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La Sociedad de la Información: Oportunidades y Riesgos. Ma EUGENIA GAYO Profesora Titular de la Famltad de Derecho. UNED El fenómeno de las tecnologías de la infom1ación, emergente con especial intensidad en las ultin1as décadas, ha planteado un gran número de cuestiones que han sido objeto de análisis desde perspectivas diversas ( legales, éticas, económicas, sociales, etc). Es obvio que, como toda nueva situación, también ha dado lugar a diferentes posturas que, desde ópticas distintas, intentan poner de manifiesto los aspectos, tanto positivos como negativos que se pueden producir, si bien es cietto que, como consecuencia del miedo a h desconocido, son más las actitudes de crítica (e incluso, en algunos casos de rechazo), que las que ensalzan los beneficios que se pueden alcanzar. A lo largo de las siguientes pagmas van1os a intentar analiza:: y valorar las posibles ventajas, y tan1bién los riesgos que pueden producirse en lo que se ha llan1ado " la Sociedad de la iriformación ";partiendo, en cualquier caso, de la premisa de que los avances tecnológicos que dan nombre a la nueva sociedad, no son valiosos o perjudiciales per se, sino que lo que puede permitimos calificarlos como tal es, principalmente, el uso o utilización que de ellos se realice, así como los fines que con ellos se pretendan alcanzar. Este planteamiento nos va a situar en w1 ámbito cercano a la ética, por cuanto lo que en algunos casos van1os a cuestionar es la posible mut ación de valores, principios, hábitos ·que se puede producir, así como los límites que desde distintos planos parece necesario establecer. lnfimnát ica y Derecho 221

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La Sociedad de la Información: Oportunidades y Riesgos.

M a EUGENIA GAYO

Profesora Titular de la Famltad de Derecho. UNED

El fenómeno de las tecnologías de la infom1ación, emergente con especial intensidad en las ultin1as décadas, ha planteado un gran número de cuestiones que han sido objeto de análisis desde perspectivas diversas ( legales, éticas, económicas, sociales, etc). Es obvio que, como toda nueva situación, también ha dado lugar a diferentes posturas que, desde ópticas distintas, intentan poner de manifiesto los aspectos, tanto positivos como negativos que se pueden producir, si bien es cietto que, como consecuencia del miedo a h desconocido, son más las actitudes de crítica (e incluso, en algunos casos de rechazo), que las que ensalzan los beneficios que se pueden alcanzar.

A lo largo de las siguientes pagmas van1os a intentar analiza:: y valorar las posibles ventajas, y tan1bién los riesgos que pueden producirse en lo que se ha llan1ado " la Sociedad de la iriformación ";partiendo, en cualquier caso, de la premisa de que los avances tecnológicos que dan nombre a la nueva sociedad, no son valiosos o perjudiciales per se, sino que lo que puede permitimos calificarlos como tal es, principalmente, el uso o utilización que de ellos se realice, así como los fines que con ellos se pretendan alcanzar. Este planteamiento nos va a situar en w1 ámbito cercano a la ética, por cuanto lo que en algunos casos van1os a cuestionar es la posible mutación de valores, principios, hábitos · que se puede producir, así como los límites que desde distintos planos parece necesario establecer.

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Asimismo cabe resaltar que, con relación al tema que nos ocupa, sucede algo parecido a lo que viene ocurriendo en otros campos científicos o técnicos con el descubrimiento y desarrollo de técnicas y terapias diversas. Y la actitud o respuesto'! que cabe adoptar también parece que habrá de ser la misma. Parece claro, por ejemplo, que los avances en el ámbito de la llan1ada ingeniería genética han permitido la realización de operaciones hasta hace poco tiempo impensables, y casi nadie (salvo quienes adoptan posturas fuettemente dogmáticas y en algunos casos impregnadas de connotaciones de corte religioso) pone en discusión lo beneficioso de estas nuevas terapias para la investigación, prevención o curación de ciertas enfem1edades, aw1que también existan riesgos derivados no sólo de su reciente implantación smo, principalmente, de su utilización para fines no aceptados socialmente 1.

