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263 revista española de pedagogía año LX, n.º 222, mayo-agosto 2002, 263-284 La enseñanza religiosa escolar en la España constitucional (1978-2002) La enseñanza religiosa escolar en la España constitucional (1978-2002) por Teófilo GONZÁLEZ VILA Catedrático de Filosofía 1. La enseñanza religiosa escolar en el régimen constitucional de libertades públicas [1]. En la larga etapa inmediatamente anterior a la vigente Constitución la en- señanza religiosa escolar (ERE.) [2]— era sólo la católica, obligatoria en todos los centros docentes. Si bien a partir de la declaración Dignitatis humanae (7 de di- ciembre de 1965) del Concilio Vaticano II, sobre la libertad religiosa, y para adecuarse a la doctrina establecida en ella, se dictan una serie de disposiciones en las que se prevé la exención de la obli- gación de cursar esa materia a quienes declararan por escrito que no profesaban la religión católica, esto no era sino con- firmar tanto la confesionalidad del Esta- do, como la obligatoriedad de la materia [3] . Esa regulación resultaba, obviamen- te, inconciliable con el régimen de liber- tades establecido en la Constitución de 1978. Una de las cuestiones fundamen- tales a las que no pudo por menos de estar referido el consenso del que es ex- presión esta Constitución. En general, fue la «cuestión religiosa», secular y trans- cendente para nuestra historia. La ade- cuada respuesta constitucional a tal cuestión se asienta en el mismo reconoci- miento de las libertades públicas, entre las que ocupan un lugar indiscutible la libertad religiosa (CE art. 16.1) y la li- bertad de enseñanza (CE art. 27.1). Por su parte, el que ninguna confesión tenga carácter estatal (CE art. 16.3) aparece justamente como condición y garantía del ejercicio de estas libertades por todos los ciudadanos en pie de igualdad. La estrecha conexión existente entre libertad religiosa y libertad de enseñan- za se hace claramente explícita en el apartado 3 del artículo 27 de la misma CE, según el cual: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la for- mación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones». Esa formación, por tanto, habrá de ser confesional cuando las convicciones con las que ha de conformarse tengan tal ca-

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La enseñanza religiosa escolar en la España constitucional (1978-2002)

La enseñanza religiosa escolar en laEspaña constitucional (1978-2002)

por Teófilo GONZÁLEZ VILACatedrático de Filosofía

1. La enseñanza religiosa escolaren el régimen constitucional delibert ades públicas [1].

En la larga etapa inmediatamenteanterior a la vigente Constitución la en-señanza religiosa escolar (ERE.) [2]— erasólo la católica, obligatoria en todos loscentros docentes. Si bien a partir de ladeclaración Dignitatis humanae (7 de di-ciembre de 1965) del Concilio VaticanoII, sobre la libertad religiosa, y paraadecuarse a la doctrina establecida enella, se dictan una serie de disposicionesen las que se prevé la exención de la obli-gación de cursar esa materia a quienesdeclararan por escrito que no profesabanla religión católica, esto no era sino con-firmar tanto la confesionalidad del Esta-do, como la obligatoriedad de la materia[3] . Esa regulación resultaba, obviamen-te, inconciliable con el régimen de liber-tades establecido en la Constitución de1978. Una de las cuestiones fundamen-tales a las que no pudo por menos deestar referido el consenso del que es ex-presión esta Constitución. En general, fue

la «cuestión religiosa», secular y trans-cendente para nuestra historia. La ade-cuada respuesta constitucional a talcuestión se asienta en el mismo reconoci-miento de las libertades públicas, entrelas que ocupan un lugar indiscutible lalibertad religiosa (CE art. 16.1) y la li-bertad de enseñanza (CE art. 27.1). Porsu parte, el que ninguna confesión tengacarácter estatal (CE art. 16.3) aparecejustamente como condición y garantía delejercicio de estas libertades por todoslos ciudadanos en pie de igualdad.

La estrecha conexión existente entrelibertad religiosa y libertad de enseñan-za se hace claramente explícita en elapartado 3 del artículo 27 de la mismaCE, según el cual: «Los poderes públicosgarantizan el derecho que asiste a lospadres para que sus hijos reciban la for-mación religiosa y moral que esté deacuerdo con sus propias convicciones».Esa formación, por tanto, habrá de serconfesional cuando las convicciones conlas que ha de conformarse tengan tal ca-

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rácter. Pero la habitual referencia al art.27.3 como respaldo de la ERE no debellevar a olvidar que este precepto no hacesino explicitar y, si se quiere, reforzar lalegitimidad de una pluralidad de opcio-nes que tienen ya respaldo general ade-cuado en el apartado 2 del mismo art.27, en el que se establece como objeto dela educación «el pleno desarrollo de lapersonalidad humana en el respeto a losprincipios democráticos de convivencia ya los derechos y libertades fundamenta-les», fórmula que contiene el que puededecirse ideario educativo constitucional,común y obligatorio para todos [4]. Esevidente que el alcance de las exigenciasque encierra la referencia al «pleno desa-rrollo de la personalidad» podrá ser en-tendido de modo legítimamente diversoy dar lugar a diversos modelos educati-vos, en correspondencia con la plurali-dad de concepciones que sobre la personamisma pueden legítimamente sustentar-se. La especial incidencia de la libertadreligiosa (CE 16.1) en la educación que-da también claramente reconocida en laLey Orgánica 7/1980, de 5 de julio, delibertad religiosa, según la cual (art.2.1,c), dicha libertad comprende el dere-cho a «elegir para sí y para los menoresno emancipados e incapacitados, bajo sudependencia, dentro y fuera del ámbitoescolar, la educación religiosa y moral queesté de acuerdo con sus propias convic-ciones».

2. Los Acuerdos del Est ado esp añolcon la Sant a Sede y con los repre-sentantes de otras Confesiones.

Poco después de aprobada la Consti-tución (31.10.78) y en fecha muy cercana

a la de su ratificación por referendumnacional (6.12.78), se subscribe, con laconsideración de tratado internacional, elAcuerdo entre el Estado Español y la San-ta Sede sobre Enseñanza y Asuntos Cul-turales, de 3 de enero de 1979, ratificadoel día 4 de diciembre de 1979. Según di-cho Acuerdo, y en lo que interesa a laspresentes consideraciones: —a) «los pla-nes educativos» en los niveles que se co-rresponden con los que, en la fecha deratificación de dicho Acuerdo, se denomi-naban de Educación Preescolar, Educa-ción General Básica (EGB), BachilleratoUnificado y Polivalente (BUP) y Gradosde Formación Profesional [5], «incluiránla enseñanza de la religión católica entodos los Centros, en condiciones equipa-rables a las demás materias fundamen-tales»; —b) dicha enseñanza «no tendrácarácter obligatorio para los alumnos» [6];—c) las autoridades académicas «adopta-rán las medidas oportunas para que elhecho de recibir o no la enseñanza reli-giosa no suponga discriminación algunaen la actividad escolar» (Artículo I).

Trece años más tarde (1992), el Esta-do español subscribe también sendosAcuerdos de Cooperación con la Federa-ción de Entidades Religiosas Evangéli-cas de España, con la Federación deComunidades Israelitas de España y conla Comisión Islámica de España [7]. Enel artículo 10 de cada uno de estos Acuer-dos, y con términos semejantes, se esti-pula que los centros docentes públicos ylos privados concertados [8] deberán fa-cilitar los locales adecuados para el ejer-cicio del derecho que en el mismo sereconoce a recibir la enseñanza religiosarespectiva, «en armonía con el desenvol-

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vimiento de las actividades lectivas» [9],sin que, en modo alguno, pues, se pre-vea, para la enseñanza religiosa corres-pondiente a estas otras confesiones, untratamiento equiparable al de las disci-plinas fundamentales ni aun su integra-ción en el currículo.

3. La primera regulaciónpostconstitucional de la enseñanzareligiosa escolar .

La necesidad de ajustar cuanto anteslas disposiciones sobre la enseñanza reli-giosa escolar a los principios y preceptosconstitucionales llevó a regular, de modourgente y provisional, para el curso 1979-1980, la «formación religiosa» medianteÓrdenes de 28 de julio de 1979. En ellasse atendía ya a lo estipulado en el Acuer-do con la Santa Sede sobre Enseñanza yAsuntos Culturales, que, si bien en aque-llas fechas estaba firmado (3 de enero de1979), no había sido aún ratificado (losería en diciembre de ese mismo año:1979). Estas Órdenes fueron objeto deduras invectivas parlamentarias y el mo-tivo aducido por el grupo ParlamentarioSocialista para votar en contra del refe-rido Acuerdo [10]. Al revestir la ERE,hasta entonces obligatoria, la condiciónde materia «voluntaria» se generaba, pory para quienes no optaran por ella, unvacío curricular, que se consideró obliga-do llenar con una disciplina alternativa,de entidad académica suficiente para ase-gurar también a la enseñanza religiosael tratamiento equiparable al de las de-más materias fundamentales. Esa alter-nativa fue la «Ética y Moral» que, comotal, se establece por vez primera me-diante las indicadas disposiciones, si bien

sólo en el Bachillerato y la FormaciónProfesional y en todos los centros, salvoen los de carácter confesional; en Educa-ción Preescolar y Educación General Bá-sica la Orden correspondiente confiaba alos directores de los centros la adopciónde las medidas oportunas para atender alos alumnos que no optaban por la ense-ñanza religiosa, de modo que ninguno su-friera discriminación alguna por la opciónque realizara [11].

