La Voz de España Contra Todos Sus Enemigos

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    The Project Gutenberg EBook of La voz de Espaa contra todos sus enemigos, byJos Mara Avils

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    Title: La voz de Espaa contra todos sus enemigos

    Author: Jos Mara Avils

    Release Date: August 5, 2012 [EBook #40420]

    Language: Spanish

    Character set encoding: UTF-8

    *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK LA VOZ DE ESPAA ***

    Produced by Adrian Mastronardi, Chuck Greif and the OnlineDistributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net (Thisfile was produced from images generously made availableby The Internet Archive/American Libraries.)

    En esta edicin se han mantenido las convenciones ortogrficas deloriginal, incluyendo las variadas normas de acentuacin presentes en eltexto. (nota del transcriptor)

    LAVOZ DE ESPAACONTRATODOS SUS ENEMIGOSPORUN PATRIOTA

    [imagen decorativa]

    SEVILLA

    Imp. de EL MERCANTIL, San Eloy 16.1899.

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    _ LA MARINA

    Y AL EJRCITO ESPAOL:_

    _Todas las deficiencias y fraudes, errores y debilidades que pueden

    acumularse sobre una nacin, haban cado sobre Espaa en los ltimoslustros, y el conflicto con los Estados-Unidos no ha hecho ms que ponerde relieve tanta miseria y podredumbre._

    _Ya hasta los ciegos han visto que en nuestra patria existen muchasinstituciones y personalidades intiles y perniciosas, y otras que esnecesario restablecer y dignificar, si hemos de levantarnos de lahumillante postracin en que nos hallamos._

    _Por menguados sabios y sectarios de la peor estofa se ha hecho creer la mayora del noble pueblo espaol, que lo pasado era la esclavitud yla ignominia; lo presente la libertad, la honra y la paz, y lo futuro el

    mayor engrandecimiento y la gloria de Espaa; y cuando al montonoarrullo de esta falsa cantinela poltica se haba dormido la nacinespaola, la despert de su engaoso sueo el estampido de los caonesenemigos._

    _Dnde estn nuestras escuadras? Qu ha sido de nuestras ricas yhermosas colonias? Qu ha hecho el Gobierno de los inmensos tesoros deque ha dispuesto? Cmo ha sacrificado la sangre de nuestra juventud?_

    _Nadie contesta satisfactoriamente estas dolorosas exclamaciones detantos espaoles afligidos y arruinados._

    _Los agentes de la Revolucin, que por mote especial se llam la

    gloriosa, y sus cmplices despus, han enmudecido para no confesar susculpas, impuesto el silencio la tribuna y la prensa para que noles acusen de autores de las prdidas y de la deshonra que ha sufridoEspaa._

    _No obstante los bajos deseos de esos polticos sin fe y sinpatriotismo, se han publicado ya notables opsculos y artculos sobre laDEFENSA DE LA MARINA, APUNTES EN DEFENSA DEL HONOR DEL EJRCITO, LIJERACRTICA DE NUESTRAS CAMPAAS NAVALES, etc.; y en todos ellos sedemuestra tcnicamente que el Ejrcito y la Marina han cumplido con sudeber hasta de un modo herico; y que los polticos son los causantes denuestros desastres infortunios._

    _Nosotros, amantes de las glorias espaolas y de nuestro Ejrcito yMarina, las defenderemos tambin en el curso de este trabajo; peroincompetentes para seguir el mismo mtodo, alegaremos, en primertrmino, razones del orden moral, histrico y jurdico, fin de que seconozca mejor el origen de todas nuestras terribles calamidades y elremedio posible y oportuno que nos resta._

    _Segn la prctica del sistema que nos ha conducido tan espantosadecadencia, no se puede exigir los Gobiernos responsables msresponsabilidad que la de su caida ignominiosa; y es necesario que todospensemos en lo que ha de sustituir lo presente._

    _Los llamados regenerar Espaa no han de ser polticos de oficio, nivolterianos en la fe; y como el Ejrcito y la Marina no pertenecen ningn partido poltico, y en ocasiones solemnes han hecho sus jefes y

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    soldados pblica manifestacin de su fe catlica, y por cumplir susdeberes han perdido sus vidas tantos valientes y otros han sacrificadohasta sus prestigios personales; por todo esto es lcito considerarloscomo entre los llamados regenerar esta nacin desventurada._

    _La disciplina militar, de la que tan brillantes pruebas ha dado elEjrcito y la Marina, aplicada en proporcin y forma conveniente la

    futura poltica, ser importante elemento de restauracin social._

    _Esta esperanza patritica justifica en cierto modo el honor que tenemosAL DEDICAR AL EJRCITO Y LA MARINA este humilde trabajo: mas ella seune un recuerdo de otros tiempos y una conviccin de actualidad._

    _Entre las proezas histricas del Ejrcito y de la Marina, lemos ennuestra juventud LA VINDICACIN DE LA ARMADA ESPAOLA en el que llamaronlos poetas GLORIOSO DESASTRE DE TRAFALGAR; desde entonces no hemosolvidado los nombres inmortales de Gravina, Churruca, Galiano, Alcedo,Moya y Castaos, y nunca se ha extinguido nuestra admiracin esosvalientes y el amor la Marina y al Ejrcito; por esta causa, al

    renovarse parecidos desastres igual heroismo, queremos vindicar nuestra Marina y al Ejrcito de injustas acusaciones, y dedicarles eltestimonio de nuestra leal consideracin._

    _Cumpliendo este deber de justicia y de patriotismo, nos embarga eltemor de que nuestros esfuerzos no correspondan la grandeza del finpropuesto y lo que exigen las necesidades actuales; y sentimos contoda ingenuidad que otros ms competentes ilustrados no hayanacometido este laborioso empeo en el orden preciso, para que resultaramejor defendida la causa de la verdad, de la justicia y de la patria,que es la causa de todos los buenos espaoles y de lo porvenir deEspaa._

    _Llenos de confianza, esperamos que el Ejrcito y la Marina se dignarnaceptar esta dedicatoria respetuosa de un espaol que desea servir supatria con la bravura y la fidelidad con que le han defendido y servidotantos mrtires de su deber, en la guerra ms incua y torpe que hapresenciado nuestro siglo._

    El Autor.

    ADVERTENCIA

    La mayor parte de los sombros y dolorosos cuadros que forman estepequeo libro, fueron escritos bajo la impresin de los acontecimientosque en ellos se refieren y comentan.

    Habiendo perdido algunos esa novedad que dan los sucesos losaccidentes y las convulsiones de la lucha, cuando todava se oyen loslamentos de los moribundos y la resonancia de los desastres y de lavictoria, dudamos si sera conveniente su publicacin, aumentar conlos originales el legajo de los escritos en que solemos guardar losrecuerdos y las observaciones de la experiencia.

    En medio de esta duda nos hemos preguntado.

    Para determinar el origen y las causas inmediatas de tantos males como

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    aflijen Espaa, y resolver las graves cuestiones que actualmente laagitan, hace falta nuestro trabajo?

    Creemos que no: y si fuera til un nuevo escrito sobre hechos yproblemas tan importantes, no nos consideramos llamados darlo luz,ya por nuestra insuficiencia, ya porque no alcanzara xito algunofavorable.

    Tienen los hombres y las sociedades la vista la suprema direccin dela Iglesia Catlica; tienen los principios de la moral, de la justicia ydel derecho; tienen abundantes lecciones en la historia contempornea yen los sucesos actuales; y si no quieren someterse las enseanzasinfalibles de la Iglesia, ni poner en prctica las reglas seguras de lamoral, aplicadas la justicia, el derecho y la poltica, ni tomarde lo presente y de lo pasado lecciones para lo porvenir, quin podrencausar el torrente de las pasiones humanas, desbordado por laRevolucin? Y quin someter el yugo de la verdad y de las leyesjustas los hombres, que por sistema las rechazan, sin temor nuevas ytremendas calamidades?

    Y si no se quiere oir la voz poderosa y autorizada que viene de lasalturas, qu atencin se prestar la dbil y privada que se levantaenmedio de la multitud?

    Estas consideraciones han pesado tanto en nuestro nimo, que noshicieron desistir una vez ms de la publicacin de estos apuntes.

    Ha sido preciso que, observando un da y otro da el rumbo que lleva ennuestra patria la poltica, viramos claramente, _que no tienen remediolos males de Espaa_, sino hay en ella un cambio radical en losprincipios, en los procedimientos y en la orientacin de la poltica yde los polticos; para demostrar esta verdad con los hechos pasados que

    nos han trado al estado presente, publicamos nuestros juicios estefin dirigidos.

    Despus de nuestros grandes infortunios, es general el deseo que tienenmanifestado los espaoles de que Espaa sea regenerada: hasta losgobiernos han hecho sus _nuevos programas_ de la regeneracin.

    Pero es preciso conocer que ni Silvela, ni Sagasta, ni ste ni el otropartido, con sus falsos principios, gastados procedimientos yaspiraciones insensatas, _quieren, ni pueden, regenerar Espaa_.

    Los causantes de nuestra decadencia manifiestan grande inters en que se

    olviden sus culpas y las prdidas que hemos sufrido y no se depuren lasresponsabilidades; y por lo mismo ha de ser mayor nuestro empeo parapresentarlas al pblico en forma de juicio moral y de defensa de los mssagrados intereses de la nacin.

    Al hacerlo, sin prejuicios ni odio contra las personas y lasinstituciones dignas, creemos cumplir un deber de conciencia y depatriotismo, y _nos hacemos eco de las desgracias y de las necesidadesde nuestra amada Espaa_.

    I

    La voz de Espaa.--Los ideales.--Carcter del pueblo espaol y su

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    degeneracin.--Idem del americano, deducido de su breve historia.--Elogios que se han tributado los Estados-Unidos.--La venta de Cuba.--La guerra popular y Mac-Kinley conquistador.

    Ofendida en su honor, menospreciada en su autoridad soberana, en susderechos atropellada, calumniada en su ejrcito y hecha el ludibrio de

    las naciones por las fciles victorias de sus enemigos y el injustodespojo de sus colonias, la noble y valerosa Espaa, herida, pero nomuerta, se levanta de la postracin y del cieno en que la han sumergidolas faltas de sus hijos y la codicia de sus adversarios y eleva su vozcontra todos sus enemigos exteriores interiores.

    _Voz de indignacin_ por las provocaciones, calumnias injurias de losEstados-Unidos, que fingindole amistad y respeto su soberana en lascolonias, se han manifestado despus sus mayores enemigos.

    _Voz de dolor_ por la guerra injusta que le declararon cuando se estabadesangrando en medio de las insurrecciones parricidas por ellos

    alentadas; y de mayor dolor por las imprevisiones y torpezas de suGobierno en defenderla de sus prfidos enemigos.

    _Voz de desolacin_ por las inmensas prdidas que ha sufrido en suhonra, en el sacrificio de sus hijos, en sus bienes y en su territorio.

