Lap Ulga Yel Profesor

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  • 7/23/2019 Lap Ulga Yel Profesor

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    La pulga y el profesorAutor: Hans Christian Andersen

    Haba una vez un aeronauta que termin un poco mal. Su globoestall, cay el pobre hombre y se hizo pedazos. Dos minutos anteshaba enviado a su ayudante a tierra en paracadas; fue una suerte

    para el ayudante, pues no slo sali indemne de la aventura, sino queadems se encontr en posesin de valiosos conocimientos sobreaeronutica; pero no tena globo, ni medios para procurarse uno.

    Como de un modo u otro tena que vivir, acudi a la prestidigitacin yartes similares; aprendi a hablar con el estmago y lo llamaronventrlocuo. Era joven y de buena presencia, y bien vestido siempre ycon bigote, poda pasar por hijo de un conde. Las damas loencontraban guapo, y una muchacha se prend de tal modo de su

    belleza y habilidad, que lo segua a todas las ciudades y pases delextranjero; all l se atribua el ttulo de profesor; era lo menos quepoda ser.

    Su idea fija era procurarse un globo y subir al espacio acompaado desu mujercita. Pero les faltaban los recursos necesarios.

    - Ya Llegarn - deca l.

    - Ojal! - responda ella.- Somos jvenes, y yo he llegado ya a profesor. Las migas tambinson pan!

    Ella le ayudaba abnegadamente vendiendo entradas en la puerta, locual no dejaba de ser pesado en invierno. Y le ayudaba tambin ensus trucos. El prestidigitador introduca a su mujer en el cajn de lamesa, un cajn muy grande; desde all, ella se escurra a una cajasituada detrs, y ya no apareca cuando se volva a abrir el cajn. Eralo que se llama una ilusin ptica.

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    Pero una noche, al abrir l el cajn, la mujer no estaba ni all ni en lacaja; no se vea ni oa en toda la sala. Aquello era un truco de la joven,la cual ya no volvi, pues estaba harta de aquella vida. l se hart

    tambin, perdi su buen humor, con lo que el pblico se aburra y dejde acudir. Los negocios se volvieron magros, y la indumentaria,tambin; al fin no le qued ms que una gruesa pulga, herencia de sumujer; por eso la quera. La adiestr, ensendole varios ejercicios,entre ellos el de presentar armas y disparar un can; claro que uncan pequeo.

    El profesor estaba orgulloso de su pulga, y sta lo estaba de s misma.Haba aprendido algunas cosas, llevaba sangre humana y haba estado

    en grandes ciudades, donde fue vista y aplaudida por prncipes yprincesas. Apareca en peridicos y carteles, saba que era famosa ycapaz de alimentar, no ya a un profesor, sino a toda una familia.

    A pesar de su orgullo y su fama, cuando viajaban ella y el profesor, lohacan en cuarta clase; la velocidad era la misma que en primera.Exista entre ellos un compromiso tcito de no separarse nunca nicasarse: la pulga se quedara soltera, y el profesor, viudo. Viene a serlo mismo.

    - Nunca debe volverse all donde se encontr la mxima felicidad -deca el profesor. Era un psiclogo, y tambin esto es una ciencia.

    Al fin recorrieron todos los pases, excepto los salvajes. En ellos secoman a los cristianos, bien lo saba el profesor; pero no siendo lcristiano de pura cepa, ni la pulga un ser humano acabado, pens queno haba gran peligro en visitarlos y a lo mejor obtendran pingesbeneficios.

    Efectuaron el viaje en barco de vapor y de vela; la pulga exhibi sushabilidades, y de este modo tuvieron el pasaje gratis hasta la tierra desalvajes.

    Gobernaba all una princesa de slo 18 aos; usurpaba el trono quecorresponda a su padre y a su madre, pues tena voluntad y era tanagradable como mal criada.

    No bien la pulga hubo presentado armas y disparado el can, la

    princesa qued tan prendada de ella que exclam:

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    - Ella o nadie!

    Se haba enamorado salvajemente, adems de lo salvaje que ya era de

    suyo.- Mi dulce y razonable hijita - le dijo su padre -. Si al menos sepudiese hacer de ella un hombre!