Después de ratificado, el 4 de diciem-bre de 1979, el referido Acuerdo entre elEstado español y la Santa Sede, se pro-cede a establecer con carácter estable lanueva regulación de la ERE medianteuna serie de Órdenes ministeriales de 16de julio de 1980 [12], también conocidas,al igual que las de 1979, como ÓrdenesOtero Novas, por el nombre del ministrocuya firma llevan. Conviene subrayar queen el conjunto de las Órdenes de 16 dejulio de 1980 de las que ahora se trata :a) Se atiende ya no sólo a la enseñanzareligiosa católica, sino asimismo a la deotras Iglesias, Confesiones o Comunida-des. b) Se confiere a la enseñanza de esasotras confesiones el mismo tratamientoque se dispensa a la de la religión católi-ca, de modo que en todas estas disposi-ciones la enseñanza religiosa escolar seconcibe, en todos los casos, como materiaordinaria que ha de impartirse en condi-ciones equiparables a las de las demásdisciplinas fundamentales, según expre-sa previsión contenida en el Acuerdo conla Santa Sede y que no figurará luego,como sabemos, en los Acuerdos de Co-operación con otras Confesiones. c) EnBachillerato y Formación Profesional,para los alumnos que no optan por la

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enseñanza religiosa, se establece como al-ternativa la Ética y Moral, lo cual no essino mantener una previsión, fundamen-tal en esta nueva regulación, ya adopta-da por las Órdenes de 1979 antesconsideradas. d) Asimismo las Órdenesde 16 de julio de 1980, y al igual que lacorrespondiente de julio de 1979, no obli-gan a los centros de carácter confesionala impartir la Ética y Moral a quienes enellos no opten por la respectiva ERE y selimitan a disponer que se les atienda«adecuadamente» [13]. El régimen aca-démico establecido para la enseñanza re-ligiosa escolar por las Órdenes OteroNovas de 16 julio de 1980 estaría vigen-te hasta la aplicación de la Ley Orgánica1/1990, de 3 de octubre, de OrdenaciónGeneral del Sistema Educativo (LOGSE),mediante las normas que la desarrollanen esta materia [14].

4. La enseñanza religiosa escolaren la Ley Orgánica 1/1990, de 3 deoctubre, de Ordenación General delSistema Educativo (LOGSE) y prime-ras normas reglament arias que ladesarrollan.

La LOGSE sitúa sus previsiones so-bre la enseñanza religiosa escolar en sudisposición adicional segunda. Segúnésta:

«La enseñanza religiosa se ajusta-rá a lo establecido en el Acuerdo so-bre enseñanza y asuntos culturalessuscrito entre la Santa Sede y el Es-tado Español y, en su caso, a lo dis-puesto en aquellos otros que pudieransuscribirse con otras confesiones reli-

giosas. A tal fin, y de conformidad conlo que dispongan dichos acuerdos, seincluirá la religión como área o mate-ria en los niveles educativos que co-rresponda, que será de oferta obliga-toria para los centros y de caráctervoluntario para los alumnos».

Aunque los estrictos términos de esadisposición, en sí mismos considerados,eran susceptibles de una aplicación fun-damentalmente coincidente con el régi-men establecido en 1980, el desarrollo,en cambio, que de ellos se hizo en lascorrespondientes normas de desarrollo dela LOGSE fue muy distinto, en la líneade depreciación de la ERE que muchosvieron prefigurada en el hecho mismo deque se relegaran las previsiones legalessobre ésta al terreno formalmentesuburbial de las adicionales.

En efecto, la regulación que se hacede la ERE en las primeras normas regla-mentarias de desarrollo y aplicación dela LOGSE [15], supone dos modificacio-nes decisivas, respecto de la que desde1980 había estado vigente: a) Desapare-ce la Ética y Moral como materia quehan de cursar, en Bachillerato y Forma-ción Profesional, los alumnos que no op-ten por la enseñanza religiosa, y se prevéque, en su lugar, los centros organicen«actividades de estudio», relacionadascon las «enseñanzas mínimas» (comunes)de los correspondientes niveles [16]. b)A la evaluación de la enseñanza religio-sa, de modo general y en razón, se espe-cifica, de su carácter de materia volun-taria para los alumnos, se le priva deefectos en las convocatorias que realicenlas Administraciones públicas y en las

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cuales deban entrar en concurrencia losexpedientes de los alumnos [17]. Estasprevisiones, aunque pronto serían anula-dos determinados preceptos de las nor-mas que las establecían, se hicieronefectivas en los centros y niveles educa-tivos en que se implantaba la nueva or-denación del sistema educativo, concarácter ordinario general o anticipado,de acuerdo con el correspondiente calen-dario [18].

Las Sentencias dictadas por el Tribu-nal Supremo en los recursos interpues-tos contra esta primera regulaciónreglamentaria de la ERE en desarrollode la LOGSE [19] atendían parcialmentelas pretensiones de los demandantes yanulaban determinadas previsiones, en-tre ellas, en todos los casos, las referi-das específica y directamente a laenseñanza de la Religión Católica. Moti-vos fundamentales que se exhibían parala anulación de esos preceptos eran: a) lafalta de la debida concreción del conteni-do de las alternativas y la consiguienteinseguridad jurídica; b) la discriminaciónque suponía para los alumnos optar porla enseñanza religiosa en relación con loscompañeros que, al tener como activi-dad alternativa el estudio de las mate-rias comunes a todos, quedaban ensituación de ventaja para obtener mejorpreparación que aquéllos en dichas ma-terias; c) el hecho de que no se preveíanpara la ERE condiciones equiparables alas demás materias fundamentales; d) laobligación que se imponía, a los padresy, en su caso, a los alumnos, de manifes-tar expresamente el deseo de recibir en-señanza religiosa, contra lo establecidoen la CE art. 16.2 (no obligación de de-

clarar las propias convicciones religiosas)[20]. Con estas Sentencias del TribunalSupremo quedan claras las exigencias alas que, en todo caso, la regulación de laERE habría de obedecer: su equiparacióna materia fundamental, su condición devoluntaria (su no-obligatoriedad, para elalumnos); y la garantía de que no se pro-duce discriminación entre éstos en ra-zón de la opción que adopten al respecto.

5. El Real Decreto 2438/1994, de16 de diciembre, por el que seregula la enseñanza de la religión.Primeras pretensiones frustradas demodificarlo. Jurisprudencia.

Para llenar el vacío jurídico a que da-ban lugar las antes indicadas Sentenciasdel Tribunal Supremo se dicta el RealDecreto 2438/1994, de 16 de diciembre,por el que se regula la enseñanza de lareligión (BOE de 26 de enero de 1995),no sólo católica, sino la de otras Confe-siones, con carácter general [21]. Y éstaes la norma reglamentaria específica, decarácter básico, por la que todavía, en elmomento en que se formulan estas con-sideraciones (marzo de 2002), se rige laenseñanza religiosa escolar en España.

El Real Decreto 2438/1994, de 16 dediciembre, había de establecer una nue-va regulación que no ofreciera motivosde impugnación como los que habían lle-vado a anular aquella primera posteriora la LOGSE. Para esto: a) Determinacon mayor concreción la finalidad y con-tenido de las alternativas (art. 3. 2 y 3).b) Establece, de modo expreso y tajante,que las alternativas a la enseñanza reli-giosa «no versarán sobre contenidos in-

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cluidos en las enseñanzas mínimas y enel currículo de los respectivos niveles edu-cativos.» (art. 3.2). c) Aunque dispone quelas calificaciones alcanzadas por los alum-nos en la ERE no se tengan en cuenta enBachillerato para obtener la nota mediaa efectos de consecución de becas y deacceso a la universidad, invoca para estola necesidad de «garantizar el principiode igualdad» (art. 5.2), dado que las co-rrespondientes alternativas no son obje-to de evaluación. d) Deja a salvoexpresamente el carácter voluntario conque los padres y, en su caso, los alumnosmanifestarán su opción por la enseñanzareligiosa (art. 3.1).

Ahora bien, en lo que interesa direc-tamente a esta exposición [22], el RealDecreto 2438/1994 mantiene las dos pre-visiones fundamentales adoptadas ya enla primera regulación reglamentaria deesta materia después de la LOGSE y se-gún las cuales: a) Para «los alumnos queno hubieran optado por seguir enseñan-za religiosa se organizarán, en lugar dela Ética y Moral, actividades de estudioalternativas, como enseñanzas comple-mentarias, en horario simultáneo a lasenseñanzas de Religión…» (Art. 3.2). b)Las calificaciones obtenidas en la evalua-ción de la enseñanza de la Religión enBachillerato no se computarán a efectosde acceso a la Universidad o para la ob-tención de becas y ayudas al estudio (art.5.3). Al mismo tiempo, de modo expresoy terminante se dispone en la citada nor-ma que las actividades alternativas son«obligatorias», pero no son objeto de eva-luación y «no tendrán constancia en losexpedientes académicos de los alumnos»(3.4) [23].

Aparte la escasa entidad académicade algunos de los contenidos que se pro-ponían para ellas [24], las nuevas alter-nativas nacen ya gravemente devaluadaspor el mero hecho de quedar norma-tivamente excluidos de evaluación losresultados que alcancen los alumnos obli-gados a seguirlas. Esa devaluación se con-tagia inevitablemente a la enseñanza dela que son alternativas, la religiosa, y dalugar al progresivo deterioro de todo esteconjunto de enseñanzas. Se explica asíque el motivo de reparo más grave que,desde las más diversas perspectivas, nosólo confesionales, se formula contra elReal Decreto 2438/1994 lo ofrezca justa-mente aquel de sus preceptos que exclu-ye del sistema de evaluación a lasalternativas.