    _Voz de afliccin_ por la ingratitud y los crmenes de tantos espaolesque han sido desleales y por la falta de energa y de abnegacin en susgobernantes.

    _Voz de queja_ por el abandono en que la han dejado las nacionescivilizadas y por los auxilios prestados sus enemigos.

    _Voz de justicia_ contra todos los que contribuyeron su abatimientomoral y su material runa.

    _Voz de esperanza_ por la que abriga en el amor de sus buenos hijos,deseosos de su regeneracin.

    _Voz de temores_ por la falta de patriotismo que ve en muchos de susciudadanos que, no sienten sus tribulaciones, sacrifican todos losintereses nacionales para continuar gozando de las ventajas del poder, de una falsa libertad.........

    Quin no oye en medio del silencio que han producido los desastres y

    las runas de la ltima guerra, estas voces de nuestra afligida patria?No basta, empero, oirlas: es ahora un deber sagrado de todos losespaoles el estudiar estas palabras, tan sentidas como elocuentes, tandolorosas como llenas de grandes enseanzas para lo porvenir.

    * * * * *

    Los filsofos proclaman sus ideales, y los polticos que no sonfilsofos tienen por un deber aplicar la sociedad aquellos ideales queconsideran ms tiles y prcticos: en el ideal de la belleza inspiransus obras los artistas, y en el de la virtud los que desean ser justos,y todos los hombres persiguen en la vida algn ideal con l suean.

    Lo ideal es la forma de la inteligencia, la aspiracin del coraznhumano, la vida de la razn, la atmsfera superior que envuelve el

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    universo.

    Pero no todos los ideales son verdaderos: unos representan los deliriosde las pasiones humanas, otros el espejismo de la felicidad, y no faltanideales para los ms absurdos sistemas. La edad de oro cantada por lospoetas ofrece mentidos ideales los utopistas, y los progresos de lacivilizacin y de las ciencias sin Dios dan atrevidas alas el

    pensamiento del hombre y lo elevan hasta las regiones de lo infinitopara precipitarlo despus en los abismos de la idea hegeliana de loabsoluto de Schelling.

    El ideal verdadero fu revelado los hombres desde el principio de lostiempos: se manifiesta en nuestra conciencia, lo conocemos por latradicin y por la fe, lo realizan los justos y tiene su ms excelenteexpresin en las verdades catlicas. Fuera de l no hay idealessublimes, y los que en el mismo no se concentran no pueden ser bellos,ni justos, ni laudables.

    Cuando la mente humana contempla ese ideal, sintetizado en el Evangelio,

    enseado por la Iglesia y viviente en el espritu cristiano, reconoceque tiene su origen en Dios, principio de toda verdad y de justiciaeterna y fuente de todas las ideas que engrandecen y dignifican loshombres.

    Las leyes de la afinidad unen las partes del mundo fsico; las de lagravitacin sostienen los globos en el espacio y las del equilibrioimpiden que el orden universal sea perturbado; y todas estas leyes sonmanifestaciones de las ideas creadoras existentes en la mente divina.

    Y de un modo semejante, todo lo que hay de necesario, de estable, dehermoso y de sublime en el orden moral, est encadenado y depende de eseideal supremo que contiene la verdadera religin, la autoridad legtima,

    sanciona el deber, armoniza la libertad humana con los preceptos divinosy las leyes naturales y positivas, seala el camino el progreso yperfecciona la civilizacin: y todas las naciones y gentes que noinspiran en ese admirable ideal su legislacin, su derecho y suscostumbres, ni pueden formar un pueblo equilibrado, ni ser justas, ni enverdad, libres, ni humanitarias.

    * * * * *

    En toda la redondez de la tierra y en todos los siglos no se ha vistouna nacin como Espaa que se haya inspirado mejor en el ideal de lajusticia, del derecho, de la moral y de la religin: por eso sus guerras

    fueron justas y legtimas sus conquistas; sus caudillos fueronreligiosos y caballeros, como sus magnates; y sus reyes se llamaroncatlicos; y tanta altura se elevaron las leyes del honor y de lahumanidad entre nuestros antepasados, que los plebeyos parecanhidalgos, y stos como los ms nobles caballeros.

    Nunca Espaa fu agresora, y cuando fenicios y cartagineses, romanos ysarracenos invadieron sus comarcas, brotaban de su suelo guerrerosvalerosos como Indibil, Viriato y Sartorio, que por su heroismo endefender sus hogares, infundieron temor las legiones romanas yemularon las hecatombes de Sagunto y de Numancia.

    Los brbaros del Norte no pudieron dominar en Espaa sino hacindose

    espaoles; y sepultado su imperio en las funestas aguas del Guadalete,el indmito valor de los iberos levant en Covadonga el estandarte de lareconquista, que al cabo de ocho siglos lleg triunfante las almenas

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    de Granada.

    Si las armas victoriosas de Espaa llegan hasta el Oriente, entran enOrn, vencen en Pava y San Quintn y combaten en Flandes, siempre lacausa de la religin, de la justicia, del derecho y de la humanidad, esla que las mueve y las gua.

    Espaa no ha hecho guerras de conquistas para dominar los pueblos yenriquecerse con sus tesoros; y sin duda, por la alteza de su espritu yde su generosidad, la Providencia le seal nuevos derroteros en losmares y la hizo Seora de dos mundos.

    Como apstoles, ms que como guerreros, fueron Amrica los espaoles.

    Isabel I no vendi sus alhajas para conquistar un nuevo mundo, ni Colngui sus carabelas por el _Ocano tenebroso_ para avasallar losindios, sino para descubrir tierras remotas en donde fuera extendido elreinado de Jesucristo.

    Si luego Hernn Corts, Francisco Pizarro y Vasco-Nez de Balboaconquistan el imperio de los Incas y de los Astecas, fu principalmentepara desterrar de ellos la idolatra y los sacrificios humanos y plantarel rbol de la cruz all donde se adoraba al sol.

    Antes de someter por las armas al emperador de Mjico, procur HernnCorts convertirlo la verdadera fe y le hablaba de la religincristiana como un misionero; y lo mismo hicieron todos los grandescapitanes donde entraban con sus estandartes: pero ms que ellos sedebi la conquista y la sumisin de Amrica los religiosospredicadores del Evangelio que, con su celo y caridad para con lospobres indios, hicieron amable la dominacin espaola y la religin quelos libraba de su ignorancia y de sus vicios y los protega y defenda

    de todos sus enemigos.

    No se debe inculpar Espaa el pandillaje y los desmanes que cometieronen Amrica los aventureros que todo lo explotan en provecho propio: loque hay que atribuirle es la gloria de haber civilizado al continenteamericano, llevando l su religin y sus costumbres y el espritu desus sabias leyes, representado en el inmortal Cdigo de las Indias.

    La solicitud de los monarcas espaoles por el bien de sus nuevossbditos; las limitaciones puestas los abusos de sus virreyes ygobernadores mediante los juicios de residencia; los establecimientos deenseanza y de caridad que por todas partes se fundaban, y la grande

    influencia que los Obispos y misioneros ejercan por su religin y porsus virtudes entre los indgenas, todo esto contribuy para que en pocotiempo las colonias y las muchas ciudades fundadas por los espaoles seigualaran la Metrpoli, y en ellas floreciera la cultura y lacivilizacin de Espaa, la sazn la primera de Europa y del universo.

    Se puede afirmar, que as como ninguna nacin ha tenido ms colonias queEspaa, tampoco ninguna las ha regido y gobernado con ms justicia yequidad, llevando ellas su mismo espritu, elevacin de ideas ysentimientos por el sistema maternal de la asimilacin y no por el de laexplotacin mercantil, como lo hacen otras naciones.

    * * * * *

    Mucho se ha hablado en estos ltimos tiempos de la decadencia de Espaay de las causas que la han producido hasta llegar la presente runa y

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    humillacin.

    Cada uno juzga acerca de ella segn el criterio de la escuela de lospartidos en que, por desgracia, se encuentra dividida nuestra patria.

    Para unos, la decadencia de Espaa se debe el absolutismo de losreyes, la expulsin de los judos y de los moriscos y la

    intolerancia y al fanatismo: para otros, las causas fueron las guerrasde religin y el empeo en sostener la soberana en extensosterritorios, gastando la nacin en las colonias y en la guerra de losPases Bajos las fuerzas y los capitales que debi emplear en laagricultura y en la industria de la pennsula: y para algunos, que sefijan en otras causas ms prximas, han sido los indolentes reinados deFelipe IV y de Carlos IV y el poder arbitrario de sus favoritos el condeduque de Olivares y el prncipe de la Paz, juntamente con el atrasointelectual y comercial en que qued Espaa el siglo pasado y lasvacilaciones de Fernando VII al principio del actual y la prdida denuestras posesiones en el continente americano.

    Los secuaces de estas opiniones parece que olvidan de propsito elinfausto reinado de Carlos III y la influencia que en l tuvieron losGrimaldi, Esquilache con el masonizante conde de Aranda, brazo de laexpulsin de los jesutas, que priv la juventud de sus mejoresmaestros; y olvidan los Moinos y Campomanes, que completaron la obradel famoso Conde, como legulellos enciclopedistas.

    Nadie puede negar que con el llamado absolutismo de algunos de nuestrosreyes, sin judos y sin moriscos, con la santa Inquisicin y reyesindolentes ineptos favoritos, sin grande industria, ni comercio,Espaa no dej de ser una nacin de primer orden, importante yrespetada, hasta contar con ella las dems naciones para humillar alColoso de este siglo.

    En la guerra de la Independencia di Espaa todava el mundo pruebasde su carcter, de su poder y de lo que es capaz un pueblo unido por lossentimientos de la fe y del patriotismo.

    No tena un gobierno fuerte y prudente al ser abandonada por su reydbil, pero entonces existan todava las clases sociales y el puebloespaol, existan el valor y el carcter nacional y la fe y elpatriotismo de nuestros gloriosos tiempos, y salimos victoriosos de tangrande empresa.

    Algo nuevo debe haber entrado en Espaa, cuando despus de lo que nos

    haba hecho grandes invencibles, se ha ido perdiendo todo.ltimamente no nos quedaba ms que el patrimonio de nuestra legendariahistoria, el valor y el honor proverbiales, que se comprometieron y sehan eclipsado en la ltima guerra.

    Adornaban el carcter de la nacin espaola, la hidalgua castellana, latenacidad de los aragoneses, el ingenio cataln, la constanciavalenciana, el entusiasmo andaluz, la audacia extremea, lacaballerosidad manchega, la fidelidad de los gallegos, la lealtad de losasturianos, la nobleza de los vascongados, la fortaleza de los navarros,es decir, todas las virtudes cvicas elevadas por la fe y por el valorde todos al herosmo que haba hecho del pueblo espaol, un pueblo

    catlico, noble, invencible, porque obedeca los supremos ideales dela religin, y las leyes de la justicia y del honor.