Lo mismo, en cietta medida, parece ocurrir en el can1po de las nuevas tecnologías de la información, donde casi diariamente comprobamos cómo están cambiando nuestra vida y, además, en todos sus sentidos. ¿ Qué actitud conviene que adoptemos ante ello ? De un lado parece sensato considerar como beneficioso la existencia de medios como, por ejemplo, INTERNET, que nos permite no sólo estar informados, sino que además nos proporciona una infom1ación cada vez más an1plia, completa y accesible para un sinfm de sujetos. Sin embargo, esta actitud puede resultar excesivamente optimista, por cuanto no analiza los problemas que puede producir una masificación de la información, una generalización indiscrin1inada de la mis111a, etc.

Hemos de tener presente que la formación de las personas depende no sólo de que cada vez se conozcan más cosas, sino principalmente de la asin1ilación que realicen de dichos conocimientos y de los fmes que con ellos se pretenda alcanzar. Es decir, no basta con una cttltura itifórmativa, que afecta al ámbito estricto del conocin1iento y basada prin1ordialmente en una infom1ación de carácter descriptivo, sino que debemos pretender también el desarrollo de una Cll!tttra valorativa que afecta en gran medida al ámbito del compottamiento y que, por tanto, concierne a hábitos, creencias, principios, valores, etc 2, que can1bian muy lent:.o'lmente en relación con los hechos o datos que los sustentan.

• 1 Es conocido el rechazo social, e incluso científico, que suscita el hecho de que una utilización indiscriminada de estas técnicas pudiera d.'ll: lugar a fenómenos como la clonación humana, la selección de raza, etc. De ahí los esfuerzos por establecer un código deontológico para estas actividades.

• 2 BILBENY, N: La revolución en la ética. Ed Anagrama. Colección Argumentos. Barcelona, 1997. Págs 35 y siguientes.

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Junto a lo anterior, también hemos de considerar que en las modernas sociedades digitales, en muchas ocasiones las cosas no son como son sino como nos las presentan o cuentan, y ello también puede, en gran medida, condicionar nuestro sistemas de valores, hábitos y creencias. Es decir, de qué modo o mediante qué medio se nos trasmita la información determinará la idea que nos hagamos de la realidad y cómo la percibamos. Así, hasta la irmpción de la era audiovisual, la información (obtenida principalmente a través de medios impresos ) permitía al sujeto imaginar cómo serían realmente ciettos objetos o cómo habrían sucedido detemúnados acontecimientos aun a riesgo de errar en la percepción (quien no ha reproducido mentalmente las distintas escenas que leía en una novela o imaginado cómo sería el rostro de la persona que le hablaba a través de la radio). En las actuales sociedades, donde los medios audiovisuales parecen imponerse frente a otros, el margen para la imaginación se reduce considerablemente, en cuanto que casi todo se plasma en imágenes tan reales como casi perceptibles, y ello con el riesgo de saturar nuestra sensibilidad o incluso llevamos a un estado de indiferencia, puesto que ya casi nada resulta smprendente.

Anteriormente señalábamos que la denominada cultura va!orativa concierne principalmente a hábitos (aunque también a creencias, principios, valores, etc.), lo que nos obliga a analizar, aunque sea brevemente, cómo surgen éstos. Si pattimos de la consideración del hábito como "el modo especial de proceder o conducirse adquirido por la repetición de actos iguales o semejantes " 3

podemos considerar que su existencia se encuentra fuertemente vinculada con el aprendizaje, lo que no necesariamente permite atribuirles un carácter puramente mecánico, sino que, debido a que los hombres se caracterizan principalmente por la racionalidad, utilizan los hábitos de forma dinámica y abierta, es decir, manteniendo los que interesen y desestimando los que, por distintas circunstancias, en un detemúnado momento pudieran carecer de sentido. En cualquier caso, esta consideración de los hábitos implica que se pueden ver sometidos a un proceso de transformación si se modifica los pilares sobre los que se sustentan. Así, se ha señalado que " cuando cambian las condiciones de nuestro hábitat no pueden por menos que cambiar los hábitos personales y con ellos las creencias o ideas que crecen a su lado para justificarlos " 4

• 3 RAE: Diccionario de la Lengua Española. 21° Ed Madrid, 1992.