De ahí que la modificación imprescin-dible y para muchos suficiente de estanormativa consistía en someter las lla-madas alternativas al sistema de evalua-ción. Con esto, además, como se concluíay pretendía desde instancias religiosas,el resultado de esa evaluación habría deser tenido asimismo en cuenta en los pro-cesos de concurrencia para obtención debecas y de acceso a la Universidad (conlo cual, por coherencia, era preciso tam-bién modificar en ese sentido la corres-pondiente previsión reglamentaria). Esasmodificaciones, importantes, a la vez quetécnicamente sencillas, eran las que mu-chos esperaban que llevara a cabo el pri-mer gobierno del PP constituido en 1996.Ahora bien, ante la mera posibilidad deque el Gobierno, según algunas noticiasde prensa, proyectara la modificación delReal Decreto 2438/1994 se alzó una fuer-te reacción adversa desde determinados

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medios de comunicación [25]. Y el asuntofue objeto de interpelaciones parlamen-tarias en respuesta a las cuales el propioPresidente del Gobierno venía a mani-festar que no se pretendía modificar elestatuto de la enseñanza religiosa, sinoel de sus alternativas [26]. Pero esa mo-dificación del estatuto de las alternati-vas, en cuanto supusiera someterlas aevaluación, inevitablemente, afectaríatambién al estatuto de la enseñanza re-ligiosa; y, si se limitaba a proponer o es-tablecer para las alternativas contenidosde mayor peso académico que el juegodel parchís, podría haber inducido a darpor resuelto un problema que con eso, ysólo con eso, quedaba, tal como quedó yse encuentra todavía en este momento,intacto en lo fundamental.

A partir de enero de 1997 el Tribu-nal Supremo resuelve diversos recursosinterpuestos contra determinados precep-tos del Real Decreto 2438/1994, median-te Sentencias [27] que rechazan laspretensiones de los demandantes y, aldeclarar conforme a Derecho la norma-tiva impugnada, sientan una doctrinasegún la cual no hay fundamento jurídi-co para exigir que la alternativa a laERE sea de contenido moral ni que, cual-quiera sea su contenido, quede sometidaal sistema de evaluación. Con estas Sen-tencias, que responden, obviamente, alsupuesto en el que se habían planteadolos litigios (el del esquema Religión y[sus] Alternativas), puede decirse que ala pretensión de restablecer la Éticacomo alternativa, así como a la de so-meter la alternativa, cualquiera fuera, alsistema de evaluación, se le cerraba lavía jurisdiccional.

6. Situación actual gravementeinsatisfactoria.

Que el Real Decreto 2438/1994, deacuerdo con las Sentencias del TribunalSupremo (SSTS) antes indicadas, no seacontrario a Derecho, no significa, obvia-mente —y así se advirtió desde diversasinstancias— que esa norma no ofrezcareparos de ningún tipo, ni que, aun en elmismo orden jurídico, no pueda ser sus-tituida por otra más perfecta [28]. Locierto es, sin embargo, que al respaldoobtenido en esas Sentencias por el R. D.2438/1994, de 16 de diciembre, se remi-ten quienes, desde las mismas filas polí-ticas de los promotores de dicha normareglamentaria, pretenden que no se mo-difique ésta en absoluto. En otro extre-mo se sitúan quienes propugnan quedesaparezca la ERE sin más (al menosde los centros públicos) y, por lo mismo,habrán de perseguir no ya la modifica-ción, sino la simple derogación de la ac-tual regulación y, en todo caso, susustitución por la que establezca expre-samente la prohibición de dar acogida enel currículo o aun en los mismos centrosa cualquier ERE.

Pero puede decirse que los más, so-bre el supuesto de que la ERE debe estarpresente en los centros escolares o, entodo caso, lo estará, sostienen, aunquepor motivaciones diversas, la necesidadde una nueva normativa ya que en laactual, por más que haya sido declaradaconforme a Derecho, ven la causa de unasituación que consideran sencillamentelamentable. Establecer como obligatoriasunas actividades —las alternativas a laReligión, en este caso— y sustraer a la

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evaluación el seguimiento que de ellashacen los alumnos, constituye, en un ob-jetivo análisis técnico-pedagógico, un ver-dadero «dislate». De este modo —argu-mentan quienes así lo entienden— se di-ficulta una verdadera elección entre esasalternativas y la ERE; se disuade detodo esfuerzo; se induce el desinterés; secrean unas condiciones disciplinares ad-versas al estudio; se produce una injusti-cia para los mismos alumnos que siguenlas alternativas pues su actividad en esteterreno queda desprovista de todo reco-nocimiento y se despilfarran los cuan-tiosos recursos materiales y personalesvertidos sobre unas actividades inevita-blemente devaluadas[29]. Con todo esto,en suma, no sólo se perjudica a la ERE,sino que se desatienden aspectos funda-mentales de la formación de todos losalumnos [30].

Por otra parte, las negativas condicio-nes en que la normativa actual sitúa a laERE hace aún más llamativo el hecho deque se mantenga como objeto de una am-plísima demanda por parte de los padres,a la vez que explican el descenso de estademanda en Enseñanza Secundaria,cuando son los propios alumnos los quehan de optar o no por esta enseñanza.No deja tampoco de ser significativo quequienes pudieron ver sin especial preocu-pación el deterioro que sufriría la ense-ñanza religiosa enfrentada al atractivode unas alternativas fáciles busquen aho-ra en esa misma ligereza o falta de serie-dad de las alternativas explicación a lamantenida fuerte demanda de enseñan-za religiosa [31]. Por unos u otros moti-vos, pocos serán los que no considerennecesaria, en uno u otro sentido, una

revisión de la actual regulación de laERE.

7. Necesidad de un nuevo plantea-miento: la Religión como alternativa.

En efecto, quienes coinciden en lamen-tar la presente situación difieren, en cam-bio, notablemente en sus propuestaspositivas para una nueva regulación. Entodo caso, una fórmula que alcance laaceptación necesaria para resultar esta-ble, parece que ha de pasar por un nuevoplanteamiento de la cuestión misma a laque ha de dar respuesta. Si todavía en1996 podía parecer que, para remediarla insatisfactoria situación ya registra-da, bastaba con establecer la evaluaciónde las llamadas alternativas, en este mo-mento habría que empezar por situarseen un supuesto distinto del que hastaahora han compartido tanto los partida-rios como por los adversarios de la ense-ñanza religiosa, a saber, el de que lacuestión a la que ha de hacerse frente esla de regular adecuadamente la enseñan-za de la Religión y «sus» Alternativas.Tal es, precisamente, el supuesto quetiene presente el Tribunal Supremo cuan-do, al rechazar la pretensión de que lasalternativas quedaran sometidas a eva-luación, manifiesta que eso: «constituiríauna carga desproporcionada para losalumnos no inscritos en la enseñanza re-ligiosa que, además de ver intensificadosu horario lectivo con las actividades al-ternativas, además se les impusiera laevaluación de las mismas». En ese su-puesto, en el que las alternativas agotansu razón de ser precisamente en ser me-ras alternativas a la enseñanza religio-sa, resulta, en efecto, fácil concluir que

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se está ante unas enseñanzas, diríase,«satélites» que, por definición, y en tér-minos del propio Tribunal Supremo, «nosería necesario programar» si no fueraporque los poderes públicos están «obli-gados constitucionalmente a atender a laenseñanza religiosa» [32]. No se trataríaya de que las alternativas se devalúanporque quedan fuera del sistema de eva-luación, sino de que están ya devaluadasen su misma concepción como meras al-ternativas y su evaluación sólo tendríasentido en cuanto resultara imprescindi-ble para que cumplan esa su función demeros satélites de la ERE. Por eso, sólouna fórmula que abandone ese supuesto,en el que tienen sentido las consideracio-nes antes transcritas del Tribunal Su-premo, se situará también fuera delalcance de ese pronunciamiento jurispru-dencial. Es ésta una razón más, y pode-rosa, para adoptar un nuevo supuesto enel que ya carezca de sentido hablar dealternativas a la Religión y lo tenga, encambio, ver en la ERE una alternativa,junto a otras, en la atención educativa adeterminadas exigencias de una forma-ción integral [33]. En el nuevo supuestoen el que habrá de situarse la deseableregulación de este conjunto curricular,las enseñanzas que con la religiosa com-partan bloque, formarán parte de éste porsu valor formativo intrínseco, «autóno-mo», de tal modo que habrían de estarincluidas en el currículo, aunque no hu-biera que ofrecer en todos los centros unaenseñanza religiosa confesional. Y, porsupuesto, quedarán incluidas en el siste-ma de evaluación. Sólo a unas enseñan-zas así concebidas no podrán serlesaplicadas consideraciones como las for-muladas por el Tribunal Supremo para

declarar conforme a Derecho la previsiónde que no se evalúe el rendimiento de losalumnos en el seguimiento de las actua-les alternativas.

