La Edad Media II. Siglos Xiii-xv

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TEMA 1. EUROPA EN EL SIGLO XIII LA EDAD MEDIA: SIGLOS XIII-XV 1 TEMA 1: EUROPA EN EL SIGLO XIII 1. El siglo XIII europeo: ¿la plenitud medieval? Se califica al siglo XIII de centuria de la plenitud medieval, caracterizando a éste período como el momento en que la civilización del Occidente medieval alcanza su momento de equilibrio y máximo desarrollo. Aunque hace ya unos años Léopold Genicot rebatió dicha afirmación. En el siglo XIII no todo fue plenitud y equilibrio, también hubo problemas y conflictos. Hay que rehuir de una visión excesivamente idealista de éste siglo. A nivel político en esta centuria coinciden una serie de reinados de gran duración y estabilidad, casos de Fernando III o Alfonso X en Castilla, Jaime I en Aragón, Luis IX en Francia o Eduardo I en Inglaterra. Dicha coincidencia no fue casual, indudablemente nos encontramos ante un periodo próspero y relativamente pacífico. El siglo XIII contempla un cambio importante en la relación de poderes en Europa. Durante su transcurso los dos poderes universales de la cristiandad, el papa y el emperador del Sacro Imperio, se desgataron mutuamente en su último gran enfrentamiento, saliendo beneficiado de esta situación: las monarquías nacionales como la francesa, que se imponen definitivamente en el panorama político europeo a finales del siglo XIII. Demográficamente esta centuria continúa la tendencia de los dos siglos anteriores. La población europea crece, pero a menor ritmo, estancándose a finales del siglo XIII y comienzos del XIV. En economía, es una centuria económicamente expansiva. El mundo rural es próspero y el hambre retrocede, provocando un cierto desarrollo tecnológico. En artesanía crece especialmente el sector textil, por lo que se produce un auge comercial. Las ferias se desarrollan internacionalmente, en especial las de Champaña. Se producen progresos hacia una economía monetaria. Se utiliza la plata, pero se vuelve a acuñar moneda de oro después de varios siglos sin ella en Occidente. A nivel social se alcanza un cierto equilibrio. Estamos ante una sociedad feudal, pero bien estructurada y equilibrada. La aristocracia señorial logra una cierta estabilidad y movilidad interna. El campesinado sufre un proceso de diferenciación y estratificación. En las ciudades se produce un movimiento de jerarquización social entre el patriciado dirigente, las diferentes corporaciones de oficios y una masa de pobres de solemnidad. A nivel mental se observa un firme asentamiento de la idea de una sociedad estructurada en tres estados: nobleza, clero y trabajadores. El poder público realiza avances considerables. Se recupera la noción de bien común y la centralización política continúa. Culturalmente, la civilización occidental medieval alcanza su culmen. Aparecen las universidades y el pensamiento que se cultiva en ellas: la escolástica, experimenta su plenitud con la redacción de las

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TEMA 1: EUROPA EN EL SIGLO XIII

1. El siglo XIII europeo: ¿la plenitud medieval?

Se califica al siglo XIII de centuria de la plenitud medieval, caracterizando a éste período como el momento en que la civilización del Occidente medieval alcanza su momento de equilibrio y máximo desarrollo.

Aunque hace ya unos años Léopold Genicot rebatió dicha afirmación. En el siglo XIII no todo fue plenitud y equilibrio, también hubo problemas y conflictos. Hay que rehuir de una visión excesivamente idealista de éste siglo.

A nivel político en esta centuria coinciden una serie de reinados de gran duración y estabilidad, casos de Fernando III o Alfonso X en Castilla, Jaime I en Aragón, Luis IX en Francia o Eduardo I en Inglaterra. Dicha coincidencia no fue casual, indudablemente nos encontramos ante un periodo próspero y relativamente pacífico.

El siglo XIII contempla un cambio importante en la relación de poderes en Europa. Durante su transcurso los dos poderes universales de la cristiandad, el papa y el emperador del Sacro Imperio, se desgataron mutuamente en su último gran enfrentamiento, saliendo beneficiado de esta situación: las monarquías nacionales como la francesa, que se imponen definitivamente en el panorama político europeo a finales del siglo XIII.

Demográficamente esta centuria continúa la tendencia de los dos siglos anteriores. La población europea crece, pero a menor ritmo, estancándose a finales del siglo XIII y comienzos del XIV.

En economía, es una centuria económicamente expansiva. El mundo rural es próspero y el hambre retrocede, provocando un cierto desarrollo tecnológico. En artesanía crece especialmente el sector textil, por lo que se produce un auge comercial. Las ferias se desarrollan internacionalmente, en especial las de Champaña. Se producen progresos hacia una economía monetaria. Se utiliza la plata, pero se vuelve a acuñar moneda de oro después de varios siglos sin ella en Occidente.

A nivel social se alcanza un cierto equilibrio. Estamos ante una sociedad feudal, pero bien estructurada y equilibrada. La aristocracia señorial logra una cierta estabilidad y movilidad interna. El campesinado sufre un proceso de diferenciación y estratificación. En las ciudades se produce un movimiento de jerarquización social entre el patriciado dirigente, las diferentes corporaciones de oficios y una masa de pobres de solemnidad. A nivel mental se observa un firme asentamiento de la idea de una sociedad estructurada en tres estados: nobleza, clero y trabajadores.

El poder público realiza avances considerables. Se recupera la noción de bien común y la centralización política continúa. Culturalmente, la civilización occidental medieval alcanza su culmen. Aparecen las universidades y el pensamiento que se cultiva en ellas: la escolástica, experimenta su plenitud con la redacción de las

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«summas» o síntesis doctorales. Se inicia el arte gótico, estilo en el que se comienzan a edificar algunas catedrales europeas.

2. El apogeo de la monarquía feudal francesa.

El ascenso de la monarquía francesa se produce mientras que el Pontificado y el Imperio se desgastan mutuamente en su pugna por el «dominium mundi». En el siglo XIII la monarquía francesa logra la recuperación del poder real por parte de los Capetos. El primer paso consistió en la extensión territorial del dominio directo de la monarquía a la mayor parte del reino. Esto se consiguió con Felipe II Augusto (1180-1223) a principios del siglo XIII. El mayor obstáculo que encontró fue el denominado «Imperio Angevino», señoríos que pertenecían al rey de Inglaterra ubicados en el norte y oeste de Francia. Para desarticular esta amenaza utilizó las ventajas que la justicia feudal reservaba al rey francés. Con un pretexto nimio citó judicialmente al rey inglés, Juan Sin Tierra; al no comparecer éste le fueron confiscados todos sus dominios. El conflicto armado que provocó se resolvió en la batalla de Bouvines (1214) con la derrota del rey inglés y la pérdida de sus señoríos en Francia, excepto el ducado de Aquitania, que pasaron a integrarse en la corona francesa.

El siguiente paso fue el control del Sur de Francia. Durante los siglos XI y XII los grandes señoríos de la región meridional francesa prácticamente se habían convertido en independientes. El rey de Francia intervenía muy poco o casi nada al sur del río Loira. Esta situación se terminó en el siglo XIII con el pretexto de la represión de la difusión de la herejía albigense o cátara en el sur de Francia.

El catarismo era una herejía de carácter dualista extendida enormemente por el sur de Francia durante el siglo XII. Los grandes señores feudales de la región eran muy tolerantes con ella, hecho que fue aprovechado como excusa para que se produjera la intervención exterior. El papa Inocencio III dispuso la creación de una cruzada contra los cátaros, participando en ella masivamente los nobles del norte francés y convirtiendo esta cruzada en una verdadera conquista del territorio meridional francés por la aristocracia del norte. En una siguiente fase ya durante el reinado de Luis VIII (1223-1226) la monarquía francesa recuperó el control directo del sur del reino.

La monarquía feudal francesa llegó a su apogeo a mediados del siglo XIII bajo el reinado de Luis IX (1226-1270), conocido como San Luis después de su canonización. Éste practicó una política interior muy centralizadora dentro del marco de la monarquía feudal. Realizó reformas administrativas que supusieron la institucionalización, organización y consolidación de las conquistas territoriales llevadas a cabo por sus antecesores. Con ello consiguió un amplio periodo de paz interior, prosperidad y estabilidad para Francia.

En política exterior buscó mantener relaciones pacíficas con sus vecinos. Así firmó tratados de paz con Aragón e Inglaterra que supusieron la legitimación definitiva de las conquistas territoriales llevadas a cabo por sus antecesores. Luis IX utilizó la idea de la cruzada como una fórmula de cohesionar el reino en torno a su persona. Emprendió dos cruzadas: una contra Egipto y otra contra Túnez; militarmente fueron un fracaso pero ideológicamente sirvieron para elevar el prestigio de la monarquía francesa, tanto en el interior como ante el resto de Europa. Así podemos decir que tras la crisis del

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Sacro Imperio Germánico, Francia (con Luis IX) aparece como poder hegemónico en Occidente. El Pontificado consideró al reino francés como hijo predilecto de la Iglesia.

Con su sucesor, Felipe III (1270-1285), comienzan a aparecer los problemas, ya que los intereses de la monarquía francesa se ven supeditados a los de una rama menor de los Capeto que había sido instalada por el papa en Sicilia, la dinastía argevina. Aunque durante dicha época la influencia francesa crece mucho en el Pontificado, la defensa de los intereses angevinos en el sur de Francia conduce a ésta a una guerra infructuosa y muy costosa con Aragón.

A finales del siglo XIII, durante el reinado de Felipe IV «el Hermoso» (1285-1314), la monarquía feudal francesa empieza a convertirse en algo distinto. Bajo este rey el creciente autoritarismo regio del siglo XIII llega a su culmen, apoyado en una serie de consejeros leales con formación universitaria, los «legistes»; con ellos Felipe IV comienza a recuperar la idea de soberanía, sentando las bases de un verdadero Estado.

Con los primeros síntomas de crisis económica que experimento Europa en el siglo XIV, Felipe IV tuvo dificultades financieras. Por lo que buscó nuevas formas de financiación. Entre otras sometió al clero al pago de una tasa. Con ello chocó directamente con el Pontificado, con el papa Bonifacio VIII que era un gran defensor de la teocracia pontificia. El enfrentamiento entre ambos poderes fue muy agudo e incluso violento a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV. Éste terminó con la victoria del rey francés. Así el poder «universal» del Pontificado tuvo que reconocer su inferioridad frente a la creciente potencia de las «monarquías nacionales».

Poco tiempo después de la muerte de Felipe IV se produjo la extinción de la dinastía de los Capeto, quienes habían ocupado el trono de Francia desde el siglo X, conllevando nuevos problemas para la monarquía en el siglo XIV. En cualquier caso, a finales del siglo XIII Francia se había convertido en la primera potencia europea.

3. Crisis de la monarquía feudal inglesa: los orígenes del parlamentarismo.

A diferencia de Francia, Inglaterra había contado con una monarquía feudal dotada de un poder real fuerte desde los siglos XI y XII. Pero durante la primera mitad del siglo XIII esta monarquía experimentó una crisis aguda.

El punto de partida fue la pérdida del «Imperio Angevino» por el rey Juan Sin Tierra a principios del siglo XIII. Éste tras la batalla de Bouvines (1214) pierde casi todos los señoríos que posee el monarca inglés en territorio francés, excepto el ducado de Aquitania, a favor del rey francés (Felipe II Augusto). Esta derrota ocasionó el descontento de la nobleza inglesa contra su rey Juan Sin Tierra. Este descontento desembocó en una rebelión aristocrática contra la monarquía inglesa. El rey incapaz de reprimirla se vio obligado a realizar amplias concesiones a la nobleza. En 1215 el rey otorgó la «Carta Magna», en la que la historiografía tradicional inglesa ve el origen más remoto del liberalismo inglés. La «Carta Magna» fue un pacto feudal en el que la nobleza laica y eclesiástica logra poner una serie de limitaciones a la arbitrariedad del

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poder real. El único elemento novedoso de este documento era la concesión de algunos privilegios a las ciudades.

Juan Sin Tierra falleció poco tiempo después de la concesión de la Carta Magna, sucediéndole su hijo Enrique III (1216-1272), quien tiene que afrontar la continuación de la ofensiva nobiliaria, llegando incluso a convertirse en prisionero de la dictadura nobiliaria dirigida por el conde de Leicester. Finalmente, Enrique III recuperó la libertad al final de su reinado gracias a una rebelión de su hijo y príncipe heredero, Eduardo, que derribó la dictadura de la oligarquía aristocrática.

Quizás el hecho más transcendente del reinado de Enrique III fue que, al hilo de las continuas luchas entre monarquía y nobleza, va a comenzar a configurarse la institución del Parlamento. El Parlamento surge como resultado de una evolución de la «curia regia», que agrupaba a los principales nobles y eclesiásticos cuando eran llamados a prestar el deber feudal de «consilium» o consejo a su señor, el monarca. La curia se transforma en Parlamento cuando, junto a aristócratas y prelados, también comienzan a ser convocados los representantes de las ciudades. Esta misma evolución se estaba produciendo en la mayoría de los reinos occidentales. En la mayoría de las monarquías europeas del siglo XIII estaban surgiendo organismos asamblearios compuestos por representantes de la nobleza, el clero y la burguesía. El pionero parece haber sido el reino de León, con una primera convocatoria de Cortes en 1118. Así pues, la aparición del parlamento inglés se inscribe dentro de esta corriente general y común a todas las monarquías europeas de la época.

La crisis de la monarquía inglesa concluye durante el reinado del hijo y sucesor de Enrique III, Eduardo I (1272-1307). Este rey protagonizará el proceso de restablecimiento del poder real en Inglaterra a finales del siglo XIII y comienzos del XIV. Eduardo I siempre gobernó respetando las prerrogativas del Parlamento y colaborando con él. Aunque durante su reinado se produce una profunda recuperación de la autoridad del monarca inglés. Bajo este monarca se produce la definitiva incorporación del Gales a Inglaterra. También intentó la conquista de Escocia, pero fracasó.

La monarquía feudal inglesa se recuperó de su crisis a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV.

4. Los reinos de la Península Ibérica: el gran avance de la reconquis ta.

A principios del siglo XIII la Península Ibérica estaba dividida en cinco reinos cristianos al norte: Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón y una España islámica o al-Andalus al sur unificada por el Imperio Almohade. La característica principal de este periodo en esta zona va a ser la gran expansión de los reinos cristianos a costa de los musulmanes. Siendo, a finales del siglo XIII, la presencia musulmana en la Península Ibérica prácticamente residual, quedando reducida al reino nazarí de Granada.

La condición esencial para el avance cristiano era la obtención de la supremacía militar, conseguida ésta tras el triunfo en un gran enfrentamiento a campo abierto. En 1212 una coalición cristiana formada por los reyes de Castilla, Aragón y Navarra derrotó completamente al califa almohade en las Navas de Tolosa. Desde entonces el

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predominio militar de los cristianos sobre los musulmanes fue incuestionable. Los diferentes reinos cristianos del norte aprovecharon esta superioridad para protagonizar un rápido proceso de expansión territorial. Tras la derrota de los almohades, al-Andalus se divide en una serie de pequeños estados, conocidos como los terceros reinos de taifas.

Portugal va a ser el reino cristiano que concluya su proceso de expansión territorial de forma más acelerada. A partir del curso del Tajo ocupó rápidamente el Algarbe y el Alentejo, alcanzado la desembocadura del Guadiana al final del primer tercio del siglo XIII.

Castilla y León son los reinos que consiguen una mayor extensión territorial. León ocupa Extremadura entre los años 1212 y 1230. A la muerte del rey leonés Alfonso IX, Castilla y León se unen de forma definitiva bajo el rey Fernando III en 1230. Es a partir de entonces cuando se acomete la empresa de la conquista de la Andalucía Bética (Valle del Guadalquivir). Las principales ciudades de la región van cayendo hasta que el proceso culmina con la toma de Sevilla en 1248. Paralelamente las tropas castellanas toman el reino de Murcia en 1243.

La Corona de Aragón ve primero detenida una posible alternativa expansión por el Sur de Francia con la derrota de Muret en 1213. A partir de entonces, aragoneses y catalanes se centran en las conquistas a costa de los musulmanes. Ésta será la obra de Jaime I (1213-1276). En primer lugar conquistó rápidamente la isla de Mallorca (1229), iniciando después la conquista del reino de Valencia, cuya capital fue tomada en 1235, cayendo el resto del reino en 1245.

De esta forma, a partir de la segunda mitad del siglo XIII la presencia musulmana en la Península Ibérica quedó reducida al reino de Granada, cuyo monarca estaba sometido a la condición de vasallo del rey de Castilla, quedando obligado al pago de un fuerte tributo anual.

El reino de Navarra no pudo extenderse a costa de los musulmanes en el siglo XIII, debido a que no tenía frontera directa con ellos. En lugar de ello, empezó a sufrir una creciente influencia francesa, ya que la dinastía navarra se extinguió con la muerte de Sancho VII en 1234. El reino pasó entonces a las manos de los condes de Champaña hasta la desaparición de esta dinastía, pasando así llana y simplemente a la monarquía francesa. Navarra perdió su independencia y pasó a ser administrada por un gobernador designado por los Capeto franceses. La unión con Francia se prolongó hasta bien entrado el siglo XIV, hasta la extinción de la dinastía de los Capeto.

A mediados del siglo XIII el proceso de expansión territorial cristiana a costa de los musulmanes se detiene en la Península Ibérica. Hasta entonces, la expansión había servido para mantener la cohesión social en todos los reinos peninsulares. Tras su finalización, dejaba de haber botín territorial para repartir y empiezan a surgir los problemas y conflictos.

En Portugal será donde comienzan a evidenciarse las dificultades ya a mediados del siglo XIII. Una revuelta nobiliaria iniciada en 1245 desencadenó una guerra civil que terminó destronando al rey portugués Sancho II en 1248. Su hermano y sucesor Alfonso III (1248-1279) emprendió una labor de restauración del poder monárquico.

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Tarea que se culminó con Don Dionis ya a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV. Este rey intervino en los asuntos internos de Castilla, logrando una rectificación favorable del trazado de la frontera castellano-portuguesa mediante el tratado de Alcañices en 1297.

En Aragón ya en los últimos años de Jaime I se empiezan a apreciar desencuentros entre la nobleza y la monarquía. Por lo que al final de la reconquista aragonesa se empiezan a tantear otras posibilidades de crecimiento durante la segunda mitad del siglo XIII; iniciándose así la expansión aragonesa por el Mediterráneo, respaldada por la burguesía catalana, ya que esta expansión es conveniente a sus intereses.

El primer paso en esta expansión fue la ocupación de Sicilia por Pedro III de Aragón (sucesor de Jaime I) en 1282. Esta isla estaba en manos de la dinastía francesa de los Anjou, y en teoría era feudo del Pontificado. Por este motivo su conquista por los catalano-aragoneses supuso la inmediata hostilidad del Papa y del rey de Francia. Ante esta amenaza, Pedro III y su sucesor Alfonso III tienen que pedir ayuda a la nobleza aragonesa. En esta crítica situación, la nobleza presionará para obtener de la monarquía una importante concesión, el denominado «Privilegio General de la Unión», que supuso un importante debilitamiento del poder real; y esbozó así un modelo de relaciones pactistas o contractual entre el monarca y la nobleza.

Sin embargo, a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV la Corona de Aragón alcanzará su momento de apogeo durante el reinado de Jaime II (1291-1327), quien conseguirá reforzar el poder real respetando a la vez los privilegios nobiliarios. En política exterior consiguió dos éxitos resonantes: la conquista de Alicante, Elche y Orihuela a la Corona de Castilla y la ocupación de la isla de Cerdeña. Es además un momento de gran desarrollo comercial catalán por el Mediterráneo.

En Castilla-León, la segunda mitad del siglo XIII contempla la presencia de los primeros síntomas de crisis. Castilla había crecido mucho y muy deprisa. Debía afrontar la repoblación y la asimilación de los territorios conquistados. Además, la expansión a costa de los musulmanes cesó de forma abrupta, y la situación económica también tendía de deteriorarse. Todos estos problemas intentaron ser solucionados durante el reinado de Alfonso X (1252-1284). Este monarca tenía la intención de crear el germen de un verdadero Estado. De ahí su obra legislativa, que aspiraba a la creación de unos códigos unificadores basados en el Derecho Romano (Fuero Real, Espéculo, Siete Partidas). También intentó ser elegido emperador del Sacro Imperio, con la finalidad de legitimar su pretensión de crear un embrión de Estado en Castilla. Para financiar su ambición de ser emperador sometió al reino a una fuerte presión fiscal, provocando varias sublevaciones de la nobleza castellana contra su proyecto centralizador; causando un final desastroso de su reinado. Al final su candidatura imperial fue desestimada. Los benimerines, un pueblo musulmán del Norte de África, invadió Andalucía. Y, finalmente, una rebelión aristocrática dirigida por su hijo, el infante don Sancho, prácticamente lo destronó. Así, cuando Alfonso X murió aislado en Sevilla en 1284, su ambicioso plan había fracasado en gran parte.

La monarquía castellana tiene que hacer frente a amenazas muy graves a finales del siglo XIII y comienzos del XIV. En política exterior, los benimerines intentaron establecerse en Tarifa, Algeciras y Gibraltar desencadenando con ello la «Batalla del

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Estrecho» entre los castellanos y los benimerines aliados del reino musulmán de Granada. El conflicto bélico no se resolvió a favor de Castilla hasta el siglo XIV.

A nivel interno, los monarcas castellanos tienen que afrontar una ofensiva intensa y continuada de la nobleza contra el poder real. Sancho IV (1284-1295), a pesar de haber llegado al trono con el apoyo nobiliario, supo resistir la presión. El problema es que tras su prematura muerte en 1295, se produjo una situación de prolongada minoría de edad de su hijo y sucesor, Fernando IV (1295-1312). Y aunque su madre y regente, María de Molina, intentó preservar los intereses de la monarquía apoyándose en los municipios urbanos, hubo un claro cambio en las relaciones de poder. Se desencadenó una guerra civil en Castilla que terminó desembocando en un claro predominio de la nobleza. Esta situación no cambió con la mayoría de edad del rey Fernando IV. Así la Corona de Castilla y León sufre un claro eclipse a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV.

5. Los reinos de la Europa Nórdica y Oriental.

En el siglo XIII las monarquías del norte y este de Europa son periféricas, más rudimentarias, peor organizadas y menos pobladas que las del Occidente europeo. Además, tuvieron que hacer frente a la creciente influencia y expansión germánica.

Las monarquías escandinavas eran frágiles y con un origen reciente. La más sólida y organizada de todas era Dinamarca. Sin embargo, durante el siglo XIII la monarquía danesa sufrió un retroceso: Experimentó pérdidas territoriales y los príncipes eclesiásticos y los grandes señores laicos progresaron a costa del poder real. Especialmente agudo fue el conflicto que enfrentó a la Iglesia danesa con la monarquía durante el siglo XIII.

A nivel institucional logró progresos durante el siglo XIII. Se elaboró un inventario general del reino o catastro similar al «Domesday Book» inglés. También aparece una especie de Parlamento o Asamblea de los Grandes que se reúne regularmente a partir de entonces, y en 1282 el rey concede un texto parecido a la «Carta Magna» inglesa. Al parecer, Dinamarca evoluciona desde una monarquía feudal hacia una monarquía de tipo más contractual durante el siglo XIII.

Noruega, durante el siglo XIII su monarquía realiza importantes avances. El derecho consuetudinario es sustituido por un código escrito que reserva el poder legislativo y judicial al rey. Así, a mediados del siglo XIII, Noruega entra a formar parte del concierto de las monarquías europeas. Pero en la segunda mitad del siglo XIII el rey también empieza a conceder importantes privilegios a la «Hansa» o liga de ciudades comerciales del norte de Alemania, lo que supondrá una amenaza para la autonomía a nivel económico de Noruega en el futuro.

Suecia. La monarquía sueca experimenta un relevante desarrollo durante el siglo XIII. El poder real crece asumiendo el derecho legislativo. Institucionalmente aparece una especie de Parlamento al final de este siglo. Además, Suecia logra una importante expansión territorial con la conquista de Finlandia. Sin embargo, empieza a otorgar

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privilegios y ventajas comerciales a la «Hansa» germánica en el siglo XIII, lo que a la larga será contraproducente para el progreso económico del país.

En lo referente a los reinos del Este de Europa, amén de hacer frente a la expansión germánica también deben afrontar, a mediados del siglo XIII, las consecuencias materiales de las invasiones de los mongoles.

En Polonia, la monarquía sufre un proceso de disolución ya que es el momento culminante del régimen del «seniorato» instituido en el siglo XII. Este régimen consiste en que los miembros de la dinastía real de los Piast se dividen el reino en ducados y el de más antigüedad se reservaba el título de rey. Esto dio como resultado una profunda fragmentación del territorio, que llegó a su culmen en el siglo XIII. Pero además, Polonia hubo de afrontar graves peligros exteriores. En primer lugar sufrió una invasión de los mongoles que causó grandes destrozos en 1241. También experimentó una unión temporal con el reino de Bohemia a principios del siglo XIV que duró seis años (1300-1306). Pero la mayor amenaza fue el expansionismo alemán. La influencia germana aumentó durante el siglo XIII mediante la difusión del derecho alemán por numerosas ciudades. Territorialmente la presión germana también se hizo notar. La marca de Brandemburgo se extendió hacia el Este a costa de los polacos. En el Norte la Orden Militar de los Caballeros Teutónicos se instaló en el Báltico a principios del siglo XIII y ocupó Prusia a lo largo de este siglo, presionando sobre la frontera polaca convirtiéndose en una amenaza para el reino. Pero Polonia consiguió conservar su identidad nacional gracias a la acción de la Iglesia polaca.

Hungría también experimentó dificultades en este siglo XIII. En primer lugar, la monarquía empezó a conceder numerosos privilegios a la alta nobleza, perdiendo así poder en beneficio de la aristocracia. También hubo de sufrir las destrucciones y saqueos de los mongoles a mediados del siglo XIII. Finalmente, la dinastía de los Arpad se extinguió en 1301, pasando el reino desde entonces a dinastías extranjeras.

Bohemia fue el reino más próspero durante el siglo XIII de todos los reinos de Europa Oriental. Por su posición geográfica se libró de las invasiones mongolas. El rey de Bohemia, a pesar de ser eslavo, es uno de los príncipes electores del Sacro Imperio, y su importancia política en Alemania va creciendo. Llega a su apogeo con Ottokar II quien aprovechó el periodo del «gran interregno» en el Sacro Imperio para desarrollar una política expansionista anexionándose territorios alemanes como Austria, Estiria, Carintia y Carniola. De este modo se convirtió en el príncipe más poderoso del Sacro Imperio llegando incluso a pretender la corona imperial. Sin embargo, sus ambiciones se frustraron tras la elección del conde Rodolfo de Habsburgo en 1273 como emperador. Por el temor que despertó el poder acumulado por el rey de Bohemia, los demás príncipes alemanes formaron una coalición contra él. El resultado fue la total derrota de Ottokar II a manos del emperador Rodolfo de Habsburgo en la batalla de Dürnkrut en 1278 y la consiguiente pérdida de todas las recientes adquisiciones de Austria, Carintia, Estiria y Carniola, pasando éstas a manos de los Habsburgo. Por ello dejó de ser el poder hegemónico frente a los príncipes alemanes, pero siguió siendo importante, gracias a las minas de plata, dentro del contexto del Sacro Imperio bajo la dinastía indígena de los Premíslidas. La influencia germánica fue en aumento en el reino de Bohemia gracias al aumento de los colonos alemanes en sus ciudades.

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TEMA 2. EL IMPERIO GERMÁNICO EN LOS SIGLOS XIII Y XIV

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TEMA 2: EL IMPERIO GERMÁNICO EN LOS SIGLOS XIII Y XIV

1. Apogeo y fin de los poderes universales.

1.1. Federico II y su programa imperial.

A la muerte de Enrique VI, su viuda Constanza logró que en Palermo (1198) los sicilianos reconocieran como rey de Sicilia a su hijo Federico. Con la muerte de la reina la regencia del reino y la custodia del menor recayeron sobre el papa Inocencio III. Éste de manera imprevista se encontró con un arma poderosa para intervenir en la política alemana. La muerte del emperador Enrique VI produjo en el norte de Italia un vacío de poder, que fue aprovechado por el papa Inocencio III para ocupar el Ducado de Espoleto y la Marca de Ancona.

En Alemania, cada una de las facciones enfrentadas eligió a su rey: los gibelinos, con el apoyo del rey de Francia, se decantaron por Felipe de Suabia; los güelfos, con el apoyo del rey inglés y del Papa, se alienaron con Otón de Brunswick a cambio de renunciar a los bienes de la condesa Matilde de Toscana, cuyo bienes pasarían al Patrimonio de San Pedro, y a la promesa de mantener Sicilia separada del Imperio. El asesinato de Felipe de Suabia en 1208 provocó que Otón IV (Otón de Brunswick) fuera consagrado emperador en San Pedro al año siguiente (1209). Otón IV, al no mantener sus promesas, fue excomulgado e Inocencio III jugó la baza de su pupilo Federico, que fue coronado como rey de los romanos en Maguncia en 1212, al tiempo que el rey prometía la separación de Sicilia del Imperio y la restitución al Papa de los bienes que éste reclamaba en Italia, todo ello según la Bula de Oro. Con la derrota de Otón IV en la batalla de Bouvines (1214), la posición de Federico se reforzó en Alemania.

El Imperio estaba integrado, teóricamente, por tres reinos: Alemania, Italia y Borgoña, aunque sólo los dos primeros formaban el núcleo duro del poder imperial. Ante Federico se abrían dos posibilidades de actuación:

Privilegiar a Alemania, sacando de ella los recursos para dominar Italia.

Apoyarse en Italia, abandonando a Alemania a sus príncipes, con lo que se produciría una merma en el poder imperial y un seguro enfrentamiento en las ciudades del norte de Italia y con el Papado.

Federico II eligió la segunda opción, lo que le llevó a desentenderse del control de Alemania, provocando con ello el crecimiento del poder de los grandes señores alemanes y la hipoteca de la construcción y la afirmación de una monarquía fuerte. Así, Federico II, intentó llevar a cabo su sueño imperial basándose en el Derecho Romano. De esta forma se fue fraguando un ideario que sostenía la aspiración de un poder universal, al que como sucesor de los emperadores romanos tenía derecho, y al que, por voluntad divina, todos tenían que estar sujetos, incluso la Iglesia, ya que esta estaba integrada en el Imperio.

Por sus ideas y su forma de actuar, Federico II, fue uno de los personajes más destacados de la época. Fue considerado como un hombre moderno con una

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mentalidad abierta, escéptica y tolerante, muy avanzada para su tiempo; además hablaba y escribía varias lenguas.

En 1224 fundó la Universidad de Nápoles, primera Universidad que nació con una importa puramente estatal y desligada del control eclesiástico. También impulsó los Estudios de Mesina y Palermo, dedicados al estudio de la medicina y filosofía árabe. Federico II hizo de Sicilia la clave de su reinado y desde allí soñó con la creación de un gran imperio, con base mediterránea. Allí estableció la primera monarquía autoritaria de Europa; copió la administración fiscal y económica del mundo musulmán. En 1231, inspirándose en el Derecho Romano, promulgó para Sicilia un nuevo código de leyes, el Líber Augustalis o Código de Melfi, que revisaba en clave romanista las Constituiones, de corte feudal, que Roger II había promulgado en Ariano (1140). El nuevo Código fortalecía en todos los planos la figura del rey frente a los poderes feudales, tanto laicos como eclesiásticos.

El cénit del prestigio de Inocencio III se logró al reunir el IV Concilio Ecuménico de Letrán –con la presencia del emperador Federico II- en el que se acordó la celebración de una Cruzada que borrara el recuerdo de la Cuarta, que había escapado al control pontificio. Esta cruzada debería celebrarse en 1217 y en ella tomaría parte Federico II. La muerte de Inocencio III en 1226 paralizó el proyecto. El nuevo papa, Honorio III carecía de la energía de su predecesor y no era la persona adecuada para oponerse a Federico II; el cual fue dilatando su salida a la cruzada durante diez años, al tiempo que lograba que la Dieta de Fráncfurt, en 1220, eligiese a su hijo Enrique, como rey de Alemania. Ante las protestas del Papa y la amenaza de excomunión el emperador, Federico II, se comprometió a partir a la Cruzada, en 1221, y a no unir Alemania y Sicilia, por lo que obtuvo la coronación imperial en Roma en el año 1220. Tras ello se dedicó a la reorganización administrativa del reino de Sicilia, y a diferir nuevamente su partida a la Cruzada.

Tras enviudar de su primera esposa, Constanza de Aragón, se casó con Isabel, hija del rey de Jerusalén, con el beneplácito de la Curia, que pensaba que de esta forma el emperador partiría definitivamente a la Cruzada. Por el Tratado de San Germano (1225) Federico juró:

Partir definitivamente a la Cruzada en 1227, bajo pena de excomunión y la pérdida de Sicilia.

El arreglo de las divergencias en la frontera entre el Imperio y el Patrimonio de San Pedro.

El regreso a Sicilia de varios obispos expulsados años atrás.

El Papa se comprometió:

A instar a las ciudades lombardas a que reconocieran la supremacía imperial y a que contribuyeran con 400 caballeros, durante dos años, en la Cruzada

1.2. Gregorio IX y la Liga Lombarda.

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La elección del papa Gregorio IX (1227-1241) cambió radicalmente las cosas. El nuevo Papa era familia de Inocencio III y poseía un carácter enérgico y resolutivo capaz de enfrentarse al emperador, al que recordó, inmediatamente, su voto de cruzado y el término de su compromiso según lo estipulado en el Tratado de San Germano. Ante una nueva petición de aplazamiento a causa de una enfermedad el Papa lo excomulgó, volviendo a reiterar la excomunión seis meses después. Federico II partió finalmente para la cruzada en junio de 1228 (Sexta Cruzada), consiguiendo, mediante un tratado, que el sultán al-Kamil aceptara una tregua de diez años y la devolución de Jerusalén, que estaba en manos musulmanas desde la época de Saladino. Federico II entró pacíficamente en Jerusalén donde fue coronado rey de Jerusalén. En 1239, al expirar la tregua, Jerusalén volvió otra vez a manos musulmanas.

Federico II había estado ausente de sus estados un año justo. Como se sabe, la excomunión implicaba la ruptura del vínculo de fidelidad de los súbditos respecto a su señor. Por ello, en Alemania, los güelfos intentaron proclamar emperador a un sobrino de Otón IV; y en Italia, las tropas pontificias entraron en el Ducado de Espoleto. Federico II restableció el orden y firmó la Paz de Ceprano (1230) con el Papa a cambio del levantamiento de la excomunión y la restitución de los bienes confiscados a la Iglesia en Sicilia. Esta paz firmada era en realidad más una tregua que una paz definitiva ya que Federico II incrementó su poder en las ciudades del norte italiano y siguió realizando correrías por los territorios de la Iglesia, al tiempo que promulgaba severas leyes contra los herejes, con la finalidad de tener de su parte al Papa. Tras una revuelta en Roma, que ocasionó la salida del Papa, éste fue repuesto por las tropas imperiales (1237) y, a cambio, obtuvo que el Papa excomulgara a su hijo Enrique que se había rebelado contra él, siendo encarcelado hasta su muerte.

Viéndose con las manos libres y seguro, gracias al favor del Papa, infringió una dura derrota a la Liga Lombarda en Cortenouva (1237), anulando el poder de las ciudades del norte de Italia y nombrando rey de Cerdeña a su hijo Enzo, sin el consentimiento papal, ya que éste reclamaba para sí dicha isla amparándose en la Donación de Constantino.

La derrota de Cortenouva no supuso la sumisión de las ciudades italianas, y que la resistencia que cada una de ellas podía oponer a las tropas imperiales era superior a las fuerzas del emperador; quien podía someter o destruir alguna de ellas, pero no contaba ni con el tiempo ni con los recursos suficientes para someter a todas ellas. Los ideales imperiales de una Cristiandad presidida por un solo soberano temporal no eran compartidos por casi nadie. El Papa se opuso con todas sus fuerzas a los proyectos imperiales y, en 1239, promulgó una nueva excomunión debido al rechazo de la pretensión de organizar a Europa como una comunidad temporal, bajo un soberano laico y no eclesiástico como había soñado Inocencio III. Entre ambos poderes estalló una guerra de libelos, mientras Federico II era tildado de “anticristo y bestia del Apocalipsis”, el Papa lo era de “profanador del Templo, falso profeta y simiente de Babilonia”. A esta guerra ideológica le siguió otra de carácter militar. Federico II invadió los Estados Pontificios, y el Papa instó a los venecianos a invadir Puglia, y a los güelfos de Baviera y Bohemia, a formar una coalición contra el Emperador. La Liga fracasó por la presencia en Silesia y Hungría de los mongoles, provocando el cierre de filas de los alemanes para oponerse a los invasores. El Papa convocó un Concilio

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Ecuménico en Roma (Pascua de 1241) con el fin de condenar y deponer al Emperador Federico II. Éste reaccionó poniendo sitio a la ciudad, dispersando a los que acudían a él y apresando a algunos de ellos. La muerte de Gregorio IX puso fin al sitio de Roma, significando con ello que su lucha no había sido contra la Iglesia y el Papado, sino contra el Papa difunto.

1.3. El final del Dominium Mundi

Tras el breve pontificado de Celestino IV, que no llegó a ser consagrado (murió a los diecisiete días de su elección), se produjo una situación de Sede Vacante, que duró dos años, ya que los ocho cardenales reunidos no se ponían de acuerdo. Federico II liberó a los dos cardenales que había apresado mientras el sitio de Roma y, finalmente, se eligió Papa al genovés Sinibaldo Fierchi que tomó el nombre de Inocencio IV (1243-1254), y levantó la excomunión al Emperador a cambio de la restitución de los territorios pontificios que ocupaban las tropas imperiales. El regreso del Papa a Roma y la firma de la Paz de San Juan de Letrán (1244), auguraban el final de las disputas. El Papa, temiendo por su vida se trasladó a Lyón, donde convocó un Concilio Universal (o Ecuménico) para el año 1245, al que acudieron sólo obispos españoles, franceses y algún inglés. En este Concilio se excomulgó y depuso a Federico II y se instó a los príncipes alemanes a elegir a un nuevo emperador. De nuevo se desató una guerra de libelos, y la cancillería imperial difundió el principio según el cual el Papa podía excomulgar al Emperador, pero no podía deponerlo de su cargo. A esta doctrina se adhirió el rey Luis IX de Francia (San Luis), que no reconoció la deposición de Federico II.

La guerra civil enfrentó nuevamente a güelfos y gibelinos en Alemania e Italia. En este ambiente de luchas, las ciudades alemanas se unieron entre sí para garantizar el comercio y las vías de comunicación, surgiendo así la Liga del Rin. Las ciudades italianas se rebelaron de nuevo, con Parma encabezando la revuelta, venciendo a las tropas imperiales e incendiando su campamento “Victoria” (1248), al tiempo que los boloñeses vencieron y apresaron al rey Enzo, hijo del Emperador, al que mantuvieron en prisión hasta su muerte.

Federico II murió en 1250 en Castell Fiorentino (Puglia). Inocencio IV se trasladó a Roma un años más tarde (1251) para afrontar la última batalla contra los herederos del Emperador: Conrado IV, en Alemania y Manfredo en Puglia. Conrado IV, solicitó del Papa su reconocimiento como emperador y rey de Sicilia, a lo que el Papa se negó rotundamente y lanzó contra él la excomunión. Cuando murió Conrado IV (1254) dejó como heredero a su hijo Conradino, de dos años. Éste, con catorce años, en 1268 reclamó el trono de su padre, siendo vencido por Carlos de Anjou cerca de Roma; fue juzgado y decapitado en la plaza pública de Nápoles.

Con la desaparición de Federico II y su último descendiente, parecía que moría el sueño de establecer en Occidente el Dominium Mundi, que durante tanto tiempo había enfrentado a los dos grandes poderes universales. En esta ocasión el Papado salía victorioso, y su poder temporal se extendía desde la Toscana hasta el sur de Italia.

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En los años siguientes, en el plano religioso, Gregorio X proclamó la unión de las Iglesias griega y latina en el Concilio Ecuménico de Lyón de 1274; y Bonifacio VIII proclamó el año 1300 como año jubilar para exteriorizar el triunfo del Papado.

Papado e Imperio habían crecido uno junto al otro y la ruina de uno de ellos acarrearía la del otro. Mientras ambos se combatían, fue naciendo un mundo distinto, el de las nacionalidades, al que ambos poderes fueron ajenos.

2. El Gran Interregno.

Recibe este nombre el periodo que va desde la muerte de Conrado IV (1254) hasta la elección de Rodolfo de Habsburgo (1273), y que se caracteriza por el debilitamiento de los distintos principados, fruto de la política güelfa-pontificia frente a los Hohenstaufen.

Tras la excomunión de Federico II, en el I Concilio Ecuménico de Lyón (1245), el papa Inocencio IV instó a los príncipes alemanes a que eligieran un nuevo emperador, que se opusiera a Federico II y a su hijo Conrado IV. Los electores se inclinaron por Guillermo de Holanda, rey más teórico que real, ya que Conrado IV y los gibelinos controlaban la situación. A la muerte de Guillermo los electores se dividieron entre Ricardo de Cornualles (hijo de Juan Sin Tierra) y Alfonso X de Castilla (hijo de Beatriz de Suabia), emparentado con los Hohenstaufen y por lo tanto mal visto por el Papa. Ricardo obtuvo los mismos votos que Alfonso, pero la presencia efectiva de Ricardo en Alemania, hizo que fuera coronado como rey en Aquisgrán en 1257, pero su muerte en 1272 reavivó las esperanzas de Alfonso X, pero éste se encontró con la rotunda oposición del papa Gregorio X. Las aspiraciones imperiales de Alfonso X se conocen en la historiografía española como el Fecho del Imperio.

Gregorio X conminó a los electores alemanes a una rápida elección, bajo la amenaza de transferir el Imperio a los franceses, y por sus deseos de convocar una nueva cruzada. Aun cuando el candidato papal era Otacar II de Bohemia, los electores eligieron al modesto conde Rodolfo de Habsburgo.

2.1. Los inicios de la Casa de Habsburgo.

El primer monarca de la Casa de los Habsburgo comprendió que debía renunciar a la política italiana y al imperio universal. Por ese motivo, centró su política en reivindicar en Alemania los bienes y derechos de la Corona. Para ello buscó el apoyo de las ciudades, favoreciendo la paz pública, base del comercio, y la protección de las ciudades del Hansa.

Se enfrentó y derrotó a su contrincante Otocar II, quitándole los territorios que tenía en Austria y que, junto con los territorios de Estiria, Carintia y Carniola, constituirían el núcleo fundamental del dominio de los Habsburgo. Mantuvo buenas relaciones con el Papado y, en 1278, reconoció al papa Nicolás III la cesión de la

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Romaña a la Iglesia, a cambio de recuperar los derechos imperiales sobre la Toscana, que hasta entonces había estado en posesión de Carlos de Anjou por cesión papal.

En una Dieta celebrada en Fráncfurt propuso a su hijo Alberto como rey de Alemania, pero su propuesta fue rechazada por los Electores, quienes a la muerte de Rodolfo de Habsburgo (1291) eligieron a Adolfo de Nassau, contra quien se levantó el hijo de Rodolfo, Alberto de Austria, que fue elegido en 1298. Tras la muerte de Adolfo de Nassau (batalla de Gólheim), Alberto quedó como único rey hasta su muerte (1308). Al igual que sus predecesores tampoco obtuvo la consagración imperial y fracasó en su intento de hacer hereditaria la corona alemana.

2.2. La Casa de Luxemburgo y las últimas tentativas universalistas

A diferencia de lo que había hecho Rodolfo de Habsburgo (primer Habsburgo) tanto Enrique VII de Luxemburgo como Luis IV de Baviera intentaron volver a los tiempos de Federico II, reivindicando su hegemonía en Italia, por lo que tuvieron que enfrentarse no sólo a las ciudades del norte de Italia, sino también al poder de los Anjou de Nápoles, que se erigieron en los defensores de la independencia italiana frente al Imperio.

En 1308 los Electores proclamaron a Enrique VII de Luxemburgo (1308-1313) como nuevo rey de Alemania y de Romanos, el cual fue coronado emperador en Roma. Intentó reavivar la idea imperial en Italia, por lo que chocó con el papa Clemente V y con Florencia, a la que asedió y saqueó. Ante estos hechos el Papa nombró Vicario Imperial al rey de Nápoles, Robert de Anjou. Al poco tiempo murió Enrique VII de Luxemburgo desvaneciéndose los sueños de los últimos gibelinos italianos (entre los que se encontraba Dante Alighieri).

Tras un interregno de quince meses se produjo la doble elección de Luis IV de Baviera o de Wittelbach (1314-1346) y de Federico de Austria. Durante siete años se desencadenó una guerra civil en el sur de Alemania. La lucha entre ambos favoreció el nacimiento de Suiza como nación y el fortalecimiento de las ciudades hanseáticas. La batalla final tuvo lugar en Mühldorf (1322), donde fue hecho prisionero Federico de Austria. Luis IV de Baviera, como vencedor, convocó una Dieta en Núremberg, en 1323, para celebrar el fin del Interregno y la victoria sobre su rival.

Desde Aviñón el papa Juan XXII excomulgó a Luis IV de Baviera por pretender ejercer una autoridad en Italia no aprobada por él. Luis IV contratacó con el manifiesto de Sachsenhausen, en el que pedía la reunión de un concilio ecuménico que juzgara al Papa por hereje y por abuso de poder. La nobleza y el clero alemán, así como los franciscanos, le apoyaron; también recibió el apoyo de algunos intelectuales de la época: Marsilio de Padua, que en su obra Defensor Pacis proponía ideas parecidas; Guillermo de Ockam o el propio General de los Franciscanos, Miguel de Cesena. Contra todos ellos, el Papa lanzó la excomunión.

Luis IV de Baviera, en 1327, se presentó en Italia y en 1328 entraba en Roma donde fue coronado emperador “en nombre del pueblo romano” por el cardenal Sciarra Colonna, tras lo cual promulgaba un Decreto Imperial por el que deponía a Juan

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XXII y elegía papa a Nicolás V, quien volvió a consagrar y coronar emperador a Luis IV. Como de costumbre no faltaron las excomuniones entre los dos Papas.

En la Dieta de Rhense (1338) los príncipes alemanes cerraron filas en torno al Emperador y promulgaron la Constitución Licet iuris, inspirándose en las doctrinas del Defensor pacis, que sostenía que le Papa no podía juzgar ni deponer al Emperador, pues su autoridad emanaba directamente de Dios.

En este clima de ruptura total entre el Papado y el Imperio, Clemente VI intentó designar, sin éxito, un anti-emperador en la persona de Carlos de Moravia.

Luis IV de Baviera ha pasado a la Historia como el último representante de aquellos emperadores medievales que habían intentado ejercer un dominio efectivo sobre Italia.

3. Carlos IV y la Bula de Oro

A la muerte de Luis IV los Electores alemanes se fijaron en otro miembro de la Casa de Luxemburgo, Carlos IV (1347-1378), conde de Luxemburgo y rey de Bohemia.

Carlos IV, de lengua y costumbres francesas, mantuvo buenas relaciones con Francia y con el Papado. Dedicó la primera parte de su reinado a resolver el problema fundamental que tenía Alemania, a saber: fijar definitivamente la forma y el número de personas que debían elegir al Emperador.

Alemania estaba configurada por un mosaico de Estados. La Dieta o Reichstag era el escenario político donde se dirimían las cuestiones que afectaban al conjunto de los súbditos del Imperio. En la Dieta o Reichstag tenían voz y voto los grandes príncipes, los nobles y unas 80 ciudades. Durante los siglos XII y XIII, cuando había que elegir a un nuevo rey, se nombraba una comisión de Electores que proponía un candidato, el cual era aclamado posteriormente por la Dieta. Aunque no había ningún texto que lo estableciera fue consolidándose la costumbre de que el Colegio de Electores se restringiera a los grandes príncipes laicos y eclesiásticos. Basándose en esta costumbre, Carlos IV, en 1356 promulgó la Bula de Oro, llamada así por llevar pendiente un sello de oro, en la que se fijaba el procedimiento y se designaba a los electores para la elección imperial.

Los Electores serían:

3 eclesiásticos: o Arzobispo de Maguncia (Primado de Alemania) o Arzobispo de Colonia o Arzobispo de Tréveris

4 laicos: o Duque de Sajonia o Conde Palatino del Rin o Margrave de Brandeburgo o Rey de Bohemia

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La elección no se adscribía a ninguna familia, sino a Estados y a quien ostentara el cargo en ese momento. El Imperio sería electivo y el Papa nada tenía que decir sobre la persona propuesta. La elección se realizaría por mayoría, y a la Dieta se le reservaba la aclamación de la persona propuesta, como rey de Alemania y rey de romanos. Al Papa o su representante le quedaba reservada la coronación imperial, pero no la concesión del Imperio. Transcurrido un mes desde la muerte del emperador, el arzobispo de Maguncia debía convocar a los Electores en Fráncfurt. El elegido sería coronado como rey de Alemania en Aquisgrán. Mientras que el cargo de emperador estuviera vacante, el Conde Palatino del Rin actuaría como representante del Imperio.

La Bula de Oro, a fin de cuentas, vino a confirmar y recoger el pensamiento de Luis IV de Baviera, expresado en la Constitución Licet iuris, por el que el derecho de crear emperadores, que se arrogaba el Papa, quedaba abolido en la práctica; significando, con ello, el final de la injerencia del Papado en los asuntos alemanes.

A la muerte de Carlos IV (1378) los Electores elevaron al trono a su hijo Wenceslao (1378-1410). Su reinado estuvo ocupado por las luchas entre los clanes nobiliarios, frente a los que el poder imperial nada podía hacer. El descontento iba en aumento y se manifestó:

Cuando el Emperador hizo a los Visconti, duques de Milán, tras cobrar una fuerte suma de dinero.

Tras la toma de partido a favor del rey de Francia en su lucha contra el rey inglés en la Guerra de los Cien Años.

Por el apoyo que el Emperador dio a los Papas de Aviñón, tras retirar su obediencia a los Papas de Roma, durante el Cisma.

Por ello, los Electores eclesiásticos y el Conde Palatino del Rin le retiraron su apoyo y eligieron a Roberto de Baviera, sin que se produjera ninguna conmoción en Alemania.

4. El nacimiento de Suiza

Esta región estaba bajo el señorío de los Habsburgo, donde tenían su fortaleza original, y que era el paso natural por donde discurrían las principales vías de comunicación entre Italia y los Países Bajos, por lo que sus habitantes se especializaron en el transporte de mercancías italianas y flamencas. Hacia el año 1230 se abrió el paso de San Gotardo y se tendió un puente sobre el río Reuss provocando que casi todo el tráfico mercantil se desplazara por este territorio, trayendo la prosperidad a los habitantes del valle de Uri y de Schwich, quienes obtuvieron cartas de franquicia y protección del emperador Federico II frente a los señores de Habsburgo, a los que los suizos había pagado previamente el rescate de sus derechos dominicales1 sobre ellos.

El emperador Rodolfo de Habsburgo impuso nuevos pasajes a las mercancías y productos que circulaban por sus tierras, por lo que estalló una revuelta que destruyó varias fortalezas y que hizo que los habitantes de Uri, Schwich y Unterwald, en 1291,

1 Derecho dominical: Se dice del derecho pagado al señor de un feudo por sus feudatarios.

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se unieran en un Liga o Landfriede. Los coaligados, en 1309, obtuvieron del emperador Enrique VII la confirmación de sus franquicias y el establecimiento de una bailía2 propia dentro del Imperio, que los substraía del dominio de los Habsburgo. Ante estos hechos, el duque Leopoldo I de Habsburgo inició una campaña, que concluyó con su derrota (Morgarten, 1315), lo que se tradujo en el afianzamiento de la Confederación, a la que se sumaron las ciudades de Lucerna, Berna y Zúrich, tras desplazar del poder a la aristocracia feudal y sustituirla por la burguesía y los artesanos.

Se creó de esta forma, a lo largo del siglo XIV, una federación que agrupaba a ciudades y a campesinos, que fue adquiriendo una estructura republicana al margen del poder señorial. La reacción del duque Leopoldo III de Austria, concluyó con la derrota de la caballería feudal a manos de las milicias suizas en Sémpach (1386). Como era de esperar, surgieron tensiones entre las ciudades y los cantones campesinos, que se resolvieron con la creación de una Dieta federal.

La expansión de Borgoña amenazó la independencia de los cantones campesinos, que reafirmaron su independencia ante Carlos el Temerario, derrotándolo en Granson (1476) y Mórat (1476). La Paz de Basilea (1499) firmada con el emperador Maximiliano I de Habsburgo reconoció tácitamente la independencia suiza, aunque ésta no se logró de manera formal hasta la paz de Westfalia (1648).

5. Sicilia y Nápoles

5.1. Las Vísperas Sicilianas y la Casa de Aragón

La muerte de Conrado IV (1254) no supuso el final de la Dinastía Hohenstaufen en Italia, ya que Manfredo se alzó con el poder ocupando la lugartenencia, primero en nombre de su hermano Conrado IV y, después en el de su sobrino Conradino, manteniendo viva la presencia alemana en el Mediterráneo.

Tras la desaparición de Federico II y su hijo Conrado IV, el papa Inocencio IV estaba decidido a acabar con la presencia alemana en Sicilia, por lo que ofreció la corona de Sicilia al príncipe Edmundo, hijo de Enrique III de Inglaterra. Al regreso del Papa de Lyón, éste se dirigió hacia Nápoles para afirmar la soberanía pontificia sobre el reino de Sicilia, pero su ejército fue derrotado por Manfredo en Foggia. La noticia de la derrota precipitó la muerte del papa Inocencia IV, acaecida en Nápoles (diciembre de 1254). Con esta victoria y encontrándose su sobrino Conradino en Alemania, Manfredo aprovechó la ocasión para hacerse coronar rey de Sicilia en Palermo (1258) y proponer su candidatura como rey de Alemania frente a Ricardo Cornualles y Alfonso X de Castilla.

Tras la renuncia de Edmundo a la Corona de Sicilia, Manfredo pidió su reconocimiento oficial al papa francés Urbano IV, a cambio del pago de un tributo como feudatario de la Santa Sede; la concesión de territorios a la Iglesia en la frontera sur de los Estados Pontificios; y al apoyo a una nueva cruzada. Pero este ofrecimiento

2 Bailía: Territorio que gozaba de una administración propia, aunque integrado en una unidad

administrativa mayor.

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no sirvió de nada ya que el Papa estaba decidido a acabar con la presencia alemana en el sur de Italia. Para ello concedió la Corona de Sicilia a Carlos de Anjou, conde de Provenza y hermano de Luis IX de Francia. En 1266, Carlos de Anjou era coronado rey de Sicilia en la Basílica de San Pedro. El nuevo rey (Carlos de Anjou) al mando de un ejército de treinta mil hombres derrotó a Manfredo en Benevento, donde Manfredo murió en la batalla y su cuerpo quedó insepulto por expreso deseo del Papa.

En Alemania los gibelinos apoyaron a Conradino, quien también recibió el apoyo del infante don Enrique de Castilla (hermano de Alfonso X de Castilla), y lo aclamaron rey de Puglia y Sicilia, al tiempo que contra él lanzaba una excomunión el Papa. La derrota de Conradino en Tigliacozzo y su ejecución pública en Nápoles pusieron fin a su empresa italiana; pudiendo, desde entonces, reinar de manera autoritaria en Sicilia y Nápoles, Carlos de Anjou.

Teniendo asegurado el trono de Sicilia, Carlos de Anjou en unión de los príncipes de Tesalia y Epiro inició una campaña contra el emperador de Bizancio, Miguel VIII. Miguel VIII había acordado con el papa Gregorio X, primero, y después con el papa Nicolás III, la unión de las dos Iglesias a cambio de su reconocimiento en Occidente como emperador de Bizancio. Pero el papa francés Martín IV echó por tierra el acuerdo realizado con sus predecesores al conceder a Carlos de Anjou, por seis años, las décimas de los obispados de Hungría y Cerdeña para que realizara una cruzada contra el emperador de Bizancio (Miguel VIII). Pero estos planes se frustraron por los acontecimientos acaecidos en Sicilia.

El 39 de marzo de 1282, las ciudades italianas se levantaron contra los franceses, cansados de su política centralizadora y fiscal; las continuas confiscaciones y el traslado de la capital de Palermo a Nápoles. Los sicilianos ofrecieron acogerse a la soberanía directa del Papa, pero éste la rechazó y excomulgó a todos. Así pues, los sicilianos trasladaron su oferta a Pedro III de Aragón, a la sazón, casado con una hija de Manfredo, Constanza. Pedro III de Aragón desembarcó en la isla en agosto de 1282, tomando posesión de la misma y recibiendo la excomunión del papa Martín IV, que no dudó en convocar a las ciudades italianas a una cruzada contra el rey aragonés. El Papa decretó vacante la Corona de Aragón y la ofreció en feudo a Carlos de Valois, hijo de Felipe III de Francia. Los franceses invadieron Cataluña (1285) y fracasaron rotundamente tras sufrir dos severas derrotas: una por mar en el Golfo de Rosas, y otra por tierra en el Coll de Paniars.

La toma de Sicilia por Pedro III internacionalizó el conflicto y complicó la política de la Santa Sede al ser derrotado y hecho prisionero, en 1284, el futuro Carlos II. En 1285 murieron Carlos I de Anjou y Pedro III de Aragón. Mientras Carlos I de Anjou veía como se deshacía su obra y como su hijo estaba prisionero en manos del enemigo, Pedro III de Aragón vio ampliado su reino con la incorporación de Sicilia a su Corona, que le cedió a su segundo hijo, el futuro Jaime II de Aragón, al tiempo que dejaba el trono aragonés al primogénito, Alfonso III.

Por el Tratado de Barcelona (1287) el nuevo rey de Nápoles, Carlos II de Anjou, prisionero de los aragoneses, renunciaba a la Corona siciliana a cambio de su liberación, pero dicho tratado no fue aceptado por el Papa, por lo que Carlos II tuvo que volver a ratificar su renuncia mediante el Tratado de Olorón (1288), esta vez con la

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mediación del rey inglés Eduardo I. Esta renuncia tampoco fue aceptada por el Papa, aun cuando ya se había liberado a Carlos II de Anjou. Mediante el Tratado de Tarascón (1291) se pretendió poner fin al problema siciliano. El Papa levantó la excomunión a Alfonso III de Aragón a cambio de que éste abandonara a su suerte a su hermano Jaime, rey de Sicilia. Con la repentina muerte de Alfonso III los acuerdos de Tarascón se vinieron abajo, ya que Jaime II se vio dueño de Aragón y Sicilia, poniendo el reino de Sicilia en manos de su hermano Fadrique (Federico II), con el beneplácito de los sicilianos.

Mediante el Tratado de Anagni (1295), propiciado por el papa Bonifacio VIII, Jaime II realizó su jugada maestra al renunciar a Sicilia a cambio de que el Papa le concediera la investidura de Córcega y Cerdeña. Los sicilianos no aceptaron el Tratado de Anagni y coronaron rey a Fadrique como Federico II de Sicilia.

Carlos II de Nápoles intentó en repetidas ocasiones reconquistar la isla, pero fracasó ante la resistencia siciliana. Al final se llegó a la Paz de Caltabellota (1302) por la que se reconoció a Federico II como rey vitalicio de «Trinacria», nombre que sustituía nominalmente a Sicilia para no herir al rey napolitano, y acordándose el matrimonio de Federico II de Sicilia con la hija de Carlos II de Nápoles, y que a la muerte de Federico II la isla pasase de nuevo al rey de Nápoles. Cómo esta cláusula no se cumplió, Sicilia siguió girando en la órbita del rey aragonés hasta su definitiva anexión en tiempos de Fernando I de Aragón (1412).

La astucia y la habilidad de los reyes aragonés hicieron que la Corona de Aragón heredara la vocación mediterránea y los proyectos de expansión hacia Oriente del emperador Federico II.

5.2. Los Anjou en el reino de Nápoles

La presencia de los Anjou en Nápoles se produce tras la coronación de Carlos I de Nápoles (1266-1285), conde de Anjou e hijo menor del rey Luis VIII de Francia, en la Basílica de San Pedro. Es traslado de la capital de Palermo a Nápoles soliviantó a los sicilianos. Carlos I construyó en Nápoles el Castell Nouvo o Maschio Angioino como residencia de los monarcas napolitanos, en sustitución el viejo Castell dell’Uovo, fortaleza construida por los normandos. La pérdida de Sicilia hizo que los Anjou se centraran en sus dominios peninsulares.

Carlos II (1285-1309), tras las paces y tratados firmados con Aragón y después de recuperar su libertad, centró toda su política en Nápoles y en apoyar al Papa en su conflicto con los florentinos. Por su matrimonio con una heredera a la Corona de Hungría, María Arpad, los Anjou se introdujeron en Hungría y en Durazzo (Albania).

Roberto I (1309-1343) fue un fiel aliado del Papado en su enfrentamiento contra los emperadores Enrique VII y Luis IV de Baviera, al tiempo que logró poner orden entre las familias romanas de los Orsini, Colonna y Caetani. Se casó con una hija de Pedro III de Aragón, para intentar recuperar Sicilia, y posteriormente con una hija de Jaime II de Mallorca. A su muerte, sin descendientes, la Corona pasó a su hija Juana I (1343-1383), a la que se casó, en contra de su voluntad, con Andrés de Hungría, a

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pesar de que la Santa Sede veía con malos ojos este matrimonio, por lo que suponía de intervención de Hungría en su feudo napolitano. El asesinato de Andrés de Hungría por Luis de Tarento, primo y después esposo de Juana I, hizo que el hermano de Andrés, Luis el Grande de Hungría, emprendiera varias campañas victoriosas contra Nápoles, pero a pesar de lo cual firmó la paz con su prima, ante la imposibilidad de lograr la total conquista del reino napolitano. La intervención de Cola de Rienzo ante Clemente VI hizo que el Papa absolviera a Juana I de su participación en el asesinato de su esposo Andrés a cambio de la venta de Aviñón al Papa (1348) por una suma de 80.000 florines de oro.

Al producirse el Cisma de Occidente, la reina Juana siguiendo las directrices de Francia, se inclinó por Clemente VII, al que dio refugio en Castell dell’Ouvo de Nápoles antes de dirigirse a Aviñón. El papa napolitano Urbano VI, reaccionó deponiendo a la reina y nombrando en su lugar a su primo Carlos de Durazzo. Los napolitanos abandonaron a su reina por la postura que esta había adoptado a favor de un francés y en contra de un paisano, y tras caer prisionera fue estrangulada por orden del nuevo rey de Nápoles, Carlos III. La dinastía de los Anjou-Durazzo tuvo que luchar contra los Anjou de Francia, entrando el reino napolitano en un período de inestabilidad del que no salió hasta su conquista definitiva por Alfonso el Magnánimo.