•4 BILBENY, N: ob. citPág.43.

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Y es obvio que la inupción de la cultura digital está provocando can1bios en el modo de proceder no sólo del individuo sino del propio gmpo social, que ha comenzado a seleccionar nuevos valores o principios que sustenten los actuales hábitos. Por tanto, parece que en el momento actual ya no se trata de seleccionar valores o principios absolutos, ni siquiera permanentes, sino que se tiende a establecer unas escalas de valores que puedan ir ajustándose a este nuevo orden de vida inestable ante el que nos encontramos. Esto explicaría la justificación de compmtamientos que durante siglos han resultado rechazables, o incluso la demanda de sujetos con una . mayor capacidad de adaptación a las nuevas situaciones y no dependientes de criterios en desuso u olvidados. Podemos analizarlo ejemplificativan1ente: en el momento actual, desde ciettos sectores sociales y económicos se pone de manifiesto cada vez en mayor medida la tendencia a desarrollar el denominado teletrabajo, modalidad laboral consistente en realizar la prestación en el propio domicilio, o al menos sin la necesidad de desplazarse a un mismo entorno de trabajo. Obvian1ente no todos los sujetos van a tener la misma capacidad de adaptación ante esta situación, sino que, probablemente, sólo lo conseguirán los más versátiles. Pero incluso sería discutible, o al menos cabría preguntarse, ¿ por qué ha de aceptarse esta nueva modalidad como buena o válida ? Si prescindimos de consideraciones de carácter económico, un planteamiento como el descrito va a producir profundos cambios en el án1bito de las relaciones interpersonales, pudiéndose incluso llegar a desvittuar el propio proceso de socialización humana s.

El panorama se ensombrece aún más si pensan1os que las nuevas tecnologías también nos ofrecen la posibilidad de ocupar los momentos de ocio en soledad, al pennitimos "practicar" depmtes, juegos, etc., sin necesidad de desplazarnos a ningún lugar. Dejando a un lado lo que esta actividad tiene de "fraude jfsico ", por cuanto al no estar realmente jugando no se ejercita fisican1ente el cuerpo, en estas situaciones resulta imposible detectar en los restantes patticipantes, si los hubiera, la más mínin1a señal de duda, emoción, fragilidad, etc., que en la práctica real podría conducir a un can1bio en la estrategia y por ende del resultado. Todo ello contribuye a que se produzca una pérdida de contacto real con otros sujetos que puede provocar la aparición de conductas o comportamientos, los cuales en muchos casos, al no estar

• S Pensemos que la socialización del hombre comienza cuando sale del entorno personal y familiar más ce1-cano para encontrm'Se y relacionm'Se con otros sujetos, y este proceso que comienza en la infancia continúa a lo largo de toda la existencia del sujeto.

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que se produzca una pérdida de contacto real con otros sujetos que puede provocar la aparición de conductas o comp01tamientos, los cuales en muchos casos, al no estar basados en una real interacción y amparándose en el " anonimato tecnológico " podrían resultar no deseables. ·

Asin1ismo, anteriormente sei'í.alában1os que, aunque es posible que se produzcan mutaciones en los hábitos y creencias y, por tanto, que evolucione la m!tura

val.orativa, la producción de estos can1bios no se realiza al n1ismo ritmo que las evoluciones tecnológico-sociales. Y ello principalmente debido a, entre otras, las siguientes razones:

1°1 Porque los sujetos se encuentran ante una inintenumpida y vertiginosa sucesión de can1bios, en gran medida in1previsibles, de tal forma que lo único que llegan a intuir es la necesidad de can1biar sus comp01tan1ientos, pero sin conocer de qué fom1a o en qué dirección.

