Lago_ABC Cultural 09 11 2013 página doble 10 y 11 primera cultural

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Eduardo Lago valora como un regalo de los dioses «El original de Laura», el libro inacabado de Nabokov que la crítica condenó. De él nace su novela «Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee» «Me considero parte del canon español» S entado al fondo de una librería, en una silla pequeña y ante una mesa pequeña, Eduardo Lago (Pre- mio Nadal 2006 por Llámame Brooklyn) parece más grande. Sus cejas gruesas le dan som- bra a los ojos y suscitan con- fianza. Gran entrevistador, pronto torna la entrevista en conversación. «Lo que a mí me volvió loco –y le transmití esa locura a mi personaje– es el privilegio de que un genio se muera dejando a su criatura a medio hacer.» Su personaje Hallux contra- ta a un escritor fantasma y dice: «Los escritores de ver- dad […] no somos capaces de salir de nosotros mismos y eso es una limitación espantosa. Estamos encadenados». Que- ría preguntarle por eso. Estamos encadenados a nues- tra imaginación. Según V. S. Naipaul, en un libro de memo- rias, en un ensayo, puedes men- tir, pero en la ficción sale tu verdadera personalidad. Un li- bro de Proust es un libro de Proust, y un libro de Dickens es un libro de Dickens. Para completar el libro de Nabokov, mi personaje, que es escritor, debe contratar a alguien que no tenga imaginación, porque él solo podría escribir su pro- pia poética. En sus páginas hay una críti- ca al «best seller». Es un tema sobre el que no paro de reflexionar. No desprecio los best sellers. No necesitamos un planeta lleno de intelectuales comentando el Ulises. Pero me parece muy malo lo que se hace alrededor del fenómeno. El best seller está dominado por unas técnicas de marketing que con- taminan el gusto de la gente. Hay quien defiende que del «best seller» se pasa a leer otros títulos. Ese paso no se da porque se de- forma el gusto. Si tú acostum- bras el gusto a cosas mediocres, no puedes dar el salto. En un momento de la novela, se dice: «Según el novelista ruso ninguna obra literaria contemporánea acaba de transmitir el misterio del acto sexual». ¿Cómo escribir el sexo? Hablé de esto con James Salter en mi última entrevista. Él hace años publicó Juego y distrac- ción. Allí tiene (y le salió muy bien, muy valiente) descripcio- nes eróticas explícitas que es- candalizaron mucho. Ahora, en su última novela [All that is], este hombre de 87 años que tie- ne limpia la memoria y los re- cuerdos logra algo misterioso: de una manera elegante y sin que sea necesario escribirlo, consigue que el lector «vea» el misterio del encuentro de los cuerpos. No se ha resuelto este asunto del sexo en la literatu- ra, a pesar de que el amor es, junto con la muerte, el meca- nismo que mueve la literatura. ¿Y cuál es la relación entre Nabokov y el deseo? Nabokov escribe Lolita y es, al publicarse, número uno en EE.UU. Cuenta una historia de sexo entre un hombre maduro y una niña de doce años. Nabo- kov crea ese mito extraño y obli- ga a la gente a mirar algo que no se mira, aunque es un libro mucho más interesante por lo no sexual. Ha vivido en permanente con- tacto con la escritura y con la lectura: ¿qué ha cambiado en su manera de leer? Como lector, uno cambia. Hay un elemento de sorpresa que nunca termina pero, como es- cribía Capote en el prólogo de Música para camaleones, cuan- do eres escritor Dios te da un látigo. Empezar a escribir es trágico, porque descubres la diferencia entre la buena es- critura y la mala, y luego en- tre la buena y la genial. Ese su- frimiento te acompaña en la lectura. Vive desde hace más de trein- ta años en Nueva York, se en- cuentra entre dos mundos li- terarios. ¿Le crea algún pro- blema esa dualidad? Yo creo que me enriquece. En EE.UU. ahora mismo se está produciendo una renovación muy interesante del género no- velístico y, sin establecer com- paraciones