La Frontera Revisitada.

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  REPRESENTACIONES DE FRONTERAS: MIGRACIÓN, IDENTIDAD Y LUGARES DE CONVIVENCIA EN EL NOROESTE MEXICANO Gloria Ciria Valdéz-Gardea Helene Balslev-Clausen Coordinadoras

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  • REPRESENTACIONES DE FRONTERAS:

    MIGRACIN, IDENTIDAD Y LUGARES DE

    CONVIVENCIA EN EL NOROESTE MEXICANO

    Gloria Ciria Valdz-Gardea

    Helene Balslev-Clausen

    Coordinadoras

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    NDICE

    REPRESENTACIONES DE FRONTERAS ..............................................................................3

    GLORIA CIRIA VALDZ-GARDEA

    HELENE BALSLEV-CLAUSEN

    I.- LA INSOPORTABLE AMBIGEDAD DE LA FRONTERA (ELEMENTOS PARA

    UNA TEORA SEMITICA DE LA FRONTERA) ...............................................................14 JAN GUSTAFSSON

    II.- ESTILO GRINGO ...............................................................................................................31

    ELOY MNDEZ

    III.- RECOMPOSICIN DE LAS CORRIENTES MIGRATORIAS

    INTERNACIONALES DE MXICO A LOS

    ESTADOS UNIDOS DE AMRICA .........................................................................................59

    MARA DE J. SANTIAGO CRUZ

    IV.- DESTINOS TRANSITORIOS:

    MOVILIDAD ESPACIAL Y PERIFERIA URBANA ............................................................74

    MANUELA GUILLN LGIGO

    V.- EXPERIENCIAS DE INMIGRANTES EN EL HABITAR DE LAS

    URBANIZACIONES CERRADAS DE SANTA LUCA Y

    REAL DEL ARCO EN NOGALES, SONORA .......................................................................97

    RAMN LEOPOLDO MORENO MURRIETA

    VI.- PRCTICAS DE SURGIMIENTO EN LAS LATINAS:

    ENTRE NARRACIONES CULTURALES Y LA GLOBALIZACIN

    EN LA FRONTERA EE.UU.- MXICO ................................................................................135

    ANNA OCHOA OLEARY

    NORMA GONZLEZ

    GLORIA CIRIA VALDZ GARDEA

    VII.- MUJERES EN EL CRUCE:

    ENTRE LA SEPARACIN Y REUNIFICACIN FAMILIAR EN POCA DE

    (IN)SEGURIDAD FRONTERIZA ..........................................................................................171 ANNA OCHOA O'LEARY

    VIII.- EL ESPACIO TRANSNACIONAL EN UN PUEBLO FRONTERIZO DE

    MEXICO ESTADOS UNIDOS ............................................................................................208 HELENE BALSLEV CLAUSEN

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    LA FRONTERA REVISITADA

    GLORIA CIRIA VALDZ-GARDEA*

    HELEN BALSLEV-CLAUSEN**

    Esta compilacin presenta una serie de trabajos interdisciplinarios y multidisciplinarios sobre

    aspectos que acontecen en espacios fronterizos los cuales siguen funcionando como poderosos

    imanes que atraen una heterogeneidad de culturas, costumbres y expectativas en permanente

    cambio. Revisitando fronteras intenta desafiar las posturas homogneas sobre el espacio

    fronterizo para brindar un anlisis de las variaciones en las culturas representadas en la frontera

    as como de las vivencias del espacio construido en ella.

    Los autores de esta compilacin coinciden en la necesidad de dirigir los estudios de

    frontera desde una perspectiva interdisciplinaria y transfronteriza que supere los tradicionales

    enfoques histricos, geopolticos y de hibridacin, ligados a procesos de militarizacin,

    culturalizacin, burocratizacin, centralizacin y legitimacin de los estados nacionales (Massey,

    Durand y Malone, 2002; Vila, 2003; Kearny, 1991, Garca Canclini, 1996).

    Las nuevas dinmicas que generan los procesos de globalizacin en su triple vertiente-

    flujos globales, individualismo radical e identidades de resistencia, requieren de nuevos

    conceptos y teoras que nos ayuden a interpretar esta compleja realidad. De esta manera, el

    anlisis tradicional de estudios de la frontera, representado geogrficamente por comunidades

    colindantes con el pas vecino conocidas como ciudades hermanas, resulta limitado para el

    estudio de las prcticas migratorias que confluyen ah y ms cuando en estas prcticas estn

    * Profesroa-Investigadora del Centro de Estudios de Amrica del Norte de El Colegio de Sonora. Correo Electrnico:

    [email protected] ** The Study of the Americas, Copenhagen Business School. Correo electrnico: [email protected]

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    involucrados una serie de eventos y experiencias que traen consigo la poblacin migrante y que

    permean o shape el entorno social, cultural, urbano y arquitectnico en las comunidades

    fronterizas y en las comunidades de trnsito y temporales. Por ejemplo, debido a las polticas

    antiemigrantes estadounidenses que prcticamente han sellado las reas tradicionales de cruce

    (Tijuana/San Diego; Ciudad Jurez/El Paso) el movimiento migratorio se ha dirigido a otras

    comunidades como la de Altar, Sonora la cual se ha convertido en un sitio para la confluencia en

    aumento de diversas mezclas de personas que producen una geografa estratgica para el proceso

    migratorio internacional. Altar al igual que otras comunidades fronterizas, pese a que no son

    fronteras inmediatas con Estados Unidos, fungen desde los noventas, como lugares de

    contencin para la migracin hacia Estados Unidos (Durand y Malone, 2002).

    En ese sentido, el trabajo de Mara de Jess Santiago Cruz, Recomposicin de las

    corrientes migratorias internacionales de Mxico a los Estados Unidos de Amrica, brinda un

    panorama de las principales tendencias en la estructura de los flujos migratorios en el pas y el

    impacto en el envo de remesas. Adems puntualiza el rol crucial femenino en la migracin

    internacional.

    En los Estados Unidos, los estudios sobre socio demografa del suroeste se concentran, en

    temas relacionados con migracin o etnicidad (especialmente, el flujo de trabajadores ilegales,

    por ejemplo, Bean et al., 1992; Bustamante, 2001), salud (en muchos casos la salud de los

    migrantes o de usuarios mexicanos de los servicios sanitarios o asistenciales estadounidense, por

    ejemplo, Guendelman y Jasin 1992) o en pobreza (por ejemplo, Beets y Slottje, 1994; Ward,

    1995). De acuerdo con la mayora de los enfoques, y aunque no se afirme claramente, la frontera,

    a diferencia de otros lugares, es un lugar "problemtico", donde generalmente se agudizan

    fenmenos que, por otro lado, se observan en el resto del pas.

  • 5

    Por ejemplo, segn los clculos de la Federacin Internacional de Derechos Humanos

    (FIDH) 4000 personas han muerto en los ltimos doce aos al intentar cruzar la frontera entre

    Mxico y los Estados Unidos. Segn la Federacin, que engloba a 155 Organizaciones No

    Gubernamentales (ONG), desde la firma del Tratado de Libre Comercio de Amrica del Norte

    (TLCAN) en 1994 Estados Unidos ha triplicado el nmero de guardias fronterizos para controlar

    la inmigracin irregular y ha incrementado la construccin de barreras. La FIDH estim que en

    los ltimos 14 aos el gobierno estadounidense ha invertido 30.000 millones de dlares en

    'asegurar' su frontera meridional. Pese a las barreras y vigilancia, el nmero de trabajadores

    indocumentados que cruzan a Estados Unidos se duplic entre 1994 y 2003 hasta alcanzar un

    promedio anual de 500.000 personas que se mantiene en la actualidad.

    En ese tono, la contribucin de Anna OLeary Mujeres en el cruce: Mapping Family

    Separation/Reunification at a time of border (in)security describe las condiciones que

    predisponen a mujeres inmigrantes a mayor peligro en la frontera debido al incremento de

    medidas para cerrar la frontera entre EEUU y Mxico. La investigacin documenta de forma

    sistemtica el encuentro entre mujeres emigrantes y autoridades estadounidenses que aplican la

    ley migratoria en la frontera Mxico-Estados Unidos. Las entrevistas ayudan a destacar un perfil

    de la mujer en situacin de migracin ubicada en el cruce, un espacio conceptual como fsico

    delineado por fuertes procesos.

    La migracin a las ciudades fronterizas del norte de Mxico es, a menudo, un paso previo

    a la migracin internacional. Este paso previo, lgicamente, est influido por la existencia de la

    frontera internacional, la cual se ha venido militarizando a lo largo de los noventa, y provocando

    que las ciudades fronterizas sean, en muchos casos, lugares de contencin de la migracin a los

    Estados Unidos (vase, por ejemplo, Massey; Durand y Malone, 2002). Esta imagen (ciudades

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    de paso, ciudades fronterizas) se encuentra arraigada en la literatura y en el imaginario popular, y

    soslaya el hecho que las ciudades fronterizas son, por s mismas, destino de migracin interna e

    incluso receptoras de migracin internacional, en su mayora, aunque no exclusivamente,

    personas de origen mexicano nacidas en los Estados Unidos.

    La presencia de migrantes en trnsito o temporales asentados en las comunidades

    fronterizas y en aquellas cercanas a la frontera como en las reas perifricas de Hermosillo, el

    poblado Miguel Alemn, Estacin Pesqueira, Altar, Caborca, Naco, todas ellas en Sonora, ha

    diversificado el espacio pblico de las comunidades en trminos de restaurantes, negocios,

    escuelas, e instituciones culturales. El trabajo de Manuela Guillen Lgigo Destinos

    transitorios: Movilidad espacial y periferia urbana muestra la presencia de migrantes en

    trnsito que, frente las dificultades para cruzar la frontera norte se han asentado temporal o

    definitivamente en la periferia de la ciudad de Hermosillo. El estudio de Lgigo presenta las

    realidades vividas y representadas por sujetos itinerantes en el trnsito entre sus comunidades de

    origen y el punto de destino. En ese mismo tono, el trabajo de Ramn Leopoldo Moreno

    Murrieta Experiencias de inmigrantes en el habitar de las urbanizaciones cerradas en

    Nogales, Sonora presenta como las ciudades de la frontera norte de Mxico, muestran cambios

    en su estructura demogrfica y urbana de manera significativa, y cmo las urbanizaciones

    cerradas son ejemplos de la nueva configuracin en los asentamientos humanos fronterizos que

    vienen a dar un cambio en el tejido urbano.

