la diosa de ébano

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LA DIOSA DE ÉBANO

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repotaje de prostitución infantil.

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2Concurso chica Comfenalcon Verano 2005

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Diosa de Ébano en Colombia, menos mal, solo

existe una, Johana Rodríguez, y no porque a

unos cuantos se les haya ocurrido la idea sino

porque su belleza afro descendiente así lo merece.

“He sido bella desde que nací” Johana fue hija única hasta los 6 años. Con el nacimiento de Alison, su hermana menor, todo cambió ya no era la niña de los ojos de papá “El amor se lo brindaban a Alison y a mi me llenaba de cosas materiales” La vida de Johana es como un juego de parqués: varios participan-tes en donde lo único que interesa es ganar al precio que sea, con la ayuda de un mecanismo que, aunque simple, es el que decide por la vida útil de cada uno de sus jugadores, los dados.

PAR DE UNO. Johana necesita el amor que le negó su padre.

A los 9 años Johana vivía en Jamundí, y tenía una prima de 14 años que vivía en Robles (corregimiento de Jamundí, el

cual esta compuesto únicamente por dos calles). La mayoría de su familia vivía allá y a Johana la dejaban ir a visitarla. En esa época, Johana pese a su edad estaba muy desarrollada y parecía una mujer mayor de edad. Cuando llegaba al ‘pue-blo’ la gente decía que nunca antes habían visto una niña

tan bonita, y cuando se daban cuenta que era la hija de Sara la dejaban de molestar porque era tan solo una pequeña a la

cual no habían visto crecer.

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En el pueblo Johana se la pasaba con una prima, y había un mucha-cho que se llamaba Milton a quien no le importó que ella tuviera 9 y el 21, pues a esa edad cualquier cosa era cariño. Ese fue el primer novio de Johana, el primer acercamiento a lo que significaba ser grande o

aparentar ser grande, pues esta diosa de Ébano en su afán de parecer mayor se ponía tacones medio altos para subir su estatura, y papel

higiénico para rellenar lo que la naturaleza nunca habría de concederle –senos-. Tiempo después el noviazgo se acabaría cuando a la diosa se

la llevaran a vivir a Cali.

PAR DE TRES. El adversario se da cuenta de tus errores y te mata.

En Cali, Johana tenía una pri-ma que vivía cerca de su casa y cuando la iba a visitar tenía que

pasar por un callejón donde habían muchachos fumando

marihuana “El olor a marihuana cómo que me gustaba cómo que no me gustaba, y me agarraba a pasar mucho, y era más chévere,

ufff uno como que se emboba-ba”.

via conjunta al callejon donde la diosa de Ébano se “embombaba”

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PAR DE TRES. El adversario se da cuenta de tus errores y te mata.

A la prima de Johana le gustaba uno de los viciosos y la mandaba a llevar razones, pero a él le gustaba Johana y terminaron de novios, y la prima le tocó que resignarse con un amigo de él. Empezó todo clandestino. “Yo empecé con la morronguera y a dármelas de grandeci-ta, y un 7 de diciembre nos fuimos los cuatro para un parque muy oscuro que se llamaba

Santa Bárbara, y allá nos dábamos unos besos todos apasionados y andábamos cogidos de la

mano”.

Ese día mientras Johana la pasaba bien su ma-dre se encontraba angustiada buscándola. Cuando la diosa llegó se dio cuenta que había movido una ficha mal y tenía que tratar de mejorar la jugada siguiente si no quería per-der antes de haber avanzado suficiente. En el televisor de su casa estaban presentando la película Titanic, en ese momento ya el barco se estaba partiendo. Cuando llegó su madre Sara, le pregunto:

- “¿A que horas llegaste?” Y Johana que no solo era diosa sino también mentirosa, le contesto.

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via conjunta al callejon donde la diosa de Ébano se “embombaba”

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-“Ufff hace rato”.- “¡¿Por donde iba Titanic?!” Le pregunto Sara-“No, todavía estaban hablando ahí las cosas normales” contesto Johana-“¡Pajuda, si yo salí a buscarte y ellos ya estaban allí haciendo el amor!” Le dijo Sara.Ese día le dieron “rejo ventia’o”.

No solo a Johana le fue mal por esos días. A Sara le tocaba aguantar los maltratos del papá de Johana todo el tiempo, hasta que

un día se divorciaron por una hamburguesa. La noche estaba tranquila, todo guardaba

normalidad hasta que tocaron la puerta. Era el padre de la diosa que había traído ham-

burguesas para sus hijas y un perro para su esposa. Entre risas las dos niñas se comieron las hamburguesas y entre llanto la madre de

Sara decía que se iba a divorciar porque era la ultima vez que ese hombre le ponía una sola mano encima, todo porque Sara estaba llena

y no quería comer.

