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Las asambleas barriales: la politización de la sociedad civil Investigadores del Programa de Democratización de las Relaciones Sociales de la Escuela de Posgrado de la UNSAM: Graciela Di Marco. Héctor Palomino (coord.), Susana Méndez, Ramón Altamirano, Mirta Palomino INFORME PRELIMINAR Yo quiero cambiar la historia. Lo que sí conseguí es sentirme parte de un proceso que no sé si la va a cambiar, pero que por lo menos lo intenta. Silvia, 47 años 1- Introducción Se presentan aquí algunos resultados provisorios de esta investigación exploratoria sobre movimientos sociales emergentes, en especial, de las Asambleas, realizada en el Programa de Democratización de las Relaciones Sociales de la Escuela de Posgrado de la UNSAM entre mayo de 2002 y abril de 2003. 1 que incluye el abordaje de la construcción de nuevas identidades, de la gran variedad de estrategias que se están dando permanentemente y de las múltiples relaciones que desarrollan las mismas. Las manifestaciones y cacerolazos de diciembre y las jornadas del 19 y 20 derivaron en la organización de estas asambleas 2 , que fueron multiplicándose en todos los barrios de la Ciudad, y en otros centros urbanos. Se desarrollan en Buenos Aires, Gran Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Córdoba y algunas localidades del interior 3 . A un año de su constitución, 1 Hemos seleccionado sólo algunas categorías de análisis para esta presentación que nos parece necesario continuar profundizando, en el marco de un “análisis en proceso” que se realiza en la investigación sobre Movimientos Sociales Emergentes (UNSAM). 2 ? Algunas denominaciones : Barriales, Populares, Vecinales, Vecinos Auto convocados. 1

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Las asambleas barriales:la politización de la sociedad civil

Investigadores del Programa de Democratización de las Relaciones Sociales de la Escuela de Posgrado de la UNSAM: Graciela Di Marco. Héctor Palomino (coord.), Susana Méndez, Ramón Altamirano, Mirta Palomino

INFORME PRELIMINAR

Yo quiero cambiar la historia. Lo que sí conseguí es sentirme

parte de un proceso que no sé si la va a cambiar, pero que por

lo menos lo intenta. Silvia, 47 años

1- Introducción

Se presentan aquí algunos resultados provisorios de esta investigación exploratoria sobre movimientos sociales emergentes, en especial, de las Asambleas, realizada en el Programa de Democratización de las Relaciones Sociales de la Escuela de Posgrado de la UNSAM entre mayo de 2002 y abril de 2003. 1 que incluye el abordaje de la construcción de nuevas identidades, de la gran variedad de estrategias que se están dando permanentemente y de las múltiples relaciones que desarrollan las mismas.

Las manifestaciones y cacerolazos de diciembre y las jornadas del 19 y 20 derivaron en la organización de estas asambleas2, que fueron multiplicándose en todos los barrios de la Ciudad, y en otros centros urbanos. Se desarrollan en Buenos Aires, Gran Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata, Rosario, Santa Fe, Córdoba y algunas localidades del interior 3. A un año de su constitución, las asambleas constituyen sujetos colectivos de una nueva práctica política, caracterizados por su heterogeneidad.

Metodología .

Nos hemos propuesto recorrer dos lógicas simultáneas: las de los colectivos-asambleas y las de los sujetos individuales, los/as asambleístas, con el objetivo de acceder simultáneamente a la acción colectiva y a los discursos que de su práctica tienen las personas involucradas en la misma.1 Hemos seleccionado sólo algunas categorías de análisis para esta presentación que nos parece necesario continuar profundizando, en el marco de un “análisis en proceso” que se realiza en la investigación sobre Movimientos Sociales Emergentes (UNSAM).2

? Algunas denominaciones : Barriales, Populares, Vecinales, Vecinos Auto convocados.3 A mediados del año 2002 existían alrededor de 100 en la Ciudad de Buenos Aires,70 en el Gran Buenos Aires,17 en Córdoba,12 en Santa Fe,5 en Mar del Plata, 3 en Mendoza.

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La decisión de iniciar el proceso de recolección y selección de información mediante observación implicó asumir que las categorías para analizar el problema debían remitirnos a unidades de observación heterogéneas, ya que estabámos en presencia de una gran diversidad de prácticas, de improntas de niveles económico-sociales diferenciados, de articulación de historias y prácticas políticas.

Se transitó entonces por diversos momentos en el trabajo de campo: acercamiento prospectivo a diversas asambleas, a distintos tipos de informantes, a diversos espacios de expresión vecinal o colectiva, para pasar luego a la elección de una asamblea, territorialmente localizada, como modo de inmersión en los espacios de deliberación y debate y posteriormente, realizar el seguimiento de algunos de los espacios de participación que la asamblea seleccionada privilegiaba como modo de vinculación con el movimiento asambleario.

Esta modalidad de acercamiento permitió afinar el problema, y abrir una gama de categorías de análisis. De allí que la primera muestra intencional fue orientada por los criterios de heterogeneidad territorial en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, que toma en cuenta básicamente la impronta de niveles socio-económicos en la configuración del territorio de la ciudad, con el supuesto de que también reflejaban diversas modalidades de funcionamiento, de problemas que se planteaban, y de articulación de los actores.

El seguimiento de las distintas modalidades de acción y de articulación (interbarrial, interzonales, comisiones temáticas, movilizaciones, etc.), fue alimentando la construcción de una muestra mayor que organizó la totalidad del trabajo de campo, la observación de unas 30 asambleas.

La información recogida mediante observación proporcionaba una descripción de las asambleas como unidad de observación y orientaba la construcción de categorías de análisis .El segundo momento de definición metodológica se relaciona a la modalidad de recolección de información mediante entrevistas, donde nuevamente se plantean los problemas de definición de la muestra de investigación cualitativa. Las entrevistas debían proveer de información acerca de cómo los sujetos-mujeres y hombres, jóvenes y mayores- resignificaban su participación en la acción colectiva, como los movimientos sociales se encarnan en los sujetos, y a su vez, cómo las historias personales (de militancia, laborales, etc.) constribuyen a las estrategias de las asambleas.

Se observaron 30 asambleas (24 de ellas en la Ciudad de Buenos Aires, 3 en el gran Buenos Aires y 3 en Mar del Plata) y se realizaron más de 70 entrevistas. La muestra fue intencional, y se organizó en base al criterio de contar, mínimamente, con cuatro entrevistas por asamblea, y que estuvieran balanceados los sexos y las edades. .La realización de entrevistas permite triangular la información con la observación del colectivo asamblea, así como de las otras instancias, ya sea interbarrial, interzonales, etc, además de las entrevistas a informantes claves,

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miembros del movimiento de empresas recuperadas y del movimiento de piqueteros.

La muestra quedó conformada por 40 hombres y 35 mujeres, en ambos sexos la mayoría de los/as que participan tienen entre 30/35 y 50/55 años, pero también se encuentran menores de treinta años. La proporción de solteros/as (38%) y con casados/unidos/as (46%) es similar para los grupos de entrevistados varones y mujeres. La mitad, tanto de varones como de mujeres, tiene un nivel educativo de escuela secundaria completa y más, con un 20% de universitaria completa y un 3% de primaria completa. El 70% de los varones está ocupado, mientras solo el 40% de las mujeres lo está.

2-Las perspectivas de análisis de las asambleas.

Un enfoque superficial de las asambleas barriales, seguramente encontraría en ellas modalidades de acción repetidas, tradicionales, y se limitaría a algunas preguntas típicas como: ¿cuántas son?, ¿qué impacto tienen?, ¿qué producen?. De las respuestas a estas preguntas podría concluirse que las asambleas barriales constituyen fenómenos interesantes de acción colectiva, que si bien alcanzaron una cierta repercusión pública en su momento, actualmente están en franco declive. En este enfoque se llegaría a reconocer en las asambleas alguna capacidad para la discusión de temas vinculados con intereses y derechos ciudadanos, pero silmultaneamente se señalaría que con el paso del tiempo se redujo el número de sus integrantes estables, y que no produjeron impactos significativos en la vida partidaria, social y económica del país.

Esta perspectiva es probable que prevalezca en los partidos políticos, que perciben a las asambleas como un factor de bloqueo en las relaciones de la sociedad con el sistema político. Y también puede estar presente en las grandes organizaciones no gubernamentales “tradicionales”, un sector que durante la última década se articulaba con el estado, con el fin de realizar proyectos sociales, con un discurso alejado de lo ”político”. La debilidad de este enfoque reside en que llevaría a evaluar la influencia de las asambleas barriales por la pura espectacularidad de las marchas o de los escraches que impulsan. Otros sectores sostienen, en cambio, un enfoque simétricamente opuesto al anterior, que considera en tonos épicos el impacto político y social de las asambleas.

Sin pretender estar en el medio de ambas, este estudio intenta indagar el impacto y la capacidad de transformación de la cultura, la sociedad y la política que alcanzan con sus acciones y prácticas, a través de la nueva construcción de significados que articulan cotidianamente 4. Una mirada compleja acerca de los movimientos trata de dar cuenta tanto de la construcción de identidades individuales y colectivas, como de la interacción entre sí y con las instituciones -entre ellas, con el estado- y de las diversidad de estrategias que generan, como aspectos de un proceso que consideramos deben ser abordados simultáneamente.(Cohen, 1985)

4 Melucci. (1999) Acción Colectiva, vida cotidiana y democracia. El Colegio de México. México.

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La influencia social y cultural de estas acciones colectivas trasciende su número; las asambleas continúan profundizando los debates, resolviendo, cuando pueden, las contradicciones internas o aprendiendo a convivir con las mismas, lanzándose a la acción barrial en un proceso de acción y reflexión permanente, más allá de sus resultados inmediatos, que han sido heterogéneos. Compartimos en este punto las observaciones de Melucci (1999) cuando se refiere a la necesidad de superar el opacamiento de estas prácticas de construcción de significados y de identidades producido por los estudios de los grandes sucesos y eventos que generan los movimientos:

“...la ‘miopía de lo visible’ que sólo alcanza a ver las características mensurables de la acción colectiva -a saber, sus relaciones con los sistemas políticos y sus efectos sobre las políticas públicas-, a la vez que pasa por alto la producción de códigos culturales y prácticas innovadoras, aún cuando ésta es la principal actividad de las redes de movimientos, ocultas entre la trama de la vida cotidiana, además de ser la base para su acción visible” 5

A través del discurso de los asambleístas es posible analizar múltiples negociaciones de sentidos surgidos de sus interacciones y la articulación de procesos de construcción política y social que resignifican los categorías conceptuales y las prácticas tradicionales.

El legado de los movimientos de Derechos Humanos y de las luchas por la educación y el trabajo.

El movimiento de asambleas barriales aparece como heredero directo de las manifestaciones y cacerolazos que condujeron al colapso institucional del 19/20 de diciembre de 2001. Nuestra línea de trabajo considera que el movimiento social que estamos analizando puede buscar sus raíces en una historia argentina que presenta momentos de movilización y de parálisis, momentos de ciertos éxitos y de derrota. Existe un hilo conductor de movimientos, de propuestas, de protesta, entre los más recientes, el movimiento de Derechos Humanos, especialmente Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, los movimientos por la defensa de la educación pública, las marchas de silencio, y a partir de año 1996, los piqueteros. Las prácticas de estos movimientos y los cambios culturales que ellos propiciaron, especialmente los de Derechos humanos, se integran a las nuevas modalidades que los actores sociales están adoptando en la actualidad.

