LA TERCERA EDICIÓN

Agotada la segunda edición del BOSQUEJO HISTÓRICO que es-cribí cuando aún no había yo cumplido dos decenios do edad,y habiéndose propuesto su duofío, ol Sr. Ibarra, dar á luz unatercera tan mojoradaoomo le fuera posible, fui invitado por élá hacer las correcciones ó ampliácionos que me parecieranconvenientes.

La obritn era defectuosa: ú las imperfecciones do la formaso agregaban deficiencias y errores do consideración.

Por otra parte, los estudios históricos, quo hasta ahora hantenido pocos aficionados on oste país, empiezan á despertarV'J>O ínteres, que se maniBesta en el afán, y hasta en la pasión,con quo so discuten personas como Artigas y hechos como larevolución 4o los Treintaitros. Y os notorio que la falta de da-tos completos, y sobre todo ciertos, hatonido mucha parte enel extravio que han sufrido algunas veces las opiniones aota-promotidas en la controversia.

Si, pues, había do adaptarso el BOSQUEJO a las necesidadesactuales, era monester, nó solo corrcjirlo en la parte narrativay rectificarlo en la critica, sino también aumentarlo mucho, &ñn do que pudieran hallar en ól, quienos lo consultasen, la no-ción más completa posiblo de todos los periodos ó aconteci-mientos notables do la historia nacional.

Se comprenderá sin esfuerzo que no podría llevarse ¿ cabotal empresa con un trabajo dé meras correcciones y ampliacio-nes., sino que era indispensable concebir y roalizar una obracompletamente nueva, recurriendo á las fuentes, estudiandosus datos y organizándolos de modo que resultara una obraverídica, proporcionada en sus partes y sin soluciones de con-tinuidad.

No es esta tarea do las más fáciles:, la saben los aficionadosá investigaciones históricas. Mucho auxilian los justamentereputados trabajos del general Mitre, del doojor López, del

VI -

, señor Domínguez y algunos otros; ppro ios más do osos estu-dios apenas pasan del año XX; y, tonioMo por principal Ob-jeto la República-argentina, no se han dedicado álos sucoshsorientales &ÍHO en cuanto concurren al desarrollo do los acon-teciimonfófi que tuvieron su dosonlace al otro lado dol Plata.HabAi quo completar la historia oriental de las invasiones in-glesas y de todo el tiempo en quo figuró Artigas; y., principal-mente, había quo componer la historia de la dominación por-tuguesa-brasileña y do todo ese tiompo que corrió dosde la in-vasión de los Trciníaitros hasta la jura,do la constitución en1830, consultando las noticias que parcial ó inciden taimen todan las obras que entro nosotros circulan, las monografías, ylos documentos impresos y manuscritos que á fuerza de por-severante voluntad hó podido reunir, ya que tan poco ofrecenlos archivos públicos.

No me hago la ilusión du que presento & los lectores unaobra dol todo correcta, porquo ostoy persuadido de que seránocosario oí concurso do otros osfuorzos, ajónos ó míos, paratriunfar completamente do las serias dificultados con quo heluchado al buscar noticias quo no so tonian y al querer desen-trañar la verdad de documontos oscuros ó contradictorios; pe-ro si puedo asegurar quo,, dado el poco, tiempo de que dispon-go, no hó omitido trabajo, celo, ni sinceridad de propósitos'por presentar un cuadro fiel y completo, aunque abreviado, dola historia do esta República hasta ol día en quo quedó cons-tituida.

Narro los hoehos como los ponozco; y formo los juicios conarreglo á los hechos. No mo he preocupado de halagar, ni domortificar sentimientos; sólo no tratado do sor fiol á la verdady de someterme escrupulosamente á las reglas do la moral yde la justicia. Si ho conseguido quo la obra refleje estas dispo-siciones de mi ánimo, quodan satisfechas mis aspiraciones.

Montevideo, Agosto de 1881 .*

F. A.F. A. BERRA.

BOSQUEJO HISTÓRICO

DE LA

REPÚBLICA O. DEL URUGUAY

LIBRO PRIMERO

LA DOMINACIÓN ESPAÑOLA

CAPÍTULO I

LA. CONQUISTA ESPAÑOLA

I—Descubrimiento del territorio oriental

Aunque parece cierto que algunos europeos ha-blan llegado ya al continente de América,la Euro-pa ignoraba su existencia cuando lo descubrió áfines del siglo XV el genovés Cristóbal Colon, es-tando al servicio de los reyes de España.

Los descubridores dieron noticia, cuando regre-saron á la península, de las poblaciones indígenasque hallaron, y de las cosas que vieron, haciendoconcebir la esperanza de hallar fácilmente grandes.riquezas. Se despertó así la ambición de los mo-

8 BOSQUEJO HISTÓRICO : . 16!©

narcas y de los particulares, á cuyo impulso so ,emprendieron expediciones do descubrimiento ydo conquista.

Una de ellas es la que partió en 1515 del puertode Lepe, bajo el mando de Juan Diaz de Solis. Sodirijió este navegante hacia el Sud del Nuevo-mun-do, siguiendo el curso de las costas orientales, yllegó a principios de 1516 á la desembocadura delrio de la Plata, al que llamó Mar dulce.

Queriendo tomar posesión de estas tierras ánombre do su rey, según entonces se usaba, des-embarcó con algunos individuos en la orilla izquier-da del rio, antes do la confluencia del Uruguayy del Paraná, según se cree, si bien no hay no-ticia cierta de este lugar. Las cercanías, como todala margen que se extiende hasta el cabo dé SantaMaría, estaban pobladas, en una zona de vein-te ó más leguas de ancho, por tribus indígenas,salvajes, bravas, denominadas charrúas. Solis se'encontró con ellas al desembarcar, y fue acometidoy muerto con algunos de sus compañeros. Han di-cho algunos que fue devorado en seguida; pero es-critores de mucha autoridad sostienen que los po-bladores do la parte oriental del gran río no eranantropófagos, por cuya razón niegan aquel hecho.Los que salvaron volvieron á P^spaña con la noti-cia do lo ocurrido.

Poco después llegó á estos parajes el naveganteportugués Magallanes, quien puso al Corro deMontevideo este nombre, ó el de Monte-oidi.

• I I — Trabajos de Gaboto ,

Tras el descubrimiento vino la exploración. Si-guiendo los españoles su plan, realizado ya enotras partes, enviaron á Sebastian Gaboto con el •encargo do que tomara posesión do estas regionesy las gobernase con el título de Capitán General.

4 1538 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 9

Llegó hasta el Uruguay y ordenó á Juan^AlvarezRamón que lo explorase. Kemontó óste el rio hastamas allá de San Salvador, en donde Gaboto hubiaconstruido un fuerte, ,y volvía do su expedicióncuando lo sorprendieron los indígenas y le dieronmuerte.

Gaboto se dirijió personalmente al Paraná; lle-gó hasta el rio Tercero, fundó en su desemboca-dura un fuerte, á que so denominó Sancti-spiritus,y continuó su viajo hasta el rio Vermejo, cuyaexploración hizo practicar. Se dice que aquí reci-bió do los indígenas varias piezas de plata, y queestas donaciones produjeron tal efecto en el ánimodel descubridor, y después en el do los monarcas,que dieron motivo á que se llamara rio de la Plataal descubierto por Solis.

I I I —Trabajos de Mendoza

Sucedió a Gabolo don Pedro de Mendoza, quienllegó al rio de la Plata con 2650 hombres de tropaon 1535, é inició los trabajos do la conquista fun-dando en la margen derecha la ciudad de Buenos-aires, dispuesto, según parece, á establecer enella el asiento del gobierno que había de ejercercon el título de adelantado. Pero no pudo lo-grar su fin. Aquellas tierras estaban habitadaspor indios en estado salvaje, enemigos do do-minaciones extrañas y bravos. Desde que losespañoles se establecieron, fueron vivamente hos-tilizados por los naturales del país; de tal modo,que no pudieron permanecer á pesar do la fuerzarelativamente grande que tenían á su disposición,y abandonaron la colonia, trasladándose á Sanctispiritus.

Mendoza, desengañado, volvió á España dejan-dp encargado del gobierno á don Juan de Ayoias,que fue muerto por los indígenas poco después de

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haber fundado la, Asunción del Paraguay, desti-nada desde entonces-á la residencia de las auto-ridades principales del rio de laPlata.

IV—Elección y trabajos de Traía

Los conquistadores de estas regiones tenían olderecho de elegirsus gobernantes, particularmentecuando el poder quedaba acéfalo por un aconteci-miento imprevisto, y con calidad de interirío. Los.colonos de la Asunción usaron ese derecho nom-brando á don Domingo Martínez dé Irala, despuésde muerto Ayolas, para que ejerciera las funcionesde éste mientras el Rey no proveía al adelantazgo.Irala, que ya se había hecho- conocer ventajosa-mente, organizó por primera vez1 en estas regiones •la administración municipal, fundó una iglesia yvarios oíros edificios públicos, señaló los límites •de la Asunción, y se esmeró por establecer víncu-los de amistad y cariño entre sus ^compatriotas y 'los naturales, influyendo porque se casaran aque-llos con las hijas do éstos. Ademas enseñó agri-cultura y varios oficios á los indios, con'lo que loshizo aptos para vivir con dignidad é independencia,

V — Administración de Cabeza, de Vaca

Estaba comprometido en estos trabajos, cuandovino á interrumpirlo el segundo adelantado don'Alvar Nuñez 'Cabeza de Vaca.

Cabeza de "Vaca se ocupó en los primeros tiem-pos en someter las tribus indígenas, empleandotan pronto medidas enérgicas como actos ae gene-rosidad; de modo que llegó á ser respetado por losindios en consideración á su podcr.yásus senti- "mientos. Habíale preocupado, desde que solicitó ,el adelantazgo,. el problema de abrir comunicacio-nes terrestres entre la Asunción y ol Perú. Esta-blecida su autoridad en la colonia de la Asunción,

A1M4 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 11

se propuso poner en práctica sus proyectos. Mandóá Irala para que explorase una parte del trayecto,como medida previa; y siendo favorables los infor-mes que éste lo trajo después de algunos meses deexpedición, se puso el mismo'en camino, dejandoá Irala encargado del gobierno interinamente. To-dos los esfuerzos que se hicieron no bastaron paravencer las dificultades que opusieron la naturalezadel terreno y )a estación lluviosa en que se inicióla empresa; por manera que tuvo que regresar eladelantado sm conseguir su objeto.

VI—Desórdenes—Nuevos trabajos de Irala „

Este fracaso disgustó á los oficiales que esta-ban á su servicio, porque lo atribuyeron á incon-veniencia do las medidas tomadas para realizarla comunicación. Quejábanse además muchaspersonas de su administración, juzgándola menosacertada que la de Irala. Los descontentos so amo-tinaron aprovechando la ausencia de este capi-tán, depusieron y engrillaron á Cabeza de Vaca, .y lo mandaron preso á España, de donde no vol-vió , aunque iué absuelto después de muchotiempo por las autoridades que tenían á su cargolos asuntos de- la America, ó, como entonces sedecía, de las Indias. .

Los españoles de la Asunción pensaron desdeluego en suplir la autoridad del adelantado ynombraron, para que ejerciera el gobierno, á Ira-la. Se dice que este aceptó el nombramiento con- 'tra su voluntad, aunque no faltan quienes lo su-ponen el instigador oculto de los hechos ocurri-dos, con el ánimo de suplantar al adelantado.

Sea de esto lo que fuere, el hecho es que asu-mió el mando supremo. La anarquía influyó consu mal ejemplo en las tribus indígenas; algunasse sublevaron, 6 Irala se vio en la necesidad de

, 1 2 v BOSQUEJO HISTÓRICO 15J4

reprimir el desorden, para lo cual empleó mediostan severos como blandos eran Jos que usaba, elsegundo adelantado. Esta conducta le atrajo laadhesión entusiasta de sus compatriotas, másinclinados á la crueldad que á los miramientoshumanitarios. Afianzada así su autoridad, pensóen llevar á cabo los proyectos de Cabeza do Vaca.Los españoles de la colonia se ofrecieron á acom-pañarlo, persuadidos de que llegarían á su fin contan distinguido jefe, y de que aumentarían su for-tuna con los metales y cosas preciosíis que ha-llaran en los dominios del Perú. Se emprendió laexpedición y llegó ésta á su destino; pero, malrecibida por las autoridades, tuvo que regresarsin otras ventajas que la de algunas ovejas y grannúmero de indios que tomaron en el tránsito.

La ausencia de Irala fue funesta para la coloniade la Asunción: so suscitaron rivalidades entrealgunos oficiales que quedaron^ estalló la guerracivil, v la anarquía llegó á dominar por todas par-tes. Cuando voívió Irala, había desaparecido susustituto, y otros habíanse apoderado de la direc-ción do los negocios públicos. El Gobernadorcastigó con el suplicio á los culpables, tranquili-zó al pueblo y se dedicó en seguida á formar al- 'deas, en las cuales repartió los indígenas, ponién-dolos al servicio de las familias españolas, bajo elgobierno inmediato de alcaldes y la inspección deoficiales españoles. A estas comunidades, cuida-dosamente reglamentadas, que constituían un'sistema de servidumbre ea beneficio de los con-quistadores, se les llamó encomiendas. Irala lasextendió hasta la Guaira, ocupada por los tupis,al Nordeste del territorio del Paraguay.

Este hombre, cuyos méritos deben recordarse,'falleció á los 70 años de edad, eu 1557, y fue sen-tido por españoles y americanos.

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VII -—MaB desórdenes—Goliiemo de Vorgara

Dejó Irala ocupando su puesto á uno de susyernos, que falleció al poco tiempo. Los conquis-tadores eligicronentónces (1558J pai'agobernadorá otro yerno, que lo era D. Francisco Ortiz de Ver-gara. Gobernó éste en paz durante un año, mástuvo que sofocar en los dos siguientes la subleva-ción do los indios del Paraguay y de la provinciade Guaira, que estaban descontentos del trato querecibían de las personas á quienes habían sidoencomendados por la fuerza. Se restableció el so-siego en las encomiendas, pero no tardó en inte-rrumpirse en la Asunción, en donde las pasionestenían constantemente desasosegados á los queveían en el poder la fuente de su bienestar. Ver-gara se resolvió a marchar á la capital del Perú,con el designio de que el Virey lo confirmase enla gobernación, cuyo puesto temió perder por su-cesos desagradables, aunque do carácter privado,que ocurrieron entre personas de su familia. Su-ponen unos que esta determinación fue oxpontá-nea, y otros que fue sugerida por un tal Cnaves,de acuerdo con Cáceres, con el propósito de pren-derle en el camino y arrebatarle el poder. Parecemás verosímil esta última versión, porque es locierto que, habiéndole acompañado Chaves en elviaje, se sublevó en el camino con las fuerzas quemandaba y arrestó a Vergara, mientras Cáceresy otros le acusaron de mal gobierno, consiguiendoque se le despojase de la autoridad que había ejer-cido.

• , VIH—Gobierno de Cacares y^rte Ortiz de Zarate

El virey del Perú nombró para reemplazar áVergara, y en calidad de adelantado, á su oficialD.-Juan Ortiz de Zarate, á condición cíe que había

1 4 BOSQUEJO HISTÓRICO . ' 1M9

de solicitar de la Corpna la confirmación del nom-bramiento. Asi lo hizo y lo obtuvo, yendo pérso- *nalmente Á la Corte, en cuyo ínterin gobernó Cá-ceres por disposición del virey .del'Perú. Seancuales se quiera las condiciones de la adminis-tración de Vergara, el hecho es quo ejercía lpgaí-mente la autoridad y que fue depuesto por un 'motin^militar encabezado por traidores, que mere-cían ser tratados con todo el rigor de la ley, y quesin embargo, fueron premiados1 con el alio puestoque su victima ocupaba. El precedente 'que asíquedaba establecido no. podía ser peor: fomentabala insubordinación on las tropas y acostumbrabaal pueblo á confundir una sublevación de cuartelcon una revolución popular, una manifestaciónarbitraria de la fuerza con el ejercicio prudente delderecho. Por actos como éste, repetidos con de-masiada frecuencia, empezaron las / poblacionesdel Plata á educarse en esa vida profundamente •anarquizada de la cual no podemos aun emanci-parnos. Una parte de los habitantes de |a Asun-ción se declaró adversa a Caceres, y le hizo laopo--síción con tenacidad tal, que todo el tiempo do estaadministración fue una serie de desórdenes.' Alfin, a los tres años, fue Cáceres acometido en laIglesia, arrestado y remitido más tardo á Españacomo roo de Estado.

Zarate obtuvo entre tanto la ratificación delnombramiento de adelantado, se comprometió áimportar en sus dominios cantidad de ganadovacuno, lanar; caballar-y cabrío de los que poseíaen su propiedad del Perú, a extender las conqüís-*tas, á fundar poblaciones y encomiendas de indios,en cambio del adelentazgo para sí y uño .de sussucesores, y otras prerogativas. Zarate fuó muydesgraciado en su viaje de España á la Asunción,pues combatido primero' en el mar por .las tem-

AXWO DE LA REPÚBLICA O. pEL URUGUAY 1 5

pestades y después en las márgenes del Plata ydel Uruguay por los indígenas, perdió considera-ble parte de los hombres y cosas que traía y salvó61 mismo con lo poco que le quedaba, debido a laprotección que le prestó D. Juan de Garay, quedescendió apresuradamente á ]o largo del Paranácon tal objeto, al saber la crítica situación en quetenían al tercer adelantado las dificultados de lanaturaleza y la bravura de los charrúas.

Salvo do peligros, fundó más al Norte, sobre• la márjen izquierda del Uruguay, algo distante dellugar que hoy ocupa, el pueblo de San Salvador, yse dirijió á la Asunción, dejando en el nuevo pue-blo una pequeña fuerza.

Pono, á los disgustos que llevaba de su viaje seagregaron otros en el Paraguay, originados princi-palmente por la mala acogida aue le hizo el puebloa quien iba á gobernar, y falleció poco después(15Y5) de pesar, según parece, aunque se dice tam-bién que fuó envenenado por los parciales del quele precedió en el gobierno.

IX—Gobierno iutorluo de Garay

Antes de morir dispuso, usando el derecho queel gobierno de la Península'le habla acordado, quele' sucediera en el adelantazgo el que contrajeramatrimonio con una hija que tenía en Chuquisaca.En virtud de esta disposición vino á ser el cuartoadelantado don 'Juan de Torres de Vera y Aragón;pero como no pudiera tomar posesión del cargopor el momento, encomendó el gobierno á Garay.Éste afirmó la autoridad española en el Paraguay,fundó poblaciones, y se dirijió- después hacia elSud con el pensamiento de establecer una coloniaen paraje que sirviera de escala á las embarcacio-nes que1 hacían la carrera entre España y la Asun-ción, á la vez que sirviera de centro á las comuni-

1 6 'BOSQUEJO HÍSTÓRICO - s- 1680

caciones que podían efectuarse por los principalesPÍOS que concurren á formar,el Plata. El parajeelegido filó el del Riachuelo, en donde fundóla ac-tual ciudad de Buenos-aires. (1580) algo distantedel punto en quela había fondado Mendoza algu-nos años antes. Los querandis opusieron una te-rrible resistencia; poro fueron definitivamente ven-cidos en una gran batalla, á pesar de las muyescasas fuerzas de que disponía el conquistador.Esta hazaña, que nó se^sabe cómo ocurrió, es unade las mas notables quo se realizaron en el cursode una conquista llevada á cabo á fuerza de valory de audacia.

Garay fue, además que valiente, honrado ynoble. El triunfo alcanzado le aseguraba la per-:manencia de la nueva colonia, poro rió su tran-quilidad, pues que los indígenas, raza belicosa, no.cesarían de molestar á los colonos. Pudo preten-der escarmentarlos por la fuerza; pero prefirió so-meterlos por la persuasión, mandando cerca de 'ellos misioneros cristianos que los convirtieran ála vez a la creencia de la Iglesia y á la autoridad dola Corona. Cerca de cuatro años empleó en fomen-tar la fundación de Buenos-aires y en asegurar 1.apaz, después délos cuales fue sorprendido y muer-to por los minuanes, 'á orillas del Paraná, en viajepara Santa-íó.

X —TrabtJoB de Torrea Wavarretc y de Torres de Vera y Aragou-

A Garay sucedió, eri ausencia del adelantado,el primo de éste Juan de Torres Navarrete, duran-te cuya administración se fundaron otras pobla-ciones y se repartieron los indios entre encomen- .deros, en los territorios cercanos al Paraná, quepertenecen hoy á js. República-argentina. De estemodo se iba extendiendo la jurisdicción del ade-lantado del Paraguay á las regiones que dan sus

41591' DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 1 7

aguacal rio de la Pléám&mámtras éa&tá&a la suyaeF vircy del Perú en el interior del territorio si-tuado fintre el Paraná y los Andes, por la acciónde diversos expedicionarios que fundaron sucesi-vamente los pueblos que constituyen hoy las capi-tales de las más de las provincias argentinas.* El adelantado Torres do Vera y Aragón llegó alParaguay en 1587, trayendo los ganados que Zara-te se había obligado ¿importar* HaÜ$ o^iarqiiízaday desmoralizada Ja coloma; se esforzó por restable-cer el orden, por extender las conquistas, y por lle-var á las tribus indígenas la fé del cristianismo;pero, cansado de tantas dificultades como eran lasque se le presentaban y empobrecido, renunció susderechos y se retiró á España (1591).