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En la entrada de Jamundí se percibía una nueva vida, una nueva historia que debería traer beneficios y alegría para to-dos. Llega Johana en el 2002 con su madre y su hermana car-gada de ilusiones y desprovista de malos pensamientos. Su madre empezaría a trabajar en la discoteca de un hermano, y a Johana le quedaría mucho tiempo libre para conocer su nuevo barrio. A los dos días de haber llegado se iniciaron las

festividades de un barrio vecino, Las ferias del Rosario. La diosa de Ébano hizo su arribo a las ferias a las 3 de la maña-na, después de haber estado en una fiesta casera. Entró y la música se detuvo virtualmente, pues ni ella misma sabía de

la belleza que poseía. “Allá estaba Felipe, John, Diego, todo el combo de Sachamate, y cuando me vieron todo el mundo se

desnuco, el desnuque… ¡huy no llegó Johana!, y al momentico me mandaron saludos por aquí por más allá y bueno…”

OCHO. Empieza el ego hacer de las suyas.

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Johana tenía 12 años, y estaba “En su punto” por lo cual después de haber analizado las propuestas se quedo con Diego que pasaría a ser

un novio de verdad; con el que se hacen cosas de grandes, y se experi-mentan nuevas emociones, más allá de un beso apasionado, con Diego

Johana tendría su primera relación sexual y se le abriría el “Apetito”. Aunque a partir de aquí vendrían emociones tan cargadas que dañan el

pensamiento más puro y el corazón más noble.

En una ocasión Johana iba a salir con su novio y se lo quería pre-sentar a una prima, la llamó y le dijo que asistieran. La fiesta es-

taba apenas iniciando y las luces de neón casi no dejaban ver los rostros de la gente.

Diego, el novio de la diosa no había llegado, pero cuando lo hizo para sorpresa de todos, “Mira llegó mi novio, y empezó el show porque Diego también era el novio de mi

prima, y ella se sentía como la mu-jer más engañada y traicionada del mundo- Johana aunque siguió con él no lo podía perdonar “A mi me la hacen una vez y yo la cobro tres

veces”.

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PAR DE CINCO. Sale a flote otra personalidad.

Johana se dio cuenta que después de haber estado con Diego se había puesto más bonita. La presión de la

sociedad la agobiaba, los comentarios de su belleza le llenaban el ego de

una manera exorbitante, ser negra, era sinónimo de calentura y sabor, y

para colmo de males ella poseía todo lo anterior. Cerca de cumplir sus trece años la diosa de Ébano, era una belle-za ambulante y en muchos aspectos de su vida ingenua. Johana tenía ten-dencias a dejarse deslumbrar por la

ropa de marca y los carros último mo-delo.

En una de sus salidas pasó por un parque donde estaba situado un “carrazo” muy lujo-so, con un señor que la llamó y le preguntó su teléfono, ella sin ningu-na malicia se lo dio.

Al cabo de uso días el la empezó a llamar para que salieran y ella por

montarse en un carro bonito accedía. En una de tantas invitaciones él le dijo

que fueran a dar una ‘vueltica’ sola-mente a Villa Gorgona, tres horas de distancia, la diosa se fue sin permiso

de nadie y se divirtió al máximo. Llegó la noche “Yo pensaba, en mi inocencia,

que íbamos a dormir y no. Esa noche en lugar de dormir me tocó que hacer y deshacer, el me obligó y yo no puse re-sistencia porque el tenía escoltas y un

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arma en el cinturón” Después de la tormen-

ta no llegó la calma. A la diosa la dejaron en la entrada de Jamundí en medio de la carretera, muy lejos de su casa.

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Mientras tanto su fami-lia no había podido dor-mir, igual que ella, pero

buscándola.

PAR DE SEIS. El que algo quiere algo le

cuesta.

Johana siguió con esa vida desenfrenada has-ta que conoció el me-dió por el cual podía explotar su belleza al

máximo, y disfrutar de muchos ‘beneficios’, el modelaje. En el 2004 se

ganó el reinado de la mejor cola en Jamundí, y ganó un concurso en Cali, Chica Comfenalco

Verano 2005. En ese concurso, la diosa de

Ébano conoció infinidad de personas que serian cruciales de ahí en ade-

lante.