2°1 Porque carecen de un referente o modelo, es decir, no exis ten pautas que les guíen, ya que la mayoría de los sujetos se limitan a asun1ir la nueva situación y ajustarse a ella en la medida de lo posible, sin disponer de tiempo suficiente ante el cúmulo de infom1ación que recibe para depurarla, analizarla, discutirla y valorarla.

Quizás por todo ello, en las sociedades tecnológ-ican1ente avanzadas, los modernos comp01tamientos carecen de un cierto arraigo, lo que afecta a ( y puede llegar a imposibilitar) la identificación de una sociedad sobre la base de dichos hábitos, por cuanto casi tu lo son. Este plantean-liento nos conduce a una cuestión problemática: la consideración del concepto de identidad en w1a sociedad como la actual dominada por el desarrollo y expansión de la revolución tecnológica. Incluso en estas circunstancias, cabría preguntarse si es posible adquirir y mantener una identidad tanto individual como social.

Tradicionalmente, la identidad individual o personal se consttUÍa sobre un rol (hereditario o adquirido), un rango o w1 estatus. Esta fom1a de entender la identidad queda desvittuada en una sociedad digital como la actual donde lo que se exige es, precisamente que el sujeto se acomode a distintas posiciones, situaciones, es decir, una sociedad en la que cabe hablar de " roles mutantes " 6; lo que pern1ite pensar

• 6 BILBENY, N: ob.cit.Pág.16.

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que se trat'lfía, más que de una identidad en patte creada por el propio sujeto, de una identidad generada o, cuando menos, atribuida o asignada por la propia sociedad digit11, con la inseguridad que esto puede generar por la capacidad de manipulación. Por ello resulta paradójico que, en los últimos años, la literatura iusf.tlosófica principalmente se haya ocupado con gran intensidad de los problemas que las nuevas tecnologías podrían provocar en el ámbito del derecho a la intimidad, resaltando la necesidad de establecer w1os mecanismos de protección y garantía (Habeas Data, Leyes de Protección de Datos )7 sin tomar apenas en consideración el problema que afecta al concepto de identidad, ya que dependiendo de quién o cómo soy (identidad ), así se desarrollará mi privacidad.

En cuanto al ámbito de la identidad social y cultural, hasta el momento presente, la individualización de una determinada sociedad se ha venido realizando tomando en consideración una serie de datos que contribuían a determinar su personalidad, que le conferían su propia idiosincrasia y que generalmente no eran compattidos, al menos de fom1a tot11, por otras est:mcturas sociales, como podrían ser, entre otros: sus manifestaciones espontáneas, su lenguaje, sus tradiciones, su cult:t,.ra, etc. Con la inupción de la sociedad audiovisual las diferencias entre unas sociedades y otras comienza a debilitarse, y con la expansión de las nuevas tecnologías infmmáticas y la generalización de las infom1aciones, resulta cada día más dificil evitar una cietta unifmmizaci'Ón de las sociedades.

En definitiva, con respecto a la cuestión de la identidad (ya sea individual, cultural o social ), actualmente podemos aftm1ar que, en gran medida, se

• 7 Son numemsos los autores de la doctrina española que han resaltado en sus obras la necesidad de conjugar el régimen juridico de los derechos fundamentales del hombre, y más concretamente el derecho a la intimidad, con la utilización de las nuevas tecnologías en b s modernas sociedades informatizadas. Vid PEREZ LUÑO, AE." Nuevas tecnologías, sociedad y Derecho. El impacto socio-juridico de b s N.T. de la información", Ed. FUNDESCO. Madrid, 1987.Id. "Los Derechos Humanos en la sociedad tecnológica ", en Cuadernos y Debates n° 21, Centro de Es tudios Constitucionales . .iviadrid, 1989. Págs. 139 y sg. Id: "Los derechos humanos en la sociedad tecnológica ",publicado en Cuadernos y Debates n° 21. Centro de Estudios Constitucionales. :Cviadrid, 1989. GARCIA SAN MIGUEL, L (ED); PEREZ LUÑO,AE. y OTROS:" Estudios sobre el derecho a la intimidad". Universidad de Alcalá de Henares. E ditorial Tecnos. Madrid, 1992. GAYO SANTA CECILIA, M".E: "Garantias del ciudadano ante la LORTAD: posibles vías de defensa y pmtección de sus derechos fimdamentales ", en Actas del III Congreso Iberoamericano de lnforn1ática y Derecho (Vol.!) publicadas en Informática y Derecho, no 4. E d.UNED.Centro Regional de E:-..'tremadura y Aranzadi Editorial, Mérida, 1994.