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    Con la invasin de las doctrinas revolucionarias impas ha perdidoEspaa su espritu nacional; y con la propagacin de la secta masnica yde los errores del liberalismo, se han desterrado la mayor parte de lasvirtudes pblicas y privadas, que eran nuestra gloria; y el carcterespaol ha degenerado tan notablemente en el siglo actual, que ya escompleta nuestra decadencia.

    Cuando tenamos el espritu, las virtudes y el carcter nacional, nuncanos falt la fuerza para vencer nuestros enemigos.

    Ahora, un pueblo de mercaderes, incuo y egoista, nos ha envuelto consu astucia y con su fuerza abrumadora y medios nefandos nos ha vencido.

    Espaa no poda sufrir mayor humillacin que la de caer los pies delpueblo americano, ni ste, en su codicioso orgullo, ha podido tenersatisfaccin ms completa que la de despojar nuestra patria de susricas colonias, injuriar sus blasones y marchitar los laureles de suhistoria.

    * * * * *Para conocer la verdad de estas aseveraciones, conviene tener la vistaun resumen de la pequea historia de los Estados-Unidos, que nos daruna idea de sus tendencias, de su espritu y de su carcter nacional.

    Los espaoles haban ya prodigado por muchos aos su sangre, su valor,su ilustracin y su caridad en Amrica para convertirla la religin,civilizarla y someterla la soberana de Espaa; cuando llegaron alNorte los primeros emigrantes de Inglaterra que, como los de otrasnaciones, iban en busca de las riquezas del Nuevo Mundo.

    Conocida la fertilidad de aquellos inmensos territorios, Jacobo I, di

    en 1606 en cartas patentes la Compaa de Londres, la parte meridionaly la septentrional la de Plymouth: estas Compaas fueron el plantelde las colonias inglesas, y fu desde el principio la ms importante laformada por los Padres Peregrinos de Nueva Inglaterra, clebrespuritanos que salieron de su patria en el buque _Flor de Mayo_.

    Bien se ve que, la formacin de dichas colonias, presidi el espritude lucro y el de la fantica hereja del puritanismo.

    En su creciente desarrollo, despus de siglo y medio, se vierondetenidas por las colonias francesas del valle de Misisip; lascombatieron con las armas y se apoderaron de ellas.

    Como Inglaterra haba ayudado sus colonias en la guerra contra las deFrancia, para resarcirse de los gastos hechos, vot en 1764 la ley delpapel sellado, que introduca restricciones en el comercio con lascolonias. La de Virginia se neg pagar un impuesto que no habaaprobado. Y desde entonces, secundada por las dems colonias, empez lalucha con la Metrpoli, _sta por cobrar y las otras por no pagar_.

    En vano Inglaterra transform el impuesto ponindolo sobre el te, elpapel, el cristal y otras mercancas, que importaban sus colonias; stasno quisieron admitir los barcos en sus puertos, arrojaban al mar lascajas de te y los dems artculos.

    Con este motivo la guerra de la emancipacin se declar formalmente en1775 con el combate de Lexington, la batalla de Barken-hille y el asediode Quebec, que tuvieron que levantar los americanos por la muerte de

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    Montgomery.

    Entonces Toms Payne, con su folleto titulado _El Buen sentido_, reanimel espritu de las colonias para sostener la lucha que, con el auxiliode los franceses mandados por Lafayet, les di la emancipacin completaen 1783.

    Washington fu el alma principal en los combates y despus en laorganizacin federal de las colonias emancipadas, las que dot de unaConstitucin prudente y slida, que le ha dado ms fama que susvictorias y por la cual hace ms de un siglo se rigen losEstados-Unidos.

    La historia propia de stos, podemos decir que empieza con laemancipacin de las trece colonias inglesas, que se erigieron en otrostantos Estados, los cuales se han unido anexionado despus otrostreinta, que con los anteriores forman al presente la gran Repblica.

    Muchas de estas agregaciones no se han hecho sin violencia y sin notoria

    injusticia.Con la guerra de 1813 se extendieron por las posesiones inglesas delOriente; y si Espaa les cedi la Luisiana, le fu arrebatada gran partede la Florida, cuando el ao 1810 invadieron los americanos las ciudadesde San Marcos y Pansacola, quedndose despus con toda la pennsula porel tratado de 1819, que los hizo dueos por el Medioda hasta el mar delas Antillas.

    Por el Norte, muchas tribus de los pieles rojas han pagado con su vidael delito de haber nacido en territorio ambicionado por vecinospoderosos.

    Y Mjico, ya teniendo que cederles la California, ya sufriendo eldespojo de las provincias de Texas, ha contribudo por el Occidente elengrandecimiento de los Estados-Unidos, que dueos al fin del Alaska yde otros territorios por compras y conquistas, se enseorean entre losdos ocanos y los hielos de la baha de Hudson y de las templadas brisasdel golfo mejicano.

    Y no satisfechos con tantas adquisiciones, rapias y exterminios detribus realizados, se propusieron arrojar Espaa enteramente deAmrica, por ella descubierta y en gran parte civilizada.

    Con lo dicho basta para que se comprenda que los Estados-Unidos

    conservan su carcter de origen y que forman un pueblo de mercaderes ynegociantes, sin otras aspiraciones que las del vil inters; y aunquelas cubran con la mscara de los sentimientos humanitarios, de lalibertad, de la justicia y de la moral, no son ms que impulsos delengrandecimiento propio, de una codicia insaciable y de la msdesenfrenada ambicin.

    En los Estados-Unidos todo se mueve por el resorte del inters: lamisma clebre guerra de secesin no tuvo otro origen; y vencidos losintereses del Sur por los del Norte con la libertad de los esclavos, elpresidente vencedor Abrahan Lincoln fu asesinado una noche al salir delteatro. Sus enemigos no le perdonaron el quebranto que les haba hechosufrir en sus negocios.

    Con una historia de ayer, sin literatura nacional, ni cienciaespeculativa, ni moral verdadera, los amantes de estos estudios, se

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    dedican escribir la historia de Europa, como Prescott, de nuestraliteratura, como Thignoc, combatir la moral en la religin, comoDrapper.

    Toda la grandeza de los Estados-Unidos tiene un aspecto material: susadelantos son mecnicos y sus ciencias favoritas las naturales; y comono se nutren de ideas verdaderas, han comenzado degenerar en medio de

    tanta prosperidad, apartndose del espritu y de la letra de suConstitucin y de los lmites que la doctrina de la libertad y delrespeto la independencia de los pueblos les tena prescritos.

    * * * * *

    El observador atento imparcial, que se fija en los verdaderosintereses de la justicia y de la humanidad, no ve en la breve historiade los americanos del Norte, hechos notables dignos de alabanza.

    Por qu, pues, se han hecho y repetido tantos elogios de losEstados-Unidos?

    Por ventura han descubierto otro Nuevo Mundo, trado lacivilizacin elementos nuevos, que libren los hombres de las miseriasde esta vida y los hagan mejores?

    Nada de esto han realizado: y sus inventos, con ser tan prodigiosos, nopueden compararse con los que ya posea Europa; y por cierto que no seles elogia porque hayan perfeccionado algunos hecho ms tilaplicacin de otros.

    Lo diremos en tres palabras: los Estados-Unidos se les han tributadotantas alabanzas, porque nuestro siglo ama al becerro de oro, acepta confacilidad servil las opiniones corrientes y aborrece la religin

    positiva.

    Como poseen inmensos y frtiles territorios, bosques vrgenes, minasabundantes y rios navegables, no es extrao que con el trabajo, laindustria y el comercio, se hayan enriquecido, y sus grandes capitalesllaman la atencin de los pobres del Viejo Mundo. Muchos aman losEstados-Unidos por la sola razn de que son riqusimos.

    Otros los admiran porque han odo celebrar la amplia libertad de quegozan all los ciudadanos, no slo en la emisin de sus opiniones, sinoen el ejercicio de su soberana; y en particular encomian el respeto yla obediencia que todos tienen las leyes y la polica.

    Antes de que mediara el presente siglo, muy pocos conocan en Europa lavida, las costumbres, la libertad y la legislacin de losEstados-Unidos; pero dos emigrados franceses vivieron all algunos aos,y no lo pasaran muy mal, cuando al regresar Francia escribieron susobras elogiando al pueblo que haban abandonado.

    M. Renato Laboulaye escribi su _Historia de los Estados americanos_, yM. Enrique de Tocqueville las suyas de la _Democracia en Amrica_ y del_Sistema penitenciario de los Estados-Unidos_.

    Si inspir estas obras el amor la verdad, el deseo de propagar enFrancia la democracia, cuando se avecinaba la Revolucin de Julio, no es

    fcil averiguarlo; lo cierto es que alabaron los franceses losamericanos, y esto bast para que se extendiera la opinin favorable, ypara que nuestros Roque Barcia, P y Castelar, pusieran por cima de las

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    nubes la gran Repblica, querindonos hacer todos federales yfelices con la democracia.

    Ms adelante veremos el valor que tienen esos sistemas practicados porlos americanos. Los hechos son ms elocuentes que las palabras, y sobretodo, los ltimos acontecimientos condenan en los Estados-Unidos lo quehubiera laudable en sus leyes y costumbres.

    Espaa ha tenido mejor sistema penitenciario que los norteamericanos;era el preventivo que nunca permita el lynchamiento que ellospractican.

    Y para acabar estas consideraciones, slo diremos: que con razn alabanlos impos, los masones y muchos liberales los Estados-Unidos, porqueall, como el Estado no tiene religin, se contenta con la natural, sepueden difundir los errores monstruosos y hacer las mayoresbarbaridades, si se guardan las formas, no teniendo la inflexiblecensura de la Iglesia, que es la que en todas partes aborrecen hoy losamigos de la _conciencia libre_.

    Despus de que expongamos todo lo que es preciso decir en esta ocasinde nuestros enemigos, veremos si queda en Espaa un hombre de buensentido y de juicio sano, que crea en la justicia de los elogios hechos los Estados-Unidos.

    Completaremos este cuadro con algunos datos histricos relacionados conla guerra que empez por arrebatarnos la isla de Cuba.

    * * * * *

    Desde 1822 vienen trabajando los estadistas norteamericanos paraconseguir, mediante compra, la anexin de Cuba los Estados-Unidos. Los

    presidentes Adams, Clay y Monroe, ya en aquella fecha haban ponderadola conveniencia de esa adquisicin.

    M. Adams prevea bien la dificultad de la anexin por medios violentos,y no queriendo malquistarse con Inglaterra y Francia, dispuestas ambas impedir que por la fuerza fuera arrebatada Cuba Espaa, ofreci nuestro gobierno un emprstito importante, hipotecando las rentas de laisla; y cuando se llegara al trance de la quiebra, tener ocasin deapoderarse de la hipoteca.

    Los clculos de Adams le salieron fallidos, pero no por esto lospolticos _yanquis_ desistieron de su propsito, sino que esperaron la

    oportunidad para con mayor instancia renovar sus ofrecimientos.Esta oportunidad la vieron en 1848, cuando la mayor parte de lasnaciones de Europa sufran tremendas convulsiones revolucionarias, y elembate del huracn azotaba Espaa, entonces el ministro norteamericanoen Madrid, M. Saunders, recibi el encargo de reiterar las proposicionesde Adams, ofreciendo 100 millones por la isla de Cuba.

