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las “áreas agrícolas protegidas” o “potenciadas” donde se producen en forma intensiva papas, arroz, soya, fríjol, y hortalizas. Millones de dólares se invierten en sistemas de riego de pivote, maquinaria y otras tecnolo- gías de la agricultura industrial, un modelo que puede seducir por los incrementos de producción al corto plazo, pero que decepciona al consi- derar los costos que esta producción genera en el largo plazo. Estas áreas protegidas sin embargo no alcanzan el 10% del área cultivada que perte- nece al Ministerio de la Agricultura. Comparativamente pocos recursos se dedican a tecnologías de bajos insumos que apoyarían a alrededor del 80 % de las tierras que están en manos privadas, o de varias formas de cooperativas (UBPC, CPA y CCS). Evidentemente, el potencial agroe- cológico del sector de pequeñas y medianas fincas está aún por reali- zarse. Cuba ha invertido también millones de dólares en investigación y desarrollo biotecnológico para la agricultura. Por un lado la biotecnología cubana esta libre de los controles que tienen las multinacio- nales que existen en otros países, aparen- temente tiene un buen sistema de biosegu- ridad y bien dirigida la biotecnología se podría enfocar a problemas para los cuales no hay alterna- tivas agroecológicas como en el caso de algunos casos de enfer- medades virosas de ciertos cultivos como tomate, fruta bomba, etc. Poseyendo estas ventajas, lo que es cuestionable es que el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba se haya embarcado en el desar- rollo de transgénicos como maíz Bt o eventos resistentes a herbicidas. Ya se ha introducido en un área de no más de una hectárea en 8 provincias de Cuba el evento maíz BT FR-Bt contra la palomilla del maíz. Esta plaga que ataca el cogollo del maíz es dañina en plantas jóvenes, sin embargo su ataque se reduce en forma dramática cuando el maíz se intercala con fríjol u otros cultivos o cuando se hacen manejos de hábitat que condicionen temprano en la estación una alta diversidad y abundancia de predadores y pará- sitos en el agroecosistema. En Cuba también existen CREEs que fabrican entomopatógenos, muchos de ellos como el BT que en forma de insecti- cida microbiano es efectivo contra la polilla. De mas es sabido que los lepi- dópteros desarrollan en forma rápida resistencia a los eventos Bt, y que el maíz Bt puede tener efectos nega- tivos sobre la micro y mesofauna del suelo vía la acumulación de toxinas activas adherdidas a ácidos humicos o arcillas, y contra polinizadores y algunos enemigos naturales, que sufren mortalidad al alimentarse del polen transgénico, presas que ingi- rieron la toxina o al chupar sabia de plantas transgénicas como el caso de predadores como Geocoris y Orius. El tema de la contaminación vía polen con transgenes de variedades locales de maíz también merece una rigurosa investigación. La crisis financiera mundial y las consecuencias evidentes para Cuba del aumento del costo de la energía y los alimentos importados, reafirma la necesidad de posicionar a la agricultura como un sector estratégico para el futuro de la isla. El mismo presidente Raúl Castro ha insistido en la necesidad de diversi- ficar la agricultura, incrementar la descentralización y hacer énfasis en la autosuficiencia dentro de un marco de sustitución de importaciones. Esta nueva toma de conciencia sobre la dirección de la agricultura en Cuba es clave, pero es necesario que se concrete en acciones prácticas, ya que el resto de la humanidad se está tornando conciente rápidamente de que el modelo industrial capitalista de agricultura dependiente de petróleo ya no funciona para suplir los alimentos necesarios. Los precios inflacionarios del petróleo inevitablemente incre- mentan los costos de producción y los precios de los alimentos han escalado a tal punto que un dólar hoy compra 30% menos alimentos que hace un año. Una persona en Nigeria gasta 73% de sus ingresos en alimentos, en Vietnam, 65% y en Indonesia, 50%. Esta situación se agudiza rápida- mente en la medida que la tierra agrí- cola se destina para biocombustibles y en la medida que el cambio climático disminuye los rendimientos a causa de sequías o inundaciones. Expandir tierras agrícolas a biocombusti- bles o cultivos transgénicos que ya alcanzan más de 140 millones de hectáreas a nivel global, exacerbará los impactos ecológicos de mono- cultivos y no resolverá el problema alimentario, ya que todos estos cultivos se dedican para alimentar carros o ganado para clases más pudientes. Además, la agricultura indus- trial contribuye hoy con más de 1/3 de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, en especial metano y óxidos nitrosos. Continuar con este sistema degradante, como lo promueve un sistema económico neoliberal, no es una opción viable y además es ecológicamente desho- nesto al no reflejar las externalidades ambientales que implica la produc- ción intensiva. El desafío inmediato para nuestra generación es transformar la agricultura industrial e iniciar una transición de los sistemas alimentarios para que no dependan del petróleo ni de tecnologías caras y de altos insumos. Cuba esta más adelan- tada que el resto del mundo para dar este paso urgente y vital. No menos del 60% de sus tierras arables están en manos de campesinos privados o coopera- tivas que ya utilizan sistemas diversifi- cados, insumos bioló- gicos, tracción animal, y dependen mínimamente de insumos externos de manera que gestionan mejor la produc- ción al ahorrar recursos escasos. Las UBPC que controlan el 42% de la tierra arable constituyen un terreno fértil para un proceso masivo de conversión agroecológica. La paradoja de la agricultura cubana: Reflexiones agroecológicas basadas en una visita reciente a Cuba Miguel A Altieri Universidad de California, Berkeley. Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA) E n todo el mundo es bien sabido que a pesar de las dificultades del periodo especial, particularmente la caída en las importaciones de insumos claves para la agricultura como petróleo, fertilizantes, pesticidas, tractores, piezas de repuesto, etc., Cuba y en especial el sector campe- sino, pudo enfrentar el desafió de producir una gran parte de los alimentos con al menos la mitad de los insumos agroquímicos y un limitado acceso a combustibles. Este logro fue posible gracias a una serie de políticas agrarias descentralizadoras de formas cooperativas e individuales de la producción, a un sólido sistema de investigación, a la difusión de la agricultura urbana y la agri- cultura orgánica con un masivo desarrollo de insumos biológicos, apertura de mercados agropecua- rios, y organizaciones fuertes que apoyan a los agricultores como ANAP, ACPA y ACTAF, entre otras. Al comienzo del período espe- cial, el énfasis se centró fuertemente en una estrategia de sustitución de insumos químicos por biológicos, para reducir el uso de insumos o porque estos no estaban disponibles y para atenuar los costos de producción de los modelos convencionales. Este enfoque de bajos insumos estableció la base para el desarrollo y escalona- miento de estrategias agreocológicas de diversificación de fincas, integra- ción animal, reciclaje, control bioló- gico, etc. que miles de agricultores ya practican en la isla. El mundo, y en especial América Latina, aún observan con admiración y orgullo los niveles de producción y áreas dedicadas a la agricultura urbana y orgánica en Cuba, niveles nunca alcanzados en otros países, así como los avances de la investigación y extensión agroecológica, sin embargo, en muchos círculos se habla hoy de la “paradoja de la agricultura cubana”: ¿Cómo en un país con tanta expe- riencia práctica en agroecología, alto nivel de conocimiento científico y organización social de base, donde la agricultura campesina que ocupa el 25% de la tierra arable y produce una sustancial cantidad de viandas, granos, frutas, animales menores, etc. y con más de 350.000 agri- cultores urbanos que suplen más del 80% de las hortalizas consumidas en las grandes ciudades, aún importa el 65% de los alimentos? ¿Cómo en un país cuyos avances en el control biológico de plagas son venerados en el mundo entero, está a punto de liberarse una variedad de maíz transgénico Bt para el control del cogol- lero, plaga fácilmente regulada en sistemas agroecológicos por preda- dores, parásitos y entomo- patógenos? De hecho uno de los máximos críticos de la agricultura cubana Dennis Avery del Center for Global Food Issues en el Hudson Institute acaba de sacar un articulo (Cubans starve on a diet of lies--http://www. cgfi.org/2009/04/02/cubans-starve- on-diet-of-lies-by-dennis-t-avery/) de amplia divulgación en la que afirma que un Ministro cubano asevero que Cuba importa el 84% de sus alimentos. Avery ha utilizado esta información para promover una campaña de desprestigio a todos los autores que han estudiado e informado sobre los logros heroicos del pueblo cubano en materia agrícola acusándolos de comunistas mentirosos. Si es cierto, Cuba importa alimentos como muchos otros países (USA importo mas de $70 billones de dólares en el 2007) pero solo el 50% de los granos y sus productos ( princi- palmente leguminosas y cereales) que se usan en la canasta básica además de algunas cantidades de pollo y leche en polvo. Dadas las circunstancias impuestas por el embargo, el periodo especial y una serie de huracanes, la política de importar alimentos ha paradójicamente consti- tuido una vía para que se pueda hacer una transición hacia sistemas más sustentables sin lamentar hambruna. Está claro que hasta el momento los decidores políticos en Cuba consi- deran a la agricultura convencional como el modelo más viable y seguro para incrementar la productividad agropecuaria y lograr seguridad alimentaría. De hecho, muchos de los recursos provenientes de la coopera- ción internacional (una gran propor- ción de Venezuela) se reservan para 12 SEAE - boletín 7 - verano 2009 Artículos interesantes Artículos interesantes 13 SEAE - boletín 7 - verano 2009 a gricultu ra urbana en Cuba

