La presencia de Antonio Gramsci en Colombia. Una revisión

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La presencia de Antonio Gramsci en Colombia. Una revisión written by Damian Pachon Soto | noviembre 2, 2021 La presencia de Antonio Gramsci en Colombia. Una revisión[1]. Damián Pachón Soto. Profesor Universidad Industrial de Santander, Colombia. Profesor Visitante Asociado de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe, Japón. Introducción Hay que partir diciendo que en Colombia la recepción de Gramsci fue

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La presencia de Antonio Gramscien Colombia. Una revisiónwritten by Damian Pachon Soto | noviembre 2, 2021

La presencia de Antonio Gramsci enColombia.Una revisión[1].

Damián Pachón Soto.

Profesor Universidad Industrial de Santander, Colombia.

Profesor Visitante Asociado de la Universidad de Estudios Extranjeros deKobe, Japón.

Introducción

Hay que partir diciendo que en Colombia la recepción de Gramsci fue

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“relativamente tardía”[2] si se compara con la de otros países, pero, comoveremos, este juicio debe matizarse. Aquí nos referiremos, brevemente, a loscasos de Argentina, Brasil y México, con el fin de mostrar parte del contextolatinoamericano en el cual se dio esa recepción. Indicaremos en la reseñaalgunos estudios que pueden ofrecer una panorámica más completa.Seguidamente, nos centraremos en el caso colombiano para terminar conalgunas conclusiones.

Gramsci en el contexto latinoamericano.

En Argentina, como ha mostrado José Aricó en su clásico estudio La cola deldiablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, se dio una temprana recepcióndel pensador italiano. Es más, el español fue una de las primeras lenguas a laque se tradujo su obra, pues “fue precisamente en América Latina donde losCuadernos de la cárcel aparecieron por primera vez traducidos ya no sólo al

español, sino poco después al portugués”[3]. En el país austral los Cuadernos sepublicaron parcialmente entre 1958 y 1962, y en Brasil, entre 1966 y 1968. EnArgentina fue Héctor Pablo Agosti, miembro del Partido Comunista, quien, porparadójico que parezca, animó esa introducción, y quien incluso utilizó el

arsenal teórico de Gramsci para realizar un análisis del pasado nacional[4].Agosti animó por varios años un debate al interior del Partido ComunistaArgentino, el cual terminó con la expulsión de los gramscianos en 1963, loscuales fundaron, en Córdoba, una de las revistas más importantes para elestudio de la obra de Gramsci: Pasado y presente, publicación que estuvodurante varios años a cargo del propio Aricó, y que significó una apertura avertientes distintas del marxismo y a otras corrientes intelectuales: desdeSartre hasta Lacan, pasando por Braudel y el estructuralismo. Igualmente, larevista revivió la confianza en el marxismo italiano, bastante denostado en laera del fascismo, lo que favoreció la recepción de Gramsci. Italia, tan cercana aArgentina, volvía a estar presente en su cultura intelectual, en el cine y laliteratura. Por eso Aricó dice que Gramsci: “nos posibilitó mantener abierta lacriticidad de la perspectiva marxista y con ésta la vocación de escapar del

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doctrinarismo”[5].

En estos años aparecieron traducidas varias obras de Gramsci: en 1958 Elmaterialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, en 1960 Losintelectuales y la organización de la cultura, en 1961 Literatura y vida nacional,y en 1962 el fundamental Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre elEstado moderno. Desde ese momento, el debate en torno a Gramsci enriquecióla perspectiva que se tenía del marxismo, si bien el Partido Comunista semantenía reacio a la incorporación de su legado y ciego a los grandes aportesde su obra, mientras seguían defiendo el marxismo-leninismo de corte soviético.

Ahora, ¿qué significaba concretamente Gramsci para los argentinos que ledieron una temprana acogida a su obra? Al respecto dice Aricó:

Era el único político marxista cuya agudeza política evidenciaba ser el resultadotambién de una capacidad inédita de encontrar las motivaciones culturales delas cuestiones, asumiéndolas como tales. La cuestión insoslayable y decisiva dela cultura, y por tanto la cuestión política decisiva de los intelectuales, en laconstrucción de la hegemonía. He aquí lo que Gramsci, y ningún otro, aportaba

como elemento de novedad en la tradición leninista[6].

Aricó menciona que Gramsci fue el primero que los interpeló comointelectuales, para que fueran algo más que compañeros de ruta delproletariado. En el proyecto marxista emancipador, para las izquierdas, lacultura empezó a jugar un papel importantísimo: “Por primera vez la culturaaparecía allí donde debía estar, como una dimensión insuprimible de la acciónpolítica. El partido como intelectual colectivo; en el interior, nosotros como

intelectuales orgánicos”[7]. Pero había algo más: Gramsci invitaba a pensar elproblema nacional, la realidad concreta. Así como el pensador sardo se habíainteresado por la formación social italiana, se invitaba ahora a pensar laformación social argentina y, también, los Estado-nación latinoamericanos.Conceptos como hegemonía, bloque histórico, “la distinción entre momentoeconómico-corporativo y momento ético-político, guerra de movimientos y

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guerra de posición, o sea, el conjunto de sus categorías analíticas”[8], obligabana pensar en contexto.

En la obra de Gramsci estos intelectuales encontraron aquello que no habíanhallado en Marx o en Lenin. Por lo menos, sus aportes complementaban opensaban mejor algunos de los descuidos teóricos del marxismo-leninismo. Estovalía para el resto de América Latina. Y también explica por qué al interior delos partidos comunistas su obra fue subvalorada, denostada, prohibida yrotulada desde socialdemócrata hasta reformista.

En el caso de Brasil, como muestra Rodrigo Santofimio Ortíz, la obra deGramsci ingresa en los años 60, época en la cual imperaba la versiónmanualesca de Marx. Esos manuales, editados en la URSS eran las fuentesteóricas de las cuales bebía el marxismo. Santofimio Ortíz, citando el texto“Brasil y Gramsci: varias lecturas de un pensamiento” de Carlos Nelson

Coutinho[9], sostiene que esas fuentes no permitían percibir

“el agudo teórico del Estado ampliado y de la revolución socialista enOccidente, ni siquiera al investigador de las formas no clásicas de transiciónpara la modernidad capitalista […] se trataba entonces de un Gramsciapropiado en los terrenos de la filosofía, de la estética, y de la crítica cultural[…] un Gramsci sustraído de la práctica política, puesto que ésta era atribuciónde la dirección del Partido de dar la última palabra en las cuestiones

específicamente políticas”[10].