    M. Saunders, que conoca bien la diferencia que hay entre un _yanqui_ yun espaol, no se atrevi cumplir el encargo, y fu preciso queBuchanan le amenazara con la destitucin para insinuarse al generalNarvez, que era presidente del Consejo.

    El duque de Valencia, dice el ilustrado cronista que nos ofrece estosdatos, supo reprimir la impetuosidad de su carcter, y pretexto de quel no entenda de estas cosas, envi M. Saunders al marqus de Pidal,

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    ministro de Estado.

    En la primera entrevista se mostr muy diplomtico, pero en la segundacrey que poda arrojar la careta diplomtica y contest al embajador delos Estados-Unidos:

    No me es permitido oir hablar de este asunto: hndase Cuba en el

    Ocano: cbranla las olas antes de cederla otra potencia!

    En 1853 reanudse la interrumpida gestin por otro ministro del gobiernoamericano, M. Soul, que era un francs naturalizado, y aunque de algntalento, le faltaba la prudencia, y por esta causa fu muy desairado enMadrid y advertido por su gobierno, de que no empleara las amenazascontra los altivos espaoles.

    En 25 de Abril de 1854 recibi plenos poderes del presidente paranegociar con el gobierno de S. M. catlica la cesin de la isla de Cuba los Estados-Unidos, ofreciendo hasta doscientos millones de duros.

    En momento ms intempestivo no podan haberse otorgado semejantespoderes. El desairado embajador crey llegada la hora de intimidar Espaa con tremendas amenazas y dijo, escribiendo al ministro de Estado,M. Marcy: que era necesario recurrir la fuerza para obligar alGobierno de Madrid entrar en negociaciones.

    Ms cautos y conocedores del carcter espaol, el presidente y elministro de Estado, insistieron en que slo por el camino de lamoderacin y de la prudencia se podra llegar al trmino apetecido.

    Mucho despus, el presidente Jonson, en su mensaje del ao 1867, dijo:Convengo con nuestros poderosos hombres de Estado, en que las IndiasOccidentales gravitan naturalmente y deben ser absorbidas por los

    estados del continente, incluso el nuestro; convengo tambin con ellosen que es prudente dejar ese problema al problema natural de lagravitacin poltica.

    Y Cleveland, en el mensaje del 96, deca: Se ha sugerido al gobierno laidea de que los Estados-Unidos podran comprar la isla: sta sera dignade consideracin si se encontrase Espaa dispuesta discutir estepunto.

    El sucesor de Cleveland, Mac-Kinley, no debi ver las cosas y losltimos gobiernos espaoles del mismo modo, cuando se volvi hablarde nuevas tentativas de compra-venta, hasta que por fin debi pensar con

    los suyos: _que era ms breve el tomarla de cualquier modo_.Cerca de un siglo han estado los norteamericanos ambicionando la isla deCuba. De sus costas, y particularmente de Nueva-York, salieron _sesentay tres expediciones filibusteras_ para fomentar y sostener lasinsurrecciones, tan ruinosas y mortferas para la isla, como paraEspaa.

    Y ltimamente, el Sindicato de la misma ciudad, bajo los auspicios deMac-Kinley, hizo los postreros esfuerzos para asegurar por medio de laguerra sus capitales con la adquisicin de la garanta que se les habaofrecido.

    * * * * *

    Espaa ha sido vctima de una especulacin comercial? Era legtima la

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    constante aspiracin de los Estados-Unidos por adquirir la isla de Cuba?Cmo se hace popular una guerra injusta en una nacin de 75 millones dealmas?

    Importa mucho estudiar y conocer estos fenmenos de los pueblos libres.

    Sin duda, Espaa ha sido vctima de algo ms de lo que supone un negocio

    mercantil.

    No ha sabido, ni por ltimo ha podido contrariar la ambicin de losEstados-Unidos: tantas eran sus culpas que el honor nacional no poda yacubrir con su gloriosa bandera.

    La guerra lleg hacerse tan popular en la gran Repblica, queMac-Kinley, para llegar la presidencia y sostenerse en ella, tena quedesplegar el pendn de la conquista.

    El hombre de negocios, el autor del _bill de Aduanas_, el pacficociudadano, se ha visto en la necesidad de emular las hazaas de

    Alejandro, de Csar y de Napolen, y sin salir de su casa blanca deWashington, contraer mritos suficientes para que le llame la historia:Mac-Kinley el conquistador.

    [imagen decorativa]

    II

    Voz de indignacin...--Importancia de la guerra para Espaa y para los Estados-Unidos.--Causas de la guerra.--El pueblo espaol y su

    gobierno.--Los primeros desaciertos.--Cobarda monumental.--Duelo primera sangre.--Ellos y nosotros.

    Las afrentas y las calumnias, al par que las injusticias y losatropellos, no causan el mismo efecto cuando se hacen un puebloignorante y brbaro, que cuando se dirigen una nacin ilustrada ynoble, que sabe estimar su honra. Por este motivo fu tan grande laindignacin que sinti Espaa al verse insultada y provocada al fin porla incalificable agresin de la gran Repblica americana.

    * * * * *

    Es preciso recordar algunos antecedentes para conocer en toda suextensin la importancia que tena este conflicto, tanto para Espaa,como para los Estados-Unidos, y por ampliacin para las dems naciones causa de su aspecto internacional y de la lucha de ideas, sentimientos intereses que representaba.

    La mayor parte de este siglo la han empleado los hombres polticos deEspaa en combatirse, ya con obras, ya con palabras, aceptando unos lasteoras modernas y las instituciones liberales, y defendiendo otros lastradiciones, la fe y la verdadera libertad del pueblo espaol; y cuandolos primeros, dueos del gobierno por ms de sesenta aos, sin habertenido la suerte de engrandecer la nacin con sus trabajos polticos,

    ni de pacificarla con sus nuevas Constituciones, haban proclamado elpresupuesto de la paz para consagrarse el fomento de los intereses y la prosperidad de la nacin, se encontraron con insurrecciones nuevas,

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    que todas las reformas liberales si no las provocaron, no pudieronevitarlas.

    Al gobierno liberal, autor de los mayores daos que venan arruinando nuestra patria, y heredero de todas las debilidades y corrupciones desus antepasados, le quedaba el ltimo recurso que apelar, y cuandonuevamente pretendi el poder, despus de lanzar los cuatro vientos su

    nuevo programa, lo puso en prctica, repitiendo: _la autonoma es lapaz_.

    Y la autonoma concedida Cuba y Puerto Rico, fu la chispa queaument el fuego de la insurreccin y el deseo de la independencia en laisla de Cuba hizo ms difcil la solucin del problema, que tenan ensus manos los Estados-Unidos.

    la altura en que se encontraba la cuestin cubana, apoyadapblicamente por nuestros enemigos, el resolverla por medio de unexpediente decoroso, salvando los intereses de Espaa, hubiera sido elmayor triunfo para el Gobierno y la ms grande victoria que hubiese

    hecho olvidar todos sus desaciertos y faltas pasadas.Con el gobierno liberal quedaran salvados los procedimientos liberales,las intenciones de sus ms ilustres representantes y hasta el rgimen enlo que no tiene de falso y pernicioso; por esta razn entraaba tantaimportancia la guerra para nosotros: as es, que los gobernantes hanperdido en ella el poco prestigio que les quedaba; y juntamente con elterritorio acabaron de perder el crdito ficticio de sus doctrinas,dejando por el suelo el sistema que ha trado sobre la nacin tantascalamidades.

    Era para ellos cuestin de honra y de vida, y la vida y la honra la hanperdido deplorablemente.

    Para los Estados-Unidos tena tambin la guerra una grande importancia.

    Desde su emancipacin han sido vecinales sus luchas; mas ahora, deseososde adquirir mayor influencia en el mundo, se propusieron arrebatar Espaa sus colonias, entrando en desigual batalla con una nacineuropea, sin consideracin su buena amistad, ni los ttuloslegtimos de posesin, ni al derecho internacional.

    Los Estados-Unidos queran poner su civilizacin la altura de lacivilizacin de Europa en lo tocante al derecho de la fuerza, como elprimero de los derechos, segn la frase de un clebre estadista: _le

    premier droit le force_, y lo han conseguido haciendo sus brbaras injustas conquistas con el consentimiento de las primeras potencias delmundo; y as han logrado entrar de lleno en el concierto de lacivilizacin moderna, usando del derecho de la fuerza, contra la fuerzadel derecho.

    Si por un caso raro de la adversa fortuna hubieran fracasado en susambiciosos proyectos, por lo pronto reinara entre ellos la mayorconfusin, y la culta Europa no contara con el _leal concurso_ de lagran Repblica americana, para las clebres conferencias de la paz en LaHaya.

    Por la grande preparacin que hicieron para la guerra y los medios que

    emplearon tomando por aliados los mismos insurrectos, hasta celebrarcon ellos convenios oficiales, que por cierto no pensaban cumplir, comoel celebrado con Aguinaldo por el consul americano de Singapoore, y

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    despus con Dewey, se puede comprender la importancia que daban losEstados-Unidos la guerra que iban hacer Espaa. El gobierno de unpueblo tan grande no llegara infamarse ni recurrir cierta clasede tratos, sino mediando para l intereses de valor extraordinario.

    Y cules eran estos intereses, que movieron una nacin civilizada declarar otra una guerra injusta, inhumana y hasta cruel, por las

    circunstancias en que la ltima se hallaba?

    El conocimiento de las verdaderas causas de la guerra, nos manifestarla clase de intereses que perseguan los Estados-Unidos.

    * * * * *

    Es comn sentencia de los filsofos, la de que slo llegan elconocimiento verdadero de las cosas, los que estudian y conocen bien suscausas.

    Vamos, pues, nosotros exponer las causas de la guerra

    hispano-americana y as podremos dar razn de sus lamentablesresultados.

    juzgar por los efectos, han debido concurrir motivos poderosos paraque se realizaran sucesos tan notables.

    Pero juzgando por lo que nuestra consideracin se ha presentado, vemosque no existan esos _casus belli_, que de ordinario promueven lasguerras entre las naciones.

    Espaa nada haba pedido, ni nada haba negado los Estados-Unidos, ystos la trataban como nacin amiga hasta la vspera de intimarle laevacuacin de Cuba.

    Dnde se encontraban las causas jurdicas de la guerra? En ningunaparte, porque no existan.

    Mas como el hecho horroroso se ha verificado, hay que referirlo otrascausas, que son las causas morales.

    Los sentimientos humanitarios y de amor la justicia, la libertad y la independencia de los pueblos, que luchan por ser libres, alegados porlos _yanquis_ para declararse primero favor de los cubanos intervenir despus para librarlos del dominio de Espaa, se han vistoque no eran ms que pretextos y no mviles verdaderos.

