otros, Surez Mayorga(2000).

    28 Cabe insistir en que estos planteamientos fueron tomados por Aron de los filsofos neokantianos

    (aunque en especial, de Dilthey, Rickert, Simmel y Max Weber). La comparacin de lahistoria con la fsica facult a Aron para adentrarse en la distincin entre ciencia y filosofade la historia; a grandes rasgos, lo que l asevera al respecto es que, pese a que siemprehaba una cierta especie de filosofa presente en todas las interpretaciones histricas, loque caracterizaba a la segunda era que los filsofos se abocaban explcitamente a desentraartodos los elementos propios de esa filosofa con el fin de sistematizarlos y construir unainterpretacin del pasado entero con base en la idea de verdad. Los historiadores, encontrapartida, no tenan por misin concentrarse en fijar la verdad de la evolucin humana

    sino simplemente en precisar la realidad del devenir (Aron, 1983: 23-24).29 Para Aron, toda reconstruccin del pasado era, por consiguiente, una seleccin.30 En relacin con este punto, Aron estaba claramente en oposicin al Plan de la Naturaleza

    descrito por Kant. En sus palabras: la historia es libre porque no est escrita de antemanoni determinada como una naturaleza o una fatalidad; es imprevisible, as como lo esel hombre para s mismo (Aron, 1984: 84).

    31 Para este autor, las obras contenan tambin el testimonio de las ideas y los sentimientosde quienes las haban creado (Aron, 1983: 59).

    32 En la terminologa aroniana: el conocimiento histrico no consiste en relatar lo que ha

    ocurrido segn los documentos escritos que se han conservado por accidente para nosotros,sino, sabiendo lo que queremos descubrir y cules son los principales aspectos de todacolectividad. Luego de esto debemos ponernos en busca de los documentos que nosabrirn el acceso al pasado (Aron, 1983: 113).

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    33 Para Aron, el historiador era un estudioso ubicado en un momento determinado deltiempo que, por su propia naturaleza, siempre se esforzaba por situarse en el devenir.

    34 Es ostensible que algunas de las propuestas aronianas sobre la historia estaban influenciadas

    por las tesis (ciertamente revolucionarias para la poca) que la escuela de Annales habacomenzado a elaborar en torno a la disciplina histrica desde su fundacin en 1929.Inclusive, con respecto a las fuentes utilizadas por el historiador, Aron basaba sus ideasen la argumentacin proporcionada por Lucien Febvre en su libro Combates por la Historia.En concreto, la cita que l reseaba de su compatriota era la siguiente: Sin duda la historiase hace con documentos escritos. Cuando los hay. Pero puede hacerse, debe hacerse sindocumentos escritos, si stos no existen. Con todo lo que la ingeniosidad del historiadorpueda permitirle utilizar para fabricar su miel, a falta de flores usuales. As pues, conpalabras. Con signos, paisajes y mosaicos. () En una palabra, con todo lo que, siendo

    del hombre, depende del hombre, sirve al hombre, expresa al hombre, significa la presencia,la actividad, los gustos y las maneras de ser del hombre (Aron, 1983: 120).

    35 Aron condensaba estos planteamientos finales en la frase siguiente: No pretendo, porsupuesto haber alcanzado la imparcialidad; insisto en que la va de la imparcialidad pasapor el mtodo cuyas etapas acabo de recordar para no confundirlas: relato, anlisis, inter-pretacin y crtica (Aron, 1984: 279)

    36 El programa de trabajo aroniano poda resumirse, tal como lo comenta Panebianco, entres aspectos: a) conciencia sobre los lmites del saber cientfico-social; b) nfasissobre la libertad, no obstante que no es ilimitada, de los actores histricos; y c) visin

    de la ciencia social como un humilde instrumento de servicio (Panebianco, 2006: 27).37 Frente a esta cuestin Aron expresaba que no haba presente histrico sin recuerdos

    pasado y sin presentimientos futuro (Aron, 1983: 181).38 No se puede desconocer que Aron saba que la redaccin de un texto semejante iba a

    generarle crticas significativas por parte de sus colegas, testimonio de lo cual es que alcomienzo deEl alba de la historia universal dedic unas cuantas lneas a plantear sudefensa. Segn l, su escrito no iba a ser un relato como el de Tucdides ni una sntesiscomo la de Burckhardt a propsito del Renacimiento italiano; por el contrario, iba a ser

    un ensayo limitado en su perspectiva por las limitaciones inevitables de la personalidaddel autor, marcado por la experiencia y las aspiraciones de un hombre comprometido enun pas, en una generacin, en un sistema intelectual (Aron, 1983: 274-275).

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    referencias

    Appleby, Joyce, Lynn Hunt y Margaret Jacob, 1998, La verdad sobre la historia, Espaa:

    Editorial Andrs Bello.

    Aron, Raymond, 1983 [1961], Dimensiones de la conciencia histrica, Mxico: Fondo de

    Cultura Econmica.

    Aron, Raymond, 1984 [1937],Introduccin a la filosofa de la historia. Ensayo sobre los lmites

    de la objetividad histrica. Completado con textos recientes, Buenos Aires: Ediciones

    Siglo Veinte.

    Aron, Raymond, 1995, Qu es la historia?, Revista La Gaceta 295 (Julio), pp. 36-39,

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