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las “áreas agrícolas protegidas” o “potenciadas” donde se producen en forma intensiva papas, arroz, soya, fríjol, y hortalizas. Millones de dólares se invierten en sistemas de riego de pivote, maquinaria y otras tecnolo-gías de la agricultura industrial, un modelo que puede seducir por los incrementos de producción al corto plazo, pero que decepciona al consi-derar los costos que esta producción genera en el largo plazo. Estas áreas protegidas sin embargo no alcanzan el 10% del área cultivada que perte-nece al Ministerio de la Agricultura. Comparativamente pocos recursos se dedican a tecnologías de bajos insumos que apoyarían a alrededor del 80 % de las tierras que están en manos privadas, o de varias formas de cooperativas (UBPC, CPA y CCS). Evidentemente, el potencial agroe-cológico del sector de pequeñas y

medianas fincas está aún por reali-zarse.

Cuba ha invertido también millones de dólares en

investigación y desarrollo biotecnológico para la agricultura. Por un lado la biotecnología cubana esta libre de los controles que tienen las multinacio-nales que existen en otros países, aparen-temente tiene un buen

sistema de biosegu-ridad y bien dirigida la

biotecnología se podría enfocar a problemas para

los cuales no hay alterna-tivas agroecológicas como en

el caso de algunos casos de enfer-medades virosas de ciertos cultivos

como tomate, fruta bomba, etc.Poseyendo estas ventajas, lo que

es cuestionable es que el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología de Cuba se haya embarcado en el desar-rollo de transgénicos como maíz Bt o eventos resistentes a herbicidas. Ya se ha introducido en un área de no más de una hectárea en 8 provincias de Cuba el evento maíz BT FR-Bt contra la palomilla del maíz. Esta plaga que ataca el cogollo del maíz es dañina en plantas jóvenes, sin embargo su ataque se reduce en forma dramática cuando el maíz se intercala con fríjol u otros cultivos o cuando se hacen manejos de hábitat que condicionen temprano en la estación una alta diversidad y abundancia de predadores y pará-

sitos en el agroecosistema. En Cuba también existen CREEs que fabrican entomopatógenos, muchos de ellos como el BT que en forma de insecti-cida microbiano es efectivo contra la polilla. De mas es sabido que los lepi-dópteros desarrollan en forma rápida resistencia a los eventos Bt, y que el maíz Bt puede tener efectos nega-tivos sobre la micro y mesofauna del suelo vía la acumulación de toxinas activas adherdidas a ácidos humicos o arcillas, y contra polinizadores y algunos enemigos naturales, que sufren mortalidad al alimentarse del polen transgénico, presas que ingi-rieron la toxina o al chupar sabia de plantas transgénicas como el caso de predadores como Geocoris y Orius. El tema de la contaminación vía polen con transgenes de variedades locales de maíz también merece una rigurosa investigación.

La crisis financiera mundial y las consecuencias evidentes para Cuba del aumento del costo de la energía y los alimentos importados, reafirma la necesidad de posicionar a la agricultura como un sector estratégico para el futuro de la isla. El mismo presidente Raúl Castro ha insistido en la necesidad de diversi-ficar la agricultura, incrementar la descentralización y hacer énfasis en la autosuficiencia dentro de un marco de sustitución de importaciones. Esta nueva toma de conciencia sobre la dirección de la agricultura en Cuba es clave, pero es necesario que se concrete en acciones prácticas, ya que el resto de la humanidad se está t o r n a n d o

conciente rápidamente de que el modelo industrial capitalista de agricultura dependiente de petróleo ya no funciona para suplir los alimentos

necesarios. Los precios inflacionarios del petróleo inevitablemente incre-mentan los costos de producción y los precios de los alimentos han escalado a tal punto que un dólar hoy compra 30% menos alimentos que hace un año. Una persona en Nigeria gasta 73% de sus ingresos en alimentos, en Vietnam, 65% y en Indonesia, 50%. Esta situación se agudiza rápida-mente en la medida que la tierra agrí-cola se destina para biocombustibles y en la medida que el cambio climático disminuye los rendimientos a causa de sequías o inundaciones. Expandir tierras agrícolas a biocombusti-bles o cultivos transgénicos que ya alcanzan más de 140 millones de hectáreas a nivel global, exacerbará los impactos ecológicos de mono-cultivos y no resolverá el problema alimentario, ya que todos estos cultivos se dedican para alimentar carros o ganado para clases más pudientes.

Además, la agricultura indus-trial contribuye hoy con más de 1/3 de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, en especial metano y óxidos nitrosos. Continuar con este sistema degradante, como lo promueve un sistema económico neoliberal, no es una opción viable y además es ecológicamente desho-nesto al no reflejar las externalidades ambientales que implica la produc-ción intensiva.

El desafío inmediato para nuestra generación es transformar la agricultura industrial e iniciar una transición de los sistemas alimentarios para que no dependan

del petróleo ni de tecnologías caras y de altos insumos.

Cuba esta más adelan-tada que el resto del mundo para dar este paso urgente y vital. No menos del 60% de sus tierras arables están en manos de campesinos privados o coopera-tivas que ya utilizan sistemas diversifi-

cados, insumos bioló-gicos, tracción animal, y

dependen mínimamente de insumos externos de manera

que gestionan mejor la produc-ción al ahorrar recursos escasos. Las UBPC que controlan el 42% de la tierra arable constituyen un terreno fértil para un proceso masivo de conversión agroecológica.

La paradoja de la agricultura cubana: Reflexiones agroecológicas basadas en una visita reciente a Cuba Miguel A Altieri Universidad de California, Berkeley. Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA)

E n todo el mundo es bien sabido que a pesar de las dificultades del periodo

especial, particularmente la caída en las importaciones de insumos claves para la agricultura como petróleo, fertilizantes, pesticidas, tractores, piezas de repuesto, etc., Cuba y en especial el sector campe-sino, pudo enfrentar el desafió de producir una gran parte de los alimentos con al menos la mitad de los insumos agroquímicos y un limitado acceso a combustibles. Este logro fue posible gracias a una serie de políticas agrarias descentralizadoras de formas cooperativas e individuales de la producción, a un sólido sistema de investigación, a la difusión de la agricultura urbana y la agri-cultura orgánica con un masivo desarrollo de insumos biológicos, apertura de mercados agropecua-rios, y organizaciones fuertes que apoyan a los agricultores como ANAP, ACPA y ACTAF, entre otras.