    Los Estados-Unidos amaban Cuba, no los cubanos. En ese deseo deposeer la isla, que dejamos consignado en el prrafo de _la venta deCuba_, es en donde tenemos que reconocer la causa principal de la pasadaguerra, por parte de los norteamericanos.

    En la historia de las guerras hechas por los anglosajones, se conocenunas con el nombre de _guerras del te y del algodn_; las que hay queaadir ahora _la del azcar_.

    Tenemos informes y datos suficientes para hacer esta afirmacin.

    Los Estados-Unidos no producen ms que 900.000 toneladas de azcar y

    necesitan 2.000.000 para su consumo. No queran, ya que son tanpoderosos, ser por ms tiempo tributarios de Espaa por los derechos delazcar, del tabaco, ni por los del caf de Puerto Rico.

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    Aunque esto es verdad, no debemos admitirlo como causa exclusiva delconflicto. Las causas morales son como los fenmenos meteorolgicos, enlos cuales entran varios elementos, que se desarrollan y producenfunestos resultados cuando en su marcha no hallan obstculosdisolventes.

    Si Espaa hubiera podido contrarrestar la accin de los Estados-Unidos,la guerra no estalla.

    Pero nos vean cada ao ms dbiles y degenerados, y por esto, ciegospor la ambicin y la codicia, se lanzaron como el guila hambrientasobre el indefenso cordero.

    Mucho importa nuestro propsito y nos ser fcil demostrar, que lascausas morales de la guerra han sido: _nuestra degeneracin, ladegeneracin de los Estados-Unidos y la de Europa; tres degeneracionesque tienen un mismo origen_.

    Al lector que juzga por lo enunciado ms que por la demostracin de laverdad, creemos verlo sorprendido ante estas afirmaciones categricas ygenerales.

    Bien puede asegurarse, dir, que Espaa se encuentra degenerada; perodecir lo mismo de Europa, y sobre todo, de los Estados-Unidos, si no esun juicio errneo, tiene mucho de paradgico de intencin odiosa.

    Veamos quien est en lo cierto.

    Degenera un hombre, una familia y una nacin, cuando se apartan de lasleyes y de la conducta que les dieron el ascendiente que tenan, elpoder y la prosperidad que gozaban, como se debilitan los organismos

    vivientes al alimentarse de substancias extraas.

    los principios de la libertad y de la independencia, las leyes deltrabajo y de la industria, y las artes pacficas inventos tiles,han debido los norteamericanos su principal crecimiento, el desarrollode los capitales y la unin legal que disfrutaban viviendo en laabundancia y con las grandes comodidades de una civilizacin y de unprogreso notables, ms por lo material que por lo moral y justo.

    Ahora, sin que nadie pretendiera estrechar los lmites de sus fronteras,ni impedir su comercio, ni turbar la paz interior de sus Estados,construyeron buques, no para su legtima defensa, ni para llevar los

    productos de su industria y de sus feraces campias otras regiones,sino para extender su podero por todas partes.

    Han querido aumentar sus riquezas monopolizando los productos de otrospases, que han robado su legtimo dueo: al derecho de la libertadunen el de la fuerza y el de la conquista: han dedicado sus buques lapiratera, y sus ciudadanos libres sern en adelante mercenarios delimperialismo.

    Este es el principio de la degeneracin de un pueblo, que pasaba pormodelo de las naciones civilizadas.

    No con razones propias inventadas confirmaremos nuestros juicios, sino

    con los testimonios de un honorable norteamericano, publicados en el_Atlante Journal_.

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    M. Dupout Guerry, ha juzgado la conducta del gobierno y del puebloamericano, y empieza por calificar la guerra con Espaa como _el crmendel siglo_.

    No disculpa las faltas cometidas por los espaoles en las colonias, ydice: que los Estados-Unidos, con ms rpidos y efectivosprocedimientos, han llevado cabo el robo, el asesinato y el incendio,

    en incomparablemente mayor escala.

    En cuanto las causas de la guerra, afirma: que los americanos tenaninters en que el conflicto no acabara por las vas pacficas. El mgicoresorte de tan diablico invento, no era otro que la sed de lucro y elansia de dominar. Cuba es rica y fcil presa. Nuestro gobierno que es un_fragil mandatario_, tena que proporcionar destino el ejrcito dedesocupados, la carne atrasada, los patriticos negociantes yderramar beneficios en forma de comisiones y grados toda la caterva detalentos ignorados, tanto civiles, como militares, que no habiendopodido entrar en el reparto consiguiente un cambio de administracin,hacen casi imprescindible una guerra que les ponga en el caso de ofrecer

    sus servicios al pas y de que el gobierno aproveche sus aptitudes ysalve sus compromisos.

    Las causas apuntadas, contina diciendo M. Guerry, no son las nicasresponsables.

    Para desgracia de la paz, hay cierto eclesiasticismo en este pasdistinto del existente en Espaa y en Cuba. Hoy, como en los tiempos deAdisson, profesamos la religin del odio y no bastante la del amor. Laocasin presentada al protestantismo para atacar al catolicismo en unode sus baluartes, era ciertamente extraordinaria, sino _providencial_, ypor tanto, no deba desperdiciarse. Tentacin era sta demasiado fuertepara los ministros de las sectas, por lo que unieron sus voces al

    universal clamoreo por _la guerra todo trance_, sin reparar en mediosni pretextos.

    Para tan laudable fin se inaugur una poltica de difamacin contraEspaa, acompaada de las ms efusivas expresiones de admiracin por losinsurrectos de Cuba, y de amenazas de reconocimiento de beligerancia yde intervencin por parte de los demagogos de ambas Cmaras y de laprensa _jingo_, todo lo cual encontraba eco fiel en las columnas de laprensa protestante y en la voz de sus ministros. Qu resultaba de todoesto? Que Espaa se atemorizaba, la insurreccin cobraba nuevos vuelos yla guerra civil, con toda su secuela de horrores, se prolongaba dehecho, cuando n de propsito.

    Sin impedir el filibusterismo, pesar de la amplitud de nuestrosmedios, antes bien, bajo la mscara de amistosa visita, el gobiernoenva el _Maine_ la Habana, intimidando as una parte y animando la otra. Acaece la destruccin del acorazado y la prdida de la mayorparte de su dotacin, y el partido de la guerra echa toda laresponsabilidad de la catstrofe encima (cmo no?) de Espaa. Lahumanidad se estremece la noticia del suceso.

    En vano Espaa, ansiosa de paz y temerosa de las consecuencias de unaruptura, paralizada de terror por tan malaventurada ocurrencia, proponeuna investigacin mixta, el arbitraje, cualquier cosa, en fin, que elinters de la humanidad y la justicia puede sugerir. Pero en los

    Estados-Unidos prevalecen otros sentimientos y el partido de la guerrave con satisfaccin el pretexto que buscaba. la proposicin dearbitraje se responde con el nombramiento de una comisin investigadora,

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    escogida de antemano para que condene, y sin embargo, esa comisin no seatreve condenar por falta de pruebas. Gran desencanto y no pocoembarazo causa tal decisin. Pero se impone la guerra, con causa sinella, y ya que Espaa no se resuelve declararla, forzoso es que lohagamos nosotros mismos, pues la misma ausencia de motivo por nuestraparte hace la idea de la paz ms intolerable.

    La codicia, la ambicin de mando, la hipocresa religiosa, siempre laaltura de las circunstancias, saben colocarse por encima de las nacionesen el terreno de la humanidad, de la civilizacin y del Cristianismo,obligan una nacin ir contra su voluntad y sin fuerzas para medirsecon tan formidable adversario. Nuestro caballeroso y cristianopresidente concede su dbil y temerosa hermana la reina regente, comol cristiana, tres das para evacuar por completo la isla, pesar deque bien saba ser cosa imposible de ejecutar, y por el crmen de dar nuestro representante sus pasaportes antes de que empiecen lashostilidades, para que su retiro de Espaa sea menos peligroso,precipita la guerra antes del perodo por l designado.

    El nico y declarado objeto de la guerra era, por nuestra parte, lapacificacin, liberacin independencia de Cuba, tan cercana nuestras playas. Despus de todo, este objeto poda haberse alcanzadoms fcil y prontamente, con ms lgica y menos gastos de sangre y dedinero. El plan era sencillsimo: concentrar en la isla y sus aguasnuestros ejrcitos y escuadras. Pero no. El primer golpe en defensa deCuba, de la humanidad, de la civilizacin y del Cristianismo, hacaimperiosa la destruccin de la escuadra de Montojo y la matanza de sushombres, que no estaban en aguas cubanas ni americanas, sino en Manila,en los antpodas respecto de Cuba y del centro de nuestro gobierno.Despus de Dewey toca el turno Sampson, quien, no hallando flotas quecombatir, bombardea San Juan de Puerto Rico, pues el entusiasmo porla humanidad es irresistible. Viene luego la gloriosa conquista de

    Guam, cuya guarnicin y habitantes no saben que hay guerra enexistencia, y tomando el bombardeo por saludo amistoso, se excusan de nopoder contestar por falta de plvora.

    No quedando escuadras que destruir, y en nuestro poder Cuba, PuertoRico, Guam, etc., nos disponemos atacar Espaa en su terreno. Ygracias que pidi la paz, no sin haber nosotros suspendido operacionesen Cuba para dirigirnos Puerto Rico toda prisa, pues no haba tiempoque perder.

    Y nos glorificamos y damos gracia la Providencia por haber vencido una nacin pequea, pobre en comparacin nuestra, cargada ya de

    pesadsima deuda; sus ejrcitos mal equipados y dispersos, sus buques propsito para servir de blanco los grandes acorazados de la poca,sola y sin amigos en el momento supremo.

    Mejor haramos en entregarnos al ayuno y abrir nuestros corazones lapenitencia, por los espantosos crmenes cometidos y que estamos ancometiendo contra Dios y la humanidad.

    Si Bob Fitzsimons, en un acceso de furiosa embriaguez, descargase subrazo contra el primer vecino pacfico que encontrase al paso y despusde derribarle le limpiase los bolsillos, tanta ocasin tendra comonosotros de ponderar su valenta y dar gracias Dios por haber escapadomilagrosamente del peligro.

    No hemos querido extractar esta segunda parte del escrito de M. Guerry,por ser elocuentsimo y dar idea exacta del espritu de los

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    contrario.

    Como si hubieran conquistado al mundo y puesto en paz toda la tierra, yceido sus frentes con el laurel de victorias inmortales, no cuidabanms que de las cosas de la paz, de dar y de conceder todo lo que noalterase la paz, como si no tuviramos enemigos antiguos y ejemplosrecientes de sus malos propsitos; como si todos los hombres se hubieran

    convertido en corderos en la pennsula y en las colonias; como si lasmalas doctrinas y sectas perversas no fomentaran las insurrecciones, ycomo si los Estados-Unidos hubieran desistido de querer la posesin deCuba; as no venan pensando nuestros gobiernos en otra cosa sino envivir _pacficamente_ y en hacer la felicidad de Espaa con el turno_pacfico_ en el poder; con estos mansos propsitos, orden el seorCnovas all por el ao de 1878, se hiciera el convenio de Zanjn, paraacabar con la insurreccin de Cuba, ya casi vencida; pero por dichoconvenio no se extinguieron los grmenes de las futuras, que quedaronalentados con el precio y la forma de la pacificacin y con los honoresdispensados los principales jefes.