XI—Extensión del Paraguay en lfííU

Terminó con el suyo el régimen de los adclan-tazgos. El Paraguay abrazaba en este tiempo todoel territorio así llamado actualmente, el de la lla-mada provincia do Guaira, y los comprendidos en-tre el Paraná y el Uruguay y en una ancha zonaal occidente de aquel rio y del de la Plata, pordonde lindaba con Tucuman y Cuyo, y otra anchazona al oriente del Uruguay, por donde lindabacon las posesiones portuguesas; por manera queformaban parte del Paraguay una porcipn de losdominios actuales de la nación argentina y todolo que abraza ahora el dominio de la RepúblicaOriental del Uruguay. 1

XII—Gobierno de Hernando Aj-las de Saavedra

Fue nombrado, después de Torres de Vera y Ara-gón, Don Hernando Arias de Saavedra (llamadocomunmente Hernandarias) por los'colonos de laAsunción, como gobernador del Paraguay. Es denotarse que Arias fue paraguayo, pues nació en la

1 8 BOSQUEJO HISTÓRICO ' s 1691

Asunción. Nunca se había vis ¿o á un criollo ele»vado á esta dignidad, y era cosa que los españolesevitaban, tanto por no dar á los hijos del país, de-masiada autoridad sobre sus conciudadanos, te-merosos de que se formara y generalizara el sen-timiento de autonomía/local, cuanto por no excitarlos celos de los prohombres españoles que secreían con el derecho de gobernar á título de con-quistador, que valía tanto como do dueño. Es in-dudable que si se hizo una excepción respecto deHcrnandarias, fue por lo emparentado que esteestaba con los primeros * conquistadores del Rióde la Plata, y ol alto concepto que por tal razón sele dispensaba.

Durante su administración, varias veces inter-rumpida, que fue relativamenta duradera, se con-tinuó la acción conquistadora sobre los indios; hu-bo manifestaciones en el sentido de dar ensanchoal comercio, excesivamente restringido por leyes -prohibitivas, enqueHernandarias mostró no cono-cer tanto como quería las conveniencias económi-cas de su país; se fundaron las Misiones del Para-guay, y se expresp el pensamiento de dividir en dosgobernaciones lá administración do lo que consti- ,tula hasta entonces el Paraguay. Hernandariáses considerado el ultimó de los conquistadores delRio de la Plata, y el primero de sus gobernantesnaturales. Su gobierno fue laborioso y bien in-tencionado, aunque. imbuido por sentimientosesencialmente españoles.

4 1617 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 1 9

CAPITULO II

. . LAS CONQUISTAS' BRASILEÑAS

XIII— División del Gobierno del Paraguay

Buenos-aires, que empezó á existir con 60 ha-bitantes, había tomado cierta importancia paraprincipios, del siglo XVII, á causa de su posicióny de su clima, favorable la primera á las rela-ciones comerciales de las poblaciones del inte-rior con España, y el segundo á la comodidadde los pobladores. Además habíanse fundadootras colonias á lo largo del Paraná, que no me-nos requerían la atoncion constante de las auto-ridades. Situado el gobierno en la Asunción, yseparados por largas distancias sus dominios,el poder se ejercía con tanta más irregularidadcuanto oran imperfectos y difíciles los medios porlos cuales se comunicaban gobernantes y gober-nados. Tal estado de cosas sugirió el pensamientode dividir en dos el gobierno del Rio de la Plata,cuya división se decretó á fines de 1617.

Una de las Provincias, llamada legalmente deGuaira, pero vulgarmente del Paraguay, compren-dió el territorio de Guaira y las dependencias dela Asunción. Sus autoridades principales hablande residir en esta ciudad, como hasta entonces.La otra provincia, denominada de Buenos-aires,comprendió los territorios de Comentes, Entre-ríos, Santa-fé, Buenos-aires y el oriental delUruguay; y su autoridad principal debería residiren Buenos-aires.

Desde este momento empiezan á tomar otro ca-rácter los acontecimientos más notables del Riode la Plata; y el territorio oriental, que ningún

20 t_ BOSQUEJÓ HISTÓRICO mi

papel había desempeñado antes en la existenciade las colonias, comienza á ser el teatro de gravessucesos.

XIV — Colonias del Brasil

Así como los españoles conquistaron y coloni-zaron las margenes del Plata, del Paraná y delParaguay, los portugueses hicieron otro tanto enlas costas del Atlántico, en las tierras en que estásituado hoy el imperio del Brasil. Entre esas colo-nias, una ae las que más llamaron desde luego laatención de los españoles,, fue la que se fundó en1554 bajo la denominación de San Paulo, la cualtomó rápido incremento desde sus primeros tiem-pos, debido á que eran recibidos en ella los mal-hechores de todas las, nacionalidades, y á. que,libres en cierto modo de la acción de las autori-dades portuguesas y fuera de su sistema de colo-nización, ejercían el comercio con ni extranjerosin las trabas que lo limitaban en las demás co-lonias.

Como el fin de estos colonos era enriquecer-se y no oponían un freno - á sus intereses ni laautoridad social, ni los preceptos morales, recu-rrieron al contrabando y al robo, que profesaronen grande escala en las cojionias españolas. Segúndocumentos oficiales de la época, los paulistas,solos ó acompañados por gentes de las otras co-lonias, habían destruido veintidós pueblos, habíanrobado más de ochenta mil cabezas de ganadovacuno y usurpado más de setecientas leguas deterritorio, sólo en el tiempo trascurrido desde 1620a 1640, y dentro de los límites señalados á la go- 'bernacion del Paraguay.

XV —131 territorio oriental del Uruguay y los paullataa

El territorio oriental del Uruguay no contenía,

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fuera de las tribus salvajes, población digna demencionarse, cuando so creó la gobernación deBuenos-aires; pero había en él gran cantidad deanimales vecunos y caballares que se criaban yreproducían libremente, sin que recibieran el me-nor cuidado de los hombres. Naturalmente, notardaron los paulistas en apercibirse de la facili-dad con que podrían efectuar por estos lados susexcursiones y despojos, y empezó el territoriooriental á ser el teatro del criminal oficio de lacolonia pprtuguesa. '

El gobernador de Buenos-aires, sabedor de ta-les hechos, y deseoso quizas de que se vijilara lapropiedad que se consideraba común del pueblobonaerense, autorizó la fundación de Santo-Do-mingo-Soriano que tuvo lugnr en 1624 cerca de laafluencia del rio Negro en el Uruguay; pero, es-casa en población, pobre en.fuerzas y cuidadapor clérigos, lejos ae impedir las depredacionesde los paulistas, fue saqueada varias veces.

Agrégase que no estaban señalados los límitesde los dominioá de España y Portugal; que, sibien ambas naciones fueron gobernadas por elsoberano español desdo 1580 á 1640, los subditosde una y otra continuaron atribuyéndose la perte-nencia de las tierras situadas entre el Uruguay,el Plata y el Atlántico; y que los paulistas erantolerados por las autoridades portuguesas en elconcepto de que se hacían dueñas efe lo que ha-llaban en sus propias tierras y con beneficio delas colonias brasileñas meridionales.

XVI — Primera invasión de las autoridades brasilerasi

Las cosas marcharon en la Banda-oriental, aúndespués de haberse emancipado el Portugal dela dominación española, sin que se produjeraacontecimiento digno de mencionarse, hasta eJ

2 2 BOSQUEJO HISTÓRICO 1680.

año de 1680, en que el gobernador de RiprJaneirovino con fuerzas de infantería y artillería y fundó -la Colonia del Sacramento en nombre de su so-berano y para defender lo que pretendía ser partede sus dominios. Lobo empicó como seis meses en -levantar los primeros edificios y las fortificacio-nes destinadas á defender la población.

Al fin de este tiempo supo Garro, gobernador deBuenos-aires, lo sucedido. Intimóalinyasor el'dé-salojo de las tierras; Lobo resistió á la intimación,alegando con un mapahecho falsamente ex-profesben Lisboa, que se hallaba dentro de la jurisdicción .de su soberano; y como no se modificara por es-tos medios la pretcnsión del uno ni la del otro, D.José de Garro se decidió á efectuar el desalojo

• por la fuerza. Nombró jefe de la expedición á D.Antonio de Vera Muxica, y este marchó sobre laplaza con un compañía de soldados que propor-cionó. Corrientes, oon otra que vino de Santa-fé,con 4 que dió Buenos-aires, con 3000 indios pro-cedente de las Misiones, v cantidad • crecida de'caballos destinados á recibir el primer fuego delenemigo.

Muxica intimó ala-plaza'que se rindiera; pero,habiendo contestado negativamente los portugue-ses, se dió ol asalto el 6 de Agosto por la - nochey se tomaron las fortificaciones y el pueblo- el 7.Los guaranís se. condujeron con gran valor;- fue-ron los primeros en saltar las murallas,. Los asal-tados se consternaron tanto, que muchos de ellosso arrojaron al agua por salvarse, en un buquesurto á corla distancia de la orilla; pero se ahoga- .ron ó cayeron prisioneros, como el resto de laguarnición, inclusos los jefes.

Los portugueses tuvieron 200 muertos y perdie-ron toda su artillería y municiones. Los asaltantesarrasaron las murallas. El gobernador Lobo fue

Jfe

ál681 ' DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 23

conducido preso á Buenos-aires y de allí á Lima,en'donde murió de pesar, según se dice.

XVII — Tratado do paz y límites

Mientras se desarrollaban estos sucesos en elPlata, los dos gobiernos trataban el negocio di-plomáticamente, haciendo notar el de España nósólo la usurpación del territorio, sino también elcontrabando á quo habían empezado á entregarselos pobladores do la Colonia y lds hechos van-dálicos de los paulistas. El gobierno portuguésconsiguió en estas negociaciones ventajas que nose habían esperado en Buenos-aires después delbrillante suceso de armas que queda narrado. Sepactó (7 de Mayo de 1681) que el gobernador de Bue-nos-aires restituiría á la Colonia del Sacramentotodas las armas, artillería, municiones, ote, to-mados en Agosto, reprendiéndosele por la con-ducta observada; que volviesen a la Plaza todoslos portugueses que de ella habían salido des-pués del triunfo de los españoles; que los por-tugueses de la Colonia no tratarían ni negociaríancon los indígenas; que continuarían en todo suvigor para portugueses y españoles los reglamen-tos del comercio fluvial y terrestre; que cesaríantodas las hostilidades mientras no demarcasenlos límites entre los dominios de las dos coronaslos comisarios quo para el efecto se nombrarían,ó, en caso de discordia de éstos, mientras no re-solviese el punto en último recurso' el Papa, áquien las partes someterían la cuestión; y queS. A. el Príncipe de Portugal ordenaría, á fin demantener buenas relaciones, que se averiguasenlos excesos cometidos por los habitantes de SanPaulo. ,

Nombráronse los comisionados españoles yportugueses que habían de resolver la cuestión

2 4 BOSQUEJO HISTÓRICO " - 1681

de limites en el plazo de tres meses; pero no pu-dieron llegar á nada satisfactorio, ni se recurrióal Papa, por la mala fé con que los portuguesesprocedieron. Empero, la Colonia fue entregada áestos provisionalmente (1683) y con carácter de-,unitivo algunos años después (1700.)

XVUl —Reivindicación, de la Colonia

Mas esta cesión fue anulada más tarde por elrey do España, con motivo de la guerra que so-brevino con Portugal, y el gobernador de Buenos-aires, que lo era D. Alfonso Juan de Valdez In-clan, recibió orden de recuperar la Colonia (1704).Pidió este y obtuvo 4000 individuos de las reduc-ciones del Paraná y del Uruguay, los que llega-ron frente á la Plaza, con 6000 caballos y 2000muías, el 4 de Noviembre. Por otro lado vinieronal sitio troce compañías do tropas regulares pro-cedentes de Buenos-aires, Santa-Té y Corrien-tes, y todas juntas sitiaron estrechamente la Co-lonia, obligando á su jefe á abandonarla con ar-tillería y municiones, y á retirarse por agua áRio Janeiro, ¡i pesar de los refuerzos que oportu-namente había recibido. (1705) - (

XXX — Rc&tltucion do la Colonia — Usurpaciones del Brasil

Cesó entonces el contrabando, y la Colonia,comc Buenos-aires y demás poblaciones del Pla-ta, continuaron llevando una vida pobre, inactivay monótona, hasta 1715, en que se hizo la pazentre Juan V y el duque de Anjou por el tratadode Utrecht, restituyendo el segundo al primerola Colonia del Sacramento con renuncia, por sí ysus herederos, de todos los derechos que la Es-paña había pretendido, y' reconocimiento de quese hallaba en territorio portugués. Se estipuló,sin embargo, que dentro de un año y medio po-

4 1720 DE r,A REPÚBLICA O. DEL URUGUAY " 2 5

dría el rey de España rescatar la Colonia por otroequivalente.

La entrega se hizo á finés del año 1716, perosiii- conseguir por eso que terminasen las dis-cusiones motivadas por los límites comunesde las tierras pertenecientes á los dos sobera-nos. Apenas vuelta la Colonia al dominio dePortugal, pretendió su gobernador Manuel Bar-boza cantidad de territorio adyacente á aquellaposesión, y exijió al gobernador de Buenos-airesque retirase las fuerzas que óste mantenía cercade la"1 Horqueta y del arroyo de San Juan con elfin de vigilar los ganados esparcidos en las in-mediaciones y de impedir el contrabando terres-tre, á lo quo se opuso firmemente D. BaltasarGarcía Ros, que desempeñaba entonces la gober-nación.

Las pretensiones portuguesas se'renovaron po-co despucs respecto de todas las tierras com-prendidas entre el Uruguay y el Plata, á pesarde los acíos de jurisdicción que había, ejercido laautoridad .española apresando en Montevideo yMaldonado buques corsarios franceses que ha-bían venido á cargar cueros contra las leyes y reTglamentos prohibitivos que regían; y, poniendopor obra sus proyectos, intentaron establecerseen 1720 en el puerto de Montevideo, sin conseguir-lo, porque fueron descubiertos oportunamente porfuerana do Buenos-aires que lo impidieron. Noobstante la conducta de las autoridades espa-ñolas, dirigida constantemente a mantener ba-jo, su jurisdicción todo el territorio oriental si-tuado fuera del tiro de un cañón de 24 colocadoen la Colonia del Sacramento, los portuguesescontinuaron usurpando terreno y haciendo ex-cursiones en el interior, de donde venían con cre-cidas cantidades de ganados robados, ú obtenidos

2 6 BOSQUEJO HISTÓRICO 1720

en cambio do las mercancías, que clandestina-mente llevaban á las estancias y á los estableci-mientos de indios.

En 1723 insistieron en su proyecto de poblarseen la península de Montevideo, para cuyo efectovinieron un navio y otras embarcaciones menorescon tropas y artillería. Desembarcaron 200 hom- ,bres, y empezaron á construir un reducto. Los es-pañoles se opusieron constantemente íi tales em-presas, alegando su derecho de descubrimiento yde conquista, y el hecho de la posesión probadahasta por los nombres que varios ríos y arroyos,como ios de Pando, Solis-Chico, Solis-Grande,Maldonado, etc., habían recibido de españoles au-torizados por el gobierno do Buenos-aires para es-tablecer en aquellos parajes sus matanzas de ga-nado alzado, que se consideraba propiedad comúndo los habitantes, ó, mejor dicho, • un dominio dela autoridad. Ast, pues, en cuanto el representan-te de esta, D. Bruno Mauricio deZavala, tuvo no-ticia do la fortificación que los portugueses inten-taban en Montevideo, mandó intimarles que se re-tiraran; pero negándose á ello los intrusos, enviófuerzas de mar y tierra, la noticia de cuya aproxi-mación bastó para que fuera abandonaaa la posi^cion con el fuerte que se había construido.

XX —Fundación y prvgrefioq de Montevideoi

'Estos hechos, que mostraban el empeño de lacorona do Portugal por apoderarse de las tierrasque quedaban al jEste del Uruguay, y particular-mente de las costas del Atlántico y del Piafa, indu-jeronáZavalaatomar medidas (le seguridad. Pusocañones al reducto abandonado por1, los portugue-ses, dejó en él una guarnieron de 100 soldados y1000 guaranís, mandó una guardia á Maldonado,y fundó en seguida la ciudad de San Felipe y San-

41780 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 2 7

tiago de Montevideo, que fue delineada "en 1726,confiada al mando de comandantes militares y po-blada primeramente por 33 personas procedentesde Buenos-aires, á las que se unieron al año si-

guíente numerosas familias traidas de las islasanarias por don Francisco Alzáybar. Desde este

tiempo progresó la ciudad con una rapidez reía-tivamente considerable; tuvo desde 173Q un cabil-do, corporación popular con facultades municipa1-les, y sirvió para oponer una resistencia eficaz álos avances de los portugueses y á las correríasde las tribus indígenas. , . ' -

. XXI — Comercio y progresos do la Colonia

La Colonia progresó también desde que pasó ápoder del Portugal, debido al comercio que nacían(aunque ilícitamente) sus pobladores con los esta-blecimientos españoles de esta banda y con los ne-gociantes déla provincia de Buenos-aires. La im-portancia do este comercio fue bastante para atraeral puerto buques ingleses, franceses y holandeses,cargados de mercancías, cuyas expediciones, pro-hibidas en los dominios de España, contribuyeroná satisfacer las necesidades generales del pueblomejor y más barato que si se hubiese observa-do rigurosamente la doctrina prohibitiva que im-peraba en Buenos-aires y en todas sus depen-dencias. . .

Fue favorable también á los progresos do la Co-lonia la perseverancia con que sus autoridades yhabitantes seguían invadiendo terrenos y robando

fañados que no les pertenecian, pues que así seacían ricos á poca costa, y adquirían fácilmente

del extranjero lo que de otro modo hubieran tenidoque pagar más caro. Puede decirse que, si bien sesacrificaba el derecho en servicio de las conve-niencias económicas, fue la Colonia el primer pun-

2 8 ' BOSQUEJO HISTÓRICO - Í730

, to del Rió de la Plata en que tuyo algunas mani-festaciones la libertad de comercio.

XXII—Invasiones brasileftaH en tiempo de Salcedo

El gobernador de Buenos-aires, don Miguel deSalcedo, sabedor de los abusos que acabo de indi-car, se quejó al gobernador del Sacramento, y di-rijió contra esta plaza, por orden del soberano,una expedición, que sostuvo un estrecho y largositio. Los resultados no fueron tantos como pu-dieron ser: Salcedo so limitó á recuperar las tierrasque habían sido usurpadas y á establecer algprmsseguridades contra las violencias que los sitiados (cometían en los dominios españoles (1734 a 1737).

El gobernador de la Coloma no se había limita-do á defenderse de los sitiadores; había mandadofuerzas y familias al Rio-grande, dominio españolentonces en parte, para que formaran una coloniado acuerdo con los paulistas. Subieron estos has-ta el rio Jacuy que lleva sus aguas á la lagunade los Patos, lo vadearon, y fundaron el pueblo doSan Pedro. Situáronse aquí 500 portugueses ar-mados, tjajo las órdenes del maestre de campoDomingo Fernandez; pero pronto fueron atacadosy vencidos por fuerzas españolas en el centro desus trabajos, y la población desapareció.

Sin embargo, las fuerzas de Portugal se sostu-vieron dentro del territorio perteneciente á Buenos-aires; internáronse en una extensión de 60 leg[uas,tomaron y artillaron elfiicrte de San Miguel, situa-do al Sud de la laguna Merim, levantaron otrasfortificaciones y se apoderaron de gran cantidad deganados. El gobierno de Buenos-aires no pudoreprimir estos, avances, porque recibió, en cum-plimiento del tratado celebrado en París el 15 eleMarzo de 1737 entre España y Portugal, con lamediación de Francia, Inglaterra y Holanda, la

ál737 DE LA REPÚBLICA O. DEL UKUGUAY 2 9

orden de suspender las hostilidades, dejando lascosas en el estado que tuviesen á la llegada do osaorden, cuya suspensión había de durar mientrasambas coronas no arreglasen definitivamente suscuestiones de límites en la América del Sud.

Las autoridades portuguesas recibieron al mis-mo tiempo iguales instrucciones, pero parece queno las cumplieron fielmente, porque el 20 de Di-ciembre de ese mismo año se dirijió el gobernadorSalcedo al brigadier Josoph de Silva Paez, co-mandante portugués de Rio-grande, invitándolo áevacuar el territorio perteneciente á España y ásuspender las fortificaciones que levantaba en va-rios puntos, y haciéndolo responsable de las con-secuencias que esos actos produjeran.

—Primeras industrias. IOB Indígenas

Mientras ocurrían estos hechos de carácter in-ternacional, los habitantes de Buenos-aires y desu extensa jurisdicción se establecían en laBanda-oriental, próximamente á las márjenes del Platay del Uruguay, en donde se entregaban á la ma-tanza de ganados y al comercio de carnes, cueros,sebo, etc. Los indios no obedecían en general áotra autoridad que sus caciques, ni tenían para-dero fijo: erraban do un lado para otro, según lasnecesidades do su existencia, y atacaban frecuen-temente a los habitantes civilizados de las estan-cias, por robar á veces, otras veces por enemistad;razón por la cual era poco seguro el vivir de lasfamilias civilizadas, si no se mantenían á cortadistancia de las guardias y destacameiutos que elgobernador de Buenos-aires y el comandante mi-litar de Montevideo destinaban á la vigilancia delas poblaciones.