Al comienzo del período espe-cial, el énfasis se centró fuertemente en una estrategia de sustitución de insumos químicos por biológicos, para reducir el uso de insumos o porque estos no estaban disponibles y para atenuar los costos de producción de los modelos convencionales. Este enfoque de bajos insumos estableció la base para el desarrollo y escalona-miento de estrategias agreocológicas de diversificación de fincas, integra-ción animal, reciclaje, control bioló-gico, etc. que miles de agricultores ya practican en la isla.

El mundo, y en especial América Latina, aún observan con admiración y orgullo los niveles de producción y áreas dedicadas a la agricultura urbana y orgánica en Cuba, niveles nunca alcanzados en otros países, así como los avances de la investigación y extensión agroecológica, sin embargo,

en muchos círculos se habla hoy de la “paradoja de la agricultura cubana”: ¿Cómo en un país con tanta expe-riencia práctica en agroecología, alto nivel de conocimiento científico y organización social de base, donde la agricultura campesina que ocupa el 25% de la tierra arable y produce una sustancial cantidad de viandas, granos, frutas, animales menores, etc. y con más de 350.000 agri-cultores urbanos que suplen más del 80% de las hortalizas consumidas en las grandes ciudades, aún importa el 65% de los alimentos? ¿Cómo en un país cuyos avances en el control biológico de plagas son venerados en el mundo entero, está a punto de liberarse una variedad de maíz transgénico Bt para el control del cogol-lero, plaga fácilmente regulada en sistemas agroecológicos por preda-dores, parásitos y entomo-patógenos?

De hecho uno de los máximos críticos de la agricultura cubana Dennis Avery del Center for Global Food Issues en el Hudson Institute acaba de sacar un articulo (Cubans starve on a diet of lies--http://www.cgfi.org/2009/04/02/cubans-starve-on-diet-of-lies-by-dennis-t-avery/) de amplia divulgación en la que afirma que un Ministro cubano asevero que Cuba importa el 84% de sus alimentos. Avery ha utilizado esta información para promover una campaña de desprestigio a todos los autores que han estudiado e informado sobre los logros heroicos del pueblo cubano en materia agrícola acusándolos de comunistas mentirosos.

Si es cierto, Cuba importa alimentos como muchos otros países (USA importo mas de $70 billones de

dólares en el 2007) pero solo el 50% de los granos y sus productos ( princi-palmente leguminosas y cereales) que se usan en la canasta básica además de algunas cantidades de pollo y leche en polvo. Dadas las circunstancias impuestas por el

embargo, el periodo especial y una serie de huracanes, la política de importar alimentos ha paradójicamente consti-tuido una vía para que se pueda hacer una transición hacia sistemas más sustentables sin lamentar hambruna. Está claro que hasta el momento los decidores políticos en Cuba consi-deran a la agricultura convencional como el modelo más viable y seguro para incrementar la productividad agropecuaria y lograr seguridad alimentaría. De hecho, muchos de los recursos provenientes de la coopera-ción internacional (una gran propor-ción de Venezuela) se reservan para

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dología que conecta los diferentes niveles de conocimiento al nivel del agroecosistema completo. Con el enfoque agroecológico se puede rápi-damente pasar de la sustitución de insumos al rediseño predial, cosa que los sistemas diversificados prevengan o resistan los problemas, en lugar de siempre tratar de curar los problemas causados por el mal diseño desde el inicio. Sería óptimo que alianzas entre centros establezcan áreas concretas (2-5 hectáreas) o faros agroecológicos en UBPC con diseños diversificados en los cuales se haga un análisis holístico del comportamiento produc-tivo, edafológico, entomológico, ener-gético, etc. de los faros con el resto de los sistemas manejados en la UBPC. De estas comparaciones emergen los principios ecológicos básicos que explican por qué son más óptimos los diseños probados, y estos principios

se aplican al resto del área de la UBPC o de cooperativas vecinas mediante un método de investi-gación participativa o usando los métodos de diagnóstico y de extensión horizontal de campe-sino a campesino liderados por la ANAP.

Permear la agenda de extensión e

investigación con una base agroecológica

Aunque hacer énfasis en que los agricultores adopten el máximo de prácticas agroecológicas posible en sus fincas es importante, esto no garantiza que un sistema tenga una base agroecológica sólida o sea más sustentable. Muchas de estas prác-ticas agroecológicas no son otra cosa que prácticas de sustitución de insumos, que siguen el mismo para-digma de la agricultura convencional en la que el objetivo es superar el factor limitante, aunque esta vez se realiza con insumos alternativos y no agroquímicos. Este tipo de manejo ignora el hecho de que el factor limi-tante (una plaga, una deficiencia nutricional, etc.) no es más que un síntoma de que un proceso ecológico no funciona correctamente y que la adición de lo que falta hace poco por optimizar el proceso irregular.

Evidentemente, la sustitución de insumos ha perdido su poten-cial agroecológico, pues no va a la

raíz del problema, sino al síntoma. Deslumbrarse con una práctica alter-nativa que incrementa la producción u otros atributos agronómicos (por ejemplo. los biopreparados a base organismos eficientes) son innova-ciones muy importantes que deben potenciarse, pero sin descuidar los pilares claves de la conversión agroe-cológica como la diversificación en el tiempo y en el espacio y la activación biológica del suelo.

La clave es identificar un conjunto de prácticas de manejo agroecológico que sean mutuamente adaptativas y que juntas conllevan a un mayor rendimiento del agroecosistema. Los efectos observados sobre el comporta-miento del agroecosistema no pueden ser explicados por los efectos aditivos de prácticas individuales. En otras palabras, cada sistema de producción representa un grupo distintivo de prácticas de manejo que determinan interacciones ecológicas determi-nadas, de manera que lo que explica el éxito del sistema no es el conjunto de prácticas, sino los procesos ecoló-gicos promovidos por esas prácticas.

En el caso que se quisiera entonces convertir una finca a un manejo agroe-cológico, no basta con copiar las prác-ticas de manejo que se usan en fincas orgánicas vecinas exitosas, sino más bien se debe asegurar que las inte-racciones ecológicas que explican el funcionamiento de las fincas vecinas, también se den en el sistema que se desea convertir.

El potencial agroalimentario de la agricultura de pequeña y mediana escala

Aunque muchos investi-gadores y políticos piensan que las pequeñas fincas familiares son atrasadas e improductivas, muchas investigaciones en varios países demuestran que estas son mucho más productivas que las grandes fincas si se considera la producción total en vez de los rendi-mientos de cada cultivo o especie animal. Los sistemas de fincas integrales en los cuales los agricultores en pequeña escala producen granos, frutas, vegetales,

forraje, y productos de origen animal aportan rendimientos adicionales a aquellos que se producen en sistemas de monocultivo, a gran escala. Esta relación inversa entre el tamaño de la finca y producción total se puede atri-buir al uso más eficiente de la tierra, del agua, de la biodiversidad y de otros recursos agrícolas por parte de los pequeños agricultores. Estudios en Cuba apoyan estas afirmaciones; comparaciones entre varios tipos de fincas revelaron que la salida energé-tica total por unidad de área de finca fue 4 – 6 veces mayor en las fincas mixtas (cultivos-ganado) que en las fincas lecheras especializadas y la producción de leche fue el doble en las fincas mixtas que en las especiali-zadas. En sistemas silvopastoriles se puede producir hasta 40 toneladas de materia seca/hectárea con una ganancia de 800 g/animal/día en la época de lluvia y 400 en la época seca y entre 3,000-3,500 litros /ha/año sin el uso de concentrados.