Este legado es reconocido en casi todos los discursos de los/as asambleístas entrevistados:

...yo creo que fue una sumatoria de cosas creo que las luchas de los piqueteros... las muertes de los piqueteros en Mosconi, años anteriores, las marchas que le han hecho todos los sectores de militantes a lo largo de 10 años de menemismo marcaron... no creo que haya sido por generación espontánea, creo que había determinados parámetros, creo que sectores que cortaban las rutas, la gente de Aerolíneas, los docentes... todos los sectores que estuvieron en lucha siempre dejaron algo, una impronta... creo también que los movimientos de derechos

5 op cit, pag 14

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humanos tuvieron mucho que ver porque cuando la gente sintió estado de sitio ¿yo creo que fue eso no? el temor a la militarización de nuevo... a lo que nos había pasado. Creo que ahí hay que valorizar todo lo que hicieron los movimientos de derechos humanos en el país... porque creo que eso fue fundamental... vos fijate cómo salió la gente... porque si le hubieran dicho otra cosa no hubiera salido... salió apenas declararon el estado de sitio la gente salió con esa consigna: el estado de sitio se lo meten en el c... salía la familia... la abuela... la tía... los chicos... Alba, 35 años.

... me parece que fue un basta, un basta colectivo después de tanta derrota ¿no? Si pensamos en los años de dictadura y en el bochorno del menemismo, fue como un gesto de dignidad colectivo, me parece. Mónica, 45 años.

Lejos de instalarse sobre un “vacío” social, las asambleas barriales se entroncan en una larga serie de protestas y formas de accióny cambios culturales impulsados por los movimientos sociales anteriores.

En relación con los movimientos de derechos humanos que surgieron en la época de la dictadura militar de 1976-83, las asambleas barriales constituyen un nuevo escenario de acción colectiva que integra las luchas, así como los mojones en la vida política del país de la denuncia de los derechos vulnerados y el reclamo de justicia. También implican la ampliación del horizonte de participación política, orientada a la construcción de una democracia deliberativa no restringida al sistema de representación partidaria. Surgidas en el seno de una crisis política-institucional, las asambleas barriales tienden a profundizar la politización de la sociedad civil y, aunque su acción acentúa al mismo tiempo la distancia con el sistema político, constituyen menos la causa que una expresión de ese divorcio.

También se vinculan con los movimientos surgidos como respuesta a la consolidación del “modelo neoliberal” durante la década de los ’90, entre los que interesa destacar aquí, en particular, los que emergieron durante la segunda mitad de esa década, en particular los animados por grupos “piqueteros” y por trabajadores de “empresas recuperadas”, con los que las asambleas buscan articularse. Si se atiende al origen de estos movimientos puede apreciarse que ambos surgieron en la segunda mitad de los ’90: los primeros cortes de ruta fueron protagonizados por los pobladores de Cutral-Co, en la provincia de Neuquén, en junio de 1996, en demanda de soluciones a las carencias productivas y de empleo generadas por el cierre de plantas y establecimientos de YPF que acompañaron su privatización, mientras que dentro del universo actual de empresas recuperadas las experiencias más antiguas surgieron también en ese año. Cabe agregar que en esa época puede fecharse también el origen de una de las más originales construcciones sociales recientes en Argentina: los primeros nodos de las redes de “trueque”, esas redes de intercambio de bienes y servicios al margen de los mercados de la economía formal, se constituyeron precisamente en 1995. El origen casi simultáneo de estos movimientos y experiencias lleva a interrogarse sobre los factores del contexto que pudieron haberlos promovido o estimulado.

Una primera respuesta a este interrogante se vincula con el crecimiento abrupto de la desocupación y la pobreza. Los movimientos de desocupados y

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de trabajadores de empresas recuperadas coinciden con la emergencia de altas tasas de desocupación urbana, inéditas en la experiencia histórica del país. Las tasas de desocupación abierta se multiplicaron por tres en apenas dos años, pasando de 6% a 18% de la Población Económicamente Activa urbana entre 1993 y 1995, y se mantuvieron por encima de los dos dígitos hasta hoy. Junto con la desocupación se registró un crecimiento incesante de la pobreza: en el Gran Buenos Aires6 se registraron 1.300.000 personas por debajo de la línea de pobreza en 1994. Esta fue la cifra más baja de “pobres” en toda la década, y en los años posteriores creció rápidamente hasta 3 millones de personas, cifra en la que se “estabilizó” entre 1996 y 1998, y a partir de ese último año tendió a crecer de manera incesante hasta los 6 millones de personas por debajo de la línea de pobreza registradas en 2002,que equivalen aproximadamente a la mitad de la población total de GBA. Mientras el crecimiento incesante de la desocupación y la pobreza desbordaba la capacidad estatal para establecer “amortiguadores” de la crisis, en la segunda mitad de los ’90 surgieron diversas respuestas en el seno de una sociedad que padecía cada vez más las supuestas bondades del “modelo” neoliberal para satisfacer las necesidades y demandas sociales. Algunas de esas respuestas se configuraron como movimientos sociales, como en el caso de los piqueteros, por su contenido de demandas y de crítica al poder, mientras que las personas involucradas en las redes de trueque, pero dentro del modelo, aunque marginales al mismo, vieron aumentadas sus capacidades de socialidad, de intercambio, de generación de ingresos, pero no se plantearon, desde el trueque, un salto hacia la configuración de espacios de debate político y de lucha.

Los objetivos de las asambleas trascienden el plano político-institucional y apuntan a intervenir también en el plano económico y social. Esto permite comprender una de las orientaciones centrales del movimiento asambleario, tendiente a desarrollar diversas experiencias de una nueva economía social y solidaria, y a elaborar respuestas a las crisis de los sistemas educativo, de salud, etc. De allí la novedad que aportan las asambleas al estudio de los movimientos sociales, ya que lejos de circunscribir su acción a focos “temáticos” restringidos, se orientan por fines amplios (a veces difusos para el observador externo), tanto como los fines de “cambiar la vida” enunciados por muchos asambleístas.

De allí también que para comprender el movimiento de asambleas barriales, resulte necesario vincular una trama compleja política, económica, cultural. El quiebre político–institucional y económico de fines de 2001 no sólo consolidó la desconfianza sobre el sistema de partidos y las formas delegativas de la democracia que prevalecieron desde la salida de la dictadura en 1983. También permitió que amplios sectores de la sociedad pudieran reflexionar acerca de las consecuencias del modelo neo-liberal implantado, y ver claramente sus raíces en el plan genocida comenzado con la dictadura militar.

Uno de los ejes centrales de acción de las asambleas barriales se vincula con la crítica al sistema político y la elaboración de propuestas alternativas de 6 El único distrito para el que puede reconstruirse una serie de largo plazo del indicador a través de las encuestas oficiales

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profundización democrática. Otro de los ejes, menos conocido en general, es la búsqueda de articulación de sus propuestas con nuevos modelos socioeconómicos.

El movimiento de asambleas barriales aparece para muchos de sus miembros como portador de renovadas esperanzas y como posibilidad de construcción de un futuro. Esto lo vincula con otros movimientos, como los animados por desocupados y por trabajadores de empresas recuperadas, en los que pueden registrarse expectativas afines. En el seno de una sociedad en la que prevalece el sentimiento que “el pasado fue mejor” -un signo si no único, al menos distintivo de la sociedad argentina actual en relación con otras-, los participantes en estos movimientos se permiten intentar la construcción de un futuro.

3. Las asambleas.

En los días previos al 19 y 20 de diciembre, dado el malestar reinante por la instalación del “corralito financiero”, los vecinos se reunían para protestar en las esquinas, frente a los bancos. En la semana anterior al 19 y 20, se había realizado una consulta popular convocada por la Central de Trabajadores Argentinos y el Frente Nacional contra la Pobreza (FRENAPO)-que alcanzó según sus organizadores a tres millones de votantes- para demandar la realización de un plebiscito sobre un Plan de Empleo y Formación para desocupados. En esas semanas, habían comenzado los “saqueos” en el Gran Buenos Aires y algunas ciudades del interior del país. Frente a este panorama, el Gobierno Nacional declaró el estado de sitio, en un ejercicio tremendo de no reconocimiento de los padecimientos actuales del pueblo y del registro doloroso en la memoria colectiva del estado de sitio, la represión y la tortura sufridos en la dictadura militar.

Al respecto, los discursos de las personas entrevistadas, al recordar estos acontecimientos, remiten a una necesidad visceral de enfrentar el estado de sitio y la actualización de los fantasmas del pasado:

A mí me pareció maravilloso que este pueblo, que sufrió tanta represión y tanta muerte, le dictan el estado de sitio y en vez de quedarse en la casa, debajo de la cama llorando, salimos todos a la calle. Dora, 55 años.

El 20 de diciembre el disparador para mí fue cuando los milicos estaban reprimiendo y golpearon a las Madres. Ahí dejé todo lo que estaba haciendo, me cambié y vine para pelear, así de simple. Fernando, 32 años.

Así como se salió a la calle durante todo el mes, comenzado en los cacerolazos y culminando en esos dos días históricos, una de las características más notorias de las asambleas es la apropiación del espacio público, continuado en las reuniones en las esquinas, en las plazas, al pie de monumentos históricos de los barrios. Esta apropiación del espacio público como foro para los debates, discusiones, reclamos y propuestas contrastaba con las tendencias prevalecientes durante una década de privatización de los espacios públicos, individualismo y consumismo. Además de la Plaza de Mayo, lugar por

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excelencia de las protestas populares, en muchas plazas y esquinas de la ciudad se multiplicó la presencia de ciudadanos y ciudadanas.

De esta esquina nadie me mueve. Cecilia, 60 años.

..........un poco tomar la escuela de las Madres... de no abandonar el espacio público. Una de las cosas que nos proponíamos era recuperar los espacios públicos que habíamos abandonado y rescatar y reconstruir el espacio de solidaridad como paso previo a cualquier intento de construcción. Entonces en función de eso la plaza no se abandona... Federico, 35 años.

Las asambleas eligieron como lugares de reunión el corazón comercial o recreativo de cada barrio, lo que facilitaba el acceso de los vecinos, la visibilidad para los transeúntes o usuarios de medios de transporte. En ocasiones estos lugares de encuentro tienen un valor histórico para el barrio. Varias asambleas variaron su localización inicial por causas diversas. Masivas en sus inicios (algunas de ellas llegaron a convocar a varios cientos de personas), fueron disminuyendo su número y por diferenciación interna y ruptura se formaron nuevas asambleas que fueron localizándose en el “interior” de los barrios, con el fin de facilitar el encuentro con los vecinos en espacios que facilitaran la sociabilidad. El cambio de estación, de verano a invierno, obligó a cambios de los horarios de reunión y en algunos casos al refugio en lugares cerrados, como bares o clubes En coincidencia con esto, la necesidad de contar con un lugar propio y ampliar el espectro de sus actividades llevó a algunas asambleas a la “toma” de locales públicos y privados, tema que dió lugar en el seno de las Asambleas a debates ideológicos, a partir de la discusión acerca de la ética asamblearía, desde los cuales muchas de ellas decidieron la no toma de predios y en otras, cuando se producía la misma, se retiraban asambleístas conformando en algunos casos otras Asambleas. Realizadas las tomas, varias asambleas comenzaron a funcionar en los locales “cerrados”, no sin fuertes debates internos acerca de la conveniencia o inconveniencia de continuar o abandonar las esquinas y plazas abiertas. El promedio de concurrencia a las asambleas fue variando. Masivas en el inicio, la concurrencia era numerosa en casi todas las asambleas en el periodo comprendido entre los meses de enero y abril de 2002, aproximadamente. Luego, en la mayoría fue mermando la cantidad de participantes hasta llegar a una cantidad que fluctúa aproximadamente, en promedio, entre 20 y 40 personas cada una. Varias son las razones atribuidas por los asambleístas para esta disminución. Algunas se relacionan con el cambio de estación y con el inicio de las actividades escolares. Esto obligó al cambio en los días y horarios de reunión y a la búsqueda de lugares cerrados, que restaron concurrencia y visibilidad pública a las asambleas. Otras razones son de orden político y se relacionan con la dinámica interna de las asambleas: las tensiones y conflictos suscitados en parte por las presiones de las agrupaciones políticas, determinaron que vecinos sin pertenencia política concurrieran esporádicamente, que con el correr del tiempo se convirtiera en un “acercamiento corto para curiosear”, o que desertaran de las asambleas. Lo

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mismo ocurrió con los militantes partidarios que fueron desertando de las asambleas al no encontrar el eco esperado para sus propuestas y consignas.

