Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

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Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la presencia hispana: diálogos entre el registro documental y arqueológico. Lic. Guillermo Ramírez Directora Dra. Ingrid de Jong Codirector Dr. Rafael Curtoni Tesis para optar al Título de Doctor en Arqueología. Facultad de Ciencias Sociales Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires 2017

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Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la presencia hispana:

diálogos entre el registro documental y arqueológico.

Lic. Guillermo Ramírez

Directora Dra. Ingrid de Jong Codirector Dr. Rafael Curtoni

Tesis para optar al Título de Doctor en Arqueología. Facultad de Ciencias Sociales

Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

2017

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“Debemos intentar comprender el comienzo del universo a

partir de bases científicas. Puede que sea una tarea más allá de

nuestras capacidades, pero al menos deberíamos intentarlo”

Stephen Hawking

A mi hijo Esteban:

Quien ha vivido toda su vida la par de esta investigación

A esos ojos curiosos que me alentaron cada día a seguir adelante

A esas preguntas inocentes insaciables por conocer el trabajo de su padre

A ese hombrecito ávido por saber más sobre los grupos karib del valle del río

Magdalena

Realmente espero que este escrito te plantée más interrogantes de los que hemos

intentado resolver aquí.

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Agradecimientos

Llegar a este punto del presente proceso académico no habría sido posible sin la

colaboración y apoyo de múltiples personas. En primer lugar agradezco a mi directora

Ingrid de Jong, mujer de paciencia inagotable quien aportó grandes ideas y

planteamientos a esta investigación, sin los cuales no habría encaminado este proyecto

por el camino seguido.

A mi codirector Rafael, una visión más humana de la arqueología me hizo retomar la

pasión por la investigación años atrás.

A todas las personas de la Facultad de Ciencias Sociales, en ellos encontré el apoyo

académico y la calidez universitaria estando tan lejos de mi país.

A Carlos, Patricia y Lucrecia Garay mi segunda familia, que me adoptó como a un hijo

y se convirtieron para siempre en los seres más queridos estando fuera de casa.

A mi amiga Virginia, por tantas mañanas de discusiones académicas y palabras de

apoyo desde la distancia.

A mi familia y a sus constantes asedios por saber cuando finalizaba el proceso de

elaboración de la tesis, claramente influyeron fuertemente en la terminación de la

investigación. Gracias Paola Ramírez.

A la gente del Laboratorio de Arqueología del Instituto Colombiano de Antropología e

Historia, por su amabilidad a la hora de revisar las colecciones arqueológicas.

A todos mis colegas antropólogos en Colombia, por todos los aportes que recibí durante

un café en cualquier rincón del mundo.

Por último, a los y las panches que habitaron el actual territorio de Anolaima en

Colombia hace cientos de años, el intento de conexión con su cultura es el que hizo

posible esta investigación.

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Tabla de contenido

CAPÍTULO 1 ................................................................................................................... 8 INTRODUCCIÓN ............................................................................................................ 8

CAPÍTULO 2 ................................................................................................................. 26 2.1 PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN ...................................................................... 26 2.2 OBJETIVOS ............................................................................................................. 27 2.3 METODOLOGÍA ..................................................................................................... 28 CAPÍTULO 3 ................................................................................................................. 48

ESTADO DE LA CUESTIÓN ....................................................................................... 48 3.1. Cronistas españoles del siglo XVI y XVII: Primeros escritores de la historia panche.

........................................................................................................................................ 48 3.2 Primeras descripciones del territorio panche. ........................................................... 54

3.3 El legado de las crónicas: la percepción de los panches en la producción académica

de la primera mitad del siglo XX y el contexto desde el que se inició la producción

académica sobre estos grupos indígenas. ....................................................................... 56

3.4. Reconstrucciones historiográficas: la producción académica de la segunda mitad del

siglo XX y principios del XXI ........................................................................................ 60

3.5. Investigaciones arqueológicas desarrolladas en el territorio panche. ...................... 69 CAPÍTULO 4 ............................................................................................................... 108

VALLE DEL MAGDALENA: UN ESPACIO GEOGRÁFICO DIVERSO ............... 108 4.1 El río Magdalena .................................................................................................... 108 4.2 Clima, paisaje y relieve del valle medio del Magdalena ........................................ 113 4.3. Clima y paisaje registrado al momento del contacto ............................................. 122 CAPÍTULO 5 ............................................................................................................... 126 PROCESO HISTÓRICO DEL TERRITORIO PANCHE. .......................................... 126

CONTACTO, CONQUISTA E INCLUSIÓN AL NUEVO RÉGIMEN COLONIAL 126

5.1 Exploración y primeros contactos con los “panches” ............................................ 128 5.2 Exploración del territorio panche (1537 – 1544).................................................... 132 5.3 Fundación del primer enclave español en territorio panche e inicio del proceso de

conquista de los diversos segmentos ............................................................................ 139 5.4 Procesos de resistencia ante la conquista en los sectores norte y nororiental del

territorio ........................................................................................................................ 144 5.5 Conquista de la margen occidental del río Magdalena ........................................... 148

5.6 Exterminio y desaparición de la etnia..................................................................... 152 5.7 Influencia de las percepciones en los documentos escritos y las consecuencias para

el proceso de conquista y colonia ................................................................................. 165 CAPÍTULO 6 ............................................................................................................... 180 PANCHES DE MONTAÑA Y PANCHES DE RÍO: SUS DIFERENCIAS Y

RELACIONES DESDE UN ENFOQUE ETNOHISTÓRICO Y ARQUEOLÓGICO.

...................................................................................................................................... 180

6.1 Los datos de las crónicas ........................................................................................ 180 6.2 Análisis Arqueológico. ........................................................................................... 218 CAPÍTULO 7 ............................................................................................................... 267 CONFRONTACIÓN DE RESULTADOS. .................................................................. 267 7.1. Discusión y confrontación de resultados con el marco teórico. ............................ 267

7.2. Aportes de la investigación. .................................................................................. 278 FUENTES CONSULTADAS ...................................................................................... 286

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Tabla de Ilustraciones

ILUSTRACIÓN 1. RECONSTRUCCIÓN DEL TERRITORIO PANCHE AL MOMENTO DE LA LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES SEGÚN LAS

DESCRIPCIONES DE LOS CRONISTAS AGUADO [1570?], FERNÁNDEZ DE OVIEDO [1526] 1959, CASTELLANOS [1601], HERRERA [1601-1615], FERNÁNDEZ DE PIEDRAHITA [1668] Y ZAMORA [1668]; Y LAS RECONSTRUCCIONES DE

BERNAL 1946, O´NEIL 1973, ARANGO 1974, DIEZ 1982, RODRÍGUEZ Y CIFUENTES 2004. ............................... 55 ILUSTRACIÓN 2. PRINCIPALES SITIOS ARQUEOLÓGICOS AL INTERIOR DEL TERRITORIO PANCHE Y EN LOS ALREDEDORES DEL

MISMO. ............................................................................................................................................... 72 ILUSTRACIÓN 3. RÍO MAGDALENA Y SU POSICIÓN EN EL ACTUAL TERRITORIO COLOMBIANO. ......................................... 109 ILUSTRACIÓN 4. SECTOR MEDIO DEL VALLE DEL RÍO MAGDALENA OCUPADO POR LOS PANCHES EN EL SIGLO XVI. .............. 111 ILUSTRACIÓN 5. TERRITORIO CULTURAL OCUPADO POR LOS PANCHES DE LA BANDA ORIENTAL DEL RÍO MAGDALENA (EN EL

CUAL EL MISMO SE PRESENTA COMO LÍMITE NATURAL EN EL EXTREMO OCCIDENTAL DEL MISMO).......................... 118 ILUSTRACIÓN 6. ESPACIO FISIO-GEOGRÁFICO OCUPADO POR LOS PANCHES EN EL SIGLO XVI ENMARCADO EN EL RELIEVE

GENERAL PRESENTE EN LA ZONA DE ESTUDIO (DISCRIMINANDO ZONAS ALTITUDINALES Y CLIMA). LOS TONOS MÁS

OSCUROS CORRESPONDEN A ESPACIOS CON MAYOR ELEVACIÓN ALTITUDINAL Y POR CONSIGUIENTE CON MENORES

TEMPERATURAS A LO LARGO DEL AÑO. ..................................................................................................... 119 ILUSTRACIÓN 7. NUEVO REINO DE GRANADA EN 1630 (MAPA DE WILLEM JANSZBLAEU 1630). .................................. 130 ILUSTRACIÓN 8. PRINCIPALES CAMPAÑAS DE EXPLORACIÓN DEL TERRITORIO PANCHE ADELANTADAS POR LOS ESPAÑOLES ENTRE

1537 Y 1550. .................................................................................................................................... 132 ILUSTRACIÓN 9. TERRITORIO OCUPADO POR LOS PANCHES EN EL SIGLO XVI Y LAS DIVISIONES POLÍTICO-ADMINISTRATIVAS

ASIGNADAS POR LOS ESPAÑOLES EN TORNO A LAS POBLACIONES DE TOCAIMA (MARGEN ORIENTAL) Y HONDA, MARIQUITA E IBAGUÉ (MARGEN OCCIDENTAL). .......................................................................................... 138

ILUSTRACIÓN 10. TERRITORIO OCUPADO POR DIVERSOS SEGMENTOS PANCHES EN EL SIGLO XVI Y NOMBRES DE LOS

PRINCIPALES TERRITORIOS INDÍGENAS RECOPILADOS POR LOS ESPAÑOLES EN LAS CRÓNICAS DE LA CONQUISTA Y EN LOS

PRIMEROS DOCUMENTOS COLONIALES SOBRE LA ZONA (ADAPTACIÓN DE LA RECOPILACIÓN TOPONÍMICA DEL IGAC

1995). .............................................................................................................................................. 155 ILUSTRACIÓN 11. UBICACIÓN ESPACIAL DE LOS SEGMENTOS REFERIDOS EN LAS CRÓNICAS DENTRO DEL TERRITORIO PANCHE.

........................................................................................................................................................ 203 ILUSTRACIÓN 12. RESPUESTAS CULTURALES REGISTRADAS EN EL SECTOR NORTE. ........................................................ 210 ILUSTRACIÓN 13. RESPUESTAS CULTURALES REGISTRADAS EN EL SECTOR SUR. ........................................................... 210 ILUSTRACIÓN 14. PROCESOS DE RESISTENCIA A LA INVASIÓN Y/O ALIANZAS ESTABLECIDAS CON LOS ESPAÑOLES POR LOS

SEGMENTOS PANCHES EN DIFERENTES SECTORES DEL TERRITORIO................................................................... 210 ILUSTRACIÓN 15. PATRÓN FUNERARIO CARACTERÍSTICO DEL VALLE DEL MAGDALENA, DETERMINADO POR LA PRESENCIA DE

ENTIERROS SECUNDARIOS EN URNAS FUNERARIAS DEPOSITADAS EN TUMBAS RECTAS DE POZO CON O SIN CÁMARA

LATERAL. TOMADO DE DUQUE GÓMEZ 1967. ........................................................................................... 221 ILUSTRACIÓN 16. CLASIFICACIÓN MORFOLÓGICA PARA LOS CUERPOS DE LAS URNAS FUNERARIAS IDENTIFICADA POR REICHEL-

DOLMATOFF EN DIVERSOS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS A LO LARGO DEL RÍO MAGDALENA (1943). ................... 222 ILUSTRACIÓN 17. CLASIFICACIÓN MORFOLÓGICA PARA LAS TAPAS DE LAS URNAS FUNERARIAS IDENTIFICADA POR REICHEL-

DOLMATOFF EN DIVERSOS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS A LO LARGO DEL RÍO MAGDALENA (1943). ................... 223 ILUSTRACIÓN 18. UBICACIÓN GEOGRÁFICA DE LOS CONTEXTOS ARQUEOLÓGICOS REFERIDOS EN LA INVESTIGACIÓN DE REICHEL-

DOLMATOFF (1943). ........................................................................................................................... 224 ILUSTRACIÓN 19. URNAS FUNERARIAS REGISTRADAS PARA DIVERSOS SECTORES AL INTERIOR DEL TERRITORIO PANCHE. ...... 233 ILUSTRACIÓN 20. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE ANOLAIMA. ................................................................. 239 ILUSTRACIÓN 21. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE ESPINAL. ..................................................................... 240 ILUSTRACIÓN 22. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE GIRARDOT................................................................... 241 ILUSTRACIÓN 23. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE GUAMO...................................................................... 242 ILUSTRACIÓN 24. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE GUATAQUÍ. ................................................................. 243 ILUSTRACIÓN 25. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE HONDA. ..................................................................... 244 ILUSTRACIÓN 26. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE RICAURTE. .................................................................. 245 ILUSTRACIÓN 27. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE SUÁREZ. ..................................................................... 246 ILUSTRACIÓN 28. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE TIBACUY. .................................................................... 248 ILUSTRACIÓN 29. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE TIBACUY. .................................................................... 249 ILUSTRACIÓN 30. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE TOCAIMA. ................................................................... 250 ILUSTRACIÓN 31. ELEMENTOS CERÁMICOS PROCEDENTES DE VEGAS DEL SABANDIJA. ................................................. 251 ILUSTRACIÓN 32. (ESPINAL). ........................................................................................................................... 259

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ILUSTRACIÓN 33. (GIRARDOT). ........................................................................................................................ 259 ILUSTRACIÓN 34. (RICAURTE). ......................................................................................................................... 260 ILUSTRACIÓN 35. (TOCAIMA). ......................................................................................................................... 260 ILUSTRACIÓN 36. (ANOLAIMA). ....................................................................................................................... 261 ILUSTRACIÓN 37. (TIBACUY). ........................................................................................................................... 262 ILUSTRACIÓN 38. (VEGAS DE SABANDIJA). ......................................................................................................... 262 ILUSTRACIÓN 39. DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE URNAS FUNERARIAS GRUPO 1. ............................................................ 265 ILUSTRACIÓN 40. DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE URNAS FUNERARIAS GRUPO 2. ............................................................ 266

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Tabla de Fotografías

FOTOGRAFÍA 1. PAISAJE Y COBERTURA VEGETAL TÍPICOS DEL BOSQUE SUBANDINO (BH-P Y BH-MB), DE LA VERTIENTE

OCCIDENTAL DE LA CORDILLERA ORIENTAL. ................................................................................................ 116 FOTOGRAFÍA 2. PAISAJE Y COBERTURA VEGETAL TÍPICOS DEL BOSQUE SECO TROPICAL (BS-T) EN LAS PLANICIES ALUVIALES DEL

RÍO MAGDALENA. ................................................................................................................................ 117 FOTOGRAFÍA 3. TAPAS DE URNAS FUNERARIAS REGISTRADAS PARA LA PARTE NORTE DEL RÍO MAGDALENA (TAMALAMEQUE).

MUSEO NACIONAL DE COLOMBIA. .......................................................................................................... 226 FOTOGRAFÍA 4. TAPA DE URNA FUNERARIA REGISTRADA PARA LA PARTE SUR DEL RÍO MAGDALENA (ESPINAL - GIRARDOT).

MUSEO ARQUEOLÓGICO CASA DEL MARQUÉS DE SAN JORGE - BOGOTÁ. ....................................................... 226 FOTOGRAFÍA 5. URNA FUNERARIA REGISTRADA EN EL SECTOR SUR DEL VALLE DEL RÍO MAGDALENA (ESPINAL). TOMADO DE

FONDO DE PROMOCIÓN DE LA CULTURA 1992. ......................................................................................... 227 FOTOGRAFÍA 6. URNA FUNERARIA REGISTRADA EN EL SECTOR NORTE DEL VALLE DEL RÍO MAGDALENA (PUERTO MOSQUITO -

CESAR). TOMADO DE FONDO DE PROMOCIÓN DE LA CULTURA 1992. ........................................................... 227 FOTOGRAFÍA 7. URNA FUNERARIA REGISTRADA EN EL MUNICIPIO DE ESPINAL (TERRITORIO PANCHE SIGLO XVI). TOMADO DE

FONDO DE PROMOCIÓN DE LA CULTURA 1992. ......................................................................................... 228 FOTOGRAFÍA 8. URNAS FUNERARIAS REGISTRADAS EN EL MUNICIPIO DE GUAMO (LÍMITES DEL TERRITORIO PANCHE SIGLO XVI).

MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ZIPAQUIRÁ. .................................................................................................. 229 FOTOGRAFÍA 9. URNA FUNERARIA REGISTRADA EN EL MUNICIPIO DE TIBACUY (TERRITORIO PANCHE SIGLO XVI). TOMADO DE

SALAS Y TAPIAS 2000. .......................................................................................................................... 229 FOTOGRAFÍA 10. URNA FUNERARIA REGISTRADA EN EL MUNICIPIO DE TOCAIMA (TERRITORIO PANCHE SIGLO XVI). MUSEO

ARQUEOLÓGICO DE PASCA..................................................................................................................... 230 FOTOGRAFÍA 11. URNA FUNERARIA REGISTRADA EN TERRITORIO PANCHE. MUSEO DEL ORO DEL BANCO DE LA REPÚBLICA -

BOGOTÁ. ........................................................................................................................................... 230 FOTOGRAFÍA 12. TERRRAZA ESTRUCTURAL EN LA CUAL SE IDENTIFICARON EVIDENCIAS DE UN ASENTAMIENTO HUMANO

ASOCIADO A LA OCUPACIÓN PANCHE. ....................................................................................................... 234 FOTOGRAFÍA 13. VISTA AÉREA DEL SITIO DE OCUPACIÓN PANCHE EN ANOLAIMA. VISTA DESDE EL OCCIDENTE (AL FONDO SE

APRECIAN LAS CUMBRES DE LA CORDILLERA ORIENTAL, TRAS LAS CUALES SE ENCUENTRA EL ALTIPLANO

CUNDIBOYACENSE). .............................................................................................................................. 235 FOTOGRAFÍA 14. VISTA AÉREA DEL SITIO DE OCUPACIÓN PANCHE EN ANOLAIMA. VISTA DESDE EL NORTE........................ 235 FOTOGRAFÍA 15. ÁREA DE COLINA (ROJO) Y ÁREA HABITACIONAL / DE CULTIVO (AZUL), IDENTIFICADAS EN EL SITIO DE

ANOLAIMA. ........................................................................................................................................ 236 FOTOGRAFÍA 16. ÁREA EN LA CUAL SE IDENTIFICARON ESTRUCTURAS FUNERARIAS (TUMBAS DE POZO RECTO SIN CÁMARA

LATERAL). ........................................................................................................................................... 237 FOTOGRAFÍA 17. ESPACIO PUNTUAL EN EL SECTOR MÁS ELEVADO DEL ÁREA DE OCUPACIÓN PREHISPÁNICA, EN LA CUAL SE

IDENTIFICARON LAS ESTRUCTURAS FUNERARIAS. ......................................................................................... 237 FOTOGRAFÍA 18. ESTRUCTURA FUNERARIA NÚMERO 1 IDENTIFICADA EN ANOLAIMA. ................................................. 238 FOTOGRAFÍA 19. ESTRUCTURA FUNERARIA NÚMERO 1 IDENTIFICADA EN ANOLAIMA. ................................................. 238 FOTOGRAFÍA 20. URNA FUNERARIA DEL TIPO CERÁMICO PUBENZA POLÍCROMO (PROCEDENCIA DESCONOCIDA). MUSEO DEL

ORO DEL BANCO DE LA REPÚBLICA - BOGOTÁ. ........................................................................................... 254 FOTOGRAFÍA 21. TAPA DE URNA CERÁMICA REGISTRADA EN ESPINAL. ..................................................................... 263 FOTOGRAFÍA 22. TAPA DE URNA CERÁMICA REGISTRADA EN ANOLAIMA................................................................... 264

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Listado de Tablas

TABLA 1. NOMBRES ENCONTRADOS EN LAS CRÓNICAS, CRONISTAS Y PROBABLE CORRESPONDENCIA CON LA DENOMINACIÓN

ACTUAL. ............................................................................................................................................. 203 TABLA 2. ALTITUD ESTIMADA PARA LOS TERRITORIOS DE LOS DIVERSOS SEGMENTOS PANCHES. ..................................... 205 TABLA 3. ALTITUDES REGISTRADAS PARA LOS SEGMENTOS DEL SECTOR SUR DEL TERRITORIO PANCHE. ............................ 206 TABLA 4. ALTITUDES REGISTRADAS PARA LOS SEGMENTOS DEL SECTOR NORTE DEL TERRITORIO PANCHE. ......................... 206 TABLA 5. RELACIÓN ENTRE RESPUESTA CULTURAL EXPUESTA POR DISTINTOS SEGMENTOS PANCHES Y SU UBICACIÓN

GEOGRÁFICA DENTRO DEL TERRITORIO. ..................................................................................................... 208 TABLA 6. ELEMENTOS CERÁMICOS ANALIZADOS EN LA PRESENTE INVESTIGACIÓN........................................................ 252

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CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN

En el marco del proceso de conquista que generó el “descubrimiento de América” en

1492, los ejércitos españoles iniciaron su incursión al interior de la parte sur del

continente a partir de 1525, tras lo cual arribaron a la región central del actual territorio

colombiano por primera vez en 1537, encontrándola habitada por diversos grupos

indígenas con distintas características socioculturales. Esta región del interior del

continente, en la parte norte de Suramérica, presenta unas particularidades

biogeográficas y climatológicas bien particulares: por encontrarse en una posición

cercana a la línea ecuatorial, son principalmente las diferencias altitudinales las que

originan tipos distintos de hábitats, climas y ecosistemas, los cuales se mantienen

relativamente constantes a lo largo del ciclo anual. Así, la presencia de un relieve

quebrado y montañoso implica la existencia de diferentes pisos térmicos, que aunque

cercanos geográficamente, mantienen características específicas y diferenciales entre sí.

Esta condición medioambiental particular conllevó a que distintos grupos humanos

ocuparan diferentes áreas geográficas, especializándose en la extracción de recursos

específicos, lo cual en la mayoría de los casos favorecía el establecimiento de relaciones

de intercambio con grupos ubicados a otros niveles altitudinales, construyendo y

reforzando relaciones sociales de diversa índole. Esta situación parece haberse

presentado entre grupos étnicos que ocupaban diferentes espacios con recursos

igualmente distintos, como los muiscas del altiplano y grupos de la familia karib del

valle del río Magdalena o los grupos asentados en el piedemonte de los Llanos

Orientales, lo que generó relaciones de intercambio a corta y mediana distancia, así

como el surgimiento de espacios destinados a este tipo de relaciones (Bernal 1946,

Hincapié 1952, Langebaek 1987, Martínez 2005).

En algunos casos, el acceso a esta diversidad de territorios y recursos también se

registró al interior de un mismo grupo cultural, tal parece haber sido el caso de las

diversas parcialidades karib asentadas en las vertientes del valle del río Magdalena.

Entre ellas también debió haberse desarrollado un tipo particular de relaciones que

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permitieran el acceso y control sobre los recursos particulares de cada piso térmico y de

recursos estacionales propios del valle del río. Es probable que incluso el patrón de

asentamiento de estas parcialidades se viera influenciado por la disponibilidad de

recursos (en especial por recursos estacionales como la hidrofauna del río Magdalena),

lo cual nos lleva a pensar en el establecimiento de relaciones sociales inherentes a la

apropiación de dichos recursos como pudieron haber sido las relaciones de parentesco,

reciprocidad o intercambio.

Durante la llegada de los españoles en el siglo XVI al valle medio del río Magdalena, se

registró la ocupación de esta región (en ambas vertientes del mismo) por parcialidades o

grupos étnicos que compartían la misma familia lingüística karib, pero que exhibían

algunas características socioculturales que llevaron a los cronistas españoles a reconocer

que se trataba de grupos diferenciados entre sí. A partir de entonces se estableció que la

ocupación prehispánica del periodo tardío en el valle medio del río Magdalena se

componía de diversas parcialidades como pijaos, panches, pantágoras, tapaces, etc., que

componían el grupo más amplio de la gran familia karib.

Desde las primeras campañas de exploración hispana, los documentos de la conquista

identificaron que en un sector específico de las vertientes del valle medio del río

Magdalena se encontraba asentado un grupo étnico que se conoció y registró a partir de

entonces como “panches”. Esta denominación parece haber sido una percepción

europea, pues cronistas como Aguado [1570] y Simón [1627?] coinciden en que este

término fue adjudicado directamente por los españoles para describir a los segmentos de

la parcialidad panche que compartían entre otras prácticas, la deformación craneal

oblicua, la cual fue una de las características que más llamó la atención de los primeros

autores que los describieron (Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez 2005, Díaz 2014).

Aunque aún hoy hay falta de claridad en cuanto a aspectos sociales como la

autodenominación de estos grupos, se ha podido establecer que contamos con una serie

de rasgos físicos, culturales y sociales comunes para la población prehispánica que los

españoles encontraron en el territorio que denominaron “panche” en el siglo XVI

(Herrera 1972, O’neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Salas y Tapias 2000, Rodríguez y

Cifuentes 2004, Argüello 2004, Martínez 2005, Rodríguez 2006, Díaz 2014). Debido a

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que este ha sido el término que se ha asignado a estos grupos en la literatura desde el

mismo momento de la conquista y a que no contamos con otro referente lingüístico más

apropiado, a lo largo de la presente investigación utilizaremos el mismo para referirnos

al grupo o grupos humanos (segmentos) que se asentaron en ambas vertientes del valle

medio del río Magdalena para el momento del contacto con los españoles en el siglo

XVI.

Investigaciones recientes en arqueología, lingüística, toponimia y bioantropología

también han encontrado que las poblaciones prehispánicas que ocupaban el territorio

delimitado en las crónicas como “panche”, compartían una serie de aspectos

socioculturales específicos que nos permiten diferenciarlos de otros grupos karib que

también ocupaban el valle del río Magdalena y de otros grupos étnicos asentados en

otros ambientes geográficos como los muiscas del altiplano. Como mencionamos

anteriormente, según las descripciones de los primeros años de la conquista, así como

los datos consignados en los documentos administrativos y eclesiásticos de inicios de la

colonia, el grupo étnico identificado como panche parecería estar compuesto a su vez

por una serie de segmentos, establecidos en espacios bien delimitados del territorio y

diferenciados a su vez entre sí por características socioculturales que los españoles

manifestaron en su percepción de los indígenas.

Así como los panches, otros grupos karib como pantágoras, pijaos, colimas, etc. parecen

haber poblado el valle del río Magdalena a partir del siglo VIII como parte de un

proceso migracional karib que se desarrolló al interior del territorio continental a través

del valle del río Magdalena. Estos grupos ocuparon dichos territorios y aunque no

conocemos las variables de ocupación del espacio desde ese momento hasta la llegada

de los españoles en el siglo XVI, sí tenemos las referencias de las crónicas para la

distribución territorial que presentaban para el momento de la conquista.

De esta forma, encontramos que para el siglo XVI los panches correspondían a una

parcialidad karib compuesta por una serie de segmentos que compartían unas

características socioculturales particulares y ocupaban un territorio bien definido con

límites claros frente a otros grupos étnicos. Aunque las fuentes escritas no presentan

referencias claras en cuanto a las relaciones socioculturales entre los diversos segmentos

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panches, parece tratarse de una sociedad agroalfarera, con un patrón de poblamiento que

privilegió el establecimiento de asentamientos permanentes en sectores elevados de la

geografía, lo que favorecía el establecimiento de posiciones defensivas frente a

eventuales invasiones. Este es un aspecto importante, pues parece ser que una de las

principales características de los panches fue el haber desarrollado una fuerte tradición

bélica, sustentada en el registro de constantes y frecuentes situaciones de conflicto tanto

entre segmentos al interior del territorio panche, como con grupos étnicos foráneos al

exterior del mismo. Tampoco existe un consenso en cuanto al tipo de organización

social de los diversos segmentos panches, pero parecen haber presentado liderazgos

locales no institucionalizados sin la existencia de una entidad por encima del nivel de

segmento.

Según las investigaciones arqueológicas desarrolladas en el valle medio del río

Magdalena, la presencia karib se ha asociado al Periodo Tardío de ocupación

prehispánica, el cual sucedió a una ocupación humana anterior de difusión más amplia y

conocida como el Periodo Formativo. La presente investigación se concentrará en el

Periodo Tardío, el cual analizaremos a partir de los documentos escritos por los

cronistas españoles y referidos a la parcialidad panche del siglo XVI y en base al aporte

de los contextos arqueológicos asociados al Periodo Tardío de la ocupación

prehispánica.

Dado el fuerte proceso de exterminio cultural y físico que acarreó la conquista europea

durante los siglos XVI y XVII, especialmente frente a grupos que opusieron resistencia

al mismo y/o que fueron señalados bajo parámetros de exclusión y estigmatización

como caníbales e idólatras, grupos culturales como los panches desaparecieron en un

lapso de pocos años, sin que quedara otra referencia de ellos que los datos consignados

de manera subjetiva por los cronistas españoles que acompañaron y registraron la

conquista. Frecuentemente, en estas primeras experiencias de exploración y contacto

intercultural los grupos indígenas fueron definidos por los europeos según las

impresiones que les provocaba el entorno en el cual se encontraban inmersos (Lucaioli

2011) o por la percepción subjetiva de sus prácticas culturales, diferentes a las

consideradas correctas por la sociedad hegemónica desde la cual se describían

(Saldarriaga 2009).

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Resumiendo, ¿con qué información contamos a partir de los documentos que

escribieron las personas que tuvieron contacto directo con estas poblaciones indígenas

que denominaron panches y cuya cultura desapareció para inicios del siglo XVII? Es

claro que las percepciones subjetivas escritas desde la sociedad hegemónica

colonizadora estaban fuertemente permeadas por un objetivo moral que buscaba

estigmatizar a las culturas indígenas presentándolas en oposición a cánones

preestablecidos. De esta forma, la información escrita sesga y limita los datos descritos

para una sociedad como la panche, presentándola de manera aislada y

descontextualizada, lo que nos deja frente a una gran falencia a la hora de analizar

ciertos aspectos como las relaciones sociales y/o el tipo de organización sociopolítica, lo

que ha llevado a que durante los últimos años, diversos investigadores nos hemos

cuestionado sobre el tipo de estructura sociopolítica que pudo estar manifestando la

sociedad panche al momento del contacto en el siglo XVI.

La información escrita aportada por los cronistas españoles ha generado mucho interés

por la reconstrucción de aspectos como los procesos de resistencia de parte de la

sociedad panche. Tras empezar a encontrar referencias a formas de resistencia diferentes

al interior del mismo grupo étnico, nos empezamos a cuestionar si al interior de la

sociedad panche se estarían gestando diferentes conductas sociopolíticas relacionadas

directamente con instituciones como el conflicto, el liderazgo, las alianzas y la

resistencia ante la invasión?. De ser así, ¿sería posible establecer una relación entre

estas conductas y segmentos específicos de la población? O incluso llegar un poco más

allá y asociar estos segmentos y conductas particulares con áreas específicas del

territorio?.

A lo largo de la presente investigación le hemos dado gran peso a la identificación de la

estructura social panche del siglo XVI y a las respuestas sociales que se dieron ante la

invasión española, pues es este el punto de partida para empezar a identificar la posible

existencia de segmentos y territorios diferenciables. Estas respuestas sociales ante el

proceso de conquista y colonización son claves a la hora de abordar los cambios en la

estructura sociopolítica de un grupo, en nuestro caso, la sociedad panche.

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Tras abordar la información expuesta por los cronistas y la falencia de datos en algunos

campos, nos enfrentamos ante cuestionamientos como si realmente ¿existió una “etnia

panche”? y de ser así, ¿qué es lo que realmente se ha entendido por ella? Como pudo

haber sido su modelo de territorialidad, su economía de subsistencia o su organización

política?, y al abordar una aparente existencia de segmentos, ¿podríamos llegar a

encontrar algún tipo de diferenciación material que acompañaran o legitimaran esta

aparente diferenciación política?

El conocimiento actual de la sociedad panche enfrenta una serie de falencias en cuanto a

aspectos como su organización sociocultural, el tipo de relaciones existentes entre los

segmentos y la distribución de los territorios ocupados por los mismos al interior del

amplio territorio panche, los motivos que movieron a que diversos sectores de la

población respondieran de formas diferentes ante el proceso de invasión hispánica del

siglo XVI, la existencia de posibles diferenciaciones entre segmentos o grupos de estos,

instituciones sociales e incluso las formas de liderazgo y acceso al mismo. De esta

forma, básicamente nos encontramos frente a que desconocemos el tipo de relación que

se debió haber dado entre las acciones políticas, los territorios y la identidad de cada

uno de estos segmentos, así como la forma en la cual se pudieron haber articulado estas

tres variables al interior del territorio ocupado por los panches durante el siglo XVI.

Según las descripciones tempranas de los cronistas de indias que acompañaron las

campañas de exploración y conquista de los territorios del valle del Magdalena en el

siglo XVI, los panches constituían un grupo “salvaje y bárbaro” que mantenía

"constantes enfrentamientos" con los grupos vecinos. Esta aparente situación de

conflicto permanente parece haber llevado a que los límites territoriales constituyeran

fronteras muy permeables y móviles tanto a escala temporal como espacial: dado que el

actual territorio colombiano presentó abundantes y variadas ocupaciones prehispánicas

con filiaciones étnicas diversas, las relaciones interétnicas desarrolladas por un grupo

tan aparentemente conflictivo como los panches debió haber generado constantes

fluctuaciones y modificaciones en sus límites territoriales, lo cual obviamente fue un

aspecto desconocido para los conquistadores y los cronistas generadores de la

información escrita con que contamos sobre las culturas prehispánicas.

Page 15: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

14

De acuerdo a lo anterior, la reconstrucción de la territorialidad panche que podemos

hacer en base a las crónicas depende de datos muy generales y sólo puede ser asimilada

para las condiciones específicas del momento histórico puntual de 1537, a partir del cual

los panches entran a hacer parte del registro escrito.

Como mencionamos anteriormente, el paisaje en el cual los grupos panches establecían

relaciones socioambientales con su entorno corresponde a un espacio que incluía una

oferta de recursos muy diversos; la disponibilidad de estos recursos presenta variaciones

tanto a escala espacial (diversos econichos al interior mismo del territorio en distancias

relativamente cortas), como a escala temporal (algunas especies de animales como la

mayoría de los peces del río Magdalena presentan ciclos migratorios en épocas

específicas del año), lo que seguramente llevó a que el patrón de asentamiento panche

incluyera algún tipo de movilidad poblacional dentro de su mismo territorio; de hecho

las investigaciones que han abordado la problemática del poblamiento panche han

planteado posiciones opuestas ya que mientras autores como Carranza (1934) y Rojas

(1975) sugieren que las ocupaciones obedecían a un patrón itinerante en constante

búsqueda de recursos, otras investigaciones como la de Diez (1982) proponen que estas

comunidades alternaban la ocupación de asentamientos estables con desplazamientos

periódicos que no implicaban un abandono permanente de los mismos. Sin entrar en

este punto a tomar partido por una u otra de estas hipótesis, encontramos que la relación

entre sociedad y paisaje ha determinado en gran medida aspectos como la distribución

espacial en el entorno, lo cual se puede evidenciar en la presencia de asentamientos

humanos en áreas estratégicas para el desarrollo de acciones defensivas ante conflictos

físicos (Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601], (Simón [1627?] 1981, Cardale 1976,

Hernández 1980, Diez 1982).

Igualmente, no podemos pasar por alto el componente ideológico a la hora de hablar de

patrones de movilidad y/o asentamiento: las diversas poblaciones humanas que

ocuparon los espacios del valle del Magdalena seguramente establecieron una serie de

relaciones con los entornos medioambientales, modificándolos, adaptándose a las

condiciones locales y en este proceso, estableciendo relaciones territoriales con otros

grupos humanos. En esta construcción social del territorio también surge la ideología

como determinante innegable de diferentes formas de distribución de los territorios y

Page 16: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

15

ocupación de los espacios medioambientales; no obstante, es difícil que para un caso

como el panche las descripciones colonialistas como las que encontramos en las

crónicas españolas de los siglos XVI y XVII aporten información clara sobre estos

aspectos socioculturales.

De la misma forma, las descripciones de las crónicas no presentan datos contundentes

sobre la organización sociopolítica de los grupos panches, limitándose a referir que se

trataba de una serie de comunidades acéfalas, sin presencia de un eje integrador por

encima del nivel local como podrían haber sido la religión o la política, y con prácticas

propias de comunidades “salvajes”, como la antropofagia y el constante conflicto al

interior de la misma unidad cultural y en contra de otras. No obstante, las descripciones

de los españoles también resaltan la existencia de líderes militares locales, lo cual

correspondería inevitablemente a la existencia de algún tipo de liderazgo, aunque en

dichos documentos no se presenta con claridad la naturaleza del mismo.

Las descripciones realizadas durante el proceso de conquista (por testigos de primera

mano en el siglo XVI y/o compiladas posteriormente por autores que retomaron textos

inéditos de la conquista a inicios del siglo XVII), han llevado a diversas investigaciones

modernas a establecer una caracterización sociocultural que hasta el momento no ha

llegado a un consenso, pues mientras que autores como Carranza (1934), Bernal (1946),

Arango (1974), Rodríguez y Cifuentes (2004) y Argüello (2004) consideran que se

trataba de una "sociedad tribal", otros como Ochoa (1945), Rojas (1975), Diez (1982) y

Martínez (2005) consideran que la presencia de liderazgos locales corresponde a la

existencia de "cacicazgos".

Volviendo al contexto en el que se produjeron estos documentos y la forma en que se

empezó a presentar a los panches en los documentos escritos, encontramos que en el

marco de esta perspectiva colonial, los productores de las crónicas establecieron una

estrecha relación entre los espacios naturales selváticos y la característica “salvaje" e

"inhumana” de los habitantes de dichos espacios, por lo que la producción documental

generada por los cronistas españoles durante la conquista en América estuvo claramente

determinada por el contexto colonial desde el cual se elaboraron dichos documentos. En

Page 17: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

16

este contexto, podemos identificar lo que algunos autores han llamado un “pensamiento

etnológico” relacionado con los efectos de aislamiento y fragmentación de

continuidades socioculturales en "etnias" o "unidades étnicas", determinadas por

tipologías y clasificaciones socioculturales realizadas por los observadores occidentales

sobre ámbitos como la política, la economía, la religión, la etnicidad o la cultura

indígenas (Amselle 1998: 1). Esta mirada subjetiva de las poblaciones descritas, en la

que diversos comportamientos, instituciones sociales y políticas, relaciones

interpersonales y familiares, prácticas mágico-religiosas e incluso la misma cultura

material, fueron extraídos de sus contextos particulares, conformó este “pensamiento

etnológico” desde el cual se construyó la “otredad”. De esta forma, como bien lo ha

expuesto Amselle, la etnología (y en nuestro caso particular, el “pensamiento

etnológico” desde el cual se generaron los documentos escritos mencionados aquí) está

consubstancialmente vinculada al colonialismo y de esta forma conlleva a la

conformación y establecimiento de sociedades colonizadas y colonizadoras (Amselle

1998: 5).

Al interior de este tipo de relaciones, inevitablemente surgen procesos de “etnificación”,

en los cuales la información de la población colonizada es recolectada y establecida

como verdadera por parte de la colonizante, esto conlleva a que se establezcan

relaciones asimétricas en el marco de “sistemas de dominación” (De Jong 2006).

La forma en como este “pensamiento etnológico” permeó y determinó la producción

académica durante el periodo colonial para el caso particular de los panches condicionó

y limitó de manera cuantitativa y cualitativa la información registrada sobre este grupo

humano, a la vez que el contexto moral y cristiano de la sociedad hegemónica desde el

cual se recolectó esta información inevitablemente conllevaron a la categorización de

las sociedades prehispánicas dentro de un sistema clasificatorio evolutivo en el cual los

grupos prehispánicos se ubicaron en el nivel más bajo. En este contexto, vemos que la

retórica empleada en las crónicas españolas escritas durante los siglos XVI y XVII

obedece a un objetivo moral educativo que busca el refuerzo y justificación de los

valores europeos en oposición a las costumbres “bárbaras y salvajes” de los pueblos

indígenas. Este contexto colonial implica la existencia de dos sociedades distintas, que

sin importar mucho el tipo de relaciones particulares que desarrollen, se convierten

Page 18: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

17

inevitablemente una en colonizadora y otra en colonizada; esta situación lleva a que se

aíslen y descontextualicen diversos aspectos culturales como el político, económico,

religioso, social, familiar, etc., sin que se pueda llegar a entender de manera holística la

dinámica cultural en cuestión.

Podemos concluir así que los intereses políticos, económicos y sociales propios del

contexto desde el cual se escribe y se registra la historia generan una falencia de datos

objetivos sobre una de las dos sociedades (en este caso la colonizada), la cual entra a ser

representada en los documentos escritos de una manera subjetiva, parcial y reducida,

respondiendo a una imagen literaria determinada de antemano por la sociedad

dominante (colonizadora). En consecuencia, los registros históricos propios de estos

contextos coloniales sólo conservan y exponen cierta parte de las prácticas sociales de

una cultura, lo que nos deja frente a una falencia importante de información a la hora de

reconstruir una sociedad exterminada como los panches. Esta situación se suma a que

para el caso particular de los panches, diversos factores específicos de la conquista

llevaron a que el grupo entero fuera exterminado en un periodo de tiempo relativamente

corto, lo que determinó que para las primeras décadas del siglo XVII no existieran

referentes sociales de las formas de vida de esta sociedad.

Según Amselle, la “razón etnológica” y la conquista colonial en este tipo de situaciones,

imprime unidades separadas y discontinuas desarticulando espacios sociales continuos,

cadenas de sociedades caracterizadas por un “mestizaje original” (Amselle 1998), por lo

que propone que una de las formas de salvar el sesgo que presupone el “pensamiento

etnológico” en el estudio y análisis de grupos socioculturales, es implementar la

concepción de “lógicas mestizas”, la cual incluye un enfoque continuista que apunte a la

eliminación de distinciones y criterios clasificatorios preconcebidos. La implementación

de un estudio antropológico multidisciplinario y un trabajo de campo que incluya el

análisis de todas las variables posibles al interior de una sociedad para la cual sabemos

que la información disponible ha sido colectada desde una visión etnológica colonial,

permitiría salvar un poco el sesgo subjetivista de la producción académica colonial

(Amselle 1998). De esta forma, es claro que no podemos abordar los datos presentados

en las crónicas como verdades absolutas o datos etnográficos recopilados objetivamente

con la finalidad de reconstruir una cultura específica, sino más bien como curiosidades

Page 19: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

18

exóticas consignadas con un fin moral y educativo de oposición entre comportamientos

sociales correctos e incorrectos. Es claro que realizar una “lectura entre líneas” de estos

documentos puede permitirnos filtrar muchos de los prejuicios de la mirada occidental

desde la cual fueron elaborados y a su vez puede llegar a darnos algunas pautas que nos

conduzcan a recrear las características de estos grupos. Es allí donde surge la

importancia de la implementación de investigaciones multidisciplinarias que abarquen

el análisis de todos los posibles escenarios en los que pudieron haber existido las

descripciones presentadas por las crónicas y a su vez contextualizarlas en el amplio

rango de posibles variables que pudieron haber existido en sociedades como la panche.

Autores como Boccara (2005) han planteado la necesidad de incorporar todos los

espacios posibles, los puntos de vista y la combinación de actividades diversas que

configuran espacios macroregionales desde los que se debe reconstruir el actuar

indígena. Igualmente, es imprescindible contemplar el “efecto sesgante de las

situaciones secundarias” (Fried 1975), que son el tipo de transformaciones estructurales

que encontramos en procesos de interacción entre sociedades indígenas y estatales, lo

cual se ha registrado y expuesto en detalle en trabajos como los de Bechis (1999),

Boccara (2003, 2005), De Jong (2007, 2009), De Jong y Rodríguez (2006), De Jong y

Ratto (2008).

Como abordaremos más adelante, los niveles de complejización social han permitido

establecer una tipología para clasificar a las sociedades humanas (Service 1984), la cual

es seguida por múltiples investigadores hasta la actualidad. Aunque es claro que no

podemos interpretar estos niveles de complejización social como una escala evolutiva

lineal en la que las sociedades con un nivel de organización social más complejo

correspondan a niveles culturales más “evolucionados” o “desarrollados”, según la

propuesta de Service, las sociedades se podrían clasificar en un marco organizativo de

acuerdo a sus niveles de complejidad, lo cual permitiría establecer la existencia de

cuatro grandes tipos de sociedades, que de menor a mayor grado de complejidad serían

Banda, Tribu, Jefatura y Estado (Service 1984).

Siguiendo estos esquemas organizativos, la concepción de una sociedad con presencia

de liderazgos ha llevado a algunos investigadores (especialmente durante el siglo

Page 20: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

19

pasado) a clasificar a grupos como el de los panches dentro de una sociedad con

evidencia de organización cacical (Ochoa 1945, Rojas 1975, Diez 1982), mientras que

trabajos posteriores, basados en otras descripciones como el acceso al liderazgo por

méritos propios adquiridos en determinados momentos, la presencia de conflictos

internos y la inestabilidad de las mismas estructuras sociopolíticas, han llevado a

establecer una clasificación más cercana a la de una sociedad tribal (Argüello 2004,

Cifuentes 2004, Rodríguez y Cifuentes 2004, Rodríguez 2006); de la misma manera, la

ausencia de datos sobre aspectos como la institucionalización del liderazgo y la

existencia de élites claramente establecidas, han permitido proponer en estudios

recientes (Argüello 2004, Rodríguez 2006) que la sociedad panche se encontraba en un

proceso de transición entre los tipos de sociedad que en la literatura antropológica se

han descrito como "tribal" y "cacical" (Service 1984, Carneiro 1987, Sahlins 1994),

aparentemente empezando a desarrollar procesos de centralización política, surgimiento

de élites incipientes e inicio de institucionalización del liderazgo (Argüello 2004). De

esta forma, consideramos que no es prudente hablar de cacicazgos ni tribus al referirnos

a la sociedad panche del siglo XVI, por lo que proponemos hablar de "segmentos",

término con el que provisoriamente nos referiremos de aquí en adelante a los diferentes

grupos descritos en los documentos de la conquista como integrando la "cultura panche".

Lo anterior nos lleva a pensar a la sociedad panche en términos de múltiples segmentos

con líderes locales, los cuales podrían encontrarse en un proceso de conformación de

liderazgos por encima de dicho nivel local de segmento, más que una amplia unidad

homogénea igualitaria. Sin embargo, nos surgen interrogantes al pensar a la sociedad

panche por encima del nivel de segmentos: ¿qué tipos de relaciones se establecían entre

los mismos?, ¿llegaban a desarrollarse estructuras jerárquicas entre ellos? si existían

formas de liderazgo a nivel de segmento, no podrían estas eventualmente trascender el

nivel local?, ¿qué condicionantes determinaban o determinarían posibles alianzas

temporales entre segmentos?, ¿podríamos llegar a asociar las diversas conductas

sociopolíticas en escenarios como el de la resistencia a la invasión, al surgimiento de

relaciones inter segmentos que no se habían contemplado en otros escenarios?

La lectura de las crónicas desde una perspectiva que evite la retórica colonial, la visión

etnocentrista y la subjetividad propia del pensamiento etnológico desde el cual fueron

Page 21: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

20

escritas, nos permite identificar aspectos sociales y políticos, que aunque se recolectaron

de manera aislada y subjetiva, seguramente son reflejo de aspectos y comportamientos

socioculturales reales que existieron entre una población como los panches; en otras

palabras, los aspectos sociales y políticos descritos de forma subjetiva en documentos

coloniales no siempre obedecen a invenciones de los autores sino que seguramente estas

descripciones se basaron en un comportamiento sociocultural que percibieron los

mismos. Teniendo en cuenta lo anterior y esta lectura “entre líneas” que hemos

propuesto anteriormente, los documentos escritos sobre los panches durante la conquista

pueden estar arrojando información sobre aspectos de su cotidianidad que no están

explícitamente descritos en las crónicas; algunos de estos aspectos podrían encontrarse

también representados en otras fuentes de información externa al dato escrito como

podría ser la cultura material, los contextos arqueológicos y/o la distribución espacial en

el territorio.

Tanto el referente etnohistórico como los datos procedentes de contextos arqueológicos

se constituyen así en fuentes de información complementaria que se retroalimentan y

nos permiten a su vez reconstruir comportamientos y prácticas socioculturales para un

grupo humano desaparecido.

Para nuestro caso particular, encontramos que a lo largo de un espacio geográfico como

el valle del río Magdalena, el contexto arqueológico nos ha permitido caracterizar la

existencia un elemento cultural afín a todas las ocupaciones karib del Periodo Tardío: el

horizonte de urnas funerarias. Este patrón funerario registra variaciones locales que

podemos asociar directamente con los grupos karib que ocuparon diversos espacios del

territorio durante el Periodo Tardío. Es probable que esta situación también se haya

registrado a escala más local al interior de los mismos panches y que esté reflejando

diferencias socioculturales entre los segmentos que ocuparon sectores diversos del

medio geográfico; de ser así, podríamos esperar encontrar variaciones estilísticas locales

rastreables en el registro arqueológico para las áreas ocupadas por los diversos

segmentos al interior del mismo territorio panche. En esta línea de ideas, la

implementación de un análisis comparativo que abarque la cultura material de estos

contextos funerarios, podría llevarnos a identificar posibles diferenciaciones entre los

segmentos o los grupos de segmentos que presentan las crónicas como diferentes y/o

Page 22: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

21

que desarrollaron diversos tipos de respuesta cultural ante el proceso de conquista y

colonización española del siglo XVI.

Aclarando que al momento no existe una certeza sobre la existencia de una posible

distinción entre grupos de segmentos al interior del territorio panche (asociados a su vez

a territorios específicos) y que estamos empezando a indagar sobre la existencia de

dicha posible diferenciación, buscamos abordar diversos referentes de cultura material

que nos permitan sostener o apoyar la idea de esta diferenciación de grupos y territorios

al interior de este conjunto identificado como panche. Esto nos llevaría inevitablemente

a aproximarnos un poco más a aspectos como la organización territorial, la cultura

material y las relaciones entre segmentos panches.

Habiendo dejado en claro las características particulares que condicionaron el proceso

de conquista de los panches durante la segunda mitad del siglo XVI, el rápido

exterminio de este grupo y el contexto socio político que determinó la forma en la que la

escasa información con la que contamos sobre esta cultura quedó consignada en el

registro escrito, podemos decir que es básicamente la falta de conocimiento de diversos

aspectos socio culturales de un grupo humano que ha resultado tan atractivo y tan

mencionado en la literatura histórica de la conquista del valle del río Magdalena, lo que

nos ha despertado un especial interés por intentar entender otros comportamientos,

instituciones y formas organizacionales de esta sociedad y que se vieron silenciados

durante el proceso de la escritura de su historia: La literatura general sobre los panches

los ha expuesto como una sociedad “bárbara y salvaje” de la cual los principales datos

corresponden a descripciones de su supuesto canibalismo, hechicería y agresividad por

más de 400 años, pero, ¿Qué hay de los otros aspectos socioculturales que permeaban a

este grupo o grupos de personas y que debieron hacer parte integral de su cultura junto

con estos supuestos comportamientos “salvajes”?, ¿no sería posible que al indagar en

las relaciones particulares que estas comunidades desarrollaron entre identidad, política

y territorio encontremos nuevas interpretaciones que nos ayuden a entender mejor los

procesos que afrontaron ante el contacto en el siglo XVI?

Page 23: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

22

Muchos grupos prehispánicos fueron descritos por los cronistas europeos bajo estos

canones de “salvajismo y barbarie”, entre ellos la mayoría de los pueblos karib, lo que

justificó su rápido exterminio físico y cultural durante el proceso de conquista, que en

muchos de los casos más bien debería llamarse aniquilación. Diversos aspectos de la

cultura de estos grupos se han visto silenciados por siglos. Sin llegar a suponer que con

un acercamiento a estos aspectos desfigurados, en el caso particular de la cultura panche,

podamos extender dicha interpretación a todos los grupos prehispánicos que afrontaron

situaciones similares, sí podemos llegar a proponer interpretaciones, datos y

comportamientos novedosos que acompañaron la historia oficial y que podrían

utilizarse como formas alternativas de releer y reinterpretar estas culturas desaparecidas.

De esta forma, la presente investigación se desarrolla partiendo de una recopilación de

información que nos ha permitido caracterizar la ocupación humana durante el periodo

prehispánico Tardío para un espacio geográfico específico, en este caso el valle medio

del río Magdalena y en particular el territorio que se encontró ocupado por los

segmentos que los españoles denominaron como panches en el siglo XVI. En este

contexto, a continuación exponemos la forma en la cual se organizó la misma y los

principales puntos abordados a lo largo de los capítulos desarrollados, lo que nos

permitió seguir un lineamiento que tomó como punto inicial de partida las fuentes

escritas:

En el Capítulo 1 presentamos la introducción a la problemática que hemos decidido

investigar a lo largo de la tesis, caracterizando un poco la sociedad que la literatura

histórica ha presentado como panche, exponiendo las falencias informativas que existen

en torno a la misma y las formas en las cuales abordaremos los datos registrados en la

información existente. En este capítulo hemos expuesto principalmente la alternativa de

implementar estrategias novedosas en el análisis de la información etnohistórica,

intentando salvar el sesgo que presupone la consignación de información desde un

contexto colonial como el que se dio durante el “descubrimiento” y conquista de

América. Igualmente se bosquejan algunos aspectos específicos de las crónicas que

aportarán datos base sobre la estructrua social panche que se intentarán identificar

posteriormente en los análisis toponímicos y arqueológicos, cuyos resultados

Page 24: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

23

retroalimentarán la forma en como estamos interpretando a la sociedad panche del siglo

XVI.

A lo largo del Capítulo 2 se expone la hipótesis de trabajo abordada en la tesis, la cual

plantea que una diferenciación a nivel sociocultural entre segmentos panches podría

percibirse de manera discreta en la cultura material asociada a los segmentos y el

registro arqueológico vinculado con los mismos. Lo anterior nos permitiría establecer

una relación directa entre el paisaje, la construcción de la territorialidad de los

segmentos y la autonomía política de los mismos. Para desarrollar esta hipótesis de

trabajo, el objetivo principal fue la identificación de aspectos socioculturales como la

territorialidad, la organización política y las características culturales de los panches; lo

anterior enmarcado en una estrategia metodológica que partió de la lectura de fuentes

escritas de los siglos XVI y XVII, para posteriormente identificar elementos

diferenciadores en la cultura material que permitieran a su vez corroborar esta supuesta

diferenciación al interior de los panches, dando respuesta y desarrollo a la hipótesis de

trabajo.

A lo largo del Capítulo 3 hemos hecho un abordaje bibliográfico a la información

escrita existente sobre este grupo cultural, organizada en orden cronológico; de esta

forma, la lectura de las crónicas de la conquista de esta región geográfica nos permitió

empezar a delimitar y caracterizar a la población panche del siglo XVI, la cual parecía

estar organizada en segmentos interdependientes y sin la existencia de un liderazgo por

encima de dicho nivel, ocupando un territorio bien establecido. Siguiendo el orden

cronológico, la segunda parte del Capítulo 3 incluye una lectura crítica de los trabajos

que han buscado hacer una reconstrucción histórica de los panches y que se han basado

en los datos aportados por las fuentes de los siglos XVI y XVII, intentando identificar

en estas investigaciones los aportes novedosos y las falencias de cada una; finalmente,

este capítulo expone las investigaciones que han incluido el componente arqueológico

en el estudio de la sociedad panche y/o que han implementado el estudio

multidisciplinario para ahondar en aspectos que no se encuentran con claridad en las

crónicas, como la delimitación territorial, la organización social y el contexto de ciertos

comportamientos socioculturales entre otros.

Page 25: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

24

En el Capítulo 4 hemos desarrollado una caracterización detallada del entorno

geográfico en el cual se encontraban habitando los diversos segmentos panches para el

siglo XVI, lo que nos ha permitido contextualizar aspectos como el clima, la oferta de

recursos y las características geomorfológicas del espacio ocupado por dichas

comunidades y que inevitablemente determinaron la construcción social del paisaje y

las relaciones establecidas entre el mismo y el grupo humano. La importancia de la

información desarrollada en este capítulo reside en que la caracterización de un paisaje

particular, abarcando las variables que el mismo representa en un área como la del

presente estudio, nos permite contextualizar y buscar posibles explicaciones a

comportamientos sociales descritos superficial y subjetivamente en las crónicas, que

posiblemente obedezcan a una relación entre la sociedad humana que ocupaba dichos

espacios y la construcción social del paisaje desarrollada por la misma1.

En el Capítulo 5 hemos profundizado en la lectura de las crónicas de la conquista, así

como en los documentos administrativos de inicios de la colonia, lo cual nos ha

permitido establecer una reconstrucción historiográfica del proceso vivido por los

diversos segmentos panches desde las primeras incursiones de los europeos al territorio

en 1537 hasta los últimos registros que se presentan sobre estas comunidades en las

primeras décadas del siglo XVII. También en un orden cronológico se exponen las

principales campañas de exploración y conquista descritas por los cronistas hispanos,

los diversos y diferentes procesos de resistencia de parte de la población indígena ante

el contacto y la inclusión de los diversos segmentos al régimen colonial establecido

administrativa y eclesiásticamente en la zona.

Pasando al Capítulo 6, retomamos la hipótesis de la existencia de una aparente

diferenciación a nivel sociocultural entre segmentos y buscamos relacionarla

directamente con dos aspectos socioculturales específicos: las formas de resistencia ante

el proceso de invasión y la tipología de la cultura material asociadas a sectores

específicos del territorio. Las dos asociaciones parten de establecer la existencia de dos

concentraciones espaciales de segmentos panches al interior del territorio de la banda

oriental del río Magdalena. Dejando esto claro, al extrapolar las características de las

formas de respuesta cultural indígena ante la invasión europea a la base cartográfica y

1 Curtoni 2004.

Page 26: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

25

habiendo dejado clara la existencia de una evidente relación entre segmentos y

territorios específicos del territorio, empezamos a encontrar una correspondencia entre

tipos de respuesta a la conquista (lo que denominamos de manera más acertada “formas

de resistencia”) y sectores específicos del territorio panche. Finalmente abordamos el

caso de la cultura material, enfocándonos en los contextos funerarios asociados a los

sectores del territorio en los que hemos encontrado las formas de resistencia

mencionadas anteriormente, lo que en definitiva nos llevó a la identificación de sutiles

diferencias en los patrones estilísticos y decorativos de la tecnología alfarera registrada

para dichos contextos.

En la parte final de la presente investigación hemos articulado los resultados obtenidos

del análisis de las fuentes documentales y las conclusiones y aportes de investigaciones

arqueológicas que han abordado la problemática panche para el Periodo Tardío de la

ocupación prehispánica, encontrando información novedosa para dichas poblaciones.

Esto nos ha permitido hacer un acercamiento a las evidencias de cultura material

correspondiente al Periodo Tardío y entrar a analizar aspectos que no se han

desarrollado hasta la fecha, como las relaciones territoriales y sociopolíticas existentes

entre los diversos segmentos panches, las formas específicas de respuesta ante la

invasión hispánica del siglo XVI y las características particulares que podrían estar

reflejando una posible diferenciación entre segmentos a nivel social, institucional,

organizativo e incluso en la cultura material.

Page 27: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

26

CAPÍTULO 2

2.1 PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Buscamos evitar abordar a una colectividad como los panches cómo un grupo étnico

preconcebido desde la sociedad colonizadora española, la cual se clasificó aislando las

instituciones, prácticas, comportamientos y elementos de cultura material que escogió

describir el cronista de indias del siglo XVI, para más bien intentar un abordaje

intercultural en el cual es imposible entender las realidades socioculturales de un grupo

dado extrayendo elementos de su contexto universal. Así, pudimos identificar en los

documentos coloniales datos novedosos como los tipos de relaciones territoriales,

dinámicas políticas o alianzas estratégicas al interior de los grupos que conforman la

parcialidad de los panches, los cuales nos llevaron a determinar que se trata de un

contexto segmental en el que dichos segmentos independientes claramente evidenciaban

una diferenciación al interior del grupo identificado como panche por los cronistas del

siglo XVI.

Nuestra hipótesis de trabajo es que si esta diferenciación a nivel sociocultural entre

segmentos fue tan marcada como para quedar registrada en las descripciones de los

cronistas, también es muy probable que tal diferenciación o variaciones locales se

encontraran presentes de manera discreta en la cultura material asociada a cada uno de

estos segmentos e incluso a nivel de parcialidades; en este sentido, buscamos que en el

registro arqueológico local también se hubieran conservado elementos que nos

permitieran identificar esta diferenciación, retroalimentándose con la información que

recopilamos durante la lectura de los documentos de los siglos XVI y XVII. Tras

identificar dos tipos de paisajes bien diferenciados, con grupos de segmentos que

desarrollaron comportamientos específicos y un registro arqueológico en el cual

también se vieron reflejadas estas diferenciaciones, desarrollamos la posibilidad de

establecer la existencia de un vínculo entre el paisaje la construcción de la territorialidad

de los segmentos panches y la autonomía política de los mismos.

Page 28: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

27

2.2 OBJETIVOS

2.2.1 Objetivo Principal.

Nos hemos propuesto identificar los principales aspectos de la territorialidad, la

organización política y las características culturales de los panches en el siglo XVI,

buscando establecer el alcance de una posible diferenciación al interior de los mismos,

entre los segmentos concentrados en las “tierras altas” y las “tierras bajas” de su

territorio.

2.2.2. Objetivos Específicos.

En el marco del objetivo principal de la investigación, buscamos reconstruir los

principales rasgos de la estructura sociopolítica panche y sus actitudes ante la

incursión española en el valle medio del Río Magdalena en el siglo XVI.

También buscamos identificar en la documentación los comportamientos

socioculturales que nos permitieron suponer una diferenciación entre panches de

tierras altas y bajas, atendiendo particularmente a aquellos aspectos que puedan

tener consecuencias materiales y ser visualizados en el registro arqueológico.

En este contexto de una posible diferenciación, apuntamos a identificar

eventuales relaciones entre los dos tipos de paisaje referidos, la territorialidad de

los segmentos panches y las diversas respuestas iniciales ante el proceso de

invasión y conquista.

También apuntamos a identificar la dinámica del establecimiento de alianzas

entre segmentos a la hora de enfrentar la presencia de españoles u otro enemigo

externo a los grupos panches; el posible surgimiento de instituciones sociales o

políticas por encima del nivel segmental, el afloramiento de rivalidades entre

comunidades locales, e incluso el establecimiento de alianzas con los mismos

españoles en contra de otros grupos indígenas.

Page 29: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

28

2.3 METODOLOGÍA

Para abordar los objetivos planteados, optamos por seguir una estrategia metodológica

que partió de la lectura de las fuentes escritas por los mismos españoles sobre esta

sociedad entre los siglos XVI y XVII, para posteriormente intentar identificar elementos

diferenciadores en la cultura material que a su vez nos permitieron proponer la posible

existencia de una diferenciación al interior de los mismos panches, profundizando así y

particularizando nuestra hipótesis de trabajo.

2.3.1 Las fuentes: Los cronistas españoles del siglo XVI y XVII como los primeros

escritores de la historia panche.

Es importante aclarar que los documentos escritos durante los siglos XVI y XVII por

los españoles conforman dos conjuntos de diferentes fuentes: por un lado, tenemos las

crónicas de primera mano de testigos presenciales que acompañaron y participaron de

las campañas de exploración y conquista del territorio ocupado por los panches en el

siglo XVI (Fernández de Oviedo [1526], Aguado [1570?], Castellanos [1601]); por otro

lado, tenemos la producción documental desarrollada durante el siglo XVII (Herrera

[1601-1615], Simón [1627?], Fernández Piedrahita [1668] y Zamora [1668]), en la cual

los autores realizaron compilaciones de documentos inéditos de exploradores y soldados

que participaron de las campañas de conquista durante el siglo anterior, pero que no

habían sido publicadas hasta ese momento (es importante mencionar que estas

compilaciones o recopilaciones documentales parecen haberse mantenido muy fieles a

las descripciones originales).

2.3.2 Recorrido seguido por la investigación: Búsqueda teórica.

Aunque en un momento inicial de la investigación se limitó la base documental escrita

sobre los panches a las crónicas mencionadas anteriormente, pues son los documentos y

autores que abordan las descripciones y proceso de conquista de los diversos segmentos

y territorios panches, posteriormente incluimos el análisis de algunas visitas,

documentos eclesiásticos y censos desarrollados durante la segunda mitad del siglo XVI.

Page 30: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

29

En una situación como la de los panches, en la que el grupo humano y su territorio

fueron descritos, explorados, conquistados, reducidos a pueblos, encomendados y

finalmente exterminados en un lapso temporal de menos de un siglo por parte de una

sociedad conquistadora, la incorporación del grupo dominado al régimen colonial

generó “documentos oficiales” que exponen aspectos como el descenso poblacional y el

mantenimiento de procesos de resistencia al extermino. Por esta razón, también

abordamos los documentos de los visitadores de indias, cálculos poblacionales de

encomenderos y registros eclesiásticos de población asignada a las parroquias

instauradas en el territorio que abarcó nuestra investigación. Es importante mencionar

que estos documentos de inicios de la colonia se limitan a los pocos producidos en el

siglo XVI, pues para inicios del siglo XVII la población indígena que aparece en los

mismos parece corresponder a comunidades foráneas traídas al territorio panche tras la

extinción de éstos.

Aunque la literatura académica sobre los panches y su territorio los ha presentado como

una entidad cultural bastante homogénea, con límites bien circunscritos y prácticas

socioculturales específicas, también se ha descrito desde el mismo siglo XVI la

presencia de facciones y líderes locales con autonomía sobre territorios más pequeños al

interior del mismo territorio panche.

Estas descripciones realizadas durante el proceso de conquista (por testigos de primera

mano en el siglo XVI y/o compiladas posteriormente por autores que retomaron textos

inéditos de la conquista a inicios del siglo XVII), han llevado a diversos autores

modernos a establecer una caracterización sociocultural que hasta el momento no ha

llegado a un consenso, pues mientras que autores como Carranza (1934), Bernal (1946),

Arango (1974), Rodríguez y Cifuentes (2004) y Argüello (2004) consideran que se

trataba de una "sociedad tribal", otros como Ochoa (1945), Rojas (1975), Diez (1982) y

Martínez (2005) consideran que la presencia de liderazgos locales corresponde a la

existencia de sociedades estratificadas que se podrían asociar con “cacicazgos o

jefaturas”.

Los niveles de complejización social han permitido establecer una tipología para

clasificar a las sociedades humanas (Fried 1967, Carneiro 1987, Service 1984), la cual

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30

ha sido seguida por múltiples investigadores hasta la actualidad y aunque se han

incluido y propuesto algunas variaciones sutiles, en términos generales se sigue

proponiendo la existencia de grados de complejidad con base a la organización

sociopolítica, lo que ha permitido seguir hablando de sociedades estratificadas e

igualitarias. Para el caso de los panches, las investigaciones que han abordado el tema

han contemplado siempre estos grados de complejización, lo que ha llevado a diversos

autores a clasificar a estas sociedades bien dentro de la tipología de tribu o bien dentro

de la de jefatura (o cacicazgo). Aunque los autores que han investigado a la sociedad

panche no han llegado a un consenso en cuanto a la tipología de la misma, para nosotros

es claro que no podemos interpretar los niveles de complejización social mencionados

arriba como una escala evolutiva lineal, en la que las sociedades con un grado de

organización social más complejo correspondan a niveles culturales más

“evolucionados” o “desarrollados”, pero sí podemos dilucidar las características que han

llevado a la delimitación de unos rasgos particulares para cada tipo de sociedad y así,

comprender los niveles “tribal” y “cacical” que han sido utilizados a lo largo de distintas

investigaciones sobre los panches.

Según la propuesta de Service, las sociedades se podrían clasificar en un marco

evolutivo de acuerdo a sus niveles de organización, lo cual permitiría establecer la

existencia de cuatro grandes tipos de sociedades, que de menor a mayor grado de

complejidad serían Banda, Tribu, Jefatura y Estado (Service 1984). Dado que las

investigaciones que han abordado la problemática panche han contemplado la posible

clasificación de la misma dentro de las categorías de Tribu y Cacicazgo, las ampliamos

a continuación según los estudios en antropología para la región del área intermedia

(extremo norte de Suramérica).