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Se inscribió en ese mismo año en modelaje y ya no era la niña de barrio que la visitaban los amiguitos en bicicleta, “los simpáticos y los no simpáti-cos”. No, ya la diosa Johana quería subir su “Nivel”, quería ropa de marca y andar en carros lujosos, “Era la época del colegio, y la que no vistiera bien ni

llegará en una carro último modelo al colegio estaba tostada”.

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El modelaje la atrapó en unas corrien-tes peligrosas. La diosa de Ébano que vivía en Jamundí, tenía la oportunidad

de compartir pasarela con Adriana Riascos, La Señorita Valle, y Belki Ari-zala. “El modelaje es de mejores posto-res y de patrocinadores. Yo conocí a mi patrocinador cuando fui a Comfenalco, y me acostaba con el porque ese era el negocio, el me fogueaba y yo lo hacía

feliz en la cama” A Johana, la niña mu-jer que se convirtió en una belleza am-bulante, modelo de vestidos de baño,

modelo de la desnudez, no le hacía falta nada, “No solo el patrocinador te saca a conocer muchos lugares sino que también es tu patrocinador novio que

te da lo que pidas y de lo que te antojes, para donde mires pa’ ya te compra”.

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De aventura en aventura, un día decidió que iba a viajar a Venezuela a visi-tar a unos familiares. Pero como el destino te alcanza donde sea, Johana

conoció una amiga que era igual de arriesgada, y con ansias de tener plata fácil. Se pusieron de acuerdo y se fueron para una casa de citas en don-de se acostaban con muchos hombres. Allí, en la habitación a media luz

aguardaba esa belleza exuberante ser tomada por cualquiera que pagara bien, porque su belleza merecía mucha plata. “Llegaban uno tras otro. Un día, cuando salí de trabajar, el taxista que me llevaba, llegando a mi casa me puso una pistola en la frente y me quitó un millón de bolívares, todo lo que

había sudado teniendo relaciones hasta el otro día”.

Cuando la diosa de Ébano volvió a Colombia consiguió un patrocinador que la manejaba a ella, junto con una amiga que le decían la

“Diabla”. “Éramos las re-prepagos de Cali, porque en Jamundí no había buenos postores,

y además no podíamos dar papaya pa’ que hablaran de nosotras”.

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PAR DE CUATRO. Todo se salió de control.

A los 17 años, la diosa de Ébano no había vivido lo que una niña de su edad vive. Y decidió aumentar el “Voltaje” In-cursionar en las “Grandes ligas”. A probar perico y a ahogarse en alcohol “El perico no me dejaba sentir que estaba

borracha” En ese momento la diosa de Ébano ya no sabía que estaba haciendo con su vida. “En el tiempo de hacer y deshacer me ocurrieron muchas cosas y caí en depresión. Yo me preguntaba por qué era así, por qué hacía sufrir a la gen-te. Me acuerdo que en muchas ocasiones me encantaba llegar a las fiestas para que la gente se preocupara, para que las niñas empezaran a cuidar a sus novios. Yo le decía a mis amigos camina pa’ allá, pa’ que la gente se preocupe.” La diosa de Ébano quería dejar su pasado atrás, quería dejar esa vida desordenada, y empezó ha alejarse pero la droga y el al-cohol eran una necesitad hasta para dormir. “Cuando ya no quería depender más de los hombres se me acabo la plata,

y no tenía para comprar droga, entonces me tocaba tomar hasta emborracharme para compensar la adicción”. En ese momento la diosa de Ébano era vulnerable a cualquier ataque o acusación. Su madre empezó a reprocharle su comportamiento y a decirle que no tomara tanto “No te asares mamá, todo está bien”. Pero las cosas no estaban

tan bien y en ese momento lo único que quería era acabar con su vida. En una de sus tantas salidas nocturnas Johana llegó a su casa muy borracha; se cambió y tomó un carro para ir a la universidad hacer un parcial. “Cuando iba pasan-do por el puente de la Uribe, lo único que llegaba a mi mente era que no quería seguir con esta vida, que no quería vivir

más, y me provocaba bajarme del bus y tirarme, pero había mucha gente y no” La diosa de Ébano para ese entonces ya había caído en una depresión profunda y al llegar a la universidad “Decidí, en efecto, que no quería seguir viviendo.

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PAR DE CUATRO. Todo se salió de control.

