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El derecho a la igualdad LA REVOLUCION DE LOS DERECHOS HUMANOS 150 Desde que en 1948 se promulgó la Declaración de los derechos humanos, tanto las Naciones Unidas como la Organización de Estados Americanos y los cientos de países adheridos, han for- mulado declaraciones151, firmado convenciones152, pactos y proto- colos 153, elaborado programas de acción 154 , organizado cumbres y conferencias mundiales 155 , creado instituciones, dictado esta- tutos y reglamentos- y promulgado leyes destinadas a garanti- zar los derechos humanos. Se trata de una descomunal pro- ducción jurídica que hace posible hablar de "sistemas de Dere- chos Humanos": Sistema internacional, Sistema europeo, Sis- tema americano, Sistema africano. 150 Leído en las VII Jornadas de Filosofía del Centro de Estudios Filosóficos de Salta, 2005 151 Declaración Universal de los Derechos Humanos; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre; Declaración de Naciones Unidas sobre el asilo territorial; Declaración sobre la intolerancia y las discriminaciones religio- sas o por otras convicciones; Declaración sobre el derecho al desarrollo; Declara- ción Americana sobre los derechos de los pueblos indígenas, etc. 152 Para prevenir y sancionar el delito de genocidio; Sobre el estatuto de los refugiados; Sobre los derechos políticos de la mujer; Sobre la represióny castigo del crimen del apartheid; Sobre la eliminación de todas las formas de discrimina- ción contra la mujer; Sobre la torturay otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes; Sobre los derechos del niño; Sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares; Sobre desaparición forzada de personas; Para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer o Convención de Belem do Para; Sobre la abolición de la esclavitud, la trata de esclavos y las instituciones y prácticas análogas; Sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial; Para la protección de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales; Carta Social Europea; Carta africa- na sobre Derechos Humanos y de los pueblos; Convención sobre los refugiados, etc. 153 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Pacto de San fosé de Costa Rica; Protocolo de San Salvador; Protocolo sobre la abolición de la pena de muerte. 154 Para la conservación del medio ambiente; por los Derechos de las mujeres... 15S . Conferencia de Viena; Conferencia de Roma, IV Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994); las cuatro Conferencias Mundia- les sobre la Mujer (México 1975; Copenhague 1980; Nairobi 1985; Beijing 1995). 261

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El derecho a la igualdad

LA REVOLUCION DE LOS DERECHOS HUMANOS 1 5 0

Desde que en 1948 se promulgó la Declaración de los derechos humanos, tanto las Naciones Unidas como la Organización de Estados Americanos y los cientos de países adheridos, han for­mulado declaraciones151, firmado convenciones152, pactos y proto­colos1 5 3, elaborado programas de acción 1 5 4 , organizado cumbres y conferencias mundiales 1 5 5 , creado instituciones, dictado esta­tutos y reglamentos- y promulgado leyes destinadas a garanti­zar los derechos humanos. Se trata de una descomunal pro­ducción jurídica que hace posible hablar de "sistemas de Dere­chos Humanos": Sistema internacional, Sistema europeo, Sis­tema americano, Sistema africano.