No faltaron, con todo,, grupos de salvajes quese sometieran á la autoridad de las colonias, ó

30 BOSQUEJO HISTÓRICO Vm

que recibieran la pacífica influencia de las misio-nes- católicas. Muchos de ellos figuraban en lastropas, y otros cooperaban en los trabajos públi-cos y privados á que se entregaban los colonos, sibien sujetos á un réjimen de servidumbre, másque como hombres iguales á los demás por su na-turaleza. En tal concepto, el trato que recibían eraduro; sólo puedo excusarse atendiendo á que elestado de la civilización del Plata en aquellos tiem-pos, y aún de gran parte de laEuropa, no permitíaconsiderar al salvaje con la humanidad á que hoyobliga el conocimiento más perfecto que tenemosdel hombro y de las leyes morales y de derechoque rijen las relaciones .humanas.

XXIV—Tratado do ITSO sobro limites

Muerto.Felipe V, bajo cuyo reinado se celebróel tratado de 1737, vino á ocupar el trono de Es-paña Fernandp VI, cuyo interés principal parecenaber sido cLde vivir en paz con los otros mo-narcas. Casóse con Doña María Bárbara, hijadel rey de Portugal, y una hermana suya con otrohijo de este, José, que había de sucederle en elreinado. Ligadas por tales vinculos las dos mo-narquías, procedieron á arreglar las diferenciaspendientes con motivo de sus dominios de Amó-ríca y celebraron el tratado de 13 de Enero de 1750.Se restablecen en su preámbulo las pretensionessostenidas por ambas partes y líi imposibilidadmoral de demarcar los límjtos con arreglo á lasbases antes estipuladas; y luego se pacta, entreotras cosas:, que este tratado seria el único funda-mento de la división y límites de los dominios dePortugal y España en América; y que los confinesde las dos monarquías, por el laclo meridional, se-rían, empezando en la barra que forma en la costa •del mar un arroyo que sale afpié del monto de los

áltt l DK LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 31

Castillos-grandes, las cumbres de los montes quedan aguas por un lado al mar y á-la laguna Merin,y por el otro al rio do la Plata, hasta llegar al orí-gen principal y cabeceras del rio Negro, desdedonde se seguirá hasta el origen principal del Ibi-cuy, y luego el curso de este hasta el Uruguay.Pertenecerían, según esto, á Portugal, todas lasvertientes que bajan á la laguna Merin y al rio.Grande de San Pedro; y á España las vertientesque bajan á los ríos que se unen con el de la Plata.Adornas, cedía el Portugal á España la Coloniadel Sacramento con todos los terrenos adyacentesy las plaxas, fuertes y establecimientos compren-didos dentro de los límites antes indicados; asícomo España cedía á Portugal todos los territoriosque ocupase fuera de estos límites, con sus pue-blos y establecimientos. Las tropas de la Coloniasaldrían con la artillería, armamentos y municio-nes, y los moradores podrían quedarse ó trasla-darse áfominios portugueses vendiendo sus bie-nes si quisieran. A su vez los misioneros e indiosde las Misiones del Uruguay saldrían de ellas lle-vándose los bienes muebles, pero dejando las igle-sias, casas y edificios, así como la propiedad yposesión del terreno, para la Corona portuguesa.Se prohibía el comercio en la frontera de las dosnaciones, y el poblarse en la misma cumbre delos montes aue servía de línea divisoria, y se esta-blecía que jamás so hostilizarían los vasallos deuna y otra nación en Amórica, aunque estuvieranen guerra los dosmonarcas.

XXV— Sitl)-gol)iei-no político y militar de Montevideo. Guerra* guarauítlca

En consecuencia, se resolvió nombrar comisa-rios para demarcar los límites, se hicieron tra-tados especiales en 1751 sobre la manera de llevar

32 BOSQUEJO, HISTÓRICO 1Í51

acabo la demarcación, se adoptó el mapa que ha-bía de servir á los comisarios, y, por fin, dieronprincipio estos <<l sus trabajos.

La importancia política qué ya había tomado, laBanda oriental, y el género de trabajos, y de rela-ciones a que iban á dar lugar los tratados de 1750indujeron al rey de España á instituir en esto mis-mo año un sub-gobiorno político y militar en Mon-tevideo, con jurisdicción limitaaa al Sud por elCufró y Pan-de-azucar y al Norte la cuchillaGrande, y dependiente de] gobierno do Buenos-aires.

Ya su primer gobernador, D. Joaquín do Viana,se vio precisado á desempeñar un papel impor-tante al poco tiempo de ocupar el poder en tal ca-rácter. El tratado de 1750, como se ha visto, nósolo reducía la cxtcncion territorial de la Efundaoriental del Uruguay y de las demás dependenciasde Buenos-aires por el lado de los dominio¡yportu-gueses, sino que también despojaba injusíSmontoá los misioneros é indios del Uruguay, de sus pro-piedades particulares, que oran valiosas y difícil-mente ganadas. Los comisarios no hallaron obs-táculo ue importancia en la colocación de los mar-cos divisorios entre el monte do Castillos-grandesy el1 fuerte do Santa-Tecla, situado cerca délos orí-genes del Ibicuy, por manera que se trazó con fa-cilidad la desmembración de la Banda oriental porel lado del Esto; pero ál llegar a aquel punto loscomisarios se encontraron con la oposición ar-mada de los indios de las Misiones del Uruguay,que ocupaban ol territorio occidental del Ibicuy;oposición dirijidappr losjesuitas, que causó unaguerra sangrienta con las fuerzas combinadas deEspaña y el Portugal, llamada la Guerra guaraní-íioa, en que los indígenas fueron vencidos. En estaguerra, terminada en 1756, tomaron parte el pri-

¿1763 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 33

mer teniente gobernador y las fuerzas de Mon-tevideo, después de haber sostenido una breve yafortunada campaña contra algunas tribus de in-dios, de las que poblaban la jurisdicción del nuevogobierno.

XXVX—Anulación del tratado de 1T5O. Mala fé do Portugal

Las operaciones de deslinde íueron recomenza-das después de terminada la guerra guaranítica,poro no pudieron llevarse á cabo por las dudas quesurgieron acerca de cuales eran en el terreno lascorrientes que correspondían alas descritas en eltratado de 1750. Estas dificultades y lo poco sa-tisfechos que estaban las dos partes con las esti-pulaciones hechas, motivaron el tratado de 1761,por ol.cual quedó anulado el anterior y los que fue-ron consecuencia de ól, quedando todas las cosasen el estad/) que tenían con arreglo á los tratadosanteriores al de 1750, de modo que se derribaríanlas fortalezas, casas y demás edificios hechos pos-teriormente. Volvían á regir, por tanto, los trata-dos de Tordesillas y de ULrocht, el primero de loscuales limita el dominio de los Estados por unalínea meridiana tirada á 270 leguas al Oeste de lasislas de Cabo-verde, y el segundo cede á Portugalla Colonia del Sacramento. Sin embargo, el Por-tugal, que no había abandonado la Colonia des-pués de 1750, y que había tomado furtivamente po-sesión de algunos puntos quo quedaban al Estede la línea últimamente demarcada, continuó re-teniéndolos después del tratado de anulación.

XXVII — Campaña de CeMlIos

En presencia do esta ocupación ilegítima, el go-bernador de Buenos-aires, D. Pedro de Cebállos,se dirigió al conde de Bobadcla, que ejercía la au-toridad suprema del Brasil, recordándole que ya

34 BOSQUKJO HISTÓRICO - 17H

el año anterior había reclamado sin éxito del go-bernador de la Colonia del Sacramento y do otrasautoridades del Brasil la restitución de fas tierras.indebidamente ocupadas- por los subditos portu-gueses, y reclamándole nuevamente la devoluciónde las tierras usurpadas, bajo apercibimiento deocurrir al uso de las armas (1762.)

Ya para este tiempo había Tallecido FernandoVI y sucodídóle en el trono de España sii hermanoCarlos III (1759) quien había hecho con el rey deFrancia el llamado Pacto de familia y convenidoen unir sus armas contra Inglaterra, que Ya esta-ba en guerra con_ aquella potencia. En Enero de1762 se declararon por consiguiente la guerra In-glaterra y España y en Mayo se adhirió el Portugalala primera do estas, declarando la guerra ¡i suvez a\ España y Francia. La Noticia del rompimien-to llegó al Rio do la Plata inmediatamente y seaprovechó de este hecho Cobállos para romper lashostilidades contra las autoridades portuguesasde la Colonia del Sacramento y de Rio-grande,'según lo tenía ya prometido áÉobadelo. Ataca laColom'acon fuerzas de Bui-nos-raires y guaraníes,y la rindo á los veinticinco dias, tomando en elpuerto 26 buques ingleses ricamente cargados, yen la plaza, armas y mercancías que valían másde SO millones de duros. Esatacado á su vez en lamisma plaza por una escuadra anglo-lusitana(1763);pero se incendia el Lord Cióte, riívvío inglésdo 54 cañones, perdiendo 262 de los 340 hombresque tenía á bordo, se retiran los demás buques yCebállos, libro de enemigos por este lado, se dirijecon mil hombres en dirección al Este, con el pro-pósito de desalojar á los portugueses do las.posi-ciones españolas que ocupaban en Rio-grande;toma el fuerte de Santa-Teresa, defendido por 600hombres; en seguida el de San-Miguel, débilmen-

3 6 . BOSQUEJO HISTÉRICO 17tó

ninguna nación. (Agosto de liñ3). Llegó poco des-pués la noticia de la paz. Ceballos. restituyó laColonia detSacramentoy la isla de San-Gabriel,con su artillería y municiones, el 27 de Diciembredel mismo año,'en cumplimiento del tratado, tyconservó las posiciones ganadas por las armas enRio-Grande, fundando el pueblo de San-Carlos,para asegurarlas mejor, a poca distancia de Mal-donado.

Mas como los terrenos recuperados no erantodos los que la España tenía por suyos, el suce-sor de Ceb&Ilos, D. Francisco de Pauía Bucarely yUrsua, instó á las autoridades lusitanas para quelos desocuparan. Estas, que se habían mostradosordas a iguales .intimaciones de Cebállos, lejos deacceder, adelantaron silenciosamente sus fuerzas,ocuparon á principios de 1767 la sierra de los Ta-pes y atacaron con 8Q0 hombres desembarcadosde improviso las posesiones septentrionales de'Rio-Grande, ocupadas por tropas españoles (29 de.Mayo). Estas tuvieron que retirarse por ser relati-vamente débiles para resistir. Los portugueses sefortificaron allí, navegaron en la laguna de losPatos como en aguas propias^y emprendieron unaserie de excursiones en los terrenos del Süd y delpeste, con el objeto de llevarse indios y ganadosen crecidas cantidades-

XXIX —Inüíllee esfuerzo» do Vertís y Salcedo

Bucarely no> pudo oponerse seriamente á estanueva invasión, porque se ocupaba en organizar-los medios con los cuales debía ejecutar la ordenque había recibido de Carlos III para expulsar delRio de la Plata á todos los jesuítas, que ya hablansido expulsados de Portugal, Francia y España,como enemigos de Jos intereses sociales y. políti-cos de estas naciones, Pero realizada la expul-

41776' DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 3 7

. sion, y reemplazado Bucarely por D. Juan José deVertiz y Salcedo, se dirigió éste con fuerzas y des-alojó á ios portugueses de las posiciones que ha-bían tomado al Sud y Este del Yacuy, llevando sumarcha victoriosa hasta el rio Pardo, que correpor el Norte a desembocar en aquel (1774). Vertizdejó guarniciones en algunos puntos de importan-cia, mandó fortificar Maldbnado y regresó á lacapí al de su gobierno.

Empero, los portugueses no desistieron de suempeño. Aglomeraron sobre la frontera délas tie-rras disputadas las más considerables fuerzas demar y tierra que hasta entonces hablan visitadoaquellos parajes y obligaron á los españoles, des-pués de algunos combates parciales, á abandonarRio-grando de San Pedro y todo el territorio quequeda más allá de Santa-Teresa, por el Este, y deSanta-Ana, por el Norte, en virtud de que las guar-niciones eran muy débiles para oponerse con éxi-to á tan poderoso enemigo, (1776).

XXX"—Viroüiaío de EuoiiOB-airos. g« extensión

La magnitud de estos hechos bastaba natural-manto para alarmar á la corona española y paradecidirla á emplear medios capaces de contenerá los portugueses'dentro de justos límites. Comoel' Brasil estaba ya gobernado por un Viroy, y elPlata, aunque.dependiente del de Perú, estaba ba-jo la autoridad de un «gobernador y-capitán ge-neral», quien mantenía Tas relaciones con las" au-toridades superiores brasileñas, se resolvió Carlos

i' til á convertir la gobernación en vireinato, loque' tuvo lugar por cédula do Agosto de 1776.

Al cambio de gerarquia se agregó el aumentode jurisdicción.' La presidencia de Charcas, lasgobernaciones del Paraguay y de Tucuman, de-pendientes del virey del Perú, el territorio de

;- BOSQUEJO HISTÓRICO 1775

Quito, que era partí d« la presidencia de Chile, yios territorios patagónicos, vinieron á formar conBuenos-aires el vasto dominio del nuevo vireina-lo; por manera que entraban en .sus* límites todoloque hoy forma las repúblicas argentina, orien-tal, Paraguay, Bolivia, y parte considerable de lasprovincias brasileñas de Rio-grande do Sul, San-Paulo y Matto-Grosso.

XXXI— Aumentes de faerza militar

La erección del yireinato tenía importancia po-lítica y administrativa; poro era necesario ademasque viniese rodeado do poder y genio militar,porque nó con sólo fuerzas morales se hubierapodido mantener la integridad do los dominiosdisputados por los portugueses. Comprendiéndoloasí el gobierno español, nombró a Cebadlos paravirey del Plata, cuyos méritos habían sido ya prcP"bados, y lo encomendó doce ó dieciseis entre na-vios de línea y fragatas, otros buques menores doguerra, ciento y tantos trasportes y más de nuevemil hombres de desembarco, con abundancia dearmamento y municiones, cuyo mando inmediatofue confiado ni marqués de Casa Tilly,

XXXII — Segunda campaña de Ccballoa

Uno de los primeros actos del virey había deser el de desalojar á los portuguesos de las tierrasinvadidas en 1776. Se trató del plan de hostilida-des en el camino: Cebállos opinó que deberíanempezar por el ataque de Santa-Catalina; Tillyjuzgó que convenia más comenzar por la Coloniadel Sacramento. Se adoptó definitivamente la opi-nión del Virev. Llegada la escuadra ala ensenadadas CanaoietraSj próxima á la capital do la isla,desembarcaron las fuerzas' españolas; los jefesportugueses evacuaron las fortificaciones sin es-

417ÍT DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY '39

perarel ataque, pasando al continente, y Cebállostomó sin disparar un tiro aquella posesión, en quehalló tropas, 196 cañones y otras armas (Febrerode 1777). El Gobernador de la isla firmó una ca-pitulación, por la cual la cedía, con sus dependen-cias, al rey de España., Cebállos se propuso dirijir sus fuerzas á Rio-grande, para cuyo efecto escribió-á Ve'rliz orde-nándole que so pusiese en camino con todas lasfuerzas disponibles. Vertiz emprendió la marchacon dos mil hombres y llegó á Santa-Teresa; Ce-bállos emprendió también la ejecución del plan,pero no pudo llevarlo á efecto, porque vientos con-traríos le impidieron tomar el rumbo que le era.necesario. -Tomó entonces la dirección de la Co-lonia del Sacramento, á donde llegaron parte desus- fuerzas el mes do Mayo; intimó á la plaza quese rindiera antes de las 24 horas, y así se rindiócon 140 cañones. Las fortificaciones fueron arra-sadas; los jefes y oficiales fueron remitidos á Rio-Janeiro, y los soldados a Córdoba y Mendoza, endonde fueron ocupados en trabajos agrícolas.

— Tratado de límites de 1TU

Cebállos volvió, después de este suceso, á suempresa'de reconquistar el Rio-grande; pero lle-gaba á Maldonado cuando recibió pliegos de laCorte que le mandaban suspender las hostilidadesen virtud de tratados que so habían celebrado conel monarca de Portugal.

Es,te traiado, que lleva la- fecha de 1 °. de Oc-tubre de 1777, dispone entre otras cosas: que enadelante pertenecerían á España privativamentelas dos bandas del Plata y del Uruguay, limitán-dose los dominios do ambas coronas por una líneaque partiría desde el Chuy, pasaría por el fuertede San-Miguel y orillas del lago Menm, seguiría

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por los orígenes del rio Negro y de todos los,de-mas que van á, desembocar en el Uruguay, yterminaría en donde el Pepirí Ó.Pepirl-gunzú des-agua;—que pertenecerían á Portugal las tierrasque quedan al oriente de una línea que corre por •la orilla occidental do la laguna de los Patos ó rioGrande y la de Morim, hacia el Sud, y hacía elNorte por los orígenes de' las corrientes que dan,aguas a dicho rio Grande y al Yacuy1, prolongán-dose liusta la afluencia del Pepirl-guazú en el Uru-guay, etc.;—que las tierras que se hallasen entreuna y otra línea, no so considerarían de uno nide otro monarca y sí solo como-divisorias;—que ,Santa-Catalina sería restituida á Portugal coa lacondición de que no. entraran en su puerto erítiempo alguno buques do guerra, ni mercantes,sobra iodo si los primeros fueran de nación queestuviese en guerra con España y los segundos'tuviesen por objeto realizar contrabandos.

Según esto, el territorio oriental del Uruguayquedaba cerrado entre este rio, el Plata, el Chuy,Ja laguna Merim, la sierra de Jos Tapes ó Albar-don do Santa-Ana, y una línea que partía de estaaltura al punto en' que el Pcpirl-guazú'desemboca -en el Uruguay.

Cebüllos íbvorecc el comercio

Ccbállos llegó á Buoncs-aires después do estossucesos, qué aumentaron la.gloria'que antes ha-bía ganado, y se dedi.có á los trabajos del gobiernointerior. Como por la desaparición de la Coloniase vieron las poblaciones .privadas del comercioque con ella se hacía, y expuestas á sórias necesi-dades, el Virey permitió que en adelante se co-merciara con personas de las'naciones extranje-ras; cuya medida, si'bien contraria ala intoncíonmanifestada ,por los reyes en'cédulas y tratados,-

mi DE LA REPÚBLICA O. DEL UKUGNAY , 41

internacionales, fue causa de biene'star.y de pro-greso relativamente considerables, pues adornas de«baratarse las mercancías de uso común por efectode la competencia y do facilitarse la Satisfacciónde necesidades que antes no se satisfacían ó que-daban mal satisfechas, empezó á cobrar vida la-industria interior, Í'OJI cuyos producios se pagaronlas importacionesv/ ~

lisiado de la industria orlcu

La bíuidit ot'U-nlnl debió participar naturalmentetlii estas \ oí najas; y, ©wtílcclo, á las comodidadesíjuc empezaron á gozar sus habitantes, -se agregóel numento de exportación do cueros. Pero nosupieron sacar de sus riquezas naturales lodo elprovecho quo hubieran obtenido, si no fuera tantasu ignorancia de los procedimientos industrialesque más larde se generalizaron. Como ya se ha di-cho antes, los campos abundaban muchísimo enfañados mayores, que se hablan criado y prperea-

o por sí mismos, sin la guarda y los cuidados delhombre civilizado, y en campos que no tenían otrodueño que la Corona. Eran, pues, aquellos cana-dos completamente salvajes, y se daban á quieneslos cazasen, en cambio de algunos derechos quela autoridad cobraba. Las 'facilidades no escasea-ban, por tanto, para el hombre que hubiera que-rido y sabido explotar esa fuente do riqueza.¡Cuánta carne se iiubiera podido vender para elextrangero, ya que nó los huesos, astas y crinesquo hoy tanto valen! Pero -no se conocía aún elarte de salarlos, de modo que so vendieran porpoco precio y se conservaran por mucho tiempo,razón por la cual sólo se aprovechaba el cuero. Soperdía una gran pai\e de lo utilizable.

4 2 BOSQUEJO HISTÓRICO 17ff

XXXVI —Proyectos administrativos* Progresos de Montevideo

El Virey organizó también ]a administracióncuanto pinjo en los primeros momentos; porocomo estas mejoras no fueron capaces de satisfa-cer cumplidamente • las necesidades del viroinato,concibió un proyecto do divisiones y subdivisionesdel territorio, que sometió á la consideración delgobierno, demostrando lo muefax) buono que es-peraba do su adopción, para las intereses pú-blicos. V

En 1778 se trazaron y denominaron .Jas callesda Montevideo, dentro de la periferia que forma-ban las fortificaciones, cuyo espacio es el conocidohoy por ciudad moja. Los nombres que recibieronno son los que ahora tienen. La del 25 de Mayo sellamó de San Pedro; la del Rincón era- conocidapor de San Gabriel) llamáronse ; de San Cttrlos ladel Sarandí; de San Francisco la de Z.ivala, deSan FeUpe la de Misiones, de San Joaquín la delos Treinta y tres, de San Jetan la de Ituzaíugo,de San Fernando la de Cámaras, etc. Todas lascalles tenían nombres de santos, sin otra excep-ción que la do Santa Teresa, que no tuvo nombreal principio y que se llamó, más tarde la del Portón-naoDo.

En-1783 se fundó un establecimiento de benefi-cencia para los enfermos pobres, cuyos gastosfueron pagados en los primeros tiempos por donFrancisco Antonio Maciol, conocido por sus obrasde caridad, que le valieron el honroso sobrenom-bre de «El padre de los pobres». Dos ó tres añosdespués se hizo en Maldonado un ensayo do sala-zón do carnes cu grande escala, con procedimien-tos que hasta entonces no se habían empleado; suautor murió pronto; su establecimiento, falto derecursos bastantes, se arruinó, pero dando motivo

4 17» DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 4 3

para que otros hiciesen. más tarde otros ensayos,cada vez más afortunados, hasta que resultaronlos valiosos establecimientos á que llamamos co-munmente saladeros.