Más allá de esta tendencia generalizada, se pudieron observar “ciclos” de mayor concurrencia derivados de factores internos, como las “tomas” de locales, o por factores externos vinculados con el contexto político. Entre éstos últimos puede indicarse el enorme impacto provocado por el asesinato de dos jóvenes piqueteros -Maximiliano Kosteki y Darío Santillán- en el Puente Pueyrredón hacia fines de junio de 2002, que impulsó tres intensas movilizaciones públicas sucesivas que culminaron el 9 de julio de ese año. Esto generó un crecimiento temporario en la concurrencia a las asambleas que se prolongó durante el mes de julio. Hacia fines de 2002 la combinación del ciclo “climático” y el “político” se conjugaron para aumentar la concurrencia en las asambleas: en noviembre y diciembre de 2002 se observó un repunte de los asistentes en varias asambleas debido al fin del ciclo lectivo en colegios y universidades, el comienzo del verano, y la proximidad del aniversario del 19/20 de diciembre. En el verano de 2003 se apreció nuevamente un reflujo en la cantidad de asistentes, que comenzó a repuntar en marzo –con el retorno de las vacaciones.

4. Las/os asambleístas

La composición de las asambleas puede caracterizarse por la presencia de personas con historia de militancia política o social previa, miembros de agrupaciones políticas de izquierda, militantes de los organismos de DDHH, y vecinos sin pertenencia a partidos políticos. Estos últimos tuvieron en la mayoría de las asambleas una presencia fuerte en un comienzo, que se hizo esporádica con el correr de los meses o bien se afirmó con la deserción de militantes de partidos de izquierda de las asambleas.

....teníamos militantes del Socialismo Libertario que es una organización pseudo anarquista, de Convergencia Socialista que es un grupo trotkista vinculado a Izquierda Unida, del M.S.T. que son nuestros socios en Izquierda Unida, estamos nosotros que estamos en el Partido Comunista, hay muchos militantes del Partido Obrero, había en Belgrano – Núñez muchos militantes del Partido Comunista Revolucionario, había militantes del Partido Obrero Revolucionario. Digamos, de muchas corrientes de la izquierda partidaria y muchos militantes de la izquierda inorgánica, de la izquierda social. Oscar, 32 años

Muchas de las personas que participan en las asambleas revindican un pasado de militancia política, o un historial de acompañamiento y/o involucramiento en las asociaciones de derechos humanos, y en algunos sindicatos combativos. Entre los setenta varones y mujeres entrevistados, 60 % tiene algún tipo de militancia previa. Una mayoría de los más jóvenes se refieren con orgullo a la militancia de sus padres, señalando una suerte de ethos familiar caracterizado por el compromiso para construir una sociedad más justa.

Los cuatro chicos son hijos de militantes históricos... tanto su primer matrimonio... este de Daniel, su compañera es una compañera militante, hoy es compañera militante mía, hoy militamos juntas en la asamblea ... su marido también milita

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conmigo en la asamblea y nuestros hijos han ido a marchas desde que estaban en el vientre, son militantes del centro de estudiantes .... Alba, 35 años.

Bueno no sé... yo soy un sobreviviente... de alguna manera yo participé de todo el movimiento de las décadas de los `60 y del `70 como estudiante, como activista en algunos casos... Es decir yo soy hijo del Cordobazo y del movimiento hippie de alguna manera... me decían algunos chicos jóvenes ¿vos habrás sido hippie?... mirá, algún tiempo fui hippie... En realidad yo me considero un militante social... pero si quieren hasta revolucionario... José, 58 años

Porque mis padres fueron presos políticos... desde que salieron, mi papá, sobre todo desde que salió de la cárcel, estuvo siempre laburando mucho en la (Organización de maestros y profesores) y ahora… también siguen los dos ahí. Natalia, 16 años

Estas personas con historias vinculadas a las luchas políticas, gremiales y de derechos humanos, indican la existencia de una militancia oculta en la sociedad que se hace visible, luego de muchos fracasos, en la acción colectiva. Ésta posibilita la puesta en práctica del acervo de saberes aprendidos, tamizados por las experiencias, orientados por un claro deseo de cambio, no sólo de la política sino también de sus propias estrategias pasadas.

Significados de la participación: Aprendizajes e identidad

Para la mayoría de los entrevistados el aprendizaje social, cultural y político que involucra su participación en las asambleas se vincula con una experiencia intensa de cambio personal.

Un año de aprendizaje poderosísimo... poderosísimo... la gente aprendió... la gente aprendió muchísimo en este año... Alba, 35 años

Los hombres y mujeres, jóvenes y adultos que hemos entrevistado relatan esta transformación personal, tan intensa en ocasiones que se traduce en un compromiso con una “nueva forma de vivir y de hacer política”, lo que implica nuevas condiciones de socialidad, solidaridad e incluso de trabajo.

Yo termino de trabajar, así, arrastrándome y cansada, y me muero, y llego acá y es como que me despejé, me distendí, siento que es lo mío, que me puedo pelear y está todo bien, que encontré un lugar, obligada por la situación, porque siento que cada pibe que se muere es responsabilidad mía, porque yo en 47 años nunca hice nada, entonces, creo que no puedo hacer otra cosa en este momento, no puedo hacer otra cosa que participar, y participar en esto que me parece lo más potable, por ahora. Silvia, 47 años

Pero aún cuando no todas las transformaciones personales pueden ser caracterizadas de manera uniforme, para la mayoría alcanzan tal magnitud como para afirmar que pocas veces en nuestra historia se ha podido disfrutar de un espacio político que incorpora los sentimientos, el placer, el cuerpo, al lado del debate y las acciones político-sociales.

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En estos espacios las personas se sienten habilitadas para reflexionar, dialogar, para mencionar hasta los límites personales de cada uno para alguna actividad, para entrar y salir, recorrer otras asambleas7, proponer y discutir todos los proyectos imaginables8.En este hacer reflexivo se realizan procesos de individualización9, entendidos como entramados discursivos nuevos, basados en la libertad y la decisión, en el despliegue de pluralidad de posibilidades de elección.

Otro aspecto clave de las asambleas es su capacidad de integración social, de género, de orientaciones sexuales, de generaciones, de clases, de culturas políticas. Como herederas de los denominados “nuevos movimientos sociales” 10 (feminista, ecologista, de derechos humanos, etc.), las asambleas articulan situacionalmente las luchas de cada uno de los anteriores en un espacio común.

En tanto sujetos colectivos, amplían las fronteras de la ciudadanía como capacidad de interpelar al estado, y como derecho a tener derechos, y también como derecho a incluirse en lo político a partir de las propias diferencias. En cada asamblea, la construcción de la identidad colectiva surge de las formas en que se negocian los sentidos referidos a las diversas tensiones que las atraviesan: lo político y lo político-partidario, los temas generales y la acción barrial, las consignas y la reflexión, la militancia actual y las pasadas, los ensayos y los logros, la decisión de realizar y sostener la toma de un local o no, el tipo de proyectos que generan, la relación con piqueteros, con el estado local, las redes que construyen, la solidaridad hacia adentro y hacia fuera de la asamblea. En este proceso, existen intereses y demandas que van ocupando el centro de la escena en las asambleas, y que revelan un aumento en su capacidad de agregar intereses en la escena pública. El proceso y el modo de analizar, discutir y tomar decisiones acerca de estos puntos va construyendo un nosotros, que actúa como factor de reconocimiento mutuo, simultáneamente con el reconocimiento social: la capacidad de convocatoria para movilizaciones, para los escraches, la presencia solidaria en defensa de algún derecho vulnerado.

Género y generaciones en la acción colectiva.

En trabajos anteriores11 nos preguntábamos, analizando a mediados de la década de los ’90 las movilizaciones de sectores medios en defensa de la educación pública, así como de otras movilizaciones en contra de la intención de reubicar a personas de un viejo asentamiento en un área de la ciudad

7 Hemos observado como práctica bastante frecuente lo que una asambleísta denominó “asambleístas itinerantes”, también “migraciones” de una asamblea a otras, más allá de desdoblamientos, fusiones o deapariciones de asambleas.8 Beck, Ulrich. Hijos de la libertad FCE. 1999: “En el hacer reflexivo se realizan procesos de individualización, entendidos como entramados discursivos nuevos, basados en la libertad y la decisión, en el despliegue de pluralidad de posibilidades de elección. 9 Beck, Ulrich. Hijos de la libertad FCE. 1999.10 Jelin,Elizabeth (1985) "Los nuevos movimientos sociales: Mujeres, Rock Nacional". CEAL.Buenos Aires.11 Di Marco, Graciela. Las mujeres y la política en los ’90. en madres y democratización de las familias en la Argentina contemporánea-Biblos.Buenos Aires.1997

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Page 12: Las asambleas barriales: - WordPress.com · Web viewEn este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no

habitada por sectores medios –movilizaciones en las que las mujeres habían tenido una activa participación- cuáles serían las prácticas de las mujeres de clase media en el futuro, cuando el ajuste se fuera acentuando.

Algunas de las preguntas que nos hacíamos se referían a la posibilidad de que aquellas participaran en acciones que articularan intereses pluriclasistas, en un marco de solidaridad, ética y defensa de derechos. También nos interrogábamos acerca del movimiento de mujeres en cuanto si podría plantearse la construcción y ocupación de nuevos espacios de poder12, y no sólo como destinatarias de políticas o como agentes de las decisiones de otros.

La participación de las mujeres en las asambleas nos muestra que estas preguntas pueden tener una respuesta positiva, al menos a través del análisis de gran parte de las observaciones que realizamos. Las mujeres de barrios caracterizados como de sectores medios están profundizando un aprendizaje político social, debaten las situaciones de injusticia social, aunque mantengan aún los discursos de género que en este sector social se caracterizan muchas veces por la negación de la subordinación y la discriminación. Por ejemplo, en el relato de una asambleísta se puede observar simultáneamente el crecimiento de su conciencia social, la observación acerca de las diferencias entre los hombres y entre las mujeres, pero no la identificación de las diferencias de poder y autoridad entre hombres y mujeres como colectivos sociales.

Yo miraba TV, ¿viste?. Yo me creí que estábamos en el primer mundo. Este..., no, realmente no me había dado cuenta de que había gente ... Yo te estoy hablando de mi barrio, no te estoy hablando de la Provincia. Que en mi barrio, barrio bacán, que haya gente que come salteado, a mí no se pasaba por la cabeza. Bueno, esto me resulta también muy, muy fuerte, y bueno, participo de la olla....Pero también era bastante terrible estar en julio con cinco grados de temperatura, en una plaza, tratando de darle de comer a la gente.

Eh... Hay mujeres muy piolas, hay mujeres muy calladas. Hay tipos muy piolas, hay tipos muy callados. Emm... si te digo la cantidad de hombres y mujeres, bueno creo que hay más mujeres pero por un tema de que somos más mujeres que hombres en este país, pero... No, realmente no pasaría la cosa por el tema hombres y mujeres, realmente. Celia, 47 años.