Si se potenciaran con este tipo de diseños agroecológicos diversificados todas las fincas campesinas (que controlan el 25 % de las tierras) y todas las UBPC que controlan el 42% de la tierra, Cuba no solo podría producir todo el alimento necesario para alimentar a los más de 11 millones de habitantes, sino sería capaz de suplir a la industria turística y cumplir con cuotas de agroexportación para generar divisas. Toda esta producción sería complementada por la agricul-tura urbana que ya alcanza niveles asombrosos de producción, y sobre todo, si se escalonan experiencias exitosas como la de la

Hay más de 100,000 peticiones de tierra por gente interesada en volver al campo a producir, con 40,000 familias que ya han accedido a tierras entregadas. La agricultura urbana se ha consolidado: 383,000 agricul-tores urbanos produciendo 1,460,000 toneladas de hortalizas en 50 mil hectáreas y el potencial de expansión y de alcanzar una producción de 20 kg/m2/año está a la mano. Cuba además tiene el 2% de la población latinoamericana pero un 11% de los científicos; la isla tiene mas de 140,000 profesionales de alto nivel y técnicos de nivel medio en agricul-tura, una cantidad impresionante de centros-estaciones de investiga-ción, universidades, más los aparatos institucionales asociados al MINAG y MINAZ, junto a la ANAP, ACTAF y sus redes. ¿Cuáles son entonces los impedimentos por un lado y los desafíos por el otro, para que de una vez por todas la isla de un salto cualitativo y haga la conversión agroecológica hacia la agricultura sustentable una realidad?

Está claro que se necesita un paradigma alternativo de desarrollo agrícola, uno que propicie formas de agricultura ecológica, susten-table y socialmente justa. Rediseñar el sistema alimentario hacia formas más equitativas y viables para agri-cultores y consumidores requerirá cambios radicales en las directrices políticas y económicas que deter-minan qué, cómo, dónde y para quién se produce. El concepto de soberanía alimentaría debiera transformarse en política agraria clave, ya que consti-tuye la única alternativa viable a un sistema alimentario que depende de importaciones tanto de alimentos como de insumos y tecnología foránea y cara. Muchos de los requisitos de la soberanía alimentaría como la implementación de circuitos locales de producción-consumo, y acciones organizadas para lograr acceso a tierra, agua, agro-biodiver-sidad, etc., para las comunidades rurales se cumplen en Cuba, por lo cual la isla lleva la delantera a muchos otros países, sin embargo algunas acciones adicionales serán necesarias:

Las tres soberaníasLa soberanía alimentaría o el

derecho de Cuba a definir su propio

modelo de desarrollo agrícola para satisfacer las necesidades de alimento de la población dentro de los límites impuestos por la economía nacional y global, la escasez de energía y el cambio climático no se pueden concebir sin que se desarrolle en forma simultánea en la isla la soberanía productiva y la soberanía energética. Elementos de las tres soberanías ya se encuentran presentes en muchas fincas pequeñas y medianas donde los agricultores no solo producen el 70-100% de alimento para el consumo familiar (por ejemplo, Finca de José Antonio Casimiro, CCS Reinerio Reina, Sancti Spíritus y otras) o de los miembros de las cooperativas y sus familias (Finca San Juan, muni-cipio de San Juan), sino que producen excedentes que venden en el mercado obteniendo ingresos bastante razo-nables. De hecho hay por lo menos 100,000 familias afiliadas a ANAP que logran niveles de productividad por hectárea capaces de alimentar entre 5-15 personas. Todo esto lo consiguen con tecnologías autóc-tonas (lombricompost, orga-nismos eficientes, etc.), sistemas de producción diversificados (policultivos, rotaciones, inte-gración animal, sistemas agro-forestales y silvopastoriles, etc.) y generando sus propias fuentes energéticas (mano de obra humana-animal, biogás, molinos de viento, etc.). Estos logros son importantes ya que las producciones se obtienen con una mínima fracción de insumos y otros recursos y a un costo por unidad de divisas mucho menor que la importación de alimentos o su producción industrializada.

Muchos agricultores usan una estrategia de adaptación del poten-cial genético y biológico de las plantas cultivables y especies animales a las condiciones ecológicas de la finca, más bien que la modificación de esta para satisfacer las necesidades de cultivos y animales. Esto ahorra mucha energía y recursos. Se necesita que esta estrategia se lleve a niveles de municipio o regiones para planificar el uso de la tierra de manera de alcanzar las tres soberanías. Por ejemplo, en la Estación de Pastos y Forrajes “Indio Hatuey” se está explorando la producción de Jartropha curcas para la producción de biodiesel en combi-nación con cultivos anuales (yuca, boniato, fríjol, etc.) lo que permite no sacrificar tierra que puede ser desti-

nada a la producción de alimentos. Otros investigadores plantean dedicar en grandes áreas 100 hectáreas a caña de azúcar cuya función sea producir el biocombustible necesario para producir cultivos alimenticios en 1000 hectáreas.

La agroecología provee las bases científicas y metodológicas para inte-grar en diseños diversificados tanto a pequeña como media y larga escalas (incluyendo plantaciones de cítricos, coco, caña de azúcar, papa, arroz, etc.) de manera que se produzca suficientes alimentos y energía, privilegiando el reciclaje y el uso de insumos locales y tecnologías auto-regenerativas.

Alianzas estratégicas interinstitucionalesAunque hay un gran número de insti-tutos realizando proyectos de inves-tigación y extensión en agroecología, está claro que hay dispersión y a veces poca coordinación de esfuerzos. La creación de alianzas estratégicas es fundamental para llevar a cabo proyectos de sistematización de expe-riencias, de pruebas de tecnologías o escalonamiento de sistemas agroe-cológicos exitosos. Hay que desar-rollar un enfoque más integrador de la agroecología para conectar las diversas líneas de investiga-ción, extensión y formación ahora funcionando en forma muy aislada.En lugar de generar conocimientos específicos sobre limitantes aisladas (plagas, deficiencias de nutrientes, etc.), hay que generar una meto-

Vivero Organopónico Alamar

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tigación extensión en varios munici-pios pilotos. Es necesario reorientar los sistemas de extensión actuales y contar con personal para sistema-tizar experiencias exitosas y que de diseminación a los principios agroe-cológicos que tomarán formas tecno-lógicas particulares en cada región de acuerdo a condiciones medioambien-tales y socioeconómicas específicas. La metodología campesino a campe-sino apoyada por investigadores juega un papel clave en este proceso. Esto significa apartarse de la instrucción de arriba hacia abajo para facilitar el aprendizaje de agricultores, investi-gadores y extensionistas en conjunto. La otra oportunidad es involucrar a los investigadores y profesores en forma más estratégica en los procesos

de experimentación y evaluación, ya que ello reforzará la generación de las bases científicas necesarias para la conversión, y también enrique-cerá la teoría agroecológica necesaria para formar mejor a las generaciones venideras de profesionales, técnicos y agricultores-experimentadores.

El continuo debate entre los varios actores en el ámbito rural sobre el futuro de la agricultura en Cuba permitirá definir los caminos más convenientes y soberanos destinados a afianzar los objetivos y logros de la Revolución. Solo el debate cons-tructivo y la acción concreta podrán terminar con la paradoja de la agri-cultura cubana. ■«Del 8 al 14 de marzo 2009, gracias a la cooperación de ACTAF y la hospi-

talidad de varias personas e insti-tuciones, pude realizar junto al Dr. Fernando Funes una gira por varias provincias y ciudades de Cuba, que incluyo visitas a fincas, centros de investigación y discusiones muy productivas con un sinnúmero de agri-cultores, investigadores, profesores, etc. A todos ellos mis más profundos agradecimientos y mis mayores expre-siones de solidaridad.»