    Con idnticos propsitos concedi por aquella fecha los Estados-Unidostodas las ventajas comerciales, y algunas polticas que le pidieron enCuba, y pag todas las indemnizaciones exigidas.

    Con el mismo fin de conseguir la paz, otorga muchos aos despus, elpropio seor Cnovas, las reformas que haba considerado inconvenientespara la isla y paga la clebre indemnizacin Mora: y ya durante laltima insurreccin parece que no se propone otra cosa ms que evitarrozamientos con los norteamericanos y no darles el menor pretexto parauna declaracin de guerra: por este motivo se siguen atendiendo todaslas reclamaciones que hacen, y gusto de ellas se resuelven lascuestiones de la _Alliance_, del _Competitor_ y del _Laureada_: y aunqueel gobierno espaol saba que continuaban saliendo de los puertos

    americanos nuevas expediciones para Cuba, no presenta reclamacin algunaal gobierno amigo, que las consenta, si no las autorizaba; y en cambioda severas rdenes los comandantes de los buques de guerra para que_sean muy prudentes_ y no se repita el caso del crucero _Conde deVenadito_.

    Mientras que esto sucede en Cuba, tenemos la suerte de que un valerosocaudillo apague en Filipinas la hoguera de la insurreccin que dejencendida el general Blanco; pero como haban de venir para Espaa todaslas desgracias juntas, el afortunado vencedor de los tagalos fusustitudo por Primo de Rivera, que en vez de acabar de extinguir elincendio y de aventar las cenizas, las cubri con el pacto de

    _Biagnabat_, para que los traidores, reconocidos en l como jefe,pudieran en adelante, con ms prestigio, encender otra hoguera msespantosa.

    La paz de Filipinas se celebr oficialmente, sin regocijo pblico.

    La nacin no poda alegrarse con la paz comprada por ir perdiendo todala confianza en los gobiernos que no le daban la paz verdadera.

    Por entonces se oy en Zaragoza una voz anunciando que la autonoma erala paz.

    El asesinato cometido en Santa Agueda da esa voz el poder de conceder

    la autonoma Cuba y de proporcionar la paz deseada; y all se mand algeneral Blanco, y la paz ni se encontraba en la manigua, ni apareca enlas cumbres de las montaas, ni nadie la vea por los horizontes del

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    mar.

    Pero, al par de todo, nada haba que temer: el marqus de Pea Plataestaba ya en la Habana; Primo de Rivera en Manila; Sagasta en Madrid,presidiendo el Consejo de Ministros y Moret era ministro de Ultramar; elpartido liberal manda, la masonera impera, la nacin calla, y laprensa, que haba censurado acerbamente al general Blanco, nada dice.

    Es verdad que no tenamos formidables escuadras cuando se van necesitar, porque los presupuestos extraordinarios destinados paraellas, los gast en parte Beranger en compaa de otros ministros y conaprobacin de Cnovas, y el resto lo hech al agua.

    Despus de todo, estbamos mejor sin acorazados, sin fortificar lospuertos, sin artillar nuestras plazas de guerra y sin preparacinalguna.

    La paz no haba de alterarse: as lo deca Moret, lo declaraoficialmente el Gobierno, lo creen los ministros, como Bermejo, aunque

    todos los espaoles, que no haban perdido el sentido comn ni el decoronacional, entienden, ven, temen y esperan otra cosa.

    Nos hallbamos en el perodo ms crtico y veamos que los gobiernos deEspaa cuidaban mucho de no dar pretexto alguno los Estados-Unidos; ycontra todo lo que era de esperar del carcter espaol y de nuestrahistoria, suframos toda clase de injurias, humillaciones y exigenciasfuera del derecho, de la justicia y de las leyes del honor, llegandohasta consentir una especie de intervencin favor de losreconcentrados; y apesar de todo, el gobierno no puede evitar la guerra.

    Fu sta un fenmeno sin causa proporcionada?

    No: que como hemos visto, existan las causas morales de la misma: laambicin creciente de los norteamericanos por poseer Cuba y nuestradebilidad, mayor cada da para poderla defender.

    Entre los Estados-Unidos y Espaa estaba Cuba: los primeros se ibancansando de no hallar ocasin oportuna para apoderarse de ella; lasegunda la vena defendiendo con tenacidad inmensos sacrificios;porque sobre ella era su soberana legtima y representaba la vez lasglorias pasadas. Si bajo la bandera espaola prospera la autonoma ytermina la insurreccin, ya se les quitaba los Estados-Unidos elpretexto para intervenir y se les haca ms remota la esperanza deapoderarse de la isla.

    Mas se iban eclipsar las glorias de Espaa y derrumbar su imperiocolonial, y slo restaba una esperanza los que teman estos grandesmales: la diplomacia poda impedir la injusta agresin que losEstados-Unidos tenan ya anunciada y dispuesta contra Espaa.

    Tratndose de evitar una cruenta lucha y un robo internacional, nada msjusto y conveniente que la intervencin de las grandes potencias pormedio de sus diplomticos, representantes del derecho, del poder y de lajusticia de las naciones civilizadas.

    En efecto: los diplomticos se mueven, toman en consideracin lagravedad del asunto, reciben instrucciones de su gobierno y se reunen en

    Washington los representantes de las grandes naciones de Europa; yrecibidos con las formalidades republicanas por Mac-Kinley en sugabinete de la Casa Blanca, todos juntos, como buenos amigos, exponen

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    sus pareceres y al fin acuerdan:

    Que veran con satisfaccin que los Estados-Unidos desistieran de mandar Espaa su _ultimatum_, porque no hallaban las razones de justicia nide derecho internacional, ni aun de conveniencia, por las cuales sepudiera despojar una nacin de parte de su territorio, sobre el cualera legtima su soberana y que poda conservar en paz, si en el mismo

    no se fomentaran las insurrecciones.

    No conformndose con este parecer el representante de la Gran Bretaa,todos retiraron sus notas y alegatos, manifestando que sus gobiernos sedeclararan neutrales y dejaban en libertad al de Washington para queejecutara la redencin de Cuba, segn la _resolucin conjunta_ delCongreso federal.

    Qu decepcin tan amarga debieron sufrir todos los que haban puestoalguna esperanza en la diplomacia europea!

    Hace ms de dos siglos que sta no es lo que fu en los pasados; amiga

    del derecho, defensora de la justicia y amparo de los dbiles contra lasarbitrariedades de los fuertes.

    La diplomacia actual no es lo que fu cuando la Europa formaba lacristiandad bajo la influencia y la direccin suprema del RomanoPontfice: ahora no es ms que el rgano de los intereses materiales yde las arbitrarias injustas aspiraciones de las grandes potencias; ensus congresos no se respeta la moral, la justicia no se conoce y elderecho se mide por la fuerza que representa cada nacin y por losintereses que pueden contrariar favorecer.

    Ante el imperio de la fuerza, en este siglo de la libertad, del progresoy de la civilizacin, los dbiles han sido condenados muerte

    ignominiosa; el derecho de conquista reclama sus fueros y la guerra darla paz el mundo cuando las grandes potencias se hayan destrozado seinformen del espritu catlico, que ciegamente rechazaron.

    Aunque muy desventurada, hoy ms que ayer, es Espaa una nacin noble ygenerosa; la falta de sus hijos le han causado enormes daos; pero susenemigos nada tenan que temer de ella ni ha ofendido sus adversarios;y no obstante, es abandonada por las potencias en el ms graveconflicto.

    Y ciertamente, la nacin de la fe y del honor qu poda esperar de laprfida Albin, del luterano imperio de Alemania, de la cismtica Rusia,

    de la judaizante Austria, de la Francia masnica y del sacrlego reinode Italia?

    las causas de la guerra que hemos reconocido, hay, por consiguiente,que agregar la de la culpable indiferencia complicidad de Europa; as,pues, la guerra ms incua de este siglo se ha verificado por la codiciainsaciable de los Estados-Unidos, que no conocen _la justicia_; por ladegeneracin de Espaa, que se ha apartado de las vas de _la justicia_;y por el absurdo egoismo de la culta Europa, que la mueve obrar contra_la justicia_.

    * * * * *

    Si un gobierno no es la suma de todas las inteligencias de la nacin, yde todos los sentimientos patriticos y de todos los intereseslegtimos, y no es moralmente superior todos los sbditos, entonces es

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    una _autoridad nominal_ y el mayor enemigo del Estado; porque ocupa unlugar preeminente que no corresponde la ignorancia, ni al egoismo, ni la ambicin, y mucho menos la impiedad y las pasiones, que jamsse encumbran en un pueblo sin atraer sobre l todo gnero deperturbaciones y de infortunios.

    Es evidente que el pueblo espaol tiene ms espritu de sacrificio, ms

    virtudes y ms inteligencia que sus gobernantes; por esta causa es mshonda cada da la separacin que existe entre el gobierno y losgobernados. stos conocen el engao de que son vctimas y dejan vacoslos comicios. No sienten la derrota de un Ministerio porque saben queser peor el siguiente. Vieron venir sobre Espaa toda clase deadversidades y clamaron por el remedio que no se pona; y cuando se lehan pedido sus bienes y sus hijos los han dado generosamente lapatria, mientras que los gobiernos les importa poco que sucumba todopor continuar en el poder.

    Y no se diga que cada nacin tiene el gobierno que se merece; porqueEspaa, ni es digna de los gobiernos liberales que la han pervertido y

    arruinado, ni los viene sufriendo, sino como una calamidad impuesta, quecada ao se hace ms insoportable.

    Mucho ha degenerado la nacin espaola, pero en gran manera se equivocanlos que la juzgan por sus gobiernos, sus cmplices y amigos polticos.

    * * * * *

    Los peritos en una materia nunca deben equivocarse; y los arquitectosque han trazado el plano de un edificio, si despus no saben darle lasolidez necesaria, dejan otros la direccin de la obra; lo mismo debihacer el gobierno sagastino cuando se equivoc en el asunto tanimportante, como fu el de la paz, y no pudiendo consolidarla, debi al

    momento entregar el poder en manos ms acertadas.

    No estando preparado para la guerra, jams debi emprenderla; puesgobierno desprevenido es siempre vencido: y si la pretensin de losamericanos hizo necesaria la guerra, la fuerza debi, por lo menos,oponerse un Ministerio de fuerza, ya que no la dictadura, como lascircunstancias lo exijan: y este fu el segundo desacierto que secometi por los polticos, ya fracasados en lo de la autonoma cubana,dada sin oportunidad y sin necesidad verdadera.