De la observación de las asambleas y de las entrevistas con asambleístas se desprende que aparentemente existen relaciones equitativas de género y generación, en tanto las relaciones permiten una horizontalidad en todo el accionar de sus participantes, en la cual son respetadas las opiniones de ambos géneros en los debates y de los jóvenes. No obstante se pueden observar expresiones y modalidades que se vinculan con el sexismo y el autoritarismo, lo cual estaría mostrando sencillamente las contradicciones existentes en la sociedad acerca de los valores y normas que subyacen en las relaciones entre los géneros. Esto se hizo evidente en una asamblea, en la cual uno de sus miembros se adjudicaba la apropiación de los vecinos “yo solo tengo vecinos acá”, y las mujeres se mostraban subordinadas a este “líder”. Y 12 Hacía menos de dos años que se había sancionado la Ley de cupos Nº 24012.

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en otra, por ejemplo, en la cual la voz de los jóvenes no era tomada muy en serio, lo que provocaba que estos no entraran a la asamblea.

Por otra parte, existen mujeres que pueden plantear claramente situaciones sexistas y desarticular los discursos que las subordinan:

Un asambleísta, en la interbarrial antes del primero de mayo –cuando se armaban esas batallas campales, golpeó a una compañera de otra asamblea. Y se discutió en la asamblea pero los hombres tenían como más cuidado, de decir, bueno, se calentó, la calentura hace eso... Todas las mujeres ¡no! ¡esperá eso es violencia! eso es inadmisible en nuestras... nuestras nuevas conductas, que no están establecidas, son tácitas, pero no entra eso de que un hombre agarre de los pelos a una mujer por diferencias políticas”. Marta, 45 años.

A la luz de la experiencia histórica de las mujeres que salieron a contestar el poder represivo, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo o se congregaron en los barrios para luchar por sus necesidades y las de sus familias, podemos pensar que la experiencia en lo público en cuanto a las prácticas de denuncia de injusticias y de defensa de derechos vulnerados, de recuento de capacidades propias muchas veces ignoradas o descalificadas, a prácticas sociales de ganar poder y autoridad frente a los pares en la reuniones, genera, en tiempos que son diversos y dificultosamente pautables, cambios subjetivos que producen en algunas mujeres transformaciones en los modos de pensarse, de reflexionar y actuar con sus parejas, con sus empleadores - si los tienen- y con sus hijos e hijas, elaborando discursos de derechos en las relaciones familiares, así como en las organizaciones, que contribuyen a la democratización de las mismas.

El espacio del movimiento incluso es diferente de aquellos de los partidos o de los sindicatos -para las que vienen de militancias anteriores- en cuanto a la horizontalidad, la reflexividad, el pluralismo, la negociación de los conflictos, como ya lo hemos señalado. En este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no es menor la reflexión acerca de los proyectos que generan las asambleas.Las mujeres que participan, discuten y toman decisiones tendientes a la realización de proyectos solidarios, con contenido político, no se plantean un trabajo asistencial ni lo perciben como una extensión del altruismo materno, sino como una obligación vinculada a una lucha por la justicia social. Este posicionamiento se aleja de la construcción ideológica patriarcal sobre “lo femenino”, que se vincula con prácticas supuestamente naturales de cuidado y atención de necesitados, niños y enfermos. Como veremos más adelante, la construcción de nuevos discursos acerca de las necesidades y derechos y el debate vinculado al asistencialismo se genera con el aporte de hombres y mujeres y de todas las edades.

En las asambleas se realiza un aprendizaje de trato igualitario entre géneros y generaciones, por lo menos en las actividades más evidentes: en las discusiones, en las tomas de decisiones y en las actividades concretas que se realizan. Estas prácticas son heterogéneas y no llegan aún a configurarse en modalidades claramente diferenciadas a las de la cultura patriarcal dominante. Como hacíamos anteriormente referencia, algunos casos comentados por las

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Page 14: Las asambleas barriales: - WordPress.com · Web viewEn este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no

personas entrevistadas plantean la dificultad práctica de abandonar los enfoques tradicionales acerca de las normas y valores que se juegan en la relación entre los hombres y mujeres.

Muchas de las modalidades de trabajo de las asambleas que se han descrito remiten a las del movimiento feminista: la horizontalidad, la politización y democratización de lo público y la desnaturalización de viejos mecanismos de dominación en las relaciones entre los géneros, el cuestionamiento acerca de los sistemas de representación.

Las mujeres del movimiento feminista están participando en las asambleas (así como en las demás formas de acción colectiva) intentando articular las demandas de equidad de género en las diferentes acciones, para que las diferencias de género no operen como justificaciones de la desigualdad y para que la ampliación de derechos incluya los derechos de las mujeres y de los grupos que siempre han sido discriminados. En algunas asambleas se ha podido colocar los temas vinculados, por ejemplo, con el lenguaje sexista y con el aborto, generándose espacios de discusión entre hombres y mujeres.

Existe una tensión no resuelta en la práctica de las mujeres feministas y de aquellas que se han ido descubriendo diferentes grados de subordinación en la práctica cotidiana de la acción en la asamblea o en el piquete, vinculado a la “oportunidad” de los temas referidos a la equidad de género, salvo en la atención de situaciones concretas de violencia doméstica. Es frecuente encontrar expresiones que consideran que instalar el debate acerca de la desigualdad de poder y autoridad, de recursos, entre hombres y mujeres no es oportuno y puede generar divisiones en el colectivo.

4 – Los espacios y procesos asamblearios

Los espacios de coordinación

La visibilidad del movimiento de asambleas barriales se atenuó considerablemente luego de su surgimiento en la ola de movilizaciones que siguió al 19/20 de diciembre de 2001. Esa menor visibilidad se relaciona sin duda con la disminución del número de sus integrantes en comparación con las que registraran en los primeros meses de 2002, pero más que la atenuación de su densidad numérica parece haber incidido en esto la propia estructura del movimiento, carente de un “centro” de coordinación, y la escala “minimalista” de sus actividades cotidianas.

La carencia de un “centro” coordinador se vincula con los propios objetivos de un movimiento que cuestiona las formas delegativas de representación y promueve la autonomía radical de las asambleas ancladas territorialmente. En realidad este es un punto clave para el que las asambleas no han provisto aún una solución definitiva: la soberanía de cada asamblea contradice los mecanismos tradicionales (delegativos o jerárquicos) de coordinación, y esta contradicción tiende a resolverse en la práctica mediante mecanismos de

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Page 15: Las asambleas barriales: - WordPress.com · Web viewEn este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no

coordinación informal a través de redes de asambleístas, reconocimiento recíproco a través de actividades puntuales comunes, instancias de coordinación zonal e “inter-zonal”, comisiones transversales “temáticas”, etc.

En los inicios del movimiento se constituyó una asamblea interbarrial en el Parque Centenario en la Ciudad de Buenos Aires, que sobre todo a lo largo de los primeros cuatro meses –enero-abril de 2002- intentó funcionar como un centro de coordinación del movimiento. Esta fue también, posiblemente, la época de mayor visibilidad pública de las asambleas, ya que la reunión semanal de varios cientos y miles de personas tenía un impacto mediático considerable. Pero las asambleas fueron abandonando ese espacio por motivos diversos. La razón principal del abandono fue la exposición de ese centro al control y las presiones ejercidas por las agrupaciones políticas externas al movimiento asambleario. Si bien éste como tal no es excluyente de los militantes de partidos políticos y organizaciones sociales diversas –de hecho muchos de los miembros de las asambleas son, o fueron, militantes partidarios, sindicales, etc.-, promueve la autonomía e independencia de las asambleas con respecto a todo control externo.

La Interbarrial de Parque Centenario reunía semanalmente una asistencia en muchos casos superior a más de 2000 personas. Rápidamente se fueron insertando en este espacio movimientos de desocupados, secciones de sindicatos opositores a sus direcciones nacionales, y partidos políticos de izquierda. En el mes de febrero de 2002 se realizó la Primera Interbarrial Nacional, a la que acudieron, además de las asambleas de la ciudad de Buenos Aires, las de Mar del Plata, Rosario, Córdoba, y movimientos de desocupados y gremios rebeldes de todo el país. Durante los meses de Abril y Mayo fue decayendo la asistencia a este espacio, cada vez más rígido en su estructura (por ejemplo, se habilitó que las decisiones fueran tomadas por delegados de cada asamblea, bajo el principio de una asamblea, un voto), y poco apto para el ejercicio de las formas de democracia participativa y directa, propio de las asambleas barriales. Además, la disputa de los distintos partidos políticos por la hegemonía del espacio desembocó en el enfrentamiento violento entre militantes de dos agrupaciones políticas, lo cual incidió fuertemente en su desprestigio definitivo.

......cuando se buscó un funcionamiento reglado, pautado la Asamblea Interbarrial cayó en un nivel de burocratización donde se votaba por la afirmativa, por la negativa y sin mandato y ... todas las votaciones eran ad-referendum de la asamblea, entonces se volvía a la asamblea y había que llevarlo el domingo siguiente y realmente se entró en un cono de burocratización... Del aparateo y el manejo irresponsable se pasó a un manejo donde el asamblea interbarrial perdió toda capacidad de … dirección, digamos ... de coordinación real y esa fue otra de las cosas que hizo caer su interés. Osvaldo, 45 años

Las asambleas fueron organizando espacios de coordinación más regionalizados, o nucleados por ejes comunes de acción e interés. Ejemplos de espacios de coordinación entre las asambleas que fueron surgiendo a medida que iba decreciendo Parque Centenario, fueron el espacio de debate político de Colombres 25; diversas comisiones temáticas como las de Intersalud, Intertomas, Foros de Salud; asambleas zonales en diversas zonas de la ciudad,

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la Clínica Portuguesa, un lugar tomado por varias asambleas en el que funcionan Comisiones de Salud y Cultura. Desde fines de 2002 y principios de 2003 se vienen desarrollando espacios de coordinación diferentes, en el sentido que buscan la construcción política a través de afinidades y visiones comunes, apoyadas sobre la experiencia de las asambleas de cada barrio.

Más allá de la participación en marchas, movilizaciones, “escraches”, etc., la actividad cotidiana de las asambleas se desarrolla en reuniones semanales periódicas en los barrios de Capital Federal y algunos partidos del Gran Buenos Aires, en los que se debaten temas diversos. Por otro lado, muchas asambleas instalaron comedores y centros de ayuda escolar, promueven actividades culturales diversas, elaboran proyectos y sostienen emprendimientos para generar alternativas de empleo a desocupados y personas con bajos ingresos, etc. Aunque varias de estas actividades son encaradas por las asambleas en instalaciones ocupadas o “tomadas”, carecen obviamente del efecto mediático de los piquetes y de las empresas recuperadas. Contrasta con ello sin embargo la escala “maximalista” de los debates de las asambleas, en los que se discute acerca de las más variadas cuestiones, la renovación incesante de proyectos, la progresiva integración en redes locales e internacionales en las que se buscan caminos alternativos al neoliberalismo.

De la votación al consenso.

En un principio las asambleas tenían una dinámica rígida de funcionamiento, con coordinación, lista de oradores, confección de la agenda de temas a tratar, votación de mociones, comenzando con el análisis y discusión de los puntos votados en la Interbarrial de Parque Centenario. Es posible que la concurrencia masiva inicial condicionara este mecanismo de organización interna de las reuniones, pero se trata de una modalidad impuesta primordialmente por agrupaciones políticas experimentadas en la aplicación de esta lógica, que reproducía el sistema tradicional imperante en otros ámbitos y organizaciones (universidades, partidos, sindicatos, etc.). Esta modalidad fue trasladada a las asambleas, lo cual generaba un clima de tensión interna que se intensificaba aún más con las disputas entre distintas tendencias de las agrupaciones políticas, que buscaban monopolizar los temas de las asambleas e imponer sus formas de organización y propuestas de acción.