En Brasil también ingresaron obras como Los intelectuales y la organización dela cultura y Literatura y vida nacional; posteriormente se publicaron los escritossobre Maquiavelo y Pasado y presente, sin embargo, se presentó un Gramscimutilad, reducido, ante todo, como filósofo y crítico literario en el cual ladimensión política era secundaria. Ya a mediados de los años setenta Gramsciingresa a la universidad, publicándose varias monografías sobre su obra, lo cualimplica que sus categorías empezaron a ser mejor estudiadas y mejorcomprendidas. Es en los años ochenta cuando fueron realizadas varias

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investigaciones en disciplinas como la sociología, la ciencia política, laantropología, “abarcando temas tan variados como la cultura popular, el

fenómeno religioso, cuestiones pedagógicas o de política y servicio social”[11].

En el caso de México, hay que recordar que, tras el golpe en Argentina en 1976,José Aricó y su grupo tuvieron que emigrar hacia ese país. Allí, gracias a laeditorial Siglo XXI, proyecto de Alejandro Orfila, se continuó difundiendo el

pensamiento de Gramsci[12]. En este país se publicó el texto Los usos de Gramscide Juan Carlos Portantiero, uno de los libros claves del gramscismolatinoamericano pues aborda el concepto de Estado, crisis, hegemonía y

coyuntura[13]; también se dio una gran difusión de las obras gramscianas endistintas editoriales. Hay que recordar que fue en ese país donde apareció laAntología de Manuel Sacristán sobre el pensamiento de Gramsci, obra quesigue circulando y que ha sido fundamental para la difusión del pensamientogramsciano en España y en América Latina. Igualmente, fue en ese país dondese dio la traducción, en la Editorial Era, de los Cuadernos aparecidos a partir de

1981, en traducción de Ana María Palos y revisada por José Luis González[14].Esa recepción no se dio sin cierta polémica, pues, por ejemplo, el ecuatorianoAgustín Cueva calificaba a Gramsci como “un revisionista y la escoria del

oportunismo”[15]. México, sin duda, ha sido un punto clave para la difusión deGramsci y su pensamiento, debido, sin duda, a su gran riqueza editorial.

El caso colombiano

En el caso colombiano la situación no escapaba a las circunstancias querodearon la recepción de Gramsci en el resto del continente. El marxismo seencontraba bajo el dogmatismo recalcitrante y arzobispal del PartidoComunista. Y mientras el país se hundía en la violencia y la exclusión del FrenteNacional, las fuerzas de derecha hacían todo lo posible por regresar el país a lascavernas, especialmente, los gobiernos conservadores de Mariano OspinaPérez, Laureano Gómez, y el posterior maridaje bipartidista entre liberales yconservadores, acompañados, desde luego, por la iglesia y su convicción de que

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gobernando el más allá controlan, en realidad, el más acá. Con todo, en esecontexto, y en los resquicios del acerado conservadurismo, Martha Trabamantenía la reflexión en torno al arte y la revista Mito luchaba contra la pacatacultura conventual del país, la cultura parroquial provinciana autocomplacientecon su estado de ignorancia febril. Fue en Mito donde se inició ese proyecto deapertura cultural que buscaba abrir nuevos horizontes al pensamiento y laliteratura colombianos. En esa revista se tradujo y se publicó lo más granado dela literatura, el arte y la filosofía europea. En ella apareció, según reseñadetalladamente Santofimio-Ortíz, un artículo de Antonio Gramsci titulado

“Literatura funcional”[16], en el cual se encontraban varias reflexiones sobre elarte y la literatura.

Lo interesante del artículo de Gramsci, tomado de su libro Literatura y vidanacional, y publicado en Mito en 1956, es que reflexiona sobre el arte, el papeleducativo del mismo y el gusto colectivo, sin embargo, en su contexto completo,la reflexión apunta a la relación entre literatura y nación, más precisamente, ala manera como la literatura debe expresar el ánimo, la voluntad y los deseos deun pueblo. Es necesario enmarcar, pues, esa reflexión en la lectura que hizoGramsci de De Sanctis, el gran crítico literario italiano, que supo establecer lasrelaciones entre intelectuales y literatura nacional, rechazando el esnobismo yla separación entre literatura y pueblo, pues el creador, el literato, debe crear

conciencia nacional-popular[17]. Este tratamiento del tema, está relacionado conlos estudios de sociología de la literatura donde ésta última ayudó a formar lanacionalidad, tal como se dio en otros países de Europa y América Latina. En elcaso argentino fueron esas reflexiones de Gramsci las que originaron losestudios de Juan Carlos Portantiero sobre la literatura nacional, leída desde el

realismo[18].

Este es, tal vez, el primer texto de Gramsci publicado en el país. Ahora, hay quedecir que Miguel Ángel Herrera Zgaib sostiene que la primera alusión la hizo enColombia el crítico literario Carlos Rincón, recientemente fallecido en Alemania.

Con todo, el problema de Herrera, es que no cita la fuente[19]. Por eso, para el

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presente estudio se ha preferido acoger la periodización que hace el profesorSantofimio-Ortíz, sin dejar de hacer algunas reservas y anotacionescomplementarias. Él plantea que es posible definir “tres momentos” del

gramscismo en Colombia[20]. El primero de ellos, a mediados de los añoscincuenta, cuando aparece el mencionado artículo de Gramsci en la revistaMito. Esta es una recepción temprana comparada con el caso argentino, perosin el vigor, la importancia y los frutos que produjo en ese país. Igualmente, esatemprana presencia permite matizar la afirmación citada de Adrián Quinterosobre la recepción “relativamente tardía” del pensador sardo en Colombia,pues, de hecho, es una aparición bastante temprana en Colombia concaracterísticas similares a las de Brasil: Gramsci fue acogido inicialmente en loscírculos de la crítica literaria y los estudios culturales.

El segundo momento implica ya la presencia de Gramsci en Colombia. En estecaso, Santofimio-Ortíz menciona varios textos que dan cuenta de fragmentos dela obra de Gramsci que circularon después de los años sesenta. Estos sonrespectivamente: Al partido de autoría de Lenin y Gramsci de 1975, “El libritofue publicado por la Editorial Lealon, de Medellín, como editor Norman

Bethome y distribución de la Pulga editorial”[21]. Este texto incluye unaintroducción, que aparece en la Antología que luego realizó Manuel Sacristánbajo el título “disciplina y libertad”. Allí se dice: “Adherirse a un movimientoquiere decir asumir una parte de la responsabilidad de los acontecimientos quese preparan, convertirse en artífices directos de esos acontecimientos

mismos”[22]. El texto alude a la disciplina y al compromiso en la militancia. Ennuestro contexto, el tema, sin duda, está mediado por la lectura leninista de laépoca.