"La población habíaalendido hasta estos tiemposlas necesidades públicas de su culto en la pequeñaIglesia de San Felipe y Santiago, situada en la es-quina N. E. do las calles Ituzaíngo y Rincón; peroel número de habitantes, que ya llegaba á tres ócuatro mil, empezaba á crecer con rapidez, y elservicio do la capilla iba á ser insuficiente dentro depoco. Se pensó en edificar una iglesia cío mayor ca-pacidad, y se fundó en 1790 la actual Iglesia Ca-tedral, cuya construcción duró muchos años. En1794 se fundó el primor teatro, en donde está hoysituado ol novísimo de San Felipe, y en el añosiguiente se autorizó la apertura de la primeraescuela gratuita, que fue sostenida con dinerosparticulares y dirijida por religiosas. Es muy denotarse que en esta fecha se formó la primera nso-ciacion privada de enseñanza primaria. La capillade la Caridad empezó á construirse un año des-pués.-Por manera que se nos presentan en estaépoca las autoridades y pueblo de Montevideo pocopreocupados de la instrucción y de la educacióngeneral de la juventud, y empleando grandes con-cepciones y fuertes sumas en edificios religiosos.

XXXVII—División administrativa del vlreliiato

Entre tanto, hablan sucedido á Cebállos el ge-neral Vertiz de Salcedo (1778) primeramente, ydespués (1784) Don Nicolás Francisco Cristóbaldel Camno, marqués de Loreto. El primero de es-tos dos vireyes hizo bien especialmente a Buenos-aires, y adelantó las fortificaciones de Montevi-deo, en previsión de ataques que pudieran venirledel exterior.

4 4 • BOSQUEJO, HISTÓRICO ' * 1796

El segundo ejecutó el'pl&ri de divisiones admi-nistrativas queliabía proyectado Cebálios y que lacorona liizo objeto do una ordenanza en 1782. Lasdivisiones más extensas del virejnat > fueron lasintendencias, en número de ocho. Fue Buenos-ai-res una de ellas, con derechos de superintenden-cia, »cn virtud do los cuales le quedaron sometidaslas demás en algunos asuntos administrativos. LaBanda-oriental hizo parte de esta intendencia. Ca-da una do estas extensas divisiones, se gubdivididen partidos; Montevideo y Maldonado1 lo,fuerondo la de Buenos-aires. Se -instituyeron algunosgobiernos, uno de los cuales fue Montevideo; y, va-rias comandancias, de las que hubo tros en eí ter-ritorio oriental del Uruguay : la de la Colonia delSacramento, la de Maldonado y la de SantaTeresa. t . .

XXXVIH — Represión de inmoralidades odnpiuiBtratiVaa

La conduela do este virey'influyó también douna manera notable en la moralidad administra-tiva. El jefe de la hacienda, residente en Buenos-aires, se habla asociado con funcionarios y .co-merciantes de Montevideo para monopolizar algu-nos ramos de la industria, emplear los1 dinerospúblicos en provecho propio, y hacer negociosescandalosos. El saladero establecido en Maído-nado, a que se ha hecho referencia un poco antes,debió su existencia ¿estos abusos, pues fue sos-tenido con valores que se sustraían de las cajaspúblicas y para despachar su» productos á la realarmada en cantidades1 que falsamente se abulta-ban mucho. El Virey descubrió tales delitosK yprocesó á los culpables. El pueblo se preocupóextraordinariamente con motivo de estos liechosy se reprimieron por algún tiempo algunos de losabusos que so solían cometer. :

&1801 DE LA REPÚBLICA O. DEL URJJGUAY 4 5

3CXXIX —Iiivaaloncs biaslleííaai

Vinieron alviroinalo, después (me el-mnrquésdeLoreto, en lo restante del siglo XVIII, Don p i -colas de Arredondo (1789), Don Pedro Meló de

.Portugal(1795), D: Antonio Olaguer Feliú (1797),que ejerció el gobierno interinamente durante dosaños, por muerte do su antecesor, acaecida1 enMontevideo', y el marqués de Avilez. La adminis-tración de estos vireyes se hizo pacíficamente, sinque ocurriera otro acontecimiento notable que lostrabajos de demarcación de límites entre los do-minios de Buenos-aires y del Brasil, los cuálesquedaron suspensos en varios puntos, porque, de-bido á que el tratado de 1777 no determinaba conclaridad todos los lugares por donde había de pa-sar lajíñoa divisoria, los comisarios españoles yportugueses no pudieron entenderse.

Las autoridades brasileñas tomaron por pretex-to esta indeterminación do las fronteras para ocu-par las tierras neutrales y parte de las que clara-mente pertenecían a España por el tratado predi-cho, sin que sirvieran para contenerlos las protes-tas que dirijió el virey Avilez. Al contrarío, comosobrevino muy luego la guerra del año 1800 entrelas dos Coronas de la Península» los portugueses<]& aprovecharon para adelantar sus posiciones dela América meridional hasta mas acá de las Misio-nes del Uruguay y hasta los fuertes de Cerro-lar-gó*, San-Gabriel y Santa-Teresa. El mariscal decampo D. Joaquín del Pino y Rozas, octavo vireydel Rio de la plata, mandó que el marqués deSobremonte, gobernador entonces de Montevideo,marchase contra los invasores. Así,se hizo : losbrasileños se retiraron del Cerro-largo y del Sudde la laguna Merim al sabor que se les acercabanfuerzas enemigas, y continuaba,el general español

4 6 BOSQUEJO HISTÓRICO 1801

su marcha hacia los pueblos de las Misiones,'cuando recibió noticia de la paz celebraba entrelos beligerantes. Las hostilidades se sugpendierron, pues, Antes que los invasores hubiesen "sidoexpulsados de Jas posesiones del .Uruguay. Seenlabiaron reclamaciones para que las desaloja-ran, pero inútilmente: los portugueses ae conser--varón, en ollas, hasta hoy, alegando el derecho deguerra,no neutralizado por los tratados de'paz*

CAPITULO 111

LAS CONQUISTAS INGLESAS

Xli — Sobromonte en el gobernó de Montevideo

Murió del Pino y ocupó su lugar Sobremonte,(1804), que aún desempeñaba el gobierno de Mon-tevideo. Era de familia distinguida; se habla hechonotar por algunos trabajos mientras estuvo alfrente déla intendencia do Córdoba, había recu-perado, duraste su último empleo, algunas do lasposesiones usurpadas por los portugueses, {ton-que sin que llegara la ocasión de poner ú pruebasus aptitudes militares y políticas; Montevideo ha-bía hecho algunos progresos, como quo habíaaumentado el movimiento de su puerto; habíacrfircido la demanda de servicios personales; si biense empleaban hombres esclavizados, con jnenguadé la moral, del derecho y de la dignidad humana,á punto que Jos esclavos formaban la tercera par-to do la población; se habían destinado sumas-considerables á la continuación de las obras *detres ó cuatro iglesias, del hospital y del cabildo;pero oh ¿ocio esto no se vjó tanto la-iniciativa, nila cooperación del gobernador, como el-esfuerzo-de las autoridades municipales.

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ííl — Guerra entro Inglaterra y Esparta

írríó en c$te tiempo que como la Fríincia es-tiba on guerra con Inglaterra, solicitó el auxiliode España; ésta se propuso conservar su neutrali-dad, a pesar de los compromisos que tenía paracon aquella potencia, mediante una indemniza-ción que nó por llamarse así dejó de ser un auxilioefectivo. Inglaterra pretendió a su vez la alianzaespañola, y, no habiéndola conseguido, se propu-so vengarse atacando las posesiones y propieda-des que España tenía en América. Mandó en elmismo apo 1804 algunos buques do guerra á es-tas aguas, los epates tuvieron Ja buena fortuna deapoderarse en Octubre de tres fragatas que iban aJa Península con cuatro millones de posos, y deechar á pique otra, durante el combale q[ue conesto propósito se sostuvo.

El hecho produjo mala impresión en el ánimotic los españoles; con tanta más razón, cuanto emeno le había precedido la declaración de guerra queos práctica entro las? naciones civilizadas. Españase pronunció entonces contra Inglaterra, en alian-za con los franceses, por manera que se dio unacausa regular á la guerra de estas potencias. Laescuadra aliada fiíó completamente vencida enTra-falgar (Octubre de 1805). Como este hecho memo-rable permitió A Inglaterra obrar con más libertaden las aguas, despachó una expedición de másdo 6500 hombres con la orden do que so apoderarade la colonia que los holandeses tenian en1 el Ca-bo de fíuena-ospcranza.

XHII — Pi'ímfti'ft Invasión do Buenos-airen por los iuglesos

Cumplida la orden, el jefe de la escuadra pensóextender la empresa por las colonias del Rio de laPlata; convino en ello el gefe de la expedición, y

-— *..

48 BOSQUEJO HISTÓRICO

fueron encomendadas las fuerzas de desá Guillermo Car Berresford, >y a Hom<la flota.. Estas fuerzas llegaron al rio dien onco buques, á principios do 5unio dedesembarcaron en Quilmes, aldea que quedaba aíSud de Buenos-aires y apocas leguas de distan-cia, y emprendieron su marcha hacia la capitaldel viroinato, constando de poco mas de 1600hombres y cuatro piezas de artillería.

Sobremonte había tenido noticias do que. la ex-pedición que se dirijió al Cabo de Buena-csperan-za habla tocado en' el Brasil; temió entonces quevinieran á atacar Jas posesiones del Plata,,y, cre-yendo más expuesta á Montevideo que a'Buenos-airctí, híibía mandado á la primera las fuerais re-gulares* do lasogunda.'Poro los ingleses se (Jirijic-ron al África y Sobremonte perdió los temores y"aún toda clase do recelo; tanto, que se sorprendióal saber que el enemigo estaba casi á las puertasde la ciudad. Su nulidad fue en esta ocasión tan-ta como su sorpresa; llamó á las milicias iirba-nas, pero no supo, ni se ocupó de organizarías.,Los invasores dispersaron fácilmente los destaca-mentos que los salieron al encuentro y entraron ennúmero de 1500, sin disparar un tiro, á banderasdesplegadas y tambor batiente ol 27 de Junio enuna ciudad de cuarentaicinco mil almas, do quepoco antes habia huido cobardemente el Virey.Los conquistadores recibieron como tr feo cercade un millón y medio de pesos, y procedieron conel pueblo y las pocas tropas que capitularon, conmoderación y con nobleza.

XXIII — Preparativos para la reconquista

El pueblo sufría vergüenza por la presenciatranquila di'l conquistador, ó indignación por laconducta del Virey y de las tropas rendidas. Se

180U DE hX REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 4 9

resistió á entregar las armas que había recibidoen los momentos de conflicto, ocultándolas en susdomicil'os; varias personas se asociaron para reu-nir dinero, aumentar el número de armas é invitará los vecinos do la ciudad y de la campaña á orga-nizarse secretamente para llevar á cabo la recon-quista; resolvieron abrir dos minas debajo de losedificios que ocupaban las tropas inglesas, é invi-taron al gobernador de Montevideo á que favore-ciera estos trabajos con los elementos de que dis-ponía. En consecuencia, se hicieron las minas,so armaron secretamente los vecinos de la ciudady se organizaron, se reunieron fuertes grupos encampaña y esperaron que llegara la oportunidad"para poner en acción estos elementos.

XUV— Reconquista de BuenoB-aJres. Auxilios tic Montevideo

El gobernador de Montevideo, que lo era el gfi-ncral D. Pascual Ruiz Huidobro,, convino con D.Santiago Linicrs, jefe que, aun cuando nacido enFrancia, llevaba muchos años de servicios milita-res a la Corona española y era apreciado porel pueblo do Buenos-aires, en conñarle ol man-do de las tropas que el Vircy había mandado pocoantes de Buenos-aires, más algunas fuerzas loca-les que completarían el número de mil hom-bres.

Partió la expedición desde la Colonia ol 3 doAgosto, desembarcó el 4 en el puerto de las Con-chas, siete leguas al Norte do Buenos-aires, reci-bió inmediatamente el refuerzo de quinientos hom-bres, y el de más de otros quinientos en los díaspróximos, y entró el 11 en la capital del virci-nato con mas de dos mil hombres no bien arma-dos. El 12 se libró el combate decisivo en lascalles por mas de cuatro mil hombres de las tresarmas, que fueron auxiliados por vecinos que

5 0 . líOSQUEJO HISTÓRICO . 180B

hacían fuego desde los balcones y azoteas. Losingleses se rindieron, después de una bravade-fensa, en número de mil doscientos con sus bande-ras y estandartes, 124 piezas de artillería y 1600fúsiles. Bcresford y Pack quedaron prisioneros.

XXiV — Primer acto revolucionario de Buenos-airea

Cuando tuvieron lugar estos sucesos, el Vireyestaba á cuarenta leguas de Buenps-aires' con al-gunas fuerzas que recibió de varias intendencias..M pueblo le negó obediencia, confiando, contra lavoluntad de la Real Audiencia y de las olásos pri-vilegiadas, a) vencedor de los conquistadores elmando supremo de las armas. Está fue la prime-ra vez que el pueblo del Rio de la Plata, represen-tado por una mayoría de criollos, .medía sus fuer-zas propias é imponía de un modo tan solemne suvoluntad á las autoridades españolas.

XT/VI — Manifestaciones democráticas

El virey pasó a la Banda-oriental con unos 3000hombres; Ja escuadra inglesa quedó bloqueandolos puertos de ambas márgenes del Plata, mien-tras no llegaran los r-efuerzos que Bcresford habíapedido a Londres y Cabo de Buena-espcr¡inzácuando entró en Buennsraires; y Liniers, recelo-so de nuevos desembarcos, se dedicó con grandeactividad y acierto a organizar la defensa, so^reun plan democrático que contrastaba con las cos-tumbres que hasta entonces habían regido, puesque repartió armas entre los ciudadanos de todaslas clases, é hizo que entre ellos nombrasen losoficiales y los oficiales á los jefes, (le modo queel espíritu y la autoridad fueran populares,

1807 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 5 1

— t o s Ingleses invaden la Banda-oriental por Maldonado

Las primeras fuerzas pedidas por Bcresford quellegaron a las aguas del Plata, fueron las proce-dentes del Cabo de Buena-esperanza. Se acerca-ron á Maldonado a principios de Octubre, bajo elmando del teniente-coronel Backhouse, en nú-mero de tres mil quinientos hombres y treinta ycinco á cuarenta buques, y tomaron aquel puntoy la isla de Gorriti sin hallar casi resistencia.

AI saberse este hecho en Montevideo, cundió laalarma,- se dio aviso al virey Sobremonte, quepermanecía acampado cerca de la ciudad; se em-pozaron los trabajos do reparar las fortificaciones;se pidió un empréstito de trescientos mil pesospara atender á los gastos de la guerra; acudieroná armarse los vecinos, entre ellos algunos ex-tranjeros, y se hicieron otros preparativos para re-sistir al invasor, tales como acopios de víveres,padrón de los esclavos que habla para destinarlosal servicio de la artillería, corte de lefia en losmontes cercanos, concentración en la ciudad depipas, carnes, sobos, y todo lo que pudiera serCiül al enemigo, si llegara á acercarse, etc.

XIiVOT— Marchan los Ingleses hacia Mouterltloo* Combatosangflciito

El 5 de Enero de 1807 vinieron á Maldonadootras fuerzas que bajo el mando de Samuel Auch-muty .se habían embarcado, en Agosto, en elpuerto de Portsmouth, ciudad de Inglaterra, lascuales constaban do míls da 5300 hombres. Reu-nidas las dos expediciones, resolvieron sus jefesdirijirse á Montevideo. So pusieron en camino eldia 13; llegaron el 14 á la isla do Flores, en cuyodia se acercó el navio Diadem á Montevideo conel objeto de intimar á la plaza que se rindiera; el

52 BOBQUEJO HISTÓRICO 180?

15 contestó el Virey á la intimación rechazándolaen términos enfáticos; los ingleses reconocieronen seguida la costa y el 18 (1) por la mañana-des-embarcaron infantería y artillería hacia el Este dola ciudad, á nueve millas de distancia, en númerodo 6000 hombres, sin que se les opusiera unafuerza de caballería y artillería que Sobremontehabía mandado al lugar del desembarco, si biensostuvo á medio día un cañoneo de poca impor-tancia que excitó en vano el sentimiento de quie-nes lo oyeron desde la plaza. .

Anj;e la proximidad del amago, los defensoresde esta, y principalmente el Cabildo, aumentansu celo patriótico, piden artillería á Sobremonte,se diriien á las autoridades'de Buenos-aires so-licitando auxilios, y atienden las necesidades deagua, comestibles y joña que sentían algunosgrupos destacados por el Virey.

Los invasores no se mostraban menos" activos.El 19 continuaron su marcha por cierra sobreMontevideo, formados en dos columnas; la caba-llería y artillería de Sobrcmonte intentó estorbar-los, haciendo fuego a la columna derecha, perofue rechazada con pérdida de un cañón. El yireypidió entonces refuerzos á la plaza, recibió 1300nombres, los dividió en dos columnas para opo-nerlas á las otras dos del enemigo; mas este con-siguió vencerlos rodeando á una parte y dosban-dando a la otra, á punto que de los 1300 hombresque salieron de Montevideo, volvieron solo 600.La caballería del Virey huyó hasta las Piedras, yel vencedor tomó buenas posiciones á dos millasde distancia? estableciendo el sitio de la ciudad,ya bloqueadai estrechamente por la escuadra.

(1) Algunos dioon «116. Ha proferido Ja focha del texto, porque os.ia con-signada en ot paito de Awftnuity.

1807 J)li LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 5 3

XXIX — Desastre del 8o de lunero

- El efecto que estos hechos produjeron en elánimo de los sitiados, fue extraordinario. El Ca-bildo, que había recibido ya la noticia do que seaprestaban en Buenos-aires 500 hombres desti-nados á reforzar la guarnición do Montevideo, sedirijió al de aquella ciudad el mismo día de la ac-ción, dándole aviso de lo ocurridoy pidiéndole dosó 3000 hombres. El pueblo se apasiona, culpa ála ineptitud y cobardía de Sobremonté por laspérdidas sufridas, y mientras las personas carac-terizadas, incluso los cabildantes, piensan en laconveniencia de mantenerse en una. actitud rigu-rosamente defensiva, la oficialidad se pronunciacñ el sentido do una salida con todas las tropasdisponibles, pensando que con mejor direccióntorcerían el curso que empezaban á tomar losacontecimientos. Los consejos y los cálculos delos prudentes nada pudieron contra este parecer,y fue forzoso arriesgar de nuevo la suerte de ladefensa.

Dos mil hombros formaron el mismo dia 19 enla plaza de la Matriz, bajo las órdenes de D. Ja-vier de Viana, rnayor de la Plaza, y del briga-dier don Bernardo Lecoq. Abultóse ese númerodurante el resto del día y en la noche con miliciasy 1000 hombres de la caballería de Sobremonté,hasta completar el de más de cuatro mil (1J; y dié-ronse á calla pequeño cuerpo en quo fueron dis-tribuidos, dos cañones volantes.

Dispuesto todo, el dia SO por la mañana salióeste pequeño ejército, formando en una columnala infantería y en otra la caballería, en la direc-ción de lo que es hoy la calle del 18 de Julio; llegó

(1) liste oa ol numero quo && una comunioaeion dol Cabildo. Auehinutyti ice quo oí fin coren, do seis mil.

54 ' BOSQUEJO HISTÓRICO , 1W7 '

ala altura de El Cristo, dobló hacia la derechasiguiendo la falsa retirada que hacía el enemigo,y á las 7 empezó el fuego con energía de parte aparte. Los ingleses empezaron entóneos á recibirrefuerzos considerables que tenían ocultos dotras de unos médanos, á la orilla del rio; la infan-1oría española se detiene; la caballería huye sinentrar en acción; aquella empieza a retroceder,pero es sorprendida en este momento por un vivoíuogo que les vieno de entre unos maizales, endonde los invasores tenían emboscada una partede su fuerza. Entra la desmoralización en las filasde los defensores, se desordenan, se desbandan, yentran los que han podido usar libremente de sus

piernas por los portones do la Plaza, completa-mente desmoralizados. La acción duró una hora,y cuarto. Los montevideanos perdieron iin cañón'y más de 1000 hombres entre muertos, heridos y

t prisioneros. -Los sitiadores tomaron posiciones, después de

este suceso', en toda la línoa que se extiende deNorte á Sud1 desde el Miguolete hasta el rio dela Piala, y empezaron á levantar baterías. La es-cuadra se aproximó también y el fuego de cañóncomenzó con insistencia de parte aparte.