La rotación de las coordinaciones, derivada del criterio de evitar la conformación de cuerpos directivos y del principio más general de rechazo a las formas delegativas de representación, buscaba evitar la burocratización del funcionamiento y neutralizar los intentos de control por grupos organizados externamente a la asamblea. Pese a las rigidices (sobre todo en las etapas iniciales) de funcionamiento, en la dinámica interna de las reuniones se buscó preservar la horizontalidad en la participación y en la toma de decisiones, se ensayaron nuevas formas de coordinación, y se evitó el nombramiento de delegados permanentes que asumieran la representación de la asamblea en instancias externas de articulación. Los elegidos para tareas específicas de articulación, generalmente lo eran a través de “mandatos revocables” puntuales: más que de “delegados” se trataba de “voceros” que comunicaban las decisiones de las asambleas “hacia afuera”, que no estaban investidos de

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Page 17: Las asambleas barriales: - WordPress.com · Web viewEn este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no

representación alguna fuera del mandato específico. En suma, las asambleas buscaron preservar el principio de democracia directa (no delegativo) en la toma de decisiones.

Con el correr del tiempo pudieron apreciarse cambios significativos en estas modalidades de funcionamiento. No se trató de cambios “naturales”, sino de una reflexión permanente en las asambleas -sobre todo al principio- sobre sus propios mecanismos de funcionamiento, considerados y debatidos ampliamente por los mismos actores. Estos cambios fueron más significativos en las asambleas en las que se fue pasando de la votación a la elaboración de mecanismos de consenso, aunque este proceso no es idéntico en todas las asambleas. En algunas el consenso sustituyó directamente a la votación, en otros conviven ambas modalidades, según las circunstancias, los temas tratados, el número y el perfil político de los asambleístas.

-Nosotros, al principio, ... votábamos todo. Todo, hasta la cosa más insignificante se votaba. Todo. Cuando vos votás, hay algo que tiene que ver con la horizontalidad ... y su forma de regularse y el consenso que no funcionaba todavía. Había una mayoría y una minoría. La minoría, con el voto, quedaba excluida. En el último tiempo, y a través de jornadas de reflexión y ver qué era lo que queríamos de nuestra asamblea y qué sé yo, nos damos cuenta de que preferimos el consenso, o sea, preferimos que estemos todos integrados, más allá de que no estemos todos ciento por ciento de acuerdo con lo que pasa. Acá hay algo que es claro: somos todos absolutamente diferentes, venimos de lugares diferentes, de formaciones diferentes, pero acá tenemos que tener bien claro que en la acción tenemos que estar todos juntos. Entonces, tratamos de dejar las diferencias de lado y consensuar lo que tiene que ver con la acción, que es lo más importante, ¿viste? Yo creo que con el tiempo todas las demás diferencias van a poder ser zanjadas. Algunas sí y otras no, por ahí. Pero, lo más importante en este momento es que en la acción estemos todos juntos y que si hay algo que yo no estoy del todo de acuerdo, pero que en mi asamblea la gran mayoría está de acuerdo, y bueno, voy a tratar de ir y estar también, ... involucrada, ... Y sí, somos respetuosos de la horizontalidad. Casi siempre. El “enano fascista” te sale, mientras tanto, pero bueno… Susana, 49años.

....... es un escenario posible, digamos, me parece que va a estar signado por el aprendizaje que se hizo, creo que el hecho de haber transitado, haber roto toda esa lógica de robótica, decíamos nosotros, de la votación que era levantar el brazo a cada rato, y haber pasado a una situación de diálogo, de aprendizaje, de construcción con otro y... me parece que eso también va a estar en ese escenario. Ya no va a estar la misma robótica. En todo caso... se repetirán prácticas pero, bueno, apuesto a eso... creo que hay un proceso de aprendizaje... Juan, 35 años.

Las razones de este pasaje de la votación al consenso son diversas. En principio se trata del reconocimiento recíproco y la profundización de lazos personales entre los asambleístas, lo cual en ocasiones fue facilitado por la disminución del número de integrantes. El desarrollo de los lazos entre los asambleístas, posibilitó el diseño de agendas “autogeneradas” con menor variedad de temas, enfocados sobre los intereses del mayor número de asambleístas, y menos atados a solicitaciones “externas” provenientes de agrupaciones políticas. Las rupturas internas tuvieron muchas veces el sentido

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Page 18: Las asambleas barriales: - WordPress.com · Web viewEn este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no

de neutralizar a esas agrupaciones, cuyos integrantes en ocasiones se sintieron “expulsados” de las asambleas.

Otros militantes de partidos políticos, sin embargo, fueron atrapados por el proceso de “socialización” y aprendizaje de las asambleas y terminaron por amoldarse a su dinámica (sea por voluntad propia, por consignas de su partido, o por la tolerancia de los partidos -al parecer creciente en algunos- a la “doble” militancia asamblearia y partidaria). Todos estos procesos posibilitaron además la distensión del clima interno de las asambleas, lo cual facilitó el cambio en la dinámica de funcionamiento y en la sustitución de las votaciones por el consenso para la toma de decisiones.

En algunas asambleas la búsqueda de nuevos mecanismos que evitaran la esclerosis de la dinámica asamblearia fue sumamente explícita, llevando a la conformación de instancias y grupos de “reflexión” destinados a discutir en profundidad los temas más conflictivos, lo cual redundó, obviamente, en la selección y priorización de las agendas de debate. En estas instancias “se preparaban” por así decir, los temas a discutir en las asambleas, con la premisa que la agenda fuera consensuada y no se establecieran votaciones en estas reuniones “para-asamblearias”. Obviamente esto implicó un engrosamiento considerable de la agenda personal de cada asambleísta, que debió ir sumando reuniones semanales a la de la asamblea stricto senso.

De todos modos varias asambleas siguen funcionando en base a comisiones y, a su vez, forman comisiones interzonales con otras asambleas, para temas específicos, con mayor grado de formalidad o informalidad, según las características de cada una. Estas comisiones abarcan distintos temas pero en términos generales se refieren a prensa, salud, medio ambiente, jóvenes, cultura, problemas barriales, desocupados, presupuesto participativo, enlace, coordinación inter-asambleas, finanzas. En las asambleas de Mar del Plata se integraron las comisiones temáticas en organismos “federativos” como Intercomisiones y Foros que potenciaron su funcionamiento al punto que, en la medida que se incrementaba el trabajo de las comisiones, éstas fueron sustituyendo a las asambleas que prácticamente dejaron de funcionar como tales: sólo subsisten como “comisiones”.

Las tensiones internas de las asambleas son descriptas por buena parte de los entrevistados como conflictos entre “vecinos” y “militantes de partidos políticos”, que condujeron a diversas rupturas: En algunas, los vecinos se retiraron de la Asamblea, creando una nueva, a pocos metros de la anterior. En otras, los vecinos, en un principio, al no poder revertir el tipo de prácticas de las agrupaciones, centraron la horizontalidad más en la acción, alejándose de lo discursivo, reivindicando proyectos comunitarios. Con el transcurso del tiempo pudo notarse en algunas que los autoidentificados como vecinos generaron un espacio propio diferenciado de la asamblea. Hubo otras que profundizaron las tensiones culminando sea con la “expulsión” de los militantes de algunas agrupaciones políticas, u obligándolos a abandonar todos los espacios de responsabilidad en las tareas de la asamblea. Finalmente, otras asambleas sostuvieron el debate en el plano discursivo y lograron superar la crítica de los militantes de partidos de izquierda; éstos o bien se adaptaron o

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bien se retiraron de manera más o menos estentórea, fijando posiciones por escrito .

Actividades de las asambleas

Los debates.

El debate de ideas, la elaboración de proyectos de acción y la evaluación de las acciones realizadas constituye la piedra de toque del movimiento de las asambleas. La lógica de los debates en las asambleas sostiene y profundiza el ejercicio de la ciudadanía. En cuanto a sus contenidos, algunos fueron constantes y generalizados; pueden enumerarse aquí tanto los vinculados con el funcionamiento interno de las asambleas que prevalecieron al principio, como los vinculados con la coyuntura política del país. Otros contenidos, en cambio, presentan diferencias territoriales de interés, se trata de debates que se concentraron en ejes temáticos surgidos de la realidad de cada barrio. Así, en aquellas asambleas localizadas en barrios donde eran más acuciantes las necesidades, como en la Zona Sur Ciudad de Buenos Aires, o la Zona Oeste de la Provincia de Buenos Aires, los contenidos de los debates se volcaban sobre la búsqueda de soluciones prácticas para resolver los problemas derivados de las carencias de ingresos. Es decir, se llegaba al debate ideológico a través de discusiones sobre, por ejemplo, el aumento de tarifas, lo que llevaba al análisis de las privatizaciones y a formas de negociación con las empresas prestatarias. En otras zonas donde la presión de las necesidades era menor, como en San Isidro (Gran Buenos Aires), Plaza Mitre (Mar del Plata), Zona Norte de la ciudad de Buenos Aires, el punto de partida eran más bien los debates ideológicos, y desde éstos se arribaba a los temas de la puesta en práctica de soluciones a los problemas en los respectivos lugares, por ejemplo, el presupuesto participativo, el proyecto de accesibilidad a los medicamentos genéricos, etc.

Las agendas de debate de cada asamblea son considerablemente extensas. Una breve enumeración de los temas tratados, reiterados en varias asambleas permite clasificar los debates en torno a algunos ejes significativos:

a) Debates ideológicos generales: análisis de las contradicciones económicas y políticas, por la aplicación del modelo neoliberal en el país; corrupción de la clase política; democracia directa; reestatización de las empresas privatizadas; luchas obreras; políticas represivas, análisis de la política internacional; presupuesto participativo.

b) Debates sobre el nuevo significado territorial de las luchas (por ejemplo, sobre la “soberanía barrial” como principio general para la planificación y realización de acciones diversas de acción en el barrio.

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c) Debates sobre las acciones y formas de organización de la asamblea, atravesado por los contenidos del ítem anterior: sistemas de delegación; formas de toma de decisiones, por votación o consenso; relaciones con otras asambleas; formulación de proyectos; toma de locales; relaciones con otros movimientos; formas de demandar y protestar: marchas, cacerolazos, apagones, cortes de calles, escraches, exigitorios (en lugar de petitorios) a las empresas de servicios.

Esta muestra de los contenidos de los debates es un pálido reflejo de la variedad temática tratada en cada asamblea. Cada una de ellas fue produciendo un espacio para los debates y sus contenidos se fueron modificando según la evolución del movimiento asambleario y los acontecimientos político-sociales que se iban sucediendo.

Proyectos y acciones

Las acciones realizadas por las distintas asambleas, de acuerdo con las necesidades que se plantean y las modalidades que cada una se da para llevarlas a cabo, se pueden agrupar en:

Asistencia a las urgencias de vecinos y trabajadores en la zona de influencia de las distintas asambleas: merenderos y comedores (especialmente las asambleas que tomaron locales); realización de ollas populares con cartoneros, personas indigentes del barrio; apoyo escolar; compras comunitarias; empadronamiento de desocupados, entrega de bolsones de comida; reclamos ante el aumento de tarifas y auxilio para reconectar a los usuarios afectados por cortes; negociación de los cortes de servicios públicos por falta de pago; paralización o bloqueo de desalojos

Salud: apoyos a los hospitales de la zona; distribución de medicamentos genéricos; campañas de vacunación para cartoneros; campaña para la despenalización del aborto.

Culturales y Recreativas: creación de bibliotecas; charlas y cine-debates, festivales, teatro; edición de revistas y publicaciones propias.