El asesinato de Carlos III en Hungría hizo que en Nápoles se instalara su hijo Ladislao I (1386-1414), con el apoyo del papa Bonifacio IX. El joven rey fue nombrado Vicario del Papa, tanto en Roma como en el Patrimonio de San Pedro. Los Papas y los reyes de Nápoles vivían en una extraña simbiosis en la que uno necesitaba del otro para subsistir. El Papa necesitaba del rey de Nápoles para defenderse de las poderosas familias romanas, y el rey necesitaba al Papa para afirmar su derecho al trono de Nápoles.

La muerte por envenenamiento de Ladislao I hizo que el papa Martín V reconociera a su hermana Juana II como reina de Nápoles (1414-1435), tras la promesa de ésta de devolverle Roma, Ostia y Civitaveccia. El posterior enfrentamiento entre ellos llevó a la ruptura entre ambos. El Papa apoyó a la rama francesa de los Anjou y la reina Juana II solicitó la ayuda del rey de Sicilia y Aragón, Alfonso V, al que nombró heredero y sucesor. Pero pronto surgieron las desavenencias entre ambos monarcas, por lo que la reina Juana II adoptó como hijo y heredero a Luis III, de la rama francesa, y tras la muerte prematura de ésta a su hermano Renato I (1435-1442).

El reinado de Renato I de Anjou marcó el final de esta dinastía y el inicio de la dinastía aragonesa, que se afianzará tras la definitiva conquista del reino en tiempos de Fernando II de Aragón (1504). El enfrentamiento entre Renato I y Alfonso V comenzó de manera desfavorable para el monarca aragonés, que cayó prisionero de los genoveses en la batalla naval de Ponza (1435), pero consiguió recuperarse y entrar en Nápoles.

Alfonso V (1442-1458) convirtió a Nápoles en el centro de una ambiciosa política mediterránea. Su ideal de cruzado lo llevó a intervenir en los Balcanes apoyando al caudillo albanés en su lucha contra los turcos.

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TEMA 2. EL IMPERIO GERMÁNICO EN LOS SIGLOS XIII Y XIV

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A la muerte de Alfonso V de Aragón y I de Nápoles, le sucedió su hijo natural, Ferrante o Fernando (1458-1494), reinando en Nápoles una rama menor de la Casa de Aragón, hasta la época de Fernando el Católico.

Ilustración 1 Europa en el siglo XIV

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TEMA 3. LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS Y LA PARTICIPACIÓN DE LOS REINOS EUROPEOS

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TEMA 3. LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS Y LA PARTICIPACIÓN DE LOS REINOS EUROPEOS.

1. Los orígenes del conflicto: Francia e Inglaterra a principios del siglo XIV.

La crisis que se generó en Occidente durante los siglos XIV y XV tuvo su manifestación política en un largo conflicto bélico entre Francia e Inglaterra, que debido a los sistema de alianzas de la época afectó en mayor o menor medida a otros países hasta convertirse en un gran conflicto internacional. Aunque este conflicto fue denominado convencionalmente como “Guerra de los Cien Años” en el siglo XIX, en realidad no fue una sola guerra, sino un conjunto de episodios bélicos separados por largos periodos de tregua. Y tampoco duró un siglo, sino que las hostilidades se desarrollaron entre 1337 y 1453.

Los orígenes del conflicto son muy complejos, pudiéndose diferenciar entre unas causas remotas y unos motivos inmediatos que proporcionaron el pretexto para desencadenar la contienda. Las causas remotas se remontan al siglo XIII. Tras la disolución del “Imperio Angevino”, el único señorío que le quedó al rey inglés en territorio francés fue el ducado de Aquitania, que por aquel entonces se denominaba Guyena y tenía una extensión menor que en el siglo XII, pero por el que el rey inglés seguía siendo vasallo del monarca francés. Los sucesivos reyes franceses utilizaron la Guyena (Aquitania) como rehén siempre que deseaban presionar a Inglaterra e intervenían continuamente en los asuntos internos del ducado, llegando a confiscarlo en varias ocasiones cuando tenían problemas con Inglaterra. En definitiva, el rey de Inglaterra se encontraba en una posición muy incómoda con Francia por culpa de Guyena (Aquitania) que deseaba resolver.

La causa próxima o pretexto para la guerra fue una cuestión dinástica. La dinastía francesa de los Capeto se extinguió biológicamente a principios del siglo XIV con la muerte de Carlos IV en 1328. Entonces se hizo con el poder su primo y cabeza de la nobleza francés, Felipe de Valois (Felipe IV) instaurando una nueva dinastía en Francia: los Valois. Éste era el pariente más cercano del último Capeto por vía masculina. Pero también existía, por línea femenina, un familiar más cercano a Carlos IV, el rey de Inglaterra, Eduardo III. En un principio Eduardo III no reclamó el trono francés, pero cuando Felipe IV volvió a decretar una nueva confiscación de la Guyena (ducado de Aquitania), Eduardo III alegó ser el legítimo rey de Francia y declaró la guerra en 1337.

A principios del siglo XIV la situación de Francia e Inglaterra era muy diferente. Aparentemente Francia era mucho más fuerte. Contaba con una población más numerosa que la inglesa. Pero a comienzos del siglo XIV comienzan a evidenciarse síntomas de debilidad. Flandes había mostrado crecientes tendencias autonomistas. La caballería de la hueste feudal francesa fue derrotada por la infantería de las milicias urbanas flamencas y sólo con mucha dificultad Francia pudo someter a Flandes. Por otro lado, la monarquía francesa tenía graves problemas financieros y monetarios debido a los primeros síntomas de crisis económica general. Finalmente, la nueva

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dinastía, de los Valois, aún no se había asentado sólidamente. Así, el reino de Navarra aprovechó la ocasión para independizarse de Francia con su propia dinastía: los Evreux

En cuanto a Inglaterra, sobre el papel parecía más débil que Francia y contaba con menor número de población. A finales del siglo XIII y comienzos del XIV, el rey inglés Eduardo I había logrado estabilizar y reorganizar el reino, y aunque con su sucesor, Eduardo II (1307-1327), su obra estuvo a punto de derrumbarse debido a una revuelta nobiliaria, fue la acción decidida de su sucesor Eduardo III (1327-1377) quien devolvió la fortaleza a la monarquía inglesa, reinstaurando inmediatamente el orden interno. De esta forma se encontró en condiciones de acometer importantes empresas en el exterior. Además, las continuas guerras con Escocia habían proporcionado a las tropas inglesas experiencia y entrenamiento, con técnicas militares avanzadas y modernas.

2. Fases de la guerra

La Guerra de los Cien Años pasó por varias alternativas. Hubo momentos en los que parecía que está a punto de ganar Inglaterra y en otras ocasiones daba la impresión de que era Francia la que iba a imponerse. Es por ello por lo que se distinguen varias fases en el conflicto.

2.1. Las victorias inglesas

La primera fase de la guerra a mediados del siglo XIV (1338-1360) fue de claro predominio inglés. El rey Eduardo III aprovechó los problemas de la monarquía francesa en Flandes y Bretaña para utilizar dichos territorios como cabeza de puente para la penetración de sus tropas. En primer lugar, la flota inglesa derrotó a la francesa en la batalla de La Esclusa (cerca de Brujas, 1340), asegurándose el dominio del mar. Posteriormente, en dos grandes batallas a campo abierto, las de Crécy (1346) y Poitiers (1356), Eduardo III y su hijo, Eduardo “el Príncipe Negro”, derrotaron respectivamente a Felipe IV y a su sucesor Juan II (1350-1364), demostrando la superioridad de los ingleses sobre los franceses a campo abierto; apoyada esta superioridad en sus arqueros, muy bien entrenados y provistos de grandes y potentes arcos. Los ingleses aprovecharon sus victorias militares para tomar Calais y realizar grandes expediciones de saqueo o cabalgadas dentro del territorio francés.

El resultado fue que la monarquía francesa entró en una profunda crisis. En 1358 se produjo una violenta rebelión campesina en las comarcas próximas a París: la “Jacquerie” al considerar los campesinos que la nobleza ya no cumplía con su misión de defenderlos. Esta rebelión casi coincidió con otra revuelta de la burguesía parisina contra el gobierno. Con mucho esfuerzo y dureza ambas sublevaciones fueron reprimidas. Sin embargo, la debilidad de la monarquía francesa hizo que ésta se viera obligada a pactar una tregua con Inglaterra: el Tratado de Brétigny (1360), en virtud del cual el ducado de Aquitania o Guyena se vio ampliado territorialmente hasta ocupar casi un tercio de Francia y dejó de estar bajo el vasallaje del rey de Francia.

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2.2. Internacionalización del conflicto: la fase ibérica de la guerra

Para hacer frente a la superioridad militar inglesa, la monarquía francesa busca apoyos exteriores y de esta forma la guerra empieza a extenderse por otros países. En primer lugar la contienda va a repercutir en la Península Ibérica, ya que Francia buscó el apoyo de la flota castellana para contrarrestar la superioridad naval inglesa. Sin embargo, en un principio Castilla durante el reinado de Alfonso XI (1312-1350) mantiene una estricta neutralidad. Pero cuando accede al poder su sucesor, Pedro I (1350-1369), la situación cambia radicalmente. El duro comportamiento de este rey con respecto a la nobleza provocó que la mayor parte de ésta busque su derrocamiento y la sustitución por su hermano bastardo, Enrique de Trastámara. Enrique de Trastámara se exilió en Francia y buscó el apoyo del rey francés, quien le envió a su general Bertrand Du Guesclin al mando de soldados mercenarios que se encontraban desocupados a causa de la Paz de Brétigny. En 1366 estas tropas invaden Castilla y destronaron a Pedro I, imponiendo en el trono a Enrique de Trastámara.

Por su parte Pedro I recurrió a una alianza con el rey inglés para recuperar el trono. En 1367 volvió a Castilla con un ejército inglés mandado por Eduardo el “Príncipe Negro”, hijo del rey inglés Eduardo III. Estos se enfrentaron y vencieron rotundamente a las tropas franco-españolas en la Batalla de Nájera, volviendo Pedro I a recuperar el trono. Pero al no abonar Pedro I el precio pactado a los ingleses, éstos abandonaron el país. Ésta circunstancia fue aprovechada por Enrique de Trastámara quien en compañía del general francés Beltrán Du Guesclin y sus mercenarios atacaron a Pedro I. En 1369 Enrique II de Trastámara asesinó a Pedro I en Montiel haciéndose con el poder definitivamente en Castilla. A partir de este momento Castilla se convirtió en un formidable aliado del rey francés y comenzó a acosar a los barcos ingleses en el Cantábrico y en el Canal de la Mancha.

En 1383 el hijo y sucesor de Enrique II, el rey Juan I de Castilla, intentó anexionarse Portugal. Los portugueses solicitaron ayuda a Inglaterra, que respondió enviando tropas en su apoyo. En 1385 Portugal con la ayuda de los arqueros ingleses derrotaron completamente a las tropas castellanas en la Batalla de Aljubarrota, salvando su independencia y estableciéndose una alianza estable entre Portugal e Inglaterra desde entonces.

Aprovechando esta derrota, el entonces regente de Inglaterra y duque de Lancaster, Juan de Gante, a la sazón casado con una hija de Pedro I, reivindicó para sí el trono de Castilla y en 1386 desembarcó en Galicia con un importante ejército. Pero la alianza franco-castellana funcionó y el rey francés envió tropas en ayuda de Juan I de Castilla, quienes junto a los castellanos, consiguieron bloquear la entrada a la meseta castellana del ejército inglés. Finalmente se llegó a un acuerdo mediante el cual la hija del duque de Lancaster se casaría con el heredero de Juan I, Enrique Príncipe de Asturias. Así concluyó la fase ibérica de la Guerra de los Cien Años.

Mientras todo esto sucedía había aparecido otra faceta que contribuyó a la internacionalización del conflicto. En 1378 se produjo la doble elección pontificia que desembocó en el «Cisma de Occidente» donde Francia y sus aliados reconocieron al papa de Aviñón e Inglaterra y los suyos siguieron al papa de Roma, contribuyendo la división religiosa a acentuar el carácter internacional de la contienda.

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2.3. Guerra de desgaste y recuperación francesa bajo Carlos V

Tras conseguir imponer a su candidato en la Corona de Castilla en 1369, el rey Carlos V de Francia pudo plantearse la reanudación de la guerra directa con Inglaterra contando con el apoyo de la flota castellana. En 1372 la flota castellana derrotó completamente a la flota inglesa en La Rochela. Desde entonces las comunicaciones de Inglaterra con sus territorios en Francia se hicieron más difíciles. Amén de que los barcos franceses y castellanos comenzaron a hacer incursiones en la costa inglesa.

Pero, ante todo, se cambió completamente la táctica militar por parte francesa. Ante la superioridad inglesa en las batallas a campo abierto, Carlos V escogió la vía de la guerra de desgaste en la que Francia contaba con muchísimos más recursos que Inglaterra. Se trataba de combatir preferentemente mediante escaramuzas y golpes de mano, evitando en todo momento cualquier enfrentamiento en campo abierto con los ingleses. El militar encargado de llevar a cabo esta nueva táctica fue el condestable de Francia Bertrand Du Guesclin. El éxito apareció inmediatamente. Entre los años 1369 y 1380 los franceses fueron, poco a poco, reconquistando terreno a los ingleses, de tal forma que dejaron reducido el territorio bajo control inglés en Aquitania a una estrecha franja costera entre Bayona y Burdeos. Los ingleses contratacaron con cabalgadas hacia el interior del territorio francés, pero las consecuencias, puramente militares, fueron inútiles, pareciendo que el curso de la guerra se iba a decantar a favor de los franceses.

2.4. Período de treguas

A finales del siglo XIV y principios del XV se entra en un período de relativa paz como consecuencia de los esfuerzos bélicos realizados por los dos países. Éstos se encuentran agotados por lo que Francia e Inglaterra van a ir acordando treguas en principio temporales, pero que luego se irán prorrogando de forma casi indefinida. Además, ambos van a experimentar crecientes problemas internos que ocuparán de forma preferente su atención. De esta forma la Guerra de los Cien Años parece que entra en una fase de atonía y falta de verdadera actividad bélica.

En 1389 los nuevos reyes, Carlos VI de Francia (1380-1422) y Ricardo II de Inglaterra (1377-1399), acordaron una tregua general en Leulinghen, acuciados como estaban por los problemas internos de cada país. Esta tregua se fue renovando por ambas partes hasta el año 1404.

En Inglaterra los crecientes costes de la guerra habían obligado a un aumento de la presión fiscal. Se dispuso el cobro de un impuesto de capacitación3 o «poll-tax», que desencadenó una importante rebelión campesina en 1381. Además, en 1399 tuvo lugar la llamada «revolución Lancaster». El rey Ricardo II fue destronado por una revuelta nobiliaria encabezada por su primo, Enrique de Lancaster, que se convirtió en el rey Enrique IV de Inglaterra (1399-1413). Esta nueva dinastía tardó en consolidarse y por ese motivo no estuvo en condiciones de reanudar la guerra hasta bien entrado el siglo XV.

3 Capacitación: Impuesto de carácter personal.

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En Francia, al subir al trono Carlos VI en 1380 aún era menor de edad, por lo que un consejo de regencia compuesto por sus tíos (los duques de Anjou, Berry y Borgoña) se hizo cargo del gobierno. Este gobierno cesó en sus funciones cuando Carlos VI alcanzó la mayoría de edad. Pero Carlos VI pronto empezó a manifestar síntomas de desequilibrio mental, por períodos cada vez más largos, por lo que sus tíos volvieron a hacerse cargo del gobierno en la práctica. A comienzos del siglo XV surgieron dentro del consejo de regencia dos grandes partidos que se disputaron violentamente el poder: los borgoñones y los armañacs. Los borgoñones defendían que el gobierno debía ser ejercido por el duque de Borgoña, quien lentamente estaba creando el embrión de un nuevo estado independiente en las fronteras de Francia y del Sacro Imperio. Los armañacs consideraban que el poder debía ser ejercido por el hijo y heredero de Carlos VI, el Delfín Carlos. Esta situación provocó una situación de práctica guerra civil en Francia que fue aprovechada por Inglaterra para reanudar la guerra.

2.5. Contraofensiva inglesa: el proyecto de doble monarquía

Tras la consolidación en el trono inglés, los Lancaster, decidieron aprovechar la debilidad y división del gobierno francés para volver a invadir dicho reino. Así en 1415 el nuevo rey inglés Enrique V (1413-1422), excelente general, desembarcó en el norte de Francia con su ejército. La nobleza francesa acudió de forma apresurada para intentar repeler la agresión produciéndose una gran batalla a campo abierto en Azincourt (1415), donde nuevamente la caballería feudal francesa fue masacrada por los arqueros ingleses, siendo la victoria inglesa completa. Seguidamente el rey inglés, Enrique V de Inglaterra, se dedicó a la conquista de Normandía.

Enrique V de Inglaterra logró establecer una alianza con el partido borgoñón recogida en el Tratado de Troyes de 1420. En virtud de dicho acuerdo, Enrique V se casó con una hija del rey Carlos VI de Francia y fue declarado heredero legal. El Delfín Carlos fue teóricamente desheredado y tuvo que huir de París y los ingleses ocuparon todo el norte de Francia hasta el Loira. En el año 1422 fallecieron tanto Enrique V de Inglaterra como Carlos VI de Francia. El hijo del rey inglés, Enrique VI fue proclamado rey de Inglaterra y de Francia, pero como era menor de edad, un hermano del rey muerto (Enrique V), el duque de Bedford, se hizo cargo de la regencia. De esta forma el proyecto de una doble monarquía anglo-francesa previsto en el Tratado de Troyes parecía estar a punto de cumplirse. Parecía que Inglaterra estaba a punto de ganar la guerra. El Delfín Carlos de Francia sólo contaba con el apoyo del centro y sur de Francia, donde se había refugiado.

2.6. La victoria final francesa con Carlos VII

En 1428 las tropas inglesas iniciaron el asedio de Orleans como primer paso para comenzar la ocupación del territorio francés al sur del río Loira. En ese momento crítico ocurrió un suceso inesperado; una joven campesina llamada Juana de Arco se presentó ante el Delfín Carlos afirmando haber escuchado voces celestiales que la llamaban a liberar a Francia de los ingleses. Tras un detenido examen, el Delfín decidió aprovechar a la joven y la envió con un ejército de socorro, y acompañada por

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comandantes militares profesionales que le asesoraron debidamente, a Orleans para levantar el cerco. La operación fue un rotundo éxito y los ingleses tuvieron que levantar el asedio de Orleans en 1429. Seguidamente Juana prosiguió su avance hasta Reims, lugar tradicional de coronación de los reyes franceses, donde hizo que el Delfín Carlos fuera coronado como el nuevo monarca legítimo Carlos VII. Poco tiempo después Juana fue hecha prisionera por los borgoñones y entregada a los ingleses, quienes la hicieron quemar en la hoguera por hereje. Pero la situación había dado un giro radical; los franceses habían recuperado su moral de victoria.

Carlos VII demostró ser un hábil político. En 1435 mediante el Tratado de Arrás logró que el duque de Borgoña rompiera su alianza con los ingleses a cambio de que su ducado obtuviera una amplia autonomía, próxima a la independencia, y de que el duque quedara eximido del vasallaje al rey francés. Carlos VII además realizó importantes reformas administrativas y militares. Creó un numeroso ejército profesional y permanente dotado con una potente artillería, que dio como resultado la adquisición de una inestimable superioridad sobre Inglaterra. En primer lugar, Carlos VII recuperó París y expulsó a los ingleses del norte de Francia. Posteriormente fue ocupando los restos de la Guyena inglesa. Burdeos fue conquistada definitivamente en el año 1453. Así, sin un tratado formal de paz que pusiera fin a la contienda, finalizó la Guerra de los Cien Años con una completa victoria francesa. Inglaterra sólo conservó una única plaza en Francia, Calais, hasta mediados del siglo XVI.

3. Consecuencias de la guerra

La Guerra de los Cien Años tuvo un impacto mucho mayor que cualquier otro enfrentamiento bélico anterior. Sus efectos sobre los países implicados fueron muy relevantes en todo tipo de facetas. Francia e Inglaterra que entraron en la contienda siendo aún unas monarquías feudales, salieron de ella convertidos en unos verdaderos estados modernos. Otra consecuencia de la guerra fue el surgimiento de un incipiente sentimiento nacional o nacionalismo en ambos países.

3.1. Saqueos y destrucciones

La Guerra de los Cien Años fue un conflicto bélico mucho más destructivo que cualquier otro. El territorio más afectado fue el de Francia, que fue el principal campo de batalla, mientras que Inglaterra sólo sufrió algunas incursiones costeras; pero en cambio su territorio sí sufrió las consecuencias negativas provocadas por la presión fiscal y el deterioro de la economía. Las tierras francesas fueron el escenario de múltiples cabalgadas o expediciones de saqueo del ejército inglés que recorrían en profundidad el territorio francés y que se repetían cada pocos años, con lo que casi no daban tiempo para reponerse a las áreas afectadas.

Pero quizá aún peor que las cabalgadas inglesas fue el efecto de las acciones de los soldados mercenarios o «routiers» cuando se quedaban sin trabajo y sin paga debido a las numerosas treguas en la contienda. Entonces de dedicaban al robo y al saqueo indiscriminado provocando una sensación de inseguridad que se extendió por toda

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Francia, incluso en las zonas más alejadas de la contienda. Sirva como ejemplo, que la residencia de los Papas de Aviñón se vio afectada y amenazada por loa que fue fortificada y defendida debidamente.

3.2. Cambios en las técnicas militares: de la hueste feudal al ejército permanente

La Guerra de los Cien Años provocó cambios muy significativos e importantes en la organización militar de los países contendientes. Al principio del conflicto, en ambos bandos se siguieron los esquemas feudales del servicio militar. En Francia el ejército se componía fundamentalmente de la caballería pesada proporcionada por la nobleza cuando era convocada por el rey para emprender una determinada empresa guerrera. Tenía una duración temporal de pocos meses y los lazos de unión estaban basados fundamentalmente en la fidelidad feudo-vasallática con el monarca. La táctica principal de combate era la carga de la caballería acorazada con armaduras. En el caso inglés, aunque conservando un núcleo de caballeros se observa desde el principio una tendencia hacia un ejército más profesional y tácticas más modernas.

A lo largo del conflicto, se observa, en ambos bandos, una tendencia hacia una mayor profesionalización del ejército. Tanto ingleses como franceses recurren de forma creciente al uso de soldados profesionales o mercenarios. El paso definitivo se dio en el siglo XV con la aparición de los ejércitos permanentes compuestos por soldados profesionales pagados por el rey, tanto en tiempo de guerra como de paz, con lo que la guerra deja de ser una ocupación temporal de la nobleza. La caballería se convierte en un elemento marginal y las tropas están compuestas por infantería de piqueros, arqueros o ballesteros dispuestos en formaciones compactas, cuya lealtad es directa y exclusiva para el rey, que es quien paga. El uso de la artillería es cada vez mayor y más decisivo. Se trata de un arma nueva y eficaz, cuyo elevado coste hace que esté sólo al alcance de los monarcas.

3.3. Modificaciones administrativas: aparición de una fiscalidad estable

Hasta el siglo XIV el ideal comúnmente aceptado era que el rey debía vivir de «lo suyo», es decir, de lo producido por las tierras del dominio real directo. Sólo excepcionalmente podía recurrir a la ayuda económica del resto de los señoríos de su reino. Sin embargo, el hecho de que la guerra se convierta en un fenómeno casi permanente provocó la aparición de un impuesto estable. Inicialmente, se trata de impuestos directos sobre cada persona u hogar familiar que debían ser aprobados por los Parlamentos y sólo por un número determinado de años. En Inglaterra era el Parlamento quien los concedía a petición del rey. En Francia, a veces los Estados Generales era quien los otorgaba, pero con frecuencia eran las asambleas de los Estados de ámbitos territoriales más reducidos quienes los concedían. Esta práctica tardó en consolidarse pues se concebía como algo excepcional. Sin embargo, la fuerza de las circunstancias terminó por imponerse y aunque en teoría el impuesto directo siguió siendo temporal, en la práctica las asambleas parlamentarias siguieron

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renovando su cobro a petición de los reyes, hasta que prácticamente se convirtió en un tributo fijo, permanente y legal.

Junto con los impuestos directos, también aparecieron contribuciones indirectas por culpa de la guerra. En Inglaterra, el rey cobra una tasa sobre las exportaciones de lana al continente. En Francia aparece la gabela o monopolio por el Estado de la venta de la sal, un producto imprescindible para la conservación de los alimentos.

En definitiva, una consecuencia de la guerra tanto en Francia como en Inglaterra fue el desarrollo de una fiscalidad estable plenamente estatal, que junto con la aparición de un ejército permanente va a implicar un crecimiento de la administración. La guerra va a hacer que la burocracia y el aparato estatal crezcan para poder gestionar tanto el ejército como la fiscalidad. El principal gasto de las monarquías será siempre el militar.

3.4. El surgimiento del problema de Borgoña

El desarrollo de la Guerra de los Cien Años terminó generando un problema político para Francia que no fue resuelto ni con el fin de la contienda. Los Valois tenían la práctica de conceder apanages o grandes señoríos a los hijos o hermanos del rey que no fueran a heredar el trono. Generalmente estos apanages revertían a la monarquía transcurrido cierto tiempo. Sin embargo, hubo un caso, el ducado de Borgoña, en el que esto no fue así, sino que el apanage en cuestión se consolidó y desarrolló hasta casi generar un embrión de Estado rival de la monarquía francesa.

El ducado de Borgoña surge como apanage de una rama menor de los Valois a finales del siglo XIV. Su primer duque, Felipe el Atrevido, fue un hermano de Carlos V y tío de Carlos VI de Francia. Mediante una hábil política matrimonial y a veces con el uso de la fuerza comenzó a expandirse incorporando territorios situados tanto en Francia como en el Sacro Imperio. Su principal logro fue unificar por primera vez todos los Países Bajos (actuales Bélgica, Holanda y Luxemburgo) bajo su control. Los duques lograron reunir un bloque compacto de territorios desde el Mar del Norte hasta Suiza en los límites entre Francia y el Sacro Imperio.

Mientras tanto, sus relaciones con la monarquía francesa fueron empeorando. En teoría, los duques de Borgoña eran parientes y vasallos del rey de Francia, pero en la práctica cada vez se comportaban de forma más autónoma. Tras su violento enfrentamiento con los armañacs, los borgoñones se aliaron con el rey de Inglaterra. Sólo rompieron su alianza en el siglo XV cuando el rey de Francia eximió a los duques de Borgoña de la prestación de vasallaje a su persona. Esto implicaba casi una independencia de facto.

En definitiva, al terminar la Guerra de los Cien Años estaba surgiendo un embrión de Estado en los límites orientales de Francia. Se trataba de una amenaza muy peligrosa que la monarquía francesa tendrá que afrontar de forma inmediata en los siguientes años tras el final del conflicto con Inglaterra.

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TEMA 4. LA ECONOMÍA EUROPEA BAJOMEDIEVAL

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TEMA 4. LA ECONOMÍA EUROPEA BAJOMEDIEVAL

1. El final de un largo ciclo expansivo en el siglo XIII

Al finalizar el siglo XIII, Occidente llevada casi tres siglos con un crecimiento económico ininterrumpido basado en una importante expansión agraria. Se roturaron y se explotaron nuevas tierras. También aumentó la productividad de los campos con la introducción de nuevas técnicas agrarias. En definitiva, la producción de alimentos aumentó permitiendo un gran desarrollo demográfico. Las hambrunas desaparecieron en buena media en Occidente. La población europea creció de forma sostenida durante los siglos XII y XIII aportando mano de obra para la expansión agraria y retroalimentando el proceso. La existencia de excedentes alimenticios permitió un importante desarrollo urbano y la práctica en las ciudades de actividades complementarias como el comercio y la artesanía. El momento culminante llegó en el siglo XIII con las ferias de Champagne que pusieron en contacto permanente las dos zonas más desarrolladas de Europa en este momento: Flandes e Italia. Se observa un uso creciente de la moneda; los precios crecen moderadamente y continuamente estimulando la expansión económica. Los salarios, tienden a descender debido al aumento de mano de obra.

En cualquier caso, a principios y mediados del siglo XIII la expansión de la economía se fue ralentizando hasta prácticamente estancarse al finalizar el siglo. Al parecer, las buenas tierras para roturar se agotan y se tiene que empezar a explotar terrenos marginales de escasa calidad que se agotan a los pocos años de ser cultivados.

2. Los primeros síntomas de la crisis a principios del siglo XIV

A finales del siglo XIII y principios del XIV la economía europea había dejado de crecer y se estaba estancando, pero la población seguía aumentando. El resultado fue un creciente empobrecimiento y la aparición de los primeros síntomas de crisis. Las monarquías europeas sufren dificultades financieras recurriendo a las alteraciones monetarias, que encubren auténticas devaluaciones: se acuña moneda con menor contenido de metal precioso pero manteniendo el valor teórico tradicional, provocando trastornos en los precios y muchos problemas a la población afectada. También vuelven a aparecer las hambrunas. A principios del siglo XIV la climatología adversa provoca unos años de malas cosechas, encontrándose la población campesina que ya vivía al límite de sus posibilidades. El resultado fue una serie de hambrunas que causaron gran mortalidad.

Europa entra en una situación económica llamada «estanflación» a principios del siglo XIV, esto es: la producción no crece y la economía en general está estancada, los precios si suben mucho y en consecuencia se produce una verdadera inflación. Consecuentemente la población se va debilitando y empobreciendo. Con el hambre las

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TEMA 4. LA ECONOMÍA EUROPEA BAJOMEDIEVAL

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defensas biológicas del hombre frente a las enfermedades disminuyen, por lo que la aparición de cualquier epidemia podría ser catastrófica.

3. La catástrofe demográfica: el impacto de la peste negra

A mediados del siglo XIV Europa sufrió el demoledor impacto demográfico de una epidemia: la peste negra. Ésta es enfermedad infecciosa provocada por un bacilo presente en las pulgas que a su vez usan a las ratas negras como vía de transmisión. Cuando la peste negra llega al ser humano provoca fiebre alta y la muerte en pocos días. Existen dos tipos de peste: la peste pulmonar, que se contagia directamente entre los humanos y afecta a los pulmones provocando un rápido fallecimiento, y la peste bubónica, más frecuente, que provoca el surgimiento de unos ganglios o bubas oscuras en el cuello y que se transmite de forma indirecta entre los hombres por la vía de pulgas y ratas.

La peste no era nueva en Europa. Ya en el siglo VI la llamada «peste de Justiniano4» provocó una gran mortandad en el Mediterráneo, desapareciendo en Occidente en el siglo VIII sin que se sepa hasta el momento su causa, pero permaneciendo latente en Asia Central, desde donde inició un nuevo ciclo expansivo en el siglo XIV. Rápidamente se extendió por China y el mundo islámico hasta alcanzar Europa.

4 NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA

La Peste de Justiniano pudo haber sido peste bubónica

Un estudio científico de la Universidad de Tubinga revela la existencia de un gran brote de peste bubónica

anterior a la Peste Negra

Tras comparar más de 300 cepas actuales de Yersinia pestis, la bacteria que causa la peste bubónica,

con antiguo ADN bacteriano aislado de víctimas de la Peste Negra (la devastadora pandemia de peste que afectó a Europa entre 1347 y 1351), un equipo dirigido por investigadores de la Universidad de Tubinga (Tübingen, en alemán) ha obtenido pruebas que sugieren que se produjo un brote de peste bubónica entre los siglos VIII y X d.C. Del estudio, publicado el pasado 28 de noviembre en la revista científica digital PLOS ONE, se desprenden serios indicios de que la Peste de Justiniano, una pandemia masiva a la que se considera en parte responsable del colapso del Imperio romano de Occidente, podría haber sido causada por la misma bacteria implicada en la Peste Negra.

El año pasado, los investigadores de la Universidad de Tubinga reconstruyeron el genoma medieval completo de Yersinia pestis procedente de un cementerio de Peste Negra en Londres, y lo compararon

con un amplio conjunto de datos genómicos ya publicados pertenecientes a más de 300 cepas actuales de Yersinia pestis. La comparación entre genomas modernos y antiguos confirma esta teoría.

Los historiadores llevan tiempo sospechando que la Peste de Justiniano es, en realidad, peste bubónica, pero hasta ahora apenas habían pruebas empíricas al respecto. La teoría según la cual esta pandemia también fue causada por la peste bubónica ha resultado bastante imprevista para los investigadores, ya que los análisis previos publicados en 2011 no revelaban la existencia de un gran brote de peste bubónica anterior a la Peste Negra. "Los nuevos análisis sugieren que la peste bubónica pudo haber sido una gran asesina ya a finales del Imperio romano", explica Johannes Krause, profesor de la Universidad de Tubinga especializado en Paleogenética. "La Peste de Justiniano parece la mejor candidata para esta temprana pandemia", añade.

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La forma en la que llegó a Europa es bien conocida. Desde la ciudad de Caffa, al norte del Mar Negro, donde existía una colonia genovesa que fue asediada por los mongoles. Durante el asedio los atacantes catapultaron cadáveres infectados de la peste al interior de la ciudad, propagándose así la enfermedad. A continuación los barcos genoveses procedentes de la ciudad de Caffa extendieron la peste por Sicilia e Italia en 1347, propagándose rápidamente por toda Europa en 1348.

Para tratar de combatir la epidemia se aislaron los focos infectados, pero fue inútil ya que la enfermedad no se transmitía de forma directa entre los seres humanos sino de forma indirecta a través de pulgas y ratas. Además, la epidemia actuaba sobre una población previamente debilitada debido a las hambrunas, con lo que el nivel de defensas biológicas era muy bajo. La peste negra provocó un grave descenso de la población europea, se ha calculado que ocasionó la muerte de entre el 25 y el 45% de los habitantes de Europa.

A partir del siglo XIV cada 20 ó 30 años se repetía la epidemia de peste en Europa. De esta forma se impedía que la población se recuperase de las pérdidas sufridas. El resultado fue que la población europea en la Baja Edad Media se mantuvo en un nivel muy inferior al alcanzado a finales del siglo XIII.

Ilustración 2. Expansión de la peste negra en Europa en el siglo XIV

4. La gran depresión agraria y sus consecuencias

A partir de mediados del siglo XIV Europa entró en un largo período de depresión agraria que durará más de un siglo. Entre los motivos no sólo estuvieron los efectos de la peste negra sino también los estragos causados por el hambre y la guerra. Hubo numerosos años de malas cosechas debido a un empeoramiento climático lo que provocó muchas hambrunas y crisis de subsistencia. La guerra se convirtió en un fenómeno más frecuente y destructivo que antes. La acción conjunta de estos tres factores (hambre, guerra y peste) ocasionó un importante descenso de la población,

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trayendo como consecuencia el surgimiento de una importante deflación5. Esto quiere decir que se produce un descenso considerable de los precios, especialmente los agrarios, al faltar la demanda de estos productos. El resultado fue una recesión6. La producción de alimentos agrarios retrocede. Se dejan de cultivar numerosas tierras, especialmente las menos fértiles. Al prolongarse esta situación durante más de un siglo nos encontramos ante un período de verdadera depresión económica en el campo europeo.

Tradicionalmente se ha visto como principal síntoma de esta depresión agraria la aparición de numerosos despoblados en Europa durante los siglos XIV y XV, principalmente en Alemania, Francia, Inglaterra y en la Península Ibérica. La interpretación habitual que se les daba era que debido a la crisis y a la disminución de población, se abandonaron numerosas aldeas y pueblos. Pero, actualmente se tiende a matizar esta opinión. En muchas ocasiones no es que la población descienda o desaparezca, sino que se produce una reorganización o reordenación de los poblamientos agrarios buscando las zonas más adecuadas para las condiciones de la época.

Esta larga depresión agraria provocó numerosos trastornos en el sistema señorial vigente en el mundo rural. Se produjeron distintos intentos de reacción señorial. Casos como los de Inglaterra o Cataluña donde los señores pretendieron volver a ligar a los campesinos a la tierra y reintroducir las prestaciones de trabajo personal, ocasionaron conflictividad social. Sin embargo, por regla general estos intentos de reimplantar la servidumbre en Occidente fracasaron. Al final, la relación entre señor y campesino tendió a convertirse en contractual, mediante un contrato de arrendamiento o de aparcería. En todo caso, los señores consiguieron transformar su señorío territorial en señorío jurisdiccional, en el que lograban percibir parte de los nuevos impuestos directos o indirectos que las monarquías estaban implantando en sus territorios. La obtención de la recaudación parcial de alguno de estos impuestos era mucho más productiva que la renta obtenida por los señores de la tierra.

En Europa Oriental la evolución fue muy diferente. Aquí la reacción señorial triunfó plenamente reintroduciendo la servidumbre en el campo. Pero, lo novedoso era que el objetivo de esta llamada «segunda servidumbre» no era el autoabastecimiento sino la producción para el mercado comercial. Se trataba de exportar cereales a gran escala por el Báltico con destino a la Europa Occidental, lo que reportó grandes beneficios a los señores de la tierra.

5 Deflación. Disminución de los beneficios ante la falta de demanda y elevación de los salarios ante

la escasez de mano de obra. 6 recesión. 1. f. Acción y efecto de retirarse o retroceder. 2. f. Econ. Depresión de las actividades económicas en general que tiende a ser pasajera.

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5. Impacto menor de la crisis en la economía urbana: la aparición de técnicas mercantiles novedosas y de nuevos ámbitos comerciales

La crisis económica también repercutió en las ciudades. Por ejemplo la artesanía textil de varios núcleos urbanos de Flandes se hundió en parte durante este periodo. Otro caso significativo es el de las ferias de Champagne. A nivel monetario, se observa una creciente escasez de metales preciosos y numerosas alteraciones en las monedas. Pero, el ejemplo más significativo se produjo a mediados del siglo XIV. En el siglo XIII el gran desarrollo comercial había propiciado la aparición en Italia de grandes compañías de mercaderes dotadas de una estructura centralizada: las súper-compañías. Entre estas destacan las pertenecientes a las familias florentinas de los Bardi y de los Peruzzi. Estas súper-compañías prestaban dinero a gran escala al Papado y a las grandes monarquías del momento como parte de su negocio. Pero los problemas financieros de la monarquía inglesa durante la Guerra de los Cien Años, al no poder hacer frente a sus compromisos financieros el rey Eduardo III, terminaron con ellas abruptamente; la mayoría de ellas quebraron estrepitosamente en 1345 y desaparecieron.

Otro ejemplo de las crecientes dificultades por las que atravesó la economía urbana en la Baja Edad Media puede ser el caso de Cataluña. Aquí durante el siglo XIII y la primera mitad del XIV había surgido una notable industria textil y un grupo de comerciantes con gran proyección en el Mediterráneo. A partir de la segunda mitad del siglo XIV la economía urbana catalana entra en crisis, de tal forma que en el siglo XV muchos de los antiguos mercaderes de Barcelona se vuelven rentistas recurriendo al uso de la deuda pública.

Parece indudable que la gran depresión agraria también repercutió en las ciudades. Sin embargo, da la impresión de que los efectos de la crisis económica general fueron menos en las ciudades y, en todo caso, estas se recuperaron antes que el campo. Por regla general, los precios de los productos urbanos descienden menos que los agrarios y se recuperan antes.

Lo más importante es que en los siglos XIV y XV aparecen novedades en las técnicas financiera que presagian ya el capitalismo. Estas novedades surgen primero en Italia y tardan mucho en difundirse por el resto de Europa. Cuando lo hagan se convertirán en instrumentos indispensables de un incipiente capitalismo comercial en Occidente. En primer lugar, nos encontramos con modificaciones en la estructura de las compañías mercantiles. Todas siguen manteniendo una base familiar de fondo, pero con la diferencia de que ahora tienen una estructura más descentralizada para evitar riesgos. Los mejores ejemplos son los de las compañías de los Médicis en Florencia o de Francesco Datini en Prato. Los mercaderes de la época ahora tienen un factor o delegado en cada puerto importante que gestiona sus intereses comerciales allí y con el que mantienen una correspondencia continuada, desarrollando de forma independiente cada negocio u operación mercantilista para evitar riesgos.

Otras innovaciones de la época son la contabilidad por partida doble. En un lado se apunta el debe y en otro el haber, dándole al comerciante una imagen precisa de la marcha de su negocio. La práctica de la contratación de seguros, especialmente los marítimos, con el fin de que el mercader se sienta resguardado de la ruina total en caso de pérdida o naufragio de un navío. En los medios de pago también hay

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novedades que aceleran la circulación monetaria. Comienza el uso del cheque u orden de pago escrita que se emitía a beneficio de un tercero. Pero la gran innovación de la época es la aparición de la letra de cambio.

La letra de cambio es un instrumento financiero que permite transferir dinero de un lugar a otro y también en monedas distintas. Consistía en que un mercader entregaba una suma a otro en un sitio determinado y éste a cambio le entregaba una nota dirigida a un factor o delegado suyo en otro lugar en la que le daba instrucciones para que pagara al primer comerciante un dinero equivalente en la moneda del lugar. De este modo se evitaba que el dinero en metálico se desplazara materialmente y se agilizaran las transacciones financieras. La letra de cambio también tenía otro significado más oculto. Tras ellas se enmascaraban operaciones de préstamo con un interés determinado, y así evitar la condena de la Iglesia que consideraba el préstamo con interés como usura e ilegal. De esta forma poco a poco los mercaderes consiguieron que el préstamo con interés se convirtiera en legal y no pecaminoso.

La última novedad de éste periodo fue la aparición del primer banco estatal: la Casa de San Giorgio en Génova, dedicada a gestionar la deuda pública.

En el ámbito comercial tradicional, el Mediterráneo, los comerciantes italianos experimentaron crecientes dificultades durante la Baja Edad Media. Los mercaderes italianos venían sirviendo de intermediarios en el tráfico de sedas y especias desde Oriente hacia el Occidente europeo. Sin embargo, esta actividad durante los siglos XIV y XV se hizo cada vez más problemática debido al expansionismo de los turcos otomanos por el Mediterráneo. Tanto Génova como Venecia sufrieron sus efectos. Cada una de ellas verá irse reduciendo su pequeño imperio colonial.

La que más sintió los efectos fue Génova, pues su principal ruta de contacto con Oriente era a través del Mar Negro. Cuando los turcos cerraron esta vía al controlar el Estrecho de los Dardanelos ente el Mediterráneo y el Mar Negro, los comerciantes genoveses tuvieron que buscar otros escenarios para sus actividades comerciales, llegando hasta el Mediterráneo Occidental, sobre todo en el Sur de la Península Ibérica. El reino nazarí de Granada y la Andalucía Bética pasaron así a contar con una destacada presencia genovesa durante la Baja Edad Media.

Por su parte Venecia resultó al principio menos afectada por el avance turco ya que su principal ruta comercial se dirigía a Alejandría. Pero poco a poco los turcos amenazaron el imperio colonial veneciano en el Egeo y el Adriático. Como respuesta Venecia se vuelve a interesar por la Tierra Firme que rodea a la ciudad, empezando a invertir en las tierras próximas a la ciudad.

En el Mediterráneo Occidental el comercio catalán y mallorquín entra en decadencia. Además, el tráfico marítimo en este sector pasa a estar controlado por los castellanos, traficando principalmente con lana y pasas de Valencia.

Mientras tanto, en el norte de Europa las técnicas comerciales se mantienen más rudimentarias y arcaicas. Los productos con los que se trafica son trigo, pieles, ámbar y pescado. La característica más relevante de los siglos XIV y XV en esta zona es el esplendor de la Hansa: la liga de las ciudades comerciales del Norte de Alemania. La Hansa monopoliza el comercio marítimo en el Báltico y en el Mar del Norte. Su declive

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comienza a finales del siglo XV a favor de los comerciantes ingleses y holandeses; y en su lugar el Sur de Alemania comienza su desarrollo mercantil gracias a su riqueza minera.

En el ámbito del Canal de la Mancha y del Cantábrico el comercio más importante y tradicional en esta zona durante el periodo anterior fue la exportación de lana desde Inglaterra a Flandes. Pero, este tráfico entró en crisis durante la Baja Edad Media ya que Inglaterra fue paulatinamente dejando de exportar lana para emplearla en su propia industria textil. Por su parte, al faltar la excelente lana inglesa, la economía de las ciudades flamencas sufre un retroceso grave y6 se ve forzada a reconvertirse, produciendo tejidos de media y baja calidad con lana de Castilla.

Durante los siglos XIV y XV los marinos cántabros y vascos se hacen con el control de la navegación en el Cantábrico y Castilla comienza a exportar hierro y lana de forma masiva a Flandes. Así Flandes sigue siendo una de las zonas económicamente más desarrolladas de Europa. El principal puerto y centro comercial sigue siendo Brujas, aunque a medida que avanza el siglo XV irá siendo sustituido por Amberes.

Un acontecimiento transcendental de este periodo es que por primera vez el comercio atlántico y mediterráneo se va a interconectar. Cuando a principios del siglo XIV se abre al tráfico cristiano el Estrecho de Gibraltar, después de la victoria castellana en la Batalla del Estrecho contra los benimerines, los comerciantes italianos aprovecharan la circunstancia para establecer contacto directo con Flandes por vía marítima. Como consecuencia la ruta terrestre que hasta entonces se había utilizado se abandona, significando el final de las ferias de Champagne.

En cuanto a la producción artesanal empieza a producirse un cambio fundamental. Por primera vez la actividad artesanal va a escapar al control de los gremios. Se trata de la aparición de los «putting out system». Hasta entonces las corporaciones de oficios (gremios) regulaban de forma muy estricta la producción, la calidad y los precios de los talleres en las ciudades. Para escapar a dicha supervisión, durante la Baja Edad Media algunos mercaderes se van a aprovechar de los largos periodos de inactividad de los campesinos durante el año agrícola. Los comerciantes les van a encargar la realización de determinadas tareas artesanales, proporcionándoles ellos mismos las herramientas y la materia prima. El mercader es el que paga el trabajo y se encarga de la comercialización de la mercancía resultante. De esta forma se escapa al control de los gremios. Lo novedoso de este sistema es que por primera vez existe una relación laboral directa entre el patrono y el trabajador asalariado. Es por ello por lo que algunos historiadores consideran al putting out system como una «industrialización antes de la industrialización». En todo caso la novedad es apreciable pues subvierte el sistema gremial de producción artesanal.

6. La recuperación del siglo XV

El culmen de la crisis económica de la Baja Edad Media se produce a mediados del siglo XIV, iniciándose posteriormente una lenta recuperación. El descenso poblacional había llegado a su fin y ahora había muchísimas tierras libres sin cultivar. Según ha destacado Epstein, el desarrollo del Estado favoreció el crecimiento del mercado

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interior en cada reino, permitiendo la salida de la crisis bajomedieval. El momento preciso del final de la crisis variará según las zonas; así por ejemplo, la salida de la crisis se certifica en Francia en la segunda mitad del siglo XV, mientras que en Andalucía el nuevo ciclo expansivo se constata a principios del siglo XV.

Para la mayoría de los especialistas la salida de la crisis se constata en Europa en la segunda mitad del siglo XV, a pesar de que ni las epidemias de peste, ni las hambrunas habían desaparecido, pero ya no eran tan frecuentes por lo que la población comienza a crecer. Las guerras ya no son tan destructivas como había sido la Guerra de los Cien Años. En cuanto a la agricultura, ésta también se está recuperando. Se vuelve a roturar el terreno y poco a poco hay más espacio cultivable. Se producen alimentos para la comercialización no para el abastecimiento y los terrenos de mala calidad se dedican para pastos, por lo que la ganadería se amplía mucho. También se dedica gran cantidad de terreo cultivable al viñedo.

En general, los precios vuelven a subir y los salarios descienden debido al aumento demográfico. La actividad comercial también aumenta. Mientras que el ámbito comercial mediterráneo está en franco retroceso debido al avance de los turcos en Oriente, se asiste a una incipiente expansión de Europa por el Atlántico, sobre todo los portugueses por África. Pero quizás el elemento más novedoso es que por primera vez hay evidencias de una incipiente política económica. Las monarquías europeas del siglo XV comienzan a interesarse por la economía y a tratar de intervenir en ella con un marcado carácter mercantilista. Consiste éste en la creación en cada reino de un mercado único y en evitar la salida de metales preciosos de su reino.

Para concluir, podemos decir que al finalizar la Edad Media la economía europea acaba de salir de una profunda crisis y se encontraba en una fase expansiva que se prolongará durante todo el siglo XVI.

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Ilustración 3 Crisis de la Baja Edad Media (siglo XIV)

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1. Las instituciones representativas

Durante todo el siglo XIII se asiste, en toda Europa, al reforzamiento del poder real, basándose éste en las Universidades, el Derecho Romano y en las doctrinas aristotélicas, frente a los grandes poderes de épocas anteriores: Papado, Imperio y la nobleza que con su poder creciente en todos los órdenes pretendió que el rey fuese un «primus inter pares». En los siglos XIV y XV se afianzará el poder de la realeza y el papel preponderante que, en todos los campos de la actividad política, social y económica, irán alcanzado las ciudades, mientras que Iglesia y nobleza entran en una fase de estancamiento y decadencia.

En Francia, tras la victoria en la batalla de Bouvines (1214), el prestigio de la realeza aumentó y fue aprovechado por los Capeto para incidir en la centralización del reino y en el lento ascenso de los legistas y caballeros (nobles de segunda categoría) que pasan a ocupar puestos fundamentales de la administración en contra de la nobleza de primer orden. Este proceder fue la tónica general en todas las monarquías europeas a lo largo del siglo XV.

En Inglaterra la monarquía logra que en todo el país haya una sola ley y una sola justicia y el monarca (ya desde el siglo XIII) se apoya para su gobierno en cuatro grandes organismos: Consejo Real; Hacienda (Éxchequer); Justicia (Common bench); Cancillería (Chánceller).

En Alemania, donde la monarquía es en teoría electiva, los monarcas intentan controlar las elecciones reales y vincular la corona a sus familias, limitando al máximo la participación y el control del número de electores. Así, un pequeño grupo de comisionados se encarga de proponer a la Dieta el nombre elegido, dejando al resto de electores un mero papel de aclamación, haciendo que estos vayan perdiendo interés en la elección del soberano. A mediados del siglo XIV, Carlos IV de Luxemburgo dio un paso más en este control con la promulgación de la Bula de Oro.

La monarquía a lo largo de los siglos XIV y XV va afirmando su poder frente a las instituciones que podían frenarlo: la Iglesia, la nobleza feudal y el Imperio. Por eso su objetivo será debilitar al máximo las estructuras feudales y municipales, controlando la elección de sus cargos y situando a sus representantes reales en cada ciudad. Todo ello desembocará a fines del siglo XV en un incipiente autoritarismo, desarrollado plenamente en épocas posteriores.

Para llevar a cabo su política, los monarcas encontraron en las Universidades y en el Derecho Romano sus más firmes aliados. Los legistas7, con sus Tratados, exaltaron la figura soberana del monarca y combatieron todo lo que se oponía a esta concepción. Del rey emanaban todos los poderes y su voluntad tiene fuerza de ley. Por encima de

7 Legista: 1. Persona versada en leyes o profesor de leyes o de jurisprudencia. 2. Persona que estudia jurisprudencia o leyes.

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él no hay otro poder en la tierra, ni el del Papa, ni el del Emperador. Pero este programa, que tiende a la concentración de todos los poderes en manos del rey, requiere dinero, de ahí las reformas fiscales, ya que hay que aumentar el número de funcionarios y representantes reales; organizar un servicio de representación en las cortes de otros soberanos (embajadas estables); y, sobre todo, contar con un ejército profesional y permanente. Los principales representantes de esta nueva monarquía en las que le autoritarismo monárquico va a ser su signo distintivo son:

En Francia: Carlos VII y Luis XI

En Inglaterra: Enrique VII Tudor

En España: Alfonso X de Castilla Pedro IV de Aragón. Aunque los genuinos representantes son los Reyes Católicos.

1.2. Los Parlamentos

El fortalecimiento del poder monárquico va unido al de una afirmación del poder ciudadano y de sus clases dirigentes que quieren tomar parte activa en la política del reino.

Durante la Alta Edad Media los monarcas tomaban consejo de los miembros de su entorno: familiares, nobles de confianza y altos cargos eclesiásticos, que formaban lo que denominaba su Palatium, Curia Regia o Aula Regia, que se reunía de forma ordinaria. Cuando las decisiones que había que tomar eran más importantes y afectaban a cuestiones administrativas, legislativas, eclesiásticas, etc., el rey convocaba, amén de su Palatium, al resto de nobles y altos eclesiásticos (obispos y abades) del reino, a un Curia o Asamblea Extraordinaria o Plena, a la que tenían la obligación de acudir debido al deber de consilium que le debían al monarca. Estas reuniones se celebraban muy de tarde en tarde y estaban constituidas por la corte en pleno con el rey y la reina a la cabeza.

A partir del siglo XIII, cuando los soberanos necesitan de importantes recursos financieros para afirmar su poder, deben recurrir a la imposición de tasas especiales y al cobro de tributos extraordinarios, que necesitaban la aprobación previa de los representantes de la sociedad, sólo nobleza y alto clero hasta ese momento. Sin embargo, junto a los tres órdenes clásicos de la sociedad, propios de la Alta Edad Media, fue afianzándose la burguesía de las ciudades, que fue acumulando importantes riquezas, gracias al comercio, y reclamaba su participación activa en los asuntos del reino. Es lo que se llama Tercer Estado o Tercer Estamento. Por otro lado los monarcas se apoyarán en las ciudades para frenar y limitar el poder de la Iglesia y la nobleza.

En lo que respecta a España, concretamente al reino de León, le cabe el privilegio de tener documentado la primera asamblea o curia en la que, por primera vez, se hace mención expresa de ciudadanos elegidos que participan en una de dichas asambleas. Se trata de la Curia celebrada en León por Alfonso X (1188).

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Este tipo de asambleas surgieron casi contemporáneamente en toda Europa, ya que respondían a las mismas circunstancias: afirmación del poder real, con la consiguiente necesidad de financiación para llevar a cabo su política; poder económico de las ciudades y sus deseos de participar en la dirección del reino; afirmación nacional frente a la injerencia de poderes externos.

Al entender las ciudades que su apoyo era imprescindible a los monarcas para ejecutar su política, fueron adquiriendo cada día mayor fuerza, presentando una serie de peticiones, a las que los monarcas debían acceder, a cambio de su voto favorable. No hay que olvidar que los ciudadanos que acudían a estas asambleas no representaban los intereses de todos los habitantes, sino los de una determinada clase social, que constituía la oligarquía ciudadana. Estas asambleas no tuvieron la misma fuerza e importancia en todos los reinos y en todas las épocas. En general, se puede decir que, a partir de la segunda mitad del siglo XV, todos los Parlamentos perdieron fuerza y acabaron doblegándose a los deseos de los monarcas.

1.3. La administración central y local

La administración “central” deriva, en todos los reinos, de la época feudal que estaba integrada por la Cancillería y el Consejo Real (Aula, Palacio, etc.). Continúa habiendo una cierta confusión entre lo público y lo privado, aunque se van separando progresivamente. En esta época las grandes áreas de la administración son: Hacienda, Justicia, Cancillería y el Consejo Real. La Hacienda recibe diversos nombres según el reino: Éxchequer en Inglaterra; Cámara de Cuentas en Francia; Tesoro en otros países. El Consejo Real sigue siendo un órgano político que asesora al rey, aunque sus miembros con el paso del tiempo y el triunfo de las camarillas aristocráticas llegan a ser impuestos al monarca.

Especialmente a partir del siglo XIV, los monarcas necesitan recaudar más dinero debido, entre otras cosas, a la necesidad de pagar el creciente número de personas o funcionarios dependientes del rey. Este personal era el encargado de atender las necesidades administrativas, fiscales y judiciales de los nuevos estados nacionales que iban naciendo. Estas personas, cada vez mejor cualificadas, provenían de las Universidades y en numerosos documentos se les denomina como clérigos, ya que con este término se designa también a los laicos con estudios. Así en las ciudades aparece una nueva clase social: administradores o letrados; quienes junto a la aristocracia comercial controlan el gobierno de las ciudades. Dado que su sueldo (gaje) no es alto, no se percibe de forma regular, se les permite participar en las multas que ponen y en las tasas que cobra, consistiéndose los dones en especie (regalos) que reciben de los administrados, por lo que los casos de venalidad8 están muy difundidos.

En cuanto a la administración local dos son los modelos más representativos:

8 Venalidad:

Cualidad de venal. Venal:

1. Vendible o expuesto a la venta. 2. Que se deja sobornar con dádivas.

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1. El francés: que hereda de la época feudal los bailes y senescales, a los que convierte en administradores fijos, asistidos por recaudadores y funcionarios judiciales. Todos estos funcionarios recibían su paga del Estado, haciendo esta administración muy costosa.

2. El inglés: Los sheriffs cuya misión era garantizar el orden público en los condados, y los escheators que administraban los bienes reales ubicados en estos condados. Solamente los que poseían vienen fundiarios9 podían ejercer estos cargos.

La existencia de numerosos territorios inmunes, en todos los reinos, hacía que todos estos funcionarios vieran limitadas sus atribuciones.

1.4. La Diplomacia

Durante los siglos XIV y XV, al igual que hoy en día, se pensaba que la diplomacia era la continuación de la guerra por medios pacíficos, si se considera que la guerra es un instrumento idóneo para alcanzar un fin.

Cuando un monarca tenía que tratar algún asunto importante con sus vecinos enviaba un representante. Estos representantes eran llamados: nuntius, procurator, ambasciator, etc. Los textos distinguían la misión de un nuntius, que simplemente transmitía un mensaje y la del ambasciator o procurator, que tenía poderes para negociar y proponer acuerdos. El Papa enviaba legados y nuncios, siendo los legados los de mayor rango y autoridad, generalmente eran cardenales.

Al principio los embajadores se enviaban ah hoc, es decir, para un tema o circunstancia concreta y cuando la misión se cumplía cesaba la embajada: matrimonios reales; firmas de paces; etc.

Con el tiempo se establecieron embajadas permanentes, al frente de las cuales se situaba un clérigo de alto rango o un noble, acompañados siempre de personas expertas en Derecho. El origen de este tipo de embajadas hay que buscarlo en los cónsules que Venecia tenía, en numerosas ciudades, para velar por los intereses comerciales de sus ciudadanos. Las primeras embajadas permanentes fueron establecidas por los Reyes Católicos en la Santa Sede, Inglaterra y el Imperio.

2. Las transformaciones sociales

En el siglo XI se difundió la teoría de una sociedad tripartita, a los largo del siglo XV se fraguó una nueva división de la sociedad con el nombre de órdenes o estados, por el que el clero, la nobleza y el tercer estado, estaban claramente definidos por su estatuto jurídico, sus privilegios y sus obligaciones. Estos estados u órdenes no eran homogéneos, dentro de cada uno de ellos existían distintas gradaciones. Esta división se basaba fundamentalmente en la diferencia jurídica de sus miembros; si se hiciese

9 Bienes fundiarios: Bienes inmobiliarios (tierras agrícolas y todo lo que ésta lleva anexo: cuadras,

establos, casas, etc.)

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caso a la diferencia social la división más ajustada sería la propuesta, en 1443, por el Cardenal Beaufort para Inglaterra:

Prelados y magnates

Caballeros, escuderos y mercaderes

Campesinos, artesanos y pueblo en general

2.1. La aristocracia o nobleza

La afirmación de la soberanía real que los reyes llevaron a través de la centralización administrativa no eliminó ni eclipsó los poderes que los nobles ejercían en sus feudos y dominios. Es más, algunos monarcas, aún en el siglo XIII, dividieron su reino o desgajaron de él partes importantes mediante la política de apanages, dando origen a grandes principados que causarían grandes dificultades a sus sucesores.

Durante el siglo XIII se fueron consolidando grandes y poderosos estados nobiliarios a los que los reyes no lograron arrebatar su poder, por lo que siguieron una política de atracción respecto a sus titulares. Por ello, los grandes nobles continuaron manteniendo un papel dirigente en el Consejo Real y en los Parlamentos.

Es comúnmente aceptado por la mayoría de los historiadores que el feudalismo, después de 1300, es una institución agotada, aunque conservó una fuerte importancia financiera como fuente de rentas y de prestigio social. Sin embargo, la importancia militar (base de la institución feudal) fue perdiendo peso, pues los reyes acudían cada vez más a la contratación de soldados profesionales y prefirieron que sus súbditos les pagaran una tasa en vez de contar con ellos para sus acciones militares. Ricardo II de Inglaterra dejó de convocar a sus súbditos para acudir a la guerra desde 1385.

Si hasta el siglo XIII en Inglaterra tenían la condición de noble los condes (earls) y un grupo de unos tres mil terratenientes, a partir del siglo XV sólo unas cincuenta familias tenían derecho a sentarse en la Cámara Alta o de los Lores, mientras que el resto (gentry), aunque con un papel importante en la administración, eran convocados en la Cámara Baja, sin ningún privilegio jurídico. En Francia sólo los señores que tenían un feudo con la alta jurisdicción dependiente de ellos fueron considerados como nobles. En el Imperio, los condes (herren) y los grandes propietarios de tierras libres entraron a formar parte del estamento nobiliario. En España, durante los siglos XIV y XV fue configurándose una nobleza de sangre y privilegio que basaba su diferencia respecto a los demás en su riqueza, su condición jurídica y su género de vida.

Los monarcas de los siglos XIV y XV no pretendieron acabar con la fuerza de la nobleza, sino más bien controlarla y encauzarla en su propio beneficio.

El noble de la Baja Edad Media vive en sus casillos-palacio, enclavado en sus dominios, y alejado de las ciudades. Los grandes señores empiezan a rodearse de una serie de personas ligadas a ellos mediante contratos de servicios (clientelas), sin prestar homenaje ni poseer feudos, pudiendo llegar a varios cientos de personas. Así, los grandes señores rivalizan entre ellos y su poder se manifiesta por el número y

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vestimenta de sus servidores. Pertenecían a este selecto círculo los grandes nobles y príncipes de sangre real así como los titulares de grandes ducados.

A fines de la Edad Media, a pesar de todos los avatares pasados por este grupo social, la nobleza sigue siendo la dueña de la tierra y, unas cuantas familias, controlan los resortes del poder a través de los Parlamentos, a la vez que obtienen pingües beneficios de sus tierras y de las rentas que percibían por desempeñar altos cargos en la administración. Las conquistas territoriales, allí donde eran posibles, como en el caso de España, así como las empresas bélicas fuera de sus fronteras, también les eran beneficiosas extraordinariamente.

En el paso entre vasallo (que representa el mundo medieval que acaba) y súbdito (que representa la época moderna que comienza), surgen las Ordenes de Caballería, creadas por los monarcas para mantener y encuadrar en torno a ellos la nobleza de sus reinos. Estas Órdenes inculcan a la nobleza no sólo las obligaciones de carácter militar propias del caballero, sino también los ideales de carácter ético-religioso, exigiendo a sus miembros una conducta de tipo noble que les lleve a proteger a los débiles y a castigar las injusticias. A las Órdenes de Caballería se accede mediante un rito en el que se arma al caballero y que consiste en velar las armas, entregar la espada, ceñir las espuelas y dar el espaldarazo10, y que recuerda a la ceremonia feudal del vasallaje. La primera orden de caballería fue establecida por Alfonso XI de Castilla, en 1330, al crear la Orden de la Banda; en 1348, Eduardo II de Inglaterra creó la Orden de San Jorge o de la Jarretera; Juan II el Bueno creó en 1352 la Orden de la Estrella y Felipe el Bueno creó en 1429, en Borgoña, la Orden del Toisón de Oro.