    La frontera no slo constituye un lmite divisorio fsico entre los dos pases sino tambin

    un lmite simblico hacia el otro. Por un lado, como describimos anteriormente es el punto que

    separa, delimita y excluye al Otro; y por el otro, es el espacio para el dilogo entre diferentes

    culturales e identidades. Este cruce fronterizo -sea fsico o simblico- es un espacio de

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    intercambio en donde se construye y reconstruye identidades y prcticas sociales y culturales

    nuevas. El trabajo de Helen Balslev El transnacionalismo en un pueblo mexicano examina el

    espacio social transnacional en una zona fronteriza en el Norte de Mxico, poniendo nfasis en

    cmo las prcticas de pertenencia de los inmigrantes norteamericanos estn incrustadas e

    impactan dentro de los espacios socio-culturales y polticos al Pueblo mexicano

    Kearney (1991), quiz uno de los autores que ms ha trabajado dentro de esta lnea de

    espacio y de definir "transnacionalismo", distingue entre formas de organizacin e identidad que

    no estn limitadas por las fronteras nacionales, como seran las corporaciones "transnacionales",

    y formas "posnacionales", que reflejan un cambio hacia un periodo en el cual se da una

    redefinicin del papel de los estados-nacin. Con relacin a este ltimo punto, la migracin se ha

    convertido en una caracterstica estructural bsica de algunas comunidades que se han

    transformado en verdaderamente transnacionales. Tales comunidades desafan as la capacidad

    definitoria de los estados-nacin a los cuales trascienden (Kearney, 1991), de tal manera que las

    migraciones se producen en espacios globales con mltiples dimensiones, compuestos por sub

    espacios interrelacionados, sin lmites, y a menudo discontinuos (Kearney, 1995). La literatura

    terica sobre migracin transnacional est basada en dos suposiciones sobre el espacio: primero,

    la construccin de las comunidades transnacionales conlleva un desafo a la definicin del estado

    nacin, hasta el punto de que algunos autores han planteado la posibilidad de una paulatina

    desaparicin del mismo, o de sus lmites geogrficos o territoriales. Bsicamente rigen dos

    perspectivas: una es la presentada por Glick Schiller et. al; para quienes el elemento central en

    la constitucin de las comunidades transnacionales es el proceso continuo de construccin del

    estado. Mientras aun otros afirman, entre ellos, Kearney (1996) que las comunidades

    transnacionales se consolidan ms all del estado nacin en momentos en que ste se debilita.

  • 8

    Con los masivos y sostenidos procesos de migracin, la primera afirmacin que viene a cuento es

    que no cabe seguir pensando que las categoras de identidad y comunidad pasan por una

    definicin territorial. Buena parte de la historia terica de la antropologa se bas en estas ideas,

    en la imagen de una comunidad compuesta por un conjunto de atributos estticos y no

    contradictorios, como espacios auto-contenidos y ms o menos de cierta coherencia. De esta

    manera los flujos migratorios y la construccin de comunidades transnacionales se crearan en un

    hipottico "tercer espacio", "hiperespacio" o "espacios transnacionales deslocalizados" (Gupta y

    Ferguson, 1992; Appadurai, 1996). Todas estas zonas son ajenas a las dinmicas nacionales por

    lo que postulan que los sitios transnacionales se construyen en muchos casos sin considerar

    ninguna referencia a su base territorial. Segundo, las localidades transnacionales son

    construcciones sociales y culturales y no sitios geogrficos (Rouse 1992; Goldring 1996). Por

    otro lado, otros autores sostienen que este proceso es causado por la de-territorializacin del

    estado nacin y el surgimiento de nuevas polticas que sostienen las diferencias culturales (Gupta

    y Ferguson 1992).

    En la presente compilacin se considera que el principal problema de esta nocin es

    suponer a la vida social o la cultura como fenmenos aislados o limitados espacialmente, por ello

    este trabajo enfoca desde diversas perspectivas el anlisis de la frontera.

    En este marco la contribucin Frontera, dilogo y exclusin (la semiofrontera) de Jan

    Gustafsson con un enfoque semitico ciertamente provocativo, sugiere que la frontera es una

    realidad bsica en la vida de todo ser humano, es constitutiva de lo humano mismo por ser una

    dimensin genrica de lo comunicativo. El trabajo seala la importancia de considerar dos

    aspectos de anlisis de toda frontera: su dinamismo dialgico y su capacidad de exclusin.

  • 9

    La discusin terica del espacio, que ha implicado en muchos casos su negacin, se ha

    visto, en cierta medida, contrastada con los estudios empricos realizados por antroplogos y

    socilogos sobre transnacionalismo. En este sentido, aunque la literatura antropolgica prefiera

    el concepto "comunidad", no delimitada dentro de lmites territoriales o espaciales precisos, sino

    como conjunto de relaciones sociales e identidades comunes, la gran mayora de los estudios

    empricos, en realidad, se centran en localidades concretas ubicadas en estado nacin diferentes,

    lo que algunos autores llaman "localidades transnacionales", o sea, en territorios con lmites

    administrativos muy precisos. Pensamos que la cultura y localidad funcionan como contenedores

    imaginarios en un mundo de gente, ideas e informacin interrelacionadas. Esto implica que el

    papel que cumple el espacio -en este caso la frontera- en las relaciones sociales debe ser

    reconsiderado; en particular el espacio social transnacional en la zona fronteriza entre Mxico y

    los Estados Unidos (Mendoza 2007; Valdz-Gardea y Balslev Clausen 2007; Valdz-Gardea

    2008; Balslev Clausen 2008).

    En este aspecto, el trabajo Prcticas de surgimiento en las latinas: Entre narraciones

    culturales y la globalizacin en la frontera EE.UU.-Mxico de Anna OLeary, Norma

    Gonzlez y Gloria Ciria Valdz-Gardea presenta como mujeres migrantes en Nogales

    Arizona viven tanto literal como metafricamente, en la lnea, en la frontera, entre los espacios

    de estados-nacin, economas globalizadas, y culturas. Argumentan que la cultura de

    supervivencia de las mujeres entrevistadas fue un surgimiento entre "demandas y prcticas

    inconmensurables, producidas en el acto de la supervivencia social". Las autoras retoman el

    concepto de frontera propuesto por Anzalda en su libro Borderlands: The New Mestiza en

    donde la frontera es analizada como un espacio de regeneracin y renacimiento, un territorio

  • 10

    para el establecimiento de una nueva raza de inclusividad csmica formada por mestizas.

    La frontera es como una zona utpica de transformacin, esto es, como un espacio liminal

    de negociacin e intercambio fluido, a la vez de ser lnea rgida con un significado de separacin.

    Es un espacio considerado un laboratorio de puentes de interaccin a travs de abismos de

    diferencias.

    En este marco, el trabajo de Eloy Mndez Sinz, Estilo Gringo plantea, desde el punto

    de vista arquitectnico y urbanista como los vecindarios defensivos en ciudades fronterizas como

    Tijuana, adosados a la muralla internacional, reforzan la densidad prohibitoria de la frontera

    adems de garantizar la exclusividad fortificada de los Estados Unidos. Mndez Sinz resalta

    cmo el muro divisorio se re-significa con las marcas del drama cotidiano que se vive en la

    frontera.

    Esta compilacin pretende reflexionar en torno a un concepto ms amplio de frontera en

    donde el concepto se desterritorializa as como las investigaciones de sta. Un concepto que

    invite a combinar lo geogrfico, lo simblico y lo disciplinario (Grimson 2003). Lo anterior

    evitara caer en la tentacin de narraciones esencialistas en donde se adopta el punto de vista del

    actor migrante oprimido, vctima de la globalizacin, lo que ocasiona relatos fragmentados de la

    realidad (Garca Canclini, 2006 y Valdz-Gardea, 2008).

    El concepto frontera (visto como comunidades separadas por lneas divisorias) se achica

    por las complejas interacciones producto de cumulativas experiencias que los migrantes llevan

    consigo y que muchas veces dejan en ellas al asentarse por perodos largos o permanentes. Estas

    interacciones rebasan el anlisis tradicional de la frontera dual e invita a reflexionar sobre los

  • 11

    desafos tericos y metodolgicos que trae consigo el espacio fronterizo concebido

    histricamente como de paso pero que segn algunos autores tiende desde mediados de la

    dcada de los noventa a retener ms migrantes.

    Esta compilacin ms que dar respuestas, identifica interrogantes claves en torno a lo que

    entendemos por frontera y los desafos tericos y metodolgicos para su conceptualizacin. El

    presente contexto desafa posturas estticas en el anlisis de la frontera y visibiliza una frontera

    reconfigurada y dinmica.

  • 12

    BIBLIOGRAFA

    Appadurai, Arjun. MOdernity at Large Cultural Dimensions of Globalization . Minneapolis:

    University of Minnesota Press, 1996.

    Bean, Frank B., W. Parker Frisbie, Edward Telles, y B. Lindsay Lowell. The economic impact

    of undocumented workers in the Soutwest of the United States.

    Betts, Dianne C., y Daniel J. Slottje. Crisis on the Rio Grande: Poverty, Unemployment, and

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    Bustamante, Jorge. Proposition 187 and Operation Gatekeeper: Cases for the sociology of

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    Two Mexico-US Migrant Circuits. Tesis doctoral (mimeo). Cornell University, 1992.

    Guendelman, Sylvia, y Monica Jasin. Giving birth across the border: The San Diego-Tijuana

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    Cultural Anthropology I, n 7 (1992): 6-23.

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    Francisco: American Anthropological Association, 1992. Valdz-Gardea, Gloria Ciria. Revisitando la antropologa de la migracin: frontera, actores y

    trabajo de campo. En Achicando futuros: actores y lugares de la migracin, de Gloria

  • 13

    Ciria (Coordinadora) Valdz-Gardea, 459-474. Hermosillo, Sonora: El Colegio de

    Sonora, 2008.

    Valdz-Gardea, Gloria Ciria, y Helen Balslev Clausen. Migracin y trasnacionalismo:

    experiencias trasnacionales de migrantes en el transporte pblico de San Diego,

    California, 2004. Regin y Sociedad XIX (2007): 199-218.