Proyectos Autogestivos: ferias artesanales; producción y comercialización de alimentos; redes comerciales solidarias de productos de empresas recuperadas

Acciones de protesta: movilizaciones en apoyo a los trabajadores de empresas recuperadas; apagones y cacerolazos contra el tarifazo; acompañamiento a los organismos de Derechos Humanos en sus marchas y escraches a represores, a políticos y medios de comunicación y a empresas que despiden a obreros y empleados.; marchas y actos para fechas determinadas (24 de marzo, 1º de mayo, 19 y 20 de diciembre) o en contra de políticas represivas.

Cada una de estas acciones supone la organización en redes cada vez más amplias y complejas, reinventando redes existentes y creando otras nuevas, en una práctica social que recupera en la mayoría de los casos, el sentido de las redes sociales, más allá de las burocratizadas redes que fueron promovidas

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desde diversos ámbitos en los ´90, más parecidas a federaciones de organizaciones que a lazos y nudos más o menos estables de interacción entre personas y colectivos mutuamente dependientes que se forman alrededor de problemas o grupos de recursos y cuya formación, mantenimiento y cambio son obra de una serie de interacciones complejas. Se recobra así el sentido de las redes como estructuras abiertas, capaces de expandirse sin límites, integrando nuevos nodos mientras puedan comunicarse entre sí. Sin duda, la contribución de Internet es de suma importancia, ya que permite sumar a la vinculación personal, cara a cara, la inmediatez de la información, frecuentemente asociada a una lectura crítica de la realidad, alejada de las noticias que difunden las corporaciones multimedios. El papel de internet y del correo electrónico para difundir convocatorias ha sido de suma importancia cada vez que ha sido necesaria la respuesta rápida frente a situaciones críticas (desalojos, represión, etc)

Relaciones con los Organismos de Gobierno

En líneas generales, las asambleas han tenido relaciones conflictivas con los Organismos de Gobierno. Estos han sido centro de críticas por intentos de cooptación de asambleístas y asambleas, por proponer políticas asistencialistas, insuficientes y paliativas. La gama de relaciones planteadas por las asambleas con los organismos de gobierno van de el rechazo, hasta la negociación y el enfrentamiento.

El rechazo prevalece en Mar del Plata, donde las asambleas siempre se negaron a establecer ningún tipo de relación, o en Laferrere, donde se considera que no serán escuchados por el gobierno local o provincial, o en Lanús, donde no se acepta que la asamblea sea mediadora entre los organismos de gobierno y los sectores populares. La negociación con el gobierno local para la entrega de suministros necesarios para el barrio, como bolsones de comida o insumos para poner en marcha algún emprendimiento, fue encarada por algunas asambleas que funcionan en la Zona Sur de la Ciudad de Buenos Aires. El enfrentamiento directo mediante imposición de cacerolazos y corte de calles ante los desalojos que se producían en el barrio, alcanzó un grado extremo en San Juan y Entre Ríos.

En la Ciudad de Buenos Aires, las tomas permitieron evidenciar más claramente las tensiones con el estado local, tanto en el nivel de las Secretarías del Gobierno de la Ciudad como en el de los Centros de Gestión y Participación (CGP), que venían dándose desde el principio del movimiento. En la actualidad se desarrollan debates acerca de la relación de cada asamblea con el GCBA en torno de los siguientes ejes: la exigencia del cumplimiento de sus deberes, especialmente de una ampliación de sus políticas sociales (salud y desarrollo social), el escrutinio de sus políticas públicas y de la forma de gestionar de los funcionarios, la decisión de no trabajar en coordinación con las agencias estatales descentralizadas por barrios, los Centros de Gestión y Participación, para mantener la independencia de sus propuestas.

Más allá de las relaciones concretas que establecen con diversas instancias del gobierno local en la Ciudad de Buenos Aires, éstas suscitan diferencias de

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posición en la mayoría de las asambleas, que se manifiestan en torno a la identificación del gobierno local con los políticos. Desde un enfoque cuasi-anarquista se identifica sistema político y estado y se promueve en el discurso la necesidad de destruir ambos. Frente a esta posición emergen otras, opuestas, que enfatizan la necesidad de reconstruir el estado, luego de una devastadora década de neoliberalismo: de acuerdo con esta posición, la negociación con los funcionarios locales sirve para lograr que éstos cumplan con las funciones a las que están obligados. Entre ambos extremos se ubican quienes promueven una presión permanente sobre las instancias locales para la obtención de recursos: en este sentido la obtención de bolsones de alimentos adquiere el sentido de una “conquista que se arranca al poder”. Algunos asambleístas “transitan” por las tres posiciones, a favor sin duda de uno de los aspectos centrales del sistema político: su integración en organismos de gobierno al punto de identificar partido y estado, tal como ocurre en las instancias locales y nacionales.

Debate acerca del asistencialismo

Los debates en torno a las relaciones con los organismos de gobierno locales, colocan en primer plano los debates sobre el “asistencialismo”. En casi todas las asambleas, como se señaló, se están realizando diversos proyectos para la instalación de comedores, merenderos, ayuda escolar, huertas, formación de cooperativas para la realización de emprendimientos, etc., destinados a dar respuestas a las necesidades más apremiantes de la población.

Si bien una primera lectura parece vincular estas prácticas con las políticas usuales para atender a la pobreza, lo que es nuevo es el debate que las acompaña: la discusión del para qué de la asistencia, de las diferencias entre las prácticas de asistencia y las acciones tendientes a ampliar las condiciones de ciudadanía. A través de este debate, el espacio de la reproducción social se transforma en un espacio esencialmente político en el que se discuten las formas y los sentidos de la participación social, desplazando las explicaciones técnicas que prevalecían, casi como sentido común, para la justificación de estas prácticas en las esferas del estado. La política de interpretación de las necesidades (Fraser, 1989)13 se instala así “desde abajo”. La voz para hablar públicamente de necesidades -que se presentaban petrificadas en explicaciones cada vez más alejadas de la propia experiencia de los colectivos subordinados, o confinadas a los ámbitos privados-, modifican el discurso legitimado y coloca en la agenda nuevas interpretaciones, a partir de las reelaboraciones de las mismas. Por ejemplo, no se hace un petitorio, sino un exigitorio, los piqueteros piden planes asistenciales, luego piden trabajo al gobierno y (desde mediados del año 2002), a las empresas. El lenguaje de las necesidades que se traduce en derechos, que enarbolan los movimientos, politiza los ámbitos del mercado, del mismo modo que el movimiento feminista politizó la vida privada familiar y convirtió en políticas las necesidades de las mujeres por ver equiparada su condición con la de los hombres14.

13 Fraser, Nancy 1989 “La lucha por las necesidades: esbozo de una teoría crítica socialista-feminista de la cultura política del capitalismo tardío” .en Debate Feminista. México.

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Page 23: Las asambleas barriales: - WordPress.com · Web viewEn este sentido, el proceso de un año y medio de acción colectiva puede indicar sólo algunas tendencias, entre las cuales no

Los debates que existen en los movimientos sociales ponen de relieve lo que Fraser (1995) señala como ejes de la justicia social: los distributivos, entendidos como un reparto más justo de bienes y recursos; y los vinculados con el reconocimiento de las diferencias, por los cuales se espera que los derechos no estén ligados al seguimiento de las normas y valores culturales considerados “normales” o naturalizados15.

También se puede extender al reconocimiento de derechos y sobre todo, del derecho a expresar las propias necesidades del grupo subordinado. Al respecto, en las asambleas existen varias posiciones. En algunas asambleas se implementa algún tipo de asistencia a personas sin techo, cartoneros, personas pobres y empobrecidas de sus barrios, a través de ollas populares, merenderos, comedores, vacunaciones. Esta acción solidaria pone en descubierto aquello de lo que el estado no se hace cargo e incluso lo que llegó a provocar con la aplicación de su política económica. En estas actividades existe el propósito de una relación horizontal que posibilite el trabajo en conjunto entre asambleístas y “los otros”, a los que se quiere incorporar al “nosotros”, a través del diálogo. Esta modalidad puede estar conducida en la calle o en una “toma”.

La olla popular para los cartoneros... creo que es... visualizar, corporizar ¿no? meterles el elefante en el bazar... de hacer que estos sectores que salen del subte corriendo, que son empleados de comercio, bancarios, de entidades financieras... vean... ¿no? cuando salen de Angel Gallardo que hay un sector del barrio ¿no? minúsculo sin lugar a dudas pero que es solidario, que está trabajando con el otro, que pide el aporte, que no está viendo televisión, entonces, que está cocinando para comer junto con el otro ¿no? En actitud solidaria.

… ‘tenemos que ayudar a organizarlos’... hay cierta actitud paternalista en creer que tenemos la posibilidad de explicarle a estos sectores (...) que se van a unir por sus necesidades ¿no? no vamos a ser nosotros quienes les expliquen... Si podemos ayudar, si podemos recorrer un camino juntos y, en última instancia, como quizá también sea dialéctico, nos vamos a ayudar mutuamente. Juan, 56 años

En otras se prefiere acompañar a los que demandan suministros al estado:

14 Según Fraser :“Cuando se insiste en hablar públicamente de las, hasta entonces, necesidades despolitizadas, cuando se exige reclamar para estas necesidades el status de temas políticos legítimos ..., se cuestionan, modifican, y/o desplazan elementos hegemónicos de los medios de interpretación y comunicación: inventan nuevas formas de discurso para interpretar sus necesidades”, opcit, pag 20 y 21.15 Esta autora considera que en términos prácticos todos los aspectos centrales de la injusticia están vinculados tanto con la distribución como por el reconocimiento, por eso aboga por un paradigma que pueda contener los reclamos legítimos de ambos. Puntualiza como núcleo normativo de su concepción la idea de paridad en la participación, esto es, la justicia requiere que todos los miembros de la sociedad sean considerados como pares, para esto es necesaria la distribución de bienes materiales que asegure la independencia y la “voz” de los participantes y que los patrones culturales institucionalizados de interpretación y valor aseguren la igualdad de oportunidades y el respeto por todos. Las argumentaciones con las cuales se elabora el que y para que hacer están enmarcadas en estas propuestas de unir ambas formas de construcción de la justicia. Fraser, Nancy Iustitia Interrupta. Reflexiones críticas desde la posición “postsocialista” Siglo del Hombre Editores.1997

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......ir a reclamar los bolsones necesarios… en el barrio... al CGP o a los lugares indicados... pero con movilización, con lucha, digamos y tratar de que no se convierta eso en una cuestión de clientelismo político... Nosotros no le vamos a conseguir bolsones a la gente... la gente va a venir con nosotros... vamos a exigir los bolsones que es muy distinto. Alba, 35 años

Un tercer grupo está conformado por aquellas asambleas no se desean convertirse en un espacio de acciones de ayuda, sino en un espacio de enunciación de la palabra, que permita el debate y la propuesta y la organización:

.....ya ha pasado en otras asambleas que la gente viene por el beneficio que cree que le van a dar. Y nosotros tratamos de no cometer esos errores y no ofrecerles nada que no sea un espacio para escucharse, para proponer y para organizarse. Mónica, 45 años

Las “tomas”

En junio de 2002 comenzaron las “tomas” destinadas a “recuperar” locales de comercios y empresas en quiebra, casas abandonadas, instalaciones cerradas del gobierno local o nacional. Estas tomas posibilitaron la ampliación de los proyectos sociales, culturales, artísticos en los barrios y estimularon en muchos casos el aumento de la cantidad de participantes en las reuniones (en la actualidad hay alrededor de una docena de estos locales, vinculados en un espacio de articulación que se denomina “Intertomas”). La preparación y realización de las “tomas” tendió a generar diferencias en las asambleas, a favor o en contra de las mismas. Algunas asambleas consideran que los espacios que tomaron son una forma de recuperación para el pueblo de locales abandonados o inactivos, que expanden sus posibilidades de trabajo en el barrio. Otras argumentan que no es conveniente realizar este proceso, por diversos motivos: la valorización de la plaza o de la esquina como espacio de visibilidad pública, la situación de ilegalidad en la que coloca a la asamblea, o las dificultades prácticas derivadas de la sobrecarga de trabajo exigida por la necesidad de “sostener” la toma.