1 5 0 Leído en las VII Jornadas de Filosofía del Centro de Estudios Filosóficos de Salta, 2005 151 Declaración Universal de los Derechos Humanos; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del hombre; Declaración de Naciones Unidas sobre el asilo territorial; Declaración sobre la intolerancia y las discriminaciones religio­sas o por otras convicciones; Declaración sobre el derecho al desarrollo; Declara­ción Americana sobre los derechos de los pueblos indígenas, etc. 152 Para prevenir y sancionar el delito de genocidio; Sobre el estatuto de los refugiados; Sobre los derechos políticos de la mujer; Sobre la represióny castigo del crimen del apartheid; Sobre la eliminación de todas las formas de discrimina­ción contra la mujer; Sobre la torturay otros tratos o penas crueles, inhumanos y degradantes; Sobre los derechos del niño; Sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares; Sobre desaparición forzada de personas; Para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer o Convención de Belem do Para; Sobre la abolición de la esclavitud, la trata de esclavos y las instituciones y prácticas análogas; Sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial; Para la protección de los Derechos Humanos y de las libertades fundamentales; Carta Social Europea; Carta africa­na sobre Derechos Humanos y de los pueblos; Convención sobre los refugiados, etc. 153 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Pacto de San fosé de Costa Rica; Protocolo de San Salvador; Protocolo sobre la abolición de la pena de muerte. 1 5 4 Para la conservación del medio ambiente; por los Derechos de las mujeres... 1 5 S . Conferencia de Viena; Conferencia de Roma, IV Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994); las cuatro Conferencias Mundia­les sobre la Mujer (México 1975; Copenhague 1980; Nairobi 1985; Beijing 1995).

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Beatris
Texto escrito a máquina
Beatris
Texto escrito a máquina
PALACIOS, María Julia (2012) El Derecho a la Igualdad. EUNSa. Salta
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Paralelamente, en el mundo científico y académico el tema ha concitado el interés de investigadores y docentes al punto de convertirse, según algunos, en una "moda". Una sim­ple revisión de los contenidos de jornadas y congresos -nacionales e internacionales- permite constatar que siempre hay una comisión o una ponencia sobre las investigaciones en derechos humanos. Y no han faltado los eventos exclusivamente destinados al tema.

Encontramos en librerías y bibliotecas incontables l i ­bros y revistas especializadas, así como artículos en periódicos y publicaciones diversas, que dan cuenta del interés y la preo­cupación que tienen por los derechos humanos investigado­res/as de distintas disciplinas. Esa preocupación ha llevado a que el tema sea incorporado en la curricula educativa de mu­chos países.

Por otra parte, miles de personas en el mundo, como lo señala Krauss, militan en innumerables organizaciones no gubernamentales, algunas de gran prestigio, para reclamar, demandar, defender y promocionar los derechos humanos.

Para muchos teóricos y militantes este increíble movi­miento social y político producido en torno a los derechos humanos, constituye una verdadera revolución.

La intención de este trabajo es reflexionar sobre algu­nas cuestiones que son objeto de debate y que se pueden re­sumir en estas preguntas: ¿De qué hablamos cuando hablamos de derechos humanos? ¿Cuál es la universalidad de los dere­chos humanos habida cuenta de las diferencias culturales de­terminadas por concepciones diferentes de la vida, de las rela­ciones humanas, del ser humano? Es necesario preguntarse por el fundamento de los derechos humanos? En caso afirma­tivo, ¿cuál es?, ¿cuáles son? Qué clase de revolución es la de los derechos humanos? ¿se circunscribe al campo del Derecho, es decir, constituye sólo una innovación jurídica o se trata también de una cuestión moral?

• Qué son los derechos humanos. Universalidad de los derechos

Lo primero que tenemos que decir es que la expresión "derechos humanos", aunque heredera de conceptos que acuñó la modernidad, es una expresión contemporánea que ha logra­do aceptación universal.

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En los textos de las declaraciones de derechos humanos las Naciones Unidas aluden con esta denominación a ciertos derechos que parece considerarse propios de la especie huma­na. De ahí que al calificarlos utilicen términos como "impres­criptibles", "inalienables", "inherentes". En el Prólogo de la Declaración de 1948, por ejemplo, se usan las siguientes ex­presiones: "reconocimiento de la dignidad intrínseca", "dere­chos iguales e inalienables"; "fe en los derechos fundamentales del hombre y en la dignidad y valor de la persona humana".

De lo que se desprende que la teoría de los derechos humanos se basa en el reconocimiento del ser humano como una persona "dotada de razón y conciencia", como dice el ar­tículo l s de la Declaración, es decir, de un sujeto con capacidad de decidir por sí mismo. Ésta es también la razón de la univer­salidad de los derechos humanos afirmada en todas las Decla­raciones y Convenciones internacionales: "derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana".