Las sociedades de tipo tribal se caracterizan por presentar una forma de liderazgo, en la

que éste se basa en la suposición de parte de la sociedad de que el sujeto que ejerce

dicho liderazgo ostenta capacidades superiores en diversas situaciones (Service 1984),

lo que determina inevitablemente que el poder asignado al liderazgo sea limitado y

personal, es decir vinculado a una situación y un momento específico, sin que presente

continuidad en el tiempo ni institucionalidad del mismo (por ejemplo el cazador más

hábil, el guerrero más fuerte, etc.). Autores como Sahlins, han expuesto que las

Page 32: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

31

sociedades tribales tienden a ser conglomerados de grupos de parentesco que no pueden

ser consideradas organizaciones políticas en sí, pues se mantienen unidas mediante

instituciones pantribales como clanes matrimoniales, sociedades militares y/o religiosas,

lo que determina que cada uno de los segmentos es funcionalmente independiente de los

demás y que los grados de consolidación que pueden darse entre segmentos en

momentos específicos generalmente dependen de circunstancias externas a la tribu

(Sahlins 1994: 102).

En contraparte, las sociedades de jefatura o cacicales, como su nombre lo indica

incluyen la presencia de un líder con posición institucionalizada y roles político

administrativos claros. Según Earle (1987), los cacicazgos o jefaturas son sociedades

organizadas regionalmente con una jerarquía centralizada que coordina las actividades

entre varias comunidades o aldeas. Autores como Dever han propuesto además, que la

clasificación de cacicazgo o jefatura debe incluir la presencia de una escala de amplia

magnitud, es decir la existencia de diversas comunidades de cierto tamaño, lo cual

permita el desarrollo de cierta capacidad productiva y redistributiva dentro de un

territorio específico. Las características claves en la definición de un cacicazgo o

jefatura, según este autor, serían la escala de integración de la comunidad o los

segmentos de la misma en torno a una institución jerárquica superior, la centralización

en la toma de decisiones y la estratificación de la sociedad. (Dever 1999: 14). En este

tipo de sociedades la organización sociopolítica trasciende los alcances del parentesco,

lo que determina el surgimiento de una élite bien establecida, por lo que surge el

antagonismo entre individuos que no se puede resolver a través de la decisión de un

concilio de ancianos o consenso familiar; así, comienza a emerger el poder político de

algunos hombres sobre otros porque algunas personas han heredado el poder sobre un

segmento de la sociedad, esto se logra primero por una adquisición de prestigio y luego

por un poder basado en la fuerza (Cárdenas 1996).

Es claro que los tipos de sociedades planteados no pueden entenderse como entidades

herméticas donde las características que las definen son siempre estrictas para uno u

otro tipo de organización social. Por ejemplo, Lucaioli (2011) ha expuesto cómo

sociedades en transición entre una organización de tipo tribal y el surgimiento de un

liderazgo institucionalizado experimentan patrones de reagrupación y desagrupación de

Page 33: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

32

distintos grupos al interior de las mismas (184), al igual que la posible existencia de vías

de acceso diferencial al cargo político: una proveniente de un linaje tradicionalmente

reconocido y otra en la que el prestigio se logra por las cualidades personales (192).

Igualmente, es claro que en una situación de colonización, como la que estamos

abordando en la presente investigación, la presencia de una entidad estatal como la

sociedad española del siglo XVI y las relaciones que con la misma se estuvieron

desarrollando durante el proceso de conquista, pueden llegar a alterar la estructura

social indígena a diversos niveles, tanto en los tipos de relaciones que se daban entre

segmentos al interior de la sociedad panche, como en las respuestas y las formas de

resistencia que estos manifestaban ante la conquista española. Autores como Fried

(1975) y Bechis (1999), han expuesto la existencia de transformaciones en las

sociedades colonizadas ante la presencia de sociedades colonizadoras estatales, lo cual

altera entre otros aspectos, la organización política indígena.

Contemplando lo anterior, encontramos que en un caso específico como el de la

sociedad panche de la segunda mitad del Siglo XVI, la posibilidad de un modelo

cambiante en su estructura sociopolítica propiciado en mayor o menor medida por el

surgimiento de relaciones de diverso tipo con la sociedad colonizadora española, es un

aspecto más a tener en cuenta a la hora de intentar catalogarla bajo parámetros estrictos

de clasificación social.

Dejando en claro la base teórica seguida por las investigaciones que han abordado la

clasificación para las sociedades del tipo Tribal y Cacical, para el caso de los panches

hemos encontrado que la ausencia de datos sobre aspectos como la institucionalización

del liderazgo2 y la existencia de élites claramente establecidas, han permitido proponer

en estudios recientes (Argüello 2004, Rodríguez 2006) que la sociedad panche se

encontraba en un proceso de transición entre los tipos de sociedad que en la literatura

antropológica se han descrito como "tribal" y "cacical" (Service 1984, Carneiro 1987,

Sahlins 1994), aparentemente empezando a desarrollar procesos de centralización

2 El término “Institucionalización del liderazgo” lo entendemos aquí como la existencia de una estructura

social que permite la permanencia de un líder en el ejercicio y ejecución del poder más allá de un

momento específico en el tiempo determinado por acciones individuales adquiridas. La existencia de esta

institución infiere su permanencia en el tiempo, por lo que requiere que los individuos ocupen una

posición en la misma más allá de la brecha generacional.

Page 34: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

33

política, surgimiento de élites incipientes e inicio de institucionalización del liderazgo

(Argüello 2004). De esta forma, la ausencia de elementos como un liderazgo

institucionalizado propiamente dicho con funciones centralizadoras a nivel político o

económico, nos ha llevado a concluir que no es prudente hablar de “cacicazgos o

jefaturas” en el caso de los panches del siglo XVI, por lo que nos identificamos más con

la definición de una sociedad tribal, al interior de la cual diversos “segmentos” podrían

estar desarrollando procesos de coalición al enfrentarse a situaciones externas que

afectaban a la totalidad del grupo.

El surgimiento de liderazgos locales por encima del nivel de segmento, en los cuales la

posición sociopolítica de un líder militar, religioso o político implica una coalición de

comunidades a niveles económicos, militares y/o ideológicos denotaría una estructura

social del grupo étnico más cercana a la clasificación de cacicazgo, la cual podría llegar

a perpetrarse en el tiempo a partir de una situación como esta en forma de un liderazgo

institucionalizado. Por el contrario, pensaríamos que formas de resistencia más pasiva,

que no generan el surgimiento de un liderazgo como respuesta a la situación de

conflicto en contra de un enemigo común, se asemejan más a lo que líneas arriba hemos

señalado como una sociedad de tipo tribal. De acuerdo a lo anterior, podemos estar

pensando en que al interior de la sociedad panche nos estaríamos encontrando frente a

dos agrupaciones de segmentos, los cuales responden de maneras diferentes ante una

situación de invasión común, lo cual conlleva al desarrollo de estructuras de liderazgo

igualmente distintas.

2.3.3 Contexto de la producción escrita en los siglos XVI y XVII.

Tras el arribo de los primeros navegantes europeos a finales del siglo XV a las costas

americanas, se creó en el imaginario de la época la noción de “descubrimiento” de

tierras desconocidas, lejanas y llenas de riquezas. Estas tierras resultarían más

fructíferas para las coronas de lo supuesto por los primeros viajeros, cuando los estudios

geográficos de Vespucci reportaron que se trataba de un nuevo continente y no de una

región desconocida del lejano oriente asiático.

Page 35: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

34

El ingreso de todo este “nuevo mundo” (nuevas culturas, nuevos territorios, nuevos

productos, nuevos recursos, nuevas ideas, etc.) a la mentalidad hegemónica y dominante

mundial de fines de la edad media, llevó a que los actores del “descubrimiento” se

concibieran a sí mismos como sus nuevos dueños. Bajo esta concepción, se entendió

que todo lo encontrado y por encontrar era un tesoro que debía ser extraído de la manera

más codiciosa, rápida y efectiva posible, para terminar de una u otra forma en los

mercados europeos (Mora 2005: 77).

En este contexto de conquista, los primeros expedicionarios españoles “descubrieron” la

costa caribe del actual territorio colombiano entre 1500 y 1501 (Melo 1996). Luego de

encontrarse en tierra firme, el objetivo inicial se centró en buscar los grupos indígenas

con mayores riquezas, desarticular las sociedades más fuertemente consolidadas y

establecer dominio sobre las poblaciones. Acompañando este proceso de exploración y

conquista, se empezaron a escribir las “Crónicas de Indias”, documentos escritos casi

siempre por testigos de primera mano, protagonistas de diversos hechos (principalmente

vinculados con el proceso de dominación y/o adoctrinamiento de los naturales) o

personajes encargados de recopilar la información económica y las aventuras de los

“héroes” y caudillos que iban “descubriendo” y anexando nuevos territorios y pueblos

para la corona española.

Estas crónicas se enmarcan en un contexto medieval en el que la retórica colonial

empleada en las mismas busca exponer una serie de hechos, comportamientos y

ambientes (vistos de una manera totalmente subjetiva) con un fin moral y educativo, en

el que siempre está presente la “otredad” mostrando todos los aspectos relacionados con

el indígena y su medio ambiente como opuestos a la civilización, la razón y la verdad.

Así, estos documentos no buscaban presentar hechos objetivos, sino transformarlos en

narraciones con un objeto moral -en el que el tema central era la oposición entre el

indígena bárbaro y el conquistador civilizado poseedor de la verdadera fe y por

consiguiente de la verdad- apuntando a crear imágenes de personajes heroicos,

valerosos y dignos de imitar por el resto de la población blanca de la época.

Aunque la información de estos documentos está altamente sesgada por la subjetividad

del contexto en que fue producida, inevitablemente refleja los aspectos culturales y

Page 36: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

35

medioambientales que resultaron más llamativos de las culturas y territorios recién

encontrados. Una lectura minuciosa de estas fuentes escritas expone diversos aspectos

que quedaron inevitablemente descritos en detalle mientras se buscaba silenciarlos o

cargarlos con una connotación peyorativa respecto a las costumbres hegemónicas

propias de la “civilización” desde la cual se describían.

Las diversas relaciones que se dieron durante la conquista entre estas sociedades que se

establecieron como colonizadas y colonizadoras durante el proceso colonial, se

enmarcaron en un proceso de distanciamiento entre las mismas, en el cual la sociedad

colonizadora generalmente aisló tanto territorial como culturalmente a la sociedad

colonizada, definiendo y estigmatizando los aspectos socioculturales que las hacían

diferentes y a la vez legitimando su expulsión de un prototipo “correcto” preestablecido.

Según Amselle, este proceso es el que conlleva a la invención de grupos étnicos, lo cual

inevitablemente ha tomado la forma de políticas raciales desde las cuales se ha

facilitado la generación de mapas étnicos, políticos y administrativos que permiten al

colonizador afirmar su poder sobre la población colonizada (1998: 11). En este contexto,

las transformaciones y redefiniciones de la propia identidad no solo tienen que ver con

actos de apropiación, selección y adaptación activas, sino también con el fenómeno de

“etnificación”, es decir con las segmentaciones y rotulaciones étnicas que los estados

colonial y/o republicano han impuesto como resultado de las relaciones asimétricas y en

el marco de sistemas de dominación (De Jong y Rodríguez 2006).

Esta situación la podemos evidenciar a lo largo y ancho del proceso colonial registrado

para las poblaciones prehispánicas tras el contacto con los europeos a partir del siglo

XVI y no es la excepción el caso panche, en el cual diversos tipos de comportamientos

socioculturales como la antropofagia, el conflicto, las deformaciones corporales, entre

otros, ingresaron al registro escrito europeo como una serie de datos enmarcados en un

paradigma preconcebido asociado al salvajismo y la barbarie.

La forma en como este “pensamiento etnológico” permeó y determinó la producción

académica durante el periodo colonial para el caso particular de los panches condicionó

y limitó de manera cuantitativa y cualitativa la información registrada sobre este grupo

humano, a la vez que el contexto moral y cristiano de la sociedad hegemónica desde el

Page 37: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

36

cual se recolectó esta información inevitablemente conllevaron a la categorización de

las sociedades prehispánicas dentro de un sistema clasificatorio evolutivo en el cual los

grupos prehispánicos se ubicaron en el nivel más bajo. Tal como propone Amselle, esta

“creación de etnias” es una actividad propia de la conquista colonial y de la “razón

etnológica” formada junto a la misma, por lo que es desde allí que se imprimen

unidades separadas que entran a desarticular espacios sociales continuos y cadenas de

sociedades caracterizadas por un “mestizaje original” (Amselle 1998).

En épocas más recientes, la etnología moderna y los estudios en antropología han

propuesto la clasificación de las sociedades humanas al interior de un esquema

evolutivo lineal; Amselle ha sugerido cómo sociólogos clásicos como Morgan, Tylor,

Durkheim y Mauss han comparado diversas comunidades humanas situándolas en

diversos estados evolutivos que inevitablemente se encontrarían distanciados en el

tiempo (1998: 9). Estas clasificaciones antropológicas no escapan al “pensamiento

etnológico” y no pueden evitar crear categorizaciones preconcebidas de sociedades e

individuos vistos e interpretados de manera previa desde una plataforma de alteridad en

la cual uno es el objeto de estudio (colonizado) y el otro es el científico (colonizador),

legitimando de una u otra manera un esquema de exclusión.

Como bosquejamos anteriormente, los documentos escritos sobre los panches en los

siglos XVI y XVII y los autores de los mismos, están profundamente permeados por dos

aspectos principales: un prejuicio explorador en el que las sociedades encontradas

ingresan al registro escrito como una colección de datos exóticos y asombrosos,

opuestos a la sociedad civilizada, moral y cristiana europea; y otro prejuicio de carácter

más administrativo en el cual territorios y poblaciones entran a hacer “propiedad” de la

sociedad colonizadora, lo que conlleva a que los grupos indígenas ingresen en un

sistema administrativo que instaura (mediante cánones preestablecidos) un

conocimiento etnológico que permita al colonizador afirmar su poder y control sobre la

población, los territorios y los recursos. De acuerdo a lo anterior, elementos como los

sistemas de parentesco, la organización sociopolítica, las instituciones sociales, las

formas de acceso y mantenimiento del liderazgo e incluso el tipo de relaciones

jerárquicas entre diversos segmentos, fueron aspectos que no tenían cabida en ninguno

de los cánones preconcebidos por la sociedad colonizadora en su “pensamiento

Page 38: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

37

etnológico”, lo cual explica que en las fuentes escritas sobre los panches no exista

registro de este tipo de información.

Amselle ha propuesto que una de las formas de salvar el sesgo que presupone el

“pensamiento etnológico” en el estudio y análisis de grupos socioculturales es

implementar la concepción de “lógicas mestizas”, la cual incluye un enfoque continuista

que apunte a la eliminación de distinciones y criterios clasificatorios preconcebidos. La

implementación de un estudio antropológico multidisciplinario y un trabajo de campo

que incluya el análisis de todas las variables posibles al interior de una sociedad para la

cual sabemos que la información disponible ha sido colectada desde una visión

etnológica colonial, permitiría salvar un poco el sesgo subjetivista de la producción

académica colonial. Además de lo anterior, surge la inminente necesidad de incorporar

todos los espacios posibles, puntos de vista y combinación de actividades diversas que

configuran espacios macroregionales desde los que se debe reconstruir los

comportamientos de las sociedades colonizadas (Boccara 2005), en nuestro caso la

sociedad indígena del siglo XVI.

Partiendo de lo anterior y del contexto colonial en que surge el “pensamiento

etnológico”, es claro que las relaciones que se empezaron a desarrollar entre las

poblaciones de los dos continentes se establecieron de una forma unilateral, legitimadas

por una justificación ideológica y/o paradigmática que partía básicamente del concepto

mental de superioridad europea. De esta forma las culturas americanas ingresaron al

nuevo orden mundial, determinado por los intereses económicos y políticos de los

comerciantes y gobernantes de la Europa cristiana de la época, como elementos que

fueron percibidos, interpretados y administrados bajo los determinantes propios de un

paradigma de exclusión.

En conclusión, podríamos decir que el pueblo americano fue percibido, incluso desde

antes de haberse conocido -pues para la población europea de la época ya existía un

imaginario sobre estos pueblos al margen de la civilización-, bajo un principio de

identidad “bárbara y salvaje” asociada directamente a su existencia en territorios

opuestos a los ocupados por los pueblos civilizados y fuera de los límites del mundo

conocido. Este paradigma conllevó a que Europa se apoderara de la humanidad del

Page 39: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

38

bárbaro, de su alma, de sus costumbres y de sus formas de organización social y

política (Barona 1993: 30).

En este proceso de conquista y dominación, no se puede pasar por alto el papel que jugó

la religión en el contexto medieval en el cual se desarrollaba el descubrimiento e

invasión del nuevo continente. Así, desde diversas instituciones políticas y religiosas se

legitimaron y justificaron relaciones como la esclavitud, el exterminio y el

desplazamiento de poblaciones enteras. Instituciones jurídicas como la encomienda, el

concierto, la mita, el requerimiento, los pueblos de indios y los resguardos (las cuales

hicieron parte de la cotidianidad de estas relaciones por varios siglos) constituyeron una

técnica deculturadora que permitía la transformación de los nativos americanos en

"indios" cuantificables y controlables; estas instituciones y situaciones cotidianas,

estaban en todo momento permeadas por los efectos desestructurantes de la

evangelización.

2.3.4 Procedimientos con las fuentes documentales.

Siguiendo esta línea de ideas, fue clave delimitar el periodo cronológico de nuestra

investigación al momento inmediatamente anterior al contacto (1537 D.C.) y realizar

una lectura de las crónicas de la conquista en las que se describe la sociedad que

encontraron los exploradores españoles a partir de dicho momento (principalmente los

documentos de Aguado, Simón, Castellanos y Fernández Piedrahita). Sabemos que los

documentos de esta época están fuertemente sesgados por la subjetividad de los

cronistas españoles, que interpretaron comportamientos y los convirtieron en datos

(Pärssinen 1989); también que se enmarcan en un contexto medieval en el que la

retórica colonial empleada en las crónicas buscó exponer información con un fin moral,

educativo y político (Bolaños 1994, Borja 2002). De esta forma, es clave entender que

la información presentada desde la plataforma colonial expone diversos

comportamientos, instituciones sociales y políticas, relaciones interpersonales y

familiares, prácticas mágico-religiosas e incluso la misma cultura material de la

sociedad indígena colonizada, extraídos de sus contextos particulares, conformando lo

que autores como Amselle han denominado “pensamiento etnológico”, una forma de

registro y exclusión desde el cual se construyó la otredad (Amselle 1998).

Page 40: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

39

Este “pensamiento etnológico” desde el cual se generaron los documentos escritos surge

en un contexto colonialista, en el que entran en juego sociedades de dos tipos:

colonizada y colonizadora, las cuales chocan en un mismo momento histórico – espacial,

pero se encuentran totalmente distanciadas a través de la exploración o la conquista.

Este tipo de relación implica la selección de elementos culturales descontextualizados,

invención de grupos étnicos, imposición de políticas raciales, y procesos de exclusión y

expulsión en el campo territorial y social (Amselle 1998), los cuales ingresan al registro

escrito como la descripción de elementos exóticos asociados a sociedades “primitivas y

salvajes” y/o estigmatizados de manera preestablecida.

No obstante, desde el principio nos planteamos que una lectura activa o "entre líneas"

(Burke 1993) de estos documentos nos permitirá identificar múltiples aspectos de la

territorialidad y características culturales de los grupos descritos. Autores como Nacuzzi

han expuesto cómo la consideración de algunos contextos en el análisis de los

documentos, en los cuales se pueden identificar diálogos de información entre el sujeto-

objeto y el autor que escribe sobre el mismo, se convierten en fuente de información

sobre una sociedad descrita (Nacuzzi 2002). Así, aunque los documentos escritos sobre

los panches en los primeros momentos del contacto estuvieran enfocados hacia una

estigmatización del grupo y no se concentraran en la descripción de instituciones

sociales, fue posible llegar a identificar en los mismos algunos atisbos de la

organización sociopolítica de estas comunidades.

Decidimos profundizar en el conocimiento de las prácticas socioculturales y políticas

descritas para estos grupos, así como en los procesos de resistencia y/o respuesta

desarrollados ante la invasión europea, con el propósito de intentar realizar una nueva

lectura de algunos procesos sociopolíticos que se desarrollaban al interior de una

parcialidad como los panches al momento de la llegada de los españoles a esta región.

Esto nos permitió acercarnos un poco más a la recreación de diversos aspectos de su

cultura y que probablemente se han pasado por alto en el marco de un contexto colonial

desde el cual se han leído hasta el momento. Algunos de los tipos de relaciones

descritas en las crónicas para los segmentos panches entre sí y durante el proceso de

conquista, nos permitieron extraer pistas sobre la organización sociopolítica y estructura

Page 41: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

40

jerárquica de los diversos segmentos que encontraron los españoles ocupando dicho

territorio en el siglo XVI.

Así, mediante una estrategia doble que partió de la lectura de los documentos de la

conquista desde una visión no etnocéntrica y que a su vez apuntó a cuestionar el criterio

de delimitación étnica que supuso el contexto colonial hispano, hemos intentado

identificar elementos socioculturales que habían sido pasados por alto durante otras

lecturas en diversos ámbitos académicos sobre la cultura panche. Es claro que dicha

visión etnocéntrica representa un abordaje parcial de la información, dando por sentado

que la percepción del autor es universal y excluyendo a su vez la percepción del “otro”;

en contraparte, una percepción pluralista del “otro” tiende a incluir un método de

análisis intercultural, que contempla la existencia de sociedades, instituciones e

individuos al interior de un contexto particular del que no es posible extraer elementos

para así analizarlo en conjunto. De acuerdo a lo anterior, el implementar una

investigación multidisciplinaria que incluyó el análisis del registro arqueológico a

escalas locales para retroalimentar la lectura de los documentos de la conquista, nos

permitió formularnos nuevos cuestionamientos e hipótesis sobre la estructura

sociopolítica de los panches y los tipos de relaciones entre los segmentos al interior del

grupo.

Volviendo a la lectura de los documentos de la conquista, los panches son descritos por

los españoles como grupos acéfalos, sin ningún eje integrador, como puede ser la

religión u otra institución política. Aunque las crónicas mencionan la existencia de

segmentos locales cuyo único elemento en común parece ser la filiación lingüística y

que a lo largo de la presente investigación hemos identificado como la “parcialidad

pache”, en estas descripciones se ha resaltado la existencia de líderes para cada uno de

estos segmentos, cuyo poder parecía basarse en los méritos logrados en situaciones de

conflicto o éxitos militares (Fernández de Oviedo [1526], Aguado [1570?], Castellanos

[1601], Herrera [1601-1615], Simón [1627?], Fernández Piedrahita [1668] y Zamora

[1668]).

Según investigadores como Argüello, la carencia de líderes o instituciones por encima

del nivel segmental podría haber estado representando la inestabilidad misma de las

Page 42: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

41

estructuras sociopolíticas y la falta de niveles de integración (Argüello 2004), lo que ha

conllevado a que diversas investigaciones sobre los panches la hayan considerado como

una sociedad de tipo tribal. Nos hemos planteado la hipótesis de que a partir de una

lectura “entre líneas” de los documentos tempranos, es posible encontrar las bases para

reconstruir las relaciones existentes entre los diversos segmentos panches, a la vez que

dicha información se puede retroalimentar con el dato obtenido del registro

arqueológico, el cual puede estar aportando pistas que refuercen o alteren las hipótesis

planteadas para el caso de la organización sociopolítica de los panches en el siglo XVI.

Así, lo que nos planteamos aquí fue hacer una lectura atenta y crítica de los documentos,

en la que su puesta en relación con los datos del registro arqueológico significara un

avance y complejización de ambos registros. Como hemos mencionado anteriormente,

aunque la información consignada en las crónicas españolas está determinada por una

retórica colonial y un contexto colonialista de exclusión, aún así hemos podido rastrear

relaciones políticas, ideológicas y sociales que aunque nunca fueron descritas por los

cronistas con este objetivo, sí pudimos identificar en tales documentos desde la “lógica

mestiza” tal y como la propone Amselle: “…el análisis en términos de “mestizo logics”

lo lleva a uno a escapar de la cuestión del origen y más bien a hipotetizar una regresión

infinita. No es cuestión ya de preguntarse qué vino primero, lo segmentario o lo estatal,

lo oral o lo escrito, sino entrar a postular un sincretismo originario, una mezcla cuyas

partes permanecen indisolubles.” (1998: 161). De esta forma lo que buscamos fue evitar

abordar a una colectividad (panches) como un grupo étnico preconcebido desde la

sociedad colonizadora (españoles), la cual se clasificó aislando las instituciones,

prácticas, comportamientos y elementos de cultura material que escogió describir el

cronista de indias del siglo XVI, para más bien intentar un abordaje intercultural en el

cual fuera imposible entender las realidades socioculturales de un grupo dado

extrayendo elementos de su contexto universal.

De acuerdo a lo anterior, la realización de una lectura desde una “lógica mestiza” como

la propone Amselle, nos permitió identificar datos novedosos como las relaciones

territoriales, dinámicas políticas o alianzas estratégicas entre los grupos prehispánicos y

específicamente entre segmentos al interior de la parcialidad panche, los cuales

claramente evidenciaban una diferenciación notoria al interior del grupo identificado

Page 43: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

42

como panche por los cronistas del siglo XVI. Ya hemos señalado anteriormente que

suponemos que esta diferenciación a nivel sociocultural entre segmentos también se

encontraría presente de manera discreta en la cultura material asociada a cada uno de

estos segmentos. En este sentido, partiendo de la suposición de que el registro

arqueológico local retroalimentaría esta hipótesis, empezamos a cuestionarnos si estos

datos reforzarían la teoría de autores como Argüello que proponen la existencia de una

sociedad segmental tipo tribal con segmentos bien diferenciados.

Para hablar de la existencia de estos segmentos al interior de la sociedad panche,

tendríamos que tener un referente a otros niveles más allá de los meramente descritos en

las crónicas y deberíamos poder encontrar una conexión en el campo territorial,

toponímico y de elementos de cultura material que sustenten la identificación y

existencia de dichos segmentos. Una diferenciación excluyente es la que nos permite

empezar a hablar de este tipo de estructuras con denominaciones propias, territorios

específicos e incluso con estructuras socioculturales que apunten a comportamientos

indetificables. Así, hemos encontrado que para el momento específico del contacto,

diversos segmentos panches se encontraban ocupando sectores puntuales del territorio y

que ante la invasión y conquista desarrollaron respuestas culturales que también nos han

permitido diferenciarlos de otros establecidos en otros sectores.

Teniendo en cuenta lo anterior y volviendo a las lecturas que se han hecho de manera

tradicional sobre la cultura panche (especialmente durante la segunda mitad del siglo

XX), encontramos que diversos segmentos que los cronistas han englobado dentro de

una identidad y un territorio “panche” homogéneos, han sido considerados por los

investigadores bajo estrictos modelos de organización política (“tribus”/“cacicazgos o

jefaturas”) sin profundizar mucho en la naturaleza de las relaciones que se desarrollaron

al interior de este conjunto ni las que se desarrollaban entre algunos grupos panches y

otros considerados por los cronistas como no-panches. Por lo tanto, consideramos que

era necesario desarrollar una lectura que rompiera con estos paradigmas de organización

política, descartando o al menos reinterpretando estas clasificaciones, dando paso a la

existencia de otras lecturas de las sociedades prehispánicas; en este marco de ideas,

también nos surgió un gran interés por identificar el tipo de relaciones que se estaban

Page 44: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

43

desarrollando de forma interna entre segmentos panches, así como de forma externa con

otros grupos humanos.

No podemos incurrir aquí en considerar que los modelos de clasificación de

complejización social propuestos por Service y otros autores tan frecuentemente

utilizados en antropología corresponden a marcos estrictos con límites impermeables

claramente preestablecidos. De la misma manera, debemos tener en cuenta que al

contemplar este sistema clasificatorio, el mismo no corresponde a una construcción

evolutiva lineal en la que la organización social de los grupos humanos inevitablemente

se desplaza en un sentido ascendente. Por estos motivos, al abordar la problemática de

las poblaciones karib que estaban ocupando el valle del río Magdalena para el siglo XVI,

partimos de que se trataba de una sociedad segmental compuesta por grupos

independientes con muchas de las características que se han asignado a las sociedades

denominadas “tribales”.

2.3.5 Tareas de análisis del registro arqueológico.

Volviendo a los datos materiales que han sustentado la reconstrucción de las sociedades

prehispánicas que habitaron el valle medio del río Magdalena, la arqueología regional

ha permitido determinar que el periodo tardío de la ocupación prehispánica se ha

caracterizado, entre otras cosas, por la presencia de un elemento cultural que parece

haberse generalizado a todo el territorio ocupado por grupos humanos de la familia

lingüística karib y es la práctica de entierros secundarios en urnas cerámicas. Los grupos

prehispánicos del Periodo Tardío (entre ellos los panches) se encontraban habitando la

región desde aproximadamente el año 1000 D.C., por lo que las investigaciones

arqueológicas han permitido establecer una relación directa entre los elementos de

cultura material registrados para ese periodo y las poblaciones karib que describen los

cronistas españoles.

Como se bosquejó anteriormente, las principales investigaciones arqueológicas

desarrolladas en territorio panche (ver Capítulo 3, apartado 3.5) han permitido

identificar la existencia de sutiles variaciones locales en la tecnología alfarera a nivel

estilístico, lo que nos ha llevado a pensar en que cada uno de estos segmentos podría

Page 45: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

44

haber estado imponiendo su sello característico a los elementos de cultura material que

elaboraban y/o portaban. Sin entrar a especular aquí sobre la finalidad de estas

variaciones locales, sí podemos entrever que hay una aparente asociación entre los

segmentos que ocupan sectores específicos del territorio panche y la cultura material

utilizada por los mismos, la cual ingresó al registro arqueológico y se ha mantenido en

los territorios que ocuparon dichas comunidades.

Como mencionamos anteriormente, a partir del año 800 D.C. se generalizó la práctica

de enterramientos secundarios en urnas funerarias de cerámica, por lo que el Periodo

Tardío de la ocupación prehispánica se ha podido asociar directamente a este tipo de

cultura material y de la misma forma a comunidades karib como los panches. Teniendo

en cuenta que la ocupación prehispánica del Periodo Tardío se vio intervenida por la

invasión europea del siglo XVI, durante la cual los cronistas registraron poblaciones

panches en este sector del valle del río Magdalena, hemos podido establecer un paralelo

mediante el cual utilizamos información escrita de las crónicas de la conquista e

información arqueológica procedente de sitios ubicados cronológicamente en el Periodo

Tardío, para aproximarnos a ciertos aspectos socioculturales de la sociedad panche.

De esta forma, el análisis comparativo de los patrones funerarios y más específicamente

la tipología de las mismas urnas funerarias nos permitió establecer una caracterización

para diferentes áreas dentro del territorio, la cual parece haber estado asociada a

segmentos políticos que pudimos identificar en las crónicas y en el acervo toponímico

que se ha conservado hasta la actualidad3.

De acuerdo a lo anterior, la lectura de los procesos sociopolíticos desarrollados en torno

a la invasión europea, nos permitió caracterizar que la población panche asentada sobre

la banda oriental del río Magdalena parecería haber estado concentrada en torno a dos

3 Es importante mencionar aquí que aunque diversos segmentos panches ocuparon espacios a ambos lados

del río Magdalena (una visión más amplia de la ocupación territorial indígena durante el siglo XVI se

expone en detalle en los Capítulos 4 y 5), los procesos de exploración y conquista llevados a cabo por los

españoles determinaron que la producción documental para la banda occidental del río no desarrollara un

registro tan detallado como para la banda oriental. De la misma forma, las particularidades de las

campañas de invasión, y conquista determinaron un rápido exterminio de las poblaciones indígenas

asentadas al occidente del río. Por dichos motivos, hemos delimitado nuestro objeto de estudio a las

comunidades asentadas en la banda oriental del río Magdalena, por lo que cuando no se haga la salvedad

a lo largo de la investigación, es claro que nos estaremos refiriendo a los segmentos de esta parte del

territorio panche.

Page 46: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

45

grandes núcleos poblacionales. Parece a su vez, que estos núcleos estaban vinculados a

paisajes y entornos ambientales diferentes (uno al norte del territorio panche en las áreas

más montañosas y otro al sur en las partes más bajas), lo que nos llevó a sospechar

inicialmente la probabilidad de una diferenciación sociocultural entre dos agrupaciones

de segmentos panches, que a su vez se encontraban ocupando espacios ecoambientales

que también diferían entre sí. Siguiendo nuestra hipótesis, supusimos que esta posible

diferenciación social también podría verse reflejada en la cultura material, por lo cual

buscamos encontrar un referente tangible en el registro arqueológico que pudiera estar

representando diferencias en el ámbito estilístico y decorativo de las urnas funerarias,

principalmente entre los grupos que habitaron en la región montañosa del territorio y los

que se encontraron asentados en las tierras bajas aledañas al valle del río Magdalena.

Teniendo en cuenta que las poblaciones karib asentadas a lo largo del valle del río

Magdalena compartían prácticas socioculturales como el tipo de patrón funerario, pero

con variaciones locales a nivel estilístico, podría ser posible que estas diferenciaciones

discretas también se estuvieran dando al interior del grupo descrito como panche y que

existieran variaciones sutiles en la cultura material asociada a los contextos funerarios

de los diversos segmentos? o de los núcleos de segmentos referidos anteriormente?.

Buscando desarrollar estos interrogantes nos propusimos entonces indagar en las

posibles variaciones de la cultura material, con miras a identificar indicadores discretos

en la cultura material que pudiéramos relacionar con los espacios ocupados por estas

agrupaciones de segmentos (desde los cuales se estarían dando diferentes formas de

respuesta cultural ante el proceso de invasión y conquista).

Abordando el tema específico de la cultura material de dichos contextos funerarios,

encontramos que diversas investigaciones arqueológicas desarrolladas en el territorio

que se encontraba ocupado por los panches para el siglo XVI, han permitido establecer

una periodización cronológica en la que se cuenta con presencia de poblaciones

agroalfareras en el área desde el 800 A.C. Haciendo un balance generalizado de dichas

investigaciones y concentrándonos en este periodo agroalfarero regional, podríamos

resumir la ocupación humana en dos grandes periodos, uno Formativo (800 A.C. - 1000

D.C.) asociado directamente al tipo cerámico Herrera y uno Tardío asociado

principalmente al tipo cerámico Pubenza, desde el 1000 D.C. hasta el momento del

Page 47: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

46

contacto (Peña 1991, Salas y Tapias 2000, Argüello 2004, Rodríguez 2006, entre otros).

Ya que los estudios arqueológicos han permitido establecer una clasificación histórico

cultural con momentos bien delimitados y caracterizados por una cultura material

también específica (tradición alfarera), el estudio de la cerámica abordado en la presente

investigación se concentró en realizar un análisis morfofuncional de urnas cerámicas

funerarias procedentes de sitios arqueológicos en diversos sectores del territorio

identificado como panche, lo que nos permitió confirmar que la existencia de esta

aparente diferenciación sociocultural también se vio reflejada en la presencia de

marcadores discretos en los elementos de cultura material analizados.

Teniendo en cuenta que para el sector norte del territorio panche oriental no se contaba

con antecedentes de sitios arqueológicos funerarios asociados al Periodo Tardío de la

ocupación prehispánica (Peña 1987, 1991), la información que hemos obtenido del

registro arqueológico sobre aspectos estilísticos de la tradición alfarera presente en

contextos funerarios (tipología, tecnología y patrones estilístico - decorativos de las

urnas funerarias; ajuar funerario, relación y posición de las tumbas con su entorno

directo y el paisaje, cronología de las tumbas, contenido de las mismas y tipología de

los restos óseos contenidos en las urnas), nos permitió dar desarrollo a la metodología

planteada hasta este punto y llegar a desarrollar un análisis comparativo con el material

reportado en contextos arqueológicos para otros sectores del territorio panche. A su vez,

esto nos permitió retroalimentar la información arqueológica con el dato escrito y así

empezar a dilucidar aspectos socioculturales de la organización social de los panches a

nivel local y regional.

Este análisis comparativo de los patrones funerarios reportados en las tierras bajas del

territorio ocupado por los panches en el siglo XVI y el excavado durante la presente

investigación, apuntó a determinar si las posibles diferencias socioculturales

bosquejadas en las percepciones que tuvieron los primeros cronistas tenían un asidero

tangible en el registro arqueológico de la cultura material asociada con los panches.

Dejando muy en claro que al momento no se contaba con la certeza sobre la existencia

de una posible diferenciación entre grupos de comunidades al interior del territorio

panche (asociadas a su vez a territorios específicos) y que es a partir de la presente

Page 48: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

47

investigación que se está empezando a indagar sobre la posibilidad de dicha

diferenciación, hemos buscado establecer un referente material de dicha aparente

diferenciación en el cual apoyar nuestra hipótesis de trabajo. Esto nos ha llevado a

aproximarnos un poco más a aspectos como la organización territorial, la cultura

material y las relaciones entre segmentos panches.

Page 49: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

48

CAPÍTULO 3

ESTADO DE LA CUESTIÓN

3.1. Cronistas españoles del siglo XVI y XVII: Primeros escritores de la historia panche.

En cuanto a las fuentes documentales para el caso particular de los panches, las más

ricas descripciones sobre su territorio, costumbres, prácticas culturales, así como el

proceso de conquista y exterminio, son las presentadas por los cronistas Gonzalo

Fernández de Oviedo [1526], Fray Pedro de Aguado [1570?], Juan de Castellanos

[1601], Antonio de Herrera [1601-1615], Fray Pedro Simón [1627?], Lucas Fernández

Piedrahita [1668] y Alonso de Zamora [1668].

De estos, la publicación más temprana es la de Fernández de Oviedo, quien llegó por

primera vez a las Indias en la expedición de Pedrarias Dávila en 15144 y desde ese año

acompañó numerosas campañas de exploración y conquista en el norte de Suramérica y

Centroamérica hasta 1535. Durante su estadía ejerció cargos administrativos para la

corona española, lo cual le permitió elaborar detalladas descripciones de territorios y

costumbres apreciadas directamente entre los indígenas. Una de las más importantes

obras de Fernández de Oviedo, la “Historia general y natural de las Indias” presenta una

rica descripción del descubrimiento y colonización de diversos grupos humanos y

poblaciones en el norte de Suramérica desde la óptica de un minucioso observador de la

naturaleza y las costumbres del Nuevo Mundo.

4 Pedrarias Dávila o Pedro Arias Dávila, fue uno de los primeros conquistadores españoles de la parte

norte de Suramérica. En 1513 fue nombrado gobernador y capitán general de Castilla del Oro, que

comprendía territorios de los actuales países de Nicaragua, Costa Rica, Panamá y la parte norte de

Colombia, cargo que asumió en 1514, permaneciendo en territorio americano hasta su muerte en 1531

(Martínez 2007).

Page 50: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

49

De la misma forma, Aguado también fue testigo de primera mano de la conquista de

diversos grupos indígenas durante su estadía en el Nuevo Reino de Granada desde 1560

hasta su muerte (aproximadamente en 1609), escribiendo su obra desde la perspectiva

de su función de cura doctrinero durante la década de 1560 hasta aproximadamente

1575; durante su estadía en el Nuevo Reino ejerció el cargo de cura en diversos

poblados del territorio muisca e incluso acompañó algunas expediciones de exploración

y conquista al territorio panche.

Otro cronista que fue testigo directo de los hechos acontecidos durante la conquista, fue

Juan de Castellanos, quien marchó como soldado a tierras americanas a la edad de 17

años (en 1539) y permaneció en el Nuevo Reino de Granada5 desde 1544 hasta su

muerte en 1607. Además de participar como soldado en las campañas de conquista, se

ordenó como sacerdote en 1559 y a partir de esa fecha fue cura en diversos poblados, lo

que le permitió registrar hechos vistos desde las dos perspectivas (conquistador y

sacerdote).

Así, en estos tres cronistas (Castellanos, Aguado y Fernández de Oviedo), tenemos las

descripciones más tempranas de la sociedad panche y su territorio, pues su estadía en

tierras del Nuevo Reino de Granada les permitió recopilar información de forma directa

durante el siglo XVI. Como abordaremos más adelante en el Capítulo 5, fue durante la

segunda mitad de dicho siglo cuando se dio el rápido proceso de desarticulación de la

sociedad panche a manos de los conquistadores europeos, a la vez que se desarrolló un

vertiginoso descenso poblacional; de esta manera, la información presentada por estos

autores resulta especialmente atractiva y rica, pues al ser testigos de primera mano,

estuvieron en contacto directo con diversas instituciones y prácticas de la sociedad

panche.

Ya para el siglo XVII, el único cronista que fue testigo presencial fue Fray Pedro Simón,

cuyo cargo de ministro provincial le permitió viajar por distintos lugares del Nuevo

5 El Nuevo Reino de Granada fue la denominación otorgada a una entidad territorial establecida por la

corona española durante su periodo de dominio americano. Hacía parte del Virreinato del Perú y su

territorio correspondía aproximadamente al actual territorio de la República de Colombia. En los primeros

documentos de la conquista, se denomina Nuevo Reino de Granada a las tierras frías del altiplano

cundiboyacense, el cual se diferencia de las áreas de “tierra caliente” que lo rodean y que corresponden a

los pisos térmicos más bajos.

Page 51: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

50

Reino de Granada entre 1604 y 1628, e incluso acompañar campañas de conquista de

grupos indígenas que habían presentado fuertes procesos de resistencia, como los pijaos,

grupo al cual se dirigió una campaña de exterminio y pacificación por Juan Borja

durante la primera década del siglo XVII. Además de estas labores, durante este tiempo

también realizó una abundante recopilación documental en la que se incluyen sus

propias experiencias así como los datos aportados por testigos que participaron en las

campañas de conquista de dichos territorios e incluso algunos documentos del siglo

anterior, generalmente anónimos, que no habían sido publicados hasta ese momento.

Teniendo en cuenta lo anterior, la obra de Simón reviste especial importancia por dos

aspectos fundamentales: uno, como abordaremos en el Capítulo 5, parece ser que el

proceso de extinción de los relictos panches que mantuvieron procesos de resistencia

activa se dio durante esta primera década del siglo XVII, lo que convertiría a Simón en

uno de los últimos testigos de primera mano de este tipo de actividades y de la

finalización del proceso de inclusión al régimen colonial de los segmentos panches

disidentes. Dos, la obra de Simón presenta una rica compilación de descripciones que

no se encuentran en cronistas más tempranos; es claro que en su proceso de recopilación

de obras inéditas de testigos de primera mano del siglo anterior (como exploradores y

letrados anónimos que acompañaron las primeras campañas de exploración y conquista

del territorio panche), se presentan datos novedosos y/o más ricamente descritos que en

algunas de las obras del siglo XVI referidas anteriormente.

Durante el siglo XVII otros cronistas se dedicaron a la tarea de recopilar documentos

propios de la conquista, producidos principalmente durante el siglo anterior pero que

aún no habían sido publicados, exponiendo datos novedosos en el proceso de

construcción histórica de inicios de la colonia. Es importante mencionar que estas

publicaciones del siglo XVII se concentran en transcribir al pie de la letra los

documentos del periodo de la conquista, lo que lleva a que en muchos casos podamos

identificar segmentos idénticos en varios de los recopiladores, pues han tomado y

respetado la misma fuente. Tal es el caso de Antonio de Herrera, cronista mayor de

Castilla durante los reinados de Felipe II y Felipe III, quien aunque nunca estuvo en

América, realizó entre 1601 y 1615 una recopilación de documentos de otros autores del

siglo XVI (como Fernández de Oviedo).

Page 52: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

51

Más avanzado el siglo XVII, surgen los primeros cronistas propios del Nuevo Reino de

Granada: Fernández Piedrahita (1624 - 1688) y Alonso de Zamora (1635 - 1717). El

primero de ellos, sacerdote nacido en el Nuevo Reino y que vivió allí la mayoría de su

vida (salvo seis años de estadía en España, durante la cual consultó documentos y

manuscritos en gran parte inéditos), basó su trabajo en la consulta de documentos

previos. Su obra fue publicada en 1688 con base a los documentos escritos por otros

autores anteriores como Quesada, Castellanos, Aguado y Medrano (los cuales fueron

testigos directos de campañas de exploración y conquista durante el siglo XVI).

Por su parte, Alonso de Zamora también consultó fuentes ya existentes en el siglo XVII,

en especial los archivos de los conventos de Santa Fe de Bogotá, Cartagena y Tunja, así

como las obras de Simón, Quesada, De Herrera y Fernández Piedrahita. Como producto

de esta compilación bibliográfica, su obra se publicó en 1701, resaltando el papel

jugado por la orden dominicana en el proceso de conquista y colonización del Nuevo

Reino de Granada. Desde esta óptica, Zamora aporta datos importantes con respecto a la

administración eclesiástica de algunas comunidades y la filiación cuantitativa de las

poblaciones a este tipo de instituciones durante el periodo de la colonia.

En sumatoria, la obra de estos últimos autores presenta una característica particular y es

que buena parte de los contenidos expuestos y que abordan el momento de la conquista

y las primeras situaciones desarrolladas durante el siglo XVI, no resultan novedosos

para un lector que previamente haya abordado las obras de los primeros cronistas como

Castellanos, Aguado y Fernández de Oviedo, repitiéndose de manera textual muchos

apartados. No obstante, obras como la de Zamora, enmarcadas en un claro contexto

eclesiástico presentan datos novedosos relacionados con la inclusión de las poblaciones

indígenas en el nuevo régimen colonial instaurado tras los procesos de exploración y

conquista. Esta situación hace que la información novedosa que aportan estos autores

del siglo XVII sea mucho menor a la presentada por los primeros cronistas, pero por

otro lado nos permite evidenciar que el trabajo de recopilación de los mismos ha

respetado la obra de los testigos de primera mano y la información se encuentra muy

poco alterada por la subjetividad del compilador.

Page 53: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

52

Para el caso particular de los panches, las compilaciones de Fernández Piedrahita [1668],

así como las obras más tempranas de Aguado [1570], Castellanos [1601] y Simón

[1627?] proveen los más completos recuentos de su conquista, describiendo en detalle

las batallas, campañas militares y resultados de las mismas; de otra parte, la obra de

Fernández de Oviedo [1526] y las posteriores compilaciones de Zamora [1668] se

concentran en la descripción de sus costumbres, armas, formas de luchar, condiciones

del entorno, aspectos naturales del medio ambiente y procesos administrativos

impuestos durante la colonia. De la lectura de todos estos autores, se puede apreciar que

los documentos más tempranos (siglo XVI) corresponden a inventarios y descripciones

que dan mayor importancia a la descripción de los aspectos novedosos a los ojos de los

españoles, mientras que los documentos más tardíos del siglo XVII presentan una carga

ideológica más fuerte determinada por los intereses y subjetividades del autor (en donde

la retórica colonial de la época resalta y exacerba el papel del conquistador español

como un héroe en las campañas militares contra los indígenas).

Así, siguiendo la información consignada en los documentos de la conquista, durante el

siglo XVI los conquistadores españoles encontraron y registraron diversos tipos de

sociedades indígenas ocupando diferentes territorios de lo que se llamó el Nuevo Reino

de Granada (Fernández de Oviedo [1526], Aguado [1570]). Las campañas de

exploración y conquista desarrolladas en el marco de la colonización europea de estos

territorios incluyeron un registro escrito de diversos aspectos de las sociedades

indígenas encontradas, como los límites territoriales, las principales prácticas culturales

cotidianas y rituales, su apariencia física, sus relaciones con otros grupos étnicos e

incluso la presencia de algunos elementos de cultura material.

Al enfrentarnos a un proceso tan acelerado de exterminio y desaparición física y cultural

para dichas poblaciones prehispánicas, las crónicas escritas por los españoles durante

los siglos XVI y XVII se convierten en una de las principales fuentes de información

para el conocimiento del proceso de conquista e inclusión al régimen colonial de la

población indígena. De esta forma los datos presentados por los primeros cronistas y

testigos de primera mano de las campañas de exploración y conquista se ven

complementados por algunas recopilaciones historiales del siglo XVII en las que,

aunque los autores no fueron testigos de primera mano, siguen aportando información

Page 54: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

53

innovadora que muchas veces no se encuentra en los documentos del siglo XVI (tal es

el caso de la obra de Zamora).

No obstante, es imprescindible tener en cuenta al analizar dichos documentos, que tanto

la producción documental de finales del siglo XVI como de principios del siglo XVII

está fuertemente cargada de una connotación eurocéntrica colonizadora en la cual la

subjetividad de los autores sesgó en gran medida las descripciones consignadas sobre

los grupos indígenas referidos, además, la retórica colonial implementada en los

documentos se caracteriza por silenciar algunos aspectos socioculturales y exacerbar

otros de los grupos mencionados, lo cual desemboca en una falencia de datos

consistentes en torno a aspectos como la organización sociopolítica, la ideología, los

patrones de movilidad, las relaciones intergrupales, etc. El objetivo retórico de presentar

a la sociedad española y en especial a los ejércitos y caudillos encargados de las

campañas de exploración y conquista como héroes invencibles portadores del objetivo

moral de imponer la cultura europea cristiana sobre las poblaciones “salvaje y bárbaras

enemigas de la corona y de la fé” es un aspecto determinante en la presentación de datos

cuantitativos en los documentos más tempranos; de esta manera resultan poco

confiables las cantidades poblacionales y/o de los ejércitos indígenas a los cuales se

enfrentaban los europeos, así como muchas de las acciones relacionadas con conceptos

morales como la percepción de lo “correcto” y lo “errado”.

Esta situación determina que las fuentes de los siglos XVI y XVII no puedan ser

tomadas como documentos etnográficos ni registros objetivos que incluyeron una

descripción holística de las sociedades indígenas referidas. No obstante las cargas de

subjetividades que unos u otros autores pudieron imprimir a sus obras, se percibe

generalmente una serie de comportamientos y prácticas socioculturales que son

comunes a lo largo de la lectura de documentos de estos dos siglos. Igualmente, con el

rápido exterminio de los panches (en relación con otros grupos culturales que lograron

sobrevivir hasta bien entrado el periodo colonial en el territorio del Nuevo Reino de

Granada) y la imposición de nuevas instituciones político administrativas como la

encomienda, se dio un cambio radical en la existencia de las prácticas socioculturales

Page 55: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

54

presentes hasta la década de 1540, por lo que las descripciones que se encuentran en las

obras abordadas aquí mantienen una misma línea y una serie de características que

varían muy poco de autor a autor.

3.2 Primeras descripciones del territorio panche.

Partiendo de las características puntuales para la problemática panche: el rápido

exterminio del componente físico de la población, la desintegración de las instituciones

sociopolíticas durante un periodo de tiempo muy corto, la falta de información en las

fuentes de la época sobre aspectos socioculturales como la organización política y la

relación existente entre diversos segmentos, y la inexistencia de un referente etnográfico

posterior a las primeras décadas del siglo XVII, encontramos que los documentos

escritos en los siglos XVI y XVII son la principal fuente para aproximarnos a la

reconstrucción de diversos aspectos socioculturales de este grupo prehispánico. Esta

conclusión ya ha sido propuesta por anteriores investigadores que han abordado la

problemática panche y que han desarrollado y trabajado aspectos como la distribución

territorial, la ocupación del espacio y los procesos que aceleraron la extinción del grupo

(O´neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez 2005).

En cuanto al territorio ocupado por diversos segmentos panches en el siglo XVI, el

mismo parece haber correspondido al valle central del río Magdalena en el sector

occidental del actual departamento de Cundinamarca y el oriental del actual

departamento de Tolima. Reconstrucciones históricas recientes que han buscado la

delimitación de este territorio panche al momento de la conquista (partiendo de la

lectura de documentos de los siglos XVI y XVII y de la reconstrucción toponímica)

coinciden en términos generales con los límites anteriormente descritos principalmente

por Fernández de Piedrahita (O´neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Rodríguez y

Cifuentes 2004, Martínez 2005).

Así, hemos podido extraer que aunque la información más detallada y aparentemente

más acertada sobre el territorio ocupado por los panches en el siglo XVI la aporta

Fernández de Piedrahita, los demás cronistas y compiladores no difieren en mayor

medida de dicha delimitación, aunque preentan algunas variaciones sutiles, en especial

Page 56: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

55

para el sector occidental del territorio. Al igual que en el caso de los cronistas,

investigaciones recientes también han presentado en algunos casos divergencias en

cuanto al establecimiento de los límites territoriales para los panches: aunque parece

haber un acuerdo general en cuanto a los límites orientales, norte y sur del territorio

(coincidiendo con Fernández de Piedrahita), por el contrario, diversos autores presentan

opiniones diferentes con respecto al extremo occidental del territorio. No obstante, estas

variaciones se deben a la ausencia de información del periodo de la conquista para los

territorios y los segmentos que ocupaban dicho sector del territorio panche.

Ilustración 1. Reconstrucción del territorio panche al momento de la llegada de los españoles según

las descripciones de los cronistas Aguado [1570?], Fernández de Oviedo [1526] 1959, Castellanos

[1601], Herrera [1601-1615], Fernández de Piedrahita [1668] y Zamora [1668]; y las

reconstrucciones de Bernal 1946, O´neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Rodríguez y Cifuentes 2004.

Page 57: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

56

3.3 El legado de las crónicas: la percepción de los panches en la producción académica de la primera mitad del siglo XX y el contexto desde el que se inició la producción académica sobre estos grupos indígenas.

Como mencionamos brevemente en la introducción y como se ampliará en el Capítulo 5,

los panches como tal fueron exterminados por los conquistadores europeos durante un

periodo relativamente corto -menos de un siglo-, por lo que la construcción, percepción

e interpretación de su cultura ha estado determinada en gran medida por la forma en que

sus prácticas culturales fueron observadas y registradas por los españoles durante este

momento histórico. Como mencionamos anteriormente, múltiples autores en el siglo

XX han partido de la lectura de las crónicas de la conquista para reconstruir diversos

aspectos socioculturales del grupo indígena extinto sin abordar otro tipo de información

diferente a la escrita, esta situación ha determinado en gran medida que los aspectos

resaltados o estigmatizados en principio por los cronistas se hayan visto reforzados a lo

largo de buena cantidad de obras hasta hace relativamente poco tiempo.

Prácticas socioculturales descritas en detalle por los cronistas como la condición

guerrera de los panches, o su estado “salvaje” legitimado por las deformaciones

corporales, el infanticidio, las relaciones incestuosas durante las fiestas y borracheras, la

hechicería, el uso de venenos y ponzoñas en sus armas, etc., también se han visto bien

documentados por historiadores de principios del siglo XX (como Carranza 1934,

Bernal 1946 e Hincapié 1952), en cuyos trabajos se ve la consecuencia que la lectura de

estas crónicas ha tenido en los investigadores que buscaron hacer la reconstrucción

histórica de los grupos prehispánicos hasta la primera mitad del siglo pasado. Estas

investigaciones tomaron como única fuente la lectura las crónicas de la conquista,

buscando hacer una reconstrucción de los principales aspectos socioculturales de la

sociedad panche, con el objetivo de recrear la vida cotidiana de este grupo prehispánico

y presentarlo en un lenguaje más “amable” al público en general de lo que representaría

una lectura de los documentos del siglo XVI. Así, se caracterizó a la sociedad panche

como una cultura “violenta y primitiva”, en la que los comportamientos salvajes

dominaban a los racionales; esto llevó a que se estableciera una relación indiscutible

Page 58: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

57

entre estos pueblos y prácticas repudiables tales como el canibalismo, la guerra y la

brujería.

Este imaginario de los panches (al igual que el de muchos otros grupos indígenas que

ocupaban tierras tropicales) en el que se les presenta como una sociedad con grado de

civilización y desarrollo muy bajo, se encuentra frecuentemente asociado -y justificado-

por el entorno selvático, húmedo y “malsano” como el ambiente típico de bosque

húmedo tropical que se encontraban ocupando a la llegada de los españoles. Esta

construcción de la “otredad”, representada por comportamientos culturales opuestos a

los exhibidos por el grupo desde el cual se ejercía el control, se identificó con la

percepción que de los paisajes americanos tuvieron los europeos (Gnecco 2006), en la

cual la asociación inevitable entre lo lejano y lo asombroso del nuevo mundo

determinaban la existencia de lo extraño o lo contrario a la naturaleza (Borja 2002).

Expuesto el contexto en el que se empezó a dar la producción académica sobre grupos

como los panches, podemos caracterizar una primera fase en la cual podríamos incluir

las investigaciones desarrolladas durante la primera mitad del siglo XX:

Una de las primeras investigaciones que plantea este tipo de reconstrucciones históricas

es la de Carranza (1934), quien partiendo de la lectura de cronistas tanto tempranos

(Aguado [1570?] 1956), como tardíos (Simón [1627?] 1981 y Zamora [1668] 1945),

presenta la típica concepción de los panches como salvajes, belicosos y antropófagos.

Coincide en la delimitación del territorio con Triana (1924) y en la idea que dichos

grupos procedían de migraciones desde las Antillas y que a su llegada al valle del

Magdalena vieron frenado su avance por los pueblos de lengua chibcha. También

menciona las principales costumbres de los panches y describe las principales batallas

que se desarrollaron en el proceso de conquista español: "Siendo los panches un pueblo

de costumbres primitivas y de temperamento guerrero […] vivía preparado

constantemente para las luchas que sostenía con los pueblos vecinos y con las diversas

tribus de su misma raza, que vagaban en su amplio territorio." (Carranza 1934: 333).

Finalmente expone su idea de que la vida sedentaria es un elemento propio de los

pueblos civilizados y que la falta de vestigios materiales en territorio del pueblo panche

Page 59: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

58

estaría atestiguando un patrón de poblamiento nómada más acorde y consecuente con su

condición “salvaje” (Carranza 1934).

Otro trabajo similar es el de Bernal (1946), una extensiva investigación de archivo que

combina fuentes documentales de la conquista (Jiménez de Quesada [1545], Castellanos

[1601], Simón [1627?]), toponimia y documentos de archivo de época de la colonia

(Archivo colonial de Tierras de Cundinamarca), para hacer una reconstrucción del

devenir histórico del pueblo de Guayabal de Síquima (actual municipio del occidente de

Cundinamarca en cuyos alrededores se asentaron algunos de los pueblos panches que

presentaron una mayor resistencia al proceso de conquista español en el siglo XVI).

Aunque el documento se encuentra permeado por la mirada subjetiva del autor que ve al

pueblo panche como sumido en la barbarie, compila importantes datos sobre esta

cultura, como extensión de territorio ocupado al momento de la conquista, costumbres

culturales, fronteras, grupos vecinos, significados de algunas palabras, desarrollo de

campañas españolas de conquista y principales batallas. La investigación caracteriza a

los panches como una tribu, dentro de la cual existían diversos gobernantes; estos

gobernantes compartían el nombre de sus propios territorios y mantenían entre sí

relaciones de diverso tipo (Bernal asigna a estos grupos la denominación de

parcialidades y señala que aunque algunas se aliaban en situaciones de conflicto, otras

mantenían entre sí relaciones ancestrales de enemistad). La compilación presentada por

Bernal presta un especial interés a la recreación de las principales batallas que

decidieron el destino de la defensa y conquista del territorio ocupado por los panches y

en este sentido, se resalta la importancia que tuvo el líder local Síquima a partir de 1538

como eje central en torno al cual se aliaron los segmentos panches de la zona montañosa

para dirigir diversos procesos de resistencia y contrataque al empuje conquistador

europeo.

Al hacer la reconstrucción histórica de las campañas de conquista de los españoles,

Bernal resalta que en el pueblo de Síquima (al igual que en el de Bituima), durante las

campañas de 1538 (Hernán Pérez de Quesada) y 1543 (Hernán Venégas Carrillo), los

segmentos panches de las tierras altas se aliaron bajo mando de Bituima, ofreciendo una

Page 60: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

59

fuerte resistencia a los consecutivos intentos españoles de dominar y controlar el

territorio panche. Esto se tradujo en que Bituima aparece en su relato como la

institución guerrera más importante de los pueblos panches de la región, siendo este

líder el de mayor renombre por sus proezas militares y un importante centro de

entrenamiento y alianzas en épocas de conflicto.

Un trabajo posterior es el de Hincapié (1952), quien parte de lectura de los cronistas de

la conquista que presentan las principales descripciones del pueblo panche (Aguado

[1570?] 1956 y Simón [1627?] 1981) para hacer una reconstrucción de la cultura del

grupo que se asentó en la actual población de Guaduas (dentro de la zona montañosa de

la vertiente occidental de la Cordillera Oriental). Aunque el autor reproduce la

estigmatización “salvaje” del pueblo panche, resalta algunos aspectos que causaron

fuerte impresión en los españoles, como su organización a la hora de marchar a las

batallas y la disciplina de sus ejércitos, presentando una compilación de descripciones

de su armamento, ornamentos de guerra y una breve recopilación de las principales

batallas que implicaron choques con los europeos dentro del territorio de la Villa de

Guaduas.

El interés de Hincapié por la reconstrucción de la historia de la Villa de Guaduas se

centra en la descripción de las costumbres de los pueblos que habitaron la zona, desde

sus primeros contactos con las campañas de exploración y conquista hasta 1550,

momento en que se establecieron definitivamente las poblaciones españolas. Incluye

también referencias a los principales procesos de resistencia indígena ante las campañas

de dominación española, en su afán por establecer una serie de enclaves administrativos

a lo largo de la vertiente oriental del río Magdalena.

En resumen, esta primera fase de producción bibliográfica sobre los panches

encontrados por el proceso de conquista en el siglo XVI, se caracteriza por basarse en y

analizar los datos presentados por los cronistas de los siglos XVI y XVII y reforzar

conceptos como el salvajismo, la barbarie, la belicosidad y la resistencia ante el proceso

aculturador europeo. No obstante, estas primeras investigaciones también presentan y

Page 61: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

60

resaltan datos novedosos sobre estas sociedades, como la importancia militar y el

protagonismo político de algunos líderes locales frente a este proceso de conquista

(Bernal 1946). El abordaje de documentos más tardíos en estas reconstrucciones

historiográficas también aporta información novedosa sobre el resultado del proceso de

conquista e inclusión al régimen colonial establecido por los europeos a partir del siglo

XVII (Bernal 1946); de esta manera encontramos que el fuerte proceso de resistencia

desarrollado por la sociedad panche produjo fuertes acciones represivas en varios

niveles de la escala social, lo que desarticuló física e institucionalmente a la sociedad

panche, llevando a su exterminio a inicios del siglo XVII.

3.4. Reconstrucciones historiográficas: la producción académica de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI

Para la segunda mitad del siglo XX, las investigaciones enfocadas en la sociedad panche

-y otros grupos similares como los pijao - han superado en gran medida el sesgo

subjetivista que caracterizó las lecturas de las crónicas de la conquista realizadas en la

primera mitad del siglo XX, empezando a repensar la existencia y naturaleza de varios

aspectos (como el canibalismo) que se habían dado por sentados inicialmente

estigmatizando a estos pueblos como “sanguinarios y crueles”. Así, fue solo hasta fines

del siglo XX e inicios del XXI que se empezó a cuestionar la forma en cómo asumir los

datos descritos por las crónicas sobre esta cultura.

Partiendo del hecho de que la mayoría de la información proviene de las crónicas de la

conquista y han sido estas el punto de partida para todas las investigaciones que se han

hecho en torno a los grupos indígenas vinculados a la familia lingüística karib, son muy

importantes los aportes hechos por autores como Álvaro Bolaños (1994) y Jaime Borja

(2002), quienes han cuestionado en gran medida la veracidad de los datos presentados

por los cronistas, considerando hasta qué punto dicha información obedece más a un

esquema literario con objetivos puntuales de desacreditación de la cultura indígena y

generación de moral cristiana, que a hechos puntuales que realmente ocurrieron.

Page 62: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

61

El trabajo de Bolaños (1994) centra su interés en contextualizar y examinar la

composición de los textos de Fray Pedro Simón, quien publicó una de las más

importantes recopilaciones documentales para el área del norte de Sudamérica entre

1623 y 1627. Bolaños analiza principalmente las confrontaciones entre los indígenas

pijaos -una parcialidad de indígenas karib vecina a los panches, que evidenció un

proceso de resistencia a la conquista más largo que éstos- y los españoles, exponiendo la

forma en que estas relaciones quedaron consignadas en los documentos oficiales de la

sociedad colonial de la época.

Básicamente, expone cómo se desarrolló en la obra literaria un proceso de legitimación

del indígena pijao como indeseable; a su vez, cuestiona los medios a través de los cuales

se cimenta este tipo de pensamientos colonialistas de desprecio a partir de cuatro puntos

fundamentales: 1) Plantea cómo alrededor de muchos grupos indígenas se construye el

imaginario de una “raza” que trae consigo elementos culturales indeseables para la

sociedad hegemónica dominante, como la barbarie, la suciedad, el salvajismo, la

sodomía, etc.; 2) Introduce el cuestionamiento realidad/ficción en la obra de Simón,

planteando la necesidad del autor de dar cabida a varios de los discursos considerados

clásicos en la época - como las novelas caballerescas - con el fin de legitimar su texto y

darle veracidad en el contexto histórico en que se ubica; 3) Explica la construcción del

indígena como caníbal, inhumano y peligroso para los españoles, representación que a

la vez que legitima, justifica la respuesta violenta de exterminio por parte de los ibéricos;

4) Expone cómo la credibilidad dada a los textos escritos de la época no estaba

determinada por la veracidad de los hechos en sí, sino por la nobleza del testigo español

que recolectaba la información, lo que tornaba incuestionable al documento.

En conclusión, expone cómo los cronistas de la conquista y sus obras siguen un

propósito educativo y moralizante más que un objetivo de recopilación o reconstrucción

histórica. Por tanto, señala que las descripciones de hechos, costumbres, y

particularidades del nuevo mundo y sus habitantes no pueden ser leídas literalmente ni

tomadas como sucesos verídicos, sino entendidas como respuestas y justificaciones

asociadas directamente con el proceso de conquista y exterminio llevado a cabo por los

españoles.

Page 63: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

62

De manera similar, Borja (2002) analiza y expone las diferentes estrategias de la

retórica colonial de la época y las diversas influencias típicas del pensamiento clásico

occidental en los autores oficiales de los documentos escritos durante la conquista,

concluyendo que en la mayoría de los cronistas temas como el del indígena responden

más a una “realidad textual” creada por el autor, invitando a hacer una lectura de dichos

documentos enmarcada en el horizonte de expectativas propias del mundo medieval.

Para exponer esta línea de ideas, analiza la obra “Recopilación Historial” de Fray Pedro

de Aguado (escrita durante la década de 1570), haciendo una lectura que busca obviar

un poco las subjetividades, intereses y contexto medieval en el que fue escrita; en este

sentido se concentra en la forma en que se percibe y presenta al indígena, intentando

desentrañar el proceso de descripción del mismo en estos espacios discursivos.

Borja expone cómo se estableció una “verdad textual”, la cual correspondía con lo que

la organización cultural creó y estableció como “real”, concluyendo que la preocupación

de autores como Aguado no era presentar hechos objetivos, sino transformarlos en

narraciones: la verdad definida era la verosimilitud interna de la estructura textual

(Borja 2002); es decir, el hecho podía interpretarse desde la historia o desde la tradición

imaginaria, porque ambos formaban parte de un mismo cuerpo, donde primaba la

verdad del relato sobre la verdad del hecho.

Como hemos comentado anteriormente, la producción documental durante el periodo

colonial corresponde a un “pensamiento etnológico” ampliamente difundido entre las

sociedades colonizadoras durante los procesos de registro de información y estudio de

sociedades que ingresan al registro escrito como colonizadas y cuyas descripciones

están fuertemente determinadas por un concepto preconcebido de las mismas. De esta

forma y como bien lo expone Borja, los documentos de este periodo obedecen a un

objetivo moral y político, por lo que las categorías y figuras retóricas de los mismos

deben entenderse como una estrategia política enmarcada en un contexto colonialista de

exclusión, a la vez que los datos recolectados se deben interpretar como elementos

descontextualizados, cuya articulación en un sistema cultural particular debió haber

correspondido a una realidad social diferente a la percibida por los autores españoles de

los siglos XVI y XVII.