8. Diversas posiciones y propuest asactuales ante la cuestión de laenseñanza religiosa escolar [34].

Con respecto a la regulación de la ERE(actualmente contenida en el R. D. 2438/1994, de 16 de diciembre, y disposicio-nes que lo desarrollan) se dan muy di-versas posiciones y propuestas, entre lasque cabe señalar como más significativaslas siguientes:

A) Posiciones extremas: a) La actualnormativa debe permanecer inmodificada.b) La enseñanza religiosa debe estar ex-cluida de los centros escolares. Quienes,no exentos de apoyos, pretenden la eli-minación de la ERE misma, al menos enlos centros llamados «públicos», propug-narán no ya la modifica- ción de la ac-tual normativa sino su derogación, sinmás, y en todo caso su sustitución porotra que expresamente prohiba la pre-sencia de la ERE, al menos en los cen-tros de titularidad pública [35]. A estaúltima pretensión, sin embargo, no cabereconocerle más viabilidad que la quecupiera atribuir, prácticamente nula eneste momento, a la propuesta de refor-ma de la Constitución misma en los fun-damentales preceptos antes considerados:arts. 16.1; 20.1; 27.1 y 3. Quienes exigenla supresión de la ERE en los centrospúblicos, apelan al carácter laico, en sen-tido de laicista, del Estado. Ahora bien,nuestra Constitución establece que «nin-guna confesión tendrá carácter estatal»

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(CE 16.3) y, de acuerdo con esto puededecirse, a la inversa, que el Estado es«aconfesional», pero de ningún modolaicista. Es más: los poderes públicos, porexpreso mandato constitucional, han demantener relaciones de cooperación conla Iglesia Católica y las demás confesio-nes (CE art. 16.3) [36].

B) Propuestas para una nueva regu-lación positiva de esta materia: Puedendestacarse las siguientes (no todas ellasmutuamente excluyentes):

a) Enseñanza religiosa confesionalfuera de horario lectivo común. Es laque podría llamarse «fórmula francesa»,en la que se permite el uso de los localesescolares para la enseñanza religiosa,pero fuera del horario escolar común [37].Esta fórmula no respetaría el Acuerdocon la Santa Sede, según el cual la ense-ñanza religiosa (católica) ha de impartirseen condiciones equiparables a las demásdisciplinas fundamentales. Por otra par-te, aunque las previsiones correspondien-tes de los Acuerdos de Cooperación conotras Confesiones parecen responder aesta fórmula, nada impide que a toda laenseñanza religiosa, también, por tanto,a la de esas otras Confesiones se le dé elmismo tratamiento normativo que debe-rá ser el más favorable previsto para laenseñanza religiosa católica (ya que loexpresamente acordado respecto de éstaimpediría, a la inversa, someterla a unaregulación general que se atuviera a pre-visiones más desfavorables). Muchos delos que propugnan esta fórmula vienen adar por supuesto que la enseñanza reli-giosa escolar es mera catequesis cuyo ám-bito propio no es el académico. Esa

presunta identificación de la ERE con lacatequesis no es aceptada por la jerar-quía católica que ha dedicado un amplioe importante documento, de hondo cala-do doctrinal, al estatuto específico de laERE, en el que expone con admirablerigor las diferencias entre ésta y la cate-quesis [38]. Entre quienes sostienen estaposición a), hay quienes se limitan a ellasin más y quienes, a su vez, se sumantambién a la posición b), puesto que nose excluyen mutuamente.

b) Enseñanza científica (no confesio-nal) del hecho religioso (ciencias de lareligión, ciencias de las religiones) obli-gatoria para todos. Desde sectores ilus-trados, incluidos los claramente laicistas,se lamenta la actual ignorancia religiosay se subraya la necesidad del conocimien-to del fenómeno religioso y de sus múlti-ples manifestaciones como parte de unasólida formación cultural. Ese conoci-miento, según esa postura, debe propor-cionarse a todos los alumnos, pero desdeuna perspectiva pura y rigurosamentecientífico-positiva. Esta posición podríainvocar en su apoyo la Recomendaciónnº. 1396 sobre Religión y Democracia,aprobada por la Asamblea del Consejode Europa el 27 de enero de 1999 [39].Ahora bien, desde instancias confesio-nales (y, aunque éstas, obviamente, re-conocen la necesidad de proporcionar atodos, como parte de la formación cultu-ral, el conocimiento del hecho religiosoen sus múltiples manifestaciones históri-cas y actuales), se advertirá que esa en-señanza científico-positiva del hechoreligioso no satisface el derecho y nece-sidad de los creyentes de recibir, en elcontexto académico escolar, una enseñan-

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za religiosa «de acuerdo con sus propiasconvicciones» (CE 27.3), esto es, confesio-nal, puesto que las correspondientesconvicciones tienen, en ese caso, tal ca-rácter [40]. Quienes sostienen la posiciónb) pueden a la vez, con respecto a la en-señanza religiosa confesional, adoptar ono la posición a), y también vienen a darpor supuesto que la ERE confesional esmera catequesis y, en cuanto tal, no tie-ne en el escolar su ámbito propio (Ténga-se en cuenta lo ya expuesto al respecto apropósito de la posición a.).

c) Enseñanza religiosa confesional yÉtica y Moral como alternativa obligato-ria y evaluable. Esta fórmula es la esta-blecida en las antes examinadas Órdenesde 16 de julio de 1980 (las Órdenes Ote-ro Novas). Desde posiciones católicas,ésta se consideró una fórmula adecuada:Si los alumnos que optan por la ense-ñanza religiosa católica reciben con ellatambién una sólida formación moral cívi-ca, quienes no reciben esa enseñanzareligiosa no pueden quedar privados dela debida formación ética y cívica y de-berán, por eso, recibirla en la clase alter-nativa de Ética y Moral. La seriedadacadémica de tal alternativa satisfacía,además, el compromiso de dispensar a laenseñanza religiosa un tratamiento equi-parable al de las demás materias funda-mentales. Esta fórmula, sin embargo,encuentra un serio rechazo desde posi-ciones diversas y no todas ellas precisa-mente hostiles ni a la enseñanza religiosani a la ética [41]. Entre las posicioneshostiles a esta fórmula está la de los mu-chos para quienes tanto la formación éti-co-cívica como la reflexión filosófica sobrela moralidad han de ser parte de la for-

mación común de todos los alumnos, dela que ninguno, por tanto, puede quedardispensado. La pretensión de restablecereste esquema Religión/Ética, en nada fa-vorecida por las SSTS que antes se hanindicado, haría imposible, parece, cual-quier acuerdo entre los que más abajo seconsideran interlocutores decisivos parauna nueva regulación adecuada y esta-ble de esta materia.

d) Área de educación en valores endos modalidades (confesional y no-confesional). A esta fórmula respondendiversos proyectos de nueva regulaciónde la enseñanza religiosa preparados, enla última fase de la VI Legislatura, porel Ministerio de Educación y Cultura.Según esa propuesta, se establecería unbloque curricular de formación en valo-res, cuyo desarrollo tendría una opciónconfesional y otra laica (en el sentido,obviamente, de no-confesional, no en elde laicista). Ahora bien, ese proyecto, enlos términos en los que llegó a la opiniónpublica ha merecido un expreso rechazopor quienes han querido ver en él sim-plemente una versión disimulada de lafórmula c), la fórmula Religión/Ética [42].En cualquier caso, la propuesta d) in-tenta responder a un nuevo enfoque dela materia, en el que se las enseñanzasdel bloque en que se incluiría la EREconfesional resultarían mutuamente al-ternativas.

e) La enseñanza religiosa escolarcomo optativa preferencial [43]. Para estapropuesta, el empeño por conferir a laERE un estatuto especial constituye uncamino sin salida que ha de ser abando-

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nado. Es dentro del régimen general deoptatividad que la nueva ordenación delsistema educativo hace posible donde laERE encontraría su más adecuado asien-to curricular. En ese régimen curriculargeneral de optativas, algunas, entre lasque estaría la ERE, tendrían el trata-miento de optativas preferenciales, estoes, serían de obligada oferta en todos loscentros, responderían, en su conjunto, alas diversas preferencias ideológicas delos alumnos y éstos habrían de optar poruna de ellas. La condición de optativacon que aquí se concibe a la ERE —enrazón del carácter voluntario que ésta tie-ne para el alumno—, y en la que tal vezalgunos querrían ver cierta minusvalo-ración, va acompañada y compensada porla condición de preferencial que expresala especial importancia académica que sele reconoce, al igual que a las otras de lamisma calificación, todas ellas sometidasa las mismas condiciones y exigenciasacadémicas de evaluación, etc, y todasellas equiparadas en este sentido, aca-démicamente, a las comunes. Dentro deesta fórmula, sería precisa una ulteriordiscusión sobre el número y contenido delas optativas preferenciales que haríanbloque con la ERE [44].

f) Formación ético-cívica para todos(área en la Educación Secundaria Obli-gatoria y materia en un curso de Bachi-llerato), con un currículo que endeterminados cursos tuviera por objeto elhecho religioso y de modo que el estudiode éste fuera convalidable en esos cursospor la enseñanza religiosa confesional,para quienes optaran por ella. Según estafórmula, y de acuerdo con los términosen que ha sido recientemente presentada

[45], se implantaría un área de Religiónen los cuatro cursos de la ESO y unamateria en primer curso del Bachilleratode «formación ético-cívica». El estatutoacadémico de este área y de esta materiaen cuanto a evaluación y promoción delos alumnos seria el ordinario, el mismoque en las demás áreas y materias. Aho-ra bien: «Durante dos cursos de la ESO,el currículo del área de formación ético-cívica versaría sobre el hecho religioso…Estas enseñanzas serían convalidables—en su caso— por las de religión, que endichos cursos se impartiría simultánea-mente». En los demás cursos también seincluiría la religión «dentro del horarioescolar», con carácter voluntario, «y sinque entrañe obligación adicional algunapara quienes la rehusen» [46]. Esta pro-puesta parece responder al nuevo plan-teamiento cuya necesidad se ha señaladoantes, pero lo hace en términos en que esla ERE confesional la que vendría a re-sultar ahora una simple «alternativa» res-pecto de otras enseñanzas que aparecencomo las verdaderamente importantes ya cuyo lado parece que simplemente seconsiente en hacerle un hueco curriculara aquélla. Pero lo que la hace inacepta-ble, al menos para la jerarquía católica,no sería tanto esa posible depreciaciónformal, de la enseñanza religiosa, cuantoel hecho de que, salvo en los cursos enlos que resulta «convalidable» por la en-señanza general del hecho religioso, laERE confesional no tendría ninguna co-rrespondencia curricular adecuada, de talmodo que no podría considerarse satisfe-cho el compromiso adquirido por el Esta-do de asegurar a la impartición de la EREunas condiciones equiparables a las delas demás disciplinas fundamentales.