2.2. El clero

De los tres estamentos de la sociedad medieval, es el clero el que presenta unos rasgos más distintivos y el que plantea una situación más compleja a la hora de integrarlo en la estructura medieval que los reyes bajomedievales estaban creando. Sus privilegios, que nadie discutía, su autonomía y, sobre todo, el hecho de que la Iglesia era una institución internacional, casaban mal con los proyectos de unidad nacional que perseguían los monarcas.

Dos eran las cuestiones fundamentales que condicionaban las relaciones entre los monarcas y el Papado: el nombramiento de clérigos extranjeros para cubrir los cargos eclesiásticos, y la salida de dinero hacia Roma o Aviñón. Estas prácticas eran cuestionadas por las mentes más lúcidas y hacía que los reyes se viesen tentados a construir su propia iglesia nacional. A través de los Concordatos se intentó solucionar esta problemática.

10 espaldarazo.

1. m. Reconocimiento de la competencia o habilidad suficientes a que ha llegado alguien en una profesión o actividad. 2. m. Admisión de alguien como igual en un grupo o profesión. 3. m. Golpe dado de plano con la espada en la espalda para armar caballero.

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El clero continuó siendo el monopolizador de la enseñanza y el que surtía de juristas y expertos las cortes de los monarcas y príncipes. Los reyes elegían, casi siempre, a un obispo de prestigio para ponerlo al frente de su Cancillería, y en los Parlamentos, los obispos y abades ocupaban un lugar preferente. Los obispados y canonjías11 estaban ocupados por segundones de familias nobles o por hijos de la clase dirigente de las ciudades.

Frente a este alto clero, por lo general, bien instruido se encuentra el resto del clero, tanto secular como regular, y dentro del secular, se observa una clara diferencia entre el que ejerce su ministerio en las ciudades o en las iglesias rurales. Por lo general, el clero secular adoleció de una gran falta de formación. Las inspecciones y visitas pastorales eran raras, y numerosos sacerdotes se ausentaban de sus parroquias y las dejaban en manos de vicarios a los que pagaban una renta. Para suplir estas deficiencias se redactaron opúsculos 12 pastorales y de moral y manuales de confesores.

El párroco rural vivía aislado en su parroquia y sólo en contadas ocasiones acudía a la ciudad. Representaba a sus feligreses y generalmente era una persona respetada por todos. La iglesia parroquial, especialmente la rural, era el centro alrededor del cual giraba la vida de la comunidad; el tañido de sus campanas todo lo regía: daban las horas y pautaba los trabajos cotidianos. En muchos lugares era el único edificio medianamente digno y con una estructura robusta.

Ilustración 4 Clero secular - Clero regular

11 canonjía.

1. f. Prebenda por la que se pertenece al cabildo de iglesia catedral o colegial. 2. f. coloq. Empleo de poco trabajo y bastante provecho.

~ de penitenciario. 1. f. canonjía que pertenece al canónigo penitenciario.

~ doctoral. 1. f. canonjía que pertenece al canónigo doctoral.

~ lectoral. 1. f. canonjía que pertenece al canónigo lectoral.

~ magistral. 1. f. canonjía que pertenece al canónigo magistral.

12 opúsculo. 1. m. Obra científica o literaria de poca extensión.

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La situación del clero secular y regular de las ciudades era distinta de la del clero rural, ya que debido al constante aumento de la población aumentaron de forma continuada el número de parroquias y colaciones13. Pero si hay que hacer mención dentro del clero ciudadano a la constante rivalidad entre el clero secular y el regular por atraerse a los feligreses y gozar de sus donativos y limosnas para procurarse el sustento, pues el trabajo manual era considerado servil.

2.3. El Tercer Estado

2.3.1. Sociedad Urbana

2.3.1.1. El patriciado urbano

El patriciado urbano estaba formado, en el Mediterráneo, por los descendientes de nobles de segunda fila, ministeriales y milites de algún antiguo señor, y en Inglaterra, Norte de Francia, Países Bajos, Polonia, etc. por gentes enriquecidas con los negocios, tanto locales como internacionales.

Todos los miembros del patriciado gozaban de gran poder político y económico. En los documentos o crónicas se les denomina como: potentes, cives, aldermen, magnates, meliores, etc.

Sus aspiraciones e ideal de vida les llevaban a imitar el género de vida de la aristocracia y alcanzar sus privilegios. Tenían el monopolio de los cargos públicos y sólo ellos nombran a los magistrados, transmitiendo sus funciones a sus herederos. Integran un círculo cerrado en el que raramente admiten nuevos miembros. En España e Italia, estos caballeros ocupaban todos los cargos ciudadanos y poseían la tierra y aunque no se dedicaban al comercio personalmente lo alimentaban con su dinero.

En las ciudades del Norte de Europa eran descendientes de antiguos comerciantes y se dedicaban a todo tipo de negocios, atesorando grandes fortunas. También se dedicaban a las finanzas.

Monopolizan el comercio y el proceso industrial y artesanal: compran en el exterior grandes cantidades de lana barata para venderla posteriormente, más cara, a los artesanos, a los que posteriormente compraban los productos manufacturados para venderlos fuera. En otras ocasiones, ellos mismos fabricaban el paño contratando a artesanos asalariados, controlando la producción y fijando los precios, formando potentes asociaciones o guildas para impedir la competencia.

Este patriciado tenía en sus manos el poder político y económico de las ciudades al controlar los municipios y legislar en su propio provecho. Fijaban el precio de las cosas y los sueldos de los trabajadores y de las materias primas, todo lo cual fue creando un

13 colación.

1. f. Acto de colar o conferir canónicamente un beneficio eclesiástico, o de conferir un grado de universidad. 2. f. Cotejo que se hace de una cosa con otra. 3. f. Territorio o parte de vecindario que pertenece a cada parroquia en particular.

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foso entre ellos y el resto de ciudadanos que estalló, en varias ocasiones, de forma violenta.

2.3.1.2. El pueblo o “común”

Bajo esta denominación, durante la Edad Media, se incluyen desde jornaleros de la construcción y obreros de la gran industria textil, hasta artesanos o comerciantes capaces de comprar tierras y de disponer de rentas. Todos tienen una característica común, y es la de que ninguno de ellos controla los resortes del poder municipal. Por lo tanto, podemos decir que “Pueblo” es todo individuo, que no es un marginado social, pero que tampoco forma parte de la élite clerical o laica que controla el poder o la riqueza, o ambas cosas a la vez. Durante los siglos XIV y XV, el pueblo entró en conflicto directo con las clases dirigentes al verse excluido del poder y sentirse utilizado por uno u otro bando en las luchas partidistas de las distintas familias dirigentes, y que luego no dudaban en prescindir de él una vez logrados sus objetivos, con el consiguiente aumento de las tensiones.

2.3.2. La sociedad rural

A lo largo del siglo XII se produjo un aumento sostenido de la población que se prolongó hasta los primeros años del siglo XIV, conduciendo al desarrollo de las ciudades, a la creación de nuevos pueblos y villas y a la puesta en explotación de nuevas tierras.

El efecto que en el campo tuvo este aumento de población se tradujo en:

Un fuerte excedente de mano de obra.

Una bajada de salarios.

Un aumento del precio de la tierra.

En los señoríos se produce una sustitución generalizada de las prestaciones personales por otras a censo en metálico. Los propietarios prefieren estas últimas porque aseguran unos ingresos en metálico muy importantes. Esta política de arrendamientos convino a los grandes terratenientes nobiliarios: por la necesidad de dinero para la guerra; por el aumento de los gastos suntuarios; por la construcción de nuevas edificaciones y por el pago de clientelas.

La situación cambió radicalmente durante los siglos XIV y XV, especialmente por la Peste Negra de 1348-1349 y por el cambio climático que se experimentó durante el siglo XV: largos periodos de lluvia y fríos intensos.

Esta situación inicial de crisis se agravó considerablemente, en el campo, a partir de mediados del siglo XIV como consecuencia de la Peste Negra.

La gran mortalidad hizo que en el campo sobraran tierras para cultivar, por lo que se abandonaron las tierras altas, de difícil explotación y escaso rendimiento. La abundancia de tierras condujo a una drástica caída de los arrendamientos, y por

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consiguiente, a una caída, de los ingresos de sus propietarios por este concepto, provocando que muchas grandes familias pusieran a la venta numerosas parcelas, que fueron adquiridas por gentes de la ciudad y campesinos hacendados, capaces de trabajarlas con sus propios miembros familiares. La falta de mano de obra hizo que se elevasen los salarios de los jornaleros, por lo que se dictaron ordenanzas para limitarlos. Con estas condiciones el nivel de vida de los jornaleros aumentó considerablemente. El exceso de producción de cereal hizo que el precio de éste disminuyera, por lo que muchos grandes propietarios dedicaron sus campos a la ganadería, especialmente en España e Inglaterra.

En líneas generales podemos decir que, en el campo sólo subsistieron las explotaciones rentables. Los campesinos, por primera vez, se sintieron dueños de sus destinos y con una posición de fuerza, por lo que adoptarán una actitud combativa cuando, nuevamente, se intente su vuelta a una situación de dependencia, dando lugar a grandes periodos de inestabilidad en el campo.

3. La crisis social

3.1. Los levantamientos populares y sus causas

Las tensiones y revueltas que se produjeron en la época bajomedieval no debe hacernos pensar que la Alta Edad Media no hubiera este tipo de movimientos. Si no son tan importantes como en los siglos XIV y XV puede ser debido a que las fuentes no los han recogido o a que el hombre, hasta el siglo XI, tenía ante sí un horizonte mental, religioso y económico muy restringido. Sus necesidades materiales se cubrían con la solidaridad familiar, su señor le garantizaba seguridad y el sacerdote le proporcionaba un tránsito feliz a la otra vida. Es decir, el campesino altomedieval vivía en un mundo inmóvil e incomunicado.

Esta situación cambió, a partir del siglo XI, con la aparición de las ciudades con sus gentes y sus modos de pensar, al tiempo que con ella surgen grupos de marginados, fruto del aumento demográfico, los campesinos sin tierra, los parados estacionales, los artesanos, los vagabundos, etc. En este clima nacieron los movimientos de protesta que pretendieron la purificación del clero y sus costumbres (ej.: la partaria de Milán). Su característica principal fue que no tuvieron gran trascendencia, no superaron el ámbito territorial de una ciudad, y el señor o el obispo se bastaban para reprimirlas y anularlas.

Las tensiones sociales de la Baja Edad Media tuvieron mayor envergadura. Debemos tener en cuenta que se trataron de revueltas y no de rebeliones y mucho menos de revoluciones. Sus intenciones no fueron subvertir el orden establecido, sino reaccionar ante una determinada circunstancia adversa: protestas por una determinada tasa, acceso a las diversas magistraturas municipales, etc. Estas revueltas tienen otra característica, y es que jamás hubo sincronía entre las revueltas urbanas y campesinas, excepto en la de Londres de 1381.

Estas revueltas estaban encabezadas por dirigentes de extracción social diferente. Los hubo de origen humilde, burgueses, pequeños nobles, etc.

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En el campo, en líneas generales, durante el siglo XIV desaparece la servidumbre en gran parte de Europa. Los trabajos serviles fueron desapareciendo en favor del pago de dinero durante los siglos XIII y XIV, subsistiendo, casi exclusivamente, en los señoríos eclesiásticos y tierras monásticas, quienes seguían prefiriendo el cobro en productos y conservar el control directo sobre sus posesiones.

Si en la época altomedieval el campesino necesitaba protección personal y asegurar un mínimo vital, aún a costa de su libertad de movimientos, y esto se lo proporcionaba el señor, ahora, en los siglo bajomedievales, el que le proporciona cierta seguridad es el Estado, por lo que piensa que su señor obtiene un beneficio excesivo por un servicio que no presta, por lo que se cuestiona su papel y comienza a librarse de él.

La violencia campesina estalla por hartazgo y tras haberse llegado a una situación insoportable e inaceptable, y fue, generalmente, de corta duración, pero muy violenta y destructiva.

Las revueltas ciudadanas tuvieron motivaciones diferentes. Por lo general, se lucha por el acceso al control de la ciudad por parte de determinados grupos que, aunque con suficiente riqueza, se ven excluidos de los órganos de decisión.

Cada ciudad presenta una tipología distinta en la composición de su consejo municipal: en unas domina la clase burguesa; en otras comparte el poder con los nobles; y en otras son los gremios los que controlan la situación. Participar en los órganos de gobierno era muy importante, ya que desde allí se controlaba el cobro de impuestos; se dictaban ordenanzas municipales y gremiales; se fijaban y controlaban los precios de los productos; se reclutaban tropas y se conducían a la guerra (milicias concejiles de las ciudades castellanas); se ejercía un dominio sobre los pueblos de alrededor (alfoz). Por ello, algunos autores afirman que los municipios eran una especie de señoríos burgueses. Al pueblo le interesaba que hubiera una monarquía fuerte que controlara a los dirigentes municipales a fin de que no se excedieran en sus competencias y no explotaran a los más humildes.

3.2. Las tensiones sociales en el campo

3.2.1. Las revueltas flamencas (1324-1328)

Se trata de la primera de las grandes revueltas del siglo XIV, que estalló tras una época de escasez y malas cosechas. El detonante fue un impuesto extraordinario que impuso el conde de Flandes, Luis I. Como de costumbre este impuesto era pagado únicamente por campesinos y burgueses, ya que estaban exentas de su pago la nobleza y la Iglesia. Esta revuelta, llamada de los Karls, se extendió por las ciudades (Brujas e Yprés, especialmente), estando bien organizada poniéndose al frente de la misma grandes arrendatarios y miembros de la pequeña nobleza que estaban descontentos con la tutela que ejercía Francia sobre Flandes y que dificultaba el comercio lanero con Inglaterra. Se llegó a organizar una administración paralela y se reclutó un ejército de campesinos, que produjo robos, incendios y asesinatos, por ambas partes. El conde de Flandes pidió ayuda a Felipe IV de Francia y éste aplastó la

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revuelta en Cássel (1328). Se puso así fin a lo que la Crónica de Flandes definió como: «un tumulto tan grandes y tan peligroso como hacía siglos no se había visto».

3.2.2. La Jacquerie

El nombre de la Jacquerie viene dado por la confusión provocada por el cronista que atribuyó la jefatura de la revuelta a Jacques Bonhomme, cuando en realidad quien estuvo al frente de la misma fue Guillermo Cale. Esta revuelta duró apenas dos semanas, pero fue tan grande que el nombre de Jacques pasó a significar “campesino rebelde”, en francés.

Esta revuelta se extendió por la Isla de Francia y Baja Normandía debido a varios factores:

Caída de los precios cerealistas.

Estragos causados por la Peste Negra.

Presencia, casi constante, de tropas anglo-navarras que saqueaban la región.

Desprestigio de la monarquía y la caballería por las numerosas derrotas sufridas.

Imposición de un impuesto especial para pagar el rescate del rey Juan II, y de gran parte de la nobleza, que estaba prisionera de los ingleses.

Amén de estos factores, los Estados Generales denunciaron el derroche del dinero público por parte de la monarquía y la nobleza, con lo que el terreno para el descontento y la revuelta estaba abonado.

La revuelta estalló el día 28 de mayo de 1358, en varios lugares a la vez, poniendo de manifiesto la buena coordinación de la misma por tarde de los dirigentes. El blanco de las protestas iba dirigido contra la nobleza, por lo que los bienes de la Iglesia fueron respetados. Lo sorprendente de esta revuelta fue que los prebostes14 reales dejaron obrar a los revoltosos. El preboste de los carniceros de París intentó que los campesinos se unieran a su causa, sin demasiado éxito.

Guillermo de Cale fue invitado a parlamentar por Carlos el Malo y una vez en su poder mandó asesinarlo. El 10 de junio, la nobleza masacró a los campesinos asesinando a todo aquel que cayó en sus manos, iniciándose una brutal represión contra los campesinos. La habilidad del Delfín Carlos hizo que se otorgara una carta de perdón para todos los implicados (nobles y campesinos), con el fin de llevar la paz a sus Estados y para reunir las fuerzas necesarias para continuar la lucha contra los ingleses.

A raíz de estos sucesos, nació en la región de París el bandolerismo, protagonizado por campesinos y pequeños nobles (brigants y routers), quienes aprovecharon la falta

14 Preboste:

Representante. Funcionario capeto sometido al baile que recaudaba rentas y administrar justicia. El preboste de los mercaderes controlaba los pesos y medidas y cobraba algunos impuestos.

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de autoridad y las luchas entre los Armañac y los Borgoña para sembrar el terror en la zona, hasta mediados del siglo XV.

3.2.3 Las revueltas inglesas

Las revueltas campesinas inglesas también se inscriben dentro de estos años de crisis, en los que los campesinos sufren los efectos de la depresión económica, que de igual modo afectó a los miembros de la gentry o baja nobleza rural.

La causa directa de esta revuelta se dirigió, en primer lugar, contra la recaudación de tasas extraordinarias y en segundo lugar, contra los consejeros del rey Ricardo II, especialmente contra su tío y tutor, Juan de Gante.

En el año 1377 el Parlamento decidió cobrar un impuesto especial, el poll-tax, que debía ser pagado por todos los mayores de 15 años. En 1381 se elevó el impuesto a un chelín, lo que desencadenó la revuelta en varias ciudades, incluida Londres en 1381, donde se incendió el palacio de Juan de Gante y fueron asesinados el arzobispo, varios nobles, ricos comerciantes y algunos extranjeros. Al día siguiente, el rey prometió abolir la servidumbre, parar el cobro de la tasa y abolir el Estatuto del Trabajo que impedía la subida de sueldos de los artesanos. El día 15 de mayo el cabecilla de la revuelta, Wat Tyler, fue invitado a parlamentar, siendo asesinado en presencia del rey Ricardo II.

El ejército real inició la represión, que no concluyó hasta la ejecución de Jhon Ball, cuatro meses después. Tras estos sucesos, el rey revocó todas las concesiones que había otorgado y dictó un perdón general.

Entre esta revuelta y la Jacquerie se pueden apreciar grandes paralelismos: lucha contra tasas extraordinarias; protestas contra los asesores del rey; unión de campesinos, baja nobleza y habitantes de la ciudad; reacción brutal de la nobleza; etc.

3.3. Las tensiones sociales en las ciudades

3.3.1. Los ciompi de Florencia

Los ciompi eran los asalariados que se encargaban de cardar la lana y ocupaban los puestos más bajos de la sociedad florentina. No tenían representación en el Consejo Comunal. No pertenecían a ninguna de las Artes, por lo que no estaban asociados y carecían de protección ante los infortunios de la vida. Cada una de estas Artes representaba y acogía, en una especie de corporación, a los miembros de los distintos oficios. Las Artes disponían de una milicia y estaban regidas por un Consejo. Había siete Artes mayores (la más importante la Calimala de los laneros; la de los sederos; la de los cambistas; etc.); cinco artes medianas (carniceros, ropavejeros, etc.) y nueve artes menores (panaderos, vinateros, etc.).

En la base de la revuelta de los ciompi estaban:

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Los bajos salarios.

La devaluación de la moneda.

Las deudas contraídas con sus patronos.

La aspiración a tener un Arte propia.

A estas causas directas se unieron otras de carácter político, al verse envueltos en la disensión entre las artes mayores, de tendencia güelfa, y las artes menores, de tendencia gibelina.

Silvestre de Medici (gibelino) amotinó al pueblo, a fin de que el Consejo aprobara una serie de disposiciones a su favor. El rechazo a sus propuestas por parte del Consejo hizo que el pueblo se amotinara y tomara el Palacio de la Señoría, asaltando y quemando varias oficinas fiscales y algunas casas de los consejeros. Las reclamaciones del pueblo eran:

1. La suspensión de los juicios por deudas. 2. La limitación del poder de las artes mayores. 3. La creación de tres nuevas artes y que se le reservara el cargo de

Gonfalonero de Justicia, la magistratura más alta de la ciudad.

Las autoridades cedieron ante el cariz que iba tomando la protesta y el cargo de Gonfalonero fue ocupado por el cardador de lana, Miguel Lando; también se crearon las tres artes menores de los sastres, tintoreros y los cardadores, llamando a éstos últimos el pueblo de Dios, ya que habían sido los más desprotegidos.

El Gonfalonero, Miguel Lando, no estuvo a la altura de su cargo; fue convencido para que desarmara al pueblo y volvieran a abrir los talleres. Los ciompi se negaron y el día 31 de mayo de 1378 se amotinaron. El gonfalonero, al frente de un ejército, reprimió la revuelta y las artes mayores volvieron a controlar la situación. Las tres artes menores recién creadas fueron suprimidas y Miguel Lando, Silvestre de Medici y otros ciudadanos fueron enviados al exilio.

3.2.2. Las revueltas de Gante, Brujas y París

Tanto las revueltas urbanas de Flandes y París tuvieron un fuerte contenido fiscal, amén de los deseos de controlar los resortes municipales, monopolizados por la alta burguesía y la aristocracia militar. El componente político vino definido por la secular rivalidad entre Francia e Inglaterra, que dificultó el desarrollo de las ciudades flamencas basado en la industria textil, que tenía su principal fuente de abastecimiento de lana en Inglaterra.

El problema fiscal era consecuencia de la guerra ya que los reyes franceses –al igual que los ingleses- necesitaban fuertes sumas de dinero para afrontar los gastos militares. Las protestas ciudadanas se dirigieron contra los consejeros del rey, los recaudadores fiscales y contra las clases dirigentes, que aceptaban la imposición de tasas especiales.

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Si a estos motivos se le añaden las dificultades económicas que atravesaron los más desfavorecidos, tanto en las ciudades como en el campo, y las rivalidades entre los distintos gremios, tendremos un cuadro muy aproximado de las causas que originaron los disturbios que se desarrollaron entre los años 1378 y 1383.

La revuelta de Gante comenzó en 1379 como una disputa comercial con Brujas por la apertura de un canal fluvial que favorecía a Brujas en detrimento de Gante. Esta disputa degeneró en una revuelta contra el conde de Flandes y contra el patriciado urbano que le apoyaba, en su política de acercamiento a Francia frente a Inglaterra, principal suministradora de lana para la industria textil flamenca. Los intereses de la burguesía de Gante estaban representados por Felipe de Artevelde, jefe de los sublevados y que negociaba abiertamente con el rey inglés, provocando la alarma en Carlos VI y en sus tíos, especialmente en Felipe el Atrevido. Éstos acudieron en ayuda del conde de Flandes, Luis II de Male, y vencieron a los sublevados en Roosebeke (1382), donde murió el jefe de los sublevados, Felipe de Artevelde.

La revuelta de París y de otras ciudades francesas, sobre todo Ruán, comenzaron en 1382 como una protesta contra las nuevas tasas impuestas por Carlos VI y sus tíos. Tras asaltar el Châtelet, donde se guardaban las armas, y robar miles de maillotin (mazas de hierro), que le dieron el nombre a la revuelta, saquearon varias mansiones y dieron muerte a varios recaudadores y judíos. Carlos VI, que tenía también abierto el frente flamenco, prometió convocar los Estados Generales, logrando calmar a los rebeldes. Una vez solucionado el problema flamenco, comenzó la represión en París (1383) con el ajusticiamiento de los principales líderes de la revuelta.

3.3.3. Los disturbios de Roma

Tras el traslado de los papas a Aviñón y el abandono de Roma, ésta cayó nuevamente en manos de las grandes familias romanas. Pronto las luchas entre ellas hizo que se deseara el regreso del Papa, para lo cual se envió una delegación a Aviñón (1343), en la que figuraba (Ni)Cola di Rienzo, el cual consiguió que en 1347 ser elegido Tribuno del Pueblo. Pronto empezó a tener enfrentamientos con todos los poderes establecidos: Papado, Imperio y nobleza romana. Los Colonna promovieron un levantamiento popular contra él en 1354, siendo ya senador y tribuno vitalicio, que le costó la vida. Estos desórdenes romanos, a diferencia de los ocurridos en el resto de Europa, tuvieron un contenido eminentemente político.

4. Las tensiones en los reinos hispanos

Los disturbios y desórdenes sociales que afectaron a Europa, durante los siglos XIV y XV, también tuvieron su reflejo en los reinos hispánicos.

En Cataluña, hay que hacer referencia a los problemas de los payeses de remensa, que enfrentó a los campesinos con sus señores en el siglo XV y que respondían también a los problemas derivados de la Peste Negra, agravados aquí por el reforzamiento de los derechos señoriales sobre los payeses de la Cataluña Vieja, los

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denominados seis malos usos, que atentaban contra la libertad de movimiento; la libre disposición testamentaria y el disfrute de los bienes por parte de los payeses o campesinos. Los seis malos usos eran:

1. Intestia: Percepción por parte del señor de algunos bienes del payés que moría sin testar.

2. Exorquia: Percepción señorial por la muerte del payés sin dejar descendencia.

3. Cugucia: Percepción señorial en caso de adulterio del payés o de su esposa. 4. Arsia: Percepción señorial por la quema de un campo. 5. Firma de spolii: Percepción señorial por autorizar al payés a hipotecar sus

bienes. 6. Remensa: Obligación del payés de permanecer en sus tierras mientras éste

no se “redimiera” (remensa) mediante el pago de una cantidad a su señor.

Este último uso dio nombre genérico a las luchas del campesinado catalán.

El problema de la remensa (que afectaba, según Vicens Vives, a una cuarta parte de la población de Cataluña) desembocó en una lucha anti señorial, que se extendió por el norte y centro del Principado. El problema se resolvió tras la Sentencia arbitral de Guadalupe (1483), por la que Fernando II de Aragón, declaró abolidos los malos usos, a cambio del pago de sesenta sueldos por manso de los respectivos señores.

En Galicia, la Guerra de las Hermandades o Irmandiña, de carácter anti señorial (1467-1469) y que se extendió por toda la región. Estos conflictos ya habían tenido un precedente en 1431, cuando estallaron las primeras revueltas contra Nuño de Andrade (el Malo). Las actuales revueltas estaban protagonizadas por los burgueses, campesinos y parte de la baja nobleza, y se dirigieron contra los abusos y arbitrariedades que los grandes linajes de los Andrades, Lamos, Moscoso, etc. ejercían sobre Galicia. Los rebeldes ocasionaron muchos incendios y destruyeron numerosos castillos y casas fuertes. La reacción de la nobleza, apoyada por los Reyes Católicos, el rey de Portugal y el arzobispo de Santiago, puso fin a la revuelta, ejecutando a los principales cabecillas.

Junto a estos conflictos, de carácter agrario-social y anti señorial, hay que destacar otros que se desarrollaron en varias ciudades que fueron fruto de la crisis de los siglos XIV y XV y por el control de los cargos municipales.

Entre los enfrentamientos urbanos hay que destacar el enfrentamiento que tuvo lugar en Barcelona entre la Busca y la Biga por el control municipal. La Busca estaba integrada por menestrales y mercaderes y contaban con el favor real. La Biga está compuesta por la aristocracia urbana, que dirigía y monopolizaba el comercio exterior; manejaba el Consejo del Ciento (Consell de Cent) y estaba apoyada por las Cortes, que estaba controlada por la nobleza y el clero. Los bigaires vivían de rentas y tenían en sus manos todo el poder municipal. Eran los llamados ciutadans honrats.

La crisis del siglo XV hizo estallar el problema en una Barcelona que vivía, fundamentalmente, del comercio exterior. Los buscaires exigían medias proteccionistas, frente a los comerciantes extranjeros: la contención de los precios; la devaluación de la moneda; el freno al dispendio municipal. El acceso al poder de los

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buscaires permitió que, parte de sus planes, se llevaran a la práctica, pero los abusos en la administración y el exceso de confianza ante una crisis generalizada hicieron fracasar sus proyectos, especialmente en dos medidas que perjudicaban a los bigaires: la devaluación de la moneda y la prohibición de importar artículos de lujo. Ambos bandos se implicaron en la guerra civil de Juan II, la reacción de los bigaires (1460) les hizo recobrar el poder y ajusticiar a los principales cabecillas buscaires, en un movimiento socio-político que tuvo muchas coincidencias con el que se había desarrollado antes en la Florencia de los ciompi.

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TEMA 6. LA IGLESIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA EN OCCIDENTE (SIGLOS XIII Y XIV)

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TEMA 6. LA IGLESIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA EN OCCIDENTE (SIGLOS XIII Y XIV)

1. La Iglesia: Del apogeo a la crisis

1.1. Las grandes figuras del Papado

1.1.1. Inocencio III

El siglo XIII constituye el momento de mayor esplendor de la Iglesia medieval, una vez superados los “siglos de hierro” y el enfrentamiento por la lucha de las investiduras, que consagró la primacía de Roma sobre el resto de las Iglesias nacionales y proclamó la sumisión al Papa, en cuestiones de religión y moral, de toda la Cristiandad.

Triunfaba así la concepción teocrática de Gregorio VII, reivindicada en el Dictatus Papae (1075) y reafirmada en el II Concilio Ecuménico de Letrán (1139), según la cual todo debe estar sujeto al Papa, tanto emperadores como reyes. De esta forma se pretendía acabar con el espíritu laico y autónomo que divulgaban las nuevas teorías basadas en el Derecho Romano.

Las teorías teocráticas se fueron gestando a lo largo del siglo XII, aunque éstas fueran más teóricas que reales, ya que, ante hechos concretos, el Papado tenía que acomodarse a la realidad de cada uno de los reinos que integraban la Cristiandad occidental, cuando al frente de estos reinos había un personaje enérgico (ej.: Enrique II de Inglaterra, Federico I de Alemania).

Inocencio III (1189-1216) fue el Papa que llevó a la práctica y ejerció la teocracia de una forma más rotunda, alcanzando dicha teoría su cumplimiento más completo. Inocencio III logrará el apogeo del Papado, aunque el siglo XIII se cerrará con el papado de Bonifacio VIII, que representa el fracaso de dicha teoría y marcará el inicio del periodo más crítico de la historia de la Iglesia.

Inocencio III fue elegido Papa a los 38 años de edad, el día 8 de enero de 1198. Se llamaba Lotario y pertenecía a la familia de los condes de Segni. Con una sólida preparación intelectual: había estudiado Teología en París y Derecho en Bolonia con el canonista Huguccio, el cual le imbuyó las ideas teocráticas, que los canonista de Bolonia habían elaborado, presentando de manera más depurada y aceptable el Distatus Papae de Gregorio VII. Según esta teoría, el Papa, como Vicario de Dios en la tierra, posee auctoritas, es decir, la plena soberanía, mientras que los emperadores y reyes poseen la potesta, es decir, el poder político que reciben de Dios. Como Vicario de Cristo, el Papa es señor de cuerpos y almas. Aunque admite que en el campo político los reyes pueden predominar sobre el Papa, éste puede intervenir cuando los príncipes pecan gravemente; cuando hay que acudir a un árbitro supremo; y cuando hay que defender los dominios eclesiásticos. Inocencio III fiel a estos principios intervendrá de manera activa en todos los reinos cristianos de la época.

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El primer objetivo del Papa consistió en afirmar su poder en Roma, por ello destituyó a todos los senadores y a todos los funcionarios del Campidoglio y obligó al Prefecto de la ciudad a prestarle juramento de fidelidad. Posteriormente se hizo con el control del Ducado de Espoleto y de la Marca de Ancona.

Este despliegue de fuerza fue posible gracias a que la elección de Inocencio III coincidió con la muerte del emperador Enrique IV, que dejó a un menor de edad, Federico II, como rey de Sicilia, en manos del Papa. El Papa también intervino en la elección del nuevo emperador apoyando a Otón IV frente a Felipe de Suabia y cuando Otón IV no cumplió sus promesas lo depuso y excomulgó, presentando a Federico II, su pupilo.

Para ver colmadas su ansías de poder teocrático usó frecuentemente la excomunión, aunque también se sirvió del dinero, especialmente en las cuestiones italianas. Logró los homenajes feudales, más teóricos que reales, de Otocar I de Bohemia, de Pedro II de Aragón, de Sancho I de Portugal, de Alfonso IX de León, de los reyes de Polonia, Dinamarca, etc.

En el terreno religioso, tres fueron sus principales objetivos:

1. Acabar con los herejes. 2. Proclamar una cruzada. 3. Convocar un Concilio.

Toda desviación de la ortodoxia fue perseguida, aun cuando hubo diversos movimientos en los que, sin negar el dogma, propugnaban una vuelta a la pobreza evangélica, empezando por el Papa. De esta manera fueron perseguidos los Humiliati, los Espirituales y los Joaquinistas, mientras que otros movimientos que también exaltaban la pobreza, pero sin denunciar a la cúpula eclesiástica, sin fueron admitidos dentro del seno de la Iglesia (ej.: Franciscanos y Pobres Católicos).

Apoyó activamente la lucha contra los musulmanes: dio carácter de cruzada (Navas de Tolosa, 1212) o predicando la Cuarta Cruzada. No dudó en atribuir carácter de cruzada a la lucha que se emprendió contra los albigenses o cátaros que fue aprovechado por el rey francés para imponer su dominio sobre el Midi francés y al Papado le reportó el condado de Aviñón.

El IV Concilio Ecuménico de Letrán (1215) marcó el cénit de la teocracia de Inocencio III. A este Concilio se aprobó el término transustanciación para indicar la transformación sustancial que se produce en la Eucaristía; la confesión y la comunión obligatoria, al menos una vez al año; la predicación de una nueva cruzada, que se realizaría bajo dirección papal y, sobre todo, condenó como herética la doctrina de Joaquín de Fiore, que había predicado el advenimiento de una nueva edad en la que ni Iglesia ni Estado serían necesarios, y en la que la Humanidad viviría en una sociedad igualitaria.

Inocencio III murió en Perugia en 1216. El Papa León III, en 1850, mandó trasladar sus restos a San Juan de Letrán, donde se le levantó un monumento.

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1.1.2. Bonifacio VIII

A Inocencio III le sucedió Honorio III (1216-1227), que fue el primer Papa que coronó a un emperador de Oriente. A éste le sucedió Gregorio IX (1227-1241), también perteneciente a la familia de los condes de Segni y que se convirtió en enemigo declarado de Federico II. La política de éste Papa fue seguida por Inocencio IV (1243-1254) quien no dudó en deponer al emperador en el I Concilio de Lyón (1245). Además de estos Papas, hay que añadir en esta relación a Clemente IV (1265-1268), quien cambió la política de la Santa Sede al abandonar la alianza con el Imperio para caer en manos de los franceses, y a Gregorio X (1271-1276), quien, aunque fuera efímeramente, logró la unión con los cristianos ortodoxos en el II Concilio de Lyón (1274).

Después de una Sede Vacante que duró veintisiete meses, el Colegio Cardenalicio eligió como Papa a un eremita benedictino, Pedro de Morrone, quien tomó el nombre Celestino V (1294). Este Papa fue un dócil instrumento en manos de Carlos II de Nápoles (consiguió que el Papa trasladara la Curia a Nápoles) y del cardenal Benedicto Caetani. El Papa, tras cinco meses de pontificado, encargó al cardenal Caetani la redacción de una Bula de renuncia al pontificado.

El nuevo Papa, el cardenal Caetani, que tomó el nombre de Bonifacio VIII (1294-1303), pertenecía a la noble familia de los Caetani. Gran jurista que había estudiado en Bolonia. Su primer acto como Papa fue traer, nuevamente, la Curia a Roma y ordenar el arresto del Papa anterior, Celestino V, que murió en prisión.

Bonifacio VIII fue el último representante de la teocracia pontificia basada en la plenitudo potestatis de origen divino.

Tras la publicación de la Bula Clericis laicos (1296), en la que se resumía la doctrina teocrática del Pontificado, y en la que se ponía de manifiesto la cuestión sobre si los poderes temporales podían gravar los bienes eclesiásticos, el Papa Bonifacio VIII intentó acallar los rumores que circulaban sobre su elección, que los cardenales Colonna (Santiago y Pedro) consideraban ilegítima. El Papa excomulgó y depuso a los dos cardenales Colonna, arrasó sus tierras y confiscó sus bienes, repartiéndolos entre su familia Caetani y los Orsini, sus partidarios.

En el año 1300, el 22 de febrero, publicó la Bula Antiquorum habet fidem por la que proclamó el primer Año Santo de la Cristiandad y establecía su convocatoria cada cien años. Su enfrentamiento con el rey francés, Felipe IV, y su humillación en Anagni, marcaron el final de su Pontificado. Bonifacio VIII fue el último representante del Papado que concibió el mundo sujeto a las directrices del poder pontificio, y al que todos debían acatamiento. En el plano personal fue el Papa con mayor protagonismo y delios de grandeza, que se concretaron en la fundación de la Universidad de la Sapienza en Roma, la erección de las catedrales de Orvieto y Perugia. Se hizo inmortalizar en numerosas estatuas de bronce y mármol y en el fresco que Giotto pintó en la capilla de los Orsini en San Juan de Letrán.

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1.2. La época de las grandes crisis

1.2.1. El Papado de Aviñón

Con la elección del Papa Clemente V (1305-1314) se marca el inicio de lo que se ha denominado Papado de Aviñón o Cautividad de Aviñón, ya que los Papas que allí residieron estuvieron bajo la tutela del rey de Francia, siendo todos ellos fieles ejecutores de sus deseos.

Clemente V (Bertrand de Goz, arzobispo de Burdeos) había acordado con Felipe IV su elección como Papa a cambio de la cesión de las décimas del reino durante cinco años. Fue coronado en Lyón y trasladó la Curia a Aviñón. Convocó un Concilio Ecuménico en Vienne (1311). Con la Bula Vox in excelso disolvió la Orden del Temple (1312), ordenando repartir sus bienes entre la Orden del Hospital y la corona de Francia. Los principales dirigentes del Temple fueron condenados a la hoguera.

Logró evitar la condena de su predecesor (Bonifacio VIII) y encabezó la serie de Papas nepóticos15 de Aviñón. Para evitar que los cardenales italianos eligieran a un papa connacional que devolviera la Curia a Roma, elevó el número de cardenales franceses a diecisiete, frente a los seis italianos.

1.2.2. La política centralizadora del Papado de Aviñón

El Papa Juan XXII (1316-1334) prosiguió la política de asentamiento definitivo en Aviñón, a pesar de las voces que se alzaban pidiendo el retorno de los Papas a Roma; a los que clamaban contra su nepotismo descarado y contra su enfrentamiento personal con el emperador Luis IV de Baviera, en lo político; y en lo espiritual, con su enfrentamiento con los franciscanos. Dentro de los franciscanos había surgido una rama, los Espirituales, que reivindicaba la pobreza de Cristo. El Papa promulgó una Bula declarando herética tal doctrina, condenando a la hoguera a los frailes espirituales, a los que de modo despectivo llamó fraticelli (frailecillos). En el campo teológico, Juan XXII defendió que sólo tras el Juicio Final y la resurrección de los muertos, se alcanzaba la visión beatífica de Dios, doctrina de la que tuvo que retractarse en el lecho de muerte ante los cardenales.

Juan XXII fue el gran impulsor de la burocratización que se llevó a cabo durante el periodo de Aviñón, y que se fue perfeccionando con el tiempo hasta hacer que la administración pontifica fuera la más eficaz de todas. Creó el Registro de la Cámara Apostólica, como mecanismo financiero de la Curia, con un minucioso asiento de entradas y salidas, a cuyo frente estaba el cardenal camararius. Reorganizó la Cancillería y creó el Tribunal de la Sacra Rota.

Otros organismos importantes fueron: la Limosnería, encargada del reparto de limosna a los pobres y la Penitenciaría, encargada de dilucidar todas las apelaciones y disputas que llegaban al Papa.

15 nepotismo.

1. m. Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos.

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Los gastos del Papado fueron creciendo por lo que hubo de acudir a un aumento de las tasas. Todo estaba tasado: los nombramientos, las defunciones, las visitas ad limina, los cargos vacantes, etc. Todo era poco para cubrir los enormes gastos que generaba la Curia, lo que redundó en la imagen poco ejemplar del periodo y la de avidez de aquellos Papas.

1.2.3. El restablecimiento de la autoridad pontificia en Italia. Gil de Albornoz

La ausencia de Papas de los Estados Pontificios hizo que muchas familias señoriales ejercieran su poder sin ninguna cortapisa. Un claro ejemplo de esta situación fue la figura de Cola di Rienzo que, en 1347, intentó sustituir en Roma el poder pontificio por el comunal, proclamándose: «por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, Tribuno de la libertad, de paz y de justicia y liberador de la sagrada república romana». Este hecho y otros de igual índole alarmaron al Papa Clemente VI y al emperador Carlos IV, que lo apresó y envió a Aviñón. Con el fin de congraciarse con los romanos, el Papa anunció otro Jubileo en 1350, reduciendo en cincuenta años lo establecido por Bonifacio VIII.

El nuevo Papa, Inocencio VI (1352-1362), comprendió que debía poner orden en los Estados Pontificios y en Roma.

Encontrándose exiliado en Aviñón el cardenal español, Gil de Albornoz, y dada su experiencia militar, el Papa Inocencio VI lo envió a Italia como su Legado para poner orden en los Estados Pontificios, y hacer volver a la obediencia a las familias rebeldes, que ignoraban los derechos papales, y especialmente los Visconti de Milán, que se habían apropiado de Bolonia. En una segunda Legación, Gil de Albornoz recuperó Bolonia y puso orden en el Patrimonio de San Pedro.

Gil de Albornoz ha pasado a la Historia de la Iglesia y de Italia como el hombre que hizo posible el retorno de los Papas a Roma y como gran legislador. Éste había tomado parte en la redacción del Ordenamiento de Alcalá. Promulgó las Constituciones, con objeto de superar el Derecho local y hacer efectiva la territorialización jurídica de dichas leyes. Estas leyes estuvieron vigentes en los Estados Pontificios hasta 1816, con sus respectivas correcciones.

El Papa Urbano II (1362-1370) hizo el primer intento de regreso a los Estados Pontificios. El Papa llegó a sus Estados en 1367, siendo recibido por Gil de Albornoz en Viterbo, aunque el español no pudo entrar con el Papa en Roma, pues murió dos meses antes de este hecho. El Papa regresó a Aviñón tres años después, en 1370.

El nuevo Papa elegido fue Gregorio XI (1370-1378). Regresó a Roma definitivamente en 1376 a pesar de que todos los cardenales nombrados eran franceses; de la inestabilidad que existía en Francia, fruto de la Guerra de los Cien Años; de los tumultos que empezaban a surgir en los Estados Pontificios; y de que seis cardenales se negaron a seguirle, presagiando el Cisma que se avecinaba. Ante el lamentable estado en que se encontraba el palacio de San Juan de Letrán, el Papa optó

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por el Vaticano, que pasó a convertirse en la residencia oficial de los Papas en Roma desde entonces.

1.3. El Cisma de Occidente

1.3.1. Los intentos de solución

Gregorio XI fue enterrado con todos los honores y en su lugar de enterramiento –iglesia de Santa Francisca Romana, próxima al Foro- se le erigió un monumento por su vuelta a Roma. El día de la elección de un nuevo Papa, los romanos se amotinaron al grito de: «queremos un Papa romano o, por lo menos, italiano». El elegido fue un italiano, el arzobispo de Bari (última vez que fue elegido Papa un no cardenal), que tomó el nombre de Urbano VI (1378-1389). En dos meses mostró su carácter despótico e insolente, ocasionando que seis cardenales franceses y el cardenal español, Pedro de Luna, se retiraran a Agnani y firmaran un documento en el que declaraban la nulidad de la elección papal, debido a las presiones sufridas, deponían al Papa y anunciaban Sede Vacante, anunciando una nueva elección para diez días después. El elegido fue el cardenal Roberto de Ginebra, que tomó el nombre de Clemente VII (1378-1394), siendo reconocido inmediatamente por los cardenales. Clemente VII se trasladó, nuevamente, a Aviñón, consumándose el Cisma.

La Cristiandad se dividió formándose dos bandos, que apoyaban a uno u otro Papa en función de los intereses personales o políticos. Por el Papa romano, Urbano II que apoyaba su prestigio en la posesión de Roma, tomaron partido: Alemania, Hungría, Inglaterra, Polonia, Dinamarca, Suiza, Flandes e Italia del norte. A favor del Clemente VII, el Papa de Aviñón, que se amparaba en el número de cardenales y en su administración, estuvieron: Francia, Nápoles, Escocia, Castilla, Aragón y Portugal.

Urbano VI depuso a la reina Juana de Nápoles y entregó el reino a los Durazzo, también nombró de una sola vez a veintinueve cardenales. Pero su carácter despótico y prepotente hizo que varios de sus cardenales se trasladaran a Aviñón, abandonándolo. Urbano VI, sintiéndose inseguro hizo arrestar a seis cardenales, que murieron asesinados en prisión, y a otros cuatro les privó de sus rentas y cargos. A su muerte, los cardenales restantes (14) eligieron Papa a Bonifacio IX (1389-1404) ignorando la existencia del Papa francés, Clemente VII, confirmándose de este modo el Cisma. El escándalo en la Cristiandad iba en aumento, por lo que, desde un primer momento, se alzaron voces pidiendo una solución urgente del Cisma.

Se intentaron varias vías de solución; todas fracasaron al chocar con la cruda realidad de los hechos:

La vía facti, es decir, las medidas de fuerza, era impensable por la equivalencia de fuerzas.

La vía cessionis, es decir, la renuncia de alguno de los Papas, ideada en la Universidad de París, por encontrar una fuerte oposición de Pedro de Luna, que había sido elegido Papa en 1394 con el nombre de Benedicto XIII (1394-1423).

La vía conventionis o diplomática, que propugnaba la solución mediante el encuentro entre los dos Papas.

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El Papa romano, Bonifacio IX (1389-1404), practicó un nepotismo descarado, y ávido de dinero, echó por tierra la obra de Gil de Albornoz, al reconocer como vicarios pontificios, con derechos hereditarios, a los señores que dominaban las principales ciudades de los Estados Pontificios, a cambio de un tributo anual. Para obtener más recursos, convocó dos Años Santos (1390 y 1400), con lo que dichas fechas y la venta de indulgencias, pasaron a convertirse en un lucrativo negocio. Un encuentro entre los delegados de ambos Papas, en Roma, acabó con un rotundo fracaso, por lo que la vía conventionis se cerró.

1.3.2. La superación del Cisma: El Concilio de Constanza

El Cisma duraba ya varios años y se corría el riesgo de fractura total. No se trataba ya de ver quién era el Papa legítimo, sino de poner fin al escándalo. Ante la amenaza, de varios cardenales y príncipes, de retirar su obediencia, tanto el Papa romano, Gregorio XII (1406-1415), como el aviñonés Benedicto XIII, aceptaron un encuentro personal, que no llegó a producirse, ya que ambos Papas consideraban que, con tal acto, estaban reconociendo la legitimidad del contrario.

Ante este bloqueo de la situación, fue abriéndose paso la vía concilii, que se había ido fraguando a partir de los escritos de Marsilio de Padua y de Guillermo de Ockam, según la cual, el Papa puede errar pero no el Concilio, pues es la manifestación de toda la Iglesia.

El rey francés, Carlos IV, retiró su obediencia a Benedicto XIII (Pedro de Luna) y lo asedió en Aviñón, pero éste pudo escapar a Perpiñán, donde se refugió y desde donde propuso celebrar en Pisa un Concilio que reuniera a los cardenales de ambos bandos. Al Concilio de Pisa (1049) acudieron diez cardenales de Aviñón, catorce romanos y un centenar de obispos. Se declaró depuestos y cismáticos a los dos Papas y se eligió al arzobispo de Milán como Papa con el nombre de Alejandro V (1409-1410). Con esta solución se consiguió tener tres Papas que se excomulgaron entre sí. La súbita muerte del Papa pisano, Alejandro V, hizo que fuera elegido Juan XXIII (1410-1415), que se instaló en el Vaticano con la ayuda del rey de Nápoles, Luis II de Anjou.

El emperador Segismundo convocó un Concilio en Constanza, al que se adhirió el Papa Juan XXIII, por lo que se convirtió en Ecuménico. Este Concilio se desarrolló entre 1414 y 1418 y fue condenado por los otros dos Papas. El Concilio de Constanza se inauguró en 1414 bajo la presidencia de Juan XXIII. Se acordó que las votaciones fueran por naciones. Se solicitó la dimisión voluntaria de los tres Papas, y así lo hicieron, personalmente, Juan XXIII y por escrito Gregorio XII. El Papa Benedicto XIII (el Papa Luna) jamás abdicó y desde su Castillo de Peñiscola se mantuvo en sus trece, hasta su muerte en 1423, abandonado por todos.

El 11 de noviembre de 1417, los cardenales presentes eligieron a Odón Colonna como Papa con el nombre de Martín V (1417-1431), dándose por concluido un Cisma que había durado 35 años.

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2. La Órdenes Mendicantes

Tras el éxito obtenido por las órdenes monásticas, especialmente el Cluny y el Cister, ancladas den un medio rural, con el florecimiento de nuevas condiciones de vida –renacimiento mercantil y la expansión urbana- y con experiencias religiosas novedosas, basadas en los ejemplos de pobreza evangélica, como el que ofrecían algunos grupos de cristianos que, con su comportamiento, ponían en evidencia y denunciaban, tácita o abiertamente, el comportamiento escandaloso de una clase y una jerarquía que estaban muy alejados del ideal de vida que predicaban, empujaron a una transformación en los ideales de las órdenes religiosas.

Nacieron así, con los principios de permanecer fieles a la autoridad eclesiástica y como modelo para la sociedad, las Órdenes Mendicantes, llamadas así porque, a diferencia de las órdenes monásticas tradicionales, vivían de la caridad, no admitiendo ningún tipo de propiedad a excepción de su convento, de sus ropas y de los libros para el estudio, llevando a cabo una pobreza casi radical. A diferencia del monje, el fraile o hermano mendicante, vivía en las ciudades y ejercía su ministerio a través de la predicación. Otro rasgo esencial de los frailes medievales, fue darse cuenta de la importancia que tenía una buena formación intelectual. Por ello, tanto dominicos como franciscanos, ejercieron un importante papel en las Universidades.

2.1. Los Dominicos

Esa orden mendicante fue fundada por Santo Domingo de Guzmán, natural de Caleruega (Burgos) y canónigo en Osma. En 1203 acompañó a su obispo por el sur de Francia y, a la vista de los estragos que estaba causando la herejía albigense, decidió combatirla mediante la predicación. Fundó en Toulouse (1215) la Orden de los Predicadores, confirmada por el Papa Honorio III. Pronto fundó otra casa en París y otra en Bolonia, sedes de las dos principales universidades de la época. En Bolonia tuvo lugar el primer Capítulo de la Orden (1220), en el que se le dio su estructura.

Los frailes dominicos vivían en conventos regidos por un prior, repartidos por provincias, al frente de las cuales había un Capítulo Provincial. Al frente de la Orden había un Maestro General, al que aconsejaba el Capítulo General, que se reunía todos los años. El convento se regía por la regla de San Agustín, dando especial importancia a la pobreza y a la formación intelectual. Cada convento se transformó en un centro de estudio, con su biblioteca, para la preparación de la predicación. Cada provincia contaba con un centro de estudios bíblicos y teológicos, para la formación de los predicadores. A la muerte de su fundador (1221), la Orden contaba con veinte casas situadas en los principales centros universitarios.

Dada la preparación intelectual de los dominicos, los Papas les encargaron la predicación contra la herejía, pasando a identificarse dominico con inquisidor, pues a dicha Orden pertenecían, casi en exclusiva, los inquisidores medievales.

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2.2. Los Franciscanos

Orden fundada por San Francisco de Asís, quien pertenecí a una familia acomodada de comerciantes. A los veinte años rompió sus lazos familiares y, junto a un grupo de amigos, emprendió una vida de penitencia, oración y mendicidad, aspirando a los ideales de la pobreza evangélica, pasando a denominarse el grupo hombres de penitencia. Al adquirir fama, pronto, el Papa Inocencio III aprobó la Fraternidad de la penitencia y, dada su escasa preparación intelectual, sólo los autorizó para que predicasen sobre temas de moral.

Francisco, tras un infructuoso viaje a Egipto, donde soñaba con convertir al sultán, redactó una Regla, aprobada por Honorio III (1223), para su Orden de Frailes Menores, nombre que adoptaron los franciscanos como signo de humildad. Tras dejar la dirección de la Fraternidad a sus compañeros, Francisco de Asís, se retiró al monte Alverne. Murió en 1226, reivindicando para sus frailes la pobreza, el amor mutuo y la humildad, que serían las señas de identidad franciscanas, en su testamento.

La Orden adquirió una rápida expansión, a fines del siglo XIII contaba con mil quinientas casas repartidas por toda Europa.

La Orden franciscana nació con claras señales de división entre los partidarios de una pobreza extrema, los Espirituales y los Conventuales que aceptaban la interpretación que el General de la Orden, apoyado por el Papado, daba al testamento de San Francisco de Asís sobre la pobreza. Con el fin de aplacar las disensiones, San Buenaventura promulgó unas Constituciones (1274), pero el conflicto continuó hasta el siglo XIV, cuando fueron perseguidos y condenados los Espirituales (conocidos como fraticelli), por orden del Papa Juan XXII. Ni aun así se acabó con la doble tendencia dentro de la Orden, por lo que el Papa Eugenio IV la dividió en dos congregaciones separadas, aunque sometidas a un único General de la Orden: la de los Observantes y la de los Conventuales.

Entre otras Órdenes Mendicantes hay que señalar:

Carmelitas o del Monte Carmelo (1209)

Mercedarios, (1218) fundada por San Pedro Nolasco y San Raimundo de Peñafort, con el patrocino del rey Jaime I, dedicada al rescate de cautivos cristianos de manos musulmanas.

Agustinos o Ermitaños de San Agustín (1256) y dedicada a la enseñanza y la predicación.

3. La vida intelectual y artística

3.1. Las Universidades

El siglo XIII fue el de la plenitud medieval, y a él pertenecen las mejores aportaciones del medievo: las Universidades, el gótico, las grandes Summas y en la literatura, la Divina Comedia.

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Con el descubrimiento de Aristóteles se encauzó el pensamiento filosófico y teológico por unos derroteros distintos a los que, hasta este momento, le conducía el platonismo y el agustinismo. La gran obra de San Alberto Magno y de Santo Tomás de Aquino fue la de compatibilizar el pensamiento cristiano con la nueva filosofía recién descubierta, haciendo que la Escolástica y sus métodos triunfaran plenamente.

Desde el siglo X, el contenido de la enseñanza, sus métodos de transmisión y la especialización en las diversas materias, habían evolucionado con paso firme. Cuando en el siglo XIII triunfan plenamente las Universidades, los distintos campos de la enseñanza han alcanzado ya su propia especialización, y las nuevas sedes del saber podrán centrarse en cada una de las materias, y profundizar en su contenido específico.

Hasta bien entrado el siglo XIII no empezó a generalizarse el término Universitas o Universidades, para designar el lugar donde se impartían estudios superiores o para definir la asociación de profesores y estudiantes. Hasta ese momento se utilizó el término Studium generale.

Dos fueron las principales universidades durante el siglo XIII: Bolonia y París. La más antigua es la universidad de Bolonia. Su origen se remonta a una escuela municipal (Studium) que existía en dicha ciudad en el siglo X, a diferencia del resto de Universidades que fueron fundadas por el Papado o por el Emperador. Se especializó en Derecho, tanto civil como canónico. Los estudios de Derecho Civil comenzaron con la enseñanza del redescubierto Derecho Romano, a través del Corpus Iuris Cívilis de Justiniano. El estudio científico del Derecho Romano y las posibilidades que ofrecía hicieron que a Bolonia acudieran estudiantes de toda Europa. Los estudiantes se agrupaban por nationes (citramontanos y ultramontanos), entre ellos estaba la española. Para atender las necesidades de los estudiantes españoles, el cardenal Gil de Albornoz mandó construir un Colegio para veinticuatro estudiantes, que nombró como heredero universal suyo: «Collegium instituo universalem heredem meum», siendo el único colegio de época medieval que, aun hoy, subsiste y se financia con sus propias rentas.

Bolonia también brilló en el campo del Derecho Canónico con la figura de Graciano, siglo XII, que lo sistematizó y fue su primer maestro.

París, en cambio, se especializó en Teología. Tiene su origen en una antigua escuela catedralicia. Tenía cuatro Facultades: Artes, Teología, Medicina y Derecho. Al frente de cada Facultad había un Decano, siendo el Decano de la Facultad de Artes el que ejercía como Rector, al ser esta Facultad la que mayor número de estudiantes tenía. Los estudiantes empezaban en la Facultad de Artes, donde, tras superar el Trívium y el Quadrivium, obtenían el título de Bachiller o Licenciado en Artes. El resto de Facultades otorgaban el título de Doctor. Al igual que en Bolonia, los estudiantes se agrupaban por nationes. Las principales órdenes religiosas tenían sus propios colegios a los que únicamente acudían sus miembros.

Papas, emperadores y reyes comprendieron pronto la utilidad que podían prestarle los Estudios Generales, que, desde mediados del siglo XIII, comenzaron a llamarse Universidades, y se aprestaron a crearlas y a controlarlas, de tal modo que, a

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finales de la Edad Media, se habían fundado más de setenta, alcanzando muchas de ellas un alto grado de especialización y prestigio. Entre ellas podemos reseñar, además de las de Bolonia y París: Oxford, Cambridge, Salerno, Padua, Praga, Viena, Coímbra, etc.

En España el primer Estudio General lo fundó Alfonso VIII de Castilla, en Palencia (1208), aunque tuvo una existencia corta, siendo sustituido por el de Salamanca, fundado por Alfonso IX de León (1218). En la Corona de Aragón fueron famosos los Estudios Generales de Lérida, creados por Bula de Bonifacio VIII (1297) y de Huesca, creados por Pedro IV (1354).

3.2. La difusión del aristotelismo. Los grandes intelectuales

La Escuela de Traductores de Toledo, creada por el obispo Don Raimundo, tuvo un papel fundamental para la difusión de la filosofía griega, en especial de Aristóteles. En esta Escuela se tradujeron obras de Alfarabí, Avicena, etc. al castellano y, posteriormente, al latín. También jugó un papel primordial la Escuela de Traductores de Palermo creada por Federico II. Además de estas dos vías de acceso al conocimiento de los autores griegos, por parte de Occidente, jugó un papel importante el contacto directo, con dichas fuentes, que se produjo tras la toma de Constantinopla (1204) por los cruzados.

La difusión, conocimiento y el estudio de las obras aristotélicas causaron una gran conmoción en los intelectuales del siglo XIII, pues ante ellos se abría todo un sistema filosófico de gran coherencia y profundidad, pero ajeno a las verdades cristianas reveladas. La filosofía imperante hasta ese momento había basado sus fundamentos en el pensamiento de Platón y San Agustín, por lo que las nuevas obras de Aristóteles causaron cierto temor, ya que podían entrar en contradicción con la fe cristiana. Por ese motivo, el Concilio de París (1210) prohibió la difusión y estudio de dichas obras, y el Papa Gregorio IX ordenó una revisión de las mismas. Cuando, tras la labor de San Alberto Magno y de Santo Tomás de Aquino, Aristóteles se incorpore al sistema ideológico imperante, su lectura será obligatoria para todos los estudiantes de la Facultad de Artes.

Dos fueron las actitudes que se plantearon a los intelectuales del siglo XIII, todos ellos eclesiásticos: dominicos y franciscanos, ante el reto del conocimiento de las obras de Aristóteles:

1. Proseguir con la tradición místico-especulativa, seguida hasta entonces, y a la que se adscribía el franciscano San Buenaventura.

2. Intentar hacer compatible y digerible la filosofía aristotélica con las verdades reveladas, tarea que emprendieron los dominicos San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino.

Para San Buenaventura el objeto del conocimiento humano es Dios, y a Él se accede a través de tres caminos:

I. Mediante el estudio de su manifestación, a través de la naturaleza.

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TEMA 6. LA IGLESIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA EN OCCIDENTE (SIGLOS XIII Y XIV)

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II. De nuestra propia alma III. A través del misterio de la Trinidad.

Todo esto se encuentra resumido en su obra: Itinerarium mentis in Deum. Este pensamiento fue continuado por otro franciscano inglés, Roberto Bacon, que inició la escuela científica inglesa.

La filosofía aristotélica se presentaba ante los estudiosos como una construcción perfecta, pues aportaba una serie de conceptos que habían pasado inadvertidos hasta entonces (materia, forma, sustancia, accidente, etc.), y que podían ser útiles para explicar racionalmente el cristianismo y el conocimiento del Dios cristiano, ya que tanto el mundo como el dios aristotélico eran de naturaleza y origen distintos.

La labor de adaptación fue iniciada por el dominico San Alberto Magno y proseguida por su discípulo Santo Tomás de Aquino. San Alberto Magno basándose en los comentarios que sobre Aristóteles habían hecho los filósofos árabes y judíos, fu explicando y comentando, bajo otro punto de vista, los escritos del Estagirista. Santo Tomás de Aquino parte de un supuesto, fundamental para él, y es que la verdad es una y, por consiguiente, no puede haber contradicción entre la verdad revelada y la racional, entre la fe y la razón, entre lo que nos dice la Filosofía y lo que nos enseña la Teología. Este es el contenido de sus célebres Summa Filosófica y la Summa Teológica, que representan el apogeo del pensamiento occidental del siglo XIII, y que merecieron a Santo Tomás de Aquino el nombre de Doctor angelicus, por la perfección y el equilibrio logrado entre el pensamiento pagano y el cristiano.

3.3. La crisis del pensamiento medieval y el fin de la Escolástica

La perfección alcanzada con las aportaciones de Santo Tomás parecía conducir bien al inmovilismo, si no se admite ningún tipo de crítica o disenso respecto a las mismas, o bien a proseguir con el devenir del pensamiento, que nunca permanece estancado y está en continuo movimiento y evolución, que llevó muy pronto a poner de relieve la existencia de algunas fisuras en su obra, empezando por cuestionarse su mismo fundamento: la unicidad de la verdad.

En el siglo XIII, en el campo del pensamiento filosófico-teológico, fueron París y Oxford los dos grandes centros del saber, y en ambas Universidades fue donde asentaron sus bases los defensores y críticos del pensamiento aristotélico-tomista.

Las primeras críticas a las Summas de Santo Tomás de Aquino vinieron de los franciscanos, que tuvieron en Oxford su mejor centro de difusión. Su primer representante fue Roberto Bacon, que denunciaba el conocimiento de Aristóteles a través de autores árabes, no de su conocimiento directo. Fue el iniciador de la escuela científica inglesa, y sus obras se apoyan, para el conocimiento de Dios, en la experiencia y la intuición.

El franciscano, Juan Duns Scoto inició el cuarteamiento del sistema de Santo Tomás, al criticar el equilibrio alcanzado por Santo Tomás entre la Filosofía y la Teología. Para Duns Scoto, la Filosofía tiene su propia entidad y su propio objetivo, que

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TEMA 6. LA IGLESIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA EN OCCIDENTE (SIGLOS XIII Y XIV)

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es todo lo que la razón puede alcanzar, mientras que la Teología debe limitarse al estudio de las verdades reveladas, sin implicar para nada a la razón. Por lo tanto, no tiene por qué haber una única verdad, sino que ésta puede ser múltiple, como decía Averroes. Duns Scoto mantiene el principio de la superioridad de la voluntad divina sobre el entendimiento. La voluntad no tiende necesariamente al bien, y su esencia es la libertad de hacer o no hacer, o de obrar de modo diverso. Mientras que los tomistas mantenían que el mundo que vemos es el único posible creado por Dios, Duns Scoto sostenía que, gracias a la libertad de Dios, podía haber existido un mundo contrario al que hizo. Por su fina intuición se le llamó Doctor Subtilis.