Page 64: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

63

No obstante, hemos encontrado que no todas las reconstrucciones historiográficas

desarrolladas a finales del siglo XX e inicios del XXI han superado la influencia

subjetiva impuesta desde los documentos de la conquista; el trabajo de Hernández y

Hernández (2002), aunque ha sido publicado recientemente, obedece al mismo tipo de

investigaciones referidas anteriormente para la primera mitad del siglo XX, las cuales se

caracterizaron por seguir reforzando este estereotipo de “salvajismo y barbarie”

adjudicado a los panches desde la producción colonial de documentos escritos.

Hernández y Hernández buscan hacer una reconstrucción histórica de los hechos

registrados en las fuentes escritas para la zona puntual del actual municipio de Vergara

y sus alrededores, desde los primeros cronistas (Aguado, Castellanos, Fernández

Piedrahita, Jiménez) hasta los documentos de archivo del período de la colonia

(archivos de resguardos y encomiendas indígenas). No obstante, la investigación está

fuertemente permeada por la visión medieval desde la cual fueron escritos los

documentos de la conquista y el prejuicio que tuvieron dichos autores a la hora de

clasificar al pueblo panche.

Con base en la lectura de las crónicas, Hernández y Hernández concluyen que fueron

“gines” y “pinzaimas” los segmentos panches que ocuparon el actual territorio de

Vergara en la parte alta de la vertiente occidental de la cordillera Oriental. Como

anteriores autores han mencionado, estos grupos asentados en la parte montañosa del

territorio hicieron parte de las alianzas que opusieron mayor resistencia ante las

campañas de conquista española. La descripción de las costumbres panches presentada

por Hernández y Hernández se centra en la reconstrucción de las batallas que se dieron

en este territorio y en las prácticas bélicas registradas durante el momento de la

conquista. No obstante, también presentan datos sobre algunos comportamientos

sociales de los panches como el intercambio, con respecto al cual se expone que estos

grupos intercambiaban productos tanto al interior de su territorio (interactuando con

otros segmentos panches) como al exterior del mismo (Hernández y Hernández 2002).

También es importante el aporte de esta investigación con respecto al análisis de

documentos del periodo colonial, pues a la vez que mencionan que para 1607 la

mayoría de los pueblos panches de la región ya se encontraban incluidos en el régimen

Page 65: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

64

colonial de encomiendas (repartidos entre los principales soldados que hicieron parte

del ejército del adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada en Cundinamarca), presenta un

balance interesante de los perjuicios que trajo consigo el régimen de encomiendas para

diversas instituciones indígenas como el matrimonio, la familia y el control de

territorios.

El trabajo de Hernández y Hernández expone que los repartimientos de indígenas se

hicieron por clanes o familias, asignando a cada encomendero español un líder indígena

junto con todas las personas sujetas al mismo (2002). Al parecer, inmediatamente

después de las incursiones de Hernán Pérez de Quesada (1541-1542), se inició el

proceso de repartimiento de territorios y pobladores, pues los autores encuentran

documentos ya para 1565 en los que se expone las negociaciones dadas entre españoles

con respecto al control de las encomiendas ya establecidas.

Aunque para inicios del siglo XVII las poblaciones indígenas se habían visto

fuertemente diezmadas, los documentos de visitas tempranas a las encomiendas

consultados por Hernández y Hernández, reportan que una mínima parte de la población

indígena sobrevivía incluida en el régimen colonial como tributarios de encomenderos

españoles. Por ejemplo, citan la visita del Oidor Alonso Vásquez de Cisneros a los

repartimientos de Sasayma, Nocayma, Nimayma y Pinzayma en 1604 (encomienda de

Francisco de Ortega), los cuales no sumaban más de 51 indígenas bajo el mando del

“cacique” Don Francisco Cicubue. El mismo Cicubue declaró que para ese momento se

encontraban adoctrinados a la fé católica y que aunque seguían manteniendo la lengua

autóctona, acudían a confesarse y recibir misa del padre Hernando de Velasco, quien

entendía bien la lengua panche (Hernández y Hernández 2002).

La declaración del “cacique” Cicubue expone que desde muchos años antes de la visita

del primer oidor a la zona (Miguel de Ibarra en 1595), la población indígena ya se

encontraba adoctrinada y sujeta a las condiciones tributarias propias de la encomienda.

Esta declaración se ve corroborada por un documento del 3 de Octubre de 1584 (auto

del Oidor Alonso Vásquez de Cisneros) en el cual se constata que desde esa fecha el

legítimo encomendero era Francisco de Ortega, quien a su vez heredó dicha encomienda

de su padre Juan de Ortega, el cual fue el primer dueño (Hernández y Hernández 2002).

Page 66: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

65

De esta forma, se aprecia que inmediatamente a las campañas de conquista, se incluyó a

la población sobreviviente en el régimen colonial de encomiendas y aunque hubo un

fuerte proceso de exterminio, una mínima parte de la población indígena sobrevivió

hasta inicios del siglo XVII. Para inicios de 1700 no es clara la situación de la población

indígena, pues su mención desaparece gradualmente de los documentos coloniales a lo

largo de este siglo, lo que nos lleva a pensar en posibilidades como la extinción del

grupo étnico o su disolución como como grupo diferenciado a través de vías como el

mestizaje con otras poblaciones.

Para el caso particular de los panches, los estudios de Rodríguez y Cifuentes (2004)

también representan otro ejemplo de cuestionamiento a las descripciones textuales de

los documentos de la conquista. Los autores buscan hacer una reconstrucción cultural de

la sociedad panche, explicando las diversas circunstancias que habrían llevado a un

grupo humano inmerso en un ambiente como el del valle medio del río Magdalena a

desarrollar respuestas culturales como las profusamente descritas por las crónicas.

Echando mano de datos obtenidos de algunas investigaciones arqueológicas en la zona,

así como de un análisis de las dinámicas y cambios que ha sufrido el paisaje desde

épocas prehispánicas, los autores dan por hecho la presencia de canibalismo (así como

otras prácticas rituales asociadas a la consecución de víctimas para el mismo) y lo

explican como parte de una serie de medidas culturales para mantener niveles de

población que no sobrepasen la oferta de recursos típica de este hábitat (homeóstasis),

así como respuesta ante la sobreexplotación de otros recursos proteínicos tras la llegada

de los españoles. Igualmente, argumentan el conflicto como una medida de restricción

del acceso a recursos como los bosques (Rodríguez y Cifuentes 2004).

Rodríguez y Cifuentes concluyen que una práctica tan profusamente descrita en las

crónicas como el canibalismo, parece haber correspondido a una estrategia de

subsistencia, que le permitió a un grupo como los panche mantener balanceada la

relación entre su cultura y el frágil ecosistema en el que se encontraban inmersos, a la

vez que habría sido una práctica ritual enfocada a la apropiación de energía, con

contenidos más simbólicos que económicos o alimenticios. Este es un claro ejemplo de

Page 67: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

66

cómo tras una lectura crítica de los datos aportados por las crónicas se pueden extraer

relaciones socioculturales, ideológicas o estratégicas que están detrás de los simples

comportamientos y situaciones registradas subjetivamente por los cronistas en un punto

específico de la conquista.

El mismo Rodríguez, también hace una lectura alternativa de las descripciones para

otros pueblos indígenas que han sido estigmatizados de forma similar desde la época de

la conquista en otras zonas del norte de Suramérica. En 2005 presenta una investigación

en la región suroccidental de Colombia, donde encontramos una situación similar a las

descripciones presentadas por los cronistas para los indígenas del valle del Magdalena.

Para la región del valle del río Cauca los pobladores que encontraron los españoles en el

siglo XVI quedaron consignados en las crónicas con un rótulo de "señorío, barbarie y

canibalismo" por la ostentación de poder de sus señores mediante sacrificios humanos y

prácticas de canibalismo asociadas según las fuentes escritas con las frecuentes acciones

bélicas que sostenían las comunidades entre sí.

Basándose en investigaciones desarrolladas en otros lugares de América que han

tomado como punto de partida la arqueología experimental para analizar las prácticas

asociadas a canibalismo en vestigios materiales, el autor describe los principales tipos

de evidencias que atestiguarían estos comportamientos y presenta un balance entre las

evidencias arqueológicas que deberían hallarse en contextos de sociedades que han

presentado dichas conductas, y el registro arqueológico real que se presenta en la zona

del valle del río Cauca. Finalmente, encuentra que en dicha región no se han registrado

contextos arqueológicos con restos óseos humanos que manifiesten huellas que

permitan suponer la presencia de un canibalismo como el descrito en las crónicas de la

conquista y que el registro arqueológico refleja claramente que los restos óseos

humanos se sometieron a una serie de procedimientos post-mortem que correspondían a

un tratamiento funerario ritual cuya finalidad estaba muy lejos de la canibalización de

los individuos tal y como se encuentra descrita en los documentos tempranos

(Rodríguez 2005).

Así, el estudio es consciente de la subjetividad con que fueron escritas dichas fuentes y

propone el uso de disciplinas como la arqueología y la bioantropología para corroborar,

Page 68: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

67

relativizar y/o complementar dichos datos. De esta forma, por medio del análisis de

restos óseos humanos, patrones funerarios, ajuar y otras prácticas post-mortem, el autor

desvirtúa la imagen de un estado de permanentes guerras en el que supuestamente

vivían las comunidades prehispánicas, como se encuentra consignado en las crónicas.

En esta investigación se puede ver claramente cómo la información sesgada y subjetiva

de las crónicas genera una visión de pueblos extintos en la que se puede generalizar y

asociar su imagen con prácticas culturales que no parecen haber existido; estas falencias

de información en la reconstrucción de relaciones históricas (y de las mismas

sociedades prehispánicas), pueden ser dilucidadas mediante la implementación de

estudios interdisciplinarios en los que se cuestione la veracidad del dato escrito por

medio de la presencia de otro tipo de evidencias.

Finalmente, otro trabajo que ejemplifica de manera muy clara el tipo de interpretaciones

que tuvieron los españoles (desde una sociedad hegemónica y dominante encargada de

escribir la “verdadera historia” de las diferentes civilizaciones y sus relaciones entre sí)

sobre diversos comportamientos socioculturales indígenas, es el de Saldarriaga (2009).

El autor sostiene que la subvaloración del indígena de parte de los conquistadores

españoles, se construyó desde el señalamiento de aspectos como la antropofagia, el

consumo de bebidas alcohólicas y la presencia de alimentos diferentes a los “bien

vistos” por los europeos. La sociedad española dominante de la época de la conquista y

la colonia, no asignó a las prácticas indígenas los significados rituales que realmente

representaban para las culturas en las que se practicaban, sino que comprendieron estos

comportamientos desde su propia perspectiva cultural, contribuyendo a la construcción

de una subvaloración del indígena desde la evaluación de sus costumbres alimenticias

(Saldarriaga 2009).

De esta forma, prácticas como el canibalismo ritual, las libaciones en que grandes

cantidades de bebidas alcohólicas se vinculaban directamente a la toma de decisiones

políticas y laborales, el consumo de alimentos culturalmente “sospechosos” o sometidos

a “extraños” procesos de cocción, se asociaban directamente a la condición “salvaje” y

subhumana adjudicada a los indígenas. Según Saldarriaga, este profundo rechazo de

Page 69: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

68

parte de los españoles recaía tanto sobre los indígenas como sobre su patrón alimenticio.

Podríamos extender este planteamiento a muchos otros comportamientos y prácticas

socioculturales descritas por los españoles, en las que los indígenas presentaban una

serie de respuestas culturales a relaciones interétnicas, relaciones con sus territorios y

con los paisajes en los cuales existían y habían construido desde su percepción del

entorno6 (e incluso a las mismas relaciones con los españoles producto del nuevo orden

social implantado tras el contacto), percibidas como aberrantes, bárbaras y salvajes bajo

la óptica hegemónica de la “civilización”.

Como podemos concluir de los trabajos de Rodríguez y Cifuentes, Rodríguez y

Saldarriaga, la interpretación que se dio a comportamientos como el canibalismo, el

infanticidio, las borracheras, el estado de constante conflicto interétnico y las

deformaciones corporales (entre otros), condujo a la estigmatización de sociedades

como la de los panches desde el momento mismo de la conquista hasta bien entrado el

siglo XX, dado que la producción historiográfica partió del abordaje de las crónicas

tomando como verdades hegemónicas la información allí contenida. Esto revela un

problema de incomprensión de lo que significaban estas prácticas desde diferentes

ángulos sociales y culturales para los indígenas, pues se desconoció la simbología y el

contexto sociocultural que entrañaban dichos comportamientos.

Como hemos podido apreciar a lo largo de este apartado, son pocas las investigaciones

que han abordado el estudio de la problemática panche desde una perspectiva que

cuestione realmente el “pensamiento etnológico” que permea el contexto colonial desde

el cual se produjeron los documentos escritos sobre esta sociedad. Sin restar

importancia a estas investigaciones, pues han abarcado un campo novedoso en el

estudio de sociedades marginadas a partir del dato escrito desde las sociedades

hegemónicas dominantes, es claro que es muy poco lo que se ha propuesto sobre la

organización sociopolítica de los panches. Diferentes investigadores han catalogado a

los segmentos panches bien como tribus o bien como cacicazgos, incluyendo a dicha

sociedad en la clasificación evolutiva lineal propuesta por autores clásicos de la

antropología, pero sin profundizar en el tipo de relaciones personales, sociales, de

6 Curtoni 2004, 2007.

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69

parentesco e institucionales que estarían determinando las formas de liderazgo y a su

vez los tipos de relaciones jerárquicas entre las mismas comunidades panches.

Es claro que en los documentos de los siglos XVI y XVII no se incluyó el

aproximamiento a ciertos aspectos socioculturales de las poblaciones indígenas (como

sus estructuras sociopolíticas, relaciones de parentesco, instituciones de liderazgo,

relaciones jerárquicas inter segmentos, etc.), lo que conllevó a que la parcialización de

la información recabada y consignada en las crónicas dejara de lado ciertos aspectos

culturales, lo que enfrenta al investigador moderno a una total ausencia de datos con

respecto a temas como los mencionados anteriormente. Consecuentemente con lo

anterior, encontramos que las reconstrucciones historiográficas desarrolladas para la

sociedad panche durante la segunda mitad del siglo XX no han abordado el estudio de la

organización sociopolítica de la misma; de hecho, no encontramos un consenso en

cuanto al grado de complejización social que pudo haber tenido la sociedad panche

encontrada por los españoles en el siglo XVI (aspecto que muchos investigadores

asimilan directamente con clasificaciones evolutivas lineales como tribu y cacicazgo).

3.5. Investigaciones arqueológicas desarrolladas en el territorio panche.

Tal como hemos planteado anteriormente y como se profundizará en las siguientes

páginas, la ocupación humana registrada para la región del valle medio del río

Magdalena se remonta a varios milenios en el pasado, hasta los grupos de cazadores –

recolectores desde finales del pleistoceno (Correal 1990, Correal y Van der Hammen

2001). Estos grupos basaban su subsistencia en el aprovechamiento de los recursos que

ofrecía el entorno natural de la época, concentrándose en la caza, la pezca y la

recolección, lo que ha llevado a que en la literatura académica se denomine el “periodo

de cazadores recolectores”.

Algunos autores han denominado a los grupos humanos de este periodo como “grupos

precerámicos”, ya que las principales tecnologías de las cuales tenemos evidencia en el

presente, son las industrias líticas (en contraparte a grupos humanos posteriores, cuya

principal evidencia la constituye la tecnología alfarera). Estamos en desacuerdo con esta

Page 71: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

70

última denominación, pues la misma crearía confusiones con grupos de periodos más

tardíos que no implementaron la alfarería en sus desarrollos culturales. Aunque es claro

que la mayoría de grupos preshipánicos de periodos posteriores, nunca abandonaron la

elaboración y uso de instrumentos líticos, al basar su economía de subsistencia en la

producción agrícola, se popularizó entre ellos a su vez la producción alfarera, por lo

cual se han denominado en múltiples investigaciones como “grupos agroalfareros”.

Dejando en claro lo anterior, podríamos plantear una primera ocupación humana de

grupos de cazadores – recolectores en el valle del río Magdalena al menos desde finales

del pleistoceno, la cual ha sido documentada principalmente encontextos arqueológicos

como camapamentos de cacería (Correal 1990, 1991; Correal y Van Der Hammen

2001). Sobre esta ocupación, se ha propuesto para la misma una asociación entre

megafauna datada en el 14000 A.C., e instrumentos líticos que parecen haber sido

utilizados para la cacería y aprovechamiento de mastodontes en la parte baja del valle

medio del río Magdalena (Correal 2005). No obstante, las dataciones específicas de

evidencias humanas para la zona se remontan al 6000 - 5000 A.C. (Correal y Van der

Hammen 2001).

Investigaciones como las de Correal han reportado evidencias aisladas de poblaciones

humanas en contextos arqueológicos asociados a restos de megafauna, lo que ha

conllevado a establecer que la ocupación humana de esta región parece remontarse hasta

hace al menos 16000 años (Correal y Van der Hammen 2001, Correal 2005). Se ha

planteado que estas primeras ocupaciones humanas correspondían a “…pequeños

grupos con gran movilidad residencial, debido a que su economía de subsistencia se

basaba en la caza y la recolección, por lo que ubicaban sus campamentos temporales

en las terrazas próximas a las ciénagas y en las colinas y terrenos semiondulados no

inundables” (Correal 1991: 73).

Posteriormente, se ha registrado la presencia de poblaciones agroalfareras en diversos

sectores del valle, lo cual ha llevado a múltiples autores a establecer que una comunidad

ampliamente extendida del Periodo Formativo ocupó la región durante los primeros

siglos de nuestra era hasta el año 800 D.C. aproximadamente (O'neil 1973, Peña 1987,

1991, Argüello 2004, Rodríguez y Cifuentes 2004, Rodríguez 2006, Salgado et al. 2006,

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71

2008). A partir del año 1000 D.C. aproximadamente se registra una innegable

ocupación humana de la región por poblaciones de tradición lingüística karib hasta la

llegada de los españoles en el siglo XVI (O’Neil 1973, Rivet 1943, Perdomo 1975,

Hernández 1989, Cifuentes 1993, Salas y Tapias 2000, Rodríguez y Cifuentes 2004,

Martínez 2005, entre otros); este último periodo de ocupación prehispánica se ha

identificado como el Periodo Tardío y corresponde a sociedades agroalfareras

portadoras de tecnologías diferentes a las registradas para el Periodo Formativo. Los

estudios bioantropológicos también han permitido caracterizar que las poblaciones del

Periodo Tardío presentaban diferencias físicas con las que ocuparon el mismo territorio

durante el periodo precedente (Rodríguez y Cifuentes 2004).

Como hemos mencionado anteriormente, las comunidades humanas del Periodo Tardío,

aunque compartían la misma familia lingüística, ocupaban territorios diferentes y

generalmente mantenían entre sí relaciones de constante conflicto, lo que llevó a los

primeros cronistas europeos a establecer una delimitación bastante tajante entre

territorios y grupos como pijaos, pantágoras, panches, colimas, entre otros. También

hemos expuesto anteriormente que la presente investigación se concentra en el grupo

identificado bajo la denominación de “panches”, el cual según los documentos de la

conquista se componía de múltiples segmentos con líderes locales. Autores como Salas

y Tapias (2000), Rodríguez y Cifuentes (2004), Martínez (2005) y Díaz (2014) han

señalado que la misma denominación “panche” fue una invención de los conquistadores

españoles para referirse indistintamente a una serie de segmentos que habitaron esta

parte del valle medio del Magdalena y que compartían rasgos físicos, culturales (que se

puede apreciar por ejemplo en la cerámica) y sociales (redes de intercambio).

De esta forma, a lo largo de la presente investigación, acotamos nuestro balance

bibliográfico a las investigaciones en arqueología que han abordado a los grupos

humanos identificados como panches en la literatura académica y al territorio asociado a

los mismos para el siglo XVI:

Page 73: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

72

Ilustración 2. Principales sitios arqueológicos al interior del territorio panche y en los alrededores

del mismo.

Como se bosquejó anteriormente, la mayoría de las investigaciones en arqueología que

se han llevado a cabo al interior del territorio delimitado anteriormente y que parece

haber sido el espacio habitado por los panches durante el siglo XVI, han tomado como

base la lectura de fuentes escritas de los cronistas referidos para posteriormente

encontrar en el registro arqueológico datos que corroboren las descripciones presentadas

en las crónicas. Los primeros trabajos en arqueología se desarrollaron a finales de la

primera mitad del siglo XX, y sus objetivos giraron en torno al establecimiento de la

delimitación territorial del grupo cultural descrito como panche, así como a buscar

elementos de cultura material que reforzara la condición de salvajes, guerreros y

Page 74: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

73

caníbales establecida desde la época de la conquista. Estas primeras investigaciones

dieron por hecho que el territorio ocupado por los panches al momento específico de la

llegada de los españoles -según quedó consignado en los documentos oficiales de la

época- presentaba una correspondencia directa con la ocupación de las personas

vinculadas a este grupo y los elementos de cultura material asociados al mismo; es decir,

se asociaron todos los vestigios culturales de dicho territorio a las personas y grupos

humanos que se clasificaron como “panches” y que se encontraban en dicho espacio

para el siglo XVI.

En estas primeras investigaciones en arqueología, autores como Triana, Rivet y Cuervo

abordaron la producción documental de fines del siglo XVI e inicios del XVII buscando

identificar comportamientos socioculturales y descripciones materiales que permitieran

establecer una asociación directa entre grupos humanos, cultura material y territorio.

Igualmente, para esta primera mitad del siglo XX la producción académica colombiana

en los campos de la antropología y la arqueología empieza a dar mayor importancia a la

reivindicación de la ancestralidad indígena como parte importante de la construcción de

un territorio nacional y de una ocupación humana antigua asociada a dicho territorio. En

este contexto, la corriente teórica del materialismo histórico juega un papel importante a

la hora de legitimar este pasado ancestral y surge la necesidad de asociar y clasificar los

elementos de cultura material con grupos humanos específicos y territorios

determinados, en este caso los reportados por los cronistas para el momento de la

conquista:

Así, uno de los primeros estudios que toma en consideración vestigios arqueológicos de

la zona determinada como panche, es el de Miguel Triana en 1924, en el que con base

en la distribución de dos diferentes tipos de manifestaciones rupestres (pictografías y

petroglifos), busca determinar una delimitación territorial para los grupos panches y

muiscas. Triana referencia la presencia de estaciones rupestres en el valle del

Magdalena correspondientes a grabados y de pictografías en la región del altiplano, lo

que lo lleva a establecer que los territorios chibcha (muisca) y panche corresponden a

las áreas que presentan estos tipos de manifestaciones rupestres en particular,

estableciendo una relación directa en la que concluye que los panches fueron los autores

Page 75: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

74

de los grabados, mientras que los muiscas serían los artífices de las pictografías (Triana

1924).

Aunque el trabajo de Triana es novedoso para la época y señala por primera vez en el

ámbito académico la existencia de elementos de cultura material para el territorio

ocupado por los panches en el siglo XVI, incurre en el determinismo material al

establecer una asociación indiscutible entre cultura material y una población humana de

un momento histórico específico; tampoco considera la posibilidad de una asociación

entre la cultura material del territorio y la ocupación del mismo por poblaciones

humanas de un periodo cronológico anterior. Otra limitante que presenta es que no

considera las posibles variables territoriales en cuanto a la ocupación del espacio a lo

largo del tiempo: creemos que es arriesgado delimitar un territorio y la ocupación del

mismo por un grupo humano partiendo solamente de la identificación de algunos

elementos arqueológicos en el paisaje.

Otro trabajo que parte de la presencia de elementos de cultura material para asociarlos a

territorios culturales con fronteras fijas es el de Rivet en 1943, en el que el autor hace un

balance de los lugares de procedencia de diversos elementos de cultura material

similares, los cuales asocia directamente con grupos de la familia lingüística karib, para

reconstruir un territorio con límites bien definidos: Basándose en prácticas mencionadas

en las crónicas como las deformaciones corporales, busca identificarlas en el registro

arqueológico en elementos como las figurinas de cerámica que abundan en el "horizonte

de urnas funerarias" a ambos lados del río Magdalena; a su vez, se apoya en un análisis

lingüístico en el que la presencia de ciertos vocablos en los nombres indígenas de

lugares le permite establecer una asociación directa entre territorios y las poblaciones

humanas que los habitaron. El trabajo de Rivet concluye que el territorio que se describe

como panche en las crónicas, corresponde a los espacios en los que la toponimia sigue

el patrón de terminaciones en “aima”, deduciendo que la presencia de ciertos vestigios

arqueológicos asociados a estos territorios corresponde en consecuencia a la cultura

panche (Rivet 1943).

En la investigación de Rivet, la herramienta lingüística y el análisis toponímico son dos

enfoques que nutren y enriquecen la delimitación territorial planteada, permitiendo

Page 76: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

75

acotar un poco más y de forma más específica los territorios ocupados por un grupo

humano en particular. Otra investigación que ha implementado los estudios lingüísticos

como principal herramienta para la reconstrucción de “territorios étnicos” es la de

Cuervo (1956), quien mediante análisis toponímicos y de vocablos karib, establece una

serie de territorios en diversas regiones de Colombia a través de los cuales se habrían

presentado las primeras incursiones de gentes de esta familia lingüística, exponiendo los

límites del territorio de los principales grupos karib -incluyendo los panches, de los

cuales hace una reconstrucción espacial del territorio, el cual coincide con el registrado

en las crónicas- y la toponimia local que se mantiene hasta el presente.

Para el caso puntual de los panches, Cuervo encuentra vocablos indígenas que se han

mantenido en la toponimia y en descripciones en las crónicas del siglo XVI,

concluyendo así un patrón en los movimientos migratorios de este grupo, en el que "La

invasión panche debió entrar por el río Bogotá […] y ocupar toda la hoya baja, la cual

anteriormente debió estar poblada por tribus chibchas, que sucumbieron o fueron

rechazadas a la altiplanicie por el empuje incontrastable de la invasión caribe"

(Cuervo 1956: 232). De esta forma, coincidiendo con el trabajo de Rivet (1943),

concluye que un vocablo tan recurrente como la terminación “ima” entre los grupos

karib del alto Magdalena, fue introducido en la región a la par de las migraciones

poblacionales (originarias de la Guayana), usándose profusamente en los nombres de

casi todos sus asentamientos, “…principalmente entre los panches, los pijaos, los

coyaimas y los natagaimas” (Cuervo 1956: 233).

Como mencionamos anteriormente, estos primeros trabajos que abordaron la

problemática panche se preocuparon por establecer una delimitación territorial clara y

asignar una clasificación histórico-cultural bien delimitada para los grupos humanos

referidos en las crónicas y la evidencia material que se empezó a reportar en el registro

arqueológico. Estas primeras investigaciones incluyen y vinculan disciplinas como la

lingüística para acotar los territorios planteados en las crónicas, lo que permitió el

establecimiento de una base más clara para el desarrollo de posteriores investigaciones

en torno a la problemática panche.

Page 77: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

76

Hacia mediados del siglo XX el desarrollo de la segunda guerra mundial propicia la

migración de académicos europeos a diversos países latinoamericanos, los cuales para el

caso de Colombia, se integran a las nacientes instituciones académicas como el Servicio

Arqueológico Nacional y el Instituto Etnológico Nacional. Como consecuencia, las

investigaciones en arqueología incluyen nuevos enfoques teóricos y metodológicos que

llevan a que la producción académica de esta segunda mitad del siglo aborde las

problemáticas prehispánicas desde una visión más interdisciplinaria y que se empiecen a

cuestionar los paradigmas y subjetividades establecidos desde la conquista.

Para el caso panche, en esta segunda mitad del siglo XX encontramos nuevas

investigaciones que, aunque también toman como punto de partida la lectura de

documentos del siglo XVI y XVII para reconstruir algunos aspectos sociales de la

cultura panche, empiezan a tener en cuenta que existe una serie de subjetividades,

intereses y elementos retóricos en dichos documentos. Esto lleva a una nueva etapa en

el desarrollo de las investigaciones en la que se empieza a cuestionar la validez de

muchas de las descripciones sobre las costumbres socioculturales expuestas para un

grupo como los panches en los documentos de la conquista y la colonia; trabajos como

los de O’neil (1973), Diez (1982), Tovar (1996) y Cifuentes (2004) entre otros, resaltan

que dichas fuentes documentales contienen importante información a partir de la cual se

pueden reconstruir diversos aspectos sobre grupos hoy desaparecidos, como el

componente bélico y/o el patrón de movilidad espacial.

De esta forma, una de las primeras investigaciones que incluyó la excavación y análisis

de piezas arqueológicas en la región fue la de Reichel-Dolmatoff y Dussán de Reichel

en 1943, en la cual los autores encuentran un aparente continuo cultural que se

evidenciaría en la práctica de entierros secundarios a lo largo de todo el valle medio y

bajo del río Magdalena; este patrón estaría caracterizado por la presencia de urnas

funerarias y cinerarias en las cuales diversos grupos prehispánicos habrían depositado a

sus muertos luego de algún procedimiento previo (incineración, desecación,

desarticulación, etc.). Este trabajo reporta la presencia de sitios arqueológicos con urnas

funerarias en varios sitios a lo largo del Magdalena (de estos, varios se encuentran en el

área que se ha asociado con el territorio panche como el río La Miel, río Guarinó,

Honda, Girardot, Ricaurte y Espinal), y propone que este patrón funerario particular

Page 78: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

77

exhibe “…características muy semejantes que parecen pertenecer a una cultura

homogénea, o al menos a grupos étnicos estrechamente relacionados entre sí.”

(Reichel-Dolmatoff 1943: 210).

La investigación de Reichel-Dolmatoff y Dussán de Reichel presenta una tipología

detallada de las urnas reportadas para cada una de las localidades, describiendo el patrón

estilístico de su decoración (aplicaciones, moldeado, pintura, representaciones

antropomorfas y/o zoomorfas, etc.), la disposición de su contenido y su asociación con

otras estructuras funerarias; así, gracias a la amplia muestra estudiada, los autores

pueden afirmar que aunque se presentan variaciones locales (por ejemplo algunas urnas

cuentan con tapas elaboradas con representaciones antropomorfas o zoomorfas

moldeadas, mientras que en otras áreas las tapas se limitan a cuencos lisos sin ningún

tipo de decoración), la presencia de urnas serían producto de una cadena de culturas

homogéneas con variaciones locales correspondientes a los diferentes grupos que

ocuparon esta amplia región (Reichel-Dolmatoff 1943).

A nivel de análisis arqueológico la investigación de Reichel-Dolmatoff y Dussán de

Reichel cobra especial importancia para el estudio del valle del río Magdalena, pues

plantea la existencia de un patrón cultural ampliamente difundido a escala regional y

encuentra variaciones locales para los sectores ocupados por diversos grupos étnicos

que comparten la misma familia lingüística karib. A partir de este trabajo, diversos

investigadores han dado por sentada la existencia de un referente material bien definido

como la práctica de entierros secundarios en urnas cerámicas para una región tan amplia

como el valle del río Magdalena y se han identificado variaciones locales que coinciden

con diversos grupos étnicos referidos en las crónicas que habrían estado ocupando estos

espacios en el siglo XVI. Este planteamiento teórico coincide con los datos aportados

desde disciplinas como la lingüística, proponiendo que a través del valle del río

Magdalena incursionó una oleada de poblaciones humanas que compartían entre otros

aspectos socioculturales, la misma familia lingüística hacia el interior del continente;

parecería ser que estos grupos prehispánicos emparentados lingüísticamente mantenían

diferenciaciones locales que se materializaban, entre otros aspectos, en el tipo de cultura

material que portaban, elaboraban y utilizaban.

Page 79: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

78

A partir de este punto surge una serie de investigaciones enmarcadas en la arqueología,

que han profundizado más específicamente la problemática para las poblaciones karib

de esta parte puntual del valle del río Magdalena y sus valles tributarios, las cuales

fueron identificadas como panches por los europeos en el siglo XVI. Uno de los

primeros ejemplos de esto es el trabajo de Herrera en 1972, el cual aborda la zona

limítrofe de los territorios ocupados por panches y muiscas a la llegada de los españoles,

en los alrededores de la actual población de Pasca (Cundinamarca) y partiendo del

supuesto que se estaba frente a un área fronteriza entre dos grupos culturales bien

diferenciados, buscó encontrar diferencias a nivel de cultura material asociable a estos

dos grupos. Tras las excavaciones, se comprobó que en el registro arqueológico de

algunos sectores del municipio de Pasca se encuentran entremezcladas evidencias de

tradición cerámica asociada a grupos muiscas y panches, pero en cuanto a los patrones

funerarios reportados, se registra la ausencia de cráneos en los dos sitios donde se

hallaron huesos humanos, lo que lleva a la autora a concluir que se trata de evidencias

de comportamientos como la toma de “cabezas trofeo”, la cual ha sido una práctica

panche vinculada con la antropofagia; de la misma forma se encuentran otros elementos

típicos de los comportamientos descritos para los panches en las crónicas de la

conquista, como la deformación ósea.

Las excavaciones arqueológicas realizadas en Pasca se encuentran frente a una situación

aparentemente contradictoria: mientras que los contextos funerarios y los restos óseos

humanos parecen corresponder a ocupaciones panches, reflejando algunos

comportamientos descritos en las crónicas, las evidencias cerámicas corresponden a las

tradiciones cerámicas implementadas por muiscas y panches. Herrera concluye que en

áreas como Pasca, ubicadas en un sector limítrofe del territorio que se ha definido como

panche, se debieron haber desarrollado actividades como intercambio, invasiones y

procesos de ocupación y reocupación del espacio de parte de uno y otro grupo cultural,

lo cual es un claro indicador de que las áreas fronterizas entre muiscas y panches fueron

territorios en los que hubo un tránsito de diversos elementos de cultura material y

comportamientos sociales que seguramente actuaron de manera fluctuante a lo largo del

tiempo (Herrera 1972). Lo anterior expone claramente que las fronteras territoriales para

el caso panche no pueden ser entendidas como barreras impermeables a nivel espacial ni

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79

estáticas a nivel cronológico: así como es muy probable que las mismas variaran a lo

largo del periodo de ocupación panche, es igualmente probable encontrar contextos

arqueológicos asociados a otros grupos étnicos en estas áreas limítrofes.

Otra investigación que cuestiona modelos territoriales estrictos y asociaciones directas

de espacios con elementos de cultura material es la de Mary O'neil (1973), la cual parte

de una investigación etnohistórica con base en fuentes documentales de la conquista

para llegar a contextualizar el estudio, recuento e interpretación del profuso arte rupestre

presente en el territorio asociado con los panches. Aunque trabajos anteriores ya habían

señalado la aparente relación entre el territorio panche y la presencia de manifestaciones

rupestres correspondientes a petroglifos (Triana 1924, Rivet 1943), el planteamiento de

O'neil propone que aunque para el siglo XVI los españoles encontraron grupos panches

y muiscas ocupando territorios específicos con manifestaciones rupestres diferentes, no

existe una evidencia directa que permita afirmar la autoría de dichas manifestaciones a

estos grupos particulares; por el contrario, la distribución de cerámica típica del periodo

formativo en ambos territorios (conocido como “Periodo Herrera”), la llevan a suponer

que en este periodo, ambas zonas fueron habitadas por gentes de la misma filiación

cultural (O'neil 1973). Así, el gran aporte de O'neil a la problemática panche constituye

en introducir la duda en cuanto a la autoría de evidencias arqueológicas como las

manifestaciones rupestres en un territorio específico.

Otra investigación que confronta el registro escrito con el arqueológico, es la de Arango

(1974), la cual hace una lectura de las fuentes documentales de la segunda mitad del

siglo XVI y primera del siglo XVII (especialmente las obras de Aguado [1570] y Simón

[1627?]), así como de archivos de la colonia (fondos documentales administrativos

desde 1560 hasta 1779). Arango extrae datos específicos de las fuentes escritas acerca

de diversos aspectos de los panches como límites territoriales, costumbres, armamento y

disposición de las viviendas, para buscar identificar el tipo de vestigios arqueológicos

que se encontrarían en la actualidad producto de las actividades y cultura material

descrita en los documentos analizados.

Centrándose en la zona de Tibacuy (al suroriente del territorio panche), la cual parece

haber sido un área ocupada por los panches durante mucho tiempo, pero que pasó a

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80

control de los muiscas poco tiempo antes del momento del contacto (Aguado [1570],

Simón [1627?]), Arango también aborda una zona fluctuante, en la que el registro

escrito reporta una situación de frontera en la que según Fernández de Piedrahita [1668]

y Zamora [1668], los españoles encontraron en esta población fortines defensivos en los

que los muiscas mantenían “guechas7” y era considerada una de las fronteras más

inestables.

Las excavaciones desarrolladas en Tibacuy parten del planteamiento establecido por

Triana (1924) y Rivet (1943) en el que se vincula directamente la presencia de

petroglifos y el territorio ocupado por poblaciones panches, buscando encontrar

elementos culturales asociados directamente con estas manifestaciones rupestres.

Arango encuentra que los grabados en las rocas guardan una estrecha relación con el

patrón estilístico representado en las piezas de cerámica de tradición alfarera karib, por

lo que concluye que las estaciones rupestres con grabados corresponden a territorios

culturales panches en los que diseños presentes tanto en la cerámica como en las

estaciones rupestres (como es el caso de la espiral) están directamente asociados con la

cosmología de este grupo cultural (Arango 1974).

La existencia de una aparente relación entre patrones estilísticos tanto en cerámica como

en manifestaciones rupestres permitiría establecer una asociación más directa entre

poblaciones humanas que estuvieron generando ambos tipos de cultura material. Sin

llegar a aseverar que la elaboración de los petroglifos corresponde estrictamente a

grupos panches, se concluye que sí hay una “… unidad marcada dentro de las

diferentes partes del territorio panche, por lo que debió ser una tradición compartida

por todas las parcialidades que habitaron dicho territorio" (Arango 1974: 219). Este

tipo de aseveraciones permite empezar a hablar de una unidad cultural para las

comunidades humanas que habitaron el territorio definido como panche para el siglo

XVI.

7 Los «güechas» o «güeches» fueron los guerreros muiscas que tenían como misión defender las fronteras

del territorio en sectores conflictivos donde grupos limítrofes externos como los panches amenazaban con

adelantar invasiones. Según Aguado [1570] y Simón [1627?], los «güechas» pertenecían a un grupo de

personas que formaban una clase especial por sus características físicas, su personalidad, el trabajo que

desempeñaban como guardianes del territorio muisca y los estímulos y recompensas que recibían.

Page 82: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

81

Los trabajos de Rojas de Perdomo también han abarcado espacios habitacionales en los

que el registro arqueológico refleja algunos comportamientos expuestos en las crónicas

(Rojas de Perdomo 1975). Descripciones sobre la deformación craneal, el carácter

itinerante de los grupos panches y la existencia de una economía mixta de caza y

recolección combinada con la implementación de la agricultura (Aguado [1570?] 1956)

y Simón ([1627?] 1981), parecen verse reflejados en el tipo de vestigios arqueológicos

encontrados en la excavaciones adelantadas en la localidad de Guaduas en la margen

oriental del río Magdalena.

La presencia de volantes de huso al interior del ajuar funerario y la abundancia de

material cerámico sería un claro producto de una sociedad agroalfarera con expertos

textiles, tal y como se menciona en las crónicas investigadas. De la misma forma, la

escasa profundidad del asentamiento prehispánico parecería corresponder a ocupaciones

cortas del espacio, lo cual correspondería al patrón de asentamiento seminómada

mencionado por Aguado y Simón. Aunque las excavaciones arqueológicas no

permitieron identificar contextos funerarios con presencia de urnas funerarias, sí

encontraron restos óseos humanos muy fragmentados en proximidades a áreas de

fogones, lo cual lleva a Rojas a interpretarlo como la presencia de prácticas de

canibalismo; también refuerza esta conclusión con base en la presencia de entierros

múltiples con ausencia de cráneos, lo cual parecería ser un indicador de otros

comportamientos vinculados con dicha práctica, como la captura de cabezas trofeo

(ambas prácticas aparecen descritas profusamente en las obras de Aguado y Simón).

Según las investigaciones arqueológicas abordadas hasta este momento, encontramos

que la presencia de restos óseos humanos en contextos arqueológicos panches parecen

corresponder a dos tipos de comportamientos: por un lado, tenemos los contextos

funerarios, en los que los restos humanos se depositaron en urnas cerámicas

acompañados de elementos rituales. Por otro lado, encontramos restos óseos con

aparentes evidencias de canibalismo asociados a contextos más cotidianos como la

presencia de fogones. De esta forma, diversas investigaciones desarrolladas en la zona

reportan la existencia de un tratamiento ritual funerario para ciertos individuos, en el

que el destino final de los restos es la deposición en urnas funerarias; por el contrario,

encontramos otros restos óseos que parecen haber sido objeto de canibalismo y cuya

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82

disposición final en el registro arqueológico se asocia a espacios más cotidianos como

los fogones (Herrera 1972, Rojas 1975). Sin atrevernos a postular una hipótesis

definitiva, pero sí planteando un interrogante abierto a la problemática panche,

podríamos estar pensando en la existencia de un tratamiento diferencial para los restos

humanos, donde es probable que los de la comunidad local fueran depositados en

contextos funerarios, mientras que los procedentes de acciones como la toma de cabezas

trofeo y captura de prisioneros de guerra ingresaran al registro arqueológico en estos

espacios más cotidianos donde se podrían haber estado desarrollando las prácticas de

canibalismo?.

En conclusión, el trabajo de Rojas establece una correspondencia directa entre la

evidencia arqueológica recolectada y las prácticas culturales descritas por los cronistas

de finales del siglo XVI e inicios del XVII planteando que comportamientos como la

antropofagia y el carácter guerrero de los panches se desarrollaron de manera muy

similar a lo descrito en dichos documentos. Aunque no es posible aseverar que los datos

de las crónicas sean un reflejo fidedigno de las prácticas socioculturales de los panches

en el siglo XVI, sí empezamos a encontrar un reflejo de dichas prácticas en el registro

arqueológico.

Caracterizando un poco más a nivel cronológico la presencia prehispánica en el

territorio panche y estableciendo una asociación entre las ocupaciones humanas y la

presencia de tipos cerámicos, en Tocaima, en cercanías al área de confluencia entre los

ríos Magdalena y Bogotá, Cardale (1976) excavó los sectores más elevados de la

geografía local, determinando que estos fueron los sitios privilegiados por las

poblaciones prehispánicas para establecer sus asentamientos. Las excavaciones

reportaron la presencia de cerámica desconocida hasta el momento de la investigación,

la cual se denominó como “Tipo Pubenza” (reseñada posteriormente en varios sitios en

la vertiente occidental de la Cordillera Oriental).

Los trabajos de Cardale concluyen que, durante un par de siglos antes y después del año

1000 D.C., parte de la zona drenada por los ríos Panches (río Fusagasugá) y Bogotá

estuvo habitada por gentes que utilizaban la cerámica Pubenza Rojo Bañado y vivían en

pequeñas comunidades. Hacia el final del primer milenio una nueva cerámica aparece

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83

en la región, con predominancia de decoraciones pintadas más similares a las

encontradas en el altiplano cundiboyacense. No obstante, no se perciben grandes

cambios en el estilo de vida y los dos tipos de cerámica se siguen usando

contemporáneamente (Cardale 1976). De esta forma, a partir de este momento, la

problemática arqueológica panche incluye el referente puntual de una tipología

cerámica para la zona durante un amplio periodo de ocupación, la cual, en posteriores

investigaciones se ha podido registrar para diversos sectores del territorio que se ha

considerado como panche durante la ocupación prehispánica. Esta situación ha

permitido establecer una correspondencia entre los grupos humanos que ocuparon la

zona y un elemento de cultura material más específico asociado a estas ocupaciones

humanas.

Las primeras investigaciones arqueológicas desarrolladas en la banda occidental del río

Magdalena se dan en la década de los 80, con el trabajo de Cecilia de Hernández (1980),

el cual sigue la misma línea investigativa, planteándose la posibilidad de corroborar o

refutar la información planteada en las crónicas para los grupos y segmentos que

ocuparon dichos territorios: Siguiendo la información presentada por cronistas como

Aguado [1570?] y Castellanos [1601], Hernández propuso explorar un sitio

arqueológico dentro del territorio identificado en las crónicas como panche y corroborar

si las evidencias materiales presentes correspondían o no al tipo de vestigios registrados

para este grupo en otras áreas del territorio que supuestamente habitaron; en esta línea

de ideas se buscó analizar si algunos rasgos descritos en las crónicas tempranas del siglo

XVI (Aguado [1570?], Castellanos [1601]), como por ejemplo la ubicación de los

asentamientos y la relación con su entorno, podían verse reflejados en los sitios

arqueológicos identificados (Hernández 1980).

La excavación de contextos arqueológicos bien diferenciados como áreas habitacionales,

basureros y sitios funerarios, permitió abordar un contexto arqueológico complejo con

el cual cotejar la información descrita en los documentos escritos. Las evidencias

materiales recolectadas permitieron reconstruir un área habitacional en la cima de una

meseta elevada sobre el paisaje circundante, en la que vestigios como fragmentos de

cerámica, huellas de cestería, volantes de huso, instrumentos líticos y molinos de mano,

Page 85: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

84

estarían indicando la presencia de una población prehispánica agroalfarera, la cual

habría desarrollado diversas actividades cotidianas de subsistencia y de relación con el

entorno (Hernández 1980). Con base en el material arqueológico recolectado se pudo

concluir que los vestigios de cultura material identificados en el sector occidental del río

Magdalena presentaban rasgos muy similares con los reportados en otros trabajos

adelantados hasta ese momento en diversos puntos del territorio panche en el costado

opuesto del río (Arango 1974, Rojas 1975 y Hernández 1976).

Tal y como han encontrado las investigaciones arqueológicas desarrolladas hasta este

punto, Hernández también concluye que los sitios y contextos arqueológicos mantienen

características muy similares a las mencionadas en las descripciones de los cronistas

consultados: para el caso puntual de Vegas del Sabandija, se encuentra frente a un sitio

de habitación panche, en el que los indígenas escogieron áreas de habitación elevadas,

de difícil acceso y protegidas de posibles invasores, pero cercanas a los ríos y fuentes de

recursos como la caza y la pesca (de Hernández 1980: 209), tal y como se expone en las

obras de Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601] 1955, Simón [1627?] 1981 y

Fernández Piedrahita [1668] 1942. De la misma manera, a nivel regional se encuentra la

presencia de una unidad cultural bien definida como la presencia de entierros

secundarios en urnas funerarias y la existencia de una misma tradición alfarera, lo cual

si bien incluye diferencias locales, parece estar indicando la generalización de una

misma práctica tecnológica.

Otra investigación que también parte del análisis de fuentes bibliográficas tempranas,

pero que se ha concentrado más en la reconstrucción territorial y de dinámicas

socioculturales vinculadas al mismo, es la de Carmenza Diez en 1982, quien ubica

geográficamente los asentamientos panches cuyos nombres aparecen en las crónicas y

los documentos coloniales y delimita el territorio panche a partir de la revisión de

fuentes de la conquista y sobre todo de documentos de archivo de la época de la colonia,

coincidiendo la delimitación territorial que seguimos en la presente investigación y que

ha sido planteada por autores como Bernal (1946), O’neil (1973), Arango (1974) y

Rodríguez y Cifuentes (2004). Partiendo de la lectura de cronistas como Aguado y

Simón, contrasta dicha información con la registrada en documentos coloniales

Page 86: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

85

tempranos como visitas de finales del siglo XVI (1595) e inicios del siglo XVII (1604)

al interior del territorio panche, lo que le da una visión complementaria de las

percepciones de los cronistas durante la conquista y de un momento más tardío durante

la ocupación española del territorio y la inclusión de la población indígena al régimen

colonial (Diez 1982).

Obteniendo datos demográficos novedosos como que para el momento de la conquista

española, la mayoría del pueblo panche habitaba la vertiente oriental del Río Magdalena,

Diez expone que las poblaciones presentaban un patrón de asentamiento más bien

disperso, dictaminado por el constante movimiento de población en búsqueda de la

explotación de ciertos recursos estacionales. Aunque hasta este momento no se había

determinado una propuesta clara sobre el patrón de asentamiento panche, los datos

recopilados por Diez le permiten proponer la existencia de dos situaciones

complementarias y no excluyentes: Aunque “los datos de los cronistas y la información

secreta de las visitas nos muestran que los panches sí tenían asentamientos más o

menos estables y localizados geográficamente en áreas específicas” (Diez 1982: 28),

las comunidades desarrollaban diversas actividades de apropiación de recursos

estacionales que implicaban su movilización y desplazamiento durante ciertas épocas

del año.

Tanto en las descripciones de los cronistas como en documentos coloniales (visita de

Miguel Ibarra en 1595 y de Alonso Vásquez de Cisneros en 1604), Diez encuentra

alusiones al desplazamiento entre los panches, quienes parecen estar cambiando

permanentemente de residencia. Estos desplazamientos no implicarían un patrón

nómada itinerante como se había sugerido anteriormente (Carranza 1934, Rojas 1975),

sino que "los movimientos de población podrían ser temporales, causados por

actividades económicas, tales como la estación de pesca que podría coincidir con la

subienda que se da en el río Magdalena" (Diez 1982: 28).

El trabajo de Diez también es uno de los primeros que aborda las relaciones

sociopolíticas al interior de los segmentos panches, compilando los datos que aparecen

descritos en las crónicas, lo que le permite concluir que todos los cronistas analizados

aluden a alianzas temporales que establecían diversos segmentos en tiempos de guerra

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86

pero que no se mantenían en confederaciones permanentes, así como el hecho que cada

provincia panche (segmento) era gobernada por un líder principal y que la provincia

tomaba el nombre de este líder. Aunque estos datos ya habían sido mencionados

anteriormente por autores como Bernal (1946) y (O’neil 1973), el planteamiento de

Diez los expone como un dato a considerar, pero no se arriesga a especular sobre los

tipos de organización sociopolítica y/o los procesos que estarían determinando este tipo

de comportamientos e instituciones.

En cuanto a las relaciones socioeconómicas entre segmentos, Diez encuentra que los

diversos líderes y sus provincias eran más o menos independientes entre sí, pero se

aliaban en momentos de guerra (ya fuera entre los mismos segmentos panches o en

contra de un grupo étnico externo a los panches), sin que estas confederaciones se

mantuvieran de forma permanente (Diez 1982: 32): Aunque aparentemente no existía

jerarquía entre estos segmentos, ya que no hay registro de un poder mayor al de cada

liderazgo local que llegara a controlar varias comunidades, al interior de las mismas sí

existían jerarquías sociales y políticas determinadas por la autoridad del líder local

(Diez 1982).

Finalmente, mediante el análisis de los documentos coloniales de finales del siglo XVI e

inicios del siglo XVII, Diez puede concluir que tras la inclusión de las poblaciones

panches al régimen colonial, se dio una acelerada disminución de la población indígena,

la cual podría haber estado determinada en gran medida por la imposición de un nuevo

patrón de asentamiento más estricto y la supresión de prácticas socioculturales que

implicaban movimientos estacionales de la población (Diez 1982).

Saliéndonos un poco de la delimitación espacial registrada para los panches en el siglo

XVI, pero siguiendo el orden cronológico en el que venimos presentando este balance

de investigaciones para el valle medio del río Magdalena, es importante mencionar la

investigación adelantada por Castaño y Dávila (1984), en la cual realizaron una serie de

excavaciones arqueológicas mediante las cuales identificaron diversos sitios

correspondientes a sementeras, basureros, áreas de habitación y cementerios

prehispánicos, en cercanías al punto de confluencia entre los ríos Magdalena y Negro (el

Page 88: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

87

cual hemos referido como el límite norte del territorio ocupado por los panches en el

siglo XVI).

La investigación de Castaño y Dávila se centra en el estudio de pautas funerarias,

encontrando diversas áreas de enterramiento (especialmente en el sitio Colorados), las

cuales presentan generalmente varias tumbas en un área reducida; de acuerdo a los

planteamientos de Reichel-Dolmatoff (1943) se corrobora la existencia de un patrón

funerario que implica entierros secundarios en urnas de cerámica, al interior de las

cuales Castaño y Dávila reportan restos óseos con huellas de haber sido cremados,

acompañados de copas y ollas en cerámica como único ajuar (Castaño y Dávila 1984).

El estudio de dos sitios arqueológicos karib en esta zona del valle del Magdalena

permite encontrar una diferenciación entre los mismos, pues Colorados constituye un

complejo funerario nucleado mientras que Macaya presenta un patrón más disperso. No

obstante, se refuerzan los planteamientos propuestos para las comunidades

prehispánicas asociadas al “Horizonte de Urnas Funerarias” ya que sitios con

diferencias locales como estos, comparten una común tradición alfarera y una

semejanza ritual funeraria; además de la presencia misma del entierro secundario, se

cuenta con tumbas de pozo con cámara, ajuar funerario y urnas con sus respectivas

tapas y figuras modeladas que expresan un mismo patrón cultural (Castaño y Dávila

1984: 80).

Los resultados encontrados por Castaño y Dávila enriquecen la caracterización del

Horizonte de Urnas funerarias del Magdalena, pues encuentran que además de la

presencia de urnas para entierros secundarios, los complejos funerarios incluyen una

serie de objetos utilizados como ajuar funerario con características bien determinadas

(Castaño y Dávila 1984).

Volviendo al interior del territorio ocupado por los panches en el siglo XVI,

encontramos que hasta 1987 no se había adelantado ninguna investigación en la parte

montañosa del norte del territorio, por lo que los datos disponibles hasta ese momento

correspondían a las recopilaciones realizadas a partir de las crónicas; para este año,

Page 89: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

88

empezamos a registrar investigaciones arqueológicas como la de Peña, la cual plantea la

búsqueda de un sitio arqueológico en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental en

el que se puedan registrar los vestigios materiales de ocupaciones del periodo Formativo

o “Periodo Herrera”. Basándose en investigaciones que incluyeron análisis de material

cerámico prehispánico durante la década del 70 (Herrera 1972, Arango 1974 y Montoya

1974), Peña busca reforzar el planteamiento que sugiere que las áreas del altiplano y el

valle del Magdalena estuvieron ocupadas durante el periodo formativo por poblaciones

humanas que compartían la misma tradición cultural. Planteamientos metodológicos

como este empiezan a cuestionar la ocupación del espacio que hasta este momento se

había considerado como netamente panche, por más de una población humana a lo largo

del tiempo.

Peña parte de la lectura de documentos de archivo de fines del siglo XVI (como folios

de tierras de 1585) y de recopilaciones documentales del siglo XVII (Fernández

Piedrahita [1668]) con el objetivo de identificar un área en territorio panche que se

localizara sobre uno de los posibles corredores de tránsito entre las tierras frías del

altiplano y la parte baja del río Magdalena, en la que los cronistas (principalmente

Lucas Fernández Piedrahita y F. Pedro Simón) hayan descrito la existencia de una

marcada concentración poblacional; de esta forma ubica su área de estudio en la vereda

Tocarema, donde encuentra un sitio con presencia de petroglifos y áreas de habitación

en la vertiente occidental de la cordillera oriental. Las excavaciones arqueológicas y el

análisis de material cerámico le permiten determinar que el sitio Cachipay presenta

abundante evidencia de material cerámico asociado con el Periodo Herrera (Formativo)

y algunas variaciones locales de material tardío.

Las conclusiones expuestas por Peña introducen a la problemática sobre el territorio

panche el cuestionamiento sobre la ocupación del mismo durante el Periodo Formativo.

Según sus conclusiones, áreas en las que los españoles encontraron a grupos culturales

totalmente diferentes como panches en el valle del río Magdalena y muiscas en el

altiplano durante el siglo XVI, habrían estado ocupadas durante el Periodo Formativo

por gentes de la misma tradición cultural (Peña 1987).

Page 90: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

89

Otra investigación que abordó la zona montañosa del territorio ocupado por los panches

en el siglo XVI es la de Hernández y Fulleda (1989), la cual incluyó una serie de

excavaciones arqueológicas en el valle del río Negro en la región montañosa de la

vertiente occidental de la Cordillera Oriental. Hernández y Fulleda buscan determinar si

las comunidades identificadas como panche para esta parte norte de su territorio y que

frecuentemente son descritas en las crónicas del siglo XVI como guerreros

especializados, también desarrollaron una tradición alfarera que incluyera desarrolladas

técnicas para la elaboración de objetos cerámicos. De esta forma buscaron cuestionar

los datos presentados en las crónicas en los que se expone a los segmentos asentados en

esta parte norte del territorio panche como grupos “salvajes”, para los cuales solamente

se describen situaciones de conflicto intra o extra segmentos.

En este contexto, el estudio se centra en el basurero de un taller de alfarería

prehispánico, encontrando que se trata de un punto especializado de producción

cerámica, reflejo de la implementación y especialización de avanzadas técnicas en

alfarería para las comunidades que ocuparon este sector del territorio. Los resultados de

las excavaciones también les permiten concluir con base en las evidencias materiales

reportadas (el tipo de instrumentos líticos y las características funcionales de las piezas

cerámicas), que la población asentada en este sitio basaba su economía y subsistencia en

el consumo de plantas, especialmente el maíz, el cual sería el eslabón principal del

sustento del grupo que habitó esta zona del territorio. Esta conclusión difiere de la

información referida en las crónicas sobre la dieta de los panches, según la cual esta

habría estado compuesta casi exclusivamente por los productos de la pesca, la caza y la

recolección (Hernández y Fulleda 1989).

Otra investigación que refuerza el planteamiento de un complejo cultural regional para

el valle del río Magdalena durante el periodo tardío con presencia de variaciones locales

es la de Rozo (1989), en la cual se analizan dos sitios arqueológicos diferentes en el área

de confluencia de los ríos Magdalena y Bogotá. Mientras que uno de los sitios se ubica

directamente en las vegas del río Magdalena (Espinal), el otro se localiza sobre el río

Bogotá (Ricaurte) y aunque los dos sitios se encuentran muy cercanos entre sí, Rozo

encuentra que en el material cerámico se aprecia una diferencia en cuanto a los estilos

Page 91: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

90

decorativos de los dos sitios, así como distintos tipos cerámicos, lo que lo lleva a

concluir que se trata de dos grupos culturales igualmente diferentes. Los sitios

analizados en Espinal y Ricaurte se localizan sobre un espacio fronterizo del territorio

ocupado por los panches en el siglo XVI; allí, al contrario de lo reportado para el área

de Pasca (Herrera 1972) parece existir una marcada diferenciación en los elementos de

cultura material entre áreas muy cercanas, lo cual estaría indicando la presencia de un

diferenciador material para poblaciones de distinta filiación étnica (Rozo 1989). Esta

conclusión coincide con la hipótesis planteada por otros investigadores (Salgado et al.

2006, Piazzini 2001) que sugieren la presencia de diferenciaciones locales en las áreas

de frontera del territorio que se ha considerado como panche, lo cual podría estar

sugiriendo la presencia de un límite territorial entre diferentes grupos karib como

panches y pijaos.

En cercanías a esta misma zona de confluencia de los ríos Magdalena y Bogotá, Peña

realizó una exploración en la cuenca media del río Bogotá, buscando contribuir al

estudio de las relaciones entre el Periodo Formativo (caracterizado por material

cerámico tipo Herrera) y el Periodo Tardío (tipo cerámico Pubenza). En este caso el

área puntual de estudio se localizó al interior del territorio ocupado por los panches en

el siglo XVI y buscó identificar sitios arqueológicos con evidencia de grupos tempranos

(Periodo Formativo) en la vertiente occidental de la Cordillera Oriental, en los cuales

analizar posibles procesos de reocupación del espacio por poblaciones del Periodo

Tardío (Peña 1991). La caracterización del material cerámico encontrado le permitió a

Peña concluir que el sitio arqueológico de Apulo presenta una primera ocupación

fechada en el año 10 +/- 80 A.C. (Periodo Formativo) caracterizada por material

cerámico típico Herrera; posteriormente el sitio dejó de ser ocupado por estos

pobladores y más adelante, alrededor del año 830 D.C. fue ocupado por grupos del

Periodo Tardío, portadores de cerámica Pubenza.

Como hemos expuesto anteriormente, no es esta la primera investigación enfocada a

estudiar las posibles relaciones entre sitios arqueológicos de los dos periodos

agroalfareros identificados para la región (Peña 1987): Las investigaciones de Peña en

puntos diferentes de la vertiente occidental de la Cordillera Oriental le permiten concluir

Page 92: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

91

que las gentes portadoras de cerámica Herrera que vivieron tanto en Cachipay

(Tocarema) como en Apulo, precedieron en cada lugar a periodos cerámicos distintos.

Mientras que en Cachipay la cerámica Herrera fue gradualmente desplazada por una

manifestación temprana de la cerámica muisca, en Apulo, la misma cerámica precedió a

la cerámica del periodo Pubenza, cuyo momento más tardío podría relacionarse con los

grupos panches (Peña 1991). Conclusiones como esta han permitido empezar a entrever

la presencia de un Periodo Formativo a lo largo de la vertiente occidental de la

Cordillera Oriental que claramente no presenta una relación directa con las poblaciones

del Periodo Tardío, en otras palabras, las ocupaciones humanas del Periodo Formativo

no presentan una continuidad cronológica ni cultural con las del Periodo Tardío y estas

últimas corresponden a grupos foráneos que entraron a ocupar los mismos espacios sin

que se hubiera dado un aparente contacto, por dicha razón distintos sitios arqueológicos

del Periodo Formativo presentan reocupaciones del espacio por poblaciones igualmente

diferentes durante el periodo Tardío.

Otra investigación que refuerza el planteamiento de las variaciones locales en la cultura

material al interior de este “horizonte de urnas funerarias” es la desarrollada por

Cifuentes (1996) en el municipio de Suárez, al sur del territorio definido como panche,

en la cual se registra la presencia de urnas funerarias pero se encuentra que estas

“carecen de las figuras sedentes propias del Magdalena Medio y presentan en cambio

figuras antropomorfas en la parte media de la pieza, muchas veces insinuando una

nariguera, ojos lineales cerrados, así como figuras de lagartos o sabandijas y algunas

una pintura blanca achurada, además de una tapa a manera de casquete.” (Cifuentes

1996: 40). Al igual que anteriores investigadores, este autor propone entonces la

existencia de una serie de variaciones locales, probablemente asociadas a una

diferenciación social entre grupos de personas que se verían materializadas en

elementos de cultura material como la cerámica funeraria.

Igualmente, para los contextos domésticos y funerarios, Cifuentes reporta una alta

diversidad de tipos cerámicos para esta área específica del territorio, lo cual estaría

altamente determinado por tratarse de un espacio fronterizo en el que convergieron

diversos grupos étnicos portadores de estos diferentes tipos cerámicos. La zona del

Page 93: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

92

actual municipio de Suárez habría sido un área de confluencia cultural entre distintas

poblaciones de grupos panches y pijaos; según Cifuentes, estos grupos habrían

desarrollado diversas estrategias de intercambio en áreas limítrofes como la de dicho

estudio, lo que se vería reflejado en la presencia de elementos de cultura material

propios de los diversos grupos en mención (Cifuentes 1996).

Para este momento, surge una de las más importantes investigaciones historiográficas

para el área ocupada por los panches en el siglo XVI, en la cual se recopila y expone

información de las primeras visitas que realizaron los encomenderos a la zona en el

siglo XVI durante la inclusión de la población al régimen colonial recién impuesto por

los españoles. Tovar (1996), partiendo de documentos de archivo de la época de los

primeros años de la colonia, analiza la situación de tres encomiendas en territorio

panche, los datos que se obtenían en las visitas a las mismas y la forma en como

quedaron consignados en los documentos de la época. De esta forma, analiza uno de los

primeros documentos conocidos tras el proceso de dominación en el territorio panche: la

Visita a la Provincia de Mariquita (clasificación sociopolítica del siglo XVI que incluía

buena parte del territorio en que habitaban los panches al momento del contacto) en

1559.

Como profundizaremos en el Capítulo 5, tras la incursión española al territorio indígena

y las primeras campañas de exploración y conquista del mismo, hasta 1559 no se cuenta

con ningún dato administrativo que permita establecer cálculos poblacionales para la

zona. Con la adjudicación de la población indígena a administradores españoles

empieza la elaboración de documentos como la Visita de Mariquita, de los cuales Tovar

extrae datos cuantitativos sobre la población indígena y los segmentos panches que

encontraron los españoles ocupando dichos territorios. La Provincia de Mariquita fue la

primera distribución político administrativa que los españoles establecieron para las

poblaciones indígenas asentadas en la banda occidental del río Magdalena en territorio

panche.

Hasta este momento la problemática panche solamente había contemplado los datos de

las crónicas, en donde las descripciones correspondían a testigos del proceso de

Page 94: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

93

conquista o en su defecto a compiladores de segunda mano de estos documentos. Pero a

partir del trabajo de Tovar, las investigaciones empiezan a recurrir a datos generados

por la administración colonial en estos territorios, permitiendo reconstruir el proceso de

inclusión al régimen colonial y su impacto en estos grupos indígenas.

Aunque según lo han expuesto algunos autores (Diez 1982, Rodríguez y Cifuentes 2004

entre otros), los segmentos panches presentaban un patrón de poblamiento semidisperso

y supeditado a la extracción de algunos recursos estacionales como la pesca, la

imposición de una institución colonial de control poblacional como la encomienda,

implicó una serie de cambios en la estructura social de las poblaciones indígenas a nivel

de patrón de asentamiento, sistemas de producción y relaciones con el medio ambiente

circundante. Así, uno de estos primeros cambios fue la concentración poblacional en

“pueblos de indios”, la cual se acompañó de la imposición del pago de un tributo fijo y

cuantificable (en forma de trabajo o productos) a un “encomendero” español.

Tovar expone la forma en que los datos obtenidos por los españoles durante estos

primeros interrogatorios a los indígenas (enfocados a mantener un control de la

información sobre la producción local) arrojaban datos puntuales sobre la capacidad real

de tributación de cada encomienda y sus habitantes, es decir de sectores del territorio

indígena a los cuales fueron adjudicados arbitrariamente territorios ancestrales y

población humana sin importar la pertenencia a diversos segmentos y/o a territorios

específicos. La lectura que hace el autor sobre los informes de esta parte del territorio

panche para 1559, le permite comparar tres grandes territorios, los cuales constituyen

tres diferentes econichos en donde los indígenas tuvieron que desarrollar tres formas de

vida igualmente distintas acordes a las características del entorno para suplir las

imposiciones del régimen colonial: Honda, Chapayma y Calamoima (tres grandes

núcleos poblacionales que actuaban como polos de concentración de energía humana al

interior de la provincia de Mariquita). Igualmente, extrae del análisis de los documentos

valiosa información sobre el pueblo panche que no se había expuesto antes en otros

estudios sobre crónicas, pues aunque para el momento de la conquista de la provincia en

1549 no se registraron datos poblacionales o económicos de la región, estos ya aparecen

en 1559 durante la Visita en mención.

Page 95: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

94

La investigación desarrollada por Tovar encuentra que el uso de entornos ambientales

distintos en los territorios de Honda, Chapayma y Calamoyma se relacionaba con un

tipo de poblamiento prehispánico igualmente diferente (lo cual se reflejó en diversos

grados de nucleación de los asentamientos), el cual pudo originarse en la necesidad de

aprovechar mejor los mayores espacios productivos en cada caso. Aunque el patrón de

poblamiento sufrió un altísimo grado de alteración con la imposición del régimen

colonial español, los datos expuestos durante la visita de 1559 (a solo nueve años de la

primera incursión española en esta parte del territorio indígena) cuentan con testimonios

de primera mano de la población indígena registrados por medio de intérpretes, lo que

permite a Tovar hacer una aproximación bastante acertada de los patrones poblacionales

y de apropiación de recursos de parte de la población indígena.

Para la zona de Honda, en la que predominaba el paisaje de cuestas, se registra un

patrón de poblamiento en el que los espacios productivos se intercalaban con los

espacios de residencia. Este parece no haber sido el modelo seguido por otros pueblos

de la provincia en los que se disfrutaba de otros ambientes: Chapaima muestra un

territorio más quebrado, más disperso y por consiguiente más rico y diferenciado en

recursos, en el que los bohíos se arracimaban en las partes planas y las áreas de cultivo

se concentraban en las cuestas que rodeaban estas poblaciones; finalmente, para el caso

de Calamoima, zona caracterizada por la abundancia de bosques, Tovar encuentra que

los poblados y bohíos se dispersaban entre barrancas, cuencas y arcabucos (bosques),

concluyendo que la disponibilidad dispersa de los recursos pudo crear sistemas de

control o de desplazamiento de miembros de las comunidades que no son tan fáciles de

percibir en las fuentes.

