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I. PLANTEAMIENTO La economista del Servicio de Estudios del Banco de España doña Soledad Bravo afirma en «La competitividad del sector turístico», trabajo publicado en el Boletín Económico de dicha entidad en septiembre de 2004, que el sector turístico «se ha con - figurado como el primer sector productivo nacional». Se trata de una afirmación que, de tan repetirse, es ya un lugar trillado más que común, lo que se dice un topicazo, un estribillo que los turisperitos repiten, admi- ten y aun no han sometido a la recomenda- ble crítica científica. Y, con ellos, los perio- distas, los funcionarios, los políticos… ¿Qué es lo que produce el sector turístico, cabe preguntar, si, como dice la señora Bravo, es un sector productivo? Si le hicié- ramos esta pregunta, en apariencia harto inocente, la señora Bravo, y con ella todos los entendidos en la materia no dudarán en responder, como de hecho hace ella, siguiendo la convención, «que el producto comercializado (sic) es fundamentalmente la “experiencia turísti - ca” y está compuesto no solo por la cesta de bienes y servicios que consumen los turistas sino también por el grado de satis - facción (sic) de las expectativas que alber - gan cuando eligen un determinado desti - no». O sea, que fíjense y no pierdan la onda: el primer sector productivo nacional se compone de estos dos elementos: La experiencia turística, la sensación o el grado de satisfacción inherente a las expectativas que alberga un turista cuando elige un destino 7 Instituto de Estudios Turísticos Secretaría General de Turismo Estudios Turísticos, n. o 171 (2007), pp. 7-56 Secretaría de Estado de Turismo y Comercio LA OBJETIVACIÓN UNÍVOCA DEL TURISMO, META INSOSLAYABLE DEL PROCESO DE CIENTIFICACIÓN Francisco Muñoz de Escalona* * Analista del turismo (ex profesor titular del CSIC). [email protected]. Resumen: El turismo, se dice con frecuencia, es una realidad compleja y difícil que exige el concurso de todas las ciencias socia- les. El presente trabajo demuestra que este lugar común de la literatura especializada se debe a un enfoque conceptual sui géneris que habría que sustituir por otro capaz de situar el estudio del turismo al mismo nivel de las demás actividades productivas. Desde hace más de un siglo se ha avanzado espectacularmente en el estudio del turismo y es indudable que hace un cuarto de siglo se puso en marcha un proceso de cientificación que se caracteriza por el empleo de las más sofisticadas metodologías, un proceso que sin embargo aun se encuentra lejos del objetivo a alcanzar: la identificación objetiva de un único producto turístico que termine con el festival de produc- tos llamados turísticos actualmente existente. Palabras clave: turismo, investigación, crítica de enfoques, conceptualización, producto turístico, macroeconomía, microeconomía.

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I. PLANTEAMIENTO

La economista del Servicio de Estudiosdel Banco de España doña Soledad Bravoafirma en «La competitividad del sectorturístico», trabajo publicado en el BoletínEconómico de dicha entidad en septiembrede 2004, que el sector turístico «se ha con -figurado como el primer sector productivonacional». Se trata de una afirmación que,de tan repetirse, es ya un lugar trillado másque común, lo que se dice un topicazo, unestribillo que los turisperitos repiten, admi-ten y aun no han sometido a la recomenda-ble crítica científica. Y, con ellos, los perio-distas, los funcionarios, los políticos…¿Qué es lo que produce el sector turístico,cabe preguntar, si, como dice la señoraBravo, es un sector productivo? Si le hicié-ramos esta pregunta, en apariencia hartoinocente, la señora Bravo, y con ella todos

los entendidos en la materia no dudarán enresponder, como de hecho hace ella,siguiendo la convención,

«que el producto comercializado (sic) esfundamentalmente la “experiencia turísti -ca” y está compuesto no solo por la cestade bienes y servicios que consumen losturistas sino también por el grado de satis -facción (sic) de las expectativas que alber -gan cuando eligen un determinado desti -no».

O sea, que fíjense y no pierdan la onda:el primer sector productivo nacional secompone de estos dos elementos:

• La experiencia turística, la sensación oel grado de satisfacción inherente a lasexpectativas que alberga un turistacuando elige un destino

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Instituto de Estudios TurísticosSecretaría General de Turismo

Estudios Turísticos, n.o 171 (2007), pp. 7-56 Secretaría de Estado de Turismo y Comercio

LA OBJETIVACIÓN UNÍVOCA DEL TURISMO,META INSOSLAYABLE DEL PROCESO DE CIENTIFICACIÓN

Francisco Muñoz de Escalona*

* Analista del turismo (ex profesor titular del CSIC). [email protected].

Resumen: El turismo, se dice con frecuencia, es una realidad compleja y difícil que exige el concurso de todas las ciencias socia-les. El presente trabajo demuestra que este lugar común de la literatura especializada se debe a un enfoque conceptual sui géneris quehabría que sustituir por otro capaz de situar el estudio del turismo al mismo nivel de las demás actividades productivas. Desde hace másde un siglo se ha avanzado espectacularmente en el estudio del turismo y es indudable que hace un cuarto de siglo se puso en marchaun proceso de cientificación que se caracteriza por el empleo de las más sofisticadas metodologías, un proceso que sin embargo aun seencuentra lejos del objetivo a alcanzar: la identificación objetiva de un único producto turístico que termine con el festival de produc-tos llamados turísticos actualmente existente.

Palabras clave: turismo, investigación, crítica de enfoques, conceptualización, producto turístico, macroeconomía, microeconomía.

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• Una cesta de bienes y servicios enprincipio sin especificar

¿Ha quedado claro, verdad?

Pero volveremos sobre estos interesan-tes, expresivos y totalmente admitidos com-ponentes del producto comercializado habi-da cuenta de que los dos permean la inves-tigación, la bibliografía, las estrategiasinversoras privadas, la legislación y hasta lapolítica económica «sectorial» de las admi-nistraciones públicas. Sorprende que uneconomista dé esta respuesta y sostenga acontinuación sin pestañear que cuando setrata de responder a esta pregunta se tropie-za con «la complejidad y la dificultad decuantificar algunos de estos aspectos (sic),de naturaleza tanto objetiva como subjeti -va». Pues bien, la señora Bravo y todossus colegas sin excepción creen ha-ber resuelto las complejidades con las quetropieza el correcto conocimiento de «es-tos aspectos», complejidades que, segúnparece, son de naturaleza tanto objeti-va (¿inherentes a la actividad producti-va?) como subjetiva (¿inherentes a la ac-tividad consuntiva?), cuestiones que laseñora Bravo no cree necesario tratar ensu trabajo.

Pretendo que la cita que acabo de hacery sus comentarios sirvan para situar este tra-bajo en el campo de la economía por dosrazones, una subjetiva y otra objetiva. Sub-jetiva: porque solo para la economía está elautor medianamente facultado para pronun-ciarse; objetiva: porque estoy convencidode que, si hay una ciencia totalmente capa-citada para conocer el turismo de un modooperativo, es decir, para hacer de él una

posible fuente de riqueza, esa ciencia no esotra que la economía. Es cierto que losinvestigadores en la materia se acercan alturismo con herramientas y conceptualiza-ciones de las demás ciencias sociales perosólo el análisis económico ayuda a alcanzarel conocimiento necesario para aumentar lariqueza de las naciones tanto por medio delturismo como de las demás ramas producti-vas. Dado que no deja de ser sorprendenteque la señora Bravo, como otros muchoseconomistas, sostenga que el producto«comercializado» en materia de turismotiene aspectos de naturaleza «objetiva» y«subjetiva», y que, al parecer, es ésto lo queplantea las muy serias dificultades a las quealude, es menester indagar si hay razonespara sostener esta generalizada creencia,cuáles son esas razones y, si es posible,resolverlas con el fin de que el turismo seaconocido y gestionado de forma que esté alservicio del crecimiento sostenible (sopor-table) de la riqueza. Jafar Jafari, un antro-pólogo sirio afincado en USA, ha acuñadoel término inglés scientification, cuya tra-ducción literal al castellano por cientifica-ción no es ni correcta ni eufónica, lo admi-to, pero sí clara y expresiva, para referirse alproceso de conocimiento formalizado deesta actividad que parece ser tanto de natu-raleza productiva como consuntiva, y, porconsiguiente, económica. A su trabajo Thescientification of tourism se hará referenciaen este trabajo desde una perspectiva críticacon el fin de exponer las bases de un plan-teamiento diferente al suyo y, también, parademostrar lo insoslayable que resulta alcan-zar la objetivación unívoca del turismo si sequiere seguir avanzando en dicho procesoen la medida en que, mientras no se consigano puede hablarse de cientificación con

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toda propiedad tanto para la economíacomo para las demás ciencias sociales. Es-ta es, pues, la finalidad última de este tra-bajo.

Desde hace algo más de un siglo, laindustria que llamamos turismo viene sien-do objeto, en primer lugar, de conocimientointuitivo por parte de los inversores y des-pués de un estudio progresivamente forma-lizado y sistematizado. Durante tan dilatadoperíodo de tiempo se han alcanzado cotasde cantidad y calidad bibliográficas cierta-mente admirables gracias a la aplicación dela metodología más avanzada y al crecienteinterés por parte de los numerosos centrosde estudio, formación e investigación queexisten en el mundo dedicados al turismocomo disciplina. Hay sin embargo unaspecto, el conceptual, que, después dehaber sido objeto de especial interés antaño,hogaño ha sido casi definitivamente poster-gado en beneficio, según parece, del prag-matismo y de una supuesta dificultad diz-que irreductible del objeto de conocimiento.No obstante es evidente que, aun a pesar deque no es desde hace años un tema de inte-rés para los turisperitos, los aspectos con-ceptuales son siempre de vital importanciaen cualquier campo y, muy especialmente,en el del turismo como veremos. Por estarazón será objeto de especial consideraciónen el presente trabajo, en el que se dedica-rá una parte a exponer la historia de lasideas procurando comprenderlas, enjuiciar-las y, si es posible, someterlas a una críticaconstructiva para mejorar, si es posible, suconocimiento para optimizar su eficienciaoperativa al servicio de la generación deriqueza.

II. EL CONOCIMIENTO INTUITIVOO PRECIENTÍFICO DELTURISMO

En el campo del conocimiento del turis-mo, como en el de otros fenómenos econó-micos o sociales, se distinguen dos fases: laque puede llamarse intuitiva o precientíficay la que se caracteriza por lo que Jafar Jafa-ri llama «cientificación». Mientras la pri-mera es exclusivamente empírica, no for-malizada ni sistematizada y de lenta mejoraen sus propuestas, la segunda es, además,teórica, analítica y está en continuo procesode formalización y sistematización, esdecir, es científica, su perfeccionamientocontinuo está garantizado y permite seraplicada en la práctica para conseguir delmodo más eficaz posible los fines que per-seguimos en la vida cotidiana.

Hay quien sostiene que el turismo es tanviejo como la Humanidad. Según quienesasí piensan, el turismo tiene nada menosque unos dos millones de años. En el otroextremo se encuentran quienes creen que nose puede hablar de turismo si no es masivoy, en consecuencia, para ellos el turismosolo tiene poco más de medio siglo. Son dosposturas ciertamente divergentes. Para laprimera, basta con que haya seres raciona-les dotados de extremidades locomotoraspara que pueda hablarse de turismo. Para lasegunda, tiene que haber también unaindustria capaz de atender las necesidadesde una masa creciente de consumidores.Frente a unos y otros se puede sostener que,dado que etimológicamente turismo vienede tur, y un tur, no se olvide, es ni más nimenos que un viaje de ida y vuelta, redon-do o circular, es decir, el viaje que acaba

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donde comenzó, la condición necesaria,para que se practique el turismo es que laHumanidad dejara de ser nómada y pasara aser sedentaria puesto que solo quien tienesede permanente vuelve a ella cuando seausenta. Esta es, pues, de la condición nece-saria para que haya turismo, una condiciónque se dio hace diez o doce mil años, esdecir, en el Neolítico, la edad en la que elhombre pasó a controlar las fuentes de sualimentación y dejó de depender estricta-mente del medio.

Pero, para que apareciera el turismo,tenía que darse también otra condición, laque cabe considerar por ello como condi-ción suficiente. De cara a la aparición delturismo, la condición suficiente no es otraque la existencia de grupos sociales con unnivel de desarrollo de la riqueza como parallegar a sentir necesidades para cuya satis-facción se requieren recursos, bienes o ser-vicios situados a cierta distancia de la sedepermanente o lugar de residencia habitualde quienes los necesitan. Esta segunda con-dición, la que he llamado condición sufi-ciente para la aparición del turismo, se dio,como es sabido cuando el fenómeno urbanoalcanzó su consolidación, una situación quese dio hace unos cinco o seis mil años.

Quiere decirse que fue entonces cuandolos hombres pudieron empezar a practicar elturismo, siendo lo más probable que apare-ciera en el territorio ocupado por las socie-dades del Próximo Oriente, la cuna de lascivilizaciones mesopotámica y egipcia. Fueen ellas donde se hicieron las primeras expe-diciones guerreras o comerciales y donde,por consiguiente, se desarrollaron las técni-cas de construcción de caminos, puentes y

medios de transporte puestos al servicio dela facilitación de los desplazamientos tantolineales (sin regreso al lugar de procedencia)como circulares o turísticos (con regreso allugar de procedencia). A partir de entoncesfue cuando, en los aledaños de los caminos,se construyeron establecimientos dedicadosa prestar servicios de alojamiento a los pasa-jeros. Piénsese en los caravanserais, porejemplo, aquellos innovadores estableci-mientos públicos construidos por los gober-nantes para facilitar los largos y penososdesplazamientos de las caravanas.

Entre las ciudades de la antigüedad quemás se enriquecieron y aumentaron supoblación figuran las localizadas en cami-nos y cruces de caminos muy frecuentadospor caravanas. Por esta razón se pudo saberque una forma especialmente eficiente paraalcanzar la prosperidad consiste en localizarlos asentamientos de población en los luga-res por donde pasan y en los que a vecesposan los viajeros. Los historiadores podrí-an aportar numerosos ejemplos de esteconocimiento empírico, un conocimientoque, no por no estar formalizado, era menoseficaz, contundente y acertado.

No es cosa de hacer un repaso minucio-so que demuestre hasta qué punto la Huma-nidad ha sido conocedora de las ventajasque tiene para cualquier economía el gastorealizado en ellas por los visitantes o pasa-jeros por una u otra razón. Los gobernantesde algunas ciudades de la antigüedad nosolo las dotaban de equipamientos de todotipo para uso de sus residentes sino tambiénpensando en atender y atraer a cuantos másvisitantes mejor, sobre todo visitantes acau-dalados y/o visitantes de estancias prolon-

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gadas. Como ejemplo cabe poner el interésque los gobernantes locales tuvieron ensiglos pasados en instalar relojes monumen-tales en las fachadas de los organismospúblicos civiles, militares o religiosos. Losrelojes públicos fueron durante siglos unsigno externo de riqueza y opulencia muyvalorado tanto por los residentes como porlos visitantes. La fama de estas ciudadescorría de boca en boca. A los relojes monu-mentales siguieron otras construccionesemblemáticas, una política urbanística quecada vez es más frecuente entre las ciudadesque desean competir en elegancia y prospe-ridad con otras muchas a fin de aumentar sudinamismo, su población permanente y susvisitantes (población flotante)

Un escritor que estuvo muy atento a sutiempo, el francés Henry Marie Beyle, másconocido como Stendhal, demuestra que yaen la primera mitad del siglo XIX era deldominio público saber que los gastos de losvisitantes tienen efectos beneficiosos sobrela economía del lugar visitado. En su cono-cida obra Le rouge et le noir (1831) pode-mos leer esta expresiva frase:

Rentar es la razón suprema que lo deci -de todo en esta pequeña ciudad (se refiere aVerrières) que os parece tan bonita. Elforastero que llega, seducido por la bellezade los frescos y profundos valles que larodean, se figura en un principio que sushabitantes son sensibles a lo bello; nohacen más que hablar de la belleza de supaís: no puede negarse que hacen un grancaso a ella; pero porque atrae a los foras -teros cuyo dinero enriquece a los fondistas,cosa que, gracias al mecanismo del impues -to, produce renta a la ciudad.

En otra de sus novelas, Memoires d’untouriste (1838), se lee esta otra frase, igual-mente expresiva:

Beaucaire es una ciudad pequeña y muyfea; dicen que no hay nada tan triste fueradel tiempo de la feria. Se alquilan las casas,los patios, las barracas de un año a otro, yel precio de los alquileres basta a los deBeaucaire para vivir todo el año.

Conviene aclarar que la villa francesa deBeaucaire es la capital del cantón de sumismo nombre. Está situada en la orilladerecha del Ródano, frente a Tarascón, y a21 kilómetros de Nimes. En 1217, Raimun-do VI, conde de Tolosa, instituyó una feriaque se celebra entre el 22 y el 28 de julio.En el siglo XVI llegó a ser una de las másimportantes de Europa. Hubo años en losque llegó a recibir la cifra de 300.000 visi-tantes, algunos de ellos procedentes de Asiay África. Poco a poco, con la mejora de lascomunicaciones, esta feria fue perdiendocapacidad de atracción y hoy es solo unpálido reflejo de lo que fue.

Con lo dicho queda demostrado que aldesarrollo del turismo como actividad con-suntiva y productiva pronto acompañó unaserie de conocimientos intuitivos o popula-res en expansión gracias a cuya aplicaciónse consiguieron notables aportaciones enmateria de generación de riqueza y bienestarpara un determinado número de ciudades.

III. HACIA LA CIENTIFICACIÓNDEL TURISMO

Durante la larga fase de conocimientointuitivo no se utilizó el término turismo

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aunque, al final de ella, sí se hablaba deturista, un término que el citado Sthendalfue uno de los primeros, si no el primero, enemplear. Pocos años después, en 1841,Thomas Cook tuvo la idea de organizar unviaje colectivo para activistas de una ligaantialcohólica de Leicester concertando unaserie de servicios, entre ellos un tren, unaorquesta y un servicio de catering para losparticipantes en la manifestación que fueconvocada en Lougboroug. La experienciasirvió para que un año después Cook cam-biara de ocupación y fundara la primeraempresa de turismo de la historia aunque niél mismo supiera al principio que había fun-dado una empresa de turismo. Pocos añosmás tarde trasladó la empresa a Londresdonde aumentó espectacularmente su volu-men de negocio gracias a la ExposiciónUniversal de 1852.

