La Iglesia no puede li- gar su suerte a las vicisi- tudes ...

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"La Iglesia no puede li- gar su suerte a las vicisi- tudes de. las instituciones terrenas" Viene hoy o esta sección, que sólo pretende hacer pensar al lector durante * unos breves minutos, un personaje tan importante como discutido de la Historia de España: el cardenal Segura. la vida de don Pedro Segura y Suez es un fiel reflejo de la vida española de so tiempo: momentos de tensión, paréntesis de paz y sosiego, ingratitudes, exilio forzoso, lucha constante por mantener la Iglesia de Dios independiente, etc. Una vida amplia y sincera 'al servido de (a verdad, siempre la verdad. Pero en esta ocasión no vamos a referirnos a su amplisima biografía, sino a la carta pastoral del primero de mayo de 1931, que conmovió a la opinión pública y provocó discusiones en cadena en aquella España que vivía aún la alegre esperanza del 14 de abril y ros tristes sucesos de los conventos Iglesias. «La carta pastoral del primado —decía "ABC" del 7 de mayo— responde en todos sus conceptos al espíritu del Vaticano, Interpretado con rectitud y fidelidad, y es en la forma de una sabia y equilibrada templanza, adecuada a las responsabilidades de su puesto y a la gravedad, de la hora actual. Nada falta—sigue diciendo él periódico— en la especificación de los deberes, y nada tampoco en la visión conjunta del horizonte y tn la ojeada al ayer. Dice bien el purpurado insigne:' la historia de España no comienza este año; no podemos renunciar crl patrimonio de sacrificios y de glorias < pretéritas, tesoro espiritual. La palabra del primado es la palabra apostólica cuando proclama que no puede ligarse a vicisitudes de las Instituciones terrenas la Iglesia de Cristo, porque la vida de la Iglesia es imperecedera.» Después de esta famosa pastoral, tan aplaudida y tan criticada, las relaciones Iglesia-Esterdo fueron empeorando hasta llegar a la ruptura. El cardenal primado, arzobispo de Toledo, tuvo que dimitir, «aconsejado» por Roma, y quedar, en palabras del propio Jefe del i Gobierno, «como un cardenal del Sacro Colegio, sin tener relación más que con el Vaticano». Pero las cosas habían llegado tan lejos que, a no tardar mucho, el cardenal Segura fue detenido por la Guardia Ovil en Guadalajara y puesto en la frontera por orden gubernamental. Y basta de preámbulos: la historia es historia, nos guste o no. Este es el texto íntegro de aquella pastoral. V ENERABLES hermanos y, muy amados, hijos: Acontecimientos que to- dós conocéis han creado un ,iuevo estado de cosas en nuestra Patria, que impone a todos los católicos gravísi- mos deberes. Sabemos que en estos mo- mentos difíciles esperáis de Mos orientaciones y normas qu« os señalen claramente el camino de vuestro deber. Asi nos lo habéis manifesta- do muchos y aun a veces con impaciencia justificada por la gravedad de la situación, pero qué Mos podíamos compartir, porque en mo- mentos tan críticos como los presentes era menester, mas que nunca, orar y me- ditar, ponderar tiempos y circunstancias y dar lugar a que, serenados los ánimos, la prudencia y la reflexión . aconsejasen lo más. opor- tuno. Por eso hemos guardado silencio y sufrido callada- mente insinuaciones y aun groseras calumnias, sin apartarnos de la línea de conducta que nos habíamos trazado.- poniendo nuestra confianza en Dios, que, co- nocedor de la rectitud de nuestras intenciones y del amor .que sentimos hacia la Iglesia,, y hacia nuestra Pa- tria, será siempre.\ nuestro .mejor, escudo y .nuestra mas '.. firme .defensa. . que pueden cambiar el cur- so de la historia, no bastan para romper el hilo de la tradición. El día de hoy e« hijo del día de ayer, y los grandes sucesos que señalan nuevos rumbos a la vida de las naciones no se engen- dran de repente, sino que, por lo común, tienen muy remota preparación y honda raigambre en otros hechos. Tal vez muy lejanos, que por caminos ocultos a las mira- das de los hombres, pero pa- tentes a la divina Sabidu- ría siguen influyendo do manera eficaz a muchos si- glos de distancia. La historia de España no comienza en este año. No podemos renunciar a\un ri- co patrimonio de sacrificios y de glorias acumulado por larga serie de generaciones. Los católicos, particular- mente, no podemos olvidar que, por espacio de muchos siglos, la Iglesia e institucio- nes hoy desaparecidas con- vivieron juntas, aunque sin confundirse ni absorberse, y que de su acción coordinada nacieron beneficios inmen- sos que la historia impar- cial tiene escritos en sus pá- ginas con letras de oro. La Iglesia no puede ligar su suerte a las vicisitudes' de las instituciones terrenas. Estas se mudan, y la Igle- sia permanece; éstas sol- Hoy ha llegado ya la sa- len de hablar, y lo ,hare- mos con sinceridad absolü7 IR y con la claridad necesa- ria para que cuantos mili- táis en las legiones de paz de la Iglesia católica tengáis normas seguras que os indi- quen en estos momentos de oscuridad y confusión el ca- mino que habéis de seguir UNA MIRADA AL PASADO Las conmociones más vio- ntas de los pueblos, aun- perecederas, y la Iglesia es mortal. Pero la Iglesia no reniega le su obra. En tiempo^ de anarquia afianzó con su autoridad el poder real, y con ello prestó servicios inesti- mables a la causa -leí orden y del progreso, como han tenido que reconocer los, mismos historiadores adver- sos al cristianismo. Cuando graves ' circuns- tancias hicieron precisos nuevos cambios en el Go- bierno de la nación, la Igle- sia, sin descender a contien-