tontas del tipo «Eu- ropa está vieja y cansada», ¿quiénes son los verdaderos re- novadores de la literatura en inglés? Los indios, los jamai- canos, Walcott, Naipaul, Coet- zee, que es africano... Y yo, no es que los lea, es que me rozo los codos con ellos. Creo que mi próxima novela será en in- glés. Pero soy español y me con- sidero parte del canon español. ¿Cree que es más fácil plas- mar artísticamente el dolor que la felicidad? Ya lo dijo Tolstói en la primera frase de Anna Karenina: las fa- milias felices son todas iguales. La literatura trans- forma el dolor en belleza. En este sentido, la felicidad ni siquiera motiva. Un hom- bre feliz no va a estar escri- biendo. Sin embargo, un ar- tista que sufre escribe para tratar de entender su deso- rientación. Es en lo difícil cuando uno se siente acom- pañado por la escritura. Es el viaje al infierno con un guía, con Virgilio. PALOMA TORRES ABC cultural SÁBADO, 9 DE NOVIEMBRE DE 2013 abc.es/cultura-cultural/cultural.asp 11 Libros 10 «LOVE STORY» DIGITAL R econozco cierta fascina- ción por el fenómeno que ha provocado La canción número 7. Esta novela fue autoeditada en formato di- gital y se colgó en Amazon al módico precio de 0,98 euros. El éxito fue tan impresionante –llegó a número 1 en ventas en la distribuidora digital– que Te- mas de Hoy ha decidido publi- car la obra en «formato papel». La canción número 7 es una historia de género romántico –antes «novela rosa»– que se encuadra en la tendencia de Fe- derico Moccia. Su trama abun- da en modos de eficacia narra- tiva evidentes. El estilo es ágil; el argumento, pura norma ca- nónica: chico guapo (Carlos) enamora a chica con oscuros problemas (Blanca), pero a la larga es ella la que redime los grandes dilemas que él no sabe resolver. Convendría decir que, den- tro del género, La canción nú- mero 7 es una narración más compleja que las habituales y que hay una morosidad en el tratamiento de los personajes que la aleja del estilo un tanto simplón de sus colegas. El libro cumple con las expectativas: a pesar de las dificultades, la fe- licidad se impone. La de Lena Blau es, pues, una historia que nos habla de amis- tad, amor, superación, perdón y redención; también del bene- ficio inesperado que nos otor- gan ciertas personas al pasar por nuestra vida. Su moraleja: que la voluntad puede vencer nuestros propios demonios. Sin embargo, ello no significa que la narración se atenga a tópi- cos surgidos de manuales de autoayuda, ya que el argumen- to se imbrica perfectamente en cierta idea del sacrificio, pre- sente en toda love story. El que no sea trágica radica en que es una acotación en un tiempo cor- to, lo que le otorga cierta visión optimista, no forzada. Es una de las muestras del buen hacer de la autora. Por último, no debo desvelar cuál es la canción nú- mero 7. Es esencial en el libro. JUAN ÁNGEL JURISTO LA CANCIÓN NÚMERO 7 LENA BLAU Narrativa Temas de Hoy, 2013 17,90 euros E-book: 9,99 euros LA ANTINOVELA DE EDUARDO LAGO B altasar Gracián, el con- ceptista sobre el que Eduardo Lago realizó su tesis doctoral, creía que el su- premo Arte coincidía con el ar- tificio. A la altura de la mitad del siglo XVII no se podía escri- bir con inocencia. Igual le ocu- rre a Lago con esta extraña y soberbia novela, que es un ar- tefacto, un arma cargada de fu- turo, porque ha evitado preci- samente tener futuro. Nos mete Aurora Lee en un laberinto cuya única salida es la no salida: el borrado, la ta- chadura, el silencio. Ese pare- ce ser el diagnóstico que su au- tor tiene respecto a las histo- rias noveladas. Implica, en su aspecto externo, una interpre- tación de la novela inacabada de Vladimir Nabokov, El origi- nal de Laura, una sucesión de 138 fichas que finalizan en la última, la serie de sinónimos de la destrucción: «Eliminar, suprimir, borrar, tachar, cance- lar, anular, obliterar». Pero con- sidero que lo que Eduardo Lago ha hecho es algo más