Pasaron bastantes años antes de que lasociedad se percatara de que Cook habíainaugurado un tipo de negocio que prontosería imitado en numerosos países, sobretodo en Estados Unidos, hasta llegar algrado de saturación extrema de estosmomentos. Cook emprendió una actividadfebril. Viajó a diferentes países europeospara convencer a los gobiernos de la conve-niencia de hacer grandes inversiones paramejorar sustancialmente la accesibilidad yconstruir una progresivamente completa redde ferrocarriles, el entonces novedoso yrevolucionario medio de transporte pensadoadrede para servir a grandes masas de viaje-ros a precios asequibles para casi todos, y,también, a los empresarios más innovado-res, para convencerles de que podían obte-ner grandes ganancias si invertían enempresas dedicadas a prestar servicios de

hospitalidad. Se trataba de convencerles deque el ferrocarril llevaría a las ciudades enlas que localizaran sus negocios un crecien-te flujo de consumidores deseosos de cono-cerlas siempre que fueran ciudades muyapetecidas por ellos y contaran, además,con suficientes hoteles y restaurantes paraatenderlos.

Pronto se generalizó el convencimientode que las inversiones en accesibilidad, enmedios de transporte y en servicios de hos-pitalidad (alojamiento y restauración) cons-tituían el secreto para conseguir el desarro-llo de lugares que contaran con singularida-des destacadas cuyo conocimiento odisfrute pudiera interesar a quienes vivíanen un radio de acción relativamente amplioy, al mismo tiempo, tuvieran el poderadquisitivo suficiente para darse el gusto devisitarlos. ¿Fue entonces cuando empezó adifundirse el término turismo derivado deturista, derivado éste, a su vez, del términofrancés tour, heredado del latín hacía yavarios siglos? Lo cierto es que ya en 1884tuvieron lugar en la ciudad de Graz las pri-meras Jornadas de Delegados para elFomento del Turismo en los Alpes Austria-cos. Las jornadas estuvieron presididas porJoseph Stradner, un economista austriaco alque muchos consideran el primer estudiosoque se interesó por el conocimiento de loque los hablantes alemanes dieron en desig-nar con el descriptivo término de Fremden-verkehr, es decir, flujo, paso o tránsito deforasteros por una ciudad de referencia.Stradner se interesó sobre todo por lo quellamó Fremdenindustrie, es decir, un hete-rogéneo conjunto de negocios dedicados aofrecer los bienes y servicios que necesitanlos forasteros. Practicó, pues, un enfoque

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netamente empresarial o económico, aun-que años más tarde, en 1905, decidió aplicarel enfoque que ya venía perfilándose comodominante, el enfoque que podemos consi-derar como de naturaleza más sociológica(el centro del cual es el turista) que econó-mica o empresarial. El nuevo enfoque secaracterizaba por el estudio de las necesida-des que sienten los forasteros a los que eninglés y más tarde en los demás idiomaseuropeos se llamó turistas. Los estudios queentonces empezaron a hacerse destacaronlas características en general y las motiva-ciones en particular que impulsan a losforasteros a desplazarse a lugares que tuvie-ran cosas dignas de ser conocidas o disfru-tadas y que, además, contaran con la indus-tria especializada en ofrecerles lo que nece-sitaban durante su estancia en ellas.

En 1905 Stradner definió a los turistas,llamados también entonces viajeros de lujohabida cuenta de que pertenecían a la claseque Veblen llamó a fines del XIX ociosa,como

aquellos que de motu propio se detienenen un lugar en el que no residen habitual -mente y con cuya estancia no persiguenningún propósito económico sino, exclusi -vamente, satisfacer necesidades de lujo.

Quedaba ya claro a principios del sigloXX que lo que interesaba que llegaran a loslugares de referencia eran consumidores, noproductores, esto es, visitantes que gasta-ran, no visitantes que buscaran hacer nego-cios o que tuvieran, como dice Stradner,«propósitos económicos», entendiendo por«propósitos económicos» fines producti-vos. Interesa dejar esto muy claro porque ha

sido fuente de interminables discusionesbizantinas. Con la expresión ningún propó-sito económico Stradner quería decir norealizar trabajos remunerados o negociosl u c r a t i v o s y con la expresión s a t i s f a c e rnecesidades de lujo está claro que aludíaclaramente al consumo de bienes y servi-cios de precios elevados, los habitualmentedemandados por la citada clase ociosa.

Uniendo el enfoque primero, el empresa-rial u objetivo, el que llevó a Stradner aponer el énfasis en la industria de los foras-teros, con el segundo enfoque, el que pusoel énfasis en los forasteros con alto poderadquisitivo, este economista austriaco esta-ba aportando ya, hace nada menos que unsiglo los dos elementos que el análisis eco-nómico necesita para proceder a la investi-gación del sector industrial que se dedica ala producción de un determinado conjuntode bienes y servicios (la oferta) para serconsumidos por los turistas que los adquie-ren porque los necesitan y pueden pagarlos(la demanda).

Con estos elementales pero básicos ypara entonces acertados planteamientos tra-bajaron los investigadores del turismodurante la primera mitad del siglo XX. En1940 se alcanzó un desarrollo ciertamentesignificativo gracias a las aportaciones deMichele Troisi, un profesor de la Universi-dad de Bari. Troisi desarrolló con brillantezel concepto que llamó renta turística y queformuló así:

En la medida en que origina una com -pleja demanda de bienes y servicios (elturismo) es un acto de consumo para elforastero y constituye, por otro lado, una

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forma de producción para el país que es lameta del viaje, por cuanto da vida a unaoferta, igualmente compleja, de bienes yservicios. (el subrayado es mío)

La renta turística de Troisi no es otracosa que lo que hoy se conoce como pro-ducto turístico, una macromagnitud de lamisma naturaleza que el PIB, es decir, quesolo es medible en términos monetarios,nunca físicos, y que es el resultado de agre-gar las facturaciones realizadas en un añopor las ventas del conjunto de negocios queofrecen bienes y servicios a unos consumi-dores muy concretos: los turistas. Como sepuede constatar, entre la fecha de publica-ción de las obras de Stendhal, un e s c r i t o r, yla de Troisi, un profesor universitario queera experto en economía política, mediatodo un siglo, un siglo especialmente inten-so y lleno de grandes transformacioneseconómicas y sociales en múltiples aspec-tos. Sorprende por ello que la interpreta-ción teórica coincidiera plenamente con laq u e ya se tenía, la intuitiva, de lo que enalgún momento se dio en llamar turismo.Mientras que Stendhal observó el turismodesde una localidad visitada, Troisi lo con-templó desde un punto de vista másamplio, el punto de vista de la n a c i ó n . P e r olos dos se percataron de lo mismo, de quelos lugares que reciben un flujo significati-vo de visitantes pueden obtener beneficiosempresariales (privados o directos) ycolectivos (públicos o indirectos) de talforma que pueden aumentar, sustancial-mente a veces, la tasa de crecimiento de lariqueza y, por ende, de su población y delbienestar de la población permanente gra-cias a los gastos realizados por la poblaciónf l o t a n t e .

El turismo, concebido muy pronto comoun nuevo e interesante fenómeno social,pasó pues a ser tenido por e s t u d i o s o s ,gobernantes y empresarios como un ele-mento dinamizador de la economía de loslugares visitados. Repitámoslo porquepuede olvidarse: Dos condiciones tenía quecumplir la localidad de referencia para quefuera la meta de un número significativo devisitantes y lograra aumentar su tasa dedesarrollo gracias a ellos:

que dispusiera de ciertos tipos de recur-sos (bellos paisajes, condiciones climáticasprivilegiadas, monumentos de gran singula-ridad artística o religiosa, eventos de altointerés, etc.)

que estuviera preparado para atender lademanda que los visitantes hacen produ-ciendo y ofreciendo ese conjunto heterogé-neo de bienes y servicios privados y públi-cos que necesitan de un modo financiera-mente rentable.

La fase intuitiva o precientífica diolugar, pues, en el plazo de un siglo al iniciode la primera etapa de la fase científica. Elproceso de cientificación estaba, pues, enmarcha. Desde 1940 hasta los años setentadel siglo pasado transcurren treinta años deconsolidación del enfoque sociológico quese abrió paso a principios del siglo, el queparte del estudio de la demanda (los visitan-tes, los turistas, ésos viajeros singulares alos que más adelante, por medio de un pro-ceso metonímico subrepticio y científica-mente errado, pasó a llamárseles vacacio-nistas, con lo que se dejó fuera a otrosviajeros igualmente singulares que, poste-riormente, serían de nuevo incorporados al

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colectivo) y, en función de esos demandan-tes, se trata de identificar a la oferta y a pro-ceder a su estudio. Fue, pues, y que quedebien claro, partiendo de los tortuosos inten-tos de la identificación de los turistas comose llegó al estudio de la demanda y, a partirde ella, se pasó a tratar de identificar a laoferta, es decir, al conjunto de industriasque ponen en el mercado todos aquellosbienes y servicios que los turistas necesitany, en consecuencia, a su estudio. A ese hete-rogéneo conjunto de negocios, como yadejó claro Troisi, se le designó con el nom-bre de industria turística por la sencilla ycontundente razón de que se ocupa de pro-ducir y vender a los turistas todo lo que losturistas necesitan o pueden necesitar.Adviértase que, una vez identificado elturista (el demandante turístico), todo loque éste necesite, compre, use o sea de suinterés, queda identificado como ofertaturística. En esta primera fase de la etapa decientificación del turismo, la que está domi-nada por el enfoque sociológico o dedemanda, el turista es concebido como unnuevo Rey Midas: todo lo que toca quedaconvertido, ipso facto, en turístico.

No puede sorprender, pues, que losinvestigadores se afanaran durante deceniosen buscar con especial dedicación y esmerolas características que inexcusablemente hade tener un visitante para considerarlo turis-ta ya que, de no encontrarse, sería absoluta-mente imposible identificar la oferta turísti-ca, la que se orienta a satisfacer las necesi-dades de este singular consumidor, unconsumidor, como ya hemos dicho, de lujo,que visita la nación de referencia proceden-te de algún lugar distante por gusto o porcuriosidad. No bastaba con ser un simple

forastero, había que ser un forastero muyespecial, un forastero que no buscara traba-jar, negociar o estudiar en el lugar visitado,ni siquiera rezar en un centro religioso yrecibir tratamiento médico en un hospital.Tenía que ser también extranjero.

No es preciso hacer ningún esfuerzo paradestacar los caudalosos ríos de tinta quecorrieron durante prácticamente todo elsiglo XX para poder dilucidar estas aparen-temente complicadísimas característicasdiferenciales pues, de que pudieran ser per-fectamente identificados los turistas por sulugar de procedencia y por las motivacionesde su viaje dependía algo de tanta impor-tancia como la cuantificación de los clientescon los que podía contar la industria turísti-ca. La condición de extranjero fue elimina-da más tarde y así se admitió lo que parecíaimposible, que se pudiera tener la condiciónde turista en teniendo la nacionalidad delpaís de referencia. Con lo fácil que habríasido darse cuenta desde el principio que unforastero en una ciudad es el equivalente deun extranjero en una nación: un foráneo,uno de fuera. Por esta razón, para el enfo-que convencional resulta imprescindibletener muy claro el lugar de referencia desdeel que se califica a un visitante como turis-ta a efectos del análisis.

Es decir, habría bastado con darse cuen-ta de que depende del espacio de referenciadesde el que se intenta cuantificar el núme-ro de turistas como indicador de la deman-da turística previsible. En efecto: si el espa-cio de referencia es una ciudad es obvio queel visitante candidato a turista ha de ser unsimple foráneo o forastero, esto es, alguienque procede de otra ciudad de la misma

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nación. Y, si el espacio de referencia es lanación como un todo, está claro que paraser turista el visitante a tener en cuentacomo tal ha de ser extranjero.

Durante décadas, además de ser foraste-ro o extranjero, el visitante, como ya se hadicho, tenía que haber llegado, solo y exclu-sivamente, por gusto, placer, ocio o curiosi-dad. Nuevos y caudalosos ríos de tintacorrieron para poder dilucidar el correosoasunto de los móviles, razones o motivacio-nes que llevan al forastero o extranjero avisitar una ciudad o una nación pero,lamentablemente, sin que llegaran a alcan-zarse resultados universalmente aceptados,algo que es perfectamente comprensible,habida cuenta de que implica inmiscuirseen algo tan esquivo como determinar anivel de cada visitante lo que cada uno deellos considera placentero. De nuevo lasolución pudo haberse encontrado, más queen lo presuntamente placentero, en unaspecto mucho más fácil de objetivizar. Losestudiosos podrían haber reparado a tiempoen que los motivos por los que una personaabandona temporalmente su lugar de resi-dencia habitual para visitar otra pueden serclasificados en dos grandes grupos,

a) motivos que podemos llamar heteró-nomos, es decir, los que responden alcumplimiento de obligaciones labora-les o profesionales, la aceptación denormas y costumbres sociales o reli-giosas o el cumplimiento de recomen-daciones para recuperar la salud. Losque dependen de los demás.

b) motivos que llamaremos autónomos,esto es, los que dependen, exclusiva-

mente de uno mismo, de los deseoslibres y personales de cada individuo.

Todos los esfuerzos realizados para defi-nir a los turistas habrían quedado simplifica-dos si se hubiera recapacitado en esta ele-mental clasificación de las motivaciones delos viajes. Habría bastado, por consiguiente,para identificar a los turistas establecer queson forasteros o extranjeros que llegan a unaciudad o nación de visita por motivos autó-nomos. Y que, en consecuencia, todos losque viajan por motivos heterónomos no pue-den ser considerados como turistas. Añosmás tarde dijeron a coro los turisperitos,después de tantas discusiones desenfocadas,con el apoyo de la autoridad competente, laOMT, que muchos viajeros pueden ser tam-bién turistas. Dicho de otro modo: que ya nohay que tener en cuenta de una forma tanradical como antaño las motivaciones de losvisitantes con tal de que la visita no se pro-longue por más de un año. Si bien se mira,fue una característica diferencial que no eranecesario especificar ya que quien nuncapodrá ser tenido por turista es aquel que va auna ciudad o país con intención de quedarsecomo residente permanente. Es decir, el quehace un viaje lineal, de ida, pero no turísticoo con vuelta porque no se queda sino queregresa al lugar de partida.

No obstante, aun así, es indudable que larealidad «turismo», mientras se insistía endestacar los factores psicosociales con olvi-do de los demás, se resistirá a ser reducida,identificada, estudiada y convenientementeclasificada a todos los efectos, entre elloslos estadísticos. Recuérdense los enormesesfuerzos realizados por toda una pléyadede estudiosos de todas las titulaciones aca-

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démicas existentes, de todo el mundo ydurante todo un siglo para conseguir unobjetivo que no siempre estuvo bien expli-citado: la necesidad, sentida desde al menosfines del siglo XIX, de montar un sistema derecopilación de datos estadísticos capaz dereflejar el volumen de la demanda a fin deque la llamada industria turística dispusierade una adecuada cuantificación de los clien-tes, imprescindible para dimensionar concierta aproximación la capacidad de pro-ducción. A este objetivo apuntan siempre,lo expliciten o no, todas las definiciones deturista, de las que hay tantas, según dijo elaustriaco Paul Berneker, como turisperitoshubo en el pasado. Decimos en el pasadoporque la fiebre de las definiciones remitiómuy significativamente desde que se volvióal pragmatismo inicial con el convenci-miento progresivo de que, siendo como sedice y se sigue diciendo que hay que contarcon una intrínseca dificultad extrema parainvestigar el turismo, lo más sensato esolvidar las excesivas disquisiciones teori-zantes de tantos años y reconsiderar el obje-to de investigación tal y como nos vienedado por medio del mismo lenguaje. Con-vencidos de ello gracias a la hegemónicainfluencia de los estudiosos americanos, sedio la paradoja de que, después de tantasdiscusiones de orden intelectual, hoy se haadmitido de un modo generalizado que esmejor llamar turismo a lo que se viene lla-mando turismo desde hace años y olvidardiscusiones que solo sirven para enmarañarla disciplina y, en consecuencia, el conoci-miento operativo de la realidad.

Hubo en el pasado, ya se ha dicho, unapléyade de definiciones que cabe calificarde teóricas pero también hubo otras de

naturaleza operativa, es decir, estadísticaentre las cuales destacan las que aportó laComisión de Estadística de la ONU, prime-ro, y, más tarde, las aportadas por la OMT.No es baladí recordar estas últimas a fin deque se aprecie hasta qué punto están subrep-ticiamente al servicio de la recopilación dedatos estadísticos:

• Turista: Persona que realiza un viaje aun lugar distinto al de su entorno habi-tual, en el que permanece veinticuatrohoras o hace al menos una pernocta-ción. Añadamos que, en principio, lapernoctación tenía que hacerse en unestablecimiento comercial aunque,más tarde, esta exigencia fue levantadapara poder incluir a quienes hacen unviaje para visitar a familiares y amigosentre los turistas.

• Excursionista: Persona que visita unlugar distinto a aquel donde tiene suresidencia pero retorna a su domiciliosin pernoctar fuera de él.

• Visitante: Persona que es turista oexcursionista.

Últimamente, la OMT ha reconocidoque la correcta identificación de un turista oun excursionista exige identificar previa-mente su entorno habitual, un espacio quedefine el alto organismo como aquel territo-rio en el que se encuentran tanto la residen-cia permanente del viajero como todosaquellos lugares a los que se desplaza confrecuencia por cualquier motivo. Pero laOMT parece no haberse percatado de queunir a la necesidad de que la persona candi-data a ser tenida por turista haga sus despla-

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zamientos por motivos autónomos y ade-más fuera de su entorno habitual complicaextraordinariamente una aplicación media-namente pasable de todos los criterios deidentificación de los turistas a efectos esta-dísticos, como es fácil de comprender. Conla agregación del concepto geográfico delentorno habitual fuera del cual ha de estar lapersona candidata a turista, a la bateríahabitual de criterios sin olvidar que el visi-tante candidato a turista permanezca almenos 24 horas en el lugar de referencia o,alternativamente, que al menos haga unapernoctación en él, termina por configurarunas condiciones difícilmente aplicablescon fines estadísticos. Y todo ello a pesar deque desde hace algunos años se admite,para más confusión, que también puedenser tenidos por turistas quienes visitan unlugar para estudiar idiomas, para recibirciertos tratamientos de salud, para asistir aeventos comerciales, industriales, culturalesy académicos pero que el turista por anto-nomasia sigue siendo el vacacionista, fuerade su entorno habitual, claro. Por eso sehabla tan a menudo de ocio y turismo, por-que el turista es sobre todo alguien que haceun viaje cuando está de vacaciones labora-les o académicas. Pero si es así, basta conesto y deja de ser necesario añadir que elturista ha de ser siempre un consumidor,nunca un productor. Evidentemente: si hade ser un vacacionista ello implica que lo esmientras está de vacaciones ya que lo queno tiene sentido es sostener que no es unproductor cuando lo cierto es que no lo estransitoriamente.