Un segundo texto publicado en este periodo fue El príncipe de Nicolás deMaquiavelo, con comentarios de Antonio Gramsci, en ediciones Pepe, sin fecha,publicado en Medellín. Se presume publicado en los años setenta. En el prefaciodel libro se reitera la lectura del Partido como “el príncipe moderno”. Aquí hayque recordar que esa lectura corresponde efectivamente a la lectura de Gramscidonde el partido es fundamental no sólo porque está formado por los

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intelectuales orgánicos de un grupo social, sino porque el partido es educador,difunde la ideología y es fundamental para la educación de la sociedad y laconstrucción de la hegemonía.

Príncipe podría ser un jefe de Estado, un jefe de gobierno, pero también un jefepolítico que quiera conquistar un Estado o fundar un nuevo tipo de Estado; eneste sentido ‘príncipe’ podría traducirse a la lengua moderna por partido

político[23].

Santofimio-Ortíz menciona también una publicación de las obras de Gramscititulada Notas para una teoría del partido político marxista, de 134 páginas, sineditorial clara, si bien menciona la “Librería Editorial Comuna Socialista”. Ellibro consta de tres secciones “La ciencia marxista de la política”, “Laestructura del partido político, su determinación histórica” y “Notas varias”, lapublicación era una “recopilación de la transcripción de textos de Gramsci

editados y publicados por la Editorial Lautaro de Buenos Aires” [24]. Lapublicación es, probablemente, de los años 70 y era distribuida por la libreríade la Universidad Libre.

Como se vio atrás, en Argentina ya se habían publicado en 1962 Notas sobreMaquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno de Gramsci, de dondese tomaron estos apartados, lo cual implica, para la Historia Social de laFilosofía, que existían ciertas redes intelectuales entre los partidos comunistasde Colombia y Argentina, que circulaban de manera regular las ediciones queen el país austral se realizaron de las obras del pensador italiano; y el hecho deque fuera distribuida por una Universidad, indica que la obra de Gramsci teníacirculación en ciertos círculos intelectuales vinculados a la academia o almundo educativo universitario.

A nuestro juicio, la más importante publicación en torno a Gramsci en estosaños es el texto “El proyecto cultural gramsciano: la reforma intelectual ymoral” del profesor Juan E. García Huidobro, publicado en la Revista Ideas yvalores, del Departamento de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia,la revista más prestigiosa en ese campo en el país. Este texto es

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insuficientemente valorado por Santofimio-Ortíz, y ni siquiera es mencionadopor Miguel Ángel Herrera en el texto citado. También está ausente del textoaludido de Robert Adrián Quintero. El ensayo se constituye, para Colombia, enel primer texto académico, serio, sistemático, donde se presenta casi latotalidad de la filosofía de Antonio Gramsci. Hasta ese momento, no existía unestudio que presentara con tal grado de sistematicidad el pensamiento deGramsci y sus tópicos en torno a la historia como un producto de la praxishumana, el tema de la transformación social, la cultura, el buen sentido, elsentido común, la dialéctica entre el intelectual y las masas o gentes sencillas,etc. Puede decirse, que casi todos los aportes de Gramsci son tratados omencionados en el texto, así como los aspectos en los que Gramscicomplementa al marxismo tradicional imperante. Al respecto dice GarcíaHuidobro:

El marxismo ha tenido dificultad para integrar en su análisis los problemas de lacultura y de la educación en el contexto del cambio social, frente a lo cual eldiscurso gramsciano no sólo integra estos problemas, sino que sitúa la tarea

cultural en el centro mismo de la perspectiva revolucionaria[25].

Igualmente, se pasa por alto que en esa misma revista aparece el ensayo“Teoría y práctica” del filósofo y pensador colombiano Darío Botero Uribe,donde Gramsci es citado en relación con el tema de la inversión de la prácticade la clase hegemónica, la “reciprocidad necesaria entre la estructura y lasuperestructura” y el tema de la catarsis, es decir, “el paso del momento

económico al momento ético-político”[26]. Darío Botero Uribe, hay querecordarlo, fue un connotado líder estudiantil de la Universidad Nacional de losaños 60, que tuvo cierta cercanía con el sacerdote Camilo Torres y que luego sedistanció del marxismo para acercarse a la filosofía de la ciencia, Spinoza,

Nietzsche, y crear su propia filosofía denominada Vitalismo Cósmico[27]. Estareferencia a Gramsci implica que su obra tenía circulación y que susimprescindibles aportes en torno al problema de la teoría y la práctica eranconocidos en un medio donde ese tópico era de suma relevancia en lasorganizaciones académicas politizadas.

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El tercer periodo de la recepción de Gramsci, a nuestro juicio, y en esto nosapartamos de Santofimio-Ortíz, es el que podemos datar justamente a partir deltexto de García Huidobro de 1979, pues a partir de ahí se produce lo que puedellamarse “La normalización de la recepción de Gramsci en Colombia”. Pornormalización se ha entendido el ingreso de la filosofía moderna en Colombia,su secularización e institucionalización y, en el caso del marxismo, el ingreso deotras corrientes, como la Escuela de Frankfurt, que oxigenó el debate marxistaen Colombia, bastante dogmatizado hasta el momento. Es por esta razón que seafirma que la llamada normalización no se completa en Colombia sino hasta enlos años 70, proceso que en países como México, Perú y Argentina, se dio más

rápido[28]. Ahora, tal normalización implica que hay mejores condicionesinstitucionales para la recepción del pensamiento, buenas traducciones,circulación editorial, congresos, simposios, publicaciones, etc., es decir, unamayor producción, circulación y consumo crítico del pensamiento.

A partir de 1979, pues, el pensamiento de Gramsci ha tenido una recepciónmucho más seria en Colombia. Esto es notorio en la manera como el sociólogocolombiano Orlando Fals Borda incorporó sus creaciones teóricas a laInvestigación-Acción-Participativa. Por ejemplo, en su artículo “La ciencia y el

pueblo: nuevas reflexiones sobre la Investigación-Acción” de 1981[29], asume elconcepto de devolución sistemática, intelectual orgánico y retroalimentaciónentre el pueblo y el investigador, aspectos que se encuentran en la obra deGramsci en las relaciones que él estable entre el intelectual y la masa. Enrealidad, Fals Borda asumió como Gramsci la crítica de la objetividad, lanegación de la neutralidad valorativa y el compromiso en la ciencia. Laconvicción de que la investigación no es un fin en sí mismo sino que el saberestá para transformar cerebros, realidades y construir mundos futuros,cambiando las realidades de la comunidades subalternas y construyendo contra-hegemonías al mundo capitalista. Igualmente, la necesidad de aprovechar elsaber popular, el depositado en el sentido común y en el folclore, y unirlo a laciencia; o en lo que en Gramsci implica extraer el buen sentido del sentidocomún y elevarlo a una visión coherente del mundo o filosofía, al igual quehacer devenir saber popular al saber más especializado.