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"La Iglesia no puede li-gar su suerte a las vicisi-tudes de. las institucionesterrenas"

Viene hoy o esta sección, que sólo

pretende hacer pensar al lector durante*

unos breves minutos, un personaje

tan importante como discutido de la Historia de

España: el cardenal Segura.

la vida de don Pedro Segura y Suezes un fiel reflejo de la vida española de

so tiempo: momentos de tensión, paréntesis

de paz y sosiego, ingratitudes,

exilio forzoso, lucha constante por

mantener la Iglesia de Diosindependiente, etc. Una vida amplia

y sincera 'al servido de(a verdad, siempre la verdad.

Pero en esta ocasión no vamos a referirnos

a su amplisima biografía, sino

a la carta pastoral del primero de mayo

de 1931, que conmovió a la opinión

pública y provocó discusiones

en cadena en aquella España que vivíaaún la alegre esperanza del 14 de abril y ros

tristes sucesos de los conventos • Iglesias.

«La carta pastoral del primado

—decía "ABC" del 7 de mayo— responde

en todos sus conceptos al espíritu

del Vaticano, Interpretado con rectitud y

fidelidad, y es en la forma

de una sabia y equilibrada templanza,

adecuada a las responsabilidades

de su puesto y a la gravedad, de la hora

actual. Nada falta—sigue

diciendo él periódico— en la especificaciónde los deberes, y nada tampoco

en la visión conjunta del horizonte y

tn la ojeada al ayer. Dice bien el purpurado

insigne:' la historia de España

no comienza este año; no podemos renunciar

crl patrimonio de sacrificios y de glorias <

pretéritas, tesoro espiritual.

La palabra del primado es la palabraapostólica cuando proclama

que no puede ligarse a vicisitudes

de las Instituciones terrenas la Iglesia

de Cristo, porque la vida

de la Iglesia es imperecedera.»

Después de esta famosa pastoral, tan

aplaudida y tan criticada, las relaciones

Iglesia-Esterdo fueron empeorando hasta llegar

a la ruptura. El cardenal primado,

arzobispo de Toledo, tuvo

que dimitir, «aconsejado» por Roma,

y quedar, en palabras del propio Jefe del

i Gobierno, «como un cardenal

del Sacro Colegio, sin tener relación más

que con el Vaticano».

Pero las cosas habían llegado tan lejos

que, a no tardar mucho, el cardenal

Segura fue detenido por la Guardia Ovil

en Guadalajara y puesto en la frontera por

orden gubernamental. Y basta

de preámbulos: la historia es historia,

nos guste o no. Este es el texto

íntegro de aquella pastoral.