UBPC Vivero Organopónico Alamar. Canalizando esfuerzos articulados y bien dotados de investigación, exten-sión y difusión agroecológica en un área de nos más de 1,5 millones de hectáreas es todo lo que se necesitaría para lograr las tres soberanías.

Resiliencia al cambio climático

Todo estos esfuerzos debieran enmarcarse dentro una concepción de resiliencia, enfocados en el desar-rollo de sistemas agropecuarios más resistentes al cambio climá-tico y con capacidad de recupe-rarse después de los eventos que los modelos predicen se harán cada vez más frecuentes y más violentos en países receptores del cambio climático como Cuba. La isla ya sufrió tres huracanes seguidos el año pasado y la evidencia circunstancial indica que los sistemas más diversifi-cados fueron menos afectados que los monocultivos desprovistos de protec-ción. Como ya se menciono, miles de campesinos cubanos han desarrol-lado sistemas agrícolas adaptados a las condiciones locales, lo que les ha permitido generar la producción continua necesaria para subsistir, en muchos casos con excedentes para la venta, a pesar de dotaciones margi-nales de tierra, variabilidad climática y el bajo uso de insumos externos. Parte de este desempeño está rela-cionado con la innovación constante de los agricultores y los altos niveles de agrobiodiversidad exhibidos por sus agroecosistemas. Observaciones durante las dos últimas décadas del desempeño agrícola después de eventos climáticos extremos han reve-lado que la resiliencia a los desastres climáticos está íntimamente relacio-nada con los niveles de biodiversidad de las fincas. La diversificación es, por lo tanto, una estrategia impor-tante para el manejo del riesgo de la producción en sistemas agrícolas pequeños, ya que la diversidad es de gran importancia para la esta-bilidad de los campesinos, permi-tiendo que los cultivos alcancen niveles aceptables de productividad incluso en condiciones de estrés ambiental.

En general, los agroecosistemas diversificados son menos vulnera-bles a la pérdida catastrófica porque la variedad amplia de cultivos y los

distintos arreglos especiales y tempo-rales, exhiben compensación en caso de pérdida... Entender cómo en muchas áreas rurales cientos de agri-cultores se han adaptado o resistido los eventos climáticos extremos es una fuente de conocimiento clave para el desarrollo de sistemas resilientes al cambio climático, una realidad que ya afecta a Cuba.

Estudios realizados en otras zonas del mundo ya afectadas por el cambio climático revelan que algunas de las estrategias de adap-tación incluyen:► Uso de variedades/especies adaptadas localmente mostrando adaptaciones más apropiadas al clima y a los requerimientos de hibernación y/o resistencia incre-mentada al calor y sequía,► Realzando el contenido de materia orgánica de suelos a través de la aplicación de estiércol, abonos verdes, cultivos de cobertura, etc. incrementando así la capacidad de retención de humedad.► Un uso más amplio de tecnolo-gías de “cosecha” de agua, conser-vación de la humedad del suelo mediante mulching), y un uso más eficiente del agua de riego.► Manejo del agua para prevenir inundación, erosión y lixiviación de nutrientes cuando las precipita-ciones aumentan.► Uso de estrategias de diversifi-cación como cultivos intercalados, agroforestería, etc.) e integración animal.► Prevención de plagas, enferme-dades e infestaciones de malezas que es posible modifiquen sus biolo-gías mediante prácticas de manejo que promueven mecanismos de regulación biológica y otros (antago-nismos, alelopatía, etc.) y desarrollo y uso de variedades y especies resis-tentes a plagas y enfermedades.► Uso de indicadores naturales para el pronóstico del clima para reducir riesgos en la producción.

El desafío ahora es cómo movi-lizar rápidamente este conocimiento de modo que pueda ser aplicado en la restauración de áreas ya afectadas o para preparar áreas rurales que se predice serán golpeadas por el cambio climático. Para que esta transferencia horizontal ocurra rápidamente, debe ponerse énfasis en involucrar directa-

mente a los agricultores en la exten-sión de innovaciones a través de redes bien organizadas agricultor a agri-cultor. El foco debe estar en la conso-lidación de la investigación local

y el desarrollo de capacidades para resolver problemas. Organizar a la gente alrededor de proyectos para promover la resiliencia agrícola al cambio climático debe hacer un uso eficaz de las habilidades y conoci-miento locales apoyados por investi-gación agroecológica más formal, ya que esto proporciona una plataforma para un mayor aprendizaje y niveles de organización local, mejorando así las posibilidades de empoderamiento de la comunidad y estrategias de desarrollo autosuficientes frente a la variabilidad climática.

ConclusionesEn Cuba existe una riqueza

inmensa de conocimiento agroeco-lógico. El desarrollo de este enfoque de desarrollo agroecológico ha sido propuesto por el conglomerado de investigadores, profesores, técnicos y agricultores amparados bajo ACTAF, ACPA y ANAP. Este acervo se basa en el conocimiento y la experiencia dentro de las comunidades agrí-colas que constituyen faros exitosos de la aplicación de la agroecologia, en sinergia con cientos de investiga-ciones, formando así la base de una estrategia teconológica que supera las limitaciones que resultan de los enfo-ques que dependen grandemente del capital, agroquímicos y maquinarias. Capitalizando al máximo en el poder de la agroecología, se logran produc-tividades a un costo relativamente bajo y con retornos a la inversión en la investigación varias veces mayor que otros enfoques como la biotec-nología transgénica que requiere de inversiones altas de infraestructura, equipos, personal, etc.

La voluntad política manifestada en escritos y discursos por las auto-ridades máximas de Cuba sobre la necesidad de priorizar la agricultura y la autosuficiencia debiera hacerse realidad con apoyos concretos de recursos necesarios para promover iniciativas productivas y energéticas que apunten a lograr las tres sobe-ranías a nivel de municipios. Hay opor-tunidades particulares de innovación institucional con potencial de crear sinergias colaborativas entre ANAP, ACPA, ACTAF y los centros de inves-

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tamiento”. Por otro lado se puede introducir el estudio de los recursos naturales.7. Con estos conocimientos pueden ya decidir el lugar y la planificación del huerto o analizar críticamente la planificación que exista. Se diferen-ciarán: a) Zona de hortalizas; b) Zona de árboles frutales; c) Zona de aromá-ticas; c) Setos vivos; d) Pradera natural o silvestre; e) Cajón de compostaje; f) Caseta de aperos y herramientas; g) Semillero-invernadero etc.;8. Con el diseño del huerto nos intro-ducimos ya, de lleno, en la práctica agroecológica con el aprendizaje de las técnicas de la AE sobre:• Fertilización: mineral y orgánica con abonos verdes, estiércol, compost y compostaje.• Germinación de semillas, siembra y trasplante• Técnica de cultivo: abonos verdes, acolchado, asociación, rotación y alternancia de cultivos, micorrizas, adventicias, lucha biológica etc.• Técnicas culturales y método preventivos.• Sanidad: lucha contra plagas y enfermedades, diferenciando los amigos y enemigos del huerto.• Recolección y conservación• Obtención y conservación de semillas ecológicas etc.9. En las técnicas de cultivo el alum-nado investiga la importancia de las asociaciones y rotaciones de hortalizas. Estudian determinadas asociaciones, obtienen los resultados, discuten estos, y elaboran las conclu-siones. Se organizan grupos para su estudio en parcelas diferentes. Por otro lado realizan experiencias de germinación de semillas, para estu-diar la influencia de determinados factores abióticos etc.10. Con dichas técnicas y con la orga-nización del jardín de aromáticas, setos vivos, adventicias y pradera natural llegan al conocimiento de la importancia de la Biodiversidad y se introducen en el estudio e impor-tancia de las Alelopatias; Ecotonos; Sucesiones etc.11. Con la pradera y aromáticas se insiste, también en los recursos forestales, en las adaptaciones, competencia, y en su importancia como refugio de la fauna auxiliar y en la biodiversidad del agroecosis-tema. También se llega, sobre todo en el estudio de las adventicias, a la introducción sobre dinámica de poblaciones al conocer las especies