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9. Hacia una nueva regulaciónadecuada y estable de la enseñanzareligiosa escolar . Condiciones deposibilidad.

Tal como algunos han advertido, las«fuerzas» sin cuyo acuerdo no cabría es-perar una nueva regulación estable se-rían la jerarquía católica y la formaciónpolítica más representativa del sectorlaicista [47]. No se trata, obviamente, demarginar a otros grupos políticos y Con-fesiones, sino simplemente de señalarque, dado el contexto, una fórmula decompromiso a la que llegaran, si fuera elcaso, esas dos instancias —protagonis-tas antagónicos en la materia— sin dudasería tal que resultaría también fácilmen-te aceptable tanto para las demás Confe-siones religiosas, como para las fuerzaspolíticas de derecha democrática o de cen-tro. Una nueva solución aceptable sólopara uno de los indicados interlocutoresdecisivos e impuesta al amparo de unamayoría absoluta, aun prolongada en eltiempo, pero siempre, coyuntural, esta-ría marcada por la inestabilidad y ame-nazada de derogación, tan pronto comose produjera un cambio de mayoría (sal-vo que quienes hoy rechazaran esa fór-mula impuesta terminaran aceptándolaen virtud de factores sobrevenidos queen este momento no son pensables).

También puede decirse que está clarala condición básica de posibilidad de lafórmula deseable: que las partes en cues-tión se sitúen no ya en una sincera yplena aceptación —esto se da por supues-to— de la literalidad de los preceptosconstitucionales aplicables (16.1 y 3 y 27,1,2 y 3, de la Constitución), sino en una

interpretación básica común de las exi-gencias fundamentales que éstos entra-ñan, de acuerdo con la doctrina másfundada y la jurisprudencia al respecto.Esas imprescindibles coincidencias cons-titucionales básicas serían: —la acepta-ción del carácter aconfesional, pero nolaicista, del Estado, como condición delejercicio de la libertad ideológica, religio-sa y de enseñanza, de todos los ciudada-nos en pie de igualdad; —el derecho delos padres a que sus hijos reciban forma-ción religiosa y moral en todos los cen-tros escolares de acuerdo con sus propiasconvicciones y, por lo mismo, de carác-ter confesional cuando tengan tal carác-ter esas convicciones. A partir de aquí,las partes indicadas, la confesional y lalaicista, deberán definir sus pretensionesinnegociables y, salvadas éstas, aceptarsus concesiones imprescindibles. «Por de-finición», obviamente, en la hipótesis quese considera, ninguna pretensión inne-gociable podrá ser tal que suponga la ne-gación de las coincidencias constituciona-les básicas antes señaladas.

Quizá puede decirse que para la Igle-sia Católica sus pretensiones irrenun-ciables serían: a) Que ha de haber unaERE confesional integrada en el currícu-lo, puesto que ésta no es catequesis, sinouna enseñanza que tiene por finalidadprecisamente incardinarse en el conjun-to de los saberes, como condición y exi-gencia del diálogo fe-cultura, esencial enla formación integral del creyente (pre-tensión con directa fundamentación enCE 27. 2 y 3). b) Que, por lo mismo, estaenseñanza ha de impartirse en condicio-nes equiparables a las de las demás ma-terias fundamentales. c) Aunque los

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problemas del profesorado de Religión noson objeto de este estudio, es preciso aquíseñalar, por su importancia, otra preten-sión irrenunciable para la parteconfesional: que la autoridad religiosapueda designar y dejar de designar o re-mover al profesor de la respectiva EREen términos que le permitan a aquéllagarantizar en todo momento, ante los pa-dres y los propios alumnos, la ortodoxia,de palabra y obra, de quienes impartenesa enseñanza confesional. En el capítu-lo de concesiones, la parte confesional ha-bría de aceptar la implantación de unaformación ético-cívica obligatoria para to-dos los alumnos y de la que, por tanto,no quedarían exentos quienes siguieranla enseñanza de Religión y Moral Católi-cas. En consecuencia la enseñanza quehaya de formar bloque con la ERE nosería ya Ética, ni aun bajo la considera-ción de «formación en valores», u otra ex-presión equivalente, sino una materia deotra índole (¿Cultura Religiosa?). Obvia-mente, la común formación ético-cívicahabrá de ser respetuosa con la formaciónmoral confesional que se recibe en clasede Religión, de acuerdo con la exigenciaelemental de respeto a las conviccionesreligiosas y morales de todos los alum-nos en todas las actividades del centro yesto dentro, naturalmente, del respeto alos principios democráticos de conviven-cia y a los derechos y libertades funda-mentales (CE 27.2 y 3; LODE art. 18); y,a la vez, en clase de Religión podrán tra-tarse y fundamentarse, desde una pers-pectiva confesional, los mismos valorescomunes, que, desde otra perspectiva, re-cibirán en el proceso común de forma-ción ético-cívica otro tratamiento yfundamentación («civiles»: de orden me-

ramente científico-positivo, jurídico-posi-tivo, histórico, etc.).

Por parte de las fuerzas políticas yculturales laico-laicistas, parece queconstituye una exigencia irrenunciable laimplantación y garantía de la formaciónético-cívica común constitucional defundamentación no-confesional obligato-ria para todos los alumnos. En el capítu-lo de concesiones habrían de aceptar laintegración curricular de una ERE con-fesional, pero no catequética, en condi-ciones equiparables a las demás materiasfundamentales (concretamente en cuan-to a la evaluación y sus efectos).

La fórmula que podría conciliar lasindicadas pretensiones irrenunciables yrecoger las concesiones necesarias seríaaquella que, asentada en el nuevo para-digma, garantizara a todos los alumnosuna instrucción sobre la religión, las re-ligiones y sus manifestaciones cultura-les, de modo que para unos sería de cortecientífico-teológico-confesional y paraotros exclusivamente científico-positivo.Entre las cuestiones negociables habríande situarse las referentes a la distribu-ción de ese bloque en los diversos cursosy a asuntos concretos (horarios, por ejem-plo.) de la organización de estas ense-ñanzas [48].

Por otra parte, y sin perjuicio de loantes indicado sobre los interlocutoresdecisivos en esta materia, es sin dudadeseable que la fórmula a la que aque-llos puedan llegar cuente con el respaldodel mayor número posible de instanciassociales y políticas. A este respecto hade tenerse en cuenta que la fuerza polí-

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tica que dispone de mayoría absoluta enla presente legislatura la consiguió conun programa electoral en el que asumíael siguiente compromiso: «Promover laeducación en valores. La formación inte-gral de los alumnos requiere la transmi-sión de los valores éticos y cívicos, y desu fundamentación, en los que se basa laconvivencia democrática. Para transmi-tir esos valores se organizarán unas en-señanzas que se impartirán a todos losalumnos bajo una perspectiva confesionalo aconfesional, según la opción libremen-te elegida por los padres». Aunque estostérminos no parece que hayan de ser losde la fórmula transaccional deseable, res-ponden en todo caso al nuevo paradigmaen que, según antes se ha expuesta, debesituarse la cuestión y quienes han asu-mido ese compromiso electoral se encuen-tran así en condiciones no ya de aceptarsino de propiciar del modo más eficaz lafórmula transaccional que pudiera con-tar con la aceptación de los que se hanllamado antes interlocutores decisivos.Encontrar y establecer esa fórmula nosería sólo resolver un problema de índolecurricular, sino dar un paso decisivo enla superación de un contencioso que, des-de una perspectiva de racionalidad de-mocrática, resulta rigurosamenteanacrónico.

Dirección del autor: Teófilo González Vila. Ronda de Va-lencia, 8 - 7.º E. 28012 Madrid. E-mail: [email protected].