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En 1987 se publica el texto “El legado intelectual de Antonio Gramsci. A

propósito del cincuentenario de su muerte” de María Victoria Uribe[30]. Llama laatención que el texto inicie con el siguiente epígrafe de Antonio Gramsci:

La historia no es un cálculo matemático: no existe en ella un sistema métricodecimal, una numeración progresiva de cantidades iguales que permita lascuatro operaciones, las ecuaciones y la extracción de raíces. La cantidad(estructura económica) se convierte en ella en cualidad porque se haceinstrumento de acción en manos de los hombres, de los hombres que no valensolo por el peso, la estatura y la energía mecánica desarrollable por losmúsculos y los nervios, sino que valen especialmente en cuanto son espíritu, en

cuanto sufren, comprenden, gozan, quieren o niegan[31].

El epígrafe es importante porque es un fuerte ataque a posiciones asumidasacríticamente asumidas por el marxismo de estirpe soviética. Aquí la idea quese ataca fuertemente es la del determinismo económico. Frente a ella, Gramsciplantea que la historia no es calculable, ni es fruto de fuerzas ciegas fuera delcontrol humano, es decir, cuestiona una filosofía de la historia que se muestrecon validez absoluta y con irrevocable necesidad; pone de presente, también,que el determinismo implica una negación del sujeto revolucionario que hace lahistoria, aniquila al hombre. Por eso reivindica al hombre libre, consciente, convoluntad, “en cuanto espíritu”. Esta crítica al economicismo rescata laorganización, las fuerzas revolucionarias, a los sujetos individuales o colectivos.Por eso, sostiene:

lo que determina la acción política no es la estructura económica, sino lainterpretación que se dé de esta y de las llamadas leyes que rigen su desarrollo.

Estas leyes no tienen nada de común con las leyes naturales[32].

En el texto, María Victoria Uribe pone de presente las distintas interpretacionesque han girado alrededor de Gramsci: desde quienes lo consideraron unhistoricista más cercano a Hegel que a Marx, pasando por quienes vieron en suobra un acercamiento a la cultura y la sociedad, o los eurocomunistas que

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acogieron su tesis de la “guerra de posiciones” como toma de lugares al interiorde la sociedad civil para hacer algunas reformas políticas, hasta las lecturasrealizadas en América Latina donde Gramsci alimentó el trabajo con los grupossubalternos alternativos. El grado de conocimiento de la autora del texto entorno a los debates gramscianos en América Latina queda evidenciado cuandoafirma:

Es tan vasto y tan complejo el debate actual sobre este pensador marxistaitaliano, que hoy se manifiestan en Europa y América Latina fuertes corrientesneogramscianas; la primera encabezada, entre otros, por Ernesto Laclau y lasegunda por un grupo de prestantes investigadores nucleados en torno a laUniversidad Nacional Autónoma de México; en Colombia, la propuesta deinvestigación-acción participativa reconoce su filiación con esta perspectivaanalítica. Pareciera como si ante la crisis de los modelos, de los paradigmasteóricos, de los esquematismos revolucionarios y ante el surgimiento de nuevosproblemas que no caben en los estrechos marcos del marxismo ortodoxo, laconsigna de los intelectuales y los políticos de izquierda fuese la de volver a

Gramsci[33].

María Victoria Uribe sostiene que ese “volver a Gramsci” se debe a tresrazones: 1º) la crisis del economicismo que no sólo sobrevaloró esta disciplina,poniendo a las demás como subalternas suyas, a la vez que la aisló y laensimismó en su presunto cientificismo impidiendo su avance. 2) La crisis de laconcepción instrumental del Estado donde este es concebido sólo como dominiode clase, y se olvida que el poder también es consenso; y, finalmente, 3) labúsqueda de nuevas alternativas democráticas en Occidente.

Gramsci permitió replantear el viejo debate estructura-superestructura,infraestructura y superestructura, etc., bastante positivista, donde la segundaera un mero reflejo de la primera. En realidad, Gramsci planteó suinterrelación, sus influencias mutuas y para ello postuló el concepto de “bloquehistórico”, abriendo una “frontera teórica de un análisis de la política, el poder y

la cultura”[34].

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En cuanto al Estado concebido sólo como arma de la clase dominante, tal comopensaba Lenin, Gramsci elaboró una reformulación de esas tesis al incluirconceptos como: “hegemonía, doble poder, crisis orgánica y revolucionaria,

Estado pleno[35] y Estado restringido, dominación y dirección, consenso ycoerción volvieron al ámbito de las discusiones teóricas y políticas en muchas

partes del mundo”[36]. De esta manera el problema teórico en torno al Estado secomplejizó, pero también permitió pensar en el papel de la ideología, la cultura,el papel de los intelectuales y el partido en la conquista de la sociedad civil y enla creación del Estado ético y en la asunción de la dirigencia.

El tercer eje importante de su legado intelectual, tiene que ver con

[L]a búsqueda de nuevas alternativas para la revolución en Occidente. Laexperiencia del fascismo, la derrota del movimiento obrero italiano, laconsolidación del imperialismo y la superación de la gran crisis de 1929, dondemuchos comunistas vieron el colapso final del capitalismo, llevaron a Gramsci arepensar el problema de la revolución y a explorar nuevas formas de lucha quesuperasen el esquema frontal de hundimiento del Estado burgués y quepermitiesen al proletariado, una vez en el poder, construir el socialismo y no

únicamente instaurar su dictadura[37].

Aquí radica otro de sus aportes, pues Gramsci permitió superar la vieja doctrinade la dictadura del proletariado, donde ésta era concebida como coerción delaparato burocrático. Más bien, de lo que se trata es de la construcción de unanueva hegemonía, la cual pasa por: “una guerra de posiciones desarrollada enel espacio de la sociedad civil, desde la fábrica hasta la escuela, la iglesia y losmedios de comunicación, ampliando considerablemente el campo de la política

y modificando sus límites”[38]. De esta manera se construía un Estado socialistadesde la base hacia arriba, activando la participación de la gente y buscandosuperar al Estado liberal representativo.

Son los anteriores aportes de este “originalísimo pensador” lo que explica,según María Victoria Uribe, que su influencia «ha crecido como la sombra

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cuando el sol declina»[39] .

Se ha reseñado de manera exhaustiva este texto porque muestra el nivel quehabía alcanzado para la fecha la recepción del legado teórico de Antonio

Gramsci[40]. Este nivel se verá reflejado en las posteriores empresas de difusióny reflexión en torno a su pensamiento, en especial, las que se dieron a partir delos años noventa.