Otro franciscano, Guillermo de Ockam, con su pensamiento asestará el mayor golpe a la doctrina de Santo Tomás de Aquino y a la Escolástica, llevando a sus últimas consecuencias el pensamiento de Juan Duns Scoto, sobre la separación entre Teología y Filosofía, entre razón y fe. Para Ockam, Dios es omnipresente, y su proceder no se halla sujeto a ningún tipo de trabas. Para Ockam, los conceptos universales (bondad, belleza, etc.) existen sólo en la mente del hombre, de tal modo que si éste desaparece, dejarían de existir. Fue el máximo representante del nominalismo16 y el inventor del principio de economía del razonamiento, por el cual no hay que multiplicar la existencia de entes o causas no necesarias para explicar un hecho. La explicación más sencilla y suficiente era la verdadera, aunque no necesariamente. Llevadas estas teorías a la Teología podían ser demoledoras, pues hacían innecesarias las explicaciones sobrenaturales de los fenómenos naturales.

Las doctrinas de Ockam y Averroes con su doctrina de la doble verdad, abrieron una nueva forma de pensamiento, la llamada vía moderna que desembocará en un mayor estudio de la física, la matemática y la lógica, que rompieron, durante el siglo XIX, la unidad de pensamiento que había caracterizado al siglo XIII.

El siglo XIV conducirá, en el plano intelectual, a la decadencia de la Escolástica que no tiene más que ofrecer, a parte de las discusiones formales entre las distintas escuelas, con un lenguaje lleno de tecnicismos y ajeno a las nuevas cuestiones, que interesan al hombre que surge con el Renacimiento, y que se plasmarán en el Humanismo, cuyas inquietudes intelectuales se hallaban, cada día, más apartadas de los grandes problemas que habían suscitado los escolásticos.

3.4. El arte gótico

El arte gótico es el arte representativo del siglo XIII, que durante siglos fue considerado de modo despectivo, siendo los autores románticos del siglo XIX quienes contribuyeron a revalorizar y a destacar su importancia.

Ya desde el siglo XII comenzó a utilizarse la bóveda ojival –tal vez el elemento más característico del arte gótico- junto con el arco de medio punto, típico del románico, poniendo de manifiesto el paso gradual del uno al otro. La bóveda ojival permitió la

16 Nominalismo: Filosofía que negaba la existencia real de los conceptos universales que eran simples abstracciones

de la mente sin ningún tipo de existencia.

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TEMA 6. LA IGLESIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA EN OCCIDENTE (SIGLOS XIII Y XIV)

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construcción de edificios más airosos, más altos y menos pesados, con lo que los gruesos contrafuertes románicos fueron sustituidos por ligeros arbotantes, y se ganó luminosidad gracias a numerosas y grandes vidrieras.

Si el Cluny había sido el gran difusor del románico por Europa, es ahora el Cister quien difunde la simplicidad del gótico.

En poco tiempo se construyen en Europa las nuevas catedrales, poniendo de manifiesto la pujanza de la sociedad urbana de los siglos XII y XIII. Donde no abunda la piedra el ladrillo la sustituye con éxito.

Al igual que en el románico, la escultura fue un magnífico complemento de las fachadas góticas, dando lugar a los grandiosos pórticos que se admiran en Reims o Estrasburgo. La verticalidad y la altura, son otras de las características de las catedrales góticas (ej.: la catedral de Ulm). La arquitectura gótica en España tiene sus mejores ejemplos en Burgos, León, Toledo, Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca.

La escultura y la pintura se vieron influenciadas por el espíritu franciscano, que predicaba la bondad y el acercamiento de Dios a sus criaturas, abandonándose el hieratismo, típico del románico, por las maneras más suaves del Salvador, que bendice y no juzga, y sobre todo, por la aparición de la Virgen, incluso en grandes fachadas ocupando la figura central de las mismas, como en Reims.

Respecto a la música, el siglo XIV vio nacer la llamada Ars nova. Hasta el momento, la música religiosa, destinada a la liturgia, había variado poco desde que Gregorio I Magno fijase sus características esenciales en el siglo VII, dando lugar al canto gregoriano. La música profana o Ars antiqua era más libre en su interpretación, incluía la incorporación de nuevos instrumentos, empleaba lenguas vernáculas, y su argumento puede ser de contenido, tanto sacro como profano. Era cultivada por trovadores, para una audiencia culta, y por juglares, destinada al pueblo.

Desde comienzos del siglo XIV hasta el Renacimiento triunfa la Ars nova, que busca mayor creatividad a través del ritmo y la armonía, dando lugar a hermosas baladas, rondós, virelays, motetes y madrigales.

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TEMA 7. EL MUNDO ORTODOXO: BIZANCIO Y RUSIA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV

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TEMA 7. EL MUNDO ORTODOXO: BIZANCIO Y RUSIA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV

1. Bizancio, fragmentado

1.1. El proceso de restauración del poder griego en Bizancio

Nada más producirse la cruzada de 1204 y el reparto del Imperio, los restos de la aristocracia y la población griega huida de Constantinopla se agruparon en tres polos:

Nicea, donde Teodoro de Lascaris se proclamó emperador, al ser capturado Alejo III Comneno, haciéndose coronar en Nicea por el Patriarca (1208).

Trebisonda, feudo de los Comneno.

El Épiro, donde se instala Miguel Ángel Ducas.

La mayor parte de la población de Constantinopla se refugió al otro lado del Bósforo, reforzando así el elemento griego de la población. Tanto Lascaris como los Ducas aspiraban a reconquistar el trono imperial para los griegos, aunque Nicea estaba mejor situada geográficamente y contaba con el apoyo de la Iglesia Ortodoxa a través del Patriarca de Constantinopla, instalado allí provisionalmente.

En los territorios nicenos, la pronoia17 se había mantenido bajo cierto control, a pesar de la tendencia a la desaparición de la mediana propiedad. Se reinstauró un sistema de defensa de la frontera basado den los antiguos estratiotes18, y los campesinos, aunque fueran parecos19 siguieron disfrutando de algunos derechos.

Mientras, el Épiro recibió numerosos refugiados de Constantinopla y de los territorios latinos, provocando el aumento de la población y el crecimiento de los centros urbanos. Sin embargo, la transformación de los pronoia en verdaderos señoríos territoriales fue más radical que en Nicea. Se produjo una ruptura de las rutas terrestres que unían Macedonia, Constantinopla y Grecia con el puerto adriático de Dyrrachium. Las exportaciones a través de este puerto quedaron reducidas a trigo y productos locales como sal y lana.

Ambas dinastías se lanzaron a la conquista de los territorios más próximos:

Nicea contra Trebisonda, una parte de la cual incorporaron pronto.

(El Épiro) los Ducas contra los latinos del reino de Tesalónica, donde Teodoro Ducas se hará proclamar emperador (1224).

17 Pronoia: Cesión de tierras de dominio público en usufructo como pago por servicios. Pronoia (en griego previsión, plural pronoiai) fue un sistema de donación y propiedad de la tierra

en el Imperio bizantino, que algunos han comparado con el feudalismo occidental (Wikipedia) 18 Estratiote: Soldado-campesino. 19 Parecos: Los parecos serán campesinos libres que mantienen los derechos sobre la tierra.

También pagaban impuestos, pero si abandonaban la tierra deberían pagar al señor. Así, el campesinado quedaría ligado a la tierra, con una situación similar a los siervos. Este fenómeno se dio tanto en Bizancio como en los países eslavos (www.portalaquimera.net)

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Ilustración 5 Bizancio en el exilio (1204)

En el enfrentamiento de Teodoro Ducas contra Juan III Vatatzés de Nicea, Teodoro cometió varios errores que le provocaron la pérdida de sus ventajas y la reducción del Épiro a la categoría de despotado20. Juan III Vatatzés de Nicea, amplio sus posesiones a costa de los epirotas y del debilitamiento de búlgaros y turcos debido a las invasiones mongolas. Para fomentar la independencia económica de Nicea, prohibió la importación de productos de lujo de Oriente e Italia y fomentó un sistema de granjas que reactivara la agricultura. Aprovechó, también, la posibilidad de vender sus excedentes al sultanado de Qonya, a través de un excelente sistema de rutas que cruzaban Asia Menor. A cambio e ello obtenía oro para mejorar la fortaleza de la moneda nicena.

Los intelectuales refugiados en Nicea mostraron su apoyo incondicional a la política de reforzamiento de Juan III Vatatzés. Esta prosperidad sirvió para apoyar las compañas militares contra los demás poderes de la zona. Se formó entonces una alianza entre Épiro, Venecia, Manfredo de Sicilia y el Príncipe de Morea Guillermo de Villehardouin, que fue derrotada en Pelagonia (1259) por Miguel Paleólogo, quien había usurpado el trono niceno. Miguel Paleólogo, conquistó definitivamente Constantinopla con la ayuda de los genoveses en 1261 y utilizó las ciudades de Morea, que había conseguido en el tratado que siguió a esta guerra, para avanzar en Grecia.

20 Despotado: Territorio semiautónomo bajo el gobierno de un despotés. Se concedía a los

miembros de una dinastía o a nobles importantes.

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1.2. Los Estados Latinos en el Egeo

El Imperio Latino de los Hainaut tuvo que hacer frente a los ataques del zar búlgaro Kaloján, quien aprovechó la inestable situación en la zona para ampliar sus fronteras y sus pactos con los diversos contendientes por el trono de Bizancio. A la muerte del rey Enrique de Hainaut, y con el cambio de dinastía a los Courtenay, la dominación latina se reducía a la costa, de Constantinopla a las Termópilas, mientras que los venecianos ocupaban las escalas desde los estrechos hasta Corfú y las demás islas egeas que estaban bajo se poder, fortificándolas. Esto produjo el antagonismo de Génova, que se alió con los príncipes griegos.

El ducado de Atenas, Acaya y, sobre todo, Morea se mantuvieron como poderes mixtos gracias a las alianzas matrimoniales entre los Ducas y los Villehardouin. El enfrentamiento entre latinos, búlgaros y griegos había resultado ya desastroso para la población, pero la continuación de la guerra entre el Épiro y Nicea (1225-1260) hizo que la despoblación se agudizase. Las costas, debido a los frecuentes ataques de francos y piratas, también se despoblaron. Para agravar el panorama social, la aplicación de las costumbres feudales a los conquistados bizantinos, provocó la señorialización de los notables (arcontes21), mientras que el conjunto de la población (koinón22) quedaba rebajada a la situación de villanos.

Ilustración 6 Los Estados Latinos en el Egeo

21 Arcontes: Nombre que en el Imperio Bizantino se daba a los ciudadanos notables a imitación de

la antigua Grecia. 22 Koinón: Nombre que designa al pueblo o clase baja. Proviene de koiné (común).

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1.3. Venecia en el contexto del Egeo

En un primer momento, Venecia era una más de las ciudades italianas que intentaban hacerse un hueco en el comercio de los productos de lujo que antes acaparaba Bizancio. Para conseguir su propósito y conseguir estar en una posición de privilegio en Constantinopla y en algunos de los principales centros de comercio del Egeo, se valió del apoyo prestado por su flota a Bizancio y los cruzados. Así mismo, prestaron su apoyo a la Cuarta Cruzada para evitar que sus privilegios fueran revocados, llegando a convertir el Egeo en lo que se ha denominado “un lago veneciano”.

Los venecianos han sido presentados frecuentemente como los principales beneficiados de la partición del Imperio, y efectivamente lograron un monopolio casi exclusivo en Constantinopla y el Mar Negro, así como la posesión de puertos y ciudades con salida al mar como Modon, Coron y Negroponte, y sobre todo del dominio de la isla de Creta, que usaron como escala de abastecimiento y base de protección de su rutas hacia Siria y Egipto. Las familias griegas de la isla fueron excluidas de toda propiedad y del gobierno local, por lo que hubo varias revueltas de familias aristocráticas locales que terminaron con la concesión de nuevos títulos y tierras para acallar la resistencia. La población y los recursos de la isla eran tan limitados que jamás llegaron a suponer un enfrentamiento directo entre griegos y bizantinos.

Cuando Miguel III Paleólogo recuperó Constantinopla (1261), y la ocupó con ayuda genovesa, Venecia perdió automáticamente su estatus de privilegio, dando lugar a un enfrentamiento con Génova en el Egeo, provocando cuatro guerras navales por el control del Mar Negro y sus escalas en el Egeo entre los años 1258 y 1381. Durante los periodos de tregua, las costas fueron azotadas por el corso financiado por ambas potencias. Los productos de lujo con los que comerciaba Venecia fueron desplazados por productos de primera necesidad como sal, vino o trigo.

A principios del siglo XIV, Venecia fue el primer poder occidental en comprender el peligro turco, por lo que se convirtió en el protector de los poderes cristianos en la zona. Pero a la vez que los defendía de posibles ataques turcos, controlaba cualquier injerencia genovesa.

2. Esplendor cultural y decadencia política bajo los Paleólogo (siglos XIII-XIV)

2.1. La dinastía de los Paleólogo y la restauración política del Imperio Bizantino

Miguel VIII Paleólogo (1261-1282) usurpó el poder en Nicea con la excusa de la regencia del último Lascaris, pudiendo hacerse con el poder del Imperio por su doble acción:

I. La derrota de sus oponentes políticos

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II. Utilizó la inesperada conquista de Constantinopla por parte de un reducido grupo de hombres de Nicea. Este éxito fue considerado como una manifestación de la ayuda divina.

Nada más llegar al poder, intentó dividir a sus enemigos mediante la diplomacia. Favoreció los intereses genoveses en detrimento de los venecianos, convirtiendo a Génova en uno de los baluartes de la supervivencia del Imperio. Por otro lado, para evitar el peligro de una coalición entre el Papado y Carlos de Anjou (rey de Sicilia), Miguel VIII Paleólogo tuvo que promover nuevamente la unión de las dos Iglesias, haciendo concesiones que sus súbditos no compartían. Además, el oro bizantino financió las Vísperas Sicilianas (1282), que provocaron la derrota de Carlos de Anjou y la subida al trono de Sicilia de Pedro III de Aragón.

El sucesor de Miguel VIII fue su hijo Andrónico II (1282-1328), quien inmediatamente abandonó la política unionista de su padre. Durante su gobierno se pusieron de manifiesto los problemas estructurales del Imperio:

Dependencia marítima de los genoveses.

Fuerza militar, casi exclusivamente, en manos de mercenarios extranjeros, caros y poco fiables, ya que el sistema defensivo de Nicena, basado en los estratiotes, se había debilitado.

Se inició de nuevo la expansión territorial serbia, normalmente a costa de los territorios de Bizancio, haciendo imposible la recuperación de territorios occidentales con los que compensar los perdidos en Asia Menor a manos de los turcos. Para hacer frente a la presión turca, Andrónico II llamó a las Compañías Catalanas. Estas compañías de almogávares23, catalanes, aragoneses y mallorquines, tenían una gran reputación gracias a las campañas de conquista y expansión de la Corona de Aragón. Sin embargo, su llegada a Oriente, al mando de Roger de Flor, sólo provocó el aumento de los problemas ya existentes. Sus victorias contra los turcos fueron escasas, y pronto buscaron un sitio donde asentarse de forma autónoma; así, finalmente establecieron un ducado en Atenas que perduró hasta el año 1388.

En la década de 1320 comenzó un periodo de guerras civiles o rebeliones cortesanas, debido a los enfrentamientos por el poder de los distintos grupos aristocráticos:

Primera Guerra Civil: Acabó con la deposición de Andrónico II por su nieto, Andrónico III (1328-1341), quien estuvo apoyado por su amigo Juan Cantacuceno. Durante el gobierno de Andrónico III se recuperaron brevemente los despotados de Tesalia y Épiro. Para poner fin a la corrupción administrativa, fiscal y judicial, se fundó el tribunal de los Justicia Universales y los Romanos, compuesto por dos jueces laicos y dos eclesiásticos.

Segunda Guerra Civil: Comenzó con la muerte de Andrónico III (1341), cuando Juan Cantacuceno se hizo proclamar emperador frente al sucesor legítimo, Juan Paleólogo, que era menor de edad, y estaba apoyado por su madre, Ana de Saboya y

23 Almogávares: Tropas mercenarias aragonesas de infantería célebres en el Mediterráneo durante

los siglos XIV y XV.

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por el Patriarca de Constantinopla. Inmediatamente se produjo una reacción contra Juan Cantacuceno por parte de los elementos populares de las ciudades (artesanos y comerciantes). Sin embargo, la aristocracia terrateniente le apoyó desde un principio. La revuelta tuvo matices revolucionarios en la segunda ciudad del Imperio, Tesalónica, donde los rebeldes formaron una comuna. Tesalónica actuó como una ciudad república italiana, manteniendo cierta neutralidad y sólo preocupada por defender su autonomía política (duró ocho años). Juan Cantacuceno estaba apoyado, también, por los mayores enemigos del Imperio: Serbia (Esteban Dusan) y los turcos (primero por el emir de Esmirna, Umur, y posteriormente por Orhan, quien contrajo matrimonio con Teodora, hija de Juan Cantacuceno). Al finalizar la contienda en 1347, Juan Cantacuceno (denominado como Juan VI) aceptó a Juan Paleólogo (denominado como Juan V) como coemperador. Juan VI (Juan Cantacuceno. 1347-1354) se estableció como primer emperador en Constantinopla, mientras que Juan V (Juan Paleólogo) se instaló en Tesalónica.

La guerra supuso que muchos bizantinos quedaran arruinados, mientras que los enemigos del Imperio quedaron fortalecidos:

Los turcos como instrumento del emperador gracias a sus lazos familiares.

El reino de Serbia como uno de los principales beneficiarios territoriales, pues ocupó toda Macedonia, excepto Tesalónica. En 1346, Estaban Dusan fue coronado “emperador de los serbios y los griegos”.

Una de las primeras medidas adoptada fue construir una nueva flota que devolviera a Bizancio su fortaleza marítima, pero fue destruida al poco tiempo por los genoveses.

En 1354, Juan V dirigió un golpe de mano contra Juan VI (Juan Cantacuceno) y lo depuso sin derramamiento de sangre. Juan VI se hizo monje y escribió sus memorias y algunos tratados teológicos en defensa de los hesicatas24. Murió en Mitra (Peloponeso, 1383).

Una vez establecido, Juan V, como único emperador se emprendieron negociaciones entre él y el Papado relativos a la unión religiosa. La Iglesia Ortodoxa planteaba la celebración de un Concilio Ecuménico que discutiera a fondo los problemas existentes en ambas partes, pero Roma sólo admitía una aceptación sin condiciones de la superioridad y supremacía de la Iglesia Romana. Juan V visitó Roma y se convirtió a la fe romana a título personal. A su regreso a Constantinopla fue retenido por Venecia a causa de unas deudas impagadas. Juan V intentó saldar estas deudas con la cesión de una plaza estratégica, pero lo impidió su hijo mayor que actuaba como regente. Entonces tuvo que recurrir a su segundo hijo, Manuel, para que consiguiera el rescate, lo que le permitió volver a Constantinopla después de dos años ausente.

24 Hesicatas: Monje bizantino practicante de la hesiquía o hesicasmo. Tranquilidad, quietud,

silencio. Práctica religiosa de carácter místico practicada por los monjes de Athos opuestos a la unión con Roma.

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Tercera Guerra Civil: Complicada por la usurpación del poder por Andrónico IV (1376-1379). Los turcos recuperaron Gallípolis, repoblaron los Balcanes aprovechándose de la debilidad de los contendientes para aliarse unos con otros.

En 1381, Juan V, su hijo Andrónico IV y su nieto, Juan VII, alcanzaron un acuerdo, pero ya no disponían de territorios salvo Morea, con su capital Mitra, y la propia ciudad de Constantinopla. A pesar de todo, la invasión mongola desde Asia permitió a Constantinopla resistir un tiempo más.

2.2. Las reformas del Estado y la Administración

El fraccionamiento de las grandes propiedades y el mantenimiento de los despotados supusieron la reducción de la administración imperial prácticamente a la administración central de Constantinopla. Los grandes magnates de Tesalia, Tracia y Macedonia no sólo conseguían la propiedad de la tierra mediante la pronoia, sino que a ella iban emparejadas las capacidades jurídicas y fiscales. Haciéndose ésta hereditaria el Estado iba perdiendo paulatinamente sus posesiones. El control de las ciudades del Imperio también cayó en manos de los magnates, pues éstos eran los que realizaban las inversiones en el comercio local; por lo que la burguesía cada vez tenía menos poder.

Puesto que los magnates y eclesiásticos gozaban de inmunidades fiscales, los intentos de los emperadores de estabilizar las arcas del imperio tenían como objetivo a los campesinos, dando lugar, en tiempos de Andrónico II, a la creación de un impuesto pagadero en productos agrarios. Andrónico II emprendió también la reforma de la justicia, creando un alto tribunal de apelación con sede en Constantinopla, formado primero por dos jueces y luego por cuatro: dos laicos y dos eclesiásticos. Por debajo de ellos actuaban los jueces locales de las distintas jurisdicciones.

2.3. Economía y sociedad

Dado que el Imperio se vio muy reducido, hay que tener en cuenta que la población también disminuyó considerablemente. Y en esta reducción poblacional hay que tener en cuenta, también, el impacto que causó el brote de Peste Negra de 1348.

Parte de la información que se posee sobre la economía bizantina de esta época proviene de los documentos del Monte Athos. A finales del siglo XIII predomina la gran propiedad, tanto laica como eclesiástica, basada en cultivos cerealísticos y hortícolas y con grandes ganados. El campesino era en su mayor parte dependiente, tanto económica como jurídicamente (pareco), pero podían conservar parte de la propiedad de sus tierras. Las aldeas responden ahora de las cargas fiscales a los grandes señores, en lugar de al emperador, lo que disminuye el poder real del emperador. Las aldeas también han perdido la capacidad de compra preferente de las tierras vacantes.

Bajo los Paleólogo la economía artesanal y mercantil sufrió un gran retroceso, pues esta la pusieron en manos italianas. Tanto venecianos como genoveses

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mantuvieron factorías importantes, entre ellas el establecimiento genovés en Constantinopla, Gálata, que tenía su propia muralla, sus propios almacenes y su propio puerto. Esto empobreció a la población de Constantinopla. La dependencia respecto a Italia se fue acentuando a lo largo del siglo XIV, quedando como monopolio suyo el comercio bizantino a larga distancia; lo que supuso la pérdida de la flota mercantil del imperio. El comercio a corta escala y a los puertos más próximos del Mediterráneo oriental quedó en manos de los grandes señores bizantinos. Esta situación económica se reflejó en la devaluación constante de la moneda desde el reinado de Miguel VIII Paleólogo.

2.4. El último esplendor de la vida intelectual y artística bizantina

La toma de Constantinopla en 1204 produjo una fuga de cerebros de la ciudad en dos direcciones:

Hacia Nicea, formando parte de la élite intelectual que rodeó al nuevo emperador.

Hacia el despotado de Épiro

Todos ellos difundieron el pensamiento bizantino por el Mediterráneo y contribuyeron a la base ideológica de la restauración de los Paleólogo. Con la llegada de Miguel VIII Paleólogo a Constantinopla, los intelectuales de Nicea volvieron a la capital.

Los latinos, primero por la conquista y posteriormente por su actuación en el plano económico, provocaron el rechazo en la población bizantina generando un sólido componente nacionalista, fuertemente antioccidental en todos los aspectos, incluido el religioso. Los intentos de unidad de las dos Iglesias promovidos por Miguel VIII Paleólogo (1274) como respuesta al problema de la actuación en el Mediterráneo de Carlos de Anjou (rey de Sicilia) y, más adelante, por Juan V (1369), Juan VIII (1438) y Constantino XI (1452) como intento de conseguir ayuda de Occidente contra los turcos, fracasaron estrepitosamente y se combinaron con otros factores políticos para generar todo tipo de disputas internas en el Imperio. Quizá lo más grave fue la aparición de los celotas25 o puros, partidarios de la actitud intransigente de los monjes. Andrónico II quiso paliar esta radicalización sometiendo al monacato a la dependencia directa del patriarcado, pero nunca pudo controlarlo eficazmente. El aumento de poder del monacato se manifestó en la querella hesicasta (del griego hesychia, que significa tranquilidad, quietud), basada en el platonismo. Ésta era una tendencia mística que postulaba una oración en quietud que llevaba al orante a vislumbrar la luz divina, siendo muy criticada por los teólogos bizantinos. A esta tendencia se adscribió Juan VI (Juan Cantacuceno), mientras que Juan V (Juan Paleólogo) era partidario de la tendencia contraria y de la unión con Roma, fomentando de este modo las divisiones que condujeron a la guerra civil. Se celebraron tres concilios sobre esta querella,

25 Celotas: Biz. Partidarios de posturas intransigentes, apoyados por los monjes de Athos, frente a

los latinos. Participaban en las revueltas urbanas.

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TEMA 7. EL MUNDO ORTODOXO: BIZANCIO Y RUSIA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV

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convirtiéndose finalmente en un componente fundamental de la espiritualidad ortodoxa.

A finales del siglo XIV surgió otro centro cultural que rivalizó con los de Constantinopla: la ciudad de Mitra (despotado de Morea), a cuya cabeza se hallaba el neoplatónico Gemisto Plethon. Uno de los grandes defensores del helenismo, entendido como la vinculación directa entre los griegos clásicos y los bizantinos de su época. Su implicación con el pasado clásico le llevó a interesarse por el paganismo. Dentro de su círculo se educaron Isidoro, que fue metropolitano de Kiev, y Besarion futuro arzobispo de Nicea y cardenal de Roma.

3. Rusia y el mundo ortodoxo en los siglos XIII -XIV

3.1. Los principados rusos, entre la Horda de Oro y Occidente

Con la desaparición de la Rusia de Kiev (segunda mitad del siglo XII) los territorios que la componían quedaron divididos en varios principados patrimoniales que intentaban hacerse con la hegemonía a costa de la ciudad. Entre estos principados cabe destacar los de Suzdal, Galitzia y Novgorod.

Novgorod era una auténtica metrópoli del norte que tenía importantes relaciones comerciales con los escandinavos y con la liga hanseática, su población era una mezcla de eslavos y fineses. Más allá de sus cinco provincias dependientes se extendían una serie de territorios colonizados que pagaban impuestos a la ciudad. La capacidad comercial de Novgorod permitió que se formara un grupo social de boyardos, poderosos propietarios y comerciantes que disponían de su propia comitiva armada (druzina), y con gran presencia en las asambleas urbanas, incluso en oposición al mismo príncipe. La ciudad se convirtió en foco de revueltas y conflictos entre los boyardos y el príncipe, pero también en un importante foco artístico. Sin embargo, la actuación de los poderosos comerciantes hanseáticos fue reduciendo a los mercaderes autóctonos en simples mayoristas a nivel local y, sobre todo, en recaudadores de los tributos exigidos por los mongoles.

Los importantes acontecimientos históricos del siglo XIII (cruzada de 1204 y la formación del Imperio Latino; las conquistas mongolas y la formación de la Horda de Oro; y el drang nach Osten –marcha hacia el Este- germánico) supusieron un cambio total en las perspectivas de los príncipes rusos, que se vieron distanciados del espacio económico y cultural de la Europa occidental, excepción hecha de Novgorod. La toma de Kiev por Batu (1240) cambió el polo hacia el que se orientaban las fidelidades de los príncipes; a partir de entonces debían acudir a Karakorum para ser investidos. La creciente fragmentación de los principados debido a las normas dinásticas, hizo que los príncipes fueran cada vez más débiles y tuvieran que alinearse en torno a un gran príncipe más poderoso, aunque seguían manteniendo sus clientelas (druzina) de boyardos al frente de la administración. Solamente Novgorod vio respetada su independencia, pues a través de la Hansa conseguía suficiente plata para pagar el tributo a los mongoles. La religión ortodoxa mantuvo unidos a los príncipes eslavos, pero debió trasladar la sede de Kiev a Vladimir. La Horda de Oro realizó varios censos

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que le permitieron establecer los impuestos, recaudados por los príncipes rusos y que posteriormente debían enviar a los recaudadores mongoles.

El impulso colonizador germánico se dirigió contra las ciudades comerciales rusas: los caballeros Portaespadas y los Teutónicos ocuparon Pskov (1240), dirigiendo posteriormente a Novgorod. Aquí les detuvo el príncipe Alexander Nevski, en la batalla del Lago Peipus (1242). Esta victoria fue tomada como un triunfo de la ortodoxia contra las tropas del catolicismo romano, como una revancha por la toma de Constantinopla. El resentimiento contra los germanos católicos se acentuó debido a la rígida política de los caballeros germánicos en la zona. La autoridad religiosa de la Iglesia ortodoxa aumentó gracias a unos metropolitanos que mantuvieron su posición frente a las amenazas del momento, intentaron explicar el desastre de la invasión mongola y apoyaron a los príncipes rusos como soberanos elegidos por Dios.

La posición de Alexander Nevski se fortaleció con sus negociaciones con la Horda de Oro, desembocando en el control de un gran principado que comprendía: Kiev, Novgorod, Vladimir y Suzdal. No sólo concluyó el primer tratado de paz con Noruega (1251), sino que su función de intermediario entre sus súbditos y los mongoles le llevaron a ser reconocido como uno de los grandes gobernantes rusos de la historia. La Iglesia ortodoxa llegó a canonizarlo.

3.2. El reino eslavo de Serbia

La debilidad del Imperio Latino había facilitado a los serbios separarse de Bizancio, contando éstos con el apoyo de los húngaros. Esteban II (1217-1227), conocido como “el primer rey coronado”, consiguió una relativa estabilidad. La decadencia del reino búlgaro y el comienzo de la explotación intensiva de las minas de plata sentaron las bases del desarrollo del país y su expansión comercial.

Los centros mineros se fusionaron con colonias comerciales, formando auténticas villas en torno a las fortalezas que protegían la riqueza que generaban. La mayor parte de ellas se situaban en bocamina, en torno a las montañas que protegían los yacimientos. Normalmente la población era muy variada y se regía por códigos mineros semejantes a los alemanes. La localidad más importante durante los siglos XIV y XV fue Novo Brdo (Novomonte), donde se explotaba plata que contenía pepitas de oro (denominada glama). Otro centro importante, con feria, fue Pec, sede también del patriarcado.

Los señores serbios, con Esteban Uros II Milutin (1282-1321) a la cabeza, se anexionaron Macedonia del norte y sus principales ciudades a costa de Bizancio. Las negociaciones entre Serbia y Bizancio terminaron con la boda del rey serbio con Simonis, hija de cinco años de edad del emperador Andrónico II. A este acuerdo se opusieron tanto la nobleza serbia como el patriciado de Constantinopla. Bizancio consiguió mantener Tesalónica, y Serbia disfrutar gracias a sus riquezas de los beneficios de la influencia bizantina: adoptaron el sistema de la pronoia, y llegaron a convertirse en una corte lujosa.

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La alianza fue más allá y, en 1330, propició la victoria de los serbios sobre los búlgaros, consolidando así su posición en los Balcanes. Un nuevo golpe de la nobleza entronizó a Esteban Dusan (1331-1355), que continuó las conquistas de Macedonia, Albania, el Épiro y Tesalia aprovechando la segunda guerra civil bizantina. Como paso previo a la constitución de su imperio, Esteban Dusan promulgó un código legal que regulaba las posesiones territoriales de serbios y griegos, pero la mayor parte de las tierras de señores bizantinos acabaron en manos de la nobleza serbia. El código también establecía unos jueces generales. Tanto el sistema jurídico como la administración se inspiraron en los modelos imperiales.

La política exterior de Esteban Dusan no fue tan exitosa: aunque buscó una alianza con Venecia, la Señoría no estuvo interesada en ella. A la vez, debía mantener a raya a Hungría, a quien tuvo que entregar varias ciudades (Belgrado entre otras). Por otra parte, sus contactos con el Papado romano, destinados más a molestar a Bizancio que a potenciar la actuación de la Iglesia romana en su territorio, tampoco dio sus frutos.

La temprana muerte de Estaban Dusan y las presiones de la nobleza serbia provocaron el fraccionamiento del reino. Su hijo, Esteban Uros (1355-1371) tuvo que luchar contra su tío Simeón, que se autoproclamó en el Épiro y Tesalónica. Varios de los señores serbios se intitularon reyes y reconocieron al emperador de Bizancio, terminando así con la ensoñación de un poder independiente. Esta fragmentación y la muerte de Esteban Uros facilitaron el triunfo de los otomanos y la victoria de Bayoceto I.

3.3. Bulgaria y los bogomiles

La luchas internas bizantinas también favorecieron el nacimiento de la nueva Bulgaria, pues el zar Constantino Asen (1257-1277) tomó partido en contra los Paleólogo azuzado por su esposa, Irene Láscaris, hermana del emperador bizantino depuesto. También apoyó a Carlos de Anjou en el Mediterráneo. Al final una revolución popular liderada por un porquerizo, tuvo que ceder el trono a un candidato impuesto por Bizancio. Hacia finales del siglo XIII, Bulgaria estaba dividida en varios principados eslavos que fueron asolados por los tártaros.

Teodoro Svetoslav (1300-1322) logró una nueva reunificación del país y amplió sus fronteras por los Balcanes y los puertos del Mar Negro. Esto volvía a poner a Bulgaria en una posición de poder, que aprovecharon para establecer renovadas relaciones con las ciudades italianas.

Miguel Sisman, déspota de la vecina Vidin, fundó una nueva dinastía en 1323, aprovechando la inestabilidad de la zona para participar en la segunda guerra civil de Bizancio y en los asuntos internos de Serbia. Su implicación se vio castigada con repetidos ataques de las tropas turcas al servicio de Juan VI (Juan Cantacuceno). Sisman acordó una alianza con Andrónico III contra Serbia, peo no pudo llevarla a cabo por su muerte. El nuevo zar Iván Alejandro (1331-1371) tuvo que concertar un matrimonio de estado con la hermana de Estaban Dusan.

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TEMA 7. EL MUNDO ORTODOXO: BIZANCIO Y RUSIA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV

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Lo mismo que sus vecinos, la situación de Bulgaria fue empeorando, produciéndose un proceso de fraccionamiento a manos de boyardos y de los propios príncipes herederos. Se crearon nuevos burgos construidos en torno a las fortalezas de los boyardos. Algunos eran burgos mineros situados en torno al río Ogosta. El comercio de minerales de hierro, plata y oro se realizaba in situ.

La más beneficiada del fraccionamiento del poder búlgaro fue la Iglesia de Constantinopla. El reino de Vidin llegó a transformarse en una provincia húngara. Pero el mayor problema religioso que asoló la zona fue el movimiento bogomilita.

Los ataques otomanos se sucedieron durante el último tercio del siglo XIV: tras la batalla de Cirmen (1371), el zar búlgaro se convirtió en su tributario, lo mismo que el emperador bizantino. Finalmente, Bulgaria quedaría totalmente sometida al Imperio otomano en tiempos de Bayaceto I.

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

1. El Islam en Oriente, ante el avance Mongol

1.1. Los selyuquíes del sultanato de Qonya

El comienzo del siglo XIII fue una época de gran esplendor para esta dinastía. Frenan el ataque turcomano, empujados por los mongoles, en Anatolia, tras la conquista de las fortalezas del Taurus, y cierran pactos con los mercaderes italianos (especialmente, venecianos) gracias al control de puertos importantes y la seguridad que dan a sus rutas. Mantienen algunas tradiciones tribales turcomanas, como que la cabeza del Estado esté ocupada por miembros de la familia del sultán (gobernadores de las principales ciudades). La administración estaba centralizada a través de los generales (beys26) y administradores, que dependen del sultán, y sustituyen a la élite terrateniente y a los altos funcionarios bizantinos. Ante la falta de funcionarios cualificados han de recurrir a funcionarios persas y árabes, por lo que el árabe se convierte en la lengua de la administración, mientras que el turco era el idioma en la vida cotidiana. La “turquización” de la sociedad es bastante lenta: los selyuquíes aplican la Ley islámica, pero mantienen la bizantina en Asia Menor. Griegos y armenios mantuvieron sus creencias ortodoxas y monofisitas, con sus autoridades religiosas.

La fiscalidad es parecida a los estados musulmanes, excepto en el sistema de la iqta27, concesión de tierras estatales, muchas veces inmunes, a los jefes militares, que a cambio debían suministrar un determinado número de soldados en proporción a los bienes recibidos. La tierra de la iqta tendió a hacerse hereditaria, escapando en muchas ocasiones al poder del sultán. Sin embargo, en su territorio la institución de la iqta estaba menos extendida que en otras zonas. Las ciudades eran el centro social y económico de la vida del Imperio, y comienzan a surgir los caravasares28 albergues en las grandes rutas comerciales, las rutas de caravanas, que proporcionaban alojamiento seguro y gratuito hasta tres días en el desierto; situados a un día de ruta entre sí, la mayoría se construyen durante el siglo XIII. También contaban con otros establecimientos, como en el caso de Alanya, puerto en el Mediterráneo cuyo astillero, similar a los caravasares, permitía cobijar a las naves de la flota.

26 Bey: Mus. Atabeg. Título nobiliario de origen turco. Jefe de un ejército turco. 27 Iqta: Mus. Tierras repartidas entre los combatientes tras su conquista poseídas en usufructo. 28 Caravasar: es un edificio construido específicamente para alojar hombres, mercancías y

animales a lo largo de las antiguas rutas de las caravanas. La principal área geográfica donde se implantaron fue Asia Central, aunque también existieron en el norte de África y el sudeste de Europa. Se construyeron varios miles. Su arquitectura se basa en reglas geométricas y en su diseño se emplea un número limitado de elementos definidos por la tradición, aunque se articulan, combinan y multiplican de modo que, dentro de una cierta unidad estilística, cada uno de estos edificios posee características específicas. Típicamente son edificios de planta cuadrada o rectangular, con una única puerta que, abierta de par en par, era lo bastante grande para permitir entrar a los camellos. El patio estaba casi siempre a cielo abierto, y a lo largo de las paredes interiores del edificio se extendían un número de recintos idénticos o compartimentos para acomodar a los comerciantes y sus criados, sus animales y su mercancía.

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Ilustración 7 En el pueblo de Zaaferaniyeh, a unos 35 km al este de Sabzevar, se hallan los restos muy bien conservados de este caravasar de la época safaví

Amenazados por los mongoles, que toman el control de la zona tras un avance debido al debilitamiento interior del Imperio por el estallido de revueltas sociales protagonizadas por los babas29, se intenta un fortalecimiento de las fronteras y de la capital, para lo que se requirió la ayuda de los emires selyuquíes. Qonya fue también saqueada y el sultán destituido, sus sucesores supieron manejar la situación frente a los ilkanes30 hasta que su alianza con el mameluco Baybars fracasó, momento en el que pasaron a depender por completo de la voluntad de los mongoles, que nombraban a sus sultanes. A partir de 1308, se convirtieron en una provincia más del ilkanato de Persia.

1.2 Ayubíes

El régimen ayubí se consolidó según un sistema hereditario con las mismas costumbres turcomanas de los selyuquíes. Tenían una concepción familiar del poder: bajo el emir supremo o sultán (cabeza de la familia) había una red de emires (familiares del emir o sultán cabeza de la familia) que gobernaban desde las principales ciudades del territorio, con diferencias locales en su gobierno. Poco a poco se fueron consolidando diferentes emiratos: Egipto, Damasco, Alepo, Mosul siendo generalmente el sultán de Egipto el que ejerce la soberanía sobre el resto de la familia.

A pesar de existir alguna rebelión de algún miembro del linaje, no hubo disgregación del territorio hasta el final de la dinastía, pues en Egipto comenzaron a aplicarse las iqta’s31, concedidas a militares con privilegios parecidos a los de la familia

29 Babas: Mus. Partidarios de Baba Ishaq célebre predicador de Diyarbakir que se enfrentó a los

turcos selyuquíes. 30 Ilkanes o Iljanes: Mus. Dinastía mongola que gobernó en Irán, Irak y parte del Próximo Oriente

de 1256 a 1335. 31 Iqta: Mus. Tierras repartidas entre los combatientes tras su conquista poseídas en usufructo.

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

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ayubí. Adoptar este sistema de se debió a la necesidad de fidelizar a las tropas para hacer frente a francos y mongoles. A cambio de esta concesión de tierras, el concesionario debía mantener un cierto número de soldados de acuerdo con la productividad y el valor de las tierras.

Ilustración 8 Extensión de la dinastía ayubí.

En Egipto, la necesidad de mantener un ejército fuerte hizo que se reclutaran esclavos de origen turco, los mamelucos, para complementar a los regimientos de tipo tribal formados por turcos y kurdos. Estos esclavos llegaron a ser tan importantes que en 1249 dieron un golpe de estado y formaron el Sultanato Mameluco.

Uno de los cambios que trajo la dinastía ayubí fue la erradicación del chiismo fatimí en beneficio del islam sunní; que era practicado tanto por los gobernantes como

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por los gobernados, significando un apoyo importante para la legitimación de los primeros.

En cuanto a las relaciones con los europeos en el marco del mar Mediterráneo predominan los tratados comerciales con Egipto. Los puertos de Alejandría, Damieta y Latakia se beneficiaron de ellos.

En el Mar Rojo, el comercio estaba dominado por los mercaderes karimíes32, que actuaban también como negociantes, armadores y banqueros controlando los productos procedentes de la India y de los países del Índico. Ni el cambio de régimen con los mamelucos o la invasión mongola pudieron destruir su hegemonía comercial.

1.3. La revolución cultural: la creación de las madrazas y la difusión de las cofradía sufíes

La burocracia, en los estados islámicos de este periodo, estaba encabezada por una serie de ulemas33 fieles al régimen que justificaban su existencia como parte de la unión complicada entre estado e islam. Estos ulemas también controlaban la justicia y la educación en detrimento de los grupos sufíes34. Los sufíes solían ser apolíticos, encontrándose frecuentemente en oposición al gobierno, y aunque independientes, los gobernantes preferían patrocinar a sus principales santones para disfrutar de sus bendiciones y autoridad, como base de su legitimidad política.

Esta ambivalencia favoreció la financiación de obras arquitectónicas, a mayor gloria del gobernante, cuyo fin era la transmisión del saber de unos y otros maestros. Tanto los selyuquíes como los ayyubíes participaron activamente de este legado. Surge así en la Bagdad abasí la institución de la madraza, entendida como un centro cultural subvencionado por el poder político, cuyo plan de estudios estaba diseñado a alto nivel, combinando estudios coránicos con otras ciencias. La actividad académica se desarrollaba en torno a un patio, con salas abovedadas (iwanes) que servían como aulas para los diferentes maestros, biblioteca y habitaciones para éstos y los estudiantes en los pisos superiores, cuyas ventanas se abrían a patios más pequeños. Las madrazas se extendieron pronto por todo el territorio islámico como centros principales del saber.

Los ayyubíes encontraron en las madrazas la posibilidad de reinstaurar en Egipto las escuelas de Derecho sunní, que habían sido prohibidas bajo los fatimíes. A principios del siglo XIII, la política de Egipto fue favorecer la igualdad de todas las escuelas jurídicas, y crear una madraza específica para enseñar los puntos de la ley islámica que eran comunes a todas las escuelas. En la madraza de al-Salihiya (1239) convivían maestros de todas las escuelas bajo un mismo techo. Las madrazas fundadas por los mamelucos siguieron este mismo patrón.

32 Karimíes: Grupo de comerciantes que dominaban el comercio del Índico. 33 Ulema: Mus. Experto en Derecho musulmán. Por su prestigio podían legitimar el poder de un

sultán o emir. 34 Sufí: Mus. Practicante del sufismo. Procede de suf = lana. Sufismo. Movimiento de carácter

místico dentro del Islam surgido en Turquía.

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En cuanto a su apoyo a los sufíes, tanto selyuquíes como ayubíes favorecieron la creación de hospederías para sufíes y derviches que iban de paso (janqas35) y monasterios (ribats36) en sus dominios.

1.4. La transformación del ideal de Cruzada en el siglo XIII: las cruzadas contra los ayubíes

El siglo XIII fue el siglo de la institucionalización de la cruzada como forma de defensa armada de la Iglesia; consagrándose como un tipo de guerra santa autorizada y mandada predicar por el Papado en defensa de la Iglesia y los cristianos, o contra los enemigos de la Iglesia, en cualquier escenario. La cruzada era una campaña limitada para la cual se promulgaban indulgencias plenarias para sus participantes, además de medidas fiscales y legales que protegían al cruzado, ya que la cruzada tenía la consideración de peregrinación armada. Por otro lado, el subsidio de cruzada se había convertido en un impuesto casi regular en los reinos europeos.

Debido a las dificultades que experimentaron las cruzadas anteriores a este siglo, las cruzadas del siglo XIII transforman el ideal original de peregrinación armada a Tierra Santa. También se produce una “nacionalización” de los objetivos; es decir, la búsqueda de una mayor efectividad mediante la localización de las tropas en conflictos más cercanos geográficamente. Así se pudo aumentar el número de cruzadas patrocinadas por el Papado, y diversificar a los enemigos contra los que se podía usar la fuerza armada. Estos enemigos fueron catalogados en herejes, judíos, sarracenos y todos aquellos que atentaran contra los intereses político o económicos del Pontificado y los gobernantes protegidos por éste. Por este motivo, durante el siglo XIII se realizaron cruzadas contra los albigenses (1209-1226) y otros herejes; contra los “enemigos de la Iglesia”: contra los cristianos excomulgados por ser partidarios de Federico II (a partir de 1228), los ingleses rebeldes contra su rey (1264) o los aragoneses de Pedro II (1285); contra los mongoles (1241); contra los musulmanes de la Península Ibérica; contra los paganos del Báltico, etc.

Las grandes cruzadas institucionalizadas y lideradas por los gobernantes europeos hacia Oriente, continuaron. Pero la imposibilidad de tomar Jerusalén sin unas bases intermedias que permitieran el trasvase de los ejércitos cristianos y el abastecimiento de tropas, así como los problemas de colonización, hicieron que se buscasen nuevas rutas, tanto marítimas como terrestres. Los nuevos objetivos fueron dos:

El Imperio Bizantino y los reinos eslavos, siempre amenazados por los poderes islámicos instalados en la zona de Anatolia, recortándoles cada vez más territorio.

Túnez y Egipto, objetivos principales de las cruzadas francesas por su proximidad y la teoría de que servirían como bases de aprovisionamiento y reclutamiento de tropas para luego dirigirse a Tierra Santa.

35 Janqas: Mus. Casa u hospedería donde se alojan discípulos entorno a un maestro, especialmente

entre los sufíes. 36 Ribats: Mus. Monasterio-fortaleza musulmán situado en las zonas fronterizas ocupado por

voluntarios de la fe prontos al combate.

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Con la convocatoria de la Cuarta Cruzada (1202-1204) por Inocencio III, Egipto quedó consagrado como nuevo destino cruzado, aunque su última meta iba a ser Bizancio. La consecuencia más importante de esta cruzada fue la formación del Imperio Latino de Constantinopla y la hegemonía de Venecia en el Mediterráneo.

Ilustración 9 Cuarta Cruzada

La Quinta Cruzada (1217-1221), liderada por Leopoldo VI de Austria, el rey Andrés de Hungría y Hugo I de Chipre. Después de una serie de operaciones a pequeña escala, derivaron sus tropas hacia el corazón del poder ayubí, y tomaron Damieta. Al acampar frente a Munsarah, donde perdieron el tiempo y la vida, también perdieron la oportunidad de recobrar el reino de Jerusalén en un tratado provechoso, y tuvieron que abandonar Egipto.

Ilustración 10 Cuarta y Quinta Cruzada

La Sexta Cruzada (1227-1228) fue la más atípica y la última de las que se dirigieron directamente contra Tierra Santa. Fue dirigida por el excomulgado Federico II, quien logró mediante la diplomacia la entrega de Jerusalén, Belén, Galilea y la región costera

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de Sidón (1228), a cambio de permitir el libre acceso a los musulmanes a sus santuarios en Jerusalén. Sin embargo, su intervención en la zona y su matrimonio con Isabel II (reina por derecho de Jerusalén y Chipre) dio lugar a numerosos enfrentamientos con los caballeros francos instalados en ambos reinos. A la definitiva caída de Jerusalén en 1244, siguió el desplome del resto de posesiones cristianas, a excepción de San Juan de Acre que resistió hasta 1291.

Ilustración 11 Sexta, Séptima y Octava Cruzada

2. El imperio Mongol

2.1. La estepa antes de Gengis Kan

Hacia mediados del siglo VIII, los turcos uigures controlaban las estepas orientales, pero tras su caída en 840 emigraron hacia el sur, a la cuenca del río Tarim, donde fundaron algunos reinos menores que lograron subsistir gracias al pago de tributos a sus vecinos más importantes y crear una compleja cultura que sería utilizada por Gengis Kan para trasladar la lengua mongola a su alfabeto y para la administración y la práctica jurídica mongola.

A comienzos del siglo X, Mongolia y el norte de China fueron conquistados por los kitan37, quienes formaron la dinastía Liao, desplazando a las tribus turcas. Hacia 1120, fueron vencidos por otro pueblo procedente de Manchuria, que dio lugar a la dinastía Chin, provocando que muchos kitan dejaran China. Uno de los príncipes kitan se dirigió a Asia Central y estableció allí su nuevo imperio, conocido con el nombre de Karai Kitai38 (Kitai negro), formado por población kitan, turca y china. Su dinastía se conoce como Liao Occidental. Su ejército se enfrentó a los selyúcidas en la batalla de Qatwan. Muchas zonas quedaron sometidas sólo a tributo conservando sus gobernadores locales. Debido a la disparidad de poblaciones y tradiciones se inclinaron por la

37 Kitán; Kitai: Nombre genérico del pueblo de raza mongola que gobernó en Manchuria y norte de

China en la época de la dinastía Liao. 38 Kara Kitai: Grupo étnico de la familia Tangut que dominó parte de Manchuria y norte de China

durante la dinastía Liao.

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tolerancia religiosa. El imperio Karai Kitai se mantuvo hasta su conquista por los mongoles en 1218.

Ilustración 12 Kanato de los turcos uigures

Los mongoles eran uno de los grupos de población nómada de la estepa mencionados en los textos de la dinastía Tang (siglos XII-XIII). Más tarde quedarían sujetos a los kitan, pero con la llegada de los Chin a la China del norte, dejaron de estar dentro de la órbita del imperio chino. En el siglo XIII, el gobierno chino mantenía bajo control a los bárbaros de la zona fronteriza haciendo que sus rivales se enfrentaran entre sí. Su principal dedicación era el pastoreo de ganado lanar y vacuno, que les proporcionaba algunos de los productos básicos que necesitaban para su día a día. El caballo era su principal medio de transporte, junto a camellos y bueyes. Llevaban a cabo migraciones estacionales en busca de pastos y practicaban el comercio con los grupos sedentarios, de los que conseguían té, cereales, metal para sus armas, etc.

Las tribus estaban formadas por clanes subordinados mediante la derrota militar o por su necesidad de protección, y por clanes dominantes. Se basaban en una estructura de parentesco, pero también en una institución de libre elección, conocida como “hermano jurado” (anda), que unía a jefes y líderes y equivalía a una relación de sangre entre iguales. Otro tipo de vinculación no familiar era el establecido entre un individuo con un jefe de su elección, renunciando sólo a su lealtad de sangre con respecto a su propio clan. Este tipo de vinculación se llama “asociado” o “camarada” (noker), y por este sistema un guerrero bien dotado, de cualidades de dirigente, podía hacerse con un séquito de partidarios, como ocurrió con Gengis Kan en las primeras etapas de su carrera. Se practicaba la exogamia (a veces mediante el rapto de la novia), y las mujeres desempeñaban un papel importante en los asuntos políticos, la guerra y

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

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en los asuntos del ganado de la familia. La poligamia estaba permitida entre quienes podían mantener varias esposas.

Las tribus tenían familias nobles y dentro de ellas se elegía al jefe que hacía de árbitro para la resolución de los conflictos y para que ejerciera de comandante supremo durante las guerras emprendidas por todo el grupo mongol; a éste personaje se le denomina kan. A la muerte de un kan o jefe, su sucesor podía ser el miembro de la familia que hubiera eliminado a sus rivales. Sin embargo, en teoría, la sucesión se decidía en una asamblea de notables (xuriltai), en la que influía la decisión del kan muerto. Si, debido a la minoría de edad de alguno de los candidatos, se planteaba una regencia, ésta podía ser ejercida por la viuda del Gran Kan y esposa principal, apoyada por su familia. Los clanes subordinados ofrecían al kan lo mejor de sus caballos y mujeres, y la obediencia absoluta en tiempo de guerra, pero no en tiempos de paz.

Su religión estaba basada en el chamanismo, originado en el culto a los antepasados. Entre sus dioses se encuentra el dios del Cielo azul y eterno (Tengri), y la diosa de la Tierra y la fertilidad (Iturgen). El chamán actuaba como mediador entre dioses, espíritus y hombres. Tenía una posición social elevada, vestía de blanco y montaba un caballo, también, blanco. Rendían culto a las alturas. El chamanismo jamás fue desplazado del todo a pesar de la conversión de los mongoles a otras religiones.

2.2. Gengis Kan (1167-1227) y la expansión de los mongoles

Temujin, nombre original de Gengis Kan, quedó huérfano muy pronto debido al asesinato de su padre a manos de los tártaros. Temujin y sus hermanos tuvieron que sobrevivir entonces contra la hostilidad de los clanes rivales. A pesar de ello, y debido a sus dotes de mando, Temujin consiguió reunir en torno a su persona una pequeña partida de hombres, haciéndose “hermano jurado” de Yamuxa, mongol de sangre noble y pasando todos al servicio de Tugril, kan de los keraítas. Tugril fue subvencionado por China para que se enfrentara a los tártaros y con su victoria sobre ellos consiguió el título de Ong-kan o príncipe chino, mientras que Temujin obtenía un título de menor rango. El ascenso de Temujin vio la traición de su hermano jurado Yamuxa; la masacre de los tártaros en venganza por el asesinato de su padre; la masacre de los merkid por la presunta violación de su mujer; y la expansión de su poder sobre el resto de tribus esteparias, a cuyos soldados fue reclutando para su ejército.

En el 1206, una vez unificadas las etnias y tribus de Mongolia, se convocó la gran asamblea de notables (xuriltai) en la que Gengis fue aclamado como Gran Kan. La tradición esteparia –tanto de turcos, uigures como de los kara kitan- concebía la unión de las tribus bajo una dinastía carismática que ocupaba una posición semi-sagrada. El emperador (kaghan) poseía un carisma especial y disfrutaba de una buena fortuna fruto de su designación celestial.

A partir de la designación de Temujin como Gengis Kan se plantearon los nuevos objetivos de los mongoles: China y Persia. China estaba dividida en esta época en tres

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partes, gobernados de norte a sur por los Chin, los Xi Xia (que eran tangutios de origen tibetano) y los Song (verdadero centro del poder chino).

Los Chin eran los principales antagonistas de los mongoles y su mayor preocupación. Tras la total pacificación de Mongolia, los mongoles apoyados por los pueblos fronterizos de los Chin, atacaron a los débiles tangutios (Xi Xia) que se sometieron rápidamente. Entre los años 1211 y 1234 se planteó la conquista de los Chin. El principal escollo fue la inadecuación de la caballería para luchar contra las ciudades y los campos de arroz, así como la escasez de maquinaria bélica. Por su situación tan expuesta, al norte, Pekín cayó en 1215. Pero la necesidad constante de tropas para esta guerra llevó a Gengis Kan a dirigirse hacia el frente contrario, y en 1218 se anexionó a los kara kitai.

Los kara kitai lindaban con el territorio que el shah de Juwarizm acababa de conquistar a Persia, Irak y Afganistán, con capital en Samarcanda. La diversidad étnica de Juwarizm, así como la dispersión de su potente ejército, además de la impopularidad del shah y su oposición al califa de Bagdad, hacía de este Estado una meta favorable. En principio, Gengis Kan no contaba con atacar en este frente, pero varios incidentes diplomáticos con el shah abrieron la ofensiva, que se desarrolló en tres frentes a la vez en 1219. Tranxosiana y la capital Samarcanda, fueron el primer objetivo, provocando grandes matanzas y destrucciones. Gengis nombró virreyes, dejó a su hijo al frente de las tropas que debían enfrentarse al hijo del shah, y volvió a sus bases atravesando el Cáucaso y el norte del mar Caspio. Como los gobernantes chinos no le habían proporcionado las tropas suficientes para la guerra, su siguiente acción, con éxito, se dirigió contra ellos, pero en ella encontró la muerte (1227).

El balance de estas primeras conquistas mongolas fue la destrucción de China del norte, pero, sobre todo, el genocidio vivido en Juwarizm. En Persia la agricultura de irrigación quedó abandonada, con la consiguiente desertización del suelo y la decadencia de las ciudades. Las devastaciones no fueron tan generalizadas en otras partes de Persia. Se respetaron los enclaves situados en las rutas comerciales que interesaban a los mongoles. La denominada Pax mongólica no es más que una simplificación, pero para los contemporáneos pareció más bien desolación.

2.3. Organización del Imperio Mongol

La sucesión de Gengis Kan no fue siempre pacífica, pero no se tuvo en cuenta a ningún candidato que no perteneciese a su familia, ni hubo intentos de establecer una dinastía alternativa. Ello es debido al prestigio casi sagrado de su persona y a la reforma que instituyó del antiguo sistema étnico y tribal de Mongolia. El imperio obligó a los habitantes nómadas y sedentarios a regirse por la misma ley consuetudinaria de la estepa, según la cual los príncipes y princesas mongoles recibían lo que se conocía como su patrimonio (ulus), que se contaba por “tiendas”, con sus familias. Más tarde esta unidad de medida se aplicó a un grupo de tierras de pastos, con su población artesana dependiente, rentas de las ciudades o incluso el gobierno de éstas. Este mismo sistema se emplearía para dividir el imperio a la muerte de su fundador.

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El ejército mongol fue uno de los artífices de la continuidad del imperio. La vida del pueblo giraba en torno a un proceso constante de adiestramiento militar: caza, doma, tiro con arco, etc. Su caballería estaba formada por toda la población masculina adulta. Las fuerzas se organizaban según un sistema decimal: al ir asimilando a las etnias enemigas dentro de su ejército, Gengis Kan las fue dividiendo entre los grupos de soldados ya formados, en unidades de mil. Así se conseguía un sistema de lealtades por encima de las tribus, en el que la casa real mongola concentraba toda la autoridad. Por encima de estas formaciones creó una guardia imperial formada por sus primeros seguidores, que con el tiempo aumentó y amplio a la vez sus funciones, pasando a desempeñar funciones dentro de la administración en las más altas esferas, sirviendo, a la vez, para la formación de los hombres de confianza del imperio en los cargos militares y administrativos lejos de la corte. El ejército pronto adoptó la maquinaria bélica y la pólvora de los chinos, quienes junto a los persas, les servían de ingenieros. La disciplina y la estrategia eran fundamentales dentro del ejército y dependían de los generales nombrados por Gengis Kan, no según su estatus tribal sino según su valía. Al principio funcionó el sistema de reparto del botín, pero posteriormente se sustituyó por tropas asalariadas.

La labor legislativa de Gengis Kan comenzó en 1206, y estas leyes se fueron compilando en lo que se denomina Gran Yasa, pero este cuerpo de legislación no se ha encontrado aún. Todo parece indicar que Gengis Kan encomendó a su hermano adoptivo, un tártaro, que registrara por escrito sus decisiones respecto a robos, fraudes y la distribución de las poblaciones sometidas a la familia real mongola. Otros fragmentos de otra legislación promulgada por Gengis se refieren a la libertad de culto para sus súbditos, adiestramiento militar, comunicaciones, etc. Además, debía existir un corpus de leyes orales consuetudinarias en constante evolución. Además, se recopilaron las declaraciones y máximas de Gengis Kan.

La administración se nutrió de funcionarios de los pueblos semi-sedentarios vecinos, en primer lugar por los uigures, quienes les iniciaron en su alfabeto y lo adaptaron a la lengua mongola, creando un rudimentario secretariado en torno a Gengis Kan. Los kari-kitai pasaron a desempeñar funciones en el sistema de comunicaciones y como gobernantes de las ciudades conquistadas, o delegados en la corte de gobernantes subordinados, para ocuparse de que se cumplieran las órdenes dictadas por el kan. Incluso algunos turcos trabajaron con los mongoles para iniciarles en las leyes y costumbres de las ciudades; también utilizaron a comerciantes extranjeros.

La tributación tradicional nómada pagada en especie eran los tributos y un impuesto del 1% sobre el ganado, lanar y vacuno, que los nómadas pagaban al gobernante. Si había necesidad se pedía una tributación extraordinaria. Había otro impuesto que gravaba las actividades comerciales con un 5% de su valor (tanga). Éste incluía todo tipo de servicios y ventas, hasta la prostitución, lo que demuestra la importancia dada al comercio por los mongoles.

En el campo religioso se permitió la libertad de culto. Los mongoles habían tenido contacto con el cristianismo nestoriano desde el siglo VIII, encontrándose algunos grupos de cristianos nestorianos en el siglo XI conviviendo con el chamanismo. Cuando

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entraron en contacto con musulmanes, budistas y maniqueos, no tomaron ninguna represalia contra ellos, ordenando el respeto a todas las religiones.

2.4. La formación de los grandes kanatos

A la muerte de Gengis Kan en 1227, y siguiendo la tradición esteparia, el imperio se reparte entre sus hijos, fragmentándose en cuatro grandes zonas o kanatos:

Los nietos de su primogénito (Batu) se repartieron el extremo occidental de las posesiones mongolas: el kanato de la Horda de Oro, al sur de Rusia, y la Horda Blanca, algo más al este.

El kanato de Chagatai, en los primitivos dominios de Asia Central, fue para el segundo hijo, al que se unió la Transoxiana durante el gobierno de Ogodei.

El hijo menor, Tului, recibió los territorios originarios de los mongoles.

Ogodei, que fue el sucesor en el título de Gran Kan (xurultai de 1229), se reservó el resto de Mongolia y China, con capital en Karakorum.

Ilustración 13 Imperio mongol tras la muerte de Gengis Kan

Durante el gobierno de Ogodei el imperio mongol se expandió por el norte de Persia, conquistó el imperio Chin del norte de China y Manchuria e inició una gran campaña contra Rusia y Europa Oriental para conquistar las tierras dejadas al hijo mayor de Gengis. Todo el sur de Rusia quedó bajo el dominio mongol. Batu, sobrino de

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Ogodei, marchó hacia occidente. Venció a los búlgaros del Volga, tomó Kiev y atacó Polonia, Hungría y Alemania. A punto de atacar Viena, llega la noticia de la muerte de Ogodei, por lo que Batu regresa rápidamente a Karakorum a defender sus derechos de herencia.