Conviene recordar que el exacerbadoempleo de los términos turismo, turístico yturista que se hizo en el pasado y que aun se

sigue haciendo en el presente, está indisolu-ble unido con las mal llamadas actividadesde ocio, los viajes de placer, vistos comouna de las actividades de la vieja clase ocio-sa y concebidos como la característica fun-damental de dicha clase durante el sigloXIX. Los viajes con regreso (tours) que laclase ociosa hacía con el fin de matar eltiempo llevó a los primeros estudiosos delturismo a insistir siempre en que se tratabade viajes por placer o curiosidad ignorandoque en épocas previas tales viajes eran partede las obligaciones de su estatus. De enton-ces procede el reduccionismo del turismo alos viajes de vacaciones sin que ello evita-ra, como ya hemos dicho, que, posterior-mente, se ampliara el espectro motivacionalpara incluir otros muchos motivos (idiomas,religión, salud, congresos, etc.) y, al menosteóricamente, todos los posibles.

Concluiremos este repaso al proceso deformación de las ideas turísticas con refe-rencias a la obra citada de Jafar Jafari, en lacual se ofrece una visión del proceso a tra-vés de cuatro plataformas más o menossolapadas en el tiempo pero con caracterís-ticas que las distinguen por sus aportacio-nes al proceso hacia la cientificación delturismo. Las citadas plataformas, aunquepudieran dar esta impresión, no pretendenofrecer el perfil de la evolución históricacompleta de las ideas turísticas ya que,como mucho, se atiene al último cuarto desiglo y olvida todo lo precedente. Las plata-formas responden a las siguientes denomi-naciones: favorable, desfavorable, concilia-dora y científica. Jafari olvida sobre todo laetapa que hemos llamado aquí intuitiva oprecientífica, pero, además, olvida las apor-taciones que tuvieron lugar durante una

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gran parte del siglo XX. Amputa así las pri-meras aportaciones de la etapa científica enla medida en que, como ya se ha dicho, laprimera fase del proceso hacia el conoci-miento científico del turismo se desarrollaentre mediados del siglo XX y el momentoactual. Las plataformas de Jafari se limitan,como digo, a los últimos años de un proce-so que es bastante más largo y más intere-sante de lo que él cree. Veamos muy resu-midamente las cuatro plataformas jafaria-nas a través de la exposición que el propioJafari hace en la obra citada.

IV. LA CIENTIFICACIÓN DELTURISMO SEGÚN JAFARI

Jafari destaca en las tres primeras plata-formas más los juicios de valor con respec-to a los efectos del turismo que las aporta-ciones a su conocimiento. Entre los efectosdestaca, esencialmente, los positivos y denaturaleza económica (plataforma favora-ble), los efectos perniciosos o negativos queuna minoría atribuye y sigue atribuyendo alturismo, no solo económicos sino también ysobre todo medioambientales (plataformadesfavorable) La tercera plataforma, la queJafari llama conciliadora, rechaza que losefectos positivos o negativos sean en sí mis-mos consustanciales al turismo como untodo para sostener que unos u otros efectosno son en absoluto predicables apriorística-mente de los proyectos del turismo en gene-ral sino, en todo caso, de cada proyecto enparticular. Quiere decir Jafari que la plata-forma conciliadora sostiene que si bienpuede haber proyectos de inversión enturismo que tengan efectos beneficiosostambién los puede haber, y de hecho los

hay, que tengan efectos perniciosos. Escierto, vienen a decir los miembros de estaplataforma, que puede darse el caso de queel turismo tenga efectos perniciosos, sí,pero solo si el proyecto de inversión buscabásica o prioritariamente obtener resultadosempresariales a corto plazo, de acuerdo conlos criterios del llamado modelo de desarro-llo sostenido o insoportable, y olvida o dejaen segundo plano los resultados a largoplazo, los que están de acuerdo con los cri-terios del llamado modelo de desarrollosostenible (soportable).

Repito: No es cierto que la exposiciónque Jafari hace de las tres primeras plata-formas estudie el proceso de formación yevolución del pensamiento en materia deturismo puesto que, como ya se ha dicho, éldestaca más los juicios de valor que el pro-ceso de formación de las aportaciones teóri-cas que nosotros ya hemos referenciado.

Por otro lado hay que destacar que losjuicios de valor de las dos primeras plata-formas aun persisten en la literatura espe-cializada y que están inextricablementeentrelazados con el contenido de los estu-dios que se vienen realizando, en los quesus autores no se privan de emplear los mássofisticados métodos, en la mayor parte delos casos, insistimos, dedicados al conoci-miento de la demanda y, en menor propor-ción, al de la oferta, como veremos con másdetalle más adelante.

Entre los métodos aplicados en el estu-dio dizque económico del turismo cabe des-tacar los econométricos, el empleo de tablasde relaciones interindustriales, la contabili-dad nacional, la dinámica de sistemas y,

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últimamente, el llamado enfoque de cluster,una aparente novedad, novelería más bien,que tiene ya tanta entusiástica aceptaciónentre los turisperitos que está reduciendo elentusiasmo que había levantado el enfoquesistémico (DS). Todos estos métodos deanálisis, a veces extremadamente sofistica-dos, son aplicados, siempre, a unos datosestadísticos de calidad insuficiente, valora-ción en la que todos los turisperitos coinci-den, y, sin excepción, referidos más a lademanda que a la oferta. Se cae así en elpeligro que siempre acecha a las investiga-ciones que aplican métodos muy avanzadosa datos de escasa calidad: obtener conclu-siones poco fiables y hasta harto discuti-bles. Como gustaba decir Antonio Flores deLemus hacerlo así es como pesar leña conbalanza de precisión.

Según Jafari, solo en la cuarta platafor-ma se alcanzó o se alcanzará (no está muyclaro si cree que se ha alcanzado ya o pien-sa que se alcanzará en un futuro indetermi-nado) la plena cientificación del turismo.En virtud de esta gran conquista, Jafari creeque los estudios del turismo se hacen, o sepueden hacer, con todas y cada una de lasherramientas utilizadas en las disciplinascientíficas más avanzadas. Es preciso pun-tualizar que, si se refiere a los métodos,Jafari lleva razón. Opinión diferente hayque mostrar con respecto a las anomalías enlas que caen las investigaciones que sesiguen realizando actualmente en todas lasuniversidades y en todos los centros deinvestigación del mundo, algunas de lascuales (las anomalías) ya han sido tratadasanteriormente aquí y lo serán más adelantecon más detenimiento. De momento con-viene reparar en los argumentos que aporta

Jafari para demostrar que, en su opinión, elturismo ha conseguido, o está en vías dealcanzar, un alto nivel científico. Lo másconveniente es respetar la exposición quehace él mismo (la traducción del inglés ori-ginal es del autor de este trabajo) de lascaracterísticas de la cientificación del tu-rismo.

V. EL TURISMO COMO DISCIPLINAUNIVERSITARIA

Como demuestra lo que se acaba deexponer, el interés de la comunidad acadé-mica en el estudio del turismo aumenta conel paso del tiempo. Pero el estudio y lainvestigación es uno de los aspectos a valo-rar del mundo científico; la instrucción es elotro. Muchas universidades han ampliadoprogresivamente el número de cursos queofrecen incluyendo los de turismo. A prin-cipios del siglo pasado, varias Universida-des europeas contaban ya con cátedras deturismo. Las Universidades de Estados Uni-dos descubrieron el turismo mucho mástarde. Al principio fueron los Departamen-tos universitarios dedicados a la enseñanzade la gestión hotelera los que incluyeron elturismo en sus programas de estudios.Inmediatamente después, el turismo entróen los Departamentos dedicados a adminis-tración de negocios, ocio y recreación, eincluso en los de ciencias sociales. La ofer-ta actual cubre una gama que va desde ele-mentales cursos de turismo para todas lasedades hasta diversas diplomaturas y licen-ciaturas universitarias. Significativamente,el número de Universidades que ofrecentitulaciones de grado superior sigue aumen-tando. Desde hace varios años, diversas

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universidades han ampliado sus programasde doctorado en materias como educación,recreación y planificación regional y urbanapara incluir el turismo y unas pocas estánofreciendo doctorados en turismo de unmodo independiente. El análisis detalladode los programas de enseñanza y las leccio-nes escritas sobre turismo revelan que estaverdadera materia multidisciplinar estáexperimentando una creciente popularidadtanto en número de centros como en áreasde enseñanza e investigación. Pero estosdesarrollos no están teniendo lugar de unaforma aislada. También influyen otros fac-tores y otros agentes de cambio.

VI. LAS REVISTASESPECIALIZADAS

El papel científico que juegan las revis-tas científicas en los respectivos campos nose cuestiona. En materia de turismo haynumerosas revistas antiguas y recientes:

• USA:

Journal of Travel Research

Tourism Analysis

Annals of Tourism Research

Tourism

Culture and Communication

• Europa:

The Tourist Review

Tourism Management

• Asia:

Tourism Recreation Research

Asia Pacific Journal of TourismResearch

The Journal of Tourism Studies

Pacific Tourism Review

Y esto es solo una pequeña muestra delas que están escritas en inglés. En la actua-lidad hay más de 40 revistas científicassobre hospitalidad, turismo y ocio. En tantoque cada una de ellas, con sus propios con-tenidos y tratamientos, se propone determi-nadas metas y objetivos, en conjunto estruc-turan y son estructuradas por el esfuerzoinvestigador de una comunidad académicamultidisciplinar, cuyas contribuciones tam-bién son publicadas en otros medios y luga-res. Sus ocasionales y específicas aportacio-nes sobre temas concretos permiten contarcon nuevos enfoques y reforzar la conexióndel turismo con y en dependencia de otrasmaterias

VII. LIBROS Y MONOGRAFÍAS

La regularidad en la publicación de lasrevistas especializadas asegura un flujocontinuo de contribuciones científicas. Poresta razón, la información es aportada confrecuencia cada vez mayor y, de esta forma,se asegura un flujo continuo y acumulativo.Pero los libros, las monografías, las reseñasy otras publicaciones tienen los mismospropósitos; sus contribuciones al avance delconocimiento son de la mayor importancia.El número de tales publicaciones era insig-nificante durante la década de los sesenta,

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creció en los setenta y mucho más en losochenta hasta llegar a la indudable abun-dancia de los noventa. Las editoriales, algu-nas pertenecientes a los más prestigiososgrupos internacionales, también usan laregularidad propia de las revistas y publicancolecciones y series de libros entre los quecabe citar la Enciclopedia of Tourism (Jafa-ri, 2000) una de las más importantes contri-buciones que un colectivo ha hecho alaumento de la importancia mundial delturismo.

VIII. INVESTIGACIÓN Y GRUPOSACADÉMICOS

Entre los demás factores que estructurany son estructurados por este proceso decientificación se encuentra la constituciónde grupos académicos de relieve que hanllegado a tener grandes dimensiones yemplean diferentes sistemas de trabajo. Elnúmero de estos grupos no es muy grandeen turismo, estando casi todos sus miem-bros asociados y teniendo en general metasy objetivos muy parecidos. Al cumplimien-to de estos objetivos contribuyó en el pasa-do la creación en 1951 de la AssociationInternationale d’Experts Scientifiques duTourisme y, en 1970, la reorganizada Tra-vel and Tourism Research Association. Laaspiración a contar con una academia deturismo se alcanzó en 1988 con la funda-ción de la Internacional Academy for theStudy of Tourism.

El lector atento se habrá percatado deque Jafari aporta argumentos exclusiva-mente sociales e institucionales parademostrar que el turismo ha conseguido o

está en trance de conseguir una plena cien-tificación. Esos argumentos son, por esteorden:

• La admisión del turismo como compo-nente del currículo de numerosas uni-versidades de los principales países delmundo

• La existencia de toda una pléyade derevistas especializadas tanto en papelcomo en formato digital

• La disponibilidad de un stok crecientede libros y monografía dedicados alturismo

• Los proyectos de investigación enaumento atendidos por numerososequipos académicos

Cuatro argumentos de evidente peso, sí,pero, sorprendentemente, ninguno de ellosde orden estrictamente científico sino,como se ha visto, exclusivamente sociales,es decir, relativos al espectacular éxitoalcanzado por el turismo como disciplinacultivada en centros académicos y arropadapor una industria editorial que sin duda loarropa porque con ello obtiene ganancias.Todo muy admirable, pero impresentable-mente ayuno de crítica científica. Jafaritransmite (¿adrede?) una idea subliminar através de los cuatro argumentos aportados:el éxito social y académico del turismodemuestra incontestablemente, que el turis-mo ha alcanzado ya, o está en vías de alcan-zar muy pronto, el nivel de la plena cientifi-cación. A desmontar la debilidad de estateoría hagiográfica del turismo como cien-cia dedicaremos el resto de este trabajo, así

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como a exponer de qué forma podría elturismo alcanzar el nivel científico al quesin duda puede y debe aspirar.

IX. DE LA CRITICA…

Por duras que sean las críticas científicasno solo son convenientes sino obligadas yhasta imprescindibles pues que sin crítica nohay ciencia. O, como diría el padre de lamoderna epistemología, Kart R. Popper, siuna proposición no es falsable no puededecirse de ella que sea científica. Todas lasramas de la ciencia mejoran gracias a las crí-ticas. Si aquí se critica el corpus científicodel turismo formado a lo largo de casi sigloy medio es por algo altamente positivo: quetal corpus logró adquirir nivel científico. Elturismo como disciplina muestra hoy un tanalto nivel de sistematización y formaliza-ción por lo que no es de extrañar que sea hoycultivado universalmente, cuente con unacomunidad de estudiosos de considerablefortaleza, disponga de numerosos organis-mos internacionales públicos y privados ydisfrute de una exquisita atención por partede la poderosa industria editorial, lo cualquiere decir que las razones apuntadas porJafari son acertadas aunque insuficientes.

Aunque no estén especialmente difundi-das, no conviene ocultar que la investiga-ción del turismo viene chocando con difi-cultades, algunas tan serias que, para noentorpecer la enseñanza y la orientaciónque necesitan los inversores privados y losadministradores públicos, la comunidad deexpertos ha preferido dejarlas a la sombraen espera de que un buen día se abran laspuertas y se encuentre la solución.

Una de las afirmaciones más repetidaspor los turisperitos es la que sostiene que larealidad turística es extraordinariamentecompleja por naturaleza y que, por ello, nodebe extrañar que ninguna de las cienciasconsolidadas tiene capacidad, por sí sola,para penetrar en sus profundos arcanos.Hay incluso quienes sostienen que nisiquiera una visión multisciplinar tienecapacidad suficiente para conseguirlo peroaconsejan que el turismo sea investigado deun modo multidisciplinario mejor que uni-disciplinario ya que más pueden todas lasdisciplinas que una sola. De ahí que no solose cultiven hoy disciplinas como la sociolo-gía del turismo, la economía del turismo, lageografía del turismo, la antropología delturismo o la historia del turismo sino que, sedice, lo más aconsejable es intentar el cono-cimiento del turismo utilizándolas todas alas vez. Hoy nadie discute las excelenciasdel enfoque multidisciplinar en la continuamejora del conocimiento del turismo.

Y es así por lo que el turismo es hoy unobjeto de investigación para el que se utili-za una multitud de métodos prestados portodas las ciencias citadas: encuestas y entre-vistas en profundidad de acuerdo con loscriterios de la estadística descriptiva, ajustede modelos estocástico-matemáticos si-guiendo las pautas de la econometría másavanzada, elaboración de índices e indica-dores de diferentes tipos y acordes con losobjetivos de la investigación, formulaciónde modelos de gran complejidad según lamoderna dinámica de sistemas, elaboraciónde matrices DAFO que combinan los pun-tos fuertes y débiles de los proyectos encurso, aplicación de los criterios de la Con-tabilidad Nacional con ayuda de la cons-

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trucción previa de complejas tablas de rela-ciones interindustriales a fin de contar conestimaciones de las principales macromag-nitudes del turismo, sistemas avanzados defotointerpretación de imágenes obtenidaspor satélites artificiales, y tantos y tantosmétodos de otras tantas disciplinas puestosde consuno al mejor servicio del mejorconocimiento posible del turismo. Es eneste sentido en el que, al parecer, hay queaceptar y aplaudir los impresionantes avan-ces alcanzados por la disciplina del turismo.Lo dice Jafar Jafari y nadie lo niega.

Pero el obstáculo más profundo, másantiguo y más persistente con el que tropie-za la investigación del turismo no radica enla falta de métodos disponibles. El obstácu-lo aun no eliminado para investigar el turis-mo de acuerdo con los criterios propios dela ciencia no es otro que la persistente faltade identificación objetiva del objeto deinvestigación. Parece sorprendente lo queacabamos de decir y no negamos que puedaconvertirse en piedra de escándalo para lacomunidad internacional de turisperitos.Esta afirmación es altamente provocadora ypor ello hay que exponer las razones que laavalan.