oportunistas o estrategas de la “r”, y las especies estrategas de la “K”.12. En sanidad se acercan al estudio de los factores bióticos con las rela-ciones intraespecíficas e interespecí-ficas. En las primeras con el control de las poblaciones y la competencia y en las segundas con el control de estas mediante la relación depre-dador-presa y con los conceptos de hábitat y nicho ecológico al trabajar sobre introducción de especies en el agroecosistema, caso de introducción de depredadores y parasitoides de fitoparásitos.13. Con la recogida de la cosecha se aprovecha, de nuevo, para el estudio de las Sucesiones y para la determi-nación de los parámetros tróficos del agroecosistema: Biomasa, Producción y Productividad, llegando mediante la práctica, a entender dichos conceptos. El alumnado observa, por otro lado, que parte de esta biomasa es devuelta al agroecosistema mediante el compostaje de los residuos del huerto y de los que aporta el propio alum-nado con los residuos de cocina.14. Por otro lado, con los árboles frutales y con los setos vivos de gran porte, se insiste en la importancia de la recuperación de nutrientes profundos que vuelven al suelo con la caída de las hojas.15. La práctica didáctica permite sugerir, con el desarrollo de la Agroecología, que se diferencien los conceptos de agroecosistema y agro-sistema. La propuesta, Suárez, E.(2009) es que se reserve el primero para definir los agrosistemas soste-nibles y los segundos para cualquier sistema agrario.

Resultados y conclusionesLos resultados son concluyentes en cuanto que es una experiencia que viene desarrollándose desde hace 20 años. En los últimos años la propuesta se ha ido concretando al modelo descrito con el único incon-veniente que ha tenido que ir adap-tándose a las modificaciones que ha venido sufriendo la ley de Educación Secundaria. Sin embargo el proceso de evaluación del alumnado confirma la validez del método, y permite concluir que la propuesta didáctica es apropiada para el aprendizaje de las prácticas ecológicas agrarias y para la iniciación al estudio de la Agroecología

para el alumnado de la Enseñanza Secundaria y Formación Profesional, al ser una propuesta evidentemente práctica y permitir desarrollarla con diferentes grados de profundización.La experiencia también sugiere que el mínimo de horas semanales sea de 3 o 4 horas. ■

Reseñas bibliográficas1. Suárez E. & Claramunt, T. (2003) a. La AE en el nuevo Sistema Educativo. VII Jornadas Técnicas de la Sociedad Española de AE. (SEAE). Garrucha. Almería.2. Suárez, E. & Claramunt, T. (2003) b. Propuesta para que la AE sea incorporada al sistema educativo en el nuevo catálogo de títulos de formación profesional específica para Andalucía, VII Jornadas Técnicas de la Sociedad Española de AE. (SEAE). Garrucha. Almería.3. Súárez, E. (2004). Taller de huerto escolar: el huerto ecológico en la Educación Secundaria. VI Congreso Nacional de Agricultura Ecológica. Almería.4. Suárez, E. (2009). Iniciación al estudio de la Agroecología. El huerto ecológico escolar. 202pp. En imprenta.

Propuesta didáctica para la iniciación al estudio de la Agroecología Ernesto Suárez. Profesor de Biología y Geología en el IES Al-Ándalus de Almería y socio de SEAE.Paseo de la Caridad s/n 04008 Almería.

e-mail: [email protected]

IntroducciónCon la experiencia teórico-prác-

tica se pretende que el alumnado comience, mediante el aprendizaje de las técnicas de la AE y la obser-vación y experimentación a través del método científico, el estudio de la Agroecología al ir descubriendo y estu-diando la dinámica del ecosistema, para tratar, entonces, de facilitar que dicha dinámica se lleve a cabo en el huerto ecológico considerado como agroecosistema.

La experiencia lleva varios años desarrollándose en el centro desde que en el curso 88-89 comenzamos con el huerto ecológico escolar, entonces “huerto biológico”, primero como disciplina propia y más tarde dentro de la disciplina de Ecología en 1º de Bachillerato. Dicha experiencia fue dada a conocer en las VII jornadas técnicas de SEAE en Garrucha (Almería) (Suárez, E. & Claramunt, T. 2003) (a y b) donde se sugería ya como propuesta para módulo o ciclo para FP.; y más tarde, como taller de huerto ecológico escolar en la Educación Secundaria (Suárez, E. 2004) en el VI Congreso SEAE que tuvo lugar en Almería.

Desde allí, con la práctica didác-

tica, la propuesta se ha ido concretando hasta la

actualidad, donde a partir del método científico el alum-

nado se inicia, “investigando”, en el aprendizaje de las técnicas

agroecológicas y en el estudio del agroecosistema.

La experiencia, al permitir dife-rentes grados de profundización, también se ha llevado a cabo con el alumnado de la ESO en los niveles de 3º y 4º en diferentes etapas. Este curso se ha podido desarrollar hasta con 30 personas, entre alumnas y alumnos de 1º de Bachillerato, orga-nizadas en grupos de trabajo.

Metodología y objetivosLas entradas pueden ser diversas según los diferentes niveles de profundiza-ción, pero en todos se introducen los conceptos de “Sistema” “Ecosistema” “Medio Ambiente” “Salud” “Impacto ambiental” y “Desarrollo Sostenible” a donde podemos llegar desde la prác-tica, en el mismo huerto ecológico, y en el momento más adecuado que nos interese.La metodología básica sugiere comenzar desde “cero” con la elección del lugar y la organización y planifica-ción del huerto ecológico. Este hecho va a permitir que el alumnado vaya descubriendo la importancia de los factores abióticos y bióticos del agroe-cosistema: del suelo, del clima, del agua, de los seres vivos y sus rela-ciones etc.1. Elección del lugar. Estudian la ubicación del huerto, orientación, sombras, suelo, agua, adventicias etc.2. El clima. Desde las zonas de umbría y solana descubren la impor-

tancia de la insolación y del clima en la distribución de los seres vivos y se introducen en el estudio de los factores limitantes.3. El suelo. Descubren la impor-tancia de un suelo franco con técnicas sencillas de análisis de suelos, dife-renciando los suelos arenosos muy permeables de los arcillosos y limosos y de las ventajas e inconvenientes de cada uno de ellos. Observan que las adventicias presentes nos pueden aproximar a la textura y estructura del suelo.También por el color, descubren que podemos saber el grado de ferti-lidad así como algo sobre su origen. Se utilizan técnicas de análisis muy sencillas.4. Con el análisis de los orga-nismos del suelo se introducen en los procesos de fertilización y de humificación y su importancia, así como en el concepto de nutriente, absorción de estos y en el complejo de cambio y extracto saturado. Desde el conocimiento de los nutrientes, en las diferentes etapas del aprendizaje, se puede derivar hacia el conocimiento de los ciclos biogeoquímicos, cono-cido ya el ciclo de la materia y flujo de energía al definir el concepto de ecosistema.5. El agua. Con el agua llegan al concepto de pH y su importancia en la absorción de los nutrientes, y al concepto de ósmosis al conocer la importancia de la salinización por su influencia, también, en la absorción de los nutrientes. Realizan análisis químicos sencillos y determinan la conductividad eléctrica.6. Con el suelo y el agua llegan a conocer los diferentes tipos de agua presente en el suelo y a entender el concepto de agua de “marchi-

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ticamente (OMG). Se une así a Austria, Grecia, Francia, Hungría y Luxemburgo (más Italia y Polonia, que tampoco los permiten de hecho porque tienen moratorias) en prohibir el cultivo de maíz MON 810, único OMG cuya siembra se permite en la UE y del que España acapara el 75% de la producción, con casi 80.000 hectáreas.