Ogodei estableció un eficaz sistema de comunicaciones tomado de China, una red que servía tanto para la transmisión de órdenes reales como informes de espías o transporte de mercancías, con estaciones de posta a distancia de un día de viaje. Los correos llevaban unas tabletas de metal con textos de las autoridades que los enviaban. El mantenimiento correspondía a las unidades del ejército, mientras los caballos y las vituallas eran proporcionados por la población local, a través de los impuestos.

Cuando muere Ogodei en 1241, la sucesión crea problemas entre su hijo Guyuk y Batu, de la Horda de Oro. Los problemas continuaron tras la muerte de Guyuk por un golpe de estado en el que Batu apoyó a los sucesores de Tului, hijo menor de Gengis, quienes se hicieron con el título de Gran Kan. El triunfador, Mongke, con su hermano Kublai, inicia la conquista de la China Song, y envía a su otro hermano, Hulegu, a Persia, pero tras la muerte de Mongke y una guerra civil, Kublai reinará por más de treinta años (1259-1293).

2.4.1. El dominio mongol en China

Kublai era partidario de favorecer el contacto con las civilizaciones sedentarias. Traslada la capital a Pekín, desde donde completa la conquista de toda China. Después de la caída de los Song, Kublai intentará conquistar las islas de Indonesia, e incluso Japón, pero fracasó por el clima.

En el gobierno interior, Kublai establece una dinastía al estilo chino, denominándola Yuan, que no tuvieron muchos problemas para legitimarse en China. Optó por el budismo lamaísta del Tíbet como religión. Se intentó la sustitución de la escritura uigur por un nuevo alfabeto, que se impuso en los nuevos documentos oficiales a partir de 1269, pero no se descartó completamente el sistema anterior.

El gobierno de China actuaba a través de departamentos, que replicaban la maquinaria burocrática de Pekín. El emperador tenía el poder del nombramiento y cese de los funcionarios y era el tribunal de apelación en última instancia. Los cargos más elevados se dieron a funcionarios no chinos. Los habitantes de China se dividieron en cuatro clases, en orden descendente: los mongoles; los originarios de Asia central y occidental; los súbditos anteriores del imperio Chin, casi todos chinos; y los antiguos súbditos de los Song. Se utiliza el sistema chino de censo. Las artes florecieron pero sin el mecenazgo de la corte; se fundaron academias privadas y se hicieron grandes esfuerzos por continuar con la instrucción basada en los clásicos confucianos.

La unidad política y el restablecimiento de las relaciones económicas a gran escala entre el norte y sur fue aportada por los Yuan. Prosperó el comercio internacional. La dinastía Yuan fue la única en toda la historia de China que no promulgó un nuevo código penal. Los sucesores de Kublai practicaron la eliminación de ramas rivales

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dentro de la familia a la hora de la sucesión, hasta que el poder real pasó a estar en manos de los jefes militares mongoles, en vez de las del emperador. Se sucedieron los desastres naturales: inundaciones del río Amarillo; peste a partir de 1330, y problemas económicos debido a las revueltas campesinas. Se creó la secta secreta el Loto Blanco, que fomentó el estallido de revueltas hasta que uno de sus dirigentes tomó el poder y se dirigió contra los mongoles, que fueron incapaces de resistir. La dinastía Yuan fue derrocada por los Ming (1368) y sus descendientes se retiraron de nuevo a Mongolia, que seguiría siendo independiente, pues los Ming no consiguieron hacerse con las estepas.

2.4.2. La Horda de Oro

Turcos o cumanos (kipchak) se ubicaban en torno al mar Negro. Atacados por los mongoles (bajo Ogodei), la mayoría se les sometió, pero algunos pidieron ayuda a Bela IV de Hungría, donde se instalaron y cristianizaron. Allí fueron atacados por los nobles húngaros, huyendo a Bulgaria. En 1241, toda Europa oriental fue invadida por los mongoles por dos frentes, uno por Polonia, llegando hasta Alemania, en el que se produce la derrota de polacos y caballeros teutónicos en Liegnitz, y otro por Hungría. Sólo la muerte de Ogodei hizo que los mongoles regresaran a las estepas cumanas, mientras Batu se dirigía al centro del Imperio para luchar por la herencia. Ya no volvieron a intentar atacar a los húngaros.

La Horda de Oro o Kanato de Kipchak, con mayoría de turcos en sus tierras, instaló su capital en Saray, junto al Volga (más tarde sería trasladada a la Nueva Saray o Saray Berke). La lengua turca sustituyó a la mongola en las monedas, pero la administración mantuvo su bilingüismo. Desde allí ejercerán los mongoles el dominio sobre los principados rusos, que les prestaron homenaje, y controlaban las rutas que conectaban a través del Mar Negro el comercio europeo con el asiático. Caffa (Crimea) se convirtió en el puerto más importante. Los rusos seguían administrando sus asuntos bajo la supervisión de delegados mongoles. Obligados al pago de impuestos, asumieron el dominio de los mongoles, a la vez que se dedicaron a presionar contra sus vecinos suecos, lituanos y alemanes, como hizo el príncipe Nevski. Al principio, los príncipes rusos debían viajar a Saray para recibir el nombramiento; más tarde, los kanes delegaron esta función en el príncipe de Moscú, que fue reconocido como Gran Príncipe de Rusia.

Batu fue virtualmente el cogobernante del Gran Kan Mongke hasta su muerte en 1255. La sucesión recayó en su hijo, nieto y hermano sucesivamente. Su hermano Berke se convirtió en Gran Kan (1257) y se convirtió al Islam. Su reprobación del asesinato del califa abasí por Hulegu (1262) y la intención de conquistar algunas partes de Persia y del Cáucaso para controlar las rutas caravaneras, hizo que se desencadenara la primera de una larga serie de guerras entre la Horda de Oro y el Ilkanato de Persia.

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2.4.3. Los mongoles en Próximo Oriente. El ilkanato de Persia

La expedición de Hulegu (hermano de Mongke) a Próximo Oriente sería el origen del dominio mongol en la zona. El primer objetivo fue la derrota de los ismailíes nizaríes de Hasan al-Sabbah, el Viejo de la Montaña de Alamut. El segundo era logar la sumisión del califa Abbasí para proseguir el avance mongol por Egipto y Siria. El primer objetivo se logró rápidamente por la sumisión del Gran Maestre de los asesinos a Hulegu. Acto seguido, se dirigió a los dominios califales donde el visir contribuyó a la rendición de Bagdad (1258): Bagdad fue saqueada y el califa condenado a muerte y ejecutado, terminando el califato abasí.

Acto seguido, Hulegu se dirigió contra los ayyubíes de Siria, donde conquistó Alepo y Damasco. Los latinos de Antioquía y Trípoli se les rindieron y les acompañaron en sus campañas. Las autoridades de Acre se mantuvieron al margen, dejándoles pasar y entregándoles pertrechos. La situación para los ayyubíes era compleja, entre un debilitado poder mameluco y los mongoles a sus puertas. La sucesión del kanato a la muerte de Mongke también hizo que Hulegu se retirara de Persia, sacando a su ejército de Siria, que fue tomada por los mamelucos tras la batalla conocida como de la Fuente de Goliat o del ‘Ayn Yalût (1261).

Ilustración 14 Ilkanato de Persia en su mayor extensión

El enfrentamiento posterior entre Hulegu y Berke y sus sucesores fue aprovechado por el sultán mameluco Baybars, quien necesitaba un aliado contra Hulegu, y lo encontró en la Horda de Oro. La recuperación de Constantinopla por Nicea favoreció el

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comercio mameluco, y rompió definitivamente la unidad de los mongoles bajo el Gran Kan (1260).

El dominio del Ilkanato de Persia por Hulegu y sus sucesores (1265–1295) fue opresor y pagano, pues se siguió practicando el chamanismo, y favoreció la extensión del budismo lamaísta hasta la conversión al Islam de Ghazan Kan en 1295. Además, el igualitarismo religioso de los mongoles favoreció a jacobitas y nestorianos que pudieron enviar a sus misioneros por toda Asia.

La administración estaba en manos de los persas, desde la capital en Tabriz, pero los impuestos eran numerosos, se recaudaban varias veces al año, lo que provocó la huida de los campesinos con la subsiguiente crisis financiera. Se hundió el comercio con el intento de emitir papel moneda. Ghazan, gobernador del Jorasán, eligió este momento para tomar el poder tras un golpe de estado dado por otro miembro de la casa Hulegu. Las reformas de Ghazan supusieron un intento de remediar la caótica situación: regularización del cobro de impuestos, de los pesos y medidas, los honorarios de los jueces y los pagos al ejército. Los resultados de las reformas supusieron la mejora la situación, se asientan los campesinos en las tierras con la clasificación de tierras como donaciones religiosas inalienables (waqf) y el reparto de iqta´ entre las tropas mongolas que se asienten en la zona.

2.5. Contactos entre Europa y el Asia mongola

En Tierra Santa y Europa, en torno a 1145, aparece la leyenda del Preste Juan como un rey-sacerdote, que algunos situaban en la India, que vendría desde el Este para salvar al cristianismo. En el siglo XIII, paralelamente a las derrotas cristianas en la V Cruzada, llegan noticias de acciones mongolas que destruyen reinos musulmanes, como el sultanato de Rum y Juwarizm. La actuación en el Ilkanato de Persia, con la toma de Bagdad y su lucha con los mamelucos, contribuyó a agrandar la leyenda, y a esperar la llegada del propio Preste Juan o de su nieto.

Si en la etapa anterior los viajes de occidentales habían tenido como misión básica el establecimiento de contactos políticos, en el siglo XIII van a primar los intereses comerciales y misioneros. Así tendremos las embajadas de los hermanos Marco Polo (1255-1269), el propio Marco Polo (1271-1295), Juan de Montecorvino (1291-1294), u Oderico de Pordenone (1318-1330). La lejana China, Cipango, que controlaba la ruta de la seda, ofrecía gran atracción pero seguía siendo un mundo desconocido y fantástico para los occidentales.

Por su parte, los franciscanos consideraron que era su deber embarcarse en una misión evangelizadora universal, y en ello fueron seguidos por las otras órdenes. Se enviaron grupos de frailes a diversos países. El propio San Francisco emprendió viaje para convertir al sultán de Egipto. Pero quizá el destino más novedoso de las órdenes mendicantes fueron las misiones a los mongoles y tártaros enviadas por el Papado en los siglos XIII y XIV. Los franciscanos y dominicos llegaron a Asía Central por la ruta de la seda y establecieron casas en China. Juan de Montecorvino fue el primer arzobispo de Pekín, hasta donde viajó Oderico de Pordenone.

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3. El Sultanato Mameluco: de Anatolia a Egipto

3.1. Las particularidades de la sucesión de los Bahríes

Los mongoles habían sometido a numerosas poblaciones turcas de las llanuras del Volga, y muchos jóvenes fueron vendidos en los puertos del mar Muerto y en Anatolia. También se compraron esclavos turcos en los puertos del Mar Negro. El sultán de Egipto al-Malik al-Salih, para hacer frente al poder cruzado, entre otros, se dedicó a reunir entre estos esclavos a jóvenes no islamizados, que podían ser comprados como personas no libres (mamluk), y formarlos en el oficio de la guerra. Así, al-Salih consiguió reunir el primer contingente de estos jóvenes fieles, que con el tiempo llegarían a ser la base de los mamelucos. Al-Salih envía a sus mamluk o mamelucos a deshacerse de los juwarizmíes, enviados a su vez para la defensa de los ataques mongoles. No sólo se deshacen de ellos, sino también de los cruzados de Luís IX. Al morir su sultán, el jefe de los mamelucos, Aybak (1250-1257), para prevenir una intervención armada de otros príncipes de la familia, da un golpe de estado y eleva al sultanato a la princesa Sayar al-Durr, viuda de al-Salih, situándose él mismo como consejero. Más tarde, ante los problemas que suscitaba una mujer en el trono, tomó él mismo el poder, convirtiéndose en sultán en 1250 y comenzando así la dinastía de sultanes mamelucos bahríes (de bahr = río), que duraría hasta 1382, cuando fueron desplazados por los Buryíes (de bury = torre) hasta la conquista otomana en 1517.

Los peligros militares que amenazaban el sultanato habían favorecido el asentamiento de un régimen militar. El triunfo sobre los mongoles (1261) permitió a Baybars presentarse como salvador del Islam y del califato. La reunificación de Siria y Egipto permitió recordar además los gloriosos tiempos de Saladino, que se convirtió en el ideal político de los musulmanes egipcios hasta hoy.

El Estado mameluco se organiza bajo Baybars (1260-1277). La élite debía pertenecer a los mamelucos, de los que el sultán era el primero. El sultán disponía de la mitad de las rentas, personales, vitalicias e intransferibles, con las que debía mantener la corte y los servicios centrales del sultanato. La noción de herencia del poder era inexistente. El sultán depende de sus compañeros de armas, los emires, que reciben propiedades o rentas fiscales de tierras (iqtas´). Con ellas debían de mantener a un número de tropas mamelucas (de 10 a 100), que podían ser llamadas en cualquier momento por el sultán. Se formó así una clase militar no árabe que se alimentaba con nuevas aportaciones, y que permanecía alejada del cuerpo social al que tenía que defender. Este imperio militar tuvo su centro en El Cairo, más concretamente en la ciudadela de la ciudad. El sultán es el monarca, mientras que el califa abasí es el líder espiritual. Residía en su corte de El Cairo, rodeado por un Consejo formado por: el jefe de su Casa, el de la Cancillería, el Emir de las armas, el comandante de la guardia, el Emir de las Caballerizas y el responsable de la seguridad del Sultán. Cuando el sultán salía de El Cairo, dejaba un delegado suyo al frente de las oficinas de la administración.

3.2. Administración y esplendor comercial de Egipto

La división administrativa del Imperio se basaba en el Bajo Egipto o Delta y el Alto Egipto, que se dividían en veinte provincias con sus gobernadores respectivos,

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mientras que en Siria había seis lugartenencias o regencias, cada una dirigida por un delegado del sultán, quien a su vez tenía emires, administradores y gobernadores. Los beduinos se expanden por Nubia, que entra en proceso de islamización, lo que permite la apertura de nuevas rutas comerciales hasta África central y oriental.

En esta época adquiere desarrollo e importancia la vida urbana. Los ulemas se convierten en intermediarios entre los mamelucos, considerados foráneos, y la población. Había cristianos y judíos que no sufrían persecución, pero se avanzó en la islamización de Egipto, en la que los sultanes veían una forma de unión del territorio. Así, el teólogo Ibn-Taymiyya (1263-1328) justifica la unión entre religión y un Estado fuerte, encargado de hacer respetar la ley islámica y de promover el progreso social.

3.3. Las cruzadas a fines del siglo XIII

A partir de 1250 con la invasión mongola de Siria y la caída definitiva de los Ayubíes a manos de los mamelucos de Baybar I, se pasó por una situación crítica en esta zona. Baybar estrechó cada vez más el cerco sobre las pequeñas propiedades cruzadas, empleando para ello la flota por mar y la conquista del castillo de Safet (1266). Poco después destruía Antioquía e iniciaba contactos con las Órdenes Militares para establecer condominios en las zonas fronterizas de éstas y en los nuevos territorios conquistados por ellos.

Las campañas de Luis IX de Francia (San Luis) se dirigieron nuevamente hacia Túnez y Egipto (Séptima Cruzada, 1248-1254, y Octava Cruzada, 1270). Éste reclutó tropas en Francia y contrató los servicios marítimos de Génova y Marsella para el traslado de la tropa. Luis IX se dirigió a Damieta y desde allí a Munsarah. Pero no consiguió su objetivo y facilitó el establecimiento de los mamelucos en Egipto. La campaña de 1270 (Octava Cruzada) terminó con la muerte del rey francés Luis IX.

Mientras los territorios cruzados se mantuvieron en Siria, los mamelucos llegaron a diversos pactos con las Órdenes Militares, con los señores y príncipes de la zona para dividirse las rentas y territorios, pero siempre con una tendencia a quedarse cada vez más con los recursos por parte de los mamelucos. Estos condominios permitían tener una doble jurisdicción sobre cristianos y musulmanes. Este tipo de particiones se firmaron con otros gobernantes de la zona y llevaban en última instancia a que los cruzados quedaran como vasallos y posteriormente absorbidos por los mamelucos. En 1290 se pidió ayuda a Occidente, pero la fuerza enviada fue insuficiente. La ofensiva final culminó con al-Ashraf Kalil, quien en 1291 tomó Acre; constituyendo con ello la desaparición de los Estados Latinos de Oriente. Aun así la peregrinación a los Santos Lugares se mantuvo pacíficamente.

Aparte de estas cruzadas oficiales, se produjo una renovación del movimiento cruzado popular de carácter mesiánico, fomentado por la idea de que si los gobernantes no eran capaces de salvar los Santos Lugares, debían ser los pobres y humildes los llamados a conquistar estos lugares. La extracción social de estos movimientos era la de los trabajadores agrícolas de más baja condición. Estas cruzadas son: la Cruzada de los Niños (1212), la Cruzada de los Pastorcillos (1251), la Cruzada Popular (1309) y la Segunda Cruzada de los Pastores (1320). Ninguna de ellas llegó

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jamás a Tierra Santa. Pero sí se distinguieron, todas ellas, por los ataques contra los judíos por los lugares por donde pasaban.

4. La reorganización del Islam en Occidente

4.1. El ocaso del poder almohade

Con la muerte de Abu Yaqub Yusuf en 1199 se puede considerar el comienzo de la decadencia almohade en el Magreb. Éste había conseguido mantener unidas las dos partes del Estrecho. Las cuestiones internas que preocupaban a este califa eran: la unidad de los señores almohades; el respeto a las tribus árabes instaladas en el Magreb y a los mercenarios turcos y kurdos; y el estado de las fronteras de al-Andalus.

Sin embargo, los problemas más graves eran de índole externa: la amenaza de los Banu Ganiya en Baleares e Ifriqiya. Esta amenaza se solucionó con una campaña emprendida contra las islas, con la consiguiente conquista de Mallorca en 1203, y la expedición naval al Magreb (1204-1207).

La situación interna de los reinos cristianos no permitió aprovechar el desvío de las tropas almohades hacia las islas para intentar una contraofensiva después de Alarcos (1195). Sin embargo, el frente peninsular volvió a abrirse para los cristianos a partir de 1209 como consecuencia de dos sucesos casi coetáneos: la revuelta en Túnez en los últimos años del siglo XII y, sobre todo, la victoria de las tropas cristianas en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Abu Yaqub Yusuf II al-Mustansir (el Miramamolín de las crónicas cristianas) tuvo que combatir en varios frentes a la vez: Portugal conquista el Algarbe; los Banu Marin se independizan en Marruecos; y él se veía mediatizado por los jeques (jefes de las tribus), quienes a su muerte se enfrentaron por la sucesión en dos ramas distintas de la familia, con sede respectiva en al-Andalus y Marruecos.

El enfrentamiento dinástico fue fatal para el califato almohade, desintegrándose éste en 1269 cuando perdieron Marrakesh; pues el resto de Marruecos estaba ocupado por los Banu Marin que gobernaban desde Fez. En la Península Ibérica sus posesiones cayeron entre 1230 y la toma de Valencia en 1238, aunque algunos señores almohades consiguieron que sus territorios les fueran concedidos en tenencia por los reyes cristianos como recompensa por ser entregados. En una do dos generaciones, sus descendientes, o regresaron al norte de África o se convirtieron al cristianismo.

4.2. La fragmentación del Magreb durante el siglo XIII

Con la caída del califato almohade, el norte de África quedó dividido entre dinastías tribales que conquistaron las principales ciudades haciendo de ellas sus capitales.

Los regímenes que se instauraron se alejaron definitivamente del concepto de un estado califal, aunque mantuvieron algunas de las instituciones y formas de gobierno de sus predecesores:

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El recurso a las tropas mercenarias.

La dependencia de las coaliciones de tribus.

Una burocracia reducida, basad en vínculos tribales.

La expansión del sufismo en el ámbito rural, y el recurso a éstos y a los ulemas como garantes de su legitimidad.

El poder de estos pequeños estados radicaba en su intermediación económica en las rutas caravaneras que unían el norte de África con el Sahara y el Sudán.

4.2.1. Meriníes

Los Banu Marin eran beréberes nómadas pertenecientes a la tribu de los Zanata. Originariamente estaban asentados en los confines del desierto del Sahara, al este del actual Marruecos, entre Siyilmasa, el Mulaya y el Zab. Desde estas regiones extendieron su poder a costa de los almohades, hasta apoderarse de Fez (1249) y de Marrakesh (1269).

En medio siglo consiguieron hacer un estado centralizado, controlando a las tribus establecidas en sus territorios y uniéndolas en un ejército de tribus confederadas junto con tropas mercenarias; organizar su hacienda y adaptarse a la vida urbana. Crearon un ágil sistema tributario centralizado en el majzán39, institución que canalizaba la relación entre el sultán y sus súbditos. Gracias a esto pudieron embarcarse en grandes obras defensivas y proyectos urbanísticos. Controlaban también el comercio del oro, marfil y piedras preciosas que llegaban al Mediterráneo desde los territorios subsaharianos por la costa atlántica.

Fueron varias las campañas que los meriníes lanzaron contra al-Andalus. La primera incursión en la Península Ibérica tuvo lugar a finales del reinado de Alfonso X (1275). Una vez logrado el control del Magreb, cruzaron el Estrecho e intervinieron nuevamente en la Península Ibérica a solicitud de Muhammad II de Granada. Los norteafricanos lograron controlar parte del reino de Granada, en torno a Ronda, Marbella, Gibraltar, Tarifa y Algeciras.

39 Majzá; Majzén: Mus. Almacén. En la zona de Marruecos, organismo encargado de las finanzas.

Designa también el conjunto de la Administración.

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

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Ilustración 15 Europa y África hacia 1300

4.2.2. Zayaníes de Tremecén

Los Banu Zayyan, conocidos también como ‘Abd al-Wadíes, formaban parte de la tribu de los Zanata, y extendieron su dominio por el Magreb central, e instalaron su capital en Tremecén desde el siglo XIII hasta el siglo XVI. Procedían de las altas llanura de la región de Orán, y llegaron a colaborar con los almohades consiguiendo que su capital, Tremecén, floreciese beneficiándose de la ruina de otras ciudades vecinas, y de la emigración de la zona. Su enfrentamiento con los meriníes fue endémico pues éstos veían a los Zayyanís como un obstáculo para su dominio sobre el Magreb.

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

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4.2.3. Hafsíes de Túnez

Esta dinastía fraguó su prestigio bajo los almohades. Fueron gobernadores de Ifriqiya bajo esta dinastía, y permanecieron en su territorio cuando el califato almohade cayó. Fue Abu Zakariyya Yahya quien proclamó su independencia en 1220, y anexionó Argel. Túnez fue reconstruida, y se levantaron mezquitas y madrazas en la ciudad, y se alentó el comercio y las relaciones diplomáticas con Francia, las repúblicas italianas, Aragón y Sicilia. Una importante comunidad de origen andalusí fue emigrando a la corte tunecina atraídos por su esplendor. Abu ‘Abd Allah Muhammad al-Mustansir (1249-1277) se autoproclamó califa y recibió pleitesía del Hiyaz, Egipto, al-Andalus y Marruecos. El ascenso meriní y las revueltas internas marcaron los siguientes años, hasta la llegada al trono del califa hasfsí Abu Yahya Abu Bakr (1318-1346).

Ilustración 16 Mapa de los Estados del Mediterráneo en 1328, incluidos los estados de merínidas, ziánidas y hafsíes

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TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL

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4.2.4. Nazaríes de Granada

Granada se mantenía como último bastión del Islam en la Península Ibérica. La imposición de una dinastía de origen jienense en Granada no hizo más que fustigar la oposición de linajes locales que escogieron como sede Málaga y Almería (Abencerrajes y nazaríes fugitivos) o Ronda y Algeciras (los partidarios de los meriníes). Además, Almería se convirtió en señorío de algunos nazaríes, lo que dio lugar a que numerosas rebeliones comenzaran en esta ciudad, que en algunos momentos puede considerarse casi independiente.

El estado nazarí se definió como un sultanato o emirato, y sus gobernadores usaron los títulos de sultán o emir. A ellos unieron el título honorífico de emir de los musulmanes, vicarios del ‘abasí.

Los nazaríes no reconocieron sobre ellos a los sultanes benimerines, a pesar de que fueron sus protectores en algunas ocasiones, y sus pactos de vasallaje respecto al rey de Castilla tuvieron escasa incidencia en su legitimación del poder cara a los súbditos musulmanes, salvo en el aspecto económico, pues debían hacer frente al pago de importante sumas en concepto de parias. El esplendor de la dinastía alcanzaría su apogeo a lo largo del siglo XIV.

Ilustración 17 Reino nazarí de Granada

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TEMA 9. LOS REINOS EUROPEOS EN EL SIGLO XV

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TEMA 9. LOS REINOS EUROPEOS EN EL SIGLO XV

1. Génesis bajomedieval del Estado Moderno

Al final de la Edad Media nace en Europa una nueva estructura política denominada como “Estado Moderno”. Se trata de la reaparición de un fuerte poder público, partiendo de una evolución y paulatina recuperación de las monarquías feudales. Ahora las monarquías se refuerzan y recuperan la noción de Estado, pasando a disponer de una numerosa burocracia, un ejército permanente y una potente fiscalidad. El vínculo de naturaleza pública reaparece; ahora lo importante y relevante a nivel político es ser súbdito de un monarca en lugar de vasallo de un señor.

El primero en defender la idea de que el Estado Moderno de los siglos XVI-XVIII se formó la Baja Edad Media fue el historiador norteamericano Joseph R. Strayer en los años 60 del siglo XX. Este historiador observó que las principales instituciones que definen al Estado Moderno aparecen en Francia e Inglaterra durante los siglos XIV y XV

Fue duramente criticado por los historiadores marxistas, como por ejemplo el historiador marxista británico Perry Anderson, quien considera que el Estado de la época sigue siendo básicamente feudal pues continúa defendiendo los intereses de la clase social dominante, la nobleza. No habiendo, por lo tanto, grandes cambios en lo esencial del sistema.

En los años 80 del siglo XX, el Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS) francés emprendió un proyecto de investigación sobre la génesis medieval del Estado Moderno, con la consecuencia de que a partir de entonces este concepto se impuso de forma definitiva en la historiografía. Aunque algunos especialistas prefieren hablar sólo de “Estado” a secas al referirse a las monarquías autoritarias de este periodo.

Sea como fuere, el hecho es que las principales monarquías europeas del momento experimentan un fuerte proceso de centralización siguiendo el modelo empleado por los Papas de Aviñón en la reforma administrativa de la Iglesia durante el siglo XIV.

Ya en el siglo XIII, con los proyectos de algunos monarcas como Federico II en Sicilia, Alfonso X en Castilla y Felipe IV en Francia, se vislumbran los primeros esbozos de esta tendencia centralizadora. Sin embargo, tras estos primeros intentos (antecedentes), el proceso de desarrollo del Estado Moderno experimentó diversos altibajos en el siglo XIV para terminar imponiéndose en el siglo XV en algunos reinos europeos: Francia, Inglaterra o Castilla.

Alrededor del rey se va desarrollando un complejo aparato burocrático. Partiendo de la antigua curia feudal permanente surge una verdadera administración central: un Consejo Real formado por especialistas se encarga del poder ejecutivo; de la justicia se encarga un tribunal de jueces profesionales que hace las veces de corte suprema, estos tribunales son tribunales de última instancia, a los que siempre se puede apelar contra las sentencias de los tribunales señoriales. Así, la inmunidad judicial de los señoríos queda recortada y subordinada siempre a la suprema jurisdicción de la autoridad real.

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El poder legislativo está siempre reservado al rey, pero las principales leyes suelen ser promulgadas durante la celebración de las grandes asambleas representativas, a las que acuden representantes de la nobleza, el clero y las ciudades de cada reino. Estas asambleas surgen en los siglos XII y XIII como desarrollo de la antigua curial feudal extraordinaria. En el siglo XIV estas asambleas representativas llegan a su apogeo convocándose frecuentemente, pero durante el siglo XV entran en decadencia en la mayoría de los países celebrándose en menos ocasiones.

También aparecen importantes organismos financieros, destacando el “Exchequer” británico y la Cámara de Cuentas en Francia y Navarra.

Así como la administración central se desarrolla, existe igualmente un desarrollo importante de la administración territorial. Durante los siglos XII y XIII, en casi todos los reinos habían surgido oficiales que representaban a la autoridad real a nivel territorial en algunos distritos. Estos representantes del poder de la monarquía durante la Baja Edad Media se refuerzan, recortando severamente la autonomía de los municipios urbanos y haciendo que las ciudades queden estrechamente subordinadas y controladas por el poder monárquico en el siglo XV.

Otra novedad importante del siglo XV es la aparición del ejército permanente. El rey empieza a sostener una fuerza permanente de mercenarios que le obedecen exclusivamente a él. Su número es muy limitado, pero esta fuerza se mantiene incluso en tiempos de paz. Además, el ejército comienza a dotarse de artillería, un armamento muy caro cuyo coste sólo lo puede asumir el rey. En definitiva, después de varios siglos el ejercicio de la violencia comienza a volver a ser monopolio del Estado.

Esta compleja burocracia y este ejército permanente suponen una carga pesada para las monarquías, por lo que son necesarios cuantiosos recursos financieros para su mantenimiento. En consecuencia, el final de la Edad Media también se caracteriza por el desarrollo de una verdadera fiscalidad del Estado. Por ello, el rey, comienza a imponer una fuerte presión fiscal sobre el conjunto del territorio. Estos nuevos tributos son tanto directos como indirectos. Normalmente, para su establecimiento inicial se requería la aprobación del parlamento y esta autorización solía ser temporal y para sufragar una necesidad concreta. Sin embargo, enseguida se volvían a conceder por un periodo de tiempo suplementario. De esta forma poco a poco los impuestos iban convirtiéndose en permanentes. El final de esta evolución se produce cuando el cobro de tributos todos los años se consolida y estabiliza, dejando de necesitar la autorización previa del parlamento.

El proceso de génesis del Estado Moderno también repercutió sobre el ámbito eclesiástico y en el pensamiento político. En lo referente a la Iglesia, los monarcas aspiran a recortar la jurisdicción del Papa sobre el clero de sus reinos. En el siglo XV los reyes europeos suelen establecer concordatos o acuerdos con los pontífices que quitan competencias al Papado y otorgan derechos a los monarcas para intervenir en la vida interna del clero dentro de los límites de su reino. Las monarquías impiden que los clérigos paguen excesivas contribuciones a Roma y obtienen el derecho de proponer candidatos al Papa para ocupar los principales cargos eclesiásticos con gentes de sus territorios. De esta forma, en el siglo XV los reyes consiguen controlar en

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buena parte a la Iglesia dentro de sus dominios, como parte importante de la génesis del Estado Moderno.

En cuanto al pensamiento político (teoría política) los pensadores de la época tienden a secularizar los fundamentos del poder monárquico, impidiendo así el reconocimiento de ningún poder superior al rey. Se producen grandes progresos en los métodos de propaganda política.

La génesis del Estado Moderno no tiene éxito en todos los reinos de Europa, sólo algunas monarquías logran alcanzar tal grado de perfeccionamiento en el siglo XV: Francia, Inglaterra, Portugal, Castilla.

2. Francia: Luis XI y la resolución del problema de Borgoña

En Francia, los primeros apuntes del Estado Moderno se vieron en la época de los últimos monarcas Capetos, y especialmente durante el reinado de Felipe IV (finales del siglo XIII y comienzos del XIV). Pero con la llegada al poder de los Valois y el estallido de la Guerra de los Cien Años contra Inglaterra se retrasó el desarrollo del poder real. Con el reinado de Carlos V (segunda mitad del siglo XIV) el poder real empieza a recuperarse gracias a su labor reorganizativa y centralizadora. Pero a finales del siglo XIV y comienzos del XV Francia vuelve a sufrir una grave crisis política que casi le cuesta su desintegración. El rey Carlos VI (1380-1422) es un demente y el poder cae en manos de la alta nobleza de sus parientes. Uno de ellos el duque de Borgoña tiende a independizarse en la frontera oriental del reino, provocando que la aristocracia francesa se dispute violentamente el poder. A principios del siglo XV estalla la guerra civil entre los borgoñones y los armañag. Esta ocasión es aprovechada por Inglaterra para revitalizar la Guerra de los Cien Años y está a punto de acabar con la monarquía francesa mediante el establecimiento de una alianza con el duque de Borgoña.

Carlos VII (1422-1461), en la primera mitad del siglo XV rechaza esta agresión. En primer lugar, consigue romper la alianza anglo-borgoñona “comprando” la neutralidad del duque de Borgoña, mediante el reconocimiento de una amplia autonomía para el ducado. En segundo lugar, realizó una serie de profundas reformas administrativas que prefiguran una versión del Estado Moderno. También creó un ejército permanente dotándolo de artillería, consiguiendo expulsar definitivamente a los ingleses de tierras francesas. Sin embargo, quedó pendiente la resolución del problema del Ducado de Borgoña con su creciente potencia e independencia.

Los duques de Borgoña eran una rama menor de la dinastía real de los Valois. A lo largo de la primera mitad del siglo XV lograron hacerse con el control de territorios a ambos lados de la frontera con Suiza hasta el Mar del Norte mediante compras, herencias matrimoniales o guerras. Al tiempo que cada vez se manifestaban más independientes del teórico señor feudal, el rey de Francia. La resolución de este problema recayó sobre el sucesor de Carlos VII, Luis XI, en la segunda mitad del siglo XV.

El final de la Guerra de los Cien Años había dejado a Francia financieramente exhausta y con la amenaza permanente de invasión inglesa, pero, sobre todo, la gran

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amenaza era que Inglaterra y Borgoña volvieran a aliarse. Para solventar este riesgo, Luis XI (1461-1483) desplegó una compleja actividad diplomática con el fin de aislar a Borgoña. Luis XI evitó el choque directo con el duque de Borgoña (Carlos “el temerario”), pero indujo a los suizos a enfrentarse a él, y como resultado el duque de Borgoña salió derrotado y muerto en la batalla de Nancy (1477).

El poder borgoñón se derrumbó seguidamente y Luis XI aprovechó la ocasión para confiscar y ocupar la mayor parte de los territorios borgoñones, entre ellos el propio Ducado de Borgoña inicial. Mientras, la hija y heredera del último duque de Borgoña se casó con el emperador del Sacro Imperio Maximiliano I de Habsburgo, quien pronto acudió para reclamar la parte de la herencia borgoñona. Así logró hacerse con Flandes y con el denominado “Franco Condado”. Francia consiguió retener todos los territorios del Ducado de Borgoña situados dentro del territorio francés. De esta forma, la posibilidad del nacimiento de un nuevo Estado intermedio entre Francia y el Sacro Imperio desapareció.

Tras la victoria definitiva de Francia sobre Borgoña esta emerge definitivamente como una gran potencia a finales del siglo XV. El Ducado de Borgoña es incorporado definitivamente a la corona francesa mediante matrimonio en 1491 durante el reinado de Carlos VIII (1483-1498). De esta forma Francia a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI empieza a manifestar crecientes tendencias expansionistas dirigidas hacia la Península Italiana. La Península Italiana era económicamente muy rica pero políticamente muy débil debido a su división en múltiples estados pequeños. Carlos VIII dirigió la primera gran expedición francesa contra Italia en 1494, que no encontró prácticamente resistencia, ocupando fácilmente el reino de Nápoles. Sin embargo, a continuación se unieron los demás estados italianos a las otras potencias europeas opuestas a la intervención francesa en Italia: España y el Sacro Imperio (Maximiliano I de Habsburgo) forzando a que Carlos VIII evacuase Nápoles. Pero las tendencias expansionistas francesas no decayeron, incluso se ampliaron con su sucesor, Luis XII (1498-1515), para abarcar no sólo a Nápoles sino también el Ducado de Milán. El resultado fue el desencadenamiento de las llamadas “Guerras de Italia” entre Francia y España, ya en el siglo XVI.

3. Inglaterra: La Guerra de las Dos Rosas y el ascenso de los Tudor

En Inglaterra se testimonian los primeros gérmenes del Estado Moderno a finales del siglo XIII y comienzos del XIV mediante la obra reformadora y centralizadora de Eduardo I (1272-1307). Sin embargo, toda esta labor pudo destruirse durante el reinado de Eduardo II (1307-1327). Pero en el reinado de Eduardo III (1327-1377) la monarquía inglesa recuperó toda su fortaleza. Bajo éste monarca se reinstaura el orden económico e incluso hace un intento de expansión territorial, exitoso, sobre Francia. Los problemas surgen con las derrotas frente a Francia y cuando la sociedad inglesa empieza a acusar el malestar por la creciente presión fiscal para poder mantener el conflicto bélico. Con la minoría de edad de su sucesor Ricardo II (1377-1399) la monarquía inglesa sufre los desgastadores efectos de un creciente desprestigio de la monarquía, que con su mayoría de edad no consigue atajar. Esta oportunidad es aprovechada por un primo del rey, Enrique de Lancaster, quien

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destrona a Ricardo II en 1399 e instaura una nueva dinastía real en Inglaterra: los Lancaster. Este hecho es denominado por algunos autores como “Revolución Lancaster”.

El primer rey de la dinastía Lancaster, Enrique IV (1399-1413) dedicó todas sus energías a consolidar la llegada de su familia al trono. Su hijo y sucesor Enrique V (1413-1422) reanudó las hostilidades contra Francia obteniendo magníficos resultados debido a sus dotes militares. Sin embargo, falleció prematuramente en 1422 dejando a un menor de edad en el trono Enrique VI (1422-1461). Durante la minoría de edad del monarca la suerte de la guerra con Francia cambió, para terminar a mediados del siglo XV con el triunfo de Francia. Una vez hubo llegado a la mayoría de edad en 1437 Enrique VI empezó a manifestar síntomas de incapacidad mental. La derrota definitiva en la Guerra de los Cien Años supuso un claro desprestigio para la dinastía Lancaster, por lo que empezó a cuestionarse la legitimidad de la dinastía. Los nobles descontentos empezaron a agruparse en torno a la familia York, que tenía parentesco con la familia Plantagenet. El resultado fue una guerra civil por el trono de Inglaterra entre estas dos familias: Lancaster y York. Es la llamada “Guerra de las Dos Rosas” por los emblemas de cada una de las familias: una rosa blanca para los York y una rosa roja para los Lancaster.

Durante la primera parte del conflicto Enrique VI de Lancaster consiguió mantenerse en el poder a pesar de los intentos de golpe de estado de los York. Pero finalmente fue destronado y su lugar ocupado por un York, Eduardo IV (1461-1483). Éste se mantuvo a duras penas en el poder, llegando, ocasionalmente, a ser destronado por poco tiempo. Finalmente fue sucedido por su hermano Ricardo II (1483-1485) quien instauró un régimen de terror para mantenerse en el poder, pero tuvo que hacer frente a la existencia de otro candidato al trono: Enrique Tudor, que era a la vez pariente de los Lancaster y de los York. Al final, la rebelión de Enrique Tudor tuvo éxito y destronó a Ricardo II, quien perdió la vida de forma violenta. Enrique Tudor subió al trono con el nombre de Enrique VII (1485-1509) e instauró en Inglaterra una nueva dinastía real: los Tudor.

La Guerra de las Dos Rosas fue sobre todo una lucha nobiliaria, significando la desaparición de varias familias de la alta aristocracia medieval. Pero no afectó al resto de los grupos sociales. Tampoco provocó grandes destrucciones materiales ni afectó al desarrollo de la vida económica inglesa. La administración siguió funcionando sin muchas dificultades. Por ello, Enrique VII no tuvo excesivos problemas en restaurar el orden interno y devolver su fortaleza a la monarquía; consiguiendo, a finales del siglo XV, volver a hacer a Inglaterra un de las principales potencias europeas.

4. La Península Ibérica: los Trastámara y las tendencias unificadoras

En la Península Ibérica la evolución política de la Baja Edad Media se caracteriza por tres rasgos:

1º. La detención del proceso de expansión territorial a costa de los musulmanes.

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2º. Las continuas guerras civiles provocadas por la continua pugna por el poder entre la monarquía y la nobleza.

3º. Las tendencias a la unión entre los diferentes reinos propugnadas por la dinastía de los Trastámara.

El primer intento de instauración de una Estado Moderno se produjo en CASTILLA durante el reinado de Alfonso X (1252-1284). Pero la oposición nobiliaria hizo fracasar este intento. Seguidamente se produjo un periodo de continuas guerras civiles y el predominio de la nobleza que es la característica de este reino a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV. La aristocracia castellana de le época es la llamada “nobleza vieja”, cuyos linajes se habían formado y enriquecido al calor de la Reconquista entre los siglos XI al XIII. Durante esta época la monarquía sólo cuenta con el apoyo de las oligarquías urbanas. Mientras tanto, Castilla se disputa el control del Estrecho de Gibraltar con la dinastía marroquí de los Benimerines (Banu Marin).

Con Alfonso XI (1312-1350) acaba el periodo de debilitamiento de la monarquía. Éste rey restableció el orden interno, sometió a la nobleza y estableció un régimen de autoritarismo regio. En política exterior venció definitivamente a los Benimerines en la Batalla del Salado (1340) por el control del Estrecho de Gibraltar. La política de autoritarismo regio en Castilla fue acentuada y acrecentada por su hijo y sucesor Pedro I (1350-1369). La “nobleza vieja” que había sido acosada por estos dos monarcas: Alfonso XI y Pedro I, empezó a ser sustituida por una “nobleza nueva”. La nobleza terminó rebelándose contra Pedro I bajo el mando de un hermanastro del rey, Enrique de Trastámara. Después de una larga guerra civil, Pedro I fue destronado y asesinado y Enrique de Trastámara se convirtió en el rey Enrique II de Castilla (1369-1379).

Fue lo que se denomina “Revolución Trastámara”, que llevó al poder a una nueva dinastía y que supuso, en primera instancia, un triunfo de la nobleza frente a la monarquía. Pues inicialmente esta nobleza se benefició con la concesión de numerosos señoríos. Pero, paradójicamente, a la larga fortaleció institucionalmente a la monarquía castellana. Enrique II reorganizó la Audiencia o Chancillería, Tribunal Superior establecido en Valladolid. Su sucesor Juan I (1379-1390) configuró el Consejo Real como órgano ejecutivo del poder real y creó el embrión de un ejército permanente. También intentó seriamente la anexión de Portugal que terminó con su derrota en la batalla de Aljubarrota en 1385.

A finales del siglo XIV y principios del siglo XV, Enrique III (1390-1406), sucesor de Juan I, el poder se desplazó de la alta aristocracia de parientes del rey hacia una oligarquía de la nobleza de servicio compuesta por linajes “nuevos”. También se acentúa el control real de los municipios urbanos con el nombramiento de un representante, de este poder real, en cada uno de los municipios: el “corregidor”.

La prematura muerte de Enrique III dio lugar a una larga minoría de edad de su hijo y sucesor, Juan II (1406-1454). Durante este periodo la regencia fue ejercida por el tío del futuro rey, el infante Fernando de Antequera (1406-1416). Con su gobierno se produjo una ligera revitalización del proceso de expansión territorial de Castilla a costa del reino nazarí de Granada. Además, aprovechó la ocasión que se le presentó con la muerte, sin descendientes, del rey de Aragón Martín I. En virtud del denominado “Compromiso de Caspe”, los delegados de los diferentes reinos que constituían la

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Corona de Aragón: Aragón, Cataluña, Valencia, eligieron como nuevo rey al regente castellano en 1412: Fernando de Antequera. Así también la dinastía Trastámara se impuso en Aragón.

Este nuevo rey de Aragón Fernando I (1412-1416) procuró dejar a sus hijos, los “infantes de Aragón”, en una situación de predominio y poder en Castilla. Por ello, cuando el rey de Castilla Juan II llegó a la mayoría de edad en 1419, lo primero que tuvo que hacer fue intentar librarse de la tutela de los “infantes de Aragón”. Para lograrlo contó con la ayuda de su privado, el Condestable don Álvaro de Luan. Durante la primera mitad del siglo XV se desarrollaron en Castilla varias guerras civiles. El final fue la expulsión definitiva de los infantes de Aragón. Los linajes de la “nobleza nueva” ascendieron definitivamente convirtiéndose en la alta aristocracia castellana. Esta nueva oligarquía nobiliaria se volvió contra el condestable don Álvaro de Luna por el excesivo poder que éste ostentaba a mediados del siglo XV, con el resultado final de su apresamiento y ajusticiamiento por orden del propio rey Juan II en 1453. Poco tiempo después moría el rey, sucediéndole su hijo Enrique IV (1454-1474).

El reinado de Enrique IV de Castilla tuvo buenos inicios. Durante unos pocos años restableció el orden y el poder real en el reino, incluso reemprendió la reconquista de Granada. Sin embargo, la táctica bélica empleada por él, de desgaste paulatino del enemigo, no fue comprendida por la aristocracia castellana produciéndose un distanciamiento entre el rey y la nobleza. Así, el marqués de Villena, Juan Pacheco, antiguo favorito del rey Enrique IV, a la cabeza de la “nobleza nueva” se sublevó en 1465. El resultado fue una nueva guerra civil. El rey Enrique IV resistió en el trono, pero perdió su papel de arbitral como monarca y pasó a convertirse en uno más de los bandos en lucha. Se produjo una situación de completo caos político. En los últimos años de su reinado se fue planteando el problema de la sucesión, y a instancias de la nobleza, Enrique IV nombró heredera a su hermana Isabel, casado con el rey de Aragón Fernando II, en lugar de a su hija Juana.

Así pues, la evolución política en Castilla es muy problemática durante el siglo XV. Son continuas las rebeliones nobiliarias y las guerras civiles. En apariencia el poder real es muy débil en la época de Juan II y Enrique IV, pero a nivel más profundo la monarquía se está reforzando. En el plano de los principios doctrinales y jurídicos, los documentos de la época usan frecuentemente la expresión “poderío real absoluto” indicando el asentamiento de la idea de una monarquía fuerte y autoritaria. Además, se va construyendo y consolidando un sistema fiscal bastante eficaz. Todo ello explica la rapidez con que la fortaleza del poder real se recuperó en Castilla a fines del siglo XV.

Tras la muerte de Enrique IV en 1474, la reina Isabel I de Castilla (1474-1504) y su esposo el rey Fernando II de Aragón (1474-1516): los Reyes Católicos, subieron al trono de Castilla sin problemas. Sin embargo, pronto tuvieron que hacer frente a una rebelión de la nobleza apoyada por el rey de Portugal, quienes reivindicaban los derechos al trono de Juana, la hija de Enrique IV. Tras logar vencer en esta guerra de sucesión, los Reyes Católicos, reunieron en 1480 unas Cortes en Toledo, en las cuales llegaron a un acuerdo con la nobleza castellana mediante el cual la nobleza consolidó el predominio social y económico y la monarquía fue reconocida, por la nobleza, como el titular exclusivo del poder político.

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Los Reyes Católicos culminaron las tendencias centralizadoras de sus antepasados. Perfeccionaron el funcionamiento de las instituciones y organismos de gobierno, pudiendo decirse que el Estado Moderno se consolida definitivamente, en Castilla, bajo su monarquía.

En cuanto a la política exterior, los Reyes Católicos, desarrollaron una política expansiva. Entre 1482 y 1492 conquistaron el reino nazarí de Granada; finalizaron la ocupación de las Islas Canarias y, por supuesto, impulsaron la expedición de Cristóbal Colón, que en 1492 alcanzó América. Después de la muerte de Isabel I de Castilla, su marido Fernando II de Aragón (Fernando el Católico) conquistó el reino de Nápoles a los franceses e incorporó Navarra en 1512.

En la corona de ARAGÓN, a diferencia de la de Castilla, termina por imponerse un modelo de monarquía pactista frente al creciente absolutismo castellano. Desde la segunda mitad del siglo XIII el rey de Aragón había tenido que conceder a la nobleza el Privilegio General de la Unión. La aristocracia limitaba constantemente el poder real a través de las frecuentes reuniones de Cortes. Simultáneamente había comenzado un proceso de expansión por el Mediterráneo con la conquista de Sicilia en 1282. Los reyes Jaime II (1291-1327) y Alfonso V (1327-1336) continuaron esta tarea con la conquista de Cerdeña en la primera mitad del siglo XIV. Esta política expansionista correspondía a los intereses de los comerciantes de Cataluña, pues eran el componente de la Corona de Aragón económicamente más dinámico en los siglos XIII y XIV.

Pero con el reinado de Pedro IV (1336-1387) esta situación comienza a cambiar. Este autoritario monarca se enfrenta a las aristocracias de Aragón y Valencia en la llamada “Guerra de la Unión”. Con su victoria el rey deroga el Privilegio General de la Unión avanzando hacia una monarquía absoluta, pero sin llegar jamás a los niveles de la Corona de Castilla. Por otro lado, la crisis económica general de esta época afecta a Cataluña, que empieza a decaer. La crisis catalana se agudiza con los reinados de Juan I (1387-1396) y Martín I (1396-1410) y empieza a plantearse el problema sucesorio. La dinastía real aragonesa se extingue biológicamente al morir sin descendencia Martin I en 1410. Al quedar el trono vacante los tres principales reinos que componen la Corona de Aragón: Valencia, Cataluña y Aragón, se reunieron en el Compromiso de Caspe en 1412 y terminaron por elegir como nuevo rey de la Corona de Aragón al infante de Castilla don Fernando de Antequera. De esta forma la dinastía Trastámara también se instaura en la corona aragonesa.

El infante de Castilla, don Fernando de Antequera, subió al trono de la Corona de Aragón como Fernando I (1412-1416) mostrándose respetuoso con el modelo pactista de esta corona. Su hijo y sucesor Alfonso V (1416-1458) reanudó el proceso expansionista de Aragón por el Mediterráneo: dedicó, prácticamente, todo su reinado a la conquista y ocupación sistemática del reino de Nápoles. Los problemas surgen con la sucesión de Alfonso V en Aragón, al dejar como rey de Aragón a su hermano Juan II (1458-1479) y como rey de Nápoles a su hijo bastardo Fernando. Juan II de Aragón pretendió marginar y aislar políticamente a su hijo y sucesor, el príncipe Carlos de Viana. Cataluña se rebeló para defender los derechos del Príncipe de Viana; Aragón y Valencia permanecieron del lado del rey de Aragón Juan II. En este contexto se desató una contienda civil en Cataluña entre las oligarquías catalana y mallorquina. Durante

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esta contienda el Príncipe de Viana falleció, por lo que Juan II terminó venciendo, pero al precio de respetar la autonomía y las libertades catalanas. Este conflicto terminó por arruinar económicamente a Cataluña e hizo de Valencia el elemento más próspero de la Corona de Aragón.

A la muerte de Juan II (1479), éste fue sucedido por su hijo Fernando II de Aragón (1479-1516), casado ya con la reina de Castilla Isabel I. Así se produjo la unión de las dos coronas: Castilla y Aragón. En principio fue una unión puramente personal y dinástica, ya que cada reino mantuvo su organización y personalidad propia. Pronto se observó que Castilla se iba convirtiendo en el elemento dirigente: gozaba de mayor población y riqueza económica, la monarquía podía ejercer su autoridad sin ninguna cortapisa. En cambio en Aragón el rey debía respetar el modelo pactista de relaciones con la aristocracia, que limitaba mucho sus prerrogativas, además, tenía menor potencial demográfico y económico que Castilla. Por ello paulatinamente la Corona de Aragón fue quedando marginada y relegada dentro del Estado Moderno creado por los Reyes Católicos a finales del siglo XV.

En cuanto al reino de NAVARRA, éste había sido anexionado por Francia a finales del siglo XIII. Sin embargo, aprovechó la extinción de la dinastía de los Capeto para volver a independizarse, a principios del siglo XIV (1328). La corona navarra pasó entonces a una familia de la alta nobleza francesa: los Evreux. Los reyes de esta monarquía (Felipe III, Carlos II y Carlos III) desarrollaron una política centralizadora muy importante. A lo largo del siglo XIV se perfeccionó la administración real y parecía que iba a surgir un sólido estado en Navarra. Pero Carlos II sacrificó los intereses del reino a sus ambiciones personales en el exterior: utilizó los reducidos recursos navarros en empresas malogradas que acabaron arruinando el reino. A principios del siglo XV (1425) el trono pasó a Blanca de Navarra, hija de Carlos III, que estaba casada con Juan II de Aragón. De esta forma la dinastía de los Trastámara también se instaló en Navarra. A la muerte de Blanca en 1441, el trono debía haber pasado a su hijo Carlos, Príncipe de Viana, pero su padre Juan II de Aragón se negó a ceder el gobierno del reino al príncipe, desatándose una larga y violenta guerra civil entre los bandos nobiliarios partidarios de uno y otro: beaumonteses, partidarios del príncipe de Viana y agromonteses, partidarios del rey Juan II de Aragón. Esta división y conflicto interno debilitó enormemente el poder real en Navarra.

A finales del siglo XV la corona navarra pasó a la familia de los Foix (1479), alta nobleza francesa. Sin embargo, este pequeño y debilitado reino de Navarra se vio sometido a las continuas presiones y ambiciones de Francia y España. Los últimos reyes de Navarra, Juan III de Albert y Catalina de Foix (1483-1512), que trataron de mantener un equilibrio inestable entre ambas potencias, al final se vieron forzados a decantarse por la alianza con Francia. Este fue el pretexto que esperaba Fernando el Católico para invadir el reino en 1512 y anexionarlo a la Corona de Castilla en 1515. No obstante esta incorporación se realizó ventajosamente para Navarra pues mantuvo su autonomía y privilegios.

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Ilustración 18 Árbol genealógico de los reyes de la casa de Trastámara, en Castilla, Aragón y Navarra

En PORTUGAL también se produce la construcción de un sólido Estado Moderno al final de la Edad Media. La monarquía portuguesa había adquirido una gran fortaleza a finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV, en la época del rey Dionís (1279-1325). Durante la primera mitad del siglo XIV colaboró con Castilla en la Batalla del Salado contra los benimerines (Banu Marin). También esta monarquía tuvo problemas con la nobleza mediado el siglo XIV durante los reinados de Pedro I (1357-1367) y Fernando I (1367-1383). A finales del siglo XIV Portugal sufre una profunda crisis política. La dinastía real portuguesa se extingue y la corona debería pasar al rey Juan I de Castilla por derecho de matrimonio. Sin embargo, la burguesía de Lisboa se opuso y se rebeló contra la anexión de Castilla en 1383, haciéndose con el trono una familia descendiente de la anterior dinastía real portuguesa por línea bastarda: los Avís, quienes derrotaron completamente a los castellanos en la batalla de Aljubarrota en 1385. Portugal consolida entonces su independencia y establece una alianza estable con Inglaterra para preservarse.

A principios del siglo XV, y libre de amenazas y problemas internos, la monarquía portuguesa emprende un proceso de expansión territorial por el norte de África a costa de los musulmanes. Poco a poco van ampliando sus exploraciones costeras por África hacia el sur y van creando un incipiente imperio colonial. Se establece una factoría comercial estable en Guinea, llamada la Mina, a través de la cual consiguen acceso directo al oro africano. La enorme prosperidad resultante llevó al rey portugués, Alfonso V (1438-1481) a plantearse la anexión de Castilla en 1475, pero terminó fracasando. No obstante, la expansión portuguesa por el Atlántico continuó. Los marineros portugueses consiguen doblar el Cabo de Buena Esperanza, penetrar en el Índico y alcanzar la India a finales del siglo XV.

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La monarquía portuguesa sale de la Edad Media y entra en la Edad Moderna convertida en una gran potencia europea, especialmente en la época del rey Manuel I (1495-1521).

5. Europa septentrional y oriental: la Unión de Kalmar y el ascenso de Polonia

Al final de la Edad Media los reinos de Europa septentrional y oriental eran menos evolucionados y más rudimentarios que los occidentales: tenían menos población. Además deben afrontar un problema común: la creciente influencia y expansión germánica. Para solventar este hecho, que hacía peligrar su existencia, ensayaron varias combinaciones de unión entre ellos, sin que llegaran a perdurar mucho tiempo ninguna de ellas.

Los reinos de Dinamarca, Noruega y Suecia tenían monarquías débiles frente a noblezas poderosas. Su organización era arcaica y habían llegado a la feudalización tardíamente. Además, debían hacer frente a la amenaza de la Hansa: liga de ciudades comerciales del norte de Alemania, que monopolizaba el comercio en el mar Báltico.

Para hacer frente al poder de la Hansa, las monarquías escandinavas pensaron que la mejor solución era unirse entre ellas. A principios del siglo XIV se unieron Noruega y Suecia, y a finales de esta centuria se unió a ellas Dinamarca. Así se formó la llamada “Unión de Kalmar” entre Suecia, Noruega y Dinamarca. Esta unión fue muy inestable, pues desde el primer momento la Hansa se dedicó a sabotearla. Pero el mayor problema se encontraba en que Suecia veía a Dinamarca como la gran beneficiada de esta unión, mientras que ella se sentía perjudicada. Debido a ello, durante el siglo XV los suecos protagonizaron varias rebeliones e intentos de recuperar su independencia. No obstante, Suecia no consigue su independencia hasta el siglo XVI con la dinastía Vasa. Dinamarca y Noruega siguieron unidas hasta el siglo XIX.

En la Europa Oriental el fenómeno más característico ocurrido durante el siglo XIV es la extinción de las dinastías reales indígenas: los Presmyslidas en Bohemia; los Piast en Polonia y los Arpad en Hungría. Su lugar es ocupado por dinastías extranjeras. Además, la influencia alemana también se siente en la zona como una amenaza.

En HUNGRÍA durante la mayor parte del siglo XIV se impone una rama de la familia reinante en Nápoles: dinastía angevina. Son monarcas competentes que refuerzan el poder real y la administración. Pero a fines del siglo XIV y principios del XV estos monarcas son sustituidos por los de las dinastías imperiales alemanas: los Luxemburgo y los Habsburgo, empezando a debilitarse la monarquía húngara. Mientras, el avance de los turcos otomanos empieza a presionar las fronteras meridionales del reino magiar, por lo que la nobleza húngara comienza a elegir a sus propios caudillos militares como reyes: Juan Huyandi y Matías Corvino. Estos generales frenan momentáneamente el avance turco a mediados del siglo XV. Pero la nobleza húngara no quiere la reconstrucción del poder real que intentan estos militares: Matías Corvino (1456-1490) intentó crear un verdadero Estado Moderno. Por eso a finales del siglo XV la nobleza magiar prefiere elegir como monarcas a los débiles miembros de la familia real polaca de los Jagellón, que eran los reyes de

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Bohemia. Esta resolución se mostró suicida, pues los turcos ocuparon la mayor parte de Hungría en el siglo XVI.

BOHEMIA, en cambio, en el siglo XIV vive un momento de esplendor. Tras la extinción de los Presmyslidas, el reino pasa a manos de la familia germánica de los Luxemburgo. Durante el reinado de uno de ellos, Carlos IV (1346-1378) Bohemia registró un importante desarrollo económico; fundó la universidad de Praga y consiguió elevar el obispado de Praga a la categoría de arzobispado.

El problema era la excesiva influencia germánica en Bohemia: la mayor parte de los cargos eclesiásticos eran ocupados por alemanes. Esto provocó el descontento de la población checa. Este malestar tomó forma religiosa: la herejía husita en el primer tercio del siglo XV. A finales del siglo XIV un intelectual inglés, Wyclif, denunció la excesiva acumulación de bienes del clero. Sus ideas fueron retomadas por el rector del a Universidad de Praga Jan Huss a principios del siglo XV. En 1415 fue convocado al concilio de Constanza para que defendiera su ideas. Pero el concilio terminó condenándolo a la hoguera. Bohemia se rebeló masivamente contra su rey Segismundo de Luxemburgo. Los bienes del clero fueron expropiados, entonces el Papado envió varias cruzadas contra Bohemia. Sin embargo, los ataques cruzados fueron rechazados por los checos husitas. Con el tiempo el movimiento husita se dividió en dos: los ultraquistas y los taboristas. Los ultraquistas eran el ala moderada compuesta por la nobleza y la burguesía de Praga, quienes sólo querían conseguir recibir la comunión bajo las dos especies: pan y vino. Los taboristas eran los radicales procedentes de las grupos sociales más desfavorecidos.

Para resolver el problema el Papado decidió negociar con los ultraquistas para aislar a los taboristas. El Papa consintió que los ultraquistas recibieran la comunión bajo las dos especies, y estos, a cambio, derrotaron y aniquilaron a los taboristas. Así se resolvió la crisis husita en Bohemia a mediados del siglo XV.

Mientras, el título de rey de Bohemia había pasado, por herencia, a los Habsburgo. En 1457 hubo un intento de crear un monarquía nacional pero la nobleza eligió como rey a uno de los suyos: Jorge de Podebrady. A su muerte en 1471 la aristocracia bohemia rechazó seguir por este camino, pues podía conducir a una monarquía fuerte, y prefirió elegir a un rey débil y extranjero: Ladislao II (1471-1516), miembro de la familia real polaca de los Jagellón. A partir de 1490 Ladislao II también se convirtió en rey de Hungría. De esta forma al terminar la Edad Media Bohemia y Hungría estaban unidas pero eran gobernadas por un monarca débil y el poder era ejercido en la práctica por la aristocracia.

En cuanto a POLONIA, durante el siglo XIII había experimentado una profunda crisis y a principios del siglo XIV estuvo a punto de perder su independencia y unirse a Bohemia. Pero la reacción nacionalista provocó que la dinastía de los Piats continuase reinando en Polonia durante la mayor parte del siglo XIV. Pero durante esta época el reino polaco también sufrió la amenaza del expansionismo germánico. En este caso se trataba de la orden religioso-militar de los Caballeros Teutónicos. En esta zona la orden creó su propio principado independiente chocando con el reino cristiano de Polonia, al que le quitó su salida al mar Báltico.

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Los reyes polacos del siglo XIV fueron reconstruyendo la unidad interna del reino y haciendo frente a la amenaza mortal de los Caballeros Teutónicos. Para afrontar esta amenaza el último rey de la dinastía de los Piats casó a su hija y heredera con el duque de Lituania, estado vecino, pagano y enemigo de los Caballeros Teutónicos. De esta forma, a finales del siglo XIV Polonia y Lituania se unieron bajo la dinastía de los Jagellón y Lituania se convirtió al cristianismo.

Esta nueva potencia así formada se enfrentó a los Caballeros Teutónicos a principios del siglo XV y en 1410 los polacos derrotaron a los Caballeros Teutónicos en la batalla de Tannenberg, continuando su presión sobre el principado de los Caballeros hasta logar convertir al maestre de la Orden Teutónica en vasallo del rey polaco. Así, al final de la Edad Media Polonia era el reino hegemónico en la Europa Oriental.

Ilustración 19 Estado Teutónico desde 1260 a 1410

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Ilustración 20 Estado Teutónico después de 1466

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TEMA 10. EL ÁMBITO IMPERIAL: ALEMANIA E ITALIA A FINES DE LA EDAD MEDIA

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TEMA 10. EL ÁMBITO IMPERIAL: ALEMANIA E ITALIA A FINES DE LA EDAD MEDIA

1. Alemania

En Alemania el emperador representa el poder monárquico, pero fracasa en construir un Estado Moderno durante el siglo XV.