Fecha de recepción de la versión definitiva de este artícu-lo: 10.III.2002

Notas[1] Atendemos exclusivamente a la regulación curricular

de la enseñanza religiosa escolar (no, por tanto, a lasactividades complementarias de formación y asisten-cia religiosa que las normas hayan previsto, preveano puedan prever en los centros escolares) y se haráreferencia al carácter del centro en que se impartecuando éste afecte a la ordenación académica mis-ma de esta materia. Aunque la normativa actualmen-te vigente sobre la ERE, en su contenido curricular,es la misma para todos los centros, debe advertirseque es en los centros de titularidad pública donde seproducen los problemas que de ella derivan y que,por lo mismo, han de entenderse preferente, cuandono exclusivamente, referidas, a ese sector las con-sideraciones sobre el deterioro que padece la ense-ñanza religiosa actualmente. Es asimismo en el sectorpúblico donde se suscitan determinadas cuestionessobre la figura del profesor que imparte esta ense-ñanza (el «profesor de Religión»). Los problemas queplantea su formación, designación, nombramiento, es-tatuto retributivo-laboral, compromiso y obligaciones,etc. guardan sin duda una estrecha relación con lanaturaleza misma y la regulación concreta de la EREy, de modo muy particular, con la naturalezaconfesional de ésta, pero debemos advertir que noson objeto de nuestro estudio, sin perjuicio de que,en cuanto éste lo requiera, se hagan determinadasreferencias a algunos de esos otros problemas. Lostextos fundamentales para el estudio del estatuto delprofesor de la enseñanza religiosa escolar puedenencontrarse reunidos en COMISIÓN EPISCOPAL DEENSEÑANZA Y CATEQUESIS (2001) DocumentaciónJurídica, Académica y Pastoral sobre la EnseñanzaReligiosa Escolar y sus Profesores. 1990-2000 (Ma-drid, Editorial Edice). Véase también el estudio decarácter general de MARTÍNEZ BLANCO, Antonio(1994) La enseñanza de la religión en los centrosdocentes (Universidad de Murcia, Murcia); y el másreciente de LORENZO VÁZQUEZ, Paloma (2001) Li-bertad religiosa y enseñanza en la Constitución (Cen-tro de Estudios Constitucionales , Madrid).

[2] A lo largo de este artículo será preferible, contextual-mente, la mayor parte de las veces utilizar, en lugarde Religión o Religión y Moral (seguida, en su caso,de una denominación confesional concreta), la expre-

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sión «enseñanza religiosa escolar» y ésta traducida aERE, que es sigla usual entre quienes se ocupan deella.

[3] Así se reconoce en la misma exposición de motivosde la Ley 44/1967, de 28 de junio, regulando elejercicio del derecho civil a la libertad religiosa (BOEde 1 de julio de 1967). Véase también la Orden de23 de octubre de 1967 por la que se desarrolla lodispuesto en el artículo 7.3 de la Ley 44/1967, de28 de junio, sobre ejercicio del derecho civil de liber-tad religiosa en los centros de enseñanza (BOE de 15y de 20 de noviembre de 1967). El régimen de obli-gatoriedad general, con posible exención continúa conla Ley 14/1970, de 4 de agosto, General de Educa-ción y de Financiamiento de la Reforma Educativa,art. 136.4.

[4] El art. 27.2 CE es eco casi literal del apartado 2 delartículo 26 de la Declaración Universal de DerechosHumanos. Vid. GONZÁLEZ VILA, Teófilo (2000) Esta-do aconfesional y escuela pública, Acontecimiento,57, XIV:4, pp. 7-10.

[5] Expresamente se establece en el Protocolo Final deldicho Acuerdo, que lo convenido en él, en lo querespecta a las denominaciones de centros, niveles,profesorado, alumnos, medios didácticos, etc., sub-sistirá como válido para las realidades equivalentesque pudieran originarse de reformas o cambios denomenclatura o del sistema escolar oficial.

[6] Al referirse al sentido y alcance que debe atribuirse ala expresión «condiciones equiparables» a las de lasdemás disciplinas fundamentales, el Consejo de Es-tado, en su dictamen, de 3 de noviembre de 1994;sobre el proyecto del Real Decreto 2438/1994, de16 de diciembre, advierte que, si bien «equiparación»no es «identidad», la falta de identidad en este casoencuentra explicación suficiente en el hecho de quela ERE es totalmente voluntaria para el alumno, asícomo, cabe añadir, en el procedimiento de formacióny selección del correspondiente profesorado, pero nosupone en modo alguno diferencia, respecto de lasdemás materias fundamentales, «en torno a la aten-ción que merece en el sistema educativo (incluida ladotación de medios materiales y personales para laadecuada impartición de la enseñanza religiosa), pla-no en el que la equiparación de que se trata «puededesplegar plenitud de efectos» (Dictamen del Consejode Estado, de 3 de noviembre de 1994, p. 25).

[7] Esos Acuerdos de Cooperación fueron aprobados, res-pectivamente, mediante las Leyes 24, 25 y 26 de 10de noviembre de 1992 (todas ellas publicadas en el

BOE de 12 de noviembre de 1992).

[8] Con la precisión que respecto de estos últimos con-tiene el mismo artículo 10.1, en el que se prevéexpresamente que la enseñanza religiosa de que setrata se impartirá en los centros privados concerta-dos, siempre que el ejercicio del derecho a recibirla«no entre en conflicto con el carácter propio del cen-tro».

[9] Según los términos del Acuerdo aprobado por la Ley24/1992, de 10 de noviembre; o, «sin que puedaperjudicar el desenvolvimiento de las actividades lec-tivas», tal como literalmente prevén los Acuerdos apro-bados por las Leyes 25 y 26/1992, de 10 denoviembre.

[10] Orden de 28 de julio de 1979, sobre formación reli-giosa en los centros docentes de Educación Preesco-lar y educación General Básica (BOE de 2 de agostode 1979) y Orden de 28 de julio de 1979 sobreFormación Religiosa en Bachillerato y Formación Pro-fesional en el año académico 1979-80 (BOE de 2 deagosto de 1979). Vid. Diario de Sesiones del Con-greso de los Diputados. Sesión Plenaria núm. 29,jueves 13 de septiembre de 1979, pp. 1671-1706).Esta Órdenes fueron objeto de una proposición no deley presentada por el Grupo Socialista del Congresoque instaba a derogarlas (Boletín Oficial de las CortesGenerales, núm. 143-I, 27 de septiembre), proposi-ción discutida y rechazada el 15.11.1979 (Diario deSesiones del Congreso de los Diputados, Sesión Ple-naria, jueves 15 de noviembre de 1979, pp. 2806-2829).

[11] Para entender esta previsión conviene advertir que enel momento en que se produce esta regulación—julio de 1982— el número de alumnos, de esosniveles, cuyos padres optaban o se preveía, confundamento, que en un futuro inmediato, optaran, porque no recibieran enseñanza religiosa resultaba tanescaso que no se consideraron necesarias medidasgenerales más concretas.

[12] Orden de 16 de julio de 1980 sobre enseñanza de laReligión y Moral Católicas en los Centros docentesde educación Preescolar y Educación General Básica(BOE de 19 de julio de 1979).Orden de 16 de julio de1980 sobre enseñanza de la Religión y Moral Católi-cas en Bachillerato y Formación Profesional (BOE de19 de julio de 1980).Orden de 16 de julio de 1980sobre la enseñanza de la Religión y Moral de diversasIglesias, Confesiones o Comunidades en EducaciónPreescolar y Educación General Básica (BOE de 19de julio de 1980) y Orden de 16 de julio de 1980

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sobre enseñanza de la Religión y Moral de diversasIglesias, Confesiones o Comunidades en Bachilleratoy Formación Profesional para el año académico 1980-81(BOE de 19 de julio de 1980). En Formación Profe-sional la enseñanza religiosa escolar estaba previstasolamente para la Formación Profesional de primergrado, para el curso de enseñanzas complementariasde acceso del primero al segundo grado y para elcurso primero de Formación Profesional de segundogrado por el régimen de Enseñanzas Especializadas.

[13] Orden de 28 de julio de 1979, sobre Formación Reli-giosa en Bachillerato y Formación Profesional (BOEde 2 de agosto), 4º, 2.; Orden de 16 de julio de1980 sobre enseñanza de la Religión y Moral Católi-cas en Bachillerato y Formación Profesional (BOE de19 de julio de 1980), 10; y Orden de 16 de julio de1980 sobre enseñanza de la Religión y Moral de di-versas Iglesias, Confesiones o Comunidades en Ba-chillerato y Formación Profesional para el añoacadémico 1980-81(BOE de 19 de julio de 1980), 8y 15.

[14] La Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladoradel derecho a la educación (LODE) —primera de lasleyes sobre Educación no universitaria aprobadas du-rante la etapa de gobiernos socialistas (1982-1996)—no incluye ninguna previsión específica sobre la en-señanza religiosa escolar, con la que, no obstante,guarda clara relación el contenido de sus arts. 2, a) yb); 4, c); 6, c) y 18.1.

[15] Real Decreto 1006/1991, de 14 de junio, por el quese establecen las enseñanzas mínimas correspondien-tes a la Educación Primaria (BOE de 26 de junio de1991), en su artículo 14.1 y 3; el Real Decreto 1007/1991, de 14 de junio, por el que se establecen lasenseñanzas mínimas correspondientes a la EducaciónSecundaria Obligatoria (BOE de 26 de junio de 1991),en su artículo 16.1 y 3; el Real Decreto 1700/1991,de 29 de noviembre, por el que se establece la es-tructura del Bachillerato (BOE de 2 de diciembre de1991), en su artículo 16.1 y 3; y Real Decreto1178/1992, de 2 de octubre, por el que se estable-cen las enseñanzas mínimas del Bachillerato (BOE de21 de octubre de 1992), art. 15.1 y 3.

[16] Véanse el art. 14.1 del R. D. 1006/1991, de 14 dejunio y el art. 16.1 del R. D. 1007/1991, de 14 dejunio. En cuanto al art. 14.1 (en relación con el art. 6)del R. D. 1700/1991 de 29 de noviembre, ver porejemplo, STS de 17 de marzo de 1994 (RCA 4915/1992), Fundamento de Derecho Décimo. En esta nue-va regulación no ha lugar, obviamente, ni siquiera aplantearse la conveniencia de eximir a los centros de

carácter confesional de la obligación de impartir unaalternativa, la de Ética y Moral, que ha desaparecidocomo tal.

