Larrain - Desafios de La Interculturalidad - Globalizacion e Identidad

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    GLOBALIZACIN E IDENTIDAD

    Jorge Larran

    Uno de los fenmenos claves de la modernidad es que la distancia espacial ya no supone la distancia temporal. Con la llegada de la modernidad el tiempo va perdiendo su contenido espacial y el espa-cio se va haciendo independiente de lugares o regiones. La moderni-dad crecientemente desconecta el espacio de lo local al poner en con-tacto lugares muy alejados a travs de los medios de comunicacin y los medios de transporte. Esto determina el surgimiento de nuevas relaciones sociales. Durante la mayor parte de la historia de la huma-nidad las formas de interaccin fueron cara a cara y acontecan den-tro de los confines de un lugar fsicamente compartido por los parti-cipantes. Al separar el espacio de lo local, la modernidad crea rela-ciones sociales con otros ausentes, ubicados en lugares alejados de los contextos locales de interaccin. De este modo la gente puede ahora interactuar sin compartir el mismo espacio o tiempo. La globalizacin es el resultado de estos dos fenmenos. Por ello Anthony Giddens la define como la intensificacin de las relaciones sociales universales que unen a distintas localidades de tal manera que lo que sucede en una localidad est afectado por sucesos que ocurren muy lejos y viceversa (Giddens, 1990: 64 ).

    Es conveniente resaltar tres dimensiones del fenmeno de la globalizacin. Primero est la dimensin de ampliacin de los efec-tos de las actividades econmicas, polticas y culturales a lugares

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  • remotos. Segundo est la dimensin de intensificacin de los niveles de interaccin e interconexin entre los Estados y naciones (McGrew, 1992: 68). Tercero est la dimensin del reordenamiento del espacio y el tiempo en la vida social. El desarrollo de redes globales de co-municacin y de complejos sistemas globales de produccin e inter-cambio disminuye el poder de las circunstancias locales sobre la vida de la gente y sta se ve crecientemente afectada por lo que ocurre en otros lados.

    Se han intentado numerosas explicaciones de la globalizacin que muestran una variedad de factores y dimensiones que inciden en este complejo fenmeno. Sin embargo, yo quiero centrar la atencin en la mediatizacin de la cultura (Thompson, 1995: 12-20 y 225-248), que juega un rol central, incluso para las otras dimensiones. Consiste en que los medios de comunicacin estn crecientemente moldeando la manera como las formas simblicas son producidas, transmitidas y recibidas en las sociedades modernas. Qu impacto tiene esto?

    Hay una tendencia que sostiene que a travs de la influencia de los medios de comunicacin, ha empezado a surgir una cultura universal de masas que afecta a las ms apartadas regiones del mundo. En cier-ta medida la cultura se ha desterritorializado. Con la globalizacin de la cultura el vnculo entre cultura y territorio se ha ido gradual-mente rompiendo y se ha creado un nuevo espacio cultural electrni-co sin un lugar geogrfico preciso (Robins, 1991: 29). La transmisin de la cultura moderna, crecientemente mediatizada por los medios de comunicacin, supera las formas personales y locales de comuni-cacin e introduce un quiebre entre los productores y los receptores de formas simblicas (Thompson, 1995: 29). El surgimiento de con-glomerados internacionales de comunicaciones que monopolizan la produccin de noticias, series de televisin y pelculas es un aspecto relevante de este quiebre.

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    Sin duda, hay algunos elementos de verdad en esta tendencia, pero es necesario matizarlos porque la idea de una cultura global desterritorializada y convergente no considera suficientemente el hecho de que simultneamente han ido resurgiendo las culturas loca-les. La globalizacin va siempre acompaada de la localizacin. Como dice Beck, '"global' significa traducido y 'conectado a tierra', 'en muchos lugares a la vez' y, por lo tanto es sinnimo de translocal" (Beck, 1998: 76). Robertson (1995) expresa esto mismo con su neo-logismo "glocalizacin", una mezcla de globalizacin y localizacin, dos fenmenos que no son mutuamente excluyentes. Los productos de consumo mundial, las comunicaciones y las informaciones se han globalizado, pero siempre son recibidos por individuos en sus con-textos locales. Como dice Thompson al referirse a las comunicacio-nes: "difusin globalizada y apropiacin localizada" (Thompson, 1995: 174).