Desde los años 90 hasta la fecha, el conocimiento de Gramsci en el país, lomismo que su presencia en la esfera de los movimientos sociales y eventosacadémicos, ha sido notorio. No es posible dejar de señalar aquí la laborrealizada con denuedo por el profesor Jorge Gantiva Silva, quien fundó en 1991“La Sociedad Colombiana Antonio Gramsci”. En su Manifiesto se lee losiguiente:

A tono con los tiempos, no necesitamos otro «ismo»; lo de Gramsci es un1.compromiso intelectual, ético y cultural. Los italianos, al respecto, nosdan un testimonio ejemplar de superación creadora y proyecciónhistórica del pensamiento de Antonio Gramsci. El propio Gramscipreguntaba con ironía: «¿somos marxistas? ¿Existen marxistas?» y,respondía con un claro estilo anti dogmático y ético «Tú sola estupidez,eres eterna».Nuestro proyecto consiste entonces en la recuperación del pensamiento2.de Gramsci que con autonomía e imaginación nos enseñó a pensar concabeza propia y a constituir alternativas surgidas de las culturas y de lasociedad civil. Todo ello dentro de una perspectiva ético-política parahacer acceder a las clases subalternas a la condición de actores sociales

con personalidad democrática[41].

Este llamado a la “recuperación del pensamiento de Gramsci” no era un pruritode erudición. No. Involucrado en la militancia y en la lucha social, como unverdadero intelectual orgánico, Jorge Gantiva Silva llamaba a realizar enColombia lo que muchos ya habían hecho en América Latina: usar a Gramsci

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para el análisis de las realidades y coyunturas nacionales. Por eso mismo, lacreada Sociedad Colombiana Antonio Gramsci fue producto de un eventoacadémico titulado «La realidad colombiana y el pensamiento de AntonioGramsci”, realizado ese mismo año. Desde entonces, Gantiva se ha convertidoen un asiduo animador y difusor del pensamiento del filósofo y político italiano,no sólo en la academia, sino en las organizaciones sociales. Fruto de susreflexiones en torno a su obra la encontramos en su libro Un ensayo sobreGramsci. El sentido de la filosofía, de la política y la tarea del pensar, un librocon un conjunto de reflexiones donde Gramsci es puesto a dialogar con elpresente. En el texto, Gantiva dice algo que reafirma lo dicho anteriormente:“Aquí, el influjo de Gramsci tuvo algunas expresiones en el mundo intelectual y

de la crítica cultural, y en muy contados casos en el mundo de la política”[42].

Igual mérito merece la labor que ha venido desarrollado en la UniversidadNacional de Colombia el profesor Miguel Ángel Herrera Zgaib, quien desde sugrupo de investigación Presidencialismo y participación, ha realizadonumerosas versiones del Seminario Internacional Antonio Gramsci. Esteseminario hunde sus raíces en la propia militancia del profesor Herrera, talcomo aparece en la página oficial:

Es el resultado de un proceso, que comienza con la militancia política socialistadel profesor Miguel Ángel Herrera Zgaib, siendo estudiante de Derecho,durante el año 1974. Fue partícipe de la creación del proyecto UniónRevolucionaria Socialista, URS; animado por principios teórico prácticos detransformación radical, y que fracasó en la creación de un partido de nuevotipo. En esta experiencia convergieron diferentes expresiones de la izquierdacolombiana: leninistas, maoístas, trotskistas, anapistas, castristas, ex –guerrilleros, cristianos, con arraigo principal en el sindicalismo independiente:petroleros, campesinos, maestros, estudiantes, junto a un núcleo de

intelectuales e investigadores asentado en las universidades públicas[43].

Desde entonces, el profesor Herrera ha participado en varios espacios dedifusión y estudio de su pensamiento como el “Círculo de crítica Jurídica

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Antonio Gramsci” de la Universidad Libre, en el proyecto político “AvanzadaDemocrática” y luego en la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Socialesde la Universidad Nacional de Colombia, universidad en la que fundó elSeminario en el año 2008. El espacio es de suma relevancia pues invitaponentes internacionales de gran talla, al igual que exponentes nacionales,fomentando el debate en torno a su obra y sus aportes para la lectura delmundo de hoy. Desde las aulas, Herrera ha motivo a varios jóvenes al estudio yuso de Gramsci. Por lo demás, su libro Antonio Gramsci y la crisis dehegemonía, ya referenciado, se constituye en un texto que deja testimonio desus reflexiones teóricas sobre el filósofo sardo.

En la recepción actual de Gramsci en Colombia es necesario resaltar la atenciónque en este pensador ha puesto el filósofo colombiano Santiago Castro-Gómez,quien después de trasegar por las teorías decoloniales, apartarse relativamentede ellas; después de sus coqueteos con el posmodernismo francés y con la obrade Foucault, a partir de su libro Revoluciones sin sujeto. Slavoj Zizek y la críticadel historicismo posmoderno ha dado un “giro político” y se ha centrado en elproyecto de construir voluntades comunes para radicalizar la democracia. Eneste giro el papel de Gramsci, eso sí, más en la línea de interpretación deErnesto Laclau y Chantal Mouffe en Hegemonía y estrategia socialista, hajugado un papel importante. En este libro, Castro-Gómez sostiene que Zizek, apesar de haber dialogado profundamente con Althusser, ha descuidado elpensamiento de Gramsci:

Mi tesis será que, al preferir a Althusser sobre Gramsci el esloveno pierde devista una categoría que hubiera sido de gran utilidad para sus análisis y que lehubiera evitado, además, muchos tropiezos. Me refiero a la noción de

hegemonía[44].

Si bien tanto para Althusser como para Zizek la ideología está relacionada máscon un hacer, con una conducta práctica, ambos caen en una especie de sesgofatalista que no se encuentra en Gramsci. Para Zizek, todas las luchas actualesse mueven en el marco ideológico del capitalismo, son incapaces de salir de él,razón por la cual no hay posibilidad de que las luchas anti-racistas, feministas,

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ambientalistas, etc., triunfen, pues en realidad, todas ellas han sido absorbidaspor el capitalismo y no están dispuestas a “abandonar el goce que les produce

luchar contra el sistema”[45]. Desde este punto de vista parece no haber salida:“Gramsci piensa, por el contrario, que el sentido común sí puede sertransformado por la gente común (“los simples”) debido a que la ideología no le

pertenece completamente a la clase dominante”[46], sino que ésta es aceptada,también, por la clase subalterna. Por eso, la clase subalterna puede disputareste sentido común y construir una nueva hegemonía (o contra-hegemonía), lacual se logra a partir de la universalización de sus intereses en la sociedad civil,es decir, logrando un nuevo consenso donde la mayor parte de la sociedad seidentifique con su visión del mundo. Por lo tanto, la ideología no es solamenteun instrumento de la clase dominante, sino que implica, de suyo, que haya sidoaceptada por la clase dominada. De lo que se trata, entonces, es de subvertir lahegemonía ideológica.

