La economía keynesiana - UAHfunción de consumo es una recta con la misma pendiente sea cual sea la...

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La economía keynesiana En los años treinta, los países desarrollados estaban sufriendo una terrible crisis económica, "La Gran Depresión". Muchos economistas reconocían que su ciencia estaba fracasando en explicar el fenómeno del desempleo y de las continuas crisis económicas. Entonces, en 1936 Keynes publica su libro "The General Theory of Employment, Interest and Money" (Teoría General sobre el Empleo, el Interés y el Dinero). La idea básica era que una demanda agregada insuficiente era la causa del desempleo. Esa era una idea nueva y que contradecía las opiniones oficiales. Diego Rivera: Industria en Detroit (fragmento). 1933. La ciencia económica oficial estaba entonces basada en el concepto de equilibrio entre la oferta y la demanda. La nueva propuesta de Keynes se basaba en otro equilibrio, en el equilibrio entre ingresos y gastos, entre renta y demanda agregada. Llamamos producción potencial al total de los bienes y servicios que una economía en situación de pleno empleo es capaz de producir. La producción potencial depende exclusivamente de los factores productivos, capital y trabajadores, y de los conocimientos tecnológicos de que se disponga. Se considera que la producción potencial se consigue mediante un uso normal de esos factores productivos; puede haber temporalmente una utilización a un ritmo más fuerte mediante la que se consiga una producción algo superior a la potencial y puede que haya situaciones de desempleo de los factores en las que la producción del país será inferior a la potencial. La producción real es la que efectivamente se produce y se vende. Coincide por tanto con la renta total que perciben los productores. Pero la producción real depende de la demanda agregada y no de la producción potencial. Si se está produciendo más de lo que la demanda del mercado puede absorber, habrá en las empresas una acumulación no deseada de inventarios y la producción se contraerá. Si se está produciendo menos de lo demandado subirán previsiblemente los precios lo que alentará al aumento de la producción. Como la producción real depende de la demanda agregada, puede que coincida o no con la producción potencial. Si un exceso de demanda agregada determina una producción real por Demanda agregada Desempleo Producción potencial Producción real Acumulación no deseada de inventarios

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La economía keynesiana

En los años treinta, los países desarrollados estaban sufriendo una terrible crisis económica, "La Gran Depresión". Muchos economistas reconocían que su ciencia estaba fracasando en explicar el fenómeno del desempleo y de las continuas crisis económicas. Entonces, en 1936 Keynes publica su libro "The General Theory of Employment, Interest and Money" (Teoría General sobre el Empleo, el Interés y el Dinero). La idea básica era que

una demanda agregada insuficiente era la causa del desempleo. Esa era una idea nueva y que contradecía las opiniones oficiales.

Diego Rivera: Industria en Detroit (fragmento). 1933.

La ciencia económica oficial estaba entonces basada en el concepto de equilibrio entre la oferta y la demanda. La nueva propuesta de Keynes se basaba en otro equilibrio, en el equilibrio entre ingresos y gastos, entre renta y demanda agregada.

Llamamos producción potencial al total de los bienes y servicios que una economía en situación de pleno empleo es capaz de producir. La producción potencial depende exclusivamente de los factores productivos, capital y trabajadores, y de los conocimientos tecnológicos de que se disponga. Se considera que la producción potencial se consigue mediante un uso normal de esos factores productivos; puede haber temporalmente una utilización a un ritmo más fuerte mediante la que se consiga una producción algo superior a la potencial y puede que haya situaciones de desempleo de los factores en las que la producción del país será inferior a la potencial.

La producción real es la que efectivamente se produce y se vende. Coincide por tanto con la renta total que perciben los productores. Pero la producción real depende de la demanda agregada y no de la producción potencial. Si se está produciendo más de lo que la demanda del mercado puede absorber, habrá en las empresas una acumulación no deseada de inventarios y la producción se contraerá. Si se está produciendo menos de lo demandado subirán previsiblemente los precios lo que alentará al aumento de la producción.

Como la producción real depende de la demanda agregada, puede que coincida o no con la producción potencial. Si un exceso de demanda agregada determina una producción real por

Demanda agregada Desempleo Producción potencial Producción real Acumulación no deseada de inventarios

encima de la potencial, el necesario mayor ritmo en la utilización de los factores productivos provocará tensiones inflacionistas. Por el contrario, si la producción que es capaz de absorber la demanda agregada es inferior a la producción potencial, habrá una infrautilización de los factores productivos, es decir, paro o desempleo.

En consecuencia, siguiendo con el modelo keynesiano, la demanda agregada es la variable que determinará la situación de inflación o paro de la economía. Estudiemos pues la forma y la posición de la función de demanda agregada.

La Demanda de Consumo Empezaremos analizando una economía muy sencilla, sin gobierno ni sector exterior que serán introducidos más adelante. En una economía tan simple no hay impuestos, ni subvenciones, ni exportaciones, ni transferencias, ni ninguna magnitud que distorsione la identidad entre producción real, gasto y renta. Representaremos estas magnitudes indistintamente mediante una Y.

La demanda agregada, D, tiene sólo dos componentes, la demanda para consumo de las familias, C, y la demanda para inversión de las empresas, I.

Las familias destinan una parte de sus rentas Y al consumo C y el resto al ahorro S.