VENERABLES hermanos y,muy a m a d o s , hijos:Acontecimientos que to-

dós conocéis han creado un,iuevo estado de cosas ennuestra Patria, que imponea todos los católicos gravísi-mos deberes.

Sabemos que en estos mo-mentos difíciles esperáis deMos orientaciones y normasqu« os señalen claramenteel camino de vuestro deber.Asi nos lo habéis manifesta-do muchos y aun a veces conimpaciencia justificada porla gravedad de la situación,pero qué Mos podíamoscompartir, porque en mo-mentos tan críticos como lospresentes era menester ,mas que nunca, orar y me-ditar, ponderar tiempos ycircunstancias y dar lugar aque, serenados los ánimos,la prudencia y la reflexión

. aconsejasen lo más. opor-tuno.

Por eso hemos guardadosilencio y sufrido callada-mente insinuaciones y aungroseras calumnias, sinapartarnos de la línea deconducta que nos habíamostrazado.- poniendo nuestraconfianza en Dios, que, co-nocedor de la rectitud denuestras intenciones y delamor .que sentimos hacia laIglesia,, y hacia nuestra Pa-tria, será siempre.\ nuestro

.mejor, escudo y .nuestra mas'.. firme .defensa. .

que pueden cambiar el cur-so de la historia, no bastanpara romper el hilo de latradición. El día de hoy e«hijo del día de ayer, y losgrandes sucesos que señalannuevos rumbos a la vida delas naciones no se engen-dran de repente, sino que,por lo común, tienen muyremota preparación y hondaraigambre en otros hechos.Tal vez muy lejanos, que porcaminos ocultos a las mira-das de los hombres, pero pa-tentes a la divina Sabidu-ría siguen influyendo domanera eficaz a muchos si-glos de distancia.

La historia de España nocomienza en este año. Nopodemos renunciar a\un ri-co patrimonio de sacrificiosy de glorias acumulado porlarga serie de generaciones.

Los católicos, particular-mente, no podemos olvidarque, por espacio de muchossiglos, la Iglesia e institucio-nes hoy desaparecidas con-vivieron juntas, aunque sinconfundirse ni absorberse, yque de su acción coordinadanacieron beneficios inmen-sos que la historia impar-cial tiene escritos en sus pá-ginas con letras de oro.

La Iglesia no puede ligarsu suerte a las vicisitudes'de las instituciones terrenas.Estas se mudan, y la Igle-sia permanece; éstas sol-

Hoy ha llegado ya la sa-len de hablar, y lo ,hare-mos con sinceridad absolü7IR y con la claridad necesa-ria para que cuantos mili-táis en las legiones de pazde la Iglesia católica tengáisnormas seguras que os indi-quen en estos momentos deoscuridad y confusión el ca-mino que habéis de seguir

UNA MIRADAAL PASADO

Las conmociones más vio-ntas de los pueblos, aun-

perecederas, y la Iglesia esmortal.Pero la Iglesia no reniega

le su obra. En tiempo^ deanarquia afianzó con su

autoridad el poder real, y conello prestó servicios inesti-mables a la causa -leí ordeny del progreso, como hantenido que reconocer los,mismos historiadores adver-sos al cristianismo.

Cuando graves ' circuns-tancias hicieron precisosnuevos cambios en el Go-bierno de la nación, la Igle-sia, sin descender a contien-

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"Los antiguos partidos se reorganizan, se anunciala formación de otros nuevos, se plantean uniones cfederaciones circunstanciales para sumar fuerzas... in-dicio todo ello de que nos hallamos en vísperas deuna intensa lucha política"

das ni rivalidades, siguióejerciendo su misión de paz,y el bien público tuvo enella solidísimo baluarte.

Con frecuencia, en el es-pacio de largos siglos, tuvoque defender su indepen-dencia contra intromisionesdel poder civil, y en más deuna ocasión hubo de recor-dar sus deberes a los gober-nantes que los olvidaron;pero respetó siempre laforma de gobierno que lanación se había dado a símisma.