[17] Véase los RR. DD. y arts. referidos en nota 15.Conviene advertir que esta previsión restrictiva esta-ba referida a la evaluación de la enseñanza de laReligión Católica en todos los niveles regulados porlas referidas normas.

[18] Véase Orden de 27 de abril de 1992, por la que sedictan instrucciones para la implantación anticipadadel segundo ciclo de la Educación Secundaria Obliga-toria (BOE de 8 de mayo de 1992); Orden de 8 dejulio de 1993, por la que se dictan instrucciones parala implantación anticipada de enseñanzas de Educa-ción Secundaria Obligatoria (BOE de 19 de julio de1993); Orden de 12 de noviembre de 1992, por laque se dictan instrucciones para la implantación anti-cipada del Bachillerato establecido por la Ley Orgáni-ca 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación Generaldel Sistema Educativo (BOE de 20 de noviembre de1992).

[19] Véase SSTS de 3 de febrero de 1994 (RCA 1635/91); de 17 de marzo de 1994 (RCA 4915/92); de 9de junio de 1994 (RCA 7300/92) y de 30 de junio de1994 (RCA 1636/91).

[20] Véase el resumen que de estos motivos haría luego laSTS de 14 de abril de 1998 (RCA 225/1995 contrael Real Decreto 2438/1994, de 16 de diciembre), ensu Fundamento Jurídico Primero.

[21] Esto no obstante, el Real Decreto 2438/1994, de 16diciembre, tiene en cuenta las peculiaridades deter-minadas por los términos de los específicos Acuer-dos de Cooperación que el Estado había ya suscritoen 1992 con los representantes de Confesiones dis-tintas de la católica Respecto de la enseñanza reli-giosa correspondiente a esas otras confesiones seprevé expresamente que «se ajustará a los diferen-tes Acuerdos de Cooperación con el Estado Español»(art. 2.2.). Por otra parte, la aplicación de la regula-ción general del R. D. 2438/1994 ha de llevarse acabo en los centros de titularidad privada sin perjui-cio del carácter propio de éstos, de acuerdo con unaprecisión que figuraba expresamente ya en el casode los Acuerdos de Cooperación antes indicados yque, por obvia analogía, ha de tenerse en cuenta encualquier caso semejante.

[22] En relación con otros extremos puede decirse que lanueva normativa no ofrece motivos jurídicos clarosde reparo.

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[23] Mediante Orden de 3 de agosto de 1995, que aplicalas previsiones del R. D 2834/1994, de 16 de di-ciembre, en el ámbito dependiente administrativamentedel Ministerio de Educación y Cultura se prevé: «Altérmino del curso, y con el fin de que quede constan-cia de que los alumnos han realizado las actividadesalternativas propuestas, los profesores encargadosde dirigir las de cada grupo de alumnos entregará alJefe de Estudios del centro una relación de los alum-nos que han realizado las actividades correspondien-tes» (art. 31.2). «A petición de los interesados, loscentros podrán expedir una acreditación que especifi-que las actividades de estudio que hubieran desarro-llado» (art. 31.3).

[24] A las diversas Administraciones educativas les corres-pondía proponer las actividades alternativas a la ERE(R. D. 2438/1994, art. 3.2). El propio Ministerio deEducación y Ciencia en su propuesta incluiría, junto aotras, una serie de juegos, entre ellos el del «parchís»(Resolución de 16 de septiembre de 1995, por la quese desarrolla lo previsto en la Orden de 3 de agostode 1995, sobre actividades alternativas a las ense-ñanzas de Religión en la Educación Primaria, en elprimer ciclo de la Educación Secundaria y en el 2ºcurso del Bachillerato. BOE de 6 y 12 de septiembrede 1995.4.2. La Sentencia n1 544, de 20.07.1998,del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Sala delo Contencioso-Administrativo, Sección Novena, anulaparcialmente dicho Resolución, justo en lo que serefiere a las actividades alternativas ofrecidas bajolas rúbricas «Juegos deportivos recreativos» y «Jue-gos de mesa y pasatiempos», de su Anexo. La alter-nativa, en cambio, denominada «Sociedad, Cultura yReligión» (prevista para los cursos 3.º y 4.º de laEducación Secundaria Obligatoria y 1.º de Bachillera-to, en Resolución de 16 de agosto de 1995. BOE de6 de septiembre de 1995) podía con fundamentoconsiderarse adecuada a las exigencias académicasy parecía bien acogida por diversos sectores intere-sados en la materia. Para la elaboración del currícu-lo de esta materia se contó con el trabajo de unaimportante Comisión constituida por el Ministro SuárezPertierra y entre cuyos componentes se encontrabanalgunas figuras de reconocido prestigio intelectual.GONZÁLEZ DE CARDEDAL. O. (1996) Religión y noreligión en la escuela. Brevísima historia de un pro-blema, una comisión y un programa, XX Siglos, 27,pp. 67-74.

[25] Véase las manifestaciones aparecidas en los princi-pales periódicos de ámbito nacional en los númeroscorrespondientes a los días 13 de junio y siguientesde 1996.

[26] Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados.Pleno y Diputación Permanente, VI Legislatura. Año1996, núm. 17. Sesión Plenaria núm. 16, celebradael miércoles, 26 de junio de 1996, p. 719S. LaMinistra de Educación y Cultura interviene en diversasocasiones en la misma línea: Vid Diario de sesionesdel Congreso de los Diputados. Comisiones. Año1996. VI Legislatura, núm. 26. Educación y Cultura,Sesión núm. 2, celebrada el martes, 18 de junio de1996, p. 362s; 392s. Diario de Sesiones del Congre-so de los Diputados. Pleno y Diputación Permanente.Año 1996. VI Legislatura, núm. 22. Sesión Plenarianúm. 21, celebrada el miércoles, 11 de septiembrede 1996, p. 923, cl. 1.ª

[27] SSTS de 31 de enero de 1997 (RCA 87/1995); de26 de enero de 1998 ( RCA 123/1995); de 1 de abrilde 1998 (RCA 202/1995); de 14 de abril de 1998(RCA 225/1995); de 15 de abril de 1998 (RCA 218/1995).

[28] Véase la Nota y la Información de la COMISIÓNEPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS (2001)Documentación Jurídica, Académica y Pastoral sobrela Enseñanza Religiosa Escolar y sus Profesores.1990-2000 (Madrid, Editorial Edice) pp. 204 s.

[29] Éste es el análisis que ya hacía el profesor GómezLlorente en la ponencia que sobre el Real Decreto2438/1994, de 16 de diciembre, por el que se regu-la la enseñanza de la Religión, presentó en la Jornadade Reflexión, organizada el 10.03.1995 por la Socie-dad Española de Profesores de Filosofía (SEPFI). (Po-nencia c., texto mecanografiado p. 21 [ó 10]). Elprofesor Gómez Llorente se ha planteado con admi-rable rigor, desde la perspectiva socialista, la cues-tión de la enseñanza religiosa escolar en busca deuna fórmula que dé solución adecuada al problemaplanteado en torno a ella actualmente, y ha expuestosus consideraciones al respecto en diversas ocasio-nes. Entre sus publicaciones han de tenerse en cuen-ta, al respecto, especialmente GÓMEZ LLORENTE,Luis (1999) El papel de la religión en la formaciónhumana, Educadores, 41:192, octubre-noviembre, pp.345-388. (Este texto es el de la ponencia sobre elmismo asunto expuesta en el Seminario sobre «ElHecho Religioso en el Sistema Educativo Español»,organizado por el Instituto Fe y Secularidad y quetuvo lugar los días 16 y 17 de marzo de 1999. Esemismo estudio ha sido publicado también por la revis-ta Iglesia Viva, núm. 202, abril-junio de 2000, e inclui-do en JÁUREGUI, R. y GARCÍA ANDOIN, C. (editores)(2001) Tender puentes. PSOE y mundo cristiano (Bil-bao, Desclée de Brouwer-Fundación Pablo Iglesias)pp. 355-391.

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[30] Quienes sostienen la posición b. y algunos de los quese sitúan en la posición a. y aun en la c. propugnanque el Estado español denuncie su Acuerdo sobreEnseñanza y Asuntos Culturales con la Santa Sede.Pero si la desaparición de un Acuerdo en los térmi-nos del mencionado podría dar lugar a previsionesdistintas de las actuales, en ningún caso acarrearíala desaparición de la enseñanza religiosa, ya que ésta,en último término, es en la propia Constitución dondetiene su soporte fundamental.

[31] Véanse los datos y comentarios sobre la demanda dela ERE católica en Madrid que aparecen en El País de22.01.02. A la misma interpretación de la alta de-manda de ERE católica se suma LÓPEZ MARTÍNEZ J.La religión y la cultura religiosa en el currículo, pp. 1-3.6 (texto mecanografiado de esta ponencia presen-tada, el 20.02.02, en el Seminario sobre Religión yEscuela Pública organizado por la Fundación PabloIglesias en febrero-marzo de 2002).

[32] STS de 31 de enero de 1997, Fundamento JurídicoTercero, recaída en el recurso contencioso-adminis-trativo 87/1995, interpuesto por el cauce procesalde la Ley 62/1978, de 26 de diciembre, de Protec-ción Jurisdiccional de los Derechos Fundamentalesde la Persona. (Sala de lo Contencioso-Administrati-vo. Sección 7.ª Ponente: Excmo. Sr. D. Ramón TrilloTorres).