Zizek ha sido ciego a este camino en el cual Gramsci ofrece el concepto dehegemonía como una herramienta para superar el estado de cosas y elmencionado sesgo fatalista. “Para Gramsci la hegemonía es un campo endisputa, un terreno agonístico, y no, como para Zizek, el escenario donde se

despliega el eterno desconocimiento del sujeto”[47]. Lo que ha hecho Zizek esdespolitizar la esfera del sentido común, sobre-determinándoloideológicamente. En esto ha sido fiel a Althusser para quien la ideología es“inconsciente” y “eterna”.

Tanto Althusser como Zizek acusan a Gramsci de historicista yconcomitantemente de relativista, pues reduce los contenidos teóricos a lohistórico, dejando de lado la ciencia marxista, pues no hay que olvidar que paraAlthusser, el marxismo es una ciencia que, justamente, permite luchar y superarla ideología. De ahí que el cientificismo de ambos, les impide ver el papelfructífero del concepto de hegemonía entendido como universalización deintereses por medio de la articulación de las clases subalternas. Zizek, pues, haontologizado la ideología y la ha despolitizado, sustancializando el capitalismo,

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en lugar de verlo, también, como una “formación hegemónica”[48]susceptible deser confrontada.

En síntesis, lo que hace Castro-Gómez con Gramsci es ponerlo contra Zizek, y,en cierto sentido, unirlo con Foucault para lograr una mejor comprensión de lopolítico. La unión de Gramsci con Foucault le permite explicar a Castro-Gómez,por ejemplo, que la hegemonía también opera a nivel molecular, sobre losafectos y los cuerpos. En esta lectura, el análisis que Foucault hizo delneoliberalismo (la gubernamentalidad) aporta elementos para la comprensiónde la hegemonía neoliberal: “lo que explica en buena parte la hegemoníaneoliberal es el ‘consenso’ (Gramsci) que logró generar en torno al modo en que

los sujetos deben gobernarse a sí mismos”[49]. Por eso afirma en el libro:“Rescatar a Gramsci del olvido en que lo ha sumido el pensamiento de Zizek: tal

es uno de los objetivos centrales de este libro”[50]. De tal manera que, para elpensador colombiano, Gramsci termina convirtiéndose en un autor fundamental,

junto con otros pensadores actuales, para la construcción de su ecléctica[51]

propuesta de un “republicanismo transmoderno”, tal como aparece en su último

libro El tonto y los canallas[52].

Para Damián Pachón Soto, el siguiente “decálogo gramsciano”, aunque si biencomplementado con otras posturas teóricas, condensan un “constructivismo

político vitalista” a tener en cuenta en la realidad actual diversa y plural[53].

1º. El hombre hace la historia, puede cambiar la realidad en la que vive, talcomo pensó Gramsci, quien sostuvo: “La historia como acaecimiento es puraactividad práctica”, es decir, la voluntad del hombre produce transformaciones,no sólo en el nivel económico, sino en el nivel cultural, intelectual ymoral. Tener conciencia de la historia como creación típicamente humana es unpunto de partida fundamental para evitar la indiferencia, la resignación, elconformismo y la claudicación ante el presente, pues el porvenir siempre esabierto.

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2º. La contienda por el poder y por ganar la dirección de la sociedad se da nosólo a nivel de la sociedad política (parlamentos, sistema electoral, poderejecutivo) sino especial y principalmente en el campo de la sociedad civil, esdecir, en las organizaciones políticas, sindicales, educativas, gruposambientales, movimientos pro LGBTI, grupos religiosos, movimientos culturales,organizaciones u ONG´s en defensa de los derechos humanos, etc., es decir, enel seno de la sociedad misma. La sociedad civil es el campo de batalla ideológicapor la obtención del consentimiento y el consenso.

3º La política consiste en disputar el sentido común (opiniones, creencias,supersticiones, prejuicios, valoraciones, en fin, la concepción del mundo de lagente) de la sociedad. Para ello, se requiere partir de lo “que hay”, criticarlo,elaborarlo y “superarlo” en una visión nueva (o nueva concepción del mundo)que se debe difundir y consolidar por medio de la propaganda, la discusión, laseducción, la persuasión, etc. La política es el arte de seducir y convencer,como pensaba Gramsci, de tal manera que los nuevos intereses de un grupo opartido, se impongan en la mayoría de la sociedad y reciban el respaldo de lagente. En eso consiste que una determinada idea, visión del mundo o programa

político se torne hegemónico[54].

4º. Sustituir una vieja concepción del mundo, por ejemplo, la neoliberal, basadaen el darwinismo social, el exitismo, el egoísmo, la competencia, la destrucciónde la naturaleza, la mecanización de los procesos vitales en la sociedad delfrenesí, etc., requiere deconstruirla y sustituirla por un nuevo sentido común,que, por ejemplo, esté afincado y constituido por otros valores y prácticas. Setrata de una rebelión de los instintos vitales contra la tanatopolítica y lacreación de nuevas formas de vida. Éstas pueden recoger y aprender de latradición, recoger los sedimentos revolucionarios y los restos de libertad ydignidad aún no realizados en la historia de las luchas emancipatorias, comopensaron algunos miembros de la Escuela de Frankfurt.

5º. Destruir el sentido común de la clase dirigente, oligárquica, señorial,aristocrática, corrupta, etc., y cambiarlo por una concepción del mundo quedefienda lo común (tierra, agua, aire, conocimiento, intereses colectivos) toma

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tiempo, y requiere trabajo con las “gentes sencillas”. Para lograrlo, es necesarioel trabajo social, la militancia, la educación popular, el trabajo en culturapolítica, pues las ideas progresistas, novedosas, etc., no ganan la aprobación dela gente de un momento a otro.

6º La lucha política implica la construcción de un adversario, que, a diferenciadel enemigo, se lo respeta, considera y asume como un interlocutor válido. Eladversario representa un orden que fenece, que ha producido un orden socialque se encuentra en crisis orgánica, pues ya no responde a las necesidades dela gente. Es ese viejo orden el que se debe criticar, deconstruir, superar yvencer en la lucha por la construcción de las hegemonías políticas. Eseadversario es, comúnmente, la clase dominante, oligárquica, corrupta,despótica y nepotista que ha consolidado una hegemonía utilizando los aparatosideológicos del Estado (Althusser) y que ha logrado convertir su ideología enuna encarnación viviente, esto es, que la ha naturalizado.

7º. En la lucha antagónica por la hegemonía es fundamental el papel de losintelectuales, de los estratos más conscientes, en pleno contacto con lasociedad. Es así como se puede elaborar, en la retroalimentación conlos sectores subalternos, una visión más coherente y sistemática de la realidad.Por eso, los intelectuales son fundamentales en la construcción de la ideología,entendida no como falsa conciencia, sino como un conjunto o sistema de ideasque tienen poder real para la definición y la movilización en pro de laconstrucción de una nueva concepción del mundo. Aquí, la ideología es elcemento o pegante ideológico que cohesiona a los grupos que representan lasalternativas políticas. Sin ideología no hay, entonces, hegemonía.