No tenemos por qué ocul-tar que, si bien en las rela-ciones entre la Iglesia y elpoder civil hubo paréntesisdolorosos, la Monarquía, engeneral, fue respetuosa conlos derechos de la Iglesia.

El reconocerlo así es atri-buto a la verdad, sobre todocuando se recuerdan confruición los errores y se ol-vidan los aciertos y los be-neficios. España toda, y par-ticularmente nuestras archi-diócesis, están llenas de mo-numentos que hablarían sinosotros callásemos.

Séanos lícito también ex-presar aquí un recuerdo degratitud a S. M. el rey donAlfonso XIII, que durante sureinado supo conservar lasantiguas tradiciones de fe ypiedad en sus mayores.

¿Cómo olvidar su devo-ción a la Santa Sede, y queél fue quien consagró a Es-paña al Sagrado Corazón deJesús?

Sí; los toledanos, dejandoa un lado' otros aconteci-mientos, recordaremos siem-pre aquél día en que pusosu bastón de mando a lospies de Nuestra Señora deGuadalupe, y aquel otro delpasado mes de octubre enque, asistiendo al Concilioprovincial celebrado en To-

ledo. nos hizo evocar otrosgloriosos concilios toledanosque dejaron profundos sur-cos en nuestra vida nacio-nal.

La hidalguía y la gratitudpedían este recuerdo; quesiempre fue muy cristiano ymuy español rendir pleite-sía a la majestad caída, so-bre todo cuando la desgra-cia aleja la esperanza de

dencia para «1 porvenir denuestra Patria.

Bien es verdad que, aunen las circunstancias másdifíciles de nuestra historia,una palpable protección delcielo, nos ha salvado, consingular providencia, degravísimos riesgos; claro in-dicio del amoroso cuidado—al cual debemos corres-ponder con filial gratitud—con que vela por nosotros laSantísima Virgen, que quisótomar. posesión de nuestrosuelo a orillas del Ebro ydejarnos como.perpetuo re-cuerdo de su voluntad yayuda el bendito Pilar deZaragoza. .

Cierto asimismo • que te-nemos la consoladora pro-mesa que el Corazón de Je-sús hizo al padre BernardoHoyos de "reinar en Espa-ña y con más veneraciónque en otras partes".

Mas deber nuestro1 es notentar a Dios; antes hemosde procurar, con una ac-tuación intensamente cris-tiana, precaver los malesque parece se avecinan,atrayendo sobre nuestraPatria las bendiciones delcielo.

No es preciso descender- apormenores que seria deli-cado destacar y que, porotro lado, son de todos co-nocidos. Baste dec i r quela gravedad del. momentopresente, en orden a un por-venir que tan incierto sevislumbra no se circunscri-be sólo a la situación políti-ca, sino que se extiende almismo orden social y al mo-ral y religioso.

Pero la situación que con-mueve a los ánimos es parte,sin duda, para que éstos sepreocupen más inmediata-mente de los futuros derro-teros políticos de la Patria.Unos y otros con febril acti-vidad se aprestan a tomarposiciones para la defensade sus ideas e intereses. Losantiguos partidos se reorga-nizan, se anuncia la forma-ción de otros nuevos, seplantean uniones o federa-ciones circunstanciales parasumar fuerzas, indicio todoello de que' nos hallamos en

do plenamente cuanto en-tonces escribíamos. Algunasdisposiciones ; recientes .endaño de los derechos de laIglesia y otras más gravesque ya se anuncian y que,por ser de todos conocidas,

•no enumeramos, dan a losmomentos actuales una gra-vedad, extraordinaria e im-ponen a la conciencia de to-dos los .católicos españolesgravísimas responsabilidá-des. que no podrán eludir nian^e la historia de la Iglesiani, lo que más importa, anteel Tribunal de Dios.

• DEBERESRELIGIOSOSDE LOSCATÓLICOS EN LAHORA PRESENTE

..Necesario es insistir apre-miantemente sobre los debe-res religiosos de los católi-cos en la hora actual.

El arma poderosa e inven-cible en todas las necesida-des temporales y espiritua-les;'así de los individuos co-mo 'de los pueblos, es el ar-ma de la oración cuandoésta reúne las condicionesque señaló el Divino Maes-tro.