que una glosa de Nabokov. En clave En realidad, la obra póstuma que el genial ruso no deseaba ver publicada es aquí única- mente un pretexto. Lo que Lago ha querido hacer es una paro- dia del mercado literario (su haz) y un homenaje paralelo a la ficción verdaderamente crea- dora (su envés). Esta obra suya es las dos cosas a la vez y de modo inseparable. Se compor- ta como una novela escrita en clave. Si aceptas el juego, si en- tras en la clave, te parece genial. A mí me lo ha parecido. Si que- das fuera de ese juego (la nove- la prevé que es lo que le ocurri- rá a casi todo el mundo), pare- cerá un disparate construido incluso para poner nerviosos a los críticos, según llega a afir- marse. Para entender el artefacto cabría imaginar qué les pare- cería el Quijote a aquellos (mu- chos) que lo hubieran compra- do queriendo leer una novela de caballerías, con encanta- mientos «verdaderos». Se en- contrarían con otra cosa, con una teoría de la novela del fu- turo que pasaba por reírse a carcajadas de la del pasado. Ese me parece el punto de par- tida de Eduardo Lago en este texto, que resulta así cervan- tino, al cargarse con concien- cia y alevosía la novela de su presente. Carga explosiva No es que su broma dinamite como un bombazo únicamen- te la novela (el suceder de una historia a unos personajes más o menos semejantes a los rea- les), de la cual los best seller y el género negro son un epifenó- meno, sino que su carga explo- siva se dirige a todo el sistema literario en su conjunto, plaga- do de mercadeo, de agentes li- terarios (aparece aquí El Cha- cal, contrafigura de Andrew Wylie; un perverso persegui- dor del manuscrito con el cual un tal Marlowe completa, por encargo de Benjamin Hallux, la inconclusa novela de Vladi- mir Nabokov). El matrimonio Auster La cómplice de Chacal en la edi- torial se llama Jennifer López, y los guiños a la cultura de ma- sas son constantes en una no- vela que parodia situaciones detectivescas –llamadas desde cabinas, hurtos y persecucio- nes–, millonarios de Malibú que pagan una autobiografía a Mar- lowe (nombre que debe tanto a Conrad como a Chandler) y los paisajes del Pacífico que so- ñara Melville. Todo un suceder- se de disparates convertido en carnaval de máscaras con las que la Historia de la novela se ha ido disfrazando. No oculta Lago su homena- je a esa otra dimensión litera- ria donde caben Cervantes y el Bouvard y Pécuchet de Flau- bert (héroes admirados aquí por un chino de ininteligible habla inglesa), hasta llegar a Pynchon, David Foster Walla- ce y los vanguardistas norte- americanos antirrealistas. Pero no todo es sucesión de máscaras paródicas. La parte final, incluido un paradójico guiño a sus amigos Siri Hustvedt y Paul Auster, termi- na siendo una apología de la ficción como creación, pero a costa de un compromiso que sin embargo la novela no se atreve a situar en ningún si- tio. Aunque desde luego una cosa sabemos tras leerla: solo cabe en una escritura que vaya más allá de sí misma, como la de Finnegans Wake. Hermosa y noble locura. J. M. POZUELO YVANCOS JUEGO LITERARIO «El original de Laura», de Nabokov (arriba), es la excusa a partir de la cual urde Lago esta historia. Abajo, las notas que tomó Nabokov para preparar su novela PASCAL PERICH SIEMPRE SUPE QUE VOLVERÍA A VERTE, AURORA LEE EDUARDO LAGO Narrativa Malpaso, 2013. 22 euros JAMES SALTER Eduardo Lago entrevistó al escritor nortea- mericano hace unos meses. Destaca de él que en su escritura ha enfrentado el sexo de maneras diversas LOLITA Con ella, según Lago (arriba), Nabokov creó un mito contemporáneo, reconocible incluso por aquellos que no han leído la novela. Contrasta con el escaso eco que consiguió «El original de Laura» La literatura «Transforma el dolor en belleza. En este sentido, la felicidad ni siquiera motiva» Los «best sellers» «No los desprecio. No necesitamos un planeta lleno de intelectuales comentando el ‘‘Ulises’’»