    Si bien es cierto existen algunas formas de homogenizacin cultu-ral en el mundo, ellas nunca reducen las culturas locales a lo "norte-americano" o a lo "internacional". Las formas de homogenizacin tienen la capacidad de reconocer y absorber diferencias culturales, utilizan otras culturas sin disolverlas, operan a travs de ellas, no destruyen las culturas locales, las usan como medio (Hall, 1991: 28). Lo global no reemplaza a lo local, sino que lo local opera dentro de la lgica de lo global. La globalizacin no significa el fin de las diferen-cias culturales sino su creciente utilizacin.

    Es necesario evitar, adems, dos confusiones. La primera concibe a la globalizacin como un fenmeno teleolgico, es decir, un proce-so que conduce inexorablemente a un fin que sera la comunidad humana universal culturalmente integrada. Esto no es as. La globalizacin es un proceso contingente y dialctico que avanza en-gendrando dinmicas contradictorias. Puede dar ventajas econmi-cas de comercio exterior por un lado y producir problemas de desem-

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  • pleo por el otro. Al mismo tiempo que universaliza algunos aspectos de la vida moderna, fomenta la intensificacin de diferencias. Por una parte introduce instituciones y prcticas parecidas pero por otra las reinterpreta y articula en relacin a prcticas locales. Crea comu-nidades y asociaciones transnacionales pero tambin fragmenta co-munidades existentes; mientras por una parte facilita la concentra-cin del poder y la centralizacin, por otra genera dinmicas descen-tralizadoras; produce hibridacin de ideas, valores y conocimientos pero tambin prejuicios y estereotipos que dividen (McGrew, 1992: 74-76). Por lo tanto es un error creer que la globalizacin tiene slo aspectos beneficiosos o slo aspectos indeseables. Hay una mezcla.

    La segunda confusin equipara neoliberalismo y globalizacin. Muchos crticos del neoliberalismo ven en la globalizacin la mane-ra como el neoliberalismo se enmascara para hacerse ms aceptable. Es decir la globalizacin sera equivalente a una ideologa o un pro-yecto poltico neoliberal. No parece prudente poner a la globalizacin en el mismo terreno del neoliberalismo. El neoliberalismo es clara-mente una ideologa, la globalizacin es un fenmeno concomitante con la modernidad que supera el terreno de lo meramente ideolgi-co. Concebir la globalizacin slo como un engao que oculta la imposicin de los intereses norteamericanos a todo el mundo, como lo hacen ciertos autores, es demasiado reduccionista y conspiratorio. La globalizacin tiene bases tecnolgicas, econmicas y culturales muy poderosas en la modernidad. Esto no significa que est exenta de serios problemas, que hay que criticar. Pero es importante discri-minar con cuidado los aspectos positivos de los negativos para no caer en condenaciones totalizantes.

    Por cierto que hay una cierta interpretacin neoliberal de la globalizacin que insiste en su carcter netamente econmico y en las ventajas de la libertad de comercio, de la movilidad de los recur-sos, de tarifas bajas y parejas, de la soberana del mercado y de la

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    apertura irrestricta a las mercancas y al capital extranjeros. La inter-pretacin neoliberal naturaliza el mercado y concibe a la globalizacin como parte de ese orden espontneo. Pero la globalizacin en s mis-ma no es un proyecto poltico, aunque ciertamente hay un proyecto poltico e ideolgico acerca de la globalizacin. Frente a esta inter-pretacin neoliberal es necesario plantearse crticamente.

    Identidad y Globalizacin

    Surgen naturalmente las preguntas hasta dnde pueden llegar los efectos de la globalizacin? Estn las identidades regionales o na-cionales destinadas a desaparecer? Y si no es as, cmo afecta en-tonces la globalizacin a las identidades colectivas?

    Una primera aproximacin cuestiona el futuro del Estado-Nacin, no tanto por el impacto directo de la globalizacin como por la cre-ciente oposicin entre globalizacin y el surgimiento de poderosas identidades colectivas que la desafan. Esta visin, que es la de Ma-nuel Castells, parte de una concepcin de la identidad como cons-truccin de sentido y experiencia para el actor social dentro de un contexto marcado por relaciones de poder (Castells, 1997: 7). Castells propone una distincin crucial entre identidades legitimadoras e iden-tidades de resistencia. Las primeras son promovidas por las institu-ciones dominantes de la sociedad para sustentar y expandir su domi-nacin. Las segundas se generan por actores que estn en posiciones devaluadas y estigmatizadas por la lgica de la dominacin y surgen como una forma comunal de resistencia contra la opresin. La socie-dad globalizada de redes ha cuestionado las identidades legitimadoras y ha dado origen a las identidades de resistencia (ibid.: 8-11).