En España, en estos mo-mentos difíciles, no se haorado ni se ora lo bastante,ni se ha hecho la debidapenitencia por los gravísi-mos pecados con que se haprovocado a la divina jus-ticia, y es necesaria una rec-tificación de conducta siqueremos llegar al triunfode la buena causa.

Nos hemos dejado domi-nar por el espíritu de natu-ralismo que nos envuelvey hemos fiado en lograr eléxito de nuestras empresasa los medios humanos cuan-do hay que buscar en DiosNuestro Señor el remedio denuestros males. ¡

Creemos, pues, imprescin-dible se organice, principal-mente por las señoras cató-licas, una cruzada de oracio-nes y de sacrificios para im-petrar del cielo el auxilio deque en estos momentos esta-mos tan necesitados.

Provechosísimamente po-

mercedes y la sospecha deadulación.

O LA GRAVEDADDE LA HORAPRESENTE

Para ponderar la grave-dad de los momentos actua-les' nos ,bastará transcribiraquí las palabras que deja-mos escritas en 27 de febre-ro del próximo pasado año.

«Es unánime persuaciónen todos —declamos enton-ces— que los instantes ac-tuales son de grave trascen-

visperas de una intensa lu-cha política.

Ni aun los más avisadosy previsores pueden conje-turar las consecuencias quetendrá esta contienda,, nosólo en el orden político, si-no también en el social ymuy especialmente en el re-ligioso. Mas, c o m o quieraque esa, ha de tenerse porcierto que, aun consideradala situación no más que eneste último aspecto, la horaactual debe calificarse degrave.»

Los hechos han confirma-

drán tomar a su cargo estaobra bajo la dirección de losreverendos párrocos las se-ñoras que en una u otraorma militen bajo las ban-

deras de la Acción Católica.Extensísimo es el campo deacción que se las ofrece,promoviendo con toda inten-sidad no sólo oraciones pri-

vadas -por las necesidadesle la Patria, sino actos so-émnes de culto, preces, ro-gativas, peregrinaciones • depenitencia y utilizando losmedios tradicionalmenteusados en la Iglesia para im-

petrar la divina misericor-dia, conforme a lo que dis-pusimos en nuestra circulardel día 15 de abril.

• DEBERES DE LOSCATÓLICOSEN CUANTO ALGOBIERNO

PROVISIONAL

Innecesario es, por sabidode todos, hacer constar quela Iglesia no siente predilec-ción hacia una forma par-ticular de Gobierno.

Podrá discutirse en el te-rreno de los principios fi-losóficos cuál es' la mejor,y aún puede suceder que en-tre los filósofos cristianoshaya una cierta unanimidaden preferir determinado ré-gimen, pero la Iglesia, so-bre este punto, ha reservadosu parecer, y es natural queasí haya procedido, ya quela mejor forma de Gobiernode una nación no se ha dedeterminar solamente a laluz de los principios filosó-ficos, sino ponderando mul-titud de circunstancias delugar, tiempo y personas. Latradición, la historia, la ín-dole y temperamento de ca-da pueblo, su cultura y civi-lización, sus usos y costum-bres, su estado social, hastasu geografía y las circuns-tancias externas que le ro-dean, pueden hacer preferi-ble una forma de Gobiernoque teóricamente no sea lamás perfecta.

Siendo el fin director dela autoridad civil el promo-ver el bien temporal de sussubditos, no toca a la Igle-sia, que tiene un fin muchomás alto, descender a uncampo donde se ventilan in-tereses que, aunque muyrespetables, son de un ordenmuy inferior.

Mas no por eso se desen-tiende por entero del bientemporal de sus hijos. Esmisión de paz la suya, y pa-ra mantener la paz, que esfundamento del bien públi-co y condición necesaria delprogreso, está siempre dis-puesta a colaborar, dentrode su esfera de acción, conaquellos que ejerzan la au-toridad civil.

Pero, a su vez, pide queésta respete los derechos queotorgó a la Iglesia su divi-no Fundador y que, dentro

también de la esfera de ac-ción del poder temporal, laayude, en perfecta concor-dia, al cumplimiento de susaltísimos fines.