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Eduardo Lago valora como un regalo de los dioses «El original de Laura», el libro inacabado de Nabokov que la crítica condenó. De él nace su novela «Siempre supe que volvería a verte, Aurora Lee»

«Me considero parte del canon español»

Sentado al fondo de una librería, en una silla pequeña y ante una mesa pequeña, Eduardo Lago (Pre-

mio Nadal 2006 por Llámame Brooklyn) parece más grande. Sus cejas gruesas le dan som-bra a los ojos y suscitan con-fianza. Gran entrevistador, pronto torna la entrevista en conversación. «Lo que a mí me volvió loco –y le transmití esa locura a mi personaje– es el privilegio de que un genio se muera dejando a su criatura a medio hacer.» Su personaje Hallux contra-ta a un escritor fantasma y dice: «Los escritores de ver-dad […] no somos capaces de salir de nosotros mismos y eso es una limitación espantosa. Estamos encadenados». Que-ría preguntarle por eso. Estamos encadenados a nues-tra imaginación. Según V. S. Naipaul, en un libro de memo-rias, en un ensayo, puedes men-tir, pero en la ficción sale tu verdadera personalidad. Un li-bro de Proust es un libro de Proust, y un libro de Dickens es un libro de Dickens. Para completar el libro de Nabokov, mi personaje, que es escritor, debe contratar a alguien que no tenga imaginación, porque él solo podría escribir su pro-pia poética. En sus páginas hay una críti-ca al «best seller». Es un tema sobre el que no paro de reflexionar. No desprecio los best sellers. No necesitamos un planeta lleno de intelectuales comentando el Ulises. Pero me parece muy malo lo que se hace alrededor del fenómeno. El best seller está dominado por unas técnicas de marketing que con-taminan el gusto de la gente. Hay quien defiende que del «best seller» se pasa a leer otros títulos. Ese paso no se da porque se de-forma el gusto. Si tú acostum-bras el gusto a cosas mediocres, no puedes dar el salto. En un momento de la novela,

se dice: «Según el novelista ruso ninguna obra literaria contemporánea acaba de transmitir el misterio del acto sexual». ¿Cómo escribir el sexo? Hablé de esto con James Salter en mi última entrevista. Él hace años publicó Juego y distrac-ción. Allí tiene (y le salió muy bien, muy valiente) descripcio-nes eróticas explícitas que es-candalizaron mucho. Ahora, en su última novela [All that is], este hombre de 87 años que tie-ne limpia la memoria y los re-cuerdos logra algo misterioso: de una manera elegante y sin que sea necesario escribirlo, consigue que el lector «vea» el misterio del encuentro de los cuerpos. No se ha resuelto este asunto del sexo en la literatu-ra, a pesar de que el amor es, junto con la muerte, el meca-nismo que mueve la literatura. ¿Y cuál es la relación entre Nabokov y el deseo? Nabokov escribe Lolita y es, al publicarse, número uno en EE.UU. Cuenta una historia de sexo entre un hombre maduro y una niña de doce años. Nabo-kov crea ese mito extraño y obli-ga a la gente a mirar algo que no se mira, aunque es un libro mucho más interesante por lo no sexual.

Ha vivido en permanente con-tacto con la escritura y con la lectura: ¿qué ha cambiado en su manera de leer? Como lector, uno cambia. Hay un elemento de sorpresa que nunca termina pero, como es-cribía Capote en el prólogo de Música para camaleones, cuan-do eres escritor Dios te da un látigo. Empezar a escribir es trágico, porque descubres la diferencia entre la buena es-critura y la mala, y luego en-tre la buena y la genial. Ese su-frimiento te acompaña en la lectura. Vive desde hace más de trein-ta años en Nueva York, se en-cuentra entre dos mundos li-terarios. ¿Le crea algún pro-blema esa dualidad? Yo creo que me enriquece. En EE.UU. ahora mismo se está produciendo una renovación muy interesante del género no-velístico y, sin establecer com-paraciones tontas del tipo «Eu-ropa está vieja y cansada», ¿quiénes son los verdaderos re-novadores de la literatura en inglés? Los indios, los jamai-canos, Walcott, Naipaul, Coet-zee, que es africano... Y yo, no es que los lea, es que me rozo los codos con ellos. Creo que mi próxima novela será en in-glés. Pero soy español y me con-sidero parte del canon español. ¿Cree que es más fácil plas-mar artísticamente el dolor que la felicidad? Ya lo dijo Tolstói en la primera frase de Anna Karenina: las fa-milias felices son todas iguales. La literatura trans-forma el dolor en belleza. En este sentido, la felicidad ni siquiera motiva. Un hom-bre feliz no va a estar escri-biendo. Sin embargo, un ar-tista que sufre escribe para tratar de entender su deso-rientación. Es en lo difícil cuando uno se siente acom-pañado por la escritura. Es el viaje al infierno con un guía, con Virgilio.