1.1. Desaparición del poder real y auge de los principados territoriales

Debido a la evolución durante los siglos XIII y XIV, el poder real en Alemania estaba debilitado durante el siglo XV. El patrimonio del monarca era escaso y sus rentas muy débiles, apenas existía una fiscalidad centralizada. Los emperadores de este siglo, generalmente, tampoco intentaron reforzar el patrimonio real, sino que concentraron sus esfuerzos en aumentar y consolidar su patrimonio particular y el de su familia.

La autoridad del rey está en franca regresión. A la única asamblea representativa, la Dieta Imperial, sólo asiste la alta aristocracia, a diferencia de lo que ya ocurre en otros países, por lo que no sirve como instrumento del poder real. El verdadero poder está en manos de la nobleza, concentrado en una docena de duques y un centenar de condes, además de algunos obispos y arzobispos que acuden a la Dieta en condición de grandes señores eclesiásticos.

El liderazgo de la alta aristocracia es ejercido por los siete príncipes electores, cuatro laicos y tres eclesiásticos: el rey de Bohemia, el duque de Sajonia, el conde del Palatinado, el margrave de Brandemburgo y los arzobispos de Maguncia, Colonia y Tréveris, que desde la Bula de Oro de Carlos IV (1356) gozaban del privilegio de elegir al emperador40. Éste tiende a perder poderes en beneficio de los príncipes electores en sus dominios respectivos. Existe también una serie de ciudades autónomas, las ciudades imperiales, que aunque en teoría dependen del emperador, en la práctica son cada vez más independientes. Para defenderse de las agresiones de la nobleza, tienden a formar grandes ligas de ciudades entre ellas.

40 La "Bula de Oro", ideada por el emperador y aprobada por las Dietas de Nüremberg y Metz en 1356,

supuso la superación definitiva de los ideales universalistas que habían alimentado hasta la fecha al Imperio como institución. Su objetivo inicial era el de evitar conflictos en las elecciones imperiales a través de una detallada definición de los derechos políticos de los electores. Sin embargo, la promulgación de la bula derivó en el reconocimiento por parte del emperador de la amplia autoridad de los príncipes alemanes y en el abandono de los proyectos italianos. Según J. Heers, el documento imperial suponía la entrada en escena de "una nueva concepción de un Imperio fundamentalmente alemán".

El ceremonial imperial se germanizó, al ser seleccionadas Francfort y Aquisgrán como respectivas sedes de la elección y coronación del emperador romano por elección. Los electores obtuvieron innumerables privilegios: transmisión del derecho al voto por vía de primogenitura masculina; carácter indivisible de los principados; derechos sobre las minas y sobre los impuestos de los judíos, antiguos monopolios imperiales; potestad para acuñar moneda; tipificación de la conspiración contra un príncipe elector entre los delitos de lesa majestad; etc. Todo ello preparaba el advenimiento de la "Alemania de los Príncipes".

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De esta manera, en la Alemania del siglo XV prácticamente no existe poder central, la verdadera soberanía pasa por una serie de principados territoriales. Sólo a finales de este siglo y principios del siguiente se produjo un intento serio de crear un poder central fuerte. El emperador Maximiliano I (1493-1519) propuso a la Dieta la creación de una serie de circunscripciones territoriales y una fiscalidad para mantener un ejército común, pero los príncipes alemanes se opusieron al proyecto, y este fracaso frustraría la última oportunidad para establecer un embrión de Estado Moderno en Alemania.

1.2. Consolidación de los Habsburgo en el trono imperial durante el siglo XV

A finales del siglo XIII, tras el largo período de interregno (1250-1273)41, el conde Rodolfo de Habsburgo42 (1273-1291) es coronado emperador por el Papa, instaurando por primera vez en el trono imperial a esta familia, que aprovechó para consolidar el ducado de Austria como patrimonio familiar.

Sin embargo, la nueva dinastía no se consolidó en el trono, y a principios del siglo XIV fue desplazada por otra familia, los Luxemburgo, que se mantendrían hasta principios del siglo XV, cuando el último emperador de la dinastía, Segismundo (1410-1438), consiguió devolver parte del antiguo prestigio y dignidad imperial gracias a su destacado papel en la resolución del Cisma de Occidente. En efecto, unas hábiles gestiones diplomáticas del emperador lograron que se reuniese el Concilio de Constanza (1414), que pondría fin al Cisma.

Sin embargo, en otras cuestiones su gestión no fue tan exitosa. A la par que emperador, Segismundo también era rey de Hungría y Bohemia, pero con la crisis husita en Bohemia no pudo ejercer efectivamente como monarca de este reino, mientras que los husitas, con sus incursiones, pusieron en aprietos al Sacro Imperio.

Al no dejar hijos varones, con su muerte en 1438 la dinastía de los Luxemburgo se extingue, pero la boda de su hija con un Habsburgo, Alberto II, permitió a la dinastía de los Habsburgo recuperar el control del trono imperial, para no volver a perderlo. En teoría el cargo de emperador era electivo: era la nobleza alemana (los príncipes electores) quien lo elegía y el Papa quien después lo coronaba. Pero en la práctica, a partir del siglo XV, el trono imperial va a ser ocupado por miembros de la familia de los Habsburgo hasta la desaparición del Sacro Imperio a principios del siglo XIX, tendiendo a un carácter hereditario dentro de esta dinastía.

Los Habsburgo no pretendieron revitalizar el trono imperial, sino que reaccionaron con otros resortes de poder: usaron como base un reforzamiento paulatino de su patrimonio familiar, que se concentraba en el sudeste del ámbito germánico (ducados

41 La falta de acuerdo entre los responsables políticos provocó que Alemania viviera durante casi

veinte años sin un monarca efectivo al frente. Es el periodo que se conoce como "el gran interregno". 42 Amplió de forma importante su patrimonio, antes de ser elegido emperador. Su elección puso fin

a los denominados fechos del imperio, intento de Alfonso X el Sabio de ser elegido emperador.

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de Austria, Corintia, Carniola y Estiria); y, conscientes de la limitación de sus recursos materiales, evitaron siempre que pudieron el uso de la violencia y prefirieron la diplomacia y una acertada política matrimonial para ir aumentando sus dominios dinásticos.

Esta política ya aparece en el largo reinado de Federico III (1440-1493). En principio, se trata de un reinado poco brillante: fue el último emperador coronado en Roma y sufrió la ocupación de gran parte de Austria por Matías Corvino, rey de Hungría. Sin embargo, llevó a cabo una exitosa política matrimonial, destacando el matrimonio de su hijo y heredero Maximiliano con la heredera del ducado de Borgoña, María. Así, cuando el duque borgoñón, Carlos el Temerario, muere a manos suizas en la batalla de Nancy (1477), Maximiliano se hizo con la parte de la herencia que no había sido anexionada por Luis XI de Francia: los países Bajos y el Franco Condado.

El reinado de su hijo Maximiliano I (1493-1519) fue mucho más ambicioso. Intentó una política exterior expansiva, a pesar de sus escasos recursos materiales; por ejemplo, quiso intervenir en Italia cuando fue invadida por Francia, pero fracasó por falta de medios. Una vez más, la acertada política de enlaces matrimoniales fue la que mayores éxitos le proporcionó. El matrimonio de su hijo Felipe con la hija de los Reyes Católicos, Juana, dará el trono español a los Habsburgo en el futuro. Otro casamiento, el de su nieto Fernando con la hermana del rey Luis II de Hungría, proporcionará a esta dinastía los reinos de Hungría y Bohemia.

Por contra, los Habsburgo fracasaron de forma repetida, durante los siglos XIV y XV, en su intento de anexionarse Suiza como patrimonio familiar. Los cantones urbanos y rurales suizos repelieron todos los intentos, derrotando militarmente a los Habsburgo en varias ocasiones. Con esto no sólo frustraron los intentos de anexión, sino que consiguieron la definitiva independencia de Suiza con respecto al Sacro Imperio a finales del s. XV.

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Ilustración 21 Árbol genealógico de los Habsburgo

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2. Italia

Si en Alemania el poder imperial es muy débil, en Italia es prácticamente inexistente, debido a la fragmentación política de la península a finales de la Edad Media. Por eso tampoco en este territorio surge un Estado Moderno en esta época.

2.1. División política de Italia. Los principales estados italianos

En teoría, el norte y el centro de Italia siguen formando parte del Sacro Imperio, pero en la práctica son territorios completamente independientes a nivel político. Durante el siglo XV, sólo el emperador Federico III viajó a Roma, para coronarse en 1452, sin otras pretensiones políticas: no le acompañó una expedición militar, como hicieron sus predecesores, sino que fue casi a escondidas y con una escolta reducida. Los gobernantes italianos lo recibieron de forma cortés, pero con ganas de que se fuera pronto, así que volvió rápidamente a Alemania tras ser coronado.

La autoridad imperial en Italia sólo sirve para legitimar unas jefaturas políticas de hecho. Cuando una familia se hace con el control de una ciudad-estado en el norte o centro de Italia, suele buscar para consolidar su posición la concesión de un título por parte del Emperador o del Papa, que normalmente era conseguido a cambio del pago de una determinada cantidad de dinero.

La completa desaparición del poder imperial implica una profunda fragmentación política en la península italiana. Son numerosos los estados italianos de esta época, pero los verdaderamente importantes, que pugnan entre sí por la hegemonía, son seis: Milán, Génova, Venecia, Florencia, Nápoles y los Estados Pontificios.

MILÁN es gobernada en el siglo XV sucesivamente por dos dinastías de tiranos militares: los Visconti y los Sforza, que se hacen con el control de Lombardía y obtienen el título de duques de Milán para legitimar su gobierno. Durante el siglo XIV y hasta la primera mitad del siglo XV gobiernan los Visconti, y tras un breve intermedio republicano, en la segunda mitad del siglo XV, se hacen con el poder los Sforza mediante el control del Ducado.

GÉNOVA es una ciudad-estado muy próspera económicamente. Prototipo junto a Venecia de república marinera, sus mercaderes y marinos son de los más avanzados de Europa. Sin embargo su gobierno es políticamente muy inestable debido a los enfrentamientos y divisiones internas de su oligarquía mercantil, lo que la hace muy vulnerable a las injerencias de sus vecinos, como Milán y Francia.

VENECIA nunca formó parte del Sacro Imperio. Es una república dotada de un extraordinario poder naval y de un importante imperio colonial en el Mediterráneo. Políticamente es muy estable, gracias al gobierno de una oligarquía mercantil muy competente y sin fisuras internas.

FLORENCIA es otra ciudad-estado con forma de gobierno republicana, con un poder financiero muy importante. Durante el siglo XV el gobierno será asumido por

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una familia de grandes banqueros, los Médicis, aunque formalmente se mantenga la República.

El REINO DE NÁPOLES, en el sur de Italia, tampoco forma parte del Sacro Imperio, se trata de una monarquía vasalla del Papa. Desde la segunda mitad del siglo XIII estaba gobernado por los Anjou pero, a mediados del siglo XV fue ocupada por el rey Alfonso V de Aragón, que se instaló de forma estable: colaboró activamente en la política napolitana y a su muerte en la segunda mitad del siglo se pusieron al frente sus descendentes bastardos.

Los ESTADOS PONTIFICIOS ocupan el centro de Italia. Son gobernados por el Papa desde Roma, pero su larga estancia durante el siglo XIV en Aviñon, tras la que Gil Albornoz consiguió restaurar el poder pontificio, y posteriormente el Cisma de Occidente provocan que a principios del siglo XV se encuentren políticamente muy desorganizados y desarticulados. Tras el final del Cisma, los papas del siglo XV se dedicarán a una labor de reconstrucción del control efectivo sobre los Estados Pontificios.

2.2. Evolución interna: de la comuna a la señoría

Italia era una de las zonas más urbanizadas de Europa en la Baja Edad Media. La evolución en la mayor parte de los estados italianos tras el eclipse del poder imperial los convierte en políticamente independientes de hecho.

La forma de gobierno inicial es generalmente la Comuna: cada una de ellas se convierte en una pequeña república. Sin embargo, esta situación es inestable, y rápidamente la república pasa a ser controlada por una oligarquía de grandes mercaderes. Surgen diferencias y enfrentamientos por el poder que van debilitando la comuna, que finalmente irá siendo sustituida por la Señoría en la mayor parte de las ciudades-estado a lo largo de la Baja Edad Media.

La Señoría supone el establecimiento de un poder personal en cada ciudad, una tiranía que va desplazando al régimen republicano. La Señoría garantiza la paz interior y la estabilidad, a cambio de la imposición de un régimen dictatorial. El tirano obtiene su título del emperador o del Papa para legalizar su posición y transformarla en hereditaria.

El régimen de la Señoría termina por imponerse de forma definitiva en Italia durante el siglo XV, de manera que muchas repúblicas italianas pasan a ser pequeños principados al final de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna. La única excepción fue Venecia, donde el régimen republicano se preservó de forma estable debido a que su oligarquía mercantil supo mantener la cohesión interna para gobernar la ciudad en su propio beneficio.

Paralelamente se produce otra evolución en la relación establecida por cada ciudad con su entorno territorial más inmediato, conocido como contado: cada ciudad pretende someter a su dominio el entorno rural más cercano. Así, las diferentes ciudades-estado pronto pugnarán entre ellas por la supremacía en cada región.

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Este proceso dará lugar a que el número de estados independientes italianos se vea reducido al final de la Edad Media, a medida que la ciudad va absorbiendo a otras vecinas, hasta controlar toda su región más próxima: Milán acaba dominando el valle del Po o la Lombardía, Florencia consigue gobernar toda la Toscana tras vencer a rivales importantes como Pisa…

2.3. Evolución externa: la lucha por la hegemonía hasta la Paz de L odi

La historia política italiana durante el s. XV es muy compleja. Se basa en una lucha por la hegemonía en la Península entre las principales potencias italianas.

Milán, que busca la primacía, lucha frecuentemente contra Florencia y también se enfrenta con Venecia en el norte de Italia. Alfonso V de Aragón se instala en Nápoles y aspira a intervenir activamente en la política italiana. Los demás estados italianos se alían unos con otros, incluso el Papa participa como un estado contendiente más. Es un período de gran complejidad, por la variabilidad de las alianzas.

Para combatir en los conflictos bélicos, los estados contrataban los servicios de compañías de mercenarios dirigidas por comandantes profesionales o condottieri, que a veces pretenden crear sus propios pequeños estados.

A mediados del siglo XV se alcanzó un equilibrio de fuerzas que posibilitó llegar a un acuerdo de paz general en Lodi en 1454. A partir de entonces, aunque la actividad bélica no desapareció, las guerras eran de un tono mucho menor. Ningún estado aspiraba ya a imponerse definitivamente a los demás, se había alcanzado cierta situación de equilibrio inestable.

2.4. Las invasiones exteriores a fines del siglo XV: Francia y España

La situación de relativo equilibrio durante la segunda mitad del siglo XV se rompió por intervenciones exteriores. Italia aparecía como un espacio muy rico en facetas económicas y culturales, pero también muy débil a nivel político debido a su profunda división interna. Sólo fue cuestión de tiempo que empezara a sufrir invasiones procedentes de monarquías vecinas aprovechando el vacío de poder.

Este ciclo fue iniciado por Francia en 1494. Con el objetivo de expulsar de Nápoles a la dinastía bastarda aragonesa, alegando que fue ocupada ilegalmente cuando reinaba la dinastía Anjou, Carlos VIII de Francia entra en la península con un fuerte ejército. Posteriormente también manifestó su intención de utilizar Nápoles como base para una cruzada contra los turcos. Los italianos se mostraron impotentes, y cuando se hizo efectiva la ocupación de Nápoles por parte de los franceses, los estados italianos pidieron la intervención de potencias vecinas, en especial el emperador Maximiliano I y los Reyes Católicos. Así se desataron las llamadas Guerras de Italia.

La reacción conjunta de los estados italianos y de España desde Sicilia cumplió su función expulsando a los franceses de Nápoles. Sin embargo, un nuevo rey francés, Luis XII, alcanzó un acuerdo con el rey Fernando el Católico para repartirse el reino de

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TEMA 10. EL ÁMBITO IMPERIAL: ALEMANIA E ITALIA A FINES DE LA EDAD MEDIA

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Nápoles entre los dos reinos. Sin embargo, pronto surgieron desavenencias en el establecimiento de los límites, y los españoles terminaron desalojando a los franceses, haciéndose con el control de todo el sur de Italia.

Mientras tanto los franceses habían logrado expulsar a los Sforza de Milán y se habían apoderado de Lombardía. A principios del siglo XVI, Italia se había convertido en un campo de batalla entre España y Francia.

Ilustración 22 Mapa de Italia en 1494

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TEMA 11. IGLESIA, GOBIERNO Y ESPIRITUALIDAD EN LA ÉPOCA DEL CONCILIARISMO

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TEMA 11. IGLESIA, GOBIERNO Y ESPIRITUALIDAD EN LA ÉPOCA DEL CONCILIARISMO

1. El conciliarismo y la limitación del poder papal

1.1. Los últimos concilios medievales: la crisis conciliar

Tras el Concilio de Constanza, que puso fin al Cisma de Occidente, el Concilio se instrumentó como un medio válido para solucionar los graves problemas de la Iglesia. Nació así la teoría conciliar, que tendría gran aceptación sobre todo en el ámbito universitario, al considerarlo un medio de contrarrestar las tendencias autoritarias hacia las que se encaminaba el Papado.

De los últimos Concilios celebrados últimamente algunos mostraron un balance positivo para resolver situaciones concretas, cuando el Papa era superado por los acontecimientos:

El I Concilio de Letrán (1123), que puso fin al problema de las investiduras.

El IV Concilio de Letrán (1215), para condenar a los valdenses.

El I Concilio de Lyón (1245), para deponer a Federico II.

El de Concilio Vienne (1311-1313), para disolver la Orden del Temple.

El de Concilio Constanza (1414-1418), para la superación del Cisma.

Los conciliaristas destacaban el hecho de que el Concilio siempre acudió en ayuda del Papa, con lo que propugnaban un gobierno democrático de la Iglesia: el poder resida en el Concilio, del que el Papa era su alto representante, pero no el dueño absoluto del poder, como había sucedido hasta entonces.

El Concilio de Constanza, acabó con la elección de Martín V (1417-1431), quien aceptó la limitación del poder pontificio, a cambio el Concilio admitió la exclusividad Papal de efectuar definiciones dogmáticas -Decreto Frequens-, éste mismo decreto estableció la reunión periódica del concilio cada diez años.

Martín V creó la Rosa de Oro, que los Papas otorgan como especial distinción a las personas ilustres que se habían distinguido por su protección a la Iglesia. Poco antes de su muerte, convocó el Concilio de Basilea.

1.2. El triunfo de la monarquía pontificia

El Papa Eugenio IV (1431-1447), antes de su proclamación, tuvo que aceptar que no tomaría ninguna iniciativa sin contar con el Colegio de Cardenales, que imponía su criterio oligárquico respecto al gobierno de la Iglesia, fruto de la teoría conciliar.

En el Concilio de Basilea (23 de julio de 1431), inaugurado por un legado pontificio por la desconfianza del Papa hacia el movimiento conciliar, apareció el primer desacuerdo cuando los husitas fueron invitados para discutir sus doctrinas. En

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diciembre, durante la lectura de la Bula de disolución del Concilio, se produce la protesta de los padres conciliares, que se niegan a disolverse. En febrero de 1432 reafirman la superioridad del Concilio sobre el Papa y le invitan a someterse a sus decisiones. El emperador Segismundo consigue en 1433, tras recibir la corona imperial de sus manos, que el Papa reconozca el carácter ecuménico del Concilio y anule la bula de disolución.

Eugenio IV, expulsado de Roma por los Colonna en 1434, declara, desde Florencia, disuelto el Concilio de Basilea, excomulgando a todos los presentes allí, y convoca otro Concilio ecuménico en Ferrara, que se abre en 1438 con la presencia del Papa Eugenio IV y que posteriormente traslada a Florencia (1439) como consecuencia de la peste que arrasa a Ferrara.

Los reunidos en el Concilio de Basilea, incluido el futuro Pío II43, declaran depuesto al Papa y eligen al laico Amadeo VIII de Saboya, que tomó el nombre de Félix V, último antipapa de la Iglesia y al que poco a poco le retiran su apoyo los reyes de Francia, Castilla, Aragón, Polonia y el duque de Borgoña, partidarios de la antigua obediencia aviñonense. En 1449, Félix V reconoce la legitimidad del sucesor elegido por el Cónclave, Nicolás V, quien lo hizo cardenal y vicario general de los estados de la Casa de Saboya.

A Florencia también había acudido Juan VIII Paleólogo, emperador de Oriente, para discutir las diferencias que enfrentaban a las dos Iglesias y ofrecer la unidad. El 8 de junio se reconocía el primado de Roma. El Papa trasladó de nuevo el Concilio a Roma, donde se clausuró en 1445, siendo proclamada la Bula Benedictus sit Deus, en la que se celebraba la unión de católicos y ortodoxos, adhiriéndose las Iglesias siria, maronita y caldea.

1.3. La fallida unión de las Iglesias

Varios fueron los intentos que se realizaron para la unión de cristianos y ortodoxos, desde la ruptura de las Iglesias el 16 de julio de 1054. Pero ninguna de las partes estaba realmente interesada en la unión, al tener cada una su respectiva área de acción sobre la que ejercía su control, a pesar de disminuir el prestigio de la Iglesia ortodoxa debido al avance turco por Asia Menor y por los territorios europeos del Imperio Bizantino.

Aunque la ruptura se consideró definitiva por sus profundas diferencias, tanto en el campo jurisdiccional (con el tema del primado, por ejemplo) como en el doctrinal (filioque, consagración del pan y del vino, virginidad de María, existencia del purgatorio, etc.), mantenían buenas relaciones, y realizaron intentos de unión con Gregorio VII y Urbano II. Intentos que acabaron con la toma de Constantinopla por los cruzados (1204). A pesar de proclamar la unión y el nombramiento de un patriarca

43 Después de haber sido un destacado enemigo de la supremacía papal (incluso había ejercido

como secretario de Félix V), Pío II, durante su pontificado, promulgó la Bula Execrabilis, mediante la cual prohibía apelar al Concilio las decisiones tomadas por el Papa.

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latino en Constantinopla, por parte de los emperadores latinos, en la práctica la población seguía siendo fiel a la ortodoxia. Los intentos más serios se realizaron en 1248, y en el II Concilio de Lyón y el de Florencia.

En 1248 Juan III Vatatzés, emperador de Nicea, escribió a Inocencio IV ante el avance de los latinos por sus dominios de Asia Menor. Le ofreció la unión y el reconocimiento de la supremacía de Roma, a cambio de la devolución de Constantinopla. La muerte simultánea de ambos, en 1254, acabó con el proyecto.

La toma de Constantinopla por Miguel VIII Paleólogo (1261) parecía poner fin a los intentos de unión, pero la predicación de una nueva Cruzada por Urbano IV para recuperar la ciudad hizo que Miguel enviara una delegación, que no fue aceptada por el papa Clemente IV.

Ante presiones exteriores, Miguel VIII volvió a ofrecer conversaciones que se plasmaron en el II Concilio de Lyón (1274), en el que se proclamó la tan deseada unión y, tras la lectura de una larga profusión de fe, el patriarca de Constantinopla Germán II aceptaba el filioque y la primacía de Roma. Una unión efímera, sin consecuencias prácticas por razones políticas. El emperador Andrónico II (1282-1328), apoyado por el bajo clero, el pueblo y los monjes del Monte Athos, declaró nulos todos los acuerdos alcanzados en tiempos de su padre.

Con Juan V Paleólogo (1341-1365), se realizó una nueva tentativa. Juan V se desplazó a Italia para pedir ayuda contra los turcos, instalados en Gallípoli. Juan V firmó la llamada Unión de Roma con Urbano V en 1368, sin resultados positivos al no prestarle nadie ayuda contra los turcos.

De nuevo fue la amenaza turca sobre la capital la que obligaría a continuar con los contactos entre las dos Iglesias, durante el Concilio de Ferrara (1439). Ahora Juan VIII Paleólogo se traslada a Florencia junto con el arzobispo Basilio Besarión. El decreto de unión se redactó en griego y latín, fue leído y firmado por el Papa y el Emperador el 6 de julio de 1439. Pero de nuevo fue una unión política más que de convicciones íntimas. Los patriarcas de Alejandría, Antioquía y Jerusalén rechazaron lo acordado por el patriarca de Constantinopla y amenazaron a Juan VIII con la excomunión. Pueblo y clero de Constantinopla rechazaron la unión con Roma, “prefirieron vivir bajo el turbante turco antes que bajo la tiara de Roma”.

2. Renacimiento y Papado

Por Renacimiento entendemos el movimiento cultural y artístico basado en el redescubrimiento de la Antigüedad clásica, desarrollado durante los siglos XV y XVI, conociéndose al periodo del siglo XV como primer renacimiento o Quatrocento. Una definición no ajustada a la realidad, ya que según la cual el Medievo sería un período entre la Antigüedad y el Renacimiento, sin ninguna vinculación con ellos. En realidad, el Renacimiento sería la consecuencia lógica de la evolución del pensamiento y las artes medievales en busca de nuevas formas de expresión en todos los ámbitos.

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Íntimamente unido al Renacimiento está el Humanismo, aplicado a los hombres de letras, quienes sustituyen el teocentrismo por el antropocentrismo, que será en adelante la medida de todas las cosas y que estaba implícito en la crisis del pensamiento escolástico. Los humanistas opondrán al ideal cristiano, basado en la fe y la moral, el culto a la razón. En el campo artístico descubrirán en el arte antiguo la perfección de las formas, y en las letras clásicas la elegancia del estilo. Así, la Antigüedad se opondrá al Cristianismo y a la época medieval dando origen al llamado espíritu moderno, que junto a la reforma protestante del siglo XVI y la revolución francesa del siglo XVIII constituirán las grandes revoluciones espirituales y mentales de la historia de Europa.

A la difusión del Humanismo contribuyó la llegada a Italia de numerosos intelectuales bizantinos que escapaban del avance turco sobre Constantinopla. Acogidos por mecenas y príncipes, hicieron de sus cortes focos de difusión cultural, rivalizando por tener los mejores literatos y artistas. La invención y difusión de la imprenta de tipos móviles, en el siglo XV, por Gutemberg, fue un factor decisivo para la difusión de la cultura y la traducción de los numerosos manuscritos griegos.

Los Papas se distinguieron por su protección a los artistas, acentuada en el siglo XIV con Bonifacio VIII que marca el apogeo del esplendor pontificio, apoyó a Giotto y otros artistas y poseía 33 manuscritos griegos en su biblioteca personal. Juan XXII creó la Biblioteca Vaticana (1317), y con Urbano V (1369) contaba con dos mil manuscritos. Los intelectuales del momento gozaron de la protección de los pontífices de Aviñón, y Francesco Petrarca, el primer moderno, gozó del apoyo y protección de varios Papas, ejerciendo como secretario apostólico en la Cancillería.

Desde su regreso a Roma, los Papas volcaron sus esfuerzos en convertir a Roma en la ciudad más esplendorosa de la Cristiandad, a la que afluyeron numerosos artistas florentinos. Los frecuentes jubileos hicieron que afluyeran riquezas dedicadas por los Papas a restaurar y embellecer las Basílicas (San Juan de Letrán, Santa María y San Pedro).

2.1. Los primeros Papas del Renacimiento

Eugenio IV protegió a los humanistas, especialmente a los helenistas Besarión y Traversari (traducciones griegas), y a los latinistas Mateo Vegezzio y Lorenzo Valla. Reorganizó la Biblioteca Vaticana y creó la Universidad de Roma. Encargó a Filareto unas nuevas puertas de bronce para la basílica de San Pedro, donde aparecen mezclados el espíritu pagano y cristiano típico del Renacimiento: junto a la Virgen está Leda con el cisne, San Pedro con Ganímedes o Cristo junto a Júpiter.

Su sucesor Nicolás V (1447-1455) fue el primer gran mecenas pontificio. Fue preceptor en Florencia de las casas de los Strozzi y los Albizzi. Estudió en Bolonia y al servicio de su arzobispo inició su carrera eclesiástica. Dedicó su vida a las obras arquitectónicas y los libros. El jubileo de 1450 reportó gran cantidad de dinero que destinó a restaurar iglesias y comenzó la construcción de la actual Basílica de San Pedro, cuyos planos encargó al arquitecto León Battista Alberti, con mármol del

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Coliseo, del Circo Máximo y de las murallas servianas. Roma se convirtió en centro de atracción de artistas, como Fray Angélico. La masiva llegada de orientales hizo que a partir de entonces se hablara de un Renacimiento, no sólo latino, sino también griego.

Pío II (1458-1464) encarna la exaltación de la persona y el triunfo de la fama, típicos del Renacimiento. Escribió su propia biografía en su obra Commentarii, cambió el nombre a su ciudad natal, llamándola Pienza, y dotándola de magníficos edificios. Inició las excavaciones de Tívoli y la construcción de la magnífica villa renacentista.

Sus sucesores Sixto IV (1471-1484), Inocencio VIII (1484-1492) y Alejandro VI (1492-1503) continuaron la larga lista de Papas nepotistas44 y vida poco edificante, pero en lo político y cultural llevaron a la monarquía pontificia al primer plano, si bien, en el campo religioso, la Cristiandad pedía una reforma in capite et in membris, manifestada en los Concilios de Constanza y Basilea, de los que derivó la cuestión hacia el tema de la superioridad del Concilio o del Papa, aplazando el tema de la reforma sine die.

Con el Renacimiento, los Papas olvidan aquel objetivo reformista y se dedican al engrandecimiento de los Estados Pontificios en lo político, y a la ciudad de Roma en lo artístico. La aparición, a principios del siglo XVI, de personajes como Lutero, Calvino... que denunciaron los abusos de la jerarquía y atacaron la propia doctrina católica, dará lugar a la Reforma y a una nueva escisión de la Cristiandad occidental.

2.2. Dos españoles en el Trono de San Pedro

2.2.1. Calixto III (1455-1458)

Alonso de Borja, profesor en el Estudio General de Lérida y partidario de Benedicto XIII, fue obispo de Valencia. Acompañó a Alfonso V el Magnánimo en la conquista del reino de Nápoles, y, a instancia suya, creado cardenal en 1444. En su corto pontificado se interesó poco por la política cultural y se dedicó a preparar una cruzada contra los turcos, apoyando a Juan Hunyadi, defensor de Belgrado (1456).

Canonizó a San Vicente Ferrer. Mandó revisar el proceso contra Juana de Arco, declarándola inocente. Papa nepotista que elevó a la púrpura a dos sobrinos: Luis Juan de Milá, obispo de Segorbe, y Rodrigo Borja, canciller de la iglesia y obispo de Valencia. Otro sobrino, Luis Borja, fue nombrado capitán general de los ejércitos pontificios. Distribuyó cargos de la curia a otros compatriotas, lo que le granjeó el odio de los romanos, que a instancias de los Orsini, saquearon las propiedades de los aragoneses a su muerte.

44 El nepotismo es la preferencia que tienen los que ejercen el poder para dar empleos a familiares

o amigos, sin importar el mérito para ocupar el cargo, sino su lealtad o alianza.

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Calixto III

Papa de la Iglesia católica

8 de abril de 1455 - 6 de agosto de 1458

Predecesor Nicolás V

Sucesor Pío II

Información personal

Nombre secular Alonso de Borja

Nacimiento 31 de diciembre de 1378, Torreta de

Canals, Reino de Valencia

Ilustración 23 Calixto III

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2.2.2. Alejandro VI (1492-1503)

Nació en Játiva, en 14631. Hizo toda su carrera a la sombra de su tío Calixto III. Tal vez el Papa más denostado por su comportamiento amoral y disoluto, se valió de todos los medios para satisfacer su ambición, siendo reprendido por Pío II por su vida libertina. Antes de ser elegido Papa tuvo tres hijos de Vannozza Cattanei: Juan, duque de Gandía, Benevento y Terracina; César, cardenal y arzobispo de Valencia, y posteriormente a su renuncia, duqe de Valentinois y Romaña; Lucrecia, que tras varios matrimonios acabó como duquesa de Ferrara. Siendo Papa tuvo otros dos hijos de Julia Farnese, a la que los romanos llamaban la esposa de Cristo.

Elegido Papa con sesenta años en una elección considerada simoníaca45, ya que después de la misma, repartió palacios y posesiones entre sus electores Orsini, Colonna y Savelli.

Su acción diplomática estuvo destinada a realzar el prestigio de su familia, especialmente de César Borgia, apoyando según interesase a las Casas de Aragón o de Anjou en sus disputas por el reino de Nápoles.

Su principal detractor fue el dominico Jerónimo Savonarola46. El fanático monje fue excomulgado y acabó en la hoguera.

En España, Alejandro VI otorgó la Bula Inter caetera, que hacía una primera delimitación de la zona de expansión portuguesa y castellana, posteriormente precisada mediante el Tratado de Tordesillas.

En el plano artístico, le debemos los frescos del Pinturicchio en las Estancias Borgia del Vaticano.

Alejandro VI murió de malaria en 1503.

45 La simonía es, en el cristianismo, la compra o venta de lo espiritual por medio de bienes

materiales. Incluye cargos eclesiásticos, sacramentos, reliquias, promesas de oración, la gracia, la jurisdicción eclesiástica, la excomunión, etc.

46 Savonarola fue un religioso dominico, predicador italiano, confesor del gobernador de Florencia,

Lorenzo de Médici, organizador de las célebres hogueras de vanidad (o "quema de vanidades") donde los florentinos estaban invitados a arrojar sus objetos de lujo y sus cosméticos, además de libros que él consideraba licenciosos, como los de Giovanni Boccaccio. Predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia Católica, contra la búsqueda de la gloria y contra la homosexualidad, entonces llamada sodomía.

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Alejandro VI

Papa de la Iglesia católica

11 de agosto de 1492 - 18 de agosto de 1503

Retrato, por Cristofano dell'Altissimo

Ordenación 30 de octubre de 1471

Proclamación

cardenalicia

26 de agosto de 1492

Predecesor Inocencio VIII

Sucesor Pío III

Información personal

Nombre secular Rodrigo de Borja

Títulos CCXIV sucesor de Pedro

Gran Maestro de la Suprema

Orden de Cristo

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Nacimiento 1 de enero de 1431

Játiva, Corona de Aragón

Fallecimiento 18 de agosto de 1503

Roma Estados Pontificios

Alma máter Universidad de Bolonia

Escudo de Alejandro VI

Ilustración 24 Alejandro VI

3. Herejías y nuevas formas de piedad

La Iglesia cortó de raíz las primeras disidencias de los cátaros y valdenses. Los cátaros, perseguidos a sangre y fuego, cuestionaban los principios y dogmas fundamentales de la Iglesia, atacaban su jerarquía e intentaron imponer la suya propia. Las persecuciones y el fin del apoyo de la nobleza, así como su propia evolución interna hizo que desaparecieran. Los miembros supervivientes evolucionaron hacia un panteísmo místico, que dejó de inquietar a la jerarquía por su escasa aceptación en las capas populares.

Los valdenses, que a finales de la Edad Media, están repartidos por Europa, serían el germen de futuras disidencias como el husismo y el protestantismo. Su ideal era vivir el cristianismo primitivo. Basaban su culto en lecturas piadosas y celebran la Cena una sola vez al año. Con la aparición del franciscanismo, muchos encaminan sus inquietudes espirituales hacia esta Orden, lo que la hizo ser vista con desconfianza por la Iglesia, al surgir en su interior la rama de los espirituales. Con la pretensión de los franciscanos de llevar la pobreza evangélica hasta límites extremos, el papa Juan XXII (1323) promulga contra ellos la Bula Cum inter nonnulos¸ en la que se afirma que Cristo había vivido pobremente pero con alguna posesión, como su túnica47.

Mediante la Bula Licet ad capiendos (1233), Gregorio IX crea la Inquisición para reprimir la herejía, pero no logró eliminarla del todo, a pesar de contar con el apoyo del Estado y la condena de la herejía por la Universidad. Para la Iglesia, quien había

47 Esta es la disputa entre franciscanos y representantes del Papado brillantemente recogida por

Umberto Ecco en El nombre de la rosa.

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sido bautizado no podía abandonar la religión o ponerla en peligro. La Bula Etsi judaeorum (1233), de Gregorio IX, reconoció la existencia de comunidades judías y prohibió amonestarlos y perseguirlos, pero viviendo separados de los cristianos y con distintivos que los identificara. Pero el antisemitismo, siempre estuvo presente, y cuando se producían asaltos a las juderías (pogromos48), las autoridades civiles y religiosas miraban para otro lado.

3.1. Los últimos heresiarcas medievales

3.1.1. Juan Wyclif (1330-1384)

Estudiante de la Universidad de Oxford, donde obtuvo el grado de Maestro en Artes y Doctor en Teología. Fue protegido por los Lancaster, quienes veían con buenos ojos sus teorías sobre la supremacía del poder civil.

El pensamiento de Wyclif está recogido en sus dos obras: De dominio divino y De civili dominio, en las que ataca la eclesiología, la escolástica y el derecho canónico. Considera que la estructura eclesiástica es apenas necesaria, y causa más mal que bien. Puesto que sus intentos internos de reforma habrían resultado infructuosos, es necesario que

ésta se produjera desde el exterior, impuesta por el poder civil. Según Wyclif la jerarquía se ha arrogado poderes que no le corresponden, el clero predica lo que no cumple y el Papa pretende ser el amo del mundo y ejercer su autoridad, sin ser virtuoso. Fue partidario de la traducción de las Escrituras para ser leías e interpretadas por todos los fieles, sin la mediación de los clérigos.

Estas ideas fueron bien acogidas por la Universidad; por el Estado, que salía fortalecido en su enfrentamiento con la Iglesia; y por el pueblo, que tenía poca simpatía por el clero, por sus prebendas y propiedades. Sus doctrinas fueron asumidas por los lolardos, quienes practicaban un rígido puritanismo y una estricta moralidad, y propugnaban la simplificación del culto, la anulación del clero y la confiscación de sus bienes. Al extenderse estos principios a la nobleza, comenzaron a ser perseguidos.

48 Un pogromo (del ruso погром, pogrom: «devastación»; en muchos lugares aparece escrito

progromo) consiste en el linchamiento multitudinario, espontáneo o premeditado, de un grupo particular, étnico, religioso u otro, acompañado de la destrucción o el expolio de sus bienes (casas, tiendas, centros religiosos, etcétera). El término ha sido usado para denotar actos de violencia sobre todo contra los judíos, aunque también se ha aplicado para otros grupos

Ilustración 25 Juan Wyclif

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3.1.2. Juan Hus (1369-1415)

Desde finales s. XIV, las ideas de Wyclif y las de los valdenses habían arraigado en la Universidad de Praga. El pueblo checo sufría mal el control del país por parte de la clase dirigente alemana, existiendo un fuerte sentimiento antigermánico tanto entre el patriciado como entre la plebe, y donde la Iglesia, que poseían un tercio del país, suscitaba el odio por sus riquezas.

Hus fue nombrado capellán de la Iglesia de Belén en 1402. Predicaba de forma fogosa las ideas de Wyclif, condenadas por Gregorio XII, y arrastraba multitudes. Le prohibieron la predicación en Belén, prohibición que fue rechazada por Hus.

La predicación de la indulgencia, cuyos ingresos destinaría Juan XXIII a su lucha contra el rey de Nápoles, hizo saltar la chispa. Hus predicó contra este escándalo de venta de indulgencias, por lo que fue condenado como hereje y seguidor de Wyclif, y aceptó defenderse en el Concilio de Constanza. Fue arrestado a su llegada a Constanza, a pesar el salvoconducto concedido por el emperador Segismundo. Acusado por las ideas de Wyclif y su negativa a abjurar en bloque de ellas, fue condenado a la hoguera, creándose un mártir y un patriota.

La nobleza checa denunció el hecho como afrenta a su país y reconoció a la Universidad de Praga la facultad de legislar en materias doctrinales. En 1417, reconocieron la comunión bajo las dos especies, pan y vino, como su signo distintivo. El apoyo de la nobleza hizo que el movimiento se extendiese también al campo.

3.2. La religiosidad popular y sus manifestac iones

La organización eclesiástica estaba básicamente completada en el siglo XIV en cuanto a diócesis y parroquias. La parroquia era la entidad básica, en ella se desarrollaba la vida espiritual de los fieles y los sacerdotes ejercían la cura animarum, variando el número de fieles, de unas decenas en las parroquias rurales, hasta varias centenas en las de las ciudades. Los párrocos conocían bien a sus feligreses, quienes cumplían sus obligaciones religiosas en las iglesias, lo que representó una constante fuente de conflictos entre clero secular y el clero regular de las órdenes mendicantes, hasta conseguir éstas sus propias iglesias abiertas a los fieles.

El clero secular no logra superar las lacras que venía arrastrando, puestas en evidencia por quienes clamaban por su reforma: el absentismo de los párrocos titulares (especialmente los rurales), que arrendaban sus parroquias a clérigos pobres; la ignorancia del clero y el gran desconocimiento del latín (muchos no sabían ni leer ni escribir); la conducta desordenada y el concubinato; la entrega a costumbres laicas (danza, juegos de azar, la caza, la ostentación…), eran la tónica general.

Ilustración 26 Juan Huss

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Con la creación de las órdenes mendicantes, las ciudades y villas más importantes albergaron conventos de dominicos, franciscanos, carmelitas o agustinos, que gozaban de una estima superior a la del clero secular, por su preparación y su rechazo a los bienes materiales. Los mejores predicadores y confesores salían de sus filas, siendo preferidos por el pueblo en lugar del clero secular. La entrada en sus organizaciones de laicos mediante las Órdenes terceras o terciarias, y la institución de numerosas cofradías controladas por ellos, les dio gran prestigio y fama.

Las cofradías, donde se encuadraban la mayor parte de los fieles, constituían una fuente de ayuda mutua, tanto material como espiritual, triunfaron en los siglos XIV y XV. Se encargaban de los funerales, misas de aniversario, novenas…, que garantizaban el descanso eterno de las almas de los cofrades. Las cofradías no siempre fueron bien vistas por la jerarquía pues no eran hechura suya, se difundieron por los países mediterráneos, encauzando los deseos de perfección y ascesis que propugnaban las corrientes heréticas.

El principal medio de transmisión del mensaje de la Iglesia fue la predicación, según se recoge en el canon 10 del I Concilio de Letrán. Los intelectuales frailes mendicantes, durante los siglos XIV y XV, fueron los preferidos por los fieles. Elaboraron tratados sobre el arte de predicar (ars predicandi), una completa teoría sobre los recursos a utilizar para atraer la atención de los fieles y llegar mejor a sus conciencias. Así la retórica religiosa llega a alcanzar los niveles de una verdadera ciencia.

Los predicadores, para retener la atención de sus oyentes, utilizaban en sus sermones toda clase de recursos: como la onomatopeya, mímica y la risa. Los sermones, siendo los de tema de moral y dogma los preferidos, se realizaban al aire libre, al no poder realizarse en los templos ante los numerosos fieles congregados. Acababan con la llamada hoguera de las vanidades, donde los fieles quemaban, llenos de arrepentimiento, objetos superfluos o peligrosos: libros, vestidos, adornos… para demostrar su arrepentimiento. San Vicente Ferrer, San Bernardino de Siena o Savonarola, eran los más afamados y célebres predicadores. Encumbrados en su retórica, apenas eran entendidos por los fieles. Otros enfangaban la predicación.

La piedad popular se manifestaba también con la práctica de los sacramentos, especialmente la confesión y la eucaristía. La participación en los oficios era muy frecuente, en especial la misa, obligatoria para todos los fieles los domingos y fiestas de guardar. El número de fiestas religiosas era alto. Las procesiones eran otra importante manifestación de la piedad popular, sobre todo la del Corpus Christi, instituida por el Papa Urbano IV (1264), que encargó a Santo Tomás de Aquino la confección del oficio litúrgico.

Otras formas de manifestar el sentimiento religioso fueron el culto a la Pasión de Cristo, mediante imágenes de su cuerpo lacerado y lleno de sangre; la meditación sobre su agonía y muerte y la contemplación de Cristo, así como la contemplación de los Dolores de la Virgen por la muerte de su hijo.

Junto al culto a Cristo y su pasión, se sitúa el de la Virgen y los Santos, como intercesores ante Dios. El culto a la Virgen fue extendido de forma rápida por los

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cistercienses de San Bernardo y las órdenes mendicantes de los dominicos y franciscanos, que introdujeron la práctica del rosario y el rezo del Ángelus (1456). Los Santos también ocuparon un lugar de honor, venerados como intercesores ante Dios. Cada pueblo, cofradía o distrito tenía su propio santo protector, que era invocado ante el mal o la enfermedad, especializándose y adaptándose a cada tipo de invocación. Conventos, iglesias y cofradías pugnaban por hacerse con reliquias.

Los historiadores han destacado que los siglos XIV y XV estuvieron presididos por crisis de todo tipo y por las guerras, lo que influyó en la psicología colectiva y las manifestaciones de culto referidas son muestra de ello. El temor a la muerte y al más allá eran materia constante de alusión por los predicadores, que elaboraban una literatura del arte de morir (ars moriendi) para afrontar el paso a la otra vida en las mejores condiciones espirituales posibles.

Pero la práctica de los sacramentos y el cumplimiento de los mandatos no eran suficientes para vencer el temor a la muerte, acudiéndose a las indulgencias, que redimían la pena temporal que debía satisfacerse en el Purgatorio, para la expiación de los pecados. Las indulgencias, plenarias o parciales, estaban reservadas al Papa y posteriormente también a los obispos. La indulgencia plenaria estaba reservada originariamente para los cruzados, y desde 1300 para todos los que durante el Año Santo visitaran determinadas basílicas de Roma (Jubileo), que al extenderse a otros lugares terminó por otorgarse a cambio del pago de una tasa, lo que constituiría una fuente de ingresos, produciéndose un abuso y una verdadera inflación de bulas de indulgencia a final de la Edad Media.

Otro recurso de los fieles para el descanso de sus almas y la salida pronta del Purgatorio fueron las misas a la memoria de los difuntos, motivo por el que las personas ricas y las cofradías instituyeron capellanías, dotadas económicamente para el mantenimiento de sacerdotes dedicados a este fin. Así, hay testamentos que destinan grandes cantidades de dinero para la celebración de miles de misas en sufragio por sus almas, encargadas, preferentemente, a las órdenes mendicantes.

Junto a estas prácticas, calificadas de “ortodoxas”, se produjeron desviaciones y perversiones, como la práctica de la flagelación pública por parte de grupos de penitente;, la visión constante de la Hostia consagrada para evitar la muerte súbita; la parodia de los ritos en el interior de las iglesias: como la Fiesta del Obispillo o la Fiesta del Asno; la recitación de jaculatorias y oraciones al revés, etc. Esta prácticas alentadas por el bajo clero y ciertos mendicantes, fueron criticadas y censuradas por el cardenal Nicolás de Cusa en su obra Malleus maleficarum, que recoge todo un elenco de instrumentos y fórmulas para descubrir los casos de brujería y superstición.

3.3. Los laicos y el apogeo de la mística

Frente a los fieles, practicantes de una religión formalista, rutinaria y llena de implicaciones más o menos mágicas, había una élite culta que pretendían vivir la religión como una experiencia personal, lejos de la rutina y la indiferencia. Son grupos

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TEMA 11. IGLESIA, GOBIERNO Y ESPIRITUALIDAD EN LA ÉPOCA DEL CONCILIARISMO

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instalados por toda Europa (especialmente en los Países Bajos y en el valle del Rin), con contactos entre sí, integrados por dominicos, sacerdotes seculares, monjas, laicos, begardos y beguinas, es decir, mujeres que, sin ser religiosas profesas, vivían en comunidad, dedicadas a la lectura de textos sagrados, a la meditación y al ejercicio de obras pías.

Todos estos grupos buscaban el contacto directo con Dios, y se autodenominaban Amigos de Dios, con el objetivo principal de alcanzar la unión con Dios a través de la mística, buscando en el Cantar de los cantares su principal fuente de inspiración. La figura más destacada será Santa Catalina de Siena, dominica terciaria, que llevará la mística a su punto más alto con su Diálogo.

Pero estas experiencias místicas, que ponían en contacto directo al hombre con la Divinidad y se manifestaban a través del éxtasis, fueron mal vistas por la jerarquía eclesiástica. Existía el riesgo de caer en un panteísmo o deificación del hombre, al fundirse con Dios, iniciándose procesos como el seguido a la beguina Margarita Porete que la condujo a la hoguera. Fueron los dominicos los encargados de controlar la ortodoxia de estas místicas, y los máximos cultivadores de la mística medieval: Maestro Eckart, con sus Sermones y Sentencias, y sobre todo el sacerdote belga Juan de Ryusbröek, que alcanzó la cima de la mística describiendo el itinerario que recorre el alma hasta alcanzar a Dios, con la ayuda de los siete dones del Espíritu Santo.

3.4. La devotio moderna

La mística, apta sólo para iniciados y espíritus de fina sensibilidad, fue abandonada por algunas personas, que se planteaban como objetivos la piedad y la vida de cumplimiento de los preceptos evangélicos, objetivos al alcance de un mayor número de personas. Nacen así dos nuevas congregaciones, ambas con fuertes influencias franciscanas: los Hermanos de la Vida Común, fundada por Gerardo de Grote para laicos, y la de los Canónigos de Widessheim, fundada por Florencio de Radewijins, para clérigos. Sus miembros no estaban ligados por votos solemnes y vivían en residencias, no en conventos. Dedicados a la copia y venta de libros piadosos, a la meditación, la oración y la ascesis, en sus casas albergaban estudiantes con escasos recursos. Una nueva forma de vida dedicada a la práctica de las virtudes cristianas y a la predicación con el ejemplo. Sus seguidores se alejaron de la mística e intentaron que fuera Dios quien descendiera a los hombres, a través de una vida ejemplar, alimentada por la oración y la meditación.

Cada miembro de la congregación escribía frases y pensamientos de los grandes escritores cristianos (San Agustín, San Bernardo, San Buenaventura, etc.) y, junto a ellos, escribía una serie de ideas y reflexiones personales, como la Imitación de Cristo (1427) de Tomás de Kempis.

Esta devotio moderna, basada en la meditación y la plegaria, creada por Grote y sus discípulos, tuvo gran difusión durante los siglos XV y XVI, y fue muy apreciada por Lutero, Erasmo y San Ignacio de Loyola.

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TEMA 12. PENSAMIENTO Y CULTURA A FINALES DE LA EDAD MEDIA

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TEMA 12. PENSAMIENTO Y CULTURA A FINALES DE LA EDAD MEDIA

1. El nacimiento de una cultura laica: Humanismo y Renacimiento

La Iglesia dominó el campo artístico e intelectual durante casi toda la Edad Media. Logró conservar y transmitir el legado de la Antigüedad, custodiado en los archivos de los monasterios, controlará el saber y será la única habilitada para impartirlo en las Universidades a través de las órdenes mendicantes. Pero a partir del siglo XIII, los laicos también accederán a los estudios y enseñanzas gracias al auge de las ciudades y la riqueza que aporta el comercio, dejando de ser exclusividad de los hombres de la Iglesia.

El descubrimiento del Derecho Romano y su uso por parte de monarcas en sus disputas con el Papado, ofrecieron nuevos campos de estudios superiores a los laicos. La decadencia de la escolástica, abrió paso al planteamiento de nuevos temas, a través del Humanismo, donde individuo y hombre en su conjunto son el centro de discusión.

La aparición de las formas y temas del pensamiento clásico se plasmarán en la literatura y el arte, y alcanzarán sus cimas con el Renacimiento. Dante y Petrarca son los pioneros más insignes.

Cambiará el ideal político una vez superado los enfrentamientos entre el Papa y el Emperador por el dominum mundi. El leit motiv de los monarcas pasa a ser su afirmación autoritaria frente a la Iglesia y las ideas democráticas, que se quieren llevar a la práctica con el fortalecimiento de los Parlamentos.

El siglo XIV se inicia con el último enfrentamiento entre Iglesia y Estado, protagonizado por Bonifacio VIII y Felipe IV de Francia, y se cierra la crisis de la Iglesia y sus ideas teocráticas, lo que supone el triunfo de la nueva mentalidad laica, iniciada por Dante quien, en su obra De monarchia, aboga por el poder del Emperador sobre el Papa y el de los monarcas sobre su clero. Estas ideas de supremacía del poder laico sobre el religioso se vieron reforzadas por Masilio de Padua en su obra Defensor pacis, matizadas por Guillermo de Ockam en su Brevoloquium. Obras todas ellas en las que se apoyaron Wyclif y Hus, iniciadores del cambio que finalizaría con la llegada del protestantismo y el anglicanismo.

2. El mundo del saber en la Baja Edad Media

2.1. Los orígenes de la educación pública

Este período está definido por la salida de la enseñanza del ámbito religioso y su generalización a todo el pueblo, debido a la intervención del poder civil, en el marco de las nuevas estructuras de la sociedad urbana. Los gobiernos municipales concienciados de la necesidad de una instrucción pública se involucran en la gestión

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financiera de las escuelas catedralicias, y de ahí se pasa a implantar la escuela pública. Se trata de una generalización de la enseñanza desde sus primeros grados, a la que contribuye la creciente riqueza de la aristocracia y la burguesía urbana.

Todas las poblaciones importantes tuvieron escuelas elementales donde enseñan a leer y escribir, y escuelas de gramática donde se seguía el orden clásico del Trivium (gramática, retórica y dialéctica), como preparación para la entrada a las facultades de derecho y artes notariales.

La formación intelectual del individuo redunda en beneficio de la comunidad, y el maestro se convierte en una figura pública como bachiller de gramática a cargo del concejo. Se establecen y revitalizan escuelas con una política de atracción de enseñantes mediante exención de impuestos; usufructo de la vivienda; o la exención de acudir en hueste a la guerra. Gracias a esta formación se conseguían funcionarios para la administración y se enseña latín como preparación a los Estudios Generales. Un buen ejemplo lo encontramos en Burgos.

Las escuelas privadas de “matemáticas y ábaco” eran sufragadas por la burguesía como preparación en la rama de los negocios: Florencia, Venecia, Lübeck y Hamburgo, donde se enseña aritmética, latín y técnicas mercantiles. Se mantienen las escuelas catedralicias de las principales órdenes mendicantes (dominicos y franciscanos), como preparación a su actividad misionera y predicadora.

Esta escuela pública y su apogeo inciden en el incremento de estudiantes para un nivel superior de enseñanza: la Universidad.

2.2. El desarrollo de las universidades

A inicios del siglo XIV las principales universidades -Bolonia, París y Oxford- se vieron azotadas por la ruptura ideológica del nominalismo de Ockam, frente al tradicional método escolástico del siglo XIII. La Universidad de fines de la Edad Media conoce unos cambios que afectarán profundamente a la institución: pierde su carácter internacional y cosmopolita, debido a la fundación de otras nuevas y su mayor dependencia de poderes políticos y eclesiásticos que actúan como mecenas y controladores de sus enseñanzas.

Las nuevas fundaciones proliferan en territorios germánicos -Praga (1347), Colonia (1388), etc.- y en la Europa del norte: Polonia, Dinamarca, Suecia, Escocia y Hungría. En general, se impone el regionalismo: Francia (13 nuevas universidades), Italia y reinos ibéricos (9). En Inglaterra sigue la exclusividad de Oxford y Cambridge.

Estos nuevos centros impartirán estudios de artes como preparación a los más importantes que se mantenían en las universidades originales: París para teología, Bolonia para leyes y Montpellier y Salerno para medicina. París y Bolonia desempeñan un papel de primer orden en la elaboración del pensamiento relativo al gran cisma papal, el enfrentamiento entre la corona de Francia y el papado, el debate entre

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conciliaristas y papistas, o la definición del poder público de los nuevos Estados. Quizá la Universidad de París sigue siendo la más cosmopolita, entre sus principales maestros cabe destacar a Jean Gerson, famoso filósofo nominalista y defensor de la primacía del Concilio sobre el Papa.

Otro cambio importante será el de la financiación, que deja de ser patrimonio de la Iglesia. Las matrículas de los alumnos no era suficiente para sufragar los gastos de la enseñanza, por lo que los ingresos serán garantizados por los patronos privados para el pago a los profesores y becas, pero como consecuencia generaron un mayor control de los contenidos de la enseñanza y los profesores, que conseguirían de la enseñanza una forma de ascenso social por el prestigio y forma de recibir los ingresos como renta y no como salario.

2.3. Ciencia, técnica y experimentación

En el siglo XII cambia la actitud científica tras la traducción de obras matemáticas árabes que presentan el sistema numérico arábigo, el cual a fines del siglo XIV sustituye al romano. En el siglo XV empiezan a usarse los signos (+) y (-), no así en las secretarias de estado, que utilizan los caracteres clásicos. La trigonometría avanza tras la aplicación por Ricardo de Wallingford (h. 1292-1335), científico de Oxford, de los métodos de Euclides a las Tablas Toledanas de Azarquiel. Mucha investigación matemática se destina a perfeccionar la óptica, fabricándose las primeras gafas para tratar la miopía. Destaca durante el siglo XV fray Luca Paccioli (1450-1520), inventor de la contabilidad por partida doble y cuyo tratado Sobre la divina proporción fue ilustrado por Leonardo da Vinci.

El pensamiento especulativo y las teorías causa-efecto salen del ámbito eclesiástico para interesar a reyes y laicos. Juan Buridano (1300-1358), de la Universidad de Paris, demostró que la apariencia del movimiento es relativa si no se dispone de un punto fijo de referencia. Nicolás de Oresme (1325-1382) sostiene importantes teorías económicas basadas en Ockam y Buridano, defendió el movimiento de la Tierra, y demostró la rotación de la Tierra para explicar el transcurso de los días.

La experimentación como punto de partida de las observaciones y teorías se manifiesta en hombres como Filippo Brunelleschi (1377-1446), autor de la cúpula de la catedral de Florencia e inventor de ingenios técnicos, escribió sobre matemáticas, hidráulica o energía estática. Leonardo da Vinci (1452-1519), cuyos cuadernos de notas, con cálculos matemáticos complejos, inventos, estudio sobre vuelo de las aves y perspectiva y dibujos anatómicos, que plasmaría a su pintura, dan una idea del complejo universo científico de finales del XV.

Grandes avances en la ingeniería e industria armamentística: en 1420 se inventó el granulado de la pólvora, que aumenta su poner explosivo, su impacto y puntería. Cañones, como la serpentina, y la artillería de gran calibre se utilizan para sitiar ciudades. Proliferan los tratados sobre nuevas armas: De re militari de Roberto

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Valturio (h. 1472). Las armaduras se benefician de nuevas aleaciones de acero, que transforman su apariencia y peso.

2.4. Nobles, caballería y la influencia del ideal romano

Hay un cambio en el ideal caballeresco a lo largo del siglo XV, debido a factores como: la decadencia de los tradicionales vínculos feudales y la propia evolución de la nobleza, apoyada en la nueva institución del mayorazgo, que permitía conservar sus propiedades y títulos indivisos en un solo heredero.

La mentalidad del caballero se hizo menos guerrera y más terrateniente y urbana. Entre sus obligaciones figuraba frecuentar las cortes de reyes y príncipes, acompañar a nobles extranjeros y ser un gran viajero en busca del honor mediante los hechos de armas. Torneos, justas y otras manifestaciones entre el deporte y la guerra proliferan durante el siglo XV hasta el siglo XVI. Servían como entretenimiento, entrenamiento y escenario del lujo de los grandes linajes. Durante su celebración, 4 ó 5 días, los gastos eran todos a cargo del organizador. Ello generó un tráfico de caballeros de un lado a otro de Europa, reflejado en la literatura caballeresca y cronística. En ocasiones, a este tipo de viajes se unían otros de objetivos, como la peregrinación a un santuario famoso, las negociaciones diplomáticas y la participación en campañas militares.

Se crearon las órdenes de caballería, entre 1325 y 1470 como versión laica de las órdenes militares religiosas. Sus fines y características eran diversos, y coincidían en que todas elegían una divisa de la que tomaban su nombre, como la orden de la Jarretera en Inglaterra, o la del Dragón en Hungría. Las más distinguidas eran las órdenes fundadas y presididas por el rey y sus herederos, para premiar los servicios a la corona e inspiradas en las órdenes militares y en la literatura de caballerías. La primera fue la orden de la Banda, fundada por Alfonso XI de Castilla (1330). En última instancia primaba el juramento de fidelidad al rey.

Las confraternidades fundadas por príncipes o barones respondían a la forma de una cofradía devocional, con constituciones más democráticas y promovían el ideal caballeresco y participar en las fiestas patronales. Otro tipo de hermandades o fraternidades temporales unían a miembros de la nobleza alta y media de una región mediante juramentos de lealtad y ayuda mutua. Un segundo tipo de órdenes de caballería sin estatutos corporativos servían para premiar con su divisa a las clientelas de los grandes señores principescos. La propia monarquía crearía una imagen caballeresca acorde a los nuevos ideales.

En el plano individual, también se produjo un cambio importante en el ideal de caballero, ya no se define al caballero como paladín frente al infiel, sino con un ideal más clásico, inspirado en los grandes personajes de las biografías clásicas. Incluso la nobleza femenina gozó de similares espejos de grandes mujeres para labrar su imagen a la manera de las virtuosas damas y santas de la historia pasada.

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3. Los orígenes del Humanismo

3.1. Los inicios del Humanismo en Italia

El Humanismo se define vagamente como la creencia en la dignidad del hombre, o bien los valores humanos o seculares (opuestos a los del otro mundo), también suele definirse como un movimiento cultural cuyo fin era recobrar, interpretar y asimilar la cultura, la lengua, la literatura y los valores de las antiguas Grecia y Roma. En el campo de la Historia, hay que entenderlo referido a los hombres conocidos en la Italia de los siglos XV y XVI como humanistas, es decir, a los profesores de humanidades (studia humanitatis), como opuestos a los de teología (divinidad), derecho, (legistas, juristas) y de artes (artistas).

El humanista era así considerado como un hombre completo, alguien formado gracias al estudio y al conocimiento. Esta élite cultural renacentista estaba compuesta por laicos con vocación ligada al concepto de otium, entendido como un tipo “libre” dedicado a los estudios cultos y literarios y a la contemplación de la verdad. El diálogo y las cartas (epistolarios) se convierten en sus géneros literarios preferidos. Muy relacionado se encuentra el término de “renacimiento”, acuñado por la historiografía del siglo XIX para designar esta época.

La formación en los estudios de humanidades contribuyó al triunfo del humanismo renacentista de tres maneras:

El estudio de la gramática latina, combinado con la lectura de poetas y prosistas clásicos y latinos, como base de la educación escolar.

A través de la retórica, utilizada para la composición de cartas, documentos y discursos públicos por los secretarios y cancilleres.

Se añade el interés por la lengua griega clásica y su cultura a finales siglo XIV.

El humanismo surgió en el medio letrado de las ricas ciudades-estado italianas, donde la separación entre la aristocracia terrateniente, la clase burguesa y la caballeresca era bastante difusa, y donde triunfaron los ideales cívicos y culturales de los patricios romanos. Su intensa actividad política contribuyó al desarrollo del pensamiento político, planteando cuestiones como la importancia de la antigua res publica frente a la idea de imperium romanum. La difusión del humanismo se produjo a través de las rutas comerciales de los mercaderes italianos, y a través de los libros y las instituciones educativas, donde los maestros de educación secundaria se convirtieron en brillantes pedagogos.