    De esta forma han ido surgiendo el fundamentalismo islmico, el fundamentalismo cristiano norteamericano, los nacionalismos de la modernidad tarda que terminaron por fragmentar a la Unin Sovi-

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  • tica y Yugoslavia, el movimiento Zapatista en Mxico, el culto de Aum Shinrikyo en Japn, los movimientos verdes y feministas, etc. Todos ellos expresan identidades de resistencia de mayoras que re-sienten la prdida de control sobre sus vidas, sus trabajos y sus pa-ses. El adversario es el nuevo orden global manejado por Norteamrica y sus multinacionales. En todos lados las instituciones legitimadoras de la sociedad civil han perdido su ascendencia sobre la gente y han ido surgiendo poderosas identidades de resistencia. En suma, para Castells, la globalizacin y la lgica dominante de la sociedad de redes ha engendrado sus propios desafos que han tomado la forma de identidades comunales de resistencia (ibid.: 359), o, lo que es lo mismo, ha determinado el paso de las identidades de legitimacin a las identidades de resistencia.

    La concepcin de Castells es til para explicar la existencia de una serie de movimientos sociales que han tenido gran importancia en el mundo en las ltimas dos dcadas, pero tiende a simplificar el problema al reducir el impacto de la globalizacin a la creacin de identidades de resistencia y al oponer sin ms lo local a lo global. Pienso que si bien los anlisis de Castells dan cuenta de aspectos importantes de la relacin globalizacin/identidad, su nfasis unila-teral en la oposicin entre identidad y globalizacin deja fuera otros aspectos que hacen de esta relacin algo ms complejo y sutil. Para Castells los nicos que aprovechan la globalizacin parece ser una pequea lite de globapolitanos -mitad seres, mitad flujos- (ibid.: 69). El resto se alineara en contra al perder todo control sobre sus vidas, sus trabajos, su medio ambiente, sus economas. La realidad de la construccin de identidades en el mundo globalizado no puede en-tenderse slo dentro de la dicotoma legitimidad/resistencia propuesta por Castells. El anlisis que sigue pretende mostrar algunos otros aspectos del problema.

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    Cuando hablamos de identidad nos referimos, no a una especie de alma o esencia con la que nacemos, sino que a un proceso de cons-truccin en la que los individuos y grupos se van definiendo a s mismos en estrecha relacin con otras personas y grupos. La cons-truccin de identidad es as un proceso social en un doble sentido: primero, los individuos se definen a s mismos en trminos de ciertas categoras sociales compartidas, culturalmente definidas, tales como religin, gnero, clase, etnia, sexualidad, nacionalidad que contribu-yen a especificar al sujeto y a su sentido de identidad. Estas catego-ras podramos llamarlas identidades culturales o colectivas, y cons-tituyen verdaderas "comunidades imaginadas". 1 Segundo, la identi-dad implica una referencia a los "otros" en dos sentidos. Primero, los otros son aquellos cuyas opiniones acerca de nosotros intemalizamos, cuyas expectativas se transforman en nuestras propias auto-expecta-tivas. Pero tambin son aquellos con respecto a los cuales queremos diferenciamos.

    La globalizacin afecta a la identidad en primer lugar porque pone a individuos, grupos y naciones en contacto con una serie de nuevos "otros" en relacin con los cuales pueden definirse a s mismos. La globalizacin de las comunicaciones a travs de las seales electr-nicas ha permitido la separacin de las relaciones sociales de los contextos locales de interaccin. Como ha argumentado Appadurai, (2000) "los medios electrnicos pasan a ser recursos, disponibles en todo tipo de sociedades y accesibles a todo tipo de personas, para experimentar con la construccin de la identidad y la imagen perso-nal". Esto significa no slo que en relacin con cada persona el n-mero de "otros significativos" y de diferenciacin ha crecido sustancialmente, sino que tambin esos otros son conocidos no por medio de su presencia fsica sino que a travs de los medios de co-municacin, especialmente las imgenes televisadas.

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  • De esta manera, la gente puede ahora interactuar sin compartir el mismo espacio o tiempo. Mientras las formas de interaccin "cara-a-cara" tienen un carcter dialgico porque suponen un flujo de infor-macin en ambas direcciones, las interacciones mediadas por los medios tienen un carcter monolgico porque el flujo de informa-cin va desde el productor al receptor, l que no puede replicar direc-tamente (Thompson, 1995: 82-84). Sin embargo, aun as son formas de interaccin social. Thompson ha mostrado cmo ciertos indivi-duos pueden establecer relaciones intensas de intimidad con perso-nalidades de televisin, cantantes, estrellas de cine, dolos en gene-ral, con los cuales nunca se han encontrado personalmente, pero co-nocen sus vidas en detalle, adoptan sus gestos, ropas y gustos. Estas formas de "intimidad no reciprocada" (ibid.: 208) entre el seguidor y el dolo claramente envuelven una forma de interaccin, y tienen, sin duda, un impacto en la construccin de identidades.