A la luz de estos princi-pios, fácil es determinarcuáles son los deberes queincumben a los católicos conrelación al Gobierno provi-sional que actualmente rigelos destinos de nuestra Pa-tria.

La Santa Sede, en ocasio-nes análogas, ha trazadonormas que los católicos de-ben cumplir con fidelidad.

Según estas normas, esdeber de los católicos tri-butar a los Gobiernos cons-tituidos de hecho respeto yobediencia para el mante-nimiento del orden y parael bien común.

Sírvanos en este punto deguía para nuestra conductala prudentísima actitud dela Santa Sede, que al darsepor notificada de la consti-tución del nuevo Gobiernoprovisional, declaró e s t a rdispuesta a secundarle enla obra de mantenimientodel orden social, confiandoque él también, por su par-te, respetará los derechos dela Iglesia y de los católicosen una nación donde la casitotalidad de la poblaciónprofesa la religión católica.

£ DEBERES DE LOSCATÓLICOS ENLA ACTUACIÓNPOLÍTICA

Más de una vez se ha re-petido en estos últimos tiem-pos que la Iglesia no debemezclarse en la política. Pe-ro, como ya advirtió Pío X,«no es ciertamente la, Igle-sia quien ha bajado a laarena política, la han arras-trado a ese terreno pa ramutilarla y despojarla».

¿No se le ha de conceder,cuando menos, el derecho dedefenderse en el mismo te-rreno en que se la combate?«Cuando la política toca aJaltar —decía Su SantidadPío XI a la Federación Uni-versitaria Italiana—, enton-ces la religión, y la Iglesia,v el Papa, que la represen-ta, no sólo tienen derecho,sino deber de dar indica-ciones, y normas, que los

(Pasa a la pág. siguiente.)

Una estampade otros tiempos:el cardenalSegurarecorre tudiócesisbajo palio.

"Enel espaciode largossiglostuvo quedefendersu inde-pendenciacontraintromi-siones delpodercivil"

P U E B L O 10 de junio de 1977

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La famosa pastoral del

CARDENAL SEGURA

(Viene de la pág. anterior.)

católicos tienen el derechoda buscar y la obligación deseguir.»

De aquí que el Sumo Pon-tífice Pío X reprobó la doc-trina que afirma que es unabuso de la autoridad ecle-siástica el que la Iglesiaprescriba al ciudadano lolúe debe hacer.

No se preocupa la Iglesiate intereses puramente tem-porales, y no quiere invadirJemas jurisdicciones ni pri-var a sus hijos de la legiti-na libertad en aquellas co-Sa , que Dios dejó & lasdisputas Se los hombres,«ro tampoco puede consen-'r que se desconozca o selermen sus derechos ni losderechos religioso* de sushijos.Cuando esto suceda, cum-dirá un deber, al que nopuede sustraerse sin faltar

su misión divina, advir-tiendo a los católicos el pe-ligro, excitándolos a conju-tarlo y dándoles normas pa-ra el mejor logro de sus fi-es superiores.A los católicos toca el aca-cudir y cumplir los mandatoscormas de la Iglesia, que

m la asistencia del Espíri-tu Santo, que la gobierna, ym la experiencia de veintesiglos, sabe hallar siempre,i medio de las mayoresacuridades, el camino de. verdad y del acierto.La Iglesia, pues, nos en-seña, en primer lugar, quemando los enemigos deltinado de Jesucristo avan-an resueltamente, ningúncatólico puede permaneceractivo, retirado en su ho-nor o dedicado solamente alas negocios particulares>.«Procurar y acelerar —di

Su Santidad Pío XI eni encíclica acerca de lafortaleza de Nuestro Señorjesucristo— la vuelta de lasociedad a Jesucristo con, acción y con las obrasi ciertamente deber de loscatólicos; pero muchos delos parece que no tieneni la convivencia social ni; puesto ni la autoridad quei indigno falte a quienesllevan ante sí la antorcha9 la verdad. Esta, desven-taja quizá proceda de lapatía y timidez de los bue-nos, que se abstienen de lu-gar o resisten débilmente;a lo cual es forzoso quea enemigos de la Iglesiaibren. mayor temeridad yidacia.» «A vosotros —de-ja a su vez a los católicos0 X en su encíclica Com-unium rerum—; a vosotrosA resistir valerosamenteatra esta funestísima pro-visión que tiene la mo-ma sociedad a adorme-se cuando más arrecia la;ha contra la región, ena inercia vergonzosa, bus-tido una "vil neutralidad"antada sobre vanos res-tos y compromisos; tododaño de lo justo y de lo

