La senda del errante, miedo y rabia cap1

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www.lasendadelerrante.cl comic, accion, suspenso en el que trabajo actualmente como dibujante

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Chillán, 1955

Es tarde en la noche… y hasta los hombres de espaldas cansadas

necesitan un momento de esparcimiento...

Unos buscan compañía...

Otros solo necesitan una botella para olvidar...

...aunque en ocasiones, los recuerdos llegan cuando menos se le desea...…

Hola Duran…

Está muy mal beber solo y dejar mirando a los

amigos...

¿No te acuerdas de mí, viejo?

Tú… no sé…

¿Qué quieres de mí?

Solo conversar un ratito…

menuda sorpresa...

¿¡!?

lo siento, pero no sé quién eres o qué quieres de mí…

¡Por favor, déjeme en

paz!

Eso es insolente de tu parte anciano,

extraño en ti.

¡váyase y déjeme solo…!

Creo que me quedaré aquí contigo…

Por el amor de dios, si le debo

algo...

...dígame y se lo pag…...no necesito tu

dinero…

¡¿DONDE ESTA SANDOVAL?!

¡Por el amor de Dios! ¡Eres tú! ¡Estas vivo!

Así es anciano...

yo... ¡yo no sé nada!

¡y tú me lo diras!

Y sabes donde esta Sandoval,

lo sé…

He recorrido mucho

tras su rastro...

Valparaíso, 1947 Tras lo que paso... busqué respuestas

Entienda mis temores Capitán…

Es mi primer negocio al exterior…

Y mi busqueda me llevó hasta un hombre, que me

contó todo Duran... absolutamente todo...

…hasta me encontré con otro amigo tuyo, Pastene. pero eso no es importante

la verdad…

mmm...

...y tiene que salir todo bien ¿no?

Asi es Capitán...

como sabe no es fácil para un novato hacer

negocios...

Y menos en estos tiempos...

Donde si no se tiene un apellido, no eres nadie…

Continuará...

Je Je Je

¿De qué rie Capitán?

Señor Contreras ¿Quiere que hablemos de no ser nadie?

INTRO

Carreras, gritos y órdenes mezcladas con palabrotas. Dos figuras marciales cargan a una tercera muy distinta a ellos, que difícilmente puede caminar. Un rastro de gotas de sangre van quedando en el camino, donde hombres indignados, lanzan insultos al herido que silencioso resiste incluso los golpes que le dan mientras es trasladado…

Una puerta blanca se abre y junto a quienes le cargan, un tercer uniformado entra a la habitación con un maletín de cuero. El cuerpo del herido cae pesadamente en el piso de made-ra, levantando algo de polvo, las gotas de sangre caen intensamente en la madera del suelo, dejando una pastosa mancha roja.

- ¿Este es?

- Sí, mi sargento… este fue el malnacido

El oficial se acerca con el maletín al hombre herido. Se inclina dejando el maletín apoyado en el suelo y que luego abre. Se dispone a sacar algo cuando se detiene en la mirada del herido, que aunque sorprendida, aun muestra algo de aires desafiantes. El oficial suspira y baja la mirada un segundo para luego decidido mirarle nuevamente.

- Esto lo hago como católico que soy, nada más…

La mano del oficial, se mete al interior del maletín de cuero…

El Escribano… (Parte 1)

Relación de los hechos producidos el 14 de Diciembre de 1914 del Escribano Judicial, Eleodoro Retamal

Hacía calor esa mañana de lunes…

- ¿Retamal? ¿Está usted muy ocupado?

La verdad esa semana era ajetreada: se acercaban las fechas navideñas y aun cuando persistía una crisis económica producto de la guerra, que solo hacía unos pocos meses se había desencadenado en Europa, la gente se había lanzado a las calles a buscar el regalo original y moderno, que usualmente llegaba a las tiendas como la exclusiva Gath y Chávez. Muchos cargaban sumas de dinero interesante y eso daba un botín atractivo al amigo de lo ajeno… el tono de preocupación de mi compañero de trabajo, me dio la sensacion de que lo que necesitaba, me llevaría hasta un lugar que sería mucho más interesante que la calurosa oficina de partes y registros…

- No, Gonzalez. Dígame, en que le soy útil…

- El Prefecto Vera acaba de llamar desde la fábrica de cartuchos y pide que se vaya de inmed-iato para allá… necesitan que se presente a la brevedad con el…

- ¿La fábrica de cartuchos? El procedimiento dice que todo lo que sea registros y anotaciones se realicen acá en el juzgado.