En cuanto al análisis del patrón de poblamiento, la investigación concluye que al ir

subiendo la cordillera la población encontraba mejores condiciones de vida para resistir

los momentos de crisis. Por ejemplo, los indígenas de Honda sustentaban su economía

de alimentos en los productos típicos del río y la yuca (Manihot esculenta), mientras

que los de Calamoima complementaban su dieta con productos de caza y cultivos como

el maíz (Zea mayz); finalmente, los pobladores de Chapayma tenían a su disposición

mayor abundancia de recursos como verduras, frutas, yuca, batatas y carnes (Tovar

1996).

Page 96: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

95

Analizando estos datos, Tovar concluye que diversas formas de adaptación a distintas

condiciones del entorno no solo fueron propias de los primeros momentos de la

conquista, sino que ya formaban parte del patrón de subsistencia de estos grupos antes

de la llegada de los españoles. Éste fue un aspecto central que se mantuvo durante el

proceso de la administración colonial y se vio reflejado en las respuestas registradas en

estas visitas (las cuales testimonian una estrategia que permitía obtener ventajas

mediante la apropiación del "saber del otro") facilitando el diseño de sistemas de

dominación y control sobre la población de acuerdo a los diferentes entornos.

Ya para el año 2000, Salas y Tapias adelantaron una investigación arqueológica en la

zona de Tibacuy (área que había sido anteriormente investigada durante la década del

setenta por Arango), en la que se prospectaron tres terrazas coluviales en territorio que

históricamente ha sido catalogado como panche. Allí, a partir de evidencias de cultura

material como petroglifos, muros de contención, cerámica, instrumentos líticos y urnas

funerarias con restos óseos humanos, las autoras concluyen que la ocupación panche de

esta zona presenta asociaciones tanto con los grupos del Periodo Formativo (Periodo

Herrera), como con patrones culturales de grupos más recientes en la región (complejo

de urnas funerarias del Magdalena -1000 D.C.-), lo que indicaría una ocupación

constante del territorio (Salas y Tapias 2000).

Partiendo del hecho que en Colombia aún no se tienen totalmente claros los límites de la

división espacio temporal entre los grupos prehispánicos que ocuparon el altiplano y los

del vecino valle del Magdalena, las autoras encuentran evidencias culturales que

presentan asociaciones con ambos territorios, por ejemplo aunque se registran aspectos

como la deformación craneal y la utilización de urnas funerarias (asociados

indiscutiblemente con la región del valle del Magdalena en los periodos más tardíos y

que no presenta ninguna equivalencia o relación con los patrones culturales registrados

para el altiplano), también se reporta la presencia de cerámica con algunos aspectos

compartidos entre las dos regiones en el periodo Formativo (Periodo Herrera).

Page 97: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

96

Dado que uno de los grandes aportes de la investigación es el análisis de urnas

funerarias, se presenta una comparación entre las encontradas en Tibacuy con las

reportadas a lo largo del bajo y medio Magdalena y se encuentran similitudes en cuanto

a forma, tamaño y decoración de las tapas sencillas (incisiones geométricas hacia el

borde, asociadas a restos humanos con cráneos deformados), considerando que este sitio

se encuentra directamente asociado con los pobladores prehispánicos del valle del

Magdalena, los cuales desarrollaron el patrón de urnas funerarias (ubicado alrededor del

1000 D.C.), pero se reportan sutiles variaciones locales en cuanto a elementos

decorativos de las mismas (Salas y Tapias 2000).

Esta investigación la podríamos enmarcar en el grupo de trabajos que han

contextualizado sitios arqueológicos asociados al territorio panche con el Horizonte de

Urnas Funerarias del río Magdalena, encontrando variaciones estilísticas locales que

podrían estar vinculadas también a una diferenciación poblacional. Para el caso

particular de Tibacuy, se encontraron concentraciones de enterramientos en los que las

urnas se hallaban en tumbas de pozo con cámara lateral asociadas en algunos casos a

estaciones rupestres con presencia de petroglifos. Aunque las urnas en sí presentan una

estrecha relación con las reportadas para el valle del Magdalena, se encontraron algunas

diferenciaciones locales en cuanto a decoración y un aspecto que no había sido

reportado en otras investigaciones: la presencia de perforaciones intencionales en la

base de las mismas.

Como se puede apreciar, las investigaciones arqueológicas desarrolladas a lo largo del

siglo XX siempre tuvieron muy en cuenta la información de las crónicas para refutar o

reforzar los planteamientos sobre los grupos prehispánicos allí expuestos; para el siglo

XXI seguimos encontrando la misma constante. Por ejemplo, la investigación de

Cifuentes (2004) buscó establecer una relación entre las prácticas indígenas descritas en

las crónicas asociadas a situaciones de conflicto y los comportamientos reales que

pudieron haber estado presentando estas comunidades del territorio descrito como

panche al momento de la conquista. Cifuentes realiza un balance de los datos

encontrados en las crónicas de finales del siglo XVI e inicios del XVII, en donde se

describen una serie de instituciones y prácticas comunes entre los pueblos karib

Page 98: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

97

(centrándose en las prácticas asociadas al conflicto, la violencia y la guerra), lo que lo

lleva a concluir que se trata de pueblos con una tradición ancestral bélica reflejada en

diversos roles organizativos, el uso de armas, y un conjunto de comportamientos y

estrategias militares.

Así, en base a la lectura de los documentos de Aguado [1570], Gutierre de Ovalle [1572]

y Simón [1627?], reconstruye una serie de elementos socioculturales ligados a una

situación de aparente conflicto permanente que parecen haber mantenido los segmentos

panches entre sí, así como con los grupos indígenas vecinos. La reconstrucción de

Cifuentes resalta aspectos como el tipo de vestimenta y armas empleadas, la estructura

de las formaciones de los ejércitos, la participación de las mujeres en el choque armado

y otros componentes alternativos al choque bélico, como el componente simbólico que

acompañaba al enfrentamiento físico, lo que le permite argumentar la existencia real de

esta aparente situación de conflicto permanente tan bien descrita en las crónicas.

La situación de conflicto permanente que determina Cifuentes para diversos grupos

karib, entre ellos los panches, se habría visto bien documentada en las descripciones de

los cronistas que relataron las batallas con grupos indígenas durante el proceso de

conquista de la región en el siglo XVI. Así, siguiendo las crónicas de Simón [1627?],

cuya recopilación documental menciona la presencia de rivalidades al interior de los

mismos panches, Cifuentes expone cómo durante las incursiones militares propias del

proceso de conquista, los españoles utilizaron estas rivalidades como mecanismos de

dominación de tierras (Cifuentes 2004). En este sentido, Cifuentes es el primer autor en

sugerir la posible existencia de una diferenciación al interior de los panches y lo hace

desde una perspectiva orientada al estudio del conflicto en sociedades prehispánicas.

Aludiendo a la descripción que se realiza en las crónicas (Simón [1627?]) de diferentes

maneras de hacer frente a los ejércitos españoles por parte de los grupos asentados en

las montañas (iqueimas, lachimíes y calandoimas) y aquellos asentados en cercanías al

río Magdalena (guacana); plantea que las rivalidades intraétnicas se vieron

materializadas durante las batallas en contra de los conquistadores: “Los guacana

ofrecieron sus guerreros para atacar a los lachimíes y calandoimas, a quienes

consideraban sus enemigos" (Cifuentes 2004: 55).

Page 99: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

98

De esta forma, este aspecto sería un indicador importante de las diferencias existentes al

interior del grupo que se ha catalogado como panche y es retomado posteriormente por

Rodríguez y Cifuentes, mencionando sutilmente la presencia de enemistades entre los

grupos asentados en las tierras bajas y altas: “los de las hondonadas tenían enemistades

con los de las lomas y los habitantes de monte arriba hacia la cordillera" (Rodríguez y

Cifuentes 2004:17).

Por su parte, la investigación de Rodríguez y Cifuentes aborda la lectura de fuentes

escritas tempranas de la conquista (Relaciones Geográficas de Indias y visitas del siglo

XVI -como la de Gutierre de Ovalle [1572] y la de Francisco Hernández [1559]- en las

que se encuentran las primeras descripciones de los panches) para rastrear

comportamientos culturales que realmente pudieran haberse dado y diferenciarlos de los

descritos por los cronistas en el marco de un proyecto retórico. El trabajo de Rodríguez

y Cifuentes está enfocado a reinterpretar los datos presentados en las descripciones de

los cronistas desde una óptica que incluye una mirada multidisciplinaria, cuestionando

las interpretaciones que se han planteado como paradigmas en torno a sociedades como

la panche desde la elaboración de los primeros documentos escritos.

La investigación también incluye un análisis de vestigios arqueológicos en el cual se

hace un balance de los estudios que han reportado presencia de diversos tipos cerámicos

en la región y se concluye que aunque hay presencia de dos tipos principales (Temprano

del siglo V AC al V DC -el cual parece tener una relación con los tipos cerámicos del

altiplano catalogados como Periodo Herrera-, y tardío entre el siglo I y el momento del

contacto), la cerámica del periodo tardío presenta similitud en cuanto a sus patrones

decorativos, con la del periodo Formativo, lo que podría llegar a ser entendido como

una continuidad cultural (Rodríguez y Cifuentes 2004). Otro aporte importante de esta

investigación es el análisis bioantropológico de restos óseos procedentes de diversos

sitios arqueológicos ubicados en el territorio que se ha descrito como panche, tras el

cual se hace una descripción muy detallada de las características morfológicas de los

pobladores prehispánicos de dicho territorio; este material óseo procede de tumbas

excavadas en las actuales poblaciones de Guataquí, Honda, Guaduas, Agua de Dios y

Tibacuy (ver Ilustración 2). Estos datos presentan información física novedosa para la

Page 100: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

99

problemática panche como los estados de salud – enfermedad para las poblaciones del

Periodo Tardío en la región.

Los datos bioantropológicos analizados por Rodríguez y Cifuentes les permiten concluir

que la población indígena que ocupaba el territorio panche para el siglo XVI parecía

mantener altos estándares de salud hasta el momento de la llegada de los europeos a la

zona, posiblemente asociados a la alta disponibilidad de recursos alimenticios que

ofrecían los variados nichos ecosistémicos identificados para los diversos pisos térmicos

de esta zona geográfica. En contraste, parece que con la conquista española del territorio,

el establecimiento de economías netamente extractivas y la inclusión de la población

indígena en un régimen colonial -que incluía la imposición tributaria y la restricción del

acceso a ciertos recursos alimenticios como la dieta proteica-, se dio un fuerte deterioro

en la salud de las poblaciones indígenas de la región (Rodríguez y Cifuentes 2004).

Los datos presentados por Rodríguez y Cifuentes aportan valiosa información sobre las

situaciones que enfrentaron las poblaciones indígenas tras la conquista e imposición del

nuevo régimen colonial durante la segunda mitad del siglo XVI; investigaciones como

ésta exponen datos que permiten entender algunos de los procesos y variables que

llevaron a la extinción de los segmentos panches durante un periodo de tiempo tan corto

tras la conquista de su población y territorio.

Otra investigación reciente que toma como punto de partida los datos etnohistóricos

para buscar un referente material en la evidencia arqueológica es la de Argüello (2004),

en la cual el autor analiza las crónicas de la conquista concentrándose en las

descripciones de los tipos de liderazgos indígenas descritos y buscando una propuesta

interpretativa para caracterizar este tipo de institución en la sociedad panche del siglo

XVI. Argüello encuentra en los documentos tempranos del siglo XVII (especialmente

en las recopilaciones de Pedro Simón [1627?]), que las descripciones sobre la

organización sociopolítica del pueblo panche exponen características muy específicas

sobre el establecimiento de los liderazgos, los cuales no eran instituciones permanentes,

sino que correspondían a diversos niveles de integración que se materializaban en

momentos específicos. Esta presencia de líderes militares y el hecho de que en algunos

Page 101: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

100

lugares existía una incipiente e inestable jerarquía entre dichos líderes y los grupos que

ellos representaban, estaría mostrando la inestabilidad misma de las estructuras

sociopolíticas, así como la existencia de diferentes niveles de integración (Argüello

2004).

En el contexto de los niveles de organización social de los grupos humanos propuesto

por Service (1962) y seguido por múltiples autores hasta la actualidad, Argüello busca

identificar un momento de transición entre los tipos de sociedad (tribal, cacical, estatal,

etc.), identificando un posible cambio social, que se configura en momentos específicos

y particulares más o menos mostrados por fuentes etnohistóricas. En este contexto,

incluye un componente arqueológico en el cual sobresalen los análisis espaciales y el

estudio de los patrones de asentamiento, para buscar identificar posibles procesos de

integración, ya que las cambiantes relaciones sociales pueden ser observadas en una

perspectiva cronológica y espacial a partir del análisis de la distribución de los

artefactos (Argüello 2004).

Los resultados encontrados por Argüello se concentran en los alrededores de la

población de Tocaima, una de las zonas del territorio panche mejor documentada para el

momento de la conquista española y le permiten concluir que en este sector del territorio

prevalece la ocupación prehispánica preferencial de las zonas más fértiles durante toda

la secuencia ocupacional (la cual incluye tres periodos claramente diferenciados). Al

parecer no existen diferencias que evidencien algún tipo de distinción a nivel socio-

político en el primer periodo, pero a partir de éste, parte de la población, tiende a

concentrarse en por lo menos tres sectores ubicados en los mejores suelos para uso

agrícola. Finalmente durante el periodo tardío, una de las tres concentraciones

poblacionales se configura en el área nuclear, lo que lo lleva a interpretar que la

competencia entre estas facciones en contextos internos y externos impedía el definitivo

surgimiento de jerarquías de carácter regional y solo permitía la configuración de redes

de mediano tamaño, así como de liderazgos efímeros (Argüello 2004).

Son pocas las investigaciones que han abordado el tema de la organización sociopolítica

panche y la información presentada en las crónicas de los siglos XVI y XVII no

profundizan en la descripción de temas como este, por lo que cobra un especial interés

Page 102: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

101

los aportes que se generan desde disciplinas como la arqueología. No obstante, según

las situaciones que enfrentaron los conquistadores españoles durante el siglo XVI y el

aporte de investigaciones arqueológicas como la de Argüello, podemos empezar a

concluir que los segmentos panches consistían en “pequeñas unidades políticas con

poder de movilización dirigido por jefes con liderazgo medianamente institucionalizado,

que mostraron la guerra como su mayor baluarte pero, debido a la inestabilidad

interna y al bajo grado de cohesión, fueron fácilmente segregados y aplastados por la

invasión española” (Argüello 2004: 95).

Otra investigación enfocada en el estudio de los panches es la de Martínez (2005), en la

que el autor presenta una copiosa compilación de datos acerca del pueblo panche y sus

diversos patrones culturales a manera de etnografía, buscando que el lector desarrolle

empatía por este pueblo que trágicamente fue satanizado y exterminado por los

conquistadores españoles. Siguiendo los mismos cronistas abordados por las principales

investigaciones en torno a la problemática panche (Aguado [1570], Castellanos [1601],

Simón [1627?] y Fernández Piedrahita [1668]), Martínez presenta a esta sociedad como

pacífica, (no poseedora de una tradición ancestral bélica), portadora de una fuerte

tradición espiritual, y con un altísimo grado de desarrollo artístico, así como una

sociedad que no desarrolló ningún comportamiento similar a los profusamente descritos

en las crónicas como el conflicto, la alteración del entorno y la tradición bélica ancestral.

Además de reforzar esta imagen de grupo indígena prístino y víctima de las crueldades

de la conquista, el autor rescata y refuerza algunas ideas expuestas anteriormente por

otras investigaciones (Bernal 1956, Cifuentes 2004, O’neil 1973), como la importancia

de Bituima como oráculo militar, la participación activa de las mujeres en el conflicto y

los límites del territorio panche (Martínez 2005).

Una parte específica de la investigación toma en cuenta datos procedentes del contexto

arqueológico (en especial de contextos funerarios y rituales), analizando vestigios de

cultura material recuperados del área del actual municipio de Armero - Guayabal. De

esta forma, analiza tumbas y complejos funerarios, así como el material cerámico

presente en las mismas (urnas funerarias) y enmarca los hallazgos dentro del llamado

“Horizonte de urnas funerarias del Magdalena”. Tras su comparación con el material

Page 103: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

102

procedente de la zona de Honda, concluye que son las urnas funerarias procedentes de

esta última área las que presentan las más ricas y detalladas decoraciones de la región

(Martínez 2005), a la vez que coincide con otros autores abordados anteriormente en la

existencia de variaciones locales en cuanto a patrones estilísticos dentro de este

Horizonte extendido para las poblaciones karib del valle del río Magdalena.

Retomando el tema de la organización sociopolítica panche, otro de los pocos autores

que ha abordado dicha problemática es Rodríguez (2006), quien parte de una serie de

características culturales que se han dado por hecho para los panches desde el momento

mismo de la llegada de los españoles como son la presencia de un líder que accede el

poder por méritos adquiridos en la guerra, la patrilinealidad, la exogamia, la existencia

de un grupo de capitanes consejeros que asesoran a este líder y la presencia de una

organización política fuerte y estable que se manifestaría en la tenaz y prolongada

resistencia que ofrecieron a los españoles. La descripción de estos aspectos se encuentra

desde los documentos más tempranos de la conquista en el siglo XVI y se presentan

reiteradamente en las compilaciones más tardías del siglo XVII, lo que lleva a

Rodríguez a darles particular importancia a la hora de abordar la problemática de la

organización sociopolítica.

Rodríguez retoma las características culturales descritas en las crónicas mencionadas,

para cuestionar que el establecimiento del poder hubiese sido una institución alcanzada

por méritos propios o si por el contrario se trataba de una sociedad patrilineal en pleno

proceso de establecimiento del poder ejercido por una élite permanente. Así, por medio

de la evidencia arqueológica recolectada en Mesitas del Colegio (actual población en la

vertiente occidental de la Cordillera Oriental), buscó determinar la presencia de niveles

de desigualdad social mediante la comparación de las agrupaciones de los

asentamientos encontrados y por medio del análisis de los materiales arqueológicos

reportados en cada caso. Como resultado, se identificaron dos escenarios claramente

diferenciados, uno del Periodo Formativo y otro del Tardío; en el escenario temprano

(Periodo Herrera) encuentra una ausencia de elementos que permitan plantear la

presencia de jerarquías o algún indicio de centralidad en la toma de decisiones, así como

la autonomía en los procesos de producción, sugiriendo la ausencia de actores que

Page 104: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

103

tuvieran poder más allá del alcance de las comunidades locales. Por el contrario, para el

Periodo Tardío (Siglo IX al XIV), encuentra que la población comienza a agregarse en

ciertas áreas del territorio, lo que lo lleva a pensar en un grupo social que se empieza a

diferenciar del resto de la comunidad (Rodríguez 2006).

La investigación de Rodríguez y la contrastación de la información presentada por las

crónicas con el registro arqueológico analizado, le permite concluir que la sociedad

panche descrita por los españoles durante el siglo XVI se encontraba en pleno proceso

de consolidación de una élite. Parecería ser que los segmentos panches presentaban una

organización sociopolítica que no trascendía de forma significativa los niveles de la

comunidad local, es decir que “…se trataba de comunidades que estaban más cercanas

a lo que se entiende como una sociedad tribal que hacia un cacicazgo” (Rodríguez

2006: 55).

Las conclusiones de estas investigaciones que han abordado el tema de la organización

sociopolítica panche nos han llevado a caracterizarla como un amplio grupo de

segmentos ocupando un espacio bien delimitado, donde en cada parcialidad o unidad

política se mantenía un liderazgo local que no estaba plenamente institucionalizado y

que estaba claramente determinado por situaciones puntuales de conflicto a nivel local.

Aunque estos segmentos parecían mantener un muy bajo grado de cohesión entre sí y en

términos generales no se registra la existencia de algún tipo de liderazgo por encima de

este nivel, parece ser que para el momento del contacto con los españoles se estaban

empezando a desarrollar procesos incipientes de consolidación de una élite (Argüello

2004, Rodríguez 2006).

Otras investigaciones arqueológicas que se han desarrollado en los límites del territorio

ocupado por los panches durante el siglo XVI y que han arrojado datos importantes

sobre los desarrollos alfareros locales, son las adelantadas por Salgado et al. (2006 y

2008), quienes han contextualizado sitios arqueológicos locales en diversos sectores del

valle medio del río Magdalena en los cuales se registra una filiación directa con el

Horizonte de Urnas Funerarias, pero con variaciones estilísticas locales, tal es el caso de

Espinal, un sector ubicado en el área de confluencia entre grupos pijaos y panches. En

Page 105: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

104

este sector, el Museo Arqueológico de la Universidad del Tolima ha desarrollado un

proyecto arqueológico a lo largo del cual han adelantado una serie de investigaciones en

las cuales, combinando análisis de cerámica, restos óseos humanos y animales, material

lítico y orfebrería, buscan la reconstrucción de las ocupaciones prehispánicas en el valle

medio del río Magdalena (Salgado et al. 2006).

Las investigaciones de este grupo de trabajo han partido del entendimiento de cualquier

cultura como partícipe de una relación bilateral entre esta y el entorno en el que se

desarrolla, siendo a su vez producto y constructora de unas condiciones muy específicas

en las que el entorno se construye, entiende y habita por los humanos que lo interpretan.

En este contexto se ha desarrollado el estudio arqueológico de Espinal, centrándose en

los complejos funerarios (tumbas con abundantes restos humanos, ajuar funerario, y

vestigios fácilmente fechables en la escala cronológica regional) contextualizando los

sitios investigados en una periodización arqueológica que comprende solamente las

sociedades agroalfareras y que cubre un lapso temporal de al menos dos y medio

milenios de antigüedad (1000 A.C. hasta 1600 D.C.), planteando una secuencia cultural

formada por dos grandes conjuntos cronológicos: Periodo Temprano (X A.C. - VI o

VIII D.C.) y Periodo Tardío (VII o VIII a XV-XVI D.C.).

Para el periodo temprano, Salgado et al. encuentran que el material cerámico coincide

con el reportado en otras zonas del territorio panche y que se relaciona

indiscutiblemente con el estilo y tecnología típica del Periodo Formativo reportado para

la región del altiplano y conocido en la literatura como Periodo Herrera (resaltando la

presencia de ajuares funerarios compuestos por elementos cerámicos, piezas orfebres y

otros elementos ornamentales como cuentas de collar finamente elaboradas). Para el

Periodo Tardío, encuentran una coincidencia con el resto del valle medio del Magdalena,

región en que el periodo prehispánico tardío comprende las evidencias en cerámicas del

llamado Horizonte de Urnas Funerarias (u Horizonte Cerámico del Magdalena Medio).

Tanto esta investigación, como otras llevadas a cabo en la región (por ejemplo Castaño

y Dávila 1984, o Salas y Tapias 2000), encuentran que si bien durante el periodo tardío

los grupos humanos que habitaron el valle medio del Magdalena y sus alrededores

compartieron aspectos estilísticos y tecnológicos del llamado Horizonte de Urnas

Page 106: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

105

Funerarias (en especial la implementación de las mismas en un contexto funerario que

incluyó entierros secundarios), se presentan “manifestaciones alfareras locales”

(Piazzini 2001). En esta área puntual estarían relacionadas tanto con presencia de

materiales cerámicos procedentes de la Cordillera Oriental y la cuenca del río Bogotá,

como con cerámica tardía del alto Magdalena y materiales propios de la vertiente

occidental de la Cordillera Central.

Esta diversidad estilística al interior de un mismo Horizonte Cerámico Regional permite

concluir la existencia de diversas relaciones culturales entre diferentes territorios, que se

consolidaron en el Periodo Tardío reflejando formas de interacción social que

permitieron la creación de redes de intercambio local y regional entre diversos grupos y

áreas culturales (Piazzini 2001, Salgado et al. 2006)

La anterior investigación se vio complementada por los resultados publicados por el

mismo equipo de trabajo en 2008, en el que las excavaciones realizadas en El Guamo

permitieron establecer una secuencia cultural de aproximadamente 2.000 años, a lo

largo de la cual se identificaron tres momentos ocupacionales claramente definidos y

asociados directamente con tres tipos cerámicos (Salgado et al. 2008). El sitio de El

Guamo se encuentra ligeramente por fuera del territorio ocupado por los panches en el

siglo XVI y parecería corresponder más al territorio ocupado por los pijao, no obstante,

hemos expuesto anteriormente que dichas fronteras territoriales correspondían espacios

permeables y móviles en el tiempo, lo que nos llevó a incluir los resultados de esta

investigación en el presente balance investigativo para la problemática arqueológica del

sector medio del valle del río Magdalena.

Los datos recolectados de evidencias cerámicas, tipos de asentamiento, tipología de

tumbas y metalurgia, llevan a los autores a concluir que durante el periodo tardío

(caracterizado por la presencia de cerámica del complejo Magdalena Inciso - s.VIII a

XII-) se presenta cierta homogeneidad estilística al interior del valle del Magdalena

tolimense y de la zona andina adyacente durante casi mil años, lo cual estaría reflejando

la presencia de una población estable, con un número creciente de habitantes y unidades

familiares, los cuales estaban establecidos en medio de hábitats de humedales y zonas

Page 107: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

106

lacustres ribereñas, rodeadas de praderas abiertas y algunas áreas boscosas con arbustos

y matorrales, de los cuales obtenían el sustento (Salgado et al. 2006).

Los autores exponen una serie de cambios socioculturales, patrones de asentamiento,

aprovechamiento de recursos y patrones funerarios registrados a lo largo de las diversas

ocupaciones, algunos de los cuales se mantienen sin mayores cambios, mientras que

otros se ven profundamente alterados durante estos periodos. Un ejemplo de esto es el

caso de las estructuras funerarias, pues mientras que durante el periodo temprano se

encuentran ubicadas sobre el mismo nivel de terrazas donde se establecen las viviendas

(pero no dentro del sitio de habitación), para el periodo Clásico Regional cambia

totalmente, apareciendo el patrón de urnas funerarias típicas del valle del Magdalena,

ubicándose en las partes altas cercanas a los grandes ríos (Salgado et al. 2008).

Según los autores, el paso del Periodo Formativo al Clásico Regional (Periodo Tardío)

sería una ruptura o cambio cultural que se presenta en esta región, alrededor de los

siglos VIII a IX D.C., con el establecimiento de los grupos tardíos y la difusión por gran

parte del territorio de un estilo cerámico con características relativamente homogéneas

(denominado complejo Magdalena Inciso), pero claramente diferenciadas de las

anteriores. Este complejo Magdalena Inciso es el que se ha visto íntimamente

relacionado con el denominado “Complejo de Urnas Funerarias del Valle del

Magdalena” por autores como Reichel-Dolmatoff (1943), Hernández (1980), Castaño y

Dávila (1984), Salas y Tapias (2000).

Las investigaciones arqueológicas desarrolladas por Salgado et al. sintetizan los

planteamientos de investigaciones locales llevadas a cabo durante la segunda mitad del

siglo XX en diversos sectores del territorio ocupado por los panches en el siglo XVI,

corroborando la hipótesis expuestas por múltiples autores en las que se propone una

ocupación humana del territorio durante el Periodo Formativo asociada a un complejo

cerámico particular ampliamente extendido para el valle medio del río Magdalena y

para otras áreas geográficas como el altiplano cundiboyacense. Para el Periodo Tardío,

se encuentra una amplia ocupación de poblaciones karib, las cuales aunque compartían

la misma filiación lingüística, evidenciaron una amplia variabilidad cultural, lo cual fue

registrado durante el siglo XVI en los documentos escritos; este Periodo Tardío se

Page 108: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

107

encuentra directamente vinculado con la práctica de entierros secundarios en vasijas

cerámicas, las cuales aunque presentan una amplia distribución territorial, presentan

variaciones locales a niveles estilísticos y decorativos.

En conclusión, las investigaciones en arqueología desarrolladas desde la segunda mitad

del siglo XX hasta la actualidad, retomaron los datos de las crónicas y por medio de la

interpretación de evidencias y contextos arqueológicos, establecieron una

caracterización general para los grupos prehispánicos que ocuparon el espacio descrito

como panche desde el siglo XVI. La evidencia arqueológica permitió en múltiples

aspectos reforzar los datos descritos en los documentos de la conquista, tal fue el caso

del territorio ocupado por los segmentos panches, la tradición bélica ancestral del grupo

y el patrón de asentamiento itinerante vinculado con las ofertas de recursos estacionales;

en otros casos, las investigaciones arqueológicas pudieron refutar algunas descripciones

de las crónicas que obedecían a los intereses particulares de los autores o al objetivo

moral de las mismas en el contexto colonial en el que fueron producidas. En un tercer

escenario, algunas investigaciones desarrolladas durante este periodo temporal

identificaron aspectos socioculturales descritos desde las crónicas como la antropofagia

y el conflicto constante, y los reinterpretaron sin negarlos de tajo, pero

contextualizándolos en un entorno sociocultural sustentado por la evidencia

arqueológica (Saldarriaga 2009, Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004).

Los resultados de estas investigaciones nos permiten establecer una delimitación

territorial más acotada, dentro de la cual podemos identificar los principales territorios

ocupados por los segmentos panches para el siglo XVI; de la misma forma los vestigios

de cultura material registrados en diversos sectores del territorio han permitido

establecer una clasificación temporal y estilística asociada con los dos principales

periodos de ocupación agroalfarera (Periodo Formativo y Periodo Tardío), de los cuales

el Periodo Formativo presentaría una uniformidad morfofuncional y estilística, mientras

que durante el Periodo Tardío la alfarería se caracteriza por una serie de variaciones

estilísticas locales enmarcadas en el denominado Horizonte de Urnas Funerarias.

Page 109: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

108

CAPÍTULO 4

VALLE DEL MAGDALENA: UN ESPACIO GEOGRÁFICO DIVERSO

4.1 El río Magdalena

La cercanía a la línea ecuatorial de la región tropical en la que se localiza nuestra zona

de estudio lleva a que las diferencias altitudinales propias de un relieve quebrado

permitan la existencia de diversos pisos térmicos, presentando áreas muy cercanas entre

sí con condiciones climáticas distintas y constantes a lo largo del año. Así, son las

formaciones geológicas de los Andes y de los valles intermontanos de los principales

ríos las que determinan las condiciones climáticas y los pisos térmicos, mas no el patrón

estacional anual.

Esta situación permite que una población humana asentada en los valles intermontanos

pueda acceder a los recursos propios de cada uno de estos diversos climas (tanto de

flora como de fauna) mediante desplazamientos a través de distancias relativamente

cortas, situación que es tan viable para las poblaciones humanas actuales como para las

que hubieran ocupado dichos espacios durante el pasado.

Abordando el contexto del río Magdalena, en el suroccidente del actual territorio

colombiano, en el llamado “Nudo de los Pastos”, la Cordillera de los Andes se divide en

tres ramales, los cuales se dirigen hacia el norte y nororiente, formando en sus valles

interiores las cuencas de los ríos Cauca (entre la cordillera Occidental y la Central) y

Magdalena (entre la cordillera Central y Oriental). Este último alcanza una longitud de

1540 kilómetros y su cuenca abarca 14 millones de hectáreas en territorio montañoso y

12 millones en terrenos planos y ondulados (Acevedo 1981), atravesando el país por su

occidente de sur a norte, conformando un valle que desemboca en el litoral del mar

Caribe en la actual ciudad de Barranquilla (ver Ilustración 3).

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109

Ilustración 3. Río Magdalena y su posición en el actual territorio colombiano.

Para la parte central del valle del Magdalena la geografía quebrada del piedemonte

cordillerano ofrece una diversidad altitudinal que fluctúa entre los 500 y los 2400

m.s.n.m., lo que se traduce en la presencia de climas que van de cálido a templado,

favoreciendo la diversidad de recursos alimenticios en áreas muy cercanas entre sí. Este

clima es muy propicio para la proliferación de bosques, los cuales fueron abundante

fuente de recursos para las poblaciones prehispánicas, tanto de fauna para cacería,

obtención de madera, frutas y miel, así como espacios en donde se mantenían cultivos

(Rodríguez y Cifuentes 2004).

Como hemos mencionado anteriormente, para el siglo XVI la población panche se

encontraba asentada en el sector medio de este valle y diversas comunidades de este

grupo ocupaban las laderas del piedemonte cordillerano a ambas márgenes del mismo

entre los ríos Guarinó y Negro al norte y Coello y Fusagasugá al sur. No obstante, la

delimitación territorial mencionada por los cronistas durante el siglo XVI para los

segmentos asentados en la margen occidental del río (Cordillera Central) presenta

algunas falencias en cuanto a temas como la distribución geográfica y los límites de los

grupos prehispánicos que ocupaban dicho territorio.

Page 111: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

110

Como se abordará en el Capítulo 5, los datos presentados por los cronistas para la

margen occidental del río Magdalena evidencian un contexto y unas características

diferentes a las de los datos registrados para la margen oriental. Una de las limitaciones

de la información existente para dicho sector consiste en que los primeros registros

escritos de poblaciones y territorios de las comunidades panches asentadas en la margen

occidental del río corresponden a un momento tan tardío como 1551, lo cual impide un

conocimiento de las condiciones originales de estos grupos para el momento inicial de

la conquista. Además, los datos presentados por los principales cronistas no profundizan

en la descripción del proceso de conquista de la zona, de los territorios ocupados por los

segmentos allí asentados, ni de las características socioculturales de los mismos, lo cual

repercute en una amplia ausencia de datos en variados aspectos.

De esta forma, el desarrollo de una investigación que parta de los documentos históricos

de los siglos XVI y XVII encuentra que es muy poco lo que se sabe realmente sobre los

segmentos panches, sus territorios y los procesos desarrollados durante las campañas de

conquista e invasión en la margen occidental del río Magdalena. Por el contrario, las

ricas descripciones de los territorios, límites y procesos de conquista desarrollados

durante la conquista para la margen oriental del río desde la primera incursión española

en 1537 se encuentran profusamente documentados por los cronistas españoles, así

como en los documentos administrativos y eclesiásticos de inicios de la colonia.

No obstante lo anterior, geográficamente es imposible desvincular el estudio de una y

otra margen del río, pues en un contexto medioambiental como el referido para esta

zona del valle medio del Magdalena, paisajes y climas mantienen entre sí una estrecha

relación. Las “zonas de vida” determinadas en el esquema de Holdrige (1947) se

presentan de manera equivalente en ambas vertientes del valle del río Magdalena a esta

altura, por lo que los piedemontes de las dos cordilleras en los márgenes referidos

presentan los mismos tipos de cobertura vegetal a los mismos niveles altitudinales, lo

cual a su vez se ve traducido en que se manifiesten pisos térmicos y diferencias

climáticas muy similares en niveles equiparables en ambas vertientes.

Page 112: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

111

Ilustración 4. Sector medio del valle del río Magdalena ocupado por los panches en el siglo XVI.

Algunas investigaciones que han abordado los campos de la lingüística, la

bioantropología y la arqueología para el valle medio del río Magdalena (Rivet 1943,

Reichel-Dolmatoff 1943, Cuervo 1956, Triana 1970, Rodríguez y Cifuentes 2004) han

permitido determinar que el poblamiento panche hizo parte de la incursión karib que se

desarrolló al interior del territorio continental procedente de las Antillas a través de

sectores como el valle del río Magdalena durante los primeros siglos de nuestra era

(Díaz 2014, Piazzini 2001, Rodríguez y Cifuentes 2004, Salgado et al. 2006).

Investigaciones arqueológicas a nivel regional para el valle medio del río Magdalena

han permitido establecer que para el Periodo Tardío de la ocupación prehispánica

(siglos VIII a XVI D.C.) la zona se encontró ocupada por grupos karib que compartían

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112

varios aspectos socioculturales pero que a su vez se encontraban habitando territorios

bien definidos con límites relativamente bien establecidos (Reichel-Dolmatoff 1943,

Castaño y Dávila 1984, Salas y Tapias 2000, Martínez 2005), de esta forma, las

primeras incursiones españolas en el área en el siglo XVI se encontraron frente a grupos

de la familia lingüística karib como panches, pantágoras, colimas, pijaos, muzos, etc. en

diversos sectores del valle.

Según los datos escritos más tempranos (Aguado [1570?], Fernández de Oviedo [1526]

1959, Castellanos [1601], Herrera [1601-1615], Fernández de Piedrahita [1668] y

Zamora [1668]), las campañas de exploración adelantadas por los españoles entre 1537

y 1552 registraron la presencia de segmentos panches ocupando el valle del río

Magdalena y el piedemonte a ambos lados del mismo en las cordilleras Oriental y

Central. Aunque los cronistas tempranos clasifican a todos los segmentos encontrados

dentro del territorio que hemos abordado como panches (ver Ilustración 1) y los

presentan como diferentes a los grupos indígenas que ocupaban las áreas externas a este

territorio, no parece haber un mismo tipo de relaciones entre dichos segmentos:

mientras que algunos mantenían relaciones de conflicto y “enemistad” para el siglo XVI,

otros desarrollan alianzas y coaliciones al enfrentar el proceso de invasión adelantado

por los españoles.

Sea cual fuera el tipo de relaciones sociopolíticas que se estaban desarrollando

puntualmente durante el siglo XVI y que registraron los españoles en sus crónicas, es

claro que los diversos segmentos mantenían relaciones de intercambio en distintos

puntos dentro del territorio que hemos abordado como panche (Bernal 1946, Díez 1982,

Martínez 2005), sin que la barrera física que podría representar el río Magdalena

impidiera las relaciones y el tránsito de uno a otro lado del mismo. De la misma forma,

múltiples investigadores han sugerido que el patrón de residencia panche implicaba

cierto grado de movilidad durante las épocas del año en que el río Magdalena

presentaba la “subienda”8, enfocado a la apropiación de la oferta de ciertos recursos

estacionales (Rojas 1975, Diez 1982, Rodríguez y Cifuentes 2004); estos

8 La subienda es un fenómeno migratorio en el cual varias especies de peces autóctonos del río

Magdalena, ascienden por el mismo desde las ciénagas localizadas en la parte baja de la cuenca hasta los

sectores altos de la misma y las corrientes tributarias, donde realizan sus actividades de apareamiento y

desove.

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113

desplazamientos en torno a un área y recurso específico, como las actividades de pesca

concentradas en la zona de los raudales de Honda (en la que los rápidos impiden que

suban fácilmente los miles de peces que cada año cumplen su ciclo natural en las aguas

del Magdalena), habrían implicado el desplazamiento de segmentos panches hasta este

sector desde ambas vertientes del territorio, lo cual de una u otra manera habría

implicado relaciones inter segmentos de diverso tipo durante el acceso a dichos recursos.

4.2 Clima, paisaje y relieve del valle medio del Magdalena

La zona media del valle del río Magdalena comprende tanto las llanuras aluviales del

mismo, como la zona de piedemonte conformada por las vertientes de las dos cordilleras

entre las cuales transcurre (ver Ilustración 4 e Ilustración 6). Siguiendo a Rodríguez y

Cifuentes (2004) podemos clasificar la región en tres tipos de paisajes a esta altura del

río, los cuales presentan diferente geomorfología, altitud, clima y cobertura vegetal:

El primero de estos tres paisajes está constituido por planicies aluviales recientes,

remanentes de las grandes terrazas pliopleistocénicas; se encuentra aproximadamente

entre los 50 y 200 m.s.n.m. (es decir en el entorno inmediato del río en la parte de

menor altitud del valle), allí se encuentran planicies de sedimentación con suelos de

textura gruesa y ricas en nutrientes aptos para la agricultura. El relieve se caracteriza por

un entorno plano que conforma la actual llanura de inundación del río Magdalena;

generalmente se trata de una terraza baja con pendiente inferior al 3% que en algunos

sectores presenta dos niveles. Asociado a este paisaje también se pueden identificar

geoformas colinadas y remanentes a media ladera, que guardan una diferencia de

alturas variables entre 5 y 10 metros, y que generalmente se interpreta como la

“paleollanura de inundación del río Magdalena” (López 1999: 34).

El segundo tipo de paisaje corresponde a las colinas aledañas del Terciario Superior

(geológicamente conocido como Formación Honda) y se encuentra a continuación de

las planicies aluviales desde los 200 hasta los 600 m.s.n.m. Esta unidad se origina en los

ciclos de erosión y sedimentación desarrollados a partir del levantamiento de los Andes.

El basamento ígneo de la cuenca sedimentaria terciaria está modelado en una serie de

colinas, mientras que remanentes de los sedimentos terciarios conforman un relieve muy

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114

disectado que cubre parcialmente los materiales ígneos. De esta forma, se encuentran

colinas altas y bajas y valles aluviales estrechos (López 1999: 34). En este paisaje la

vegetación achaparrada empieza a dar paso a los bosques de maderas duras y vegetación

de mayor tamaño, constituyéndose en un bosque denso rico en árboles frutales y con

alta presencia de fauna diversa asociada al mismo (Rodríguez y Cifuentes 2004).

Mientras que estos dos primeros tipos de paisaje se enmarcan en el clima cálido

propiamente dicho y geográficamente se ubican en el área adyacente al cauce del río

Magalena,el tercero presenta temperaturas más frescas y se enmarca más en el piso

térmico templado, correspondiendo a las partes altas cordilleranas que presentan

pendientes abruptas, o piedemonte cordillerano propiamente dicho. En este último

paisaje encontramos un entorno más variado, con presencia tanto de zonas planas como

de cordillera, con alturas que oscilan desde 600 hasta 2200 m.s.n.m. Es en este paisaje

donde encontramos las principales cuencas de los tributarios del río Magdalena.

Esta primera aproximación al sector medio del valle del río Magdalena nos permite

establecer una diferenciación fisiográfica entre las tierras altas cordilleranas

(piedemonte cordillerano) y la parte de menor altitud alrededor del cauce del río

(planicie aluvial reciente y colinas aledañas del Terciario Superior): mientras que en la

parte alta de las cuencas de los afluentes se registra un alto nivel de precipitación que

llega a valores superiores a los 1600 mm anuales, en la parte baja la precipitación

desciende hasta los 1000 mm anuales. Igualmente la temperatura también presenta

valores contrastantes, pues mientras en la parte alta oscila alrededor de los 190 C

(enmarcándose en el clima templado), en las partes bajas supera los 240 C

(caracterizándose como clima cálido).

Esta diferencia en temperatura y altitud lleva a que la cobertura vegetal al interior de

estos tres tipos de paisaje también sea diferente. Así, tenemos un tipo de vegetación

xerofítica, más arbustiva y espinosa para los dos primeros tipos de paisaje (bs-T),

mientras que en el piedemonte cordillerano encontramos las zonas de vida de bosque

húmedo premontano (bh-P) y bosque húmedo montano bajo (bh-MB). Siguiendo el

sistema de zonas de vida propuesto por Holdridge (1947), el cual clasifica las diferentes

áreas terrestres según su comportamiento global bioclimático, encontramos que para

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esta zona del valle medio del río Magdalena y para los pisos climáticos anteriormente

referidos, los tipos de cobertura vegetal también se encuentran muy bien diferenciados:

El Bosque seco Tropical (bs-T) está definido como una formación vegetal que presenta

una cobertura boscosa continua y que se distribuye entre los 0-1000 metros de altitud;

presenta temperaturas superiores a los 240 C (piso térmico cálido) y precipitaciones

entre los 700 y 2000 mm anuales, con uno o dos periodos marcados de sequía al año

(Espinal 1985, Murphy & Lugo 1986, IAVH 1997), encontrando vegetación muy verde

y exuberante durante la época de lluvias, mientras que adquiere un aspecto muy seco en

los meses de sequía.

Por encima de los 1000 m.s.n.m. el tipo de bosque cambia dando paso al bosque andino,

que suele dividirse en tres subtipos (Van der Hammen 1992), de los cuales encontramos

el subtipo de bosque subandino por encima del bs-T, caracterizado por un clima más

templado y coberturas arbóreas más densas. Según Rudas et al. (2007: 37), este es el

tipo de bosque que encontraríamos en la vertiente occidental de la cordillera Oriental

entre 1050 y 2400 m.s.n.m., con climas húmedos, muy húmedos y pluviales, que en

condiciones de no intervención favorecen el establecimiento de coberturas boscosas

densas y de porte alto (Rodríguez et al. 2006). Para esta región geográfica, dentro del

bosque subandino encontramos las zonas de vida de bosque húmedo premontano (bh-P)

y bosque húmedo montano bajo (bh-MB), caracterizadas por una temperatura media

anual de 120 C a 240 C y una precipitación promedio de 1000 a 2000 mm anuales.

El relieve también refleja las diferencias entre estos dos tipos de paisaje, pues la parte

alta de la vertiente presenta un sistema quebrado en el que sobresalen las montañas con

cimas estrechas y laderas abruptas con frecuentes afloramientos rocosos, reflejando un

paisaje de laderas de montaña con influencia coluvial en el cual es frecuente identificar

varios niveles de terrazas ubicados sobre algunas laderas próximas a afluentes como el

río Bogotá, así como algunas de mesetas de superficie inclinada. Este relieve ha

propiciado una red hidrográfica reducida en la que por lo general el lecho de sus

corrientes es profundo, formando valles en “V” y ríos con valles estrechos (Peña 1991:

20). Por el contrario, para la parte baja de estas cuencas, en cercanías al río Magdalena,

el paisaje es menos complejo, conformado principalmente por un amplio valle, limitado

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116

por sistemas montañosos. En este sector las cuencas de los afluentes del Magdalena

pierden velocidad y profundidad, dando la apariencia de cursos más apacibles,

rodeados por suaves colinas cuyas alturas oscilan entre los 200 y los 400 m.s.n.m.

(Peña 1991: 19).

Fotografía 1. Paisaje y cobertura vegetal típicos del bosque subandino (bh-P y bh-MB), de la

vertiente occidental de la cordillera Oriental.

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Fotografía 2. Paisaje y cobertura vegetal típicos del bosque seco tropical (bs-T) en las planicies

aluviales del río Magdalena.

En la Fotografía 1 y Fotografía 2 podemos apreciar la diferencia entre los dos tipos de

cobertura vegetal para los dos tipos de paisaje referidos anteriormente. Aunque ambas

fotografías fueron tomadas en la misma época del año, se aprecian las condiciones secas

y la vegetación arbustiva y xerofítica para el paisaje de planicies aluviales (ver

Fotografía 2) en contraste con la densa vegetación boscosa del paisaje más húmedo del

piedemonte cordillerano (verFotografía 1). Este es un claro ejemplo de como a

diferentes niveles altitudinales varían condiciones medioambientales como la humedad,

la temperatura y la cobertura vegetal.

En conclusión, podemos decir que para el sector del valle medio del río Magdalena en el

cual se encontraban asentadas los segmentos panches para el siglo XVI, encontramos

dos grandes unidades paisajísticas diferentes: la primera en las tierras bajas alrededor de

la misma ribera del río Magdalena con un clima cálido, bajos niveles de precipitación,

cobertura vegetal de bosque seco y un relieve ondulado a plano. Por el contrario, el

piedemonte cordillerano se caracteriza por presentar temperaturas más bajas a lo largo

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118

del año, un relieve mucho más quebrado y mayores niveles de precipitación, lo que

genera una vegetación más densa típica de bosque húmedo tropical.

Estas unidades geomorfológicas y paisajísticas las encontramos de igual manera en

ambas márgenes del río Magdalena, no obstante y teniendo en cuenta que la presente

investigación se centra en el análisis de la margen oriental por las razones expuestas en

capítulos anteriores, la información geográfica que a continuación desarrollamos está

haciendo referencia solamente a esta vertiente (ver Ilustración 5).

Ilustración 5. Territorio cultural ocupado por los panches de la banda oriental del río Magdalena

(en el cual el mismo se presenta como límite natural en el extremo occidental del mismo).

Así, concentrándonos en la margen oriental del Magdalena, encontramos que la llanura

aluvial se presenta a lo largo de un eje sur-norte en cercanías del curso actual del río y

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119

se extiende un poco más en dirección oriental hacia la parte sur del territorio ocupado

por los panches en esta banda del río; en cuanto al piedemonte cordillerano, este se

extiende también en un eje sur-norte en el extremo occidental del territorio panche y

presenta una ampliación en la parte norte (ver Ilustración 6).

Ilustración 6. Espacio fisio-geográfico ocupado por los panches en el siglo XVI enmarcado en el

relieve general presente en la zona de estudio (discriminando zonas altitudinales y clima). Los tonos

más oscuros corresponden a espacios con mayor elevación altitudinal y por consiguiente con

menores temperaturas a lo largo del año.

De esta manera, encontramos que aunque la parte oriental de este sector del territorio

corresponde obviamente a las zonas más montañosas y la occidental a las más bajas y

planas, también podemos acotar que el norte de dicha área corresponde a un espacio

más montañoso, mientras que en la parte sur encontramos una mayor cantidad de tierras

bajas, lo cual se puede percibir con mayor claridad al contextualizar la ubicación y

límites aproximados del territorio ocupado por los panches para el siglo XVI en el

relieve registrado para el valle medio del Magdalena.

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120

Como mencionamos brevemente en el Capítulo 3, la delimitación territorial que

seguimos en la presente investigación ha partido de las descripciones de Fernández de

Piedrahita, el cual es el cronista que presenta la más rica descripción en cuanto a este

tema. Aunque autores recientes como Carranza 1934, Herrera 1972, O´neil 1973, Diez

1982, Rozo 1989, Cifuentes 2004, comparten la postura de Fernández Piedrahita, no se

ha llegado a un consenso en cuanto a la delimitación territorial de los panches para el

sector occidental del territorio.

En resumen, todas estas investigaciones que toman como base de partida las fuentes

escritas por los españoles al momento del contacto refieren que los grupos panches

encontrados en el siglo XVI se encontraban ocupando un territorio que incluía la

vertiente media del río Magdalena, incluyendo tanto las tierras bajas de las riberas del

río, como las laderas del piedemonte cordillerano a ambas márgenes del mismo.

En cuanto a las diferencias de opinión con respecto a los límites occidentales de los

panches, autores como O´neil 1973 y otros (Carranza 1934, Herrera 1972, Diez 1982,

Rozo 1989, Cifuentes 2004) dan por hecho la presencia de grupos panches tanto en la

Cordillera Oriental como en la Central aunque sin especificar la extensión de tal

ocupación. Otros autores que abordan más puntualmente el tema de la delimitación

territorial, como Arango, afirman que “del lado occidental del río Magdalena, el

territorio panche debió alcanzar partes de la vertiente oriental de la cordillera central

pero hasta poca altura, pues las montañas se hallaban ocupadas por otros grupos”

(Arango 1974: 25); en contraparte, Rodríguez y Cifuentes extienden los límites

occidentales hasta las tierras altas de la cordillera Central, donde limitarían con grupos

que ocupaban los alrededores del Nevado del Ruiz (2004: 14).

Autores como Martínez (2005) incluso han llegado a sugerir la existencia de una

frontera entre panches y pijaos en algún lugar entre las actuales poblaciones de Ibagué y

Cajamarca, estando esta última en territorio ancestral pijao y la primera en tierras

ocupadas por los panches. Por el contrario, otras investigaciones que sólo han tenido en

cuenta las descripciones de Fernández de Oviedo, han dado por hecho que el límite

occidental panche coincidía con el río Magdalena (Bernal 1946, Hincapié 1952).

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121

Además de la lectura de las crónicas, un análisis toponímico como el presentado por el

Instituto Geográfico Agustín Codazzi - IGAC (1995) permite visualizar una constante

en el nombre de los poblados y accidentes geográficos que encontraron los españoles

dentro de dicho territorio, los cuales muy frecuentemente presentan una terminación en

“aima”. Este hecho ha sido señalado anteriormente por autores como Carlos Cuervo,

quien afirma que "Las tribus caribes del alto magdalena introdujeron a esta región el

vocablo {ima}, originario de la Guayana, usándolo profusamente en los nombres de

casi todos sus pueblos, principalmente entre los panches, los pijaos, los coyaimas y los

natagaimas" (Cuervo 1956: 233).

Las descripciones registradas por los cronistas que hacen referencia al territorio panche

se han visto reforzadas por otros análisis además del toponímico; tal es el caso del

enfoque etnolingüístico abordado por Paul Rivet en su investigación de 1943 en la que

establece una serie de elementos que puede rastrear en la cultura material (como las

representaciones de deformaciones corporales y la implementación de urnas funerarias)

y que estarían directamente vinculadas con los grupos de la familia lingüística karib,

para exponer que las áreas donde se encuentran dichos elementos correspondieron en

algún momento a territorios ocupados por diversos grupos Caribes. De igual manera, al

analizar el territorio ocupado por los panches, encuentra una asociación directa con las

terminaciones de los nombres de poblados y ríos citados por los cronistas, lo que le

permite hacer una delimitación del territorio que coincide con el reportado por las

crónicas.

En conclusión, podemos decir que las investigaciones que han incluido el análisis de

restos de cultura material, toponimia y una lectura más global de las fuentes escritas de

la conquista, coinciden en establecer que el territorio panche se extendía a ambos lados

del Magdalena, aunque no hay claridad sobre los límites del mismo del lado oriental del

río. Según esta reconstrucción territorial, los panches limitaban por el norte con otros

grupos karib como palenques y pantágoras en el río Gaurinó y con los colimas en el Río

Negro (también de filiación karib); al oriente y suroriente con grupos de filiación

lingüística chibcha como los muiscas, que tenían sus límites en el río Bogotá o Patí y en

algunas poblaciones como Subia, Tibacuy, Ciénaga y Tena; el límite sur del lado

occidental del Magdalena lo determinaba el río Coello (límite con los pijaos, también

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karib), mientras que del lado oriental lo marcaba el río Panche (también llamado

Chocho o Fusagasugá) que los separaba de los sutagaos (grupos de filiación chibcha);

finalmente, del lado occidental del territorio aún existen dudas sobre este límite entre

panches y pijaos (ver Ilustración 1), pues no se encuentran datos claros en las crónicas

(Carranza 1934, Rivet 1943, O’neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Rozo 1989,

Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004). Es importante mencionar que esta

delimitación se ha establecido con un objetivo práctico de acotar la ocupación panche

para el siglo XVI, pero no la podemos asumir como una frontera impermeable y rígida,

sin presencia de relaciones interculturales y físicas de parte de los grupos humanos que

ocupaban territorios a uno y otro lado de la misma.

En conclusión, es claro que el valle medio del Magdalena se encontraba habitado por

diversos pueblos de la misma familia karib, tales como pijaos, panches y pantágoras,

ocupando espacios contiguos, algunos de los cuales compartían aspectos socioculturales

muy estrechos como la lengua (Rivet 1943). Todos estos grupos mantenían relaciones

de diverso tipo entre sí (algunos como panches y colimas mantenían una situación de

constante conflicto, mientras que otros como panches y pijaos parecían mantener una

relación más pacífica en la que los nexos se limitaban al intercambio de diversos

productos), lo que ha hecho difícil la delimitación de algunas áreas del territorio.

Teniendo en cuenta lo anterior, a lo largo de la presente investigación tomaremos como

el territorio ocupado por los panches en el siglo XVI el presentado en la Ilustración 1,

dejando en claro que al interior del mismo los españoles encontraron diversos

segmentos ocupando espacios diferenciados.

4.3. Clima y paisaje registrado al momento del contacto

En la actualidad, la colonización campesina y los procesos agrícolas han repercutido en

gran medida en la cobertura vegetal del valle del río Magdalena, generando una gran

pérdida de los bosques originales y dando lugar a campos de cultivo y extensas áreas de

pastura para ganadería. No obstante, parece ser que para el momento de la llegada de los

españoles al territorio ocupado por las poblaciones indígenas, los bosques cubrían gran

parte del territorio ocupado por los panches en diversos niveles del valle medio del

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Magdalena (especialmente en la unida paisajística de piedemonte cordillerano, pues en

las tierras bajas y las llanuras aluviales la sequedad del terreno se constituía en una

limitante a lo largo de amplios sectores para la proliferación de coberturas boscosas

diferentes a la vegetación xerofítica típica del bs-T).

Rodríguez y Cifuentes (2004) entre otros, han expuesto como tras el proceso de

invasión y conquista, los españoles impusieron una economía extractiva que determinó

la sobreexplotación de recursos típicos de estos bosques como la madera y la fauna

asociada a los mismos. Lo anterior, aunado a la dedicación de amplias extensiones de

tierra a la ganadería de bovinos y ovinos a partir del siglo XVII implicó la drástica

reducción de la producción de recursos de estas áreas boscosas. Parece ser que la caza

excesiva y el deterioro de los hábitats específicos de la fauna asociada a estos bosques

conllevó a un déficit alimenticio paras las poblaciones prehispánicas, que habían

desarrollado desde tiempos ancestrales una forma de extracción de recursos que

mantenía el equilibrio de sostenibilidad con dichos ecosistemas (Rodríguez y Cifuentes

2004, Martínez 2005).

Los relatos de los cronistas presentan el territorio habitado por los segmentos panches

como un espacio muy rico en recursos asociados a la multitud de bosques presentes en

dicho espacio biogeográfico; obras como la de Fernández de Oviedo [1526] 1959,

Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601] 1955 y Fernández Piedrahita [1668] 1942, al

realizar las descripciones de los espacios habitados por los panches y las características

de los mismos, los presentan como áreas con una gran abundancia de frutas y cultivos

de diversos productos vegetales. De esta forma, podemos percibir que una de las

mayores riquezas para las poblaciones panches fue la diversidad y abundancia de frutas

que podían extraer y/o cultivar de las plantas típicas de su entorno.

Aunque esta depredación de las coberturas boscosas y el exterminio de especies de

fauna local fue un proceso que se inició desde el mismo momento del establecimiento

de las poblaciones españolas en los territorios indígenas, fue una situación constante que

se siguió desarrollando en la zona durante la colonia. No obstante, las condiciones

climáticas que se registran en la actualidad parecen haber sido las mismas que

determinaban el entorno de las poblaciones humanas asentadas en los dos tipos de

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124

paisaje descritos arriba para el momento del contacto, por ejemplo para la zona baja de

Tocaima, Patiño presenta un descripción tomada en 1544, en donde se describe el clima

para un área del suave valle del río Patí cerca de su desembocadura en el Magdalena:

La ciudad fue fundada en las riberas del río Patí en un pequeño llano dentro de

un valle, rodeado de altas montañas donde el suelo del pueblo era muy seco,

sano y el cielo alegre y claro […] El temple calidísimo excepto en las noches y

las mañanas frescas, no se cambiaba en todo el año (Patiño 1983: 45-46).

En fragmentos como el anterior podemos apreciar que las condiciones de clima cálido

registradas en la actualidad para las tierras bajas, parecen haber sido muy similares a las

existentes en el siglo XVI. Por el contrario, las tierras altas del piedemonte cordillerano

son descritas por los cronistas como sierras montuosas de relieve abrupto en las que

abundaban los bosques húmedos, lo que hacía difícil su exploración y tránsito

(Fernández de Oviedo [1526] 1959, [1570?] 1956, Fernández Piedrahita [1668] 1942,

Zamora, [1668] 1945). Igualmente, se describen especies vegetales como aguacates

(Persea americana), guayabas (Psidium guajava) y guamas (Inga edulis), las cuales

generalmente abundan en la actualidad en tierras de climas templados del piedemonte

cordillerano.

En términos generales, podemos aseverar que la ubicación geográfica y paisajística de

los territorios ocupados por los diversos segmentos panches, le permitía al grupo en

conjunto acceder a una amplia variedad de recursos asociados a las condiciones

climáticas de cada piso térmico. Sin entrar a discutir los procesos socioculturales que

pudieron determinar el acceso de cada uno de los segmentos a los diversos recursos de

la zona, ni las posibles relaciones de intercambio, distribución, redistribución y

limitación en cuanto al acceso a los recursos, podemos aseverar que el territorio

ocupado por los panches en el siglo XVI correspondía a un mosaico de pisos térmicos

en el cual existía una amplia variedad de recursos, lo cual representó una gran ventaja

para las poblaciones humanas que controlaran y accedieran a dichos recursos con

respecto a otras poblaciones y/o grupos étnicos, cuyos territorios incluían una menor

cantidad y variedad de pisos térmicos.

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125

Según las descripciones presentadas por los cronistas, parece ser que la abundancia y

variedad de recursos vegetales constituían uno de los principales renglones en la

economía de los segmentos panches, lo que se traducía en que este fuera uno de los

recursos más valorados por las poblaciones prehispánicas de la región. El proceso de

conquista y posterior establecimiento de las poblaciones españolas en los territorios

ancestrales indígenas implicó la imposición de una economía extractiva y depredadora

que disminuyó en gran medida la abundancia de productos vegetales que se obtenían de

los bosques descritos para el siglo XVI; esta situación aunada a las campañas de tala y

quema adelantadas por los españoles a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI

durante el proceso de exterminio de diversos segmentos panches, así como el

despoblamiento local que se generó tras los procesos de repartimiento y encomienda

implementados desde el inicio de la colonia, determinaron en gran medida la

disminución de los campos de cultivo y por ende la producción agrícola registrada para

la zona por los primeros cronistas.

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126

CAPÍTULO 5

PROCESO HISTÓRICO DEL TERRITORIO PANCHE.

CONTACTO, CONQUISTA E INCLUSIÓN AL NUEVO RÉGIMEN COLONIAL

Como hemos venido mencionando hasta este punto, el proceso de exploración,

conquista e inclusión del territorio panche y la población humana que se encontraba

habitándolo para el siglo XVI, ha quedado ricamente descrito en los documentos

escritos por los cronistas y compiladores españoles de los siglos XVI y XVII. En varios

de los autores referidos jugó un papel primordial la descripción del proceso de conquista,

allí la retórica colonial implementada en la época parece haber dado especial

importancia a describir en detalle el proceso de dominación de un grupo altamente

conflictivo y problemático para los expedicionarios españoles. De esta manera, los

documentos abordados aquí aportan abundante información sobre las estrategias y

respuestas de resistencia de parte de diferentes segmentos panches ante la conquista e

invasión europea. Por el contrario, parece ser que este afán de parte de los cronistas por

justificar las acciones adelantadas por los ejércitos españoles y describir las acciones

heroicas enfocadas a apaciguar a los panches, restó importancia a la descripción de otras

prácticas socioculturales más alejadas del proceso de resistencia tales como la ideología,

la organización sociopolítica, la cotidianidad, el idioma, etc.

De esta forma, en las crónicas abordadas encontramos una gran falencia en cuanto a

ciertos aspectos de la estructura social de los panches como el acceso al liderazgo, el

mantenimiento o la institucionalidad de estos liderazgos y las relaciones sociopolíticas

entre diversos segmentos. No obstante, al hacer una lectura detallada del proceso de

conquista y en especial del tipo de respuestas desarrolladas por diversos segmentos

panches en diferentes sectores del territorio, los documentos referidos aportan

información importante sobre distintas formas de resistencia ante la invasión, así como

estrategias y respuestas sociopolíticas que parecen haber sido igualmente diferentes.

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127

Las descripciones de los cronistas en las que se relatan las campañas de conquista y

exterminio del pueblo panche exponen una clara situación de dominación desarrollada

entre 1541 y la primera década del siglo XVII. A lo largo de este proceso, las primeras

campañas de dominación y control del territorio panche se iniciaron en 1541 tras un

corto periodo de exploración a partir de 1537. El control y ocupación efectivos del

territorio panche se empezó a registrar a partir de 1544, con el establecimiento de un

enclave español desde el cual desarrollar el proceso de conquista en Tocaima, seguido

por el establecimiento de otras dos poblaciones al interior del territorio panche pero en

el margen occidental del río Magdalena como fueron Ibagué en 1550 y Mariquita en

1552 (Aguado [1570?] 1956 Libro V, Capítulo I, Simón [1627?] 1981 Sexta Noticia,

Capítulo XVIII).

Aunque los españoles establecieron enclaves poblacionales desde los cuales coordinar el

proceso de conquista desde épocas tempranas (1544, 1550 y 1552) y centros de

adoctrinamiento religioso en 1556 y 1566, ciertas comunidades panches continuaron

desarrollando un proceso de resistencia a varios niveles durante la segunda mitad del

siglo XVI9. Mientras que en los alrededores de la población de Tocaima, los segmentos

panches que ocupaban la parte sur del territorio comprendido al margen oriental del río

Magdalena experimentaron un rápido ingreso al régimen colonial entre 1543 y 1544 sin

desarrollar mayores procesos de resistencia activa, para la parte norte de este mismo

sector del territorio, los segmentos asentados en las tierras altas montañosas continuaron

desarrollando fuertes procesos de resistencia armada desde las primeras campañas de

exploración en 1538 hasta la última década del siglo XVI. De manera diferente, los

procesos de resistencia indígena registrados para la margen occidental del río

Magdalena por los segmentos panches encontrados por los españoles en dicho territorio

en 1550 fueron rápidamente sofocados, permitiendo el establecimiento de enclaves

poblacionales en dicho territorio entre 1551 y 1552.

Los procesos y campañas de conquista y exploración experimentados de manera puntual

por los segmentos panches asentados en cada sector del territorio se exponen en detalle

9 Investigadores como Gamboa han reforzado esta hipótesis, exponiendo que ni el proceso de conquista

de sociedades como la panche se dio durante los primeros años de la incursión europea, ni que la

asignación de encomiendas o el establecimiento de poblaciones españolas en alguno sector del territorio

son indicadores confiables del final del proceso de conquista (Gamboa 2013: 213-214).

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128

en el Capítulo 6, no obstante, en este punto podemos dejar en claro que al interior del

territorio panche se experimentaron diversas respuestas ante la incursión española, lo

cual a su vez generó distintos desenlaces del proceso de conquista del grupo en general.

Los españoles identificaron que los segmentos panches se encontraban regidos bajo el

control de líderes locales, los cuales se describen en las crónicas con claridad pues tanto

los segmentos como los líderes de cada uno de ellos compartían el mismo nombre. No

obstante, ninguna de las crónicas hace mención a las formas de acceso o mantenimiento

de estos liderazgos locales, por lo que partiendo de la lectura de los documentos de los

siglos XVI y XVII no ha sido posible esclarecer el tipo de organización social que

presentaban los panches para el momento del contacto; tampoco se presentan

descripciones de las instituciones sociopolíticas dentro de estos segmentos, ni las

relaciones jerárquicas que pudieran existir entre los mismos.

Aunque los distintos segmentos asentados en diversos sectores del territorio ocupado

por los panches en el siglo XVI desarrollaron respuestas ante el proceso de invasión y

conquista igualmente diferentes, en términos generales el resultado fue el mismo para

todo el grupo: la extinción física de la etnia y sus instituciones socioculturales en el

lapso temporal comprendido entre 1537 y la primera década del siglo XVII (aunque en

la mayoría de los sectores se dio en un periodo de tiempo mucho más corto). De esta

forma, es claro que el proceso de esclavitud, exterminio físico y desarticulación de la

sociedad panche llevó a que esta se encontrara totalmente fragmentada y prácticamente

extinta para los inicios del siglo XVII, sin que se encuentren mayores referencias en los

documentos escritos a partir de la primera década de 1600.

5.1 Exploración y primeros contactos con los “panches”

Tras establecer algunos asentamientos en cercanías de la Sierra Nevada de Santa Marta

(1525 a 1535), desde los cuales se lideraría en los años siguientes la conquista de los

pueblos más ricos y poderosos de la costa colombiana -principalmente grupos tairona- y

se crearía una serie de asentamientos estables desde los cuales ejercer el control

político-militar (Reichel-Dolmatoff 1951), los españoles optaron por tomar el río

Magdalena como principal vía de acceso para explorar el interior de este nuevo país que

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129

se empezó a conocer con el nombre de Nuevo Reino de Granada (actual territorio de

Colombia, Ilustración 7).

En este proceso de exploración y conquista, siguiendo el curso del río Magdalena10,

ingresaron al interior del continente y en esta ruta, tuvieron noticias de un pueblo en las

tierras altas del Altiplano, “tan rico en oro, que su cacique se bañaba en él” (Jiménez

1962), lo que encaminó su objetivo hacia este sector del territorio. Tras asentarse en la

región central del altiplano cundiboyacense (en donde establecieron alianzas con los

grupos muiscas locales), desplegaron desde allí una serie de campañas militares y de

exploración hacia diversos puntos, de acuerdo a los intereses particulares y posibles

recursos que ofreciera cada región.