PALOMA TORRES

ABC culturalSÁBADO, 9 DE NOVIEMBRE DE 2013

abc.es/cultura-cultural/cultural.asp 11Libros10

«LOVE STORY» DIGITAL

Reconozco cierta fascina-ción por el fenómeno que ha provocado La

canción número 7. Esta novela fue autoeditada en formato di-gital y se colgó en Amazon al módico precio de 0,98 euros. El éxito fue tan impresionante –llegó a número 1 en ventas en la distribuidora digital– que Te-mas de Hoy ha decidido publi-car la obra en «formato papel».

La canción número 7 es una historia de género romántico –antes «novela rosa»– que se encuadra en la tendencia de Fe-derico Moccia. Su trama abun-da en modos de eficacia narra-tiva evidentes. El estilo es ágil; el argumento, pura norma ca-nónica: chico guapo (Carlos) enamora a chica con oscuros problemas (Blanca), pero a la larga es ella la que redime los grandes dilemas que él no sabe resolver.

Convendría decir que, den-tro del género, La canción nú-mero 7 es una narración más compleja que las habituales y que hay una morosidad en el tratamiento de los personajes que la aleja del estilo un tanto simplón de sus colegas. El libro cumple con las expectativas: a pesar de las dificultades, la fe-licidad se impone.

La de Lena Blau es, pues, una historia que nos habla de amis-tad, amor, superación, perdón y redención; también del bene-ficio inesperado que nos otor-gan ciertas personas al pasar por nuestra vida. Su moraleja: que la voluntad puede vencer nuestros propios demonios. Sin embargo, ello no significa que la narración se atenga a tópi-cos surgidos de manuales de autoayuda, ya que el argumen-to se imbrica perfectamente en cierta idea del sacrificio, pre-sente en toda love story. El que no sea trágica radica en que es una acotación en un tiempo cor-to, lo que le otorga cierta visión optimista, no forzada. Es una de las muestras del buen hacer de la autora. Por último, no debo desvelar cuál es la canción nú-mero 7. Es esencial en el libro.

JUAN ÁNGEL JURISTO

LA CANCIÓN NÚMERO 7 LENA BLAU

Narrativa Temas de Hoy, 2013 17,90 euros E-book: 9,99 euros �

LA ANTINOVELA DE EDUARDO LAGO

Baltasar Gracián, el con-ceptista sobre el que Eduardo Lago realizó su

tesis doctoral, creía que el su-premo Arte coincidía con el ar-tificio. A la altura de la mitad del siglo XVII no se podía escri-bir con inocencia. Igual le ocu-rre a Lago con esta extraña y soberbia novela, que es un ar-tefacto, un arma cargada de fu-turo, porque ha evitado preci-samente tener futuro.

Nos mete Aurora Lee en un laberinto cuya única salida es la no salida: el borrado, la ta-chadura, el silencio. Ese pare-ce ser el diagnóstico que su au-tor tiene respecto a las histo-rias noveladas. Implica, en su aspecto externo, una interpre-tación de la novela inacabada de Vladimir Nabokov, El origi-nal de Laura, una sucesión de 138 fichas que finalizan en la última, la serie de sinónimos de la destrucción: «Eliminar, suprimir, borrar, tachar, cance-lar, anular, obliterar». Pero con-sidero que lo que Eduardo Lago ha hecho es algo más que una glosa de Nabokov.