    El impacto de estas formas de "intimidad no reciprocada" propi-ciadas por la televisin no slo se hace sentir a nivel de la identidad individual, sino que frecuentemente incide tambin en la construc-cin de nuevas identidades colectivas. El caso ms tpico es la crea-cin de "clubes de fans" que siguen a un dolo o grupo musical. Sur-gen de una manera informal en un comienzo y pueden permanecer a ese nivel, pero tambin pueden llegar a organizarse muy bien e inclu-so adquirir el status de "club oficial de fans" de tal sello discogrfico o de tal o cual dolo. Algunos hasta adquieren personalidad jurdica. Sin perjuicio de que, obviamente, esta formalizacin se entiende como parte de una estrategia de marketing de artistas y sellos discogrficos y como una manera de obtener fotos, materiales exclusivos por ade-lantado o entradas privilegiadas a los eventos del dolo por parte del club de fans, el grupo va creando una nueva identidad colectiva que se construye sobre la base de intereses comunes y de los vnculos de amistad que van naciendo. De este modo, adems de la referencia

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    Kellner sostiene que "la televisin y otras formas de cultura mediatizada por los medios masivos de comunicacin juegan un pa-pel crucial en la estructuracin de la identidad contempornea" (Kellner, 1992: 148). Estadsticas recientes muestran que en casi todo el mundo los nios pasan ms horas al ao viendo televisin que asistiendo al colegio. Ni siquiera la lengua extranjera del cable o del satlite es un gran obstculo porque la televisin penetra a travs de imgenes, fantasas y emociones. Atrae a la gente ms como un es-pectculo entretenido que como un argumento lgico. La gente apren-de de ellos de una manera diferente y ms directa que como se apren-de en el colegio.

    Pero esto no significa, como piensa el propio Kellner, que la iden-tidad se haya convertido en un juego por medio del cual la gente adopta libremente, como en el teatro, los roles que le gusta desempe-ar, cambindolos por otros cuando lo desea. No existe esa mentada libertad para elegir y cambiar de identidad como quien se cambia de ropa. Por otro lado, tampoco lleva necesariamente al fin de las iden-tidades nacionales. Cierto, la televisin pone a la gente en contacto con mundos lejanos y muestra otras culturas y otros modos de vida posibles. En esa medida ayuda a contextualizar y relativizar el abso-lutismo del modo de vida propio o nacional. Pero tambin puede ayudar a la creacin y recreacin de tradiciones nacionales.

    En segundo lugar, la globalizacin ha afectado la construccin de identidades en la medida que ha acelerado el ritmo de cambio en toda clase de relaciones y eso ha hecho ms difcil para el sujeto hacer sentido de lo que pasa, ver la continuidad entre pasado y pre-sente y, por lo tanto, formarse una visin unitaria de s mismo y saber

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  • como actuar. Adems la explosin general de las comunicaciones, imgenes y simulacros hace ms difcil concebir una realidad unifi-cada. Esto hace la construccin de identidades personales un proce-so ms complejo y difcil, sujeto a muchos saltos y cambios. Esto no significa que las identidades se hayan disuelto o descentrado, como lo mantienen los postmodemistas, sino que ms bien ellas se recons-truyen y redefinen en contextos culturales nuevos. Las dificultades producidas por el cambio vertiginoso y por la compresin del espa-cio-tiempo justifican el surgimiento de sentimientos nuevos acerca de lo efmero, catico y contingente del mundo, esa sensacin perso-nal de desintegracin. Pero no justifican necesariamente la idea de un sujeto totalmente dislocado.

    En tercer lugar, la globalizacin afecta la identidad porque los grandes cambios trados por ella tienden a desarraigar identidades culturales ampliamente compartidas y, por lo tanto, alteran las cate-goras en trminos ~e las cuales los sujetos construyen su identidad. Ocurren procesos de desarticulacin y dislocacin por medio de los cuales mucha gente ya no se ve a s misma en trminos de los contex-tos colectivos tradicionales que le daban un sentido de identidad: por ejemplo, profesin, clase, nacionalidad, religin y comienza a verse en trminos de otros contextos colectivos por ejemplo, de gnero, etnia, sexualidad, equipo de ftbol, etc. La identidad nacional ha sido especialmente afectada debido a la erosin de la autonoma de las naciones-estados.