    Vila, Pablo. Crossing Borders, Reinforcing Borders: Social Categories, Metaphors, and

    Narrative Identities on the U.S.-Mexico Frontier. El Paso: University of Texas Press,

    2000.

    Ward, Peter. Colonias and Public Policy in texas and Mexico: Unibarnization by Stealth. Austin:

    University of Texas Press, 1995.

  • 14

    LA INSOPORTABLE AMBIGEDAD DE LA FRONTERA

    (ELEMENTOS PARA UNA TEORA SEMITICA DE LA FRONTERA)

    JAN EDVIN CHRISTIAN GUSTAFSSON*

    RESUMEN:

    El objetivo de este captulo es discutir el concepto de frontera desde un punto de vista terico,

    tomando como base elementos de la semitica, en particular los conceptos signo, dilogo,

    traduccin y semiosfera, inspirados en Peirce, Bajtn y Lotman. La intencin es demostrar cmo

    la semitica puede aportar al concepto de frontera elementos tericos y metodolgicos

    relevantes. Partiendo de hiptesis bsicas sobre el carcter de la frontera, se pretender demostrar

    la esencial ambigedad de la misma: la frontera, por ser el momento espacio-temporal bsico de todo encuentro, contiene en s el germen de la exclusin tanto como el del dilogo.

    Palabras clave: frontera, semitica, dilogo.

    ABSTRACT:

    The aim of this chapter is to discuss the concept of the boundary from a theoretical and semiotic

    perspective. Taking point of departure in the concepts of sign, translation, dialogue and

    semiosphere and inspired mainly in Peirce, Bakhtin and Lotman, I intent to demonstrate that

    semiotics can add fruitful theoretical and methodological elements to a theory of the boundary.

    Furthermore, discussing different hypotheses about the character of the boundary, I present the

    idea of its essentially ambiguous character: as the spatio-temporal moment of any encounter, it contains the potential of exclusion as well as dialogue.

    Key words: boundary, semiotics, dialogue.

    *Copenhagen Business School. Dalgas Have 15, DK-2000 F. Dinamarca. Profesor titular (investigador y docente) del Center for

    the Study of the Americas de la Copenhagen Business School desde 2001. Areas de investigacin y docencia: cultura,

    identidades, poltica latinoamericanas; teoras de la cultura y la identidad; semitica. Correo electrnico: [email protected]

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    Fronteras de tierra,

    fronteras de mares,

    fronteras de arena,

    fronteras de aire.

    Fronteras de sexo,

    fronteras raciales,

    fronteras de sueos

    y de realidades.

    SILVIO RODRGUEZ: FRONTERAS, (DEL CD EXPEDICIN, 2002)

    No s de dnde soy,

    mi casa est en la frontera

    y las fronteras se mueven

    como las banderas.

    JORGE DREXLER, FRONTERA, (DEL CD FRONTERA, 1999)

    INTRODUCCIN

    El epgrafe que inicia este captulo tiene su origen en dos visiones poticas de la frontera,

    correspondientes a estrofas de canciones de dos cantautores latinoamericanos, el cubano Silvio

    Rodrguez y el uruguayo Jorge Drexler. Cada cual expresa en su cancin una visin especfica

    del concepto de la frontera y en su conjunto dan una visin de lo que defino como la

    ambigedad de la frontera: por un lado la frontera como limitacin y exclusin y por otro, la

    frontera como el espacio abierto al dilogo. El cubano nos describe la frontera como limitacin

    fsica, econmica, poltica y social, que nos limita en lo real y hasta en el sueo, a la vez que

    Drexler nos ensea que se puede hasta vivir en la frontera y que las fronteras se mueven, al

    igual que las banderas (que por cierto son, o podrn ser, tambin, fronteras). La cancin de

    Silvio Rodrguez habla de la exclusin que se produce mediante el mecanismo de la frontera de

    toda clase abajo se comentar que la manifestacin emprica de la frontera puede tener

    mltiples caractersticas mientras que Drexler da cuenta del fenmeno del encuentro que se

  • 16

    produce asimismo en las fronteras: el mestizaje, el amor, el aprendizaje... en fin, el dilogo. Al

    mismo tiempo queda evidente que ambos cantautores manejan el concepto de la frontera en un

    sentido amplio, que podr en principio incluir cualquier tipo de manifestacin especfica como la

    frontera fsica de mar o de tierra, la simblica (y fsica) del sexo o de la raza, la frontera

    econmica de la pobreza o el simple hecho de un encuentro entre dos personas, dos mundos, dos

    realidades.

    Cruzando la frontera que separa y a la vez une en mutua inspiracin los gneros de

    la esttica (la poesa y la msica en este caso) del texto acadmico me propongo presentar las

    hiptesis principales que guiarn este intento de teorizar sobre el fenmeno de la frontera

    basndonos, al menos parcialmente, en conceptos semiticos:

    a) Todo proceso de conocimiento y comunicacin pasa por un momento de diferenciacin,

    una especie de frontera espacio-temporal. As, la frontera, en todos sus aspectos, es una

    realidad humana bsica y cotidiana.

    b) Aunque se pueda y sea relevante distinguir entre fronteras fsicas y simblicas, toda

    frontera es por fuerza simblica es decir, semitica en el sentido de constituir un signo

    de diferenciacin y separacin entre realidades humanas.

    c) La frontera sea fsica y simblica o solo simblica que limita y separa entre entidades

    humanas tender a bifurcarse en dos sentidos, opuestos y a la vez complementarios: por

    un lado constituye ese lmite que permite separar identidades y excluir al Otro, pero por

    otro es el espacio para el dilogo entre entidades e identidades distintas, y como tal,

    elemento esencial para la dinmica cultural.

  • 17

    El texto se estructurar de la siguiente manera: primero se discutirn los conceptos de

    signo y traduccin y su relacin con el de frontera, luego, en el prrafo siguiente, se ampla esta

    discusin a los conceptos de texto y semiosfera para finalmente desembocar en el concepto que

    propongo designar como semiofrontera. Tras este breve estudio terico-conceptual y antes de las

    conclusiones finales, se procede al pequeo estudio de un caso concreto de semiofrontera, que

    es el de los pronombres personales decticos, sobre todo en su versin plural, o sea el nosotros y

    vosotros/ustedes.

    El SIGNO Y LA FRONTERA DE LA TRADUCCIN

    El concepto bsico de la semitica es, desde luego, el de signo. Segn Peirce (CP 2.135) el signo

    es, antes que nada, una funcin representacional. Signo es aquello que representa algo para

    alguien. Esto ocurre mediante un proceso y en un espacio, tradicionalmente ilustrados mediante

    un modelo tridico que da cuenta de las tres dimensiones o instancias de la seniosis (es decir, el

    proceso sgnico): (a) la manifestacin material o vehculo (tambin llamado el representamen

    y, comparable, aunque no identificado, con la idea de significante en la semitica de inspiracin

    saussureana) del signo, (b) aquello a lo que se refiere o remite el signo (tambin llamado

    objeto), y, (c) la interpretacin del signo, que tendr el carcter de un nuevo signo, llamado el

    interpretante, necesario para que el signo funcione como tal.

    Como indicado, ms que un modelo, se trata de un proceso de significacin o de

    semiosis, en el cual el signo, independientemente del carcter que tenga, se traduce al convertirse

    en otro signo (Peirce, Writings 1:523; Andacht 1996), el interpretante. El interpretante es el

  • 18

    sentido que provoca en el pensamiento la lectura del primer signo, el representamen. Esto es as

    independientemente de que los signos ledos sean sencillos o complejos, un letrero, un texto

    literario o un ser humano el acceso a la realidad, es decir a lo otro, no es inmediato, ha de

    mediar por fuerza un proceso de percepcin e interpretacin, un proceso semitico, que es una

    traduccin, ya que convierte un texto o signo dado en un signo o texto nuevo. Asimismo, el signo

    puede ser natural o bien producido por el ser humano mismo: al interpretar la percepcin de

    ciertas luces como estrellas, el ser humano traduce un fenmeno natural en un fenmeno social,

    semitico y comunicativo. Al pasar una luz por la percepcin e interpretacin humanas, se

    convierte, para este ser humano, en algo nuevo mediante un proceso de traduccin. Lo mismo

    ocurre cuando se emite un mensaje verbal, el cual puede traducirse en una idea, un pensamiento,

    una accin, y, en la mayora de los casos en otro mensaje verbal, tal vez casi idntico. Como

    dicho, este proceso semitico ocurre en toda actividad humana, en todo momento comunicativo

    (incluyendo la auto-comunicacin) y perceptivo. En resumen, el que la semiosis implique un

    momento de traduccin, o de conversin de un signo en otro signo, de un texto en otro texto,

    equivale a una transformacin y un dinamismo: sugiere el paso de una situacin a otra, de un

    algo (o signo) a algo (o un signo) otro; sugiere que el conocimiento y la comunicacin implican

    un dilogo, un dinamismo y una alteridad.

    Parafraseando lo anterior, se puede decir que toda accin cognitiva y comunicativa (y,

    en cierta manera, toda accin es cognitiva es comunicativa y viceversa) implica el paso de un

    estado o espacio a otro estado o espacio. Este traslado o traductio implica tambin

    etimolgicamente hablando el paso por un espacio intermedio, una especie de frontera. Dado el

    carcter de la semiosis, ms que un espacio, sera un momento espacio-temporal. Al ver

    asomarse en el ocaso una bolita luminosa y hasta convertirla en una estrella o en Venus,

  • 19

    pasaremos del momento perceptivo a un estado de interpretacin que se traduce en un mensaje

    verbal pensado o pronunciado. Es este momento semitico espacio-temporal lo que constituye la

    frontera dinmica que permite la traduccin y conversin en algo nuevo.

    Este movimiento no se detiene en el signo nuevo, ya que el interpretante continuar su

    proceso en el pensamiento, el dilogo o los acontecimientos, convirtindose en otro interpretante,

    en principio ad infinitam. Esto es lo que Eco llama la semiosis ilimitada (Eco 1995: 2.7.3). No

    solo se transforma la percepcin de una luz en estrella, sino que esta se convierte en estados

    emocionales, en ideas sobre el infinito, o sobre el amor o en palabras de poesa como y tiritan,

    azules, los astros, a lo lejos. De esta manera la semiosis constituye un viaje ilimitado, no en el

    sentido de una ausencia de fronteras, porque ello implicara la ausencia de cambios, diferencias y

    alteridad, sino en el de un constante paso por una frontera a un espacio-momento nuevo y

    distinto que a su vez lleva a la prxima frontera y subsiguiente paso a otro espacio.