Partamos del significado lingüístico delas palabras tur, turista y turismo. Por turentendemos viaje, por turista, viajero deplacer y, por turismo, tanto el conjunto deturistas como el conjunto de los mediosmateriales e institucionales que facilitan losflujos de turistas. En virtud de estos signifi-cados, sobre todo del último, es evidenteque llamamos turismo a dos cosas diferen-tes: por un lado, a un flujo de turistas y, porotro, al conjunto de medios al servicio de

los flujos de turistas. Recuérdese lo yaexpuesto al hablar del proceso de formaciónde las ideas turísticas. Mientras el turismocomo flujo de turistas alude a un factor sub-jetivo, el turismo como conjunto de mediosque facilitan estos flujos alude a un factorobjetivo. En la fase intuitiva, el esfuerzocognoscitivo se centró en los elementosobjetivos para, a medida en que se dabanlos primeros pasos de la fase científica,empezar y terminar de priorizar el elementosubjetivo. Fue a mediados del siglo XX, con-cretamente en 1942, cuando se sintetizaronestos dos elementos y se logró ver el ele-mento subjetivo como encarnación de lademanda de los turistas y el elemento obje-tivo como la materialización de la oferta debienes y servicios que se hace a los turistas.Había por ello que afinar al máximo la iden-tificación del turista porque solo así sepodían tener las garantías suficientes paraconseguir la identificación imprescindiblede la oferta. Así se hizo, como digo, a par-tir de 1942, y así se viene haciendo desdeentonces y hasta hoy. Lo único que ha idocambiado ha sido, curiosamente, la identifi-cación que se ha venido haciendo de la ofer-ta. Veamos:

En principio se habló de que la oferta esel conjunto formado por los servicios deaccesibilidad, transporte y hospitalidad.Después este conjunto se complementóañadiendo el patrimonio cultural para, acontinuación incluir también el patrimonionatural y, finalmente, admitir diversas ins-talaciones sobre todo deportivas, recreati-vas, etc. La ampliación de los contenidos dela oferta se hizo conforme se fue ampliandola casuística de viajeros que se admitíancomo turistas. Por esta razón no hubo más

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remedio que tener en cuenta las dos clasesde «oferta» y distinguirlas llamando a laprimera «oferta básica» y a la segunda«oferta complementaria». Lástima que paraentonces quedara en el olvido la frase antestranscrita de Michele Troisi, la que tiene lavirtud de dejar muy claro que, en tanto quelos turistas consumen un heterogéneo con-junto de bienes y servicios en el lugar visi-tado es obvio que a tales actividades de con-sumo se enfrenta un conjunto igualmenteheterogéneo de actividades productivas enel lugar visitado. Ni más ni menos. Se com-prende que se priorizara la llamada ofertabásica porque se veía como la condiciónimprescindible para obtener rendimientosde la llamada oferta complementaria, máxi-me cuando solo la primera se considerabasusceptible de aportar ganancias directaspor adoptar la forma de negocio. Si la clari-ficadora frase se hubiera recordado en cadamomento se habría admitido que la ofertaturística no es otra cosa que todo el conjun-to de bienes y servicios que se producen yse comercializan en el lugar visitado para elconsumo tanto de los residentes como delos turistas consumidores, entre otras cosasporque, en tanto que consumidores, ningu-na diferencia es posible establecer entre losresidentes y los turistas, una obviedad quetambién quedó incomprensiblemente oscu-recida en las aportaciones de los primerosestudiosos, lo que generó no pocas discu-siones estériles. De lo dicho no cabe lamenor duda ni la menor ambigüedad, dejan-do sin sentido la pretensión de establecer unconjunto especial de bienes y servicios paraconstituir la llamada oferta turística. Laoferta turística es la oferta del sistema obje-to de estudio por lo que carece de sentidoañadirle el calificativo de turística. Preten-

derlo es absurdo y, a pesar de ello, los turis-peritos lo pretendieron y lo aceptaron con-tra toda lógica. Personalmente sostengo quese hizo así porque, de haberse hecho deacuerdo con la aplastante lógica expuesta,hoy no habría tantas disciplinas especializa-das en el estudio del turismo, al menos noexistiría la llamada economía del turismo,la única que al fin y a la postre interesa enla medida en que el turismo se tiene, desdetiempo inmemorial, como fuente indiscuti-da de enriquecimiento de los lugares en losque realizan gastos los turistas. Como digo,aceptar esta superficial por popular y nocientífica conceptualización del turismo fueel pecado original y capital que vienencometiendo los turisperitos y del que aun nohan conseguido el necesario perdón oalcanzado la venturosa redención. Si no hanobtenido el perdón es porque aun no hanhecho el necesario examen de conciencia(crítica) y si aun no han sido redimidos esporque todavía no ha llegado, o no se tienennoticias de que lo haya hecho, el redentorque lo consiga.

Hace ahora nada menos que tres quin-quenios que se asistió a la escenificación delo que se ha creído que fue una «nueva con-ceptualización del turismo», la que tuvolugar en 1991 con motivo de la ConferenciaInternacional de Ottawa convocada por laOMT con el apoyo del gobierno federalcanadiense. Los asistentes a esta conferen-cia fueron sobre todo expertos en estadísti-ca dedicados a la obtención de datos relati-vos al turismo, tanto a la oferta como a lademanda. No cabe duda de que el estado enel que se encontraban los estudios del turis-mo y las definiciones que aportaban sobreel turista les debía producir un inquietante

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malestar, generándoles la molesta sensa-ción de que con tales bases conceptuales noera posible conseguir una precisión estadís-tica ni siquiera medianamente aceptable.Siempre recordaré a quien fue directorgeneral del INE, Antonio Martínez y a unade sus asesoras, la economista CaridadNieto, cuando les dije, durante la celebra-ción de unas jornadas científicas sobreturismo, que me daba verdadero vértigopensar en los sudores que deben pasar losprofesionales dedicados a las estadísticasdel turismo. Me miraron, asintieron y mepidieron que, si tenía alguna sugerencia,que se la hiciera llegar. Así lo hice, claro,pero nunca más se dirigieron a mí para dis-cutir si es posible conseguir una mejora sus-tancial del sistema que se viene aplicando.

Pero volviendo a Ottawa. Los asistentesa la conferencia eran conscientes de que lascosas no estaban como debían estar enmateria de conceptualización del turismo.Ignoro lo que pensaban y cómo lo pensa-ban, pero por la propuesta que hicieron sepuede colegir que estarían extraordinaria-mente incómodos con el estado de la cues-tión y que por ello decidieron llevar a caboun cambio que creyeron tan radical quedebieron tener por copernicano. Para expo-ner la propuesta que hicieron tomo algunasfrases de mi «El turismo explicado con cla-ridad» (www.librosenred.com, 2003):

En 1991, con motivo de la ConferenciaMundial de Turismo de Ottawa (Canadá), laOMT se convenció de que había que adop-tar una nueva conceptualización del turis-mo. Así lo divulgaron a los cuatro vientossus funcionarios. La propuesta de revisiónquedó recogida en una nueva definición de

turismo y en la llamada Clasificación Inter-nacional Uniforme de las ActividadesTurísticas (CIUAT).

La nueva definición canónica es lasiguiente: Turismo es el conjunto de activi -dades que realizan las personas durantesus viajes y estancias en lugares distintos alde su entorno habitual por un periodo detiempo inferior a un año con fines de ocio,negocio y otros motivos.

Se advierte el cuidado puesto en no refe-rirse a los turistas, tal vez para no caer comoen otras ocasiones en las habituales defini-ciones tautologías, pero la frase utilizada noes más que una nueva definición de turistabasada en notas diferenciales y en la que seabandona aparentemente el sentido estrictoen el que tantos años se insistió para asumir,solo formalmente, el sentido amplio quetanto se rechazó en el pasado.

La CIUAT propuesta en Ottawa constade 177 actividades, de las cuales 75 son«plenamente turísticas» y las demás (102)«parcialmente turísticas». No ha habido,pues, cambio alguno en la conceptualiza-ción que desde hace casi siglo y medio seaplica al turismo.

La versión Ottawa’91 del modelo con-vencional de economía del turismo, practi-ca una distorsión espaciotemporal entre laoferta y la demanda de turismo. La publica-ción oficial de la OMT en la que me hebasado para exponer esta versión Otawa’91presenta una tabla de doble entrada sospe-chosamente parecida a la que nosotros pro-pusimos en 1988. Digo sospechosa porquees la primera vez que veo este tipo de tabla

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en la literatura ortodoxa del turismo, porqueno se hace la más mínima mención al traba-jo de Información Comercial Española en elque la publiqué hace dieciocho años y por-que este trabajo fue silenciosa pero impe-riosamente rechazado por la OMT.

La tabla que la OMT propuso en 2001tiene dos sectores horizontales o de deman-da: el sector de visitantes y el sector de novisitantes. Y tres sectores verticales o deoferta: sector de productos característicosdel turismo, sector de productos conexoscon el turismo y sector de productos noespecíficos del turismo.

El primer sector es denominado tambiénproducción principal (sospecho que es elque incluye las 75 actividades totalmenteturísticas de la CIUAT) Los dos últimos sonagrupados para denominarse producciónsecundaria (que es posible que incluya las102 actividades llamadas parcialmenteturísticas de la CIUAT).

Tanto la producción primaria como lasecundaria constituyen las denominadasactividades específicas del turismo (tal vezpor error, la publicación las llama caracte-rísticas) de las que dice que hacen referen-cia «exclusivamente a los productos queson de naturaleza turística», una nuevadenominación que aumenta la ya insoporta-ble confusión terminológica.

La tabla repite tres veces los tres sectoresde oferta. Es curioso que no explique larazón que lleva a esta repetición, pero sos-pecho que refleja los tres tipos de entidadesque contempla el modelo al servicio delconsumo turístico de los visitantes: Las

empresas con fines de lucro, las administra-ciones públicas y las instituciones sin finesde lucro al servicio de los hogares.

Puedo aventurar otra interpretación, aun-que menos verosímil porque no remite atres grupos sino solo a dos: Productores queno pertenecen a la categoría de actividadescaracterísticas del turismo y productoresque sí pertenecen a esta categoría.

Y aun quedaría otra interpretación: Pro-ductores de los productos adquiridos antesy después del viaje, obviamente localizadosen el país del entorno habitual del visitante,productores de los productos adquiridos enel viaje, por supuesto localizados en el paísvisitado, y productores de los productosadquiridos fuera del contexto de un viajeespecífico, localizados en cualquier paísmenos en el visitado. En cualquier caso, lostres tipos de entidades con sus correspon-dientes sectores verticales (característicos,conexos y no específicos) aportan en totalnueve sectores verticales a los efectos de loque se llama pomposamente análisis desdeel enfoque del consumo turístico y tambiénanálisis desde la perspectiva de la demanda.

El que el modelo Ottawa’91 llama análi-sis desde el enfoque de la oferta turística ytambién análisis desde la perspectiva de laoferta solo contempla uno de estos gruposde tres sectores verticales.

Esta es la incómoda consecuencia de loque he llamado distorsión espaciotemporalque la versión Otawa’91 del modelo con-vencional practica entre la oferta (activida-des específicas del turismo) y la demanda(consumo turístico de los visitantes).

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La expresión «producto turístico», gene-ralizada en la literatura del turismo hastaniveles casi paranoicos desde que el marke-ting se aplicó al estudio de esta materia, nosignifica nada, o, lo que es lo mismo, signi-fica lo mismo que producto noturístico.

Los especialistas en marketing que traba-jan para las llamadas empresas «turísticas»introdujeron la expresión «producto turísti-co», no utilizada en la literatura anterior alos años setenta. Llevados por su pragmatis-mo a ultranza, al aceptar de los expertos queles precedieron que ciertas empresas de ser-vicios son las empresas «turísticas», notuvieron inconveniente en llamar a sus ser-vicios «productos turísticos». Más tardedecidieron que los servicios no son produc-tos sino «servuctos» y que a la producciónde servicios hay que llamarla «servucción».Hace años que los «servuctivos» dejaron deinsistir en el palabro pero estuvieron muycerca de implantarlo para siempre.

El conjunto de ramas productivas queforman la oferta de turismo es, en principio,el mismo conjunto de ramas productivasque forman la oferta de noturismo. Caso deque no coincidan no existen criterios quepermitan distinguirlas. La oferta de turismono queda, pues, identificada aplicando elenfoque de demanda. Si la función de ofer-ta no está identificada no se puede aplicar elanálisis económico al estudio del construc-to turismo, me refiero al análisis microeco-nómico. Pero, sorprendentemente, se apli-ca, como demuestra, por ejemplo, queKrapf dijera que la demanda de turismo estásujeta a la ley de sustitución, como si elturismo fuera un solo bien o servicio objeti-vamente identificado.

El turismo no es, en efecto, una industriacohesionada, pero ¿no es más claro decirque el turismo es un conjunto de industriasde los tres sectores clásicos de la economía?

Las alusiones equívocas al turismo comouna industria cohesionada se refuerzan conlas que lo confunden con la industria hospi-talaria y, más precisamente, con la hotelera.

Junto al reduccionismo de la oferta turís-tica a las empresas hoteleras persiste lavisión indiscriminada de llamar turismo atodo lo que se ofrece en un «destino», sobretodo si el destino es «turístico».

Frente al reduccionismo práctico de unosestá el generalismo teórico de otros, entrelos que hay que citar al experto español,Luis Fernández Fuster, uno de los más con-vencidos generalizadores del turismo.

Por ello, en principio, cualquier produc-to, bien o servicio, ofrecido por las empre-sas del lugar visitado es susceptible de serdemandado por los visitantes, aunque,como hemos visto, la CIUAT redujo arbi-trariamente el conjunto a 177 actividades,no todas felizmente turísticas, las cualesquedan limitadas en plenitud a «solo» 75.Pero, como es obvio, todo lo que sea más deuna implica caer en el escollo de la no iden-tificación económica. A pesar de tan drásti-ca reducción, en pura lógica, lo mismo daque llamemos turísticos a «todos» o solo a«algunos» productos obtenidos en el lugarde referencia puesto que en ninguno de losdos casos podemos diferenciarlos de losnoturísticos. En consecuencia, la llamadaoferta turística no está identificada en laliteratura convencional, lo que equivale a

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decir que no es posible aplicar el análisismicroeconómico al estudio del turismo.Cuando se aplica, como hacen los expertos,se cae en serias anomalías tanto teóricascomo aplicadas. En lugar de corregir elenfoque utilizado o de renunciar a la aplica-ción del análisis microeconómico, losexpertos justifican sus planteamientos alu-diendo a la Singularidad, Especificidad yComplejidad del fenómeno turístico. Lastres características apuntadas tienen tantafuerza que obligan a los expertos a estudiarel fenómeno de un modo que cae en lo para-dójico: postulan que hay que utilizar todaslas ciencias sociales en el estudio del turis-mo, como ya he dicho más arriba. Creo deinterés ilustrar lo dicho con algunos ejem-plos.

En primer lugar me referiré a una obrade gran difusión en España, sobre todo enlas escuelas públicas y privadas de turismo.Me refiero a Marketing Turístico, obra de laque es autor F. Muñoz Oñate (Madrid,1994). Podría haber elegido cualquier otra yen cualquier idioma. Si elijo ésta es porquela considero representativa de lo que pode-mos llamar economía popular del turismo.Según la obra citada, en un sistema turísticola oferta se configura como un conjunto for-mado por los recursos a disposición inme-diata de disfrute inmersos (sic) que tiene elsistema, la infraestructura, equipamientos yservicios puestos específicamente paraposibles ofertas del sistema, asequibles y deutilización directa y los productos específi-cos estructurados y realmente comercializa-dos por acciones de marketing en los mer-cados. Hay otras variables (sic), continúa elautor, como la seguridad o confianza razo-nada del disfrute que el cliente posee en

cuanto a su creencia de que podrá disfrutarrealmente del producto correspondiente.Según Muñoz Oñate, cuando un turistacompra un producto turístico, compra algoque está sustentado sobre los conceptosanteriores (¡!) Y, para mayor esclarecimien-to de lo dicho, inserta dos tablas numéricas,la primera con datos sobre la capacidadhotelera y establecimientos asimilados anivel mundial y europeo, y la segunda, coninformación estadística sobre la oferta turís-tica española, es decir, por hoteles, cam-pings, restaurantes, agencias de viaje, insta-laciones náuticas, estaciones de esquí, cam-pos de golf, parques temáticos, parques deatracciones, estaciones termales y casinos.De modo indirecto, la exposición refleja sunoción de oferta turística.

Por producto turístico, Muñoz Oñateentiende ante todo un producto de serviciosque se compone de una mezcla (en el senti-do de amalgama o combinación de partesque sin embargo permanecen individualiza-das dentro de la composición) de elementosbásicos de la industria turística, gran partede los cuales son también servicios, acep-tando que incluso lo que podemos concep-tuar como «la materia» (¿no servicios?),aun considerándola como un todo compues-to de partes, tiene dificultades de definicióny de estudio. El llamado producto turísticoestá tan bien identificado para este expertoque no duda en citar las características quelo distinguen de los productos no turísticos.Son las siguientes (advertimos al lector quelas citas se acompañan de comentarios pro-pios:

• Intangibilidad (los productos turísticostienen unos componentes tangibles y

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otros intangibles): querrá decir quehay productos turísticos con compo-nentes tangibles y que también los haycon componentes intangibles. Si es así,las diferencias entre unos y otros sontan enormes que lo más seguro es quelos haya «turísticos» y también «notu-rísticos». En consecuencia, no pareceque la intangibilidad sea una caracte-rística definitoria de los productosturísticos.

• Caducidad (los productos turísticos noson susceptibles de estocaje o almace-namiento). Tal vez querrá decir elconocido turisperito que los productosturísticos son servicios y no bienes, oque, si son bienes, deben ser perecede-ros.

• Agregabilidad y sustituibilidad ( l acombinación agregada de bienes y ser-v i c i o s constituye «el todo» que secomercializa) El producto resultante esuna amalgama de productos y servi-cios. Procede reflexionar sobre estasdos características que, al parecer vanunidas. ¿Quiere decir que se puedensumar o añadir a otros y que, además,unos son sustitutivos de otros? Luegohace referencia a que el producto«resultante» es una «amalgama». Esuna pena que el autor no haya tenido abien desarrollar este aspecto. ¿Estáaludiendo a que el producto turísticoes un producto obtenido por medio deun proceso productivo? ¿Se trata de unproceso productivo que consiste enamalgamar nada menos que «produc-tos y servicios». ¿Y cómo se lleva acabo la amalgama? ¿Y cuales son esos

productos y servicios que amalgama-dos dan lugar al producto resultante?Se intuye que los productos y serviciosamalgamados podrían ser los «produc-tos turísticos» amalgamables y susti-tuibles, pero, ¿es un producto turísticoel producto resultante de la amalgama?

• Heterogeneidad (al ser muchas las par-tes que intervienen en el productoturístico, es muy difícil (sic) controlarque todas ellas estén al mismo nivel deexcelencia) Así que son muchas «laspartes» que «intervienen» en el «pro-ducto turístico» Entonces, ¿a qué serefiere el autor cuando habla de hete-rogeneidad como una de las caracterís-ticas del producto turístico? ¿A laspartes o al todo? ¿Y a qué viene aquíhacer referencia a la dificultad de que«todas las partes» tengan la mismaexcelencia? ¿Son estas muchas partesque intervienen en el producto turísti-co también productos turísticos? ¿Enqué se diferencian el producto que seobtiene con las partes de estas mismaspartes?

• Subjetividad (el producto turístico es,en gran medida, subjetivo, depende delas condiciones en que esté el cliente yel prestatario en el momento del con-sumo) Esta singular característica va aresultar bastante más complicada decomentar. ¿Qué quiere decir que esproducto turístico es subjetivo? ¿Esque no es objetivo? ¿Ni siquiera cuan-do son tangibles y perecederos? ¿Esque entonces no el producto turísticono es un producto? ¿Y si no es un pro-ducto, por qué se le llama producto?

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La dificultad es, obviamente, tanextrema que ni siquiera parece viablesometerla a preguntas encaminadas asuscitar alguna respuesta mediana-mente aclaratoria.

• Individualidad (las satisfacciones queproduce un producto son individualesy distintas de unos a otros consumido-res, tienen muy pocos factores comu-nes). ¿Qué sentido puede tener estacaracterística? Estamos, al parecer, enpresencia de un producto que producesatisfacciones en unos consumidoresque son diferentes de las satisfaccionesque producen en otros. Bien pensado,no parece que esta característica seauna característica que caracterice alproducto turístico frente a los produc-tos que no son turísticos. Es obvio quecada consumidor tiene sus gustos, suspreferencias y sus peculiaridades hastael punto de que no cabe descartar quea uno le guste más un producto que aotro, incluso que a unos les guste y aotros les disguste. La llamada indivi-dualidad del producto turístico cabe laposibilidad de que tenga relación conla característica de la subjetividad yque, de ser así, habrá que hacerla obje-to de los mismos comentarios a la quesometimos la subjetividad.