La demanda de consumo depende del volumen de la renta. Cuando las rentas son muy bajas existe cierta demanda de consumo, lo que se llama "consumo autónomo" ya que incluso el que no tiene nada tiene que consumir algo para sobrevivir. A partir de ahí, cuanto mayor sea la renta, mayor será el consumo; la función de consumo es creciente con la renta. Pero también crecerá el ahorro; cuanto más rica sea una sociedad, mayor proporción de sus rentas podrá destinar al ahorro. Es de esperar que las familias de rentas altas ahorren una proporción mayor de su renta mientras que las familias que obtienen una renta baja necesitan consumir aun más de lo que ganan.

El porcentaje que representa el consumo sobre el total de la renta se hace cada vez menor cuando ésta aumenta. Llamaremos propensión media al consumo a ese porcentaje; la

Consumo autónomo Demanda agregada Función de consumo Propensión marginal al ahorro Propensión marginal al consumo Propensión media al consumo

propensión media al consumo es decreciente. En cambio, llamaremos propensión marginal al consumo (pmc) al aumento que se produce en el consumo cuando la renta aumenta en una unidad. Keynes pensaba que la propensión marginal al consumo es constante, es decir, cuando los individuos conseguimos un aumento de nuestras rentas, destinamos siempre la misma proporción de ese aumento al consumo. Eso implica que la representación gráfica de la función de consumo es una recta con la misma pendiente sea cual sea la renta. Si la pmc es alta, la función de consumo está muy ajustada a la bisectriz, mientras que cuando la pmc es menor, la línea del consumo resulta más horizontal.

La propensión marginal al ahorro (pms) es el aumento en el ahorro cuando la renta aumenta en una unidad. Lógicamente, como cualquier aumento en la renta se destina al consumo o al ahorro, la suma de ambas propensiones es igual a la unidad:

Esta tabla ilustra con un ejemplo la forma de estimar las propensiones media y marginal al consumo a partir de los datos de renta y consumo. Obsérvese que al aumentar la renta, la propensión media al consumo es decreciente pero la propensión marginal al consumo permanece constante. RENTA CONSUMO media pmc Y Y C C % C / Y C/ Y 500 600 600/500 : 120% 1000 500 1000 400 1000/1000 : 100% 400/500 = 0,8 1500 500 1400 400 1400/1500 : 93% 400/500 = 0,8 2000 500 1800 400 1800/2000 : 90% 400/500 = 0,8 3000 1000 2600 800 2600/3000 : 86% 800/1000 = 0,8 3795 795 3236 636 3236/3795 : 85% 636/795 = 0,8

Equilibrio y fiscalidad

La demanda de inversión y el multiplicador keynesiano El segundo componente de la demanda agregada es la demanda de inversión. Las decisiones de inversión las toman los empresarios en función de sus proyectos, del estado de la tecnología y, sobre todo, en función de sus expectativas, es decir, de sus previsiones sobre el porvenir de los negocios y de la situación económica. La

Expectativas empresariales Producción real Efecto multiplicador Propensión marginal al consumo Paradoja de la frugalidad

demanda de inversión puede considerarse por tanto una cantidad fija, independiente del volumen de renta que se genere en el país.

El punto en el que la demanda agregada corta a la bisectriz es, lógicamente, el punto en el que la renta se iguala a la demanda agregada y determina por tanto el volumen de producción real, Yr, que se generará en el país. No hay nada que indique si esa producción real coincide o no con la producción potencial.

El aumento en la cantidad de inversión provocará el aumento de la producción real. Es más, un incremento en las decisiones de invertir de los empresarios tendrá un efecto multiplicador sobre la economía ya que permitirá un aumento de las rentas de los factores de la industria de bienes de inversión; parte de este aumento se destinará a consumo lo que provocará aumentos en cascada en las rentas de otros factores. Para determinar la cuantía de ese efecto multiplicador veremos un ejemplo sencillo.

Cada aumento en la demanda provoca un aumento igual de la producción y la renta. Parte del aumento en las rentas provocará un nuevo aumento de la demanda en la proporción determinada por la propensión marginal al consumo. Los sucesivos aumentos formarán una progresión geométrica

en la que el primer término es el aumento de la inversión decidido por los empresarios y la razón es la PMaC. El efecto total, la suma de los miembros de esa progresión, es igual al producto del primer miembro, la inversión inicial, por el inverso de uno menos la razón. Este número, el inverso de la propensión marginal al ahorro recibe el nombre de multiplicador.

En una economía simple como la que estamos analizando, sin gobierno ni sector exterior, para que la demanda y la oferta agregadas coincidan es necesario que la inversión complemente la parte de la renta no consumida, es decir, que la inversión y el ahorro sean iguales. Pero no hay ningún mecanismo que garantice que esto pueda suceder. Las decisiones de ahorrar las toman las familias y dependen, como hemos visto, de su nivel de renta y de la

PMaC. Por tanto no hay ninguna razón por la que la cantidad de dinero ahorrado y la cantidad de dinero invertido deban ser iguales: Ambas están determinadas por decisiones tomadas por diferentes personas con diferentes criterios. Si las familias deciden aumentar el volumen de los fondos que mantienen ahorrados, reducirán su consumo, por lo que teniendo en cuenta el efecto multiplicador, las rentas se contraerán en una cuantía muy superior. Este es el

Ver en este mismo CD-ROM o sitio web: Machlup, Fritz: El análisis del tiempo y la teoría del multiplicador

fenómeno llamado la paradoja de la frugalidad: la frugalidad puede provocar disminución del ahorro.