    A manera de conclusin parcial, se sugiere que por ser parte esencial de la semiosis, o sea

    de los procesos de comunicacin y conocimiento, la frontera resulta ser una realidad bsica en la

    vida de todo ser humano, y en cierta forma constitutiva de lo humano mismo.

    LA SEMIOSFERA Y LA FRONTERA

    Los signos normalmente no obran de forma aislada, sino en contextos y en conjunto con otros

    signos, constituidos en textos. Como tal defino todo conjunto de signos interpretados o

    interpretables como tales. El texto, en este caso, puede ser entonces un conjunto cualquiera,

    como una serie de actos, de palabras dichas o escritas, una imagen o un grupo de imgenes o

  • 20

    bien ese astro, que tirita, azul, a lo lejos. Si en el prrafo anterior la atencin se ha centrado en el

    sujeto humano individualizado y en su condicin de animal semitico y fronterizo, propongo

    ahora lanzar la mirada hacia el nivel colectivo y cultural, caracterizado asimismo por su

    inherente carcter semitico: caracteriza a la cultura la produccin de textos, es decir de

    conjuntos de significados (Lotman 1990, Bajtn, 1997). Estos textos pertenecen a la comunidad,

    bien en su conjunto, bien a algunos miembros, ya que pueden ser textos de privilegio y

    exclusin, textos de rebelda, as como textos de identidad conjunta o textos de coaccin, cuya

    lectura y acatamiento se consideran obligatorios para todo miembro de la comunidad en

    cuestin.

    Los textos tanto los que se consideran pertenecientes a una sola comunidad como a

    varias se separan entre s, constituyndose mutuamente mediante fronteras. Esta frontera

    puede ser la separacin entre un discurso y otro, entre un texto especfico y otro, y puede ser la

    frontera grande que separa todos los textos de una cultura de los de otra cultura. Siguiendo a

    Lotman (1990:123 ff), definir un conjunto de textos constitudios por, constituyente de, una

    cultura, como una semiosfera. Este concepto destaca la sensacin espacial de la cultura junto

    con su carcter eminentemente semitico. Cada cultura, ya sea cultura tnica, nacional, regional,

    profesional, familiar o individual, se constituye como una esfera o espacio en que se producen y

    reproducen ciertos signos y textos, y este proceso es el que constituye el tiempo de la cultura en

    cuestin. La semiosfera no es un espacio liso sin fisuras ni delimitaciones internas, al contrario,

    est surcada por una infinidad de lneas divisorias fronteras que van definiendo los espacios (o

    sea, discursos, textos, signos) internos tanto como los externos, es decir las otras culturas o

    semiosferas.

  • 21

    Tambin en este caso se produce la traduccin de un espacio a otro. Los textos y

    mensajes cruzan constantemente toda clase de frontera, como puede ejemplificarlo un mensaje

    electrnico que pasa de una computadora a otra por el ciberespacio que se constituye como

    frontera y espacio de paso, pero que tambin pasa de una persona a otra traducindose

    necesariamente al contexto del receptor,y a lo mejor cambia de lenguaje u otro cdigo y de un

    pas a otro.

    El concepto de semiosfera es, al igual que signo y texto, una abstraccin cuyo

    potencial de manifestaciones empricas es casi infinito. Pero enfatiza el hecho de que nuestro

    existir tiene lugar en un espacio y en un momento. La etimologa espacial de palabras como

    texto, contexto y traduccin, y la espacio-temporal de discurso, contribuye a justificar la idea de

    semiosfera como el espacio temporalizado de produccin y reproduccin de signos y textos de

    un individuo, una comunidad o de la humanidad entera.

    A manera de ejemplo, casi emblemtico, de la idea de semiosfera es el internet. Aqu se

    nos presenta una infinidad de signos, textos, discursos, que, cual enciclopedias borgeanas, se

    constituyen en semiosferas delimitadas entre s por su temtica, su ideologa, su lengua, su

    pgina especfica, sus ubicaciones y direcciones etc., hasta el punto de parecerse a una metfora

    de la idea misma de semiosfera, o de la semiosfera humana como tal.

    Otro ejemplo, menos conspicuo, podra ser un gnero musical-potico como lo es el

    bolero. El bolero se constituye con fronteras externas, que lo delimitan frente a otros gneros

    discursivo-musicales, fronteras que marcan el ritmo, el tiempo, el fraseo, as como el carcter de

    sus letras. Internamente cada cancin o bolero se delimita de otros, el trabajo de un compositor

    del de otro, los boleros de una nacin de los de otra, as como ciertos esquemas meldicos o

    rtmicos de otros. A la vez el bolero participa en la constitucin de una semiosfera de cultura

  • 22

    popular latinoamericana que apunta hacia la constitucin de una identidad. Para millones de

    personas, latinoamericanas y no latinoamericanas, el bolero es un signo de identidad de este

    continente y de su gente. Y a la vez es un signo de la esfera humana del amor en todas sus

    variedades y variantes, el amor desgarrado y desesperado cantado por una Chavela Vargas, el

    dulce o agridulce expresado en las letras y notas de Manzanero (llamado por Garca Mrquez el

    mayor poeta de Amrica Latina) o ese amor imposible que solo hallaramos en la boca ardiente

    de aquella que nunca pudimos besar, experiencia de tanta gente que interpretara Eusebio Delfn.

    LA SEMIOFRONTERA

    Los prrafos anteriores apuntan hacia la conclusin de que en la actividad smica la frontera no

    constituye un simple lmite a traspasar ni un obstculo a superar. La frontera es, ms bien, el

    espacio intermedio de una traduccin necesaria, y por ende, el elemento semitico dinmico por

    excelencia. Es la traduccin, el constante movimiento de significado que se inicia ya en el

    interior del signo ms bsico, lo que posibilita la comunicacin, la cultura, la subjetividad. Sin

    esta traduccin, o sea, sin frontera, no habra ni significado ni texto ni semiosfera. De ah que

    proponga el neologismo de semiofrontera para indicar la situacin espacio-temporal de constante

    traslado de signos y significados.

    Hasta ahora se ha insistido en la idea de la semiofrontera como el mecanismo dinmico

    y productor de sentido implicado en, y correspondiente a la idea de dilogo presente en Bajtn

    (1997 y Holquist 1990). Pero como se ha adelantado al principio de este captulo, se propone la

    hiptesis de que la frontera es un mecanismo ambiguo, de produccin tanto como de limitacin

  • 23

    de sentido. Hay factores de todo tipo que impiden o limitan tal dilogo y traduccin en nuevos

    sentidos, reproduciendo ms bien signos de sentido constituido e instituido que por razones

    polticas, ideolgicas, epistemolgicas o de otra ndole no permiten o dificultan el dilogo y el

    cambio.

    Para explicar mejor este dualismo de la frontera volveremos al concepto ya mencionado

    de la semiosis ilimitada. La semiosis ilimitada implica una traduccin-dilogo, en principio

    infinita, de significados, lo cual implica la posibilidad constante de una interpretacin abierta de

    un signo, un texto o un hecho interpretado y, as convertido en signo. Sin embargo, est claro que

    el contexto prctico y pragmtico limita el potencial de interpretaciones. Pero aparte de las

    razones prcticas y pragmticas hay otras que imponen lmites a la interpretacin y la semiosis.

    De particular inters son las razones relacionadas con el poder, en un sentido amplio del

    concepto. Al respecto, conceptos tales como la ideologa (Althusser 1993; Zizek 1992) es decir

    el una serie de creencias socializadas como verdades incuestionables e incontestables. El

    concepto del discurso (Foucault 1995, 1996; Laclau & Mouffe 1985; Laclau 2005; Wodak 1999)

    en sus varias corrientes tericas tiene como ncleo la idea de una relacin estrecha entre el poder

    y la limitacin de sentido. Los discursos, por ejemplo de identidad, cierran hasta donde les sea

    posible (aunque no sea posible hacerlo completamente) el potencial interpretativo de los textos

    sociales. El nacionalismo, el etnocentrismo, el racismo, el machismo o cualquier verdad

    institucionalizada son ejemplos de ideologas y discursos que imponen lmites a las

    interpretaciones de los signos y que imponen las fronteras, ya no como el espacio del dilogo con

    el Otro o con aquello que es distinto, sino para excluir de mi mundo o nuestro mundo al Otro,

    a los otros o a todo aquello que parezca distinto o peligroso no necesariamente en el sentido de

    un peligro fsico, sino en el sentido de algo que haga peligrar la fortaleza de unas

  • 24

    interpretaciones monolticas y sin fisuras de unas creencias que sostuvieran una identidad y un

    poder.

    LA SEMIOFRONTERA DE LA PRIMERA Y SEGUNDA PERSONAS: DIALOGO Y

    EXCLUSION

    Uno de los mltiples mecanismos fronterizos de los discursos identitarios es el uso de los

    pronombres decticos personales que representa un interesante caso de la ambigedad de la

    frontera. La diferencia entre la primera, segunda y tercera personas de los pronombres y las

    formas verbales constituye una de las fronteras ms importantes de lo que viene siendo ese

    sistema principal de signos y espacio bsico de la semiosfera que es la lengua verbal. Y estos

    signos-frontera, o semiofronteras, demuestran las dos caras del espacio de delimitacin. Por un

    lado podemos apreciar que cada uno de estos signos cobra su sentido en su relacin

    (significativa) con las dems. El yo constituye a mi persona mediante su diferenciacin y

    relacin con el t y con la tercera persona. Yo soy yo, no por una razn tautolgica, sino porque

    ests t, y esta relacin que se da a nivel concreto de persona como a nivel general del signo,

    del pronombre me convierte en ese yo (Benveniste 1971; Buber 1993). Yo soy (y el yo es) la

    traduccin del t y el t la traduccin del yo. Lo mismo pasa con la tercera persona, aunque de

    modo distinto. Es importante destacar que el significado del yo o del t (etc.) no se da en simple

    oposicin al otro como en la semitica saussureana (aunque s existe el mecanismo de la

    oposicin) sino por la relacin, que a diferencia de la oposicin es dinmica y creadora constante

    de significado. En este sentido estos pronombres constituyen un mecanismo elemental de

  • 25

    frontera dialgica y dinmica en el lenguaje y el discurso, pero ello no impide que esta misma

    frontera pueda servir como mecanismo de exclusinen situaciones y contextos especficos.