A su llegada al altiplano, los españoles encontraron que los muiscas mantenían

relaciones socioculturales de diversos tipos con los grupos vecinos que ocupaban otros

territorios, principalmente de intercambio (Langebaek 1987). No obstante, las relaciones

interétnicas con los grupos que ocupaban el valle del río Magdalena (entre estos los

panches) parecían estar caracterizadas por un constante enfrentamiento bélico, el cual se

veía materializado principalmente en las áreas de frontera, donde los muiscas

establecieron guarniciones militares como puntos de defensa ante eventuales invasiones

(Fernández de Oviedo [1535], Aguado [1570?]).

10 El “Río Grande de la Magdalena” fue llamado así por Rodrigo de Bastidas a su desembarco en la

desembocadura del mismo el 1 de abril de 1501 en honor a María Magdalena (a la usanza de la época).

Los grupos prehispánicos que habitaban en sus riberas le dieron diferentes nombres a lo largo de sus 1540

kilómetros de longitud, encontrándose en los documentos de la conquista denominaciones como Karacalí

en su parte baja y Guacahayo o Guacacayo en su parte media y alta (Castaño 2003, Acevedo 1981).

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130

Ilustración 7. Nuevo Reino de Granada en 1630 (mapa de Willem JanszBlaeu 1630).

Tras su asentamiento en Bacatá (la capital sur de los muiscas), el adelantado Gonzalo

Jiménez de Quesada en 1537 dio la orden al capitán Juan de Céspedes de explorar

nuevas tierras en los alrededores del altiplano. En esta primera incursión al territorio de

los panches, guías muiscas conducen a los españoles hasta Tibacuy, último punto de

defensa en la frontera muisca con estos. A partir de este sitio las tropas se internaron en

territorios del líder local Conchima, donde esperaba un ejército conformado por

guerreros de las poblaciones panches vecinas: anapoimas, calandaimas, colimas,

tocaremas, coyaimas y guataquíes (Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601] 1955,

Fernández Piedrahita [1668] 1942).

De esta forma, el primer contacto entre panches y españoles se registró en 1537 durante

el proceso de exploración de parte de estos últimos hacia el valle medio del río

Magdalena. Este momento inició el proceso de conquista e inclusión de la población

panche y sus territorios bajo el dominio de la corona española. Las incursiones de los

europeos propiciaron el desarrollo de diversos procesos de resistencia entre los

segmentos panches, la mayoría de los cuales respondieron de manera activa,

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131

registrándose abundantes y fuertes enfrentamientos armados, los cuales impidieron un

control y/o libre penetración en el territorio indígena hasta al menos 1544, fecha en que

se logra el establecimiento del primer enclave español en tierras panches (sin que con

ello se lograra el control total de los segmentos que ocupaban diferentes sectores dentro

del territorio panche).

Siguiendo las descripciones de Aguado [1570?] 1956, Simón [1627?] 1981 y Fernández

Piedrahita [1668] 1942, podemos establecer una reconstrucción de las principales rutas

seguidas por las diversas campañas adelantadas por los españoles durante el siglo XVI

para explorar el territorio ocupado por los panches (Ver Ilustración 8):

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132

Ilustración 8. Principales campañas de exploración del territorio panche adelantadas por los

españoles entre 1537 y 1550.

5.2 Exploración del territorio panche (1537 – 1544)

Tras las primeras confrontaciones en 1537, los soldados españoles demostraron su

superioridad bélica a la vez que comprobaron la fuerte resistencia de los ejércitos

panches y el carácter aguerrido de los defensores de estas tierras, por lo que las tropas

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133

de Céspedes decidieron que el contingente de esta expedición era ínfimo para hacerse

cargo de una campaña de dominación de dicho territorio. Por esta razón volvieron a

Bacatá a dar parte de la fortaleza de los ejércitos indígenas y a preparar mayores fuerzas

militares para futuras incursiones (Castellanos [1601] 1955, Simón [1627?] 1981). A

partir de este momento se da una serie de campañas de exploración del territorio

enmarcadas en un fuerte contexto militar de parte de los conquistadores.

Ese mismo año, las tropas de Jiménez de Quesada incursionan por las tierras de

Tocarema al territorio panche, provistas de una abundante caballería y aliados con un

numeroso ejército de muiscas. En ese mismo territorio montuoso de Tocarema se dio

lugar una de las batallas más grandes y decisivas entre panches y españoles, en la cual el

ejército indígena constituido por guerreros de diferentes segmentos fue vencido y

obligado a rendirse (Fernández Piedrahita [1668] 1942, Libro V, Capítulo VII). Tras la

derrota, los panches enviaron a cuatro de sus líderes más notables a entregar las armas

ante los conquistadores y hacer un acuerdo de paz que se selló, a la usanza indígena, con

el pago de un tributo de frutas (cuya abundancia era considerada por los indígenas como

una de sus mayores riquezas), ante lo cual Jiménez de Quesada aceptó los regalos e hizo

que los panches rindieran sus armas ante ellos y los muiscas, dando por asumida la

derrota ante los conquistadores (Fernández de Oviedo [1535] 1959, Castellanos [1601]

1955).

Pese a haberse rendido, al año siguiente (1538) de esta primera victoria española,

algunos pueblos panches (ambalemas, sasaimas, anapoimas, y guataquíes entre otros),

se aliaron bajo el mando de Bituima (líder de un segmento referido con el mismo

nombre, ubicada al norte del territorio panche, el cual adquiriría más renombre e

importancia en campañas militares posteriores) y pasando por las tierras de los

tocaremas y calandaimas, invadieron las poblaciones muiscas de Tibacuy, Subia, Tena,

Zipacón y Bojacá. Para este momento Jiménez de Quesada había partido a Cartagena,

dejando al mando de las tropas españolas a su hermano Hernán Pérez de Quesada, así

que este último debió contener la situación.

Las descripciones más ricas sobre esta campaña militar las aporta Fernández Piedrahita,

quien asegura que Pérez de Quesada atacó a los panches con un contingente de

Page 135: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

134

doscientos hombres de infantería, treinta de caballería y cuatro mil guerreros muiscas

([1668] Libro 8. Capítulo 4). También describe que el ejército panche se refugió en las

tierras montañosas donde tenía su asentamiento Bituima, desde donde resistieron

recurrentes confrontaciones con el ejército español – muisca; por su parte, estos últimos

recorrieron la provincia de los panches en una campaña de exterminio de la población

local, implementando a su paso la táctica de arrasamiento de poblados y campos de

cultivo, mientras que buscaban llegar a las tierras de Tena y Tibacuy (lugares donde

tenían mayor conocimiento del terreno y encontrarían poblaciones aliadas de muiscas).

Según Fernández Piedrahita, a lo largo de esta campaña las más fuertes batallas se

dieron en el sector norte del territorio panche (el área más montañosa del mismo), en

donde se había asentado el ejército panche aliado bajo el mando de Bituima. Dado que

los panches ya se habían enfrentado desventajosamente a la caballería europea y

empezaban a adquirir experiencia en este tipo de situaciones, optaron por atrincherarse

en sierras altas de difícil acceso, desde donde pudieron ejercer la defensa de forma más

efectiva, evitando las ventajas que representaba la caballería de los españoles en terreno

abierto. Como resultado, los panches lograron resistir el ataque de los conquistadores,

mientras que estos últimos debieron limitar su campaña al arrasamiento de tierras y

ejecución de indígenas aislados que encontraron a su paso mientras volvían a las tierras

seguras del altiplano. En conclusión, en esta campaña Pérez de Quesada recorrió la

provincia de los panches, saliendo victorioso en todas las incursiones que realizó, pero

sin lograr la sujeción de estas tierras ni una victoria contundente sobre el ejército panche

(Fernández Piedrahita [1668] 1942).

No existen reportes de otros intentos de incursión al territorio panche ni de

enfrentamientos armados entre estos y españoles hasta el año de 1543, cuando el

gobernador del Nuevo Reino de Granada, don Alonso Luis de Lugo, tuvo noticias de la

existencia de minas de oro al occidente del río Magdalena, en territorio controlado por

segmentos panches asentados en la banda occidental del río. Ese mismo año comisionó

al capitán Hernán Venégas Carrillo para incursionar en territorio de los panches y

pantágoras y verificar la existencia de tal información, a la vez que le fue encomendada

la misión de guerrear a cuanto grupo de panches se cruzara en su camino. En esta

campaña de nuevo incursionaron en la parte norte del territorio panche, en cercanías a la

Page 136: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

135

población de Síquima, donde los indígenas se hallaban aliados bajo el mando de

Bituima y ofrecieron fuerte resistencia armada, con el objetivo de debilitar la resistencia

que se había registrado anteriormente en 1538. Aunque cronistas como Fernández

Piedrahita y Aguado no describen en detalle las batallas de esta campaña, limitándose a

mencionar los resultados de la misma, la descripción más tardía de Simón [1627?] se

preocupa por exacerbar el carácter bélico y “salvaje” del ejército panche, a la vez que

calcula su número en veinte mil guerreros, lo cual es un mero cálculo especulativo

permeado por la visión subjetiva del autor y los intereses políticos y morales del mismo

a la hora de exponer una versión de los hechos acorde a la retórica colonial que hemos

referido anteriormente.

Tras una corta incursión en las tierras de la banda occidental del río Magdalena

buscando identificar la localización de las minas de oro referidas por informantes

indígenas, Venégas marchó de vuelta hacia el altiplano y a su regreso fundó la

población de Tocaima (abril de 1544) en las tierras bajas del territorio panche, con el

objetivo de tener un enclave español desde el cual dirigir la conquista de las tierras

panches y asegurar el acceso a las minas de oro recién descubiertas (Aguado [1570?]

1956 Libro V, Capítulo I, Simón [1627?] 1981 –tomo III-, Fernández Piedrahita [1668]

1942 Libro X Capítulo IV).

En cronistas como Fernández Piedrahita y Aguado no encontramos referencia a esta

incursión, por lo que las descripciones más ricas de esta primera incursión española a la

margen occidental del río Magdalena las aporta Simón en su sexta noticia historial,

exponiendo que el capitán Venégas logró identificar las referidas minas de oro, las

cuales se localizaban en dicho sector del territorio panche (al otro lado del río

Magdalena) en un área inexplorada hasta ese momento (1543). Aunque las

descripciones de Simón exponen la ocupación de este sector del territorio por otros

segmentos panches diferentes a los conocidos por los españoles en la margen oriental

del río, no se hace referencia explícita al proceso de conquista ni a las características del

contacto entre estos y los españoles para este primer momento de la conquista (Simón

[1627?] 1981 Sexta Noticia Historial. Capítulo XXXVII).

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136

Simón deja muy en claro que estos territorios también se encontraban ocupados por

segmentos panches, que aunque no eran los mismos que los registrados del lado oriental

del río, si hacían parte del mismo grupo étnico. También expone que esta banda del río

(al igual que la oriental) se encontraba habitada por variados segmentos independientes:

De manera que estas dos ciudades Ibagué y Mariquita se poblaron en los

términos y sobras de la ciudad de Tocaima que por otro nombre llamaron de los

panches a quien le dieron en sus primeros comienzos por términos toda la tierra

que poblaban los indios de este nombre, aunque era dilatadísima por una banda

y otra del rio Grande y dentro de sí comprendía muchas y varias provincias,

debajo de este nombre de panches. (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia, Capítulo

XXXVII: 54).

Tras el “descubrimiento” de estas minas de oro, no encontramos más referencias a los

territorios de esta margen occidental del río Magdalena, ni a los segmentos panches que

los ocupaban, ni a las relaciones que se pudieron haber llegado a desarrollar entre

indígenas y españoles hasta el año de 1550, cuando aparece en las obras de Simón y

Aguado la referencia a las primeras incursiones de conquista propiamente dicha de parte

de los europeos.

Retomando la campaña de exploración de Venégas (1543-1544), tras la primera

incursión al margen occidental del río Magdalena y haber establecido la primera

población hispana en territorio panche (Tocaima), el ejército español retornó al altiplano

sin adelantar otras actividades de exploración ni conquista, tomando la misma ruta

anterior, con el objetivo de intentar un nuevo ataque a los panches que seguían

ocupando su posición en las tierras altas y montañosas del norte del territorio en las que

se encontraban antes. Simón describe detalladamente los pormenores de estas

confrontaciones armadas en las que los españoles de nuevo se encuentran ante fuertes

adversarios que impiden la dominación y control de estas tierras, pero no hace ninguna

mención al desenlace de estos combates, sin quedar clara la situación de los panches de

estas tierras altas con posterioridad a los mismos (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia).

Page 138: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

137

En resumen, de la lectura de estas campañas de exploración entre 1537 y 1544 hemos

podido extraer que la ocupación panche incluía territorios a ambos lados del río

Magdalena, lo que nos lleva a concluir que diversos segmentos ocupaban espacios sobre

la cordillera central en la banda occidental del río, de la misma manera que otros lo

hacían en la margen oriental del río sobre la cordillera Oriental (ver Ilustración 8).

Aunque las descripciones de los cronistas presentan un consenso en cuanto a los límites

y los territorios ocupados por los panches para el siglo XVI en la margen oriental del río,

no presentan mayor información sobre las áreas ocupadas por los segmentos asentados

del otro costado (Aguado [1570?] 1956, Fernández Piedrahita [1668] 1942, Zamora

[1668] 1945, Simón [1627?] 1981); de hecho, ninguna crónica presenta información

sobre este territorio para antes de 1550, pues como hemos mencionado anteriormente,

tras la fugaz campaña de exploración de Venégas Carrillo en 1543, tan sólo hasta 1549

se dio autorización oficial a conquistadores españoles para que incursionaran y

adelantaran labores de conquista y fundación de enclaves españoles en la banda

occidental del río Magdalena (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia, Capítulo XXXVII;

Aguado [1570?] 1956, Libro VIII, Capítulo I).

En cuanto a los documentos escritos de la segunda mitad del siglo XVI en adelante, el

territorio ocupado por los panches se menciona bajo el título de dos grandes provincias.

De un lado, los segmentos y territorios de la banda occidental del Magdalena, las cuales

empezaron a ser administradas desde las ciudades de Ibagué, Mariquita y Honda; esta

provincia se conoció como la Provincia del Lado Occidental y aparece en los

documentos como dependiente de las tres poblaciones españolas referidas. Del lado

oriental tenemos la “Provincia de Tocaima”, bajo la cual se administraron todos los

segmentos panches asentados en la banda oriental del río Magdalena, desde el río

Coello al sur hasta el Río Negro al norte (Martínez 2005).

En la Ilustración 9 podemos apreciar cual sería la distribución político-administrativa

que se dio a partir del siglo XVI por los españoles para el territorio ancestral ocupado

por los panches al momento de la conquista. Podemos apreciar claramente que el eje

divisorio de las dos provincias fue el curso del río Magdalena:

Page 139: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

138

Ilustración 9. Territorio ocupado por los panches en el siglo XVI y las divisiones político-

administrativas asignadas por los españoles en torno a las poblaciones de Tocaima (margen oriental)

y Honda, Mariquita e Ibagué (margen occidental).

De esta forma, al igual que anteriores investigadores que han abordado la problemática

territorial panche e intentado definir los límites territoriales para la ocupación

prehispánica (Carranza 1934, Rivet 1943, O’neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Rozo

1989, Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004, Díaz 2014), encontramos que no

existen datos claros que nos permitan establecer una ubicación espacial precisa de los

segmentos asentados en el sector occidental del territorio panche en sí, ni de los límites

territoriales con otros grupos étnicos para antes de 1550. Por el contrario para la

provincia de Tocaima, su jurisdicción se encuentra muy bien delimitada y abarcaba

desde el mismo río Magdalena en la parte baja, ascendiendo por la vertiente occidental

de la Cordillera Oriental hasta limitar con las tierras frías del altiplano. De esta forma,

esta clasificación sociopolítica de inicios de la colonia incluyó un espacio diverso con

Page 140: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

139

tierras altas cordilleranas (piedemonte cordillerano) y tierras bajas alrededor del cauce

del río (planicie aluvial reciente y colinas aledañas del Terciario Superior).

5.3 Fundación del primer enclave español en territorio panche e inicio del proceso de conquista de los diversos segmentos

Como abordaremos a lo largo del presente apartado, al iniciar el proceso de

repartimientos y concentraciones poblacionales, la mayoría de las facciones o

segmentos indígenas ingresó al régimen colonial convirtiéndose en los “pueblos de

indios” establecidos por los españoles. El patrón de asentamiento disperso típico de las

sociedades indígenas fue reemplazado por el patrón nucleado en el que fue más fácil el

control y ejercicio del poder sobre la población. “La administración de estos

repartimientos se ejercía por varios Regidores y dos Alcaldes, nombrados entre los

incondicionales del adelantado o gobernador de la provincia, que tenía por superior

inmediato, en asuntos de justicia, a la Real Audiencia, que a su vez, se subordinaba al

supremo Consejo de Indias” (Bernal 1946: 69).

Para la margen oriental del río Magdalena, la fundación de la población de Tocaima en

1544 representó para los españoles la ventaja de contar con un asentamiento al interior

del mismo territorio panche, desde el cual desarrollar varios procesos asociados a la

conquista de esta zona y sus pobladores: Uno, liderar las campañas de exploración y

conquista de las tierras referidas para el margen occidental del río Magdalena; Dos,

adelantar las campañas militares contra los segmentos que continuaban desarrollando

procesos de resistencia armada al interior del territorio indígena (en el costado oriental

del río Magdalena); Tres, establecer enclaves religiosos como conventos y claustros

desde los cuales iniciar el proceso de evangelización de la población indígena

recientemente incluida al régimen colonial.

En cuanto a las descripciones de lo acontecido durante la fundación de Tocaima, los

documentos de Zamora y Aguado presentan la mayor riqueza de datos acerca de las

características de los pobladores de esta región; ambos coinciden en que parece haber

una diferencia entre este segmento y otros registrados por los españoles hasta el

Page 141: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

140

momento: Según Zamora el “cacique” de esta zona (refiriéndose a Guacana) era el más

poderoso de la provincia de los panches y el que mayor número de vasallos tenía a su

mando (Zamora [1668] 1945: Libro Segundo. Capítulo XIX); según Aguado, a

diferencia de lo registrado entre los otros grupos panches con los cuales tuvieron

contacto los españoles, estos guacanaes o guacanas portaban objetos y adornos de oro,

lo cual a la visión del cronista sería reflejo de una mayor riqueza económica con

respecto a otros segmentos panches (Aguado [1570?] 1956 Libro V, Capítulo I).

El proceso de conquista y colonización de estas tierras de Tocaima y sus alrededores se

encuentra ricamente descrito en las obras de Aguado y Simón, quienes coinciden en que

al llegar Venégas a este territorio habitado por los guacana o guacanaima, se encargó a

Yáñez Tafur la exploración de los alrededores, sin que se encontrara mayor resistencia

de los indígenas locales (al contrario de lo experimentado con los grupos de las tierras

altas durante las campañas adelantadas desde 1537). Según Aguado, tras el obsequio de

regalos y discursos de paz, los indígenas optaron por servir a los españoles en vez de

mostrar alguna resistencia:

[…] dándoles algunas cosas de rescates de España, como eran bonetes,

cuchillos y cuentas, que no fue poca parte para que viniesen a servidumbre

como vinieron de su propia voluntad y sin fuerza de armas; porque

considerando los bárbaros el daño que de los nuestros habían recibido, y que no

era menor el que les estaba aparejado si con obstinación tardaban en dar la paz

a los españoles, acordaron de hacer de voluntad lo que entendían habían de

hacer por fuerza; y así, otro día por la mañana, tomando de las cosas de comer

que en sus casas tenían, se fueron al real de los españoles a darles las gracias

por el beneficio de les haber soltado y enviado a sus parientes y amigos, y a se

les ofrecer a servidumbre para todo lo que les quisiesen mandar (Aguado

[1570?] 1956 Libro V, Capítulo I).

De fragmentos como el anterior, se puede percibir que los segmentos panches asentados

en el territorio de guacana no presentaron mayores procesos de resistencia ante la

incursión española en su territorio, por el contrario, propiciaron la permanencia de los

conquistadores en este sector del territorio suministrándoles distintos tipos de recursos

Page 142: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

141

así como poniéndose a su servicio, lo que determinó que en este espacio se estableciera

el enclave buscado por Venégas.

Aguado menciona además, que el establecimiento de esta relación pacífica entre

panches de guacana y españoles se veía reflejada a diario en los regalos y tributos que

estos últimos recibían de los primeros (especialmente en alimentos); esta percepción de

los indígenas locales lleva a que las descripciones de estos en crónicas como la de

Aguado, sean opuestas a las referidas a segmentos panches de otros sectores del

territorio, oponiendo conceptos como “barbarie” y “salvajismo” a “nobleza” y

“generosidad”:

Esta gente Panche son de tan noble condición que no tienen cosa suya que no la

comuniquen y den con maravillosa liberalidad a cualquiera persona, aunque

sean sus enemigos, salvo si actualmente están en la guerra contra ellos; y así

demás de por ser ellos naturalmente inclinados a esta generosidad, por los

beneficios que el día antes habían recibido de los nuestros, les traían mucha

comida (Aguado [1570?] 1956 Libro V, Capítulo I).

En los anteriores fragmentos de la obra de Aguado se puede apreciar que la retórica

literaria con la cual se describe a estas poblaciones de guacana dista mucho del canon

“salvaje y bárbaro” implementado para estigmatizar a los segmentos descritos con

anterioridad a 1544, los cuales se encontraban asentados en otros sectores del territorio

panche explorado hasta dicha fecha. De esta forma, la lectura de obras como la de

Aguado lleva al lector a concluir que la respuesta cultural de segmentos como el de

guacana difiere de manera contrastante con la exhibida y desarrollada por otros

confrontados anteriormente.

Al parecer, no eran los guacanas los únicos grupos panches que desarrollaron este tipo

de respuesta apacible y “amable” ante los conquistadores. Venégas en su búsqueda por

conquistar las zonas adyacentes a su nuevo enclave, encargó a sus capitanes explorar los

alrededores de este sector del territorio panche, intentando atraer por la paz a otros

segmentos como el de los jáquimas y otaimas. De esta forma, aunque en un primer

momento estos grupos mostraron hostilidad verbal, se obtuvo una rápida “paz” sin

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142

mayor esfuerzo con la mayoría de estos segmentos de esta zona de las tierras bajas de la

provincia de los panches (Aguado [1570?] 1956 Libro V, Capítulo I).

Aguado y Simón exponen de manera muy explícita que este tipo de respuesta “dócil” y

poco hostil de parte de las poblaciones prehispánicas de la zona favoreció el

establecimiento de alianzas entre los segmentos panches asentados en este sector del

territorio y los conquistadores españoles durante la campaña de 1544. Al parecer, al

contrario de los registros reportados para las tierras altas luego de la primera incursión

de los españoles en 1537 y 1538 (tras lo cual los segmentos indígenas continuaron

desarrollando un comportamiento beligerante caracterizado por la resistencia activa y

directa ante las posteriores campañas de exploración e invasión), los pactos de paz

establecidos con las poblaciones de esta parte baja del sur del territorio en 1544 se

mantuvieron sin mayores sublevaciones desde este momento en adelante (Aguado

[1570?] 1956, Fernández Piedrahita [1668] 1942, Simón [1627?] 1981).

Estas alianzas se dieron con líderes locales como Lachimí, Lutaima, Conchaima y

Guacana durante 1544; aunque ese mismo año se registró la sublevación de parte de

Lachimí, su apaciguamiento por parte de Venégas recibió un importante apoyo militar

de la alianza con Guacana especialmente en la batalla del 27 de junio de ese año, lo que

dejó muy bien demostrada la lealtad de este último rendía al ejército español

(Castellanos [1601] 1955, Simón [1627?] 1981).

La alianza entre españoles y guacanas (así como entre españoles y otros segmentos

panches) dio lugar a la formación de un ejército conjunto, con el cual se dirigieron

campañas de conquista y exterminio a otros segmentos asentados en los alrededores de

guacanaima, que resultaban peligrosos para los recién establecidos españoles y que a su

vez parecían mantener enemistades con los mismos guacanas. De esta forma, se libraron

batallas contra los lachimíes, lutaimas, calandaimas, anapoimas e iqueimas en las cuales

tras sangrientos enfrentamientos, siempre salió victorioso el ejército español – guacana,

logrando el control de los alrededores de la zona de Tocaima. Como resultado de esto,

para 1544 se dio parte oficial al adelantado don Alonso Luis de Lugo de la fundación de

Tocaima y de la conquista y pacificación de los líderes locales y sus vasallos a la corona

española.

Page 144: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

143

Es importante mencionar que este informe dirigido a Luís de Lugo no presuponía el

control de la totalidad de los territorios y poblaciones panches por el ejército español. Se

había establecido el primer asentamiento europeo al interior de la llamada “provincia de

los panches” (Provincia de Tocaima), desde el cual se adelantarían campañas de

exploración hacia la otra banda del río Magdalena y de conquista a los segmentos que

continuaban presentando resistencia armada en la parte norte y nororiental del territorio

panche en la banda oriental del río.

La fundación de Tocaima implicó el establecimiento de una primera población española

al interior del territorio panche. Aunque como hemos visto, algunos segmentos se

aliaron a los invasores, muchos otros continuarían desarrollando procesos de resistencia

activa durante la segunda mitad del siglo XVI (en especial los asentados en el sector

norte y nororiental de esta parte del territorio). De esta forma, el establecimiento de un

enclave español en este sector sur del territorio oriental, representó la posibilidad de

coordinar y dirigir más fácilmente campañas de apaciguamiento, enfocadas a la

dominación de estos segmentos que continuaban representando una amenaza para el

control del área, pero no implicó un control total del territorio ni de la totalidad de las

poblaciones panches. Al contrario, lo que se empieza a vislumbrar a partir de este

momento es una diferencia entre el sector sur de esta parte del territorio panche, en el

cual se encuentra el enclave español y los segmentos indígenas bajo el control europeo,

y el sector norte, donde se encuentran los segmentos que continúan desarrollando una

resistencia armada y activa a la incursión española (Aguado [1570?] 1956, Fernández

Piedrahita [1668] 1942, Simón [1627?] 1981).

En términos generales, los segmentos del sector sur del territorio panche fueron

incluidos rápidamente bajo el control de los españoles, los cuales aprovecharon el

establecimiento de alianzas con algunos líderes locales para acelerar el control de esta

área. Este no fue el caso del sector oriental y nororiental del territorio, donde los

segmentos indígenas mantuvieron un fuerte proceso de resistencia activa caracterizado

por un constante enfrentamiento armado que se mantuvo hasta finales del siglo XVI o

incluso hasta la primera década del siglo XVII (Simón [1627?] 1981, Fernández

Piedrahita [1668] 1942).

Page 145: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

144

5.4 Procesos de resistencia ante la conquista en los sectores norte y nororiental del territorio

Concentrándonos en la banda oriental del territorio ocupado por los panches para el

siglo XVI, en la parte más montañosa del mismo, en los sectores norte y nororiental, los

españoles encontraron que los segmentos indígenas no demostraron sumisión ante las

primeras incursiones, por el contrario parece que se organizó un contingente militar para

rechazar y defender todas y cada una de las campañas de exploración armada que se

adelantaron durante la segunda mitad del siglo XVI. Así, los cronistas registran un

fuerte proceso de resistencia armada caracterizada por constantes y recurrentes batallas,

aunque no se describe una victoria contundente del ejército español con la que se

obtuviera un control definitivo de esta parte del territorio (Simón [1627?] 1981,

Fernández Piedrahita [1668] 1942, Castellanos [1601] 1955).

Como hemos expuesto anteriormente, los segmentos panches asentados en las tierras

altas del norte y nororiente del territorio desarrollaron un fuerte proceso de resistencia

armada ante la invasión española, el cual impidió el establecimiento de enclaves

españoles en esta parte del territorio durante los primeros años de la conquista. De la

misma manera, fue un factor determinante para que las constantes campañas de

exploración y conquista adelantadas por los europeos entre 1537 y la década de 1550 no

obtuvieran el resultado esperado por estos últimos, lo que se tradujo en que el control de

estas poblaciones y territorios se dio en un momento posterior al registrado para otros

sectores del territorio panche.

Aunque varios cronistas describen en detalle las batallas que se libraron entre españoles

e indígenas en este sector del territorio durante la segunda mitad del siglo XVI (Aguado

[1570?] 1956, Simón [1627?] 1981, Fernández Piedrahita [1668] 1942, Castellanos

[1601] 1955), ninguno de los autores presenta o describe una batalla decisiva en la cual

la victoria española habría supuesto la derrota de los ejércitos panches; por el contrario

se describen continuos enfrentamientos en los que sin darse victoria de uno u otro bando,

la resistencia panche prevalece, evitando que territorios y poblaciones caigan bajo el

control de los europeos (1537 a 1589). De esta forma, nos encontramos frente a un

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145

estado de incertidumbre en cuanto al momento y las condiciones en que se venció la

resistencia indígena y se obtuvo el control definitivo de la zona.

Aunque no contamos con un dato claro que nos indique el momento histórico en que se

dio el control español y derrota de estos procesos de resistencia armada, podemos tener

en cuenta datos como los aportados por investigaciones como la de Gómez, que

presentan un balance de las fundaciones de los principales centros poblados españoles

en territorios que estuvieron ocupados por los panches para el siglo XVI, los cuales

generalmente correspondían a los espacios habitados anteriormente por los segmentos

que mantenían una relación toponímica con los mismos (Gómez 2003). Sin entrar a

discutir la correspondencia exacta entre la posición geográfica de las poblaciones

españolas fundadas entre los siglos XVI y XVII, y los asentamientos de las poblaciones

descritas en las crónicas, sí podemos atrevernos a decir que las fechas de estos

establecimientos españoles debieron haber sido posteriores al control de los territorios

indígenas; en otras palabras, sólo hasta que los ejércitos españoles lograron someter los

procesos de resistencia activa tan ricamente descritos por los cronistas, pudieron haber

logrado un control de los territorios y las poblaciones tal, que les permitiera la

fundación de dichos centros poblados.

De acuerdo a lo anterior, teniendo en cuenta las fechas de las fundaciones encontradas

por Gómez para este sector norte del territorio panche (Guaduas en 1614, Honda en

1643, Quebradanegra en 1694, Chaguaní y Sasaima en 1770 y Nocaima en 1794),

podemos concluir que el proceso de resistencia indígena determinó que el control del

territorio por parte de los españoles en este sector se diera en un momento muy posterior

al registrado para otras áreas del territorio panche. Sin cuestionar qué tan inmediatas

fueron las fundaciones de poblaciones españolas tras el sometimiento de los procesos de

resistencia indígena, dado que en el intermedio pudieron haberse desarrollado procesos

de exterminio físico y cultural, al igual que estados de arrasamiento y abandono y

reocupación de los espacios locales, podemos extraer que el proceso de resistencia

armada indígena demoró al menos hasta el inicio de siglo XVII el establecimiento de

poblaciones españolas en este sector norte y nororiental del territorio.

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146

A partir de 1556 el régimen colonial en búsqueda de un mejor control y sometimiento

de la población indígena, implementó la institución conocida como “encomienda”,

mediante la cual se asignaba a doctrineros y “encomenderos”, grandes extensiones de

tierra y poblaciones humanas por jurisdicción, lo que les permitía un control territorial y

físico de los segmentos locales (Bernal 1946). Los encomenderos de estas agregaciones

de poblaciones indígenas también tenían el deber de garantizar el adoctrinamiento de las

mismas, por lo que muchos de los poblados recién fundados se concentraron en torno a

una parroquia o doctrina, lo cual dio origen a muchas de las poblaciones existentes en la

actualidad y que han mantenido en su nombre el legado de los segmentos indígenas de

los que se conformaron y/o el territorio al que pertenecieron. Es importante dejar claro

aquí que la institución de la encomienda se aplicó a todo el territorio panche (así como a

otros territorios y poblaciones indígenas a lo largo y ancho del continente) por lo que

alteró las estructuras sociales, políticas, poblacionales y familiares de todos los

segmentos panches en todos los sectores del territorio anteriormente mencionados.

De esta forma, dado que no contamos con datos puntuales en las crónicas que describan

la forma en que se incluyó a la población panche de estos segmentos al régimen colonial

de finales del siglo XVI e inicios del siglo XVII, es necesario echar mano de datos

administrativos que nos permitan formular una aproximación a este proceso. La

distribución de tierras indígenas se vio acompañada por el establecimiento de conventos,

desde los cuales se dirigían las misiones de adoctrinamiento a los naturales,

desarrollando de manera paralela la obra de control político, social y religioso. Aunque

en el caso de Tocaima se contaba con un convento dominicano establecido casi desde el

momento mismo de la fundación de la ciudad (1544), fue sólo hasta 1566, bajo el

vicariato de Fray Francisco Venegas, que se autorizó la fundación de otros conventos y

doctrinas en esta provincia, tal es el caso del Convento de Tocarema, desde el cual se

administró la evangelización de los indígenas asentados en las tierras altas del territorio

panche durante la segunda mitad del siglo XVI (Bernal 1946).

De esta forma, la información eclesiástica para la zona expone que con el

establecimiento del primer convento de la orden franciscana en la zona (Convento de

San Vicente de Tocarema) se administró y dirigió la campaña evangelizadora a las

poblaciones indígenas del sector norte del territorio panche:

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147

Para el de Tocarema y fundador de su convento, nombró el Padre Vicario

General al Padre Fr. Lope de Acuña, uno de los primeros conquistadores de la

nación de los panches. Fundó el convento con el título de San Vicente de

Tocarema y se le asignaron con sus doctrineros los pueblos de Ciénaga, Zúnuba,

Tena, Anolaima, Paima, Matima, Vituima, Zíquima y Manoa. Todos tenían sus

caciques con innumerables indios panches poblados por aquellas serranias…

(Zamora [1668] 1945: Vol 2: 180).

El establecimiento de estas instituciones religiosas y la documentación en torno a las

mismas aporta valiosa información sobre el proceso experimentado por la población

indígena durante este momento de la conquista. Por ejemplo, la descripción de un

cronista vinculado profundamente con el ejercicio religioso como Zamora, expone

claramente que para este año de 1566 la población indígena aún parece ser abundante en

los segmentos asentados en la zona. Aunque Zamora centra su descripción en el

componente religioso de la conquista, se percibe que para este momento la población

indígena aún mantiene ciertas estructuras sociales como la dependencia de un líder local

y la pertenencia a los segmentos descritos desde las primeras campañas de exploración.

Otros datos como los recopilados por Bernal para el área puntual de las poblaciones de

Síquima, Bituima y Manoá exponen que para 1606 se registra uno de los últimos

procesos de ataque indígena a los asentamientos españoles de la zona: Según Bernal,

Manoá fue un importante caserío durante la primera mitad del siglo XVII por el

desarrollo del mismo como punto de intercambio y mercadeo de productos; los registros

de la colonia le permitieron al autor rastrear uno de los últimos ataques al mismo, en el

cual los indígenas de los alrededores incendiaron la población en 1606 (Bernal 1946).

Datos como los anteriores nos permiten concluir que el proceso de conquista en la parte

alta de los sectores norte y nororiental del territorio panche estuvo mediado por un

fuerte proceso de resistencia activa y armada indígena ante las campañas de exploración

y conquista adelantadas por los españoles a lo largo de la segunda mitad del siglo XVI.

Esta situación determinó que tras las primeras incursiones en esta parte del territorio

indígena desde 1537, no se lograra el establecimiento de instituciones españolas de

ningún tipo hasta 1556, año en que se establece el primer centro de adoctrinamiento

Page 149: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

148

religioso y momento para el cual aún se mantienen diversas instituciones y estructuras

indígenas.

Desde la misma década de 1550, se empezaron a analizar diversas rutas por las cuales

podría trazarse un camino que conectara a Santa Fé (Bogotá) con el río Magdalena,

comunicando las tierras altas del Nuevo Reino de Granada con el río, pues este

constituía la única vía de comunicación y transporte desde el interior del país hacia el

océano y de ahí a Europa. Este camino real se diseñó cruzando el norte del territorio

panche hasta la ciudad de Honda y para su construcción se implementaron inicialmente

indígenas de las encomiendas de Bojacá y Facatativá (poblaciones muiscas del

altiplano). Se cuenta con registros de que la construcción de este camino, así como sus

trabajadores, fueron frecuentemente asediados por las hostilidades de segmentos

panches de los alrededores (Bernal 1946: 70), lo que es un claro indicador de la

resistencia que aún presentaban los segmentos asentados en este sector del territorio

para la década de los cincuenta y que para este momento no existía aún un control total

del territorio panche.

Aunque los procesos de resistencia se siguen registrando durante la segunda mitad del

siglo XVI, el último de que tenemos registro se da en 1606, lo cual es un claro indicador

que para esta fecha aún se conserva algún acervo de las instituciones sociales indígenas

que permitían dar continuidad al proceso de resistencia activa evidenciado durante la

segunda mitad del siglo XVI. Estos procesos desaparecen para inicios del siglo XVII, lo

que nos lleva a suponer que para dicho momento las consecuencias acarreadas por el

proceso de conquista habían desestructurado totalmente a los segmentos panches de la

zona.

5.5 Conquista de la margen occidental del río Magdalena

En cuanto a la conquista del sector occidental del territorio panche (del otro lado del río

Magdalena), las primeras incursiones militares no se dieron hasta la década de 1550,

cuando se comisionó al capitán Andrés López de Galarza para establecer una población

española en este sector del territorio (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia, Capítulo

XXXVII). Como se mencionó anteriormente, los registros escritos no reportan ninguna

Page 150: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

149

campaña de exploración de dicho sector del territorio entre 1543 y 1550, por lo que los

datos con que contamos en cuanto a la población indígena de este lado del río son

mucho más tardíos a los referidos para el sector oriental del territorio panche:

Pero antes de que dieran esta confirmación y licencia habían dado otra en dos

de junio del año mil quinientos cincuenta a los mismos Oidores al capitán

Andrés López de Galarza para que entrase por otra parte a la misma conquista

de los panches […] para que por muchas pudiesen entrar diversas tropas de

soldados para diversas conquistas. A esta salió el Andrés López de Galarza de

esta ciudad de Santafé con razonable copia de soldados y la brevedad que pudo,

tomando su derrota al Occidente y pasando por los indios conquistados en las

provincias vecinas al Tocaima y nueva ciudad que estaba ya poblada, paso el

Rio Grande de la Magdalena, desde donde por comenzar allí su conquista, la

fue haciendo con hartas dificultades, pues compraban cada palmo de tierra que

iban ganando con sangre y vidas de soldados e indios amigos que llevaban de

servicio […] (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia, Capítulo XXXVII).

En este apartado de Simón encontramos que los segmentos asentados en el sector

occidental del territorio fueron percibidos como hostiles ante el proceso de conquista

adelantado por los españoles a partir de 1550. Tanto en la obra de Simón, como en la de

Aguado, se describe que en estas campañas de conquista los grupos de este sector

desarrollaron una fuerte resistencia armada ante la incursión europea, lo cual se expone

claramente en los enfrentamientos de Ibagué (Octubre de 1550) y Mariquita (Agosto de

1551); no obstante, estas son las dos únicas campañas que se describen para inicios de

la década de 1550 y las mismas parecen terminar con una rápida victoria absoluta del

ejército español sobre los indígenas sin mayor dificultad (Simón [1627?] 1981 Sexta

noticia, Capítulo XXXVII; Aguado [1570?] 1956 Libro VIII, Capítulo I).

En la obra de Aguado se describe la fundación de Mariquita para el año de 1552 por el

capitán Francisco Núñez Pedroso; en apartes de la descripción de estos eventos

podemos extractar que aunque existió un proceso de resistencia armada, los ejércitos

indígenas no pudieron soportar el embate español y sucumbieron rápidamente, lo que

Page 151: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

150

implicó el establecimiento de un control de la zona en un periodo de tiempo bastante

corto:

El capitán Pedroso […] tomó consigo una parte de los españoles y volvió a la

poblazón de Vrina, donde hizo algún castigo y estrago en los indios, de suerte

que, en pocos días, después de haber andado aquella poblazón y otras a ella

comarcanas, y holládolas con algún rigor, constriñó a los naturales a que les

saliesen de paz y les fuesen amigos y feudatarios; y hecho esto en aquella parte

de Vrina que parecía ser más necesario, discurrió por toda la tierra y

poblazones de ella, y después de haberla andado y haberle salido de paz todos

los indios de ella, se volvió a su alojamiento, donde por el año de mil quinientos

cincuenta y dos pobló la ciudad de San Sebastián de Mariquita en el sitio y

lugar que hoy permanece […] (Aguado [1570?] 1956 Libro VIII, Capítulo XIII).

La obra de Aguado también expone claramente algunos hechos que demuestran que tras

la incursión armada española, sólo hicieron falta algunos castigos ejemplares para lograr

la completa sumisión de los indígenas de estos segmentos:

Los soldados tomaron los cinco indios, y a los tres ahorcaron y a los dos

empalaron, con cuyas muertes quedaron tan hostigados y escarmentados los

demás que nunca tornaron dende en adelante por mucho tiempo a intentar

ningunas novedades, especialmente los de Gualí, Guasquia y Mariquita, mas

desde en adelante vinieron al pueblo a servir en doméstica servidumbre, lo cual,

visto por el capitán Pedroso, los repartió y dio en depósito a todos los que lo

habían trabajado en aquella tierra; […] (Aguado [1570?] 1956 Libro VIII,

Capítulo XIII).

Aguado y Simón son los cronistas que presentan las mayores descripciones para las

campañas de conquista y exploración de la margen occidental del río Magdalena, pero

además de los enfrentamientos con los segmentos panches en cuyos territorios se

fundaron posteriormente las ciudades españolas ya mencionadas (Ibagué y Mariquita),

no se presentan mayores registros sobre otros enfrentamientos con grupos indígenas, de

Page 152: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

151

donde podamos extraer datos sobre las respuestas culturales desarrolladas por las

poblaciones panches ante el proceso de conquista.

En conclusión, podemos decir que para el sector occidental del territorio panche, las

campañas de exploración y conquista se adelantaron en un momento más tardío que

para su contraparte oriental; no obstante, el proceso de fundación de enclaves españoles

desde los cuales hacer más efectivos diversos procesos de la conquista se dio de una

forma más rápida y efectiva, lo que conllevó a una pacificación fulminante y a un

control de la zona de parte de los europeos en un periodo de tiempo relativamente corto

y del cual no se presentan mayores descripciones.

Por otra parte, la falta de datos desde la llegada de los conquistadores españoles al

territorio ancestral panche en 1537, hasta el inicio del proceso de conquista del sector

occidental del mismo en 1550 no nos permite extraer conclusiones acertadas sobre el

tipo de relaciones que se mantenían entre los segmentos asentados en dicho sector, ni la

distribución espacial que mantenían entre sí o con otros grupos étnicos durante este

periodo de tiempo. De la misma forma que en el sector oriental la llegada de los

invasores propició el desarrollo de procesos de alianzas, confederaciones y

parcializaciones entre segmentos, es probable que durante el periodo para el que no se

cuenta con información escrita, las poblaciones asentadas en la margen occidental del

río Magdalena hubiesen experimentado diversos tipos de relaciones inter – segmentos

mediante las cuales hayan modificado su organización social en mayor o menor grado.

Esta situación nos limita la posibilidad de hacer un balance de los procesos y relaciones

que se pudieron haber desarrollado entre los segmentos de este lado del río para el

momento del primer contacto con los europeos y durante el periodo de exploración y

conquista del sector occidental del territorio panche (entre 1543 y 1550). No obstante,

los datos encontrados en las crónicas sí nos permiten percibir que las poblaciones

asentadas en este sector del territorio también desarrollaron un proceso de resistencia

armada ante la incursión española. Aunque no tenemos datos consistentes para suponer

el establecimiento de alianzas con los grupos foráneos o coaliciones entre segmentos

panche, los documentos de Aguado ([1570?] 1956) y Simón ([1627?] 1981) exponen

claramente como tras una rápida incursión en el área, los conquistadores lograron un

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152

control efectivo de las poblaciones y los territorios indígenas sin que se mantenga

registro de un proceso de resistencia activa armada que se siguiera desarrollando a partir

de dicho momento.

5.6 Exterminio y desaparición de la etnia

Tras el proceso de exploración del territorio indígena y el inmediato proceso de

conquista y exterminio que le sucedió al mismo, tanto poblaciones como territorios

fueron rápidamente incluidos bajo un régimen colonial establecido por los europeos con

el objetivo de controlar y administrar la mayor cantidad de recursos que se pudieran

obtener de los espacios físico-geográficos recién adquiridos o usurpados. En este

contexto, surgió la “encomienda” como primera institución administrativa para

cuantificar y administrar poblaciones, recursos y territorios indígenas.

Durante la asignación de poblaciones humanas a este régimen cuya finalidad era

netamente económico, los repartimientos arbitrarios ejercidos por los encomenderos

españoles fragmentaron la organización social, familiar y territorial de las comunidades

indígenas. Para el caso panche, la nueva organización territorial de las encomiendas no

coincidió con los espacios físicos ocupados por los diversos segmentos; de la misma

forma, la requisición de indígenas para la realización de diversas labores físicas

contempló la extracción de personas de distintas poblaciones y su adjudicación a nuevos

espacios geográficos. De esta forma, la encomienda determinó una inevitable

desarticulación de la sociedad panche a niveles familiares, sociales, políticos,

institucionales y territoriales a partir de 1556.

Por ejemplo, los segmentos de la parte norte del territorio panche, que ocupaban desde

las tierras de çaçaima hasta las de los indígenas hondas (así como gran parte de las

comunidades colimas), quedaron bajo jurisdicción de la ciudad de Villeta y desde allí se

les obligó a pagar altos tributos a sus encomenderos, teniendo que trabajar en

condiciones infrahumanas en los campos o en la construcción del camino Honda –

Bacatá en beneficio de sus “amos” y marchar forzados a las minas de lugares tan

distantes como Mariquita, en donde generalmente morían, se fugaban y quedaban en el

exilio, o regresaban moribundos a sus sitios de origen (Bernal 1946).

Page 154: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

153

Tras este primer repartimiento de territorios y poblaciones entre diferentes

encomenderos españoles, una de las principales técnicas de dominación física y cultural

implementadas fue la agrupación forzada de la población indígena en asentamientos

fijos que facilitaran su control. Este procedimiento no tenía en cuenta la filiación social

de los segmentos indígenas existentes, sino la nueva distribución territorial y espacial

que había sido adjudicada a cada uno de los encomenderos; de esta forma se podía

agrupar en un asentamiento fijo a indígenas de más de una población panche y/o dividir

a la población de un sólo segmento en más de una concentración poblacional,

desarticulando relaciones sociales y familiares (Barona 1993, Tovar 1996).

Este proceso de repartimientos y establecimiento de núcleos poblacionales determinó la

congregación de los indígenas en “pueblos de indios”, los cuales generalmente se

erigían en torno a una capilla o parroquia. En términos generales, estas primeras

poblaciones se mantuvieron con el transcurso del tiempo y terminaron convirtiéndose en

los actuales municipios, los cuales en su mayoría han conservado en su toponimia los

nombres prehispánicos del líder de la zona y/o del territorio ancestral indígena (lo cual

para el caso panche parecía presentar una estrecha relación), situación que podemos

apreciar en la Ilustración 10:

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154

Page 156: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

155

Ilustración 10. Territorio ocupado por diversos segmentos panches en el siglo XVI y nombres de los

principales territorios indígenas recopilados por los españoles en las crónicas de la conquista y en

los primeros documentos coloniales sobre la zona (Adaptación de la recopilación toponímica del

IGAC 1995 sobre la base territorial reconstruida por diversos autores analizados previamente).

Como hemos referido en apartados anteriores, no todos los segmentos panches

desarrollaron el mismo tipo de respuesta ante la incursión española en el territorio

ancestral: Mientras que en sectores como el norte y nororiental se mantuvo un fuerte

proceso de resistencia activa armada que impidió el control europeo durante la segunda

mitad del siglo XVI, otros sectores como el sur, en la margen oriental del río Magdalena

estableció rápidas alianzas con los conquistadores de manera casi inmediata a la llegada

de estos últimos; por su parte, en la banda occidental del río se dio un proceso de

resistencia armada pero el mismo fue controlado de manera rápida y contundente en un

momento muy temprano de la conquista. No obstante estos diversos tipos de respuesta,

el resultado fue el mismo para todas las poblaciones panches y en todos los casos la

situación concluyó con la inclusión de territorios y poblaciones al régimen colonial,

situación que se vio acompañada de un acelerado exterminio físico del grupo étnico

causado por diferentes situaciones puntuales.

Page 157: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

156

Durante el establecimiento e imposición de este régimen colonial, los panches (al igual

que muchos otros grupos indígenas en diversos sectores del continente) se convirtieron

en un problema político, económico, social y religioso para la sociedad española, pues

se interponían en los intereses del nuevo reino, obstaculizando nuevos caminos como

los de Tocaima, Honda y Mariquita hacia Bogotá; igualmente interrumpían las

navegaciones por el Magdalena y se convertían una amenaza para la paz de caravanas y

poblaciones recién fundadas por los españoles. Como respuesta, los españoles

introdujeron medios de control como la mita, la encomienda y el resguardo, a la vez que

desarrollaron estrategias de tala y quema sistemática de los campos indígenas por

espacio de varios años, lo que agregó el hambre a las desventajas tecnológicas que

tenían que enfrentar los indígenas en esta guerra (Martínez 2005: 88).

Autores como Tovar exponen que esta fragmentación social y cambio en la

organización sociopolítica de la misma estructura indígena conllevó a que mucho antes

de que terminara el siglo XVI, sociedades como la panche se encontraran totalmente

desarticuladas aunque algunos miembros de la misma hubieran sobrevivido al proceso

de conquista e inclusión al régimen colonial (Tovar 1996).

Aunque se podría suponer que estas consecuencias constituirían el obvio resultado de

un proceso de conquista y colonia, también las encontramos registradas en los

documentos oficiales de la época. El primer documento estadístico para la zona lo

constituyen las Visitas adelantadas a partir de 1559, en las cuales se buscó hacer un

cálculo acertado de la población indígena existente para ese momento en el territorio

panche y de esta forma tener datos más exactos para desarrollar trámites administrativos

(Tovar 1996 Vol. IV). Uno de los pocos datos cuantificables para el estado de la

población indígena panche lo aporta la "Relación de Popayán y del Nuevo Reino de

1559 y 1560", en la cual se expone que para el año de 1544, cuando se fundó la ciudad

de Tocaima, la población de los alrededores de la misma (sector sur de la margen

oriental del río Magdalena) se constituía de entre 6000 a 7000 indígenas, pero para 1560

sólo quedaban 3201, lo cual representa una disminución poblacional de más del 50% en

tan solo 15 años (Rodríguez y Cifuentes 2004).

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157

La familia nuclear indígena, tal y como la registraron los europeos en la visita de 155911

(Visita a la Provincia de Mariquita, 1559), se encontraba en un proceso de

descomposición bastante crítico. Los cálculos de Tovar encuentran una alta proporción

de niños frente a niñas, lo cual lo lleva a concluir que la población indígena estaba

realizando algún tipo de prácticas (o bien abortivas o bien de control poblacional como

infanticidio selectivo) para reducir la cantidad de mujeres y protegerlas de esta forma de

las prácticas de secuestro y violación implementadas por los españoles; esta situación

también la expone Martínez (2005) como una constante desarrollada por este y otros

grupos caribes del valle del río Magdalena ante la conquista española. Así, para un

momento tan temprano como 1559, ya se empieza a registrar que la población indígena

de diversos segmentos panches comenzaba a mostrar nuevas fisuras en esta crisis

demográfica: Dada la disminución de la población femenina, las prácticas abortivas y

el infanticidio, el futuro de la comunidad estaba comprometido biológicamente y su

destino era la desaparición física a corto plazo (Tovar 1996 Vol IV: 47).

El encontrarse frente a este proceso de conquista y exterminio llevó a que los panches

(así como otros grupos de pueblos karibs) se encontraran en situación de escoger entre

sometimiento y/o suicidio de múltiples maneras: “La situación de desespero llevó a

estas tribus a tomar acciones como el aniquilamiento físico y evitar que sus mujeres

entraran al servicio de la prostitución para los españoles y los hombres a la

esclavitud” (Martínez 2005: 89).

Esta desarticulación social también se vio acompañada de un rápido decrecimiento

físico de la población (Bernal 1946, Tovar 1996, Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez

2005). La resistencia armada indígena implicaba obvios enfrentamientos armados con

los ejércitos españoles, cuyas ventajas militares sobre las poblaciones prehispánicas

disminuían la población en cada encuentro armado. Tomando el caso de la banda

oriental del río Magdalena, al contrario de lo registrado en el sector sur del territorio, en

donde los segmentos locales establecieron alianzas con los españoles desde un momento

11 Esta visita respondió a una petición hecha al rey de España por Pedro de Colmenares y Alonso Téllez,

procuradores de los vecinos del Nuevo Reino de Granada, para que se cumpliera lo estipulado en la Real

Cédula de 27 de Noviembre de 1548, la cual buscaba describir a los indios en el Nuevo Reino para

proceder luego a su reparto de la manera más “justa” (repartimientos de indios). Según dicho documento,

al Rey se le dejarían las cabeceras puertos de mar y los pueblos principales, mientras que a los indios

restantes se repartirían entre los conquistadores y pobladores y las mujeres e hijos de los que lo fueron

(Tovar 1996 T. IV: 19).

Page 159: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

158

tan temprano como 1544, el sector norte se caracterizó por desarrollar una fuerte

resistencia armada que obviamente trajo consigo constantes y recurrentes escenarios de

enfrentamiento físico en los que se veía disminuida la población indígena, hasta que

debió haberse dado un punto de quiebre en el que el cada vez más reducido tamaño de

la población no pudo haber seguido manteniendo los procesos de resistencia armada que

contuvieran los ejércitos españoles.

Al parecer los combates se mantuvieron por espacio de 70 años y llegaron a su fin

solamente con la campaña militar de Juan de Borja durante la primera década del siglo

XVII (Martínez 2005), mediante la cual se buscó una destrucción definitiva de los

grupos indígenas beligerantes que seguían oponiendo resistencia en la región del valle

medio del río Magdalena (Borja [1607] 1996). Esta campaña militar también parece

haber dado fin a los escasos grupos disidentes panches que para este momento pudieran

seguir manteniendo el proceso de resistencia activa mencionado anteriormente y que

aunque no se menciona explícitamente, si coincidiría con el momento histórico para el

que se registran las últimas acciones de resistencia armada indígena (Bernal 1946).

Aunado al exterminio físico propiamente dicho, la introducción del régimen colonial

español implicó un cambio radical en la producción alimenticia y el sostenimiento de la

población indígena a partir de los recursos que se podían obtener del medio en el cual

habitaban (Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez 2005). Los datos recolectados de la

visita de 1559 permiten concluir a Tovar que para este momento ya se puede hablar de

formas disueltas de las estructuras prehispánicas a sólo 10 años de la conquista (Tovar

1996, Vol. IV: 57).

El sistema tributario organizado por el régimen colonial también tuvo gran peso a la

hora del exterminio de la etnia. El tributo o impuesto era una contribución obligatoria

que tenían que pagar los indígenas, ya fuera en forma de productos agrícolas, oro,

piedras preciosas, moneda y/o jornadas laborales bajo pena de arduos castigos. Aunado

a esto, la condición física de los indígenas también se vio afectada fruto de una pésima

dieta al restringírseles el acceso a diversos recursos alimenticios (Martínez 2005,

Rodríguez y Cifuentes 2004, Saldarriaga 2009), lo que llevó a su vez a una debilitación

del componente físico del grupo.

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159

Además de las consecuencias de esta desarticulación social y el exterminio físico

generado por los enfrentamientos armados, algunas enfermedades desconocidas por la

población prehispánica, como la viruela, se difundieron entre las poblaciones indígenas

a escala de epidemia, disminuyendo aún más la ya reducida población indígena. Para el

caso puntual del sector norte del territorio panche, se relatan fuertes epidemias como la

de 1587 a 1590, que alcanzó proporciones tales que arrasó con la población de

comunidades como la de Manoá. Según los documentos administrativos de la época, la

devastación poblacional fue tal que para la última década del siglo XVI el Arzobispo

Bartolomé Lobo Guerrero decidió suprimir la Vicaría de Tocarema a causa de la

escasez de población indígena (Bernal 1946: 79).

Otro dato que parece estar confirmando la disminución poblacional que afrontaba la

etnia panche ya en la segunda década del siglo XVI es el referido por Simón para 1561:

expone claramente que para este año los indígenas panches que se encontraban

ocupando sus territorios ancestrales, pero se encontraban bajo fuertes amenazas

territoriales desde la parte norte de su territorio de parte de los muzos y colimas (con los

cuales siempre mantuvieron fuertes enfrentamientos, pero anteriormente habían

mantenido al borde de sus límites territoriales como el río Negro y el río Pacho). Esta

situación también parece ser un importante indicador del descenso de la población

panche. Parece ser que antes de la llegada de los españoles (y el consecuente exterminio

poblacional que esto implicó) panches y colimas mantenían una relación hostil de

constantes enfrentamientos bélicos, pero no obstante se mantenía una frontera

relativamente estable que diferenciaba sus territorios (ríos Negro y Pacho) según han

referenciado múltiples autores (O´neil 1973, Arango 1974, Diez 1982, Rodríguez y

Cifuentes 2004, Cifuentes 2004, Martínez 2005). Podría ser que esta disminución

poblacional de los panches (en cuyo territorio se venía incursionando desde 1537 y que

desde 1544 contaba con población española al interior del mismo territorio) fuera vista

como una ventaja estratégica por los colimas para dirigir campañas militares en algunos

debilitados sectores del territorio panche (Séptima Noticia Historial Capitulo XXIV):

Estos indios colimas cuando entraron los Españoles e este nuevo Reino y

tuvieron conquistados los panches y pobladas las ciudades de Tocaima, Ibague

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160

y Mariquita no habían ensanchado los términos de sus tierras por las de los

moscas en la parte oriente más que hasta el rio de Pacho, porque hasta entonces

les había hecho la buena resistencia los moscas que nos les habían dejado dar u

paso más adelante y por la parte sur, tierra de los panches, solo habían llegado

hasta el rio negro, pero desde allí se acosaba tanto con ordinarias guerras( si

bien contra los moscas no andaban tan briosos) que los panches de aquellas

provincias ya estaba repartidos y encomendados en los conquistadores vecinos

de Mariquita, ocurría a sus amos a buscar defensa con quejas de los agravios

continuos que recibían de los colimas. (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia,

Capítulo XXXVII: 222).

El mundo colonial fundó entonces una sociedad basada en la exclusión, la explotación y

la marginalidad en la que los indígenas perdieron la capacidad de seguir convirtiendo

sus energías en medios de transformación social y de progreso. Esto se debió a que la

población prehispánica fue obligada a trabajar en diferentes actividades económicas de

sus encomenderos asociadas a lugares y recursos específicos durante diferentes

momentos del año. Esta situación generaba un desplazamiento de población a sectores

diferentes del local dependiendo de la disponibilidad de recursos y requerimientos de

mano de obra para diversas tareas (Tovar 1996 Vol IV).

A manera de conclusión, es claro que los datos de la cantidad de población existente

para el inicio de la conquista no son confiables y están altamente sesgados por la

retórica colonial implementada en la descripción de las campañas de conquista (en las

cuales se buscaba exacerbar el heroísmo español al enfrentar y vencer a cantidades

exorbitantes de enemigos indígenas). No obstante, los números que reportan los datos

tempranos de los primeros documentos administrativos (encomiendas y repartimientos),

nos permiten aseverar que hubo un rápido decrecimiento de la población indígena

durante la segunda mitad del siglo XVI.

Como se expuso anteriormente, la "Relación de Popayán y del Nuevo Reino de 1559 y

1560" refleja una disminución de la población indígena en más de un 50% en el lapso

de los primeros quince años de presencia europea en el área de Tocaima (Rodríguez y

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161

Cifuentes 2004). Aunque las crónicas no presentan datos cuantificables concretos, la

lectura detallada de las mismas sí permite corroborar la percepción de este rápido

exterminio para otros sectores del territorio ancestral panche; por ejemplo la obra de

Simón (escrita antes de 1627) expone que para la banda occidental del río Magdalena,

en los alrededores de la ciudad de Ibagué, la población indígena había disminuido de

más de treinta mil indígenas a aproximadamente dos mil quinientos según los cálculos

de dicho autor:

Había en estas provincias cuando se conquistaron más de treinta mil indios qué

se han venido a resolver en cosa de dos mil y quinientos, poco más o menos, por

las razones que dijimos de los Ibagué que todos han corrido igual fortuna,

repartidos e treinta encomenderos que algunos ya solo conservan este título, por

haberse totalmente acabado sus indios. (Simón [1627?] 1981 Sexta noticia,

Capítulo XXXVII: 57).

Teniendo en cuenta que las primeras incursiones de exploración y conquista de los

alrededores de Ibagué se registraron en 1551 y que la obra de Simón se escribió en

algún momento anterior a 1627, podríamos calcular el descenso de la población en más

de un 90% para este periodo histórico (menos de setenta años). Sería arriesgado

establecer cálculos estadísticos precisos con base en esta información subjetiva de las

crónicas, pero la misma sí nos permite corroborar la hipótesis del descenso poblacional

indígena a ritmo vertiginoso tras el establecimiento español en los territorios ancestrales.

Otro dato que corrobora esta hipótesis, aunque no presenta datos de partida para el

inicio de la conquista, es la visita a Mariquita en la banda occidental del río Magdalena

en 1559. En la misma, se deja claro que no se cuenta con ninguna información sobre la

población indígena que existía en la provincia de Mariquita para 1549 (año de la

primera incursión en dicho territorio). Sin embargo para la visita de 1559 se obtienen

los primeros datos sobre la provincia: “los encomenderos concentraban sus indios en

torno a tres regiones (Honda, Calamoima y Chapayma)” (Tovar 1996, Vol. IV: 39).

Para la visita de 1559 la población encomendada a los repartimientos para estas tres

grandes zonas parece ser muy escasa, pues para las 13 encomiendas existentes en las

zonas referidas, el total de la población era de tan sólo 1900 indígenas (Tovar 1996, Vol.

Page 163: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

162

IV), la cual es una cantidad bastante baja, sobre todo si tenemos en cuenta que toda la

población indígena de esta banda del Magdalena se distribuyó en torno a tres grandes

centros (Ibagué, Mariquita y Honda).

Para las encomiendas ubicadas en la vertiente oriental del río Magdalena, hemos hecho

un recuento de documentos coloniales del occidente de Cundinamarca entre 1556

(primeros datos escritos sobre las encomiendas de este territorio) y 1807 compilados por

Tovar (1996). Tovar clasifica los documentos de acuerdo a los principales aspectos que

se trataban en los mismos y los asocia con territorios específicos (poblaciones españolas

en torno a las cuales se producían estos documentos administrativos). Al analizar la

obra de Tovar, encontramos que desde 1556 hasta 1807 se hace mención en todos los

documentos a población indígena. Aunque nunca se presentan datos específicos sobre

los segmentos de los cuales procedían, sí se deja claro que durante este amplio periodo

de tiempo los encomenderos de la región contaron con población indígena a la cual

imponer diversas tasas y modelos tributarios. Este dato parece sospechoso, pues ha

quedado claro atrás que la población indígena enfrentó un vertiginoso descenso

poblacional durante la segunda mitad del siglo XVI y todos los datos analizados hasta

ahora parecen indicar una casi total extinción para el inicio del siglo XVII. No obstante,

en el análisis de la visita a la zona norte del territorio ancestral panche (anolaima y

bituima) en 1790 se deja muy en claro que “…los indios de Anolaima y Síquima

estaban integrados por los de la sabana que habían emigrado por su pobreza.” (Fondo

de empleados públicos y cartas. Tomo 6, Folios 1064). Yendo un poco más atrás en el

tiempo y analizando otros documentos de los mismos recopilados por Tovar para las

mismas poblaciones pero en un momento mucho más temprano (1616) para la

encomienda de Anolaima, parece ser que el encomendero de la época (don Francisco de

Berrio) aboga por la relevación de los tributos a sus encomenderos, lo cual parece estar

indicando que la ausencia de mano de obra indígena y la disminución poblacional ya no

le permitía al encomendero cumplir con la tasa tributaria asignada a su encomienda. De

la misma forma, los informes de encomiendas para Síquima, consisten en su totalidad

de informes de maltrato hacia los indígenas (1595, 1596) y concluye en 1598 con el

reporte de quejas de parte de los indígenas por haber sido obligados a ir a trabajar al

camino de Villeta en otra parte del territorio. Tal y como argumentó Bernal (1946) e

Hincapié (1952), con el traslado de los indígenas a estos trabajos del camino de Honda -

Page 164: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

163

Bogotá, el resultado fue la muerte de las personas llevadas a realizar esas actividades,

las cuales se asimilaron en la época como un fuerte castigo, del cual las personas a él

sometidas no volvían a sus tierras natales.

Este balance nos hace llegar a pensar que para inicios del siglo XVII la población local

indígena se encontraba en un proceso de exterminio muy avanzado y que las referencias

en los documentos oficiales administrativos de allí en adelante parecen corresponder a

la presencia de otros indígenas foráneos en la zona. Esta hipótesis es más coherente con

los datos revisados anteriormente y con el análisis cuantitativo de la población indígena

para esta segunda mitad del siglo XVI.

Otros documentos más tardíos nos permiten reforzar esta idea al presentar datos sobre la

ausencia de poblaciones indígenas locales durante el siglo XVII. Por ejemplo, la obra de

Zamora expone la ausencia de población indígena local durante el establecimiento de

amplias plantaciones de caña de azúcar en territorio ancestral panche durante el siglo

XVII. Teniendo en cuenta que la obra de Zamora fue escrita en 1668, encontramos que

los reportes del mismo para esta fecha presentan un panorama que parece haberse

generalizado para diversas áreas del territorio panche antes de esa fecha: Según Zamora

poblaciones como la de Calandaima (vasallo del tocaima) ya no contaba con población

indígena para este momento, por lo que los encomenderos ya en esta época

implementaban mano de obra esclavos africanos en los trabajos de sus trapiches

(Zamora 1980 Tomo I: 305).

En conclusión, el proceso de extermino y desaparición de la etnia panche se desarrolló

con algunas variaciones locales, motivadas especialmente por el tipo de respuesta

desarrollado por cada parcialidad o grupo de ellas ante la incursión europea, pero la

constante para todos los casos parece haber sido el rápido exterminio de la etnia a lo

largo del mismo siglo XVI: aunque la población prehispánica de los segmentos

asentados en las tierras altas del norte y nororiente del territorio panche desarrolló un

fuerte proceso de resistencia armada que impidió el rápido control del territorio de parte

de los españoles durante la segunda mitad del siglo XVI, tuvieron que enfrentar

diversos factores adversos como el choque armado con ejércitos que portaban

Page 165: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

164

tecnologías superiores. Esta situación se aunó a otras que estaban experimentando los

segmentos asentados en otros sectores, como la presencia de enfermedades devastadoras

para la población local, la desarticulación social, e incluso técnicas de resistencia no

armada ante la invasión, como suicidios, prácticas abortivas y el éxodo (Tovar 1996,

Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez 2005). Este cúmulo de situaciones particulares

registradas para la población panche ha llevado a algunos autores a concluir que antes

de iniciar el siglo XVII la población panche ya se habría encontrado totalmente

sometida e incluida en el régimen colonial establecido por los españoles (Carranza 1934,

O’neill 1973, Tovar 1996, Rodríguez y Cifuentes 2004, Martínez 2005).

Haciendo un balance del proceso de conquista para todo el territorio panche (Ilustración

8 e Ilustración 10), partiendo de los datos presentados por los cronistas que mejor

exponen el proceso de exploración y conquista de los territorios y segmentos panches,

podemos diferenciar entre dos grandes escenarios separados por la frontera natural que

representa el río Magdalena. Por un lado tenemos el sector occidental del territorio

panche, en el que se iniciaron las incursiones españolas de exploración y conquista hasta

el año de 1550, tras lo cual, mediante rápidas y efectivas batallas se venció a los

ejércitos panches y se establecieron rápidamente enclaves españoles desde los cuales

ejercer el régimen colonial buscado. De forma diferente, para el sector oriental del

territorio, aunque el primer contacto se registró en 1537, el proceso de conquista del

territorio se extendió por varios años. Mientras que en la parte sur de este sector oriental

del territorio los españoles lograron establecer el control de las poblaciones indígenas en

un lapso de tiempo relativamente corto entre 1537 y 1544 sin mayores procesos de

resistencia armada de parte de la población indígena, para las tierras altas la inclusión de

territorios y poblaciones se extendió durante toda la segunda mitad del siglo XVI

permeada por un constante proceso de resistencia activa.