Desde que la UE autorizó el cultivo, importación y consumo del MON 810 en 1998 (mediante la Directiva 2001/18/CE), los países han podido acogerse a la «cláusula de salvaguardia», un procedimiento que la ley reserva por el que un país puede alegar nuevos conocimientos cientí-ficos sobre riesgos medioambientales o sanitarios para «restringir o prohibir provisionalmente en su territorio el uso o la venta de dicho OMG».

Los países que se acogen a esta cláusula tienen que remitir los informes sobre los que basan su decisión a la Comisión Europea, que encarga a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) los análisis y evaluaciones, y sería de acuerdo con éstos que la Comisión Europea podría obligar al país a levantar la prohibición. Hasta ahora, la EFSA no ha encontrado suficiente base científica en ninguno de los informes; en la última ocasión, en febrero, tanto la EFSA como la agencia francesa se pronunciaron negativa-mente sobre los informes presentados por Francia, afirmando que no encon-traban riesgo alguno medioambiental o sanitario en la producción del MON 810. Los informes presentados por Alemania y Luxemburgo, publicados en 2008, aún no han sido transmi-tidos a la EFSA, afirmó ayer Josep Casacuberta, miembro del panel de transgénicos de la agencia: «Cuando se publica un nuevo artículo, la comu-nidad científica lo debate; ahora habrá que ver estos nuevos informes pero, por ahora, no ha habido ninguno que haya aportado datos concluyentes sobre riesgos al medio ambiente o a la salud».

Los estudios, publicados en la revista Archives of Environmental Contamination and Toxicology, hablan de los daños producidos a la pulga de agua Daphnia Magna y a la mari-quita Adalia Bipunctata. Ambos reali-zados en laboratorio, para la primera especie constata, en una alimenta-ción realizada exclusivamente a base de maíz MON 810, un aumento del

riesgo de mortalidad y de las capa-cidades de maduración sexual. En el caso de la mariquita, el estudio se realizó en estados de inmadurez (larvas) y observa, en determinadas concentraciones, un aumento de la mortalidad. No obstante, ambos estu-dios se muestran muy cautos en sus conclusiones y sugieren la necesidad de nuevas investigaciones.

El MON 810 está modificado gené-ticamente mediante la introducción de una proteína que repele el taladro, un insecto de la plaga que más afecta al maíz y que se encuentra sobre todo en España y más concretamente en la zona del Delta del Ebro, donde hay más hectáreas de cultivo (un tercio de todo el que se produce en la UE); este OMG está patentado por la multinacional Monsanto. Según Pere Puigdemont, investigador del Grupo de Ética de las Ciencias y las Nuevas Tecnologías de la UE, el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) junto con la Universidad de Lérida, han realizado investiga-ciones para vigilar el impacto del cultivo de MON 810 sobre otros insectos. «No se han podido demostrar efectos adversos, más bien al contrario, ya que no es necesario usar tantos insecticidas y eso favorece a la biodiversidad», afirma el investigador.

No son de la misma opinión las organizaciones ecologistas, que estiman que el cultivo de los transgénicos está suponiendo «un gran experimento con la Humanidad, ya que no conocemos la capacidad real de extensión y multiplicación de este gen», afirma Tom Kucharz, portavoz de Ecologistas en Acción.

Dejando a un lado el riesgo de daños medioambientales o sanitarios, resulta interesante el estudio Failure to yield, de Doug Gurian-Sherman, de la Union of Concerned Scientist, una reconocida organización americana de científicos preocupados por temas ambientales. En él, Gurian-Sherman trata de desmitificar las pretensiones de aumento de productividad que desde el principio han girado en torno a los transgénicos. El informe asegura que, tras 20 años de investigaciones y 13 de comercialización en EE UU, los OMG que toleran herbicidas no han conseguido un incremento de la productividad y que éste ha sido marginal en los resistentes a insectos (como el MON 810).

Pese a las promesas de las indus-trias, el autor de Failure to yield asegura que el incremento en el rendi-miento se ha debido a los avances en las técnicas agrícolas más que a las propiedades de los transgénicos. El informe dice que el maíz BT (como se conoce la modificación genética del MON 810) ha conseguido incrementar la productividad alrededor del 3 o 4% en ese país tras 13 años de cultivos. El informe concluye que la producti-vidad también puede incrementarse a través de técnicas de carácter ecoló-gico y pide a las autoridades que fomenten este tipo de cultivos, sobre todo en países en desarrollo.

La empresa que posee la patente del MON 810, la multinacional Monsanto, recibió la autorización para comercializarlo en Europa en 1998 y ahora e s t á e n

t rámi tes para obtener una prórroga por otra década. «Es un proceso complejo», asegura Jaime Costa, director de Asuntos Regulatorios de la empresa, «entregamos los informes a finales de 2007 y estamos pendientes de su respuesta».

La multinacional se defiende de sus muchos detractores asegurando que la regulación europea es muy estricta y que se cumple con todos los estu-dios y seguimientos exigidos. Costa apela a la seguridad del producto con un dato. «Entre los años 2003 y 2007 hubo 62 alertas y notificaciones de seguridad alimentaria por presencia de micotoxinas en el maíz: 43 fueron de cultivo convencional, 19 ecológico y ninguna se produjo en maíz trans-génico».

L a aparición de nuevos estu-dios sobre los posibles efectos adversos para el medio

ambiente del cultivo de transgé-nicos está sembrando dudas en la comunidad internacional. Dos informes sobre daños a sendas especies de insectos han servido a Luxemburgo y Alemania para vetar formalmente en su terri-

torio el cultivo de estos productos. Además, un reciente estudio en EE UU alerta del fracaso en las pretensiones sobre el aumento de la productividad, argumento sobre el que en parte se ha basado la defensa de los transgénicos, espe-cialmente en países en desarrollo, como una solución para contribuir a la erradicación del hambre.

La UE no considera concluyente ninguno de los informes que se han presentado. La falta de acuerdo hace que cada país miembro actúe unilateralmente.

Alemania agitó la polémica el martes al anunciar que se convierte en el sexto país de la Unión Europea en prohibir en su territorio el cultivo de organismos modificados gené-

Nuevos estudios científicos en EEUU y Europa arrojan dudas sobre la seguridad y la eficiencia de los cultivos genéticamente modificados Alemania es el sexto país de la UE en prohibirlos España lidera la producción en el continente con un 75% del total C. Castro 18/04/2009

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En Monsanto, la decisión de Alemania ha causado «sorpresa», y no descartan tomar «medidas jurídicas» contra la prohibición. Costa esgrime: «Estamos preocupados porque se están haciendo las cosas al margen de la estricta regulación existente». El directivo de la empresa defiende que «no puede ser en Europa, donde se cultiva el 0,3% del maíz a escala mundial, donde primero se noten efectos adversos y no en Estados Unidos u otros países donde se cultiva de forma masiva».