Esta tabla muestra un ejemplo supuesto del EFECTO MULTIPLICADOR

1ª Fase Los empresarios deciden aumentar su demanda de máquinas-herramienta en 100 millones de €

Las rentas de los productores de máquinas-herramienta aumentan en 100 millones de €

2ª Fase Los productores de máquinas-herramienta deciden aumentar su consumo de electrodomésticos en 80 M €

Las rentas de los productores de electrodomésticos aumentan en 80 M €

3ª Fase Los productores de electrodomésticos deciden aumentar su consumo de textiles en 64 M €

Las rentas de los productores de textiles aumentan en 64 M €

4ª Fase Los productores de textiles aumentan su consumo de alimentos en 51,2 M €

Las rentas de los productores de alimentos aumentan en 51,2 M €

. . . . . . . . .

Cada nuevo aumento en el consumo es igual al anterior multiplicado por 0,8, la pmc.

El aumento total en la renta real será la suma de la serie de arriba:

100 + 80 + 64 + 51,2 ...

El resultado es 500 M €

ESTAS FUERON SUS PALABRAS

Cuanto más rica sea la comunidad, más amplia tenderá a ser la brecha entre sus producciones real y potencial y, consiguientemente, más obvios y escandalosos los defectos del sistema económico. Una comunidad pobre estará dispuesta a consumir la mayor parte del total de su producción, de tal modo que será necesario un volumen muy modesto de inversión para alcanzar el pleno empleo; mientras que una comunidad rica tendrá que descubrir muchas más amplias oportunidades de inversión para que las propensiones a ahorrar de sus miembros más ricos sean compatibles con el empleo de sus miembros más pobres.

(John M. Keynes, Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, 1936)

El multiplicador del gasto público

Continuando con el estudio del modelo y las propuestas keynesianos, vamos a analizar ahora el efecto del consumo público, de los gastos y los ingresos del estado, sobre la demanda agregada.

No hay ningún mecanismo automático que haga que la renta de equilibrio coincida con la producción de pleno empleo. La renta de equilibrio -en otras palabras, el valor de los bienes y servicios que el sistema tiende a producir- está determinada por la demanda agregada. Si ésta estuviese formada exclusivamente por el consumo privado y la inversión de los empresarios, sería mucha casualidad que coincidiesen producción real y producción de pleno empleo; los deseos de ahorro de las familias y las expectativas de los empresarios no tienen por que conjuntarse en la proporción y cuantía exacta requeridas. Es más, si en algún momento coincidiesen, el resultado sería muy inestable ya que las expectativas de los empresarios cambian continuamente, cíclicamente.

Renta de equilibrio Producción de pleno empleo Equilibrio con pleno empleo Depresión estable Política fiscal Multiplicador fiscal Multiplicador de Haavelmo

Los puentes y otras obras públicas, los hospitales o los cañones, son gastos del estado que también forman parte de la demanda agregada.

Los economistas neoclásicos consideraban que el sistema económico mostraba una tendencia natural hacia un equilibrio con pleno empleo. Contrariamente a esas previsiones, la Gran Depresión de los años treinta puso en evidencia que era posible contemplar una situación estable de depresión y que el desempleo podía permanecer durante largos períodos.

Pero el pesimismo del análisis keynesiano vino acompañado de la receta para la corrección de esas situaciones: la política fiscal del gobierno -la manipulación de los impuestos y los gastos del sector público- podía reconducir la demanda agregada hasta la altura exacta que permitiera una producción sostenida de pleno empleo.

Los gastos del gobierno están formados por sus compras de bienes y servicios y por las transferencias: las pensiones de invalidez y jubilación, subsidios de desempleo y subvenciones a las empresas, entre otras. En general, los gastos del Estado suponen un aumento de la demanda agregada. La determinación de la cuantía de esos gastos es una decisión política exógena, es decir, independiente de la renta; por tanto puede ser considerada, al igual que hicimos con la inversión en el tema anterior, como de cuantía fija. Pero esta vez sí: ahora la cuantía puede ser ajustada para que la producción real coincida con la producción de pleno empleo.

La incidencia de los gastos del gobierno sobre la renta real también recibe el efecto multiplicador. Los mismos argumentos que estudiamos en el epígrafe anterior para comprender el efecto multiplicador de las decisiones de inversión sirven también ahora para explicar que un aumento en los gastos del gobierno por valor de 100 puede provocar un aumento en la renta de 500.

Pero no se puede olvidar que existen también ingresos públicos. Los impuestos, al detraer dinero de las rentas de las familias, desplazan la demanda agregada en sentido descendente. La consiguiente disminución en la renta real se verá ¡Ay! afectada igualmente por el efecto multiplicador. A pesar de todo, el efecto conjunto de una subida igual en los gastos públicos y en los impuestos será beneficioso. Este efecto es el llamado "multiplicador de Haavelmo". La explicación es que los impuestos están no sólo haciendo disminuir el consumo sino provocando además una disminución en los ahorros. Si todo lo que detrae el gobierno en forma de impuestos es gastado, el efecto sobre la demanda agregada será ascendente, la cantidad ahorrada en el sistema disminuirá, y la renta real subirá.

Hay que tener en cuenta sin embargo que el efecto de los impuestos puede ser mucho más complejo. Si los impuestos son proporcionales o progresivos, provocarán que la pendiente de la función de demanda agregada varíe y como consecuencia de ello quedarán también afectados la propensión marginal al consumo y el efecto multiplicador.

La política fiscal

El uso continuado de las recetas fiscales keynesianas provocó con el paso del tiempo el aumento del peso del Estado en las economías occidentales con pérdida de posiciones relativas para la empresa privada. Además, la política fiscal resultó inerme ante las peculiaridades de la crisis de los años setenta, con la coexistencia de desempleo e inflación.