• Inmediatez y simultaneidad de produc-ción y consumo (si no hay usuario nohay servicio, pues, el producto (turísti-co) se está creando realmente almismo tiempo que se está consumien-do) Las dificultades de comprensiónvan, como se ve, en aumento. De tenersentido esta característica predicada

del producto turístico a fe que estaría-mos en presencia de un producto tansingular que habría que ponerlo derelieve de la forma más visible posible.Sin embargo, de ser así, se presenta unobstáculo insalvable para aplicar elanálisis económico al estudio del pro-ducto turístico habida cuenta de que lasincronía del acto de producción con elacto de consumo impiden distinguiruna actividad de otra. Lo que acaba-mos de decir significa que la oferta y lademanda son dos funciones inextrica-bles y, por ende, imposibles de anali-zar. Tal vez por esta razón insistentanto los turisperitos en la extraordina-ria complejidad del turismo y en lasdificultades que obstaculizan su cono-cimiento.

Pero todavía se pueden añadir otrascaracterísticas, según el citado turisperito,profesor de la Escuela de Turismo deMadrid, merecedoras todas ellas de un aná-lisis desde el punto de vista del marketing,por lo que las características del productoturístico alcanzan un total de quince. Todasellas distinguen, supuestamente, al produc-to turístico de los productos noturísticos.

¿A qué realidades podemos aplicar lasquince características?, ¿a los recursos?, ¿alas infraestructuras?, ¿a los equipamientos?,¿a los servicios?, ¿a los productos específi-cos?, ¿a los productos característicos?, ¿alos productos de naturaleza turística?, ¿a lasdemás «variables»? ¿A hoteles y estableci-mientos asimilados, o, también, a los cam-ping, los restaurantes, las agencias de via-jes, las instalaciones náuticas y de esquí, loscampos de golf, los parques acuáticos, los

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parques de atracciones, los museos, losmonumentos históricos, los recursos natu-rales, las estaciones termales y los casinos?¿Son todas las mismas cosas con nombresdiferentes? ¿Se refieren las características alos servicios prestados por medio de estosequipamientos, o a las ciento setenta y sieteactividades de la CIUAT? La respuestacorrecta es: a cada una de ellas, individual-mente consideradas y al conjunto formadopor todas ellas. Los turisperitos más atrevi-dos presentan un producto con quincecaracterísticas, pero lo menos que puededecirse del producto turístico es que es unaexpresión que como mucho es una metáfo-ra porque el supuesto producto no está nisiquiera mínimamente identificado. Comoel producto turístico se define desde unassupuestas características del consumidor (elllamado turista), se cae, en el mejor de loscasos y como ya hemos dicho, en una mag-nitud agregada (de la misma naturaleza queel PIB), una magnitud que los economistasestudian con ayuda del análisis macroeco-nómico. ¿No sería más acertado y menosconfuso hablar del Producto Interior BrutoTurístico (PIBT) el cual no puede ser másque un complemento del Producto InteriorBruto Noturístico (PIBNT) y que, en conse-cuencia, PIBT + PIBNT = PIB?

Desde 1988 vengo denunciando las anó-malas consecuencias teóricas y prácticas dela aplicación del análisis microeconómicoal estudio de un producto, y de una activi-dad productiva, que no están adecuada-mente identificados como consecuencia desu conceptualización con enfoque dedemanda. No es, pues, que el turismo seaextremadamente complejo, como se dice, yque por ello es refractario a la investiga-

ción económica. Es que la llamada activi-dad turística se estudia con un enfoque quehace imposible el uso del análisis económi-co. Y, sin embargo, a pesar de tal imposi-bilidad, los turisperitos no dudan en hacer-lo. ¡Incluso utilizando las curvas marsha-llianas de oferta y demanda que emplea laescuela microeconómica marginalista!¡Como si la industria turística estuvieraobjetivamente identificada y fuera homo-génea! Pero quizás deba aportar el testimo-nio de expertos más prestigiosos. Por ejem-plo, el italiano Alberto Sessa, quien en1968 afirmaba que el equipo (material yempresarial) dedicado a la acogida, en unalocalidad cualquiera, de los eventuales visi-tantes constituye la oferta turística. Sessa,basándose en G. Colley (1967), propuso supropia clasificación de la oferta turística,no sin antes reconocer con honestidad queno puede ser más que puramente indicati-va, puesto que cualquier método de clasifi-cación es obviamente subjetivo y parcialdebido a la extrema variedad y complejidadde los elementos que hay que tener enc u e n t a .

Reparemos en la alusión que se hace a«la extrema variedad y complejidad» comoobstáculo que entorpece el estudio del turis-mo, porque es una constante en la literatura.La clasificación que hizo Sessa consta deseis grandes grupos:

1. Recursos turísticos.

2. Infraestructura general.

3. Infraestructura turística.

4. Equipamiento receptivo.

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5. Equipamiento recreativo y deportivo.

6. Servicios de atención al turista.

Observemos que la clasificación deSessa no difiere sustancialmente de la quepropone Muñoz Oñate. Pero, entonces, ¿aque obedece la afirmación que hace Sessade que el turismo, en su fase final, es unaactividad de servicios? ¿Cuál es la fase finaldel turismo? ¿En qué consiste? ¿Por qué nola estudia detenidamente Sessa? La extremaheterogeneidad de los elementos incluidosen cualquier clasificación de la llamadaoferta turística (con la que se alude a todo loque puede ser de utilidad para ese peculiarviajero al que se dio en llamar turista) con-firma, sin lugar a dudas, la conclusión a laque he conseguido llegar después de añoslidiando con una literatura tan extremada-mente confusa. La resumiré diciendo, unavez más, que el turismo, el producto turísti-co o la oferta turística (cualquiera que sea laexpresión que utilicemos) no está adecua-damente identificado en la literatura con-vencional. Y que, en consecuencia, no esposible aplicar correctamente el análisiseconómico a su estudio.

Tiene interés citar aquí la ponencia queAlberto Sessa presentó en el 46º Congresode la AIEST (1996) por cuanto se ocupanada menos que de la producción turística yde los productos turísticos (puede verse latraducción al español en traducción delautor de este trabajo, en www.eumed.net)El título es precisamente Producción turísti-ca y productos turísticos. Sessa parte de loque nosotros venimos diciendo desde 1988(pero sin citarnos) en el sentido de que elconcepto y la palabra producción no son

habituales en la literatura del turismo. Pare-ce creer Sessa que fue el primero en emple-arla pero no, no es así, como cualquierapuede constatar. Sessa sostiene en el traba-jo citado que hay dos tipos de productosturísticos, el micro producto turístico y elmacro producto turístico. El micro produc-to turístico sería la hotelería turística mien-tras que el macro producto turístico sería eldestino turístico. Al margen de las consabi-das tautologías. Pero Sessa, que prometíaacabar con la incomprensible ausencia de lafunción de producción en la disciplina delturismo y, al mismo tiempo, con una de susmás relevantes anomalías, se limita a repe-tir los planteamientos habituales, es decir,que la oferta de turismo tiene dos compo-nentes, la oferta básica u hotelera y la ofer-ta complementaria, la que incluye todoaquello que interesa a los turistas y que selocaliza en el lugar que desea visitar. Enresumidas cuentas, que tampoco Sessalogra aportar solución alguna al problemade la falta de identificación del producto dela que adolece el modelo convencional.

Es obvio que si no está identificado elproducto tampoco podemos identificar laempresa que lo produce. La Doctrina Gene-ral del Turismo, el sui géneris corpus teóri-co que estuvo plenamente vigente hastamediados de los años setenta y que mástarde fue aparentemente revisado y corregi-do por el marketing, creyó resolver estaanomalía a través de un consenso implícitoentre expertos basado más en la tradiciónque en la demostración.

¿Podemos afirmar que la literatura espe-cializada no ha conseguido, todavía, identi-ficar objetivamente un solo producto (y

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solo uno) del que se pueda decir de unmodo razonablemente preciso que es turís-tico? Porque se admitirá que no podemosconceder al souvenir el carácter que elconocido turisperito español Manuel Figue-rola Palomo le dio en 1975 como el únicoproducto bien identificado del que podemosdecir que es turístico, una propuesta tansimple que cae de pleno en la más absolutaingenuidad analítica. Pero no es esto lopeor. Lo peor es que quien la hizo lo hizocon el convencimiento de que estaba apli-cando correctamente el análisis económicopues lo propone en una obra que se titulanada menos que Teoría económica delturismo, escrita sobre la base del texto pre-sentado en la Universidad Complutense deMadrid para obtener el título de doctor eneconomía, tesis que obtuvo del tribunal lamáxima calificación. Demuestra tan inge-nua propuesta, lo diré una vez más por suhiciera falta, que los expertos en turismo,incluso los que son economistas, se acercanal turismo con un enfoque de demanda delque derivan las anomalías resultantes alaplicar el análisis económico. El doctor eneconomía Manuel Figuerola pensaría cuan-do hizo la propuesta que, como el souvenir,un objeto ciertamente tangible y, por tanto,sin duda, un producto, lo compran los turis-tas, no hay la menor duda de que es el pro-ducto turístico tangible y objetivamenteidentificado que se necesitaba. Como esabsolutamente evidente que le da el califi-cativo de turístico porque quienes más locompran son los turistas y quienes los pro-ducen lo hacen pensando en la demanda delos turistas, resulta indudable, pues, que elsouvenir forma parte del consumo de losvisitantes y, por ende, de las actividadescaracterísticas del turismo.

X. …A LA PORPUESTA DE UNMODELO QUE URGE DEBATIR

Cuenta Richard Dawkins en El gen ego-ísta que Robert Ardrey, en The Social Con-tract, empleó la teoría de la selección degrupo para explicar el orden social en gene-ral y consideró al hombre como una especieque se ha desviado del camino de rectitudseguido por los animales, rechazando así lateoría de la evolución propuesta por Darwiny aceptada por la comunidad internacionalde biólogos. Pero que, por lo menos, Ardreyadoptó su decisión de disentir de la teoríaortodoxa porque estaba convencido de quees errónea, y que ello es digno de mérito.Bueno, pues algo así se podría decir delautor de este trabajo, aunque es posible que,primero, entre mis colegas no haya ningúnDawkins, y, segundo, que en mi papel deArdrey, al disentir de una teoría ortodoxa,aspiro, no a no apoyar como él una teoríaerrónea sino una teoría en trance de ser dis-cutida en buena lid de acuerdo con el méto-do científico. Y lo digo porque llevo yanada menos que cerca de dos décadas pro-poniéndola y la discusión ha sido, hasta elmomento, escamoteada por ninguneo, cosaque no dice nada positivo de la comunidadde expertos en turismo.

Desgraciada o afortunadamente para mí,mi postura en este trabajo se diferencia enexceso de la que tiene Dawkins en el librocitado. Mientras Dawkins explica la teoríade la evolución de las especies que formulóel gran Charles Darwin, el autor de este tra-bajo pretende explicar que la teoría delturismo, en todas sus versiones pero sobretodo la versión que desde hace al menos uncuarto de siglo disfruta de la aprobación

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generalizada de la comunidad internacionalde expertos, genera graves anomalías cuan-do se aplica el análisis microeconómico porlo que, debe ser sometida a debate con todala urgencia que su gravedad exige. Comodigo, son ya casi veinte años denunciandola situación y haciendo lo que sin duda esuna propuesta todo lo criticable que se quie-ra pero sin duda constructiva y digna de sertenida en cuenta en un proceso de discusióngeneralizado y globalizado en el que, talvez por primera vez, la batuta se manejaríaen España.

Cualquiera que esté familiarizado con laliteratura dedicada al estudio del turismo encualquier idioma se encuentra a menudocon la afirmación de que el turismo es unfenómeno social. Veamos entonces quéentendemos por fenómeno. Fenómeno estoda apariencia de orden material, social oespiritual, alguna cosa extraordinaria o sor-prendente por nueva o desconocida, y, figu-radamente, cualquier cosa que se presentaante un sujeto individual o colectivo comoalgo cuyo conocimiento interesa por algunarazón. Todas estas acepciones le cuadran alturismo y no hay la menor duda de que esacertado verlo como se viene viendo desdehace más de un siglo, como un fenómeno denaturaleza social en la medida en que hacereferencia a colectivos humanos.

Se comprende que los esfuerzos realiza-dos para conocer el turismo como fenóme-no hayan puesto de relieve sus efectos másque su naturaleza interna, lo que podríamosllamar su realidad en sí, esto es, el turismocomo noúmeno. Es perfectamente com-prensible hacerlo así habida cuenta de quelo que nos interesa del turismo es no tanto

comprenderlo como describirlo y conocerlos efectos que produce tanto en el territoriocomo en las relaciones humanas y en la eco-nomía.

Pero además de fenómenos existen tam-bién los noúmenos. Noúmenos llamóImmanuel Kant a los objetos o realidadesque trascienden la experiencia, por lo quelos consideraba incognoscibles. Los filóso-fos consideran al noúmeno como lo contra-rio del fenómeno y le dan, como ya hemosdicho, el significado de cosa en sí, lo quenos permite emplear la expresión sin dudainusual y extraña del turismo como noúme-no para oponerla a la expresión, archicono-cida, de el turismo como fenómeno

Intentemos dar contenido a la nuevaexpresión tratando de convertirla en la deno-minación de un nuevo objeto de conocimien-to: el turismo en sí mismo, al margen de losefectos visibles que genera. Hemos pasadorevista de forma muy sucinta a la historia delturismo como fenómeno así como al desarro-llo de las ideas que sobre tal fenómeno sehan venido configurando hasta nuestros días.La exposición ha resultado hasta cierto puntofácil y cómoda habida cuenta de que hemospodido fijarnos en los efectos externos delfenómeno y, además, en una terminologíamuy bien consolidada en sus usos y signifi-cados. A partir de ahora nos faltarán las dosapoyaturas citadas y no tendremos másayuda que la que sea capaz de prestarnos laimaginación y la comparabilidad con reali-dades semejantes, si es que las hay.

Hagamos, pues, uso de ambas, ya que notenemos otra alternativa si queremos pro-gresar en nuestra investigación.

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a) Del turismo como objeto de conoci-miento fenoménico al turismo como objetode conocimiento nouménico. Como sabe-mos, absolutamente toda la literatura delturismo está volcada hacia la identificación,estimación y cuantificación de sus efectoshabida cuenta de su insistente y unilateralconsideración como objeto fenoménico porparte de los estudiosos. Recordemos en estesentido las tres primeras plataformas de Jafa-ri, caracterizadas por la naturaleza de losefectos del turismo, positivos o negativos,sobre la economía, la sociedad y el medio-ambiente. Pero, al llegar a la cuarta platafor-ma, Jafari deja de hacer referencia a los efec-tos y se centra en aspectos de naturaleza aca-démica, lo cual no quiere decir que olvide losefectos sino que considera que ya han que-dado tratados en las plataformas anteriores.

¿Pero entra dentro de lo posible, desde elpunto de vista cognitivo, considerar al turis-mo como una realidad nouménica? Estricta-mente hablando habría que responder nega-tivamente ya que, como se recordará, Kantconcibe al noúmeno como algo incognosci-ble. Para obviar esta dificultad podemosquedarnos con el término sin reparar en quealude a algo que no puede conocerse y apro-vecharnos de que formalmente noúmeno seopone a fenómeno, con lo que tendríamosdos palabras para dos posibles significadosdiferentes de la realidad del turismo:

• Fenómeno turístico o turismo vistodesde fuera: objeto de conocimientomaterializado por sus efectos de todotipo y al margen de la cosa-en-sí

• Noúmeno turístico o turismo vistodesde dentro: objeto de conocimiento

materializado por la cosa-en-sí al mar-gen de sus efectos de todo tipo.

Si aceptamos este planteamiento encuanto supone dos visiones lógicas de unamisma realidad podemos continuar con laconsideración del turismo como noúmeno.Añadamos que, como tantas veces hemosrepetido en este trabajo, nos atenemos únicay exclusivamente a una consideracióndesde el punto de vista de la economía yaque, del mismo modo que los efectos delfenómeno turismo que realmente más nosinteresan son los de naturaleza económica,del mismo modo aceptamos que la visióndel noúmeno turismo más procedente estambién una visión económica. Dicho deotro modo: Nos acercaremos al turismocomo cosa-en-sí exclusivamente desde elanálisis económico. Para decirlo por mediode una comparación. De la energía eléctricanos interesa su efecto iluminatorio y coneso nos ha bastado durante mucho tiempo,pero es evidente que a los físicos les ha pre-ocupado también saber qué es la energíaeléctrica al margen de su poder iluminato-rio. Con lo que la siguiente consideración esindagar si el turismo, que ya vimos que parala consideración fenoménica es sin lugar adudas una actividad consuntiva de diferen-tes bienes y servicios, y, en consecuencia,también el conjunto de actividades produc-tivas que suscita, puede ser consideradodesde la perspectiva nouménica como unaúnica actividad consuntiva y, en consecuen-cia, como una única actividad productiva.Como hice antes, utilizo también ahoraalgunos párrafos tomados de «El venci-miento de la distancia», la primera parte demi obra Autopsia del turismo ( w w w .eumed.net).

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Todo ser viviente que siente una necesi-dad intenta satisfacerla. La satisfacción delas necesidades depende de la disponibilidadde medios o recursos idóneos, es decir, aptospara ese fin. Esos medios, recursos, bienes omercancías pueden encontrarse cerca delsujeto que siente la necesidad o a cierta dis-tancia de él. En el primer caso, el sujeto pro-cede inmediatamente a satisfacer la necesi-dad después de apropiárselos. En el segundo,tiene que acarrearlos hasta donde se encuen-tra. Si el sujeto está dotado de medios pro-pios de locomoción, el proceso le lleva a rea-lizar una actividad a u x i l i a r , derivada deldeseo de satisfacer la necesidad sentida: des-plazarse hasta el lugar donde están losmedios o recursos. Como es habitual en elanálisis económico, partimos de las necesi-dades sentidas por los seres humanos. Desdee s t a visión paso a considerar el proceso pro-ductivo al que lleva, en muchos casos, lasatisfacción de las necesidades, es decir, a lademanda que antecede al consumo. Si losbienes que sirven para satisfacer las necesi-dades se encuentran cerca del sujeto, éste notiene más que tomarlos y consumirlos. Si noson aptos para el consumo, el sujeto lossomete a un proceso de transformación antesde consumirlos (producción). Como digo, enciertos casos los bienes pueden estar a ciertadistancia del sujeto que los necesita. En estecaso se pueden dar dos situaciones: que losbienes sea transportables y que no lo sean,bien porque son inmuebles o porque la desu-tilidad o coste de su transporte supera la uti-lidad que reporta su consumo. En amboscasos estamos frente al obstáculo de la dis-tancia, que ha de ser vencido o eliminado.