    El carcter relacional de los pronombres de la primera y segunda personas se relaciona

    con la funcin dectica o indxica de los mismos (Benveniste 1971). El yo y el t son signos

    radicalmente vacos, en el sentido de que solamente tienen referencia y significado mediante un

    contexto extradiscursivo no existe ni sinnimo ni traduccin (solamente de idioma a idioma)

    de estos signos que expresan la primera y segunda personas. Este vaco radical del signo es lo

    que representa lo que califico de la dexis autntica, segn la cual el yo o el t (o los

    derivados espaciales o temporales como aqu y ahora) se definen solamente en la frontera

    entre el discurso y lo extra-discursivo, entre el lenguaje y discurso por un lado y el contexto

    concreto, con su momento, su espacio y sus actores, por otro.

    En plural, sin embargo, estos mecanismos se modifican, y la semiofrontera que opone

    un nosotros a unos otros es la que potencialmente lleva la mayor carga ideolgica y la que

    impone los lmites ms fuertes. Mientras un yo o un t se dejan identificar concreta y

    contextualmente, un nosotros o vosotros/ustedes tiende a la ambigedad, entre otras cosas por

    el sencillo hecho de que un vosotros normalmente no consiste de un grupo de yoes hablando a

    coro, por lo que la voz que habla lo hace a nombre de otros, los cuales estarn, sin embargo,

    identificados con esa voz. La autenticidad de la dexis, o sea la posibilidad de identificar al sujeto

    que se enuncia en la primera persona en la frontera entre discurso y contexto, es asunto mucho

    ms complicado en plural. Esta ambigedad, llevada al plano de los discursos identitarios,

    contiene una carga ideolgica fuerte: cuando el discurso de identidad nacional, tnico, de

    gnero etc. se enuncia en primera persona, mediante el mecanismo de un nosotros identitario,

    cobra una fuerza de interpelacin y conviccin mayor.

  • 26

    El uso de la primera persona en plural hace que el sujeto individual aunque ms bien

    implcitamente se sienta parte ntima del discurso, que su yo individual produce ese discurso

    junto con millones de compatriotas en esa camaradera imaginada de que hablara Andrson

    (1991). Este es un elemento bsico de la interpelacin ideolgica y discursiva (Althusser 1993;

    Zizek 1989), es decir el mecanismo con el que el discurso (o la ideologa en las frmulas de

    Althusser y Zizek) llama al individuo, convirtindolo as en sujeto en el sentido de ser parte de

    lo social a la vez que subordinado al discurso o la ideologa (y al poder implicado en los

    mismos).

    De esta forma, se da mediante el mecanismo de la primera y segunda personas del

    lenguaje una situacin fronteriza compleja: la dexis autntica contagia y da sensacin de

    autenticidad al mecanismo de la dexis identitaria y no autntica, en que un nosotros habla en

    nombre de una colectividad, constituyente de, pero tambin constituida por ese nosotros. Ello

    implica una tendencia a que el sujeto as interpelado acepte la interpelacin y la veracidad de esta

    identificacin, aun cuando no represente actitudes suyas. El nosotros identitario interpela y

    llama a un compromiso implcito y total con el discurso. A la vez, el sujeto interpelado se siente

    no solamente parte pasiva, sino co-productor del mensaje discursivo: el uso de la primera

    persona da la sensacin de que no solamente habla el discurso por m, sino de que el yo habla

    habl dentro y a travs del discurso, inviertiendo as el mecanismo de la interpelacin, pues el

    sujeto ya no es el interpelado y objeto pasivo, sino uno de los (millones) que interpelan y

    producen el discurso.

    El uso deportivo de este yo es un ejemplo: decir que ayer ganamos (o perdimos,

    segn el caso) el partido en vez de poner como sujeto la seleccin o el equipo nacional

    implica una mayor identificacin y compromiso que puede llevarse y se lleva a situaciones

  • 27

    ms conflictivas y de un compromiso ms profundo y agresivo del discurso identitario cuando

    este nosotros es invocado como parte de una estrategia de exclusin de una alteridad real o (e)

    imaginada. En un juego doble de identificacin mediante la exclusin y viceversa, la exclusin

    mediante la desidentificacin, el discurso identitario podr utilizar el mecanismo de la dexis

    colectiva no autntica como un arma fundamental para la interpelacin de sus sujetos,

    estableciendo una frontera de difcil transgresin basada en lecturas cerradas del nosotros,

    dentro, y los otros, fuera.

    Cuando la frontera se cierra ante el dilogo y la semiosis abierta, la exclusin tendr

    cierto carcter tautolgico. El otro puede portar, o carecer de un signo, como el color de la piel,

    la lengua que habla o la religin que profesa, o tal vez la clase social a que pertenece, que para el

    discurso del nosotros sea causa natural de su exclusin, pero esa causalidad es una inversin:

    al otro no se le excluye por el signo, sino que con el signo se le estigmatiza para poderlo excluir.

    En este sentido, ese signo de la semiofrontera que justifica la exclusin es artificial e inventado,

    por mucho que el signo en s remita a una situacin real y objetiva, como el color de la piel, la

    religin o costumbres culinarias. En cambio, cuando la semiofrontera se constituye en espacio

    para el dilogo entre una cultura o comunidad y otra, para la hibridizacin y el mestizaje, las

    diferencias reales (e imaginadas) sern elementos de dinamismo cultural y de cambios

    constantes.

  • 28

    CONCLUSIN

    Mi intencin ha sido demostrar que mediante la idea semitica bsica, es decir que toda

    comunicacin y en cierta forma toda actividad humana comprende la semiosis o actividad de los

    signos, implica una especie de traduccin, la cual a su vez contiene en s la idea de traspaso de

    significado a travs de un espacio fronterizo que es algo ms que un espacio virtual o fsico. La

    frontera, vista as, es una especie de acontecimiento espacio-temporal que funciona a todo nivel

    de lo humano: individual y colectivo, cognitivo, ideolgico, discursivo etc. Elemento

    fundamental de la frontera es su carcter doble y ambiguo: tanto el dilogo como la exclusin, la

    tendencia a abrir o cerrarse, son aspectos inmanentes de la frontera como concepto terico y

    abstracto tanto como en cualquiera de sus manifestaciones empricas. Las fronteras reales pueden

    ser de cualquier ndole, nacional, religiosa, social, fsica o geogrfica, pero tendrn siempre una

    dimensin sgnica y por tanto simblica. De ah la importancia de siempre considerar los dos

    aspectos mencionados de toda frontera: su dinamismo dialgico y su capacidad de exclusin.

    Podemos estar hablando de fronteras que separan a millones de personas de otros millones, o

    puede ser la frontera que separa un cuerpo y un individuo de su prjimo. En cualquiera de estos

    casos, la frontera es lo que nos acerca y lo que nos separa a unos y otros. Solo cabe luchar porque

    prevalezca aquello sobre esto.

  • 29

    BIBLIOGRAFA

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    Andacht, Fernando. The Other as Our Interpretant, Proceedings of The Modern European Image

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  • 30

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    Edinburgh, 1999 (segunda edicin de 2009).

    Zizek, Slavoj. El sublime objeto de la ideologa, Siglo XXI, Mxico D. F., 1992.

  • 31

    ESTILO GRINGO

    ELOY MNDEZ*

    INTRODUCCIN

    En imparable forcejeo que difumina lo local para aligerar flujos al tiempo que lo enfatiza para

    anclarse, la globalizacin configura lugares. Para la movilidad de informacin, de objetos y

    personas es necesaria la existencia de paraderos, receptores, contenedores, estaciones que captan

    y a su vez relanzan, reproducen, difunden, conectan en red de flujos. Metforas espaciales como

    la sugerente geometra de la red aluden a mltiples procesos complejos, ya de virtualidades

    informticas, ya de piezas metlicas para el ensamble, ya de cualesquier producto. Nudos e hilos

    con distribucin regular en un tejido plano es sin duda una representacin simple y hasta arcaica

    de los circuitos telemticos.

    Sin embargo, el funcionamiento de ciudades en red objetiva dichas relaciones. La imagen

    de ciudades interconectadas en la superficie planetaria es mediacin perfecta para ilustrar en

    trminos fsicos el fenmeno, pero se trata de una totalidad irregistrable antes de una sustancial

    abstraccin, por lo que slo resta apreciar el conjunto en los fragmentos de ciudad activados en

    la globalidad. Mientras flujos y conexiones generen ensambles, vale pensar que la arquitectura

    de poca engendre la metfora del leph de Borges, es decir, el lugar como vasto compendio de

    relaciones ancladas.

    Fenmeno contradictorio, de flujos y lugares a la vez, la globalizacin de territorios

    desborda pero reafirma la frontera internacional Mxico-USA. Los controles de paso se hacen

    * Profesor Investigador del Centro de Estudios de Amrica del Norte de El Colegio de Sonora. Correo electrnico:

    [email protected]

  • 32

    prescindibles debido a los intercambios informacionales, o a los desplazamientos aduanales tierra

    adentro, o a las regulaciones trasnacionales del Tratado de Libre Comercio que ha posibilitado la

    puesta en venta de casi cualquier producto mercantil norteamericano en cualquier ciudad

    mexicana. Pero el trnsito de personas hacia el Norte, sobre todo aqullas sin la documentacin

    estipulada, sufre los rigores de la vigilancia selectiva.

    Por ello nuestro propsito de abordar en estas notas el rol que juega la arquitectura

    fronteriza en trminos de realizacin de lugares. Merece atencin especial la casa, objeto

    condensador de los imaginarios en la promocin inmobiliaria tanto como de la concurrencia

    multicultural en la frontera. De paso veremos la nocin y el mtodo del lenguaje de patrones

    propuesto por Christopher Alexander en la dcada de 1970, retomados en aos recientes por la

    corriente del nuevo urbanismo y en general por los promotores inmobiliarios de vivienda.

    LA BARDA COMO LMITE

    Cmo se construye en el lado mexicano del lmite? Con la hiptesis de que hay soluciones de

    diseo recurrentes en tanto han resuelto de manera apropiada la normalizacin de las

    relaciones prevalecientes y por ende repetitivas, intentaremos responder a travs de los patrones

    ms distintivos.