Keynes consideraba que la inestabilidad de la demanda agregada era el origen de problemas de diferentes tipos y concibió la política fiscal como el instrumento universal capaz de resolverlos todos. La inflación sería así la consecuencia de un exceso de demanda que podría ser resuelto detrayendo mediante impuestos parte de las rentas familiares. Pero la preocupación principal en los años treinta no era la inflación sino la deflación y el desempleo. Fue aquí donde Keynes puso el acento, recomendando el aumento de los gastos públicos, aunque fuese en trabajos inútiles.

ESTAS FUERON SUS PALABRAS

Si el Ministerio de Hacienda llenase de billetes de banco infinidad de botellas viejas, enterrándolas después a profundidades convenientes en minas abandonadas que luego haría rellenar de basura hasta la superficie, dejando que la empresa privada, regida por los sanos principios del laissez faire, excavara de nuevo las minas y volviese a sacar los billetes..., es posible que así se acabara el desempleo, y, gracias a sus repercusiones, el ingreso real de la comunidad quizá fuese mucho mayor de lo que es actualmente. Sin duda, sería mucho más razonable construir casas y hacer otras obras por el estilo, pero si se tropieza con dificultades prácticas para esto último, el recurso anterior sería siempre mejor que no hacer nada. (J.M. Keynes, Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero, 1936)

Hay tres formas de financiar el aumento de los gastos públicos:

Inflación y deflación Financiación del déficit Impuestos Emisión de dinero Deuda pública Efecto desplazamiento

Mediante impuestos. Ciertamente aunque los impuestos cubran totalmente el aumento de los gastos, se seguirá percibiendo un cierto efecto expansivo como consecuencia de la contracción del ahorro agregado, pero ese efecto resultaría insuficiente y aparecerían fuertes distorsiones en las pautas de consumo y en la PMaC. El mejor efecto expansivo se consigue mediante el déficit fiscal, es decir,

aumentando la diferencia entre los gastos y los ingresos públicos. En ese sentido también resultaría expansiva la reducción de los impuestos.

Mediante la emisión de dinero. Es facultativo del Estado imprimir billetes en cualquier cantidad y de cualquier valor. Las consecuencias de este método serán analizadas detalladamente en los próximos temas, adelantemos aquí tan sólo la idea general de que la emisión incontrolada de dinero puede provocar inflación por lo que actualmente se limita legalmente la capacidad de los gobiernos de emitir dinero, dejando esa

función en manos de los bancos centrales.

Mediante la emisión de deuda pública. Sería incorrecto pensar que la financiación de los gastos mediante deuda pública implica beneficiar a la generación presente con cargo a la generación futura que deberá amortizar la deuda. De hecho siempre es posible amortizar deuda con nuevas emisiones, como efectivamente suele hacerse. La transferencia de renta se realiza al pagar los intereses, de los contribuyentes a los

poseedores de títulos, y se produce por tanto dentro de la misma generación. El efecto será simplemente redistributivo mientras que la carga de la deuda en proporción a los gastos del Estado se mantenga dentro de ciertos límites.

Presupuestos públicos para 2002 (en % del PIB)

Ingresos Gastos Neto

Alemania 44,6 47,5 -2,9 Austria 48,5 50,9 -2,4 Bélgica 49,4 48,5 0,9

Dinamarca 54 52,2 1,8 ESPAÑA 39,2 39,8 -0,6 Finlandia 50,5 45,9 4,6

Francia 49,1 51,4 -2,3 Grecia 43,4 47,9 -4,5

Holanda 44 43,6 0,4 Irlanda 32,6 31,1 1,5

Italia 44,2 45,9 -1,7 Luxemburgo 42,8 38,6 4,2

Portugal 42 46,2 -4,2 Reino Unido 40,4 43 -2,6

Suecia 57,5 56,6 0,9 UE-15 44,7 46,5 -1,8

Eurozona 45,1 46,8 -1,7 EE UU 32,8 31,7 1,1 Japón 32,1 40,6 -8,5

(*) Previsiones. Fuente: EC Economist Data Pocket Book, EUROSTAT. www.europa.eu.int/comm/eurostat

Ahorro neto de las AAPP (% del PIB)

Fuente: EC Economist Data Pocket Book, EUROSTAT. www.europa.eu.int/comm/eurostat Deuda bruta consolidada de las AAPP (% del PIB)

Fuente: EC Economist Data Pocket Book, EUROSTAT. www.europa.eu.int/comm/eurostat

La financiación del déficit público mediante deuda pública tiene otra consecuencia indeseable: el crowding out o efecto desplazamiento. La colocación de los títulos de deuda pública en los mercados financieros hace aumentar la demanda sobre los fondos disponibles. Al competir con la empresa privada para conseguir medios de financiarse, el Estado provoca la subida de los tipos de interés y por tanto la disminución de la inversión privada. Todo ello supone en la práctica desplazar o substituir la iniciativa privada por la iniciativa pública. El mantenimiento de políticas fiscales expansivas en los países occidentales por largos períodos desde la Segunda Guerra Mundial hizo crecer el peso relativo de la intervención económica del Estado en comparación con el de la iniciativa privada hasta un punto en el que algunos autores consideraban que se estaba poniendo en cuestión el modelo económico.

El final definitivo a la consideración del modelo keynesiano y la política fiscal como panacea de todos los males económicos se produjo en la década de los setenta al aparecer simultáneamente fuertes tasas de paro e inflación. Esa situación resultaba inexplicable desde los sencillos esquemas keynesianos y no podía ser resuelta exclusivamente mediante medidas fiscales.