[33] A la necesidad de este nuevo planteamiento se referíaya el autor de este trabajo en una entrevista publica-da por El Magisterio Español, n.º 11213, de 30 deoctubre de 1996, en portada y pp. 6ss. En mayo de1999, se refería al nuevo planteamiento, como asu-mido por el propio Ministerio de Educación y Cultura,el Secretario de Estado de Educación, Universidadese Investigación (Diario de Sesiones del Senado. Comi-sión de Educación y Cultura, núm. 430, de 6 demayo de 1999, p. 24, 20 cl.). GONZÁLEZ VILA,Teófilo, Educación cívica, moral y religiosa, Alfa yOmega 1.III.2001, p.18.

[34] CORZO TORAL, J. L. (1999) El hecho religioso en elsistema educativo español, Educadores, 41: 192, pp.259-287, expone, desde la perspectiva de los su-puestos generales en que se sitúan, «las seis postu-ras típicas sobre la religión en la escuela» y lasproyecta hacia el futuro. Este texto es el de la ponen-cia en la que el autor, en el Simposio sobre El HechoReligioso en el Sistema Educativo Español (Madrid,16 y 17 de abril de 1999), se propone recoger losfrutos del Seminario que, sobre el mismo asunto, sedesarrolló en el Instituto Fe y Secularización, bajo ladirección del P. Caffarena. En el referido número de

Educadores, imprescindible en la bibliografía sobre elobjeto del presente estudio, se recogen las restantesponencias presentadas en el indicado Simposio porAmando de Miguel, Rafael Artacho, Victoria Camps,Gómez Llorente y Herman Lombaerts. En el trabajode Corzo, antes referido, pueden encontrarse las re-ferencias a otros estudios del mismo autor dedica-dos a diversas cuestiones sobre religión y escuela.

[35] La supresión, sin más, de la enseñanza religiosa es-colar en los centros financiados con fondos públicosconstituye uno de los objetivos y señas de identidadde quienes (personas, grupos, asociaciones) militanen posiciones laicistas militantes, con una significati-va implantación en el mundo educativo. Baste remitir-se al Manifiesto por una Enseñanza Laica, hechopúblico el día 24.11.1999, por la autodenominadaPlataforma por la Escuela Pública, en la que se inte-gran La Confederación Española de Asociaciones dePadres de Alumnos, CCOO, UGT, CGT, STEEs y Sindi-cato de estudiantes. El referido Manifiesto concluye:«La enseñanza religiosa debe mantenerse fuera delámbito escolar, evitando las confusiones sobre laaconfesionalidad del Estado, en beneficio del respetoa la pluralidad de opciones ideológicas y religiosas».Esa supresión aparece también como uno de los cam-bios importantes que habrían de introducirse en elsistema educativo, según las exigencias de determi-nada asociación de profesores de Enseñanza. Secun-daria (Vid. El País, 21 de enero de 2002).

[36] La aconfesionalidad del Estado supone y exige queéste no asuma como propia ninguna de las posiblesopciones ante lo religioso, que no confiera a ningunaconfesión el «carácter estatal». El laicismo, en cam-bio, supone la profesión de una opción ante lo reli-gioso que, no por ser negativa, deja de ser una opciónparticular. El Estado que profesara el laicismo, haríade éste una confesión de carácter estatal, no seríaaconfesional, entraría en pugna con nuestra Constitu-ción. GONZÁLEZ VILA, Teófilo (2000) Estadoaconfesional y escuela pública, Acontecimiento 57,XIV:4, pp. 7-10.

[37] Y esto de modo, en todo caso, que se proceda «enarmonía con el desenvolvimiento de las actividadeslectivas» o «sin que pueda perjudicar» a éstas, segúnexpresiones que figuran precisamente en los Acuer-dos de Cooperación del Estado con la Federación deEntidades Religiosas Evangélicas de España, con laFederación de Comunidades Israelitas de España ycon la Comisión Islámica de España.

[38] La enseñanza religiosa escolar recibe su peculiar es-tatuto de su especial finalidad —integración de la

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instrucción sobre la propia fe en el conjunto de losdemás saberes, como condición del diálogo fe-cultu-ra— y del propio ámbito escolar, académico, medioespecífico privilegiado para el logro de esa finalidad,que impone unas insoslayables exigenciasmetodológicas. Véase COMISIÓN EPISCOPAL DE EN-SEÑANZA Y CATEQUESIS (1979) La enseñanza reli-giosa escolar (Orientaciones Pastorales de la ComisiónEpiscopal de enseñanza y Catequesis), pp. 543-589,en Documentos colectivos del Episcopado Españolsobre formación religiosa y educación (1981) (Ma-drid, Edice).

[39] En ella se señala la necesidad de un conocimiento delas diversas religiones como medio de favorecer latolerancia y la convivencia en una sociedad mul-tirreligiosa y se invita a los gobiernos de los Estadosmiembros «promover la enseñanza, en la escuela, dela historia comparada de las diferentes religiones,insistiendo sobre el origen, la semejanza de determi-nados valores y sobre la diversidad de costumbres,tradiciones, fiestas, etc.» (n. 13.11, b.).

[40] En la misma Recomendación 1396 de la Asambleadel Consejo de Europa se advierte también sobre lanecesidad de «evitar, en el caso de los niños, todoconflicto entre la educación sobre las religiones pro-movida por el Estado y la fe religiosa de las familias,a fin de respetar la libre decisión de las familias eneste muy delicado terreno.» A este respecto, valgaseñalar que la Conferencia Internacional consultiva so-bre la educación escolar en relación con la libertadde religión y de convicciones, la tolerancia y la nodiscriminación (Madrid 23-25 de noviembre de 2001),cuyo objeto era mucho más amplio que el de la ense-ñanza religiosa, se refiere, sin embargo, expresamen-te al «derecho de no recibir una instrucción religiosaincompatible con las propias convicciones» (Docu-mento Final n.4, texto completo en este númeromonográfico).

[41] Vid. CORTINA, Adela Ética sin alternativa, El País(19.05.1999). OLLERO TASSARA, Andrés La batallade la religión, Diario 16 (24.11.1994). GONZÁLEZ DECARDEDAL, O., l.c., p. 69.

[42] Vid. Escuela, Religión y Constitución, Exodo (2001),60, octubre, pp. 44-48. Y GÓMEZ LLORENTE, L.(2001) Las dimensiones de una crisis, Éxodo, 60,octubre, p. 12.

[43] Esta fórmula es elaboración del Profesor GómezLlorente que la expuso el día 2.04.1998 en elCentro de Profesores y Recursos de Madrid-Centro,durante un curso sobre la alternativa «Sociedad, cul-

tura y religión» y bajo el título de ¿Es posible otraalternativa? (Texto mecanografiado, pp. 12-15).

[44] Quienes rechazan la Ética como alternativa se opon-drían a que las preferenciales se organizaran de ma-nera que la nueva fórmula resultara equivalente a lasfórmulas c) o d) El profesor Gómez Llorente, autor dela propuesta, señalaba en su momento: «Este bloquede materias (el de las optativas preferenciales) seríaconcebido con un fin educativo eminentemente moraly cívico. Su denominador común sería como objetivola formación en valores, y sus contenidos específicosconsistirían en materias de significado histórico,antropológico, social, artístico, religioso o filosófico,bajo la perspectiva siempre del conocimiento de losvalores culturales» (Texto mecanografiado antes cita-do, p. 14).

[45] Esta propuesta sobre la incardinación curricular de laenseñanza religiosa confesional es parte de una másamplia orientada a asegurar y vigorizar la formaciónética-cívica: GÓMEZ LLORENTE, L. (2001) La partici-pación y la educación ético-cívica, pp. 53-80, en Edu-cación de calidad. Una alternativa progresista (Madrid,Editorial Pablo Iglesias).

[46] GÓMEZ LLORENTE L., o.c. p.79.

[47] Vid. Escuela, Religión y Constitución, Éxodo (2001),60, octubre, pp. 44-48.

[48] COBO SUERO, J. M. (1996) ¿Un nuevo planteamientopara la enseñanza de la religión?, Alfa y Omega, nº 8,27-I-1996.

Resumen:La enseñanza religiosa escolar en laEspaña constitucional (1978-2002)

El asunto que se trata en el artículoes el desarrollo de la regulación de laenseñanza religiosa desde que fue apro-bada la vigente Constitución (1978). Ac-tualmente, las escuelas deben ofrecerenseñanza religiosa, aunque no todos losalumnos estén obligados a asistir. Aque-llos que no acudan a la formación reli-giosa tendrán que tomar parte en otrasactividades alternativas, que no son ob-

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jeto de evaluación. Esto provoca una si-tuación poco satisfactoria. Tras el análi-sis de las actuales propuestas seconsidera necesario realizar un esfuerzopor alcanzar una nueva regulación, quesatisfaga tanto a quienes desean ense-ñanza religiosa como a los sectoreslaicistas.

Descriptores: Enseñanza de la religiónen la escuelas, educación religiosa, éticay educación cívica, materias alternativas,actividades alternativas, catequesis, cien-cias de la religión.

Summary:The teaching of religion in S painsince the approval of the Constitution(1978-2002)

The subject treated is the developmentof the regulation of the teaching ofreligion since the approval of theConstitution (1978). At present, schoolsmust offer religious instruction, althoughit is not compulsory for pupils to attend.Those who do not attend must take partin alternative activities, which are notassessed. This leads to an unsatisfactorysituation. After a discussion of differentproposals presently considered in aneffort to arrive at a new regulation,requirements are examined for a new for-mula to be accepted as satisfactory bothby the religious and the laicist sectors.

Key Words: Teaching of religion, schoolreligious instruction, religious education,ethic and civic education, alternativesubjects, alternative activities, cate-chisms, sciences of religion.