8º La definición del adversario, la construcción de un relato alternativo sobre elser social, el proyecto cultural y moral, la construcción de ideologías, laeducación, el diálogo de los intelectuales con los subalternos, etc., fundamentancierto “constructivismo político” donde es posible mediante procesosde articulación política, construir una universalidad donde quepan los interesescomunes, las reivindicaciones y las demandas de los distintos sectores y actoresde la sociedad civil. Esto sin desconocer a las minorías. Desde esta perspectiva

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se construye desde abajo hacia arriba, hasta lograr devenir clase dirigente de lasociedad. Esa dirección no es más que la suma de un máximo de consenso y unmínimo de coerción si se pretende legítima.

9º. La construcción de hegemonías es una tarea permanente, pues ésta nuncaes absoluta, ni totalizante, de tal manera que no clausura lo social, ni totaliza larealidad; mucho menos elimina una de las características fundamentales de lassociedades actuales: el conflicto y el antagonismo. Aquí no hay paraísos, ni finde la historia, sólo un devenir conflictivo de lo social. Desde este punto de vista,se revoca el acta de defunción de la historia que Francis Fukuyama proclamó

pletórico de optimismo a finales del siglo pasado[55].

10º. El objetivo es construir sociedad civil. Sólo así se puede radicalizar lademocracia, radicalización que consiste, por un lado, en la creaciónde instituciones que materialicen y garanticen la libertad, así como los derechosganados; y, por el otro, el control democrático del Estado y sus decisiones. Aquíla participación política y la fiscalización de la actividad gubernamental esfundamental, pues el poder es considerado como potestas o poder delegado(Enrique Dussel) que en ningún momento escapa a la veeduría y fiscalización dela sociedad y de la comunidad política; es decir, es la ciudadanía activa y

participativa la que evita la “fetichización del poder”[56].

11º. Los programas alternativos deben alimentarse de las distintas apuestas delmundo, de los aportes de los intelectuales críticos latinoamericanos, africanos,asiáticos, europeos, sin perder de vista el constructivismo y la necesidad de laarticulación política para construir un mundo común, diverso, rico, dondequepamos todos.

12º. Esta apuesta política no puede perder de vista estos dos sub-principios: a)la vida biológica es la condición de posibilidad de la vida humana y b) el fin delos sistemas sociales y políticos es garantizar, en la mayor medida posible, encondiciones de libertad, justicia y dignidad, la realización de la

pluridimensionalidad humana[57] para todos los habitantes del planeta.

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Estos puntos sustentan la convicción de que el hombre produce, reproduce ycrea sus propias condiciones de existencia y de que la lucha por la vida digna ygratificante, es la principal tarea que tenemos hoy.

Conclusiones

La recepción del pensamiento de Gramsci en Colombia no escapa a la suerteque sufrió la recepción del pensamiento mismo de la obra de Marx: surecepción tardía y recortada. Igualmente, debido al monopolio de interpretaciónque el Partido Comunista ejercía sobre la obra de Marx -lo que se dio tambiénen el resto del continente- limitó, sin duda, un acercamiento desprejuiciado yfructífero a su obra. A esto debe agregarse que en los años sesenta, debido a lagran recepción que tuvo el pensamiento de Lois Althusser en Colombia y enAmérica Latina, gracias, entre otras cosas, al libro Los conceptos elementalesdel materialismo histórico de la recién fallecida marxista chilena MarthaHarnecker, texto que llegó a tener más de 60 ediciones, se impuso una visióncientificista del marxismo, proclive al dogmatismo, que impidió valoraradecuadamente conceptos gramscianos como reforma cultural y moral, sentidocomún, hegemonía, su lectura no estructuralista de la ideología, bloquehistórico y sociedad civil, entre otros. Estos conceptos incorporados a la praxispolítica, habrían permitido superar muchas de las limitaciones del marxismoestándar de la época y ofrecido herramientas teóricas para pensar mejor elproblema de la transformación social y la lucha política.

Por otro lado, como lo muestra Gantiva Silva, en términos generales, elpensamiento de Gramsci tuvo poca influencia en el convulso mundo político dela segunda mitad del siglo pasado en Colombia, y está poco documentada lalectura sistemática de su obra por parte del M-19 como sugiere Herrera Zgaib.Por otro lado, la publicación de algunos de sus textos en los años sesenta ysetenta tampoco permite inferir una gran influencia de su obra en la izquierdacolombiana. En nuestro caso, más bien –y tal como ocurrió en otros países- sutemprana recepción en la revista Mito pone de presente que su obra tuvo másacogida en el campo de los estudios literarios y culturales. En verdad, puededecirse, como ya se afirmó, que su recepción seria y más sistemática, empezó a

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darse en Colombia a partir de 1979, tal como testimonia su fuerte presencia enla obra de Fals Borda- quien seguramente lo conoció incluso antes- MaríaVictoria Uribe, Gantiva Silva, Herrera Zgaib y, recientemente, Santiago Castro-Gómez.

En lo que va del siglo XXI su obra tiene cada vez más acogida, y su arsenalteórico ha llegado a convertirse en un arma fundamental para pensar elcomplejo mundo actual, alumbrando posibilidades de interpretación y de

acción[58]. Es más, la misma derecha ha acogido parte de su pensamiento, puescomo lo muestra José Aricó, ella también ha entendido que: “en una sociedaddesarrollada la toma del poder político implica la toma preventiva del poder

cultural”[59]. Por lo anterior, podemos pronosticar que: ¡Gramsci volvió paraquedarse, tal como es el destino de todo autor clásico!

[1] Una versión de este texto se publicó en Latorre, J., Pachón, D., Díaz, L., yMéndez, R. (2021). Antonio Gramsci y el Trabajo social. Elementos para undiálogo pendiente, Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander.

[2] Quintero, Robert Adrián. “Apuntes de referencia al pensamiento de AntonioGramsci en Colombia”. Estudios latinoamericanos, Nueva época, No. 32,Méjico: Universidad Nacional Autónoma de México, 2013, p. 118 (pp. 115-128).

[3] Aricó, José. La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina.Buenos Aires: siglo XXI editores, 2005, p. 33-34.

[4] Ibíd., pp. 50-87.

[5] Ibíd., p. 96.

[6] Ibíd., p. 38. Cursivas fuera del texto.

[7] Ibíd., p. 39.

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[8] Ibíd., p. 76.

[9] Cf. Coutinho, Carlos. “Gramsci en Brasil”. Cuadernos políticos, No. 46,México, 1986, pp. 24-35.