Más allá de las diferencias suscitadas entre los asambleístas, las tomas posibilitaron un aumento de la sinergia en las asambleas, agregándose a la compleja trama de redes y coordinaciones preexistentes. En general, los vecinos ven con buenos ojos estas ocupaciones y colaboran con comida para los comedores, con muebles y artefactos para el equipamiento. Al mismo tiempo las tomas suscitaron nuevos conflictos en las relaciones entre asambleístas, volcados a resolver múltiples problemas cotidianos (la seguridad del lugar, su limpieza, desratización, arreglo de la infraestructura, etc.), con el consiguiente aumento de tiempo dedicado a la participación por parte de los más activos, y la consiguiente distancia generada con los más renuentes que “sólo pasan por la asamblea una vez por semana para votar si está bien o está mal lo que hacemos nosotros todos los días”.

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En el discurso de los/as asambleístas se puede observar la satisfacción por el aumento de las personas que asisten a las asambleas con posterioridad a las tomas, asociado con los proyectos barriales que pusieron en marcha:

La historia cambia radicalmente cuando ocupamos este lugar, el 28 de julio. Ahí cambia la historia. Acá … estamos teniendo actividades permanentes. Una de las cosas que nosotros empezamos por allá por mayo, fue una olla popular en la Plaza. Y bueno, se nos empieza a hacer este conflicto de tener un lugar... cuando la Asamblea de Villa Urquiza, tomó este primer local, ya empezamos con la fantasía de tener un lugar. Y cuando los osados de la Asamblea de Lezama nos contaron que habían tomado Banco Mayo y nos dimos cuenta que en el barrio teníamos uno, dijimos, bueno, es la nuestra ... nosotros estábamos teniendo una participación de 30 personas, más o menos, en la asamblea, y ahora estamos siendo entre... entre 60 y 90, o sea, que es un montón. Aparte de la gente que viene a hacer actividades, que por ahí no se involucra en la asamblea, pero que viene a hacer gimnasia, tai-chí, chicos que vienen a hacer ... apoyo escolar. Silvia, 47años

Por otra parte, las tomas generan la necesidad de elaborar una variedad de estrategias para sostenerlas, frecuentemente asociadas con la búsqueda de apoyo en el barrio, en los partidos políticos de izquierda y en personas emblemáticas del movimiento de Derechos Humanos, simultáneamente con el debate acerca de la legitimidad/legalidad de esas prácticas:

“Nosotros fuimos el 18º o 19º local tomado ... se discutió mucho acerca de acerca de si tomar el local o pedirlo, como hizo … por ejemplo alguna asamblea que le pidieron un local a la municipalidad ... en el galpón del ferrocarril. Y ganó la posición de tomar el local en lugar de pedirlo. Yo... en principio... esto como dato personal... para mí al principio no había gran diferencia entre tomar y ocupar... cualquiera de ambas opciones podía ser posible ¿no? y tampoco una cuestión principista... no me parecía correcta. Después de la toma y viendo lo que pasó en otros lugares, creo que hicimos bien en tomar, porque tenés una situación más clara, tenés un enfrentamiento más abierto acá en este caso contra el COMAFI que es el que tiene el fideicomiso del Mayo... eh... pero no le debemos nada a nadie. Los otros tienen problemas ¿viste? Tienen problemas porque la municipalidad te presiona. - ¿Y de qué manera los presiona?... Y qué se yo... hubo gente que se tuvo que hacer responsable del lugar, con lo cual tuvieron que ir y firmar con nombre y apellido... se lo cedieron por un determinado tiempo, con lo cual van a tener que ver si se los renuevan o no... Estás medio atado al CGP y a lo que decida el CGP. Acá la cosa es muy clara... mientras no venga la policía con una orden del juez a desalojarnos, estamos acá. Ya nos allanaron y tenemos algunas personas más... no procesadas pero digamos... con causa... El problema acá es político. Nosotros lo que planteamos acá fue una discusión política porque buscamos apoyos en el barrio y fuera del barrio, hemos presentado ante la jueza un petitorio de apoyo a nuestra causa con más de mil firmas de vecinos, además hemos conseguido el apoyo de muchas organizaciones políticas... nos firmó el apoyo Izquierda Unida, el ARI, la CCC, la CTA ... personalidades como Alfredo Bravo, Adolfo Perez Esquivel … Estela de Carlotto … con lo cual nosotros empalmamos dentro de todo este gran movimiento... y de acuerdo a cómo se defina la situación política en el país... podremos quedarnos o nos tendremos que ir. Te diría que llevamos más las de perder que las de ganar... porque esto es absolutamente ilegal. Nosotros, entrando acá, violentamos unas cuantas leyes...Osvaldo, 47 años.

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Relaciones con otros movimientos sociales: Piqueteros, Empresas RecuperadasPiquete y Cacerola, la lucha es una sola

El debate sobre las necesidades pone en primer plano las vinculaciones de las asambleas con los otros movimientos sociales, en particular con los piqueteros y con los trabajadores de empresas recuperadas. Ya hacia fines de enero de 2002, a raíz de una marcha piquetera iniciada en La Matanza, la asamblea de Liniers promueve que distintas asambleas los reciban con comida, agua y desayunen con ellos, a lo largo de la marcha. Esto puso en evidencia la incipiente articulación entre los movimientos. Esta articulación la realizan casi masivamente las asambleas de la Ciudad de Buenos Aires, sobretodo las de las zonas sur, centro y oeste, planteándose marchas en común. En el Gran Buenos Aires Lanús y Laferrere, están integradas al movimiento piquetero y, si bien no son parte del mismo, realizan acciones en común y algunos piqueteros integran las asambleas. Esto no ocurre en San Isidro, en donde se observó una gran discriminación de los sectores desocupados y empobrecidos, lo mismo que en la zona de Mar del Plata, en donde ambos movimientos realizan acciones totalmente separados y el movimiento asambleario no acompaña a ninguna marcha piquetera.

El 26 de junio, con la gran represión policial sobre una marcha piquetera en Avellaneda, en donde matan a dos piqueteros, y se produce una mayor unión, la marcha en protesta por este episodio movilizó a casi todas las asambleas de la ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires y desde allí, los piqueteros fueron invitados a participar de asambleas para contar sus experiencias.

......se empezó a ver a los piqueteros de otra manera... y empezó aquella famosa consigna el “todos somos piqueteros”... porque de hecho en la plaza reprimieron a todos y la gente de clase media que en su vida había ido ni a un recital... ni a una marcha... ni a la cancha de fútbol... descubrió lo que era la represión... y la impotencia que da ser reprimido... Porque genera mucha bronca, mucha impotencia .... entonces creo que comprendieron también un poco lo que era la lucha de los piqueteros, de los movimientos estudiantiles, de los docentes... Alba, 35 años.

Estoy peleándola como todo el mundo, al borde de.... yo siempre digo: a mí el sueldo me alcanza para comprarme mis remedios. O sea que estoy bien, bien ahí de ... pasar del lado de los 14 millones que la están pasando bien mal. Pero, más allá de eso, a mí todavía me alcanza para comprar los bizcochitos y compartirlos ... Creo que el cambio de clase se me dio... en la cabeza, ¿no?. Esto de sentirme piquetera, por ejemplo ... Piquetera de clase media, ¿no? Mi perro se llama “Piquete” … pero desde el afecto de sentirme piquetera. Este... desde el escucharlos hablar y agradecerles que me cuenten su historia y que me enseñen lo que es la pelea, ¿no? Fundamentalmente creo que lo que me cambió es el afecto. .........yo hace dos años venía con el micro de Mar del Plata y los puteaba porque estaba cansada del viaje y tenía que llegar a mi casa y al día siguiente tenía que ir a trabajar, ¿no? Y creo que el 19 y el 20 me cambiaron eso, ¿no? ... El empezar a darme cuenta que había... yo era uno de los que vivía en las nubes ...al darme cuenta del hambre y la desesperación de nuestra gente... Si

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bien había una conciencia parcial de todo el proceso que se venía dando de degradación. Silvia, 47 años

Un punto de debate permanente en las asambleas se relaciona con la actividad de militantes de partidos políticos que operan a la vez en el seno de las asambleas y de algunos grupos “piqueteros”. En este sentido, más allá de la actitud favorable de los asambleístas con los piqueteros “en general”, las adhesiones se vuelcan comúnmente sobre determinados grupos más que sobre otros. En su mayoría, los asambleístas parecen más cercanos a los grupos piqueteros que sostienen una organización autónoma de los partidos políticos. Para los militantes de partidos políticos que intervienen en ambos movimientos, las marchas y movilizaciones públicas de los piquetes es utilizado como un argumento “testimonial” en el debate, orientado a la crítica de la supuesta “inacción” de las asambleas.

La fuerte atracción ejercida por los piquetes se relaciona con su mayor “visibilidad” con respecto a los otros movimientos sociales, considerablemente mayor, sin duda, con el de las asambleas barriales. En esta mayor visibilidad de los movimientos de desocupados inciden, sin duda, sus dimensiones. Según estimaciones de los propios grupos “piqueteros”, su capacidad de movilización “agregada” -la de todas las organizaciones que agrupan a los desocupados- abarca actualmente cerca de 100.000 personas en todo el país. Esto no es poco, sin duda, aunque la cifra empalidece frente a los varios millones de desocupados y subocupados. Aunque posiblemente más que sus dimensiones, sea la acción misma de los “piquetes” la que da cuenta de su visibilidad: los cortes de ruta alcanzan un fuerte e inmediato efecto mediático. Se trata de acciones “maximalistas” que contrastan, sin embargo, con los fines en principio “minimalistas” que animan las movilizaciones, que se circunscriben en su mayoría a la obtención de subsidios por desempleo y bolsas de alimentos. Aunque algunos grupos “piqueteros” se limitan a sostener estos limitados reclamos, varios de ellos han emprendido hace tiempo actividades de alcances más vastos en el seno de las comunidades en las que están implantados territorialmente: merenderos y comedores, instalaciones educativas y, sobre todo, emprendimientos productivos en los que vuelcan los recursos obtenidos en las movilizaciones. En relación con estos emprendimientos, la actividad de los “piquetes” aparece como la punta del iceberg de una construcción social mucho más compleja.

Las asambleas y las empresas recuperadas

Las asambleas colaboraron activamente con los trabajadores de varias empresas recuperadas en la ciudad de Buenos Aires, como Brukman, Chilavert, Grissinopoli, Vieytes-Ghelco, la Pizzería Imperio. De estas empresas, la mayoría fue recuperada en el año actual, lo cual permite fechar su origen en el seno de la intensa movilización social emergente de la crisis de diciembre de 2001 en Argentina. Las asambleas impulsaron también la ocupación de empresas cerradas para ponerlas en funcionamiento, como la de Sasetru en Avellaneda, o la clínica Portuguesa en Capital Federal. Estos intentos que implican la construcción de nuevos colectivos de trabajo, afrontaron diversas dificultades y

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demoras para su puesta en funcionamiento, lo cual aumentó su exposición a intervenciones judiciales destinadas a evitar su desarrollo.