Hasta el momento se trata más de un propósito que de una constatación. Las Naciones Unidas dicen que la Declara­ción expresa "un ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse..." de modo que con medidas pro­gresivas se alcance -cito- "su reconocimiento y aplicación uni­versales y efectivos" (En la introducción a los artículos)

Sin embargo, existen importantes diferencias culturales y desacuerdos de interpretación entre los Estados adherentes que dificultan la aplicación universal de las normas establecidas.

Esas diferencias culturales, ideológicas y filosóficas, se evidencian en la desigual valoración que se otorga a los dere­chos. Aunque exista cierta reticencia a pensar los derechos humanos según un orden jerárquico (las Declaraciones y Con­venciones no lo hacen), es claro que algunos privilegian los derechos económicos, sociales y culturales y otros, los dere­chos civiles y políticos. Cualquier ordenamiento valorativo de derechos depende de la ideología desde la que se establece ese orden. En líneas generales, se podría decir que para las posi­ciones liberales las libertades civiles y políticas tienen preemi­nencia, mientras que para las posiciones socialistas, que p r i v i ­legian el valor de la igualdad, la prerrogativa es de los derechos económicos, sociales y culturales, sin cuyo reconocimiento pleno, se afirma, no es posible ejercer los derechos y libertades civiles y políticas.

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Puesto que la normativa internacional no ordena los derechos en una tabla de valores, cuando en situaciones con­cretas se presenta un conflicto de derechos, la propuesta de resolución tiene que ver más con concepciones más generales y básicas acerca de la condición humana, presentes en las tra­diciones culturales, que estrictamente con la normativa jurídi­ca que determina los derechos.

Cuestión que conduce al debatido tema del fundamento de los derechos humanos. • El fundamento de los derechos humanos

Quienes se inscriben en corrientes filosóficas de corte metafísico afirman que necesariamente el fundamento de los derechos humanos es ontológico.

Es el caso del iusnaturalismo, para el cual los derechos humanos son derechos naturales, propios de todos los seres humanos, por ello universales e invariables y, como tales, no dependen de las leyes o las costumbres de los pueblos. Las leyes «reconocen» derechos, no los «otorgan». Guido Fasso dice que el término es peligrosamente equívoco pues su signi­ficado varía de acuerdo con las diversas concepciones de "de­recho natural". Él señala tres: la primera sostiene que la ley responde a la voluntad divina; la segunda afirma que la ley es connatural a la especie humana, como el instinto, y la tercera entiende que la ley es dictada por la razón autónoma del ser humano. Con sus divergencias, todas coinciden en que la ley natural -cualquiera sea su origen- es anterior y éticamente superior a las leyes del Estado, las leyes positivas.

Dentro de una tradición tomista (más cercana a la ter­cera versión del iusnaturalismo- Mauricio Beuchot y Javier Saldaña, sostienen que la naturaleza humana es el fundamento de los derechos que denominamos "humanos". Los derechos humanos deben ser entendidos como derechos naturales. Afirman Es cierto que hoy es mal vista la metafísica u ontología; y se ha dicho que está cancelada, o, en todo caso, se pide que sea "débil"; pero esta decretada cancelación nos parece arbitraria y caprichosa. También es mal visto que se acuda a las naturalezas o esencias, como la humana, para apoyar cualquier cosa; pero, a nuestro entender, es lo único que puede dar a tales derechos un sustento (Beuchot y Saldaña: 2000).