Sin embargo, no se produjo una ruptura con la Edad Media como tradición histórica inmediata y su sustitución por los ideales antiguos. Los humanistas tuvieron una percepción más clara del devenir histórico y las transformaciones que suponía, nunca se sustituyó una tradición por otra, sino que pervivieron juntas y mezcladas. Algunos autores escribieron obras humanísticas mientras los tratados eran de estilo escolástico. También pervive el gótico flamígero con el renacimiento, financiado por los mismos mecenas.

Autores humanistas destacados son Francesco Petrarca (1304-1374), considerado como el fundador del nuevo pensamiento, trazando las líneas maestras del

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humanismo: renacimiento del latín y el interés por su literatura, unos nuevos principios de investigación filosófica apoyada en la filología, y la defensa de la virtud como cualidad fundamental del ser humano pleno. De entre sus discípulos, Giovanni Boccaccio (1313-1375) marcó la vía de la naturaleza. Sus obras De varones ilustres, moralizante, y la erudita Sobre las genealogías de los dioses de los gentiles destacan incluso por encima de su Decamerón para interpretar las bases de la nueva interpretación de los clásicos latinos.

3.1.1. El Humanismo cívico florentino

En el siglo XIV, Florencia intentaba resistir los esfuerzos de los Visconti por fundar un nuevo reino que abarcara Milán, el norte y centro de Italia. Su independencia se justifica en la pervivencia de la libertad republicana, que implicaba a los ciudadanos en una vida política secularizada y activa. La cancillería de la ciudad fue un lugar de cultivo para las ideas humanistas, y los cancilleres que la formaban eran los grandes pensadores del momento: Salutati (1351-1402) y Leonardo Bruni, fueron defensores de las libertades de la ciudad. Bruni fue autor de la primera historia humanista de una ciudad italiana, Florencia, para él símbolo del equilibrio de poderes estatales en Europa desde su etapa etrusca hasta el 1400. León Battista Alberti (1404-1472 amplió esta visión con la del hombre creador y realizador único de la ciudad terrena, el arquitecto en el sentido más amplio, e incluyó a la construcción física la teoría política de la ciudad y su gobierno. La aplicación práctica de sus teorías dio como resultado las realizaciones arquitectónicas urbanas más importantes del período. Sus contemporáneos se interesaron, asimismo, por la arqueología y la descripción de las ruinas de civilizaciones antiguas.

Lorenzo Valla (1407-1457) desarrolló la crítica filológica como forma de entender el texto y situarlo en sus auténticas dimensiones históricas, de comprender el pensamiento y el contenido cristiano de cada obra.

Nicolás Maquiavelo (1469-1527) recibió una educación clásica y era aficionado a la historia antigua. Secretario de la república florentina, tuvo a su cargo la guerra y los asuntos interiores, y desempeñaba al mismo tiempo misiones diplomáticas, lo que le permitió observar las realidades políticas de su tiempo. En 1512 empezó a escribir El príncipe y los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, y acabó su vida escribiendo las Historias florentinas. En El príncipe reflexiona sobre la cobardía del hombre ante la guerra y la invasión, sobre la nueva forma que adoptan los principados y la formación de las grandes monarquías en Francia y España, modelo que deseaba para Italia. Veía la política del Estado como algo secularizado, y no como resultado de la intervención divina. Para dominar la historia al mismo nivel que la fortuna, el príncipe debía Ilustración 27 Nicolás Maquiavelo

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recurrir, si era necesario, al mal y la violencia, pues de otra manera no conseguiría doblegar la maldad de sus súbditos.

3.1.2. El Humanismo platonizante

A partir de mediados siglo XV surge una nueva corriente humanista basada en las ideas de Platón sobre la evasión del mundo, la contemplación y el ascetismo. Un cambio auspiciado por los ocupantes de la Señoría, o gobierno de las ciudades-estado italianas, es decir, las familias ricas. A partir de entonces la política y el gobierno dejan de ser uno de los temas favoritos de los humanistas, y el arte para disfrute privado sustituye al concepto público de mecenazgo. Del “hombre arquitecto” capaz de hacerse a sí mismo y su fortuna, se pasó a ensalzar la fortuna, que muchas veces destruía lo edificado por las fuerzas del hombre y las grandes ciudades y civilizaciones de la Antigüedad.

Marsilio Ficino (1433-1499) tradujo la obra completa de Platón y a Plotino y escribió sobre la relación entre filosofía y fe en sus obras de teología. Pico della Mirandola (1463-1494), seguidor de Savonarola, defendía al hombre intelectual y libre, dedicado a la vida de contemplación en busca de la sabiduría divina, pero no a través de las letras y la filosofía, vacías de contenido.

3.2. Aportaciones culturales del Humanismo

3.2.1. Latín, traducciones y lenguas vernáculas

Los humanistas se preocuparon de rescatar del olvido las obras de los autores clásicos: Petrarca descubrió varias obras perdidas de Cicerón y durante el concilio de Constanza, los humanistas de la corte pontificia registran las bibliotecas monásticas del Imperio Germánico en busca de nuevos textos, obteniendo más discursos de Cicerón, las obras completas de Quintiliano, etc.

Bocaccio se hacía traducir obras de Homero. Salutati, canciller florentino, consiguió que un diplomático bizantino enseñara griego en la ciudad, desde la que comenzó la difusión de los estudios helénicos por Europa. Algunos manuscritos entran en Italia a través de viajeros que se desplazan a Constantinopla para obtener obras de Platón, Aristófanes, Esquilo, Demóstenes y Jenofonte; otros, con los legados bizantinos al concilio de Florencia-Ferrara, defensores de la superioridad de Platón frente a Aristóteles. Todos estos manuscritos se copiaron e imprimieron; se estudió su gramática, estilo y temática; y se tradujeron al latín, lenguaje culto común, siendo el griego conocido por unos pocos eruditos. Estas traducciones permiten leer a la escuela estoica, epicúrea, escéptica, incluso hacen replantear el platonismo y aristotelismo en su versión original, y no a través de comentarios medievales.

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Muchas de estas obras se traducen a su vez a las lenguas vernáculas de las cortes europeas.

3.2.2. Las bibliotecas públicas y particulares

Petrarca consideró a los libros un bien público, pues la cultura era patrimonio común. Los humanistas preconizaban la apertura de bibliotecas públicas, donde las obras estuvieran a disposición de los estudiosos y además se asegurara la conservación y corrección de los textos a través de la revisión crítica de expertos bibliotecarios. Fueron los grandes mecenas quienes crearon las grandes bibliotecas, a menudo todavía concentradas en los conventos o monasterios. En 1431, se fundó en Florencia la colección de la Santísima Trinidad, patrocinada por los Strozzi. Los legados testamentarios fueron la principal fuente de donaciones, y muchos humanistas cedieron sus bibliotecas privadas a las nuevas instituciones, construidas en el nuevo estilo renacentista por encargo de los propios mecenas. Los Medici se centraron en la biblioteca del convento dominio de San Marcos de Florencia, formada por las donaciones y una política de adquisiciones asesorada por el futuro papa Nicolás V, quien puso las bases de la Biblioteca Vaticana, que nació como la biblioteca pública de la corte pontificia, con la misión de adquirir, transcribir y traducir gran número de códices latinos y griegos. La Biblioteca Marciana surge por el legado de Besarión, a su muerte, a la República de Venecia.

El ideal caballeresco también fomentó la creación de bibliotecas privadas de las grandes casas nobiliarias, formadas por ricos manuscritos y las primeras ediciones de incunables. Albergadas en los palacios de la nobleza urbana, contienen centenares de volúmenes, convirtiéndose en preciados legados para los herederos. En los reinos ibéricos incluso se transmiten al titular del mayorazgo.

3.2.3. El impacto de la imprenta

La perfección de la imprenta de tipos móviles por Juan Gutemberg hacia 1450 supuso una gran innovación tecnológica. Tenía las siguientes características:

Los tipos móviles en metal, más fuertes y que permiten montar las páginas, en lugar de tener que tallarlas en madera, además son reutilizables.

La potencia de la prensa utilizada para labores agrícolas, aplicada a la impresión.

La mejor calidad de las tintas, garantizando la perdurabilidad de los impresos.

La cada vez mayor fabricación de papel, que abarató costes y sustituyó la escritura en pergamino.

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El libro impreso compartió protagonismo y autores con la producción de manuscritos durante el siglo XV. El impreso se incorpora a los canales de venta tradicionales junto al manuscrito. La imprenta provocó el problema legal de establecer una normativa que regulase el libro como producto comercial e intelectual. Los tipógrafos eran errantes, llevan consigo la letra gótica utilizada en Italia, Francia y Alemania, homogeneizando la escritura libraria en toda Europa. El saqueo de Maguncia (1461) facilita la expansión del negocio por Alemania e Italia. La primera imprenta francesa se instaló en la Universidad de la Sorbona, en París, al mismo tiempo que en Basilea (1470), y el primer taller inglés se abrió en Westminster (1476).

La rápida difusión de ideas suscitó cuestiones religiosas, como la internacionalidad del mercado, que permitía pasar obras de un país otro, complicando así el tema de las herejías o la disensión política. Las grandes potencias impresoras eran Alemania, Italia, Francia y Holanda, que producían la mitad de las obras en lengua vernácula. En España se editaba en castellano y catalán.

Los libros se financiaban de tres maneras, a través de:

los mecenas: Iglesia, monarquía, universidad, poderes municipales o nobleza.

los impresores, anticipando costes y vendiendo los libros después.

los ricos comerciantes, como inversión.

3.3. Difusión del Humanismo en el Norte de Europa

La teoría de la difusión del Humanismo en la Europa septentrional tiene dos posiciones:

Una primera teoría defiende la primitiva influencia en el reino de Bohemia-Hungría, bajo el reinado de Carlos IV (1346-1378) y con el centro principal en Universidad de Praga (1346). En esta corte se hospedaron Cola di Rienzo y Petrarca. Sus ideas fueron recogidas y difundidas por los Hermanos de la Vida en Común, movimiento laico religioso practicante de la devotio moderna que fundaría numerosas escuelas.

También hay quienes abogan por su difusión temprana, vinculada con el norte de Italia a través del valle del Rin, por donde las nuevas ideas viajaron rápidamente. Los países donde se sintió más el humanismo italiano fueron Alemania, los Países Bajos e Inglaterra. Los territorios del Imperio Germánico mantenían vínculos políticos históricos con Italia, un intenso comercio y se beneficiaban de la migración de estudiantes alemanes para estudiar en las universidades de Pavía, Padua y Bolonia. Los centros de difusión más importantes en Alemania fueron Constanza y Basilea, sede de la universidad que introdujo el Derecho civil en Alemania.

Este humanismo era esencialmente cristiano y se preocupó por el estudio del Nuevo Testamento, potenciado por estudios de gramática hebrea junto con el griego. Las universidades y los grandes monasterios, cuyas bibliotecas contenían importantes colecciones de clásicos, actuaron como difusores. En el monasterio cisterciense de

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Adwert (Groninga) se formó Rodolfo Agrícola, padre del humanismo alemán. En ciudades como Nuremberg y Augsburgo los estudios humanísticos se fomentaron por las familias de la aristocracia mercantil y banquera: los Fúger (Fúcares en España). Fue Maximiliano I (1459-1519) quien más insistió en la formación en letras clásicas. Fundó un colegio de matemáticos y poetas humanistas en la universidad de Viena (1501). También patrocinó a Sebastián Brandt una de las grandes figuras del humanismo alemán.

En los Países Bajos, las primeras escuelas de gramática con formación en los cánones humanistas se fueron en el ducado de Brabante, donde se procedió a la agrupación de las escuelas de artes en la universidad de Lovaina. A fines siglos XV aparecen los primeros maestros seglares, que enseñaban en lengua vernácula. Paralelamente los rectores y maestros urbanos, junto con los Hermanos de la Vida en Común plasman la enseñanza en el “nuevo latín” como base del humanismo en las escuelas de Brujas, Gante, Groninga y otras. Se pretendía enseñar latín a partir de las fuentes antiguas. Por influencia de Rodolfo Agrícola, a través de Alexánder Hegius, el griego fue enseñando por primera vez al norte de los Alpes, a lo que contribuyeron los importantes talleres de imprenta instalados en las ciudades flamencas, asociados a las escuelas, imprimiéndose en ellos obras de Platón y Aristóteles en latín y ediciones de autores clásicos humanistas. Los impresores más prolíficos del norte fueron los de Déventer, así como Westphalen, introductor de los tipos hebreos, y Martens, primero en imprimir textos en griego, ambos el Lovaina.

En Inglaterra la expansión comercial motivó una demanda de escuelas públicas de gramática, nutridas a partir de 1390 por maestros licenciados en Cambridge. Enrique IV fue educado en una escuela palatina inspirada en un modelo humanista italiano. Las universidades de Oxford y Cambridge tuvieron un importante papel en la difusión del humanismo tras sus contactos con los intelectuales de Constanza. Los viajes de estudio entre las Islas Británicas y el continente fueron el vehículo principal de formación de la élite intelectual británica.

El mecenas Humphrey, duque de Gloucester y regente de Enrique VI, invitó a su corte a varios humanistas italianos, encargó la traducción de la República de Platón al latín, y donó a la Universidad de Oxford importantes lotes de manuscrito e incunables de obras de Dante, Petrarca y Boccaccio, que serían núcleo de la Biblioteca Bodleiana. Tras la Guerra de las Dos Rosas, se hicieron las primeras traducciones de las obras médicas de Galeno del griego, y este idioma comienza a enseñarse en Oxford.

3.4. El Humanismo en la Península Ibérica

El humanismo se introdujo en la Península Ibérica apoyado en la cultura cortesana más que en las universidades, reacias a abandonar la escolástica como método de enseñanza.

El humanismo italiano tuvo su aceptación a través del reino de Nápoles, desde donde llegó la influencia italiana a la corte. Destaca en este primer humanismo Bernat

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Metge (h.1340-h.1413), notario de la cancillería de Juan I de Aragón, quien se declaraba discípulo de Ovidio. Su admiración por Petrarca le llevó a traducir la versión latina de su poema Valter e Griselda; también tradujo del italiano el Decameron de Boccaccio, y escribió Lo somni en catalán.

En Castilla, el humanismo fue realzado por el canciller Pedro López de Ayala (1332-1407), quien unía a sus preocupaciones por los clásicos unos rasgos que le identifican como un intelectual medieval. Conocía y tradujo obras de Tito Livio, Valerio Máximo, San Agustín, Boecio, Gil de Roma o Bocaccio. Combinaba la literatura legal de su momento con su interés por San Isidro y San Gregorio Magno. Escribió el Libro rimado de palacio, sátira de la vida nobiliaria y las Crónicas de los reinados de Pedro I, Enrique II y Juan I.

El patrocinio de humanistas fue constante en las cortes de los Trastámaras, y la élite nobiliaria participó activamente en la difusión del humanismo. Destacan los que pertenecían al círculo de Fernando I y se habían formado en la corte aragonesa, como el marqués de Santillana, Iñigo López de Mendoza (1398-1458).

La imprenta española, vinculada a la Iglesia o la Universidad, era importada. Los Reyes Católicos (1480) apoyaron las imprentas de extranjeros con medidas como la exención de servicio militar y la reducción de impuestos al tráfico de libros. Al amparo de las grandes catedrales y estudios universitarios, los principales centros fueron Sevilla, Segovia, Salamanca, Alcalá de Henares, Zaragoza, Barcelona, Tortosa y Valencia. Se formaron talleres de editores por toda la Península Ibérica. Uno de los mercados más importantes para la imprenta fue la impresión de bulas eclesiásticas de los monasterios de Prado (Valladolid) y San Pedro Mártir (Toledo). Los ingresos permitían imprimir otros textos menos ventajosos.

4. Arte y sociedad en el Renacimiento

4.1. Arte y mecenazgo

Durante el siglo XV, el mecenazgo se amplía a los encargos públicos de comunas y concejos y el patronazgo de los ricos aristócratas y mercaderes. En Italia, la cultura cívica se transforma por la eclosión de las dinastías principescas de origen comercial o militar como los banqueros Médici en Florencia, los Sforza en Milán, los Gonzaga en Mantua, a los que se les une el mecenazgo pontificio desde Roma. Estas realidades favorecieron la implicación cultural de Alfonso V el Magnánimo de Aragón, instalado en el reino de Nápoles. En el resto de Europa el humanismo y los nuevos estilos artísticos se difunden a través de las cortes reales y del mecenazgo nobiliario.

El mecenas podía optar por dos posibilidades: financiar una costosa obra privada o pública, donada a la ciudad o a la Iglesia, para demostrar su capacidad económica y su prestigio, o bien encargar un obra de arte mueble, para su propio disfrute o donación a alguna institución eclesiástica, para mostrar su favor y como muestra de caridad que le abriese las puertas del cielo.

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Nace así el coleccionismo, la satisfacción de poseer obras de arte de calidad para su contemplación. La generalización del mecenazgo supuso la aplicación del arte a espacios precisos: el altar, la capilla familiar rodeada de frescos, la alcoba donde se sitúan las imágenes religiosas más cercanas, las arcas para guardar las ropas, hasta temas particularmente cultos en el estudio. El retrato privado se generaliza en las casas nobles y burguesas.

Había encargos de instituciones que implicaban, en muchos casos, tareas colectivas encargadas a escultores y arquitectos. Cuando la financiación de estas instituciones flaqueó, los artistas se vuelven hacia las familias principescas o aristócratas, quienes no siempre tienen la capacidad económica suficiente para financiar obras de gran envergadura.

La relación patrono-artista se convirtió en el vehículo principal de financiación, gracias al contrato de encargo, sobre todo en la escultura y pintura. El cliente establecía las características y el tema del trabajo a realizar, pagaba por las materias primas empleadas y por la labor del artista, según sus prioridades: unos pagaban por la dimensión de la obra, o por sus materiales y el tiemplo empleado en su ejecución. Era fundamental la agrupación en talleres, donde los aprendices realizaban parte del trabajo (fondos, figuras pequeñas...), firmando la obra el artista prestigioso. Todos los artistas, hasta mediados siglo XV, estaban encuadrados en corporaciones: en Florencia los pintores estaban dentro del gremio de los médicos y boticarios; los escultores en piedra en el gremio de picapedreros y carpinteros; los escultores en metal y orfebres en el gremio de la seda y las manufacturas de lujo. Su competencia hacía que pudieran participar en otras artes, en las que aconsejaban y diseñaban.

La firma del contrato suponía para el artista (pintor o escultor) una forma de servidumbre respecto al patrono, y en él figuraba lo que el artista debía crear, cuándo y cómo pagaría el cliente, fecha de entrega de la obra; en la pintura los colores a utilizar, y a veces la entrega previa de un boceto. Si se trataba de escultura, lo mismo ocurría con la piedra o el metal a utilizar. Se valoraba de distinta forma el tiempo empleado por el maestro o los asistentes. En Italia, la pintura sobre tabla pierde consideración respecto al fresco, no así en el norte de Europa, donde los artistas flamencos continuaron usándola profusamente. La consideración social del artista está relacionada con su especialización técnica y temática, aunque su supeditación al patrono y los retrasos en los pagos de sus salarios no contribuyen a una verdadera promoción social.

4.2. Arquitectura: del Gótico al estilo Renacentista

La arquitectura de los siglos XIV y XV viene definida por la coexistencia entre un gótico estilizado que lleva la decoración a sus últimas extremos y los inicios de una arquitectura renacentista que se impone sobre los abigarrados edificios medievales. Por una parte, se continúa en toda Europa con la financiación de grandes iglesias góticas, estilo dominante desde el siglo XIII, con variantes locales o nacionales, basadas en el afinamiento de las formas, la multiplicación de arcos, nichos, columnas y

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nervaduras, y un aumento de todas las complejidades técnicas que pudieran dar mayor capacidad decorativa. Esta forma de construir el gótico recibió distintos nombres: ornamentado o perpendicular en Inglaterra; gótico flamígero en Francia; isabelino en España, manuelino en Portugal, etc. Los palacios privados, las mansiones de la burguesía y las lonjas comerciales, serán las primeras muestras de arquitectura civil gótica. Sin embargo, ninguna de ellas aspira a cambiar la imagen de la ciudad o del poder, como haría la arquitectura del humanismo.

El arte italiano utilizó pocos elementos góticos. Creó una arquitectura con raíces en el arte clásico, teniendo en el arco de medio punto su principal referencia. Sus principales manifestaciones están en edificios religiosos y civiles del Renacimiento, siendo Florencia y Roma, las más representativas.

La ciudad, como campo de trabajo del “hombre arquitecto” de Alberti, comenzó a revolucionarse con la revitalización de los modelos, órdenes arquitectónicos y espacios del clasicismo antiguo, organizados con una nueva perspectiva del espacio también manifestada en la pintura. Las ciudades se planifican nuevamente, pero siguiendo los postulados de los tratados arquitectónicos humanistas, adaptando la teoría a los casos prácticos: como Pienza o Urbino. La ordenación de los espacios públicos pasaba por su decoración siguiendo las reglas formales de proporción de los órdenes clásicos (dórico, jónico y corintio), tanto en edificios laicos como religiosos. Los palazzos de los gobiernos de las señorías italianas son ejemplo del mecenazgo comunal en siglos anteriores, mientras que ahora las iglesias y palacios privados de las grandes familias se

construirían en el nuevo estilo. Se planean villas en el campo al estilo de las villae de recreo antiguas.

Respecto a la ingeniera civil, aplicada tanto a grandes puentes como a conducción de aguas, pavimentación de calles e incluso fortificación, tanto en ciudades como en castillos. Estos seguían siendo necesarios para la defensa, pero debían modificaba su estética para adaptarse a los nuevos gustos: como la fortaleza de Tívoli, o como el castillo de Ourem (Portugal), que incluían el contraste del ladrillo -de origen árabe y bizantino- como elemento decorativo para la piedra. A lo largo del siglo XVI estos cambios se consolidan, dando lugar a una nueva imagen de la arquitectura europea.

La arquitectura civil, que había comenzado a producir bellos edificios, desde el siglo XIII, triunfa plenamente y lonjas, mercados, ayuntamientos, palacios y casas de

Ilustración 28 Catedral del Duomo.Pienza

Ilustración 29 Puente de Sixto IV. Roma

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ricos burgueses constituyen los edificios emblemáticos en las principales ciudades de Europa. En la Península Ibérica, se suma, la Corona de Aragón y sus edificios de Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca. En Castilla y parte de Aragón triunfa la arquitectura mudéjar, caracterizada por la utilización del ladrillo, mampostería, arcos de herradura y decoración de yeserías como en Ávila, Segovia, Sahagún, Toledo, Teruel y Zaragoza. El arte nazarí, que tiene su ejemplo en La Alhambra, se refleja en el alcázar sevillano de Pedro I.

Ilustración 30 Reales Alcázares de Sevilla. Portada del Palacio de Pedro I, en el Patio de la Montería

4.3. La escultura y la pintura

En escultura y pintura se distinguen dos grandes zonas: la flamenca y la italiana.

La flamenca caracterizada por el dramatismo y el realismo de las figuras, destacando el papel de la muerte: esculturas de la tumba de Felipe el Atrevido de Borgoña. Un patetismo acentuado en las vidrieras de catedrales, ante la dificultad de aplicar la técnica aplicada que impide una suave gradación cromática, al igual que en los numerosos Ecce Hommo y Descendimientos, muy del gusto de los pintores flamencos. El realismo flamenco alcanza cotas insuperables con los retratistas como Juan van Eyck, y los miniaturistas que dan entrada a escenas campestres y de la vida cotidiana, buen ejemplo de lo cual es el códice Las muy ricas horas del Duque de Berry. Con la construcción de palacios y casas señoriales se desarrolla la tapicería con escenas mitológicas e históricas. En esta labor, hay que mencionar los talleres de Arrás, fundados por los duques de Borgoña.

En cuanto a la zona italiana, quizá por influencia franciscana, su pintura nos presenta un dulce naturalismo, impregnado de humanidad: Cimabué y Giotto.

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En España hay una clara diferencia entre los territorios de la Corona de Aragón, en la órbita del arte provenzal-italiano, y los territorios de Castilla, con influencia flamenco-borgoñona. Mientras que en el campo artístico, el siglo XIV es catalán por la influencia de los hermanos Serra y la consagración de la catedral de Barcelona y otros edificios civiles, el siglo XV es castellano, recibiendo las influencia realistas y decorativas flamencas, recreándolas y transformándolas, dando lugar a edificios como el Palacio de los Duques del Infantado en Guadalajara, el monasterio de San Juan de los Reyes en Toledo o la capilla del Condestable en la catedral de Burgos.

Ilustración 31 Fachada principal del Palacio de los Duques del Infantado. Guadalajara

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TEMA 13. BIZANCIO CONTRA LOS TURCOS

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TEMA 13: BIZANCIO CONTRA LOS TURCOS

1. BIZANCIO BAJO LOS ÚLTIMOS PALEÓLOGOS

1.1. De Nicópolis a Tesalónica: el breve paréntesis

Durante el último periodo de Bizancio se optó por la alianza occidental frente a los turcos, aunque la ayuda es tardía, escasa e ineficaz. Por ello las aproximaciones que se realizaron con la Iglesia de Roma tampoco fructificaron.

Manuel II (1391-1425) en un primer momento tuvo que mantener su calidad de vasallo del turco, acudiendo con los otomanos a campañas militares. En la batalla de Nicópolis (1396), contra los cruzados europeos, Segismundo de Hungría es derrotado, lo que provoca que los reyes británico y francés (Enrique IV y Carlos VI respectivamente) se involucren en la defensa de occidente. Manuel II realiza un viaje a Francia, dejando a su sobrino Juan VII al cargo de la defensa de la capital. Pasó por Italia y posiblemente se entrevistó con el Papa. Posteriormente llegó a París donde fue acogido por el rey Carlos VI quien le prometió el envío de un ejército. Debido a la guerra civil en Inglaterra, el viaje a esta nación se retrasó, pero finalmente fue recibido por el rey inglés Enrique IV de Lancaster en Londres. El viaje de vuelta se fue dilatando en el tiempo como consecuencia en la demora de la ayuda prometida. Esto permitió conocer al emperador la derrota de los otomanos a manos de los mongoles. En el viaje de regreso fue retenido por Venecia debido al impago de las deudas bizantinas, no pudiendo regresar a Constantinopla hasta el año 1403. Mientras, su sobrino Juan VII había firmado un tratado con Suleyman en el que los turcos entregaban a los bizantinos Tesalónica y los monasterios del monte Athos y el propio sultán se proclamaba vasallo respecto del emperador. Nada más llegar a Constantinopla, Manuel II ratificó el tratado. Juan VII se trasladó a Tesalónica y gobernó desde Grecia en forma de señorío imperial, donde murió joven y sin descendencia.

Manuel II decidió apoyar a Muhammad I durante los problemas en la sucesión de Bayaceto. Con su apoyo a Muhammad I, Manuel II consigue conservar los términos del tratado anterior y disfrutar de un periodo de paz relativa hasta 1421.

Cuando Juan VIII (heredero de Manuel II y coronado coemperador) no apoya a Murad II (hijo de Muhammad I que heredó el trono), este consideró roto el tratado firmado por sus antecesores, por lo que atacó Constantinopla en 1422. El sitio fue levantado milagrosamente y se firmó un nuevo tratado mucho más desfavorable para Constantinopla (1424). La ofensiva continuó, y el imperio turco se fortalece, culminando con la toma de Tesalónica (1430).

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TEMA 13. BIZANCIO CONTRA LOS TURCOS

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1.2. El fracaso de la idea de cruzada

En 1431, Juan VIII negocia con el Papa la unión de las dos Iglesias, firmando el tratado de unión en 1439 en el concilio de Ferrara-Florencia. Entre los problemas doctrinales que se debatieron figuraba la doctrina de la procedencia del Espíritu Santo, adoptando la fórmula de compromiso que defendía su procedencia del Padre a través del Hijo; o la primacía del Papa de Roma. Pero la población de Constantinopla es contraria a la unión y la consideró una traición, aclamando al arzobispo Marcos Eugénicos, que no había querido firmar. Ante esta situación algunos de los miembros de la delegación se desdijeron y los partidarios de la unión como Isidoro de Kiev y Besarión de Nicea, tuvieron que abandonar Constantinopla.

A pesar de esto, el Papa Eugenio envió ayuda contra los turcos, en una cruzada liderada por el Cardenal Cesarini, Ladislao III de Polonia y Juan Hunyadi de Hungría, pero estos fueron derrotados en Varna (1444) y en la segunda batalla de Kosovo (1448), en lo que sería en fin de la cruzada con apoyo occidental. Poco después moría Juan VIII. El nuevo emperador, Constantino XI, fue el último de su dinastía: los Paleólogo.

1.3. El empobrecimiento de la sociedad bizantina y la crisis urbana

La población de las ciudades bizantinas occidentales aumentó durante el siglo XIV con la llegada masiva de campesinos. Las ciudades se fortificaron y mantuvieron una guarnición permanente en sus acrópolis, pero la peste diezmó la población urbana. Los grandes propietarios de tierras participaban en la política y la vida económica urbana. Adquiere mayor importancia la asamblea del deme, formada por artesanos, comerciantes y el pueblo llano. La falta de mano de obra en el campo hace que se cedan las tierras en el siglo XV a los campesinos a cambio de censos mínimos, así se convierten en copropietarios de sus campos y viñas: como en Corfú.

El Estado se descentraliza a nivel administrativo. Se crean principados semiautónomos concedidos a miembros de la dinastía reinante o a la nobleza (Tesalónica, Morea –con el título de despotado- ciudades del Mar Negro…). Los grandes dominios eran la base del poder aristocrático (los Paleólogos en Tesalónica, los Cantacucenos en Macedonia y Tracia...). No hay un estatuto jurídico, ni derecho hereditario tan desarrollado como en Occidente, pero se consigue por servicio militar o burocrático. Otros grandes propietarios son los monasterios. La población “media” (mesotés, mesoi) está formada por los ciudadanos más o menos ricos de Constantinopla, Tesalónica, etc., comerciantes y artesanos que tienen funciones administrativas urbanas y participan en las revueltas urbanas del momento (zelotas). A partir de mediados del siglo XV, estos sectores urbanos se mezclaron con las aristocracias, perdiendo de alguna forma su identidad.

En cuanto al comercio, Venecia canaliza y explota la producción del Imperio, por un lado en la ruta que une Creta, Siria y Egipto, y por otro, a través de Negroponte y Salónica, exportando madera, tejidos, producciones agrícolas y artesanales. Los

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genoveses se especializan en mercancía pesada con base en Constantinopla, en el barrio de Gálata. Los intentos de reforma bizantinos en ningún momento llegaron a triunfar sobre esta verdadera colonización italiana.

2. EL IMPERIO OTOMANO

2.1. Anatolia a principios del siglo XIV: los beyliks

Los selyuquíes establecen a tribus turcomanas en las fronteras, bajo la autoridad de sus propios jefes. Al disolverse el sultanato, comienzan a hacerse sedentarios y continúan con sus operaciones contra los bizantinos, lideradas por sus propios jefes (beys), constituyendo unos principados independientes (beyliks) y ganando territorios de selyuquíes, de bizantinos y de otros beys. Cuando Andrónico II eliminó las ventajas fiscales de los campesinos-soldados akritas de las fronteras, provocó que estos emigrasen o no opusieran resistencia a los nuevos señores fronterizos. La población griega se fue agrupando en las ciudades del interior y en los puertos, dejando la llanura egea despoblada. A finales de la década de 1320, los beys alcanzan la costa egea y ocupan los puertos de Éfeso y Esmirna. La meseta anatólica quedó dividida en varios principados: entre los que destacan los de Germiyán, en una encrucijada hacia el mar, y Karamán en la antigua Konya, por lo que reclama la sucesión del sultanato selyuquí. Al Norte, Ankara y su región son gobernadas por una cofradía o hermandad religiosa. En Anatolia oriental, en Ertena se sitúa el protectorado mongol.

La primera mitad del siglo XIV en Asia Menor estuvo así dominada por la división del poder, la multiplicación de principados independientes con grandes rivalidades entre sí, y la actividad de hermandades religiosas de fuerte contenido militar, que continúan acechando la frontera bizantina. Lo más cercano a un poder central se encontraba en el sultanato mameluco, que controlaba las corrientes del comercio mediterráneo, tradicionales del Islam. Entre estos beyliks, no precisamente de los principales, se encontraba el de los turcos otomanos.

Ilustración 32 Mapa de los Beyliks de Anatolia.

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2.2. La formación del emirato otomano en Asia Menor

Una tribu turcomana desplazada por el avance mongol del siglo XIII y situada en la frontera oriental de Bitinia, entre Bursa y Nicea, dio origen al beylik de los otomanos. El primer bey con un papel destacado en la expansión de su territorio fue Osmán o ‘Utman (1288-1326) que utilizó el reclamo de la fe musulmana como elemento de propaganda frente a los bizantinos. Ya entre 1302-1308 aparecen vinculados al antiguo sultanato turco selyuquí de Iconium. Establecidos en el noroeste de Asia Menor, sus seguidores, por su situación estratégica, controlan importantes vías de comunicación.

El poder de Osmán pudo estar basado en la concesión a los miembros principales de su familia de funciones y honores importantes dentro de la estructura de la tribu y de su ejército. Su hijo Orján (1326-1362), aprovechando la debilidad del Imperio Bizantino, amplió notablemente su territorio y conquistó Bursa (1326), que renovada convenientemente se convirtió en su capital y, una vez muerto Osmán, en la ciudad santa donde se visitaba su mausoleo.

Orján consolidó el poder turco y se apoderó de Nica (1330) y Nicomedia, expandiéndose hasta el estrecho de Dardanelos. Participó en la segunda guerra civil bizantina a favor de Juan Cantacuceno. Ocupó el istmo de Gallipolis y reconstruyó su fortaleza tras el terremoto de 1354, y continuó su expansión por los Balcanes (Rumeli, en turco). Se apoderó de Ankara, ciudad importante económica y comercialmente, prosiguiendo su expansión en Anatolia. Continuando hacia el interior de Asia, se enfrentó contra Karamán. En pocos años, también, ocupó la zona de Tracia, con centro en la rica ciudad de Adrianápolis (Edirne, 1369).

Estas acciones fueron muy rápidas, ya que su ejército combinaba tropas de muy diversa procedencia: tropas regulares de la tribu del bey, reclutas, caballería regular y de incursiones, hermandades religiosas y, su mejor arma: las “tropas nuevas” (jenízaros), antiguos prisioneros de guerra convertidos al Islam a la fuerza, que pasaron a formar la guardia personal del sultán.

Los herederos de Orján prosiguieron su avance por los Balcanes, mientras que seguían conquistando grandes ciudades bizantinas; esto les permite imponer vasallaje y pago de tributos al reino búlgaro y al propio emperador de Bizancio, Juan V. Murad I (1362-1389) ocupó la mayor parte de Bulgaria y Serbia entre 1383 y 1387. Organizó sus nuevos dominios de forma autocrática, pero respetando las creencias de sus nuevos pueblos. Adopta el título de sultán como símbolo del nuevo gobierno. Se anexionó el principado de Germiyán, Asia Menor, mediante una política de matrimonios y presión política. Sus nuevos territorios se transforman en provincias con dominios de dimensiones variables (timars), concedidos a título personal y revocable a militares y funcionarios para que los exploten y recauden sus impuestos, una parte de los cuales deben entregar al sultán. Es el origen de la futura administración otomana.

La rebelión de serbios, eslavos y albaneses dirigidos por Lazar de Rascia, acaba en derrota en Kosovo (1389), a manos de Bayaceto I. Para asegurar la unidad del poder, Bayaceto eliminó inmediatamente a su hermano, estableciendo un procedimiento usual en la sucesión otomana: el fratricidio. Bayaceto I facilita a Juan VII Paleólogo el ascenso al trono, pero ocupa parte de la orilla asiática del Bósforo, donde construye la

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fortaleza de Anatolia para controlar el tráfico marítimo del estrecho. En los Balcanes, los déspotas y príncipes son sus vasallos (Morea, Acaya, Valaquia), mientras que Bulgaria se consagra como una provincia más del Imperio Otomano y Serbia obtiene un nuevo rey puesto por el sultán. A fines de 1395, los turcos estaban en la frontera de Hungría, donde su rey Segismundo pide apoya a Occidente para una nueva cruzada, que fracasa en la batalla de Nicópolis (1396). Las consecuencias no se hacen esperar: Bayaceto ponía sitio a Constantinopla al año siguiente, mientras ocupaba Atenas y absorbe a los beyliks de Anatolia, llegando hasta el río Éufrates en 1400. Pero en la batalla de Ankara (1402) el kan mongol Tamerlán lo derrota y lo hace prisionero.

2.3. Procesos de conquista, conversión y organización del Imperio Otomano

La expansión otomana se realizó en dos territorios muy distintos:

los ocupados por los beyliks en Asia Menor y

la zona europea de los Balcanes.

Puede considerarse que los otomanos tuvieron grandes extensiones de tierra bajo su control. Su división y reparto dio lugar a varias formas de organización.

En Anatolia, los bienes raíces de los propietarios griegos se adjudican a la familia del bey, otros permanecen en manos de sus antiguos propietarios a cambio de la adhesión a sus nuevos amos. Otras tierras se entregaron a hermandades religiosas, bajo forma de bienes de manos muertas (waqf), inalienables, cuyas rentas permitían el funcionamiento y mantenimiento de la comunidad. Todas ellas forman lo que se conocía como bienes personales (mulk), transmisibles e inalienables, que se reparten entre los miembros de la dinastía reinante, las familias de los antiguos beys, funcionarios civiles y militares y personalidades jurídico-religiosas, que formaron así una categoría social dominante. Por debajo de ellos, funcionarios y militares de segundo rango podían obtener timars49 de menor importancia.

En los Balcanes (Rumelia para los otomanos), una parte queda en manos de eslavos y griegos y otra es entregada en forma de timars a militares de todo rango y funcionarios civiles, bajo un riguroso control de la administración provincial y central. Una tercera parte de las tierras se entregó en forma de bienes personales a la familia del sultán, a los principales visires y a hermandades religiosas. Para mejorar el rendimiento de estas tierras, el gobierno otomano favoreció traslados de población turca de Asia Menor, o la implantación de prisioneros y esclavos que fueron liberados, produciéndose así una progresiva turquización e islamización de la zona europea del Imperio Otomano, apoyada por hermandades religiosas instaladas en zawiyas, lugares de reunión y oración y en los dominios de manos muertas.

49 Timars: dominio de dimensiones variables concedido a título personal y revocable a militares y

funcionarios para que los exploten y recauden sus impuestos, una parte de los cuales deben entregar al sultán.

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Durante los siglos XIII y XIV, muchos obispos fueron expulsados de sus sedes y sus iglesias convertidas en mezquitas, y los grandes señores prefirieron convertirse para garantizar su status en la zona. En el siglo XV el 90% de la población era musulmana.

Aparte del sultán, el segundo lugar de la jerarquía cortesana lo ocupó el gran visir, que se hace cargo de los asuntos civiles y militares, asistido por los visires menores, como el juez del ejército; el jefe de los funcionarios civiles, que custodia y pone el sello en los documentos de la cancillería o del consejo del sultán (diván) y el conservador de los registros en los que se inscribían los ingresos del Imperio. El responsable militar de las tierras conquistadas, divididas en demarcaciones llamadas sanyaqs, era el hijo del sultán. El aumento de estas demarcaciones (sanyaqs) hizo que Murat I creara también puestos de gobernador con poderes civiles y militares para Rumelia (Balcanes) y otro para Anatolia.

En cuanto a la organización del ejército, a partir de 1380 se realiza una recogida forzosa (devshirme) de niños cristianos de 8 a 15 años en pueblos y ciudades de los Balcanes, que son enviados a Anatolia, donde se convierten y viven en ambiente turco, adaptándose a las costumbres. Posteriormente, concentrados en Gallípolis, reciben una formación específica según sus cualidades. Después pasan a ser pajes en la casa del sultán o del gobernador, o bien pasan a formar parte del contingente jenízaro del ejército, como guardia personal del sultán, denominándose “esclavos de la Puerta” (kapi kullari), es decir, los servidores exclusivos del sultán.

En el plano económico, los otomanos procuran mantener las estructuras vigentes, sin aumentar excesivamente los impuestos a los campesinos, y modifican sólo la superestructura del poder de las tierras. Para ello, se compilaron los reglamentos (qanun) o derecho consuetudinario que regía las relaciones económicas de cada una de las zonas conquistadas, y se crearon cargos destinados a mantener ese status quo.

En lo comercial, se mantuvieron los intercambios con los genoveses de Quíos, y podemos suponer que al tener el control de los puertos de la ruta anatolia, el comercio era floreciente. En especial, Bursa era un centro importante de tráfico sedero.

Ilustración 33 "Devşhirme" (Huecograbado del Palacio Topkapi).

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2.4. Los otomanos en el siglo XV

Tras la derrota de Ankara, el territorio de los otomanos se fraccionó, al desencadenarse una guerra civil entre los cuatro hijos de Bayaceto. Muhammad I consiguió vencer a sus hermanos en 1413. La expansión otomana sólo continuó cuando su hijo, Murad II, reanuda su enfrentamiento en varios frentes: con Venecia, por mar; con Hungría; y en los Balcanes, consiguiendo recuperar las fronteras que el imperio tenía en 1402. En 1439 cae Serbia definitivamente, y el rey de Bosnia accede a pagar tributo a los otomanos. Esto animó a Murad II a dejar el poder en manos de su hijo Muhammad II. Los poderes occidentales intentan emprender una cruzada, atemorizados al ver a los turcos a las puertas de Europa. Bizancio quedó reducido a la capital y la Morea, mientras que en Anatolia todavía son autónomas Esmirna, Sínope y Trebisonda.

Ilustración 34 Imperio otomano en 1481

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3. EL ENFRENTAMIENTO FINAL: CONSTANTINOPLA, 1453

3.1. La última resistencia

El último paso para cerrar el cerco sobre Constantinopla, por parte de Murad II (que había recuperado el trono cedido a su hijo) es conquistar la zona balcánica de los albanos, serbios y húngaros. El rey serbio Esteban Lazarevic (1389-1427) que prefiere someterse a Hungría, recupera Belgrado y ayuda al rey húngaro Segismundo en su lucha contra Bosnia. Más tarde, Belgrado, que había sido organizada por los húngaros como un banato50, resiste dos asedios (1440 y 1456), lo que le valió el nombre de “muralla de la Cristiandad”, hasta 1521. Dalmacia fue el único territorio de la zona que, pagando a los otomanos un impuesto anual y sometido nominalmente a los húngaros, pudo sobrevivir independiente hasta el siglo XIX.

En Albania, una liga de señores al mando de Jorge Skanderberg ofrece resistencia y consigue victorias legendarias, pero nunca consiguió el apoyo occidental.

La otra zona de resistencia es la frontera del Danubio: donde Valaquia, Moldavia y Transilvania se habían desgajado de Hungría, y estaban creando pequeños principados ortodoxos independientes amparados por el patriarcado de Constantinopla, con gran influencia bizantina. Ahí se crean rutas comerciales que llevan hasta el Mar Negro. Los principados rumanos se dedicaron a protegerse de la expansión otomana, que les exigió en primer lugar sumisión como tributarios. Varios caudillos militares como Juan Hunyadi y Esteban el Grande consiguen importantes éxitos militares, pero no pueden esquivar las obligaciones tributarias, y en última instancia, la ocupación.

3.2. Muhammad II, la toma de Constantinopla y el final del Imperio Bizantino

Constantino XI Dragases, hermano de Juan VIII Paleólogo y último emperador bizantino, dirige la defensa de Constantinopla durante cuatro años. Partidario de la unión con Roma, se apoya en el legado papal Isidoro de Kiev, estando el bando contrario dirigido por Jorge Scholarios. En 1452 se proclama oficialmente la unión y se menciona con toda solemnidad el nombre del papa Nicolás V en Santa Sofía.

En 1451 muere Murad II al que sucede su hijo Muhammad (Mehmet) II (1451-1481), quien ordena la construcción de una fortaleza (Rumeli Hisar) en el montículo contiguo a Constantinopla, para desde allí asediar y bloquear el Bósforo, apoyado en el castillo que se encontraba ya en la parte anatólica, procurando una rendición sin lucha a través de una propaganda sutil. Y aunque la población era partidaria de esta opinión, prevaleció el deseo del emperador de llevar a cabo la defensa a ultranza de la ciudad, organizada por las grandes familias aristocráticas de los Paleólogo y los Cantacucenos. Las iglesias y monasterios y las colonias de genoveses y venecianos colaboraron de

50 Banato: mus. Región de la Panonia actualmente repartida entre Rumanía, Hungría y Serbia cuya

capital histórica era Timisoara. El término Banato o Bánato designaba en principio una provincia fronteriza gobernada por un ban.

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mayor o menor grado. La ciudad resiste, durante dos meses, a los ejércitos otomanos, acompañados de sus dos grandes ventajas: su artillería pesada y su armada. Pero finalmente la ciudad es tomada el 29 de mayo de 1453. El emperador había muerto o desaparecido en la refriega, y el sultán hizo su entrada solemne en Santa Sofía donde realizó la primera oración islámica en agradecimiento por la victoria. El saqueo duró tres días.

Se destruyen todos los símbolos del Imperio, la Hodegetria (icono sagrado de la Virgen pintado por san Lucas, según la tradición) y la iglesia de los Santos Apóstoles, donde Muhammad II manda construir encima la mezquita de al-Fatih. Tras el saqueo, el sultán decretó el trato benévolo hacia los griegos y ofreció el patriarcado a Jorge Scholarios, protegió la Iglesia y contribuyó a su restablecimiento. La jerarquía eclesiástica ortodoxa se convirtió en el principal elemento de conservación de la tradición y permitió que se mantuviera la

lengua griega de la liturgia. Los méritos otomanos quedan escritos en las Crónicas de las casa de Osmán o el Libro del ministro (Dustur-name).

A pesar de la conquista de Constantinopla aún quedan en pie dos bastiones de Bizancio: el despotado de Morea y el resto de los dominios de los Comneno en Trebisonda, que resistió gracias a las alianzas matrimoniales con los beyliks, siendo finalmente ajusticiados en 1463 David Comneno y sus hijos.

3.3. El nuevo orden en la “Sublime Puerta”

El Imperio Turco llegó a alcanzar una extensión que abarcaba desde las costas de Marruecos hasta las costas asiáticas, y del Golfo Pérsico al Danubio, lo que requería una burocracia centralizada y flexible.

El Sultán es el máximo referente político y espiritual, aunque jamás ostentó el título de califa. A él corresponde nombrar al gran visir, a los altos funcionarios del diván, a los gobernadores y cadíes de las provincias y a los dignatarios de una corte influida por los emperadores chino-mongoles, aunque se mantienen los influjos persas. El gran visir preside el diván, y podía ser destituido a voluntad del sultán. El diván era un complejo mecanismo burocrático que centralizaba el gobierno en Estambul, y también podía convertirse en un tribunal de justicia. Los altos cargos eran distribuidos entre miembros de la familia del Sultán, y los bajos eran ocupados por juristas y ulemas o por jóvenes procedentes de la devchirme. Estos recibían solamente un salario. Tanto los cortesanos como los altos cargos provinciales eran remunerados, además de con salarios, con las rentas de uno o varios timars.

Ilustración 35 Fortaleza de Rumeli Hisar mandada construir por Mehmet II

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La ley que regía el Imperio era la shari’a, con elementos tomados del derecho consuetudinario de cada provincia, siempre que no estuvieran en contradicción con la primera. Esta particularidad afectaba a la extracción de tributos en las tierras concedidas en timar, que debían llevar sus registros y regirse por reglamentos que constituían la legislación propia de cada provincia. Fueron instituidos inmediatamente después de la conquista para mantener una continuidad económica y social y establecer una unidad mínima de gestión para todo el Imperio. Las rentas obtenidas se centralizaban en la capital de provincia, y desde allí se enviaba la parte correspondiente al Tesoro del sultán. La posibilidad de mantener un derecho consuetudinario favorece la relación del sultán con sus principales protegidos, los súbditos no musulmanes (cristianos y judíos). Cada grupo religioso constituye una nación “independiente”, y debe pagar al Tesoro los impuestos que le corresponden. Se rigen por el estatuto de dimmies, habitual en los países islámicos. Los otomanos son tolerantes y aceptan la entrada de los sefardíes procedentes de la Península Ibérica en los siglos XV y XVI, en Salónica y Constantinopla.

Al ocupar Damasco, El Cairo, La Meca y Medina se produce un flujo constante de intelectuales musulmanes hacia y desde Estambul, lo que hace que se convierta en un importante centro cultural del mundo islámico. A ello contribuye la edificación de numerosos edificios públicos, como la mezquita al-Fatih y las dieciséis madrazas de su recito, financiadas con los botines de guerra y la capitación de los no musulmanes por Muhammad II (Mehmet II).

Ilustración 36 Mezquita de al-Fatih

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4. EL PRINCIPADO DE MOSCÚ Y LA UNIFICACIÓN DEL TERRITORIO RUSO

4.1. La reagrupación de Rusia en torno a Moscú: de Iván I (1325 -1340) a la batalla de Kulikovo (1380)

A principios del siglo XIV comienza nuevamente la reunificación de los fragmentados principados rusos en manos de los grandes príncipes de las familias principales. Dos de ellos, con ayuda de los kanes de la Horda de Oro, comienzan a ascender Tver, junto al Volga, en manos de los descendientes de Nevski, y Moscú, que lucha por la supremacía mediante la diplomacia y la política matrimonial. Sin embargo, la supremacía se decidió, como era habitual en la zona, por un conflicto religioso: Tver, que intenta constituirse en sede metropolitana, rechaza al candidato de Constantinopla, que es apoyado por Moscú.

El artífice de este éxito fue Iván I tras conseguir que los mongoles reconozcan sus derechos al trono de Vladmir y la capacidad de percibir los tributos de toda Rusia, para entregarlos a la Horda. Mediante una política encubierta de conquistas militares disfrazada de compra de tierras, Moscú amplía sus fronteras hasta la llegada de la peste. Con la regencia de Dimitri, hijo de Iván I, los religiosos y los boyardos se hacen con el poder temporalmente, mientras los lituanos asolan Rusia, conquistan Kiev y declaran su independencia frente a rusos y tártaros. Aliado del príncipe de Tver, Olgerd de Lituania ataca Moscú, y Dimitri tiene que refugiarse en el Kremlin. Debido a las alianzas cambiantes entre los tres príncipes, de Moscú, Lituania y Tver, y a la concesión del título de Gran Príncipe de Vladimir a uno u otro por parte de los kanes hará que los enfrentamientos a tres bandas se reproduzcan durante años.

La compleja situación en la que se encontraba la Horda de Oro, debido al enfrentamiento de los kanes de Mamai y Toktamish, por su dominio, facilitó la alianza de los rusos en torno a Dimitri de Moscú, para enfrentarse a un ejército conjunto de tártaros y lituanos. La batalla campal entre moscovitas y tártaros tuvo lugar en Kulikovo (1380), y a pesar de la superioridad numérica de los mongoles, Mamai fue vencido, pero Toktamish consiguió hacerse con el control de toda la Horda y volvió a amenazar Moscú, que estaba aliado con los príncipes Rjazan y Nijni-Novgorod. La ciudad fue saqueada, pero Toktamisk hubo de retirarse pronto a causa del avance de Tamerlán por las estepas. Los lituanos, que habían iniciado un acercamiento a Moscú, aprovecharon esta circunstancia para aproximarse a Polonia (Unión de Krevo) mediante la conversión del príncipe Jagellón (Vladislav) y su matrimonio con Edwigis de Polonia, consiguiendo así el trono. A la sucesión de su hermano en Lituania, este principado comprendía además las tierras rusas de Kiev, Smolensko y Polotsk, entre otras. A pesar de ello, Dimitri inviste a su hijo heredero Vasili como Gran Príncipe de Vladimir, sin tener que recabar la sanción de la Horda de Oro (1389).

4.2. Entre el vasallaje y la revuelta: el difícil siglo

La victoria de Tamerlán sobre la Horda de Oro (1395) allanó el camino para rusos y lituanos, que intentaban hacer reconocer su soberanía sobre otros príncipes

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patrimoniales, quienes a su vez buscan la protección de los más poderosos entre ellos. Esto da lugar a los príncipes servidores, al servicio de los grandes príncipes de Moscú, Tver y Nijni-Novgorod, a cambio de una remuneración económica.

La influencia lituana se hizo notar en Moscú, al tiempo que, aliados a los polacos, derrotan a los teutones en Grünewald (1410), recuperando los territorios lituanos pertenecientes hasta entonces a la orden militar. El principado lituano se hacía cada vez más fuerte frente a Moscú. Su debilidad se acentuará con la lucha por el trono de los descendientes de Vasili I, en la que participan también los boyardos. El gobierno de Vasili II fue muy agitado, por la oposición de sus propios parientes, de los boyardos e incluso del kan Ulu Muhammed, que lo hace prisionero cuando atacó la región del Volga.

A su vuelta continúan los disturbios y, finalmente, tiene que huir a Tver, donde negocia el matrimonio de su hijo Iván y reconquista Moscú. Su hijo, Iván III, reconstruye el principado y lo eleva a poder principal de toda Rusia.

Ivan III de Moscú (1462-1505) comienza conquistando los principados más cercanos. Para ello tuvo que reorganizar su ejército, formado hasta entonces por arqueros y lanceros, contratando una fuerza permanente; con la especialización y separación de la caballería y la infantería; y la intervención de las piezas de artillería.

Iván se enfrenta y domina al kan de Kazán, ocupa Letonia y Pskov deportando a su población a Moscú; expulsa a los comerciantes hanseáticos de Riga y Novgorod, excepto si pagan un elevado impuesto, y se permitió rechazar a las embajadas del papa Sixto IV y el emperador Segismundo. Para acentuar el centralismo de su gobierno, limitó los poderes de los príncipes territoriales, y concedió más privilegios a la nobleza terrateniente de menor rango, ligada directamente a él. Tras sacudirse el yugo mongol, situó a Rusia nuevamente en el mapa de Europa, al establecer relaciones diplomáticas con el Imperio Germánico, Hungría, Turquía, Moldavia, etc.

Se casa con Zoé Paleóloga, en segundas nupcias, introduciendo en la corte el protocolo aúlico bizantino y un programa de edificación en la capital. Busca una expansión hacia las tierras orientales, y anima la colonización de Siberia. Por primera vez, el príncipe se intituló “Gran Príncipe de toda Rusia”, “zar” o “gran soberano”.

4.3. Economía, sociedad y religión en los territorios rusos

Durante el siglo XIV se reactiva el comercio tras la apertura a Occidente. Las potencias italianas establecen relaciones con Moscú y la liga hanseática abre un compto en Novgorod. Los comerciantes locales se limitaron a ser mayoristas y perceptores de los impuestos que se han de pagar a la Horda. Llegan a Novgorod sal, vino francés, telas de Flandes, arenques de Escandinava, trigo de Polonia, además de pagos en moneda, a cambio de miel, cera, pieles y materias primas. En el siglo XV se comienza a emitir moneda de plata –en lugar de obtenerla por medio del comercio hanseático y pagarla a los tártaros-.

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La formación de los grandes principados y la aparición de boyardos y servidores del príncipe a sueldo favorecen la creación de una nueva aristocracia basada en los principios de la antigüedad de linaje, el origen ilustre de la familia y la importancia de los oficios desempañados para el príncipe. El título de boyardo, con derecho de sentarse en el consejo, deja de estar asociado a la tierra y aparece una nueva aristocracia de servicio, que quedó registrada en el libro del reparto de oficios.

Aumenta la autoridad de la Iglesia, que difunde el mensaje de una iglesia estatal que apoya las acciones de los príncipes rusos como defensores de la ortodoxia; incrementa la concentración de sedes episcopales en la frontera occidental, para evitar la influencia de la colonización de la Iglesia católica. Por su parte la Iglesia rusa se presenta como hija fiel de Constantinopla y sus patriarcas.

El fraccionamiento político de los rusos y la necesidad de una sede metropolitana que mantuviese la unidad de la Iglesia rusa provocan choques, sobre todo entre los príncipes, que quieren imponer a sus candidatos, y el Patriarca de Constantinopla, que los designa. Dimitri de Moscú se enfrentó al metropolitano Cipriano, que mantiene la unión eclesiástica entre Lituania y Rusia. Por su iniciativa se compila en el monasterio de la Trinidad la primera crónica moscovita de vocación panrusa (1408), seguida de la Compilación de Focio y el Policronicón de Vladimir, donde se insiste en la continuidad de la historia de los antiguos principados rusos.

La necesidad de entablar un diálogo con Roma para solucionar la unión de las Iglesias con vista a una cruzada contra los turcos afectó muy directamente a la elección del metropolitano ruso, en la persona de Isidoro, que participa en el Concilio de Ferrara-Florencia (1437-1439) y después suscribe el documento de unión de las Iglesias. Sin embargo, las autoridades de Moscú se negaron a que la Iglesia rusa se plegara a las instrucciones de Bizancio y, tras intentar que el metropolitano renunciara al acta de unión, le depusieron y encerraron en un monasterio, produciéndose así la emancipación de la Iglesia rusa de la bizantina.

El otro gran poder eclesiástico ruso, las órdenes regulares, conocen también un nuevo apogeo en esta época. Con la reconstrucción de Moscú, a mediados del siglo XIV, la ciudad se rodea de monasterios-fortaleza, que son las encargadas de proteger la ciudad (monasterio de Spasso-Andronikov). Una nueva eclosión del fenómeno del eremitismo llenó el norte de Rusia de pequeños eremitorios con un vida espiritual intensa. También condujo a la fundación de nuevos monasterios, como el de la Trinidad, en el que San Sergio impone la obediencia y el trabajo manual, siendo el primer destino de peregrinación de los rusos.

4.4. Rusia, heredera de Bizancio

Iván III desea crear un imperio debido a la fuerte impronta del Imperio Bizantino. Por ello, contrae matrimonio con Zoé Paleólogo, y tras la caída de Bulgaria, se autoproclama César (zsar), lo que le vincula con la tradición romano-bizantina. El

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patriarca de Moscú se arroga el título de sucesor del metropolitano de Constantinopla al frente de la Iglesia ortodoxa, reclamando el título de “tercera Roma” para Moscú.

Ordena levantar en el Kremlin un palacio fortificado construido por arquitectos traídos de Italia, aunque muchos de los edificios, dentro del recinto, son de estilo bizantino. A partir de 1472 se reconstruyen la catedral de la Dormición y la Anunciación, la necrópolis principesca de San Miguel y el recinto amurallado; en los caminos que llevan a Moscú se levantaron grandes fortalezas de piedra. La nueva ciudad palatina se convierte en símbolo de la alianza entre el poder político y el religioso de Rusia.

Ilustración 37 Kremlin de Moscú

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TEMA 14. EL DOMINIO DEL ISLAM A FINALES DE LA EDAD MEDIA. LOS REINOS AFRICANOS

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TEMA 14. EL DOMINIO DEL ISLAM A FINALES DE LA EDAD MEDIA. LOS REINOS AFRICANOS.

1. Los Estados islámicos del Magreb Occidental y la Península Ibérica

1.1. Meriníes51

Al contrario que las dinastías beréberes anteriores, este poder no surgió como un movimiento reformador religioso dirigido por un mahdi 52 y no aspiraba a una renovación religiosa de los musulmanes, sino que en principio este grupo sólo quería alcanzar el poder y controlar las tribus mediante su participación en empresas de guerras. Sin embargo, necesitaban una legitimación religiosa e intentaron reforzar el sentimiento religioso de la población y apoyaron la doctrina malikí recibiendo así el respaldo de los ulemas. Para esto utilizaron la guerra santa de al-Andalus como propaganda política, y el control de los estudios de las ciencias islámicas a través de la fundación de madrazas en las ciudades principales.

Cuando Alfonso XI los derrota en la batalla del Salado en su intención de hacerse con al-Andalus de forma permanente, abandonan la península para dedicarse a la política magrebí. Al mismo tiempo que batallaban en Granada, el sultán meriní Abu l-Hasan conquistó Tremecén tras dos años de asedio (1337). En cuanto a los Hafsíes de Ifriqiya, Abu l-Hasan sigue una política matrimonial y diplomática, pero cuando su suegro desaparece, lleva a cabo la conquista de Túnez de forma militar. Sin embargo, tuvo que abandonar sus conquistas por las revueltas beréberes que se sucedían en el Magreb para asegurar sus territorios. Finalmente fue depuesto por su propio hijo, Abu Inan, y se exilió a la montaña hasta su muerte.

Este sultanato se vio afectado por las crisis políticas, los reveses militares y la intromisión en el comercio atlántico de portugueses y genoveses provocando su decadencia a finales del siglo XIV. Además, la autoridad del sultán disminuía a medida que la población se encontraba desprotegida ante la destrucción de Tetuán por los castellanos y la conquista de Ceuta por los portugueses, lo que llevó a reacciones de tipo religioso que acabaron con la dinastía y, a partir de 1472 fueron los Wattasíes, de una rama de los meriníes, los que regirán Marruecos.

1.2. Zayaníes

La política que siguieron los Zayaníes fue de expansión hacia el Túnez hafsí, y defensiva siempre frente a los meriníes. Tremecén fue asediada 8 años y fue ocupada dos veces por ellos durante el siglo XIV dando lugar a la construcción de al-Mansura

51 Benimerines, mariníes, meriníes o merínidas (1244-1465) es el nombre castellanizado que

reciben los Banu Marin, 52 Mahdí: Mus. Guiado. Personaje que aparecerá antes del Juicio Universal. Sobrenombre de varios

personajes.

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TEMA 14. EL DOMINIO DEL ISLAM A FINALES DE LA EDAD MEDIA. LOS REINOS AFRICANOS

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frente a sus muros. Una vez en paz el zayaní Abu Tashufin (1318-1337) se tuvo que enfrentar a varias rebeliones y asedió Bujía, donde construyó una ciudad campamento; después atacó Túnez derrotando a su sultán hasfí, quien pidió ayuda a su yerno, el meriní Abu l-Hasan, el cual derrotó a los zayaníes temporalmente. Los zayaníes, a pesar de ser incorporados al ejército con honores, se revelaron y volvieron a su capital hasta la segunda ocupación meriní en 1352.

Abu Hammu Musa II (1359-1389) restauró el régimen zayaní aprovechando un momento de debilidad meriní, pero su reinado estuvo sumido en muchas guerras contra los meriníes, que le obligaron a evacuar la capital varias veces, o contra otros rebeldes entre los que estaba su hijo. Los sultanes posteriores reinaron efímeramente hasta que la caída de los meriníes les lleva a ser vasallos de los hafsíes de Túnez.