Pere Puigdemont estima que la decisión alemana, un país que apenas cultiva el producto (alrededor de 3.600 hectáreas), «está motivada por presiones políticas, porque no hay base científica que justifique la prohibición». Es cierto que, aunque la EFSA (y en algunos casos las de los propios países, como la agencia francesa el pasado mes de febrero) ha concluido que no existían daños, la agencia es tan sólo un órgano consul-tivo y tendrían que ser los países miembros, a través de un acuerdo, los que obligasen a levantar la cláusula, algo que hasta ahora han impedido las posiciones enfrentadas.

El secretario de Estado de Medio Rural y Marino, Josep Puxeu, fue duro esta semana en relación al veto de los países de la UE: «A Francia, como exportador, le encantaría que Europa tuviera que aprovisionarse exclusivamente en su mercado». Sobre Alemania, Puxeu afirmó que «no tienen la plaga» y «están suficien-temente dotados con su producción».

El sector agrícola también está, por su parte, dividido. Carlos Ferrer, presidente de la Asociación de jóvenes agricultores (ASAJA) de Huesca y vicepresidente de la Asociación de Productores de maíz, es partidario de los OMG: «Si tenemos que competir con los productos de fuera queremos jugar con las mismas oportunidades». Ferrer dice que su asociación no entra en temas científicos, «porque las inves-tigaciones las tiene que hacer quien corresponda». No obstante, añade: «No podemos quedarnos en el vagón

de cola de la biotecnología y dejar de ser competitivos».

No son de la misma opinión los colectivos de agricultura ecológica. Víctor Gonzálvez, presidente de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, aplaude la decisión de Alemania, de la que espera que «haga al Gobierno entender que no es una cuestión de progresismo, es una cuestión de dudas y hay que aplicar el principio de precaución». Gonzálvez dice que su asociación no cuenta con datos sobre cultivos pero que en los últimos años se han dividido «por tres o cuatro».

La principal queja de los produc-tores ecológicos viene por la cuestión de la llamada «coexistencia» entre los cultivos de OMG y ecológicos. El problema está en la posible disper-sión del polen del maíz transgénico a cultivos ecológicos, polinizando estos últimos y por lo tanto, imposi-bilitando su catalogación como tales. Puigdemont asegura que se ha demos-trado que 25 metros de separación son suficientes para que no exista riesgo de mezcla, pero los ecologistas denuncian que no hay garantías. En este sentido, muchos países tienen ya regulada la distancia que debe existir entre las diferentes plantaciones, algo que España aún no ha hecho, pese a haberlo anunciado repetidas veces desde 2005. El secretario de Estado de Medio Rural, Josep Puxeu, declaró esta semana que el Gobierno español «pide a la Unión Europea que adopte una posición para el cultivo, porque si hay algún problema de coexistencia defina cuales son las reglas del juego». Este periódico trató, repetidas veces y en balde, de preguntar por la regula-ción en España.

La confusión sobre los transgé-nicos viene, en parte, de la contradic-ción existente entre las restricciones al cultivo y el silencio sobre la importa-ción y el consumo, lo que es otra gran preocupación para los agricultores. El presidente de ASAJA critica: «Quieren ponernos trabas al cultivo cuando Europa importa al año 50 millones de toneladas de soja transgénica, que si

no la tuviéramos no habría ganado». Puxeu también se pronunció en este sentido: «No quiero entrar en el terreno científico, pero tantos y tantos productos como el pan, las levaduras, los vinos, los quesos, la insulina de los diabéticos están elaborados con productos transgénicos, que parece que estuviéramos demonizando los avances de la biotecnología».

La incertidumbre que generan estos productos provoca, por ejemplo, que casi la totalidad de la producción del MON 810 se dirija a la elabora-ción de piensos y que la mayoría de las empresas se abstengan de utili-zarlo para consumo humano, pese a estar autorizado. La normativa de la UE obliga a la etiquetación de los productos elaborados con transgé-nicos como tales; algo que resulta insuficiente para las organizaciones ecologistas: «Pedimos que se controlen también los animales alimentados con transgénicos», dice Kucharz.

La lucha contra los transgé-nicos, liderada desde siempre por las organizaciones ecologistas aunque apoyada por otros grupos, ha tomado esta semana más fuerza, moti-vada por la decisión de Alemania. Embajadas y consulados de España en varios países de Europa fueron el jueves escenario de protestas y hoy está prevista una manifestación en Zaragoza, a la que ya se han sumado muchos colectivos, como las asocia-ciones de consumidores. La Unión de Consumidores (UCE) lamentó recientemente que, mientras que la mayor parte de los países del entorno comunitario tienden a prohibir la producción de OMG, «en España se siguen cultivando a gran escala». La Confederación de consumidores y usuarios se expresó en la misma línea y reclamó «más investigaciones, transparentes y públicas». ■

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La aplicación de tecnología genética en la agricultura no genera beneficios económicos Varias fuentes

S egún un reciente informe presentado por la Federación del sector de alimentos ecoló-

gico (BÖLW), asociación alemana de productores, elaboradores y distri-buidores de alimentos ecológicos, la aplicación de tecnología genética en la agricultura no genera siempre beneficios económicos, sino que eleva los costes de la producción de alimentos.

La asociación alemana BÖLW ha presentado en Berlín un informe en el que se demuestra que los costes adicionales derivados de la aplica-ción de tecnología genética en la agricultura no redundan en una mayor rentabilidad. Estos costes que se ocasionan por varios factores, tales como el mayor precio de las semillas, o las inversiones necesa-rias para llevar a cabo la separación de cultivos contaminados con varie-dades genéticas no permitidas, se elevan a varios miles de millones de dólares y no tienen ninguna justi-ficación económica. Los supuestos beneficios derivados del cultivo de variedades transgénicas se anulan por estos gastos. Los únicos bene-ficiados por el cultivo de variedades modificadas genéticamente son un puñado de multinacionales, en espe-

cial Monsanto, cuyas patentes le aseguran altos beneficios.

Felix Prinz zu Löwenstein, presi-dente de BÖLW, hace balance: “Los beneficios de la tecnología genética aplicada a la agricultura no reper-cuten ni al agricultor ni al consumidor, sino solamente a las multinacionales que los comercializan. Está fuera de toda lógica que la ley proteja a estas empresas ante la gran responsa-bilidad que representa este tipo de actividad. No se entiende por qué las nuevas variedades de organismos modificados genéticamente (OMG) no se someten a unas pruebas estrictas que comprueben los daños medioam-bientales y las consecuencias econó-micas que conllevan. Requerimos un sistema que exija una absoluta responsabilidad, así como que se reforme el procedimiento que otorga los permisos en la UE. La Ministra federal de economía Ilse Aigner debe detener el cultivo y oponerse a la intención de la Comisión Europea de permitir más variedades genéticas de maíz.”

Christoph Then, que ha colabo-rado como experto crítico e indepen-diente en el estudio, afirma: “en total, los costes derivados de los daños por contaminación por variedades modi-

ficadas genéticamente no permitidas, así como por la posterior separa-ción de la producción, ascienden a varios miles de millones de dólares americanos. Varios estudios sobre la viabilidad económica de este tipo de cultivo demuestran que los agricul-tores solamente consiguen amortizar las grandes inversiones en casos excepcionales y en unas condiciones muy concretas. Además”, continúa, “la tecnología genética encarece enor-memente las semillas, cuyos precios se encarecen de forma mucho rápida que en los cultivos tradicionales, sin que se constate un aumento del rendimiento”.

Stefan Rother, de Frosta AG (en materia de tecnología genética) y presidente de BÖLW, añade: “nues-tros clientes demandan productos naturales que no hayan sido modi-ficados genéticamente y nosotros, como empresa, queremos y debemos satisfacer esta demanda. El marco normativo en materia de tecnología genética es insuficiente y esto conlleva a que las empresas de tamaño medio carguen con los riesgos y costes que conlleva la aplicación de tecnología genética, a pesar de que están en contra de ella”. ■