I — Espíritu do la plaza después del desastre

Los sitiados celebraron una juntado guerra á losdos ó tres días. Reunidos los informes de las fueivzas que quedaban, resultó que no pasaban de 1400los soldados dispuestos para 'la pelea, muchosde ellos sin las aptitudes necesarias y todos vi-ciados por la indisciplina, debido en parte á queno habían cobrado sus sueldos desde tiempo atrás.Faltaban además víveres y.combustible. Querien-do el Cabildo atender á las necesidades de la de-fensa, no obstante estar confiada á autoridades

1807 Dl¿ LA REPÚBLICA O. DEL,URUGUAY 55

especiales, se dirijió a Sobremonto pidiéndole tri-go por vía dolMigucleto e indicándole que reunieralos grupos dispersos do caballería, que confiase sumando á Suarez y Rondcau, y que adaptase el plande guerra que brevemente le trazaba; á cuya con-ducta, que revola lo desconceptuada que ya es-taba la autoridad del Virey, contestó esto excu-sándose con la insubordinación de la caballería.Le pidió ademas que mandase á la Colonia caba-llos para los 500 hombres que venían do Buenos-'aires; solicitó al Cabildo de esta más hombres y2000 fanegas de trigo, y mostró á' Huidobro, go-bernador de la Plaza, el temor de que el enemigodiese el asalto en las noches de luna nueva que seacercaban, manifestándolo que debía artillar másla riudadela y tener constantemente sobre las mu-rallas una mitad de las tropas, mientras la otramitad descansara alternando con aquella.

I I —Desórdenes cu la plaza sitiada

No bastaron, ompero, estos esfuerzos del Cabil-do para salvarse de las sospechas do ciertas gen-tes. Se propagó de pronto la voz de que aquelcuerpo había aconsejado al Virey la capitulación;los tercios de gentes auxiliares so alarman, dos-confian, se enfurecen, recorre el pueblo las callesgritando que el Cabildo los traiciona, asesinan áalgunos individuos de quienes concibieron sospe-chas y forman por fin el propósito de matar á loscabildantes. Salvó por casualidad de ser víctimade las iras populases el mismo Comandante ge-neral do la artillería. Sobrecogido el Cabildo envista de talos hechos, pidió al Gobernador el día87 una guardia para su defensa. El Comandantede los tercios consiguió por fin aquietar lo ánimos,& lo que contribuyó la publicación de un oficioen que el Cabildo anunciaba al comandante de la

5 6 BOSQUEJO HItíTÓUíCO 1807

Colonia que Linicrs estaba á punto de partir deBuenos-aires con una segunda expedición de másde dos mil hombres.

IJSÍ — Trabaos preparatorios pai'a el asalto. Defensa

Kntrctanto, los sitiadores activaban^sus traba-jos de ataque. £1 23 levantaron una batería conel objeto de cerrar el puerto á los comunicacionesque nasla entonces se habían mantenido con elexterior, protejidas por la posición de la isla delas Ratas y por la escuadrilla de cañoneras quetenían los españoles dentro del puerto. El 25 pu-sieron por la parte del Este varias baterías domorteros y cañones do á 24, se aproximaroncuanio pudieron los mayores buques, y cañonea-ron por todos lados laPlaza con ánimo de ren-dirla. Empero, como esta contestase con energíael fuego enemigo, abrieron el 28 otra balería deseis cañones á novecientos metros del bastiónS. E., que consideraron el menos capaz de re-sistir; y no siendo bastante aún, construyeronotra igual a quinientos cuarenta metros, deslina-da á abrir brecha, en la muralla del Súd.,

Mientras las baterías do tierra y la escuadra ha-cían un fuego nutrido y constante, la Plaza contes-taba no ménós enérgicamente con los numerososcañones que tenía por los lados amenazados. Lastropas y el pueblo se portaban con valor y ani-mados por la esperanza de recibir refuerzos deBuenos-aires, á tiempo para no sucumbir. Losmomentos empezaban, con todo, á ser verdadera-mente críticos.

JAtt — Actitud de Buenos-aires

El 21 se supo en la capital (leí vireinato, pormedios extraoficiales, la derrota del día 19, y sedispuso en seguida mandar auxilios. El 23 He-

1807 DE LA REPÚBLICA X>. DEL URUGUAY 57

gó la noticia del desastre del dia. 20, con cuyomotivo se resolvió aumentar las fuerzas de pro-tección. Se dio orden para que se preparasen losrostos veteranos y un tercio de paraguayos qu<;había; se ofreció á los que voluntariamente qui-sieran unirse á la expedición, sueldo doble y unapensión vitalicia para la madre, mujer ó hijos dolos que fallecieran en la defensa de Montevideo.Más de dos mil hombres se presentaron en losprimeros momentos, pero bajo la condición deque serian mandados por Lmicrs y nó por el vi-rey Sobremontc, de cuya incapacidad y cobardíano esperaban otra cosa que sacrificarse sin serútiles á la patria.

Se temía que Sobremontc no consentiría talcosa; se intentó deponerle para salvar las dificul-tades; pero so opuso la Audiencia, cuerpo emi-nentemente realista, contra el voto del pueblo ydel Cabildo, accediendo sólo á que se suplicaraal Yirey que no obstara á la marcha de ios vo-luntarios de Buenos-aires.

HV—Primera expedición auxiliar. Actitud dol Cabildo doMontevideo

En tanto se daban estos pasos, y sin esperar elresultado, partieron el dia 25 los veteranos y para-guayos, mandados por el brigadier Arce, en nú-mero de 500 y tantos. Al saber Sobremonte quevenían, dióles orden para que se dirijieran á sucampo, situado en las Piedras; pero Arce, des-obedeciendo la orden, se acercó á Montevideo,rompió la línea de sitio y penetró en la Plaza,cuando los sitiados empezaban á desesperar de susuerte. Sábese entonces que otra expedición seprepara y los inconvenientes que dificultaban sumarcha. El Cabildo, participando de los recelosque so sentían en Buenos-aires, so dirijíó el £ de

5 8 BOSQUKJb HISTÓRICO 1807

Febrero al Vircy manifestándole que el pueblo,aleccionado por los sucesos, había perdido íoda laconfianza que tuvo en él y le odiaba; que la de-fensa no debía tener otro jefe que Linicrs, ni. lossitiados deseaban sino al vencedor de los primerosinvasores. El mismo día escribía á Buenos-airesque la noücia de la expedición de Liníers había 'producido grande animación en el pueblo y en lastropas, y que so tuviera fe en que la ciudad se re-sistiría hasta que los refuerzos llegasen.

]LV — Segunda expedición auxiliar. Conducta Aal VIrey

El día 30 salió Liniers de Buenos-aires con2600 hombres; desembarcó ol mismo día en laColonia, creyendo que estaría pronto cuanto fueranecesario para seguir husta Montevideo por tierra;1pero se encontró sin caballos, sin muías, sin ca-rros y sin víveres. El comandante de la Coloniaexplicó esta falta de elementos, diciendo que elVirey había prohibido darles auxilios sin su per-miso. Pudo más en este ho'mbre el resentimientopara con Liniors, que el Ínteres do vencer al ene-migo común1- El verano estaba en su momentomás riguroso, y diíiciles'y penosas tenían que serlas marchas á pié en tan larga distancia; sin em-bargo, so resolvió Liniers á emprenderla y se pu-so en camino con sus tropas, esperando llegar atiempo para salvar á Montevideo.

— Analto y toma do Montevideo

Pero los acontecimientos marchaban mí\s deprisa en el lugar de la lucha. Las baterías ingle-sas abrieron al Sud una brecha que ya era prac-ticable el 2 de Febrero por la tarde. El .sitiadorintimó rendición ese mismo día, á la cual nadacontestó el Gobernador. Se cubre la brecha conpilas de cueros y con cuanto pudo servir para lo-

180T DE L \ R E P Ú B L I C A O . DEÍ . URUGUAY 59

vantar parapetos; la noche siguiente fnó oscura enextremo; los soldados ocupan en actitud do alar-ma lóela la línea accesible al asalto, pero el sueño,mal satisfecho desde varios días antes, empieza apoder más que su voluntad; algunos guardias seduermen y los ingleses se dirijen á las murallasen masas compactas, con el más profundo sigilo,sin que oído ni vista alguna los sintiera hasta queestuvieron sobre las fortificaciones.

Eran las dos de la mañana. Al sentirlos sobresí, los defensores de la plaza rompen el fuego; losasaltantes yerran la brecha, la buscan pasandopor delante de los cañones españoles que lanzabanbalas y metrallas de todas partes, la hallan, trepansobre las trincheras improvisadas, so encuentrancon bravos que les disputan el pasó; pero se agol-

Í)an en gran número, invaden el interior, atrope-lan a la bayoneta los cañones que les hacen fuego

terrible desde las boca-calles inmediatas, luego secorren en todas direcciones, la sangre se derramaa torrentes, llegan asaltantes y asaltados hasta laplaza de la Matriz entreverados, huyen las clasesinferiores del pueblo armado y al amanecerel dia 3 de Febrero estaban la ciudad y las más delas fortificaciones en poder do los ingleses. Solose sostenían el parque de artillería, en donde es-taba el valiente gobernador Ruiz Huidobro, y laciudadela, defendida por el brigadier Arce. Re-sistieron aun valerosamente, pero fueron al finobligados á rendirse.

Murieron más de 800 hombres de los asaltados,incluso casi todos los veteranos y tropa de" líneaquo había, y otros tantos ingleses. Los heridosfueron muchos. Los qúo quedaron con vida, como2(500, fueron prisioneros de guerra; los que hu-yeron durante el asalto para el Norte de la bahía,pasaban do mil.

6 0 HOSQUEJO HISTÓRICO 18OT

E] vencedor observó una 'conducta honorabledespués de la acción: reprimió severamente losmenores excesos de sus soldados; mandó unafuerza para que protejiera al Cabildo; dispuso queeste se encargara de la policía de la ciudad; hizorespetar á todos los que tenían1 á su cargo algunafunción judicial ó municipal; prohibió á sus ma-rinos y tropas terrestres el andar por las calles,muestra delicada del respeto que lo inspirabanios sentimientos del valiente pueblo vencido, é hi-zo cuanto pudo porque el vecindario no tuvierarazón de queja.

Conducta posterior de los inglese» cji Montevideo

Pasados los primeros momentos, fue nombradocomandante de la plaza Gore Browne; Auchmutypublicó proclamas asegurando que respetaría lareligión y sus ministros, así como las propiedades,fueran particulares ó comunes; puso en libertadTi los prisioneros que eran casados y á los queejercían el comercio ó tenían su domicilio en laCiudad; dio al comercio do importación franquiciasque hasta entonces habían sido desconocidas, encuyo mórito se introdujeron inmediatamente grannúmero de artículos ingleses do uso común, y se diovida a un comercio activo que restableció pronto elánimo de la poblaóion; y fundó un periódico re-dactado en castellano, el primero que haya apa-recido en esta ciudad, bajo el título de « La Es-trella del Sud » , cuyo objeto principal fuó el depropagar en el pueblo ideas y sentimientos libera-les como medio de hacer simpática la dominación,inglesa.

No obstante estos hechos, que debían influirventajosamente en las costumbres, y que dignifi-can la conducta general del vencedor, ocurrióAuchmuty algunas veces á medios arbitrarios para

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satisfacer necesidades de su ejército. Así, mas deuna vez mandó secuestrar en el mercado los coci-neros esclavos que iban á hacer compras, dejandoá los dueños sin cocinero ni alimentos; dio ordenal Cabildo para que pusiese tasa á la leche, lasaves, los huevos, las frutas, etc., so pretexto deque se vendían demasiado caros por aprovecha]*la estadía de los extranjeros; se apoderó de casashabitadas por familias y las dio á gentes de tropa,sin dar tiempo á sus habitantes para mudarse, DÍpermitirlos disponer de lo mas necesario. Sin em-bargo, estas medidas fueron revocadas ó modera-das, debido á la actitud del Cabildo, que no perdióocasión sin demostrar al Gobernador lo inconve-nientes que eran.

liVIXI — Trabajos complementarlos de la conquista

Auchmuty siguió su plan de conquista tan pron-to como ordenó los negocios de la ciudad. Mandóá Beresford, que había huido do Buenos-aires,para que con 2000 hombres tomase posesión deCanelones y otros pucblccillos próximos. Mandóá Pack, que también se había librado de la pri-sión, con otra columna á la Colonia del Sacramen-to, cuyo punto tomó, así como San-Josc y otros demenor importancia, completando la conquista dola Banda oriental.

IiIX—Buenos-aires prepara su dofeussL

Volvamos á Buenos-aires, cuyos acontecimien-tos deben conocerse, siquiera sea sumariamente,para explicar muchos- de los que ocurrirán mástarde en Montevideo. Como se na dicho antes, encuanto Liniers reconquistó la capital y fue nom-brado por el pueblo su caudillo, armó a todos loshombres en previsión do nuevos sucesos. Fueronclasificados los españoles por provincias, de mo-

6 2 • ' BOSQUEJO HISTÓRICO 1807

do que se formaron cuerpos de catalanes, de viz-caínos, de andaluces, de gallegos, etc. Lo fueroniíimbien los criollos, que formaron cucrpos.de pa-tricios, do arribeños, de naturales, etc. Kn la arti-llería entraron naturales y españoles, por cuyo mo-tivo se lo llamó de la Union. Se esperaba que estemodo de organizarías fuerzas populares avivaríael patriotismo por el sentimiento de'.la emulación.La mayor parte de los comandantes eran bonae-renses. Se habían alistad© todas las clases do-lasociedad: médicos, abogados, boticarios, comer-ciantes, artesanos, peones, cuantos hombres ha-bía, cualquiera que friese su modo do vivir. Elsentimiento üic.tan universal y vivo, que hasta losniños formaron cuerpos bajo el mando de un hijode Liniers. Cada batallón ideó y costeó su unifor-me, y todos se distinguieron por la belleza de lasformas y de los colores clejidos para el trajo. Lostrabajos se interrumpían con frecuencia con el ob-jeto de formarse las tropas, de hacer ejerciciosy de entregarse? á fiestas militares, en las que to-maban parte las familias. A los cuatro meses dela reconquista contaba Buenos-aires con mfts doseis mil voluntarios dispuestos á ocurrir a supuesto de combate al primer llamado.

I X - El pueblo Impone la deposición del VIrcy

Las noticias que llegaban do Montevideo hacíanver cercano el peligro y activar lps medios de de-fensa. Al poco do partir de la Colonia, había reci-bid'o Liniers aviso do la caída do Montevideo enpoder del enemigo, en cuya virtud retrocedió consus fuerzas precipitadamente á Buenos-aires. Laimpresión que causó aquí la noticia del suceso,fue extraordinaria; y no menos fue la indignaciónque inspiró la conducta de Sobremonte. Se reunióel pueblo en la plaza bajo el imperio de estas impre-

1S07 M í LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 63

sioncs el 6 de Febrero, y exijió á gritos la depo-sición absoluta del cobarde Virey. Cedió la Au-diencia á la imposición, confirió al caudillo po-pular ol mando militar y político y decretó el ar-resto de Sobremonte (1).

I J X I — 8O intenta reconquistar la Colonia

Súpose después la toma de la Colonia por Pack;se resolvió desalojarlo de este punto y se le con-fiaron con esto objeto 1500 hombres al coroneldon Francisco Javier de Elio, que acababa ejellegar de España con el título de Comandante ge-neral de la campaña de la Banda-oriental. Mas,tan nulo como fanfarrón, Elío malogró la empresaen dos acciones, en que fuó derrotado por Packy obligado á regresar á Buenos-aires. (Mayo do1807).

IJXII—TLos Ingleses reciben fuerzas. Segunda invasión doISuenoB-aircs

Al mismo tiempo casi que esto ocurría, llegó áMontevideo el teniente general Whitelockc con1630 hombres, con los cuales .se había embarcadoen Inglaterra el mes do Marzo. A mediados doJunio llegó el general Cráwfurd con otros 4200hombres y vanos buques de guerra. ReunidastodavS las fuerzas, so formaron cinco columnas doinfantería y caballería y tres brigadas de artillería,con un total do cerca de 10,000 hombres. TomóWhitclocke el mando supremo de este ejército, loembarcó en 116 transportes protejidos por 60 ytantos buques de guerra que obedecían al contra-almirante Murray, y se dirijió con toda esta for-midable fuerza contra Buenos-aires, en cuyas in-

r (1) IÍU6 ejecutado este decreto por un oidor y el síndico do ln ciudad, quasalieron do ella con una escolta el 14 do Febrero. Sobremonte fafi rotnitidopoco desunes & España.

6 4 BOSQUEJO HISTÓRICO 180*

mediaciones (la Ensenada) la desembarcó en losdías 28 y 29 do Junio.

I/XIII —Nombramiento do Virey. Acción Aol Miserere

En este día llegó una barca procedente de Cá-diz, que penetró en el puerto forzando la líneaenemiga. Era portadora de pliegos en que so apro-.baba todo lo hecho respecto do Sobremonto y senombraba Virey interino á Ruiz Huidobro ó, ensu defecto, al o'ficial do más graduación. Venían .también despachos ,'de brigadier para Linicrs.Ruiz había sido conducido prisionero á Londres,con otros muchos companeros de defensa; habíaotros jefes de alta graduación, pero estaban pri-sioneros ó juramentados; por cuya causa, siendoLiniers el que reunía las condiciones exijidas, fueeste el que recibió el nombramiento. Esto produjogran satisfacción en el pueblo, y especialmenteen las tropas.

Al anunciarse la aproximación del enemigo sodieron señales de alarma, y corrieron á sus cuar-teles los ciudadanos. El diá 1P de Julio salieron aíencuentro dril invasor en cuatro divisiones com-puestas de mil y tantos hombres de caballería,setecientos de artillería y unos cuatro mil quinien-tos de infantería: total, 6200 combatientes,'(en losque no habían más que 800 veteranos), y 50 ca-ñones.

Se cometía en Buenos-aires la misma impru-dencia que en Montevideo; se salía á batallar áun ejército mucho más numeroso y aguerrido,con soldados improvisados que no conocían niel arma que tenían en las manos; y se salía porobedecerla voluntad de jefes de linea, contra laopinión de personas del Cabildo y de las clasesdistinguidas del pueblo.

Dos veces provocó Liniers una batalla, y otras

1807 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 65

tantas la esquivaron los ingleses, á pesar de susmuohas probabilidades de triunfo, sin duda por-que su interés consistía en llegar á la ciudad yasaltarla con el total de sus fuerzas. Creyendo,empero, que la vanguardia inglesa se disponía kcortarle el paso del Riachuelo, 'desprendió precipi-tadamente una parte de sus tropas con doce ca-ñones, se lanzó el 2 de Julio por la mañana con-tra los 1700 hombres que le inspiraron temores,en ol paraje denominado Miserere, distante trescuartos de legua do la plaza Mayor de la ciudad,y fue derrotado con péraida de tres cañones, des-pués de un combate reñido en que ambas partessufrieron pérdidas relativamente serias.

1 I.XIV—Desaliento do loa jefes de línea

Se apoderó tal desaliento de Liniers, y tanto seanimó el enemigo por este triunfo parcial, que suautor, Lewison Gower, intimó la rendición de laciudad, y Liniers, de quien no se habían tenidonoticias, ofició al Cabildo manifestándole que locreía todo perdido y que se preparaba' para unasegunda reconquista. La misma impresión hizo elcontraste do Miserere en los jefes de línea que te-nían á su cargo los fuertes de la ciudad, quienesno pensando sino en la rendición, llegaron rt cla-var algunos cañónos para entregarlos inutiliza-dos al invasor.

IiXV — Energía del sentimiento popular ,-

La ciudad había quedado con sólo un batallóny algunos marineros y artilleros, y se hallabasin murallas, trincheras, ni fosos, por manera que'estaba completamente abierta y casi sin defenso-res. Ante esta situación y la proximidad del ejér-cito inglés, el suceso de Miserere y la comuni-cación de Liniers impresionaron desfavorable-

6 6 - BOSQUEJO HISTÓRICO 1807

monte al pueblo por un momento; pero reaccionóen seguida el Cabildo a impulsos del genio supe-rior de don Martin de Alzaga, su alcalde de pri-mer voto, mandó abrir fosos en las ocho callesque concurrían á la plaza principal, colocó en los-cuatro ángulos de esta cañones de grueso cali-bre con sus bocas dirijidas á todas las calles,hizo iluminar toda la ciudad como se haría enun dia do- fiesta, alienta y reorganiza las fuerzasdispersas que llegaban, y al día siguiente (3 deJulio) dispuesto ya todo para la resistencia, oficióá Liniers para que viniera á la ciudad con el restode sus fuerzas y ordenó á Ello quecontostascla in-timación de Lewison Gower rechazándola enérgi-camente. Así se hizo. La llegada del general au-mentó la animación quo ya se sentía en e) pueblo;'desde ese momento nadie pensó sino en deíon-dersc de todos modos.

LXVI — Ataque y defensa de Kuanoi-aircs

Los días 3 y 4 se pasaron en guerrillas, mien-tras "Whitelock se aproximaba con el grueso desu ejercito. El 4 .por la noche el pueblo armadoocupó sus posiciones, particularmente en lasazoteas y en la plaza Mayor1, que era el centrode la defensa. Las -mujeres y los muchachos seprepararon también con tachos de agua hirviento,,con granadas de mano, con grandes piedras yotros objetos, para arrojarlos al asaltante desdelos -balcones y azoteas a su paso por las calles.El entusiasmo animaba igualmente á todos.

El dia 5 á Ias6£ de la mañana emprendió elenemigo el ataque con una salva de veintiún caño-nazos á bala; penetró en la ciudad á un tiempopor varios puntos; Auchmuty y Crawfurd toma-ron después de sangrientos combates varias posi-ciones distantes de la plaza Mayor; pero, obligados

1807 1)K L A REPÚBLICA O. DEL URUGUAY * 6 7

a sostener combates parciales durante su marchade avance hacia el centro de la defensa con lasfuerzas diseminadas por las calles inmediatas ycon ol pueblo, que lanzaban balas, metrallas,bombas de mano y agua hirviente en cantidadesterribles, los asaltantes que no murieron ó caye-ron heridos se vieron forzados a rendirse unosdespués de otros A discreción. Al ponerse el solel pueblo había asegurado su triunfo. Los ingleseshabían perdido más de mil prisioneros y cerca dedos mil entre muertos y heridos. Se contaba ontre los primeros el general Grawfurd y entre lossegundos a los coroneles Kingston, Cward, Pack,y otros jefes. Los oficiales prisioneros eran masde ochenta.