El presupuesto Presupuesto equilibrado Déficit presupuestario Superávit presupuestario Política fiscal expansiva Política fiscal restrictiva Presupuesto de pleno empleo Retardos fiscales

Desde el punto de vista económico, el presupuesto del Estado es un documento contable que recoge las previsiones de los ingresos y gastos públicos que se realizarán en el siguiente ejercicio. Es por tanto la plasmación de la política fiscal del

gobierno y responde a las necesidades expansivas o contractivas que el análisis de la coyuntura económica requiera.

Si los ingresos y los gastos previstos coinciden, el presupuesto estará equilibrado. Lo normal es que los gastos sean superiores a los ingresos, es decir, que haya déficit presupuestario. La situación opuesta, con ingresos superiores a los gastos, es la de superávit. Los presupuestos deficitarios implican por tanto inyectar en los flujos económicos una cantidad superior a la que se detrae mediante impuestos; tienen por tanto un efecto expansivo. Los presupuestos con superávit, por el contrario, al detraer fondos, tienen un efecto restrictivo o contractivo y podrían ser utilizados como medida de política económica si la demanda agregada estuviese tan alta que la producción potencial estuviese siendo superada con la consiguiente aparición de efectos inflacionistas.

Ver "Las recetas keynesianas", una sencilla explicación en Power Point sobre las medidas de política fiscal para curar las enfermedades económicas

Los economistas clásicos consideraban que los presupuestos del Estado debían estar siempre equilibrados, que la existencia de déficits o superávits eran muestra de una administración ineficiente o de un intervencionismo distorsionador de los mercados. La propuesta keynesiana fue que el presupuesto debía estar cíclicamente equilibrado, ser deficitario en las fases económicas recesivas que requiriesen una intervención estimulante, financiando el déficit mediante deuda pública que sería amortizada con los superávit de otros años. Sin embargo, la aplicación de la política keynesiana por los gobiernos occidentales tras la Segunda Guerra Mundial se tradujo durante muchos años en déficit público.

Franklin D. Roosevelt inició en 1933 una política presupuestaria deficitaria, el "New Deal" para fomentar el empleo durante la Gran Depresión. Se enfrentó así al liberalismo salvaje que presidía entonces la política económica americana. Retrato por D. Chandor.

Permitámonos aquí una pequeña digresión del discurso keynesiano para aludir a las tendencias de política económica en las décadas recientes. Como veremos más adelante, las ideas económicas dominantes en la actualidad consideran al déficit público una de las

Estabilizadores fiscales automáticos Política fiscal anticíclica Freno fiscal

principales causas de desequilibrio e inestabilidad. La enorme deuda pública de los EEUU fue considerada como una de las causas básicas del origen de la crisis de comienzos de los 90. El Tratado de Maastrich fijó como condición para formar parte de la Unión Económica y Monetaria que el déficit público fuese inferior al 3% y la Deuda pública inferior al 60% del PIB. El Pacto de Estabilidad compromete a los países miembros a mantener esos mismos objetivos de forma permanente. Todos los países desarrollados están empeñados actualmente en la lucha por controlar este déficit como requisito indispensable para mantener la estabilidad a largo plazo.

Al establecer las previsiones presupuestarias hay que tener en cuenta en cualquier caso que no pueden ser totalmente precisas. La existencia de impuestos proporcionales o progresivos hace que los ingresos públicos varíen según el volumen de renta realmente generado en el país. De igual forma, los gastos públicos pueden variar de forma imprevisible ya que un aumento del desempleo motivado por una recesión incrementaría los gastos en subvenciones. Se llama presupuesto de pleno empleo a la estimación que se hace de los gastos e ingresos públicos que se concretarían si, manteniendo la legislación financiera existente, la situación económica del país fuese de pleno empleo.

La utilización anticíclica de los instrumentos fiscales tiene el inconveniente de los retardos en el reconocimiento de la existencia de un cambio de coyuntura, en la adopción de las medidas políticas, y en el efecto que estas ejercerán. Si un gobierno quiere responder activamente a las recesiones, se dará cuenta de que ésta se está produciendo cuando las estadísticas industriales empiecen a mostrar señales de aumento del desempleo; convocará entonces un comité de expertos que dictamine las medidas a tomar; se elaborará un proyecto de ley que modifique la legislación impositiva existente; se discutirá y aprobará dicho proyecto en los órganos pertinentes; en el siguiente ejercicio presupuestario los gastos aumentarán y los impuestos descenderán con lo que el efecto multiplicador empezará a funcionar... ¡Para entonces es muy posible que el ciclo económico haya cambiado de sentido y las medidas adoptadas resulten contraproducentes!.

La solución al problema de los retardos está en la implantación de estabilizadores fiscales automáticos. Consisten éstos en normativas legales que ejerzan mecánicamente, sin necesidad de modificación, su función anticíclica. Por ejemplo, los impuestos proporcionales y progresivos actúan como estabilizadores automáticos: si en una recesión empiezan a disminuir las rentas, las recaudaciones también disminuirán. La normativa de seguridad social es también un eficaz estabilizador: en las recesiones disminuyen las recaudaciones y aumentan los gastos en subsidios mientras que en las fases altas del ciclo el efecto es el contrario.