En el primer caso (bienes transportables)las sociedades humanas cuentan con la ins-

titución del comercio de importación-exportación, un instrumento mediante elcual el bien o servicio es puesto a disposi-ción del sujeto que realiza la demanda por-que siente la necesidad de consumirlo.

Si los bienes necesarios no son transpor-tables por alguna razón, y aun así el sujetoinsiste en satisfacer la necesidad que siente,entonces no tiene otra opción que ser élmismo quien se traslade desde el lugardonde se encuentra hasta el lugar dondeestán los bienes. Como ya dije en El turis -mo explicado con claridad, la institucióncompetente en este caso es el turismo. Si elsujeto opta por satisfacer necesidades conestos bienes o servicios ha de echar manode un bien o servicio, el turismo, que, comoel comercio import- export, también es decarácter instrumental o intermedio. Aquí lanecesidad original da nacimiento a unanueva necesidad, concretamente a la plani-ficación de su salida y posterior regreso alpunto de partida. Se trata de una actividadque, por exigir la asignación de recursosescasos, entre ellos trabajo, es, obviamente,una actividad de carácter productivo, pues-ta al servicio de la satisfacción de la necesi-dad, pero en este caso, de una necesidadderivada de la primera y original.

Recalco que la acción de un sujeto ten-dente a satisfacer la necesidad hace surgiren ciertas circunstancias una necesidadnueva para cuya satisfacción tendrá que dis-poner de un instrumento adecuado, el plande desplazamiento en el territorio desde ellugar en el que se encuentra hasta el lugardonde se encuentran los medios necesariospara satisfacer la primera necesidad. La dis-tancia entre el sujeto y los medios es un

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obstáculo que impide satisfacer ciertasnecesidades, un obstáculo que ha de servencido o superado antes de proceder asatisfacerlas.

Obviamente, el sujeto tiene otra opción:trasladar su residencia al lugar en el que seencuentran los medios que la pueden satis-facer e instalarse en él abandonando el pri-mero. Es lo que hacen los seres errantes onómadas, pero, también, los que emigran,los que se mudan o cambian de lugar de resi-dencia habitual. Los sujetos que eligen estaopción no usan la institución del turismo.

El esquema expuesto se puede enrique-cer tanto como se quiera para adaptarlo alos infinitos matices de la realidad. Es evi-dente que los medios adecuados para satis-facer necesidades pueden encontrarse endiferentes lugares alternativos. Inclusopuede ser una incógnita el lugar en el que seencuentran, lo que llevará a introducir suce-sivas necesidades derivadas y accionesintermedias con el fin de determinar el lugarmás indicado o más cercano para iniciar elproceso de búsqueda, con o sin informaciónprevia y eficaz.

A medida que la acción principal: satis-facer la necesidad, lleva al sujeto a interca-lar acciones instrumentales en cadena, estáclaro que se irá alejando de la espontanei-dad inicial. Tendrá que realizar acciones denaturaleza singular, radicalmente distintas alas que realizan otras especies: organizarreflexivamente las acciones encaminadas asatisfacer la necesidad original.

La teoría económica enseña que el con-junto de acciones tanto directas como inter-

medias o auxiliares que los humanos, aisla-damente o en sociedad, llevan a cabo paraconseguir la satisfacción de las necesidades,sean éstas biológicas o culturales, recibe elnombre de producción, un término cierta-mente polisémico en cualquier idioma peroque en economía ha llegado a ser suficien-temente preciso. El proceso de producciónpuede ser realizado por el mismo sujeto quesiente la necesidad, en cuyo caso estamosen presencia de la autoproducción o, alter-nativamente, por otros sujetos, a lo quepodemos llamar alteroproducción con o sinfines de lucro.

Como resumen de todo lo dicho, formu-laré a continuación el esquema técnico dedesplazamiento circular. Un ETDC constade los siguientes elementos:

1. La necesidad o necesidades a satisfa-cer por el sujeto (propósito o motiva-ción del desplazamiento circular).

2. El lugar donde se encuentra el sujetoque siente la necesidad (la residenciahabitual) y decide desplazarse al lugaro lugares en los que se localizan losrecursos adecuados para satisfacerla(territorio del desplazamiento o itine-rario).

3. Periodo de tiempo de ausencia dellugar de residencia habitual del sujetoo diferencia entre la fecha prevista delregreso y la fecha de salida. (cálculode la dimensión temporal del despla-zamiento circular).

4. Los medios o recursos con los que elsujeto espera satisfacer la necesidad o

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necesidades que le impulsan a despla-zarse. Estas necesidades son las quellamaremos originales por ser las queimpulsan al desplazamiento circular.Sin ellas no se concibe el desplaza-miento.

5. Los medios o recursos instrumenta -les, complementarios o auxiliares delos que se sirve el sujeto. Entre ellosdistinguimos:

• Caminos, vías e instalaciones auxi-liares (puentes, terminales)

• servicios de transporte artificiales(tracción animal o mecánica)

• servicios de comunicación y men-sajería

• servicios de alojamiento

• servicios de alimentación

• medios de orientación portables(mapas y guías)

• medios de orientación fijos (señali-zación)

• servicios de información (oral oescrita)

• servicios de guía personal

• servicios de protección

• otros servicios (sanitarios, bancos,comercio en general, etc.)

Los medios citados en el punto 5 formanparte de lo que se denominan viáticos, avi-tuallamiento, intendencia o logística, unconjunto de recursos o, en su caso, demedios de pago, que ha de portar, o en sucaso adquirir o comprar si encuentra quiense lo ofrezca, el sujeto para satisfacer lasnecesidades, previstas o imprevistas, deri -vadas de la necesidad original y que puedenecesitar para vencer la distancia. Al con-junto de los medios, recursos o serviciosmercantiles citados en el punto 5 es a lo quedenomino facilitación, es decir, elementos,factores o servicios facilitadores.

b) ¿Puede el turismo ser consideradouna actividad productiva? La aventura deaveriguar si el turismo es una única activi-dad productiva me parece una tarea científi-ca enormemente atractiva, aunque solofuera como un mero ejercicio de investiga-ción previa a la investigación propiamentedicha, ya que, si tiene éxito subsanará enprimer lugar la grave anomalía que consti-tuye la sorprendente ausencia (¿ignoran-cia?, ¿inconsecuencia?) en el modelo con-vencional de una función de producción deturismo, de aquello que el profesor JoséMaría Fernández Pirla llamó con acierto enlos años sesenta el turismo consideradocomo una «manifestación de producción»,o, utilizando la expresión más diáfana quevenimos propugnando desde hace casi vein-te años, el turismo considerado como unaúnica actividad productiva objetivamenteidentificada y, obviamente, diferenciada delas demás. Y cuando decimos identificadaobjetivamente, quiero decir, como es habi-tual en economía, diferente de cualquierotra desde el punto de vista del output obte-nido, de las técnicas utilizadas para su ela-

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boración, de las características de lasempresas especializadas, de la productivi-dad y de especialización del trabajo, delvector de costes y de los agentes abastece-dores, de los canales de comercializaciónpor los que se abastece y distribuye susfabricados, de la tasa de beneficios resul-tante, del grado de abastecimiento del mer-cado que cubre la empresa en cuestión y elsector que configuran, y de tantas otrasmagnitudes por las que se interesa la micro-economía, es decir, el estudio de la activi-dad de una empresa concreta, y la mesoeco-nomía, es decir, el estudio de la actividad deun sector productivo formado por el con-junto de empresas homogéneas o similaresen función de una serie de características.

Es sabido que, en ciertos ámbitos, la eco-nomía es objeto de un fuerte rechazo. Hayquien la considera culpable de las desgra-cias de aquellas sociedades que padecen losefectos del círculo vicioso de la pobreza.No culpan a la sociedad, ni a sus clases diri-gentes, ni al sistema capitalista o al de pla-nificación central, sino a los economistas.Ellos son los culpables, por dedicarse alestudio de la llamada ciencia lúgubre ydesalmada.

Para aclarar los conceptos básicos cita-dos, indagaremos las ideas de un filósofo dela antigüedad, las de dos grandes lingüistas,las de un filósofo moderno, las de un exi-mio economista británico y los significadosque, de los mismos da el diccionario de laReal Academia Española. Finalmente,expondremos nuestra postura personal.

Aristóteles entiende por materia no el serextenso, visible, tangible, divisible sino la

simple posibilidad de llegar a ser algo, elser indeterminado que se hace real median-te la forma. Según este pensamiento, pro-ducción sería dar forma a la materia que nola tiene o cambiarla por otra que si la tiene.

María Moliner, en su Diccionario de Usodel Español, dice que producir, del latínproducere, hacer salir, derivado de ducere,conducir, es, desde el punto de vista lógico,el verbo transitivo de significado másamplio en español después de hacer. Su sig-nificado lógico es hacer existir y, en el uso,unas veces sustituye a hacer, fabricar o rea-lizar, otras a dar, otras a crear o criar y otrasa causar; pero a ninguno de esos verbos losustituye en todos los casos en que puedeser empleado. Como no es posible definir elsignificado específico de producir en el uso,de modo que sea posible saber cuando esaplicable y cuando no, no hay más remedioque, en cada caso, buscar en el diccionariocorrespondiente la palabra respecto de lacual hay duda sobre el verbo o verbos conque se construye.

El filósofo catalán José Ferrater Moraabre su obra de ficción Hecho en Coronacon esta curiosa cita apócrifa: «Hecho en...»(nombre de un país): Locución usada en laRepública Democrática de Corona paraindicar el origen de un producto. Así«Hecho en Dinamarca», «Hecho en Vene-zuela», «Hecho en Corona». Esta locuciónfue propuesta en 1916 por la C.C.C. (Cáma-ra de Comercio de Corona) y fue prontoincorporada al vocabulario comercial de laisla a despecho de haber sido denunciadacomo un anglicismo (o un americanismo;v. gr. «Made in USA»). «Hecho en…» havenido a sustituir todas las expresiones

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empleadas con igual propósito: «Fabricadoen...», «Producido en...», «Producto de...».El acierto de la propuesta de la C.C.C. se harevelado en el hecho de que, a partir demediados del siglo XX, ha aumentado elnúmero de productos originados en paísesindustrialmente avanzados que no son,estrictamente hablando, resultados de fabri-cación o manufactura. Tal sucede con lossistemas de información y comunicación,los programas para ordenadores, etc.

El economista británico Alfred Marshallescribe en el capítulo III de Principios deeconomía, titulado «Producción, consumo,trabajo. Artículos de primera necesidad»,estas esclarecedoras frases: El hombre nopuede crear cosas materiales. En el mundointelectual y moral puede producir, cierta-mente, nuevas ideas; pero cuando se diceque produce cosas materiales, en realidad,solo produce cosas útiles, o, en otros térmi-nos, sus esfuerzos y sacrificios dan porresultado cambios en la forma o combina-ción de la materia para adaptarla mejor a lasatisfacción de sus necesidades. Todo loque puede hacerse en el mundo físico esreajustar la materia para hacerla más útil,como cuando convierte un trozo de maderaen una mesa, o ponerla en condiciones deque la Naturaleza la haga más útil, comocuando coloca semillas en donde las fuerzasde la Naturaleza las hagan brotar a la vida.Se dice a veces, sigue Marshall, que loscomerciantes no producen; que mientras elebanista produce muebles, el mueblista solovende lo que ya ha sido producido. Sinembargo, no existe fundamento científicoalguno para esta distinción. Ambos produ-cen cosas útiles y ninguno de ellos puedehacer más: el mueblista mueve y da nuevo

destino a la materia para hacerla más aptapara prestar más servicios que antes, y elcarpintero no hace nada más. El marino o elmaquinista de ferrocarril que transporta car-bón a su destino lo produce, del mismomodo que el minero que lo arranca delfondo de la tierra; el tratante en pescadoayuda a trasladar éste desde un lugar en elcual sea relativamente poco útil a otro en elque tendrá una gran utilidad, y el pescadorno hace nada más. Es cierto que a menudoexisten más comerciantes de los necesarios,y que, cuando esto ocurre, se origina unapérdida; pero también ocurre esto si doshombres manejan un arado que podría serconducido por uno solo. Algunos autoreshan reanudado los ataques que se dirigieronal comercio en el Medioevo, fundándose enque no es productivo, pero no han dado enel objetivo; deberían haber atacado laimperfecta organización del comercio,especialmente la del comercio al por menor.La producción, en un sentido limitado,modifica la forma y la naturaleza de los pro-ductos. El comercio y los transportes cam-bian sus relaciones externas.

Marshall, siguiendo a Aristóteles, hablade producción cuando se cambia la forma yla naturaleza de los productos y de comer-cio y de transporte cuando cambian las rela-ciones externas. Pero es evidente que surazonamiento va en el sentido de demostrarque tanto la primera actividad como lassegundas son igualmente actividades pro-ductivas, algo que ni siquiera muchos eco-nomistas han logrado tener claro.

Productor es quien elabora algo perso-nalmente o el empresario en cuyo estableci-miento se obtiene un bien o un servicio.

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Sorprende que el DRAE, en la voz produc-tor, haya estado ofreciendo como ejemplode productor a la persona con responsabili-dad financiera y comercial que organiza larealización de una obra cinematográfica. Alactualizar el ejemplo en las últimas edicio-nes, nuestro diccionario amplia el campo designificados añadiendo a las obras cinema-tográficas las discográficas y televisivas, ysigue desdeñando actividades productivasmucho más antiguas. Acabo de leer laentrevista que Sol Alameda hace al produc-tor de películas Elías Querejeta (El País SP,2 de febrero 2003) en la que la periodista lepregunta: Usted nunca ha cambiado elmodo de hacer películas. ¿Podría resumircomo trabaja? Querejeta le respondió: Es lamisma forma de trabajo que conozco desdemuy joven, y que es, según pienso, el modode trabajar de un productor (se refiere alproductor del ejemplo del DRAE, al depelículas). Este ha de estar en todo el pro-ceso, desde el inicio, desde la primera idea.Y tiene que establecer los métodos o caucespara que la película termine siendo lo quedebe ser. Hay que estar ahí, muy atentos,muy de cerca de ella. Es un sentimiento ytambién un intento de racionalizar el tra-bajo.

Lo curioso es que la explicación de Que-rejeta refleja la actividad de cualquier pro-ductor, sea de películas, de frigoríficos o decamisas. Se sigue creyendo que la produc-ción de una película difiere de la produc-ción de cualquier producto porque la pelí-cula se concibe no como un producto cual-quiera sino como una obra de arte en la queel creador es el director, a quien por firmarla obra como autor se le da más realce queal productor.

La actitud despectiva hacia la produc-ción es una supervivencia de los tiempos enlos que quienes se dedicaban a ella eran losmiembros de las clases inferiores, las clasesque podemos llamar negociosas por contra-posición a las superiores, las ociosas. Losmiembros de las clases inferiores que hací-an obras no utilitarias o de arte pudierondignificarse y ocupar una especie de claseintermedia. Hoy seguimos despreciando laproducción de cosas útiles porque en elpasado fue una actividad humillante frentea las actividades prestigiantes de la claseociosa. Hoy sigue habiendo quien huye delo que llaman la manía de convertirlo todoen objeto de producción, de economía y deempresa.

Otra distinción a la cual se ha dado algu-na importancia, pero que es de caráctervago, y, quizá, de poca utilidad práctica, esla que se establece entre bienes de consumo(también llamados artículos de consumo obienes de primer orden), tales como los ali-mentos, los vestidos etc., que satisfacendirectamente las necesidades, y bienes deproducción (denominados también instru-mentales o intermedios) tales como los ara-dos, los telares y el algodón en rama quesatisfacen indirectamente las necesidades,al intervenir en la producción de la primeraclase de bienes (Carl Menger, en su obraV o l k s w i r t s c h a f t s l e h r e , cap. I, párrafo 2,dice que el pan es un bien de consumo o deprimer orden, apto para el consumo, mien-tras que la harina que sirve para producirloes un bien de segundo orden, utilizado paraproducir pan, y el molino harinero es unbien de tercer orden que sirve para producirharina, y así sucesivamente. Según esto, siun tren de ferrocarril transporta pasajeros

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en un viaje de placer, latas de bizcocho,harina, un molino harinero y máquinas paraproducir molinos harineros, dicho tren seríaa un tiempo un bien de primero, de segun-do, de tercero, de cuarto y de quinto orden)

Lo que no dicen ni Menger ni Marshalles que el tren que transporta pasajeros enviajes de placer puede haber sido contrata-do por una agencia de viajes y entonces nosería un bien de primer orden sino de segun-do orden, como cuando transporta las mer-cancías citadas.

Producir es para la economía añadirvalor (trabajo) a algo a fin de hacerlo útil omás útil para alguien a efectos de satisfaceruna necesidad. Ese algo a lo que se añadevalor o utilidad puede ser una materia de lanaturaleza (materia prima) o algo a lo queya se había agregado valor o utilidad (unamateria semielaborada o intermedia). Lamateria prima, la materia intermedia y lamateria resultante o final pueden ser tangi-bles (bienes), y las dos últimas, intangibles(servicios). Son bienes o servicios económi-cos si son escasos. En una economía mone-tarizada, los bienes y servicios suelen tenerun precio de venta a través del cual puede elproductor recuperar los gastos realizadospara su obtención, más un beneficio queserá normal si el mercado del producto estáen equilibrio, o extraordinario, si el merca-do está insuficientemente abastecido. Si elmercado está sobreabastecido algún pro-ductor puede no cubrir los gastos de pro-ducción.

En economía nunca se llama producto aun aglomerado de bienes, de servicios o debienes y servicios cuyos productores sean

anónimos o estén mal identificados. Ycuando se usa se le pone detrás el calificati-vo de «nacional» o el de «agregado». Estaslibertades terminológicas son propias de loque podría llamarse pseudoeconomía o eco-nomía vulgar. También el marketing gustade esta terminología, impropia de una disci-plina formalizada. Las metáforas solo estánpermitidas a los poetas y a los escritoresingeniosos. Nunca son aconsejables en untexto científico. El marketing y los publicis-tas pueden, si quieren, hablar del productoFrancia o del producto Benidorm, pero, eneconomía, estas expresiones no tienen nin-gún significado analítico o conceptual.