XiXVII — Resultados fie la victoria

A la magnitud de la gloria debía corresponderla magnitud del éxito. Se propuso ú Whitelock,que se conservaba con la reserva á corta distanciade la ciudad, la evacuación de Montevideo, encambio de lo cual se le permitiría reembarcarsecon todas sus tropas, y se le devolverían los pri-sioneros. Fueron aceptadas estas proposicionesel día siguiente a las dos y media de la tarde; seajustó la capitulación en seguida y se la ratificó aldía inmediato por el General en jefe del ejército ypor el Almirante de la armada.

Se celebró el triunfo con salvas y repiques; sehicieron honores fúnebres á los muertos,u se de-cretaron pensiones vitalicias para las viudas y loshuérfanos, se dierpn premios á • lus inválidos, sedio libertad solemnemente á setenta esclavos, yse honró la memoria do los enemigos que valien-ttemcnle murieron en el asalto, asistiendo á sus fu-nerales Liniers con su estado mayor, las corpora-ciones civiles y cuatro de los batallones de la de-fensa.

6 8 , BOSQUEJO HISTÓRICO 18OT

Los ingleses cumplieron la capitulación con to-da puntualidad: salieron de Buenos-aires el 17 deJulio y de Montevideo el 9 de Septiembre, entre-gando ésta plaza á Ello, que había recibido de l i -niers para el efecto el nombramiento de goberna-dor interino y dos cuerpos formados en Buenos-aires bajo la denominación do Voluntarios del Riode la Plata.

LIBRO SEGUNDO

LA REVOLUCIÓN

CAPÍTULO I

LUCHA CON EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO

DE BUENOS-AIRES

XiXVIII — Tendencias de loa criollos y los españoles en el Plata

El desenlace de los sucesos que se acaba dereferir no dejó completamente tranquilos los es-píritus en el vireinato, ni hizo desaparecer todoslos peligros. Había en Montevideo homogeneidadde sentimiento, parecía que todos sus habitantesno obedecían sino aun principio: el respeto de laautoridad española, ni aspiraban á otro fin que laintegridad de los dominios de la monarquía; perono puede decirse otro tanto del pueblo de Buenos-aires: aparte de que ya desde tiempos anterioresno era completa la concordia entre «espccfioies ynativos, a tal punto que con frecuencia surgían de-savenencias entre padres é hijos y entre maridos yesposas cuando el uno procedía de la Penínsulay el otro era americano; y á consecuencia quizásen mucha parte de esto mismo antagonismo la-tente, se había *producido cierta excisión, durantelos años de la reconquista y de la defensa, entrelas tropas españolas y las patricias: aquéllas semofaban de la impericia de éstas yv despreciaban

70 BOSQUEJO HISTÓRICO 1807-

sus oficiales improvisados; estas reprochaban áaquéllas su mal proceder cuando la primera in-vasión y aún en las tremendas horas en que el se-gundo ejército inglés invadía las calles de la ciudad.

Por manera que la desarmonía que hasta en-tonces se había manifestado sólo en lo íntimode la familia, adquirió en los años 6 y 7 formasnuevas y públicas, que se propagaron y arraiga-ron fácilmente, y generaron dos partidos que, sintener fines distintos bien definidos, empezaban ámostrarse con caracteres diversos. Así, mientraslos vemos unir sus fuerzas y su entusiasmo pordefender los dominios y la autoridad de su Mages-tad católica, los vemos también : al uno, animadopor el .sentimiento de la patria española, bnjo ladirección de su compatriota don Martin de Alzaga;y al otro, impulsado por el sentimiento de Ja patriaamericana, rodeando y'prestigian do á su caudillodon Santiago Linicrs. Además, Liniers se apro-ximaba á las clases llanas; elevado por el pueblo,tendía á vivir con él1 y para él. Alzaga, por el con-trario, orgulloso y dominador, se sentía mejor' allado de las clases elevadas. Este aspiraba á serel representante do los españoles y de la aristo-cracia; aquél lo era de los americanos y de la de-mocracia.

— Proposiciones y amenazas de Portugal

Esto, en el órdoh interior. En el exterior, no tar-daronlos platenses en verse nuevamente amena-zados por potencias extr'angeras. A consecuenciade haber invadido el Portugal las tropas aliadasde España y Francia, la familia real de aquella na-ción-se vio forzada á trasladarse al Brasil, teme-rosa de caer en poder do Napoleón I, cuya voluntadarbitraria1 era entonces tan grande como su fortu-na. Apenas llegado á su destino,, y establecida

ál803 DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 7 1

en el su corto, el Regente de Portugal concibió elproyecto de unir a sus dominios el Rio de la Pla-ta, con cuyo fin se dirijió cu 3-de Marzo de 1808su ministro Rodríguez de Souza Coutinho al Ca-bildo de Buenos-aires, proponiéndole tomar todoel vircinato biijo la protección de su Alteza realsin menoscabo do sus derechos y fueros, so penade hacer causa común con su poderoso aliado laGran Bretaña. El Cabildo respondió á fines deAbril rechazando enérgicamente las proposicionesy las amenazas, y protestando su fidelidad paracon los reyes españoles.

XiXX— Sucesos políticos do la Península

Al mismo tiempo que so hacían tales tentativasen estas regiones, graves acontecimientos se de-senvolvían en España. Dominado el Portugal, pen-só Napoleón I apoderarse de toda la Península.Hizo avivar la enemistad que había entr¿ el reyCarlos IV y su hijo Fernando; conspiraron los par-ciales de este, en cuyo favor hicieron abdicar lacorona. Las tropas francesas ocuparon las prin-cipales plazas españolas so pretexto de reforzarel ejército que obraba en territorio portugués,- yNapoleón se hizo dueño del trono español (des-pués de haber atraído mañosamente á Bayona alnuevo rey y su padre) para colocar en él á su her-mano José. Ante estos hechos escandalosos, selevanta el pueblo de Madrid el 2 de Mayo, sé pre-paran en seguida todas las provincias para laguerra de la independencia, nombra cada una suJunta de gobierno por ausencia del rey y do quienlo representase logalmente, y sus diputados cons-tituyen la Jítnta suprema de gobierno quo residióprimero en Aranjuez y después en Sevilla.

73 BOSQUEJO HISTÓRICO 1808

t X X I — Cuatro pretendientes al gobierno monárquico del P ia la

Es natural que tales hechos tuvieran trascen-dencia á la América. El 15 de Julio llegó de Cádizá Buenos-aires una barca que trajo pliegos delConsejo suprenio de Indias en que se ordenabaque so procediera á la proclamación y jura deFernando VII; el 10 del mes siguiente llega á Mon-tevideo Mr. Sassenay, enviado por Napoleón y lasautoridades españolas Que le obedecían, con plie-gos también para que el vireinato ofreciera fideli-dad al usurpador; ya desde mediados de Junio es-taba en el Plata el brigadier don Joaquín Curado,que había sido enviado por la corte del Brasilparaqi^o continuara pacíficamente kus gestionesque comenzó la regencia con su impremeditadacomunicación del 3 de Mar/o; y por fin doña Car-Iota Joaquina de Borbon, esposa del príncipe re-gente de Portugal, había iniciado comunicacionescon algunas personas caracterizadas de Buenos-aires con el objeto de tomar so pretexto de serhermana de Fernando VII, la regencia del Riode la Plata, llamar á cortes a los americanos, yconstituir en definitiva una monarquía indepen-diente de la española. Este cúmulo de pretensio-nes contradictorias declaradas simultáneamenteerizaban de dificultados Ja situación y reclamabantanta mas prudencia, cuanto venían apoyadasunas en el poder de respetable autoridad y otrasen la autoridad de poderes temibles.

IÍXXU—Solución de las rivalidades ,

Afortunadamente, la rivalidad, que a todos en-volvía, era lo que más había de contribuir á debi-litarlas. Napoleón estaba demasiado ocupado enEspaña y tenía demasiado que temer á la alianzaanglo-portugucsa, para empeñarse en sostener

1808 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 73

con la fuerza la misión de Sassenay,, razón por lacual pudieron desoírlo impunemente el Virey, elCabildo y la Audiencia y aún decretar la prisióncontra el enviado. El Regente de Portugal teníaen contra suya á la princesa Carlota y quizás algobierno británico, que se interesaba más por laindependencia de la América española que por suanexión á los dominios lusitanos, por lo que sevio en la necesidad do retirar del Piala al briga-dier Curado á los pocos meses de haberle dadola comisión. A su vez la Princesa era contrariadapor su esposo el Regente, quien temía que si laCarlota llegaba á sentarse en el trono que leofrecían algunos prohombres argentinos, fueraun serio peligro para el porvenir del Brasil; cu-yas consideraciones le indujeron á prohibirle queviniera á Buenos-aires con ol objeto de asumirla regencia. No por esto se suspendieron, em-pero, las relaciones políticas de la Princesa conlos patriotas que trabajaban por independizar" tospueblos del vireinato: aunque sin probabilidadesdo éxito, continuaron por algún tiempo, inefica-ces para ella, pero útiles para la América, por-que contribuyeron á mantener vivo y á extenderel sentimiento de la emancipación.

Así, pues, lo único que mereció la aceptación dela mayoría del pueblo platense fue la orden delSupremo consejo de Indias para que se jurara aFernando VII. Se dispuso en Buenos-aires quetuviera lugar esta ceremonia el 12 de Agosto, ani-versario cíe la reconquista. Así se hizo en Mon-tevideo, pero hubo de postergarse en aquella ciu-dad hasta el 21, á pedido del encargado de diri-jirla.

7 4 BOSQUEJO HISTÓRICO ' ' X808

JLXXIII— Intrigas que ahondan la división entra1 criollos

Los españoles de Montevideo y Buenos-airesque, como se lia dicho, veían on Liniers un po-deroso enemigo dol parí-ido que formaban, cre-yeron notar que había sido sobradamente bené-volo con el Sr.. Sassenay, que se condujo concierta frialdad en todo lo que se relacionaba conel acto do obediencia al nuevo rey, y que estaconducta era debida á que Liniers, por haber na-cido en Francia, tenía más simpatías por .la domi-nación francesa que por la independencia españo-la. Fundadas en parte estas suposiciones, y enparto falsas, eran ya explotadas por Alzaga enBuenos-aires y por Elfo en Montevideo i cuaijdollegó á esta ciudad el brigadier don José M\ Goye-neche, en calidad de enviado de la Junta supremade Sevilla. Intrigante como pocos, animó a Elíopara que promoviese la deposición del Virey,fundándose en que por lo menos había raion parasospechar de su fidelidad; pasa en seguida á Bue-nos-aires (33 de Agosto), lo habla al Virey del peormodo de Elfo, y á Alzaga del Virey en términosanálogos a los que había empleado en Montevideo,consiguiendo así irritar más que lo estaban losánimos de aquellos tres personajes, que desempe-ñaban en la actualidad papeles conspicuos. •

"LXXIV— Elío y el Cabildo do Montevideo se lovautan contrael Jefe de los criollos

Se dedicaron entonces Jos españoles á promoverla erección de juntas gubernativas, semejantes álas españolas, como medio de hacer caer á Liniersy de vencer al partido patriota. Alzaga instigó fuer1

iemente á Elío para que se pronunciara el prime-ro, ya que no había en Montevideo elementos na-

A 1809 DE I A REPÚBLICA O. DKL URUGUAY 7 5

turales quo so Je opusieran, y se trasladó a estaciudad, en donde estuvo un mes so pretexto dereparar su salud. Eíío denuncia entonces á Li-niers como sospechoso; este, herido en su autori-dad, lo llama & Buenos-aires y manda a Michcle-na para que cumpla la orden; poro aquel y el Cabil-do de Montevideo resuelven que no se obedezca alViroy; proceden á nombrar una Junta para que go-bierno como las de España, con independencia dela autoridad do Liniers (fines de Septiembre), inti-man á éste que se separo del mando, instan alAyuntamiento de Buenos-aires para que siga lamisma regla de conducta (5 de Octubre), y envíaná don José" Raimundo Guerra para que dó explica-ciones ante la Junta de Sevilla, obténgala aproba-ción de la Junta local y demuestro las inconvenien-cias do mantener a Liniers en el Vireinato (26 deOctubre). Salió de Buenos-aires otra comisióncon un objeto análogo.

- -&os espaftoles signen el movimiento en Buenos-airas

Realizado el movimiento en Montevideo, se pre-pararon los españoles en Buenos-aires para efec-tuarlo también allí, excluyendo de la proyectadaJunta a toda persona que hubiese nacido en elpaís. Alzaga era el alma de estos trabajos. Fijóel día primero del año 1809 para quo sus paisanosse pronunciaran contra el virey y dispuso que losbatallones de catalanes, de gallegos y de vizcaínosconcurriesen á la plaza a los primeros toques decampana, para apoyar con Jas armas el pronun-;ciamiento.

Como los patriotas supieron lo que se inten-taba, y como comprendieron que la actitud de losespañoles tenia por principal objeto privar a losnativos de la intervención que habían empezadoa tomar en los negocios públicos, corrieron á su

76 BOSQUEJO HISTÓRICO 1H9

vez los* batallones de patricios á los cuarteles el 30de Diciembre y en ellos esperaron los hechos, dis-puestos á mantener el Virey.• Llega el V? de Enero, acuden al sonido do lacampana las tropas amotinadas, y en seguida elobispo, Alzaga, los capitulares que en ese día ter-minaban su cargo, los que habían sido nombradospara desempeñarlo en lo sucesivo, los miembrosde la Audiencia y varias otras personas, todospartícipes de la sublevación., Se airijen el obispo,los capitulares y los oidores al Fuerte, en dondeestaba solo Liniers, le manifiestan la voluntad denombrar una Junta de gobierno, previa la depo-sición del Virey; y éste, protestando que no con-sentiría tal nombramiento mientras tuviese po-der , concluye por renunciarlo en- favor del jefe-más antiguo. Los españoles aceptaron esta solu-ción como transitoria, esperando que el sustitu-to no les opondría resistencia.

I/XXVI — l o s americanos triunfan

Pero saben con sorpresa los patricios lo ocu-rrido, y, aunque ya más de media tarde, se ponenbajo las órdenes de D. Cornelio Saavedra, salende sus cuarteles, llegan á la plaza, dispersan lastropas allí reunidas, y se apersona Saavedra ó,Liniers, diciéndolo que «ni el pueblo, ni los cuerposde Ja guarnición que lo habían comisionado, quie-ren ni pueden consentir la dimisión á que ha sidoobligado; que incontinenti debía recogerla dándo-la por írrita y nula, prontos como estaban todoslos comandantes y tropas á defender su legítimaautoridad.» Liniers vuelve sobre sus pasos y lospatricios quedan triunfantes.

Alzaga y cuatro más d.e los que encabezaronel motín fueron desterrados .en el acto á la Pata- *gonia, se confiscaron sus bienes, se disolvieron

1809 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 77

los batallones europeos y se inició un proceso.Los peninsulares designaron á los deportados lla-mándolos «víctimas de la lealtad española». Elíolos hizo venir á Montevideo, en donde .estuvieronhasta el 8 de Octubre, focha en que regresaron áBuenos-aires.

— Conducta de la Junta suprema de Sevilla

Entretanto, oía á los comisionados de Montevi-deo y Buenos-aires la Junta suprema de Sevilla.Su resolución fuó ambigua, pues al mismo tiem-po que hizo elogios de Ya Junta montevideana ydel Gobernador, mandó disolver la una y sustituirel otro por el Mariscal D. Vicente Nieto. Condo-nó además la sublevación de los españoles y dioá Liniers el.título de Conde de Buenos-aires; pe-ro hizo con él lo .que con el gobernador Elío: lodepuso, nombrando para que le reemplazase áD. Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien entró enla capital del vireinato con precauciones inusita-das que revelaron el temor de que se descono-ciera su autoridad. (Julio 30). Los españoles sa-lieron á recibirlo con demostraciones de placer;los nativos usaron una conducta reservada: seabstuvieron.

I Í X X V I H — El viroy dañeros cede á la influencia criolla.fcibortad de comercio

Cisneros sobreseyó en la causa de los subleva-dos del 19 de Enero, cuyo acto, agradable álosespañoles, produjo mala impresión en los ame-ricanos.

Pronto se vio sin los recursos mas indispen-sables para pagar los gastos do la administra-ción; y como no p día esperarlos tampoco de laMetrópoli, se dinjió al Cabildo y á la Audienciamanifestándoles quo debiendo hallarlos en el país,

7 8 BOSQUEJO HISTÓRICO 1809

no so le ocurría otra fuente que la libertad del co-mercio exterior, á la cual ocurriría si no le indi-caban otra. Los españoles divergieron, tambiénen este punto, de los americanos. El comerciorepresentado por ellos se opuso a la'libortad, in-teresado como estaba en conservar el monopolioque lfi enriquecía con sacrificio del bienestar co-mún. Los labradores y hacendados, contra quie-nes iba en gran parte la oposición, solicitaronvista del expediente, encomendaron la réplica aD. Mariano Moreno, patriota que hizo gran figu-ra desde entonces, y este redactó (Septiembre 30)una memoria en pro de la libertad de comercio,que se lia hecho célobre y que decidió a Cisnerosá decretarla.

Por pausa do esta medida, que importaba laemancipación del vireinaíb en ol orden económi-co, se activó considerablemente el comercio con laInglaterra; los consumidores estuvieron mejorservidos y por menos precio, y el Erario, aumentóde tal modo sus rentas, que bastaron para pagarel presupuesto y dieron mensualmente sobrantesde importancia. Estj demostró lo útil que es lalibertad, y enseñó á amarla. Probó además queeJ nueblo del Rio do la Plata podía gobernarse sinrecibir recursos extraños, lo que abonó la aspi-ración íi la independencia, presentándola perfec-tamente practicable.

Así terminó el año 1809.I J X X T X — El americanismo do Uuoiiofr-air.cH se difunde en

el Vlrelujrto

El ejemplo de Buenos-aires había cundido, enelVireinato. Tomando origen en disidencias sur-gidas en el seno del clero, se declararon enemigosel Gobernador-presidente de la intendencia deCharcas y la Audiencia. Llamó aquél en su de-

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fensa principalmente al elemento europeo, y óstaa los hijos del país, por haberles anunciado queño les quería entregar á Ja dominación portugue-sa. Transformada así la cuestión clerical en cues-tión política, estalló una revolución el 25 de Mayodo 1809; fnó vencido el presidente y depuesto, yse nombró en su lugar un gobierno, presididopor la Audiencia, que se declaró sumiso al Vi-fevde Buenos-aires v á l a soberanía <lc Fernán-do* VII.

Cerca de dos meses- después (16 do Julio) hubootro pronunciamiento en laíntendencia de la Paz,mas abiertíimcntcpolftico. Triunfaron los america-nos; y, aunque prometiendo lealladáFernando Vil,organizaron un gobierno, dictaron una constitu-ción, y emprendieron reformas administrativas,•como si pensaran en ser un Estado independiente.Movimientos análogos tuvieron lugar, en esta épo-ca, en oirás intendencias del Vireinato (Quito),poro nó do tanta consideración.

XJCXX —1<a reacción triunfa en el alto Poru. Jífccto que elhecho produce en JBuenon-aircR

Los sucesos de Chuquisaca y de La Paz sesupieron en Rueños-aires al poco tiempo de lallegada de Cisnoros. Se supieron también en elPerú, de cuyo territorio distan poco, relativamente,aquellas ciudades. Ambos virayes se apresuraroná mondar fuerzas para sofocar los movimíctosrevolucionarios: ol clel Perú mandó aGoyenechecontra la, Paz y el de Buenos-aires á Nieto contraChuquisaca ó La Plata. Estos dos generales resta-blecieron el anterior orden de cosas; pero Goyene-chc, cometiendo las más barbaras atrocidades(ordenadas en parte por Cisneros) con los ameri-canos vencidos.

La noticia de estos sangrientos sucesos llegó A

80 BOSQUEJO HISTÓRICO 18»

Buenos-aires en Marzo de 1810 y produjo tanmala impresión en el pueblo, que el Yirey fueobjeto del odio de los nativos. La juventud qui-so lanzarse a la revolución on el apto; Frenen y$cruti, dos agentes do una Junta revolucionariasecreta que algunos argentinos habían consti-tuido y que trabajaba activamente por llegar ála independencia del Vireinato, se mostraron re-sueltos; pero los contuvo el corríadante de losbatallones patricios, don Cornolio Saavedra, porhaber considerado prematuro el mqvimiento-miéntras no llegaran de España noticias que lofavoreciesen.

I J X X X I — Disolución de la Junta suprema de Sevilla

No tardaron estas noticias. El ejército francos-siguió triunfando; se apoderó de toda la parteseptentrional de Sierra-Morena, /orzó el célebredesfiladero deDespeñaperros que da paso ala An-dalucía, y se extendió por el Sud do la siorra obli-gando a la Junta suprema á retirarse de Sevilla álaislade León, en donde se disolvió después depasar todos sus poderes á un Consejo de regenciade España é Indias, cuyas funciones deberíanempezar el 2 de Febrero cíe 1810.