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En la modernidad, el iusnaturalismo, que había surgido como una doctrina teológica del derecho natural, se transfor­ma, de la mano de Hugo Crocio (1625) en una teoría laica, que admite que el derecho se sostiene en la condición humana, sin necesidad de atribuirle a ésta una naturaleza de origen divino. No necesitamos estar de acuerdo en que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, o que poseemos derechos que ema­nan de nuestra esencia humana, para coincidir en que no que­remos ser torturados por funcionarios estatales, que no quere­mos que nos arrebaten nuestras vidas, a nuestras familias o nuestra propiedad, afirma Anthony Appiah (Ignatieff: 2003, 119)

Lo que define la condición humana es la razón, que en el campo de la ética se expresa en principios. "Derecho natural" en este caso, significa lo opuesto a derecho "sobrenatural"

La posición contraria al iusnaturalismo es la del positi­vismo jurídico, que afirma que los derechos humanos son de­rechos positivos, esto quiere decir, tienen dimensión histórica, existen en la medida que se acuerde sobre ellos y ese acuerdo se concrete en leyes. No existe nada anterior o superior a la propia ley; en consecuencia, los derechos no se "reconocen", se "otorgan". Los derechos no son algo que exista ya dado en la naturaleza y que nosotros nos limitemos a descubrir, como los cromosomas o los continentes. Los derechos los creamos noso­tros mediante nuestras convenciones, dice Jesús Mosterín (1999).

Si esto es así, ¿desde dónde sería posible denunciar una ley como injusta?

Creo que ésa es la preocupación que lleva a Yanira Zú-ñiga (1999:153) a decir que el mero interés por la positivación de los derechos desde el escepticismo respecto de su funda-mentación, sólo conduce a "un culto exegético de la norma y a una ineficacia del sistema jurídico" y pone en un callejón sin salida las hipótesis de colisión de derechos.

Indudablemente esta apreciación va dirigida a quienes como Norberto Bobbio o Eduardo Rabossi sostienen que resul­ta inoficioso preguntarse por el fundamento o los fundamentos de los derechos humanos, pues piensan que esa cuestión ha sido ya resuelta con la Declaración Universal de 1948. Para estos filósofos, el consenso histórico logrado entre los Estados

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que integran las Naciones Unidas hace innecesario recurrir a categorías trascendentales: Dios o la naturaleza humana. Se­gún Bobbio, lo más importante ahora es perfeccionar el siste­ma de garantías que posibilite hacer efectivos esos derechos para todas/todos: "el problema de fondo relativo a los derechos humanos -dice- no es hoy tanto el de justificarlos como el de protegerlos (Bobbio: 1991).

Sin embargo, me parece que la posición de Bobbio está lejos de conducir a "un culto exegético de la norma". Bobbio piensa que los derechos humanos son los principios que sirven tanto para juzgar la ley positiva como para interpretarla. Él sostiene que las naciones plasman, en un conjunto de princi­pios que conforman el derecho, la experiencia histórica de lo que es justo y de lo que no lo es.

Como toda construcción social, esos principios no son inmutables, sino que se recrean en los diversos momentos históricos. Por eso puede decir "La Declaración Universal representa la conciencia histórica que la humanidad tiene de sus propios valores fundamentales en la segunda mitad del siglo XX Es una síntesis del pasado y una inspiración para el porvenir; pero sus tablas no han sido esculpidas de una vez y para siempre" (Bobbio: 1991).

En cada época se logra consenso sobre algunas cuestio­nes. Ludwig Guendel denomina "fronteras morales" a las de­mandas de derechos todavía no reconocidos. Así pasó con los derechos de ciudadanía, restringidos a los varones y ampliados sucesivamente a las mujeres y a los pobres por las demandas sociales. Asistimos en estos tiempos a nuevas fronteras mora­les marcadas por la demanda de derechos de las minorías ( in­dígenas, homosexuales, discapacitados).

Ahora bien, ¿por qué los seres humanos poseen derechos? ¿Qué hay en la especie humana y en los individuos humanos que los haga merecedores de derechos? (Ignatieff: 2003: 96)

La historia muestra una creciente conciencia del ser humano de su condición de persona y del valor que le atribuye a esa condición. Ese proceso, en el que han incidido tanto co­rrientes filosóficas como religiones, ha conducido a la afirma­ción de la dignidad como constitutiva de lo humano, lo cual supone que hay algo en la persona que la hace merecedora de respeto y que no puede ser violado impunemente.