    El tercer desacierto, ms graves que los anteriores, fu el aceptar laguerra, no con nimo de vencer, pero ni siquiera con el de la defensa

    necesaria, sino que como despus se ha visto claro, el gobierno fu laguerra para llegar la paz por cualquier camino. En este sentido,Espaa fu entregada al poder de sus enemigos implacables, y no pudohacerse la paz contando siquiera con alguna condicin favorable, como lade la resistencia posible que hubiera quebrantado las fuerzas delenemigo.

    * * * * *

    Los que atraviesan los mares llevando sus mercancas pases lejanos,fian sus vidas y sus intereses la pericia y desvelo de los pilotos; ystos, al emprender la navegacin, tienen la vista no slo las rutasgenerales y las cartas martimas, sino tambin las predicciones que

    desde sus observatorios hacen los sabios naturalistas: y de igual modoconfan los pueblos sus intereses y su seguridad los gobiernos quedirigen la nave del Estado: y los gobernantes han de ser tan prcticos y

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    entendidos en el arte de la poltica y han de tener tan presente losdictmenes de la ciencia y las enseanzas de la historia y de loshechos, que puedan con seguridad evitar y salvar los escollos que en lamarcha de los negocios pblicos se presenten.

    No hacindolo as, son gobernantes torpes, que no han debido aceptarnunca la responsabilidad del poder, son unos vulgares ambiciosos, que

    no tienen valor de declarar sus equivocaciones y de sacrificarlo todo albien y la salvacin de la patria.

    La nacin espaola, ms por las necesidades del momento, que porexpontnea voluntad, tuvo que poner su confianza en el gobierno que leprometa la paz, evitando la guerra, al resolver el problema de Cuba.

    Mermadas sus fuerzas, consumidos sus capitales y muriendo sus soldadosen lucha insidiosa y fratricida, el pueblo espaol anhelaba el trminode los sacrificios que estaba haciendo por el honor y la integridad dela patria, y no quera la guerra con los Estados-Unidos, sino en cuantofuera la conclusin de todos los males que vena sufriendo.

    El gobierno, no obstante las injurias, las notas y los mensajes de laRepblica norteamericana, segua creyendo en su buena amistad; yentonces fu cuando de improviso se present la guerra como unatempestad formada por las densas nubes que se vean en los horizontes,y que impelidas por los vientos huracanados llevan la desolacin y lamuerte las comarcas que invaden.

    No estaba Espaa colocada bajo los pararayos de las alianzas polticas,ni tena de su parte la diplomacia europea, ni se hallaba protegida porlos diques de poderosas fortificaciones, ni dispuesta para luchar conxito favorable contra un enemigo temible y alteramente preparado paraasegurar sus triunfos: en tan grave situacin, un gobierno, por poco

    prudente y patritico que fuera, nunca debi dejarse sorprender, comofu el nuestro sorprendido, ni aceptar una guerra que l slo saba losgrandes desastres que iba traer sobre nuestra patria.

    En la memoria de todos los espaoles quedarn impresos los tristesrecuerdos del ms grande de los desastres que ha sufrido nuestra patria,y la historia imparcial consignar, que muchos de ellos se originaronpor el miedo monumental con que fu la guerra el Gabinete de la paz,presidido por el H.. Paz.

    Tuvo miedo por lo grave del conflicto: tema, como mal padre, sushijos los espaoles, y le falt valor para abandonar el poder: no falt

    al Ministerio ms que el miedo suficiente para morirse de vergenza. * * * * *

    Cuando se forme un verdadero juicio de los actos de nuestros ltimosgobiernos, entonces admirarn y espantarn los desaciertos por elloscometidos, los tesoros dilapidados, las vidas intilmente sacrificadas;entonces se pondrn de manifiesto las previsiones del almirante Cervera,que en tiempo oportuno advirti al gobierno las deficiencias que habaen los buques, la necesidad de estar preparados y de llevar un plan sihaban de salir para las Antillas y no exponerse un desastreinevitable; entonces se ver cun grande fu la disciplina de nuestrosmarinos y el valor de los Comandantes de los buques, que conociendo que

    iban hacer un sacrificio intil y dejar indefensa la pennsula,cuando se les di la orden, all fueron morir hericamente; entoncesse ha de conocer mejor lo que dijo el seor Silvela: que por parte del

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    gobierno la guerra no fu guerra, sino _un duelo primera sangre_, parasalir del paso y salvar la vida de las instituciones; entonces se vercumplida la horrible sentencia de los liberales, que decan: _slvenselos principios, aunque se pierdan las colonias_.

    En efecto: las colonias se han perdido, pero los principios no se hansalvado; porque el fracaso del liberalismo y de los gobiernos liberales

    ha sido completo al dejar Espaa desmembrada y arruinada.

    * * * * *

    Cuando los americanos limpiaban los fondos de sus cruceros y acorazadosy tenan estacionada en Hong-Kong una fuerte escuadra, y disponannumerosa flota auxiliar de trasatlnticos y trasportes de todas clases;cuando alistaban sus regimientos de voluntarios y formaban suscampamentos cerca de nuestras colonias; cuando tenan bien abastecidosus depsitos de municiones de guerra y llenos de provisiones de bocasus almacenes; cuando por medio de sus cnsules y emisarios se habaninformado de todos nuestros escasos medios de defensa y del abandono en

    que se hallaban las fortificaciones de nuestras plazas ms importantes;y cuando no slo de Cuba y de Puerto Rico, sino tambin de Filipinasconocan el estado de sus puertos y las dbiles escuadras con quepodamos defenderlos, entonces el seducido y confiado pueblo espaol seentreg por espacio de algunos das los entusiasmos blicos, ypaseando nuestra bandera al comps de la _Marcha de Cdiz_ y haciendogala de sus colores, asista las corridas de toros y toda clase deespectculos, que se convirtieron en patriticos; entonces con esosderroches de patriotismo liberal y con llamar puercos los americanos yextender por todas partes las caricaturas del to Sam, y con criticar yburlarse de la organizacin militar de los Estados-Unidos y de que susvoluntarios hacan con palos el ejercicio por no tener fusiles; contodos estos recursos y dosis de buen humor y aventurados juicios, que

    hacan hasta los peridicos ms serios y de mayor circulacin, creyeronmuchos ilusos y algunos cuerdos que bamos defendernos de los_yanquis_ y darles una tremenda zurra.

    _Preparados y decididos ellos_, como hemos visto, y _nosotros comoestbamos_, con un _gobierno tan pacfico_ y que va la guerra como elms cobarde de los reclutas, quin no haba de prever interminablesdesgracias? Y en verdad, no hubo cordura en parte del pueblo, ni razn,ni buen sentido, ni energa en el gobierno para elevarse la altura delas circunstancias y calcular: que un enemigo tan poderoso y bienpreparado, pesar de todo lo que se deca para disculpar nuestraimprevisin y vana confianza, no se puede rechazar ni vencer con msica

    y pergaminos, ni con barcos de madera, ni con una administracincorrompida, ni con generales masones, ni con ministros inhbiles imprudentes.

    Espaa poda haber rechazado los americanos, si se hubiera dispuestopara la defensa, levantando fuertes donde era conveniente y construyendoen tiempo oportuno los buques de combate necesarios; si hubiera ahorcado Sagasta cuando fu por sus delitos sentenciado esta pena; si hubierapuesto en presidio Cnovas cuando public el manifiesto deManzanares, que produjo la sublevacin de Viclvaro; si hubieraprocesado Moret y todos sus cmplices en las malas artes de lapoltica; si hubiera residenciado los generales, que con susnegligencias y mala administracin dejaron en peligro el orden en las

    colonias; si hubiera fusilado en sus das todos los jefes y oficialesdel ejrcito que se pronunciaron; si hubiera proscrito la memoria deRiego y dems traidores, en vez de permitir que se venga celebrando con

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    un himno que ha sido heraldo de todos los trastornos sociales; porltimo, Espaa se hubiera defendido de los _yanquis_ y conservado suimperio colonial, habiendo ella permanecido fiel su espritureligioso, sus leyes y su carcter tradicional, y no habiendofomentado en su seno las libertades de perdicin, el espritu liberal yel traidor masonismo, que por medio de los gobiernos degenerados impos y de sus cmplices venales y ambiciosos polticos, la tenan

    privada de todas sus grandezas, de sus nobles energas y de su poder,hasta ponerla en el peligro de los desastres y de las prdidas msespantosas.

    [imagen decorativa]

    III

    Voz de dolor... La guerra y la democracia.--Los brbaros del

    Occidente y sus ideales.--Anarqua gubernamental.--El xodo de la escuadra.--Invocacin: primeras vctimas.--Ansiedades.--Preparando la catstrofe.--Santiago... y abajo Espaa.

    Si existiera en el mundo un pueblo que por el olvido de su historia,desprecio de su religin, divisiones intestinas, dilapidaciones de sustesoros pblicos, conculcacin de la justicia y desapoderadasambiciones, fuera esclavo de todas las concupiscencias y juguete de losms cnicos y audaces ciudadanos, ese pueblo merecera que sobre lcayeran toda clase de males, infortunios, guerras y desolaciones, hastala ms grande humillacin, para que recuperara el buen sentido yreconociera sus culpables extravos, antes de llegar ser despreciado

    de sus hijos y de las dems naciones, y objeto de la indignacin divina.

    Nos causa tristeza reconocer esta verdad; pero ese pueblo existe, y esel pueblo espaol, que acaba de ser vctima de las ms tremendasdesgracias y de las mayores expiaciones.

    Slo en parbolas es posible dar conocer bien las fuentes del dolorque inundan de amargura el corazn de Espaa.

    Los bandidos de la comarca de Estatopolis, tenan deliberados propsitosde apoderarse de los bienes que en aquellos lugares posea un rico noblellamado D. Len Castilla. Mientras ste tuvo amigos poderosos y fieles

    servidores, no se atrevieron los ladrones penetrar en la hacienda desu vecino; mas cuando por las desgracias de familia fu el granpropietario perdiendo sus amigos y la fidelidad de sus criados,entonces, envalentonados los bandidos, se apoderaron de las ricaspropiedades y maltratando al vecino y amigo le arrojaron de ellas comose despide un husped intruso y molesto. No es posible ponderar eldolor que sufri el noble propietario al verse desposedo de sus bienesy tratado de un modo tan inhumano, pues slo conserv la vida noresistiendo los depredadores de sus bienes.

    La democracia, que segn sus apstoles ha venido al mundo para acabarcon la tirana de los reyes y de sus ambiciones personales y dar la paz todos los hombres, reconocindolos como hermanos, iguales y libres,

    esa democracia es la que proclama injustamente la guerra, y suprotagonista ha sido la nacin ms demcrata del universo: la Repblicafederal del norteamrica.

  • 7/21/2019 La Voz de Espaa Contra Todos Sus Enemigos

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    Es evidente que un pueblo sin religin y sin moral verdadera no puedeamar los hombres, ni practicar la justicia, ni respetar la libertad,ni sentir la igualdad: por esta causa, en ninguna nacin son msdesiguales las fortunas, ni hay ms esclavos del trabajo, ni menoscaridad cristiana que en los Estados-Unidos.