Se supo do estos hech s en Buenos-aires el 14de Mayo, por haber llegado el día anteriora Mon-tevideo una fragata con impresos y comunicacio-nes. El Virey los publicó sin reserva é hizo circularel 18 una proclama en que manifestó su fé en el*triunfo definitivo de la Metrópoli, á pesar de ha-llarse casi completamente ocupada por el con-quistador, y prometió no tomar determinaciónalguna, si la Península llegara á perderse del todo,sino con el acuerdo de las representaciones deBuenos-aires y de las demás provincias delVireinalo, mientras no so establezca en América,

1810 DE LA. REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 8 1

en unión con los otros vireinatos, una representa-ción do la soberanía de Fernando VII.LXXXn — Propósitos revolucionarios del pueblo el 30 do mayo

Así pensaban los españoles, creyendo halagar elsentimiento rovolucionario de los americanos conla promesa de consultar á los diputados provin-ciales. Mas los argentinos aspiraban á otra cosa*.Desde que se propagaron las noticias de la disolu-ción do la Junta de Sevilla, pensaron que el poderdel Virey había caducado. Se reúnen en grupos entodas partes, recorren las callos, y se comunicanunos á Otros la voz do que la representación dela monarquía española había dejado de ser. LaJunta secreta delibera por otro lado y se preparaá convertir en hecho lo que la opinión considerabaya un derecho, comisionando á Belgrano y Saave-dra para que pidan al Cabildo la celebración do uncongreso popular que declare la cesación del Vireyylesustituyaporotro gobierno que sea la expresiónde las aspiraciones comunes. El Cabildo resiste ála intimación; pero como so le hiciera, comprenderque si no accedía so reuniría el pueblo por sí so-lo, su Alcalde de primer voto expone al Viroy loque ocurre; este, sorprendido por tal actitud,' con-sulta á los comandantes de la fuerza pública, quie-nes le responden por boca de Saavedra "que nocuente ni con ellos, ni con los patricios, paraconservarse en el poder; que ya no existo el gobiernode quien recibió el mando; que se trata de asegurar*la suerte de los argentinos y de la América, y quepor eso quiere el pueblo reasumir sus derechos ygobernarse por si mismo." Con todo, el Virey nose resolvía á consentir y so creyó necesario apurarlas medidas. La Junta secreta mandó que soacuartelaran las tropas y que se hiciera nuevaintimación al virey en nombro del pueblo y del ejér-

82 BOSQUEJO HISTÓRICO 1810

cito, dándole cinco minutos do tiempo para con-testar. La comisión le fuó á las diez de la noche yCísneros prometió que no se opondría.

X.XXXEJI — Trabólos revolucionarios en los días 21 y 22

En consecuencia, el Cabildo le pasó una co-municación el día siguiente por la mañana (21)solicitando permiso para que el pueblo se reuniera,á fin do « evitar los desastres de una conmociónpopular»; el Viroy contestó en el acto accediendo yrecomendando al Cabildo que esforzara su celopor que «nada se ejecuto ni acuerde que no sea enobsequio al servicio del amado soberano el SeñorDon Fernando VII, integridad de sus dominios yconstante obediencia al supremo consejo nacio-nal,» y se pasaron esquelas de invitación á 450personas de las más caracterizadas, convocándolaspara el siguiente día.

El %2 se reúnen efectivamente los invitados,faltando muchos de los españoles; son proclama-dos por el Cabildo, exhortándoseles para que norecurran á soluciones violentas, y entran en deli-beración. Aparecen en ella francamente los euro-peos pugnando por conservar el régimen colonial,y los argentinos luchando como revolucionarios;interesantes episodios se suceden; el debate tomagiros favorables y adversos alternativamente áca-daunade las partes, pero se mantiene elevado ysereno, por instantes sublimo, y termina a las do-

* ce de la noche con la votación de quo la autoridaddel Vircy había caducado y de que el pueblo dele-

f aba en el Cabildo la facultad de nombrar unaunta de gobierno en el modo y forma que tuviese

por conveniente, cuya Junta debería convocarrepresentantes de las provincias para quo, cons-tituidos en Congreso, determinasen la forma degobierno que había de regir en adelante.

180 DE JA UEPÚBUCA O. DEL URUGUAY 8 3

I/XXXIV—Esfuerzos revolucionarios y contrarcvoluclonarioaAel 2» y 21

Alarmados los españoles por esta, medida, in-ducen al Cabildo á que la resista, por cuyo motivoresolvió ésto el dia 23 gue el Virey continuaseejerciendo el poder, si bien acompañado por va-nas personas. La Junta secreta se alarma á suvez, dispone oponer á la influencia española elpoder directo del pueblo, se presenta en público,acaudilla a la muchedumbre agitada y obliga alCabildo á que publique por bando la resoluciónde la noche anterior. Así se hizo ese mismo díaal ponerse el sol.

Con todo, el Cabildo no desistió de sus preten-siones contra-revolucionarias. Impidió que loscorreos llevaran la noticia á las provincias y, aun-que nombró ol 24 una Junta do gobierno, puso ááu cabeza al ex-Virey, confiriéndole el mandosuperior de las fuerzas, so pretexto de que conve-nía evitar que las provincias desconociesen la au-toridad de una junta en que él no apareciera. Eslarazón, prudente en apariencia, decidió á Saavodray á otros comandantes a aceptar la constitución dela Junta, con cuya adhesión se creyeron los reac-cionarios salvados.

Pero el pueblo americano se indigna, invade loscuarteles, se apodera de las armas, comunica sussentimientos sucesivamente á soldados, oficialesy jefes y se disponen todos ú resolver la situaciónpor el uso de la fuerza. Afortunadamente, la Juntasecreta, que celebraba sesión en esos momentos,comisionó á algunos de su seno para que tranquili-zaran los ánimos mientras disponía que Saave-dra intimara al Virey la renuncia de su nuevocargo, y á la Junta de gobierno su disolución,y que el pueblo elevara una representación al Ca-

84 BOSQUEJO HISTÓRICO Js:o

bildo para que cumpliera fielmente el mandatodel 22, indicándole las personas que habían do

• constituir forzosamente la Junta gubernativa(Dia 24).

IXXXV—Triunfa la revolución americana el »S de Mayo

Se redactó la representación y se firmó durantela noche por gran número de argentinos. Fue en-tregada el 25 por la mañana a] Cabildo; y esto, nósin intentar nuevas resistencias, que fueron ven-cidas por el pueblo reunido en la plaza Mayor, pro-clamó la Junta impuesta por el pueblo, que no lar-daría en hacerse famosa, compuesta de los seño-res Cornelio Saavedra, Juan José Castelli, ManuelBelgrano, Miguel Azajiónaga, Manuel Alberti, Do-mingo Mateuy Juan Larrea; siendo sus secretarioslos doctores Juan Josó Passo y Mariano Moreno.

Esta Junta asumió la autoridad suprema delex-víroinato para mientras no se reuniesen losdiputados de las provincias, excepto la judicial,que se confirió toda entera á la Audiencia, y conla restricción do que había do consultar al Cabildotoda vez que decidiera gravar al pueblo con algúnimpuesto. Quedaba obligada á ordenar á las au-toridades dol interior que los cabildos convoca-sen la parte principial del puoblo y ésto eligiese surepresentante para que, reunido xión los demás enBuenos-aires, establecieran la forma da gobiernoque mas conviniera, bajo la condición de que ha-bían de jurar no reconocer otro soberano que Fer-nando vil y sus sucesores legales* Pronto veremoscómo esta última cláusula, sujeridap'or las conve-niencias del momento, no entraba en la intenciónni de los que impusieron la Junta, ni de los queentraron en ella. Así se operó la gran revolución

ue todos los pueblos del Plata conmemoran elia 25 de Mayo de cada año.

1810 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 8 5

XXXXVI — Primero» trabajos de la Junta revolucionaria

Al día siguiente dio la nueva autoridad una pro-clama tendente á infundir confianza en los ánimos.El 27 laiizó una circular en que desconocía la au-toridad del Consejo de regencia que había susti-tuido en España á la Junta suprema de Sevilla;narraba los hechos ocurridos en Buenos-aives;manifestaba confianza en que se conservaría launidad de los pueblos por el reconocimiento quetodos prestasen al nuevo gobierno; los invitaba ánombrar diputados y les anunciaba que salía in-mediatamente una expedición de 500 hombres des-tinados á conservar el orden.

El desconocimiento del Consejo de regenciaque. gobernaba en Cádiz á nombre del rey Fer-nando VII, importaba un acto de emancipación,cuyo espíritu contradocla visiblemente la promesade fidelidad al monarca que se leía en los docu-mentos; y la expedición armada significaba la vo-luntad de vencer por la fuerza cualquiera manifes-tación favorable a las autoridades de la Metrópoli.

IXXXVH- Primeras resistencias

La audiencia do Buenos-aires fue la primera enpronunciarse contra estas disposiciones de laJunta, exijiéndole que reconociese el Consejo deregencia; pero ella, después de cambiar variasnotas C[ue tenían por objeto eludir una declaracióndefinitiva, termino manifestando que no lo reco-nocía. En seguida se pronunció Liniors con otrosprohombres en Córdoba á favor del partido rea-lista , cuya rebelión terminó por el triunfo de losrevolucionarios y el fusilamiento deLiniers, Allen-de, Concha y otros en el lugar llamado Cabezadel Tigre (26 de Agosto). Desde este momento fuereconocida la nueva autoridad por todas las pro-

86 BOSQUEJO HISTÓBICO 1810

vincias del centro, Sud y Oeste del extinguido vi-roinato, pero no por las del Norlc y Este. Estallócon fuérzala reacción española en las intendenciasllamadas del Alto Perú (hoy Bolivia), contra lacual mandó el poder revolucionario considerablesfuerzas quo iniciaron la larga y gloriosa guerra dela independencia. El Paraguay negó su obedien-cia, pero no tanto por ser íiel á la Corona como porhacerse independiente de ella y de las provinciasargentinas, por cuyo motivo estableció pronto conel gobierno cíe éstas relaciones amistosas. La Ban-da oriental se opuso también al giro que empezaroná tomar los acontecimientos en la que fue capitalde los vireyes, como se verá á continuación.

tXXXVIÍÍ—El pueblo y las autoridades do Montevideo se opo-nen á la actitud de Bucnos-alires

El último día de Mayo llegó á Montevideo el ca-pitán de patricios, Gafar, con pliegos de la Juntay de la Audiencia de Buenos-aires, en que se dabanoticia de los sucesos acaecidos y se invitaba íilas autoridades orientales, como á las demás delRio de la Plata, á que prestasen obediencia alnuevo orden de cosas. Se celebra1 inmediatamentecabildo abierto y se resuelve por los vecinos máscaracterizados, en vista de la mala situación doEspaña, aceptar el nuevo estado político y conti-nuar las deliberaciones el día siguiente, para con-certar los términos en que había de hacerse el re-conocimiento y mandar un-diputado á la asambleageneral proyectada. Pero don Joaquín de Soria ySanta Cruz, que tenía el mando militar desde quese ausentó Éíío á principios de Abril, esparcióruidosamente noticias muy favorables á 3a Penln -sula, cambió el estado délos ánimos y persuadi óal Cabildo y al pueblo de que previamente habí ade jurar la Junta do Buenos-aires su fidelidad a I

1810 DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 87

Consejo de regencia, y procedió sin demora ájuramentar a los empleados civiles y á los jefes yoficiales de mar y tierra.

La Junta mando al Dr. Passo para que sinaceptarla condición puesta, arréglaselas diferen-cias suscitadas, y se celebró con este motivo cabil-do abierto, á que asistió lo principal de Montevi-deo; mas, por haberse intimidado el Cabildo y elpueblo ante ol aparato militar y las amenazas delas fuerzas españolas, tuvo que retirarse el emi-sario sin conseguir que la condición fuese re-tirada. Soria asumió entonces por sí propio lasuprema autoridad militar y política, se hizo re-conocer íal por el Cabildo y las fuerzas que es-taban bajo sus órdenes, destituyó, mediante unmovimiento militar, por haber sabido que proyec-taban pronunciarse en favor del movimiento revo-lucionario de la capital, á los jefes y algunos ofi-ciales do los dos regimientos de Voluntarios delRio de la Plata que Liniers había mandado deBuenos-aires para que tomaran posesión de laplaza al evacuarla los ingleses, redujo á prisiónvarias personas que le parecieron sospechosas deinfidelidad é hizo tomar por la fuerza las plazas dela Colonia y Maldonado, que ya habían juradoobediencia al nuevo gobierno. A estos hechos,que se habrían evitado, ahorrando grandes malesal Rio do la Plata, si el levantamiento se hubierainiciado con energía, se siguieron la ruptura derelaciones con la Junta revolucionaria y el blo-queo de Buenos-aires (Agosto), el cual no tuvoefecto páralos buques del comercio inglés, porla actitud que asumió el ministro de la Gran-Bretaña residente en Rio-Janeiro.

88 BOSQUEJO HISTÓRICO • Í81I

IJXÜKXIX — Paso diplomático de üíottiovíaeo. Declaracionesde Buenos-aires

La Junta suprema de España había convocadoá Cortes extraordinarias, antes de retirarse á laisla de León, para el mes de Marzo do 1810. Losacontecimientos no permitieron que la reunión severificara en esta fecha; pero, convocadas otravez, se instalaron el 24 de Septiembre en las ca-sas consistoriales de la mencionada isla, juraronpor su legítimo rey á Fernando VII, declarandonula la cesión -del trono hecha á Napoleón I, yempezaron los trabajos de la alta administra-ción y de proyecto de la constitución política quese proclamó el año doce.

La reunión de las Cortes se supo en Montevi-deo el mes de Diciembre, cuando ya D. GasparVigodet ejercía el cargo de gobernador. En losprimeros días do Enero de 1811 llegó Elío, nom-brado virey por el Consejo do regencia, y el 15 sedirigió por oficio á la Junta gubernativa' de Bue-nos-aires, á la Audiencia y al Cabildo, manifes-tándoles que las Cortes extraordinarias- eran elcentro de unión de todos-los españoles; que lasdivisiones surjídas en el Rio do la Plata debíandesaparecer, porque á nadie serían útiles sino alenemigo común; que por su parto olvidaba todolo pasado y ordenaba la suspensión de las hosti-lidades ; v que esmeraba que las autoridades doBuenos-aires, inspiradas por iguales sentimien-tos, reconocerían y jurarían las Cortés generales,enviando á ellas sus diputados, así como el altocargo de que Elío venía investido. — La Juntacontestó el 21: que el solo título con que Elío sepresentaba á un gobierno establecido para defen-der el derecho de los pueblos libres contra laopresión de los mandones constituidos por un po-

1811 DE LA REPÚBLICA O. ÜKI, URUGUAY 8 9

der arbitrario, ofendía la razón; que no oslabalejano el momento en que los diputados de todaslas provincias habían de deliberar con lodo el po-der de su voluntad y de sus luces, cuáles eran losderechos y los deberes del pueblo a que obede-cen y el noder lejítimo que naya de mandarle; yque lo mejor que pudiera hacer para mantener laarmonía general, era desnudarse de su investi-dura de virey, abstenerse de atontar contra ladignidad de la respetable asociación política delRio de la Plata, y propender á que entre en buencamino el grupo de refractarios que residen enMontevideo. La Audiencia y el Cabildo respon-dierpn el 22 desconociendo también, tanto la au-toridad del virey como la de las Cortes generales.

' XC—Montevideo declara la guerra á Buonos-airos

En consecuencia, Elío mandó cerrar el puerto álas comunicaciones con Buenos-air,es, envió fuer-zas ala Colonia bajo las órdenes de Muesas, y de-claró luego la guerra (13 de Febrero) al gobierno,declarándolo rebelde y revolucionario, y traidoresá cuantos lo componían y lo sustuviesen. En Mar-zo reforzó la escuadrilla que bloqueaba los puer-tos enemigos, mandó otra al Uruguay, autorizóel corso y confió la comandancia de la Colonia áVigodet, quien partió con tropas de Montevideo.

CAPÍTULO IIi

TRIUNFO LOCAL DE LA REVOLUCIÓN

XCÍ — ¿a campaña oriental se adhiere á la causa argentina.Artigan

Mientras así se organizaba en Montevideo laresistencia al movimiento revolucionario de' los

90 13OSQUEJO HISTÓRICO 1811

argentinos, este cundía en la campaña de la mis-ma Banda-oriental, debido en parte á los trabajosque hizo Belgrano desde Entre-rios antes de mar-char contra los opositores del Paraguay. El puc-blccillo de Belén, situado en la desembocaduradel Yacuy en el Uruguay, fue el primero en pro-nunciarse. Siguióle Soriauo, en donde dieron elgrito Pedro viera y Venancio Benavides, y enseguida Mercedes (S8 de Febrero), cuyos suble-vados, que obedecían al comandante de miliciasRamón Fernandez, recibieron la protección delbatallón 69 llamado de Pardos y morenos, man-dado por Don Miguel E. Soler, que la Junta gu-bernativa había situado anteriormente, con otrasfuerzas, en la margen occidental del Uruguay.

Con las tropas que llevó Mucsas á la Coloniahabía ido, en calidad de oficial, José Artigas, cono-cido ya en Montevideo por su insubordinación á lafamilia, y en el interior por sus proezas do terriblecontrabandista y de implacable guarda de campa-ña. No tardó en indisponerse con su jefe; y comoéste le tratara con severidad, desertó de las filasrealistas, cuando tenia va 51 años de edad, y sepresentó a la Junta con ítafael Horliguera, ofre-ciéndole ambos sus servicios. Fueron aceptados.La-Junta incorporó á Artigas en el ejército pa-triota con el grado de teniente coronel, le or-denó que marchase á sublevar á sus comprovin-cianos y le confió tropas, armas y dinero, instru-yendo á la vez á Soler para que le auxiliara todavez que fuera necesario. Artigas desembarcó pocodespués cerca del arroyo de las Vacas, y se diri-jió hacia el Norte, buscando la incorporación do losque ya luchaban por la independencia en el terri-torio de Soriano y Mercedes.

]8ll DE LA REPÚBLICA O. DEL URUGUAY 9 1

XCII — Belgrano organiza, los trabajos Insurrecciónalos

Bclgrano, que ya en Marzo había recibido ordende ocurrir al nuevo teatro de los sucesos con elrosto del ejército que había salvado en la expecjicional Paraguay, y con cerca do novecientos hombresmas que se le enviaron de refuerzo, llegó á Con-cepción del Uruguay á principios de Abril v pasóá Mercedes en momentos en que estaban divididospor desavenencias Artigas, Soler y Benavides, yen que varios caudillos se dirijían á la Junta deBuenos-aires quejándose unos de otros y aspi-rando todos á los primeros puestos de la milicia.Fue reconocido como representante de la Juntaen un ejército que ya contaba con más de 3000combatientes y dispuso que Josc Artigas insu-rreccionase el centro de la provincia, Manuel Ar-tigas el Norte y Benavides el Sud. Pero no pudoseguir el desarrollo de sus planes, porque fue lla-mado por el Gobierno y tuyo que partir el 8 do Ma-yo, con sentimiento del ejército y del vecindario,dejando de general en jefe A Don José Rondeau,quien, si bien nacido en la capital del Vireinato,había pasado en Montevideo mucha parte de suvida y liabía sido, como Artigas, capitán do blan-dengues.

XCIII — Primeros triunfos do la rcroluclou en la campadaoriental

Los patriotas empezaron con fortuna sus ope-raciones de guerra. Ya antes de la venida de Ar-tigas había rechazado Soler un desembarco quointentaron los enemigos; después, tomaron en elColla, al Sud de la cuchilla de San Salvador, á130 españoles; Manuel Artigas y Benavides, conel 69 regimiento que mandaba Soler, vencen enSan José á 600 realistas; marcha seguidamente

9 2 BOSQUEJO HISTÓRICO 1811

el segundo á sitiar la Colonia, y el primero y eltercero, bajo las órdenes de José Artigas, tomanla dirección de Canciones, con el objeto de impe-dir que entrasen ganados á la Plaza de Moleviúeo.

"La popularidad siniestra de quci gozaba Artigas1

entre los habitantes do la campaña y los halagosque para ellos tenía la revolución, tanto porque sedirijía contra los españoles, malqueridos por lacruel persecución que habían hecho á los que lle-vaban la vida desarreglada propia de la barbariecampesina de aquellos tiempos, cuanto por ol gé-nero,de vida que permitía, sobre todo bajo la di-rección del renombrado comandante de milicias;habían atraído á las columnas revolucionariasgran número de secuaces, pertenecientes en sumayoría á las clases bárbara y semi-salvaje queconstituían entonces lo mas de la población ruraldel Sud del rio Negro. Al apercibirse de esto elvirey Ello, mandó en todas direcciones circularesamenazadoras; comisionó á Don Diego Herreraf>ara que matase á cuantos hallara en actitud hos-til, a la hora do conocido el hecho; y escribió á loscuras párrocos induciéndolos á que exhortasen ásus feligreses á defender al gobierno; pero todo íuéinútil: las poblaciones se levantaron en masa y loscuras fueron los que dieron el ejemplo en muchosparajes. So cuentan entre estos : Don ValentínGómez, cura de Canelones, que ñié después nota-ble figura de la revolución del Rio de la Plata; suhermano Don Gregorio Gómez, cura do San-José,y Don Santiago Figueredo, cura de la Florida.