    FIGURA 1. Vista de la calle Internacional de Nogales con la malla fronteriza

  • 33

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    FIGURA 2. Vecindario defensivo de Tijuana cercado con el muro internacional

    y una border patrol al fondo.

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    Christopher Alexander (1981, 1980 y 1978) propone el patrn como clave de diseo,

    planeacin y construccin. El patrn sera la correspondencia geomtrica espacial del patrn de

    acontecimientos, luego, hace de puente entre espacio y sociedad. Alexander reconoce en el

    edificio, el barrio, la ciudad y el territorio regional el patrn como el componente comn que les

    integra en el todo. Si el patrn traduce en el espacio los requerimientos de las relaciones

    sociales, cristaliza entonces relaciones, las cuales resuelve mediante el conjunto de patrones

    desprendidos de la totalidad. A tal grado es as, que el lugar se entiende en funcin del patrn de

    acontecimientos que escenifica. La ilacin congruente de patrones espacializados es posible

    gracias a que confluyen en la formacin de un mismo conjunto, el lenguaje de patrones, que a su

  • 34

    vez explicara procedimientos de construccin milenarios. La eficiencia de las soluciones

    propicia que trasciendan la temporalidad y respondan siempre a una condicin humana

    permanente. De manera que el lenguaje de patrones no nos ensea nada nuevo: slo nos

    recuerda lo que ya sabemos. Ms todava, si intentamos dejarlo de lado, retornaremos sin duda a

    lo mismo, pues de manera irremediable lo descubriremos una y otra vez si renunciamos a

    nuestras ideas y opiniones, y hacemos exactamente lo que surge de nosotros mismos (1981: 14).

    Alexander se propuso teorizar la relacin del espacio con el acontecimiento. Valga

    decirlo, le interesaba detectar el patrn de respuestas a travs del espacio, por lo que se lanz a

    escudriar cantidad de lugares, evidencias culturales de las variantes en la interaccin espacio-

    acontecimiento anclada en sitios. El argumento es, que encontrados los (buenos) patrones, se

    logra el cdigo de soluciones universales y en seguida el ejercicio del diseo consistira en jugar

    con esa base ante cualquier programa de actividades a resolver.

    No nos detendremos ahora en la discusin de tesis tan ambiciosa. La aspiracin de

    encontrar la esencia de cantidad de soluciones singulares, haciendo tabla rasa de pocas y

    territorios, ha producido textos de respetables disposiciones enciclopdicas. Rescataremos de su

    propuesta la nocin de lugar, definido a travs de patrones y la asociacin de stos con los

    acontecimientos que les significan, con las personas que les habitan y el nicho de confort social

    que brindan, es decir, el patrn sera para Alexander una forma de diseo local ms o menos

    generalizable en diferentes mbitos contemporneos.

    El patrn de diseo ante la barda erigida desde el norte es utilitario. Ya sea la

    incorporacin de la barda metlica como lindero de calle, o ya como obstculo visual a veces

    salvado gracias a la topografa, que propicia observatorios. Puede inferirse que la cancelacin de

  • 35

    la acera norte de la calle divisoria de ambos pases ha inducido el cierre parcial de la acera sur, lo

    que para Alexander seran patrones malos, indeseables, a evitar en el futuro.

    Sin embargo, hay al menos dos usos recientes que replantean tal solucin, ambos

    coincidentes con el intento reciente de impermeabilizar la lnea divisoria. Uno es el de

    vecindarios defensivos adosados a la muralla internacional reforzando la densidad prohibitoria

    de la frontera. Con la vigilancia permanente y gratuita de su propia seguridad y distincin

    garantiza la pretendida exclusividad fortificada de los Estados Unidos, a la vez que el patio

    trasero es vigilado por las border patrols. Aunque slo hemos detectado dos vecindarios con

    estas caractersticas, son ilustrativos del sbito carcter ambivalente de la barda, que incrementa

    el rol de separacin y seguridad por ambas caras. O sea, los excluidos de este lado lo son tambin

    del otro.

    Tambin el muro divisorio se resignifica con las marcas del drama cotidiano que

    escenifica. En l se han colgado cantidad de cruces alusivas a los cados en el intento del cruce

    indocumentado, se han escrito protestas, las cifras de muertos en los senderos de la sierra y el

    desierto, consignas, mensajes religiosos de esperanza. El muro testimonia la interminable marcha

    hacia el Norte del mismo modo que el recndito camino desrtico a El Ssabe est sealado por

    cruces retorcidas, ofrendas de flores de plstico, santuarios minsculos y ermitas desbordadas

    por las veladoras en torno a la Virgen Guadalupe o San Judas Tadeo. O tambin el desangelado

    pueblo en que descansa, callejuelas sobre piedra maciza donde casas desperdigadas condensan el

    viacrucis en el nicho de cada solar y el adoratorio de cada crucero de trazo caprichoso.

  • 36

    FIGURA 3: Cruces de madera alusivas a los migrantes muertos

    en la incursin ilegal a los E. U.

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    Figura 4. Hito mortuorio en el camino a El Ssabe, en la frontera sonorense

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    Arte contra los muros (Navaln et alt., 2005) es un descomunal proyecto artstico

    extendido en miles de metros del muro. Concentra el imaginario de Tijuana segn los pintores

    locales en una pelcula sin fin de eventos significativos de la ciudad, muchos de ellos

    autorreferidos al muro. Es la representacin de la realidad compleja, multicultural y dinmica

    mediante un detalle nfimo, un hecho, una escena, un dato, una palabra, una fachada, una imagen

    de dimensin simblica de la ciudad, o en la ciudad. Es una experiencia que subvierte el soporte

    que le justifica. El grafitti, la imagen pop y la fotografa testimonial se suceden entre la denuncia,

    la fantasa festiva y el espectculo para componer el mosaico inacabado de la ciudad

  • 37

    contradictoria, mltiple y aun amable. Esto no disuelve el muro, aunque lo incorpora aligerado,

    desdramatizado, a un imaginario que mezcla sin normas prefijadas de ritmo, seleccin, jerarqua,

    sucesin o legibilidad.

    FIGURA 5. Mural del arte contra los muros, en Tijuana

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    FIGURA 6. Murete emblemtico de acceso a vecindario defensivo en la frontera.

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

  • 38

    DEL PATRN AL ESPERPENTO

    Vemos entonces la confluencia de varias experiencias indicativas de la frontera que se ha vuelto

    lquida (trmino retomado de Ignasi de Sol-Morales, 2002, y Zygmunt Bauman, 2003 y

    2005). Tambin la manufactura legible del territorio ante la necesidad de control y certidumbre

    es una tendencia clara de configuracin, desde luego, como disposicin hegemnica. Y es

    requerimiento que penetra en las ciudades fronterizas tanto como en las de tierra adentro.

    Por supuesto, en los nodos urbanos de interconexin del rea de mayor intensidad de

    flujos internacionales se identifican con mayor nitidez la conjuncin de frontera y legibilidad. De

    ah la paradoja que en ciudades de crecimiento explosivo y en particular de diversificacin

    sociocultural acelerada, avance con eficiencia el proceso de homogeneizacin del lenguaje de

    patrones constructivos, el componente ms fijo y visible del paisaje. A su vez, en ste destaca la

    vivienda planeada a travs de conjuntos habitacionales, en su mayora concebidos como

    vecindarios defensivos.

    Los casos mencionados que aparecen como si fueran ensanches del muro internacional

    son los ms orgnicos del proceso de dilatacin y contraccin. Pero del mismo modo que

    muchas fortalezas del medioevo europeo parecen brotar de cimas y macizos rocosos, estos

    vecindarios postmodernos emergen cual bastiones sobre cerros y en cualesquier emplazamiento.

    Los dispositivos de seguridad y distincin les hacen reconocibles siempre arracimados en las

    vialidades principales. Es un aplanamiento visual reforzado con los prototipos de casas que, a

    pesar de las variantes formales y econmicas, responden a similares patrones de diseo. Por si

    fuera poco, la vegetacin, el color y el orden aparecen tambin clonados: la nueva ciudad se

    percibe como maquetas de urbanismo manierista enclavadas en grandes aglomeraciones reales.

  • 39

    La monotona pactada tcitamente entre promotores y consumidores ampara el

    tratamiento herldico de la identidad arquitectnica. Factor de homogeneizacin visual, la misma

    marca lo es de diferenciacin nominal y de distincin econmica. En el acceso, los mulos de

    fortines instalan el emblema diseado con los elementos del blasn: un recortado soporte de

    fondo, el smbolo distintivo y el nombre-mensaje escrito. Del mismo modo que los antiguos

    escudos de armas redundaban en la accin de escudarse tras valores expresados en alegoras,

    ahora el blasn constructivo es explcito de la categora adquisitiva que respalda y es figura

    exclusiva del grupo social propietario. Lo que podra ser una placa catastral irrelevante capta

    especial atencin del diseo que convierte el blasn en clave de la conformacin de la imagen.

    Es el adminculo que acompaa la publicidad y se integra en la mojonera de identificacin del

    lugar. Por s solo ha de sugerir las cualidades del producto en venta a travs del color, la forma,

    el nombre y en consecuencia de fcil asociacin a significados particulares de prestigio a obtener

    a travs de su posesin simblica.

    Publicidad y realidad mercantil sustentan en un nicho la confiabilidad y solidez del

    patrimonio. Sin desperdicio, la imagen y la palabra son tejidas en un monolito de estuco

    evocador de antiguos ritos fundacionales del lugar. Los ejemplos ms elaborados son tambin

    ms abundantes en elementos para redondear y asegurar la eficiencia del mensaje. Sin duda

    presentan la fachada, la personalidad y aun la mscara de la casa colectiva, adelantando al

    visitante los rasgos de la disposicin interior. El cerramiento de la figura suele ser curvo, o bien

    el remate de un tringulo escaleno, con alusin directa al techo de la casa, al frontn del templo y

    con ella a la montaa, al haz de luz y la simblica masculina. Ms aun, llega a aludir con

    intencin a un castillo evocando la fuerza transferida en vigilancia.