Aunque el proceso de conquista se dio de diferentes formas en los dos sectores del

territorio referidos, como resultado, encontramos un cambio radical en las formas de

vida y la erradicación de las instituciones socioculturales descritas por estos cronistas

durante la segunda mitad del siglo XVI y un exterminio físico de la población indígena

para la primera década del siglo XVII. Además de las diferencias anteriormente

referidas para las dos bandas del río Magdalena, también encontramos que el registro y

Page 166: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

165

detalle del proceso de conquista e inclusión al régimen colonial es mucho más rico en

las crónicas para el sector oriental que para el occidental.

Enfocándonos en el sector oriental, encontramos que los segmentos asentados en el

sector sur del territorio panche presentaron un proceso de resistencia menos activa y

favorecieron en muchos casos el establecimiento de alianzas y la misma incursión física

de los ejércitos españoles; por su parte, en el sector norte encontramos un proceso de

resistencia más activa que a su vez propició el fortalecimiento de las acciones violentas

de conquista y las campañas militares españolas, lo que finalmente conllevó al

exterminio físico de las poblaciones asentadas en esta parte del territorio. En definitiva,

en ambos escenarios se obtuvo el mismo resultado: el exterminio físico y cultural de los

grupos panches durante la segunda década del siglo XVI.

5.7 Influencia de las percepciones en los documentos escritos y las consecuencias para el proceso de conquista y colonia

Habiendo desarrollado hasta este punto un interpretación más amplia y contextualizada

de los sucesos que acompañaron las campañas de exploración y conquista de territorios

y poblaciones panches, así como intentado salvar el sesgo subjetivista impuesto por las

descripciones de los cronistas españoles, a continuación exponemos la forma más cruda

en la que se consignó dicha información de parte de los primeros productores del dato

escrito y la forma en como fue interpretada dicha retórica por los lectores posteriores.

5.7.1 Primeras descripciones escritas de los panches y su territorio

Teniendo clara la forma en la que se desarrolló el proceso de exploración y conquista

del territorio y las diferentes poblaciones panches asentadas a lo largo del mismo,

pasamos a abordar las descripciones que los primeros cronistas dejaron plasmadas en el

registro escrito y que entraron a determinar el paradigma desde el cual se construyó la

imagen de la cultura panche a partir del mismo siglo XVI. Generalmente, las

características particulares del territorio montañoso ocupado por los panches quedaron

descritas de forma que al referirse a este, se hace referencia a un entorno indómito,

Page 167: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

166

salvaje y difícil, asimilado a unos habitantes igualmente “salvajes” y difíciles de

controlar:

Yace esta provincia nueve leguas distante de Santafé, á la parte que mira de

frente, que viene á ser al Ocaso, por aquella que se inclina la cordillera de las

montañas al rio grande de la Magdalena, que por algunas partes le sirve de

término. No es fácil de averiguar la longitud y latitud que goza, respecto de ser

toda la provincia de tierras dobladas y montuosas, con pocas partes

escombradas y libres de ásperos caminos y despeñaderos grandes: tanta es la

multitud que tiene de quebradas profundas, arroyos y ríos que la cruzan con

acelerado paso. El rio Funza, que tan manso camina por los campos de Bogotá,

en demostracion de la docilidad de sus habitadores, se inquieta de manera

desde que entra precipitado en esta provincia, que parece le participan su

ferocidad los bárbaros que la habitan (Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro

V, Capítulo 1).

En descripciones como esta acerca del territorio panche, se puede apreciar que los

cronistas generalmente comparaban las tierras planas del altiplano, en donde

establecieron alianzas beneficiosas con los relativamente “apacibles” grupos muiscas

locales, con las tierras de relieve quebrado y montuoso de las vertientes del Magdalena,

región en donde se encontraban asentadas las distintas poblaciones panches.

Descripciones como la de Fernández Piedrahita nos permiten extraer que en el

imaginario de la época parece darse por sentado desde una descripción física del

entorno, que la región del valle del Magdalena corresponde a un espacio salvaje

habitado por poblaciones humanas que se perciben igual de “salvajes”, a la vez temidas

y odiadas por los españoles. En otras palabras, podemos decir que el territorio panche y

sus pobladores desde el inicio, se describieron desde una plataforma de alteridad, en

este caso oponiendo entornos geográficos y características socioculturales, a las de otros

grupos indígenas locales con los cuales se desarrollaron otro tipo de relaciones más

pacíficas y beneficiosas para los españoles que las que se presentarían con los grupos

del valle del Magdalena.

Page 168: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

167

Como apreciamos anteriormente, es probable que esta situación también se diera a una

escala más local, pues las descripciones de los cronistas en torno al concepto de

“barbarie” aplicado para los segmentos asentados en las tierras bajas de la llanura

aluvial del río Magdalena (refiriéndonos especialmente a las poblaciones de guacanaima

y sus alrededores) difieren notablemente del asignado para los segmentos asentados en

las tierras montuosas de la parte norte y nororiental del territorio.

Los cronistas que abordan el tema del territorio (Aguado [1570?] 1956, Castellanos

[1601] 1955, Herrera [1601-1615] 1934, Zamora [1668] 1945, Fernández Piedrahita

[1668] 1942, Simón [1627?] 1981) coinciden en establecer que el territorio ocupado por

los panches para el siglo XVI se encontraba al occidente del de los muiscas, en ambas

riberas del río Magdalena, en las vertientes montañosas de las Cordilleras Oriental y

Central, donde predomina un clima cálido bien diferenciado del frío del altiplano. Entre

estos, Fernández Piedrahita presenta la descripción más detallada de este territorio y de

sus límites, enmarcándolo entre los ríos Negro y Guarinó al norte y los ríos Coello y

Fusagasugá al sur:

[…] aunque sea dificultosa su medida, tendrá Leste Oeste, poco más ó ménos de

quince leguas, que corren desde los términos de Pacho hasta el pueblo de los

Panches y sitio del Peñol, situados de esta parte del rio Fusagasugá, que baja

de los Sutagaos; y Norte Sur tendrá á diez y doce leguas más ó ménos, segun

forma sus vueltas el rio grande de la Magdalena, rio Negro y otros, que le

sirven de fosos y términos[…] (Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro V,

Capítulo 1)

Al contrario de la detallada delimitación de Fernández Piedrahita, otros documentos de

los siglos XVI y XVII se limitan a mencionar la ubicación general de este territorio con

respecto a los hitos geográficos conocidos al momento de la conquista: mientras Simón

simplemente señala que los panches se encuentran en cercanías al Nuevo Reino de

Granada al sur y suroeste de la ciudad de Vélez ([1627?] 1981), Zamora describe que

habitaban las tierras montañosas ubicadas al occidente de la ciudad de Santa Fé (Bacatá),

agregando que ocupaban ambas riberas del río Patí (hoy río Bogotá) desde su

confluencia con el río Fusagasugá hasta el Magdalena (Zamora [1668] 1945).

Page 169: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

168

Mientras que Fernández de Oviedo [1535] menciona en su obra que la provincia de los

panches se encontraba al occidente de Bacatá y que se extendía desde allí hasta el río

Magdalena (sin mencionar ninguna referencia sobre los pobladores del otro lado del río),

las descripciones de Aguado [1570?] no establecen ninguna delimitación territorial,

pero al describir la campaña del capitán López de Galarza a las tierras del otro lado del

río (en 1550), menciona que los habitantes de esta zona también corresponden a grupos

panches (Aguado [1570?] 1956: Libro Séptimo, Capítulo tercero), lo cual confirmaría

que aunque los límites occidentales son inciertos, se encontraban ocupando tierras de

uno y otro lado del Magdalena.

En conclusión, todos los cronistas coinciden en ubicar el territorio panche al occidente

del altiplano en las tierras montañosas y cálidas del valle medio del Magdalena. Son

escasos los datos sobre el límite occidental del territorio (y los existentes presentan

contradicciones), mientras que los límites territoriales en los sectores oriental, norte y

sur se encuentran bien documentados en las crónicas por las relaciones interétnicas con

los grupos allí asentados: muiscas al oriente, sutagaos al sur, colimas y pantágoras al

norte.

En los cronistas anteriormente señalados es muy clara la existencia de un área más o

menos definida como línea fronteriza entre muiscas y panches en el extremo oriental del

territorio ocupado por estos últimos 12 . Por el contrario, ninguno de estos autores

presenta claridad en cuanto a los límites del territorio en el extremo occidental del

mismo (donde parece ser que panches y pijaos -de la misma filiación lingüística caribe-

compartían un límite territorial más fluido y fluctuante, cuya naturaleza no alcanzamos

a determinar en los alcances de la presente investigación).

También hemos mencionado anteriormente cómo las descripciones expuestas desde los

primeros cronistas crearon en el imaginario popular de la época una visión de la cultura

panche caracterizada por la barbarie y el salvajismo, lo cual determinó a su vez las

12 Aunque es imposible hablar de límites impermeables (incluso en momentos de confrontaciones bélicas

y conflicto constante) entre dos grupos culturales, el establecimiento de puestos defensivos a lo largo de

las áreas fronterizas muiscas se encuentra bien documentado desde los primeras descripciones del siglo

XVI (Fernández de Oviedo [1535] 1959, Aguado [1570?] 1956).

Page 170: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

169

condiciones del trato a dichas gentes durante los siguientes años: a la vez que el

territorio se percibió como un área agreste y de difícil acceso, la población que lo

habitaba también se describió como una cultura “salvaje”, en la cual los cronistas

identificaron una serie de características físicas que los alejaban cada vez más de la

concepción de humanidad que primaba en la época, generando sensaciones de repudio y

temor hacia ellos. Esta situación se aprecia tanto en los primeros documentos del siglo

XVI (Castellanos, Fernández de Oviedo, Aguado) como en las posteriores

recopilaciones de documentos inéditos que se realizaron durante el siglo XVII (Simón,

Fernández Piedrahita, Zamora).

[…] gandules embijados, gente robusta, suelta y alentada, de gran disposición,

horribles gestos, frentes y colodrillos aplanados, de tal suerte, que hace la

cabeza atravesado lomo por lo alto, no por naturaleza, más por arte […]

(Castellanos [1601] 1955 - Tomo IV -: 204).

[…] no muchos en el número respecto de las otras provincias, pero Caribes y

feroces en la guerra y á la vista por lo extraño y fornido de la disposicion y

caras […] (Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro V, Capítulo 1).

Andaban desnudas estas naciones y por parecer más feroces, se teñían los

molledos y las pantorrillas y mascando las hojas de un árbol, que tiene el sumo

negro, les quedaban los dientes y las bocas abominables… Todos eran muy

corpulentos y de grandes fuerzas que se hacían temer de los circunvecinos y con

gran horror de los moscas que temblaban de los panches, por ser más valientes

y de costumbres más feroces que comían carne humana […] (Zamora [1668]

1945 –tomo I-: 300).

En estos tres ejemplos de obras del siglo XVII, encontramos la típica descripción de la

población panche, donde se resaltan tres aspectos que se vuelven recurrentes a la hora

de abordar el tema por diversos autores a partir de este momento: el canibalismo, la

barbarie y la belicosidad. Las descripciones de lo feroz de su apariencia se ven

reforzadas por las abundantes descripciones de sus prácticas culturales las cuales

siempre se dibujan resaltando los aspectos más aberrantes y rechazados por la

Page 171: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

170

civilización desde la que se escribe, como el canibalismo, la idolatría, el infanticidio, las

deformaciones corporales y la brujería.

El caso del canibalismo es uno de los más ampliamente descritos desde autores tan

tempranos como Fernández de Oviedo ([1535] 1959), quien relata sobre los panches

“Cómense unos a otros, y aún crudos, que no se les da mucho por asarlos ni cocerlos,

aunque sean de su misma nasción y pueblos.” (Fernández de Oviedo [1535] 1959 –

Libro VII, Capítulo XI-: 91). Las descripciones presentadas en la obra de Fernández de

Oviedo son de las más tempranas para la zona, no obstante, posteriores cronistas a lo

largo del siglo XVI y XVII siguen desarrollando el tema del canibalismo como uno de

los elementos más remarcables de la sociedad panche, a la vez que se exalta el carácter

sanguinario y salvaje de esta supuesta práctica:

[…] gentes indomables, malas abominables, carniceras, que como bestias fieras

despedazan las ánimas que cazan, y se ceban dellas cuando las llevan a sus

casas; y aun si las rojas brasas son absentes, ensangrientan los dientes

importunos, y si hacen algunos regocijos, comen sus propios hijos y mujeres

(Castellanos [1601] 1955 –Tomo IV-: 202).

Otros autores que desarrollan un relato más extenso de las prácticas culturales panches,

como Aguado y Simón, presentan una descripción más contextualizada del supuesto

canibalismo y relacionan directamente las prácticas antropofágicas con el desarrollo de

las batallas y la toma de prisioneros en las mismas:

[…] y saliéndoles al camino con buena orden por unas lomas abajo con grande

gritería, les hacían muchas amenazas, y mostrándoles cantidad de catabres o

canastos y sogas, les decían en su lengua que aquellos canastos y sogas traían

para atarlos, y después de haberlos hecho pedazos, llevarlos en aquellas cestas

para con sus blancas carnes solemnizar sus fiestas y borracheras, triunfando de

su victoria dándoles sus vientres por sepulcros; lo cual ellos tenían por muy

antigua costumbre hacer con los naturales a ellos comarcanos (Aguado [1570?]

1956 Libro V, Capítulo I).

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171

[…] gente tan feroz y carnicera de carne humana, que no saben estar sin

continuas guerras con sus vecinos, no por dilatar sus tierras y señoríos […] sino

por tener carne humana que comer de la que se mata en la guerra, en que se

ceban tanto que cuando no había oportunidad de guerra con los enemigos

vecinos, que lo son todos, se las movían unos a otros en su propia tierra por

leves ocasiones para comer los cuerpos que en ellas morían, sin reparar en que

fuesen de los contrarios o de los suyos, padres e hijos. Porque su bestial

voracidad y costumbre las tenían puestas en estas rabiosas hambres caninas,

pues llegaban a ser como las de los perros, de manera que si no hallaban

lumbre a la mano con que asar las carnes de los muertos, se las comían crudas

(Simón [1627?] 1981 –tomo III-:. 209).

Obras como las de Castellanos o de Fernández de Oviedo, en las que se abordan de

manera sencilla los principales comportamientos aislados descritos para los panches,

describen este supuesto canibalismo y es claro que buscan un objetivo retórico que

asocia directamente dicha práctica al carácter “salvaje” de la población Indígena. Por el

contrario obras como la de Simón y Aguado, en las cuales se presenta un balance muy

completo de diversos aspectos socioculturales de los panches, permiten entrever el

contexto en el cual pudieron haberse estado desarrollando estas prácticas:

Y aún era ley entre ellos solemnizar el nacimiento triste del primer hijo o hija

que tenían, haciendo plato a los parientes que convidaban de sus mismas carnes

el día que le quitaban el pecho, bestial condición y de ninguna nación hasta

entonces conocida y que con tanta facilidad y tan sin asco, matasen para comer

sus propios hijos y aún para darles de comer con ellos a otros (Simón [1627?]

1981. –tomo IV: 175).

Así, aunque Aguado y Simón describen la existencia de estas prácticas antropofágicas,

las presentan asociadas a otros contextos como el ritual o el del conflicto. No obstante,

es claro que la descripción de dichas prácticas en todos los autores abordados se

enmarcó en una finalidad moral que buscaba la creación de un imaginario negativo y

una estigmatización del pueblo panche, objetivo que se logró hasta la segunda mitad del

siglo XX en el imaginario popular e incluso en la literatura académica sobre el tema, lo

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172

que podemos apreciar en la forma en cómo se presenta la sociedad panche por autores

modernos como Carranza (1934), Bernal (1946), Hincapié (1552) y Cuervo (1956):

Siendo los panches un pueblo de costumbres primitivas y de temperamento

guerrero […] vivía preparado constantemente para las luchas que sostenía con

los pueblos vecinos y con las diversas tribus de su misma raza. Los cronistas

mencionan que iban a la guerra como a una cacería, para satisfacer sus feroces

instintos y su antropofagia […] A los prisioneros se les sometía a crueles

tormentos como el de atarlos a un árbol y en medio de una gran fiesta cada uno

iba quitándole pedazos de carne, con afilados instrumentos de madera hasta que

al fin morían […] (Carranza 1934: 333).

La principal ocupación del pueblo Panche era la guerra, por la cual sentían

ciega idolatría. Como ya se dijo, guerreaban sin descanso unas parcialidades

con otras […] Llevados por odio y por hambre de carne humana, vivían con la

constante obsesión de perpetrar incursiones en el territorio de los muiscas […]

(Bernal 1946: 38).

Como su alimento consistía principalmente en sangre humana, siempre

anduvieron buscando la guerra a las tribus circunvecinas. En los campos de

batalla bebían con brutal regocijo la sangre de los muertos, antes de que ella se

enfriase, y a los prisioneros los llevaban como ración para los días de paz

(Hincapié 1952: 16)

Otras tribus parecían haberse fijado ya al terreno de una manera definitiva y

haberlo ocupado por varias generaciones; tal, por ejemplo, la de los panches…

se distinguían por su organización política y social, por sus costumbres que

aunque viciadas por la antropofagia, eran sin duda menos bárbaros que las

otras naciones de su misma raza […] (Cuervo 1956: 203).

En los anteriores fragmentos podemos apreciar la visión que se mantuvo desde la

escritura de las crónicas en el periodo de la conquista y la colonia, así como el efecto

que tuvo esta estigmatización cultural por más de trescientos años.

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173

En el contexto retórico de la literatura de los siglos XVI y XVII, la descripción de

prácticas socioculturales que pueden carecer de sentido al verlas de manera subjetiva,

como las deformaciones corporales, los excesivos consumos de bebidas alcohólicas y/o

prácticas alimenticias sancionadas por la moral cristiana española, se convierte en un

discurso de connotaciones políticas que sirve para justificar una serie de procesos de

exterminio y colonización. En los siguientes fragmentos de Aguado, Fernández de

Oviedo y Herrera se percibe la discriminación y estigmatización a que fueron sometidos

en los documentos escritos en base a diversas prácticas culturales:

[…] pueblo de los indios Panches, a los cuales los españoles les pusieron este

nombre porque todos tienen las cabezas pandas y omolgas, por tener de

costumbre de en naciendo ponérselas sus madres entre dos tablas apretadas

como en prensas y traerlos así hasta que son ya grandes, y así les quedan las

cabezas anchas y agudas de la parte alta, que si les quitan el cabello parecen

mitras cerradas (Aguado [1570?] 1956, Libro V, Capítulo I).

Gente es bestial y de mucha salvajía, y de poca razón a respecto de la de Bogotá.

No tienen ni conoscen criador, ni adoran a nadie, sino en sus deleites está todo

su cuidado (Fernández de Oviedo [1535] 1959. –Libro VII, Capítulo XXIV-:

112).

Hacen estos indios grandes y muy continuas borracheras, en las cuales ordenan

sus guerras y venganzas de sus enemigos, y el mejor ornato que en sus

santuarios tienen son las cabezas de las personas que en guerras han muerto,

así de indios como de españoles, las cuales adornan con cierto betún que hacen,

y después de comida la carne, hinchan los huecos y vacíos que en ellas quedan

de aquel betún, dejándolas así como si estuviesen vivas y sanas (Aguado [1570?]

1956, Libro V, Capítulo III).

De los Panches ay poco que dezir en fu vida moral, porfer gente tan beftial que

no adorauã, ni creian fi no en fufdeleytes, y vicios, ni fe les daua nada, fino por

comer, y holgar, efpecialmente fi pudieran auer carne humana, y para

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174

foloeftohazian siempre entradas en el reyno (Herrera [1601-1615] 1934 Vol. III

-Década VI, Libro V-:.151)

Es claro que las descripciones de los cronistas, aunque obedecen a una finalidad moral y

están escritas desde una alteridad que buscaba deslegitimar cualquiera de los

comportamientos percibidos entre los indígenas ante la sociedad hegemónica, debieron

haber tenido una base real o un referente material a partir del cual ingresaron en el

constructo mental de quienes los registraron en las crónicas; es decir que aunque

sabemos la connotación política y moral de estos relatos, no podemos llegar a negar que

algunos de estos comportamientos sí debieron haberse estado desarrollando en mayor o

menor medida entre las poblaciones indígenas.

Aunque esta finalidad retórica de las crónicas alcanzó su objetivo, estableciendo un

paradigma entre la población blanca acerca de la cultura panche desde el mismo

momento de la conquista hasta bien entrado el siglo XX, modernas lecturas de las

mismas se han cuestionado la existencia real de dichas prácticas socioculturales y/o han

puesto en duda la validez de su interpretación sin tener en cuenta el contexto ideológico,

social y ritual en el que posiblemente existieron. Así, aunque comportamientos como la

ideología, las estrategias militares o las alianza sociopolíticas no han dejado evidencias

en el registro arqueológico, otros como las deformaciones corporales y la apariencia

física fuerte descritas en las crónicas, sí han podido verse corroborados en algunos

estudios como el de Rodríguez y Cifuentes, en el que analizan restos biológicos

excavados en lugares como Guaduas, Agua de Dios, Guataquí y Tibacuy

(Cundinamarca) y han encontrado una existencia real de prácticas como la deformación

corporal en territorios de diversos segmentos panches, a la vez que exponen el buen

estado de salud de los mismos, lo que asocian con individuos fuertes vinculados

directamente con prácticas como el conflicto armado:

En los cráneos en mención se observa deformación tabular oblicua, la bóveda

craneal muy ancha y baja, con el frontal y occipital inclinados [...] En general

las vigorosas inserciones musculares y el estado de conservación de los restos

óseos y dientes, evidencian que pertenecieron a individuos muy robustos, de una

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175

gran contextura física y excelente estado de salud (Rodríguez y Cifuentes 2004:

53).

Una lectura reciente de otros de estos comportamientos estigmatizados, como el alto

consumo de bebidas alcohólicas, de alimentos diferentes a los “bien vistos” por los

europeos, las recurrentes festividades e incluso un patrón de asentamiento disperso e

itinerante, también ha empezado a cuestionar la imágenes del contexto sociocultural en

que existían estas prácticas: Autores como Gregorio Saldarriaga exponen cómo la

sociedad española de la época de la conquista y la colonia no interpretó las prácticas

indígenas desde los significados rituales que realmente representaban para las culturas

en que se practicaban, subvalorando al indígena, por el contrario, se percibieron desde

una visión preconcebida de “salvaje” y “subhumana” de las mismas (Saldarriaga 2009).

Otra información extraída de las crónicas y que determinó en gran medida el desenlace

de las relaciones entre panches y españoles fue la fuerte tradición bélica que parecen

haber tenido los primeros y la percepción que de la misma plasmaron los españoles en

sus documentos. Según los datos consignados en las crónicas, los panches mantenían un

constante estado de beligerancia con otros grupos indígenas, ya fueran estos otras

parcialidades karib asentadas en diversos sectores del valle del río Magdalena (muzos,

colimas, tapaces, pantágoras, etc.), grupos muiscas asentados en las tierras del altiplano,

e incluso entre los mismos segmentos panches al interior de su propio territorio. La

retórica colonial implementada en los documentos de la conquista buscaba transmitir

una enseñanza moral y generar un sentimiento de admiración ante el “heroísmo” de las

tropas y líderes españoles; investigadores como Bolaños (1994) y Borja (2002) han

señalado la forma en que este tipo de documentos exageraban los números de

combatientes indígenas en la descripción de las batallas y/o exacerbaban las habilidades

de los mismos para el conflicto como parte de un modelo literario en el cual se

glorificaban las victorias españolas.

Parece ser que esta característica de las crónicas llevó a los autores que mejor describen

las situaciones de conquista en el territorio panche a prestar un especial interés por esta

tradición bélica ancestral y describirla en detalle a lo largo del proceso de conquista. Así,

en obras como la de Aguado, Simón y Fernández Piedrahita se encuentra una muy

Page 177: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

176

detallada descripción de las situaciones de conflicto que protagonizaron los panches en

diferentes batallas, lo cual incluye por un lado las propias batallas que protagonizaron

los españoles, así como los relatos de batallas y temor que grupos como los muiscas -o

mozcas- decían tener de los panches.

De la misma forma en que se describen las situaciones de conflicto y el desarrollo de

esta “tradición bélica ancestral” encontramos una detallada descripción de elementos de

cultura material que acompañaban y ritualizaban estas situaciones de conflicto. En este

rico contexto descriptivo de los enfrentamientos armados encontramos referencias a

armamento defensivo y ofensivo, ornamentos, instrumentos musicales, atuendos,

etcétera:

Traian tan formados escuadrones y con tal regulada disciplina, como si fueran

banda de tudescos; unos dellos cubiertos con paveses y multitud de dardos a la

mano que mujeres armígeras traían: otros con picas largas y con mazas

pendientes de los hombros asimismo: otros con fuertes arcos y con flechas:

otros fundibularios, proveido, zurron de lisas piedras y redondas: otros también

traían cerbatanas y aljabas de saetas emplumadas que violentos soplos

despedían […] (Castellanos [1601] 1955. –Tomo IV-: 204).

Además de estos elementos de cultura material que fácilmente podrían ingresar en el

registro arqueológico en situaciones de conflicto como las descritas para el momento de

la conquista, la tradición bélica que se describe para los panches también se ve

manifiesta en otros aspectos que se describen ricamente a nivel literario, pero de los

cuales es difícil contar con una evidencia material; un ejemplo de esto son las

descripciones de las formaciones marciales o las estrategias militares de ataque y

defensa, las cuales son claro reflejo de la experiencia de los ejércitos indígenas al

momento del conflicto armado.

Así, de la revisión de estas fuentes, se pueden extraer dos grandes conclusiones: una,

que la cultura panche sí parecía poseer una tradición ancestral bélica en la que los

conflictos armados parecen haber formado parte de su cotidianidad, experiencia que se

reflejaría en aspectos como la organización de sus ejércitos a la hora de marchar a las

Page 178: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

177

batallas; dos, que este conocimiento ancestral o experiencia en el campo del conflicto

también los había llevado a desarrollar una diversidad de armamentos efectivos tanto

para el combate cuerpo a cuerpo como para los ataques a distancia. Esta condición

beligerante y resistente a la invasión fue registrada por los mismos españoles durante las

campañas de conquista en las que combatieron contra ejércitos panches y/o en las

batallas en la que algunos segmentos panches se aliaron a estos para combatir en contra

de otras poblaciones indígenas.

Fragmentos de estas batallas presentados por cronistas como Simón, Fernández

Piedrahita y Aguado nos permiten identificar que los ejércitos panches mantenían una

estricta disciplina a la hora de marchar a las batallas, en las cuales no solamente los

hombres participaban, sino que también las mujeres desarrollaban ciertas funciones

relativas al aprovisionamiento y suministro de armas:

[…] á breves pasos vieron moverse al compas de los piés y del aire multitud de

penachos de todos colores, que llevaban en las cimeras cinco mil Gandules

embijados y dispuestos á dar batalla con tan regulada disciplina y militar

disposicion en la forma de los escuadrones, como si fuera la más bien

disciplinada banda de Tudescos, repartidos en esta manera. En los encinos

derechos de la vanguardia y retaguardia, los honderos, y en el izquierdo otros

tantos Gandules con paveses y multitud de dardos á la mano, que les

suministraban sus mujeres en la ocasion, mezclándose así entre honderos, como

darderos de vanguardia y retaguardia, muchos indios con cerbatanas y

jaculillos envenenados que despedian con el soplo. Las alas del ejército se

componian de los flecheros que también se mezclaban en el batallon formado de

picas de veinte y cinco palmos, tostadas las puntas, y de mazas que llevaban

pendientes de los hombros para cuando estrechasen (Fernández de Piedrahita

[1668] 1942 Libro V, Capítulo 1).

Asumimos que tal nivel organizativo a la hora de enfrentar a los invasores obedecía al

ejercicio de una tradición que se venía desarrollando desde el pasado y que había

alcanzado tales niveles organizativos como respuesta a múltiples experiencias en el

campo del conflicto. Las descripciones de los cronistas siempre presentan a los panches

Page 179: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

178

como una sociedad agresiva y beligerante, la cual obtuvo reputación de valiente y

guerrera entre otros grupos prehispánicos de la región; podríamos apoyar esta

concepción con base en el grado de complejización militar registrado. De la misma

forma, se percibe en las descripciones sobre otros grupos étnicos el conocimiento y

temor de esta característica de los panches:

Y con ser tan pocos respecto de la muchedumbre de los Mozcas, los temian éstos

como á fieras indomables; Y así para resguardo suyo y de sus tierras, por la

parte que confinaban con los Panches tenia el Zipa presidios y guarniciones… y

los Bogotaes, asombrados, del susto se metian unos debajo de los caballos para

ampararse, y otros ántes de trabarse la batalla desamparaban el sitio, sin

detenerse un punto hasta verse dentro de Bogotá […] (Fernández Piedrahita

[1668] 1942 Libro V, Capítulo 1).

Descripciones como estas son un claro indicio de una sociedad preparada para el

enfrentamiento armado y acostumbrada a lidiar con situaciones de conflicto, en la cual

el mismo parecía hacer parte de su cotidianidad y la llevó a desarrollar tecnologías,

estrategias e incluso instituciones vinculadas directamente con esta condición.

Al hacer un seguimiento de las situaciones particulares que acompañaron el proceso de

conquista de poblaciones y territorios panches durante el siglo XVI y que abordamos el

inicio del presente capítulo, encontramos que todos los segmentos panches evidenciaron

esta tradición bélica ancestral: algunas de ellas la manifestaron desarrollando fuertes

procesos de resistencia armada ante la invasión española (resistencia que en casos como

el del sector norte y nororiental de la banda oriental del río Magdalena se extendió por

varios años, pero que en casos como el de los segmentos asentados en la banda

occidental del mismo fueron aplacadas de manera casi inmediata por los ejércitos

europeos), mientras que otras la hicieron evidente en sus alianzas con los ejércitos de

los conquistadores en contra de otros segmentos panches resistentes al proceso de

invasión y conquista.

No es descabellado pensar que en sociedades en las que se ha desarrollado un

componente bélico como el referido líneas arriba para los panches, este mismo ha

Page 180: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

179

estado determinado y acompañado de un fuerte componente ideológico y sociopolítico

que sustenta dichos comportamientos y les da continuidad en el tiempo. Es probable que

en una sociedad beligerante como la panche, la ideología de la misma presente menor

disposición a la sumisión y al servilismo ante el eventual caso de un choque

intercultural con otra sociedad, lo cual habría acelerado en gran medida el proceso de

exterminio descrito anteriormente para el grupo étnico, al desarrollar diversos procesos

de resistencia (ya fuese esta armada y activa, o de tipo pasivo como las prácticas de

infanticidio mencionadas anteriormente).

También podemos deducir que el conjunto de percepciones que se formó en la sociedad

hegemónica de la época sobre la cultura panche aceleró un proceso de estigmatización

que justificó un rápido exterminio de la misma y la asimilación de los sobrevivientes al

régimen colonial. El concepto de “amenaza” que se formó ante la tradición bélica

registrada para los panches se mantuvo a lo largo de los pocos años que los

sobrevivientes del grupo étnico se mantuvieron e integraron al régimen colonial tras las

campañas de exterminio y conquista; esta situación seguramente fue un condicionante

impuesto por la sociedad colonial española que de una u otra forma tampoco permitió la

supervivencia del grupo a ningún nivel.

Según la temática abordada hasta este punto, pensamos que estos dos aspectos están

fuertemente vinculados con las condiciones particulares de la conquista y exterminio del

grupo, y que a su vez fueron determinantes para que en un lapso temporal de un poco

más de medio siglo (1537-1600) la cultura y población indígena panche se vieran

extinguidas tras su choque con la cultura europea.

Page 181: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

180

CAPÍTULO 6

PANCHES DE MONTAÑA Y PANCHES DE RÍO: SUS DIFERENCIAS Y RELACIONES DESDE UN ENFOQUE

ETNOHISTÓRICO Y ARQUEOLÓGICO.

6.1 Los datos de las crónicas

Al hacer una lectura de las crónicas de la conquista en las que se presentan datos y

descripciones sobre los panches encontrados por los españoles en el siglo XVI,

hallamos un primer bosquejo de esta sutil diferenciación entre los segmentos asentados

en las tierras altas del territorio y los que habitaban las tierras bajas en alrededores del

curso del río Magdalena. Las descripciones que presentan los cronistas sobre las

características socioculturales de estos segmentos, sus formas de resistencia ante el

proceso de conquista y las mismas relaciones entre diversos segmentos panches,

parecen reflejar la existencia de ciertas diferencias que podrían corresponder a la

polarización de los segmentos panches en torno a dos núcleos sociopolíticos que

ocuparon espacios a su vez diferentes dentro de la geografía diversa de su territorio.

Durante la última década, sólo dos autores han llegado a sugerir la posibilidad de una

diferenciación cultural al interior de la unidad panche (considerada homogénea tanto

territorial como culturalmente desde el mismo momento de la conquista), a partir de la

lectura de documentos del siglo XVI (Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004). La

investigación de Rodríguez y Cifuentes 2004 resalta el hecho de que los segmentos

asentados en las tierras altas enfrentaron a los españoles de manera diferente a como lo

hicieron los asentados en las tierras bajas (2004: 80); por su parte el trabajo de Cifuentes

(2004), profundizando un poco más en la investigación del conflicto en sociedades

prehispánicas, expone claramente las diferencias y enemistades que parecieron existir

entre los segmentos que ocupaban las tierras bajas del territorio panche, lo que podría

estar obedeciendo a una forma de conflicto intraétnico.

Page 182: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

181

Retomando la propuesta de Rodríguez y Cifuentes sobre una posible diferenciación al

interior de la “unidad cultural panche” entre diversos segmentos y la probable

polarización de estos en torno a territorios específicos, como podrían ser los sectores

altos y bajos del territorio, desarrollaremos la búsqueda de estos aspectos en otros

ámbitos socioculturales que hayan podido haber quedado registrados en los documentos

de la conquista y/o que se puedan identificar y rastrear en el registro arqueológico. El

tipo de respuesta sociocultural manifestada por diferentes segmentos ante la invasión

europea del siglo XVI, el análisis toponímico y las diferencias sutiles en la cultura

material asociada a sectores específicos del territorio, son herramientas claves que nos

han permitido dar fuerza a la hipótesis de una diferenciación intraétnica para el caso

panche.

6.1.2 Respuestas ante la invasión europea

La primera y más marcada diferencia que encontramos, se desarrolla en torno a las

respuestas que ofrecieron los diferentes segmentos panches frente al proceso de

conquista e invasión adelantado por el ejército español al interior de los territorios

indígenas durante la segunda mitad del siglo XVI; como expusimos a lo largo del

Capítulo 5 mientras que los primeros contactos generaron en algunos casos fuertes

procesos de resistencia bélica, en otros conllevaron a la generación de alianzas entre

ejércitos indígenas y españoles. Cuales pudieron ser las causas de estrategias culturales

tan opuestas de parte de diversos segmentos panches?

Habia entre los Panches algunos pueblos que asentaron paces con Gonzalo

Jiménez de Quesada, prestando fidelidad á nuestro católico Rey; y no

atreviéndose éstos á declararse como los otros, solamente dieron

consentimiento á la empresa, prometiendo no desampararlos en lo secreto, no

tanto por sospecha del castigo que pudieran temer, como por el empeño de la

palabra dada á que no debian faltar, como que la vergüenza de romperla pesase

más que la notoriedad de la venganza á que aspiraban… pero las demas

naciones… descubiertamente coligadas y eligiendo como caudillo superior al

Bituima, pidieron paso á los Tocaremas, y por esta parte y la de Calandaima

entraron en los confines de Bogotá y Sutagaos, y abrazando los maizales y

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182

demas sembrados, oprimieron de suerte los pueblos de Tibacuy, Subia, Tena,

Cipacon y Bojacá, que despues de cautivar mucha gente para alimento de su

voracidad, pasaron á cuchillo á cuantos, desconfiados de sí mismos ó

desprevenidos para la fuga, dieron en sus manos (Fernández Piedrahita [1668]

1942 Libro VIII, Capítulo IV).

Este relato de Fernández Piedrahita hace referencia especialmente a la campaña de

contraofensiva panche de 1538 y parece estar indicando cómo el proceso de exploración

y conquista del territorio panche generó diferentes tipos de respuesta ante la invasión

europea de parte de diversos segmentos. Se percibe que hay un grupo de segmentos que

opta por la resistencia mientras que otro grupo se mantiene apático a este tipo de

respuesta y mantiene relaciones pacíficas con los españoles; según el relato de

Fernández Piedrahita algunos segmentos se lanzan en una campaña bélica en la cual

llegan hasta las tierras del altiplano y arrasan con diversas poblaciones muiscas, sin que

otras poblaciones panches hagan parte de dicha contraofensiva. Aunque las crónicas

españolas no arrojan ningún dato sobre los motivos que llevaron a ciertos segmentos a

aliarse con otros en específico, podemos empezar a suponer la existencia de cierto grado

de “afinidad” entre algunos segmentos y “discordancia” entre y para con otros.

Siguiendo nuestra hipótesis de la existencia de una diferenciación entre segmentos al

interior del grupo referenciado como panches, podemos aventurarnos a proponer que

dicha diferenciación llevó en algún momento específico a la alianza o polarización de

un grupo de segmentos en contra de la invasión española, mientras que otro grupo que

presentara fuertes diferencias con esta “coalición” de segmentos resistentes, optaría por

la asociación con los españoles en contra de otros segmentos panches. Estos procesos de

agrupación de distintos segmentos al interior de una sociedad frente a situaciones

externas han sido sugeridos como indicadores de procesos de transición entre una

organización de tipo tribal y el surgimiento de un liderazgo institucionalizado (Lucaioli

2011: 184) y en nuestro caso específico parecen ser un indicador directo de la existencia

de alianzas sociopolíticas claras entre los segmentos concentrados en torno a dos centros

geográficos específicos.

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183

Información como la presentada por Fernández Piedrahita también la encontramos en

otros cronistas que analizaremos más adelante, donde se percibe la polarización de

segmentos resistentes y pacíficos hacia sectores específicos del territorio panche. Si

estos segmentos asentados en sectores específicos desarrollaron respuestas

socioculturales opuestas ante la invasión, y durante el proceso de resistencia a la

conquista se dio una marcada polarización de parte de los segmentos asentados en estos

sectores específicos del territorio, podríamos empezar a rastrear la existencia de una

diferenciación social o política al interior de los segmentos panches y concentrada en

torno a áreas puntuales del territorio.

6.1.2.1 Procesos de resistencia indígena en el sector oriental y nororiental del territorio

panche.

Como se mencionó anteriormente, a partir de 1537 se iniciaron las campañas de

exploración y conquista del territorio ocupado por los panches, durante las cuales los

conquistadores europeos se encontraron con las ocupaciones de los segmentos a que

hemos aludido anteriormente. Dado que las exploraciones tomaron como punto de

partida la sabana de Bogotá, las primeras incursiones se hicieron por los límites

orientales del territorio panche (lo cual corresponde a las tierras altas montañosas de su

territorio). De esta forma, los primeros encuentros se dieron en los territorios de

Tibacuy y Tocarema (1537), ambos en la parte alta de la cordillera, para los cuales

encontramos las más ricas descripciones en las crónicas de Simón y Fernández

Piedrahita, cronistas que en el siglo XVII retomaron las descripciones de primera mano

de autores como Fernández de Oviedo, Aguado, Castellanos y otros, escritas durante la

segunda mitad del siglo XVI, y presentan una recopilación detallada de los hechos

registrados por los españoles que participaron en las campañas lideradas por Juan de

Céspedes y Jiménez de Quesada (1537), Pérez de Quesada (1538) y Venégas Carrillo

(1543) durante el proceso de exploración y conquista de los territorios indígenas.

El primer choque intercultural registrado corresponde a la batalla de Tibacuy, en la cual

el ejército español bajo el mando de Juan de Céspedes13 se encontró frente a un ejército

13 Juan de Céspedes fue uno de los ocho principales capitanes que componían la tropa de Jiménez de

Quesada en la conquista del Nuevo Reino de Granada, y a quien le fue encomendad la misión de explorar

el territorio ocupado por los panches en los límites occidentales del altiplano a partir de 1537.

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184

panche conformado por los segmentos de anapoimas, calandaimas, colimas y tocaremas

en tierras del líder Conchima. Como se puede apreciar en la Ilustración 10 del Capítulo

5, este sector de Conchima o Conchaima, se localiza en la zona suroriental del territorio

que ocupaban los panches en el siglo XVI y según el análisis toponímico, los espacios

ocupados por los segmentos anapoimas, calandaimas y tocaremas también harían parte

de este sector oriental en los alrededores de la población de Tibacuy. Durante esta

primera batalla, la coalición indígena presentó un fuerte choque bélico de resistencia

ante los invasores; las descripciones de Fernández Piedrahita y Simón exponen el

resultado de las confrontaciones armadas y los papeles jugados por ambos bandos:

Pero este ímpetu de los caballos, que no pudo resistir la vanguardia de los

Panches, sostuvieron tan valerosamente en el batallon de las picas animado de

sus Cabos, que dieron lugar para que las hileras descompuestas se ordenasen y

descargasen á un tiempo multitud de flechas, dardos y piedras sobre los

españoles en tanto grado, que cubrian el cielo […] se comenzó una lid

sangrienta con tanta obstinacion y coraje, que cuando mayores estragos se

hacian en aquellos bárbaros, con tanta más furia se entraban por las espadas y

lanzas sin temor de la muerte, y era tan espesa la lluvia de piedras y flechas

sobre los españoles, que ya con notable dificultad sustentaban el combate,

falseados y rotos los escudos de los botes de las picas y dardos y atormentados

los brazos y piernas de los golpes de piedras y masas […] (Fernández Piedrahita

[1668] 1942 Libro V, Capítulo I).

[…] no sólo no les acobardaba ver caer tantos de los suyos muertos y la tierra

regada de sangre, sino que antes de esto, como a elefantes que se embravecen

con la vista de la sangre, los embravecía más y se metían sin ningún temor por

las espadas y lanzas de sus contrarios, disparando sobre ellos de sus flechas,

dardos, piedras, jaras, con las cerbatanas, macanazos y palos con los arcos

cuando se les habían acabado las flechas tan aprisa, que les daban muy bien en

qué entender a los soldados (Simón [1627?] 1981 -tomo III-: 219)

Estos dos cronistas coinciden en resaltar que aún frente a la superioridad del ejército

español (no determinada por el número de soldados sino por las tecnologías

Page 186: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

185

implementadas como el uso de caballos, y las armas de metal, que resultaban novedosas

y efectivas contra los indígenas), la resistencia panche sólo se vio afectada por la muerte

del líder de estos últimos, tras lo cual se dieron a la retirada, determinando la derrota del

ejército indígena14:

El cual como descollaba entre los demás por su altura, mostraba más que todos

el brío que traía y de la importancia que era, para darlos a los demás. Y así,

viendo el Sanmartín sería de mucha para acabar la guerra el despachar aquel,

fue advirtiendo alguna buena ocasión para hacerlo, y hallándola, dio de las

espuelas al caballo y pasando por junto a él, le metió su lanza por un hombro y

le salió por la espalda, conque quedó sin vida despidiéndola con un valiente

grito […] Y así, asombrados todos de ver aquel gigante tendido y oir el grito

que dio, procuraron la huída por aquellas medias laderas, como desconfiados

ya de todo buen suceso (Simón [1627?] 1981 -tomo III-: 220)

De estos tres fragmentos podemos extraer que en los españoles causó fuerte impresión

el carácter aguerrido de los segmentos panches de este sector oriental del territorio, a la

vez que se empieza a vislumbrar desde este primer contacto, que esta coalición de

segmentos presenta un fuerte proceso de resistencia armada ante las incursiones de

exploración.

Aunque los panches de esta parte alta de su territorio (sector montañoso al oriente del

mismo) “aceptan” la derrota tras esta primera batalla, continúan en un claro proceso

beligerante de resistencia que se ve bien documentado en la posterior invasión que

hicieron a territorios controlados por los españoles en Agosto de ese mismo año

(Fernández Piedrahita [1668] 1942, Simón [1627?] 1981). Esta situación suscitó otra

incursión del ejército español (junto con aliados muiscas) al territorio panche con el

objetivo de pacificar esta provincia, encontrándose de nuevo con un ejército

14 A diferencia de las estructuras occidentales de la guerra, los grupos prehispánicos desarrollaron otras

formas de conflicto y finalización de los mismos. Un claro ejemplo es el expuesto por Salas y que parece

aplicar a un amplio colectivo de sociedades indígenas en el continente americano: en muchos choques

armados, tras la muerte o caída del líder indígena, el resto del ejército se rinde, dando por finalizada la

batalla y aceptando la derrota general (Salas 1986).

Page 187: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

186

conformado por diversos segmentos panches de las tierras altas, el cual presentó otra

vez fuerte resistencia ante el embate español.

En este punto histórico empieza a hacerse mención a Síquima, el líder indígena de un

segmento del mismo nombre, asentado en las tierras altas del nororiente del territorio

panche y que gozaba de gran reconocimiento entre las poblaciones de la zona durante el

desarrollo de conflictos. Según se percibe en diversos autores (Fernández Piedrahita

[1668] 1942, Simón [1627?] 1981, Aguado [1570?] 1956), como se verá más adelante,

Síquima llegó a jugar un papel muy importante en el proceso de resistencia indígena

durante la conquista del territorio panche apareciendo como líder militar al mando de

una coalición de segmentos de esta parte del territorio.

Para el momento de esta incursión española, la influencia política de Síquima congregó

a un grupo de líderes entre los que estaban Tocarema, Buluaduaima y Matima

(Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro V, Capítulo VII), los cuales de nuevo

ofrecieron resistencia bélica al avance del ejército español al interior del territorio

panche, aunque al igual que en las anteriores confrontaciones, el resultado fue la derrota

de los indígenas, podemos apreciar que las incursiones españolas a este sector

nororiental del territorio siguen encontrando un claro y fuerte proceso de resistencia

ante la exploración.

No obstante, tal como lo percibe Simón y como se puede apreciar en el desarrollo

posterior de las relaciones entre los segmentos panches de este sector de su territorio y

los españoles, aunque tras la derrota los indígenas hicieron ofrendas de frutas a los

españoles, el pago de estos “tributos” no significó una sumisión real a los invasores de

parte de los segmentos que protagonizaron estas batallas, sino una aparente paz

momentánea durante la cual se dio un proceso de reorganización militar para continuar

con el proceso de resistencia:

Cargados de su presente y de deseos que lo quisiese recibir el general y a ellos

con él, vinieron algunos de los más viejos y principales de los panches, bien a

deshora de lo que imaginaban los nuestros, porque fue a tiempo que entendían

Page 188: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

187

estaban tratando de la venganza y el volverse a reformar para la guerra (Simón

[1627?] 1981 -tomo III-: 287)

Hasta este punto, podemos apreciar cómo el proceso de resistencia activa en la parte alta

del territorio se siguió gestando más allá de las primeras incursiones españolas a

territorio indígena (y las consecuentes derrotas que estas acarrearon), en otras palabras,

empezamos a encontrar que los segmentos indígenas asentados en este sector

nororiental no asumieron procesos de paz con los invasores, ni desarrollaron algún tipo

de sumisión ante las derrotas en las batallas, por el contrario generaron procesos de

contraofensiva como la de 1541 en la que incursionaron y asolaron territorios muiscas

controlados por los españoles (Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro VIII, Capítulo

IV.).

Ante esta invasión adelantada por los panches en 1541, los muiscas solicitaron a los

españoles que se adelantara una incursión de apaciguamiento al territorio panche. Dada

la ausencia temporal de Jiménez de Quesada en el altiplano, varios capitanes españoles

designaron a Hernán Pérez de Quesada para que dirigiera dicha campaña buscando

apaciguar dichos procesos de resistencia. Cómo es lógico, esta campaña militar se

enfocó hacia las partes montañosas del norte y el oriente del territorio panche, en donde

se localizaban los segmentos que habían estado desarrollando los procesos de

resistencia descritos anteriormente. Así, la incursión española adelantada en 1541 se

concentró en este sector del territorio panche (Fernández Piedrahita [1668] 1942), en los

alrededores del Río Negro, donde tenían su principal asentamiento las poblaciones de

nimaimas y nocaimas, así como en el sector oriental en donde se encontraban anolaimas

y tocaremas (ver Ilustración 8 e Ilustración 10), dejando de nuevo en los documentos de

la conquista la misma impresión de fuerte resistencia armada:

[…] el campo de los Nimaimas que, con alaridos y voces, pretendian

manifestarse, y aun pareció convidaban á llegar á las manos; en que no fueron

perezosos los nuestros, pues avanzando á toda priesa se trabó un bien reñido

combate, en que si hacian maravillas los españoles, no excedian á los Panches

que, como fieras acosadas, se entraban por las lanzas y espadas sin temor de la

muerte (Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro VIII, Capítulo IV).

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188

Siguiendo las descripciones de Fernández Piedrahita, quien es el cronista que presenta

las descripciones más detalladas para estas batallas, aparece en este momento el nombre

de Bituima, como un personaje importante entre estos segmentos panches del norte y

nororiente del territorio que estaban desarrollando los fuertes procesos de resistencia

bélica descritos anteriormente. Este autor da un claro ejemplo del respeto y reputación

que tenía entre estos segmentos el líder Bituima:

Tanto como esto importan las advertencias de un buen discurso: y los Panches,

que veneraban á Bituima por oráculo de la guerra, recogidos víveres para

muchos dias, y taladas las sementeras, trataron con más desvelo de su defensa

por la vecindad con que ya campeaba el ejército español (Fernández Piedrahita

[1668] 1942 Libro VIII, Capítulo IV).

Como profundizaremos más adelante, la mención de un líder político militar panche

cuyo poder e influencia trascienda el nivel local del segmento y llegue a encabezar una

coalición de segmentos en contra de un enemigo común, es un suceso que sólo hemos

registrado para esta parte del territorio y del que no encontramos referencia en otro tipo

de situaciones descritas en los documentos analizados: Aunque las alianzas o

coaliciones entre segmentos panches no son eventos exclusivos de este sector del

territorio, sí parece serlo la existencia de un líder político o militar a cargo de este tipo

de coalición de segmentos.

Para finales de 1543 la campaña de exploración de Hernán Venégas Carrillo15 lo llevó

de nuevo al interior del territorio panche; Venegas fue atacado por Síquima al inicio de

esta campaña, en el punto de confluencia de los ríos Síquima y Contador, en la parte

nororiental del territorio panche (punto rastreable hasta la actualidad pues el nombre de

los dos ríos se conserva), en inmediaciones de los territorios controlados por Bituima y

Síquima. Síquima se hallaba al mando de una coalición de segmentos panches

(çaçaimas, chapaimas y síquimas) de la parte norte del territorio (Simón [1627?] 1981

Sexta Noticia. Capítulo IX), las que pese a su aguerrida resistencia, fueron según los

cronistas, nuevamente derrotados:

15 O Fernán Vanegas como aparece en Simón [1627?].

Page 190: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

189

[…] tenia Venégas órden de poblar una ciudad en la provincia de los Panches,

que reprimiese la ferocidad de sus armas […] marchó contra los Bituimas, que

fortificados en una peña, se pusieron en defensa, esperando aun mejor fortuna

que la que tuvieron con Hernan Pérez […] más, como fuese tan feroz asalto el

que le dieron los nuestros, que en ménos de dos horas quedase roto el ejército

de los contrarios, y el campo seguro […] (Fernández Piedrahita [1668] 1942

Libro VIII, Capítulo IV).

Así, podemos entrever que la resistencia activa registrada en el sector norte y nororiente

del territorio panche desde las primeras campañas de exploración, se sigue presentando

en 1544, lo que se ve reflejado en que la campaña de Venégas se siga encontrando

frente a un fuerte proceso de resistencia que parece hacerse extensivo a la mayor parte

de los segmentos establecidos en las tierras altas del territorio, percibiéndose de nuevo

la influencia del líder Síquima como protagonista del mismo:

[…] poniéndose con armas a la resistencia y defensa de sus tierras y pueblos, no

quedando en la tierra provincia ni cacique que no tuviera estas determinaciones,

de que fue el primer motor el de Síquima, a cuyos avisos acudieron luego todos

los principales sus comarcanos […] (Simón [1627?] 1981 Tomo III: 174)

Como se puede apreciar hasta este punto de la incursión al territorio panche, es claro

que desde 1537 hasta 1544 el área conocida por los españoles correspondía a las tierras

altas y montuosas del norte y nororiente del territorio. Igualmente, podemos concluir

que en dichos espacios los segmentos encontrados siempre presentaron un constante

proceso de resistencia bélica que impidió en todo momento establecer un enclave

español de cualquier tipo desde el cual ejercer un control real de la zona. Debido a que

el principal interés de Venégas era la fundación de dicho enclave, la constante

resistencia que encontró en las tierras altas lo llevó a explorar la parte baja de los

alrededores del río Magdalena, donde encontró una situación diferente, en la que el

proceso de resistencia fue muchísimo menor e incluso que los segmentos indígenas le

ofrecían cierta hospitalidad, como lo expondremos en el siguiente apartado.

Page 191: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

190

6.1.2.2 Consolidación de alianzas y establecimiento de enclaves españoles en el sector

sur del territorio panche.

La situación de conflicto permanente e insumisión total a la invasión europea

desarrollada por los segmentos panches asentados en las tierras montañosas del sector

oriental de su territorio parece no haber sido la misma que encontramos para los

sectores de las tierras bajas en los alrededores del río Magdalena.

Siguiendo la incursión de Venégas Carrillo durante 1544, resulta claro que la

belicosidad y resistencia indígena de los segmentos asentados en la parte montañosa del

territorio panche dificultó a los españoles el establecimiento de un asentamiento que

pudieran utilizar como enclave para someter la provincia en dicho sector. Por ello

Venégas prosiguió por el interior del territorio en búsqueda de condiciones más

favorables, lo que lo llevó a explorar las tierras bajas junto al río Magdalena,

encontrándose con que existían aparentes rivalidades entre los segmentos asentados en

estos nuevos territorios y los conocidos por los españoles desde 1537 en la parte

montañosa, lo cual encontramos bien referenciado en cronistas como Simón, en su

relato de la exploración hacia las tierras bajas en 1544:

[…] determinaron pasar adelante, hasta entrar en la provincia que llamaban de

la sabana, gente enemiga del Síquima, con quien traían perpetuas guerras,

ocasionadas de leves y comunes encuentros, aunque muy fundadas en graves

ocasiones antiguas con que unos abastecían las carnicerías de los otros […]

(Simón [1627?] 1981. –tomo IV-:180)

Fragmentos como este de Simón, nos permiten percibir la existencia de rivalidades al

interior del grupo y territorio identificado como panche para este momento puntual de

1544 y a la vez nos sugiere que esta rivalidad entre los segmentos que ocupaban las

tierras bajas junto al río Magdalena (que Simón refiere como “la provincia de la sabana”)

y los explorados en la parte montañosa del sector norte y oriental del territorio, pudo

haberse dado durante un amplio periodo de tiempo, es decir que no habría sido generada

por el proceso de conquista español y las incursiones que se venían dando durante los

últimos siete años (1537 a 1544) sino que podría obedecer a lo que aquí denominamos

Page 192: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

191

una aparente “enemistad ancestral” entre los segmentos asentados en los dos sectores

referidos.

En su descenso hacia las tierras bajas, Venégas se encuentra con segmentos como los

liderados por Lutaima y Lachimí, los cuales le ofrecen a los invasores una posición muy

diferente a la expuesta anteriormente por el de Síquima: En las referencias al líder

Lachimí, aunque no se describe en detalle el tipo de relaciones que mantenía su

segmento con el de Síquima, se le presenta como un enemigo de este último. En la

transcripción del discurso de Lachimí presentada por Simón, este líder indígena ofrece

al capitán Venégas un considerable contingente de batalla a disposición del mismo, con

el objetivo de dirigir un ataque en contra de los segmentos confederadas por Síquima:

No sólo esos te ofrezco, respondió Lachimí, sino dos mil combatientes bien

armados y valiente gente que sabrá defender tu persona, si los de esa tierra en

cuya demanda llevas los intentos quisieren molestaros… Jamás en mi palabra

hallarás engaño de amistad si yo no le hallare en la tuya. Y así te podrás fiar

como de buen amigo. Y en demostración de esto ofrezco seguir tu bandera y si

gustares de tomar venganza del Síquima en los agravios que te ha hecho,

acompañará a tu gente toda la que quisieras de la mía […] (Simón [1627?]

1981. –tomo IV-: 182).

Este ofrecimiento arroja valiosa información sobre la situación de los segmentos de las

tierras bajas, pues lo hemos asumido como un claro indicador de que las enemistades

existentes con los segmentos de la parte montañosa del territorio eran tan fuertes que

ante el primer contacto con un grupo desconocido y sin saber sus intereses, se le brinda

un contingente militar en contra de los enemigos ancestrales indígenas.

Rodríguez y Cifuentes también han sugerido la posible existencia de formas de

conflicto que habrían opuesto a los segmentos asentados en las tierras bajas y los de las

tierras altas (2004:17). En este sentido, aunque no hemos podido registrar en las

crónicas referencias específicas a conflictos que hubieran llevado a enfrentar a panches

de tierras altas y bajas como dos bandos unificados y contrapuestos entre sí, por el

contrario, sí podemos rastrear respuestas diferentes ante la invasión europea al interior

Page 193: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

192

de los grupos asentados en estos dos ambientes. Asimismo, podemos identificar que las

relaciones sociopolíticas al interior de los segmentos asentados en las tierras altas del

territorio y al interior de los asentados en las tierras bajas eran totalmente diferentes para

el momento de la llegada de los españoles en el siglo XVI.

Retomando el desarrollo de la incursión española en las tierras bajas, para el momento

del encuentro con el líder Lutaima, Venégas se encuentra con que estos segmentos de

las tierras bajas presentaban una menor tendencia a la resistencia bélica, razón por la

cual le propuso la paz a este líder, el cual accedió a dar paso por sus territorios a los

españoles como primer paso de una alianza con estos últimos:

[…] mudó sus primeras demostraciones en venir desarmado con algunos de sus

nobles y hablar al capitán Vanegas, con quien asentó la paz con tanta firmeza

que jamás la quebrantó, y dio paso libre por sus tierras para las del Tocaima,

no por ventura sin intentos de verlas por aquel camino destruídas, ya que no

podía por otro quedar vengado de asedias antiguas y agravios nuevos que el

Tocaima le tenía hechos, con que estaban cebadas entre ellos sangrientas

enemistades (Simón [1627?] 1981. –tomo IV-: 216)

Este “paso libre” que menciona Simón está haciendo referencia a permitir el paso del

ejército español hacia la conquista de las tierras de otro líder de segmento, pues Lutaima

cedió paso a los españoles con el objetivo que colonizaran las tierras del Tocaima

(Guacanaima) en venganza por anteriores afrentas que éste le había hecho, lo cual

parece estar reflejando la existencia de una situación de conflicto entre los segmentos

asentados en las tierras bajas, y que parecería preexistir desde antes del contacto con los

españoles.

Algunos investigadores (Rodríguez y Cifuentes 2004, Cifuentes 2004) también han

sugerido la posible existencia de conflictos entre los mismos panches de las tierras bajas,

que se manifestaban en enfrentamientos bélicos entre dichos segmentos al momento de

la llegada de los españoles. Tras la lectura de cronistas como Simón, podemos deducir

que líderes asentados en este sector como Lutaima, Tocaima y Lachimí (Ilustración 11)

Page 194: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

193

parecen ser enemigos entre sí y que esta situación fue aprovechada por los españoles

para incursionar en los territorios de los diversos segmentos de esta parte del territorio.

Al contrario de la situación registrada en la parte oriental y nororiental del territorio

panche, en donde los segmentos se aliaron entre sí y ofrecieron un fuerte proceso de

resistencia que se extendió por años, parece que las diferencias y enemistades existentes

entre los segmentos de la parte baja del territorio las indujo a establecer alianzas

temporales con los españoles con el objetivo de fortalecerse en contra de los demás.

Esto resultó, por tanto, en que el proceso de exploración e incursión de parte del ejército

español nunca se encontró frente a una oposición indígena realmente significativa en

esta parte del territorio.

Como podemos extraer del siguiente fragmento de la obra de Aguado, los ejércitos

indígenas de las tierras bajas presentaron una menor disposición para afrontar batallas y

una resistencia más disgregada que la ofrecida por los ejércitos panches de las tierras

altas:

Así salió Martín Yáñez con su gente, y fue a dar a una provincia de unos indios

llamados Guacanaes, donde, siendo sentido de ellos, tomando las armas en las

manos se pusieron en defensa de su tierra y casas; mas como llegasen a tentar

las fuerzas de los españoles y hallasen en ellas tanta resistencia, acordaron

aventajarse en el huir, pues no lo podían hacer en las armas. Las armas de que

estos indios usan en sus guerras son flechas, lanzas, dardos y macanas; y

aunque todos son corpulentos y de grandes ánimos, con mucha facilidad fueron

ahuyentados de los nuestros, dejando sus casas y haciendas, frágiles y de poco

precio, en poder de los cristianos; y asimismo los que con descuidados pasos se

tardaron en huir, dejaron también las vidas (Aguado [1570?] 1956, Libro V,

Capítulo I).

Aquí podemos apreciar como Martín Yáñez Tafur, encargado por Venégas de la

exploración de las tierras bajas en territorio panche en 1544, incursiona en el territorio

de los guacanaes o guacanaimas, que es el mismo segmento referenciado en el discurso

del líder Lutaima como la población de tocaima. Como podemos apreciar en la

Page 195: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

194

Ilustración 11, donde encontramos la ubicación aproximada de los segmentos panches

en el territorio, este segmento se encontraba ocupando el área en torno a la confluencia

de los ríos Patí y Magdalena en uno de los sectores altitudinalmente más bajos del

territorio panche.

Los guacanaima, quienes también aparecen en las crónicas como tocaima,

denominación que parecen haber tomado de un líder ancestral de gran renombre entre

otros segmentos panches de los alrededores (Aguado [1570?] 1956, Simón [1627?]

1981), presentaron un comportamiento totalmente diferente al registrado para los

segmentos encontrados por los españoles en las tierras altas. Este segmento les ofreció

su hospitalidad y puso a su disposición diversos recursos, lo que llevó Hernán Venégas

a escoger este sitio como el indicado para fundar la población que buscaba en el interior

de esta provincia, como se puede apreciar del registro de la primera entrevista con el

líder guacanaima:

Respondió el indio bien a propósito, no con razones de bárbaro juicio, sino

acertadas y bien compuestas, prometiendo de su parte honradas

correspondencias de amor y buena amistad, que jamás quebró este indio ni sus

vasallos desde este día que la dieron a los españoles (Simón [1627?] 1981. –

tomo IV-: 190)

Esta estrategia pacífica de parte de los indígenas se expone detalladamente en las

crónicas de Aguado, el cual hace uso en este punto de una retórica literaria mucho más

amable que la implementada hasta ese momento para describir a los “salvajes” panches,

presentándolos como gente “noble y generosa”. Las descripciones de Aguado (al igual

que las de Simón) permiten entrever que los españoles tuvieron una percepción distinta

de los panches de las tierras altas y los de las tierras bajas, percepción que seguramente

estuvo determinada por el grado de resistencia y beligerancia que encontraron ante el

proceso de conquista en los diversos sectores del territorio:

Idos los indios Guacanes a sus casas, procuraban traer cada día comida a los

españoles en agradecimiento del beneficio que de ellos habían recibido. Esta

gente Panche son de tan noble condición que no tienen cosa suya que no la

Page 196: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

195

comuniquen y den con maravillosa liberalidad a cualquiera persona, aunque

sean sus enemigos, salvo si actualmente están en la guerra contra ellos; y así

demás de por ser ellos naturalmente inclinados a esta generosidad, por los

beneficios que el día antes habían recibido de los nuestros, les traían mucha

comida (Aguado [1570?] 1956, Libro V, Capítulo II).

También encontramos en las crónicas que fue tal el grado de hospitalidad ofrecido por

el segmento de guacana que no se hizo necesaria la implementación de la fuerza para

lograr la sumisión de este territorio:

Martín Yáñez Tafur usó el oficio de capitán y caudillo en esta jornada, porque

con dos salidas que hizo a traer la gente y naturales de paz, se pobló el pueblo,

como adelante se dirá, y así no fue necesario que los demás usasen el oficio de

capitanes (Aguado [1570?] 1956, Libro V, Capítulo I)

Esta situación no estaría implicando que los segmentos asentados en estas tierras bajas

carecieran de ejércitos ni de una tradición bélica ancestral, por el contrario, al parecer

contaban con el componente bélico necesario para haber desarrollado un proceso de

resistencia similar al registrado en las tierras altas entre 1537 y 1544, pero las decisiones

políticas indígenas favorecieron el surgimiento de alianzas con los mismos españoles,

quienes también hicieron de la diplomacia un instrumento de su estrategia para lograr su

establecimiento en la zona. Simón [1627?] expone bien como guacanas y españoles

sellaron una de estas alianzas al momento de iniciar una campaña bélica en contra de

otros segmentos panches como los lachimíes:

No hallaba palabras el Guacana en agradecimiento de las que le dijo el capitán

Vanegas y el haber admitido su voluntad […] así, con la misma que se ofreció,

despidiéndose de los españoles y llamando a sus capitanes y gente noble, mandó

apercibiesen su gente con todos los pertrechos de guerra de su usanza, que eran

macanas, dardos, hondas, lanzas, flechas bien apercibidas de mortal veneno, y

que estuviesen a pique para salir con los españoles cuando le ordenasen (Simón

[1627?] 1981. –tomo IV-: 195)

Page 197: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

196

De esta forma, en los autores que hacen referencia a las situaciones acaecidas en las

tierras bajas del territorio panche (principalmente Aguado y Simón), encontramos como

una constante la existencia de alianzas entre los españoles y diversos segmentos

indígenas de esta parte del territorio. Tal es el caso de los encuentros con los segmentos

de conchima y calandaima, las cuales encontró Venégas durante 1544 en su exploración

de la parte baja del territorio panche:

Recibiólos el capitán Vanegas con aplauso y cortesía de todos y en muestra de

amistad le dio algunas camisas bien hechas y labradas, bonetes, espejos y

cascabeles que estimó el Calandaima en mucho […] Hiciéronse con esto firmes

conciertos de paz con apretadas fijezas de ambas partes y demostraciones de la

del cacique, ofreciendo luego ciento de sus vasallos para que ayudasen en la

fábrica de las casas y de acudir con el tributo moderado que les señalase el

encomendero […] (Simón [1627?] 1981. –tomo IV-: 205)

No se olvidaba (Conchima) de reconocer esta amistad desde su tierra con

algunos regalos que enviaba a los españoles, juzgando serle más sano partido

conservando la amistad como lo hizo todo el resto de su vida, rendirles vasallaje

de los tributos, que estar siempre las armas en la mano y riesgo cada día de

perder la vida […] (Simón [1627?] 1981. –tomo IV-: 206).

En ambos fragmentos de Simón se puede percibir la forma en la que el contacto con

estos segmentos panches de las tierras bajas en 1544 no estuvo determinado por ningún

tipo de conflicto, por el contrario, parece ser una constante la amabilidad y sumisión de

los líderes indígenas a las tropas de Venégas16. Al igual que en lo registrado para

guacanaima y lutaima, parece que conchima y calandaima no sólo ponen recursos y

16 Es importante resaltar que durante las campañas de exploración del territorio en 1537 ya se había

registrado un primer contacto con una coalición indígena bajo el liderazgo de conchima, en la cual los

segmentos asentados en las partes montañosas del oriente del territorio presentaron un fuerte proceso de

resistencia armada ante la incursión española; aunque es arriesgado atrevernos a especular las causas por

las cuales un segmento como el de conchima desarrolló dos tipos de respuestas tan diferentes ante el

contacto europeo en dos momentos de la conquista, sí podemos concluir que para este segundo escenario

ni el segmento ni su líder aparecen como aliados a otro grupo de segmentos, lo que nos lleva a suponer

que durante 1537 la respuesta armada se pudo haber dado por la influencia de estos segmentos, los cuales

registran formas de resistencia activa durante todas las situaciones de contacto experimentadas en el

sector montañoso del oriente del territorio.