a esto, olvidados en aque-infalibre y terminante

ítencia de cristo: "El queestá conmigo, está contra. »El mismo Pío X, en su áu-to documento ínter catholi-ca hispaniae, escribió es-ta palabras. «Tengan to-5 presente que, ante elpeligro de la religión y delen público, a nadie es lí-bro permanecer ocioso.» Decual, lógicamente, dedujoestro venerable predece-el cardenal Aguirre, en

primera de sus memora-Normás de Acción Ca-

ra y Social, «que los ca-os no deben abandonarmanos de sus enemigosgobierno y administraciónos pueblos», a esto equi-ría su abstención, pues-to a d v i e r t e el Papa

León Allí en su encíclicaInmortale Dei: «Si los cató-licos se están quietos yociosos, fácilmente se apo-derarán de los asuntos pú-blicos personas cuyas ideaspueden no ofrecer grandesesperanzas de saludable Go-bierno.»

Para impedir que esto su-ceda, se requiere por partede los católicos una pruden-te y eficaz actuación políti-ca. «¿No es deber de todoslos católicos —decía Su San-tidad Pío X en su encíclicade 25 de agosto de 1910—usar de las armas políticasque tiene a la mano paradefender a la Iglesia y tam-bién para obligar a los po-líticos a mantenerse en suterreno y no ocuparse dela Iglesia sino para darle loque le es debido?»

Esta actuación debe enca-minarse de manera especiala que «tanto a las asam-bleas administrativas comoa las políticas de la naciónvayan aquellos que, consi-deradas las condiciones decada elección, parezca quehan de mirar mejor por los

sámente con su deber. Sitodos ponemos la vista enlos intereses superiores, sa-crificando lo secundario enobsequio de lo principal; siunimos nuestros esfuerzospara luchar con perfectacohesión y disciplina, sinvanos alardes, pero con feen nuestros ideales, con ab-negación y espíritu de sa-crificio, podremos mirartranquilamente el porvenir,seguros de la victoria.

Si permanecemos «quietosy ociosos»; si nos dejamosllevar «de la apatía y de latimidez»; si dejamos expedi-to el camino a los que seesfuerzan en destruir la re-ligión o fiamos el triunfo denuestros ideales a la bene-volencia de nuestros enemi-gos, ni aun tendremos de-recho a lamentarnos cuandola triste realidad nos de-muestre que, habiendo te-nido la victoria en nuestramano, ni supimos lucharcon denuedo ni sucumbircon gloria.

En' las circunstancias ac-tuales todos los católicos,

"En España no se ha ora-do ni se ora lo bastante, nise ha hecho la debida peni-tencia por los gravísimospecados con que se ha pro-vocado a la divina justicia"

Cada católico debe medir la magnitudde sus responsabilidades y cumplir valero-samente con su deber

La Iglesia nos enseña, en primer lugar,que cuando los enemigos del reinado deJesucristo avanzan resueltamente, ningúncatólico puede permanecer inactivointereses de la religión yde la Patria en el ejerciciode su cargo».

¿Será preciso insistir enla oportunidad de esta ad-vertencia en los momentosactuales de la vida españo-la, cuando van a elegirseunas Cortes Constituyentesque han de resolver no sólosobre la forma de Gobierno,que al fin es cosa de impor-tancia - secundaria y acci-dental, sino sobre otros mu-chos cuya gravedad suma,de trascendencia incalcula-ble para la Iglesia y los ca-tólicos y para toda la na-ción?

Nos hallamos en una deesas horas en que se va adecidir, q u i z á de manerairremediable, la orientacióny el porvenir de nuestraPatria.