  • 40

    Y s, en el interior del vecindario se reproduce el tinglado previsto en el acceso. El

    blasn ha de guardar una presencia ntida, aunque discreta. Pero de imagen sntesis pasa de

    inmediato a ser clave de lectura, mdulo reproducido y cdigo de representacin en prototipos de

    casa que si bien empezaron siendo intentos facsimilares del estilo californiano, han terminado

    por ser evocaciones parciales de ste o slo variantes del amplio abanico neotradicional pronto

    encajonado en un puado de citas. El patrn ms recurrente es la fachada principal resuelta con

    techo de concreto a dos aguas cubierto de teja, o la fachada falsa con pretil triangular suavizado

    con curvas, antepuesto a losa plana, como si fuera solucin verncula. Lo mismo sucede con las

    partes de las fachadas: el balcn, el porche, el tiro de chimenea o el torren en esquina, as como

    el acceso general, la caseta del guardia, la barda en el acceso, o el rincn de las casualidades

    mercantiles planeadas, o la prgola del parque, o aun el quiosco. Del mismo modo que las piezas

    del ordenador electrnico se corresponden entre s gracias a la repeticin modular, y luego todos

    los ordenadores se parecen de manera irremediable entre s aunque sean ensambles caseros-, as

    el vecindario defensivo es entregado a los usuarios. En seguida stos se encargarn de coronar la

    operacin con los detalles del buzn, las figuras de barro en los muros, el portn o la fuente,

    prolongando con frecuencia hasta el ltimo detalle el tinglado recibido. Para ello asume

    reglamentos de construccin que le imponen la reproduccin de los patrones inciales: la casa se

    asimila a una montaa, el conjunto a una cordillera. La casa debe ser, sobre todo debe parecer

    casa, cierto tipo de casa imaginaria.

  • 41

    FIGURA 7. Casa de vecindario defensivo

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    Figura 8. Panormica parcial de vecindario defensivo.

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    As se consuma la homogeneizacin estilstica del paisaje. Empero, en los vecindarios

    populares nunca tarda en irrumpir el principio de realidad sobre ese espacio liso, ciudad sin

    memoria que Rem Koolhas (2001) llama ciudad genrica. Por ms que la epidermis del

    espacio habitable se ajuste a un solo lenguaje, la casa popular sufre el impacto del espacio

    mnimo sacrificado en aras de la simulacin: materiales de baja calidad, habitaciones estrechas,

    frente de predio ajustado a los tres metros del nuevo mdulo en plano, el automvil. Las

    ampliaciones multiformes (aunque condicionadas por la estrechez, antes que por reglamentos),

    adecuaciones multifuncionales (tiendas, talleres y servicios en general, siempre minsculos y en

  • 42

    abigarradas mezclas con las habitaciones), as como la horadacin disimulada o abierta de muros

    contenedores, muestran pronto las deficiencias de un modelo cuya primera gran limitante es justo

    la socializacin ampliada. En otras palabras, los patrones de diseo del vecindario defensivo

    difunden en la ciudad el principio de frontera.

    FIGURA 9. Frente de casa ampliada en vecindario defensivo

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    Figura 10. Casa de vecindario defensivo planeado, ampliada por el residente.

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

  • 43

    En fin, los actores sociales de los pases vecinos actan en torno al muro fronterizo

    como si -y slo como si- cristalizara el rgimen de separacin. La vigilancia exacerbada en la

    frontera Mxico-USA ha desembocado en el Norte en la proliferacin de dispositivos panpticos

    para el control de los flujos. Cuerpos especializados en la vigilancia, persecucin y represin

    marcan la pauta de acceso y rechazo de personas. En el Sur ha emergido por mltiples vas la

    apropiacin sinptica del territorio, donde la aglomeracin urbana de residentes estables y

    circunstanciales establecen relaciones diferenciales con el muro. Ambos lados introducen la

    dinmica de deconstruccin y reconstruccin de la franja fronteriza con lmites lquidos, a la vez

    que exhiben al muro divisorio cual esperpento que, de acuerdo con una de las acepciones de

    Mara Moliner (Tomo I, 1998), sera gnero teatral creado por Valle-Incln en que se deforma

    sistemticamente la realidad, exagerando sus rasgos grotescos y absurdos. Los unos, porque lo

    retienen; los otros, porque les contiene. El esfuerzo combinado de ambos genera la forma slo

    circunstancial de barrera ambivalente, segn sugiere la escultura paradjicamente itinerante,

    nmada, de Alberto Morackis y Guadalupe Serrano, del taller El Yonke, de Nogales.

    FIGURA 11. Escultura fronteriza, montada en Tucsn (Taller El Yonke, Nogales).

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

  • 44

    MI PEQUEO PARASO

    La bsqueda de la casa segura prolonga la barda en el interior de la ciudad. A pesar de la

    intrincada topografa que hace intrincadas la comunicacin vial y visual, aislando sobre cerros,

    en laderas y fondos de caadas los barrios, colonias y fraccionamientos, los muros envolventes

    sealan los mbitos de (in)seguridad compartida. Los dispositivos, ms an, la imaginera de la

    seguridad, se sobrepone e identifica la casa individual en la amalgama del conjunto de casas

    como si fuera el lugar idneo para el plan de vida familiar. En seguida comentamos este

    fenmeno apoyados en entrevistas semiestructuradas realizadas en el ao 2005 a una muestra

    aleatoria de especialistas y avecindados de conjuntos habitacionales cerrados de Tijuana,

    Nogales y Ciudad Jurez, en la franja fronteriza del noroeste mexicano.

    Desde luego, se observa en las empresas promotoras consenso en torno al producto

    que ofertan. Los especialistas entrevistados no aceptan del todo llamarle fraccionamiento

    cerrado, ms bien le aluden como propiedad en condominio, adems que la responsabilidad y

    muchas veces la iniciativa del cierre fsico y simblico mediante la caseta de control recae en los

    avecindados. El hecho de que este dispositivo aparezca en la publicidad y se construya previo a

    la ocupacin de las casas es slo una prerrogativa de la empresa mientras entrega el coto privado

    al ayuntamiento local.

    La publicidad se inserta en el ciclo de produccin de la vivienda para configurar el

    mundo de la oferta. En el mbito de la publicidad inmobiliaria se acota el producto en promocin

    y se define la estrategia para incidir en la construccin del imaginario del lugar ideal. A travs de

    la publicidad se difunde en el radio territorial que circunscribe a la demanda, para convencer a la

    mayor cantidad posible de clientes utilizando la prensa escrita (sobre todo de fin de semana), la

  • 45

    televisin, el radio, anuncios espectaculares, revistas inmobiliarias, folletos y el internet.

    Imgenes alusivas y textos cortos persisten en tejer el entramado coherente de las palabras y las

    cosas. En pos de la venta, los publicistas montan el mensaje en cuatro ejes inseparables: a) la

    casa; b) el entorno; c) los valores, y d) las sensaciones. Con la informacin visual se teje una

    densa malla que exhibe la maqueta impecable del smbolo-casa, cuya ubicuidad es factor bsico

    de enlace. La publicidad se nutre de y recrea imaginarios. Abordar desde este ngulo el tema de

    los vecindarios defensivos implica observar cmo se construyen los saberes de la casa apropiada,

    confortable, necesaria, incluso ideal, entre quienes fueron clientes cautivos y en seguida

    residentes.

    Imgenes fotogrficas, pero sobre todo dibujos, alimentan la versin difundida de la

    casa en venta. Los prototipos son siempre conocidos por el ngulo fotognico de la fachada

    principal, de hecho la nica trabajada en viviendas pequeas y medianas construidas en serie, a

    excepcin de las esquineras, que descubren dos de sus lados. Aparecen agrupadas en aceras

    rectilneas y solitarias con escorzos que revisten de espectculo la ms modesta vivienda. Se

    erigen prismas impecables, proporcionados, equilibrados, en colores pastel -que jams intentan

    las audacias coloristas de las colonias populares- bajo clidas cubiertas de tono ocre. Los

    interiores aparecen siempre amplios, acogedores, con muebles nuevos, iluminacin lateral,

    objetos de gusto comn en el estrato social del caso.

    En el primer plano del entorno aparece la familia pequea, joven, alegre e instalada a la

    manera de revista de modas. Es importante la idea de naturaleza acicalada, dosificada, limpia,

    con el equilibrio y moderacin de colores, volmenes y figuras suficientes para componer

    apuntes paisajsticos despejados donde nunca falta la palmera que adereza cualquier cuadro.

    Nada mejor para sintetizar el mensaje que el imagotipo de la empresa Ybasa, registrado en

  • 46

    Jurez: rbol frondoso, csped y columpio (en verde), descartando la silueta de la verja y nia en

    bicicleta seguida por el perro, incluida en el sello comercial de Celebration de Disney, en

    Florida.

    Las sensaciones de confort, comunidad, salud, descanso, seguridad, distincin,

    privacidad y patrimonio se desprenden de las imgenes. Sol, verde y mar sugieren las ofertas en

    Playas de Tijuana el relax, la inversin segura, paisaje privilegiado y estancia ldica a los

    habitantes del sur de California. Estatus, tranquilidad familiar, compra-venta accesible y

    oportunas interrelaciones sociales ofrecen en general las distintas promotoras.

    Los valores textuales verbalizan el mensaje y dan nombre a cosas y sensaciones.

    Encabalgados unos con otros, los valores enlazan con referentes externos al anuncio publicitario,

    Lo que pasa en Las Vegas se queda en La Perla, What happens in Vegas Stays in La

    Perla, reza el anuncio tijuanense. El origen de una nueva vida promete La Rioja de ciudad

    Jurez, autodefinida como un lugar donde usted y su familia podrn disfrutar da a da de la

    magnfica integracin de este privilegiado lugar, jardines, reas verdes y paseos de conectividad

    que invitan a la convivencia familiar, en un entorno donde se respiran los valores de comunidad

    que integra a las familias que habitan hogares con amplitud de espacio donde se vive

    plenamente, palabras diminutas sobre un amplio horizonte verde con figuras familiares

    hogareas.

    El lenguaje publicitario toma el mando. La casa real no desaparece (est ah, en el

    dibujo, en la foto, en reproduccin fiel), se confunde con el querer ser aspirado, con la quimera,

    los sueos, las ganas de atrapar la realidad ntima tal cual es representada y pasar as de lo que se

    quiere ver a lo que se tiene en el siguiente paso. Es decir, los usuarios transitan sin diferencias

  • 47

    entre lo representado por terceros (especialistas del marketing) y la representacin personal de la

    vivencia ntima. La simulacin fluye en ambos mbitos y suspende la ruptura.