Page 198: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

197

víveres a disposición de los españoles sino que incluso les ofrecen sus ejércitos para

continuar en su misión de exploración y conquista del territorio.

Como se mencionó brevemente en los Capítulos 3 y 5, esta campaña de 1544 finalizó

con la fundación de la ciudad de Tocaima en las tierras bajas del territorio panche, el

cual era el objetivo de la expedición adelantada por los españoles durante este año.

Aprovechando la alianza establecida con el segmento de guacanaima, la cual parece que

fue la más fuerte de las logradas en esta parte del territorio, se estableció la primera

población española en territorio panche, desde la cual se dirigieron en lo sucesivo los

procesos administrativos, religiosos y exploratorios de la región.

Como se puede apreciar al hacer una lectura de las acciones referidas por los cronistas

para la parte alta del territorio, el dominio y control de las tierras bajas de parte de los

españoles no implicó enfrentar un proceso de resistencia indígena tan largo ni tan fuerte

como el descrito para los segmentos en la parte oriental y nororiental del territorio, por

el contrario, el tipo de relaciones entre grupos indígenas y colonizadores europeos fue

muy pacífico desde el momento en que las campañas de exploración ingresaron a esta

parte del territorio panche. De esta forma, nos encontramos frente a dos tipos de

respuesta política indígena ante la invasión europea en el siglo XVI:

En el sector oriental y norte del territorio, donde se encuentran las áreas montañosas de

alta pendiente, los segmentos indígenas presentaron una fuerte y constante resistencia

ante la incursión española en su territorio. Los líderes de los principales segmentos se

unieron entre sí y al parecer se organizaron políticamente bajo el mando de Síquima,

designado como líder común en este momento crucial de la historia para dirigir el

proceso de resistencia en contra de la invasión española. Aunque no es claro el alcance

del poder de este líder y/o la institucionalidad de este liderazgo, sí es evidente que la

respuesta sociocultural a la invasión de parte de los segmentos concentrados en este

sector del territorio panche, fue la coalición entre los mismos con el objetivo de

enfrentar a un enemigo común.

Por el contrario, entre los segmentos asentados en las tierras bajas del territorio no se

registra la existencia de una unidad durante la exploración española, sino una situación

Page 199: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

198

de conflicto intraétnico en el que la enemistad entre segmentos panches conllevó al

establecimiento de alianzas individuales con los españoles, lo cual a su vez conllevó al

dominio y destrucción de otros segmentos indígenas.

Estas dos situaciones exponen claramente la existencia de una unidad sociopolítica por

encima del nivel de segmento para el siglo XVI en la parte alta del territorio panche.

Aunque no es claro si el surgimiento de dicha unidad o confederación de segmentos

tuvo su origen en el momento de la conquista como respuesta a la invasión española o

presentaba un antecedente que implicara la institucionalización del liderazgo (ya fuera

social, político, económico o religioso), sí podemos aseverar que las relaciones

socioculturales existentes entre los segmentos de este sector del territorio favorecieron

el surgimiento y mantenimiento de un líder al menos durante el proceso de resistencia

indígena que desarrollaron dichos segmentos. En cuanto al tipo de relaciones registradas

para los segmentos de las tierras bajas, se puede evidenciar una disgregación cultural

determinada tal vez por relaciones de conflicto entre estos; el registro de las crónicas a

nivel sincrónico no nos permite atrevernos a dilucidar las causas de este conflicto

intraétnico, pero si permite concluir la existencia de relaciones sociopolíticas entre

segmentos muy diferentes a las registradas para los segmentos del norte y oriente del

territorio.

Otra gran conclusión que podemos extraer de la comparación de escenarios en los

documentos de la conquista, es la existencia de dos patrones de comportamiento ante la

invasión europea: mientras en las tierras altas se registra una fuerte resistencia armada

que se extiende por varios años, en las tierras bajas no se encuentra una oposición

armada real ante la incursión europea en territorio indígena. Podríamos atrevernos a

pensar que dentro de la concepción sociocultural de los grupos de las tierras altas no se

contemplaba la sumisión de los territorios bajo ninguna circunstancia y aunque los

constantes enfrentamientos concluían siempre en la derrota de los ejércitos indígenas,

nunca hubo un acto de rendición verdadera mediante el cual se aceptara la invasión de

los españoles. Este no fue el caso de los segmentos asentados en las tierras bajas, para

las cuales encontramos un proceso mucho más diplomático en el que mediante el

diálogo y el establecimiento de alianzas se permite el ingreso y ocupación del territorio

a los españoles desde el momento del primer contacto.

Page 200: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

199

La existencia de estos dos tipos de respuesta ante la incursión europea (resistencia

activa por un lado y formación de alianzas locales por otro) podrían explicarse por los

grados de cohesión social y consolidación incipiente de un liderazgo por encima del

nivel local de segmento. Como expusimos anteriormente, es muy probable que los

segmentos asentados en el sector norte y nororiental del territorio se encontraran en un

proceso de surgimiento de liderazgo institucionalizado; de ser así, es claro que la

consolidación de dicho liderazgo implicara una unidad más sólida y homogénea de los

segmentos (sin importar aquí las estrategias o mecanismos por medio de los cuales se

dio dicha agregación de éstos). Por el contrario, es claro que en un escenario como el

descrito para el sector sur del territorio, en el cual no existe una institución de ningún

tipo por encima del nivel local de segmento, cada uno de estos se encuentra en una

situación de competencia con los demás, lo que se traduce en la existencia de

enemistades constantes y pugnas por alcanzar diversos tipos de poder y control sobre

los otros.

De acuerdo a lo anterior, es muy claro que los mismos españoles se enfrentaron a dos

escenarios totalmente distintos, lo que los llevó a desarrollar acciones igualmente

diferentes para lograr la incursión y posterior control de los territorios y sus poblaciones.

Enfrentar un grupo de segmentos fuertemente consolidado, organizados política y

militarmente bajo una unidad radicalmente resistente, generó una estrategia de ataques

directos enfocados a la destrucción física del enemigo, mediante constantes y

recurrentes embates en los que la superioridad tecnológica hacía mella tras cada batalla

(aunado a procedimientos de destrucción económica como la técnica de tala y quema de

los territorios indígenas). Por el contrario, en el escenario de las tierras bajas, el

encontrarse frente a segmentos fuertes en su unidad, pero enfrentados entre sí por

conflictos internos y posibles pugnas por el poder entre sí, conlleva al grupo

conquistador a fomentar dichas enemistadas y diferencias, establecer alianzas fugaces

con cada uno de los segmentos y sacar el mayor provecho de estrategias de guerra como

la diplomacia.

Por encima de la existencia de las diferenciaciones descritas anteriormente, la lectura de

las crónicas también expone claramente la existencia de una “tradición bélica ancestral”

Page 201: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

200

(Cifuentes 2004) que se hace extensiva para los segmentos asentados en todos los

sectores del territorio, materializada en la existencia de ejércitos bien disciplinados,

soldados entrenados y desarrollo de armamento ofensivo y defensivo especializado.

Esta tradición bélica fue adjudicada por los cronistas a todos los segmentos panches

(Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601] 1955, Fernández de Oviedo [1526] 1959,

Fernández de Piedrahita [1668] 1942, Simón [1627?] 1981), lo que hace evidente que

previo al momento de la conquista los panches ya se encontraban inmersos en un estado

de conflicto con existencia real de enfrentamientos armados (ya fueran ofensivos o

defensivos, en contra de otros segmentos panches y/o en contra de otros grupos étnicos).

Esta situación pone de manifiesto que ante la invasión española del territorio panche

como amenaza real para la subsistencia del grupo cultural, todos los segmentos

contaban con los medios físicos para implementar una defensa armada del territorio; el

hecho que no se diera dicha resistencia de parte de todos los segmentos no obedece

entonces a una razón tecnológica o material, sino a una causa política, ideológica o

social que determinaba la existencia de una diferenciación entre estos mismos

segmentos.

Surge así la pregunta que abre paso al siguiente aparte: es posible realizar un

seguimiento de esta diferenciación en el espacio geográfico estableciendo una relación

entre los segmentos y el territorio?

6.1.3 Espacios físicos ocupados por diversos segmentos

Como hemos mencionado anteriormente, la onomástica geográfica actual de esta parte

del territorio colombiano conserva abundantes vocablos de clara ascendencia karib (en

especial todos aquellos terminados en ima o aima), distribuidos en el valle medio del

Magdalena a ambos lados del río. Allí, especialmente en los territorios ancestrales de las

comunidades pijaos y panches se han conservado hasta la actualidad nombres con estas

terminaciones en poblaciones, ríos, cerros y veredas17, lo que permite establecer una

conexión entre espacios geográficos y entidades socioculturales como las poblaciones y

segmentos panches que hemos venido refiriendo hasta este punto.

17 La Vereda es un término usado en Colombia para definir un tipo de subdivisión territorial rural de los

diferentes municipios del país.

Page 202: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

201

Los nombres de actuales poblaciones, ríos y sectores rurales pueden ser rastreados con

bastante precisión en las crónicas españolas de la conquista. Aunque no podemos

aseverar que los nombres de los territorios actuales correspondan exactamente con los

ocupados por los segmentos panches descritos con las mismas denominaciones,

suponemos que la ubicación de estos puntos geográficos en torno a un referente

toponímico sí nos permite establecer una relación espacial bastante cercana a los

espacios ocupados por los segmentos sociales mencionados en dichos documentos.

Ya hemos mencionado que para la organización sociopolítica panche no existe claridad

en cuanto a si el líder local tomaba el nombre del territorio o el territorio recibía su

nombre al acceder dicho líder al poder. Lo que sí es claro es que para el siglo XVI los

españoles describieron una serie de segmentos indígenas en los que tanto su líder, como

su territorio y la denominación étnica del grupo coincidían en la misma palabra. Así,

por ejemplo el líder Anolaima citado en las crónicas de Fernández Piedrahita era el

cabecilla de un segmento identificado como los “anolaimas” y ocupaban un territorio

que llevaba el mismo nombre; al hacer una lectura y recorrido por la toponimia actual,

encontramos una población rural que lleva el nombre de Anolaima y en cuyo territorio

muy probablemente tuvieron sus principales asentamientos los indígenas de dicho

segmento panche.

Nuestros principales pasos metodológicos fueron los siguientes: en primer lugar,

realizamos un análisis toponímico, que presentamos a continuación, compilando y/o

contrastando los datos lingüísticos y etnohistóricos registrados para los segmentos

panches mencionados en los documentos de la conquista (Tabla 1. Nombres

encontrados en las crónicas, cronistas y probable correspondencia con la denominación

actual.Tabla 1). Posteriormente, rastreamos dichos topónimos en la cartografía actual y

en los trabajos que se han ocupado de realizar reconstrucciones de los nombres de los

territorios ancestrales (IGAC 1999). Esta espacialización tuvo el objetivo de identificar

una localización geográfica aproximada de los espacios ocupados por los segmentos

presentados en las crónicas. Finalmente, cruzamos esta información con las situaciones

de contacto registradas en las tierras bajas y altas del territorio panche a inicios de la

conquista buscando identificar los espacios geográficos en los que se dieron los

diferentes tipos de respuesta indígena al proceso de conquista, lo que nos permitió

Page 203: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

202

identificar dos grandes centros geográficos a los cuales podemos asociar los segmentos

que desarrollaron uno u otro tipo de respuesta cultural al proceso de invasión y

conquista española.

Vocablos panches

encontrados en las crónicas Hace referencia a:

Topónimos

actuales

Ambalemas Segmento panche Ambalema

Anapoimas Segmento panche Anapoima

Anolaimas Segmento panche Anolaima

Buluadaima Líder panche Bulundaima

Bituima Líder político y militar panche /

Segmento panche Bituima

Cacaima / Çaçaima /

Sasaimas Segmento panche Sasaima

Calandaima / Calandaimas Líder panche / Segmento panche /

Territorio panche Calandaima

Colimas Segmento panche Colima

Conchima Líder panche Conchaima

Chapaima Segmento panche Chipaima

Guacana Líder panche Guacaná

Guacanaes / Guacanes Segmento panche / territorio

panche Guacaná

Guacanaima Segmento panche Guacanaima

Guataquíes Segmento panche Guataquí

Lachimí Líder panche

Lutaima Líder panche Lutaima

Matima Líder panche Mátima

Nimaimas Segmento panche Nimaima

Siquima / Síquimas

Líder político y militar panche /

Segmento panche / Territorio

panche

Síquima

Tocaima Líder panche Tocaima

Page 204: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

203

Tocarema / Tocaremas Líder panche / Segmento panche /

Territorio panche Tocarema

Tabla 1. Nombres encontrados en las crónicas, cronistas y probable correspondencia con la

denominación actual.

En la reconstrucción presentada en la Ilustración 11 hemos ubicado espacialmente los

principales datos extraídos de las crónicas sobre segmentos panches: haciendo un

seguimiento de los nombres de poblaciones actuales, ríos, cerros y territorios rurales

(veredas), hemos situado la probable ubicación de los principales segmentos panches

dentro de su territorio (es importante recordar que nuestra área de estudio ha tomado

como límite occidental el río Magdalena):

Ilustración 11. Ubicación espacial de los segmentos referidos en las crónicas dentro del territorio

panche.

Page 205: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

204

Anteriormente hemos dejado claro que los vocablos panches descritos en las crónicas

hacen referencia a líderes, territorios y grupos humanos, los cuales parecen guardar

entre sí una estrecha relación. Aunque el contexto colonial en el cual se dio la

producción documental se caracteriza por la recolección de datos descontextualizados y

el aislamiento de los mismos (Amselle 1998), encontramos aquí que sí existe una

relación directa entre liderazgo, territorio y grupo étnico, es decir entre espacios físicos

relativamente bien identificados, la población o segmento que lo habitaba en el

momento específico de la conquista y las estructuras sociopolíticas de liderazgo que

interactuaban entre estos dos puntos.

Como hemos bosquejado anteriormente y como se puede apreciar, en la Ilustración 11

encontramos que los principales segmentos panches referidos en las crónicas se

concentran en torno a dos núcleos primordiales, uno hacia la parte nororiental del

territorio y otro hacia la parte sur del mismo; de esta forma, de los 18 segmentos

panches identificados, 10 se concentran en la parte norte del territorio y 8 en la parte sur.

Esta concentración de segmentos en torno a dos áreas principales representa un primer

indicio de diferenciación entre los espacios que hemos sugerido anteriormente.

Siguiendo las descripciones de los cronistas, se percibe que los segmentos referidos para

el sector nororiental ocupaban territorios de relieve más montañoso enmarcados en el

paisaje que hemos descrito en el Capítulo 4 como piedemonte cordillerano (partes altas

cordilleranas que muestran pendientes abruptas), mientras que para el territorio ocupado

por la mayoría de los segmentos del sector sur, los cronistas mencionan que se trata de

un espacio mucho más plano de sabanas y valles, el cual hemos identificado como

planicies aluviales (Aguado [1570?] 1956, Fernández de Piedrahita [1668] 1942, Simón

[1627?] 1981).

Al compilar datos sobre la altitud (m.s.n.m.) en la cual se encuentran actualmente las

poblaciones que han conservado sus nombres indígenas, podemos establecer un

estimativo para las dos agrupaciones de segmentos identificados en la Tabla 2,

encontrando que todos los segmentos asentados en norte y nororiente del territorio

ocupan espacios por encima de los mil cien metros sobre el nivel del mar, mientras que

Page 206: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

205

para la concentración sur, los segmentos han ocupado espacios con diversos niveles

altitudinales, pero prevalece una marcada relación con las áreas más bajas del territorio:

Poblaciones Altitud

Ambalema 250 m.s.n.m.

Anapoima 710 m.s.n.m.

Anolaima 1657 m.s.n.m.

Buluadaima 1200 m.s.n.m.

Bituima 1627 m.s.n.m.

Calandaima 1000 m.s.n.m.

Conchaima 1500 m.s.n.m.

Chapaima 1700 m.s.n.m.

Tocaima (Guacanaima) 400 m.s.n.m.

Guataquí 227 m.s.n.m.

Lachimí 500 m.s.n.m.

Lutaima 550 m.s.n.m.

Matima 1800 m.s.n.m.

Nimaima 1185 m.s.n.m.

Nocaima 1105 m.s.n.m.

Sasaima (Çaçaima) 1203 m.s.n.m.

Siquima 1630 m.s.n.m.

Tocarema 1700 m.s.n.m.

Tabla 2. Altitud estimada para los territorios de los diversos segmentos panches.

Esta información nos indica que el grupo de segmentos agrupados en el sector norte del

territorio panche parecen haber privilegiado la parte montañosa del oriente del mismo,

mientras que los agrupados en el sector sur los encontramos ocupando principalmente

las tierras bajas occidentales en áreas más cercanas al río Magdalena.

Page 207: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

206

Poblaciones Altitud

(m.s.n.m.)

Ambalema 250

Anapoima 710

Calandaima 1000

Conchaima 1500

Tocaima

(Guacanaima) 400

Guataquí 227

Lachimí 500

Lutaima 550

Tibacuy 1650

Tabla 3. Altitudes registradas para los

segmentos del sector sur del territorio panche.

Poblaciones Altitud

(m.s.n.m.)

Anolaima 1657

Buluadaima 1200

Bituima 1627

Chapaima 1700

Matima 1800

Nimaima 1185

Nocaima 1105

Sasaima

(Çaçaima) 1203

Siquima 1630

Tocarema 1700

Tabla 4. Altitudes registradas para los

segmentos del sector norte del territorio

panche.

De lo anterior (Tabla 3. y Tabla 4. ) podemos concluir que el 100% de los segmentos

rastreados geográficamente en la agrupación poblacional norte, se encuentran asentados

por encima de la cota de los 1100 m.s.n.m., mientras que en el sector sur los segmentos

han ocupado espacios distribuidos en todos los niveles altitudinales que ofrece el

entorno (desde el mismo nivel del río Magdalena a aprox. 200 m.s.n.m. para el caso de

guataquí y ambalema hasta las tierras altas cordilleranas en límites con otros grupos

étnicos al oriente del territorio). Esta información nos lleva a encontrar una primera

diferencia real entre los segmentos concentrados en estos dos sectores del territorio

panche, en cuanto a la existencia de un patrón de asentamiento que privilegia ciertos

entornos naturales; en otras palabras, el patrón de asentamiento de los segmentos

concentrados en el sector norte favoreció el establecimiento de los centros poblacionales

en las partes más montañosas del mismo, mientras que los segmentos asentados hacia la

parte sur privilegiaron el establecimiento en las partes más bajas y llanas del territorio.

Page 208: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

207

La siguiente diferenciación que encontramos dentro de este primer análisis espacial, se

relaciona con el tipo de estrategia desarrollada de parte de los segmentos indígenas ante

las campañas de exploración y conquista en el siglo XVI (lo cual, según hemos

bosquejado anteriormente, parecería ser un reflejo de los grados de cohesión entre

segmentos y el posible surgimiento de un liderazgo incipiente por encima del nivel

local). Aquí hemos podido establecer una clara diferenciación entre dos grupos de

segmentos panches, los asentados en las tierras montañosas del oriente y nororiente del

territorio, y los que ocupaban las tierras más bajas en cercanías al río Magdalena en el

sector sur del territorio. Siguiendo el proceso de contacto con los españoles durante el

siglo XVI descrito en la primer parte de este mismo capítulo, encontramos que estos

grupos de segmentos desarrollaron respuestas notoriamente opuestas ante el proceso de

exploración e invasión del territorio panche. Hemos encontrado una relación directa

entre dos sectores del territorio indígena referidos anteriormente (uno concentrado en la

parte nororiental y otro hacia la parte sur) y dos tipos de estrategia política desarrollada

por los segmentos asentados en los mismos, ante la invasión europea.

Como planteamos anteriormente, la lectura de las fuentes analizadas aquí nos ha

permitido identificar que el proceso de invasión y conquista europeo al interior del

territorio panche se encontró o ante segmentos que opusieron un fuerte proceso de

resistencia armada activa que se mantuvo a lo largo de todo el siglo XVI y que parece

solo haber llegado a su fin con la extinción física y social del grupo étnico, o ante

segmentos que por diversos motivos ofrecieron sus recursos económicos, humanos o

militares a favor de los españoles incluso para favorecer el proceso de conquista de

otros segmentos resistentes. Teniendo en cuenta esto, en la Tabla 5 hemos establecido

un paralelo entre estas formas de respuesta ante la invasión europea al territorio

indígena y la ubicación geográfica de los segmentos o poblaciones panches que

desarrollaron tales tipos de respuesta:

Líderes y/o territorios

panches mencionados en las

crónicas

Respuesta cultural ante el

proceso de conquista

(resistencia / alianza)

Relieve

Ambalema Resistencia 1541 Planicie Aluvial

Anapoima Resistencia 1537 Montaña

Page 209: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

208

cordillerana

Anolaima Resistencia 1541 Montaña

cordillerana

Buluadaima Resistencia 1538 Montaña

cordillerana

Bituima Resistencia 1541 / 1543 Montaña

cordillerana

Çaçaima Resistencia 1543 Montaña

cordillerana

Calandaima Resistencia 1537

Alianza 1544 Área de transición

Conchaima Alianza 1544 Montaña

cordillerana

Chapaima Resistencia 1543 Montaña

cordillerana

Guacanaima (Tocaima) Alianza 1544 Planicie Aluvial

Guataquí Resistencia 1541 Planicie Aluvial

Lachimí Alianza 1544 Planicie Aluvial

Lutaima Alianza 1544 Planicie Aluvial

Matima Resistencia 1538 Montaña

cordillerana

Nimaima Resistencia 1541 Montaña

cordillerana

Nocaima Resistencia 1541 Montaña

cordillerana

Siquima Resistencia 1538 Montaña

cordillerana

Tocarema Resistencia 1537 / 1538 / 1541 Montaña

cordillerana

Tabla 5. Relación entre respuesta cultural expuesta por distintos segmentos panches y su ubicación

geográfica dentro del territorio.

De los 18 segmentos panches referidos en la Tabla 5, 13 presentaron un proceso fuerte

de resistencia, mientras que 4 establecieron alianzas con los españoles durante la

Page 210: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

209

conquista (un caso particular lo representa el segmento de Calandaima, que parece

haber evidenciado los dos tipos de respuesta analizados en momentos diferentes de las

incursiones españolas al territorio indígena). Analizando la ubicación geoespacial

(Ilustración 11) y el tipo de respuesta exhibida (Tabla 5), encontramos que todos los

segmentos que presentaron alianzas se encontraban asentadas geográficamente en las

tierras bajas del territorio.

Es claro que esta correlación no puede ser entendida como una regla estricta ni como

alguna forma de determinismo ambiental que nos permita aseverar que la ocupación de

un tipo de espacio implique o conlleve siempre al mismo comportamiento cultural. Tal

es el caso del segmento de calandaima, el cual presenta una situación particular, pues

registra ambos tipos de respuesta cultural en diferentes momentos temporales. No

obstante, de la información analizada sí podemos ver que la mayoría de los segmentos y

sus formas de respuesta ante el contacto se presentan como una muestra bastante

homogénea en la que podemos apreciar la existencia de un patrón bien definido.

En conclusión a los datos de la Tabla 5y la existencia de dos grandes agrupaciones de

segmentos en distintos sectores del territorio panche (ver Ilustración 14), podemos

establecer que todos las 10 segmentos asentados en las tierras altas cordilleranas

desarrollaron procesos de resistencia ante la invasión europea, los cuales retrasaron la

exploración y conquista de esta parte del territorio por varios años; así mismo, en este

sector no se registró ningún tipo de alianza de parte de los segmentos indígenas con los

ejércitos hispanos por lo que la zona se percibe como un espacio sociopolítico más

homogéneo y reacio a la incursión europea. Por el contrario, de los 8 segmentos

asentados en la parte sur del territorio, la mitad de ellos ofrecieron alianzas a los

españoles desde el momento del primer contacto, lo que permitió su ingreso a este

sector del territorio y la dominación de otros segmentos resistentes en un periodo corto

de tiempo; esta situación denota la existencia de otro tipo de respuesta cultural ante la

invasión en este sector sur (Ilustración 14).

En la Ilustración 12 e Ilustración 13 podemos comparar el tipo de respuesta cultural

registrada para cada uno de los sectores identificados en la Tabla 5 y en la Ilustración 14:

Page 211: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

210

Ilustración 12. Respuestas culturales

registradas en el sector norte.

Ilustración 13. Respuestas culturales

registradas en el sector sur.

Ilustración 14. Procesos de resistencia a la invasión y/o alianzas establecidas con los españoles por

los segmentos panches en diferentes sectores del territorio.

La existencia de estas aparentes reacciones diferenciales de parte de los segmentos

asentados en distintos sectores del territorio, por encima de caracterizar el tipo de

respuesta cultural desarrollado en cada sector, son un claro indicador del potencial de

confederación de los mismos segmentos para cohesionarse en contra de un enemigo

común. Esta “capacidad de cohesión” o “confederación” podría ser el reflejo de la

existencia de relaciones más estrechas entre dichos segmentos; es probable que vínculos

más cercanos de parentesco, ideología o intercambio estuvieran propiciando el

Page 212: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

211

surgimiento y consolidación de liderazgos por encima del nivel de segmento, lo cual

hemos podido rastrear tras la lectura de las crónicas y parece verse reflejado en el tipo

de acciones de resistencia ante la incursión española durante la segunda mitad del siglo

XVI.

No podemos suponer que el establecimiento de alianzas de parte de los segmentos

asentados en el sector sur del territorio estuvo dictaminado por el carácter “sumiso” de

los mismos, pues hemos encontrado claramente que la tradición bélica ancestral se hace

extensiva para toda la población panche. Por el contrario, es muy probable que

estrategias como el establecimiento de alianzas con un grupo foráneo que incursiona en

los territorios locales, se estuviera dando como respuesta a la pugna de segmentos

enfrentados entre sí, en los que no existe una institución por encima de los liderazgos

locales.

El análisis de distribución espacial y la ubicación aproximada de los territorios de los

segmentos, así como la ubicación en una base cartográfica de los principales procesos

de resistencia y alianza desarrollados ante la invasión europea en el siglo XVI, nos

permiten reforzar en este punto la hipótesis de trabajo inicial, en la que propusimos que

una diferenciación a nivel sociocultural entre segmentos, extraída de la lectura de los

cronistas, también se podría ver reflejada de manera discreta en la cultura material

asociada a cada uno de estos segmentos o poblaciones, es decir al registro arqueológico

de los sectores ocupados por dichos segmentos; lo anterior nos permitió establecer la

existencia de un vínculo entre el paisaje, la construcción de la territorialidad de los

segmentos panches y la autonomía política de los mismos.

En conclusión de este apartado y para pasar al siguiente, encontramos que las batallas

registradas entre 1537 y 1544 se concentraron en la parte norte montañosa del territorio

panche, donde hay una recurrente referencia a Síquima18, encabezando el proceso de

resistencia bélica de los otros segmentos panches ante la invasión española. A nivel

geográfico, encontramos una franja de territorio panche hacia el sector oriental y

nororiental del mismo, en la que se encuentran los segmentos que desarrollaron este

fuerte proceso de resistencia. Por el contrario, cuando las campañas europeas de

18 Un líder indígena que ostenta algún tipo de poder político o ideológico sobre los demás segmentos de

esta parte alta del territorio

Page 213: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

212

exploración y conquista invadieron el sector de tierras bajas junto al río Magdalena a

partir de 1544, se encontraron frente a segmentos panches que desarrollaron distintos

tipos de respuesta ante el contacto19 y en general, la ausencia de una coalición fuerte que

impidiera la incursión hispana a este sector sur del territorio.

Mientras que líderes panches como Bituima y Síquima mantuvieron un proceso de

resistencia a la cabeza de un grupo particular de segmentos, que no se vio afectado por

las constantes derrotas en las batallas ante los españoles, otros como Tocaima y Lutaima,

a pesar de contar con el componente bélico necesario para hacer frente a la invasión,

cedieron sus territorios e incluso pusieron sus recursos y ejércitos a disposición de los

españoles, lo que determinó el rápido control de poblaciones y espacios en un sector

particular del territorio panche. Podríamos interpretar esta fuerte diferenciación en las

respuestas que adoptaron los segmentos asentados en las tierras bajas y los del sector

montañoso del territorio panche ante el primer contacto con los ejércitos españoles,

como un indicador de la existencia de una diferencia sociopolítica importante que

incidía en las relaciones internas entre los segmentos asentados en dichos territorios. En

otras palabras, mientras que para el sector nororiental parece existir alguna forma de

estructura social por encima del nivel de los liderazgos locales, que conllevó a la

coalición de los mismos ante un proceso que amenazaba la existencia del grupo como lo

fue la conquista; en el sector sur nos encontramos frente a algún tipo de diferencias

sociopolíticas entre segmentos, lo que habría propiciado un enfrentamiento al interior de

los mismos panches, facilitando la incursión europea y la dominación de esta área y sus

poblaciones.

De esta forma, podemos ver que el proceso de conquista registró dos tipos diferenciales

de respuesta cultural ante la incursión europea, lo cual hemos interpretado aquí como un

reflejo del grado de integración que podía estarse registrando por encima del nivel de

comunidad local (en este caso, segmentos) en dos sectores bien diferenciados del

territorio panche.

6.1.4 Diferencias referidas en cuanto a la cultura material.

19 Varios segmentos desarrollan procesos de alianza con los españoles en contra de otros segmentos

panches.

Page 214: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

213

Volviendo con las descripciones que presentan los cronistas españoles para el momento

del contacto con los panches, hemos podido identificar una aparente diferenciación en

cuanto al tipo de cultura material mencionada para los sectores que hemos discriminado

en el anterior apartado: Algunos cronistas mencionan que los pobladores de las

poblaciones asentadas en las tierras bajas de los alrededores del río Magdalena portaban

diversos adornos de oro, mientras que no registran la existencia de este tipo de

materiales para las poblaciones asentadas en las tierras altas del territorio panche,

situación que llevó a que autores como Aguado [1570?] y Simón [1627?] consideraran a

estos grupos como “ricos” en contraste con las del nororiente del territorio:

Pasaron con esto los soldados sin encuentro a las tierras del Tocaima (líder

Guacana) […] que representaba bien su grandeza y la sangre hidalga de sus

venas, en la nobleza de su condición, disposición, gentileza, valor y autoridad

[…] en que excedía con ventajas conocidas y sin comparación a todas las

provincias sus convecinas […] Pues aunque el común vestido de todos era el

que les dio la naturaleza […] el cuello, frente, brazos, molledos y pantorrillas

traían siempre de gala con piezas de oro fino y sartas de cuentas de diversos

colores […] cosa que entre los de las otras provincias aún no pudieron los

nuestros rastrear […] (Simón [1627?] 1981. –tomo IV-: 187)

Es claro que los españoles percibieron una diferencia en cuanto a ciertos elementos de

cultura material, referenciando por ejemplo, la existencia de piezas de orfebrería entre

los pobladores asentados en las tierras bajas de la parte sur del territorio, especialmente

en el segmento de guacanaima (Tocaima); en contraparte no encontramos mención a la

existencia de este tipo de elementos entre los segmentos asentados en el sector norte y/o

nororiental del territorio en ninguno de los cronistas analizados, ya que durante ninguna

de las campañas de arrasamiento y saqueo desarrolladas entre 1537 y 1544 al sector

norte, se reporta la obtención de este tipo de elementos.

Reforzando esta idea de una aparente exclusividad de ciertos elementos materiales para

uno de los dos sectores, encontramos dos referencias puntuales para los primeros

Page 215: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

214

momentos del contacto20. Por un lado, la campaña de Jiménez de Quesada en 1537

enfrentó y venció a un grupo de segmentos panches del sector norte, tras lo cual los

indígenas al ser obligados a una rendición temporal, ofrecieron como tributo una gran

cantidad y variedad de frutas: […] determinaron pedir paces á Quesada, y para el

efecto eligieron embajadores á cuatro indios principales que fuesen á capitularlas,

llevando un buen presente de guamas y aguacates […] (Fernández Piedrahita [1668]

1942 Libro VIII, Capítulo VII). Este acontecimiento fue registrado por los testigos

como una donación de los elementos autóctonos que los indígenas más valoraban, es

decir que siguiendo la interpretación de los cronistas, las frutas parecen haber sido un

recurso muy apreciado por estas comunidades (Fernández de Oviedo [1535] 1959,

Castellanos [1601] 1955, Fernández Piedrahita [1668] 1942).

En contraparte, durante el primer contacto de los españoles con los segmentos asentados

en las tierras bajas del sector sur (1544), tanto Simón [(1627?] 1981) como Aguado

[1570?] 1956 coinciden en que los indígenas de la población de guacanaima poseían

“…mucho despojo de oro en chagualas, que son como patena… y otras piezas de oro

que los españoles llaman caracoles, los cuales acostumbran estos indios a traer

colgados en las narices. Tomáronse asímismo muchos catabres o canastos de cuentas

blancas y cinchos de lo mismo, entretejidos en ellos muchos caracoles pequeños, que es

un género de adorno para ellos de que usan en sus borracheras y bailes.” (Aguado

[1570?] 1956 Libro V, Capítulo I) y que al llegar los españoles a dicho territorio, la

población local ponía constantemente a su disposición alimentos, su servidumbre y las

posesiones materiales que estos tenían (encontrándose frecuentes menciones a dichos

“caracoles”). De lo anterior extraemos que la población asentada en este sector del

territorio poseía piezas orfebres (así como otro tipo de adornos que no se encuentran

referidos para el sector norte), que las mismas eran comunes entre los indígenas y que a

su vez fueron utilizadas como regalos o dádivas a los españoles en diversas situaciones

vinculadas con el proceso de conquista de la zona.

De las situaciones anteriores podemos comparar dos eventos similares en los que los

segmentos indígenas (voluntaria o involuntariamente), se encuentran en la condición de

tributar elementos materiales al grupo colonizador, registrando que los tributos en los

20 En los que en dos situaciones de conflicto, los grupos indígenas vencidos pagaron algún tipo de tributo

material tras la derrota por parte del grupo vencedor (Salas 1986, Vargas [1599] 2003).

Page 216: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

215

dos sectores corresponden a elementos diferentes (frutas en las tierras altas y piezas

orfebres en las tierras bajas). También hemos podido concluir que en los documentos

escritos por los españoles hay una recurrente alusión a piezas orfebres para sólo uno de

los dos sectores del territorio indígena. Esta situación también la encontramos en las

descripciones de las campañas de arrasamiento y saqueo tan frecuentemente

desarrolladas durante el proceso de invasión y conquista: mientras que en las tierras

bajas las campañas descritas consisten en saqueos a los segmentos que ofrecieron

resistencia y de los mismos se reporta la obtención de piezas orfebres (Aguado [1570?]

1956 Libro V, Capítulo I), por el contrario, en el sector norte del territorio se

desarrollaron campañas de arrasamiento, tala y quema, enfocadas a destruir la

producción y abastecimiento agrícola de las poblaciones asentadas en dicho sector, sin

que se reporten iniciativas enfocadas al saqueo ni la existencia de elementos atractivos

para los españoles como piezas orfebres (Fernández Piedrahita [1668] 1942).

En campañas como la de Hernán Pérez de Quesada en 1538 en contra de los segmentos

asentados alrededor del Río Negro al norte del territorio, se percibe que el principal

objetivo de los españoles no era el saqueo (hemos llegado a suponer que esto se debiera

a que dichos segmentos no contaban con elementos “saqueables” para los intereses

económicos de los conquistadores), sino el arrasamiento de los territorios y los recursos

de los que se abastecían los pobladores de los mismos:

[…] mandó que como fuesen encontrando las poblaciones quemasen las casas y

abrasasen los campos sin perdonar ni aun los árboles frutales que tenian los

indios para su recreo (Fernández Piedrahita [1668] 1942 Libro VIII, Capítulo

IV).

En este punto es importante acotar que las concepciones de “riqueza” o “pobreza”

adjudicadas a las poblaciones indígenas que encontramos en los documentos de la

colonia, están fuertemente permeadas por los intereses económicos y la subjetividad de

los conquistadores europeos en su condición de sociedad colonizadora. En dicho

contexto, conceptos como los de “riqueza y nobleza” asignados por algunos cronistas

(Aguado [1570?], Simón [1627?]) a las poblaciones panches del sector sur del territorio

no pueden ser tomados aquí como indicadores de diferenciación a nivel económico o de

Page 217: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

216

status con respecto a otras, sino simplemente como un marcador diferencial a nivel de

presencia de elementos de cultura material. Es claro que la ideología propia de las

sociedades indígenas adjudicó a ciertos elementos materiales valores diferenciales tanto

en la esfera económica como en la simbólica y de prestigio, pero no está contemplado

en la presente investigación la aproximación a esta problemática en el caso de los

panches21. Lo que sí es claro hasta este punto es la existencia y uso de ciertos elementos

de cultura material de manera exclusiva en sectores específicos y por segmentos

claramente identificados.

No obstante lo anterior, esta aparente asociación entre determinados elementos

materiales y segmentos específicos de la población panche ya ha sido mencionada

sutilmente en investigaciones como la de Bernal (1946), Tovar (1996) y Rodríguez y

Cifuentes (2004). Según Bernal los segmentos asentados en los alrededores de la actual

ciudad de Tocaima, (territorio ancestral de las poblaciones de tocaima / guacanaima)

eran los únicos grupos panches que practicaban la orfebrería y “…fundían el oro con el

que fabricaban brazaletes, narigueras con metal adquirido en lejanos mercados.”

(Bernal 1946: 39). Igualmente, expone que la presencia de dichos objetos no se

encontraba entre otros segmentos panches: “Salvo los “Guacanas” o “Tocaimas” que,

en joyas de oro y en habitaciones, tenían mayor lujo, todos los restantes se guarecían

en humildes bohíos de techo cónico, cubiertos de palmicha y defendidos por fuertes

cercos de madera.” (Bernal 1946: 37).

De su parte, Tovar en su compilación de las Visitas al territorio panche durante el siglo

XVI expone la “Descripción De La Ciudad De Tocayma Del Nuevo Reyno De Granada

Hecha Por Don Gonzalo Perez De Vargas Vezino Della” fechada en 1572, en la cual se

resalta también que los indígenas asentados en los alrededores de la población de

Tocaima exhibían en su cotidianidad el porte de zarcillos y colgantes de oro. Siguiendo

la descripción de Gonzalo Pérez de Vargas presentada por Tovar, la denominación en

lengua indígena para este tipo de adornos era “caricuries” (Tovar 1996, Tomo 3: 373),

término muy similar al de “caracoles” presentado por Aguado [1570?] para describir

este mismo tipo de objetos: “Traen zarzillos en las narices a los cuales llaman

21 A simple vista parecería que para los segmentos asentados en el sector montañoso del territorio la

producción vegetal constituía su mayor baluarte, mientras que para los grupos del sector sur los objetos

orfebres podrían estar representando objetos de gran valor.

Page 218: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

217

Caricuries y también los trahen en las orejas y sartas de quentas en la garganta y en la

cintura…” (Tovar 1996, Tomo 3: 373).

Otros investigadores como Rodríguez y Cifuentes (2004) han ido un poco más allá y

han propuesto que esta aparente exclusividad en el uso y porte de elementos orfebres de

parte del segmento de guacanaima podría estar relacionada con un proceso de

centralización del poder, materializado en la posesión de este tipo de elementos de

cultura material; según estos autores, “Algunos jefes gozaban de mayor prestigio, por

ejemplo el Guacaná, cacique de Tocaima, pues la población allí era más numerosa que

en otros territorios” (Rodríguez y Cifuentes 2004: 62). Sin aventurarnos aquí a validar

o refutar dicha hipótesis, sí podemos concluir que los registros escritos de las campañas

de exploración y conquista reflejan claramente la existencia de elementos de cultura

material exclusivos para ciertos sectores del territorio panche (Fernández de Oviedo

[1526], Aguado [1570?], Castellanos [1601], Simón [1627], Fernández Piedrahita

[1668]).

En cuanto a los resultados expuestos por las investigaciones desarrolladas en la zona

(Castaño 1992), encontramos que casi no hay referencias directas a presencia de piezas

orfebres en los contextos y/o sitios arqueológicos identificados para el territorio panche

en el Periodo Tardío (de hecho, investigaciones como la de Salgado et al. 2006 sólo

reportan la presencia de este tipo de piezas en contextos funerarios para el Periodo

Formativo en varios sitios arqueológicos en el valle medio del río Magdalena). Esta

situación parece deberse a la fuerte práctica de guaquería (saqueo de contextos y/o sitios

arqueológicos) que se desarrolló en la zona desde el momento mismo del contacto en el

siglo XVI y que se ha registrado especialmente para las zonas aledañas al río Magdalena.

Por lo anterior, es importante aclarar que al hablar de esta presencia de piezas orfebres

como un elemento diferencial de determinados sectores del territorio, estamos partiendo

de una lectura e interpretación de los documentos escritos más no de un referente

medible en el contexto arqueológico.

Con base en lo anterior, al menos en cuanto a presencia de elementos orfebres, podemos

concluir para los primeros momentos del contacto, que los mismos se registraron entre

los segmentos asentados en las tierras bajas del sur del territorio, constituyéndose en

Page 219: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

218

elementos de aparente exclusividad que podrían haber representado un factor

diferenciador intraétnico. Lo anterior continúa reforzando la hipótesis de la existencia

de una diferenciación entre dos grupos de segmentos panches que se ve materializada en

algunos elementos de la cultura material asociada a ciertos sectores específicos del

territorio; podríamos entonces encontrar esta asociación vinculada a otros elementos de

cultura material?, quizás en la cultura material registrada en contextos arqueológicos

asociados a estos sectores del territorio panche?.

6.2 Análisis Arqueológico.

Como hemos mencionado en capítulos anteriores, la región del valle del Magdalena ha

registrado evidencias de pobladores humanos desde al menos 5000 A.C. en una serie de

ocupaciones que abarcan el Periodo de Cazadores - Recolectores, el Periodo Formativo

y el Periodo Tardío. Dado que la delimitación cronológica de la presente investigación

se circunscribe a este último, aclaramos que los datos y referencias que se presentan a

continuación corresponden a las ocupaciones humanas del Periodo Tardío del valle del

río Magdalena.

Según lo expuesto anteriormente, diversas investigaciones arqueológicas, lingüísticas y

etnohistóricas desarrolladas a lo largo del siglo XX, han caracterizado la región media

del valle del río Magdalena como un espacio que estuvo ocupado por poblaciones

indígenas de filiación karib desde aproximadamente el año 800 D.C, y que se

mantuvieron allí hasta el momento del contacto con los españoles en el siglo XVI

(Periodo Tardío de la ocupación prehispánica). Autores como Rivet (1943) y Cuervo

(1956) establecieron que la principal característica que definía a estos grupos era su

filiación lingüística; yendo un poco más allá de esta conclusión, Rivet encontró que

estos grupos karib también compartían algunos aspectos socioculturales y tecnológicos

que se podían rastrear en el registro arqueológico como la tradición cerámica y la

práctica de deformaciones corporales (1943). Pero es con el trabajo de Reichel-

Dolmatoff y Dussán de Reichel (1943) que se establece un elemento cultural común a

estos grupos y a la región del valle del Magdalena, el cual es la práctica funeraria de

entierros secundarios en urnas cerámicas.

Page 220: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

219

De esta manera, en el presente, los principales elementos de cultura material con que

contamos para las poblaciones prehispánicas del Periodo Tardío proceden de contextos

arqueológicos y han permitido a múltiples investigadores caracterizar el registro de

cultura material asociada a las poblaciones humanas que ocuparon este territorio durante

el periodo referido, especialmente en cuanto a la tradición alfarera desarrollada y

utilizada por dichas poblaciones (Reichel-Dolmatoff 1943, Arango 1974, Hernández

1980, Diez 1982, Castaño y Dávila 1984, Salas y Tapias 2000, Rodríguez y Cifuentes

2004, Salgado et al. 2006, Díaz 2014). Tal y como referimos en el Capítulo 3, uno de

los aspectos más frecuentemente registrados en estas investigaciones arqueológicas han

sido los contextos funerarios del Periodo Tardío, de los cuales se ha podido recuperar

una abundante y rica muestra alfarera. Dejando claro lo anterior, a continuación

exponemos las características del patrón funerario identificado para el valle medio del

río Magdalena asociado a dicho periodo de la ocupación prehispánica, lo cual a su vez

nos permitirá contextualizar los resultados encontrados y propuestos por nosotros para

los territorios asociados a los diversos segmentos panches y que nos ha permitido

sustentar la hipótesis de una diferenciación sociocultural entre dichos segmentos.

6.2.1. Enterramientos secundarios y las Urnas Funerarias del río Magdalena

De acuerdo a evidencias arqueológicas y estudios etnológicos entre comunidades

indígenas actuales en diversos lugares de Suramérica, se ha propuesto que la práctica

del “enterramiento secundario” se asocia a la idea de que el muerto permanece en un

estado de “limbo” inmediatamente después de su fallecimiento, estado durante el cual

interfiere en diversa forma dentro de la vida social de la comunidad a la cual pertenece

y/o perteneció; la comunidad y sus deudos asumen diversas actitudes de duelo hasta

cuando sus restos óseos son objeto de una segunda ceremonia de entierro, dándose fin a

este estado liminal o de transición tanto del muerto como de la sociedad. Esta práctica

de entierros secundarios, ampliamente difundida en las culturas prehispánicas, generó

un verdadero arte funerario, expresado en la riqueza y variedad de urnas funerarias

reportadas para diversas regiones de Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela (Pineda

1992).

Page 221: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

220

Para el caso del valle del río Magdalena, el trabajo de Reichel-Dolmatoff y Dussán de

Reichel (1943) se enfocó en la caracterización de los patrones funerarios a lo largo de

las áreas ocupadas por grupos karib en dicha región durante el Periodo Tardío, lo que

les permitió identificar la existencia de un continuum cultural evidenciado en la

presencia de urnas funerarias y cinerarias (cerámica) en las cuales los grupos del

Periodo Tardío en el valle medio y bajo del Magdalena habrían depositado a sus

muertos luego de algún procedimiento previo como incineración, desecación,

desarticulación, etc. (Reichel-Dolmatoff 1943). Este “Horizonte de Urnas Funerarias”

correspondería a una manifestación funeraria de tipo ritual que manifiesta la presencia e

implementación de una tradición alfarera cuyo elemento primordial lo constituye la

práctica mortuoria del enterramiento secundario en grandes recipientes cerámicos.

Mediante esta investigación los autores identifican que la tipología en cuanto a

decoración y forma de las piezas cerámicas (especialmente las tapas de las mismas)

difiere notablemente al analizar diversas áreas a lo largo del curso del río, al igual que

las materias primas locales implementadas en la elaboración de las urnas. Es decir que

para diferentes áreas geográficas a lo largo del río, la población prehispánica

implementó y desarrolló tecnologías sutilmente diferentes dentro de esta misma

tradición alfarera y práctica cultural (Reichel-Dolmatoff 1943).

En muchos de los contextos funerarios reportados a lo largo del valle del río Magdalena,

las urnas cerámicas se han caracterizado por llevar sobre sus tapas riquísimas

representaciones antropomorfas (Reichel-Dolmatoff 1943) y/o diversos estilos

modelados y pintados en los cuerpos de estas (Rodríguez y Cifuentes 2004), situación

que en múltiples investigaciones se ha asociado directamente con los personajes

depositados al interior de las mismas (Pineda 1992). No obstante, muchos otros

contextos arqueológicos en sectores como Tibacuy (Salas y tapias 2000) han reportado

patrones decorativos menos elaborados, lo que refuerza la tesis inicial de Reichel–

Dolmatoff sobre la existencia de diferenciaciones locales en el ámbito de la decoración.

Reafirmando la propuesta de Reichel-Dolmatoff acerca de la existencia de un amplio

“Horizonte de Urnas Funerarias” a lo largo del valle del río Magdalena, posteriores

investigaciones han encontrado que la presencia de entierros secundarios fue una

práctica generalizada entre los grupos karib. De la misma forma, parece haber un

Page 222: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

221

consenso en cuanto a la existencia de variaciones locales a nivel estilístico y decorativo

para diversos sectores a lo largo del valle medio y bajo del río Magdalena (Cadavid y

Herrera 1975, Hernández 1980, Castaño y Dávila 1984, Rozo 1989, López 1991, Salas

y Tapias 2000, Piazzini 2001, Salgado et al. 2006).

Aunque se ha asociado la práctica del entierro secundario a los grupos karib que

ocuparon dicha región durante el Periodo Tardío de la ocupación prehispánica hasta la

invasión europea del siglo XVI (Reichel-Dolmatoff 1943, Duque Gómez 1967, Castaño

y Dávila 1984), autores como Castaño han propuesto que la popularidad de dicha

práctica experimentó un decaimiento entre los siglos XIV y XV, pero se mantuvo en

amplios sectores hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI (Castaño 1992: 22).

En términos generales, el patrón funerario asociado a las urnas, corresponde a tumbas

de pozo con o sin cámara lateral, con un abundante ajuar funerario constituido

principalmente por otras piezas cerámicas de menor tamaño (Duque 1967, Castaño

1992). La mayor parte de las urnas poseen en su interior restos óseos humanos, algunos

con huellas de tratamientos cinerarios y otros con evidencia de aparente canibalismo

ritual (Cadavid y Herrera 1975), ver Ilustración 15.

Ilustración 15. Patrón funerario característico del Valle del Magdalena, determinado por la

presencia de entierros secundarios en urnas funerarias depositadas en tumbas rectas de pozo con o

sin cámara lateral. Tomado de Duque Gómez 1967.

Page 223: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

222

A grandes rasgos, las urnas funerarias del Valle del Magdalena se caracterizan por ser

vasijas en cerámica que incluyen dos elementos: cuerpo y tapa. Estos dos elementos han

llamado la atención en trabajos descriptivos de cerámica prehispánica como el de

Fonseca (1992), en el cual se resalta la riqueza decorativa de la mayoría de las tapas de

las urnas funerarias, así como la magnitud del cuerpo de las mismas. Mediante el

abordaje de las piezas arqueológicas en diversas colecciones hemos encontrado que dos

de los principales aspectos diferenciales en cuanto a las urnas funerarias del valle del

Magdalena consisten en la morfología de las urnas y el patrón estilístico/decorativo de

las mismas y sus tapas. La existencia de diferenciaciones locales en estos dos aspectos

se empezó a vislumbrar desde los trabajos de Reichel-Dolmatoff en 1943:

Ilustración 16. Clasificación morfológica para los cuerpos de las urnas funerarias identificada por

Reichel-Dolmatoff en diversos contextos arqueológicos a lo largo del río Magdalena (1943).

Page 224: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

223

Ilustración 17. Clasificación morfológica para las tapas de las urnas funerarias identificada por

Reichel-Dolmatoff en diversos contextos arqueológicos a lo largo del río Magdalena (1943).

Page 225: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

224

Ilustración 18. Ubicación geográfica de los contextos arqueológicos referidos en la investigación de

Reichel-Dolmatoff (1943).

La información presentada por Reichel-Dolmatoff (resumida en las ilustraciones

anteriores: Ilustración 16, Ilustración 17 e Ilustración 18), encuentra que para la parte

norte del Magdalena existe cierta uniformidad decorativa en cuanto a la implementación

de la figura antropomorfa en posición sedente sobre las tapas de las urnas, predomina la

Page 226: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

225

representación de personajes masculinos, sentados (generalmente sobre un banco

ceremonial) con las piernas entreabiertas (Reichel-Dolmatoff 1943). Según

investigadores como Reichel-Dolmatoff (1943) y Rivet (1943) todas estas

representaciones antropomorfas evidencian manifestaciones de deformaciones

corporales, ya sea en el antebrazo o en la pantorrilla, lo cual ha sido asociado

directamente con la profusión de esta práctica entre los karib. Para el sector sur del valle

del río Magdalena, también parece existir una uniformidad estilística en cuanto a las

tapas de las urnas (pues la mayoría de las mismas presentan forma de casquetes

esféricos sin elementos modelados), pero la riqueza decorativa prácticamente

desaparece, caracterizándose las mismas por una ausencia de elementos decorativos

modelados. En cuanto a la forma de las urnas, los sitios arqueológicos analizados por

Reichel-Dolmatoff también reportan una clara diferenciación estilística a lo largo del río

Magdalena como podemos apreciar en las Ilustración 16 e Ilustración 17.

Tras analizar el balance presentado por Reichel-Dolmatoff, es claro que las tapas

diseñadas para cada una de estas urnas en la parte norte del río Magdalena, han

desarrollado un complejo proceso de diseño, manufacturación y decoración (Fotografía

3), lo cual muy probablemente obedeció a un importante procedimiento ritual que

acompañaba la elaboración de dichas vasijas y en especial sus tapas; esto ha sido

interpretado por autores como Castaño, como la existencia de elementos rituales de

elaboración exclusiva para dichas actividades (1992). Por el contrario, hacia el sur del

río, encontramos que los diseños de las tapas son menos complejos y generalmente

corresponden a formas de casquete con un mínimo de decoración modelada (Fotografía

4) e incluso en algunos sectores como Tibacuy, se ha propuesto que algunas tapas

corresponden a piezas de cerámica utilitaria como cuencos sencillos de uso doméstico

reutilizados para la función ritual del enterramiento secundario (Salas y Tapias 2000).

Page 227: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

226

Fotografía 3. Tapas de urnas funerarias registradas para la parte norte del río Magdalena

(Tamalameque). Museo Nacional de Colombia.

Fotografía 4. Tapa de urna funeraria registrada para la parte sur del río Magdalena (Espinal -

Girardot). Museo Arqueológico Casa del Marqués de San Jorge - Bogotá.

Así, los resultados encontrados por investigaciones como la de Reichel-Dolmatoff

(1943) han permitido concluir que aunque existe una práctica cultural bien definida y

ampliamente documentada para los grupos karib del río Magdalena (materializada en la

presencia de urnas funerarias como principal elemento de cultura material asociado a la

práctica de los entierros secundarios), hay diferenciaciones estilísticas y decorativas que

se pueden rastrear y asociar a diversos sectores al interior del territorio ocupado por las

distintas poblaciones karib durante el Periodo Tardío. Una primera clasificación

Page 228: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

227

estilística (Reichel-Dolmatoff 1943, Castaño 1992) ha llevado a proponer que existe una

gran diferenciación tipológica entre las urnas funerarias asociadas al sector norte del río

Magdalena (urnas de forma cilíndrica acompañadas de tapas con figuras antropomorfas

en posición sedente) y las asociadas al valle medio propiamente dicho (caracterizadas

por vasijas globulares con tapas con forma de casquete sin mayor decoración)

(Fotografía 5 y Fotografía 6), lo cual podemos apreciar en los resultados presentados

por Reichel-Dolmatoff (ver Ilustración 16 e Ilustración 17).

Fotografía 5. Urna funeraria registrada en el

sector sur del valle del río Magdalena

(Espinal). Tomado de Fondo de Promoción

de la Cultura 1992.

Fotografía 6. Urna funeraria registrada en el

sector norte del valle del río Magdalena

(Puerto Mosquito - Cesar). Tomado de Fondo

de Promoción de la Cultura 1992.

Page 229: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

228

Ya contextualizados en la ocupación karib del valle del río Magdalena y en la práctica

del enterramiento secundario en urnas funerarias para el Periodo Tardío, encontramos

que las piezas cerámicas asociadas al territorio ocupado por los panches en el Siglo XVI

mantienen cierta uniformidad en su estructura general, evidenciando formas globulares

con elementos decorativos pintados y/o modelados en la mitad superior de las mismas

(que en la mayoría de los casos corresponden a rostros antropomorfos) y tapas en

formas de casquete esférico sin decoración modelada (ver Fotografía 7, Fotografía 8,

Fotografía 9, Fotografía 10 y Fotografía 11):

Fotografía 7. Urna funeraria registrada en el municipio de Espinal (territorio panche siglo XVI).

Tomado de Fondo de Promoción de la Cultura 1992.

Page 230: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

229

Fotografía 8. Urnas funerarias registradas en el municipio de Guamo (límites del territorio panche

siglo XVI). Museo Arqueológico de Zipaquirá.

Fotografía 9. Urna funeraria registrada en el municipio de Tibacuy (territorio panche siglo XVI).

Tomado de Salas y Tapias 2000.

Page 231: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

230

Fotografía 10. Urna funeraria registrada en el municipio de Tocaima (territorio panche siglo XVI).

Museo Arqueológico de Pasca.

Fotografía 11. Urna funeraria registrada en territorio panche (Espinal - Tolima). Museo del Oro

del Banco de la República - Bogotá.

En las fotografías presentadas anteriormente se exponen los principales rasgos

tipológicos de las urnas funerarias reportadas en contextos arqueológicos y/o por

prácticas de guaquería en el territorio ocupado por los panches en el siglo XVI, lo que

nos permite exponer una caracterización que coincide con la expuesta por Cifuentes:

Page 232: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

231

“carecen de las figuras sedentes propias del Magdalena Medio y presentan en cambio

figuras antropomorfas en la parte media de la pieza, muchas veces insinuando una

nariguera, ojos lineales cerrados, así como figuras de lagartos o sabandijas y algunas

una pintura blanca achurada, además de una tapa a manera de casquete.” (Cifuentes

1996: 40).

En conclusión, haciendo un amplio balance de la tipología de las urnas funerarias a

nivel formal y decorativo a lo largo del valle del Magdalena, podemos afirmar que los

diferentes grupos karib, aunque mantuvieron la práctica común del enterramiento

secundario, imprimieron características propias durante los rituales de preparación de

las urnas y sus tapas, lo que se vio materializado en la morfología y decoración de los

cuerpos y tapas de sus piezas cerámicas. Seguramente estas prácticas ideológicas y

rituales también presentaron variaciones locales y aunque estas no son tan fácilmente

rastreables en el registro arqueológico, el análisis comparativo de la cultura material sí

nos permite determinar las diferenciaciones locales entre grupos karib. Nos

preguntamos: ¿podremos rastrear la existencia este tipo de variaciones también a un

nivel más local? ¿Nos permitirá un análisis comparativo encontrar indicios de

diferenciación entre grupos de segmentos al interior de un grupo como los panches?.

6.2.2. Las urnas funerarias del territorio panche

Concordando con la hipótesis de que la presencia de diversos grupos karib en el

territorio se ha visto reflejada en variaciones locales en los aspectos decorativos y

estilísticos de su cultura material (específicamente en las urnas funerarias), exponemos a

continuación una caracterización morfológica y decorativa de las urnas funerarias

reportadas para los diferentes sectores del territorio ocupado por los panche en el siglo

XVI, para así intentar identificar la existencia de variaciones más sutiles al interior de

este espacio.

La muestra arqueológica abordada en la presente investigación corresponde a piezas que

se conservan en diferentes colecciones museográficas en Colombia. Las urnas

cerámicas registradas corresponden tanto a piezas excavadas en investigaciones

arqueológicas, como a elementos procedentes de hallazgos fortuitos y prácticas de

Page 233: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

232

guaquería confiscados recientemente. Las piezas que se conservan en la actualidad en

diversas colecciones museográficas locales (poblaciones actuales ubicadas en el

territorio que hemos definido como panche) y nacionales (en Bogotá se conservan

piezas confiscadas o donadas por coleccionistas privados en instituciones como el

Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Museo del Oro, Museo Nacional y

Museo Arqueológico Casa del Marqués de San Jorge; de igual manera, en el Museo

Antropológico de la Universidad del Tolima se encuentran en la actualidad urnas

funerarias registradas en diversas investigaciones arqueológicas desarrolladas en

territorio panche), fueron abordadas mediante visitas y registro fotográfico a dichas

colecciones. Para otras piezas, como las reportadas por algunas investigaciones y de las

cuales se desconoce su ubicación actual, se tomaron en cuenta los registros gráficos y

fotográficos presentados por los diversos autores. A nivel global, todo el material se

graficó con el objetivo de estandarizar la escala y perspectiva del mismo, lo cual se

puede apreciar en las imágenes expuestas en adelante.

Teniendo en cuenta que la presente investigación buscó el análisis estilístico y una

posible asociación del mismo con espacios geográficos puntuales, se tuvieron en cuenta

todas aquellas piezas de las que se contara con información sobre su procedencia y que

de esta forma, se pudieran asociar a un sector específico del territorio. Es claro que se

descartaron aquellos elementos de procedencia dudosa o desconocida, pero se tuvieron

en cuenta elementos fragmentarios siempre y cuando fuera posible la reconstrucción de

la morfología y el patrón decorativo de las piezas originales. Igualmente y como se

ampliará más adelante, se incluyeron algunas piezas arqueológicas procedentes de

excavaciones de contextos funerarios en territorio panche (Anolaima / Cudinamarca).

En conclusión, la muestra arqueológica abordada corresponde a urnas funerarias y tapas

de las mismas procedentes de once sitios diferentes ubicados en diversos sectores del

territorio panche (ver Ilustración 19). Es importante señalar que la cantidad de piezas

cerámicas que se han registrado en cada uno de dichos contextos arqueológicos varía de

lugar a lugar, por lo cual no podríamos establecer un balance cuantitativo de las piezas

Page 234: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

233

de cada sitio arqueológico 22 , pero sí una aproximación a los patrones estilísticos

presentes en cada uno de los sectores analizados:

Ilustración 19. Urnas funerarias registradas para diversos sectores al interior del territorio panche.

Como hemos mencionado anteriormente, los pocos contextos funerarios reportados para

la zona han sido altamente afectados por prácticas de “guaquería”, lo cual determina que

la muestra sea realmente limitada, no obstante en la presente investigación hemos

abordado las siguientes piezas cerámicas (las cuales se relacionan a continuación y en la

Tabla 6):

22 Aspectos como la práctica de guaquería en ciertas zonas, seguramente han sido factores determinantes

en la conservación de contextos arqueológicos completos. Igualmente es importante tener en cuenta que

la mayoría de las investigaciones arqueológicas se han concentrado en el área que hemos denominado en

la presente investigación “tierras bajas”, por lo cual no es posible establecer un paralelo cuantitativo a la

hora de realizar el análisis comparativo.

Page 235: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

234

Anolaima:

Para el sector de Anolaima no se habían reportado sitios y/o contextos arqueológicos

hasta el momento de la presente investigación, no obstante, se contaba con algunos

reportes de estaciones rupestres en la zona (Ramírez 2009), así como los resultados

expuestos por Peña (1987) de ocupaciones humanas del periodo prehispánico en el

vecino municipio de Cachipay. De acuerdo a esto, y partiendo de algunos reportes de la

población local de hallazgos fortuitos de fragmentos cerámicos dispersos en superficie,

se seleccionó un espacio identificado como un área de ocupación del periodo

prehispánico tardío (panche), el cual correspondió a una terraza estructural inmersa en

el entorno montañoso circundante:

Fotografía 12. Terrraza estructural en la cual se identificaron evidencias de un asentamiento

humano asociado a la ocupación panche.

Page 236: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

235

Fotografía 13. Vista aérea del sitio de ocupación panche en Anolaima. Vista desde el occidente (al

fondo se aprecian las cumbres de la cordillera oriental, tras las cuales se encuentra el altiplano

cundiboyacense).

Fotografía 14. Vista aérea del sitio de ocupación panche en Anolaima. Vista desde el norte.

El sitio arqueológico de Anolaima parece haber sido un espacio ocupacional panche en

el cual las poblaciones humanas del periodo tardío utilizaron el área plana de terraza

tanto como espacio habitacional, como para áreas de cultivo. Al interior de este espacio

ocupacional, se habrían utilizado los espacios habitacionales de los sectores más

elevados de la terraza (colina) como contextos funerarios también (reportándose tumbas

con urnas funerarias al interior de los espacios cotidianos en dichos sectores):

Page 237: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

236

Fotografía 15. Área de colina (rojo) y área habitacional / de cultivo (azul), identificadas en el sitio

de Anolaima.

En el ámbito de la presente investigación y con miras a caracterizar el patrón estilístico

y morfológico de las piezas cerámicas procedentes de contextos funerarios en la parte

norte del territorio panche, realizamos la excavación de tres estructuras funerarias, las

cuales correspondían a tumbas de pozo recto sin cámara lateral con profundidades de no

más de un metro y que al parecer se ubicaban en los mismos espacios habitacionales de

las poblaciones prehispánicas del periodo tardío. Estos espacios ocupacionales los

hemos relacionado con los territorios que se mencionan en las crónicas como ocupados

por los segmentos de Anolaima y Matima (aunque no es clara la división territorial

entre los espacios ocupados por estas poblaciones panches), de los cuales se conservan

estas denominaciones en la toponimia local en la actualidad.

Page 238: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

237

Fotografía 16. Área en la cual se identificaron estructuras funerarias (tumbas de pozo recto sin

cámara lateral).

Así, las excavaciones realizadas en Anolaima nos permitieron identificar tres tumbas

diferentes, las cuales se encontraban en inmediaciones de dos sitios puntuales al interior

de área de asentamiento prehispánico. Como se mencionó, los dos sitios excavados

corresponden a sectores bastante planos en inmediaciones del relieve montañoso típico

de este sector del territorio panche. En cuanto a las tumbas en sí, cada estructura

funeraria contenía una urna cerámica en cada caso (en uno de los sitios se registraron

dos tumbas separadas entre sí cuatro metros y en el otro solamente se reportó una

tumba).

Fotografía 17. Espacio puntual en el sector más elevado del área de ocupación prehispánica, en la

cual se identificaron las estructuras funerarias.

Page 239: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

238

Como se puede apreciar en las siguientes fotografías y en la Ilustración 20, las

estructuras funerarias identificadas en Anolaima corresponden a tumbas de pozo recto

sin cámara lateral, en las cuales las urnas funerarias reportan la utilización de vasijas

similares a manera de tapas, sin que se registren otros elementos a manera de ajuar

funerario:

Fotografía 18. Estructura funeraria número 1 identificada en Anolaima.

Fotografía 19. Estructura funeraria número 1 identificada en Anolaima.

Page 240: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

239

Pasando al material cerámico registrado, cada tumba incluía una urna y su

correspondiente tapa, sin ningún tipo de ajuar funerario ni presencia de otras vasijas al

interior de la misma. En la Ilustración 20 se puede apreciar un dibujo de las urnas

registradas en las tumbas de este sector: La primera de ellas presenta una tapa con forma

de cuenco y decoración de pintura polícroma, mientras que la urna en sí corresponde a

una olla globular de cuello evertido y boca bastante amplia. La segunda urna presenta

un cuerpo más cónico que globular, de hombro ancho y boca de borde directo; su tapa

corresponde a una vasija con la misma morfología pero de dimensiones mucho menores;

ninguna de estas dos piezas presentan algún tipo de decoración. La tercer urna

presentada en la Ilustración 20 corresponde a una vasija subglobular con cuello y borde

evertido sin ningún tipo de decoración; en este caso la tapa de la urna corresponde a una

vasija de las mismas dimensiones y morfología de que la urna, colocada de manera

invertida sobre la misma; estas dos piezas no presentan ningún tipo de decoración:

Ilustración 20. Elementos cerámicos procedentes de Anolaima.

Espinal:

Las vasijas reportadas para el sector de Espinal corresponden a las excavaciones

realizadas por Reichel-Dolmatoff (1943) y las presentadas por el Fondo de Promoción

de la Cultura (1992). La constante para estas piezas es la presencia de tapas en forma de

Page 241: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

240

casquetes esféricos (platos pandos) sin ningún tipo de decoración y urnas de cuerpo

generalmente cónico, borde directo y decoración modelada en alto relieve en la parte

superior del cuerpo de las mismas. La decoración corresponde generalmente a rostros

antropomorfos y en la mayoría de los casos exhiben representaciones de narigueras,

aunque Reichel–Dolmatoff también menciona la existencia de representaciones

zoomorfas como batracios y reptiles (1943: 258):

Ilustración 21. Elementos cerámicos procedentes de Espinal.