Con respecto a la noción de consumo,debo agregar a las citas anteriores que tam-bién puede entenderse como contempla-ción, observación o audición de realidadestangibles o intangibles que no se gastan,desgastan, agotan o destruyen al consumir-las de la forma indicada. Y algo más. Lanoción de consumo se utiliza a veces eneconomía de un modo sencillo, simple o, sise quiere, superficial. Se limita al hecho dela adquisición y pago del precio estableci-do. Si dos familias adquieren una mercancíay una la consume y la otra la tira a la basu-ra, las estadísticas económicas anotan quehan sido consumidas en los dos casos. Laeconomía puede ser a veces muy burda ytiene estas limitaciones.

Términos como producto, compra,venta, mercancía, ganancia, lucro, cliente yexplotación, entre otros, no gustan a ciertaspersonas. Prefieren otras, ciertamente másbellas, como donante, usuario, colaborador,desinteresado, acogedor y voluntario. A mime pasa igual, también tengo mi veta

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romántica. No ignoro que unas palabrassugieren cosas agradables y hermosas yotras todo lo contrario. Pediría al lector sen-sible que vea los términos de la economíacomo los de la física, la química o la astro-nomía, como portadores de nociones moral-mente neutras cargadas de significadoscientíficos. Por poco que nos gusten laspalabras producto y producción, al usarlasen la exposición escrita o en el discurso oralreflejan hechos o realidades desprovistas deintencionalidad o de valoración.

Después de estas aclaraciones, tal vezinnecesarias, me propongo probar si esposible entender el turismo como productoidentificado como los demás productos,objetivamente, por sí mismo, no por el con-sumidor que lo consume. No creo necesa-rio probar si el turismo puede entendersecomo consumo porque de esta considera-ción está llena la literatura especializada.Sin embargo, caso de que llegáramos a laconclusión de que el turismo puede versecomo una actividad productiva en símisma, al margen de quien consuma suoutput, veremos que también habrá quereflexionar sobre las características delconsumo de tal producto.

Vengo repitiendo, tanto en mis escritoscomo en los cursos que dicto y en los con-gresos a los que asisto, que el uso exitoso dela voz tur y sus derivados ha tenido undoble y contradictorio efecto. Por un lado,ha ayudado a agrupar aportaciones desigua-les pero interesantes que, de otro modo,habrían quedado dispersas. Por otro, haintroducido un descomunal confusionismoporque tur y sus derivados se tiñeron detrascendencia para hablar del fenómeno

social del turismo, un fenómeno considera-do como el más característico de nuestrotiempo y como algo especialmente comple-jo y polifacético, al que se concedió un altointerés por sus grandes aportaciones econó-micas y por otros muchos efectos, algunosde enorme trascendencia, como la de ser uneficaz instrumento para conseguir la pazmundial. El fenómeno social del turismo seve como algo tan desmesurado que, sinduda, desborda los angostos límites de laeconomía. Se ha dicho que el turismo es laindustria de la paz y la concordia universal,una industria que, además de no tener chi-meneas, estaría poniendo las bases para quetodos los hombres de la tierra se conozcanmejor y mejore así el mundo. Se compren-de que en este mar de altas ventajas, las detipo económico son aprovechables pero sinduda harto modestas.

Hubiera podido darse una situación radi-calmente distinta, no percibir y conceptuarel turismo como un fenómeno social, com-plejo y trascendente, sino como noúmeno,es decir, como una realidad a la que un pro-ceso específico confiere la forma de pro-ducto comparable a cualquier otro productoobtenido por medio de un proceso de trans-formación industrial. En lugar de haber des-tacado sus apariencias fenoménicas (salida,desplazamiento, llegada, estancia, recreo,observación, gasto, regreso) y sus efectosinmediatos (nuevas oportunidades de nego-cio, empleo, ocupación del espacio, cam-bios urbanísticos, difusión cultural), losestudiosos podrían haber puesto su punto demira en las actividades que tienen lugar enla sala de estar de quien decide desplazarsetemporalmente o entre los muros de algunaempresa especializada. Con la primera

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visión, en la fenoménica, el observador dela conducta del turista se percata de que elconsumidor turista consume una serie debienes y servicios y que esos bienes y servi-cios tienen que ser considerados como losproductos turísticos. No obstante, en lasegunda visión, en la nouménica, el obser-vador se percata de que el consumidor turis-ta lo que consume es un plan de desplaza-miento circular o, lo que es lo mismo, unprograma de estancia pasajera en un lugarque no es el de su residencia, razón por lacual se percata de que el plan o programa esel producto turístico.

El primer enfoque, el de demanda, llevaa un consumidor, a sus características per-sonales, familiares, sociales y económicas,a sus preferencias y a sus gastos y a unacadena multiforme en la que sus eslabonesson una serie de oferentes de todo tipo ycondición que solo les une el hecho de tenerel mismo tipo de demandante. El segundoenfoque, el de oferta, lleva a un consumidorque necesita un plan de desplazamiento oun programa de visita y que si quiere loadquiere en el mercado o lo elabora élmismo.

Procede formular de nuevo la preguntaclave: ¿Es posible concebir el turismo comoun producto único identificado en funciónde sus propias características y al margen delas características psicosociales de su con-sumidor? Si así fuera, la nueva noción seríala consecuencia de aplicar un enfoque deoferta, lo que tendría la interesante ventajade estudiar el turismo aplicando el análisismicroeconómico sin caer en las anomalíasque genera el enfoque de demanda. Paragarantizar el acierto al responder conviene

exponer algunas consideraciones históricas:La primera empresa especializada en estaactividad fue fundada en la ciudad inglesade Leicester en 1845 por Thomas Cook. Suejemplo fue imitado por empresarios depaíses europeos y americanos de un modotan espectacular que hoy existen en casitodos los países del mundo empresas simi-lares a la que fundó Cook. Son las llamadasagencias de viajes y turoperadores estudia-das en el capítulo V. Antes de que existie-ran estas empresas y de que se desarrolla-ran, si una persona tenía que recurrir al des-plazamiento para satisfacer una necesidadno tenía otra opción que planificarlo ellamisma.

Desde la aparición y desarrollo del modode vida sedentario, el hombre ha tenido queproducir los planes de desplazamiento deida y vuelta que tenía que consumir (reali-zar) para satisfacer necesidades con bieneso servicios no transportables. Hoy se haperdido la memoria vital de esta situaciónmilenaria. A partir de mediados del sigloXIX, la situación cambia y aparece la altero-producción de planes de desplazamientocircular. A pesar de que ya hay alteropro-ducción, en esta actividad la autoproduc-ción sigue siendo hegemónica.

Si ha quedado claro lo dicho hasta aquí,estamos en la pista que conduce a la consi-deración del turismo como un productoobjetivamente identificado. Si la planifica-ción racional de las actividades preparato-rias de los desplazamientos desde un lugarpara satisfacer necesidades en otro la consi-deramos como una actividad productiva notiene nada de extraño que la llame turismoo producción de turismo.

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La observación de la realidad nos diceque en turismo se practica mayoritariamen-te la modalidad de la autoproducción. Laalteroproducción de turismo está aun pocodesarrollada, en general, aunque hay paísescon cierto desarrollo de la alteroproducciónde turismo. Pero, así como en las demásramas productivas la especialización es tanintensa que los productores han expulsadoa los autoproductores del proceso producti-vo, hasta el extremo de que estos tienenque acudir al mercado para adquirir lo quenecesitan, limitándose al consumo, en elturismo aun no ha tenido lugar este proce-so de especialización. Si la epistemologíasensorialista ha llevado a la concepción delturismo que tiene la gente, los empresariosy los expertos, me apoyaré en la intuicio-nista para, por medio de la introspección,acceder al conocimiento del turismo. Laintrospección sostenida por la intuiciónpermite simular las actuaciones que unapersona se ve obligada a hacer si siente unanecesidad cuya satisfacción requiere plani-ficar un desplazamiento circular antes der e a l i z a r l o .

Además de los seleccionados comobásicos, en los desplazamientos circularespueden utilizarse otros elementos, pero cre-emos que los cinco citados reflejan los fac-tores imprescindibles para definir unETDC. El elemento marcado con el núme-ro 1 hace referencia al sujeto y, en conse-cuencia es el único elemento s u b j e t i v o d e ldesplazamiento circular. Los elementosmarcados con los números 4 y 5 constitu-yen los elementos o b j e t i v o s y, por consi-guientes, los únicos susceptibles de sermercadeables (ofrecidos en el mercado acambio de un precio).

Si alguno de los elementos incluidos en5 no son mercancías, el sujeto se ve obliga-do a arbitrar los procedimientos oportunospara dotarse de ellos. En otras palabras, ten-drá que recurrir a su autoproducción.

Los elementos marcados con los núme-ros 2 y 3 son híbridos de sujeto y objeto.Como el marcado con el número 4, éstosson absolutamente imprescindibles paraidentificar un desplazamiento circular. Loselementos 2 y 3, es decir, el territorio arecorrer y el tiempo o la duración previstadel desplazamiento, determinan el presu -puesto de coste del desplazamiento y, enconsecuencia la asignación de recursosescasos o utilidades sin la que no es posiblerealizar el desplazamiento En una economíamonetarizada, el presupuesto de costesadopta la forma de precio de la mercancíadesplazamiento circular, del que, en defini-tiva, dependerá que se lleve o no a cabo, esdecir, que se adquiera o produzca, según elcaso.

Un plan de desplazamiento circular esuna combinación operativa (ejecutable) delos cinco elementos enumerados ensambla-dos de acuerdo con un diseño previo y pormedio de una tecnología ad hoc. Sus casiinfinitas combinaciones identifican laamplia gama de planes de desplazamientoposibles tanto en general (para la sociedad)como en el caso de una empresa concreta(productor) o de un consumidor concreto(demandante).

El lugar donde reside habitualmente elsujeto o lugar de salida (que es también elde llegada si el desplazamiento es circular)y los lugares de llegada/salida intermedios

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son infinitos en la práctica, tanto en el marcomo en tierra firme y en el espacio. Laconquista del espacio cósmico a la que esta-mos asistiendo desde hace medio siglo estáabriendo la posibilidad de que estos lugaresse encuentren también fuera de nuestro pla-neta, algo de lo que ya empieza a hablarsecomo proyectos técnicamente viables y, talvez pronto, económicamente rentables aprecios asequibles para minorías significati-vas, lo cual tendría el interesante sentido devolver a los lejanos orígenes del turismoterráqueo y poniendo en marcha un procesosimilar a aquel en la medida en que los pri-meros consumidores serán, como entonces,personas de alto nivel de renta y elevadapreparación física.

Lo mismo puede decirse de los elemen-tos citados en el punto 4, los medios o ser-vicios básicos e imprescindibles a los quesuele llamarse recursos pero que nosotrosllamamos servicios i n c e n t i v a d o r e s, esdecir, los que sirven para satisfacer la nece-sidad original que provoca el desplaza-miento.

Los vocablos incentivación y facilitaciónpueden resultar extraños a algunos por nofigurar en el Diccionario de la Real Acade-mia Española. Sin embargo, J. Corominas yJ. A. Pascual (ver la voz hacer en su Dic -cionario Crítico Etimológico Castellano eHispánico, Gredos, Madrid, 1980) conside-ran la voz facilitación un derivado culto defacción, es decir, acción, obra. Es una voztomada del latín factio –onis, que significamanera de hacer. Facilitador, pues, es aquíaquello que, sea o no mercancía, hace fácilalgo (sin duda una expresión redundante),en este caso un desplazamiento, circular o

lineal. Por su parte incentivador es una vozmás entendible y viene a significar lomismo que atracción.

Los cuatro primeros elementos estánsiempre presentes en un ETDC. No se con-cibe un ETDC sin ellos. En cambio, los ele-mentos o servicios citados en quinto lugar,los facilitadores, pueden faltar en un ETDCsin que su ausencia lo imposibilite. Dehecho, en el pasado remoto e incluso en elpresente, existen casos de desplazamientoscirculares en los que están ausentes algunoso todos los elementos facilitadores sin queesta ausencia haya impedido el desplaza-miento.

No todas las épocas han contado con lasrespuestas que la nuestra ha logrado dartanto a los elementos incentivadores como alos facilitadores. La abundancia de unos yotros es hoy tan grande que el sujeto quenecesita en numerosas ocasiones planificarexplícita y minuciosamente un desplaza-miento circular ya que tiene ante sí inconta-bles posibilidades de elección a precios ase-quibles para cualquier nivel de renta.

Antes de realizar un desplazamiento cir-cular se planifica asignando los elementos(utilidades) que identifican un ETDC comoel instrumento o herramienta imprescindi-ble para satisfacer la necesidad original.

Podemos expresarlo así: Cualquier des-plazamiento circular o lineal exige ser pre-parado por medio de un conjunto más omenos complejo de acciones previas. Eseconjunto de acciones previas configura unplan, proyecto o programa. La idea essiempre la misma, cualquiera que sea la

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palabra que utilicemos: la ejecución de unaserie de tareas para asignar operativamenterecursos escasos y contar así con un instru-mento ordenado a la satisfacción de unanecesidad con bienes o servicios distantes yno transportables o cuyo coste de transpor-te no es racionalmente soportable. Sin laelaboración de este producto intermedio noes posible consumir o utilizar el bien o ser-vicio que satisface la necesidad original.

Cuando un desplazamiento se hace concierta frecuencia, es decir, cuando es repeti-tivo, su preparación puede convertirse enrefleja o inconsciente. Cuando es singular opoco frecuente y el lugar o lugares donde selocalizan los recursos que se espera quesatisfagan la necesidad original están aleja-dos del lugar de residencia del sujeto, lapreparación puede incluir tareas de ciertaenvergadura para cuya ejecución se requie-re poseer habilidades o técnicas especiales.Entre ambos extremos hay infinidad desituaciones posibles.

Las tareas preparatorias del desplaza-miento están siempre presentes con mayoro menor claridad, cualquiera que sea lamodalidad de desplazamiento de que setrate. El proyecto o plan de desplazamientopuede ser muy vago en numerosas ocasio-nes, sobre todo cuando hay abundancia demedios facilitadores. En general, el plan dedesplazamiento suele estar muy poco deta-llado cuando quien lo realiza es el mismosujeto que piensa desplazarse (autoproduc-ción), hasta el extremo de que no cabe des-cartar que el plan no esté explícitamentebien formulado con antelación, sobre todo,como digo, en situaciones de abundanteoferta de elementos facilitadores, máxime

si, además, los incentivadores están locali-zados a escasa distancia. En este caso, nohay que descartar que el plan sea imprecisoy que pueda estar sometido a importantesmodificaciones durante su ejecución.

Cuando la oferta de servicios facilitado-res era inexistente, escasa o de pésima cali-dad los desplazamientos circulares no pla-nificados o que eran objeto de planes insu-ficientemente detallados no eran posibles oresultaban caros y arriesgados, mucho másde lo que ya de por sí son.

Recordemos que caben dos opciones enla satisfacción de cualquier necesidad, laelaboración de satisfactores por el sujetoque siente la necesidad (autoproducción) ola elaboración por sujetos diferentes (altero-producción), dependientes del primero (ser-vidores, asalariados o no) o independientes(trabajadores por cuenta propia con o sin finde lucro).

Si la sociedad de referencia dispone deun sistema productivo basado en una avan-zada especialización del trabajo y cuentacon la institución que le es consustancial, elmercado, el número de sujetos que se pro-ponen hacer desplazamientos circulares essignificativo y creciente, y una parte deellos optará por encargar a otros sujetos, losespecialistas o empresas mercantiles dedi-cadas a ello, la elaboración de los planes dedesplazamiento que necesiten En estas con-diciones, no tardará en proliferar el tipo deempresas especializadas en su elaboracióny que se dediquen a ello con fines de lucro.El conjunto o grupo de empresas (el «sec-tor») concurre en el mercado para ofrecersus catálogos de proyectos o planes de des -

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plazamiento circular (producción, oferta)aptos para su posterior realización (consu-mición, demanda).

La alteroproducción de planes de despla-zamiento circular se practica desde hacemucho tiempo, aunque, de un modo apre-ciable y significativo, desde hace relativa-mente poco. La creciente oferta de serviciosfacilitadores potencia la autoproducción.No está lejos, si embargo, el día en que, denuevo, volverá a ser hegemónica la altero-producción incluso con abundante oferta deservicios facilitadores, y entonces se harásiempre con fines de lucro habida cuenta deque ningún autoproductor podrá elaborarplanes de desplazamiento de mejor calidad,más baratos y más innovadores.

Obviamente, los planes de desplaza-miento circular alteroproducidos, sobretodo si se producen con fines de lucro, hande tener un nivel de acabado suficiente yaque aspiran a funcionar en el tráfico mer-cantil como productos terminados tantopara el consumo intermedio (industrial)como final (familiar o individual).

Las empresas especializadas en estalínea de producción no harán otra cosa quelo que hubieran hecho sus clientes si éstoshubieran optado por elaborar el plan de des-plazamiento por sí mismos: seleccionar loselementos identificadores o inputs de unETDC. Del mismo modo que el autopro-ductor calcula el presupuesto de gastos deldesplazamiento circular, la empresa mer-cantil calcula los costes y estima un preciodel producto ofrecido, un precio que el mer-cado se encarga de ajustar. Así mismo, eligeel sistema de comercialización y distribu-

ción a adoptar y trata de recuperar los cos-tes de producción, a ser posible de un modoexcedentario, de manera que los ingresosrebasen los costes y la actividad empresa-rial reporte los beneficios que hacen viableel negocio. Se comporta, evidentemente,como cualquier otra empresa productora debienes o servicios que se ofrecen en el mer-cado.

Las empresas que deciden elaborar pla-nes de desplazamiento circular para el mer-cado se ven obligadas a llevar a cabo unproceso productivo en el que están presen-tes los siguientes elementos:

• diseño del ETDC a niveles sucesivos,desde el estudio previo al proyecto eje-cutable pasando por las fases de ante-proyecto y proyecto técnico.

• Ensamblaje, de acuerdo con el proyec-to ejecutable (última fase del diseño),de factores de producción idóneos(facilitadores e incentivadores)

• Selección de la modalidad de comer-cialización, directa o por medio deintermediarios mayoristas y minoris-tas.

Formularé ahora la hipótesis, conjetura opostulado básico que buscaba. Doy al pos-tulado a formular el significado que se des-prende de la siguiente frase:

«Aristóteles consideraba los postuladoscomo proposiciones no universalmenteadmitidas, esto es, no evidentes por sí mis -mas. (...) Con Euclides, la noción de postu -lado recibió una formulación que ha sido

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vigente durante muchos siglos: el postuladoes considerado (...) como una proposiciónde carácter fundamental para un sistemadeductivo que no es (como el axioma) evi -dente por sí mismo y no puede (como el teo -rema) ser demostrada» (José FerraterMora, Diccionario de Filosofía, Alianza,Madrid, 1982).