En clave En realidad, la obra póstuma que el genial ruso no deseaba ver publicada es aquí única-mente un pretexto. Lo que Lago ha querido hacer es una paro-dia del mercado literario (su haz) y un homenaje paralelo a la ficción verdaderamente crea-dora (su envés). Esta obra suya es las dos cosas a la vez y de modo inseparable. Se compor-ta como una novela escrita en clave. Si aceptas el juego, si en-tras en la clave, te parece genial. A mí me lo ha parecido. Si que-das fuera de ese juego (la nove-la prevé que es lo que le ocurri-rá a casi todo el mundo), pare-cerá un disparate construido

incluso para poner nerviosos a los críticos, según llega a afir-marse.

Para entender el artefacto cabría imaginar qué les pare-cería el Quijote a aquellos (mu-chos) que lo hubieran compra-do queriendo leer una novela de caballerías, con encanta-mientos «verdaderos». Se en-contrarían con otra cosa, con una teoría de la novela del fu-turo que pasaba por reírse a carcajadas de la del pasado. Ese me parece el punto de par-tida de Eduardo Lago en este texto, que resulta así cervan-tino, al cargarse con concien-cia y alevosía la novela de su presente.

Carga explosiva No es que su broma dinamite como un bombazo únicamen-te la novela (el suceder de una historia a unos personajes más o menos semejantes a los rea-les), de la cual los best seller y el género negro son un epifenó-

meno, sino que su carga explo-siva se dirige a todo el sistema literario en su conjunto, plaga-do de mercadeo, de agentes li-terarios (aparece aquí El Cha-cal, contrafigura de Andrew Wylie; un perverso persegui-dor del manuscrito con el cual un tal Marlowe completa, por encargo de Benjamin Hallux, la inconclusa novela de Vladi-mir Nabokov).

El matrimonio Auster La cómplice de Chacal en la edi-torial se llama Jennifer López, y los guiños a la cultura de ma-sas son constantes en una no-vela que parodia situaciones detectivescas –llamadas desde cabinas, hurtos y persecucio-nes–, millonarios de Malibú que pagan una autobiografía a Mar-lowe (nombre que debe tanto a Conrad como a Chandler) y los paisajes del Pacífico que so-ñara Melville. Todo un suceder-se de disparates convertido en carnaval de máscaras con las que la Historia de la novela se ha ido disfrazando.

No oculta Lago su homena-je a esa otra dimensión litera-ria donde caben Cervantes y el Bouvard y Pécuchet de Flau-bert (héroes admirados aquí por un chino de ininteligible habla inglesa), hasta llegar a Pynchon, David Foster Walla-ce y los vanguardistas norte-americanos antirrealistas.

Pero no todo es sucesión de máscaras paródicas. La parte final, incluido un paradójico guiño a sus amigos Siri Hustvedt y Paul Auster, termi-na siendo una apología de la ficción como creación, pero a costa de un compromiso que sin embargo la novela no se atreve a situar en ningún si-tio. Aunque desde luego una cosa sabemos tras leerla: solo cabe en una escritura que vaya más allá de sí misma, como la de Finnegans Wake. Hermosa y noble locura.

J. M. POZUELO YVANCOS

JUEGO LITERARIO «El original de Laura»,

de Nabokov (arriba), es la excusa a partir de la cual urde Lago esta

historia. Abajo, las notas que tomó Nabokov para

preparar su novela

PASCAL PERICH

SIEMPRE SUPE QUE VOLVERÍA A VERTE,

AURORA LEE EDUARDO LAGO Narrativa Malpaso, 2013. 22 euros �

JAMES SALTER Eduardo Lago

entrevistó al escritor nortea- mericano hace unos

meses. Destaca de él que en su

escritura ha enfrentado el sexo de maneras diversas

LOLITA Con ella, según Lago (arriba), Nabokov creó un mito contemporáneo, reconocible incluso por aquellos que no han leído la novela. Contrasta con el escaso eco que consiguió «El original de Laura»

√La literatura «Transforma el dolor en belleza. En este sentido, la felicidad ni siquiera motiva»

Los «best sellers» «No los desprecio. No necesitamos un planeta lleno de intelectuales comentando el ‘‘Ulises’’»