    En cuarto lugar est el hecho, relacionado con el punto anterior, de que la globalizacin est determinando el surgimiento de identi-dades relativamente desterritorializadas, cuyos referentes van ms all de las fronteras del Estado-Nacin, integrndose en unidades o categoras universales que superan los espacios locales. A esto con-tri bu ye un consumo estandarizado de bienes y servicios mundializados, medios de comunicacin centralizados e intemacio-

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    nales, mayor frecuencia de los viajes, en general, estilos de vida pa-recidos para ciertas capas sociales de todo el mundo. Antes, los mer-cados eran esencialmente nacionales y los productores internaciona-les adaptaban sus productos a lo que se consideraba que eran los gustos nacionales. Hoy da, los mercados se segmentan por grupos humanos o categoras globales: los jvenes, los nios, clase media alta, etc., que tienden a tener estilos de vida, gustos y patrones de consumo muy parecidos en todas partes (Ortiz, 2000).

    Hoy estn surgiendo dudas ms fuertes sobre la globalizacin y sus efectos. Para muchos de nuestros pases latinoamericanos la pre-gunta clave parece ser cmo vamos a preservar las identidades na-cionales cuando nos abrimos a la penetracin irrestricta de bienes de consumo y bienes culturales extranjeros?; cmo vamos a contra-rrestar los eventuales efectos negativos del proceso de globalizacin que erosionan el poder de las circunstancias locales? Detrs de estas preguntas uno adivina el supuesto de que las identidades culturales nacionales son algo sacrosanto que hay que preservar a toda costa frente al impacto de lo extranjero. Yo entiendo que en el plano eco-nmico y poltico es necesario minimizar el impacto negativo de la globalizacin. Pero tambin podemos preguntamos si en el nivel cul-tural no existiran tambin algunos impactos positivos.

    Es muy difcil establecer con claridad la lnea divisoria entre lo propio, como algo que debe necesariamente mantenerse, y lo ajeno, como algo que aliena. Pienso que hay que evitar dos extremos. Por un lado hay que evitar una reaccin de rechazo en bloque a la globalizacin y una propuesta de aislacionismo cultural que buscara salvar la identidad nacional de influencias forneas y que, por lo de-ms, sera altamente ilusoria, sino imposible. En el campo de la cul-tura, los rasgos culturales raras veces "son" propios en el sentido de "puros" u "originales" y ms bien "llegan a ser" propios en procesos complejos de adaptacin. Muchos de los elementos que tradicional-

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  • mente constituyeron las identidades nacionales latinoamericanas fue-ron tomados desde afuera, negociados, adaptados, reconstituidos e incorporados en ciertos contextos histricos. Adems nada garantiza que aquello que consideramos "propio" sea necesariamente bueno y debamos mantenerlo a toda costa, slo por el hecho de ser "propio". La identidad no slo mira al pasado como la reserva privilegiada donde estn guardados sus elementos principales, sino que tambin mira hacia el futuro; y en la construccin de ese futuro no todas las tradiciones histricas valen lo mismo.

    Por otro lado, hay que evitar tambin una reaccin de receptividad acrtica que identifica la modernizacin con un modelo norteameri-cano o europeo que hay que alcanzar a toda costa y que supondra un cambio drstico o desmantelamiento sistemtico de la identidad na-cional.

    La pregunta es, en definitiva, si es bueno o no aprender de otras culturas. Es necesario partir de la base que la identidad nacional no fue constituida de una vez para siempre en un pasado remoto, sino que se va construyendo en la historia con nuevos aportes. Por eso la globalizacin no puede dejar de afectarla y, en la medida que esto significa comunicarse con otras culturas para aprender de ellas, es bueno que la afecte. No sera provechoso acaso que en algunos as-pectos la identidad chilena tanto como la identidad argentina, perua-na y boliviana fueran afectadas por un proceso de integracin regio-nal y tuvieran que cambiar para abrirse a las contribuciones cultura-les de los otros? No se trata de hacer tabla rasa de los modos de vida y valores que han ido formando las prcticas cotidianas y la cultura de un pueblo. De lo que se trata es de tomar los aportes universalizables de otras culturas para transformarlos y adaptarlos desde la propia cultura, llegando as a nuevas sntesis.

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  • Notas

    1 As define a la nacin Benedict Anderson, pero creo que esta definicin puede extenderse a otras identidades culturales. Estas comunidades son imaginadas en el sentido de que los sentimientos de lealtad y compromiso nunca implican un conoci-miento real de todos sus miembros. Vase Anderson, 1983: 15.

    Bibliografa Citada

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