Por consiguiente he aquí la formulacióndel Postulado: Turismo o producto turísticoes un plan de desplazamiento circular,redondo o de ida y vuelta.

Si se acepta este postulado, es evidenteque cuando hablamos de turismo nos esta-remos refiriendo a un producto, un servicioen este caso, elaborado con técnicas de pro-ducción específicas aplicadas a factores deproducción o insumos igualmente específi-cos, a los que llamaremos servicios auxilia-res del turismo, concretamente, serviciosincentivadores y servicios facilitadores.

El turismo así queda clasificado automá-ticamente en el sector servicios o terciariode la economía como tantas veces se repiteen la literatura convencional pero sin res-ponder a las premisas propias del enfoquede demanda. Aceptando el postulado, lainserción del turismo en el sector de servi-cios responde a bases objetivas y raciona-les. Parafraseando al economista italianoPiero Sraffa, autor de la obra titulada Pro -ducción de mercancías por medio de mer -cancías, el turismo es un servicio que seproduce con otros servicios.

Lo que acabo de decir puede tomarse enel sentido de una definición del turismo,pero sería más acertado considerarlo como

una descripción o, si se quiere, como unasimple equivalencia entre el primer términoy el segundo.

En virtud del postulado, si se acepta,para identificar con precisión un productoturístico, deja de ser necesario recurrir alsujeto que se desplaza y sus motivacionesespecíficas, la distancia recorrida y el tiem-po empleado. El turismo queda así identifi-cado objetivamente, como cualquier otroproducto o servicio.

¿Podemos considerar resuelto el enojosoy ya secular problema de encontrar unaidentificación precisa de la noción de turis-mo, alejada al mismo tiempo tanto de lanoción vulgar como de las casi infinitasdefiniciones propuestas por los expertosdurante los ciento veinte años que tiene laliteratura especializada?

Parafraseando a Johan Huizinga (H o m ol u d e n s, 1937, Alianza, Madrid, 1968) diréque el lector que dé una respuesta afirmati-va a la pregunta hará bien en abandonar lalectura. En ciencia nunca basta con la intui-ción, por importante que ésta sea y aunqueconstituya su indudable punto de partida.Hay que comprobar si el postulado se com-porta correctamente para alcanzar los finesque nos hemos propuesto, identificar obje-tivamente el turismo como una única a c t i-vidad productiva. Si lo conseguimos podre-mos estudiar el turismo como un productoobjetivamente identificable en función desus componentes o insumos y de la tecno-logía específica empleada (la ingenieríaturística) y, en consecuencia, aplicar a suestudio el herramental propio de la microe-c o n o m í a .

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De acuerdo con la teoría económica, sepodría formular la siguiente expresión mate-mática representativa de la función de pro-ducción de turismo: T = F (i, f, w, k, t), en laque llamo: T, al volumen de producción deturismo; w, al trabajo; k, al capital; (i) y (f),a los dos inputs que explico a continuación.

Veamos la función de producción deturismo de un modo más descriptivo: Unplan de desplazamiento circular o programade estancia temporal incluye un conjunto deactividades personales (individuales ocolectivas) relacionadas con los recursosnaturales o culturales (en su sentido másamplio posible): Observación, estudio,recreo, culto, reposo, deporte, juego, com-pras, aventura, salud, negocio, curiosidad,formación, gestión, visitas, amor, amista-des, etc. Los servicios que permiten estasactividades son llamados por mí serviciosincentivadores (i).

Un plan de desplazamiento circular oprograma de estancia temporal se relacionacon seres vivos (personas) que necesitancomer, beber, dormir, informarse, trasladar-se, cambiar monedas, tener compañía, guíaspersonales, escolta de seguridad, mapas yotros muchos bienes y servicios. Los servi-cios que hacen posible satisfacer estas nece-sidades son llamados por mí servicios faci-litadores (f).

Ambas denominaciones aluden con pre-cisión a las funciones que ambos grupos deinputs cumplen en el proceso de producciónde turismo. En la producción de turismohay otro inputs de relieve. Me refiero a latecnología (t), a la que también podemosllamar ingeniería turística.

Después de lo dicho podemos respondera una cuestión que la literatura disponibleaun no ha resuelto o ha resuelto mal: losturoperadores, ¿son meros intermediariosentre la oferta y la demanda o, por el con-trario, son productores de turismo? Comoya hemos visto, la teoría convencional, alno considerar a estas empresas productorasde alguno de los muchos productos a losque llamamos t u r í s t i c o s , no tiene otraopción que considerarlas como intermedia-rias o meras comercializadoras. La decisióncarecería de consecuencias si los expertosrenunciaran al uso del análisis económico.Al no renunciar a él, caen irremediablemen-te en las graves anomalías científicas que yahemos visto.

Una gran parte de los contenidos cientí-ficos ha sido objeto de un consenso implíci-to entre expertos. Los planteamientos queacabamos de hacer en este apartado cree-mos que tienen la propiedad de ajustarserelativamente bien a los esquemas del aná-lisis económico. Por tanto, si aceptamosque la realidad estudiada es un determinadotipo de empresa, mercantil o no, su estudiocae de lleno en el campo de interés de laeconomía. El enfoque de oferta del queparte la propuesta realizada nos lleva alconvencimiento de que, definiéndolo o des-cribiéndolo como propongo, el turismotiene más similitudes que desemejanzas conlos demás productos (bienes o servicios)obtenidos en un sistema económico y puedepor ello ser estudiado razonablemente biencon el herramental que convencionalmentese utiliza en el estudio de cualquier activi-dad productiva. Además de autoproduc-ción, muy importante todavía en este sector,también existe en el turismo la alteropro-

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ducción, con o sin afán de lucro, forma deproducción que está llamada a tener unaconsiderable expansión en el futuro. Pro-pongo, pues, llamar turoperadores (opera-dores o productores de tur) solo y exclusi-vamente a las empresas que producen pla-nes de desplazamiento circular o programasde estancia temporal, propuesta que no esmás que la consecuencia lógica del procesode razonamiento realizado hasta aquí y que,por otra parte, es coherente con la etimolo-gía implícita del anglicismo turoperador(operador-productor -organizador de turis-mo).

Los consumidores de turismo, como losconsumidores de cualquier producto, tienendos opciones:

• abastecerse directamente de serviciosincentivadores y facilitadores elabora-dos por las empresas auxiliares

• abastecerse a través de intermediariosdespués de que éstos los adquieren alas empresas auxiliares.

El turoperador puede abastecerse deinputs de dos formas:

• adquirirlos directamente de las empre-sas auxiliares

• adquirirlos a través de intermediariosdespués de que éstos los adquieren alas empresas auxiliares

Para distribuir sus productos, el turope-rador se sirve de las agencias minoristas, lascuales (emisoras y receptoras) se encargande hacerlos llegar hasta el consumidor. Esta

línea refleja un canal por el que circulantanto productos turísticos elaborados porturoperadores como servicios de empresasauxiliares.

Los abastecedores de inputs incentivado-res y facilitadores ofrecen a los turoperado-res bienes o servicios que son objeto dedemanda intermedia por parte del turopera-dor, el cual puede abastecerse de un mododirecto (sin intermediarios) o a través demayoristas (b r o k e r s). Sometidos los inputs alproceso transformador (tecnología, equipocapital y trabajadores) el turoperador elaborasu catálogo de productos. Estos productos seofrecen en el mercado bien de un mododirecto (del productor al consumidor) o a tra-vés de una cadena más o menos larga deintermediarios (mayoristas, minoristas), sinolvidar su política de promoción de ventas(folletos, publicidad, web en Internet, etc.).

Ahora estamos en condiciones de decirque, mientras el modelo convencional des-taca un conjunto indeterminado, o si sequiere predeterminado exógenamente, deempresas que producen para el turismo, elmodelo alternativo se centra en una únicaindustria bien identificada, la que produceturismo transformando (o «amalgamando»como diría Muñoz Oñate) bienes y servi-cios, que no son turismo, en turismo.

El modelo convencional ha desarrolladobien la tipología de las empresas de la quellama oferta básica, las que producen parala industria del turismo y para los consumi-dores que optan por ser autoproductores deturismo. Por esta razón, no es preciso pro-poner una tipología de empresas facilitado-ras. Sin embargo, no ocurre lo mismo con

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las empresas de la que llama oferta comple-mentaria, las cuales también producen parael turismo y para los autoproductores. Porello es necesario elaborar una tipología deempresas que llamo incentivadoras puestoque aun se encuentra por hacer.

Antes he formulado la función de pro-ducción de turismo, una actividad industrialencuadrada en el sector servicios cuyosfabricantes procesan servicios de dos tipos:incentivadores y facilitadores. Los serviciosfacilitadores, como digo, están suficiente-mente estudiados por los turisperitos, perono acontece lo mismo con los serviciosincentivadores. Aun así, algunos han hechopropuestas que son precedentes dignos deser tenidos en cuenta. Se trata de la tipolo-gía de lo que quienes aplican el enfoque dedemanda llaman recursos turísticos. Noobstante, este interesante y poco estudiadoaspecto de la economía del turismo no lovamos a desarrollar aquí ya que el lectorinteresado puede encontrarlo en la obra tan-tas veces citada El turismo explicado conclaridad.

XI. A MODO DE CONCLUSIONESPROVISIONALES PARAEL DEBATE

Ha sido causa de sufrimiento humano elhecho de que muchos de nosotros no pue-den comprender que las palabras son soloherramientas para nuestro uso, y que lamera presencia en el diccionario de unapalabra como «turismo» no quiere decir,necesariamente, que deba referirse a algodefinitivo en el mundo real. En esta frase,tomada de El gen egoísta de Richard Daw-

kins, he sustituido «viviente» por «turismo»porque tomar la palabra turismo de unaforma que podríamos llamar integrista hagenerado un sin fin de controversias inúti-les, ha inducido a desenfoques científicos yestá causando estragos en la operatividad delos negocios y las inversiones. No cabeduda de que el verbo inglés to tour en elsentido de viaje circular fue todo un hallaz-go lingüístico habida cuenta de que aportaun matiz fundamental del que carecen tér-minos como travel, journey y similares, loscuales no especifican si el viaje es solo enun sentido o en los dos. Pero en el abuso desu derivado tourism, su obsesiva reduccióna los viajes circulares realizados por ocio,recreo o vacaciones fuera del entorno habi-tual del viajero y el énfasis puesto en éstegeneraron problemas conceptuales y lacaída en anomalías e incongruencias provo-cadas por una huida hacia delante en vez dereconsiderar la cuestión, ejercer la críticasistemática y llevar a cabo los planteamien-tos de la cuestión que hubieran sido necesa-rios hasta dar con el que fuera más convin-cente a efectos de la investigación y de laaplicación práctica. Ya nos hemos referidoal planteamiento convencional, el que acep-ta que el turismo es un fenómeno social y loestudia partiendo de la identificación delturista para, en función de éste, proceder aseñalar el conjunto de actividades producti-vas que se encargan de satisfacer sus nece-sidades. El corpus teórico resultante no esque esté más cerca de la sociología que dela economía como indicaron en 1942 lossuizos Hunziker y Krapf, es que genera unamacroeconomía limitada al colectivo for-mado por los turistas de cada lugar visitado,una macroeconomía que es, ineluctable-mente, la misma que la macroeconomía

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general y que, en consecuencia, se resiste aser tratada como intentan hacerlo los turis-peritos al uso, como una microeconomíaimposible y que hace agua por todos susporos. No es que sea incorrecto que el cor-pus teórico que se decanta con el enfoquede demanda sea en realidad una macroeco-nomía. No. Lo incorrecto es tratarlo comosi fuera una microeconomía ya que es esapráctica investigadora la que genera lasanomalías que los turisperitos se empeñanen decir que son especificidades derivadasde la consustancial complejidad del turis-mo. Si trataran el turismo concebido comouna macroeconomía y se limitaran a perfec-cionar los métodos encaminados a identifi-car y cuantificar sus efectos sobre la socie-dad, la economía o el territorio no habríaninguna objeción que hacer. Las objecionesse presentan, y de qué forma, cuando elinvestigador trata el corpus resultante comouna microeconomía y habla del productoturístico como si esta expresión tuviera unsentido físico cuando solo lo puede teneragregado después de haber sido todos suscomponentes convenientemente expresadosen valores monetarios.

Porque dejémoslo claro: no hay en elcorpus teórico resultante del enfoque dedemanda, sociológico o convencional nadaque sea un producto al que catalogar comoturístico porque al haber tantos no podemossaber a cual de ellos hay que llamárselo.Los marketingólogos dedicados al estudiodel turismo aplicando el enfoque dedemanda pueden hacer lo que estimen con-veniente y llamar producto turístico al out-put de la empresa considerada «turística»que les encargue el proyecto encaminado aresolver sus problemas de mercado, la

mayor parte de ellos derivados de la satura-ción de oferta del mercado en el quecomercializan sus productos. Y como losmarketingólogos pueden hacer los sociólo-gos y los geógrafos y todos aquellos inves-tigadores que lo estimen conveniente. Losúnicos que no pueden en absoluto caer eneste festival de productos turísticos son loseconomistas. Los economistas que decidandedicarse al estudio del turismo se enfren-tan a este dilema:

• son capaces de identificar un únicobien o servicio al que en función de suscaracterísticas objetivas, y al margendel tipo de consumidor cuyas necesi-dades pretenda satisfacer, pueden lla-marlo producto turístico y, en conse-cuencia, pueden proceder a aplicar alestudio de la actividad el herramentaldel análisis microeconómico

• no son capaces de identificar ningúnbien o servicio al que, en función desus características objetivas, y al mar-gen del tipo de consumidor cuyasnecesidades pretende satisfacer, y, enconsecuencia, no pueden aplicar elherramental del análisis microeconó-mico.

La visión conceptual del turismo comonoúmeno tiene la virtud de ofrecer al inves-tigador la posibilidad de situarlo en la pri-mera opción y, en consecuencia, quedanabiertas todas las puertas para ver el turismocomo un sector productivo perfectamenteintegrado en el sistema productivo de unaeconomía y susceptible, por tanto, de proce-der a la elaboración de proyectos de inver-sión concretos evaluables con ayuda del

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análisis coste beneficio y de hacer el segui-miento de la empresa resultante exactamen-te igual que se viene haciendo con lasdemás actividades productivas convencio-nales.

Obviamente, los sociólogos, los geógra-fos y los marketingólogos pueden optar porseguir investigando en el seno del enfoquede demanda. Sin embargo, la asunción delos planteamientos del modelo basado en elenfoque de oferta que venimos propugnan-do no empece en absoluto sus trabajos. Sololes obliga a llamar productos turísticos a losplanes de desplazamiento circular o a losprogramas de estancia pasajera, y empresasturísticas a las empresas productivas que sededican a fabricar planes de desplazamien-to circular o programas de estancia pasaje-ra. Las empresas turísticas adquieren a otrasempresas sus inputs. Concretamente, ad-quieren servicios incentivadores y serviciosfacilitadores a las empresas que se hanespecializado en ellos. Son empresas auxi-liares del turismo pero no empresas turísti-cas pero sus fabricados quedan transforma-dos en turismo en virtud de la tecnologíaespecíficamente turística que emplean lasempresas fabricantes de turismo, una tecno-logía que puede ser denominada ingenieríade turismo, una especialidad que conven-dría impartir en las universidades politécni-cas.

Las ventajas teóricas, prácticas, legales,comerciales y promocionales del modelobasado en un enfoque de oferta son enor-mes. Permitiría adoptar una terminologíaprecisa y poner en marcha el desarrollo ymejora de un corpus teórico nuevo y abier-to a un futuro realmente prometedor.

Para terminar basta decir que el panora-ma metodológico que actualmente se apli-ca al estudio del turismo es realmente muyrico e indiscutiblemente avanzado aunquedesmerece por el hecho de estar aplicándo-se a una conceptualización inadecuada dela realidad objeto de investigación. Laconclusión es obvia: urge sustituir la con-ceptualización generadora de anomalíaspor una nueva conceptualización que per-mita identificar objetivamente un únicoproducto turístico. El día que se encuentrey se generalice su uso podremos decir quese ha logrado la plena cientificación delt u r i s m o .

Como dice con clarividencia RichardDawkins, podemos definir una palabracomo lo deseemos según nuestros propósi-tos, siempre que lo hagamos con claridad ysin ambigüedad. Pues bien, de acuerdo coneste pensamiento, la palabra turismo puedeser definida de acuerdo a los planteamien-tos ya seculares que lo conceptualizancomo un fenómeno social del que nos inte-resan sus efectos económicos, pero tambiénpuede ser definida de acuerdo al plantea-miento alternativo que nosotros venimospropugnando que lo conceptualizan comoun noúmeno del que nos interesa lo que esen sí al margen, en principio de sus efectos.Como fenómeno, el turismo genera unavisión macroeconómica; como noúmeno,una visión microeconómica. El fenómenoturístico conduce a un corte horizontal delsistema productivo en el que figuran todaslas ramas productivas, mientras el noúmenoturístico conduce a una única rama produc-tiva, la que se especializa en elaborar planesde desplazamiento circular o programas deestancia pasajera.

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No obstante, así como la visión fenomé-nica del turismo no permite contemplar ladimensión nouménica, ésta tiene la virtudnada desdeñable de tener en cuenta tam-bién la visión fenoménica a través del vec-tor de costes de la actividad productiva quedestaca. Por consiguiente, creemos estar enlo cierto si aseguramos que la visión nou-ménica del turismo es más completa que lafenoménica. Observando la realidad desdela óptica del análisis económico podremospercatarnos de que las estrategias inverso-ras van pasando desde la llamada ofertabásica (a la que nosotros llamamos servi-cios facilitadores), prioritaria hasta media-dos del siglo X X, a la oferta complementa-ria (a la que nosotros llamamos serviciosincentivadores), y desde ésta a la oferta deplanes de desplazamiento circular o pro-

gramas de estancia pasajera. Es decir,desde la oferta de inputs auxiliares delturismo a la oferta de turismo concebidocomo un producto final apto para ser con-sumido. Piénsese, por ejemplo, en los pro-gramas, ya a la venta, de estancias pasaje-ras en la Estación Espacial Internacional yse comprenderá en toda su dimensión larelevancia creciente que va teniendo con-cebir el turismo como una única actividadproductiva objetivamente diferenciada delas demás. Porque nos interesan los efectoseconómicos del turismo es por lo que urgetener una visión de lo que es el turismo ensí mismo: he aquí, pues, la meta insoslaya-ble de su proceso de cientificación y, porconsiguiente, la imperiosa necesidad quetiene la comunidad de estudiosos de some-terla a debate.

56 Estudios Turísticos, n.o 171 (2007)

Francisco Muñoz de Escalona