Las empresas recuperadas que se ponen en funcionamiento con diferentes modalidades de gestión de los trabajadores, apoyados por los y las asambleístas y otros movimientos sociales, muestran el replanteo del derecho al trabajo y el de la propiedad privada, en particular el de su jerarquía relativa en esta época de crisis económica. Frente a los valores de la sociedad mercantil que privilegia el derecho de propiedad, los asambleístas y los trabajadores erigen como principal el derecho al trabajo y ponen en discusión la función social de la propiedad. Esto no constituye una discusión puramente retórica, sino que se traduce en la instalación de procedimientos jurídicos inéditos, que anteponen la necesidad de preservar las fuentes de trabajo frente a las rutinas de quiebra y liquidación de bienes productivos que prevalecen en el derecho mercantil. La recuperación de empresas, del mismo modo que las actividades de las comisiones de salud, en la defensa de los hospitales públicos, son un ejemplo de la lucha por la ampliación de los derechos sociales. Pero al mismo tiempo permite reflexionar acerca del impacto e influencia de estos movimientos en la sociedad, más allá sus características intrínsecas. En el caso de las empresas recuperadas en particular, la distancia entre las dimensiones limitadas del movimiento y sus efectos culturales y sociales es inmensa. Unas pocas empresas –no más de 100- dispersas en el territorio, diferentes por sus actividades y por las tradiciones políticas de sus trabajadores –menos de 10.000 en total- ponen en cuestión el conjunto del sistema de relaciones laborales. Al asumir la autogestión en unas pocas unidades productivas, los trabajadores bloquean la herramienta privilegiada de los empresarios en la negociación colectiva: éstos ya no pueden apelar a su recurso de última instancia, el cierre del establecimiento (“huelga de inversiones” o “lock out”) como instrumento de presión sobre los trabajadores. De allí que no habría que “medir” la fuerza del movimiento de empresas recuperadas en términos de su dimensión relativa intrínseca - o no solamente- sino precisamente en sus efectos culturales y sociales.

5-La discusión acerca del poder y la autoridad políticos.

Una consigna como la enarbolada tempranamente por las asambleas, que se vayan todos, dirigida contra el sistema político indica claramente la magnitud del foso abierto entre ese sistema y la sociedad. Ya hacia principios de la pasada década, los analistas políticos daban cuenta de ese divorcio creciente que había debilitado la capacidad del sistema de partidos de ejercer su rol de mediación característico de un régimen democrático, articulando demandas sociales y regulando diferentes opciones ideológico-electorales.

El funcionamiento de dicho sistema se caracterizó cada vez más por una competencia simulada. Colombo (1993) consideraba que el sistema de partidos había ido adquiriendo cada vez más las siguientes características: indiferenciación de opciones que antagonizan artificialmente en torno a aspectos periféricos pero ni confrontan ni cooperan abiertamente sobre los

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aspectos de fondo; partidos que pasan a funcionar como agencia o prolongaciones burocráticas del estado, en lugar de ser instrumentos de representación que ejercen un control externo de la gestión del mismo; el parlamento transformado en un espacio de regateo entre élites y lobbies que negocian la supervivencia mutua en el poder; fuga hacia adelante en relación con cuestiones de fuerte conflictividad, encapsulamiento tecnocrático de las demandas sociales o realización parcial de las mismas post-desarticulación de los actores movilizados por ellas; predominio del juego internista de subpartidos que faccionalizan la competencia al perder conexión con las demandas sociales; sacralización de las reglas del juego bloqueando toda reforma institucional que no se ajuste a los intereses políticos coyunturales; rechazo de la oposición a cualquier intento de cambio estructural por la imprevisibilidad del proceso político y de las ventajas y chances asignados a él.

El lema "que se vayan todos" expresa el hartazgo de la ciudadanía con políticos que han convertido a la actividad política tradicional en un mero recurso para perpetuarse en los cargos gubernamentales y para acumular poder para sí mismos y para su enriquecimiento. Precisamente, como señala Mouffe.16, la indiferenciación de las propuestas políticas no permiten construir un adversario con ideas y propuestas, solo un competidor por lo mismo, sin proyectos diferentes. “Madurez política” que ha terminado en el descreimiento de lo político y su atomización. Simultáneamente con este proceso se fue acentuando en una parte de la ciudadanía la conciencia acerca del fracaso de las políticas implementadas especialmente durante la década de los noventa y de las causas de su fracaso. Las medidas económicas implementadas en diciembre de 2001 hicieron visible el “programa” neoliberal y sus consecuencias para más sectores de la sociedad, que hasta ese momento, como muchos/as asambleístas dicen, estaban viendo la realidad a través de la televisión, aludiendo a la falta de conciencia y de solidaridad con los que ya sufrían esas consecuencias.

Estas cuestiones, más el agotamiento de un modelo cultural encarnado en los sectores de la dirigencia política, pero que logró permear amplias capas de la sociedad, caracterizado por la búsqueda individualista del consumo y la frivolidad, están en la base de la actual crisis de autoridad política -representatividad y legitimidad- que padecen el país. Por eso el divorcio de la sociedad con el sistema político, lejos de indicar indiferencia involucra por el contrario la politización de la sociedad civil17.

Y efectivamente las acciones de las asambleas barriales se inscriben en una profundización de las prácticas democráticas, multiplicando los espacios en los que “las relaciones de poder están abiertas a la contestación democrática” 18. La politización de la sociedad, al instalar nuevos intereses en la agenda pública, permite la ampliación de la ciudadanía, más allá de la retórica de los

16 Mouffe Chantal (1999) El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical. Paidos. Pag 1717 Torre, Juan Carlos (2003) Los huérfanos de la política de partidos. En edición por la Revista Desarrollo Económico (en prensa).18 Mouffe Chantal (1999) El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical. Paidos. Pag 17.

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gobiernos y de los partidos políticos. A través de las asambleas barriales, los actores sociales toman por su cuenta la redefinición de las nociones mismas de ciudadanía, de democracia, de intereses colectivos.

El sentido de este sendero de democratización aparece trazado por las normas de funcionamiento de las asambleas, estrechamente relacionadas con el rechazo a las formas delegativas de la democracia representativa institucionalizada y la búsqueda, posiblemente utópica, del ejercicio de la democracia directa. Esta búsqueda constituye una forma de intervención sobre la propia sociedad:

"Nosotros venimos a cambiar la política, pero también a cambiar la vida. No podemos excluir a nadie porque piense diferente, y tampoco podemos ejercer un “control de cuadros” porque no somos un partido político. Yo quiero que la asamblea sea un espacio de organización horizontal, igualitario, sin jerarquías ni exclusiones". Luis, 42 años

Las relaciones en el interior de las asambleas reflejan lo que “no estaba”19, o estaba muy devaluado en la práctica social y política en los últimos años: la horizontalidad, el debate, la búsqueda de mecanismos democráticos para arribar a las decisiones.

El derecho a hablar, el uso de la voz que enuncia y denuncia, que propone, es uno de los elementos que permiten construir una relación de reconocimiento mutuo y confianza entre los miembros de las asambleas.

Las discusiones acerca de las decisiones políticas de los gobernantes, la búsqueda de la información necesaria acerca de las mismas, tanto del pasado reciente como actuales, la organización de demandas, la articulación entre los diferentes colectivos sociales para acciones conjuntas, hacen visible y legible al poder, lo desmitifican y permiten revisar y deconstruir la autoridad en la que se asentó el modelo neoliberal. En los espacios del movimiento se replantean los viejos contratos y acuerdos autoritarios de la sociedad, en los niveles macro y micro-políticos.

El debate en el interior de las asambleas involucra una intervención en la esfera pública, concebida como espacio en el que los ciudadanos deliberan sobre sus problemas comunes, por lo tanto, un espacio institucionalizado de interacción discursiva20.

19 Sennett, citando a André Gide utiliza el concepto de “en abyme”, para referirse a los reflejos que cambian las imágenes que reproducen. El reflejo, dice Sennett, que no es igual al original, tiene una dimensión social, además de moral. Sennett, Richard La autoridad. Alianza Editorial.198020 Como señala Melucci: “Una condición necesaria para tal democracia está constituida por espacios públicos independientes de las instituciones gubernamentales, el sistema partidario y las estructuras estatales. Estos espacios son por definición, un sistema móvil de instancias que se mantienen abiertas sólo gracias a la confrontación creativa entre la acción colectiva y las instituciones. En la medida en que los espacios públicos son un sector entre los ámbitos de poder político y de toma de decisiones, y las tramas de la vida cotidiana son estructuralmente ambivalentes, expresan el doble significado de los términos representación y participación. La representación implica la posibilidad de presentar intereses y demandas; pero también implica seguir siendo diferente y nunca ser completamente oído” (Melucci, op cit, pag 165).

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Este espacio, distinto al del Estado, es un lugar para la producción y circulación de discursos que en principio pueden ser críticos frente al Estado. (Cohen y Arato, 2000). En esta misma dirección Melucci (1999) sostiene que la acción colectiva produce modernización y cambio institucional, selección de nuevas elites y nuevos modelos de relaciones sociales. Además, este autor señala otra dimensión:

Los movimientos operan asimismo como signos en el sentido de que traducen su acción en desafíos simbólicos que desequilibran los códigos culturales dominantes y revelan su irracionalidad y su parcialidad, actuando en los niveles (de información y comunicación) en los cuales también operan las nuevas formas de poder tecnocrático 21.

Sin embargo, la participación en la esfera pública no supone que las desigualdades sociales están resueltas de antemano, por el contrario resulta frecuente constatar que el espacio discursivo no permite la igualdad de acceso al debate, ya que muchos colectivos quedan fuera del mismo, atravesados como están por su lugar de subordinación. De allí que, siguiendo a Fraser (1995), debería concebirse la esfera pública no como un espacio único, sino como una red múltiple de nuevos públicos, constituidos por grupos subordinados (desocupados/as, trabajadores/as, mujeres, trabajadores, personas de diferentes orientaciones sexuales, etnias), que establecen un intercambio cultural e ideológico en la diversidad. Se trata de espacios discursivos paralelos donde los miembros de los grupos sociales subordinados inventan y hacen circular contra-discursos, lo que a su vez les permite formular interpretaciones opuestas de sus identidades, intereses y necesidades. La proliferación de contra públicos subalternos implica la ampliación de la confrontación discursiva.22

En las asambleas barriales los sujetos se agrupan reconociendo la pertenencia a un área de igualdad y se diferencian de lo ajeno, de lo otro. Esto lleva implícita una significación ético normativa, donde no se considera solamente lo instrumental, el cálculo de lo posible, sino también lo imprevisible, lo azaroso, la heterogeneidad, la aceptación de las diferencias. Como señalaba Lechner (1982), "la unidad (solidaridad) basada en las diferencias"23.

El replanteo de las relaciones de poder y autoridad, tanto como la construcción de una agenda de los actores sociales acerca de los intereses comunes recuperan para la sociedad el sentido de hacer política, no como la actividad de los partidos políticos sino, por sobre todo, de la ciudadanía. En esta construcción se incorporan significados centrados en los aspectos distributivos, en especial los vinculados con la pobreza y la desocupación, que ya estaban presentes en los discursos de los ’90 acerca de las políticas sociales. Pero a 21 Estos desafíos simbólicos pueden adquirir la figura de la profecía, el enunciar que la lógica del poder no es la única posible; la paradoja, esto es, la reversión de los códigos dominantes, mostrando su irracionalidad y su pretensión de ser inamovibles; y finalmente la representación, en tanto demostración de las contradicciones del sistema dominante a través de diversas expresiones estéticas (videos, teatro, plástica, etc.). Melucci también considera que el principal efecto sistémico de estos desafíos simbólicos es hacer que el poder resulte visible.22 Fraser, op cit pag 11623 Lechner, Norberto pag 41

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diferencia de aquellos, anclados en el asistencialismo, los nuevos discursos se orientan hacia una politización creciente de la esfera de la producción y la reproducción social. Estos nuevos discursos incorporan el reconocimiento de las diferencias, la búsqueda de la dignidad, la desmistificación de las relaciones de poder establecidas, la construcción de interdependencias entre actores y organizaciones, articulaciones necesarias para un replanteo profundo de la política, entendida como interacción, como construcción social.

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