A los 17 años, la diosa de Ébano no había vivido lo que una niña de su edad vive. Y decidió aumentar el “Voltaje” In-cursionar en las “Grandes ligas”. A probar perico y a ahogarse en alcohol “El perico no me dejaba sentir que estaba

borracha” En ese momento la diosa de Ébano ya no sabía que estaba haciendo con su vida. “En el tiempo de hacer y deshacer me ocurrieron muchas cosas y caí en depresión. Yo me preguntaba por qué era así, por qué hacía sufrir a la gen-te. Me acuerdo que en muchas ocasiones me encantaba llegar a las fiestas para que la gente se preocupara, para que las niñas empezaran a cuidar a sus novios. Yo le decía a mis amigos camina pa’ allá, pa’ que la gente se preocupe.” La diosa de Ébano quería dejar su pasado atrás, quería dejar esa vida desordenada, y empezó ha alejarse pero la droga y el al-cohol eran una necesitad hasta para dormir. “Cuando ya no quería depender más de los hombres se me acabo la plata,

y no tenía para comprar droga, entonces me tocaba tomar hasta emborracharme para compensar la adicción”. En ese momento la diosa de Ébano era vulnerable a cualquier ataque o acusación. Su madre empezó a reprocharle su comportamiento y a decirle que no tomara tanto “No te asares mamá, todo está bien”. Pero las cosas no estaban

tan bien y en ese momento lo único que quería era acabar con su vida. En una de sus tantas salidas nocturnas Johana llegó a su casa muy borracha; se cambió y tomó un carro para ir a la universidad hacer un parcial. “Cuando iba pasan-do por el puente de la Uribe, lo único que llegaba a mi mente era que no quería seguir con esta vida, que no quería vivir

más, y me provocaba bajarme del bus y tirarme, pero había mucha gente y no” La diosa de Ébano para ese entonces ya había caído en una depresión profunda y al llegar a la universidad “Decidí, en efecto, que no quería seguir viviendo.

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Entré a la enfermería y me tomé un vaso lleno de alcohol con muchísi-mas pastillas de toda clase. El enfermero cuando entró y vio el alcohol tirado me intento meter los dedos para que devolviera. Yo le mordía los dedos para que no me hiciera trasbocar, y me ponía la mano en la boca para que mi cuerpo no rechazara el veneno” La diosa no podía

seguir ocultando sus problemas, y esa tarde fue remitida a un centro siquiátrico, al cual acudió su madre y se hizo responsable por lo que

le pudiera suceder de allí en adelante. La orden del medico era estric-ta, había que mantenerla sedada de ocho de la mañana a ocho de la

noche y de ocho de la noche a ocho de la mañana, y así suce-sivamente. Este sistema duro por mucho tiempo hasta que

un día Sara, la madre de la diosa, decidió no darle las pastas,

por recomendación de una hermana. “Ese día mis impulsos me traicionaron. Cogió unas tijeras

y empecé a dañar toda la ropa que me habían dado los hombres, todos lo bol-

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sos y los zapatos. Me enterré las tijeras en la mano, sin querer, me hacía daño” En la vida de la diosa ya nada tenía sentido. En su ros-tro se veía la tristeza al recordar que días antes le habían pregun-tado a su hermanita Alison que

quería ser cuando grande. “Respondió que quería ser como yo, que quería ser como su hermana; la más bonita del barrio, la más

pretendida de todas” La apariencia era clave en la vida de la diosa de ébano, por eso su hermanita no sabía de donde salía la pla-

ta, de donde salía el dinero para pagarle el colegio privado. En el corazón de Johana había un vacío que nadie había podido llenar, un vacío que ella sabía que solo lo podía llenar una persona. Su madre lloraba junto con ella, pues no sabía que hacer ni a quién pedirle ayuda, pero Johana tenía esa respuesta en su corazón.

“Me acorde de Dios y supe que el era el único que podía restaurar mi vida. A las 18 años conocí de Jesús, y le confesé que siempre había tenido muchas relaciones, que me creía una rompe corazo-nes y que allí estaba delante de el para que el hiciera de mi lo que quisiera, para que restaurara mi vida poco a poco. Ahora soy una mujer llena del Espíritu Santo”.

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PAR DE SIETE. Después de la tormenta, tarde que temprano, siempre llega la calma.

“Siempre fui la más bonita, la mejor, la más caliente, pero…

La gente nunca se preguntó que había detrás de tanta

belleza, que me tocaba hacer para mantener el nivel. La

gente decía tan bonita Joha-na, pero, detrás de mi, la gen-

te nunca se imagina”.

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