Un peligro que habrá que tomar en consideración es el de que los estabilizadores automáticos actúen como freno fiscal. Al concebir la normativa fiscal de forma que estabilice la producción económica en torno a un determinado nivel de renta, se corre el peligro de estar impidiendo el crecimiento económico. Los procesos inflacionistas requieren también el reajuste de las cuotas fiscales para impedir que las rentas que se están "estabilizando" representen cada vez menor capacidad adquisitiva.

Los ciclos económicos En la actividad económica es fácil observar la existencia de períodos en los que los negocios marchan a satisfacción de todos y se ofrecen empleos nuevos, contrapuestos a otros períodos en los que muchas empresas sufren pérdidas y se ven obligadas a cerrar o a reducir su plantilla.

Si utilizásemos como indicador la tasa de crecimiento del producto nacional, por ejemplo, podríamos observar períodos de algunos años en los que esa

tasa es positiva y superior, digamos, al 3% seguidos por otros períodos en los que la tasa de crecimiento es más baja e incluso llega a ser negativa. Se suele distinguir en cada ciclo cuatro fases, expansión, cima, recesión y fondo.

Expansión Cima Recesión Depresión Fondo Ciclos de Kondratieff Ciclo político Ciclo tecnológico

La gráfica muestra la evolución de la tasa de crecimiento económico a lo largo del tiempo en un país imaginario.

En el argot económico hay un gran número de términos para describir de forma matizada la fase del ciclo en la que se encuentre la situación económica. Así, por ejemplo, si la expansión es muy fuerte, se habla de un "boom", si se sospecha que se está llegando a una cima se dirá que "estamos tocando techo". Los momentos pobres de la economía parecen querer compensarse con una gran riqueza terminológica; así, la palabra recesión suele reservarse para los descensos de la tasa de crecimiento no muy prolongados, estableciendo la diferencia con una depresión, entendida como un período más largo. Los políticos en el poder, tan aficionados a los eufemismos, han acuñado la expresión "aterrizaje suave" para referirse a lo que ellos querrían que fuera breve e imperceptible. Cuando en vez del crecimiento del PNB se consideran los índices bursátiles, una variable que suele presentar bruscos movimientos cíclicos, se utilizarán términos onomatopéyicos tales como "crac" o "crash".

Si un individuo pudiera predecir con precisión las fases del ciclo económico se haría rico con gran facilidad. Quizá por ello un gran número de economistas han dedicado considerables esfuerzos a su estudio. El más prestigioso de todos ellos fue Schumpeter que recopiló la labor de todos sus predecesores. Schumpeter clasificó los ciclos según su duración en tres tipos, largo, medio y corto, a los que dio los nombres de los economistas que más se habían distinguido en su estudio: Kondratieff para los ciclos de 40-50 años, Juglar para los ciclos de 5-10 años y Kitchin para los de duración inferior.

Hay muchas razones que pueden explicar la existencia de ciclos. Hay razones externas e internas al sistema económico. Entre las razones externas describiremos las del ciclo político y las del ciclo tecnológico. Entre las razones internas el más conocido es el modelo del acelerador.

La teoría del ciclo político argumenta que la periodicidad de las elecciones en los sistemas democráticos unida al poder de los gobiernos para estimular la economía, provocan ciclos económicos de duración ajustada a la de los períodos legislativos. Antes de las elecciones, el gobierno aprobará medidas expansivas, que promuevan la inversión y la creación de empleos para que en el momento de acudir a las urnas, la mayoría de los votantes esté satisfecho y apoye al partido en el poder. Esa expansión artificial provocará un exceso de demanda y tensiones inflacionistas que deberán ser corregidos mediante medidas impopulares que serán adoptadas poco después de las elecciones, cuando pueda dejarse pasar mucho tiempo antes de someterse de nuevo a la aprobación popular.

J.A. Schumpeter (1883-1950)

La teoría del ciclo tecnológico explica la existencia de los ciclos largos de Kondratieff por existir momentos en los que la conjunción de algunos descubrimientos científicos clave permite la aparición de un grupo de nuevas tecnologías, lo que estimula fuertemente la inversión, la demanda y el empleo. Mientras los nuevos productos se hacen accesibles a un número cada vez mayor de personas en más países el ciclo continuará en su fase expansiva. Cuando los mercados estén saturados se detendrá la inversión, cerrarán empresas y se producirá la recesión a la espera de una nueva ola tecnológica. Los avances en los transportes suelen ser mostrados como claves en varios ciclos históricos: los ferrocarriles a mediados del siglo pasado, los automóviles a principios de este siglo y los aviones tras la Segunda Guerra Mundial. Muchos analistas consideran que estamos en la fase ascendente de un nuevo ciclo largo provocado por la tecnología informática desarrollada al calor de la investigación para los viajes

El modelo del acelerador El modelo del acelerador es una explicación de los ciclos económicos basada en la teoría keynesiana del multiplicador. La inversión fluctúa en mayor medida que el consumo debido a que

pequeños aumentos en el consumo provocan aumentos en la inversión porcentualmente elevados. Pero para que la inversión continúe siendo positiva no es suficiente con que el consumo permanezca alto: debe continuar creciendo. Si el consumo se estanca, la inversión disminuye.

El acelerador año ventas capital In Ib

fase

1º 100 50 0 5 estancamiento

2º 100 50 0 5

3º 120 60 10 15 expansión

4º 140 70 10 15

5º 150 75 5 10

Cima

6º 150 75 0 5 recesión

7º 140 70 -5 0

8º 140 70 0 5

fondo

Imaginemos el comportamiento inversor de una empresa fabricante de jerséis. Supongamos que la empresa tiene 10 máquinas de tricotar valoradas en 50 millones de pesetas y que cada una produce jerséis por valor de 10 M.; si las máquinas tienen una vida media de diez años podemos calcular que cada año se estropeará una.