    * * * * *

    Para anunciar sus misteriosos designios sobre el mundo, envi el Seorlos profetas, y los apstoles para predicar los hombres las verdadesdel Evangelio: para edificar los pueblos con el ejemplo de lasvirtudes forma los santos, y para castigar las naciones que prevarican,permite que enemigos poderosos las combatan y humillen.

    Esto vemos en la historia y es la ley de la providencia, con la cualDios gobierna los hombres y las sociedades.

    La guerra de los Estados-Unidos tiene para nosotros los caracteres de un

    gran castigo; se ha presentado como inevitable, desgraciada en todos susaccidentes y terrible en sus consecuencias.

    El gigante de la Amrica del Norte, armado para la guerra, se levanta,avanza y extiende sus poderosos brazos, uno por el Pacfico, por elAtlntico el otro, para ahogar entre ellos los dominios de Espaa enaquellos mares.

    No va como nuestro inmortal Quijote enderezar entuertos ni desfaceragravios; sus ideales no son los del Caballero de la triste figura.

    * * * * *

    Entretanto todo es apresuramiento y confusin en las esferasgubernamentales de Espaa. Quieren los Ministros hacer en veinte ycuatro horas lo que no haban hecho en los veinte aos transcurridosdesde la paz del Zanjn.

    Hacen venir del extranjero trenes de municiones, y gastan muchosmillones en comprar barcos para la guerra, y que no podan ir alcombate.

    En vano los bautizan con los nombres de _Patriota_, de _Rpido_ y de_Meteoro_; porque ni sirven para defender la patria, ni son rpidosen la navegacin, aunque sean meteoro en las manos de los agentes de

    negocios.Al fin se haca algo, y se improvisaban las defensas como los ministros,y stos daban seales de actividad, formando nuevas escuadras que habande pasar y repasar el canal de Suez, como principio de una repatriacinanticipada.

    Como si la anarqua hubiera tomado asiento al lado del gobierno paraaconsejarle lo que era ms pernicioso la patria, as no se dabanrdenes prudentes ni salvadoras, y todo se dirige por el patrn de lasprimeras disposiciones dadas los marinos del Atlntico.

    * * * * *

    Damos un nombre bblico la salida de la escuadra de las islas de CaboVerde, porque nos recuerda otra catstrofe en el mar.

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    Si el gobierno fu, segn las apariencias, sorprendido por la guerra, lofu mucho ms nuestra marina en su estado de preparacin, no en el nimode sus jefes.

    Faltas gravsimas, que aqu no debemos mencionar, haban impedido laescuadra su preparacin, el abastecimiento y el encontrarse en lugar

    oportuno para defenderse, sin muy graves inconvenientes, de laspoderosas escuadras de los Estados-Unidos.

    Adems de esta circunstancia tan desfavorables, tena nuestra marina lamayor de todas; cual era su gran inferioridad en el nmero de buques yen el poder ofensivo y defensivo de los mismos; y no obstante losinformes, representaciones y telegramas dirigidos al gobierno, ste, tanmal asesorado como peor infludo, sin concierto ni plan, ordena lasalida de la escuadra para el mar de las Antillas, donde ya la esperabanlas enemigas.

    Creemos que en la historia de los ejrcitos y de la marina, no se ha

    ofrecido otra ocasin en la que se pudiera justificar de algn modo ladesobediencia, un pronunciamiento.

    El que hizo la marina en Cdiz en Septiembre de 1868, y que di origen la Revolucin, nunca se ha justificado; pero el regreso de la escuadrade Cabo Verde y su desobediencia las rdenes del gobierno para salvarlos intereses generales que ste comprometa, mandndola sufrir unaderrota inevitable, hubiera tenido su razn y justificacin debida:primero entre las personas conocedoras del arte de la guerra, y despusante la nacin, cuando los resultados correspondieran los motivos quese haban tenido presentes, como los dej expuestos el inteligente yprudente general Cervera: mas la marina, por medio de su digno jefe y delos comandantes de los buques, haba prometido obedecer en todo, y

    cumpli su palabra, evitando una confusin y un ejemplo funesto para elporvenir de nuestra patria.

    Si al fin del siglo, tanto el ejrcito como la marina, hubierandesobedecido al gobierno, se podra decir ahora, que habamos acabado deperder nuestra soberana en Amrica por la falta de los llamados defenderla; y entonces el rgimen liberal y la turba de los polticoshabran quedado impunes y en cierto modo libres de las tremendasacusaciones, que actualmente pesan sobre ellos, y por las cuales han deser sentenciados perptuo ostracismo.

    Habiendo, pues, la marina cumplido con exceso sus deberes, toda la

    responsabilidad de los desastres y de las prdidas consiguientes, quedan cargo de los que ordenaron tan imprudente salida.

    * * * * *

    Mientras que la ventura sale nuestra escuadra, singla desde Hong-Kongla que tenan all estacionada los americanos, para bombardear Manila....

    Sombras inmortales de Magallanes, de Legazpi y de Simn de Anda, porqu no sals de vuestros sepulcros detener esos buques enemigos? Noveis que van destruir vuestra obra civilizadora?

    Llevan en sus bodegas cajas de fusiles y ametralladoras para renovar lainsurreccin fratricida; y sobre las cubiertas, la formidable artilleraque destrozara nuestros barcos y la ciudad de Manila, por vosotros

  • 7/21/2019 La Voz de Espaa Contra Todos Sus Enemigos

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    fundada y recuperada.

    Sus tripulantes son hijos de la Amrica del Norte, donde la perfidiatiene su asiento, y su trono la ambicin y la soberbia; ellos no van ese Archipilago como vosotros fusteis, para libertar de la idolatra yde la barbarie sus habitantes y someterlos la obediencia de un reycatlico; van llevar la discordia, la guerra y la libertad del error;

    van establecer el imperio de la masonera y de la indiferenciareligiosa; van robar Espaa sus derechos y explotar las riquezasdel pas en beneficio propio.

    Como las aves de rapia que se preparan para caer de improviso sobre suspresas, as ellos vienen presurosos desde las costas de la China, dondeestaban esperando el da fatal de una guerra insidiosa y contra tododerecho premeditada....

    Y t, sombra de Monroe, que en este siglo has proclamado desde elCapitolio de Washington, que Europa no tena derecho para intervenir enlos negocios de las naciones americanas, por qu permites que tus

    ciudadanos intervengan en los de la Occeana?Si tu colega Mac-Kinley y su Congreso ordenan esta invasin contraria tu doctrina, vuela, ve y diles: que si Amrica ha de ser para losamericanos y la Occeana para los occenicos, que los _yanquees Shoes_, los de los zapatos de madera con clavos, regresen su pas de orgeny dejen los pobres indios, que viven y los _pieles rojas_, que nohan exterminado, y no se entrometan ms en querer su vandlico mododominar al mundo.

    Si as no lo haces y no te obedecen, quedar tu doctrina deslucida y tupueblo la altura de los bandidos....

    No hay obra de iniquidad, ni infamia increble, ni sangriento crmen queno se haya cometido en el mundo por la ambicin humana.

    Ella llev Alejandro al Asia, hizo pasar al Csar el Rubicn, puso elalfange en las manos de Mahoma, trastorn la Europa por medio deBonaparte y conduce las Antillas y Filipinas las flotas americanas.

    La ambicin pone el ridculo mandil en el pecho de los hombres, lamentira en sus bocas y el odio en sus corazones; la ambicin fomenta lasinsurrecciones de los mambises y de los tagalos, la codicia de lossindicatos de Nueva York, y el vehemente deseo de riquezas y honores enlos soberbios; y en tanto que exalta por un lado las pasiones

    infernales, por el otro hace que se les sacrifiquen todos los deberes.Por la ambicin de mando se creen los polticos estadistas eminentes, ypor no dejar el poder cuando lo han alcanzado, persisten en sus errores,y su ambicin sacrifican la conciencia, la dignidad, y el patriotismo.Por la ambicin de algunos espaoles se halla Espaa los burdos piesde los _yanquis_.

    Desventurada patria ma, que tienes por gobernantes hombres imperitos sin conciencia: mira como entregan tus hijos las crueles manos detus enemigos; la obra de tres siglos se ha derrumbado en cuatro horas,al sepultarse ardiendo tus dbiles barcos en la baha de Manila.

    Las primeras vctimas han muerto hericamente, pero sus sacrificios nosalvarn tu soberana en aquellos mares; porque la inmoralidad, lacorrupcin, la discordia de las sectas y el mal ejemplo de tus

  • 7/21/2019 La Voz de Espaa Contra Todos Sus Enemigos

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    representantes, haban ya debilitado tu poder y tus derechos soberanos.

    * * * * *

    Despus del gran desastre de Cavite, eran extraordinarias las ansiedadesdel pueblo espaol por saber la suerte que esperaba la escuadra deCervera, refugiada en la baha de Santiago de Cuba, cuya plaza,

    bloqueada por mar, empezaba ser hostilizada por tierra.

    En vano en sentidos y enrgicos telegramas haba pedido refuerzos elgeneral Linares: la escuadra estaba segura en la baha, y sustripulantes ayudaban defender por tierra la ciudad.

    Los rusos se vieron en Sebastopol en un trance parecido, y aunque tenanen el puerto ciento dos buques de guerra con ms de dos mil caones, nointentaron romper el bloqueo: pero las autoridades espaolas no vensiquiera la ayuda que les presta la fiebre amarilla diezmando cada dael ejrcito de Sthafer: todo parece que va dirigido preparar lacatstrofe ms horrenda.

    Cuando se piensa en la situacin insostenible del ejrcito _yanqui_ante Santiago de Cuba; cuando se palpa que los infames invasores iban sufrir un terrible descalabro, y luego se ve que en los momentosdecisivos lleg la orden de que saliera la escuadra y esto sigui lacapitulacin, etc. etc., no hay ms remedio que confesar, que chorreasangre todo lo ocurrido y que en ello hay algn misterio, slo conocidopor determinados personajes.

    No somos nosotros solos los que lo decimos.

    He aqu otra opinin autorizada.

    El capitn de fragata ruso Livene, que estuvo como agregado naval en laflota americana durante la ltima guerra contra Espaa, ha dadorecientemente una conferencia en el Crculo de los Ejrcitos de mar ytierra en San Petersburgo, sobre el desembarco efectuado cerca deSantiago de Cuba por los norteamericanos, la cual han asistido elgeneral Kouropatkine, ministro de la Guerra, bastantes generales y msde cuatrocientos oficiales de la guarnicin.

    Lo ms saliente de dicha conferencia fu lo que sigue:

    Siendo siempre un desembarco muy peligroso cuando el enemigo tieneelementos en el mar, aunque sean poco considerables, los americanos

    tomaron con razn, como primer objetivo de la campaa, la destruccin dela flota del almirante Cervera, que se haba refugiado en la baha deSantiago de Cuba. Pero no pudiendo franquear el estrecho paso de laentrada, bien defendido por torpedos, ni d