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En los tratados de derechos humanos se sostiene que los derechos que se enuncian son derechos que tienen todas las personas por el mero hecho de serlo, de modo que puede afirmarse que la noción de derechos humanos se sostiene en la noción de dignidad humana.

La afirmación "todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos" de la Convención Internacional de 1948, tiene muchos antecedentes. Se podría decir que el p r i ­mero es el valor que la democracia ateniense asignó a la liber­tad de los sujetos, a pesar de que estuviera reducida a los ciu­dadanos (los hombres libres) y hubieran quedado excluidos los esclavos, los niños y las mujeres. Esa idea de libertad como constitutiva del sujeto, fue retomada en la modernidad y aun­que igualmente quedó restringida de hecho (las mujeres y los pobres no estaban incluidos), se consideró "universal".

La idea, propagada en el mundo helénico, se enraizó en el mundo occidental. En la Edad Media se habló de "derecho natural", que presupone la existencia de un conjunto de valo­res universales y anteriores al surgimiento del Estado por estar asociados a la idea de "naturaleza humana". Las leyes deben sustentarse en esos valores, que a la vez son el criterio de justicia con el que deben actuar los gobernantes.

La teoría del derecho natural o "iusnaturalismo" está en la base de todo el pensamiento político occidental; en él se asientan las doctrinas contractualistas de los siglos XVII y XVIII, pero también es dable reconocer su influencia en esa afirmación "todos ¡os hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos" de la Carta de 1948, que resulta ser una versión laica del iusnaturalismo.

En los siglos XVI y XVII, las minorías religiosas perse­guidas por la Iglesia Católica y el poder real absoluto de las monarquías europeas reclamaron el derecho a la libertad de conciencia y de religión y reivindicaron el derecho de resisten­cia a la opresión. Esas declaraciones constituyen un anteceden­te muy importante de la Declaración Universal de 1948.

Emerge en ese tiempo una visión diferente de la organi­zación sociopolítica. La visión organicista y autoritaria del mundo medieval es reemplazada por una visión individualista y libertaria, que sostiene que el pacto entre individuos libres es el que funda el Estado. Se construye Una sociedad basada en los derechos no en los privilegios; en los negocios no en las jerar-

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quías, en la libertad no en el destino. Kant sostendrá que el único modo de asegurar las vidas

y las libertades es salir del estado de naturaleza (de la agre­sión, la guerra, el conflicto) y pasar al estado de cultura, de sociabilidad, lo cual se logra con la instauración, mediante contrato, del orden político. El Derecho y el Estado no son sino construcciones de los individuos libres que acuerdan entre sí la mejor manera de administrar su convivencia. En esta línea hay textos memorables: Cartas sobre la tolerancia (Locke, 1689), El contrato social (Rousseau, 1762), Tratado de la tole­rancia (Voltaire, 1763), De los delitos y las penas (Beccaria, 1764, el primero en expedirse contra la pena de muerte).

Pero hay dos textos que se reconocen como fundadores de los derechos humanos: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) de la Revolución Francesa y la Declaración de Independencia de EE.UU. (1786), ambos abo­nando procesos políticos que modificaron profundamente las relaciones entre individuos y Estados.

La Declaración francesa resulta paradigmática pues ha­bla de derechos "naturales e imprescriptibles, inalienables y sagrados" y reconoce como tales la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Admite que la garantía de esos derechos la proporcionan la igualdad, la participación en la formulación de las leyes, el derecho al debido proceso judicial y la libertad religiosa y de expresión. A partir de enton­ces, las constituciones de los Estados tienen dos componentes: una parte doctrinaria, en la que se formulan los derechos, y una parte organizativa, en la que se establecen los mecanismos por los cuales el Estado podrá garantizar esos derechos.