- Creo que esta vez no es conveniente Retamal…

La cara de urgencia de Gonzalez, me termino de convencer que definitivamente lo peor que podía hacer era encerrarme a pasar el calor de la tarde en la oficina y asentí con la cabeza…

Faltaba poco menos de una hora cuando salí del juzgado. El móvil de la policía que me espe-raba se tardó poco, las calles estaban despejadas de carretelas de tracción animal o huma-na ya que la gente aun estaba en sus puestos de trabajo y no salían a almorzar. Tardamos poco menos de 45 minutos en llegar a la Fábrica de Cartuchos de Santiago. En el exterior al menos dos docenas de personas se aglomeraban pidiendo atención. Un policía fiscal acom-pañado de un par de oficiales del ejército que asumo estaba de guardia, les daba instruc-ciones alzando la voz entre muchas voces alteradas y molestas

- ¡Señores! ¡Por Favor! Les pedimos que tengan paciencia, ¡hoy tenemos un inconveniente mayor! ¡Señores!

Me acerque con cuidado evitando en lo posible molestar a los alterados paisanos y me pre-sente. El oficial ni siquiera se preocupó de darme una explicación, con solo un gesto me dejo pasar, pidiendo a uno de los oficiales que me guiara en el interior, ante los gritos aun más indignados de la multitud que esperaba y que vio mi entrada en el lugar como un aprove-chamiento de colado…

- ¡Señores! ¡Por Favor!

El oficial que me acompañó en el interior del recinto me pidió que esperara y así me quede afuera de lo que al parecer eran las oficinas de administración de la fábrica. Mientras dejaba mi maletín sobre una banca de madera que estaba pegada al muro del edificio, escuche un tono de voz elevado y algo furibundo. Me moví lentamente esperando poder escuchar con claridad. De la sala de donde salía el fuerte tono de voz, un oficial alto y delgado hablaba con un tono que solo había visto en contadas ocasiones: El tono de voz de alguien que no transara en considerar su verdad como única e irreprochable… ante él, un miembro de la policía en pose decidida le refutaba cada frase

- ¿Qué esperaba usted? ¿Qué me quedara de brazos cruzados?

- Ya se había reducido al hombre que le ataco… no era necesario y le censuro a usted, que haya sacado su sable para atacarle cuando ya no tenía modo de escapar

- ¡Es un asesino cobarde!

- El hombre al que llama asesino, ha fallado. El General ha sido asistido y el doctor a cargo me ha dicho que las heridas aun cuando graves, tienen buen pronóstico…

- ¿Por qué no me lo entrega? Podemos indicar que es una agresión mayor y llevarlo a juicio y fusilamiento in situ… ¡es un sucio subversivo!

- Esa no es la forma. La justicia esta primero. Para todos sin excepción…

Un soldado joven, se percata de mi presencia viendo la discusión y veloz cierra la puerta de la oficina, dejando esa conversación tensa encerrada entre cuatro paredes. No estaba totalmente informado de toda la situación, como redactor judicial mis órdenes eran apoyar al funcionario policial a cargo del caso, extraer el testimonio del acusado y en este caso correr hasta el juzgado más cercano para dejar constancia de las condiciones del apresado al juez de turno. Una voz me hizo volverme: el Prefecto Vera.

- Muchacho, ¿vienes del Juzgado no? Bien. Ten los oídos bien abiertos. Todo lo que diga debe quedar registrado

Luego haciendo un gesto me indica que le acompañe, veloz avanza delante de mí. Al frente, una montonera de gente entre funcionarios del recinto y militares furibundos, rodean el acceso al edificio principal de la fábrica de cartuchos.

CONTINUARÁ…

En nuestra próxima edición de..

PRIMERA PLANAGuion: Carlos Urquieta

Dibujo: Fabian Saez