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encuentra mediatizada, o incluso manipulada, por quien o quienes mane¡an y transmiten la información, por lo que podrían1os llan1ar el poder telemátúv.

Todo lo anteriom1ente expuesto nos conduce a analizar, y en pa1t e rechazar, otro de los 11 mitos 11 que se ha creado en relación con las nuevas tecnologías de la información, como es el del control que puede ejercerse sobre las infom1aciones que se reciben a través de los nuevos medios y quién lo ejerce realmente. Es cierto que el usuario de las modernas autopistas de la información controla hasta cietto pw1to las infomuciones a las que accede al poder seleccionar, por ejemplo, qué páginas visitar y cuáles no; sin embargo su capacidad de control no puede remontarse sobre las fuentes u orígenes de dichas informaciones, ni siquiera en relación con su fom1a de obtención, lo que en ciert,'l medida le obliga a guiarse en parte por su instinto para intent.'lf depurar la información recibida, lo que no deja de resultar curioso en un mw1do digital tan tecnificado. Por otra parte, el usuario sí puede estar siendo controlado o seguido en sus actuaciones (en el momento actual la tecnología existente permite averiguar cuándo se produce la conexión a la red, en relación con qué temas, a través de qué mtas, etc ), lo que de alguna fom1a pem1ite conocer su perfil. No se trata del clásico problema de averiguar quién es el sujeto a través de su datos personales, sino de elaborar un perfil, inicialmente anónin1o, pero que en w1 detem1inado momento puede dejar de sedo. Todo ello puede producir la necesidad de can1biar detem1inados conceptos y esquemas, tanto de carácter jurídico como ético.

También cabría seíi.alar que, históricunente, ética y derecho han coexistido como fundamento del obrar · del hombre porque se desarrollaban sobre sociedades que presentaban ciettos hábitos o creencias es tables y en algunos casos prácticamente inmutables. En el mw1do digital actual, donde la inestabilidad de informaciones, conductas, principios, valores parece w1a constante, existen serias dificultades para establecer esquemas nom1ativos, tanto de carácter ético como jurídico y, de lograrse su implantación, podrían mantenerse serias dudas acerca de su eficacia.

Como conclusiones a lo expuesto, podrían1os señalar que la revolución tecnológica ofrece insospechadas posibilidades de comw1icación y producción tanto en el orden personal como en el social, por lo que parece razonable aceptar su desarrollo, lo que no obsta para que tengamos presente algw1os aspectos no demasiado beneficiosos que también han de producirse con su implantación.

En este sentido, uno de los principales aspectos menos benéficos sería el que la revolución tecnológica es tá en gran medida condicionando - e incluso anulando - no sólo el mw1do de los sentidos sino, incluso, el de los sentin1ientos, con

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la consiguiente pérdida de sensibilidad. No olvidemos que no resulta lo mismo hablar directamente ante w1 auditorio que a través de una conexión informática o mediante videoconferencia, puesto que, aw1que el mensaje sea el mismo, la fom1a de transmitirlo necesariamente can1bia, lo que deviene en que la recepción pueda no ser unívoca o ser incluso equívoca.

Asin1ismo, la generalización y w1ifom1ización de hábitos y comp01t1!11Íentos podría hacer necesario el intentar universalizar los esquemas normativos, tanto de carácter ético como jurídicos, si bien su eficacia podría ser muy escasa al constmirse sobre hábitos y creencias en permanente can1bio.

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