Mientras las ventas se mantengan estancadas será suficiente con mantener el número de máquinas suficientes para satisfacer la demanda por lo que la inversión se limitará a reponer las máquinas que se vayan deteriorando: por tanto en el año 2º la inversión neta, IN, será cero, y la inversión bruta, IB, 5 millones.

En el año 3º hay un aumento en la demanda por lo que la empresa aumenta el número de máquinas; la inversión aumenta y si el fenómeno es general en la economía, la inversión agregada tendrá un efecto multiplicador en cadena provocando nuevos aumentos en la demanda. En el año 4º continúa el aumento de la demanda al mismo ritmo por lo que la inversión permanece constante. En el año 5º la demanda aumenta en menor cuantía por lo que la inversión es menor que el año anterior; el efecto multiplicador tiene efectos contractivos

Fluctuaciones de la inversión Volatilidad de la inversión

sobre la demanda. En el año 6º el estancamiento de la demanda provoca nuevas disminuciones en la inversión. En el año 7º la contracción de la demanda provoca que la inversión llegue incluso a ser negativa. Finalmente, en el año 8º de los considerados es suficiente con que la contracción de la demanda se detenga para que la inversión vuelva a recuperarse iniciando así una nueva fase expansiva.

Las proposiciones del modelo del acelerador pueden resumirse en las siguientes ideas:

La inversión fluctúa más ampliamente que el consumo. Es más volátil.

La inversión alta provoca aumento del consumo.

Pero lo contrario no es cierto, el consumo alto no provoca aumento de la inversión.

Para que haya inversión es necesario que el consumo esté creciendo.

Para que la inversión crezca es necesario que el crecimiento del consumo se esté acelerando.

Como el consumo no puede acelerarse indefinidamente, su estancamiento, aunque sea a un nivel elevado, contraerá las inversiones provocando el paso a la fase recesiva

LAS DECISIONES PÚBLICAS

El instrumento más poderoso del Estado para influir sobre la actividad económica es sin duda alguna el ejercicio de su poder coactivo y reglamentario. Pero las decisiones públicas son adoptadas por determinados individuos ¿Quién garantiza que utilicen criterios racionales?

El Estado puede establecer controles de precios, limitar el crecimiento de los salarios, regular los monopolios, defender al consumidor controlando la publicidad y la calidad de los productos, puede establecer límites a las emisiones contaminantes, planificar la

distribución espacial de industrias y, sobre todo, puede reservarse para sí la producción de ciertos bienes y servicios. El Estado se encarga directamente de la producción de bienes de interés estratégico económico o militar o de los bienes públicos, aquellos que, al no poder excluir de su uso al que no pague, no serían ofrecidos en cantidad suficiente por la iniciativa privada. Este es el caso de la defensa nacional, de la enseñanza y de la sanidad, entre otros. El problema reside en que, aunque la empresa privada no lo haga bien, puede ser que el Estado lo haga aún peor.

En todos los países se acusa a los gobiernos de falta de eficacia en la administración de las empresas públicas. Muchas empresas públicas sufren pérdidas un año tras otro. La explicación es que los gobiernos suelen seguir el principio de la subsidiariedad, encargándose de producciones que no resulten rentables a la empresa privada. Los gobiernos se hacen cargo frecuentemente, para evitar la pérdida de puestos de trabajo, de gestionar empresas que la iniciativa privada haya administrado de forma descuidada hasta dejarlas obsoletas y a punto de cerrar. Resultan muy onerosas la reconversión y adaptación de las industrias a las exigencias de la competencia en una economía cada vez más global. Los gobiernos se suelen encargar de las inversiones necesarias para la reconversión de estas empresas procediendo a privatizarlas una vez que han vuelto a ser rentables.

Poder coactivo Poder reglamentario Eficacia del Estado Principio de subsidiariedad Reconversión industrial El bien común Elección Social Mercado político Burocracia Función de bienestar social Preferencias sociales Teorema de la imposibilidad

Las decisiones del Estado las toman los políticos que están en el poder. Todo el mundo encuentra lógico que los consumidores y los empresarios adopten sus decisiones en función de su propio interés, sin embargo se tiende a considerar que los políticos deciden en función del bien común. Eso no ocurre en la realidad. En el mundo real los políticos adoptan sus decisiones en función de sus propios intereses, como todo el mundo. Esto no es una alusión a los políticos corruptos que utilizan su poder para enriquecerse de forma deshonesta; un político absolutamente honrado en un país democrático se esforzará en ser reelegido y en que su partido obtenga más votos. Lo que ocurre es que en los países democráticos donde hay libertad de prensa, los intereses de los políticos suelen coincidir con los intereses de la mayoría de la población.