    En suma, las imgenes ilustran las palabras y stas citan a aqullas. Los cuadros

    publicitarios se componen de una densa trama que sintetiza, redunda y marca prioridades en

    torno al tema que encadena la casa del presente al tringulo futuro de familia-felicidad-

    propiedad. La forma de las imgenes reitera el contenido de las palabras y a la inversa. No queda

    ngulo abierto para que asomen contradicciones y conflictos de la realidad. Desde ah, los

    destinatarios quedan acotados en nichos de crdito, satisfactores espaciales medidos y

    cualificados y hasta emplazados sin ambivalencias en la geografa de la ciudad. Ms todava, el

    publicista asume el rol de predicador del orden urbano proyectado, ubicando en plano

    equivalente imagen y realidad:

    Por mencionarte un slogan, sera el caso de Villa Residencial Santa Fe, es un

    desarrollo de inters social, el cual ha tenido como sello un slogan que es el lugar ideal para vivir bien Por qu? Porque fue el desarrollo que vino a romper las olas en Tijuana, fue, es todava porque todava est a la venta y

    existe y yo creo que es el mejor desarrollo que podemos hablar de inters

    social, porque est muy bien ubicado. Los desarrollos aqu en Tijuana pues

    han ido creciendo a las orillas por cuestiones geolgicas de la ciudad y es de

    los mejor situados, la gente lo ha cuidado, la gente se siente feliz, la gente vive

    feliz y se ve, pues es un claro ejemplo de lo que se hace con los slogans () ese slogan a veces ya no aparece por lo que mencionamos que en momentos

    como ste le dan sentido a tu vida, vvelos en tu propiedad, vvelos en Santa Fe, a fin de cuentas, te hacemos sentir lo que es el slogan real de Santa Fe, manejado de otra manera. La gente s lo dice, s lo refleja, de repente t

    escuchas a la gente en la calle, no, pues vivo en Santa Fe, o te preguntan dnde vives? No, en Santa Fe Y cmo vives? Ah!, Muy bien, est muy padre, muy a gusto, entonces la mayora de los slogan, por ejemplo para Santa Fe, estn relacionados a una satisfaccin de vida, a cumplir las

    caractersticas o las necesidades que la gente quiere y realmente hacerla

    sentir bien ah, y s se ha englobado y s se ha compenetrado y s es una

    realidad, la gente que vive en Santa Fe vive muy a gusto y s lo dice. (Luis

    Enrique Corral, Urbi, Tijuana, 2005).

  • 48

    Es una relacin de mercado. A la vista del estratega de marketing, la regla simple

    observa la relacin de bisagra que la publicidad establece con el cliente por un lado y con el

    producto por el otro. Hay, tambin, una serie de supuestos sobre las necesidades del cliente y la

    pertinencia de la oferta. De la oportuna confluencia de ambas partes, a lograr en el mercado,

    depende la realizacin de expectativas compendiadas en valores cuantificables en los metros

    cuadrados de construccin accesibles segn los nichos de crdito. El efecto del procedimiento no

    es cualquier cosa, el diseador no sigue ya el mandato funcionalista de cubrir el programa de

    necesidades, sino un puado de nociones simblicas. Con los conjuntos habitacionales de la

    arquitectura moderna se codific la lista de necesidades en respuesta a un cliente medio, por

    encima del encargo personal, observando el referente del espacio mnimo. Ahora se difumina

    la mediacin de requerimientos y con ellos el referente normativo. Con la prctica del encierro

    defensivo se multiplican los supuestos:

    No, a la gente, bueno, realmente nunca la hemos visto Eh? No nos hemos

    puesto a preguntar Qu prefieres, cerrado o no cerrado? Simplemente, pues hemos visto una tendencia que la gente compra encerradoentramos a vivienda media con un desarrollito cerrado y olvdate, vendimos como pan

    caliente () Nadie quiere tener un narco que vive enseguida de su casa que tenga guaruras no vayan a meterse y lo balaceen. Entonces Por qu fraccionamientos cerrados en Ciudad Jurez? El concepto, la raz del

    fraccionamiento es se, que sepas quien es tu vecino, que sepas que viene de

    una familia honorable, de trabajo, etctera. As es, y eso en realidad, pues es

    el concepto de la comunidad Verdad? De que puedas conocer a tus vecinos.

    (Gerardo Vargas, Brasa Desarrollos, Ciudad Jurez, 2005).

    Desde la perspectiva de los diseadores promotores, los dispositivos del encierro son la

    reaccin a la violencia del entorno. La caseta, la barda y el vecindario mismo crean ambiente de

    seguridad y confianza, a pesar de su vulnerabilidad. En este reconocimiento de impotencia atisba

    la realidad. La respuesta es la simulacin mediante los recursos del oficio, el empleo de

    materiales que representan funciones propias independientes del contexto, como la piedra y con

  • 49

    ella el muro. En seguida la reglamentacin coercitiva para la homogeneidad constructiva

    legitima la validez absoluta del subterfugio. Esta decisin no sera de suyo suficiente si no

    formara parte de un amplio abanico de criterios de diseo:

    Como en todo, el vivir en ese rgimen de condominio tiene su pro y su contra.

    Su pro es que estas privado, que t eres dueo de tu calle, la contra es que t

    tienes que pagar por tus servicios de ese pedacito Lo primero, yo dira, el diseo de la vivienda, ms que nada t vas a vivir, en una casa. Tu entorno es

    importante, pero tu casa Qu tan funcional va a ser? Qu tan cmoda? Te

    va a hacer la vida fcil? Despus yo pasara a tu entorno, tu privada,

    considerara entonces, pues tu seguridad, la de tus bienes, porque al vivir en

    una privada, pues tambin no van a entrar con tanta facilidad los... Como

    siguiente, tu estatus, eso es parte de la respuesta de porqu la casa ya

    individual con la cochera lateral, entonces ya tiene un frente ms amplio. Igual

    la gente no entra a mi casa, pero un compaero de trabajo me viene y me deja

    y, ya ve que mi casa es una casa, a todo mundo le gusta, este, pues mostrar que vive bien, que este, su trabajo le cuesta y ah est el, el estatus que lleva implcito, la urbanizacin, las reas verdes, cmo presentas tu

    fraccionamiento No? Entonces, nosotros en las ltimas etapas ya es todo

    subterrneo, se ve todava ms bonito, ms gringo, ya no ves los cables, y eso

    es parte de ese estatus, y lo otro es el precio, tienes que ser competitivo, si

    tienes algo precioso, hermoso, pero est fuera del alcance de las mayoras,

    pues se te va a mosquear Ests dando un producto que va a competir. (Virginia Lara, Grupo Melo, Tijuana).

    Por tanto, la casa individual es una pieza de la megaestructura. El vecindario es en

    trminos tcnicos una privada por lo general en condominio-, calle cerrada agrupada con otras

    similares en torno a una va troncal abierta, pero con separacin simblica del entorno. El diseo

    de la casa no se rige por su integracin en la ciudad -es una dimensin suprimida-, es ms bien el

    diseo de la privada, o cluster, as como el acceso al conjunto de privadas. Priva el criterio de

    marketing y el primer plano de la perspectiva: primero, el acceso, con los atributos del verde,

    caseta de control y la barda; luego, el acceso a cada privada, con puerta, nueva caseta, verde

    minsculo y casa cabecera con tratamiento monumental. En ambos casos ha de cuidarse la

  • 50

    impronta corporativa. En una poca sin estilo, la identidad arquitectnica es asumida con la

    adopcin de versiones menores del nuevo estilo internacional, la moneda de cambio para

    satisfacer el gusto:

    Nuestro estilo pues s es estilo americano, el frente est libre y no, no estoy

    bardeando entre viviendas, ni se ve todo. As, muy bonito, estilo gringo

    Verdad? As comnmente gringo, todo el frente de su casa es verde, as, o

    sea, como frontera, pues nos tiene que influenciar todo. De alguna manera

    hemos podido lograr que la gente se comprometa a no cambiar el frente de su

    casa. Atrs? rale! No hay bronca, pero el frente consrvalo por tu propio bien () No podemos vender vista, no tenemos vista al mar. No, no hay vista, pero es algo muy comn en Tijuana. Si t te vas a muchos desarrollos que te

    puedes encontrar, s, el desarrollo est muy bonito, y est al lado de una zona,

    pues bastante, este, deteriorada, o muy humilde Yo antes deca Hjole! Pero Cmo vas a poder vender? Entonces, despus crear una zona y, y de

    decir bueno, pues ni modo, voy a tener que pasar por una partecita fea y luego ya llego a mi pequeo paraso, lo bardeo y me olvido de lo dems. Nosotros por eso buscamos mucho una integracin al otro lado de la ciudad,

    al lado norte de la ciudad, comunicarlo hacia las colonias tradicionalmente

    residenciales y de buen nivel de la ciudad. Toda esa zona, dices bueno, por ah rpido entro y llego. S, de este lado est feo y pues tengo la ventaja que me le divide el can se que hay, entonces ves a los -como decimos nosotros-

    ves a los salvajes, porque s son medio salvajes (Virginia Lara, Grupo Melo, 2005).

    FIGURA 12. Publicidad de la empresa inmobiliaria Ybasa, productora de

    vecindarios defensivos en la frontera,

    foto tomada en Ciudad Jurez

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

  • 51

    Figura 13. Vecindario defensivo de Tijuana.

    Fuente: Banco de imgenes de proyecto (1991)

    La solucin formal ha de identificarse con la imagen arquitectnica del otro lado. Es

    el lenguaje genrico norteamericano, con lmites difusos, que algunas citas apuntan al

    californiano, a combinar con lenguajes vagos como mexicano, mediterrneo,

    contemporneo, tambin identificados por algn dato cristalizado como smbolo (la cpula, la

    greca, el azulejo, el ladrillo). La forma elude la masa y las distribuciones para refugiarse en la

    fachada. La fachada se independiza en funcin de los puntos de observacin de los compradores

    inducidos. El volumen de la privada es sugerido por las residencias del acceso-portal, cuya

    monumentalidad beneficia la modesta masa de las mini-viviendas. La casa in