[10] Santofimio-Ortíz, Rodrigo. “El pensamiento de Antonio Gramsci en AméricaLatina y en Colombia”. Revista de antropología y sociología: VIRAJES, No. 20,Volumen I, 2018, p. 182. (pp. 177-196). Supresiones y modificaciones fuera deloriginal.

[11] Coutinho, Carlos. citado en Ibíd.

[12] Herrera, Miguel Ángel. Antonio Gramsci y la crisis de la hegemonía. Larefundación de la ciencia política (Juan Carlos García Lozano, Ed.). Bogotá:Universidad Nacional de Colombia, 2013, p. 17.

[13] Portantiero, Juan Carlos. Los usos de Gramsci. Buenos Aires: Grijalbo, 1999.

[14] Aricó, José. La cola del diablo, Op. Cit., p. 34, nota 1,

[15] Santofimio-Ortíz, Rodrigo, Op. Cit., p. 179.

[16] Ibíd., p. 186.

[17] Gramsci, Antonio. La formación de los intelectuales. México: Grijalbo, 967, p.157, nota 20.

[18] Cf. Casco, José M. “El Gramsci de Portantiero. Cultura, política eintelectuales en la Argentina de la posguerra”. Revista Acta sociológica,Volumen 68, Buenos Aires, 2015, pp. 71-93.

[19] Herrera, Miguel Ángel, Op. Cit., p. 20.

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[20] Santofimio-Ortíz, Rodrigo, Op. Cit., p. 195 ss.

[21] Ibíd., p. 189.

[22] Gramsci, Antonio. Antología (Traducción, Selección y notas de ManuelSacristán). Madrid: Akal, 2018, p. 29.

[23] Gramsci, Antonio. Escritos (Selección, introducción y notas de CésarRendueles), Madrid: Alianza editorial, 2017, p. 256.

[24] Santofimio-Ortíz, Rodrigo, Op. Cit., p. 191.

[25] García Huidobro, Juan E. “El proyecto cultural gramsciano: la reformaintelectual y moral”. Revista Ideas y valores, No. 55-56, Bogotá: UniversidadNacional de Colombia, 1979, p. 3.

[26] Botero, Darío. “Teoría y praxis”. Revista Ideas y valores, No. 55-56, Bogotá:Universidad Nacional de Colombia, 1979, p. 58.

[27] Botero, Darío. Vitalismo Cósmico. Bogotá: Siglo del hombre editores yUniversidad Nacional de Colombia, 2002.

[28] Pachón, Damián. Estudios sobre el pensamiento colombiano. Bogotá:Ediciones Desde abajo, 2011, p. 87 ss.

[29] Fals Borda, Orlando. Antología. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia,2010, pp. 184- 187.

[30] Uribe, María Victoria. “El legado intelectual de Antonio Gramsci. A propósitodel cincuentenario de su muerte”. Revista Lecturas de Economía, Número 22,Medellín, Universidad de Antioquia, 1987, pp. 232-238.

[31] Incluido en Gramsci, Antonio. “Utopía”. En Escritos, Op. Cit., p. 73.

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[32] Ibíd., p. 74.

[33] Uribe, María Victoria, Op. Cit., p. 233. Cursivas nuestras.

[34] Ibíd., p. 235.

[35] En otras traducciones aparece como “Estado ampliado”, es decir, la unión desociedad civil más sociedad política.

[36] Uribe, María Victoria, Op. Cit., p. 236.

[37] Ibíd., p. 236-237.

[38] Ibíd.

[39] Ibíd., p. 238.

[40] Esa influencia se dio también en el llamado Movimiento pedagógico enColombia. La influencia de Gramsci puede ser rastreada claramente en autorescomo Marco Raúl Mejía, Olga Lucía Zuluaga y Jesús Alberto Echeverry. En esegran movimiento, Gramsci servía como fundamento ético y didáctico. Véase, porejemplo, Ramírez, Edgar. Historia crítica de la pedagogía en Colombia. Bogotá:Editorial El Búho, 2008, p. 69.

[ 4 1 ] G a n t i v a , J o r g e . “ G r a m s c i i n C o l o m b i a ” . E n :http://www.internationalgramscisociety.org/igsn/news/n03_3.shtml

[42] Gantiva, Jorge. Un ensayo sobre Gramsci. El sentido de la filosofía, de lapolítica y la tarea del pensar. Bogotá: Magisterio, 1998, p. 21.

[ 4 3 ] “¿Qué es el seminario internacional Antonio Gramsci?” en:

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http://www.seminariogramsci.com/seminario/index.htm, recuperado el 22 dejunio de 2019.

[44] Castro-Gómez, Santiago. Revoluciones sin sujeto. Slavoj Zizek y la crítica delhistoricismo posmoderno. México: Akal, 2015, p. 93.

[45] Ibíd., p. 94.

[46] Ibíd., p. 96.

[47] Ibid., p. 98.

[48] Ibíd., p. 103.

[49] Ibíd., p. 378

[50] Ibíd., p. 104.

[51] El eclecticismo no es un concepto negativo como actualmente se entiende enla tradición filosófica. Implica, más bien, la capacidad que tiene un autor parautilizar algunas teorías o conceptos de otros pensadores para la construcción deuna visión propia, para la creación de algo nuevo a partir del uso de lo que yaexiste.

[52 ] Castro-Gómez, Santiago. El tonto y los canallas. Notas para unrepublicanismo transmoderno. Bogotá, Universidad Javeriana, 2019, p. 153-211.

[53] Estas ideas fueron expuestas, inicialmente, en: Pachón, Damián. “Gramsci yl a f i l o s o f í a p o l í t i c a a c t u a l ” .En:https://alponiente.com/antonio-gramsci-y-la-filosofia-politica-actual/(Recuperado el 29 de junio de 2019).

[54] Cf. Laclau, Ernesto y Mouffe, Chantal. Hegemonía y estrategia socialista.

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Hacia una radicalización de la democracia. Buenos Aires: Fondo de CulturaEconómica, 2010.

[55] Fukuyama, Francis. El fin de la historia y el último hombre. Bogotá: Planeta,1992.

[56] Cf. Dussel, Enrique. 20 tesis de política. México: Siglo XXI editores, 2006, p.40 ss.

[57] Cf. Botero, Darío. Filosofía vitalista. Bogotá: Produmedios, 2006, p. 35 ss.; 87ss.

[58] Así es asumido, también, en la Red de Estudios Críticos de América Latina yde El Caribe, REC-Latinoamérica, grupo formado alrededor de la figura delmencionado filosofo colombiano Santiago Castro-Gómez, el cual le apuesta,decididamente, a la disputa del sentido común en la sociedad civil con el fin deproducir transformaciones emancipatorias. Pertenecen a este grupo la doctoraen literatura Diana Guzmán, los prometedores filósofos Jaime Santamaría yHernán Alejandro Cortés, entre otros.

[59] Aricó, José, OP. Cit., p. 175.

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