En estos momentos de an-gustiosa incertidumbre, ca-da catolico debe medir lamagnitud de sus responsa-bilidades y cumplir valero-

«sin distinción de partidospolíticos», deben unirse enapretada falange. Lo quehace años el Papa Pío X juz-gaba «necesario e indispen-sable», lo es hoy más toda-vía: «Necesario e indispen-sable —decía aquel lloradoPontífice— ha juzgado laIglesia, respecto de los ca-tólicos de España, que, sino pudiera lograrse unaunión permanente y habi-tual, se establezcan, cuandomenos, acuerdos transito-rios, per modum actus tran-seuntis, siempre que los in-tereses de la religión 'y dela Patria exijan una accióncomún, especialmente antecualquier amenaza de aten-tado con daño de la Iglesia.»

«Adherirse prontamente atal unión o acción prácticacomún —continuaba el ci-tado Sumo Pontífice— "esdeber imprescindible de to-do católico", sea cual fuereel partido político a quepertenezca.

Quisiéramos no tener queescribir nombres, que puedenser bandera de combate dediversos grupos; pero nos he-mos impuesto el deber de ha-blar con entera claridad, ylo cumpliremos lealmente. Yasí decimos a todos los ca-tólicos, republicanos o mo-nárquicos: «Podéis n o b l e -mente discutir cuando se tra-te de la forma de gobiernode nuestra nación o de inte-reses puramente humanos:pero cuando el orden socialestá ,en peligro, cuando losderechos de la religión estánamenazados, "es deber im-prescindible de todos unir-nos para defenderla y sal-varla".»

Es urgente que en las ac-tuales circunstancias los ca-tólicos, prescindiendo de sustendencias políticas, en lascuales pueden permanecerlibremente, se unan de ma-nera seria y eficaz para con-seguir que sean elegidos paralas Cortes Constituyentecandidatos que ofrezcan ple-nas garantías de que defen-derán los derechos de laIglesia y del orden social.

En la elección de estos can-didatos no habrá de darseimportancia a sus tendenciasmonárquicas o republicanas,

1 sino que se mirará, sobre to-da otra consideración, a lasantedichas garantías.

Podrá servirnos de ejem-plo lo que hicieron los cató-licos de Baviera después dela revolución de noviembrede 1918: todos unidos y con-cordes, trabajaron ardorosa-mente para preparar las pri-meras elecciones, en las cua-les alcanzaron una notablemayoría, aunque sólo rela-tiva; de manera que. consti-tuyendo el grupo parlamen-tario más fuerte, pudieron,como atestiguan los hechos,salvar al país del bolchevis-mo que amenazaba y queaún llegó a dominar algúntiempo .y defender los intere-ses de la religión hasta laconclusión de un Concorda-to, muy favorable a la liber-tad de la Iglesia y de las es-cuelas confesionales.

No se hablaba de Monar-quía o de República, sino quetoda la campaña electoral sebasó en estos dos puntos: de-fensa de la religión y defensadel orden social.

Esta coincidencia sería másfácil si todos los católicos quepertenecen a un partido cual-quiera recuerdan que «estánobligados, como enseñó SuSantidad Pío X, a conservarsiempre íntegra su libertadde acción y de voto para ne-garse a cooperar, de cual-quier manera que sea, a le-yes o . disposiciones contra-rias a los derechos de Diosy de la Iglesia, sino tambiéna hacer en toda ocasión opor-tuna cuánto de ellos dependapara sostener positivamentelos derechos antedichos».

Juzgamos innecesario des-cender a más pormenores.No es tiempo' de largos dis-cursos, s ino de orar, deobrar, de trabajar, de sacri-ficarse, si es preciso, por lacausa de Dios, y por el biende nuestra amada Patria.

Si lo hacéis todos, venera-bles hermanos y muy amadoshijos. Dios bendicirá vues-tros esfuerzos. Prenda de labendición divina sea la queMos os damos en el nombredel Padre y del Hijo y de iEspíritu Santo. ..

Toledo. 1 de mayo de 1931.Pedro, cardenal Segura ySáez, arzobispo de Toledo. •

Por mandato de su emi-nencia reverendísima el car-denal-arzobispo, mi señor ,doctor Benito M. de Morales,secretario canciller.

(Esta carta pastoral seráleída al pueblo fiel en la for-ma acostumbrada.)»

PUEBLO 10 de junio de 1977