En esta apretada reseña, en la que he dejado de lado importantes hitos en la historia de los derechos humanos, no puedo dejar de mencionar tres textos fundadores de los dere­chos humanos de las mujeres: la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana de Olympe de Gouges de 1791, la De­fensa de los Derechos de la Mujer de Mary Wollstonecraft de 1792 y la Declaración de Séneca Falls de 1848.

Pero en el siglo XX se produce un avance cualitativo de crucial importancia: ya no se trata sólo de constituciones que reconocen derechos particulares, sino de declaraciones y con­venciones internacionales, verdaderos instrumentos jurídicos de carácter positivo.

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La revolución de los derechos humanos

Para muchos teóricos y militantes el movimiento social y político producido por los derechos humanos es de tal enver­gadura que constituye una verdadera revolución. Los derechos humanos han modificado el ámbito de las leyes y también el de la militancia, no sólo en los países centrales. Incluso los Estados que todavía no han adherido a las Convenciones internacionales se ven interpelados por la política de derechos humanos de los orga­nismos multinacionales y por la expansión de la conciencia del valor de la dignidad humana que los derechos humanos expre­san. "El nuevo enfoque de los derechos humanos es una concep­ción de la vida social que procura reconciliar la moral, ¡a política y el derecho en un horizonte ético pero al mismo tiempo opera-cional, que ha avanzado en una visión de política pública", dice Ludwig Guendel 1 5 6 .

Nadie puede desconocer la magnitud del desarrollo al­canzado por la noción de derechos humanos, puesta de mani­fiesto sobre todo en el Derecho internacional, aunque haya que señalar al mismo tiempo las reiteradas contradicciones entre la conciencia lograda y el "reconocimiento y aplicación universales y efectivos" de los derechos humanos, como reza la Declara­ción.

Cuando Amy Gutmann, recordando la frase de Hobbes "los acuerdos sin espada no son más que palabras", se pregun­ta ¿qué tipo de revolución se caracteriza por un número tan elevado de palabras no respaldado por la fuerza de la espada? (2003: 8), está poniendo el acento precisamente en esa terrible paradoja. Los mismos Estados que adhieren al sistema inter­nacional de derechos humanos no siempre asumen su respon­sabilidad de garantes de los derechos, con lo cual Declaracio­nes y Convenciones terminan siendo sólo palabras. La situa­ción es entonces muy compleja y de difícil resolución porque hasta el momento no se ha logrado instaurar una institución que tenga autoridad sobre los Estados en estas cuestiones. Gutmann dirá que hasta que esto no suceda, la revolución de los derechos humanos será incompleta.

1 5 6 Políticas públicas y derechos humanos. Instituto Internacional de Goberna bilidad - www.iigov.org/documentos

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Bibliografía

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Beuchot, M. y Saldaña, J., (2000) Derechos humanos y naturale­za humana, México, UNAM.

Bobbio, Norberto (1991) El tiempo de los derechos, Madrid, Sistema

(1983) Diccionario de política. México, Siglo Vein­tiuno

Guendel, Ludwig Políticas públicas y derechos humanos. Institu­to Internacional de Gobernabilidad:

www.iigov.org/documentos Gutmann, Amy "Prólogo" en Ignatieff, Michael (2003) op. cit. Ignatieff, Michael (2003) Los derechos humanos como política e

idolatría. Barcelona, Paidós. Krauss Fuente, Amoldo "Derechos humanos y salud", en Diario

La Jornada. México D.F. miércoles 1 de septiem­bre de 2004.

Mosterín, Jesús "Creando derechos". El País, 29-8-99 Zúñiga Anazco, Yanira (1999) "Derechos humanos: un desafío

pendiente", en Revista de Derecho V. 10 Valdivia, Chile www:http://mingaonline.uach.cl/scielo

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