Ilustración 38 Europa, Asia y África hacia el 1300

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TEMA 14. EL DOMINIO DEL ISLAM A FINALES DE LA EDAD MEDIA. LOS REINOS AFRICANOS

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1.3. Hafsíes

El califa hafsí Abu Yahya Abu Bakr (1318-1346) consiguió sofocar las revueltas y dio el gobierno de las provincias a sus hijos que estaban asistidos por un chambelán. Tuvo que apaciguar a los beduinos y consiguió arrebatar la isla de Yerba a Sicilia. Solicitó ayuda a su yerno Abu l-Hasan contra Tremecén. Los meriníes ocuparían el reino dos veces, en 1347-48 y en 1356-57. Los territorios perdidos no se recuperarían hasta 1370 con el califa Abu l-Abbas, que también contuvo a los beduinos, fue un importante mecenas y protector de Ibn Jaldún. Los piratas hafsíes mantuvieron la flota cristiana alejada. Durante el siglo XV destacaron los califas Abu Faris (1394-1434) y Uzman (1435-1488).

Durante la época hafsí, Túnez creció en población y aumentaron sus actividades dotando a la ciudad de nuevas infraestructuras como un hospital (maristán) y varios palacios como el del Bardo.

1.4. Nazaríes

En el siglo XIV este territorio se había reducido a las antiguas coras de Granada-Elvira, Málaga, Almería, Ronda y parte de Algeciras, predominando las demarcaciones de tipo militar (ta’as) de las Alpujarras, la serranía de Ronda y la sierra de Málaga sobre cualquier otro tipo de organización territorial. Estas zonas, las fortalezas no dominaban sobre los núcleos más próximos como en el alfoz53 cristiano, sino que estaban controladas por el sultán y dependían de las ciudades más próximas para su mantenimiento, compartiendo la función defensiva con las alquerías54. Mientras, los núcleos rurales dependían de las ciudades pero tenían una cierta autonomía en su forma de gobierno.

El sultán tenía a sus súbditos bajo un compromiso de sumisión (bay´a) y su nombre se proclama en la oración de los viernes en todas las mezquitas aljamas55 de su reino. Él mismo podía designar a su sucesor, el cual no tenía que ser obligatoriamente su primogénito, siendo generalmente la transmisión del trono entre hermanos.

Con Castilla y con el reino de Aragón tenía diferente situación. La frontera de Castilla sufrió continuas intromisiones, y la intervención castellana en la política nazarí determinó la elección de candidatos al trono que se legitimaron por las armas o llegando a la sucesión por vía femenina. Las relaciones entre ambos reinos estuvieron marcadas por sucesivas treguas de tres o cuatro años alternadas con guerras en las que la frontera castellana iba avanzando. Mientras, las relaciones con el reino de Aragón se mantenían en términos diplomáticos y comerciales, sobre todo con la concesión de monopolios comerciales a través de los puertos principales.

53 Alfoz: Zona rural sobre la que una ciudad o villa ejercía su jurisdicción. 54 Alquería: Mus. Casa de labor o poblado pequeño diseminado por el campo o la sierra. 55 Aljama: Mus. Barrio donde vive la población judía o musulmana.

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Destacan la actividad de mecenazgo que llevaba a cado el sultán granadino en los momentos de tranquilidad: Yussuf I (1333-1354), se dedica a reorganizar la vida civil y militar de su reino, patrocina nuevas construcciones en la Alambra y la edificación de la madraza en Granada y encarga viajes de inspección por las fronteras orientales. Esta política sería continuada por su hijo, Muhammad V (1354- 1359, 1362-1391), aunque en su reinado se inicia una práctica de destronamientos que se convertirán en habitual hasta la caída definitiva del reino. La hábil diplomacia granadina le pondrá en buenas relaciones con Castilla, Aragón, Tremecén y Túnez.

Durante el siglo XV resurge la figura del chambelán (hayib), como cabeza de la administración y el poder político y militar. Este título no fue concedido por todos los reinos ni por mucho tiempo, porque los emires no querían dejar tanto poder a un solo cortesano. Seguían en la jerarquía de funcionarios los visires, encabezados por el gran visir (doble visir), nombrado y destituido por el sultán, quien delegaba en unos secretarios, algunos de los cuales también podían llevar el título de visires. La hacienda nazarí se dividía en el patrimonio privado de la dinastía (mustajlas) y el tesoro público (bayt) que podían intercambiarse en la práctica, pudiendo incorporar bienes privados del sultán al tesoro público o adquirir para la dinastía los bienes del Estado. Su patrimonio estaba compuesto por grandes y pequeñas propiedades rústicas y urbanas, además de impuestos. Otra entidad era “el tesoro de la comunidad musulmana”: formado por grandes y pequeñas propiedades rústicas y urbanas, con numerosas rentas, patrimonio indiviso e inalienable y bienes de manos muertas; en la capital tenía tierras en la Vega, tiendas, baños, molinos y hornos. Pero no se sabe exactamente si se podía confundir este patrimonio con el del tesoro público del Estado.

La gobernación de las provincias estaba confiada a tres cargos:

un gobernador (valí)

un jefe militar (caíd o alcaide)

un agente fiscal (‘amil)

Estos cargos podían ser ejercidos por la misma persona, y ser transmitidos de padres a hijos.

Los gobernadores de las grandes familias solían ser miembros de la familia nazarí, o de los principales linajes de Granada, los cuales podían crear redes de poder en las provincias y causar problemas al emir.

En las zonas fronterizas tenía más autoridad el caíd, estableciéndose también una jerarquía de mandos militares en las plazas designados a veces por los propios vecinos. Los linajes conservan su protagonismo, y la solidaridad tribal se sustituyó por nuevas clientelas atraídas por el ejercicio del poder y la riqueza. Cada una de ellas tenía a su vez sus propias clientelas de linajes menores.

El cadí56 mayor de la comunidad estaba en la cúspide de la jerarquía judicial del emirato granadino siendo uno de los funcionarios más importantes. Bajo su autoridad están los cadíes locales o provinciales, establecidos en las capitales de las coras, a los que se unían el alcalde de la capital del reino y los cadíes de zonas rurales; por debajo

56 Cadí: Mus. Juez musulmán

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estaban los jueces de competencias restringidas, como los cadíes de los matrimonios o de las aguas. Los cadíes pertenecían a familias importantes, fuera por su riqueza, por su conocimiento del derecho, su prestigio, o en la mayoría de los casos por una combinación de todo, junto con la experiencia en la administración territorial y de justicia.

El ejército granadino en el siglo XV no contaba apenas con mercenarios bereberes del norte de África a excepción de la tribu Zanata. El cuerpo del ejército estaba formado por andalusíes, organizados por un registro o secretaría del ejército y acantonados en Granada dentro de la Alambra. Los demás granadinos podían ser llamados a tomar las armas, pero para defender sus tierras generalmente, no para largas expediciones. Los elches57, mercenarios cristianos, formaban la guardia personal del sultán. En vanguardia se situaban los voluntarios o guarniciones locales situados en los castillos fronterizos con Castilla, que recibían refuerzos de tropas regulares de necesitarlo.

El comercio exterior granadino estaba muy mediatizado por los extranjeros: los genoveses tuvieron monopolizadas las exportaciones todo el siglo XIV (las especias, el azúcar, la seda, etc.) y, en el siglo XV, los mallorquines, catalanes y valencianos actuaron como intermediarios. A la vez los granadinos eran intermediarios en la circulación de productos exóticos de otros países islámicos, como el incienso. Con Castilla había prohibiciones ocasionales pero el comercio también era activo.

Ilustración 39 Territorio del reino nazarí durante el siglo XV

57 Elches: Mus. Mercenarios cristianos que servían en el ejército nazarí.

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2. El sultanato mameluco de Egipto bajo los buryíes

En 1382, los mamelucos acantonados en las torres de la ciudadela de El Cairo (Buryíes, de bury = torre) desplazaron a los mamelucos Bahríes hasta la conquista otomana en 1517. Se creó así una nueva dinastía en la que los hijos sucederán al padre, apareciendo la idea de herencia del poder. Estos hijos ya habían nacido en Egipto y no podían ser considerados mamelucos, por lo que perdían sus derechos, y los dirigentes eran sustituidos por otros compañeros de armas. Los manuales de la cancillería nos descubrieron el funcionamiento de las secretarías y del correo, imitado de los mongoles.

Los emires se rodeaban de cortes principescas como las del sultán y contrataban intendentes para cobrar las rentas, lo que llevó a abusos sobre los campesinos. Con lo que sobraba constituían fundaciones piadosas o bienes habices58 (waqf) destinados al mantenimiento de edificios religiosos construidos por el emir. Esto dio lugar a grandes programas constructivos que solían incluir una mezquita o madraza con tumba. También podían invertir su fortuna en mercados, almacenes, tiendas, baños, alojamiento para comerciantes (janes), etc.

En la segunda mitad del siglo XIV aparece la figura de inspector, también con rango de emir, que controla el buen funcionamiento de los canales de irrigación del Nilo, de los que dependía la bonanza del país; de garantizar la seguridad de los agentes fiscales; y el buen desarrollo de la vida agrícola y cosechas. Las producciones principales tanto para consumo propio como para comercio eran los cereales, las legumbres, la caña de azúcar y los frutos.

La mayoría de las rutas de comercio asiáticas estaban en mala situación, por lo que éstas se dirigieron a Egipto como intermediario y, los mamelucos, a su vez, favorecieron las rutas hacia el océano Índico, a través de sus puertos del sur del Nilo, usando la vía fluvial para llegar a Alejandría, donde se instalaron los comerciantes europeos. Los productos principales eran la seda, especias, porcelana china y azúcar, y proporcionaba numerables ingresos al gobierno mameluco gracias a los derechos de aduana, tasas sobre navíos, etc.

Hasta mediados del siglo XV el gran comercio estaba en manos de los mercaderes karimíes59 organizados en sociedades familiares (sharika) en las que participaban hombres libres y esclavos como agentes y representantes en las factorías de África, Arabia y la India, hasta Indonesia y China. Eran muy ricos y contribuyeron al desarrollo económico de El Cairo, donde expandieron los barrios mercantiles, potenciados también por los emires. Algunas tribus beduinas también intentaron sacar provecho de este comercio. Esto hizo que, junto a la peste y los ataques de piratas, los karimíes abandonaran Qus a finales del siglo XIV para trasladarse a Suez. En el mediterráneo, Alejandría se convierte en el puerto principal, ya que los mamelucos habían prohibido a los europeos llegar a las rutas índicas por el mar Rojo. Tanto las ciudades mercantiles italianas, provenzales y catalanas se apresuraron a aprovechar las ventajas de unos

58 Habices: Mus. Bienes inalienables procedentes de fundaciones piadosas destinados

exclusivamente al mantenimiento de edificios religiosos. 59 Karimíes: Grupo de comerciantes que dominaban el comercio en el Índico.

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tratados comerciales muy favorables, excepto por ocasionales ataques como el de Pedro I Lusiñán (1365), por el que protestaron tanto como los egipcios.

Con los sultanes mamelucos buryíes era necesaria la condición de circasiano para adquirir poder. Se crearon dos dinastías: la de los Zahiríes a partir de Barquq (1382-1395), y la formada por Qaitbay (1468-1496) y su mameluco Qansuh al-Guri (1501-1516). Estos reinados tuvieron una larga duración lo que demuestra su estabilidad y la autoridad de los mamelucos.

Durante el siglo XV la administración se transforma debido a los graves problemas económicos que se les habían planteado: El emir encargado de la casa del sultán ejerce prácticamente como gran visir con supervisión de toda la administración, más adelante sería sustituido por el jefe de los registros, encargado de la administración de finanzas de todo el sultanato; y el emir (atabeg60) de los ejércitos, que adopta un nombre selyuquí para oponerse a los otomanos, y quienes se proclaman sucesores del régimen turco selyuquí. Con esto se pasa a una confusión entre la casa del sultán y las finanzas públicas. La centralización también se manifiesta por la presencia constante del sultán en El Cairo, sin hacer expediciones en las fronteras y enviando a las provincias sólo inspectores.

Egipto se ve afectada por la peste negra de 1349, y repetida en varias ocasiones. No sólo afectó a las grandes ciudades, sino también a gran parte de la población rural. Esto provocó que no se puedan pagar los impuestos, y dejar desprotegidas las tierras frente a los beduinos, que amenazaban las rutas comerciales del mar Rojo. A esto se unió la invasión de Siria por Tamerlán; un periodo de hambre; y la guerra de los emires contra el sultán hasta 1412. Esta crisis se solucionó cuando el sultán Barsbay (1422-1438) reforzó el poder de los inspectores provinciales y reservó el monopolio del comercio de especias para el Estado, que ya controlaba los puertos de Tor (Suez) y Alejandría, donde se hacían los intercambios. Sin embargo, también se produce un efecto contrario por la balanza de pagos, a favor de los europeos, a quienes los egipcios les compraban más que les vendían. Estos problemas económicos, junto al auge de los otomanos a principios del siglo XVI, y las dificultades internas de los sultanes llevaron a la caída del régimen.

3. La islamización de los kanatos mongoles. Las conquistas de Tamerlán

3.1. La islamización de la Horda de Oro

El Islam no se estableció oficialmente en la Horda de Oro hasta el gobierno Uzbek (1313-1341) y, cuando los mongoles de la Horda, se hicieron musulmanes se identificaron más con sus súbditos turcos que con los rusos cristianos del norte de sus tierras. La alianza de los mamelucos en contra del ilkanato siguió en pie, pero al surgir Lituania y Moscú como fuertes poderes perdió fuerza.

60 Atabeg: Mus. Título nobiliario de origen turco usado por los gobernantes selyuquíes.

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Durante todo este tiempo, la Horda de Oro siguió haciendo cabalgadas contra Europa del Este, sobre todo Hungría y Polonia, aprovechando también sus luchas internas. La frontera de Hungría era especialmente permeable, marcando a su sociedad hasta el punto de utilizarlo como referencia en el calendario. También se tomaron disposiciones legales para la liberación de cautivos. Tanto polacos como rusos, que eran sus tributarios, acudían a la Horda de Oro buscando su apoyo para sus conflictos internos, incluyendo a los Caballeros Teutónicos. El Papa convocó una cruzada contra los mongoles en 1325, pero a partir de entonces se restringió al cobro de los diezmos de cruzada por parte los reyes húngaros, polacos y bohemios para defender sus fronteras.

Sólo destacó el reinado de Toktamysh (1376-1395), protegido por Tamerlán, que unificó la Horda de Oro y la Horda Blanca del este. Fue derrotado por los moscovitas (1380), en lo que fue un avance de la destrucción de la Horda por los rusos en el siglo XVI. Pero sería Tamerlán quien derrocaría al que fue su antiguo protegido.

En 1438 la Horda fue dividida en dos partes: el kanato de Kazán y la Gran Horda y después volvió a subdividirse, con la creación de los kanatos de Astracán y Crimea, enfrentados entre sí. La destrucción de la Gran Horda en 1502 por el gobernante de Crimea se considera el fin de la Horda de Oro, ya que a su vez Cremea se había sometido a los otomanos.

3.2. El ilkanato de Persia

Con la conversión de Ghazan se fue dando un sentimiento de unificación entre los mongoles y persas, manifestado en matrimonios mixtos y en la progresiva asimilación de los mongoles dentro de la sociedad persa. Su hermano Olyetu (1304-1316) mantuvo como ministro a Rashid al-Din y trasladó la capital de Tabriz a Sultaniyya.

Le sucedió su hijo, Abu Said, quien subió joven al trono, y negoció la paz con los mamelucos (1322). Tuvo como visir al hijo de Rashid al-Din y su gobierno, al parecer, fue exitoso. Sin embargo, a su muerte el ilkanato se derrumba, al no tener hijos varones ni ningún miembro de la familia de Hulegu suficientemente fuerte para hacerse con el poder, por lo que acabó la dinastía.

3.3. Tamerlán (1369-1405) y los Tumúridas

A mediados del siglo XIV, el kanato Chatagai se dividió en dos partes:

Transoxiana: con las grandes ciudades de Samarcanda y Bujara, y con una población mayoritariamente sedentaria y musulmana.

El llamado “país de los mongoles”: que permaneció a salvo de los intereses de Tamerlán, quien explotó las diferencias entre ambos poderes.

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Tamerlán (1336-1405), o Temur-i-link (Temur el Cojo), nació en Kish (Uzbekistán) de ascendencia mongola, religión musulmana, y turco de lengua y cultura. Dedicó los años 1360-1370 a consolidarse como líder interno, y a reorganizar un nuevo tipo de ejército mixto; para después comenzar su expansión en tres fases:

1. 1370-1385: Control de Asia central, con ataques hacia el este y hacia el ilkanato de Persia, al oeste, que incorporará a su imperio.

2. 1385-1395: Control de la Horda de Oro, que somete a su mandato pero no la incorpora territorialmente, Anatolia y Próximo Oriente, donde se enfrenta a mamelucos y otomanos, derrotando a todos y consiguiendo el control de casi toda la Anatolia tras la batalla de Ankara (1402).

3. 1398-1399: Hace incursiones a la India aprovechando la derrota de los ejércitos cristianos ante los otomanos en Nicópolis para destruir el sultanato de Delhi. Cruza el Indo, alcanza Multán, y saquea la capital, Delhi (1399), donde masacró a la población y avanzó hacia el Ganges, para luego volver a Samarcanda.

En 1403 Ruy González de Clavijo encabeza una embajada dirigida a la corte del emperador Tamerlán de parte del rey de Castilla Enrique III, que ya había estableció un contacto previo con Bayaceto y el propio Tamerlán. La delegación castellana vio la derrota otomana de Ankara (1402), lo que supuso un respiro al imperio Bizantino, que ya estaba muy moribundo, y se encontró con emisarios de la China Ming. Tamerlán los recibió en Samarcanda, la embajada le propuso la creación de un pacto entre los poderes cristianos (representados por Enrique III de Castilla) y Tamerlán, pero éste no estaba dispuesto a apartarse de crear su propio imperio mongol y musulmán.

Tamerlán estableció un aparato ideológico para legitimar su posición como soberano universal: para construir un imperio universal, se podía recurrir a la invasión de tierras de los infieles (algazúa), presentándose así como campeón del Islam.

Estableció su base en Samarcanda, que aumentó sus barrios y se enriqueció. Sin embargo, sus cabalgadas no tuvieron su continuación en un proyecto de estado como el de Gengis Kan. Tamerlán muere en 1405 cuando intentaba conquistar la China Ming.

Ilustración 40 Imperio de Tamerlán

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4. Los grandes reinos de África Occidental Subsahariana

4.1. El reino cristiano de Abisinia (Etiopía)

Este reino fue uno de los más poderos estados de su tiempo y aún tenía importancia en época de Mahoma a pesar de haber entrado ya en decadencia; pero también período en que se crearía la nueva capital de Roha (Lalibela).

La Iglesia etíope dependía del patriarcado de Alejandría, y fue introducida en el reino de Aksum hacia el año 350. La conversión de la corte del rey Ezana fue rápida y su evangelizador, Frumencio, fue nombrado obispo con el nombre de Salamá. El pueblo no fue cristianizado hasta el siglo VI, con la llegada de los monjes sirios, seguramente monofisitas huidos, que evangelizaron de norte a sur, enfrentándose a la creciente expansión del Islam y a los fetichistas autóctonos. Con un patriarca designado por Egipto y un negus61 a la cabeza se constituye una iglesia de Estado. El número de monjes y eremitas estaba dirigido por un etcheguié62 etíope, con mayor autoridad que la del patriarca. La influencia judía aparecía en la práctica de la circuncisión, la prohibición de comer carne de cerdo o seca, la festividad del sábado y domingo o el uso de nombres del Antiguo Testamento.

El rey más famoso fue Lalibela (1180-1235), impulsor de las iglesias excavadas en las rocas cercanas a Lalibela y el complejo eclesiástico de Tana Kirkos, en el lago Tana. Aunque el que más se puede identificar con la leyenda del Preste es a su antecesor Yimrahane Kristos (siglo XII), que reunió su condición de sacerdote con su corona real.

A Jerusalén llegaban cristianos de raza negra procedentes de Etiopía, que practicaban un cristianismo copto, aunque con variantes locales a causa de su aislamiento una vez que Arabia y Egipto se habían convertido al Islam. Entre los siglos XII-XV el reino cristianos etíope experimenta un renacimiento a la vez que tiene que enfrentarse a la expansión del Islam por su área.

En el siglo XV muchos mapas portugueses identificarán indudablemente el reino de Etiopía como el reino de Preste Juan, probablemente por los contactos comerciales entre ambas zonas.

4.2. Mali y las rutas transaharianas de sal y esclavos

En el siglo IX se puede hablar de la aparición en el África subsahariana de los reinos de Kanem, Songay y Mali. En el siglo XI se produjo la conquista de los reinos de Ghana y Songay por los almorávides. Durante la segunda mitad del siglo XII, los almorávides perdieron Ghana, que pasó a tener una dinastía propia, la Soso de Kaniaga, que también controlaba Mali.

La dinastía de Mali se desarrolla en los siglos XIII y XIV. En 1234, Soundiata (1234-1255) restablece la independencia de este reino, une Ghana y se extiende sobre Sangay y el Sáhara meridional hasta el Atlántico.

61 Negus: Título de los emperadores etíopes o abisinios. 62 Etcheguié: Dignidad de la iglesia copta etíope equivalente a un arzobispo.

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Administrativamente, esta zona se distribuía en 14 provincias, con 24 ciudades importantes y numerosas aldeas. Estaban gobernadas por un virrey designado por el Mansa63, excepto Ghana que tenía un estatuto especial. Su ejército estaba formado por infantería y abundante caballería, con caballos importados de Marruecos. La justicia y seguridad en las rutas comerciales era lo que más preocupaba a los reyes.

Mali tiene su apogeo bajo el reinado del Mansa Moussa (1312-1332) quien, junto a su sucesor el Mansa Solimán (1341-1360), tenían fama de ser muy temidos y avariciosos. Mantuvieron relaciones diplomáticos con los poderes islámicos del Magreb. La principal fuente de ingresos de Mali eran las rutas comerciales transaharianas. Las ciudades por las que éstas pasaban sufrían un aumento de población. Los comerciantes magrebíes y egipcios tenían en Mali sus propios barrios y mezquitas, formando parte de la élite de la ciudad. No había una separación radical y se produjeron matrimonios mixtos entre blancos y negros.

Las caravanas de la ruta occidental solían llevar libros, cereales, frutos secos, caballos, textiles, cerámica, joyas y, sobre todo, sal de las salinas de Tagaza, volviendo las mismas caravanas cargadas de otras mercancías, sobre todo esclavos y oro. Estos esclavos de Mali eran muy demandados por la escasez a ambos lados del Estrecho. Los yacimientos de oro de Mali eran la mayor reserva del mundo en este momento. La

63 Mansa: Mus. Nombre que designa al rey o emperador de Mali.

Ilustración 41 Imperio de Mali

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única mercancía que podía competir en precio e importancia era la sal de Tagaza, que aumentaba de valor conforme se alejaba de las salinas de origen.

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TEMA 15. LOS INICIOS DE LA EXPANSIÓN EUROPEA

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TEMA 15. LOS INICIOS DE LA EXPANSIÓN EUROPEA

1. Causas de la expansión europea

1.1. Las motivaciones mentales y materiales de la expansión

Entre los siglos XI y XII se produce en Europa, en la zona de la cristiandad latina, un gran cambio en el modo de producción, que se manifestó en una mejora del atalaje de los animales (collera); en el herraje de los caballos; en la mejora del instrumental utilizado en la agricultura (arado con rueda, uso de reja metálica, etc.), dando como resultado una mayor producción de cereal, que redundó en una mejor alimentación y en una mejor utilización de la fuerza de los animales. En lo referente al transporte, asistimos a la progresiva sustitución del carro de dos ruedas por el de cuatro, que acaba imponiéndose en el siglo XIII.

A finales del siglo XII, la mayor difusión de la moneda, de los mercados y de una clase de hombres especializados en las técnicas comerciales, contribuyeron al paso de una economía cerrada a otra más abierta, y a los intercambios comerciales de todo tipo. En este sentido, el crecimiento de Europa, del siglo XI al XIII, ha sido el más espectacular de la historia hasta la llegada de la revolución industrial.

En un principio fue la península Escandinava la primera en expandirse fuera de sus fronteras, sin embargo, cuando empieza la gran expansión marítima de la Europa del Sur se había producido ya el repliegue de la expansión escandinava. El repliegue fue tal que se olvidaron totalmente sus descubrimientos más lejanos, abandonados por motivos climáticos (empeoramiento de las condiciones climáticas que sufrió Europa entre el 1200 y el 1350, que hicieron que los hielos progresaran hacia el sur y dificultaran la navegación por los mares boreales).

Esta primera expansión, que no pudo realizar el norte, por motivos esencialmente climáticos, fue llevada a cabo por Portugal y Castilla. Pero ¿qué propició que fueran estos dos reinos los protagonistas de la expansión?

En primer lugar utilizaron las mejores técnicas comerciales mediterráneas, y en segundo lugar, la experiencia de las técnicas de navegación atlántica y la fortaleza de los barcos que allí navegaban, representados por los navíos portugueses, andaluces, gallegos, cántabros y vascos.

Los motivos que están en la base de la expansión europea, sobre todo la atlántica, no son fáciles de detectar y catalogar. Ante todo debemos pensar que se trató de motivaciones que afectaban a un grupo reducido de personas, aun cuando, posteriormente, la influencia de los descubrimientos afectara y trasformara la vida de un número creciente de las mismas en una onda que se expandió por Europa.

Entre los motivos más nobles, idealistas y altruistas, que motivaron los descubrimientos, encontramos la expansión del cristianismo. La conquista de Ceuta

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(1415) por los portugueses primero, y la del norte de África por los Reyes Católicos y por sus sucesores, irían conducidas a frenar la expansión musulmana y establecer cabezas de puente, desde las cuales fuera posible una futura labor evangelizadora.

Además de motivos religiosos, hubo principalmente motivos político-económicos. El principal motivo económico fue el oro y el control de sus fuentes primarias, eliminando de este modo a los intermediarios marroquíes que lo transportaban desde el África negra.

El oro del Sudán entraba en Europa a través del Magreb, y era transportado a lomos de dromedarios. Este tipo de transporte era lento y pesado pudiendo durar de dos a tres meses el transporte de una tonelada en la travesía del Sahara. En este comercio caravanero se fundaba la riqueza del Imperio de Mali.

Los portugueses conocedores de este comercio, conquistan Ceuta y descienden por la costa africana, para hacerse con el control del mismo, estando estos motivos en la base de sus descubrimientos. Frente a una Europa del Norte, cuya economía gira en torno a la plata, existía una Europa mediterránea, que gira en torno al oro, debido a su comercio con el Norte de África y Oriente. El oro desapareció, casi por completo, de Europa y de la Península Ibérica, a lo largo del siglo XV, debido al comercio con Oriente, por lo que su reposición se convirtió en uno de los principales objetivos de las economías nacionales.

Desde finales del XIII, este comercio estaba monopolizado por Venecia y Génova. Las rutas terrestres, intermitentemente, estaban cerradas debido a las convulsiones políticas y militares que sufría el Próximo Oriente, especialmente a fines del siglo XIV tras la aparición de Tamerlán. Las rutas marítimas lograban sortear mejor estos obstáculos y fueron capaces de atender la demanda de productos orientales (telas, especias, perfumes, cerámica, etc.) que Europa demandaba.

1.2. Nuevas técnicas de navegación

1.2.1. Los barcos

El transporte marítimo evolucionó y se perfeccionó durante la Edad Media. Se utilizaron fundamentalmente dos tipos de navíos. En el Mediterráneo encontramos la galera que era un navío ligero, alargado, rápido, fácil de maniobrar, movido a remo y a vela, pero no apto para transportar cargas pesadas. Frente a él, en el Atlántico, encontramos un tipo de navío redondeado, panzudo, lento, poco manejable y a vela, pero apto para el

Ilustración 42 Imagen de una galera

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transporte de mercancías pesadas, la coca.

De la mezcla de estos dos navíos surgió la carabela a principios del siglo XV, siendo perfeccionada en el siglo XVI. Nació en la Península Ibérica, punto de encuentro entre la ligera galera y el lento navío norteño (la coca). Se trata de un velero largo, de poco calado, con tres mástiles de los que colgaban velas, cuadrada la central y otras triangulares, suspendidas de los

mástiles más pequeños, situados a proa y popa de la central, que

además de dar fuerza eran fundamentales para dirigir la maniobra. El mástil central tenía, en la parte más alta, una cofa, en forma de cesto, para el vigía.

La carabela fue el navío idóneo para los descubrimientos por su facilidad para la maniobra, su aptitud para la navegación en aguas poco profundas, su rapidez, y su capacidad de mantenerse a flote durante muchos años y en las condiciones climáticas más duras. Su característica principal fue la rapidez, ya que ningún barco de vela era capaz de superarlo con viento de popa. Sin embargo, navegando contra el viento, la carabela tenía mucho que mejorar, ya que la falta de quilla hacía que se perdiera fácilmente a la deriva.

Ilustración 43 Coca vasca del siglo XVI

Ilustración 44 Carabela Santa María

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1.2.2. Cartas y portulanos

Hasta que, a finales del siglo XVI, no se impuso la Proyección de Mercártor, el tipo de navegación que se realizaba en Europa era una navegación a la estima (también llamada por algunos como astronómica), ya que sólo se tenía en cuenta la medida astronómica en grados mediante el uso del astrolabio, tomando como referencia la observación de la estrella Polar, de otras estrellas y del Sol.

La escasas representaciones que tenemos de cartografía altomedieval, son de carácter simbólico, mientras que las de época posterior tienen ya presente la Geografía de Estrabón y las obras de autores árabes (al-Idrisí y de al-Magribí), cuyas obras se difundieron por Europa, gracias a las traducciones realizadas en España e Italia. A partir de los siglos XII y XII empiezan a elaborarse mapas del Mediterráneo con bastante precisión –fruto del aumento de la navegación, a consecuencia de las Cruzadas-, siendo arrumbados los rígidos mapa-mundis inspirados en los geógrafos de la Antigüedad, que fueron sustituidos por mapas o cartas de navegación regionales, mucho más precisas.

La principal fuente de información para la elaboración de estos mapas, la constituyen los cuadernos de a bordo en los que los capitanes de las naves anotaban los puertos, las rutas a seguir, las distancias, así como el resto de noticias que fueran útiles para la navegación. El más famoso de estos cuadernos es el pisano Compasso da navegare de mediados del XIII. Estos nuevos mapas se llamaron portulanos, ya que en el perfil de las costas, aparecía el nombre de cada puerto, así como los accidentes geográficos y los rumbos a seguir, teniendo presente la declinación respecto al norte magnético.

Los rumbos están en relación directa con los vientos dominantes, que son cuatro y que se trazan teniendo presente el norte de la aguja, cruzándose ortogonalmente en el centro del mapa. Estos cuatro vientos dan lugar a los dieciséis de la Rosa de los vientos, de las cartas del siglo XIII. Salían así un total de treinta y dos rumbos sobre los que se lograba calcular el avance efectivo el barco. Los vientos principales eran: Levante, Poniente, Mediodía, Tramontano, Griego, Exaloc, Lebeche y Maestre.

A partir del XIV, las cartas de navegación o portulanos se perfeccionan y cada vez incorporan más información, para facilitar toda clase de conocimientos sobre la región costera y su interland. Este tipo de cartas son conocidas como náutico-geográficas, mientras que las que describen únicamente la línea costera, y se limitan a reproducir sólo los accidentes que se ven desde el mar, son las consideradas puras. Las más famosas fueron: la Carta Pisana (1290) (costas mediterráneas), la del genovés Vesconte (1313) (costa de Lisboa a Dinamarca) y la del mallorquín Angelino Dulcert (1339) (costa atlántica y las islas Canarias). La escuela mallorquina gozó de gran prestigio y sus cartas se distinguían por su colorido y por la continua aparición de ciertos accidentes geográficos (Cordillera del Atlas, Mar Rojo, etc.), siendo su cartógrafo más conocido, Abraham Cresques, célebre por su Atlas (1375).

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1.2.3. Los instrumentos de navegación

Para una correcta navegación además de las cartas tenían que saber trazar el rumbo que las naves tenían que seguir y conocer los ángulos que forman entre sí los vientos por si se extraviaban. Esta tarea la realizaban los noacheros con ayuda de un compás que medía y trasladaba las distancias en la carta marina y de las tablas de navegar (tablas de Martelogio), que servían para indicar la posición en el mar después de calcular los avances de retorno respecto al punto deseado.

Ilustración 46 Carta pisana

Ilustración 47 Carta de Abraham Cresques

Ilustración 45 Carta del genovés Vesconte

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Las primeras tablas de Martelogio documentadas datan de 1436 y se encuentran en el Atlas de Andrea Bianco.

En los casos en los que debido a la navegación no tenían referencia geográfica se guiaban por la astronómica utilizando la aguja de marear primero y la brújula después. En el siglo XIII los marineros descubrieron que el polo astronómico indicado por la estrella Polar, no coincidía con el polo magnético, indicado en la aguja de marear y la brújula por lo que era necesario tener en cuenta este desajuste. De ahí la importancia de la observación astronómica, ya que la altura de las estrellas indicaba la latitud en la que encontraba la nave.

El astrolabio era un instrumento que representaba la bóveda celeste y servía para fijar la posición y el movimiento de los astros. Su uso era terrestre siendo el cuadrante su sustituto para el uso marítimo. Se utilizaba en el mar también el sexante que era el cuadrante simplificado de sesenta grados mejorando notablemente la navegación nocturna.

2. Viajes y viajeros medievales

Desde finales del XI, el Lejano Oriente estaba comunicado con Occidente a través de cuatro vías: dos terrestres y dos marítimas. La más septentrional de las terrestres comunicaba China con el mar Negro y la otra discurría a través del Turquestán y sus desiertos y cruzaba Persia desembocando en Basora. La ruta marítima más antigua ponía en contacto la India y el sudeste asiático con el mar Rojo y siempre se mantuvo el contacto con Oriente a través de alguna de ellas.

Los relatos de los viajeros por Asia proporcionan una fuente inagotable de información creando un género literario específico: Los Libros de Viajes que incluían tanto las guías para mercaderes, como los relatos de peregrinos y cruzados o los relatos imaginarios y los memorando de embajadores y misioneros.

2.1. Viajeros musulmanes

El viajero musulmán fue bien visto en todas las épocas y circunstancias y el trasiego de personas por los caminos de Dar al Islam fue algo constante ya que el Corán establecía que todos aquellos que económicamente pudieran debían viajar al La Meca y además ser hospitalarios con los demás.

Los libros de viajes musulmanes se conocieron con el nombre de Rihla y destacan tres autores: el granadino, Abu Hamid al-Garnatí, el valenciano Ibn Yubayr al-Balansi y el más importante el tangerino Ibn Batuta al que se considera el mayor viajero del mundo árabe visitando casi todos los países musulmanes.

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2.2. Viajeros europeos

Hasta el siglo XIII el viajero más importante fue Alejandro Magno pero todo cambió a raíz de la aparición del imperio mongol que hizo que todos mostraran su interés hacia Asia hasta el punto que el Papa Inocencio IV en el IV Concilio de Letrán mostró su interés sobre los mongoles y se envió una misión especial por Asia.

Antes de este Concilio ya hubo expediciones a los dominios mongoles conociendo así sus costumbres sus costumbres y tradiciones. Pero la mayor fuente de información la aportó fray Simón de San Quintín.

El viajero más famoso de La Edad Media fue Marco Polo explicando sus viajes por China y Japón y las diversas misiones que allí llevó a cabo y ya en el siglo XIV cabe mencionar al franciscano Juan de Marignoli (arzobispo de Pekín) y Juan de Mandeville cuyo libro Las maravillas del mundo tuvo casi la misma difusión que el de Marco Polo.

2.3. Viajeros españoles

Durante el siglo XIV fueron varios los viajeros cristianos españoles que se dirigieron a Asia entre los que destaca el franciscano fray Pascual de Vitoria.

En el siglo XV destacan dos grandes viajes. En el primero el rey de Castilla Enrique III envió una embajada al sultán otomano, Bayaceto, y otra cuando Tamerlán derrotó a Bayaceto. Ésta fue muy bien acogida por Tamerlán dando a los españoles parte del botín capturado por los turcos. Se mandó por ello otra embajada que salió de Cádiz hasta Constantinopla y Trebisonda y después por tierra hasta Samarcanda. Este viaje fue relatado por González de Clavijó bajo el título Embajada a Tamerlán.

3. La salida al Atlántico

3.1. La apertura del Estrecho de Gibraltar

Hasta la segunda mitad del siglo XIII las comunicaciones entre el Mediterráneo y el Atlántico fueron casi inexistentes ya que el estrecho de Gibraltar estaba en manos musulmanas por lo que era muy difícil atravesarlos por temor de ser capturados.

Por este motivo la conquista del sur peninsular y la apertura del Estrecho interesó no solo a monarcas castellanos y portugueses sino también a los mercaderes especialmente a los genoveses ya que querían abrir la vía marítima que les comunicara directamente con Flandes e Inglaterra y así establecieron sus principales colonias en ciudades andaluzas.

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Éstos fueron los primeros en organizar una flota que se dirigió a Inglaterra y Flandes. De este modo la apertura del Estrecho sirvió para que naves catalanas, mallorquinas, venecianas, cántabras y vascas lo cruzaran con frecuencia.

3.2. Genoveses, mallorquines y catalanes

Lancelotto Malocello descubrió las islas Canarias y la isla de Madeira y las Azores una expedición de genoveses y florentinos gracias a la apertura del paso al Atlántico pero aunque fueron descubiertas en el siglo XIII, no fueron colonizadas hasta un siglo después.

Los catalanes y los mallorquines habían desarrollado una intensa actividad comercial con los puertos magrebíes desde Túnez hasta Ceuta y con el reino de Granada a lo largo del siglo XIV. Los mallorquines visitaban con frecuencia la costa atlántica marroquí y conocían muy bien esta área.

Estas primeras salidas al Atlántico demostraban que la técnica y los medios náuticos estaban a punto pero las grandes expediciones no podrían ser llevadas a cabo por ellos porque aunque tenían la técnica, sus bases de aprovisionamiento estaban lejos y sus motivaciones comerciales respondían a un afán de lucro por lo que los grandes descubrimientos necesitarían un gran esfuerzo económico que solo podía ser dado por Portugal y Castilla.

4. Las grandes expediciones portuguesas y castellanas del siglo XV

4.1. Las Islas Canarias

Aunque el descubrimiento de estas islas tuvo lugar en 1312, hasta 1402 no se emprendió su conquista gracias a Juan de Bethencourt, y se hizo desde la isla más pequeña hasta Tenerife en 1496. Esta expedición que comenzó en Lanzarote requirió de la presencia de más hombres venidos de Andalucía bajo la protección del rey Enrique III, es decir, bajo la soberanía de la Corona castellana. Posteriormente se conquistó Fuerteventura y el Hierro, y en 1454 se inicia la conquista de Gran Canaria y Tenerife sin éxito hasta la llegada de los Reyes Católicos, por la resistencia de la población guanche.

La conquista de Madeira empezó poco después de su descubrimiento al igual que las Azores y esto fue debido a la población casi inexistente en estos lugares.

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4.2. Las rutas portuguesas en África. Don Enrique el Navegante

El establecimiento en Portugal de la casa de Avís y la batalla de Aljubarrota hizo que hubiera un cambio en la dinastía, pasando de la castellana a la portuguesa. De este modo los portugueses se establecieron en Ceuta para emprender la conquista del territorio marroquí y los castellanos no pudieron hacerlos frente ya que todavía no habían terminado la Reconquista por la existencia del reino nazarí de Granada.

La empresa africana portuguesa estuvo bien planificada estableciendo un tratado de paz con Castilla (1411) a la vez que la Santa Sede le concedía los beneficios de la cruzada. La toma de Ceuta (1415) marcó la etapa de descubrimientos de los portugueses en África culminando con el establecimiento de la ruta marítima hacia la India en 1488.

Todas estas operaciones como el doblamiento de Madeira o el descubrimiento de las Azores fueron dirigidas por el infante Don Enrique el Navegante.

Tras el fracaso de la toma de Tánger (1437), se abandonó la conquista de Marruecos y se establecieron una serie de plazas fuertes a lo largo de la costa que sirvieran de apoyo a la navegación en su intento de llegar a las fuentes del oro y los esclavos, franqueando Cabo Bojador y Cabo Blanco. De allí se trajo el primer grupo de esclavos negros y en sus cercanías se construyo el famoso fuerte de Arguim que protegería el comercio de esclavos y oro a cambio de productos europeos.

En 1444, se llegó a la desembocadura del Senegal y a Lagos llevando el primer lote importante de esclavos. Esto constituyó una fuente importante de ingresos y un remedio a la escasa mano de obra para Madeira y Azores.

La llegada de los portugueses al África negra hizo que los castellanos, franceses y genoveses intentaran seguir sus pasos por lo que se pensó en consolidar el monopolio de los descubrimientos africanos. La Bula Romanus Pontifex que les otorgó el Papa Nicolás V, en 1455, reconoció el derecho exclusivo a Portugal a las exploraciones africanas. Ésta fue la razón por la que Colón planteó su viaje a las Indias, a través del Atlántico, buscando la ruta marítima ya que la africana era monopolio de los portugueses.

Tras la muerte de Enrique el Navegante, se inspeccionan más de dos mil kilómetros de costas, rebasándose el Ecuador.

Las conquistas portuguesas fueron reconocidas por Castilla mediante el Tratado de Alcaçobas, firmado en 1479 y ratificado en Toledo en 1480, entre los Reyes Católicos y Alfonso V de Portugal.

En este tratado se reconoció a Castilla la posesión de las Canarias y la prohibición de navegar al sur del Cabo Bojador y a Portugal, su dominio sobre las Azores, Madeira y todo lo descubierto y por descubrir al sur de dicho cabo.

En 1487, se realiza por fin, el viaje a la India doblando África. Bartolomé Díaz salió de Lisboa con tres carabelas. Sin saberlo dobló el sur de África volviendo a tocar toda la

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costa y recopilan información sobre las rutas de los navegantes árabes, hacia India y el sur de Ádén.

A través de todas las exploraciones los portugueses se fueron familiarizando con los vientos alisios y contralisios porque hasta ese momento navegaban contra el viento a bolina, es decir, buscando el ángulo menor posible.

El descubrimiento de la volta fue el hallazgo más importante de los marineros portugueses. Descubrieron que al norte del Ecuador los vientos giraban en una especie de círculos este- oeste- este, en el sentido de las agujas del reloj y que a la altura de Lisboa los vientos volvían a soplar hacia el Este, lo que les permitía regresar de nuevo hacia la costa portuguesa, siempre con viento de popa o del lado de popa.

Descubrieron que el régimen de vientos era constante a lo largo de nueve meses al año en la franja costera que va desde Oporto hasta las costas del Sahara. De este modo se descubrió el método que utilizarían los barcos hasta la invención del vapor.

4.3. El Nuevo Mundo

Desde su juventud, la vida de Colón había estado ligada al mar. Realizó diversos viajes recogiendo información sobre el tipo de vientos y rutas marítimas.

El “gran error” de Cristóbal Colón, fue atribuir una extensión exagerada a Eurasia. Creía que tal y como había indicado Marco Polo, la distancia entre China y Japón era de 1500 millas, y además atribuyó a cada ángulo una longitud de 45 millas cuando en realidad era 60. Estos errores, lo llevó a reducir a 2400 millas la distancia marítima entre Canarias y Japón. Con estos cálculos, presentó su proyecto a Juan II de Portugal y éste fue rechazado por razones técnicas y políticas ya que Portugal estaba a punto de doblar el Cabo de Buena Esperanza. Colón ofreció su proyecto a Francia e Inglaterra pero no tenían medios para llevarlo a cabo.

A su llegada a Andalucía encontró la ayuda que buscaba en el duque de Medinaceli que lo puso en contacto con los Reyes Católicos. El rey Fernando no era partidario, pero Isabel insistió y aunque el proyecto al principio lo rechazó una comisión de expertos fue finalmente aprobado con las Capitulaciones de Santa Fé en 1492. En estos documentos se reconocía a Colón el título de Virrey, gobernador General y Almirante y el 10% de las riquezas de todo tipo que se generaran en las tierras a descubrir.

Los preparativos del viaje duraron tres meses. La intervención de los hermanos Pinzón y los Niño, fueron decisivas para reclutar la tripulación y abastecer los navíos. Las carabelas Pinta y Niña y el navío Santa María zarparon el 3 de agosto de 1492 y el 12 de octubre llegaron a la isla caribeña San Salvador. El genio y los errores de Colón, habían hecho posible el descubrimiento de un Nuevo Mundo.

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TEMA 15. LOS INICIOS DE LA EXPANSIÓN EUROPEA

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1. Alemania ................................................................................................................................................................ 123 1. Apogeo y fin de los poderes universales. ................................................................................................................... 9 1. BIZANCIO BAJO LOS ÚLTIMOS PALEÓLOGOS ......................................................................................................... 161 1. Bizancio, fragmentado ............................................................................................................................................. 73 1. Causas de la expansión europea ............................................................................................................................ 187 1. El conciliarismo y la limitación del poder papal ..................................................................................................... 131 1. El final de un largo ciclo expansivo en el siglo XIII .................................................................................................... 31 1. El Islam en Oriente, ante el avance Mongol ............................................................................................................. 85 1. El nacimiento de una cultura laica: Humanismo y Renacimiento .......................................................................... 145 1. El siglo XIII europeo: ¿la plenitud medieval? .............................................................................................................. 1 1. Génesis bajomedieval del Estado Moderno ........................................................................................................... 109 1. La Iglesia: Del apogeo a la crisis ............................................................................................................................... 59 1. Las instituciones representativas ............................................................................................................................. 41 1. Los Estados islámicos del Magreb Occidental y la Península Ibérica...................................................................... 175 1. Los orígenes del conflicto: Francia e Inglaterra a principios del siglo XIV. ............................................................... 23 1.1. De Nicópolis a Tesalónica: el breve paréntesis ................................................................................................... 161 1.1. Desaparición del poder real y auge de los principados territoriales ................................................................... 123 1.1. El proceso de restauración del poder griego en Bizancio...................................................................................... 73 1.1. Federico II y su programa imperial. ......................................................................................................................... 9 1.1. Las grandes figuras del Papado ............................................................................................................................. 59 1.1. Las motivaciones mentales y materiales de la expansión ................................................................................... 187 1.1. Los selyuquíes del sultanato de Qonya ................................................................................................................. 85 1.1. Los últimos concilios medievales: la crisis conciliar ............................................................................................ 131 1.1. Meriníes .............................................................................................................................................................. 175 1.1.1. Inocencio III ........................................................................................................................................................ 59 1.1.2. Bonifacio VIII ...................................................................................................................................................... 61 1.2 Ayubíes ................................................................................................................................................................... 86 1.2. Consolidación de los Habsburgo en el trono imperial durante el siglo XV .......................................................... 124 1.2. El fracaso de la idea de cruzada .......................................................................................................................... 162 1.2. El triunfo de la monarquía pontificia ................................................................................................................... 131 1.2. Gregorio IX y la Liga Lombarda. ............................................................................................................................. 10 1.2. La época de las grandes crisis................................................................................................................................ 62 1.2. Los Estados Latinos en el Egeo .............................................................................................................................. 75 1.2. Los Parlamentos .................................................................................................................................................... 42 1.2. Nuevas técnicas de navegación ........................................................................................................................... 187 1.2. Zayaníes .............................................................................................................................................................. 175 1.2.1. El Papado de Aviñón........................................................................................................................................... 62 1.2.1. Los barcos......................................................................................................................................................... 187 1.2.2. Cartas y portulanos .......................................................................................................................................... 188 1.2.2. La política centralizadora del Papado de Aviñón ............................................................................................... 62 1.2.3. El restablecimiento de la autoridad pontificia en Italia. Gil de Albornoz ........................................................... 63 1.2.3. Los instrumentos de navegación ...................................................................................................................... 188 1.3. El Cisma de Occidente ........................................................................................................................................... 64 1.3. El empobrecimiento de la sociedad bizantina y la crisis urbana ......................................................................... 162 1.3. El final del Dominium Mundi ................................................................................................................................. 12 1.3. Hafsíes ................................................................................................................................................................. 177 1.3. La administración central y local ........................................................................................................................... 43 1.3. La fallida unión de las Iglesias ............................................................................................................................. 132 1.3. La revolución cultural: la creación de las madrazas y la difusión de las cofradía sufíes ........................................ 88 1.3. Venecia en el contexto del Egeo ........................................................................................................................... 76 1.3.1. Los intentos de solución ..................................................................................................................................... 64 1.3.2. La superación del Cisma: El Concilio de Constanza ............................................................................................ 65 1.4. La Diplomacia ........................................................................................................................................................ 44 1.4. La transformación del ideal de Cruzada en el siglo XIII: las cruzadas contra los ayubíes ...................................... 89 1.4. Nazaríes ............................................................................................................................................................... 177 2. El apogeo de la monarquía feudal francesa. .............................................................................................................. 2 2. El Gran Interregno. ................................................................................................................................................... 13 2. El imperio Mongol .................................................................................................................................................... 91 2. EL IMPERIO OTOMANO .......................................................................................................................................... 163 2. El mundo del saber en la Baja Edad Media ............................................................................................................ 145 2. El sultanato mameluco de Egipto bajo los buryíes ................................................................................................. 180

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TEMA 15. LOS INICIOS DE LA EXPANSIÓN EUROPEA

ii LA EDAD MEDIA: SIGLOS XIII-XV

2. Esplendor cultural y decadencia política bajo los Paleólogo (siglos XIII-XIV) ........................................................... 76 2. Fases de la guerra..................................................................................................................................................... 24 2. Francia: Luis XI y la resolución del problema de Borgoña ...................................................................................... 111 2. Italia ....................................................................................................................................................................... 127 2. La Órdenes Mendicantes.......................................................................................................................................... 66 2. Las transformaciones sociales .................................................................................................................................. 44 2. Los primeros síntomas de la crisis a principios del siglo XIV .................................................................................... 31 2. Renacimiento y Papado.......................................................................................................................................... 133 2. Viajes y viajeros medievales ................................................................................................................................... 189 2.1. Anatolia a principios del S. XIV: los beyliks .......................................................................................................... 163 2.1. División política de Italia. Los principales estados italianos ................................................................................ 127 2.1. La aristocracia o nobleza ....................................................................................................................................... 45 2.1. La dinastía de los Paleólogo y la restauración política del Imperio Bizantino ....................................................... 76 2.1. La estepa antes de Gengis Kan .............................................................................................................................. 91 2.1. Las victorias inglesas ............................................................................................................................................. 24 2.1. Los Dominicos ....................................................................................................................................................... 66 2.1. Los inicios de la Casa de Habsburgo. ..................................................................................................................... 13 2.1. Los orígenes de la educación pública .................................................................................................................. 145 2.1. Los primeros Papas del Renacimiento ................................................................................................................ 134 2.1. Viajeros musulmanes .......................................................................................................................................... 189 2.2. Dos españoles en el Trono de San Pedro ............................................................................................................ 135 2.2. El clero ................................................................................................................................................................... 46 2.2. El desarrollo de las universidades ....................................................................................................................... 146 2.2. Evolución interna: de la comuna a la señoría ...................................................................................................... 128 2.2. Gengis Kan (1167-1227) y la expansión de los mongoles ...................................................................................... 93 2.2. Internacionalización del conflicto: la fase ibérica de la guerra ............................................................................. 25 2.2. La Casa de Luxemburgo y las últimas tentativas universalistas ............................................................................ 14 2.2. La formación del emirato otomano en Asia Menor ............................................................................................ 164 2.2. Las reformas del Estado y la Administración ......................................................................................................... 79 2.2. Los Franciscanos .................................................................................................................................................... 67 2.2. Viajeros europeos ............................................................................................................................................... 190 2.2.1. Calixto III (1455-1458) ...................................................................................................................................... 135 2.2.2. Alejandro VI (1492-1503) ................................................................................................................................. 137 2.3. Ciencia, técnica y experimentación ..................................................................................................................... 147 2.3. Economía y sociedad ............................................................................................................................................. 79 2.3. El Tercer Estado ..................................................................................................................................................... 48 2.3. Evolución externa: la lucha por la hegemonía hasta la Paz de Lodi .................................................................... 129 2.3. Guerra de desgaste y recuperación francesa bajo Carlos V .................................................................................. 26 2.3. Organización del Imperio Mongol ......................................................................................................................... 94 2.3. Procesos de conquista, conversión y organización del Imperio Otomano .......................................................... 165 2.3. Viajeros españoles .............................................................................................................................................. 190 2.3.1. Sociedad Urbana ................................................................................................................................................ 48 2.3.1.1. El patriciado urbano ........................................................................................................................................ 48 2.3.1.2. El pueblo o “común” ....................................................................................................................................... 49 2.3.2. La sociedad rural ................................................................................................................................................ 49 2.4. El último esplendor de la vida intelectual y artística bizantina ............................................................................. 80 2.4. La formación de los grandes kanatos .................................................................................................................... 96 2.4. Las invasiones exteriores a fines del siglo XV: Francia y España ......................................................................... 129 2.4. Los otomanos en el siglo XV ................................................................................................................................ 167 2.4. Nobles, caballería y la influencia del ideal romano ............................................................................................. 148 2.4. Período de treguas ................................................................................................................................................ 26 2.4.1. El dominio mongol en China .............................................................................................................................. 97 2.4.2. La Horda de Oro ................................................................................................................................................. 98 2.4.3. Los mongoles en Próximo Oriente. El ilkanato de Persia ................................................................................... 99 2.5. Contactos entre Europa y el Asia mongola ......................................................................................................... 100 2.5. Contraofensiva inglesa: el proyecto de doble monarquía ..................................................................................... 27 2.6. La victoria final francesa con Carlos VII ................................................................................................................. 27 3. Carlos IV y la Bula de Oro ......................................................................................................................................... 15 3. Consecuencias de la guerra ...................................................................................................................................... 28 3. Crisis de la monarquía feudal inglesa: los orígenes del parlamentarismo. ................................................................ 3 3. EL ENFRENTAMIENTO FINAL: CONSTANTINOPLA, 1453 ........................................................................................ 168 3. El Sultanato Mameluco: de Anatolia a Egipto ........................................................................................................ 101 3. Herejías y nuevas formas de piedad ...................................................................................................................... 139

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3. Inglaterra: La Guerra de las Dos Rosas y el ascenso de los Tudor .......................................................................... 112 3. La catástrofe demográfica: el impacto de la peste negra ........................................................................................ 32 3. La crisis social ........................................................................................................................................................... 50 3. La islamización de los kanatos mongoles. Las conquistas de Tamerlán ................................................................. 181 3. La salida al Atlántico ............................................................................................................................................... 190 3. La vida intelectual y artística .................................................................................................................................... 67 3. Los orígenes del Humanismo ................................................................................................................................. 149 3. Rusia y el mundo ortodoxo en los siglos XIII-XIV ...................................................................................................... 81 3.1. La apertura del Estrecho de Gibraltar ................................................................................................................. 190 3.1. La islamización de la Horda de Oro ..................................................................................................................... 181 3.1. La última resistencia ............................................................................................................................................ 168 3.1. Las particularidades de la sucesión de los Bahríes .............................................................................................. 101 3.1. Las Universidades .................................................................................................................................................. 67 3.1. Los inicios del Humanismo en Italia .................................................................................................................... 149 3.1. Los levantamientos populares y sus causas .......................................................................................................... 50 3.1. Los principados rusos, entre la Horda de Oro y Occidente ................................................................................... 81 3.1. Los últimos heresiarcas medievales .................................................................................................................... 140 3.1. Saqueos y destrucciones ....................................................................................................................................... 28 3.1.1. El Humanismo cívico florentino ....................................................................................................................... 150 3.1.1. Juan Wyclif (1330-1384) ................................................................................................................................... 140 3.1.2. El Humanismo platonizante ............................................................................................................................. 151 3.1.2. Juan Hus (1369-1415) ....................................................................................................................................... 141 3.2. Administración y esplendor comercial de Egipto ................................................................................................ 101 3.2. Aportaciones culturales del Humanismo ............................................................................................................ 151 3.2. Cambios en las técnicas militares: de la hueste feudal al ejército permanente.................................................... 29 3.2. El ilkanato de Persia ............................................................................................................................................ 182 3.2. El reino eslavo de Serbia ....................................................................................................................................... 82 3.2. Genoveses, mallorquines y catalanes ................................................................................................................. 191 3.2. La difusión del aristotelismo. Los grandes intelectuales ....................................................................................... 69 3.2. La religiosidad popular y sus manifestaciones .................................................................................................... 141 3.2. Las tensiones sociales en el campo ....................................................................................................................... 51 3.2. Muhammad II, la toma de Constantinopla y el final del Imperio Bizantino ........................................................ 168 3.2.1. Las revueltas flamencas (1324-1328) ................................................................................................................. 51 3.2.1. Latín, traducciones y lenguas vernáculas ......................................................................................................... 151 3.2.2. La Jacquerie ........................................................................................................................................................ 52 3.2.2. Las bibliotecas públicas y particulares ............................................................................................................. 152 3.2.2. Las revueltas de Gante, Brujas y París ................................................................................................................ 54 3.2.3 Las revueltas inglesas .......................................................................................................................................... 53 3.2.3. El impacto de la imprenta ................................................................................................................................ 152 3.3. Bulgaria y los bogomiles ........................................................................................................................................ 83 3.3. Difusión del Humanismo en el Norte de Europa ................................................................................................. 153 3.3. El nuevo orden en la “Sublime Puerta” ............................................................................................................... 169 3.3. La crisis del pensamiento medieval y el fin de la Escolástica ................................................................................ 70 3.3. Las cruzadas a fines del siglo XIII ......................................................................................................................... 102 3.3. Las tensiones sociales en las ciudades .................................................................................................................. 53 3.3. Los laicos y el apogeo de la mística ..................................................................................................................... 143 3.3. Modificaciones administrativas: aparición de una fiscalidad estable ................................................................... 29 3.3. Tamerlán (1369-1405) y los Tumúridas ............................................................................................................... 182 3.3.1. Los ciompi de Florencia ...................................................................................................................................... 53 3.3.3. Los disturbios de Roma ...................................................................................................................................... 55 3.4. El arte gótico ......................................................................................................................................................... 71 3.4. El Humanismo en la Península Ibérica ................................................................................................................ 154 3.4. El surgimiento del problema de Borgoña .............................................................................................................. 30 3.4. La devotio moderna ............................................................................................................................................ 144 4. Arte y sociedad en el Renacimiento ....................................................................................................................... 155 4. El nacimiento de Suiza ............................................................................................................................................. 16 4. EL PRINCIPADO DE MOSCÚ Y LA UNIFICACIÓN DEL TERRITORIO RUSO ................................................................. 171 4. La gran depresión agraria y sus consecuencias ........................................................................................................ 33 4. La Península Ibérica: los Trastámara y las tendencias unificadoras ....................................................................... 113 4. La reorganización del Islam en Occidente .............................................................................................................. 103 4. Las grandes expediciones portuguesas y castellanas del siglo XV .......................................................................... 191 4. Las tensiones en los reinos hispanos ........................................................................................................................ 55 4. Los grandes reinos de África Occidental Subsahariana .......................................................................................... 184

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TEMA 15. LOS INICIOS DE LA EXPANSIÓN EUROPEA

iv LA EDAD MEDIA: SIGLOS XIII-XV

4. Los reinos de la Península Ibérica: el gran avance de la reconquista. ........................................................................ 4 4.1. Arte y mecenazgo ................................................................................................................................................ 155 4.1. El ocaso del poder almohade .............................................................................................................................. 103 4.1. El reino cristiano de Abisinia (Etiopia) ................................................................................................................. 184 4.1. La reagrupación de Rusia en torno a Moscú: de Iván I (1325-1340) a la batalla de Kulikovo (1380) .................. 171 4.1. Las Islas Canarias ................................................................................................................................................. 191 4.2. Arquitectura: del Gótico al estilo Renacentista ................................................................................................... 156 4.2. Entre el vasallaje y la revuelta: el difícil siglo ...................................................................................................... 171 4.2. La fragmentación del Magreb durante el siglo XIII .............................................................................................. 103 4.2. Las rutas portuguesas en África. Don Enrique el Navegante ............................................................................... 192 4.2. Mali y las rutas transaharianas de sal y esclavos ................................................................................................ 184 4.2.1. Meriníes ........................................................................................................................................................... 104 4.2.2. Zayaníes de Tremecén...................................................................................................................................... 105 4.2.3. Hafsíes de Túnez .............................................................................................................................................. 106 4.2.4. Nazaríes de Granada ........................................................................................................................................ 107 4.3. Economía, sociedad y religión en los territorios rusos ........................................................................................ 172 4.3. El Nuevo Mundo .................................................................................................................................................. 193 4.3. La escultura y la pintura ...................................................................................................................................... 158 4.4. Rusia, heredera de Bizancio ................................................................................................................................ 173 5. Europa septentrional y oriental: la Unión de Kalmar y el ascenso de Polonia ....................................................... 119 5. Impacto menor de la crisis en la economía urbana: la aparición de técnicas mercantiles novedosas y de nuevos

ámbitos comerciales ............................................................................................................................................... 35 5. Los reinos de la Europa Nórdica y Oriental. ............................................................................................................... 7 5. Sicilia y Nápoles ........................................................................................................................................................ 17 5.1. Las Vísperas Sicilianas y la Casa de Aragón ........................................................................................................... 17 6. La recuperación del siglo XV..................................................................................................................................... 37 TEMA 1: EUROPA EN EL SIGLO XIII ................................................................................................................................. 1 TEMA 10. EL ÁMBITO IMPERIAL: ALEMANIA E ITALIA A FINES DE LA EDAD MEDIA................................................... 123 TEMA 11. IGLESIA, GOBIERNO Y ESPIRITUALIDAD EN LA ÉPOCA DEL CONCILIARISMO ............................................. 131 TEMA 12. PENSAMIENTO Y CULTURA A FINALES DE LA EDAD MEDIA ....................................................................... 145 TEMA 13: BIZANCIO CONTRA LOS TURCOS ................................................................................................................ 161 TEMA 14. EL DOMINIO DEL ISLAM A FINALES DE LA EDAD MEDIA. LOS REINOS AFRICANOS. .................................. 175 TEMA 15. LOS INICIOS DE LA EXPANSIÓN EUROPEA .................................................................................................. 187 TEMA 2: EL IMPERIO GERMÁNICO EN LOS SIGLOS XIII Y XIV ......................................................................................... 9 TEMA 3. LA GUERRA DE LOS CIEN AÑOS Y LA PARTICIPACIÓN DE LOS REINOS EUROPEOS. ....................................... 23 TEMA 4. LA ECONOMÍA EUROPEA BAJOMEDIEVAL ..................................................................................................... 31 TEMA 5. LA SOCIEDAD EN LA BAJA EDAD MEDIA......................................................................................................... 41 TEMA 6. LA IGLESIA, ESPIRITUALIDAD Y CULTURA EN OCCIDENTE (SIGLOS XIII Y XIV) ................................................ 59 TEMA 7. EL MUNDO ORTODOXO: BIZANCIO Y RUSIA DURANTE LOS SIGLOS XIII Y XIV ............................................... 73 TEMA 8. EL ISLAM EN EL SIGLO XIII. EL AVANCE MONGOL .......................................................................................... 85 TEMA 9. LOS REINOS EUROPEOS EN EL SIGLO XV ...................................................................................................... 109