Girardot:

Para el sector de Girardot Reichel-Dolmatoff (1943) presenta algunas piezas obtenidas

de hallazgos ocasionales y descontextualizados (Ilustración 22), por lo que se

desconocen las características del sitio arqueológico en que fueron halladas. No obstante,

podemos apreciar que se trata de urnas de cuerpo globular y representaciones

antropomorfas en la parte superior del cuerpo de las mismas. Aunque no hay registro de

las tapas de las mismas, la similitud del estilo de las urnas con el vecino sector de

Espinal (representaciones de rostros antropomorfos modelados en la parte superior del

cuerpo de la urna) y el tipo de borde recto y boca estrecha, nos hacen suponer que las

tapas de las mismas también corresponden a casquetes esféricos en forma de platos (de

Page 242: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

241

la misma forma, como podemos apreciar en la Ilustración 26, las urnas de Ricaurte

presentan las mismas características y este tipo de tapas).

Ilustración 22. Elementos cerámicos procedentes de Girardot.

Guamo:

Las urnas funerarias registradas para el sector de Guamo corresponden a un hallazgo

fortuito, por lo que se desconoce el contexto funerario en que fueron registradas. No

obstante, se trata de urnas de cuerpo cónico, borde directo y decoración modelada en

alto relieve en la parte superior del cuerpo de las mismas (rostros antropomorfos),

mientras que las tapas corresponden a casquetes esféricos sin ningún tipo de decoración.

Page 243: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

242

Ilustración 23. Elementos cerámicos procedentes de Guamo.

Guataquí:

En el sector de Guataquí se han reportado hallazgos fortuitos de urnas funerarias, pero

en la actualidad se desconoce el paradero de las piezas. Aun así, el municipio conserva

réplicas de las mismas mediante las cuales pudimos reconstruir la morfología y

decoración de las originales (Ilustración 24): Las urnas parecen presentar las mismas

características generales descritas para Guamo y Espinal (vasijas de cuerpo

generalmente cónico con representaciones de rostros antropomorfos en la parte superior

del cuerpo de las mismas).

Page 244: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

243

Ilustración 24. Elementos cerámicos procedentes de Guataquí.

Honda:

Las urnas funerarias registradas para el sector de Honda corresponden a las referidas por

Reichel-Dolmatoff (1943) y según el mismo autor, presentan una influencia cultural

pantágora (grupo karib asentado espacialmente al norte del territorio panche), lo cual se

evidencia en la presencia de cuellos rectos altos en la urnas y ricos motivos modelados

en la parte superior de las tapas. Las excavaciones adelantadas por Reichel-Dolmatoff

señalan la presencia de tumbas de pozo con cámara lateral con profundidades de hasta 9

metros y registran que la decoración de las urnas funerarias de Honda se concentra en la

parte superior de los cuellos cilíndricos y en las tapas de las mismas, correspondiendo

generalmente a motivos modelados (1943: 239). Morfológicamente hablando, las tapas

de las urnas corresponden a casquetes esféricos con elementos modelados en la parte

superior de las mismas; las urnas en sí, presentan una forma más globular, con hombros

bien marcados y un cuello recto cilíndrico, en el cual se concentran los elementos

decorativos de la vasija:

Page 245: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

244

Ilustración 25. Elementos cerámicos procedentes de Honda.

Ricaurte:

Las urnas reportadas en el sector de Ricaurte corresponden a la investigación de

Reichel-Dolmatoff (1943) registrando la presencia de varios grupos de urnas funerarias

ubicadas al interior de un área de asentamiento prehispánico; las agrupaciones de urnas

se distribuyen de manera dispersa y a distancias irregulares entre sí. El área se concentra

en una terraza sedimentaria del río Magdalena y las tumbas son sencillas, de pozo recto

y con una profundidad promedio de un metro. Para el caso de Ricaurte, Reichel-

Dolmatoff encuentra que todas las urnas identificadas presentan tapas y mantienen el

mismo patrón morfológico (vasijas globulares de borde directo, sin cuello o con un

mínimo cuello recto y con representaciones de rostros antropomorfos en la parte

superior del cuerpo de las mismas). De la misma forma, todas las tapas corresponden a

casquetes esféricos sin ningún tipo de decoración.

También en el sector de Ricaurte Rozo (1989) reporta el mismo tipo de urnas y tapas,

pero encuentra que la decoración también incluye motivos zoomorfos como podemos

apreciar en la Ilustración 26:

Page 246: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

245

Ilustración 26. Elementos cerámicos procedentes de Ricaurte.

Suárez:

Las urnas funerarias reportadas para el sector de Suárez también corresponden a las

registradas por Rozo (1989). Como podemos apreciar en la Ilustración 27 presentan

características muy similares a las referidas para los sectores de Guamo, Guataquí y

Page 247: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

246

Espinal, aunque para el caso de Suárez la forma de las urnas es más ovoidal que cónica;

por lo demás, también presentan decoración en alto relieve en la parte superior del

cuerpo consistente en rostros zoomorfos; de igual manera, las tapas corresponden a

casquetes esféricos sin ningún tipo de decoración:

Ilustración 27. Elementos cerámicos procedentes de Suárez.

Tibacuy:

La muestra arqueológica de contextos funerarios para el sector de Tibacuy es de las más

completas con que contamos y corresponde en su totalidad a los resultados encontrados

por la investigación de Salas y Tapias (2000), en cuyo trabajo se registraron diversas

tumbas en una terraza que parece corresponder a un espacio habitacional panche. Los

contextos funerarios corresponden a tumbas de pozo con cámara lateral con

profundidades de hasta 1,50 metros, en los cuales se recolectaron 8 urnas y 7 tapas.

Morfológicamente hablando, la totalidad de las urnas corresponde a vasijas globulares

sin cuello y de borde directo, mientras que la totalidad de las tapas corresponde a

cuencos de borde recto. Como se puede apreciar en la Ilustración 28, en cuanto al patrón

decorativo, mientras que la mayoría de las urnas no presentan ningún tipo de decoración,

algunas presentan dibujos de diseños lineales pintados; por su parte, los cuencos

Page 248: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

247

(Ilustración 28 e Ilustración 29) combinan decoración pintada e incisa (en ambos casos

con diseños lineales). Salas y Tapias proponen que los cuencos utilizados como tapas en

el complejo funerario registrado en Tibacuy originalmente correspondían a elementos

de cerámica utilitaria que fue reutilizada para una función funeraria posteriormente

(2000: 23).

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248

Ilustración 28. Elementos cerámicos procedentes de Tibacuy.

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249

Ilustración 29. Elementos cerámicos procedentes de Tibacuy.

Tocaima:

La única urna que hemos podido reportar para el sector de Tocaima procede de un

hallazgo fortuito y se encuentra totalmente descontextualizada de su entorno funerario.

Sólo se conserva la urna, la cual corresponde a una vasija globular de hombros

ligeramente marcados y un pequeño cuello de borde recto cilíndrico. Como se puede

apreciar en la Ilustración 30 la urna cerámica combina tanto decoración pintada

(motivos espiralados y lineales) como aplicaciones en alto relieve de elementos

zoomorfos:

Page 251: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

250

Ilustración 30. Elementos cerámicos procedentes de Tocaima.

Vegas del Sabandija:

Para el sector de Vegas del Sabandija Hernández excavó un área habitacional panche

ubicada en un sector que consideró logísticamente estratégico (por tratarse de la cima

estrecha de una meseta con buena visibilidad y fácilmente defendible ante posibles

ataques). Al interior de dicho espacio ocupacional se identificó una tumba de pozo recto,

la cual contenía una urna funeraria y su respectiva tapa (al interior de la urna aún se

encontraban los restos óseos de dos individuos). Las piezas cerámicas de Vegas del

Sabandija corresponden a dos vasijas globulares de diferentes dimensiones, sin ningún

tipo de decoración, de borde evertido y boca ancha, implementadas una como tapa de la

otra:

Page 252: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

251

Ilustración 31. Elementos cerámicos procedentes de Vegas del Sabandija.

Como se aprecia en la información presentada en las Ilustraciones 19 a 30, contamos

con una muestra de piezas cerámicas funerarias para diversos sectores del territorio que

hemos definido como panche, las cuales se pueden resumir en la siguiente tabla,

reflejando la existencia de una muestra representativa de los tipos de tapas y urnas

registrados en cada sector del territorio:

Ubicación Geográfica Elementos arqueológicos reportados

Urnas Tapas

Anolaima 3 3

Espinal 3 2

Girardot 1 0

Guamo 2 1

Guataquí 1 0

Honda 1 1

Ricaurte 8 2

Suárez 2 2

Tibacuy 8 7

Page 253: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

252

Tocaima 1 0

Vegas del Sabandija 1 1

Tabla 6. Elementos cerámicos analizados en la presente investigación.

En términos generales todas las piezas corresponden a contextos funerarios y aunque en

muchos casos la información es fragmentaria y limitada dadas las condiciones de

saqueo a las que se vieron condicionados los sitios arqueológicos, para piezas como las

reportadas en Vegas de Sabandija, Tibacuy, Ricaurte, Honda y Anolaima la realización

de excavaciones arqueológicas controladas han permitido llevar un registro más

detallado del contexto arqueológico del cual hacían parte.

En resumen, los contextos funerarios reportados para el territorio panche parecen

corresponder a las mismas áreas de los asentamientos permanentes de los diversos

segmentos, es decir, los panches habrían utilizado los mismos espacios de habitación

para enterrar a sus muertos en las urnas funerarias referidas anteriormente (Reichel-

Dolmatoff 1943, Hernández 1980, Salas y Tapias 2000). Los contextos funerarios que

se han registrado para los cuatro sitios en que se han adelantado excavaciones

controladas (Vegas de Sabandija, Tibacuy, Ricaurte y Anolaima) han permitido

determinar que las tumbas fueron de pozo con o sin cámara lateral y que parecen haber

diferido en profundidad de un sector a otro del territorio (Reichel-Dolmatoff 1943,

Hernández 1980, Salas y Tapias 2000). No obstante, la constante para todos los sitios es

que los restos humanos fueron depositados al interior de urnas cerámicas con tapa y

aunque en algunos casos se mencionan otras vasijas como ajuar funerario, el elemento

central y constante de todas las tumbas es la presencia de dichas urnas.

Lo anterior concuerda con el planteamiento formulado en capítulos anteriores que

presuponía la existencia de una constante en cuanto al patrón funerario para la

ocupación panche, lo cual se vería reflejado en un registro arqueológico con

características bien definidas. En términos generales las urnas cerámicas mantienen

proporciones constantes a lo largo de toda la muestra del territorio (con dimensiones

verticales promedio de 40 a 45 centímetros y horizontales de 35 a 50 centímetros) y

según el análisis presentado aquí, los dos principales elementos diferenciales entre las

mismas ha consistido en la forma y el patrón estilístico decorativo de urnas y tapas.

Page 254: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

253

En cuanto a la tipología cerámica registrada, las investigaciones que han abordado este

aspecto en la problemática arqueológica panche, han expuesto que la cerámica

predominante para el periodo tardío de la ocupación prehispánica (panche para nuestra

área de estudio) corresponde generalmente a los tipos “Magdalena Inciso”, “Pubenza

Rojo Bañado” y “Pubenza Polícromo”, siendo el Magdalena Inciso y el Pubenza

Polícromo los tipos característicos de las piezas cerámicas registradas en los contextos

funerarios.

6.2.3. Cerámica arqueológica del territorio panche.

Las investigaciones arqueológicas que han abordado el territorio panche han propuesto

una clasificación cerámica que permite determinar que durante la ocupación

prehispánica del periodo tardío se implementó una tecnología cerámica bien particular

para dicho territorio, la cual se resume a continuación y podemos asociar directamente

con la ocupación panche:

Uno de los primeros trabajos y el más influyente para la clasificación de cerámica

prehispánica lo constituye el de Cardale 1976, en el que la autora pudo asociar dos tipos

cerámicos bien particulares (Tipo Pubenza Rojo Bañado y Tipo Pubenza Polícromo)

para la fase tardía de la ocupación prehispánica. Según Cardale, ambos tipos cerámicos

habrían coexistido entre los siglos X D.C. y XIV D.C., sin embargo la aparición del tipo

Rojo Bañado se remontaría a unos siglos antes del X D.C. (Cardale 1976: 418); esta

hipótesis de trabajo ha sido reforzada por Peña, quien encuentra material Pubenza Rojo

Bañado asociado con material cerámico del Periodo Formativo (400 A.C. al 1000 D.C.)

en la cuenca media del río Bogotá (1991).

La cerámica estilo Pubenza se ha reportado también para contextos arqueológicos en

diversos sectores del territorio panche como son Jerusalén, Tibacuy, Pasca, Agua de

Dios, Ricaurte y Anolaima, y registra fechas de 965 D.C. (Pubenza Rojo Bañado) y

1320 D.C. (Pubenza Polícromo) (Salas y Tapias 2000).

Siguiendo las descripciones de Cardale, el tipo Pubenza Rojo Bañado se caracteriza por

presentar una pasta de color rojizo con abundantes inclusiones muy finas de color gris

Page 255: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

254

claro o negro, cuarzo y a veces mica, en la que la principal característica es el baño de

color rojo, anaranjado y/o blanco (Cardale 1976: 348). Por otra parte, el tipo Pubenza

Polícromo se caracteriza por una pasta de colores claros (blanco, crema o naranja) con

abundantes inclusiones de cerámica triturada y decoración en pintura roja y/o negra

sobre el fondo de color crema, rosado o anaranjado de la pasta (Fotografía 11 y

Fotografía 20). Los motivos decorativos de este tipo cerámico están basados en líneas

rectas y curvas, siguiendo patrones como achurado cruzado, triángulos, espirales, y

líneas paralelas (Cardale 1976: 377):

Fotografía 20. Urna funeraria del tipo cerámico Pubenza Polícromo (procedencia desconocida).

Museo del Oro del Banco de la República - Bogotá.

Así, según estos autores, los dos tipos cerámicos Pubenza corresponderían a un

elemento material característico de las poblaciones prehispánicas del territorio que

hemos definido aquí como panche, siendo el Pubenza Polícromo el tipo cerámico más

popular y característico de esta ocupación humana (Cardale 1976, Peña 1991).

Otro tipo cerámico que ha sido registrado para los contextos arqueológicos ubicados en

el territorio que hemos definido como panche, es el Magdalena Inciso, el cual se ha

identificado para esta zona del valle medio del Magdalena entre los siglos VII D.C. y

Page 256: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

255

XVIII D.C. La cerámica de dicho complejo se caracteriza por el sencillo tratamiento de

su superficie, la escasez de formas y una decoración incisa con diversos diseños

geométricos, motivos presionados, apliques, muescas y baños de tonalidades rojas y

cafés. También se destaca la presencia de vasijas sencillas de mediano y gran tamaño,

acompañadas por otras que pueden hacer las veces de tapas. Son comunes los

recipientes globulares con asas, cuencos, platos, figurinas sólidas y volantes de huso con

motivos incisos (Salgado et al 2008: 290). También se ha asociado en otros sectores del

territorio panche, el Periodo Tardío a tipos cerámicos como El Peñón, Guaduas Habano

Liso, Guaduas Habano Medio y Guaduas Habano Burdo (Rojas de Perdomo 1975: 267).

Las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en la zona norte del territorio panche,

en inmediaciones del río Magdalena y sus afluentes (Cadavid 1970, Hernández 1976

Díaz 2005 y 2014, Peña et al 2013) han permitido establecer una caracterización bien

particular para este sector del territorio panche. Al parecer para el momento de

transición entre el Periodo Formativo (Siglo V A.C. al I A.C.) y el tardío (Siglo VII D.C.

al XVI D.C.) se popularizaron ciertos tipos cerámicos que sólo se han registrado para

dicha zona: tipos cerámicos como los denominados Carmelita Rojizo, Café Oscuro con

Engobe, Habano Pardo, Gris Oscuro y Crema Rosada (Hernández 1976) y los tipos

Gualí E, F, G H e I (Díaz 2005). Estos tipos cerámicos del periodo intermedio se han

asociado al tipo Pubenza Rojo Bañado (Cardale 1976) con base en la similitud de

diseños y técnicas decorativas así como por la forma de algunos bordes (Díaz 2005: 103,

104).

Por otra parte, para el Periodo Tardío el material cerámico registrado parece tener una

mayor similitud con el Complejo Colorados identificado más al norte del territorio

panche (Castaño y Dávila 1984). Tipos como el Honda Castaña Fina, Honda Rojiza

Fina, Honda Rojiza Áspera, Honda Ocre Áspera, Honda Gris Burda, Honda Habana

Burda, Honda Rojiza Bañada, Honda Roja Pintada, Honda Crema Sencilla y Honda

Naranja Arenosa (Cadavid 1970) Gualí A, B, C, y D (Díaz 2005) y Sabandija Carmelita

Rojiza, Sabandija Habana Rosada, Sabandija Café Oscura, Sabandija Gris Claro,

Sabandija Crema y Sabandija Roja (Hernández 1980), presentarían afinidad entre ellos

y habrían sido los tipos cerámicos característicos de la zona para el Periodo Tardío

(Siglo VII D.C. al XVI D.C.).

Page 257: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

256

En conclusión, aunque se han registrado tipos cerámicos particulares para la transición

entre el Periodo Formativo y el Periodo Tardío (los cuales presentan diferencias

substanciales con los registrados para las ocupaciones del Periodo Formativo),

contamos con tipos cerámicos bien específicos que se popularizaron en la zona a partir

del siglo X D.C. Así, el Periodo Tardío se caracteriza por la presencia de cerámica

asociada con el Complejo Magdalena Inciso y el tipo Pubenza Polícromo, siendo este el

material más popular registrado en los contextos funerarios de la ocupación panche.

También podemos concluir que el sector de Honda y sus alrededores presenta otro tipo

de tipos cerámicos, los cuales parecen tener más influencia cultural de los grupos

prehispánicos asentados al norte del territorio panche. De igual forma, al analizar la

morfología de las urnas funerarias, podemos apreciar que las tapas registradas para este

sector del territorio presentan diferencias substanciales con las registradas en los otros

contextos funerarios, pues son las únicas que exhiben decoraciones modeladas en las

tapas (de manera similar a como se ha registrado en otros sectores del valle del río

Magdalena al norte del territorio panche) (ver Ilustración 18, Fotografía 3 y Fotografía

6). Estos datos podrían estar reforzando la hipótesis de ciertos investigadores que han

propuesto la zona de Honda como un espacio multicultural en el que convergían

diversos grupos étnicos del valle del Magdalena a realizar diversas actividades de

intercambio y adquisición de recursos, lo cual se pudo haber visto reflejado en la

presencia de elementos de cultura material con mayor diversidad estilística y

tecnológica.

6.2.4. Análisis comparativo del material cerámico reportado en diversos contextos

funerarios.

Retomando la tipología de las urnas funerarias que hemos expuesto anteriormente para

los diversos sectores del territorio panche, pasamos a abordar el análisis comparativo de

las mismas, buscando establecer posibles asociaciones entre sectores del territorio; para

Page 258: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

257

esto hemos tenido en cuenta aspectos morfológicos de las urnas y sus tapas, así como

patrones decorativos de las mismas23.

La primera gran diferenciación que encontramos hace referencia al material cerámico

procedente de la zona de Honda (ver Ilustración 25), en el cual encontramos tapas de

urnas con ricos elementos modelados encima de las mismas. Como hemos expuesto a lo

largo del presente capítulo este elemento decorativo es típico de las urnas funerarias

registradas más al norte del valle del río Magdalena (Reichel-Dolmatoff 1943, Castaño

y Dávila 1984), en las cuales los fabricantes han prestado mayor énfasis a la decoración

de las tapas que a la de las urnas en sí. De igual manera, hemos expuesto cómo los tipos

cerámicos registrados en esta zona del territorio definido como panche presentan

diferencias substanciales con los tipos cerámicos registrados más al sur, al interior del

mismo (Cadavid 1970, Hernández 1976, Martínez 2005, Díaz 2005 y 2014, Peña et al

2013).

Según los documentos escritos por los cronistas españoles, en la zona de Honda (en la

cual se localiza una zona de raudales del río Magdalena donde es frecuente la

acumulación de grandes cantidades de peces durante la temporada de “subienda”) se

congregaban diversos grupos étnicos (como panches, pantágoras y guarinós, entre otros)

para la realización de intercambio de productos y acceso a ciertos recursos del río;

podríamos atrevernos a considerar este punto como un “área de confluencia cultural”

con presencia de gentes portadoras de diferentes tradiciones y tecnologías (entre ellas la

cerámica), lo que habría influido en que el registro arqueológico de este sector del

territorio panche difiera en algunos aspectos del identificado en otros sectores menos

heterogéneos. Igualmente, es muy probable que durante la ocupación prehispánica las

fronteras territoriales entre los grupos que venimos analizando hasta el momento, fueran

muy móviles y hasta permeables debido entre otros aspectos, al tipo de relaciones

intraétnicas de conflicto y acceso a los recursos que hemos referido anteriormente.

23 En este punto del análisis comparativo, hemos encontrado algunos aspectos que se hacen extensivos a

los contextos funerarios identificados en territorio panche, como son el tipo cerámico predominante (el

cual corresponde al complejo Magdalena Inciso o al tipo Pubenza Polícromo), las estructuras de las

tumbas en sí (las cuales corresponden a pozos rectos con o sin cámara lateral) y el tamaño de las vasijas

(las cuales en todos los casos mantienen dimensiones y proporciones similares). La uniformidad en estos

aspectos nos permite caracterizar el patrón funerario para el territorio panche y a su vez los dejamos por

fuera de nuestro análisis comparativo dado que mediante el mismo buscamos identificar los

diferenciadores discretos al interior de la muestra analizada.

Page 259: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

258

Teniendo en cuenta lo anterior, así como la posible existencia de fronteras permeables y

móviles a lo largo de la ocupación prehispánica, es claro que sectores como el de Honda

pudieron corresponder a espacios de confluencia cultural en los que el registro

arqueológico parece estar representando tradiciones culturales de diversos grupos e

incluso fusiones de las mismas. Por lo anterior, consideramos aquí que el patrón

estilístico de las urnas funerarias para la zona de Honda no sería un indicador confiable

de la tipología estilística y morfológica que estamos analizando para los segmentos

panches en específico y que la presencia de elementos típicos de otras regiones del valle

del Magdalena (como la rica profusión de elementos modelados en las tapas de las urnas)

podría corresponder más a elementos foráneos que a aspectos asociables directamente a

tradiciones culturales panches.

Salvando este primer sesgo, con respecto a las demás piezas cerámicas analizadas,

podemos establecer una primera división en dos grandes grupos, concentrándonos en las

características morfológicas y decorativas de las urnas en sí; por un lado tenemos las

urnas cerámicas que presentan decoración modelada en la parte superior de las mismas

y por otro lado encontramos las urnas que no presentan ningún tipo de decoración. El

primer grupo de urnas se caracteriza por ser piezas de forma cónica o globular que

generalmente corresponden al tipo Pubenza Polícromo y su principal elemento

decorativo consiste en rostros antropomorfos (Girardot, Espinal, Guamo, Guataquí,

Suárez) o figuras zoomorfas de reptiles (Ricaurte, Tocaima) en relieve:

Page 260: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

259

Ilustración 32. (Espinal).

Ilustración 33. (Girardot).

Page 261: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

260

Ilustración 34. (Ricaurte).

Ilustración 35. (Tocaima).

Dentro de este primer grupo encontramos que algunas urnas conservan relictos de una

decoración pintada acompañando el modelado descrito anteriormente (Ilustración 35);

esta situación no es extraña dado que el tipo cerámico Pubenza Polícromo se caracteriza

entre otros aspectos por la presencia de diseños lineales en la superficie de la pasta (ver

Page 262: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

261

Fotografía 11 y Fotografía 20, aunque de procedencia desconocida, esta es una urna que

manifiesta las características típicas de este grupo cerámico).

Por otro lado, tenemos el grupo de urnas funerarias en las que el cuerpo de las mismas

presenta un relieve liso y ningún tipo de decoración modelada (Anolaima, Vegas de

Sabandija, Tibacuy) o que en algunos casos presenta motivos lineales pintados pero

siempre sin ningún tipo de relieve (Tibacuy):

Ilustración 36. (Anolaima).

Page 263: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

262

Ilustración 37. (Tibacuy).

Ilustración 38. (Vegas de Sabandija).

En conclusión, podemos aseverar que existe un primer grupo de urnas cerámicas

caracterizadas por la presencia de elementos modelados en la parte superior de las

mismas, y otro grupo que no presenta decoración modelada y que sólo en algunos casos

manifiesta diseños pintados (pero siempre en ausencia de relieve).

Page 264: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

263

Al abordar el análisis de las tapas de las urnas, hemos podido establecer también dos

grupos: Por un lado tenemos las tapas de forma de casquete esférico sin ningún tipo de

decoración (Fotografía 21) que se encuentran de manera generalizada en los sectores

que presentan urnas con decoraciones en relieve (Espinal, Guamo, Girardot, Guataquí,

Ricaurte y Suárez); por otro lado encontramos las tapas que corresponden a vasijas

cerámicas en sí mismas (con formas como cuencos y ollas de borde evertido) y que en

casos como el de Anolaima y Tibacuy presentan algún tipo de decoración pintada

(Fotografía 22):

Fotografía 21. Tapa de urna cerámica registrada en Espinal. Museo del Oro del Banco de la

República.

Page 265: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

264

Fotografía 22. Tapa de urna cerámica registrada en Anolaima.

Parece existir una marcada relación entre los dos tipos de tapas y los dos tipos de urnas

referidos: Mientras que todas las urnas cerámicas que presentan decoraciones

modeladas se han encontrado asociadas a tapas en forma de casquete esférico (sin

ningún tipo de decoración) y que parecen haber sido elaborados con esta finalidad, las

urnas funerarias sin decoración modelada han registrado tapas que corresponden a

vasijas cerámicas que podrían cumplir otras finalidades funcionales más allá de la de

tapas de urnas (incluso, para algunos casos se ha sugerido que las mismas podrían haber

sido piezas utilitarias reutilizadas (Salas y Tapias 2000)).

Al identificar los espacios geográficos en los que se han registrado los diferentes tipos

de urnas y tapas, encontramos una concentración espacial que parece ser excluyente

entre sí: Las urnas funerarias con representaciones modeladas y tapas de casquete

esférico solamente se han registrado en las tierras bajas en torno al río Magdalena al sur

del territorio definido como panche. Por el contrario, en los sectores montañosos del

norte y oriente del territorio panche solamente se han registrado urnas funerarias sin

decoración modelada y con tapas de formas aparentemente funcionales. Es importante

mencionar que solamente un reporte arqueológico constituye la excepción al patrón

propuesto y lo representa el sitio Vegas de Sabandija, el cual corresponde a un espacio

asociado a tierras bajas del río Magdalena con registro de urnas sin decoración

Page 266: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

265

modelada y tapas con morfología de olla globular de cuello evertido (el patrón

morfológico registrado en las tierras altas montañosas del norte y oriente del territorio).

Al incluir esta información en el componente cartográfico de la presente investigación,

podemos evidenciar la presencia de dos grupos de elementos cerámicos funerarios

asociados a sectores con condiciones geográficas específicas al interior del territorio

panche:

Ilustración 39. Distribución espacial de urnas funerarias Grupo 1.

Page 267: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

266

Ilustración 40. Distribución espacial de urnas funerarias Grupo 2.

En conclusión, omitiendo las urnas cerámicas registradas para la zona de Honda,

podemos establecer la existencia de dos grandes grupos con características morfológicas

y decorativas bien particulares: por un lado encontramos urnas cuyo principal elemento

decorativo lo constituyen los motivos antropomorfos y zoomorfos en la parte superior

del cuerpo de las mismas (Ilustración 39), las cuales se encuentran asociadas (en los

casos que se pudo registrar), a tapas de casquetes esféricos sin ningún tipo de

decoración; por meros parámetros denominativos, a este primer grupo lo

denominaremos aquí “Grupo 1”. Por otro lado, tenemos un tipo de urnas sin decoración

(Ilustración 40) o con decoración de motivos pintados que presentan como tapas otras

vasijas de menor tamaño y la cuales sí manifiestan motivos decorativos (exclusivamente

patrones lineales pintados) y que bien podrían haber correspondido a piezas cerámicas

reutilizadas para este fin (“Grupo 2”).

Page 268: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

267

CAPÍTULO 7

CONFRONTACIÓN DE RESULTADOS.

7.1. Discusión y confrontación de resultados con el marco teórico.

Es claro que la principal fuente de información con que contamos para el abordaje de la

sociedad panche encontrada por los españoles durante el proceso de conquista, se

constituye por las mismas descripciones registradas de parte de los cronistas de indias

durante la segunda mitad del siglo XVI. Tanto testigos de primera mano, como

compiladores de obras inéditas, aportaron datos descriptivos que permitieron a los

lectores de dichas obras realizar una reconstrucción de la sociedad panche del siglo XVI.

El contexto y los objetivos con que fueron escritas estas recopilaciones, conllevaron a

que la subjetividad de los autores y el sesgo que permeó las descripciones en sí, se

vieran directamente reflejadas en la interpretación y lectura de la cultura panche a partir

del mismo siglo XVII. Así, en aspectos como la territorialidad, organización

sociopolítica, ideología, etc., nos encontramos frente a una falencia grande de

información más acertada sobre el tipo de sociedad indígena encontrada por los

españoles en el siglo XVI. Un ejemplo de lo anterior, es la interpretación de una unidad

homogénea al interior del territorio definido como panche desde las primeras

descripciones.

Como se mencionó en el Capítulo 2, aunque los documentos escritos sobre los panches

en los primeros momentos del contacto estuvieran enfocados hacia una estigmatización

del grupo y no se concentraran en la descripción de instituciones sociales, a lo largo de

la presente investigación pudimos llegar a identificar en los mismos algunos atisbos de

la organización sociopolítica de estas comunidades.

Page 269: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

268

Al abordar las fuentes escritas desde una perspectiva más amplia, propiciando una

lectura activa de las mismas (Burke 1993), en la que buscamos integrar los datos

descritos en las crónicas de la conquista y los documentos administrativos de inicios del

periodo de la colonia, empezamos a emprender un abordaje intercultural, en el que los

datos no son interpretados de forma aislada y fuera de su contexto de producción. Esto

nos llevó a relacionar la información que de una u otra forma permitió reconstruir

aspectos como la territorialidad, las relaciones al interior de esta aparente unidad

cultural panche y la o las formas de resistencia ante la dominación española.

Así, según lo expuesto en los capítulos anteriores, tras la lectura y análisis de la

información aportada por los documentos escritos por los españoles en los siglos XVI y

XVII, parece ser que la sociedad panche encontrada por los conquistadores en el siglo

XVI, no correspondía a una unidad cultural homogénea, sino que más bien se

enmarcaba en un contexto social de tipo segmental en el que varias comunidades

independientes componían el grupo identificado como panche por los cronistas. La

lectura de los documentos en que se relatan las características particulares del proceso

de conquista y resistencia a la misma, abordada desde una “lógica mestiza” (buscando

superar el sesgo impreso a la interpretación de un grupo como los panches desde una

visión etnológica), en la cual apuntamos a establecer relaciones entre todos los datos

recabados y exponerlos en un contexto general de lo que pudo haber sido la sociedad

panche del siglo XVI, como la propuesta por Amselle (1998), nos permitió rastrear una

serie de comportamientos diferenciales asociados a dos grupos de segmentos indígenas.

De la misma forma, al incluir un análisis que relacionara los datos obtenidos de las

fuentes escritas y el acervo toponímico que se conserva en la actualidad en la zona

estudiada, pudimos identificar que estos dos grupos de segmentos también parecían

presentar un patrón de asentamiento caracterizado por la presencia de dos grandes

núcleos poblacionales al interior del mismo territorio panche.

De esta forma, hasta este punto nos enfrentamos a la primer gran conclusión de la

investigación: la aparente unidad cultural panche referida por los cronistas y

compiladores españoles, más bien obedecía a una sociedad compuesta por un agregado

de segmentos locales. Aunque estos segmentos compartían algunos elementos

Page 270: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

269

socioculturales como el dialecto y ciertas prácticas frecuentemente referidas por los

españoles, es claro que en otros aspectos como su cultura material, sus formas de

resistencia a la conquista, e incluso en sus procesos de inclusión al régimen colonial, se

evidencia que se trataba de unidades más independientes diferentes entre sí.

A lo largo de los Capítulos anteriores hemos expuesto diversos aspectos que nos

permitieron llegar a dicha conclusión, sin embargo el caso de las formas de resistencia

ante el proceso de conquista e inclusión al régimen colonial, resulta ser uno de los de

mayor peso a la hora de interpretar las diferencias entre segmentos, lo que

posteriormente nos llevó a sugerir la posibilidad de encontrarnos frente a diferentes

formas de organización sociopolítica:

Uno de los elementos más resaltados y copiosamente descritos en las crónicas españolas

(no sólo en el caso de los panches), es el de las campañas de exploración y conquista de

territorios y poblaciones indígenas. Aunque estas descripciones están claramente

influenciadas por objetivos morales, religiosos, políticos y económicos con un fin

retórico enfocado en difundir una “idea legítima” de la conquista y los conquistadores,

para el caso de los panches, tras la lectura de dichos textos se puede percibir que los

mismos manifestaban una “tradición bélica ancestral” para el siglo XVI (Cifuentes

2004); esta “tradición bélica” debió haber sido parte importante de su cultura durante un

amplio periodo de tiempo tal, como para haber alcanzado un grado de especialización y

complejidad, que los españoles pudieran ver reflejado tanto en la efectividad y

diversidad de las armas como en la organización, disposición y disciplina de los

ejércitos y los guerreros indígenas. Esta condición de conflicto constante que parece

haber sido generalizada para los diferentes segmentos panches, cobra especial interés

tras la lectura y análisis de las crónicas de la conquista, pues en las mismas hemos

encontrado que se dieron diferentes tipos de respuesta de parte de los diversos

segmentos panches ante el contacto con los europeos en la segunda mitad del siglo XVI.

Así, el abordaje que hemos hecho a las fuentes escritas, nos permitió concluir que todos

estos segmentos panches desarrollaron un proceso de resistencia ante la invasión y que

el mismo se manifestó de formas más o menos activas (entendiendo los grados mas

activos de resistencia como la sublevación y el choque físico directo, y los grados más

Page 271: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

270

pasivos como las estrategias de rechazo a la dominación sin llegar al conflicto físico y

armado). A nivel de formas de resistencia, la diversidad en las respuestas que

desarrollaron las poblaciones panches ante una situación común de invasión, conquista

y exterminio, la hemos interpretado como un indicador claro de la diversidad segmental

al interior del grupo étnico. Estas diversas conductas sociopolíticas estarían vinculadas a

áreas territoriales que también hemos podido rastrear en el espacio y en las cuales

parecería que se empiezan a generar nuevas estructuras sociopolíticas.

Al extrapolar estas formas de resistencia al mapa mental de ocupación del territorio, en

el cual encontramos dos grandes agrupaciones de segmentos, terminamos encontrando

que cada una de las formas de resistencia se relaciona con los segmentos establecidos en

uno u otro sector del territorio. En otras palabras, que las formas de resistencia ante la

invasión y las posibles estructuras sociopolíticas asociadas a los segmentos panches se

manifiestan de manera diferencial en dos sectores del territorio.

No queremos limitarnos a un condicionamiento medioambiental que sugiera que

algunos sectores del territorio o el paisaje socialmente construido, determinaron ciertas

formas de comportamiento cultural como tipos de resistencia o lo que sería igual, pensar

que las condiciones medioambientales propiciaron el surgimiento de determinadas

estructuras sociopolíticas en algunos segmentos de la población panche. Tampoco

podríamos atrevernos a aseverar que tras el proceso de conquista, la respuesta cultural

de parte de las poblaciones indígenas fue una inmediata reorganización de la estructura

sociopolítica de nivel segmental o suprasegmental, pero si es claro que podemos

establecer cómo diversas conductas sociopolíticas asociadas a diversos segmentos de un

mismo grupo étnico se desarrollan en sectores diferenciales al interior del territorio de

este grupo.

Lo realmente novedoso que estamos encontrando aquí es que los grados de complejidad

sociocultural por encima del nivel de segmentos locales habrían sido diferentes en

diversos sectores del territorio panche para el momento de la conquista. Parece ser que

mientras que los segmentos asentados en uno de los extremos del territorio ocupado por

el grupo étnico, se vieron más propicios al surgimiento y establecimiento de un líder

Page 272: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

271

político, ideológico o militar por encima de los liderazgos locales, entre los segmentos

asentados en otro de los extremos del territorio nunca se dio este tipo de situación.

Entonces, ¿cómo llegamos a interpretar niveles de complejidad diferentes para sectores

del territorio y segmentos distintos a partir del análisis de las situaciones de conflicto

activo o pasivo y los procesos de resistencia indígena ante la invasión europea?: Una de

las variables de más peso en ese punto de la lectura de las crónicas fue la “tradición

bélica” manifestada por los panches y que hemos referido anteriormente (aunque no

somos los primeros en señalar la notabilidad de la misma). Al tener claro que en todos

los segmentos era común esta manifestación cultural y que todos se encontraban tanto

física como tecnológicamente preparados y dispuestos para el conflicto, interpretamos

que la existencia de diferentes formas de respuesta ante la invasión europea debió haber

obedecido a motores sociales, políticos o ideológicos; es decir, estamos proponiendo

que aunque a nivel de segmentos, todos se encontraban preparados para desarrollar un

proceso de resistencia similar, a la hora del contacto, se dio una situación sociopolítica e

ideológica que conllevó a que sectores de la población panche reaccionaran de formas

distintas. Estas formas diferenciales ante la invasión parecen estar relacionadas con el

surgimiento de estructuras sociales entre ciertos sectores de la población, por encima del

nivel local de segmento, como parece ser el caso del liderazgo político o militar.

Sin profundizar por ahora en el tipo de relaciones que se estaban dando entre segmentos,

hasta este punto sí podemos establecer que hay una relación directa entre sectores

físicos del territorio y tipos de respuesta cultural manifestados por los segmentos que los

ocupaban. En otras palabras, en ciertos sectores del territorio panche se dieron algunos

tipos de respuesta cultural opuestos a los registrados en otros. Dado que son los grupos

humanos, en este caso las poblaciones, quienes desarrollan estas respuestas culturales y

que dichas poblaciones se encuentran ocupando territorios específicos, al asociar

segmentos panches con tipos de respuesta diferentes, ubicados en territorios particulares,

hemos podido darle fuerza a una primera parte de la hipótesis original de la presente

investigación y concluir que sí existe una relación clara y directa entre grupo étnico y

territorio, en este caso particular, los segmentos referenciados por los cronistas y

sectores específicos del territorio ocupado por los panches en el siglo XVI.

Page 273: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

272

Ahora, ¿cómo encontramos que se manifiesta esta relación entre territorio y grupo

étnico a nivel segmental en el caso panche durante el siglo XVI? Como expusimos en

detalle en el Capítulo 5, el sector norte del territorio panche se caracterizó por ser un

espacio en el que las campañas de exploración y conquista española no lograron el

sometimiento de las poblaciones asentadas allí durante toda la segunda mitad del siglo

XVI, por el contrario, el sector sur del territorio panche experimentó una rápida

incursión de los conquistadores, los cuales establecieron un dominio sobre territorios y

poblaciones para un momento tan temprano como la primera década de la segunda

mitad de dicho siglo (es decir la primera década de su incursión en la zona).

En una situación de invasión y conquista como la de nuestro caso particular, es claro

que siempre se genera una serie de procesos de resistencia y que esta se puede

manifestar tanto de formas activas como pasivas (Gamboa 2013). El caso de la rápida

dominación y control del territorio de los segmentos panches concentrados en el sector

sur, no puede interpretarse nunca como una conquista absoluta y ausencia de resistencia

de parte de la población indígena, simplemente hemos llegado a interpretar que se trató

de formas más pasivas o menos físicas ante la invasión; en contraparte, formas más

activas se manifestaron en el sector norte del territorio, lo que conllevó a que la

dominación física se prolongara por casi medio siglo tras el arribo de los europeos a la

zona.

Entonces, no podemos compartir una posición tan estricta como la propuesta por

Cifuentes (2004) en la que a partir de la lectura de las crónicas, se determina que

algunos segmentos permitieron la conquista inmediata de los españoles mientras que

otros se opusieron de manera tajante a la misma. Más bien estamos proponiendo que lo

realmente distinto fueron las formas de resistencia (no ausencia / presencia de la misma),

las cuales se manifestaron de formas más activas en el sector norte y de manera más

pasiva en el sector sur.

Dejando claro lo anterior, pasamos a la relación que podría existir entre estos sectores

con formas de resistencia bien diferenciada y los tipos de relación intersegmental que se

pudieron haber estado dando en los mismos. En el Capítulo 5 expusimos que la

“tradición ancestral bélica” panche referida anteriormente, no solo se registró durante

Page 274: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

273

las descripciones de batallas con los españoles durante las campañas de conquista, sino

que también hay referencias a conflictos al interior de los mismos segmentos

(Castellanos [1601] 1955, Simón [1627?] 1981); esto deja claro que en todos los

sectores del territorio panche, diversos segmentos poseedores de la referida “tradición

bélica ancestral” ocupaban espacios específicos y manifestaban liderazgos locales no

institucionalizados. También encontramos que en el sector sur del territorio las

campañas de incursión española encuentran enemistades entre diversos segmentos

(Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601] 1955, Simón [1627?] 1981) y que las

mismas se registran tanto durante el momento de la invasión española, como en los

reportes que los mismos indígenas presentan al referirse a otros segmentos, es decir que

estas “enemistades” o más bien, situaciones de conflicto a nivel intersegmental, no

surgen a partir de la invasión europea en la zona, sino que parecen haberse venido

desarrollando desde un momento previo.

Con lo anterior, estamos apuntando a que no fue la invasión española un evento directo

al que podemos adjudicar, por sí mismo, la generación directa de un cambio social que

alteró las estructuras sociales y jerárquicas a nivel organizacional entre los segmentos

panches, pero sí que frente a dicha situación, estructuras de liderazgo por encima del

nivel de segmento, que seguramente se venían gestando durante algún tiempo,

encontraron la oportunidad adecuada para materializarse y hacerse efectivas, como en el

caso de los segmentos asentados en la parte norte del territorio, los cuales se

confederaron bajo el liderazgo político y militar de Bituima y posteriormente Síquima

lo que favoreció el que manifestaran formas de resistencia activa24.

A lo largo de los Capítulos 2 y 3 hemos expuesto como recientemente se ha cuestionado

que la sociedad panche se pudiera encasillar en cánones estrictos de “tribu” o

“cacizago”; autores como Argüello (2004) y Rodríguez (2006) han propuesto que para

el siglo XVI la sociedad panche podría encontrarse en un estado de transición incipiente

entre estos dos tipos de estructura social. En concordancia con esta idea, parece que

estamos encontrando una situación tangible de lo anterior, materializada principalmente

24 A lo largo del Capítulo 5 hemos expuesto como algunos segmentos del sector norte del territorio se

confederaron ofreciendo una fuerte resistencia activa ante la incursión española en territorio panche. Los

relatos de los cronistas mencionan el nombre del líder Bituima durante los primeros años de exploración

hispana (principalmente entre 1538 y 1541) y posteriormente el surgimiento de otro líder, Síquima como

caudillo de los segmentos del sector norte del territorio durante el resto de la década de 1540.

Page 275: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

274

en el surgimiento de liderazgos por encima del nivel de segmentos locales, desde los

cuales se desarrollaron procesos de resistencia que vieron continuidad en el tiempo

durante la segunda mitad del siglo XVI.

En el Capítulo 2 sugerimos que en una situación de surgimiento de liderazgos locales

por encima del nivel local (en es caso, segmento), “la posición sociopolítica de un líder

militar, religioso o político implicaría una coalición de comunidades a niveles

económicos, militares y/o ideológicos denotaría una estructura social del grupo étnico

más cercana a la clasificación de cacicazgo, la cual podría llegar a perpetrarse en el

tiempo a partir de una situación como esta en forma de un liderazgo institucionalizado”.

Para el caso de los líderes Bituima y Síquima, los cuales se parecen suceder en el

tiempo, podríamos estar encontrando la evidencia de esta situación, la cual sería un

indicador de la propensión de los segmentos que entran a hacer parte de esta

confederación, a la unificación bajo una institución de liderazgo por encima del nivel

segmental que en el caso de una hipotética supervivencia del grupo étnico, podría haber

llegado a perdurar en el tiempo, convirtiéndose en un liderazgo institucionalizado y

apuntando a la estructura social que hemos definido anteriormente como “cacicazgo”.

En este punto, se hace cada vez más clara la existencia de una relación directa entre

territorio y grupo étnico, pues estamos encontrando que el sector norte parecería estar

ocupado por segmentos más propensos a la confederación, mientras que los asentados

en la parte sur del territorio presentan una estructura inter segmental que no favorece el

surgimiento de un liderazgo de ningún tipo, incluso ante la aparición de un enemigo

común al grupo. Así, los datos aportados por las crónicas también nos permiten apreciar

la existencia de “enemistades” entre segmentos panches de manera exclusiva para el

sector sur del territorio (Aguado [1570?] 1956, Castellanos [1601] 1955, Simón [1627?]

1981), lo que nos permite proponer que segmentos asentados en dos territorios

diferentes parecen también presentar estructuras sociales disímiles entre sí.

Tras las campañas de exploración, conquista y el inicio de la ocupación española

propiamente dicha en territorios indígenas, el establecimiento de instituciones que son

claro reflejo de la dominación de territorios y poblaciones también nos ha llevado a

reforzar la hipótesis desarrollada hasta este punto: en el sector sur del territorio

Page 276: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

275

registramos la fundación de ciudades hispanas desde 1544 (Castellanos [1601] 1955,

Simón [1627?] 1981) y la repartición de encomiendas a partir de este mismo momento

(Bernal 1946); por el contrario, territorios y poblaciones en el sector norte solamente

empezaron a ser asignados a doctrineros y encomenderos a partir de 1556, e incluso, las

primeras fundaciones de poblados en este sector se registran a partir de 1614 (Gómez

2003). Esta situación refleja la implementación de dos formas diferentes de resistencia y

reacción a la conquista, asociadas a dos sectores específicos del territorio ocupado por

los panches; estos procesos de resistencia activa / pasiva también los hemos identificado

en las crónicas, pues mientras que el registro más tardío de confrontaciones indígenas –

españoles en el sector sur se registra en 1544 (el mismo año del establecimiento oficial

de la ocupación y la fundación de las primeras poblaciones españolas), para el sector

norte, en un momento tan tardío como 1606, se siguen registrando ataques indígenas a

los incipientes establecimientos españoles en dicho sector (Bernal 1946).

Como bosquejamos líneas arriba, esta información nos lleva a concluir que la estructura

sociopolítica que parece haberse desarrollado en el sector norte, por encima del nivel de

segmentos, conllevó al desarrollo de un fuerte proceso de resistencia que limitó o al

menos retrasó el control efectivo de esta zona del territorio, mientras que en el sector sur

la ausencia de la misma favoreció la inclusión de los segmentos allí asentados al

régimen económico, productivo y religioso impuesto por la conquista.

Hemos podido llegar hasta este punto a partir de la información obtenida e interpretada

de las crónicas de la conquista y de los documentos eclesiásticos y administrativos de

inicios de la colonia, lo que nos llevó al siguiente paso de la investigación: buscar un

referente material que pudiera estar reflejando esta diferenciación entre los grupos de

segmentos que hemos referido anteriormente y así llegar a establecer una relación entre

estas aparentes diferencias socioculturales y lugares específicos del territorio en los

cuales se registraran los objetos que elaboraron y utilizaron las personas que allí

habitaron. El empezar a establecer una asociación directa entre grupos de personas y

territorios específicos, con el registro arqueológico asociado a estos territorios en

particular, da forma a nuestra hipótesis de trabajo (relación entre paisaje, construcción

de territorialidad y autonomía política de los segmentos panches) y nos permite

Page 277: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

276

retroalimentar la información concluida de la lectura de los documentos escritos con la

obtenida del registro arqueológico.

Si asumimos la disciplina arqueológica como una ciencia que nos permite abordar

elementos materiales concretos que se encuentran en un punto específico del espacio, y

a su vez establecer que un grupo determinado de personas estuvo allí fabricando y/o

utilizando estos elementos; inevitablemente llegamos a asociar objetos materiales,

grupos humanos y espacios específicos (o territorios). Posteriormente, la arqueología

establece una relación entre este conjunto de personas y su cultura material con un

momento específico del paradigma temporal, es decir de una línea de tiempo

preestablecida y socialmente aceptada; en últimas, nos permite proponer qué tipo de

actividades socioculturales estuvo realizando un grupo de personas en momentos

específicos del pasado, a partir de los elementos de cultura material que hemos rastreado

desde y en el presente.

Partiendo de este planteamiento, el abordaje de piezas de cultura material como urnas

funerarias identificadas para un espacio particular (el referido en las crónicas como

ocupado por los panches en el siglo XVI) y relacionadas con una tipología cerámica que

se ha asociado con el periodo tardío de la ocupación prehispánica (siglos VII D.C. al

XVI D.C.), nos ha llevado a asumir que estas piezas cerámicas mantienen una

asociación directa con las personas que hemos identificado como panches a lo largo de

la presente investigación, quienes estuvieron ocupando estos territorios específicos

durante unos siglos antes de la llegada de los españoles y que son estos vestigios y

contextos arqueológicos los que nos permiten recrear algunas de las actividades

socioculturales que estuvieron realizando estas comunidades durante el pasado.

Tras abordar las investigaciones arqueológicas que se han desarrollado hasta el

momento a lo largo del valle del río Magdalena, específicamente en el territorio

ocupado por grupos de la familia lingüística Karib, hemos podido identificar que existe

un patrón funerario común a esta ocupación humana del periodo tardío, caracterizado

por la presencia de entierros secundarios en urnas funerarias. También hemos concluido

que las urnas cerámicas asociadas a territorios ocupados por grupos bien diferenciados

como panches, pijaos, pantágoras, colimas, etc., presentan distinciones estilísticas y

Page 278: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

277

decorativas bien marcadas entre sí, lo que ha llevado a diversos investigadores a

establecer una asociación entre tipos de cultura material, grupos étnicos y territorios

(Reichel-Dolmatoff 1943, Castaño 1992, Salas y Tapias 2000, Piazzini 2001), tal y

como esperábamos establecer para los territorios ocupados por los diversos segmentos

panches.

En este contexto, el registro arqueológico ha evidenciado que las urnas funerarias

reportadas para el sur del territorio ocupado por los panches en el siglo XVI

corresponden a cuerpos ovoidales a esféricos, con tapas relativamente sencillas con

formas de casquetes esféricos o cuencos; la decoración de las urnas corresponde a

motivos pintados o aplicados en la parte superior de las mismas, mientras que las tapas

carecen de decoración o solamente presentan motivos pintados. Este patrón decorativo y

morfológico difiere notablemente con el registrado para la zona norte y oriental del

territorio panche que hemos abordado en la presente investigación, donde el elemento

característico es el modelado de figurinas antropomorfas y zoomorfas en las tapas de las

urnas, mientras que los cuerpos generalmente carecen de cualquier tipo de decoración y

presentan forma cilíndrica.

En este punto es de vital importancia señalar que aunque estamos encontrando una serie

de características puntuales para los patrones estilísticos y decorativos asociados al

registro arqueológico de los contextos funerarios, no podemos atrevernos a establecer

una relación directa y estricta entre ciertos espacios medioambientales y la cultura

material identificada en los mismos. En otras palabras, no queremos establecer una

correlación directa entre tapas utilitarias y tierras montañosas, o entre cuerpos decorados

y zonas bajas, lo cual se podría llegar a interpretar como una forma de determinismo

ambiental en la que uno u otro tipo de paisaje habrían conllevado a grupos humanos (en

este caso segmentos o grupos de ellos) a generar formas específicas y excluyentes de

cultura material. Lo que realmente estamos encontrando al analizar la distribución

espacial de las formas y patrones estilíticos a nivel de cerámica funeraria, es que esta

“unidad cultural” panche de la que se habló a partir de la lectura de las crónicas de los

siglos XVI y XVII no es tan homogénea y que la existencia de segmentos locales al

interior del grupo étnico no solamente se identifica a nivel social, sino que la misma

Page 279: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

278

tiene un reflejo en la cultura material elaborada y utilizada por las personas al interior de

la población.

Mas adelante, lo que hemos podido apreciar, es que así como al interior del territorio

parece existir una nucleación poblacional en la que los grupos de segmentos asentados

en uno u otro sector manifestaron diferentes tendencias a nivel de organización

sociopolítica, también se percibe un marcador discreto a nivel de cultura material, en

este caso evidenciado en la alfarería funeraria, el cual encontramos que se relaciona

directamente con los espacios ocupados por estas agrupaciones poblacionales.

En conclusión, como hemos expuesto gráficamente a lo largo del Capítulo 6, es clara la

existencia de un patrón diferencial a niveles decorativo y morfológico para la alfarería

funeraria registrada en territorios de diversos grupos Karib a lo largo del valle del

Magdalena. Para el caso específico de los panches encontramos una situación similar:

los resultados de las principales investigaciones arqueológicas desarrolladas en territorio

panche (ver Capítulos 3 y 6) nos han permitido identificar la existencia de sutiles

variaciones locales a nivel estilístico en la alfarería funeraria. Teniendo claro que existe

una relación estrecha entre los segmentos panches y el territorio ocupado por ellas,

¿podríamos pensar que las variaciones estilísticas en la cultura material también estarían

directamente relacionadas con segmentos determinados y el territorio específico

ocupado por estos?. En otras palabras, que cada uno de estos segmentos podría haber

estado imponiendo su sello característico a los elementos de cultura material que

elaboraban y/o portaban?. Los resultados encontrados en nuestro análisis morfológico y

decorativo de la muestra abordada, nos llevó a agrupar la muestra cerámica en dos

grandes grupos con características particulares y bien definidas que parece mantener a

su vez una relación con dos sectores específicos del territorio ocupado por lo panches en

el siglo XVI.

7.2. Aportes de la investigación.

Como se expuso anteriormente (Capítulo 6), la muestra arqueológica abordada

corresponde a urnas funerarias y tapas de las mismas procedentes de once sitios

diferentes al interior del territorio ocupado por los panches en el siglo XVI. La tipología

Page 280: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

279

cerámica reportada en todos y cada uno de estos contextos funerarios, así como la

estructura de tumbas de pozo, representan una constante en cuanto al patrón funerario

para la ocupación panche. En otras palabras, mediante la presente investigación

identificamos varios contextos funerarios, los cuales pudimos asociar a la ocupación

prehispánica del periodo tardío, es decir a la ocupación de segmentos panches que

encontraron los españoles en el siglo XVI en este territorio.

Lo anterior nos permitió dejar en claro que los contextos funerarios abordados

correspondían a la ocupación panche y en consecuencia, que un análisis morfológico y

decorativo de las piezas cerámicas identificadas en los mismos, nos podría llevar

establecer una asociación de éstos con los segmentos asentados en dichos sectores del

territorio. Esta situación se ve reforzada por el análisis de materiales cerámicos expuesto

en el Capítulo 6: los tipos cerámicos Pubenza y Magdalena Inciso corresponderían al

elemento material característico de las poblaciones prehispánicas del territorio que

hemos definido aquí como panche para el periodo comprendido entre los siglos VII D.C.

y XVIII D.C.; estos tipos cerámicos se registraron también en todos los contextos

funerarios analizados, lo cual es un claro indicador de que el material arqueológico de

los once contextos funerarios abordados, puede ser asociado directamente con el

periodo tardío de la ocupación prehispánica, es decir, con las poblaciones panches que

encontraron los españoles en el siglo XVI y que ocuparon físicamente estos territorios.

Con base en el planteamiento anterior, el primer paradigma arqueológico que debía

buscar la presente investigación, fue establecer que los once contextos funerarios

abordados se encontraran directamente asociados a la ocupación panche y que

evidenciaran elementos uniformes que se pudieran hacer extensivos para la cultura

material adjudicada a este grupo humano. Así, estableciendo con base en el registro

arqueológico de contextos funerarios, que existe un patrón bien diferenciado para los

territorios panches con respecto a otras zonas de ocupación Karib a lo largo del valle del

río Magdalena, se encontró una serie de sutiles variaciones locales a nivel de patrones

estilísticos y decorativos:

Es importante mencionar que encontramos una primera gran diferenciación en cuanto a

la cultura material procedente de los contextos funerarios para el territorio panche: las

Page 281: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

280

urnas funerarias identificadas para los alrededores de la zona de la actual población de

Honda (en el límite norte del territorio panche en el valle puntual del río Magdalena)

presentan atributos que no se registran para otros sectores del territorio. La alfarería

funeraria de la zona de Honda manifiesta ricas decoraciones modeladas sobre las tapas

de las urnas, lo cual parecería tener una estrecha relación con la tipología referida para

las regiones al norte del territorio panche. Como se mencionó anteriormente, la alfarería

funeraria de los grupos Karib asentados al norte de la zona de Honda se caracteriza

principalmente por la presencia de ricas manifestaciones modeladas en las tapas de las

urnas, ya sean estas antropomorfas o zoomorfas.

Si tenemos en cuenta que la zona de Honda parece haber sido un espacio de confluencia

de varias parcialidades Karib como pantágoras, colimas y panches entre otros, muchos

de los cuales accedían estacionalmente a dicha zona en búsqueda de abastecimiento de

recursos, no es de extrañar que en dicho sector el registro arqueológico también refleje

diversidad de estilos a nivel cerámico, lo cual sustenta la presencia de un estilo

decorativo diferente al registrado para el resto del territorio panche. De acuerdo a lo

anterior, hemos llegado a concluir que las tapas y urnas funerarias registradas en los

alrededores de Honda difieren del patrón estilístico típico panche y que la alfarería

funeraria reportada en dicho sector se encuentra fuertemente influenciada por el estilo

decorativo más común en la región norte del territorio.

Lo anterior nos llevó a excluir la muestra de alfarería funeraria reportada para la zona de

Honda de nuestro análisis estilístico y decorativo abordado y propuesto para el resto del

territorio panche.

El resto de la muestra analizada procedió de once contextos funerarios a lo largo del

territorio panche; estos contextos funerarios habrían estado relacionados directamente

con espacios ocupados por segmentos específicos. Pero, ¿cómo hemos establecido que

estos territorios estuvieron asociados a segmentos panches específicos?. Es allí donde

hemos tenido en cuenta el registro escrito aportado por las crónicas de la conquista y los

documentos administrativos de inicios de la colonia.

Page 282: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

281

Según los datos que hemos recopilado sobre los panches, parece ser que los diversos

segmentos se establecieron en territorios bien definidos, desde los cuales se realizaban

actividades de defensa del mismo ante eventuales situaciones de invasión. También

hemos encontrado una estrecha relación entre la asignación de denominaciones de estos

territorios y cada segmento en específico, lo cual también se hacía extensivo a los

líderes de los mismos, los cuales a su vez utilizaban los mismos nombres de los

territorios y los segmentos que los ocupaban.

Esta información se ha visto sustentada por los datos aportados por el análisis

toponímico, el cual nos permitió rastrear hasta la actualidad que los espacios ocupados

por los segmentos panches, han conservado los vocablos Karib en la denominación de

los espacios geográficos. Es con base en el planteamiento anterior que hemos llegado a

asociar los contextos arqueológicos registrados en sectores específicos del territorio, con

los segmentos referidos en las descripciones de los cronistas; esto es lo que al final de la

investigación nos llevó a asociar sectores del territorio con estructuras sociopolíticas

ligeramente diferentes.

Dejando en claro el establecimiento de esta relación entre territorios y grupos de

personas o segmentos, volvemos a los elementos arqueológicos y a las variaciones en

los contextos arqueológicos que estábamos esperando encontrar:

Omitiendo las piezas cerámicas registradas para los contextos funerarios de la zona de

Honda, podemos establecer la existencia de dos grandes grupos con características

morfológicas y decorativas bien particulares para el territorio panche y la muestra

abordada. Los tipos de decoración de las urnas y sus tapas difieren substancialmente en

dos sectores del territorio panche. Encontramos un primer tipo de piezas en las que su

principal elemento decorativo lo constituyen los motivos antropomorfos y zoomorfos

modelados en la parte superior del cuerpo de las urnas; estas piezas se encuentran

acompañadas de tapas que corresponden a casquetes esféricos sin ningún tipo de

decoración. De otra parte, registramos otro tipo de piezas en las que las urnas no

presentan ningún tipo de decoración, o la misma se limita a motivos pintados, y que a su

vez, cuentan con tapas que corresponden en todos los casos a otras vasijas (no casquetes

Page 283: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

282

esféricos), con o sin decoración pintada, las cuales pudieron haberse tratado de piezas

cerámicas utilitarias reutilizadas para dicho fin.

En el Capítulo 6 utilizamos una clasificación meramente denominativa, la cual

mantenemos aquí, sin que obedezca a ningún tipo de parámetro discriminatorio más allá

del descriptivo. Las urnas con decoración modelada y tapas de casquete las hemos

denominado como “Grupo 1”, mientras que a las de decoración pintada o ausencia de la

misma y tapas con formas de vasijas utilitarias, las hemos clasificado como “Grupo 2”.

Partiendo de lo anterior, concluimos que aspectos como la decoración mediante

modelado, es una técnica que se hace exclusiva para la muestra de urnas funerarias

asociadas al “Grupo 1”, mientras que en las urnas del “Grupo 2” se encuentra ausente.

A nivel de tapas de urnas, también aparece un elemento diferenciador, pues la

reutilización de vasijas con formas utilitarias y posiblemente de uso cotidiano,

solamente se registra en el “Grupo 2”, mientras que para las piezas del “Grupo 1”

parecen haberse elaborado exclusivamente para dicha finalidad.

Al exponer la ubicación espacial de los contextos arqueológicos en los cuales

registramos estos dos grupos de alfarería funeraria, encontramos que los dos “Grupos”

identificados se distribuyen de manera excluyente entre sí en el territorio panche del

siglo XVI. Mientras que los registros del “Grupo 1” se concentran en las partes más

bajas junto al lecho del río Magdalena (específicamente hacia el sector sur del territorio),

los contextos funerarios con piezas del “Grupo 2” se registran en el 66,6% de los casos

en los sectores montañosos del norte y oriente del territorio panche.

Uno de los casos del “Grupo 2” constituiría la excepción a este patrón que parece estar

desarrollando en cuanto al uso del espacio de parte de personas que implementan uno u

otro tipo de alfarería funeraria. El material hallado en Vegas del Sabandija corresponde

al “Grupo 2” pero no se encuentra en la zona alta de montaña en la cual se han

registrado todos los contextos funerarios con este tipo de alfarería; de hecho se localiza

en la parte baja del territorio, en cercanías del río Magdalena.

Page 284: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

283

Para 1980, la investigación de Hernández en Vegas del Sabandija se planteó como

metodología de estudio abordar un sitio geográfico que manifestara algunas de las

características descritas en las crónicas de la conquista para los grupos panches. De

acuerdo a esto y haciendo una lectura de grupos indígenas muy caracterizados por lo

que aquí hemos venido denominando como “tradición bélica ancestral”, Hernández

buscó identificar un área del territorio que se asimilara a las supuestas “fortificaciones”

o sitios de difícil acceso que hemos referido en algunos cronistas a lo largo de los

Capítulos anteriores de la presente investigación. Según varios cronistas, los guerreros

panches se guarecían y fortificaban en las partes más altas de las montañas, en las que

cuchillas y filos de difícil acceso les permitían la fácil defensa de sus asentamientos

(Aguado [1570?] 1956, Fernández Piedrahita [1668] 1942, Simón [1627?] 1981), lo

cual llevó a Hernández a escoger un sitio con dichas características para realizar su

investigación, en la cual registró un contexto funerario con las características que hemos

referido anteriormente.

Podríamos pensar entonces que el sitio de Vegas del Sabandija correspondió a un

espacio habitado por algún segmento panche con características de resistencia activa,

tales como las descritas para los segmentos que ocuparon las partes más montañosas del

territorio?. De ser así, podríamos asociar todos estos espacios en los que se

desarrollaron fuertes procesos de resistencia activa, o exponiéndolo de otra forma, áreas

en las que se asentaron los segmentos menos propensos a la conquista y subordinación,

con las áreas en que se registran los contextos funerarios que hemos asociado como

“Grupo 1”?

Es claro que Vegas del Sabandija constituye un caso excepcional al resto de los espacios

muestreados y referidos a lo largo de la presente investigación. Si por un momento

omitiéramos su ubicación tan cercana al río Magdalena, contamos con que los contextos

funerarios abordados y asociados directamente al “Grupo 2” se ubican específicamente

en la zona montañosa del territorio ocupado por los panches en el siglo XVI, mientras

que los contextos del “Grupo 1” se ubican siempre en las tierras bajas al sur del mismo.

Al cruzar esta información con las áreas de resistencia activa y resistencia pasiva

expuestas gráficamente en el Capítulo anterior, encontramos una innegable relación

Page 285: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

284

entre estas y los sitios donde se registraron contextos funerarios con presencia de uno u

otro “Grupo”.

En otras palabras, encontramos una relación directa entre la cultura material y el espacio

en dos áreas diferenciadas entre sí al interior del territorio panche del siglo XVI: Los

segmentos asentados en las partes más montañosas del territorio desarrollaron los

procesos más fuertes de resistencia ante la invasión europea caracterizados por la

aparente emergencia de líderes político militares ante la situación de invasión y la

confederación de segmentos; en estos sectores del territorio parece haberse estado

utilizando una cultura material diferencial, la cual se registra en los contextos funerarios

y presenta características totalmente diferentes a nivel decorativo con respecto a los

sectores de las tierras bajas del territorio. En los alrededores inmediatos del río

Magdalena, en el sector sur del territorio panche, donde se han registrado la mayor

cantidad de sitios arqueológicos de dicha ocupación, los segmentos allí asentados

presentaron un tipo de resistencia más pasiva ante la invasión europea, propiciando

incluso la formación de alianzas con los españoles, lo que se tradujo en una rápida

incursión y establecimiento de los españoles en la zona. Parece ser que entre estos

segmentos fue común el uso de otra alfarería funeraria con variaciones estilísticas

propias y que difiere notablemente de la registrada en las tierras más altas y que hemos

denominado aquí como “Grupo 2”.

Tras la interpretación de los datos aportados por el registro arqueológico y el análisis de

las piezas de cultura material abordadas, volvimos a las conclusiones que hemos

expuesto al inicio de este último Capítulo y buscamos retroalimentar nuestra propuesta

a nivel de una diferenciación en el campo de las estructuras sociopolíticas para los

grupos de segmentos asentados en dos sectores al interior del territorio panche. Si

estamos frente a dos grupos de segmentos establecidos en sectores bien delimitados del

territorio, en los cuales ha sido posible identificar relaciones sociopolíticas igualmente

diferentes al interior de los mismos, estaríamos proponiendo la existencia de una

diferenciación cultural al interior del mismo grupo étnico. No sería de extrañar que esta

diferenciación cultural también buscara la autoidentificación a niveles como el de

cultura material. La existencia de una tradición alfarera con sutiles marcadores

diferenciales excluyentes entre sí y asociados directamente a los mismos territorios en

Page 286: Las dinámicas políticas y territoriales panches ante la ...

285

los que se están gestando procesos sociopolíticos diversos, no sería un indicador

material que refuerza y sustenta las conclusiones que hemos venido desarrollando y

obteniendo a partir del análisis de fuentes escritas?. A nuestro parecer, si.

Así, con base en la cultura material abordada, y dando respuesta al planteamiento inicial

de la tesis que buscaba encontrar una posible relación entre territorios, estructuras

sociopolíticas y cultura material, podemos entrever que hay una aparente asociación

entre los segmentos que ocupan sectores específicos del territorio panche y la cultura

material utilizada por los mismos, la cual ingresó al registro arqueológico y se ha

mantenido en los territorios que ocuparon dichos segmentos. No es posible en este

punto atrevernos a especular sobre la finalidad de estas variaciones locales y/o las

causas de las mismas, o su posible significado a nivel ideológico tanto al interior como

al exterior de cada una de estos segmentos o grupos de estos, pero sí es clara la

existencia de un diferenciador de cultura material que podemos asociar con sectores

específicos del territorio y con las personas que ocuparon los mismos durante la

ocupación que se ha denominado como panche. Incluso, podríamos atrevernos a decir

que esta diferenciación a nivel de cultura material acompañó y seguramente legitimó a

los grupos de segmentos en los cuales se estaba empezando a gestar un proceso de

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