ESTAS FUERON SUS PALABRAS Pues por arte es creado ese enorme LEVIATHAN llamado BIEN COMÚN o ESTADO (en latín, CIVITAS), que no es sino un hombre artificial, aunque de mayor estatura y fuerza que el natural, para cuya protección y defensa existe; y en el que la soberanía es un alma artificial, dando vida y movimiento a todo el cuerpo; los magistrados y otros funcionarios de la judicatura y penitenciaría, artificiales articulaciones; (..) la propiedad y riquezas de todos los miembros particulares son la fuerza; la salud del pueblo (su seguridad) es su empresa; (..) equidad y leyes, una razón artificial y voluntad; concordia, salud; rebelión, enfermedad; y guerra civil, muerte. (Hobbes, Leviathan)

El análisis económico del comportamiento político es el objeto de una rama especializada de nuestra ciencia: la Elección Social o Public Choice uno de cuyos más destacados líderes y teóricos es Buchanan. Para esta corriente, los sistemas democráticos pueden ser vistos como mercados en los que los partidos políticos son empresas que ofrecen servicios administrativos a la comunidad. En su publicidad dicen qué harán y cómo lo harán. Tratan de captar el mayor número posible de clientes-votantes. Cuando están en posiciones de poder —local, regional o estatal— tratan de satisfacer los deseos del mayor número posible de ciudadanos con el fin de maximizar el número de votos en las siguientes elecciones.

El mercado político presenta unas interesantes peculiaridades. Al parecer en ese mercado existen fuertes economías de escala por lo que hay tendencia a que se reduzca el número de partidos hasta convertirse en un oligopolio o duopolio. El posicionamiento de los partidos políticos con respecto a los problemas sociales se realiza con criterios muy similares a los que utilizan las empresas para establecerse geográficamente cerca de los consumidores.

En la figura se representan las opiniones del electorado sobre la conveniencia de la intervención del estado en la economía de un país a lo largo de una línea horizontal. La posición de extrema izquierda significa que el estado debe asumir el control total de la economía, que controle el 100%. En el extremo derecho de la línea se posicionan los que quieren que el estado se abstenga de cualquier intervención, que controle el 0%. Supongamos que en ese país hay sólo dos partidos políticos: uno de derechas y otro de izquierdas. Los partidos, mediante declaraciones públicas, definen sus programas políticos especificando el porcentaje de la economía que pondrán en manos del estado si son elegidos para ocupar el gobierno. Los votantes, si actúan racionalmente, elegirán aquel partido cuya propuesta esté más próxima a sus opiniones.

Si el partido de la izquierda propone una intervención del 66% y el de derechas una intervención del 0%, el partido de izquierdas será votado por todos los votantes que se encuentren más próximos, los situados entre el 100% y el 33,3%. Para impedir la victoria de la izquierda y ganarse a los votantes del centro, el partido de la derecha empezará a suavizar sus posiciones aumentando el porcentaje de intervención económica de su programa. Llevando a sus últimas consecuencias este razonamiento llegamos a la conclusión de que en los sistemas políticos bipartidistas existe una tendencia a que ambos partidos propongan soluciones políticas muy parecidas y situadas en el centro del espectro político.

En el caso de sistemas pluripartidistas esta tendencia a ocupar el espacio de centro queda suavizada por la amenaza de los partidos extremistas que recogen el voto abandonado por un excesivo desplazamiento hacia el centro. Por el contrario, los sistemas de elección no proporcionales y que penalizan las minorías, refuerzan la tendencia hacia la moderación de los partidos mayoritarios.

Por otra parte, la burocracia, los funcionarios no sometidos a elección, adopta también decisiones y sus motivaciones pueden ser diferentes de la de los políticos. Mientras que el político trata de maximizar el número de votos obtenidos, el burócrata trata de maximizar su poder. Buscará así que su departamento obtenga un presupuesto más alto, que haya más funcionarios a sus órdenes, que pueda disponer de mejores medios materiales.

Otro problema puesto en evidencia por los teóricos de la elección social es la intransitividad de las preferencias sociales. Aunque todos los individuos de un grupo sean racionales y con preferencias transitivas, las decisiones tomadas democráticamente por el grupo pueden ser intransitivas, es decir, irracionales.

Recuérdese que en el Tema 3, al hablar de las características de los mercados de competencia perfecta, explicamos que las preferencias de un individuo son transitivas si prefiriendo A a B y B a C, prefiere A a C. Supongamos ahora que la junta directiva de una fundación benéfica, formada por tres individuos, tiene que decidir si gasta su dinero en subvenciones a trabajadores en paro (alternativa A), en crear empleo organizando una empresa (alternativa B) o en formación profesional para los desempleados (alternativa C). Los tres individuos son racionales y sus preferencias son por tanto transitivas. El primero de ellos prefiere A a B, B a C y, consecuentemente, A a C. El segundo prefiere B a C, C a A y por tanto B a A. El tercero prefiere C a A, A a B y C a B.

Si en la junta se somete a votación las alternativas A y B resultará que la mayoría (individuos primero y tercero) preferirán A a B. Si las alternativas sometidas a votación son la B y la C la mayoría (individuos 1º y 2º) preferirá B a C. Para que las preferencias de la junta fuesen transitivas sería ahora necesario que A fuese preferido a C pero si se someten a votación esas alternativas resultará que la mayoría (individuos 2º y 3º) prefieren C a A.

Algunos autores han planteado la posibilidad de elaborar una función de bienestar social basada en las ordenaciones de preferencia de todos los miembros de la sociedad. Esto sería algo muy parecido a una definición matemática de "bien común". K.J. Arrow (1921-), premio Nobel de Economía, ha demostrado lo que se conoce por el teorema de la imposibilidad que afirma que es imposible elaborar una función de bienestar social que satisfaga ciertas condiciones elementales como la de no-dictadura y la optimalidad paretiana.

LIBROS RECOMENDADOS PARA UNA LECTURA ÁGIL

Berumen, Sergio A. (2012): Lecciones de economía para no economistas. Libros profesionales de empresa. ESIC.

Macías Valle, O y otros (2012): Economía para andar por casa. LID Editorial.

- (2014): Más de economía para andar por casa. LID Editorial.