Sintiendo entonces el Virey la necesidad dedestruir el centro que tenía el levantamiento enCanciones, decidió atacarlo do un modo vigorosoy mandó contra él un cuerpo íormado de las tresarmas. Artigas no esquiva el combato : so ade-lanta, llega hasta San Isidro (Piedras) y allí se en-

MU DI5 LA KBPÚBLICA O. DEL UllUGUAY > 9 3

cuentra con una fuerza de más de 1200 hom-bros y cinco cañones. Se traba la batalla (18, deMayo) y triunfan los revolucionarios, tomandpmás do 480 prisioneros, incluso su jefe Posada,23 oficiales y la artillería.

Esta victoria, que valió á José Artigas el gradode corono!, filé cfo trascendencia: Vigodct aban-donó la Colonia á Benavides (26 do Mayo); se re-tiraron á Montevideo las partidas destacadas ymuchas personas más, conocidas por realistas;y Elío, temeroso por los enemigos que tiene den-tro de olla y por los c(ue tiene fuera, expulsanumerosas familias y pide socorros á la Regenciadel Brasil.

XCIV— Primer sitio do Montevideo

No tardó Rondcau en incorporarse á las fuer-zas victoriosas con el cuerpo de las que había con-servado bajo sus inmediatas órdenes, con lascuales compuso el ejército do la revolución untotal de 5000 hombres, mandados: la vanguar-dia, por el teniente-coronel Benito Alvarez; elnúcleo, por Mclian, Sosa y Bonavides; y la re-serva, por T-Iortiguera*. El jefe de la infantería eraGalain; el de la caballería, José Artigas; y el Ma-yor general, Soler. — La plaza estaba defendidapor dieciseis baterías con más de 150 cañones.Rondcau marchó con todo ol ejército sobro Mon-tevideo; llegó á su frente el 19 do Junio y lo pro-clamó el mismo día declarando que la Plaza que-daba sillada.

Aunque los sitiados tenían abiertas las comu-nicaciones por la parte del rio, la escasez se hi-zo sentir por la imposibilidad de introducir portierra los ganados que oran indispensables á susubsistencia. Las guerrillas se sostuvieron ani-madas , causando algunas pérdidas de vidas, pe-

94 BOSQUEJO HISTÓRICO 1811

ro influyendo en cambio en las costumbres y sen-timientos militares do las .milicias, muchas delas cuales roción se veían comprometidas porprimera vez en hechos de guerra. Un feliz asaltodado por sorpresa, durante una noche, á la pe-queña guarnición de la isla de Ratas, es el epi-sodio más importante ocurrido en aquel tiempo:proporcionó á los patriotas algunos soldados vo-luntarios y crecida cantidad de pólvora, que faltales hacia.

Por otra parte se frustraron los finos que Eliotuvo en vista al estrechar el bloqueo de Bue-nos-aires , por la oposición que le hizo el •vice-almirante do la escuadra inglesa que mandabalos buques surtos en el Plata, quien no permi-tió que se estorbase el libre comercio que con susconnacionales hacía el mercado bonaerense.

XCV — Montevideo y Rueiios-alrcs pacían nua tregua

No obstante, la causa de la revolución se ha-llaba seriamente contrariada. Los ejércitos queobraban en las provincias del Norte sufrieroncontrastes de consideración en los meses ante-riores y fuerzas portuguesas venían por la fronte-ra del Brasil con el objeto ostensible de protejeral virey, respondiendo á las gestiones que estehabía hecho anteriormente. El ejército sitiadorera impotente para luchar con éxito contra losdos enemigos, y Buenos-aires no podía distraerdel Alto-Perú los elementos de que entonces po-día disponer. La necesidad obligó, pues, á cele-brar con Elío un tratado, empezado en los pri-meros días de Septiembre y concluido el 20 deOctubre, en que se estipuló: que la Junta expli-caría su conducta á las Cortes generales y soco-rrería la guerra de independencia de la Península;que las tropas revolucionarias desocuparían en-

¿MU DE LA REPÚBLICA O. DIíL URUGUAY 95

teramento la Banda-o/iental; que el Virey haríaretirar las tropas portuguesas á las fronteras desu territorio; que cesarían las hostilidades y elbloqueo de los puertos; que se mantendrían rela-ciones amistosas, y libres las comunicaciones poragua y tierra, etc.

XCVI— So levanta el sitia. Couducta de Artigas

En consecuencia, el gobierno de Buenos^aircsordenó que Rpndcau se retirara á aquella ciudadcon las fuerzas venidas de occidente, Y que Ar-tigas se dirijiera al Norte y pasara a lu margenderecha del Uruguay, con Jas milicias orientales.Las fuerzas de Rondeau se embarcaron sin de-mora. Las do Artigas1 emprendieron su retirada,arrastrando por Ja fuerza y el torror cuantas fa-milias hallaron á su paso: el número de las per-sonas así violentadas alcanzó á catorce ó dieciseismil (1), con cuyo séquito llegó hasta el Salto, nosin tener algún encuentro parcial con fuerzasportuguesas.

XCVII—Hechos tí que dí6 motivo la conducta de Artigas

Estas habían invadido por el Norte bajo las ór-denes de Moneco; y por el Este bajo las de Diegode Souza, cuyo cuerpo entró por el frente de Ya-

f uaron y se corrió hacia el Sud hasta Maldona-o. AI saber la dirección que tomaba Artigas,

Souza resolvió seguirlo ordenando la concentra-

(1) Los tosti montos Jo la 6¡iooiv así lo fteovernn. Dan Jíicolaí do Vodi.i,oriental, & crnicn no piiodo «m^irdo do pnroialitUd, dico en unn do aun memo-rias: «...,. Poiquo es do sabor que, al atauíRionto ilol pmner sitio, Artlgiiaarrastra con todos los Imbitantoa do \u. oatmtafUi BUS buutnndanto» wno-HftBabn.n oon \a muerto & los quo omn morosos r no fuoron pooos los quosafrioron Jn, enioMml do los satfiütos do Artigsis. 13stu hombro inflexible ptire-oe quo so oomplaoífv en la sangro quo litutfa dorramnr, J en Terse seguidodo tan sumerosn. población. Aquí prinoipin una épooa do doaorgonisuoion,oruoldftdei y anarquía quo nos dogrtulavfa si so hioieso do ella vención oir-ounstaneiada.»

(Colección Lama*).

96 BOSQUEJO HISTÓRICO -1811

don de las tropas del Norte, cerca del Arapey,atravesó el territorio y fue á situarse á poca dis-tancia del caudillo oriental en actitud hostil, obli-gándolo de este modo á pasar a la margen derechadel Uruguay con el gran número de familias de quese hizo seguir, cuyo pasaje se efectuó por el Sál-.to chico, al Norte de la actual ciudad de estenombro. El campamento se estableció sobre elarroyuelo de Ayuy.

La conducta de Jos aliados de los españoles eranotoriamente violatoria del tratado de Octubre,pues en vez de evacuar el territorio, avanzaban ensuinterior y se libraban á hechos de armas incom-patibles con el estado de paz que so había pactado.El gobierno do Buenos-aires había reclamado áfines de Noviembre contra la permanencia do lasdivisiones portuguesas; y con motivo de comu-nicaciones en que Artigas le daba cuenta de laaproximación del enemigo á su campo (24 'de"Diciembre), había resuelto enviarle refuerzos, to-to lo cual puso en conocimiento del capitán gene-ral de Montevideo, D. Gaspar Vigodet (1), soli-citando quo hiciera retirar aquellas divisiones afin de que Artigas pudiera pasar a Entre-ríos.(Enero 1P de 181$). Contestó Vigodet quo Arti-gas había exajerado la importancia de los hechos;y que como ese general hacia uso del terror y de laseducción para usurpar propiedades y perseguirá los habitantes, con más empeño c[ue nunca, susaliados no volverían al Brasil mientras hubieraque temer la actitud del caudillo.

Justo es reconocer que la conducta del generalSouza, aunque opuesta á las cláusulas del trata-do de Octubre, podía invocar como caúsala del ge-neral Artigas, que, sobre no conformarse tampoco

(1) El Virey Elío ya no oataba en la Bandu-orlcntal: faltaba desde No-viembre.

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con i lo estipulado, constituía un hocho indisculpa-ble ante las leyes más comunes de la civilización.Violado el pacto inhumanamente por una do, laspartes, se debilitaba el derecho para quejarse delas infracciones de la otra. Entrado en ef terrenode las arbitrariedades y do las desconfianzas, eradifícil salir do él. Así i;s que á los refuerzos conque el Gobierno de Buenos-aires auxilio a Arti-gas, opuso Vigodol la renovación del bloqueo ámediados de Enero. Inmediatamente so quejó elGobierno de las provincias do tal hecho, que im-portaba volver al estado do guerra; abundó enconsideraciones por demostrar que tanto ú. losespañoles como á los argentinos interesaba el ale-jamiento de Jos portugueses, cuyas miras no eranotras que las de conquistar oste sucio, y terminóinvitando al Capitán general a un retiro simultá-neo de Artigas y de Souza á sus fronteras respec-tivas.

XCVÍH — Continúa la guerra con espartóles y portugueses

Ningún resultado dieron estas gestiones; laguerra continuó. El gobierno de Buenos-aires en-cargó á Bclgrano la organización do un nuevoejército y la fortificación de algunos puntos delParaná y del Uruguay; mandó a Artigas pertre-chos, firmas y dinero; hizo marchar en su auxilioalgunas divisiones, incluso el 6? regimiento quemandaba Soler, y so dispuso á hacer sitiar porsegunda vez la plaza de Montevideo.

Los 'portugueses á su vez obtuvieron refuerzoshasta completar 5000 hombres y 36 cañones; in-vade un cuerpo de ejército el territorio de las Mi-siones orientales y otro cuerpo avanza hasta lle-gar al arroyo de Itapeby, que descarga sus aguasen el Uruguay, algunas leguas al Norte del Salto.

Artigas desprendo á Fernando Otorgues, cau-

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dillo de segundo orden que mereció la más ío-tcrrible reputación por sus hechos feroces, contrala división de las Misiones; pero inúti(mente,porque ni el número, ni Ja calidad de sus fuerzasbastaban para competir con el enemigo. Soler consu regimiento, dos cañones y algunos caballossalió al encuentro de la columna que se vino so-bre el Itaucby, y consiguió que retrocediera hastael Norte del Árapey grande.

XCIX — Buenos-alros hace la paa con los portuguesa*

No hay duda acerca de gue Buenos-aires obe-decía en estas circunstancias a la necesidad de-terminada por la fuerza de los hechos, más queá la conciencia de su propio poder. Bolgrano teníaque restablecer el predominio dé los patriotas nnel Norte délas provincias, contra un ejército po-deroso y animado; nó menos poderosos oran loselementos combinados de españoles y portugue-ses en la Banda-oriental; era difícil vencer simul-táneamente tantas resistencias. lia paz de Octubredesembarazaba la acción revolucionaría de. uno desus enemigos temibles; rota la paz, era menesterbuscar el mismo resultado por otros medios. ElGobierno de Buenos-aires los halló en la media-ción del ministro inglés residente en Rio Janeiro,quien por el interés de conservar abierto al co-mercio de la Gran Bretaña el morcado de las Pro-vincias, indujo al Príncipe regente de Portugala entrar en negociaciones para el retiro de sustropas. Con tal propósito llegó á Buenos-aires,el 26 do Mayo, el teniente-coronel Rademaker encarácter de enviado extraordinario, y celebró elmismo día un armisticio indofinido, contrayendola obligación de, hacer retirar al Brasil las divi-siones portuguesas en el tiempo más breve po-sible.

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C — Campo del Ayuy. Artigas y Sarratea,

En su virtud recibió D. Manuel do Sarratea elcargo de General en jefe del ejército de operacio-nes en la Banda Oriental y la orden do marcharapresuradamente hacia el paso del Salto-chico,en el Uruguay, con una fuerte columna eme sesituó á una legua del campamento de Artigas, ámediados de Junio, y empezó Souza su retiradaen dirección al pueblo brasileño de Bajó el 11 deJulio.

El nombre de Artigas so había extendido des-pués do la acción de las Piedras y había adqui-rido una fama imponente desde que se supo quehabla llevado con su ejército la población de lacampaña oriental al retirarse del frente de Monte-video. Semejante hecho pasó por extraordinarioaún entre las poblaciones bárbaras de las provin-cias occidentales. Le halagaba a Artigas este re-nombre, aunque fuera, de mal carácter, porque es-peraba que fuera pronto el instrumento más po-deroso de la dominación que ya ambicionaba. Lasfamilias sufrían el hambre y los rigores de laimtemperie; muchas iban 'a ocultar su desnudezen los montes, ó á guarecerse contra la persecu-ción de la soldadesca; otras muchas veían des-aparecer sus miembros por la acción de la miseriay de los instintos feroces de los que tenían en susmanos la fuerza. Aquel campamento confuso demujeres, hombres y niños de todas clases, era unfoco de corrupción y un manantial inmenso delagrimas. Artigas explotaba estas desgracias áfavor de sus proyectos: quería imponerse por elterror.

El presidente Sarratea se encontró con eso espec-táculo indescriptible de sufrimientos y de inmora-lidades. Supo que el caudillo habíaempezado traba-

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jos en el sentido de atraerse la adhesión de variosjefezuelos entre-rianos y correntinos, y recibió lasquejas de los que mandaban los cuerpos de Bue-nos-aires, cuya disciplina empezaba á relajarseal contacto de las bandas artiguistas. Sarrateajuzgó que convenía á la seguridad de las provin-cias, argentinas y á la moralidad del ejército, eltraslado de las fuerzas bonaerenses á su campa-mento; dio las órdenes y en consecuencia mar-charon del campo do Artigas el regimiento dedragones de la patria, de Rondeau; el regimientonúmero 6, de Soler; el regimiento de granaderos,de Terrada; y el regimiento de la estrella, deFrench.

Quedaban con Artigas varios cuerpos regula-res de su provincia, mandados por jefes merito-rios, compatriotas suyos. Disgustados tambiénellos por la conducta del Comandante y de suscaballerías bárbaras, e invitados, según parece,por Sarratea a que pasaran á su cuartel genoral,se dirijieron á él en seguida D. Ventura Vázquezcon su regimiento de blandengues, que contaba800 plazas; el comandanta Baltasar Vargas conuna división do caballería de más de 800 hom-bres; el comandante Viera con 700 plazas de in-fantería, y algunas otras partidas. El ejército deArtigas quedó reducido entonces á la división desu hermano ü., Mamael, de 900 hombres; la deBarta Ojcda, do 400; un piquete de blandengues,de 70 placas; y una compañía de 80 que manda-ba el capitán Tejera. Artigas exijió la devolu-ción de las fuerzas pasadas, pero Sarratea, inte-resado en debilitar á su vecino, en quien veía unpeligro, no accedió. Surgió de este hecho impru-dente la enemistad de los dos jefes, que había doser el principio de desavenencias mas graves ytrascendentales. Artigas negó obediencia á Sa-

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rratea y se propuso no concurrir a la campañaque el ejército independiente del Uruguay iba áreabrir contra los realistas de Montevideo. Am-bos ejércitos se separaron: quedó el de Artigasen donde estaba, y se dirijió el otro hacia el Sud,hasta el Arroyo de la China, sobro el cual está si-tuada la Concepción del Uruguay, dejando en ob-servación sobre el Salto los cuerpos 4 ? y 6 ? quemandaban Vázquez y Soler.

ÜI — Buenos-aires propone ñ Montevideo bases de arreglo

La situación de los patriotas sentía á la vez quela inconveniencia de estas disensiones, otra nomenos alarmante. El ejército de Belgrano, queoperaba en el Alto Perú, había sido poco atendidopor reforzar el de Sarratea; 6 impotente para man-tener sus posiciones contra el poder mucho mayorde los españoles que le amenazaba, se veía en lanecesidad de operar largas y difíciles retiradas,teniendo al enemigo constantemente á la vista.Los realistas conspiraban por otra parte en elseno mismo de Buoiios-aires, de acuerdo con losde Montevideo, encabezados por el incansableAlzaga. Ante este doble peligro, el Gobierno pen-só eludirlos ó dominarlos, entrando en arreglospor un lado con Vigodet, y auxiliando por otro áBelgrano con el ejército de Sarratca.

Con tal fin se dirijió el 28 de Agosto al Generalde la Plaza enemiga y al Cabildo, narrándoles convivos colores los males que había producido y queproduciría á los dos pueblos del Plata su des-unión, calculando lo que convendría á su porveniry al de la monarquía española el mantenimientoac relaciones amistosas, 6 invitándolos para quefacilitaran la conclusión de un avenimiento, bajolas condiciones que les incluyó, las cuales con-sistían esencialmente en que Montevideo se so-

102 BOSQUEJO HISTÓRICO lia

metería á la política de Buenos-aires. Tanto elCabildo como Vigodet respondieron con ener-gía el 4 de Septiembre que no humillarían conel sometimiento ]as glorias de Montevideo; quehacían al gobierno do Buenos-aires responsa-ble de las consecuencias do la guerra, y que,si quería la unión, procediera á jurar la cartaconstitucional promulgada en Marzo por las Cor-tos.

CIl — PcrjtJeJldad del Gobierno argentino

Vista la imposibilidad de hacer cesar la guerrapor el momento, y dada la necesidad de atendereficazmente las exigencias do la campaña del Nor-to, era indispensable concebir algo que salvara laposición de los independientes. De aní que el Go- ,bierno pidiera á Sarratoa el 28 del mismo mesque dictaminara sobre la manera de verificar latraslación de su ejército al occidente del Paraná,manteniendo las hostilidades contra Montevideoen términos que tuviesen intranquila la guar-nición y facilitaran las operaciones ulteriores. Elteniente-coronel Vedia, llamado á informar, seopuso á que el territorio oriental fuese abando-nado, alegando : que subsistían los clamores delas personas y familias enteras perseguidas yarruinadas menos ñor los enemigos que por ladesenfrenada Ucencia de las bandas do Artigas;quo estos males se agravarían, porque tanto losunos como las otras se entregarían sin obstáculoá mayores violencias; y que si era inevitable lle-var las armas al Oeste, era también necesariodejar sobre el enemigo del Este el regimiento dedragones y el de infantería número 4 bajo elmando superior del coronel Rondeau, ya que elcoronel Artigas había probado que ni por susconocimientos, ni por su inteligencia militar, ni

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por su firmeza, estaba habilitado para asumir ladirección del nuevo orden de cosas.

CJII —Se emprendo la guerra. Segundo sitio de Montevideo.Acción del Cerrito

Al mismo tiempo que este dictamen, llegaba áBuenos-aires la noticia de un importante triunfoalcanzado por Belgrnno en el Norte y se operabaun cambio en el personal del gobierno. Todo con-currió a inclinar los ánimos en el sentido de que sellevara adelante la campaña oriental, y así se de-cidió.

En consecuencia, so organizó la vanguardia contres escuadrones de caballería, el regimiento 6 °,de Soler y el 4 °. de Vázquez, y varios cañones, sele dio por jefe á Hondeau, partieron sucesivamenteestos cuerpos del arroyo de la China y del Salto, yanunciaron dosde el Cerrito á la guarnición doMontevideo el segundo sitio, (20 de Octubre) conuna salva de artillería. El 31 do Diciembre hicieronuna salida los españoles en número de 1600,con varios cañones. La batalla, que al principiopareció favorable á los realistas, terminó por eltriunfo de los independientes, después de haberseconducido las dos partes con bravura. Rondeau,Soler y Ortiguera se distinguieron en la acción;el segundo mereció ser ascendido al grado de co-ronel del mismo regimiento número 6, á cuya ca-beza desalojó al enemigo de la cumbre del Cerrito,«clavando por su propia mano labanderade la pa-tria.» Entro los muchos muertos que tuviéronlosespañoles se contaron el brigadier Muesas, el ca-pitán Liñan y otros oficiales.

CIV — Hostilidades do Artigas contra ol ejército patriota

A los pocos días llegó al arroyo del Migueleteel general Sarratea con el cuartel general; y al-

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gunos después Artigas con su división al arroyode Santa-Lucía-chico, doce leguas al Norte eleMontevideo, en donde campó. Venia, como se sabe,enemistado personalmente con el General en jefe,apartado de su autoridad y con el propósito deno participar de la campaña, como si los resenti-mientos personales fueran de más importancia pa-ra los americanos que la causa de su común inde-pendencia. Su pasión lo extravió tanto do la líneado conducta que lo marcaba el deber, que embar-gó en el rio Negro (25 de Diciembre) la comisaría yel parque del ejército, que venían por tierra desdeel Uruguay, los que devolvió en el paso del Du-razno del rio Yí debido á la interposición de losSrcs. Tomas García Zúñiga, Ramón de Cáceres yFelipe Pérez.

Siguió después su marcha hacia el Sud y des-tacó al llegar al Santa-Lucía-chico varias par-tidas de caballería con orden de privar al ejércitositiador de ganados y caballadas, y de promo-ver )a deserción, constituyéndose así do hecho enenemigo do los patriotas y en auxiliar de lossitiados.

CV —Motín militar contra Sarratea y otros Jefes. Artigasse incorpora. & los sitiadores

Interpelado por tan censurable conducta, respon-dió que perseveraría en las hostilidades mientrasno salieran del ejército Sarratea y algunos jefesorientales que servían bajo las órdenes de éste,tales como Javier de Viana, Vázquez, Valdcnegro,Baltar, Vargas y el Canónigo Kigucredo. Ronaeauy Vedia juzgaron c[ue si de este hecho dependíaque Artigas cambiara de enemigo en aliado, lascircunstancias obligaban á complacer al caudillo.Vedia, en combinación con éste, preparó un mo-tin; amaneció el dia 11 do Enero de 1813 con el