    - Eso djalo de mi cuenta, viejo - replic la princesa. Lo cual no esmanera de hablar sobretodo en labios de una princesa; pero noolvidemos que era salvaje.

    Puso la pulga en su manita.- Ahora eres un hombre; vas a reinar conmigo. Pero debers hacer loque yo quiera; de lo contrario, te matar y me comer al profesor.

    A ste le asignaron por vivienda un espacioso saln, cuyas paredeseran de caa de azcar; poda lamerlas, si quera, pero no era goloso.Dironle tambin una hamaca para dormir, y en ella le parecaencontrarse en un globo aerosttico, cosa que siempre haba deseadoy que era su idea fija.

    La pulga se qued con la princesa, ya en su mano, ya en su lindocuello. El profesor arranc un cabello a la princesa y lo at por un caboa la pata de la pulga, y por el otro, a un pedazo de coral que la damallevaba en el lbulo de la oreja.

    Qu bien lo pasamos todos, incluso la pulga!, pensaba el profesor.Pero no se senta del todo satisfecho; era un viajero innato, y gustabair de ciudad en ciudad y leer en los peridicos elogios sobre sutenacidad e inteligencia, pues haba enseado a una pulga aconducirse como una persona. Se pasaba los das en la hamacaganduleando y comiendo. Y no creis que coma cualquier cosa:huevos frescos, ojos de elefante y piernas de jirafa asadas. Es un errorpensar que los canbales slo viven de carne humana; sta es slo unagolosina.

    - Espalda de nio con salsa picante es un plato exquisito - deca lamadre de la princesa.

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    El profesor se aburra. Senta ganas de marcharse del pas de lossalvajes, pero no poda hacerlo sin llevarse la pulga: era su maravilla ysu sustento. Cmo cogerla? Ah estaba la cosa.

    El hombre venga darle vueltas y ms vueltas a la cabeza, hasta que, alfin, dijo:

    - Ya lo tengo!

    - Padre de la princesa, permitidme que haga algo. Queris queensee a los habitantes a presentar armas? A esto lo llaman cultura enlos grandes pases del mundo.

    - Y a m qu puedes ensearme? - pregunt el padre.- Mi mayor habilidad - respondi el profesor -. Disparar un can demodo que tiemble toda la tierra, y las aves ms apetitosas del cielocaigan asadas. La detonacin es de gran efecto, adems.

    - Venga el can! - dijo el padre de la princesa.

    Pero en todo el pas no haba ms can que el que haba tradoconsigo el profesor, y ste resultaba demasiado pequeo.

    - Fundir otro mayor - dijo el profesor -. Proporcionadme los mediosnecesarios. Me hace falta tela de seda fina, aguja e hilo, cuerdas,cordones y gotas estomacales para globos que se hinchan y elevan;ellas producen el estampido en el estmago del can.

    Le facilitaron cuanto peda.

    Todo el pueblo acudi a ver el gran can. El profesor no lo habaconvocado hasta que tuvo el globo dispuesto para ser hinchado yemprender la ascensin.

    La pulga contemplaba el espectculo desde la mano de la princesa. Elglobo se hinch, tanto, que slo con gran dificultad poda ser sujetado;estaba hecho un salvaje.

    - Tengo que subir para enfriarlo - dijo el profesor, sentndose en labarquilla que colgaba del globo -. Pero yo solo no puedo dirigirlo;

    necesito un ayudante entendido, y de cuantos hay aqu, slo la pulga

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    puede hacerlo.

    - Se lo permito, aunque a regaadientes - dijo la princesa, pasando alprofesor la pulga que tena en la mano.

    - Soltad las amarras! - grit l -. Ya sube el globo! Los presentesentendieron que deca: - Can!

    El aerostato se fue elevando hacia las nubes, alejndose del pas delos salvajes.

    La princesita, con su padre y su madre y todo el pueblo, quedaronesperando. Y todava siguen esperando, y si no lo crees, vete al pas

    de los salvajes, donde todo el mundo habla de la pulga y el profesor,convencidos de que volvern en cuanto el can se enfre. Pero locierto es que no volvern nunca, pues estn entre nosotros, en sutierra, y viajan en primera clase, no ya en cuarta. El globo ha resultadoun buen negocio. Nadie les pregunta de dnde lo sacaron; son genterica y honorable la pulga y el profesor.

    FIN

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